Tied To Roman
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Miro la hora y veo que solo han pasado cinco minutos desde que
me envió el mensaje. Marco su número y espero a que conteste.
— ¿Por qué has tardado tanto? — responde el imbécil
impaciente.
—Han pasado cinco minutos desde que me mandaste el
mensaje. — Me siento detrás de mi escritorio y espero a que me
explique por qué me ha reventado el teléfono. —Sí, pero ayer te llamé
dos putas veces. No tengo tiempo de perseguirte. — Tiene una agenda
Fin…