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Tierra Baja

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1 ABS- 8-64/17
1

EL TEATRO

COLECCIÓN DE OBRAS DRAMÁTICAS Y LÍRICAS

TIERRA BAJA

DRAMA EN TRES ACTOS Y EN PROSA

ORIGINAL DE

Don Angel Guimerá

TRADUCIDO DEL CATALÁN

POR

JOSÉ ECHEGARAY

ARXIU
TEATRAL

SANTOS
Balmes, 81 , pral. 1.ª
Tel. 253 98 76 BARCELONA - 8

MADRID
FLORENCIO FISCOWICH , EDITOR
(Sucesor de Hijos de A. Gullón
PEZ, 40 - OFICINAS : POZAS , 2, 2.0

1896
ABCDEFG

HIJKLMN
O P Q RS T U
SVBIRACHS VWXYZ

EX-LIBRIS BIBLIOTECA DE CATALUNYA


TIERRA BAJA

1
7
TIERRA BAJA

DRAMA EN TRES ACTOS Y EN PROSA

ORIGINAL DE

DON ANGEL GUIMERÁ

TRADUCIDO DEL CATALÁN

POR

JOSÉ ECHEGARAY

MADRID
SUCESORES DE RODRÍGUEZ Y ODRIÓZOLA
ATOCHA , 100 , PRINCIPAL

1896
PERSONAJES ACTORES

MARTA .Arquereno SRA. GUERRERO .


ANTONIA..Eccur.a. >> DOMÍNGUEZ .
PEPA. Yoler.. )) ALVERÁ.
NURI Linisterra call! >> Ruiz.
MANELICH ( 1) . a SR. Díaz de Mendoza.
SEBASTIÁNive » GARCÍA ORTEGA.
T EL ERMITANO ( Tawa DONATO JIMÉNEZ .
8 MOSEN. Gobar >> CIRERA.
JOSË .. coper Diaz.
NANDO.. Morato . ); CARSI.
PELUCA.. ‫مس‬ >> TORNER .
MORRUCHO >> ROBLES.
Aguilar

(1) Se pronuncia Manelik

Esta traducción es propiedad del autor y del traductor, y nadie podrá, sin
su permiso, reimprimirla ni representarla en España y sus posesiones de Ul-
tramar, ni en los paises con los cuales haya celebrados ó se celebren en ade-
lante tratados internacionales de propiedad literaria.
El autor y el traductor se reservan el derecho de traducción.
Los comisionados representantes de la Galería Lírico-Dramática, titulada
El Teatro, de DON FLORENCIO FISCOWICH, son los exclusivamente encar
gados de conceder ó negar el permiso de representación y del cobro de los
derechos de propiedad.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
ADVERTENCIA

Casi todas las palabras van escritas correctamente;


pero los actores deben embastecerlas .
Así se dirá: entavia, en vez de todavia .
Sus digo, por os digo; y en vez de para, pa.
Enjamás, donde diga jamás . Denguno, por ninguno.
Manque, en lugar de aunque.
Todas las terminaciones en ido se convertirán en 10;
asi: perdio, por perdido, etc.. Y las en ida en ra.
Casi todas las terminaciones en ado se sustituirán
por terminaciones en áo; como abandondo , por abando-
nado.
Las en ada, análogamente .
Y así en general.
Véase lo que á este propósito se explicó minucio-
samente en la traducción del drama MARÍA-ROSA .
Diho

On binanientes de tokiaiąg

Boston multa Curtout


a de wel

Carada - Campane to in-

Lilla en weena - Parimal

11 Un dum i
verbai

in gisa y ademas

ia
man
Herramientas races. . Tele
Mera de pins Velty-

gade . Sillas blancas. Cortina pereal,jurierta


AMIC ,f..
creche Z amis = trigo .
Tamiz

499785898888565558836886557223 23:35

ap
ACTO PRIMERO

ns
Fa

Entrada de una casa-molino de payeses. A la derecha, una puerta pequeña.


A la izquierda, en primer término, el hogar; y en segundo, otra puerta,
también pequeña.
Al foro, y á la derecha, puerta grande, tras de la cual se ve un cobertizo,
y más lejos, árboles y rocas. Hacia esta parte se supone que está el
molino.
A la izquierda del foro, y avanzando un poco, una puerta que conduce al
interior de la casa; se sube por unos cuantos escalones, y está cubierta
por una cortina de percal que llega hasta el suelo.
Por la escena, y hacia la derecha, hay esparcidas herramientas del molino,
sacos de trigo, etc. , etc. on
En primer término, una mesa de pino, y sobre ella un velén apagado; alre- stei
dedor algunas sillas de madera. C u

Periba ]
ESCENA PRIMERA

EL MORRUCHO, cribando trigo; después, PEPA y ANTONIA;


por último, NURI * 10AČNÍ16

MORR.
Bastante me importa á mí que el trigo quede limpio
que no quede limpio . Para el amo va á sér, conque
¿qué más da?
PEPA (Entra con un cestito de judías). Buenas tardes .
#MORR. ¡Ya están ahí esas! Las perdigonas.
ANTONIA. (Entrando). ¡ Hola, Morrucho!
-

MORR. (Indiferente). ¡ Hola!


ΠΕΡΑ. Venimos á hacer compañía á la Marta, ¿sabes? Mentira
parece. El molino….. pegadito á nuestra casa; y si nos-
otras no viniéramos... ¿verdad?
MORR. (Cribando siempre). ¡ Verdad!
ANTONIA. (Llamando). Somos las perdigonas. Sal, mujer.
MORR. ¡Me parece que no sale! De modo que si venís á curio-
sear... no hay de qué... ya os podéis marchar.
РЕРА. ¿Conque marcharnos? ¡ Ahora verás! (Se sienta y empieza
á mondar las judías). Ayúdame, Antonia .
ANTONIA. (A Pepa, en voz baja). Pregúntale lo de la boda.
РЕРА. (A Antonia, también en voz baja). ¡ Espérate!
ANTONIA. Anda, mujer.
PEPA. (En voz alta, á Morrucho). Conque di, ¿se casa, ó no se
casa la Marta?
MORR. (Sin hacerles caso, se pone á tararear una canción).
«Á la puerta de la iglesia
esperando está la novia. »

РЕРА. Pero contesta, hombre : ¿se casa, ó no se casa?


MORR. Pues contestad vosotras: ¿os casáis, ó no os casáis?
ANTONIA. ¿Á ti qué te importa?
РЕРА. ¡ Mira con lo que sale!
MORR. ¡Es que ya vais para viejas! ¿Cuántos años tenéis? Va-
mos, ¿cuántos? La verdad!
ANTONIA. (Muy incomodada). Tenemos los que nos da la gana.
MORR. ¡Eso quisiérais!
ANTONIA. ¡ Es que nosotras……. !
PEPA. (Conteniéndola). Monda judías, mujer.
MORR. Monda... monda.
PEPA. Pues... mira... Morrucho, en lo que decíamos no hay
malicia.
MORR. Ni en lo que yo decía tampoco. ¿Que si se casa la Mar-
ta, decíais? Y yo digo : ¿os casáis vosotras? Y lo digo
por interés vuestro. Para que no se pierda la casta de
los perdigones, que es... como os llaman: los perdigo-
nes. Porque mira: se casa tu hermano mayor José, y á
9

los cuatro días se queda viudo . Y Nando, ó Fernando,


soltero todavía. Y vosotras dos , solteras, que estáis al
que salte, y no salta ninguno . De modo que si no se
casa la Nuri cuando sea mayorcita, se acabaron los
perdigones.... (Vuelve á cribar, riéndose descaradamente).
Y sería una lástima .
PEPA. Lo que tú tienes es rabia porque no te has podido ca-
sar con la Marta.
MORR. (Cantando).
<Á la puerta de la iglesia...»
PEPA. Canta, canta, que ya habrás tragado saliva . Cuando
s
e ve murió el padre de la Marta, tú dirías para ti : Ahora me
Li . caso con ella , y soy el molinero, y soy el marido de la
molinera...
MORR. (Cantando).
«<Á la puerta de la iglesia...»
ANTONIA. Allí estás esperando ; pero no llega la novia .
PEPA. ¡Qué poca vergüenza tienes, Morrucho !
MORR. Cada uno tiene la vergüenza que le dejan tener los
demás .
NURI. (Presentándose en la puerta y deteniéndose en ella. Viene hacien-
do una samarra, que así parece que llaman en Cataluña á los cha-
quetones de punto). Ya he recogido mis pavos. ¿Entro?
ANTONIA. Entra, mujer.
NURI. Es que como me reñís cuando vengo á buscar á la
Marta... tengo reparo en entrar; y vengo porque ella,
la Marta, me quiere más que me queréis vosotras .
РЕРА . ¿Quieres callarte, charlatana?
NURI . Oye tú, Pepa, ¿quieres cogerme estos puntos de la za-
marra? Al venir, como venía tan aprisa, la enganché
en unas zarzas .
РЕРА. ¡Miá tú que llamarle á esto zamarra !
NURI . Pues yo la llamo así.
РЕРА. Déjate de charlar, y cuenta .
NURL. ¿Qué he de contar?
PEPA. Pues ¿á qué te mandamos á la ermita, cabeza de ve-
leta?
10

NURI. ¿Á mí me mandásteis?... ¡ Ah ! ... sí ... Pues ... no estaba


el ermitaño . La ermitaña sí que estaba . Me ha dicho
unas cosas... ¡qué cosas me ha dicho la ermitaña!
ANTONIA. (Con afán) . ¡Á ver ! ¡á ver !
NURI. Pues... me ha dicho : «Todo eso que ves, todo , todo es
del amo Sebastián: la casa en que vivís vosotras (la
nuestra, quería decir) , y la ermita , y el molino, y la
masía , todo es del amo . » ¡ Ave María purísima , cuánta
tierra!
РЕРА. ¡Vaya una noticia!
ANTONIA. Y ¿no te ha dicho más?
NURI. ¡Ya lo creo! Esperáos , esperáos que me vaya acordan-
do . Me ha dicho que si caminaba desde aquí hasta ma-
ñana , todas las tierras por donde pasase serían del
amo Sebastián. Veréis , veréis . Agarro un pájaro : pues
tengo que soltarlo, porque es del amo Sebastián . Pasa
una lagartija: pues no puedo aplastarla con una pie-
dra , porque es del amo Sebastián . Veo un pez en el
río: pues no puedo echarle el anzuelo, que si se le mete
por las agallas , es como si se le metiese al amo Sebas-
tián por la garganta .
ANTONIA. Pero qué tonterías dices .
PEPA. De la boda de Marta es de lo que habías de preguntar.
NURI. Pues como hace cuatro días que han llegado Tomás y
la ermitaña, su mujer, la ermitaña, no sabe nada de esa
boda.
PEPA. Y ¿dónde estaba el ermitaño?
NURI. ¡Ah ! ... Se había ido á buscar al pastor .
ANTONIA. ¿A qué pastor?
NURI. Á ese... que viene de muy lejos á casarse esta noche
con la Marta.
PEPA. ¿Esta noche?... ¿Oyes, Antonia?
ANTONIA. ¡Ya me lo temía yo!
MORR. (Volviendo à cribar). ¡ Ya lo averiguaron!
PEPA. Y ¿quién le dió el encargo á Tomás de traer al pastor?
Fué Sebastián, ¿no es verdad?
NURI. ¡Déjame á mí! ... (No queriendo contestar).
11

ANTONIA. ¡Cuenta , chiquilla ! ... ¡ Si no...!


NURI. Pues el amo, el amo : El amo de tú, y de mi, y de To-
más , y de la Marta . ¡Los casa porque quiere y por que
es el amo! Cógeme este punto. (Alargando la samarra).
ANTONIA. (Al Morrucho). Tú no querías que lo supiéramos . (El Mo-
rrucho se ríe).
РЕРА. Pues ya lo sabemos , y á la boda hemos de ir, jaunque
revienten todos!
MORR. ¿Á mí qué?
NURI. 2 Pues yo ... ya lo sabía que la Marta era del amo, y que
en mandando él que se casara... se había de casar .
PEPA. ¿Qué dice ésta?
NURI. Que lo sabía: que un día lo oí. Pero no os dije nada
porque me daba vergüenza . No sé por qué... pero mc
daba.
ANTONIA. Cuenta... cuenta...
PEPA. Sí, cuéntalo .
NURI. Pues veréis . Una tarde estaba yo con mis pavos á la
sombra de los castaños , y veo venir por el camino de
abajo al amo Sebastián con la Marta, y voy, ¿y qué
hago? me escondo detrás de un tronco muy grande.
Ellos pasando despacito , y yo escondida . Y ella, Marta,
decía casi llorando : «Ya lo sé, ya, que siempre tendré
que ser tuya . » (Imitando la voz llorosa de Marta) . Y él, el
amo; «Pues yo, aunque te cases y aunque me case yo,
siempre tuyo: no tiene remedio . » (Imitando la voz gruesa
de Sebastián). ¿Habéis oído? ¡ Qué cosas ! La Marta, bueno ,
ya se sabe que es del amo, cómo todos nosotros ; ¡pero
el amo ser de la Marta! Esto sí que no lo entiendo .
¿Lo entendéis vosotras?
РЕРА. ¿No te lo decía yo, Antonia?
ANTONIA. Claro; si ya se sabía .
MORR. ¡Hasta los chiquillos han de enterarse!
NURI. Pero ¿me queréis explicar cómo puede ser el amo de
la Marta?
MORR. Cállate, chiquilla .
NURI . Pues ¿no lo sabéis vosotras? Pues ¿por qué no he de
s
o
e a
r m
A - 12
l
a
P saberlo yo? ¡Él de ella , y ella de él! ¡ Anda, que esto
está más enredado que los puntos de la zamarra!
MORR. Cállate, que viene la Marta .

ESCENA II

MARTA, PEPA, ANTONIA y NURI; después, JOSÉ y NANDO

Las mujeres creen que Marta vendrá por la puerta que da al interior, y
hacia ella se agrupan; pero Marta viene de fuera, avanza hacia el centro con
la cabeza baja, y al fijarse en el grupo de las mujeres, se mete de pronto en
la casa por la puerta pequeña de la derecha.

ANTONIA. (La ve cuando ya está para entrar). ¡Toma, si viene del mo-
lino! ¡Nosotras creíamos ...!
н
а PEPA. Á ver qué dice cuando nos vea¡ Marta! (Llamando) .
д
ANTONIA. ¡Va rezando !...
r PEPA. ¡Marta! ¡Marta!
a
j ANTONIA. ¡Que somos nosotras!...
e
B PEPA. ¡Pues no hace caso !...
MORR. (Se va hacia el molino). Ya os pondría yo las lenguas entre
las piedras del molino .
PEPA. Pues á tu boda iremos, que quieras que no, ¡ poca ver-
güenza! (Como hablando con Marta, que ya salió).
NURI. Eso, já la boda! para que aprendamos cómo hay que
hacer para casarse .
ANTONIA. Hay que avisar á José y á Nando .
РЕРА. Ya están aquí. (Entran José y Nando con herramientas y muy
agitados).
JOSE. ¡Lo sabemos todo ... lo sabemos! ... ¡ Ya ... ya!...
NANDO. Esta noche se casan; que muy en secreto lo han pre-
parado: los papeles y el cura, y todo .
ΡΕΡΑ. También lo sabíamos nosotras .
JOSE. Nosotros antes, que nos lo ha dicho Peluca .
ANTONIA. Antes nosotras, que nos trajo la noticia la Nuri.
PEPA. Se lo contó la ermitaña.
NANDO. Y á Peluca el ermitaño mismo .
ΠΕΡΑ. ¿Tomás?
- 13 -

NANDO . Tomás.
ANTONIA. Que está ahí dentro la Marta emperifollándose . (Para
que no levanten la voz).
JOSE. (Bajando la voz). ¡ Como que á mí me engaña uadie! Hace
tiempo que el amo le buscaba marido á esa . Pero no lo
encontraba. Querían los dos un marido que fuese muy
bruto, y más bruto que los de por aquí ... no lo encon-
traban .
PEPA. Sigue...
ANTONIA. Sigue, José...
NURI . Á ver... á ver... si yo lo entiendo...
JOSE. Esperáos, que me atraganto. Pues Tomás, que llaman
el ermitaño, y que es un infeliz sin malicia , le dijo al
amo que conocía un chico, que es pastor, que siempre
había vivido entré rebaños, allá por el cerro de la Ca→
breriza, y que es un pedazo de pan . Y como el amo
oyó hablar de Manelich, que así se llama el pastor,
echóse á reir, porque ya le conocía: como que el reba-
ño de Manelich es de Sebastián . Y fué y dijo que, como
el chico quisiera, era cosa hecha . Y así se ha verificáo,
que esta noche se casa Manelich con la Marta.
ANTONIA. Ya será él un sin vergüenza..
РЕРА. Como ella... otra sin vergüenza.
NANDO . Un bruto , un animal , que en toda su vida no ha visto
más que cabras; casi ningún hombre; y mujeres ... ni
las ha olfateado tan siquiera . Fuera de sus padres...
las cabras .
ΠΕΡΑ. Pues si Marta es la primera , ¡ buena mujer se lleva !
ANTONIA. ¡ Buena ... buena!...
NURI. ¡No digáis vosotras ! ¡ Que Marta es muy buena y me
quiere mucho! Un día me dijo llorando que cuando
chica era igual que yo.
РЕРА. ¡Igual que tú!
ANTONIA. ¡Ya quisiera!
NURI . ¡Pues no, que sería igual que vosotras! ...
РЕРА. Cállate, simple.
ANTONIA. Sigue, sigue tú . (A José).
14

JOSÉ. Si no queda nada por contar. Cuando Tomás subió á


la Cabreriza, se paró á echar un trago en casa de Pe-
luca, y se lo contó todo; y Peluca se lo ha contado á
todo el mundo, y cuando menos lo piensen, se encon-
trarán con todo el pueblo en la boda . Ahí tenéis .
РЕРА. ¡Buen papel hace Tomás !
NANDO . ¡ Si el pobre viejo no sabe nada de eso de Sebastián y
la Marta; si hace cuatro días que tiene la ermita!
ANTONIA. Pues yo se lo contaré.
JOSÉ. ¡Sí, charla , charla, y que el amo nos quite la casa y
las tierras!
PEPA . (A Antonia). ¡ Nosotras, mudas!
JOSÉ . El amo siempre tiene razón .
NANDO . Pa eso es el amo .
a
m JOSÉ. ¿Estamos? ¡Bestias!
l PEPA.
a ¡Pues mira que vosotros ...!
P ANTONIA. ¿A quién llamas bestias?
JOSÉ. ¿A quién estoy viendo, á vosotras? Pues á vosotras .
NANDO. ¡ Eso, á lo que se ve ! ( Hablan todos á un tiempo disputando
con calor).
Neal. Callaos, que viene la Marta.
JARTA . Entrando). Fuera de aquí. Todo el mundo fuera.
PEPA. Si ya lo sabemos , mujer.
MARTA. Que os vayáis , digo .
José. Es que veníamos...
MARTA. A vuestra casa. (Coge las espuertas y se las tira al cobertizo),
ANTONIA. ¡Ay, mis judías! ¡Qué fiera!
PEPA. ¡Vaya unos modos ! ¡ Ni que fueras el ama!
MARTA. ¡ Fuera ... y pronto!
ANTONIA. Ayodame Pepa acogerlagjudías ... que la Marta está
hoy de fiesta (Entre ella y Pepa recogon las judins).
PEPA. ¡Ya wy... yo voy... pucs para ser el día de la boda
estás buena!
MARTA. Si es que no quiero ver á nadie.
NURI. ¿A mí tampoco? Yo soy la Nuri.
MARTA. Sí... ven ... dame un beso . (La besa llorando). Toma... y
déjame.
15
ちょ
NURI. Pobrecilla ... Muy afligida está... Si me ha mojado toda
la cara. (Salen todos).

ESCENA III

MARTA

th
e
Ki lio ¡Pues no estoy llorando ! ¡Tantos años sin que se me
mojasen los ojos ! Y yo ya creía que se me había olvi-

Feed Sebastián que no, que no; que á la fuerza no había de


llevarme á la iglesia ese hombre . Taasa). ¿Por qué no?
Si yo no soy nadie : para él hunca he sido nadie . Yo
c siempre he sido para él á manera de las bestias . ¡ Ay,
Ja madrecita mía, que estás en la gloria, cómo me veo!
¡Que me he de casar! ¡ Y que me he casar! Que me
dejen, si quiero estar sola: ahora que he aprendido á
llorar, me basta con esto para consolarme . Si ... si ...
Tomo Sebastián me viese estas lágrimas, buena tunda
me daba el malas entrañas... No; pues á él tampoco le
gusta que me case: á su modo, me tiene voluntad...
porque si no, no tenía más que echarry ¡No me ver
yo en esa ! ¡ Libre de esta esclavitud! y muy mala;
si no fuera tan mala, cien veces me hubiera escapado
de esta casa ó me hubiera tirado al remolino de la pre-
sa... ¡Pero cá ! Si yo no tengo coraje para nada bueno
(Pausa: llora como una niña) . ¿Qué es eso? ¡ Alguien viene!"
¿Qué ruido es ese? ¿Será Manelich? ¡Ah! ¡No quiero
verle!... (Huye hacia el interior) .

ESCENA IV

NURI, TOMÁS, MORRUCHO, PEPA y ANTÓNIA

NURI. (Entra saltando delante de todos) . El ermitaño : el ermitaño .


TOMÁS. ¡Ay, ay! ¡ Qué cansado vengo , Morrucho!
MORR. Pero... ¿qué es eso, Tomás? ¿No viene el pastor?
- 16 -

TOMÁS. De camino viene; sino que el pobre chico se retrasa


" algo porque ha tenido que quedarse aleccionando al
zagal que ha de cuidar del rebaño . De modo que po-
déis avisar á la Marta y mandar tocar las campanas .
Nuri. Yo la avisaré : yo .
MORR. ¡A ver! aquí todas: ya vendrá ella cuando quiera venir.
TOMÁS . Cuando pienso que yo he sido el que ha hecho esta
boda, me da una alegría.
ANTONIA. ¿Y á Manelich, le da alegría también?
TOMÁS . ¡ El pobrecillo está como si volviera á nacer!
РЕРА. Pues yo he oído decir que es un alcornoque .
ANTONIA. Un bobalicón.
MORR. (Aparte) . Yo se lo cuento todo al Tomás .
TOMÁS . ¿Quién ha dicho eso? Manelich es un ángel de Dios:
más bueno ... que el pan blanco ... con un corazón de
manteca... y unos brazos... que lo mismo puede aho-
gar con ellos á un hombre que á un lobo, y no sería
el primero .
NURI. Pues á mí, sin conocerle, me parece que ha de ser
muy bueno y muy guapo .
PEPA. ¡Cállate, chiquilla!
ANTONIA. Pero ... cuenta, cuenta tu viaje.
TOMÁS. (Muy alegre) . Pues nada : llegué al amanecer, y me lo
encontré todavía dentro de la cerca, en medio de las
cabras y cantando; cuando me sintieron los perros,
rompieron á ladrar, y Manelich se agarró á la escopeta;
pero en cuanto me vió, se puso á saltar de gozo , por-
que está más encariñáo con la Marta...
NURI. Cuando se está encariñáo , ¿ se salta? ¿Y qué hay que
hacer para encariñarse?
TOMÁS . ¡ Qué curiosa eres, chiquilla! Eso no se enseña ni en la
doctrina, ni en la escuela . Ya lo aprenderás tú solita .
Manelich no lo sabía , pues ya lo aprendió; y todo el
día se pasa diciéndole cosas á la Marta.
ANTONIA. Pues ¿cómo es eso? ¿La Marta sube á la Cabreriza?
PEPA. Vaya a mujer ... ir á buscar al novio! ¿Oyes, Ani-
Cuta?
17 ―

TOMAS. No lo entendéis . Es que Manelich le ha puesto el nom-


bre de Marta á una de las cabras, y todo el día se lo
pasa llamándola : ¡ Marta aquí! ¡ Marta allá!... ¡ Pues la
cabra aprendió el nombre, y acude! ¡Es cosa de risa!
РЕРА. ¡Vaya un simple !
ANTONIA. Por simple lo escogieron.
TOMAS . ¡ Basta de charla, que el chico debe estar para llegar!
NURI . Sí: vamos á recibirle . (Todos se dirigen hacia la puerta).
ANTONIA. Vamos, vamos.
NURI. Sal de prisa.
РЕРА. Vamos pronto.
MORR. Espérese, Tomás . (Salen las tres mujeres).
TOMAS. (A Morrucho). ¿Qué hay?
MORR. Oiga. No estuvo usted nunca por aquí, ¿verdad?
TOMAS . No, hijo.
MORR. ¿Ni en casa del amo?
TOMAS. Tampoco. Yo trabajaba unas tierras del tío de Sebas-
tián , allá, cerca de la ciudad ; pero ya no podía...
porque me voy haciendo viejo, ¡ y Sebastián nos dió la
ermita para mi mujer y para mí!
MORR. De modo... ¿que no sabe usted nada?
TOMAS. ¿De qué?
MORR. Pues... de la boda.
TOMAS. Pues ya te lo dije todo; y, habla claro, que no te en-
tiendo.
MORR. Claro va á ser: atienda. Que si Manelich es un simple ,
como dicen, no se debe casar con la Marta; y si no es
un simple y tiene vergüenza... menos .
TOMAS. Lo que tú tienes es envidia.
MORR. ¡Envidia yo! Aunque me diesen á la Marta forrada en
oro, no la tomaba ; y sepa, por si no lo sabe, que es-
toy buscando otro amo . Pero es que entre todos están
ustedes haciendo una picardía .
TOMAS. Mira lo que dices .
MORR. Pues aprenda lo que no sabe; y si no sabe la historia
de Marta, apréndala .
TOMAS. Pues dímela tú.

2
18 -

MORR. Bien corta es, pero ya tiene que contar . Marta era una
chicuela que pedía limosna por esos mundos con su
padre, ó uno que decían que era su padre, y Sebastián
los recogió á los dos, y al viejo le colocó en este moli-
no. ¡Buenas entrañas tiene el amo!
TOMAS . ¡Obra de caridad fué, mala lengua !
MORR. ¡ Buena obra de caridad ! Pues ¿ no sabe todo el mundo
que la Marta y el Sebastián ...? ¡Ea ! ... ya me entiende
usted.
TOMAS. ¡Eso es mentira!
MORR. No se haga usted el bobo .
TOMAS. Te digo que mientes .
MORR. Y yo digo que Sebastián la casa para cubrir el escán-
dalo y por que así le conviene; porque sepa usted, que 1
Sebastián tiene comprometidas las haciendas y com-
a prometidos los rebaños, y la justicia se va á echar en-
cr
ai cima de todo. Conque él está para casarse con una ri-
cachona, y hay que quitar del medio á Marta, que es 1
r es
un estorbo. ¿Lo entiende ahora?
reg TOMAS. Nada de eso es verdad . ¡ Vete de aquí, mala lengua!
MORR. ¿Que yo soy un mala lengua? Lo que yo veo es que
usted lo consiente.
ry
ta TOMAS. ¿Que yo lo consiento? ¿Eso dices?...
Be
MOBR Sí que lo digo .
TOMAS. ¡Ah, tunante!
MORR. Pues lo digo, y ya veremos quién es más tunante de
S entre todos.
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C
O
V ESCENA V

MANELICH, MORRUCHO, TOMÁS, PEPA, ANTONIA, NURI,


JOSÉ, NANDO y PECA . Hombres y mujeres con trajes de fiesta;
pero las mujeres sin nada á la cabeza. Gritos y algazara fuera.
JOSE . (Desde la puerta del cobertizo). ¡ Ya está aquí Manelich!
MORR. (Aparte). El tonto soy yo , que me meto en lo que no me
importa.
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VI - 19 ri
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GRITOS. ¡El novio! ¡ El novio ! ¡Manelich ! for co .
EPA. (Entrando). Pero ¿no sale la Marta?
ANTONIA. Esa mujer ¿qué hace?
NANDO. (Con dos ó tres aldeanos ). ¡ El novio , el novio!
MANEL ( Entra Vaya si está aquí el novio! ¡Y corriendo
un gamo!
NURI Entrando). Dejadme que le vea , que le quiero ver .
TOMAS (A Manelich). Conque ¿has venido corriendo?
MANEL (A Tomás) . ¡Vaya si he venido corriendo! Pero ... ¿dónde
está... dónde está?...
РЕРА. ¡Marta! ¡Marta! ¡ Que te llama tu novio!
ANTONIA. ¡ Sal , mujer !…… ¡ Que al novio no se le puede hacer es-
perar!
TOMAS. ¡ Ahora saldrá! Tened paciencia.
MANEL. (Mirando á los que le rodean). ¡Y cuánta gente hay en el
mundo, madre de Dios ! ¡ Si parece que estamos en una
romería! (Todos se rien; él va corriendo á mirar por la puerta
que da al interior, y Juego vuelve al centro). Conque ¿todos
estáis contentos? Pues yo también; pero no quiero
pensar en la montaña , porque como piense en la mon-
taña.... me voy á poner triste . Claro; allí me dejo mis
cabras y mis perros , y los pobres animales me quieren
como á un hermano, aunque me esté mal el decirlo ..
¡Ay ! Tomás , ¡ qué mal lo van á pasar no estando yo
allí! ¿Quién los va á defender del lobo? ¡ Ya hará de las
suyas el maldito! Pues mirad, esto me da mucha pena .
(Todos se ríen, y al fin Manelich se echa á reir candorosamente. Lue-
go vuelve á mirar por la puerta de la izquierda, por si viene Marta) .
NURI. ¡Ay, qué gracia tiene este demonio de hombre, y qué
bueno es!
TOMAS. Vamos , descansa...
MANEL. Yo no me canso . Oigan : ¿por aquí no baja nunca el
lobo?
MORR. Algunas veces. Ya lo verás , si Dios no lo remedia.
(Todos rien maliciosamente y se hacen señas).
MANEL. (Mirándolos). Qué alegres estáis . ¡ No parece sino que
todos nos vamos á casar!
20 -

TOMAS. Basta de broma . Dejad tranquilo al chico , y fuera.


MANEL. No ; que no se vayan . Y cuando ella venga, entonces
que se vayan. Es guapa la Marta, ¿eh? (Va recorriendo los
grupos atolondradamente, preguntándoles á todos si es guapa la
Marta).
РЕРА. Vaya si es guapa; y muy fresca .
JOSE. ¡Muy fresca, sobre todo!
ANTONIA. Ya lo creo; ¡ como una lechuga puesta al sereno!
MANEL. Y ¿por qué no sale?
ANTONIA. Se estará lavando la cara.
MANEL. Para mí se la lava. (Todos se echan á reir).
ANTONIA. Sí; para ti . Para ti se la lava, y hace bien . ¡Que se lave,
que se lave con fuerza!
РЕРА. Oye, para entretener el tiempo, ¿no nos quieres contar
cómo se apañó eso de la boda?
MANEL. ¿Por qué no?
JOSE y mucha gente:
Cuenta, cuenta.
ANTONIA y otras:
Que lo cuente, que lo cuente.
NURI. (Poniéndose á su lado). Yo, aquí, para oirlo mejor.
MANEL. (Se sienta sobre la mesa; tiene á su lado á Nuri, y de cuando en
cuando la acaricia; al fin pone las piernas sobre la mesa, como
si fuera sobre una roca de la montaña). Pues señor ; habéis
de saber que allá en la montaña, en cuanto iba á ano-
checer, lo primero que hacía era recoger mis cabras;
¡pobrecillas! Después ponía mis perros de centinela ,
que se quedaban con la cabeza tiesa y las orejas de
punta . ¡ Más nobles y más valientes ! Luego, ine metía
en la choza, y antes de que me cogiera el sueño , todas
las noches , sin faltar una, rezaba : primero, un Padre-
nuestro, y luego, otro Padrenuestro, que son dos Pa-
drenuestros . El primero, por las almas del padre y
de la madre, que, como se querían tanto, con une bas-
taba para los dos , porque ellos se lo repartirían allá
en la gloria. Y el otro Padrenuestro, ¿sabéis para qué
lo rezaba? Pues era para que nuestro Señor me esco-
21 -

giese una buena mujer . (Todos se ríen . Morrucho se ha mar-


chado al cobertizo. Tomás está aparte y cabizbajo. Manelich se en-
fada porque se ríen). No reirse de esto; que no es cosa de
risa . (Vuelven á reirse). Pues al que vuelva á reirse le
suelto una bofetada que se queda con la boca de risa
para ocho días.
"TOMAS. (Aparte) . Pero ¡ si yo no puedo creer esto! ¡Virgen San-
tísima!
NURI . Sigue, sigue; que es muy bonito lo que cuentas.
MANEL . (Poniendo otra vez la cara risueña) . Sí que lo es; sí. Bueno :
pues figuraos que una noche voy y rezo el Padrenues-
tro de los padres, y empiezo el otro y no lo acabo;
que á la mitad me coge el sueño y me quedo dormido .
Pues aquella noche soñé que el rebaño se me espanta-
ba y que corría desbandado hacia las charcas del Bre-
ñal. Yo, persiguiendo al . rebaño, y el rebaño huyendo
delante de mí; conque me desciño la honda, pongo
un guijarro, y allá va por los aires . Vel guijarro va vatia
á caer en el centro de la charca grande, y el agua em-
pieza á rebullir y á rebullir y á echar hacia arriba así
como un humo espeso y negro; y por en medio del hu-
mo salían unos ojos y unos brazos y unas faldas muy
largas que arrastraban por encima del agua, y que no
se acababan nunca; que yo no sé si todo aquello eran
brujas ó no eran brujas. Y una de aquellas visiones se
hizo muy hermosa, que parecía la Virgen que va en la
procesión. Y yo me puse de rodillas y acabé de rezar-
le aquel Padrenuestro que no acabé de rezar al que-
darme dormido; pues con esto me dormí ya del todo tallare case
yno pe si era una bruja ó era la Virgen . Sólo sé que mix the acaba
e dijo que pronto me casaría . Todos murmuran:/ St Tama
si... brujerias son, Manelich» aquella misma mana-
na, por entre la niebla, vi subir la cuesta, en tres mulas,
tres personas de carne y hueso: el amo, Tomás y la
Marta. Me faltó tiempo para degollar un cabrito , espa-
tarrarlo en el fuego ... ¡y venga reir! Conque aún nos
lo estábamos comiendo, cuando me llamó el amo apar-
--- 22

te y me dijo : «¿Estás contento con ser pastor, Mane-


lich?» Y yo le contesté: « Pues claro; lo que siempre
he sido . » Y él: «¿No te gustaría más ser molinero?» Y´.
yo: «No sé... no sé .» ¥ él: «¿Y no te gustaría casarte
con una chica guapa? » ¡ Me dió no sé qué ! «Toma, digo ,
si ella me quisiera, y en siendo guapa de veras . » ¿Te
acuerdas? (A Tomás).
TOMAS . Sí... Marta se había apartado conmigo para que ha-
blases con el amo .
MANEL.
Eso, y el amo me dijo en voz muy baja : « A esa y á su
padre los recogí yo ... y les di el molino que está junto
á mi casa... y el padre murió... y hace falta un hom-
bre en el molino... Conque mira si quieres casarte con
la Marta... que papeles y gastos , y todo, corre de mi
cuenta .» Conque yo me acerqué á la Marta y me pa-
reció que me gustaba, que me gustaba mucho; ¡ pero
mucho! Y le dije al amo « que bueno, que me casaría . »>
Entonces el amo se acercó á ella, y yo detrás del amo.
Y el amo le preguntó si me quería ; y ella con ia cabe-
za dijo que sí. Yo quise reirme; pero la vi tan llorosa,
que me pareció más propio lloriquear; pero no pude y
rompí á reir tan fuerte, que retemblaron los montes y
se espantaron las cabras y empezaron á ladrar los
perros . Bueno, pues ya éramos novios . (Esto lo dice con
sencillez).
ANTONIA. Qué suerte has tenido , Manelich.
ΠΕΡΑ. ¡Buena suerte! Dios te la conserve y te la aumente.
MANEL. Claro . Ya estaba hecho . De modo que aquella noche
ya no recé más que un Padrenuestro; porque mujer
e ya la tenía Y ahora, ¿qué os parece lo del sueño? ¿fué
ya la teni
la bruja, ó fué la Virgen? (Todos se ríen).
NURI. ¡La Virgen! ¡La Virgen!...
MORR. (A Tomás). ¡ La bruja!...
TOMAS . ¡Calla!

Xeruri - Stora , Mora.

Rom - Buero, hombre: no llaves por eso.


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Mane - No , si no lloro, e
alegria.
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Lo Arce
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23

ESCENA VI
of
DICHOS ; SEBASTIAN MOSEN ( el mayordomo) ; después , MARTA

NURI. ¡ El amo ... el amo!


EBAST. ¿Llegó Manelich? (Morrucho se va al cobertizo).
MANEL. Aquí estoy, señor amo . Déjeme que le bese la mano .
SEBAST. No. Quita. ¿Y la Marta?
TOMAS. Por allí.
SEBAST. Anda, Mosen , que salga . (Vase Mosen).
MANEL. (A Tomás). ¿Quién es ese? (Por Mosen).
TOMAS El mayordomo . Empezó á estudiar para cura... y por
eso le llaman el Mosen.
SEBAST. Ya lo tengo todo dispuesto... papeles y todo ... El cura
llegará en seguida... os casáis en la ermita... y listos.
ANEL Yo no sé explicarme, señor amo ... pero si no fuera por
el respeto... y por el miedo de apretar demasiado ... ¡ le
daba un abrazo, señor amo! (Conmovido). a
lm
SEBAST. Bueno, gracias; luego . (Rechazándole). Pa
MOSEN. (Saliendo). Que viene en seguida .
SABAST. Marta!... (Llamando impaciente).
TOM (En voz baja). Quisiera que hablásemos , Sebastián .
SEBAST No; luego . ¡ Marta!, Gracias a Dios que viene esa mujer .
MARTQué prisa!
SEBAST Ya tienes aquí á Manelich .
MARTA. Si es la hora... vamos .
MANEL. ¿Y nosotros?... ¿No nos decimos nada? (A Marta) .
MARTA. (Aparte). Me da más repugnancia que Sebastián.
MANEL. (A Tomás). ¡Le doy vergüenza !
РЕРА. (Aparte à Antonia). Se casa á la fuerza.
ANTONIA. ¡Como que parece que está llorando!
SEBAST . (Acercándose á Marta y en voz baja). Quiero que le hables.
MARTA. (A Sebastián). ¡ Por Dios, Sebastián!
SEBAST. Lo mando.
MARTA. (Con risa forzada, á Manelich). Yo estoy muy contenta.
¿Y tú?
24

MANEL . (Riendo) . Pues ya lo ves; ento de casarsees


SEBAST . Dile algo más, Marta. cosa de visa .
MARTA. No.
SEB ST . (A Marta). ¡ Cuidado , Marta; cuidado!
MOSEN. (Aparte á Sebastián) . Calma , calma . (En voz alta) . Y ¿ no se
pone el novio el traje nuevo?
SEBAST . ES verdad ; hay que vestir al buen mozo con el traje de
boda. (Todos se echan á reir, y dicen unos y otros: « Al buen
mozo, al buen mozo») .
MANEL. Pues no hay que reirse . Si es ser buen mozo tirar pie-
dras con la honda más lejos que nadie, y saltar de peña
en peña como las cabras, y llevar á Marta á cuestas
por las pasaeras del río cuando se derriten las nieves,
sí que soy buen mozo .
(Peluca y Nando reventando de risa):
PELUCA. Pues anda, anda á vestirte, que vas á paecer un le-
chuguino, como aquellos señoriticos que vinieron de
Madrid .
NANDO . Sí; que se ponga lechuguino .
РЕРА. Que se ponga, que se ponga . (Todos se echan á reir) .
ANTONIA. ¡Que vaya adentro, á ver cómo le ponen lechuguino!
MANEL. (Riendo muy fuerte). Bueno; pues lechuguino. (Después se
contiene, y se va poniendo serio) . Pero ¿qué quiere decir eso?
¿Por qué me has dicho tú eso? (A Peluca. Se arroja con rabia
sobre él) . Dilo, dilo . (Todos procuran separarlos. Las mujeres
chillan). ¿Qué es eso que soy yo?
NANDO . ¡Hombre! yo no lo sé.
MOSEN. No te enfades, Manelich; lechuguino quiere decir cu-
rrutaco.
MANEL. (Soltando á Peluca) . ¡ Ah! ¡ Bueno ! Eso es otra cosa . Haber-
lo dicho dende el principio . (De pronto estalla con nueva ra
bia). Pero ¿qué quiere decir currutaco? que tampoco lo
sé. (Todos se echan á reir. Carcajada general). Pues os hago
pedazos si no me contestáis . (Se prepara á acometerlos. Todos
retroceden).
EAST . ¡ Manelich!
MARTA. (Aparte). ¡ Qué vergüenza ! Pues ¿no le tienen miedo?
23 -

MANEL. Pues no me enfadaba yo?


SEBAST. Vamos; en este cuarto tienes el vestido nuevo .
MOSEN. En aquel cuarto está .
MANEL. Pues vamos , que me voy á poner majo y eso que de-
cías, que ya no me enfado por que me lo digáis , que
hoy no quiero enfadarme por nada . (Se van todos por la
puerta de la derecha).
PEPA. (A las demás mujeres). Vamos á mirar por la ventana .
ANTONIA y las mujeres:
Vamos, vamos . (Se van por otra puerta).
TOMAS. Sebastián, tengo que hablarte .
SEBAST . Espérame allá fuera , que en seguida voy.
TOMAS . Pues allá espero. (Vase por el foro).
SEBAST. (A Mosen) . Entretenle tú , y que esté todo preparado en
la ermita; y cuando lleguen , que los casen sin esperar-
me... será mejor...
MOSEN. El Morrucho se lo ha charlado todo á Tomás,
SEBAST. Pues despídele al Morrucho . Oye: y que no se te esca-
pe el decirle á la Marta que Manelich no sabe nada . Es
preciso que la Marta crea que Manelich es consentidor
de todo esto. ¡ Así le despreciará más!
MOSEN. No tengas cuidado .
SEBAST. Ahora déjame con ella . (Todo esto lo dice en voz baja).

ESCENA VII

MARTA Y
y SEBASTIÁN

Marta ha estado de codos sobre la mesa y con la cabeza entre las manos en
todo el final de la escena anterior..

SEBAST . ¡ Marta!
MARTA. ¡Sebastián! Puedes tirar por donde quieras: no me
caso con ese hombre .
SEBAST. No te gusta, ¿eh?
MARTA. No.
SEBAST. ¡Ya! Tú quisieras un marido que te arrullara . Tú di-
26

rías: « Año nuevo, vida nueva . » Tú ya no te acuerdas


de mí ni de nadie. Tú no te acuerdas de cuando te sa-
qué de en medio del aguacero como se saca una ranilla
de un charco . Tú ya no me quieres, Marta. (Marta retro-
cede con espanto) .
MARTA . Sebastián, ¡ por Dios ! no me cases con ese hombre.
Te lo pido por el alma...
SEBAST. ¡Deja en paz á los muertos ! Conque ¿te repugna Ma-
s nelich?
a MARTA. Mucho.
d
a SEBAST. ¡Pues si eso es lo que yo quiero! ¡Si tú no sabes la ale-
j gría que me das ! Pues ¿piensas tú que si te gustase , te
o había yo de dejar casar con él? ¡ Aunque me costase la
m hacienda y la misma vida , no te habías de casar!
MARTA . ¡ Virgen Santísima! ¡ Que se haya encontrado un hom-
bre que, siendo yo como soy y sabiéndolo él , haya
querido casarse conmigo! ¡ Si es pa morirse de ver-
güenza! ¡Por él, y por ti, y por mí, y por todos!
SEBAST . Pues ahí tienes; se encontró el hombre.
MARTA. Yo era una chicucla cuando te conocí, y no soy lo que
soy por interés , bien lo sabes . A mí no me compraste
tú, y á él le compras: ¿á qué precio? no lo sé; pero le
compras.
SEBAST. NO media dinero , Marta, eso no . Le dejo el molino ... y,
en fin, ya no se morirá nunca de hambre. Pero tú no
te des por entendida con él. (Se oye una carcajada de los que
están dentro).
MARTA. No me caso . ¡Antes me voy; antes me tiro por la
presa del molino !
SEBAST. Ni te vas, ni te tiras por la presa, ni te separas de mí.
¡Si yo te quiero! A mi manera, malamente, como sea;
pero te quiero. Y no quiero que me dejes de querer;
¡si aunque me hagan pedazos, yo no te dejo! Pero ya
lo sabes; lo sabes como yo; que estoy perdido: que ne-
cesito casarme con esa mujer pa desempeñar mis ha-
ciendas y levantar las hipotecas y los embargos . Y
hay más: mi tío, en cuanto te cases , rompe el testa-
- 27

mento en que me desheredaba . De modo que ya lo ves:


hay que tener calma y juicio, y que engañar á todos
esos, que aún son peores que nosotros , y peores que
yo; porque yo, al fin, sé querer, y te querré hasta la
hora de mi muerte; y si fuera preciso, me perdería
por ti.
MARTA . Sebastián , no me cases , que yo me iré y te quedarás
libre de mí sin mentira y sin vergüenza y como manda
Dios.
SEBAST. ¿Marcharte? ¿ Perderte? (Cogiéndola por un brazo con rabia).
Eso sí que no. Aunque se pierda todo, y aunque nos
perdamos todos : tú te quedas, y te casas con ese bes-
tia, y me obedeces , bien á bien por el cariño, ó mal á
mal por el miedo; que después de tantos años, no has
de perder la costumbre en un día; conque responde : *
¿Obedecerás? s
MARTA. Sebastián! é re
SEBAST. ¿Obedecerás? ¡ Contesta! mm
ge
MARTA. ¡ Sebastián ! ¡ Me haces daño!
SEBAST. ¿Obedecerás , te digo? ¡ Mira que no me conoces, aun-
que crees conocerme!
3
MARTA. ¡Déjame ! ... ¡ Déjame ! ... Me das mucho miedo . Obede- 1
ceré, sí, obedeceré . (Sebastián la deja, y se estira las mangas
de la chaqueta) .
SEBAST. Vaya si obedecerás .

ESCENA VIII

MARTA, SEBASTIÁN, MANELICH, JOSÉ, NANDO, PELUCA


y otros HOMBRES . Después, PUPA, ANTONIA, NURI y otras MU-
JERES, por el foro. Después, TOMÁS y MOSEN

ANDO . ( Saliendo el primero ). Que no quiere ponerse el traje


nuevo.
JOSE (Parándose en la puerta). Que no quiere ponerse lechu-
guino.
- 28 -

MANEL. No quiero; se ríen de mí. Y además, me da pena qui-


tarme mi zamarra . Ea, dejadme pasar ni el rebaño
cuando hay pedrisco se me echa más encima que vos-
s otros.
e SEBAST. Pues bueno; de cualquier modo . ¡ Marta, vamos an-
v
e dando! (Marta vacila). ¡ Marta!
N MARTA. ¡ Sí, sí! ¡Ya voy ! Pero entre nosotros todo se ha
acabáo .
у
SEBAST. (Aparte) . ¡ Se ha acabado ! Sí, sí; esta noche volveré.
д
NANDO. En cuanto se casen echo á vuelo la campana de la
ermita.
NURI. Toma la mantilla, Marta .
MARTA. ¡Nuri, Nuri !
NURI . ¿Verdad que me quieres mucho? (Abrazándola) .
MARTA. Déjame que te mire. (A Nuri) . Dame un beso ... No ...
déjame .
SEBAST. A la ermita todo el mundo .
TOMAS. (A Sebastián en voz baja; van saliendo todos) . No : hasta que
yo hable contigo, no pueden casarse .
SEBAST. Déjales que se vayan. Hasta que yo no llegue, no ha
de ser la boda...
MOSEN . (Aparte á Sebastián). Conque ¿qué hacemos?
SEBAST. (A Mosen) . Ve con ellos y que se haga la boda como te
he dicho, sin esperarme á mí. Yo entretendré á Tomás .
MANEL. ¡ Hupa ! ¡ Hupa! ¡ Allá va el rebaño! ¡ Allá va el rebaño!
¡ Hupa! ¡ Hupa! ¡ Allá va la cabrota ! (Se va entre la gritería
de todos).

ESCENA IX

SEBASTIÁN, TOMÁS y MORKUCHO, que habrá entrado al final de


la escéna anterior.

SEBAST. ¡ Morrucho! Vete á la boda.


MORR. ¡No voy á esa boda!
SEBAST. ¿Por qué?
MORR. Porque no : está dicho .
29 -

SEBAST. Pues coge los trastos, y fuera de aquí.


MORR. Eso sí.
SEBAST . Pero... en seguida .
MORR. Lo que tarde en recoger mis trapos . (Se va al interior de
la casa).
SEBAST . (A Tomás). ¿Qué tenías que decirme?
TOMAS. Que no sé lo que me pasa.
SEBAST. Pues ya me lo dirás cuando lo sepas .
a
TOMAS. Es que me han dicho ... no quisiera ofenderte ... pero r
r
no hay tiempo que perder ... ¡ ea! ¡de un golpe ! ... que ie
S
tú y la Marta os queréis ... pero de mala manera. Y que
á ese pobre muchacho... vamos, ¡si no quiero creerlo!
Y como yo en esta boda he venido á ser como el padre
y el padrino de Manelich... ¡ vamos, que no estoy en
mí! Hijo, no te ofendas; pero dime la verdad . ,
SEBAST . Pues la verdad es que todo eso es mentira.
con
TOMAS. ropas una manta,
Eso hey dicho . (Ha ovuelto
y dispuest
siempre ámarch, lío de
At Morrucho) . ¿Oyes d
n
a
tú, mala lengua? M
MORR. Dije la verdad, y la dije.
SEBAST . Tú habías de ser; que no vuelva á verte.
TOMAS. (Al Morrucho). ¡ Desagradecido ! ¡Después de tantos años
como estás comiendo el pan del amo!
MORR. No me diga usted desagradecido, que no lo sufro.
SEBAST. Largo de aquí, porque si no ….. (Amenazándole) .
MORK. (Cuadrándose delante de Sebastián) . Atrévase, que tengo bue-
nos puños.
TOMAS. (A Morrucho). ¿Contra tu amo?
MORR. Ya no lo es, y ojalá no lo hubiera sido nunca .
SEBAST. ¡Vete, canalla!
MORR. ¡A mí canalla! Ahora verás . (Tira el lío y la manta) . Sí; yo
se lo dije á Tomás; pero no se lo dije todo : que tú y la
Marta os queréis de mala manera ; que entras aquí de
noche, muy á escondidas, por la puerta del corral; que
pasas por el corredor alto , por detrás de aquella cor-
tina; que yo lo he visto .
SEBAST. ¡Déjame! (A Tomás que le contiene).
p
m
a
C

30

MORR .Que me condene Dios si miento . Y si no , que jure él


que miento yo . A yer si lo jura .
SEBAST. ¡Vámonos, Tomás! Deja á ese tunante . (Se dirije hacia la
p ez puerta).
Lo l MORR. Que no jura, que no jura; ya lo ve usted; con eso me
a м basta. (Recoge el lío y la manta).
b
e е
c о
I
т
с ESCENA X

TOMÁS , MORRUCHO y el MOSEN


MOSEN ( Desde la puerta) . Pero ¿qué haces aquí, Tomás? Tu mu-
jer ha tenido que encender los cirios .
TOMAS . No, no; que no se casen.
SEBAST. Que no salga de aquí Tomás, lo mando . (Al Mosen. Des-
pués sale). s
campana
TOMAS. No, no ; que no se casen .
MOSEN ¿Qué dices? ¿A dónde quieres ir? (Dețéniéndole).
TOMAS. A impedir que se casen .
MORR. Tomás, deprisa . (A Mosen) . Déjale tú al abuelo .
TOMAS No. ¡Dios mío! Pobre Manelich! ¡Es imposible; no
pueden casarse! campana) . ¡ Ah ! ¡ La campana !
¡ Ya es tarde! ¡Ay ! ¡ Dios mío ! ¡Lo que hemos hecho con
ese pobre muchacho! ¡ Y he sido yo también! ¡Que Dios
me lo perdone!
MORR. Con Dios, Tomás .
TOMAS. ¡ Adiós, hijo mío! dame un abrazo.
R. ¡Adiós, abuelo! perdóneme lo malo que le haya di-
C MORR.
O cho. Adiós. (Vase el Morrucho. Tomás ha caído sobre un banco.
V
El Mosen ha salido á la puerta esperar á los que llegan. Se oye
el rumor de la gente).
TOMAS. (Aparte). ¡ Parece que me han echado un nudo á la gar-
ganta, y que me han puesto una plancha de fuego en
la cara! (Vase desesperado ).
VOCES. ¡ Vivan los novios! ¡Vivan los novios!
MOSEN. Ea, muchachos : se acabó la fiesta; todo el mundo á su
casa.
31

MANEL . Parece un rebaño desparramáo….. Cabras aquí; cabras


allá. ¡ Lástima de honda!
lo
MOSEN. (Sale el último y dice desde la puerta). Ahora, cerrar vos-
d ul
s
otros, y hasta mañana . e I en
d
ae
eln
a mimo
P
ESCENA XI

MARTA y MANELICH

MANEL. (Mirando desde la puerta cómo se alejan). ¡ Si yo tuviese aquí


la honda y un buen guijarro, pronto arreglaba ese ga-
náo! (Después se vuelve de pronto) . ¡ Marta!
MARTA. (Como despertando). ¿Qué hay? ¿Qué quieres?
MANEL. Han dicho que cerrásemos, ¿ cierro?
MARTA. Cierra . (Marta se levanta y va arreglando las sillas y recogiendo
vasos que habrá sobre la mesa en desorden). Todo se acabó.
MANEL . Tururú! Listos . Pues no estoy cansado? Más quiero
una tronada allá en los ventisqueros , que este baru-
llo de todos los demonios . Yo no puco estar así; esto
rinde más . Al suelo , al suelo , como allá en la monta--
Sis ña. Siéntate aquí á mi lado . Allá arriba no tenemos
sillas, ni falta . Miá tú que esos palitroques... Pero ¿qué
hace aquella? ¡Hupa, Marta! Marta !
MART . ¿Qué?
MANEL. ¡Que vengas aquí!
MARTA . No, déjame .
MANEL. ¡ Qué arisca! Pues si te pones así no te voy á decir una
cosa. ¡Ya no me acordaba ! ¡ Con la alegría se pone uno
más burro! (Levantándose. Después de buscar en los bolsillos y
en el pecho, saca al fin un pañuelo atado por las puntas. Aparte).
¡Verás, verás tú ahora! ¡ Ya pesa, ya!... ¡ Esto no te lo
esperabas! Clucit ]
MARTA . ¡Ah! ... Otra vez? ¡ Déjame!
MANEL. No he tenido animal más arisco en mi vida. (Extiende el
pañuelo en la mesa). Mira... ¿Ves?... ¿Ves esto? ¡ Es una
peseta ! (Echándola en el pañucio) . ¡ Es la primera que gané!
- 32 ―

¡Nunca la he querido gastar para ver si criaba, y mi-


ra... mira si ha criado! (Revolviendo monedas de plata y co-
bre, que echa en el pañuelo). Allá arriba, cuando las con-

Mo.
taba, sonaban de otro modo . Este modo de sonar es
más alegre; será por que estás tú . ¡ Ah!... toma, toma...
(Sacando un duro de entre las monedas). ¿Ves este duro?...
¿Ves estas manchas? Son de sangre; sangre mía. Me
lo regaló un día el amo: el señor Sebastián, ¡ que Dios
se lo pague! ¡Tócalo ! ¡ Tócalo! (Cogiéndole la mano para obli- es

es
pu
garle á que lo toque; ella se resiste, pero sin repugnancia).
MARTA . Estate quieto .
Slree que no es mada;
MANEL. Bueno ... pues yo lo beso. (Lo besa y lo tira al pañuelo). Has
de saber que todas las noches venía el lobo al rebaño .
Y todas las mañanas un perro patas arriba, destripa-
do, y una oveja menos ó un carnero: según . Yo me
condenaba. Hasta que una noche... me quedé en acecho
detrás de unas piedras, al lado del barranco . El carro
del cielo, ¿sabes tú lo que es? Pues el carro del cielo
son siete estrellas que dan la vuelta allá arriba, como
la rueda de una carreta ... Pues digo que el carro es-
taba clavado en las doce, y luego pasó á la una……
yo escuchando ... ¡ Nada! Los esquilones ... El agua
la nieve que se derretía ... El airecillo de la madruga-
da... ¡Las siete estrellas del carro siguiendo la vuelta ,
que me parecía que estaba de rechinar el de De
pronto siento ruido , pisadas , y veo un bulto negro ,
que, dando un bote como un demonio , pasa por enci-
ma de mí, resoplando tan fuerte, que sentí el resopli--
do aquí en el cuello! os pelos se me pusieron de pun-
ta, y por dentro del pecho sentía unos golpes .. ¡ pum!
¡pum ! ¡ pum! que me ahogaba. Luego siento ladridos
de perro y el balar de las ovejas , y sin manta al brazo ,
ni nada para resguardo , con el cuchillo en la mano y
el pecho libre, me puse en mitad del camino por donde
había de pasar el lobo . ¡Llega el animal con la oveja
atravesada en el hocico... tropieza conmigo .. me aga-
rro á él... le clavo todo el cuchillo ... y caemos barran-
33 ---

co abajo revueltos el lobo y yo ... mordiéndole yo ,


mordiéndome él; ahullando él y ahullando yo con más
fuerza aún; contra su hocico mi cara; contra sus colmi-
llos mis dientes que desde entonces tengo esta mella ! Homo 21 hubier
MARTA. (Conmovida é interesada, á pesar suyo). ¿Y qué?….. ¿Qué?…… my rido dosfier
еть
MANEL. Que al otro día unos pastores nos encontraron á los sal Je vaj
unes
a.
tres en el fondo del barranco : la oveja muerta , el lobo
muerto, y yo medio muerto, con todo el cuerpo lleno
de mordiscos y desgarrones . Me llevaron á la choza,
me dieron con nieve y aceite de lagarto ... y al cabo
de unos días subió el amo y me dió este duro . Yo , con
la prisa de besarle la mano, me desgarré esta heridaEf ; Xie Manely
por eso son las manchas de sangre que has visto. frométo
que en adelan
Sebastián me prometidun cada lobo que
vátua
vatna mates pero desde entonces no he matado ninguno .
(Lo dice con mucha tranquilidad).
MARTA. Manelich... ya es muy tarde.
MANEL. Pues toma todo esto . Son veintitrés duros . Guárdalos .
(Recogiendo el pañuelo) .
MARTA. No... no... es tuyo . Guárdalo en tu cuarto. (Aparte) .
(Pero ¿qué es este hombre?)
MANEL. ¿En mi cuarto?... En el nuestro, querrás decir; allá.
MARTA. Enciende la luz (Señalando al hogar) y vete . Vete á tu
cuarto... y buenas noches.
MANEL. ¿Que ese es mi cuarto? ¿Y que aquel es el tuyo?
MARTA. ¡Ya lo sabes, mal hombre! ¿Para qué quieres que te lo
repita? ¡ Vete!……. ¡ Mal hombre, vete!
MANEL. ¡Que yo soy mal hombre ! ¿Por qué soy mal hombre?...
¿Por qué? ¡ Dilo ! ... ¡Dilo! ¡Quiero que lo digas ! ...:
MARTA. ¡Ya lo sabes!
MANEL. ¡Que yo lo sé!
MARTA. ¡Sí... que tú has consentido en todo !
MANEL. ¿En qué?
MA
MARTA ¡En casarte conmigo!
MANEL. ¡Toma ! ¡Eso sí!
MARTA. Y ¿por qué has consentido?
MANEL. ¿En qué? ¿En que fueras mi mujer? Pues porque te

3
dentro
z
o u
g l - 34 -

.
quería. ¡Toma! ¡Porque te quería más que á nada en
este mundo ! ¡ Más que á mi padre! ... ¡ Más que á mi
madre!... Más.

тво
MARTA. ¡ Manelich !.. (Se queda mirándole con ansia y angustia).

en daño
MANEL. (Acongojado). ¿Por qué me miras de ese modo?... ¡Mira
que me parece que no eres mi mujer!...
MARTA. ¡Manelich !
MANEL. Si me parece que estoy soñando .

hac
MARTA. (Aparte). ¡Ay, Dios mío ! ¡ que me han engañado y han
engañado á este pobre hombre!
MANEL. ¡ Marta!

me
MARTA. ¡ Déjame! ... ¡ déjame! ...
MANEL. ¡ Es que me has dicho unas cosas ! ... No las entiendo .
MARTA. No ... no….. no he dicho nada…… Es que esta noche estoy
como loca... que no sé lo que han hecho conmigo .
MANEL . ¡ Lo que han hecho contigo! este *momento pasa una luz
por detrás de la cortina).
MARTA. (Retrocediendo con horror. Aparte). ¡Ah ! ... él ... ¡ Sebastián ! ...
¡Canalla! ...
MANEL. ¿Qué es aquello?... ¡ una luz ! ... ¡Pero no estamos so-
los!... ¿Quién hay allí?
MARTA. ¡Nadie! ... ¡ nadie!...
MANEL . (Empuñando el cuchillo) . ¡ Pues yo voy á verlo!
MARTA. (Poniéndose delante de él). No; déjalo... Ya estaría la luz...
MANEL. No: te digo que no . esaparece la Inz). ¿Ves?... la han
apagado.
MARTA. Yo creo que no había ninguna. Sino que á ti te ha pa-
recido que la había.
MANEL. Pues no decías antes que ya estaba la luz? Si la he
visto yo... si tú también la has visto.
MARTA. Yo no he visto nada . Tú lo has dicho.
MANEL. ¿Que tú no has visto una luz?
MARTA. ¡No... no!
MANEL. ¿Que tú no la has visto?
MARTA. ¡ Ea ! ... Tú tampoco la viste .
MANEL. ¿No? (Se queda mirando fijamente á Marta. Aparte). ¿Que no la
he visto? ¿Que no la he visto?
35

MARTA. (Sentándose) . (Yo aquí he de pasar la noche ; aquí, como


si fuera piedra) . Oye ... ya te lo he dicho ... (Señalando su
cuarto).
MANEL. Ya ... ya... ya lo sé . No me lo vuelvas á decir . Yo , allá
dentro . (Repitiendo la orden de ella). Pero todavía... todavía
no me iré á dormir á mi….. ¡ Vamos! allá dentro . (Se de-
ja caer poco á poco en el suelo, siempre con los ojos fijos en la
cortina).
MARTA. (Aparte). ¡ Y ese canalla! ... siempre ha sido un canalla .
(Manelich, siempre en el suelo, se va acercando á Marta. Aparte).
¡Pensará este ... pobre... que no le oigo!
MANEL . (Muy triste y medio lloroso . Aparte). ¡ Aquí... cerquita de
ella! ¡muy cerquita! Pero no como su marido... eso no.
Como si estuviese solo allá arriba en mi choza de los
picachos . Ahora á rezar (En voz baja) el Padrenuestro
de mis padres . El Padrenuestro para... mi mujer ... no◄
tengo que rezarlo ... porque mujer... mujer... ya la
tengo... ya la tengo….. «Padrenuestro. (Solloza).
ARTA. (Aparte) . Ah! ¡ qué castigo el mío!
MANEL. Todo está dormido en la choza . ¡ No ! .. ¡ el lobo non-
drá!.. ¡no vendrá….. no vendrá!... (Sigue moviendo los labios
mientras cae el Telón).

FIN DEL ACTO PRIMERO


[
23. Jacil de trigom Co, may be

Ma Ales = pan- Cut

de maderal plate =

aqua pirvient

la stia cigala-

X
aventador on

Dlia Juego y

s
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a ACTO SEGUNDO
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La misma decoración del acto anterior. Es de día.
os
t
I pa c .

ESCENA PRIMERA

MANELICH, sentado. NURI, Maciendo la samarra que empezó en el


acto anterior.

MANEL. (Muy abatido. ) ¿Cómo no viniste ayer tarde, Nuri?


NURI. Pues hombre... los pavos tuvieron la culpa . Ya te dije
que me mandaron sacarlos por la mañanita y por la
tarde . Pero como hoy pica mucho el sol, los volví á
meter en el corral; y yo , á ver á Manelich .
MANEL. Te lo agradezco , Nuri.
NURI. ¡Pues mira! ¡Buenas angustias paso ! (Se levanta y va á
mirar hacia la puerta de la izquierda.)
MANEL. Y ¿por qué pasas esas angustias?
NURI. Porque tengo miedo de que venga la Marta . ¡ Me da
más pena esto!... Verás, hombre, verás; antes me que-
ría mucho la Marta; siempre me estaba besando , y
decía que querría ser igual que yo . Pues desde que os
casásteis me tiene una rabia que me come con los ojos.
¡Yo no! ¡ Ahí tienes! Yo no le tengo rabia; y no le ten-
go rabia, porque sé que te quiere mucho .
MANEL. ¿A mí?
38

NURI . ¡Claro! (Manelich se levy se pasea.) ¿Qué tienes?


MANEL .¡Nada! (Vuelve á sentarse.)
NURI. Digo yo que me tiene rabia , porque tiene rabia á
todos los de mi casa . Figúrate que ha llamado al
Mosen, y yo no sé lo que le ha dicho; y el Mosen-que;
es el mayordomo-ha ido á mi casa amenazando á
todos, y les ha dicho que no vinieran más al molino á
murmurar. Que al molino no tenían que venir sino los
que trajeran trigo para moler .
MANEL. ¡A murmurar dices que venían!
NURI. Eso dijo el Mosen .
MANEL. ¿Y tú sabes qué murmuraciones eran esas?
NURI. No sé; los de casa siempre están lo mismo: nada , que
les gusta hablar de todo el mundo .
MANEL. ¡ Qué buena chica eres , Nuri !
NURI. (Poniéndose muy contenta y riendo. ) ¡ Mira tú quién lo dice!
(Pausa.) Ya hace diez días que estáis casados, ¿verdad?
MANEL . Sí... diez días .
NURI. ¿Sabes en qué estoy pensando?
MANEL. ¿Y qué dicen de mí tus hermanas?
NURI. Pues pensaba en hacerte una zamarra en cuanto acabe
ésta: pero no ha de ser de este color , sino azul, y con
unos vivos encarnados . ¡ Y vaya si te sentará bien!
MANEL. ¡No me hagas la zamarra, Nuri ! Yo te lo agradezco
¡Pero no me hagas la zamarra!
NURI. (Con extrañeza.) ¡ Hombre ! ¿Por qué?
MANEL. Porque para cuando tú acabes la zamarra, ¡ Dios sabe
dónde!... Ea, pues, nada ... pero no me hagas la za-
marra.
NURI. (Levantándose.) Pues me enfado, y me voy.
MANEL. (Haciéndola sentar). No te vayas, Nuri .
NURI. Bueno, me quedo; pero entoavía estoy enfadada.
MANEL . (Levantándose y yendo á echarse de bruces sobre la mesa, ó to-
mando otra posición en armonía con su naturaleza tosca. Aparte).
¡Aquella luz que pasó por detrás de la cortina, la lle-
vaba un hombre! Y lo que yo necesito es saber quién
era aquel hombre: le mato y me voy allá arriba.
- 39 -

NURI. ¡ Manelich! que yo entoavía estoy enfadada.


MANEL. Sí, Nuri, sí; pobrecilla .
NURI. Tú tienes tristezas, Manelich.
MANEL. No.
NURI . Y yo sé por qué . Porque te han casado con una mujer
muy rabiosa.
MANEL. Dice la gente que es rabiosa la Marta?
NURI. No sé: todos hablan , y hablan, y no páran nunca. ¿Y
sabes por qué te quiero yo tanto? Primero, porque me
cuentas aquellos cuentos de lobos y de brujas que me
dan tanto miedo y que son tan bonitos . Y además, por-
que oigo que la gente dice : « ¡ Pobre Manelich! ¡ Pobre
Manelich!» Conque yo dije también: « ¡ pobre Manelich ! >>
Pues voy á hacerle una zamarra .
MANEL . ¡Pobre Manelich ! ¿ Conque todos lo sabían? ¿Y qué
más? ¿qué más?
NURI . Pues oye; ayer, al salir de misa, había un corro en
que hablaban de ti; y yo pasé haciéndome la distraída .
MANEL. Y ¿qué decían?
NURI. <<¡Pobre Manelich! » Como siempre .
MANEL . ¡ Cuándo querrá Dios que vuelva el amo pa contárselo
todo ! Pero nada; se fué á la ciudad y no vuelve .
NURI. ¿Crees tú que el mundo es tan malo como dicen , Ma-
nelich?
MANEL. El de la tierra baja, me parece que sí. El de la mon-
taña, no lo era, no. Puede ser que no lo fuera porque
como allá arriba no había hombres... por eso.
NURI. ¡Pobre Manelich!
MANEL. (Con rabia). ¿Tú también?
NURI. ¡Es que te tengo mucha lástima ! Oye, Manelich : ¿no
tienes ningún hermano?
MANEL. No. Soy yo solo; y tan fuera de mí quisiera estar , que
me parece que me sobro .
NURI. ¡Pues me da péna ! Quisiera que tuvieras un hermano
menor, así, de mi tamaño .
MANEL. ¡ Pobre Nuri!
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3
2 40
1

ESCENA II

а MANELICH y NURI ; MARTA, que viene del interior.


р
NURI. ¡La Marta! Me escapo .
MANEL. ¡ No te muevas!
ARTA. (Aparte). ¡Siempre está la Nuri con él! ¡ Si sufriera tan
de veras por mí, no le gustaría hablar con nadie! (Se
acerca al hogar, aviva el fuego y arregla la olla como para prepa-
rar la comida). Este fuego no se enciende hoy . Parece que
lo hace adrede . ¿De qué estarán hablando? ¡ Ni me hace
caso! Y ¿para qué había de hacerme caso? Yo no quie-
ro que hable con la Nuri. Pero ¿ quién soy yo para
mandar en él? ¡Qué martirio! ¡ Virgen de los Angeles !
(Haciendo un movimiento desesperado, se va por la puerta de la
izquierda).
NURI. Ya se marchó . Bien calladitos hemos estado los dos .
MANEL. ¿Por qué callabas tú?
NURI. Porque estaba contando puntos. ¿Y tú?
MANEL. Porque estaba contando días .
NURI. ¿Quieres tú mucho á la Marta?
MANEL. ¡Más que á nadie ! ¡ Más que á nada en el mundo la
quiero ! vamos , que no sé decirtelo . Yo me pienso que
ゆく

le tenía cariño desde antes de conocerla Mira, Nuri,


la primera vez que la vi en la Cabreriza, estuve por
decirla: «¡Vamos, mujer, que bien te has hecho desear;
ya era hora de que viniera la Marta! » ¡ Ves tú qué co-
sas! ¡ bah! ¡ Si yo te lo contara todo! ...
NURI. Cuenta, cuenta, Manelich, que me gusta mucho oirte .
MANEL. Si supieras tú cuántas veces desde arriba, desde los
picachos, miraba yo la tierra baja, buscando algo en
ella... El sol lo alumbra todo, cerros y llanos , hasta el
fin de lo que se ve. Y yo cavilando; « Hacia dónde es-
tará por todas estas tierras mi mujer?» Pues ¿á que no
aciertas cómo me las componía para saber hacia dónde
estaba? ¡ A que no! ¿A que no lo aciertas?
41

NURI. No lo sé, no . A ver cómo .


MANEL. Pues ponía una piedra en la honda, daba tres vueltas
con los ojos cerrados, tiraba la piedra con mucha
fuerza , sin saber hacia qué parte; los abría de pronto
para mirar dónde caía… .. y por allá... por donde había
caído ... había de estar mi ujer, que ya se estaría
criando y que iría creciendo como un brazado de flores
para mí, para mí solo .
NURI. ¿Y hacia donde caia?
MANEL. Hacia la tierra baja, nuncahaciala montaña. De la tierra
baja vino Marta. Mira tú que me dan ganas de florar!
NURI. Vaya, hombre, no llores, que me haces llora también .
Pero á ti, ¿quién te manda tirar piedras á ciegas? ¿Y si
Lubiera pasado alguien por la montaña y le hubiera
alcanzado el pedrusco?
MANEL. ¡No le alcanzó á nadie , que me alcanzó á mí en mitad
del pecho !
NURI. Pero ¿por qué son esas penas?
MANEL ¡ Porque yo ... sé lo que sé! Yo seré un simple.. y un
ciego para las cosas del mundo; pero á veces los cie-
gos ven. Un ciego , y muy ciego , iba allá á la Cabreriza
algunas veces, porque yo le daba leche de mis cabras ;
pues cuando le cogía la tempestad y se encendía un
relámpago, se tapaba el ciego los ojos con las manos;
conque yo digo que, aunque era ciego, el resplandor
del relámpago se le metía y le hacía ver. Pues yo soy
como el ciego de la Cabreriza, y tanto se ha inflamado
la nube, que se me han incendiado los ojos y la he
visto.
(Volviendo del cuarto interior. Aparte). (Todavía están aquí
los dos). Nuri, Nuri.
NURI. ¡ La Marta! Ten el pañuelo; ten , que no vea que lloras .
(A Manelich).
MANEL. (Sin tomarlo). ¡ Si no lloro!
MARTA. Oye, Nuri: no quiero verte aquí más, ¿ oyes? No quiero
que vuelvas.
NURI. ¿No ves tú, Manelich? ¿No ves que me echa la Marta?
― 42

MARTA. No es que te eche, mujer, sino que no sé lo que ten-


go . Cuando me hablan, parece que me están dando
golpes dentro de la cabeza . (Se va hacia al fuego y se sienta).
NURI. Ten, Manelich . (Dándole la cestita con el ovillo y la samarra).
Voy aventar el fuego , porque la pobre Marta no pue-
de. (Acercándose á Marta). Dame el aventador.
MARTA. No.
NURI. Dámelo, mujer, que tú tienes ya poca fuerza; como
que vas para vieja . (Bromeando).
MARTA . (Fuera de sí) . Vetc, vete ; digo que te vayas.
NURI. Pero mujer , ¿por qué?
MARTA. Porque no quiero verte .
NURI. (Enojada). Pues no me marcho hasta que me lo mande
Manelich . El es el marido, y él manda .
MARTA . ¡ Es verdad! ¡El manda! (Sentándose abatida).
MANEL. Mira, Nuri; haz lo que Marta te mande . Te ha echado ,
pues te vas . Marta está en su casa.
MARTA. No, Manelich; eso no .
MANEL. (A Nuri). Toma todo esto y vete, pobrecilla . (Dandoie er
cesto y la samarra).
MARTA. Nuri, quédate . Ahora no quiero que le vayas .
NURI. (Llorando) . Pues ahora me voy.
mira
MANEL . No llores, Nuri Yo te acompañaré.

MARTA . No ; eso no . Quiero que te quedes aquí, porque tu....


MANEL. ¿Yo? ¿Que me quede yo? ¿Para qué?
MARTA. ¡ Es verdad ! Haz lo que quieras.
NURI. (A Manelich). Se queda llorando .
MANEL. No lo creas . ¡ Pues si estamos más contentos los dos… ..!
¡Siempre riendo , y siempre junto ! ¡Mira, mira qué
fuerte ríe! (Marta solloza con mucha fuerza) . ¡Y yo lo mismo!
Siempre juntos , siempre juntos Anda, Nuri ; anda pa
delante. (Se ríe sarcásticamente, y salen él y Nuri).
en
XSi Marta 211
2 : los dos junto, siempre querich
• a"
a ti
domos besandorios the armiyy.
mo siempre . Ver cruni ( como se vie z
;qué
an
contenta esta? Men ani non
paramor

wilda verdad Marta que somos muyfeli-


eer? Auda Nuri, anda, los dos , solos, voli to
quiviendonos siempre,Mira,n o lvas
no vue
u

• vor aqui , ella 0 solos....


43 -

a ESCENA III

MARTA, Ilorando .

¡ Dice que siempre juntos ! Y lo que él espera es que


vuelva Sebastián pa contárselo todo y marcharse .
¡Ojalá que no viniese nunca Sebastián; que se quedase
siempre allá en el pueblo ese mal hombre ! ¡ Qué malo,
qué retemalo es ! ... Nunca le quise ; pero ahora, le odio
con toda mi alma . Si no volviera más ... ¡ quién sabe!
Puede que Manelich nie perdonase, porque es muy
been , y bien se ve que me quiere mucho . ¿Pues qué?
¿Se figura que yo no le oigo todas las noches cuando
viene á echarse y á llorar á la puerta de mi cuarto?
Pero no sé... no sé... ¡ Ya no me dice nada! Me deja
hacer todo lo que yo quiero . No; yo no quiero que esté
con la Nuri; con ella no. Ahora mismo me voy á casa
de esas mujerotas. Veremos , veremos. (Dice todo esto
muy agitada, muy nerviosa, entre lágrimas y gritos rabiosos, y se
dirige hacia la puerta).

ESCENA IV

ᎷᎪᎡᎢᎪ Y TOWAS, que le cierra el paso.

TOMAS. ¿A dónde vas, Marta?


MARTA. Pues no lo sé. Mira, ya no voy á ninguna parté .
TOMAS. Desde la ermita he visto salir á Manelich . Por eso
vengo. Porque sé que no está. Con él no quiero encon
trarme. ¡Está el pobre más desesperado ...!
MARTA. ¿Por qué?
TOMAS. ¡Vaya una pregunta! Pues ¿no tiene el pobre ojos para
ver que todo el mundo se ríe de él?
MARTA. La gente es muy mala .
TOMAS. Muy mala. Y ahora quiero que tú me digas qué le con-
- 44

testo yo cuando me pregunte por qué hice que te ca-


saras con él.
MARTA. Pues....¿yo qué sé?
TOMAS. Y más todavía: ¿qué le contesto cuando me pregunte
quién es el hombre... el hombre ... ¿comprendes? ... el
hombre que le está afrentando ante todo el mundo?
MARTA . ¿Y yo qué sé? ¡Si yo no sé nada! ¡ Si á mí no se me ocu-
rre nada! (Esconde la cara entre las manos).
TOMAS. Pues se ha dejado decir Manelich, y ya corre por el
pueblo, que antes de dejarte y marcharse á la Cabreri-
za quiere saber quién es el hombre, para matarlo .
MARTA . (Con satisfacción que no puede contener). ¿ Ha dicho que le
mataría? ¿Lo ha dicho de veras? Sebastián también es
mucho hombre . ¡ Y como es el amo !... yo creo que Ma-
nelich no se atreve.
TOMAS. Pues Manelich lo ha dicho . Y lo que te dije antes: que
después de despedirse de Sebastián, porque de Sebas-
tián no sospecha nada, y después de matar al hombre,
te deja para siempre abandonada y se vuelve á la Ca-
breriza.
MARTA . Para eso último no necesita mucho valor.
TOMAS. Pues yo le he dicho que hace bien . Que te deje, que te
deje para siempre, ¿lo entiendes? Y antes hoy que ma-
ñana, ¿lo entiendes? ¡ Que quien hace lo que tú has he-
cho , más merecía!
MARTA. ¿No ha tenido usted nunca una hija?
TOMAS. ¡Una hija! Sí que la tuve. Y se me murió cuando era
todavía muy chiquitita . Y cuando veo lo que es el mun-
do, y cuando te veo á ti, digo : ¡bien muerta está! ¡ Que
así Dios me la tenga en su santa gloria!
MARTA. (Acercándose á él y con acento sombrio). ¿ Y si usted se hu-
biera muerto antes que ella? ¿Y si ella hubiera crecido,
y crecido siempre sola? ¿Y si hubiera tropezado con
Sebastián?
TOMAS. (Tapándose los oídos). Maldita, mil veces maldita, no digas
eso . ¡ Que tú eres quien ha perdido á Sebastián!
MARTA . (Rompiendo á llorar). ¿Que yo le he perdido? ¿Que fuí yo?
45

¡Ay, Dios mío, que no tiene usted entrañas ! ¡ Ay, madre


mía! que no puedo más ... no puedo más . ¡Dios mío ,
llévame de una vez!
TOMAS. ¡Pues toma, llora de verdad !
MARTA. ¡Todos contra mí! ¡ Contra mí! ¡ Porque me ven tan sola
en el mundo! ¡ por eso ! ¡ Que hasta ahora no sabía lo
sola que estaba!
TOMAS. Vamos , no llores, que yo soy muy tonto, y tengo muy
⚫tiernos los ojos ; y aunque no lo mereces... vamos, que
me pondré á llorar también.
MARTA . (Con nuevo arranque) . Ea, yo quiero contárselo todo á us-
ted, todo, y verá usted quién ha perdido á quién.
TOMAS. (Lloriqueando). Pues no quiero oirte, porque me voy á
creer todo lo que me cuentes, y todo va á ser mentira.
MARTA. ¿Mentira? Óigame usted, y ya veremos si es mentira
ó no .
TOMAS. También es empeño . Ea, cuenta , pero acaba pronto .
MARTA . (Enjugándose las lágrimas: con resolución). Oiga usted : dicen
por ahí, para afrentarme, que yo nunca he tenido pa-
dres; que yo he nacido de la tierra, como los sapos que
se crían en las charcas .
TOMAS. ¿Ves tú? Eso sí que no lo he creído nunca . ¡ Así Dios
me castigue ! 3
MARTA. Yo tenía una madre que era ciega, y no he tenido á
nadie más; pero madre sí he tenido . Y ella y yo pedía-
mos limosna allá abajo, en la ciudad . Yo me acuerdo
que nos sentábamos en la grada de una iglesia que te-
nía una puerta que no se acababa nunca de alta que
era. Pues allí pedíamos. ¿Desde cuándo? ¡Y quién lo
sabe! Creo que desde antes de nacer yo, ya mendigába-
mos . Á mi madre la había visto siempre con la mano
extendida en el portal de la iglesia . Y hasta de noche,
durmiendo, extendía la mano , lo cual que me daba
mucho miedo. Un día , ya no fuimos las dos solas á pe-
dir, porque á nuestro lado se había sentado un hombre
que yo me figuré que tampoco veía . Yo pensaba en-
tonces que todos los pobres cran ciegos . ¡ Como que era
46

yo muy chiquitita y no conocía nada del mundo ! Aquel


hombre, que tenía la cara roja y la barba blanca , acabó
viviendo con mi madre. Unas veces se pegaban y otras
veces reían los dos , muy contentos; pero á mí, aquel
hombre, ni me pegó nunca, ni me hizo una caricia , ni
me dijo una palabra. Pasaron años, y un día mi madre
no se levantó para ir á la iglesia, y á los pics de su
cama se puso á llorar el hombre aquel de la cara roja
y de la barba blanca . ¡ Y cómo me chocó! Yo pensé que
los ciegos no lloraban; que, como no tenían ojos para
ver, tampoco tenían ojos para llorar.
TOMAS. ¿Y murió tu madre?
MARTA . Sí murió . Y aquel hombre no podía consolarse de la
muerte de mi madre, de mi pobre madre, que se que-
dó con los ojos más empañados que nunca, y, muerta
y todo , con la mano derecha extendida. ¡ No parecía
sino que iba también á pedir algo al otro mundo !
TOMAS. ¡Pobre chica! ¡ Ya decía yo que me habías de hacer
llorar! Sigue, Marta; sigue.
MARTA . Pues mire usted: aquel hombre me llevó consigo , y no
sé cómo fué, que , al separarnos de la fosa en que ha-
bían echado á mi madre, yo le dije sin pensarlo:
«¿Y qué hacemos , padre?» Y él, llorando mucho , me
dijo : «Ven conmigo , hija. »
TOMAS. Vamos , acaba pronto tu historia.
MARTA. No falta mucho: que cuando se va por el camino por
donde va todo el mundo, se puede ir despacio; pero
cuando se cae en un barranco , se cae de prisa . Volvi-
mos á nuestra vida, á las gradas de la iglesia á pedir
limosna; y yo iba creciendo y haciéndome mocita .
Conque un día le dije : « Padre , ¿y si trabajásemos? >»
Y él me dijo que le parecía bien, que buscaría trabajo
para los dos; pero seguíamos pidiendo , hasta que su-
pimos que iban buscando á los pobres para recogerlos ,
y entonces nos escapamos ... y corriendo muchas tie-
rras ... llegamos, por fin, á estas llanuras, donde nos
cogió un nublado muy negro y un aguacero, con lo
47 ―

cual nos guarecimos en la masía de Sebastián . Estaba


mucha gente y el amo; me hicieron que bailase y que
cantase, y el amo ... me dijo que era muy graciosa ...
Nos recogió... nos dió este molino ... venía todos los
días ... y me regalaba mucho ... y'cuando huía de él se
ponía furioso ... y me decía que yo no era nadie... que
no era sino como los sapitos que se crían en las char-
cas después de la lluvia.. y á fuerza de amenazas y
halagos, golpe y abandono, llegué á lo que soy casi
sin saberlo .
TOMAS. ¡Pobre chica !... ¡Ah! ... Sebastián ... no tienes perdón
de Dios.
MARTA. ¿Y qué había de hacer? ¿Huir? No podía . ¿Matarme?
Es pecado; y además , ¡ la muerte da tanto miedo, y yo
téñía tan pocos años! ¡ Señor , se nace para vivir, no
para morirse en seguida! Soy mala ; pero no lo soy del
todo, porque me pesa mucho serlo, y quisiera ser
buena, que hubiera un alma caritativa que me ayudase
á serlo . No se enfade usted ... ¡yo quisiera que Manelich
me ayudase! Mire usted, fuí á casarme arrastrada por
la fuerza, y Manelich me daba repugnancia y asco,
porque me pensé que se había vendido. Y con todo, á
pesar de la pena y del asco, cuando salimos casados,
me decía yo, sin querer decírmelo, así, con unos dejos
de consuelo: «que aquel hombre era ya, por bien ó por
mal, mi marido; que era mío por ley de Dios ; mío , y de
nadie más ...» ¡ Triste de mí, que no había tenido nada
que fuese mío en la tierra!
TOMAS. ¿Y si vuelve Sebastián al molino? ¿Y si vuelves á ser
cobarde?
ARTA. ¡ No! ... ¡ no !... ¡ Que no vuelva! ...
TOMAS. Pero ¿y si vuelve?
ARTA. ¡ Ahora tengo á Manelich! ... ¡Tiene que defenderme! ....
¡Es su obligación ! ... Si no , ¡ es más malo que yo, y
más cobarde!
LOMAS . Pero si te desprecia... ¡ si no te quiere! ...
MARTA. ¡ Sí me quiere! ... ¡ Aunque me desprecie, me quiere!...
s
o
d
i
"H

48 -

¡Y yo... yo le quiero ... le quiero ! ... ¡Ea ! ... ¡ le quiero ! ...


Por mala que sea una persona, puede querer, ¡esto no
hay quien me lo niegue! Y yo no he sabido lo que es
cariño en el mundo hasta que no he tenido á Manelich
á mi lado .
TOMAS . ¿Y si se lo dijeses todo á Manelich?
MARTA. ¿Y cómo se dicen estas cocas?
TOMAS . Como me las has dicho á mí.
MARTA. Á usted es distinto . Pero á él ... á él... no sé... no
s
e puedo... se me pega la lengua al paladar ….. Y así nos
c estamos horas y horas, sin decirnos palabra , ¡ que no
o
V hay angustia mayor!
TOMAS . ¡ Pobre mujer! ... ¡Vaya, que tienes desgracia!
MARTA . Ayúdeme usted , como si fuera su hi …….
TOMAS . ¡Dilo, tonta! ¡ Como si fueses mi hija! ¡ sí que se ayuda-
ré! ¡Tú eres buena ! ... ¡ Lo has sido siempre... ¡oa!... lo
a digo! ¡ Y aunque no lo hubieses sido, sólo con quere”
l
a serlo, ya lo eres casi del todo! ¡ Pobrecilla! ... ¡ Dane un
J
abrazo!...
MARTA . ¡ Señor Tomás sed sí que es compasivo... usted
sí que me da consuelo (Le abraza).
TOMAS. ¿Quién viene?
MARTA . ¡Ah! ... ¡ Las vecinas ! .. ! ¡ las perdigonas!... ¡ No quero
verlas!... Échelas ... échelas... Volverá usted?
TOMAS ¡Sí que volveré! ... Adiós ... ¡y ánimo ! ... ¡Qué demonio ...
todo se arreglará !…..
MARTA. Adiós ... adiós... Que no me vean esas mujeres. *

ESCENA V

TOMÁS, PEPA y
Y ANTONIA; después, JOSÉ , NANDO y PELOCA

PEPA. MED nakal ¡Si está aquí Tomás! (Desde la puerta),


ANTONIA . (Desde la puerta). Pero ¿qué tiene el ermitaño? ¡ Tiene los
ojos encendidos!
TOMAS. Es del humo . La pobre Marta no lograba encender
hogar.
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( ૮૦ ) a
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49

PEPA. Vamos á entrar, Antonia, que ahora no nos pueden


echar. Verá usted : dijo el Mosen que nadie se acercase
al molino que no trajera trigo para moler; que era
orden del amo.
TOMAS. Pues tonces, ya os podéis marchar antes que os
J echen,
NANDO. (Desde fuera). ¡ Ya estamos aquí!
PEPA. (Riendo). Entrad, entrad vosotros.
JOSE. (Entrando con medio saco de trigo). Traemos trigo para mo-

lerlo .
NANDO. (Entrando con Peluca). Ya estamos aquí, y traemos lo que
tenemos que traer . Traemos trigo . Y venimos al mo-
lino porque traemos trigo.
PELUCA. Y el molino está para moler el trigo.
JOSE. ¡Y vaya si nos ha costado trabajo encontrar ese poco
de trigo!
PELUCA . Yo lo saqué de casa , que lo guardábamos para la
siembra.
JOSE. Pues ya estamos aquí .
PELUCA . Pero ¿no salen Manelich ó la Marta á por eso?… .. (Se re-
fiere al trigo).
JOSE. Oiga usted, Tomás, que usted lo sabrá: ¿en qué ha que-
dado esto de la boda?
PEPA. Usted sabrá algo . Diga, Tomás; diga .
TODOS . Cuente , cuente.
TOMAS. Pues yo os lo diré; diré lo que sepa .
TODOS . ¡Sí! ¡ sí!
TOMAS . Pero que no nos oigan. (Tomás dice esto bajito y con tono
burlón; pero todos le creen, corren á mirar por las puertas si al-
guien escucha. y vuelven á agruparse á su alrededor).
PEPA. Ya puede usted empezar.
ANTONIA. Y no se deje nada .
JOSE . Todo , todo . En estos casos, todo .
TOMAS. Pues señor, una vez riñeron San Miguel y el diablo ,
porque el diablo decía que todas las mujeres eran
charlatanas y chismosas, y decía San Miguel que algu-
na habría que no lo fuese . Conque San Miguel se fué

4
50 -

por el mundo buscando una mujer que no fuera char-


latana, que no fuera chismosa y que no fuera enreda-
dora.
РЕРА. ¡Mira con lo que sale!
ANTONIA. ¡Vaya con el hombre!
JOSE. No importa; acabe , á ver en qué pára eso.
TOMAS. Pues San Miguel ya estaba cansado de tanto andar
por el mundo sin encontrar la mujer que buscaba, y
se echó al pie de unos setos vivos de madre selva, y
al otro lado había unas mujeres que, mirando á San
Miguel por entre los setos, se pusieron á decir que era
un borracho, porque tenía la cara muy encarnada, y
que era un ladrón , que lo que llevaba puesto era ro-
bado, porque era el vestido de San Miguel que, sin
duda, lo había robado en la iglesia . Pero entre las mu-
jeres había una viejecita que no dijo nada malo de él,
sino que le miraba y sonreía con mucha dulzura . Pues
aquella noche, cuando la pobrecita vieja estaba dur-
miendo en su cama, va San Miguel y la coge, y envoi-
viéndola el cuerpo en la sábana y tapándole los me-
chones de canas de la cabeza con sus alas de Arcángel
bien encorvadas , va á las puertas del infierno y se
pone á llamar al demonio , gritando : «Demonio de to-
dos los demonios; sal aquí, que te traigo la única mu-
jer que no murmura. » Sale el diablo muy sofocado del
calor que había dentro, y se echa á reir, y va y dice:
«¡Toma, como que es sorda y es muda de nacimien-
to!» Conque... ya lo sabéis . Eso es lo único que yo he
oído contar por ahí. (Vase Tomás y se quedan todos mur-
murando).
ANTONIA. ¡Vaya una gracia!
PEPA. ¡Más le valía á él no haber hecho lo que ha hecho!
ANTONIA . Nosotras no hemos hecho ningún mal , y él ha hecho
mucho mal á ese pobre chico.
JOSE. ¡Bien se ha reído de vosotras!
NANDO . ¡Bien se ha reído!
PELUCA ¡Pues yo también me he reído! ¡ Mira tú que San Mi-
Ратол
as
Borr *

72

- 51

guel tapándole á la vieja la cabeza con las alas ! ...


Buena figura harían los dos !
ANTONI¡Callaos , que ya viene Manelich!
JOSE. Sí , á callarnos ! (Todos se callan)

FD ESCENA VI

DICHOS; MANELICH, entra sin verles y se sienta junto á la mesa.


MANEL ¡Yo no espero ni un día más! ¡ Hoy vuelve el amo, cum-
plo con él, y después, á la montaña ! ¡ A la montaña á
morirme de pena y de rabia!
ANTONIA. (Acercándose á él é imitándole á media voz) . ¡ Hup, la cabrota!
MANEL. (Volviéndose). ¿Quién está aquí?
Jose . Buenos días, Manelich.
PEPA. Buenos días .
MANEL. ¿Qué queréis?
PELUCA. ¿Hay agua para moler?
MANEL. Agua? Sí . Agua sobra . Ya podéis arrimar el trigo
á la muela. (El Peluca lleva el trigo al cobertizo y luego
vuelve).
ANTONIA . ¡Mala cara tienes hoy , Manelichhati note lo diran nunca
MAN . Mala cara La de siempre.Nog;
JOSE.EL Es que no se encuentra desde que dejó de guardar sus ti
cabras . porque
РЕРА . Pues ahora tiene á Marta . la tienes zim
ANTONIA . Pero Marta no necesita que la guarden; se guarda ella
sola. (Se rien todos con disimulo).
MANEL. ¿Por qué os reís? ¿Y por qué os escondéis para reiros?
ANTONIA. Si no nos reimos.
PEPA. Si no nos reimos, Manelich . (Dicen esto sin poder contener
la risa).
MANEL . Sí que os reís, y que os ponéis encendidas, y no de
vergüenza, que no la habéis tenido nunca.
JOSE. (Adelantándose con mucha furia). ¿A mis hermanas les dices
tú eso? (Se queda en actitud de provocarle).
MANEL. Sí; á tus hermanas se lo digo . ¿Qué hay con eso?
----- 52 -

JOSE. (Volviendo la espalda con mucha calma y con mucha dignidad)..


¡Que no me lo dirías á mí!
NANDO.
PELUCA. Eso , eso .
MANEL. (Furioso). ¡Mal rayo me parta, que habláis claro ó á to-
a dos os hago pedazos!
m
l NANDO . ¡Manelich! (Todos retroceden).
a РЕРА. ¡Está loco!
P .
ANTONIA. Lo que tú quieras saber se lo preguntas al Morrucho .
РЕРА. Eso; al Morrucho .
MANEL. Al Morrucho dices?
PELUCA. ESO, eso decimos
РЕРА. Y si no, se lo preguntas á la Marta, que ahí la tienes .
t
o
h ESCENA VII
P
DICHOS y MARTA

MARTA¿Qué buscáis aquí?


JOSE. Tratamos trigo á moler.
MARTA. La muela está allá fuera.
PEPA. Como no teníamos prisa... esperábamos aquí.
MARTA. Pues esperáis ahí fuera, que aquí no tenéis nada que
hacer. (Se van murmurando frases sueltas y volviendo la cabeza
con curiosidad. Las frases pueden ser éstas: «Ahora, ahora va
á ser... está como loco ….. mal lo va á pasar la. Marta …..
mejor... mejor... que lo pague. » Salen todos.)
NANEL. (Sentado junto à la mesa y aparte). (¡ El Morrucho ... han di-
cho el Morrucho: de modo que aquel hombre era el
Morrucho !...)
MARTA. ¡Y ahora, á comer. Amarga va á ser la comida! ¡ Pobre
Manelich! ¡ Da pena verle!
MANEL. (¡ El Morrucho! ¡ Aquella noche debí entrar y degollarle
á él y después á ella.
53

ESCENA VIII

Ꮇ Ꭺ Ꭱ Ꭲ Ꭺ y MANELICH

MANEL. ( ¡ A ella ! (Pausa). ¡ Toma! ¡ Es que por eso me buscaron á


mí y me casaron con la Marta ! ¡ Porque creían que yo
no había de revolverme contra ellos! (Pausa. Sentándose).
¡Pero si es que entonces no pensaba yo en nada malo!
¡Ahora sí!. . ¡ Ahora sí! ….. ) (Todo esto bajo).
MARTA . (¿Cómo haría yo para que este hombre hablase? ¿Cómo?
¡Yo no quiero verle siempre callado y despreciando-
me! ¡Que me castigue, que me arrastre por el suelo !
Que me trate como á cosa suya! ) (Todo esto bajo) . ¡Ma-
nelich! (Llamando en voz alta, pero dulce).
MANEL. (Como si no la hubiera oído) . ¡ Oyéndola , cómo engaña! ¡ Pa-
rece una niña!
MARTA . ¡ Manelich! (El se levanta) . Mira, ya está la comida.
MANEL. ¡ Ah! ¡ Sí; la comida! ... ¡ La comida! (Toma el cuchillo y
empieza á cortar pan. Marta ha ido al hogar). ( ¡ No debe costar
mucho degollar á un hombre! ¡Y á ella... menos ! ) (En-
contrándose con la mirada de Marta que vuelve á la mesa) . ( ¡Si
no me mirara! ... ¡ Ah!……. ) (Arrojando el cuchillo con rabia y
tristeza).
MARTA. ¡Ponte tú, Manelich! (Se sirve él; después ella).
MANEL. ( Quién tuviera hambre ; mucha hambre; como allá
arriba! ¡ Pero no hay bocado que no se me atragante! )
MARTA. ¡Ay Dios mío , ayúdame!
MANEL. (Mirándola). (¡ Que la ayude Dios! ) (Va á hablar y se detiene) .
MARTA . ¿Qué? Dilo . ¿Qué ibas á decir?
MANEL. (Apartándola). ¡ Nada ! ¡ Nada!
MARTA. Habla una vez en tu vida . ¡ Yo te lo pido por...!
MANEL. (Con ironía). ¿Por quién me lo pides?
MARTA. Por...
MANEL . Por ... ¿ él ?... ¿ Por quién ? (Esperando á que ella hable).
(¡Qué asco me da esta mujer! ) (Levantándose). ¡ Ea; fuera.
Yo me vuelvo á mis montañas.
54 -

MARTA .No ; Manelich, no. ¡Escúchame y perdóname!


MANEL. ¿Que te perdone? ¡ Así te confunda Dios! ¡ Habla! Di ..
¿Qué te había hecho yo? ¿Por qué habías de engañar-
me á mí? ¿Por qué?
MARTA. ¡Porque yo no era nadie! ¡ Porque no sabía más que
obedecer! Yo no te conocía, ni tan siquiera te había mi-
rado. ¡Yo no supe en jamás lo que era un cariño de
verdad!
MANEL. Pues entonces, ¿por qué te has casado conmigo y no
con aquel hombre? (Muy rabioso). ¡ Dilo; que no lo sé!
¡Y me consumo! ¡ Y por empeñarme en saberlo voy â
volverme loco! (Corriendo hacia ella). ¡Vamos ; dilo! ¿Por
qué? ¿Por qué? Responde .
MARTA . ¡ No! ¡ Manelich! ¡ No puedo decirlo ! ¡ Que me aborre-
cerías más de lo que me aborreces !
MANEL. ¡Aborrecerte! ¡ Matarte es lo que yo tenía que hacer!
MARTA. ¡Ah! ¡Matarme sí! ¡Si es lo que yo quiero!
MANEL. ¡No, no ! ¡ Más vale que me vaya! ¡ Que me vaya para
siempre!
MARTA. (Rabiosa y deseando impedir que se marche) . ¡ Es que no te
atreves á hablarme! ¡ No ! ¡No te atreves ! ¡Es que me
tienes miedo; me tienes miedo, cobarde ! ¡ Miedo ! ¡ Mie-
do! (Va detrás de él desesperada).
MANEL , (Parándose). ¡Qué! ¿Que yo te tengo miedo? (Al pararse él,
ella cambia de tono y se echa á Ilorar).
MARTA. ¡Insúltame, Manelich! ¡ Péga ne ! ¡ Pero no te vayas!
(Queriendo abrazarle las rodillas).
MANEL. ¡ Aparta ! ¡ Suéltame ! ¡ Si todo esto es un charco de mi-
serias! ¡Revuélcate en él! (Desprendiéndose de ella y dirigién
dose hacia la puerta. Ella cae, apoyándose con los brazos en el
suelo).
MARTA. (Dice lo que sigue para detenerle, rabiosa, riendo y llorando al
mismo tiempo). ¡Así me dejas con el hombre que quiero!
¡Por él, por él te he engañado á ti! ¡ Y tú , ni tienes:
alientos para castigarme! (Ella va hacia él andando de ro-
dillas. Manelich se detiene). ( No se va , no) . (Cambiando de •
tono y con súplica amorosa). ¡ Manelich ! (El ha dudado, pero
55

vuelve á irse. Ella vuelve al tono de antes). ¡ Ah! ¡ Y soy de-


otro! Y tuya ... no lo soy; no... lo soy...
MANEL. (Vuelve hacia ella amenazándola con el puño ) . ¡ Calla ! ...
¡Calla! ... call
MARTA . (Satisfecha de que se encolerice y no se vaya). ¡Y te he enga-
ñado, y estoy muy confonía de haberte engañado!
¡ Mira; me ríe de tí! ¿Como todo el mundo! ¡ Oye, oye
cómo me río! (Riendo co ac una loca). ¡Sí, sí! ¡ Ahora mis-
mo estoy esperando que venga el otro ! ( El corre hacia
la mesa y coge el cuchillo).
MANEL. ¡ Y ahora mismo te mato !
MARTA. (Sujetándole el brazo izquierdo). ¡ Cá! ¡ No me matas! ¡ Y yo
te engaño! ¡Te engaño ! ¡ Entodavía te engaño ! (Ríe con-
vulsivamente). ¿A que no me matas? ¿A que no?
MANEL. ¡No! ¡No quiero ! ¡ No puedo!
MARTA. (Al ver que se separa de ella). ¡ Ah , cobarde! ¡Bien se ve
que te has vendido por dinero! (Agarrados los dos y como
luchando, resulta herida la Marta).
MANEL. ¡ Maldita!
MARTA. (Satisfecha) . ¡Ah! ¡Por fin!
MANEL. (Arrojando el cuchillo con espanto). ¿Qué es lo que he hecho,
Dios mío?
MARTA. ¡ Sangre ! ¡Sangre mía! Y tú has sido , tú . (Se apoya en la
mesa para no caer. Ríe frenéticamente) . ¡ Qué alegría, Virgen
Santísima! ¡ Qué alegría! ¡ Ven aquí!……. ¡ Aquí has de dar
el golpe! (Señalando el pecho. )
MANEL. (Apartándose con terror y llorando, cae en una silla) . ¡ No, no!
¡ Déjame!
MARTA. ¡ Pero si es que no puedo vivir de este modo! ¡Si es
que he sido contigo la mujer más mala de este mundo!
¡Si no puedo deshacer lo que hice! ¡ Esta vida ... esta
vida pasada! ¡ Que tampoco puedo deshacerla, porque
no hay fuerzas que la deshagan! ¡ Ven ... ven! ... Que
mientras pensaba en vivir no tuve ánimos para decirte
lo que he hecho y lo que he consentido; pero ahora que
me vas á matar, ahora sí te lo digo . (Se ha ido apoderando
poco a poco del corazón de Manelich. El está sentado en una
56

silla baja, ella de rodillas en el suelo, casi en los brazos de Ma-


nelich).
MANEL. (Que ha procurado interrumpirla) . ¡ Pues dímelo !
MARTA. Á mí me han tratado como á una piedra suelta de una
carretera, que se la da con el pie para que ruede ¡ Má-
tame , mátame !
MANEL. ¡ Si yo no te puedo matar! ... ¡ Marta, no puedo! ¡ Porque
te quiero... y te quería….. desde allá arriba! ... ¡ Yo era
un puñado de nieve de la que hay en los picachos , y
me derretía mirándote! Y cuando, hace pocos días, ba-
jaba de la montaña para casarme contigo, bajaba á
saltos, como baja el agua de las cimas hasta dar en el
agua del mar, que dicen que es amarga . ¡Que lo sea!
Yo te quiero, no sé por qué . ¡ Será porque me has en-
gañado! ¡ ó porque he sentido el calor de tu sangre !
¡ Porque te he respirado á toda tú! ¡ y te he respirado
todo yo! ¡Yo no quiero más que besarte, morderte, tan
hondo, que la mordedura te llegue hasta ei alma ! ¡Y
apretarte en mis brazos con afán tan rabioso , que la vida
se confunda con la muerte! ¡ Como hombre y fiera!
¡Hombre y fiera, todo junto ! ¡ Y contigo y contra ti,
y contra todos los de la tierra ! (Mira hacia la cortina,
como recordando lo de la luz, y se la lleva hacia la parte opuesta) .
Ahora, que vengan á quitármela . ¡Que prueben, que
prueben!
MARTA. ¡ Dios mío!
MANEL. (Cogiéndola en sus brazos y queriendo besarla). ¡Marta!
MARTA. ¡No! ... ¡ no!... (No consintiéndolo y huyendo de él).
MANEL. (Siguiéndola). ¡ Marta!
MARTA. (Con energía). No. Perdonarme así, no . No quiero que me
perdones de ese modo . (Pasa) . ¡Tú me perdonas porque
no lo sabes todo! ¡Y yo quiero que lo sepas! ¡Y lo has
de saber por mí!
MANEL. ¡Sí! ¡ Saberlo todo; pero no aquí abajo , Marta! ¡ Que el
cielo se ha enturbiado con estas miserias, y Dios no te
vería la cara cuando hablases!
MARTA . Pues allá arriba, y ahora mismo.
1
57

MANEL. Pues vamos . ¡ Que allá se perdona todo y no se corrom-


pe nada! ¡Hasta los cuerpos se conservan en la nieve !
¡Conque mira tú las almas!……
MARTA. Pues vámonos , vámonos aprisa...

Lopez ESCENA IX

DICHOS y MOSEN ; después, SEBASTIÁN

MOSEN.Entrando). ¿Qué hay de nuevo?


MARTA. (Que iba á salir con Manelich). ( ¡ Ah! ¡ Mosen ! ... ¡ Dios mío!)
MANEL. Pues á tiempo llegas. Mira, dile al amo que aquí le
queda el molino ... y que muchas gracias ... y ... y
nada más. Oye... y que me llevo lo mío . Vámonos,
Marta.
MOSEN. (Sin entenderle). Pero ¿qué es lo que te llevas?
MANEL. Bien claro lo he dicho : que me llevo á la Marta .
MARTA. Sí, sí,
MOSEN. Todo eso se lo contáis al amo , que ya ha vuelto .
(A Marta).
MARTA ¡ Dios mío! ... ¡Vámonos, Manelich!...
SEBAST. (Entra riendo). ¡ Ya te encontré ! Mira, Mosen; mira...
¡Pues no salía á recibirme ! (Marta retrocede con horror ).
MOSEN. (Riendo). ¡Claro !
MARTA . ¡ Manelich , no te separes de mí!
SEBAST. Mira tú, Marta, ¡vengo más contento ! ¿Sabes? Se arre-
gló mi boda . Esta misma noche llega el padre de mi
novia. Ya puedes suponer á lo que viene : á echár una
mirada á todo esto . (A Mosen). Pero ¿qué tiene esa? (Por
la Marta).
MOSEN. (Riendo). Pregúntaselo á ella .
MANEL. Yo lo dirẻ. Que me voy con la Marta.
SEBAST . (Corriendo á ella) . ¡ Marta! ….. ¿Qué dice éste? ... ¿qué dice?
¡Contéstame!... ¡ contéstame pronto! ... (Cogiéndola por un
brazo).
MARTA. Sí, que nos vamos .
10

d os Walls.
To Jaride
- 58 ----

SEBAST . ¡ Marta!... ¡ Marta ! ... ¡Rayo de Dios ! (Sacudiéndola por un


brazo).
MANEL. (Interponiéndose). ¡ Señor amo!.... ¡mire lo que hace!...
¡Es la Marta!
SEBAST. (A Manelich). ¿Qué te has creído tú?... ¡ Yo mando en
ella!
Grajera MANEL. ¡ Es mía ! ... ¡Es mi mujer!
SEBAST . (Riendo con ironia). ¿Tuya? ¿Tuya la Marta?
Migo MARTA . que lo soy!
Barbero SEBAST Marta!
MARTA. ac bo todo! (Quieren salir Manelich y la Marta) .
SEAST. ¡
Mosen!... Llama gente... ¡ y que echen de aquí á ese
Bejar s
ga hombre!
te
Or

ESCENA X

MARTA, MANELICH, SEBASTIÁN, MOŠEN, PEPA, ANTONIA,


JOSÉ, NANDO Y PELUCA

MANEL. ¿Y por qué me han de echar á mí?


SEBAST. ¡ Porque aquí yo soy el amo! ¡ Como siempre lo he sido!
¡ Tu amo... y el de todos !... ¡ Y de ella ! ... ¡de ella! ...
MARTA. ¡ No le escuches! ... ¡Vámonos , Manelich !
MANEL. ¡Vámonos!
SEBAST. ¡ Ah! ... ¿Conque quieres llevártela?... ¡ To:na, pillastre!
(Le pega una bofetada).
MANEL. (Rabioso). ¡Ah!... ¡Á mí! …..
MARTA. ¡ Manelich!... (Con rabia). ¿Y tú lo sufres? ... ¿Y te dejas
pegar? pero
MANEL. ( Llorando rabioso) . ¡ Qué rabia!….. ¡ qué rabía! Si es el amo!
MARTA. ¡Ah!... ¡ El amo! ... Oye : ese, ese, ese que dices que es
el amo, es el que me perdió á mí, Manelich . El que me
perdió.
MANEL. ¡Sebastián! ¡ él! ¿tú? ¡ Ah! canalla , canalla, canalla . (Ma―
nelich se precipita furioso sobre Sebastián; pero antes de llegar á
él le detienen los demás y á la fuerza le arrastran hacia la puerta.
MOSEN. (A los hombres). ¡Quitárselo!...
JOSE. (A los demás). ¡Que lo va á matar!...
MANEL. ¡Quiero sangre!... ¡ sangre ! ... (Forcejeando para despren-
derse).
SEBAST. ¡ No le solteis!...
MANEL. ¡Quiero su vida! ... ¡ su vida! ... ¡ La quiero!...
SEBAST. ¡ Ella es mía!... ¡ mía para siempre!
MARTA. ¡ Manelich !
MANEL. ¡ Mientes, mientes!... ¡ Marta no es tuya! ¡ Ah! ¡ cobarde !
¡Ya te encontraré yo! ¡ya te encontraré ! -Telón .

Sebas - Afuera
Feest
con él ! I
sta ar aqui
conmigo. Hlia para siempre.
Man = Fuya la Marta ? No! Mia !

bobarde ! Canalla ! Eas mia

La Marta. Ah ! Cobardy !
Canalla ! Qu
Quie sangr
iero
ro e
la mia, imia la M arta !

FIN DEL ACTO SEGUNDO

F
Úraisą k
Cunillo
Media luz.

aba da eabeza po

a
t a
l
n
e u
m c
ACTO TERCERO

La misma decoración de los actos anteriores. Es la caída de la tarde.

ja
Be

ESCENA PRIMERA

JOSÉ Y NANDO

Están muy tristes. Hablan despacio . Al levantarse el telón se les ve callados


y cabizbajos.

JOSE. ¡Nando! Créeme : ¡yo no estoy á gusto! ... ¡ Yo tengo


algo aquí dentro!
NANDO . ¡ No hables alto, que te puede oir la Marta!
JOSE. ¡Es que hemos hecho una acción muy negra!
NANDO. (Levantando la voz) . ¡ Sí que la hemos hecho ! ¡ La hemos
hecho! ¡Que no sé cómo no se nos cae la cara de ver-
güenza!
JOSE. ¡No grites, hombre, que está la Marta descansando!
NANDO . ¡ Nosotros hicimos mal en echar del molino á Manelich!
JOSE. Mal hicimos; pero ahora lo que tienes que hacer es ca-
llarte . ¡Hicimos lo que hicimos, por lo que lo hicimos!
Que si no los aseparamos, con la fuerza que llevaba
Manelich ahoga á Sebastián . (Mirando al exterior).
62

NANDO . Separarlos, bueno; pero no haber echado á Manelich


como á un perro ; que eso fué desajuntarle de mala
manera de su mujer. Y lo que te digo es que ya no
me pongo más del lado de Sebastián, y que en cuanto
vea al Sebastián se las canto muy claras.
JOSE . ¡Bien pensado! ¡Que yo también se las quiero cantar
muy claras! ¡Y si lo toma á mal , que lo tome!
e NANDO . Aún anda por ahí fuera el amo, ¿no es verdad?
t JOSE. Está con el Mosen dando vueltas alrededor del molino,
l
a así como muy desasosegado .
W
a
g
k が ESCENA II
r
O PELUC
JOSÉ y NANDO; PELA A , que entra fatigado.

PELUCA . Ya estoy aquí. Y ¡ vaya si he corrido!


NANDO. Pues ¿qué pasa?
PELUCA. ¡Y ahora me sale el amo con que he ido á paso de buey!
Que hubiera ido él más aprisa...
JOSE. Pero ¿á dónde te mandó el amo?
PELUCA . No se lo digáis á nadie . Me mandó á que avisase á los
guardias, y que les dijese de su parte que había echado
á la calle á un hombre que se llama Manelich. «Y que
le busquen á ese hombre, y que le vigilen, porque al
echarle nosotros por orden del amo, se las había ju—
rado, diciendo á gritos que le mataría . » Conque yo
cumplí lo que me había mandado Sebastián. Y les dije
á los guardias que era verdad; que yo le oí á Manelich
jurárselas al amo.
JOSE. Pero ¿tú has dicho eso á los guardias?
PELUCA. Así mismo . De parte del amo , como él me mandó.
NANDO . Pues ya te has perdido . ¿No ves que te llamarán á de-
clarar?
JOSE. Claro que te llamarán . Y tendrás que jurar delante de
un santo Cristo. Y si tropiezas ó te atragantas, ya te
has ganado la cárcel .
63

PELUCA . ES que yo he dicho que vosotros también estábais pre-


sentes. Y que lo habéis oído todo.
NANDO. A mí no me metas tú en esas cosas.
JOSE. Yo no estaba allí, ¿lo entiendes?
PELUCA. ¡ Gallinas! ¡ Mas que gallinas! Pues ea; yo tampoco es-
taba

era
Graj ESCENA IH

JOSÉ, NANDO, PELUCA, y PEPA; después, ANTONIA

PEPA Viniendo del cuarto de Marta). ¡ Que no gritéis! ¡ Que no gri-


téis! Que Marta se ha quedado descansado un rato .
NANDO . (Bajando la voz). ¿Y cómo está?
РЕРА. Pues no lo sé. La pregunto , y ella , unas veces lore
como una Magdalena , y otras veces se pone furiose.
que da miedo. Pero lo que es á mí no me conteste .
Jose Y¿cómo te parece á ti que va á acabar todo esto?
РЕРА . slela
¿Qué sé yo!
NANDO YO de ti se lo hubiera preguntado á la Marta .
PEPA (Gritando). Pero ¿no te he dicho que ya se lo he pregun-
tado y que no responde?
AT (Desde la puerta del cuarto de Marta) . Pero mujer, ¿qué gri-
tos son esos?
Jos ¡Antonia; ven cá. An onia! ¿A i que te parece de es-
tas cosas que pasan?
ANTONIA. ¡A mí ! ... Me parece que ya está todo arreglado ... ¿No
han echado á Manelich? Pues la Marta vuelve con Se-
bastián, como antes. Y Manelich vuelve con sus ca-
bras... como antes... Y todo vuelve á quedar como
antes.
PEPA. No digas esas cosas , Antonia. La Marta ya nunca más
vuelve con Sebastián . Que esto yo lo sé. Y el otro,
cuando le echásteis, dijo á gritos que había de matar
al amo. ¡ Que esto todos lo sabemos!
PELUCA . (Muy aprisa). No sabemos nada de todas esas cosas. ¡Que
no sabemos nada!
- 64 -

NANDO . (Lo mismo). ¡ Nosotros no hemos oído nada!


PEPA. Yo me vuelvo con la Marta, á ver si le pasó aquello y
me cuenta algo.
JOSE. ¡Callaos, que viene Sebastián!
NANDO . Pues yo me hago el distraído .
ANTONIA. Y yo me escapo . (Se va hacia el cuarto de Marta).

ESCENA IV

ANTONIA, JOSÉ, NANDO , PELUCA y SEBASTIÁN ; después,


PEPA

SEBAST. ¡ Antonia!
ANTONIA. ¡ Es que voy hacer compañía á la Marta!
SEBAST . (Con mal humor). ¿No has oído que te llamo? ¡ Ven aquí!
¿Cómo está aquélla?
ANTONIA. Está cchada y está llorando .
SEBAST. Dile que venga, que estoy esperándola .
ANTONIA. Allá voy . (Vase).
SEBAST . (Sin reparar en los demás y sentándose aparte). ( ¡ El padre de
la otra que va á llegar á la masía! ¡No falta más si
no que ahora se enrede todo por ese pillastre! ) (En voz
alta). ¡ Hola! ¿Estáis aquí? ¡ Ya habéis visto cómo se ha
portado ese Manelich ; después de haberle sacado de la
miseria! ¡ Eso tiene el hacer favores á bestias !
NANDO . No se puede hacer favores .
JOSE. (A Nando). Pues ¿no decías que ibas á hacer frente al amo?
NANDO. (A José). ¡Tú también lo decías!
JOSE. Sí que lo dije; y ahora verás tú.
SEBAST. (Aparte). Ella es aún peor que él. Porque él, al fin y al
cabo ... Pero la Marta... ¡ Ah! ¡ La maldita!... ¡ La in-
grata!...
JOSE. Nuestro amo .
SEBAST. (Dando un puñetazo en la mesa) . ¿Qué?
Jose. (Atemorizado). Nada ... No decía nada...
SEBAST . Vosotros habéis sido testigos . (Riendo). Dijo que me ma-
taría . Bien claro lo dijo . ¿No es verdad, muchachos?
65 -

PELUCA . Estos dicen que lo oyeron .


NANDO. Los que lo oyeron fueron esos.
JOSE . Yo... algunos días ... estoy algo sordo .
SEBAST . (Aparte. Sin hacerles caso). Pero esa mujer que no viene.
¡Se ha empeñado en apurarme la paciencia!
NANDO . (A José). ¡ Que no te atreves á decirle nada !
JOSE. (A Nando). Ahora verás . Y después tú . (A Sebastián). ¡ Se-
ñor amo!
SEBAST. ¿Qué queréis? ¿Qué hay?
JOSE . Que ese Manelich... vamos ... parece que es valiente.
¿Verdad, señor amo, que el chico es valiente?
SEBAST . ¿Valiente? Un pillastre y una bestia feroz .
JOSE. Eso... eso quería yo decir .
NANDO . (Adelantándose) . ( Ahora yo) . Pues digo que Manelich...
SEBAST . ¿Qué?
NANDO . Que Manelich es lo que ha dicho mi hermano.. Y de lo
que ha dicho mi hermano no rebajo nada; eso, u
bestia feroz ; y no rebajo nada.
SEBAST. Bueno; dejadme . ¡ Marta! (Llamando) .
Jose. (Aparte á Nando). ¡ Cuando yo me pongo á hablar...!
NANDO . (Aparte á José). ¿Pues y yo? Yo no me quedo atrás .
SEBAST NoNO espero más . ¡ Marta!
EPA. Desde la puerta). La Marta ... no puede venir .
SEBASTES que yo lo mando .
PEPA E que la pobre está muy trastornada, y está afligida
de verdad; y vamos ... que no quiere venir .
SEBAST. Pues á la fuerza .
PEPA. ¡ Señor amo!
SEBAST. ¡ Aquí, aquí! ¡ Pronto! Vosotras adentro , á traerme á la
Marta. (Antonia y Pepa, hablando acaloradamente, se van hacia
el cuarto de Marta).
JOSE. (A Nando). A mí me parece que nosotros debemos mar-
charnos .
NANDO. (Aparte) . Lo mejor es quitarse de en medio. (Los hombres
se van por el foro . Las mujeres se quedan protestando todavía en
la puerta del cuarto de Marta) .

5
66

ESCENA V
ll
e ba SEBASTIAN y MOSEN
Ac
SEBAST. ¡No parece sino que todos se han empeñado hoy en
que yo me pierda!
MOSEN. Entrando). Sebastián, ya me tienes aquí .
#
SEBAST¿Qué pasa? ¿Vienes de la masía?
MOSEN. ¡ Suceden cosas muy graves en tu casa!
SEBAST. ¿Aún hay más? Hoy voy á volverme loco . ¡ Habla!
MOSEN. ¡ Ha llegado el padre de tu novia!
SEBAST . ¡Condenado de hombre!
MOSEN. Vamos allá .
SEBAST. Ya iré, ya . Para mí ella es antes que todo en este
mundo.
MOSEN. ¡Parece mentira! ¡ Lo que fuiste У lo que eres!
o

SEBAST . (Furioso) . ¡Vete de aquí ! ¡ Digo que te vayas!


r
e

MOSEN. ¡Ciego! ¡ Mas que ciego ! Ese hombre sospecha todo lo


b

que está pasando . Que la boda de Marta no ha sido


r
a

más que una farsa; que por celos echaste del molino
B

á Manelich. ¡Sebastián! ¡ Sebastián! ¡Ese hombre habla


de que va ha deshacer tu boda con su hija! Si él viene
aquí, lo has perdido todo.
SEBAST . Pues vamos, vamos .
MOSEN. ¡ Gracias a Dios! ¡ th, vosotros!
SEBAST (José y Nagdo se asomaa á la puerta) . Os estáis ahí fuera . Y
vigilar alrededor del molino ... el caso es que nadie
entre ni salga, ¿entien les?
MOSEN. ¡Ahora, vamos !
SEBAST. Sí, vamos….. pero... en cuanto pueda, vuelvo... Aunque
se pierda todo . (Dice esto preparándose para salir).
MOSEN. ¡Ten cuidado! El Morrucho ha vuelto ... se le ha visto
hablando con Manelich ... y ronda el molino... ¡ Si vuel-
ves aquí, le avisa á Manelich... y estás perdido!
SEBAST. ¡Qué me importa! ... ¡ volveré! (Vase).
Despic
a
r
e
y
ø
r
G 67
o
l
e
ESCENA VI V а

JOSÉ , NANDO, PELUCA TRABAJADORES ; luego , PEPA y


Pons ,Palo ANTONIA; después, NVRI e
k
Domeen,damen a
s
NANDO Me parece á mí que al amo se le extravía el juicio ! G
ANTON Déjala . (Saliendo del cuarto de Marta). ¡ Pepa , déjala! ¡L
que es yo, no me estoy más con ella!
PEP r e
¡Vaya una cara que tiene la Marta! ¡Y qué oscuroa está r
r e
esto! (Enciende una luz). velon encendidy a i
e
JOSE. (Volviendo desde la puerta). ¿Pasa algo?f ¿Es que no sale f
esa?
ANTONIA. ¡Que no sale ! ¡ Y que no sale!
PEPA. ¡Que yo no la aguanto más! ¡ Así com onenia
nada!... ¡ conque para qué hemos de star!
ANTONIA . Ea, vámonos todos á casa.
JOSE. (Con cierto misterio) . Nosotros no podemos movernos de
r
a t ili aquí hasta que vuelva Sebastián . ( Se oye llorar á lo leios, á
S
la Nuri).
NANO Que se había quedado cerca de la puerta). ¿No oís? ¿Parece
n
que están llorando por ahí fucra? of De
JOSE. que lloran .
NURIY (Entra llorando). ¡Vaya! ¡ Que me he cansado de estar sola
en casa! ¡ Que no quiero estar más tiempo sola!
PEPA. ¡Pues ven, mujer!
JOSE. ¡Tiene razón la chica!
NURI. ¡Ya no os acordábais de mí! ¡Pobrecita de mí! Y todo
se ponía oscuro , oscuro, y me daba miedo estar
sola. ¡Ay, Dios mío! ¡ Que entoavía tengo miedo cuan-
do pienso en aquel miedo que tuve! ¡Y al venir, se me
figuró que corrían tras de mí persiguiéndome! ¡ Jesús
mío! ¡Cómo he corrido, y qué cansada vengo! (Muy fa-
tigada. Al final riendo entre lágrimas).
PEPA. ¡Calla y descansa!
NURI. Si no puedo callar. No puedo callar, porque tengo que
contaros el susto que he pasado.
- 68 ―

JOSE. Pues ¿qué ha sido?


NURI. ¡Ya veréis, ya veréis! Yo estaba preparando vuestra
cena, ya había puesto la olla á hervir. Y de pronto
oigo una voz muy honda... pero muy honda, que ve-
nía no sé de dónde, y que decía : « ¡Nuri ! ¡ Nuri ! » Aque-
lla voz... era propiamente como si saliese de un pozo!
¡Conque me encomendé á la Virgen , y aún tuve alien-
tos para cerrar la puerta de la calle! Pero no por eso
dejé de oir la voz que , desde lejos, seguía diciendo:
<<¡Nuri! ¡ Nuri ! » ¡ Yo me pensé que si aquella voz des-
consolá no era la de un alma en pena, era la de Ma-
nelich que me llamaba: ¡ Nuri ! ¡Nuri! ¡ Todavía siento
escalofríos!
NANDO. Y después, ¿qué pasó?
NURI. Después no pasó nada . Ah , sí: la olla rompió á hervir.
Pues no lo creeréis; cuando ya no oí nada más que el
hervor de la olla, el miedo me entró con más fuerza.
Conque ya no pude resistir más, y rompí á cantar, y
me fuí á la puerta de la calle , y la abrí de pronto, y me
eché fuera, y corriendo y cantando he venido hasta
aquí. Que aquella voz « ¡ Nuri ' ¡ Nuri ! » y una olla que
hierve solita, dan mucho miedo . ¡ Ay, qué miedo ! (Corre
á esconder la cabeza sobre el pecho de Antonia).
ANTONIA . ¡Anda, chiquilla, que me has asustado á mí también!
NURI. (Apartándose de pronto de Antonia) . ¿Dónde está la Marta?
ANTONIA. Echada está.
NURI. ¡Pobrecilla ! (Mira á todos; pero ninguno se atreve á sostener la
mirada). Y ¿dónde está Manelich?
РЕРА. ¡Por ahí estará!
NURI. ¿Por dónde?
NANDO . Pues por ahí dentro .
PEPA. Se habrá quedado dormido .
7
JOSE. Eso : dormido . (Todo esto lo dicen llenos de confusión).
NURI. Me decís todo eso de una manera...
ANTONIA. Pues ¿cómo quieres que te lo digamos?
NURI. Y ¿por qué no volvéis á casa? (A los hombres).
JOSE. Verás tú. Esperábamos ... pues esperábamos ...
69

NANDO . Á Sebastián, porque quiere que nos quedemos aquí vi-


gilando ...
NURI. Y¿qué habéis de vigilar?
JOSE. Lo que á ti no te importa, chiquilla . (Los otros indican lo
mismo).
NURI. ¡ Ay, Dios mío! (Pausa) . Yo quiero ver á Manelich . ¡ No
ega
está! (Corre al cuarto de la derecha). Ort
РЕРА. (Deteniéndola). No grites.
ANTONIA. ( Lo mismo) . ¡Á dónde vas!
NURI. Es que quiero verle . (Golpeando con pies) . Quiero verle.
Val Entra Pelca sin llamar la atención
NANDO (Riñéndola ) . ¡Chiquilla!
NURI. ¡Pues entonces voy á llorar! ¡ Porque al Manelich le ha
pasado algo muy malo!
РЕРА. ¡No llores! ¡ no grites! (Todos quieren hacerla callar).
NURI. ¡ Es que me pienso... que se ha muerto , que le habéis
matado á fuerza de penas!...
JOSE. ¡No seas simple! ¡ que nosotros no matamos á nadie!
¡ No hemos hecho otra cosa que echarle de esta casa!
¡Y bien arrepentidos estamos!
NANDO . Del todo! (Todos indican lo mismo).
NURI. ¡Ay, qué alegría! ¡Pues entonces puede volver!
JOSE. Pero ¿qué dices , chiquilla?
NURI. Pues que voy á llamarle.
NANDO . ¡ Si el amo no quiere que vuelva!
NURI. ¡Dejadme! Que me dejéis, digo.
l ma a
a lm
Pa ESCENA VII

NURI, PEPA, ANTONIA, JOSÉ, NANDO , PELUCA y▾ MARTA


MARTA.Nuri ! (Desde la puerta del cuarto).
NURI . (Corriendo hacia ella). ¡Marta ! ¡Ay! ¡La Marta!
MARTA Abrazándola) . ¡ Nuri ! (Se adelanta apoyada en ella).
NURI. ¡Pobrecita Marta! ¿Sabes tú eso del Manelich? ¡Pues le
han echado ... le han echado , como si no fuera nadie!
MARTA. ¡Ya lo sé, Nuri! ¡ Ya lo sé! Ayúdame á andar, hija.
- 70

РЕРА. ¡Nosotras te ayudaremos!


MARTA. No ; apartãos vosotras.
JOSE. Nosotros... ¿sabes tú? no hicimos más que obedecer .
MARTA . (Llorando). ¡ Sí! ya sé que vosotros no hacéis más que
obedecer. ¡ El odio que siempre me habéis tenido y las
burlas que habéis hecho de Manelich, no ha sido más
que por obediencia ! Pues Manelich no os había hecho
nada malo .
NURI. No llores , no . (Se seca los ojos y se los seca á Marta) .
MARTA. Y ahora, ¿por qué no queréis que la Nuri le llame?
¿Qué mal hay en esto? ¡ Si lo que yo quiero es irme con
él; con mi marido ! ¡ Subir por la montaña arriba, hasta
donde no encontremos gente! ¡Que en no habiendo
gente, nadie se reirá de nosotros ! Y si en llegando al
picacho más alto todavía llegasen allí vuestras risota-
das, subir aún más, y en cuanto que llegásemos á don-
de está Dios , nadie había de reirse de nosotros , que
allí se quiere y se perdona.
NANDO . (A media voz). Pues á mí se me figura que tiene razón .
ΡΕΡΑ. (A los otros). ¡ No sé por qué habíais de hacer lo que ha-
béis hecho!
PELUCA. ¡Pobre mujer!
NURI. (Llorando). ¡ Ves , Marta ! ... Pues si casi están llorando
por ti . Si todos te quieren . ¿No es verdad? ¡ Ven con-
migo : te juntas con él, y os vais los dos!
MARTA. Sí; eso sí: con él .
NANDO . Pero es que eso ... no puede ser.
JOSE. Si no fuera por Sebastián ... pero está Sebastián por
medio, y no puede ser.
MARTA. Ya ves tú, Nuri , que no me dejan salir.
NURI. ¡No le sabéis decir nada para consolarla ! ¡ Ven, y déja-`
los! (Llevándosela á un lado).
NANDO . (A los otros). Pues yo me voy; que me da mucha pena
ver á esa pobre mujer.
ANTONIA. ¡Y á nosotras también!
JOSE. ¿No nos dijo el amo que podíamos vigilar desde fuera?
Pues vámonos afuera.
-71 --

РЕРА. Sí; vamos.


NANDO . Oye tú, Marta. Si quieres, puedes cerrar, que nosotros
no te estorbaremos. (Van saliendo todos cabizbajos).

ESCENA VIII

Ꮇ Ꭺ Ꭱ Ꭲ Ꭺ y NURI

MARTA. Tú, no te muevas, Nuri.


NURI. No; yo contigo. Nadie te quiere más que yo . (Riend● con
tristeza, como si hablara á una niña) . Así: las dos solitas .
¿Quieres que cierre?
MARTA. Sí; cierra, cierra . (Nuri cierra la puerta) .
NURI. Ya está. Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Quieres que hable-
mos de Manelich? (Riendo con cariño).
MARTA. ¡ Ay, Nuri! ¡Que me estoy muriendo de angustia! ¡Estas
parenes parece que se te caen encima! ¡Y detrás de
ellas me figuro que está Sebastián! ¡ Cierro los ojos
para no verle, y todavía mé creo que ha entrado , que
está delante de mí, y que me sujeta , y que me arras-
tra, y que me lleva con él! ¡ No; eso no! ¡ Yo quiero sa-
lir de aquí! ¡Nuri ! ¡Quiero irme con Manelich ! ¡No sé
dónde está; pero como pudiera escaparme, ya le en-
contraría!
NURI. Pues oye, Marta, te digo la verdad : que yo no entiendo
nada de eso , ni sé por qué no te dejan salir los de casa.
¿No es esta tu casa? Pues ¿qué tienen que ver ellos
contigo?
MARTA. Los de tu casa son unos...
NURI. No lo digas, Marta; no lo digas . ¡ Ya lo sé yo ! Pero
¿qué quieres? ¡ Son los de casa ... y no lo digas! (Con
mucha tristeza).
MARTA. (Abrazándola). ¡ Te quiero mucho, Nuri!
NURI. Pues yo estoy muy rabiosa conmigo misma . ¡ Tan ra-
biosa estoy, que me daría de cachetes!
MARTA . Y ¿por qué, Nuri?
72 -

NURI. Porque no sé cómo me las podría arreglar para hacer


que te escapases en seguida . Pero en seguida .
MARTA. ¡Eso, eso! ... Porque si viene Sebastián ... ¡ Que no ven-
ga, Dios mío! ¡ Que no venga! (Esto de Sebastián lo dice
aparte, y después esconde la cabeza entre las manos).
NURI. Oye tú, Marta: ¿quién sabe más en el pueblo? ¿No es
el señor cura? Pues yo quisiera saber tanto como el
señor cura para buscar el modo de que te escapases .
MARTA (Mirando hacia la puerta). Y todos esos estarán ahí fuera,
sentados bajo el cobertizo y en la puerta del molino ,
cuidando de que no me escape . ¡ Asómate , Nuri! ¡Asó–
mate!
NURI. (Dando patadas en el suelo. Después de asomarse con precaución) . Sí,
sí; ahí los tienes: los de casa, ¡ y han puesto una luz cerca
de la puerta para que si te escapas te dé la luz y verte! ...
MARTA. ¿Lo ves tú? No puedo marcharme... no puedo .
NURI. Espera, mujer. (Pensativa, y luego alegre).
MARTA. ¿Qué quieres decir?
NURI. Que me abraces , mujer, porque ya lo he cavilado , por-
que al fin te vas á escapar de aquí .
MARTA. ¡Yo! ¡Nuri!
NURI. (Riendo , y como si hablase con una niña). ¡ Mírenla! ¡ mírenla!
¡Qué contenta se pone! ¡ Ay, pobrecita mía de mi alma!
MARTA. Pero si no puede ser. ¡ En cuanto salga me ven!
NURI. No hables alto ; cállate, mujer . Cuando digo que te vas
á escapar... ¡ Y soy yo , soy la Nuri, la que hace que te
escapes! ¿Se lo dirás á Manelich ? ¿verdad que he sido
yo? Pues cuando le veas, has de decirle que me acuer-
do mucho de él : y cuando bien á bien pueda, que me
mande á decir si se acuerda de mí. ¡ Ay, Virgen Santi-
sima! ¡Estoy más contenta!...
MARTA . Pero ¿cómo puede ser cso , Nuri? (Sin creerlo) .
NURI . Veras tú . Salgo de aquí, y en cuanto salga, vuelves tú
á cerrar. Pues yo voy y me meto entre mis hermanos
y los que están con ellos : y me pongo á retozar y á
jugar con todos; la noche está muy oscura; tú apagas
esa luz . (Riéndose). ¿Me entiendes ahora?
-- 73 ----

MARTA. ¡No, hija, no! Explícalo más claro.


NURI. Pero qué tonta eres, Marta . Yo , jugando con ellos , doy
un tropezón con la luz , y la apago : y el cobertizo se
queda todo negro. Ellos entran en el molino á encen-
der la luz otra vez: y yo sigo enredando y riendo , y
dándoles empujones; y tú, entretanto, abres esta puerta
y te escapas .
MARTA . ¡Ay, sí, Nuri ... eso, eso ... en seguida!
NURI. Pues me voy, y al avío .
MARTA . (Con angustia). Espera. ¿Cómo sé yo cuando debo salir?
NURI. ¡Es verdad!... ¿Pues cómo lo sabes tú? ... ¡Qué demonio
de tropiezo! ¡ Ah, sí; ya está! ... Yo daré una gran riso-
tada, bien fuerte .
MARTA . ¡ Diste en ello: anda corriendo , Nuri !
NURI . Pues dame un beso.
MARTA . ¡ No basta uno, no; toma... toma ... (Besándola. ) y que l
ul
Dios te lo pague ! u rm
NURI . Pues hasta... ¿hasta cuándo diré? Hasta la risotada . M
MARTA. Adiós: deprisa . (Marta abre la puerta. Se oye la conversación
de los que están fuera. Sale Nuri, y al entornar Marta la puerta,
Nuri vuelve asomar la cabeza).
1 NURI. Que no se te olvide lo de Manelich : que si se acuerda
de mí. о
п
MARTA . Sí, sí. ¡ Qué buena es, Dios mío , qué buena !
и
г
ESCENA IX

MARTA 1

¡Hay que esperar! ¡ Hay que esperar ! (Coge un pañuelo de


r
la cabeza). Me parece que hace un año que espero . (Anda cu
Os
por la escena agitada ) . ¡ Ay Manelich ! (Pausa). ¡ Ah ! ¡ La luz!
¡Ya se me olvidaba ! A la luz) . Así no me verán
cuando abra la puerta. Queda la escena iluminada por el
fuego del hogar). ¿Y si me fuese por allí? (Séñalando á su
cuarto). No. ¡ Si también habrán puesto gente! Y además ,
¿quién sabe? Puede ser que por allí venga Sebastián .
Careainda

t
Yastre
74

¡Virgen Santísima! No, no : lo que ha dicho Nuri es lo


mejor. ¡ Dios mío ! ¡ Me ahogo! ¡ Se me acaba el aire!
(Se sienta, y luego se levanta y se acerca á la puerta). Aqui
cerca; ¿á ver si se oye algo? A chos sí les oigo; pero á
ella no... Ahora, ahora habla ella; pero reir no se ríe
nadie. ¿Por qué no se ríe Nuri, Señor? ¿Por qué? A
s reir; á reir todo el mundo . ¿Será que no la ea apa-
a
m
n gar la luz? ¡ Ay , Virgen Santísima, ayúdanos tena una
a
s carcajada . Después otra más estrepitosa) . ¡ Ahora por fin!
a
C ¡fuera! ¡á ver si me alcanzan! (Abre la puerta y da un grito.
Vuelve corriendo) . ¡ Ah!

n ESCENA X
i e
Wh F &
MARTA y SEBASTIAN

SEBAST, Desde la puerta). ¿Quién hay aquí?


MARTA . (En voz baja y aterrada). ¡ Ah! ¡ Sebastián!
SEBAST. ¿Quién es el que salía? ¡ Ah ! ... ¿eras tú? ¿A dónde ibas?
#
MARTA . (Aparte). ¡ Dios mío , ampárame!
SEBAST. (Cogiéndola por un brazo) : ¿No oyes que te pregunto á dón-
de ibas? ¡ Responde! ¿A dónde ibas á estas horas?
MARTA. ¡Déjame! Digo que me dejes. (Procurando desprenderse).
SEBAST . ¡Cómo tiemblas! ¡ Si estas muerta de miedo ! (Soltándola
con desprecio). ¡ Anda allá, que me das lástima!
MARTA. (Aparte). ¡Quisiera morirme ahora mismo!
SEBAST . (Con risa sarcástica). Mira, quítate ese pañuelo de la ca-
beza, que te está delatando . (Ella se lo quita rápidamente.
Sebastián se rie.) Ves mujer? ¿Ves como es verdad que
te escapabas?
MARTA. (Volviéndoselo á poner rabiosa) . Pues sí que me escapaba, y
nadie puede detenerme .
SEBAST . (Sarcástico). Así me gusta; que te atrevas á decírmelo
cara á cara .
MARTA. Déjame; déjame marcharme.
SEBAST. (Riendo). ¡ Si la oigo y me parece que no es ella! Que la
deje salir...
75

MARTA. ¡ No te rías , no te rías , Sebastián !


SEBAST. ¡Que no me ría ! Pues ¿qué quieres que haga? ¿Vale
más que te haga pedazos y que te apisotee? ¡No, mu-
jer! ¡ Más vale que me ría!
MARTA . ¡ Pues vete tú , ó mátame si no!
SEBAST. ¿Conque que te deje salir ... ó que me vaya, ó que te
mate? Pues mira , sal . (Va hacia la puerta y la cierra).
MARTA. ¡ No; eso no ! ¡ Abre , por Dios, abre!
SEBAST. ¡ No! ¡ Aquí encerrados tú y yo; los dos solos ! ¡ Aquí se
acabó el mundo para nosotros ! ¡ Y todo lo del mundo ,
tierra, y ciclo, y todo, está aquí dentro!
MARTA. (Retrocediendo). ¡ Dios mío ! ¡Jesús mío!
SEBAST . ¿Por qué te has vuelto conmigo tan mala , tan desagra-
decida y tan perversa!
MARTA . ¡ El infame! ¿De qué te he de estar agradecida yo? ¿ De
qué? ¿De que me arrastrases por el suelo hasta ha-
cerine renegar de Dios? ¡ Y me dejas con vida sólo para
volverme á perder más de lo que estaba! Te digo que
eres un ladrón y un infame. Te lo digo , te lo digo .
SEBAST. (Suplicante) . ¡Marta! ¡ Dime lo que quieras ! ¡ Maltrátame !
Pégame . Pero no digas que me aborreces .
MARTA. ¡Sí que te aborrezco, sí!
SEBAST . (Tapándole la boca) . ¡ Calla! ¡ Calla ! Tú me quieres . ¡ Me
tienes que querer! ¡Porque yo lo he sacrificado todo por
ti! ¡Porque yo he sufrido como un condenado trayén-
dote á ese hombre! Lo que no consiento es que digas
que le quieres á él . Eso , no; eso , no . (Solloza desesperado
con la cabeza entre las manos y los codos en la mesa).
MARTA. ¡Que no te diga que le quiero ! ¡Que te da mucha pena!
¡Gracias a Dios que me has dado alguna alegría en
este mundo! ¡ Sí; le quiero con toda mi vida, con toda
mi sangre, con toda mi alma le quiero!
SEBAST. (Acercándose á ella), ¡Calla ! .. , ¡Caila!
MARTA. Hasta que me ahogues he de estarlo repitiendo . Pues
si es lo único que puedo decir en este mundo sin que
me dé vergüenza !
SEBAST. ¡Que calles te he dicho!
76

MARTA. ¡Si es . que tengo que defenderme ! ¡ Por ¡ Por él!


¡Nada más que por él! ¡ La Marta no vale nada; pero
la mujer de Manelich vale mucho!
SEBAST. ¡Te has propuesto perderme , y lo has conseguido! Lo
has conseguido , porque yo no te dejo . Ni te dejo, ni
por nada de este mundo te entrego á ese hombre, ¡ que
sólo con nombrarlo tú se me envenena la sangre y me
abraso por dentro!
MARTA. ¡No te oigo; no quiero oirte!
SEBAST . Fuiste mía, eres mía , y serás mía!
ᎷᎪᎡᎢᎪ . ¡Que antes se abra la tierra y me trague!
SEBAST. Pues que se abra y nos trague . Y si hemos de conde-
narnos, que nos condenemos juntos .
MARTA. Djame! ¡Calla! ... ¡Manelich! ...
SEBAST. ¡ No le nombres!
MARTA. ¡Manelich!...
SEBAST . Tú vienes conmigo.
MARTA. ¡ Si me llevas hecha pedazos, puede ser que vaya! ¡De
otro modo no!
SEBAST . Pues sí . (Riendo brutalmente y cogiéndola).
MARTA. ¡No! ¡ Digo que no ! (Resistiéndose, agarrándose á los muebles;
después, á la pared).
SEBAST. Si asi me gustas más! Cuando estás rabiosa.
MARTA. ¡Suelta ! (Se desprende de él y corre hacia el centro).
SEBAST. ¡Mira que voy á perder el juicio!
MARTA. ¡Si te acercas á mí, ya que no pueda matarie, te araño
te escupo! ¡Conmigo te atreverás tú; con Mane-
lich , no!
SEBAST. ¡Con él y contigo, y con los dos me atrevo!
MARTA. ¡ No! ¡No te acerques! ¡ Manelich!
SEBAST . Ahora verás .
77

ESCENA XI

MARTA y SEBASTIAN; MANELICH , por la puerta del cuarto de


Marta.

MANEL.Ahora veremos todos!


MARTA. ¡ Manelich ! (Abrazándose á él).
MANEL. ¡Marta! (Abrazándola).
SEBAST. (Rabioso) . ¿Por dónde has entrado?
MANEL. Por donde entrabas tú. ¡ Por tu puerta de amo y de
ladrón ! ¿Qué te pensabas? ¡ Te aceché ! ¡ Te seguí!
¡Arrastrándome, llegué á la pared ! ¡ Y con los dedos
y las uñas subí por ella ! ¡ Y ya estoy aquí! ¡ Y ya esta-
mos solos! ¡ Y ya estamos cara á cara!
SEBAST . ¡ Vete de aquí, ó si no ...!
MANEL. (Riendo). ¡ Que me vaya! ¿Pues no se cree que aún man-
da en mí? ¡Eso, eso; eso se piensa Marta! ¡ Que yo soy
el que pasa por todo ! ¡ Pues no; ahora el que manda
soy yo! ¡Y ahora vas á ver cómo yo soy el amo!
SEBAST. ¿El amo tú? Vas á verlo . (Se dirige hacia la puerta).
**
MARTA. (Comprendiendo la intención) . ¡Manelich!
MANEL. (Interponiéndose) . ¡ No sales , cobarde ! ¿No te he dicho que
estamos solos tú y yo? ¡ Que vengo por esa; es mía ! ¡Y
que vengo por tí; como que vengo á matarte!
SEBAST. ¡A mí! ¡ Tú á mí!
MANEL. A ti, á ti .
SEBAST. ¡ Es que yo también sé matar hombres!
MANEL. Y yo lobos . ¡Ahí tienes á la Marta! ¿No la querías?
¡ Ahí la tienes! ¡ A disputármela; con sangre se gana!
(Sacando el cuchillo)..
SEBAST . ¡ Ah, cobarde! ¡ Que llevas armas !
MANEL . ¡ Me basta el corazón ! El arma me sobra . (Tira el cu-
chillo).
MARTA. ¿Qué haces?
MANEL. Ya estamos iguales. ¿Qué esperas?
SEBAST. Vas á verlo . (Queriendo coger el cuchillo: en el momento en que
0
0
7
78

va Sebastián á coger el cuchillo, se adelanta Manelich y se agarran :


ha de conocerse la intención de Sebastián, pero al agarrarse los
dos no debe estar encorvado Sebastián).
MARTA. ¡Ah!
MANEL. Querías cogerlo . ¡Cobarde!
SEBAST. ¡ Maldito !
MANEL . Y ahora todo se acabó para ti . (Luchando) morir ahora,
MARTA. ¡Dios mío ! ¡ Dios mío!
s MANEL. ¡Infame! ¡Cobarde! ¡ Canalla!
o
l SEBAST. ¡ Me ahogo!
r MARTA.
a (Cayendo de rodillas). Santísima Virgen .
C
MANEL. Ni puedes defenderte, ni sabes, ni te valdría! (Balan-
ceando á Sebastián, que ya no se mueve). ¡Acaba de morir!
¡Y muere de cara á ella! (Le arroja al suelo á los pies de
Marta).
MARTA. (Levantándose horrorizada). ¡Ah! ¡Jesús!
MANEL.
ANEL . ¡Ahí lo tienes ! ( data) . ¡ Aquí todos ! ¡ Ea ,
todos !

ESCENA ÚLTIMA

MANELICH , SEBASTIAN, MARTA , PEPA , ANTONIA, JOSÉ ,


NANDO, PELUCA y otros , Marta medio caída sobre una silla.
NANDO . ¿Qué pasa?
MANEL. ¡Que os llamaba el amo!
JOSE. ¡Muerto!
PEPA. Jesús! ahora notion iven
MANEL . Reirse; reirse samonos de la tierra baja.
MARTA. Sí, sí. Pronto; llévame.
MANEL. Maté al lobo . Maté al lobo.

FIN DEL DRAMA


}

OBRAS DE D. JOSE ECHEGARAY

EL LIBRO TALONARIO, comedia en un acto, original y en verso .


LA ESPOSA DEL VENGADOR , drama en tres actos, original y en verso.
LA ÚLTIMA NOCHE, drama en tres actos y un epílogo, original y
en verso .
En El PUÑO DE LA ESPADA, drama trágico en tres actos, original y
en verso .
UN SOL QUE NACE Y UN SOL QUE MUERE, comedia en un acto, ori-
ginal y en verso .
CÓMO EMPIEZA Y CÓMO ACABA, drama trágico en tres actos, origi-
nal y en verso . (Primera parte de una trilogia . )
EL GLADIADOR DE RAVENA, tragedia en un acto y en verso , imi-
tación .
-ú LOCURA Ó SANTIDAD, drama en tres actos, original y en prosa.
IRIS DE PAZ , Comedia en un acto, original y en verso .
PARA TAL CULPA TAL PENA, drama en, dos actos, original y en verso .
LO QUE NO PUEDE DECIRSE, drama en tres actos, original y en pro-
sa. (Segunda parte de la trilogia . )
EN EL PILAR Y EN LA CRUZ, drama en tres actos, original y en verso .
CORRER EN POS DE UN IDEAL, comedia original, en tres actos y en
verso
ALGUNAS VECES Aquí, drama original, în tres actos y en prosa .
MORIR POR NO DESPERTAR, leyenda dramática original, en un acto
y en verso.
EN EL SENO DE LA MUERTE, leyenda trágica original, en tres actos
y en verso.
BODAS TRÁGICAS, cuadro dramático del siglo xvi, original, en un
acto y en verso.
MAR SIN ORILLAS , drama original, en tres actos y en verso .
LA MUERTE EN LOS LABIOS , drama en tres actos y en prosa .
EL GRAN GALEOTO, drama original, en tres actos y en verso , pre-
cedido de un diálogo en prosa.
HAROLDO EL NORMANDO, leyenda trágica original, en tres actos y
en verso.
LOS DOS CURIOSOS IMPERTINENTES , drama en tres actos y en verso .
(Tercera parte de la trilogia. )
CONFLICTO ENTRE DOS DEBERES, drama en tres actos y en verso.
UN MILAGRO EN EGIPTO, estudio trágico en tres actos y en verso
PIENSA MAL... ¿Y ACERTARÁS? casi proverbio en tres actos y en
yerso .
LA PESTE DE OTRANTO, drama original, en tres actos y en verso.
VIDA ALEGRE Y MUERTE TRISTE, drama original, en tres actos y en
verso.
EL BANDIDO LISANDRO, estudio dramático, en tres cuadros y en
prosa.
DE MALA RAZA, drama en tres actos y en prosa.
DOS FANATISMOS, drama en tres actos y en prosa.
EL CONDE LOTARIO , drama en un acto y en verso .
LA REALIDAD Y EL DELIRIO, drama en tres actos y en prosa.
EL HIJO DE CARNE Y EL HIJO DE Hierro, drama en tres actos y en
prosa.
LO SUBLIME EN LO VULGAR, drama en tres actos y en verso.
MANANTIAL QUE NO SE AGOTA, drama en tres actos y en verso.
LOS RÍGIDOS , drama en tres actos y en verso, precedido de un
diálogo-exposición en prosa .
SIEMPRE EN RIDÍCULO, drama en tres actos y en prosa.
EL PRÓLOGO DE UN DRAMA, drama en un acto y en verso .
IRENE DE OTRANTO , ópera en tres actos y en verso .
UN CRÍTICO INCIPIENTE, capricho cómico en tres actos y en prosa.
COMEDIA SIN DESENLACE, estudio cómico-político, en tres actos y
en prosa .
EL HIJO DE DON JUAN, drama original, en tres actos y en prosa,
inspirado por la lectura de la obra de Ibsen titulada Gengan-
gere.
SIC VOS NON VOBIS Ó LA ÚLTIMA LIMOSNA, comedia rústica original ,
en tres actos y en prosa.
MARIANA, drama original, en tres actos y un epílogo, en prosa า
EL PODER DE LA IMPOTENCIA, drama en tres actos y en prosa.
A LA ORILLA DEL MAR, comedia en tres actos y un epílogo , en prosa.
LA RENCOROSA, comedia en tres actos y en prosa,
MARÍA- ROSA , drama trágico , de costumbres populares, en tres
actos y en prosa . (Traducción . )
MANCHA QUE LIMPIA, drama trágico , en cuatro actos y en prosa.
EL PRIMER ACTO DE UN DRAMA, cuadro dramático , en verso .
EL ESTIGMA, drama en tres actos y en prosa.
LA CANTANTE CALLEJERA, apropósito lírico en un cuadro y en
prosa.
AMOR SALVAJE, bosquejo dramático, en tres actos, original y en
prosa.
Semíramis ó la hiJA DEL AIRE ( refundición) . Drama en tres jorna-
das, y en verso .
TIERRA BAJA, drama en tres actos y en prosa . (Traducción) .
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Habiendo adquirido de un gran número de nuestros me-


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de instrumentales, que se detallan en Catálogo separado , á
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