MANUAL Derecho Eclesiastico
MANUAL Derecho Eclesiastico
MANUAL Derecho Eclesiastico
Manual Breve de
Derecho Eclesiástico
del Estado
Manual Breve
de Derecho Eclesiástico del Estado
Universidad Complutense
Madrid, 2020
Derecho y Religión, Manual Breve de Derecho Eclesiástico del Estado (8ª edición) por
Rafael Palomino Lozano se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-
NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
“All those moments will be lost in time, like tears in rain.”
R. SCOTT, Blade Runner (1982)
1. Introducción
Para entender el Derecho eclesiástico del Estado es preciso comenzar con una
visión general del contexto en el que se incardina esta rama del Derecho. Por eso
este capítulo estudia las relaciones entre el Estado y la Religión.
1
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
2
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
3
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
4
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
5
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
10 Evangelio según san Mateo, 22:15-22, en Nuevo Testamento (traducción, introducciones, notas e
índice por materias de A. FUENTES MENDIOLA), Madrid, 1986.
11 A. SCOLA, Una nueva laicidad: temas para una sociedad plural, Ediciones Encuentro, CEU Ediciones,
Madrid, 2007, p. 27.
12 Carta a los Romanos, 13:1-7, en Nuevo Testamento, cit.
6
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
2.3. El cesaropapismo
Cuando apareció y empezó a expandirse el Cristianismo, el Emperador romano
aunaba en sí la autoridad política y la religiosa. Era el Pontifex Máximus, el constructor
del puente que une lo divino y lo humano, el sumo sacerdote de la religión cívica. Y
aunque el Cristianismo terminara siendo aceptado por el Imperio, la autoridad del
Emperador se dejó sentir con fuerza sobre la nueva religión. En efecto, al Emperador
se le dan los títulos de “consiervo de los obispos”, Arjeus Basileus o cabeza del Estado
y de la Iglesia, “sumo rey y pontífice”, “magistrado de la fe”, llegando a ser reconocido
como jefe real de la Iglesia, con poder de legislar en materia eclesiástica, presidir los
concilios, poner y deponer obispos y patriarcas, imponer decretos dogmáticos, etc.
En parte, esto se explica porque las cuestiones de carácter religioso eran también
cuestiones que afectan a la paz y prosperidad del Imperio, sobre todo una vez que
Teodosio elevó el cristianismo a religión oficial por el Edicto de Tesalónica en el año
380.
Se denomina Cesaropapismo a esta intervención del Emperador, como si de
autoridad suprema de la Iglesia se tratara, en las cuestiones internas de la religión.
Como tendremos ocasión de ver más adelante, el Cesaropapismo vuelve a surgir
siglos después —con otras justificaciones— en el denominado regalismo.
7
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
Respecto del Cesaropapismo hay dos elementos que merece la pena destacar.
Por un lado, su posible influencia en el Cisma de Oriente (es decir, la división del
cristianismo en dos mitades, la oriental y la occidental, por razón del rechazo de la
autoridad suprema del Papa, Patriarca de Roma) de 1054. Por otro lado, que el
Cesaropapismo también podría ser la causa remota de la intensa relación existente
—hoy en día— entre el poder temporal y el poder espiritual en países del Oriente
europeo.
15 E. GALLEGO BLANCO, Las relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Edad Media, Revista de Occidente,
Madrid, 1973, p. 82.
16 J. M. GONZÁLEZ DEL VALLE Y OTROS, Derecho eclesiástico del Estado español, cit., p. 46.
17 E. FLÓREZ, España Sagrada, vol. 10, Imp. Fortanet, Madrid, 1901, p. 177.
8
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
de las realidades terrenas: no las somete, por tanto, a la esfera religiosa, desde un
punto de vista gnoseológico, metafísico y práctico. Sin embargo, al mismo tiempo
contempla estas realidades terrenas como necesitadas de que una verdad superior
las ilumine y necesitadas de redención. Esta combinación de reconocimiento de
autonomía (en la perspectiva de la creación, del ser de las cosas) y afirmación de
dependencia (en la perspectiva de la redención) se alza como la causa principal de
todas las complejidades, ambivalencias y conflictos —no sólo a nivel teórico, sino
también histórico— que se han dado, se dan y se darán en las relaciones entre el
poder temporal y el poder espiritual, tal como tradicionalmente suelen
denominarse”18.
18 M. RHONHEIMER, Cristianismo y laicidad: historia y actualidad de una relación compleja, Rialp, Madrid,
2009, p. 25.
19 H. J. BERMAN, Law and Revolution: The Formation of the Western Legal Tradition, Harvard University
Press, Cambridge, 1983, p. 65.
20 Ibid., p. 99.
9
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
21 F. PRIETO, Historia de las ideas y de las formas políticas (vol. 2. Edad Media), Unión Editorial, Madrid,
1998, p. 18.
22 J. MARITAIN, Humanismo integral: problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad,
Ediciones Palabra, Madrid, 1999, p. 195.
23 H. J. BERMAN, Law and Revolution: The Formation of the Western Legal Tradition, cit., p. 29.
10
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
24 S. D. SMITH, “Freedom of Religion or Freedom of the Church?”, San Diego Legal Studies Paper No. 11-
061, 2011, pp. 23-30, fecha de consulta 31 diciembre 2013, en
http://papers.ssrn.com/abstract=1911412.
11
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
amenaza también para la unidad política 25. Los valores post-wesfalianos acogieron
progresivamente la diversidad religiosa e ideológica. La tolerancia dejará de ser una
debilidad o una concesión del poder político, para constituir una virtud cívica.
Es ya un tópico subrayar que las revoluciones liberales del siglo XVIII, de
América y de Europa, a pesar de tener tantas ideas en común, sin embargo, se
comportaron de un modo distinto en lo que a las relaciones entre Religión y Estado
se refiere. América del Norte representa un punto de partida “desde cero” (novus
ordo seclorum)26 que nace y se desarrolla (al menos teóricamente) sin el lastre que
suponía el “Antiguo Régimen”; la religión, por sí misma, no significaba una amenaza
para la República de hombres libres, muchos de ellos —la mayoría— hombres
religiosos. Por contraste, las revoluciones europeas —señaladamente la francesa—
actúan contra el Antiguo Régimen, del cual se entiende que forma parte también la
religión católica. El enfrentamiento entre el nuevo espíritu revolucionario y la religión
pasa por situaciones de abierto conflicto, reflejado también en la dimensión
patrimonial de las desamortizaciones. Con frecuencia se alcanzan soluciones de
equilibrio, más o menos estable, a través de los Concordatos, de los que nos
ocuparemos más adelante.
Estas distintas mentalidades que informan el modo de concebir la religión
desde el Estado, a ambos lados del Atlántico, se reflejan en la Declaración de
Derechos de Virginia (1776), por un lado, y en la Declaración francesa de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano (1789), por otro.
12
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
27 P. LOMBARDÍA, “Opciones políticas y ciencia del Derecho Eclesiástico español”, Anuario de Derecho
Eclesiástico del Estado, vol. 1, 1985, p. 40.
13
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
aquello que esos dos sistemas tuvieron en común, esto es, el colocar el interés del
Estado por encima de los derechos de las personas”28.
4.1. Teocracias
Se trata de Estados en los que se considera que el gobierno es ejercitado de
alguna forma por el propio Dios. Tanto los grandes principios de legitimación de la
autoridad como las normas jurídicas mantienen una estrecha conexión con una
religión concreta, hasta el punto de que incluso el Derecho religioso se aplica como
Derecho del Estado. “La teocracia confunde y mezcla planos del orden político-social
que han de permanecer separados, y en último término desprestigia la religión, como
28 Á. LÓPEZ-SIDRO LÓPEZ, “La libertad religiosa en el derecho español entre la laicidad y el pluralismo”,
en Gerardo Ruiz Rico, Juan José Ruiz Ruiz (eds.) La libertad religiosa en las sociedades
multiculturales, Tirant lo Blanch, Valencia, 2015, p. 302.
29 W. C. DURHAM, “La importancia de la experiencia española en las relaciones Iglesia-Estado para los
países en transición”, en Javier Martínez-Torrón (ed.) Estado y Religión en la Constitución Española y
en la Constitución Europea: Actas del Seminario Internacional Complutense celebrado en la Facultad
de Derecho de la Universidad Complutense, Madrid, 14 de mayo de 2004, Comares, Granada, 2006, p.
53.
14
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
15
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
desconocimiento del hecho religioso como factor social específico y, por tanto, un
sometimiento de las confesiones religiosas y de sus entidades al Derecho estatal” 33.
Es usual clasificar a Estados Unidos de América como Estado separatista. Esta
separación se manifiesta particularmente en el campo económico: la interdicción de
la ayuda o de la financiación del Estado a los grupos religiosos es prácticamente total,
al menos en teoría; también la prohibición de la oración en la escuela de titularidad
estatal sería un indicio del sistema. Sin embargo, tal declaración de principios resulta
compatible con el hecho de que —como se ha demostrado— el tratamiento
otorgado por el Derecho estatal en el sistema estadounidense pueda resultar igual o
más favorable a los grupos religiosos, que el dispensado por el Derecho de países
aparentemente más benevolentes hacia el hecho religioso34.
Igualmente se entiende que Francia está comprendida en esta clasificación. La
Constitución francesa define al Estado como una “República laica”. Y ciertamente a lo
largo de la historia de nuestro vecino país se ha ido no sólo desplegando
jurídicamente una fuerte separación entre el Estado y la Religión, sino también la
formulación de una ideología de Estado aséptico respecto de la influencia religiosa.
Pero es igualmente cierto que las soluciones prácticas y las instituciones concretas
(por ejemplo, Francia tiene firmados con la Santa Sede hasta 20 acuerdos de diverso
tipo35, el Gobierno francés ha buscado y conseguido en parte regular sus relaciones
con el Islam36) ponen de manifiesto una cierta relación y no un total aislamiento.
Lo que sucede, en el fondo, es que el teórico predominio del principio de
igualdad sobre el principio de libertad significa para los países denominados
separatistas un intento de regular jurídicamente las religiones a través del “derecho
unilateral y común”. Es decir: un derecho sólo emanado del propio Estado (sin un
pacto o acuerdo previo con los grupos religiosos) aplicable por igual a todas las
creencias, tanto en su vertiente colectiva como individual (es decir, el derecho de
asociaciones, para los grupos, y las mismas adaptaciones que se aplican a los
ciudadanos concretos por sus creencias, sean estas cuales fueren, para los
individuos).
33 J. FERRER ORTIZ; P. VILADRICH, “Los principios informadores del Derecho eclesiástico español”, en
Javier Ferrer Ortiz (ed.) Derecho eclesiástico del Estado español, 6a ed., EUNSA, Pamplona, 2007, p.
43.
34 J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Separatismo y cooperación en los acuerdos del Estado con las minorías religiosas,
Comares, Granada, 1994.
35 E. TAWIL, “Laïcité in France. Contemporary Issues Panel Discussion”, Journal of Catholic Legal
Studies, vol. 49, 1, 2010, pp. 83-89.
36 J. R. BOWEN, Why the French Don’t Like Headscarves: Islam, State and Public Space, Princeton
University Press, Princeton (New Jersey), 2007, pp. 34-62.
16
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
37 J. HERVADA, “Diálogo en torno a las relaciones Iglesia-Estado en clave moderna”, Persona y Derecho,
vol. 18, 1988, p. 15.
17
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
38 W. C. DURHAM, “La importancia de la experiencia española en las relaciones Iglesia-Estado para los
países en transición”, cit., pp. 43-68.
39 Á. BELEÑA LÓPEZ, Sociopolítica del hecho religioso: una introducción, Rialp, Madrid, 2007, p. 86.
18
CAPÍTULO 1. LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN
en una iglesia enfrentada a las demás iglesias” 40. El laicismo, en definitiva, “se
distingue por su clara intención de eliminar las formas de vida y de pensamiento
religioso de la escena de la vida pública, no sólo en lo que se relaciona con los
asuntos del Estado, sino también con la vida civil. Se trata de excluir la religión de la
vida cultural en lo que tiene de público y común, para confinarla a los reductos de la
vida individual. La propuesta laicista tiene distintos grados de radicalidad, según se
considera a la religión como ‘opio del pueblo’ [un mal social que debe ser prohibido,
al menos en lo que se refiere al tráfico, como en el caso de los estupefacientes] o
‘tabaco del pueblo’ [un vicio que se tolera, pero se prohíbe en público]” 41.
Por último, los fundamentalismos (de cualquier signo, religioso o no) suponen
la absolutización de un sistema de ideas (religiosas, científicas, filosóficas) hasta el
punto de convertirlas en los principios por los que debe regirse por completo la vida
política y social, para lo cual el fundamentalista impone dichas ideas de forma
coactiva en la esfera política. Es decir, se atropella la libertad de todos, porque el
fundamentalismo entiende que es imposible la armonización de la verdad y la
libertad humanas.
Los Estados contemporáneos no están exentos de adoptar estas derivas
extremas. Al mismo tiempo, es normal que las sociedades religiosamente diversas
generen tensiones, que sea habitual convivir con conflictos de diverso orden. El
Derecho del Estado, precisamente, debe ser un vehículo para solventar dichos
conflictos, preservando la paz social sobre la que se construye el desarrollo humano
en esta etapa de nuestra historia.
40 N. BOBBIO, “Cultura Laica y Laicismo”, Iglesia Viva, vol. 222, 2005, p. 2.148.
41 J. E. TRASLOSHEROS, “Fundamentos de la libertad religiosa”, en Libertad religiosa y Estado laico: voces,
fundamentos y realidades, Editorial Porrúa, México, 2012, pp. 8-9; A. OLLERO TASSARA, “Laicidad y
laicismo en el marco de la Constitución española” , Anuario de filosofía del derecho, 24, 2007, p.
276.
19
Capítulo 2. ¿Qué es el Derecho Eclesiástico del Estado?
1. Introducción
Recordemos del capítulo anterior que el Derecho es un elemento estructural
del Estado. El Derecho del Estado se expresa a través del ordenamiento jurídico. El
ordenamiento jurídico es una idea más específica que la de Derecho, en general. Al
ordenamiento jurídico, “constituido por un conjunto de órdenes o mandatos, y por
eso dotado del carácter de la imperatividad, se le suele dar el nombre de
ordenamiento jurídico positivo, para distinguirlo de otro tipo de ordenamiento
jurídico llamado natural”1. El Derecho expresado en un ordenamiento jurídico,
aparece como “unidad independiente de derecho objetivo, más o menos completa” 2.
Es un Derecho unificado por su origen, con un conjunto estable y conocido de
fuentes de producción y con una aspiración a la plenitud. Como su propio nombre
indica, es una “ordenación”, un orden, una organización del Derecho, desde luego
mucho más rica y compleja que la materialidad de un código o de un libro que
contiene normas jurídicas: no sólo comprende leyes, sino también relaciones,
resoluciones, sentencias, contratos…
Lo que básicamente se hace en las Facultades de Derecho es estudiar y
enseñar el ordenamiento jurídico desde una perspectiva científica. La Ciencia jurídica
sistematiza el ordenamiento jurídico, de forma que podamos entenderlo, explicarlo,
criticarlo y mejorarlo, tanto en lo que se refiere a su dimensión técnica (¿es éste un
ordenamiento jurídico bien hecho?) como en lo que se refiere a la Justicia (¿es éste
un ordenamiento justo?)
1 F. CARNELUTTI, Teoría general del derecho, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1955, p. 98.
2 S. ROMANO, El ordenamiento jurídico, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1963, p. 130.
21
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
El Derecho eclesiástico del Estado posee ese doble carácter: por un lado, es
una parte del ordenamiento jurídico estatal y, por otra, es una parte de la Ciencia
jurídica que estudia un sector del Derecho del Estado. La pregunta entonces es: ¿a
qué parte concreta del Derecho estatal se refiere el Derecho eclesiástico del Estado?
La respuesta inicial es: aquella parte del ordenamiento jurídico del Estado relativa al
fenómeno religioso. Sin embargo, y sin afán de anticipar el contenido de los
siguientes epígrafes, la respuesta —con ser correcta— requiere ulteriores
precisiones.
22
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
4 Ibid., p. 5.
23
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
unas ramas de conocimiento en las directrices para el diseño de títulos de Grado. Una
de esas ramas de conocimiento es “Ciencias sociales y Jurídicas”, que engloba
Antropología, Ciencia Política, Comunicación, Derecho, Economía, Educación,
Empresa, Estadística, Geografía, Historia, Psicología y Sociología. Cada universidad
debía diseñar su Plan de estudios de Grado en Derecho y en Máster, pudiendo incluir
o no la enseñanza (obligatoria u optativa) del Derecho eclesiástico del Estado. De
hecho, algunas universidades lo incluyeron —con esa o con otra denominación— y
otras no lo han hecho.
Respecto de la denominación de la asignatura, la tradición académica que
vincula el cultivo de esta disciplina a Alemania (Staatskirchenrecht), Italia (Diritto
Ecclesiastico) y España (Derecho eclesiástico español o Derecho eclesiástico del
Estado), apostaría por el mantenimiento del nombre. En el caso inglés, el término
Ecclesiastical Law tiene algunas connotaciones que asocian esta materia al Derecho
del Estado referido específicamente a la Iglesia de Inglaterra 5. En el Reino Unido se
utiliza el término Law and Religion para designar un campo de estudio más amplio: (i)
Derecho sobre la religión, es decir, la regulación jurídica de la religión por
organizaciones externas a los propios grupos religiosos (Estados y organizaciones
regionales o internacionales) y (ii) derechos religiosos, es decir, los que emanan de las
propias religiones6. Es más: para algunos, la denominación Derecho eclesiástico
resultaría inadecuada puesto que sólo abarcaría sensu stricto el Derecho del Estado
aplicable a las Iglesias, es decir, a grupos institucionales cristianos (y no a todos ellos).
En Estados Unidos de América, aun cuando históricamente se utilizó el término
Derecho eclesiástico7, las tendencias actuales adscriben la materia al Derecho
constitucional sustantivo (derecho fundamental de libertad religiosa), a la regulación
estatal de las organizaciones religiosas, etc.
Sea como fuere, en este manual va a emplearse el término Derecho
eclesiástico del Estado. A continuación, desarrollaremos algunas ideas sobre la
naturaleza de esta disciplina en el mundo de la Ciencia jurídica.
5 M. HILL, Ecclesiastical Law, Oxford University Press, Oxford [England]; New York, 2001.
6 R. SANDBERG, Law and religion, Cambridge University Press, New York, 2011.
7 R. H. TYLER, American ecclesiastical law. The Law of Religious Societies, Church Government and
Creeds, Disturbing Religious Meetings, and the Law of Burial Grounds in the United States: With
Practical Forms, William Gould, Albany, 1866.
24
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
nuestra observación. Para delimitar ese campo de estudio debo establecer un criterio
de discernimiento: ¿qué es lo que estoy buscando, para separar lo que interesa en mi
estudio y lo que no? Esto es, a grandes rasgos, lo que se pretende señalar como
objeto.
Tras esa delimitación, lo tradicional ha sido la construcción de un “sistema”
jurídico. Un sistema es sencillamente la “ordenación adecuada de los
conocimientos”8. El sistema es una construcción que se basa en un ordenamiento
jurídico; “no es imprescindible para el Derecho, pero es de gran utilidad por la
claridad que para su conocimiento produce. En cambio, sacarlo de su función
instrumental y querer basar en la perfección o en la elegancia del sistema la
autoridad del Derecho o pretender atribuirle una mística fuerza jurídica productora,
son atentados inadmisibles contra la dignidad y la naturaleza del Derecho” 9. La
elaboración de un sistema jurídico es instrumental para estudiar mejor un sector del
ordenamiento. Su valor radica en la aptitud para hacer más comprensible, ordenado y
cognoscible lo jurídico.
El procedimiento para la elaboración del sistema jurídico parte, como se
señalaba antes, de la delimitación del objeto de observación; se escogen un conjunto
de elementos jurídicos (normas, relaciones, etc.) en razón de un criterio y, en un
primer grado de abstracción, se elaboran unos conceptos jurídicos más generales.
Así, de normas reguladoras del arrendamiento, la compraventa, la donación, etc.
extraigo un concepto más amplio, que es el de contrato. Una vez que alcanzo el nivel
de los conceptos, paso a comprobar si éstos cumplen unas constantes en su
comportamiento, constantes que se verifican no sólo en los conceptos elaborados,
sino también en las instituciones que regulaban las normas observadas (es decir, en el
arrendamiento, en la compraventa o en la donación). Estos principios y conceptos son
proyectados sobre la realidad jurídica para perfeccionar su comprensión y
funcionamiento efectivo. Así, a lo largo de los siglos hemos ido constituyendo
sistemas jurídicos, como el sistema de derechos fundamentales, el sistema de
derecho patrimonial o el sistema jurídico penal. De hecho, para considerar que una
determinada rama jurídica de estudio goza de autonomía, de carácter específico
propio, parece un requisito ineludible la posibilidad de construcción de un sistema.
Respecto del Derecho eclesiástico del Estado también se ha pretendido la
construcción de un sistema, con el fin de que pudiera considerarse una rama
científico-jurídica autónoma. Esa tarea ha dado resultados diversos. El motivo
fundamental de esos diversos resultados radica en la discusión acerca del objeto del
Derecho eclesiástico del Estado.
25
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
Para algunos autores, el objeto del Derecho eclesiástico del Estado consiste en
aquellos elementos jurídicos destinados de forma específica a la regulación de los
grupos religiosos. Sería una formulación del objeto eminentemente institucional,
válida sólo si dicho objeto es peculiar o especial: es decir, si la regulación de los
grupos religiosos es distinta de la otorgada a otros grupos sociales. En el caso
español esta condición se cumple, si bien a la hora de establecer grandes principios
derivados de los conceptos jurídicos propios de este sistema, se llega a la conclusión
de que son comunes a otros sistemas o a otros fenómenos jurídicos del
ordenamiento. Y es que la perspectiva desde la que hay que partir es la que impone
la libertad religiosa, derecho fundamental que ampara y protege a los grupos
religiosos, desde luego, pero sobre todo a las personas físicas.
De ahí que se dirigiera la atención de los juristas a un objeto un poco más
amplio, condensado en lo que se denomina “factor religioso”, es decir, “aquel
conjunto de actividades, intereses y manifestaciones del ciudadano, en forma
individual o asociada, y de las confesiones, como entes específicos, que, teniendo
índole o finalidad religiosa, crean, modifican o extinguen relaciones intersubjetivas
en el seno del ordenamiento jurídico español, constituyéndose, en consecuencia,
como factor social que existe y opera en el ámbito jurídico de la sociedad civil y que
ejerce en ella un influjo conformador importante y peculiar” 10. A partir de este objeto
podría construirse el sistema jurídico de Derecho eclesiástico del Estado.
Sin embargo, otros expertos han negado el carácter peculiar del fenómeno
religioso en el ordenamiento jurídico. Por un lado, porque —se dice— la libertad
religiosa pertenece a un derecho fundamental mucho más amplio, el derecho de
libertad religiosa, ideológica y de conciencia. Por otro lado, porque precisamente lo
“peculiar” de la regulación española del factor religioso no es tanto una propiedad
jurídica del mismo, sino su carácter privilegiado, algo contrario al principio de
igualdad y de neutralidad del Estado que es necesario “depurar” o eliminar del
derecho positivo en razón de las exigencias de los principios de un sistema jurídico
mucho más amplio y coherente que aquel delimitado por el “factor religioso”.
Ese sistema más amplio exigiría la superación de la denominación “Derecho
eclesiástico del Estado”, para enunciar una disciplina distinta, el “Derecho de las
creencias” o el “Derecho de la libertad de conciencia” 11. Se trataría entonces de
alcanzar el grado “genético” de las libertades más radicales del ser humano
(ideología, religión, creencia, conciencia…) y construir desde ahí, sin distinción, el
26
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
27
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
28
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
13 Ibid., p. 231.
14 Ibid., p. 244.
15 I. C. IBÁN PÉREZ, “Pedro Lombardía y el Derecho Eclesiástico preconstitucional”, en Las relaciones
entre la Iglesia y el Estado: estudios en memoria del profesor Pedro Lombardía, Universidad
Complutense, Universidad de Navarra, Editoriales de Derecho Reunidas, 1989, p. 100.
29
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
30
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
31
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
32
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
33
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
34
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
Pero no son éstos los únicos acuerdos posibles y existentes, ya que las
entidades dependientes de las confesiones pueden celebrar acuerdos con la
Administraciones estatal y autonómica en el ámbito de competencias que a cada una
de esas administraciones corresponde. Y, en consecuencia, en España hay Acuerdos
entre la Conferencia Episcopal española y los Ministerios, entre las Diócesis y las
Comunidades Autónomas, entre las Diócesis y las Diputaciones provinciales, los
Cabildos insulares y los Organismos autónomos de la administración autonómica y
local, entre las Diócesis y las universidades públicas, o entre las Provincias
eclesiásticas y las Comunidades Autónomas25.
35
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
27 P. J. VILADRICH, “Los principios informadores del Derecho eclesiástico español”, cit., pp. 211-317.
28 E. RELAÑO PASTOR, “Una relectura de los principios de Derecho Eclesiástico: el principio del
pluralismo religioso”, Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, 25, 2009.
36
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
37
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
32 P. L. BERGER; T. LUCKMANN, “Secularization and Pluralism”, en Bryan S. Turner (ed.) Secularization, vol.
2, SAGE, Los Angeles, 2010, p. 13.
33 V. J. VÁZQUEZ ALONSO, “¿Porqué la religión es constitucionalmente diferente?”, Anuario de Derecho
Eclesiástico del Estado, vol. 31, 2015, pp. 189-195.
34 J. MARTÍNEZ-TORRÓN, Separatismo y cooperación en los acuerdos del Estado con las minorías religiosas,
Comares, Granada, 1994, p. 52.
35 P. J. VILADRICH, “Los principios informadores del Derecho eclesiástico español”, cit., p. 272.
38
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
36 A. CASTRO JOVER, “Laicidad y actividad positiva de los poderes públicos”, Revista General de Derecho
Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, 3, 2003.
37 J. MARTÍNEZ-TORRÓN, “Símbolos religiosos institucionales, neutralidad del Estado y protección de las
minorías en Europa”, Ius Canonicum, vol. 54, 2014, p. 116.
39
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
38 J. FERRER ORTIZ; P. VILADRICH, “Los principios informadores del Derecho eclesiástico español”, en
Javier Ferrer Ortiz (ed.) Derecho eclesiástico del Estado español, 6a ed., EUNSA, Pamplona, 2007, p.
102.
39 F. REY MARTÍNEZ, “¿Es constitucional la presencia del crucifijo en las escuelas públicas?”, Revista
jurídica de Castilla y León, 27, 2012, p. 10.
40
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
un día festivo religioso solo a los trabajadores que son miembros de determinadas
Iglesias cristianas y garantizar únicamente a esos trabajadores el derecho a un
complemento salarial si tuvieran que trabajar durante ese día festivo.
41
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
41 O. ROY, La santa ignorancia. El tiempo de la religión sin cultura, Península, Barcelona, 2010, p. 258.
Detecta con acierto este fenómeno (si en los países islámicos no hay asistencia religiosa en el
ejército, o en los hospitales o las cárceles, ¿por qué ha de haberla en países no musulmanes?) J.
MANTECÓN SANCHO, “Asistencia religiosa de las confesiones minoritarias en las fuerzas armadas”, en
Silvia Meseguer Velasco, Santiago Cañamares Arribas, María Domingo Gutiérrez, Francisco José
Bravo Castrillo (eds.) Fuerzas armadas y factor religioso, Aranzadi-Thomson Reuters, Cizur Menor
(Navarra), 2015, pp. 79-80.
42 R. NAVARRO-VALLS, “La enseñanza universitaria del Derecho Canónico en la jurisprudencia española”,
Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. 1, 1985.
42
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES EL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO?
incidencia que tiene en él el factor religioso. Junto con ello, la referencia frecuente a
la jurisprudencia (Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos) y la
apertura tanto al Derecho de otros países como al método del Derecho comparado,
ofrece un panorama muy rico de cuestiones prácticas sobre las que pensar y discutir.
Todo esto, y mucho más, puede hacer de esta materia un punto de referencia
agradable, atractivo o incluso apasionante (la experiencia personal me lo confirma)
en el estudio del Derecho.
43
Capítulo 3. La libertad religiosa
1. Introducción
Las exigencias radicales de la naturaleza humana tienen un carácter objetivo y
permanente. Al mismo tiempo, el ser humano es histórico, de forma que las
cambiantes circunstancias temporales conducen a formulaciones diversas de dichas
exigencias.
Desde la desintegración de la unidad religiosa de Europa fueron cobrando
forma jurídica los derechos humanos. Encontramos indicios anteriores a las
revoluciones liberales, pero a partir de éstas los derechos humanos se nos presentan
como realidad o requisito previo a la actuación del poder político. Es decir, los
derechos humanos son reconocidos por el Estado (derechos subjetivos), no son
concesiones del poder político. A través de los derechos humanos se expresan
jurídicamente requerimientos concretos de Justicia, exigencias radicales de la
naturaleza humana, de carácter universal, que el Estado debe proteger.
La incorporación de esos derechos humanos a los textos constitucionales de
los Estados da lugar a lo que conocemos como derechos fundamentales. Uno de esos
derechos fundamentales más antiguos es precisamente el derecho de libertad
religiosa y de creencias, del que nos vamos a ocupar en este capítulo.
El derecho de libertad religiosa aporta una perspectiva peculiar al Derecho
eclesiástico del Estado español. Este derecho fundamental justifica o propicia
muchas reglas jurídicas contenidas en el Derecho eclesiástico español, si bien no
todas ellas son exigencias inmediatas y específicas de la libertad religiosa. De no ser
así, el Derecho eclesiástico de todos los países que reconocen la libertad religiosa
sería igual. Quiero decir con ello que los ordenamientos jurídicos de nuestro entorno
45
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
1 B. GRIM; R. FINKE, The Price of Freedom Denied: Religious Persecution and Conflict in the 21st Century ,
Cambridge University Press, New York, 2011.
2 B. GRIM, “Economic Growth Slowed by Dramatic Global Decline in Religious Freedom”, Religious
Freedom and Business Foundation, 2019, fecha de consulta 16 julio 2019, en
https://religiousfreedomandbusiness.org/2/post/2019/07/economic-growth-slowed-by-dramatic-
global-decline-in-religious-freedom.html.
3 T. FARR, “Libertad religiosa, democracia estable y seguridad internacional”, en Jorge E. Traslosheros
(ed.) Libertad religiosa y Estado laico: voces, fundamentos y realidades, Editorial Porrúa, México,
2012, p. 176.
4 R. YEPES STORK; J. ARANGUREN ECHEVERRÍA, Fundamentos de antropología: un ideal de la excelencia
humana, 4a ed., Eunsa, Pamplona, 1999, p. 358.
46
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
Buscar y alcanzar esa respuesta radical es una tarea que el ser humano realiza
conforme a su modo de ser, es decir, con libertad.
Y, a pesar de la importancia de este derecho, estudios fiables como los
publicados por el Pew Research Center apuntan a que en 52 países (algunos de ellos
con cifras altas de población, como China) los gobiernos ejercen altas o muy altas
restricciones de la libertad religiosa. Ante esta realidad, no es de extrañar que con
frecuencia se mezclen los planos científico-jurídico y reivindicativo (la libertad
religiosa como “idea metapositiva exigente”5), lo cual supone examinar el Derecho
desde dos perspectivas complementarias, ya mencionadas en el Capítulo 2: su
dimensión técnica (¿es éste un ordenamiento jurídico técnicamente bien hecho?) y su
justicia (¿es éste un ordenamiento justo?) Ahora bien, tal aproximación no debe hacer
perder de vista que el Derecho eclesiástico del Estado es una disciplina y la libertad
religiosa un elemento dentro de la disciplina: “no es lo mismo hacer notar la
importancia de la idea de libertad religiosa en el estudio del Derecho eclesiástico,
que reducir el estudio del Derecho eclesiástico al estudio de la libertad religiosa” 6.
5 J. M. GONZÁLEZ DEL VALLE, “La libertad religiosa y el objeto del derecho eclesiástico”, Persona y
Derecho, vol. 18, 1988, p. 92.
6 Ibid., p. 98.
47
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
48
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
49
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
50
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
jurídico) público (porque su ejercicio establece una relación jurídica entre el Estado y
los ciudadanos), absoluto (pues goza de eficacia frente a todos) y positivo (ya que
requiere una producción normativa que regule sus manifestaciones)10.
La libertad religiosa es un “derecho de libertad” en virtud del cual se reconoce
a las personas una esfera de actuación libre de coacción e interferencias. Los
derechos de libertad comprenden tanto la posibilidad de acción del titular, como la
posibilidad de omisión (“tener, adoptar, no tener o cambiar”). De ahí que
habitualmente se distinga una faceta positiva de una faceta negativa. Sucede aquí lo
mismo que con las libertades de expresión (el sujeto es libre de hablar, escribir… o
callar) o de asociación (el sujeto tiene derecho a asociarse con otros, pero también a
no asociarse y no sufrir, por ello, sanción o reproche jurídico alguno).
La faceta negativa negativa significa que nadie puede ser obligado a
manifestar sus creencias, a ser clasificado en razón de ellas, a profesar o adherirse a
creencias o religiones que no son las suyas. El artículo 16.2 de la Constitución
española de 1978 es precisamente una expresión de esa faceta negativa: prohíbe la
obligación de declarar o manifestar las creencias para que el Estado no pueda
adoptar consecuencias jurídicas —positivas o negativas— a partir de la pertenencia
religiosa; de esta manera se evita dificultar o interferir en la libertad de los sujetos.
La faceta negativa del derecho de libertad religiosa es preponderante, por
ejemplo, frente a medidas para salvaguardar la seguridad del Estado a través de la
selección (con posibles criterios religiosos o de creencias) del personal trabajador
(Sentencia del Tribunal Supremo Sentencia del Tribunal Supremo , de 14 de
noviembre) o frente a la participación obligatoria en actos de índole religiosa
(Sentencia del Tribunal Constitucional 101/2004, de 2 de junio). Esta misma faceta
negativa puso fin al sistema dualista de matrimonio civil subsidiario, ya que el juez
encargado del Registro civil no puede preguntar a los contrayentes acerca de la
religión que profesan: así lo reconoció la Instrucción de 26 de diciembre de 1978, de
la Dirección General de los Registros y el Notariado, sobre matrimonio civil. En el
ámbito del Convenio (europeo) para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha tenido
ocasión de examinar la faceta negativa de la libertad religiosa en sus sentencias
Dimitras y Otros (n. 2) contra Grecia, de 3 de noviembre de 2011, Alexandridis contra
Grecia, de 21 de febrero de 2008, o Buscarini y Otros contra la República de San
Marino, de 18 de febrero de 1999.
La faceta positiva del derecho de libertad religiosa despliega en mayor medida
las implicaciones de este derecho fundamental. Comprende tres estadios que, a
modo de “ondas concéntricas”, se expanden desde la esfera íntima de la persona
10 P. SOLÁ GRANELL, “La libertad religiosa en los orígenes del Derecho eclesiástico italiano: Francesco
Ruffini (1863-1934)”, Ius Canonicum, vol. 57, 114, 2017, pp. 9-10.
51
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
52
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
53
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
16 “The ability to define religion is the power to deny freedom of religion” (voto particular del Juez
Brorby), en United States v. Meyers, 95 F.3d 1475 (1996).
17 S. FERRARI; I. C. IBÁN, Derecho y religión en Europa occidental, McGraw Hill, Madrid, 1998, pp. 39-43.
54
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
valores humanísticos o espirituales u otros fines análogos ajenos a los religiosos”. Tal
vez el artículo 3.2 muestre sencillamente una cuestión común a otros muchos
problemas de definición en el Derecho: al legislador le resulta más sencillo señalar lo
que no es una religión que definirla18.
2.4.2. Manifestaciones de lo que se protege
La Ley Orgánica de Libertad religiosa en su artículo 2 realiza un elenco
bastante completo de acciones protegidas. Lo mismo sucede respecto del artículo 6
de la Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y
discriminación fundadas en la religión o las convicciones de 1981. Uniendo ambos
textos, y recordando la distinción que antes se hacía entre creencias, culto y
actuación, podríamos sintetizar esas acciones o actividades así:
a) Creencias: profesar las creencias religiosas que libremente elija o no profesar
ninguna; cambiar de confesión o abandonar la que se tenía; manifestar
libremente sus propias creencias religiosas o la ausencia de las mismas, o
abstenerse de declarar sobre ellas.
b) Culto: practicar los actos de culto y recibir asistencia religiosa de su propia
confesión; celebrar sus ritos matrimoniales; recibir sepultura digna, sin
discriminación por motivos religiosos, y no ser obligado a practicar actos de
culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones personales;
establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos; confeccionar,
adquirir y utilizar en cantidad suficiente los artículos y materiales necesarios
para los ritos o costumbres de una religión o convicción; observar días de
descanso y festividades de conformidad con los preceptos de una religión o
convicción.
c) Actuación conforme a las creencias: elegir, para sí y para los menores no
emancipados bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la
educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones;
fundar y mantener instituciones de beneficencia o humanitarias adecuadas;
escribir, publicar y difundir publicaciones pertinentes en esas esferas;
asociarse para desarrollar comunitariamente actividades religiosas; enseñar la
religión o las convicciones; solicitar y recibir contribuciones voluntarias
financieras y de otro tipo de particulares e instituciones; capacitar, nombrar,
elegir y designar por sucesión a los dirigentes que correspondan según las
necesidades y normas de cualquier religión o convicción; mantener relaciones
con sus propias organizaciones o con otras confesiones religiosas, sea en
55
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
56
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
57
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
58
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
relación a la ley previa (piénsese entonces en la reserva de ley del artículo 53.1 de la
Constitución), y a la necesidad de la medida en una sociedad democrática. Por su
parte, los intereses materiales protegidos son la seguridad pública, la protección del
orden, de la salud o de la moral públicas, o la protección de los derechos o las
libertades de los demás. Estos “conceptos-límite (…) poseen un marcado carácter
teleológico: actúan como finalidades generales que permiten justificar la adopción
de ciertas medidas restrictivas por el Estado (…) tales restricciones sólo pueden
establecerse respecto a la libre manifestación de la religión o creencias, pero no
respecto de la dimensión interna de la libertad religiosa” y tienen carácter “taxativo,
no meramente ejemplificativo”19. Dichos conceptos resultan expresiones del orden
público al que hace referencia el artículo 3.1 de la Ley Orgánica de Libertad
religiosa20.
La moralidad pública se refiere a un mínimo de principios relativos a la
conducta, normalmente protegidos tanto por el Derecho penal como por el
administrativo, conectados fundamentalmente con la protección de menores de
edad y discapacitados, particularmente en lugares abiertos o públicos en general,
respecto de la exposición a contenidos sexuales, violentos o denigrantes de la
persona. Por ejemplo: la prostitución sagrada sería una práctica contraria a la
moralidad pública.
La seguridad pública hace relación a la prevención de daños a bienes y
personas frente a acciones violentas, peligros, grave perturbación de la tranquilidad
y/o de la intimidad de las personas, etc. En ocasiones, se ha considerado que los actos
de culto ruidosos en horas de descanso para el vecindario, o la exhibición de
serpientes venenosas por grupos religiosos pentecostales, es contrario a la seguridad
pública.
La salud pública como límite de la libertad religiosa apunta a la primacía del
derecho a la vida sobre el ejercicio de la religión, así como a la prevención de daños
para la salud de la población. Algunos países entienden que la vacunación, ante la
amenaza de epidemias, es obligatoria; otros países admiten excepciones, por motivos
religiosos, a esta obligación.
Por último, los derechos de los demás es un límite claro: del ejercicio de la
libertad religiosa no puede seguirse la infracción del derecho de otros. Con ser éste
un límite claro, también es importante saber que en un conflicto de derechos
fundamentales entran en juego reglas de concordancia práctica, con la necesaria
59
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
21 L. ZUCCA, Constitutional Dilemmas: Conflicts of Fundamental Legal Rights in Europe and the USA,
Oxford University Press, Oxford; New York, 2007, p. 51.
22 M. TUNEHAG, Religious Cartoons & Sermons on Homosexual Practice. Global Trends, Concerns and
Recommendations Regarding Freedom of Speech & Religion, 2007, p. 7, fecha de consulta 12
diciembre 2011, en http://www.worldevangelicals.org/news/article.htm?id=1556.
60
CAPÍTULO 3. LA LIBERTAD RELIGIOSA
61
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
24 J. OTADUY, “Iglesia católica y Ley española de protección de datos: falsos conflictos”, Ius Canonicum,
vol. 48, 95, 2008, pp. 121-131.
62
Capítulo 4. El Derecho y los grupos religiosos
1. Introducción
1 C. TAYLOR, La ética de la autenticidad, Paidós, Barcelona, 1994; Las variedades de la religión hoy,
Paidós, Barcelona, 2003.
2 P. L. BERGER; G. DAVIE; E. FOKAS, Religious America, Secular Europe?: A Theme and Variations, Ashgate,
cop., Aldershot, Hants, England ; Burlington, VT, 2008.
63
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
64
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
65
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
9 Entre las decisiones más importantes del Tribunal de Estrasburgo pueden destacarse: Canea
Catholic Church v. Greece, App. No. 143/1996/762/963, 16 December 1997; Moscow Branch of the
Salvation Army v. Russia, App. No. 72881/01, 5 October 2006; Metropolitan Church of Bessarabia v.
Moldova, App. No. 45701/99, 13 December 2001; Church of Scientology Moscow v. Russia, App.
No. 18147/02, 5 April 2007; Metodiev and Others v. Bulgaria, App. No. 58088/08, 15 June 2017.
10 OSCE/ODHIR, Directrices sobre la personalidad jurídica de las comunidades religiosas o de creencias,
Ministerio de Justicia. Secretaría General Técnica, Madrid, 2017.
11 W. C. DURHAM, “Legal Status of Religious Organizations: A Comparative Overview”, cit., pp. 7-8.
66
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
67
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
15 M. HILL QC, “Reasonable Accommodation: Faith and Judgment”, Robert Schuman Centre for
Advanced Studies Research Paper No. RSCAS 2016/07, 2016.
68
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
69
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
entidades religiosas. Una entidad religiosa es “una creación del derecho estatal que
reconoce o atribuye, según los casos, personalidad civil a sujetos orgánicos,
asociativos y fundacionales que tienen previa existencia en las confesiones, que los
fundan y regulan”16.
¿En qué se diferencian las confesiones religiosas de las entidades religiosas?
Las entidades religiosas son parte de las confesiones religiosas (un centro teológico
para la formación de pastores evangélicos es una entidad dentro de una confesión
cristiana; una diócesis es un “trozo” de la Iglesia católica…) Mientras que las
confesiones religiosas pueden existir sin que existan unas determinadas entidades
religiosas (la Iglesia católica puede existir perfectamente sin una diócesis concreta),
sin embargo las entidades religiosas no pueden existir sin confesiones (no es
concebible la diócesis católica de Madrid sin la existencia o al margen de la Iglesia
católica).
Conviene tener presente dos cuestiones acerca de este reconocimiento
jurídico.
Por un lado, las entidades religiosas pueden ser de varios tipos (orgánicas,
asociativas y fundacionales) y, ante esa variedad, el Estado podría proyectar una
sombra de sospecha acerca del carácter religioso de lo que se pretende inscribir. El
sistema español prefiere no indagar sobre este tema, siempre expuesto a la
dificultad, y prefiere que sea la propia confesión religiosa reconocida la que
“certifique” la dependencia y carácter religioso de la entidad.
Por otro lado, una entidad religiosa puede cumplir también fines diversos de
los estrictamente cultuales o religiosos (p.ej. asistenciales, educativos…) y esto
plantea problemas prácticos a la hora de calificar el carácter de dicha entidad. En
algunos casos, se afirma que lo importante es estar al “fin prevalente”. En otros, que
se debe atender al “tipo de actividad” (mercantil, educativo, etc.) que se realiza: en
consecuencia, por ejemplo, un colegio creado por un grupo religioso para impartir
enseñanza reglada —conforme, eso sí, con el ideario propio— no es de suyo una
entidad religiosa, sino una empresa educativa de una confesión religiosa.
16 M. LÓPEZ ALARCÓN, “Asistencia religiosa”, en Javier Ferrer Ortiz (ed.) Derecho eclesiástico del Estado
español, 6a ed, EUNSA, Pamplona, 2007, p. 186.
70
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
17 Ibid., p. 185.
71
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
72
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
73
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
74
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
75
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
76
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
77
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
Por lo demás, es difícil trazar una línea divisoria clara entre lo que los Estados
pueden permitir o prohibir en la difusión de los NMR’s atendiendo al límite del orden
público protegido por la ley. Por ejemplo, el orden público se alza como límite a la
difusión mediante publicidad externa en la decisión del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos en el caso de Movimiento raeliano suizo contra Suiza, de 13 de
julio de 2012, mientras que ese límite no obsta la inscripción en el Registro de
Entidades Religiosas de la Iglesia de Unificación, conforme a la Sentencia Tribunal
Constitucional español 46/2001, de 15 de febrero.
78
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
24 A. RUIZ MIGUEL, “La neutralidad, por activa y por pasiva”, en María Isabel de la Iglesia (ed.) Laicismo y
Constitución, 2a ed., Fundación Coloquio Jurídico Europeo, Madrid, 2009, p. 186.
25 M. DEL C. GARCIMARTIN MONTERO, La religión en el espacio público, 1. ed, Thomson Reuters Aranzadi,
Cizur Menor (Navarra), 2016, p. 176.
26 Ibid., pp. 177-179.
79
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
80
CAPÍTULO 4. EL DERECHO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS
81
Capítulo 5. Religión, economía y cultura
1. Introducción
No es infrecuente que en los medios de comunicación salgan a relucir las
relaciones entre religión y economía. ¿Cuánto cuesta ser seguidor de una religión?
¿Qué justifica que en unos casos sea más caro que en otros? ¿Puede el Estado
financiar las religiones, o es perjudicial, tanto para él como para las religiones
mismas? ¿Cuáles son los cauces de relación económica más adecuados entre el
Estado y las religiones? Los impuestos de todos, ¿pueden cubrir algún tipo de gasto
relacionado con la religión? En el imaginario occidental late la idea de que la religión
es algo que no puede tener fin de lucro, incluso a pesar de la frase atribuida a L. Ron
Hubbard: “You don't get rich writing science fiction. If you want to get rich, you start
a religion”.
Directa o indirectamente, las religiones mantienen algún tipo de contacto
económico con el Estado. Puesto que las religiones son fenómenos humanos, y los
seres humanos tienen naturaleza espiritual y material, las religiones tienen una
dimensión material innegable. Además la asunción por parte del Estado de bienestar
de un papel rector en la economía de un país conduce a un mayor contacto
económico con la religión.
En este ámbito relativo a las cuestiones materiales, los lugares de reunión
cultual resultan una constante histórica y, naturalmente, esos lugares, edificios,
espacios físicos, etc. son también objeto de regulación jurídica por parte del Estado
desde diversas áreas (el derecho registral inmobiliario, el derecho tributario, el
derecho constitucional, el derecho urbanístico, etc.) Por eso vamos a ocuparnos en
83
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
este capítulo de explicar también algo acerca de los lugares de culto ante el Derecho
del Estado.
Por último, en no pocas ocasiones, los lugares de culto, edificios o
monumentos, constituyen no sólo recintos de carácter religioso, sino que —por su
valor artístico e histórico— resultan de interés para todos los ciudadanos, religiosos o
no. E igualmente, el legado religioso que se plasma en las artes plásticas, literarias,
etc. resulta de interés para estudiosos y público en general. En la medida en que ese
patrimonio es propiedad —en tantos países de Europa— de grupos religiosos, los
Estados se interesan por la conservación de esos bienes, así como de establecer un
adecuado régimen de estudio, visita, etc. acorde con las normas y fines para los
cuales se crearon.
1 L. R. IANNACCONE; E. BERMAN, “Religious Extremism: The Good, the Bad, and the Deadly”, Public
Choice, vol. 128, 1-2, 2006, pp. 121-122.
2 Igualmente detectada por J. MADISON, A Memorial and Remonstrance, on the Religious Rights of
Man; Written in 1784-5, at the Request of the Religious Society of Baptists in Virginia, Printed and
published by S. C. Ustick, 1828, p. 7.
84
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
85
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
los primeros Estados europeos que establece este impuesto religioso 3, cuando no
pudo ya mantener con las Iglesias sus acuerdos de financiación a cambio de las tierras
expropiadas. Dinamarca y Suecia, a comienzos del siglo XX, implantaron también
implantaron el impuesto religioso tras unas importantes reformas en la propiedad
agrícola. En 1939, el impuesto religioso se implantó en Austria durante la dominación
nacional-socialista a cambio de la confiscación del fondo religioso con el que se
sostenía el clero. A finales del siglo XX, en España, Portugal e Italia se crea, con
diversos matices, un mecanismo tributario por el cual el contribuyente puede
destinar una pequeña parte de su deuda tributaria al Estado para fines religiosos y/o
de beneficencia. Es la asignación tributaria.
Dotación presupuestaria, impuesto religioso y asignación tributaria son modo
de “financiación directa” de los grupos religiosos “desde el Estado” 4. Pero no son
mecanismos idénticos. La dotación presupuestaria es tratar a los grupos religiosos
como una parte del gasto propio del Estado. Frente a ella, el impuesto religioso y la
asignación tributaria tratan a los grupos religiosos como una entidad distinta del
propio Estado, pero tampoco ambos modelos son iguales 5. En efecto, en la
asignación tributaria no existe una cantidad de dinero —distinta de la que ya paga el
contribuyente— destinada a financiar a los grupos religiosos. En el impuesto religioso
sí hay una cantidad distinta, porque el contribuyente paga, por un lado, al Estado y, a
través de éste, paga también un impuesto a la Iglesia a la que pertenece. Además, el
impuesto religioso se presta a interesantes problemas relativos a la “pertenencia”
religiosa a “efectos fiscales” (apostasía fiscal) y a la reacción de las Iglesias en contra
de quienes no quieren ser seguidores de la religión, pero sólo a efectos fiscales…
No obstante los problemas prácticos, en los países europeos que tienen
impuesto religioso (Dinamarca, Austria, Suiza, Alemania, Finlandia y Suecia) la mayoría
de la población sigue apoyando la tradición del impuesto religioso, en parte porque
entienden que pagar impuestos es, culturalmente, una exigencia del bien común y
que las iglesias son instituciones públicas que ayudan a los menos favorecidos de la
sociedad. En Italia, el sistema de la asignación tributaria ha pasado por un proceso de
mayor “universalización” (i.e. se benefician más grupos religiosos aparte de la iglesia
católica) que no ha experimentado España. Ésta, sin embargo, tiene mayores índices
de contribución económica a través de la asignación tributaria que Portugal, quizá
porque para los españoles las instituciones religiosas tienen un importante papel en
la ayuda a los pobres y necesitados6.
3 A. MÜLLER; M. D. CHICA PALOMA, “El poder tributario de las comunidades religiosas en Alemania”,
Crónica Tributaria - Boletín de Actualidad, 2011, fecha de consulta 17 octubre 2012, en
http://eprints.ucm.es/13366/.
4 S. MESEGUER VELASCO, Financiación de la religión en Europa, Digital Reasons, Madrid, 2019, pp. 42-46.
5 S. FERRARI; I. C. IBÁN, Derecho y religión en Europa occidental, McGraw Hill, Madrid, 1998, pp. 96-97.
86
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
87
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
10 Ibid., p. 234.
88
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
11 Ibid., p. 235.
12 Ibid., p. 234.
89
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
90
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
14 S. MESEGUER VELASCO, “La financiación de las confesiones religiosas”, en Miguel Ángel Jusdado Ruiz-
Capillas (ed.) Derecho Eclesiástico del Estado, 1a ed., Colex, Madrid, 2011, pp. 225-231.
15 El régimen del impuesto en relación con la normativa comunitaria fue objeto de la Sentencia del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el asunto C-74/16 - Congregación de Escuelas
Pías Provincia Betania, de 27 de junio de 2017. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea no
91
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
estableció que la exención sea contraria al derecho comunitario, sino que cuando la entidad
beneficiaria de la exención realice actividades económicas distintas de la enseñanza concertada,
podría estimarse contraria, para lo cual sería necesario cuantificar los beneficios obtenidos en
orden a concretar la alteración de la libre competencia empresarial en el ámbito educativo.
16 N. G. VILLAROMAN, “The Right to Establish and Maintain Places of Worship: The Developments of its
Normative Content under International Human Rights Law”, en Silvio Ferrari, Sabrina Pastorelli
(eds.) Religion in public spaces. A European perspective, Ashgate, Farnham, Surrey, England ;
Burlington, VT, 2012, p. 301.
92
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
3.1. Concepto
El concepto “lugar de culto” es específico del Derecho del Estado 17. Éste no
acoge el término “lugar sagrado”, que es más propio del Derecho canónico (canon
1205 del Código de Derecho Canónico de 1983) ni términos propiamente religiosos,
como podrían ser “mezquita”, “sinagoga”, “templo” o “iglesia”.
“Lugar de culto” designa todos los edificios o locales empleados por los grupos
religiosos para sus actividades cultuales, con carácter de permanencia y/o
exclusividad18, a fin de determinar el tratamiento jurídico específico que deba darse a
esos espacios.
El destino del recinto físico a una finalidad de culto no excluye la posibilidad de
otras actividades (culturales, musicales, etc.), siempre que esa finalidad de culto sea
la principal y, naturalmente, las otras no impidan o falseen la misma.
El lugar de culto como concepto jurídico no impide ni prejuzga que el recinto
que tomamos en consideración pueda encontrarse dentro de otro complejo mayor,
como puede ser un hospital o un aeropuerto. Distinta, desde luego, es la situación
que se plantea cuando un grupo religioso atribuye a un lugar geográfico natural (o a
una ciudad) la consideración de espacio sagrado; se trata de un asunto que defienden
17 M. RODRÍGUEZ BLANCO, Libertad religiosa y confesiones: el régimen jurídico de los lugares de culto,
Boletín Oficial del Estado : Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000.
18 A. C. ÁLVAREZ CORTINA, “Destino al culto y valor cultural (concurrencia y conflicto)”, en Andrés-
Corsino Álvarez Cortina, Miguel Rodríguez Blanco (eds.) La religión en la ciudad. Dimensiones
jurídicas del establecimiento de lugares de culto, Comares, Granada, 2012, p. 6.
93
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
algunas religiones étnicas, tribales, etc., y al que se aplican algunas normas jurídicas
relativas a los lugares de culto.
Como es natural, el lugar de culto está constituido también por los elementos
indisociablemente unidos al mismo, sus partes integrantes (claustros, vidrieras,
capillas, hornacinas), las pertenencias (estatuas, relieves, pinturas objetos de
ornamentación), así como aquellas dependencias directamente relacionadas y
comunicadas con el edificio y con el culto que se celebra en él. Por tanto, se trata de
un conjunto inmobiliario que excede de la consideración estricta del “lugar físico” de
culto. En opinión de la doctrina, no tiene de suyo consideración de lugar de culto los
cementerios, aunque sí lo tendrá en mi opinión los columbarios (nichos destinados a
contener las urnas cinerarias de los difuntos) anejos al lugar de culto (en una cripta o
en una capilla de una iglesia, por ejemplo).
La potestad originaria para establecer lugares de culto (y también para
determinar cuándo dejan de serlo) corresponde a las autoridades religiosas legítimas.
La acción y el resultado de lo que hacen dichas autoridades opera como presupuesto
en el Derecho estatal. Éste, como es natural, debe regular cuestiones que inciden
sobre los lugares de culto, relativas al urbanismo o uso del suelo, orden público,
tributos, etc.
Los Acuerdos de cooperación entre el Estado español y las confesiones
integradas en las Federaciones acordantes dedican una atención particular a los
lugares de culto, estableciendo una cierta definición legal y las condiciones jurídicas
para que los lugares de culto sean estimados como tales por el Derecho estatal. Así,
en el Acuerdo con la Comisión Islámica de España, el artículo 2 establece: “A todos los
efectos legales, son Mezquitas o lugares de culto de las Comunidades Islámicas
pertenecientes a la «Comisión Islámica de España» los edificios o locales destinados
de forma exclusiva a la práctica habitual de la oración, formación o asistencia
religiosa islámica, cuando así se certifique por la Comunidad respectiva, con la
conformidad de dicha Comisión”. Por su parte, el Acuerdo con la Federación de
Comunidades Judías de España en su artículo 2 indica: “A todos los efectos legales,
son lugares de culto de las Comunidades pertenecientes a la Federación de
Comunidades Israelitas de España los edificios o locales que estén destinados de
forma permanente y exclusiva a las funciones de culto, formación o asistencia
religiosa, cuando así se certifique por la Comunidad respectiva con la conformidad de
la Secretaría General de la FCI”. Por último, el artículo 2 del Acuerdo de cooperación
del Estado con la Federación de Entidades Evangélicas de España dice: “A todos los
efectos, son lugares de culto de las Iglesias pertenecientes a la FEREDE los edificios o
locales que estén destinados de forma permanente y exclusiva a las funciones de
culto o asistencia religiosa, cuando así se certifique por la Iglesia respectiva con la
conformidad de la Comisión Permanente de la FEREDE”.
94
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
95
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
96
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
97
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
declaración responsable, sin perjuicio de las otras licencias urbanísticas comunes que
correspondan.
Al margen de puntuales ocasiones en las que la idiosincrasia flamenca de la
Iglesia de Filadelfia ha causado actuaciones municipales que han terminado en los
tribunales, en fechas próximas es más que probable que se agudice la cuestión
relativa al uso de campanas, consideradas en algún caso como “patrimonio cultural
inmaterial sonoro”.
98
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
distinguir dos grupos. Un primer grupo constituido por lugares de culto que, como
indica el artículo 2 de dicha ley, están “afectados al uso y servicio del Rey y de los
miembros de la Real Familia para el ejercicio de la alta representación que la
Constitución y las leyes les atribuyen” (así, el convento del Cristo del Pardo, la Iglesia
de Nuestra Señora del Carmen en la misma localidad y el Monasterio de San
Jerónimo de Yuste, en Cáceres). Un segundo grupo constituido por aquellos lugares
de culto que, como establece el artículo 5 de la Ley reguladora del Patrimonio
Nacional, corresponden a derechos de patronato o de gobierno y administración
sobre fundaciones religiosas (así, el Real Monasterio de la Encarnación, el Monasterio
de las Descalzas Reales, la Real Basílica de Atocha, el Real Monasterio de Santa Isabel,
el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial o el Monasterio de Santa María la Real de
Las Huelgas en Burgos).
4. Cementerios
Un cementerio “es un recinto cerrado adecuado para inhumar [enterrar] restos
humanos, que cuenta con la oportuna autorización sanitaria y demás requisitos
reglamentarios” (artículo 3, Decreto de la Xunta de Galicia 134/1998, de 23 de abril,
sobre policía de sanitaria mortuoria). Los cementerios deben estudiarse
jurídicamente de forma separada de los lugares de culto: no son tales, aunque
pueden contener lugares de culto dentro de sí. En España, los cementerios pueden
ser públicos o privados30. El cementerio es un punto de confluencia de los intereses
del Estado relativos a la sanidad y a los servicios públicos, por un lado, y la libertad
religiosa de los ciudadanos, por otro. En efecto, la muerte y los ritos fúnebres tienen
una gran importancia para las religiones; es por ello que se reconoce como parte de
la libertad religiosa el derecho de toda persona a “recibir sepultura digna, sin
discriminación por motivos religiosos” (artículo 2.1.b Ley Orgánica 7/1980, de 5 de
julio, de Libertad Religiosa). Los Acuerdos de cooperación con las minorías religiosas
de 1992 (y más en concreto con los judíos y con los musulmanes) regularon de forma
específica esta cuestión (concesión de parcelas, derecho a poseer cementerios
privados, respeto a los ritos funerarios, etc.)31
30 El Informe nº 727 del Tribunal de Cuentas sobre Gestión de los Servicios Funerarios y de
Cementerios (20 de julio de 2006) indicó que de los 17.682 de los cementerios censados, 9.146
son de titularidad municipal, 7.919 son de la Iglesia católica y 585 de otras iglesias o asociaciones.
31 El 6 de marzo de 2015, por mediación del Ministerio de Justicia español, la empresa funeraria
Parcesa y la Federación de Comunidades Budistas de España firmaron un protocolo funerario con
el fin de que se observaran las prácticas budistas en los velatorios y sepelios (Federación de
Comunidades Budistas de España, “Resumen del Protocolo funerario entre la FCBE y
Parcesa e información adicional”, 1 septiembre de 2015). En este caso, no se trata de una
normativa estatal acordada entre una confesión o una federación religiosa y el Estado, sino ante
una actuación de mediación e impulso por parte del Estado que bien puede considerarse una
faceta más del principio de cooperación.
99
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
“En el Derecho estatal vigente la dimensión religiosa del cementerio tiene tres
consecuencias en torno a las cuales se articula su régimen jurídico. En primer lugar,
los cementerios son un elemento indispensable para un efectivo y real
reconocimiento del derecho fundamental de libertad religiosa, una de cuyas
manifestaciones es el derecho a recibir sepultura digna. Ello justifica (…) que las
confesiones religiosas estén habilitadas por la normativa para ser titulares de
cementerios propios. En segundo lugar, y en estrecha relación con lo anterior,
aunque los cementerios municipales son bienes de dominio público y como tales se
encuentran plenamente sujetos al principio de no confesionalidad del Estado que
proclama el artículo 16.3 de la Constitución, se admite en ellos la celebración de
ceremonias y actos religiosos, la instalación de símbolos religiosos sobre las
sepulturas y el establecimiento de espacios destinados al culto, sin que ello entre en
colisión con la exigencia constitucional de neutralidad ideológica y religiosa de los
servicios públicos. En tercer lugar, el ordenamiento jurídico protege la naturaleza
religiosa de los cementerios mediante normativa específica de carácter civil
[inembargabilidad], administrativo [limitación de actividades en el recinto] y penal
[respeto a los difuntos]”32.
5. Patrimonio cultural
“[D]e los 44 bienes culturales españoles que han sido declarados Patrimonio
Mundial de la Humanidad por la UNESCO, 22 de ellos han sido generados debido a la
actividad de la Iglesia católica, que continúa siendo actualmente su propietaria, o
mantiene en ellos una significativa presencia. También es de destacar que 3.168
bienes de interés cultural en España pertenecen actualmente a esta confesión
religiosa, que se encarga, asimismo, de su conservación y gestión” 33.
La Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español entiende que
forma parte de dicho patrimonio “los inmuebles y objetos muebles de interés
artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico.
También forman parte del mismo el patrimonio documental y bibliográfico, los
yacimientos y zonas arqueológicas, así como los sitios naturales, jardines y parques,
que tengan valor artístico, histórico o antropológico” (artículo 1).
Gran parte del patrimonio histórico cultural español (bienes muebles,
inmuebles, dejamos aquí de lado los bienes culturales inmateriales o intangibles)
pertenece a las confesiones religiosas, señaladamente a la Iglesia católica. Sobre esos
bienes concurre una doble condición: son bienes destinados al culto, a un uso
100
CAPÍTULO 5. RELIGIÓN, ECONOMÍA Y CULTURA
sagrado o religioso, por su función y/o por su contenido, pero al mismo tiempo son
bienes culturales, con un valor histórico y cultural también ante no creyentes. En esta
doble condición, es claro que “[e]l valor religioso es el valor propio; el valor cultural es
un valor derivado y, aunque importante, secundario” 34. De no existir esta doble
condición, muchos de los problemas prácticos —y, desde luego, el epígrafe de este
capítulo— no se plantearían o carecerían de sentido.
El artículo 46 de la Constitución española de 1978 establece: “Los poderes
públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del
patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que
lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal
sancionará los atentados contra este patrimonio”. Tanto la garantía como la
promoción a las que se obligan los poderes públicos deben conjugarse
adecuadamente con el reconocimiento del derecho de libertad religiosa y el principio
de cooperación del artículo 16 del texto constitucional: “El compromiso entre los
diversos valores del sistema constitucional exige, en primer lugar, que el patrimonio
cultural de las confesiones religiosas no quede totalmente postergado de la actividad
tuitiva del Estado; y en segundo término que, con todo, esa actividad tutelar del
Estado no puede desconocer el carácter religioso y la función litúrgica de dicho
patrimonio”35.
La normativa de protección del patrimonio histórico español se mueve hoy en
día en dos niveles: la legislación estatal y la legislación autonómica 36. En el nivel
estatal, la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español desarrolla las
previsiones constitucionales sobre el tema y parece hacerlo, a juicio de la doctrina,
ignorando su destino o finalidad: se trata de un derecho común, independiente del
carácter religioso de los bienes y, cuando en algún caso se emplea derecho especial,
éste resulta claramente perjudicial (en concreto, véase el artículo 28). Las acciones
que, por necesidades religiosas, quieran realizarse sobre bienes religiosos de interés
cultural requieren la autorización de los organismos estatales competentes.
Algunas leyes autonómicas de patrimonio cultural y artístico tienen
características particulares37: dan participación a los representantes de las
confesiones en órganos de gestión y asesoramiento (así, Aragón, Asturias, Madrid);
tienen en cuenta la finalidad religiosa de los bienes regulados (en Aragón, Cantabria,
34 A. C. ÁLVAREZ CORTINA, “Destino al culto y valor cultural (concurrencia y conflicto)”, cit., p. 76.
35 I. ALDANONDO SALAVERRÍA, “El patrimonio cultural de las confesiones religiosas”, Revista catalana de
dret públic, 33, 2006, p. 151.
36 Todopatrimonio, “Legislación del patrimonio cultural”, fecha de consulta 13 octubre 2017, en
http://todopatrimonio.com/legislacion-y-normativa/.
37 A. C. ÁLVAREZ CORTINA, “Destino al culto y valor cultural (concurrencia y conflicto)”, cit., pp. 86-87.
101
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
102
Capítulo 6. Ministros de culto. Asistencia religiosa
1. Introducción
El establecimiento en el Derecho del Estado de un área jurídica específica
dedicada a los ministros de culto responde a varios motivos.
Por un lado, la categoría “ministro de culto” viene a ser un residuo jurídico que
se aloja en el Derecho estatal, una vez que éste deja de reconocer la existencia de
una jurisdicción eclesiástica exclusiva en el territorio donde se asienta su propia
soberanía. No hay ya estamentos, no hay derechos estatutarios que se apliquen de
forma distinta e independiente a una clase de ciudadanos y que el Estado deba
aceptar como el único Derecho aplicable. Los líderes religiosos, de puertas afuera,
son unos ciudadanos más, sujetos a las mismas obligaciones y dotados de los mismos
derechos fundamentales. Sin embargo, siendo éste el principio general, la fuerza que
imprime la propia normativa religiosa puede exigir —incluso en los países de corte
separatista— un conjunto de adaptaciones en forma de reglas acerca de los ministros
de culto. Y esas adaptaciones afloran en áreas muy distintas del ordenamiento del
Estado: desde el Derecho civil al procesal; desde el Derecho laboral y de la Seguridad
Social al Derecho constitucional.
Por otro lado, la creciente diversidad religiosa de un país dificulta la
elaboración de un estatuto jurídico uniforme de líderes religiosos. ¿Qué hacer,
cuando en un nuevo grupo religioso pretende cooperar con el Estado? ¿Corresponde
a los líderes religiosos representar al grupo al cooperar con el Estado? ¿Cómo debe
proceder el Derecho cuando en un grupo religioso “todos” sus miembros son
considerados líderes de esa religión? A veces, las normas estatales unilaterales sobre
ministros de culto deben ser pocas y sólo a través del diálogo y la cooperación debe
103
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
2. Ministros de culto
2.1. Concepto
Por ministro de culto entiende la doctrina “la persona que de modo habitual
ejerce una función religiosa en la confesión a que pertenece” 1. A lo cual sería
importante añadir que no se trata tan solo de desempeñar una función religiosa en
general (de hecho, hay fieles que no son ministros de culto y se ocupan de funciones
religiosas de forma estable), sino una función religiosa específica que exige una cierta
cualificación y que marca una diferencia entre los fieles, en general, y aquellos que
ocupan dichas funciones, en particular. La doctrina ha establecido unas condiciones
que reúnen, en general, los ministros de culto 2: (i) preparación o formación
intelectual y espiritual especiales, (ii) funciones específicas distintas de las del resto
de miembros del grupo religioso y (iii) ocupación específica no necesariamente
exclusiva.
1 A. DE FUENMAYOR, Derecho eclesiástico del Estado español, Editorial Comares, Granada, 2007, p. 120.
2 J. G. NAVARRO FLORIA; N. PADILLA; O. LO PRETE, Derecho y Religión. Derecho Eclesiástico Argentino,
Editorial de la Universidad Católica Argentina, Buenos Aires, 2014, p. 289.
104
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
105
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
106
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
107
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
confesión; y el concepto de ministro de culto para los grupos religiosos sin Acuerdo
no tiene una definición legal específica, lo cual nos remite a tal vez a la apreciación
que el juez pueda hacer de dicho concepto, a partir de lo que el propio ministro de
culto explique o exponga.
Para el proceso civil, el artículo 361 de la Ley de Enjuiciamiento civil considera
idóneo al ministro de culto designado para ser testigo. Por su parte, el artículo 591
establece un deber de colaboración de personas, “sin más limitaciones que los que
imponen el respeto a los derechos fundamentales o a los límites que, para casos
determinados, expresamente impongan las leyes”. Y es de específica aplicación al
secreto ministerial el artículo 371. Conforme a este artículo, para que un sujeto
pueda ser liberado del deber de testificar, se exige su manifestación razonada ante el
tribunal, y éste, considerando el fundamento de la negativa a declarar, resolverá
mediante providencia lo que proceda en Derecho, quedando constancia en acta, si el
testigo quedara librado de responder, de esta circunstancia. Como puede
comprobarse, el artículo 371 no menciona ni a ministros de culto, ni a abogados ni a
médicos, ni a periodistas. Cualquier motivo de conciencia, si es apreciado por el
tribunal, podría liberar del testimonio. En consecuencia, se resuelve la cuestión
mediante una comprobación en cada caso, beneficiosa en teoría, porque otorga la
exención solo a quienes realmente vienen exigidos a guardar secreto por razón de
exigencia disciplinar, normativa, etc. del propio grupo, Iglesia o confesión religiosa.
Pero no es menos cierto que podría prestarse a abusos por desconocimiento de las
exigencias confesionales, o por considerar que el valor de un interés público (el
testimonio) es siempre superior al valor del secreto ministerial.
La conducta de revelación de secretos por parte del ministro religioso podría
encontrarse comprendida en el artículo 199.1 del Código penal español. Por su parte,
el artículo 197 tipifica la interceptación y la revelación del secreto, introduciéndose
además agravamientos de la pena cuando concurran algunas circunstancias
concretas, como el fin de lucro o el contenido de la interceptación (datos de carácter
personal que revelen la ideología, religión, creencias, salud, origen racial o vida
sexual).
108
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
Estado. Pero, en sí misma considerada, esa relación no es de suyo laboral, porque aun
cuando aparentemente pueda reunir las notas de esa relación (subordinación,
remuneración, prestación) no pretende el intercambio de un servicio por un salario,
una relación económica productiva, sino prestar una ayuda o servicio espiritual a los
creyentes, haciendo realidad la misión u objetivo que se propone el grupo religioso.
En el caso particular de los religiosos de la Iglesia católica (canon 607 del
Código de Derecho Canónico), sucede algo semejante a lo señalado en el párrafo
anterior. La relación de los religiosos con la institución a la que pertenecen surge de
la denominada profesión religiosa (canon 654 del Código de Derecho Canónico), no
de la celebración de un contrato de trabajo ni de una relación implícita de trabajo. El
instituto religioso no es una organización empresarial.
Ahora bien: el trabajo (la enseñanza, la asistencia religiosa, la beneficencia, por
ejemplo) que realicen los ministros de culto o los religiosos al servicio de una
estructura con dimensión jurídica civil, puede ser perfectamente una relación laboral:
habrá que examinar cada caso concreto (a modo de ejemplo, véase la Sentencia del
Tribunal Constitucional 43/1984, de 26 de marzo).
El Texto Refundido de la Ley General de Seguridad Social de 1974 no
estableció ningún Régimen Especial para los ministros de culto. Sin embargo, incluyó
dentro del Régimen General de Seguridad Social a los trabajadores por cuenta ajena
y asimilados (artículo 7.1.a), extendiendo este régimen a cualquiera otras personas
que en lo sucesivo, y por razón de su actividad, fueran objeto, por Decreto a
propuesta del Ministro de Trabajo, de esta asimilación (artículo 61.h). Esta posibilidad
de ampliación del ámbito de la Seguridad Social a otras personas permitió la
extensión de la protección social a los ministros de culto. En efecto, haciendo uso de
esta facultad, el legislador elaboró el Real Decreto 2398/1977, de 27 de agosto
(modificado por el Real Decreto 1613/2007, de 7 de diciembre) por el que se incluyó
a los clérigos diocesanos de la Iglesia católica y a los ministros de las demás
confesiones inscritas, en el ámbito de aplicación del Régimen General de la Seguridad
Social. La derogación del Texto Refundido de 1974 por la nueva Ley General de la
Seguridad Social, aprobada mediante Real Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de
junio, no supuso modificación sustancial alguna en el régimen de los ministros de
culto. En la actualidad, es el artículo 136 q) del nuevo Texto Refundido de la Ley
General de Seguridad Social (Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre) el
que determina la extensión subjetiva del régimen general por Real Decreto a
propuesta del Ministerio.
Los clérigos diocesanos de la Iglesia católica y los ministros de las demás
confesiones se someterán y beneficiarán del Régimen General de la Seguridad Social,
como si tratara de trabajadores por cuenta ajena. A los ministros de culto les
corresponde la satisfacción de las cuotas debidas al trabajador y la confesión es la
109
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
encargada de asumir las obligaciones propias del empresario. No obstante, para los
clérigos diocesanos católicos se excluyen de la acción protectora la incapacidad
laboral transitoria, la invalidez provisional, el subsidio por recuperación profesional, la
protección a la familia y el desempleo, al tiempo que las contingencias de
enfermedad y accidente son consideradas, en todo caso, como enfermedad común y
accidente no laboral. Tendrán, sin embargo, derecho a una pensión de jubilación cuya
cuantía estará en función de la base reguladora y el período de cotización.
Los ministros de culto de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de
España también son objeto de una serie de limitaciones en la acción protectora de la
Seguridad Social. Su situación fue precisada por el Real Decreto 369/1999, de 5 de
marzo, que desarrollaba lo dispuesto tanto en el mencionado Real Decreto
2398/1977, como en el artículo 5 del Acuerdo firmado con el Estado español en
1992. Los ministros de culto de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de
España se asimilan a los trabajadores por cuenta ajena, a efectos de su inclusión en el
Régimen General de Seguridad Social, y se les reconoce la mayoría de las
prestaciones previstas en este Régimen, pero quedan excluidos de la protección por
desempleo. Las contingencias de enfermedad y accidente, al igual que sucede con los
católicos, se considerarán, en todo caso, como común y no laboral, respectivamente.
El Régimen de Seguridad Social de los ministros de culto evangélicos fue objeto de la
decisión del Tribunal Europeo de Derecho Humanos en el caso Manzanas-Martín
contra España, de 3 de abril de 2012, en el que se apreció trato discriminatorio de
dichos ministros de culto en relación con la normativa aplicada a los ministros de
culto católicos, ya que el Real Decreto 369/1999 no incluía previsión alguna
destinada a posibilitar que los ministros de culto evangélicos que se encontraran en
edades cercanas a la jubilación y acreditaran haber ejercido su actividad pastoral en
un momento anterior al 1 de mayo de 1999, pudieran ingresar las cuotas
correspondientes y reunir así el periodo de carencia necesario para acceder a la
pensión de jubilación, así como a las pensiones de incapacidad permanente o muerte
y supervivencia. El Real Decreto 839/2015, de 21 de septiembre, corrigió esa
situación de trato discriminatorio.
Los ministros de culto de la Comisión Islámica de España cuentan, por su parte,
con un desarrollo reglamentario específico en virtud del Real Decreto 176/2006, de
10 de febrero. También existe desarrollo reglamentario específico para los ministros
de culto de la Iglesia ortodoxa rusa del Patriarcado de Moscú en España (Real
Decreto 822/2005, de 8 de julio de 2005) y para los miembros de la Orden religiosa
de los Testigos de Jehová en España (Real Decreto 1614/2007, de 7 de diciembre de
2007).
110
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
111
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
Por su parte, el canon 285 §3 del Código de Derecho canónico prohíbe a los
clérigos católicos aceptar aquellos cargos públicos que llevan consigo una
participación en el ejercicio de la potestad civil. Por tanto, tenemos aquí un conflicto
de deberes procedentes de dos ordenamientos jurídicos distintos (el Derecho estatal
español y el Derecho canónico) que inciden en la misma persona (el clérigo católico) y
que reviste la forma de una objeción de conciencia. La solución de este conflicto
apunta a dos posibles direcciones 6: o bien reconducir la negativa del sacerdote a la
excusa general del artículo 12.7 de la Ley del Jurado, o bien reformar la ley para que
recoja la objeción de conciencia de forma explícita como causa de excusa legítima.
En el Derecho de los países de Occidente, los ministros de culto tienen algunas
funciones relevantes para el Derecho estatal. Normalmente, una de esas funciones
tiene que ver con la eficacia civil del matrimonio religioso de los fieles de su propia
confesión. En el Derecho español, conforme al Protocolo Final en relación con el
artículo VI del Acuerdo sobre asuntos jurídicos de 1979, el párroco en cuyo territorio
se ha celebrado el matrimonio canónico, “en el plazo de cinco días, transmitirá al
encargado del registro Civil que corresponda el Acta de matrimonio canónico para su
oportuna inscripción, en el supuesto de que ésta no se haya efectuado ya a instancia
de las partes interesadas”. Esa transmisión raramente se produce. Y de suyo, el acta
de matrimonio canónico no es un documento administrativo propio del Derecho
estatal. Sin embargo, a mi modo de ver sí constituye un acto jurídico estatal aquel
que realizan los ministros de culto de las confesiones religiosas que forman parte de
las Federaciones que firmaron Acuerdos de cooperación en 1992, cuando extienden
“diligencia expresiva de la celebración del matrimonio que contendrá los requisitos
necesarios para su inscripción y las menciones de identidad de los testigos” y, al
menos, conservan en su archivo copia de la certificación diligenciada “como acta de la
celebración”, de acuerdo con lo señalado en el artículo 7 de dos de los Acuerdos a los
que se hace referencia. Nos ocuparemos de esta cuestión en el Capítulo 9.
La normativa española exceptúa a los ministros de culto extranjeros de las
confesiones religiosas registradas del requisito de obtención del permiso de trabajo
para el desempeño de sus actividades en territorio nacional, tanto en general
(artículo 41.1h de la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y
libertades de los extranjeros en España y su integración social) como respecto de
determinadas funciones de asistencia religiosa (artículo 4.1c del Real Decreto
710/2006, de 9 de junio, de desarrollo de los Acuerdos de Cooperación firmados por
el Estado con la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, la
Federación de Comunidades Judías de España y la Comisión Islámica de España, en el
ámbito de la asistencia religiosa penitenciaria).
112
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
3. Asistencia religiosa
Por asistencia religiosa se entiende “la acción del Estado para establecer la
infraestructura y las condiciones adecuadas para que puedan recibir asistencia
espiritual directa de sus respectivas confesiones los ciudadanos que tiene
disminuidas las posibilidades de recibirla por encontrarse en situación caracterizada
por un régimen de especial sujeción” 7. Las situaciones de especial sujeción son
aquellas en las que se encuentran los individuos sometidos a una potestad
administrativa de auto-organización más intensa de lo normal, como funcionarios,
militares, reclusos, escolares o concesionarios de servicios públicos 8. En estos casos,
al verse reducida la libertad de circulación de los ciudadanos, se presenta un
obstáculo o una incompatibilidad en el ejercicio de un derecho fundamental, en este
caso, de la libertad religiosa.
En el plano terminológico también se suele distinguir entre asistencia religiosa
(definida anteriormente) y la asistencia espiritual (que designa la ayuda o el
asesoramiento religiosos que facilita la confesión a sus miembros). La asistencia
espiritual forma parte del contenido del derecho de libertad religiosa (artículo 2.1 b
de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa), y el Estado se compromete no solamente a
remover los obstáculos que impiden o dificultan el ejercicio de la libertad religiosa,
sino también a adoptar las medidas necesarias para facilitar la asistencia espiritual en
los establecimientos públicos militares, hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y
otros bajo su dependencia (artículo 2.3 de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa). El
Estado no presta asistencia espiritual, que es la labor propia de las confesiones a
través de la organización de sus actividades: los poderes públicos se limitan a aportar
los recursos de apoyo que sean necesarios para que los internos en centros públicos
puedan superar las limitaciones y dificultades para relacionarse con sus ministros o
líderes religiosos y asistir a actos de culto.
7 M. LÓPEZ ALARCÓN, “Asistencia religiosa”, en Javier Ferrer Ortiz (ed.) Derecho eclesiástico del Estado
español, 6a ed, EUNSA, Pamplona, 2007, pp. 249-250.
8 F. J. BASTIDA FREIJEDO Y OTROS, Teoría general de los derechos fundamentales en la Constitución
española de 1978, Tecnos, Madrid, 2004, p. 96.
113
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
114
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
115
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
respectivos mandos militares. Cabría esperar que las confesiones firmantes de los
Acuerdos de 1992 pudieran integrarse en el futuro en el Servicio de Asistencia
Religiosa en las Fuerzas Armadas11.
Actualmente, la asistencia religiosa por parte de ministros de culto de
confesiones sin Acuerdo se presta al margen del Servicio de Asistencia Religiosa a las
Fuerzas Armadas, bajo las siguientes reglas genéricas: (i) solo se puede exigir
legalmente la prestación de servicios religiosos de confesiones legalmente
reconocidas (registradas), (ii) los ministros de culto que presten dichos servicios
deberán estar autorizados por la propia confesión, y (iii) podrán prestar servicios
religiosos en condiciones análogas con las que se establecen legalmente para los
católicos.
11 J. MANTECÓN SANCHO, “Asistencia religiosa de las confesiones minoritarias en las fuerzas armadas”,
Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, 35, 2014.
116
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
117
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
118
CAPÍTULO 6. MINISTROS DE CULTO. ASISTENCIA RELIGIOSA
lugar. El objeto del servicio es la asistencia religiosa y la atención pastoral (visita a los
enfermos, celebración de los actos de culto, administración de los sacramentos,
asesoramiento en cuestiones religiosas y morales, etc.)
La asistencia religiosa a pacientes de otros grupos religiosos, de conformidad
con los Acuerdos de cooperación de 1992 se ha adoptado un modelo de libre acceso
y sin limitación de horario a dichos centros de los ministros de culto que designen las
iglesias y comunidades con la conformidad de la respectiva Federación, ministros que
habrán de contar con la debida autorización de los organismos administrativos
competentes14.
3.5. Emigrantes
El Real Decreto 162/2014, de 14 de marzo, por el que se aprueba el
reglamento de funcionamiento y régimen interior de los centros de internamiento de
extranjeros, establece en su artículo 45 el respeto a la libertad religiosa de los
internados (prescripciones dietéticas, celebración de ritos y días festivos) siempre
que lo permita la seguridad y las actividades del centro y los derechos de los
restantes extranjeros internados. En el año 2015, el Ministerio del Interior firmó tres
convenios de colaboración con la Federación de Entidades Evangélicas, la Federación
de Comunidades Judías y la Comisión Islámica de España para la asistencia religiosa
en los Centros de internamiento de extranjeros. Estos convenios tienen vigencia de
un año, con prórroga tácita por periodos anuales.
119
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
120
Capítulo 7. Las objeciones de conciencia
1. Introducción
El Derecho presupone desobediencia e incumplimiento. Sin embargo, no
todos los incumplimientos son iguales. Diferenciamos entre incumplimientos
motivados por el egoísmo, la avaricia, la ira, las pasiones humanas en general, de
aquellos otros incumplimientos paradójicamente causados por el amor a la justicia,
por fidelidad a un orden normativo que se considera superior o, en definitiva, por
coherencia con un bien imperativo ante la propia conciencia.
La desobediencia al Derecho por motivos de conciencia es un marcador
identitario constante en la civilización occidental. Desde la tragedia “Antígona” de
Sófocles, pasando por el testimonio épico de los héroes Macabeos en la Biblia o el del
Apóstol Pedro ante el Sanedrín judío en los primeros momentos del cristianismo
(“Juzgad vosotros si es justo obedeceros a vosotros más que a Dios”, Hechos, 4:19),
llegamos a la Edad Moderna, en la que el Lord Canciller de Inglaterra, el jurista
Thomas More, fue condenado a muerte por negarse a acatar la Ley de Supremacía de
Enrique VIII; More afirma antes de morir: “I die being the King's good servant —but
God's first”.
A comienzos del siglo XIX, el escritor norteamericano Henry David Thoreau se
rebela contra el pago de impuestos para sufragar guerras y escribe su “Civil
Disobedience”. En el siglo XX, Mohandas Gandhi, abogado de formación británica,
logra la independencia de la India de la mano de la resistencia pasiva, empleando la
desobediencia a las normas del imperio británico como muestra de la incoherencia
del sistema político-jurídico. En los Estados Unidos de América, el reverendo Martin
Luther King desafió las leyes y costumbres segregacionistas, particularmente
121
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
122
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
2. Concepto y elementos
La objeción de conciencia es un comportamiento individual omisivo, basado en
los motivos de conciencia y contrario a la norma jurídica estatal. Esta definición
excluye posiciones maximalistas (toda pretensión contraria a la ley motivada por
razones axiológicas —no meramente psicológicas—, de contenido primordialmente
religioso o ideológico6) y minimalistas (objeción de conciencia es sólo lo que el
ordenamiento jurídico reconoce como tal, estableciendo un régimen de
cumplimiento alternativo al deber normativamente impuesto). En la definición
propuesta podemos encontrar sus principales elementos.
123
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
7 F. FLORES MENDOZA, La objeción de conciencia en Derecho penal, Comares, Granada, 2001, pp. 10-28.
8 J. HERVADA, “Libertad de conciencia y error moral sobre una terapéutica”, Persona y Derecho, vol.
11, 1984, p. 35, fecha de consulta 15 julio 2015, en http://hdl.handle.net/10171/12442.
124
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
125
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
mecanismo represivo por entender que la calidad de los motivos del objetor, unida
precisamente al carácter del comportamiento (omisivo, hemos dicho, y en
consecuencia de baja peligrosidad social), autoriza una excepción a la ley general.
Dicha excepción puede expresarse a través de una exención al cumplimiento del
deber o de la norma, una opción alternativa de cumplimiento o una acomodación o
adaptación razonable que armonice los intereses implicados.
Además, es elemento común a todas las objeciones de conciencia una
pretensión potencialmente amparada por la libertad de conciencia que se ve
restringida o lesionada, de forma intencionada o no intencionada, por una norma o
por una situación amparada normativamente, de forma que se coloca al individuo en
una situación merecedora de sanción o en una situación de clara desventaja respecto
de aquellos ciudadanos que no presentan objeción alguna al comportamiento
requerido. ¿Debe el Derecho del Estado, en determinadas circunstancias, generar una
“adaptación” jurídica para quienes rehúsan por motivos de conciencia cumplir un
deber legal?11
La respuesta que se dé a esa pregunta debe tener en cuenta las siguientes
consideraciones.
En primer lugar, al igual que se señalaba en relación con la libertad religiosa, es
conveniente desterrar el prejuicio de que solo una legislación que se diseña
directamente contra la libertad de conciencia es merecedora del reproche jurídico y
constitucional. Las lesiones a la libertad de conciencia difícilmente pueden predecirse
legislativamente en toda su extensión, ya que la ley está pensada para la generalidad.
Además, las leyes en apariencia “neutrales” no lo son, pues el legítimo fin secular no
garantiza necesariamente y en todo caso dicha neutralidad 12, sobre todo si
atendemos a los efectos “colaterales” que la normativa puede producir y que el
concepto de “discriminación indirecta”, tan importante hoy en día, nos ha hecho
descubrir.
Unido a lo anterior, en segundo lugar, el tratamiento jurídico de la objeción de
conciencia no pasa siempre y necesariamente por establecer cauces legislativos
(cláusulas de conciencia, reglas de excepción al deber normativo general, etc.) En el
fondo, la protección de la objeción de conciencia viene exigida por los textos
constitucionales de muchos países en los que se consagra el reconocimiento de la
libertad de conciencia. No obstante, en los supuestos estadísticamente más
frecuentes de objeción de conciencia, o en los que su tratamiento exige tener en
cuenta factores que afectan a otros, puede establecerse el oportuno cauce
regulativo, que por supuesto no estará exento de la oportuna revisión constitucional,
11 J. MACLURE; C. TAYLOR, Laicidad y libertad de conciencia, Alianza Editorial, Madrid, 2011, pp. 87-131.
12 J. MARTÍNEZ-TORRÓN, “Las objeciones de conciencia en el Derecho internacional y comparado”, cit.,
p. 109.
126
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
13 Z. COMBALÍA SOLÍS, “La necesidad de flexibilización del derecho y la objeción de conciencia en una
sociedad plural (contraste entre el sistema continental y el angloamericano)”, en María J. Roca
(ed.) Opciones de Conciencia: Propuestas para una ley, Tirant lo Blanch, Valencia, 2008, pp. 83-88.
14 R. PALOMINO LOZANO, “La protección jurídica del secreto ministerial a través de los concordatos”, en
María Blanco, Beatriz Castillo, José A Fuentes, Miguel Sánchez-Lasheras (eds.) Ius et Iura. Escritos de
Derecho eclesiástico y de Derecho canónico en honor del Profesor Juan Fornés, Comares. Universidad
de Navarra, Granada, 2010.
15 R. NAVARRO-VALLS; J. MARTÍNEZ-TORRÓN, “Protecting Conscientious Objection as a Fundamental
Right. Considerations on the Draft Agreements of the Slovak Republic with the Catholic Church
and with Other Registered Churches”, en Michaela Moravcíková, Ustav pre vztahy státu a cirkví
(eds.) Výhrada vo svedomí = Conscientious objection, Ustav pre vztahy státu a cirkví = Institute for
State-Church Relations, Bratislava, 2007, pp. 585-591.
16 J. MARTÍNEZ-TORRÓN, “Las objeciones de conciencia y los intereses generales del ordenamiento”,
Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, vol. 79, 1991, p. 207.
17 L. PRIETO SANCHÍS, “Estado Laico y Educación en valores”, en Santiago Catalá (ed.) Sistema Educativo
y Libertad de Conciencia, Alderabán, Madrid, 2009, p. 37.
127
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
particular, que reducen el ámbito de aplicabilidad del derecho” 18. Estas restricciones o
límites externos de los derechos fundamentales y libertades públicas quedan
sometidos a unas reglas básicas de contención. Reglas que aparecen en ocasiones ya
enunciadas en los propios textos normativos, como es el caso del artículo 9.2 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos. A mayor abundancia, la jurisprudencia
constitucional de algunos países europeos ha establecido unos criterios para
establecer la legitimidad de las limitaciones al derecho de libertad de conciencia. Lo
cual significa la aplicación del juicio o examen de proporcionalidad.
128
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
129
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
federal receptor de los pagos sustitutorios de los objetores de conciencia a los gastos
de defensa. Por su parte, en 1989 se presentó ante el Parlamento italiano (con el
apoyo de 80 diputados) un proyecto de ley que prevé la posibilidad de que en la
declaración de la renta los contribuyentes puedan optar entre contribuir a los gastos
de defensa armada o destinar parte de su débito fiscal a la defensa civil no violenta.
No obstante, la jurisprudencia estadounidense y la italiana han rechazado, por ahora,
casi todas las pretensiones de objeción de conciencia fiscal.
El artículo 31 de la Constitución española de 1978 establece el deber de todos
de contribuir a los gastos públicos. La objeción de conciencia fiscal en el Derecho
español se han planteado tanto ante los Tribunales ordinarios como ante el Tribunal
Constitucional (Auto 71/1993, de 1 de marzo). Las pretensiones conocidas por
nuestra jurisprudencia han tenido un común denominador: se trata de
contribuyentes que, en la autoliquidación del Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas y con expresa reserva de objeción de conciencia, deducen de la
cuota líquida una determinada cantidad, disconformes con su contribución al
sostenimiento de los gastos militares. Normalmente, el cauce normativo alegado
son los artículos 16.1 y 30.2 de la Constitución española de 1978. La jurisprudencia, al
rechazar estas pretensiones, ha utilizado los siguientes argumentos:
a) El problema de la objeción fiscal es una cuestión política, cuya resolución
corresponde a las Cortes Generales.
b) Sin el oportuno reconocimiento legal, tal objeción no puede ejercerse ni
siquiera al amparo del derecho de libertad ideológica o de conciencia, que por
sí mismo, no sería suficiente para liberar a los ciudadanos de deberes
constitucionales o sub-constitucionales por motivos de conciencia.
c) No cabe tampoco la adopción por los contribuyentes de fórmulas alternativas
a su deber impositivo (es decir, indicar el destino de una parte de la cuota
líquida), ya que esto supondría la quiebra del principio de no-afectación
proclamado en diferentes preceptos de nuestro vigente ordenamiento
jurídico.
130
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
juzgados” (Lc. 6:37), o bien por entender que el oficio de juzgar está reservado a
personas escogidas por Dios.
La Constitución española de 1978 recoge en su artículo 125 —como reflejo del
principio recogido en el artículo 117 según el cual la justicia emana del pueblo— la
participación de los ciudadanos en la Administración de Justicia mediante la
institución del jurado. La regulación del Tribunal del Jurado llegó mucho después, por
medio de la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo. Esta ley no recoge previsión
explícita sobre el problema de la objeción de conciencia, salvo que pueda entenderse
comprendida en el artículo 12.7 (“Podrán excusarse para actuar como jurado: […] Los
que aleguen y acrediten suficientemente cualquier otra causa que les dificulte de
forma grave el desempeño de la función de jurado”). La Sentencia del Tribunal
Constitucional 216/1999, de 29 de noviembre, no llega a pronunciarse sobre la
legitimidad de la objeción de conciencia al jurado en España, sino que establece que
el mero hecho de ser incluido en la lista para ser jurado sin ser específicamente
seleccionado para ello no vulnera los derechos reconocidos en la Constitución. La
doctrina que ha estudiado el tema aconseja la modificación del artículo 12 de la Ley
del jurado para incluir la objeción de conciencia “siempre que sea posible cerciorarse
de la sinceridad de las convicciones religiosas o éticas alegadas” 20.
131
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
132
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
133
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
134
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
135
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
136
CAPÍTULO 7. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA
137
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
23 Sobre exámenes, oposiciones y pruebas selectivas, el Tribunal Supremo confirmó el contenido del
Acuerdo de cooperación con la FEREDE en su Sentencia 3533/2015 de 6 de julio.
138
Capítulo 8. Simbología religiosa
1. Introducción
1 F. AMÉRIGO; D. PELAYO, El uso de símbolos religiosos en el espacio público en el Estado laico español,
Fundación Alternativas, 2013, p. 5.
2 C. CARDIA, Le sfide della laicità: etica, multiculturalismo, islam, San Paolo, Cinisello Balsamo (MI),
2007, p. 181.
3 B. ALÁEZ CORRAL; J. J. RUIZ RUIZ, Democracia constitucional y prohibición del velo islámico en los
espacios públicos, Fundación Coloquio Jurídico Europeo, Madrid, 2014, p. 13.
139
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
4 M. D. EVANS, Manual on the wearing of Religious Symbols in Public Areas, Council of Europe Pub.,
Strasbourg, 2009, pp. 65-68.
5 M. T. ARECES PIÑOL, “¿El velo integral, burka y niqab, queda amparado por el legítimo ejercicio de la
libertad religiosa?”, Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado, 26, 2011,
p. 19.
140
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
141
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
142
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
11 A. CASTRO JOVER, Vía pública y libertad religiosa, Observatorio del Pluralismo Religioso en España,
Madrid, 2013, p. 7.
143
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
144
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
14 F. AMÉRIGO; D. PELAYO, El uso de símbolos religiosos en el espacio público en el Estado laico español, cit.,
p. 57.
145
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
15 F. CORTESE, “The Lautsi Case: A Comment from Italy”, Religion and Human Rights, vol. 6, 3, 2011, p.
230; J. MARTÍNEZ-TORRÓN, “Símbolos religiosos institucionales, neutralidad del Estado y protección
de las minorías en Europa”, Ius Canonicum, vol. 54, 2014, p. 135; G. PUPPINCK, “The case of Lautsi v.
Italy: a Synthesis”, Brigham Young University Law Review, vol. 2012, 3, 2012, p. 873; L. ZUCCA,
“Crucifix in the Classroom: The Best Solution to the Lautsi Case”, SSRN eLibrary, 2010, pp. 4-5,
fecha de consulta 7 enero 2013, en http://ssrn.com/paper=1667496.
16 M. T. ARECES PIÑOL, “¿El velo integral, burka y niqab, queda amparado por el legítimo ejercicio de la
libertad religiosa?”, cit., pp. 15-16.
146
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
147
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
18 B. ALÁEZ CORRAL; J. J. RUIZ RUIZ, Democracia constitucional y prohibición del velo, cit., p. 99.
19 R. C. SALOMONE, “Laïcité in France. Contemporary Issues Panel Discussion”, Journal of Catholic Legal
Studies, vol. 49, 1, 2010, p. 79.
148
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
149
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
150
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
Unidas Riley v. Canada, del año 2002, hizo notar a la comunidad internacional que el
Reglamento de la Policía Montada del Canadá establecía una excepción genérica por
motivos religiosos a la uniformidad de sus miembros.
151
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
152
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
153
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
154
CAPÍTULO 8. SIMBOLOGÍA RELIGIOSA
155
Capítulo 9. Matrimonio, religión y derecho
1. Introducción
El desarrollo de la vida humana (nacimiento, mayoría de edad legal/real,
constitución de una nueva familia, muerte, etc.) tiene un eco religioso en las
civilizaciones. En el caso concreto del matrimonio parecen concentrarse muchas
dimensiones relacionadas con la religión: la dimensión social e institucional
(precisamente el matrimonio es una institución de profunda repercusión
comunitaria), la dimensión sagrada (el matrimonio se constituye en receptáculo del
misterio de la vida y el amor), la dimensión cultural (en torno a las ceremonias, ritos y
a la misma realidad del matrimonio, surgen manifestaciones culturales de diverso
orden), la dimensión personal (el matrimonio se constituye como medio de
perfección del ser humano mediante la donación de sí mismo) y la dimensión divina
(no son pocas las imágenes de la literatura religiosa en la que se compara con el
matrimonio el amor de Dios por su pueblo).
Dentro de la primera dimensión enunciada, la social e institucional, podemos
situar la realidad jurídica del matrimonio. No es desde luego esa realidad, la jurídica,
la que exprese de forma más sublime el matrimonio. De hecho, aplicando lo que el
jurista italiano decía sobre la familia, podríamos afirmar del matrimonio aquello de
que es “un’isola che il mare del diritto può lambire, ma lambire soltanto” 1; un exceso
de agua —un exceso de Derecho— ahoga el matrimonio.
1 A. C. JEMOLO, “La famiglia e il diritto”, Annali del Seminario Giuridico dell’Università di Catania, vol. 8,
1949, p. 57.
157
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
Todos los sistemas sociales del mundo guardan una nota común en relación
con el matrimonio2: sólo se considera que existe éste cuando se observan
determinadas exigencias externas a las voluntades de los contrayentes. Dichas reglas
son jurídicas, dadas por el Derecho, ya sea el de una confesión religiosa, de un grupo
social o del Estado. Junto con esas reglas pueden concurrir, otros factores de
reconocimiento, como la consideración social y/o religiosa de esa realidad como
matrimonial.
La estructura jurídica del matrimonio en Occidente tiene sus raíces en un
derecho religioso, el Derecho canónico de la Iglesia católica 3. A la vez, el crecimiento
de la diversidad religiosa —que significa igualmente un aumento de sistemas
normativos distintos del estatal— conlleva un aumento de conflictos y de soluciones
prácticas. Conforme a los datos facilitados por el Ministerio de Justicia, de la
totalidad de los matrimonios celebrados en España en 2017, los matrimonios
religiosos que tienen reconocida su eficacia civil suponen el 25,53% del total de
matrimonios celebrados, siendo la mayoría canónicos: el 97,54% del total frente al
2,46% del resto de las confesiones 4. Por todo ello reviste interés el estudio —al
menos a nivel introductorio— de los llamados sistemas matrimoniales y analizar el
sistema matrimonial español.
2 M. A. GLENDON, The Transformation of Family Law: State, Law, and Family in the United States and
Western Europe, University of Chicago Press, 1997, pp. 10-16.
3 R. NAVARRO-VALLS, Matrimonio y derecho, Tecnos, Madrid, 1995, pp. 7-39.
4 COMISIÓN ASESORA DE LIBERTAD RELIGIOSA, Informe anual sobre la situación de la libertad religiosa en
España 2017, Ministerio de Justicia. Secretaría General Técnica, Madrid, 2018, pp. 83-84.
5 M. LÓPEZ ALARCÓN; R. NAVARRO-VALLS; S. CAÑAMARES ARRIBAS, Curso de derecho matrimonial canónico y
concordado, 7a, Tecnos, Madrid, 2010, p. 32.
158
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
159
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
160
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
161
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
162
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
163
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
7 “El matrimonio celebrado según las normas del Derecho canónico o en cualquiera de las formas
religiosas previstas en el artículo anterior produce efectos civiles. Para el pleno reconocimiento de
los mismos se estará a lo dispuesto en el capítulo siguiente.”
164
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
165
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
166
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
167
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
8 S. CAÑAMARES ARRIBAS, “La eficacia civil del matrimonio canónico”, en Miguel Ángel Jusdado Ruiz-
Capillas (ed.) Derecho Eclesiástico del Estado, 1a ed., Colex, Madrid, 2011, pp. 291-295.
168
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
169
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
170
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
171
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
172
CAPÍTULO 9. MATRIMONIO, RELIGIÓN Y DERECHO
173
Capítulo 10. Derechos educativos
1. Introducción
Tener el monopolio de la sabiduría, de la información, o instrumentalizar el
conocimiento, pueden ser mecanismos de poder que cercenan el acceso a la verdad y
a la libertad. De ahí la importancia del reconocimiento y protección de los derechos
educativos.
De la mano del Tribunal Europeo de Derechos Humanos podríamos diferenciar
entre educación y enseñanza como dos conceptos distintos, englobado el segundo
en el primero. La educación es el entero proceso mediante el cual, en cualquier
sociedad, los adultos intentan transmitir a los jóvenes sus creencias, cultura y valores;
la enseñanza, en particular, se refiere a la transmisión de conocimientos y al
desarrollo intelectual (Campbell y Cosans contra Reino Unido).
1 P. TROWER, Confusión y verdad. Raíces históricas de la crisis de la Iglesia en el siglo XX, El Buey Mudo,
Madrid, 2010, p. 314.
175
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
176
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
177
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
negativo o positivo, que tienen respecto de la propia vida” 6. Es natural, por tanto, que
de forma directa o indirecta las religiones posean un interés también primordial en la
educación y en la escuela en razón de este elemento.
La existencia de intereses en la educación y en la enseñanza, tanto para el
Estado como para las religiones, hace de esta materia —como ya se indicó— un
campo de fricciones. Ante esas fricciones “la historia anota dos reacciones que no han
sido infrecuentes. Para el Estado, la tentación extrema ha sido desembarazarse
totalmente de la religión. Para el poder religioso, sofocar la necesaria e
imprescindible autonomía del poder político. A la larga, ambas posturas han costado
caro tanto al Estado como a las comunidades religiosas. Todavía hoy se dan
retrocesos y ambigüedades, conflictos e incomprensiones sobre el modo de
entender el bien común por uno u otro poder”7.
La enseñanza es un campo conflictivo sencillamente porque entran en juego
los derechos fundamentales de la persona y estamos, por tanto, en un área de
enorme sensibilidad jurídica. Para el caso español la situación de conflictividad
vendría agravada por dos factores. El primero de ellos es la complejidad interna del
artículo 27 de la Constitución española de 1978, que reconoce un haz de derechos
fundamentales sin determinar la armonía práctica de los mismos. El segundo factor
es la permanente provisionalidad de la legislación española en materia educativa; en
efecto, rara ha sido la ocasión en la que la alternancia de los partidos mayoritarios en
el gobierno no haya llevado aparejada cambios en la enseñanza 8.
6 V. GARCÍA HOZ, “La libertad de educación y la educación para la libertad”, Persona y Derecho, vol. 6,
1979, p. 47.
7 R. NAVARRO-VALLS, Del poder y de la gloria, Encuentro, Madrid, 2004, p. 144.
8 M. RODRÍGUEZ BLANCO, “La enseñanza de la religión en la escuela pública española (1979-2005)”,
Osservatorio delle libertà ed istituzioni religiose (OLIR), 2005, fecha de consulta 10 noviembre 2012,
en http://www.olir.it/areetematiche/73/documents/RodriguezBlanco_Ensenanza.pdf.
178
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
vía o por otra. De ahí que haya habido, desde la aprobación del texto constitucional,
continuos cambios en las leyes orgánicas reguladoras de la materia, acompañadas de
los recursos de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional” 9.
El derecho a la educación se configura en nuestro ordenamiento como un
derecho universal (no limitado a los ciudadanos), que tiene como objeto el acceso a la
educación (no sólo a la enseñanza) en todos sus niveles y en todas sus posibles
facetas. En los niveles más básicos, se configura como derecho-deber prestacional: la
enseñanza básica es obligatoria y gratuita. Su prolongación, de menor intensidad, se
concreta en el artículo 44 del texto constitucional (derecho de acceso a la cultura).
Respecto de sus limitaciones, se cuestiona si la existencia de numerus clausus en el
acceso a la educación superior supone una infracción del derecho a la educación. Tal
infracción no existe: en esta materia se requiere un justo equilibrio entre el derecho a
la educación y el interés general, entendido como el mínimo de calidad docente o
como la necesidad de desincentivar ciertos estudios en los que existe
sobreabundancia de graduados.
La libertad de enseñanza, reconocida en el artículo 27.6 de la Constitución,
consiste en la “libertad que han de gozar individuos y comunidades para —con
independencia y autonomía del Estado— abrir centros docentes, otorgar educación y
cultura, establecer sus propios planes de estudios, seguir peculiares métodos y
procedimientos didácticos, así como conferir títulos académicos” 10. La libertad de
enseñanza guarda relación con el derecho de los padres a que sus hijos reciban una
educación y una enseñanza conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas e
incluso “pedagógicas”, tal como señala la Carta de Derechos Fundamentales de la
Unión Europea en su artículo 14. “Para que la libertad de enseñanza de estos padres
quede satisfecha, no basta introducir simplemente la asignatura de religión en el
cuadro educativo institucional, sino que debe estar garantizada la posibilidad de que
la propia fe abarque e inspire la educación que recibe el menor de edad” 11. La libertad
de enseñanza parte, en definitiva, del convencimiento de que “en una sociedad
pluralista (…) la transmisión de creencias y modelos de conducta no es asunto en que
deban inmiscuirse los poderes públicos. De lo contrario, se correría el riesgo de abrir
la puerta a una sociedad progresivamente uniforme y, sobre todo, dirigida” 12.
9 A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, “La libertad de enseñanza”, en Miguel Ángel Jusdado Ruiz-Capillas (ed.)
Derecho Eclesiástico del Estado, 1a ed., Colex, Madrid, 2011.
10 J. A. ARAÑA Y MESA, La fundamentación de la libertad de enseñanza como derecho humano, Edizioni
Università della Santa Croce, Roma, 2005, p. 71.
11 Ibid., p. 268.
12 L. M. DÍEZ-PICAZO, Sistema de derechos fundamentales, Thomson Civitas, Madrid, 2003, p. 419.
179
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
180
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
15 J. M. GONZÁLEZ DEL VALLE, “La Enseñanza”, en Javier Ferrer Ortiz (ed.) Derecho eclesiástico del Estado
español, 6a ed., Eunsa, Pamplona, 2007, p. 281.
16 I. SOTELO, “Educación y Democracia”, en Volver a pensar la educación: Congreso Internacional de
Didáctica (La Coruña, 27 al 30 de Septiembre de 1993), vol. I, Ediciones Morata, 1995, pp. 57-58.
17 L. PRIETO SANCHÍS, “Estado Laico y Educación en valores”, en Santiago Catalá (ed.) Sistema Educativo
y Libertad de Conciencia, Alderabán, Madrid, 2009, p. 31.
181
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
18 V. GARCÍA HOZ, “La libertad de educación y la educación para la libertad”, cit., pp. 43-44.
19 P. F. GAGO GUERRERO, “El democratismo, ¿vía hacia el progreso o a la decadencia?”, Revista de
Estudios Políticos, vol. 122, 2003, pp. 73-107.
182
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
3. Enseñanza de religión
En relación con la enseñanza de religión, el artículo 27 de la Constitución
española de 1978 ha recibido distintas interpretaciones por parte de la doctrina.
Simplificando la cuestión al máximo, pueden distinguirse dos posturas básicas 22.
Conforme a la primera, el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación
religiosa que esté de acuerdo con sus propias convicciones ha sido calificado como un
derecho de autonomía frente a los poderes públicos, en el sentido de que mediante
su reconocimiento queda prohibido en los centros docentes el adoctrinamiento
religioso o ideológico de los menores contra la voluntad de sus padres. Y conforme a
la segunda, el derecho de los padres a que sus hijos reciban formación religiosa que
esté de acuerdo con sus propias convicciones es un derecho de prestación, en el
sentido de que exige la inclusión de la enseñanza de la religión en los contenidos
formativos de la escuela. Esta última interpretación vendría avalada por el tenor
literal del precepto —«los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los
padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo
con sus propias convicciones»— y por el contenido de los debates constituyentes.
“La enseñanza de la religión en la escuela ofrece un vivo contraste con la
creciente secularización de Europa. Teniendo en cuenta que la organización de la
183
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
23 M. DEL C. GARCIMARTÍN MONTERO, La religión en el espacio público, 1. ed, Thomson Reuters Aranzadi,
Cizur Menor (Navarra), 2016, p. 139.
24 A. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, La enseñanza de la religión en Europa, Digital Reasons, Madrid, 2018.
184
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
pero las líneas maestras de lo que se pretendía eran nítidas. Las sucesivas reformas y
la falta de consenso político entre los partidos han venido motivadas en gran medida
por la enorme carga ideológica de este tema y el tremendo poder que otorga el
control de la enseñanza. Los partidos políticos no han sabido —o no han querido—
alcanzar el consenso necesario para desarrollar de modo armónico con los
interlocutores sociales lo previsto en el Acuerdo y en la legislación unilateral
posterior. De forma que, hoy por hoy, el tema de la enseñanza de la religión en la
escuela de titularidad pública no se encuentra definitivamente resuelto.
Con la promulgación de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (ver artículo 2.1.
c y 2.3) se amplió el abanico de elección a la enseñanza de la religión de diversos
grupos religiosos, o a la ética y moral. La pieza clave de este régimen eran las
Órdenes de 16 de julio de 1980. Éstas regulaban la situación de la enseñanza de la
religión católica y la enseñanza de la religión para “diversas Iglesias, Confesiones o
Comunidades en Educación Preescolar y Educación General Básica”, y en “Bachillerato
y Formación Profesional”, respectivamente. Luego se fueron concretando los
programas, de los distintos niveles, de la enseñanza de religión católica, judía,
adventista y de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días. La incorporación a los
planes de estudio se realizó por Órdenes ministeriales que se fueron aprobando
desde 1981 a 1985.
Posteriormente, la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre de 1990, de Ordenación
General del Sistema Educativo (LOGSE) establece un modelo restrictivo, al limitar la
enseñanza religiosa a aquellos grupos religiosos (confesiones) que hubieran firmado
acuerdo de cooperación con el Estado.
Los Acuerdos de cooperación 1992 se inspiran en la misma filosofía que la Ley
Orgánica 1/1990. En los acuerdos se dejaba la enseñanza de su doctrina y moral fuera
del horario escolar (y presumiblemente del plan de estudios), dando respuesta tan
sólo a la exigencia del artículo 2 de la Ley Orgánica 7/1980. Los poderes públicos sólo
se comprometían a facilitar, previa solicitud, “los locales adecuados para el ejercicio
de aquel derecho [de los alumnos a recibir enseñanza de su religión] en armonía con
el desenvolvimiento de las actividades lectivas” (artículo 10.4).
El 3 de mayo de 2006 el Parlamento español aprobó la sexta ley educativa de
la democracia española, la Ley Orgánica 2/2006, de Educación. La Disposición
Adicional Segunda de la Ley establece: “1. La enseñanza de la religión católica se
ajustará a lo establecido en el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales suscrito
entre la Santa Sede y el Estado español. A tal fin, y de conformidad con lo que
disponga dicho acuerdo, se incluirá la religión católica como área o materia en los
niveles educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y
de carácter voluntario para los alumnos. 2. La enseñanza de otras religiones se
ajustará a lo dispuesto en los Acuerdos de Cooperación celebrados por el Estado
185
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
186
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
187
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
188
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
189
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
5. La libertad académica
Por libertad académica se entiende “[l]a libertad de enseñar y debatir sin verse
limitado por doctrinas instituidas, la libertad de llevar a cabo investigaciones y
difundir y publicar los resultados de las mismas, la libertad de expresar libremente su
opinión sobre la institución o el sistema en que trabaja, la libertad ante la censura
institucional y la libertad de participar en órganos profesionales u organizaciones
académicas representativas” (UNESCO, Recomendación relativa a la Condición del
Personal Docente de la Enseñanza Superior de 11 de noviembre de 1997).
El artículo 20.1.c) de la Constitución española de 1978 reconoce la libertad de
cátedra, en el contexto de la libertad de expresión. En su Sentencia 5/1981 de 13 de
febrero, el Tribunal Constitucional señala que “[a]unque tradicionalmente por
libertad de cátedra se ha entendido una libertad propia sólo de los docentes en la
190
CAPÍTULO 10. DERECHOS EDUCATIVOS
191
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
192
Capítulo 11. Tutela jurídica de la religión
1. Introducción
En el Capítulo 3 se expuso un hecho preocupante: en 52 países del mundo
(algunos de ellos con cifras muy altas de población, como China) los gobiernos
ejercen altas o muy altas restricciones de la libertad religiosa. ¿Se debe esta situación
al desconocimiento teórico o a la ausencia de un reconocimiento normativo de la
libertad religiosa en gran parte del mundo? Probablemente no. Muchas
constituciones y textos fundamentales del mundo reconocen la libertad religiosa y de
creencias. Pero quizá lo hacen “en el papel” exclusivamente de modo que, cuando
revisamos los instrumentos jurídicos para proteger esta libertad (y otros derechos
fundamentales), comprobamos que no existen, o que no son puestos en práctica.
De nada sirve que un texto normativo proclame la voluntad de un Estado por
proteger personas, bienes, derechos y libertades, si después el ordenamiento jurídico
no ofrece los medios pertinentes para lograr el tempestivo y satisfactorio
restablecimiento del sujeto en sus derechos.
No resulta desde luego suficiente la declaración de unas buenas intenciones; la
protección jurídica “supone algo más: la posibilidad real de amparar eficazmente a los
individuos y grupos frente a posibles violaciones concretas de su libertad debidas a la
actuación —o a la pasividad— de las respectivas autoridades nacionales” 1.
La Constitución española de 1978 utiliza la expresión “garantía de los derechos
fundamentales”, que no tiene un significado técnico-jurídico preciso 2, y que pretende
193
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
194
CAPÍTULO 11. TUTELA JURÍDICA DE LA RELIGIÓN
5 A. C. ÁLVAREZ CORTINA, “La protección jurisdiccional de la libertad religiosa”, cit., pp. 131-132.
195
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
196
CAPÍTULO 11. TUTELA JURÍDICA DE LA RELIGIÓN
197
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
198
CAPÍTULO 11. TUTELA JURÍDICA DE LA RELIGIÓN
199
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
Al enjuiciar los casos en los que se alega la violación del derecho fundamental
de libertad religiosa, el Tribunal examina: (i) si se ha producido una injerencia en la
libertad religiosa del demandante; (ii) si dicha injerencia estaba prevista por ley
(entendida en sentido amplio) ; (iii) si la injerencia perseguía un objetivo legítimo y (iv)
si era necesaria en una sociedad democrática para la protección de los intereses
enumerados en el artículo 9.2 del Convenio.
Las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, una vez firmes,
tienen fuerza vinculante para el Estado (“se compromete a acatar”, artículo 46.1 del
Convenio) que ha sido parte en el correspondiente litigio. Por su parte, el artículo 41
del mismo Convenio establece que si el Tribunal declara que ha habido violación del
Convenio o de sus Protocolos, y si el derecho interno de la Alta Parte Contratante
sólo permite de manera imperfecta reparar las consecuencias de dicha violación, el
Tribunal concederá a la parte perjudicada, si así procede, una satisfacción equitativa.
Esta satisfacción, que ha de ser pedida por la parte demandante y es acordada por el
Tribunal, normalmente tiene forma pecuniaria (daño material y moral). Estas medidas
se ven completadas por la Recomendación del Comité de Ministros de 19 de enero
de 2000 (Recommendation No. R (2000) 2) en la que exhorta a los Estados partes
para que adopten las medidas precisas en los ordenamientos internos para que el
cumplimiento de las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos admita
siempre la restitutio in integrum, la reposición de las cosas al estado anterior a la
violación del derecho. En España, el cumplimiento de las sentencias del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos se canaliza por medio del recurso de revisión
(artículo 5 bis de la Ley Orgánica del Poder Judicial y artículo 954.3 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal).
4. Tutela administrativa
El artículo 36 de la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la
seguridad ciudadana establece como infracción administrativa grave (multa de 601 €
a 30.000 €) “la perturbación de la seguridad ciudadana en actos públicos,
espectáculos deportivos, solemnidades y oficios religiosos u otras reuniones a las que
asistan numerosas personas, cuando no sean constitutivas de infracción penal”.
Respecto de los actos públicos religiosos (y de otra naturaleza), es preciso,
ciertamente, “tener en cuenta que, la difusión y su apertura a terceras personas, hace
que puedan acudir a esa convocatoria, personas que apoyen los lemas y proclamas de
la misma, o bien, otras que pueden estar muy en contra de la convocatoria, y que
precisamente acuden para impedir o ‘reventar’ esa convocatoria. De ahí la presencia
importantísima de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el Estado en estas
convocatorias, resguardando y dando protección pública a la manifestación de
reivindicaciones, quejas, ideas o cualesquiera otras manifestaciones de la libertad de
200
CAPÍTULO 11. TUTELA JURÍDICA DE LA RELIGIÓN
5. Tutela penal
Las ofensas a los sentimientos religiosos y los delitos de odio por motivos
religiosos vienen cobrando un protagonismo creciente en los últimos años 9.
En el ordenamiento español, la libertad religiosa goza de tutela penal
específica. En nuestro Código penal, dentro del Título XXI Capítulo IV “De los delitos
relativos al ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas”, el amplio
enunciado que se da a la protección penal de la libertad religiosa (“De los delitos
contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los
difuntos”) ha conducido a la doctrina a plantearse cuál es el bien jurídico protegido.
Ese bien jurídico parece venir constituido por conductas propiamente
religiosas o relativas a la religión, ya directamente, ya por vía de rechazo o de
analogía. Es decir, se protege al individuo porque observa una conducta de similar
alcance que la religión, o bien se protege al individuo precisamente porque se atenta
contra él por no tener religión. Y en relación con el respeto a los difuntos, parece
dudoso que pueda considerarse como bien objeto de tutela un valor social general, la
dignidad de los miembros del cuerpo social (aun después de fallecidos, ¿se es
miembro del cuerpo social?), o las convicciones ideológicas individuales (¿de
quiénes?). En consonancia con la rúbrica de la Sección, la doctrina también ha
entendido que el bien jurídico protegido serían los “sentimientos religiosos” de los
miembros de una determinada comunidad o grupo, no los de la sociedad general.
Quizá en algunos de los tipos, lo normal sería considerar que el bien jurídico
protegido es una faceta específica del derecho al honor.
En cualquier caso, la Sección correspondiente del Código penal español
comprende los delitos contra la libertad religiosa (impedir o forzar la práctica de
actos religiosos, artículo 522; impedir o perturbar los actos de las confesiones
religiosas inscritas10, artículo 523), los delitos contra los sentimientos religiosos (actos
8 R. GARCÍA GARCÍA, “La libertad de expresión ejercida desde los derechos de reunión y manifestación
en colisión con la libertad religiosa”, Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del
Estado, vol. 37, 2015, p. 49.
9 COMISIÓN ASESORA DE LIBERTAD RELIGIOSA, Informe anual sobre la situación de la libertad religiosa en
España 2016, Ministerio de Justicia. Secretaría General Técnica, Madrid, 2017, pp. 64-68.
10 Véase Sentencias del Tribunal Supremo 4537/2017, de 19 de diciembre de 2017, y
4045/2018, de 4 de diciembre de 2018, que confirman la condena a personas que
201
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
202
Bibliografía de libre acceso
AMÉRIGO, F.; PELAYO, D., El uso de símbolos religiosos en el espacio público en el Estado
laico español, Fundación Alternativas, 2013.
BOBBIO, N., “Cultura Laica y Laicismo”, Iglesia Viva, vol. 222, 2005.
BRIONES MARTÍNEZ, I. M., “El uso del velo islámico en Europa. Un conflicto de libertad
religiosa y de conciencia”, Anuario de Derechos Humanos. Nueva Época, vol. 10,
2009.
CASANOVA, J.; BERGER, P. L., “Las religiones en la era de la globalización”, Iglesia Viva,
vol. 218, 2004.
CASTRO JOVER, A., Vía pública y libertad religiosa, Observatorio del Pluralismo Religioso
en España, Madrid, 2013.
203
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
FERRARI, S., “Religioni, Diritto e conflitti sociali”, Anuario de Derecho Eclesiástico del
Estado, n.o 23, 2007.
GARCÍA HOZ, V., “La libertad de educación y la educación para la libertad”, Persona y
Derecho, vol. 6, 1979.
GONZÁLEZ DEL VALLE, J. M., “La libertad religiosa y el objeto del derecho eclesiástico”,
Persona y Derecho, vol. 18, 1988.
HERVADA, J., “Libertad de conciencia y error moral sobre una terapéutica”, Persona y
Derecho, vol. 11, 1984.
HILL QC, M., “Reasonable Accommodation: Faith and Judgment”, Robert Schuman
Centre for Advanced Studies Research Paper No. RSCAS 2016/07, 2016.
LERNER, N., “Group Rights and Legal Pluralism”, Emory International Law Review, vol.
25, n.o 2, 2011.
LOMBARDÍA, P., “Opciones políticas y ciencia del Derecho Eclesiástico español”, Anuario
de Derecho Eclesiástico del Estado, vol. 1, 1985.
204
BIBLIOGRAFÍA DE LIBRE ACCESO
MÜLLER, A.; CHICA PALOMA, M. D., “El poder tributario de las comunidades religiosas en
Alemania”, Crónica Tributaria - Boletín de Actualidad, 2011.
NAVARRO-VALLS, R., “La objeción de conciencia a los matrimonios entre personas del
mismo sexo”, Persona y Derecho, n.o 53, 2005.
OTADUY, J., “Iglesia católica y Ley española de protección de datos: falsos conflictos”,
Ius Canonicum, vol. 48, n.o 95, 2008.
PUPPINCK, G., “The case of Lautsi v. Italy: a Synthesis”, Brigham Young University Law
Review, vol. 2012, n.o 3, 2012.
205
MANUAL BREVE DE DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO
REY MARTÍNEZ, F., “¿Es constitucional la presencia del crucifijo en las escuelas
públicas?”, Revista jurídica de Castilla y León, n.o 27, 2012.
SALOMONE, R. C., TAWIL, E., “Laïcité in France. Contemporary Issues Panel Discussion”,
Journal of Catholic Legal Studies, vol. 49, n.o 1, 2010.
SMITH, S. D., “Freedom of Religion or Freedom of the Church?”, San Diego Legal Studies
Paper No. 11-061, 2011.
TUNEHAG, M., Religious Cartoons & Sermons on Homosexual Practice. Global Trends,
Concerns and Recommendations Regarding Freedom of Speech & Religion, 2007.
TYLER, R. H., American ecclesiastical law. The Law of Religious Societies, Church
Government and Creeds, Disturbing Religious Meetings, and the Law of Burial
Grounds in the United States: With Practical Forms, William Gould, Albany, 1866.
ZUCCA, L., “Crucifix in the Classroom: The Best Solution to the Lautsi Case”, SSRN
eLibrary, 2010.
206