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Historia 2023 - 4to

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CONSECUENCIAS DE LA CRISIS DE 1929 Las repercusiones que tuvo la crisis del 29 fueron de

diverso tipo: Consecuencias económicas El influjo ejercido a nivel mundial por la economía
estadounidense tras la Primera Guerra Mundial, facilitó la rápida internacionalización de la
crisis. Las principales manifestaciones de este hecho fueron: Crisis financiera La ruina de
quienes habían suscrito créditos bancarios y la imposibilidad de hacer frente a su devolución
ocasionó la quiebra de numerosos bancos (sólo en Estados Unidos más de 5.000). El consumo
descendió como consecuencia de la reducción de liquidez en el mercado y los empresarios no
pudieron hacer frente a sus necesidades de inversión. Muchas empresas cerraron sus puertas.

Deflación

Deflación La ausencia de créditos, la bajada de los precios y la escas.a circulación monetaria


condujeron al descenso generalizado de la actividad económica En Estados Unidos, el gobierno
del presidente Hoover, en vez de intervenir activamente para corregir la situación, disminuyó el
gasto público ante el temor de un repunte del déficit estatal. Con ello perdió la oportunidad de
frenar la caída de los salarios y la demanda.

Paralización del comercio mundial

La adopción de medidas proteccionistas (cada país intentó solucionar sus problemas de


sobreproducción de manera independiente) provocó el estancamiento del comercio. Los
estados que fundamentaban sus economías en la exportación, caso de Japón, cuyo principal
cliente era Estados Unidos, se vieron singularmente afectados. Las relaciones internacionales
que trabajosamente se habían logrado recomponer a partir de 1924 se quebraron.

A ello se añadió el abandono del patrón oro por parte de Gran Bretaña. En 1931 la libra
británica, muy afectada por el déficit externo y las quiebras bancarias, sufrió una depreciación
(en torno al 35% respecto a su valor de 1913) que la llevó al abandono del patrón oro,
arrastrando en su devaluación a las monedas vinculadas a ella.

Disminución de la renta nacional

Todos los países sufrieron un descenso del P.I.B. Los niveles de renta disminuyeron
aceleradamente y no volvieron a recuperase en muchos casos hasta pasada la Segunda Guerra
Mundial, ya en los años cincuenta

Incremento del desempleo

El hundimiento de la industria y la ruina financiera llevaron implícita la destrucción del empleo.


En 1932 se contabilizaban más de 30 millones de parados, de los cuales 12 millones eran
americanos y 6 alemanes.

La bajada de los salarios se tradujo en una disminución de la capacidad de compra que, a su


vez, repercutió en el descenso del consumo. Los stocks invendibles se acrecentaron y el
aparato o productivo se paralizó.

Crisis del modelo económico liberal


El sentimiento de fracaso de la política del liberalismo clásico (laissez-faire) fundamentada en la
“no intervención” del Estado en la economía abrió paso a otra doctrina, basada en la idea de
que el Estado tenía la obligación de actuar en determinados ámbitos, a fin de proteger a los
ciudadanos del caos provocado por las crisis del capitalismo.

En ello se basaron las propuestas del economista británico J. M. Keynes, partidario del
intervencionismo estatal, del fomento del consumo y la de la inversión auspiciados por los
poderes públicos. Keynes, acusado por determinados sectores reaccionarios de socialista, en
realidad buscaba crear los fundamentos de un capitalismo estable.

Sus ideas fueron aplicadas con éxito en Estados Unidos a través del programa de recuperación
económica puesto en marcha por el presidente Roosevelt, el New Deal.

Consecuencias sociales

El efecto social más evidente de la crisis de 1929 fue el crecimiento del paro a nivel mundial. El
número de desempleados se evaluó en al menos 40 millones. Los que conservaron sus
empleos sufrieron un importante recorte en sus salarios. Los niveles de bienestar alcanzados
en Estados Unidos a lo largo de la década de los veinte se redujeron significativamente y la
penuria se extendió por el campo y las ciudades. Europa, especialmente Alemania, en plena
recuperación de posguerra, volvió a alcanzar altas tasas de desempleo como consecuencia del
cierre de empresas.

El comportamiento demográfico sufrió significativas alteraciones: aumentó la mortalidad y el


crecimiento vegetativo se detuvo. En Inglaterra el incremento demográfico de fines del siglo
XIX, estimado en un 13%, descendió en la década de los Treinta al 4,5%. Sin embargo los países
con regímenes fascistas incentivaron la natalidad desde postulados políticoideológicos, ya que
el Estado la consideró útil para incrementar el potencial militar. Algunas zonas se erigieron en
focos de emigración, un ejemplo fue el agro americano, afectado ya desde antes de la crisis por
el fenómeno del paro.

La población inició el traslado a las ciudades, pero éstas aquejadas por la crisis fueron
incapaces de absorber el flujo y se poblaron de guetos marginales donde reinaba la más
absoluta pobreza.

En Estados Unidos fueron denominados irónicamente "Hoovervilles" (del presidente Hoover) y


en ellas se abarrotaron más de un millón de personas, hacinadas en viviendas de hojalata y
cartón, sin las más elementales condiciones de higiene.

La estructura social se modificó: junto al empobrecimiento de las capas sociales más bajas,
especialmente obreros, también se vieron muy afectadas las clases medias, cuyas bases se
estrecharon. Buena parte sus miembros (funcionarios, profesionales liberales, pequeños
empresarios, etc.) fueron arrastrados a la proletarización. En Alemania e Italia la clase media
alimentó en gran medida a los totalitarismos de carácter fascista.

Las desigualdades sociales se acentuaron, dando lugar a una masa de desposeídos sin
posibilidad de afrontar su situación económica y vital. Aquellos que conservaron el empleo
(algunos funcionarios, los que habían salvado sus ahorros, pensionistas, etc.), se beneficiaron
en cierta manera de la bajada de los precios, pero la inmensa mayoría de la población activa se
empobreció.
Quedó en entredicho la capacidad del sistema para garantizar la supervivencia de amplios
sectores que no tenían acceso ni tan siquiera a los alimentos básicos, en tanto que en el campo
se destruían cosechas enteras en un intento por mantener los precios agrícolas.

Las organizaciones caritativas se multiplicaron por doquier tratando de paliar el desastre. En


Europa y USA se sucedieron las marchas contra el hambre.

Fenómenos como el alcoholismo, la delincuencia o el racismo se agudizaron. Allí donde había


minorías étnicas se las persiguió de manera más o menos encarnizada, como sucedió con los
negros de Estados Unidos o los judíos en Alemania.

Consecuencias políticas de la crisis

Al finalizar la Guerra mundial, los estados europeos adoptaron el liberalismo democrático. Sus
constituciones recogieron las libertades individuales y el sufragio universal.

Pero la incapacidad del liberalismo clásico para evitar la crisis y, una vez desatada, para hacerle
frente, impulsó el auge de ideologías nacionalistas y totalitarias que arraigaron en algunos
países: Alemania e Italia constituyen los ejemplos paradigmáticos, si bien hubo otros muchos
(Austria, Polonia, Yugoslavia, etc.).

En otras partes hubo tendencias filofascistas, fue el caso de Gran Bretaña (Oswald Mosley),
Bélgica (Léon Degrelle) o Francia, pero estos movimientos carecieron del suficiente empuje
para acceder al poder.

Frente al ascenso de la ultraderecha, se gestaron movimientos que, aunando diversas


sensibilidades, tenían como objetivo atajar el auge de los totalitarismos. Así surgió el frente
populismo. Ejemplos del mismo los hubo en Francia y España, pero ello no bastó para
contrarrestar la postración que padecían los movimientos revolucionarios de izquierda: los
socialdemócratas desaparecieron de la escena política en Alemania tras el ascenso de Hitler al
poder, los laboristas británicos sufrieron importantes pérdidas de afiliados y electores.

El internacionalismo proletario (III Internacional) también vio frustradas sus aspiraciones


revolucionarias.
Consecuencias políticas. Alemania

La República de Weimar (noviembre de 1918) proclamada tras la derrota de Alemania y la


abdicación del emperador Guillermo II, atravesó por difíciles momentos durante la década de
los 20. Políticamente sus gobiernos se vieron sometidos a fuertes presiones, tanto desde la
izquierda comunista como desde la derecha nazi.

Adolf Hitler, líder del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán (Nazi) consiguió en las
elecciones de 1928 un escaso resultado de 800.000 votos.

Dos años más tarde, en las elecciones de 1930 alcanzó 6.409.000 de votos (frente a los
4.592.000 de los comunistas). En las elecciones de 1932 superó esas cifras. En 1933 Hitler fue
nombrado primer ministro bajo la presidencia del general Hindemburg, consiguiendo con ello
el poder de Alemania e instaurando desde la legalidad que le confirieron las urnas una
dictadura totalitaria

En las razones del ascenso y conquista del poder por los nazis hay que hacer hincapié en dos
cuestiones fundamentales:

La primera, la situación creada tras la firma del Tratado de Versalles, considerado por la
mayoría de los alemanes como una humillación que les hacía víctimas de la rapiña de los
vencedores, especialmente, de Francia.

La segunda, la crisis económica y social abierta en los comienzos de la década que animó a un
gran sector de pueblo alemán a "echarse en brazos" de quienes le proponían fórmulas seguras
para salir de ella.

La crisis y el desempleo, que afectaba a más de 5 millones de personas en 1932, sirvieron de


caldo de cultivo para los postulados del nacional-socialismo. De hecho una gran parte de los
adeptos a esta ideología se nutrió de las filas de desempleados, especialmente jóvenes,
excombatientes, agricultores y pequeños y medianos empresarios arruinados.

Consecuencias políticas para otros países

Estados Unidos

A partir de 1929 quedó en evidencia la inepcia del gabinete republicano de Hoover para
resolver los retos de la depresión.

Ello contribuyó a la victoria en las elecciones de 1932 del demócrata F. D. Roosevelt quien
actuó bajo presupuestos económicos distintos a los de sus predecesores, concediendo un
importante papel al Estado en la recuperación económica y en la lucha contra el desempleo,
principal problema social del país durante la década de los treinta.

Lo llevó poniendo en marcha un paquete de medidas que se desarrollaron a lo largo de varios


años y que recibió el nombre de NEW DEAL.

Reino Unido
Se vio azotado por dificultades de enorme calado político durante los años 20. El "problema
irlandés" fue uno de ellos, desembocando en una auténtica contienda civil entre 1919 y 1922
que concluyó con el reconocimiento de Estado Libre de Irlanda.

Durante los años 30 Gran Bretaña se vio afectada por la actividad de grupos de inclinación
filofacista (Oswald Mosley) que no obstante no consiguieron truncar la larga tradición
parlamentarista del país.

Francia Los efectos de la crisis se dejaron sentir en Francia a partir de 1932. Desde 1934
comenzó a formarse una coalición política tendente a contrarrestar a las derechas, muy activas
a través de organizaciones como la Croix de Feu o de partidos como Acción Francesa (Maurras).

La coalición formada por republicanos radicales, socialistas y comunistas, se sustanció en el


Frente Popular, que en 1936 ganó las elecciones liderado por el socialista León Blum. El nuevo
gobierno adoptó medidas sociales muy avanzadas, como la implantación de la jornada laboral
de 40 horas, las vacaciones pagadas, etc.

Italia

A lo largo de los años 20 el Estado italiano había ido transformando sus estructuras
democrático-liberales en una organización de carácter autoritario. Benito Mussolini, en el
poder desde 1922, conformará el Estado fascista.

Para ello ejerció una política de violencia (asesinato del socialista Mateotti, etc.) e implantó una
dictadura de carácter personal ("Duce") que puso al margen de la ley al resto de fuerzas
políticas. Desde el punto de vista económico, Mussolini impulsó la autarquía y reforzó el
intervencionismo estatal durante los años 30.

España

Entre 1923 y 1930 la dictadura de Primo de Rivera había seguido un camino sui generis, pues
hasta cierto punto respetó la actividad sindical libre.

En 1931 se proclamó la II República y España entró en un período de inestabilidad que propició


en 1936 la formación del Frente Popular (al estilo francés), que ganaría las elecciones en
febrero de ese año.

El descontento de la extrema derecha provocó la sublevación del 18 de julio que dio inicio a la
guerra civil, conflicto que concluyó en 1939 con la instauración de la dictadura del General
Franco, hasta su muerte en 1975.

Otros países

Las dictaduras de signo más o menos fascistoide se multiplicaron por toda Europa: Gomes da
Costa en Portugal (desde 1926), Pilsudski en Polonia, Venizelos en Grecia (1928), Alejandro I en
Yugoslavia (1929), Dollfuss en Austria, Carol II en Rumanía (1933), Boris III en Bulgaria (1934),
etc.
SOLUCIONES A LA CRISIS

Las soluciones iniciales que los principales estados capitalistas adoptaron ante la crisis fueron
de corte liberal, es decir deflacionistas: reducción del gasto público para evitar el déficit estatal,
reforzamiento de la moneda frente a la devaluación, restricción del crédito, disminución de los
salarios y de los gastos sociales, etc.

Pero una vez demostrada su ineficacia, la mayoría de los gobiernos asumieron nuevas políticas
fundamentadas en el intervencionismo del Estado. Esta práctica constituyó el fundamento de
la primera gran teoría económica surgida como respuesta a la crisis, la de John Maynard
Keynes.

Sus propuestas, si bien fueron recogidas en parte por algunos gobiernos (New Deal de
Roosevelt), no se generalizaron hasta años más tarde, especialmente tras la Segunda Guerra
Mundial.

Por lo demás, la intervención del Estado se intensificó al máximo desde la puesta en práctica de
dos modelos autoritarios contrapuestos: el fascismo (Italia, Alemania, etc.) y el comunismo
(Unión Soviética).

Las soluciones del liberalismo clásico

La experiencia de los economistas clásicos en lo concerniente al comportamiento de la


economía capitalista evidenciaba la existencia de crisis que afectaban cíclicamente al sistema.
Sostenían que era preciso afrontarlas sin el concurso del Estado. La función de los gobernantes
se limitaría a favorecer mediante la no intervención la acción de los mecanismos correctores
del mercado.

Según el razonamiento de esos teóricos, para atajar la crisis era necesario poner en marcha
medidas de carácter deflacionista que mantuviesen la solidez del dinero.

Siguiendo ese objetivo se propusieron las siguientes medidas:

 Reducción de la masa monetaria en circulación, de los créditos, gasto público y


salarios. La reducción de los créditos y la circulación monetaria condujo a una bajada
de los precios (por el descenso de la demanda) y a la falta de liquidez, que se tradujo a
su vez en una disminución de la actividad económica.
 Descenso de los salarios, con la finalidad de de mantener los niveles de empleo. La
realidad, tal y como sostenía Keynes, fue muy distinta, pues el nivel empleo dependía
de otras variables como el consumo y la inversión
 Adopción de medidas de carácter proteccionista de cara al exterior disminuyendo las
importaciones e incentivando las exportaciones.

El resultado de las políticas deflacionistas constituyó un fiasco, pues tan sólo consiguió reducir
aún más la demanda y la producción, acentuado con ello la depresión. Por otra parte, el
proteccionismo comercial impidió el concierto global de las economías y determinó el fracaso
de aquellos que intentaban salir de la crisis de manera coordinada, tal y como se puso de
manifiesto en la frustrada Conferencia de Londres (1933).

La teoría económica de Keynes

John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, sostenía ya en 1913 que el


liberalismo económico de corte clásico necesitaba adecuarse a las circunstancias económicas y
sociales del nuevo siglo.

Esa afirmación la sistematizaría en su obra “Teoría general sobre el empleo, el interés y el


dinero”, publicada en 1936. En ella analizaba las causas de la depresión mundial y proponía una
serie de recetas para solventarla. Aseguraba que el motor de la economía habría de
sustentarse en la adecuada relación entre la oferta y el consumo, pues de ella dependían los
beneficios empresariales y la inversión.

Según Keynes la crisis de 1929 había retraído la demanda y era necesario estimularla de alguna
manera, generando una demanda adicional que tirase de la producción.

Las medidas no intervencionistas de los estados capitalistas no habían logrado tal objetivo.
Abogaba por tanto por una activa intervención del Estado que restableciera el equilibrio entre
oferta y demanda. Básicamente proponía lo siguiente:

 Desarrollar una política de inversiones estatales en obras públicas (carreteras,


pantanos, etc.) que sirviese de estímulo a la iniciativa privada a través de la demanda
de cemento, hierro, componentes industriales, etc. La mano de obra empleada en
estas actividades aminoraría el desempleo, incrementaría la masa de consumidores y
estimularía la actividad económica
 Poner en circulación abundante dinero con el fin de estimular una moderada inflación.
El peligro de una alta tasa de inflación sería inexistente en tanto el paro fuese elevado.
 Incrementar los salarios. La reducción de los salarios como medida para mantener el
empleo (defendida por los economistas clásicos) fue refutada por Keynes quien
aseguraba que el empleo no dependía de los salarios sino del consumo y la inversión.
Una disminución de los sueldos de los trabajadores provocaría un retraimiento que
deprimiría el consumo y en consecuencia, la producción.
 Intervenir en todos los sectores económicos, regulando la fijación de precios, salarios,
mercado laboral, concediendo subvenciones a las empresas, etc.

Keynes abogó por el abandono de la ortodoxia del "laissez-faire" que había guiado el
capitalismo del siglo XIX y propuso un mayor protagonismo del Estado en la vida social y
económica. Fue precisamente lo que mediante el New Deal puso en práctica en Estados Unidos
el presidente F. D. Roosevelt a partir de 1933.

El New Deal

Derrotados los republicanos en las elecciones de 1932, el nuevo presidente, el demócrata F. D.


Roosevelt diseñó una serie de medidas tendentes a resolver la grave depresión en que se
encontraba sumida la economía norteamericana.
Las disposiciones que implementó durante los primeros cien días de su mandato tuvieron
continuidad a lo largo de varios años y recibieron el nombre de “New Deal” ("Nuevo trato o
nuevo reparto").

Las actuaciones se encaminaron a poner fin a la postración de los más de 12 millones de


parados estadounidenses. Para ello consideró prioritario fomentar la demanda e incrementar
el consumo como medios para reactivar la producción

Dos fueron las vertientes esenciales del New Deal:

 La económica

Abordó los siguientes problemas:

Financiero

Se potenció un mayor control del Estado sobre los bancos (Banking Act de 1933), y se exigió un
aumento de sus reservas a fin de garantizar su solvencia. Se estimuló la concesión de créditos
destinados a la inversión empresarial. Se promulgó además la Ley de Obligaciones Federales
con el fin de proteger a los inversores de posibles fraudes.

El dólar fue devaluado un 41% frente a otras monedas extranjeras para facilitar la exportación
de los productos americanos.

Industrial

La Nation al Industrial Recovery Act de 1933 potenció las subvenciones a la industria con
el objetivo de estimular su recuperación.

Se pusieron en funcionamiento gigantescos proyectos de obras públicas (carreteras, pantanos,


etc) a través de la Publics Works Administration, WPA (1935). Este organismo colaboró con la
Tennessee Valley Authority (1933), destinada a la colonización e industrialización del valle del
río Tennessee, iniciativa de una serie de empresas públicas por medio de las cuales se
construyeron embalses, centrales hidroeléctricas y se reforestaron extensas áreas. Esta
actividad dio empleo a más de 3 millones de trabajadores.

Agrícola

A través de la Agricultural Ajustment Act (AAA de 1933) se buscó la recuperación del campo,
siendo objetivo primordial la disminución de la producción, ya que la sobreproducción que se
arrastraba desde la década de los 20 había hundido los precios y los beneficios de los
agricultores. Esa reducción se consiguió a cambio de una indemnización recibida por los
agricultores. El resultado que se obtuvo de la disminución de las cosechas fue la subida de los
precios. En tres años se consiguieron duplicar las rentas agrarias.

 La social

Intervino en los siguientes campos


Laboral

Por medio de la National Labor Relations Act se regularon las relaciones entre patronos y
obreros, reglamentando un salario mínimo y la jornada horaria máxima. Con la disminución del
paro, la fijación del salario mínimo y la tendencia al alza de los sueldos, se creó una masa de
asalariados con cierto poder adquisitivo que multiplicó la demanda en unos momentos en que
la producción estaba muy necesitada de estímulos.

Asistencial

Se impulsó una legislación destinada a corregir las desigualdades sociales más flagrantes del
capitalismo.

Mediante la Social Security Act, se creó el primer sistema federal de seguro de desempleo y de
pensiones.

Balance del New Deal

Si bien los propósitos del presidente Roosevelt de romper la tendencia recesiva se cumplieron,
el balance final de su plan no agotó la totalidad de los objetivos marcados.

 La actividad anterior a la crisis del 29 nunca llegó a recuperarse, esto ocurrió cuando la
intervención en la Segunda Guerra Mundial obligó al país a poner en marcha toda su
energía productiva a fin de atender la demanda de bienes de guerra.
 El aumento de las inversiones públicas fue extraordinario, pero no fue tan elevado en
la iniciativa privada.
 El paro continuó siendo elevado. En 1937 afectaba a más de 7 millones de ciudadanos.
 Alimentó las suspicacias de determinados sectores económicos y políticos
conservadores que veían en el New Deal aspectos excesivamente "socializadores" que
atentaban contra la tradición americana de libre empresa. En este sentido, algunas de
las principales medidas que propuso Roosevelt (como la Agriculture Adjustment Act)
fueron anuladas por el Tribunal Supremo.

Con todo, el New Deal palió los efectos de la depresión, recuperó parte del empleo y creó un
ambiente de optimismo, inexistente desde el crack de 1929. Roosevelt, su impulsor, obtuvo la
reelección a la presidencia en varias ocasiones.

Las soluciones de las dictaduras

Alemania

La estrecha dependencia de la economía alemana respecto a la americana provocó que fuese


este país, junto con Estados Unidos, el más afectado por la crisis. El desplome de la producción
industrial, la ruina de los bancos, el gran número de desempleados, generaron un ambiente de
hostilidad hacia los diferentes gobiernos de la República de Weimar.

Este ambiente fue aprovechado por el partido nazi, liderado por Hitler, que asumió el poder en
1933 tras haber ganado las elecciones (1932). Una vez en el gobierno acometió la
transformación de todas las estructuras del Estado alemán, implantando una dictadura que
afectaría al plano económico.

En esencia lo que distinguió la gestión económica de la Alemania hitleriana fue el


intervencionismo del Estado, la planificación (mediante planes cuatrienales) y el empeño en
sacar adelante un ambicioso programa de rearme.

Mediante una política de marcado carácter autárquico (autosuficiente) dirigida por Göring, se
controló el comercio con el exterior limitándose las importaciones a las materias primas
necesarias para la industria. Se fijaron los precios y los salarios y el consumo privado se redujo
mediatizado por altos impuestos.

La intervención estatal en sectores estratégicos de la economía (industria química, etc.), la


inversión en grandes obras públicas (autopistas, canales, etc.) y el programa de rearme
sirvieron para absorber la mano de obra en paro. Éste comenzó a descender aceleradamente
desde 1933. La perjudicada fue la industria de bienes de consumo.

La imposibilidad de conseguir la autosuficiencia total inspiró en Hitler la teoría del Espacio vital
que en conjunción con la política de rearme desembocaría en la II Guerra Mundial.

Esta agresiva estrategia se debió en parte a la necesidad de encontrar mercados externos, algo
que motivó igualmente la invasión japonesa de Manchuria.

Italia

La llegada de Benito Mussolini al poder (1922) no supuso el abandono automático del


liberalismo, pero a partir de 1925 el duce optó por el proteccionismo y la concentración
industrial en grandes corporaciones dependientes del Estado. Pretendía con ello un absoluto
control del gobierno sobre la industria, la agricultura, las finanzas y las inversiones

La búsqueda de la autarquía, que perseguía la autosuficiencia económica (batalla del trigo,


1925), fue una constante en su política económica. En los años treinta la política autárquica se
reforzó con el fin de salvaguardar a Italia de la depresión internacional. Se acometieron
grandes obras públicas (autopistas, electrificación ferroviaria, etc.). De todos modos, la cifra de
desempleados se mantuvo elevada (1,3 millones de parados), descendiendo tan solo cuando la
movilización de tropas destinadas a la invasión de Etiopía y la intensificación del rearme militar
absorbieron el paro.

Esta política cosechó importantes logros en el campo industrial, pero a costa de altos costes
salariales y organizativos que recayeron sobre los trabajadores. Éstos no pudieron agruparse
para la defensa de sus intereses en sindicatos de clase, que fueron suprimidos y sustituidos por
corporaciones de militancia obligatoria.

Dichas agrupaciones encuadraban a los obreros según su actividad (metalurgia, transportes,


etc.) y pretendían negar la lucha de clases, buscando armonizar los intereses de patronos y
trabajadores en el seno de un sistema gremial controlado por el Estado.

Socialmente el régimen puso en marcha tibias medidas de protección: salario mínimo,


congelación de alquileres, asistencia familiar, etc.
Las soluciones en otros países

Una mayoría de países aplicó fórmulas similares a las norteamericanas para salir de la crisis,
fundamentalmente las encaminadas a una creciente intervención estatal en los asuntos
económicos y a la salvaguardia de sus intereses nacionales mediante el proteccionismo.

Gran Bretaña

La adopción de disposiciones tales como el abandono del patrón oro (1931) y la devaluación de
la libra esterlina, las cargas impuestas a las importaciones procedentes del exterior no colonial
y la intensificación de las relaciones (acuerdos de Ottawa de 1932) con su Imperio
(Commonwealth), contribuyeron a la recuperación de la economía británica.

Los niveles de producción de 1929 se restablecieron en 1935.

Francia

Hasta el triunfo del Frente Popular, las actuaciones gubernamentales para salir de la crisis
fueron fundamentalmente de carácter deflacionista con el consiguiente coste económico y
social para los trabajadores (disminución salarial, control del crédito, etc.).

 Aumento salarial en un 15%, semana laboral de 40 horas.


 Vacaciones pagadas de 15 días.
 Implantación de los convenios colectivos.

Los efectos se hicieron sentir en forma de disminución del paro y en la reactivación del
consumo.

En materia internacional, el franco se desvinculó del patrón oro y fue devaluado con el fin de
favorecer las exportaciones.

En materia agrícola, se regularon los precios y se intentó controlar la sobreproducción, también


se articularon medidas para mantener el poder adquisitivo de los agricultores. Estas maniobras
se planificaron y centralizaron a través del organismo estatal: la “Oficina Nacional del Trigo”.

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