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Salgamos de La Cueva

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SALGAMOS DE LA CUEVA

OBJETIVO: Aprender a escuchar la voz de Dios que da aliento y restaura.


TEXTO CLAVE: 1 Reyes 19:9
INTRODUCCIÓN
Meditar en la vida de los Reyes de Israel fue un tanto agridulce, no solo porque
terminaron dividiendo el pueblo de Dios en el Reino del norte y del Sur, si no porque
luego vimos que hubo reyes que hicieron todo mal, de inicio a fin, sus mandatos fueron
totalmente opuestos a lo que Dios ordena en su palabra, la mayoría de reyes permitieron
la idolatría a otros dioses, hicieron alianzas con pueblos paganos, oprimieron al pueblo
con tributos, etc.
Sin embargo, Dios en su misericordia levantaba profetas, quienes eran hombres que
recibían un mensaje de parte de Dios precisamente para llamar la atención de estos
reyes, y llamarlos al arrepentimiento. Muchos de ellos fueron rechazados, puestos en
cárceles, exiliados, o perseguidos, todo por decir la verdad y ser obedientes a Dios.
Hoy quisiera hablar del PROFETA ELÍAS, conocido por muchos por los milagros
grandiosos que hizo bajo la dirección y poder de Dios, pero que es poco conocido por
los malos y amargos momentos que pasó debido a una crisis depresiva y de miedo y
ansiedad que pasó.

MENSAJE
Conociendo un poco el trasfondo de Elías:
Elías cuyo nombre significa "mi Dios es el Señor", aparece en la historia bíblica para
desafiar a un malvado rey Acab, quien gobernó el reino del norte desde el año 874 hasta
el 853 a.C. ELÍAS PROFETIZA A ACAB Y ANUNCIA una sequía que iba a venir
sobre toda la tierra como consecuencia de la maldad de Acab (1 Reyes 17:1-7).
Advertido por Dios, Elías se esconde cerca del arroyo de Querit, donde es alimentado
por los cuervos. En la medida que aumentaba la sequía y el hambre en la tierra, Elías se
encuentra con una viuda pobre que vivía con su hijo en un país vecino y, quien le dio de
comer al profeta y a través de este acto de obediencia a la petición de Elías, Dios provee
suficiente comida para Elías, la mujer y su hijo. Milagrosamente, la tinaja de harina y la
vasija de aceite de la viuda, nunca escaseó ni disminuyó (1 Reyes 17:8-16). Además de
que en cierta ocasión el hijo de la viuda muere y Elías ora al Señor y este le resucita.
Hasta aquí el ejemplo que nos deja Elías, es que si caminamos en la voluntad del Señor,
Él provee para todas nuestras necesidades, y Su misericordia para nosotros nunca se
agota.

Luego de esto Elías vuelve donde el Rey Acab y desafía a todo el pueblo debido a su
idolatría
1 Reyes 18:21
21
Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis
vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en
pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.

Luego de esto Elías desafía a los profetas del falso dios Baal a que clamen a su dios, en
el monte Carmelo ellos invocan a su dios todo el día, deseando que lloviera fuego del
cielo para que quemara la ofrenda preparada, pero todo fue en vano. Luego, Elías
construye un altar de piedras, hace una zanja alrededor, pone el sacrificio sobre la leña y
pide que se derrame agua sobre el sacrificio tres veces. Elías clama a Dios, y Dios envía
fuego del cielo, consume el holocausto, la leña, y lame el agua que estaba en la zanja.
Dios demostró ser más poderoso que los dioses falsos. Fue entonces cuando Elías y el
pueblo mataron a todos los falsos profetas de Baal, conforme al mandato de Dios en
Deuteronomio 13:5.
Luego de esto Elías ora por lluvia y después de mucho tiempo de sequía, Dios envía
lluvia. Hasta ahora todo parece una historia del poder de Dios manifestado a través de
un hombre valeroso como Elías.
Pero, la Biblia también señala que: Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a
las nuestras.
Santiago 5:17-18 RVR.
Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente
para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra
vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

Se puede ser un hombre de fe y, al mismo tiempo, padecer afectos y sentimientos muy


humanos. ¿Cómo es posible ello? ¿Cómo se puede ejercer el poder de la fe, al mismo
tiempo que se lucha contra los afectos y pasiones que atormentan?
Después de salir victorioso de su encuentro con los profetas de Baal, y de haber
ordenado la muerte de 450 de estos; después de haber provocado sequía y lluvia y de
haber avergonzado a Acab, el rey, Elías huye al desierto atemorizado por las amenazas
de MUERTE de Jezabel

1 Reyes 19:1-4 NTV

Cuando Acab llegó a su casa, le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho,
incluso la manera en que había matado a todos los profetas de Baal. 2 Entonces
Jezabel le mandó este mensaje a Elías: «Que los dioses me hieran e incluso me
maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos».
3
Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de
Judá, y dejó allí a su sirviente. 4 Luego siguió solo todo el día hasta llegar al
desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya,
SEÑOR; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya
murieron».
¿Por qué huyó Elías lleno de temor?
Tal vez Elías esperaba que las demostraciones del poder de Dios en el monte
Carmelo produjeran un quiebre en Jezabel y Acab. Pero eso no es lo que ocurrió. En
lugar de arrepentirse, la malvada esposa de Acab le declaró la guerra al Señor, y
comenzó por amenazar a su profeta.

En este punto la Biblia no muestra a Elías consultando al Señor; y mucho menos


recordando las grandes experiencias que había tenido a lo largo de su ministerio. Elías
apartó sus ojos de la fe y los puso en las circunstancias.

Pero El Señor no lo había abandonado en ningún momento, y tampoco lo haría en esta


ocasión.

En su huída, Elías cae en tal estado de depresión y ansiedad que exclama uno de los
lamentos más desesperanzadores: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo
mejor que mis padres. Su lamento expresa su cansancio de la vida, su deseo de evasión
la realidad que lo oprime y la pérdida de su estima propia.
Pero Dios que lo conoce todo, El conoce nuestra condición, “se compadece de sus
hijos.
Salmos 103:13-18
13
El SEÑOR es como un padre con sus hijos,
tierno y compasivo con los que le temen.
14
Pues él sabe lo débiles que somos;
se acuerda de que somos tan solo polvo.
15
Nuestros días sobre la tierra son como la hierba;
igual que las flores silvestres, florecemos y morimos.
16
El viento sopla, y desaparecemos
como si nunca hubiéramos estado aquí.
17
Pero el amor del SEÑOR permanece para siempre
con los que le temen.
¡Su salvación se extiende a los hijos de los hijos
18
de los que son fieles a su pacto,
de los que obedecen sus mandamientos!

Elías huye pero Dios le provee a través de un ángel.


El relato bíblico nos dice que un ángel despertó a Elías diciéndole: levántate y come.
Sin embargo, a veces llegamos, como Elías, a tal condición que lo que Dios hace no
parece ser suficiente. Elías volvió a quedarse dormido, y el ángel volvió a despertarlo.
Si lo despertó implica que lo había dejado dormir, porque reconocía su condición de
cansancio. Pero, a su llamado inicial, el ángel agrega la frase: porque largo camino te
espera.
1 Reyes 19:5-9 NTV

5
Entonces se acostó y durmió debajo del árbol. Mientras dormía, un ángel lo tocó y
le dijo: «¡Levántate y come!». 6 Elías miró a su alrededor, y cerca de su cabeza
había un poco de pan horneado sobre piedras calientes y un jarro de agua. Así que
comió y bebió, y volvió a acostarse.
7
Entonces el ángel del SEÑOR regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco
más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti».
8
Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para
viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Sinaí, la
montaña de Dios. 9 Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche.

Vemos en Elías que los éxitos en la vida no excluyen las etapas de derrota. Pero,
también vemos en la exhortación del ángel, que los fracasos en la vida no acaban con el
camino que tenemos por delante.
Con esas dos comidas la Biblia dice que Elías caminó cuarenta días y cuarenta noches
hasta el monte Horeb o Sinaí.
Este monte es muy significativo, porque en el pasado, allí sucedieron eventos: este fue
el momento en que Dios se le apareció a Moisés en medio de una zarza ardiente; este
fue el monte donde Dios le entregó a Moisés las tablas de la Ley. En otras palabras,
este monte es testigo del poder y de la manifestación del poder de Dios. No obstante, la
Palabra de Dios nos enseña que Elías llega aquí y lo primero que hace es encerrarse en
una cueva.

Al llegar a este se metió a una cueva y ahí pasó la noche. Ahora Dios biene a buscar a
Elías, ya no es un ángel, y en lugar de reprenderle, el Señor se limitó a preguntarle::
¿qué haces aquí, Elías? Esto muestra la forma personal, paciente y cuidadosa con
la que Dios trata a sus hijos que pasan por momentos de desesperación. No hay
lugar donde tú te metas que Dios no te pueda alcanzar. Muchas veces queremos darle
excusas al Señor como si Dios no supiera exactamente lo que nos está sucediendo.
Y este responde con la situación que estaba pasando: hizo lo bueno, lo persiguen, está
asustado porque teme que lo maten.
1 reyes 19:10 NTV

Entonces el SEÑOR le dijo a Elías:

—¿Qué haces aquí, Elías?


10
—He servido con gran celo al SEÑOR Dios Todopoderoso—respondió Elías—;
pero el pueblo de Israel ha roto su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada
uno de tus profetas. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para
matarme a mí también.
Un detalle que no falta en las excusas es que siempre uno quiere justificarse y creer que
tiene razón para estar donde se está o para hacer lo que se está haciendo.
Dios no se pone a argumentar con Elías. Dios no se pone a argumentar con ningún ser
humano. Hay momentos en que los cuales lo que Dios va a hacer es demostrarte su
poder. Lo único que Dios le dice a Elías es: “Sal fuera y ponte en el monte delante de
Jehová.” Aquí no hay más palabras, lo que Dios va a hacer es MOSTRARLE SU
GLORIA, y solo así sanarlo y curar las heridas de su corazón.

1 reyes 19:11-13 NTV

El SEÑOR le dijo:

—Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña.

Mientras Elías estaba de pie allí, el SEÑOR pasó, y un viento fuerte e impetuoso
azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el
SEÑOR no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el
SEÑOR no estaba en el terremoto. 12 Pasado el terremoto hubo un incendio, pero el
SEÑOR no estaba en el incendio. Y después del incendio hubo un suave susurro.
13
Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su manto, salió y se paró a la entrada
de la cueva.

Entonces una voz le dijo:

—¿Qué haces aquí, Elías?

Una vez fuera, Dios le muestra viento, terremoto y fuego., aclara el escritor sagrado:
Jehová no estaba en ninguno de ellos.
Sí estaba en el silbo apacible y delicado. El término apacible connota la presencia de la
paz de Dios. Este fue un susurro al corazón.

Hay quienes permanecen en sus amarguras, temores, rencores, etc. Estos son sus propias
cuevas. Hay que salir, y cuando salgamos no siempre va a hablarte como lo ha hecho
antes, ya Dios se había revelado a Elías con fuego, con milagros extremadamente
poderosos, en esta ocasión Dios quería tratar a Elías de manera diferente, le quería
hablar de su paz, del consuelo que solo Dios puede dar.

Dios no siempre dice lo que queremos oír, ni actúa como nos gusta o estamos
acostumbrados. Por eso debemos tener no solo los oídos sensibles a la voz del Señor, si
no nuestro corazón dispuesto a ser tratado y transformados. De nada nos sirve salir de la
cueva y solo escuchamos pero no dejamos que Dios trate nuestro corazón.

Muchas veces como Cristiano hablamos del Espiritu Santo solo como el que da
sabiduría, da poder, dones, pero nos olvidamos que es el consolador, quien nos consuelo
en tiempo de tristeza, angustia, profundo dolor, cuando queremos huir de todo el mundo
porque tenemos miedo, debemos salir de la cueva y escuchar la voz de Dios que nos da
paz. Verdadera paz.

Juan 14:26-27 RVR


26
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él
os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. 27 La paz os
dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo.

Por eso, en la puerta de la cueva, Elías recibió tres órdenes del Señor: 1) ungir a Jazael
como nuevo rey de Siria; 2) ungir a Jehú como nuevo rey de Israel; y 3) ungir al joven
Eliseo como su sucesor en la escuela profética de Israel.

Estas tres órdenes se enfrentaron al estado depresivo de Elías. El profeta había huido
por miedo a la amenaza de una mujer malvada que era la esposa de un rey débil y
malvado. Pero debería haber sabido que esa pareja solo permanecería en el poder
mientras Dios lo quisiera. El Dios soberano es quien pone y quita reyes.

Dios cuida de nosotros y nos restaura hasta el punto de entender que el lugar más seguro
en el que podemos estar no es dentro de una cueva, sino dentro de su voluntad.

Y así, por la paciente misericordia del Señor, el episodio de Elías en la cueva terminó
con el profeta restaurado por Dios.

El Señor podría haber dejado a Elías con su desánimo en aquella cueva. Podía haber
levantado a otro para el puesto de profeta en Israel, porque nadie es indispensable ante
el Señor. Pero Dios cumple su propósito a través de nosotros, y a pesar de nosotros.

Así que, a pesar de los fallos de Elías, Dios trató con él y lo devolvió a su lugar. De la
misma forma, a pesar de nuestros pecados, el Señor trabajará con cada creyente todo el
tiempo. No tengamos por poco lo que Cristo hizo en la cruz, cuando ponemos nuestra fe
en Cristo, el nos hace sus hijos.

Conclusión

el problema no es el meterse a la cueva, cuando Dios te llama a salir para sanarte

Mantente en el lugar en el cual Dios te ha puesto y no abandones la tarea que te ha sido


asignada, persevera, y si en algún momento te ves encerrado en una cueva, sal y
experimenta el consuelo y la restauración de Dios.

Mientras que el mundo cuenta como éxito llevar una vida cómoda y de prosperidad
material, el Hijo de Dios cuenta como éxito el hacer la voluntad de Dios a pesar de la
adversidad, porque tiene un Dios que le ama, que le cuida, que le provee, que le restaura
y que lo levanta.

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