Tema 2. Derecho Civil IV.
Tema 2. Derecho Civil IV.
Tema 2. Derecho Civil IV.
1. Introducción.
Nuestro Ordenamiento Jurídico confiere ciertos efectos jurídicos a la mera tenencia de las cosas
(posesión), protegiendo limitadamente a los sujetos que las usan o las tienen frente a cualquier
perturbación o despojo de esa tenencia procedente de un tercero.
Además, esta protección la dispensa en un primer momento, sin preguntar por qué las tienen (las
cosas). Esto es, cuál pudiera ser la razón jurídica de su tenencia (el título que ostentan, es decir, el
derecho subjetivo que les permite tenerlas, usarlas y disfrutar de ellas). ¿Pero qué sucede? Pues que
cuando la posesión se tiene de manera que manifiesta la apariencia de titularidad de un derecho
subjetivo, goza de una eficacia añadida. Es decir, goza no solo de protección, sino que también
legitima el ejercicio del citado derecho, lo que puede terminar en usucapión. (P.ej; cuando se posee
sin ser dueño [pero dándose algunos requisitos]).
Por supuesto, esta protección debe tener un sentido, y ese sentido es el que jurídicamente
denominamos fundamento de la protección, y que para SAVIGNY es preservar la paz social, porque
tal y como planteaba: “Nadie puede tomarse la justicia por su mano”, mostrando así una
manifestación de una regla básica de convivencia.
Por esta simple razón, nuestro OJ opta por tutelar a los poseedores en un primer momento, sin
perjuicio de quitarles luego esa protección si se descubre que no la merecían (es decir, si se
descubre que no eran dueños, ni titulares de otro derecho real que justificara dicha posesión). Esto,
en palabras sencillas es que nuestro OJ en un principio protegerá al poseedor, porque lo habitual es
que aquel que posee sea propietario o tenga algún título que le permita dicha posesión. Sin
embargo, en caso de no ser así, se le elimina esa protección.
2. Concepto.
¿Qué es la posesión? Pues la posesión se califica como la mera tenencia de la cosa, por lo que
podríamos encasillar como un hecho jurídico, es decir, un hecho de la vida real al que el OJ confiere
una serie de consecuencias jurídicas. Y como una de esas consecuencias jurídicas, existe la
atribución que se hace al poseedor de una acción, que le va a permitir reaccionar ante cualquier
perturbación o despojo que proceda de un tercero. Terminando así con ellas y recuperando la cosa y
el ejercicio de las facultades de uso y goce que venía ostentando.
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Por lo que se trata de una tutela jurídica ofrecida por el Ordenamiento Jurídico sobre una relación
fáctica que la persona tiene sobre la cosa, independientemente de la titularidad y basada en la
simple apariencia.
Y la pregunta es: ¿podríamos decir que la posesión es un derecho? Pues la doctrina ha dicho que sí,
que es un derecho, pues como vemos permite la protección del mismo. Sin embargo, ¿podríamos
considerarla un derecho real? Pues sí, los autores denominan la posesión como un derecho real,
pero resaltando que es un derecho real muy peculiar, en tanto en cuanto se encuentra fuera de la
clasificación de derechos reales que conocemos y porque posee unas características distintas a los
habituales derechos reales.
3. Características.
(A) Porque como LACRUZ expone: su contenido se limita al derecho a seguir teniendo, es
decir, a mantener la situación de hecho anterior a la perturbación o despojo. (A diferencia de
los Derechos reales plenos, no tiene unas facultades sobre la cosa predefinidas)
Es por esto, que si el perturbador o despojante (si fuera propietario o titular de otro derecho real
sobre la cosa) haciéndolo valer a través de la acción de reintegración posesoria, podrá hacerse
finalmente con la cosa.
Esto resulta una idea clave en el estudio de la posesión porque nos permite saber que ese derecho,
terminará cediendo ante otro: es decir, que el ius possessionis [derecho a poseer del poseedor]
acabará cediendo ante el ius possidendi [derecho a poseer del propietario, o titular de algún derecho
real sobre la cosa). En términos más sencillos: el derecho a meramente poseer, termina cediendo
ante el derecho de poseer del propietario.
4. Clases de posesión.
(A) POSESIÓN NATURAL Y POSESIÓN CIVIL: Art. 430 CC: “Posesión natural es la tenencia de
una cosa o el disfrute de un derecho por una persona. Posesión civil es esa misma tenencia o
disfrute unidos a la intención de haber la cosa o derecho como suyo.”
- Posesión natural: Es la tenencia de una cosa o el disfrute de un derecho por una persona.
- Posesión en concepto de dueño: Es también conocida como derecho real usucapible. Esta
posesión presupone la apariencia de la titularidad, y legitima al poseedor a ejercitar el
derecho aparentado, y lo faculta además para tenerlo como titular. (cuando hablamos de este,
hacemos referencia al titular de un derecho usucapible).
- Posesión en concepto distinto: Esta posesión revela la posesión de otra persona a su vez. Por
lo que, si yo afirmo que soy poseedora en concepto distinto al de dueño, estoy reconociendo
que no soy titular, pero estoy afirmando que poseo la cosa por haber firmado un contrato que
me permite tener la posesión de la misma.
(C) POSESIÓN EN NOMBRE PROPIO Y EN NOMBRE AJENO: Art. 431 CC: “La posesión se
ejerce en las cosas, en los animales o en los derechos por la misma persona que los tiene y los
disfruta, o por otra en su nombre.”.
- Posesión en nombre propio: Quien posee y ejerce los derechos que tiene por sí mismo.
- Posesión en nombre ajeno: Son poseedores en nombre ajeno no quienes poseen para sí, sino
por cuenta y en nombre de otro (en cuya esfera jurídica recaerán los efectos) En este tipo de
posesión, hacemos alusión especial a dos figuras: 1) Los representantes: Aquellos que tienen
la posesión por actuar por cuenta y en nombre de otro (P.ej: padres, mandatarios,
albaceas…) y 2) Los servidores: Aquellos que tienen la posesión por estar ligados con otro
sujeto por una relación de servicio o laboral (p. Ej. El chófer, respecto del coche).
- Posesión mediata: En esta posesión mediata se habla de la figura del poseedor mediato, que
es quien confiere a otro la facultad de poseer (P.ej: un arrendador)
(E) POSESIÓN DE BUENA FE Y POSESIÓN DE MALA FE: Art. 433 CC: “Se reputa poseedor
de buena fe al que ignora que en su título o modo de adquirir exista vicio que lo invalide. Se reputa
poseedor de mala fe al que se halla en el caso contrario.”.
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- Posesión de buena fe: En esta posesión de buena fe, se habla de la figura del poseedor de
buena fe, que es quien ignora que en su título/modo de adquirir exista vicio que lo invalide.
- Posesión de mala fe: En esta posesión de mala fe, se habla de la figura del poseedor de mala
fe, que es quien conoce que en su título/modo de adquirir exista vicio que lo invalide.
¿Qué es el Registro de la Propiedad? Se trata del organismo que tiene encomendada la publicidad
del dominio y demás DDRR sobre bienes inmuebles. Además, es un registro público que depende
del Ministerio de Justicia. Se caracteriza por ser un registro de folio real, es decir, que se divide en
los inmuebles, lo importante es la cosa, no la persona. Recordemos que en el Registro de la
Propiedad se presentan documentos, se inscriben títulos y se publican derechos.
Pero, aun esto siendo así, si se publica en el registro el derecho a poseer (ius possidendi) por el
hecho de que este conforma el contenido de la propiedad y con ello de los derechos reales
susceptibles de posesión. Eso sí, no lo hace autónomamente, sino como consecuencia de la
publicidad de esos derechos reales inscritos (P.ej: El usufructo).
No obstante, debemos tener presente que no cabe entender que la presunción se refiera a la posesión
como hecho. Porque a lo que debemos atender es que la presunción gira entorno a que el titular
registral es el dueño del inmueble o titular de un derecho real usucapible. Pero todo esto, sin tener
en cuenta que la tenencia material pueda corresponder a otro, porque entonces, la presumida
posesión del dueño sería mediata (aunque seguiría siendo en concepto de dueño.)
Pero sí hemos de reconocer, que teóricamente esta presunción no es del todo relevante, sino que
para lo que verdaderamente es útil es a la hora de la práctica.
El art. 445 CC dispone que: “la posesión, como hecho, no puede reconocerse em dos personalidades
distintas, fuera de los casos de indivisión” Es decir, que NO es posible la tenencia material de una
cosa por dos personas salvo que la posean en común. De esto nace la conocida coposesión.
Si seguimos leyendo el artículo, este enuncia que: “Si surgiere contienda sobre el hecho de la
posesión, será preferido el poseedor actual; si resultaren dos poseedores, el más antiguo; si las
fechas de las posesiones fueren las mismas, el que presente título; y, si todas estas condiciones
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fuesen iguales, se constituirá en depósito o guarda judicial la cosa, mientras se decide sobre su
posesión o propiedad por los trámites correspondientes.”
Es decir, que establece un orden de prelación para los supuestos en los que pueda existir
controversia. De modo que: Será preferido el poseedor actual, Si resultaren dos poseedores -- el más
antiguo, Si todas las condiciones son iguales -- depósito/guarda judicial mientras se decide sobre su
posesión o propiedad.
Asimismo, cabe apuntar que, en estos casos de coposesión, el poder de hecho de cada poseedor se
encuentra limitado por el de los demás según corresponda la cotitularidad. Y a esto, debemos añadir
que en el caso de que alguno de los coposeedores se constituya como poseedor exclusivo de todo o
parte de la cosa poseída en común, los demás, disponen de la defensa interdictal frente a este.
7. El objeto de la posesión.
La posesión la define el art. 430 CC como: “La tenencia de una cosa o el disfrute de un derecho”.
Además, el art. 437 CC puntualiza que “Sólo pueden ser objeto de posesión las cosas y derechos
que sean susceptibles de apropiación. También pueden ser objeto de posesión los animales, con las
limitaciones establecidas en las leyes”.
8.1. Adquisición.
De acuerdo con el art. 438 CC “La posesión se adquiere por ocupación material de la cosa o
derecho poseído, por el hecho de quedar esto sometidos a la acción de nuestra voluntad, y por los
actos propios y formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho”.
También pueden adquirirla de acuerdo con el art. 443 CC los menores e incapacitados, que estén
asistidos por sus representantes legales. Y, por último, también podrán adquirir la posesión las
personas jurídicas por medio de sus representantes. También puede adquirirse según el art. 438 CC
la posesión de manera originaria por formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho.
B) ADQUISICIÓN DERIVATIVA: Esta es la posesión que se produce por las formalidades legales
establecidas para adquirir tal derecho. Así lo dispone el art. 438 CC. Esta forma de adquisición
comprende, además de los supuestos de entrega judicial en la posesión natural, la cesión, que el
nuevo poseedor hace el antiguo.
Por lo tanto, es la posesión transmitida sin interrupción desde la muerte del causante (en caso de
adirse la herencia). Se entiende que en estos casos existe lo que se conoce como ficción posesoria.
(P.ej: yo heredo un piso de mis padres que mueren, y en el momento que ellos mueren es cuando yo
adquiero esa posesión. Pero es una ficción porque puede que el proceso de aceptación de la
herencia.).
Tal y como dice el artículo 466 CC: "el que recupera conforme a derecho a la posesión,
indebidamente perdida, se entiende para todos los efectos que puedan redundar en su beneficio que
la ha disfrutado sin interrupción.”. Entre tanto coexisten dos posesiones:
Y, sí, efectivamente prevalece, esa posesión sin tenencia le sirve como si hubiera conservado ésta
todo el tiempo, el mismo concepto y con idénticos efectos. Es decir, que si prevalece en el interdicto
se entiende que la ha poseído todo este tiempo y por tanto existiría una ficción de continuidad.
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Asimismo, es muy importante tener presente la regla que marca el art. 461 CC, que dispone que “La
posesión de la cosa mueble no se entiende perdida mientras se halle bajo el poder del poseedor,
aunque éste ignore accidentalmente su paradero”.
Podemos entender que es algo lógico en tanto en cuanto se entiende que ni ha abandonado la cosa
(art. 460 1o CC) ni tampoco ha adquirido su posesión otro (que, aunque la encuentre y se apodere
de ella, tendrá que transcurrir 1 año para que se entienda perdida la posesión del otro).
- POR CESIÓN HECHA A OTRO: Se contempla aquí la traditio meramente posesoria, que
se trata de la posesión natural, y que consiste en un hecho: la entrega de la cosa hecha a
título oneroso o gratuito, o desde el punto de vista del adquiriente: el apoderamiento de la
cosa.
9. La protección de la posesión.
El ordenamiento jurídico protege erga omnes la posesión como hecho y el consiguiente derecho a
seguir teniendo (ius possessionis). Esto se recoge en el art. 446 CC de acuerdo con el que: “todo
poseedor tiene derecho a ser respetado en su posesión; y, si fuere inquietado en ella, deberá ser
amparado o restituido en dicha posesión por los medios que las leyes de procedimiento establecen”.
Estos remedios procesales son los interdictos de retener y recobrar la posesión (ya no denominados
así) Se recoge en el art. 250.1 4o LEC: “Se decidirán en juicio verbal, cualquiera que sea su cuantía,
las demandas que pretendan la tutela sumaria de la tenencia o de la posesión de una cosa o derecho
por quien haya sido despojado de ellas o perturbado en su disfrute”.
Asimismo, debemos remitirnos al art. 441 CC para conocer cuándo acudir a estos remedios para
que no se produzca despojo por parte de quien tenga legítimo derecho: “En ningún caso puede
adquirirse violentamente la posesión mientras exista un poseedor que se oponga a ello. El que se
crea con acción o derecho para privar a otro de la tenencia de una cosa, siempre que el tenedor
resista la entrega, deberá solicitar el auxilio de la Autoridad competente”.
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10. Los interdictos de retener y recobrar.
Como ya hemos mencionado, el art. 250.1 4o LEC se refiere a estos dos interdictos (son acciones de
tutela sumaria). Son acciones sumarias clásicas que defienden la posesión natural.
- INTERDICTO DE RETENER: Se trata de aquel del que puede servirse cualquier poseedor
que haya sido perturbado en su posesión por actos que manifiesten la intención de despojarle
o de ejercer sobre la cosa alguna influencia física que modifique la manera en que la está
poseyendo. La sentencia que recoja este tipo de interdictos obliga a NO HACER, pues se
limita a requerir al perturbador para que se abstenga en el futuro de realizar actos en que se
funde la acción u otros que manifieste en el mismo propósito.
Tras hacer estas distinciones, el resto de las cuestiones a tratar sobre estas acciones sumarias son
comunes a ambos tipos, y son las siguientes:
- Puede ejercitarse frente a cualquiera que haya cometido los actos de perturbación o el
despojo: incluido el que tenga el ius possidendi (es decir, que puede hacerlo contra el que
posee en concepto de dueño o contra el mismo propietario). Existe una excepción, y es que
se limita esta posibilidad en el caso de que la perturbación o despojo procedan de una
Administración Pública, en cuyo caso los interdictos no son admisibles, ni siquiera si la
administración hubiera actuado por vía, de hecho, porque la competencia para conocer del
asunto le corresponde la jurisdicción contencioso-administrativa.
- Tienen carácter sumario: Esto, en resumen, lo que viene decir es que están limitadas las
posibilidades de alegación y prueba.
- Prescriben por el transcurso de un año: Así lo dispone el art. 1968 1o CC: “Prescriben por el
transcurso de un año: La acción para recobrar o retener la posesión ...”. Además, tener en
cuenta el plazo es relevante en tanto que la LEC en su art. 439.1 establece que: “No se
admitirán las demandas que pretendan retener o recobrar la posesión si se interponen
transcurrido el plazo de un año a contar desde el acto de la perturbación o el despojo”
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El código penal contempla dentro de la responsabilidad civil, derivada de los delitos o faltas el
deber de restituir a la víctima la cosa de la que ilícitamente hubiera sido privada. Es decir, que en el
supuesto de que el despojo constituyera un ilícito penal, se restituirá la cosa aplicando la
responsabilidad civil derivada del delito. (arts. 109 - 111 CP).
Son tales las acciones: reivindicatoria, negatoria y confesoria, en cuanto sirven específicamente para
obtener la posesión que corresponde a los titulares de los concretos derechos reales que facultan
para gozar, total o parcialmente, de una cosa.
Son objeto de estas acciones todos los derechos susceptibles de ser adquiridos por usucapión (P.ej:
propiedad, usufructo, servidumbre...). Y esto porque la realización del ius possidendi conduce a la
posesión civil, no a la mera posesión natural
La acción reivindicatoria es la acción real que compete al propietario no poseedor frente a cualquier
poseedor no propietario para que se declare su derecho y se condene al demandado a que le
entregue o restituya la cosa. Por lo tanto, esta acción protege el ius possidendi del dueño.
Y viene recogida en el art. 348 II CC. que dispone: “El propietario tiene acción contra el tenedor y
el poseedor de la cosa para reivindicarla”.
Al tratarse de una acción real, compete al que ya es dueño de la cosa, y por tanto no al que aún no lo
sea. Esta acción persigue la condena a la entrega de la posesión en concepto de dueño
(independientemente de quien sea el poseedor inmediato)
- Que el demandante tenga un título de dominio con el que se pueda probar la propiedad.
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- Que haya una identificación del bien reivindicado, que este bien sea el mismo que posee el
demandado.
- Si es un mueble (art. 727.3 LEC): la identificación facilita exigir el depósito.
- Si es un inmueble: Se debe identificar la finca sobre el terreno.
- Que el bien esté en posesión del demandado: Pues en caso contrario no cabría condena a
restituir.
Esta acción le corresponde al dueño de la cosa para defender su derecho frente a cualquier poseedor
que se presente como titular del derecho real limitado de goce se dirige a que se declare la
inexistencia del gravamen y cese toda influencia física del demandado sobre el bien. Es, pues, una
acción de reintegración posesoria: también aquí defiende el dueño su ius possidendi (en este caso,
de la cosa como libre)
Para que la acción prospere se requiere que: El demandante pruebe su derecho de propiedad y la
perturbación que el demandado le haya causado en el goce de la misma. Y el demandado pruebe la
titularidad del derecho real limitado.
C) LA ACCIÓN CONFESORIA
Es la acción de la que dispone el titular de un derecho real limitado de goce que no posee la cosa
frente a cualquier poseedor de la misma (incluido el propietario). Esto con el fin de que se declare
su derecho y obtener la restitución de la posesión. Dado que el dominio se presume libre, aquel que
alegue la existencia de cargas deberá probarlas. (art. 217.2 LEC).
Cuando se termina una situación posesoria y comienza otra, se plantea el problema de determinar a
cuál de los poseedores (entrante o saliente) debe quedarse con los frutos que la cosa produzca, e
igualmente el de a cuál de ellos ha de imputarse los gastos y mejoras que se le hubieran realizado en
la misma y también los deterioros. De todo esto se encargan de dar respuesta los arts. 451 y ss. CC
como regla general. Sin embargo, existen casos específicos a los que se les aplicarán otras reglas
para el caso en concreto y por ello las generales se verán desplazadas.
Por lo demás, el criterio básico del que se sirve el CC para resolver en orden a la liquidación de los
estados posesorios es el de la buena o mala fe del poseedor. Este criterio se recoge en el art. 433
CC, que dispone que:
- Buena fe: “Se reputa poseedor de buena fe al que ignora que en su título o modo de adquirir
exista vicio que lo invalide.”
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15. Atribución de los frutos.
De acuerdo con el art. 451 I CC: “El poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos mientras
no sea interrumpida legalmente la posesión”. Lo que viene a decir que el poseedor de buena fe
adquiere la propiedad de los frutos que produzca la cosa, como máximo, hasta que se interrumpa
legalmente su posesión. Eso sí, tal como disponen los arts. 434 y 435 CC puede dejar de adquirirla
antes de ese momento, si con anterioridad pierde la posesión o deja de ser poseedor de buena fe, y
ello se prueba por el demandante.
Tal y como plantea el art. 452 I y II CC: “Si al tiempo en que cesare la buena fe se hallaren
pendientes algunos frutos naturales o industriales, tendrá el poseedor derecho a los gastos que
hubiese hecho para su producción, y además a la parte del producto líquido de la cosecha
proporcional al tiempo de su posesión. Las cargas se prorratearán del mismo modo entre los dos
poseedores”. De modo que:
- Los gastos de producción se deducen del total de la cosecha y se pagan al poseedor de buena
fe y al nuevo poseedor los respectivamente satisfechos por cada uno.
- Los frutos o lo obtenido con su venta se distribuyen entre uno y otro poseedor en proporción
al tiempo de sus respectivas posesiones, haya o no remanente una vez deducidos los gastos.
Este último criterio se sigue con las cargas, como son las contribuciones o impuestos que graven la
cosa.
Por último, el art. 452 III CC: “El propietario de la cosa puede, si quiere, conceder al poseedor de
buena fe la facultad de concluir el cultivo y la recolección de los frutos pendientes, como
indemnización de los gastos de cultivo y del producto líquido que le pertenece; el poseedor de
buena fe que por cualquier motivo no quiera aceptar esta concesión, perderá el derecho a ser
indemnizado de otro modo”.
Según el art. 455 CC al principio: “El poseedor de mala fe abonará los frutos percibidos y los que el
poseedor legítimo hubiera podido percibir”.
No obstante, en el supuesto de que los frutos percibidos son naturales, el poseedor de mala fe no
adquiere su propiedad, aunque sea él quien los alce o separe, y por tanto quien le venza en la
posesión puede reclamarlos in natura si están en su poder. En otro caso, este último puede reclamar
su valor, y esto mismo es lo que ocurre siempre con los frutos civiles.
Eso sí, los frutos que el vencedor en la posesión «hubiera podido percibir» son los que le habrían
correspondido de haber poseído la cosa mientras su adversario fuere poseedor de mala fe, teniendo
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en cuenta el uso y disfrute que aquél habría dado a la cosa a la vista de su posesión anterior o de
otras cir- cunstancias concurrentes. En cuanto a éstos, como es obvio, la deuda del poseedor de
mala fe es siempre de valor.
A) GASTOS
En la liquidación de un estado posesorio, otra de las cuestiones a resolver es la de a cuál de los dos
poseedores, el entrante o el saliente, han de imputarse los gastos realizados en la cosa (no para la
producción de frutos, pues los mismos entran en la liquidación de éstos, como se ha visto). Es por
esto que el CC distingue entre 3 tipos de gastos:
2. Gastos útiles: Aquellos que mejoran los rendimientos de la cosa (P.ej: las nuevas plantaciones o
las obras de riego) Art. 453 II CC: “Los gastos útiles se abonan al poseedor de buena fe con el
mismo derecho de retención, pudiendo optar el que le hubiese vencido en su posesión por satisfacer
el importe de los gastos, o por abonar el aumento de valor que por ellos haya adquirido la cosa”.
3. Gastos de lujo o recreo: Aquellos que solo sirven para embellecer la cosa (P.ej: plantar árboles en
el jardín). Art. 454 CC: “Los gastos de puro lujo o mero recreo no son abonables al poseedor de
bue- na fe; pero podrá llevarse los adornos con que hubiese embellecido la cosa principal si no
sufriere deterioro, y si el sucesor en la posesión no prefiere abonar el importe de lo gastado”. Por lo
que, si la mejora suntuaria no se puede separar sin detrimento, cede en beneficio del nuevo poseedor
sin que éste deba abonar una indemnización al poseedor saliente que la realizó.
B) MEJORAS
Debemos tener presente que gastos y mejoras son cuestiones distintas, pues el concepto de mejora,
con lo que se alude a los perfeccionamientos de la cosa que aumentan su valor, sean o no
consecuencia de un gasto. Así, el art. 456 CC dispone que: “Las mejoras provenientes de la
naturaleza o del tiempo ceden siempre en beneficio del que haya vencido en la posesión”.
17. Deterioros.
De la regulación de la necesidad de abonar por los posibles deterioros de la cosa se encarga el art.
457 CC que plantea ese abono diferenciando entre el poseedor de buena fe o el de mala fe:
- BUENA FE: “El poseedor de buena fe no responde del deterioro o pérdida de la cosa
poseída, fuera de los casos en que se justifique haber procedido con dolo”
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- MALA FE: “El poseedor de mala fe responde del deterioro o pérdida en todo caso, y aun de
los ocasionados por fuerza mayor cuando maliciosamente haya retrasado la entrega de la
cosa a su poseedor legítimo”.
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