Polémica Ciencia-Mística
Polémica Ciencia-Mística
Polémica Ciencia-Mística
- “Los científicos oficiales”, que no aceptan que nada escape al control de una ciencia
que creen de su exclusiva propiedad, que no admiten que la ciencia no consigue nunca
explicar los grandes misterios y que se dedican a establecer una dictadura de hecho
muy real por su alianza con los poderes constituídos (Hoy día, la ciencia, más que
favorecer el desarrollo de la Humanidad, actúa como eficaz componente del poder
para controlar el pensamiento de la gente, poniendo los límites que a ellos les
convienen para que nadie piense ni, mucho menos, se rebele. Y, encima, la
acumulación de información divulgativa – como en las demás áreas de la vida, no solo
en el aspecto científico - crea el engaño de que hoy día somos mucho más cultos y
más informados que nunca. “Dales mucha información y se creerán que piensan” –
parece ser su máxima –)
Hay quienes han creado, incluso, sociedades para combatir a las “pseudociencias”,
como el ínclito Javier Armentia (Director del Planetario de Pamplona) que ha sido
presidente de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (Institución dedicada
al desenmascaramiento de la pseudociencia … ¡toma castaña!). Un día hizo en público
una demostración de “exquisito rigor científico”: Para demostrar la ineficacia de la
Homeopatía se tomó un frasco entero de una medicina homeopática con la
tranquilidad – dijo – de que no servía para nada; si hubiera sido auténtica medicina me
hubiera matado – afirmó tan feliz -
Sergio de Régules, el autor de tu artículo, es, más o menos, de esta corriente de
pensamiento (*).
En medio de todo eso, hay algunos “científicos-místicos” que, con importante formación
científica y con más o menos acierto, han intentado crear un puente entre Ciencia y
Mística, basándose en la Física Cuántica (En realidad hay que decir “Mecánica Cuántica”),
que es una vertiente de la Física completamente rompedora del paradigma científico
anterior a ella, y sobre todo del determinismo al que ésta obligaba. Parece que estos
científicos-místicos quieren reivindicarse ante sus colegas “científicos duros”, que les
reprochan sus veleidades acientíficas, como califican a todo lo que huela a espiritualidad.
El iniciador de estos intentos debió ser, seguramente, Fritjof Capra. Luego aparecieron
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otros como Deepak Chopra, Amit Goswami y muchos más, que han caído también en el
peligro de la simplicidad divulgativa y en el “Reader’s Digest” de la ciencia.
La división entre estos dos tipos de científicos la conozco muy de cerca: Un amigo mío que
hace Zen, como yo, y que es doctor en Físicas, que ha sido profesor de la Universidad del
País Vasco y que es propietario de una empresa de electrónica, es de los ”creyentes” en la
conexión Mecánica Cuántica-Mística y tiene un hermano, también doctor en Físicas y
también profesor de la UPV que es del grupo de los “científicos duros” y se ríe mucho de
él.
Sin tratar de terciar en la polémica – intento que me parece la mar de estúpido y baldío;
allá cada cual con su derecho a opinar lo que le venga en gana -, podríamos tratar de ver,
sin prejuicios, qué es lo que tiene de novedoso la Mecánica Cuántica y por qué abre la
puerta a una posible conexión con la Mística. Y permítasenme solo 4 párrafos de chapa
científica:
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El principio de incertidumbre de Heisenberg afirma (Explicado como una definición simple)
que podemos decir que el acto mismo de observar cambia lo que se está observando.
Estas aportaciones revolucionarias de la Mecánica Cuántica son las que han permitido
arrimar el ascua a su sardina mística a los buscadores de una base científica para las
experiencias espirituales.
Si vamos más lejos, ¿nos podemos permitir decir que por el hecho de que el que alguien
que observe modifique lo observado, podemos afirmar que la materialización de lo que es
actual es un acto de intervención del observador que produce el colapso de la función de
onda y concreta la probabilidad en un estado concreto? ¿Está el observador creando lo
“existente”?
El que ha pasado por la experiencia mística dirá que, en ese momento, no había ni un ruido
que se produjera de forma objetiva, lo oyera alguien o no, ni alguien que oyera el ruido.
Eran lo mismo. Solo hubo ruido: todo fundido en uno. Solo había conciencia: la conciencia
creándose a sí misma y creando el mundo. Conciencia no dual que, en el fondo es una y se
presenta, se auto-crea fenoménicamente, en cosas, que, a su vez, son lo mismo. Una
explicación, en definitiva, que suena a filosofía esotérica y pedante. Solo a partir de haber
tenido la experiencia se puede entender como una explicación viva. Muy viva y nada
dialéctica. La dialéctica es para la ciencia positiva. El escéptico dirá que se trata de una
experiencia subjetiva. El que ha vivido la experiencia dirá que la experiencia era genuina y
total y que si algo no había en ella era, precisamente, subjetividad.
No entremos en la polémica.
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((*) No puedo evitar comentar un párrafo del artículo de Sergio de Régules que me
enviaste:
Dice Sergio de Régules en este artículo: “Una amiga mía me regañó por criticar la película.
Después de todo, el mensaje del filme —que las personas tenemos muchas posibilidades,
que podemos elegirlas en cierta medida, que podemos cambiar— puede ayudar a muchos
espectadores que han salido de las funciones llenos de inspiración”.
Con este comentario tan romo y tan insustancial, demuestra que es incapaz de captar lo
que el filme pretende y no consigue decir por su propia endeblez y superficialidad (Alguien
con el “ojo espiritual abierto” creo que sí lo hubiese captado, pese a todo)