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Hechiceria y Supersticion en La Sierra N

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HECHICERÍA Y SUPERSTICIÓN

EN LA SIERRA NORTE DE GUADALAJARA:


ETNOMEDICINA SERRANA EN ÉPOCA MODERNA

Javier FERNÁNDEZ ORTEA* y Gema María CASTRO MORENO**


*Arqueólogo y antropólogo;**enfermera y antropóloga

Resumen
Este estudio aborda las prácticas heterodoxas y expedientes de procesos de hechicería conservados en
el Archivo Diocesano de Cuenca referentes al entorno geográfico de la Sierra Norte de Guadalajara.
La necesidad económica, la falta de profesionales médicos y la incertidumbre ante la vida y la
enfermedad hizo que proliferaran personas que decían curar los males a través de la mezcla de fe,
superstición y sabiduría popular.

Palabras clave
Hechicería, Sierra Norte, Guadalajara, brujas, superstición.

Summary
This study focuses in the heterodox practices and records of sorcery processes preserved in the
Cuenca´s Diocesan Archive referring to the geographical environment of the Guadalajara´s north
mountains area. The economic needs, the lack of medical professionals and the uncertainty before
the life and the disease caused that they proliferated people who said to cure the evils through the
mixture of the faith, superstition and popular wisdom.

Key words
Sorcery, Sierra Norte, Guadalajara, witches, superstition.

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Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.)
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INTRODUCCIÓN
Bajo los términos hechicería y superstición se aglutinan diversas prácticas
heterodoxas como la adivinación, invocación, curación, maldición, bendición y
arreglos amorosos en base a un pacto demoníaco implícito. La brujería sin embargo
requiere un pacto explícito, del que emanan una serie de poderes para la bruja
o brujo, reuniendo a sus acólitos en un conventículo y creando en la piel una
marca como señal de esta alianza. Estas habilidades de hechicería y brujería eran
perseguidas por las autoridades religiosas y civiles tanto por su posible estafa como
por su vana observancia -fuero mixto- (Torquemada 2012: 35). El problema de
la Inquisición frente a este colectivo residía en precisar si una acusación contenía
hechos hereticales o no, una dificultad que implicaba su jurisdicción eclesiástica o
seglar (Alamillos 2015:99).
El actual territorio de Castilla La Mancha quedaba custodiado bajo la jurisdicción
de tres tribunales inquisitoriales, Toledo, Cuenca y Murcia en la Edad Moderna.
El Santo Oficio se estableció en Cuenca a finales del siglo XV, concretamente, en
el año 1488. Los archivos de la inquisición de Sigüenza pasaron a Cuenca cuando
fue agregado este tribunal en los primeros años (Cirac 1965: 20). Concretamente
en 1499, desligándose en favor de Toledo en 1506 y volviendo a reintegrarse con
Cuenca en 1522 (Blázquez 1985). Todos los procesos de la región que nos ocupa
quedaban bajo el auspicio de Cuenca, cuyos sumarios se hallan conservados en el
Archivo Diocesano de la ciudad. En este artículo se presentan las conclusiones a
un estudio documental de la realidad supersticiosa y actividad heterodoxa en la
Sierra Norte de Guadalajara desde 1532 a 1770. Un lapso de tiempo en el que estas
prácticas permanecieron inalteradas.
Este trabajo supone la prolongación de un artículo previo sobre la hechicería y
superstición en la Alcarria de Guadalajara (Fernández 2018), buscando completar
el espectro mágico de toda la provincia con esta nueva aportación. Podemos
apuntar una diferencia entre sendos contextos donde en el área alcarreña se busca
en mayor medida la intervención en ámbitos amorosos mientras que en los pueblos
serranos es la curación de enfermedades la preocupación casi exclusiva. El recurso a
la hechicería en estos ámbitos rurales rompe la defendida dicotomía entre brujería
campestre y hechicería urbana que propugnaron algunos autores (Caro Baroja 1992;
Blázquez 1990). La diferencia, sin duda, radicaba en la disponibilidad o ausencia de
profesionales del ámbito sanitario. Por otra parte, los casos documentados parecen
desmentir la línea que abogaba por una hechicería de subsistencia privativa del
ámbito urbano (Tausiet 2007: 196), siendo común al rural.
Para conseguir la uniformidad en las competencias, tramitación de las causas,
organización de los tribunales y jurisprudencia en todo el reino se crearon unas

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Hechicería y superstición en la Sierra Norte de Guadalajara: etnomedicina serrana en época moderna

instrucciones a partir de la iniciativa de Fray Tomás de Torquemada (Domínguez


2006: 139). Los procesos se iniciaban de oficio o por delación de un testimonio
acusatorio. En el segundo caso podía haber sido encauzada la denuncia a partir de
un edicto “para descargo de la conciencia ciudadana.” El secreto que regía toda la
causa amparaba al delator, fuera este testigo directo o indirecto –ha oído, sospecha
que, tiene fama de…–. Pese a ello el Santo Oficio debía acreditar la validez del
testimonio para evitar las delaciones por razones de odio. Para ello se efectuaba el
examen de los declarantes. Posteriormente los expertos teólogos derivaban a la
calificación, análisis del posible delito de herejía en el acusado. Si su dictamen era
aprobatorio se emanaba orden de apresar al sospechoso. Este era conducido a las
cárceles secretas del Sto. Oficio a la espera de su interrogatorio. Las costas de su
traslado y su propia manutención corrían a su cargo, razón por la que en ocasiones
se embargaban sus bienes para sufragar estos gastos. El cuestionario inquiría al
reo sobre su limpieza de sangre, creencias, conocimientos de la fe católica y por
supuesto, acerca de las acusaciones vertidas contra él. A diferencia de nuestro sistema
judicial, el reo no gozaba de la presunción de inocencia, sino que, por el contrario,
su culpabilidad se prejuzga (García 1998:142). La confesión era la mejor prueba
de la culpabilidad para condenar al imputado, razón por la que los encausados eran
reiteradamente invitados a confesar. Es más, en ocasiones, si se consideraba que el
reo era recalcitrante en su negativa pese a su plausible herejía podía ser sometido
a tormento. La confesión por tortura debía, sin embargo, ser ratificada ante el
tribunal a los pocos días, razón por la que era común que se retractasen. No son
abundantes los casos de tormento en la provincia de Guadalajara, contándose un
caso en Molina de Aragón (ADC, Leg. 109, Exp.1536) y el de las brujas de Pareja
(ADC, Leg.96. Exp.1425, ADC, Leg.99. Exp.1441; ADC, Leg. 104. Exp.1476).
Las condenas más habituales para los delitos de hechicería eran los azotes (entre cien
y doscientos), el destierro, la humillación pública, prisión, embargos económicos y
las penas espirituales tales como oraciones y romerías.

CONTEXTO GEOGRÁFICO
La Sierra Norte se extiende desde Somosierra hasta el Señorío de Molina,
ocupando un relieve accidentado con una gran diversidad litológica en las sierras
de Ayllón, la sierra de Alto Rey, la sierra de Pela y la sierra Gorda. Pizarras, cuarcitas
paleozoicas, areniscas, margas y calizas secundarias, se disponen por todo el
territorio. Las condiciones climáticas son rigurosas en invierno y frescas en verano
con sequía estival. En estas condiciones aparece un ecosistema de transición entre
el bosque mediterráneo de hoja perenne y hoja caduca (Planeta 1989). El hábitat
es disperso, con pequeñas poblaciones en peligro de desaparecer y tres cabeceras

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Figura 1. Procesos de hechicería en la Sierra norte de Guadalajara en el Archivo Diocesano de Cuenca.

de territorio en Atienza, Sigüenza y Cogolludo. De este a oeste los ríos Dulce,


Henares, Salado, Cañamares, Bornova y Sorbe regan sus tierras. Son escasas las
tierras cultivadas, ganando terreno la jara a las antiguas tierras de labor, asomando
encinas y quejigos en los límites meridionales y sabinares y rebollares en el corazón
de la serranía, el hayedo de la Tejera Negra y pinares de repoblación (Reinoso y
Sancho 2011).

ADC, LEG 113. EXP.: 1573. MARCO BARBER. ATIENZA. AÑO 1532
El expediente comienza en febrero de 1532 con el aviso de Andrés de Illana ante
García Gallego, escribano de sus majestades, para dar cumplido escarmiento en
forma de azotes a Marcos Barber según mandato del señor inquisidor. El reo estaba
cobijado en casa de Andrés de Illana, quien:
“hizo cavalgar al dicho Marcos en un asno y desnudo de la çintura arriba con una
coroça en la cabeça; e ansí andubo por las calles públicas de la dicha çibda pregonándole
con boz alta por Juan de Murçia, pregonero público della los dichos delitos contenidos
en esta sentencia desta otra parte. El dicho pregonero, acabado el pregón, le dava el açote
e ansí traýdo el dicho Andrés de Illana dixo que le llevasen a casa de Andrés López,
alguazil desta çibdad,”.

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Se trata del típico boato de un condenado por hechicería. En algún caso se


añadían nudos de soga al cuello o velas verdes. En casa del alguacil permanecieron
el reo y también su captor, Andrés de Illana. Éste último ejerce como familiar
del Santo Oficio en su papel de custodio de un reo, prerrogativa otorgada a estas
personalidades del brazo secular de la Inquisición. Los familiares gozaban de
un estatus jurídico particular ya que sólo podían ser encausados por tribunales
eclesiásticos, podían portar armas y estaban exentos de algunos gravámenes e
impuestos (Pérez 1995).
Los inquisidores de Segovia, valorando el exceso cometido por el denunciado
y el gran escándalo ocasionado “fingiendo falsamente milagros con ylusión e arte
diabólica” le condenan a doscientos azotes portando una coroza por las calles de
Atienza, lugar donde ejerció su actividad. Doscientos azotes suele ser la pena máxima
por hechicería en la corona de Castilla, donde habitualmente los procesos por esta
naturaleza quedan inconclusos o limitados a penas pecuniarias o espirituales. Este
caso es poco frecuente ya que prosigue el auto:
“Después desto se haga lo mesmo en la çibdad de Sigüença donde a dado mal exenplo de
todas estas cosas con el mesmo engaño y le buelvan a esta dicha villa, la qual tenga por
cárçel mientras bien visto por nos fuere”.
La condena es extendida a su ámbito de actuación para desengañar de forma
pública y notoria a las personas de su falsa gracia para curar. Como advertencia
final, se amenaza a quien pretenda tratar sus males con Marco Barber a que será
condenado a 100 azotes y la pena de excomunión. La sentencia firmada el día 10
de febrero de 1532 es particularmente severa con el prisionero, siendo castigado
en varios lugares por el mismo delito y amedrentando a una futurible clientela.
Lo habitual es ser procesado por una carrera y no por el ejercicio en cada pueblo,
máxime cuando se trata de una profesión itinerante. Tal fue el caso del saludador
Ambrosio Montes, juzgado en Toledo, Valladolid y Colmenar de Oreja en más de
diez años de prácticas clandestinas (Fernández 2016: 606-608).
El documento recoge a continuación la condena en Atienza, el día 6 de febrero de
1532, pocos días previos a su sentencia en Segovia. En la mencionada villa alcarreña
Pedro de Cuéllar, notario apostólico, y el licenciado Góngora, inquisidor en los
obispados de Cuenca e Sigüenza, son informados de que en la ciudad de Sigüenza:
“estava un honbre estranjero destos reynos que se llamava Marcos, el qual curava pública y
secretamente a todas las personas, honbres e mugeres que estoviesen enfermos de qualquier
enfermedad que toviesen, diziendo que hera honbre santo y que por graçia de Dios”.
Con la intención de interrogar al practicante hicieron llamar a Andrés de Illana,
vecino de Sigüenza y familiar del Santo Oficio para que le hiciera traer a Atienza.
Alonso de Alcántara, vecino de Atienza daría el despacho a Andrés de Illana. El
reverendo Góngora comienza el interrogatorio donde se presenta el reo como

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Marcos, hombre de 30 años, natural de Venecia, de un pequeño pueblo llamado


Soraña. Se dijo huérfano de Gabriel Barber y Diamante, a quienes nunca conoció,
siendo criado por su abuelo Pedro. Desconocía como santiguarse, el Credo o el Salve
Regina cuando fue requerido. En este pasaje queda reflejado el distinto camino que
toma la religiosidad popular de la oficial, desconociendo el vulgo elementos básicos
y dogmas de fe. La virtud que decía poseer la atribuye a un episodio en Sopetrán,
donde un hombre se le apareció en la Iglesia. Este hombre le dijo “que curase de
los tullidos e ynfermos, e mancos, e que por este respeto este penitente a exerçitado este
ofiçio de Navidad que pasó deste año hasta agora”. Desconocemos la razón por la
que el veneciano se hallaba en Sopetrán aunque es posible que estuviera ya en
tránsito hacia Sigüenza pues la ermita está sobre una de las cañadas o cordeles que
comunican Extremadura con Soria (Lahorascala 2004:74).
La escrupulosidad del cuestionario es digna de un cuerpo de investigación
criminal pues se busca el mínimo detalle para desacreditar y buscar las incoherencias
en el testimonio. Se pregunta por la hora, circunstancias y temores del reo ya que
si defiende que se le apareció un mensajero de Dios nada tenía que temer de sus
jueces servidores en la Tierra. Fue preguntado si la figura que se le apareció tenía
alas o brazos, si portaba escofia o el cabello suelto. Le describe con escofia de oro
y relumbraba como la luna, los brazos desnudos, todo vestido de blanco hasta
las rodillas. En adelante el interrogatorio se convierte en un cerco. Cuando fue
preguntado por las mangas dijo que eran angostas, motivo por el que fue increpado
“pues antes dixo que traýa los braços desnudos, cómo dize agora que traýa mangas
angosta”. Preguntado por las lámparas dijo que no había ninguna, lo que provocó
la reacción del inquisidor “pues hazía tan oscuro, cómo pudo tan claramente ver
aquella figura”. La luz resplandecía de la escofia, se defendió Marcos, “dixo primero
que aquel resplandor que aquella noche vio salía de una luna, por qué dize agora que
salía a la escofia” respondió el religioso. Apabullado por el martillo del dominico
no le queda más remedio que reconocer haber sido engañado por el demonio y
que desea enmendarse. El inquisidor le reprende de que si es consciente de su
error “por qué tanto tienpo a usado este oficio engañando a la triste gente en mucho
escándalo de los pueblos e gran perjuyzio de las ánimas”. El italiano manifiesta su
intención de ir a Roma a pedir perdón al Santo Padre, motivación que reconocía
su culpabilidad para el inquisidor. Los artificios del examinador buscaban una
declaración de culpabilidad, vía única para obtener una condena en firme para el
acusado. Preguntado si antes de su episodio en la Virgen de Septiembre en Sopetrán
había utilizado su don para la curación:
“dixo que antes del dicho tienpo curava a las personas que tenían espíritus e los
conjurava, e les ponía un libro que traýa consigo que entregó a su reverençia sobre la

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cabeça, y que en poniéndoles el libro en la cabeça se yvan los espíritus y que algunas
vezes le davan de bofetones”.
Cuando fue preguntado por el uso de hierbas “curava e curó muchas enfermedades
con yervas, ansí tollydos como otros que deçían que estavan endemoniados, con nueve
evangelios que les hazía dezir nueve días y con misas”. El uso de las hierbas, la fe y su
gracia eran un conjunto para lograr la salud. Curaba antes de su visión en Sopetrán
con hierbas desde que:
“le vino viendo una muger en su pueblo que estava doliente e tollida e pasmada que no
hablava cosa ninguna, e que ansí como este confesante le puso aquellas yervas convaleçió
e habló, y está bien hasta oy día; e lo mismo hizo a otra por la graçia de Dios que
entonçes le reveló”.
Dijo que tuvo la revelación en su espíritu para el uso de “tomillo y mejorana, y
corona de rey y espliego, y mançanilla y romero, y casco de naranjas y ysopillo, y açafrán
y ençienso, y coçidas en vino blanco”.Elementos como el tomillo y el romero tienen
probadas cualidades digestivas y contra los dolores de cabeza respectivamente
(Renedo 2016). El uso del azafrán en emplastos es conocido como socrocio, remedio
que fue dispensado por una curandera a Santa Teresa de Jesús (Sánchez 2015:243).
Por último, el vino es un elemento que ha sido utilizado como aglutinante por
sus propiedades gástricas, diuréticas, analgésicas, antinflamatorias, facilitador de la
circulación sanguínea y desinfectante (Martínez 2005).
Por otra parte, fue cuestionado si era capaz, como había dicho en algunas villas,
de liberarse de grandes cadenas aunque le atasen de pies y manos, de hacer crecer
ante todos galgos o liebres y hacer entrar a muchos hombres cargados de tocinos en
las iglesias. Reconoció las dos primeras apreciaciones, aceptando que fingía hacer
milagros “por hurtar la gente”. Cuando fue preguntado por cómo fue inducido por
el demonio, relató un extenso incidente en el camino entre Sopetrán y Valfermoso
de las Monjas. En el trayecto afirmó ser asaltado por un grupo de frailes negros
encapuchados que le amenazaron de muerte si no hacía su voluntad. Le exigieron
su alma para “Berzebú” o un miembro de su cuerpo como ofrenda. Le señalaron el
dedo pequeño de la mano derecha y le obligaron a guardar silencio de lo sucedido.
Solicitando que renegara de Cristo él se obstina en su negativa pero aceptó su
auxilio ante la amenaza de ser ahogado en la peña Camasía. La peña Camasía es un
lugar imaginario en el ideario colectivo para referirse a un punto en que ocurrían
sucesos diabólicos, presente en la literatura del Siglo de Oro (Simonatti 2015).
Desde este momento obtiene un pacto demoníaco con estos entes representantes
de su capitán, Berzebú, con la siguiente consecuencia:
“dixeron que sanaría muchos endemoniados. Dixo este confesante que cómo los haría.
Dixeron que se ynvisterían en este confesante y ellos llamarían aquellos espíritus e darían
tormento al cuerpo, de arte que paresçía que salían de allí; y este confesante les dixo que

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cómo quedaría el cuerpo libre para que él fuese creýdo y ellos le dixeron que no curase,
que ellos lo harían”.
Muy sugestivo es el siguiente pasaje donde se dan instrucciones a Marco por
parte de los cofrades negros:
“este confesante les dixo qué forma e arte tenía para que este confesante viese e conosçiese
todo aquello para que las gentes creyesen que este confesante tenía la graçia e virtud de
su Dios; y ellos le dixeron que ellos lo harían que paresçiese que todo venía de Dios y que
le dixeron que, quando hiçiese algún milagro, que no hiçiese cruz, sino como garavato
una señal y que no rezase ninguna cosa; y este confesante les dixo que, pues no querían
que rezase, qué manera tenía para que los juezes e gente le creyesen que hazía milagros;
y le dixeron que oraçión ninguna de nuestra ley no avía de dezir, sino menear los labios
como que reçaba”.
Es recurrente en otros estudios que hemos llevado a cabo en la provincia de
Guadalajara el uso de oraciones y rogativas de forma que resulten incoherentes al
interlocutor. Se recitan de forma susurrante, entre dientes, como una letanía similar
al rezo cristiano pero cuyo mensaje se quiere ocultar por miedo a represalias. En
este contexto, recordaremos que es la fuerza de la palabra la clave donde residía
la eficacia en el ritual, un procedimiento que sucede invocación, narrativa y
culminación en un estribillo (Rodríguez et al 2014).
El legajo finaliza con la referida condena del principio. A voz de pregonero
sobre un asno, soga al cuello y coroza, sufrirá doscientos azotes en Atienza, otros
doscientos en Sigüenza y cárcel en Segovia, a donde fue remitida la sentencia el 10
de febrero de 1532. La crudeza del auto parece explicada “en traer tras sí tanta gente
engañada y el escándalo grande que a senbrado en este obispado” haciéndose pasar por
hombre santo y con gracia de curar.

ADC, LEG. 226. EXP. 2828. JUAN JODRA. RIENDA. 1562


El proceso contra Juan de Jodra, vecino de Rienda, se basa en las testificaciones
presentadas en 1572 en Atienza ante el doctor Juan de Ayora, inquisidor apostólico.
El primer testigo es Rodrigo de Uzedo, regidor de la villa de Atienza. Recuerda
que hace diez años fue a Rienda en busca de Juan de Jodra pues tenía fama de
curar el mal de ojo en los niños. Él tenía una hija gravemente enferma, temiendo
por su vida. Al encontrarse en el camino, Juan le preguntó la razón de su visita
“boi por mi hija porque segúnd la dexé ia estará muerta”, y el dicho Jodra contestó
“no tengáys pena que no morirá desta enfermedad, que ya está mejor”. Caminando
juntos de vuelta hasta Atienza cada poco tiempo añadía Jodra “está mejor” hasta
que entraron en la villa donde estuvo recuperada del todo la muchacha. Rodrigo
de Uzedo debió hacer amistad con Jodra pues relata cómo hace dos años estando
en casa de su suegra el curandero afirmó que compartía conocimientos con un

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fraile que curaba en Orta. Curiosamente ambos se citaban a solas en un cerro,


lejos de posibles delatores. En otra ocasión, Juan de Jodra le preguntó a Rodrigo
por la salud de su hija pronosticando que estaba mejor. Al preguntarle el padre
cómo lo sabía, le respondió “que conosçía mucho de ojo y que por aquello lo dezía”.
El mal de ojo era una impregnación nociva que se transmitía por la mirada en la
que eran especialmente vulnerables los niños. Enrique de Villena, en su Tratado de
fascinación o de aojamiento (1425) lo describe como “venenosidat de complisión más
por vista obra por otra via, por la sotileza del spíritu visivo que su impresión de más
lexos en el aire difunde”. Rodrigo ha oído decir que llevan a Juan hormas y cintas
de los niños para que sean protegidos contra estos maleficios. En Mondéjar hemos
podido documentar cómo para examinar a los niños del mal de ojo se medía a
palmos con las dichas cintas (Fernández 2018:303). Por último añade cómo no
pudo salvar el curandero a la hija del doctor Uzero, “dixo el dicho Jodra que ya hiba
tarde, pero que no dexaría de hir y ansí vino, e save que de aquella enfermedad murió
la dicha criaptura acavo de pocos días”.
Sebastián de Besperina hombre de 50 años y vecino de Torrevicente es el siguiente
testigo. Relata el soriano que hace 25 años llevó una cinta de su sobrino para que
Juan Jodra la santiguase. La antigüedad en el suceso da cuenta de la dilata carrera
asistencial del reo. El curandero hizo dos lazadas y la santiguó. Al preguntar por la
fecha de su enfermedad le contestó que quince días atrás, por lo que dijo “tiempo
avía y que ya hiba tarde, y que tenía travajo de bivir; y que el niño estuvo muy al cavo
y que de aquella enfermedad no murió, y le vio poner çiertas mediçinas y enplastos”. En
este ritual se manifiestan las dos leyes de la magia de Frazer (1981), dos elementos
al separarse se influyen recíprocamente- cinta/propietario- y elementos similares
producen efectos semejantes –curas y emplastos en la cinta-en persona-.
Isabel de Uzedo, viuda atencina de 50 años, relata como hace siete años el
doctor Uzedo, vecino de Atienza, invitó a su casa a Juan Jodra con motivo de la
enfermedad de su hijo. Sin haberle dicho nada adivinó que el mozo llevaba 16
días convaleciente. Añade “después que le ubieron dado de çenar al dicho Jodra dixo
que un ángel le avía dicho que le daría otro ofiçio mejor con que ganase de comer,
y que le haría saludador”. Se llamaba saludador a las personas que por virtud de
nacimiento tenían el poder de curar con su saliva o resuello. Repitiendo la técnica
usada por Jesucristo untan sobre los párpados la secreción de las glándulas bucales
a las que atribuyen propiedades terapéuticas infalibles (Aguirre 1992). El milagro
de devolver el oído y la vista a un niño que hizo Cristo mediante la saliva (Mc.
7, 33) también era recordado en el desaparecido rito de la “ephetación” donde el
sacerdote mojaba con su saliva los oídos y nariz del niño (Herranz 2002: 378). Se
consideraba a los saludadores familiares de Santa Catalina de Alejandría o Santa

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Quiteria, abogadas contra la rabia, razón por la que portaban elementos simbólicos
como la rueda, elemento de su martirio o la cruz (Peris 2009:75). Eran figuras que
podían ejercer bajo licencia del obispo de la diócesis e incluso eran respetados por
autores antisupersticiosos como Martín de Castañega (1529). Quizá la intención
del curandero de Rienda era regularizar su situación.
Olalla, mujer de Miguel de Gálvez, vecina de Cañamares y de 50 años de edad,
describe cómo enviaron a un criado hace seis años con una cinta de su hijo enfermo
para Juan de Jodra. El sirviente le dijo a su ama que:
“le avia dicho Jodra quando mobió la çinta que el niño estava golpeado y malito sin que
él le oviese dicho ninguna cosa ni otra persona, y que es verdad que el dicho niño estava
malo de una caýda que le avían dado otros niños”.
María Brava, declara que hace cinco meses acudió a Atienza el reo cuya fama de
curar el mal de ojo hizo que le llamara para ver a su hermana. En su casa:
“le ensalmó las palmas e los pulsos, trayendo el dedo restañando por ello e diziendo
çiertas palabras entre dientes que esta testigo no las entendió; y después que las ubo
santiguado esta testigo le preguntó que qué mal hera aquel de su hermana y el dicho
Jodra respondió que hera ojo y que una muger bieja que no la benía su regla y que avía
seydo acosada fuera deste pueblo, y que esta testigo le dixo que abía caýdo beniendo de
su tierra, porque no heran naturales desta villa; y entonçes el dicho Jodra dixo que benía
ya tomada del ojo quando cayó e que, desmayada de ello, cayó, e que luego le pidió una
çinta e no se la quisieron dar, e después le dieron una trençadera de una gorguera de una
camisa que no se aquerda bien y que se llevó la dicha çinta consigo diziendo que cada
día la avía de ensalmar allá e que, si él estubiera en el pueblo, que cada día la biniera
a ensalmar, pero que en su lugar ensalmaría la çinta y que su mal no se remedia ni que
moriría de aquella enfermedad”.
Escolástica de Carvajal, vecina también de Atienza, reconoce que estuvo Juan
Jodra en la villa “a saludar y ensalmar, que lo tiene de costumbre en toda esta tierra”.
A Escolástica le informó Juan de Jodra que se intercambiaba conocimientos con
el fraile de Orta. En la escena también comparece la nieta de Escolástica, de igual
nombre, e informa que:
“Jodra, vezino de Rienda, y començó de dezir que él se avía visto con aquél que hazía
milagros en Çaragoza, y que savía él más que el otro; y que avía de venir otro sobre todos
que supiese más que él”.
Desconocemos si realmente estos encuentros se producían, lo cierto es que estas
furtivas vías de aprendizaje informal eran las únicas vías posibles para aumentar el
conocimiento asistencial.
Los señores inquisidores, el doctor Ayora y el doctor Vergara, canónigo de la
magistral de Cuenca, suspendieron la causa contra Juan de Jodra al entender “que
deste negoçio no se debe conosçer en este Santo Officio por no ser negoçio que a él
toque”. Sorprende la resolución cuando es evidente la intervención supersticiosa en

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las prácticas del vecino de Rienda. Quizá el factor de la escasa alarma social haya
jugado en favor del reprendido Juan de Jodra. A tenor de los hechos el acusado
proseguiría su ejercicio de forma libre reforzado por la sentencia absolutoria.

ADC, LEG. 784. EXP. 3131. MARÍA CRUZ. ATIENZA. 1597


El expediente se basa en la delación de Juana del Alma, vecina de Barahona,
contra María Cruz, criada de Francisca de Funes en Mayo de 1597. La declarante
se acercó a la villa de Atienza:
“ como abisto vender algunas cosas de la hacienda de Francisca de funes viuda de Diego
Salçedo vecino desta villa que por mandado de dicho señor Juez a sido presa acudió a la
casa de la dicha Francisca de Funes y estando que se avia almoneda y hablo con maria
cruz su criada que vive dentro de la casa y le pregunto si vendían algunas cosas para
comprar esta algún trasto para su casa si le hiciera al propósito, y que la dicha maria
cruz le respondió a esta que para que quería cosa de la bruxa y que nose le olvidaría lo
que estaba a mi jurado contra la dicha Francisca de Funes y aber dicho ante la Justicia
Real que la dicha Francisca de Junes se lo avia jurado a esta testigo”.
Desconocemos la causa por la que fue hecha presa Francisca de Funes. Lo que
parece patente en el documento es que la denunciante también fue testigo en el
proceso contra la señora de la denunciada. No contenta con hacer caer en desgracia
a Francisca de Funes, se persona en su casa para adquirir objetos de la subasta para,
presuponemos, pagar las costas de su sentencia. María Cruz, mujer del servicio de
la condenada, reacciona de forma hostil ante su presencia por su responsabilidad
en la vergüenza de su ama. Le pregunta por qué quiere cosas de la “bruxa”. En este
punto nos preguntamos si se trata de una afirmación por una condena por esta
causa, un rumor de prácticas heterodoxas o bien es un simple descalificativo. Si se
refiere a lo primero tendría lógica la advertencia pues la brujería es contagiosa, por
lo que los objetos quedarían impregnados de la esencia maléfica de su dueña. De
haber sido procesada por esta causa no consta en el Archivo Diocesano de Cuenca
el expediente. Juana del Alma acude a las autoridades eclesiásticas, el señor Juez. D.
Francisco de Arganda, con la intención de que se indague en la cuestión, buscando
perjudicar a la señora Funes y su criada. Cabe decir que la denunciante es vecina
de Barahona, pueblo soriano conocido por su tradición de brujería.

ADC, LEG. 724. EXP. 1126. JUAN DE AYUSO. RIENDA. 1624


El 27 de junio de 1624 fue llamado a declarar en la villa de Atienza a Domingo
de la Cabreriza, vecino de la misma. Se le interroga acerca de Juan de Ayuso pues
se tiene noticia de que acudió en numerosas ocasiones a su casa a curar a sus hijos.

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Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.)
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Le convocó a su domicilio la primera vez pues teniendo un niño enfermo de mal de


ojo le recomendaron que llamara a un hombre de Rienda llamado Juan de Ayuso:
“el qual era hombre que curaba de muchas enfermedades y oi en dia las cura y le llaman
de muchas y diversas partes y ansi le traxo a su casa entonces y otras veces después aca y el
suso dicho Julian de Ayuso los santiguaba y ponía la mano en las cabeças haciendo cruces
y decía palabras secretamente de manera que no se entendían que no saue si era ensalmo
o no y fuera desto aplicaba algunos medicamentos con especias y otras cosas que traian
de la botica recetado todo sin horden de medico sino por su autoridad y que aunque hiço
todo lo dicho siempre se le murieron todos los niños”.
Las boticas eran privativas de núcleos urbanos importantes, monasterios o
médicos particulares. Los físicos que elaboraban la farmacopea debían estar en
posesión de un título y ser inspeccionados en su ejercicio por las autoridades para
garantizar la salud pública (García 2016:8). La botica referida debió ser la de
Atienza. Entre 1706-1712 el célebre médico Gaspar Casal vivió en la villa y trabajó
en estrecha colaboración con el boticario de Atienza Juan Manuel Rodríguez de
Luna, a quien elogia “como el más excelente naturalista, botánico y químico de cuantos
conocí en mi vida” (Casal 1762).
Idéntico testimonio aporta Blas de Cabreriza, donde el reo va a curar a los niños
a su casa:
“con algunas medicinas traídas de la botica ordenadas por el dicho Julian de Ayuso y
asimismo con bendiciones y algunas palabras secretas que este testigo no sabe cuales son
porque la dice en secreto y no de manera que se entiendan”.
Añade un caso en el que un niño de dos meses murió a la mañana siguiente de
que Juan de Ayuso dijera que no tenía nada, razón por la que el testigo no tenía fe
alguna en sus saberes. En cierta ocasión acudió a su casa una mujer de Romanillos
conocida por Juan de Ayuso quien dijo:
“que ya lo conoçia ella y a otra de aquel mismo lugar dando a entender que eran mujeres
de mala fama en quanto a a echiços y brujerías y desde aquel dia este testigo la tiene en
mala opinión porque mirando el niño que su mujer tenia en los braços le dixo que no se
criaba vuestro padre con tanto regalo y desde aquella tarde le dio la enfermedad al niño
y murió el niño dentro de tres o quatro días”.
Sobre las mujeres descritas ha oído decir que vienen de Barahona donde a
Joseph de Barahona le han ocurrido sucesos de hechicería según el declarante. No
cabe duda del influjo de la leyenda de Barahona, tan cercana a Atienza. En este
sentido debemos recordar los graves acontecimientos producidos en 1528 con las
llamadas brujas de Pareja-Sacedón, el clan de las Morillas, que se trasladaban en
vuelos hasta el Campo de Barahona para hacer sus conventículos (Cordente 1990;
Fernández 2018). Todavía en 1568 tenemos otra referencia documental en el que
se menciona el campo de Barahona como lugar de encuentro de brujas, allí es

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Javier Fernández Ortea y Gema María Castro Moreno
Hechicería y superstición en la Sierra Norte de Guadalajara: etnomedicina serrana en época moderna

llevado el conquense Fernando de Arenas como amante de una de ellas (ADC, Leg.
783. Exp.2712).
Al ser llamado a declarar Juan de Ayuso certifica que ha sido emplazado en
muchas partes para curar con palabras y medicinas:
“las palabras son en el nombre del padre y del hijo y del espíritu sancto tres personas
distintas y un solo dios verdades que es la Sma Trinidad con la gracia que dios mea dado
yo te santiguo dios te sane del mal que tienes”.
Repite tres veces este mantra haciendo cruces y recitando tres Ave Marías.
Acerca de las medicinas, dice usar “yerbas o aceites, bino bendiciéndolo con las
mismas palabras”. Al ser preguntado por su posible conocimiento de brujas, dice
que presume que dos mujeres que viven en Romanillos lo son:
“una llamada la de Galbe por llamarse su marido fulano galbe que es una mujer alta
vieja con una señal en el oxo que por estas señales y casos que le an sucedido con ella
entiende ser bruxa”.
Comúnmente en la Edad Moderna se creía que los pactos demoníacos eran
sellados con una marca en la piel tales como verrugas o lunares utilizadas como
pruebas en los juicios (Fargas 2016:78). Juan de Tejedor en 1630 en Trillo para
identificar a unas brujas dice que no hay más que ver unas marcas que tienen en
la frente (ADC, Leg.433. Exp.6123). Juan de Ayuso prosigue su alegato diciendo
que de camino de vuelta a Rienda desde Fuentegelmes, jurisdicción de Almazán,
fue sorprendido pasado Barahona y Alpanseque:
“les salieron a este testigo diez o doce mujeres y sin hablar palabra llegaron a el y le
derribaron de una yegua en que venia a caballo mas de diez veces y le siguieron haciendo
herrar el camino por cuestas y cerros asta llegar a unos guertos que están antes de entrar
en la billa del Paredes por manera que tardo en la media legua dicha mas de quatro
horas asta que canto el gallo y entonces lo dejaron y ansimismo declara que cuando lo
derribaban de la dicha yegua decía Jesus válgame las Santisima Trinidad y entonces se
apartaban y que de todas ellas no pudo conocer a ninguna sino esta fulana de galbe a la
qual le dixo este testigo bastaba que vos biniesieis aquí para no llegar yo esta noche a mi
casa y que entonces todas se juntaron y le echaron a rodar a el y a la yegua y le hicieron
dar tres o quatro vuelcos una questa abaxo”.
Al margen de la verosimilitud del relato, lo que parece un hecho es la concepción
en Barahona y Alpanseque de un lugar terrorífico ocupado por mujeres reunidas en
juntas demoníacas en la noche. El proceso quedó suspenso.

ADC, LEG.444. EXP. 6227. MARÍA BAHONA. ATIENZA. 1634


Se trata de un documento extensísimo, con más de 120 caras. El proceso está
jalonado de denuncias a vecinos del entorno de la Hoz de Arriba, provincia de
Soria, de donde será también natural la rea principal, María Bahona. Su nombre

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Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.)
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apareció entre las delaciones de los testigos que llegaron en mayo de 1638 a oídos
del licenciado Julian Bravo, inquisidor de Atienza. Así rezan los testimonios;
Francisco García, tabernero vecino de Caracena, afirmó que Joan Ramón, vecino
de la misma villa “tiene mal oficio de que es echicero y que ace daño a quien a el le da
disgusto y los amenaça públicamente”. Así sucedió con Francisca García, tabernera
que le negó vino gratuito y fue amenazada con tener un mal de madre como así
fue. También amenazó de graves enfermedades a los hijos del alguacil, que penaron
con virulentas fiebres. Sobre otros casos similares:
“Luis de Villacorta y a Luis Calderero los amenaço porque le abian sido contrarios por
cierta cantidad de trigo que debía en un cámara los abia de hacer mal y estos estuvieron
luego malos y murieron de aquella enfermedad y este diçen que se alabo que tres le abian
sido contrarios que los dos ya los tenia enterrados este al tercero amenaçado que se llama
fulano Calderero lo fue a visitar y dijo a ala muxer del enfermo pesame que se muera
vuestro marido dadme vino y açeite aver si con lo hiciere yo lo podre rescatar”.
Otro declarante apostilla “este señor estaba mal recibido y opinado en toda aquella
tierra de hechiero y brujo que no ay en toda ella quien no le tema”. El hechicero
instrumentaliza la mentalidad de que la muerte y la enfermedad se utilizaban como
sistema de atribución de la culpa, por lo que el peligro a contaminarse es un factor
poderosísimo de persuasión a las demandas del coaccionador (De los Cobos 1998:
239). También se afirma que en una timba de naipes perdió todo su dinero frente
a unos vecinos que le vieron presentarse con sapos cogidos de un charco para
hacerlos desaparecer ante sus ojos.
La siguiente testificación acusa a un lobero de Berlanga, Juan Serrano, quien
utilizaba a estos depredadores para extorsionar a otros ganaderos:
“que como dicen los encantaba nunca llegaban al ganado que el guardava y la aparecio
a este pastor eran hechadicos aquellos lobos según el daño que le hicieron y dixo, ahora
digo que sabe mas morate que yo, este a los ganaderos los pide le den algunas cosas para
no vaya los lobos a su ganado”.
La figura del lobero era la de aquel que tras haberse familiarizado con estos
depredadores, dominaba a la manada en su beneficio pidiendo dinero a cambio
de protección a los ganaderos de la región. Es un personaje muy extendido por
toda Europa y estudiado en Asturias (Arrieta 2005), Galicia (Risco 1962), Cuenca
(Cirac 1942; Cordente 1990), Guadalajara (Fernández 2018) e inquisición de
Toledo (Caro Baroja 1995).
Tras citar la nómina de brujas y hechiceros que atemorizan las localidades de
Manzanares, Losana, Campinsábalos y el Fresno de Caracena donde se dice “seis
personas que tienen atemorizada esta tierra y que son Brujas y que todas son hijas y
madre” comienza la relación en contra de María de Barona, vecina de la Hoz de
Arriba. Ocho informadores de la Hoz de Arriba y de Caracena testifican en su

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Javier Fernández Ortea y Gema María Castro Moreno
Hechicería y superstición en la Sierra Norte de Guadalajara: etnomedicina serrana en época moderna

Figura 2. Casos de hechicería en el Sur de Soria y Norte de Guadalajara


citados en el ADC, Leg.444. Exp.6227.

contra. La procesada cuenta con cincuenta y ocho años y está casada con Andrés
García, “de oficio labrador que gana de comer con su trabajo segando y que esta gana
también de comer haciendo ropa”. Francisco la Morena declara que “Maria Gaona
mato un niño de Luys de Diego vecino de la villa de Caraçena porque les pidió ciertas
cosas a sus padres y no se lo quisieron dar”, razón por la que ahora ninguna persona
le osa negar nada de lo que le pide por el gran temor que infunde. La misma suerte
funesta recibieron un tal Cristóbal que le negó un pedazo de oveja para comer, que
luego estuvo muy malo y murió según Librada Alonso y el gato de Andrés Serna.
Idéntico destino tuvo Alonso Torero, quien al negarle unas abarcas cayó enfermo.
Tal debió ser el miedo a María que tenía amedrentada a la población de Caracena,
Francisco Bravo lo refleja así; “le dixeron hiciese amistad con Maria Bahona porque
no le matase otra criatura que tenia ni lo matase a el ni a su mujer”. Otra madre ante
el temor de perder a su recién nacido al pasar por su puerta:
“que pasando por delante de la puerta de una mujer estando ella dentro de su casa la
llamo y dixo sia nacido un hijo me ha nacido y me han dicho que soi bruja voto a Dios
y a esta cruz si me lo matays que os tengo que tirar un escopetaço”.
Esta desesperada advertencia debe ponerse en relación a la muerte de una niña
atribuida a la hechicera la noche de Santa Librada “la qual amaneçio ahogada y

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Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.)
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golpeada con cardenales y arrancada una oreja”. Esta circunstancia y las evidencias
lesivas de la víctima, nos recuerdan a un caso muy similar en Gascueña, en la
Alcarria conquense (ADC, Leg.770b. Exp.1637), quizá achacable a malos tratos en
el seno familiar. Tristemente el testimonio del afligido padre Francisco la Morena
alude los escasos remordimientos de la rea “después de muerta la dicha niña se alabo
dello la dcha Maria Bahona y también se alabo de que avia comido guindas aquella
noche de Sancta Librada”.
Francisco de la Morena aporta un episodio en el que su mujer la llamó bruja,
defendiéndose la inculpada “si lo soy otra me lo enseño y mas de otras quatro hay”.
Pedro de Bachiller declaró “que habido y ay en la villa de Caracena muchos brujos
y brujas y que uno de ellas es María Bahona”. Esta frase daría crédito a la confesión
de la propia María de que hay más de cuatro brujas. Más aún, amenazada por un
vecino de que acabaría acusada de bruja en Cuenca, “respondió que si ella iba a
Cuenca avian de ir mas de dos”. A tenor de estas manifestaciones parece que en el
sur de Soria existía un importante flujo de prácticas heterodoxas que irradian al
norte de la provincia de Guadalajara.
El proceso se dilató extraordinariamente en el tiempo pues la Inquisición
conquense a 20 de Febrero de 1637 examinó el caso pasados más de tres años de
que los hechos estuviesen calificados. Se remitió al licenciado Juan Bravo, cura
de San Salvador de Atienza y Comisario del Santo Oficio, la misión de prender a
Maria Bahona para que fuera llevada hasta la cárcel de la Inquisición de Cuenca
a través de las villas del camino de familiar en familiar. Conocemos el periplo de
la rea de forma pormenorizada. Se trata de una cadena de custodia en la que los
familiares ejercen de huéspedes y portan la documentación de la procesada hasta
llegar a su destino. Como podrá comprobarse en la tabla anexa es un sistema que
funciona con celeridad pues los propios engranajes de la cadena no desean acoger
a un interrogado por hechicería por miedo al contagio.

ITINERARIO DE LA PROCESADA MARÍA BAHONA


De Andrés Pascual familiar del Sto Oficio a Miguel de
Azañón 18 de agosto de 1638
Bachiller alcalde ordinario.
De Martin López familiar del Recuenco a Julián Ramírez
Priego 19 de agosto de 1638
familiar de Priego.
Villar de
De Julián Ramírez familiar de Priego a Francisco Ramírez
Domingo 20 de agosto de 1638
familiar de Villar de Domingo García.
García
Cuenca 23 de agosto de 1638 De Francisco Ramírez al notario apostólico de Cuenca.

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Javier Fernández Ortea y Gema María Castro Moreno
Hechicería y superstición en la Sierra Norte de Guadalajara: etnomedicina serrana en época moderna

El auto y las vistas comienzan el 25 de agosto de 1638, donde los señores


inquisidores doctores Sebastián de Frías, don Enrique de Peralta y Cardenas
y don Tomás Rodríguez mandaron traer de las cárceles a Maria Bahona. Los
interrogatorios le inquieren sobre ciertas amenazas hace seis años:
“aviendole ofrecido un sastre o que hazia oficio de tal que se acabaría de coser una saya
para cierta festividad porque no se tuvo o cosida cuando dijo, le amenaço jurándole la
cruz diciéndole para esta que me lo aveys de pagar y acordar de mi mientras que vivieses
y dentro de muy pocas oras a dos niñas suias del dicho sastre de edad de cinco y siete años
le dio un mal de que se fueron consumiendo y poniendo secas hasta que murieron”.
También se le preguntó si es cierto que Domingo de Asenjo, vecino de la Hoz
de Arriba, le enseñó todo lo que sabe y si hay más brujas en el pueblo. Sobre cierta
ocasión en que le escondieron un niño en la cocina a su paso por la calle por el
temor que infundía y al que finalmente encontró, falleciendo a los pocos días. Le
sigue otro pasaje siniestro:
“en la iglesia en misa cierta mujer con una niña pequeña y diciendo que quando viniese
con la dicha niña a misa devia de traer atados los pies porque no sucediese alguna
incidencia la dicha María Bahona que allí cerca estaba hizo además de averse enfadado
de lo que la dicha mujer decía y aviendo estado a la dicha criatura buena y sana se
hallaron después muerta llena de cardenales y sacada la lengua”.
Acusada por los ministros de la Iglesia de otras muertes de niños y adultos, la instan
a que no encubra a otras brujas semejantes. María Bahona niega los cargos imputados.
El auto reza así:
“esta mujer esta yndiciadisma de bruja y conforme esta calificación vehementemente
sospechosa de pacto con el demonio y que la fama de serlo en aquel lugar y otros es muy
constante y esta bien persuadida y altos indicios que la delatan información de maleficios
que a echo en personas y infanticidios y esta provado asimismo que la temen todos por la
fama que bruja tiene y que por esto no la niegan lo que les pide”.
Sin más pruebas que las declaraciones de los testigos, se considera culpable a
María Bahona por las reiteradas informaciones en su contra. Se prescribe hacer un
edicto en la tierra de la denunciada para desengañar a las cristianas gentes del lugar
y purificarlas de la vana observancia:
“atender a quella gente que parece muy inclinada astas sospechas como las muertes y
enfermedades que les suceden las y las ynvia dios muchas veces para castigos mushos pecados”.
Como condena se declara la excomunión mayor y doscientos azotes públicos.

ADC, LEG. 772. EXP. 1759. MAGDALENA RAMOS.


HIENDELAENCINA. 1695
La acusada Magdalena Ramos fue temida en Hiendelaencina y en todo el entorno
pues nadie osaba negarle una petición por el temor que infundía. La difusión de un

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Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.)
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rumor en la época era la única vía de información en el ámbito rural. Su dispersión


se ciñe a dos vías, en cascada, donde unos individuos toman por ciertos hechos e
ideas por su absoluto desconocimiento de la materia, en este caso, más aún cuando
se refiere a creencias mágicas no palpables. Esta circunstancia les hace asumir por
cierto los testimonios externos. Y polarización de grupos, donde una presunción es
potenciada y radicalizada al compartirla con afines (Sunstein 2011).
En cierta ocasión Magdalena Ramos invitó a almorzar a su casa al herrero Julián:
“a quién le dio dinero para que trajera un poco de vino y habiendolo traído solamente
con él se entontecio y se puso como loco y no podía sino darse contra las paredes y a este
tiempo dice andava un ruido muy grande en la cassa como si ubiera un aire muy recio
sin averle y que también le parece vio una visión muy espantosa y horrible debajo de una
pira que avía de leña que había en la cocina de la casa”.
La literatura hispana ha sido prolífica en el Siglo de Oro –Cervantes, Lope de
Vega, Calderón de la Barca- acerca del estereotipo de la bruja envenenadora, un
perfil que caló hondo en el imaginario popular (Zugasti 1962). Lo cierto es que
el invitado trajo él mismo el vino, pero desconocemos si se le aplicó cualquier
sustancia o bien no estaba en condiciones de ser consumido.
La testigo Juana Casa informa que Magdalena Ramos también es llamada la tía
Laguna, de la que dice “la tía laguna savia todo lo que decían de ella bueno o malo”.
Juana reclamó los servicios de la rea por la grave postración en cama de su madre,
a la que atendió con un ritual un tanto violento:
“y aviendola ido a visitar mando a este testigo y una hermana suia le diesen un par de
huevos y las mando salir fuera donde estaba su madre y ella se quedó a solas con ella y
esta testigo se puso en una parte excusada sin que la viesen para ver lo que pasava y dice
la empezó a darla guantadas la dcha tia laguna y dijo que mujeres son estas que se dejan
llebar tan pronto date nuebe guantadas y di para justo baia el diablo en cada una de
ellas. Por último le instó a que “hiciese una teja asquas y la rociasen en vino y que con
aquel vapor y vino saumasen a la enferma”.
La tía Laguna decía tener gracia por una estrella que la traía y la llevaba a casa.
Benito Ricote, vecino de 70 años de Hiendelaencina, acusó a la tía Laguna
–así llamada por todos según él- de ser víctima de mal de ojo por parte de la
hechicera. Del mismo modo que los niños, los más vulnerables a la “fascinación”
(Villena 1425) eran los ancianos. Normalmente el procedimiento para aojar era la
transmisión de pestilencia a través de la mirada, pero existen otros métodos como
derramar aceite o sal en la casa de la víctima (Erkoreka 2005:392). Sea como fuere,
el propio Benito acude a Magdalena quien dijo “no moriría del mal que tiene y le
mando saumar con pelos de gato y con esto estuvo bueno”. Desde ese momento actúa
de curandera de la familia, prestando atención al propio Benito, quien padece una
enfermedad “sin tener en ella frío con calentura si no estar siempre muy triste y con

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Javier Fernández Ortea y Gema María Castro Moreno
Hechicería y superstición en la Sierra Norte de Guadalajara: etnomedicina serrana en época moderna

melancolía y temor” y su esposa, a la que prescribe comer malvaviscos. Esta planta


crece en las laderas de los ríos, siendo empleado el líquido de cocción de sus hojas
como reconstituyente general y para afecciones respiratorias (Fragua 1994: 268).
Asimismo “dice esta testigo que tiene un hijo suyo quebrado mando que le untase el
ombligo con tuétanos de borrico y le polvoreara con clavo y canela”.
Otro testigo afirma que fue a visitar una niña enferma y saliendo del cuarto de
la casa dijo a la madre que no tuviera prisa en verla aún:
“y habiendo entrado a ver a la dcha su hija la allo sin abla sin poder mover brazos ni
piernas y que solamente veía al parecer frío ni calentura y bolviendo dos días después la
dicha mujer a la casa a donde estaba la dicha niña el día que había visitado a la hija
la dio el eneldo diciéndola que el eneldo en el huerto y el niño muerto y que aunque
muriera no dijera nada de lo sucedido y que luego mejoró”.
En la Alcarria tenemos documentado el uso de eneldo en Gárgoles de Arriba
para atajar el llamado mal de madre (ADC, Leg. 512 Exp. 6693). La madre de la
convaleciente se enfrentó a Magdalena Ramos hasta el punto que la hechicera:
“la amenazo diciendo lo pagaría bien pagado y a la noche le dio una calentura por el
temor que tenía a la dcha muger la llamo que la liberase y la aplico un saumerio de
Cantueso y incienso con que estuvo mejor aunque no se halla bien del mal que padece
mas de dos años”.
Pese a que en este caso concreto no podamos demostrarlo, la amenaza de la
brujería afectaría a las víctimas en una situación de estrés que podría repercutir
en el sistema inmunológico del paciente. Sobre el cantueso, útil para trastornos
hepáticos, como tonificante y depurativo (García 2010: 155), se vendía en botes de
jarabe en la botica de Sigüenza por doce reales en 1635 (García 1996: 353).
Como colofón a su actividad coercitiva en una fiesta expidió una macabra
maldición:
“dcha muger en presencia de cierta persona amenazó a un sujeto ausente diciendo como
oi es tal fiesta señalándola testigo ablando con la persona presente caera alguna persona
de su casa y luego caio un hombre y se fue secando asta que murió y la dcha mujer tiene
mala fama en el lugar”.
Magdalena Ramos fue reclamada en la inquisición de Cuenca en el plazo de
veinte días so pena de excomunión mayor y diez mil maravedíes para los gastos
extraordinarios del Santo Oficio. Como no acudió en el término señalado fue hecha
presa con embargo de sus bienes y a su costa para que se hiciese conducción de su
persona a las cárceles secretas de la Inquisición por su obstinación y contumacia.
Para ejecutar el decomiso, el 20 de septiembre de 1695 se presentaron ante la
puerta de una casita pajar donde vivía. Allí se le ordenó cerrar con llave y la llevaron
hasta el alcalde ordinario para tomar acta por escrito de sus posesiones. Ausente en

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Boletín de la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara (B.A.A.M.GU.)
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la feria de Jadraque, acudieron al inventario Juan y Bartolomé Mangada. Las tristes


posesiones de la imputada fueron las siguientes:
“un manto negro de paño muy viejo, un caldero pequeño muy viejo y de la misma una
sarten vieja y pequeña, un celemín de arina en un casco, una gallina vieja pequeña, un
vasso pequeño y unas tijeras viejas, 3 pedaços muy viejos de ropa en su camastro”.
Atendiendo a la pobreza de la hechicera se entiende que recurriera a estas
prácticas hetorodoxas como vía de supervivencia, máxime cuando las mujeres
tenían vetado el acceso a los oficios de los hombres. Por otra parte, es cierto que
en ámbitos rurales como éste la labores agrícolas y ganaderas siempre tuvieran el
apoyo femenino. Esta mujer era viuda por lo que entraba dentro del sector de
la población vulnerable, quienes formaban la mayoría de pobres de solemnidad
(viudas y solteras), carentes del amparo de un marido (Ortega 1997: 327). Nadie
quiso pujar por la compra de los enseres de la rea, por lo que fue entregada de
ministro en ministro hasta las cárceles del Santo Oficio de Cuenca. El itineario
realizado fue el siguiente;

ITINERARIO DE LA PROCESADA MAGDALENA RAMOS

23 de septiembre Juan Romo ministro del Santo Oficio entrega a Bartolomé


Budia
de 1695 Pérez Romo la encausada.
Chillarón
- Francisco Ramírez cura de Chillarón del Rey.
del Rey
Francisco Ramírez la entrega a Gaspar de Hermosilla como
Pareja -
familiar de la villa.
Alcocer - D. Miguel comisario de la villa de Alcocer.
Canalejas 25 de septiembre Mario Martínez comisario del Santo Tribunal.
Villar de
Domingo 26 de septiembre La recibe Juan Cañas Martínez comisario del Santo Tribunal.
García
La entregan a Bartolomé Saiz familiar y notario del Santo
Cuenca 28 de septiembre
Oficio de Cuenca para entregarla al alcaide de la cárcel secreta.

La miserable Magdalena Ramos ni siquiera fue acogida en la cárcel de Cuenca.


El alcaide dictaminó:
“que por aora la dcha Magdalena tenga por carzel esta ziudad y sus arrabales y se le
notifique no quebrante la carzeleria pena de excomunión mayor y de vergüenza publica,
y debajo de la misma pena que todos los días que viene tribunal asista en la por benia
de el hasta que otra cosa se le mande”.
No debía considerarse a la penitenciada un grave peligro público pues su
destino en las cárceles secretas era precisamente para garantizar la incomunicación

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Javier Fernández Ortea y Gema María Castro Moreno
Hechicería y superstición en la Sierra Norte de Guadalajara: etnomedicina serrana en época moderna

y desinformación del proceso. Además había eludido la llamada de la Inquisición


en primera instancia. Las celdas secretas eran las más pequeñas y duras, donde
suciedad, mala alimentación, humedad, escasez de luz y reclusión por tiempo
indeterminado se conjugaban para minar la salud (Cuadrado 2005: 454).
En la audiencia el inquisidor Juan Pulido y Morillo recibe juramento de la
encausada para iniciar su interrogatorio. Ella se presenta como “viuda de Pedro
Laguna y que no tiene más oficio que su rueca y traer leña”. Afirma conocer que se le
querella como bruja, aunque niega los cargos. Se exponen todos los testimonios
descritos anteriormente y uno más. Sucedió:
“en el lugar de los Villares en que fue a visitar a un niño que pareçia estar muy malo
y le tomo el pulso y dijo que no moriría de aquel achaque que le saumasen con yerbas
de San Juan y le embolviesen en la sudadera de un unguento y aviendola suplicado
replicado que mejor seria embolberle en una capa o manta nueva respondia esta que
la sudadera del Pollino tenia muchas virtudes.”
La noche de San Juan con una importante carga pagana, es una constante
como período para recoger hierbas, hacer invocaciones, elaborar conjuros. Se le
atribuyen poderes especiales a los nacidos en esta fecha. Magdalena Ramos niega
cualquier implicación en actos de hechicería y el proceso queda incompleto.

ADC, LEG. 603 BIS. EXP. 7289. FRANCISCA IZQUIERDO. IMÓN. 1753
La protagonista de este expediente es la viuda Francisca Izquierdo, de
cincuenta años, natural de la villa de Imón, en el obispado de Sigüenza. Se la
describe físicamente “de estatura media de color algo moreno de rostro enjuto de
pecho abultado”. Viste como una lugareña “lleva su vestido ordinario y pobre al
modo de la Sierra el jubon de paño pardo una saya de paño de Albarrazin de color de
la de cuervos y encima de esta otra en falda de color”. Francisca se estableció con un
hijo suyo de ocho o nueve años con motivo de la temporada del “descardadero”
en las Majadas (Cuenca). El muchacho se dedica a los ganados de Juan Manuel
de Toledo. Según algunos vecinos, la mujer “se mantiene en dicha villa haciendo
algunas curaciones supersticiosas” y también “se ejercita en curar mal de ojo”. Por
requerimiento del cura, Gregorio Carrasco, alcalde ordinario de las Majadas,
se le instó a salir de la villa, defendiéndose Francisca “que ella se mantenía
de su trabajo de hilar y que no tenía motivo para hacerla salir”. Como podrá
constatarse, parte del vecindario era contrario a su presencia y se descalificaba
a la imputada:
“tiene vicio de beber con excesso vino y aguardiente de lo que se tiene en sus respectivos
puestos de vino y aguardiente y también ha observado dicho cura aquí la expresada
curandera no frecuenta sacramentos ni acude a la iglesia en otros días que en los
festivos o collendos”.

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Misma opinión tiene el cirujano Domingo Gil:


“habiendo observado acerca de las costumbres de dcha curandera no ha notado cosa
especial o ningún principio o motivo en que algunas personas de esta dicha villa han
graduado a la expresada curandera al epitecto de virtuosa”.
La curandera tenía también sus defensores. María Hoyos, paciente habitual de
Francisca por unos emplastos en la cabeza que le administra la investigada, afirma
que “dicha mujer curandera era una santa”.
El proceso se inicia con la carta que escribió el Santo Oficio al cura de las Majadas
en 14 de febrero de 1753. Se le insta a abrir diligencias contra la sospechosa. El
párroco recoge que la forma en que cura los males es “bendiciendo el agua teniendo
el candil en la mano diestra y una gota de aceite en la siniestra y que si derraman el
agua otro la pisa, lo conoze ella después”. García Carrasco dice que con la mano
izquierda echaba gotas de aceite en el agua recitando unas palabras ininteligibles y
formando la forma de una cruz. La nómina de pacientes de Francisca es amplia. A
un mozo de dieciocho años le trató con el célebre ritual de las gotitas antedicho.
Se trata de un protocolo de clara raíz sincrética, utilizado por los sefardíes para
incorporarse posteriormente a la heterodoxia cristiana. Hemos registrado en la
Alcarria este procedimiento para conocer si alguien estaba “fascinado” en Pastrana
(AHN, Leg.88, Exp.16), Hita (AHN, Leg 89, Exp. 137) y Guadalajara (AHN, Leg
91. Exp.3).
El testigo Domingo Gil Ceballos, cirujano de las Majadas, defiende que la
acusada gradúa del mal de ojo a sus pacientes, estando de igual modo al terminar
sus curaciones, motivo por el que tilda a Francisca de embustera. Preguntado por si
tiene alguna señal particular, Domingo dice que lo ignora pues no trata con la mujer.
Las marcas corporales podían ser signo de pacto demoníaco ya que los teólogos
pensaban que era la señal de la alianza entre las brujas y Satanás, certificado en un
acto carnal entre ambos (Tausiet 2004: 61). Por tanto, la búsqueda de esta señal era
un indicio claro de su culpabilidad, por lo que los médicos fueron profusamente
consultados en esta materia (Szasz 1981:51).
Joseph Saenz de Zenzano no era afecto a las prácticas de la curandera:
“quién su misma casa bio acer bendiciones sobre dicha pocas de aguas que estaba en la
cazuela aragonesa la que vertio en el tras fuego que no sabe decir que lo hiciesse más
porque teniendo aquellas bendiciones el declarante por una cosa que ni podía marcar ni
sanar las tubo por embeleso y amenazó a su mujer Isabel Rodríguez que con una raxa
de ella y a la curandera si bolvia les había de romper los huesos porque aquello solo lo
hacía la curandera para sacar quatro mendrugos de pan y que no quería que en su casa
se hiciesen aquellos embustes”.
La escasa presencia de especialistas provocaba que fuera común encontrar
médicos contratados en varios pueblos al mismo tiempo, razón por la que pululaban

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Figura 3. Instrucciones para los


algebristas de cómo colocar un hombro.
Mercado (1599: 34).

todo tipo de algebristas para los huesos, parteras, hernistas… (Alamillos 2013:
101). La formación de estos expertos se basaba en la experiencia a diferencia de los
estudios oficiales de médicos y cirujanos. Paulatinamente se regularizó su práxis
con exámenes y concesión de licencias –véase el manual para algebristas de Luis
Mercado en 15991-.
Miguel Huerta, estudiante de teología, también tuvo noticia de los tratamientos
de Francisca Izquierdo aunque sin ninguna fe en su profesionalidad. El testigo dice:
“cuando la Rebollo vecina de esta villa mujer de Juan Arias menor que tenía el corazón
podrido mal modo oyendo decir que dicha mujer cura con oraziones tomando con una de
sus manos y no sabe cual un candil encendido y con un dedo a la otra mano mojándolo
en el aceite del candil echa 3 gotas de aceite diciendo unas palabras de oraziones que no
save cuales son”.

1 MERCADO, L. (1599) Instituciones que Su Magestad mando hazer al doctor Mercado su medico de cámara
y protomédico general, para el aprouechamiento y examen de los algebristas: en las quales se declaran las diferencias
que ay de coyunturas. Pedro Madrigal. Madrid.

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El ritual de las gotas, extendido en todo el país, permitía identificar al afectado


por mal de ojo. Si las gotas de aceite desaparecían en el agua el diagnóstico era
positivo mientras que en caso contrario, si permanecían inalteradas o divididas
en la superficie era negativo (Jurado 2005: 54). La susodicha Rebollo afirma que
estando convaleciente en cuatro ocasiones hizo llamar a la rea para sus males
habituales. La curandera procedió con:
“una cura de miel cruda desde el pescuezo por todo el espinazo qué polvoreada también
con perruna molida y luego le sobreponía unas estopas era todo bueno para calenturas y
también unas quantas vezes cogia un candil encendido la mano izquierda se santigua
bien con la mano derecha y luego sacaba el dedo corazón de la mano derecha con la que
echaba tres gotas de aceite”.
Tras este tratamiento la curandera cambió la estrategia diciendo a la enferma:
“que no vaciase el agua en el trasfuego porque se apagaría la lumbre y la curandera
la vertio en la cozina al día siguiente volvió la curandera a la casa de la declarante
diciendo que no se podía pisar el agua que ella había bendito, con lo que la declarante
acabo de desestimar todo lo que aquella mujer curandera hazia y qué más lo hacía
porque la dieran pan o de lo que tenía en su casa que no por otra cosa”.
La reprobación popular y el escaso escándalo sobre la población marcaron que
la condena se redujera más a una advertencia que a una amonestación. En 1753 el
Sto. Oficio de Cuenca por mediación del inquisidor Francisco de Larrea aprueba
que sea reprendida severamente por los alcaldes ordinarios, amenazando con ser
castigada si persiste en ejecutar semejantes curaciones.

ADC, LEG. 775 .EXP. 1952. TOMÁS MERINO. SIGÜENZA. 1770


El sumario se inicia el 14 de abril de 1770 con la declaración de Felipe de Mirallar
contra su compañero del seminario de San Bartolomé de Sigüenza, Tomás Merino.
Los seminarios fueron una herramienta de la Contrarreforma para profesionalizar
el sacerdocio (Sangalli 2007: 103). La institución seguntina fue fundada en 1650
por Bartolomé Santos de Risova en sustitución de las instalaciones universitarias
que había construido el cardenal Mendoza en 1489 (Baltés 2011:114). La causa
de la acusación fue la intención de Tomás de corromper a Felipe hacia el pacto
demoníaco. Tomás Merino y un cómplice tomaron la determinación de llevar a
cabo la diabólica alianza con la cooperación o no del declarante. Felipe de Mirallar
sobre al delatado dice “que lo tiene por natural del pueblo de Emvid, en el partido
de Molina de Aragón del obispado de Sigüenza, su edad como de catorze años, estado
libre”. Desconocemos la situación socioeconómica del acusado, pero dado su origen
rural, seguramente fuera humilde. En este sentido, las instituciones eclesiásticas
hacían grandes esfuerzos por promocionar a la clerecía a niños pobres, quienes
eran ayudados por la mesa capitular y la episcopal en los gastos correspondientes,

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labrándose un futuro prometedor (Bartolomé 1999). Prosigue la descripción del


imputado en el plano psicológico “Su jenio bastante altivo, sus operaciones nada
edificantes”. Don Francisco Anchuelo y Vitoria, Secretario del Secreto del Santo
oficio de Cuenca, firma la pesquisa que finalmente quedó suspensa. No deja de
ser significativo que el otro caso de pacto demoníaco que hemos registrado en la
provincia sea para convertirse en canónigo en Gárgoles de Arriba (ADC, Leg.614.
Nº 7415 Bis).

CONCLUSIONES
La hechicería de la Sierra Norte de Guadalajara está cimentada en la necesidad
de sus habitantes en hallar remedios a sus dolencias y avatares diarios. A falta de
un sistema sanitario estable se acude a especialistas “reputados” que recurren a
tratamientos que mezclan tradición, fervor y remedios naturales. Precisamente el
escándalo público y la alarma social será el detonante que haga actuar a la justicia
inquisitorial para cortar el brote supersticioso. Desde Atienza se fiscalizará un
extenso radio de acción en pueblos que traspasan las fronteras de Guadalajara hasta
la vecina Soria, donde no debe olvidarse que existe el afamado foco de Barahona,
conocido por el caso de las Brujas de Pareja. Para ello contarán con una red de
familiares que actuarán de cadena de custodia hasta las cárceles secretas de Cuenca,
donde son procesados.
Cabe destacar que en la Edad Moderna la mujer tenía serias dificultades para
realizar actividades en el ámbito extra doméstico tal y como era concebido su
papel social. En esta corriente influyó la prohibición de la mujer para agremiarse,
la consideración del trabajo manual como difamante y por tanto, contrario a
la honra. También era considerado deshonesto que una mujer soltera tuviera
negocios, sólo aceptados con reticencias para viudas en la continuación del
ejercicio de su difunto marido (Aguado et alii 1994: 265). En este contexto las
actividades clandestinas sanitarias o espirituales tuvieron un sentido evidente
de necesidad tanto para los pacientes como para los practicantes. Las mujeres
sin el respaldo de un hombre estaban avocadas a la mendicidad, razón por la
que tuvieron que buscarse modos de sobrevivir en tiempos difíciles. Cabe aludir
en este asunto como salida profesional las actividades deshonestas de índole
heterodoxa o sexual, motivo por el que fueron reubicadas en centros atendidos
por beatas, denominándolas “las recogidas” (Ortega 1997:286). La única isla
en la que los profesionales varones no habían apartado aún a las mujeres de la
marginación era el campo de la obstetricia. Las parteras abrieron el campo de la
curandería a mujeres del mundo rural hasta que su praxis fue denostada por los
médicos universitarios (Martín 2006: 360).

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