ACCION POPULAR-ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES - Entre Sujetos de Derecho Público y Privado FUERO DE ATR
ACCION POPULAR-ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES - Entre Sujetos de Derecho Público y Privado FUERO DE ATR
ACCION POPULAR-ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES - Entre Sujetos de Derecho Público y Privado FUERO DE ATR
El numeral primero del artículo 274 del CPACA dispone que la petición de revisión
“deberá formularse dentro de los ocho (8) días siguientes al de la ejecutoria de la
sentencia o la providencia con la cual se ponga fin al respectivo proceso”. En el
presente asunto, se cuestiona la sentencia de 7 de mayo de 2012, proferida por el
Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Primera, Subsección C, en
Descongestión. Esa decisión quedó ejecutoriada, el 3 de abril de 2013, una vez
se resolvieron las solicitudes de aclaración y adición presentadas por Davivienda
S.A. En ese entendido, el término concedido por la ley para presentar la solicitud
de revisión eventual vencía el 15 de abril de 2013. Como la petición se radicó el
10 de abril de 2013, se concluye que fue oportuna (fl. 162 c. n.° 5)
[E]l ejercicio de la acción tiene una finalidad preventiva, por ende, no exige la
existencia de un daño o perjuicio; así mismo, la demanda puede dirigirse en
contra de entidades públicas o de particulares, y el trámite que se imparte es
judicial. (…) De manera reiterada, el Consejo de Estado ha insistido en que las
acciones populares no son el medio judicial idóneo para perseguir la reparación
subjetiva o plural de los eventuales daños derivados de la acción u omisión de las
autoridades públicas o de particulares, y que el objetivo exclusivo de la condena
económica es la restauración del bien o interés afectado. Así, por ejemplo,
tratándose del daño medioambiental, la indemnización sólo puede estar dirigida a
recuperar el recurso natural, de ahí que se imponga a favor de la autoridad
pública encargada del saneamiento ambiental y no de la comunidad accionante:
En esos eventos, es imperativo acreditar el daño irrogado al derecho o interés
colectivo, bajo el entendido de que la medida de reparación no resulta procedente
cuando la acción popular se dirige a prevenir o hacer cesar una amenaza o
peligro. (…) [L]a imposición de una medida pecuniaria debe estar precedida de un
daño cierto, imposible de ser restablecido por vía de una orden de hacer o no
hacer. La indemnización se muestra en esos casos como el medio efectivo para
lograr el restablecimiento del derecho o interés colectivo conculcado, por lo cual
sólo puede ser utilizado con ese fin, por parte de la autoridad que se encuentre en
capacidad o en el deber legal de protegerlo
NOTA DE RELATORÍA: Sobre las facultades del Juez de la acción popular ver
Consejo de Estado, Sección Tercera, expediente 2003-00254-01(AP), M.P. María
Elena Giraldo Gómez
CONSEJO DE ESTADO
Temas: ACCIÓN POPULAR- Límites del juez para proferir medidas de protección
en defensa de los derechos e intereses colectivos.
El asunto fue seleccionado para revisión, por lo que corresponde a la Sala proferir
sentencia de unificación con miras a lograr la aplicación de la ley en condiciones de
igualdad frente a supuestos idénticos.
II. ANTECEDENTES
1. Demanda
El 19 de diciembre de 2005 (fl. 114 c. n.° 1), los señores Hernando Ordoñez
Villalobos, Oscar Bladimir Gómez Garnica, Ángel Alberto Cifuentes, Fabio Bonilla
Bonilla y Olga Quintero Fonseca, en su condición de propietarios de las viviendas
que conforman la Agrupación Residencial Pueblo Nuevo, Etapa I, Subetapa 1A, de
la ciudad de Bogotá D.C., promovieron acción popular en contra del Banco
Davivienda S.A. y el Fondo Nacional del Ahorro, con el fin de que se protegieran
los siguientes derechos colectivos, que consideraron vulnerados:
Medida cautelar
Pretensiones
Subsidiaria
1. Se suspendan por parte del Banco Davivienda S.A. y el Fondo Nacional del
Ahorro todas las acciones encaminadas al cobro judicial o extrajudicial de los
créditos hipotecarios, hasta tanto se determine el futuro de nuestras viviendas
en la acción de grupo ya referenciada.
1
Bajo el siguiente argumento: ”La naturaleza jurídica del Fondo Nacional del Ahorro implica de suyo una total
autonomía con respecto al uso o no de los dineros que se manejan en dicha entidad para la financiación de
viviendas y otros destinos que corresponden a la voluntad del afiliado, y en aplicación del principio de la economía
procesal el Despacho se abstendrá del estudio y decisión de los demás medios exceptivos propuestos por dicha
entidad”.
que cursen en virtud del cobro de esos créditos, hasta tanto no se decida,
mediante providencia que haga tránsito a cosa juzgada, la acción de grupo que
instauraron esos mismos accionantes y otro en contra de otras entidades.
Para fundamentar su decisión, el juez a-quo argumentó que según los “informes y
demás documentos” aportados al proceso, existe un deterioro físico en las
edificaciones de los accionantes por los altos niveles de pluviosidad y humedad en
épocas de invierno, lo cual ha generado problemas estructurales; además, la zona
en la que se encuentran construidas concentra diversas fuentes de contaminación
por las quemas de residuos y olores del río Fucha, así como la proliferación de
vectores y roedores, zancudos y caninos callejeros.
Por lo anterior, se sostuvo que no existe “una verdadera ecuación o correlación” por
los pagos que han efectuado los propietarios de los inmuebles con ocasión de los
créditos bancarios que adquirieron. Se agregó que el Banco Davivienda S.A.
contribuyó “a crear el convencimiento” en los deudores para la compra de las
viviendas, gracias al “good will” que ostenta esa entidad financiera y a la
confiabilidad que proyecta cuando financia proyectos de construcción. Por ello, en
criterio del juzgador, se configuró una violación al derecho de los usuarios y
consumidores (art. 4, lit. n, Ley 472 de 1998).
Como la decisión sobre la extinción de las obligaciones hipotecarias le compete al
juez ordinario, se dispuso la suspensión del cobro de las cuotas crediticias a cargo
de los demandantes, así como de los procesos ejecutivos iniciados para perseguir el
pago de esas obligaciones, hasta tanto se profiera sentencia que haga tránsito a
cosa juzgada en la acción de grupo que instauraron los accionantes por los mismos
hechos aducidos en este proceso. A su vez, se argumentó que para salvaguardar
los derechos de la parte actora y de la entidad financiera, los intereses por los
dineros adeudados se causarían a la tasa legal efectiva anual sobre el capital
adeudado, “sin incluir intereses remuneratorios o de financiación sobre dichos
valores”.
La parte actora solicitó adicionar la decisión, en punto a definir qué pasaría con los
créditos hipotecarios en caso de que el fallo proferido en la acción de grupo
resultara favorable o adverso a las pretensiones de los accionantes. En providencia
de 6 de abril de 2011, se negó la solicitud de adición por cuanto la sentencia se
pronunció frente a todos los extremos de la litis; además, lo relativo a la orden de
suspensión de cobros de las obligaciones crediticias fue suficientemente explicado,
por lo que no había lugar a efectuar ninguna aclaración (fl. 667, 669-671 c. n. 4).
Mencionó que los accionantes solicitaron los créditos hipotecarios, inducidos por “la
confiabilidad que proyecta la entidad bancaria”; empero, dicha institución financiera
no cumplió con el deber de vigilar el manejo adecuado de la publicidad utilizada para
promocionar el proyecto de construcción, lo que conllevó la vulneración de los
derechos de los consumidores y usuarios, consagrados en los artículos 78 de la
Constitución Política y 4 de la Ley 472 de 1998. Añadió que el juez a-quo no definió
la legalidad o nulidad de los contratos de mutuo; únicamente, adoptó una medida
ponderada y proporcional para proteger los derechos vulnerados, lo cual resultaba
procedente a la luz de lo señalado por la Corte Constitucional, en sentencia C-644
de 2011.
Por considerar que podría ser materia de confusión, se resolvió “integrar los
artículos 2 y 3 [de la parte resolutiva] en uno solo” del siguiente tenor:
2
Adicionado por el artículo 11 de la Ley 1285 de 2009.
La sentencia objetada contraría la jurisprudencia3 de esta Corporación, en la que se
ha señalado que los asuntos que versan sobre intereses subjetivos y tienen
naturaleza patrimonial no pueden ser dirimidos por vía de la acción popular. A través
de las órdenes proferidas en relación con los créditos hipotecarios adquiridos por
cada uno de los accionantes, se resolvieron asuntos subjetivos surgidos de
relaciones contractuales, con la intención de satisfacer los intereses económicos de
los deudores, aspectos que no corresponden al objeto y carácter de la acción
popular ni se orientan a proteger derechos colectivos.
Con todo, la suspensión del cobro de los créditos no soluciona las “supuestas
dificultades de habitabilidad”, es decir, no es idónea para prevenir un daño inminente
o para hacer cesar el que se hubiere causado, ni cumple las finalidades del artículo
26 de la Ley 472 de 1998, esto es, evitar mayores perjuicios al derecho o interés
colectivo de los consumidores y usuarios que se pretende proteger. Tampoco busca
evitar perjuicios ciertos e inminentes al interés público, en tanto se consideró que no
era necesario en este proceso acreditar los perjuicios alegados, pues de ello se
ocuparía la acción de grupo.
10
Se hizo alusión a las sentencias de 15 de abril de 2001, expediente 2001-04017-01, M.P. Alier Eduardo
Hernández Enríquez, y 28 de febrero de 2011, expediente 2000-02865-01, M.P. Danilo Rojas Betancourt.
Nuevo, toda vez que esa actividad no está comprendida dentro de su objeto social.
En efecto, en el proceso se acreditó que la entidad financiera vigila que la publicidad
corresponda con sus actividades, sobre lo cual no se presentó debate, ni tampoco
en lo que respecta a las características de los créditos otorgados. Se creó una
confusión al estructurar el juicio de responsabilidad por publicidad sobre la base de
una supuesta confianza creada en el mercado por el hecho de financiar un proyecto
inmobiliario, sin analizar si la publicidad empleada fue o no suficiente en relación con
los servicios ofertados por el Banco o si existía claridad sobre la información exigible
al constructor, o sobre el daño producido por exhibir información falsa, y si esas
conductas le eran imputables a la accionada. De acuerdo con las disposiciones
emanadas de la Superintendencia Financiera, las entidades financieras no tienen la
obligación de vigilar la publicidad que realizan los constructores.
11
Sentencia de 24 de agosto de 2005, M.P. Alier Eduardo Hernández Enríquez (no se indicó el número del
expediente).
decretarse la nulidad de todo lo actuado por falta de jurisdicción.
5. El auto de selección
III. CONSIDERACIONES
1. Competencia
12
Se analizaron las sentencias de 15 de octubre de 2009, 12 de noviembre de 2009 y 26 de noviembre de
2009, proferidas por la Sección Primera del Consejo de Estado, en las cuales se pretendía la extinción o
modificación de los contratos de hipoteca suscritos para financiar inmuebles afectados por fallas ambientales
o de suelos, que imposibilitaban o hacían riesgosa su habitabilidad. En los pronunciamientos señalados, se
adujo que ese tipo de controversias no podían ser ventiladas a través de la acción popular, por tratarse de
derechos subjetivos e intereses económicos.
13
Adicionado por el artículo 11 de la Ley 1285 de 2009.
Artículo 36A. Del mecanismo de revisión eventual en las acciones populares y de grupo y de la regulación de
los recursos extraordinarios. “En su condición de Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo, a
petición de parte o del Ministerio Público, el Consejo de Estado, a través de sus Secciones, en los asuntos
que correspondan a las acciones populares o de grupo podrá seleccionar, para su eventual revisión, las
sentencias o las demás providencias que determinen la finalización o el archivo del respectivo proceso,
proferidas por los Tribunales Administrativos, con el fin de unificar la jurisprudencia. (…)”.
14
Artículo 13. Distribución de los procesos entre las Secciones. “Para efectos de repartimiento, los asuntos de
que conoce la Sala de lo Contencioso Administrativo se distribuirán entre sus secciones atendiendo un
criterio de especialización y de volumen de trabajo, así: (…)
Parágrafo 1. De la selección para su eventual revisión de las sentencias o las demás providencias que
determinen la finalización o el archivo del proceso en las acciones populares o de grupo, proferidas por los
Tribunales Administrativos en segunda instancia, conocerán todas las Secciones de la Sala de lo
Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, sin atender a su especialidad, previo reparto efectuado
por el Presidente de la Corporación. Seleccionado el asunto para su revisión, la Sala Plena de lo Contencioso
decidirá sobre la misma. De la insistencia de que trata la parte final del artículo 11 de la Ley 1285 de 2009
conocerá la misma Sección que resolvió sobre su no selección, a menos que a petición de cualquier
Consejero la Sala Plena de lo Contencioso decida resolverla. La Secretaría General una vez realizado el
reparto respectivo procederá a enviar un informe a cada despacho en el que se indiquen los aspectos
esenciales del asunto cuya revisión se solicita”.
15
Artículo 29. “Las Salas Especiales de Decisión decidirán los siguientes asuntos de competencia de la Sala
Plena de lo Contencioso Administrativo: (…)
En la solicitud de revisión eventual, Davivienda S.A. manifestó que la
competente para conocer del proceso era la jurisdicción ordinaria, por cuanto el
Fondo Nacional del Ahorro fue declarado sin legitimación en la causa para
integrar la parte pasiva de la litis.
4. Las revisiones eventuales en materia de acciones populares y de grupo que a la fecha de entrada en
vigencia del presente acuerdo estén pendientes de decisión por la Sala Plena de lo Contencioso
Administrativo, las cuales quedarán asignadas a la respectiva Sala Especial de Decisión a la que pertenezca
el ponente, en los términos de este Acuerdo”.
compradores-, la jurisdicción de lo contencioso administrativo era la competente
para conocer del asunto, en consideración a la naturaleza pública del Fondo
Nacional del Ahorro16. Así lo señaló el Juzgado Veinticinco Civil del Circuito de
Bogotá, en el proveído mediante el cual declaró su falta de competencia y ordenó
remitir el expediente a esta jurisdicción17 (fl. 116 c. n.° 1).
16
Tratándose de entes públicos, es pauta determinante para la selección del juez competente, el factor
subjetivo, en virtud del cual es exclusiva la competencia de la jurisdicción de lo contencioso administrativo. El
factor subjetivo de competencia está definido por la calidad del sujeto o de la entidad que actúa como parte
en el proceso. Por disposición legal, la jurisdicción de lo contencioso administrativo es la única competente
para conocer de las demandas instauradas en contra de las entidades públicas o de los particulares que
ejercen funciones administrativas. Así lo dispuso el artículo 82 del CCA, y en el mismo sentido lo reprodujo el
CPACA, en el artículo 104. Para el caso especificó de las acciones populares y de grupo, el artículo 15 de la
Ley 472 de 1998, reiteró dicha regla de competencia.
17
La demanda se radicó en la justicia ordinaria y su conocimiento le correspondió al Juzgado Veinticinco Civil
del Circuito de Bogotá.
18
Para que el fuero de atracción tenga lugar, además de existir una misma causa petendi para todos los
llamados al juicio, debe aparecer un fundamento razonable que permita inferir que la entidad estatal podría
estar implicada en los hechos que se le imputan.
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Sala Veinticinco Especial de Decisión,
sentencia de 14 de agosto de 2018, expediente 2007-00244-01(AG), M.P. Marta Nubia Velásquez Rico.
Sobre el fuero de atracción y/o factor de conexidad, consultar, entre otras, las siguientes sentencias
proferidas por esta Corporación: sentencia del 14 de diciembre de 1995, expediente 11.200; de 21 de febrero
de 1997, expediente 9954; de 11 de mayo de 2000, expediente 11.445; de 21 de septiembre de 2000,
expediente 13.138; de 14 de julio de 2005, expediente 15462; de 11 de noviembre de 2009, expediente
17380; 3 de abril de 2017, expediente 2016-03818-01(AC), y de 12 de diciembre de 2019, expediente 45978.
19
En sentencia de 11 de diciembre de 2003, expediente 12916 y 13627, proferida por la Sección Tercera del
Consejo de Estado, M.P. Ricardo Hoyos Duque, se explicó, al respecto, lo siguiente:
“Ha dicho la Sala que el fuero de atracción ‘procede cuando siendo varios los sujetos demandados, no todos
pueden ser justiciables ante la misma jurisdicción. En los casos de reparación directa es frecuente esta
situación, en especial cuando el hecho dañoso ha sido cometido por dos o más personas o lo que es más
preciso, cuando el hecho les es imputable. Evento este que configura una responsabilidad solidaria’.
También ha advertido la Sala que la competencia asignada a la jurisdicción contencioso administrativa en
razón del fuero de atracción no está condicionada al éxito de las pretensiones de la demanda, pues no se
trata de una competencia ‘provisional’, ajena al esquema de la teoría del proceso sino que precisamente
dicho fuero implica que todas las partes llamadas al proceso puedan ser juzgada por el mismo juez. Por lo
tanto, la competencia subsiste aún en el evento de que sólo resulte responsable la empresa industrial y
comercial del Estado, pues basta con que ‘exista razón legal y fáctica que justifique la pretensión contra todos
los citados al proceso’”.
demanda, salvo que dichas disposiciones procesales varíen durante el trámite del
litigio, caso en el cual podría modificarse la competencia20.
El numeral primero del artículo 274 del CPACA dispone que la petición de revisión
“deberá formularse dentro de los ocho (8) días siguientes al de la ejecutoria de la
sentencia o la providencia con la cual se ponga fin al respectivo proceso”.
20
“Esto porque en razón del principio de perpetuatio jurisdiccionis, la jurisdicción y la competencia se definen
conforme a las normas vigentes a la presentación de la demanda y se conserva aun cuando ocurran hechos
sobrevinientes (art. 21 del C.P.C.). Por lo tanto, el juez que asuma la competencia conforme a esas reglas,
debe ser quien resuelva la controversia, a menos que el legislador modifique dichas reglas durante el trámite
del proceso. En tal caso, el cambio de competencia resulta válido por tratarse de normas procesales y por lo
tanto, de aplicación inmediata”.
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia de 29 de octubre de 2012, M.P. Danilo Rojas
Betancourt (E).
21
El auto de 20 de marzo de 2013, mediante el cual se resolvió no adicionar el proveído de 29 de agosto de
2012, a través del cual, se resolvió la solicitud de aclaración y adición de la sentencia, fue notificado por
estado del 22 de marzo de 2013, quedando ejecutoriado tres días después, en virtud de lo dispuesto en el
artículo 331 del CPC.
La disposición fue incorporada en el artículo 36A de la Ley 270 de 1996 22, bajo
el siguiente tenor:
El precepto aludido fue recogido por el CPACA, en los artículos 272, 273 y 274;
éstos regularon: i) la finalidad de la revisión eventual en las acciones populares
22
La Corte Constitucional efectuó la revisión previa del proyecto de ley estatutaria N.° 023/06 Senado y
N.° 286/07 Cámara, mediante el cual se reformó la Ley 270 de 1996, a través de sentencia C-713 de 2008,
M.P. Clara Inés Vargas Hernández. En relación con la disposición aludida, entre otras precisiones, se indicó
que el Consejo de Estado actúa como Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo, pero no como
Tribunal de Casación, pues esa atribución no le fue concedida en la Constitución Política; así mismo, se
aclaró que la providencia de selección para revisión eventual siempre debe estar motivada, como garantía del
derecho de acceso efectivo a la administración del proceso. Además, se estableció que el trámite de la
revisión eventual no suspendía los efectos de la sentencia examinada.
y de grupo; ii) su procedencia, y iii) la competencia y trámite del mecanismo,
respectivamente.
Ahora bien, en la decisión que resuelve sobre la selección del caso para
revisión se constata que el fallo controvertido se subsuma en alguno de los
supuestos señalados en el artículo 273 del CPACA o se advierta la necesidad
de unificar una postura jurisprudencial, como se expuso en antelación; no
obstante, el razonamiento efectuado en esa primera etapa no limita el campo
de acción de la sentencia de unificación, la cual podrá abarcar los asuntos y
materias que en criterio de la Sala de decisión ameriten ser revisados 26.
excepcionales como el reconocimiento de poderes amplios en el juez competente para conocer de ese
instrumento”.
Consejo de Estado, Sección Quinta, expediente 2012-00102-01(AP), M.P. Alberto Yepes Barreiro.
25
Expediente 2007-00244-01(AG), M.P. Mauricio Fajardo Gómez.
26
Al respeto, consultar: Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, providencia de 11
de septiembre de 2012, expediente 2010-00205 01(AP), M.P. Mauricio Fajardo Gómez, postura reiterada en
sentencia de 14 de agosto de 2018, Sala Veinticinco Especial de Decisión, M.P. Marta Nubia Velásquez Rico,
entre otras.
La Sala de Decisión se ocupa de revisar la sentencia proferida el 7 de mayo de
2012, por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Primera,
Subsección C, en Descongestión, con el fin de definir una postura uniforme en
cuanto a la posibilidad de que en la acción popular se ordenen medidas de
suspensión o cancelación del cobro de créditos bancarios.
Con ese objetivo, se abordará el estudio detallado del mecanismo judicial a fin
de enlistar sus características más relevantes; se hará una breve exposición
sobre la noción de los derechos e intereses colectivos, y se analizará el alcance
del poder dispositivo del juez constitucional para proteger dichos bienes
jurídicos, así como para conjurar o prevenir su vulneración. A partir de las
conclusiones que se acojan, se analizarán las posturas contrapuestas que
ameritaron la presente revisión y se definirá un criterio de unificación.
Finalmente, se dará solución al caso concreto.
La acción popular
27
En la publicación realizada por el Ministerio de Justicia y del Derecho, que tuvo por finalidad difundir los
textos aprobados en segundo debate por la Cámara de Representantes, del proyecto de ley para la
regulación de la acción popular, se presentó una breve explicación del alcance de ese medio judicial, y se
enunciaron algunos ejemplos de acciones populares en el ordenamiento civil, como pasa a exponerse:
“A diferencia de lo ocurrido con la acción de tutela, las acciones populares no son un tema nuevo en el
ordenamiento jurídico colombiano. Este, inspirado en las antiguas instituciones romanas y también en la
práctica sajona, ya se había ocupado de ello con el objeto de amparar los llamado ‘intereses difusos’, esto es,
aquellos que corresponden a los sujetos dispersos, sin organización sin personería. Empero las regulaciones
contempladas sobre el particular en el propio Código Civil curiosamente fueron relegadas al olvido con el
transcurso del tiempo y ni la jurisprudencia ni la doctrina colombiana le dieron importancia al tema hasta la
década de los años 80. Perdimos cien años de ejercicio de estas acciones colectivas pese a su consagración
positiva, lo cual es ciertamente paradójico si se aprecia la experiencia anglosajona en donde su desarrollo se
estructuró a partir de audaces expresiones jurisprudenciales. Repárese, por ejemplo, en las acciones
populares en favor del concebido y no nacido prevista en el artículo 91 del Código Civil; en las acciones
populares que se pueden ejercitar para evitar el peligro de construcciones o árboles mal arraigados (artículo
992); contra las obras que corrompan el aire o lo hagan conocidamente más dañoso (art. 994); en las
acciones populares en favor de los bienes de uso público consagrada en el artículo 1005 del mismo Código;
en las acciones para pedir la remoción de una cosa que se halla en la parte superior de un edificio tal y como
lo permite el artículo 2355 o en la acción popular de daño contingente prevista en el artículo 2359 del mismo
estatuto civil. Más recientemente el Decreto 3466 de 1982, más conocido como el Estatuto del Consumidor,
instituyó una nueva acción popular en defensa de los consumidores con el objeto de hacer efectivo el pago
de perjuicios e indemnizaciones ocasionados por la violación de las normas contenidas en dicho estatuto. La
Ley 9ª de 1989, por la cual se adelantó una profunda reforma urbana inspirada entonces por el actual primer
mandatario de la Nación, también consagró la acción popular para la protección tanto del espacio público
como del medio ambiente. La Ley 45 de 1990, consagró también sistemas de protección colectivos tanto para
garantizar la libre competencia dentro del sistema financiero y asegurador como para obtener la reparación
de los daños causados. Finalmente, la Ley 99, sancionada el 22 de diciembre de 1993, contempla varios
mecanismos de protección del medio ambiente”.
Ministerio de Justicia y del Derecho (1995). Nuevas acciones constitucionales: Acción de Cumplimiento y
Acciones Populares y de Grupo. Bogotá, Colombia. Imprenta Nacional de Colombia.
Ello motivó a que en la Constitución Política de 1991 se elevara a rango
constitucional la acción popular -artículo 8828-, la cual se definió, expresamente,
como el medio judicial idóneo para procurar la protección de los derechos e
intereses colectivos, entre los que se cuentan el patrimonio, el espacio, la
seguridad y salubridad públicas, la moral administrativa, la libre competencia, y
otros de similar categoría29.
De las discusiones que se dieron al interior de la Asamblea Nacional
Constituyente para la incorporación del derecho a la defensa de los derechos e
intereses colectivos en la Carta Política, se traen a colación las reflexiones de la
Consejería para el Desarrollo de la Constitución, en la sesión plenaria de 10 de
junio de 1991, en la que se presentaron los siguientes argumentos:
30
Intervenciones de los constituyentes Guillermo Perry Rubio y Jesús Pérez González-Rubio.
31
M.P. Fabio Morón Díaz y Ciro Angarita Barón.
32
Al respecto se explicó lo siguiente: “
“Desde sus más remotos y clásicos orígenes en el Derecho Latino fueron creadas para prevenir o precaver la
lesión de bienes y derechos que comprometen altos intereses sobre cuya protección no siempre cabe la
espera del daño. En verdad, su poco uso y otras razones de política legislativa y de conformación de las
estructuras sociales de nuestro país, desdibujaron en la teoría y en la práctica de la función judicial esta nota
de principio. Los términos del enunciado normativo a que se hace referencia en este apartado, no permiten
duda alguna a la Corte sobre el señalado carácter preventivo, y se insiste ahora en este aspecto dadas las
funciones judiciales de intérprete de la Constitución que corresponden a esta Corporación”.
las actuaciones judiciales, y por el efecto de cosa juzgada que se predica
respecto de las partes del proceso y no de todos los interesados.
33
Hacen parte de la motivación advertida por el Senado de la República para la expedición de la ley, las
siguientes consideraciones:
“Así como las acciones de tutela se han convertido en un trascendental instrumento para la efectiva
protección de los derechos fundamentales a raíz de su consagración en la Carta Política, y posterior
desarrollo legislativo, existe en el artículo 88 de la Constitución un no menos eficaz recurso para el amparo
de los llamados derechos e intereses colectivos, como es el de las acciones populares, cuya existencia se
remonta en la historia del Derecho, al Derecho Romano y al antiguo Derecho Inglés.
No obstante estas acciones han sido virtualmente desconocidas entre nosotros a pesar de su consagración
legislativa en el Código Civil y, de manera dispersa, en otros estatutos normativos en el país.
En efecto, es poco lo que de ellas se conoce y no resulta ni mucho menos intenso el recurso a su utilización
para proteger determinados derechos que trascienden al limitado ámbito del interés individual.
Afortunadamente la Asamblea Nacional Constituyente determinó otorgarle categoría constitucional a tan
importante instrumento, interpretando con ello las necesidades de protección derivadas de la aparición de
nuevas realidades o situaciones socio-económicas ‘socializantes’, en las que el interés afectado no es ya
particular, sino que es compartido por una pluralidad más o menos extensa de individuos.
Estos ejercen verdaderos derechos colectivos para la satisfacción de las necesidades comunes y cuando
quiera que tales prerrogativas son desconocidas se produce el agravio o daño colectivo, cuyo remedio ha
sido atribuido en la Constitución a las acciones populares, auténtico derecho de defensa de la propia
comunidad.
Al decir de los ponentes sobre Derechos Colectivos en la Asamblea Nacional Constituyente: ‘No es tarea fácil
precisar el concepto y alcance e éstos derechos, por cuanto la colectividad, en cabeza de la cual deben estar
radicados, carece de personería jurídica formal y, en consecuencia, no es en principio sujeto de derechos y
obligaciones. Sin embargo, la dimensión e importancia de los derechos colectivos se evidencia cuando se
vulneran o se desconocen los intereses que ellos encarnan, ya que, en tales circunstancias, se produce un
agravio o daño colectivo. Así acontece, por ejemplo, cuando se afectan de manera negativa el medio
ambiente y los intereses de los consumidores. La lesión resultante perjudica, con rasgos homogéneos, a un
conjunto o a todos los miembros de la comunidad y, por tanto, rebasa los límites de lo individual. Los
derechos en cuestión propenden por la satisfacción de necesidades de tipo colectivo y social, y se diseminan
entre los miembros de grupos humanos determinados, quienes los ejercen de manera idéntica, uniforme y
compartida'.
34
Con la entrada en vigencia de la Ley 1437 de 2011 –CPACA-, se incorporó un nuevo medio de control: el
de protección de los derechos e intereses colectivos. La disposición reprodujo lo ordenado en la Ley 472 de
1998, y agregó la necesidad de solicitar ante la autoridad competente, la adopción de las medidas pertinentes
para proteger el derecho o interés colectivo, previo a la interposición de la demanda. En ejercicio de dicha
acción se “podrá pedir que se adopten las medidas necesarias con el fin de evitar el daño contingente, hacer
cesar el peligro, la amenaza, la vulneración o agravio sobre los mismos, o restituir las cosas a su estado
anterior cuando fuere posible” (art. 144).
En tal sentido, la acción procede frente a las acciones u omisiones que hayan
violado o amenacen vulnerar derechos e intereses colectivos, y puede dirigirse en
contra de las autoridades, públicas o privadas implicadas, e incluso contra
personas indeterminadas, para que el juez establezca los responsables (art. 9, 14
y 15). Toda persona, natural o jurídica, se encuentra legitimada para interponer la
acción, por su cuenta o a través de apoderado judicial; tal facultad se concedió,
de manera especial, al procurador General de la Nación, al Defensor del Pueblo,
los personeros distritales y municipales, los alcaldes y demás servidores públicos
implicados en la defensa y promoción de los derechos e intereses colectivos (art.
12 y 17).
35
“Únicamente en casos excepcionales procede la acción de tutela para proteger derechos colectivos,
siempre y cuando se acredite la existencia de un perjuicio en relación con un derecho fundamental individual
de los peticionarios, quienes deberán demostrar fehacientemente el nexo causal entre los presuntos hechos
atentatorios contra el medio ambiente y la afectación del derecho individual alegado”.
Corte Constitucional, sentencia T-229 de 1993, M.P. Carlos Gaviria Díaz.
En el mismo sentido, se refirió el alto tribunal en materia constitucional, en sentencia T-244 de 1998, M.P.
Fabio Morón Díaz: “No obstante, en algunos casos, este derecho constitucional colectivo puede vincularse
con la violación de otro derecho constitucional de rango o naturaleza fundamental como la vida, la salud, o la
integridad física, entre otros[5], y en esos eventos es procedente, por vía de tutela, solicitar y obtener el
amparo de uno y otros derechos, pues en tales situaciones prevalece la protección del derecho constitucional
fundamental y es deber del juez remover todos los obstáculos, ofensas y amenazas que atenten contra éste.
En estos casos, como se ha dicho, el Juez al analizar la situación concreta que adquiera las señaladas
características de violación de un derecho constitucional fundamental, deberá ordenar la tutela efectiva que
se reclama”.
Constitucional, a través de la sentencia C-215 de 1999 36, declaró inexequible la
expresión que concedía un término de cinco años para interponer la demanda,
cuando estuviere dirigida a volver las cosas a su estado anterior; en ese
entendido, el término de caducidad quedó limitado, únicamente, a la existencia de
la amenaza o peligro al derecho o interés.
36
M.P. Martha Victoria Sáchica de Moncaleano (E). En esa providencia se resolvió la acción pública de
inconstitucionalidad interpuesta contra los artículos 11, 12 (parcial), 13, 27, 30, 33, 34 (parcial), 45, 46, 47, 48
(parcial), 50, 53 (parcial), 55, 65 (parcial), 70 (parcial), 71, 73, 85 y 86 de la Ley 472 de 1998.
37
Se habla de interés difuso para referirse a una comunidad más o menos determinada, y a interés colectivo
para señalar una comunidad de personas determinada e identificable.
Sobre el tema, consultar, por ejemplo: Cabrera Acevedo, L. (2015). La tutela de los intereses colectivos y
difusos. Revistas ICDP, 12, 12-13; Ovalle Favela, J. (2003). Acciones populares y acciones para la tutela de
los intereses colectivos. Boletín mexicano de derecho comparado, 36(107), 587-615; y Guayacán Ortíz, J.C.
(2005). La acción popular, la acción de grupo y las acciones colectivas. Revista de Derecho Privado, 9, 35-
38.
38
Al respecto, la Corte mencionó lo siguiente:
“Cabe anotar, la Constitución de 1991 no distingue como lo hace la doctrina, entre intereses colectivos e
intereses difusos, para restringir los primeros a un grupo organizado y los segundos a comunidades
indeterminadas, pues ambos tipos de intereses se entienden comprendidos en el término “colectivos”. Las
acciones populares protegen a la comunidad en sus derechos colectivos y por lo mismo, pueden ser
promovidas por cualquier persona a nombre de la comunidad cuando ocurra un daño a un derecho o interés
común”.
39
M.P. Rodrigo Escobar Gil.
40
En sentencia T-080 de 2015, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, se indicó que “en estos casos en lugar de
hacer referencia a una ‘indemnización’, la que podría confundirse con una reparación de tipo pecuniario y
subjetivo que resulta ajena a este instrumento constitucional, es preferible emplear el concepto de
‘restablecimiento’.
incidental41. Ello, con independencia del incentivo42 que la ley estableció,
inicialmente, a favor del accionante.
41
Al analizar la constitucionalidad de la condena en abstracto, dispuesta en el art. 34 de la Ley 472 de 1998,
la Corte explicó lo siguiente:
“En cuanto hace relación a la condena "in genere" prevista por la misma disposición, que a juicio del actor
desconoce también el debido proceso, al requerir de un trámite incidental adicional se reitera lo señalado por
esta Corporación, con ocasión del examen del artículo 25 del Decreto 2591 de 1991. Es evidente que la
brevedad de los términos establecidos por el legislador para dar trámite a las acciones populares, no permite
la determinación concreta de los perjuicios causados por la violación de un derecho colectivo, por lo que
resulta razonable remitir al trámite incidental, la fijación del monto de tal indemnización”.
42
El texto original de la Ley 472 de 1998, contemplaba en el artículo 39, un incentivo a favor del demandante
en la acción popular, de entre 10 y 150 smlmv. En caso de que el accionante fuera una entidad pública, el
incentivo se destinaba al Fondo de Defensa de Intereses Colectivos. Si el derecho protegido era la moralidad
administrativa, el estímulo se situaba en el 15% del valor recuperado (art. 40).
La Ley 1425 de 2010 derogó los artículos 39 y 40 de la Ley 472 de 1998, relativos al reconocimiento de
incentivos económicos a favor del demandante en las acciones populares. Dicha normativa fue declarada
exequible, por parte de la Corte Constitucional, en las sentencias C-630, C-730 y C-911 de 2011.
43
M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
44
Corte Constitucional, sentencia C-215 de 1999.
consagradas en la legislación nacional, pero su trámite y procedimiento se
sujetarán a la presente ley”.
Ahora bien, en lo que respecta a los efectos de la providencia que pone fin al
proceso, se tiene que el artículo 332 del Código de Procedimiento Civil disponía
que “la sentencia dictada en procesos seguidos por acción popular produce cosa
juzgada erga omnes”. En el mismo sentido quedó establecido el artículo 35 de la
Ley 472 de 1998, de acuerdo con el cual las sentencias que resuelven acciones
populares tienen efectos de cosa juzgada “respecto de las partes y del público en
general”.
45
M.P. Jorge Iván Palacio Palacio. La Corte explicó en dicha ocasión que “el hecho que el legislador haya
establecido en el artículo 144 de la Ley 1437 de 2011 que el juez de la acción popular no puede decidir sobre
la anulación de los actos administrativos y contratos estatales, en nada afecta el carácter principal o
autónomo y no subsidiario de la acción. Se trata de una medida legítima del órgano legislativo que busca
armonizar la regulación legal de los distintos medios de control judicial de la administración al establecer que
en este tipo de acciones no es procedente anular contratos o actos de la administración, en tanto que para
ello están las acciones contencioso administrativas correspondientes, o medios de control, como los
denomina la Ley 1437 de 2011 a partir de su artículo 135”.
46
Ibídem.
Son entonces la naturaleza de los derechos que se buscan proteger a través
de la acción popular -derechos colectivos-, la trascendencia social de los
mismos y el hecho de que su defensa pueda ejercerse por uno solo de los
afectados en nombre de la colectividad, las circunstancias que entran en
tención (sic) con la decisión legislativa de reconocerle efectos generales o
absolutos a todas las sentencias que ponen fin a las acciones. Está claro que
en los procesos donde se persigue la protección de derechos colectivos
socialmente relevantes, caracterizados como se ha dicho por una titularidad
difusa, cerrar por completo cualquier posibilidad a la comunidad para que
pueda defender judicialmente sus intereses, sin atender a las circunstancias
que han motivado una decisión anterior, pone entredicho el ejercicio eficaz de
los derechos colectivos y, además, hace inoperante el mecanismo de defensa
judicial que la propia Constitución del 91 instituyó para brindarles una
protección real y efectiva.
[C]onsidera la Corte que los recursos probatorios previstos por la ley no son
idóneos para superar el conflicto de inconstitucionalidad que surge de
reconocerle efectos erga omnes a las sentencias desestimatorias,
particularmente, frente a la circunstancia de que después del fallo aparezcan
nuevas pruebas definitivas para cambiar la decisión inicial, pues es claro que
tales elementos de juicio, por sustracción de materia, no pudieron ser
allegados al proceso en el respectivo periodo probatorio ni valorados por la
sentencia. Cabe agregar, en relación con esto último, que contra las
sentencias que resuelven acciones populares no procede en ningún caso el
recurso extraordinario de revisión, que es el escenario natural en el cual
pueden debatirse hechos producidos después del fallo, sin necesidad de
acudir a un nuevo proceso.
(…)
De acuerdo con lo expuesto, debe entenderse que las sentencias que resuelven
los litigios en acciones populares hacen tránsito a cosa juzgada frente a las partes
y al público en general, salvo que aparezcan con posterioridad pruebas
determinantes para variar la decisión adoptada.
Las particularidades advertidas por la Corte Constitucional, en cuanto a las
acciones populares, han sido replicadas por ese tribunal en múltiples
pronunciamientos, de manera pacífica. Resaltan, por ejemplo, las sentencias: i) C-
569 de 200447, que al comparar las acciones populares y las de grupo, enfatizó en
la finalidad preventiva de la primera, a diferencia del propósito reparador o
indemnizatorio de la segunda; así mismo, reiteró que aquellas persiguen la
protección de derechos e intereses colectivos, mientras que éstas últimas pueden
recaer también sobre derechos e intereses individuales; ii) SU-1116 de 2001 48,
mediante la cual se explicó que la procedencia de la acción de tutela para ventilar
derechos de carácter colectivo es excepcional, y tendrá que aparecer demostrado
en el expediente que el derecho fundamental -vulnerado en conexidad- no puede
ser amparado a través de la acción popular; iii) T-080 de 2015 49, en la que se
analizó el régimen de transición de las acciones populares, y se concluyó que la
Ley 472 de 1998 dispuso un marco legal más específico y orientado a la
obtención del derecho sustancial y del equilibrio entre las partes convocadas, por
manera que sus disposiciones sustanciales rigen a futuro y las que se restrinjan a
señalar meras ritualidades, de forma inmediata.
47
M.P. Rodrigo Uprimny Yepes.
48
M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
49
M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
aplicación de la teoría del agotamiento de la jurisdicción 50, la Sección Tercera51
rechazó el trámite paralelo de procesos que versaran sobre hechos, objeto y
causa similares, por considerar que el actor de la acción popular representa a
toda la comunidad afectada; empero, consideró que cuando hubiera sentencia
ejecutoriada debía aplicarse la figura de la cosa juzgada. Con una tesis
contrapuesta, la Sección Primera continuaba admitiendo la acumulación de
procesos en acciones populares, con base en la remisión de la Ley 472 de 1998
al Código Contencioso Administrativo, y de éste, a su vez, al Código de
Procedimiento Civil, en virtud del cual procedía la figura de la acumulación de
procesos (art. 145).
La Sala Plena del Consejo de Estado, con el ánimo de unificar la postura en torno
a la acumulación de acciones populares, profirió sentencia el 11 de septiembre de
201252, en la que acogió la tesis del agotamiento de la jurisdicción, indistintamente
50
Establecida por la Sección Quinta, mediante providencia de 18 de octubre de 1986, M.P. Simón Rodríguez
Rodríguez, radicado E-010, bajo el siguiente razonamiento: “Pues bien, los particulares cuando acudan al
Juez del Estado para que haga actuar la normatividad general a su caso concreto, con el obrar de aquél se
agota la jurisdicción que debe prestar al Estado. Pero llevar la misma controversia ante más de un juez como
ha ocurrido en el evento sub lite, no es aspiración legítima ni normal ejercicio del derecho de acción . Luego
continuar con este proceso paralelamente con el inicialmente promovido ante otro consejero entrañaría un
uso indebido de la jurisdicción que a la postre podría resultar en fallos contradictorios, de todo lo cual saldría
maltrecha la justicia. En tales circunstancias el presente proceso número E-010 está viciado de nulidad por
agotamiento de jurisdicción. Si de acuerdo con el artículo 152 numeral 1 del Código de Procedimiento Civil,
aplicable por remisión del artículo 165 del C.C.A., el proceso es nulo cuando ‘corresponde a distinta
jurisdicción’ o en otras palabras, que la justicia administrativa no debe conocer de él, con más razón lo será
cuando la jurisdicción se ha consumado por haberse promovido otro proceso sobre la misma materia litigiosa
cual es el E-011 (más antiguo).
51
En providencia de 15 de marzo de 2006, expediente 2003-00618-01(AP) M.P. Ramiro Saavedra Becerra,
se explicó al respecto:
“De esta forma, en el momento en que el juez asume la competencia para conocer de una AP, es decir de
unos hechos y unas pretensiones que tienen como fundamento la vulneración o amenaza de derechos o
intereses colectivos, termina cualquier posibilidad de que otro juez conozca de esta misma causa, puesto que
de existir otras pretensiones u otros hechos relacionados con ésta, es necesario que se sumen a los ya
propuestos, ya que en el primer proceso se entienden representados y defendidos todos los titulares de los
derechos o intereses colectivos vulnerados o amenazados.
Esta situación se ha llamado agotamiento de jurisdicción, que se presenta porque la administración de
justicia, al momento de avocar el conocimiento de una AP, pierde la competencia funcional para conocer de
otra AP con identidad conceptual en los hechos y las pretensiones, máxime cuando, de no ser así, se estaría
desconociendo el principio de economía procesal y podría llevar a decisiones contradictorias.
Distinto es cuando el juez está al frente de derechos de naturaleza subjetiva, en donde si se presentan varias
demandas basadas en los mismos hechos y pretensiones, opera el fenómeno de la acumulación de procesos
(Art 157 del Código de Procedimiento Civil), pero en el caso de las Acciones Populares no puede existir esta
acumulación, puesto que, por la naturaleza antes mencionada, serían las mismas pretensiones fundadas en
los mismos derechos, lo que implicaría no una sumatoria de pretensiones, sino una agregación de actores.
(…)
En el caso en que exista un actor popular que tenga nuevos hechos que puedan ser de utilidad en una
demanda de AP que ya se encuentra en conocimiento de la administración de justicia, se debe aplicar el
artículo 24 de la ley 472 de 1998, en donde se dice que toda persona natural o jurídica puede coadyuvar
dentro de estas acciones; precisamente esa es una de las funciones que tiene la notificación del auto
admisorio de la demanda mediante un medio masivo de comunicación”.
En el mismo sentido, se pueden consultar las providencias de 16 de septiembre de 2004, expediente 2004-
0326-01, M.P. María Elena Giraldo Gómez; 12 de diciembre de 2005, expediente 2004-02148-01, M.P. Ruth
Stella Correa Palacio; 12 de octubre de 2007, expediente 2005-1856-01, M.P. Enrique Gil Botero, y 18 de
junio de 2008, expediente 2003-00618-01, M.P. Ruth Stella Correa Palacio, entre muchas más.
52
Así se justificó la decisión adoptada:
“De esta manera, la Sala Plena del Consejo de Estado unifica su postura sobre la materia, en el sentido de
determinar que, con apoyo en los principios de economía, de celeridad y de eficacia que rigen la función
judicial, y que por expresa disposición del artículo 5° de la Ley 472 de 1998 deben orientar el trámite de las
acciones populares?, cuando se esté ante demandas de acción popular en las cuales se persiga igual causa
para los procesos iniciados en ejercicio de acciones populares que se encontraran
en curso; así como en los eventos en los que existiera sentencia ejecutoriada con
efectos de cosa juzgada53.
Ahora bien, el hecho de que se trate de una acción popular no significa que
no se apliquen las teorías jurídicas ideadas para derivar responsabilidad en
contra de un determinado sujeto. El demandante tiene la carga de
demostración, esto es, la obligación de acreditar la prueba de todos esos tres
elementos, sin perjuicio de los poderes del juez en la búsqueda de las
razones jurídicas que habrían, en un determinado caso, para imponer una
sentencia condenatoria, cuyo objeto no será otro, eso sí, que la defensa del
derecho colectivo. De ninguna manera una acción popular debe resolverse
sin la sindéresis, la razonabilidad, la juridicidad, de toda decisión judicial. La
acción popular no significa acción injurídica o libre u olímpica.
petendi, basada en los mismos hechos, y contra igual demandado, lo que procede es dar aplicación a la
figura del agotamiento de jurisdicción.
Ahora bien, a propósito del estudio y unificación sobre los alcances de la aplicación de esta figura en el
proceso de acción popular, la Sala considera oportuno y necesario que el pronunciamiento se extienda a
considerar también el tratamiento que en estos mismos juicios debe otorgarse al fenómeno de la cosa
juzgada, en el sentido de definir si también el agotamiento de jurisdicción opera por esta situación. (…)
Consecuencialmente la Sala unifica jurisprudencia en el sentido de que, ante situaciones como las antes
descritas, procede que si la segunda demanda fue admitida sin advertir la existencia de cosa juzgada en las
modalidades señaladas, se declare la nulidad de todo lo actuado y se rechace esta nueva demanda por
presentarse agotamiento de jurisdicción, y que igual tratamiento aplica (el rechazo de la segunda demanda),
cuando se esté en la oportunidad procesal de decidir sobre la admisión”.
53
La Corte Constitucional dio aplicación a la teoría del agotamiento de la jurisdicción -creada por la
jurisprudencia de esta Corporación-, en sentencia SU-658 de 2015, M.P. Alberto Rojas Ríos.
54
Expediente 2011-01531-01(AC), M.P. Hugo Fernando Bastidas Bárcenas.
De otra parte, en proveído de 1° de noviembre de 2001 55, la Sección Tercera
puntualizó en la finalidad preventiva y restitutoria de las acciones populares, en
razón de lo cual explicó que no hay lugar a aplicar la figura procesal del
llamamiento en garantía, por cuanto no se trata de una acción de carácter
indemnizatorio. Se adujo que “en el evento de que (sic) la entidad apelante sea
condenada a restablecer los derechos colectivos que se consideran vulnerados, o
a ejecutar alguna obra con el fin de prevenirlos y además tenga derecho a repetir
contra otra entidad pública o privada las sumas que se viere obligada a pagar, en
razón de la ley o de un contrato celebrado con las mismas, podrá iniciar las
acciones ordinarias correspondientes, pero no podrá ejercer a través de este
proceso el llamamiento en garantía”56.
55
Expediente 2000-00111-01(AP), M.P. Ricardo Hoyos Duque.
56
Postura reiterada por la misma Sección, en proveído de 24 de junio de 2011, expediente 2010-00376-
01(AP), M.P. Mauricio Fajardo Gómez.
57
En providencia de 15 de marzo de 2007 se expuso la idea, en los siguientes términos:
“La pretensión de los actores encaminada a que se indemnicen los daños y perjuicios ocasionados por el
daño ambiental al ecosistema de la Laguna de Fúquene a las personas directamente afectadas y a las que
llegaren a demostrarlo en concreto es impróspera, pues según el artículo 34 de la Ley 472 de 1998 la
condena al pago de los perjuicios causados por el daño a un derecho o interés colectivo y, en particular a los
recursos naturales, se hace en favor de la entidad pública que los tenga a su cargo, para la restauración del
área afectada”.
Consejo de Estado, Sección Primera, expediente 2001-00085-01(AP), M.P. Camilo Arciniegas Andrade.
El argumento había sido previamente aplicado por la Sección Tercera, en el proveído de 20 de septiembre de
2001, así:
“La indemnización en las acciones populares no es asunto proscrito del juicio sino excepcional, para cuando
se determine que la amenaza o la vulneración del derecho o interés colectivo provenga de una persona
distinta a la encargada de la protección de esos intereses o derechos colectivos. Pero dicha indemnización
no está dirigida a compensar el daño individual de una persona sino a favorecer a la Autoridad que tenga a
su cargo el interés o derecho colectivo. Ese punto fue previsto por el legislador, en forma clara en el artículo
34 de la Ley 387 de 1997. Cuando esta norma expresa que puede condenarse a otra persona distinta de la
Entidad Pública no culpable, enseña por otra parte que cuando el daño al interés o derecho colectivo lo
produce o la acción o la omisión exclusiva de la Entidad pública, no hay lugar a indemnizar a la misma
entidad, precisamente por ser ella la responsable única del daño al interés o derecho colectivo”.
58
Consejo de Estado, Sección Tercera, expediente 2004-00026-01(AP), M.P. Germán Rodríguez Villamizar.
[E]n aplicación de lo dispuesto en el artículo 34 de la Ley 472 de 1998, la Sala
concluye, que para que proceda la condena a una indemnización de
perjuicios dentro de una acción popular, se requiere, en primer término, que
se haya ocasionado un daño a un derecho colectivo -luego no procederá
cuando se trate de un acción popular de carácter preventivo- y;
adicionalmente, el daño causado no debe ser susceptible de ser restablecido
mediante una simple orden de hacer o de no hacer, o se prevea que dicha
orden sería a todas luces ineficaz. De otra parte, la condena se hará a favor
de la entidad pública no culpable encargada de la protección del derecho
colectivo violado, sin que se requiera que ésta sea parte dentro del proceso
y, en todo caso, la indemnización que dicha entidad reciba, podrá ser utilizada
única y exclusivamente para efectos del restablecimiento del derecho
colectivo violado.
Por su parte, la Ley 472 de 1998 consagró que los derechos e intereses
colectivos son aquellos establecidos como tales en la Constitución, las leyes
ordinarias y los tratados de Derecho Internacional celebrados por Colombia, entre
los que se enlistaron, a título enunciativo:
b) La moralidad administrativa;
La Ley 472 de 1998 dotó al juez de la acción popular de amplias facultades para
lograr la protección de los derechos e intereses colectivos vulnerados o
amenazados.
Por un lado, se instituyeron las medidas cautelares como vía previa para eludir
el daño inminente o hacer cesar el que se hubiere causado (art. 25). Con ese
objetivo, se autorizó al juez para: “a) ordenar la inmediata cesación de las
actividades que puedan originar el daño, que lo hayan causado o lo sigan
ocasionando; b) ordenar que se ejecuten los actos necesarios, cuando la
conducta potencialmente perjudicial o dañina sea consecuencia de la omisión del
demandado; c) obligar al demandado a prestar caución para garantizar el
cumplimiento de cualquiera de las anteriores medidas previas; d) ordenar con
cargo al Fondo para la Defensa de los Derechos e Intereses Colectivos los
estudios necesarios para establecer la naturaleza del daño y las medias urgentes
a tomar para mitigarlo. También, podrá ordenar a la autoridad pública responsable
“el cumplimiento inmediato de la acción que fuere necesaria, para lo cual otorgará
un término perentorio. Si el peligro es inminente podrá ordenar que el acto, la obra
62
Consejo de Estado, Sección Tercera, expediente 2003-00254-01(AP), M.P. María Elena Giraldo Gómez.
o la acción la ejecute el actor o la comunidad amenazada, a costa del
demandado”63.
Por otro lado, en la sentencia que ampara los derechos e intereses colectivos, el
juez está facultado para adoptar todas las medidas que sean conducentes y
pertinentes para lograr la protección de los bienes en riesgo, de forma
definitiva64. Con tal propósito, podrá emitir órdenes de hacer o no hacer, exigir la
realización de las conductas necesarias para volver las cosas al estado anterior
a la vulneración del derecho o del interés colectivo, cuando fuere posible, o
condenar al pago de indemnización con la única finalidad de restablecer la
afectación y, en general, disponer lo pertinente para procurar la restitución de los
derechos e intereses65.
63
En sentencia C-284 de 15 de mayo 2014. M.P. María Victoria Calle Correa, la Corte Constitucional explicó
que el capítulo de medidas cautelares incorporado en la Ley 1437 de 2011 –CAPCA- no reñía ni derogaba la
disposición sobre la misma materia dispuesto en la Ley 472 de 1998. Por el contrario, mencionó que ambas
normativas se complementan y, en ese sentido, el juez de la acción popular puede decretar las medidas
previas de uno u otro estatuto.
64
En providencia de 26 de noviembre de 2013, se precisó al respecto que “la acción o pretensión popular
lejos de ser un mecanismo ‘suspensivo’, lo cual la equipararía a una medida cautelar, busca definir con
efectos de cosa juzgada –en los términos del artículo 35 de la ley 472 de 1998– un supuesto de protección
efectiva a los derechos o intereses colectivos, para lo cual el juez puede adoptar medidas de diversa índole,
todas relacionadas con obligaciones de: dar, hacer, no hacer, y de garantía, de acuerdo con lo establecido en
el artículo 34 ibídem”.
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección C, expediente 2011-00227-01(AP), M.P. Enrique Gil
Botero.
65
Ley 472 de 1998. Artículo 34. “La sentencia que acoja las pretensiones del demandante de una acción
popular podrá contener una orden de hacer o de no hacer, condenar al pago de perjuicios cuando se haya
causado daño a un derecho o interés colectivo en favor de la entidad pública no culpable que los tenga a su
cargo, y exigir la realización de conductas necesarias para volver las cosas al estado anterior a la vulneración
del derecho o del interés colectivo, cuando fuere físicamente posible. La orden de hacer o de no hacer
definirá de manera precisa la conducta a cumplir con el fin de proteger el derecho o el interés colectivo
amenazado o vulnerado y de prevenir que se vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que dieron mérito
para acceder a las pretensiones del demandante. Igualmente fijará el monto del incentivo para el actor
popular.
La condena al pago de los perjuicios se hará ‘in genere’ y se liquidará en el incidente previsto en el artículo
307 del C.P.C.; en tanto, se le dará cumplimiento a las órdenes y demás condenas. Al término del incidente
se adicionará la sentencia con la determinación de la correspondiente condena incluyéndose la del incentivo
adicional en favor del actor.
En caso de daño a los recursos naturales el juez procurará asegurar la restauración del área afectada
destinando para ello una parte de la indemnización.
En la sentencia el juez señalará un plazo prudencial, de acuerdo con el alcance de sus determinaciones,
dentro del cual deberá iniciarse el cumplimiento de la providencia y posteriormente culminar su ejecución. En
dicho término el juez conservará la competencia para tomar las medidas necesarias para la ejecución de la
sentencia de conformidad con las normas contenidas en el Código de Procedimiento Civil y podrá conformar
un comité para la verificación del cumplimiento de la sentencia en el cual participarán además del juez, las
partes, la entidad pública encargada de velar por el derecho o interés colectivo, el Ministerio Público y una
organización no gubernamental con actividades en el objeto del fallo.
También comunicará a las entidades o autoridades administrativas para que, en lo que sea de su
competencia, colaboren en orden a obtener el cumplimiento del fallo”.
Como se aprecia, el ordenamiento legal le confirió poder discrecional al juez
popular para determinar las medidas procedentes y conducentes a fin de conjurar
la conducta lesiva al derecho o interés colectivo; empero, en esa actividad deberá
siempre velar por el respeto del debido proceso, las garantías procesales y el
equilibrio entre las partes (art. 5).
Lo cierto es que los poderes de dirección del proceso son judiciales dentro de
la competencia legal que el legislador le asignó al juez, sin que ello constituya
una permisión para apartarse de las cuestiones de hecho y de la causa
petendi; esa es la razón por la cual una sentencia resulta inconsonante
porque ‘la congruencia quiere decir que la actividad del juez se halla limitada
en las cuestiones de hecho, de manera que al variar éstas se varía la causa
petendi y también se incurre en incongruencia, sin perjuicio de la
interpretación sobre la naturaleza del acto o contrato, que le corresponde...’
Morales Molina. Hernando. Curso de Derecho Procesal Civil. Parte General.
9ª ed. Editorial ABC. Bogotá. 1985. Págs. 481 a 482.
66
Expediente 2003-02077-01(AP), M.P. María Elena Giraldo Gómez.
Las acciones del juez deben, entonces, estar siempre dirigidas a cautelar los
derechos e intereses colectivos de la comunidad. De ahí que sea inviable emitir
juicios de responsabilidad, sancionar la conducta personal, reconocer el perjuicio
subjetivo o extenderse a materias que no fueron objeto de debate, según se
explicó en el acápite precedente, so pena de incurrir en extralimitación de la
competencia funcional67.
[L]a Sala considera que esta es la oportunidad pertinente para precisar dicha
postura en el sentido de establecer que el juez de la acción popular puede
pronunciarse sobre derechos colectivos que no han sido invocados en la
demanda como vulnerados o amenazados, siempre y cuando tengan una
estrecha relación con los derechos respecto de los cuales sí haya existido
una solicitud expresa de protección y cuando la parte demandada se haya
pronunciado sobre ellos a lo largo del proceso, es decir, que haya podido
ejercer su derecho de defensa. (…)
A partir del análisis efectuado, se concluye que las acciones populares son el
mecanismo principal de protección de los derechos e intereses colectivos
establecidos a favor de la comunidad por la Constitución Política, las leyes y los
instrumentos de derecho internacional acogidos por Colombia. Por tratarse de
acciones públicas, pueden ser interpuestas por cualquier persona –natural o
jurídica-, en nombre de la comunidad, de forma directa o a través de apoderado
judicial.
Por los fines que las inspiran, para su ejercicio no se requiere acreditar la
materialización de un daño. Sin embargo, para la prosperidad de la acción es
menester demostrar la existencia de al menos una amenaza, peligro o la
contingencia de un daño a un bien colectivo, y su imputación a una entidad
pública o a un particular, por acción u omisión.
demanda y probado en el proceso, protegiendo el derecho colectivo que encuentre amenazado o vulnerado.
Se trata solamente de la aplicación del antiguo principio da mihi factum dabo tibi jus, además de que, dado
que la aplicación de la ley se debe hacer conforme a los hechos expuestos, conocidos por el demandado, no
se vulnera su derecho de defensa. En otros términos, resulta imperioso la aplicación del principio iura novit
curia a los procesos de la acción popular”.
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 17 de junio de 2011, expediente AP-166, M.P. Alier
Eduardo Hernández Enríquez.
realización de las conductas necesarias para volver las cosas al estado anterior o
condenar al pago de una suma de dinero, en función exclusiva del
restablecimiento o restitución del bien colectivo trasgredido.
Por último, el trámite judicial de las acciones populares está guiado por el
principio de efectividad de los derechos, con miras a lograr un orden político,
económico y social justo. Por ende, el proceso se rige por los derechos de
acceso a la administración de justicia y debido proceso.
70
Consejo de Estado, Sección Segunda, Subsección B, expediente 2000-00028-02(AP), M.P. Jesús María
Lemos Bustamante.
En sentido opuesto, la Sección Primera profirió las sentencias de 15 de
octubre71, 12 de noviembre72 y 26 de noviembre de 2009 73, en las que afirmó la
improcedencia de levantar o suspender el cobro de créditos hipotecarios, en
sede de la acción constitucional de protección de derechos colectivos.
71
Expediente 2002-01021-01(AP), M.P. María Claudia Rojas Lasso. Se anotaron en esa providencia los
siguientes argumentos:
“Siguiendo la jurisprudencia, la Sala se abstendrá de pronuncia (sic) sobre la pretensión de extinguir los
contratos de hipotecas y de realizar el cambio de la estratificación de las viviendas objeto de debate. En
ocasiones anteriores la Sala ha dejado claramente definido que la pretensión encaminada a obtener
beneficios económicos es ajena al objeto de la acción popular, pues en el fondo persigue la indemnización o
reparación de un daño causado por una relación contractual preexistente. La competencia del juez de la
acción popular se contrae a determinar si existió o no vulneración a derechos o intereses colectivos para -en
su caso- impartir las órdenes necesarias para evitar el daño contingente, hacer cesar el peligro, amenaza,
vulneración o agravio, o restituir las cosas su estado anterior, de ser posible”.
72
Expediente 2002-01193-02(AP), M.P. Rafael E. Ostau de Lafont Pianeta. Se discurrió en esa ocasión
conforme se señala a continuación:
“Es claro que mediante la acción popular se busca la protección de derechos e intereses colectivos, es decir
que los conflictos jurídicos que versen sobre derechos particulares, subjetivos se resolverán mediante el
empleo de los correspondientes mecanismos establecidos para el efecto y aquellos que busquen la
protección de los derechos e intereses colectivos se dirimirán mediante el ejercicio de la acción popular.
Ahora bien, los jueces que resuelvan los conflictos jurídicos originados en derechos particulares, subjetivos,
no podrán involucrar en la misma sentencia que los resuelva, la decisión de proteger derechos e intereses
colectivos y, a la inversa, el juez de la acción popular, en modo alguno, podrá pronunciarse respecto de
pretensiones que resuelven sobre derechos particulares, subjetivos, como los que ocurre en este caso, toda
vez que las entidades bancarias no participaron en la construcción, ni en la elaboración de los estudios
técnicos de la obra, ni mucho menos en el otorgamiento de la licencia para la construcción del Conjunto
Residencial Privilegios en la ciudad de Barranquilla, pues el fin de los establecimientos de crédito, no es otro,
que la captación en moneda legal de recursos del público, en depósitos, a la vista o a término, para
colocarlos nuevamente a través de préstamos, descuentos, anticipos u otras operaciones activas de crédito,
de conformidad como lo dispuesto por el artículo 2º del Estatuto Financiero, modificado por el artículo 54 de
la Ley 454 de 1998”.
73
Expediente 2003-00035-02(AP), M.P. Marco Antonio Velilla Moreno. Se comentó en esa providencia que
“el juez de la acción popular sólo debe resolver sobre la violación de los derechos colectivos invocados, sin
dirimir, en modo alguno, derechos subjetivos como las reclamaciones económicas. Es más, resaltó la
improcedencia de dicha acción para obtener la extinción de los contratos de hipotecas y el cambio de
estratificación. (…) Por tanto, se revocará todo lo relacionado con la extinción de las obligaciones
hipotecarias constituidas a favor de Granahorrar previsto en el numeral 9° de la parte resolutiva del fallo
apelado, y también lo ordenado en el numeral 7°, ibídem, que guarde relación con la referida entidad”.
Con el fin de definir una postura unificada en relación con las facultades que le
asisten al juez de la acción popular, en orden a salvaguardar derechos e intereses
colectivos, concretamente, en cuanto a la posibilidad de emitir pronunciamientos
respecto de los contratos celebrados entre establecimientos de crédito y
particulares, es conveniente formular los siguientes interrogantes:
Los casos que se analizan en este acápite plantearon una misma problemática.
En estos se demostró que los proyectos inmobiliarios en los que se ubicaban las
viviendas de propiedad de los accionantes presentaban fallas estructurales y/o
contravenían la normativa ambiental, lo cual imposibilitaba su habitabilidad, por
comportar un riesgo para la seguridad, la salud o la vida de los moradores.
En ese entendido, era claro que algunos derechos colectivos como el goce de un
ambiente sano, la seguridad y salubridad públicas, la prevención de desastres
previsibles y el derecho a tener construcciones que beneficien la calidad de vida
de los habitantes -consagrados en la Ley 472 de 1998- se encontraban en riesgo,
lo cual resultaba suficiente para tramitar la acción popular.
Ciertamente, las personas que celebraron contratos de mutuo para financiar sus
viviendas, aun cuando reunidas conforman un grupo, no se convierten per se en
titulares de un derecho o interés colectivo. Sus relaciones contractuales con los
entes del sistema financiero son independientes e individuales, por ende, las
controversias que surgen en virtud de los créditos solo conciernen a los
contratantes, pero carecen de la potencialidad de beneficiar o damnificar a los
demás deudores y, menos aún, a la colectividad que adquirió unidades
habitacionales en los proyectos de construcción con otros medios de financiación.
74
Decreto-Ley 663 de 1993, Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. Artículo 2, modificado por el artículo
54 de la Ley 454 de 1998.
75
Lo anterior no es óbice para que en determinados casos se compruebe que las actividades de construcción
y de financiación están concentradas en una misma persona, caso en el cual corresponderá determinar la
implicación de la entidad implicada en el hecho dañoso, a la luz de los deberes exigibles en la actividad de
construcción. En todo caso, en atención al principio de autonomía de la voluntad de las partes, podría
considerarse la responsabilidad de la institución de crédito, cuando así se hubiere estipulado en el contrato.
Las órdenes para la protección o restablecimiento de los derechos e intereses
colectivos que se profieran en los procesos de acciones populares deben guardar
relación con la causa petendi de la demanda y atacar la fuente de la amenaza o
vulneración del derecho o interés colectivo. En ningún caso pueden estar dirigidas
a garantizar, salvaguardar o restituir derechos o intereses particulares, subjetivos
o de contenido pecuniario, como aquellos relacionados con la ejecución de
contratos de mutuo celebrados entre particulares y establecimientos de crédito
para la financiación de bienes inmuebles aquejados por fallas estructurales, de
estabilidad o por contaminación ambiental.
Caso concreto
Se afirmó que Davivienda S.A. y el Fondo Nacional del Ahorro desconocieron los
derechos consagrados en el artículo 1476 del Decreto 3466 de 1982 –Estatuto del
76
Artículo 14. Marcas, leyendas y propagandas. “Toda información que se dé al consumidor acerca de los
componentes y propiedades de los bienes y servicios que se ofrezcan al público deberá ser veraz y
suficiente. Están prohibidas, por lo tanto, las marcas, las leyendas y la propaganda comercial que no
corresponda a la realidad, así como las que induzcan o puedan inducir a error respecto de la naturaleza, el
origen, el modo de fabricación, los componentes, los usos, el volumen, peso o medida, los precios, la forma
de empleo, las características, las propiedades, la calidad, la idoneidad o la cantidad de los bienes o servicios
ofrecidos.
Tratándose de productos (bienes o servicios) cuya calidad e idoneidad hayan sido registradas de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 3º a 7º del presente decreto, o que estén sometidos a registro o
licencia legalmente obligatorios, o cuyas condiciones de calidad e idoneidad se deriven de la oficialización de
una norma técnica, aunque no haya habido registro, las marcas o leyendas que se exhiban en dichos
productos, al igual que toda propaganda que se haga de ellos, deberá corresponder íntegramente a lo
registrado o contenido en la licencia o a las condiciones de calidad e idoneidad derivadas de la norma técnica
consumidor- y en el artículo 7877 de la Carta Política. El alegato se centró en
manifestar que dichos establecimientos persuadieron a los compradores para
adquirir las viviendas del conjunto residencial Pueblo Nuevo, Etapa 1, Subetapa
1A, de la ciudad de Bogotá D.C., por la confiabilidad que proyectan cuando
financian proyectos de construcción. En consideración de los demandantes, “el
Banco Davivienda, por lo menos debía haber hecho un estudio de suelos para
determinar bajo qué condiciones estaba negociando, no tanto por los resultados que
obtuviese, sino por las consecuencias que se derivarían con la venta de las
viviendas”.
No existe discusión sobre los créditos con garantía hipotecaria que los accionantes
adquirieron con las entidades demandadas para financiar la compra de sus
viviendas. Si bien no se aportaron los contratos, las entidades demandadas
reconocieron expresamente su existencia cuando contestaron la demanda y éste ha
sido un hecho irrefutado durante el trámite procesal. En el plenario obran al respecto
algunas comunicaciones sobre la aprobación de los créditos y los avalúos de los
inmuebles realizados por los establecimientos crediticios78.
Pero, más allá de la prueba de los contratos de mutuo celebrados por los
accionantes, no obra ningún medio probatorio que permita corroborar cuáles
fueron las labores de divulgación y publicidad que emplearon las entidades del
sector financiero para promover su actividad crediticia y con las cuales
presuntamente indujeron a error a los deudores.
Por su parte, a través del Decreto-Ley 3118 de 1968, el Gobierno Nacional creó el
Fondo Nacional del Ahorro como un establecimiento público vinculado al
Ministerio de Desarrollo Económico (ahora Ministerio de Comercio, Industria y
Turismo). Mediante la Ley 432 de 1998 se modificó su naturaleza jurídica a la de
“Empresa Industrial y Comercial del Estado de carácter financiero del orden
nacional, organizado como establecimiento de crédito de naturaleza especial, con
personería jurídica, autonomía administrativa y capital independiente”.
79
Por disposición del artículo 5 de la Ley 546 de 1998, a partir de la vigencia de esa normativa las
corporaciones de ahorro y vivienda se convirtieron en bancos comerciales.
80
Mediante Escritura Pública N.° 3890 de 25 de julio de 1997, de la Notaría 14 de Bogotá D.C.
81
Esta información se encuentra reportada en el certificado de existencia y representación legal de
Davivienda S.A., expedido por la Superintendencia Financiera.
El certificado se encuentra disponible en línea y puede ser descargado a través del siguiente enlace:
https://www.superfinanciera.gov.co/inicio/servicios-al-ciudadano/certificados-en-linea/certificados-de-
existencia-y-representacion-legal-en-linea-10082625
Fecha de consulta: 5 de marzo de 2020.
El artículo 21 de la Ley 546 de 1998 estableció el deber de información a cargo de
los establecimientos de crédito, así:
82
Folios 43 a 47 y 82 del cuaderno n.° 1.
prevención de desastres previsibles; a la realización de construcciones que
privilegien la calidad de vida de los habitantes, y en conexidad, a los derechos
fundamentales a la salud y a la vida de las personas damnificadas.
Así las cosas, es claro que las pretensiones relacionadas con la cancelación de
los títulos crediticios no resultaba procedente en el caso concreto, por dos
razones principales: i) por cuanto la afectación a la que se aludió en la demanda,
referida al riesgo que comporta para los accionantes el deterioro de sus viviendas
y los altos niveles de contaminación que emanan del río Fucha, no tienen relación
alguna con los contratos que se celebraron para financiar los inmuebles, y ii)
porque en atención a la postura de unificación acogida por esta Sala de Decisión,
es improcedente decretar medidas de carácter particular, subjetivo y de índole
pecuniario en el marco de las acciones populares, como aquellas relacionadas
con los contratos de mutuo que celebran los particulares con las entidades del
sector financiero.
En consideración a lo expuesto, dado que la motivación empleada por el juez a-
quem para proferir la orden de amparo en la acción popular que se revisa no se
encuentra acorde con la regla de unificación que se fijó en esta providencia,
resulta forzoso infirmar la sentencia de 7 de mayo de 2012, para, en su lugar,
negar las pretensiones de la demanda.
Como última precisión, se pone de presente que esta sentencia surte efectos de
cosa juzgada erga omnes en relación con las entidades demandadas y los
argumentos que se invocaron en la demanda. En ese entendido, de considerarse
que la amenaza o vulneración a los derechos e intereses colectivos invocados
por los accionantes permanecen, podrá intentarse una nueva acción popular en
contra de las personas responsables, atendiendo las formalidades dispuestas
para el ejercicio de ese tipo de acciones.
5. Condena en costas
El artículo 188 del CPACA establece que “salvo en los procesos en que se ventile
un interés público, la sentencia dispondrá sobre la condena en costas, cuya
liquidación y ejecución se regirán por las normas del Código de Procedimiento
Civil”.
Por remisión expresa del artículo 306 del CPACA83, resulta aplicable al presente
asunto el artículo 365 del CGP, el cual, en sus numerales 1° y 8º, dispone que se
condenará en costas a la parte vencida en el proceso o a quien se le resuelva
desfavorablemente el recurso de revisión que haya propuesto, cuando en el
expediente aparezca que se causaron y en la medida de su comprobación.
83
Artículo 306. Aspectos no regulados. “En los aspectos no contemplados en este Código se seguirá el
Código de Procedimiento Civil en lo que sea compatible con la naturaleza de los procesos y actuaciones que
correspondan a la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo”.
FALLA:
SEXTO: Se deja constancia de que esta providencia fue aprobada por la Sala en
la fecha de su encabezado y que se firma en forma electrónica mediante el
aplicativo SAMAI, de manera que el certificado digital que arroja el sistema
permite validar la integridad y autenticidad del presente documento en el link
http://relatoria.consejodeestado.gov.co:8081/Vistas/documentos/evalidador.
CONSEJO DE ESTADO
SALVAMENTO DE VOTO
Así, esta Sala Especial para adoptar la unificación, partió de preguntarse si «¿Las
pretensiones dirigidas a alterar las condiciones contractuales de créditos hipotecarios
carecen de contenido económico y atañen a derechos e intereses colectivos?», aspecto
que no fue considerado en el auto de selección, porque el propósito de la acción
popular fue el de «suspender» los trámites de cobro y el efecto temporal con el
que la sentencia revisada dispuso la medida de suspensión, al prever que regiría
hasta tanto se decidiera la acción indemnizatoria principal que en su momento
instauraron los actores populares y que a la fecha continúa sin resolverse.
84
CPACA, arts. 270 y 271.
85
P. 44.
86
Los demandantes acusaron a las entidades demandadas de actuar negligentemente respecto del análisis de la
documentación del proyecto inmobiliario mencionado, de permitir y promover la venta de viviendas en condiciones
no aptas de habitabilidad y, por ende, transgresoras de la seguridad pública y de la normativa sobre construcción y
medio ambiente y de afectar el patrimonio de quienes recibieron los subsidios para adquirirlas, en cuanto éstos son
auxilios otorgados por una única vez (fls. 95 y sgts).
figura que es diferente a la de «suspensión» de dichos créditos, que corresponde
a la orden impartida por el juez popular con carácter temporal expreso, ligando su
vigencia a la decisión de la Acción de Grupo 2010-00028 87, instaurada por los
ahora actores populares para que se declarara la responsabilidad del Distrito
Capital y otros88, por falla del servicio, al permitirse la construcción y venta de
viviendas en la agrupación residencial Pueblo Nuevo.
Advierto que la diferencia entre esas dos figuras cobra especial relevancia en este
caso, puesto que la «extinción» apunta a la cesación de una obra o acción con
carácter definitivo y la «suspensión» simplemente implica detenerla o diferirla por
algún interregno.
87
Inicialmente radicada con el número 2005-0094-01.
88
Alcaldía Local de Fontibón, la empresa Conformar S.A. (Posteriormente liquidada y sucedida por la Sociedad
Inmobiliaria Conconcreto S. A. S.), la Empresa de Acueducto y Alcantarillado De Bogotá – Empresa de Acueducto
y Alcantarillado De Bogotá - EAAB, la Secretaría Distrital de Planeación y la Curaduría Urbana No. 2.
89
Que las órdenes para la protección o restablecimiento de los derechos e intereses colectivos … “en ningún caso
pueden estar dirigidas a garantizar, salvaguardar o restituir derechos o intereses particulares, subjetivos o de
contenido pecuniario, como aquellos relacionados con la ejecución de contratos de mutuo celebrados entre
particulares y establecimientos de crédito para la financiación de bienes inmuebles aquejados por fallas
estructurales, de estabilidad o por contaminación ambiental, medidas de protección judicial impartidas por el juez
popular, no pueden extenderse a las órdenes de extinción de obligaciones hipotecarias o redención de créditos
derivados de las mismas”.
90
La incidencia jurídica de dicha acción indemnizatoria en la determinación de los responsables del pago de los
créditos hipotecarios vigentes, ameritaba exhortar al Juzgado 35 Administrativo de Bogotá para que, en ejercicio de
los poderes de instrucción e impulso procesal establecidos en el artículo 43 del CGP, agotara de manera prioritaria
el trámite de instancia faltante dentro de la acción de grupo 2010-00028, con el fin de que la misma se fallara
dentro del menor tiempo posible. Sin embargo, la sentencia objeto del presente salvamento nada dijo al respecto.
91
Semánticamente, “suspender” significa “2. Detener o diferir por algún tiempo una acción u obra. U. t. c. prnl. 4. Tr.
Privar temporalmente a alguien del sueldo o empleo
que tiene.5. tr. Negar la aprobación a un examinando hasta nuevo examen.” (https://dle.rae.es/?id=Yp0F2Mc ) y
“extinguir” significa “1. tr. Hacer que cese el fuego o la luz. U. t. c. prnl. 2. tr. Hacer que cesen o se acaben del todo
ciertas cosas que desaparecen gradualmente. Extinguir un sonido, un afecto, una vida. U. t. c. prnl. 3. Prnl. Dicho de
un plazo o un derecho: Acabarse, vencer.” (https://dle.rae.es/?id=HNBJj0h ). Entonces, mientras la “suspensión”,
asociada a la acción de “suspender”, denota un carácter transitorio expresamente matizado por el juez popular con la
locución conjuntiva “hasta tanto”, la “extinción” como acción de extinguir o extinguirse, refiere a la cesación de una obra o
acción con carácter definitivo y no simplemente diferido por algún interregno.
sus viviendas no las convertía per se en titulares de un derecho o interés
colectivo92.
(Firmado electrónicamente)
STELLA JEANNETTE CARVAJAL BASTO
CONSEJO DE ESTADO
92
P. 45 a 46.
ACLARACIÓN DE VOTO DE LA CONSEJERA ROCÍO ARAÚJO OÑATE
1.1. La demanda
93
“ARTÍCULO 129. FIRMA DE PROVIDENCIAS, CONCEPTOS, DICTÁMENES, SALVAMENTOS
DE VOTO Y ACLARACIONES DE VOTO. Las providencias, conceptos o dictámenes del Consejo
de Estado, o de sus salas, secciones, subsecciones, o de los Tribunales Administrativos, o de
cualquiera de sus secciones, una vez acordados, deberán ser firmados por los miembros de la
corporación que hubieran intervenido en su adopción, aún por los que hayan disentido. Al pie de la
providencia, concepto o dictamen se dejará constancia de los Magistrados ausentes. Quienes
participaron en las deliberaciones, pero no en la votación del proyecto, no tendrán derecho a
votarlo.
Los Magistrados discrepantes tendrán derecho a salvar o aclarar el voto. Para ese efecto, una vez
firmada y notificada la providencia, concepto o dictamen, el expediente permanecerá en secretaría
por el término común de cinco (5) días. La decisión, concepto o dictamen tendrá la fecha en que se
adoptó. El salvamento o aclaración deberá ser firmado por su autor y se agregará al expediente.
Si dentro del término legal el Magistrado discrepante no sustentare el salvamento o la
aclaración de voto, sin justa causa, perderá este derecho.”
adquirir los respectivos bienesinmuebles. Sin embargo, la urbanización no acató
la normativa ambiental, por lo que se presentaron inundaciones, filtraciones,
grietas, olores malsanos y propagación de insectos y roedores, lo cual hace
inhabitables esas unidades de vivienda.
3. El a quo sostuvo que no existe “una verdadera ecuación o correlación” por los
pagos que han efectuado los propietarios de los inmuebles con ocasión de los
créditos bancarios que adquirieron. Agregó que, el Banco Davivienda S.A.
contribuyó “a crear el convencimiento” en los deudores para la compra de las
viviendas, gracias al “good will” que ostenta esa entidad financiera y a la
confiabilidad que proyecta cuando financia proyectos de construcción. Por ello, en
criterio del juzgador, se configuró una violación al derecho de los usuarios y
consumidores (art. 4, lit. n, Ley 472 de 1998).
94
Bajo el siguiente argumento: ”La naturaleza jurídica del Fondo Nacional del Ahorro implica de suyo una total
autonomía con respecto al uso o no de los dineros que se manejan en dicha entidad para la financiación de
viviendas y otros destinos que corresponden a la voluntad del afiliado, y en aplicación del principio de la economía
procesal el Despacho se abstendrá del estudio y decisión de los demás medios exceptivos propuestos por dicha
entidad”.
1.4. Solicitud de revisión eventual
9. Por medio del auto interlocutorio del 9 de abril de 2015, la Sección Cuarta
de esta Corporación seleccionó el presente asunto para revisión eventual, teniendo
en cuenta la disparidad de posturas99 entre el fallo de segunda instancia y la
jurisprudencia de la Sección Primera de este cuerpo colegiado, en torno a la
posibilidad de levantar o suspender el cobro de créditos hipotecarios, en sede de la
acción popular.
ii) Destacar que las normas procesales con fundamento en las cuales
se decidió no condenar en costas a la parte demandante en el juicio
no corresponden a las aplicables en acciones populares, por existir
precepto especial que regula la materia.
17. Por su parte, la solicitud de revisión eventual fue presentada por el Banco
Davivienda con el fin de que se revisara la sentencia de segunda instancia, esto es,
aquella que puso fin al proceso, en los aspectos que le fueron desfavorables, sin que
se involucrara la sentencia de primera instancia y sin que, en consecuencia, el juez
de la revisión eventual tenga competencia para revivir el debate zanjado en el fallo
dictado por el Juzgado Administrativo que, se reitera, al cobrar ejecutoria en torno a
esa decisión, hizo tránsito a cosa juzgada, que en eventual revisión no puede ser
removida ni siquiera excepcionalmente.
20. El precepto aludido fue reiterado por la Ley 1437 de 2011, en los
artículos 272, 273 y 274; éstos regularon: i) la finalidad de la revisión eventual
en las acciones populares y de grupo; ii) su procedencia, y iii) la competencia y
trámite del mecanismo, respectivamente. En relación con la procedencia, se
estableció:
22. De tal manera, que las sentencias dictadas por los jueces
administrativos no son susceptibles de revisión “bajo el entendido de que ellos acatan
el precedente jurisprudencial vertical fijado por el respectivo Tribunal que funge como su
superior funcional”104, con lo cual se garantiza la coherencia de la jurisprudencia,
conclusión que se encuentra incluida en el fallo que suscribo con aclaración de
voto y que comparto plenamente.
Así las cosas, lo decidido frente al Fondo Nacional del Ahorro no resultaba
congruente frente al mecanismo de recisión eventiual propuesto por la entidad
financiera DAVIVIENDA S.A.
104
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Quinta, Auto de 20.03.2014,
expediente 2011-00195-01(AP), M.P. Susana Buitrago Valencia. Posición reiterada en fallo objeto de
aclaración.
2.2. Indebida aplicación de normas procesales a la condena en costas
“El artículo 188 del CPACA establece que “salvo en los procesos en que se
ventile un interés público, la sentencia dispondrá sobre la condena en costas, cuya
liquidación y ejecución se regirán por las normas del Código de Procedimiento Civil”.
Por remisión expresa del artículo 306 del CPACA 105, resulta aplicable al
presente asunto el artículo 365 del CGP, el cual, en sus numerales 1° y 8º,
dispone que se condenará en costas a la parte vencida en el proceso o a
quien se le resuelva desfavorablemente el recurso de revisión que haya
propuesto, cuando en el expediente aparezca que se causaron y en la
medida de su comprobación.
Fecha ut supra,
107
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia
del 30.08.2007, M.P. Martha Sofía Sanz Tobón, Rad. 18001-23-31-000-2004-00623-01(AP)
108
Consejo de Estado, Sala Especial de Decisión No. 27, Sentencia del 6 de agosto de 2019, M.P.
Rocío Araújo Oñate, Rad. 2017-00036