La Vulgata Latina
La Vulgata Latina
La Vulgata Latina
El latín se impuso cuando la iglesia hizo una alianza con el Imperio Romano en el año 313 d.C. en
tiempos de su emperador Constantino I, el cual convertido al cristianismo propicio que el estado
se tornase de perseguidor de la iglesia a su protector y patrocinador. En ese momento nace la
hegemonía del idioma latín, dentro de la Iglesia de Roma, que duraría más de 1,500 años.
pero vemos luces que esto pudo haber comenzado a suceder mucho antes, aproximadamente al
mismo tiempo que las versiones latinas de los escritos bíblicos aparecieron en África. El tiempo fue
tan temprano como alrededor del año 160 d.C.
ya en el año 180 d.C, hubo una gran persecución contra la iglesia en Numidia, al norte de África.
Allí, en un pequeño pueblo, los cristianos eran arrestados, sometidos a juicio y luego decapitados
en la cercana Cartago. A uno de los cristianos, se le preguntó ¿qué tenía en un cofre que cargaba?
Él contestó: "Libros y cartas de Pablo, un hombre justo".
Los libros a los cuales se refería eran traducciones en latín. Así que para este tiempo las epístolas
de Pablo ya existían en latín; y, seguramente los evangelios habían sido traducidos también a este
idioma.
De manera similar, las traducciones latinas llegaron a usarse en otras zonas del Imperio. Al
principio fueron hechas informalmente por misioneros o por cristianos locales para ayudar a las
congregaciones en su adoración.
Como ej de ello tenemos la versión Vetus Latina( "Latina vieja" ) o también conocida como la
Antigua Biblia Latina. Que fue el nombre colectivo dado a los textos bíblicos en Latín, que fueron
traducidos a partir del siglo II, desde la lengua griega (Septuaginta ) antes que naciera la versión
Vulgata de san Jerónimo de Estridón y se convirtiera en el estándar de la Biblia para los cristianos
latino-parlantes en occidente.
El lenguaje de las traducciones Vetus latina tiene muy mala calidad, como Agustín de Hipona más
adelante en el tiempo lamentaría argumentando que Abundan los solecismos gramaticales y
algunos reproducen el griego o el hebreo literalmente, tal cual aparecen en la Septuaginta.
También tras comparar el evangelio de Lucas con el mismo texto en manuscritos de la Vetus
Latina, Bruce M. Metzger contó "no menos de 27 lecturas distintas".
De tal manera que Los defectos intrínsecos de la antigua versión latina de la Biblia, y la
multiplicidad de formas textuales siempre en aumento por las incesantes correcciones a que era
sometido el texto,
esta propagación de los diversos textos latinos que a su vez producían gran confusión, puso en el
escenario una serie de eventos que hizo sentir pronto la necesidad de una traducción nueva y
uniforme de la Biblia para todo el Occidente cristiano. Que culminarían en la traducción de la
Vulgata Latina.
… La Vulgata es una traducción de la Biblia hebrea y griega al latín, realizada a finales del siglo IV,
(alrededor del año 382 o 383 d.C.) por Jerónimo de Estridón.
Fue encargada por el papa Dámaso I a Jerónimo quien era conocido como un importante experto
en hebreo y servía a Dámaso como su secretario y traductor. Esta versión toma su nombre de la
frase vulgata editio (edición divulgada) y se escribió en un latín corriente.
El objetivo de la Vulgata era ser más fácil de entender y más exacta que sus predecesoras.
Permitiendo también con mayor claridad la continuidad de los escritos bíblicos incluidos los libros
del NT.
En el mismo año S. Jerónimo presentó al papa Dámaso el resultado de su trabajo. Los criterios
seguidos en esta primera labor los expuso S. Jerónimo al Papa en una carta: no pretendía hacer
una nueva traducción de la que muchos se maravillarían, intentó solamente corregir el antiguo
texto latino a tenor de los mejores códices griegos que tuvo a su disposición. Corrige errores claros
y enmienda el texto para llevarlo a la «verdad griega», pero mantiene, siempre que le es posible,
el texto antiguo.
Jerónimo fue comisionado para revisar la Antigua Latina, y para el año 384 él había completado los
evangelios y tal vez, un poco después, otras porciones del Nuevo Testamento. Por los siguientes
años, en Belén, a donde se había mudado, continuó su trabajo traduciendo varios libros del
Antiguo Testamento. Estos, sin embargo, fueron traducidos de la Septuaginta y no del hebreo.
Posteriormente Jerónimo pasó del 390 al 405 d.C. poniendo el Antiguo Testamento en latín
directamente del hebreo.
También corrigió el Nuevo Testamento. Para esto, Jerónimo revisó la Antigua Latina existente,
pero afortunadamente revisó también los manuscritos griegos ya reconocidos. No sabemos cuáles
manuscritos utilizó exactamente, pero en los evangelios, por ejemplo, él parece depender
principalmente de un texto similar al de los que tenemos hoy, y que conocemos como Manuscritos
o codice Vaticano y Sinaítico.
En términos generales, puede afirmarse que el texto de la Vulgata es bueno, particularmente allí
donde S. Jerónimo hizo una labor de traducción directa. Con todas sus limitaciones, la Vulgata era
incomparablemente superior a la versión antigua. No obstante, dada la diversidad de la labor de S.
Jerónimo sobre los textos, un juicio sobre la Vulgata no puede ser uniforme. En el N.T. la revisión
fue sustancialmente buena, aunque demasiado ligera.
En la versión directa del A.T. Los libros históricos que tradujo al principio son los mejor logrados.
Los traducidos al final, Pentateuco y Josué, son una versión más libre y menos cuidada.
Con la publicación de la Vulgata de san Jerónimo, que ofrecía un texto en latín único y consistente
estilísticamente, gradualmente cayeron en desuso las otras versiones de los escritos bíblicos
existentes
A través de la Edad Media, la Vulgata fue corregida y ampliamente copiada. Posteriormente, esta
versión serviría como base para todas las traducciones cristianas de Europa occidental.
El uso de la Vulgata Latina comenzó a decaer recién a partir del Concilio Vaticano II, que se dio de
los años 1962 a 1965, cuando este cambió la liturgia de la iglesia, que hasta aquel momento se
realizaba sólo en latín.
La Vulgata fue hecha la Biblia oficial de la Iglesia Católica Romana, y así sigue hasta hoy.
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