La Traducción Jurídica - Nebot Borja
La Traducción Jurídica - Nebot Borja
La Traducción Jurídica - Nebot Borja
Núm. 13
LA TRADUCCIÓN
Y LA INTERPRETACIÓN
EN LAS RELACIONES JURÍDICAS
INTERNACIONALES
ESTHER MONZÓ NEBOT Y ANABEL BORJA ALBI (EDS.)
BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT JAUME I. Dades catalogràfiques
Cap part d’aquesta publicació, incloent-hi el disseny de la coberta, no pot ser reproduïda,
emmagatzemada, ni transmesa de cap manera, ni per cap mitjà (elèctric, químic, mecànic,
òptic, de gravació o bé de fotocòpia) sense autorització prèvia de la marca editorial.
Esta publicación ha contado con el apoyo de una ayuda del Ministerio de Educación y Ciencia
(BFF2002-12101-E).
ISBN 84-8021-540-2
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Parte I
¿Qué es la traducción jurídica?
LEO HICKEY
Traducción jurídica:
¿cómo hacer que lo difícil sea tan fácil como lo imposible? . . . . . . . . . . . . 19
JEAN-CLAUDE GÉMAR
La asimetría cultural y el traductor jurídico.
El lenguaje del derecho, la cultura y la traducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Parte II
Retos académicos de la traducción jurídica: docencia e investigación
5
LUIS PÉREZ GONZÁLEZ
Aportaciones de las nuevas tecnologías a la investigación
en el ámbito de la traducción jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Parte III
Reflexiones desde la profesión
LEO HICKEY
Interpretación jurídica en el sector público de Gran Bretaña . . . . . . . . . . 181
Parte IV
Colorear la literatura gris: últimas tesis en traducción jurídica
6
ELENA FERRAN LARRAZ
La traducción jurídica del documento jurídico negocial
y las funciones jurilingüísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
CATHERINE WAY
Investigando la traducción como acción social: el caso de los documentos
académicos (español-inglés) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
7
PRÓLOGO
9
sionales de muy distinta índole convergirían para aportar luz sobre cuestiones
de gran calado en nuestra comunidad profesional: quién traduce, dónde tra-
duce, en qué condiciones y con qué medios, para quién, qué se espera de él…
LA TRADUCCIÓN Y LA INTERPRETACIÓN EN LAS RELACIONES JURÍDICAS INTER-
NACIONALES surge como testimonio de un compromiso de continuidad con el
que se plantearon esas jornadas y al que se ha pretendido dar una dimensión
tangible al reunir las contribuciones de los autores invitados. En la selección
se ha intentado mantener una diversidad de perspectivas que, en nuestra opinión
ofrece una visión plural y enriquecedora. Estas páginas recogen reflexiones
vivas y provocadoras sobre lo que es la traducción jurídica, su investigación,
su docencia y su práctica, tanto por parte de quienes la ejercen como de quie-
nes requieren sus servicios. Se da cabida a aportaciones que ofrecen el testi-
monio de contextos muy diversos: empresas privadas, tribunales de ámbito
nacional e internacional, organismos internacionales, universidades y centros
de investigación.
El primero de los cuatro bloques en torno a los que se estructura la obra se
plantea una duda ontológica: ¿qué es la traducción jurídica? Este tipo de tra-
ducción se ha entendido a lo largo de la reflexión sobre la materia, y de la
práctica, desde enfoques muy distintos, tal como queda patente en la diversidad
de disciplinas a las que se ha vinculado. Las tres aportaciones que se incluyen en
este bloque ofrecen visiones particulares de cómo debe entenderse y desempe-
ñarse, y qué factores deciden la traducibilidad de los textos jurídicos. Las
voces que conforman este bloque, Leo Hickey, Jean-Claude Gémar y Anabel
Borja, combinan un profundo conocimiento práctico y teórico de la traduc-
ción jurídica que han sintetizado con claridad y precisión en estas páginas.
Leo Hickey, con su agudo sentido del humor, rebate los argumentos que
plantean la traducción del derecho como un acto de comunicación imposible
a través de ejemplos concretos que clarifican problemas y justifican soluciones.
Jean-Claude Gémar trata la complejidad del campo del derecho resaltando el
contraste de las dos familias más importantes: el derecho consuetudinario de la
tradición anglosajona y el derecho civil de la tradición continental. En su con-
tribución, Gémar subraya la necesidad de que, ante diferencias culturales irre-
ductibles, el traductor se rija por la función que deba cumplir el texto jurídico.
La propuesta de Anabel Borja se centra en un género jurídico, el testamento,
y a través del análisis de su contexto de creación en los sistemas origen y tér-
mino escogidos propone una aproximación a la actividad traductora basada en
las restricciones y prioridades que plantea el encargo profesional.
El segundo bloque presenta la situación actual y los retos de futuro que se
impone la docencia y la investigación en traducción jurídica. Laura
Santamaria propone una visión integradora de las distintas competencias que
10
se ponen en marcha en el aula de traducción jurídica y de la metodología
didáctica con la que los futuros traductores adquieren esas competencias. Por
su parte, Roberto Mayoral aborda uno de los temas más controvertidos en la
enseñanza de esta especialidad: hasta dónde debe llegar la formación en dere-
cho del traductor jurídico. Emilio Ortega da en este bloque un paso hacia la
reflexión sobre el ejercicio práctico al distinguir, desde la perspectiva del pro-
fesional, las especializaciones a las que da acceso la traducción del derecho.
Tras esta introducción, centra su trabajo en una de ellas: la traducción judicial.
Luis Pérez abre el apartado de contribuciones dedicadas a la investigación con
una reflexión de amplias miras sobre la influencia que las tecnologías de la
información y la comunicación han tenido y pueden tener en el panorama
investigador de la traducción jurídica. Finalmente, Esther Monzó cierra el
apartado con una contribución que propone una transición a lo profesional
desde el punto de vista de la investigación y, desde una descripción inicial
sobre la situación de la traducción jurada en España, plantea un marco en el
que académicos, profesionales e instituciones de representación puedan cola-
borar en la consecución de mejoras.
El tercer bloque lo componen reflexiones de traductores y juristas sobre lo
que es y hace en el mercado profesional el traductor de esta especialidad. José
Luis Díaz de Liaño nos ofrece la visión de una empresa privada; Leo Hickey
sintetiza la situación profesional de la interpretación ante los tribunales a través
de sus propias experiencias; Fernando Hervás nos muestra la situación del tra-
ductor en el Parlamento Europeo y describe los procesos en los que interviene;
Elena Martín, desde su posición de letrada, habla del traductor e intérprete en
el contexto del tribunal penal internacional para la ex Yugoslavia; y las refle-
xiones de Fernando Pérez Barreiro nos ofrecen una síntesis de una experien-
cia traductora de varias décadas en distintas instituciones internacionales.
Por último, el cuarto apartado pretende dar a conocer algunas tesis de gran
calidad que se han defendido en los últimos años en las universidades espa-
ñolas. Si hace una década las tesis sobre traducción jurídica que se defendían
en nuestro Estado podían contarse con los dedos de una mano, parece que esta
tendencia está cambiando y cada vez es mayor el número de personas que
demuestran un interés entusiasta por esta rama de la traducción, también en lo
que a la investigación se refiere. En este volumen se quiere reconocer la
importancia de la investigación doctoral para toda disciplina otorgándoles una
mención especial. Cristina Valderrey, en la Universidad de Salamanca, Elena
Ferran, en la Universidad Pompeu Fabra, y Catherine Way y M. Carmen
Acuyo, en la Universidad de Granada, han dedicado esfuerzos encomiables
para poder ofrecernos innovación al resto de personas interesadas en esta
especialidad, una innovación que nos permita seguir avanzando como grupo
11
y ofrecer soluciones cada vez mejores a la sociedad que requiere nuestros ser-
vicios.
Espero que el esfuerzo que los autores han plasmado en estas páginas
pueda tener continuidad en otras reuniones y trabajos conjuntos en los que
profesionales, estudiantes, docentes e investigadores podamos comunicarnos,
cooperar y difundir nuestras preocupaciones y propuestas. Todos trabajamos
por un mismo campo profesional, desde opiniones y perspectivas distintas, y,
si queremos obtener mejoras, necesitamos organizar nuestras iniciativas y
nuestros esfuerzos. El futuro de la traducción jurídica depende de ello.
ESTHER MONZÓ
Universitat Jaume I
Julio de 2005
12
NOTAS SOBRE LOS AUTORES
13
versitaria LEXTRA de Estudios sobre Derecho y Traducción y centra su
investigación en la jurilingüística, línea a la que dedicó su tesis doctoral y
que combina con estudios sobre didáctica de la traducción.
J. CLAUDE GÉMAR (Jean-Claude.Gemar@eti.unige.ch) ha desarrollado la
mayor parte de su investigación en Canadá, donde fue director del
Departamento de Lingüística y Traducción de la Universidad de Montreal.
Actualmente es catedrático de la Universidad de Ginebra, donde imparte
docencia de traducción jurídica y traductología. Es autor de más de un
centenar de publicaciones y ha dirigido algunas de las contribuciones más
relevantes del campo de la traductología jurídica entre las que cabe desta-
car La traduction juridique, número especial de la revista Meta de 1978,
Langage du droit et traduction. Essais de jurilinguistique (1982) y
Jurilinguistique : entre langues et droits (2005).
FERNANDO HERVÁS DEMPSTER (fhervas@europarl.eu.int) es funcionario del
Parlamento Europeo. En el momento de redactar estas líneas era jefe de la
División de Juristas-Revisores y es ahora jefe de la División de
Codificación y Refundición de Textos del Servicio Jurídico del
Parlamento Europeo.
LEO HICKEY (leoxxxxx@hotmail.com), M.A. y LL.B. por la Universidad
Nacional de Irlanda, Dublín, licenciado y doctor en Filosofía y Letras por
la Universidad Complutense de Madrid y Barrister-at-Law, es Research
Professor en la Universidad de Salford, Inglaterra, donde durante varios
años había ocupado la cátedra de Español. Es autor de un centenar de
publicaciones sobre literatura, lingüística, estilística y pragmática españo-
las, así como sobre teoría y práctica de la traducción. Ejerce de intérprete
y traductor jurídico.
ELENA MARTÍN SALGADO (martin.icty@un.org) es letrada de sala del Tribunal
Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY) desde el año 2001. Tras
finalizar sus estudios de Derecho en la Universidad de Durham y en la
UNED, inició su investigación en la de Durham con un máster en Derecho
Penal Internacional, al tiempo que obtuvo una ayudantía de investigación
en el mismo centro que le permitió especializarse en derecho público
internacional y derechos humanos. En este último campo centró sus
esfuerzos como personal investigador de la Human Rights Act Research
Unit del King’s College de Londres. Su publicación más reciente: «The
Judgement of the ICTY in the Vasiljević case» (2003).
ROBERTO MAYORAL ASENSIO (rasensio@ugr.es) es licenciado en Filología y
doctor en Traducción. Ejerce de intérprete jurado desde hace 20 años y ha
impartido docencia en las universidades de Princeton, Brigham Young,
Dartmouth y en el Departamento de Traducción e Interpretación de la
14
Universidad de Granada, en el que es profesor titular de traducción jurídica
desde hace 25 años. Cuenta con un centenar de artículos sobre traducción
y es autor de La traducción de la variación lingüística, Aspectos episte-
mológicos de la traducción y Translating Official Documents, publicado
recientemente en St. Jerome.
ESTHER MONZÓ NEBOT (monzo@trad.uji.es) es traductora e intérprete jurada
y profesora de traducción jurídica en la Universitat Jaume I desde 1999.
Es promotora de varias iniciativas relacionadas con la traducción jurídica,
entre ellas la Web del Traductor Jurídico, el grupo de investigación en tra-
ducción jurídica GITRAD, que dirige junto con Anabel Borja, un campus
virtual para la traducción jurídica y la red interuniversitaria LEXTRA de
Derecho y Traducción. Actualmente centra su investigación en la direc-
ción del proyecto ACTIVE sobre los aspectos socioprofesionales de la tra-
ducción e interpretación jurídicas, tema sobre el que versó su tesis docto-
ral defendida en 2002.
EMILIO ORTEGA ARJONILLA (eortega@uma.es) es profesor titular de traduc-
ción jurídica (francés-español) en el Departamento de Traducción e
Interpretación de la Universidad de Málaga, en el que coordina el progra-
ma de doctorado Estudios de Traducción: Investigación en Traducción e
Interpretación Especializadas, distinguido con la mención de calidad del
Ministerio de Educación y Ciencia. Coordina asimismo la colección
Interlingua de la editorial Comares, y centra su investigación en la traduc-
ción y la interpretación judiciales, línea que ha desarrollado en distintos
proyectos educativos y de investigación en colaboración con el Consejo
General del Poder Judicial y el Institut Libre Marie Haps, de Bruselas.
LUIS PÉREZ GONZÁLEZ (luis.perez-gonzalez@man.ac.uk) es profesor en el
Centre for Translation and Intercultural Studies de la Universidad de
Manchester. Tras realizar estudios de posgrado y comenzar su carrera
docente en el Reino Unido, se doctoró en 1998 con una tesis sobre lin-
güística forense. Entre 1996 y 2004 enseñó traducción jurídica y financie-
ra en la Universidad Europea de Madrid. Es autor de una treintena de tra-
bajos sobre formación del traductor, traducción jurídica y lingüística
forense. Recientemente, ha editado un volumen colectivo sobre la traduc-
ción en la era de la globalización (Speaking in Tongues: Language across
Contexts and Users, 2003). Es traductor externo del Parlamento Europeo,
la OMC y otras instituciones internacionales.
FERNANDO PÉREZ-BARREIRO NOLLA (perezbarreiro@btopenworld.com) ha sido
traductor jefe de la Organización Internacional del Café, así como traductor
y revisor de otros organismos internacionales. Se ha dedicado asimismo a la
formación de traductores en las universidades londinenses de Westminster y
15
Thames Valley, además de colaborar en varios cursos de especialización
organizados por el Institute for Translating and Interpreting, de Londres,
el ISLA de Lisboa y la Universidad de Granada. En 1985 obtuvo, junto con
Teresa Barro, el Premio Nacional de Traducción de Libros Infantiles y
Juveniles del Ministerio de Cultura.
LAURA SANTAMARIA GUINOT (laura.santamaria@uab.es) es profesora titular de
traducción jurídica en la Universitat Autònoma de Barcelona. Participa
desde su creación en las pruebas convocadas por la Generalitat de
Catalunya de habilitación para la traducción jurada (inglés-catalán). Es
miembro fundadora de la red interuniversitaria LEXTRA de Derecho y
Traducción, y su investigación se desarrolla principalmente en el campo
de la didáctica y la metodología de la traducción jurídica, así como en los
aspectos ideológicos de la traducción audiovisual.
CRISTINA VALDERREY REÑONES (valderrey@usal.es) es licenciada en Filología
Románica (Francés) y doctora en Traducción e Interpretación por la
Universidad de Salamanca; profesora en la Facultad de Traducción y
Documentación de dicha Universidad, desde 1994, donde, actualmente,
imparte clases de traducción especializada (ámbito jurídico) y traducción
general en la dirección francés-español. Desarrolla su labor investigadora
en el campo de la traducción jurídica y es autora de diferentes artículos
sobre el tema, en particular, sobre la formación de traductores en dicho
ámbito.
CATHERINE WAY (cway@ugr.es) es profesora de traducción e interpretación en
la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada
desde el año 1989. También imparte clases en el curso de posgrado Experto
en Derecho de Extranjería del Departamento de Derecho Internacional
Privado de la Facultad de Derecho de Granada. Es asimismo traductora e
intérprete profesional, y sus campos de especialización incluyen el comer-
cio, la economía, las finanzas y el derecho. Sus líneas de investigación
incluyen la traducción económica y jurídica, la traducción e interpretación
juradas, la interpretación social, la direccionalidad y la didáctica de la tra-
ducción.
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¿QUÉ ES LA TRADUCCIÓN JURÍDICA?
TRADUCCIÓN JURÍDICA:
¿CÓMO HACER QUE LO DIFÍCIL SEA
TAN FÁCIL COMO LO IMPOSIBLE?1
LEO HICKEY
European Studies Research Institute
University of Salford
1. Quiero expresar mi profundo agradecimiento a mis amigos y colegas Virginia Cano Mora,
Miguel Ángel González Reyes, Paz Marín García y Carmen Ríos García por su ayuda en la
preparación y redacción del presente estudio.
19
Por el contrario, el que sigue sería un ejemplo de lo que considero una tra-
ducción difícil:
20
do, etc., puesto que no son frases restrictivas, sino que sólo constituyen pro-
longaciones de condenado: es decir, para el que no sepa la diferencia, conde-
nado equivale a condenado por el juez, por el tribunal, por el jurado, etc. En
cambio, por la vía formal, o incluso por vía formal, son frases restrictivas que
dan a entender de por sí que hay, como mínimo, una vía más.
21
supplementary information», como si fuera un perito, un asesor jurídico, una
enciclopedia o un catedrático de derecho. En mi opinión, una traducción no
es un tratado de derecho, y un traductor no es un jurista: aun cuando tenga
estudios jurídicos, no debe entrometerse en el terreno del asesor jurídico, no
le contratan para explicar derecho, asesorar o dar información jurídica y no
tiene póliza de seguro que le cubra al meterse en terreno ajeno.
En el caso de una persona que puede ser afectada por un texto o docu-
mento jurídico redactado en su propia lengua, si no lo entiende, lo normal es
que se deje asesorar por un jurista. Parece que Newmark y otros exigen al
pobre traductor que actúe de perito y, peor aún, que asesore a personas que
pueden no tener idea del sistema jurídico acerca del que ha de asesorarles. Las
dos funciones o papeles son netamente distintos y la función del traductor ter-
mina al traducir.
Vamos a comentar al hilo de esta argumentación la traducción de «The
defence have asked for a Newton Hearing». Si escribimos «La defensa ha
solicitado una vista Newton», habremos cumplido con nuestro deber como
traductores ya que, sin duda alguna, «Newton Hearing» equivale a «vista
Newton», con lo que hemos desempeñado además una función muy impor-
tante que cualquier otra traducción puede no desempeñar; a saber, permite la
retraducción: si se traduce el texto meta a la lengua de partida, surgirá auto-
máticamente –a menos que el segundo traductor sea algo perverso– el térmi-
no Newton Hearing. Ahora bien, si el traductor quiere marcar más abierta-
mente el término, puede elegir una formulación como la que sigue: «La defen-
sa ha solicitado una vista de las denominadas Newton». El metacomentario
«denominadas» señala que el traductor se exculpa, no es responsable de que
los ingleses tengan esta figura ni de que la llamen así, y con ello expone que
él no puede cambiar los nombres que ellos, los ingleses, dan a sus instituciones.
Obviamente, no es por el nombre propio de la «Newton Hearing» por lo
que el traductor declina toda responsabilidad en el asunto. Veamos la fórmu-
la Without Prejudice que, entre otras consecuencias, prohíbe que las partes de
unas negociaciones se sirvan judicialmente de lo comunicado en el curso de
ellas. Por ejemplo, si en unas negociaciones o intercambio de corresponden-
cia encabezada «Without Prejudice», un demandado admite su responsabili-
dad por haber infligido algún daño al demandante y ofrece indemnizarle en un
intento de resolver sus diferencias, pero al final no llegan a un acuerdo y acuden
al tribunal, el demandante no podrá aducir, ni siquiera revelar, que el deman-
dado ha admitido su responsabilidad u ofrecido una indemnización. ¿Qué
hace, pues, el traductor? Lo que no debe hacer, en mi opinión, es escribir un
tratado explicando el concepto: no tiene por qué saberlo, ni puede asumir la
responsabilidad de explicarlo mal.
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Veamos ahora la oración «They held without prejudice negotiations». Para
su traducción, sugiero algo así como: «Negociaron según el sistema de sin
perjuicio» o «Negociaron bajo el sistema denominado sin perjuicio», dando
así a entender que el concepto trasladado tiene algo que ver con el sistema
inglés, que su explicación no es algo que incumba al traductor y que, por ello,
se lava las manos del asunto. Consecuencias: el traductor ha cumplido con su
deber, se ha cubierto las espaldas y no se ha expuesto a equivocarse. Si el
cliente quiere más explicaciones, que acuda a su asesor jurídico –lo que puede
dar lugar, entre otras ventajas, a más trabajo para el traductor, a quien puede
serle encargada la traducción de la carta dirigida por el asesor jurídico espa-
ñol a un colega inglés pidiéndole explicaciones acerca del significado de la
fórmula.
Otro ejemplo para exponer la argumentación que guía este artículo sería el
siguiente:
23
cuestiones lingüísticas sino de realidades, ya que en España muchas veces el
recibo actúa de factura; cuando te pagan, te obligan a firmar el recibo antes,
así que no sólo el lenguaje sino la realidad extralingüística son diferentes.
Ahora bien, ¿es fácil, difícil o imposible traducir esa oración al inglés? La res-
puesta es que es muy fácil para quien sepa de metonimias y realidades en las
dos lenguas.
Hay otro factor que influye en toda traducción, a saber lo que podríamos
denominar la cadena de interesados en los textos. Ya que el que encarga una
traducción no lo hace por capricho –no elige un texto diciéndose «Voy a
encargar una traducción de este texto, que me parece bonito»–, se sitúa dentro
de una cadena de partes interesadas. El cliente del traductor recibe el texto de
parte de alguien, que se lo manda para que surta algún efecto. Una cadena
muy simple y en la que yo me veo involucrado constantemente es la siguiente.
Un equipo de la policía inglesa se entera de que un sospechoso inglés vive en
España; no pueden trasladarse a España para buscarle o capturarle, ya que no
tienen autoridad fuera de Gran Bretaña. Solicitan, pues, la ayuda de sus cole-
gas españoles para localizarle mediante un proceso tan complejo y laborioso
que parece pensado para que tanto los policías como el sospechoso hayan
muerto de viejos antes de producir algún resultado.
El proceso comienza con una carta redactada por el Ministerio Fiscal
inglés que se denomina letter of request. ¿Es fácil, difícil o imposible traducir
al español el término letter of request? Es fácil desde el punto de vista de que
tanto la función como la forma de las dos realidades se corresponden total-
mente, y difícil desde el punto de vista de que el traductor no puede adivinar-
lo: tiene que saber, o enterarse, de que letter of request equivale a ‘comisión
rogatoria’. Lo que no debe hacer es suponer que se pueda traducir literalmente
para dar ‘carta de petición’. Sin embargo, los policías ingleses que se sirven
de estas cartas como herramienta de su trabajo diario las llaman muchas veces
comrogs, independientemente de que sean sus propias comisiones, redactadas
por ellos mismos, o de las que les llegan de sus colegas de otros países. ¿Por
qué? Porque saben que en francés se denominan commissions rogatoires y les
hace gracia el sonido de la abreviatura comrog, ni más ni menos. Ahora bien,
yo creo que podríamos aprovecharnos de esta actitud mental y la manera
–lúdica, por supuesto– de servirse de términos en lengua extranjera, para pro-
poner una manera de reclasificar lo imposible en fácil. Si los hablantes nati-
vos de una lengua prefieren (en ciertos casos) llamar a algo por su nombre
extranjero, teniendo un nombre perfectamente comprensible en su propia len-
gua, ¿no nos da eso pie a dejar en el texto meta algún que otro término extran-
jero?
24
Un apartado de la letter of request va encabezado por la frase «Enquiries
to be made», expresión nada técnica y que entendería todo hablante de inglés,
por muy analfabeto que fuera. El Oxford Spanish-English Dictionary da por
«enquiry» ‘pregunta’, así que la traducción podría ser ‘preguntas [o quizá, al
hacerlas la policía, ‘investigaciones’] que deben hacerse’. Parece muy fácil y
de hecho lo sería si no fuera por el hecho de que el equivalente español no es
‘preguntas’, ni siquiera ‘investigaciones que deben hacerse’, sino ‘diligencias
que se interesan’. Tengamos en cuenta que existen comisiones rogatorias
españolas por derecho propio y el apartado correspondiente se titula «Diligencias
que se interesan», por lo que éste es el equivalente más admisible o quizá el
único. Parece, pues, que no se trata de una traducción, ni buena ni mala, sino
de buscar y encontrar la terminología correspondiente en la lengua meta.
En un momento dado, la autoridad competente española redacta una res-
puesta a la comisión rogatoria, alguien la traduce, y un buen día la lee un poli-
cía inglés. Aquí surge un peligro que, francamente, no sé cómo evitar o resol-
ver, a saber, el peligro de que el original inglés –que probablemente el tra-
ductor de la respuesta redactada en español no habrá visto nunca–, no se refle-
je en la respuesta. Por ejemplo, si el original solicita que se informe al
«National Crime Squad» del resultado de las diligencias, el primer traductor
escribe «Brigada Criminal Nacional» (traducción racional y exacta) y el tra-
ductor del español elige «National Penal Brigade», o «National Criminal
Brigade», el documento puede correr el peligro de que no llegue nunca a su
destino, ya que la voz inglesa brigade no se asocia nunca con la policía, sino
con el ejército o el servicio de bomberos. De paso diré que la comisión roga-
toria es un género de textos –y no el único– que se redacta con la intención de
que nadie la lea en la lengua de partida (excepto el redactor al redactarla y el
traductor al traducirla).
Naturalmente, lo fácil, lo difícil y lo imposible representan puntos en lo
que es en realidad una escala continua de dificultad. ¿Qué requisitos postulo,
pues, para que sea aceptable la traducción de un texto o fragmento clasifica-
ble como imposible de traducir? Son dos: indicar que se trata de algún rasgo
del sistema jurídico o de la lengua de partida, para así evitar el riesgo de que
el lector crea entenderlo, y expresar dicha característica o rasgo en términos
que sean retraducibles en el sentido de que, al ser retraducidos más o menos
literalmente a la lengua de partida, sean comprensibles en esa lengua.
Además, a mi entender estos postulados tienen una sólida base en la literatu-
ra sobre traducción en general, empezando con el sabio consejo de Peter
Newmark (1995: 35): «Do not always be searching for synonyms», aunque no
creo que se haya aplicado esta máxima específicamente a la modalidad jurí-
dica.
25
Al resumir la «Skopostheorie», Christiane Nord (1991: 24-5) explica:
[…] the TT recipient has a different knowledge of the world [a lo que yo añadi-
ría que, en el caso de la traducción jurídica, el mundo también puede ser dife-
rente], a different way of life, a different perspective on things, and a different
‘text experience’ in the light of which the target text is read […]. That may
mean, for example, that the target reader is not familiar with the subject matter,
which in the source text is dealt with in a special terminology that is supposed
to be well-known to the ST addressees or vice versa […].
[…] in a very real sense, translation cannot be covert: since one of its defining
characteristics is that it comes with the intention of informing the target
audience that the original author has said or written such-and-such, it cannot
achieve its objective without that intention being recognized by the audience.
26
En otra obra (Gutt, 1998: 46), el mismo autor comenta la coordinación de
«las intenciones del comunicador con las expectativas de la audiencia». A esto
añadiría que es el traductor quien define y determina estas expectativas al
escribir lo que escribe, puesto que el lector acepta lo que se le ofrece sin tener
ideas previas y sin formular exigencias a priori. Cuanta más experiencia tenga
un lector en leer documentos jurídicos traducidos, más se habrá acostumbra-
do a trabajar con lenguaje y conceptos extraños o incomprensibles.
Todo traductor se enfrenta con dos posibilidades generales en el momen-
to de traducir: puede llevar el mundo de partida al lector o introducir al lector
en el mundo de partida. Esta idea no es original. Refleja lo dicho en 1813 por
Freidrich Ernst Daniel Schleiermacher (1768-1834) sobre el hecho de que el
traductor puede o bien dejar en paz en cuanto sea posible al autor trayéndole
al lector, o bien dejar en paz en cuanto sea posible al lector llevándole al autor
(citado en Wilss, 1982: 33). Sin embargo, mientras que en la traducción lite-
raria se ha establecido la tradición de que el lector entra en el mundo del texto
original, en la traducción jurídica no se ha establecido ninguna tradición
correspondiente y el traductor tiene libertad para elegir entre las dos perspec-
tivas: «Querido lector: este texto habla de realidades y se sirve de un lengua-
je que, aunque sean propios de otro mundo, podrían existir y emplearse en su
mundo, y por lo tanto se los presento como parecidos a los que usted ya cono-
ce»; o al contrario: «Querido lector: este texto habla de realidades y se sirve
de un lenguaje que son muy ajenos a los del mundo en el que usted vive, y por
lo tanto le invito a trasladarse con mi ayuda a aquel mundo, en el que verá
cosas extrañas y quizá incomprensibles.»
Aunque tratando casos diferentes a los que me ocupan, Enrique Alcaraz
Varó y Brian Hughes (2002: 155) aclaran:
Indeed, the only problem in certain cases is to decide whether to translate the
terms or to leave them in the original English, thus marking them as technical
peculiarities, the product of specific local conditions with no exact parallel
elsewhere.
27
Para explicar lo que entiendo por «levemente cambiadas», veamos como
ejemplo la Police Caution. Se trata de una advertencia o amonestación que
puede administrar un funcionario de la policía que no sea (aparte de ciertos
casos excepcionales) de un grado inferior al de inspector después de haberse
practicado una investigación e interrogado (en inglés se dice entrevistado) al
sospechoso, siempre que éste manifieste su consentimiento y se reúnan tres
requisitos: (a) el delito (o falta) sea de menor cuantía, (b) el imputado no tenga
antecedentes penales y (c) haya confesado su culpabilidad. Se trata, en reali-
dad, de un modo de disponer del caso y del delincuente, según la terminolo-
gía de la policía inglesa. Se le toman al imputado las huellas dactilares, una
fotografía y una muestra de ADN, se guardan sus datos en el ordenador de la
policía y, en caso de reincidir, podrá ser castigado por los dos delitos (o fal-
tas). Con estas salvedades, queda en libertad incondicional.
El término caution podría traducirse de varias maneras (‘caución’, ‘amo-
nestación’, ‘advertencia’, etc.) pero la traducción quedaría vacía, y única-
mente alcanzaría las palabras, sin tocar ninguna realidad propia del ordena-
miento español. En mi actividad profesional, he traducido infinitas cautions y
siempre uso el término ‘amonestación’. En la situación real, el interesado se
da cuenta rápidamente de lo que es la amonestación y sugiero que se puede
emplear el término sin escrúpulos, ya que tiene sentido en español y un tra-
ductor que no lo conozca lo encontrará al abrir cualquier diccionario.
Como escribe Gideon Toury (1995: 207-8):
28
[…] it is not unusual for a certain amount of deviance to be regarded not only
as justifiable, or even acceptable, but as actually preferable to complete nor-
mality […]. Moreover, even if they are not culturally favoured, deviations –
even when they manifest themselves in the very make-up of the texts – do not
necessarily disturb the ‘persons-in-the-culture’.
[…] if any person is, in relation to any goods, in any way knowingly concerned
in any fraudulent evasion or attempt at evasion:-
(a) of any duty chargeable on the goods;
(b) of any prohibition or restriction for the time being in force with respect to
the goods under or by virtue of any enactment, or
29
(c) of any provision of the Customs and Excise Act 1979 applicable to the
goods, he shall be guilty of an offence under this section and may be arrested.
Incurrirá en un delito a tenor del presente artículo y podrá ser detenido todo
aquel que, con respecto a cualquier bien o cualesquiera bienes, estuviere de
cualquier manera y a consciencia involucrado en una evasión fraudulenta o un
intento de evadir fraudulentamente:-
(a) el pago de cualquier tasa imponible al bien o a los bienes;
(b) cualquier prohibición o restricción vigente en un momento dado y referen-
te al bien o a los bienes de conformidad con, o como consecuencia de, alguna
disposición legislativa; o
(c) cualquier disposición de la Ley Británica de 1979 de Aduanas y Arbitrios
que sea aplicable al bien o a los bienes.
30
Al encontrarme aparentemente obligado a elegir entre una versión que
contuviera unas colocaciones dudosas –«evadir el pago […] [evadir] cualquier
prohibición o restricción […] [evadir] cualquier disposición de la Ley»– y
otra que cambiara el significado del texto –«evadir el pago […] eludir cual-
quier prohibición […] infringir una disposición legal»–, y convencido de que
la exactitud o la fidelidad importa más que la corrección lingüística, la ele-
gancia estilística o la comprensibilidad, había optado por la primera estrate-
gia, hasta que uno de mis colegas (M.A.G.R.), a quien agradezco de manera
especial su colaboración, me hizo ver que el comportamiento semántico y sin-
táctico del sustantivo y el verbo españoles «elusión/eludir» era idéntico al del
inglés «evasion/evade». Propongo, pues, la versión siguiente:
Incurrirá en un delito a tenor del presente artículo y podrá ser detenido todo
aquel que, respecto de cualquier bien o cualesquiera bienes, estuviere de cual-
quier manera y a consciencia involucrado en una elusión fraudulenta o un
intento de eludir fraudulentamente:-
(a) el pago de cualquier tasa imponible al bien o a los bienes;
(b) cualquier prohibición o restricción vigente en un momento dado y refe-
rente al bien o a los bienes de conformidad con, o como consecuencia de, algu-
na disposición legislativa; o
(c) cualquier disposición de la Ley Británica de l979 de Aduanas y Arbitrios
que sea aplicable al bien o a los bienes.
31
querido insinuar, partiendo de mi propia experiencia y manera de pensar sobre
estos problemas, que lo imposible puede venir a ser tan fácil como lo fácil y
desde luego mucho menos difícil que lo difícil.
BIBLIOGRAFÍA
32
LA ASIMETRÍA CULTURAL Y
EL TRADUCTOR JURÍDICO.
EL LENGUAJE DEL DERECHO,
LA CULTURA Y LA TRADUCCIÓN1
JEAN-CLAUDE GÉMAR
ETI, Universidad de Ginebra
1. INTRODUCCIÓN
1. La traducción de este texto y de las citas es de Marta Renau Michavila. En las citas traduci-
das se conserva la paginación del volumen referenciado en la bibliografía.
2. Son innumerables las bibliografías y trabajos dedicados a este tema. Véase, por ejemplo:
http://www.umoncton.ca/cttj/documents/actualitesjurilinguistiques.pdf.
33
debe hacer entre traducción y adaptación para comprender la complejidad de
la noción de equivalencia en traducción. Guarda todo su misterio, que es el del
lenguaje, el de las lenguas naturales y la palabra que éstas producen, es decir,
el misterio del sentido y los significados (7).
34
se encarga de seleccionar, manteniendo sólo aquello que constituye un buen
uso para unos y, para otros, un uso útil, funcional o criticable. Las principales
lenguas vehiculares pasaron en un momento dado de su historia por una fase
vertical, en la que la influencia se ejercía de arriba abajo. Sometidas a domi-
nación al principio, se liberaron progresivamente del yugo bajo el que las
mantenía una tradición (cf. Juramentos de Estrasburgo en 842: romance y ger-
mánico contra latín) o una ocupación extranjera (cf. inglés contra francés,
francés contra alemán e inglés; alemán contra francés o sueco; flamenco con-
tra español; español contra árabe, etc.) y salieron enriquecidas y reforzadas de
esta confrontación.
Si trasladamos esta situación a nuestra época, observamos que se tiende a
establecer una relación de alter ego. Al menos entre las principales lenguas
vehiculares, ya que el inglés –lingua franca de nuestro tiempo– constituye un
caso aparte: en relación con la lengua de Shakespeare, cualquier lengua está
en situación de inferioridad. El mercado, sobre todo el de la edición, dicta sus
propias leyes, también en traducción. Y digo bien: se tiende a una relación de
igualdad, dado que la realidad, cada vez más matizada, es diferente. De hecho,
no son los grandes poderes –literarios, económicos, militares o comerciales–,
salvando las distancias, los que producen más traducciones, sino los países
como Bélgica, Finlandia, Países Bajos o Noruega (cf. Index Translationum).
En su caso, al contrario que en las principales lenguas vehiculares, la necesi-
dad obliga.
35
vector más utilizado en el mundo con este fin. Numerosos países han desta-
cado en esta práctica, entre ellos Canadá, que comparte con Camerún, entre
otros, el temible privilegio de tener que trasladar la lengua, el texto y el espí-
ritu de sus leyes no sólo a otra lengua y, por una vez, del francés al inglés, sino
a otro sistema jurídico situado en las antípodas del primero.
La lengua es el pilar en el que se sustenta la historia de un pueblo. Las
palabras que la componen y el discurso que la expresa traducen los valores de
un patrimonio común, que cada generación se esfuerza por transmitir dejan-
do su impronta, su huella (Glissant, 1993).
Además del desarrollo del pensamiento y la técnica y del enriquecimien-
to de las culturas por medio de una literatura didáctica en lenguas vulgares, la
traducción ha influido considerablemente en el curso de la evolución lingüís-
tica. El traductor enriquece su lengua con palabras nuevas, imágenes y giros
que no le habrían llegado de forma natural o que no habría imaginado si no se
hubiera puesto en contacto con el texto extranjero. Las lenguas hacia las que
se empezó a traducir el griego y el latín eran mucho menos ricas y estaban
menos desarrolladas que las lenguas de partida, ya que se trataba de dialectos
esencialmente hablados y, por tanto, desprovistos de tradición escrita. En
comparación, las lenguas de referencia, llamadas clásicas, fertilizaron las len-
guas vulgares a través de numerosos préstamos que tomaron generaciones de
traductores.
Esta afirmación de las lenguas vernáculas ante el griego y el latín se la
debemos en parte a la paciente labor del traductor. Fue él quien contribuyó a
promover el estatus de las lenguas de llegada, elevándolas poco a poco al nivel
de su modelo clásico e impulsándolas hacia la modernidad. Cuando conside-
ramos las lenguas de oíl y de oc y las numerosas transformaciones, variantes
y acentos que engendraron, en un espacio sin embargo tan limitado como el
sur de Europa, vemos lo que podría representar la aportación lingüística y cul-
tural de la región vecina. Este «frottement de la cervelle contre celle d’autrui»
sigue siendo la mejor forma de abrir y desarrollar el espíritu. El conocimiento
de otra lengua no sólo enriquece el vocabulario de la persona que lo posee. Si
se trata además de una lengua de una familia alejada de la nuestra, su influencia
será todavía mayor. El acceso a una cultura, a formas de decir, de pensar y de
hacer diferentes alimenta otro tanto nuestro espíritu. Es la diferencia, más que
la proximidad, la que constituye la fuente del enriquecimiento personal. Con
relación a nuestra lengua, nuestra cultura y nuestros conocimientos, esta dife-
rencia, esta distancia, son otros tantos factores multiplicadores y, para André
Gide al abandonar su lengua, el mejor medio de volver a ella para penetrarla
a fondo.
36
2.2. Desafíos y funciones de la traducción
Pero existe un riesgo, percibido por Octavio Paz (1983: 31). El dilema que
plantea la comprensión de los otros ¿no es el mismo al que se enfrenta el tra-
ductor diariamente? Dividido entre el etnocentrismo, del que serían tradicio-
nalmente buena prueba los imperios culturales y sus ciudadanos (Berman,
1984), y la tentación de ponerse a la escucha del Otro, el traductor es un ser
ambivalente. Sin embargo, en su favor hay que admitir que la lengua expresa
valores de un patrimonio común o, dicho de otro modo, de una cultura, si se
admite que nos podamos poner de acuerdo sobre el sentido que se da a este
término polifónico, que lingüistas y traductólogos tanto se han esforzado por
definir. Por ejemplo, para el lingüista Emile Benvéniste la cultura es «el medio
humano, todo lo que allende el cumplimiento de las funciones biológicas da
a la vida y a la actividad humanas forma, sentido y contenido». (Benvéniste,
1966: 30). Peter Newmark, el traductólogo, ve en la cultura «[…] la forma de
vida y las manifestaciones que son características de una comunidad que uti-
liza un lenguaje determinado como forma de expresión» (1988: 94). Para
Claude Hagège, actuar sobre las lenguas viene a ser actuar sobre las propias
culturas (1985: 204). Afirmaciones que no podrían dejar indiferente al tra-
ductor, y que de hecho nos dejan insatisfechos.
Por ello, para comprender todo el alcance del término que encubre una
noción tan marcadamente connotada, habría que remontarse a las fuentes de
la civilización y de los mitos fundadores (Dumézil, 1995), y convocar simul-
táneamente a la antropología (Lévi-Strauss, 1949), la sociolingüística y la tra-
ductología (Nida, 1996), e incluso, en lo que depende concretamente del texto
jurídico, a la antropología jurídica (Rouland, 1991, Vanderlinden, 1996).
Edgar Morin, que ha consagrado su vida al estudio del conocimiento y del
saber, ve en la cultura (Morin, 1999: 3.3):
Lo mismo ocurre con la traducción. Para quien dude que la cultura es con-
sustancial a la lengua, el ejemplo de Canadá muestra una estrecha interacción
37
entre los aspectos lingüísticos, culturales y sociopolíticos (Plourde, 2000) que
representa muchos desafíos, de los que la identidad (Taylor, 2000: 352) cons-
tituye el epicentro.
El hecho es que se trata de un fenómeno raro, una excepción cuyo ele-
mento clave es la traducción. Sin ella, ninguna comunicación interlingüística
sería posible. Gracias a la traducción,5 el Estado de Canadá ha podido hacer
funcionar de forma eficaz sus instituciones en un territorio inmenso con dos
lenguas oficiales, el inglés y el francés, sancionadas en su constitución (1867,
1982). Aquí prima la voluntad (política) de respetar la lengua y la cultura de
los dos pueblos fundadores al ofrecerles las condiciones y los medios para
expresarse en el ámbito nacional.
¿Es, entonces, en la capacidad de una lengua para repeler lo extranjero
(Berman 1984: 26) en donde reside su fuerza, como parece creerse común-
mente? También podríamos preguntarnos si la verdadera fuerza de una lengua
no viene más bien, como creía Gœthe, de su capacidad para devorar lo extran-
jero. Aún así, siempre subsistirán vestigios. Prueba de ello son, por ejemplo,
las principales lenguas europeas y sus numerosos préstamos a otras lenguas,
a veces muy antiguos, durante el curso de su evolución. Esto ha podido llevar
al ensayista suizo Iso Camartin a pensar, a propósito del retorromano, que
aunque toda cultura (y lengua) está profundamente enraizada en su zona, el
fragmento, esto es, la lengua y la cultura locales, no puede ignorar lo extran-
jero (es decir, el todo: el vecino, el mundo), sin correr el peligro de anquilo-
sarse (Camartin, 1996). El ejemplo de Canadá, y sobre todo el de Quebec, es
revelador. La lengua francesa, en contacto con el inglés, ha evolucionado de
forma sorprendente desde la «revolución tranquila» (Plourde, 2000: 232-319).
La mayoría de las grandes ideas vehiculadas en occidente, en las princi-
pales lenguas de civilización, fueron introducidas por medio de la traducción.
Si bien a principios de la era de la traducción esta actividad se reducía esen-
cialmente a la traducción en lengua vernácula de textos griegos y latinos, no
tardó mucho en pasar a las lenguas vulgares. Cada pueblo aprovechó las
riquezas ofrecidas por la lengua de otros: los rusos se beneficiaron de las apor-
taciones de la lengua alemana; los alemanes y los ingleses, de las del francés.
Y ya sabemos lo que el francés debe a la acción de la Pléyade. Ninguna len-
gua ni ningún país se bastan por sí mismos. El contacto con un pensamiento
formado en otros lares produce una reacción instintiva en el espíritu, que bien
se abre a él y se alimenta, aunque sea por emulación o imitación, o bien se
5. Y en especial a la traducción jurídica. Véase sobre este punto mi tesis doctoral Fonctions de
la traduction en milieu bilingue et langage du droit au Canada, Toulouse, Université du
Mirail, 1994 [reprografiado].
38
encierra en sí mismo, en un reflejo de autodefensa o de rechazo, para prote-
gerse (Berman, 1984). Habría por tanto culturas abiertas y culturas cerradas
en sí mismas (Morin, 1999: 3.3). Un pensamiento original, si consigue ser
comunicado, independientemente de la lengua que lo exprese, suele ser un
poderoso estimulante para quien lo descubre. De este pensamiento original se
derivan otros, y así sucesivamente. Ya no es necesario probar el efecto multi-
plicador de una traducción.
En suma, la traducción tiene como función «poner en contacto una cultu-
ra extranjera con otra, y preparar el terreno para un tertium quid, un nuevo
mundo intelectual» (White, 1985: 52). Forma parte intrínseca del desarrollo
de la Unión Europea, en la que se ha convertido en un desafío lingüístico, y
también político y económico teniendo en cuenta el número de lenguas en
juego (Moréteau, 1999: 143).
39
[…] la traducción es una de las vías esenciales de comunicación intercultural
y uno de los principales modos de crecimiento de las culturas. No es menos
cierto que el hecho cultural, en su esencia, resiste con fuerza a la operación de
la traducción, primero por su irreductible singularidad, su anclaje en una cul-
tura original más o menos diferente de la cultura receptora […].
Sin embargo, es otro tipo de resistencia en el que hay que pensar puesto
que, antes de empezar a traducir un texto, hay que comprenderlo.
Independientemente de la complejidad de las operaciones que intervienen en
el proceso que conduce a la comprensión de un texto, fenómeno que excede
el ámbito de este estudio, el traductor deberá reconocer desde el primer ins-
tante el contexto al que pertenece dicho texto. Interviene entonces la distin-
ción, reciente en lingüística y traductología contemporáneas, y por tanto dis-
cutible, que hacemos entre (texto) estético y (texto) pragmático.
Podemos entender las razones, pero no por ello aceptarlas tal cual. La divi-
sión maniquea del mundo en dos hemisferios, el del trabajo y los negocios (y,
por tanto, el pragmatismo de una producción de intención práctica) opuesto al
del ocio y el descanso (aspecto lúdico del texto de ficción), invita, por moti-
vos de orden práctico, a simplificar y reducir un fenómeno mucho más com-
plejo de lo que parece, más que a analizarlo y explicarlo. Por mi parte,
siguiendo a Goethe, prefiero hablar de lengua de naturaleza y de lengua de
cultura (Gémar, 1995: 173), que dan lugar al nacimiento de los correspon-
dientes textos.
Como parte integrante de una cultura, la traducción viene a ser su levadu-
ra. La enriquece mientras la deforma, a menudo por largo tiempo. La traduc-
ción, etnocéntrica o no, es formadora, como lo fue por ejemplo en los siglos
XVI y XVII. Pero si es etnocéntrica, si produce un texto en el que el destinata-
rio (lector) se encuentra como en su casa, me parece menos fecunda que una
traducción que, procedente de una lengua, cultura o tradición extranjeras, sor-
prende, molesta o incluso zarandea al lector, obligándole a interrogarse y enri-
queciéndole con su diferencia. Además, para que la traducción sea «la esen-
cia misma de la civilización», como afirma Isaac Bashevis Singer,6 tal vez el
traductor deba tender más hacia la liberación del texto extranjero y resistir a
la atracción de la cultura de llegada. De ahí se deduce que la traducción7 es
desestabilizadora por definición, que debe provocar un choque saludable en el
lector y dejar huellas tras su paso. El enriquecimiento, y por tanto la civiliza-
40
ción, nace también de este choque, de esta diferencia. Traducir no consiste
necesariamente en deleitar al destinatario, en agradarle al encontrar el texto
que espera leer, sino más bien en sorprenderle proponiéndole un texto extran-
jero a su cultura, a sus costumbres. Para Gide, el interés de un libro reside en
«la revelación de una nueva actitud ante la vida» (tercera Lettre à Angèle). En
definitiva, mediante la traducción, el traductor aspira a (re)encontrar la inten-
ción real del autor del texto, y no a comportarse como si fuese el propietario
cuando sólo es su trustee, es decir, un tenedor temporal, ligado por una con-
vención implícita al autor del texto.
Los fundamentos tradicionales de las culturas, tanto al norte como al sur,
se tambalearon violentamente tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Esto provocó una transformación de la que todavía no acertamos a distinguir
los límites. En la era de la mundialización, parece que nos dirigimos hacia una
forma de cultura que descansa sobre bases más amplias y más frágiles al
mismo tiempo, una cultura que será a la vez mixta y más integrada. De ahora
en adelante, ya no se apoya únicamente sobre el pilar literario, clásico o
moderno. El patrimonio informativo del traductor de nuestro tiempo ya no
puede estar constituido sólo por el conocimiento de costumbres y obras lite-
rarias de una época. El bagaje del traductor también debe abarcar el conoci-
miento de los hechos, de los acontecimientos sociales, económicos, políticos,
científicos e incluso técnicos de su tiempo. Es así como se forma una cultura
denominada general, es decir, un bagaje compuesto tanto de saberes como de
los conocimientos prácticos de la sociedad.
1. comprender el mensaje;
2. reescribirlo, y
3. trasladarlo.
41
traductor es todavía irremplazable. Tiene por tanto una obligación –cuádru-
ple– con respecto a las lenguas origen y destino y a los textos de partida y de
llegada. Por tanto, tiene una gran responsabilidad ante la sociedad que será
más o menos ardua según el tipo de texto en cuestión, según si plantea o no
desafíos que comprometan a la totalidad o una parte de la colectividad, a un
grupo o sólo a una persona. Se trata de establecer una jerarquía, la diferencia
que debe hacerse entre, por ejemplo, un texto fundamental como la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789),
un convenio colectivo y las instrucciones de una impresora.
La formación del traductor también debe prepararle para asumir esta res-
ponsabilidad, que no será menos apremiante en 2010 de lo que lo era en el
siglo XIX o en los años 80 sólo porque el texto esté en una pantalla catódica y
no sobre una hoja de papel. Desde este punto de vista, la traducción juega un
papel crítico en el diálogo intercultural, sobre todo porque es una búsqueda
constante de equilibrio.
Al acercar las lenguas, la traducción incita y predispone al diálogo. Por
tanto, da acceso a lo más íntimo y original de una cultura extranjera: la len-
gua y los valores que expresa. Como gestión etnográfica, la traducción pone
en escena una civilización que toma forma ante los ojos del lector, despertan-
do así su empatía. Se establece entonces un vínculo directo y personal entre
dos culturas. Más aún, al exponer las diferencias entre las culturas y entre las
lenguas, la traducción prepara para la diversificación del diálogo y tiende a
hacer evolucionar tanto la norma lingüística como la cultural. Es por tanto un
arma contra la intolerancia y la negación de la diferencia.
En definitiva, la traducción es un instrumento de mediación entre lenguas
y culturas. Su vocación es poner en pie de igualdad los elementos que emplea.
Como mediadora, establece espontáneamente el equilibrio entre las lenguas e
incluso las culturas presentes, a las que confiere en principio el estatus de
igualdad ya que sitúa una al nivel de la otra. La traducción no rebaja, sino que
eleva. Ésa debería ser su finalidad, su función.
A continuación vienen los problemas de ética. Durante mucho tiempo, la
traducción se limitó a las lenguas muertas y por ello su pedagogía se resien-
te. No ha pasado de forma decisiva a las lenguas vivas hasta las últimas déca-
das. Pero existe un riesgo inherente a la puesta en contacto de dos lenguas. La
traducción es potencialmente peligrosa cuando, por torpeza, negligencia o
ignorancia, se convierte en el juguete del traductor que se deja influir por la
lengua de partida y se desvía de su deber de fidelidad (al texto, al sentido, ¡e
incluso al autor!) y de su compromiso con el resultado.
Tanto la forma como el fondo pueden verse afectados, a veces profunda-
mente, en perjuicio del destinatario o del lector ordinario, habitualmente poco
42
predispuesto a interrogarse sobre lo que lee y a poner en duda la competencia
del traductor.
Ninguna forma de traducir está exenta de desafíos. Según si el traductor
adopta tal estilo, tal vocabulario o tal norma lingüística, orientará, nolens
volens, su texto. Tiene por tanto una gran responsabilidad en el aspecto moral,
social, cultural e incluso político, dado que la ideología nunca está muy ale-
jada de los extremos: el purismo exesivo (en la lengua) y la laxitud que denun-
ciamos por otro lado urbi et orbi.
Estas consideraciones preliminares y sin embargo necesarias sobre la len-
gua, la cultura y la traducción no tenían otro objetivo que llevarnos a la cues-
tión de las lenguas de especialidad y, particularmente, a la que interesa al juri-
lingüista, es decir, la lengua jurídica, o mejor aún: el lenguaje del derecho.
43
practican, sin duda alguna, una lengua propia e incluso exclusiva de su campo.
Utilizan un vocabulario especializado, jerga técnica o profesional, más o
menos desarrollada según la disciplina, pero también palabras de la lengua
común con una acepción singular, generalmente opaca a la comprensión del
profano. El ejemplo siguiente, encontrado en un periódico de Ginebra y rela-
cionado con el campo de la relojería, ilustra bien lo que puede ser una lengua
de especialidad (original en francés publicado en Le Temps, 24 de marzo de
2001, p. 5):
44
es el producto de una lengua de especialidad puesta en palabras.
Simplificando la cuestión al máximo,8 el texto jurídico presenta tres caracte-
rísticas principales que lo distinguen de los otros: se trata de un texto norma-
tivo que cuenta con un estilo y un vocabulario (o terminología) particulares.
«En el principio fue la regla» nos dice Jean Carbonnier (1995: 96). La pri-
mera característica del derecho es su naturaleza normativa: el legislador fija la
regla. A continuación, el derecho expresa esta norma de diversas formas, a través
de la ley, la sentencia y el acto (jurídico). Cada uno de estos textos se expresa
en formas que difícilmente podemos confundir entre ellas y con un vocabulario
particular. Por ejemplo: contrato sinalagmático, acreedor quirografario.
El lenguaje del derecho, por último, está lejos de ser uniforme y posee un
número de términos unívocos, entre ellos: abintestato, abrogación, asesinato,
derecho real, comisionista, enfiteusis, homicidio, renta vitalicia, usufructo,
inter vivos, etc. A diferencia de otros campos técnicos, su registro es de los
más amplios y va de lo más pragmático –el texto contractual, por ejemplo,
aunque a veces también el texto de ley– a lo más estético, incluso místico (cf.
Nida, 1982: 261). En esta última categoría pueden entrar textos tan cargados
de símbolos como la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano (1789), el Código Napoleónico (1804) o algunos textos de doctri-
na de cierto valor literario.
Tantas particularidades hacen del derecho, cuando se trata de traducir un
texto jurídico, un campo singular e incluso paradigmático, teniendo en cuen-
ta las dificultades que presenta la operación traductora.
Traducir, «un arte exacto» según pretende Steiner (1992: 311), es una acti-
tud muy difícil, pero, si seguimos a Gérard Cornu, traducir textos jurídicos lo
es todavía más, ya que «allí donde se juntan, el bilingüismo y el bijudirismo
llevan la complejidad al paroxismo» (Cornu, 1995: 13). ¿Debemos llegar a la
conclusión de que es imposible traducir textos de contenido jurídico en un
contexto de bilingüismo y de bijuridismo, como por ejemplo el de Canadá?
Podríamos caer en la tentación de creerlo, y de hecho son muchos los auto-
res, entre ellos especialmente los juristas, que así lo hacen. René David, uno
de los especialistas en derecho comparado más eminentes del siglo XX, se
muestra categórico al respecto (David, 1974: 346):
8. Para un estudio más detallado de la cuestión, véase el tomo 2 de mi obra Langage du droit et
traduction, Quebec, Presses de l’Université du Québec, 1995.
45
Al no corresponder a ningún concepto que conozcamos, los términos del dere-
cho inglés son intraducibles a nuestras lenguas, como lo son los términos de la
fauna o de la flora de otro clima. Normalmente desvirtuamos el sentido cuan-
do queremos traducirlos a cualquier precio […].
El derecho, nos dicen, es uno de los campos más culturales, y por tanto
singulares, que existen. Se remonta a los orígenes de la civilización de cada
lengua y de la cultura que conlleva. Además, el derecho es por naturaleza un
fenómeno local y, como tal, sujeto al principio locus regit actum (‘el acto se
rige por la ley del lugar’). Difícilmente sobrepasa las fronteras nacionales.
Quien haya leído Cándido o El optimismo (Voltaire, 1759) y se haya reído de
las desgracias de su infortunado héroe quedará convencido.
El lenguaje del derecho de un país expresa en consecuencia y en grado
máximo la carga histórica de un concepto, de una institución. Los ejemplos
abundan: rule of law, due process of law o reasonable man/person, trust o
consideration de los países de la common law; Etat de droit, quasi-délit,
présomption d’innocence o mise en examen de los franceses; société libre et
démocratique de los canadienses, etc. ¿Y qué decir de la palabra droit (‘dere-
cho’) en sí misma, si comparamos este término con el inglés law o el alemán
Recht? Su traducción a otra lengua, si es que existe (cf. ¿common law?), ¿hace
justicia a la riqueza del concepto que subyace a estos términos?
Algunos escépticos incluso llegan a afirmar que el contenido jurídico de
un texto hace que su traducción sea difícil o incluso imposible: estrechamen-
te ligado a una cultura y a una tradición nacionales, el derecho, al ser consus-
tancial a una lengua, no podría ser traducido.
Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. Georges Mounin lo afir-
mó abiertamente: la traducción existe y la producción de la actividad traduc-
tora nunca ha sido tan abundante (Mounin, 1963: 7). Ya se aceleró después de
la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el campo jurídico, a medida que se
producían textos jurídicos de todo tipo, sobre todo en las organizaciones inter-
nacionales (ONU), en la Unión Europea y también en el seno de los estados.
En Suiza, por ejemplo, donde el Estado federal ordena la traducción de sus
textos de ley –más del 90% del alemán hacia otras lenguas (francés e italia-
no)–, el repertorio de los textos legales superaba, en el año 2000, las 45.000
páginas. En la Unión Europea, donde las 20 lenguas actuales representan 380
combinaciones posibles (de interpretación o de traducción), el Diario Oficial
cuenta con más de 70.000 páginas de texto. La traducción jurídica, en esas
condiciones, tiene un buen porvenir.
En fin, como parece que no prevalece ninguna fórmula única, que la ope-
ración traductora está sometida a numerosas variables (naturaleza del texto,
finalidad y público al que va dirigido, normas jurídicas y lingüísticas, etc.),
46
algunos juristas y jurilingüistas (entre otros: Bocquet, 1994; Gémar, 1995;
Groot, 1987: 793; Lehto, 1985: 147-176; Pigeon, 1982: 279; Sarcevic, 1997;
Weston, 1983) se acogen al método que juzgan más apropiado para conseguir
el objetivo esperado: la equivalencia de los textos, según las lenguas, los sis-
temas en cuestión y las particularidades locales. Aunque algunas formas de
traducir, según los lugares y las épocas, tengan más autoridad que otras, el tra-
ductor situado ante el texto de partida cuenta con varias soluciones posibles.
Puede optar bien por una traducción que se ajuste a la formulación del origi-
nal, incluso palabra por palabra, o bien optar por una interpretación más libre.
Dicho de otra manera: la letra o el espíritu. Cicerón ya distinguía entre interpres
ut orator (traductor o autor/escritor).
El traductor también puede elegir entre múltiples posibilidades y combi-
naciones al alejarse o acercarse a una y otra. Cada método posee sus defenso-
res y sus detractores. Las disputas doctrinales dividen con frecuencia el
microcosmo de la traducción, independientemente del campo –derecho
incluido– en el que se ejerza. A lo largo de su historia, la mayoría de los paí-
ses han recurrido unas veces a la traducción literal y otras a la traducción libre.
El caso de Canadá es, en este aspecto, tan ejemplar como interesante, ya que
ha pasado de un extremo al otro, de la traducción más servil a la expresión
casi libre de la corredacción.
En los primeros años de la Confederación Canadiense (1867), la costumbre
casi secular de la traducción literal, incluso calcada, adoptada desde finales
del siglo XVIII en Nueva Francia, continuaba por el impulso adquirido y se
mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Tras diversas peripecias (Plourde,
2000), la traducción se convirtió en el chivo expiatorio de las frustraciones
socio-político-lingüísticas de los canadienses y la traducción de las leyes
acabó por ser rechazada por los propios poderes públicos en beneficio de una
forma de expresión más libre y, según se creía, más respetuosa con las lenguas
y su especificidad: la corredacción bilingüe (Labelle, 2000: 269-284). Para
algunos traductólogos (Sarcevic, 1997), juristas (Sacco, 2000) y jurilingüistas
(Labelle, 2000), es una variante de la traducción. Otros, entre los que me
incluyo, la consideran una forma de expresión original, muy elaborada, pero
que se desmarca con bastante claridad de la traducción, en el sentido limitado
en el que este término puede ser entendido (Gémar, 1983).
47
quiero decir con esto que el traductor deba contentarse con conocer a los auto-
res de renombre y sus obras para acceder a la cultura. Esta cultura, es decir, la
que se funda sobre el conocimiento de grandes obras literarias, es sin duda
necesaria, pero insuficiente en estos tiempos. No puede seguir constituyendo,
por sí misma, el «bagaje», «la enciclopedia» (Umberto Eco) del traductor
contemporáneo y, con mayor motivo, del de mañana. La evolución de la socie-
dad a partir de los años 60 hace que ese tipo de cultura sea insuficiente para
que el traductor pueda responder a los múltiples desafíos que le plantea la
actividad humana en todas sus formas. Hoy en día, la separación arbitraria del
conocimiento entre letras, por un lado, y ciencias, por otro, ya no es admisible.
Un equilibrio armonioso de los dos saberes, del mismo modo en que funcio-
nan nuestros hemisferios cerebrales, permitirá realizar lo que ninguno de los
dos sabría hacer por separado. Las exigencias de la actividad traductora son
un reto constante. Desde ahora traducir requiere una suma de conocimientos
que sobrepasa el marco de los dos grandes campos de la actividad humana,
que son los hechos de la naturaleza y los hechos de la cultura (Morin, 2001).
Al decir esto no invoco la nostalgia de una época pasada, la de la cultura, tan
enciclopédica como vana o ilusoria, de un Pantagruel. Estoy pensando en una
necesidad actual y urgente del traductor, la de una competencia basada en la
polivalencia que le dictan las fuerzas de una economía convertida en global.
Además, antes de pensar en traducir y buscar equivalencias entre las len-
guas, ¿no deberíamos interrogarnos sobre el sentido profundo de la pareja
obligada que la traducción forma con la cultura y preguntarnos dónde se sitúa
la verdadera equivalencia? Siguiendo en el contexto de Canadá, país de tra-
ductores, allí la traducción (o, a veces, la corredacción) ha producido lo mejor
y, por desgracia, también lo peor. El lenguaje del derecho vehicula nociones,
instituciones y procedimientos que son tan propios de cada lengua y culturas
jurídicas que no los podemos transponer tal cual de una lengua y de un siste-
ma a otro sin correr el riesgo de caer en cualquier momento en la inexactitud,
el contrasentido e incluso el sinsentido jurídicos (Crépeau, 1993; Sacco, 1999:
169; Vanderlinden, 1998: 63).
De ahí que la traducción jurídica, sobre todo entre el francés y el inglés,
plantee un problema particularmente agudo en la medida en que no se trata
simplemente de pasar de una lengua a otra, sino de un sistema a otro, además
tan diferentes (Didier, 1990).
Sin embargo, antes de abordar la cuestión del texto jurídico y del traduc-
tor, es importante definir lo que entendemos por texto jurídico.
48
5. ¿QUÉ ES UN TEXTO JURÍDICO?
La cuestión puede parecer banal, pero las opiniones están divididas y reina
cierta confusión. Dejemos a los lingüistas la definición de la palabra texto, que
aquí se entenderá en su sentido habitual de escrito, y veamos más bien lo que
se entiende por el adjetivo jurídico.
Según el Petit Robert (véase la segunda acepción de juridique), es jurídi-
co lo que tiene relación con el derecho, ya que este adjetivo califica a ese sus-
tantivo. Esta definición cubre un gran campo semántico y anuncia por tanto
una tipología exhaustiva de textos jurídicos. Para el profano, la noción de
texto jurídico incluye generalmente la del texto parajurídico o la de textos que
suenan jurídicos, como por ejemplo, un artículo de periódico dedicado a la
crónica judicial del día o el reglamento colgado en la puerta de una habitación
de hotel. Bastará, en efecto, con que dicho texto contenga algunos términos
vagamente asimilables al vocabulario del derecho para que sea tachado de
jurídico, al mismo nivel que una obra de doctrina escrita por un eminente
jurista.
Esta polisemia es propia de las lenguas naturales, y el adjetivo, en la jerar-
quía de las palabras, ocupa sólo la tercera posición, después del verbo y el sus-
tantivo. Sustituido por el sustantivo derecho, jurídico asume un sentido más
preciso, el que los juristas reconocen en la definición de Gérard Cornu: «Es
jurídico todo discurso que tenga por objeto la creación o realización del dere-
cho» (Cornu, 1990: 21). Aquí la tipología se reduce a los textos que creen o
realicen el derecho, lo que limita esta categoría a los productores de textos,
que son el legislador, el juez y el jurista, aunque no se pueda excluir comple-
tamente la doctrina puesto que en ella se basa la jurisprudencia.
En consecuencia, el texto jurídico será portador de una carga cultural más
o menos pesada según tenga que ver, en el sistema romano-germánico del
derecho francés, por ejemplo, con una producción del legislador (constitu-
ción, carta, ley), del juez (sentencia) o del jurista (acto jurídico en general y
contrato en particular). En suma, de lo más a lo menos cultural.
Sin embargo ¿este más o menos tiene el mismo significado para todos los
lectores? Independientemente de la intención del autor, según afirma Norbert
Rouland, una vez escrito, «el texto habla tanto en la forma en que lo recibe
quien lo lee como en la intención de su autor» (Rouland, 1991: 34). Ahora
bien, el lector no siempre está en condiciones de comprender, además de su
alcance jurídico, la carga cultural de un término o de una expresión del len-
guaje del derecho, por ejemplo: rule of law (Reino Unido) o société libre et
démocratique (Canadá). A este respecto podemos distinguir cuatro grandes
categorías de lectores que van del menos al más instruido: 1) el lector profa-
49
no más o menos docto; 2) el lector docto («el hombre bueno» de su tiempo);
3) el jurista profesional (los hombres de leyes); 4) el erudito (jurisconsulto,
autor de doctrina, especialista en derecho comparado). Según el texto jurídi-
co sea leído por una u otra persona de esta o aquella categoría, su contenido
jurídico (el lenguaje de naturaleza) será mejor o peor comprendido, pero el
fundamento cultural (o sociocultural: el lenguaje de cultura), salvo excepcio-
nes, escapará casi completamente al lector de la primera categoría, y en parte
al lector de la segunda categoría e incluso de la tercera.
Evidentemente, el lector profano de un texto (jurídico) redactado en una
lengua extranjera experimentará una dificultad todavía mayor, mientras que el
especialista en derecho comparado, mejor conocedor de las diferencias con
las que cuenta el sistema extranjero en comparación con el suyo, medirá
mejor que los otros el peso y el alcance del campo semántico.
50
6.1. Contextos jurídicos y servidumbres lingüísticas
Las cosas se complican aún más para el traductor si precisamos que puede
verse obligado a trabajar en tres o incluso cuatro grandes categorías de con-
texto cultural, lingüístico y jurídico.
Partiendo, una vez más, de lo más simple para ir a lo más complejo,
encontramos, en primer lugar, el grupo más numeroso, el de los países uni-
lingües que, como Brasil, Francia, México o los Países Bajos, poseen un solo
sistema jurídico. A continuación viene el grupo, más reducido, de los países
donde reina un bilingüismo oficial, como Bélgica, Camerún, Canadá y
Finlandia, o incluso el multilingüismo: Suiza, por ejemplo. El tercer grupo
está formado por un número todavía más limitado de países donde coexisten
el bilingüismo o multilingüismo y el bijuridismo. Es el caso de algunos paí-
ses federales: Bélgica, Canadá, la India.
Podríamos considerar una cuarta categoría, muy limitada, de países a la
vez bi- o multilingües y bi- o multisistémicos. Entre los más antiguos de este
grupo se sitúa Canadá; entre los más recientes figura, entre otros, Sri Lanka.
Según tenga que trabajar en uno u otro contexto, del más simple al más com-
plejo, el traductor se enfrentará a un factor cultural oscilante entre el más uni-
ficado, como el caso de Francia, y el menos unificado (como, por ejemplo, la
India), es decir, entre una cultura que podría llamarse única9 y una cultura
polimorfa. La dificultad, sin duda alguna, crece en proporción al número de
lenguas y de sistemas en juego y, como afirma el decano Cornu, «allí donde
se juntan, el bilingüismo y el bijudirismo llevan la complejidad al paroxismo»
(Cornu, 1995: 13). Para poner un ejemplo del tipo de dificultad que espera al
traductor de una categoría u otra, comparemos dos situaciones jurídicas, la de
Francia y la de Canadá.
Para un jurista de tradición tan unificada como puede serlo la rama francesa
de la familia romano-germánica, en contraposición a la de la common law, una
institución jurídica extranjera no posee por regla general más que un equivalente
en la lengua y el sistema de llegada: la noción X (por ejemplo: mortgage) = la
noción X’ (hipoteca). Pero para un jurista de la otra tradición, la de Canadá por
ejemplo, un término tan banal y corriente como business corporation puede
tener hasta cinco equivalentes posibles según el lugar (Nuevo-Brunswick,
Ontario, Ottawa, Quebec) y el momento en el que se sitúe en el tiempo (antes
o después de tal fecha), lo que no simplifica la tarea del traductor.
9. Aquí no podemos dejar de pensar en la «excepción cultural» reivindicada por Francia. Véase,
sobre este tema, el dossier que le dedica la revista trimestral Le Temps réel, n.° 11, 2003 [en
URL www.entempsreel.org].
51
En tales condiciones, ¿dónde situar lo más y lo menos cultural para el tra-
ductor? ¿En la cultura monocroma de países como los Estados Unidos, Japón
o Francia? ¿O tal vez en la policroma de Canadá o de la India? La mejor
forma de asegurarse, según nos sugiere Iso Camartin, es de nuevo «traducir en
otra lengua lo que encontramos en la nuestra incomparable» (Camartin, 1996:
21) y medir los resultados, «a menudo abrumadores» (ibid.).
Con todo, poco importan el método y la manera seleccionados: el objeti-
vo de la traducción, independientemente del campo en el que se inscriba el
texto que se va a traducir, es alcanzar, si no la utópica identidad, la traducción
total que algunos creen posible, o al menos la equivalencia de los textos.
7. LA CUESTIÓN DE LA EQUIVALENCIA
52
7.1. Equivalencia y/o identidad
Sin embargo, el fondo del problema reside en esta cuestión: una traduc-
ción (acertada) ¿es idéntica al original, su copia exacta, hasta el punto de
poder sustituirlo? Esta cuestión puede parecer puramente teórica ya que siem-
pre se ha traducido y la equivalencia se toma como algo evidente. De hecho,
en lo que respecta a los textos jurídicos, esta equivalencia está decretada: por
el legislador (el Estado), por acuerdo (entre particulares) o, en caso de litigio,
por un tribunal. Bien. Pero ¿de qué equivalencia estamos hablando? ¿Acaso
los siguientes términos, considerados equivalentes en la mayoría de dicciona-
rios, equivalen de verdad?
Rule of Law
Etat de droit (‘Estado de derecho’)
Rechtsstaat
10. Término que se explica con claridad en el reciente libro del profesor Antoine J. Bullier: La
common law, París, Dalloz, 2002, p. 44 y sig. La traducción de este término por «Etat de
droit» no es la única posible; depende, evidentemente, del contexto. La primera traducción
que viene a la mente es el calco «règle de droit» (o «règle juridique»). En Canadá, también
puede traducirse por «règle/principe de (la) légalité»; en el Preámbulo de la Carta Canadiense
de Derechos y Libertades (Charte canadienne des droits et libertés, Ley constitucional de
1982, promulgada como anexo B de la Ley de 1982 sobre Canadá, 1982, cap. 11 (R. U.), que
entró en vigor el 17 de abril de 1982), rule of law se traduce por «primauté du droit», que, en
este contexto, es un equivalente según el espíritu del texto francés, y no un equivalente según
la letra del texto de partida.
53
Yo diría, en un caso así, que estos términos se sitúan en un plano de equi-
valencia funcional. En sentido estricto, la realidad que designa cada uno de
ellos, es decir, la manera de concebir el estado de derecho, es propia de cada
país y, por tanto, única en sus modalidades. Sin embargo, en un sentido
amplio, corresponde a un principio bien establecido en las democracias occi-
dentales –el Estado produce reglas que se aplica a sí mismo– y representa por
esto un cuasiuniversal jurídico. Utilizo el prefijo «cuasi» para mostrar que el
concepto occidental de estado de derecho no se extiende al conjunto del pla-
neta jurídico.
Igual de característico es el caso de good faith y de Treu und Glauben
(Legrand, 2000: 111). La noción de buena fe es un principio reconocido casi
universalmente, pero que no descansa sobre los mismos fundamentos jurídi-
co-socio-políticos de un país a otro. Aquí una vez más podríamos hablar de
equivalencia funcional de estos términos, incluso si no hay identidad de
noción entre ellos.
Más discutible –o decididamente más simple– es el caso de los términos
sin equivalente de una lengua a otra. A ellos debemos la impresión, tan exten-
dida en los medios jurídicos, de que el derecho extranjero es tan diferente al
nuestro que su traducción es muy difícil o incluso imposible (David, 1974:
346). En realidad, estos términos sólo representan por suerte una pequeña
minoría del vocabulario jurídico de una lengua. Su tratamiento, si bien ya no
plantea una gran dificultad, sigue siendo geometría variable en función de la
situación jurídica y lingüística y de las cuatro situaciones posibles menciona-
das anteriormente. Hace tiempo que numerosos especialistas en derecho com-
parado, entre ellos René David, propusieron conservar tal cual en francés tér-
minos como Common Law11 y Equity, que son nombres propios.
Son casos de préstamo, noción clásica en traducción. Esto puede convenir
al lector de un tratado de derecho comparado o a un especialista de la mate-
ria. Aceptable en países de bilingüismo y de bijuridismo –como Canadá,
donde hasta el lector menos informado conoce las dificultades de base tanto
lingüísticas como jurídicas–, este procedimiento es sin duda menos recomen-
dable en una traducción cuyos destinatarios ignoran las sutilezas de las lenguas
y de los sistemas jurídicos en cuestión, y no puede utilizarse indiscriminada-
mente en todas las situaciones. ¿Pero qué hacer con casos como due process,
a los que podríamos añadir, por ejemplo, Law Lord(s), anticipatory breach of
contract o equitable interest, términos sin equivalente en francés? Nociones
11. Término cuyo género es ambiguo. Sobre esta cuestión, véase Antoine J. Bullier: La common
law, París, Dalloz, 2002, p. 11 y sig.
54
como fair/fairness y reasonable, aunque tienen equivalentes funcionales,
plantean en muchas lenguas serios dilemas al traductor (Fletcher, 1999: 57;
Sacco, 1999: 169).
Una tercera situación puede darse cuando no existe equivalencia funcional
entre términos, porque las nociones no coinciden12 sino que existe una traducción
más o menos oficial o equivalente –House of Lords/Commons/Representatives
(=chambre des Lords / des Communes / des Représentants), Trust (= fiducie,
Canadá). También pueden plantearse otras situaciones. Por ejemplo, en
Canadá, la traducción, en el Acta de América del Norte Británica (Acte de
l’Amerique du Nord Britannique, AANB, 1867), de la palabra dominion por
‘puissance’ (de Canadá) es un equivalente curioso que, en este caso, sólo
corresponde a la voluntad del poder político de imponer un término corres-
pondiente a su concepción particular de las cosas.
Cuando se conoce la amplitud del campo semántico que subyace a cada
uno de estos términos, fruto de una larga historia jurídica y política, creer en
su equivalencia atestigua, si no una cierta ignorancia, por lo menos sí una gran
ingenuidad. Esto vendría a desmerecer a las lenguas, culturas y tradiciones
sociopolíticas de cada país. Estas tradiciones se manifiestan con fuerza en los
métodos y formas de interpretar los textos, sobre todo los jurídicos. Cada país
que pertenece a la familia y a la tradición de la Common Law posee sus nor-
mas de interpretación, que a veces difieren considerablemente de un país e
incluso de una zona a otra. Aunque la interpretación jurídica de un texto no es
competencia suya, sino de los tribunales, el traductor no puede quedar indife-
rente ante esta cuestión cuando tiene que evaluar el resultado de su trabajo.
12. Véase, por ejemplo, Act of God y force majeure. El primero corresponde más bien al francés
‘cause étrangère’ que cubre todas las situaciones, incluida una catástrofe natural, aconteci-
miento que designa el término inglés («occasioned exclusiveley by forces of nature», Black’s
law Dictionary) que, al contrario que el término francés force majeure, excluye la interven-
ción humana.
55
otro, son el encuentro y la fusión armoniosos de los dos elementos constituti-
vos del texto –continente y contenido– los que producirán la equivalencia
deseable. Queda saber lo que debemos entender por equivalencia en palabras
de un jurista cuando un texto de derecho, como cualquier texto, sea suscepti-
ble de interpretaciones diferentes (Perelman, 1977; Côté, 1990).
Los lingüistas han adelantado algunos elementos de respuesta a este pro-
blema general que plantea la lengua. Sin embargo, en el plano jurídico, ¿de
qué equivalencia estamos hablando? ¿Es posible, en traducción jurídica,
alcanzar los dos objetivos a la vez, es decir, la equivalencia de los textos en
cada lengua y en cada sistema, sin sacrificar uno u otro? Si hay sacrificio,
¿debemos, con vistas a alcanzar la equivalencia funcional, sacrificar la apli-
cación de la regla de derecho y de paso el objetivo mismo de esta equivalen-
cia, o la expresión de la regla (Beaupré, 1987: 742)? Todo el dilema de la tra-
ducción jurídica se sustenta en esta elección fundamental. El traductor debe
servir a dos amos a la vez, sin sacrificar a uno a expensas del otro, con los ries-
gos inherentes a este tipo de ejercicio (Pigeon, 1982: 279):
En derecho, el fondo del problema es jurídico: ¿los dos textos son igual-
mente auténticos? Esta pregunta vale para cualquier traducción jurídica, inde-
pendientemente de que el contexto sea unilingüe o bilingüe y de que pasemos
o no de un sistema a otro. El jurista canadiense Michael Beaupré lo plantea
crudamente: un artículo del código civil del Canadá francófono (Code civil du
Bas-Canada) que reproduce una disposición del Código Napoleónico ¿puede
ser interpretado por medio de su versión inglesa? Los tribunales han respon-
dido a esta pregunta, bien extraña para un jurista civilista, pero completamen-
te plausible en un contexto bilingüe, bijurídico y bisistémico, como el de
Canadá (Beaupré, 1986: 206). La interpretación, en un contexto así, puede
parecer un poco forzada (Sacco, 1999: 175). Resulta que el traductor nada
experimentado sabe, por su propia interpretación del sentido del texto de par-
tida, todo lo que una traducción puede aportar al establecimiento del sentido
de este texto y, por tanto, a su futura interpretación.
56
8.1. Límites de la equivalencia
En las situaciones jurídicas en las que hay que tener en cuenta dos o más
textos, como en el caso de los países en los que reina el bi- o el multilingüis-
mo, y más aún en los que cuentan con dos sistemas jurídicos diferentes, la
equivalencia de esos textos es un hecho legalmente establecido. Pero esta
equivalencia ¿es tan real como lo pretende el legislador? En el ejemplo
siguiente veremos los efectos de la polisemia y de las diferencias que conlle-
va de una lengua a otra. La ambigüedad del término inglés property obliga
aquí a la versión francesa a presentar sus dos sentidos, «biens» (‘bien’ o
‘cosa’) y «propriété» (‘propiedad’ o ‘derecho sobre la cosa’), lo que no faci-
lita la interpretación…
TABLA 1
Criminal Code of Canada. Code criminel du Canada (R.S. 1985, c. C-46)
4. (1) For the purposes of this act, a 4. (1) Pour l’application de la pré-
postal card or stamp referred to in sente loi, une carte postale ou un
paragraph (c) of the definition of timbre mentionné à l’alinéa c) de la
“property” in section 2 shall be définition de «biens» ou «propriété»
deemed to be a chattel […] à l’article 2 est censé un bien meuble
[…]
Sabemos que la complejidad actual de los textos jurídicos, sobre todo los
legislativos, viene principalmente del hecho de que reflejan la creciente com-
plejidad de la sociedad que los produce, a lo que hay que añadir la de los sis-
temas jurídicos. Hemos visto que esta complejidad aumenta otro tanto cuan-
do el bilingüismo o el multilingüismo se suma al bijuridismo. Pero hay una
situación todavía peor. Hemos considerado un grado suplementario en el que
la complejidad alcanza su paroxismo en un contexto bisistémico. En este nivel
de complejidad los límites de la traducción destacan con más claridad.
Sin embargo, mientras se trate de producir un texto –jurídico o de otro
tipo– a partir de otro texto redactado en lengua extranjera, a veces de un sis-
tema (jurídico) diferente, el traductor está lejos de haber dicho su última pala-
bra (Vanderlinden, 1999: 57). Pero de la confrontación de textos surgirá un
tertium quid, otra lengua (Didier, 1990), en resumidas cuentas, un híbrido que
no es del todo ni la copia del original, ni un texto verdaderamente conforme,
en la letra o en el espíritu, al sistema de llegada. En este caso, la traducción
sólo producirá la sombra de uno y otro, el reflejo mostrado por el espejo que
deforma el lenguaje.
57
8.2. La letra, el espíritu y el sentido
58
misma en todos los casos. Al fin y al cabo, es la voluntad estatal, la del poder
público, la que decide la equivalencia, real o supuesta, de dos textos jurídicos,
de dos disposiciones. El traductor, generalmente solo ante su texto, sólo puede
contar con sus propios recursos para conseguir la equivalencia buscada. Ahora
bien, en traducción jurídica, y en traducción a secas, esta equivalencia sigue
siendo como mínimo aleatoria. Es la conclusión que se deriva de numerosos
estudios sobre la cuestión y que bien ha resumido el jurista Lazar Focsaneanu
(1971: 262):
59
para llegar, como la Unión Europea, a la dimensión superior de una vasta
comunidad de intereses reunida alrededor de un tronco común de valores
compartidos, pero manteniendo la diversidad de lenguas y de culturas.
Esta función de la traducción, utilitaria y humanista a partes iguales, reúne
en sí las dos lenguas de naturaleza y de cultura que hemos visto anteriormen-
te, condiciona el equilibrio lingüístico del mundo y, de ese modo, el diálogo
de las culturas. En este esbozo de la humanidad del mañana, el traductor –y
el traductor jurídico en particular– está llamado, como mediador, a desempe-
ñar un papel nada despreciable, puesto que será quien se encargue de despe-
jar el camino.
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¿ES POSIBLE TRADUCIR REALIDADES
JURÍDICAS? RESTRICCIONES
Y PRIORIDADES EN LA TRADUCCIÓN
DE DOCUMENTOS DE SUCESIONES
BRITÁNICOS AL ESPAÑOL
ANABEL BORJA ALBI1
Universitat Jaume I
1. INTRODUCCIÓN
1. Este trabajo se ha realizado en el marco del grupo de investigación GITRAD, proyecto ACTIVE
(P1 1A2004-20).
65
Este planteamiento consistente en abordar en una primera fase el estudio
de los aspectos jurídicos que contextualizan el documento está motivado por
la complejidad conceptual de los textos legales y por las diferencias entre sis-
temas jurídicos, que hacen difícil, y a veces imposible, encontrar equivalen-
cias, lo que obliga al traductor a crear un tercer espacio de comunicación
(Monzó, 2005). En concreto, en la traducción jurídica inglés-español entran
en contacto los dos sistemas de derecho más importantes del mundo (por las
áreas de influencia que han creado): el derecho continental, también llamado
sistema de derecho civil, y el derecho anglogermánico o derecho consuetudi-
nario.
2. LA SUCESIÓN EN ESPAÑA
2.1. Legislación
66
el Registro Civil, hasta que contrae matrimonio, adquiere una vivienda o reci-
be bienes en herencia. Está regulado en los cuatro libros de nuestro Código
Civil que tratan, respectivamente, de las personas, de la propiedad, de las dis-
tintas formas de adquirir la propiedad y de los contratos. En concreto, la suce-
sión es una de las formas en que se puede adquirir la propiedad.
De las obligaciones
De las personas
y contratos
Derecho civil
Ocupación
Donación
Sucesión
67
muerte de una persona concurren siempre una serie de circunstancias de muy
diversa naturaleza: la persona fallecida deja bienes y es posible que también
deudas, se crean una serie de derechos a favor de las personas dependientes y
parientes próximos del fallecido, o pueden quedar hijos para los que se dis-
pone el nombramiento de tutores y la creación de fideicomisos.
El título III del libro III se denomina «De las sucesiones» y sus disposicio-
nes generales comienzan con el artículo 657: «Los derechos a la sucesión de
una persona se transmiten desde el momento de su muerte.» El artículo 659
reza así: «La herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones
de una persona, que no se extingan por su muerte.»
La sucesión en España pasa por una serie de fases que dan lugar a nume-
rosos términos de especialidad. El proceso se inicia una vez certificado el
fallecimiento del testador, momento que debe ser determinado con precisión,
ya que el heredero, para adquirir tal condición, tiene que haber sobrevivido al
causante y tener capacidad para heredar. El albacea es la persona que se
designa en el testamento para asegurar el cumplimiento de las últimas volun-
tades. Suele ser un familiar o un amigo del testador y es el encargado de pagar
las deudas, organizar el funeral y realizar los trámites necesarios para que la
sucesión se lleve a cabo siguiendo los deseos del causante. Una vez abierta la
sucesión se hacen efectivos los llamamientos a la sucesión, lo que se denomi-
na también vocación.
A continuación, se produce otro momento importante que es la delación
en la que los llamados a heredar pueden ejercer su ius delationis, es decir, su
derecho a aceptar o repudiar la herencia. Si la aceptación es pura y simple, el
heredero responde de las deudas y las cargas inherentes a la herencia con sus
bienes propios. Para evitar esta situación se le atribuye a la persona que vaya
a heredar la facultad de aceptar la herencia a beneficio de inventario, es decir,
la acepta a condición de que el resultado de su liquidación sea positivo.
Cuando hay varios herederos, la siguiente fase es la partición (que a su vez se
subdivide en: inventario, avalúo y liquidación), el acto por el que se atribu-
yen bienes y derechos concretos a los coherederos. Esta partición la puede
efectuar el causante en las disposiciones testamentarias o un contador-partidor
designado por el mismo. También la pueden hacer los propios coherederos, un
albacea o el juzgado. Antes de la adjudicación de lotes, mediante el procedi-
miento de la colación se revisan las donaciones hechas en vida a los cohere-
deros para ajustar el caudal hereditario.
68
2.3. Forma del testamento
69
2.4. Contenido del testamento
70
heredero a mi hermano y si este último no pudiera o no quisiera aceptar la
herencia, nombro heredero a […]», es decir, se van proponiendo sustitutos al
heredero inicialmente designado. La sustitución puede ser de diversos tipos:
sustitución vulgar, sustitución pupilar, sustitución ejemplar, sustitución fidei-
comisaria (fideicomiso condicional y a término), fideicomiso de residuo.
Según el Diccionario Espasa Jurídico (2004) es vulgar la sustitución en
que el testador sustituye al heredero o herederos instituidos por una o más per-
sonas, para caso de premoriencia, incapacidad de suceder o repudiación del
caudal relicto. Se da sustitución pupilar cuando los padres y demás ascen-
dientes nombrasen sustitutos a sus descendientes menores de catorce años,
para caso que mueran antes de llegar a dicha edad. Por último, se da la susti-
tución fideicomisaria cuando el llamado recibe facultades, pero con la obliga-
ción de conservar y transmitir a su vez todo o parte del caudal relicto a un ter-
cero, que es llamado conjuntamente con aquél a la herencia. Como modalida-
des de sustitución fideicomisaria se ofrecen dos: condicional y a término,
según que la eficacia de la sustitución dependa de un evento futuro e incierto
o que se produzca al transcurrir un plazo determinado. La diferencia es impor-
tante, pues en la condicional, como la eficacia de la delación depende del
evento, puede no darse el ius transmisiones.
71
2.6. Organización conceptual del testamento español
Elementos personales
Causante, testador, heredero, causahabiente,
legatario, albacea, contador-partidor,
administrador judicial, fideicomisario,
descendientes, ascendientes,
legitimarios...
Elementos reales
Caudal hereditario, caudal relicto,
Facultad de disponer, herencia, legado,
Sistema de legítimas, premoriencia, comoriencia, albaceazgo,
Fases: apertura, vocación, delación, aceptación,
colación, adjudicación,
Aceptación a beneficio de inventario, repudiación,
Sustitución: pupilar, fideicomisaria, ejemplar,
Fideicomiso: condicional, a término,
de residuo... Elementos formales
Testamento abierto, cerrado,
ológrafo, especial, militar,
mancomunado, contractual...
72
Si existe testamento, la distribución del caudal hereditario se realiza aten-
diendo a las disposiciones del mismo. De la persona que fallece (the decedent)
habiendo otorgado testamento se dice que has died testate y se le denomina Testator.
De la persona fallecida sin testamento se dice que ha fallecido intestate. En
caso de que no exista testamento conocido, se denomina sucesión intestate y
el caudal hereditario se distribuye de acuerdo con lo previsto en la legislación.
3.1. Legislación
73
testamento, será el Court of Probate quien nombre a un Administrator, ‘admi-
nistrador’, para que la liquide. Este administrador puede ser una persona físi-
ca, un banco, un despacho de abogados o una trust company.
74
miento de personal representatives (executors o administrators, como ya
hemos visto) para que se ocupen de liquidar la herencia y se hagan cargo de
todas sus deudas y gastos funerarios y de testamentaría (debts, funerary and
testamentary expenses). Seguidamente se especifican los legados (bequeaths)
de bienes tangibles (tangible property) y los nombres de los beneficiarios de
los mismos (beneficiaries) indicando las personas que los sustituirían en caso
de que no pudieran o no quisieran aceptar dichos legados. En caso de que
hubiera hijos menores (minor children) podrían incluirse cláusulas designando
un tutor o curador (guardian, curator).
Por último se designa a la persona que heredará el caudal hereditario relicto
(residue of the estate) que, en realidad, suele ser la parte más importante de la
herencia. Por tanto, estas cláusulas suelen ser las más extensas e incluyen, en
ocasiones, la consitución de trusts a favor de hijos menores. Más adelante
desarrollamos el concepto de trust con más detenimiento.
Al contrario de lo que sucede en derecho común español, en Inglaterra la
legislación sí que contempla el testamento mancomunado (joint will).
75
Elementos personales
Testator, decendant, beneficiary, personal
representatives, administrator, executor,
trustee, dependants, children, issue,
descendants, infants, assigns...
Elementos reales
Succession, inheritance, administration,
intestacy, assets, property, bequeath, devise,
chattels, real estate, personal estate, legacies,
revocation, amendment, destitution, clause,
residue, testamentary expenses, trust, dower,
family provision, Court of Probate...
Elementos formales
Will, Testament, Joint will,
Codicil, Privileged wills...
Las diferencias entre sistemas jurídicos que ya hemos señalado van a plan-
tear restricciones textuales y extratextuales relacionadas con la complejidad
del campo temático y con la falta de equivalencias que, como ya se ha dicho,
sólo podrán resolverse con un buen conocimiento de los dos sistemas jurídi-
cos (Borja, 2000; Engberg, 2002) que fundamente la toma de decisiones en el
sistema de prioridades que le plantee el encargo al traductor. Hemos podido
observar que el sistema legal español, que constituye el contexto de los testa-
mentos españoles, está estructurado de forma algo distinta al británico. El
ordenamiento jurídico depende de la cultura y esta circunstancia se refleja
tanto en el lenguaje como en las convenciones de género de los textos jurídi-
cos. En este apartado consideraremos algunas restricciones textuales, tanto de
carácter léxico y conceptual (lagunas terminológicas, falsos amigos), como
las restricciones impuestas por las convenciones de género, que varían enor-
memente de una cultura a otra. Nos referimos a las restricciones de tipo tex-
tual dependientes del género, tales como la distinta situación comunicativa
(registro, estilo, redacción), la macroestructura y la fraseología.
• Restricciones extratextuales
76
• Restricciones textuales
Now I pray all the councillors, both ecclesiastical and lay, who may hear my
will read, that they will help to secure that my will may stand.
77
Otros vestigios del carácter de registro de ceremonias orales que tienen
estos documentos son las curses o anatemas que aparecen al final de muchos
testamentos anglosajones para reforzar sus disposiciones como el testamento
de Wulfgyth de 1046, en el que lanza una maldición contra todos aquellos que
se atrevieran a incumplir la voluntad recogida en su testamento amenazándo-
les con el abismo de Satanás y el castigo eterno junto a todos los enemigos de
Dios (Whitelock 1986 [1930]):
And he who shall detract from my will which I have now declared in the
witness of God, may he be deprived of joy on this earth, and may the Almighty
Lord who created and made all creatures exclude him the fellowship of all
saints on the Day of Judgment, and may he be delivered into the abyss of hell
to Satan the devil and all his accursed companions and there suffer with God’s
adversaries, without end, and never trouble my heirs.
John Smith of Normaton in the County of York. I give devise and bequeath all
my real and personal estate (including all real and personal estate which I have
power to appoint or dispose of by Will) unto my wife Mary for her own absolute
use and benefit.
78
En los testamentos, los primeros dobletes y tripletes que encontramos son
will and testament y give, devise and bequeath. Conviene señalar que no se
trata de sinónimos en inglés, will se refiere a la última voluntad respecto a los
bienes inmuebles del testador, mientras que testament se refiere a las disposi-
ciones sobre bienes muebles. Ahora bien, en español no tenemos un doblete
para reflejar estos matices semánticos y en inglés actual, al utilizarse de forma
conjunta, tampoco tienen un valor significativo especial. En el caso del triplete
give, devise and bequeath, el primer término (give) abarca los dos siguientes,
y estos dos últimos se diferencian entre sí (de nuevo) por la naturaleza de los
bienes de que dispone el testamento: devise hace referencia a bienes inmuebles
y bequeath a bienes muebles.
Las soluciones de traducción posibles son varias: podemos eliminar tér-
minos y hablar sólo de testamento y podemos intentar conservar ese carácter
ceremonial, ese tono arcaizante que tienen los testamentos ingleses. Con la
primera opción, ganamos en economía del lenguaje, mientras que con la
segunda conservamos el sabor tan característico del original. En cualquier
caso, es importante que el traductor sea consciente del grado de libertad de
que dispone ante los problemas que le plantea la traducción. En el caso de los
dobletes y tripletes hay que asegurarse de que al reducir términos no se está
eliminando significado, sino sólo modificando el estilo.
Otro de los escollos de la traducción jurídica al que hemos aludido es el
de los términos del lenguaje general que en un determinado ámbito jurídico
adquieren un sentido especial. Como fase previa a la traducción también será
preciso aclarar el significado de los términos de especialidad del testamento
atendiendo a su interpretación, valor y eficacia en derecho.
Si tomamos como ejemplo el término children, la ley indica que incluye a
los hijos legítimos e ilegítimos, así como a los adoptados. Sin embargo, no
incluye a los hijastros, stepchildren, a menos que se haga constar expresa-
mente o que todos los hijos sean hijastros. Otro caso interesante es el de
legacy, un falso amigo ya que en español legado se refiere a la sucesión a títu-
lo particular de un bien que puede ser tanto mueble como inmueble, mientras
que en inglés carece de la carga semántica de universalidad o particularidad y
sin embargo se refiere a la naturaleza de los bienes, de nuevo, bienes muebles.
Vemos que la solución a este tipo de problemas es sencilla si se investigan
bien los términos de especialidad.
Un caso distinto es el de la falta de equivalencia como sucede en el caso
del término trust, un clásico de los testamentos ingleses y un verdadero que-
bradero de cabeza para los traductores. El trust angloamericano es una figura
jurídica que no tiene equivalente exacto en el sistema español y que tiene un
fuerte arraigo en la tradición jurídica inglesa. Es un instrumento de uso muy
79
extendido en todo el mundo y cuenta con antiguas raíces en el derecho roma-
no. Los trusts permiten aislar bienes, flujos de fondos, negocios, derechos,
etc. en un patrimonio independiente y separado con diferentes finalidades.
Existe trust cuando en un contrato una persona le transmite la propiedad de
determinados bienes a otra, en donde esta última la ejerce en beneficio de
quien se designe en el contrato, hasta que se cumpla un plazo o condición. El
trustee administra los bienes y deberá actuar con prudencia y diligencia, sobre
la base de la confianza depositada en él, en defensa de los bienes fideicomitidos
(ya que se comporta como el nuevo propietario) y los objetivos del fideico-
miso. Si no es así, el fiduciante o el beneficiario pueden exigir la retribución
por los daños y perjuicios causados. Existen trusts de muchos tipos: de garan-
tía, de seguros, inmobiliario, financiero, testamentario, etc.
En un trust testamentario el trustee (fiduciario) es el dueño jurídico de los
bienes a quien se le ha encargado su administración durante un periodo de
tiempo o hasta que se cumpla una condición, mientras que el beneficiary
(fideicomisario) es el receptor del beneficio real de los mismos y el propieta-
rio final en el momento que se cumplan las circunstancias previstas por el tes-
tador trustor (fideicomitente o comitente).
En derecho civil español debemos buscar la equivalencia en el ámbito del
derecho civil (negocio fiduciario) y en el del derecho de sucesiones (sustitu-
ción fiduciaria) (véase la figura 4, Fragmento del Tesauro de Derecho, CINDOC).
Tanto el término inglés trust como el español, fiducia, significan ‘fe’, ‘con-
fianza’, etc. Según el Diccionario Jurídico Espasa, el negocio fiduciario es
aquél por virtud del cual una persona (fiduciante) transmite a otra (fiduciario)
la propiedad de una cosa o la titularidad de un derecho para lograr una finali-
dad práctica (de garantía –fiducia cum creditore– o de administración –fidu-
cia cum amico–) para la cual no es jurídicamente necesaria tal transmisión.
Pero el trust no se corresponde exactamente con el negocio fiduciario, ya que
en España el fiduciario no ostenta la propiedad de los bienes, sino su posesión.
En el derecho de sucesiones español encontramos la institución de la sus-
titución fiduciaria o fideicomisaria que se halla regulada en nuestro Código
Civil, artículos 781-789. Se da la sustitución fideicomisaria cuando el llama-
do recibe facultades, pero con la obligación de conservar y transmitir a su vez
todo o parte del caudal relicto a un tercero, que es llamado conjuntamente con
aquél a la herencia. Su carácter fideicomisario deriva del origen romano de la
figura, en que el testador, frecuentemente por instrucciones privadas o casi
siempre alejadas del modo iure civile, designaba un heredero, encargándole a
éste –dependiendo la eficacia del encargo de la buena fe del instituido– la
transmisión de bienes a un tercero.
80
FIDEICOMISO DE RESIDUO
— — — DERECHO CIVIL
— — — SUSTITUCION FIDEICOMISARIA CONDICIONAL
— — — SUSTITUCION FIDEICOMISARIA
— — — SUSTITUCIONES HEREDITARIAS
— — — SUCESION HEREDITARIA DE CATALUÑA
FIDEICOMMISSUM
— — — DERECHO ROMANO
— — — HEREDITAS
— — — SUCCESSIO
— — — DERECHO ROMANO
...
FIDUCIA
— — — DERECHO CIVIL
— — — FIDUCIA CUM AMICO
— — — FIDUCIA CUM CREDITORI
— — — FIDUCIA DE GARANTIA
— — — GARANTIA FIDUCIARIA
— — — CONTRATOS
— — — DERECHO DE OBLIGACIONES
— — — DERECHO CIVIL
— — — FIDUCIARIOS
— — — NEGOCIOS FIDUCIARIOS
FIDUCIA CUM AMICO
— — — FIDUCIA
FIDUCIA CUM CREDITORI
— — — FIDUCIA
FIDUCIA DE GARANTIA
— — — FIDUCIA
FIDUCIA MONETARIA
— — — PATRON FIDUCIARIO
FIDUCIA SUCESORIA
— — — DERECHO CIVIL
— — — SUSTITUCION FIDEICOMISARIA
— — — SUSTITUCIONES HEREDITARIAS
— — — TESTAMENTO
81
la propia sustitución; aunque en nada guarda relación aquella situación con la
del usufructuario, como pensaba la antigua jurisprudencia. De otro lado, la
imponérsele la diligencia de un buen padre de familia respecto de los bienes
que debe transferir, no se le prohíbe disponer de los mismos, ya que puede
hacerlo en todo caso en que la falta de disposición pudiera generar perjuicios.
Pero tampoco se le puede considerar como un simple administrador, por cuan-
to recibe dichos bienes en dominio. Se explica, así, la timidez de los autores
para calificar el instituto, problema que se evade mediante un análisis de sus
probables facultades, en cuya regulación el Código Civil no es, precisamente,
generoso en su expresión. En los casos en que la sustitución se determina por
la condición, el sustituto no adquiere absolutamente nada, por lo que cabría
configurar la posición del heredero como una adquisición resolutoria. Pero de
no existir condición, adquiere desde la apertura de la sucesión derecho sobre
los bienes, pudiendo, en consecuencia, actuar lo necesario para asegurarse la
recepción (inventario). De otro lado, como heredero final y auténtico destina-
tario de los bienes, a él corresponde la responsabilidad por las deudas del cau-
sante (porque, además, no se produce estricta identificación entre el caudal
relicto y los bienes del heredero, precisamente porque éste debe apartar los
dirigidos al sustituto).
82
TRUST SUSTITUCIÓN FIDUCIARIA
Testator/Trustor Testador/Fideicomiente
La condición de propietario
Propietario de los o poseedor depende del tipo
Trustee bienes hereditarios
Fiduciario de sustitución fideicomisaria y
está sujeta a interpretación
Beneficiary Beneficiario/Fideicomisario
FIGURA 5: Comparación del trust angloamericano con la sustitución fiduciaria del derecho español
83
This is the last Will and Testament of TESTAMENTO
me, John Smith of Normaton in the En Barcelona, a 10 de mayo de 2003.
County of York. Ante mí, Notario del Ilustre Colegio
Notarial de Barcelona,
I GIVE DEVISE AND BEQUEATH con domicilio en…
all my real and personal estate
(including all real and personal estate COMPARECE
which I have power to appoint or Don Fulanito de Tal, con domicilio
dispose of by Will) unto my wife Mary en…
for her own absolute use and benefit.
Asegura tener, y a mi juicio tiene la
capacidad legal suficiente para testar, y
la ejercita otorgando en los siguientes
términos su testamento abierto:
Having realized that both in theory and practice of legal translation literalism
is still present, we think that it may be interesting to recall that a pragmatic
translation of legal documents is the rule for the translator to follow. This
84
pragmatic interpretation/translation of the legal document is the opposite of
a literal interpretation/translation of such a document. We define a literal
interpretation on the part of the translator as in fact abandoning his real task:
that of interpreting the legal document as a whole. Although the theory of legal
translation is starting to formulate such communicative principles in interpretation,
it has not as yet found ways of fostering and stimulating such an attitude in the
translator.
85
Otra cuestión es la traducción de fórmulas como la de conclusión y firma
de los documentos ingleses. Su dificultad radica en que son un reflejo de los
requisitos legales británicos a que nos hemos referido sobre la firma de dos
testigos, que deben estar presentes y firmar en el mismo acto el testamento.
Si, huyendo del literalismo, adaptamos esta fórmula a la conclusión típica de
los documentos legales españoles (traducción 1), se podría interpretar como
un testamento no válido al desaparecer ciertos requisitos legales en derecho
anglosajón. La traducción 2 sería un ejemplo de literalidad excesiva y la pro-
puesta como traducción 3, una solución de compromiso entre la 1 y la 2. La
fórmula «en un solo acto, ininterrumpido» está tomada de los testamentos
españoles y refleja los requisitos de formalización de forma más sencilla que
la traducción 2.
ORIGINAL: Signed and acknowledged by the said John Smith as and for
his last Will and testament in the presence of us both being present at the
same time who in his presence and at his request and in the presence of
each other have hereunto subscribed our names as witnesses.
5. CONCLUSIONES
86
como dejarlo en el idioma original (prioridad: respetar el sentido del original
por encima de cuestiones estilísticas o de concesiones al lector), hacer una tra-
ducción explicativa (prioridad: que de alguna manera el lector entienda el sig-
nificado aunque el texto pierda ritmo y se haga más penosa su lectura) o uti-
lizar una traducción funcional aunque el significado no sea absolutamente el
mismo en encargos que admitan este procedimiento (prioridad: que el texto
suene natural y se lea con facilidad).
El proceso ideal ante cualquier encargo sería comparar ambos sistemas
jurídicos en aquellos puntos que puedan plantear problemas traductológicos y,
sin perder de vista la función que va a tener la traducción, reflexionar sobre la
estrategia más apropiada. La falta de equivalencias entre instituciones jurídi-
cas sólo se puede solucionar con un profundo conocimiento de los ordena-
mientos jurídicos, que la traducción como acto de comunicación intercultural
pone en contacto. No obstante, no se trata de una tarea fácil, ya que el dere-
cho comparado es una disciplina muy especializada que exige un trabajo de
investigación jurídica intenso para resolver los frecuentes conflictos de leyes
y las diferentes interpretaciones posibles.
Ahora bien, en el caso del estilo, la forma, las fórmulas, etc., la libertad del
traductor jurídico es, en principio, mucho mayor y ahí entran en juego en pri-
mer lugar cuestiones como el skopos, es decir, la función que va a tener la tra-
ducción, pero también el gusto y el ideolecto del traductor. Así, no traducirí-
amos igual un testamento si nos lo pide un ciudadano sin formación jurídica
que simplemente desea obtener una idea de lo que le ha dejado en herencia un
hermano suyo fallecido en Estados Unidos, que si ese mismo cliente nos soli-
cita traducción jurada para iniciar una acción judicial. Sin embargo, la reali-
dad nos demuestra que el 95% de los encargos de traducción jurídica se ajus-
tan al segundo supuesto, y van destinados a lectores expertos para su uso en
entornos legales. En estos casos, el objetivo principal de la traducción es gene-
rar un texto en lengua meta que, sin pretender crear la ilusión de ser un docu-
mento original, salvaguarde la función jurídica del texto original utilizando un
estilo y un registro jurídico apropiados y respetuosos con las convenciones de
género. No se trata de reproducir elementos lingüísticos, sino de encontrar
recursos para mantener la identidad expresiva entre el original y la traducción.
Por otra parte, la traducción jurídica debe abordar necesariamente el pro-
blema que supone trasponer la función del original, y en concreto el efecto
jurídico pretendido con el mismo. Los textos jurídicos se redactan para tener
una función jurídica concreta, un efecto legal específico y regulado por la
legislación del país de origen. Esta función jurídica pretendida quizás no
tenga equivalente funcional en la cultura jurídica de llegada o incluso puede
ir contra los preceptos jurídicos de dicho ordenamiento. A todo ello hay que
87
añadir que el texto meta será leído e interpretado por alguien que, en princi-
pio, no está familiarizado con el sistema legal de la cultura de partida y en la
mayoría de los casos espera un texto legal que responda a las convenciones de
los textos en la cultura meta. En la práctica profesional nos hemos encontra-
do juristas que al leer una traducción la han tachado de incorrecta por ir en
contra de la legislación y hemos tenido que explicarles que se trata de una tra-
ducción de los contenidos de un documento extranjero que fue redactado con-
forme a la legislación del país de origen y que en ningún caso pretendía ajus-
tarse a lo dispuesto en la legislación del país de la lengua meta.
Por último, cabe citar la necesidad de actualización constante de conoci-
mientos que tiene el traductor jurídico. Los conceptos legales relacionados
con la sucesión no se caracterizan por su carácter innovador como podría afir-
marse sobre otros temas objeto de traducción jurídica, como la legislación
sobre reproducción asistida o los productos financieros. En principio, podría-
mos afirmar que se trata de una rama del derecho muy conservadora pues
regula (entre otras cosas) la transmisión de propiedades, inmobiliarias, en
muchos casos, y todo el derecho sobre propiedad privada tiende a ser conser-
vador, tanto en el fondo como en la forma. Efectivamente, los documentos que
encontramos en este ámbito se caracterizan por su alto grado de formalidad y
convencionalismo. Sin embargo, los cambios sociales y legislativos que se
están registrando en España y el Reino Unido (leyes sobre parejas de hecho o
matrimonio entre homosexuales, nuevos sistemas de gestión de patrimonios
en forma de statutory trusts, popularización del testamento vital, etc.) obligan
al traductor a actualizar sus conocimientos de forma continuada.
BIBLIOGRAFÍA
88
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for legal interpretation and legal translation?», International Journal for
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89
RETOS ACADÉMICOS
DE LA TRADUCCIÓN JURÍDICA:
DOCENCIA E INVESTIGACIÓN
INTERACCIÓN DE CONOCIMIENTOS
EN EL APRENDIZAJE
DE LA TRADUCCIÓN JURÍDICA
LAURA SANTAMARIA
Universitat Autònoma de Barcelona
1. INTRODUCCIÓN
93
En documentación han aprendido a realizar búsquedas en bases documen-
tales accesibles en Internet y también en soporte de papel y óptico, a analizar
la pertinencia de los resultados que han hallado y a contrastar esa información
con la de otras fuentes. En cuanto a la terminología, además de haber adqui-
rido los conceptos que provienen de la teoría general de la terminología, saben
cómo consultar bases terminológicas y son capaces de crear sus propias bases
de datos. Este último punto les va a servir de gran ayuda tanto si trabajan
como traductores free lance, como si traducen en agencias de traducción.
Dentro de la informática son numerosos los programas que les van a ser muy
útiles en su vida profesional. Más adelante observaremos la clasificación que
propone Vilarnau (2001).
El segundo curso de traducción jurídica se imparte en cuarto año, es decir,
cuando los estudiantes ya tienen conocimientos sobre qué significa traducción
jurídica. Finalmente, en el curso de postgrado cabe resaltar que los estudian-
tes proceden de distintas titulaciones, por lo que se ha optado por ofrecer tres
itinerarios diferentes según los distintos estudios que les facilitan el acceso.
Para analizar de qué modo se pueden organizar los conocimientos en el
aula de traducción jurídica a lo largo de todo este itinerario, este artículo está
estructurado a partir de cuatro ejes: el texto jurídico como texto de especiali-
dad, el proceso de traducción, las herramientas y los recursos para la traduc-
ción jurídica, y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en
relación con la traducción jurídica.
La traducción implica una actividad que siempre está sujeta al texto original
desde varios puntos de vista. Por ello probablemente hablamos de traducción
especializada y no de traducción de textos de especialidad. De todas formas,
originales y traducciones mantienen una relación inestable: a veces porque el
texto original no existe y en otras ocasiones porque se ha ocultado intencio-
nadamente que se trata de una traducción y se finge que es un original.1 Esta
relación se impone también desde un punto de vista jurídico, y así si el texto
original se considera fruto de una actividad que genera derechos de propiedad
intelectual, las traducciones también generan estos derechos, como es el caso
94
de la traducción literaria. En cambio, si el texto original pertenece a un ámbi-
to que no los genera –como por ejemplo una carta comercial–, la traducción
tampoco. Pese a que esta perspectiva jurídica supedita al original la traducción
e incluso la propia naturaleza de la actividad, la tarea de traducir no es tan
diferente en todos estos casos, aun cuando, como veremos más adelante, la
estrategia de traducción, las técnicas utilizadas y la norma, o convención, que
estructura la actividad traductora sí que presentan algunas peculiaridades.
Son varias las clasificaciones que se han realizado de los lenguajes de
especialidad. Para definir eficazmente la comunicación jurídica, en el sentido
de Jakobson, tendremos en cuenta dos parámetros centrales de la comunica-
ción, relacionados con el proceso de traducción y con la enseñanza de dicho
proceso: el propio texto –que a su vez nos delimita la temática y nos permite
realizar una clasificación por géneros, donde podemos observar el grado de
abstracción para cada caso– y el contexto, como elemento también del proce-
so de comunicación descrito por Jakobson, o sea la realidad jurídica donde se
insertan los textos jurídicos, con lo cual contienen también información refe-
rencial.
Los textos jurídicos comparten ciertas características propias que los dis-
tinguen del resto de textos de especialidad y presentan algunas particularida-
des que inciden en el proceso de traducción. Estas características específicas
de los textos jurídicos repercuten, a su vez, en la formación de traductores de
este ámbito. Por la temática y dentro de los lenguajes de especialidad, consi-
deramos los textos jurídicos como textos técnicos con un grado de abstracción
bastante alto, que varía en función de los interlocutores participantes en el
proceso de comunicación y de la situación comunicativa.
Para determinar el grado de abstracción de los textos jurídicos, podemos
observar las variaciones según el género textual que establecemos a tal fin.
Šarčević (1997: 11) propone la siguiente clasificación de los textos jurídicos:
Esta clasificación nos sirve de base para ordenar los textos que queremos
que traduzcan nuestros alumnos según el grado de dificultad, pero también,
por la misma noción de género, podemos relacionar los textos en varias len-
guas en el proceso de documentación previo a la traducción tal y como vere-
mos más adelante.
95
La mayor dificultad en la formación de traductores de textos jurídicos
deriva de la distancia entre los contextos comunicativos donde se producen los
textos, o sea de los universos jurídicos que generan los textos. Para compren-
der el texto jurídico, nos es preciso entender el mundo que lo envuelve, su rea-
lidad, una realidad definida a partir de los ordenamientos jurídicos.
Tendremos que preparar metodologías de formación de traductores en función
de si las lenguas relacionadas por el proceso de traducción comparten univer-
so jurídico, es decir, según si forman parte de un mismo estado.2 Algo pareci-
do ocurre si participan en una misma organización internacional, como la
Unión Europea, o bien si se trata de textos que reflejan realidades jurídicas
diferentes.
Los textos jurídicos en catalán participan en buena parte del universo jurí-
dico de los textos redactados en castellano peninsular, mientras que la distan-
cia entre el contenido de los textos jurídicos en catalán y en otras lenguas
implica una dificultad añadida. Cuando traduzcamos del catalán al castellano,
o bien al revés, a pesar de la singularidad de los textos jurídicos en relación
con los otros lenguajes de especialidad, el proceso de traducción no es tan
diferente respecto a los casos en los que tenemos que traducir otros tipos de
texto técnico. Esto es, se trata de un tecnolecto determinado en tanto que hace
uso de una terminología y una fraseología específicas y tiene unas caracterís-
ticas textuales propias. Al mismo tiempo, la realidad, o contexto jurídico, es
prácticamente la misma. Es precisamente este hecho lo que acerca la traduc-
ción técnica y científica a la traducción jurídica entre el catalán y el castella-
no, en el contexto del Estado español, y entre el inglés y el francés, en el con-
texto de Canadá.
Asimismo, los traductores tienen que establecer correspondencias sobre el
contenido jurídico del texto original de una forma similar a como las estable-
ce el derecho comparado. Debemos subrayar, también, que no es lo mismo
preparar una traducción jurídica entre, pongamos por caso, un testamento en
inglés de EE.UU. que tenemos que traducir al catalán, que hacer un trabajo de
derecho comparado sobre el derecho de sucesiones en EE.UU. y en Cataluña.
En cualquier caso, estas divergencias no implican que no se deba realizar
un trabajo de documentación exhaustivo cuando traducimos. La diferencia
básica radica en el hecho de que el trabajo del traductor se centra en el texto
que tiene que traducir, mientras que el estudioso del derecho comparado ana-
liza las consecuencias jurídicas.
96
3. PROCESO DE TRADUCCIÓN
Una vez hemos definido el texto jurídico en tanto que objeto de la traduc-
ción posterior que debemos realizar, tenemos que establecer qué debemos
enseñar en la clase de traducción jurídica, es decir, qué competencias quere-
mos desarrollar y por medio de qué estrategias. Si creemos que es necesario
enfocar la docencia de forma que los estudiantes aprendan a aprender, ten-
dremos que partir de las habilidades que buscamos que adquieran los traduc-
tores para llevar a cabo una traducción jurídica de modo satisfactorio. Entran
ahora en juego un conjunto de destrezas (comprensión conceptual del texto
original, análisis de las funciones del texto, reformulación de la información
en la lengua de llegada, etc.), pero al ser el tema central de este artículo las
herramientas y los recursos necesarios para la formación de traductores de
textos jurídicos, nos centraremos en la importancia de la documentación, esto
es, en la búsqueda de información que nos debe permitir entender el texto y
traducirlo con éxito.
A través de la documentación podremos compilar la información sobre el
contenido del original.3 Al mismo tiempo, la búsqueda de otros documentos
paralelos en la lengua original nos permite observar la singularidad del docu-
mento a traducir, o las semejanzas con otros textos con un objeto jurídico
similar. Es en esta fase, pues, donde podemos comprobar la utilidad de las cla-
sificaciones por géneros textuales.
La documentación terminológica en la traducción jurídica supone también
ciertas singularidades, que son debidas a la dificultad de identificar la solución
terminológica pertinente, puesto que puede no haber equivalencia conceptual
entre los dos sistemas jurídicos. Tal es el caso de los nombres de ciertas ins-
tituciones (por ejemplo, de los tribunales), de algunas figuras del derecho, etc.
A menudo, cuando se pregunta a los estudiantes cuál es la mayor dificul-
tad a la que se enfrentan durante el proceso de traducción, tienden a respon-
der que la terminología es el escollo principal. Se debe entonces permitir que
reflexionen sobre esta respuesta, puesto que a menudo la dificultad es fruto de
la falta de comprensión del concepto. Por lo tanto, debemos hacer hincapié en la
finalidad de la documentación, en la adquisición de conocimientos sobre el
tema de la traducción.
3. Con todo, es bien cierto que en el contexto actual de Internet, tendemos demasiado a confiar
en este medio y nos olvidamos de que el propio texto actúa también de metalenguaje. Por
ejemplo, los contratos en inglés contienen definiciones e información sobre el propio contexto
jurídico (las leyes que regulan aquella práctica jurídica, por ejemplo).
97
También se debe llevar a cabo una búsqueda de documentación sobre la
misma situación comunicativa en lengua de llegada, concretamente en los dos
campos que hemos señalado para el contenido del original. De este modo
podemos discriminar las diferencias entre los dos sistemas jurídicos, unas
diferencias conceptuales y formales que nos obligarán a investigar también
sobre la norma en traducción.
Monzó (2002: 233) desarrolló el concepto de transgénero para la traduc-
ción jurídica para «hacer referencia a les regularidades y a las convenciones
propias de la traducción». Precisamente es aquí donde más se debería incidir,
puesto que los estudiantes de traducción tienen que reconocer cómo deben ser
los textos traducidos.
Dado que es en este último ámbito en el que menos información podemos
recoger, ya que difícilmente podremos contar con una base de textos traduci-
dos, tenemos que procurar maximizar los resultados. Nos fijaremos, pues, en
dos aspectos relacionados con la norma en traducción: por una parte, las con-
venciones que regulan la traducción jurídica y, por otra, las modalidades de
traducción de textos jurídicos que podemos identificar:
- traducción escrita;
- traducción audiovisual, e
- interpretación (simultánea y consecutiva).
98
4. HERRAMIENTAS Y RECURSOS PARA LA TRADUCCIÓN
ESPECIALIZADA
I. Programas de traducción
1. Procesadores de textos.
2. Herramientas de traducción asistida.
3. Herramientas de traducción automática.
4. Programas de autoedición.
5. Editores de HTML.
6. Herramientas de localización de software.
7. Programas de tratamiento de imágenes.
8. Otros formatos específicos.
II. Programas de apoyo a la traducción
1. Bases de datos.
2. Diccionarios y enciclopedias en disco óptico.
3. Navegadores.
4. Agentes inteligentes de búsqueda.
5. Hojas de cálculo.
6. Correctores ortográficos y gramaticales.
7. Programas de extracción de términos.
99
III. Programas para enviar y recibir documentos
1. Correo electrónico.
2. Programas de FTP.
3. Reconocimiento óptico de caracteres (OCR).
4. Reconocimiento de voz.
5. Fax.
IV. Programas accesorios a la traducción
1. Compresores.
2. Programas de cifraje.
3. Programas de chat y derivados
(ICQ, Netmeeting, Messenger, webchat, etc.)
4. Copiadoras de webs.
5. Control de descargas.
6. Programas para compartir archivos (P2P)
V. Programas generales
1. Antivirus.
2. Programas de gestión de privacidad.
3. Cortafuegos.
4. Grabadoras de CD-ROM.
5. Mantenedores del sistema operativo.
100
les; la utilización de los programas de reconocimiento de la voz, que actual-
mente ya empiezan a ser suficientemente sensibles, puede evitar el uso del
teclado e incrementar, por tanto, el número de palabras traducidas por minuto;4
los programas de gestión de privacidad y los antivirus pueden garantizar la
seguridad de los datos almacenados en el ordenador; o bien, los compresores
y las grabadoras de CD-ROM le pueden permitir optimizar la memoria del disco.
Por todo ello, nos centraremos ahora, sobre todo, en determinar cómo los
programas de las primeras dos categorías pueden mejorar el resultado del tra-
bajo de los traductores, y lo haremos desde una perspectiva didáctica. (Véase
también Pérez González, en este volumen, para una visión de su uso en la
investigación de la traducción jurídica.)
101
5.2. Bases de datos
102
Un navegador es un programa que lee documentos en HTML, pero, en lugar
de mostrarnos los códigos y las etiquetas […], los interpreta y muestra los
documentos con cursivas, negritas, imágenes, marcos, cuadros, etc.
[…]
Los buscadores son sitios web que tienen un motor de búsqueda que trabaja
con una base de datos de webs indexadas.
Una vez hemos discriminado las herramientas que nos permiten realizar
búsquedas documentales, debemos también asegurarnos de que los textos que
consultamos contienen un grado de fiabilidad alto. Como ello no resulta tan
fácil de discernir, en Sánchez Gijón (2003) se presenta una aplicación que a
través del análisis humano de unos parámetros predefinidos en una ficha per-
mite establecer el grado de fiabilidad del sitio web consultado.
Los campos son los siguientes:
103
identificar los siguientes datos: lengua, sitio, referencia de los datos, referen-
cia del receptor (según si es experto, semiexperto o lego), referencia del autor
(experto, semiexperto, lego), nombre del autor, características del sitio web
(creado por una institución de investigación, sitio personal, asociación), tipo
de contenido (noticia, artículo de divulgación, entrevista, glosario). También
permite combinar los campos para encontrar definiciones, documentar colo-
caciones y combinaciones de los elementos lingüísticos o segmentos de texto
donde aparece a menudo el término.
6. CONCLUSIONES
Como apunte final, sólo queda remarcar que la complejidad de los textos
jurídicos obliga a mantener la atención constante en las unidades de traduc-
ción más pequeñas sin olvidar su relación con la totalidad del texto y del con-
texto. En consecuencia, la formación en traducción es una actividad comple-
ja –tanto desde el punto de vista del enseñante como del aprendiz– que exige
el aprendizaje de los recursos que hemos presentado en este artículo.
Para evitar la dispersión a la que puede llevar el uso de algunas de las
herramientas comentadas (como las memorias de traducción) –y con la que se
corre el peligro de diluir el objetivo final de la traducción–, debemos integrar
la totalidad de los conocimientos necesarios en la formación de los traductores
de esta especialidad, y enseñar a los estudiantes a gestionarlos en un entorno
cada vez más mediatizado por las herramientas informáticas. Debemos pro-
curar que estos conocimientos y estas herramientas actúen en todo caso a
favor de la traducción y que lo instrumental no supere en relevancia o dificul-
tad a la auténtica finalidad del proceso, que es la traducción misma. Por todo
ello tenemos que seguir buscando una metodología de enseñanza más pro-
ductiva y adaptarla a los nuevos progresos sociales.
BIBLIOGRAFÍA
104
— (2005): «Investigar con los profesionales: colaboraciones de investigación-
acción» en E. MONZÓ y A. BORJA (ed.) (2005): La traducción y la inter-
pretación en las relaciones jurídicas internacionales, Castelló de la Plana,
Universitat Jaume I, pp. 153-169.
PÉREZ GONZÁLEZ, L. (2005): «Aportaciones de las nuevas tecnologías a la
investigación en el ámbito de la traducción jurídica» en E. MONZÓ y A.
BORJA (ed.) (2005): La traducción y la interpretación en las relaciones
jurídicas internacionales, Castelló de la Plana, Universitat Jaume I, pp.
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SÁNCHEZ-GIJÓN, P. (2003): Els documents digitals especialitzats: utilització
de la lingüística de corpus com a font de recursos per a la traducció espe-
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Interpretació, Universitat Autònoma de Barcelona.
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VILARNAU, J. (2001): La tradumàtica. Delimitació conceptual i importància
en el procés de formació del traductor [trabajo de investigación],
Barcelona, Departament de Traducció i d’Interpretació, Universitat
Autònoma de Barcelona.
105
¿CUÁNTO DERECHO DEBE SABER
EL TRADUCTOR JURÍDICO?
ROBERTO MAYORAL ASENSIO
Universidad de Granada
107
original. Tanto para deducir el significado documental como el jurídico es
necesario saber derecho, aunque en diferentes proporciones. Para deducir el
significado jurídico hace falta un conocimiento elevado y activo del derecho,
que normalmente sólo corresponde a juristas y que la cultura jurídica atribuye
de forma exclusiva a legisladores y jueces, aunque los abogados lo practiquen
habitualmente. El uso activo de conocimientos de derecho para la deducción
del significado documental (2) sería un campo de negociación y de conflicto
entre jueces y administradores por un lado y traductores por otro. La línea roja
que separe las competencias de unos y otros está por trazar e incluso es posible
que cierto solapamiento resulte inevitable.
108
todos los enigmas y contradicciones que plantea la traducción de documentos
jurídicos a los meramente traductores.
La gran paradoja sería que a este profesional capacitado se le impediría
poner en efecto todas sus capacidades, pues su papel de traductor le impediría
invadir campos ajenos. Además, se agravaría una de las contradicciones más
claras entre el ejercicio del derecho y el ejercicio de la traducción jurídica: el
jurista con frecuencia tiene que interpretar los documentos de acuerdo con los
intereses de su cliente, mientras que el traductor de documentos jurídicos está
sujeto a una exigencia de verdad que le impide tomar partido. Un traductor-
jurista ha de enfrentarse inevitablemente a dos culturas profesionales distintas
y, en algunos aspectos, contradictorias.
1. Con posterioridad a la redacción de este trabajo conocemos que Cristina Valderrey ha leído
en Salamanca en 2002 la tesis doctoral titulada Análisis descriptivo de la traducción jurídica
(inglés-español). Aportes para una mayor sistematización de su enseñanza; nos congratula-
mos por ello.
109
como el derecho civil; el penal y el administrativo; que hay ramas del derecho
que son instrumentales y transversales, como es el caso de las ramas procesa-
les; que hay ramas del derecho cuyo conocimiento resulta accesorio para el
traductor (la situación puede ser muy distinta para el estudioso de la traducción),
como la historia del derecho; que las ramas muy específicas del derecho ten-
drán un interés importante tan sólo para los traductores muy especializados
(derecho financiero, derecho internacional público, derecho romano, etc.), que
se producirá cierto solapamiento entre ramas distintas del derecho, etc.
4. UN CONOCIMIENTO CONDICIONADO
110
ñando diferentes contenidos, con diferentes interpretaciones, de forma asiste-
mática y sin estar dotados de una pedagogía del derecho. ¿Se solucionaría el
problema si nuestros estudiantes de traducción estudiaran derecho en las mis-
mas aulas que los estudiantes de derecho? Aunque así se hace a veces, creo
que se trata de una aberración pedagógica (por el argumento anteriormente
expuesto de la diferencia entre el derecho que necesita el mediador lingüísti-
co y el que necesita el jurista y también por la habitual inexistencia de activi-
dades de formación relacionadas con el derecho de otros países). Estudiar en
las aulas de la facultad de derecho plantea al aprendiz de traductor exigencias
excesivas y carentes de sentido para su formación. El que quiera saber tanto
derecho como un abogado, que curse la carrera de derecho hasta obtener su
licenciatura.
5. CONCLUSIÓN
111
LA TRADUCCIÓN JURÍDICA, JURADA
Y JUDICIAL: ASPECTOS TEÓRICOS,
METODOLÓGICOS Y PROFESIONALES
EMILIO ORTEGA ARJONILLA1
Universidad de Málaga
1. INTRODUCCIÓN
113
remos decir cuando hablamos de traducción científica, técnica, audiovisual,
literaria, jurídica o económica. Nos referimos, claro está, a textos de natura-
leza científica, técnica, audiovisual, literaria, jurídica o económica que son
objeto de traducción de una lengua A (lengua del texto original) a una lengua
B (lengua del texto meta).
No obstante, la realidad se complica, incluso desde una perspectiva tra-
ductológica, cuando nos referimos a realidades profesionales híbridas.
¿Dónde colocamos la traducción jurada? ¿Diríamos que se trata de un tipo de
traducción jurídica porque el texto traducido adquiere un cierto valor legal?
Entonces, en este caso habremos de desplazar la catalogación de la dimensión
temática clásica de la traductología (basada en la naturaleza del texto) al
ámbito del valor que adquiere ese documento una vez traducido.
Posiblemente esta sea la solución, sin embargo, la realidad profesional en el
ámbito de la traducción jurada y de la traducción judicial rebasa con mucho
estas acotaciones temáticas, típicas y sumamente útiles desde una perspectiva
pedagógica de la traducción. Veamos por qué.
114
este texto. Por el contrario, en el caso de un artículo especializado de una
revista de derecho el autor del mismo es visible. Se sabe quién ha escrito el
texto y éste, al igual que el autor de una novela o de un manual universitario
de bioquímica, se responsabiliza de todo lo que ahí pone y de la forma en que
lo ha redactado.
He aquí una segunda diferencia entre traducción jurídica, jurada y judicial.
La traducción jurídica no siempre conlleva un valor legal asociado al resulta-
do del ejercicio práctico de traducción. Nadie pone en duda que una ley tra-
ducida de una lengua a otra pierde todo su valor normativo para convertirse en
un documento informativo sobre el contenido de esa ley en la lengua y en el
sistema jurídico en el que originalmente fue redactada. Por otro lado, la tra-
ducción de artículos universitarios de derecho no difiere sustancialmente de la
traducción de artículos universitarios de historia o de sociología. En ambos
casos, la traducción es una propuesta entre otras que no compromete al autor
de ésta más allá de las obligaciones que se desprenden de su deontología pro-
fesional. Por el contrario, la traducción jurada y la traducción judicial sí que
comprometen al autor de la traducción. Sus errores pueden ser objeto de
denuncia y, en su caso, de reparación por vía judicial.
Por último, nos encontramos con un factor que determina la distinción
entre traducción jurídica, jurada y judicial: la subordinación del valor de la
traducción a la presencia del documento original. La traducción de un docu-
mento jurídico (ley, reglamento, código, etc.) o de un artículo o manual de
derecho no requiere necesariamente de la presencia del original para su publi-
cación. Otra cosa muy distinta ocurre con la traducción jurada y con la tra-
ducción judicial: la traducción ha de ir acompañada en documento anexo de
una copia del original y en determinados casos el traductor puede ser interpe-
lado para que dé cuentas de las decisiones de traducción adoptadas. Por tanto,
en el caso de la traducción jurada, su valor legal está supeditado o subordina-
do a la presencia del original, mientras que en la traducción jurídica esto no
ocurre, excepción hecha de los documentos legales que se corredactan en
organismos internacionales, de los cuales nos ocuparemos a continuación.
He aquí, por tanto, una tercera diferencia entre traducción jurídica, jurada
y judicial. La traducción jurídica se rige por los mismos criterios que los
demás ámbitos especializados de traducción, mientras que la traducción jura-
da y la traducción judicial requieren de la presencia del original para ser con-
sideradas como válidas. Por otro lado, como hemos expuesto más arriba, la
traducción jurada y judicial pueden ser objeto de revisión y el traductor se res-
ponsabiliza de las decisiones adoptadas en el proceso de traducción atenién-
dose a reclamaciones o reparaciones de sus errores, llegado el caso, por vía
judicial.
115
Como apuntábamos más arriba, la corredacción de documentos legales en
organismos internacionales merece una mención aparte. En este caso, dada la
naturaleza supranacional de los organismos que acuerdan estas leyes, conve-
nios, tratados, reglamentos, etc., el texto resultante de la traducción adquiere
el mismo valor que el original del que se parte para llevar a cabo el proceso
translativo. En resumidas cuentas: una vez finalizado el proceso de traducción,
todas las versiones lingüísticas tienen el mismo valor legal, todas ellas fun-
cionan, a todos los efectos, como documentos originales.
Existen muchos ejemplos a este respecto:
He aquí, por último, una cuarta diferencia entre traducción jurídica, jura-
da y judicial. Cuando se trata de documentos jurídicos internacionales el valor
de las versiones lingüísticas elaboradas a partir del original pueden adquirir
un valor que oscila entre valor igual para todas las versiones o valor jerár-
quico en el que unas versiones se consideran originales y otras versiones tra-
ducidas con valor meramente informativo.
116
del documento traducido. Para ello el traductor se vale de algunos elementos
paralingüísticos:
- Encabezamiento.
- Traducción.
- Notas aclaratorias (si fuesen necesarias).
- Fórmula fedataria.
- Firma, fecha y sello del traductor jurado.
- Visé.
- Anexo con copia del original objeto de traducción.
117
2.3. La traducción judicial: un tipo de traducción cercano
a la traducción jurídica y jurada
118
mente en la traducción jurada) forma parte, como cualquier documento
original, de ese sumario.
119
a) ÁMBITO JURÍDICO
120
Es por ello por lo que, basándonos fundamentalmente en la realidad pro-
fesional, proponemos una tipología de documentos propios de la traducción
jurídica, jurada y judicial dejando patente que, según los casos, la traducción
de un determinado tipo de documento puede ser, indistintamente, objeto de
traducción jurídica, jurada y judicial.
TABLA 1
Propuesta de tipología de documentos que son objeto
de traducción jurídica, jurada o judicial
TRADUCCIÓN TRADUCCIÓN TRADUCCIÓN
TIPO DE TEXTO JURÍDICA JURADA JUDICIAL
GENERAL
Documentos personales (agenda, NO NO / SÍ* SÍ
diario, facturas, etc.)
DOCUMENTOS DE NATURALEZA
JURÍDICA Y/O ADMINISTRATIVA
(distintos niveles de especialización)
Comisión rogatoria (civil o penal), SÍ SÍ SÍ
exhorto, auto, providencia, práctica
de una prueba
Documentos civiles o de derecho de SÍ SÍ SÍ
familia (actas de nacimiento, defun-
ción, contrato de matrimonio, acuer-
dos de separación y/o divorcio, etc.)
Documentos académicos NO SÍ SÍ
DOCUMENTOS DE NATURALEZA HÍBRIDA
(distintos niveles de especialización)
Libros o artículos de derecho SÍ NO NO
(manuales universitarios, artículos
para revistas especializadas, etc.)
Documentos contractuales y SÍ SÍ NO / SÍ*
documentos notariales
Documentos mixtos (jurídico- SÍ SÍ NO / SÍ*
informáticos, médico-legales, etc.)
Transcripción de cintas y NO NO / SÍ* SÍ
traducción posterior
Informes lingüísticos NO NO / SÍ* SÍ
Informes periciales (técnicos, NO NO / SÍ* SÍ
científicos, grafológicos, etc.)
121
Como podemos apreciar en esta propuesta de tipologización, no resulta fácil
en muchos casos deslindar cuándo realizamos traducción jurídica, jurada o judi-
cial; de ahí la confusión conceptual que en más de una ocasión acompaña a los
trabajos de investigación sobre este ámbito traductológico. Será, a nuestro modo
de ver, el encargo el que determine qué tipo de actuación se requiere del traductor.
122
DOCUMENTOS DE NATURALEZA
JURÍDICA Y/O ADMINISTRATIVA
(distintos niveles de especialización)
Comisión rogatoria (civil o penal), Administración Administración Administración
exhorto, auto, providencia, práctica de Justicia de Justicia de Justicia
de una prueba remitente (remitente o
NO RELEVANTE receptora,
PARA LA según los
TRADUCCIÓN casos)
Documentos civiles o de derecho de Administración El interesado El interesado
familia (actas de nacimiento, defun- NO RELEVANTE Administración El titular del
ción, contrato de matrimonio, acuer- PARA LA de Justicia documento
dos de separación y/o divorcio, etc.) TRADUCCIÓN Otros Organism. Administración
Oficiales del de Justicia
Estado
Documentos académicos Administración El interesado El interesado
NO RELEVANTE Un centro El titular del
PARA LA educativo documento
TRADUCCIÓN (Universidad, Administración
Centro de u organismo
Investigación, oficial
etc.)
Administración
DOCUMENTOS DE NATURALEZA HÍBRIDA
(distintos niveles de especialización)
Libros o artículos de derecho Experto en la Experto en la Empresa
(manuales universitarios, artículos materia materia Editorial
para revistas especializadas, etc.) PUEDE SER
RELEVANTE
PARA LA
TRADUCCIÓN
123
Transcripción de cintas y Los intervi- Administración Administración
traducción posterior nientes en la de Justicia de Justicia
grabación Ministerio de
(generalmente Interior
no deseada)
RELEVANTE
PARA LA
TRADUCCIÓN
124
TABLA 3
Análisis de factores que intervienen en el proceso
de traducción jurídica, jurada y/o judicial (2)
TEXTO META TM AUTOR RECEPTOR PRESENTACIÓN
TIPO DE TEXTO DEL TM DEL TM DEL TM
GENERAL
Documentos personales (agenda, Traductor Administración (DEPENDE)
diario, facturas, etc.) Jurado de Justicia Maquetación
Traductor de la Partes implica- simple con
Administración das en un pro- procesador de
de Justicia ceso judicial texto
Traductor Presentación
Jurado ocasional propia de la
traducción
jurada
DOCUMENTOS DE NATURALEZA
JURÍDICA Y/O ADMINISTRATIVA
(distintos niveles de especialización)
Comisión rogatoria (civil o penal), Traductor Administración Formularios
exhorto, auto, providencia, práctica Jurado de Justicia al uso
de una prueba Traductor de la Partes implica- Presentación
Administración das en un pro- propia de la
de Justicia ceso judicial traducción
Traductor jurada
Jurado ocasional (DEPENDE)
Documentos civiles o de derecho de Traductor El interesado Presentación
familia (actas de nacimiento, defun- Jurado Administración propia de la
ción, contrato de matrimonio, acuer- Traductor de la de Justicia traducción
dos de separación y/o divorcio, etc.) Administración Otros Organism. jurada
de Justicia Oficiales del * Para la
Traductor Estado Administración
Jurado ocasional de Justicia
(DEPENDE)
Documentos académicos Traductor El interesado Presentación
Jurado Administración propia de la
Traductor de la de Justicia traducción
Administración Administración jurada
de Justicia educativa * Para la
Traductor Administración
Jurado ocasional de Justicia
(DEPENDE)
125
DOCUMENTOS DE NATURALEZA HÍBRIDA
(distintos niveles de especialización)
Libros o artículos de derecho Especialista Experto en la Depende del
(manuales universitarios, artículos en traducción materia encargo y de
para revistas especializadas, etc.) Especialista la forma de
en derecho trabajo de la
Editorial
Documentos contractuales y Traductor Los interesados Presentación
documentos notariales Jurado Empresa propia de la
Traductor de la Administración traducción
Administración jurada
de Justicia * Para la
Traductor Administración
Jurado ocasional de Justicia
(DEPENDE)
Otras formas
de presenta-
ción (depende
del objeto del
encargo)
Documentos mixtos (jurídico- Traductor Los interesados Generalmente
informáticos, médico-legales, etc.) Jurado Empresa presentación
Traductor de la Administración propia de la
Administración traducción
de Justicia jurada
Traductor
Jurado ocasional
Transcripción de cintas y Traductor Administración Generalmente
traducción posterior Jurado de Justicia presentación
Traductor de la propia de la
Administración traducción
de Justicia jurada
Traductor
Jurado ocasional
Informes lingüísticos Traductor Administración Generalmente
Jurado de Justicia presentación
Traductor de la propia de la
Administración traducción
de Justicia jurada
Traductor
Jurado ocasional
Informes periciales (técnicos, Traductor Administración Generalmente
científicos, grafológicos, etc.) Jurado de Justicia presentación
Traductor de la propia de la
Administración traducción
de Justicia jurada
Traductor
Jurado ocasional
126
A la vista de este análisis pormenorizado de casos de traducción jurídica,
jurada y/o judicial hemos podido comprobar que la casuística es amplia y
compleja. El encargo de traducción y el cliente pueden solicitar una actuación
muy diversa, según los casos, y el traductor ha de estar preparado y dispuesto
para adaptarse a las exigencias del guión.
a) En España
- INTÉRPRETE JURADO. Recibe el nombramiento del Ministerio de Asuntos
Exteriores.
- TRADUCTOR JURADO OCASIONAL. Recibe el nombramiento de un juez
para intervenir durante un tiempo limitado en calidad de intérprete jurado.
- TRADUCTOR DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. Actúa de oficio desde
la Administración de Justicia a requerimiento de la autoridad judicial
competente, normalmente un juez.
- TRADUCTOR JURÍDICO Y ECONÓMICO FREE LANCE. Normalmente se trata de
un experto en traducción, aunque también existen casos de expertos en
economía y o derecho con aptitudes para la traducción. Se dan otras oca-
siones en las que estos traductores no son autónomos sino que trabajan
dentro de una empresa, bufete o editorial.
b) En Europa
- TRADUCTOR JURÍDICO DE LA UE. Se trata de un funcionario de las institu-
ciones europeas que ejerce sus funciones de traducción dentro de un
organismo internacional de la UE (Comisión Europea, Consejo de la
Unión, Comité Económico y Social, Tribunal de Justicia de la UE, etc.).
127
- TRADUCTOR JURÍDICO PARA LA UE. El aumento del número de lenguas ofi-
ciales y del volumen de traducción ha provocado la creación del SdT de
Luxemburgo, que concede licitaciones a traductores externos a los ser-
vicios de traducción de la UE. Entre estas licitaciones nos encontramos,
en ocasiones, con documentos de naturaleza jurídica y/o económica.
- JURISTA-LINGÜISTA. Es un experto en derecho y en traducción que revisa
las traducciones jurídicas antes de su publicación definitiva. Son fun-
cionarios de las instituciones europeas y trabajan en coordinación con
los diversos servicios de traducción y con los representantes políticos
nacionales y/o comunitarios.
- Categoría profesional;
- Situación administrativa;
- Ámbito de actuación;
- Vías de acceso (a esa categoría profesional);
- Formación requerida (para acceder a esa categoría profesional), y
- Tipo de pruebas (si las hubiera).
TABLA 4
Tipología de profesionales que intervienen en la realización
de traducciones jurídicas, juradas y/o judiciales
CATEGORÍA SITUACIÓN ÁMBITO DE VÍAS DE FORMACIÓN TIPO DE
PROFESIONAL ADMINISTRATIVA ACTUACIÓN ACCESO REQUERIDA PRUEBAS
Intérprete Nombramiento Nacional Examen anual Para el examen Para el examen
Jurado (nom- permanente o nombra- (bachillerato) Traducción
bramiento del (traductor miento directo Para el directa
Ministerio de autónomo) a licenciado nombramiento Traducción
Asuntos en traducción directo inversa
Exteriores) e interpreta- (licenciado en Prueba oral
ción traducción e
interpretación)
El requerimiento
de bachillerato
puede ser
susceptible de
modificación
128
Traductor Nombramiento Nacional o Nombramiento Normalmente No consta
jurado ocasio- temporal Internacional por parte licenciado
nal (nombra- del juez universitario
miento por como perito
parte del juez) lingüístico en
un proceso
Traductor de la Personal Local Oposición Bachillerato Prueba General
Administración laboral de la (nombrado en (puede ser (Organización
de Justicia Administración una Audiencia susceptible de Judicial espa-
de Justicia Provincial modificación) ñola,
para ejercer en Constitución y
ella) Estatuto de los
Trabajadores)
Prueba especia-
lizada (una o
varias combina-
ciones lingüís-
ticas)
Traducción
directa
Traducción
inversa
Traductor Traductor Local, nacional Depende (en Licenciado No consta
jurídico y autónomo o internacional ocasiones universitario
económico (Editorial, prueba de
(free lance) empresa, traducción o
auditoría, evaluación
bufete de de CV)
economistas o
abogados,
etc.)
Traductor Funcionario Local Oposición Licenciado Traducción
jurídico de la de la UE (Bruselas o universitario directa (varias
UE (Consejo, Luxemburgo) combinaciones
Parlamento, lingüísticas)
Consejo
Económico y
Social,
Tribunal de la
UE)
129
6. CONSIDERACIONES FINALES
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131
APORTACIONES DE LAS NUEVAS
TECNOLOGÍAS A LA INVESTIGACIÓN
EN EL ÁMBITO DE LA TRADUCCIÓN
JURÍDICA
LUIS PÉREZ GONZÁLEZ
Universidad de Manchester
133
- Las TIC han contribuido decisivamente a socializar y colectivizar la labor
del traductor, erigiéndose en elemento imprescindible para la gestión de
los grandes proyectos, cada vez más numerosos en la economía de merca-
do y en un entorno económico internacional dominado por grandes cor-
poraciones multinacionales;
- Las TIC se han convertido en un asistente indispensable para la traducción
de los nuevos formatos multimedia que ellas mismas han generado e
impuesto en nuestra vida personal y profesional;
- En último término, estas mismas TIC han aumentado la productividad del
traductor hasta el punto de que (i) algunos profesionales han convertido su
competencia tecnológica en una baza para realzar su competitividad res-
pecto a otros profesionales y (ii) los clientes procedentes del ámbito cor-
porativo presionan cada vez con mayor intensidad para reducir las tarifas
de traducción de forma directamente proporcional al esfuerzo supuesta-
mente menor que realiza el nuevo traductor de la Sociedad de la
Información.
Como es bien conocido, el proceso que hemos revisado en las líneas ante-
riores no ha estado exento de una justificada suspicacia por parte de los tra-
ductores. En un reciente artículo sobre la convergencia entre los factores
humano y tecnológico en el ámbito de la traducción profesional, Rico (2003)
resume de forma sistemática algunos de los lugares comunes a los que han
recurrido los profesionales más beligerantes en sus escritos sobre esta cues-
tión. Aun a riesgo de aportar una visión excesivamente simplista de su expo-
sición, podríamos decir que su aproximación a la divergencia entre el factor
humano y el tecnológico gira en torno a tres ejes básicos:
134
A pesar de todas las deficiencias enumeradas anteriormente, las múltiples
ventajas que ha reportado el uso de las TIC han servido para facilitar su acep-
tación por parte de amplios sectores de la profesión. En los últimos años
hemos asistido a la consolidación de líneas de investigación específicas con
innovadoras denominaciones (tal es el caso, por ejemplo, de tradumática) y a
la proliferación de publicaciones especializadas sobre la contribución de las
TIC a la traducción de textos referentes a distintos ámbitos profesionales. En
la era de la tradumática, tanto las revistas publicadas por y para las industrias
de la lengua como las monografías y publicaciones periódicas elaboradas por
miembros del colectivo académico de la traducción analizan y ejemplifican
las aportaciones de las TIC a la traducción de textos multimedia, científico-téc-
nicos, médicos o financieros. Además de las especialidades más creativas de
la traducción –como puedan ser la de textos literarios o publicitarios– solo una
de las grandes líneas curriculares de los programas de formación universitaria
en traducción o campo de especialización profesional parece mantenerse
ajena al debate sobre las bondades de la tecnología: la traducción jurídica. En
la siguiente sección, pretendemos precisamente analizar cuáles son los moti-
vos para que los traductores jurídicos se hayan mostrado hasta el momento
relativamente más renuentes a explorar las nuevas posibilidades que brindan
las TIC aplicadas a la traducción.
135
La traducción jurídica ha participado plenamente de esta heterogeneidad
metodológica. Así, los numerosos especialistas interesados en la traducción
jurídica desde la óptica del paradigma lingüístico han definido esta área de
especialidad por analogía con el modo en que este enfoque ha concebido todo
tipo de traducción. Así, desde el punto de vista del paradigma lingüístico
(Schwarz, 1977: 47):
136
en otros campos técnicos, la correspondencia entre los términos y los con-
ceptos, constructos o referentes a los que aquéllos designan varía en cada len-
gua. En el caso de determinadas combinaciones lingüísticas, como el
inglés/español, los estudios publicados sobre las técnicas y conocimientos
requeridos para ejercer la traducción jurídica han rozado el umbral del esote-
rismo y surtido un efecto decididamente disuasorio entre los no familiariza-
dos con todas las variables en juego.
Sin embargo, a medida que la traducción jurídica ha ido alcanzando mayo-
res cotas de visibilidad dentro del panorama de la educación universitaria,
hemos asistido a la aparición de enfoques de carácter más pragmático e inte-
grador, de modo que ya no sorprende en absoluto encontrarnos con plantea-
mientos que definen la traducción jurídica como la producción de «a functional
text in a linguaculture target text that is needed for specific communicative
purposes by processing the information given in a previous text in a different
linguaculture source text» (Wagner, 2003: 177). La necesidad de desarrollar
estrategias pedagógicas que permitan a un estudiante con escasos conoci-
mientos jurídicos enfrentarse a la traducción de este tipo de textos con una
mínima solvencia tras un breve periodo de formación ha contribuido a la pro-
liferación de protocolos de actuación cuyas prioridades se presentan ahora
como variables.
Como pone de manifiesto Mayoral (2002) en su revisión de los distintos
modelos propuestos en los últimos años para traducir textos jurídicos, el gran
número de parámetros que definen cada encargo de traducción (como, por
ejemplo, el fin del texto traducido, el contenido o género del texto, las cir-
cunstancias que afectan al traductor o al cliente) «no encuentran correspon-
dencia biunívoca en un concepto de traducción jurídica» (2002: 10). En otras
palabras, la coexistencia de distintos modelos que pretenden explicar la sin-
gularidad de la traducción jurídica a partir de nociones como la «equivalencia
funcional», la «función del texto» o el «género textual» lleva a Mayoral a
cuestionar la idoneidad del concepto de traducción jurídica y argumentar que
«parece más razonable buscar la forma de traducir en la discusión de los pro-
blemas de traducción, aunque el ámbito de estos problemas no sea un tipo de
texto» (2002: 13). Así, aunque cada uno de los modelos anteriores sirva para
hacer frente a determinadas dificultades de traducción jurídica en circunstancias
concretas, la praxis de la traducción jurídica no puede asociarse con una serie
de estrategias y técnicas de traducción específicas solo de esta especialidad.
A falta de un conocimiento más sistemático de la interacción entre opcio-
nes de traducción disponibles y decisiones de traducción adoptadas en cada
caso, la traducción jurídica, al igual que otras especialidades, se reduce a la
aplicación de determinadas técnicas de traducción para la resolución de difi-
137
cultades de interpretación y codificación interlingüística en el marco definido
por la convergencia de una serie de parámetros específicos. Al cuestionarse la
existencia de una correlación estricta entre el concepto de traducción jurídica
y la puesta en práctica de estrategias distintivas de esta especialidad, la rele-
vancia de las nuevas tecnologías para el ejercicio de la traducción jurídica
resulta tan fácil o difícilmente rebatible a priori como para el resto de espe-
cialidades. Y si esa correlación unívoca se pone en tela de juicio en el caso de
los textos más evidentemente jurídicos –a saber, aquéllos relacionados con la
disciplina del derecho (Borja, 2000)–, todavía resulta más difícil de mantener
en el caso de otros textos más tangencialmente jurídicos, a saber: (i) textos
con referencias a campos temáticos que se infiltran en textos legales y (ii) tex-
tos sin contenido legal que deben surtir efectos jurídicos y en los que no siem-
pre es el aspecto jurídico el que plantea más problemas para el traductor, sino
más bien determinadas descripciones técnicas. Éste es el caso, por ejemplo,
de un exhorto: un juez británico pide la extradición de un delincuente preso
en España. El documento comenzará con una corta introducción de corte jurí-
dico penal y finalizará con una conclusión perteneciente al mismo lenguaje de
especialidad. Sin embargo, la parte central del documento expondrá las moti-
vaciones por las que se requiere al prisionero y, en muchos casos, éstas pue-
den ser de cualquier tipo, desde el uso de documentos falsificados –lo que
podría requerir una explicación de la técnica de falsificación empleada– hasta
el empleo de un determinado tipo de arma –cuyas características técnicas tam-
bién pueden ser objeto de explicación en el documento.
A tenor de lo anteriormente expuesto, las TIC pueden, al menos en princi-
pio, resultar de tanta utilidad para la traducción de textos jurídicos como de
documentos pertenecientes a otras especialidades. Sin embargo, en este punto
cabe plantearse dos nuevos interrogantes: ¿En qué etapa del proceso de tra-
ducción resulta más productiva su utilización? ¿Qué tipo de herramienta espe-
cífica es más idónea para llevar a cabo cada tarea?
138
el que los traductores desarrollan su actividad y, por extensión, del tipo y varie-
dad de herramientas informáticas que intervienen en el desempeño de su labor.
Uno de los colectivos profesionales más singulares a estos efectos es el de
los traductores de grandes instituciones internacionales (Bonet, 2003). Por
razones obvias, la pertenencia del traductor a un engranaje tan complejo como
el de estas organizaciones multilaterales obliga al profesional a integrar en su
trabajo diario una serie de aplicaciones informáticas de gran sofisticación que
(i) garantizan la consistencia terminológica con trabajos realizados anterior-
mente y afines al que tiene entre manos en ese momento; (ii) contribuyen a
una gestión más eficiente de esa traducción respecto a la que pueda estar rea-
lizándose de ese mismo documento de partida al resto de lenguas oficiales;
(iii) permiten al traductor gestionar su proyecto de traducción a través de una
interfaz que brinda información logística y acceso directo a distintas fuentes
de información y referencia.
Si bien a menor escala, los condicionantes enumerados anteriormente también
resultan relevantes en el caso de los traductores de plantilla que desarrollan su
actividad en empresas de servicios lingüísticos. La externalización de traduc-
ciones por parte de las mismas instituciones a las que aludíamos anterior-
mente y la creciente globalización de las actividades económicas –con la con-
siguiente proliferación de documentación corporativa de volumen considerable
relacionada con las actividades profesionales más diversas– han obligado a las
empresas de servicios lingüísticos a incorporar las herramientas informáticas
más diversas como principios rectores de su organización interna. Las TIC
reportan ventajas evidentes para (i) la gestión de grandes proyectos colectivos,
tanto en la fase de distribución de las tareas entre los traductores participantes
como en la de control de la calidad y consistencia terminológica y estilística
del proyecto final y para (ii) la comunicación entre los propios miembros de
la plantilla, así como entre éstos y los traductores autónomos que prestan sus
servicios para la empresa en calidad de colaboradores. Sin embargo, la apor-
tación fundamental de las TIC a este tipo de ámbito profesional es la posibilidad
que brinda de optimizar los recursos y referencias disponibles, reutilizar en
mayor o menor medida el trabajo realizado en el pasado y subordinar la ges-
tión de cada nuevo proyecto de traducción a la consecución de la máxima pro-
ductividad. La explotación del valor añadido que supone el uso de las TIC en
una estrategia comercial dirigida a potenciar la competitividad profesional
mediante, por ejemplo, la reducción de las tarifas, es una de las principales
consecuencias de la llegada de las herramientas informáticas al sector (Rico,
2002).
El tercer y último gran colectivo profesional es el de los traductores autó-
nomos. Evidentemente, el grado de penetración de las distintas herramientas
139
informáticas en las estaciones de trabajo de los traductores se sigue viendo
obstaculizado, además de por el escepticismo de los traductores jurídicos
sobre la utilidad de las TIC para su trabajo, por la inversión económica que
requiere su adquisición y la formación necesaria para poder explotar eficaz-
mente la herramienta en cuestión. En gran medida, la permeabilidad de cada
profesional al uso de las herramientas informáticas depende del tipo de encar-
gos más frecuentes a los que debe enfrentarse en su actividad laboral diaria y
de la ponderación de clientes directos respecto a empresas intermediarias den-
tro de su cartera de clientes. Así, un profesional autónomo que traduzca con
asiduidad ciertos tipos de documentos a través de una empresa de servicios
lingüísticos puede verse obligado a invertir en la compra, por ejemplo, de la
memoria de traducción impuesta por la empresa, bien porque la memoria uti-
lizada para la gestión del proyecto permita a esta última seguir alimentando
sus bancos electrónicos de textos traducidos (aumentando con ello su rendi-
miento empresarial futuro), bien porque la memoria en cuestión sea la principal
herramienta de trabajo en el organismo al que, en último término, va dirigida
la traducción.
Evidentemente, la mayor o menor inversión que un traductor autónomo
decida o no realizar en la adquisición de herramientas informáticas específi-
cas deberá venir precedida de un detallado análisis de las propias necesidades,
el cual no puede llevarse a cabo sin conocer, siquiera de forma somera, qué
aportan las TIC al trabajo del traductor. Para contribuir a aumentar la informa-
ción al respecto, los próximos apartados de esta sección presentarán las apli-
caciones informáticas más relevantes para el traductor jurídico en cada una de
las etapas del proceso de elaboración de una traducción jurídica, tal y como
éste aparece descrito y formalizado en Borja y Hurtado (1999: 158): el antes,
el durante y el después de la traducción. La tabla 1 que incluimos a continuación
resume de forma adaptada las claves principales de cada una de estas etapas
aunque, por razones de espacio, nuestra exposición se limitará a las dos pri-
meras etapas del proceso.
TABLA 1
El proceso de realización de la traducción jurídica
según Borja y Hurtado (1999)
ETAPA DESCRIPCIÓN OBJETIVO TAREAS
ANTES Lectura Resolver - Recopilación de textos paralelos en
previa: dificultades: archivos personales o en otras
Determinar - Sobre campo fuentes de documentación
necesidades de temático - Recopilación de textos similares en
documenta- - Sobre archivos personales o en otras
ción terminología fuentes de documentación
140
DURANTE Buscar desde Conseguir la - Análisis de la macroestructura del
el principio el mayor adapta- género al que pertenece el texto
respeto de las ción del texto - Análisis de la fraseología y
convenciones traducido a la fórmulas acuñadas del género al
del género comunidad que pertenece el texto
receptora
DESPUÉS Aplicación de Garantizar - Revisión de estilo y coherencia
los protocolos la máxima - Revisión interna (cifras, nombres
de control de calidad del propios, fechas, formato, etc.)
calidad producto final - Incorporación de la traducción al
internos o y aprender sistema de archivos para su
externos del trabajo posterior recuperación
realizado - Inclusión en glosarios propios de
términos y fraseología nueva
141
cas destinadas a facilitar la resolución de las dificultades terminológicas inhe-
rentes a todo proceso de traducción: los sistemas de gestión terminológica.
Aunque las primeras versiones de estos programas datan de la década de los
sesenta, el uso de estos sistemas –cuyo objetivo es el de (i) facilitar un acceso
rápido a las correspondencias terminológicas que el profesional haya podido
ir creando y documentando durante años de trabajo, (ii) incorporar informa-
ción útil sobre el uso de las mismas y (iii) actualizar los datos almacenados
cuando resulte oportuno– se ha popularizado como resultado de su integra-
ción en las principales memorias de traducción existentes en el mercado (la
información sobre los sistemas de gestión terminológica está disponible a tra-
vés de los mismos sitios web que mencionaremos más adelante al hablar de
las memorias de traducción). En un principio, los sistemas de gestión termi-
nológica solo permitían registrar correspondencias terminológicas bilingües,
acompañadas de un conjunto limitado de datos complementarios. Sin embargo,
las versiones más recientes de estos sistemas brindan al traductor opciones de
almacenamiento de información mucho más flexibles y personalizables de
acuerdo con sus necesidades específicas. De este modo, la ficha terminológica
puede dar cabida a (i) distintas acepciones de un término con sus respectivos
contextos, (ii) distintas correspondencias terminológicas en varias otras len-
guas o (iii) distintos equivalentes en una misma lengua, entre los que el
autor/usuario de la ficha terminológica podrá elegir en función del género al
que pertenezca el documento o del cliente que haya solicitado la traducción.
La flexibilidad organizativa de la ficha terminológica parecería bastar, por sí
misma, para satisfacer las necesidades de los traductores jurídicos más exi-
gentes, que pueden registrar en sus sistemas de gestión terminológica las
correspondencias entre unidades terminológicas más o menos complejas junto
con la información complementaria sobre los parámetros extralingüísticos
que justifican dicha correspondencia. Pero a estas ventajas se suman otras
igualmente importantes de índole práctica: los sistemas de gestión terminoló-
gica permiten recuperar la información registrada utilizando procedimientos
de búsqueda borrosa; reconocen determinadas secuencias terminológicas del
texto original y proponen las correspondencias más adecuadas en la lengua de
llegada; y, finalmente, pueden ser alojadas en servidores para ser compartidas
entre equipos compuestos por varios traductores (Bowker, 2002: 77-91).
Cuando el análisis previo a la traducción revela que el texto al que nos
enfrentamos pertenece a un campo temático en el que contamos con cierta
experiencia y, lo que es todavía más importante, que dicho campo temático se
caracteriza por el uso de un lenguaje sujeto a convenciones relativamente esta-
bles (L’Homme, 1999), una de las herramientas informáticas más útiles para
el traductor jurídico serán las memorias de traducción, de las que Esselink
142
(2000) nos aporta una visión general (www.atril.com; www.trados.com;
www.star-transit.com; www-4.ibm.com/software; www.sdlint.com/pro-
ducts/sdlx/nav/main.htm).
Una memoria de traducción es una base de datos en la que se almacenan
fragmentos textuales en una determinada lengua junto con sus correspondien-
tes traducciones en otra. Por consiguiente, para utilizar una memoria de tra-
ducción es necesario dividir el texto en segmentos cuyos límites pueden coin-
cidir con los de una oración o, por el contrario, de cualquier otra secuencia de
palabras que el traductor decida procesar como unidad de traducción junto
con su correspondencia en la otra lengua por razones de conveniencia o pro-
ductividad posterior en la explotación de la memoria. Aunque la interfaz de
usuario es diferente en cada memoria de traducción, éstas suelen presentarse
en el monitor como dos grandes columnas de filas en las que cada segmento
aparece dispuesto junto a su traducción mediante un proceso de alineación
textual, como puede apreciarse en la figura 1.
143
requerido: de este modo, la herramienta puede aportar sugerencias de gran
relevancia aunque el fragmento actual y el almacenado en la memoria no sean
totalmente idénticos y el grado de similitud sea solo relativo. Al igual que
sucedía con los sistemas de gestión terminológica, que en casi todas las
memorias pueden utilizarse de forma conjunta e integrada en la interfaz de
usuario para potenciar la productividad del traductor (Andrés y Bennet, 2000),
las memorias brindan al usuario asistencia interactiva, sugiriéndole a lo largo del
proceso las secuencias recuperadas de acuerdo con los criterios de búsqueda
previamente establecidos y que el traductor podrá descartar o incorporar a su
traducción de forma directa o después de llevar a cabo las modificaciones
necesarias.
144
una concordancia editada del término article(s) procedente de The Bank of
English, en la que es posible identificar hasta cuatro acepciones diferentes del
término, tal y como se refleja en la columna de la izquierda (siendo la 2 y la
4 de especial relevancia para el traductor jurídico).
145
entre las convenciones fraseológicas y la macroestructura de un determinado
género, el traductor puede optar por construir corpus paralelos recurriendo a
las aplicaciones informáticas desarrolladas para tal fin (Paraconc, URL
www.athel.com/paraconc.html). En esencial, los corpus paralelos bilingües
responden a los mismos principios metodológicos que los monolingües exa-
minados anteriormente, si bien la tarea de compilación es doble: textos origi-
nales, por un lado, y sus correspondientes traducciones, por otro. Estos gesto-
res de concordancias bilingües suelen presentar los segmentos textuales defi-
nidos por el usuario alineados con sus correspondientes traducciones y pue-
den resolver el mismo tipo de consultas en cualquiera de las direcciones que
requiera el usuario (L’Homme, 1999; Lindquist, 1999).
Aunque los avances tecnológicos hacen posible que un traductor pueda
procesar de forma instantánea un volumen muy considerable de palabras y
textos para resolver las dudas que encuentra en el ejercicio de su trabajo –con-
viene destacar, en este sentido, la existencia de iniciativas como Webcorp (URL
www.webcorp.org.uk) que permiten utilizar todos los contenidos de la red
como textos integrantes de un corpus personalizado y procesar los resultados
mediante concordancias generadas automáticamente– siguen existiendo
importantes problemas relacionados con la disponibilidad de textos traduci-
dos, incluso de los géneros más representativos (véase Monzó, en este volu-
men), y la indefinición jurídica respecto a la relación entre estos corpus per-
sonalizados y los derechos de los autores de los textos que lo componen
(Bowker, 2002: 71). Mientras se resuelven estas dificultades, resultan espe-
cialmente destacables iniciativas de carácter enciclopédico como la empren-
dida por el Grupo de Investigación en Traducción Jurídica de la Universitat
Jaume I, consistente en la elaboración de corpus paralelos accesibles en línea
e integrados por textos pertenecientes a los géneros jurídicos más variados
que permiten realizar consultas avanzadas de acuerdo con múltiples paráme-
tros de selección (Monzó, 2003, Borja, 2005).
146
Como el lector habrá apreciado durante la lectura de la sección anterior,
tres son las ventajas principales que las TIC aplicadas a la traducción aportan
al estudio de la traducción jurídica. En primer lugar, la posibilidad de com-
probar la validez de las hipótesis formuladas por el investigador recurriendo a
volúmenes de datos relativamente importantes y fácilmente compilables. En
segundo lugar, la disponibilidad de técnicas de filtrado muy depuradas y sofis-
ticadas, que permiten ampliar o reducir la dimensión del fenómeno lingüísti-
co analizado de acuerdo con los intereses del investigador. En tercer y último
lugar, la transparencia del aparato cuantitativo y estadístico que acompaña y
subyace a los análisis cualitativos que estas herramientas hacen posibles.
Teniendo en cuenta estos factores, las principales aportaciones de las herra-
mientas informáticas a la investigación en traducción jurídica podrían resu-
mirse como sigue:
147
tos del uso de las TIC se refiere, son ya numerosas las líneas de investigación
específicas en torno a esta cuestión que se están haciendo un hueco dentro del
ámbito de la traductología aplicada. A título de ejemplo, son cada vez más los
especialistas que han comenzado a estudiar:
148
5. CONCLUSIÓN
149
http://europa.eu.int/comm/translation/en/ftfog). Iniciativas como ésta, apoya-
das en argumentos tan poderosos como el ahorro de costes en traducción que
supondría la utilización de un lenguaje jurídico más claro, pueden suponer el
primer paso de un camino que conduzca a la evolución del tecnolecto y el
acercamiento entre los distintos ordenamientos jurídicos actuales. Cuando
esto suceda, la traducción jurídica se habrá unido a la «GILT industry (globali-
zation, internationalization, localization, translation)» (Enríquez y
Austermühl, 2003: 225) y acogido definitivamente las herramientas informá-
ticas aplicadas a la traducción.
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152
INVESTIGAR CON
LOS PROFESIONALES:
COLABORACIONES DE
INVESTIGACIÓN-ACCIÓN
ESTHER MONZÓ NEBOT1
Universitat Jaume I
1. INTRODUCCIÓN
153
pretes jurados en nuestro contexto socioeconómico y qué datos sería relevan-
te recabar en este sentido para constatar la ausencia o presencia en el sector
de esos factores. A partir de la información recogida, construí un modelo de
análisis social, caractericé el marco conceptual y jurídico de la actividad y
diseñé un pequeño experimento destinado a obtener datos para la caracteriza-
ción social de la profesión tanto en cuanto a su estructura (por ejemplo, cómo
se sitúan los agentes en relación con otros del mismo campo profesional o de
otros ámbitos) como en lo que se refiere a aspectos individuales y a sus rela-
ciones con la sociedad.
Como fundamento teórico acudí también a los estudios sobre géneros tex-
tuales, y aunque en este momento pretendo centrarme en los aspectos socio-
lógicos y no en los discursivos, me limitaré a decir que empleé un contrato de
compraventa inmobiliaria para el que describí los contextos de cultura y situa-
ción que rigen su producción en las culturas originaria y meta, y, dentro de
esta última, me centré especialmente en la situación de traducción con el fin
de determinar los factores que contextualizan el trabajo del traductor y que
enmarcan su conducta textual. Tras esto formulé un encargo típico para los
colaboradores, traductores jurados que además de realizar una traducción de
entre 300 y 500 palabras, o alternativamente, contestaron un cuestionario
sobre aspectos de la traducción realizada y de su ejercicio cotidiano. Por otro
lado, analicé textual y lingüísticamente los textos traducidos por los colabo-
radores, así como documentos originales en inglés británico, español penin-
sular y catalán, con el fin de abstraer regularidades de todos ellos por separa-
do y compararlas posteriormente en sus marcos de situación y cultura respec-
tivos para poder establecer interdependencias.
El cuestionario que se adjuntaba al texto original y a la información sobre
el encargo pretendía completar los datos que ya había podido recabar en la
bibliografía manejada, la regulación jurídica de la figura y entrevistas con
informantes sobre el contexto socioeconómico, las relaciones intergrupales
del sector, el funcionamiento intragrupal y la ejecución individual de la pro-
fesión. Con el análisis de estos detalles conseguí una descripción bastante
amplia del sector que comentaré en el siguiente punto.
La conclusión principal que pude obtener con los datos recogidos fue una
importante precariedad del sector laboral de la traducción jurada estructurada
en torno a la situación socioeconómica de la actividad, las relaciones de los
traductores jurados en el seno de su comunidad profesional, y la conducta pro-
154
fesional individual (tanto en lo que se refiere a cuestiones textuales como en
lo que respecta a otros aspectos de índole interpersonal). A este respecto, qui-
siera aportar aquí algunas de las conclusiones (Monzó Nebot, 2002). Los
resultados se agrupan en tres niveles íntimamente relacionados, tanto que
muchas conclusiones sólo pueden explicarse por referencia a los tres. Sin
embargo, esta distribución puede ayudarnos a exponerlos con mayor claridad.
155
de la profesión no puede justificarse por la saturación del mercado, sino
por una distribución escasa de información respecto a las diferencias entre
una traducción profesional y una traducción intrusa, que constituye un
producto textual falsificado.
d) El mercado y el Estado ejercen fuerzas desiguales y en ocasiones contra-
dictorias sobre los profesionales. En el ejercicio cotidiano el traductor
debe luchar con volúmenes de trabajo y plazos que ofrecen poco tiempo
para la revisión y, por consiguiente, reducen las posibilidades de control
de calidad. En cambio, el Estado asigna una función de seguridad preven-
tiva al profesional (avalada con la responsabilidad civil en el ejercicio de
sus competencias) que no compensa con privilegios que sí se atribuyen a
otros profesionales con idéntica función, como son los notarios. Estos
gozan del apoyo que ofrece un colegio, de la protección jurídica de su
jurisdicción, o de una legislación que fija, por ejemplo, aranceles de obli-
gado cumplimiento (Real Decreto 1426/1989). Con estas medidas la
sociedad persigue obtener garantías en el servicio, y el profesional inten-
ta conseguir autonomía y la posibilidad consiguiente de neutralizar la pre-
sión del mercado y concentrarse en la calidad y no en la competitividad.
156
trabas para iniciar el proceso de colegiación, lo cual deviene tanto de un
grado desigual de satisfacción con la situación actual (sin colegio profe-
sional) como de la inseguridad ante lo que puede suceder con el cambio
(que los licenciados excluyan a los no licenciados, por ejemplo). Con el
incremento de listas de distribución en el sector de la traducción y, particu-
larmente, con la creación de listas específicas, como Intérpretes Jurados (URL
http://es.groups.yahoo.com/group/interpretesjurados/), en la que se debatió
recientemente la colegiazión, esta situación podría cambiar en un futuro
próximo, dados los beneficios socializadores que algunos estudios les atri-
buyen (véase Wakabayashi, 2002), pese a que ello no excluye la necesidad
de fortalecer también otras vías.
b) El acceso profesional a la actividad es reciente y su implantación no es
todavía plena. Los traductores jurados se han visto obligados, hasta la
puesta en marcha de las titulaciones universitarias, a incorporarse al
mundo laboral de forma artesana, como un gremio, a través de la relación
directa con expertos (maestros, en cierto sentido) y con el mercado, en
lugar del aprendizaje típico de las profesiones en las que es un centro espe-
cializado el que facilita la formación y permite el acceso al mercado. La
habilitación para la traducción y la interpretación juradas, como permiso
de naturaleza administrativa, sigue siendo el único requisito para el ejerci-
cio, y las pruebas de acceso conviven desde hace aproximadamente una
década con la entrada a través de un título formativo de grado superior, no
sin problemas.
c) Los medios de control del acceso y de la continuidad en la profesión rati-
fican la poca autonomía de ésta respecto al mercado y al Estado. Tanto el
control de una gran parte del acceso al grupo como la fiscalización última
de la calidad de las traducciones corresponde a un cuerpo estatal (la
Oficina de Interpretación de Lenguas), de forma que los juicios sobre la
profesionalidad de los agentes no proceden de personas que viven y tra-
bajan en un mismo contexto laboral. A su vez, la falta de regulación res-
pecto a la calidad del servicio, por un lado, deja a los clientes indefensos,
puesto que están expuestos a variaciones abismales entre los productos
que ofrecen los traductores; y, por otro, somete la competencia entre pro-
fesionales a criterios de mercado ajenos a la calidad, que son los que deci-
den la supervivencia de un profesional en el mercado. En estas condicio-
nes, la calidad tiende a sacrificarse en pro del beneficio, puesto que el tra-
ductor intenta y necesita, en muchas ocasiones, asumir el mayor número
de encargos posible, con lo que el tiempo dedicado a ellos debe reducirse
o su dedicación a la actividad combinarse con tareas más lucrativas, con
lo que disminuye su especialización.
157
d) Existe una solidaridad comunitaria débil. Son pocos los traductores que
cooperan en las diferentes tareas profesionales con otros colegas, son
pocos también los afiliados y aún menos los que colaboran en las tareas
comunitarias de las asociaciones, de las que en último término puede
beneficiarse una gran parte del colectivo (excluimos aquí a los perfiles que
se consideran intrusos, contra los que estas actúan). Por otra parte, no
todos los profesionales aplican o aprueban los criterios que se publican y
distribuyen de distintos modos con la intención de aportar coherencia a las
distintas traducciones como producto de una actividad mercantil (desde la
formación universitaria hasta la publicación de volúmenes dedicados a la
traducción jurada, pasando por boletines de información del grupo) pese a
algunos intentos de homogeneizar en cierta medida las prácticas generales
(tarifas, procesos, formatos y presentación, códigos deontológicos para
guiar la relación con el cliente, etc.).
e) En fin, la influencia de la comunidad profesional en la formación, el acceso
y la continuidad es muy reducida y, por tanto, el control del trabajo por parte
de los propios profesionales se compromete en un sentido muy amplio. En
cuanto a la formación, la confección de los distintos planes de estudio uni-
versitarios de nuestro Estado se desarrolla en general con una presencia
destacada de profesionales-docentes, pero estas iniciativas suelen partir del
ámbito académico, desde el que se realizan, por ejemplo, encuestas res-
pecto a la ocupación de sus egresados para adaptar la formación que ofre-
cen a la realidad profesional (Lara Navas, 2004). Sin embargo, los entes de
representación comunitaria no organizan (con alguna excepción, como
TRIAC, Traductores e Intérpretes Asociados pro-Colegio) cursos de recicla-
je o de formación dirigidos a los profesionales. Estos programas formati-
vos permiten conseguir la expansión de conocimientos, destrezas, actitudes
y valores homogéneos entre los miembros en activo. Por último, destaca-
mos, en cuanto a la influencia deficitaria en la continuidad del profesional
en el ejercicio, la ausencia de una institución formada por miembros de la
propia comunidad con capacidad sancionadora o amonestadora que pueda
poner freno a prácticas concretas que perjudiquen al resto de la sociedad y
también a la imagen del colectivo. Ello repercute, por supuesto, en el intru-
sismo (en este sentido resulta revelador Peñarroja Fa, 2004), pero también
en la calidad del trabajo de miembros de la comunidad.2
2. En este sentido cabe destacar los resultados de algunos estudios realizados por los miembros
de la acción ACTIVE del grupo GITRAD en cuanto a la calidad de traducciones juradas realizadas
por profesionales. En ellos se muestran decisiones traductoras totalmente inadecuadas al texto
y al encargo, así como la propuesta de soluciones de traducción injustificadas que podrían
calificarse de erróneas.
158
2.3. Conducta del profesional
159
2.4. Evaluación
160
estudios realizados con comunidades de los Estados Unidos sobre las que se
había intentado influir con el fin de mejorar la integración de grupos minori-
tarios y para favorecer, al fin, la convivencia intergrupal. Lewin defendía
como académico que los seres humanos estamos profundamente influidos por
nuestro entorno social y creía firmemente que modificar, manipular al cabo,
este entorno podía producir cambios significativos en las conductas indivi-
duales. Su teoría de campo, que se formuló en principio dentro de la psicología,
siguiendo a John Dewey, pronto fue ampliamente aceptada en la sociología,
especialmente en estudios sobre relaciones intergrupales, emulando la aplica-
ción que le había dado el propio Lewin.
Lewin seguía un proceso por el que detectaba los problemas sociales, ais-
laba sus posibles causas, modificaba las circunstancias relacionadas y com-
probaba el cambio acaecido con una nueva exploración del entorno y una
nueva detección de problemas. Así, por ejemplo, en un caso se halló que el
origen principal de los conflictos intergrupales era la baja autoestima y afir-
mación de la identidad grupal de los sujetos pertenecientes a grupos minori-
tarios y la sobrevaloración de los llamados individuos «cienporcentuales», es
decir, de aquéllos cuya religión, raza, procedencia, etc. eran las mayoritarias
en la comunidad. La solución que implantó Lewin se dirigió a equilibrar la
autoestima de todos los grupos de modo que ninguno de ellos pudiese sentirse
superior o inferior a los demás, para lo que puso en marcha talleres de forma-
ción en valores. Se trataba por tanto de una intervención directa que llevaría a
cabo el psicólogo en el grupo que estudiaba y que planteaba la inutilidad, en
este caso, de la supuesta objetividad del observador llegada la fase de acción.
161
las actuaciones se realizan en equipo y los profesores se dan apoyo mutuo a
la vez que comparten experiencias, dudas, inquietudes y resultados.
Los beneficios derivados de esta metodología se recogen en diversas obras
(Goswami y Stillman, 1987, Lieberman, 1988, Oja y Pine, 1989) y apuntan
hacia la toma de conciencia del profesional respecto de los problemas prácti-
cos que se le presentan y la interpretación de estos con posturas más críticas
y reflexivas. Este aprendizaje propio que se produce en la intersección entre
el ejercicio práctico y la reflexión teórica se ve reflejado no sólo en sus clases
sino también en las instituciones en las que se inscriben y en los organismos
dedicados a la administración de la enseñanza (Rudduck, 1988).
162
sional que no obtiene beneficios directos por proporcionarnos valiosos mate-
riales de estudio, como son sus ejemplos de traducción (normalmente, en las
investigaciones que se han desarrollado hasta el momento, los trabajos objeto
de estudio son los que publican las editoriales).
Por otro lado, la publicación de las investigaciones resultantes de estos
proyectos es también de gran interés, pero su alcance se limita a la parte de
investigación de esta metodología, soslayando la acción. Si bien es evidente
que la solución a problemas de traducción, las recetas de cómo y por qué
actuar en determinadas circunstancias y encargos constituye una investigación
necesaria que los profesionales pueden considerar de utilidad práctica inme-
diata, no es menos patente que en estos proyectos se deja en manos de éstos
la aplicación en la comunidad afectada de las soluciones propuestas. Por todo
ello, regresar a los orígenes planteados por Lewin nos proporcionará una pers-
pectiva necesaria para conocer si estamos sacando el máximo provecho posi-
ble de esta metodología.
163
Si la buena voluntad convencida que transmiten los estudios mencionados
en este punto pudiese verse transformada en acciones organizadas, y eficien-
tes, las relaciones de nuestros colectivos entre sí y con el resto de la sociedad
podrían mejorarse en gran medida. Para ello debemos plantearnos (Lewin,
1946: 201):
164
pretar y no como un conjunto de problemas concretos que reclaman solucio-
nes prácticas.
Soy consciente, por supuesto, de que este método tiene una fuerte impli-
cación ideológica, pero también debemos ser conscientes de que la estructura
social y los estratos laborales están impregnados de ideología –y por lo que
hemos podido constatar, de otras ideologías. Y mientras no podamos decir
que nuestro sector tiene motivos claros para relegar sus pretensiones a las de
otros agentes que consiguen mejoras laborales o que ya tienen una mejor posi-
ción, la falta de acciones no tiene justificación. La función del traductor, la
comunicación entre culturas, es lo que permite progresar a la sociedad (UNES-
CO, 1976), lo que nos ayuda a conocer y, en consecuencia, es un bien valiosí-
simo para el ser humano, especialmente en un contexto globalizado como el
que vivimos. Por ello el servicio que los traductores ofrecemos a la sociedad
es necesario y debería ser mejor valorado, por nosotros mismos y por la socie-
dad.
Sin embargo, no puede conseguirse cambio alguno si la investigación se
realiza en una sola dirección. Y es aquí donde debemos conseguir la colabo-
ración de los profesionales. No son sólo ricos objetos de estudio. Los profe-
sionales son parte del problema: los que lo sufren diariamente. Participar en
su solución es responsabilizarse de su ubicación como individuo dentro de la
comunidad a la que pertenecen y actuar es responsabilizarse de su situación
como comunidad dentro de nuestra sociedad. El objetivo último de la investi-
gación-acción es formar al profesional para que tome conciencia de sus pro-
blemas y para que modifique sus conocimientos, habilidades, actitudes, valores
y, finalmente, las normas de conducta en que se manifiesta su competencia. El
cambio debe surgir de la formación, pero ésta sólo será posible con la comu-
nicación entre investigadores y profesionales, con la colaboración y con la crí-
tica mutua y constructiva.
Por otra parte, también los académicos son parte del problema por cuanto
su responsabilidad social les exige devolver a la sociedad cuanto reciben de ella:
su trabajo. Ayudar a su objeto de estudio es, por tanto, la culminación de una
relación ética. No obstante, cuando hay intentos en este sentido, la relación
intergrupal fracasa. Las investigaciones realizadas hasta el momento arrojan
datos frustrantes de participación (que no llega en ningún caso al 30 %), y muy
pocos traductores contestan a las peticiones de los investigadores. ¿Qué ocurre?
¿De dónde viene el rechazo? ¿Quizás del modo en que se plantea la investi-
gación? ¿Quizás de la imagen que los profesionales tienen de los académicos?
¿Cómo puede resolverse la falta de tiempo de los profesionales para menes-
teres que reporten beneficios sólo indirectos? Habría que averiguarlo y, por
supuesto, cambiarlo. Por el bien de los académicos, que necesitan datos, por
165
el de los profesionales, que necesitan soluciones, y por el de la sociedad, que
necesita una mejora del servicio.
5. NUEVAS CONCLUSIONES
166
de los profesionales únicamente, sería colaborar en las condiciones de explo-
tación y desaprovechar las posibilidades de acción de un colectivo dedicado a
ofrecer servicios intelectuales. Asumiendo el peso de la investigación-acción,
los académicos pueden paliar algunas de las consecuencias del alejamiento
tradicional de este ámbito respecto a los profesionales de la traducción. Es una
ocasión para construir una teoría emancipatoria que se enfrente al arbitrio
social que fija las estructuras que conforman actualmente nuestra sociedad.
Con ella, con el aprendizaje y la toma de conciencia de la ideología social,
permitiremos que el traductor reflexione sobre sí mismo y sobre la alteridad
para reconstruir sus posibilidades y deseos de liberación desde una perspecti-
va crítica. Es, en todos los sentidos, una oportunidad para mejorar.
Con todo, diseñar y acometer acciones de mejora en investigaciones futu-
ras es sólo un paso. Debemos juzgar constantemente la eficacia de estas medi-
das describiendo periódicamente los aspectos de la profesión sobre los que
actuemos, comparando los resultados de las sucesivas descripciones por refe-
rencia al modelo propuesto, a descripciones anteriores y a la de otros agentes
socialmente más enraizados, influyentes y autónomos, como pueden ser los
abogados. Para hacernos oír debemos colaborar en una acción conjunta que
contribuya a regularizar la situación actual del traductor jurado y que ayude a
visibilizar la necesidad de reconocer que la traducción jurada es (o puede lle-
gar a ser) una profesión.
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169
REFLEXIONES DESDE LA PROFESIÓN
LA TRADUCCIÓN JURÍDICA Y
LA TRADUCCIÓN JURADA
EN UNA EMPRESA PRIVADA
DE SERVICIOS LINGÜÍSTICOS
JOSÉ LUÍS DÍAZ DE LIAÑO ARGÜELLES
Celer Soluciones
1. INTRODUCCIÓN
173
b) Para un traductor particular, el número de clientes se amplía, aunque den-
tro de un círculo reducido.
c) Para una empresa privada, el número de clientes potenciales es más
amplio; éstos son además muy variados en cuanto a sus características y,
desde luego, no siempre son conscientes de lo que supone la actividad de
traducir.
174
¿Cómo nos llegan los trabajos? Ésta es una cuestión interesante por su
diversidad: de todas las formas imaginables. El archivo electrónico resulta,
desde luego, un medio frecuente, pero también lo son el soporte papel, el fax,
la cinta de audio o vídeo, el correo electrónico, etc.; en todos estos casos, el
primer paso de nuestra metodología nos lleva a obtener el texto original en
algún soporte digital que nos permita atenernos a unos métodos que buscan
conseguir la máxima calidad y, así, nos vemos obligados a hacer la conversión
oportuna en archivo electrónico. En cuanto al acabado de los originales (el
editing inglés), los trabajos que nos llegan presentan distintos niveles dentro
de la más amplia gama concebible: desde un original en borrador que ni
siquiera puede considerarse un documento de trabajo, hasta un texto depura-
do y listo para imprenta, revisado incluso lingüísticamente.
¿En qué lengua están los originales? Las lenguas en las que recibimos los
textos abarcan todas las actuales de la Unión Europea, pero también recibimos
parte de los encargos en las lenguas de los países candidatos a la adhesión.
Con todo, existe un predominio abrumador de originales en inglés, sobre todo,
y asimismo en francés, alemán, portugués e italiano.
¿Cómo encauzamos esta variedad de trabajos? Ajustándonos a los requi-
sitos de nuestro sistema de calidad. Desde el año 2002 disponemos de la cer-
tificación de calidad, expedida por el British Standard Institute, que garantiza
la existencia de un sistema de aseguramiento de la calidad que cumple los
requisitos de la norma UNE-EN ISO 9001:2000 para las actividades de «gestión,
traducción y publicación de documentación multilingüe».
En relación con nuestro sistema de calidad, cabe mencionar que pertene-
cemos a la ACT (Agrupación de Centros Especializados en Traducción), una
asociación constituida por 44 empresas de traducción de ámbito nacional. En
el seno de la ACT, y en el marco de un comité presidido por AENOR, estamos
trabajando en la elaboración de una norma de calidad, que primero será UNE,
y por tanto de carácter nacional, y después posiblemente ISO, sobre el sistema
de calidad aplicable tanto a empresas de traducción como a traductores parti-
culares. Esto supondría un despliegue específico para nuestro sector de la nor-
mativa actual.
Dentro del sistema de calidad, nuestro Departamento de Operaciones está
organizado en gestores de proyecto. Lo más destacable a este respecto es que
asignamos cada cliente a un mismo gestor de proyecto sea cual sea el encar-
go, aunque cabe decir que los clientes presentan unas demandas homogéneas
en sus distintas solicitudes de servicio. Con esta forma de operar, consegui-
mos dos objetivos:
175
a) Personalizar las relaciones: el cliente, que no es un ente anónimo, sino una
persona con nombre y apellidos, sabe quién es su interlocutor en nuestra
empresa, y sabe que esta persona es además quien conoce el trabajo que
se le está pidiendo y quien se va a encargar de gestionarlo.
b) Estructurar los trabajos de forma semiautomática: como comentábamos, la
experiencia nos dice que los trabajos que encarga un determinado cliente
tienen una cierta homogeneidad, que corresponde a sus tareas o compe-
tencias institucionales o profesionales. Por ejemplo, los textos que nos
encarga un despacho de abogados suelen ser de carácter jurídico. Si asig-
namos un gestor de proyecto a ese cliente, habremos conseguido ya encau-
zar estos trabajos a través de una persona que conoce sus características
desde una perspectiva temática y empresarial.
176
mentales: a) la planificación, es decir, la determinación de qué personas van
a intervenir, y b) la programación, es decir, en qué contexto y con qué apoyos
personales o documentales.
En este momento empieza el trabajo propiamente dicho de traducción.
Ahora se impone un cambio de plano: el protagonismo no le corresponde ya
al gestor de proyecto, sino al profesional lingüístico. Por ello comentaré algu-
nas cuestiones específicas de nuestros traductores.
En este punto, podríamos dar un paso más y tratar de saber si los profe-
sionales de la traducción tenemos algún rasgo en común. Trasladamos con-
ceptos de una lengua a otra y posiblemente esto significa que compartimos
determinados rasgos o características que, a su vez, nos distinguen de otros
profesionales. Cuando se constituyó nuestra empresa, hace ya unos cuantos
años, intentamos establecer un perfil de la figura del traductor para orientar
debidamente los procesos de selección de personal. Sin duda nos faltaban los
conocimientos y los medios para llevar a cabo la tarea, pero con una cierta
osadía, y con la inestimable ayuda de una colaboradora nuestra, psicóloga y
traductora, iniciamos la experiencia. Establecimos un grupo experimental (o
grupo de traductores) y un grupo de control y sometimos a sus componentes
177
a una serie de pruebas para valorar distintos aspectos. El resultado fue un fra-
caso, como no podía ser menos, ya que no pudimos llegar a ninguna conclu-
sión de validez general, pero al menos hubo un aspecto en el que hallamos una
diferencia significativa: el grupo de traductores se distinguía por su extrover-
sión, frente al grupo de control, en el que este rasgo no estaba tan acusado.
Es decir, el buen traductor se caracteriza por su extroversión, esto es, por
dirigir su interés, atención y actividad anímica predominantemente al mundo
exterior. Desde entonces, al menos tenemos claro que los traductores nos dis-
tinguimos por la apertura al mundo exterior. Nos sentimos inclinados a man-
tener contacto con una amplia base de fuentes y quizás algo más: capacidad
para asociar unos elementos de información con otros de forma que adquie-
ran coherencia, al menos formal.
Estas competencias de gestión de la documentación son las que gobiernan
el uso de la información a nuestro alcance. Supongamos que hay que traducir
un informe sobre medio ambiente y que el traductor dispone, como recursos
de apoyo, de una memoria de traducción, de un glosario (elaborado al margen
de esa memoria) y de una versión ya traducida de un documento distinto pero
relacionado con el original, además, lógicamente, de los recursos de internet.
Es una situación frecuente, con la que muchas veces nos encontramos en
nuestro trabajo cotidiano. La primera tarea será la de proceder a la certifica-
ción interna, es decir, la determinación del grado de fiabilidad de estos dis-
tintos documentos.
Las reglas para ello no son fijas, aunque pueden resumirse del modo en
que a continuación las expongo. El primer nivel de fiabilidad corresponde a
los documentos normativos, precisamente por su carácter de tales: puede tra-
tarse de disposiciones legales, de normas técnicas, de recomendaciones de
organismos o asociaciones internacionales, etc. Estos textos, evidentemente,
tienen prioridad. El segundo nivel de fiabilidad puede corresponder a los
documentos elaborados por organismos internacionales o asociaciones tam-
bién internacionales: suelen ser documentos de consenso, elaborados después
de un largo proceso de consultas, y por ello han sido debidamente matizados.
A partir de aquí entran en juego la capacidad asociativa del traductor y, sin
duda, su intuición: si en un glosario observa que algunos de los términos habi-
tualmente conflictivos están expresados de forma correcta según su experien-
cia anterior, podrá considerar que el documento tiene un grado de fiabilidad
razonable; si no es así, podrá dudar de su fiabilidad global.
Por otro lado, es en relación con estos temas donde se manifiestan abier-
tamente las cuestiones de formación. Nuestra tarea, como empresa de traduc-
ción, es impartir a nuestros colaboradores la formación necesaria para, por un
lado, realizar adecuadamente esa «certificación interna» ya mencionada (es
178
decir, determinar el grado de fiabilidad de la documentación aportada) y, por
otro, aplicar de forma correcta las herramientas informáticas necesarias.
La formación en el uso de las herramientas merece una atención especial.
Me refiero especialmente al uso de memorias de traducción, de aplicaciones
de terminología avanzadas, etc. En ausencia de una autoridad certificadora
oficial que acredite el dominio de estas herramientas, la formación ha de
impartirse de manera interna. En tales circunstancias, se imparte con dos obje-
tivos: un objetivo inmediato, que es lógicamente ayudar al traductor a un
manejo eficiente, y un objetivo mediato, que es favorecer su fidelización, es
decir, su mayor vinculación con las pautas de actuación de la empresa y la
continuidad de su colaboración en el futuro. Esta fidelización es un elemento
esencial en nuestra empresa.
Con lo que he dicho en este punto, pretendo asimismo dejar clara nuestra
posición acerca de la dualidad traductor jurista o jurista traductor. En la tra-
ducción de textos jurídicos, como en la de cualquier otra materia científica o
técnica, se requieren competencias de tres tipos: lingüísticas, traslativas y
temáticas. Es decir, siempre se necesita una formación (por ejemplo, una
licenciatura en Traducción e Interpretación) a la que habrá que añadir un
esfuerzo añadido (por ejemplo, una formación autónoma en materia jurídica).
179
INTERPRETACIÓN JURÍDICA
EN EL SECTOR PÚBLICO DE
GRAN BRETAÑA
LEO HICKEY
European Studies Research Institute
University of Salford
181
teral o ad hoc, es la que más se usa en el sector público, incluyendo el campo
jurídico, que es el área específica en la que yo trabajo.
Comenzaré explicando cómo se inicia en la práctica cualquier servicio de
interpretación. Empieza en el 99 por ciento de los casos con una llamada tele-
fónica, normalmente alrededor de las dos de la madrugada, que es la hora pre-
dilecta de los hispanohablantes para conseguir que les detenga la policía bri-
tánica. Si todos ellos decidieran acostarse tranquilamente a medianoche, yo
iría más o menos directamente a la cola del paro. Sólo trabajo con hispanoha-
blantes, por supuesto. Aunque la llamada puede proceder de cualquier fun-
cionario (de aduanas, de inmigración u otro), lo más frecuente es que proce-
da de una comisaría de policía –una comisaría cualquiera, dentro o fuera de
un radio de unos 100 kilómetros de donde vivo, más o menos. Este detalle
kilométrico se debe a que el sargento de guardia (Custody Sergeant) empieza
llamando a los intérpretes que viven más cerca de su comisaría pero, al no
recibir contestación alguna, o al encontrarse con respuestas del tipo «Déjeme
en paz, ¿no se da cuenta de que son las dos de la madrugada?», vuelve a con-
sultar la lista alfabética y sigue bajando por ella hasta que llega a la «H» de
«Hickey».
En la comisaría, a la persona detenida o personas detenidas, se le o les
invita a salir de la celda o celdas donde estaba encerrado o encerrada, o esta-
ban encerrados o encerradas (haciendo caso omiso de la corrección política, y
para evitar ralentizar el texto, a partir de ahora usaré el masculino singular o
plural en estos casos). Al detenido se le pregunta su nombre, domicilio y fecha
de nacimiento, y entonces se le leen sus derechos; en esencia se trata del dere-
cho de consultar gratuitamente a un abogado en persona o por teléfono, el de
informar a alguien de su paradero y el de consultar los códigos de conducta
de la policía.
Aquí conviene aclarar que muy poca gente, sean policías, juristas u otros,
sabe realmente lo que es un intérprete o cómo trabaja. Muy pocos han traba-
jado con alguno en su vida, por muy larga que haya sido, e incluso éstos
habrán hecho grandes esfuerzos de amnesia para olvidarse de la experiencia.
Así que el sargento de guardia normalmente se dirige a mí, y no al detenido,
y me dice, con la consabida cortesía inglesa: «¿Le podría preguntar cuál es su
nombre?» A mí, por supuesto, me entran ganas de responderle: «Pregúnteselo
usted mismo: será español pero no es necesariamente retrasado mental». Pese
a ello, naturalmente, soy siempre muy educado y me limito a gruñir: «Tu
nombre.», en el tono de voz en el que imagino que lo haría un sargento de la
Guardia Civil, sin haber tenido personalmente esa feliz experiencia en mi
vida. Así pues, transmito en la otra lengua todo lo que se dice, hable quien
hable, usando siempre la primera persona verbal, y sin emplear jamás el esti-
182
lo indirecto, del tipo «dice que le entiende». Los interlocutores se acostum-
bran al sistema de primera persona en cuestión de segundos, se dan cuenta de
que estoy repitiendo verbatim lo que el otro ha dicho y rápidamente se vuel-
ven a ese otro y se dirigen a él con más o menos naturalidad. Lo consideré un
bonito piropo hace poco el que una persona detenida, al ser interrogada por la
policía y al darse cuenta de que, mientras ella hablaba, uno de los funciona-
rios que la interrogaban parecía no estar escuchándola, le gritó
«¡Escúchame!», demostrando así que no era consciente de mi presencia ni de
que el funcionario sólo me entendería a mí y no a ella.
Lo más frecuente en la práctica es que los detenidos pidan asesoramiento
jurídico, momento en el que me siento en un asiento diseñado y fabricado
adrede para ser lo más incómodo posible, y fijado a la pared para que los
clientes del establecimiento no intenten robarlo o utilizarlo como arma; decli-
no toda invitación a tomar una taza de té venenoso, que es el único que se
sirve en las comisarías, y me sumo en profundos pensamientos (principal-
mente, que me pagan desde el momento que entro hasta el momento que
salgo, independientemente de que esté haciendo algo o no). Así paso el tiem-
po hasta que se digna hacer acto de presencia el letrado. Alguna vez he oído
decir que hay un código de conducta para intérpretes que nos prohíbe hablar
tanto con los detenidos como con los funcionarios excepto cuando hablan los
unos con los otros. Sin embargo, en la práctica, cuando el detenido vuelve a
la celda a esperar al letrado, si los policías no están muy ocupados –que nor-
malmente lo están–, suelo charlar con ellos acerca de España, los españoles,
la policía española, el vino español, el fútbol español, sus vacaciones en
España y otro temas de peso relacionados con España –aunque de la gran
mayoría de estos temas no tenga ni idea, pero como eo ipso se supone que soy
experto en todo lo relacionado con España, mi opinión va a misa. Por supues-
to, eso sí, nunca hablamos ni del español detenido ni del caso que nos ocupa.
Luego aparece el letrado. En el 95 por ciento de los casos se trata de un
abogado de oficio, que viene de uno de los bufetes que está de guardia duran-
te las 24 horas del día en cuestión. Permítanme aclarar aquí que, por mi expe-
riencia, los abogados de oficio ponen el mismo esfuerzo, interés y entusiasmo
en defender a todos sus clientes, independientemente de que los honorarios
vengan del bolsillo de un particular o de los fondos públicos. Lo primero que
se hace, al aparecer el abogado, es entregarle o exponerle inmediatamente
(mediante un procedimiento de puesta al descubierto denominado disclosure)
las pruebas de las que dispone la policía en ese momento contra el detenido
(declaraciones de testigos oculares o del agente que efectuó la detención y
otros hechos pertinentes), después de lo cual el letrado entrevista a su cliente,
con mi ayuda, en una sala privada.
183
A partir de este momento, un elemento importante de mi trabajo es hacer
todo lo posible para que el pobre cliente no entienda más que en torno al 10
por ciento de lo que le dice el letrado –por la sencilla razón de que gran parte
de lo que dicen los abogados es incomprensible para el común de los morta-
les, y el hecho de que yo sea abogado (barrister) no es óbice para que actúe
exclusivamente de intérprete y no de asesor jurídico en estas situaciones. Mi
trabajo consiste en expresar en una lengua lo que se ha dicho en otra, y no me
incumbe explicar o aclarar nada a nadie. Al contrario, ni debo ni se me per-
mite, bajo ningún concepto, explicar nada a nadie, por muy incomprensible
que les sea a los interlocutores. Así, por ejemplo –y que conste que todos los
ejemplos que cito son auténticos–, si el abogado (que acaba de salir de la
cama y aún se está frotando los ojos) comienza con: «You were caught on
CCTV, what are your instructions?», no explico que lo que quiere decir es:
«La policía sabe que usted estaba hoy en el supermercado Tesco, el circuito
cerrado de televisión de seguridad le captó robando algo o haciendo algo sos-
pechoso, yo no sé lo que hizo usted, la policía tampoco lo sabe aún porque
todavía no han visionado la cinta, pero usted sí que sabe lo que hizo y lo que la
cámara ha captado. De modo que puede que usted quiera contarme lo que pasó
o puede que no: allá usted. Pero lo que no puede hacer es contarme a mí una
historia y contarles a los agentes otra, porque en ese caso las normas de mi pro-
fesión me obligan a retirarme de su defensa.» (To instruct o to give instructions
a un abogado significa, ni más ni menos, contratarle para que asesore, repre-
sente y defienda al cliente, y darle toda la información que el cliente crea
oportuna.)
Aquí quiero comentar dos puntos prácticos que pueden ser de interés. El
primero se refiere a que, puesto que los abogados normalmente no saben nada
de cómo funcionan los idiomas, y menos de cómo trabajan los intérpretes,
piensan muchas veces que te hacen un favor partiendo las frases en pequeños
fragmentos y muchas veces en fragmentos que no tienen ni pies ni cabeza. Por
ejemplo, «I want to ask you [pausa]» –lo que, obviamente, no puede traducir-
se porque no se sabe si va a seguir «for your own account of what happened»
(‘pedir’), «a few questions» (‘hacer’) o «to listen to me» (‘rogar’). De hecho,
me escucho con bastante frecuencia pronunciar atrocidades como «Quiero
hacerle unas preguntas… unas preguntas», debido a que a los interlocutores
no les gusta, y no comprenden, que alguna perla lingüística soltada por ellos
sea seguida de un silencio absoluto por parte del intérprete.
El segundo punto tiene más importancia y se refiere a que sólo puedo
basarme en las palabras pronunciadas por otros, ya que yo no sé nada de las
realidades que se esconden detrás de ellas. Una vez un abogado explicaba a
su cliente: «It is alleged that you crashed into a line of bollards», siendo el
184
«bollard» un tipo o clase de objetos con diferentes nombres en español. Como
yo no podía saber a) qué era exactamente contra lo que el cliente había cho-
cado, o b) qué nombre le daría él a ese objeto mentalmente, tuve que evitar el
uso de palabra alguna hasta conseguir que el cliente fuera el primero en utili-
zar el vocablo que él creyera más apto. El Oxford Spanish Dictionary traduce
«bollard» por ‘noray’, ‘bolardo’, ‘proís’ y ‘baliza’ –aunque, por supuesto, yo
no llevaba ningún diccionario encima en ese momento, gracias a Dios. Por lo
cual dije algo así como: «Se alega que chocó usted contra algo», a lo que el
cliente contestó: «Sí, unos pivotes». Y a partir de ahí usé pivote durante el
resto del caso, que, por cierto, duró más de seis meses con más de nueve vistas
–naturalmente, los cargos incluían algo más que el derribo de unos pivotes.
Para dar otro ejemplo de esta dicotomía entre las palabras que oyes y las
realidades que ni oyes ni ves –un caso, por cierto, que se da con bastante fre-
cuencia, sobre todo en aeropuertos–, a un acusado se le puede comunicar que
la policía o los funcionarios de aduanas han encontrado algo en su «bag»,
siendo bag un vocablo genérico en inglés que equivale a ‘bolsa’, ‘bolso’, ‘saco’,
‘maleta’, ‘mochila’, ‘equipaje’, etc. Como yo no he visto el objeto en cuestión,
si opto por cualquiera de estas u otras posibilidades, corro el riesgo de elegir
mal el equivalente en español y causar un estropicio. Por ejemplo, si digo «La
policía alega que usted llevaba drogas en la maleta», el detenido puede res-
ponder, con toda la legalidad y legitimidad del mundo: «No tengo maleta.» Y
según mi modo personal de trabajar, nunca me permitiría preguntar a nadie de
qué tipo de bag se trataba, puesto que no entenderían cómo puedo ser tan
ignorante como para no saber lo que es un bag o, peor aún, para no saber decir
bag en español.
Como he indicado arriba, en Gran Bretaña un mismo asesor jurídico repre-
senta, asesora y defiende al cliente. Los juristas ingleses no dan crédito cuan-
do se enteran de que en España el pobre cliente (en todos los sentidos de la
palabra) se ve obligado a pagar a una persona –a quien, para empeorar las
cosas, tiene que dar un poder para representarle– para que firme papeles en su
nombre, y a otra distinta para que le defienda y asesore. Volviendo a la entre-
vista del abogado con su cliente, aquél explica a éste que no tiene ninguna
obligación de contestar a las preguntas que le haga la policía pero que, si deci-
de quedarse callado, el juez podrá inferir o sacar conclusiones (negativas en
la mayoría de los casos) acerca de la motivación que le indujo a no contestar-
las. Tras escuchar la versión de los hechos que le expone su cliente, el aboga-
do le aconseja sobre si contestar o no a las preguntas que prevé que le harán
durante la entrevista policial.
Después de la entrevista entre abogado y cliente, se procede a la entrevis-
ta entre policía y detenido, la cual se graba. La policía británica no interroga
185
a nadie, sino que entrevista, que es una voz mucho más elegante para un pro-
cedimiento que –supongo– viene a ser el mismo en ambos países. El funcio-
nario que lleva la investigación empieza presentando en voz alta a todos los
presentes en la sala, sigue con ciertas formalidades acerca del precintado de
la cinta y le da al entrevistado la caution (o ‘aviso’) siguiente: «You have the
right to remain silent. However, it may harm your defence if you fail to mention,
when questioned, something which you later rely on in Court. Anything you
do say may be given in evidence. Do you understand?» Imagínese la reacción
de un español de inteligencia media, con un nivel de alcohol en la sangre por
encima de la media y un conocimiento del derecho inglés por debajo del
medio, que oye: «No tiene usted ninguna obligación de declarar. Sin embargo,
puede perjudicar su defensa el no mencionar, al ser preguntado, algo que más
adelante tuviera a bien aducir ante el juez. ¿Entiende usted?»
Paso del tuteo, que puede utilizarse perfectamente entre abogado y clien-
te, al usted en la entrevista formal y grabada –excepto con niños– por si el
abogado de la defensa, al escuchar la cinta más adelante, adujera que su cliente
había sido tratado sin el debido respeto. De hecho el lenguaje y el estilo utili-
zados en esta entrevista se hacen más formales, más precisos y más serios.
Naturalmente, para el intérprete cuanto más formal sea la situación más fácil
será su tarea, puesto que el formato se simplifica enormemente: pregunta-res-
puesta, pregunta-respuesta, sin apenas solapamientos ni interrupciones.
Después de la entrevista formal, el Custody Sergeant (que es el encargado
de los detenidos en cada comisaría) –después de haber consultado por teléfo-
no con el Ministerio Fiscal (Crown Prosecution Service) o personalmente con
el inspector de guardia si el asunto es grave o complejo– tiene una serie de
opciones, entre ellas poner en libertad al detenido sin cargo alguno, ponerle
en libertad provisional, acusarle de algún delito o falta, darle una caution, etc.
Por supuesto, esta caution no tiene nada que ver con la otra caution o aviso
que decía «You have the right to remain silent, etc.». Esta caution, o ‘amo-
nestación’, es una especie de reprimenda que ha de ser tramitada por un fun-
cionario de la policía con un grado no inferior al de inspector (con algunas
excepciones), y el sargento puede optar por imponerla siempre que se den tres
condiciones: que el detenido se confiese culpable de haber cometido la falta,
que no tenga antecedentes penales y que se trate de una falta de poca grave-
dad. Por mi experiencia, alrededor del 50 por ciento de la delincuencia come-
tida por españoles en Gran Bretaña acaba con una amonestación. A menos
que se deje al detenido en libertad sin cargo alguno, se le toman las huellas
dactilares, una fotografía y una muestra de ADN, procedimiento que inevita-
blemente da lugar a reacciones bastante negativas (es un eufemismo) en nuestros
clientes de habla española.
186
Afortunadamente para los españoles detenidos en Gran Bretaña, la suerte
tendría que haberles abandonado para que incurrieran en la circunstancia de
tener antecedentes, ya que la policía británica sufre grandes dificultades para
comprender y archivar apellidos españoles. A «Juan García Pérez» lo más
probable es que le archiven por Pérez, y así desaparece para siempre del sis-
tema. Para colmo de los males –o los bienes, según para quién–, los ordena-
dores más modernos de la policía admiten un solo apellido, por lo que el sar-
gento juega entre Pérez, García-Pérez o (si el intérprete no tiene nada mejor
que hacer que explicarle el sistema) García.
Tanto si la persona es acusada y su detención continúa (held in custody)
para que comparezca ante el juez a la mañana siguiente (que es lo más fre-
cuente), como si es puesta en libertad provisional (released on bail) –nótese
la diferencia terminológica entre el sistema inglés y el español– con la única
condición de comparecer ante el juez en un día determinado, yo aparezco otra
vez para interpretar en el juzgado. En teoría, un mismo intérprete no debe
mediar a) entre el abogado y el cliente, b) en la entrevista policial, y c) en el
juzgado, porque puede que haya oído cosas que coarten su imparcialidad,
pero como muy pocas personas conocen esta teoría, en la práctica no siempre
es así. El tribunal de primera instancia es el Magistrates’ Court, donde los jueces
son normalmente tres profanos, sin formación jurídica alguna, que prestan ese
servicio voluntariamente y sin sueldo –más o menos como el juez de paz espa-
ñol. A veces hay un solo juez de carrera, que se dedica a conocer de causas de
cierta complejidad. Este juzgado puede imponer una pena de hasta seis meses
de cárcel. Si los cargos son graves, el Magistrates’ Court remite la causa al
Crown Court.
Ahora quiero hablar de cómo actúa el intérprete en el juzgado o ante el tri-
bunal. Lo más importante es que hable en voz alta, clara y segura, sin titube-
ar nunca ni emitir «ejem», incluso si el hablante habla con titubeos, porque
éstos se atribuirán automáticamente a la incompetencia del intérprete. (Para
una opinión contraria, véase Berk-Seligson, 1990: 140-142). Lo que dice el
intérprete importa menos que cómo lo dice (sea consciente el lector, como yo
mismo, que acabo de incurrir en una, si no en varias, herejías), puesto que
nadie entiende los dos idiomas y el control de calidad en esta y otras fases del
procedimiento es prácticamente nulo.
Se dan tres grandes problemas para el intérprete jurídico que trabaja en
español. Primero, tiene que reaccionar como pueda ante fragmentos de inglés
emitidos por españoles que puede que no sepan ni una palabra de inglés.
Después de «¿Cómo se llama usted?», al imputado se le pregunta «¿Su domi-
cilio?», a lo que el aludido puede contestar con algo incomprensible como
«/sisié ani cou wiwu/». Teniendo en cuenta que puedo encontrarme a cien
187
kilómetros de casa, me será imposible adivinar que está intentando decir «68
Alpney Court, Weetwood», porque nunca he oído hablar de ese lugar ni he
aprendido la variedad de inglés inventada por este hispanoparlante. En caso
extremo puedo intervenir diciendo: «Sir, the defendant is speaking in
English.» Cada vez que un imputado comparece ante un juez, sea en el
Magistrates’ Court o en el Crown Court, se le pregunta por su nombre, domi-
cilio y fecha de nacimiento, que son el equivalente inglés del DNI (desgracia
con la que los británicos están siendo amenazados –como también lo estamos
los demás– por el gobierno actual, a pesar de la opinión de que va en contra
de los derechos humanos de uno el obligarle a poseer tal objeto y a fortiori a
llevarlo encima).
A veces se da el caso de que el intérprete ni siquiera se da cuenta de que
el acusado está mezclando idiomas. Un ejemplo reciente es el de un chico que
trabajaba en una fábrica de pizzas y, al ser detenido bajo sospecha de haber
cometido un acoso sexual, el policía que le entrevista le pide que exponga su
versión de los hechos. Entre otras cosas dice: «Yo trabajaba en la línea cinco
y se me acercó una chica nueva, preguntándome lo que debía hacer. La mandé
por una caja de levo y cuando me trajo la caja de levo cambié de línea para
seguir trabajando.» Naturalmente, no tenía idea de qué entendía él por «una
caja de levo». La cosa se complicó aún más pocos minutos después cuando
explicó que, al cambiar de línea, ya no volvió a hablar con la chica (la denun-
ciante) puesto que él se había puesto «a hacer galibré». No salí muy bien de
esa pesadilla pero, para no extenderme demasiado, explicaré que la «caja de
levo» era una box of labels y el «galibré» era garlic bread.
El siguiente problema más difícil lo constituyen aquellas dos palabras
españolas que son imposibles de traducir que son «sí» y «no». «Sí» puede ser
a) Yes, b) I do (you, he, she, we, you, they, do, did, will, have, etc.), o c) Yes I
do (you, he, she, we, you, they do, did, will, have, etc.). Todo hablante de
inglés, incluso el usher (que siempre traduzco como ‘ujier’ para confundir
más a los interesados de habla española), conoce –es decir, cree conocer– las
palabras españolas «sí» y «no», por lo que cuando oyen estas palabras espe-
ran escuchar yes o no de boca del intérprete. Piensan –es un decir– que tiene
que haber en español otra manera de decir I do o Yes I do. Da la casualidad de
que en inglés el nivel estilístico o formal de yes o no a secas no es alto, y
menos en situaciones formales. A una colega mía un juez le mandó una vez
que tradujera «sí» como «yes» y «no» como «no». Naturalmente, no puedo
hacer comentarios sobre la inteligencia (?) de aquel juez, no por su ignoran-
cia del español, por supuesto –un juez inglés no tiene ninguna obligación de
saber español–, sino porque a) dio por sentado que sabía (¿por ciencia infu-
sa?) algo de lo que no sabía nada, b) se creyó facultado para conocer de una
188
causa basándose en una presunción tan sine fundamentum in re, c) al proce-
der así ordenaba a la intérprete que presentara al acusado ante el jurado con,
o mejor dicho sin, cierto nivel de educación, tema del que el juez no sabía
nada, y d) probablemente daba a la defensa una causa más para recurrir su
decisión o fallo si resultara desfavorable. (Para profundizar en el impacto de
la educación o politeness de la actuación de testigos ante las cortes nortea-
mericanas, véase Berk-Seligson, 1988).
La tercera dificultad más insuperable son las cifras o números. Hablando
personalmente, yo tengo –no sé si otros– una memoria a corto plazo de apro-
ximadamente 0,025 de un segundo, por lo que soy capaz de recordar dos o, si
la memoria está en forma, hasta tres dígitos, pero nunca llego a cuatro. Por lo
tanto me resulta imposible repetir el número del carné profesional de un poli-
cía (4 ó 5 cifras) o una fecha de nacimiento, cuando aparecen en un contexto
más amplio. La misma colega que acabo de mencionar, al trabajar una vez en
un juicio en el que se citaban números largos referentes a cuentas bancarias,
pidió la venia de su señoría para servirse de un bloc de notas. Su señoría la
despidió en el acto –no sé si se trataba del mismo juez que creía que el Espíritu
Santo le había infundido por vía directa un conocimiento no aprendido del
español. ¿Por qué la despidió? No por tomar notas, claro, procedimiento de
los más normales y legítimos, sino –como he dicho, los jueces, al igual que
los demás seres humanos, saben muy poco de cómo trabajan los intérpretes–
por haber pedido permiso para hacer algo, lo que le indujo a pensar (?) que
quería hacer algo incorrecto o que suponía cierta incompetencia. La víctima
debió de haber abierto el bloc sin más y seguir con su trabajo.
Aquí debo explicar lo que se entiende, en el mundo de la interpretación,
por «intervenir», término que ya he utilizado. Intervenir es hablar por voz pro-
pia del intérprete y no por la de otra persona. Al intervenir, el intérprete tiene
que aclarar que lo está haciendo: de lo contrario, se supondrá que sigue
hablando por voz de algún interlocutor. Así, por ejemplo, si no oigo lo que
está diciendo el fiscal o el abogado de la defensa, me aparto un poco del impu-
tado y declamo en voz alta y clara: «Sir» o «Ma’am» (dirigiéndome al District
Judge o al presidente de los magistrates), «Your Worships» (dirigiéndome a
los tres magistrates) o «Your Honour» (para dirigirme a un juez del Crown
Court), «the interpreter intervenes to request that you direct the Prosecutor to
speak up». Lo normal en estos casos es que el juez pida disculpas porque sabe
que no debía de haber permitido que esto ocurriera. El movimiento físico que
me aparta de la persona a la que estoy interpretando en un momento dado es
opcional y, en todo caso, puramente simbólico.
A veces me han preguntado si encuentro estresante el trabajo del intérpre-
te, y la verdad es que sí, que me deja en muchas ocasiones tremendamente
189
estresado y a veces incluso me produce un pánico incontrolable, estrés y páni-
co que no desaparecen hasta que doy con el lugar al que me han convocado.
Así es: encontrar una comisaría nunca antes vista por mí y oculta en algún
pueblecito del condado de West Yorkshire a las dos de la madrugada cuando
no hay un alma viva en las carreteras a quien pedir indicaciones puede ser una
pesadilla. Una vez encontrado el lugar, lo demás es fácil e incluso relajante,
aunque Mason (1999: 148) parece considerarlo «stressful and sensitive», y
Kroughlov (1999: 285) habla de «the rather extreme circumstances of a poli-
ce interview».
Permítanme que dé algunos ejemplos de cómo trabaja el intérprete. Hace
algún tiempo me llamaron desde cierto aeropuerto donde los ojos de lince de
la policía del aeropuerto habían captado a un individuo, sin equipaje, que dormía
como un lirón en una sala vacía. Tenía un pasaporte que parecía ser español,
pero sospechaban que no era español. Llamaron a los funcionarios de inmi-
gración (que en Gran Bretaña no son policías) y le llevaron a comisaría.
Telefonearon al consulado de España, donde les dijeron que no sabían nada
de españoles ni de pasaportes ni de temas semejantes. Luego telefonearon al
Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid, donde les dijeron que nada se
podía hacer ya que el encargado de esos temas había salido a desayunar.
Cuando yo me presenté al interesado hablándole en castellano, me saludó con
un cordial «Buenos días, doctor» pronunciado con acento de cierto país que
no era España. Es decir, me costó tres palabras, o tres segundos, enterarme de
que no era español. Diez horas más tarde, la policía y los funcionarios de
inmigración seguían haciéndole perspicaces preguntas como «¿Cómo se
llama el presidente de España?», a lo que contestó, con igual perspicacia, que
como había cambiado el gobierno hacía poco no se acordaba del nombre del
nuevo presidente. Un segundo más tarde el abogado inquiría si España tenía
presidente, aduciendo que él creía haber oído decir que España era una
monarquía y no una república.
Lo interesante de esta situación es que dos, y sólo dos, personas sabían que
el detenido no era español, es decir, él y yo, y los dos éramos unas tumbas,
pero al surgir cuestiones altamente técnicas como si España tenía presidente
o no, sólo uno de nosotros sabía contestarlas, a saber, yo, y a mí no me incum-
be involucrarme en asuntos tan complejos: sólo se me está permitido inter-
pretar. Aunque, como he dicho, los policías y otros funcionarios saben poco
de cómo funciona un intérprete, saben al menos que le está prohibidísimo
tomar parte, o comprometer su imparcialidad, en discusiones de ningún tipo.
Otro aspecto interesante de la situación era que yo no podía dejar sospechar
al interesado que sabía que no era español. De lo contrario, habría perdido su
confianza en mí y tenía incluso el derecho de despedirme. Como él suponía
190
que todo hablante del castellano hablaba exactamente como él, no se le ocurrió
que la variedad lingüística que manejaba me identificara su lugar de origen.
Después de diez horas de pesquisas, aplazaron el interrogatorio, encerraron al
detenido en una celda, los funcionarios se fueron a casa y aquí se acabó la his-
toria en lo que a mí me concierne, ya que tenía que comparecer ante un juez
a cien millas de distancia a la mañana siguiente. Una de las principales cuali-
dades de un buen intérprete es la total falta de curiosidad: si eres curioso, te
arriesgas a hacer preguntas –y eso sí que sería peligroso. Por ejemplo, pude
haber preguntado a aquel hombre de qué parte de Ecuador venía, por qué se
hacía pasar por español y para qué había venido a Inglaterra, pero por supuesto
no le hice ninguna pregunta. Pude haber averiguado qué había sido de él al día
siguiente, pero no me importaba lo más mínimo.
Otro día, sobre la 1.30 de la madrugada, un joven caballero español había
amenazado de muerte con un cuchillo a tres personas que vivían con él en la
misma casa. El sargento decidió (por varios y buenos motivos) que no iba a
imputarle cargo alguno, pero tampoco quería permitir que volviera a casa a
rematar lo comenzado. Así que le dijo, con mi ayuda: «Roberto, te doy a ele-
gir. O te llevamos mañana al juzgado y puede que vayas a la cárcel o te bus-
cas otro sitio donde dormir el resto de la noche de hoy. ¿Qué prefieres?» A lo
que contestó el interesado: «Pues, mire usted, señor sargento, no sé. ¿Qué me
aconseja usted?» Prosiguió aquella conversación altamente intelectual hasta
que el sargento la cortó preguntando: «¿Conoces a alguien que estuviera dis-
puesto a alojarte para esta noche?» «Sí, señor.» «Muy bien. ¿Quién es?»
«Elena.» «Bien, ¿cuál es su apellido?» «No sé.» «¿Dónde vive?» «No sé.»
«¿Tiene teléfono?» «No sé.» «¿Has estado alguna vez en su casa?» «Claro
que sí, muchas veces.» «¿En qué calle vive?» «No sé.» «¿Me podrías dibujar
un plano?» «Por supuesto que sí». Entonces fueron puestos a su disposición
hojas de papel, lápices y otros materiales artísticos y el caballero dibujó un
mapa divino, con calles que se cruzaban, calles anchas y calles estrechas,
equinas, semáforos, etc. El único detalle que se echaba en falta en esta obra
maestra cartográfica era el nombre de siquiera una calle o barrio. «¿Me pue-
des decir el nombre de alguna de estas calles?» «No, señor.» Luego el sar-
gento se ofreció, a su vez, a hacer otro plano para facilitar el asunto, y dibujó
un triángulo: arriba, la comisaría; abajo a la izquierda, el juzgado con una fle-
cha apuntando a la cárcel; abajo a la derecha, la supuesta casa de Elena y un
gran interrogante. «A ver, Roberto, partiendo de aquí, ¿adónde quieres ir?»
«Pues, mire usted, no sé. ¿Qué me aconseja usted?» Y así siguió la disputatio
ontologica hasta que yo me di por vencido y me fui a casa.
Otra noche, un joven había estado haciendo autostop y una conductora,
que le había llevado en su coche, le robó la mochila con todos sus efectos per-
191
sonales dentro. Prestaba declaración a la policía y llegó el momento en el que
el funcionario le preguntó –bastante acertadamente, en mi imparcial opinión–
qué llevaba en la mochila. Respuesta: «Bueno, pues, en la mochila llevaba
unos amigos y...» Ahora bien, este chico no estaba detenido, no se grababa la
entrevista, por lo que me permití hacerle unas preguntas en tono amistoso:
«Así que, ¿unos amigos?» «Sí, amigos.» «Y perdona que sea tan burro, pero
qué amigos eran?» «Hombre, amigos, amigos, friends, en inglés es friends,
¿no lo sabías?» «Ah, ¿friends?» «Sí, friends.» Durante todo este intercambio
de impresiones, el funcionario estaba esperando, bolígrafo en mano, para
tomar nota del contenido de la mochila; no podía ser más simple. Supongo
que esperaba oír algo así como dos pares de calcetines sucios, tres calzonci-
llos, etc. Pero no: a este intérprete le suponía, al parecer, mucha dificultad
comprender cosas como calcetines sucios y calzoncillos. El final de la histo-
ria es algo aburrido: resultó que «amigo» es la marca de algún tipo de equi-
pamiento de escalada o de montañismo, un tipo de crampón o algo así.
El trabajo del intérprete es siempre cuanto menos interesante y a veces
muy divertido. Por ejemplo, un día, momentos antes de entrar en la sala del
tribunal (y téngase en cuenta que gran parte del trabajo de abogacía se realiza
momentos antes de que el acusado y su letrado pisen la alfombra de la sala),
el imputado, marido de la denunciante, español por supuesto, estaba reunido
con su solicitor y su barrister –por lo que se ve que el asunto era grave: los
barristers, que son juristas muy serios, aparecen sólo cuando la causa está ya
ante un tribunal superior o va por ese camino. La barrister (digamos ‘letrada’,
puesto que el sistema jurídico español no tiene esta distinción) le dijo a su
cliente: «Mr. Escarabajall, you have breached the injunction, you are here on
committal proceedings and you may have to enter into a recognisance not to...
not to... [dirigiéndose a mí y no al cliente] I’m not sure how to say this in a
way that you’ll be able to translate it into Spanish.» «Well, try me.» «Right, I
want you to tell him that he must not harass his wife; can you say that in
Spanish?» «Oh, I think I can.» «How will you say it?» «I’ll say ‘acosar’.» «What
does that mean?» «It means ‘You may have to enter into a recognisance not to
harras your wife’.» «Exactly, that’s exactly what I want to say. Tell him that.»
Éste es un ejemplo típico de cómo una persona inteligente –es axiomático
que todos los barristers son inteligentes, y como pertenezco al gremio no me
interesa poner en duda el axioma– puede no tener ni idea de cómo funcionan
los idiomas. Parece que esta señora tenía una clasificación mental de palabras
en fáciles y difíciles, y daba por sentado que yo podía traducir frases fáciles
como «breaching injunctions», «committal proceedings» y «entering into
recognisances», mientras que las frases difíciles como «harassing your wife»
eran otro asunto. Lo curioso es que cuando yo le dije que utilizaría la voz
192
«acosar», y cuando yo le dije lo que significaba, se quedó totalmente satisfe-
cha. Podría haber dicho escarabajillear siempre y cuando le dijera que signi-
ficaba «You may have to enter into a recognisance not to harass your wife.».
Un ejemplo más simple de cómo los juristas perciben el trabajo del intér-
prete se refiere a una abogada que, al entrar en la sala de entrevistas de una
comisaría donde su cliente iba a ser interrogada por la policía, me indicó: «Sit
there beside María so that you can interpret for her.» Muy a gusto le habría
preguntado: «¿Y quién va a inerpretar para usted y la policía?», pero, como
siempre, mi educación es exquisita y le contesté: «Prefiero, si no le importa,
sentarme entre todos ustedes para demostrar que soy imparcial.» Sospecho
que si hubiera dicho «Me sentaré en el suelo» hubiera reaccionado con la
misma incomprensiva ecuanimidad.
No estoy al tanto de cómo se enseña la interpretación hoy en día en las uni-
versidades y quiero que conste que no está en mi ánimo contradecirlo en abso-
luto. Yo personalmente jamás he sentido la necesidad de admitir o confesar
que no sabía o no entendía algo, y mucho menos me he visto en la necesidad
de admitir o confesar que me había equivocado en lo más mínimo. Si digo
algo que no tiene sentido, el oyente responderá: «No entiendo» o «¿Qué quie-
re decir?», y siempre atribuyo la dificultad de comprensión o bien al oyente o
a la manera de haberse expresado el hablante. Esta situación se produce tam-
bién en una entrevista o en una conversación monolingüe, y no causa ningu-
na dificultad ya que el hablante simplemente repite la pregunta utilizando
otras palabras. Esta práctica, así como su variante que consiste en expresar
algo más general o vago, es particularmente útil al tratarse del castellano lati-
noamericano. Cuando un cubano declaró que alguien «vino a fajarse con nos-
otros», yo dije «This person came up to us», y la entrevista continuó con: «Y
qué dijo?».
Ahora quiero comentar unos ejemplos de situaciones que pueden reflejar
temas más generales ya tratados.
193
2) Durante una pausa en la interrogación, el detenido me pregunta: «¿Qué va
a pasar ahora?» La respuesta es: «Depende de lo que decidan.» Yo no
puedo darle al detenido ninguna información ni asesorarle acerca de su
situación, y más teniendo en cuenta que el sargento de guardia podría des-
mentir cualquier información que diera haciendo lo contrario de lo espe-
rado, dando lugar así a que el detenido se quejara de que el intérprete le
había engañado.
3) El policía le está tomando declaración a un testigo –por medio del intér-
prete, por supuesto–, y es el intérprete quien va escribiendo lo que dicta el
testigo, y de repente el policía anuncia: «Siga usted tomando la declara-
ción, vuelvo en seguida», y se va. Éste es un caso bastante frecuente y,
hasta que me enteré de que sucede con otros intérpretes, buenos y malos,
siempre había supuesto que se debía a la competencia y profesionalidad
que yo demostraba en el trabajo. En un caso, el policía se fue a Liverpool,
que está a 60 kilómetros de dónde estábamos, siguiendo una investigación
que no tenía nada que ver con la declaración que tomaba, y volvió tres
horas más tarde. Creo haber oído que algún código de conducta para intér-
pretes nos exige que en estos casos nos plantemos y nos neguemos a seguir
con el trabajo, o incluso que nos retiremos del cometido, en el momento
en el que se ausenta el funcionario. Yo, por mí, sigo tomando la declara-
ción y cuando vuelve el investigador le leo en inglés lo que se ha escrito
en su ausencia y le pregunto si se le ocurre algo más. Repito que, en mi
opinión, el intérprete no debe enfrentarse con nadie, teniendo en cuenta
que no tienen por qué saber lo que puede o no puede hacer un intérprete.
Por cierto, a diferencia del acto de declaración o acto de manifestación
español («Preguntado para que diga que qué hizo al entrar en la tienda, el
manifestante declaró que...»), la declaración inglesa se dicta y se escribe
en palabras del testigo y en primera persona, y no existe acto alguno; sólo
existe la versión de los hechos dada por el testigo y firmada por él.
Normalmente, el policía hace preguntas para animar o ayudar al manifes-
tante a no omitir nada pertinente, pero sólo constan en la declaración las
palabras del propio manifestante.
4) En una entrevista que está siendo grabada, o en una vista ante el juez, el
intérprete y el entrevistado o el acusado sonríen juntos, como por ejemplo
si se le pregunta: «Do you live in the Ebro?» y nadie sabe qué es lo que
pasa entre ellos. Ésta es una situación típica en la que el intérprete inter-
vendría para explicar, por su propia voz, que el Ebro es un río y no el
domicilio del interesado.
5) La lengua de llegada –en mi caso y al trabajar en Inglaterra, el castellano–
carece de equivalente de un sinfín de términos, conceptos, realidades o
194
figuras, como, por ejemplo, pre-trial review, bail hostel, committal proceedings,
kerb-crawling. Aquí viene a cuenta repetir mi opinión de que importa
menos la precisión de la traducción (frecuentemente imposible de conse-
guir) que el hablar en voz alta, clara y segura. Poco importa que se diga
‘revisión prejudicial’, ‘centro preventivo’, ‘instrucción’, ‘uso de un vehí-
culo para buscar prostitutas’ u otra cosa. Lo que sí importa es no usar tér-
minos o conceptos que, por su similitud con otros en la lengua de llegada,
pudieran engañar al oyente, sea jurista o profano, induciéndole a creer que
se trata de alguna figura exactamente igual a algo que existe en su propio
ordenamiento o sistema jurídico.
6) El intérprete angloparlante –es decir, yo– no entiende algo dicho en su propia
lengua. Por ejemplo, hablando de drogas, surge el término «cut bag».
Repito que en mi opinión la precisión importa poco, ya que alguien expli-
cará de lo que se trata dentro de unos segundos. En el caso en cuestión, por
milagro y aunque no tenía ni idea de lo que era una «cut bag», por decir
algo dije «bolsita», que parece ser el término exacto para un pequeño
paquete de plástico fino utilizado para vender estupefacientes en cantida-
des mínimas y a precios máximos.
7) El entrevistado se vuelve al intérprete y le pregunta directamente a él y no
al policía: «¿Qué quiere decir?» como si fuera el intérprete el interlocutor.
Como he dicho antes, mi opinión es que el intérprete no debe contestar a
ninguna pregunta, pero tampoco debe insinuar que ha ocurrido algo
inapropiado o indebido. De modo que paso la pregunta al entrevistador
–«What do you mean?»– como si hubiera sido dirigida a él y no a mí.
Nunca contesto ninguna pregunta, aunque haya sido dirigida a mí.
8) El entrevistado no da ninguna respuesta, ni buena ni mala, a una pregunta
sencilla y directa como «¿Estuvo usted en Tesco hoy?» El intérprete sólo
traduce lenguaje hablado, no interpreta silencios, toses, gruñidos, gestos
(como asentimientos o movimientos de la cabeza). No repite la pregunta,
a menos que la repita el hablante, sino que se limita a permanecer callado
hasta que alguien (en la mayoría de los casos, el entrevistador) repite la
pregunta o rompe el silencio como más le guste.
9) Si se dice algo muy específico y que requiere una terminología clara y
concreta en la lengua meta, puede que el intérprete tenga que señalar
expresamente lo que se está diciendo. Por ejemplo, si el solicitor afirma «I
will instruct a barrister», sería imposible traducirlo por «contrataré a un
abogado» puesto que, al fin y al cabo, el pobre cliente cree que está
hablando precisamente con su «abogado». Debemos entonces decir algo
como «contrataré a un letrado» o «contrataré a un jurista especializado en
este campo», utilizando el artículo indefinido y un término nuevo, insóli-
195
to y no usado antes entre los interlocutores, permitiendo así al cliente pedir
una aclaración del significado de lo que se ha dicho. Aquí también la dis-
tinción entre una situación formal u oficial (entrevista grabada, tribunal,
etc.) e informal (entrevista entre abogado y cliente) es esencial, puesto que
resulta más fácil que el cliente pida explicaciones en la situación informal.
BIBLIOGRAFÍA
196
LA TRADUCCIÓN Y LA REVISIÓN
JURÍDICAS EN LA UNIÓN EUROPEA:
UNA APORTACIÓN
DESDE LA PERSPECTIVA
DEL PARLAMENTO EUROPEO
FERNANDO HERVÁS DEMPSTER
Servicio Jurídico del Parlamento Europeo
197
De entre las instituciones europeas, tres constituyen el eje del sistema
constitucional en su vertiente política y legislativa: la Comisión, que tiene la
potestad de la iniciativa legislativa; el Consejo, que actúa en el proceso legis-
lativo como cámara de representación de los estados miembros; y el
Parlamento Europeo (en lo sucesivo, el PE), cámara legislativa y de control
político elegida directamente por los ciudadanos europeos. Todas estas insti-
tuciones, interconectadas por el hilo conductor común del proceso legislativo,
cuentan con nutridos servicios de traducción y de revisión de textos.
198
Sin embargo, la mayor parte del trabajo, y por tanto de los documentos
parlamentarios, lo generan las 17 comisiones parlamentarias permanentes.
Son las siguientes:
199
2.2. ¿Quién traduce y revisa en el PE?
200
Ello supone que anualmente se traducen en el PE un total aproximado de
700.000 páginas.
201
3. RÉGIMEN LINGÜÍSTICO DEL PE: EL MULTILINGÜISMO
1. Todos los documentos del Parlamento deberán estar redactados en las len-
guas oficiales.
2. Todos los diputados tendrán derecho a expresarse en el Parlamento en la len-
gua oficial de su elección. [...]
Cuando [...] no concuerden exactamente los textos redactados en las diferen-
tes lenguas, el Presidente […] determinará la versión que haya de considerar-
se aprobada. La versión original, empero, no podrá considerarse siempre como
el texto oficial, ya que puede ocurrir que todas las versiones redactadas en las
demás lenguas difieran del texto original.
202
4. CARACTERÍSTICAS DE LA TRADUCCIÓN EN LAS
INSTITUCIONES DE LA UNIÓN EUROPEA Y EN PARTICULAR
EN EL PE
En este punto vamos a seguir muy de cerca lo expuesto en la Guía del [tra-
ductor] principiante (GTP) elaborada por la División de la Traducción
Española del PE. En lo que sigue citaré algunos párrafos de la versión electró-
nica de esta guía.
[...] ni ésta ni ninguna otra disposición jurídica pertinente habla nunca de tra-
ducir, sino de redactar. En el marco jurídico, por paradójico que pueda resul-
tar, la traducción no existe. Sin embargo, la exigencia de equivalencia jurídica
se mantiene en todos los niveles, con una consecuencia: por norma general, el
traductor estará obligado a poner en su idioma la expresión jurídicamente
correcta con independencia de que el original lo haga o no. De aquí se deriva
implícitamente una segunda consecuencia: enfrentado a un original mal escri-
to, el traductor estará obligado a reelaborar o incluso reconstruir el texto en su
203
propio idioma. Un documento institucional nunca será juzgado como traduc-
ción; tiene valor propio en cada lengua y, por lo tanto, debe ser correcto, desde
el doble punto de vista del contenido y de la sintaxis, en cada lengua.
204
5. EL PAPEL DE LA REVISIÓN
205
sidad se reafirmó en la Declaración n.° 39 relativa a la calidad de la redacción
de la legislación comunitaria, aneja al Acta final del Tratado de Amsterdam.
Tras esta declaración, las tres instituciones que participan en el procedimien-
to de adopción de los actos comunitarios, el Parlamento Europeo, el Consejo
y la Comisión, aprobaron el Acuerdo interinstitucional, de 22 de diciembre de
1998, relativo a las directrices comunes sobre la calidad de la redacción de la
legislación comunitaria. El 16 de marzo de 2000 estas tres instituciones se
dotaron de la Guía práctica común que desarrolla e ilustra con ejemplos cada
una de las 22 directrices del Acuerdo.
Reproduciremos a continuación algunos de los puntos esenciales de la
Guía, sobre todo en aquello que tiene una relación más directa con la traduc-
ción y la corredacción de los textos legislativos. Asimismo aportaremos unos
ejemplos que ilustran algunos de los problemas que se pretende resolver con
el uso de la Guía.
Los puntos 1.1 y 1.2 dan cuenta del objetivo que deben perseguir los
redactores de la legislación comunitaria y de las razones en que se basa este
desideratum:
206
o al sistema jurídico del redactor, so pena de plantear graves problemas de
traducción.
En particular, el redactor debe ser consciente de estos dos problemas:
5.3.1. Algunas expresiones de su lengua y, en particular las expresiones muy
corrientes [...] no tienen equivalente en otras lenguas comunitarias. Por
consiguiente, en estas lenguas esta expresión sólo puede traducirse recu-
rriendo a circunloquios o a equivalentes aproximados, cuyo uso implica
forzosamente una dispersión semántica entre las distintas versiones lin-
güísticas. Se trata de evitar, en la medida de lo posible, el empleo de
expresiones demasiado «castizas» desde el punto de vista lingüístico.
- forum shopping;
- break-through rule;
- gender budgeting;
- sunset clause;
- gold plating;
- grandfathering - grandfather clause;
- soft law, y
- efficiency offence/defence.
207
6.1. Un ejemplo de dispersión semántica: traducciones para level playing
field
1. Explicación
Puede ocurrir que una expresión de sentido transparente acabe producien-
do una multitud de traducciones por falta de una convención aceptada entre
los traductores. Tal es el caso de level playing field y sus derivados. Esta
imagen de inspiración deportiva, que es un lugar común en los textos sobre
política de la competencia, encierra la idea de que el correcto funciona-
miento del mercado exige la supresión de ventajas y privilegios consegui-
dos con medios ajenos a los propios mecanismos del mercado. En docu-
mentos comunitarios en español encontramos, entre otras, las siguientes
equivalencias: campo de juego nivelado; terreno de juego equilibrado;
terreno de juego nivelado; terreno de juego parejo; condiciones de juego
iguales; condiciones iguales para todos; reglas de juego equitativas; igual-
dad de trato; principio de igualdad; escenario de equidad y no discrimina-
ción; principio de equidad y no discriminación; igualdad de condiciones.
[...]
Cabe aducir que todas estas expresiones reflejan, con mejor o peor acierto,
el contenido básico del término inglés. Desde ese punto de vista, por lo
tanto, todas cumplirían con la función primordial que se le exige a una tra-
ducción. No obstante, también cabe preguntarse si no existe el riesgo de que
las intenciones del legislador se vean desvirtuadas por esta proliferación de
expresiones emparentadas pero diversas. En estos casos, la misión de la tra-
ducción institucional debe ser fijar una convención que, al eliminar las
ambigüedades, aleje también el peligro de interpretaciones discrepantes o
contradictorias de esas intenciones.
2. Traducción: recomendaciones
De todas las soluciones antes recogidas, (principio de) igualdad de condi-
ciones es la que mejor parece cumplir con este requisito de neutralidad.
Así pues, para evitar la proliferación de traducciones se recomienda la
siguiente convención, al menos en contextos de política de la competencia:
«(principio de) igualdad de condiciones»
208
Veamos ahora otro caso en el que se produce un intento de formulación
común a nivel comunitario que lleva inevitablemente, a causa de la diversidad
de denominaciones de las instituciones jurídicas en los ordenamientos de los
estados miembros, a una nueva dispersión semántica en el momento de la
transposición de la norma al derecho interno. Se trata en este caso del con-
cepto de lo que común y erróneamente se conoce en España como multipro-
piedad.
El título de la Directiva 94/47/EC de 26 octubre de 1994 estaba redactado
de la siguiente forma en determinadas lenguas comunitarias:
EN:1 contracts relating to the purchase of the right to use immovable properties
on a timeshare basis;
FR: contrats portant sur l’acquisition d’un droit d’utilisation à temps partiel de
biens immobiliers;
IT: contratti relativi all’acquisizione di un diritto di godimento a tempo parziale
di beni immobili;
DE: Verträgen über den Erwerb von Teilzeitnutzungsrechten an Immobilien;
ES: contratos de adquisición de un derecho de utilización de inmuebles en
régimen de tiempo compartido;
PT: contratos de aquisição de um direito de utilização a tempo parcial de bens
imóveis.
1. Las lenguas se mencionan por su abreviatura: DE para alemán, EN para inglés, ES para español,
FR para francés, IT para italiano, y PT para portugués.
209
PT: Decreto-Lei n. 275/93 de 05/08/1993. Aprova o regime jurídico da habitação
periódica.
210
7. TRADUCCIÓN Y REVISIÓN EN UN PROCEDIMIENTO
LEGISLATIVO DE CODECISIÓN TIPO
a) Fase COM
b) Fase de 1ª lectura PE
211
c) Fase de 1ª lectura del Consejo y 2ª del PE
e) Conciliación
212
- Si hay mayoría en el PE y en el Consejo: los presidentes del PE y del
Consejo firman el documento LEX y publican en el Diario Oficial el ins-
trumento legislativo (reglamento, directiva, decisión o recomendación).
BIBLIOGRAFÍA
213
LA INTERPRETACIÓN
Y LA TRADUCCIÓN EN EL TRIBUNAL
PENAL INTERNACIONAL
PARA LA EX YUGOSLAVIA
ELENA MARTÍN SALGADO1
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia
1. Las opiniones que se expresan en este artículo pertenecen a la autora y no reflejan necesaria-
mente las opiniones del Tribunal Internacional Penal para la ex Yugoslavia o de Naciones
Unidas. Esta aportación está basada en la intervención de la autora en la mesa redonda cele-
brada el 15 de noviembre del 2003 con el título «Los juristas ante los traductores» en el trans-
curso de las VII Jornadas Internacionales sobre la Traducción de la Universitat Jaume I.
Quiero agradecer a Ana Beltrán el haberme permitido consultar y citar la traducción al caste-
llano de las Reglas de Procedimiento y Prueba realizada por ella.
215
mental que desempeñan los intérpretes y los traductores en el TPIY. Pretendo
señalar brevemente cuáles son, desde la perspectiva de una jurista, los retos
que se plantean en este contexto y las soluciones que se han diseñado.
2. Vid. Res. 1160 (1998) de 31 de marzo, que prevé la investigación por parte de la fiscal del TPIY
de los hechos ocurridos en Kosovo.
3. Prosecutor v Delalić et al, Case IT-96-21-T, Decision on Defence Application for Forwarding
the Documents in the Language of the Accused, 25 de septiembre de 1996, § 14.
216
la República Federal Yugoslava (Serbia y Montenegro), quien declaró al
comienzo del proceso contra él que no reconocía la autoridad del Tribunal, se
negó en un principio a ponerse los auriculares que permiten seguir la inter-
pretación. Tal acción llevó a que se instalasen unos altavoces en torno al Sr.
Milosević para permitirle seguir la interpretación del proceso contra él.
Las Reglas de Procedimiento y Prueba promulgadas por el Tribunal pre-
vén en cualquier caso que un acusado tendrá derecho a utilizar su propio idio-
ma (regla 3 (B) de las Reglas de Procedimiento y Prueba). De la misma
manera, esta normativa prevé que las personas, distintas al abogado defensor,
que comparezcan ante el TPIY y no tengan suficiente conocimiento de cual-
quiera de los dos idiomas de trabajo, podrán utilizar su propio idioma. La
mayoría de los testigos que comparecen ante el TPIY provienen de la ex
Yugoslavia y sólo hablan serbo-croata o albanés, según el caso.
En este sentido resultan relevantes para la tarea interpretativa las referen-
cias culturales específicas a la ex Yugoslavia. En el asunto Vasiljević, el acu-
sado, que era serbo-bosnio, describió su relación con otro acusado como una
relación basada en el kum. El kum es un vínculo que se crea entre dos fami-
lias que no están necesariamente unidas por parentesco, y es una institución
particular de la cultura serbia que no se presta a traducción. Así lo indicaron
en su momento los intérpretes y a partir de ahí se le plantearon preguntas al
acusado con el fin de entender a fondo el significado de esa institución.4
Las Reglas de Procedimiento y Prueba no impiden que el abogado defen-
sor emplee el idioma del acusado durante las sesiones de audiencia, lo que
reconoció el TPIY en una resolución temprana en el asunto Delalić.5 Es, sin
embargo, un requisito para el nombramiento del abogado defensor que éste
hable uno de los dos idiomas de trabajo del TPIY, si bien a petición del sospe-
choso o acusado y cuando el interés de la justicia así lo exija, se le podrá nom-
brar un abogado que no hable ninguno de los idiomas de trabajo del TPIY pero
que hable la lengua del sospechoso o acusado (reglas 44 y 45 de las Reglas de
Procedimiento y Prueba). La capacidad del abogado defensor de manejar uno
de los idiomas de trabajo del TPIY es relevante para la presentación de mocio-
nes escritas ya que éstas deben presentarse en uno de los idiomas de trabajo
y, al contrario de las decisiones de la Sala, no es necesario que se traduzcan al
idioma del acusado.6 El acusado que se representa a sí mismo, por el contra-
4. Prosecutor v Vasiljević, Case IT-98-32-T, Judgment, 29 de noviembre de 2002, § 76-77 y nota 156.
5. Vid. regla 3 de las Reglas de Procedimiento y Prueba. Vid. Prosecutor v Delalić et al, Case IT-
96-21-PT, Decision on Defence Application for Forwarding the Documents in the Language
of the Accused, 25 de septiembre de 1996, § 12.
6. Prosecutor v Delalić et al, Case 21-PT, Decision on Defence Application for Forwarding the
Documents in the Language of the Accused, 25 de septiembre de 1996, § 10.
217
rio, puede dirigirse por escrito al Tribunal en su propio idioma, ya que, como
se ha señalado, las Reglas de Procedimiento y Prueba prevén en cualquier
caso que un acusado tendrá derecho a utilizar su propio idioma (regla 3 (B) de
las Reglas de Procedimiento y Prueba).
La regla 76 de las Reglas de Procedimiento y Prueba establece que, antes
de asumir funciones, todo intérprete o traductor declarará solemnemente que
desempeñará sus funciones de manera fiel e imparcial y con pleno respeto al
deber de confidencialidad. De acuerdo con esta regla la Secretaría del TPIY
promulgó el código ético de los intérpretes y traductores empleados por el
Tribunal.
En las tareas habituales no deja de haber, sin embargo, quien cuestiona
tanto la fidelidad como la imparcialidad de la interpretación: uno de los acu-
sados, el Sr. Vojislav Šešelj, fundador del Partido Radical Serbio, y que esco-
gió representarse a sí mismo, presentó una instancia poco después de su com-
parecencia inicial en la cual se quejaba entre otras cosas de que la interpreta-
ción al «serbio» del acta de acusación le resultaba incomprensible ya que con-
tenía términos croatas.7 La Sala de Primera Instancia respondió que las pala-
bras que el Sr. Šešelj pretendía no comprender eran simplemente variantes del
idioma, denominado bosnian-croat-serb (o B/C/S) en la práctica del Tribunal,
que el acusado comprende.8 La resolución de la Sala de Primera Instancia con-
tiene un original anexo lingüístico que recoge las diferencias entre las variantes
serbia y croata de las palabras sobre las que el acusado presentaba objeciones.
De manera adicional cabe señalar que en el ámbito del TPIY, la importan-
cia de la interpretación no se reduce a las sesiones de audiencia. La interpre-
tación es una herramienta fundamental tanto para la investigación del delito
por parte de la fiscal, en la que se incluye el interrogatorio del sospechoso o
acusado, como en el día a día de la Unidad de Detención.9 En el TPIY, «no exis-
te la figura del juez instructor y es el Fiscal el que lleva a cabo toda la inves-
tigación anterior al juicio» (Beltrán, 2003: 53) tal como establece la regla 59
de las Reglas de Detención.
Las salas han demostrado en más de una ocasión que se esfuerzan por sal-
vaguardar la independencia e imparcialidad de los intérpretes. Así, la defensa
de uno de los acusados en el asunto Delalić solicitó que la Sala de Primera
Instancia citase a un intérprete como testigo. La defensa mantenía que la fis-
calía intimidó a su cliente, y que el intérprete que interpretó esa conversación
218
tenía conocimiento de la intimidación. La sala denegó la petición de la defen-
sa. Según la sala, la administración de justicia debe proteger a los intérpretes
de la aprensión constante de verse involucrados en un conflicto entre las par-
tes respecto al desempeño de sus funciones.10
10. Prosecutor v Delalić et al, Case IT-96-21-T, Decision on the Motion Ex Parte by the Defence
of Zdravko Mucić Concerning the Issue of a Subpoena to an Interpreter, 8 de julio de 1997, § 20.
11. Prosecutor v Delalić et al, Case IT-96-21-T, Decision on Defence Application for Forwarding
the Documents in the Language of the Accused, 25 de septiembre de 1996, § 8. El material suje-
to a divulgación viene recogido en las reglas 66 (B), 67 y 68 de las Reglas de Procedimiento
y Prueba.
12. Prosecutor v Naletilić and Martinović, Case IT-98-34-T, Decision on Defence’s Motion
Concerning Translation of all Documents, 18 de octubre de 2001. La resolución de la Sala de
Primera Instancia en este asunto es de conformidad con la resolución en el asunto Delalić de
25 de septiembre supra.
219
Como he señalado con anterioridad, todas las resoluciones y los fallos dic-
tados por el TPIY se realizan en inglés y francés (sólo uno de las dos se consi-
dera el texto auténtico), y, de conformidad con los derechos del acusado que
recoge el Estatuto, se traducen al idioma del acusado.13 La traducción de los
fallos al idioma del acusado suele por lo general jugar, además, un papel de
difusión de los fallos y sentencias del TPIY. Esta función informativa es muy
relevante ya que uno de los fines explícitos del Consejo de Seguridad al crear
el Tribunal es el mantenimiento de la paz, al que el TPIY aspira mediante su
contribución a la reconciliación de los pueblos de la ex Yugoslavia. No es mi
intención centrarme en este aspecto; quiero, por el contrario, señalar las difi-
cultades que presenta que el TPIY mantenga dos idiomas de trabajo, el inglés
y el francés, y la importancia que en este contexto cobra la traducción jurídi-
ca.
Como ilustración de alguna de las dificultades que se pueden presentar en
el contexto de los dos idiomas de trabajo, me referiré a un fallo dictado por el
Tribunal Penal Internacional de Ruanda (en adelante, TPIR) donde condenaba
a un acusado, entre otros delitos, por genocidio. La dificultad que surgió en
este caso fácilmente podría haber surgido en el TPIY, ya que los estatutos de
los dos tribunales son idénticos en este aspecto, en el sentido de que en ellos
se reproduce la definición del delito de genocidio que aparece recogida en la
Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio (1948).
La Sala de Primera Instancia del TPIR en el asunto Akayeshu reparó en que la
versión francesa de dicha Convención difería de la versión inglesa en lo relativo
a la definición de la conducta constitutiva de genocidio. La versión francesa
se refiere a meurtre mientras que la inglesa se refiere a killings. La Sala con-
sideró, en este punto, que en comparación con la versión francesa, la versión
inglesa era demasiado general, ya que también engloba el homicidio impru-
dente. La Sala optó por la versión francesa al ser más favorable al acusado.14
La ambigüedad en el texto de los tratados internacionales se puede solu-
cionar a través de las reglas de interpretación recogidas en la Convención de
Viena sobre el derecho de los tratados (1969). No obstante, las complicacio-
nes que causan los idiomas de trabajo múltiples no se limitan a los tratados.
Antes al contrario.
Una de las fuentes del derecho a la que el TPIY hace referencia constante
la constituyen los principios generales del derecho (artículo 38 del Estatuto de
la Corte Internacional de Justicia, 1945).
13. Prosecutor v Delalić et al, Case IT- IT-96-21-PT, Decision on Defence Application for
Forwarding the Documents in the Language of the Accused, 25 de septiembre de 1996, § 14.
14. Prosecutor v Akayeshu, Case ICTR-96-4-T, Judgement, 2 de septiembre de 1998, § 500-501.
220
La traducción jurídica es esencial en este contexto. Como ilustración me
referiré a las formas de responsabilidad del acusado. Un error usual (un falso
amigo, como se le conoce en la jerga de la traducción) es asumir que el cóm-
plice francés equivale al accomplice inglés, cuando no es así: cómplice es más
parecido al inglés aider and abettor mientras que el concepto de accomplice
liability se refiere en general a la pluralidad de actores. Esta confusión ha sido
recientemente solucionada por la Sala de Apelación en el asunto Krnojelac, al
corregir los errores de traducción que aparecían en la versión no auténtica de
la sentencia de la Sala de Primera Instancia.15
Las complicaciones se suelen apreciar sobre todo en el contexto de las
diferencias entre el derecho continental y el Common Law. Esto da lugar a
soluciones dispares entre las salas de primera instancia, según el origen de los
magistrados. Las sentencias de la Sala de Apelación, sin embargo, son vincu-
lantes para las salas de primera instancia, y sientan jurisprudencia.
5. CONCLUSIÓN
221
BIBLIOGRAFÍA
LEGISLACIÓN INTERNACIONAL
222
— (1994): «Reglas de Procedimiento y Prueba» (Rules of Procedure and
Evidence), IT, 32, Rev. 34, 11 de febrero de 1994.
— (1993): «Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la antigua
Yugoslavia», Resolución 827 (1993), de 25 de mayo, Boletín Oficial del
Estado, nº. 281, de 24 de noviembre de 1993.
223
TREINTA Y CINCO AÑOS
DE TRADUCCIÓN
EN ORGANIZACIONES INTERNACIONALES.
BREVÍSIMAS REFLEXIONES
PERSONALES
FERNANDO PÉREZ-BARREIRO NOLLA
Ex traductor jefe de la Organización Internacional del Café
225
nencia. De pasante a revisor, hubo vidas que transcurrieron por ese cauce
hasta la jubilación y la pensión. Con ello fue surgiendo también un acervo de
conocimientos, una depuración de conceptos y experiencias que se incorporó
a los recursos de las organizaciones y al quehacer traductor en general.
Llama la atención que, ahora que la traducción ha ganado rango universi-
tario y profesional, esté en crisis el concepto de las secciones o departamen-
tos permanentes de traducción, no sólo en las organizaciones internacionales
sino también en las grandes empresas en que existían con las mismas venta-
jas que señalamos. Los dogmas o las modas recientes de la economía y la ges-
tión llevaron a fragmentar la labor de traducción orgánica y a contratarla fuera
de la organización. En casos extremos fueron suprimidas por completo las
secciones permanentes. Se generalizaron también los contratos a corto plazo,
en detrimento de los que llegaban hasta la jubilación del funcionario.
Se está empezando a observar ahora un movimiento de corrección de esos
excesos. Pero hay motivos para no acentuar demasiado el lado negativo de lo
ocurrido estos últimos años. Es cierto que tiene cabida la traducción «exter-
na», que puede incluso resultar absolutamente necesaria por el volumen de
trabajo que se demanda, y es cierto también que puede mantenerse la calidad
y la coherencia de las traducciones si están ancladas en un núcleo asentado en
la organización. Sólo ese núcleo puede, por ejemplo, ir elaborando glosarios,
manteniendo las referencias y unificando criterios cuando haga falta. Es posi-
ble que se esté configurando una estructura mixta que puede ser satisfactoria,
a largo plazo, para todos los participantes, mientras no se desmantele el
núcleo central.
El avance de la tecnología guarda relación también con lo que acabo de
decir. Hace posible esa situación, pero no es su causa, y tiene, a mi modo de
ver, aspectos muy prometedores. De una de sus facetas, la de los sistemas de
traducción automática, se habla mucho; de otra, la de la comunicación infor-
matizada, se habla menos. Se nos pregunta a menudo, con cierta aprehensión
casi siempre, si en las organizaciones en que trabajamos se usa mucho o poco,
y con qué resultados, la traducción automática. La traducción automática
pareció muy prometedora en su momento, sobre todo a quienes la veían con
mentalidad gerencial como solución del problema que plantea el enorme
volumen de traducción que hay que abordar. Influyó en esas expectativas el
exceso de optimismo en cuanto a lo que son los idiomas y, en general, la falta
de conciencia, no sólo entre los administradores sino también entre los pro-
pios traductores y la sociedad en general, de lo que es traducir y de los dis-
tintos niveles a que se conocen y utilizan las lenguas. En las instituciones
europeas existe una larga y, según parece, fructífera experiencia en este terre-
no. Se está demostrando que no puede confiarse a procedimientos automáti-
226
cos la traducción de textos delicados, como son casi siempre los jurídicos. Se
hace necesaria la intervención de revisores que refinen la traducción bruta.
Lo que sí es de valor indudable para el traductor son los instrumentos de
ayuda informatizados, tales como las memorias de traducción, las bases de
datos y, por supuesto, los recursos lexicográficos y las búsquedas en Internet.
Es importante la formación de criterio, sobre todo en este último aspecto, para
cribar con juicio crítico lo que allí se encuentre. Volviendo a la situación de
crisis profesional, debo decir que uno de los aspectos más prometedores de la
nueva tecnología es la posibilidad de comunicación rápida de los traductores
externos entre sí y con un núcleo competente en la sede de la organización.
Quiero referirme, aunque sólo enumerándolos más que analizándolos, a
un par de temas que nacen del ámbito de mis pasadas tareas y que brindo a la
reflexión y el estudio de los lectores.
La condición o estatus del original y la que haya de tener su traducción
(igual o subordinada) es factor de primer orden. Y también el destino de uno
y otro texto. Se trata de criterios funcionales de aplicación en todas las esfe-
ras de la traducción, pero su cuidadosa consideración arroja luz sobre la raíz
de algunas de las exigencias de la traducción en organizaciones internaciona-
les. En ciertos casos, la traducción tiene la misma eficacia jurídica que el ori-
ginal, como ocurre en algunos tratados y acuerdos. En otros se trata de docu-
mentos menos importantes, o más efímeros, destinados muchas veces a ser
debatidos o analizados en grupos de trabajo. Las repercusiones de esas y otras
diferencias en la labor del traductor, e incluso en la posible conveniencia de
hacerlo participar o dar su opinión profesional en la redacción del original,
son sumamente importantes. Me remito a lo que he escrito al respecto con
algo más de detenimiento (véase Pérez-Barreiro, 2000).
En este marco funcional, cabe destacar la doble exigencia de paralelismo
formal entre la traducción y el original cuando se trata de documentos a los
que se va a hacer referencia en debates o en su uso futuro. Una vez más, el
estatus y el destino del documento son factores decisivos. En todo caso, no
hay que olvidar que la fidelidad –requisito más esencial todavía que el para-
lelismo, ya que se aplica a todo tipo de traducción– nos impone la obligación
de mantener el tono del texto. Con todo, y enlazado con esto, ¿se puede mejo-
rar el original? Claro está que no es fácil trazar la línea divisoria entre una
intervención justificada, necesaria y, sobre todo, inofensiva y un inmiscuirse
en la expresión ajena y sustituirla por la propia. La renuncia a la elegancia en
aras de la fidelidad es un principio bien establecido. Y, como todos los prin-
cipios, no debe olvidarse nunca, pero no debe usarse nunca tampoco como
fácil excusa para eludir esfuerzos. Además, elegancia no quiere decir adorno
ni perifollos, sino facilidad y buen curso natural de la expresión.
227
El buen estilo tiene mucho que ver con otra imposición de la tarea traduc-
tora en el contexto de las organizaciones internacionales. La realidad propia
de estas instituciones, como cualquier otra realidad social, ha dado origen a
un lenguaje, en cierta medida, propio. Hay un estilo de las organizaciones y un
estilo de la casa en cada una de ellas, además de lo que es propiamente ter-
minología, de contenido más temático. Este estilo institucional es el poso de
la labor de los traductores que nos antecedieron y la responsabilidad de quie-
nes los sucedimos y nos sucederán. Hay que combinar, pues, el respeto a esta
tradición con la necesidad indiscutible de evolución.
En esta misma línea, la uniformidad de referencia a la realidad oficial es
muy importante. Todo cuanto tenga un nombre oficial o establecido debe reci-
bir ese nombre tantas cuantas veces aparezca en las tareas de traducción. El
traductor no debe bautizar lo que ya está bautizado.
Quizá quepa aquí referirse a que en las organizaciones internacionales de
que hablo, a diferencia de la Unión Europea, cobra mayor relieve la condición
de lengua universal que tiene el español. Debe el traductor ser especialmente
sensible a esa realidad y evitar localismos, incluidos los peninsulares, y apro-
vechar también, con criterio abierto, la posibilidad de recoger aportaciones
útiles, cualquiera que sea su procedencia.
Antes de poner fin a esta contribución, quisiera aportar un grano de arena
desde la experiencia en estos contextos internacionales a la cuestión de cuán-
to derecho debe saber el traductor jurídico. Esta es una cuestión que bien
podría generalizarse a «cuánto debe saber el traductor de lo que traduce». Mi
opinión es, simplemente, que cuanto más, mejor. Y, en todo caso, tiene que
saber mucho. Pero creo también que hay una forma especial de saber propia
del traductor, y estoy seguro de que muchos de los colegas traductores y, tam-
bién los traductólogos, sabrán a qué me refiero. No se trata de ser una enci-
clopedia ambulante: las enciclopedias siempre están ahí para consultarlas.
Con todo, no hay que olvidar que es uno de los placeres de este nuestro
menester enterarse de muchas cosas, explorar sin agotarlos –pero tampoco
con superficialidad frívola– muchos aspectos del mundo y de la vida. No
puedo explicar más ese saber del traductor, y en todo caso remito a otras con-
tribuciones de este volumen (Mayoral, 2005). No obstante, tengo la seguridad
de que existe: es una de esas cosas que entienden quienes comparten la pasión
traductora.
228
BIBLIOGRAFÍA
229
COLOREAR LA LITERATURA GRIS:
ÚLTIMAS TESIS EN TRADUCCIÓN
JURÍDICA
231
APORTES PARA LA SISTEMATIZACIÓN
DE LA ENSEÑANZA
DE LA TRADUCCIÓN JURÍDICA
(FRANCÉS-ESPAÑOL)
CRISTINA VALDERREY REÑONES
Universidad de Salamanca
1. INTRODUCCIÓN
233
cooficialidad lingüística o de coexistencia de sistemas jurídicos diferentes.
Como consecuencia de esto la investigación se polariza, por un lado, en el
estudio del texto normativo y administrativo, de forma que obvia otras varie-
dades textuales, y por otro lado, en el análisis de versiones vinculantes, con lo
que desatiende otras finalidades traslativas como la traducción informativa.
Asimismo, y en aras de una caracterización más ajustada a la realidad de
la investigación desarrollada en TJ, es preciso añadir que el mayor énfasis
investigador ha sido puesto hasta el momento en la fase de reexpresión (bús-
queda de equivalentes, adaptación a los usos genéricos en LT, etc.) frente a la
fase previa de comprensión; fundamental en todo proceso traductor y obstá-
culo inicial, por excelencia, en la enseñanza. Quizá a este hecho haya contri-
buido la creencia tradicional que encumbra al jurista como traductor natural
en este campo y que, a su vez, lleva a conceder atención prioritaria a la figura
del experto, en detrimento del aprendiz, y a dirigir el interés investigador
hacia las necesidades del primero (la búsqueda de equivalentes, ante todo, ya
que se le presupone capacitado para comprender el texto jurídico).
2. METODOLOGÍA
234
3. INVESTIGACIÓN
235
miento de la materia jurídica en los distintos ordenamientos de trabajo, y esto
desde diferentes ángulos. Entre otros: los mecanismos jurídicos empleados
(como el principio de jerarquía aplicado a la organización judicial, adminis-
trativa, o normativa, etc.); los modos de estructuración de la materia jurídica
(desde el punto de vista cronológico, en ramas y materias, etc.); el sistema al
que pertenecen (esto es, si pertenecen a la misma familia jurídica o si, por el
contrario, provienen de tradiciones jurídicas diferentes).
La información obtenida mediante una aproximación macrocomparada
ofrece al aprendiz conocimientos que se inscriben en un saber sistémico ope-
rativo de orden comparado adecuado para la práctica de la TJ. Mientras el
enfoque microcomparado tiene una aplicación puntual (análisis y resolución
de problemas terminológicos concretos), en el macrocomparado, el número
de datos de partida de la comparación se reduce ostensiblemente, por lo que
se puede aspirar a una descripción exhaustiva. Esta afirmación tiene impor-
tantes implicaciones didácticas al plantear la posibilidad de un análisis siste-
mático y comparado de la materia jurídica empleando un número limitado de
elementos de análisis que ofrecería, en consecuencia, informaciones finitas
(más fáciles de procesar y asimilar por el aprendiz, por tanto) sobre conoci-
mientos temáticos operativos para el traductor. En ese sentido, sería factible
elaborar una metodología sistematizada, basada en la aproximación macro-
comparada y aplicada a la enseñanza de la TJ.
En segundo lugar, se analiza la dimensión sociocultural del derecho de la
que se deduce que la materia jurídica ha de entenderse como producto resul-
tante de un contexto cultural concreto, en tanto que cada sociedad desarrolla
su ordenamiento jurídico en armonía con su propia cultura. La amplia acep-
tación de esta idea explica que haya sido utilizada habitualmente para soste-
ner la especificidad de la materia jurídica y su intraducibilidad; lo que, a su
vez, ha favorecido que la búsqueda de equivalencias y los aspectos termino-
lógicos hayan sido aspectos privilegiados en la investigación del campo.
Tradicionalmente, los estudios sobre TJ han puesto el énfasis en el aspec-
to terminológico con lo que la cuestión de la dimensión sociocultural queda
reducida, en el acto traductor, al plano lingüístico y nocional. Sin embargo,
dicha dimensión debe enfocarse desde un ángulo más amplio que trascienda
el nivel microtextual para ocuparse también del contextual. Las implicaciones
traslativas que se derivan de la dimensión sociocultural del derecho llevan a
entender la traducción como un acto comunicativo en el que el saber contex-
tual del traductor jurídico es determinante. En esta investigación, dicho saber
contextual se relaciona con conocimientos inscritos en tres contextos diferen-
tes: un contexto sistémico relativo al escenario jurídico en el que se efectúa la
traducción, y que puede ser internacional, supranacional, nacional o regional;
236
un contexto laboral, esto es, el ámbito de trabajo en el que se desarrolla el acto
traductor; y, finalmente, un contexto traslativo relacionado con los factores
que integran la situación traslativa (el encargo y la finalidad del TT).
En tercer lugar, se analiza la dimensión lingüística del derecho desde dife-
rentes perspectivas aunque concediendo un lugar preponderante a las clasifi-
caciones textuales basadas en el género, entre las que se destaca la elaborada
por Borja (2000), y de las que se subraya su operatividad en el ámbito didáctico
ya que, según el planteamiento expuesto, de su estudio y dominio dimana un
saber genérico-pragmático de suma utilidad para el aprendiz.
237
En la tercera macrocategoría, los textos teórico-explicativos, se introducen
tres subgrupos: textos doctrinales, textos de divulgación y semidivulgación y
textos periodísticos. Finalmente, los textos auxiliares o de apoyo se subdivi-
den en documentos de carácter terminológico y conceptual, formularios y
otros como bibliografías, catálogos, etc.
Bajo cada una de estas categorías intermedias se agrupan los distintos
géneros jurídicos, concebidos en esta investigación como unidades básicas de
análisis en el espacio didáctico. En ese sentido, un modelo de análisis del
género jurídico que pretenda ser operativo y útil en el ámbito didáctico debe
tener en cuenta tres niveles analíticos: comunicativo, pragmático e intratextual.
En el nivel comunicativo, se recogen los parámetros propuestos por Borja
(2000), emisor, receptor, modo, tono; y se añaden dos nuevos (campo o rama
jurídica en la que se inserta el texto y escenario de la comunicación jurídica
en el que se estudian los factores temporal, espacial y sistémico). Para anali-
zar el nivel pragmático se utilizan las variantes analíticas propuestas por Borja
(2000); a saber: foco dominante y foco secundario (para caracterizar la fun-
ción) y finalidad. En el nivel intratextual se analiza la macroestructura (o
estructura textual típica), el factor lingüístico-gramatical, que supone un aná-
lisis de los rasgos lingüísticos característicos y del componente terminológi-
co; y el factor semántico-cognitivo, que implica una comprensión profunda
del texto.
En cualquier caso, a estos niveles esenciales en el análisis del funciona-
miento del texto jurídico desde una perspectiva genérica, conviene añadir
otros dos que se revelan necesarios en un modelo aplicado a la enseñanza de
la TJ. Por un lado, el contexto sociocultural que resulta de gran trascendencia
en el ámbito de la traducción, donde el paso de una cultura a otra requiere
sopesar las diferencias convencionales existentes en un mismo género elabo-
rado en diferentes lenguas. Se introduce, pues, en el modelo de análisis una
vertiente comparada, imprescindible en toda clasificación genérica aplicada a
la traducción. Por otro, la situación traslativa puesto que elaborar un modelo
de utilidad didáctica significa rechazar una enseñanza en el vacío y defender
un marco metodológico que contemple la diversidad existente en el ámbito
laboral, así como distintos tipos de encargo. Es decir, capacitar al aprendiz
para analizar diversas situaciones traslativas.
238
práctica de la TJ: saber sistémico de orden comparado, saber contextual (inte-
grado por conocimientos sobre el marco jurídico, el ámbito laboral y la situa-
ción traslativa), saber genérico-pragmático y otras habilidades que convierten
al traductor en gestor competente de la información terminológica y docu-
mental relativa al campo jurídico. Dichos conocimientos hacen de éste un lec-
tor y productor experto en el campo. Se trata, evidentemente, de subcompo-
nentes competenciales básicos que, en ese sentido, sufrirán variaciones según
el entorno sociocultural y laboral en el que se desarrolle la actividad traduc-
tora.
En puridad, estos componentes representan la meta del proceso formativo
por lo que, desde un propósito didáctico, lo realmente interesante será desarro-
llar métodos para favorecer su adquisición. Con esta intención nace la tercera
parte de esta investigación consistente en un estudio experimental llevado a
cabo (en tres grupos de tercer curso) en la Facultad de Traducción y
Documentación de la Universidad de Salamanca a lo largo de los cursos aca-
démicos 98/99, 99/00 y 00/01. Se persigue en éste la mejora de una de las des-
trezas fundamentales de la competencia traductora, la comprensión, en el
aprendiz de traductor en el campo jurídico. Un aspecto sistemáticamente desaten-
dido en los trabajos que estudian la TJ y, particularmente, en aquéllos de corte
didáctico. En este estudio experimental se pretende dar respuesta a estas nece-
sidades didácticas desde una perspectiva procesual y recurriendo a plantea-
mientos procedentes de la psicología del aprendizaje.
Se entiende la figura del aprendiz como núcleo del hecho formativo y, en
ese sentido, se asume su papel activo en el proceso de aprendizaje. De ahí que
el estudio se sustente en dos grandes pilares: caracterización del perfil del
aprendiz tipo en TJ y análisis de su comportamiento procedimental.
Se ahonda, por tanto, en los mecanismos mentales que se desencadenan de
manera recurrente en el aprendiz tipo durante el proceso de comprensión (de
textos pertenecientes al ámbito jurídico; en concreto, textos semidivulgativos
del campo medioambiental) y se analizan los problemas y dificultades de
comprensión a los que se enfrenta éste. En los aprendizajes constructivos
(como la comprensión) influye de manera determinante la toma de concien-
cia de los falsos aprendizajes anteriores y la ayuda para iniciar conductas ade-
cuadas, por lo que se hace especial hincapié en la caracterización y análisis de
las estrategias de comprensión fallidas y de los automatismos reprochables
utilizados por el aprendiz.
En total, se identifican diez actuaciones erróneas (uso inadecuado de la
estrategia de análisis del problema de comprensión: 1. focalización en ele-
mentos aislados, 2. focalización en el equivalente en LT; recursos inadecuados
en la fase de búsqueda de soluciones: 3. asociaciones, 4. mal uso de las herra-
239
mientas de búsqueda documental y terminológica; estrategias de reducción o
simplificación del problema de comprensión: 5. abandono provisional del
sentido, 6. resolución significativa a ultranza, 7. inhibición de la comprensión,
8. supresión del problema de comprensión, 9. escaso empleo de las estrategias
de autocontrol del aprendizaje, 10. sobregeneralización); y dos tipos de auto-
matismos reprochables: sobrevaloración e interferencias.
El objetivo último de esta clasificación es ayudar a desaprender estos hábi-
tos erróneos mediante la elaboración de pautas de actuación pedagógica efi-
caces. Se considera que esta eficacia viene determinada por la adecuación a
las necesidades reales del aprendiz, por lo que previamente se había realizado
una caracterización del perfil del aprendiz tipo en la que se analizaron todos
aquellos elementos condicionantes del aprendizaje, tanto factores externos
(contexto académico) como factores de orden interno (implícitos afectivos y
cognitivos).
Los datos recabados presentan a un aprendiz tipo sin especialización temá-
tica y, más concretamente, con escaso o, generalmente, nulo saber declarativo
en el ámbito jurídico. A esto hay que añadir que los pocos conocimientos
temáticos que posee, adquiridos normalmente en asignaturas de libre elección
(LE), resultan escasamente operativos para el aprendizaje de la TJ. La conclusión
a este respecto es la siguiente: en las asignaturas de LE se debería proponer, no
un estudio de contenidos jurídicos, sino más bien un enfoque de carácter
introductorio, metodológico y comparado; lo que sería de gran utilidad para
aproximar al aprendiz al funcionamiento de la materia jurídica, en general, y
al del texto jurídico, en particular. Finalmente, esta caracterización descubre a
un aprendiz con escaso interés por el ámbito jurídico, que arrastra un bagaje
de conocimientos implícitos (afectivos y cognitivos) desfavorable sobre el
derecho. Esto último se materializa en el contexto académico en una falta de
motivación y autoconfianza.
Los datos obtenidos de la caracterización del aprendiz tipo y de su com-
portamiento procedimental permiten concluir la existencia de tres clases de
conocimientos que condicionan el desarrollo de la capacidad de comprensión
del aprendiz de traductor en el campo jurídico: un saber declarativo sobre
derecho (escaso y poco operativo para la práctica de la TJ), un saber implícito
(que lo aleja del aprendiz motivado ante la materia de estudio) y un saber pro-
cedimental poco desarrollado. Ante tal panorama, se concluye que el ense-
ñante ha de actuar pedagógicamente en dos direcciones: ayudar a aprender,
mejorando los conocimientos temáticos operativos del aprendiz y proporcio-
nándole estrategias de actuación adecuadas; y, ayudar a desaprender, favore-
ciendo la autorreflexión sobre el bagaje implícito desfavorable y aportando
información relevante sobre las causas de los errores cometidos. Dicha actua-
240
ción favorecerá la participación activa del aprendiz y fomentará su motivación
ante la materia.
BIBLIOGRAFÍA
241
— (1997a): «Problèmes posés par la traduction de testaments» en M. Á. VEGA
y R. MARTÍN-GAITERO (eds.) (1997): La Palabra Vertida. VI Encuentros
Complutenses en torno a la Traducción, Madrid, Editorial Complutense,
pp. 471-478.
— (1997b): «Analyse d’un arrêt de rejet de la cour de cassation» en J. PIQUÉ
y otros (eds.) (1997): La Langue de Spécialité et le Discours Scientifique,
Valencia, Nau Llibres, pp. 38-42.
242
LA TRADUCCIÓN DEL DOCUMENTO
JURÍDICO NEGOCIAL
Y LAS FUNCIONES JURILINGÜÍSTICAS
ELENA FERRAN LARRAZ
Universitat Pompeu Fabra
1. INTRODUCCIÓN
243
ca fundamentada en las funciones jurilingüísticas. El término función nos
recuerda la conexión entre el derecho y la lengua a través de lo que concebi-
mos como real y práctico. De hecho, hablamos de una función práctica glo-
bal del documento y de otras funciones prácticas parciales, subordinadas a la
primera.
Esta función no existe aislada de su materialización, y por lo tanto cabe
interrogar ¿quién o qué realiza la función? La respuesta sería la estructura o
forma lingüística. Para abarcar los distintos aspectos de la función en tanto
que realizada por una estructura, se hace necesario un método de análisis de
carácter multidimensional que repare en los distintos ángulos y perspectivas
relevantes. Nuestro método de análisis repara concretamente en las formas o
estructuras, comprobando que los conceptos jurídicos cobran esas formas lin-
güísticas para realizar su función real en la práctica.
En el estudio se observan, pues, dos polos, formalismo y funcionalismo.
Por una parte, las formas, las estructuras jurilingüísticas se apoyan en con-
ceptos jurídicos básicos estudiados por el formalismo jurídico. Por otra parte,
por las razones aducidas (un pensamiento jurídico al servicio de la realidad
práctica), el estudio de las formas jurilingüísticas sólo encuentra su verdade-
ra dimensión si se inscribe en el marco de una interpretación del documento
como colaborador de las necesidades concretas del hombre. Así, no sólo nos
referimos a conceptos básicos del derecho como preámbulo de las formas y
estructuras discursivas que ocasionan, sino a su dimensión práctica, princi-
palmente mediante un énfasis especial en la función práctica del derecho, en
general, y del documento jurídico que hay que traducir, en particular. La fun-
ción práctica deviene el criterio prioritario, sin el cual es imposible la inter-
pretación y lectura del documento, sin perjuicio de que aceptemos que esa
función práctica tendrá que ser protegida por las normas del ordenamiento
jurídico para tener virtualidad jurídica. En este punto, ese ordenamiento jurí-
dico es previo y externo a las decisiones de los jueces y a esa función prácti-
ca que guía la intuición que los juristas y traductores tienen sobre la justicia.
Por todo ello, además de algunos conceptos del realismo (la función prác-
tica), otros conceptos del formalismo jurídico son también útiles al traductor,
no sólo por su mayor simplicidad, sino porque tienen su reflejo en el docu-
mento en forma de estructuras. Así, la forma ideal de la norma jurídica
(supuesto de hecho / consecuencia jurídica), presentada por el formalista
(Kelsen, 1973) tiene la ventaja de que permite visualizar una cláusula con-
tractual como expresión de esa escisión entre el hecho y los efectos jurídicos
que se derivan de él. Igualmente, el denominado silogismo jurídico se mani-
fiesta en la estructura de los documentos jurídicos con un foco funcional pre-
dominantemente argumentativo, como son la sentencia o el dictamen.
244
Las formas como tales existen y es lícito prevalerse de una organización
relativamente precisa y previsible del discurso jurídico. Pero esas formas
conectan con la realidad y nos llevan a un modelo pragmático-comunicativo
de la traducción jurídica. Un puente entre la teoría clásica del derecho, for-
malista, y el fenómeno sociológico permite atemperar la dogmática del for-
malismo en derecho y en traducción. Es a través de la observación empírica
de los fenómenos como se atenúan las creencias apriorísticas. A nuestro
entender, las ideas (las del idealismo o formalismo) guardan y parten, en prin-
cipio, de una relación con lo sensorial de las formas. A veces, sin embargo, se
desgajan tanto de la percepción y sentimiento que les dio origen, que se super-
ponen al hombre, condicionándolo de forma artificial. Es cuando el ser huma-
no presenta sus ideas como absolutos cuando éstas pierden su sustancia;
mientras se produce un vaivén o comprobación constante en la realidad, la
idea permanece viva, se regenera y realimenta en la propia realidad.
Debemos recordar que esos documentos con una estructura que recuerda
a los dogmas del formalismo y del idealismo han servido a la vida y tienen
que traducirse al servicio de la vida. Las rigideces del lenguaje encajonan, son
insuficientes, esquematizan, pero el lenguaje no deja de ser la herramienta con
la que cuenta el hombre para hacer realidad su necesidad e interés. El traductor,
en su tarea traductora, también debe estar atento a la realidad que lo circunda y
a las necesidades humanas que se manifiestan en un encargo de traducción más
o menos explícito. Esa capacidad de escucha del exterior, esa capacidad de
impregnar el documento de realidad es la que da un sentido a su tarea.
Las visiones formalistas extremas presentan al documento como algo
muerto, como un conjunto de estructuras, como un conjunto de preconcep-
ciones idealizadas sobre lo que es una institución determinada. Pensemos en
un contrato de compraventa. Puede pensarse que no es más que una deducción
de la regulación contenida en el Código Civil. De hecho, muchos de sus párra-
fos son una copia del Código Civil. Pero no hay que olvidar que la regulación
del código, aunque no explicite las motivaciones que subyacen a sus artículos,
no ha de aplicarse o traducirse de forma mecánica, olvidando que están al ser-
vicio de la vida y de que la vida fue antes que los códigos.
Es en este marco donde se inscribe nuestro modelo de traducción, funda-
mentado en los universales o funciones jurilingüísticas.
2. DESTINATARIOS Y MOTIVACIÓN
245
tual y de la pragmática). De ahí que a él puedan acudir tanto los juristas como
los lingüistas: los juristas, para beneficiarse de la descripción lingüística
correspondiente. La lengua es para el jurista el mismo derecho: es su herra-
mienta. Si la pule y afina, al tiempo que pule y afina el pensamiento que la
inspira, la lengua se vuelve hábil y certera.
Por su parte, los filólogos y lingüistas, y también el alumno de traducción
sin formación jurídica, encuentran en este trabajo la necesaria referencia al
derecho. De ahí que con un espíritu didáctico nos remitamos a los conceptos
jurídicos más básicos, que tienen, en consecuencia, un correlato lingüístico
claro en el texto. Esta labor de simplificación, sin embargo, no merma la inter-
pretación del documento, que queda sujeta a toda la riqueza que le presta el
contexto, donde el contexto es sumamente complejo, evoluciona y se decanta
en función de factores sociológicos inextricables.
Así, la tesis es síntesis y puente entre dos mundos, el del derecho y el de
la lengua, como demuestra la denominación de cada uno de los binomios juri-
lingüísticos, que muestran ese doble aspecto:
Documento / texto
Porción de eficacia / sintagma
Tipo de documento / género textual
Y ello para que uno u otro tipo de lector pueda entrar por alguna de las dos
puertas, la que conozca, la jurídica o la lingüística, para descubrir lo que se
halla tras la otra, la que desconoce. Y sobre todo, porque así se da cuenta del
ensamblaje entre ambos accesos, que se dan la mano en un trabajo de estas
características.
Desde el índice, la tesis doctoral muestra todos esos aspectos y la unión
entre los mismos. Así, los capítulos centrales (II, III y IV) tratan del derecho,
de la lengua y del ensamblaje entre los dos aspectos:
246
ducción jurídica. Principalmente, porque no existe una caracterización explí-
cita del objeto de la traducción, a saber, el documento jurídico en tanto que
regulado por el derecho y emitido en el contexto específico de la comunica-
ción internacional.
Es cierto que los tratadistas en traducción jurídica comentan la traducción
jurídica, pero no se ha producido todavía un estudio riguroso de su naturale-
za a partir del objeto de la traducción (el documento jurídico eficaz) y el con-
texto jurídico y sociológico en que se produce, normalmente de carácter inter-
nacional. El documento jurídico es un objeto sui generis que prescribe y con-
diciona tanto el concepto como la práctica de esta especialidad de traducción.
Nosotros hemos estudiado algunos aspectos de ese contexto jurídico y
sociológico en mayor profundidad para facilitar la traducción jurídica en su
relación con su expresión lingüística, estableciendo binomios derecho-lengua
a los que denominamos funciones jurilingüísticas. El aspecto jurídico es
determinante e ineludible para el traductor jurídico, rige su conducta de forma
prioritaria (principio de fidelidad o equivalencia de efectos), sin perjuicio de
que también estudiemos en cierta medida los condicionantes sociológicos o
de conveniencia que rodean su actividad y la hacen más adaptada al medio
(principio de adaptación).
3. PRESUPUESTOS
247
el documento jurídico eficaz comunica a toda la experiencia traductora ese
ingrediente fundamental. Además, la ley escrita, en ocasiones, regula la
traducción jurídica.
II. El segundo capítulo (las funciones jurídicas) establece que, según derecho,
procede la interpretación teleológica del documento negocial.
Estudiamos las normas de interpretación de los dos ordenamientos jurídi-
cos intervinientes (Common Law y español) para comprobar que estable-
cen ambos la interpretación teleológica del documento jurídico. La inter-
pretación teleológica se corresponde con la denominada pragmática en
los estudios de pragmática y lingüística textual.
Establecer la interpretación teleológica como guía para el traductor es
importante, dado que en la práctica de la traducción jurídica y jurada se da
una ausencia de interpretación que determina una forma de lectura litera-
lista y la traducción consiguiente, a la que denominamos también litera-
lista. A eso se añade, aun en casos en que se interpreta correctamente el
texto, un literalismo en la fase de reformulación que practican algunos
como supuestamente mejor a la generación de un texto ex novo, a partir
del núcleo temático (de la función práctica).
IV. El cuarto capítulo (núcleo de la tesis) trata sobre las funciones jurilingüís-
ticas (2 funciones marco, 3 funciones universales y 2 culturales).
Es posible relacionar los distintos conceptos jurídicos con su expresión
lingüística para aprovechar las categorías que el derecho ha acuñado en
relación con la eficacia jurídica y dotar así a las formas lingüísticas corre-
lativas acuñadas por la pragmática y la lingüística textual de su contenido
de eficacia jurídica. Se observa un paralelismo entre los conceptos acuña-
dos por una y otras ciencias que nos permite hablar de funciones jurilin-
güísticas.
248
do global del texto, siempre a la luz de la función práctica del negocio. Por
ello, en la tesis desarrollamos un método de lectura (capítulo II) basado en
la predicción del sentido e inferencia de la función práctica. Ello puede
contribuir a resolver los literalismos que provienen de una mala compren-
sión del texto.
Por otro lado, en cuanto al proceso de reformulación, postulamos la gene-
ración de un texto meta ex novo, a partir de una cognición y comprensión
de las funciones jurilingüísticas como portadoras de la función práctica /
función de eficacia jurídica. En otras palabras, abogamos por una traduc-
ción documentada, que se apoya en una lectura de las porciones como
secuencias y utiliza todo tipo de estrategias para que el texto meta tenga
una función equivalente al texto de partida en términos de efectos jurídi-
cos, concebidos como universales.
4. EL OBJETO DE ESTUDIO
249
la mayor parte de las funciones jurilingüísticas. En principio, no está en nues-
tro ánimo el contrastar el contrato y el testamento, que son lo suficientemen-
te parecidos para los propósitos de este trabajo. Sin embargo, en ocasiones, el
contraste entre ambos géneros permite ilustrar mejor algún fenómeno de los
tratados. Así, por ejemplo, el testamento porta una mayor carga cultural que
el contrato: el testamento se ha mostrado más idóneo para demostrar que las
diferencias entre los ordenamientos jurídicos en materia de sucesiones son
importantes (aunque no necesariamente se plasmen en el redactado del testa-
mento). Por el contrario, el contrato, y en particular los contratos mercantiles
internacionales, están regulados por la lex mercatoria internacional, donde las
distintas culturas no muestran tantas diferencias.
Los ejemplos son útiles en tanto que documentos negociales e ilustran las
funciones jurilingüísticas: el discurso jurídico común divisible en porciones
de eficacia; la superestructura en subtextos; la progresión temática verbal,
etc., en tanto que fenómenos inherentes al documento jurídico como tal. Los
ejemplos son útiles también en tanto que pertenecen a un tipo / género de
negocio que muestra la especificidad correspondiente de cada uno de los fenó-
menos.
5. EL MÉTODO DE ANÁLISIS
250
- el subtexto (cláusula contractual y los párrafos que la componen);
- la parte del documento (por ejemplo, la parte dispositiva, el encabeza-
miento y el cierre), y finalmente
- el documento. Además, en ocasiones, el documento tiene una última
caja que lo envuelve, un envoltorio. La última caja está constituida por
la forma solemne, si existe, y por la capa superficial del estilo que fun-
ciona como un mero adorno y no contribuye a la eficacia jurídica.
- Y, finalmente, y ésta es la quinta intuición, en el documento se observa una
progresión, una construcción de todos los elementos hacia la generación
del sentido global. Así, esa sustancia, ese esqueleto o cadena de verbos,
esas cajas dentro de las cajas, progresan en el seno del documento hacia la
creación del sentido del documento, concebido como un todo global.
6. RESULTADOS
251
a) Funciones marco
En primer lugar, el acto jurídico, en tanto que núcleo del sentido y origen
del documento, se presenta lógicamente como el primer aspecto consignado y
a tratar (primera función marco documento-texto); en segundo lugar presenta-
mos su calidad de fenómeno institucional (segunda correlación marco: tipo de
negocio-género textual). Todas las correlaciones derecho-lengua, o lo que es
lo mismo, todas las funciones jurilingüísticas, participan de esta tendencia a
la estabilidad y constituyen, en consecuencia, rasgos del género textual.
Tratar estos dos aspectos es una cuestión ineludible, pues contempla los
dos aspectos fundamentales del documento jurídico que se traduce: el docu-
mento como la encarnación de un acto y el acto como un bien institucional de
la comunidad. Además, la pragmática y la lingüística textual están interesadas
en estos dos aspectos y son capaces de describirlos con rigor. Así, la pragmá-
tica ha estudiado los actos de habla en su relación con la producción del texto
y los criterios de textualidad, por una parte y se ha interesado por el género
textual, por otra.
Las funciones anteriores (las funciones marco y las funciones menores), a
su vez, quedan desbrozadas en muchos aspectos en la «Tabla General de
Correlaciones» (Ferran, 2004: 158 y siguientes). Incluimos esta tabla a conti-
nuación.
TABLA 1
Tabla General de Correlaciones entre funciones marco y funciones menores
CORRELACIONES DERECHO-LENGUA:
FUNCIONES JURILINGÜÍSTICAS
DERECHO PRAGMÁTICA NUEVA DENOMINACIÓN
Documento Texto
Acto jurídico Acto de habla
Declaración de voluntad Macroacto de habla
principal
Declaraciones de voluntad Actos ilocutivos
subsidiarias subsidiarios
Criterios de interpretación Criterios de textualidad
252
Interpretación teleológica Coherencia
Función social (Ross) Función pragmática y Función práctica o
núcleo temático motivación
(van Dick)
Función de eficacia Función pragmática
global. Funciones
pragmáticas parciales
Semejanza entre Intertextualidad (1)
documentos
Remisión a otros Intertextualidad (2)
documentos
Tipo de negocio Género textual
Carácter institucional Carácter convencional
del derecho del discurso
Las 5 funciones jurilingüísticas ilustrativas
Primera función universal: la porción de eficacia
Sujetos Sintagmas lexicalizados Porción de eficacia
Objeto o bien con la función pragmática
Acto correspondiente: agente,
Circunstancias objeto, acto, etc.
Obligación, derecho, Unidad de Conocimiento Unidad de Eficacia
facultad, etc. Especializado (UCE) Jurídica (UEJ)
(jural functions)
Negocio jurídico El texto como Discurso jurídico
como relación jurídica construcción de segmentos común divisible en
menores porciones de eficacia
Remisión a otros documentos
Segunda y tercera funciones universales
Actos jurídicos Progresión temática
del documento verbal
Las partes del Superestructura
documento. Parte en subtextos
dispositiva dividida
en cláusulas
Dos funciones culturales
La forma solemne Fórmulas de solemnidad
Mentalidad generalista Estilo de redacción
o casuista casuista o generalista
253
La tabla de las dos páginas precedentes es un compendio de todos los
aspectos tratados en este trabajo. Contiene los focos de interés de la investi-
gación, que son los del traductor.
BIBLIOGRAFÍA
254
INVESTIGANDO LA TRADUCCIÓN
COMO ACCIÓN SOCIAL:
LOS DOCUMENTOS ACADÉMICOS
(ESPAÑOL-INGLÉS)
CATHERINE WAY1
Universidad de Granada
1. INTRODUCCIÓN
255
Para emprender nuestro estudio, hemos enfocado nuestra investigación,
desde la perspectiva del Análisis Crítico del Discurso, en algún problema de
la práctica social que necesitara la intervención del intérprete jurado. Para
ello, utilizamos como base el modelo tridimensional de Fairclough (1992)
quien sugiere la descripción del texto, la interpretación de la práctica discur-
siva (producción, distribución, y consumo/recepción del texto) y la explica-
ción de cómo la práctica discursiva se relaciona con la práctica social, además
de cómo se relacionan los tres elementos entre sí. A esto añadimos el ele-
mento de la traducción y el agente traductor al ampliar el estudio a textos que
deben moverse entre dos culturas y lenguas. Desde esta perspectiva nos
hemos propuesto investigar el contexto social y traductológico de un hecho
discursivo en su totalidad, obligándonos a traspasar las fronteras de varias dis-
ciplinas implicadas en el proceso social en cuestión.
2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
256
2. Describir y analizar los aspectos formales de la traducción profesional de
títulos universitarios y especialmente analizar las técnicas de traducción
aplicadas a los elementos fundamentales de los títulos para su eficacia en
este proceso social.
3. Descubrir la naturaleza de las relaciones entre los agentes involucrados en
este proceso social (Administración, cliente, intérprete jurado, y universi-
dades británicas).
3. EL MODELO DE ANÁLISIS
257
Con las respuestas recopiladas en los pasos 8 y 9, proseguimos con los
siguientes:
10. El análisis de la traducción de los dos textos seleccionados para comparar
las traducciones realizadas por intérpretes jurados en un número lo más
amplio posible.
11. El análisis del cuestionario enviado a los intérpretes jurados acerca de este
tipo de texto en concreto y los elementos que rodean su traducción para
respaldar y analizar sus decisiones.
12. El estudio de la recepción de los textos traducidos y de su eficacia respec-
to al encargo de traducción.
13. La propuesta de alternativas a las prácticas actuales (si fuesen necesarias).
258
mercado y el desarrollo de los campos del saber. Ambos sistemas demuestran
claramente los efectos del desarrollo histórico y cultural que les rodea y que
influyen en la producción y recepción de los títulos.
Este análisis nos ha permitido primero esbozar la posible macroestructura
de los títulos universitarios según las normas vigentes en los dos países impli-
cados, y nos ha permitido resumir las funciones principales de los títulos que
se comprueban más tarde con el análisis de los dos corpus. Por otro lado, nos
ha permitido comprobar que las únicas funciones que coinciden totalmente en
los dos corpus son: el uso del escudo de la universidad; el nombre y apellidos
del titulado; y el sello (generalmente en seco) de la universidad. Las demás
funciones muestran distintos grados de coincidencia parciales o nulos.
Asimismo, hemos podido constatar que, mientras los títulos españoles
comparten 10 funciones en todos los casos, los títulos británicos comparten
solamente 3 funciones en su totalidad. Los títulos españoles coinciden, ade-
más de en las funciones, casi al 100% en la redacción, como era de esperar
por la legislación detallada que rige su producción. No obstante, hemos
encontrado alguna anomalía que incumple dicha normativa. En los títulos bri-
tánicos, aunque las funciones coincidan, rara vez coincide la redacción, lo que
dificulta su clasificación.
Para cumplir con nuestro segundo objetivo, hemos descrito los sistemas de
reconocimiento de estudios en ambos países, sujetos ambos a la normativa de
la Unión Europea, además de a su propia legislación. Describimos el contex-
to social que rodea la necesidad de la traducción de los títulos universitarios
y los problemas a los que podrá enfrentarse tanto el cliente como el intérpre-
te jurado en sus relaciones con la Administración. Quedan patentes las mayo-
res dificultades que se encuentran para homologar un título británico en
España, realzando la importancia de la traducción de estos documentos.
Pudimos constatar también en esta parte del estudio el desconocimiento gene-
ralizado acerca de los intérpretes jurados y de su labor en la Administración
de ambos países.
Podemos concluir que el título se concibe de formas distintas, lo cual
induce a la aplicación de las normativas europeas de reconocimiento de mane-
ras muy diferentes. Estas diferencias se deben, en parte, según Hofstede
(1991), a las diferencias entre la sociedad individualista (en la que sitúa al
Reino Unido) y la sociedad colectivista (en la que sitúa a España). Aunque
ambos países están cada vez más cerca del límite entre estos dos tipos de
sociedad, acercándose y asemejándose en muchos aspectos, las estructuras
administrativas y legislativas siguen arraigadas en el desarrollo histórico que
las creó, dificultando, así, la posibilidad de limar las diferencias y desarrollar
sistemas comunes de reconocimiento.
259
Centrándonos en el contexto traductológico, hemos constatado la dificul-
tad que supone clasificar los textos especializados y las repercusiones que
tiene esta dificultad para la traducción de los mismos. Constatamos, asimis-
mo, la compleja relación entre la Administración y el administrado que rodea
la traducción de los textos que nos conciernen. Mientras que la bibliografía
disponible acerca de la traducción de los títulos académicos parece coincidir
en los problemas y las dificultades que dichos textos presentan para los tra-
ductores, tras un análisis de la figura del intérprete jurado en España, hemos
podido constatar como lo hacen ya otros estudios (Monzó, 2002) que la pro-
fesión sigue sin definir su posición en la sociedad. La situación profesional se
refleja, asimismo, en la falta de directrices claras acerca de la traducción jura-
da en general y, especialmente, en el caso de los títulos universitarios (véase
en este sentido también Monzó, 2003). Constatamos la existencia de dos pro-
puestas de formato para las traducciones juradas y de varias propuestas de téc-
nicas de traducción aplicables a distintos elementos del texto, cuya utilización
hemos podido comprobar en el estudio empírico.
En la segunda parte de nuestro estudio describimos la metodología utili-
zada para realizar el estudio empírico detallado en nuestro modelo de análi-
sis. El envío del cuestionario a los intérpretes jurados y de dos títulos para su
traducción al español y al inglés constituye, quizás, la parte más laboriosa y
compleja de nuestro estudio. Nos parece, sin embargo, fundamental para
poder comprobar la realidad de la práctica profesional que constituye la tra-
ducción de los títulos universitarios.
Nuestro universo de sujetos (basado en la lista de intérpretes jurados de la
Oficina de Interpretación de Lenguas (OIL) del Ministerio de Asuntos
Exteriores (MAE) de 2001) nos ofrece un total de 658 sujetos, 468 mujeres, y
190 hombres. De ellos 441 han accedido al nombramiento de intérprete jura-
do por la Licenciatura en Traducción e Interpretación, 216 por examen del
MAE, y solamente 1 por reconocimiento de un título europeo.
Para considerar los datos recopilados representativos, la muestra de suje-
tos debía reflejar la composición y las características exactas del universo
total. Para el envío del cuestionario y de los títulos, decidimos intentar man-
tener las mismas proporciones que muestra la lista de la OIL, tomando en
cuenta para la selección de la muestra aleatoria las variables siguientes:
- sexo;
- vía de acceso al nombramiento;
- año de acceso al nombramiento, y
- distribución por provincia.
260
De hecho, hemos respetado dichos parámetros en la selección de los suje-
tos para el estudio, aunque finalmente la distribución por provincia ha sido
alterada por la inclusión del estudio piloto en el análisis global y por la repues-
ta desigual de los sujetos. Enviamos 300 cartas, y recibimos 53 respuestas al
cuestionario, 49 traducciones al español (T1) y 46 al inglés (T2). Aunque el
estudio piloto, realizado en la provincia de Granada, muestra un índice de res-
puesta de casi un 40 % (debido probablemente a los vínculos de los sujetos
con la Universidad de Granada y a su cercanía geográfica), el índice de res-
puesta es de casi un 18 % para el estudio global.
Los resultados del cuestionario arrojan datos, que aunque no se pueden
considerar representativos, sí son muy interesantes para esbozar una idea acer-
ca de la situación de la profesión del intérprete jurado. Nuestro universo de
sujetos muestra una profesión joven y mayoritariamente femenina, donde el
60 % se han incorporado a la profesión en los últimos 3 años. Más del 80%
de nuestros sujetos traducen tanto al español como al inglés, lo cual hace
patente, en cierta manera, la necesidad de la traducción inversa en el mercado
de trabajo y, por consiguiente, en la formación de los licenciados. Apreciamos
que solamente un 24,5 % de los sujetos pertenecen a asociaciones profesio-
nales, y existe una clara correlación entre dicha afiliación y la edad (los más
jóvenes son menos proclives al asociacionismo). Mayoritariamente los suje-
tos trabajan por cuenta propia, y se dedican todos en mayor o menor medida
a la traducción jurada. Los resultados demuestran que existe un mercado de
traducción de títulos y escasas relaciones entre los agentes involucrados.
En cuanto a la segunda fase del estudio, podemos subrayar diversas cues-
tiones. En primer lugar, el análisis de las traducciones recibidas nos ha pro-
porcionado datos acerca de los formatos utilizados, el soporte físico, la fre-
cuencia de uso de la certificación establecida en el BOE, y las estrategias de
traducción aplicadas. Entre los aspectos formales analizados nos ha sorpren-
dido la irregularidad en el uso de la certificación. Un 35 % de los sujetos
reproducen fielmente la certificación exigida por el BOE en la T1 (primera tra-
ducción), el 45 % lo omiten, y el 20 % la reproducen parcialmente, e incor-
poran elementos que no contempla la normativa mencionada anteriormente.
Los datos muestran una incidencia mayor en el uso de la certificación com-
pleta en la segunda traducción, T2 (un 46 % de manera completa, un 24 %
parcial y un 30 % de omisión), quizás porque aparece como un único ele-
mento en lengua española, lo que evita interferencias de otras posibles fór-
mulas de cierre. No debemos olvidar, sin embargo, que la omisión puede
deberse al deseo de mantenerse en el anonimato.
De los elementos traducidos analizados podemos destacar la traducción de
la titulación Bachelor of Arts, donde podemos apreciar el uso predominante
261
de la traducción a través del préstamo léxico y la definición, lo cual nos puede
indicar que los intérpretes jurados respetan las competencias de las autorida-
des educativas en cuanto al reconocimiento de los estudios, mientras, al
mismo tiempo, hacen un esfuerzo por describir objetivamente en qué consis-
te la titulación.
Sin embargo, para la traducción de with Honours encontramos otras téc-
nicas aplicadas que son más variadas, y predomina claramente el calco y la
omisión. Las definiciones ofrecidas se refieren al sistema de títulos en gene-
ral o definen with Honours como una calificación o especialización. Siguen
ofreciendo una propuesta de equivalencia 9 (16,2 %) de los sujetos, cifra
menor que en el caso de la denominación del título en sí.
En cuanto a las relaciones entre los agentes involucrados en este proceso
social hemos podido constatar la falta de contacto entre los sujetos y las admi-
nistraciones implicadas. No sabemos todavía si este mínimo contacto se debe
a una falta de autoconfianza en la profesión, al trato que los traductores sue-
len recibir en otros ámbitos profesionales o a una falta de competencia inter-
personal para tratar en igualdad de condiciones con miembros de otras profe-
siones.
Sorprendentemente, tan sólo 7 de los 53 sujetos han contactado con el
MECD por cuestiones relacionadas con la traducción de títulos, sin mucho
éxito, y 7 con las universidades británicas, en este caso de manera más pro-
ductiva. Nos sorprende asimismo el hecho de que solamente 11 sujetos hayan
recurrido a la OIL para resolver dudas acerca de sus traducciones. Aunque la
OIL ocupa una posición reguladora para la profesión, no ejerce de colegio pro-
fesional ni mantiene un contacto diario con la realidad profesional de los
intérpretes jurados. Sirve, sin embargo, como punto de referencia en cuanto a
las directrices generales aplicadas a la traducción jurada.
En cuanto a la relación entre el intérprete jurado y el cliente, los datos
ofrecidos por los sujetos refutan la insinuación que algunos miembros de la
Administración hacen respecto a una relación colusoria, en la cual el intér-
prete jurado manipula los datos de los títulos en beneficio del cliente.
Apreciamos una relación de confianza relativa cuando se trata de utilizar al
cliente como fuente de información.
Para concluir, podemos decir que aunque la primera parte de nuestra
investigación, desde las múltiples perspectivas involucradas, ha ocupado una
mayor parte de nuestro estudio de lo esperado, lo consideramos fundamental
para poder comprender la producción y recepción de los documentos que nos
conciernen, así como para recopilar la información desperdigada acerca del
contexto traductológico.
262
Nuestro análisis de los títulos de cada país nos obliga a cuestionar, hasta
cierto punto, la utilidad de estos corpus como textos paralelos, dadas las diver-
gencias entre ellos. Las macroestructuras son claramente diferentes en
muchos aspectos, mostrando en común tan sólo algunos elementos, algunas
expresiones o términos que podrán facilitar nuestra labor traductora.
Por otra parte, a pesar de las dificultades iniciales encontradas para esta-
blecer el universo de sujetos para el cuestionario, y del bajo índice de res-
puesta a un estudio postal, creemos haber recopilado una cantidad de datos
acerca de los intérpretes jurados que podrá ser de utilidad en el futuro. Pese al
desconocimiento y desconfianza ante nuestra investigación por parte de la
Administración, tras insistir mucho en nuestra tarea, debemos recalcar el inte-
rés que nuestra investigación ha suscitado en algunas universidades, así como
en el MECD y las oficinas NARIC, los cuales muestran, generalmente, su sor-
presa por nuestro interés en su trabajo.
Aún nos queda en el tintero el estudio de muchos más datos y elementos
de las traducciones y del cuestionario, así como el estudio de la recepción de
las traducciones por parte de las administraciones implicadas. Éste será nues-
tro próximo reto.
BIBLIOGRAFÍA
263
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264
LA TRADUCCIÓN
DE LOS DOCUMENTOS
DEL DERECHO DE MARCAS
Mª DEL CARMEN ACUYO VERDEJO
Universidad de Granada
1. INTRODUCCIÓN
265
cionalidad, la creación de textos bilingües y multilingües, los textos paralelos,
la normalización de los documentos, especialmente en los contextos europeos e
internacionales, el concepto de superestructura, así como los conceptos de texto
origen, texto meta, cultura de origen y cultura meta.
Finalizamos esta investigación con unas reflexiones generales en las que
se menciona la consecución de los objetivos marcados al inicio de nuestro tra-
bajo, al tiempo que se esbozan algunos de los retos a los que se enfrentará el
traductor en un futuro, sobre todo teniendo en cuenta las implicaciones que
suponen para la traducción de este tipo de documentos la adhesión de los nue-
vos estados miembros a la Unión Europea.
2. OBJETIVOS
Una vez delimitado nuestro objeto de estudio y tras realizar un breve recorri-
do por los principales capítulos de la tesis doctoral, exponemos a continuación
algunos de los objetivos que pretendimos alcanzar con este estudio concreto:
266
- Identificar la tendencia actual en la evolución de los documentos dentro
del contexto de la globalización.
3. METODOLOGÍA
4. MATERIAL
5. ANÁLISIS
Los tres aspectos que hemos analizado en nuestra tesis son fundamental-
mente tres: la dimensión jurídica, la profesional y la textual.
267
5.1. Análisis jurídico
268
fuente imprescindible para paliar la complejidad conceptual y las diferencias
existentes entre los distintos sistemas jurídicos, principalmente el sistema de
common law y el romano-germánico, en nuestro caso.
Por otro lado, este estudio nos lleva también a descubrir el régimen lin-
güístico y de traducción existente en el campo del derecho de la propiedad
industrial, al tiempo que se extrae un inventario de los documentos que inter-
vienen en este procedimiento de registro de marca.
269
5.3. Análisis textual
270
y las internacionales. Otro de los fenómenos es la creciente tendencia a la cre-
ación de textos multilingües, especialmente los generados en el seno de insti-
tuciones supranacionales con la particularidad de que en dichos contextos los
textos no son considerados traducciones, sino textos originales.
Tras realizar el análisis de los textos que conforman nuestro corpus desde
una triple perspectiva (jurídica, profesional y textual) y retomando los objeti-
vos que nos planteamos al inicio de esta investigación consideramos oportu-
no subrayar algunos elementos de juicio.
En primer lugar, un análisis comparado de los cuatro sistemas jurídicos
sobre el derecho de marca en España, en el Reino Unido, en Europa y en el
ámbito internacional ha resultado ser de extrema utilidad para la traducción de
este tipo de textos. Esta primera fase del análisis ha proporcionado al traduc-
tor un conocimiento amplio de los conceptos y los elementos culturales pro-
pios de cada sistema jurídico. Dicho análisis nos ha permitido además pro-
porcionar al traductor información relativa a los factores extratextuales que
determinan la situación comunicativa.
En segundo lugar, otro de los resultados importantes de nuestra investiga-
ción reside en el hecho de haber compilado para el traductor valiosas fuentes
de documentación, tales como bases de datos utilizadas por las diferentes ofi-
cinas nacionales, europea e internacional y que también pueden ser utilizadas
por el propio solicitante, agentes de la propiedad industrial y traductores. Su
principal utilidad reside en facilitar terminología y fraseología especializada
y contextualizada
En tercer lugar, nuestra investigación ha demostrado la pertinencia, la efi-
cacia y la utilidad que tiene para el traductor el crear corpus de textos origi-
nales para distintas combinaciones lingüísticas. El traductor los puede utilizar
como fuente de referencia con el fin de encontrar soluciones de traducción y
de mejorar notablemente la calidad del texto traducido.
En cuarto lugar, las implicaciones de la continua aproximación de las legis-
laciones nacionales para las convenciones textuales de los textos jurídicos creados
en la Unión Europea remiten sobre todo a la existencia de diferentes grados de
normalización, a la presencia de hibridismo textual y cultural junto con la per-
sistencia de elementos culturales propios de las culturas jurídicas implicadas.
Todos estos elementos, tanto los híbridos, como los elementos culturales afec-
tan directamente a la comprensión del texto, a su formato y, por ende, a las
decisiones que el traductor tome para la solución de dichos problemas.
271
Por otro lado, el análisis de la superestructura de los documentos propor-
ciona al traductor una información real, fiable y contextualizada de las con-
venciones textuales de los textos que componen nuestro corpus.
Quisiéramos subrayar asimismo las repercusiones que este tipo de análisis
tiene para el desarrollo de herramientas de traducción asistida, ya que el mate-
rial compilado ayuda al traductor a encontrar soluciones y bloques de infor-
mación paralelos en ambas lenguas, inglés y español especialmente en los tex-
tos con un alto índice de normalización, que son, por otra parte, la gran mayo-
ría de ellos. Al mismo tiempo, estos bloques paralelos de información y su
correspondiente extracción terminológica podrían ser utilizados para crear
memorias de traducción para la traducción de textos jurídicos, así como para
crear glosarios electrónicos con la metodología empleada por la lingüística de
corpus.
Finalmente, nuestra investigación pone de manifiesto los principales retos
y la formación que requiere un traductor para ser contratado como tal no sólo
en calidad de freelance, sino también por las distintas instituciones naciona-
les, europeas e internacionales. Nos referimos a la OAMI o a la OMPI. En este
sentido abogamos por la necesidad de una formación multidisciplinar como la
vía que ofrece al traductor adquirir unos conocimientos sólidos que le permi-
tan afrontar los retos que la traducción de documentos de la propiedad indus-
trial encierra.
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