Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Headlines - Prime Time - Ella Frank

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 251

1

Créditos
Coordinador del proyecto
Grupo TH
Traductora
NanRebelle
Correctora
Isolde
Portada y edición
Roskyy

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos


disfrutar de tan preciosas historias!
3

Serie Prime Time

Asunto interno#1
Noticias de última hora#2
Titulares#3
4

Sinopsis

La autora del bestseller USA TODAY, Ella Frank, concluye la


historia de Sean Bailey y Alexander ‘Xander’ Thorne y Titulares.

XANDER

Si tuviera que describir a Sean Bailey, sería como el hombre


sexy, cariñoso y maravilloso del que me he enamorado. Nunca
podría haber imaginado un mundo donde él fuera mi todo. Pero
con cada día que pasa, la conexión entre nosotros se hace más
fuerte, y la idea de un mundo sin él es algo que no puedo
imaginar.
Pero el amor de Sean no llega sin complicaciones. Como hermano
mayor de mi mejor amigo de toda la vida, este nuevo amor ha
hecho que las relaciones se rompan y que la comunicación se vea
afectada, y la única pregunta que queda es: ¿estoy dispuesto a
renunciar al amor y a la amistad de uno por la oportunidad de
amar y para siempre con otro?
SEAN
No quise enamorarme de Alexander Thorne, el ex de mi hermano
y el presentador de noticias número uno del país. Quiero decir,
nadie podría haber visto eso venir, menos yo. Pero eso es
exactamente lo que ha pasado en estos últimos meses: Me
enamoré.
5

Eso sería bastante complicado, supongo, pero ¿Xander? Bueno, él


también se enamoró de mí, y aunque ha causado un gran
trastorno en la dinámica de aquí, tengo que creer que un amor
tan real sólo puede llevar a un lugar increíble.
Esto entre nosotros empezó como un trabajo, un amigo ayudando
a un amigo. Pero después de hacer el papel de novio de Xander,
me encuentro queriendo el trabajo a tiempo completo, porque
ninguno de los dos está jugando ahora.
6

Dedicatoria

Te necesito en mi vida, Sean. Aquí mismo, a mi lado. Porque sin


ti, ya nada tiene sentido.

~ Xander
7

1
_______
SEAN

—HACE MUCHO CALOR aquí esta noche.


Miré a Nichols, que estaba sentado en el asiento del
pasajero de mi coche tirando del cuello de su chaleco antibalas.
Había estado quejándose y gimiendo desde el segundo en que
nos detuvimos detrás de un Cadillac destartalado para
prepararnos para el arresto de esta noche.
¿Yo? Estaba lidiando con el calor. Sí, me sentía incómodo,
pero era mi primer caso desde que me autorizaron a trabajar, y
ni siquiera la perspectiva de una vigilancia de cuatro o cinco
horas había sido suficiente para calmar mi humor.
Volví al trabajo y me sentí bien. Lo que se sentiría aún
mejor sería clavar finalmente a la escoria que estábamos
esperando sentados aquí pacientemente...
—Lo juro, hay sudor acumulado en la raja de mi culo.
O no tan pacientemente esperando. —Más vale que no
haya ninguno de tus fluidos corporales en mi asiento del coche,
Nichols, o pagarás para que te lo limpien. Además, el sol se ha
puesto. Estoy seguro de que empezará a refrescarse pronto.
Realmente estaba siendo un día muy caluroso. Uno de los
más calurosos en lo que va de mes, y aunque las ventanas
estaban bajadas, sin brisa, era como sentarse en una caja
caliente.
—¿Refrescar? mi culo.
8

—Si te da lo mismo, ¿podemos dejar de hablar de tu culo?


Empieza a parecer demasiado íntimo, y no quiero que tu mujer
me persiga. Ella me asusta.
Nichols me sorprendió y me reí entre dientes antes de
volver mi atención a la calle más adelante. Oscuro, mugriento y
poco acogedor, no era exactamente el tipo de lugar en el que
querrías que un ser querido anduviera. Sin embargo, era el lugar
perfecto para llevar a cabo el tipo de transacción turbia que
queríamos impedir esta noche.
Durante la semana pasada habíamos estado siguiendo a
uno de los principales traficantes de drogas de Chicago y a su
hermano. Vincent y Johnny Martinelli llevaban veinte años
dirigiendo una de las principales redes criminales del South Side,
y entre los dos tenían un historial de tres metros de largo.
Desde posesión y prostitución hasta agresión doméstica y
robo, estos dos no eran remilgados a la hora de ensuciarse las
manos. Pero una cosa en la que Vincent siempre había puesto un
límite era en el asesinato. Subcontrataba a alguien para que se
encargara de sus trapos sucios, que era como había durado tanto
tiempo. Pero esta noche, eso iba a terminar.
Recibimos una pista de uno de los pandilleros locales que
buscaba hacer un trato sobre dónde el viejo Vincent iba a dar
dinero en efectivo a cambio de que uno de sus problemas
desapareciera.
Lo que me llevó de vuelta a mi sudorosa situación con
Nichols.
—Tan feliz como estoy de tenerte de vuelta —Nichols se
llevó una lata de refresco a los labios y tomó un sorbo...—
mantén las manos quietas.
9

Me burlé y estaba a punto de decirle que no era mi tipo


cuando Jenkins, uno de los otros detectives de esta noche, habló
por radio.
—Tengo a la vista a los sospechosos, pero el tráfico se
interpuso. Están viajando por Washburn en un Crown Vic con un
todoterreno a remolque.
Me enderecé en mi asiento, mi adrenalina comenzando a
zumbar ahora mientras esperaba que los coches salieran a la
vista. Sería un verdadero regalo de bienvenida para mí atrapar a
estos dos y finalmente sacarlos de las calles, y cuando la rejilla
del morro del Crown Vic giró hacia la Avenida 25, incliné mi
cabeza en su dirección.
—Ese es nuestro hombre —anuncie mientras el coche
continuaba su marcha hacia nosotros. Se arrastró por la calle, y
al acercarse al lugar de entrega, los faros se apagaron y se fundió
en un terreno vacío detrás de un bloque de apartamentos
embargado.
Nichols se movió en su asiento, yendo hacia la puerta. Pero
puse una mano en su hombro, deteniéndolo. —Espera.
Esperaremos a los refuerzos en esto. Estos dos no juegan.
Cogí los prismáticos con visión nocturna y eché un vistazo a
los vehículos ahora parados. El todoterreno bloqueó el Crown Vic
en su mayor parte, pero cuando un Lincoln negro entró en el
aparcamiento desde el otro lado, mis sentidos empezaron a
temblar.
Aquí vamos. Si nuestra información estaba bien, ese sería
Trevie, el pandillero que planeaban contratar para el golpe a Jay-
Jay, un corredor de apuestas convertido en soplón.
10

—¿Jenkins? Tenemos un Lincoln negro llegando al lado este


del parking, como se esperaba. Debería ser Trevie. ¿Cuál es tu
tiempo estimado de llegada?
—Cinco a siete. El maldito coche está averiado. Está
bloqueado el camino.
Mierda. Oh, bueno. Esperaba que estos dos tuvieran algo
que discutir antes de que se pusieran a trabajar.
Cuando el Lincoln se detuvo frente al Crown Vic, la puerta
del pasajero se abrió y Vincent salió. Maldije y bajé los
binoculares.
—Maldición. —El pequeño contratiempo de Jenkins nos
había puesto en un pequeño aprieto—. No podemos esperarlos,
Sean. Si esperamos, perderemos nuestra oportunidad.
No jodas. Sabía que Nichols tenía razón, pero la idea de
nosotros dos solos contra estos imbéciles no me gustaba. Para
nada.
Eché otro vistazo rápido a través de los prismáticos para
ver que Vincent tenía una bolsa negra, el dinero. Hijo de puta. Si
íbamos a hacer esto, tenía que ser ahora. Tiré los prismáticos en
el tablero y miré a mi compañero.
—¡Andando!
Abrí la puerta, salí y alcancé mi arma. Mientras Nichols
rodeaba el capó del coche, cruzamos la calle corriendo hacia el
frente del edificio, fuera de la vista.
La adrenalina estaba bombeando ahora, la posibilidad que
nos descubrieran era más alta con cada paso que dábamos, y
todavía no había ningún puto respaldo. Me pegué al edificio de
11

ladrillos junto a las escaleras rotas, y cuando Nichols llegó a mi


lado, le di un pequeño saludo.
Me devolvió el gesto, y me asomé a la esquina para ver
exactamente con qué estábamos tratando. Tal y como había visto
desde el coche, había tres hombres -Vincent, Johnny y Trevi-
todos ellos armados. Así que teníamos que entrar y tomar la
delantera antes de que cualquiera de ellos sacara sus armas.
Nichols y yo esperamos en un tenso silencio mientras los
tres iban y venían entre sí, y cuando Vincent finalmente entregó
la bolsa de dinero, yo di la señal. Al segundo siguiente, los dos
irrumpimos desde la esquina, sacando las armas y controlando a
los tres gilipollas que ahora miraban hacia nosotros.
—¡Policía de Chicago! ¡Suelte la bolsa y pongan las manos
donde podamos verlas!
Los ojos de Vincent atentos en nosotros dos mientras
seguíamos adelante. Nichols tenía su arma apuntando a Johnny y
Trevie, pero yo me centraba en el pez gordo de la familia, el viejo
Vinnie.
—¡Suelta la bolsa y levanta las manos! —gritó Nichols
cuando nadie se movió.
Mi corazón latía con fuerza al acercarnos, mi atención
nunca dejaba de lado al maldito que me miraba con una
concentración genial. Entonces, por el rabillo del ojo, vi
movimiento.
—Manos arriba, Johnny —dijo Nichols—. No me hagas
disparar... —Pero antes de terminar su frase, Johnny cogió su
arma y Nichols no tuvo elección. El disparo sonó en el silencio de
la noche, y Johnny cayó al suelo como un saco de patatas, su
arma aterrizando en la grava, su cuerpo inmóvil.
12

Trevie fue entonces por su arma, pero Nichols ya estaba en


eso. Un disparo en el muslo lo hizo gritar y caer al suelo mientras
Nichols corría y pateaba el arma fuera de alcance. Mantuve los
ojos fijos en el hombre que me desafió a parpadear, mientras una
sonrisa cruel aparecía en sus delgados labios.
Vincent apenas echó un vistazo a su hermano antes de
decidir que su mejor apuesta era salir de allí, y sin pensarlo dos
veces, se fue.
Nichols me dio el visto bueno desde donde le estaba
poniendo las esposas a Trevie, y esa fue mi señal. Me fui tras
Vincent por el callejón trasero entre los apartamentos, con el
arma en la mano y las piernas en movimiento.
Pude ver al imbécil más adelante y alcancé la radio
conectada a mi chaleco. —Escuadrón. Este es el 2457. El
sospechoso Vincent Martinelli está huyendo. Se dirige al oeste por
la calle treinta y dos por el callejón entre los apartamentos.
Oficial de civil persiguiéndolo a pie, —le dije con respiración
entrecortada—. Repito, el sospechoso está huyendo. En
persecución a pie.
Vincent agarró un cubo de basura y lo tiró al suelo,
causando que yo me medio tropezara, pero por suerte logré
llegar al otro lado sin perder demasiado impulso.
—¡Alto! ¡Policía de Chicago!
Los músculos de mis muslos quemaban mientras los
forzaba a trabajar más duro, rehusando dejar a Vincent fuera de
mi vista mientras giraba a la izquierda por el lado de una de las
casas abandonadas hacia la calle.
13

Siguiendo su ejemplo, giré a la izquierda y maldije cuando


lo vi trepando una valla. ¿De verdad? El primer maldito caso de
vuelta y estoy haciendo una mierda digna de las Olimpiadas.
—¡Ríndete, Martinelli! Ya sabes cómo va a acabar esto.
En lo alto de la valla, Vincent me miró y yo me detuve,
apuntando mi Glock hacia él. Pero antes de que pudiera tener un
tiro claro, balanceó su pierna sobre la valla y la brinco cayendo al
suelo. Rechinando los dientes, enfundé mi arma, me dirigí hacia
la cerca de alambre y la escalé como un maldito mono. Cuando
mis botas llegaron al otro lado, me moví de nuevo, con el arma
en la mano mientras corría por la calle.
—2457 cruzando la Treinta-Segundo a Hancock. La
persecución a pie sigue en marcha —dije, por si acaso no se
daban cuenta por mi respiración agitada.
Jesús, necesitaba empezar a hacer ejercicio de nuevo, o al
menos más de lo que ya estaba haciendo. Antes de mi pequeña
estadía en el hospital, esta persecución a pie habría sido pan
comido. Pero ahora, el deseo de Martinelli de alejarse de mí me
obligó a cavar muy hondo.
Cuando corrió por otro callejón, le seguí, y cuando se
detuvo y se giró para disparar dos veces, me lancé a un lado, con
el hombro chocando con un ladrillo macizo, y las balas apenas me
alcanzaron.
Me estabilicé y disparé de vuelta, y mi puntería fue
perfecta. Una bala alcanzó a Vincent en el muslo, y gritó,
soltando su arma y agarrándose a la pierna. Corrí hacia delante y
lo empujé contra la pared, alejándolo de su arma de fuego. Se
balanceó hacia afuera, golpeándome con su puño en la mejilla,
causando que puntos bailaran a través de mi visión, antes de que
pudiera poner todo mi peso para sostenerlo en su lugar.
14

—Te dije que te detuvieras, imbécil. —Enfundé mi arma y


dije muy cerca de su cara: —Cuando corres, me cabrea.
—Vete a la mierda.
Un siseo de aire salió de los labios de Martinelli cuando
-accidentalmente- choqué con su muslo herido. Luego lo agarré
por la muñeca y lo hice girar, forzando su frente a besar los
ladrillos.
—No, gracias. Pero estoy seguro de que encontrarás a
alguien dispuesto a ir a donde tú vayas.
Una vez que el cabrón estaba asegurado, busqué mi radio y
llamé. —Escuadrón, este es el 2457. Disparos de la policía,
envíen una ambulancia a Treinta-Segundo y Hancock. El
sospechoso está asegurado.
Bueno, quería algo emocionante para mi primer caso
-misión cumplida.
15

2
__________
XANDER

EL SONIDO DEL todoterreno de Sean en el camino me alertó de


su regreso, mientras añadía una ramita de perejil a la pasta que
había preparado para la cena. Me dirigí a la puerta y revisé la
mirilla, y cuando estuve seguro de que era él, levanté la cadena.
Esto se había convertido en un nuevo hábito nuestro
durante la semana pasada. Sean había vuelto al trabajo y yo era
el que estaba en casa esperando su regreso. Era extraño, pero de
alguna manera la cosa más normal en mi vida en estos días. El
lunes, sin embargo, todo eso estaba a punto de cambiar.
A petición de Marcus o Sean, me tomé el resto del mes
libre y fui a ver a un terapeuta que me ayudó a lidiar con todo lo
que había pasado en las últimas semanas. Pero ahora era el
momento de intentar recuperar un poco de mi antigua
normalidad, y eso significaba volver a mi vida cotidiana. El primer
paso, el trabajo.
—Hola, presentador, estoy en casa.
Levanté la vista de la copa de vino que acababa de servir, y
cuando vi a Sean entrando en la sala, se me abrió la boca. Su
cara parecía como si hubiera pasado por tres rondas en un ring
de boxeo. Magullado y golpeado en el lado izquierdo, su mejilla
tenía un corte y estaba empezando a colorearse.
—Jesús. —Rápidamente dejé la copa y salí de la cocina—.
¿Qué te ha pasado?
16

Sean se rio mientras se quitaba su chaqueta. —Atrapé al


malo, eso es lo que pasó.
Ante la amplia sonrisa que cruzó sus labios, fruncí el ceño y
busqué su cara. —¿Y en el proceso te topaste con su puño?
—Oh. —Sean le tocó la mejilla con los dedos y luego sonrió
—. Esto no es nada. Lo limpié. Deberías ver...
—¿Al otro tipo?
—Sí, pero está encerrado, así que... —Sean me alcanzó la
cintura y me acercó a él—. ¿Qué tal si te digo en vez de eso, lo
increíble que soy?
Puse mis manos en su pecho y miré hacia arriba a su rostro
hermosamente áspero, aunque ahora estaba ligeramente
golpeado. —¿Qué tal si te examino un poco la mejilla y luego me
dices lo increíble que eres?
—Trato hecho.
—Bien, siéntate. ¿Por qué no empiezas con esto? —Le di la
copa de vino—. Y yo iré a revisar tu botiquín de primeros auxilios.
—Mmm, podría acostumbrarme a esto. Vino, cena y
primeros auxilios que me dio el hombre votado... Espera, ¿qué
fue? El presentador más sexy del país.
Crucé mis brazos y lo miré fijamente. —¿Y de dónde
sacaste esa pequeña joya de información?
—Puede que haya investigado un poco sobre ti hoy durante
mi tiempo libre.
Mi boca se abrió, y luego me reí. —¿Investigación? Me
conoces desde hace más años de los que pueda recordar. Estoy
17

bastante seguro de que lo que hiciste fue buscar chismes sobre


mí.
Sean se inclinó hacia atrás y apoyó sus pies en la mesa de
café. —Está bien, me has pillado.
—Así que me buscaste en Google.
— Yo... sí, te busqué en Google.
—Aja.
Sean tomó un sorbo de su vino y sonrió.
—Entonces también debes haberte enterado de que me
votaron...
—Tres años seguidos. Yo lo hice. ¿Con cuántos hombres
estoy compitiendo ahí fuera, Xander?
Una sonrisa curvó mis labios mientras me inclinaba hacia
abajo hasta que estaba a centímetros de su cara. —No estás
compitiendo con nadie.
—¿No?
—Si lo hicieras, ¿crees que estaría aquí cada noche con la
cena en la mesa esperándote? —Los ojos de Sean cayeron sobre
mi boca—. Para que lo sepas, la respuesta a eso sería no.
Rocé los labios sobre la parte superior de los suyos y mordí
le inferior.
—Pensé que ibas a buscar el botiquín de primeros auxilios.
—Tienes razón. Deja de distraerme.
Sean se rio entre dientes y se llevó la copa a los labios, y
cuando sus ojos viajaron sobre mí, mi corazón comenzó a latir
con fuerza.
18

—Detente.
—No estoy haciendo nada. —Sin embargo, el brillo en sus
ojos decía lo contrario.
Negué con la cabeza y me dirigí al baño, donde agarré el
botiquín de primeros auxilios, y cuando regresé, encontré a Sean
con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el cojín detrás de él.
Le di un ligero golpecito en la pierna, y cuando abrió los
ojos, dejó caer los pies de la mesa al suelo para que yo pudiera
moverme entre ellos.
—¿Vas a decirme cómo conseguiste esto? —Coloqué el kit
en el brazo del sofá y saqué un poco de crema desinfectante y un
algodón—. Y antes de que te preocupes sobre que este soy yo
regañando, es...
Sean me jaló cerca de él. —¿Sí?
—Bueno, no lo es.
—¿Entonces qué es?
—Soy yo siendo...
Sus labios encontraron el lado de mi cuello y me besó hasta
la oreja. —Mmm.
Suspiré. —Preocupado.
Deslizó su mano debajo de mi camisa para tocar la cintura
de mis pantalones cortos, y luego sus labios se encontraron con
los míos en un beso feroz. Entré en su boca y probé el vino que
había estado bebiendo, y Dios, qué combinación tan adictiva era.
Mi erección palpitó mientras me rodeaba con su brazo
alrededor de la cintura. —Sube aquí, —me exigió, y me instó a
subir a su regazo.
19

Una vez allí, con una rodilla a cada lado de su cadera, el


sillón reclinable comenzó a balancearse, haciendo que mi erección
se frotara agradable y firmemente contra la suya.
Sean movió sus cejas. —Ese es un pequeño y agradable
efecto secundario.
—No tiene nada de pequeño eso.
Él sonrió y deslizó sus manos hacia mi trasero, tirando de
mí con fuerza. Luego inclinó su cabeza y hundió su lengua
profundamente en mi boca, y el gemido retumbando que salió de
él vibró contra mi pecho.
Jugué con los mechones más largos de su cabello, y cuando
empecé a retorcerme sobre él, Sean liberó sus labios.
—Jesús, te sientes jodidamente increíble.
Mi pecho se estremeció cuando lo miré, y cuando mis ojos
se fijaron en el tinte púrpura que empezaba a colorear su ojo,
fruncí el ceño. Aquí estaba todo negro y azul, y yo lo estaba
escalando como si fuera una liana de la selva. Vamos, Xander,
muestra algo de moderación.
Sabiendo que me costaría cada gramo de control para
detener esto, tomé su copa de vino y me bebí el resto del
contenido de un trago.
Cuando terminé, Sean se rio. —¿Sediento?
—No es la palabra correcta. —Alcancé la crema y el algodón
de nuevo—. Oye, deja eso —dije cuando Sean me apretó el culo
—. Pon sus manos bajo tus piernas.
—¿Qué tal si las pongo bajo tus piernas?
20

Entrecerré los ojos. —¿Qué tal si tomo tus esposas y las


uso contigo?
Se le escapó una risa baja mientras deslizaba lentamente
las manos por los lados del sillón y debajo de sus piernas. —Así.
¿Satisfecho?
—Mantente tan lejos como sea humanamente posible. Pero
quiero asegurarme de que este corte se limpie correctamente.
Sean inclinó la cabeza, pero no dijo nada más mientras
empezaba a trabajar. Me aseguré de que el corte en su mejilla
había sido perfectamente limpiado, y cuando estuve satisfecho de
que Sean había hecho un buen trabajo, fui a rociar un poco de
crema en la herida.
Era desagradable, eso era seguro, y cuando mencioné que
podría necesitar puntos de sutura, lo rechazó.
—No te ofendas, pero lo último que quiero es ir al hospital y
que un médico me clave una aguja.
—Sí, pero si necesitas...
—No lo necesito. Se curará.
—Tendrás una cicatriz.
—Lo que me hará aún más sexy, ¿verdad?
Coloqué dos vendas de clip de mariposa en el corte. —
Como si necesitaras eso.
—Ooh, ¿estás diciendo que me encuentras irresistible?
Cerré el botiquín y pasé mis dedos por su mandíbula. —
Digo que, si alguna vez votan por el detective más sexy de la
policía de Chicago, serías el favorito.
21

Sean me besó la punta de los dedos y se recostó en el


sillón reclinable de nuevo, tirándome en sus brazos.
—Me alegra que pienses así. En cuanto a cómo sucedió
esto... El sospechoso me pegó un puñetazo en la cara cuando
finalmente lo alcancé esta noche.
Levanté la cabeza y estudié su cara sonriente. —¿Algo por
lo que parezcas... feliz?
—Bueno, no feliz, no, pero esto comenzó hace un par de
años, con la cantidad de veces que este tipo ha salido libre. Esta
noche hemos sacado a una verdadera escoria de las calles, y eso
siempre es una buena sensación. Perseguirlo, sin embargo, no
fue una buena jodida sensación. Estoy fuera de forma. Tengo
suerte de que esto haya sido lo peor que me ha pasado.
—Está bien, no estaba preocupado antes, pero estoy
empezando a estarlo ahora.
Sean se rio y me llevó de nuevo a sus brazos. —No, no hay
necesidad de preocuparse. Me hizo darme cuenta de que necesito
mejorar mi rutina de ejercicios ahora que he vuelto, y se me ha
ocurrido una idea fantástica.
—¿La tienes?
—Sí. ¿Quieres oírla?
—No lo sé, ¿verdad?
—Mmmm. —Sean me acarició con los dedos la espalda—.
Vas a venir a correr conmigo por las mañanas, y mi trabajo será
perseguirte.
Una risa se me escapó cuando incliné mi cara hacia la suya.
Pero los ojos de Sean estaban fijos en mí, oscuros e intensos.
22

—Hablas en serio.
—Sí, lo hago. Sé que te gusta correr, usas mi cinta de correr
todos los días y, bueno, necesito un compañero. —Sean hizo una
pausa, su expresión se volvió seria—. Las cosas podrían haberse
puesto feas ahí fuera, y yo...
—Está bien, me apunto. Cualquier cosa para asegurarme de
que no te lastimas en el trabajo —y la sonrisa que se le dibujó en
los labios me dijo que lo sabía. Sucio tramposo—. ¿De verdad
necesitas perseguirme?
—Quiero decir, no. Pero será mucho más divertido de esa
manera, ¿no crees? —Puse los ojos en blanco cuando él tomó una
de mis manos y entrelazó los dedos—. Ya basta de hablar de mi
día, sin embargo. ¿Cómo estuvo el tuyo?
—Oh, ya sabes. Lo mismo de siempre. Organicé tu cajón de
calcetines, fui al supermercado, te preparé la cena, y luego conté
las horas hasta que volvieras a mí.
—Me reiría de lo patético que suena si no fuera la verdad.
Suspiré. —Lo sé. Era genial cuando estabas aquí, pero
ahora...
—Ahora te mueres por volver al trabajo.
—Sí. No soy muy hogareño.
Los labios de Sean se arquearon. —No sé nada de eso.
Creo que tu cuerpo esta excelente en mi casa.
Le empujé el pecho y me bajé de su regazo. —Ya sabes lo
que quiero decir.
23

Nos acercamos a la mesa, y puse su plato delante de él y


rellené su vaso, luego tomé el asiento frente a él. Espolvoreé un
poco de queso parmesano en mi pasta y luego se lo ofrecí.
—Gracias por la cena.
—Cuando quieras.
Tomando su tenedor, Sean se quedó atascado en su
comida, y como tres mordiscos después, se detuvo y miró hacia
mí. —Olvidé preguntar. ¿Conseguiste contactar con Bailey?
Mi mano se detuvo a medio camino de mi boca y negué con
la cabeza. Esto se había convertido en otro nuevo hábito nuestro
-intentar contactar con Bailey. Ya sea por texto o por teléfono,
nos ha estado evitando durante dos semanas seguidas. Incluso
hizo que Henri cancelara la cena del fin de semana pasado, y no
me hacía ilusiones de que mañana por la noche corriera la misma
suerte. A este ritmo, no estaba seguro de que alguna vez fuera a
volver.
Sean dejó el tenedor y suspiró. —Esto se está volviendo
ridículo. Sabía que se enfadaría, pero realmente, ¿nos ignoró por
completo? Voy a ir a verlo mañana.
—No lo sé, Sean. Tal vez sólo necesita tiempo.
—¿Cuánto maldito tiempo?
Abrí la boca para ofrecer una sugerencia, pero no había
nada que no dijera que Sean no hubiera escuchado ya. —Tal vez
sólo está tratando de procesar todo.
—¿Sí? Bueno, ya me cansé de esperar. Me está poniendo
nervioso como una mierda. ¿Y qué hay de Kieran? Dios sabe lo
que le ha dicho, o si lo ha hecho...
24

No dije nada de eso, porque por una vez en mi vida no


tenía ni idea de lo que Bailey haría o no en estas circunstancias.
Sabía que iba a salir herido, incluso enfadado, pero no tenía ni
idea de que me dejaría de golpe y parecería feliz de dejarlo así...
para siempre.
—No estoy pensando en nada —dijo Sean, todavía
hablando del más joven de sus hermanos—. Ya sabes, ya que no
ha aparecido para darme el santo infierno todavía. Pero vamos,
Xander. Bailey casi nos ha bloqueado de su vida, y eso ya no va a
funcionar. Iremos mañana.
Fruncí la nariz con eso. —Creo que tal vez deberías ir tú a
hablar con él. Si los dos aparecemos, puede que se sienta
atrapado. Además, soy la última persona a la que quiere ver. Tú
eres familia...
—Tú también.
—No técnicamente.
—Voy a arreglar esto.
Intenté sonreír, pero sabía que Sean podía ver a través de
ello. —Sólo necesitas tener un poco de fe.
—La tengo. Sólo que... no sé si podremos superar esto
alguna vez.
—Tú puedes. Sé que puedes.
Alcancé mi copa y tomé un sorbo del vino. El agujero en mi
corazón que Bailey había dejado atrás me dolía como siempre
cuando recordaba la traición en sus ojos azules.
—¡Eh! —dijo Sean—. Voy a ir a verlo y lo solucionaremos.
Asentí. —Bueno.
25

—Bueno. —Me guiñó un ojo y luego volvió a su pasta, pero


el resto de la comida la comimos en silencio, nuestras mentes
estaban centradas claramente en lo que sucedería o no mañana.
26

3
_______
SEAN

EL ESTRUENDO del trueno no presagiaba nada bueno para el día


siguiente cuando detuve mi coche en un semáforo en rojo.
Acababan de dar las diez de la mañana del sábado, y por cortesía
del caluroso día anterior, una fuerte tormenta había llegado para
saludar al fin de semana.
Era algo apropiado, realmente, considerando donde estaba
y lo que iba a hacer. Pero ya no había vuelta atrás. Había
tomado mi decisión y la llevaría a cabo, sin importar lo retorcidas
que estuvieran mis tripas por eso.
Al igual que anoche, Xander había declinado mi invitación
para unirse a mí en la búsqueda de Bailey esta mañana, y
aunque entendía su razonamiento, en algún lugar del fondo de mi
mente había una persistente sensación de duda. Una que hacía
lo posible por aplastar cada vez que se me acercaba.
No era estúpido. Sabía que la historia entre ellos dos era
fuerte y yo era el extraño aquí. Pero también sabía cómo era
Xander conmigo. Sabía la forma en que se derretía a mi toque, la
forma en que sonreía cuando entraba por la puerta principal, y
sabía que nada más que el verdadero compromiso lo habría
hecho arriesgar su relación con Bailey.
Xander estaba sufriendo por esto, igual que yo. El agujero
que Bailey había dejado era un hueco que ninguno de los dos
podía arreglar para el otro. Por eso estaba aquí, doblando en la
27

calle de Bailey y arrastrándome a la casa de mi infancia como un


perro con la cola entre las patas.
Mi primer instinto, después de que todo se había
derrumbado entre nosotros tres, fue perseguir a Bailey y decirle
que parara de actuar como un maldito niño. Después de todo, si
tenía que aceptar a Boudreaux en mi vida, lo menos que podía
hacer era tratar de entender que Xander estaba en la mía.
Pero después de hablarlo con Xander, me di cuenta de que
había mucho más que ira montando a Bailey. Había un profundo
sentimiento de traición por parte de su hermano y su mejor
amigo. Sí, seguro que había hecho un lío de esto, ¿no?
Paré el todoterreno en la acera, pensando que un ataque
sorpresa podría ser el camino a seguir. Pero cinco minutos
después de sacar las llaves, me encontré todavía sentado detrás
del volante.
Joder, me sentí como si me fuera a enfermar.
De adolescente había sido el ejemplo de lo que no debía ser
para Bailey y Kieran. Me habían dicho una y otra vez que no iba a
llegar a nada. Que Bailey era el buen hijo, Kieran el valiente, ¿y
yo? Yo sólo era la mala semilla.
Pero eso era una mierda. Ahora lo sabía. Había estado
lidiando con un borracho que se enojó con la única persona que
sabía su secreto, la persona que le recordaba más a sí mismo.
Estuve a punto de demostrarle que tenía razón a principios de
año, hasta que Bailey me sacó de mi depresión, y esa fue la otra
razón por la que estaba aquí esta noche. Se lo debía a Bailey. Él
era realmente el bueno, y haría todo lo que pudiera para mejorar
esto.
28

Después de una última charla de ánimo, abrí la puerta del


auto y me dirigí al camino. Cuando pasé por el garaje, noté que
uno de los lados estaba abierto y vi los vehículos de Bailey y
Boudreaux, bien, estaban en casa. Entonces llegué al porche y fui
a tocar a la puerta.
Un fuerte trueno retumbó en el cielo, haciéndome saltar
unos tres metros, y cuando finalmente logré sacar mi corazón de
mi garganta, golpeé la puerta principal. Esperé en el porche
quieto y en silencio, y el único sonido que pude oír fue el lup-dup,
lup-dup, lup-dup de mi corazón.
Cuando pasaron un par de minutos y nadie respondió,
levanté la mano para llamar de nuevo, y fue entonces cuando la
puerta se abrió y Boudreaux la llenó con sus característicos jeans
negros y una camiseta negra ajustada. Tuve la fugaz idea de
preguntarle si tenía ropa de otro color.
—Dick —dijo, cruzando sus musculosos brazos sobre su
pecho—. Bonito ojo morado tienes ahí. Veo que estás haciendo
amigos dondequiera que vayas.
—Sí, sí. También me alegro de verte.
—Mmmm. Me preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de
que decidieras aparecer aquí en persona.
Busqué en sus facciones la expresión de engreído come-
mierda que esperaba. Pero en lugar de eso encontré una llena
de... curiosidad. No tenía ni idea de qué o cuánto le había dicho
Bailey, así que decidí sumergir mi dedo del pie para probar las
aguas en lugar de lanzarme a lo más profundo.
—Bueno, necesito hablar con Bailey y parece que no puedo
comunicarme con él por teléfono, así que pensé en pasar por aquí
y ver si estaba en casa.
29

Boudreaux entrecerró los ojos. —¿No pudiste hablar con él


por teléfono?
—Bien, eh... —metí las manos en los bolsillos para no
moverme. Joder, moverme nerviosamente. Como una especie de
criminal. Mierda, ¿no se han cambiado las tornas?—. Mira, ¿está
en casa? ¿Puedo entrar?
Fui a pasar junto a él, pero Boudreaux salió y cerró la
puerta.
—¿Tienes algún problema? —pregunté.
—No. Pero creo que tú sí.
Abrí la boca a punto de decirle que se apartara de mi
camino cuando otro trueno vibró en el cielo.
—Mira, el cielo está a punto de desatar el santo infierno.
¿Puedes dejarme entrar?
—Lo siento, no puedo hacer eso.
—No puedes hacer… ¿Qué diablos significa eso?
Boudreaux se encogió de hombros. —Exactamente lo que
dije.
—Escúchame. Quiero ver a Bailey. —Di un paso adelante, y
Boudreaux se interpuso en mi camino otra vez, me dije a mí
mismo que debía estar tranquilo—. Sal de mi camino, Boudreaux.
—Sí, eso no va a pasar.
Podía sentir que mi frustración comenzaba a aumentar
mientras miraba la terca pared de hombre frente a mí. Si
Boudreaux no tenía cuidado, le iba a dejar un ojo morado como el
mío. —¿Y por qué no?
—Bailey no está en casa.
30

La mentira era descarada, y él lo sabía. —Su coche está en


el garaje.
Boudreaux miró por encima de mi hombro, y luego me
miró. —Se llevó mi coche.
—¿Me estás tomando el pelo con esta mierda? Tu coche
está ahí también. Sólo déjame entrar. Necesito hablar con él.
—Estoy de acuerdo. Necesitas hablar con él. El problema es
que él no quiere hablar contigo. —Boudreaux frunció el ceño—.
Tengo una curiosidad, ¿alguna vez se lo iban a decir ustedes
dos?
No hizo falta ser un genio para entender a los dos de los
que hablaba. Pero yo todavía estaba tratando de envolver mi
cerebro alrededor de Bailey enviando a su musculoso para evitar
que yo entrara en la maldita casa.
—Tienes que admitir, que engancharte a un tipo es una
mierda de mente por sí sola. ¿Pero Xander? —Boudreaux soltó un
largo silbido—. Eso fue un desastre esperando a suceder. Quiero
decir, lo entiendo. Es un buen pedazo de culo, pero…
—Cierra la puta boca —gruñí, y los labios de Boudreaux se
curvaron en la sonrisa engreída que esperaba ver cuando llegué.
—¿O qué?
—Mi puño te la cerrará.
—Relájate, Dick. Sólo quería asegurarme de que había
verdaderos sentimientos contigo y con el más preciado
presentador de noticias de ENN. Ya sabes, antes de que tomaras
este camino.
31

Mi mandíbula se movió mientras hacía lo mejor para moler


mis muelas hasta convertirlas en polvo. —¿Y qué se supone que
significa eso?
—Que este camino no va a ser fácil. Bailey no quiere ver ni
a ti ni a Xander en este momento. Está herido, avergonzado, y
siente que ha perdido a dos de las personas más cercanas a él.
—Joder —con una mano froté la parte posterior de mi
cuello—. No queríamos hacerle daño. No es como si hubiera
aceptado este trabajo esperando...
Me mordí las palabras, no voy a derramar mi corazón en el
maldito Boudreaux. Pero en realidad, lo último que esperaba
cuando tomé el trabajo de guardaespaldas de Xander era
enamorarme de él.
—¿Qué esperabas?
—Nada. —Hice lo que pude para fulminar a Boudreaux con
la mirada hasta la muerte. Pero, como siempre, nada parecía
sacar a este tipo de mi vida—. Bueno, no puede ignorarnos para
siempre.
—¿No puede? Parece que está haciendo un buen trabajo.
—No estás ayudando, Boudreaux.
—¿Es eso lo que se supone que debo hacer?
Supongo que me merezco eso. No fue como si hubiera
estado con los brazos abiertos para él cuando descubrí que Bailey
estaba saliendo con mi informante. Di un paso atrás, sintiéndome
más derrotado de lo que me había sentido en mucho tiempo. Esto
era una maldita pesadilla. —Sólo olvídalo.
Giré sobre mis talones para regresar a mi auto antes de
que empezara a llover y mi mañana aún fuera peor, pero
32

Boudreaux gritó mi nombre. Miré por encima del hombro para


verle mirándome de cerca.
—Te llamaré, ¿de acuerdo? Tal vez pueda hablar con él o
algo así. No lo sé.
Bueno, eso era mejor que nada.
Asentí y, sin decir una palabra más, volví a mi coche,
preguntándome cuándo Boudreaux se había convertido en la
única persona en el mundo que parecía capaz de ayudarme. Pero,
de nuevo, la vida se estaba volviendo muy buena para lidiar con
lo inesperado, ¿no es así?
33

4
__________
XANDER

LA LLUVIA HABÍA estado cayendo durante unos treinta minutos


mientras me sentaba en el sillón mirando a la pequeña ventana
con un libro en la mano. Había intentado distraerme de la mejor
manera posible desde que Sean se había ido, pero fue inútil. Por
mucho que intentara concentrarme en las palabras que tenía
delante de mí, mi mente no dejaba de pensar en lo que Bailey
había dicho la última vez que lo había visto.
Habían sido palabras amargas e hirientes, palabras
desconsoladas y humillantes, y no importaba cuántas veces me
dijera que Bailey superaría esto y nos perdonaría, no estaba cien
por cien seguro de que estaba siendo honesto conmigo mismo.
Volví a mirar mi libro y suspiré. No estaba llegando a
ninguna parte con esto. Así que busqué el control remoto, a
punto de encontrar algo en lo que concentrarme, pero entonces
mi teléfono comenzó a sonar.
Rápidamente lo agarré, pensando que sería Sean, miré la
pantalla iluminada para ver el número de mi madre parpadeando.
Eh, eso era inusual. Ella generalmente me llamaba los lunes por
la mañana para ponernos al día semanalmente.
Pensando inmediatamente lo peor, le di a aceptar y me
llevó el teléfono al oído. —Hola, mamá. ¿A qué debo esta llamada
inesperada?
—Hola, Alexander. ¿Y a qué te refieres? No necesito una
razón para llamar.
34

Eso era cierto. Pero ella siempre tenía una razón. Mis
padres vivían según su horario. Si te tenían anotado para las
llamadas de los lunes por la mañana, no se desviaban de eso a
menos que hubiera una muy buena razón.
Había sido así toda mi vida. Programado, puntual y a
tiempo. Era una señal de buenos modales. Al menos, eso fue lo
que me educaron para creer.
—Por supuesto que no necesitas una razón. Sólo que no lo
esperaba. ¿Está todo bien?
—Sí, sí. Todo está bien. De hecho, tu padre y yo tuvimos
una idea maravillosa de que queríamos ir contigo, por eso te
llamo.
—Oh, ¿y eso por qué?
Lo juro, mis padres estaban más ocupados ahora que se
retiraron que cuando trabajaban. Pero después de dejar los fríos
y duros inviernos de Chicago por el clima cálido que ofrecía
Florida, pude ver por qué.
¿Quién no querría estar afuera disfrutando de la vida
cuando cada día se sentía como unas vacaciones?
—Bueno, queremos volar y visitarte por tu cumpleaños.
Pensamos que podríamos ir y quedarnos contigo y organizar una
fiesta. No te hemos visitado desde el horrible asunto del ataque,
y nos gustaría verte con nuestros propios ojos.
Deslicé lentamente mi libro sobre la mesa de café mientras
trataba de entender lo que ella estaba sugiriendo. Pero en lugar
de ser capaz de procesarlo y dar cualquier tipo de respuesta
lógica, las alarmas empezaron a sonar en mi cabeza.
35

Mis padres querían venir aquí, a Chicago. Donde casi me


había mudado de mi casa y me había instalado con Sean. El
hermano mayor y heterosexual de Bailey, que ahora era mi
novio.
La primera parte de ese escenario ya era bastante
problemática. Pero tratar de imaginarme explicando la última
parte era, bueno, inimaginable. Pensé que tendría más tiempo
antes de contarles a mis padres sobre Sean. Tiempo para incluir a
Bailey y luego enfrentarme a mi familia. Pero parecía que el
destino tenía una idea diferente para nosotros. Era ahora o
nunca.
—Ah, eso suena genial. No puedo pensar en nada que
disfrutaría más que una visita tuya y de papá, pero...
—No me digas que vas a salir de la ciudad o a una misión.
Dijiste que sólo ibas a volver al trabajo esta semana.
—No, no, no es nada de eso. Estaré aquí. Pero yo... —Me
tropecé con mis palabras por un segundo, algo totalmente
distinto en mí y mi madre inmediatamente se dio cuenta del
desliz.
—¿Alexander? ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?
Poniéndome de pie, me pasé una mano por el cabello. —Sí,
todo está bien. Pero necesito decirte algo.
¿Cuál es la mejor manera de explicar esto? Podría tomar el
camino más fácil y decirle que me estaba quedando con un
amigo, pero eso no me pareció bien. De alguna manera
disminuyó todo lo que Sean y yo habíamos pasado en las últimas
semanas, y menospreciaba lo que sentíamos el uno por el otro
ahora.
36

No, necesitaba ser sincero. Necesitaba explicarles cómo


eran las cosas antes de que aparecieran y lo descubrieran de
primera mano. Conocían a los hermanos Bailey, sin mencionar mi
historia con ellos. Así que esto iba a ser un gran shock, por decir
lo menos.
—Bien —dijo mi madre—. Bueno, sabes que puedes
contarme cualquier cosa.
—Lo sé. —Me detuve junto a la pequeña ventana y miré la
lluvia que corría por el cristal—. Me encantaría verlos a ti y a
papá la próxima semana, y son bienvenidos a quedarse en mi
casa, como siempre. Pero... —tragué, y luego simplemente
arranqué la tirita— no estaré allí. No estoy viviendo en el
apartamento en este momento.
Hubo una larga pausa mientras mi madre procesaba esa
información, y luego comenzaron las preguntas. —¿Qué quieres
decir con que no estás viviendo allí? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde te
has estado quedando? ¿Estás seguro de que estás bien?
Si alguien se preguntaba de dónde había sacado mi
naturaleza curiosa, no tenía que buscar más allá de mi madre.
—Estoy bien. Fue muy difícil estar allí después de todo lo
que pasó, y descubrir que ese lunático había estado en mi casa
me hizo sentir incómodo. —Era una de las cosas en las que
estaba trabajando con mi terapeuta.
—No sabía eso. ¿Por qué no nos lo dijiste?
—No quería preocuparos más de lo que ya lo había hecho.
—Alexander. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que es
nuestro trabajo como padres preocuparnos por ti?
37

—Estoy bien. Es sólo que no estoy listo para vivir allí de


nuevo.
—Eso es completamente comprensible.
—Eso es lo que me dice mi terapeuta.
—Bueno, ella suena muy sabia.
Me reí entre dientes. —Ella lo es. De todos modos, si
quieres quedarte allí con papá, eres muy bienvenida.
—Entonces, ¿dónde te has estado quedando? ¿Con Bailey?
—En realidad, —hice una pausa— me he estado quedando
en la casa de Sean.
—¿Sean? ¿El hermano mayor de Bailey?
—Sí —dije antes de perder los nervios, y luego seguí
adelante—. Nos hemos acercado después de esa noche. Yo...
estamos... saliendo.
Otra pausa mucho más larga se extendió entre nosotros, y
entonces ella dijo: —¿Sean Bailey?
Me pellizqué el puente de mi nariz, deseando poder ver la
expresión de su cara: —Sí.
—Yo... no me di cuenta de que era gay. Siempre tenía una
chica en su brazo, por lo que recuerdo.
Mierda. Sabía que esto sería algo sobre lo que la gente
especularía cuando descubriera que estábamos saliendo, y
probablemente debería haber tenido una respuesta preparada. —
Supongo que mi naturaleza encantadora le hizo cambiar de
bando.
—Alexander, por favor, no seas impertinente con esto.
38

—No lo soy. —De verdad lo era, pero no estaba de humor


para entrar en esto ahora mismo. Algo que claramente no estaba
entendiendo.
—Has pasado por un evento traumático, y entiendo que
Sean fue el que te ayudó. Pero tal vez ahora no es el momento
adecuado para entrar en una relación. Tal vez ustedes dos
deberían poner un poco de espacio entre...
—No quiero que haya espacio entre nosotros, mamá. Ese
es el punto. —El sonido del portazo me llamó la atención, y entré
en el pasillo para ver a un Sean mojado atravesando la puerta.
Me llamó la atención y me saludó con la mano, y yo señalé el
teléfono y dije: —un segundo.
Asintió, me besó la mejilla y luego se dirigió al baño.
—No quiero decirte cómo vivir tu vida —dijo mamá—. Pero,
¿estás seguro de esto? ¿Sobre Sean? Parece un poco...
—Estoy seguro, mamá.
—¿Y Bailey? ¿Qué piensa de todo esto?
Y esa fue mi señal para colgar el teléfono. —Mira, tengo
que irme. Si tú y papá todavía quieren venir a la ciudad la
semana que viene, avísenme y le diré a la recepción de mi
edificio que los esperen.
—Yo... Está bien. Hablaré con tu padre y te llamaré durante
la semana.
—Suena bien. Hablaremos entonces. Gracias por llamar.
—Te quiero.
—Yo también te quiero, mamá. Adiós.
39

Después de terminar la llamada, bajé a nuestro dormitorio


-el de Sean- y lo encontré en calzoncillos, poniéndose unos
vaqueros secos.
Me apoyé en el marco de la puerta y miré el espectáculo
antes de hacer notar mi presencia. —Bueno, esto no es un buen
presagio. ¿Te ha echado Bailey a la lluvia?
Sean me miró y sacó una camiseta de un cajón y se la
puso. —Ni siquiera vi a Bailey. Boudreaux no me dejó entrar.
—¿Qué? —Me enderecé y entré.
—Sí, resulta que Bailey no quiere hablar, ni verme, ni
siquiera dejarme entrar en la casa.
Maldita sea. Bailey se lo estaba tomando mucho peor de lo
que ninguno de nosotros esperaba. Sabíamos que habría un
retroceso, pero no a este nivel. Bailey siempre fue el simpático. El
amante, no el luchador.
—¿Y ahora qué?
—Boudreaux dijo que llamaría. Supongo que intentará
ayudarnos.
—¿En serio? —Incliné la cabeza a un lado—. ¿No amenazó
con patearte el trasero?
—Impactante, ¿verdad?
—Mucho. —Me imaginé que Henri se lo pasaría muy bien
sosteniendo esto sobre la cabeza de Sean—. Bueno, supongo que
debemos esperar y ver qué sugiere Henri. Si alguien conoce la
mente de Bailey ahora mismo, es él.
Sean asintió y me apretó el brazo. —Es curioso, antes de
todo esto, habría dicho que conocías a Bailey mejor que nadie.
40

Yo también lo habría hecho. Pero las cosas habían


cambiado, y no estaba seguro de que volvieran a ser las mismas.
—Henri sabrá que hacer.
—De acuerdo. —Sean me rodeó y se acercó a la puerta,
pero en el último segundo se detuvo y me miró—. Oh, ¿quién
estaba al teléfono? ¿Todo bien?
Miré el teléfono que aún tenía en la mano y estaba a punto
de decírselo, pero cambié de opinión. Lo mejor es abordar una
cosa a la vez, y como mamá no estaba segura de sí iban a venir,
dejaría que Sean se preocupara de eso más tarde.
—Todo está bien.
Los ojos de Sean se entrecerraron sobre mí. —¿Estás
seguro?
—Mmmm. —Deslicé mi teléfono en mi bolsillo y me acerqué
a él—. ¿Por qué no llevas esa ropa a la lavandería y luego me
ayudas a elegir una película para ver? Es el clima perfecto para
eso.
—Tienes razón. —Sean deslizó un brazo por mis hombros y
me atrajo hacia su costado—. ¿Y pizza?
Me reí entre dientes. —¿Por qué no? Con este nuevo
programa de ejercicios que me has atado a la semana que viene,
voy a necesitar los carbohidratos.
Sean deslizó su mano por mi espalda hasta mi culo. —
Entonces será mejor que pienses en una comida para mañana por
la noche, porque planeo hacerte trabajar por estos carbohidratos
hoy. En un entrenamiento muy privado y personal.
—Ah, ¿sí?
—Aja. Entrenamiento uno a uno.
41

Sonreí y lo alejé de mí. —Ve y pon tu ropa en la lavandería,


y yo empezaré a buscar una película.
—Algo con algo de acción.
—Bueno. Pero también un poco de romance.
La boca de Sean se abrió como si fuera a tener una opinión
sobre eso, pero luego asintió y desapareció en la lavandería.
A veces los opuestos se podían atraer, sólo tenían que
comprometerse y encontrarse en algún lugar del medio. Ambos
sabíamos y creíamos eso. Ahora bien, si todos los demás en
nuestra vida pudieran subirse a bordo, sería increíble.
42

5
_______
SEAN

UN GOLPE de nudillos en la ventana del pasajero el lunes por la


mañana me hizo abrir la ventana del auto, y Boudreaux abrió la
puerta.
Anoche, a última hora, llamó y me preguntó si estaba libre
a primera hora, lo que acepté... aunque ahora empezaba a tener
mis dudas. Todo esto se sentía un poco retorcido, ¿y no era eso
lo que había enojado a Bailey en primer lugar? Si se enterara de
esto, no estaría feliz.
—Buenos días, Dick. ¿Cómo va todo?
Mientras Boudreaux entraba y cerraba la puerta tras él, me
giré en mi asiento para coger la bandeja de cafés y la bolsa de
papel marrón que sostenía.
—Va. —Olfateé la tapa que cubría la taza, y Boudreaux se
rio.
—Es cafeína, lo juro. Si fuera a envenenarte, lo habría
hecho en el pasado, no ahora. —Se acomodó y pasó sus manos a
lo largo de sus muslos cubiertos con vaqueros—. Aunque esto se
siente extrañamente familiar, ¿no? ¿Reuniones en secreto en tu
coche? Sólo mantén tus manos quietas. He oído que te gustan los
hombres en estos días, pero tristemente para ti, estoy ocupado.
—Cierra la boca antes de que te obligue.
—Ves, tampoco podemos hacer eso. Lo siento. Tengo la
política de no besar, especialmente al hermano de mi novio...
43

No podía saber si la excavación era para mí o para Xander.


Pero fue suficiente para hacerme enroscar los dedos alrededor del
volante en un agarre de muerte para no estrangular al maldito
bocazas. Era, después de todo, la única persona en el planeta en
este momento que tenía alguna esperanza de ponernos a Xander
y a mí cara a cara con mi terco hermano.
—¿Ya terminaste?
—Oh, ni siquiera he empezado. —Devolvió la bolsa y la
abrió para pescar un panecillo con chispas de chocolate—. Te
traje una barra de limón1.
Levanté una ceja y Boudreaux se encogió de hombros. —
¿Qué? Soy observador.
Era eso, y por eso había sido un informante tan valioso.
También era más inteligente que la mayoría, lo que lo había
hecho más peligroso. Boudreaux siempre había sido difícil de
manejar y difícil de controlar. Estaba casi seguro de que me había
estado usando tanto como yo a él, por razones que aún
desconocía y, francamente, no quería saber.
—Solías inhalar esas cosas cuando nos encontrábamos, y
es lo que Bailey siempre te da de postre.
Tomando la bolsa de él, saqué mi pastel y le di un
mordisco. Mientras el relleno picante golpeaba mi lengua, pensé
en la última vez que había comido uno de estos. Había vuelto con
Xander cuando me di cuenta de lo mucho que significaba para mí.
Eso se sintió como si fuera hace una eternidad. ¿Fue hace sólo
unas semanas?
—Hablando de Bailey, ¿hablaste con él?

1 Lemon bars, un dulce con un toque ácido y refrescante.


44

Boudreaux cogió uno de los cafés, y después de que yo


cogiera el otro, tiré la bandeja en la parte de atrás.
Tomó un sorbo y luego puso su taza en el soporte más
cercano a él.
—Lo tanteé un poco.
—¿Y?
—Y es obvio que todavía lleva esto consigo. Es rápido para
romper las cosas. No está durmiendo muy bien, y cada vez que
sale tu nombre o el de Xander, parece que está atrapado entre el
deseo de vomitar y el de cometer un asesinato.
Genial. Nada de eso sonó como el Bailey que conocia.
Siempre fue el hermano feliz y tranquilo de los tres. —¿Qué hay
de Kieran? ¿Ha estado por aquí?
Boudreaux me dio el ojo de la cara. —No. Pero ha hablado
con Bailey por teléfono.
—¿Sobre mí?
—Sí.
—¿Y Xander?
—Síp.
—¿Juntos? —Mientras Boudreaux se acercaba a su
respuesta, mi frustración brotaba de mí—. Deja de joderme,
Boudreaux.
Dio un mordisco a su panecillo y se encogió de hombros. —
Tal vez debiste haber dicho eso cuando tú y Xander estaban
juntos a solas.
De acuerdo, estaba a punto de terminar con esta mierda. —
¿Viniste aquí sólo para romperme las pelotas?
45

—No, pero tienes que empezar a ver esto desde el punto de


vista de Bailey. El mes pasado Xander y tú os odiabais.
—No nos odiábamos.
—Así que tal vez el odio sea un poco duro, pero
ciertamente no se besaban ni se follaban.
—Oye, cuida tu boca.
—¿Me equivoco?
—No, pero ¿y qué? Las cosas cambian
—¿Tantas cosas? —se burló Boudreaux—. No solo has
cambiado de bando, sino que decidiste hacerlo con el exnovio de
tu hermano pequeño. ¿Cómo te sentirías?
—Oh vamos. Entiendo que es un shock, pero todos somos
adultos aquí, y no es como que lo planeamos.
—Y esa es la única razón por la que estoy aquí ahora. Sé
que ustedes dos no hicieron esto a propósito. Demonios, Xander
parecía que quería vomitar la primera vez que sugerí que ustedes
dos se estaban enrollando.
—Es realmente jodidamente agradable escucharlo,
Boudreaux. Ve al grano.
—Todo lo que digo es que es obvio que Xander no tenía
idea de cómo se sentía. ¿Entonces que hiciste? ¿Emborracharlo y
mudarse cuando estaba vulnerable?
—Vete a la mierda, no es así.
—¿No? —Boudreaux tomó su café y tomó un largo trago—.
Tienes que admitir, así es como se ve.
—Bueno, no es lo que pasó. —Apreté los dientes—. No es
que tenga que explicártelo.
46

—Mira, ahí es donde no estamos de acuerdo. Tienes que


explicármelo, porque ahora mismo, soy tu única esperanza con
Bailey, más vale que te lo tomes jodidamente en serio, Sean, o te
mataré por hacerle daño de esta manera.
—Auch eso es dulce. También es la primera vez que dices
mi nombre. No estaba seguro de que realmente lo supieras.
—Si estoy amenazando con matarte, entonces me
aseguraré de usar tu nombre. De esa manera sabrás que estoy
jodidamente hablando en serio.
Y yo le creí. Había una corriente subyacente que vibraba
alrededor de Boudreaux. Siempre sentí como si hubiera algo
escondido un poco más profundo de lo que no era consciente, y
nunca lo estaría.
—Así que te lo voy a preguntar de nuevo. ¿Cómo pasó
esto? Tú y Xander.
Después de terminar mi barra de limón, me limpié las
manos y luego las apoyé en la parte inferior del volante. —No lo
sé, simplemente... sucedió. No hubo ninguna noche de
borrachera, ni ninguna seducción sórdida. Sólo estábamos...
Corté mis palabras y miré en su dirección, y en lugar de la
sonrisa que supuse que Boudreaux estaría luciendo, había una
comprensión en sus ojos que no esperaba.
—Estábamos en una situación intensa que dificultaba
mantenernos a distancia. Aprendimos más el uno del otro en esas
dos primeras semanas que durante dos décadas. Y cuanto más
tiempo estábamos juntos, más nos acercamos.
Pensé en la noche en la casa de Xander cuando
descubrimos que su acosador había estado dentro de su casa.
Esa fue la primera vez que besé a Xander. La primera vez que
47

reconocí que los sentimientos que crecían entre nosotros no eran


una extraña ilusión. No había ido a su habitación con la intención
de terminar en su cama. Pero incluso ahora, cuando veo hacia
atrás en el recuerdo de esa noche, nada se había sentido más
natural que tenerlo en mis brazos.
Me pasé una mano por mi cabello. —No lo planeamos.
Simplemente sucedió. Y es muy importante para mí ¿de acuerdo?
Xander, es especial...
No estaba seguro de si era la derrota en mi voz o el hecho
de que habíamos pasado más tiempo hablando del que habíamos
hecho en el pasado, pero Boudreaux asintió y dijo: —Está bien.
Déjamelo a mí.
Empujó la puerta para abrirla y lo agarré del brazo. —
¿Dejártelo a ti? ¿Qué significa eso?
—Significa exactamente eso. Hablaré con Bailey, veré si
puedo conseguir que te llame. Pero tú y Xander tienen que dejar
que el haga el movimiento, ¿de acuerdo?
—Bueno. ¿Cuándo crees que sucederá?
—¿Honestamente?
—Si.
—No tengo idea. Todo esto le ha dado la vuelta a su
mundo. Todo lo que pensó que sabía y entendía no tiene sentido
en este momento. Pero hablaré con él.
Hice un gesto de asentimiento, y mientras Boudreaux salía,
lo llamé por su nombre.
—¿Sí?
—Gracias.
48

Una luz brilló en esos ojos oscuros e inclinó la cabeza. —No


hay problema. De hecho, estoy apoyando esto. Pero recuerda, si
le rompes el corazón, yo te romperé a ti.
Boudreaux cerró la puerta de golpe y, mientras se dirigía
de regreso a su coche, lo miré por el espejo retrovisor. Al menos
Bailey tenía a Boudreaux para vigilarlo si decidía descartarme
para siempre. Pero eso no sucedería. Bailey recapacitaría y, vería
lo loco que estaba por Xander y entendería que a veces el amor
te encuentra cuando menos te lo esperas.
Después de todo, se había enamorado de un exconvicto. Si
alguien pudiera entender que los opuestos se pueden atraer,
sería Bailey… ¿verdad?
49

6
__________
XANDER

MI PRIMER DÍA de regreso al trabajo transcurrió sin problemas, y


considerando que era mi segundo intento en un mes, me alegré
por ello.
La emisión de esta noche había sido bastante común y
corriente. Había un par de huracanes que se estaban gestando en
el Caribe que sin duda nos darían problemas muy pronto, pero
por ahora sólo eran furiosas tormentas tropicales que estábamos
vigilando.
Sean me había enviado un mensaje para decirme que se
reuniría conmigo para cenar en el centro, y cuando salí del
estudio y entré en la sala de redacción, la vista que me saludó
me hizo sonreír.
Sean estaba apoyado en el escritorio de Ryan con los
brazos y los tobillos cruzados. Con vaqueros oscuros y una
camisa negra abotonada se veía pecaminoso y sexy. Sus ojos se
fijaron en los míos y no los soltó. Mi pulso se aceleró cuando
crucé la habitación, y maldición, se veía bien. Fuerte, masculino y
todo mío.
—Buenas noches.
Sean me miró y asintió. —Ahora sí.
Me reí entre dientes y me pregunté cómo Sean podía
hacerme sentir tan bien con una frase tan simple. Me sentí como
un maldito adolescente en mi primera cita.
50

Miré por encima del hombro para ver cuántos ojos estaban
sobre nosotros, pero no había nadie en la habitación, el cambio
para la noche ya estaba en marcha.
—¿Buscas a alguien, presentador?
Me di la vuelta y me acerqué a él, y Sean inmediatamente
descruzó sus piernas. Me moví entre ellas y puse mis manos en
su pecho. —La única persona que busco está justo delante de mí.
—Ah, ¿sí? —Sean me rodeó con sus brazos por la cintura
bajo mi chaqueta del traje.
—Sí. Te ves muy guapo esta noche.
—Bueno, tengo una cita caliente.
—¿La tienes?
—Sí, la tengo.
Le rodeé el cuello con los brazos y me incliné para besarlo
suavemente. —Entonces probablemente debería dejarte ir para
que te reúnas con él, ¿eh?
—Si tienes la intención de seguir moliéndome, deberías
llevarme a tu oficina y.…
—¡Sean! ¡Hola!
Miré por encima del hombro para ver a Ryan abriéndose
camino a través de los escritorios hacia nosotros y liberé mi
control sobre Sean.
—No huyas todavía, presentador. —Sean puso una mano
en mi cintura, manteniéndome en mi lugar—. De lo contrario,
Ryan va a pensar que estoy muy excitado por verlo.
Giré la cabeza hacia Sean, quien dijo: —Es tu culpa, justo
cuando Ryan llegó a nosotros.
51

—Oh, Dios mío, es tan bueno verte. —Me volví para


enfrentar a Ryan, y él rápidamente añadió: —Ya sabes, arriba y
por ahí en lugar de...
—Sí, lo entiendo —dijo Sean mientras me rodeaba para
estrechar la mano de Ryan—. También me alegro de verte,
hombre.
Ryan le sonrió, y luego dirigió su atención hacia mí. —Gran
espectáculo esta noche. ¿Necesitas que lleve ese traje a la
tintorería?
Estaba a punto de responder cuando Sean se puso a su
altura y se acercó a mí. —No. No tiene tiempo. Me lo voy a robar
para la cena.
—¡Ay! —dijo Ryan, y luego me miró—. Afortunado. Bueno,
¿si eso es todo?
—Eso es todo —dije mientras Sean me apretaba la cintura,
y de repente no podía esperar a salir de allí.
—Me voy a casa. Ustedes dos tengan una buena noche.
—Gracias, la tendremos. Te veré mañana, Ryan.
—Nos vemos entonces. Es realmente genial verte, Sean. —
Se despidió, tomando su bolsa del respaldo de su silla, y se
dirigió a la sala de redacción.
Me giré para mirar a Sean y le pasé una mano por el pecho.
—Déjame coger mi maletín y saldré enseguida.
—No tardes mucho o tendré que entrar a buscarte.
—¿Y eso sería malo porque...?
52

Sean me hizo una revisión exhaustiva que hizo que mi polla


palpitara. —Porque tenemos reservas para cenar y nos las
perderíamos.
El calor que desprendían sus ojos casi me hizo invitarlo a
entrar, que se jodiera la cena. Pero di un paso atrás. Quería ir a
cenar con Sean. Quería tomarle la mano en público y conectarme
con él como la pareja que somos ahora.
—¿De qué se trata esa sonrisa?
Me obligué a entrar en mi oficina antes de ceder a la
tentación. —Llévame a cenar y puede que te lo diga.

CON DOS COPAS DE MERLOT, me sentía bien y relajado. Nunca


había estado en Luigi's, pero el pequeño restaurante italiano que
estaba escondido en una estrecha calle lateral del centro era una
absoluta delicia.
El interior era como una película, con poca luz y velas
parpadeando en cada mesa, y el romántico sonido de los violines
en el aire hacía que la mente vagara hacia cenas íntimas y
aventuras apasionadas. Añade un poco de auténtica pasta casera,
salsa marinara, y vino que fluye copa tras copa, y estaba en el
cielo.
Sean no podría haber elegido un lugar más perfecto para
invitarme, y el hecho de que estuviéramos escondidos en el
rincón trasero nos daba una sensación de privacidad para
disfrutar el uno del otro sin ser interrumpidos por la gente cuando
me reconocían.
—¿Cómo está tu comida?
53

Me tragué el bocado que acababa de tomar y alcancé mi


vino. —Deliciosa.
Sean tomó un sorbo de su agua y asintió. —Me encanta
Luigi's. Solía venir aquí todo el tiempo por su pizza cuando era un
novato.
—¿En serio?
—Sí. Trabajé en la comisaría un par de manzanas más
abajo.
—¿Te gustó trabajar en la patrulla?
—Sí y no. —Sean giró su tenedor en su pasta—. Fue una
buena experiencia. Esos primeros años son formativos en la vida
de un policía. Ahí es donde aprendes a vigilar, a manejarte en
situaciones estresantes y a tratar a los criminales de una manera
legal y controlada. Es donde te ganas tus galones y experiencia.
—Eso tiene sentido. Es similar en el mundo de la televisión.
Empezamos en el ámbito local y vamos subiendo. Desde el
trabajo de investigación hasta tareas menores, y si tienes suerte,
tienes tu gran oportunidad.
Sean se acomodó en su asiento y sonrió. —Oh, ¿entonces
no tiene nada que ver con el hecho de que eres jodidamente
atractivo a la vista?
Le sonreí por encima del borde de mi vaso. —No que yo
sepa. Creo que estaban más interesados en mis habilidades
periodísticas que en cómo me veo en un traje.
Los ojos de Sean me miraban como si el traje del que
hablábamos no estuviera a la vista. —Deja de mirarme así.
—¿Así cómo?
54

Mi polla se sacudió y me moví en mi asiento. —Sean...


—Aquí mismo, presentador.
No sabía que... Con el vino arremolinándose en mis venas y
la mirada ardiente que Sean me estaba dirigiendo, era un milagro
que no hubiera trepado a la mesa y lo hubiera atacado.
—¿Vas a contarme tu encuentro con Henri o sólo te
burlarás de mí toda la noche? —le pregunté.
—¿Es eso lo que estoy haciendo?
—Sabes que sí.
Sean cogió un trozo de pan de la cesta de la mesa y le untó
una gran cantidad de mantequilla. —Básicamente me interrogó
sobre lo serio que era lo nuestro y luego me amenazó de muerte.
Tosí alrededor del sorbo de vino que acababa de tomar. —
¿Amenazó tu vida?
Sean terminó su bocado y asintió. —Sí. Básicamente dijo
que, si le rompíamos el corazón a Bailey por un polvo rápido, me
mataría.
Guau, Henri no se andaba con rodeos, ¿verdad? Cogí mi
servilleta y me froté los labios, intentando pensar en algo que
decir.
—Le dije que no era asunto suyo, pero se mantuvo firme.
Me lamí los labios, de repente estaba nervioso por hacer la
siguiente pregunta, aunque estaba casi seguro de la respuesta. —
¿Qué le dijiste?
Sean se movío en su asiento y me cogió la mano. Envolvió
sus dedos alrededor de los míos y se rozó el pulgar con la parte
posterior de mis nudillos.
55

—Le dije que lo que teníamos era importante para mí, que
tú eres algo especial. Ninguno de los dos planeó esto, Xander,
pero no puedo evitar sentir que estaba destinado a ser.
Mi pánico disminuyó ante la suave expresión de los ojos de
Sean. —¿Y qué dijo él a todo eso?
Sean respiró profundamente y luego lo dejó salir,
sentándose en su asiento. —Dijo que hablaría con Bailey. Intenta
ayudarnos. También dijo que sabía que esto iba a pasar incluso
antes que nosotros.
—¿Lo sabía?
—Sí, aparentemente actuabas un poco extraño en una de
las cenas del sábado.
Me acordé. Henri había estado interrogándome sobre Sean
y preguntándome cómo iban las cosas. Luego me preguntó si
estábamos follando. En aquel entonces, la idea parecía tan
absurda que casi escupí mi bebida. Era increíble lo mucho que
podía cambiar en un puñado de semanas.
—De todos modos, me dijo que se lo dejara y que
trabajaría en Bailey. No puedo creer que vaya a decir esto, pero
parece que tenemos que confiar en Boudreaux.
Mis labios se movieron con su tono resignado. —Sabes, vas
a tener que contarme sobre eso algún día.
—¿Qué?
—Cómo terminaron trabajando juntos.
—Eh, no quieres oír hablar de eso.
—Sí, quiero. —Le sonreí—. Atribúyelo a mi curiosidad de
periodista, pero encuentro muy interesante tu relación con él.
56

—No tengo una relación con él. Era un negocio. Me trajo


información y le pagué por ella. Fin de la historia.
—Excepto que no lo es. Aquí está ayudándote con tu
hermano.
—Ayudándonos.
—Bien, ayudándonos. —Los ojos de Sean se entrecerraron,
y no pude evitar reírme—. ¿Qué? Es verdad. Incluso vive en la
casa de tu infancia.
—¿Estás tratando de ponerme de mal humor?
—No, sólo intento que te des cuenta de que, a pesar de tus
bravuconadas, creo que Henri podría haberte gustado un poco.
Sean frunció la nariz. —¿Podemos cambiar de tema, por
favor?
Asentí y pensé en mi conversación con mi madre este fin de
semana. Ella me había enviado un mensaje de texto esta mañana
para decirme que aún querían venir a la ciudad para mi
cumpleaños, y ahora que estaba grabado en piedra, necesitaba
contárselo a Sean.
—En realidad tengo algo que necesito discutir contigo. —
Sean se sentó un poco más recto en su asiento—. Bueno...
—No es nada malo, —dije cuando estaba claro que era
donde su mente se había ido—. Es sólo... —Maldita sea, ¿por qué
estaba tan nervioso de repente?
—Es sólo que...
Deslicé mi dedo alrededor de la base de mi copa de vino y
luego dije: —Mis padres vienen a la ciudad.
Sean frunció el ceño. —¿Van a venir? ¿Cuándo?
57

—El próximo fin de semana. —Cuando Sean se limitó a


mirarme, esperando una explicación, respiré profundamente y lo
dejé salir. Era ahora o nunca—. Es mi cumpleaños, y ellos
pensaron que...
—Espera, ¿es tu cumpleaños? Mierda, ¿me lo perdí?
Era difícil de creer que en todos los años que nos
conocimos, no tuviéramos ni idea de este tipo de detalles. No
podría haber dicho cuándo era el cumpleaños de Sean, y el hecho
de que nos conociéramos tan bien en algunos aspectos, y en
otros apenas, me hizo sonreír. Fue una mezcla interesante y
maravillosa, esta familiaridad y descubrimiento.
—No, no te lo perdiste. Es el 22 de agosto. —El puro alivio
en su cara me hizo preguntar: —¿Cuándo es el tuyo?
—El dos de diciembre. —Se frotó la frente—. Gracias a Dios
que no soy el único que no lo sabía.
Eso me hizo reír. —¿Por qué lo harías?
—No lo sé, parece algo que probablemente debería haber
sabido. De todos modos, lo siento, así que tus padres van a venir
a la ciudad.
—Sí. Mamá quería quedarse conmigo, pero obviamente no
me quedaré allí y tuve que explicárselo. —Sean me miró,
esperando que el otro zapato cayera.
—Le hablé de nosotros que estábamos juntos. Espero que
esté bien.
Sean no dijo nada al principio, luego se sentó adelante y
me alcanzó al otro lado de la mesa para tomar mi vaso de vino.
Tomó un trago largo y lo puso en la mesa antes de asentir.
—Sí, está genial.
58

Arqueé una ceja. —¿Eso es genial?


—Está bien. Yo sólo... —Cuando Sean cortó sus palabras,
mi estómago se hundió. No estaba de acuerdo con esto. Me di
cuenta por la mirada en su cara, el tono de su voz—. ¿Y si no les
gusto?
—¿Si no les gustas? Sean, te conocen de toda la vida.
Sean se inclinó sobre la mesa y dijo en voz baja: —Como el
hermano mayor y malo de Bailey. No como tu novio.
Todas mis preocupaciones por no estar de acuerdo con esto
desaparecieron en ese momento. No le preocupaba que supieran
que estábamos juntos, sino que pensaran que no era lo
suficientemente bueno para mí.
—Te van a amar —le dije, atando mis dedos con los suyos
—. ¿Cómo podrían no hacerlo?
Sean aún parecía poco convencido, pero asintió. —Te tomo
la palabra.
—Bien. Les dije que podían quedarse en mi casa, ya que
está vacía. Mamá parecía feliz con eso, ya que quiere hacer una
fiesta.
—Una fiesta, ¿eh?
—Eso es lo que dijo, pero quería consultarlo contigo
primero. No estaba seguro de que te sintieras lo suficientemente
cómodo con nosotros para eso todavía.
—Si estuviera más cómodo, sería indecente. No me importa
quién sepa que estoy contigo, Xander. Ni un poquito.
Sean llevó mi mano a sus labios y besó mi palma, y mi
aliento quedó atrapado en el fondo de mi garganta.
59

—Diles que tengo ganas de verlos.


Asentí, y mis palabras desaparecieron por completo ante el
afecto de los ojos de Sean. —¿Quieres el postre?
—Sí. Pero nada de este menú. ¿Me llevas a casa?
Sean levantó la mano y dijo: —La cuenta, por favor.
60

7
_______
SEAN

—¿LISTO PARA SUDAR, presentador?


Agarré la llave de la puerta de la mesa de entrada y la metí
en el bolsillo de la cremallera de mis pantalones, mientras Xander
terminaba de atarse las zapatillas de deporte 2. Apenas había
salido el sol, pero con el calor y la humedad del día anterior, la
carrera de esta mañana todavía sería difícil.
—Listo para sudar y patear tu trasero —dijo Xander,
enderezándose y moviendo de un lado a otro su cuello.
Me estremecí, sin entender cómo eso hacía que algo se
sintiera mejor. —Patear mi trasero, ¿eh? Es una afirmación
bastante arrogante, considerando que hemos llegado a un
acuerdo en los últimos días.
Sí, estos entrenamientos se habían convertido en un juego
de física de una sola vez.
—¿Romper el empate? —Xander se burló—. No lo creo. Te
he ganado todas las veces.
—Eh ah —dije mientras caminábamos hacia la puerta
principal—. No es así como lo recuerdo.
—¿No? ¿Entonces cómo lo recuerdas?
Una vez que la puerta estaba cerrada y con llave, miré a
Xander, que esperaba junto al todoterreno con sus pantalones

2 Tenis.
61

cortos grises y su camiseta azul de entrenamiento de Nike. Se


veía en forma, sexy y listo para, como dijo, patearme el trasero.
Adelante.
—Tal y como lo recuerdo —me acerqué a él, haciéndole
retroceder hasta que estuvo contra el lateral del vehículo—
corriste y te atrapé. Eso significa que gané.
Xander se mordió el labio inferior y mi polla se movió. —
Ése era el objetivo de este nuevo programa de carreras, ¿no?
—Fue al principio. —No pude evitar mi sonrisa petulante—.
Ahora me quedo atrás para ver tu trasero en esos pantalones
cortos para correr.
Xander se rio y me apartó de él, y luego empezó a
retroceder.
—¿Así que ahora intentas decirme que me dejas correr
delante para poder mirarme? —Negó con la cabeza—. Bien,
entonces, detective. Venga por mí.
Sin decir nada más, Xander dio la vuelta y se fue por la
ruta que habíamos trazado el fin de semana. Habíamos decidido
que las carreras matutinas eran las mejores para nosotros, ya
que Xander era madrugador y yo me dirigía al trabajo no mucho
después de que volviéramos.
Además, durante agosto, el único momento para hacer
ejercicio al aire libre y no morir de insolación era antes de que
saliera el sol o después de que se pusiera, y me gustaba acabar
con esa mierda lo antes posible.
Mientras Xander se dirigía por las calles habituales, yo le
seguí a buen ritmo, disfrutando de la vista de él adelante, como
siempre lo hice. Al principio, realmente había sugerido que
62

hiciéramos ejercicio para que mi nivel de condición física volviera


a estar a nivel. Pero después de una sesión, ver sus poderosas
piernas comerse el pavimento como si no fuera ningún problema,
me gustaba retroceder para ver su forma y como se había
convertido en un placer culpable. Uno que a menudo me dejaba
tan excitado como cansado.
Mis pies golpeaban el pavimento mientras mantenía un
ritmo constante, mis ojos se fijaban en la forma fluida del hombre
de adelante. Podía ver sus omóplatos a través de la camiseta
apretada mientras sus brazos se movían con el impulso
adecuado. Era una cosa hermosa de ver. Una belleza masculina
pura, que nunca había notado antes. Pero algo acerca de la
flexión de sus músculos de la pantorrilla, la curva cerrada de su
trasero y su marcada cintura, hizo que mi corazón palpitara casi
tan fuerte por la lujuria como por el esfuerzo de correr.
Xander hacia que esto pareciera fácil y sin esfuerzo, y
mientras doblaba una de las esquinas de la calle para llegar a un
largo tramo recto, aceleré mi ritmo hasta que estuve a su lado.
—¿Qué era eso que decías de golpearme? —Sonreí como
una mierda y luego me fui, con las piernas bombeando y el pecho
agitado mientras aceleraba la carrera.
Podía oír las pisadas de Xander justo detrás de mí, su ritmo
nunca vacilaba, y mientras girábamos hacia mi calle, la carrera
hacia la línea de meta había comenzado. La adrenalina se
apoderó de mí y mi lado competitivo se impuso, y busqué en el
fondo esos últimos vestigios de resistencia para llevarlo a casa.
Pero aparentemente, quien lo hizo fue Xander.
A mitad de camino de mi calle, pasó a mi lado como si no
hubiera sido ningún esfuerzo, su disciplina lo ayudó en la recta
final, mientras aceleraba y se soltaba.
63

Busqué en lo profundo, buscando algún tipo de empuje final


que pudiera tener escondido, pero no pude atraparlo. Xander era
jodidamente rápido, y el desafío de perseguir su sexy trasero me
hacía más fuerte cada día, que era la verdadera razón por la que
estábamos aquí para empezar.
Cuando llegó a la cima de mi recorrido, Xander se detuvo y
puso sus manos detrás de su cabeza mientras me veía llegar. Su
respiración se estaba volviendo más difícil ahora.
Cuando finalmente estuvo bajo control, me apuntó con una
sonrisa de oreja a oreja. —Te gané.
Se veía bastante satisfecho consigo mismo. —No, me lo
estaba tomando con calma contigo.
—Ya quisieras. Te he pateado el culo. Puedes admitirlo.
Lo miré mientras se pasaba una mano por el cabello, los
mechones húmedos cayendo en un estilo sexy que parecía
premeditado en vez de chic después del entrenamiento.
—Ya te lo he dicho, te dejé correr delante para poder ver...
Xander se rio y se dirigió hacia la puerta principal, su
camiseta y pantalones cortos se amoldaban a su cuerpo ahora de
una manera que dejaba poco a la imaginación, y cuando se
trataba de Xander, mi imaginación era impresionante.
Saqué mi llave y cuando él extendió su mano, negué con la
cabeza y seguí caminando hasta que su espalda estuvo contra la
puerta.
—Sabes, solía odiar perder, —dije, y froté mi pulgar sobre
el labio inferior de Xander—. Pero tengo que decir que no me
importa ir detrás de ti.
64

—¿Por qué tengo la sensación de que ya no hablamos de


correr?
—No tengo ni idea. Tal vez tienes una mente sucia.
—Tal vez estás lleno de ella.
—Estoy hablando de correr.
Xander me alcanzó y me cogió la camiseta entre sus dedos,
tirando de mí para poder chocar su muy dura erección contra la
mía. Luego me besó la mandíbula hasta la oreja. —Mentiroso.
Cuando empezó a chupar mi lóbulo, justo ahí en mi porche,
gruñí y enrollé mi cuerpo en el suyo. Dios, se sentía bien. Tan
bien que puse mis manos en la puerta para mantenerme firme, y
así poder apretarlo un poco más fuerte.
Xander gimió y acarició con sus manos mi trasero, y
mientras me atraía más fuerte hacia él, pasó una pierna
alrededor de la mía.
Joder, las cosas acababan de pasar de cero a sesenta en un
abrir y cerrar de ojos, y si no abría la puerta y los dos
entrábamos en los próximos cinco segundos, los pantalones
cortos de Xander estarían alrededor de sus tobillos justo aquí en
el umbral.
—Dios —exclamé—. Tienes que dejarme abrir la puerta o
mis vecinos van a tener un gran espectáculo.
Con su pierna aún enrollada en la espalda de la mía,
Xander adelantó sus caderas y lamió un camino resbaladizo a lo
largo de su labio superior, y fue un milagro que yo no me corriera
allí.
—Entonces abre la puerta.
65

Tragué, y cuando estuvo claro que no me iba a dejar ir -o


dejar de frotarme su dura polla- me acerqué a él e introduje la
llave. Una vez abierta, Xander hundió sus dientes en mi
mandíbula y todo mi cuerpo se lanzó contra él.
—Ahora, ¿qué tal si me lleva adentro, detective, y me
muestra cuánto le encanta entrar detrás de mí?
No necesitaba que me lo dijeran dos veces. Ni un segundo
después estábamos dentro, detrás de una puerta cerrada, y tenía
la sensación de que no llegaríamos mucho más lejos que allí.
66

8
__________
XANDER

¡PUM! El sonido de la puerta delantera cerrándose de golpe


detrás de mí fue toda la advertencia que recibí antes de que la
mano de Sean estuviera en mi muñeca y me girara para
enfrentarlo.
—¿A dónde crees que vas?
A ninguna parte, a juzgar por la lujuria que parpadeaba en
sus ojos.
Sean separó lentamente sus piernas, apoyando su espalda
contra la puerta, y con su camiseta negra y pantalones cortos
para correr, era muy sexy. El fino brillo del sudor que había
probado afuera en su piel me hizo caminar entre sus piernas, y
sus brazos inmediatamente se enrollaron alrededor de mi cintura.
Apretó y probó la redondez de mi culo, y sin pensarlo dos veces,
mi boca estaba en la suya.
En el momento en que nuestros labios se encontraron, fue
como un fósforo encendido con gasolina. El fuego que había
estado hirviendo a fuego lento entre nosotros durante toda
nuestra carrera explotó, y las llamas comenzaron a consumirnos.
Su boca se separó de la mía, y cuando metí la lengua
dentro, el sonido pecaminoso que retumbó de él hizo reaccionar a
todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo. Mi pulso se
aceleró y mi polla palpitó, mientras pasaba mis palmas por su
pecho hasta su cintura.
67

—Maldita sea, presentador, pon tus manos en mi piel.


Sonreí contra sus labios y luego deslicé mis dedos bajo el
dobladillo de la camiseta de Sean. Su piel estaba caliente al tacto,
y cuando arrastré las puntas de mis dedos a lo largo de la cintura
de sus pantalones cortos, Sean soltó un gemido y dejó caer su
cabeza contra la puerta.
Incapaz de resistirme, me abrí paso a lo largo de su
mandíbula mientras le subía la camiseta del torso, y el sudor
salado de su carrera era como un afrodisíaco en mi lengua.
Tarareé el potente sabor y luego lamí el rastrojo que acababa de
morder. Sean golpeó sus caderas contra las mías.
Lo miré a los ojos, y la mirada salvaje de Sean me hizo
empujar su camiseta aún más arriba de su alta estructura.
Cuando llegué a su pecho, arrastré el frente sobre la parte
superior de su cabeza hasta que la camiseta enmarcó sus
abultados bíceps y anchos hombros, y luego di un paso atrás para
inspeccionar mi obra.
Sean se agachó para ajustar su erección, y mierda, si no
parecía una invitación a pecar. Sus abdominales estaban tensos
con el deseo acumulado, y su brazo se flexionó cuando decidió
que la presión de su mano era exactamente lo que necesitaba y
se mantuvo en ella. La cicatriz en su bajo abdomen era una
imperfección en un cuerpo en forma, pero en vez de verla como
un recordatorio de la noche en que casi lo matan, aprendí a verla
como lo lejos que este hombre había llegado para salvarme, y
eso lo hizo imposiblemente más sexy.
—Vuelve aquí. —Sean se acarició un poco más fuerte.
—No... creo que quiero mirar por un minuto o dos.
68

Los ojos de Sean se entrecerraron, sus párpados se


llenaron de deseo mientras se lamía el labio inferior y enroscaba
sus dedos alrededor del algodón de sus pantalones cortos.
—¿Y qué es lo que quieres ver, presentador?
Me sonreí ante la arrogancia de Sean, porque en vez de
hacerme enojar como en los viejos tiempos, ahora me calentaba
como el infierno.
Estas últimas semanas, Sean había sido un estudiante
ansioso, pero últimamente había estado entrando en su propio
ambiente, su confianza habitual y su naturaleza asertiva
apareciendo en el dormitorio de una manera que hacía que me
doliera la polla y me calentara la sangre. Pero todavía sentía que
había más, y esta mañana planeaba sacárselo.
Bajé mis ojos a su mano ocupada. —Quiero ver cómo te
corres.
La mano de Sean se movió un poco más rápido, y negué
con la cabeza.
—Sin los pantalones cortos.
Sus ojos chispearon al pedirlo, luego deslizó sus pulgares a
los lados de sus pantalones cortos y los arrastró hacia abajo. Con
cada nueva pulgada de piel que revelaba, mi boca se hacía más
agua. Las distintas líneas en V y su oscuro rastro del tesoro le
condujeron al santo grial, hasta que finalmente liberó su gruesa
polla para mi hambrienta mirada.
—Maldición, Sean. —Mi voz sonaba necesitada mientras me
agarraba y apretaba, mi propia polla ahora suplicando ser
liberada. Pero no me quería correr todavía, así que eso
significaba que tenía que quedarse exactamente donde estaba...
por ahora.
69

Sean envolvió sus dedos alrededor de su polla que goteaba,


y dejé escapar un zumbido de aprobación.
—¿Te gusta mirar?
—Sí, me gusta mucho.
Los ojos de Sean se abrieron de par en par. —Nunca lo
habías dicho antes.
—Nunca preguntaste.
Sean se burló y pasó su pulgar por la cabeza hinchada. —
Ah, ¿así que esto es un trato del tipo 'pide y recibirás'?
Demonios, sí que lo fue. Algo que Sean entendió
claramente.
—Entonces ven aquí y arrodíllate. Quiero ver cómo me la
chupas.
Di un paso adelante hasta que estuvimos de nuevo cara a
cara, y sin decir una palabra más, me arrodillé.
Cuando estaba a sus pies, miré el cuerpo de Sean, y la
vista era irreal. Con sus pantalones cortos a medio muslo, el
elástico asentado justo debajo de sus bolas empujando su eje
hacia mí como una ofrenda. Sus abdominales y rasgos tensos
transmitían lo nervioso que estaba, y los ojos ardientes que se
fijaban en los míos hacían que mi sangre zumbara.
Al ponerme de rodillas, alcancé su enorme longitud y lo
rodeé con mis dedos. Un gruñido de placer lo dejó y sus caderas
se lanzaron hacia adelante. Cerré los ojos y froté mi mejilla a lo
largo de su polla.
Tomé una inhalación profunda, el olor masculino de él
mezclado con la excitación tan intoxicante que era como una
70

droga. Luego giré la cabeza y pasé la lengua por la cabeza de su


polla.
—Joder. —Sean se quitó la camiseta y la tiró a un lado. La
dura línea de su boca y el temblor de su mandíbula me
impulsaron a empujarlo más lejos, a llevarlo al límite. Apreté mi
agarre alrededor de la base de su polla y chupé la punta entre
mis labios. Las manos de Sean encontraron la parte de atrás de
mi cabeza, sus dedos entretejiendo las hebras húmedas, y
cuando giré mi lengua alrededor de su carne caliente, un gemido
de placer gutural llenó el aire.
—Xander... mierda. Vamos.
Miré hacia arriba mientras continuaba burlándome de la
punta, retándolo a que se hiciera cargo aquí y a que estuviera al
mando, y como si pudiera leer mi mente, Sean empujó sus
caderas hacia adelante.
Su polla se deslizó a lo largo del centro de mi lengua, y el
brusco deslizamiento me hizo abrir más. Lo rodeé con fuerza y
levanté mis labios a lo largo de él, antes de cerrar los ojos y
tragarlo de nuevo. Lo hice una y otra vez, cada vez llevándolo
más profundo, hasta que las caderas de Sean comenzaron a
moverse y se metió entre mis labios.
Una maldición se desgarró por toda la casa mientras yo
relajaba mi garganta y lo llevaba todo el camino de vuelta, y
cuando le cogí las pelotas y le di un suave apretón, los dedos de
mi pelo se aferraron a mi pelo con fuerza.
—Cristo —gruñó—. Te lo estás buscando...
Sí, así es. Quería que se perdiera. Quería ver cómo era
Sean cuando dejara de pensar y fuera dueño de sus acciones.
71

Saqué mi boca de su longitud, me pasé el pulgar por el


labio inferior y la chupé. —Así que dámelo.
72

9
_______
SEAN

EL RETO EN LAS PALABRAS de Xander llamaba a algo primitivo


dentro de mí, mientras miraba al hombre a mis pies con la boca
hinchada y los ojos llenos de lujuria.
Me estaba empujando. Podía sentirlo en cada movimiento
que hacía, cada palabra que decía, y con ese desafío final, decidí
aceptarlo.
Retorcí mis dedos alrededor de esos gruesos mechones de
cabello y le incliné la cabeza para que me mirara. La vista de su
impresionante cara flotando precariamente cerca de mi polla
resbaladiza era tan jodidamente caliente que casi eyaculo en ese
momento. Pero estaba claro que Xander quería más, y por suerte
para él, yo estaba de humor para dárselo.
Un rubor le manchó los pómulos... por la carrera o los
juegos preliminares, era una suposición. Pero cuando se le unió
una boca bien jodida y unos ojos de “ven a buscarme” se veía tan
sexy que apenas podía pensar con claridad.
—Ponte de pie —dije, y si me hubiera preocupado la
reacción de Xander al recibir órdenes, eso se desvaneció
rápidamente cuando una sonrisa malvada cruzó esos labios
carnosos.
Hasta ese momento, siempre había sido muy consciente de
mi comportamiento sexual y de mi rendimiento cuando se trataba
de Xander, sabiendo que él tenía más experiencia y
probablemente tenía preferencias de las que yo no tenía ni idea.
73

Pero algo dentro de mí me decía que me olvidara de toda


esa mierda ahora mismo. Habíamos pasado las últimas semanas
explorando y conociéndonos íntimamente, y ahora Xander me
buscaba para que diera un paso adelante y tomara el control.
Estoy seguro de que no lo voy a decepcionar.
Cuando Xander se puso de pie, le agarré la barbilla y me
incliné para morderle el labio inferior. —Dijiste que si quería
saber algo debía preguntar, ¿verdad?
Xander respiró y su cuerpo se balanceó en el mío, sus
pantalones de gimnasia rozando mi polla desnuda. —Bien.
—Mmm —estaba burlándome con mis labios pasándolos de
un lado a otro, asegurándome de que se alejaran del contacto
cuando él intentaba algo más sustancial. Luego giré su cabeza y
lamí un camino hasta su oreja—. ¿Te gusta un poco... duro a
veces, presentador?
Xander gimió mientras sus dedos se clavaban en mi pecho.
—¿Un poco duro y sucio? —Intentó asentir, pero yo le
sostenía el mentón firme mientras le chupaba el lóbulo de la
oreja—. Porque quiero follarte muy fuerte ahora mismo.
Esta vez, cuando intentó moverse, lo dejé, y cuando su
mirada se encontró con la mía, tuve mi respuesta. Los ojos de
Xander eran tan oscuros que estaban casi negros, estaba así de
excitado, y antes de que pudiera decir una maldita palabra,
capturé sus labios en un beso salvaje.
Mi lengua entró en su boca como si perteneciera allí,
barriendo el interior y asegurándome de saborear cada uno de los
puntos mientras Xander deslizaba sus manos por mis costillas
hasta mi polla.
74

Maldita sea, me estaba volviendo loco, burlándose y


atormentándome, probando cada vestigio de restricción que
tenía. Pero cuando me rodeó con sus dedos y me jaló, le mordí el
labio y escuché un gemido tan fuerte que mi control se
desvaneció.
Me aparte de su boca y lo agarré de las manos,
deteniéndolo. Luego me salí de mis pantalones cortos y caminé
hacia adelante, haciéndolo retroceder. Cuando su espalda golpeó
la pared de mi pasillo, levanté una ceja y seguí acercándome.
Tuve el repentino impulso de devorar y arrasar cada centímetro
de este hombre.
—Te ves demasiado vestido.
Pude ver la erección de Xander gruesa y dura detrás de sus
pantalones cortos, y cuando se agarró al dobladillo de su
camiseta, negué con la cabeza y alcancé su muñeca. Miró hacia
abajo y rocé el pulgar con el punto del pulso. Estaba corriendo a
una milla por minuto, y sabía exactamente cómo y qué estaba
sintiendo. Estaba tan caliente con él que mi corazón latía casi tan
fuerte como mi polla.
—No pienses ni por un segundo que me vas a privar de
desnudarte como lo acabas de hacer conmigo —dije.
Los labios de Xander se separaron en una rápida inhalación.
Sí, veamos si le gusta que se burlen de usted, Sr. Thorne.
—Ahora date la vuelta y mira a la pared.
Cuando las mejillas de Xander se sonrojaron, me pregunté
por un segundo si había tropezado accidentalmente con algún
tipo de fantasía suya, y decidí que incluso si no lo era, al final de
este encuentro, estaría en lo más alto de su maldita lista.
75

Cuando estaba de espaldas a mí, levanté una mano por


encima de su cabeza, colocando la palma de su mano contra la
superficie plana.
Xander dejo caer la cabeza como si estuviera rezando por
paciencia, entonces tomé su otra mano y repetí el movimiento. Di
el paso final; mi polla se acurrucó contra sus suaves pantalones
de algodón, y la deliciosa fricción fue demasiado para dejarla
pasar.
Puse mis manos sobre la parte superior de la suya y apoyé
mi mitad inferior contra él, frotando mi pene que goteaba entre
sus nalgas, empujando esos pantalones cortos en la raja de su
culo. Xander se empujó hacia atrás, y yo lo empujé hacia
adelante hasta que se pegó contra la pared.
Le arañé con los dientes hasta la curva de su hombro, bajé
las manos de la pared y le agarré el dobladillo de la camiseta.
—Vamos a sacarte de esta ropa, —dije, y luego retrocedí lo
suficiente como para que pudiera arrastrar el material por su
torso. Cuando llegué a su cabeza y la saqué, me alegré de ver
que las manos de Xander automáticamente encontraron su lugar
en la pared.
Tiré su camiseta al suelo y tomé los brazos y hombros
tensos, la larga línea de la espalda de Xander, y el alto y
apretado trasero que sus pantalones cortos aún cubrían. Incapaz
de resistir el atractivo de toda la piel desnuda, me acerqué y puse
mis manos en sus caderas. Luego le di un beso en la parte
superior de su columna vertebral.
—¡Ay! ¡Sean!
El gemido de Xander fue tan satisfactorio que lo hice de
nuevo, y cuando su piel salada golpeó mis papilas gustativas,
76

moví la lengua hacia arriba y hacia abajo y él gimió, más fuerte


esta vez.
—¿Te gusta eso?
—Sí... —La confesión con aliento me hizo sonreír. Xander
sonaba como si su mente se apagara y estuviera flotando
drogado, y yo era la droga que lo estaba llevando allí.
Puse mis manos en el lugar donde su polla se perfilaba en
sus pantalones cortos y lo ahuequé en la palma de mi mano
mientras besaba y lamía su columna vertebral. La excitación de
Xander había empapado sus pantalones cortos haciendo un
desastre en mi mano, y saber que estaba tan caliente por mí, me
hizo acelerar mi ritmo aún más.
Cuando llegué a la parte baja de su espalda, lo solté para
liberar sus pantalones cortos de sus caderas, y cuando llegaron al
suelo, inmediatamente se salió de ellos. A la altura de su
espectacular culo, le di un beso y luego le di un pequeño
mordisco.
La cabeza de Xander se movió, sus ojos buscando los míos,
y cuando se conectaron, le agarré el culo con ambas manos y lo
volví a morder.
—¿Sean...?
—Mmm. —Pasé la lengua por la marca roja que ahora se
marca en su mejilla derecha.
—Oh Dios. —Xander se metió en mis manos, claramente
queriendo mi boca de nuevo, y yo obedecí, esta vez lamiendo un
camino a través de ella.
—Yo…
77

—¿Sí? —Pensé que ya habíamos decidido el tema de esta


mañana. Puse su culo en mis manos—. Si quieres algo, pídelo.
¿Recuerdas?
Los ojos de Xander se encendieron cuando asintió, y por un
segundo pareció como si estuviera tratando de decidir entre
matarme a mí o follarme, yo contaba con lo último.
—Bien. ¿Y qué es lo que quieres, Xander?
Xander bajó una mano de la pared para enrollar sus dedos
alrededor de su polla, y mientras le daba un buen y duro tirón, se
mordió el labio inferior y cerró los ojos de golpe.
—Abre más tus piernas —le ordené, queriendo tener una
mejor vista de lo que estaba haciendo, y por un par de minutos
me contenté con sentarme a sus pies con mi propia polla en la
mano viendo cómo se complacía.
Pero de pronto mirar ya no era suficiente.
Dejándome llevar, me puse en pie, me apretujé detrás de
él y le metí mi erección entre los cachetes de su culo.
—¿Xander? —Pregunte, mi voz se volvió áspera cuando
empezó a frotarse contra mí como un gato en celo—. Dime lo que
quieres.
Xander apoyó su cabeza en mi hombro, sus ojos tan
pesados por la lujuria que, ahora, los párpados apenas estaban
abiertos. Sus labios estaban rojos, húmedos e hinchados por
habérselos mordido y mi polla. Era lo más sexy que había visto, y
el hecho de que le hubiera sacado esto de su mente me hizo
sentir como un príncipe entre los hombres.
Le había hecho eso, todavía se lo estaba haciendo. —¿Qué
quieres, presentador?
78

—Tú... en mí. Aquí... ahora mismo, Sean. No puedo esperar


más.
Sus palabras eran desesperadas, encadenadas, y yo
conocía el sentimiento. Le mordí la oreja.
—Espera aquí y no muevas ni un músculo. Te ves perfecto.
—De mala gana me alejé de él y entré en la sala de estar—.
Absolutamente perfecto...
79

10
__________
XANDER

MIS PIERNAS TEMBLABAN mientras Sean desaparecía en la sala


de estar, y yo permanecía de pie con las manos en alto, con el
culo desnudo y las piernas abiertas. Hasta hace unos minutos,
nunca me había dado cuenta de que la fantasía del policía
desnudándome era una que me excitaría. Pero según mi
palpitante polla, ser cacheado por un detective específico que
estaba igualmente desnudo, me estaba presionando de maneras
que nunca había imaginado.
Con el sabor de Sean todavía en mi lengua, cerré los ojos y
me obligué a contar hacia atrás desde cien, con la esperanza de
sofocar mi deseo de agarrarme y correrme antes de que él
regresara.
Hacía mucho tiempo que no sentía esta necesidad, este
insaciable deseo de ser tomado de una manera ruda y
desenfrenada. Pero cuando me puse así, no me importaba dónde
estaba o cómo lo conseguí, y ahora mismo, quería que la polla
gruesa de Sean me volviera loco.
Sean volvió a entrar en la sala justo cuando ese
pensamiento golpeó, y mi culo se apretó cuando se llevó un
paquete de condones a sus labios y lo abrió.
Yo gruñí. Mierda. Esto estaba a punto de salirse de control.
Sean se detuvo a mi lado, sus ojos recorrieron todo mi
cuerpo mientras se ponía el condón, y luego deslizó lentamente
su lengua sobre su labio inferior.
80

—¿Cómo estás, presentador? —Abrió un paquete de


lubricante y apretó la mitad en su mano—. Tengo que decir que
nunca te he visto tan excitado. Me gusta un poco.
Sabía exactamente cómo me sentía, a juzgar por esa
sonrisa arrogante, y luego deslizó su mano entre la pared y mi
cuerpo para darme una caricia larga y agradable y me susurró en
los labios: —Parece que tienes ganas de follar.
No tenía sentido negarlo. Mi decoro se había ido en cuanto
entramos en su casa y detrás de una puerta cerrada. Dejé
escapar un aliento tembloroso. —Para ser follado, sí.
Una risita ronca le dejó. Entonces le mordí el labio inferior
con fuerza y me agarró la barbilla. —¿Quieres que te folle?
Sí, quería. De verdad, de verdad que sí. Asentí.
—Mmm —dijo Sean, mientras se ponía detrás de mí y le
daba un beso a uno de mis hombros—. Puedo darte eso.
Lo siguiente que sentí fueron sus dedos resbaladizos
deslizándose entre mis nalgas, las puntas masajeando sobre mi
ansioso culo.
—¡Ahí! —jadeé, empujando hacia atrás, queriendo que algo
me penetrara desesperadamente.
—Ah, ¿sí? —Sean arañó con los dientes a lo largo de mi
hombro y luego los hundió, mientras empujaba sus dos dedos
hacia adentro y se metió hasta los nudillos.
Un duro gemido me dejó mientras me ponía de puntillas, y
cuando mi cuerpo se relajó y palpitó alrededor de la intrusión,
volví a las plantas de mis pies, llevándolos un poco más profundo.
81

—Jesús, Xander. —La voz de Sean era áspera como una


lija, haciendo que mis rodillas se debilitaran, y estiró su mano
libre para colocarla sobre la mía.
Ahora anclado a la pared, giré la cabeza para poner mi
mejilla en la superficie fría, y mis ojos se fijaron en la expresión
salvaje de los ojos de Sean. Parecía estar a unos dos segundos
de perder su mierda, y cuando me atrapó la mirada, una sonrisa
depravada le curvó el labio, y lentamente liberó sus dedos antes
de volver a meterlos dentro.
Maldije mientras me rozaba la próstata, y supo cuándo se
sacó la lotería porque se rio y lo hizo una y otra vez.
—Sean... —Me las arreglé mientras él seguía estirando mi
agujero y masajeando ese lugar perfecto—. Sean —dije, un poco
más duro.
Levantó su cabeza y lamió un camino a lo largo de mi
mandíbula hasta mi boca. —¿Qué? Pídemelo.
Mi respiración se aceleró, mi pecho se estrelló contra la
pared mientras mi polla dejaba un rastro en la superficie. —
Méteme la polla.
Sean sonrió. —Pídelo... amablemente.
Cabrón. Estaba disfrutando de esto. —Por favor, méteme la
polla dentro.
Sean se rio, y la vibración hizo que todo mi cuerpo
temblara. Arrastró sus dedos y alineó su polla. Giré la cabeza
para poder apoyar la frente contra la pared, y Sean puso una
mano en las nalgas y me las abrió un poco para poder verme el
culo.
82

Queriendo darle el mayor acceso posible, separé las piernas


y le oí gruñir en agradecimiento. La cabeza de su erección se
acercó, y luego hizo un túnel hacia adentro.
Suave y fuerte, Sean se impulsó en mí con una fuerza que
era necesaria y apreciada. Fue intenso y exactamente lo que yo
quería. Mi grito resonó por toda la maldita casa.
—Fóllame —gruñó Sean mientras agarraba mi otra mano y
la inmovilizaba contra la pared, pegándose a sí mismo a lo largo
de mi espalda de una manera que hacía difícil saber dónde
comenzaba él y dónde terminaba yo. —Me equivoqué antes...
Apreté mis ojos cerrados mientras mi cuerpo se ajustaba al
suyo, mi excitación y la adrenalina a un pelo de distancia de la
detonación mientras Sean palpitaba dentro de mí.
—¿Equivocado?
—Sí. —Él besó el hueco de mi cuello y hombro, sus dedos
entrelazados con los míos—. Te ves perfecto ahora. Conmigo
dentro de ti.
—Sí. Se siente perfecto, también. —Le devolví el golpe—.
Destinado a ser.
Sean besó mi sien. —No lo olvides nunca, joder. —Luego se
retiró lentamente y volvió a entrar con tal fuerza que mis ojos se
cerraron de golpe.
—Otra vez —le pedí. Que terminara de hablar. Quería sentir
esta conexión alucinante en acción.
Sean enroscó sus dedos alrededor de los míos mientras se
retiraba y volvía a entrar, y el placer fue tan intenso que mi
visión comenzó a desdibujarse. Jesús, se sentía bien. Fuerte,
83

poderoso y con el cien por cien de control, mientras finalmente se


soltaba y me tomaba de verdad.
Su aliento cálido en mi cuello y su piel caliente contra la
mía crearon una energía febril que hizo que las llamas ardieran
aún más. Entonces Sean soltó una de mis manos para alcanzar
mi polla, y yo giré la cabeza. En el momento en que nuestros
labios se encontraron, el fuego pasó de una llama a un infierno
ardiente. Entonces volví a tirar de él, usando su cuerpo tan
desesperadamente como él usaba el mío. Las llamas nos lamieron
y el potente aroma del sexo llenó el aire.
Podía sentir mi mente apagándose mientras mi cuerpo
tomaba el control. Sean me consumía de maneras que no había
experimentado en años, si es que alguna vez. Era como si
estuviera en mi mente, cuerpo y alma, y podía sentirme a mí
mismo tambaleándose en el precipicio.
—Sean, yo...
Sean me estaba mordiendo y chupando el cuello, y sabía
que habría marcas allí mucho después de que esto terminara.
—Dios, Xander. —Su fuerte respiración en mi oído me dijo
que estaba cerca de perderlo—. Te sientes jodidamente increíble.
Él se encendió dentro de mí, golpeando todos los puntos
correctos, y mientras mi cuerpo se agarraba alrededor de su
erección, nuestros orgasmos explotaron.
Le agarré los dedos cuando empecé a temblar, y cuando
me mordió en el cuello y se sacudió detrás de mí, me acerqué a
su mano y a la pared sin pensar en nada más que en lo bien que
me sentía en sus brazos.
Mierda... Con las llamas ya apagadas, fue impactante que
no fuéramos un montón de cenizas en el suelo.
84

En vez de eso, nos desplomamos hacia adelante usando la


pared como soporte para mantenernos en pie.
—Maldito infierno. —La risa ronca de Sean en mi oído me
trajo de vuelta a la tierra. Finalmente salió de mí y me dio la
vuelta—. Hiciste un desastre de mi pared.
—¿Debería disculparme?
—No en esta vida.
Sean intervino y tomó mi cara entre sus manos. Luego me
dio un beso en los labios y me susurró: —Te amo.
Sonreí, pasé mis manos por sus abdominales sudorosos
hasta sus caderas y lo golpeé el trasero. —Yo también te amo.
—Mmm. Creo que es seguro decir que quemamos algunas
calorías extra esta mañana.
—¿Tú crees? Si quemamos más, es posible que hoy no
pueda caminar en el trabajo. Va a ser un desafío tal como estoy.
Mirando muy satisfecho de sí mismo, Sean retrocedió y se
agachó para desenrollar el condón. —Entonces, ¿me estoy
duchando solo?
Le di a su fenomenal cuerpo una revisión completa. —No en
tu vida. Sólo no me pidas que compita.
Se rio y se fue en dirección al baño, y no me importó
mucho llegar el último, porque ver su firme trasero era algo que
nunca me cansaría de ver.
85

11
_______
SEAN

—¿QUÉ ES ESA mierda de que Huntley salió bajo fianza ayer? No


puedo creer que alguien le diera dinero para sacar su culo de la
cárcel.
Me recliné en mi silla para ver a Nichols mirando la pantalla
de su ordenador. Era viernes por la mañana, y ya estaba
pensando en hacer un segundo café mientras giraba el bolígrafo
entre los dedos.
—Eh, sabes que su padre es un pez gordo. Los Huntley
tienen más dinero que Dios. No van a dejar que su precioso niño
se siente en nuestra celda como un juguete por más de un par de
horas. Honestamente, me sorprende que no lo hayan sacado
antes. ¿Qué fue eso, cuarenta y ocho horas?
—Sí, no está mal para un presunto violador.
—Te escucho. Por lo que entiendo, la víctima va a tener un
verdadero problema para luchar contra esto.
—Ella es de una familia de bajos ingresos. Probablemente
acabarán aceptando. —Nichols negó con la cabeza—. Un poco
cínico, ¿no?
—Sí, supongo que sí. —Pero cuando llevabas en el trabajo
tanto tiempo como yo, al final sabes como va a terminar—. Sabes
que tengo razón.
Nichols asintió lentamente y luego giró su silla para
mirarme. —Escucha, el capitán no quería que pensaras que te
86

estaba controlando, ya que pasaste el examen físico y todo eso.


Pero quería que yo...
—¿Lo hagas por él?
—Sí, eso lo resume todo.
Pensé en la persecución a pie de la semana anterior y tiré
mi bolígrafo en el escritorio. —¿Se trata de Martinelli? Porque,
para ser justos, ese día hacía muchísimo calor.
—Ya lo sé. Estaba sudando en el coche contigo. Y no está
cuestionando tu capacidad. Quiero decir, atrapaste al maldito.
Sólo quiere asegurarse de que estés cómodo ahí fuera.
—Y que tú también lo estés, siendo mi compañero.
Nichols se encogió de hombros. —No me preocupa eso. No
quiero ver cómo te desangras una segunda vez, si me entiendes.
—Sí, lo entiendo. Y me siento bien. De hecho, intensifiqué
mi rutina de ejercicios después de que ese hijo de puta me retara
a una carrera de atletismo. No me volverán a agarrar con las
manos en la masa, no te preocupes.
—De nuevo —dijo Nichols, con las palmas de las manos en
alto— no estaba preocupado.
—Aja. —Estaba a punto de preguntarle si quería un café
cuando mi teléfono vibró en el escritorio. Me incliné hacia
adelante para ver quién me enviaba el mensaje, y cuando vi el
nombre de Bailey parpadeando en mi pantalla, rápidamente lo
cogí y me puse de pie—. Eh, ¡oye! ¿Quieres un café? Voy a hacer
un poco.
—Sí, claro, podría ir a por otra taza. —Nichols me dio su
taza de “mejor papá del mundo”. Cogí la mía y me dirigí a la sala
de descanso.
87

Una vez dentro, cargué la cafetera con un nuevo filtro y


café molido, luego añadí el agua y le di al botón de encendido
antes de apoyarme contra el mostrador y finalmente abrí el
mensaje de Bailey.
Por muy ridículo que fuera, mi mano tembló. Estaba
nervioso. Nervioso por leer un maldito mensaje de mi hermano
menor.
Bailey: Hola. Henri dijo que querías hablar conmigo.
No fue exactamente el ¡Eh!, te he echado de menos.
Deberíamos hablar de lo que había estado esperando, pero los
mendigos no pueden elegir. Y al menos esto fue un progreso. Nos
estaba contactando.
Sí. ¿Hay algún momento y lugar que te convenga?
Podríamos ir allí mañana, como siempre.
Presioné enviar y miré el teléfono como si fuera a explotar
en mi mano. Mi estómago se agitaba, una extraña mezcla de
nervios y culpa mientras los tres puntitos aparecían en mi
pantalla. Un par de segundos después, el siguiente mensaje de
Bailey llegó con la fuerza de un puñetazo en mí ya dolorido
estómago.
Bailey: Mañana está bien. No me importa a qué hora.
Solo tú. No Xander.
De acuerdo... eso no sonó como un progreso. Esto no era
bueno, no era nada bueno.
Bay, creo que los tres deberíamos sentarnos. ¿No lo
crees?
88

Ya sabía cuál sería su respuesta. Al menos, eso creía, hasta


que él respondió: No, no lo sé. Puedes venir cuando quieras.
No tengo nada que decirle a Xander.
Joder. Mierda, mierda, mierda. ¿Por qué Bailey estaba
siendo tan malditamente terco con esto?
Bueno, parecía que iba a tener que hacerle entrar en razón.
Me había dado una charla de “ven a Jesús” cuando me había
comportado como un imbécil. Así que tal vez era hora de
devolverle el favor. Para recordarle lo mucho que Xander
significaba para él.
Está bien. Estaré allí mañana al mediodía.
Bailey: Bien. Mañana.
Eso fue todo. Eso fue todo lo que escribió. Me quedé
mirando el mensaje y leí todo tres veces, y todavía no podía creer
que fuera una correspondencia con Bailey. ¿Cómo había sucedió
esto?
La máquina de café pitó, pero yo estaba demasiado
atrapado en lo que acababa de ocurrir como para preocuparme.
En vez de eso, llamé al número de Xander y esperé a que
contestara.
—Ni siquiera son las nueve todavía. No me digas que ya me
extrañas.
Una sonrisa me llegó automáticamente a los labios. —Te
extrañé en el momento en que te dejé en la cama. Pero no es por
eso por lo que te llamo.
—¿No?
Pude oír la sonrisa en la voz de Xander y casi cambié de
opinión sobre la verdadera razón. Pero él querría saber lo que
89

estaba pasando, y habíamos prometido no ocultarnos cosas. No


importando cuánto pudiese doler.
—No. —Dejé escapar un suspiro y me froté la nuca—.
Bailey acaba de enviarme un mensaje de texto.
El silencio me saludó, y por unos segundos todo lo que
pude escuchar fue la sangre zumbando en mis oídos.
—Eso es genial. —Podía oír la felicidad forzada en la voz de
Xander, pero sabía que le estaba matando que Bailey aún no le
hubiera tendido la mano—. ¿Qué quería?
Dios, realmente no quería decirle esto a Xander. No quería
destruir la esperanza que podía oír en su voz.
Pero de nuevo, le había prometido la verdad y no iba a
empezar a mentir ahora. —Quiere verme mañana.
Un latido. Dos latidos. Tres... —¿Sólo tú?
Y ahí estaba.
—Sí. Sólo yo. —Joder. Cerré los ojos y apreté los dientes—.
Lo siento, Xander.
—Está bien —dijo, su voz se entremezcló con la decepción,
y en ese momento quise localizar a Bailey y sacudirle la mierda.
¿Cómo puede estar haciéndole esto a Xander? A su mejor amigo.
No estaba bien, y no importaba cuantas veces Xander me
lo dijera, sabía que estaba mintiendo. —Mira, tengo que irme.
Pero me alegro de que te haya contactado, Sean.
Miré el reloj y me di cuenta de que Xander estaría en su
coche en este momento dirigiéndose a su sesión semanal de
terapia con la Dra. Lewis.
90

—Lo siento —le dije de nuevo, aunque me pareció completa


y totalmente inadecuado.
—No lo sientas. No tienes nada que lamentar. —Hubo una
pausa, y luego: —¿Sean?
—Mmm.
—Prométeme que irás a verlo mañana. Eso es importante
para mí. Que los dos solucionéis esto. Sois hermanos, familia. Ni
siquiera pienses en mí.
Mi corazón se rompió ante la solicitud, porque mostraba
cuán desinteresado era realmente Xander. Quería que arreglara
mi relación, incluso a expensas de la suya. Pero no dejaría que
eso sucediera.
—¿Oye, presentador?
—¿Sí?
—Te amo.
—Yo también te amo. Que tengas un buen día. Ten cuidado
ahí fuera.
—Lo haré —lo prometí. Cuando terminamos la llamada,
supe que era una cosa que podía hacer por él, porque desde que
empezamos a salir tenía una razón para estar a salvo y volver a
casa, y su nombre era Alexander Thorne.
91

12
__________
XANDER

—PARECES DISTRAIDO esta mañana.


La voz de la Dra. Lewis atravesó todo el ruido blanco
mientras veía a un puñado de niños jugar fuera de su oficina.
Probablemente tenía razón. Si me hubiera preguntado por alguna
de las cosas que hablamos durante esta sesión, no habría podido
decir. Mi mente estaba demasiado concentrada en la
conversación que había tenido con Sean hacia casi cuarenta
minutos. Una conversación que había repetido una y otra vez.
—Diría que es una buena evaluación.
—¿Tienes ganas de decirme por qué?
Me volví para enfrentar a la buena doctora, que me miraba
con ojos curiosos. —En realidad no. Pero asumo que era una
pregunta retórica.
—No, en absoluto. Este es tu tiempo, tu dinero. Podemos
hablar de lo que quieras. Si no es eso, ¿qué hay de tus hábitos de
sueño? ¿Están mejor desde la última vez que hablamos?
La miré desde donde estaba sentado en la silla de respaldo
alto junto a la ventana, y me pregunté qué ángulo estaba
jugando. La Dra. Lewis tenía el extraño don de hacerte creer que
hacías las cosas que querías y elegías, cuando en el fondo, hacías
exactamente lo que ella había planeado todo el tiempo.
Sabía que eso era parte de su trabajo, y tenía que
reconocerle el mérito de que era muy buena en ello. —Sí, estoy
92

durmiendo mucho mejor. Finalmente pude dejar el Ambien 3 y


volver a la melatonina.
—Eso es genial. —Abrió su carpeta de cuero y destapó su
bolígrafo—. ¿Y alguna interrupción una vez que te duermes?
¿Algún sueño? ¿Pesadillas?
—No. Durante la última semana, he dormido toda la noche.
No hay interrupciones. —A menos que Sean cuente.
—Bien. —Me sonrió, y cuando la volví a mirar, sus ojos se
entrecerraron.
—¿Eso no es bueno? —Fruncí el ceño.
—Por supuesto que es bueno. ¿Por qué no lo sería? —Cruzó
las piernas y colocó su bolígrafo en el centro de la carpeta—.
¿Sabes cuál es una de las desventajas de ser una figura pública,
Alexander?
—¿En la parte superior de mi lista? La falta de anonimato,
la privacidad, el acosador ocasional... —Cuando no respondió, me
di vuelta para mirar por la ventana—. Pero supongo que ninguna
de esas es la respuesta que buscabas.
—Una de las desventajas es que reconozco una sonrisa
genuina cuando la veo. Lo que me acabas de dar fue forzado. Has
estado luchando por dormir bien durante semanas, has tenido las
más horribles pesadillas sobre Sean muriendo en tus brazos, y
ahora que se han acabado, en lugar de saltar de alegría, parece
que alguien atropelló a tu cachorro.
Me froté una mano en la cara. —No tengo un cachorro.
—Tal vez deberías. Son buenos para el alma.

3Zolpidem (Ambien). Los medicamentos para dormir.


93

Asentí, pero no dije nada. En cambio, me concentré en los


niños otra vez. Un par de ellos se habían separado y estaban
jugando a atrapar con el otro, mientras que otro se sentaba solo
bajo el árbol jugando con sus tarjetas de béisbol.
—¿Alexander?
—¿Eh? —Volví a prestar atención a la Dra. Lewis.
—Te dije que tal vez debería tener un cachorro.
—Estoy viviendo en la casa de otra persona. Dudo que le
agrade que traiga un perro a casa.
La doctora Lewis volvió a coger su bolígrafo y anotó algo. —
¿Por qué no te has mudado a tu casa todavía?
—Ya sabes por qué.
—Porque te recuerda a Kyle, a donde empezó todo esto.
Pero no es realmente donde empezó, ¿verdad? Lo conociste en la
redacción de noticias, y aun así estás allí trabajando ahora. ¿No
es así?
Tragué, tratando de ver a dónde me llevaba. Tratando de
ver en qué trampa me estaba poniendo para que yo entrara.
—Sí, pero eso es diferente. En mi casa estaba husmeando
tomando selfis. Estaba en mi espacio privado, mi dormitorio, mi
cama. No quiero volver allí.
—¿Nunca?
Parpadeé y lo pensé. —No todavía. —De nuevo, ella asintió
y escribió algo.
—¿Qué acabas de escribir?
—Exactamente lo que dijiste.
94

De alguna manera, lo dudé.


—¿Y qué hay de la situación con Bailey? ¿Has hablado con
él? ¿Lo has visto?
—No. —Mi respuesta fue corta y sucinta, y tan pronto como
salió de mi boca, supe que la Dra. Lewis no se lo creía.
—¿En serio?
—Sí. No he hablado con él ni lo he visto. —Eso no era una
mentira.
—Entonces, ¿qué ha cambiado?
—¿Disculpa?
Cerró la carpeta y se movió en su silla, cruzando sus largas
piernas en la dirección opuesta. —Te he preguntado qué ha
cambiado.
—Nada. Te dije que no lo he visto ni he hablado con él.
—Sí, pero algo más ha pasado. Durante semanas has
intentado dormir, y ahora puedes, lo que debería hacerte más
amable, no distraerte y ser más brusco. Estás feliz de vivir con
Sean, y nada ha cambiado. Entonces dices que la situación con el
mejor amigo es la misma, pero tú humor decayó drásticamente
cuando te pregunté por él. Así que, ¿por qué no me dices qué ha
cambiado con tu amigo?
Me froté la frente y me puse de pie. —Hoy se acercó a Sean
y quiere hablar con él.
—Ya veo. —Se detuvo lo suficiente para que yo la mirara
por encima del hombro—. ¿Eso te molesta?
—No, quiero que hablen.
—Pero también quieres que él hable contigo.
95

Me volví hacia la ventana. —Por supuesto, pero eso no


depende de mí.
—¿Por qué no?
—Porque yo soy el que ha estropeado las cosas.
—¿Lo eres? Según lo que me dijiste, Sean también lo hizo,
¿verdad? Sin embargo, Bailey quiere hablar con él.
—Bueno, son hermanos, de sangre. Tiene sentido que
solucionen las cosas. Quiero que lo hagan.
—Y si eso sucede, ¿dónde te deja eso?
Mis ojos se desviaron hacia el chico con sus tarjetas de
béisbol, y rápidamente le di la espalda a la escena, la imagen
golpeando demasiado cerca de la casa.
Mis ojos se dirigieron al reloj, y nunca había estado más
agradecido de ver que mi tiempo se había acabado. —Tengo que
irme. —Recogí mi maletín de donde lo había colocado junto a mi
silla.
La Dra. Lewis miró su reloj y asintió. Se puso de pie y cruzó
la habitación hasta su escritorio. —Un consejo, Alexander.
—¿Sí?
—Sé honesto contigo mismo. Es la única manera de que
esto funcione. Cava profundo y ve qué es lo que realmente te
molesta, y tal vez la próxima vez que estés aquí, podamos
trabajar juntos en ello.
Me abotoné la chaqueta y asentí, luego salí por la puerta.
Mientras subía a mi coche, encendí el aire acondicionado y me
senté allí un minuto, dejando que sus palabras se repitieran en
96

mi cabeza mientras mi atención se centraba en los niños que se


perseguían unos a otros por el patio.
Cerré los ojos, me recosté en el asiento y pensé en todos
los veranos que pasé con Bailey. Todos los recuerdos que
compartí con él. Había toda una vida de ellos, y mi corazón se
dolía al pensar que no habría más.
No. No podía terminar así. No podíamos terminar así. Nos
habíamos prometido que nada destruiría nuestra amistad, y
aunque sabía que le había hecho un gran daño, tenía que creer
que al final podríamos repararlo...

DE TODAS LAS veces que estuve aquí en el porche de Bailey sólo


recuerdo haber estado así de nervioso una vez. Esa fue la noche
en que me di cuenta de que mis sentimientos por el hermano
mediano de Bailey eran más fuertes que la amistad. Fue irónico
que esta noche estuviera aquí para ver si podíamos volver a
esa... nuestra amistad.
Respiré profundamente y me limpié las palmas de las
manos en los pantalones. Dios, no podría decir si fueron los
nervios o la preocupación lo que causó el nudo en mi intestino.
Pero, de cualquier manera, lo que estaba a punto de hacer tenía
que hacerse. Esa era la única esperanza de salvar la amistad que
habíamos tenido mucho antes de decidir llevar las cosas al
siguiente nivel y casi perdernos en el proceso.
Miré fijamente a la puerta principal y estaba a punto de
llamar cuando la Sra. B. la abrió. Ella se rio y me mostró una
brillante sonrisa. —Me has dado un susto de muerte.
97

—Igualmente, Sra. B. Me atrapó justo cuando iba a tocar.


—Bueno, ya me iba. Bailey está dentro, en la cocina. ¿Te
veré para la cena?
—Eh... —Probablemente no después de lo que vine a decir,
pero no iba a decirle eso—. Probablemente no. Tengo que ir al
trabajo.
—Oh, es cierto, felicitaciones. Bailey me contó todo sobre
el trabajo de reportero de campo. Es emocionante.
—Lo es. También es un poco angustioso, pero es para lo
que he estado trabajando.
La Sra. B me extendió la mano y me apretó el brazo. —Lo
harás muy bien y verás muchas cosas. Sólo ten cuidado ahí
fuera.
—Bueno, para empezar, es sólo local.
—Sí, pero todos sabemos que no te vas a detener ahí.
Desde que te conozco, todo lo que siempre has querido es ser
periodista.
Realmente era cierto. Bob Willis de ENN era mi ídolo
número uno. Mi sueño era terminar un día detrás de un escritorio
de anclaje a nivel nacional, pero sabía que tenía que pagar mis
cuotas primero.
—Gracias. Se lo agradezco.
La Sra. B sonrió y me rodeó. —Por supuesto. Veo grandes
cosas en su futuro, señor.
Me reí y me despedí mientras ella se dirigía a su coche, y
luego entré. Esta casa me era tan familiar como la mía, y cuando
entré en la cocina para ver a Bailey sentado en el rincón del
98

desayuno leyendo algunos papeles, mi instinto hizo esa cosa


donde se retorció sobre sí mismo.
Bailey levantó la vista y cuando me vio de pie en la puerta,
esa cálida sonrisa iluminó sus rasgos, y todo lo que pude pensar
fue: Por favor, déjanos estar bien después de esto.
—Hola. —Bailey fue a deslizarse del asiento del banco, pero
yo negué con la cabeza.
—No, no te levantes. —Crucé el suelo de baldosas y me
incliné para darle un beso en los labios. Mientras tomaba el
asiento frente a él, señalé con la cabeza a los papeles—. ¿Qué
tienes ahí?
—Eh... —Bailey los volteó, despertando inmediatamente mi
curiosidad—. Nada.
—Sí, eso es obvio por la forma en que los escondes.
Se rio y puso los ojos en blanco. —En serio, no es nada.
Sólo algo en lo que he estado pensando últimamente.
—Ah, ¿sí? ¿Te importaría explicarlo?
Bailey miró los periódicos y frunció el ceño. —Yo... sigo
pensando en ello. —Entonces me devolvió la atención—. Pero te
lo diré tan pronto como lo sepa.
Asentí y me senté en el asiento, tratando de averiguar
cómo empezar esta conversación. Cuando se hizo evidente que
me costaba encontrar las palabras adecuadas, Bailey tomó mi
mano en la suya.
—No te esperaba esta mañana. ¿Está todo bien?
Mierda, ¿por qué tenía que ser dulce? ¿Tan cariñoso? ¿Y
por qué era tan estúpido que estaba a punto de arruinarlo todo?
99

—Sí, pero yo... quería hablar contigo.


Bailey me apretó los dedos y se lamió los labios, los
mismos labios que yo había besado cientos de veces. Era un
hábito nervioso suyo, y estaba claro que ahora estaba cogiendo
mi propio malestar.
—De acuerdo, entonces, ¿qué pasa?
Sólo dilo, me dije a mí mismo. Deja de ser un cobarde y
escúpelo.
—Mira, no hay una forma fácil de decir esto, Bay. Pero con
este nuevo trabajo y las horas, van a querer enviarme a una
misión, y realmente quiero...
—Ir.
Mientras esa palabra flotaba en la cocina entre nosotros,
asentí. —Sí.
Bailey me miró a los ojos y me dio la más triste de las
sonrisas, una que no le llegaba a los ojos. Me rompió el corazón
de una manera que las palabras nunca podrían.
—Me lo imaginaba.
Espera... —¿Te lo imaginabas?
—Sí. —Bailey soltó una risa suave que no estaba de
acuerdo con la sonrisa triste—. No hizo falta ser un genio para
adivinarlo. Hemos estado yendo en diferentes direcciones
últimamente. Lo entiendo. Cuando llegas a casa, yo ya estoy
dormido, y viceversa. Nunca tenemos tiempo para el otro, y
cuando lo hacemos, es... no es lo que debería ser.
Estaba tan sorprendido que todo lo que podía hacer era
sentarme ahí y mirarlo.
100

—Tengo razón, ¿no? ¿También lo sientes, la desconexión?


Lo hacía, pero oír las palabras de su boca era como un
mazo para el plexo solar. Aquí estaba yo, listo para apagar la luz
de mi novio, y Bailey estaba sacando las palabras primero.
—Sí, lo hago.
—Sí. —Bailey tiró de mi mano—. Ven aquí.
Me puse de pie y me deslicé a su lado, y él dio vuelta a los
papeles frente a él. En la parte superior decía: —Formulario de
solicitud de la Academia de Policía. —Tragué un trago de aire y
me presioné los dedos contra los labios.
Bailey había hablado de unirse a la fuerza durante años, la
mayor parte de su vida. Su padre y su hermano Sean eran parte
de la Policía de Chicago, y egoístamente, siempre había estado
agradecido de que no hubiera seguido sus pasos. Aparentemente
había cambiado de opinión sobre eso, o al menos estaba
pensando en ello. De alguna manera, tenía la sensación de que
acababa de tomar la decisión final por él.
—Sé que siempre odiaste la idea de que yo estuviera en la
fuerza, pero...
—No es tanto eso como... —Hice una pausa y me giré para
mirarle a los ojos. No podía imaginarme a Bailey, mi dulce Bailey,
en las calles lidiando con lo peor de lo peor. Y estaba aterrorizado
de lo que le sucedería, mentalmente—. Me preocupo por ti, Bay.
Eso no parará sólo porque no estemos saliendo.
—Lo sé. —Chocó los hombros conmigo—. Pero ¿cómo crees
que me siento cuando te metes en situaciones peligrosas por tu
trabajo? Y ahora como reportero jefe de campo, no sólo será mal
tiempo... Eventualmente será mala gente y guerras y... Dios sabe
qué más.
101

Tenía razón, pero, aun así, Bailey como policía... No estaba


seguro de qué era más preocupante para mí. La idea de que se
lesionara en el trabajo o la idea de que perdiera esa positividad
pura que emanaba. De cualquier manera, no era mi elección.
Sólo necesitaba estar ahí y apoyarlo, como siempre lo hizo
conmigo. La forma en que estaba ahora, aunque eso significara
que estábamos poniendo fin a algo que ambos pensábamos que
sería para siempre.
—Es raro que ambos hayamos llegado a la misma
conclusión al mismo tiempo, ¿no?
—En realidad no. —Bailey entrelazó nuestros dedos—.
Éramos los mejores amigos antes de ser más. Sabemos lo que el
otro está pensando.
—Cierto. —Mis ojos se nublaron cuando miré su rostro
perfecto—. Eso nunca cambiará, ¿verdad?
—¿Qué?
—¿Ser los mejores amigos?
—Nunca —susurró Bailey, y puso su cabeza en mi hombro
—. No importa lo que pase. Siempre prometimos ser amigos
hasta el final. Te amo.
—Yo también te amo. —Besé la parte superior de su cabeza
y sentí una lágrima rodar por mi mejilla—. Amigos hasta el final.
102

Y mientras que ciertamente se sentía como el final de una


era sentado allí con el chico que amaba y sabía que siempre lo
haría, tuve el fugaz pensamiento de que, si no podía hacer que
las cosas funcionaran con alguien tan maravilloso como Bailey,
¿significaba eso que estaba destinado a estar solo... para
siempre?
Sólo el tiempo lo diría.
103

13
_______
SEAN

MANZANAS Y CANELA...
Ese era el único recuerdo que siempre me llegaba primero
cuando ponía un pie en la casa de mi infancia. Era el olor que
había quedado en el aire cuando mi madre estaba viva, ya fuera
de las velas de otoño que quemaba todo el año o de los pasteles
que le gustaba hornear. Era el olor de la comodidad, el olor del
hogar, y recordé la primera vez que entré en esta casa y ese olor
se había desvanecido.
Ese fue el día en que realmente comprendí que ella nunca
iba a volver. El día que tuve que dejarla ir de nuevo y recordarme
a mí mismo lo que quería de los tres chicos que había dejado
atrás -unidad, lealtad, amor- y ahora mismo, le estaba fallando.
El crujido de los suelos de madera me hizo voltear desde la
ventana de la sala para ver a Bailey de pie detrás de mí, con los
brazos cruzados y con una expresión sombría que me decía que
prefería estar en cualquier otro lugar que no fuera aquí.
Dios, no podía recordar la última vez que parecía tan
enfadado y decepcionado de mí. En realidad, eso era una
mentira. La última vez había sido hace unos meses. Había estado
en una mala situación después de un caso particularmente largo
y horrible y había estado haciendo lo mejor para olvidarlo, con la
ayuda de cualquier alcohol que pudiera tener en mis manos.
Bailey me había sacado de eso. Me sentó y me dio una
charla de “ven a Jesús” que básicamente había terminado con un
104

ultimátum: limpiarme o dejar de venir a verlo. Ahora estaba aquí,


mejor que nunca, en gran parte gracias a él.
Cualquiera puede adivinar cuánto tiempo estuvimos ahí
mirándonos. ¿Segundos, minutos, horas? Pero todas las palabras
que había ensayado cuidadosamente, las que explicaban cómo y
por qué había pasado lo que pasó... Bueno, se habían levantado y
desaparecido. Me sentí como un mendigo que finalmente se
presentaba ante el rey, sólo para perder toda la capacidad de
formar frases coherentes ahora que por fin estaba aquí.
—Bailey.
—Sean.
Sí, tuvimos un comienzo fantástico. En el lado positivo, no
había olvidado mi nombre. Deslicé mis manos en los bolsillos de
mis pantalones cortos, y cuando se quedó ahí parado, dejé
escapar un suspiro. —¿Por esto me invitaste a venir? ¿Para un
enfrentamiento silencioso?
—No. Te lo pedí porque sabía que no me dejarías en paz
hasta que lo hiciera.
—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Qué dejara de llamarte?
—Tenía la esperanza.
Sí, eso es. Bailey era como una bomba de tiempo, y si
hubiera sido inteligente, habría salido de la zona de explosión.
Pero no era tan inteligente.
—¿Qué demonios, Bay? Estás actuando como un maldito
extraño.
—¿Yo estoy actuando como un extraño? —Bailey dejó caer
sus brazos a los lados y se acercó a mí—. Tú eres el que, después
105

de tres décadas, ha salido del armario para empezar a acostarse


con mi mejor amigo.
Abrí la boca para refutar eso, pero no tuve una gran
respuesta, considerando que tenía razón.
—Ni en un millón de años podría haber adivinado eso,
Sean. ¿Así que quieres hablar de extraños y no ser capaz de
reconocer a la gente? ¿Por qué no empezamos contigo? ¿Adónde
diablos fue mi hermano mayor y quién es este cobarde?
Bien, eso finalmente hizo que mi lengua funcionara. —
¿Cobarde? ¿Cómo diablos te diste cuenta de eso?
Bailey dio otro paso adelante y me pinchó en el pecho. —
Sólo un cobarde iría a espaldas de alguien de la forma en que
vosotros dos lo habéis hecho. Debiste reírte mucho en el hospital
cuando Xander me convenció de que quería quedarse contigo por
la bondad de su corazón. Debí haber sabido que era su pene en el
que estaba pensando.
—Oye, espera un segundo. Estás hablando de Xander. Ya
sabes, tu mejor amigo.
—Sé exactamente de quién estoy hablando. También sé
que no es un santo. Ninguno de los dos lo es, para el caso. Así
que, dime, ¿fue el sexo con él lo que arruinó la relación entre los
tres?
No podía creer la mierda que salía de la boca de Bailey. De
hecho, si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, habría
creído que era otra persona. Recordando que estaba allí para
hablar de esto con mi hermano, -no para pelearme a puñetazos
con él- hice lo que pude para tragarme mi impulso de ir a la
defensa. En vez de eso, respiré profundamente y traté de pensar
racionalmente.
106

—En primer lugar, el único que arruina las relaciones por


aquí eres tú. Has cortado por completo con Xander y conmigo,
asumo que también con Kieran, a menos que ustedes dos no
hayan estado en contacto.
Cuando Bailey permaneció tercamente en silencio, yo
continué: —Y, en segundo lugar, no sólo estamos follando. Esto
es serio. Lo que está sucediendo aquí no es una aventura que
pensamos que podría ser divertida. Nos damos cuenta de que
podríamos haber hecho esto de manera equivocada
ocultándotelo...
—Oh, qué amable de tu parte.
—Pero no era asunto tuyo. Estábamos pasando por algo
traumático, algo que nos acercó más de lo que la mayoría jamás
entenderá, y queríamos asegurarnos de que era real y verdadero
antes de que nadie más tuviera una opinión. Lamento que eso te
duela, pero es la verdad.
—¿Así que se supone que debo estar feliz y aceptar que mi
hermano heterosexual y mi exnovio mintieron y fueron a mis
espaldas porque querían averiguar cuán profundo era esto? —
Bailey negó con la cabeza—. Lo escondiste porque sabías cuánto
daño causaría esto. Lo sabías, y no querías lidiar con ello, como
todo lo demás en tu vida.
Vaya, un maldito golpe bajo. —Mira, sé que estás
enfadado, y tienes todo el derecho a estarlo. Pero ¿actuar como
un imbécil realmente ayuda? Estás matando a Xander con este
acto silencioso de mierda.
—Entonces tal vez debería haber pensado en eso antes de
decidir tropezar con tu polla.
107

Maldije y me pasé una mano por el cabello, dándole la


espalda antes de hacer algo estúpido, como darle un puñetazo en
la cara.
—¿Cuándo te volviste tan cruel? —susurré, antes de saber
que lo iba a decir.
—No estoy siendo cruel. Estoy siendo humano, Sean. Esto
es lo que pasa cuando jodes a alguien. Se enojan. Se lastiman.
Cerré los ojos y me pellizqué el puente de la nariz. Esto no
nos llevaba a ninguna parte, absolutamente a ninguna parte. Él
estaba demasiado enojado y yo estaba demasiado a la defensiva.
Eso no era una receta para el perdón, era una receta para los
problemas.
—¿Hay algo que pueda decir para mejorar esto, que pueda
hacernos volver al camino? ¿O sólo estoy perdiendo mi tiempo
aquí?
—Puedes decirme que tú y Xander decidieron que esto es lo
más tonto que han hecho y que se acabó.
Mi estómago se revolvió al pensarlo. —¿Y eso lo haría todo
mejor? ¿Así de simple?
—No. Pero sería un comienzo.
Él también hablaba en serio. Podía verlo en sus ojos. —¿De
verdad le harías eso? Después de todo lo que ha pasado en las
últimas semanas, ¿le harías elegir entre su mejor amigo y su
novio?
—¿Novio? No estoy seguro de que te lo haya dicho, pero a
Xander le gusta la variedad.
108

Sabía que intentaba herirme tanto como yo lo había herido


a él. Pero en algún momento, Bailey debió olvidar con quién
estaba peleando, porque yo era el rey de las peleas sucias.
—Tal vez fue así cuando estaba contigo, pero hasta donde
sé, no busca en ningún otro lugar.
—Vete a la mierda, Sean.
—Oye, tú empezaste.
El color inundó las mejillas de Bailey cuando pasó junto a
mí, golpeando su hombro contra el mío mientras caminaba hacia
la ventana. Mi golpe había sido duro.
Mientras estábamos allí de pie en un silencio pedregoso, la
tensión que había estado en su punto más alto finalmente
comenzó a desvanecerse, y lo que quedó fue una tristeza
abrumadora. Un sentimiento de pérdida similar al de un ser
querido, y ambos sabíamos cómo se sentía.
—Bay, —empecé de nuevo, esta vez bajando la voz—.
Vamos esto no nos lleva a ninguna parte. Tenemos que hablar de
esto tarde o temprano.
—Yo... no puedo, Sean. Yo… —Bailey mordió sus palabras
como si tratara de controlar la avalancha de emociones que se
apoderan de él—. No sé si alguna vez podré hablar de esto, y eso
es todo lo que puedo darte ahora.
Bueno, eso fue honesto. —Está bien.
Metí las manos en los bolsillos y me dirigí a la puerta, luego
me detuve a mirar a Bailey. Sus hombros se desplomaron como
si acabara de pasar tres rondas con un campeón de peso pesado
y perdiera espectacularmente.
109

Pero la realidad del asunto era que nadie había ganado


realmente, ¿verdad?
—¿Bailey?
Bailey miró por encima de su hombro, y la angustia de sus
ojos fue tan desgarradora que casi me puso de rodillas.
—Siento que te hayamos hecho daño. Es lo último que
queríamos.
No dijo nada, sólo me miró con esos ojos sombríos y
vidriosos, y antes de que cambiara de opinión e hiciera algo
precipitado, me di vuelta y salí por la puerta.
110

14
__________
XANDER

CUANDO BESÉ a Sean de despedida antes de que fuera a


reunirse con Bailey, sentí que lo enviaba a la horca, y se veía
igual de sombrío.
Eso había pasado hacia una hora, y mientras estaba
sentado aquí preguntándome qué era peor, si el que estaba en
medio de la pelea o el que esperaba en casa el resultado, lo único
que seguía repitiendo en mi cabeza era que al menos Sean tenía
la oportunidad de decir su parte. Tal como estaba ahora, Bailey ni
siquiera me devolvía los mensajes.
Había tratado de no obsesionarme o estresarme con el
muro que Bailey había levantado entre nosotros. Pero cada día
que pasaba, la distancia y la tensión entre nosotros pesaba más y
más en mi corazón. Echaba de menos a mi mejor amigo, mi
confidente, y aunque sabía que era egoísta incluso desearlo, en el
fondo de mi mente quería celebrar este momento de mi vida con
él, - enamorarme.
Sin embargo, eso no iba a suceder pronto. No cuando la
persona de la que me había enamorado era el hermano de Bailey.
Miré mi reloj por millonésima vez, y cuando oí el
todoterreno de Sean subir por el camino, me puse en pie de un
salto y corrí hacia la puerta. El corazón me latía con fuerza y no
podía decidir qué me ponía más nervioso: cómo fue la discusión o
cómo se sentía Sean después de ella.
111

De cualquier manera, me preparé para cualquier tipo de


humor que estuviera a punto de entrar por la puerta. Momentos
después, Sean entró, y cuando me vio, hizo una mueca que me
hizo apretar el estómago.
Mierda. Lo que había pasado entre los hermanos no había
sido nada bueno. No había una sonrisa esperanzada, ni una
sonrisa confiada, lo que indicaría que todo estaba aclarado.
—Oye —dijo mientras cerraba la puerta y tiraba las llaves
en la mesa de entrada, y esa palabra confirmó mis sospechas. Lo
que fuera que había pasado en casa de Bailey no implicaba
reparar vallas y corazones rotos.
De hecho, Sean sonaba más abatido que nunca, y
considerando que había visto a Sean en su peor momento, eso
era decir algo.
—Hola.
Cuando metió las manos en los bolsillos, un claro indicador
de que estaba poniendo una barrera de algún tipo, respeté su
elección y mantuve las manos quietas.
Caminó por el pasillo, y yo lo seguí en silencio, sintiendo
que hablaría cuando estuviera listo. Pero cuando se dirigió
directamente a la cocina y abrió el armario que sabía que
contenía el licor fuerte, finalmente hablé.
—Bueno, esto no es un buen presagio.
Sean agarró una botella de bourbon y dos vasos. —Confía
en mí, vas a querer uno de estos.
Asentí, y mientras él servía un vaso, me senté en la mesa
del comedor y esperé. Sean trajo las dos copas y la botella y se
sentó frente a mí, y por un minuto se quedó sentado mirando la
112

botella como si tuviera todas las respuestas. Demonios, tal vez


las tenía.
—¿Supongo que las cosas no se resolvieron?
Sean alcanzó su vaso y trazó el borde con la punta de su
dedo. —Se podría decir que no. No recuerdo haberlo visto nunca
así, Xander.
—¿Enfadado?
Sean se burló. —Enojado, herido, malvado. Si no hubiera
estado en la habitación con él, habría pensado que estaba
hablando con un extraño. Es como si estuviera poseído.
Alcancé la mesa y puse mi mano sobre la parte superior de
la de Sean. Cuando la liberó lentamente, mi pecho se apretó.
No queriendo admitir cuánto dolía ese acto de abstinencia,
me concentré en el tema en cuestión. —¿Qué dijo? ¿Quiere
sentarse y hablar de ello?
—Eso es literalmente lo último que quiere hacer. Creo que
hubiera sido más feliz si me hubiera golpeado con el puño en la
cara.
—Estoy seguro de que eso no es verdad.
Sean me miró por encima de su vaso. —Créeme, es
verdad. Esto es más que la ira. Es como si hubiéramos roto algún
maldito código sagrado y, junto con él, matado el lado dulce de
Bailey que conocíamos. — Volcó el vaso y se tragó el alcohol de
un solo trago.
—¿Quizás es solo más tiempo el que necesita? Entonces
podemos hablar.
—Xander, no estás escuchando.
113

—Lo estoy, pero... ¿qué más podemos hacer?


Sean me miró a los ojos, y fue cuando lo vi, la respuesta
que había temido todo el día, desde que Bailey le había mandado
un mensaje.
Termina con las cosas. Eso es lo que decía esa mirada.
Termina las cosas ahora y deja que vuelvan a ser como antes. O
tal vez ni siquiera eso. Termina las cosas ahora y espera que
vuelvan a ser como antes.
—¿Te pidió que rompieras conmigo?
Sean parpadeó, y la mirada de hace un segundo se
desvaneció.
—¿Sean? ¿Te pidió Bailey que terminaras conmigo? —Sean
bajó los ojos al vaso vacío, y cuando fue a rellenarlo, le quité la
botella de la mano y me puse de pie—. Respóndeme.
Sean me miró, y no se necesitaron palabras.
—Lo hizo, ¿verdad? Guau... —Le di la espalda para que no
viera el dolor que ya no podía ocultar. No sólo iba a perder a
Bailey por esto, también iba a perder a Sean. Esto era lo que más
temía.
—¿Qué le dijiste? —Susurré, y cuando el silencio fue todo lo
que me llegó, cerré los ojos y pregunté de nuevo, un poco más
fuerte esta vez—. ¿Qué le dijiste?
—Le dije que eso no iba a pasar.
Lentamente giré para enfrentarlo. Estaba mirando la mesa,
sus ojos se dirigían a cualquier parte menos a mí.
—Pero tal vez debería.
114

Si no lo hubiera mirado directamente, no habría creído las


palabras que acababa de oír. Tal como estaba, me llevó un par de
segundos digerirlas. —¿Cómo dices?
Sean finalmente levantó la vista, sus ojos azules oscuro
llenos de conflicto y dolor. —Tal vez sería más inteligente, no sé,
detener esta cosa antes de que arruine algo que nunca podrás
reemplazar.
Cada nueva palabra que salía de la boca de Sean era como
un golpe físico a mi cuerpo.
—¿Esta cosa? Estoy confundido, Sean, porque pensé que
esta cosa era una relación por la que querías luchar. ¿No es eso
lo que me dijiste? ¿Qué no querías perderme?
—Sí, lo es. Lo era. Yo sólo... —Sean se puso de pie y dio un
paso hacia mí, y yo di un paso gigante hacia atrás—. No quiero
ser la razón por la que tú y Bailey no se hablen más. ¿Y si este
deseo, este momento con nosotros, se enfría? ¿Y si lo jodo de
alguna manera? Sería mejor terminarlo antes de que empiece de
verdad, ¿sabes? ¿Realmente vas a tirar una vida de amistad por
la borda por esto?
Mi estómago cayó mientras miraba al hombre del que me
había enamorado estúpidamente, y me tragué la bilis que subía
por mi garganta. No me desmoronaría. Ni aquí ni ahora. Caer en
los brazos de Sean fue lo que me metió en este lío para empezar.
—Si no sabes la respuesta a eso, entonces no puedo
ayudarte. —Sean dio otro paso hacia mí y me cogió la mano. Pero
rápidamente la retiré—. No lo hagas.
Miró hacia el pasillo que llevaba a la puerta principal, y
luego hacia mí. —Creo que voy a salir un rato.
115

Me costó todo lo que tenía para no rogarle que se quedara.


—Está bien.
Sean asintió. —Bueno.
—Bien.
Luego, sin decir una palabra más, desapareció por el
pasillo. Lo último que escuché fue el sonido de la llave en el
cerrojo, y fue cuando comprendí que estaba bien y
verdaderamente... solo.
116

15
_______
SEAN

SOY UN IDIOTA. Tan jodidamente idiota que era difícil pensar en


un momento en el que hubiera sido más idiota. Me paré al pie del
camino y miré mi casa, y me pregunté si Xander había puesto la
cadena en la puerta para mantenerme fuera.
Después de las tonterías que le dije hoy, no lo culparía.
Me froté una mano en la cara y cerré los ojos. Jesús, ¿cómo
me las he arreglado para joder esto tanto? No sólo mi hermano
me odiaba a muerte, sino que ahora Xander estaba allí haciendo
las maletas. Pero eso era lo que le había dicho que hiciera, ¿no?
Se me apretó el pecho, y froté el talón de la mano sobre el
dolor. Así que así es como era enamorarse, ¿eh? ¿Momentos de
felicidad dichosa junto con momentos de pura tortura? Eso
parece. Pero en algún momento durante mi gira de horas por mi
barrio, llegué a la conclusión de que no lo cambiaría por un
segundo.
—Entonces, ¿qué diablos haces parado aquí, idiota?
Buena pregunta, y el hecho de que estuviera hablando
conmigo mismo era probablemente un claro indicador de que no
estaba en el estado mental adecuado para tomar ninguna
decisión monumental esta noche -o ninguna decisión, para el
caso.
Subí por el camino y probé la puerta delantera, esperando
la cadena, pero cuando se abrió sin problemas, entré. Todas las
117

luces estaban apagadas, pero al pasar por la sala de estar, noté


la botella de bourbon y dos vasos exactamente donde los
habíamos dejado.
La casa estaba en silencio mientras continuaba hacia mi
dormitorio, y en algún lugar del fondo de mi mente estaba seguro
de que encontraría a Xander con sus maletas hechas, listo para
irse. En cambio, encontré las luces del dormitorio apagadas, las
cortinas corridas y Xander acurrucado bajo las mantas. El alivio
que me inundó fue abrumador.
Me quité la ropa y me metí debajo de las sábanas, y
mientras estaba tumbado mirando al techo, no pude evitar
preguntarme qué haría si alargaba la mano y lo tocaba.
Resultó que no me tuve que preguntarme por mucho
tiempo.
—¿Estás listo para hablar ahora? —Xander encendió la
lámpara de la cama y me miró fijamente, y su expresión sin
tonterías, junto con su cabello normalmente perfecto
sobresaliendo por todo el lugar me hizo sonreír.
—Yo, eh, creo que sí.
Xander me empujó con el brazo -fuerte. —¿Eso crees? —
Luego tiró las mantas hacia atrás y se puso de pie—. Bueno,
¿sabes qué? Lo sé.
Ahora tenía las manos en las caderas, y aunque sabía que
hablaba muy en serio y que no era el momento de distraerme,
me resultaba difícil apartar la vista del pequeño trozo de tela que
lo cubría... no mucho.
—No discutes con alguien, dices que debes romper y luego
sales por la maldita puerta, Sean.
118

Percibiendo que ahora probablemente no era el momento


adecuado para decirle lo espectacular que se veía todo cabreado,
me guardé esos pensamientos para mí mismo y arrastré mis ojos
a su cara.
—Lo sé, yo me ocupé de eso...
—¿Terriblemente?
Sí, eso sonó bastante bien. —Yo sólo... no sabía qué hacer,
¿de acuerdo? Todavía no lo sé.
—¿Así que tu solución es terminar las cosas conmigo? ¿Es
eso lo que realmente quieres?
—¿Importa eso?
—Sí, importa, joder.
Mis ojos se abrieron de par en par. No recuerdo haberlo
visto nunca tan alterado, tan furioso.
—Tú importas, Sean. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de eso?
Las palabras de Xander se quedaron en el aire mientras yo
empujaba lentamente las sábanas y me movía a su lado de la
cama.
Cuando mis pies tocaron el suelo, lo tomé la mano y le tiré
entre mis piernas.
Su mandíbula estaba tensa y sus labios se dibujaban en
una línea delgada y apretada. Parecía frustrado, irritado y cien
por cien listo para discutir conmigo, y nunca en toda mi vida
había visto a alguien tan condenadamente atractivo.
—No quiero terminar las cosas.
Xander miró por encima de mi hombro y le estreché la
mano para llamar su atención.
119

—Lo digo en serio.


Se mordió el labio inferior y la frustración se convirtió en
dolor cuando sus ojos se posaron en mi cara. —¿Entonces por
qué lo dijiste?
—¿Porqué soy un idiota?
Xander negó con la cabeza. —Inténtalo de nuevo.
Pensé en la tristeza de los ojos de Bailey, y ahora en la
preocupación de Xander, y suspiré. —Porque odio ver a la gente
que amo herida.
—¿Entonces por qué crees que dejarme es lo correcto?
—Porque fuiste su primero. —Las palabras salieron de mi
boca antes de que pudiera pensar en ellas.
Xander parpadeó, y su confusión fue obvia. —¿Y qué
significa eso? ¿Qué nunca me volveré a enamorar?
—No —dije, y luego finalmente dije la única cosa que había
estado dando vueltas en mi cabeza toda la tarde: —Sí puedes.
Sólo que tal vez no conmigo.
—Eso es ridículo.
—¿Lo es?
—Sí. —Xander me sujeto de las mejillas y me inclinó la cara
hacia él—. No puedo elegir de quién me enamoro. No más de lo
que tú puedes.
—Pero Bailey…
—Es mi amigo. Es alguien a quien quiero mucho y respeto.
Pero no puede dictar mi vida personal, Sean, y tampoco debería
dictar la tuya.
120

Respiré hondo y cerré los ojos, apoyando mi frente en el


estómago de Xander. —Odio esto.
—Yo también.
Tomé sus caderas en mis manos y froté mi mejilla contra
su cálida piel. —Pero no quiero perderte.
Xander pasó sus dedos por mi barbilla. —Entonces deja de
tratar de alejarme.
—Tienes razón, lo sé. Es sólo que... —Mordí mis palabras,
no estaba seguro de cómo expresar lo que sentía.
—Es sólo que...
Los ojos de Xander me imploraban que me abriera, que lo
dejara todo y que fuera vulnerable con él de una manera que
nunca había estado con nadie más. Ya le había dado mi corazón,
pero ahora era el momento de darle mi alma.
—Es más fácil hacer que alguien se vaya que ser el que se
queda atrás.
—Eso es cierto, pero parece que olvidas. Yo no soy el que
se fue. Soy el que está aquí, rogándote que te quedes.
121

16
__________
XANDER

LA CONFIANZA ABSOLUTA QUE irradiaba Sean era algo que


nunca había visto en él antes. Pero mientras estaba sentado al
borde de su cama, pude sentir la enormidad del momento.
Aquí estaba un hombre que, desde que puedo recordar,
había mantenido a todos en su vida a distancia. Claro, siempre
estaba ahí para ellos, era un hermano mayor en el sentido de que
les hacía pasar un mal rato a sus dos hermanos pequeños en
todas las ocasiones posibles. Pero Sean era un absoluto
profesional cuando se trataba de ocultar sus sentimientos.
Diablos, en estas últimas semanas, había aprendido más
sobre Sean Bailey de lo que había aprendido en más de tres
décadas, y lo que había descubierto me había hecho quererlo de
maneras que nunca imaginé que fuera posible.
Sean no sólo había soportado años de insultos descarados
de un padre que tenía más de que avergonzarse de lo que su hijo
nunca haría o podría hacer, sino que también había tenido la
horrible carga de informar a sus hermanos de los secretos que su
padre había estado guardando.
Este hombre que estaba delante de mí estaba tan
acostumbrado a estar solo, tan acostumbrado a sacrificarse para
hacer felices a los que lo rodeaban, que aquí estaba intentando
hacerlo de nuevo. Pero se le venía otra cosa si pensaba que esta
vez iba a dejar que cayera sobre su espada por alguien.
122

Sí, podríamos haber manejado mejor la forma en que


Bailey nos descubrió. ¿Pero eso significaba que teníamos que tirar
lo que habíamos encontrado juntos en un intento de hacer la paz?
—Te amo —dije, y pasé mi pulgar por el rastrojo de su
mejilla—. Aprecio lo que pensaste que hacías al decirme que
debíamos terminar con esto. Pero mi respuesta es no. No voy a
dejar que lo hagas, Sean.
Sean abrió la boca, a punto de argumentar su punto, pero
yo negué con la cabeza.
—No. Entiendo que piensas que es la única manera de
arreglar esto. Pero te equivocas.
—Pero Bailey…
—No tiene nada que ver con esta decisión. —Me puse de
rodillas entre las suyas y me instalé allí—. Esta relación es entre
tú y yo. No Bailey. Él está feliz y enamorado de Henri. ¿No te
mereces algo así? ¿No lo merezco yo? Todos somos adultos aquí.
Seguro que podemos actuar como tal.
La mandíbula de Sean reposó bajo mi palma, y miró por
encima de mi hombro. Pero yo lo traje suavemente para que me
mirara a la cara.
—¿Qué es lo que tú quieres?
Sean me miró a los ojos con un desesperado anhelo, y
finalmente entendí la razón por la que lo hizo. Por qué se lanzaba
al vacío para proteger a los que lo rodeaban. Porque si estaba a
punto de enviarme lejos, estaba dispuesto a caer sobre esa
espada por una hora más en sus brazos.
—¿Sean? Si me quieres, entonces estoy aquí listo para
luchar por esto contigo. Pero si planeas terminar esto por amor
123

fraternal, entonces asegúrate de que sea tu decisión. No la de


otra persona.
Los ojos de Sean brillaron cuando me arrastró entre sus
piernas, y mi aliento se recuperó. Sus labios se deslizaron
suavemente sobre los míos, y cuando una lágrima se me escapó
y rodó por mi mejilla, la rozó con su pulgar.
—No voy a terminar nada contigo, presentador. Te amo. —
Sus labios en mi sien hicieron que las lágrimas cayeran un poco
más rápidas—. Oye, deja eso. Lo solucionaremos. Lo prometo.
Sean me acarició la espalda, y luego me alejé para mirarlo
a los ojos. —Si vuelves a hacerme eso otra vez...
Sean sonrió lentamente y se encogió de hombros. —¿Qué
puedo decir? Soy un idiota.
—No eres un idiota. Eres un hombre fuerte y abnegado que
piensa en los sentimientos de todos, a veces en detrimento de los
suyos. Pero esta vez, Sean, necesito que pienses en lo que
quieres.
—Lo estoy viendo.
Mi sonrisa fue instantánea, y Sean me tomó la mano y tiró
para ponerme de pie.
—Vuelve a la cama —dijo mientras se deslizaba por el
colchón y me arrastraba a su lado. Deslicé mis manos bajo la
almohada.
—¿Cuándo te convertiste en mi cosa favorita para mirar?
Maldita sea, ahí se fue mi corazón. —Casi al mismo tiempo
que te convertiste en un serio y suave conversador.
124

Sean me pasó los dedos por un lado de la cara hasta la


barbilla. —Lo digo en serio. Esta cara tuya, no sólo es
impresionante, sino que me da un propósito. Tú me das un
propósito. Haces que quiera ser el que arregla las cosas, y es
todo valiente y fuerte. Me das una razón para querer volver a
casa por la noche.
Me acerqué a él los últimos centímetros, luego cerré los
ojos y le di un feroz pero tierno beso en los labios. —
Exactamente. Una razón para volver a casa... a mí. No necesitas
ser el valiente que se sacrifica esta vez. Sólo necesitas estar aquí.
Eso es lo que necesito. Resolveré esto con Bailey. Pero no a
expensas de ti. Te necesito en mi vida, Sean. Aquí mismo, a mi
lado. Porque sin ti, ya nada tiene sentido.
Sean se dio la vuelta hasta que sus brazos estuvieron junto
a mi cabeza y se acomodó entre mis piernas. —No voy a ir a
ninguna parte.
Lo rodeé con mis brazos, manteniéndolo en su lugar. —
¿Prometido?
—Prometido. Me encanta donde estoy ahora mismo.
Cerré los ojos y dejé salir un suspiro. Podía sentir su
corazón latiendo al mismo tiempo que el mío y sabía que
estaríamos bien mientras estuviéramos juntos.
—¿Sean?
Sean me miró y pasó sus dedos por los mechones de
cabello de mi frente. —Mmm.
—Creo que mañana voy a tenderle la mano a Bailey.
Invítalo a mi cumpleaños. —El silencio se interpuso entre
nosotros, y no pude determinar si Sean pensaba que mi idea era
buena o completamente inútil.
125

—Es una especie de tradición que solíamos tener —dije—.


Nunca nos perdemos un cumpleaños, nunca. Y sé que no quiere
hablar conmigo, pero eso no significa que deba rendirme,
¿verdad?
Sean mostró su sonrisa torcida que siempre hizo que mi
mundo tuviera sentido. —Creo que es una gran idea. Tal vez
ayude.
—Tal vez. Ya veremos.
Sean me tomó en sus brazos. —Duerme. Ya te he
mantenido despierto hasta muy tarde.
—Cierto. Pero al menos podemos dormir durante la
mañana.
—Ahora tengo una idea. —Sean me besó en la sien y pasó
su mano por mi costado—. ¿Qué tal si pasamos el día de mañana
aquí en la cama?
Le apreté los brazos que me rodeaban y asentí. No
necesitaba convencerme -en sus brazos era exactamente donde
yo quería quedarme.
126

17
_______
SEAN

MIENTRAS ME ESTACIONABA en mi lugar en la comisaría el


martes por la mañana, vi a Nichols saliendo de un nuevo coche y
solté un fuerte silbido.
Desde que lo conocía, Nichols había estado conduciendo el
mismo Ford Escort que tenía una puerta que no se abría y tres
ventanas que estaban permanentemente abiertas. Siempre le
habíamos dado una mierda y habíamos llevado su coche a las
vigilancias porque era el único que estábamos dispuestos a
perder.
Pero cuando me acerqué al capó de mi camioneta para
pasar por el elegante Dodge Charger negro que estaba cerrando,
tuve que admitir que sentí un poco de envidia.
—Entonces, ¿qué tuviste que prometerle a tu señora para
obtener su permiso para comprar este chico malo?
Nichols sonrió mientras nos dirigíamos a la estación. —
¿Qué te hace pensar que tuve que prometerle algo?
—Porque has estado conduciendo el mismo coche de
mierda desde que te conozco.
—Cierto. Pero su coche estaba en el taller este fin de
semana, y cuando se quedó atascada en el centro comercial en
dicho coche de mierda, la esposa decidió que era hora de
mejorarlo. Aparentemente el calor de 35 grados y la falta de
ventanas no le gustó.
127

Me reí entre dientes cuando alcancé la puerta y la abrí de


par en par. —¿Así que te dejó salir y comprar el primer muscle
car4 que viste?
—Una minivan era el plan. Entonces me vio en eso y
decidió que deberíamos tratar de cambiar lo de la minivan.
Nichols me guiñó un ojo, y yo hice un gesto de dolor. —
Está bien, TMI5, hombre, pero bien por ti. Nunca pensé que vería
el día en que condujeras algo hecho en esta década.
Saludé al sargento de guardia mientras continuábamos
hacia el patio, donde otros detectives cambiaban de turno y
llegaban por la mañana.
—Sí, sí, lo que sea. Estoy feliz de tener aire acondicionado
de nuevo en mi vida. Estaba pensando seriamente en alquilar esa
vieja cosa como una sauna durante el verano para tener un
ingreso extra.
—Oye, con lo que nos pagan por aquí, no te culpo.
Cuando llegamos a nuestros escritorios, tiré mis llaves y
encendí mi ordenador. Saqué mi silla, a punto de plantar mi culo
en ella, cuando Wagner, mi persona menos favorita en el maldito
planeta, se inclinó hacia atrás en la suya y me llamó la atención.
—Es gracioso que te quejes de la paga. Hubiera pensado
que te habrías establecido bien después de proteger al chico de
oro de las noticias nacionales.
La especulación sobre mi sueldo por el trabajo con Xander
se había desbordado por toda la comisaría, ya que la mayoría de
nosotros hacíamos trabajos secundarios cuando queríamos ganar
algo de dinero extra. Wagner, sin embargo, había sido

4 Es un automóvil de tamaño medio o grande, con rasgos deportivos y «musculosos».


5 Demasiada información.
128

particularmente elocuente al respecto. No era de extrañar, ya que


el tipo era un maldito parásito que se quejaba mensualmente de
pagar la manutención de sus hijos.
Pero no estaba de humor para sus tonterías esta mañana.
—No es que sea de tu incumbencia, pero no lo hice por el
sueldo. Lo hice porque estaba en problemas y pidió ayuda.
—¿Es eso cierto? —Wagner se empujó de su escritorio y se
puso de pie, y no quería entrar al tema con él, le di la espalda—.
Porque de acuerdo con esto, lo hiciste por un pedazo de culo.
Cuando una revista aterrizó en el escritorio frente a mí,
miré hacia abajo para ver un artículo doble con el título:
GUARDAESPALDAS ENCUBIERTO ADQUIERE UN NUEVO
SIGNIFICADO. ¿QUÉ TAN DE CERCA GUARDABA EL CUERPO DE
THORNE? Publicado en la parte superior.
Debajo había fotografías de Xander y su servidor tomados
de la mano fuera de Luigi's y luego dentro, en el rincón de atrás
disfrutando el uno del otro casi tanto como de nuestra comida.
Conseguí meter unas tres frases en el artículo antes de que
las palabras empezaran a desdibujarse. ¡Pero leí lo suficiente
como para darme cuenta de que alguien de ¡Entertainment Now!
había revelado mi nombre, mi verdadero trabajo de detective, y
decidió que, en algún momento de su pequeña narración, había
llevado mi trabajo como guardaespaldas de Xander a otro nivel al
acercarme más a él bajo las sábanas.
En realidad, era bastante acertado, pero no habría sido mi
primera opción salir del armario con los hombres que se reunían
detrás de mí.
Cogí la revista y la cerré como si no me importara lo más
mínimo. Luego giré en mi silla para enfrentar a Wagner. —No te
129

imaginé como el tipo de persona que se mantiene al día con las


Kardashians.
Me quitó la revista de la mano y se burló de mí. —Sí,
bueno, no te imaginé del tipo que le metería la polla a otro
hombre por un poco de dinero extra. Supongo que nunca conoces
a nadie de verdad, ¿eh?
Me puse de pie y de frente a frente con ese gilipollas antes
de que tuviera la oportunidad de parpadear. —¿Qué acabas de
decir?
—Ya me has oído. —Wagner levantó la barbilla, y yo le
empujé enviándolo un paso atrás, necesitando apartarlo de mi
cara antes de romperle la suya.
—Tienes que alejarte de mí ahora mismo, joder.
Nichols se interpuso entre nosotros. No podía saber lo que
estaba pensando, pero al sorprender a mis compañeros de
trabajo, una neblina roja empezó a colorear mi visión.
Wagner enderezó sus hombros y luego sostuvo la revista
para que todos la vieran.
—Está todo aquí, chicos. Siéntanse libres de leerla durante
su tiempo libre hoy. —Su labio se rizó de una manera que hizo su
cara aún más fea—. No me extraña que Thorne te eligiera para
vigilarlo. Imaginó que le daría el valor de su dinero. Alguien que
le proteja el culo y se lo folle.
Eso fue todo. Me adelanté con todas mis fuerzas,
intentando hacer lo mejor para pasar a Nichols, pero maldición, el
hombre debe haber estado levantando mucho peso. No pude
pasar por encima de él. O tal vez fue un instinto de supervivencia
interno que me frenó, porque si ponía mis manos en Wagner, iba
a matar al hijo de puta.
130

—No vale la pena —murmuró Nichols, mientras Wagner se


dirigía a su escritorio, y los imbéciles entrometidos que habían
venido a ver la conmoción comenzaron a dispersarse.
Cuando estuvo claro que finalmente tenía mi mierda bajo
control, Nichols tomó mi taza de café y dijo: —No estoy seguro
de que esto sea prudente, pero vamos a conseguirte algo de
cafeína.
Lo seguí, muy consciente de los ojos que aún me miraban
mientras nos dirigíamos a la sala de descanso. Una vez dentro,
me senté en la mesa y observé en silencio cómo Nichols
preparaba el café. Todavía estaba tratando de entender lo que
había sucedido. Un minuto habíamos estado bromeando sobre su
nuevo coche, y al siguiente Wagner había decidido exhibirme
frente a todos mis compañeros.
Mierda. No es que me avergonzara de Xander y de lo que
teníamos, pero la forma en que había ido tras Xander lo
degradaba de esa manera... a la mierda. No iba a dejar que un
gilipollas hablara de él de esa manera, y si tenía que cerrar la
boca de Wagner con el puño, que así fuera.
—¿Estás bien?
Me giré para mirar a Nichols. —Sí, estoy bien. ¿Por qué?
Nichols señaló al periódico en la mesa que lo había
arrugado en un puño. —Pareces un poco tenso.
—¿Puedes culparme? Wagner es una mierda. Tiene suerte
de que sus dientes estén todavía en su boca.
—De acuerdo. Él te estaba provocando.
—¿Provocando? —Me senté en el asiento y estiré las
piernas delante de mí, cruzando los brazos y las piernas—. Ese
131

cabrón se lo estaba buscando. Es un imbécil homofóbico que no


podía encontrar a alguien que se acostara con él, aunque le
pagara.
Nichols metió las manos en sus bolsillos y se apoyó en la
encimera de la cocina.
—De acuerdo de nuevo. Pero él no vale tu trabajo.
—Ya lo sé.
Nichols asintió lentamente. —Bien, y estoy seguro de que
eso es lo último que Xander querría. Que perdieras tu trabajo por
su culpa.
—No te equivocas en eso. Me daría una paliza.
—Y pagaría por verlo.
—Apuesto a que lo harías. —La habitación se calló por un
segundo, y luego dije: —¿No vas a preguntar?
—No.
—¿No?
Él negó con la cabeza. —No es asunto mío.
Uf. Me puse de pie, y cuando llegué a su lado, Nichols
chocó los hombros conmigo.
—Además, sé lo de ustedes dos desde que me pidieron que
fuera a ayudar la noche de los premios. Creo que es genial.
Xander te hace una persona más agradable para tener de cerca,
y eso en mis libros lo hace A-excelente.
Sonreí y negué con la cabeza. —No sé cómo sucedió,
simplemente sucedió.
132

—Así es como sabes que es real. ¿Quién diablos sabe por


qué nos enamoramos? Simplemente lo hacemos. Considérate
afortunado, hombre, y agárralo con ambas manos. Pero si te pide
que compres una minivan...
—¿Sí?
—Asegúrate de que te vea sentado en un Dodge Charger
primero. Es un cambio de juego.
133

18
__________
XANDER

—JURO, si tu culo no está en mi silla de maquillaje en los


próximos treinta segundos, enviaré a Marcus a tu oficina para
que te acompañe personalmente.
Sonreí al tono de Cynthia mientras me reprendía por
teléfono. Normalmente estaba en su asiento cuarenta y cinco
minutos antes de salir al aire. Siempre me quejé de que ella
podía hacerlo en menos, pero como le gustaba señalar
constantemente, el bloqueo de tiempo no tenía nada que ver con
su habilidad y competencia, sino con todas las interrupciones, las
emergencias emergentes y los cambios de última hora en mi
redacción.
Veinte minutos para el maquillaje, y veinticinco minutos
para evitar el desastre. En este momento, estaba comiendo en su
bloque de tiempo.
—Estaré allí en...
—Diez segundos o menos si quieres vivir para salir al aire
esta noche.
Me puse de pie. —Estoy en camino.
Ya había colgado antes de que pudiera intentar decir la
palabra “adiós” y pulsé en mi buzón de correo electrónico por
última vez para actualizarlo. Cuando no apareció ningún correo
nuevo, suspiré, agarré mi teléfono y me dirigí a la puerta.
134

Todo el día de hoy y de ayer había estado actualizando y


revisando mis correos electrónicos como si me hubieran pagado
por hacerlo. Pero mientras cruzaba la sala de redacción hacia los
camerinos, sabía que debía relajarme y concentrarme en el
trabajo que realmente estaba allí para hacer.
Sin embargo, era más fácil decirlo que hacerlo. Ayer por la
mañana me puse en contacto con Bailey para hablar de mi
cumpleaños el próximo fin de semana, y aunque sabía que no
quería tener nada que ver conmigo en este momento, esperaba
ciegamente que esto fuera lo único que no pudiera ignorar.
Los cumpleaños eran lo nuestro. Siempre lo han sido,
desde que éramos niños. No importaba la edad que tuviéramos,
con quién saliéramos, o qué pasara en nuestras vidas laborales,
siempre aparecíamos para el cumpleaños del otro. No nos
habíamos perdido ninguno en todos los años que habíamos sido
amigos.
Estaba a punto de abrir la puerta del camerino cuando mi
teléfono vibró. Pero en lugar del mensaje que esperaba, era mi
madre avisándome que llegarían a Chicago el viernes. Le envié
un mensaje rápido preguntándole si necesitaba que le enviara un
auto o que los recogiera, pero me aseguró que estarían bien y
que se pondría en contacto. Entonces, como soy un ser humano
patético, volví a actualizar mi correo electrónico una vez más...
—¡Alexander Thorne, ven aquí ahora!
No hay mensajes nuevos.
Suspiré, apagué la maldita cosa, y luego atravesé la puerta
del camerino para ver no sólo a Cynthia, sino también a Ryan,
que estaba sentado en mi silla de maquillaje.
135

—Lo siento, ¿pero te perdiste? —Le dije, mientras Ryan


daba vueltas y cerraba la revista que estaba leyendo—. Tu
escritorio está enfrente del mío.
Cynthia estaba recostada en el banco que contenía su
maquillaje y sus productos de peluquería. Miré entre los dos, y
las curiosas expresiones de sus caras me hicieron fruncir el ceño.
Algo estaba pasando, algo más que yo llegando tarde. —
Bien, ¿qué está pasando aquí?
—¿Eh? ¿Qué quieres decir? —Cynthia sonrió un poco o más
demasiado brillante que cuando entré. Luego miré a Ryan.
—¿Qué?
—Pareces culpable. O.… como si estuvieras escondiendo
algo. Como si ambos estuvieran ocultando algo. Así que,
preguntaré de nuevo. ¿Qué está pasando?
Ryan dirigió su atención a Cynthia, quien se encogió de
hombros, luego me ofreció la revista y dijo: —Página veinticinco.
Fruncí el ceño, tomé la revista y la abrí hasta donde me
habían dicho. Allí, mirándome fijamente con colores brillantes,
había imágenes de Sean y yo fuera de Luigi's. En una estábamos
tomados de la mano, en otra, Sean estaba besando mi mejilla, y
en la parte superior estaba el titular: —GUARDAESPALDAS
ENCUBIERTO ADQUIERE UN NUEVO SIGNIFICADO—. ¿QUÉ TAN
DE CERCA GUARDABA EL CUERPO DE THORNE?
Oh. Mi. Dios. Volví a mirar el pliego de dos páginas y luego
hojeé el artículo, y cuando las palabras las empecé a asimilar,
supe exactamente por qué Ryan y Cynthia parecían tan
escandalizados.
136

Allí, expuesto con todo detalle, estaba el nombre de Sean,


su verdadero trabajo como detective del Departamento de Policía
de Chicago, y el hecho de que había estado trabajando encubierto
como mi novio todo el tiempo para protegerme de mi acosador
loco. Un hecho que ni Cynthia ni Ryan habían sabido hasta...
estaba adivinando... este momento.
Abrí la boca, tratando de pensar en lo que iba a decirles,
pero por una vez en mi vida, no tenía nada. ¿Cómo había
sucedido esto? ¿Quién había hablado con ellos? Mierda.
Necesitaba llamar a Sean.
Levanté un dedo, a punto de decirle a Cynthia que me diera
un segundo, pero ella dijo: —Ni siquiera pienses en ir a ninguna
parte hasta que te sientes en esa silla y nos digas en detalles
muy explícitos cómo hiciste que tu sexy novio encubierto se
enamore de ti de verdad. Porque, cariño, queremos saber.
Solté una risita y asentí. —Lo haré, lo prometo. Pero tengo
que ir y llamar a Sean muy rápido. Si no ha visto esto ya, se va a
sorprender, por decir lo menos.
—Por lo menos. ¿Has leído esta parte? —Ryan recuperó la
revista—. El detective de la policía de Chicago Sean Bailey fue
contratado como encubierto para hacer el papel de novio de
Alexander Thorne en un esfuerzo por detener al acosador del Sr.
Thorne a principios de este mes. Creo que todos podemos estar
de acuerdo en que sobresalió en este trabajo en particular, y
parece que este papel es uno en el que el detective ha decidido
entrar en la vida real. ¿No hacen una bonita pareja? —Ryan se
llevó la revista al pecho y asintió—. Muy guapo.
Puse los ojos en blanco. —Eres ridículo.
—Y tú eres un mentiroso grande y malo.
137

—¿Entonces es... el hermano de Bailey? —Cynthia hizo una


mueca como si ya supiera la respuesta a eso.
—Sí. Su hermano mayor. He conocido a Sean la mayor
parte de mi vida.
—¿Y nunca saliste con él?
—Eh, no. Sean es... fue siempre heterosexual.
La mandíbula de Ryan casi se cae al suelo. —No puedo
creerlo. ¿Terminaste con una policía sexy que no sólo te salvó la
vida, sino que se enamoró de ti y cambió de bando? Qué estoy
diciendo, por supuesto que lo hiciste. Eres Alexander Thorne.
—Sí, mi vida es un verdadero paseo por el parque.
—Guau. Tenemos mucho de qué hablar. —Cynthia me
apuntó con su peine—. Ve a hacer tu llamada, pero date prisa.
Todavía tengo que ponerte hermoso, y tú todavía tienes que
darnos los detalles sucios.
Asentí y saqué mi teléfono del bolsillo mientras salía por la
puerta. Mientras se cerraba detrás de mí, envié un mensaje
rápido a Sean advirtiéndole sobre el artículo. Estaba a punto de
volver a entrar cuando mi móvil vibró en mi mano. Le eché un
vistazo, y el nombre en pantalla quitó el viento de mis velas.
Me apoyé en la pared y miré fijamente la pantalla de
mensajes: BAILEY. Por un momento casi había olvidado que
había estado esperando a que me respondiera. Pero ahora que
había respondido, casi no quería abrirla. Con sólo ver su nombre,
había más de lo que había recibido de él en semanas, y no quería
que eso se arruinara si el mensaje dentro era algo menos que
positivo.
138

Respiré hondo y me dije a mí mismo que dejara de ser tan


cobarde, luego hice clic en el mensaje y esperé a que se abriera.
Lo que vi mirándome fijamente hizo que mis ojos se volvieran
borrosos.
Dime a qué hora y dónde. Nunca nos perdemos los
cumpleaños.
Cerré los ojos y caí de espaldas contra la pared, con las
rodillas amenazando con ceder. Me preguntaba si lo recordaría, y
ahora tenía mi respuesta. Puede que estuviera enfadado conmigo
y dolido por lo que ha pasado, pero no estaba dispuesto a
renunciar a nosotros más de lo que yo lo estaba, y eso me dio un
rayo de esperanza.
139

19
_______
SEAN

—¿SEAN?
LA VOZ DE XANDER subió por el pasillo mientras cerraba la
puerta principal, y me sorprendió el poder que tenía para
calmarme con sólo decir mi nombre.
Todo el día había estado lidiando con miradas curiosas,
susurros a mis espaldas, y más llamadas telefónicas de las que
había recibido en mi vida. ¡Ese artículo en ¡Entertainment Now!
había provocado una reacción en cadena que no tenía esperanza
de detener.
Me había enfrentado a ello, un incendio tras otro, pero
mientras estaba sentado en mi sala de estar, donde no había
nada más que un ruido fuerte en mi cabeza, nunca había estado
más agradecido de ver a Xander entrar por la puerta.
—¿Sean? ¿Estás aquí?
—Estoy aquí —dije, y Xander entró en la habitación.
—¿Por qué estás sentado en la oscuridad?
—Necesitaba un poco de paz y tranquilidad.
Xander se sacó la chaqueta y la tiró sobre el brazo del sillón
de dos asientos. —Fue un día muy largo.
No me digas. No todos los días tu cara y tu vida amorosa
terminaban en las revistas de chismes. A las seis en punto ya
140

estaba en todos los programas de noticias de entretenimiento. —


Sí, así fue.
Xander se aflojó la corbata y estaba a punto de moverse al
sillón cuando le alcancé la muñeca. —Siéntate conmigo.
Me miró el regazo y se sentó en él. Empujé los dedos de los
pies al suelo, haciendo que el sillón se balanceara.
—¿Estás bien? Siento no haber tenido la oportunidad de
llamar. Sólo me enteré del artículo antes de la peluquería y el
maquillaje.
Xander buscó en mi cara algún tipo de respuesta, y si me
hubiera preguntado hace una hora más o menos, mi respuesta
habría sido un no definitivo. Pero mientras me sentaba con él en
mis brazos, me di cuenta de que no me importaba quién supiera
que estábamos juntos. El genio había salido de la botella, o del
armario, y no iba a volver a meterlo.
—¿Sean?
—Sí, lo siento. ¿Qué?
—Te pregunté si estabas bien.
Acaricié mi mano por su muslo y asentí. —Ahora lo estoy.
—¿Estás seguro?
—Sí. Las cosas estaban un poco agitadas hoy, pero esto es
exactamente lo que necesitaba.
—¿Yo en tu regazo?
—Siempre.
Xander frunció el ceño. —¿Leíste el artículo?
141

Después de que Wagner casi me lo metió en la garganta,


volví y lo encontré en Internet. Así que cuando Xander me envió
el texto advirtiéndome, ya lo había memorizado.
—Sí, lo he leído.
—Lo siento. No sé de dónde sacaron toda la información.
Pero ten por seguro que voy a rastrear a esa persona y a darle un
infierno.
Aunque hablaba muy en serio, no pude evitar sonreír. —
Infierno, ¿eh?
—Sí. Eso fue una gran violación de nuestra privacidad. No
tenían derecho a contarle a la gente lo que hicieron, y sólo había
un puñado de gente que lo sabía.
—Está bien...
—No está bien.
—Bueno, no, pero... —Respiré profundamente y luego lo
dejé salir—. Todo lo que estaba ahí dentro era verdad. Quién soy,
por qué estaba allí, que me he enamorado de ti. Todo es verdad,
Xander. Me importa una mierda quién lo sepa. Sólo desearía
haberme puesto al tanto para que ese imbécil de Wagner no
tuviera la oportunidad de meterse bajo mi piel como lo hizo.
Los labios de Xander se movieron. —¿Todavía tiene todos
sus dientes?
—Sí, gracias a Nichols. Pero estuvo cerca.
—No lo dudo. Recuerdo la forma en que solías, eh, discutir
tus diferencias con la gente.
142

Besé el lado de la cabeza de Xander y sonreí. —Eso fue


hace mucho tiempo. Ya no me meto en peleas de puños al azar.
He crecido, me he vuelto más sensato.
Xander se giró para mirarme, con una expresión escéptica
en su cara. —¿Desde cuándo?
—Desde hace un par de meses.
—Ehh, eso es interesante.
—Lo es, ¿verdad? —Le besé los labios—. Empecé a salir con
este tipo elegante y sofisticado que me hace querer ser...
—¿Te hace querer ser qué?
—El hombre que ves cuando me miras.
—Tú eres ese hombre. Siempre has sido ese hombre, Sean.
Incapaz de ayudarme a mí mismo, bajé la cabeza y robé el
beso más dulce que he tenido en mi vida. Fue suave pero
apasionado, y habló de la conexión que ninguno de los dos había
esperado pero que ahora ambos anhelabamos.
—Te amo. —Xander me acunó la mejilla y me miró
directamente a los ojos—. A todos tú. El lado áspero con el que
crecí y este lado dulce y sexy que acabo de descubrir. Me encanta
todo eso. Y no cambiaría nada.
Besé la palma de su mano y luego la bajé para cubrir mi
corazón. Nos sentamos allí en un cómodo silencio, dejando que el
momento se asentara a nuestro alrededor.
Toda mi vida me he sentido siempre solo en alguna
medida, aunque fuera parte de una gran familia. Dos hermanos,
una madre cariñosa y un padre que siempre estaba ahí, aunque a
veces deseaba que no lo hubiera estado.
143

Pero a diferencia de Bailey, que había hecho amigos


dondequiera que fuera, y Kieran, que había encontrado su lugar
en el departamento de bomberos y se había hecho “amigo” de
cualquier mujer que mirara hacia él, yo siempre había tenido
dificultades para conectar con los demás, prefiriendo mantenerlos
a distancia en lugar de invitarlos a entrar.
No era un misterio el por qué. Mi relación con mi padre no
era más que un muro que había construido con el tiempo para
mantenerlo fuera. No me había dado cuenta de que esa barrera
también se interponía entre todos los demás y yo.
Siempre me había sentido excluido de la mezcla, y había
hecho un muy buen trabajo fingiendo que estaba bien con eso —
hasta ahora. Hasta este momento aquí mismo. Nunca me había
sentido más presente o más conectado con alguien como lo hacía
con Xander.
—¿Sean?
—Mmm.
Xander se enderezó para poder mirarme. —Sé que ya han
pasado muchas cosas hoy, pero hay algo más de lo que tengo
que hablarte.
La seriedad de su tono hizo que mi pulso se acelerara un
poco. Intenté pensar en qué más podría haber pasado, pero
entonces me di cuenta. Estaba tan atrapado en esta revista y en
el artículo que casi había olvidado el otro tema cuando se trataba
de nosotros dos: Bailey.
144

20
__________
XANDER

—SE TRATA DE BAILEY, ¿no?


Una cosa que aprendí durante el tiempo que pasé con Sean
fue que no se le podía ocultar nada por mucho tiempo. Era
inteligente, intuitivo y muy perceptivo. También era un
profesional en leerme, aparentemente.
—Sí.
Sean me tomó la mano, entrelazando los dedos como si
tuviera miedo de que me fuera a ir. —¿Te tendió la mano?
No pude evitar mi sonrisa. —Esta noche, justo antes de
salir al aire.
—Asumo que estuvo bien, a juzgar por la expresión de tu
cara.
—Honestamente, no tengo ni idea. Estoy feliz de que me
haya contestado.
Sean me apretó los dedos. —¿Qué dijo?
—Bueno, ¿sabes que le pregunté sobre mi cumpleaños?
—Sí.
Me moví sobre el regazo de Sean para sacar mi teléfono del
bolsillo. Luego abrí los mensajes y se los entregué. Contuve la
respiración mientras Sean leía la primera respuesta que recibia
de Bailey en semanas. Luego me devolvió el teléfono y asintió.
145

—Eso definitivamente parece un paso en la dirección


correcta.
Miré las palabras que había estado analizando toda la
noche: Dime a qué hora y dónde. Nunca nos perdemos los
cumpleaños. Luego volví a mirar a Sean. —¿De verdad lo crees?
—Es más de lo que esperaba después de hablar con él el fin
de semana pasado. Así que tal vez ha tenido tiempo para pensar
las cosas. Tal vez Henri finalmente lo hizo entrar en razón.
Quería creer eso, y había intentado convencerme de ello.
Pero no era tan ingenuo como para creer que sólo porque se
acercaba mi cumpleaños, todo se arreglaría por arte de magia y
Bailey olvidaría por qué me estaba ignorando en primer lugar.
Especialmente cuando se enfrentara a Sean y a mí juntos.
—No lo sé. —Cerré el teléfono y lo coloqué en la mesa
lateral—. Parece demasiado bueno para ser verdad.
—No. —Sean me empujó hacia él y me rodeó con sus
brazos—. Parece Bailey, el viejo Bailey. Eres importante para él,
Xander. No va a dejar que años de amistad se vayan por el
desagüe por culpa de con quién estás saliendo.
—¿Aunque sea su hermano?
—Incluso entonces. No es tan estúpido. Ahora, si fuera
Kieran...
Lo empujé en el brazo, y Sean se rio.
—Sólo estoy bromeando. Pero en serio, Bay no es de los
que guardan rencor. En realidad, me sorprende que haya seguido
con esto tanto tiempo como lo ha hecho.
—Está sufriendo.
146

—Sí. Pero tú también, y cuanto antes podáis reuniros y


hablar de ello, mejor.
Estuve de acuerdo, pero luego tuve un pensamiento
horrible. —Tal vez mi cumpleaños no sea el mejor lugar para
reunirnos. ¿Crees que debería intentar ver si quiere reunirse
antes de eso?
—Quiero decir, no es una idea terrible. Pero no es que
vayáis a tener una pelea a puñetazos delante de amigos y
familiares.
Cierto, Bailey y yo no éramos de los que arreglan las cosas
con una pelea a golpes. Pero, aun así, no quería que las cosas
fueran incómodas. ¿Tal vez debería llamarlo? Ver si quería quedar
con él. Pero luego pensé en su mensaje otra vez. Si hubiera
querido reunirse antes, lo habría dicho. Pero había sido muy
específico en lo que estaba dispuesto a hacer en esta etapa. No
debería tentar a la suerte.
—Tienes razón. Estoy seguro de que estará bien. No habría
aceptado si se sintiera incómodo.
—Exactamente. Además, Boudreaux estará allí para vigilar
a Bailey. También quiere que os reconciliéis. Va a hacer todo lo
que pueda para que ustedes dos hablen.
Presioné un beso en la mandíbula de Sean. —Está bien, lo
dejaré en paz. Estoy feliz de que me haya respondido.
—Yo también. Pero creo que esta es la manera perfecta de
reiniciar las cosas.
Asentí y luego me moví del regazo de Sean para poder
ponerme de pie. —¿Quieres una copa antes de dormir?
147

Sean se levantó y tomó mis manos en las suyas,


acercándome y envolviéndome con mis brazos detrás de su
espalda.
—No, me di cuenta esta noche, mientras te esperaba aquí,
que ya no necesito eso. No para calmarme o porque pase un día
de mierda en el trabajo.
—¿No?
—No. Sólo te necesito a ti.
Mi estómago dio un vuelco y di un paso atrás. Pero, no
queriendo terminar este momento que estábamos compartiendo,
tomé su mano en la mía.
—Siento mucho lo de la revista. Sé que no pudo haber sido
fácil tratar con los chicos del trabajo.
Sean se encogió de hombros. —Me importan una mierda los
chicos del trabajo. La única persona que me preocupaba un poco
era Nichols, ya que tengo que sentarme en un coche con él. Pero
¿sabes qué?
—¿Qué?
—Él ya lo sabía. Me dijo que me haces más tolerable, así
que estás bien en sus libros.
—¿Más tolerable?
—Sí, algo sobre ser más humano y menos malhumorado.
—Mmm, ¿dulce tal vez?
Sean resopló. —Estoy bastante seguro de que es lo último
que Nichols pensaría de mí. Pero como no me acuesto con él, no
me importa.
—Es bueno saberlo.
148

—Sí, me imaginé que estabas preocupado.


—Tan preocupado. —Me reí mientras me dirigía al final del
pasillo, tirando de Sean detrás de mí—. Pero apuesto a que
puedo pensar en algo que me ayudará a mantenerme en tu
mente, incluso cuando no estoy cerca.
Sean me tomó en sus brazos, y luego bajó su boca por mi
oreja. —Nunca necesito ayuda para pensar en ti, presentador.
Nunca. Y si eso me hace dulce, entonces supongo que tendrás un
maldito dolor de muelas, porque eso no va a parar, nunca.
Giré la cara hasta que estuvimos cara a cara y besé
suavemente sus labios. —Bueno, ¿qué tal si me llevas a la cama
y me muestras lo dulce que eres 'bajo las sábanas'?
Sean frunció el ceño, y luego comenzó a reírse. —Está bien,
y eso fue malo, especialmente viniendo de ti.
Sin molestarme en lo más mínimo, me dirigí a su
dormitorio y grité por encima del hombro: —Eso es porque no era
mi trabajo. Pero si te apuras y te desnudas, haré lo mejor que
pueda para investigar la historia que se está discutiendo y
conseguir un titular mucho mejor.
Claramente Sean era todo sobre el trabajo, porque en un
abrir y cerrar de ojos estaba desnudo y tirando de mí en la cama,
decidido a ayudarme a investigar mi próxima grande-muy grande
historia.
149

21
_______
SEAN

LA VIBRACIÓN DE un teléfono en la mesilla de noche me abrió los


ojos el viernes por la mañana antes de que sonara mi alarma.
Todavía estaba oscuro afuera, pero mientras el teléfono
iluminaba la habitación y continuaba su implacable llamada de
atención, Xander gimió y se estiró en mis brazos.
—Es tuyo —refunfuñé mientras su trasero se acurrucaba en
mi erección matutina, y cerré los ojos para disfrutar de la
sensación antes de que se escabullera de mis brazos, alcanzando
el móvil que aun vibraba.
Bostecé y giré sobre mi espalda antes de mirar el reloj para
ver que eran las cinco y cuarenta y cinco, y pensé que quien
llamaba debía tener algo que ver con el trabajo.
Lo último que esperaba cuando él se puso en la luz de la
cama era oír: —Hola, mamá, ¿cómo estás?
Hice un gesto de dolor ante la luz brillante, y cuando mis
ojos se ajustaron y giré para enfrentarlo, Xander miró hacia abajo
y dijo: —Lo siento.
—No, no, no me has despertado. Sólo estaba tirado en la
cama. Sabes que siempre me levanto temprano.
Miré el regazo de Xander donde la sábana estaba haciendo
un trabajo horrible para ocultar su erección, y luego me reí
cuando me empujó sobre mi espalda.
150

—¿Acabas de llegar? Ese fue un vuelo temprano. —Xander


hizo una pausa, escuchó y luego asintió—. Te está esperando en
la recepción de mi casa y han puesto dos llaves a tu disposición.
También hice que limpiaran y airearan el lugar, ya que hace
tiempo que no estoy allí.
Xander me sonrió y supe, sin que lo dijera, que pensaba
que se había quedado demasiado tiempo. Pero para que quede
claro que no era así, le cogí la mano, la apreté y le susurré: —No
dejaré que vuelvas nunca más.
Sus ojos se suavizaron cuando le besé los nudillos, y luego
volvió a charlar con su madre. Me tumbé de nuevo en el colchón,
contento con acostarme allí y relajarme con el sonido relajante de
su suave voz. No es una tarea difícil en absoluto, sólo pregúnteles
a sus millones de espectadores cada noche. Pero cuando añades
el cabello despeinado por el sueño, la sonrisa fácil que curvaba
sus labios, y la alegría pura que iluminaba sus ojos mientras
conversaba con su mamá, Xander era muy fácil de mirar -o
acostarse y mirar, tal y como estaba ahora.
Después de unos minutos de charla sobre el vuelo y sus
planes para la semana en Chicago, la charla cambió al domingo y
al cumpleaños de Xander. Lo escuché discutir un momento y si
ella quería que él hiciera algo, y cuando comenzaron a discutir
sobre su respuesta -que claramente había sido no-Xander
finalmente cedió con un suspiro.
—Bueno, no te vuelvas loca, ¿de acuerdo? Se supone que
debes estar aquí arriba relajándote, no planeando una
extravagante reunión para mí.
Hubo unas pocas palabras más y luego Xander me miró con
una extraña mirada en su cara. —¿Esta noche?
Arqueé una ceja y Xander sonrió.
151

—Mmmm —dijo en el teléfono, y luego asintió—. Eso


funciona. Bien, suena bien. Tú y papá ir a instalaros y a
descansar un poco. Lo haré, lo prometo. Te quiero. Adiós.
Xander terminó la llamada y puso su teléfono en la mesita
de noche, luego se metió debajo de las sábanas y se giró para
mirarme.
—Mamá te manda saludos.
Mis ojos se abrieron de par en par y él se rio.
—Te ves positivamente horrorizado. ¿Qué es lo que más te
molesta? ¿La idea de que mi madre te salude, o el hecho de que
sepa que estabas en la cama a mi lado?
—La segunda. —Xander se rio más fuerte.
—¿Y por qué es gracioso?
—Porque parece que ella este a punto de entrar por esa
puerta dispuesta a perseguirte con una escoba o algo así.
—No me extrañaría que pasara. Tu madre da un poco de
miedo.
—No, no lo da. —Xander sonrió—. Es encantadora.
—Una vez me amenazó con decirle a mi madre que me
escapaba por la noche cuando me pilló trepando por tu valla
trasera.
Xander se mordió el labio y le temblaron los hombros al
tratar de contener su risa. —Bueno, en su defensa, eras una
especie de delincuente.
—Yo era un chico de diecisiete años.
—Y ella era una maestra de secundaria. Créeme, tenía tu
número.
152

—Y sin embargo aquí estás preguntándote por qué me


preocupa que ella sepa que estoy en tu cama.
— ‘Técnicamente’ —Xander se movió bajo las sábanas
hasta que estuvo acostado sobre mí, y luego guiñó el ojo— yo
estoy en tu cama.
—Es lo mismo. —Le agarré el culo y me abalancé sobre él,
apretando mi polla rígida contra la suya—. No creo que sea lo que
ella tenía en mente para su chico de oro.
—Tal vez... tal vez no. —Xander se acercó a mi oído y me
susurró: —Por eso quiere que cenemos todos esta noche.
Todo mi cuerpo se congeló. Levantó la cabeza para
mirarme, con los ojos parpadeando con malicia. —¿Estás
hablando en serio?
—¿Parezco serio?
Sí, lo parecía. También se veía muy caliente. Sus mejillas
estaban sonrojadas, sus labios estaban hinchados, y la mirada
esperanzada de sus ojos me dijo que esto era algo que realmente
quería, quería que conociera a sus padres.
—¿Estás seguro? No soy exactamente el tipo de hombre
que la gente hace cola para llevar a casa con sus padres.
—Sí, estoy seguro. —Xander se rio y se inclinó para
besarme—. Pero sólo si quieres. Me doy cuenta de que es un gran
paso, y ella nos lo dio...
—Quiero —dije antes de que pudiera terminar, y nadie se
sorprendió más que yo de que lo dijera en serio—. Nunca antes
había ido a una casa a conocer a los padres.
—¿Te conformarás con un restaurante?
153

—Creo que puedo recordar con qué cuchillo y tenedor


comer mi aperitivo y plato principal.
—No me importaría si no lo hicieras. Sólo quiero que estés
allí.
Cualquier shock o pánico que sentí ante la idea de una cena
con los padres de Xander desapareció. Parecía tan genuinamente
satisfecho con la idea que su emoción era difícil de ignorar.
—Pareces demasiado feliz en este momento.
—¿Qué? ¿No debería estar feliz de presentarle mi novio a
mis padres?
—Deberías, pero considerando que tus padres ya me
conocen y probablemente piensan que soy una especie de
delincuente...
—Conocen al adolescente Sean.
—Eso es aún peor —dije, haciendo reír a Xander.
—Deja de preocuparte.
—Es más fácil decirlo que hacerlo.
Xander bajó la cabeza y empezó a besarme el cuello. —
Bueno, tal vez pueda ayudar a distraerte.
Mi polla se puso de pie y prestó atención a eso. Xander me
quitó las mantas y empezó a besarme y a lamerme el pecho.
Cerré los ojos y le pasé los dedos por el cabello, y cuando Xander
me rodeó el pezón con la lengua, le apreté las caderas.
Mordisqueó en el lugar que acababa de lamer, y cuando le
retorcí las manos en el cabello y le levanté la cabeza, los ojos de
Xander se encontraron con los míos y sonrió.
—¿Ya te has distraído?
154

Froté mi polla contra la suya y me lamí los labios. —Estoy


empezando.
Con sus ojos en los míos, Xander bajó la cabeza y lamió un
camino hacia el centro de mi esternón. —Me pregunto qué más
podría hacer para que te olvides de las cosas.
Tenía muchas ideas, y todas giraban alrededor de su boca
en una parte muy específica de mí. Algo con lo que Xander
estaba de acuerdo, claramente, porque volvió a besar mi torso,
donde trazó todas las crestas y surcos con esa lengua malvada.
Maldita sea, me estaba volviendo loco. Luego abrió la boca
y me chupó la punta de la polla entre los labios.
—Maldito infierno —dije, y cerré los ojos de golpe.
Xander se movió más abajo en la cama hasta que estuvo
boca abajo entre mis muslos. Bajó sus labios por mi polla
palpitante, y yo me incliné hacia él.
Todos los pensamientos, excepto sus manos, su boca y los
sonidos sexys de chupar, salieron de mi mente. Estaba
demasiado ocupado pensando en cómo prolongar el placer que él
me daba, para poder quedarme alojado en su talentosa boca.
—Xander —gruñí, metiéndole las manos en el cabello.
Levantó sus labios a lo largo de mi cuerpo, y cuando sus
ojos, llenos de lujuria, encontraron los míos, me estremecí.
Cristo, estaba tan condenadamente caliente, y con esos labios
pecaminosos todos pegajosos e hinchados de mi polla, parecía el
sexo personificado.
Incapaz de detenerme, me agaché y pasé el pulgar por su
labio inferior. Lo chupó.
—¿Distraído?
155

—Tan jodidamente distraído que ni siquiera puedo recordar


mi propio nombre.
La sonrisa de Xander era totalmente diabólica mientras
bajaba la cabeza entre mis muslos. A las seis de la mañana, lo
único que recordaba era que Xander tenía una boca muy
talentosa -y le agradecí a Dios que fuera mío.
156

22
__________
XANDER

—¿QUÉ TAN elegante es ese lugar?


Sonreí a la pregunta de Sean mientras me recostaba en mi
silla y miraba las luces de la ciudad de Chicago. Acababa de
terminar mi emisión de la noche y esperaba que llegara para
poder ir a conocer a mis padres.
Esperaba con ansias esta noche, pero tenía que admitir que
estaba un poco nervioso por la reacción inicial de mi madre al
salir con el hermano de Bailey. Esperaba que no fuera un
problema, y mi madre no era de las que se meten en problemas
intencionadamente. Pero con todo lo delicado que era ahora
mismo, lo último que necesitaba era cualquier duda en la mente
de Sean cuando se trataba de nosotros dos. La mía tampoco,
para el caso.
Había enviado un mensaje de texto y preguntó si
estaríamos libres para reunirnos con ellos en JULIEN alrededor de
las nueve. Emocionado por la oportunidad de visitar uno de mis
restaurantes favoritos en Chicago, envié una confirmación y luego
le hice saber a Sean a qué hora nos encontraríamos.
—Este... define ‘elegante’.
El gemido de Sean me hizo sonreír cuando me puse de pie
y me dirigí a la ventana. Me había perdido esta vista. Los
edificios, las luces, el ajetreo de una ciudad que nunca duerme.
Pero al mismo tiempo, no renunciaría a las noches tranquilas que
tuve en los brazos de Sean. Por primera vez en mi vida,
157

realmente tenía un equilibrio entre el trabajo y la vida, y no lo


cambiaría por nada en el mundo.
—Veamos... —Sonreí, y cuando vi mi ridícula sonrisa en el
reflejo, negué con la cabeza. Estaba tan involucrado con Sean
que no me importaría que apareciera con un saco de arpillera.
Pero no iba a dejar que él lo supiera—. ¿Llevas corbata?
Hubo una pausa, y luego Sean maldijo. —No. ¿Necesito
usar una corbata?
Casi me reí del pánico en su voz. Sean solía ser tan
indiferente, no le importaba lo que la gente pensara de un modo
u otro. Pero en el momento en que descubrió que mis padres
querían cenar, estuvo... dando vueltas.
—No me dijiste que necesitaba llevar corbata.
Por supuesto que no lo hice. No había un código de
vestimenta para el lugar. Pero Sean no lo sabía, y yo iba a
archivar este pequeño momento en la columna de “venganza”...
por la rana.
—¿No lo hice?
—No. No lo hiciste.
Mis labios sonrieron. —No te preocupes por eso. Estoy
seguro de que lo que sea que lleves puesto está bien, y si quieres
una corbata, tengo muchas de sobra aquí.
Hubo una pausa, y me costó todo lo que tenía para no
sacarlo de su miseria, pero entonces Sean suspiró. —Quiero
decir, supongo que eso funcionaría. Sobre todo, si no crees que
me veo bien.
158

Estaba a punto de decirle que sólo estaba jugando con él


cuando un sonido en la puerta de mi oficina me hizo dar la vuelta
para ver a Sean.
De pie en mi puerta con su hombro apoyado en el marco,
Sean se llevó el teléfono a la oreja y sonrió. Estaba vestido todo
de negro, desde sus zapatos brillantes hasta los pantalones y la
camisa abotonada. Dejó su cuello abierto un par de botones en el
cuello, y la chaqueta que había emparejado con el conjunto
moldeado a sus amplios hombros y brazos como si hubiera sido
diseñado específicamente para él.
Se veía muy sexy, y lo sabía. Como el tipo de hombre que
querías llevarte a casa y a tu cama.
El tipo de hombre del que tu madre te advirtió que te
mantuvieras alejado, no que lo trajeras a la cena. —Buenas
noches, presentador.
Si hubiera pensado que Sean se veía devastador, el
profundo y aterciopelado sonido de él diciendo mi nombre casi
me derritió hasta el suelo.
—Hola.
Sean bajó lentamente su teléfono, terminó la llamada, y lo
metió en su bolsillo, y luego empujó el marco de la puerta y fue
hacia mí.
Como una pantera acechando a su presa, era elegante y
suave, y cuando estuvo claro que no iba a parar cuando me
alcanzó, retrocedí hasta que quedé atrapado contra la ventana de
cristal.
—¿Todavía crees que necesito esa corbata?
159

No creí que necesitara nada en absoluto. Ni una maldita


cosa. —Creo que te ves bien.
Los ojos de Sean pasaron por mi cara hasta la boca, y la
energía sexual dominante que emanaba de él me hizo lamerme
los labios. Jesús, estaba a dos segundos de llamar a mi madre y a
mi padre y cancelarlo sólo para poder cerrar la puerta de mi
oficina y poner las manos de Sean sobre mí.
—Bien, ¿eh?
Respiré temblorosamente y luego me lamí el labio superior.
—Sabes que te ves muy sensual en este momento. Detente.
—¿Detener qué? No estoy haciendo nada. —Bajó la cabeza
y puso su boca junto a mi oreja—. Ni siquiera te estoy tocando.
—Eso es la mitad del problema.
—Mmm, no lo sé. —Sean me guiñó un ojo y luego,
desafortunadamente, dio un paso atrás—. Entonces, ¿paso la
inspección?
—Teniendo en cuenta que estoy cerca de cancelar la cena
sólo para poder mirar más de cerca, eso sería un sí. —Sean se
rio, y tuve que cerrar los ojos un momento y contar hacia atrás
desde veinte.
—Tengo que decir que estás haciendo maravillas con mi
ego en este momento. Y pensar que te preocupaba que te
avergonzara.
Mis ojos se abrieron de golpe, y puse una mano sobre su
pecho. —Eso es lo último que estaba pensando, y tú también
tienes que dejar de pensar así. No me habría importado cómo
aparecieras esta noche, siempre y cuando lo hicieras.
—Por ti, siempre.
160

—Bien. Ahora déjame recomponerme para que este lo


suficientemente decente para salir de aquí.
Me dirigí a mi escritorio para coger mi maletín, y cuando
miré hacia arriba para ver a Sean mirándome, mi corazón dio un
golpe un poco más fuerte. Vaya, era un tipo afortunado al tenerlo
como mi cita esta noche.

JULIEN ERA un restaurante relativamente nuevo en Chicago, y se


había convertido rápidamente en uno de mis favoritos.
Nombrado en honor a su propietario y gerente, el mundialmente
famoso chef Julien Thornton, el lugar se había convertido en un
éxito instantáneo y era conocido por su exquisita cocina, vinos,
servicio y encanto.
Era más difícil de conseguir una reserva en el lugar que en
Mont Blanc entregada personalmente por Angelina's... en Francia.
Pero por suerte para mí, Henri tenía relación con el dueño, y
después de mi primera noche aquí y una introducción con el
famoso chef, me habían dado privilegios similares.
Sean y yo salimos de la puerta giratoria y entramos en la
entrada principal del lugar, donde nos recibió una elegante mujer
vestida con un impecable uniforme blanco y negro. Nos mostró
una brillante sonrisa.
—Buenas noches, caballeros. ¿Tienen una reservación con
nosotros esta noche?
—Sí —dije. Sean permaneció en silencio, mirando por
encima del hombro de nuestra anfitriona al comedor principal—.
161

Creo que los otros invitados de nuestra reunión ya están aquí.


Está a nombre de Xander.
Escaneó el libro de reservaciones y luego asintió. —Ah, sí,
aquí está. Si me siguen.
Eché un vistazo a Sean, que seguía ocupado empapándose
de la impresionante arquitectura del comedor, y le cogí la mano.
Pasamos junto a varias mesas redondas con manteles blancos
impecables puestos a la perfección; los pequeños apliques de
pared en pequeños nichos que emitían un brillo íntimo que hacía
que el lugar se sintiera sensual y romántico.
Si hubiéramos salido Sean y yo a cenar esta noche, podría
haberle dado a nuestra anfitriona algo de dinero para encontrar la
mesa más privada de aquí. Así fue, ella pasó por delante del bar
y nos dirigió hacia una mesa, donde mi madre nos vio e
inmediatamente se puso de pie.
—¡Alexander!
Cuando la anfitriona nos dejó, mi madre salió de su silla y
se acercó corriendo, luego me acunó una de mis mejillas y me dio
un beso en la otra.
—Oh, cariño. —Ella dio un paso atrás y me dio una revisión
completa—. Te ves tan bien. Tan, tan bien.
Tomé sus manos en las mías y le devolví el beso. —Gracias,
mamá, me siento bien. Te ves fantástica, como siempre.
Llevaba un elegante vestido negro para la noche, su cabello
plateado cortado en un elegante corte de duende, y los ojos del
mismo color que los míos resaltaban en su rostro. Era una bella
dama, incluso ahora que entraba en sus sesenta y tantos años.
162

—Los halagos te llevarán a todas partes, incluso a la locura


después de haber tardado tanto en invitarnos aquí después de
tu... incidente.
Negué con la cabeza y me aparté para mostrarle a Sean, y
sus ojos se abrieron de par en par. —¿Sean Bailey? Vaya, vaya,
¿eres realmente tú?
Sean, que había estado callado hasta ahora, aclaró su
garganta y se inclinó hacia adelante para ofrecer su mano en
saludo. Pero mi madre no quería nada de eso. Ella se adelantó y
lo atrajo para darle el mismo abrazo que yo acababa de recibir.
No pude evitar reírme de la expresión de sorpresa de Sean,
pero después del intercambio un tanto incómodo, mamá lo dejó ir
y pasó una mano por la solapa de su chaqueta.
—En vivo y en directo, no lo habría reconocido, señor.
Realmente luce muy bien, ¿verdad?
Qué manera de ser sutil, mamá. —Sabes que está ahí.
Puede oírte.
—Oh, lo sé. No puedo creer que esté viendo al hermano
mayor de Bailey. Qué hombre tan robusto y elegante en el que te
has convertido. Bueno, vamos, entonces, Sean. Siéntate junto a
Ray y pediremos unas bebidas.
Sean asintió y luego me agarró la mano, deteniéndome. Me
di la vuelta para verle mirar más allá de mi hombro. —No te
atrevas a dejarme a solas con ellos esta noche.
Bajé mi mirada a su boca. —O si no... ¿qué?
—Xander...
—Mmm.
163

—Detente.
—Detener qué? —Pasé mi mano por su solapa, como lo hizo
mi madre. Pero su reacción hacia mí fue muy diferente. Sus ojos
se oscurecieron y cayeron a mi boca. Oh sí, la venganza puede
ser muy divertida—. No estoy haciendo nada. —La mandíbula de
Sean se movió mientras me lamía el labio inferior, luego guiñé el
ojo y dije: —Realmente tengo mucha hambre. Mejor dame de
comer.
Sonreí y giré sobre mis talones, y estaba más que
complacido por el sonido torturado de Sean a mi paso...
164

23
_______
SEAN

TORTURA, DE ESO SE trataba esta noche. Tortura. Pude ver a


través del pequeño plan de Xander, y si no se hubiera visto tan
bien con su traje gris claro y su camisa y corbata azul marino,
podría haber tenido alguna oportunidad de salir victorioso de este
pequeño juego.
Pero se veía tan bien, y ahora que me tenía donde quería,
sentado entre él y su padre, estaba siendo torturado por la mano
errante que se deslizaba por mi muslo.
Si hubiera sido cualquier otra persona sentada en la mesa
con nosotros, probablemente no me hubiera importado. Pero eran
los padres de Xander, gente que conocía desde que era un
adolescente rebelde. Quería causar una buena impresión. Pero si
Xander seguía deslizando su mano por mi pierna, la única
impresión que iba a causar sería el contorno de mi polla
golpeando la mesa.
—Sean, escuché que debemos agradecerte por salvar a
Xander de ese loco el mes pasado. —Ray había pedido los
camarones escalfados de Louisiana y una ronda de bebidas para
empezar esta noche. Mientras Xander seguía probando mi
determinación, tomé mi bourbon y me las arreglé para asentir.
—Así es. Pero estaba en el lugar correcto en el momento
adecuado.
Ray tomó un sorbo de su cerveza y miró a su hijo. —Así no
es como Xander cuenta la historia. Por lo que oímos, tú fuiste su
165

guardaespaldas mientras buscabas a este asqueroso. No es tu


trabajo habitual, ¿verdad?
—No, soy detective del Departamento de Policía de
Chicago.
—Oh, como Bailey. —Laura, la madre de Xander, miró
entre los dos, y la mano de Xander se congeló.
—Bailey ya no trabaja para el departamento de policía,
mamá.
—Es cierto. Dijiste que ahora era una especie de detective
privado, ¿no? ¿Qué te parece?
Era una pregunta bastante inocente, pero por alguna razón
hizo que Xander se sentara un poco más derecho en su silla y
alcanzara su Manhattan. Sin embargo, como no quería que
pensara en Bailey ni en otra cosa que no fuera pasar un buen
rato, decidí responder por él.
—Bailey es ahora un detective privado, sí, y antes de eso
era un oficial de la fuerza. Mi hermano menor Kieran…
—Oh sí, lo recuerdo. Es un niño muy lindo.
Me reí. —Es teniente del departamento de bomberos ahora,
en la estación 73.
Laura sonrió mientras tomaba un sorbo de su Chardonnay.
—Es tan maravilloso ponerme al día contigo. Siempre fue tan
encantador ver a Bailey después de que tus padres murieron,
pero...
—Bailey no está aquí, mamá. Sean está. —La voz de
Xander era educada pero firme, y pude notar por el silencio que
reinaba en la mesa que no era la única que lo notó.
166

—Soy muy consciente de que...


—Entonces, ¿podemos dejar de hablar de él, por favor?
Laura miró a su marido mientras me inclinaba hacia Xander
y dijo: —¡Eh!
Xander se giró, y la preocupación que se agitaba en sus
ojos me hizo alcanzar su pierna bajo la mesa. —¿Qué está
pasando? ¿Estás bien?
—Estoy bien. Pero estoy aquí contigo esta noche. No quiero
que hablen de tu hermano toda la noche.
Ahhh, está bien. Así que eso es lo que estaba pasando.
Xander estaba preocupado por mí. Preocupado de que yo me
molestara por el recuerdo de su pasado. Jesús, era tan
jodidamente dulce.
—Todo está bien, presentador. Estoy bien. —Presioné un
beso en su sien y le susurré: —Sé con quién te vas a casa esta
noche.
Cuando volví a sentarme derecho en mi silla, pude ver una
expresión de preocupación en el ceño de Laura. —Está todo bien,
¿no es así, Xander? Solo dije algo tonto.
Xander se burló y cuando lo miré, negó con la cabeza. Pero
su sonrisa había vuelto.
—Lo siento —le dijo a su madre, y esta vez cuando puso su
mano en mi muslo, estiré mi mano debajo de la mesa para
apretarla.
El mensaje era claro: estoy aquí contigo y no quiero estar
en ningún otro sitio.
167

LA CENA. ESTUVO. DELICIOSA.


Nunca había comido tan bien en mi vida, y después del
comienzo difícil de la noche, las cosas habían ido bastante bien,
en su mayor parte. La única vez que las cosas se pusieron un
poco dudosas fue cuando Laura sugirió a Xander que se quedara
con ellos en Florida para unas largas vacaciones. Pero eso se
había solucionado pronto por el tranquilo y modesto Ray, que
parecía tener el control de su esposa e hijo.
También estaba empezando a creer que tenía el mío.
Porque mientras Xander y Laura discutían los detalles de la fiesta
del domingo, yo había notado que Ray me miraba con una seria
mirada de contemplación en sus ojos.
Ahora, no era exactamente del tipo que se asustaba
fácilmente por la confrontación, pero considerando que este tipo
había sido testigo de mi juventud malgastada, me encontré
moviéndome incómodamente bajo su inspección. Tenía algo en
mente, algo que se moría por preguntar desde que Xander había
dirigido toda la conversación hacia lo no personal después del
percance de las gambas y la hora feliz. Pero tenía la sensación de
que mi suerte estaba a punto de acabarse, porque mientras los
otros dos estaban distraídos, eso me dejaba libre para...
—Así que Xander está viviendo contigo ahora.
Las preguntas personales de sondeo. —Lo está, sí. Fue
difícil para él volver a su casa después de todo lo que pasó.
Ray se acomodó en su asiento. —Eso fue hace más de un
mes.
—Lo fue... Pero no hay límite de tiempo. Es bienvenido
mientras quiera quedarse.
168

—¿Así que no se ha mudado contigo? Esto es... temporal.


Entrecerré los ojos, preguntándome si se refería a nuestra
situación de vida o a nuestra situación de citas. Pero como no
quería que hubiera ninguna confusión, me volví hacia él,
asegurándome de dar la espalda a Xander y Laura.
—Déjenme ser claro como el cristal para que no haya
malentendidos. Sé que todo esto parece rápido y extraño para
cualquiera que mire desde fuera. Pero lo que tenemos, es real.
Ray abrió la boca para interrumpir, pero no había
terminado. Supongo que lo atribuyo al mal momento, porque si
Bailey no hubiera sido tan testarudo estas últimas semanas,
habría tenido más paciencia con las sospechosas corrientes
subterráneas en palabras de Ray.
—No deberíamos funcionar, créeme, ambos lo sabemos.
Somos las dos últimas personas que pensaron que algo entre
nosotros se encendería cuando acepté este trabajo -pero así fue.
Algo encajó, algo realmente especial. Estoy enamorado de
Xander, y nada de eso es temporal.
Ray asintió lentamente, luego sus ojos pasaron por encima
de mi hombro y me volví para ver a Xander y Laura mirándome.
Mierda. Bien, tal vez me había puesto demasiado entusiasta
en mi explicación. Estaba a punto de disculparme cuando Xander
se inclinó, me tomó la cara entre sus manos y me besó.
Tomado con la guardia baja, le cogí las muñecas y lo
agarré, y cuando finalmente me soltó, la sonrisa de su cara valió
la pena por el infierno que el viejo Ray me iba a dar.
—Tengo que admitir —dijo Laura, retomando lo que su
marido había dejado— que me quedé un poco sorprendida
cuando Alexander me dijo por primera vez que estabais saliendo.
169

No sólo porque eres el hermano de Bailey, sino que también


pensabamos que eras...
—Para las damas.
Xander miró a su padre. —Papá.
—¿Qué? Todos sabemos que es el elefante en la habitación,
Xander. Lo has estado evitando toda la noche. Pero creo que tu
hombre aquí puede manejar un poco de verdad. Seguro que sabe
cómo repartirla.
Levanté una mano y miré a Xander. —Está bien. Sabíamos
que esto iba a pasar. Estamos fuera de nuestra burbuja ahora,
¿recuerdas?
—Sí, pero no quiero que te sientas presionado —dijo.
—No me siento presionado. —Miré entre Ray y Laura y
sonreí—. Me siento extremadamente afortunado de haber tenido
finalmente la oportunidad de conocer a su hijo. —Tomé la mano
de Xander y llevé sus nudillos a mis labios—. Sólo desearía haber
tenido la oportunidad antes.
—Bueno —dijo Ray, inclinando su cabeza en nuestra
dirección— eso es suficiente para mí.
Estaba a punto de responder cuando el camarero se detuvo
en la mesa con la cuenta. La alcancé y Xander protestó.
—Oh no —dije, negando con la cabeza—. Esta noche invito
yo.
—Tonterías —dijo Laura, y le dio un golpecito a Xander en
el brazo—. Pásame eso ahora mismo.
Xander fue a por la cuenta otra vez, y yo la mantuve fuera
de su alcance. —Sean, no tienes que hacer esto.
170

—Quiero hacerlo.
Xander frunció el ceño y suspiró. —Está bien.
Mientras los tres volvían a hablar, abrí el pliegue de cuero
para poner mi tarjeta de crédito dentro, y el precio en el fondo
del recibo casi me hizo revisar mi cena.
Joder, qué diablos. Esta comida había costado más de lo
que la mayoría de la gente pagaba por el alquiler. Pero, tratando
de jugar limpio, metí mi tarjeta de crédito dentro y recé a Dios
para que me quedara lo suficiente como para que no me
avergonzara.
Diez minutos después, mientras estábamos en la acera
despidiendo a los padres de Xander, por la parte de atrás del
Uber en el que acababan de subir. Xander, se inclinó hacia mí y
me dijo: —Vas a dejar que te pague esa comida.
—No lo creo.
—Sean, esa cena tenía que haber terminado...
—Shhh. —Envolví un brazo alrededor de los hombros de
Xander y lo arrastré a mi lado—. Ya está todo arreglado.
—No. No. Ellos nos invitaron a cenar. No voy a dejar que...
—Ya lo resolví con el personal de la cocina —dije mientras
caminábamos hacia nuestro Uber—. Dijeron que debería tenerlo
resuelto para finales del próximo mes. —Xander se detuvo y me
miró fijamente. Yo sonreí, abrí la puerta del auto y señalé hacia
adentro—. Tu carroza te espera.
—Sean, no voy a dejar que pagues la cena —dijo mientras
caminaba hacia la puerta abierta.
171

—Lástima que no haya nada que puedas hacer al respecto.


—Tomé su barbilla en mi mano y le di un beso en los labios—. Y
para que lo sepas, trabajaría diez años en una cocina lavando
platos si eso significara ganarse a tus padres.
Xander me miró con incredulidad en sus ojos. —Estás a
punto de tener mucha suerte esta noche.
Se deslizó dentro del auto y lo seguí. —Entonces mi plan
fue un completo éxito. Vámonos a casa.
172

24
__________
XANDER

—ATENCIÓN, HENRI y Bay están en el elevador. —Las palabras


de Sean fueron sólo para mis oídos mientras me besaba la sien y
me pasaba un whisky con hielo.
Era domingo por la noche, y mi cumpleaños estaba en
marcha. Siempre me sorprendió la fantástica capacidad de
organización de mi madre, porque la forma en que se las arregló
para organizar una fiesta en sólo un par de días era alucinante.
La comida era deliciosa, las bebidas interminables, y los
suaves sonidos del jazz complementaron el bajo murmullo de la
charla en todo el apartamento. Este era el tipo de reunión en la
que normalmente disfrutaba. Pero por mucho que intentara
relajarme y disfrutar de la noche, estaba al límite.
Ya era bastante raro estar de vuelta en mi casa por primera
vez en mucho tiempo. Pero si a eso le sumamos la anticipación
de que Bailey aparecería en mi pasillo en cualquier momento, los
nervios y la aprensión que había logrado mantener a raya
durante los últimos días volvían con una fuerza cegadora.
Esto era ridículo, era sólo Bailey, por el amor de Dios. Lo
había conocido casi toda mi vida. Pero el problema era que todos
los buenos recuerdos habían sido reemplazados por uno que no
podía quitarme de encima: la última vez que lo vi, y la
devastación en su cara.
—Hola. —Sean chocó su hombro con el mío—. No te
preocupes tanto. Es tu cumpleaños. Todo va a ser genial.
173

—Tienes razón. —Tomé un sorbo de mi bebida y asentí,


tratando de apartar cualquier pensamiento negativo. Mi madre se
había tomado muchas molestias esta noche con un tema de oro y
plata como decoración. Ella había convertido mi apartamento en
un palacio elegante y con clase, y me negué a arruinarlo teniendo
un horrible ataque de pánico como en el trabajo hace unas
semanas.
—Por supuesto, tengo razón. Tenemos suficiente comida
aquí para alimentar a la mitad de Chicago, y suficiente alcohol
para lavarlo todo. Tus amigos y familia están felices de verte
levantado, además, te ves jodidamente caliente.
Sonreí y eché un vistazo a la fuente de fondue de
chocolate, donde Ryan y su cita trataban de decidir entre las
frutas o los dulces para satisfacerse de las cosas buenas. Tenía
que estar de acuerdo con Sean: esta noche iba realmente bien, y
era agradable ver a todos fuera del trabajo para variar.
Estábamos siempre tan ocupados en la sala de redacción, y el
único momento en el que realmente nos podiamos relajar era en
un evento del trabajo.
Así que esto era agradable. Era informal, se sentía bien y
sin estrés.
—Así que aquí es donde el cumpleañero se esconde.
Henri Boudreaux, reconocería ese relajado y despreocupado
personaje en cualquier lugar. Era distintivo en la forma en que no
lo esperabas de él. Un chico malo por naturaleza, y un chico malo
debido a su educación, todavía me sorprendía que el buen chico
Bailey terminara con él. Pero ahora más que nunca, entendí que
los opuestos realmente se podían atraer.
Sean y yo nos dimos la vuelta para ver a Henri de pie
detrás de nosotros con Bailey a su lado, y un aliento que ni
174

siquiera me había dado cuenta de que estaba sosteniendo me


dejó en un apuro. Bailey se veía bien. Tenía el cabello corto y con
pantalones vaqueros oscuros y una camisa azul claro que le
favorecía, se parecía a mi mejor amigo -el Bailey que yo conocía.
—Me encontraste. Hola, Bailey.
La mano de Bailey se apretó alrededor de la de Henri, y
luego miró entre Sean y yo y asintió. —Hola.
Bueno, eso era mejor que nada.
—Boudreaux —dijo Sean, y entonces, lo más sorprendente
de todo, extendió su mano hacia Henri. Ya fuera un movimiento
consciente o no, el gesto de paz no se perdió en su hermano.
Bailey miraba a Sean como si le hubiera crecido una segunda
cabeza.
—Hola, hombre. —Henri tomó la mano de Sean y le dio
ligero asentimiento con la cabeza en forma de saludo.
—Me alegro de que hayais venido.
—Es el cumpleaños de Xander —dijo Bailey, sus ojos se
movieron entre los dos, y finalmente se posaron en mí—. No me
lo habría perdido.
Esas palabras significaban el mundo para mí después de
todo lo que había pasado, y no pude evitar sonreír.
—Estoy tan feliz de que estés aquí.
Bailey me devolvió la sonrisa, y aunque podría haber
parecido genuina a los que nos rodeaban, yo sabía que no era
así. Oh, los gestos estaban todos allí, pero la expresión no llegaba
a sus ojos, y eso no era suficiente.
175

—¿Por qué no vienes conmigo? —sugerí—. Déjame


prepararte un trago.
Sabía que era injusto ponerlo en un aprieto así, ¿quién le
diría que no al cumpleañero? pero qué pena. Había esperado
demasiado tiempo para tener la oportunidad de hablar con él, y
no iba a dejar pasar mi mejor oportunidad.
Bailey miró a Henri para ver si estaba bien con Sean, o
quizás para medir su reacción a mi petición, y cuando Henri
asintió y soltó la mano de Bailey, pude haberle besado.
Nos abrimos paso entre los grupos de gente reunidos
alrededor de la habitación, y mientras nos dirigíamos a la cocina,
miré a Bailey. Silencioso y contemplativo, tenía cuidado de no
acercarse demasiado, pero en cambio mantenía una distancia
calculada, algo que nunca habíamos necesitado desde que nos
conocíamos.
Tratando de concentrarme en el hecho de que él estaba
aquí por encima de todo, me detuve en el mostrador que
contenía todas las bebidas alcohólicas y batidoras conocidas por
el hombre e hice un gesto para que me dieran una gran variedad
de opciones.
—¿Cuál es tu veneno esta noche? —pregunte, tratando de
aligerar el ambiente—. ¿Algo mezclado? ¿O buscas algo más
directo?
—Un vodka con arándanos, gracias. La cortesía nunca ha
sido lo mío. —La rectitud me hizo hacer una pausa.
—¿Qué? Es cierto.
Lo era, pero no hacía falta ser un genio para saber
exactamente a dónde quería llegar, y no tenía nada que ver con
las bebidas. Pero decidí tomar el camino correcto, ignoré mi
176

impulso de confrontar las cosas de frente y fui a preparar su


bebida.
Un poco más tarde, le entregué el vaso con un trozo de
lima dentro y me tomé otro whisky con hielo. Bailey se movió
para apoyarse en la isla de la cocina y mirar a la gente charlando
entre ellos. Me acerqué a su lado, cerré los ojos y asimilé el
momento.
Durante años, Bailey y yo habíamos sido una parte tan
esencial de la vida del otro, que al no tener ninguna comunicación
últimamente, me sentí como si hubiera perdido una parte de mí
mismo. Me preguntaba si él también se sentía así.
—Lo que dije allá atrás fue en serio, Bay. Estoy tan feliz de
que hayas venido esta noche. Significa mucho para mí.
Bailey asintió, pero no me miró, sólo continuó mirando a
todos hablando entre ellos. Así que di un paso más y me volví
hacia él, queriendo decir finalmente la única cosa que aún no
había tenido la oportunidad de decirle.
—Siento mucho todo lo que pasó. —En el momento en que
las palabras salieron de mi boca, Bailey se puso visiblemente
rígido. Pero continué, decidido a transmitir lo horrible que me
sentía por toda la situación—. Nunca quise hacerte tanto daño.
Para...
—¿Xander? —Dijo Bailey, con la mandíbula apretada y los
ojos vidriosos—. No quiero hablar de eso esta noche.
Me tragué la respuesta y asentí. —Está bien.
—Vine aquí porque es tu cumpleaños, y no nos perdemos
los cumpleaños.
177

Apreté los dedos alrededor de mi vaso y miré hacia otro


lado, buscando automáticamente a Sean donde todavía estaba
hablando con Henri. Tenía la esperanza de que, si esos dos
podían ser cordiales el uno con el otro, cualquier cosa podría
pasar. —Bueno, gracias. Significa mucho para mí.
Bailey asintió, tomó su bebida y bebió un sorbo. —Para mí
también. —Luego se dirigió hacia Henri y Sean.
Mientras lo veía marchar, me dije a mí mismo que me
conformara con lo que me acababan de dar. Pero en el fondo
sabía que no sería feliz hasta que las cosas volvieran a la
normalidad entre nosotros.
Me tomé el resto de mi bebida y mantuve los ojos en los
tres que estaban al otro lado de la habitación. Cuando Bailey
finalmente los alcanzó, Sean me miró. Frunció el ceño y negó con
la cabeza, luego se excusó y se dirigió hacia mí.
No queriendo ver la reacción de Bailey a eso, me di la
vuelta y me apoyé en la isla de la cocina, tratando de pensar en
una buena razón para escabullirme en mi propia fiesta de
cumpleaños.
Cuando Sean entró en la cocina, le di la mejor sonrisa que
pude conseguir. Pero no se dejó engañar, ni por un segundo.
—Bien, suéltalo. ¿Qué ha pasado?
—Casi nada.
Arqueó una ceja y miró mi vaso vacío. Luego agarró la
botella y rellenó mi copa. —¿Cómo que nada? No habéis hablado
en semanas, y después de diez minutos juntos, parece que
queréis tiraros por el balcón.
178

Así es como se sentía también, y todo porque había


destruido algo perfecto y puro: nuestra amistad. —No estaba
realmente de humor para hablar.
—¿Ni siquiera un poco?
—Sobre cualquier cosa que no fuera mi cumpleaños, y lo
que dijo contigo y con Henri fue más o menos el alcance de eso.
Sean me tomó en sus brazos y me abrazó. —Lo siento,
presentador.
Suspiré. —Yo también.
—Tuve que tener una pequeña charla con Boudreaux.
Me reí y me escabullí de sus brazos. —Ustedes dos parecían
estar mejor que nosotros.
—Eh, me imaginé que era la mejor manera de mantener al
perro guardián a raya mientras que vosotros dos hablabais.
—Bueno, aprecio la idea.
Sean me guiñó un ojo. —Puedes agradecérmelo después.
Pero en este momento, ¿qué tal si vamos a buscar la mesa de
comida antes de que todo este alcohol se te suba a la cabeza?
Miré por encima del hombro para ver a Bailey mirándonos a
los dos. Sabiendo que no iba a llegar a ninguna otra parte por
ahora, me volví hacia Sean y asentí.
Tal vez podría encontrar a Bailey más tarde, después de
que todos los demás se hubieran ido.
179

—ALEXANDER, SEAN.
Nos dimos la vuelta para ver a mi jefe, Marcus, de pie
detrás de nosotros con un vaso de vino en una mano y un sobre
en la otra. A pesar de mis dudas de estar de regreso en este
lugar y en la difícil reunión con Bailey, me las arreglé para
encontrar mi sonrisa y mi buena naturaleza, decidido a no
decepcionar a mi madre y a mostrar lo mejor de mi a todo el
mundo que era lo suficientemente amable para estar aquí esta
noche. —Me disculpo por llegar tarde. Me retrasé en el trabajo.
Feliz cumpleaños. —Marcus mostró el sobre. Lo tomé y me dio
una palmada en el hombro.
—No hay necesidad de disculparse. Estoy feliz de que hayas
podido venir.
—No me lo habría perdido. —Marcus miró por las puertas
abiertas que llevaban a la terraza—. He oído historias sobre este
lugar.
—¿Historias? —preguntó Sean, mirando entre mi jefe y yo.
—Sí. Los rumores sobre cierta habitación que gira han
flotado por la oficina desde hace un tiempo.
Sean se rio, me rodeó los hombros con un brazo y me dijo
al oído: —Tienes mucha suerte de que no sea tu habitación, o
podría estar muy celoso ahora.
Sonreí y me recordó la primera vez que puso un pie en la
gran sala y se asustó con el suelo giratorio. Volví mi atención a
Marcus. —Déjame adivinar, ¿Ryan?
—Creo que es seguro decir que es una suposición acertada.
Pero desde que obtuve la información, no puedo ser positivo.
180

—Ajá. —Me reí y luego empecé a abrir el sobre—.


Recuérdame que revise mis grabaciones de seguridad más tarde
para ver qué hizo exactamente cuando venía a buscar mis cosas.
Marcus asintió y tomó un sorbo de su vino. Saqué una
tarjeta de cumpleaños y la abrí. Dos boletos quedaron libres, y
cuando los recogí, vi que eran asientos de palco para la Orquesta
Sinfónica de Chicago.
—¿Has ido antes?
—¿A la sinfónica? No, no he ido. —Marcus miró a Sean—.
¿Tú has estado?
No había forma de que Sean hubiera estado en la sinfónica.
Hubiera apostado dinero por eso.
—¿Realmente te parezco del tipo que iría a una sinfónica?
Marcus lo miró por encima del borde de su copa de vino
mientras tomaba un sorbo, y la sonrisa que lentamente cruzó sus
labios fue solo un poco retorcida. —No, no es así, por lo que
estoy encantado de pediros a ti y a Alexander que se unan a mí el
mes que viene.
Me mordí el labio inferior, tratando de contener mi risa,
porque me di cuenta de que era la forma de Marcus de pagarle a
Sean por cada vez que se habían peleado durante el último mes.
—Nos encantaría —dije antes de que Sean tuviera la
oportunidad de hablar—. Gracias.
Marcus levantó su vaso vacío y asintió. —Perfecto. Los veré
a ambos por ahí.
—No puedo esperar, —murmuró Sean, haciendo que
Marcus sonriera aún más, entonces su teléfono empezó a sonar y
181

se excusó, dirigiéndose hacia las puertas francesas—. ¿La maldita


sinfónica?
Pobre Sean. —Auch, no será tan malo. —Le pasé la mano
por el pecho y me acerqué a él. El whisky que había estado
bebiendo toda la noche me había hecho sentir bien y relajado—.
Y me encantaría tener otra oportunidad de quitarte el esmoquin.
—¿Ah, sí? —Sean me rodeó con un brazo en la cintura y me
acercó a él, e incliné mi cabeza para rozar mi boca con la suya.
—Definitivamente... —Suspiré contra sus labios. Cuando su
lengua se deslizó para burlarse de mí, incliné mi cabeza y mis
ojos se fijaron en Bailey al otro lado de la habitación.
Estaba de pie junto a Henri, que también miraba en nuestra
dirección. Cuando la mano de Sean se deslizó hasta mi culo, los
ojos de Bailey se entrecerraron, y se giró sobre sus talones, a
punto de salir de allí.
Mierda. Puse mis manos en el pecho de Sean y lo empujé
suavemente hacia atrás. Cuando frunció el ceño, levanté un dedo
y luego salí corriendo en dirección a Bailey.
182

25
_______
SEAN

—¡BAILEY!
El sonido del nombre de mi hermano en los labios de
Xander fue suficiente para poner mi cerebro en marcha. Xander
se alejó de mí y empezó a abrirse paso entre la multitud.
Después de su pequeña charla de esta noche, pensé que lo
mejor era poner algo de distancia entre los dos antes de una
segunda vuelta. Pero en algún momento después de mi tercer o
quizás cuarto trago, mi ojo atento se había convertido en uno de
apreciación, y en vez de asegurarme de mantener mis manos
quietas, había cedido a la tentación que era Xander.
¡Maldición! La gente se hizo a un lado mientras el
cumpleañero se abría paso entre los grupos de personas. Fue
entonces cuando vi a Boudreaux salir de la habitación que Xander
estaba ahora a medio camino, y se dirigió en esa dirección.
Entré en el pasillo y vi a los tres dirigiéndose hacia el
ascensor, y supe sin duda lo que Bailey debió haber visto. Sólo
había una razón por la que había decidido huir como lo hacía
ahora, y era si había visto más de lo que estaba dispuesto a ver.
Mientras me acercaba a Xander, no se me escapaba que la
gente había dejado de hacer lo que estaban haciendo y estaban
viendo lo que se estaba desarrollando, y sabía que, si no llegaba
a Xander en los próximos dos segundos, les esperaba un gran
espectáculo.
183

—¡Xander! —Llamé, esperando llamar su atención, pero


estaba muy obsesionado con Bailey.
—Bailey. Espera un segundo, ¿quieres? —La petición de
Xander cayó en oídos sordos. Bailey siguió adelante, claramente
decidido a salir de aquí. El problema era que salir del elegante
rascacielos de Xander cuando la gente entraba y salía por su
ascensor privado no era tan fácil como salir por la puerta.
A menos que, por supuesto, te apeteciera bajar un montón
de escaleras hasta el nivel del suelo.
Cuando Bailey llegó al elevador, pulsó el botón como si
estuviera enfadado, lo que podría haber sido el caso, ahora que
se dio cuenta de que estaba atascado.
Pero Xander no iba a dejarlo ir tranquilamente, y como yo
seguía detrás, no tenía ninguna esperanza de detener el tren
descarrilándose del que sabía que estaba a punto de ser testigo.
—Bailey, vamos. ¿Podrías detenerte un minuto y dejarme
hablar contigo?
Como si acabara de oír a Xander llamándolo, Bailey miró en
su dirección y pasó por delante de Boudreaux.
Se acercó a Xander y le dijo en la cara. —Sabes, ya fue
bastante difícil venir aquí esta noche sabiendo que tendría que
sonreír y fingir que estaba bien con esto cuando no lo estoy. Pero
que actúes como si todo estuviera bien y no hubiera nada raro en
que de repente te beses con mi hermano, a quien apenas
tolerabas hace dos meses. Eso no está bien, Xander. Nada de
esto está bien.
—Ya lo sé. —Xander negó con la cabeza—. No estaba
pensando, sólo...
184

—Ves, ese es el problema. Durante los últimos meses has


dejado de pensar en los demás, has dejado de usar tu cerebro.
Es como si se te levantara y dejaras de escuchar a tu cabeza. —
La voz de Bailey estaba llena de juicios... y de mucho alcohol, por
cómo se escuchaba—. Quiero decir, ¿por qué más estarías con
Sean?
El parloteo de la gente que se había reunido a nuestro
alrededor cesó, hasta que todo lo que se escuchó fue el suave
jazz flotando en el aire.
—¿Qué acabas de decir?
Oh, mierda. La voz de Xander estaba tan bajita que no la
habrías escuchado si todos los invitados no hubieran sintonizado
el entretenimiento de la noche.
Me puse detrás de él y le puse una mano en la espalda.
Pero en lugar de calmarlo, el gesto pareció iniciar una especie de
lucha dentro de él que nunca hubiera esperado.
—¿Cómo te atreves? —Xander dio un paso adelante, y
como mi papel de hermano mayor interior luchaba con el del
novio, decidí quedarme atrás. Esta no era mi pelea, y aunque
sabía que lo que estaba a punto de pasar sería feo y doloroso,
tenía que pasar si Bailey y Xander tenían alguna vez la esperanza
de recuperar su amistad.
—¿Cómo te atreves a estar en mi casa y juzgar una
relación de la que no sabes nada? Ni una sola vez te has
molestado en preguntarme cómo empezó esta cosa con Sean, o
por qué. Porque si lo hubieras hecho, te habrías dado cuenta de
que el hombre al que tan rápido descartas como alguien que no
merece una relación es realmente jodidamente bueno en ella.
185

Está bien, no esperaba eso. El pasado de Xander y Bailey


era tan rico en historia que oír a Xander defenderme fue casi
como una experiencia extracorporal. Una jodidamente buena.
Hizo que mi corazón latiera un poco más rápido y que mi pecho
se llenara de orgullo, al pensar que alguien tan asombroso como
él estaba parado aquí frente a todos los que conocía, luchando
por mí -luchando por nosotros.
Bailey me dirigió la mirada, y por un segundo pensé que
había tenido un destello de vergüenza. Pero antes de que pudiera
decir nada, Xander dio otro paso adelante, claramente decidido a
dejar claro su punto de vista ahora que tenía la atención de
Bailey.
—Tu hermano es uno de los mejores hombres que he
conocido en mi vida.
Bailey se rio y Xander negó con la cabeza.
—No hagas eso. No te burles de lo que te digo porque es
más fácil que oír la verdad. Es amable, cariñoso, y detrás de
todos los bordes ásperos hay un hombre que te ama y que haría
cualquier cosa por ti, incluso romper conmigo. Pero no voy a
dejar que lo haga, ni siquiera por ti.
Bailey dio un paso atrás como si el viento se hubiera
llevado sus velas, y Boudreaux se puso detrás de él. Xander miró
hacia él, y lo que sea que Boudreaux vio allí lo detuvo en su
camino.
El mensaje era aparentemente claro: no interfieras.
—¿Estás dispuesto a tirar por la borda tres décadas de
amistad por esto con Sean? —Los ojos de Bailey lloraban al
mirarme, la confusión, la traición y la angustia salieron a la
186

superficie al negar con la cabeza—. ¿Estás feliz ahora? Él eligió y


tú ganaste.
—No, Bay. Vamos —dije, y me adelanté para estar al lado
de Xander—.No quiero esto. Quiero que te alegres por nosotros.
Quiero que todos seamos capaces de llevarnos bien.
Xander tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. —Te
queremos, Bailey. Pero tienes que abrir los ojos y ver qué y a
quién dejas ir antes de que desaparezcamos por completo.
Una lágrima cayó por la mejilla de Bailey cuando dio un
paso atrás y se encontró con Boudreaux, quien lo arropó en su
costado y nos miró fijamente a los dos.
Estaba enfadado por cómo acababa de pasar, pero no dijo
nada. En su lugar, pulsó el botón del ascensor de nuevo y llevó a
Bailey dentro, y un par de segundos después, los dos se habían
ido.
187

26
__________
XANDER

MÁS TARDE -mucho, mucho más tarde, salí a la terraza que


daba al centro de Chicago. La noche finalmente se estaba
acabando y sólo quedaba un puñado de gente. Pero en cuanto
pude, me excusé y escapé.
Desde que Bailey se había ido, había estado pensando en
nuestro enfrentamiento. ¿Fui demasiado duro? ¿Debería haberlo
dejado ir? Pero cada vez me convencí a mí mismo de que tal vez
había sido poco razonable, vi a Sean al otro lado de la habitación
riéndose con mis compañeros de trabajo o hablando con mis
padres y me recordó la razón exacta por la que había hecho lo
que había hecho.
Estaba enamorado de Sean. No había ningún “si”, “y” “o”
“pero” al respecto. Estaba al cien por cien, y sabía sin duda que
él sentía lo mismo. Eso significaba que la gente de mi vida -y la
de él- tenían que aceptarlo, porque no iba a terminar pronto.
Pero por primera vez en la historia, Bailey y Sean habían
intercambiado sus papeles. A lo largo de nuestras vidas, Sean
siempre había sido el testarudo, el cabeza dura, que se mostraba
inquieto en los momentos difíciles de la vida con más actitud que
precaución. Pero esta vez fue Bailey. Fue terco hasta el final, y
sólo podía esperar que esta noche no hubiera sido ese final.
—Pensé que podría encontrarte aquí.
Miré por encima del hombro el sonido de la voz de Sean.
Salió y cerró las puertas tras él.
188

—Sólo necesitaba un momento para mí, eso es todo.


—Sí, lo entiendo. —Sean apoyó sus manos en la gruesa
baranda de piedra que rodeaba la terraza—. El último de los
invitados se acaba de ir, dijo que te dijera que tuvieron una
noche increíble.
Dirigí mi mejor sonrisa hacia él, pero claramente no lo hice
bien, porque los labios de Sean se dibujaron en una línea
delgada.
—Sin embargo, no fue tan increíble para ti, ¿verdad?
Me encogí de hombros y miré hacia los edificios que nos
rodeaban. —Fue más o menos como yo esperaba.
Sean asintió y se dio vuelta para apoyarse en la barandilla.
—Hola. —Lo miré.
—No quería meterme en esto inmediatamente después de
que sucedió, pero quería agradecerte por lo que le dijiste a Bailey
esta noche.
Le fruncí el ceño, preguntándome qué quería decir.
—Sé que no pudo haber sido fácil. Especialmente con lo
molesto que estaba. —Sean extendió la mano para pasar su
pulgar por el surco de mi frente—. Significó mucho para mí.
Nadie había estado en mi esquina de esa manera antes.
Me aparté de la barandilla, me di la vuelta y puse una mano
sobre su brazo. —Te amo. Quiero estar contigo. Y aunque sé que
es algo difícil de oír para Bailey en este momento, no cambia los
hechos. No me avergüenzo de esto, Sean. Ni de ti, ni de mí, ni de
lo que tenemos juntos, y ya he terminado de mentirle.
—Yo también. —Sean suspiró y puso su mano sobre la mía
—. Tu madre está preocupada por ti. Ella presenció todo el
189

asunto y vio a Bailey irse. Le dije que la pondrías al corriente


cuando te sintieras con ánimos. Pero por ahora, ella y tu padre se
han ido a la cama a pasar la noche.
—Gracias por eso —dije, volviendo a mirar las luces
parpadeantes—. Yo sólo... no puedo repetirlo todo en este
momento.
—Totalmente entendible. —Sean se movió detrás de mí y
me rodeó con sus brazos en la cintura—. ¿Extrañas este lugar?
Miré hacia los coches de la calle y los edificios que se
elevaban del hormigón de abajo, y luego escuché los sonidos que
resonaban por toda la ajetreada metrópolis.
—Extraño partes. —Lo miré de nuevo—. Pero no tanto
como esperaba.
Los ojos de Sean se abrieron de par en par.
—Guau. Estaba seguro de que estarías deseando volver a
mudarte después de estar aquí esta noche. Toda la semana he
intentado pensar en formas creativas de hacerte cambiar de
opinión.
Mientras una brisa cálida le revolvía el cabello a Sean,
pensé que nunca se había visto más guapo. —No se necesita
nada creativo.
—¿No? —Sean se rio, y el sonido fue como una música para
mis oídos—. Tu rotonda giratoria cuenta una historia diferente.
No tenía ni idea de cómo podía hacerme sonreír después de
una noche tan desastrosa. Pero esa era una de las cosas que más
me gustaban de Sean. Sabía exactamente lo que debía decir para
distraerme.
190

—Oh, no lo sé. He descubierto que soy más fácil de


complacer en estos días. —Pensé en eso por un segundo y luego
añadí: —O tal vez ya no necesito todas estas cosas lujosas
porque finalmente encontré algo real que me hace feliz.
Sean me acarició la oreja con la nariz. —Será mejor que
estés hablando de mí en este momento.
Incliné la cabeza hacia atrás para mirar al cielo. Había un
puñado de estrellas titilando sobre nuestras cabezas esta noche,
y la vista me hizo sonreír.
—Hablo del hombre que me llevó al medio de la nada y me
mostró que hay mucho brillo más allá de la ciudad. Sólo tienes
que mirar hacia arriba. Me encantaba este apartamento, todo lo
que hay en él. Nunca sentí nada más que felicidad cuando estaba
aquí. Pero este ya no es mi lugar.
Sean me dio la vuelta, así que lo miré a los ojos.
—Ya no puedo imaginarme estar aquí solo, Sean. No puedo
imaginarme estar en un lugar en el que tú no estés.
Suspiré, y cuando un mechón de cabello cayó sobre mi
frente, Sean extendió la mano para apartarlo. —Entonces no te
vayas.
—¿Qué quieres decir?
—No te vayas. Múdate conmigo. —Las palabras de Sean
fueron seguras y firmes mientras una amplia sonrisa se extendía
por su cara—. No temporalmente, no sólo con tu maleta. Quédate
a vivir conmigo para siempre.
191

27
_______
SEAN

LA ALEGRÍA que iluminaba los ojos de Xander me hacía sentir


como el hombre más rico del mundo. Brillaban mientras me
miraba con una mirada llena de esperanza y.… emoción.
—¿Hablas en serio?
—Nunca he hablado más en serio en mi vida. —O loco,
aparentemente, porque sólo un loco en el amor le pediría a
alguien como Xander que dejara este castillo para venir a vivir en
mi desastre de dos habitaciones.
—Sé que es rápido, supersónico, de verdad. Pero cuando lo
sabes, lo sabes, y Xander... Hay tres cosas que sé sin duda
alguna. Una, te amo. Dos, no quiero verte hacer la maleta e irte a
menos que yo vaya contigo. Y tres, no quiero esperar otros
tantos años para que pasemos al siguiente paso. Lo quiero ahora.
Te amo a ti.
Xander respiró con dificultad y cuando lo soltó, le tomé la
cara entre las manos y le besé los labios.
—Dime que no estoy loco. Que tú sientes lo mismo.
Xander sonrió. —Si tú estás loco, entonces yo también.
—¿Sí?
Xander asintió. —Sí.
—Oh, Dios mío.
—Ya lo sé.
192

—Oh, Dios mío. —Le pasé los pulgares por las mejillas y
parpadeé, asegurándome de no imaginarme este momento y la
forma en que me miraba como si acabara de colgar la luna—. ¿Lo
dices en serio? ¿Quieres mudarte conmigo?
Xander me agarró las muñecas y las bajó para poder meter
mis manos en las suyas. —De verdad que sí.
—Guau. —Miré alrededor de la enorme terraza a las
enormes ventanas que flanqueaban todo el lado del ultra caro
ático de Xander, y luego se volvió hacia él—. ¿Estás borracho?
Xander soltó una fuerte carcajada, y parecía tan libre y
lleno de felicidad que no pude evitar unirme—. No, no estoy
borracho.
—Quiero decir, acabas de decir que quieres mudarte
conmigo. Eso significa dejar todo esto atrás.
Xander miró alrededor de mi hombro, y luego volvió a mí.
—Ya lo sé.
—Eh, tal vez deberías consultarlo con la almohada por la
noche.
—¿Ya estás cambiando de opinión?
—Diablos, no, pero no soy estúpido, Xander. Estás
acostumbrado a mucho más de lo que mi casa tiene para ofrecer.
—¿Parezco preocupada por eso?
Sorprendentemente, no. Parecía increíblemente tranquilo al
respecto. —No, no lo pareces.
—¿Entonces por qué lo estás tú?
193

Buena pregunta. Pero tal vez fue porque sentía que él


estaba renunciando a todo y yo no estaba renunciando a nada.
No es que fuera una dificultad dejar mi casa.
Lo que me hizo pensar... —¿Y si buscamos un lugar juntos?
Las cejas de Xander se levantaron. —¿Quieres mudarte?
—No había pensado en ello hasta ahora. Pero, por otra
parte, nunca había tenido una razón.
—¿Pero la tienes ahora?
—Sí, la tengo. Además, ¿por qué tienes que dejarlo todo y
empezar de nuevo y yo me quedo donde estoy? No es que esté
demasiado apegado al lugar. Como sabes, no ha visto una capa
de pintura nueva en años.
—Eso es cierto.
—Entonceees, ¿qué piensas? —No podía creer que
estuviéramos aquí en la terraza de Xander hablando de conseguir
un lugar para nosotros. Era una locura, imprudente y totalmente
fuera de lo común para los dos.
—Creo que suena perfecto. —Xander me rodeó el cuello con
sus brazos y se me pegó hasta los dedos de los pies—. Perfecto.
Me besó. —Loco.
Me besó otra vez.
—Y exactamente adecuado para nosotros.
Cerré los ojos y capturé su boca en un beso que sentí en
todo mi cuerpo. Deslicé mi lengua entre sus labios para burlarme
y enredarme con la suya, y el delicioso sabor que era todo
Xander inundó mis sentidos.
194

Cuando finalmente lo liberé, tomé su mano en la mía, más


que lista para salir de aquí. —¿Qué te parece si nos vamos a casa
y te doy tu verdadero regalo de cumpleaños allí?
Xander tarareó, y el sonido aterciopelado hizo que todo mi
cuerpo estuviera en alerta instantánea. —Bueno, mira quién tiene
una mente de una sola pista esta noche.
—Ni siquiera dije nada.
—Ni siquiera intentes negarlo, presentador. Sé que quieres
desenvolverme para tu cumpleaños.
Xander me miró y la excitación de sus ojos me dijo que
estaba en lo cierto. También me excitó mucho la polla.
—Joder, de acuerdo. Vámonos de aquí.
Entramos y nos dirigimos al ascensor, con cuidado de no
despertar a sus padres, y cuando las puertas se cerraron, Xander
se puso de mi lado. Envolví mi brazo alrededor de sus hombros y
respiré el embriagador aroma de su colonia y champú, y juro que
fue lo mejor que he olido en mi vida.
Muchas cosas habían pasado aquí esta noche. Algunas de
ellas buenas. Otras no tan buenas. Pero con Xander tan cerca, y
su cabeza en mi hombro, no pude encontrar en mí mismo el
arrepentimiento de una sola parte. No cuando sabía que nos
había traído aquí.
Amaba a este hombre, más de lo que nunca supe que era
posible, y haría lo que fuera necesario para hacerlo feliz.
Incluyendo localizar a Bailey y esposar su terco trasero a una silla
para que pudiéramos hablar. Porque no importaba lo que Xander
hubiera dicho esta noche, no debería tener que elegir entre los
dos hombres que amaba, y Bailey iba a tener que aceptar eso.
195

28
__________
SEAN

—NO ESTÁ AQUÍ.


El sonido de la voz de Boudreaux me hizo levantar la vista
de mi celular para verlo venir por el pasillo a su oficina -solo. Era
temprano el lunes por la mañana, y había decidido ir y plantar mi
culo fuera de Bailey & Boudreaux Investigadores Privados en un
intento de lanzar un ataque furtivo a Bailey. Sin embargo,
parecía que mi plan era en vano.
—Asumo que estás aquí para ver a Bailey. No para llevarme
a desayunar.
Me aparté de la pared y me metí el teléfono en el bolsillo.
—¿No va a venir hoy?
—Se está... tomando un día de asuntos propios.
—Un día de asuntos propios. —Crucé los brazos y miré a
Boudreaux—. ¿Qué significa eso? ¿Se va a hacer la pedicura? ¿Un
masaje?
—Significa que se está tomando un día para sí mismo. Sin
ti.
Boudreaux me rodeó y abrió la puerta, y estaba claro que
iba a tener que trabajar un poco con él para conseguir la
información que quería. No debería ser un problema, aunque
había estado trabajando con Boudreaux por información todo el
tiempo que nos conocíamos.
196

—¿Esto es por lo de anoche?


Boudreaux dejó las llaves en su escritorio y se acercó para
abrir las persianas. —¿Qué piensas?
—Creo que para alguien que dijo que iba a ayudar a
suavizar las cosas con Bailey, has hecho un trabajo de mierda.
Rápido como un flash, Boudreaux estaba alrededor del
escritorio y en mi cara. —Después de lo que hicisteis anoche,
tienes suerte de que no te haya roto la maldita mandíbula. Eso
fue una mierda con clase, Dick.
—Era la verdad. —No quería echarme atrás o disculparme
porque Xander se haya levantado por él o por mí, pero me metí
de cabeza en la discusión que Boudreaux buscaba—. Algo que
Bailey necesitaba desesperadamente oír si no quería perder a una
de las personas que ama más que nada. Y no, no me refiero a mí.
Los ojos de Henri se oscurecieron cuando intentó hacerme
un agujero.
—Sabes que tengo razón. Él ama a Xander. Por eso esto lo
está matando. Están sufriendo ahora mismo. ¿Realmente te vas a
interponer en mi camino para tratar de arreglar eso?
—Hice mi parte —Boudreaux se quebró, y se alejó de mí—.
Lo llevé allí anoche. No es mi culpa que tu hombre fuera y volara
las cosas.
—Xander trató de llegar antes de eso, lo sabes. Quería
hablar...
—Bueno, a veces no consigues lo que quieres. A veces
hieres a la gente que está en la zona de la explosión y no puedes
arreglarlo.
197

Me burlé. —Entonces, ¿qué estás diciendo? ¿Xander debería


dejarlo ir?
Boudreaux se dio la vuelta y me miró fijamente. —Lo que
digo es que a veces no importa lo que quieras. A veces pasa sin
importar lo que pase.
—Tienes mucha práctica en hacer explotar la mierda, ¿eh?
—No. Me atraparon en la zona de explosión. —La seriedad
de las palabras de Boudreaux resonó con algo muy dentro de mí.
Estaba lejos, distante, como si recordara algo particularmente
doloroso en su vida, y yo sabía que no quería eso para Bailey o
Xander.
—Entonces tú más que nadie deberías saber lo importante
que es que haga todo lo que pueda para arreglar esto. Dime
dónde está, Henri.
El uso del nombre de Boudreaux no se le escapó. Me miró
de cerca. —Fue a ver a tus padres. A tu madre. Dijo que
necesitaba espacio para pensar.
Por supuesto que había ido allí. Mamá siempre había sido la
única a la que Bailey acudía cuando necesitaba hablar. Me mordí
el labio y asentí, luego me di vuelta y me dirigí a la puerta.
—¿Sean?
Me detuve y me volví para ver a Boudreaux mirándome con
ojos preocupados. —Arregla esto, ¿sí?
—Haré todo lo que pueda —prometí, y luego desaparecí por
la puerta.
198

EL CEMENTERIO DE GRACELANDIA ERA un hermoso cementerio


de jardines históricos situado en la comunidad del lado norte de
Uptown, con senderos sinuosos y jardines botánicos. La
tranquilidad del gran lago reflectante daba una sensación de
confort a un lugar que de otra manera sería sombrío.
Los tres habíamos elegido que nuestros padres fueran
enterrados aquí porque era donde nuestros abuelos habían sido
enterrados. Me dirigí al gran roble donde nos habíamos despedido
de ellos, y cuando encontré Bailey, de pie, con la cabeza baja y
un ramo de rosas en la mano, se me apretó el estómago.
Cerré los ojos y miré el cielo despejado, y por primera vez
en mucho tiempo, envié una oración a mi madre -si ella estaba
mirando, si estaba escuchando, que me ayudara aquí. Que me
ayudara a llegar a su hijo mediano antes de que terminara
perdiendo a una de las personas que más quería.
Crucé el césped recién cortado, a través de varias filas de
lápidas, hasta que me detuve un par de pasos atrás de donde
estaba Bailey.
Estaba a punto de anunciarme cuando giró la cabeza a un
lado y dijo primero: —Sé que estás ahí, Sean.
Maldito sea ese bocazas de Boudreaux.
Viendo que ya no había necesidad de quedarme atrás, metí
las manos en los bolsillos y me dirigí hacia adelante.
Por un momento nos quedamos ahí parados. Dos hermanos
presentando sus respetos a sus padres en la tranquila mañana de
un día de verano. Hacía mucho tiempo que no venía a visitarlos,
encontrando más fácil lidiar con su pérdida si no estaba cara a
cara con las lápidas que lo demostraban. Pero estar aquí ahora
me dio una sensación de paz que no esperaba sentir.
199

—Siempre fuiste su favorito, ¿sabes? —La voz de Bailey era


suave y firme mientras miraba las parcelas de hierba que se
extendían delante de nosotros.
Fruncí el ceño y negué con la cabeza. —No lo creo.
—Es verdad. Ella siempre te puso como ejemplo...
—De lo que no se debe hacer.
—No, de lo que era ser independiente. Sean es... Sean
aquello. Eso es lo que siempre solía decir. —Bailey soltó una risita
suave mientras me miraba, una sonrisa triste asomando en la
comisura de sus labios—. No lo dijo en el mal sentido. Ella
siempre solía decir que podías cuidarte a ti mismo. Que eras
inteligente, fuerte y que marchabas al ritmo de tu propio tambor.
Que no te importaba lo que los demás dijeran, y tenía razón.
Las palabras de Bailey no podrían haberme sorprendido
más. Siempre había ido por la vida creyendo que era una especie
de decepción para mi madre. El delincuente de sus tres hijos. El
que siempre se metía en algún tipo de problema.
—Ella estaba equivocada.
Las palabras salieron de mi boca antes de que supiera que
las iba a decir.
—No podía cuidarme a mí mismo. No era inteligente ni
fuerte. Hui de mis sentimientos y problemas en lugar de aprender
a lidiar con ellos, y durante mucho tiempo creí que estaba mejor
solo. Que eso era lo que merecía. Hasta Xander.
Tragué, tratando de pensar en qué decir para explicarle a
Bailey todo lo que sentía. Pero mis palabras parecían haber
desaparecido, junto con mi habilidad para hablar. Por suerte para
200

mí, Bailey hizo la única pregunta que tenía una respuesta


definitiva.
—¿Lo amas? —La voz de Bailey era tan suave que casi me
pierdo la pregunta. Pero cuando se volvió para mirarme, luchando
contra las lágrimas, supe que no había escuchado mal.
Esto fue todo. Era el momento de dejarlo todo ahí fuera y
dejar que las fichas caigan donde puedan. Era hora de ser
valiente y fuerte. —Lo hago.
Bailey se raspó el labio inferior con los dientes. —¿Ves?
Eres inteligente.
—No sé nada de eso.
—Yo si. —Su voz vaciló cuando desvió la mirada, y luego se
secó una lágrima—. He hecho un desastre de esto, ¿no?
El dolor de la voz de Bailey me rompió el corazón, mientras
me quedaba allí y veía sus emociones desenvolverse ante mí.
—No quise hacerlo. Sólo... —Se llevó una mano a la boca y
negó con la cabeza—. Fue una gran conmoción. Xander es...
—Importante para ti. —Di un paso más cerca de él y
alcancé su mano—. Ya lo sé. No quiero interponerme en el
camino de eso, Bay. Yo soy el forastero aquí, no tú. Lo que
ustedes dos tienen, está loca y larga historia llena de recuerdos y
momentos que sólo ustedes dos comparten... nadie puede
quitaros eso. No me gustaría. Es lo que te hizo el hombre que
eres, y Xander quien es. Sólo quiero ser parte de los recuerdos
del futuro. Y quiero que estés de acuerdo con eso. Necesito que
lo estés.
201

Las lágrimas cayeron por las mejillas de Bailey mientras me


miraba. —He sido tan estúpido, Sean. Tan estúpido e inmaduro,
cuando debería haberme alegrado por ti. Estar feliz por Xander.
—Bah. —Lo tomé en mis brazos y lo envolví en un fuerte
abrazo—. Te pilló con la guardia baja. Demonios, a nosotros
también. Lo entiendo. Pero no quiero ser la razón por la que
vosotros dos ya no seáis amigos. Nunca me lo perdonaría.
Bailey respiró hondo para recomponerse. —Lo siento. No te
merecías esto de mí. Algunas de las cosas que dije...
—Estabas disgustado, confundido.
—No importa. Eres mi hermano y te quiero. Debí haber
lidiado mejor con esto.
—¿Podrías dejar de golpearte a ti mismo? Todo lo que
queremos es que seas parte de nuestras vidas. Todo lo que
quiero es que tú y Xander vuelvan a estar en la misma página.
Bailey hizo una mueca. —No sé si me hablará después de
anoche.
Eso me hizo sonreír. —¿Estás bromeando? Es todo lo que
quiere. Hablar contigo.
Miré mi reloj. Xander estaría yendo al trabajo ahora, pero
estaría disponible después, lo que me dio una idea...
—¿Estás libre esta noche?
202

29
_______
XANDER

—ENCUÉNTRAME A ALGUIEN que sepa algo sobre la


reconstrucción de los diques de Nueva Orleans, y entonces
pasaremos la historia al bloque B. Necesito algo sólido.
Salí de la sala de guerra con Jim pisándome los talones. Era
lunes por la noche, y la historia de la noche era el huracán que se
dirigía al Golfo de México esta semana y que apuntaba a Luisiana.
Las cosas estaban a punto de ponerse muy feas allí, y teníamos
reporteros de campo dirigiéndose al sur esta noche para empezar
a cubrirlo desde todos los ángulos.
—Avísenme en cuanto tengan al experto alineado. Quiero
hacerles algunas preguntas antes de que salgamos al aire.
—Lo tengo. —Jim garabateó algo en su cuaderno de notas
mientras me seguía.
—También, hazle saber a Marcus que soy listo para cubrir
esto de principio a fin cuando finalmente llegue.
— ¿Estás seguro de que el novio está de acuerdo con eso?
El comentario fue tan inesperado que me detuve y me volví
hacia Jim, haciendo que sus pies vacilaran. —¿Qué acabas de
decir?
Jim levantó la vista de su cuaderno y parpadeó. —Nada, yo
sólo...
203

—No sonaba como nada—. De hecho, había sonado muy


parecido a una indagación personal. Una que no iba a soportar. —
¿Tienes algo que decirme? Porque si lo tienes, deberías decirlo.
Jim golpeó su bolígrafo en su cuaderno como si pensara en
sus palabras. —Parece que Sean tiene mucho que decir cuando
vienes y cuando no en estos días.
Miré mi productor ejecutivo de cerca, tratando de medir su
ángulo. Conocía a Jim desde hace mucho tiempo. Era ambicioso,
trabajador y despiadado a la hora de conseguir lo que quería, y
no ocultaba que no le gustaba trabajar con mi sustituto durante
el mes que estuve fuera.
—La única persona que tiene algo que decir sobre si estoy o
no aquí soy yo. Y te agradecería que te guardaras tus
comentarios y opiniones sobre mi vida personal para ti.
Jim se puso el bolígrafo detrás de la oreja y asintió. —No
quise decir nada con eso. Sólo estaba haciendo una observación.
—Bueno, no lo hagas.
Jim y giró sobre sus talones, y mientras salía de la sala de
redacción, yo me quedé allí y lo vi irse. ¿Qué demonios fue todo
eso? Pero entonces recordé: Jim había estado trabajando la
noche en que tuve mi ataque de pánico en el vestíbulo y Sean le
dijo a Marcus que me diera tiempo libre.
¿Se había enterado de alguna manera de eso? Y si es así,
¿de qué estaba preocupado? Sean no quería que dejara mi
trabajo, y aunque lo hiciera, no había forma de que lo hiciera. Los
comentarios de Jim eran infundados y completamente
infundados, pero parecía tener una opinión.
Fue entonces cuando me di cuenta. Oh, mierda.
204

No. No había forma de que lo que estaba pensando ahora


mismo fuera verdad. Que Jim había sido el que había llamado a
¡Entertainment Now! y que había sacado lo de Sean. Pero cuando
crucé la sala de redacción hacia mi oficina, la idea comenzó a
echar raíces.
Desde que salió el artículo, había estado tratando de
averiguar quién lo habría filtrado, quién tendría algo que ganar
con la entrega del artículo sobre nosotros dos, y esto tenía mucho
sentido.
Maldita sea. Necesitaba hablar con Marcus, porque si tenía
razón, Jim tendría que irse. No podía trabajar con gente en la que
no confiaba, especialmente mi productor ejecutivo.
Me dirigí a mi oficina para enviar un correo electrónico a
Marcus sobre la organización de una reunión y vi a alguien de pie
adentro. Sabiendo que no tenía nada preparado tan cerca de la
transmisión, empujé la puerta de mi oficina y cuando Bailey se
dio vuelta para mirarme, se me quedó el aliento en la parte
posterior de la garganta.
—Hola —dijo Bailey mientras la puerta se cerraba detrás de
mí, y cuando estuvo claro que no tenía palabras, añadió: —
Espero que no te importe que me presente aquí, pero...
—No me importa. —De hecho, estaba tan feliz de verlo
parado frente a mí que pensé que podría estar soñando—. Sólo
estoy sorprendido de verte, eso es todo.
—Lo sé. Yo… —Bailey se retorció sus manos una contra la
otra y me dio una sonrisa forzada—. Probablemente debería
haber llamado en lugar de aparecer. Pero Sean dijo que no te
importaría, y...
205

—¿Hablaste con Sean? —No me había dicho que iba a ver a


Bailey.
—Sí, esta mañana. Me localizó en Graceland.
El cementerio donde sus padres fueron enterrados. —Bien.
Eso es bueno. Sé que ha estado preocupado por ti.
Bailey y bajó los ojos al suelo. Se quedó así durante varios
segundos y luego ambos dijimos: —Lo siento.
Bailey levantó la cabeza, y cuando sus ojos preocupados se
encontraron con los míos, le ofrecí una media sonrisa. —Qué par
somos ¿eh?
Di un paso adelante y fui a buscarlo, pero en el último
segundo, dudé. Bailey vio mi indecisión y rápidamente compensó
la diferencia, y lo siguiente que supe fue que me estaba
abrazando.
—Lo siento, Xander. Maldita sea, lo siento mucho.
Lo tomé en mis brazos y lo sostuve con fuerza, y me
pareció tan familiar, tan correcto consolar a mi amigo de esta
manera. Cuando finalmente retrocedió, tomé su cara entre mis
manos y le dije: —¿Puedes quedarte? ¿Esperarme?
Bailey asintió. —Sí, esperaba poder llevarte a cenar.
Pasé mi mano por la parte de atrás de la cabeza de Bailey y
le apreté el cuello. —Me encantaría.
—A mí también. —No quería irme, ahora que él estaba
aquí. Pero cuando sonrió y dijo: —Vete. Cynthia te matará si
llegas tarde para el peinado y el maquillaje, —no pude evitar
sonreír.
—No te vayas.
206

—No lo haré.
Entrecerré los ojos y abrí la puerta de mi oficina. —¿Ryan?
—¿Sí, jefe?
—¿Puedes vigilar a este chico? Conseguirle lo que quiera,
asegurarte de que esté cómodo.
Ryan se acercó a la puerta y sonrió. —¿Bailey? Oh Dios
mío, hola. Ha pasado demasiado tiempo.
—Realmente lo ha sido —dijo Bailey.
—Bien, ¿qué tal si te llevo al estudio y puedes ver a Xander
hacer lo suyo?
—Me gustaría eso. —Bailey pasó a mi lado, a punto de
seguir a Ryan y ponerse cómodo, pero luego se detuvo y me
cogió la mano—. Que tengas un buen programa.
—Lo tendré. —Mientras se dirigía a la sala de redacción,
saqué rápidamente mi teléfono del bolsillo y le envié el correo
electrónico a Marcus. Luego saqué el número de Sean y le di a
llamar.
—¿Te encontró?
La sonrisa en mi cara era tan grande que me sorprendió
que Sean no pudiera verla desde donde estaba. —Lo hizo.
—¿Y?
—Y vamos a ir a cenar después del trabajo y a hablar.
—Bien. Eso es muy bueno, Xander.
—Ya lo sé. —Apenas pude contener mi felicidad—. Tengo
muchas preguntas, pero ahora mismo sólo quiero darte las
gracias.
207

—No es necesario que me agradezcas. Sólo quiero que las


cosas estén bien entre vosotros, es todo lo que quiero.
Me detuve fuera de la puerta de la habitación de Cynthia y
cerré los ojos. —Te amo. Lo sabes, ¿verdad?
Sean se rio. —Más te vale. Porque seré yo quien te espere
en la cama esta noche.
—No puedo esperar.
—Yo tampoco. Hasta luego, presentador.
—Te veo luego.

—¿SABES CUÁNTO tiempo ha pasado desde que comí en un


restaurante de sushi? —Me metí un trozo de sashimi en la boca y
lo mastiqué.
—¿No es realmente la escena de Sean?
Me reí y negué con la cabeza mientras Bailey le daba un
mordisco a un panecillo californiano. —Definitivamente no. La
última vez que lo comí delante de él, pensé que se iba a ofrecer a
cocinarlo.
Bailey sonrió. —De hecho, pagaría un buen dinero por verlo
intentar tragarse un trozo de atún. Puede que tengamos que
investigarlo.
Cogí mi sake y tomé un sorbo, mirando a Bailey al otro lado
de la mesa. Todavía no podía creer que estuviera aquí. Que
estaba sentado frente a mí y que tenía una sonrisa en su cara.
Pero lo estaba, y el simple hecho de verlo hizo que algo dentro de
mí volviera a su sitio, como la última pieza de un puzle.
208

—Gracias por venir a verme esta noche.


Bailey me miró, bajó sus palillos a su plato y se sentó
cómodamente en su asiento. —Debería haberlo hecho hace una
semana.
Fruncí el ceño y sacudí la cabeza. —No. Necesitabas
tiempo. Tú...
Bailey levantó una mano. —No me pongas excusas. He
estado actuando como una mierda. —Nos sentamos allí un par de
segundos, y luego Bailey dijo: —Esto va a sonar muy estúpido,
pero Henri me dijo que tenía que ser honesto sobre todo esto o
nunca se iba a solucionar, así que... —Apartó la mirada—. Estaba
celoso.
Mi mandíbula casi golpea la mesa. Nada podría haberme
sorprendido más. Bailey no era del tipo celoso. Nunca lo había
sido, ni siquiera cuando estábamos juntos. Y desde entonces,
habíamos tenido muchos novios y conexiones que entraban y
salían de nuestras vidas.
La mirada en mi cara debió transmitir mi confusión, porque
Bailey suspiró y pasó una mano por su cabello corto. —Es
estúpido...
—No lo es —interrumpí—. Son tus sentimientos y nunca
son estúpidos. Sólo estoy tratando de entender de dónde viene,
eso es todo. Eres feliz con Henri, ¿verdad?
—Sí, por supuesto. Lo amo. Es sólo que... —Bailey se
detuvo y bajó los ojos al mantel, donde estaba trazando el logo
del restaurante con su dedo—. Siempre fuiste mío.
Esas cuatro palabras fueron tan honestas que me hicieron
doler el corazón. Alcancé la mesa y cubrí su mano con la mía. —
Todavía soy tuyo.
209

—Lo sé. —Bailey negó con la cabeza—. Te dije que era una
estupidez.
—No es estúpido.
—Lo es. No hemos sido pareja durante años, pero cuando
te vi con Sean, algo dentro de mí se asustó. Tal vez porque sabía
que era real. Que te habías enamorado de verdad.
Conocía el sentimiento. Cuando me di cuenta de que me
interesaba Sean, sentí exactamente lo mismo.
—Era como una extraña mezcla de celos, traición y
vergüenza. —Bailey se frotó las manos sobre su cara y se encogió
de hombros—. No dejaba de pensar, ¿por qué Sean? De todos los
chicos de ahí fuera, ¿por qué lo escogiste a él? Y cuando me di
cuenta de lo serias que eran las cosas entre ustedes dos, empecé
a pensar, ¿qué tiene él que yo no tenga?
—Bay...
—Sé que es...
—Una reacción bastante normal, creo.
Bailey miró hacia la mesa otra vez. —Eso es lo que dijo
Henri.
—¿Le has contado todo esto?
—Sí. Eso es lo que hizo que esto fuera aún peor. Sentí que
lo estaba traicionando al sentirme así.
—Henri es más inteligente que eso.
Bailey levantó la cabeza, y sus ojos azules estaban un poco
vidriosos mientras ofrecía una tímida sonrisa. —Realmente lo es.
—Lo sé. Está enamorado de ti. Eso lo convierte en un
genio.
210

Bailey se mordió el labio inferior. —Lo siento.


—Tú no...
—Necesito decir esto. Así que, por favor, déjame. —Bailey
respiró profundamente y luego lo dejó salir: —Siento la forma en
que reaccioné al verte con Sean. No el shock, porque, joder —se
rio entre dientes— fue impactante. Pero siento no haberlo
manejado mejor. Fui inmaduro e implacable, y así no es como
actúan los amigos. No quienes son los mejores amigos ni los
hermanos.
Podía sentir mis propias emociones sacando lo mejor de mí
ahora.
Bailey se inclinó sobre la mesa para tomar mi mano en la
suya. —Me alegro por ti, Xander. Feliz por ti y por Sean. Me llevó
un minuto entenderlo. Pero cuanto más lo pienso, más me doy
cuenta de lo afortunado que soy. Los quiero a los dos, y ustedes
se aman, ¿qué más podría querer que eso?
—Gracias —dije, y metí mi mano en la suya—. No sabes
cuánto significa eso para mí. Cuánto significa esto para mí. Tú
aquí, cenando conmigo, se siente como si fuera todo. —Parpadeé
un par de veces, tratando de evitar las lágrimas—. Pensé que te
había perdido.
Bailey me apretó la mano y negó con la cabeza. —Nunca.
Amigos sin importar qué, ¿recuerdas?
Asentí, el recuerdo de ese día y esa promesa aún estaba
fresca en mi mente.
—Bien. —Bailey levantó una mano para el camarero, y
luego mostró una cálida sonrisa—. Entonces digo que pidamos
más sake, nos emborrachemos un poco, y me digas qué
211

demonios ha pasado con mi mejor amigo estos últimos meses.


¿Trato hecho?
—Trato hecho.
212

30
__________
SEAN

—¿NERVIOSO?
Miré a Xander sentado en el asiento del pasajero de mi
camioneta y sentí que mi estómago se hacía un nudo. Era sábado
por la tarde, y acabábamos de llegar a la casa de Bailey para la
reunión habitual. Sin embargo, era la primera vez que veníamos
en semanas, y aunque habíamos arreglado las cosas con Bailey,
mi estómago seguía dándome problemas.
—¿Pensarás menos de mí si digo que sí?
Xander se rio, se inclinó sobre el tablero y me besó la
mejilla. —No. Creo que es... lindo.
—¿Lindo?
—Mmmm. —Me besó a lo largo de mi mandíbula y hasta mi
oreja—. En una forma de traer a tu novio a casa para conocer al
resto de la familia.
—Odio tener que decírtelo, pero ya conoces a mi familia.
—Cierto, pero nunca nos han visto como una pareja antes.
Y nunca te han visto conmigo.
Miré sus brillantes ojos azules y sonreí. —¿Y cómo soy yo
contigo?
Xander deslizó su mano un poco más alto. —Eres amable,
dulce y extremadamente sexy.
213

—No creo que vayan a apreciar tanto esa última


observación.
Xander sonrió y me mordió el labio inferior. —Bueno, ¿qué
tal si lo aprecio mucho cuando lleguemos a casa?
Cerré los ojos cuando encontró la erección que le dio vida.
Me dio un buen y duro apretón, y mi cabeza cayó contra el
reposacabezas.
—Jesús, Xander. Tienes que dejar de hacer eso o no podré
entrar pronto.
Xander retiró de mala gana su mano y se colocó de nuevo
en su lado del vehículo. Sus ojos se posaron lentamente sobre
mí. Se lamió los labios, y me prometí que al final de la noche
tendría esa boca y ese cuerpo, desnudos y apretados contra el
mío.
—¿Necesitas que hable de otra cosa?
—Necesito que salgas de la camioneta.
Xander me miró mientras yo estaba sentado contando de
veinte hacia atrás.
—Mmm, veamos. Tengo un montón de currículums que
revisar este fin de semana. ¿Quieres ayudarme? Podríamos
leerlos en la cama.
Tuve una visión muy clara y vívida de él desnudo en la
cama, sin nada más que sus gafas de lectura, y eso no ayudó en
absoluto.
—Todavía no puedo creer que Jim fuera el que habló con
¡Entertainment Now! Tan decepcionante.
214

Sí, eso fue suficiente. Me puse furioso cuando descubrí que


Jim había sido el que traicionó a Xander de esa manera. Pero no
me sorprendió tanto. Me había dado una mala sensación desde el
principio.
Como no quería que mi humor se volviera hacia el sur, me
incliné sobre el auto y le di un beso a Xander en los labios. —
Salga del vehículo, presentador.
—¿Estás decente?
—Tan decente como voy a estar en cualquier lugar estando
contigo cerca.
La risa baja de Xander me dijo que sabía exactamente lo
que me había hecho. Salió de la camioneta y se reunió conmigo
en la parte delantera.
—Por difícil que sea ahí dentro, te agradecería que
mantuvieras las manos quietas.
Xander sonrió con suficiencia. —Me esforzaré al máximo.
—Eso es lo que me preocupa —dije cuando nos detuvimos
en la puerta de Bailey y llamé.
Mientras esperábamos que alguien respondiera, aproveché
el momento para disfrutar de la vista de Xander relajado y casual
para la tarde. Llevaba esos mocasines que le gustaban, unos
bermudas azul marino y una camiseta blanca que quería quitarle
desesperadamente más tarde.
Llevaba un par de gafas de sol Aviador que le ocultaban los
ojos, y ese cabello grueso y sexy estaba peinado de tal forma que
me daba ganas de pasar las manos por él y de llevar esa
tentadora boca a la mía.
215

Estaba a punto de decirle lo bien que se veía cuando la


puerta se abrió y Bailey apareció del otro lado.
Era la primera vez que nos veíamos los tres desde el lunes,
y aunque Xander me había asegurado que todo entre nosotros
estaba bien, me preparé de todas formas.
—Hola, chicos. —La sonrisa de Bailey era cálida y
acogedora, muy distinta de las últimas veces que habíamos
estado en el mismo lugar, y me tranquilizó inmediatamente—.
Pasar. Henri está terminando de ducharse.
Xander entró primero, y con su mano todavía apretada
alrededor de la mía, le dio un beso en la mejilla a Bailey. —Me
alegro de verte.
—Yo también. —Bailey sonrió—. No te preocupes tanto,
Sean. No me voy a volver loco contigo.
Xander se rio mientras Bailey cerraba la puerta tras
nosotros. —Ha estado preocupado todo el camino hasta aquí.
Mi boca se abrió mientras miraba fijamente a Xander. —
Traidor.
—¿Qué? Es la verdad.
—¿Y bien? ¿Puedes culparme?
—No, en absoluto. —Bailey miró entre nosotros dos—. Pero
ya no tienes que preocuparte más. He superado la etapa de
negación y estupidez y ahora estoy bien y verdaderamente en la
etapa de feliz por ti.
Cuando me quedé ahí, sin saber que decir, Bailey respiró
hondo y dijo: —Lo digo en serio, Sean, en serio. Después de
hablar contigo y con Xander, me di cuenta de lo idiota que he
216

sido. Los quiero mucho a los dos. Sólo quiero que seáis felices, y
obviamente os hacéis felices el uno al otro.
—Lo hacemos. —Xander se inclinó hacia mi lado, apretando
mis dedos.
—Entonces, ¿qué más podría querer?
Estaba a punto de responder cuando llamaron a la puerta.
Kieran entró, su sonrisa tonta nos saludó a todos.
Mierda. En algún momento de la semana pasada me había
olvidado de Kieran y de decirle lo que estaba pasando. Sin
embargo, eso no fue tan sorprendente. Trabajaba en turnos locos
en la estación, así que básicamente lo atrapamos el sábado para
la cena, y como Bailey había cancelado los últimos, no tuve la
oportunidad de ponerlo al día en, bueno... todo.
Cerró la puerta tras él, se volvió para mirarnos a los tres,
sonrió, me dio un golpe en el pecho con una revista y sostuvo un
bolígrafo. —¿Crees que podrías autografiar esto para mí?
Miré fijamente la copia de ¡Entertainment Now! y luego
dirigí una mirada fulminante hacia él.
—Oh, tienes razón —dijo, y se lo arrebató antes de
entregárselo a Xander—. Debería conseguir que el famoso lo
haga. Vale más de esa manera.
—Cállate —dije, y le quité la revista al imbécil antes de que
Xander decidiera aplacarlo firmando la cosa.
—¿Qué? Ahora eres famoso, y gay, aparentemente. Pero lo
último no va a hacer mucho por mí, así que... —Kieran sonrió, y
yo le golpeé en el brazo con la revista—. Auch. —Frotó su
abultado bíceps y luego miró a Xander—. ¿Seguro que quieres a
217

este tipo? ¿En serio? Quiero decir, soy el más guapo de los
hermanos Bailey. Seamos realistas.
Xander sonrió. —También eres el más heterosexual.
Kieran pareció reflexionar sobre eso y luego se rio. — Eh,
buen punto. Pero si alguna vez cambio de opinión...
—Tú te mantendrás alejado de él.
Los ojos de Bailey y Kieran se abrieron de par en par como
platos, y me di cuenta de lo posesivo que sonaba.
—Y en esa nota... —todos miramos por encima del hombro
de Bailey para ver a Boudreaux en el pasillo— yo digo que
llevemos esta pequeña reunión a la terraza, antes de que Dick
decida desenvainar su espada y nos muestre a todos lo grande
que es.
218

31
_______
XANDER

—COMO ESTÁ EL TRABAJO en estos días? ¿atareado? —pregunté,


mientras Henri se sentaba a mi lado en la mesa de afuera,
mientras los hermanos vigilaban la parrilla.
—Bastante ocupado. Siempre hay alguien haciendo algo
que no debería. Pero no necesito contarte eso, ¿verdad? —Quitó
la chapa de la botella de las cervezas que acababa de coger y me
entregó una—. Así que, tú y Dick, ¿eh?
Me reí. —Qué manera de facilitar las cosas allí.
—¡Eh! ya hemos pasado por eso. Hemos pasado a la parte
de 'me has mentido'. Así que sueltalo.
Henri y yo no habíamos llegado a tener un cara a cara
sobre el acuerdo entre yo y Jean, y tenía curiosidad por saber lo
que pensaba, considerando la conversación que tuvimos cuando
pensó que éramos pareja.
—No mentí.
—Mentira. Te pregunté de plano si vosotros dos estabáis
follando. Dijiste que no.
Aunque no fue tan impactante como la primera vez, me
encontré ahogándome con mi trago de cerveza. —Qué clase,
Henri.
—Soy un tipo con clase. Y estás evitando mi pregunta.
219

—Bien. Para responder a tu pregunta, la última vez que me


preguntaste, no estábamos juntos. Estaba... sintiendo cosas,
pero me pareció raro porque era...
—¿Dick?
Miré hacia donde Sean se estaba riendo de algo que dijo
Kieran. —Sí. Conozco a Sean de toda la vida. Era extraño que
reaccionara a él de la manera en que lo hacía. Pero cuando
empezó a sentirse de la misma manera, una cosa llevó a la otra,
y...
—Empezasteis a follar.
—Oh, Dios mío. Necesito más alcohol que esto.
—Bah. —Henri se rio—. Sólo estoy jugando contigo. Una
pequeña venganza en nombre de Bailey.
Hice una mueca de dolor y bajé mi cerveza a la mesa. —Me
merezco eso, seguro. Odio como se enteró.
—Yo también. Deberíais haber hablado con él antes.
Siempre apesta sentirse como la última persona en saber. El
tonto de la habitación, ¿sabes? Pero lo entiendo. Pasaron muchas
cosas, y él también lo entiende ahora. —Asentí, y mientras
mirábamos a los tres hermanos pasar el rato y tontear sobre
cosas entre ellos, Henri dijo: —Lo has cambiado, sabes.
—¿A quién? ¿Sean?
—Síp. —Henri bebió de su cerveza y la vació—. Era un
miserable y malhumorado dolor de cabeza cuando lo conocí.
—¿Cómo os conocisteis? Cada vez que pregunto, siempre
cambia de tema.
220

Henri se burló. —Probablemente sea lo mejor. Esa historia


no nos muestra a ninguno de los dos bajo una luz
particularmente buena. Pero estos últimos meses, es como si
fuera una persona totalmente diferente. Se ríe, sonríe y, seamos
realistas, le importa una mierda cómo se ve en estos días. Tú
hiciste eso.
—Él hizo eso.
—Por tu culpa. Tú sacas lo mejor de él. ¿Sabes cómo lo sé?
—Henri miró a Bailey y sonrió—. Porque Bailey hizo lo mismo por
mí.
Miré al otro lado de la terraza, y cuando los ojos de Sean se
fijaron en los míos, mi corazón palpitó un poco más rápido. Puede
que haya sacado lo mejor de Sean, pero eso funcionó en ambos
sentidos. Me había enseñado a parar y a reducir la velocidad.
Cómo desconectarme de la carrera de ratas y tomarme el tiempo
para disfrutar de quién y qué estaba a mi alrededor, no sólo el
trabajo, y el trabajo, y el trabajo. Esa fue una lección invaluable.
—Cuidado, Xander. —La voz de Henri me trajo de vuelta al
presente—. Tus ojos son todos corazones y arco iris en este
momento.
—Bien. —No me molesté en apartar la mirada de Sean
mientras se dirigía hacia mí. No me molesté en tratar de
ocultarlo. Finalmente fui capaz de mirarlo de la manera que había
querido durante los últimos dos meses, y no me iba a avergonzar
de ello ahora.
Cuando llegó a la mesa, Sean deslizó la bandeja de
hamburguesas y bollos en el extremo, y luego se hundió en el
asiento a mi lado y me dio un beso en los labios. —Hola.
—Hola.
221

—Oh Dios —se quejó Kieran cuando se dejó caer en el


asiento de enfrente—. No sé si puedo lidiar con un tonto Sean. Es
un poco nauseabundo.
Sonreí contra los labios de Sean antes de que se apartara
de mí y le diera la vuelta a su hermano menor. —Estás celoso
porque eres el único que está sentado aquí solo esta noche.
Kieran se burló. —Claro, eso es todo. No crees que esta es
mi última parada en un sábado por la noche, ¿verdad?
Bailey salió de la casa con una bandeja llena de tomates
picados, lechuga, cebollas y todos los condimentos conocidos por
el hombre, y la deslizó junto a la banjeja de las hamburguesas y
los bollos.
—No me importa dónde sea tu última parada —dijo Sean—.
Mientras no esté cerca de mí.
Todo el mundo se rio cuando Bailey se sentó al lado de
Henri. Kieran cogió la bandeja de hamburguesas y se la pasó a
Sean. —¿Te apetece un poco de carne esta noche?
Sean puso los ojos en blanco y le quitó la bandeja a su
hermano. —Eres un idiota.
—¡Oh!, vamos, tienes que saber que te voy a dar una
mierda por esto durante al menos seis meses, ¿verdad?
Antes de que Sean pudiera responder, Bailey le tiró un bollo
a su hermano menor. —¿Por qué no te metes algo en la boca en
vez de agitarlo toda la noche?
—Estoy bastante seguro de que eso está en la agenda de
Sean esta noche, no en la mía.
—Kieran.
222

—Cielos, está bien. Sean sale del armario y de repente


todos tenemos que actuar como si tuviera un lado sensible.
Sean se rio. —Eres una mierda.
—¿Y de quién crees que aprendí eso?
La discusión fraternal fue de un lado a otro de la mesa, y
Henri me miró y me guiñó un ojo, el mensaje era claro: mira,
cambiado para siempre.
Él tenía razón. No había visto a estos tres tan relajados en
años, y mientras comíamos durante la cena, la jovial camaradería
continuó.
—Así que Bailey me dice que te mudas de la mansión del
cielo. —Henri se sentó y apoyó un brazo en el asiento de Bailey.
Terminé mi hamburguesa, los miré y asentí. —Después de
todo lo que pasó allí, no puedo imaginarme volviendo atrás.
—El tipo tomó fotos en su dormitorio, en su cama. —Sean
me tomó la mano—. No hay manera de que se sienta cómodo allí
de nuevo.
—No, mierda. —Kieran se metió en la boca las últimas
patatas fritas del plato y luego agarró su teléfono—. El tipo suena
como si fuera un completo loco.
—Sí —dije frunciendo el ceño.
—¿Así que te mudas a la casa de Sean permanentemente?
Bailey se rio. —Está bien, ahora sé que lo amas.
—Oye, mi casa no está tan mal.
La mirada horrorizada de Bailey habría coincidido con la
mía hace un par de meses. Pero después de haber vivido allí y
haberme enamorado, mi opinión sobre la casa de Sean había
223

cambiado drásticamente. De hecho, estaba algo triste por la idea


de dejarlo atrás.
—No está tan mal. En realidad, me ha llegado a gustar.
Sean entrecerró los ojos, y yo sonreí. —¿Qué? Lo ha hecho.
—Mmmm. Lo que tampoco te está diciendo es que vamos a
empezar a buscar otro lugar. Por eso no se está volviendo loco
ahora mismo.
—¿Lo estáis? —Bailey miró entre nosotros dos—. Ahora
esto será interesante. ¿Dónde estáis buscando? ¿La ciudad o los
suburbios?
Los dos nos reímos. —No tenemos ni idea. —Me volví hacia
Bailey y le dije: —Creo que quiero salir de la ciudad.
—¿En serio? Pero te encanta estar allí.
—Solía hacerlo, y me encanta trabajar allí y estar en medio
de todo. —Apreté la mano de Sean—. Pero creo que quiero estar
en un lugar más tranquilo cuando termine el día.
Las emociones que se arremolinaban en los ojos de Sean
de repente me hicieron desear que estuviéramos en un lugar más
tranquilo y privado.
—Estábamos pensando en algún lugar junto al lago —dijo,
sus ojos todavía pegados a los míos.
—¿En serio? —Henri se sentó un poco más recto en su
asiento—. ¿A qué distancia de la ciudad?
Devolviendo nuestra atención a todos los que estaban en la
mesa, me encogí de hombros. —No habíamos pensado realmente
en ello. Íbamos a empezar a buscar la semana que viene.
224

Henri y Bailey estaban teniendo una especie de


conversación silenciosa mientras se miraban.
—¿Por qué...? —pregunté.
—Bueno —dijo Henri—. Hay un lugar que acaba de estar
disponible en la costa norte de Chicago... este fin de semana
tienen la casa en exposición. Está a unos treinta minutos en
coche, pero...
—Es precioso. —Bailey me miró—. Vistas al lago, orillas de
arena, área exterior inmaculada y súper privada.
—¿Qué eres, su agente inmobiliario? —preguntó Sean, y yo
no pude evitar reírme porque Bailey realmente se estaba
poniendo pesado.
—No... sólo me imagino pasando los fines de semana ahí
fuera.
A Sean le parecía sospechoso. —¿Cómo te enteraste del
lugar?
Bailey se volvió hacia Henri, quien se encogió de hombros.
—Perteneció a alguien que... ya no lo necesitará más.
—¿Qué significa? —Le pregunté.
—Significa que actualmente está cumpliendo de veinte años
a perpetua en Stateville, y su esposa está motivada para vender.
—¿Quieres vendernos la casa de un criminal?
—Oye —dijo Henri—. Podríais conseguirla por un buen
precio.
—¿Dijiste que está en el lago? —pregunté, mirando a
Bailey.
—Sí —respondió—. En serio, es impresionante.
225

Miré a Sean, que arqueó una ceja. —¿En serio?


—¿No tienes curiosidad? —pregunté.
Kieran levantó la vista de su teléfono y movió sus cejas. —
Apuesto a que no es la primera vez que le dices eso.
Sean señaló su teléfono. —Cállate y vuelve a tu sexting6.
—No te importa si lo hago.
Sean me miró y sonrió. —Supongo que vamos a ir a la
Costa Norte este fin de semana, entonces.
Presioné un beso en sus labios y asentí. —Supongo que sí.

6 Envío de mensajes de texto con contenido sexual.


226

32
__________
SEAN

—ESTA NOCHE FUE DIVERTIDA.


Seguí a Xander dentro y tiré mis llaves en la mesa de
entrada. —¿Qué parte?
—Toda ella.
—Sí, no sé nada de eso. Kieran se está volviendo
demasiado bocazas para su propio bien, y Boudreaux…
—Nos dio un gran lugar para ver mañana. —Xander se
dirigió por el pasillo a mi habitación y se puso a jugar en la luz—.
Fue divertido volver a estar juntos otra vez.
—Nos haces sonar como una banda de los ochenta que se
reunió.
Xander puso los ojos en blanco. —Sabes que tengo razón.
Deja de actuar tan displicente. Fue genial ver a Bailey sonriendo
y...
—¿Qué no nos fulminaba con la mirada?
—Sí. —Xander se rio—. No estaba seguro de que
volviéramos a ese punto.
Saqué mi teléfono del bolsillo y luego fui a asegurar mi
arma, y cuando estuve libre de todos los obstáculos excepto la
ropa, fui tras lo que había querido toda la tarde, Xander.
Tomé su camisa y lo acerqué, y me rodeó el cuello con sus
brazos.
227

—¿Te importa si dejamos de hablar de mis hermanos


ahora? —le pregunté.
Xander fingió reflexionar mientras yo deslizaba mis manos
hacia su trasero y lo acompañaba a la cama. —¿Tienes algo más
de lo que quieras hablar?
Le di un mordisco en el labio inferior y luego lo dejé ir. —No
quiero hablar en absoluto.
—¿No?
—No.
—Entonces si no quieres hablar, ¿qué quieres? —Xander
lamió en el lugar que acababa de morder, y mi polla se sacudió.
Sabía exactamente lo que quería esta noche. Esa lengua en
mi boca. Esas manos en mi cuerpo. Quería sentirlo contra mí
desnudo y loco mientras lo sacaba de su mente.
Toda esa charla sobre mudarnos juntos, y finalmente ser
libre de besarlo y tocarlo cuando quisiera, me había hecho darme
cuenta de que este hombre extraordinario era realmente mío, y
esta noche quería mirarlo, saberlo y sentirlo hasta en mi alma.
—Quiero que te desnudes para mí.
Xander sonrió, se sacó los mocasines y empezó a
desabrocharse la camisa. Toda la sangre de mi cabeza se desvió
hacia el sur, porque carajo, Xander estaba muy bien para mirar.
Se encogió de hombros y la tiró al suelo. Luego buscó el
botón de su pantalón. Asentí con la cabeza, el mensaje era claro:
sigue adelante.
Alcancé mi polla con palma de mi mano, que se estaba
poniendo rígida. Xander metió los pulgares en sus pantalones y
228

calzoncillos y se los bajó por las caderas. Cuando los apartó de


una patada y se enderezó a su altura, su erección se mantuvo
alta y orgullosa, y la vista casi me puso de rodillas.
—¿Y ahora qué?
Jesús, no tenía ni idea. Sentí que había perdido la
capacidad de pensar. Pero cuando se agachó y se acarició, un
gemido bajo salió de mi garganta, y me hice cargo de él en un
abrir y cerrar de ojos.
En el momento en que envolví mi mano alrededor de su
gruesa longitud, Xander me agarró los brazos y dejó que sus ojos
se cerraran. Lenta y metódicamente empecé a ordeñarlo.
Arriba y abajo, lo acaricié, y su prepucio hizo que el
tobogán fuera un desastre pegajoso.
Bajé mi cabeza y rocé mis labios con los suyos. —Eres tan
jodidamente sexy.
Xander jadeó contra mis labios, sus ojos lujuriosos se
abrieron cuando pasé mi lengua por la comisura de su boca.
—Ábrelos para mí. Quiero probarte. —En el momento en
que lo hizo, metí la lengua dentro.
Xander gimió y empujó su polla en el puño apretado que
tenía a su alrededor, mientras yo probaba su boca.
Clavó sus dedos en mi bíceps mientras se movía un poco
más rápido, tratando de tener más fricción, pero yo no quería que
eso sucediera todavía. Lo quería fuera de su mente cuando
finalmente se soltará esta noche.
A regañadientes, lo solté. —Súbete a la cama.
229

La respiración de Xander se hizo difícil mientras me miraba,


sus ojos azules brillaban mientras trataba de calmarse. Luego
hizo lo que le pedí y se subió a la cama.
Cuando se acostó en el centro, me saqué los zapatos y
puse una rodilla en el borde del colchón. Luego miré largo y
tendido la foto tan caliente que hacía. Con sus labios hinchados,
su polla dura y su cuerpo desnudo en plena exhibición, Xander
era todo lo que yo quería, y era todo mío.
Me subí a la cama, y cuando fui a buscarlo, Xander puso
sus pies en el suelo y abrió las piernas. Mierda. Cuando llegué a
su polla dura, deslicé mi lengua por la parte inferior.
Xander levantó sus caderas del colchón mientras una baja
maldición resonaba por la habitación. Le eché un vistazo al
cuerpo y pasé la lengua por la cabeza hinchada. Los ojos de
Xander se cerraron de golpe.
—Sean.
Nunca había sonado mi nombre más fuerte que en ese
momento. Xander me agarró del cabello y enredó sus dedos en
él. Pero no me iba a disuadir. Lo quería todo esta noche. Lo
chupé entre mis labios y, mientras me relajaba, deslicé mi boca
por su grueso largo hasta que se retorció debajo de mí.
—Maldición, Sean... No te detengas. —Puso una pierna
sobre mi hombro. Me encantó el acceso que me dio, me metí
debajo de sus caderas y le agarré el culo, y cuando empezó a
meterme y sacarme la boca, cerré los ojos y le solté.
Fue la cosa más caliente que jamás había experimentado.
Entonces Xander me levantó la cabeza y dijo: —No más. Joder.
No más o me voy a correr.
230

Me lamí los labios, me reí y me subí a él. Mientras me


acomodaba entre sus muslos desnudos, planté mis manos junto a
su cabeza, luego bajé mi boca a la suya y dije: —Abre los ojos.
Xander inmediatamente hizo lo que le pedí, me agarró de
las caderas y se arqueó debajo de mí. —Eso se siente...Ahhh...
Realmente jodidamente bien, de acuerdo con su cuerpo,
que ahora estaba frotando todo el mío. Xander se inclinó entre
nosotros y rápidamente desabrochó mis vaqueros, luego envolvió
sus piernas desnudas alrededor de las mías y comenzó a bajarlos.
Sus manos fueron a mis vaqueros y se deslizaron dentro,
empujando el material rígido debajo de mi culo desnudo. Cuando
nuestras pollas desnudas entraron en contacto directo, echó la
cabeza hacia atrás.
Observé con un codicioso sentido de la propiedad mientras
se movía debajo de mí, mi cerebro enloqueció al saber que era
mío, incluso cuando ahora me marcaba de la manera más
primitiva.
—Xander, dame tu maldita boca. Bésame.
Xander se levantó y me agarró la nuca, y luego me llenó la
boca con un beso aplastante. Agarré la almohada que tenía
debajo de su cabeza.
Con su lengua en mi boca, una mano en mi trasero y sus
piernas envueltas fuertemente a mi alrededor, estábamos tan
cerca como podíamos estar sin soltarnos primero, algo que
ninguno de los dos estaba dispuesto a hacer.
Mi erección palpitaba mientras la frotaba junto a la suya.
Cuando Xander deslizó una mano entre nosotros para rodear
nuestras pollas, me liberé la boca.
231

Xander sonrió contra mis labios y apretó su mano con


fuerza. —Te vas a desnudar o voy a tener que ponerme rudo
contigo.
Me gustó el sonido de eso. —Adelante, presentador. Se lo
más rudo que puedas.
232

33
_______
XANDER

FLEXIONÉ mis dedos alrededor de nosotros dos mientras miraba


la cara tensa de Sean. Estaba tan increíblemente sexy
cerniéndose sobre mí. Con sus mejillas sonrojadas, sus labios
apretados, y su cabello cayendo sobre su frente, parecía estar al
límite, como si quisiera atacarme y devorarme. Pero lo primero es
lo primero.
Le solté mi mano y puse mis manos en su pecho, luego
puse toda mi fuerza detrás de mí y empujé hacia arriba para
hacerlo rodar sobre su espalda. No me hacía ilusiones de que
había superado a Sean. Pero como casi me desafió a tomar el
mando, pensé que se rendiría voluntariamente.
Cuando aterricé encima de él, giré mis caderas sobre él,
disfrutando de la nueva posición y la presión que podía aplicar.
Se sintió increíble, y cuando él alisó sus manos hasta mi trasero
desnudo, me balanceé un poco más fuerte.
—Por Dios, Xander.
Lo besé en silencio -su regla, no la mía- y luego empecé a
presionar los botones de su camisa libremente. Mientras bajaba
por su cuerpo, besé y lamí la piel que iba revelando hasta que
finalmente llegué al fondo y separé su camisa. Al ver su gruesa
erección a través de sus vaqueros abiertos, temblé. No podía
esperar a sentirlo dentro de mí. Llenándome, estirándome,
tomando el control.
233

Metí mis dedos en los lados de sus vaqueros y los saqué de


sus piernas, luego agarré el lubricante y un condón del cajón
lateral. No queriendo perder más tiempo, abrí el paquete y me
puse a horcajadas sobre sus muslos.
Con mis manos en su pecho, me moví hasta que la cabeza
de su polla rozó mi entrada. Las manos de Sean estaban de
nuevo en mi culo, abriéndome de par en par, y con sus ojos fijos
en los míos, empecé a empujarle.
Despacio y con calma, lo tomé una pulgada a la vez, hasta
que estuvo completamente dentro de mí. Puse los dedos en los
músculos que estaban a mi alcance, y a medida que mi cuerpo se
ajustaba al suyo, me bajé sobre él.
—Muévete conmigo —susurré contra su boca, y comencé a
moler mis caderas sobre las suyas.
Sean me empujó hacia arriba, el ritmo esta vez mucho más
lento, pero no menos intenso. La sensación fue increíble, ya que
envolvió sus piernas en la parte posterior de las mías y se movió
metódicamente dentro de mí, golpeando cada uno de los puntos
en los que lo necesitaba.
Mis dedos estaban en su cabello, mi boca estaba en la
suya, y mientras su polla se deslizaba dentro y fuera de mí, sentí
que podía permanecer así con él para siempre.
—Te sientes increíble. —Sean me besó en la oreja y me
chupó el lóbulo—. Apretado y duro en todos los lugares correctos.
Cerré los ojos e incliné la cabeza para que pudiera besarme
hasta el cuello, y el afilado raspón de sus dientes en mi hombro
me hizo empujarlo un poco más fuerte. Sean lamió la marca y
luego chupó la piel, y cuando lo apreté, un gemido torturado lo
dejó.
234

Lo siguiente que supe fue que nos estábamos moviendo,


rodando por las sábanas hasta que estaba de espaldas con Sean
entre mis muslos. Todavía estaba alojado en lo más profundo de
mi ser. Puse mis piernas alrededor de su cintura, entonces Sean
tomó mis manos y las colocó junto a mi cabeza.
Entrecrucé mis dedos con los suyos mientras Sean salía de
mi cuerpo. Cuando volvió a entrar lentamente, me susurró en los
labios: —Te amo. Muchísimo.
Temblé debajo de él mientras me daba un beso tan fuerte
que hacía desaparecer todo lo que no fuera él. Sean comenzó a
moverse de nuevo, sus ojos se deslizaron sobre mi cara,
midiendo cada una de mis reacciones, cada una de mis
emociones, mientras su cuerpo se imprimía en el mío, y cada
parte de mí en ese momento era suya.
Él podía verlo y yo podía sentirlo. Mi cuerpo empezó a
vibrar bajo el suyo. Sean bajó su cabeza hasta el chueco de mi
hombro y aceleró el ritmo.
Cerré los ojos y me aferré a él con todo lo que tenía. El
placer y la promesa de todos nuestros mañanas se arremolinaron
a nuestro alrededor en esta cama. Era a la vez estimulante y
aterrador sentirme tan conectado y vulnerable con otro. Pero si
alguna vez hubo alguien en quien confié todo, era Sean, y estaba
listo para arriesgarlo todo.
—Sean... te amo.
Esta vez cuando su boca se encontró con la mía, había una
desesperación subyacente para reconocer este momento en el
que ambos sabíamos que estábamos. Cada uno de nosotros sintió
el cambio, sintió la importancia de esta unión. Cuando él se
agachó para tomarme en sus manos, yo grité.
235

—Córrete para mí, Xander. Quiero ver y sentir tu placer.


Lo miré fijamente mientras me acariciaba al tiempo con sus
constantes empujones, y no había forma de que pudiera
contenerme. Mi cuerpo temblaba y se tensaba, y cuando el placer
se volvió demasiado para resistirme, cedí e hice lo que me pidió.
Me acerqué a su mano y a nuestros estómagos con un fuerte
impulso de deseo.
El pecho de Sean se agitó mientras miraba la prueba de mi
excitación, y luego levantó sus ojos hacia los míos. El amor de
hace un segundo había sido tragado por el hambre cruda. Se
abalanzó para capturar mis labios con los suyos, y su fuerte y
sólido cuerpo comenzó a moverse sobre los míos como si no se
cansara de mí.
Cerré los ojos y me sumergí en los sentimientos que nos
consumen. Sean se puso tieso y gritó mi nombre, y yo me
envolví en él y lo sostuve durante la tormenta.
Mientras nuestra respiración se ralentizaba y la habitación
se deslizaba en silencio, no se necesitaban palabras para
expresar lo que nuestros cuerpos acababan de decir tan
elocuentemente. Nunca me había sentido más completo en mi
vida. En todas las demás relaciones, siempre había sentido que
algo faltaba. Me sentí insatisfecho de alguna manera que me dejó
inquieto y con ganas. Pero cuando Sean se puso a mi lado y me
tomó en sus brazos, todo lo que sentí fue satisfacción.
Finalmente estaba satisfecho, finalmente en paz, y lo único
que quería ahora era una larga, larga vida, para poder seguir
sintiéndome así para siempre.
236

34
__________
SEAN

—EL VIAJE NO FUE ni la mitad de malo de lo que esperaba. —


Xander giró hacia Crescent Court y frenó el Maserati para que se
detuviera—. ¿Qué te parece?
Miré alrededor de la hermosa zona ajardinada para ver
kilómetros y kilómetros de árboles, y me pregunté si había otras
casas en los alrededores.
—Estoy de acuerdo. Pensé que el tráfico sería una
pesadilla, pero el viaje pareció bastante sencillo.
—Es domingo, pero no creo que treinta minutos sean muy
lejos de la ciudad, ¿verdad?
—No, en absoluto. Creo que es bonito. Nos aleja de todo.
—De acuerdo. —Xander me sonrió y me apretó la mano al
detenerse al final de un callejón sin salida. Mientras salíamos del
coche, rápidamente exploré el área y noté el césped
perfectamente cuidado y los exuberantes árboles que escondían
la propiedad.
—¿Qué tan grande dijiste que era este lugar?
—Sólo un poco menos de dos acres.
Cerré la puerta del coche de Xander y me acerqué al capó.
—Esa puerta se parece a la que lleva a tu pequeña cabaña.
¿Crees que el lugar de ahí atrás tiene electricidad?
237

Tomé la mano de Xander en la mía y lo arrastré hasta la


puerta. —Creo que estás de suerte. Estoy seguro de que también
tienen un baño en el interior.
Xander se rio mientras tecleaba el código de seguridad de
la caja de seguridad y cogía las llaves. Una vez dentro, nos
dirigimos a un camino de piedra, que estaba rodeado de gruesos
setos y estatuas de jardín que parecían formar parte de la
elaborada zona exterior. Sólo podía imaginarme cómo se vería el
interior si el jardín en sí estaba tan bien cuidado.
—Bailey tenía razón —dijo Xander cuando la casa
finalmente salió a la luz—. Estos terrenos son impresionantes.
—Seguro que lo son. —Era difícil de creer que
estuviéramos a sólo 30 minutos de la ciudad. Era tan silencioso
que los únicos sonidos que podía oír eran los pájaros en los
árboles y el agua golpeando contra la orilla en algún lugar de la
distancia.
Era exactamente el tipo de lugar que me llamaba. Me
preguntaba si no estaría demasiado aislado para alguien tan
urbano como Xander.
—Bueno, ¿qué opinas, presentador? ¿Quieres echar un
vistazo dentro?
La sonrisa de Xander fue suficiente respuesta. Se dirigió a
la puerta principal y la abrió. Cuando entramos en el salón de
dos pisos, lo primero que noté fue el amplio espacio. Estaba
resaltado por toda la luz natural a través de las ventanas de
pared a pared, que también mostraban espectaculares vistas del
lago y el jardín.
238

Por donde miraras, había algo nuevo que ver, pero cuando
Xander se detuvo frente a las ventanas del lado opuesto de la
habitación, no fue la vista lo que me encontré mirando sino a él.
—Oh, Sean, tienes que venir a ver esta vista.
Metí las manos en los bolsillos y crucé la habitación.
Directamente adelante había todo tipo de árbol que puedas
imaginar. Roble, fresno, arce, todos ellos completamente
crecidos, todos ellos bordeando nuestro propio oasis privado, si lo
elegiamos. Pero eso no era todo, si mirabas a través del espeso
follaje, podías ver el lago que se extendía más allá de eso, tan
lejos como el ojo podía ver.
—Precioso, ¿verdad? —Xander me miró y mientras yo
miraba su hermosa cara, me olvidé de los árboles, los lagos y las
casas, y en su lugar quedé atrapado en sus brillantes ojos.
—Así es.
—Vamos a ver el resto. —Xander me besó en los labios y
luego me tomó de la mano, llevándome a la habitación de al lado
—. Bien, esta es una cocina de ensueño. Mira el horno.
Miré la cocina y la parrilla de gas y sonreí mientras él
caminaba mirando y tocando todos los aparatos, el mármol
blanco y acero inoxidable. Mientras trazaba con la punta de los
dedos la isla de la cocina y alrededor del otro lado, me apoyé en
el marco de la puerta y lo vi irse.
239

Abrió y cerró armarios, miró la despensa del mayordomo 7, y


cuando volvió a salir con una sonrisa aún más grande, me reí
entre dientes.
—Entonces, ¿tiene tu aprobación?
—¿Te estás riendo de mí?
Cerré los labios y negué con la cabeza. —Eh, no.
—No lo sé, siento que te estás riendo de mí.
Alcancé su mano y lo atraje hacia mí. —Estoy disfrutando
de ti.
—¿Y qué significa eso exactamente?
Con sus manos en mi pecho y las mías alrededor de su
cintura, le rocé un beso en los labios y sonreí. —Significa que
estoy disfrutando de tu disfrute mientras miras a tu alrededor.
¿Qué tiene de emocionante la despensa?
Xander deslizó sus manos sobre mis hombros y me rodeó el
cuello con sus brazos. —¿Aparte del hecho de que es una
pequeña habitación secreta donde podemos escondernos y
enrollarnos cuando tenemos invitados?
Oh, me gustó esa idea. Pero tenía la sensación de que
había algo más en su excitación. Algo un poco más... arrogante.
—Eso es definitivamente una ventaja, pero creo que hay
algo más que te ha puesto nervioso por esa habitación. Algo
menos sexy y más... domesticado que no quieres contarme.

7 Tradicionalmente, la despensa de un mayordomo era el cuarto estrecho adyacente a la cocina principal que
se usaba para almacenar piezas para servir, porcelana delicada, cristal y, sobre todo, plata, que a menudo se
guardaba bajo llave. Actualmente hace las funciones de despensa.
240

Me alejé de Xander y me dirigí a la despensa, y cuando la


abrí para ver el espacio como para follar a un tipo y el
refrigerador lleno, me volví para enfrentarlo.
Se encogió de hombros. —¿Qué? A veces es bueno
preparar un aperitivo elegante para los invitados y sorprenderlos.
—Puedo decir honestamente que ese pensamiento nunca se
me ocurrió. —Volví a acercarme, le tomé la barbilla en la mano, y
lo besó con fuerza—. Y por esa razón, te amo.
Xander puso los ojos en blanco. —Esa es tu manera de
preguntar cómo diablos estamos juntos.
Le pasé el pulgar por el labio inferior. —No. Esa es mi
manera de decir que te amo.
Xander se balanceó hacia mí y suspiró. —Sean...
Antes de que las cosas se descontrolaran, le cogí la mano.
—¿Qué tal si vamos y echamos un vistazo afuera?
—¿No quieres ver el resto de la casa?
—Si me llevas a cualquier lugar cerca de un dormitorio
ahora mismo, podría convertirse en una situación de ‘lo usas, lo
compras’.
—¿Se supone que eso me disuade?
A juzgar por su cara, no. Y yo estaba tentado. Realmente
tentado. ¿Pero quién sabía qué tipo de seguridad tenía una casa
como esta? Lo último que necesitaba era que mi culo desnudo
salpicara todo ¡Entertainment Now!
—Vamos, vamos a ver la piscina y el lago. Sé que es una
de las principales atracciones para ti, y personalmente, quiero ver
esta playa privada de la que hablaba el listado.
241

—Trato hecho. Pero no creas que me voy sin revisar el


baño principal de este lugar. Junto a los dormitorios, ese es el
lugar más importante para mí.
—Oye, cualquier lugar donde te desnudes, quiero
visualizarlo.
Xander miró alrededor de la cocina, una sonrisa sensual
curvando sus labios. —Empieza a visualizar, entonces. Si
conseguimos un lugar tan privado, tendrás suerte si traigo ropa
cuando nos mudemos.
Si el agente inmobiliario hubiera estado allí, habría firmado
los papeles en ese mismo momento.
242

35
_______
XANDER

EMPUJÉ A TRAVÉS de las puertas francesas que daban al patio


pavimentado, y cuando el aire fresco me golpeó, respiré
profundamente y me empapé de la belleza del lugar.
Bailey y Henri habían dado en el clavo con su
recomendación. Este lugar era la mezcla perfecta de opulencia y
tranquilidad. Mezclaba todas las cosas que a Sean le gustaban: el
aire libre, el aislamiento, y la paz, mientras que se adaptaba a
mis maneras -engreídas.
Definitivamente podía vernos aquí, y a juzgar por la
reacción de Sean, sabía que él también lo sentía. Sonreí cuando
miré la piscina que estaba a la izquierda, y justo delante había un
camino que conducía a través de la extensa propiedad detrás de
la casa.
—Este lugar se pone cada vez mejor.
Me giré para ver a Sean dirigiéndose hacia mí, y con sus
gafas de sol y la brisa del lago revoloteando en su cabello, pude
entender lo bien que se veía en casa y lo increíblemente guapo
que era.
—Lo es. —Tomé su mano, y luego nos dirigimos hacia el
camino—. Bailey y Henri tenían razón, ¿verdad?
—Sí, no les fue tan mal.
—¿No les fue tan mal?
243

—Quiero decir, no olvides que el lugar pertenece a un


criminal. —Sean se burló—. No sé por qué me sorprende tanto
viniendo de Boudreaux.
—Ya no le pertenece, —dije, y choqué con el brazo de Sean
—. Y como dijo Henri, el hecho de que el marido de la vendedora
se esté, eh ... mudando...
—Bonita forma de dar vuelta los hechos.
—Es la verdad, ¿no?
—Sí, lo es.
—Bueno, eso la hace extra motivada para vender.
Sean se detuvo bajo el arco de hojas y se quitó las gafas.
—¿Realmente puedes verte a ti mismo aquí? ¿Tan lejos de la
ciudad?
—¿Estás bromeando? —Miré a nuestro alrededor y el hecho
de que no hubiera nadie más que nosotros me dio una sensación
de privacidad y anonimato que ya no sentía en la ciudad—. El
problema no es verme a mí mismo aquí, es querer irme una vez
que llegue aquí.
—¿En serio?
Sabía que lo había sorprendido. Había sido el chico de
ciudad por excelencia desde que me conoció. Pero en el último
par de meses me di cuenta de que había algo que frenar y
alejarse de todo, y tenía que agradecérselo a este hombre.
—Estás sorprendido.
—Se podría decir que.. —Sean se volvió a poner las gafas—
siempre me has parecido más como...
—Sé amable —bromeé.
244

—Iba a serlo. Siempre me has parecido más del tipo al que


le gustan las comodidades de una gran ciudad.
—Siempre lo he sido. Pero alguien recientemente me
mostró los beneficios de alejarme de la ciudad. ¿Ese pequeño
viaje en el que me llevaste?
—¿Sí?
—Cambió algo en mí, Sean. Me hizo anhelar ese tipo de paz
en mi vida cotidiana. Esa libertad de desconectarme y ser yo
cuando el día termine. Me dijiste que vas a Savanna para que te
recuerden que aún hay belleza en el mundo. Bueno, creo que
esto podría ser un buen recordatorio de eso también, ¿no?
Sean miró a su alrededor y asintió. —Definitivamente
podría serlo.
Llegamos a una puerta blanca cubierta de enredaderas. La
abrí y miré por las escaleras. —¿La playa?
—Esa sería mi suposición. ¿Quieres comprobarlo?
—Definitivamente.
Seguimos las escaleras hasta un hermoso acantilado y la
playa privada de la que se jactaba el listado, y mientras
observaba las vistas panorámicas del lago, mis pies se atascaron
en la arena. —Oh, Dios mío. Sean, esto es...
Sean me soltó la mano y caminó por la playa hasta la orilla
del agua, y verlo ahí de pie al sol de la tarde casi me dejó sin
aliento.
En algún momento durante el último par de meses, Sean
había encontrado su camino hacia mi corazón y se convirtió en la
parte más importante de él. Tenía una forma de ser que me
245

llamaba, que me calmaba, y aunque sabíamos que la gente


pensaba que estábamos locos, a nosotros no nos importaba.
Era como si hubiéramos esperado toda nuestra vida para
reunirnos en este momento exacto, y no me lo iba a perder.
—Cásate conmigo.
Las palabras salieron de mi boca antes de que me diera
cuenta de que iba a decirlas. Pero algo en la paz y la tranquilidad
de este lugar me hizo ser codicioso, dándome cuenta de que todo
mi futuro estaba delante de mí.
—¿Qué acabas de decir?
Me dirigí a Sean, y mientras la fresca brisa del lago se
arremolinaba a nuestro alrededor, me acerqué y le tomé las
manos.
Esto era todo. Sean era el único. Y mientras estaba allí con
mi corazón en la mano, le pregunté de nuevo: —¿Te casarías
conmigo?
246

Epilogo

Xander

Una semana después

LA LUZ ROJA de la cámara uno parpadeó cuando apunté mi


sonrisa en dirección a Mikey, y señaló un corte comercial. Era
viernes por la noche y la última emisión de la semana. También
fue una especie de prueba para mi nuevo EP, Angela Davis, y
hasta ahora no lo había estropeado.
Brillante, enérgica y con un currículum lo suficientemente
impresionante como para que tanto Marcus como yo echáramos
un segundo vistazo, Angela había aprovechado la oportunidad de
intervenir esta noche y mostrarnos lo que podía ofrecer como mi
productora ejecutiva.
Desde el primer ensayo hasta el último, ella había pasado
por cada uno de los bloques de noticias de hoy en día en busca
de la historia más importante, y ni una sola vez me buscó para
que la ayudara. Dirigió mi sala de guerra como una profesional, y
envió a sus soldados a pelear la buena batalla, y cuando me
senté frente a la cámara esta noche, no dudé en la alineación que
me entregó.
Miré el reloj por encima de las cámaras y tomé un sorbo de
agua mientras todos volvían a su posición, indicando que
estábamos a punto de volver a salir al aire. A pocos segundos de
salir, la puerta del estudio se abrió y Ryan entró con Sean a la
cabeza. Miraron en mi dirección y me saludaron.
247

Esta era la mejor parte de mi día. Cuando Sean entraba en


la habitación -cualquier habitación. Era como si todo lo demás en
el mundo se desvaneciera en el fondo, y en lo que a mí respecta,
ahí era donde podía quedarse.
Ryan lo llevó a la cámara dos. Sean se detuvo al lado de
Greg y asintió a algo que Ryan dijo, y me tomé un momento para
beber al verlo.
Con un traje azul ajustado que se amoldaba a su cuerpo y
una camisa blanca con el cuello abierto debajo, Sean se veía tan
guapo como siempre. Se había peinado el cabello, empujándolo
hacia atrás de su cara, y esta noche había recortado su barba
hasta una sombra sexy con la que quería frotar mi mejilla.
Se había arreglado esta noche porque estábamos
celebrando. Ayer habíamos firmado los papeles de la casa de la
costa norte, y decidimos salir a cenar esta noche antes de
empacar mi casa este fin de semana.
La vida avanzaba a millones de kilómetros por hora, y nos
agarramos el uno al otro y disfrutamos del viaje. Sin embargo,
antes de que pudiera ir y ponerle las manos encima esta noche,
tenía que terminar la emisión y cerrar la sesión del fin de
semana.
Sean me guiñó un ojo, y me volví a mi asiento para volver
a la cámara uno. Mikey, un gesto que yo devolví. Luego contó
conmigo.
—Volvemos en cinco, cuatro, tres...
—Como todos saben, normalmente terminamos nuestra
emisión con una historia que inspira. Una que nos eleva o nos
trae alegría a todos. Una historia que nos da una razón para estar
felices y esperanzados mientras nos dirigimos hacia la noche.
248

Pero esta noche, en lugar de aventurarme fuera de la sala de


redacción para nuestra historia final, me gustaría tomarme un
momento para compartir con ustedes algunas noticias alegres y
propias. El fin de semana pasado, me comprometí. Como hombre
gay, no estaba seguro de decir estas palabras. Pero el domingo
pasado, le pedí al hombre más maravilloso que he conocido que
se casara conmigo, y dijo que sí. Y esta noche, me gustaría que
lo conocieran.
Hice una pausa para dejar que esas palabras penetraran y
luego miré a Sean. Ryan lo empujó hacia adelante hacia los
reflectores. El silencio en el estudio era palpable mientras todos
miraban entre nosotros con los ojos abiertos y la boca abierta.
¡Sorpresa!
—Él es Sean. Como algunos de ustedes ya saben, es un
detective del Departamento de Policía de Chicago, y hace poco se
puso en el papel de mi guardaespaldas. Pero lo que no saben es
que conozco a Sean desde hace años. Desde que estaba en la
escuela primaria. Crecimos delante de las narices del otro, pero
no fue hasta que casi lo perdí que me di cuenta de lo que me
había estado perdiendo.
La expresión de asombro de Sean se me quedó grabada
mientras me ponía de pie lentamente.
—Sean, un chico de la ciudad que ama la pesca, las ranas,
los Chicago Bulls y a sus hermanos, está preparado para
cualquier cosa, a menos que se trate de sushi o de corbata negra.
Pero nadie es perfecto, ¿verdad?
El equipo se rio mientras yo caminaba alrededor de mi
escritorio y me dirigía hacía Sean.
249

—Somos opuestos en todo lo posible, pero eso es lo que va


a hacer la vida interesante, y estoy más que encantado de que
haya aceptado ser mi esposo.
Tomé la mano de Sean, y él negó con la cabeza como si
pensara que me había vuelto loco. Pero el amor en sus ojos me
dijo que no estaba molesto en lo más mínimo.
Volví a mirar a la cámara, donde Mikey me hizo una señal
para el cierre, y sonreí. —Desde mi familia aquí en ENN, a la tuya
que está ahí fuera mirando en casa, espero que todos tengan una
noche segura y maravillosa. Soy Alexander Thorne. Gracias por
unirse a nosotros aquí en Global News.
Cuando la luz de la cámara se puso en rojo, los focos se
apagaron y las luces del estudio inundaron la habitación. El
equipo estalló en un estridente aplauso, y cuando Bailey, Henri, y
Kieran pasaron por entre la multitud, Sean apuntó los ojos
acusadores hacia mí.
—Tú planeaste todo esto.
Sonreí. —Bueno, si vamos a salir en las noticias, les daré
un titular sobre el que valga la pena escribir.
Sean me rodeó los hombros con su brazo y me dio un beso
en la mejilla. El sonido de un corcho de champán resonó por
todo el estudio. Miramos para ver a Marcus sosteniendo una
botella y dos copas.
—A la feliz pareja —gritó— que el resto de sus vidas
transcurran tan bien como lo hizo la emisión de esta noche.
Felicidades, Angela, estás contratada. Para todos los demás, hay
más de esto esperando en la sala de redacción.
Mientras todos salían del estudio, Sean me dio la vuelta en
sus brazos y me dio un beso en los labios. —Te amo.
250

—Yo también te amo.


Sean sonrió, arrogante como siempre. —Sí, lo entendí
cuando se lo dijiste a millones de espectadores.
—¿Estás enfadado?
Negó con la cabeza. —¿Enfadado? ¿Estás bromeando? El
presentador de noticias más sexy de América acaba de anunciar
que se casará conmigo. Sólo espero que Ryan me consiga una
copia de eso. Ya sabes, para recordartelo cuando me sienta poco
apreciado.
—¿Es eso cierto? —Me reí y tomé su mano en la mía
mientras nos dirigíamos a la puerta del estudio para unirnos a los
demás—. Tendré que asegurarme de que te aprecio tan a
menudo como sea posible, entonces, ¿no es así?
Sean emitió un gemido bajo, y cuando llegamos a la
puerta, me detuvo. —¿Crees que podríamos escapar?
—¿Qué tienes en mente?
—Tú, yo y un pequeño lugar que sólo nosotros conocemos.
Sonreí y lo arrastré hacia la puerta opuesta. —¿Habrá Pop-
Tarts?
—Y un par de ranas, estoy seguro.
Eso sonaba lo más cercano a lo perfecto que la vida podía
llegar a ser, y mientras nos escabullíamos en la noche de verano,
fuimos en busca de las estrellas y el para siempre, sabiendo
exactamente dónde ir para encontrarlas.

Fin
251

También podría gustarte