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Examen Neurologico Del RNT

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Recién nacido de término-Examen neurológico- Reflejos

El recién nacido tiene una riqueza de actividad refleja que trae desde el nacimiento y que
deberá irse perdiendo para dar paso al acto motor voluntario. La permanencia de estos
reflejos arcaicos, más allá de un límite de tiempo considerado normal, es un dato que nos
obliga a sospechar una alteración en el neurodesarrollo del niño; de allí la importancia de
conocer los reflejos arcaicos y su edad de extinción. Pero el neonato, desde lo neurológico,
no solo cuenta con reflejos arcaicos; tiene también los reflejos profundos y superficiales,
que no se perderán y deben ser conocidos porque su ausencia es otro dato que orienta a la
alteración neurológica. No debemos olvidar que el recién nacido no es una “máquina” de
ejecutar reflejos que podremos obtener en el momento que uno desee; como es lógico, la
obtención reiterada de los reflejos arcaicos termina por agotarlos y el no saber cuándo es el
momento propicio para obtenerlos influye de manera decisiva para conseguir o no la
respuesta refleja esperada. En estos casos el recién nacido no falla: los que fallamos somos
nosotros. En esta unidad vamos a describir los eventos más significativos que se producen
en las distintas áreas del desarrollo: motricidad fina y gruesa, lenguaje, dimensión social,
durante el primer año de vida. Para interpretar correctamente los diferentes logros en las
distintas edades, no se debe de perder de vista uno de los principios del desarrollo, que
afirma que este se da en la misma secuencia en las especies pero lo que varía es el grado.
Por eso, encontramos diferencias entre los distintos autores y lo que nos muestra la práctica,
tanto en el tiempo de extinción de los reflejos como en el logro de las adquisiciones en las
diferentes áreas. Para algunos una determinada conducta se debe perder, por ejemplo, a los
tres meses; para otros, a los cuatro; pero sobre lo que no hay discusión es que la secuencia
siempre será la misma (a grandes rasgos, primero sostenemos firme la cabeza, luego nos
sentamos, luego nos paramos y, por último, caminamos). Es tolerable y normal aceptar que
un determinado reflejo o la adquisición de las pautas madurativas en las diferentes áreas se
den con alguna diferencia. Pero el hecho del cual no cabe

duda es que la persistencia de actividad refleja o la ausencia de los eventos del desarrollo
psicomotriz, más allá de cierto tiempo, constituyen un signo de alarma de desvío del
neurodesarrollo del niño en este primer año de vida. La edad en las que se consiguen puede
variar en función de las características del niño, del entorno que lo rodea o de la presencia
en el niño de una alteración neurológica.

Las direcciones del desarrollo: cefálico a caudal y proximal a distal se deben a la


mielinización de la vía corticomedular del sistema piramidal que controla todos los
movimientos voluntarios del ser humano; se termina de mielinizar a los dieciocho meses de
edad. A los tres meses se mieliniza el extremo cervical de la médula espinal y este hecho
permitirá al niño lograr el sostén cefálico; llevará otros tres meses la mielinización
dorsolumbar de la médula y se logrará la sedestación. Durante el tercer trimestre se
mielinizan progresivamente los plexos braquial y lumbosacro, adquiriendo el niño la
capacidad de gatear y pararse. Al año de edad, también gracias al proceso de mielinización
de la vía piramidal, logrará el niño la pinza digital superior y, en los miembros inferiores,
iniciar la deambulación (Czornyj, 2007: 65-66). Con respecto a la propiedad de pasar de ser
reflejo a cortical, se explica porque el recién nacido es eminentemente subcortical —es
decir, se halla gobernado por la actividad extrapiramidal y del cerebelo—, pero, en la
medida en que la corteza tome el comando de la función nerviosa, se irán perdiendo reflejos
arcaicos y se irá modificando el tono muscular y la postura, hasta lograr el dominio cortical
de sus movimientos. En el desarrollo motor, en la adquisición de las diferentes posturas,
el tono muscular tiene un rol fundamental. De las distintas definiciones de tono muscular,
algunas pecan por ser demasiado extensas y confusas; consideramos que la de A.
Thompson es la más simple y concreta. El gran neurólogo argentino lo define como
CEstado de contracción permanente de los músculos, variable en intensidad, de origen
esencialmente reflejo, que posibilita mantener una determinada postura o actitud
(Thompson, 1980: 174).
Cuando se refiere al origen esencialmente reflejo, alude a que el tono del músculo es la
base del conocido reflejo miotático o de estiramiento y a la acción de las fibras de la
motoneuronas gamma y alfa del asta anterior de la médula, que han de inervar a las
diferentes fibras que conforman el músculo.

El tono muscular puede clasificarse como:


tono activo: el que determina la postura en reposo y el movimiento provocado o
espontáneo;
tono pasivo: se refiere a la consistencia de los músculos a la palpación; la
extensibilidad, que mide la elongación que sufren los músculos, tendones y ligamentos al
alejarlos pasivamente de su punto de inserción; la consistencia de las masas musculares,
apreciada por la palpación al comparar cada miembro, que debe ser uniforme en los cuatro;
la pasividad, explorada por el observador cuando comprueba la movilidad de un segmento
de un miembro al imprimirle movimiento pasivamente (es decir, el examinador es el que lo
imprime).
La fórmula de la hipertonía sería entonces: consistencia aumentada, extensibilidad y
pasividad disminuidas, mientras que la de la hipotonía muscular estaría dada por:
consistencia disminuida y pasividad y extensibilidad aumentadas. El tono flexor,
predominante en el recién nacido y los primeros meses de vida, se desarrolla en sentido
caudocefálico. A las 28 semanas, se observa una mínima flexión de los miembros inferiores
y mínima resistencia a la movilización pasiva. Ya a partir de las 32 semanas de edad
gestacional, hay un claro tono flexor de los miembros inferiores, con flexión de caderas y
rodillas. En el recién nacido se observará con claridad el evidente predominio del tono
flexor. Recordemos que este cambio en el tono muscular es debido a la mielinización de las
vías subcorticales. A las 36 semanas, el recién nacido presenta también flexión de codos y
en el recién nacido de término, flexión de todas las extremidades (Maxit, 2007: 69-70).

Predominio del tono


flexor en el recién nacido
Reflejos en el recién nacido Es necesario aclarar que las respuestas del niño dependen de
su grado de madurez: las de un pretérmino no son iguales a las de un recién nacido a
término. El desarrollo de los contenidos de esta unidad corresponden a los de un recién
nacido de término. El comportamiento del recién nacido depende del nivel de
conciencia y, por lo tanto, la posibilidad de obtener los reflejos será menos o más difícil de
obtener de acuerdo con el estado en que se explora la actividad refleja. Se han definido seis
niveles de conciencia en el recién nacido:

1. Sueño profundo.
2. Sueño REM, con movimientos oculares rápidos de los ojos.
3. Estado de somnolencia.
4. Estado de alerta tranquila.
5. Estado de vigilia activa.
6. Estado de llanto activo e intenso (Prechtl, 1985: 31).
El examen neurológico se debe realizar en el estado de alerta tranquila, el que nos
permite obtener la mayor riqueza de hallazgos en el examen; el niño responde mejor y se
relaciona de forma más compleja con el entorno. Si queremos explorar un reflejo en el
estado de llanto activo, la obtención será muy dificultosa o imposible. Los reflejos son
reacciones automáticas desencadenadas por estímulos que impactan sobre diversos
receptores, favoreciendo la adecuación del hombre al medio. Los receptores sirven para la
percepción de la postura y de los movimientos. Los reflejos arcaicos son la expresión más
primitiva de la postura y de la actividad. Se modifican en el transcurso de la maduración,
integrándose en actividades más complejas (Prechtl, 1985: 32). A medida que el niño crece
y se desarrolla, los reflejos arcaicos se irán perdiendo, para dar paso a la actividad
voluntaria. A una persistencia más allá de cierto límite de tiempo de los reflejos arcaicos, se
considera un signo de alarma en el desarrollo neurológico del niño, En la exploración
neurológica del lactante hay una gran tendencia a examinar solo los reflejos arcaicos, pero
es importante la obtención de los reflejos profundos y superficiales, que deben formar parte
de la sistemática evaluación neurológica del niño.

Reflejos profundos u osteotendinosos Veremos los más explorados:


Reflejo rotuliano o patelar: al percutir en la zona de inserción del tendón
rotuliano, se obtiene la extensión de la pierna. Se organiza a nivel del segmento medular
lumbar 4.
Reflejo bicipital: al percutir la inserción del tendón del bíceps, se obtiene la flexión
del codo. Se organiza a nivel del segmento medular cervical 5.
Reflejo aquileano: al percutir la inserción del tendón de Aquiles en la tuberosidad
posterior del calcáneo, se obtiene la flexión dorsal del pie. Se organiza a nivel del segmento
medular sacro 1.
Reflejo tricipital: al percutir la inserción del tríceps en el olécranon, se obtiene la
extensión del codo. Se organiza a nivel del segmento medular cervical 7.
Reflejos superficiales Los que se exploran con mayor facilidad son los cutáneo-
abdominales, pero no son los únicos que se deben explorar:

Cutáneo abdominal superior: se estimula la piel del abdomen por encima del
ombligo, que se desvía hacia el lado estimulado. Se organiza a nivel de los segmentos
medulares dorsal 8 y 9.
Cutáneo abdominal medio: el estímulo se realiza sobre la piel, a la altura del
ombligo; la respuesta es igual a la anterior. Se organiza a nivel del segmento medular dorsal
10.
Cutáneo abdominal inferior: el estímulo es infraumbilical, la respuesta es la
misma. Se organiza a nivel de los segmentos medulares dorsal 11 y 12.
Reflejo corneal: estimulando la esclerótica con un elemento muy delicado, como
puede ser un hilo de algodón, yendo desde la periferia para evitar la respuesta de amenaza,
el niño cierra los párpados. Es un reflejo trigémino-facial, pues el estímulo lo capta el
componente sensitivo del trigémino (V par craneal) y la respuesta se da por la contracción
del músculo orbicular de los párpados, inervado por el facial (VII par craneal).

2.1.4. Reflejos arcaicos Son los reflejos que trae el recién nacido desde su nacimiento, que
se van organizando ya en la vida intrauterina. Su conocimiento y, en especial, el de la edad
de extinción son de gran importancia en la evaluación del desarrollo integral del recién
nacido.
Reflejo de ojos de muñeca japonesa Durante el primer mes, en estado de vigilia, los ojos
del lactante ocupan el centro de las aberturas palpebrales. Con el niño acostado en decúbito
dorsal, el examinador rota su cabeza hacia un lado; los globos oculares no acompañan
dicho movimiento y parecen desplazarse en sentido inverso, quedando en el ángulo del lado
en el que se inició el movimiento y recuperando su posición central luego de unos instantes.
El reflejo obedece a mecanismos propioceptivos de probable origen laberíntico. Se atenúa a
partir de los diez días de vida y se pierde al mes, para ser reemplazado por la fijación
ocular. En el siguiente video se observa el reflejo de ojos de muñeca u oculocefálico:

<https://www.youtube.com/watch?v=GrD2VE-X9yU>

Reflejo de incurvación lateral del tronco o reflejo de Galant Frotando con el dedo la
región paravertebral dorsal de arriba hacia abajo, hay una incurvación del tronco con
concavidad hacia el lado estimulado. A veces se acompaña de extensión de la pierna
homolateral y flexión de la contraria (Corominas Beret, 1982: 103).
Reflejo de Galant con extensión de la pierna homolateral y
flexión de la contraria

Reflejo de los cuatro puntos cardinales o de búsqueda Frotando ligeramente las comisuras
labiales y el centro del labio superior y del labio inferior, el niño responde abriendo la boca
y dirigiendo la parte del labio estimulada hacia el estímulo. Al estimular el labio superior
hay, además, retroflexión de la cabeza. La respuesta varía mucho según el momento en que
se tome el reflejo; es conveniente realizar la exploración a las dos horas de tomar el
alimento. Desaparece al finalizar el segundo mes de edad (Corominas Beret, 1982: 94).

Reflejo cocleopalpebral Se obtiene estimulando mediante un aplauso intenso, primero


cerca de un oído y luego del otro, teniendo la precaución de hacerlo lejos de los ojos y no
generar viento. La respuesta normal es el cierre de los párpados de ambos lados
simultáneamente. Se lo considera de gran ayuda semiológica ante la sospecha de sordera
congénita o adquirida durante el primer trimestre de vida (Czornyj, 2007: 70).
Reflejo de liberación de orificios El niño del primer trimestre en decúbito ventral, con su
cara en el plano de apoyo, de inmediato mueve su cabeza hacia un lado, dejando su nariz
sin obstáculos para respirar sin dificultad. Desaparece al tercer mes.

Reflejo de succión Debe explorarse tras una o dos horas de la toma del alimento. Previo
adecuado lavado de manos del explorador, se introduce el dedo meñique o anular entre los
labios del niño. La respuesta es la succión un mínimo de 4-5 veces seguidas. Desaparece a
los seis meses.

Reflejo glabelar de McCarthy


Al presionar sobre el centro de la frente, el niño cierra los ojos. Según Prechtl, pueden
comprobarse de este modo paresias faciales. Desaparece al segundo mes.

Reflejo oculopalpebral Rechazo al estímulo luminoso intenso. El niño ocluye los párpados
y rota la cabeza en sentido opuesto a la luz. Desaparece al mes, dando paso a la fijación
ocular.
Reflejo tónico cervical asimétrico o reflejo tónico del cuello de Magnus Klein Este reflejo
obliga al lactante del primer trimestre a una postura asimétrica, tanto en decúbito dorsal
como ventral. Al girarle pasivamente la cabeza hacia uno y otro lado, se extiende la
extremidad superior del mismo lado hacia donde se ha girado la cabeza. El lactante adopta
la llamada postura del esgrimista (flexiona el miembro nucal y extiende el miembro
rostral). Al mismo tiempo, se flexiona la extremidad superior opuesta. Las extremidades
inferiores pueden también realizar algún movimiento, pero siempre menos preciso y
completo. Con el lactante en decúbito ventral, los miembros se encuentran en sentido
inverso, flexión de los rostrales y extensión de los nucales. El reflejo tónico cervical
asimétrico (RTCA) es de gran importancia para el desarrollo del conocimiento de la mano
(Corominas Beret, 1982: 93). Mientras el lactante presente RTCA manejará hemimundos,
pues le impide tener línea media y está asociado a los reflejos de búsqueda y de succión.
Desaparece hacia el fin del tercer mes.

Reflejo tónico cervical simétrico (RTCS) Permite ganar línea media. El bebé ya no maneja
hemimundos, como lo hacía cuando tenía el RTCA: logra juntar las manos en la línea
media, de manera que unió los hemimundos que manejaba hasta ese momento.
Reflejo de prensión palmar Se lo obtiene estimulando la palma de la mano en la unión
metacarpofalángica, con el dedo índice del examinador. La respuesta es la flexión de los
dedos del niño hasta tocar y agarrar los dedos del examinador. En la exploración es
importante no estimular el dorso de la mano, pues puede inhibir la respuesta refleja. Se
pierde hacia el cuarto mes de vida, cuando es reemplazado por la prensión voluntaria

Reflejo de Moro Constituye una de las respuestas del recién nacido y lactante más
estudiadas. Los estímulos a aplicar suelen ser de gran variedad, como golpear sobre la
almohada del niño, o con el niño en decúbito supino dejarle caer la cabeza, para imprimirle
una flexión en cuello que despierte la respuesta refleja. Esta última maniobra es la más
adecuada para obtenerlo de manera completa. La exploración se hará siempre con el cuerpo
en postura simétrica, con la cabeza siempre bien centrada; de otro modo, la respuesta puede
ser asimétrica, todo lo contrario a lo que se debe esperar normalmente, que es la presencia
de un Moro simétrico. Se debe observar el Moro superior y el inferior. Moro superior: la
respuesta esperada es:
En una primera fase: abre la boca, abduce los miembros superiores, extiende y abre
los dedos y extiende los antebrazos.
Segunda fase: cierra la boca, flexiona los brazos y los cruza en la línea media (se
abraza sobre sí mismo).
Tercera fase: desencadena el llanto.
Las distintas partes de este reflejo se van componiendo con la maduración; se inicia con la
apertura de la mano a las 28 semanas de gestación, hasta la apertura de los dedos y
abducción de los miembros superiores a las 37 semanas. Moro inferior: movimiento de
abducción de los pies, como si quisieran contactar ambas plantas (aplauso podálico).
Desaparece hacia el cuarto mes. El Moro inferior persiste unas semanas más que el
superior, marcando una vez más el sentido céfalo-caudal de la maduración

Cuando el reflejo de Moro está ausente o deprimido en un recién nacido de término sugiere
compromiso difuso de sistema nervioso central. La asimetría clara suele deberse a una
lesión de raíz o nervio, por ejemplo, parálisis braquial
El reflejo de Moro puede ser asimétrico por dolor, por ejemplo, en la fractura de clavícula
del recién nacido.
Reflejo de prensión plantar Es un reflejo superficial. Se obtiene al estimular la raíz de los
dedos del pie con una suave presión del pulgar del observador. La respuesta es una rápida
flexión, abrazando al estímulo. El reflejo desaparece a los nueve meses, coincidiendo con la
bipedestación.

Reflejo mano-boca o de Babkin Al estimular con los pulgares la palma de las manos del
lactante, el niño lleva su cabeza hacia la línea media y abre la boca. La respuesta es más
notable si el niño tiene apetito. Desde el nacimiento, se va atenuando progresivamente hasta
desaparecer al cuarto mes, momento en que se define la coordinación sensoriomotriz entre
las manos, la vista y la boca.
Reflejo palmomentoniano Es un reflejo superficial. Para obtenerlo, se debe presionar la
eminencia tenar o hipotenar del lactante, produciendo la contracción del músculo cuadrado
de la borla o del mentón homolateral al lado estimulado. No parece asociado a la función de
la alimentación. Se obtiene desde los primeros días de vida y puede hallárselo hacia la
finalización del primer año de vida. Su presencia más allá de este tiempo siempre se
considerará patológica. (Czornyj, 2007: 71).

Reflejo de defensa plantar o directa Es un reflejo superficial, de automatismo medular.


Para obtenerlo, el niño debe estar en decúbito dorsal; cuando el miembro inferior alcanza
una posición de reposo en extensión, se estimula la planta del pie. La respuesta es retirar el
pie, flexionar el muslo sobre el abdomen, la pierna sobre el muslo y el pie sobre la pierna.
El reflejo se atenúa a partir del cuarto mes y desaparece completamente al sexto mes de
vida.

Reflejo de Babinski Se obtiene estimulando al frotar la planta del pie o su borde externo; la
respuesta es la extensión del dedo gordo y la apertura en abanico del resto de los dedos. Se
pierde a los 12-18 meses. No debe persistir más allá de los dos años de edad. No confundir
con el signo de Babinski, que se da por lesión de la vía piramidal

Reflejo de extensión cruzada Al estimular la planta del pie con la extremidad extendida, la
otra primero se flexiona y después se extiende y frecuentemente se aduce, cruzando la línea
media, tratando de retirar el estímulo. El reflejo comienza a atenuarse a partir de los dos
meses, cuando desaparece la respuesta extensora. La respuesta de la triple flexión
desaparece al fin del segundo trimestre. A las 26 semanas de edad gestacional se obtiene
una respuesta desorganizada. El primer tiempo de la respuesta, la flexión, aparece a las 30
semanas; el segundo, la extensión, a las 34 semanas y el tercero, la aducción, a las 36
semanas. Este reflejo tiene gran valor en la determinación de la edad gestacional (Maxit,
2007: 77).

Reflejo de reptación y gateo El niño debe permanecer en decúbito ventral. Las palmas del
observador se colocan sobre las plantas de los pies del niño, pudiendo imprimir un pequeño
impulso en dirección cefálica. Como respuesta, el bebé se impulsa hacia adelante, con un
movimiento de triple flexión de los miembros inferiores, con apoyo de ambas rodillas,
arrastrando el tórax y el abdomen. En primera instancia, antes de ser estimulado por el
observador, hay que observar si el niño no lo hace espontáneamente. El reflejo desaparece
entre el segundo y tercer mes de vida.

Reflejo de reptación y gateo El niño debe permanecer en decúbito ventral. Las palmas del
observador se colocan sobre las plantas de los pies del niño, pudiendo imprimir un pequeño
impulso en dirección cefálica. Como respuesta, el bebé se impulsa hacia adelante, con un
movimiento de triple flexión de los miembros inferiores, con apoyo de ambas rodillas,
arrastrando el tórax y el abdomen. En primera instancia, antes de ser estimulado por el
observador, hay que observar si el niño no lo hace espontáneamente. El reflejo desaparece
entre el segundo y tercer mes de vida.
Reflejo de la escalera, enderezamiento y marcha automática Tomando al niño por las
axilas, se hace rozar el dorso del pie contra el borde de la mesa de examinación; el niño
eleva el miembro inferior, apoya la planta del pie sobre la mesa y lo extiende
(enderezamiento). Si se le imprime al tronco una ligera inclinación hacia adelante, iniciará
la marcha automática. Desaparece al fin del segundo mes de vida.
Reflejo de Landau Se trata de una compleja interacción de reacciones laberínticas y tónico-
cervicales. Para obtenerlo, se debe colocar al niño en decúbito ventral, sosteniéndolo en el
aire con una mano apoyada sobre el abdomen del bebé. En esta posición, la cabeza se eleva
espontáneamente en dorsiflexión, debido a reflejos de enderezamiento cefálico de origen
laberíntico. Luego los cuatro miembros se extienden en forma centrífuga al igual que el
tronco, formando un arco cóncavo hacia arriba. Algunos niños extienden sus brazos hacia
atrás y no hacia adelante, teniendo la maniobra el mismo valor semiológico. No hay
acuerdo unánime para definir el tiempo de extinción de este reflejo. Para algunos autores
desaparece en el transcurso del segundo año; para otros, persiste hasta el inicio del tercer
año. (Corominas Beret, 1982: 174).

Reacción de paracaidista Con ambas manos se sostiene el tronco del lactante y con relativa
rapidez se acerca la cabeza a una superficie horizontal. Antes de que la cabeza llegue a la
superficie, se extienden los brazos y antebrazos para el apoyo y evitar el golpe contra la
superficie. Aparece a los seis meses de edad y no se pierde.

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