FABULAS
FABULAS
FABULAS
Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que
los entrenara. Pasados unos meses, el instructor le comunicó que uno de los halcones estaba
perfectamente educado, pero que no sabía qué le sucedía al otro: no se había movido de la rama
desde el día de su llegada a palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí. El rey
mandó a llamar a curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó
entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió; por la ventana de sus habitaciones, el
monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un bando entre sus súbditos
solicitando ayuda, y a la mañana siguiente vio al halcón volar ágilmente por los jardines. - Traedme al autor de ese
milagro -dijo. Enseguida le presentaron a un campesino. - ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago,
acaso? Entre feliz e intimidado, el hombrecito explicó: - No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio
cuenta de que tenía alas y se lanzó a volar.
El gusanito
Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un
saltamontes.
Hacia dónde te diriges? le preguntó. Sin dejar de caminar, la oruga contestó:
Tuve un sueño anoche: soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo
que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
Sorprendido, el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba; ¡debes estar loco!, ¿cómo podrás llegar
hasta aquel
lugar?, ¡Tu una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier
tronco una barrera infranqueable.
Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó, su diminuto cuerpo no dejó de moverse.
De pronto se oyó la voz de un escarabajo:
¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño? Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: Tuve un sueño y deseo realizarlo,
subir a esa montaña y desde ahí contemplar todo nuestro mundo. El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada
y luego dijo: Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso y se quedó en el suelo tumbado de la risa
mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.
Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor le aconsejaron a nuestro amigo a desistir, ¡No lo lograrás jamás! Le
dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió
parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. "Estaré mejor", fue lo último que dijo y
murió.
Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del pueblo, había construido como su
tumba un monumento a la insensatez, ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño
irrealizable.
Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se
había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos, aquella concha dura comenzó a
quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta, poco a poco,
como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron
saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa, no hubo nada que
decir, todos sabían lo que pasaría, se iría volando hasta la gran montaña y realizaría su sueño, el sueño por el que había
vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.