Hechiceria y Supersticion en La Sierra N
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Hechiceria y Supersticion en La Sierra N
Resumen
Este estudio aborda las prácticas heterodoxas y expedientes de procesos de hechicería conservados en
el Archivo Diocesano de Cuenca referentes al entorno geográfico de la Sierra Norte de Guadalajara.
La necesidad económica, la falta de profesionales médicos y la incertidumbre ante la vida y la
enfermedad hizo que proliferaran personas que decían curar los males a través de la mezcla de fe,
superstición y sabiduría popular.
Palabras clave
Hechicería, Sierra Norte, Guadalajara, brujas, superstición.
Summary
This study focuses in the heterodox practices and records of sorcery processes preserved in the
Cuenca´s Diocesan Archive referring to the geographical environment of the Guadalajara´s north
mountains area. The economic needs, the lack of medical professionals and the uncertainty before
the life and the disease caused that they proliferated people who said to cure the evils through the
mixture of the faith, superstition and popular wisdom.
Key words
Sorcery, Sierra Norte, Guadalajara, witches, superstition.
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INTRODUCCIÓN
Bajo los términos hechicería y superstición se aglutinan diversas prácticas
heterodoxas como la adivinación, invocación, curación, maldición, bendición y
arreglos amorosos en base a un pacto demoníaco implícito. La brujería sin embargo
requiere un pacto explícito, del que emanan una serie de poderes para la bruja
o brujo, reuniendo a sus acólitos en un conventículo y creando en la piel una
marca como señal de esta alianza. Estas habilidades de hechicería y brujería eran
perseguidas por las autoridades religiosas y civiles tanto por su posible estafa como
por su vana observancia -fuero mixto- (Torquemada 2012: 35). El problema de
la Inquisición frente a este colectivo residía en precisar si una acusación contenía
hechos hereticales o no, una dificultad que implicaba su jurisdicción eclesiástica o
seglar (Alamillos 2015:99).
El actual territorio de Castilla La Mancha quedaba custodiado bajo la jurisdicción
de tres tribunales inquisitoriales, Toledo, Cuenca y Murcia en la Edad Moderna.
El Santo Oficio se estableció en Cuenca a finales del siglo XV, concretamente, en
el año 1488. Los archivos de la inquisición de Sigüenza pasaron a Cuenca cuando
fue agregado este tribunal en los primeros años (Cirac 1965: 20). Concretamente
en 1499, desligándose en favor de Toledo en 1506 y volviendo a reintegrarse con
Cuenca en 1522 (Blázquez 1985). Todos los procesos de la región que nos ocupa
quedaban bajo el auspicio de Cuenca, cuyos sumarios se hallan conservados en el
Archivo Diocesano de la ciudad. En este artículo se presentan las conclusiones a
un estudio documental de la realidad supersticiosa y actividad heterodoxa en la
Sierra Norte de Guadalajara desde 1532 a 1770. Un lapso de tiempo en el que estas
prácticas permanecieron inalteradas.
Este trabajo supone la prolongación de un artículo previo sobre la hechicería y
superstición en la Alcarria de Guadalajara (Fernández 2018), buscando completar
el espectro mágico de toda la provincia con esta nueva aportación. Podemos
apuntar una diferencia entre sendos contextos donde en el área alcarreña se busca
en mayor medida la intervención en ámbitos amorosos mientras que en los pueblos
serranos es la curación de enfermedades la preocupación casi exclusiva. El recurso a
la hechicería en estos ámbitos rurales rompe la defendida dicotomía entre brujería
campestre y hechicería urbana que propugnaron algunos autores (Caro Baroja 1992;
Blázquez 1990). La diferencia, sin duda, radicaba en la disponibilidad o ausencia de
profesionales del ámbito sanitario. Por otra parte, los casos documentados parecen
desmentir la línea que abogaba por una hechicería de subsistencia privativa del
ámbito urbano (Tausiet 2007: 196), siendo común al rural.
Para conseguir la uniformidad en las competencias, tramitación de las causas,
organización de los tribunales y jurisprudencia en todo el reino se crearon unas
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CONTEXTO GEOGRÁFICO
La Sierra Norte se extiende desde Somosierra hasta el Señorío de Molina,
ocupando un relieve accidentado con una gran diversidad litológica en las sierras
de Ayllón, la sierra de Alto Rey, la sierra de Pela y la sierra Gorda. Pizarras, cuarcitas
paleozoicas, areniscas, margas y calizas secundarias, se disponen por todo el
territorio. Las condiciones climáticas son rigurosas en invierno y frescas en verano
con sequía estival. En estas condiciones aparece un ecosistema de transición entre
el bosque mediterráneo de hoja perenne y hoja caduca (Planeta 1989). El hábitat
es disperso, con pequeñas poblaciones en peligro de desaparecer y tres cabeceras
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ADC, LEG 113. EXP.: 1573. MARCO BARBER. ATIENZA. AÑO 1532
El expediente comienza en febrero de 1532 con el aviso de Andrés de Illana ante
García Gallego, escribano de sus majestades, para dar cumplido escarmiento en
forma de azotes a Marcos Barber según mandato del señor inquisidor. El reo estaba
cobijado en casa de Andrés de Illana, quien:
“hizo cavalgar al dicho Marcos en un asno y desnudo de la çintura arriba con una
coroça en la cabeça; e ansí andubo por las calles públicas de la dicha çibda pregonándole
con boz alta por Juan de Murçia, pregonero público della los dichos delitos contenidos
en esta sentencia desta otra parte. El dicho pregonero, acabado el pregón, le dava el açote
e ansí traýdo el dicho Andrés de Illana dixo que le llevasen a casa de Andrés López,
alguazil desta çibdad,”.
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cabeça, y que en poniéndoles el libro en la cabeça se yvan los espíritus y que algunas
vezes le davan de bofetones”.
Cuando fue preguntado por el uso de hierbas “curava e curó muchas enfermedades
con yervas, ansí tollydos como otros que deçían que estavan endemoniados, con nueve
evangelios que les hazía dezir nueve días y con misas”. El uso de las hierbas, la fe y su
gracia eran un conjunto para lograr la salud. Curaba antes de su visión en Sopetrán
con hierbas desde que:
“le vino viendo una muger en su pueblo que estava doliente e tollida e pasmada que no
hablava cosa ninguna, e que ansí como este confesante le puso aquellas yervas convaleçió
e habló, y está bien hasta oy día; e lo mismo hizo a otra por la graçia de Dios que
entonçes le reveló”.
Dijo que tuvo la revelación en su espíritu para el uso de “tomillo y mejorana, y
corona de rey y espliego, y mançanilla y romero, y casco de naranjas y ysopillo, y açafrán
y ençienso, y coçidas en vino blanco”.Elementos como el tomillo y el romero tienen
probadas cualidades digestivas y contra los dolores de cabeza respectivamente
(Renedo 2016). El uso del azafrán en emplastos es conocido como socrocio, remedio
que fue dispensado por una curandera a Santa Teresa de Jesús (Sánchez 2015:243).
Por último, el vino es un elemento que ha sido utilizado como aglutinante por
sus propiedades gástricas, diuréticas, analgésicas, antinflamatorias, facilitador de la
circulación sanguínea y desinfectante (Martínez 2005).
Por otra parte, fue cuestionado si era capaz, como había dicho en algunas villas,
de liberarse de grandes cadenas aunque le atasen de pies y manos, de hacer crecer
ante todos galgos o liebres y hacer entrar a muchos hombres cargados de tocinos en
las iglesias. Reconoció las dos primeras apreciaciones, aceptando que fingía hacer
milagros “por hurtar la gente”. Cuando fue preguntado por cómo fue inducido por
el demonio, relató un extenso incidente en el camino entre Sopetrán y Valfermoso
de las Monjas. En el trayecto afirmó ser asaltado por un grupo de frailes negros
encapuchados que le amenazaron de muerte si no hacía su voluntad. Le exigieron
su alma para “Berzebú” o un miembro de su cuerpo como ofrenda. Le señalaron el
dedo pequeño de la mano derecha y le obligaron a guardar silencio de lo sucedido.
Solicitando que renegara de Cristo él se obstina en su negativa pero aceptó su
auxilio ante la amenaza de ser ahogado en la peña Camasía. La peña Camasía es un
lugar imaginario en el ideario colectivo para referirse a un punto en que ocurrían
sucesos diabólicos, presente en la literatura del Siglo de Oro (Simonatti 2015).
Desde este momento obtiene un pacto demoníaco con estos entes representantes
de su capitán, Berzebú, con la siguiente consecuencia:
“dixeron que sanaría muchos endemoniados. Dixo este confesante que cómo los haría.
Dixeron que se ynvisterían en este confesante y ellos llamarían aquellos espíritus e darían
tormento al cuerpo, de arte que paresçía que salían de allí; y este confesante les dixo que
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cómo quedaría el cuerpo libre para que él fuese creýdo y ellos le dixeron que no curase,
que ellos lo harían”.
Muy sugestivo es el siguiente pasaje donde se dan instrucciones a Marco por
parte de los cofrades negros:
“este confesante les dixo qué forma e arte tenía para que este confesante viese e conosçiese
todo aquello para que las gentes creyesen que este confesante tenía la graçia e virtud de
su Dios; y ellos le dixeron que ellos lo harían que paresçiese que todo venía de Dios y que
le dixeron que, quando hiçiese algún milagro, que no hiçiese cruz, sino como garavato
una señal y que no rezase ninguna cosa; y este confesante les dixo que, pues no querían
que rezase, qué manera tenía para que los juezes e gente le creyesen que hazía milagros;
y le dixeron que oraçión ninguna de nuestra ley no avía de dezir, sino menear los labios
como que reçaba”.
Es recurrente en otros estudios que hemos llevado a cabo en la provincia de
Guadalajara el uso de oraciones y rogativas de forma que resulten incoherentes al
interlocutor. Se recitan de forma susurrante, entre dientes, como una letanía similar
al rezo cristiano pero cuyo mensaje se quiere ocultar por miedo a represalias. En
este contexto, recordaremos que es la fuerza de la palabra la clave donde residía
la eficacia en el ritual, un procedimiento que sucede invocación, narrativa y
culminación en un estribillo (Rodríguez et al 2014).
El legajo finaliza con la referida condena del principio. A voz de pregonero
sobre un asno, soga al cuello y coroza, sufrirá doscientos azotes en Atienza, otros
doscientos en Sigüenza y cárcel en Segovia, a donde fue remitida la sentencia el 10
de febrero de 1532. La crudeza del auto parece explicada “en traer tras sí tanta gente
engañada y el escándalo grande que a senbrado en este obispado” haciéndose pasar por
hombre santo y con gracia de curar.
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Quiteria, abogadas contra la rabia, razón por la que portaban elementos simbólicos
como la rueda, elemento de su martirio o la cruz (Peris 2009:75). Eran figuras que
podían ejercer bajo licencia del obispo de la diócesis e incluso eran respetados por
autores antisupersticiosos como Martín de Castañega (1529). Quizá la intención
del curandero de Rienda era regularizar su situación.
Olalla, mujer de Miguel de Gálvez, vecina de Cañamares y de 50 años de edad,
describe cómo enviaron a un criado hace seis años con una cinta de su hijo enfermo
para Juan de Jodra. El sirviente le dijo a su ama que:
“le avia dicho Jodra quando mobió la çinta que el niño estava golpeado y malito sin que
él le oviese dicho ninguna cosa ni otra persona, y que es verdad que el dicho niño estava
malo de una caýda que le avían dado otros niños”.
María Brava, declara que hace cinco meses acudió a Atienza el reo cuya fama de
curar el mal de ojo hizo que le llamara para ver a su hermana. En su casa:
“le ensalmó las palmas e los pulsos, trayendo el dedo restañando por ello e diziendo
çiertas palabras entre dientes que esta testigo no las entendió; y después que las ubo
santiguado esta testigo le preguntó que qué mal hera aquel de su hermana y el dicho
Jodra respondió que hera ojo y que una muger bieja que no la benía su regla y que avía
seydo acosada fuera deste pueblo, y que esta testigo le dixo que abía caýdo beniendo de
su tierra, porque no heran naturales desta villa; y entonçes el dicho Jodra dixo que benía
ya tomada del ojo quando cayó e que, desmayada de ello, cayó, e que luego le pidió una
çinta e no se la quisieron dar, e después le dieron una trençadera de una gorguera de una
camisa que no se aquerda bien y que se llevó la dicha çinta consigo diziendo que cada
día la avía de ensalmar allá e que, si él estubiera en el pueblo, que cada día la biniera
a ensalmar, pero que en su lugar ensalmaría la çinta y que su mal no se remedia ni que
moriría de aquella enfermedad”.
Escolástica de Carvajal, vecina también de Atienza, reconoce que estuvo Juan
Jodra en la villa “a saludar y ensalmar, que lo tiene de costumbre en toda esta tierra”.
A Escolástica le informó Juan de Jodra que se intercambiaba conocimientos con
el fraile de Orta. En la escena también comparece la nieta de Escolástica, de igual
nombre, e informa que:
“Jodra, vezino de Rienda, y començó de dezir que él se avía visto con aquél que hazía
milagros en Çaragoza, y que savía él más que el otro; y que avía de venir otro sobre todos
que supiese más que él”.
Desconocemos si realmente estos encuentros se producían, lo cierto es que estas
furtivas vías de aprendizaje informal eran las únicas vías posibles para aumentar el
conocimiento asistencial.
Los señores inquisidores, el doctor Ayora y el doctor Vergara, canónigo de la
magistral de Cuenca, suspendieron la causa contra Juan de Jodra al entender “que
deste negoçio no se debe conosçer en este Santo Officio por no ser negoçio que a él
toque”. Sorprende la resolución cuando es evidente la intervención supersticiosa en
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las prácticas del vecino de Rienda. Quizá el factor de la escasa alarma social haya
jugado en favor del reprendido Juan de Jodra. A tenor de los hechos el acusado
proseguiría su ejercicio de forma libre reforzado por la sentencia absolutoria.
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llevado el conquense Fernando de Arenas como amante de una de ellas (ADC, Leg.
783. Exp.2712).
Al ser llamado a declarar Juan de Ayuso certifica que ha sido emplazado en
muchas partes para curar con palabras y medicinas:
“las palabras son en el nombre del padre y del hijo y del espíritu sancto tres personas
distintas y un solo dios verdades que es la Sma Trinidad con la gracia que dios mea dado
yo te santiguo dios te sane del mal que tienes”.
Repite tres veces este mantra haciendo cruces y recitando tres Ave Marías.
Acerca de las medicinas, dice usar “yerbas o aceites, bino bendiciéndolo con las
mismas palabras”. Al ser preguntado por su posible conocimiento de brujas, dice
que presume que dos mujeres que viven en Romanillos lo son:
“una llamada la de Galbe por llamarse su marido fulano galbe que es una mujer alta
vieja con una señal en el oxo que por estas señales y casos que le an sucedido con ella
entiende ser bruxa”.
Comúnmente en la Edad Moderna se creía que los pactos demoníacos eran
sellados con una marca en la piel tales como verrugas o lunares utilizadas como
pruebas en los juicios (Fargas 2016:78). Juan de Tejedor en 1630 en Trillo para
identificar a unas brujas dice que no hay más que ver unas marcas que tienen en
la frente (ADC, Leg.433. Exp.6123). Juan de Ayuso prosigue su alegato diciendo
que de camino de vuelta a Rienda desde Fuentegelmes, jurisdicción de Almazán,
fue sorprendido pasado Barahona y Alpanseque:
“les salieron a este testigo diez o doce mujeres y sin hablar palabra llegaron a el y le
derribaron de una yegua en que venia a caballo mas de diez veces y le siguieron haciendo
herrar el camino por cuestas y cerros asta llegar a unos guertos que están antes de entrar
en la billa del Paredes por manera que tardo en la media legua dicha mas de quatro
horas asta que canto el gallo y entonces lo dejaron y ansimismo declara que cuando lo
derribaban de la dicha yegua decía Jesus válgame las Santisima Trinidad y entonces se
apartaban y que de todas ellas no pudo conocer a ninguna sino esta fulana de galbe a la
qual le dixo este testigo bastaba que vos biniesieis aquí para no llegar yo esta noche a mi
casa y que entonces todas se juntaron y le echaron a rodar a el y a la yegua y le hicieron
dar tres o quatro vuelcos una questa abaxo”.
Al margen de la verosimilitud del relato, lo que parece un hecho es la concepción
en Barahona y Alpanseque de un lugar terrorífico ocupado por mujeres reunidas en
juntas demoníacas en la noche. El proceso quedó suspenso.
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apareció entre las delaciones de los testigos que llegaron en mayo de 1638 a oídos
del licenciado Julian Bravo, inquisidor de Atienza. Así rezan los testimonios;
Francisco García, tabernero vecino de Caracena, afirmó que Joan Ramón, vecino
de la misma villa “tiene mal oficio de que es echicero y que ace daño a quien a el le da
disgusto y los amenaça públicamente”. Así sucedió con Francisca García, tabernera
que le negó vino gratuito y fue amenazada con tener un mal de madre como así
fue. También amenazó de graves enfermedades a los hijos del alguacil, que penaron
con virulentas fiebres. Sobre otros casos similares:
“Luis de Villacorta y a Luis Calderero los amenaço porque le abian sido contrarios por
cierta cantidad de trigo que debía en un cámara los abia de hacer mal y estos estuvieron
luego malos y murieron de aquella enfermedad y este diçen que se alabo que tres le abian
sido contrarios que los dos ya los tenia enterrados este al tercero amenaçado que se llama
fulano Calderero lo fue a visitar y dijo a ala muxer del enfermo pesame que se muera
vuestro marido dadme vino y açeite aver si con lo hiciere yo lo podre rescatar”.
Otro declarante apostilla “este señor estaba mal recibido y opinado en toda aquella
tierra de hechiero y brujo que no ay en toda ella quien no le tema”. El hechicero
instrumentaliza la mentalidad de que la muerte y la enfermedad se utilizaban como
sistema de atribución de la culpa, por lo que el peligro a contaminarse es un factor
poderosísimo de persuasión a las demandas del coaccionador (De los Cobos 1998:
239). También se afirma que en una timba de naipes perdió todo su dinero frente
a unos vecinos que le vieron presentarse con sapos cogidos de un charco para
hacerlos desaparecer ante sus ojos.
La siguiente testificación acusa a un lobero de Berlanga, Juan Serrano, quien
utilizaba a estos depredadores para extorsionar a otros ganaderos:
“que como dicen los encantaba nunca llegaban al ganado que el guardava y la aparecio
a este pastor eran hechadicos aquellos lobos según el daño que le hicieron y dixo, ahora
digo que sabe mas morate que yo, este a los ganaderos los pide le den algunas cosas para
no vaya los lobos a su ganado”.
La figura del lobero era la de aquel que tras haberse familiarizado con estos
depredadores, dominaba a la manada en su beneficio pidiendo dinero a cambio
de protección a los ganaderos de la región. Es un personaje muy extendido por
toda Europa y estudiado en Asturias (Arrieta 2005), Galicia (Risco 1962), Cuenca
(Cirac 1942; Cordente 1990), Guadalajara (Fernández 2018) e inquisición de
Toledo (Caro Baroja 1995).
Tras citar la nómina de brujas y hechiceros que atemorizan las localidades de
Manzanares, Losana, Campinsábalos y el Fresno de Caracena donde se dice “seis
personas que tienen atemorizada esta tierra y que son Brujas y que todas son hijas y
madre” comienza la relación en contra de María de Barona, vecina de la Hoz de
Arriba. Ocho informadores de la Hoz de Arriba y de Caracena testifican en su
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contra. La procesada cuenta con cincuenta y ocho años y está casada con Andrés
García, “de oficio labrador que gana de comer con su trabajo segando y que esta gana
también de comer haciendo ropa”. Francisco la Morena declara que “Maria Gaona
mato un niño de Luys de Diego vecino de la villa de Caraçena porque les pidió ciertas
cosas a sus padres y no se lo quisieron dar”, razón por la que ahora ninguna persona
le osa negar nada de lo que le pide por el gran temor que infunde. La misma suerte
funesta recibieron un tal Cristóbal que le negó un pedazo de oveja para comer, que
luego estuvo muy malo y murió según Librada Alonso y el gato de Andrés Serna.
Idéntico destino tuvo Alonso Torero, quien al negarle unas abarcas cayó enfermo.
Tal debió ser el miedo a María que tenía amedrentada a la población de Caracena,
Francisco Bravo lo refleja así; “le dixeron hiciese amistad con Maria Bahona porque
no le matase otra criatura que tenia ni lo matase a el ni a su mujer”. Otra madre ante
el temor de perder a su recién nacido al pasar por su puerta:
“que pasando por delante de la puerta de una mujer estando ella dentro de su casa la
llamo y dixo sia nacido un hijo me ha nacido y me han dicho que soi bruja voto a Dios
y a esta cruz si me lo matays que os tengo que tirar un escopetaço”.
Esta desesperada advertencia debe ponerse en relación a la muerte de una niña
atribuida a la hechicera la noche de Santa Librada “la qual amaneçio ahogada y
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golpeada con cardenales y arrancada una oreja”. Esta circunstancia y las evidencias
lesivas de la víctima, nos recuerdan a un caso muy similar en Gascueña, en la
Alcarria conquense (ADC, Leg.770b. Exp.1637), quizá achacable a malos tratos en
el seno familiar. Tristemente el testimonio del afligido padre Francisco la Morena
alude los escasos remordimientos de la rea “después de muerta la dicha niña se alabo
dello la dcha Maria Bahona y también se alabo de que avia comido guindas aquella
noche de Sancta Librada”.
Francisco de la Morena aporta un episodio en el que su mujer la llamó bruja,
defendiéndose la inculpada “si lo soy otra me lo enseño y mas de otras quatro hay”.
Pedro de Bachiller declaró “que habido y ay en la villa de Caracena muchos brujos
y brujas y que uno de ellas es María Bahona”. Esta frase daría crédito a la confesión
de la propia María de que hay más de cuatro brujas. Más aún, amenazada por un
vecino de que acabaría acusada de bruja en Cuenca, “respondió que si ella iba a
Cuenca avian de ir mas de dos”. A tenor de estas manifestaciones parece que en el
sur de Soria existía un importante flujo de prácticas heterodoxas que irradian al
norte de la provincia de Guadalajara.
El proceso se dilató extraordinariamente en el tiempo pues la Inquisición
conquense a 20 de Febrero de 1637 examinó el caso pasados más de tres años de
que los hechos estuviesen calificados. Se remitió al licenciado Juan Bravo, cura
de San Salvador de Atienza y Comisario del Santo Oficio, la misión de prender a
Maria Bahona para que fuera llevada hasta la cárcel de la Inquisición de Cuenca
a través de las villas del camino de familiar en familiar. Conocemos el periplo de
la rea de forma pormenorizada. Se trata de una cadena de custodia en la que los
familiares ejercen de huéspedes y portan la documentación de la procesada hasta
llegar a su destino. Como podrá comprobarse en la tabla anexa es un sistema que
funciona con celeridad pues los propios engranajes de la cadena no desean acoger
a un interrogado por hechicería por miedo al contagio.
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ADC, LEG. 603 BIS. EXP. 7289. FRANCISCA IZQUIERDO. IMÓN. 1753
La protagonista de este expediente es la viuda Francisca Izquierdo, de
cincuenta años, natural de la villa de Imón, en el obispado de Sigüenza. Se la
describe físicamente “de estatura media de color algo moreno de rostro enjuto de
pecho abultado”. Viste como una lugareña “lleva su vestido ordinario y pobre al
modo de la Sierra el jubon de paño pardo una saya de paño de Albarrazin de color de
la de cuervos y encima de esta otra en falda de color”. Francisca se estableció con un
hijo suyo de ocho o nueve años con motivo de la temporada del “descardadero”
en las Majadas (Cuenca). El muchacho se dedica a los ganados de Juan Manuel
de Toledo. Según algunos vecinos, la mujer “se mantiene en dicha villa haciendo
algunas curaciones supersticiosas” y también “se ejercita en curar mal de ojo”. Por
requerimiento del cura, Gregorio Carrasco, alcalde ordinario de las Majadas,
se le instó a salir de la villa, defendiéndose Francisca “que ella se mantenía
de su trabajo de hilar y que no tenía motivo para hacerla salir”. Como podrá
constatarse, parte del vecindario era contrario a su presencia y se descalificaba
a la imputada:
“tiene vicio de beber con excesso vino y aguardiente de lo que se tiene en sus respectivos
puestos de vino y aguardiente y también ha observado dicho cura aquí la expresada
curandera no frecuenta sacramentos ni acude a la iglesia en otros días que en los
festivos o collendos”.
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todo tipo de algebristas para los huesos, parteras, hernistas… (Alamillos 2013:
101). La formación de estos expertos se basaba en la experiencia a diferencia de los
estudios oficiales de médicos y cirujanos. Paulatinamente se regularizó su práxis
con exámenes y concesión de licencias –véase el manual para algebristas de Luis
Mercado en 15991-.
Miguel Huerta, estudiante de teología, también tuvo noticia de los tratamientos
de Francisca Izquierdo aunque sin ninguna fe en su profesionalidad. El testigo dice:
“cuando la Rebollo vecina de esta villa mujer de Juan Arias menor que tenía el corazón
podrido mal modo oyendo decir que dicha mujer cura con oraziones tomando con una de
sus manos y no sabe cual un candil encendido y con un dedo a la otra mano mojándolo
en el aceite del candil echa 3 gotas de aceite diciendo unas palabras de oraziones que no
save cuales son”.
1 MERCADO, L. (1599) Instituciones que Su Magestad mando hazer al doctor Mercado su medico de cámara
y protomédico general, para el aprouechamiento y examen de los algebristas: en las quales se declaran las diferencias
que ay de coyunturas. Pedro Madrigal. Madrid.
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CONCLUSIONES
La hechicería de la Sierra Norte de Guadalajara está cimentada en la necesidad
de sus habitantes en hallar remedios a sus dolencias y avatares diarios. A falta de
un sistema sanitario estable se acude a especialistas “reputados” que recurren a
tratamientos que mezclan tradición, fervor y remedios naturales. Precisamente el
escándalo público y la alarma social será el detonante que haga actuar a la justicia
inquisitorial para cortar el brote supersticioso. Desde Atienza se fiscalizará un
extenso radio de acción en pueblos que traspasan las fronteras de Guadalajara hasta
la vecina Soria, donde no debe olvidarse que existe el afamado foco de Barahona,
conocido por el caso de las Brujas de Pareja. Para ello contarán con una red de
familiares que actuarán de cadena de custodia hasta las cárceles secretas de Cuenca,
donde son procesados.
Cabe destacar que en la Edad Moderna la mujer tenía serias dificultades para
realizar actividades en el ámbito extra doméstico tal y como era concebido su
papel social. En esta corriente influyó la prohibición de la mujer para agremiarse,
la consideración del trabajo manual como difamante y por tanto, contrario a
la honra. También era considerado deshonesto que una mujer soltera tuviera
negocios, sólo aceptados con reticencias para viudas en la continuación del
ejercicio de su difunto marido (Aguado et alii 1994: 265). En este contexto las
actividades clandestinas sanitarias o espirituales tuvieron un sentido evidente
de necesidad tanto para los pacientes como para los practicantes. Las mujeres
sin el respaldo de un hombre estaban avocadas a la mendicidad, razón por la
que tuvieron que buscarse modos de sobrevivir en tiempos difíciles. Cabe aludir
en este asunto como salida profesional las actividades deshonestas de índole
heterodoxa o sexual, motivo por el que fueron reubicadas en centros atendidos
por beatas, denominándolas “las recogidas” (Ortega 1997:286). La única isla
en la que los profesionales varones no habían apartado aún a las mujeres de la
marginación era el campo de la obstetricia. Las parteras abrieron el campo de la
curandería a mujeres del mundo rural hasta que su praxis fue denostada por los
médicos universitarios (Martín 2006: 360).
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