Caso Analía
Caso Analía
Caso Analía
Analía nace por parto normal, a término, dentro de una familia constituida por padre y madre.
Al momento de nacer sus padres se llevan bien, aunque la que trabaja y sostiene el hogar es su
mamá. El nacimiento de la niña y los gastos que esto ocasiona traen consecuencias sobre la
pareja de los padres, la mamá de Analía debe trabajar más y deja al bebé al cuidado del papá.
La mamá ofrece su pecho a la niña al nacer, para alimentarla. Analía intenta chupar pero su
madre tiene poca leche, lo que causa grandes llantos en el bebé. Pronto los médicos le
sugieren que agregue una mamadera, la cual es bien recibida por Analía, hasta el punto de
abandonar la niña sus intentos con el pecho materno a las pocas semanas de nacida. Esto trae
alivio también a su madre, que tiene que trabajar para mantener su hogar.
Analía adopta un hábito en relación a su alimentación: apenas siente hambre llora de tal
manera que su padre toma por costumbre tener preparadas dos mamaderas o cucharas con
comida, según el caso, para no escuchar a su hija gritar entre cuchara y cuchara por falta de
alimento en su boca. Procede de esta manera hasta que la niña se harta de comer y se
duerme.
Ante la continuidad de los problemas de pareja los padres deciden separarse a la edad de 2
años de Analía. Hasta ese momento la niña compartía casi todo el día con su padre, el cual
solía bajarse hasta la edad de la niña a jugar con ella sus múltiples juegos. Es así que la mamá
de Analía se quejaba al llegar a su casa, en la cual seguía todo desordenado como desde la
mañana, a causa de los juegos del padre con su hija los cuales llevaban todo el día.
Al separarse la pareja paterna, Analía es llevada a acompañar a su mamá en su trabajo, un
kiosco, o es dejada sola en su casa por algunas horas ya que el kiosco está ubicado en la
esquina de su casa. Esta modalidad de dejar a su hija sola por horas se mantuvo a lo largo de
varios años y se acrecentó en la cantidad de las horas en que la niña permanecía sola.
A partir de ese período, en el que Analía tiene 2 años, la niña comienza a sufrir episodios de
fiebre intensa por la cual se realizan consultas médicas sin encontrar causa orgánica.
A los 3 años, la niña comienza a sufrir dolores en las piernas, a veces tan agudos que le
imposibilitan caminar. También se le realizan controles médicos pero los resultados tampoco
detectan causa orgánica.
A partir de este período y hasta los 10 años la niña sufre estos dolores y parálisis en las piernas,
que le impiden por momentos concurrir a la escuela por varios días.
A los 6 años de Analía, una maestra de la escuela cita a la mamá de la niña para decirle que ve
a Analía deprimida. Ante esta situación la mamá toma conciencia de la realidad, su hija elige
recluirse en su pieza muchas veces con la luz apagada y no pide salir ni a pasear ni a jugar. A
partir de esto se determina una consulta con una psicóloga.
Al mismo tiempo empiezan a surgir en la niña problemas de aprendizaje, en general y en
especial en el área de lengua, presentándose dificultades para aprender a leer y escribir.
El recuerdo más grato de Analía con respecto a su niñez se refiere a unas vacaciones en la
playa, recuerda que tendría 2 años cuando su baldecito para la arena se iba con el agua del
mar pero su papá se lo rescató.
Recuerdo de un sueño: Estaba en un autobús, era chiquita, todos piden hamburguesas porque
teníamos hambre. Les traen a los demás y a mí ninguna. Pedí con voz fuerte y otras veces con
voz baja. Pedí y no me escucharon o no me querían escuchar.
Otro sueño: Estaba corriendo con mi mamá. Mi mamá y mi papá estaban discutiendo y yo salí
corriendo para cualquier lado.
La paciente establece una buena relación con su terapeuta y con sus AT, en especial con una
de éstas, con quien suele pedirle jugar constantemente juegos de mesa cada vez que puede.