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Ted Bundy

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Ted Bundy

Historia de un asesino serial

Ted Bundy nació en Burlington, localidad situada en Vermont el 24 de noviembre


de 1946, y su trayectoria criminal le ha situado en la historia de los asesinos en
serie más conocidos, Su historia, como le de otros conocidos criminales, ha
llegado a inspirar al cine, el cual tiene variedad de películas, documentales, tales
como: “LAS CINTAS DE TED BUNDY” “ TED BUNDY LA CONFESION FINAL”
entre otros, A él se le atribuyen 36 asesinatos de mujeres jóvenes, aunque sólo
llegó a declararse culpable de 30, Su especialidad: sodomizar y asesinar
brutalmente a universitarias, Bundy fue criado por sus abuelos, al quedarse
embarazada su madre a edad muy temprana, de hecho, durante mucho tiempo le
hicieron creer que era su hermana. Desde siempre fue buen estudiante y llegó a
cursar Psicología y Derecho, era un ciudadano ‘modélico’, afirma Albacete, quien
recuerda como Bundy colaboraba con Servicio Sociales de su ciudad, e incluso, le
llegaron a dar un premio por haber salvado a un niño que se estaba ahogando. Le
decían el “lobo con piel de cordero”.

EL GRAN AMOR DE TED Stephanie Brooks


En la primavera de 1967, a sus 21 años, se enamoró de otro american
dream: Stephanie Brooks, tan bella como inteligente, y tan rica como las arcas de
su opulenta familia. Se dijo, muchos años después de los espantosos sucesos que
sobrevendrían, que la ruptura de la pareja pudo ser un disparador, o uno de ellos.
Porque Stephanie lo dejó por razones muy íntimas jamás reveladas, entre las que
se filtró su ausencia de objetivos claros, definidos, para encarar el futuro. Se cree
que Stephanie fue la obsesión de Ted hasta el final, aun en medio de su
escalofriante raid: obsesión que se perpetuó en decenas de cartas para lograr
reconquistarla, que nunca fueron respondidas En 1973, luego de tan largo silencio
y de cartas sin retorno, Ted vivió su último instante de luz: pasó el verano y el
invierno de ese año con Stephanie. Pero una mañana, borroneado por el alba y la
nieve, se alejó de ella para siempre. En 1973, después de abandonar a su
adorada Stephanie, empezó a tomar alcohol y a robar en casas y comercios.

Y el 4 de enero de 1974 levantó el telón y puso en escena una desaforada carrera


de sangre y de muerte.

¿Cómo atraía a sus víctimas?

Ted Bundy usó un modus operandi ingenioso y manipulador que le posibilitó


cometer sus atroces crímenes sin ser descubierto durante mucho tiempo En
silla de ruedas, con un brazo en cabestrillo o apoyado en muletas, Bundy se
acercaba a sus víctimas, fingiendo ser alguien que necesitaba ayuda.
Aprovechando su apariencia amigable, lograba persuadir a las mujeres para
que le brindaran ayuda, ya fuera cargando objetos en su coche o
acompañándolo hasta allí. ¿Cómo podría alguien negarse a ayudar a alguien
en apuros? Era la trampa perfecta para un depredador.

Victimas de ted:
La primera victima de ted fue Joni Lenz, fue en 1974 entro al cuarto de la
residencia universitaria La joven, de 18 años, estaba pasando el rato en la
habitación, ajena a lo que podía esperarle al otro lado de la puerta. Ted entró con
una palanca, golpeó a Joni en la cabeza con una palanca, la ató y, con una de
las patas de la cama, la violó antes de marcharse y dejarla con vida. La
estudiante quedó con vida pero gravemente malherida y con lesiones cerebrales
de por vida. El de Joni Lenz solo fue el primer ataque de aquel aciago 1974 en el
que Bundy comenzó un reguero de asesinatos, todos con el mismo modus
operandi.
Como segunda víctima El 1 de febrero de 1974, Lynda Ann Healy se convierte en
la segunda víctima asesinada por Ted Bundy. Healy era una estudiante popular en
la Universidad de Washington (UW), con especialización en psicología. A menudo
trabajaba con niños discapacitados y le encantaba la oportunidad de ayudar a los
demás.
La noche del 31 de enero, antes de su desaparición, salió de una taberna llamada
Dante's para compartir una cerveza con unos amigos. Sin embargo, se retiró a
casa temprano para llamar a su novio. A las 11:30 pm, Healey entró en una de las
habitaciones de sus compañeras de suite para charlar, pareciendo feliz y tranquila.
A las 00:00 de la madrugada, Healey bajo su habitación. Esa fue la última vez que
alguien vio a Lynda Ann Healey con vida.
A la mañana siguiente, su compañera de habitación de al lado, Barabara Little, se
despertó con la alarma a las 05:30 am de Healey. Si bien Healey generalmente lo
apagaba, la alarma no dejaba de sonar. Little asomó la cabeza para ver cómo
estaba estaba Healey: ella no estaba por ningún lado. Al principio, Little no pensó
que Healey corriera algún tipo de peligro. Aparte de su alarma sonando, no se
alteró nada en la habitación de Healey.
Sin embargo todas sus compañeras de habitación comenzaron a preocuparse una
vez que el jefe de Healey le preguntó por que ella nunca se ausentaba de su
trabajo. También se perdió una cena familiar esa noche, lo que provocó una
llamada preocupada de sus padres. Sus compañeras de habitación decidieron
investigar. En la habitación de Healey, encontraron que faltaba parte de su ropa de
cama. Además, había sangre en las sábanas, así como en uno de sus camisones.
Después de descubrir que su puerta trasera estaba abiertas, sus compañeras de
habitación llamaron a la policía. Las autoridades también se esforzaron por
determinar si había ocurrido o no algún juego sucio. Pero la habitación de Healey
estaba limpia y en orden, además de los rastros de sangre en sus sábanas. Sin
embargo, las manchas de sangre en uno de sus camisones llevó a la policía a
creer que había ocurrido un crimen. A la luz de la evidencia mínima, la policía se
esforzó por descubrir lo ocurrido.
Finalmente, el 3 de marzo de 1975, el cráneo de Healy se ubicó en Taylor
Mountain, lo que significó un final devastador. Healy fue la primera de ocho
mujeres jóvenes que resultaron muertas ese verano en Washington.
Cuando capturaron a Ted Bundy (también conocido como The Campus Killer), el
daño a innumerables vidas de jóvenes mujeres ya estaba hecho. Este reconoció,
en 1978 haber asesinado a unas 36 mujeres, siendo Lynda Ann Healy su segunda
víctima. Además, se comprobó que vivía a solo tres cuadras de Healy.
Su asesino fue descripto por los investigadores como un joven carismático y
guapo, que explotó para ganarse la confianza de muchas de sus jóvenes víctimas.
Por lo general, fingía una discapacidad o lesión para ganarse la confianza de las
jóvenes antes de dominarlas y secuestrarlas en lugares apartados.
Durante sus procedimientos judiciales televisados, la gente quedó cautivada por la
horrible naturaleza de sus crímenes y por su extraña fascinación psicológica.
Budy era un pervertido sexual, que se dedicaría a la mutilación y necrofilia con los
cadáveres de sus víctimas. A algunas víctimas la visitaría durante algunos días
después de matarlas. En ocasiones le cortaba la cabeza con una sierra para poder
admirar sus rostros en su apartamento. Luego arrojó sus cabezas al bosque una
vez que se cansó de ellas.
Algunos de los cuerpos de sus víctimas estaban muy descompuestos cuando
fueron encontrados por las autoridades, y la causa de la muerte fue difícil de
determinar. Sin embargo, en otro, la evidencia forense reflejaba que mantendría
sus víctimas con vida durante días antes de matarla. Algunos cuerpos fueron
encontrados con uñas recién pintadas, cabello lavado y maquillaje fresco. Aun así
estos dos primeros casos de ted no lo vincularon, mas adelante se fueron viendo
los patrones de asesinatos y que lentamente las piezas del rompecabezas
empezaron a cobrar sentido.

Raid de muerte de ted

9 de febrero: Carol Valenzuela, 20 años, desaparecida en Vancouver, Canadá.


Su cadáver, junto a otro, fue descubierto en octubre.

11 de febrero: Nancy Wilcox, 16 años, desaparecida y jamás hallada.

12 de marzo: Donna Masson, 19 años, desaparecida mientras iba a un concierto


de jazz en el campus universitario.

17 de abril: Susan Rancourt, 18 años, desaparecida mientras caminaba por los


jardines del Central Washington State College.

17 de mayo: Roberta Parks, 20 años, citada por unas amigas para tomar café…
nunca llegó al lugar. Un hombre con un brazo enyesado le pidió ayuda para subir
algunas cosas a su auto. Jamás volvieron a verla.
1 de junio: Brenda Ball, 22 años, salió de la taberna Flam de Burien, Washington,
luego de decirle a unos amigos que buscaría a alguien que la llevara a dedo a Sun
City, California. La última vez que la vieron, habla con un hombre que tenía un
brazo en cabrestillo. Veinte días más tarde denunciaron su desaparición. Nunca
llegó a Sun City.

11 de junio: Georgann Hawkins, 18 años, de la fraternidad Kappa Alpha Theta,


Seatlle, desapareció después de despedirse de su novio y buscar unos libros para
preparar un examen de castellano. Nadie volvió a verla.

14 de julio: La estudiante Janice Otto le dejó una nota a su compañera de cuarto:


“Me voy en bicicleta al parque Lake Sammamish”. Allá la vieron hablar con un
hombre que tenía un brazo enyesado y le pidió ayuda para subir unos libros a su
auto. Desaparecida.

17 de julio: Un hombre con un brazo enyesado secuestró en ese parque a Denise


Naslund, que pasaba el día con su novio y unos amigos. El cadáver de Denise
apareció en agosto flotando en el lago

18 de octubre: Secuestró y asesinó a Melissa Smith, la hija del sheriff local,


cuando esta iba a pasar la noche en la casa de una amiga. Su cadáver fue
encontrado nueve días después en Summit Park.

30 de octubre: Laura Aimee, 17 años, secuestrada cuando volvía de una fiesta de


Halloween. Su cuerpo apareció en los montes Wasatch. Tenía la cabeza golpeada
con un objeto de metal, y había sido violada.

Todo eso ocurrió en un año 1974, llamado el año sangriento de ted, pero el 8 de
noviembre por soberbio y creyéndose impune hizo el primer error, cuando se
acercó a Carol DaRonch en el Fashion Place Mall de Murray, Utah, y simuló ser
un oficial de policía: un brusco cambio en su modus operandi ya que todo el
tiempo era un hombre que necesitaba ayuda, estando en sillas de ruedas o e
muletas para atraer a las mujeres,

El error de ted

"Alguien quiso robarte el auto. Vamos a la comisaría para hacer el informe", dijo.
Carol, confiada, subió. Ted avanzó unos metros, frenó de golpe, sacó su pistola, e
intentó esposarla. Pero solo pudo atraparle una muñeca. Ella luchó con uñas y
dientes, lo golpeó en la cara, se tiró del auto y logró que un conductor que
pasó por allí la llevara a la comisaría. Una vez allí, narró el episodio y
describió al hombre, su auto, y fue posible detectar el grupo de sangre de
Ted entre los restos de la pelea.
Pero aún no estaba acorralado.

Esa misma noche —8 de noviembre—, Debbie Kent, 17 años, desapareció de la


playa de estacionamiento del instituto Viewmont, cuando se disponía a ver con sus
padres una obra de teatro.

Un mes más tarde, un hombre denunció a la policía que la noche de la


desaparición de Debby vio salir a toda carrera, de ese mismo estacionamiento, un
Volkswagen de color claro, posiblemente beige.

Llegado el año 1975, Ted Bundy cambió de escenario: las montañas de


Colorado.

12 de enero: Caryn Campbell, 23 años, acompañó a su novio, el doctor Raymond


Gadowski, a un seminario en Aspen. Mientras estaban en el salón del hotel, ella
regresó a su habitación para buscar una revista… pero no volvió. Gadowski y sus
hijos esperaron unas horas, y denunciaron la desaparición. Un mes después, un
obrero encontró el cadáver de Caryn en un banco de nieve, a varios kilómetros del
hotel. La habían violado y golpeado con saña, con furia.

13 de marzo: Apareció un cráneo en una zona boscosa de los montes Taylor, era
de Brenda Ball. La batida policial posterior reveló partes de los cuerpos de Lynda
Healy, Susan Rancourt, Roberta Parks y Donna Mason.

15 de marzo: Julie Cunningham, 26 años, secuestrada mientras iba a una taberna


en Vail. Su cuerpo no fue encontrado.

6 de abril: Luego de una discusión con su marido, Denise Oliverson, 25 años, fue
a visitar a sus padres en Grand Junction. No llegó, ni volvió a su casa.
Desaparecida. Cuerpo nunca hallado.

15 de abril: Melanie Cooley, 18 años, desapareció al volver de la escuela. Un


obrero vial encontró su cadáver el 23 de ese mes. Atadas sus manos, la habían
golpeado con una barra de hierro, y una funda de almohada le apretaba el cuello.
Además, violada… Como casi todas.

1 de julio: Shelley Robertson, 24 años, viajaba por el país haciendo autostop. Sus
amigos pasaron varios días sin noticias de ella. Algunos testigos dijeron que la
vieron hablando en una estación de servicio con un hombre que manejaba un viejo
camión. El 24 de agosto, su cadáver fue descubierto por dos estudiantes en el
pozo de una mina no lejos de Georgetown.
La policía, a fuerza de descripciones, contaba con un retrato del asesino, y
Elizabeth Kloepfer casi confirmó su identidad en una llamada anónima al sheriff
local:

—Mi novio se llama Ted Bundy, y podría tener que ver con esas muertes.

Pero ninguno de los testigos que habían visto al hombre del brazo enyesado que
pedía ayuda lo reconoció en el retrato, la policía desechó la pista, y el monstruo
ganó tiempo.

Eligió moverse. Ir de un estado a otro. Cambiar de modus operandi. Pero sus


ataques se tornaron cada vez más erráticos y temerarios: había perdido toda la
sutileza del cazador, del asesino profesional. Dejaba huellas en todos
lados. Como suele suceder con los asesinos seriales, juegan al gato y al
ratón hasta que por una razón que nadie puede descifrar quieren ser
atrapados.

El fin del asesino ted Bundy

El 16 de agosto de 1975, un patrullero detuvo un Volkswagen para un control de


rutina: comprobar su matrícula. Pero el hombre al volante huyó con el acelerador a
fondo.

Desde luego, no tardaron en atraparlo. Su documento decía Theodore Robert


Bundy. En el auto había una barra de hierro, esposas, cinta adhesiva, y otros
objetos ligados a los crímenes.

El juicio empezó el 23 de febrero de 1976 por secuestro agravado. Ted, de 29


años, confiado, sonreía:

—No tienen pruebas contra mí.

Pero Carol DaRonch lo reconoció:

—¡Es el hombre que trató de secuestrarme y amenazó con matarme!

La sentencia fue leve: 15 años de prisión con chance de libertad condicional.

Las pruebas psico y toxicológicas concluyeron que no era psicótico, drogadicto ni


alcohólico, y no pre sentaba signos de daño cerebral. Pero unos pocos pelos de
mujer encontrados por los peritos en el Volkswagen eran, sin duda alguna, de
Melisa Smith y de Caryn Campbell, y que las contusiones en sus cráneos
correspondían a la barra de hierro usada en casi todos sus crímenes.

Ergo, Ted Bundy afrontó un nuevo juicio. Esta vez, por asesinato. Rechazó a
los abogados de la defensa: decidió representarse a sí mismo. Para ello le
permitieron ir periódicamente a la Biblioteca de la Corte de Aspen. Y el 7 de junio
de 1976, saltó desde una de las ventanas, se rompió un tobillo, eludió a la
policía durante una semana viviendo del robo y durmiendo en un ómnibus
abandonado… hasta que cayó preso mientras intentaba robar un Volkswagen con
las llaves puestas.

En enero de 1977 protagonizó otra fuga, esta vez, como un saltimbanqui, desde
el techo del penal hasta otros dos techos. Se descubrió a media tarde del día
siguiente. Pero en ese lapso de libertad –unas cinco horas– entró en el edificio de
la fraternidad universitaria Chi Omega y atacó a Karen Chandler y a Kathy Kleiner,
robó un BMW, puso proa a Pensacola, Florida, donde cayó por última vez: una
patrulla reconoció la patente del auto robado.

A raíz de esos ataques, la policía revisó a fondo cada rincón de la fraternidad Chi
Omega y encontró los cadáveres de Lisa Levy y Margaret Bowman. Ya no
habría escape para Ted Bundy.

En el juicio, los testimonios fueron aplastantes. Nita Neary juró que T.B. era el
hombre que vio huir de la fraternidad. El dentista M. Souviron probó que las
mordeduras de dientes en el cuerpo de Lisa Levy coincidían con la dentadura del
acusado.

El 31 de julio de 1979, luego de siete horas de deliberación, el jurado lo declaró


culpable de todos los cargos, y el juez Cowart lo sentenció a morir en la silla
eléctrica.

Pero el monstruo no se rindió: como abogado de sí mismo, logró tres


postergaciones de la pena capital en 1986: marzo, julio y noviembre. Su último
recurso para reducir la sentencia fue confesarle a Bob Keppel, jefe de
investigadores del Departamento de Justicia de Washington, dónde había ocultado
restos de varias de sus víctimas. El rastreo encontró varias cabezas, pero el
“perverso con compulsión necrofílica” (dictamen médico) fue ejecutado el 24 de
enero de 1989.

Tenía 43 años.

¿Cómo fueron sus últimos instantes? Llamó por teléfono a su madre y rechazó la
última comida de los condenados a muerte.
Meses antes, en entrevistas con la prensa, culpó de su instinto criminal a su
abuelo, el diácono Samuel Cowell:

—Era un tirano abusador y racista. Odiaba a los negros, a los italianos, a los
judíos, a los católicos. Torturaba animales. Y coleccionaba pornografía en su
invernadero.

En su último reportaje, dijo:

—Soy el hijo de puta más duro que jamás han conocido. Pero hay personas
que al mirarte irradian una especie de miedo. Invitan al abuso. Lo fomentan.
Además, ¿qué es uno menos, ¿qué significa uno menos en la faz del
planeta?

Palabras que le dan razón al criminólogo Robert Ressler:

—La prensa interpretó muy mal el encanto personal de Ted Bundy. No era el
Rodolfo Valentino de los asesinos seriales, como se dijo. Era un hombre brutal,
sádico y pervertido.

El cuerpo de ted fueron cremados y no hubo funeral publico.

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