El documento analiza el concepto de desarrollo desde la perspectiva de la psicología evolutiva. El desarrollo implica un patrón de cambio progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida, siendo el resultado de procesos como el crecimiento físico, la maduración y las experiencias.
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El documento analiza el concepto de desarrollo desde la perspectiva de la psicología evolutiva. El desarrollo implica un patrón de cambio progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida, siendo el resultado de procesos como el crecimiento físico, la maduración y las experiencias.
El documento analiza el concepto de desarrollo desde la perspectiva de la psicología evolutiva. El desarrollo implica un patrón de cambio progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida, siendo el resultado de procesos como el crecimiento físico, la maduración y las experiencias.
El documento analiza el concepto de desarrollo desde la perspectiva de la psicología evolutiva. El desarrollo implica un patrón de cambio progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida, siendo el resultado de procesos como el crecimiento físico, la maduración y las experiencias.
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¿Qué se entiende por desarrollo?
García, M. J. (1997).
Ficha Dto. Publicaciones,
Facultad de Psicología, U.B.A.
La Psicología Evolutiva tiene como objeto común el estudio del desarrollo
humano, especialmente la etapa infanto-juvenil del ciclo vital. El concepto central de la disciplina es el desarrollo.¿Qué queremos decir cuando afirmamos que un niño se ha “desarrollado” en algún aspecto? Los psicólogos especializados en este campo emplean el término para referirse a un patrón de cambio o movimiento progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida. Este patrón es complejo porque generalmente es el producto de varios procesos como el crecimiento físico, la maduración y la experiencia del sujeto. El crecimiento físico se refiere al incremento en talla y peso y a los cambios cuantitativos y graduales de otros rasgos corporales. Además del aumento de peso y altura, son parte de este proceso el crecimiento de la cabeza y las extremidades y los cambios de tamaño del cerebro. El corazón y los pulmones (para citar sólo algunos de los órganos principales). Los patrones de crecimiento son importantes: los conocimientos en este terreno han avanzado mucho y los podemos aprovechar como instrumentos clínicos para determinar si un niño está sano y se está desarrollando normalmente. Por ejemplo, el peso del recién nacido promedio se duplica en seis meses. Si un niño se desvía mucho de esa pauta, el pediatra querrá indagar sobre cuál es la dieta del bebé y lo examinará para ver si presenta otras anomalías en el crecimiento. Si el niño proviene de un ambiente carenciado, una talla y peso inferiores a lo esperable para su edad son indicadores de desnutrición. Otros factores deben ser, naturalmente, tenidos en cuenta: “A nivel individual, la antropometría en sí misma no provee información especifica sobre la causa del déficit. Un niño puede ser anormalmente bajo debido a infecciones, ingesta inadecuada de alimentos, deprivación psicosocial, enfermedades endócrinas, metabólicas, malabsortivas u otras. En la aplicación clínica, la antropometría es una herramienta de tamizaje (screening) para detectar los niños en mayor riesgo de alteraciones nutricionales o de salud; no debe ser vista como una etiqueta diagnosticada de malnutrición” (INDEC, 1996). Se trata, de todos modos, de un recurso de gran importancia: “Si se mide el peso y la talla de los niños de una comunidad o a una muestra representativa de los mismos, la prevalencia de bajo peso y/o talla sirven como indicadores útiles para el diagnóstico de los problemas de salud y nutrición de la comunidad”(op.cit.) La maduración comprende cambios cualitativos determinados por nuestro programa genético. Tanto nuestro cerebro como el sistema nervioso central crecen y se van diferenciando; cambian las proporciones anatómicas, a la vez que experimentamos modificaciones químicas y hormonales a medida que nos acercamos a la madurez biológica. Un ejemplo de maduración es la gradual especialización del cerebro. Cada uno de los hemisferios regula diferentes actividades psíquicas, como el procesamiento espacial en el hemisferio derecho y el lenguaje en el izquierdo. Antes de la adolescencia, estas funciones están coordinadas de modo flexible dentro del cerebro. De modo que, por ejemplo, un accidente en una parte específica del cerebro durante la infancia temprana puede afectar temporariamente estas actividades, pero otras áreas del cerebro gradualmente pasarán a regularlas, funcionando así como sistemas de “backup”. A medida que nos acercamos a la adolescencia – y, sobre todo, después de haberla sobrepasado – es más probable que los accidentes cerebrales produzcan daño permanente, pues las funciones se han especializado quedando más rígidamente ligadas a áreas específicas del cerebro. Las experiencias constituyen el ingrediente más amplio y, en cierto sentido, el más vago del desarrollo. Abarca toda la gama que va desde las relacionadas con el ambiente biológico – incluye cosas tales como la alimentación, los accidentes físicos, la atención médica y los medicamentos- hasta las producidas por el ambiente social (familia, escuela, pares, comunidad y los medios de comunicación social). Las experiencias pueden estudiarse a escala microscópica -por ej. el registro y análisis de las interacciones específicas entre una madre y su hijo – o a escala macroscópica, como cuando se analiza la atención médica que recibe una familia o la psicodinámica de la familia de un niño determinado (por ej., como se llevan habitualmente unos con otros, grado de stress o nivel de adaptación social del grupo). El nivel de análisis depende en gran medida del marco teórico del experto. Pero cualquiera sea la perspectiva conceptual que se asuma, resulta indiscutible el hecho de que las experiencias son cruciales para el desarrollo. Sin ellas no podrían darse el crecimiento ni la maduración. Como ejemplos, considérese que se necesita un minuto de nutrientes para crecer y que los niños deben tener satisfecho cierto nivel de estimación sensorial para poder funcionar. La ausencia de contacto humano ha tenido el efecto dramático y documentado de producir mentalmente retardados y con ausencia de lenguaje hablado. En una dimensión más cotidiana, los estudiosos contemporáneos del desarrollo procuran comprender que tipos de experiencias modelan el crecimiento y la maduración y los procesos mediante los cuales se da la interacción entre ellos. Por ejemplo, ¿Qué experiencias tempranas facilitan la adquisición rápida y avanzada del lenguaje hablando?¿Cómo influye la experiencia en el desarrollo del pensamiento y en el razonamiento moral? Un tipo de respuesta -excesivamente simplista – que se ha dado ha sido que cuanto más rico en estipulación en términos cuantitativos sea el ambiente, más favorables serán los resultados. Según esta postura bastaría con interactuar mucho con una bebita y mostrarle cariño, por ejemplo, para obtener un aniña apegada saludablemente. O bien, sería suficiente hablarle todo el tiempo a un niño pequeño para que él aprenda rápidamente a hablar. Aliente al niño a pensar y a ejercitar el juicio moral -se dice – y éste se destacará intelectualmente y desarrollará un fuerte carácter moral. Este tipo de respuesta haría más fácil la vida; pero con frecuencia los hechos demuestran que está lejos de ser del todo correcta. A medida que escudrifiamos los misterios del cambio, hablamos que la sutileza es necesaria. Más que el monto de interacción, se evidencia que el “timing” es central en el desarrollo de un apego saludable: el adulto debe responder en sintonía con las necesidades del bebé. Más importante que la cantidad de conversación dirigida al niño pequeño, es el nivel en que esa conversación está estructurada: son convenientes, por ejemplo, las frases cortas, con pausas claras y patrones netos de entonación. En síntesis, los estudios contemporáneos sobre el desarrollo ponen el acento en el patrón de cambio o movimiento progresivo (forward movement) en la vida del niño. Los psicólogos del desarrollo tratan actualmente de describir y predecir este cambio y de explicar como la maduración y el crecimiento son modelados por las experiencias del niño.
Bibliografía
INDEC: Infancia y condiciones de vida. Encuesta especial para el diagnóstico
y la evaluación de las metas sociales. Buenos Aires, 1996.
YUSSEN y SANTROCK: Child development: an introduction. Dubuque (Iowa).