Headlines - Prime Time - Ella Frank
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Headlines - Prime Time - Ella Frank
Créditos
Coordinador del proyecto
Grupo TH
Traductora
NanRebelle
Correctora
Isolde
Portada y edición
Roskyy
Asunto interno#1
Noticias de última hora#2
Titulares#3
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Sinopsis
XANDER
Dedicatoria
~ Xander
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SEAN
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XANDER
—Detente.
—No estoy haciendo nada. —Sin embargo, el brillo en sus
ojos decía lo contrario.
Negué con la cabeza y me dirigí al baño, donde agarré el
botiquín de primeros auxilios, y cuando regresé, encontré a Sean
con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el cojín detrás de él.
Le di un ligero golpecito en la pierna, y cuando abrió los
ojos, dejó caer los pies de la mesa al suelo para que yo pudiera
moverme entre ellos.
—¿Vas a decirme cómo conseguiste esto? —Coloqué el kit
en el brazo del sofá y saqué un poco de crema desinfectante y un
algodón—. Y antes de que te preocupes sobre que este soy yo
regañando, es...
Sean me jaló cerca de él. —¿Sí?
—Bueno, no lo es.
—¿Entonces qué es?
—Soy yo siendo...
Sus labios encontraron el lado de mi cuello y me besó hasta
la oreja. —Mmm.
Suspiré. —Preocupado.
Deslizó su mano debajo de mi camisa para tocar la cintura
de mis pantalones cortos, y luego sus labios se encontraron con
los míos en un beso feroz. Entré en su boca y probé el vino que
había estado bebiendo, y Dios, qué combinación tan adictiva era.
Mi erección palpitó mientras me rodeaba con su brazo
alrededor de la cintura. —Sube aquí, —me exigió, y me instó a
subir a su regazo.
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—Hablas en serio.
—Sí, lo hago. Sé que te gusta correr, usas mi cinta de correr
todos los días y, bueno, necesito un compañero. —Sean hizo una
pausa, su expresión se volvió seria—. Las cosas podrían haberse
puesto feas ahí fuera, y yo...
—Está bien, me apunto. Cualquier cosa para asegurarme de
que no te lastimas en el trabajo —y la sonrisa que se le dibujó en
los labios me dijo que lo sabía. Sucio tramposo—. ¿De verdad
necesitas perseguirme?
—Quiero decir, no. Pero será mucho más divertido de esa
manera, ¿no crees? —Puse los ojos en blanco cuando él tomó una
de mis manos y entrelazó los dedos—. Ya basta de hablar de mi
día, sin embargo. ¿Cómo estuvo el tuyo?
—Oh, ya sabes. Lo mismo de siempre. Organicé tu cajón de
calcetines, fui al supermercado, te preparé la cena, y luego conté
las horas hasta que volvieras a mí.
—Me reiría de lo patético que suena si no fuera la verdad.
Suspiré. —Lo sé. Era genial cuando estabas aquí, pero
ahora...
—Ahora te mueres por volver al trabajo.
—Sí. No soy muy hogareño.
Los labios de Sean se arquearon. —No sé nada de eso.
Creo que tu cuerpo esta excelente en mi casa.
Le empujé el pecho y me bajé de su regazo. —Ya sabes lo
que quiero decir.
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XANDER
Eso era cierto. Pero ella siempre tenía una razón. Mis
padres vivían según su horario. Si te tenían anotado para las
llamadas de los lunes por la mañana, no se desviaban de eso a
menos que hubiera una muy buena razón.
Había sido así toda mi vida. Programado, puntual y a
tiempo. Era una señal de buenos modales. Al menos, eso fue lo
que me educaron para creer.
—Por supuesto que no necesitas una razón. Sólo que no lo
esperaba. ¿Está todo bien?
—Sí, sí. Todo está bien. De hecho, tu padre y yo tuvimos
una idea maravillosa de que queríamos ir contigo, por eso te
llamo.
—Oh, ¿y eso por qué?
Lo juro, mis padres estaban más ocupados ahora que se
retiraron que cuando trabajaban. Pero después de dejar los fríos
y duros inviernos de Chicago por el clima cálido que ofrecía
Florida, pude ver por qué.
¿Quién no querría estar afuera disfrutando de la vida
cuando cada día se sentía como unas vacaciones?
—Bueno, queremos volar y visitarte por tu cumpleaños.
Pensamos que podríamos ir y quedarnos contigo y organizar una
fiesta. No te hemos visitado desde el horrible asunto del ataque,
y nos gustaría verte con nuestros propios ojos.
Deslicé lentamente mi libro sobre la mesa de café mientras
trataba de entender lo que ella estaba sugiriendo. Pero en lugar
de ser capaz de procesarlo y dar cualquier tipo de respuesta
lógica, las alarmas empezaron a sonar en mi cabeza.
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Miré por encima del hombro para ver cuántos ojos estaban
sobre nosotros, pero no había nadie en la habitación, el cambio
para la noche ya estaba en marcha.
—¿Buscas a alguien, presentador?
Me di la vuelta y me acerqué a él, y Sean inmediatamente
descruzó sus piernas. Me moví entre ellas y puse mis manos en
su pecho. —La única persona que busco está justo delante de mí.
—Ah, ¿sí? —Sean me rodeó con sus brazos por la cintura
bajo mi chaqueta del traje.
—Sí. Te ves muy guapo esta noche.
—Bueno, tengo una cita caliente.
—¿La tienes?
—Sí, la tengo.
Le rodeé el cuello con los brazos y me incliné para besarlo
suavemente. —Entonces probablemente debería dejarte ir para
que te reúnas con él, ¿eh?
—Si tienes la intención de seguir moliéndome, deberías
llevarme a tu oficina y.…
—¡Sean! ¡Hola!
Miré por encima del hombro para ver a Ryan abriéndose
camino a través de los escritorios hacia nosotros y liberé mi
control sobre Sean.
—No huyas todavía, presentador. —Sean puso una mano
en mi cintura, manteniéndome en mi lugar—. De lo contrario,
Ryan va a pensar que estoy muy excitado por verlo.
Giré la cabeza hacia Sean, quien dijo: —Es tu culpa, justo
cuando Ryan llegó a nosotros.
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—Le dije que lo que teníamos era importante para mí, que
tú eres algo especial. Ninguno de los dos planeó esto, Xander,
pero no puedo evitar sentir que estaba destinado a ser.
Mi pánico disminuyó ante la suave expresión de los ojos de
Sean. —¿Y qué dijo él a todo eso?
Sean respiró profundamente y luego lo dejó salir,
sentándose en su asiento. —Dijo que hablaría con Bailey. Intenta
ayudarnos. También dijo que sabía que esto iba a pasar incluso
antes que nosotros.
—¿Lo sabía?
—Sí, aparentemente actuabas un poco extraño en una de
las cenas del sábado.
Me acordé. Henri había estado interrogándome sobre Sean
y preguntándome cómo iban las cosas. Luego me preguntó si
estábamos follando. En aquel entonces, la idea parecía tan
absurda que casi escupí mi bebida. Era increíble lo mucho que
podía cambiar en un puñado de semanas.
—De todos modos, me dijo que se lo dejara y que
trabajaría en Bailey. No puedo creer que vaya a decir esto, pero
parece que tenemos que confiar en Boudreaux.
Mis labios se movieron con su tono resignado. —Sabes, vas
a tener que contarme sobre eso algún día.
—¿Qué?
—Cómo terminaron trabajando juntos.
—Eh, no quieres oír hablar de eso.
—Sí, quiero. —Le sonreí—. Atribúyelo a mi curiosidad de
periodista, pero encuentro muy interesante tu relación con él.
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2 Tenis.
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MANZANAS Y CANELA...
Ese era el único recuerdo que siempre me llegaba primero
cuando ponía un pie en la casa de mi infancia. Era el olor que
había quedado en el aire cuando mi madre estaba viva, ya fuera
de las velas de otoño que quemaba todo el año o de los pasteles
que le gustaba hornear. Era el olor de la comodidad, el olor del
hogar, y recordé la primera vez que entré en esta casa y ese olor
se había desvanecido.
Ese fue el día en que realmente comprendí que ella nunca
iba a volver. El día que tuve que dejarla ir de nuevo y recordarme
a mí mismo lo que quería de los tres chicos que había dejado
atrás -unidad, lealtad, amor- y ahora mismo, le estaba fallando.
El crujido de los suelos de madera me hizo voltear desde la
ventana de la sala para ver a Bailey de pie detrás de mí, con los
brazos cruzados y con una expresión sombría que me decía que
prefería estar en cualquier otro lugar que no fuera aquí.
Dios, no podía recordar la última vez que parecía tan
enfadado y decepcionado de mí. En realidad, eso era una
mentira. La última vez había sido hace unos meses. Había estado
en una mala situación después de un caso particularmente largo
y horrible y había estado haciendo lo mejor para olvidarlo, con la
ayuda de cualquier alcohol que pudiera tener en mis manos.
Bailey me había sacado de eso. Me sentó y me dio una
charla de “ven a Jesús” que básicamente había terminado con un
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—¿SEAN?
LA VOZ DE XANDER subió por el pasillo mientras cerraba la
puerta principal, y me sorprendió el poder que tenía para
calmarme con sólo decir mi nombre.
Todo el día había estado lidiando con miradas curiosas,
susurros a mis espaldas, y más llamadas telefónicas de las que
había recibido en mi vida. ¡Ese artículo en ¡Entertainment Now!
había provocado una reacción en cadena que no tenía esperanza
de detener.
Me había enfrentado a ello, un incendio tras otro, pero
mientras estaba sentado en mi sala de estar, donde no había
nada más que un ruido fuerte en mi cabeza, nunca había estado
más agradecido de ver a Xander entrar por la puerta.
—¿Sean? ¿Estás aquí?
—Estoy aquí —dije, y Xander entró en la habitación.
—¿Por qué estás sentado en la oscuridad?
—Necesitaba un poco de paz y tranquilidad.
Xander se sacó la chaqueta y la tiró sobre el brazo del sillón
de dos asientos. —Fue un día muy largo.
No me digas. No todos los días tu cara y tu vida amorosa
terminaban en las revistas de chismes. A las seis en punto ya
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—Detente.
—Detener qué? —Pasé mi mano por su solapa, como lo hizo
mi madre. Pero su reacción hacia mí fue muy diferente. Sus ojos
se oscurecieron y cayeron a mi boca. Oh sí, la venganza puede
ser muy divertida—. No estoy haciendo nada. —La mandíbula de
Sean se movió mientras me lamía el labio inferior, luego guiñé el
ojo y dije: —Realmente tengo mucha hambre. Mejor dame de
comer.
Sonreí y giré sobre mis talones, y estaba más que
complacido por el sonido torturado de Sean a mi paso...
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—Quiero hacerlo.
Xander frunció el ceño y suspiró. —Está bien.
Mientras los tres volvían a hablar, abrí el pliegue de cuero
para poner mi tarjeta de crédito dentro, y el precio en el fondo
del recibo casi me hizo revisar mi cena.
Joder, qué diablos. Esta comida había costado más de lo
que la mayoría de la gente pagaba por el alquiler. Pero, tratando
de jugar limpio, metí mi tarjeta de crédito dentro y recé a Dios
para que me quedara lo suficiente como para que no me
avergonzara.
Diez minutos después, mientras estábamos en la acera
despidiendo a los padres de Xander, por la parte de atrás del
Uber en el que acababan de subir. Xander, se inclinó hacia mí y
me dijo: —Vas a dejar que te pague esa comida.
—No lo creo.
—Sean, esa cena tenía que haber terminado...
—Shhh. —Envolví un brazo alrededor de los hombros de
Xander y lo arrastré a mi lado—. Ya está todo arreglado.
—No. No. Ellos nos invitaron a cenar. No voy a dejar que...
—Ya lo resolví con el personal de la cocina —dije mientras
caminábamos hacia nuestro Uber—. Dijeron que debería tenerlo
resuelto para finales del próximo mes. —Xander se detuvo y me
miró fijamente. Yo sonreí, abrí la puerta del auto y señalé hacia
adentro—. Tu carroza te espera.
—Sean, no voy a dejar que pagues la cena —dijo mientras
caminaba hacia la puerta abierta.
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—ALEXANDER, SEAN.
Nos dimos la vuelta para ver a mi jefe, Marcus, de pie
detrás de nosotros con un vaso de vino en una mano y un sobre
en la otra. A pesar de mis dudas de estar de regreso en este
lugar y en la difícil reunión con Bailey, me las arreglé para
encontrar mi sonrisa y mi buena naturaleza, decidido a no
decepcionar a mi madre y a mostrar lo mejor de mi a todo el
mundo que era lo suficientemente amable para estar aquí esta
noche. —Me disculpo por llegar tarde. Me retrasé en el trabajo.
Feliz cumpleaños. —Marcus mostró el sobre. Lo tomé y me dio
una palmada en el hombro.
—No hay necesidad de disculparse. Estoy feliz de que hayas
podido venir.
—No me lo habría perdido. —Marcus miró por las puertas
abiertas que llevaban a la terraza—. He oído historias sobre este
lugar.
—¿Historias? —preguntó Sean, mirando entre mi jefe y yo.
—Sí. Los rumores sobre cierta habitación que gira han
flotado por la oficina desde hace un tiempo.
Sean se rio, me rodeó los hombros con un brazo y me dijo
al oído: —Tienes mucha suerte de que no sea tu habitación, o
podría estar muy celoso ahora.
Sonreí y me recordó la primera vez que puso un pie en la
gran sala y se asustó con el suelo giratorio. Volví mi atención a
Marcus. —Déjame adivinar, ¿Ryan?
—Creo que es seguro decir que es una suposición acertada.
Pero desde que obtuve la información, no puedo ser positivo.
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—¡BAILEY!
El sonido del nombre de mi hermano en los labios de
Xander fue suficiente para poner mi cerebro en marcha. Xander
se alejó de mí y empezó a abrirse paso entre la multitud.
Después de su pequeña charla de esta noche, pensé que lo
mejor era poner algo de distancia entre los dos antes de una
segunda vuelta. Pero en algún momento después de mi tercer o
quizás cuarto trago, mi ojo atento se había convertido en uno de
apreciación, y en vez de asegurarme de mantener mis manos
quietas, había cedido a la tentación que era Xander.
¡Maldición! La gente se hizo a un lado mientras el
cumpleañero se abría paso entre los grupos de personas. Fue
entonces cuando vi a Boudreaux salir de la habitación que Xander
estaba ahora a medio camino, y se dirigió en esa dirección.
Entré en el pasillo y vi a los tres dirigiéndose hacia el
ascensor, y supe sin duda lo que Bailey debió haber visto. Sólo
había una razón por la que había decidido huir como lo hacía
ahora, y era si había visto más de lo que estaba dispuesto a ver.
Mientras me acercaba a Xander, no se me escapaba que la
gente había dejado de hacer lo que estaban haciendo y estaban
viendo lo que se estaba desarrollando, y sabía que, si no llegaba
a Xander en los próximos dos segundos, les esperaba un gran
espectáculo.
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—Oh, Dios mío. —Le pasé los pulgares por las mejillas y
parpadeé, asegurándome de no imaginarme este momento y la
forma en que me miraba como si acabara de colgar la luna—. ¿Lo
dices en serio? ¿Quieres mudarte conmigo?
Xander me agarró las muñecas y las bajó para poder meter
mis manos en las suyas. —De verdad que sí.
—Guau. —Miré alrededor de la enorme terraza a las
enormes ventanas que flanqueaban todo el lado del ultra caro
ático de Xander, y luego se volvió hacia él—. ¿Estás borracho?
Xander soltó una fuerte carcajada, y parecía tan libre y
lleno de felicidad que no pude evitar unirme—. No, no estoy
borracho.
—Quiero decir, acabas de decir que quieres mudarte
conmigo. Eso significa dejar todo esto atrás.
Xander miró alrededor de mi hombro, y luego volvió a mí.
—Ya lo sé.
—Eh, tal vez deberías consultarlo con la almohada por la
noche.
—¿Ya estás cambiando de opinión?
—Diablos, no, pero no soy estúpido, Xander. Estás
acostumbrado a mucho más de lo que mi casa tiene para ofrecer.
—¿Parezco preocupada por eso?
Sorprendentemente, no. Parecía increíblemente tranquilo al
respecto. —No, no lo pareces.
—¿Entonces por qué lo estás tú?
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—No lo haré.
Entrecerré los ojos y abrí la puerta de mi oficina. —¿Ryan?
—¿Sí, jefe?
—¿Puedes vigilar a este chico? Conseguirle lo que quiera,
asegurarte de que esté cómodo.
Ryan se acercó a la puerta y sonrió. —¿Bailey? Oh Dios
mío, hola. Ha pasado demasiado tiempo.
—Realmente lo ha sido —dijo Bailey.
—Bien, ¿qué tal si te llevo al estudio y puedes ver a Xander
hacer lo suyo?
—Me gustaría eso. —Bailey pasó a mi lado, a punto de
seguir a Ryan y ponerse cómodo, pero luego se detuvo y me
cogió la mano—. Que tengas un buen programa.
—Lo tendré. —Mientras se dirigía a la sala de redacción,
saqué rápidamente mi teléfono del bolsillo y le envié el correo
electrónico a Marcus. Luego saqué el número de Sean y le di a
llamar.
—¿Te encontró?
La sonrisa en mi cara era tan grande que me sorprendió
que Sean no pudiera verla desde donde estaba. —Lo hizo.
—¿Y?
—Y vamos a ir a cenar después del trabajo y a hablar.
—Bien. Eso es muy bueno, Xander.
—Ya lo sé. —Apenas pude contener mi felicidad—. Tengo
muchas preguntas, pero ahora mismo sólo quiero darte las
gracias.
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—Lo sé. —Bailey negó con la cabeza—. Te dije que era una
estupidez.
—No es estúpido.
—Lo es. No hemos sido pareja durante años, pero cuando
te vi con Sean, algo dentro de mí se asustó. Tal vez porque sabía
que era real. Que te habías enamorado de verdad.
Conocía el sentimiento. Cuando me di cuenta de que me
interesaba Sean, sentí exactamente lo mismo.
—Era como una extraña mezcla de celos, traición y
vergüenza. —Bailey se frotó las manos sobre su cara y se encogió
de hombros—. No dejaba de pensar, ¿por qué Sean? De todos los
chicos de ahí fuera, ¿por qué lo escogiste a él? Y cuando me di
cuenta de lo serias que eran las cosas entre ustedes dos, empecé
a pensar, ¿qué tiene él que yo no tenga?
—Bay...
—Sé que es...
—Una reacción bastante normal, creo.
Bailey miró hacia la mesa otra vez. —Eso es lo que dijo
Henri.
—¿Le has contado todo esto?
—Sí. Eso es lo que hizo que esto fuera aún peor. Sentí que
lo estaba traicionando al sentirme así.
—Henri es más inteligente que eso.
Bailey levantó la cabeza, y sus ojos azules estaban un poco
vidriosos mientras ofrecía una tímida sonrisa. —Realmente lo es.
—Lo sé. Está enamorado de ti. Eso lo convierte en un
genio.
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—¿NERVIOSO?
Miré a Xander sentado en el asiento del pasajero de mi
camioneta y sentí que mi estómago se hacía un nudo. Era sábado
por la tarde, y acabábamos de llegar a la casa de Bailey para la
reunión habitual. Sin embargo, era la primera vez que veníamos
en semanas, y aunque habíamos arreglado las cosas con Bailey,
mi estómago seguía dándome problemas.
—¿Pensarás menos de mí si digo que sí?
Xander se rio, se inclinó sobre el tablero y me besó la
mejilla. —No. Creo que es... lindo.
—¿Lindo?
—Mmmm. —Me besó a lo largo de mi mandíbula y hasta mi
oreja—. En una forma de traer a tu novio a casa para conocer al
resto de la familia.
—Odio tener que decírtelo, pero ya conoces a mi familia.
—Cierto, pero nunca nos han visto como una pareja antes.
Y nunca te han visto conmigo.
Miré sus brillantes ojos azules y sonreí. —¿Y cómo soy yo
contigo?
Xander deslizó su mano un poco más alto. —Eres amable,
dulce y extremadamente sexy.
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sido. Los quiero mucho a los dos. Sólo quiero que seáis felices, y
obviamente os hacéis felices el uno al otro.
—Lo hacemos. —Xander se inclinó hacia mi lado, apretando
mis dedos.
—Entonces, ¿qué más podría querer?
Estaba a punto de responder cuando llamaron a la puerta.
Kieran entró, su sonrisa tonta nos saludó a todos.
Mierda. En algún momento de la semana pasada me había
olvidado de Kieran y de decirle lo que estaba pasando. Sin
embargo, eso no fue tan sorprendente. Trabajaba en turnos locos
en la estación, así que básicamente lo atrapamos el sábado para
la cena, y como Bailey había cancelado los últimos, no tuve la
oportunidad de ponerlo al día en, bueno... todo.
Cerró la puerta tras él, se volvió para mirarnos a los tres,
sonrió, me dio un golpe en el pecho con una revista y sostuvo un
bolígrafo. —¿Crees que podrías autografiar esto para mí?
Miré fijamente la copia de ¡Entertainment Now! y luego
dirigí una mirada fulminante hacia él.
—Oh, tienes razón —dijo, y se lo arrebató antes de
entregárselo a Xander—. Debería conseguir que el famoso lo
haga. Vale más de esa manera.
—Cállate —dije, y le quité la revista al imbécil antes de que
Xander decidiera aplacarlo firmando la cosa.
—¿Qué? Ahora eres famoso, y gay, aparentemente. Pero lo
último no va a hacer mucho por mí, así que... —Kieran sonrió, y
yo le golpeé en el brazo con la revista—. Auch. —Frotó su
abultado bíceps y luego miró a Xander—. ¿Seguro que quieres a
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este tipo? ¿En serio? Quiero decir, soy el más guapo de los
hermanos Bailey. Seamos realistas.
Xander sonrió. —También eres el más heterosexual.
Kieran pareció reflexionar sobre eso y luego se rio. — Eh,
buen punto. Pero si alguna vez cambio de opinión...
—Tú te mantendrás alejado de él.
Los ojos de Bailey y Kieran se abrieron de par en par como
platos, y me di cuenta de lo posesivo que sonaba.
—Y en esa nota... —todos miramos por encima del hombro
de Bailey para ver a Boudreaux en el pasillo— yo digo que
llevemos esta pequeña reunión a la terraza, antes de que Dick
decida desenvainar su espada y nos muestre a todos lo grande
que es.
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SEAN
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SEAN
Por donde miraras, había algo nuevo que ver, pero cuando
Xander se detuvo frente a las ventanas del lado opuesto de la
habitación, no fue la vista lo que me encontré mirando sino a él.
—Oh, Sean, tienes que venir a ver esta vista.
Metí las manos en los bolsillos y crucé la habitación.
Directamente adelante había todo tipo de árbol que puedas
imaginar. Roble, fresno, arce, todos ellos completamente
crecidos, todos ellos bordeando nuestro propio oasis privado, si lo
elegiamos. Pero eso no era todo, si mirabas a través del espeso
follaje, podías ver el lago que se extendía más allá de eso, tan
lejos como el ojo podía ver.
—Precioso, ¿verdad? —Xander me miró y mientras yo
miraba su hermosa cara, me olvidé de los árboles, los lagos y las
casas, y en su lugar quedé atrapado en sus brillantes ojos.
—Así es.
—Vamos a ver el resto. —Xander me besó en los labios y
luego me tomó de la mano, llevándome a la habitación de al lado
—. Bien, esta es una cocina de ensueño. Mira el horno.
Miré la cocina y la parrilla de gas y sonreí mientras él
caminaba mirando y tocando todos los aparatos, el mármol
blanco y acero inoxidable. Mientras trazaba con la punta de los
dedos la isla de la cocina y alrededor del otro lado, me apoyé en
el marco de la puerta y lo vi irse.
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7 Tradicionalmente, la despensa de un mayordomo era el cuarto estrecho adyacente a la cocina principal que
se usaba para almacenar piezas para servir, porcelana delicada, cristal y, sobre todo, plata, que a menudo se
guardaba bajo llave. Actualmente hace las funciones de despensa.
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Epilogo
Xander
Fin
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