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Fernando Leal ’ Esmeralda Matute
Universidad de Guadalajara
Writing disabilities have been studied either apart from any linguistic consideration or
with regard to quite superficial language phenomena, e.g. the way letters are written.
The present paper reports some results of an ongoing inquiry which tries to throw light
on writing disabilities by an examination of the coherence or incoherence of short texts
written by children. The concept of coherence used is a new one and goes beyond the
classical notions of cohesion and connexity, although it stays close to syntactic facts.
By applying this new concept, six degrees of coherence can be distinguished along an
ordered scale. A statistical study which compares texts written by disabled children
with those produced by a a control group with regard both to the usual variables taken
as independent (age, school grade, sex, earlier language disorders) and to other text-re-
lated variables (number of words and propositions) suggests that writing disabilities
have a deeper linguistic basis than is usually observed.
Antes que nada, conviene dejar claros los límites del presente trabajo: examinamos
textos narrativos. Existen otros géneros y aunque para todos podemos hablar de
coherencia, no necesariamente tendremos los mismos criterios para juzgar, por
ejemplo, cuándo un texto descriptivo es coherente que para juzgar la coherencia de
un cuento. De ninguna manera pensamos que es posible generalizar sin más lo que
en adelante diremos sobre la coherencia de un texto narrativo a todo tipo de texto.
Es más, podría incluso ocurrir que el concepto de coherencia tenga la estructura
de una familia que sólo pueda estudiarse mediante la teoría de los prototipos. Pero
este problema rebasa los límites del presente artículo. Baste hacer constar que nos
ocupamos solamente de la coherencia de textos narrativos. Y aún esto cabría
limitarlo: los textos narrativos con que nos ocupamos son los que escribiría un niño
normal entre los 7 y los 12 años o entre el 2Q y el 6Q años de primaria (ver sección 3
para una descripción detallada de la muestra estudiada). Estas narraciones son
siempre e inevitablemente cortas, y no es posible descartar la posibilidad de que la
coherencia de textos narrativos más extensos tengan propiedades o deban juzgarse
de acuerdo con criterios parcialmente diferentes de los que aquí proponemos.
Hechas estas aclaraciones, la primera y más profunda dificultad a que se
enfrenta cualquier tratamiento de la coherencia es la vacilación inevitable entre el
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El Grupo de Estudio (GE) fue integrado por 60 niños seleccionados al azar del
Centro Psicopedagógico de la Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar
(SEP) diagnosticados como con problemas en la lectura. Las pruebas utilizadas
para el diagnóstico fueron el WISC-RM, PPCILEM y las Guías Psicopedagógicas
tradicionalmente utilizadas por dicha institución. Participaron 21 niñas y 39 niños
de 7 a 15 años de edad que cursaban de 2Q a 6Q de primaria, 12 de cada grado es
colar, de los cuales 6 del turno matutino y 6 del vespertino. El Grupo Control (GC)
Coherencia en textos infantiles cortos... 243
Pues bien: los textos obtenidos fueron entonces analizados conforme a las ideas
y criterios mencionados. Resultaron entonces 6 clases, correspondiendo cada una a
un grado de coherencia a lo largo de una escala. A continuación explicaremos las
características lingüísticas de cada clase, ilustrándolas con un ejemplo. El ejemplo
es citado verbatim, excepto por la separación de las palabras, la cual es correcta en
algunos textos, incorrecta en otros y vacilante todavía en otros. Ignoramos esta
característica gráfica por ser irrelevante para los propósitos de este artículo, por
que conservarla en las citas nos distraería aquí de ellos.
La clase 1 comprende todos aquellos textos profundamente incoherentes al
nivel de la sintaxis: textos que no logran siquiera construir el comienzo de una his
toria; por lo mismo son radicalmente incompletos y pragmáticamente pobres, pero
de tal manera que esa incompletud y esa pobreza están en función de su falta de
cohesión sintáctica. Un buen ejemplo es el siguiente texto:
Las palabras en cursiva no tienen conexión con lo anterior (en el caso del primer
grupo tampoco preparan lo que sigue): están localmente desgajadas del resto. La
primera expresión no subrayada contiene un buen comienzo que se interrumpe. La
segunda parece un intento de continuar la narración, pero se interrumpe también.
No se trata en sentido estricto de falta de cohesión referencial: la incoherencia es
más profunda que eso. De hecho, no basta señalar la existencia de falta de cohesión
a nivel local (como se puede constatar en oraciones de la clase 4), sino que la in
coherencia por razones sintácticas es de carácter global.
La clase 2 comprende todos aquellos textos que, aunque no carecen de
cohesión sintáctica, son radicalmente incompletos; por lo mismo son
pragmáticamente pobres, pero su pobreza está en función de aquella radical in
completud. Así el texto siguiente:
Bolita de nieve
Este es uno de los pocos textos infantiles obtenidos que tienen una especie de
título; obsérvese, sin embargo, que el título sirve también de primer sintagma del
texto: es el sujeto no repetido de la primera oración. No podemos hablar en ningún
momento de falta de cohesión sintáctica (incluso el problema referencial más
crítico —la interacción del cordero y el lobo— es resuelto de manera apropiada); si
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bolita de nieve era un borego branco que tenia muchos amigito esepto
uno un lobo que quería matalo se disfraso de ansiano y le quería aser
una trampa y los animalitos sopecharon y mas los conejos se le fueron
ensima de el lobo que se fue para sienpre del bosque
El autor de este texto evita el mismo pasaje crítico que el autor del texto anterior
no logró formular de manera sintácticamente coherente: lo evita mediante una
estrategia sintética local (oración en cursiva). Esta síntesis no altera excesivamente
la narratividad del texto, y en otros casos el pasaje crítico es evitado sin recurrir a la
síntesis.
La clase 6 comprende todos aquellos textos que respetan la complejidad
pragmática, manteniendo la cohesión sintáctica y de esa manera logran la máxima
coherencia y sofisticación narrativa. Un buen ejemplo de ello es el texto que sigue:
Para no mencionar, una vez más, sino el pasaje crítico (oración en cursiva),
obsérvese como el cambio de referente se logra mediante la interposición de un
sintagma pleno.
5. Algunos resultados
cuanto al rango intermedio de la escala (Clases 3 y 4), los dos grupos son
prácticamente iguales (ver Cuadro 1).
Por otro lado, vale la pena considerar la distribución en ambos extremos de la
escala (Clases 1 y 6). En la Clase 1, que contiene los textos más defectuosos, hay un
total de 20 textos, de los cuales el GE tiene 18 frente a sólo 2 del GC. En la Clase 6,
que contiene solamente textos sintácticamente sofisticados, tenemos la proporción
inversa: 33 textos en el GC frente a solamente 10 en el GE (ver Figura 2). Esto dice
dos cosas sobre los niños con PAL: (a) tienden a ser incoherentes en el nivel más
profundo; (b) tienden a lograr coherencia a costa de la complejidad pragmática, lo
cual si nuestro análisis es correcto, apunta también a un problema sintáctico. En
contraste, los niños sin PAL (a) tienden a ser incoherentes más por razón de in-
completud (Clase 2) que por falta de cohesión sintáctica (Clase 1), lo cual podría
estar relacionado más con un proceso de memoria que con uno lingüístico; y (b) no
sacrifican la complejidad pragmática, y el consiguiente desafío sintáctico, a fin de
lograr la coherencia (Clase 5), tan frecuentemente como lo hacen los niños con
PAL.
Finalmente, en términos de frecuencias cumulativas, al nivel de la Clase 5 se ha
dado cüenta de más del 80% de los textos producidos dentro del GE, frente a
menos de la mitad de los textos de niños normales (ver Figura 3). Esto parece in
dicar que los PAL esconden trastornos lingüísticos bastante profundos.
Al comparar los dos grupos respecto de la coherencia mediante análisis de co
rrelaciones y análisis de regresión lineal, aparecieron diferencias importantes entre
el GE y el GC respecto a las variables de edad y grado (menores respecto a antece
dentes de PLT). No podemos comentarlos aquí en detalle, pero conviene comparar
el potencial explicativo de aquellas variables independientes para cada una de las
tres variables dependientes: grado de coherencia, número de palabras y número de
proposiciones. La Figura 4 muestra los valores que tiene el coeficiente de
determinación (R2) obtenido por el análisis de regresión. Como se recordará, este
coeficiente indica el porcentaje de la variación de la variable dependiente que es
explicada (determinada) por la variable independiente. La Figura 4 muestra tres
hechos de creciente importancia, que sólo podemos indicar aquí brevemente.
En primer lugar, la variación en los PLT son un factor explicativo modesto (co
rrelaciones inversas) de la variación de las tres variables dependientes, pero sólo para
el GE. No hay que olvidar que el GC sólo tenía tres casos con PLT (frente a 26 del
GE), por lo que el análisis estadístico no sería confiable. En segundo lugar, la
variación de la variable sexo no es un factor explicativo de la variación de las tres
variables dependientes. El resultado podría sorprender a algunas personas, ya que
algunos resultados de la investigación hacen pensar que las niñas tienen mayores
habilidades verbales que los niños. Nuestro estudio no confirmó esto. En tercer
lugar, la variación de edad y grado explican mejor la variación de cada una de las tres
variables dependientes en el GC que en el GE. Ello significa que la variación en las
características lingüísticas de los textos del GC se debe menos a la casualidad que
Coherencia en textos infantiles cortos... 249
la de los textos del GE. Ciertamente no podemos decir que los niños con PAL no
avanzan como los otros sea en el grado de coherencia de una narración o en el
número de proposiciones o palabras utilizadas para la construcción de un texto
narrativo, ya que esto requeriría un estudio longitudinal que estamos haciendo
también, pero no está terminado aún. Pero esta es una posibilidad digna de tenerse
en cuenta, sobre todo porque otros estudios han mostrado que niños con PAL no
mejoran con el tiempo (Juel 1988).
Dicho sea de paso, en la muestra encontramos 6 ejemplos de síntesis, 2 en el
GE y 4 en el GC; pero con una diferencia notable: los resúmenes del GE fueron
hechos por un niño de 9 años en 2Q y uno de 10 en 5Q, mientras que todos los del
GC fueron hechos por niños de 8 años en 2Q. Sugerimos que los estudios de
coherencia y cohesión deberían prestar más atención a las estrategias sintéticas en
el futuro. Por otro lado, es claro que una cierta síntesis es un componente
necesario de toda recuperación de un texto y debería examinarse no sólo a nivel
global del texto entero, sino también con relación a las estructuraciones locales (ver
más adelante).
6. A manera de conclusión
Los textos escritos por los niños que integran el GE muestran, en promedio, menor
grado de coherencia, menor número de palabras y menor número de propo
siciones. En el GC un grado bajo de coherencia está más ligado a procesos
mnésicos que a procesos lingüísticos, en tanto que en el GE se observa la inversa,
tendiendo a apuntar hacia un problema sintáctico.
En el caso de las tres variables dependientes (grado de coherencia, número de
palabras, número de proposiciones) la variable sexo no es un factor explicativo im
portante en tanto que la variable PLT es explicativa inversamente, pero sólo en el
GE, en tanto que las variables edad y grado escolar explican mejor la variación de
cada una de las tres variables dependientes en el GC que en el GE.
Para terminar conviene mencionar el punto que es tal vez el más interesante, a
saber que la diferencia, en los dos grupos, del potencial explicativo (medido por el
coeficiente de determinación) que tienen las variaciones en edad y grado sobre la
variación de la coherencia es una diferencia mayor que la que tienen sobre la
variación en el número de proposiciones, y esta diferencia a su vez es mayor que la
que tienen sobre la variación en el número de palabras utilizadas. De esa manera, se
sugiere que la educación formal (la variable “grado”) explica el uso de un mayor
número de palabras e incluso una mayor habilidad a la hora de capturar los puntos
principales de una historia (las “proposiciones”), con relativa independencia de si
se tienen o no dificultades con la lecto-escritura. Pero no ocurre lo mismo con la
coherencia. De hecho, se presenta una pequeña pero interesante diferencia entre
el uso de palabras y el uso de proposiciones: aquella variable es la que presenta la
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mayor similitud en ambos grupos, lo que podría tener que ver con que es la más
mecánica de las tres variables lingüísticas. Sin poder afirmar nada sobre el aspecto
genético hasta no tener el estudio longitudinal completo, este resultado sugiere que
a mayor educación formal (y hechas ciertas salvedades a mayor edad también)
aumenta la capacidad de los niños con PAL para usar más palabras, e incluso au
menta su habilidad de recuperación de proposiciones (si se quiere, de
“episodios”), pero parece haber un límite severo al grado de coherencia que
puedan alcanzar.
En el estudio de Nodine et al. (1985), el grupo normal alcanzó un promedio de
palabras de 104 contra sólo 54 del grupo con trastornos de lectura, lo cual parece
estar relacionado con el hecho de que produjeron más composiciones cuasi-na-
rrativas (story-like), ya que se había establecido en el mismo estudio que un texto
más narrativo contenía más palabras que uno menos narrativo. Nuestro estudio no
muestra gran diferencia en el conteo de palabras de ambos grupos, aunque
también encontramos una fuerte correlación entre número de palabras y grado de
coherencia, lo cual implica grado de “historidad” y narratividad (ver Matute &
Leal, en preparación). En todo caso, la propuesta de interpretación anterior, se ve
en cierta manera confirmada cuando analizamos las correlaciones que hay entre las
variables lingüísticas entre sí, es decir, cuando dejamos de considerarlas como
dependientes y trazamos una línea causal entre ellas. Desgraciadamente, no
podemos detenernos aquí sobre este punto (pero véase Matute & Leal, en
preparación).
Finalmente, hay una diferencia notable en el potencial explicativo de edad y
grado que se debe en buena parte a que en el GE hay muchos niños que repiten
grado, y por lo tanto la distribución de edad en los grados es diferente. Estas
diferencias tienen por consecuencia que los valores de R del GE son aún menores
que los del GC cuando se trata de edad que cuando se trata de grado; pero por las
diferencias de edad en los dos grupos este drástico resultado es tal vez poco sig
nificativo en sí mismo.
Agradecimiento
La confección de este trabajo hubiera sido imposible sin la colaboración del Dr.
Fernando Pozos (Centro de Investigación en Ciencias Sociales, Universidad de
Guadalajara) en el análisis estadístico y de las Lies. Soledad Guajardo y Judith
Suro en la recolección de los datos.
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252 Fernando Leal, Esmeralda Matute
Cuadro 1
Promedios y Desviaciones Estándar
de las Variables Independientes para los Dos Grupos
Grupo de Estudio Grupo Control
Variable Dependiente Prom. Desv. Prom. Desv.
Edad 10.43 (1.78) 9.68 (1.48)
Problemas de Lenguaje 0.43 (0.5) 0.05 (0.22)
Lateralidad Manual 2.65 (0.63) 2.85 (0.4)
Cuadro 2
Promedios y Desviaciones Estándar
de las Variables Dependientes para los Dos Grupos
Grupo de Estudio Grupo Control
Variable Independiente Prom. Desv. Prom. Desv.
Número de Palabras 71.03 (33.17) 103.6 (42.72)
Número de Proposiciones 7.02 (3.21) 8.98 (2.93)
Grado de Coherencia 3.43 (1.94) 4.85 (1.54) 1
Cuadro 3
Distribución de los Grados de Coherencia en los Dos Grupos
Grado (Clase) de Grupo de Estudio Grupo Control
Coherencia
1 18 2
2 6 6
3 2 4
4 10 9
5 14 6
6 10 33