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El Rol Del Acompañante Terapéutico Escolar

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¿QUÉ ES? ¿PARA QUÉ? ¿CÓMO? ¿DÓNDE?

:
EL ROL DEL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO
ESCOLAR.

Autora
Lic. y Prof. Fátima Benítez

Coautoras
Lic. Rosario Del Corro
Lic. Romina Machado
Lic. y Prof. Jesica Morán

La herramienta principal de trabajo de un acompañante


terapéutico es uno mismo, por lo cual es imprescindible que pue-
da disociar entre “uno mismo” y “quien acompaña”. Esta última
forma parte del personaje, dicho en otras palabras, el desempeño
del rol. “Aquello que se pone en juego en la escena del Acom-
pañamiento Terapéutico, no es uno mismo, sino una presencia
condicionada por distintos factores.” (Chevez, 2012. P 118)
Cuando nos referimos al ROL, existen cuatro preguntas
que podemos formular al respecto: ¿Qué es?, ¿para qué?, ¿cómo?
y ¿dónde? En el presente escrito responderemos dichas preguntas
con el fin de lograr identificar particularmente el rol del acompa-
ñante terapéutico que se inserta en el ámbito escolar.

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¿QUÉ ES?...
Según la Real Academia Española (2001), rol es el papel
de un actor o función que alguien o algo desempeña.
Por otro lado, en el Diccionario Etimológico Castellano e
Hispánico (1980-1991), Corominas señala que el término pro-
viene del francés “rôle”, el cual remite a la función que alguien
cumple. Etimológicamente proviene del latín que significa rótulo
y hace referencia a la hoja enrollada usada por los actores medie-
vales que contenía el texto a ser representado en la obra de teatro.
Reyes (2006) en su obra Psicodrama, Paradigma, Teoría y
Método, postula que el rol es la unidad psicosocial que está refe-
rida a la relación con otros. Es la menor unidad observable de la
conducta que involucra una dinámica interaccional. Es por ello,
que el rol es una experiencia social y para su ejercicio siempre
debe haber un otro. Para esta autora, su función es la socialización
y la regulación social. A raíz de ello, este proceso se inicia en la
temprana infancia con la estructuración del yo y con el aprendi-
zaje de roles sociales disponibles. Es pertinente aclarar que una
persona ejerce varios roles a lo largo de su vida.
Dentro de campo del Acompañamiento Terapéutico va-
rios autores han realizado importantes desarrollos en relación a
éesta temática.
Rossi (2004) postuló la importancia de diferenciar el rol
de las funciones del a.t, porque es a raíz de esta indefinición que
provienen buena parte de las dificultades en este campo profesio-
nal.
Chevez (2012) señala que definir el rol asienta un nexo
institucional de comportamiento que permite delimitar social-
mente lo que es y no es un Acompañamiento Terapéutico. Para
este autor, no es lo mismo la tarea por lo que un acompañante es
convocado (ROL) que las coordenadas que guían y determinan la
ejecución singular de la tarea (FUNCIÓN). Desde este punto de
vista, el rol representa un determinado tipo de actor (a.t), en un
contexto determinado (en nuestro caso, el ámbito educativo), lo

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cual establece una determinada expectativa social acerca de lo que
se puede esperar de ese actor.

Una segunda pregunta es ¿PARA QUÉ?


Este interrogante se responde por medio de las funciones.
Se podría decir, que sería la parte dinámica del rol y es aquí donde
encastra a la perfección la frase “caso por caso”, que caracteriza
nuestro campo de acción. En otras palabras sería prácticamente
imposible ser exhaustivos al momento de enumerar funciones, ya
que estas dependerán de cada caso en particular. No obstante el
Acompañamiento Terapéutico en el ámbito escolar tiene particu-
laridades que permiten dar cuenta de ciertas funciones específicas.
Si bien no es el objetivo de este escrito desarrollarlas, podemos
enumerar algunas a modo de ejemplo: función intermediaria (en-
tre la familia, equipo terapéutico, institución educativa y pacien-
te); fomentar la capacidad de escucha, espera y tolerancia a la
frustración; facilitar y promover la socialización con pares y adul-
tos; ayudar en la construcción de legalidades y el reconocimiento
de la autoridad; colaborar en la organización interna y externa
(en aquello que hace a la cotidianeidad escolar); promover una
buena comunicación e interacción trabajando al mismo tiempo
con todo aquel que rodea a nuestro acompañado. Así también,
tendremos la función de contención tanto emocional como física
(esta última en el caso de ser necesaria).

Un tercer interrogante sobre el rol hace referencia al


¿CÓMO?…
El rol también se estructura dinámicamente con aspectos
creativos personales que pondrán en juego la serie de vínculos
significativos con los que desempeñamos roles complementarios.
Asimismo, es necesario tener en cuenta que lo que se pone en
acción en el ejercicio del rol tiene que ver con los aspectos perso-
nales, cognitivos, emocionales, fantasías, etc.
A esto llamamos recrear el rol.

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Si retomamos algunas de las definiciones de a.t, recorda-
remos que en repetidas ocasiones se lo menciona como un agente
de salud. Etimológicamente, agente viene del latín, que significa
“aquel que hace”. Pero el hacer del a.t no es cualquier hacer, es
un hacer transformador, que recurre a la acción espontánea para
recrear el rol, apelando a la capacidad de creatividad e invención.

Por último, el cuarto interrogante en relación al rol es


¿DÓNDE?
En lo que al Acompañamiento Terapéutico Escolar refiere,
se podría retomar aquello que señala Campise y Cols. (2012) en
el capítulo 12 del libro Acompañantes: “El Acompañante desde su
rol facilita la materialización de un proceso de integración, si en
una adecuación curricular la pedagogía vehiculiza que un niño
en particular pueda asimilar los contenidos específicos referidos
a la asignatura del ciclo que cursa, en un A.T se trabaja sobre las
dimensiones afectiva, conductual y social”. (p. 198) Asimismo,
actúa también como objeto transicional al amortiguar angustias;
posibilitar la capacidad de espera, de escucha y la tolerancia a la
frustración; propiciar la socialización, el jugar, la integración con
pares; o dar lugar a espacios que anticipen la desorganización del
niño.
Por esto, al momento de definir el rol del a.t escolar, deci-
mos que es necesario pensarlo como un espacio “entre”, tal como
afirman Kuras y Resnizky. Como acompañantes que nos desen-
volvemos en el ámbito escolar, es imprescindible tener presente
que estamos en un espacio atravesado por lo pedagógico, pero con
objetivos terapéuticos.
Rossi (2012) señala que un a.t que se desempeña en una
Institución Educativa “es un agente de salud que trabaja inserto
en un equipo terapéutico, con una persona que está padeciendo
una conflictiva del orden de lo psíquico, emocional y en conse-
cuencia manifiesta síntomas en el plano educativo” (p. 217). Así
también, menciona que abarca situaciones, abordajes y prácticas

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caracterizadas por su inserción en función de actividades relacio-
nadas no solamente a lo educativo y académico sino también al
campo de la psicopatología, salud mental y clínica de Acompaña-
miento Terapéutico.
Por ello, dicha autora, destaca ciertas particularidades in-
herentes al rol del a.t escolar:
–– Las implicancias del espacio en el que desempeña el rol,
o sea la escuela y todos aquellos que se relacionan a ella
directa o indirectamente.
–– Tener en cuenta al Acompañamiento Terapéutico como
un lugar de tensión entre las expectativas familiares y/o
institucionales; esto ayuda tanto a la familia como a la es-
cuela y al paciente a moderar las ansiedades que se des-
piertan ante el desempeño académico/institucional que el
niño, la niña y adolescente puede lograr y que muchas
veces se encuentra por fuera de lo esperable.
Por esto, es importante destacar que una de las característi-
cas principales de este rol, es su flexibilidad ya que permite partir
de la subjetividad de nuestro acompañado, del respeto por sus
necesidades, ritmos y tiempos, pensando, delineando y ejerciendo
múltiples funciones. Ahora bien, ¿cuáles serían las dificultades de
este rol? Algunas se presentan al momento de la demanda, por
ejemplo, cuando se espera que sea el acompañante quien diga “lo
que debiera hacerse”, o incorporando un a.t cuando se considera
que ya no hay nada más por hacer, sin objetivos claros junto a
expectativas sobredimensionadas.
Otra dificultad frecuente es en relación a la diferenciación
con otros roles muy conocidos en la escuela, como es el caso del
docente de apoyo a la integración.
Por último, se podrían mencionar los desbordes (psíqui-
cos, emocionales, conductuales) que, si bien puede ser visto como
obstáculos por la exposición del acompañado/a, también se pue-
den rescatar como beneficiosos en el hecho de que habilitan nue-
vas formas de trabajar con los pares y adultos.

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Diferenciando Roles

Si bien el a.t se incorpora con objetivos terapéuticos, el


ámbito escolar está signado por un intenso atravesamiento peda-
gógico y académico, por lo cual permite ser un lugar intermedio
que conduzca a confusiones tanto en el rol como en sus funciones.
Existen varias diferencias entre el Acompañante Terapéuti-
co Escolar y el Docente de Apoyo a la Integración.
Actualmente desde el Ministerio de Educación de la Pro-
vincia de Córdoba está en vigencia la Resolución N° 667/11, nor-
mativa que refiere a la integración de los alumnos con necesidades
derivadas de la discapacidad. En su Anexo, se puede encontrar la
organización y funcionamiento que debiera tener todo proceso de
integración escolar. Dentro del mismo se encuentra: el destinata-
rio, los responsables involucrados (padres/tutores a cargo, escuela
común/especial, programa de integración y equipos privados), la
matrícula de la escuela, el Acta acuerdo (instrumento), el sistema
de apoyo, las adecuaciones curriculares, los tiempos y espacios
curriculares, la evaluación, seguimiento y acreditación.
Asimismo, menciona el rol del docente del aula y del do-
cente del apoyo a la integración y señala que el primero tendrá
a cargo la elaboración de las adecuaciones curriculares según las
particularidades de los alumnos. Llevará a cabo su tarea de mane-
ra colectiva, colaboradora e innovadora junto al docente de apoyo
según la frecuencia acordada. Por otro lado, el segundo, cumple
el rol de mediador y coordinador de las actividades y relaciones
interinstitucionales que se establezcan en los sistemas de apoyo al
proceso de integración y a su vez tiene funciones específicas en
relación a:
–– La Institución: a la cual le informa, sugiere, orienta y coor-
dina las acciones a implementar en cada trayectoria esco-
lar.
–– Los docentes: a quienes asesora y acompaña en la labor,
participa en la elaboración de las adecuaciones curriculares

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según las características y posibilidades del alumno.
–– Los padres: facilita el acercamiento y participación en el
proceso.
–– Al alumno: realiza evaluaciones de las posibilidades del
alumno, identifica las barreras del aprendizaje al acceso
y participación, implementa estrategias educativas que le
permitan al alumno desempeñarse en el contexto educativo
con el menor grado de dependencia posible. Realiza un
seguimiento del proceso de aprendizaje.

Es importante conocer las funciones y roles de los dife-


rentes actores que forman parte de la cotidianeidad escolar de
nuestro paciente, conociendo los límites e incumbencias tanto de
nuestro rol como los de aquellos profesionales con los que estare-
mos en constante contacto.
Podríamos concluir entonces, que el rol del a.t que acom-
pañe en la escuela, comprende funciones específicas con los niños,
las niñas y adolescentes que requieren contención afectiva, emo-
cional y conductual de forma personal debido a sus necesidades
especiales para desempeñarse en la escuela con sus pares y do-
centes. Vehiculizado por el vínculo con el acompañado, trabajará
en pos de su autonomía, la toma de decisiones y reflexión de sus
posibles consecuencias, apuntando a mejorar la calidad vincular.
Asimismo, ayudará al paciente en la adaptación a situaciones de
ansiedad y tolerar frustraciones inevitables que ocurrirán en cual-
quier contexto pero que pueden ser “ensayadas” en lo cotidiano
de la escuela.
El a.t que se inserta en una institución educativa atiende a
la experiencia de inclusión en los aspectos afectivos, vinculares y
socioculturales por encima de los aprendizajes escolares. Podrá co-
laborar en aspectos académicos, pero no es su función específica.
Ayudará a trabajar aspectos propios, privados y personales,
diferenciándolos e integrándolos con lo ajeno, lo público y social,
y así propiciar la interacción entre ambos niveles a fin de respetar

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los códigos específicos de cada espacio con la menor conflictivi-
dad posible. Para esto su praxis estará guiada desde la ética del
Acompañamiento Terapéutico.
Acompañaremos en el proceso de escolarización mediante
el sostenimiento del paciente desde lo emocional, afectivo y con-
ductual para que logre vínculos saludables y gratificantes de for-
ma eficaz. Al ser miembro de equipos que trabajan en beneficio de
la salud mental, el a.t procurará guiar su trabajo apuntalado desde
un espacio de supervisión clínica y trabajo en equipo.
Para finalizar, al momento de acompañar a niños, niñas
y adolescentes en la escuela, una acción característica del rol con-
siste en observar. La observación debe ser realizada lo más obje-
tivamente posible con el fin de: no solo informar sobre ciertas
cuestiones que en ocasiones suelen desconocerse en otros espa-
cios terapéuticos, sino también ser una herramienta con la que se
cuenta previamente a cualquier intervención. Esto es muy signi-
ficativo ya que permitirá que las mismas sean pensadas y puestas
en acción teniendo en cuenta siempre lo observado, de forma tal
que sean terapéuticas, ya que dicha condición será lo que nos
diferencie del resto de los profesionales que trabajan con el niño,
la niña o adolescente. La observación, entonces, puede aportar
datos muy enriquecedores al equipo terapéutico, guiar lo que in-
formaremos y permitir interrogarnos: ¿qué puede estar pasando?,
¿qué manifiesta el o la acompañada/o con lo observado?, ¿por qué
pasará “esto” en el aula, recreo, entrada o salida de la escuela?
Interpelaciones que pueden ayudarnos a lograr una escucha que
evite “tapar” u “ordenar” lo que está sucediendo.

BIBLIOGRAFÍA:
Campise, W. (2012) Cap.12: “Acompañamiento Terapéutico Escolar”. En
Dragotto, P.A. y Frank, M.L. (2012) Acompañantes. Conceptualizaciones y
experiencias en A.T. Ed.
Brujas. Pp 197-203
Chevez. A (2012) Cap. 6: “Acompañamiento Terapéutico en España”. Acerca del

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Acompañamiento Terapéutico
Corominas. J (1980-1991) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico.
Vol 6. Gredos, Madrid.
Gloria Reyes (2006) Psicodrama, Paradigma, Teoría y Método. Ed. Cuatro Vientos.
Kuras, S y Resnizky, S. (2004) Acompañantes Terapéuticos. Actualización Teórico –
Clínica. Editorial Letra Viva. Buenos Aires
Real Academia Española. (2012) 22 ª Edición. Diccionario de la lengua española.
Recuperado de http://www.rae.es/rae.html
Resolución Provincial N° 667/11. “Integración en la escuela común de alumnos
que presentan necesidades derivadas de la discapacidad”. [Versión Digital]
Recuperado de http://www.cba.gov.ar/memorandum/
Rossi (2011) Acompañamiento Terapéutico. Lo cotidiano, las redes y sus interlocutores.
Ed. Polemos. Buenos Aires.
Rossi, C. (2012) Cap. 13: “Acompañamiento terapéutico en el Ámbito Educativo”.
En Dragotto, P.A. y Frank, M.L. (2012) Acompañantes. Conceptualizaciones y
experiencias en A.T. Ed. Brujas. Pp 205-218

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