Ultimos Ya Bolla Dos
Ultimos Ya Bolla Dos
Ultimos Ya Bolla Dos
Violencias y vulnerabilidades
en San Martín
Últimos y abollados: Violencias y vulnerabilidades en San Martín /
José Garriga Zucal... [et al.]; compilación de José Garriga Zucal;
Inés Mancini; Evangelina Caravaca. - 1a edición.
San Martín: UNSAM EDITA, 2023.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-8938-35-6
1. Sociología. 2. Pandemias. 3. Violencia de Género.
I. Garriga Zucal, José, comp. II. Mancini, Inés, comp.
III. Caravaca, Evangelina, comp.
CDD 303.490982
unsam edita
Edificio de Containers, Torre b, pb
Campus Miguelete
25 de Mayo y Francia, San Martín (b1650hmq),
provincia de Buenos Aires, Argentina
unsamedita@unsam.edu.ar
www.unsamedita.unsam.edu.ar
Editado en la Argentina.
Prohibida la reproducción total o parcial, incluyendo fotocopia,
sin la autorización expresa de sus editores.
Evangelina Caravaca
José Garriga Zucal
Inés Mancini
(Comps.)
Últimos y abollados
Violencias y
vulnerabilidades
en San Martín
índice
9 INTRODUCCIÓN
Evangelina Caravaca, José Garriga Zucal e Inés Mancini
21 Primera parte
Actores y roles comunitarios
23 CAPÍTULO 1
“Quedate en tu barrio”. Los espacios y la pandemia
Inés Mancini, Evangelina Caravaca y Lola González Plaza
39 CAPÍTULO 2
“Nos ganaron la calle”. Transas y chorros en los barrios
Ana Beraldo
65 Segunda parte
Fuerzas de seguridad
67 CAPÍTULO 3
Más allá del cuidado. Policías en la pandemia
Federico del Castillo y José Garriga Zucal
83 CAPÍTULO 4
¿Proximidad o invasión?
Gobierno y pacificación policial
José Garriga Zucal y Joaquín Zajac
101 Tercera parte
Violencias de género y pandemia
103 CAPÍTULO 5
Desde abajo, percepciones de un problema público
Violeta Dikenstein, Pastora Echagüe
y Guadalupe González Campaña
127 CAPÍTULO 6
Violencias entrecruzadas. Tres estudios de caso
Romina Rajoy
149 CAPÍTULO 7
La perspectiva de los agresores
Martín Hernán Di Marco
173 CAPÍTULO 8
Noticias locales en pandemia
Brenda Focás y Lucio Rodrigues La Moglie
189 CAPÍTULO 9
Entre lo local y lo zonal,
prácticas periodísticas en San Martín
Martín Recanatti, Eliana Ferradás,
Francisca Maldonado Zabala
1. Sucintamente, diremos que la vulnerabilidad es una condición producto del resultado de la desigual
distribución de recursos económicos y simbólicos. No existen, entonces, actores vulnerables per se;
existen actores que son vulnerables por las condiciones sociales que los condicionan.
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INTRODUCCIÓN
Mapa 1. Barrios que integran el Área en el partido de San Martín, provincia de Buenos Aires
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INTRODUCCIÓN
Gráfico 1. Heridos de arma de fuego. Total provincia de Buenos Aires y Gral. San Martín
(tasa cada 100.000 habitantes)
Fuente: elaborado por Gabriel Rivas en el marco de esta investigación con datos provistos por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
cien mil habitantes. En 2020 hubo 2238 casos; es decir, una tasa de 12,75
por cada cien mil habitantes. Mientras tanto, en San Martín, la cantidad de
heridos con armas de fuego disminuyó en ese mismo período. En 2019 hubo
132 (lo que arroja una tasa cada 100.000 habitantes de 31,14) y en 2020 hu-
bo 92 (21,86 de tasa cada 100.000). Pero, como se ilustra, la tasa de heridos
de arma de fuego resulta ser más alta en San Martín que a nivel provincial
(pcia. de Buenos Aires) (GRÁFICO 1).
Por otro lado, en el caso de los homicidios dolosos, los datos resultan ser
diferentes. Mientras que en toda la provincia de Buenos Aires los homicidios
permanecieron estables entre 2019 y 2020, en General San Martín subieron
y de forma muy significativa. A nivel provincial, la variación de la tasa cada
100.000 habitantes fue de 5,2 a 5,3. En cambio, en el partido en 2019 murie-
ron 37 personas en homicidios dolosos y 43 en 2020. La tasa de homicidios
dolosos aumentó de esta forma un 16% (gráfico 2).
Según los datos que hemos podido analizar, de las 37 víctimas de
homicidios dolosos en General San Martín en 2019, siete de ellas eran
mujeres. Particularmente, tres de ellas murieron asesinadas en casos
de femicidio; dos, presumiblemente, en casos de enfrentamientos entre
bandas delictivas; y otras dos, por balas perdidas en situaciones de enfren-
tamiento indeterminadas. Durante el mismo año, fallecieron seis varones
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Últimos y abollados
Gráfico 2. Homicidios dolosos. Total provincia de Buenos Aires y Gral. San Martín
Fuente: elaborado por Gabriel Rivas en el marco de esta investigación con datos provistos por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
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INTRODUCCIÓN
Fuente: elaborado por Gabriel Rivas en el marco de esta investigación con datos provistos por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
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Fuente: elaborado por Gabriel Rivas en el marco de esta investigación con datos provistos por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
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INTRODUCCIÓN
Fuente: elaborado por Gabriel Rivas en el marco de esta investigación con datos provistos por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
La cocina de la investigación
7. Estos datos fueron analizados también en “‘Sobre llovido, mojado’. Pandemia y violencias en pobla-
ciones vulnerables en el Área Reconquista (provincia de Buenos Aires)”. Este artículo se encuentra en
prensa en la Revista Acta Sociológica al momento de editar esta publicación.
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Últimos y abollados
Fuente: elaborado por Gabriel Rivas en el marco de esta investigación con datos provistos por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
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INTRODUCCIÓN
de edad que va desde los 18 hasta los 60 años y despliegan distintos ro-
les (educativos, comunitarios, comerciales, entre otros). Por otro lado,
entre los entrevistados funcionarios, hubo una selección de áreas mu-
nicipales (Secretarías de Seguridad, Desarrollo Social) y policiales (por
ejemplo, altos mandos policiales que han tomado decisiones de ges-
tión en el marco de la pandemia). Por una decisión ético-metodológica,
no usaremos los nombres oficiales de estos barrios en el análisis de
las entrevistas para preservar el anonimato de nuestros entrevistados.
Asimismo, en varios de los artículos de este volumen hemos optado por
no usar seudónimos, sino solamente la mención al entrevistado/a. En
otros, por la forma en que hemos abordado el análisis, decidimos usar
seudónimos.
El libro y la investigación son el resultado de un denso trabajo colectivo
entre colegas, entrevistados y militantes. Algunas especificidades serán aquí
homogeneizadas en la representación de un todos masculino inexistente.
Sabiéndola imperfecta e incompleta, tomamos esta decisión como criterio
de estandarización de un libro con muchas voces.
El libro
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Primera parte
Introducción
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
Por otro lado, es importante mencionar que no todos los grupos etarios
fueron afectados de la misma manera con las medidas de aislamiento. Por
su parte, los adultos mayores padecen el mayor riesgo objetivo a morir a
causa de la enfermedad al mismo tiempo que suelen tener ingresos forma-
les (jubilación) que continuaron recibiendo a lo largo de la pandemia. Ello
implicó que los efectos de estas muertes en las familias se vieran multipli-
cados: no solo se trataba del dolor de un duelo, sino que se vieron afectadas
económicamente. Por el contrario, los jóvenes cuyo riesgo de muerte a causa
del COVID-19 resultaba exponencialmente menor, parecen haberse visto
afectados con mayor intensidad por las conflictividades y el hostigamiento
policial. Pero también, por las dificultades para acceder al trabajo y al dinero.
No menos relevante son las menciones a la salud mental a lo largo del
trabajo de campo. Varios entrevistados describen experiencias propias o de
allegados de padecimientos psíquicos, producto de los temores vinculados
a la enfermedad y las incertidumbres económicas. Dichos padecimientos
revisten distintos niveles de gravedad, pero se habla de un general “estado
de crispación”. En definitiva, las entrevistas realizadas a distintos actores
del área nos permiten leer que los vecinos han experimentado una acelerada
acumulación de sufrimientos de distintos órdenes. Padeceres en un amplio
abanico que incluye lo económico pero también la salud mental.
Además, es necesario señalar que en el área –como en otras zonas vul-
nerables– estos trabajos comunitarios son desarrollados principalmente por
mujeres. Esta atribución a las mujeres de roles de cuidado se ve reforzada por
conjuntos de políticas sociales iniciadas en la década de 1990, en las que se
evidencia una ideología particular sobre la mujer y la familia, el rol de la mu-
jer como cuidadora y el fomento del trabajo circunscripto al barrio (Frederic,
2004; Masson, 2004; Zapata, 2005; Epele, 2010). Consideramos importante
remarcar la condición de género de la mayoría de los actores comunitarios,
pues la configuración de relaciones sociales y las modalidades en las que va-
rones y mujeres se posicionan frente a las violencias parece verse reforzada
en este accionar en el que el trabajo denodado de un conjunto de mujeres
previene acciones violentas que con mayor frecuencia ejercen los varones y
las fuerzas de seguridad.
Finalmente, el trabajo de campo realizado nos permite adentrarnos en
los sentidos y representaciones sobre la pandemia, en general, y sobre los
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Últimos y abollados
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
los transas, como analiza Ana Beraldo en esta misma compilación. Observar
esta diversidad de reacciones y de actores, es decir, de agencia de diversos
actores frente a una crisis no solo novedosa, sino también desafiante, nos
permite entender de qué manera se sostiene la vida social en un contexto
de adversidad. Pero también es importante decir que las consecuencias que,
veremos a lo largo de estas páginas, no resultan ser únicamente en términos
materiales. Y sobre ello volveremos más adelante.
El club estaba cerrado, solo se abría para cocinar. Cada quince días me
mandaban un camión del mercado central, abría al club, le avisaba a la
gente que podía, a veces venía cantidad de verdura y la gente se llevaba
la verdura. Los días de semana estaba cerrado, solo abría los viernes
para recibir la mercadería del municipio. Después hacíamos sábados y
domingos. Eran los únicos días que no funcionaba ningún comedor acá
esos dos días. A. nos ayudaba con las verduras si le llegaba alguna dona-
ción. Actividad de club no tuvimos ni juego ni prácticas y mientras tanto
si fuimos trabajando, hicimos un paredón para dividir la cancha de las
tribunas. Yo recibí el club con tres mil pesos y el playón sin pintar.
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
haceme, guardame un lugar. Eso también pasa porque hay muchas fami-
lias que van un poquito más tarde, ven que hay 50 personas pero cuando
llegan las 10 de la mañana que es, por lo general, el horario de entrega de
alimentos, se llenó de gente. Y entonces, ahí no queda. En esta situación
en Billinghurst, bueno, hubieron un grupo que entró en la escuela una
discusión, que hubo violencia pa’ todos lados y se pidió que las escuelas
no participaran más de esto, sino que lo hiciera el Consejo Escolar.
Este testimonio da cuenta de que los conflictos entre vecinos en una si-
tuación excepcional como la pandemia resultan imprevisibles y, en ese con-
texto, son los actores comunitarios en su rol de mediadores entre el estado
y los ciudadanos quienes deben gestionar la conflictividad emergente de las
modalidades de distribución de la ayuda ante la pandemia. En definitiva, el
Estado aportó los recursos pero dejó en manos de los actores comunitarios la
logística y su distribución. De igual manera, quedó en manos de los actores
comunitarios hacer frente a la gestión de los conflictos derivados de estas
modalidades de distribución.
Asimismo, algunos espacios implementaron sistemas de turnos que con-
templaran la posibilidad de que, si alguno de los trabajadores enfermara, el
resto pudiera seguir desarrollando sus funciones y atendiera las necesidades
del barrio.
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
Nosotros también nos sentíamos como que teníamos que hacer las cosas
porque la gente realmente lo necesita y teníamos que estar, más allá de
que si una se enferma tiene que estar la otra.
2. En este punto es preciso mencionar que la vinculación entre tensión por el aislamiento e incremento
de las violencias en los hogares corresponde a una visión nativa. Puede verse una discusión al respecto
en Caravaca, Garriga, Mancini (en prensa).
3. Para comprender en profundidad este tema, sugerimos ver de este mismo volumen los trabajos de
José Garriga Zucal, Joaquin Zajac y Federico del Castillo.
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Últimos y abollados
Se dio esta cuestión que las escuelas repartían una vez por mes o cada
quince días alimentos y las familias se tenían que movilizar hasta la
escuela, y ahí los frenaba la policía y les preguntaban qué hacían. Los
frenaban con los bolsones de alimentos a dar explicaciones y también
digamos que hacían abuso de autoridad en ese caso. Ahí también, como
organizaciones, lo que hicimos fue pensar de darle alguna nota de donde
figuraba la fecha, dónde tenían que ir a retirar el alimento.
Ahí hubo otro caso de abuso de autoridad: tuvimos que repensar de darle
un certificado a las familias o algo que dé cuenta que estaban transitando
por la calle porque estaban yendo a la escuela a buscar el bolsón alimen-
tario que el Estado Nacional o Provincial le mandaba a las escuelas para
repartir a los alumnos. Se dio esta cuestión que las escuelas repartían
una vez por mes o cada quince días alimentos y las familias se tenían que
movilizar hasta la escuela, y ahí los frenaba la policía y les preguntaban
qué hacían.
Otra cosa que podría destacar de la policía es que al principio parecía
que nosotros éramos culpables, yo sentí eso. Que éramos culpables por
lo que estaba pasando. Nos mandaban con el altavoz, diez millones de
camionetas y uno acá en el barrio está acostumbrado a que vos veas un
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
Eh, no, nunca, nunca hicimos olla popular pero si ayudamos a... de las do-
naciones que recibimos nosotros, armamos un grupo de merenderos y...
comedores. Y la mercadería que recibimos nosotros a través de Nación o
Desarrollo Social, de Nación y Municipio eh, llamábamos a los referentes
eh, de estos lugares y les dábamos semanalmente la mercadería que era
para la olla popular.
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Nosotros acá tenemos 340 familias y entregan bolsones para 250 y en-
tonces tenés un resto, que los tenés que mirar a la cara y decirle “No hay
más, no hay más”. Y es el mismo derecho, porque es el derecho del que se
llevó la caja 1, el que se llevó la caja 250 y el que está esperando la caja 251.
En este sentido, queremos señalar que la idea de que la labor de las or-
ganizaciones comunitarias contribuyó a la paz social, evitando conflictos y
potenciales estallidos, puede ser atinada pero que en el mismo movimiento
se ocultan otros padecimientos, estallidos internos, presiones sobre estos
actores comunitarios (principalmente mujeres) que se expresan en lamentos
o padecimientos psíquicos. Asimismo, esta distribución de roles que ubica
a ciertas mujeres atendiendo más o menos silenciosamente demandas
de todo un barrio para prevenir situaciones peores refuerza los roles más
tradicionales de género. Es interesante notar que frente a la situación de la
pandemia las necesidades de los vecinos en general podían ser planteadas
ante pocos actores dentro del barrio. En este sentido, como señala Berlado
en este mismo volumen, los transas se convirtieron en actores relevantes
en tanto y en cuanto prestaban dinero a los vecinos necesitados. Así, frente
a una situación de necesidad, los vecinos podían plantear sus demandas
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
ante los actores comunitarios (siempre cargados con una excesiva demanda
y escasez de recursos) o solicitar un préstamo a los transas del barrio. De
hecho, algunos entrevistados que realizan tareas comunitarias perciben
esta situación de competencia y plantean las dificultades que tienen para
posicionarse en la misma, viendo así redobladas las exigencias antes las que
se encuentran sometidos.
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CAPÍTULO 1 “Quedate en tu barrio”
lidiar con la falta. Esta sobrecarga, atada muchas veces a imaginarios mi-
litantes y de “sacrificio”, operan naturalizando estas tareas y los roles que
estas mujeres despliegan en sus barrios.
– Regulación de las violencias y roles consagrados: finalmente, como
pregunta abierta de esta investigación nos volvemos a preguntar por las
vinculaciones entre las violencias. Pero también una pregunta ética sobre
nuestros trabajos y recortes sobre el trabajo comunitario y las violencias.
En este sentido nos preguntamos si al reconocer y, sobre todo, al “cele-
brar” estos trabajos comunitarios no reforzamos roles tradicionales de géne-
ro en los que las mujeres están subordinadas a la tarea silenciosa, todo para
evitar un estallido y prevenir las reacciones de algunos varones a los que hay
que cuidar, sostener para que “no la pudran”.
Por último, diremos que “Quedate en tu barrio'” significó también una
nueva responsabilidad para los actores comunitarios que tomaron el desafío
de gestionar la conflictividad en sus barrios. Nuevamente, la sobrecarga y,
sobre todo, la noción de sacrificio y entrega naturalizaron los roles y espa-
cios conducidos por mujeres, encargados de gestionar el conflicto con esca-
sos recursos estatales y altos costos personales.
Bibliografía citada
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CAPÍTULO 2
“Nos ganaron la calle”
Transas y chorros en los barrios
Ana Beraldo
Introducción
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1. El término “narcotráfico” es problemático porque reúne en una sola palabra una amplísima diversidad
de fenómenos, desde las grandes rutas internacionales por las que circulan inmensas cantidades de
dinero a partir de complejas infraestructuras, hasta un chico, menor de edad, que vende marihuana a
sus compañeros de colegio. Aquí, el narcotráfico se utiliza como categoría nativa y se refiere al mercado
local de drogas al por menor.
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
Sí, sí, acá está, acá no podés descuidarte, en Suárez no. No te podés
descuidar. Acá están a la pesca todo el tiempo. Es algo que desborda a
los efectivos que están en la calle. Y te tenés que cuidar, hay cierta hora
del día que, eh, siendo de día, con el sol arriba, y no dejes la puerta del
fondo abierta porque se te meten... por los fondos. Eh, la noche, también
¿Viste? (Analía, vecina).
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
Sin embargo, esta no parece ser la opinión más extendida sobre el tema.
De hecho, predomina claramente en las entrevistas la percepción de que la
crisis sanitaria acabó fomentando la participación de los residentes, espe-
cialmente de los jóvenes, en redes y actividades ilegales.
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Últimos y abollados
A los pibes por donde viven ya no les dan laburo. Son completamente
excluidos y no tienen la posibilidad de ir a la escuela. Antes estaban los
gabinetes psicológicos. Pero acá todo es exclusión, el pibe que anda mal
en la escuela se lo descarta en vez de indagar en qué condiciones vive. En
qué condiciones está su familia, si come, si duerme. El resultado es lo que
pasa. Los pibes a los quince años se ven sin futuro o no pueden mamar
otro futuro porque todo lo que ven es exclusión y terminan en muchos
casos igual. Cuando son más grandes salen a robar, pero creo que el pro-
blema de fondo es que no dejan de ser víctimas del neoliberalismo y años
de exclusión (Pablo, vecino).
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
más frecuente que los sectores marginados y con escasa formación transiten
entre medios formales e informales, y legales e ilegales, para obtener dinero
(Kessler; Telles, 2010; Menni, 2004).
Este fenómeno es lo que Vicenzo Ruggiero e Nigel South (1997) llaman
la ciudad como “bazar”. En el razonamiento propuesto por los autores, la
ciudad aparece como un mercado en el que los individuos negocian constan-
temente, tratando de aprovechar las diversas oportunidades que les ofrece
la vida urbana, sin que la formalidad o la informalidad, o la legalidad o la ile-
galidad, de una determinada transacción estén necesariamente en el centro
de sus preocupaciones a la hora de tomar decisiones. Lo que ocurrió con la
pandemia y las medidas de restricción de la circulación fue que se redujeron
drásticamente tanto las (“pocas”) vías formales como las informales de ganar-
se la vida. El “bazar” de la ciudad tenía ahora aún menos opciones que antes.
Puede parecer que existe una relación directa y causal entre la pobreza y
la delincuencia. Pero esta interpretación, puramente economicista, no per-
mite explicar lo que ocurre en la empiria. Hay otro factor que aparece en los
relatos de los entrevistados como conector entre la falta de trabajo e ingresos
y la participación en actividades delictivas: el consumo de drogas.
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Últimos y abollados
Uno: no conseguís trabajo; Dos: no tenés nada para hacer, Tres: te adap-
tás a esa vida de vagancia y Cuatro: sos un pibe y te ponés a pensar “Tengo
que disfrutar, ya fue”. Pero cada uno tiene su manera de pensar, sí, veo
más pibes en las esquinas, están perdidos mucho en el consumo, no de la
marihuana o la cocaína, sino del paco y esas cosas (Adrián, vecino).
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
investigación). María Epele (2011), en este mismo sentido, plantea que las
rápidas transformaciones en las condiciones de vida de las personas pueden
llevar a un uso más extendido e intenso de las drogas. La autora sostiene
que la crisis vivida en Argentina que culminó con el colapso económico y
político de 2001 está asociada a la difusión del consumo de paco entre las
clases populares del país a partir de ese período. El paco, por tanto, ya for-
maba parte de la realidad de los habitantes del Área Reconquista desde hacía
tiempo, pero esta realidad pudo intensificarse notablemente con la llegada
de la pandemia.
Y el uso abusivo de las drogas, especialmente del paco, llevaría, en los
discursos de nuestros interlocutores, a la práctica de delitos. Aunque la li-
teratura revela que no existe una relación de causalidad simple y total entre
el consumo de estupefacientes y la práctica de actividades ilegales (muchos
de los que consumen drogas no delinquen y muchos de los que delinquen
no consumen drogas) (Antillano; Zubillaga, 2014), se entiende que ambos
factores se superponen en cierta medida, especialmente entre los más po-
bres (Innamoratto et al., 2015; Oficina Contra la Droga y el Delito, 2010). En
congruencia con esto, Mabel, de 57 años, referente comunitaria, destaca:
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Últimos y abollados
Es ahí donde entra la pobreza y por esa necesidad entra el robo y la ne-
cesidad. Dentro y fuera del barrio. Entra la necesidad económica pero no
solo económica para la alimentación sino también la adicción, entra por
las dos partes. Es ahí donde se juega mitad y mitad. Mitad para la familia
y mitad para la adicción (Rodrigo, vecino).
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
Lo que más relevancia veo yo es que […] al dejar el espacio público fuerte
también otros lo tomaron. […] si hubo más soldaditos, claramente hubo
más de vender droga o más espacio de venta. Los pequeños narcos que
no son narcos, digamos, los pequeños puestos de venta nos fueron ga-
nando el espacio. Si, mucho, y eso fue violento porque había tiroteo entre
bandas que este es mi territorio, que este es mío, no acá vendo yo y ahí lo
que si no estaba… (Andrea, vecina).
¿Qué hacemos con los narcos en el barrio? Tanta falta de trabajo que hace
que tengamos que trabajar de esto y que tengamos entonces que después
tener toda una relación y toda una dependencia al narco que se instala
en el barrio […] cuando te hablo de soldaditos te hablo de pibes te hablo
de familias que tienen su cocina en la casa y que tienen que laburar […]
y que tienen que llevar el mango a la casa y tiene que competir contra lo
que te pagan por ser soldadito y por estar cuidando y poder que te da eso.
Y también ahí si digo ni siquiera los medios periodísticos ni los noticieros,
las novelas que hay sobre narco y todo eso te posicionan y todos los pibes
quieren ser narcos del barrio… (Andrea, vecina).
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Últimos y abollados
Entonces, hay como una violencia en la que uno tiene que posicionarse de
un lado o del otro. O te posicionas del lado que acompaña al sector, este,
digamos institucional de control o te posicionas del lado de la gente que
banca al barrio, ponele. […] Ahora, las historias que me cuentan los chicos
de pertenecer a cierto sector, ya sea venta de drogas o pertenecer a este
los que avisan, ¿no? Cuando llega la policía o estar del otro lado, es como
medio... es como que posiciona al barrio en dos sectores (Cecilia, vecina).
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
Es como cualquier barrio, tiene sus cosas complicadas. Los pibes que están
en otra, hay pibes que se rescatan. Yo la sobrellevo, yo tranquilamente
podría estar como cualquier otro pibe sentado en la esquina pero prefiero
estar acá porque este es mi espacio que me permite desenvolverme, abrir la
mente, y estar bien más que nada. Estando bien puedo ayudar a mi familia.
Yo estuve perdido en la droga como seis meses apenas salí [de la cárcel].
Gracias a la biblioteca pude desahogarme y de otra manera, aprender cómo
desenvolverse de otra manera, no estando en una esquina (Adrián, vecino).
2. La Biblioteca Popular la Carova fue creada por Waldemar Cubilla, un sociólogo que estudió
Sociología en contexto de encierro. Cuando recuperó la libertad se dedicó al proyecto de la biblioteca.
Para saber más, consulte: https://www.revistaanfibia.com/la-biblioteca-de-waldemar/
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Últimos y abollados
Yo vivo, eh, rodeado de pasillos, 'tendé? la entrada del pasillo acá sale
justo a mi casa la que vos venís del fondo también... Y yo estaba rodeado
de, estoy rodeado de los pasillos y, los pasillos son como el alimento a
toda maldad, ¿no? Son como la iniciativa, la iniciativa a toda cosa mala
¿no? en el sentido de algún tiroteo o venta de drogas, todo cuestión de...
El pasillo es como el veneno del ambiente acá en el barrio (Sergio, vecino).
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
Pero lo que hay que remarcar en este sentido es que los jóvenes como que
vuelven a la oscuridad fácilmente, en el sentido de que se involucran con
la ilegalidad del barrio… se acostumbran a conseguir recursos en el barrio,
y no salen del barrio, ¿no? Como que este espacio que estamos creando
acá… eh, de alguna manera u otra, sirve para que estos jóvenes se involu-
cren un poco eh... con la gente universitaria, ¿no? […] y eso es como algo
complicado eh en el sentido de poder involucrar a estos jóvenes que ya
tienen conflicto judicial, que tienen conflicto con adicciones, con el tema
de la droga, o están delinquiendo… (Sergio, vecino).
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Últimos y abollados
La gorra y la cárcel
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
Mira te digo la verdad, acá con el tema del Covid, y el tema de la policía, me-
nos presencia había, acá la policía con el miedo a la enfermedad, ni siquiera
se bajaba del patrullero […], y después los chicos, los muchachos, digamos se
cansaban de robar todo el día, porque ya sabían que la policía pasaba y no se
bajaba del patrullero, acá es así, pura corrupción (Marcelo, vecino).
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Últimos y abollados
Sabemos que cuando ellos manejan esas cosas interviene de manera in-
terna la policía que sería la policía comprada. Ahí entra la corrupción. Por
eso entra la corrupción porque una vez que ellos hacen el movimiento
ahí ellos [La policía] trabaja para ellos [para quienes están en la venta de
drogas] en vez de trabajar para la justicia trabajan para el narcotráfico. El
narcotráfico tiene a la policía comprada en ese sentido (Rodrigo, vecino).
Después veo que la gente es cada vez más humilde, cada vez hay más pi-
bes en la calle y más narcotráfico. Acá la policía y el narcotráfico van de la
mano y eso provoca que nadie esté controlando eso y que los pibes estén
a full en la calle. Acá roban en la esquina, se agarran a tiros entre narcos y
la policía hace la vista gorda (Jorge, vecino).
Para los entrevistados, al mismo tiempo que la policía se asocia con los
narcos (incluso económicamente), acosa, persigue y viola a los usuarios de
drogas o a los jóvenes que simplemente se reúnen en las calles del barrio.
Sobre esto, Pablo dice:
Viste el refrán de que caen los perejiles. Cada tanto viene gendarmería,
vienen las instituciones represivas y te revientan y lo único que hacen es
cagar a palos a los pibes que están ahí sentados y hay muchos pibes que
nunca más se los volvió a ver. Pero el que realmente se dedica a la venta y
al comercio no lo tocan nunca. Esa es la bronca. Nosotros salíamos de la
salita a enfrentar a la policía cuando los pibes que no estaban haciendo
nada. Veías como venían los patrulleros y los reventaban a palos. Pero to-
dos sabíamos en donde se vende, todos lo saben y la policía también. Eso
te da la pauta de lo que es la podredumbre arraigada de los negociados en
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CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
los que la policía no solo participa, sino que es socia del narcotráfico, de
la trata, autopartes. Esa es la policía (Pablo, vecino).
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Últimos y abollados
Y tenés que tener un fierro en la cintura, tenés que ser chocante y andar
ahí en el sentido de cuidar el negocio. Ellos automáticamente te dan un
arma y un ingreso por día. Seis mil pesos por día para ser fierrero. Porque
uno es el que se para en la esquina para ver si se acerca la policía o no
porque como te comentaba hay distintos estilos de policías: la local, que
es con al que se arregla, y después tenés los otros que están ahí dando
vueltas y saben que se vende, pero no se meten porque es jodido entre
ellos. Pero si lo que entiendo es que los pibes apenas salen de estar en
cana recurren a la violencia con las armas. Para marcar poder, por ejem-
plo, yo estoy parado acá y enfrente hay otro y el mismo que arregló con
la policía te dice “Bueno echálo a ese otro y te quedas vendiendo vos”
¿Entendés? Entonces yo salgo de estar en cana, ponéle, y me dan un fierro,
un chaleco como para poder demostrar ese poder y voy allá en frente y lo
re cago a tiros y la cuadra me queda para mí. Esa sería una marca de poder
(Mariano, vecino).
58
CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
En este capítulo hemos visto cómo los vecinos del Área Reconquista en-
trevistados en la investigación destacan los robos y hurtos, y el uso y venta
de drogas como características importantes del territorio en el que viven.
También hemos visto que las fuerzas de seguridad (que, según nuestros
interlocutores, se asocian al negocio del narco mientras persiguen a los
usuarios de drogas) y el encarcelamiento (que se centra en delitos no violen-
tos, como robos y hurtos, y dificulta aún más el acceso de estos sujetos a vías
legales de sustento) figuran como piezas centrales en el funcionamiento de
los ilegalismos en el territorio.
La discusión presentada aquí muestra que la pandemia puede haber
servido como motor de estas dinámicas. En resumen, esto se debió a que:
1) se produjo una rápida reducción de los ya tímidos medios legales de ob-
tención de recursos, lo que hizo que la ilegalidad apareciera, para muchos,
como una posibilidad de obtener ingresos; 2) los niveles de inestabilidad,
incertidumbre, desesperanza y pobreza representaron un aumento signifi-
cativo de la ya elevada vulnerabilidad de la población local al consumo de
drogas, especialmente del paco y 3) el aumento de la demanda de drogas y
la necesidad de ganar dinero tanto para sobrevivir como para mantener la
drogodependencia ha provocado un aumento de la circulación monetaria
59
Últimos y abollados
Bibliografia
60
CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
61
Últimos y abollados
62
CAPÍTULO 2 “Nos ganaron la calle”
63
Últimos y abollados
64
Segunda parte
Fuerzas de seguridad
CAPÍTULO 3
Más allá del cuidado
Policías en la pandemia
Federico del Castillo y José Garriga Zucal
¿Cuidar?
67
Últimos y abollados
Representaciones segregadas
68
CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
Así, dos representaciones se yuxtaponen para los y las policías sobre el es-
pacio segregado. El Área Reconquista, al igual que toda área segregada, es re-
presentada en un vínculo que enlaza delincuencia con los abusos. Ahora bien,
¿cómo entienden nuestros informantes que se trabaja en estos escenarios?
Un policía entrevistado nos decía lo siguiente en referencia a este espacio:
69
Últimos y abollados
Un primer apunte que emerge de esta entrevista tiene que ver con la
relación entre la policía y vecinos. En espacios como este, segregados por la
pobreza, los policías entienden que la palabra no alcanza y que se usa más
la fuerza. Ahora bien, sería una lectura apresurada del párrafo anterior con-
cluir solamente que la palabra no alcanza. Lo que nos dice nuestro entrevis-
tado es que la palabra no alcanza a veces. La representación policial coloca
al diálogo antes que la violencia en el orden de sucesos que definen una
actuación policial, una mirada que seguramente difiere de la que comparten
muchos residentes que participan como contracara de la actuación policial
(en especial los jóvenes). Aquellos sobre quienes estas intervenciones recaen.
De hecho, cuando se trata de la relación entre policías y jóvenes de barrios
segregados, sabemos que la palabra policial suele estar teñida de violencias
verbales, tonalidades provocativas, comentarios malintencionados, y tam-
bién acompañada de violencias simbólicas, gestualidades y tratos que son
expresados (para los policías) y experimentados (para los jóvenes) de modo
violento (Rodríguez Alzueta, 2020).
Pero lo que nos interesa aquí es la representación policial, y ella nos in-
dica que el recurso de la violencia es uno más dentro del repertorio del que
disponen los policías para llevar a cabo su trabajo. Entender la violencia de
esta manera nos distancia de una posición esencialista que uniformiza y
reduce el trabajo policial nada más que a la violencia. Pedro, un policía de la
UTOI nos presentaba una secuencia hipotética de eventos donde el recurso
de la palabra aparece antepuesto al de la violencia:
70
CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
Policiamiento pandémico
71
Últimos y abollados
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CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
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Últimos y abollados
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CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
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Últimos y abollados
Pandemia y miedo
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CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
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Últimos y abollados
Sí, tuvimos miedo porque al principio decían que no iba a quedar nadie.
Y yo hoy tengo miedo. Yo acepto que quizás voy a un llamado y me matan
porque lo acepté y juré eso, pero, por ejemplo, contagiar a mi familia, no
lo aceptaría, no puedo cargar con eso. Eso es lo que más nos preocupaba.
“Quedate en casa” fue la consigna con que el Estado nacional intentó mo-
rigerar los efectos de los contagios del COVID-19. En los barrios segregados
por la pobreza tanto el hacinamiento como las dinámicas laborales imposi-
bilitaban que los vecinos pudieran quedarse efectivamente en sus casas. Una
vecina nos decía, para ilustrar esta dificultad, que la vereda era el patio de
78
CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
su casa. En los dos primeros meses del ASPO las policías fueron celosas del
cumplimiento de las restricciones. Obligaban a que vecinos y vecinas estén
en sus casas, al uso de barbijos, a la distancia social. Rápidamente estos con-
troles se relajaron. En el Área Reconquista, el viraje del “quedate en casa” a
“quedate en tu barrio” fue experimentado como una medida de sinceramien-
to para con una imposición imposible de cumplir en términos concretos por
la mayoría de los y las entrevistadas.
Conclusiones
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Últimos y abollados
Bibliografía
80
CAPÍTULO 3 Más allá del cuidado
81
CAPÍTULO 4
¿Proximidad o invasión?
Gobierno y pacificación policial
José Garriga Zucal y Joaquín Zajac
Introducción
83
Últimos y abollados
3. Este tema es tratado por Del Castillo y Garriga en este mismo volúmen.
4. Un caso conocido de este funcionamiento han sido los despliegues focalizados con Gendarmería en
barrios populares informales de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, la acción de la fuerza no
solo busca intervenir sobre ciertos grupos dedicados a las economías ilegales a partir de acciones puni-
tivas y bélicas (Guemureman y Zajac, 2020a, 2020b; Zajac, 2020), sino que abarcan también prácticas
que van en el sentido de regular los conflictos y las violencias y moldear los “estilos de comportamien-
to” de las poblaciones segregadas e (Zajac, 2021).
84
CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
hasta nuestros días. Dos de sus características más salientes son, en primer
lugar, la hibridación entre una intervención específicamente bélica y militar,
con distintos esfuerzos de gobierno “productivo” de índole muy variada, que
va desde lo policial hasta lo sanitario, pasando por acciones educativas, admi-
nistrativas, culturales y económicas (Neocleous, 2011, 2016). Y en segundo
lugar, y de manera muy resonante para este trabajo, la relación de “tutela” que
se establece típicamente entre agentes que impulsan esta “pacificación” y las
poblaciones destinatarias de dichas iniciativas. En este sentido, el investiga-
dor brasileño Joao Pacheco de Oliveira compara experiencias tan distantes
en el tiempo como las misiones católicas jesuitas durante la primera etapa
de la colonización portuguesa de Brasil, y las llamadas “Unidades de Policía
de Pacificación” (UPP) en las “favelas” de Río de Janeiro5 desde el año 2008.
En esta comparación, el autor ilumina el modo en que los “pacificadores” se
perciben y representan como “superiores” en términos culturales, morales,
civilizatorios. “Superioridad” en nombre de la cual se busca no solo derrotar
militarmente a un grupo de las poblaciones representado como el “enemigo”,
sino gobernar, regular y en última medida modificar todo un dominio amplio
e impreciso de estilos, comportamientos y prácticas culturales del conjunto
de la población.6
Los datos que construimos para este análisis surgen de entrevistas
–abiertas y presenciales– realizadas durante el 2021 a miembros de la
UTOI. Las entrevistas fueron realizadas en una base que tiene esta fuerza
5. Programa híbrido de seguridad y política social lanzado en 2008 por la Subsecretaría de Planificación
e Integración Operativa del Estado de Rio de Janeiro. Según fuentes oficiales (Cano et al., 2012;
Bozicovich, 2018), se basó en los principios de “policía de proximidad” y “policiamiento comunitario”.
El programa llegó a contar con 9543 policías distribuidos en 38 sedes. Su objetivo general era “retomar
el control” de territorios antes dominados por grupos criminales ostensiblemente armados, devolver a
la población local la paz y la tranquilidad públicas, necesarias para el ejercicio y desarrollo integral de
la ciudadanía. Como objetivos específicos, las UPP buscaban permitir el ingreso o expansión de los ser-
vicios públicos y la iniciativa privada, tradicionalmente limitada por la acción del poder paralelo de los
grupos criminales; aumentar la formalización de las actividades económicas y los servicios; contribuir
a una inserción mayor de esos territorios y sus habitantes en el conjunto de la ciudad, desactivando la
visión tradicional de 'ciudad partida' que caracteriza a Río de Janeiro.
6. Pacheco de Oliveira (2014) afirma que si en el pasado colonial el objetivo era la transformación de los
pueblos indígenas, y su “pacificación” se realizaba sobre todo en nombre de la conversión religiosa. En
el presente es el dominio territorial de grupos dedicados a las economías ilegales en ciertos espacios de
las ciudades lo que constituye el principal argumento para justificar este tipo de intervenciones, que en
el fondo van mucho más allá de buscar expulsar y/o capturar a esos grupos. Es decir, no se trataría solo
de “aplicar la ley” penal, sino de una serie de esfuerzos de conversión, persuasión, “pedagogía” y “pro-
tección”, que operan con un amplio margen de discrecionalidad (Pacheco de Oliveira, 2014: 144).
85
Últimos y abollados
especial en el corazón del barrio Independencia, uno de los barrios del Área
Reconquista. Cabe señalar que los nombres de los entrevistados han sido
alterados para preservar el carácter anónimo de las entrevistas.
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CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
87
Últimos y abollados
88
CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
La característica que permitiría a las UTOI afrontar los desafíos que plan-
tean estos territorios y que no poseen las policías tradicionales es el carácter
“militarizado” de la fuerza, especialmente en lo que hace a la verticalidad de
sus jerarquías y su estricta disciplina. Este carácter “militar” conecta la ex-
periencia de las UTOI con otras desarrolladas en contextos similares a nivel
regional y nacional (las mencionadas UPP de Brasil y el “Programa Barrios
Seguros” del Ministerio de Seguridad federal) a la vez que permite encua-
drarla en el ya mencionado paradigma de la “pacificación” que referimos en
la introducción del capítulo.
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Últimos y abollados
90
CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
¿”Acostumbramiento” o “persuasión”?
Ahora bien, ¿cuáles han sido los efectos percibidos de este accionar poli-
cial? ¿Cuáles aparecen como sus potencias en relación a la regulación de las
violencias y los conflictos, pero también, cuáles los desafíos y límites que
perciben al respecto los efectivos de las UTOI?
7. Este tema es tratado por Del Castillo y Garriga en este mismo volumen.
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Últimos y abollados
92
CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
ENTREVISTADOR: ¿Por qué crees que los vecinos le tienen bronca a la Poli?
RODOLFO: Yo creo que está muy arraigado a lo que es de chico, nosotros
vemos gente, vemos madres con chicos que les dicen “portate bien por-
que sino te va a llevar la Policía”. Entonces ya le genera un miedo al chico
93
Últimos y abollados
Sin embargo, a pesar de los percibidos progresos por parte de los efecti-
vos de la UTOI, los mismos continúan percibiendo límites y obstáculos que
abordaremos en los próximos apartados.
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CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
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Últimos y abollados
Conclusiones
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CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
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Últimos y abollados
Bibliografía
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CAPÍTULO 4 ¿Proximidad o invasión?
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Tercera parte
Introducción
103
Últimos y abollados
Ahora bien, ¿qué implica definir una condición como problema público?
En principio, un problema implica una definición moral: indica algo que
está mal, que provoca un daño. A su vez, para que algo adquiera ese estatus
es necesario que sea de carácter extendido, esto es, que afecte a un número
significativo de personas. Un problema público requiere, también, de una
dosis de optimismo, es decir, puede ser modificado y reparado por medio de
la acción humana. Finalmente, refieren a situaciones que consideramos que
deben ser cambiadas: algo debe hacerse al respecto (Loseke, 2007).
Desde esta perspectiva, los nombres, las categorías, el lenguaje, en suma,
el modo en que los problemas son narrados por los actores sociales es de
gran relevancia y será un eje de nuestro análisis. Para reconocer una situa-
ción y juzgarla como inquietante, es necesario un sistema de categorías que
identifique determinadas situaciones como problemáticas en desmedro
de otras (Guerrero et al., 2018; Loseke, 2007). En ese sentido, son muchas
las implicancias al considerar el carácter narrativo de los problemas. En su
elaboración se trazan nexos causales, se señalan culpables, víctimas y res-
ponsables. En efecto, mediante operaciones de tipificación, se construyen
tipos sociales de personas. De manera que las narrativas sobre los problemas
están cargadas de significado y nos llevan a mirar nuestro entorno de una
determinada forma. Habilitan, en suma, un modo determinado (y no otros)
de aprehender la realidad circundante. Ciertamente, la configuración de un
problema público da cuenta de la aparición de un mundo en común, pues las
demandas exitosas generan representaciones colectivas, determinados mar-
cos devienen en saber popular, cuerpo de conocimiento creíble y aceptable
(Gusfield, 2014). Estas categorías son morales, señalan un daño, algo que
está mal y no debería ocurrir. En definitiva, las categorías públicas pueden
funcionar como un mapa cognitivo: convierten al mundo en un lugar dotado
de cierto orden, moralmente comprensible.
En la Argentina contemporánea, resulta ineludible el lugar que fue ga-
nando la agenda de género a nivel público. La larga trayectoria de lucha del
movimiento feminista, sumado a una serie de eventos y transformaciones
a nivel institucional y social, dan cuenta de que la problemática ha ganado
estatus de problema púbico. Como afirma Morgade se trata de una “época de
fuerte visibilización de la lucha histórica de los feminismos y los movimien-
tos de la disidencia sexual” (2021: 14). En este contexto de mayor visibilidad
pública de la problemática de género, fue cobrando un lugar destacado la
violencia hacia las mujeres. Tal como sostiene Trebisacce Marchand (2020),
104
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
si bien las luchas y disputas del movimiento feminista son de larga data, en
nuestro país fue recién en la década del ochenta que apareció en la agenda
el término violencia para dar cuenta de la experiencia de padecimientos de
las mujeres (cis). En este contexto, “las organizaciones sociales y políticas
de mujeres cobraron mayor fuerza y la violencia de género ganó lugar en
la agenda pública. Producto de ello, se fueron sancionando leyes y creando
agencias estatales para la prevención de la violencia, principalmente en el
ámbito familiar” (Cabral y Acacio, 2016: 175). En ese sentido, en 2009 se
sanciona la ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erra-
dicar la violencia contra las mujeres. Allí se establece que la violencia contra
las mujeres constituye toda conducta, acción u omisión, que de manera
directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en
una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad
física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su
seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o
por sus agentes. Asimismo, se considera violencia indirecta, a los efectos de
la presente ley, toda conducta, acción omisión, disposición, criterio o prácti-
ca discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.
De esta manera, siguiendo a Velázquez (2006) la definición de la violencia
contra las mujeres no refiere exclusivamente a la agresión física, sino que
incluye la violencia psicológica o “por omisión” y se incluyen dentro de los
posibles perpetradores al propio Estado.
Como mencionábamos, varios indicios dan cuenta de que violencia
de género trepó a la agenda nacional hasta devenir en problema público.
Sin ánimos de ser exhaustivos, es posible destacar algunos eventos que
evidencian este proceso. Entre ellos, la incorporación de los femicidios
dentro del Código Penal, el movimiento “Ni una Menos” que logró una
amplia adhesión y visibilidad a nivel nacional, entre los medios masivos
de comunicación y dentro del arco político. Esto redundó en una serie de
transformaciones dentro del Estado, tales como la creación de la Unidad de
Registro, Sistematización y Seguimiento de Femicidios, para la producción
de estadísticas oficiales sobre estos crímenes, la sanción de la Ley Micaela
(2018), la puesta en marcha de la Unidad Fiscal Especializada de Violencia
contra las Mujeres (UFEM) (Cabral y Acacio, 2016). Asimismo, en diciembre
de 2019 se creó el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad.
En este capítulo, nos vamos a detener en el trabajo interpretativo de los
actores a la hora de pensar la problemática: cómo la perciben, nombran,
105
Últimos y abollados
1. Para profundizar en trabajos que cruzan la sociología de los problemas públicos y la agenda de géne-
ro, ver Márquez Murrieta (2008, 2018).
106
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
107
Últimos y abollados
115 mujeres fueron asesinadas en nuestro país, los mismos números que el
año pasado o superiores. Eso implica que hay una cantidad de cuestiones
que modificar… Yo veía las estadísticas y los números son vergonzosos…
(Esteban, funcionario).
Hubo muchos casos, muchos casos, de género, de violencia de género y
las mujeres y los niños han sido ignorados (Cecilia, vecina).
Veo más, hay más, mucho más, bastante más que antes de la pandemia
(Jorge, policía –vigilante municipal–).
Pero nosotros empezamos a notar es el incremento de los delitos de vio-
lencia en sí: las lesiones, violencia de género, las amenazas se transfor-
maron en hechos acentuando (Marcos, policía –departamental–).
108
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
En algún punto, al hacerse esta pregunta, los actores dan cuenta del
nexo entre su propia experiencia y procesos más amplios, reconocen que el
problema “existe” pero también consideran que “no es nuevo”, que existía
previamente pero no se visibilizaba y es a partir de su problematización pú-
blica que los índices se disparan y los casos se incrementan. De este modo, los
actores que lidian cotidianamente con diversos tipos de violencia de género,
también dan cuenta una reflexividad sobre el carácter público del problema
109
Últimos y abollados
110
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
111
Últimos y abollados
Como dijimos, los funcionarios destacan el rol cada vez más activo del
Estado para contener a las mujeres que atraviesan situaciones de violencia,
así como la multiplicidad de canales existentes para tal fin. Resaltan, en
suma, el rol proactivo del Estado y las dependencias que ellos ocupan, sus
recursos para paliar el problema, la abundancia de dispositivos de denuncia
y acompañamiento con que se cuenta para atender casos de mujeres que
atraviesan situaciones de violencia de género.
112
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
113
Últimos y abollados
Hay muchas parejas que pasaron una vida trabajando y, de repente, todo
el tiempo juntos y tienen más discusiones y problemas de índole familiar
(Virginia, policía, comando patrulla).
Sí, incrementó el delito intramuro: problemas familiares, violencia de gé-
nero, delitos que antes de la pandemia no los teníamos. Existían, pero en
bajo porcentaje, hoy se incrementaron los femicidios, la violencia hacia
los menores (Pablo, policía, comando patrulla).
Pero [lo que] nosotros empezamos a notar es el incremento de los deli-
tos de violencia en sí: las lesiones, violencia de género, las amenazas se
transformaron en hechos acentuados (Marcos, policía, departamental).
114
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
Ha tocado que las golpean mal, las apuñalan. Cuando llegamos no está
más el agresor y contenemos a la persona, se le dan los primeros auxilios
y esperamos en la ambulancia. No podemos llevarla en el móvil porque
no está permitido por la pandemia y ahí empieza el problema porque vie-
nen los familiares a gritarnos “¿Por qué no la llevan?”. Pero, no podemos,
¿si se muere arriba del móvil?… (Nicolás, policía, UTOI).
115
Últimos y abollados
3. Cabe destacar que se trata de mujeres que, asimismo, ocupan roles comunitarios, tales como miem-
bros de una biblioteca popular, docentes en escuelas de la zona, integrantes de cooperativas, referentes
comunitarias, militantes, etc. Este tema es tratado por Mancini, Caravaca y González Plaza en este
mismo volumen.
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CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
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Últimos y abollados
118
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
Finalmente, otra cuestión que merece ser destacada es que en las narrativas
de los residentes de la zona aparecen casos concretos, con nombre y apellido,
con víctimas, victimarios y responsables claramente señalados.4 El que más
resuena en las entrevistas es el femicidio de Natalia Saban.
No toda experiencia dolorosa se enmarca en un problema público. Por
ejemplo, en su análisis de la narrativas de los varones homosexuales que
atravesaron su juventud durante la dictadura y la reapertura democrática,
Meccia (2019, 2016) señala que estos actores “objetivamente” vivieron una
serie de humillaciones en la vía pública, en la escuela, en sus hogares; sin
embargo, en esos momentos de no tenían a su disposición ideas o categorías
que les permitieran etiquetar que aquello que les ocurría era exactamente
una humillación. Solo existían marginalmente recursos cognoscitivos para
reconocerlas y clasificarlas. En efecto, dice Meccia:
Ahora bien, ¿qué ocurre en el caso opuesto, cuando ante una experiencia
dolorosa hay una gran cantidad de recursos cognoscitivos para clasificarla?
En el barrio bajo estudio, podemos observar que ciertos episodios,
puntualmente femicidios, se constituyeron o se encuentran en curso de
conformarse como casos. Si el mundo de los hechos es confuso y caóti-
co, las categorías públicas, en este caso, la violencia de género, tienen la
119
Últimos y abollados
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CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
Tanto los familiares de la víctima como los residentes señalan a las fuer-
zas de seguridad jugando un rol de cómplice de los asesinos, dan el aviso
para que puedan fugarse, y “limpiar” la escena del crimen. Esta conducta, no
obstante, no es leída de modo aislado, sino que para los residentes es parte
de un modo de comportamiento ordinario de las fuerzas en el barrio:
Yo creo que pasa en el barrio. Cada vez que alguien tiene un problema,
creo que la policía llega a la hora, cuando ya está todo calmado. Para ellos
121
Últimos y abollados
Y este año se hizo un año, entonces nos reunimos ahí. Se hizo un acto con
las madres del dolor, que estaba la mamá de Zaira y otras más, y bueno, y
había músicos, leyeron unos poemas que le hicieron los vecinos a ella, unas
cooperativas que venían todas con remeras violetas y bombos. Después
vinieron músicos, entonces repartimos pañuelitos y cintitas que digan
Justicia por Nati Saban y bueno. Así la vamos a remar (Rosario, vecina).
Para el mural, se juntó mucha gente. Estuvo todo el día la calle cortada
e iban pasando gente, políticos, después yo hablé con el intendente...
hablamos con todos los que nos pueden dar una mano o están presentes
en ese momento cuando se los necesita más que nada (Rosario, vecina).
Consideraciones finales
122
CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
escenario local, desde abajo. Recorrimos el modo que los distintos actores
que integran esta investigación reconocen situaciones de esta naturaleza y
las decodifican bajo esta categoría.
Como mencionábamos en la introducción de este capítulo, las cate-
gorías públicas son grandes aglutinantes de eventos dispersos y desor-
denados de la vida cotidiana. Por un lado, eso implica cierta pérdida de
complejidad, cierta simplificación de esos eventos ricos en matices. Pero
por el otro, tienen la virtud de iluminar bajo un mismo nombre situacio-
nes que en otras circunstancias permanecían en las sombras, inconexas,
incomprensibles. Así como reducen complejidad, las categorías públicas
tienen esa potencia de condensar significados y construir explicaciones
de situaciones sumamente dolorosas e injustas. Estas páginas dan cuenta
de que la categoría pública de violencia de género ya conforma parte del
acervo cotidiano de los actores locales, es decir, no está solo en manos de
medios de comunicación, organismos estatales o movimientos feministas.
Por el contrario, la categoría impregna a los vecinos del Área Reconquista,
así como los distintos sectores encargados de gestionar el problema. Si
bien los testimonios de los residentes dan cuenta de que aún falta mucho
por recorrer, al conformar parte del saber popular, permite decodificar
situaciones diversas bajo su lupa, de tal modo que se torna cada vez más
123
Últimos y abollados
difícil que una situación que involucre la violencia hacia las mujeres sea
pasado por alto por las comunidades y por aquellos que deben intervenir
para prevenirla.
Bibliografía
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CAPÍTULO 5 Desde abajo, percepciones de un problema público
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CAPÍTULO 6
Violencias entrecruzadas
Tres estudios de caso
Romina Rajoy
Introducción
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Mujeres entrecruzadas
Últimos y abollados
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
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Últimos y abollados
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
Mujeres entrecruzadas
Rita, Victoría y Azunena3 son tres interlocutoras que conocimos antes de la pan-
demia en una investigación realizada de 2016 a 2019. Desde allí sabemos que las
tres mujeres sufren violencia machista. Vale destacar que la violencia que padecen
y combaten tiene características particulares para cada una de las trayectorias que
iremos relatando. Sin embargo, las tres mujeres son violentadas por los progenito-
res de sus hijos y en asociación con destratos y/u omisiones por parte de los vínculos
familiares del violento, tal cual detectamos en Rajoy, 2020 (Luego volveremos sobre
esto, con más detalles). Conocimos a las interlocutoras en el marco de un taller de
Género y trabajo que socializamos con el doble rol de investigadoras y trabajadoras
de un programa municipal. Las tres mujeres estaban obligadas a concurrir a los
2. Esta temática se trabaja por Caravaca, Mancini y Gonzalez Plaza, ver en este mismo volumen.
3. Los nombres de las mujeres y los barrios en donde residen han sido sustituidos por nombres ficticios.
Con el propósito de proteger la identidad, a pedido de las mismas. Con lo que respecta a los barrios, en
donde se realizó la etnografía será denominado como villa La Laguna.
131
Últimos y abollados
4. Término utilizado entre los jóvenes de fines de la década del 90´ que se identificaban con la banda
de rock and roll, The Rolling Stone.
132
CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
de la noche. Rita afirmaba que había dejado todo, haciendo referencia a las
drogas, la calle, el alcohol, con la llegada de su primer hijo, ya hacía 26 años.
La interlocutora es madre de tres varones y, a pesar de su “pasado pesado”,
Rita hace más años que es madre que rolinga; sin embargo, luego comprendi-
mos que el repertorio del cual ella se autoafirma, esto es, mujer que conocía
el barrio y los recovecos de los pasillos, la habilitaba la entrada y el respeto,
por parte de los vendedores de drogas, todo le permitía cuidar a sus hijos de
“los hábitos de la calle”. La entrevistada es presidenta de la cooperativa de un
club social y entrenadora de Futsal femenino.5 Es conocida en el barrio por
entrar a los pasillos6 (señalados cómo lugares en donde se venden drogas) a
rescatar7 a los hijos de otras vecinas que no se animan a ingresar y revisar
que sus hijos no circulen por estos espacios peligrosos. Rita es una morena
y corpulenta y como jugadora de futsal y trabajadora de una cooperativa de
limpieza y saneamiento de espacios públicos, nadie se animaría a “pelearla”,
por lo que no se la supondría víctima de violencia de género. Sin embargo,
Rita cuenta que su marido la engaña hace años.
Las violencias que sufre Rita son múltiples, por un lado, observamos a
partir de su relato la violencia machista ejercida por el progenitor de sus
hijos, entendida como una violencia simbólica, económica y habitacional.
Y por el otro, las violencias intrafamiliares, que es señalada por ella como la
5. Futsal, juejo similar al fútbol, se juega con cinco personas por equipo, en dos tiempos de 30 minutos.
6. Los pasillos, en las villas o asentamientos, son los corredores que comunican la circulación entre las
viviendas.
7. Rescatar, término coloquial utilizado para señalar el cuidado del otro frente a una situación de exceso
de consumo de drogas o alcohol.
133
Últimos y abollados
mayor preocupación, ya que expone a sus hijos varones a las distintas violen-
cias barriales relacionada con los ilegalismos y los consumos problemáticos
de drogas o alcohol: “El pasillo, la droga, el choreo, la mala vida”. Por este y
otros relatos de Rita, es por donde comenzamos a dilucidar cómo frente a
las múltiples violencias entrecruzadas que atraviesan la cotidianidad de Rita,
ella jerarquiza el cuidado de sus hijos y “el techo” por encima de la violencia
de género que sufre por parte de su marido. Sin embargo, volvimos a entre-
vistar a Rita en los momentos más álgidos de la pandemia y el confinamiento
(abril, 2020) y lo primero que nos expresó fue la suerte de tener una casa con
varias habitaciones a diferencias de otras familias de la villa La Laguna.
Si yo pensaba que era peligroso para las mujeres estar confinadas con los
maridos en las casas, todo juntos el día y la noche [...] Pero los que peor la
pasan son los chicos, mucho maltrato hay hacia los chicos [...] Igual yo las
entiendo a las madres todo el día con chicos, chicos [...] El pasillo es quilom-
bo, te tenés que pelear con todos los atrevidos [...]. Claro, si no tenés patio
ahora el pasillo es el patio de todos [...] a la tarde que dejen jugar a los chicos,
chicos y bueno ya más tarde uno ya sabe que tiene que meterse adentro [...]
Pero si son re atrevidos se creen que la calle es suya. Acá no tenemos plaza y
el club solo hacemos vianda [...] los primeros en morir fueron en este barrio.
Ni agua tenemos para lavarnos las manos (Rita, vecina, 2020).
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
Antes los chicos iban a la escuela, pasaban por el club [...] ahora están en-
cerrados con sus familias y la pasan mal si como te decía no todos tienen
un patio, no podés sacarlos a jugar a la calle y no tenemos una plaza [...]
se vive mal, adentro y afuera de las casas, lastimosamente para los chicos,
chicos [...] pero que vas hacer la gente tiene que comer (Rita, vecina).
Sin embargo, la demanda de Rita por más clubes y más plazas se desa-
rrolla a partir de la tensión que les significa a las familias, que tienen que
compartir “La vereda y el pasillo” con algunos jóvenes que venden y/o con-
sumen drogas.8
Volvimos a entrevistar a Rita a fines del 2021 y lo primero que nos relató
es que se había separado. Los hijos de la interlocutora, que en 2016 eran ado-
lescentes y no tenían un empleo formal, en tiempos de la postpandemia ha-
bían logrado acceder al mercado del trabajo. Frente a esta nueva posibilidad
de otros ingresos económicos, es como Rita les propone a sus hijos alquilar
juntos una vivienda en el barrio, pero por fuera de la villa.
Además, Rita, desde que se había separado, también había ampliado
sus posibilidades de trabajo, en calidad de empleada en casas de familias y
continuaba en el programa de trabajo social. Cuando le consultamos por la
vivienda que había construido con el progenitor de los hijos, en el terreno
de su exsuegra, Rita nos expresó que ya no la tenía y que estaba apenada por
haber perdido todo “lo material” pero que, por otro lado, se sentía aliviada de
haber alejado a sus hijos de los pasillos de la villa. Sin embargo, Rita lidiaba
con la persecución por parte de la familia de Mario, la suegra y excuñada,
que la hostigaban por haber abandonado a Mario. Motivo por el cual tuvo
que dejar la presidencia del club y encontrar otro espacio comunitario en el
cual contraprestar en el marco del programa social de trabajo. La vida de Rita
se reconfiguró con la separación de Mario, en este sentido el dinero que ad-
ministra se entrelaza entre los ingresos del programa de trabajo y una parte
de dinero deviene de los salarios de los hijos que trabajan. Asimismo, Rita
nos expresa que una amplia parte del dinero la asignan a los gastos de sobre-
vivencia, entre estos, el dinero se destina al pago del alquiler, la compra de
tubos de garrafa, bidones de agua y la carga de crédito de las tarjetas de viaje
–Sube– y de celulares. En cuanto a los insumos tales como alimentos y artícu-
los de limpieza, Rita nos comenta que los consigue a través de donaciones o
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Últimos y abollados
El camión de agua
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
que allá abajo los transas sino no lo dejan pasar y justo ahí es donde más
se necesita el agua (Victoria, 2020).
9. Estas temáticas se trabajan por Garriga y Zajaz, y Garriga y Castillo, en este mismo volumen.
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Últimos y abollados
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
expresaba: “Claro se pelean con otras villas, porque el negocio está creciendo
[...] de la nada entra una moto a los tiros mata un par [...] y como si nada”. La
hipótesis de Victoria detalla que, desde que había avanzado la pandemia y el
delivery de comida, la droga salía del barrio para los consumidores de afue-
ra “en cajita de delivery, como la pizza” y que mientras tanto a los jóvenes
residentes del barrio los tenían consumiendo en los galpones de reciclado.
A su vez, nos expresó que se había cansado de pedir ayuda a las autoridades
(municipio, políticos) por la venta de drogas en el barrio, de la que sí son víc-
timas sus hijos y otros jóvenes y nadie hace nada. Cuando preguntamos por
la policía, si esta institución intervenía, ella solo nos respondió: “Nadie hace
nada [...] la policía y los políticos son lo mismo”.
En la trayectoria de Victoria, se observan las violencias machistas entre-
cruzadas con otras violencias vinculadas a los problemas de consumo proble-
mático de drogas y la violencia que ejerce el estado al desoír los reclamos de
esta y otras vecinas en torno al crecimiento de la venta de drogas en el territo-
rio Área Reconquista. Sin embargo, es importante reponer que la interlocutora,
a lo largo de 28 años, sobrevivió a distintas violencias, a la vez que asumió las
responsabilidades de cuidado de personas que requieren de cuidado, tal como
las infancias, maternando primero a los hijos y en la actualidad a los nietos
en edad escolar. Por otra parte, el progenitor de sus hijos, según ella señala,
nunca pudo sostener los trabajos por sus problemas con el alcohol y/o según
una simple expresión de la interlocutora nunca le gustó el trabajo. En este sen-
tido, Victoria ha sido desde siempre la proveedora económica y afectiva de la
familia. En suma, a la sobrecarga de todas estas responsabilidades, la vivienda
que lograron construir para sus hijos está ubicada en las inmediaciones de
las viviendas de la familia de su expareja, lo que la deja vulnerable en relación
a lo habitacional. En cuanto a los cuidados que requieren los hijos, una vez
Victoria nos expresó: “Hijos chicos problemas chicos, hijos grandes muchos
quilombos” en relación con esto último, Victoria destina mucho tiempo en los
seguimientos que realiza a sus hijos, entre estos la búsqueda y control de los
hijos por el barrio, los tratamientos de adicciones frustrados, las corridas a la
comisaría, etc. Por último, si bien nunca se reconoció como víctima y en tanto
no se acercó a la policía para denunciar a su ex pareja, si lo hizo para pedir ayu-
da por y para sus hijos a la institución y en este sentido la demanda, fue des-
oída por la policía, esta inacción por parte de la policía, fomenta el argumento
de Victoria y otras vecinas, que la policía está vinculada con la venta de drogas,
porque ellas afirman que hay consumo porque hay venta.
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
Yo siempre supe que algo no estaba bien, pero bueno que iba hacer
cuando llegué acá yo no hablaba muy bien, estaba embarazada y ense-
guida después vino la otra nena [...] cuando le peleaba para que se quede
conmigo él se bebía y era peor ponía la música fuerte y me pegaba o me
agarraba por la fuerza [...] Cuando compramos el terreno y empezamos
a construir, me dije lo más importante es tener una casa y que mis hijas
no pasen lo que yo [...] Yo les persigo las llevó a la escuela y a la casa, ellas
tienen que estudiar ser mejor que yo [...] cuando conocí a Victoria me su-
me a cocinar y acá que te voy a decir me sentí acompañada, mejor con las
compañeras que con mi marido, que te voy a decir [...] estoy terminando
la primaria [...] ahora tomo colectivo, me voy a buscar a mis hijas, otra
vida (Azucena, vecina, 2019).
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Últimos y abollados
están ubicadas en las inmediaciones del camino Buen Ayre (una autopista).
Generalmente, avanzan sobre las viviendas de las personas que están en
vinculación con el consumo de drogas, “perdidos en el consumo [...] mujeres
solas”. Frente a este atropello, es difícil organizarse y sobretodo defenderse,
la policía no se mete en la zona, son casas que en su mayoría no tienen pro-
pietarios legales y, por otra parte, lo que más atemoriza a los vecinos es que
estas personas –los transas– están armados, suelen ser “revanchistas [...] son
capaces de prenderte fuego, tirotearse [...] si tienes hijas mujeres corres peli-
gro que las agarren”. En este caso, Azucena como mujer migrante y madre de
dos hijas, era un posible blanco fácil para los transas. Frente a esta situación
sumamente violenta, Azucena había encontrado en la red comunitaria la
solución socioeconómica y habitacional, una vecina y compañera del come-
dor del barrio tenía una hermana que alquilaba cuartos en billinghurst, San
Martín, y la hospedó a un precio de alquiler acorde a sus módicos ingresos,
por otra parte la referente del espacio consiguió que cobrará el salario doble,
en el marco de la jornada en el programa social, a la vez que estaba trabajan-
do como personal de limpieza en un geriátrico en el centro de San Martín.
En la historia de vida de Azucena se visualizan el entrecruce de los meca-
nismos de la violencia machista y las múltiples violencias. Sin embargo, en-
contramos otras pistas interesantes para analizar el avance de estos mecanis-
mos violentos, vinculados a los mercados de venta ilegales específicamente
de drogas. La interlocutora sufre violencia machista por parte del progenitor
de sus hijas, una violencia que cala en su cotidianidad como mujer, pobre y
particularmente migrante que como lengua de origen es el guaraní. Sumado
a estas dificultades para comprender la lengua española, como otras perso-
nas de orígenes rurales, Azucena no pudo acceder a la trayectoria escolar,
por lo que, al momento de conocerla, no sabía leer y escribir. Por otra parte,
se observa cómo la interlocutora, cuando comienza a relacionarse con el
mundo público y la organización comunitaria, logra develar otros mundos
posibles y agenciar sus propias estrategias de sobrevivencia socioeconómica,
por ejemplo, desentenderse frente al abusivo de su pareja, como así también
se habilita la posibilidad de ingresar al mundo del trabajo y la formación
educativa. Sin embargo, frente a los imponderables que trae aparejado ser
protagonista de las dimensiones internacionales que describimos en los
párrafos anteriores, aparece de forma problemática el avance las violencias
de los entornos barriales, que complican las cotidianidades de las mujeres
de .los barrios, ya sea porque deben dejar sus hogares, por la vinculación
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
Reflexiones finales
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
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CAPÍTULO 6 Mujeres entrecruzadas
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CAPÍTULO 7
La perspectiva de los agresores
Martín Hernán Di Marco
Introducción
Acerca de las narrativas y sus transformaciones
¿Cómo se relacionaron las medidas de aislamiento social y los patrones de
violencia de género? ¿Existieron transformaciones en la violencia hacia
las mujeres durante este período de confinamiento? ¿Cómo se expresaron
estos cambios? Las medidas aplicadas durante la primera ola de COVID-19
en 2020 –Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO)– implicaron
cambios en la dinámica social, en la movilidad de la población y en las for-
mas de cohabitación y arreglos domésticos, entre otros aspectos. La pande-
mia y los diferentes procesos con los que estuvo vinculada generaron cam-
bios tanto coyunturales como estructurales. En este contexto, la violencia
de género no estuvo exenta de verse modificada por las transformaciones
que atravesó la sociedad.
En la Argentina, durante la cuarentena por COVID-19 se reportó un
aumento del 39% en las denuncias por violencia de género (Noticias ONU
2020). Esta tendencia al alza acompaña un patrón general de lo que se ha
llamado la “pandemia en la sombra” (Wake y Kandula, 2022): un aumento
en el ejercicio de la violencia por motivos de género a raíz de las limitaciones
a la movilidad y los cambios en las prácticas y dinámicas sociales –pérdida
de accesos institucionales, trabajo remoto y pérdida de espacios laborales–
(Dlamini, 2020; Mittal y Singh, 2020). Si bien se han discutido las limitacio-
nes de comparar estadísticas de denuncias entre el período de aislamien-
to-pandemia con otros momentos (Lorente Acosta, 2020), la regularidad en
el registro de aumento de denuncias a nivel nacional e internacional puede
tomarse como indicador de un cambio en las prácticas sociales, ya sea la vio-
lencia o las denuncias en sí mismas. En el caso del Conurbano Bonaerense,
a esto se le suman otros indicadores generales que señalan un aumento en
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Últimos y abollados
situaciones de violencia (Kessler, 2020), así como a los cambios en las estra-
tegias de sobrevivencia que despliegan mujeres durante las APSO.1
La violencia de género es un tema central en el panorama contempo-
ráneo de las ciencias sociales y humanas (Dobash y Dobash, 2017). Estas
investigaciones se han focalizado en torno a los patrones y factores de riesgo
(Stöckl et al., 2013), femicidio/feminicidio (Dobash y Dobash, 2017) y, en
menor medida, estrategias de intervención y abordaje de los varones (Flood,
2019; Jewkes, Flood, y Lang, 2015). Sin embargo, las perspectivas de los va-
rones que ejercieron alguna forma de violencia basada en el género han sido
poco exploradas, como plantea Segato (2003). Esto se debe tanto a las difi-
cultades de acceso institucional con la población (Hearn, 1998), la negación
a ser entrevistados (Copes, Hochstetler, y Brown, 2012), así como la propia
reticencia de los/las investigadores/as a entrevistarlos (Brookman, 2015).
A su vez, esto se conjuga con el hecho de que la investigación sobre
violencia de género se ha desarrollado tradicionalmente desde un enfoque
cuantitativo y con una tendencia a utilizar categorías etic (Di Marco y Evans,
2020; UNODC, 2018). Como consecuencia, las perspectivas, narrativas y
sentidos puestos en juego por quienes ejercen violencia han sido ejes de
indagación comparativamente menos explorados. Esto ha propiciado que la
racionalidad de los varones que ejercen violencia de género sea un tema po-
co explorado desde las ciencias sociales, a pesar de ser un asunto interpelado
por diferentes discursos, mitos y saberes (Binik, 2020).
La criminología narrativa se ha enfocado en comprender la influencia de
las historias en las acciones de los actores sociales (Presser y Sandberg, 2015).
Esta perspectiva analítica parte de la premisa de que los relatos que los actores
conocen y elaboran condicionan su acción; es decir, el relato crea la violencia
(Maruna y Copes, 2012). De este modo, el análisis de las narrativas de quienes
han ejercido daño es una puerta de entrada para comprender las condiciones
que posibilitan esta acción (Presser, 2008). ¿Qué historias son utilizadas para
dar sentido a una acción? ¿Con qué tipo de relatos nos presentamos como ac-
tores y justificamos nuestras acciones pasadas e intenciones futuras? ¿Cómo
cambian los relatos y las prácticas discursivas e identitarias a través del tiempo?
Este capítulo se centra en los modos de hablar de la violencia. Para ello,
se abreva de los estudios sociales focalizados en la comprensión del cambio
en las estrategias para dar sentido y describir la acción social. Focalizarse en
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CAPÍTULO 7 La perspectiva de los agresores
este aspecto permite conocer los modos cambiantes con los que se legitima
una acción y los recursos con los que cuentan los actores, en diferentes mo-
mentos, en llevar a cabo esta acción (Tomsen y Gadd, 2019).
En este contexto, aquí se parte de la pregunta por los cambios en el
discurso de varones que agredieron físicamente a sus parejas mujeres en
el marco de dispositivos de abordaje de violencia de género en San Martín.
¿Existieron cambios en los modos de narrar la violencia durante el ASPO?
¿Sobre qué aspectos se estructuran estos relatos? ¿Qué implican las transfor-
maciones en estos modos de narrar la violencia? Así, el objetivo de este capí-
tulo es analizar el cambio en el discurso de varones con conductas violentas
durante y después de la pandemia de COVID y las ASPO.2
En la siguiente sección se realiza una descripción de la estrategia meto-
dológica, enfatizando las particularidades empíricas de contar con datos
obtenidos durante y posteriormente al ASPO. En la tercera sección se ana-
lizan tres dimensiones emergentes de los relatos: la crudeza de los relatos,
los elementos justificatorios del daño y las estrategias de neutralización de
la violencia. Se comparan estos aspectos en el momento del aislamiento
y, luego, con la hipótesis de que los cambios contextuales impuestos por
la pandemia, el ASPO y las transformaciones en las dinámicas sociales
imprimieron condiciones diferentes para dotar de sentido a la violencia.
Por último, en la conclusión del capítulo se abordan las implicancias
empíricas y teóricas de las reconfiguraciones narrativas: se discute cómo
las narrativas sirven de indicadores de los procesos sociales y cómo, en
consecuencia, el ejercicio de la violencia es empleado como catalizador de
las experiencias masculinas.
Metodología
El presente trabajo parte de un diseño narrativo, basado en los relatos de varones
que ejercieron violencia física no-letal sus parejas mujeres y que se encontraban
en dispositivos de abordaje de conductas violentas en el partido de San Martín.3
La estrategia metodológica se enmarca en el amplio paraguas del enfoque
2. Una versión preliminar de este capítulo se presentó en la conferencia anual de Latin American Studies:
In time of political mistrust and global pandemic en marzo de 2022. Agradezco la atenta lectura de Liliana
Carrasco y sus comentarios.
3. Este artículo se enmarca en el proyecto “Narrativas biográficas de varones que ejercieron violencia
física hacia mujeres en el Área Metropolitana de Buenos Aires” (CyTMA 2021; UNLaM), dirigido por el
autor de este capítulo.
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Resultados
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CAPÍTULO 7 La perspectiva de los agresores
M: Me saqué, ese día me saqué. Es que no daba más. Eran días y días y días
de estar caliente, con la vena acá. Y paf. Estallé. Y le metí una trompada.
E: Le metiste una trompada.
M: Si, acá [señala mejilla con el dedo]. Es como que en el momento no po-
día hacer más que pensar en sacármelo de encima. En realidad, pensaba:
¿por qué me hace esto? ¿Por qué me complica tanto la vida? Qué ganas
de joder. Y no entra en razón. Y sentía que la fuerza, esa descarga, era
la única forma. Eso pensaba en ese momento. Y le emboqué una. Suena
una locura, pero sentía unas ganas terribles en los puños de reventar
una puerta, de sacarme la energía de adentro… Perdón, estoy sin filtro
(Marcos, 37 años).
Marcos plantea que estaba “sin filtro”. El hecho de que un entrevistado desta-
que un elemento disruptivo en una interacción es destacable: a pesar de ello, en
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CAPÍTULO 7 La perspectiva de los agresores
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CAPÍTULO 7 La perspectiva de los agresores
los aspectos que son enfatizados por los varones? La dimensión justificato-
ria de los relatos –es decir en donde se acepta llevar a cabo la acción, pero
se la presenta como moralmente apropiada (Rodríguez, 2020)– muestra el
conjunto de elementos simbólicos que, en la presentación del yo, son pre-
sentados cómo válidos. Es decir, qué situaciones y acciones son esgrimidas
como legítimas para dar sentido a la agresión. En otras palabras, ¿cómo se
vuelve comunicativo el daño?
Al analizar las entrevistas en forma global, seis temas fueron mencio-
nados para justificar o dar sentido a la agresión: 1. la relación de pareja, 2.
alguna característica o acción de la mujer, 3. el propio yo (“temperamento”,
“personalidad”, etc.), 4. situaciones laborales, 5. consumo problemático de
sustancias, y 6. eventos contextuales disruptivos (crisis económica, ines-
tabilidad política, etc.). Estos temas no son mutuamente excluyentes en las
narrativas, sino que son grandes ejes rectores con los que se organizan las
explicaciones. En el sentido interaccionista, estos temas son motivos “por-
que” tipificados (Schutz, 2008) y utilizados para racionalizar sus acciones.
Si bien estos temas organizaron los relatos, durante los períodos com-
parados el peso atribuido a cada uno de ellos varió. Mientras que durante
el período posterior al aislamiento los varones enfatizaron elementos indi-
viduales y relacionales (la pareja, la víctima/sobreviviente, el consumo de
sustancias), durante el ASPO resaltaron elementos contextuales (situaciones
laborales, eventos disruptivos).
Las entrevistas realizadas durante el ASPO estuvieron marcadas por dos
aspectos: primero, una recurrente referencia al entorno y, segundo, un ma-
yor peso puesto a elementos que se desprendían de procesos económicos-la-
borales. Así, las condiciones habitacionales, las dificultades para poder des-
empeñar tareas laborales, y la coyuntura económica atravesada por el país
estuvieron presentes en las entrevistas. Marcos ilustra el peso discursivo de
lo contextual al referirse a la “jaula”.
La verdad que fue un tiempo muy complicado para mí. Estaba muy enoja-
do, muy encerrado. Y creo que me pasó lo que les pasó a muchas personas,
que estallaban en diferentes formas. [...]. Estar encerrado en una jaula, 24
horas, durante varios meses fue una odisea. [...]. Además, ella no ayuda-
ba. Suena mal, pero es la verdad. Ella tiene sus cosas. [...]. Fue un combo
explosivo, lo que estaba pasando en el mundo, el encierro total, más las
cosas típicas de una pareja (Marcos, 37 años).
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Estar sin laburo es terrible. A mí me cortó las piernas estar sin laburar en
un momento en el que todo se estaba yendo a la mierda. No sabía bien
qué hacer y no se podía hacer mucho. Creo que, para muchos, era enten-
dible los nervios que teníamos (Javier, 25 años).
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CAPÍTULO 7 La perspectiva de los agresores
No tenía ningún derecho a hacer lo que hizo (abortar). Hay algo que es
más importante que ella, que yo, que la relación, y es una vida humana.
Entonces, hay algo de la justicia que no funciona, porque la más perjudi-
cada no fue ella al final (Hugo, 27 años).
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La pasé muy mal. Y los chicos también. Por eso tanto enojo con ella. Las
veces que tuve problemas, fueron estallidos de odio, de sacado. Ni me re-
conocía. No era yo, era un tipo absorbido por la bronca de que lo ignoren
y no… le sean frontal [...]. Si ella me hubiese encarado y me decía: che, no
quiero más esto. Che, no quiero ser más tu mujer o una mujer en general.
Eso cambiaba todo. Pero ella eligió ese camino, cerrarse, no ser honesta.
Y eso perjudicó mucho la relación. Mis amigos le decían la tóxica, y bue-
no, era por algo. Muy tóxico terminó todo (Oscar, 32 años).
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CAPÍTULO 7 La perspectiva de los agresores
¿Qué indican los cambios en los modos de narrar la violencia? ¿Cómo puede
interpretarse el lenguaje con el que se racionaliza y comunica el daño y la
agresión? Lejos de procurar abonar a una pornografía de la violencia, este
capítulo propone analizar las palabras de los varones agresores como indi-
cadores de cambios sociales y, de este modo, identificar las condiciones de
posibilidad de la violencia de género y de sus transformaciones.
Este capítulo se focalizó en tres dimensiones: la descripción de la agre-
sión, los temas para racionalizarla y las técnicas de neutralización utiliza-
das. Estos tres ejes dan cuenta de que a lo largo del período 2020-2022 los
sentidos y, en menor medida, las historias puestas en juego cambiaron. Si se
toma en cuenta que las denuncias por violencia de género aumentaron tanto
a nivel nacional (Noticias ONU, 2020) como en otros contextos geográficos
(Wake y Kandula, 2022; Mittal y Singh, 2020), los datos explorados aquí
permiten postular la hipótesis de que este aumento en el registro estadís-
tico está sustentando –al menos parcialmente– en los sentidos atribuidos
y las emociones experimentadas por los varones. A pesar de que los datos
se refieren a una muestra cualitativa en San Martín, esta hipótesis podría
tener un alcance mayor. Como han planteado Presser y Sandberg (2015), el
vínculo entre experiencia, intención, narrativa y contexto es problemático:
el relato varía según la circunstancia de la enunciación. Aquí no se espera
despejar la relación entre estos términos, sino destacar las transformaciones
que se encontraron en la enunciación. La pandemia vino de la mano con un
incremento de la violencia y un recrudecimiento de sus relatos.
Los ejes comparados contienen tres elementos en común. Por un lado, el
control sobre las mujeres fue un tema transversal. Esto es un tópico ya am-
pliamente reportado por la literatura (Segato, 2016; Dobash y Dobash, 2015).
El control sobre el cuerpo, la posición social y los vínculos que tienen, entre
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Referencias bibliográficas
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Cuarta parte
Medios de comunicación
CAPÍTULO 8
Noticias locales en pandemia
Brenda Focás y Lucio Rodrigues La Moglie
Introducción
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
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Víctimas y victimarios
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
o cometieron algún exceso”, y en la de Zona Norte Hoy, que declara que “la
principal hipótesis apunta a un caso de legítima defensa no de gatillo fácil”.
Este punto implica la idea de que la forma de actuar de las fuerzas de seguri-
dad que estaba justificada en un principio y que solamente una vez que cruza
cierto punto se vuelve extrema y la violencia “justa” se torna “excesiva”. Esta
última tendencia interpretativa tiene un peso muy particular, dado una con-
troversia entre las representación de estos casos: los artículos publicados por
la agencia nacional de noticias Télam asigna un grado de violencia mayor a la
víctima que al victimario y presenta indicios de un accionar policial justifica-
do, interpretación que es reiterada miméticamente por cinco de los medios
locales. Este eco del contenido de agencia genera una homogeneidad en las
lecturas mediáticas de lo sucedido, lo que lleva a una imagen hegemónica de
la naturaleza de un caso y los roles de los sujetos involucrados basada en la
repetición de una primera interpretación que solo es discutida en las cober-
turas alternativas de medios locales e independientes.
Este hallazgo está en consonancia con los estudios locales sobre el tema
que han mostrado que los medios estigmatizan a los jóvenes varones de sec-
tores populares como victimarios. A la vez, las víctimas suelen ser siempre
estereotipos del individuo común; los lugares del hecho criminal, reconoci-
bles porque son los del barrio más o menos cercano o parecido al propio y los
horarios refuerzan la percepción de que no hay momento en que no se esté
expuesto a una potencial victimización (Martini, 2009).
En lo que respecta a los demás casos, las situaciones que cubren pro-
dujeron menores controversias interpretativas sobre los roles de víctima y
victimarios que se le asignaron a los sujetos involucrados. En el caso de la
desaparición de Hugo Peña, en particular, se señalan sospechas de su familia
que recaen sobre un policía del servicio de inteligencia pero, al no haber in-
formación corroborada sobre lo sucedido, no hay una asignación fehaciente
de estos roles.
En este aspecto, son destacables las coberturas realizadas respecto de
hostigamientos y desalojos durante la pandemia, en las cuales los pocos
medios locales que cubrieron los casos (La Noticia Web y El Zorzal) sitúan la
violencia en el accionar policial (se habla incluso de “represión”), mientras
que justifican las acciones de los vecinos (en el caso de los desalojos) y de los
manteros(en el caso de hostigamiento hacia vendedores/as ambulantes que
decidieron reanudar la venta callejera pese a las restricciones impuestas por
la pandemia). Los argumentos se complementan con imágenes y videos que
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
1. Para Entman, el framing se basa en seleccionar algunos aspectos de una realidad que se percibe y dar-
les más relevancia en un texto comunicativo, de manera que se promueva una definición del problema
determinado, una interpretación causal, una evaluación moral y/o una recomendación de tratamiento
para el asunto descripto (Entman, 1993: 52).
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2. Los análisis sobre problemas públicos suelen trabajar en un registro nacional de estos fenómenos, en
una dimensión nacional de la política y la sociedad. Sobre procesos de contextualización (o localiza-
ción) del problema público de la inseguridad en capitales de provincias argentinas. Para más detalles,
ver Galar, 2016.
3. El artículo de Dickenstein, Echagüe y Campaña en este libro aborda la problemática de la violencia de
género durante la pandemia desde esta perspectiva teórica.
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
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justicia, como es el caso de fiscales, incluso más allá de los casos de violencia
en sí mismos. Se presenta un marco donde no solo se problematizan a las
fuerzas de seguridad por su accionar visible y explícito en casos de violencia
policial, sino que se deslegitima su autoridad y responsabilidad como insti-
tución al alegarse su involucramiento en casos de corrupción, intimidación,
accionar sin autorización judicial, iniciativas delictivas propias y, especial-
mente en el caso de de Hugo Peña, la conspiración, encubrimiento, retraso
intencional de investigaciones y participación de la desaparición de una
persona por intereses económicos.
Otra fuerte controversia en la ya mencionada tensión entre la denomi-
nación de casos como “gatillo fácil” o “legítima defensa”. Ambos términos
se utilizan como categorías binarias en la que se debe inscribir un evento,
planteando la idea de que existe un nivel de violencia que las fuerzas poli-
ciales pueden ejercer legítimamente, pero que este no es absoluto: en cierto
punto, si no se dan las características que la transformaron en legítima de-
fensa (como pueden ser la protección de la vida propia o de otro agente), el
caso se convierte en una instancia de gatillo fácil. El gran debate que surge
del relevamiento de estos casos en los medios locales y nacionales es sobre
la naturaleza incierta de este punto de exceso y de las características necesa-
rias para que la violencia letal se pueda considerar “legítima”. En cada caso
hay una incertidumbre particular sobre cuál de estas dos categorías aplica,
abriendo a la discusión no solo en el marco de cada hecho en sí mismo sino
también de las características propias de ambas categorías.
En menor instancia, pero sin perder pertinencia, están los conflictos que
los casos de desalojo y hostigamiento disparan sobre los sectores más vulne-
rables: la legitimidad de las tomas, las consecuencias de los desalojos en ple-
na pandemia (desalojos que se producen, además, incumpliendo el Decreto
que suspende los desalojos en pandemia) y las dificultades de los trabaja-
dores informales para generar un ingreso económico y respetar la normas
impuestas durante la cuarentena. Esto último queda puesto en cuestión
particularmente con el caso del arresto agresivo de un grupo de manteras
que se dispuso a vender sus mercancías a pesar de las prohibiciones de per-
manencia en el espacio público por la pandemia. No solo entra en discusión
el uso de la fuerza por parte de la policía y las características excesividad de
su accionar, sino que también se expande el debate abierto en muchos ámbi-
tos por las restricciones sanitarias del periodo de pandemia: ¿cómo se equili-
bran los diversos intereses sociales respecto de la salud pública y el bienestar
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
Reflexiones finales
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Bibliografía
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CAPÍTULO 8 Noticias locales en pandemia
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CAPÍTULO 9
Entre lo local y lo zonal,
prácticas periodísticas en San Martín
Martín Recanatti, Eliana Ferradás, Francisca Maldonado Zabala
Introducción
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1. Los medios locales y zonales particulares que utilizamos para el relevamiento de noticias sobre vio-
lencia policial durante el período comprendido entre marzo 2020 y febrero 2021 fueron: Infoban, La
Noticia Web, QuéPasaWeb, El Zorzal diario, San Martín Noticias, Zona Norte Hoy, 2Urbanos, Zona Norte
Diario.
2. QuéPasaWeb, InfoWeb, El Zorzal Diario, Clarín Zonal.
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CAPÍTULO 9 Entre lo local y lo zonal,prácticas periodísticas en San Martín
3. La autora define como medios nativos digitales a aquellos sitios de noticias creados para la web,
siendo ésta la plataforma principal a través de la cual distribuyen sus contenidos, y que incluyen
también en su ecosistema informativo otras vías sociales de intercambio como Facebook, Twitter,
Instagram y Youtube (Bernardi, 2020).
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una mirada muy amplia, diversa… Muy realista sobre el trabajo periodístico”
(periodista, QuéPasaWeb).
Los desafíos económicos determinan que, en la mayoría de los casos, los
medios dependen muy fuertemente del mundo político: municipios, provincias
o personas particulares, como “concejales o dirigentes que quieren darse a cono-
cer” (periodista, InfoWeb). Como consecuencia, las pautas municipales se tornan
“muy condicionantes” (periodista, QuéPasaWeb). Siendo tan acotadas las fuentes
de ingresos, el potencial conflicto generado por una noticia aparece como un
criterio relevante a la hora de decidir qué se publica y qué no:
Hoy nosotros tenemos hasta definido qué nivel de conflicto político po-
demos tener, con cuántos municipios nos podemos pelear. Y, de acuerdo
a los ingresos del año, se proyectan los ingresos del año que viene y deci-
mos, bueno, tenemos margen para esto y para cubrir este tema. Y bueno,
es algo que hay que asumir... E ir buscando estrategias para ensanchar
ese espacio. Yo hago más un juego de estrategia política. Me parece que
es un desafío enorme… El correr un poquito más lo que se puede decir
cambia el mapa político y se reconfigura todo (Periodista, QuéPasaWeb).
El medio es un espacio político más, que entra en tensión con otros ac-
tores, que tiene sus intereses, y que tiene que buscar alianzas. Algunas
alianzas te condicionan más, otras menos, hay alianzas que te condicio-
nan, pero que te potencian en otros sentidos… Y todos estos elementos
están en juego constantemente (Periodista, QuéPasaWeb).
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CAPÍTULO 9 Entre lo local y lo zonal,prácticas periodísticas en San Martín
porque te peleás con uno y tenés problemas con todos. Cuando se puso
más homogénea la región, después de 2015, tendimos a expandirnos
más. Nos fuimos a San Martín, a Escobar, a buscar diversidad de colores
para tener margen, para poder decir algo (Periodista, QuéPasaWeb).
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CAPÍTULO 9 Entre lo local y lo zonal,prácticas periodísticas en San Martín
Por otra parte, el vínculo con las fuentes aparece como otro de los
elementos centrales de los procesos de trabajo. Dedicarse al periodismo
local implica producir noticias en contextos de proximidad, y esta cercanía
permite estar permanentemente en el territorio, generando encuentros y
afianzando vínculos para poder acceder a esta información primaria. Las
personas entrevistadas destacan la relevancia de generar confianza con los
diferentes “interlocutores”, “protagonistas” y “actores”, “porque a partir de
esa confianza y de esa charla que tenés con ellos, bueno, se genera la informa-
ción, la famosa información de primera mano” (periodista, Infoweb). En este
sentido, algunos entrevistados señalan que los momentos más álgidos de la
pandemia dificultaron en parte el acceso a estas fuentes tan relevantes para el
periodismo local. De una manera u otra, en todas las entrevistas se evidenció
la importancia de generar vínculos con todos los actores de la sociedad civil y
de dedicarse a estrechar estos lazos. Las nuevas tecnologías aportan crecien-
tes recursos al periodismo y, muchas veces, son los propios vecinos y vecinas
quienes hacen llegar fotos, videos e información a los medios:
Cada vez es más difícil producir notas de cero, por la cantidad de gente
que labura en los zonales... Pero siempre hay un ida y vuelta con las fuen-
tes vecinales, de historias, personajes, entrevistados, artistas, terminan
convirtiéndose en fuentes, y en gente que aporta testimonios, denuncias,
reclamos, pedidos puntuales (Periodista, Clarín Zonal).
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muchos de las cosas que suceden, al cual están dirigidos los reclamos, y
es a la vez el actor con mayor posibilidad de poner una pauta publicitaria
significativa. Los municipios son fuente siempre. Si es un tema conflic-
tivo, nunca es una fuente única, digamos. Las oposiciones también son
fuentes (Periodista, QuéPasaWeb).
Nuestra primera sensación, cuando empezamos a hacer esto, fue que los
medios locales eran una amplificación de lo que pasaba en los pasillos
del Concejo Deliberante, que era una pantalla para que los concejales se
digan algunas cosas y tenga algún otro volumen… algo muy interno, de
consumo muy interno... Nosotros hicimos esa otra apuesta [se refiere a
la apuesta por construir una agenda distinta], después nos dimos cuenta
por qué los medios tenían esa configuración y tenía que ver con que eso
era lo que garpaba, con lo cual empezamos a hacer dos medios, uno el
que queríamos y otro el que nos permitía sostenernos, volviéndonos lo-
cos… Y en un momento empezó a retroalimentarse. Empezamos a poder
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CAPÍTULO 9 Entre lo local y lo zonal,prácticas periodísticas en San Martín
La gente te identifica como que vos sos el que sabe del tema, te ve más
cercano, te ve con más posibilidades de respuesta, e incluso te exige. A
veces te confunde con el municipio, respecto de quién da el servicio. Y
en los reclamos, me parece que ahí hay un rol de cercanía, de posibilidad
de continuidad sobre los temas, que no tienen los medios nacionales.
Nosotros estamos dentro mientras que los medios nacionales se retiran
de a uno (Periodista, QuéPasaWeb).
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aportar; un club de barrio vendiendo rifas; un locro para ayudar a los bombe-
ros. “En ese sentido, hay un vínculo constante con los vecinos y las vecinas,
y es muy normal que escriban a los periodistas que ya conocen, o a las redes
sociales, pidiendo algo, o contando información” (periodista, Clarín Zonal).
Incluso en los periodistas del suplemento zonal de un medio nacional apa-
rece esta perspectiva.
Por otra parte, esta función social se combina con una función “de
presión” (El Zorzal), en tanto permite visibilizar ciertas problemáticas que
no están en la agenda y presionar por su resolución. Como señala Bernardi
(2020), en los medios locales los criterios tradicionales de noticiabilidad
entran en tensión, ya que muchos hechos que normalmente no serían valo-
rados como noticias se cubren de todos modos porque revisten interés para
los/as vecinos/as.
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de un tema, que termina haciendo una sola nota, y tengo el 30 por ciento de
mi redacción perdida en eso...” (periodista, QuéPasaWeb). En los medios que
tienen una impronta más política, o cuyas estructuras dependen más fuer-
temente de la pauta política, aparece otro criterio relacionado con la manera
en que determinadas noticias pueden impactar en ese vínculo: “hay otro cri-
terio que tiene que ver con el tipo de vínculo que tenemos con ese municipio,
que va a determinar cómo abordamos ese tema” (periodista, QuéPasaWeb).
Pese a la competencia, las entrevistas también evidencian que muchos
de los desafíos que enfrentan los medios zonales/locales se sortean también
gracias a alianzas, de distinto tipo:
Hay alianzas subterráneas con varios medios para poder decir determi-
nadas cosas. Aprendimos que a veces decir ciertas cosas en soledad tiene
mucho costo, y a veces es mejor no tener la primicia para poder decirlo. Y
compartimos esa información con algunos colegas y acordamos salir to-
dos, de dos o tres medios que tienen alguna influencia. Ese tipo de alian-
zas son muy importantes, subterráneas, no escritas, se dan (Periodista,
QuéPasaWeb).
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se asume una forma de vinculación con las fuentes menos basada en la con-
fianza y más en la utilidad como “el modo de hacer” la noticia.
Las notas policiales las trabajamos cada vez más con información de
internet, con cables. En la actualidad, con los recursos que disponemos,
cables de noticias, información, internet, gacetillas o información en off
o en on que nos acercan los municipios, las municipalidades, mejor dicho,
y algunas fuentes del Ministerio de Justicia, de fiscalías o de comisarías,
pero cada vez menos (Periodista, Clarín Zonal).
Si ves alguna información subida que tenía que ver con seguridad o
inseguridad… O sea, seguridad, seguramente sea una gacetilla de algún
municipio. Y si tiene que ver con inseguridad, es porque yo encontré
en algún lugar una información respecto a algún municipio que cubro
(Periodista, InfoWeb).
Vos sabés que en Tigre tenés, los domingos a la mañana y los miércoles
a mañana, alrededor de las siete y media de la mañana, en la cámara de
seguridad y que... Y que además son notas que son vistas. Y que te ordena,
te resuelve la agenda de esa mañana un poquito, sobre todo el sábado o
domingo, ¿no? Sábado a la mañana, sábado a la mañana es recontra útil
en cuanto a contenido, claro, está muy, muy inteligente, inteligentemen-
te armado, porque este es un momento donde las redacciones están más
tranquilas, hay menos movimiento (Periodista, Qué Pasa Web).
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que se fue por cuestiones personales. Entonces medio como que ahí nos
quedó un bache, porque es un compañero que laburaba muy bien esto de
lo policial, desde otra perspectiva. Y la verdad que para hacerlo así nomás
y desde un lugar de ignorancia, o solo sabiendo pocas cosas, preferimos
dejarlo ahí (Periodista, El Zorzal).
Se trata de una decisión que busca preservar el modo de trabajo del medio
en general, caracterizado por la presencia en el lugar de los hechos, el segui-
miento y la cercanía con las personas involucradas. Esto determina que solo
ciertos hechos “policiales” sean cubiertos y permite la emergencia de cierta
crítica hacia el modo en que el resto de los medios realiza la misma tarea:
Reflexiones finales
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Bibliografía
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Sobre los autores
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Sobre los autores
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