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Metabolismo Urbano

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7.

METABOLISMO URBANO

El urbanismo ecológico busca la máxima autosuficiencia funcional y metabólica de los


ecosistemas urbanos. La autonomía de los flujos metabólicos para un área determinada
implica una regresión de la entropía proyectada en el sistema-entorno derivada del
consumo masivo de materiales, energía, agua y alimentos.

La autosuficiencia metabólica a nivel local requiere de una definición de trazado de los


límites ecológicos, es decir, del establecimiento de una célula básica de cobertura para
el abastecimiento y depositado de recursos. La planificación urbanística reservará
espacios en los tres niveles de ordenación (subsuelo, superficie y altura) para aprovechar
al máximo los recursos metabólicos locales.

GESTIÓN DE LA ENERGÍA

La eficiencia energética busca la aproximación a la autosuficiencia a partir de la


generación de energías renovables y la adopción de medidas de ahorro y eficiencia para
los principales sectores consumidores: doméstico, servicios y equipamientos, movilidad,
primario y los relacionados con los flujos másicos (gestión del agua y los residuos). Los
proyectos de ordenación incorporarán todos aquellos sistemas pasivos y activos que
acerquen el nuevo urbanismo a la autosuficiencia energética. Para la reducción de la
energía de uso en la edificación se tendrá en cuenta los sistemas pasivos incorporados
en la misma construcción aplicando principios bioclimáticos: orientación, el propio
diseño del edificio, el aislamiento de ventanas y muros, la protección solar en cubiertas
y fachadas, el control de la ventilación e infiltraciones, entre otros.

En cuanto a la generación de energías renovables, se analizará la viabilidad de


aprovechamiento de las fuentes renovables locales según las condiciones físicas y
climáticas del ámbito de actuación: solar térmica, fotovoltaica, biomasa residual,
geotermia, eólica, etc. En los nuevos desarrollos urbanos y en las áreas en rehabilitación,
como mínimo el 35% del total de la energía de una vivienda se deberá proporcionar
mediante tecnologías de captación solar. La cuota de autoproducción mínima para la
demanda térmica (calefacción y refrigeración) será del 50% y del 70%, para ACS.
También se incorporarán paneles fotovoltaicos para cubrir el 100% de la energía
eléctrica de los elementos comunes del edificio (ascensor, luz, escalera, etc.). Por lo
tanto, el proyecto de ordenación reservará espacios en las cubiertas para la instalación
de captadores de energía térmicos y fotovoltaicos. En el subsuelo, se valorará la
instalación de acumuladores para grandes volúmenes de agua caliente. Estos depósitos
aportan la energía base para calentar o enfriar grandes volúmenes de agua a partir de
energía solar. El diferencial hasta la temperatura idónea es aportado por bombas de
calor o por la central energética del distrito a través de redes de agua caliente y fría.

GESTIÓN DEL AGUA

La eficiencia en el ciclo del agua está sujeta básicamente a dos grandes aspectos: el
primero, la optimización de la demanda de agua doméstica, comercial y pública y el
segundo, a la sustitución de parte de la demanda por agua no potable procedente del
ámbito urbano, mediante el aprovechamiento de aguas pluviales, residuales,
subterráneas y otras posibles fuentes vinculadas al entorno urbano. Las ciudades no sólo
representan una parte importante de la demanda de agua para fines sociales y
económicos, sino que constituyen una de las interfases más contaminantes en los usos
del agua. La autosuficiencia de suministro urbano constituye un objetivo de alta
prioridad en la gestión del ciclo hidrológico, tanto por la significación en el balance
general del agua como por la aportación a la reducción de la contaminación ambiental.

El nuevo urbanismo ecológico busca la optimización de los consumos de agua sobre la


base de una nueva cultura del agua, que haga posible, además, mediante criterios
adecuados de gestión y aplicación de tecnología punta, la regeneración y reciclaje de las
aguas marginales urbanas, de tal manera que se disminuya la presión sobre las fuentes
naturales en el mayor grado posible, con demandas energéticas mínimas y
contaminación cero de los cuerpos receptores de las aguas depuradas. En los nuevos
desarrollos, el consumo de agua potable por habitante y día debería ser inferior a 70
litros, 65 de los cuales, derivados del consumo doméstico. Para la optimización de las
aguas marginales se contempla la creación de sistemas separativos de evacuación,
captación de aguas pluviales y tratamiento in situ y/o centralizado de bajo consumo
energético. La regeneración de aguas marginales representa la proporción de la
demanda urbana que sustituye el suministro urbano de agua no potable. Las aguas
regeneradas pueden ser utilizadas en el ámbito doméstico, público, comercial o
extraurbano (WC, limpieza, riego de parques y jardines).
Los nuevos proyectos urbanísticos incorporarán las infraestructuras necesarias para la
gestión de las aguas marginales urbanas sujetas de regeneración: aguas grises
domésticas, aguas pluviales colectadas en las cubiertas de los edificios y aguas pluviales
procedentes del espacio público de aquellas calles interiores de supermanzana (calles
de uso restringido al vehículo de paso). El nivel de suficiencia mínimo considerado de las
aguas no potables es del 40%. Se excluyen del proceso de regeneración y reciclaje las
aguas negras domésticas, el pluvial colectado en calles no interiores de supermanzana
y las aguas procedentes de la limpieza viaria por su toxicidad y elevado coste energético
asociado a su tratamiento. Para la optimización de las aguas no potables y la obtención
de un alto grado de autosuficiencia se requiere la recuperación y el aprovechamiento
sostenible de los recursos subterráneos para el abastecimiento. Recarga a partir del
reciclaje de las aguas marginales (pluviales y grises).

Regulación de las escorrentías y protección de los sectores ante riesgo de inundación.


Según el artículo 11 del Real Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley de Aguas, el planeamiento y ejecución de los
sectores urbanizables debe permitir alcanzar unos niveles adecuados de protección
frente al riesgo de inundación. Se diferenciará la zona fluvial, (la parte de la zona
inundable que incluye el cauce del río y sus riberas) delimitada de acuerdo con la avenida
para el periodo de retorno de 10 años, la zona de sistema hídrico, es decir, la parte de
la zona inundable que el instrumento de planificación hidrológica correspondiente
delimita de acuerdo con la avenida para el periodo de retorno de 100 años y la zona
inundable por períodos extraordinarios, a partir de la avenida de periodo de retorno de
500 años. Siempre que las condiciones físicas del entorno lo permitan, se considerará la
posibilidad de crear un sistema de lagunas artificiales para su función reguladora de
escorrentías y aguas regeneradas, suministro de agua para el regadío y hábitat ecológico
de gran valor.

GESTIÓN DE LOS RESIDUOS

La eficiencia en la gestión de los residuos se fundamenta en una reducción del consumo


de recursos y en el cierre (máximo posible) del ciclo de los materiales. Estos propósitos
se traducen en una desmaterialización de los bienes de consumo. La prevención, la
eficiencia en la producción y el consumo, el ahorro de materias primas, la recogida
selectiva y mejor valorización de los recursos contenidos en los residuos, etc., son claves
para la consecución de este objetivo.

Los procesos de urbanización, nuevos o renovaciones, deberán incorporar los


mecanismos y las infraestructuras necesarias para una gestión eficiente de los residuos
en la edificación y en la vivienda, en el subsuelo y en el espacio público. Se utilizarán
preferentemente materiales reciclados o renovables y de origen local. El planeamiento
considerará el sistema de recogida puerta a puerta como sistema preferente. Se
reservarán espacios en los interiores de las viviendas para el depositado de los residuos
segregados en origen para 5 fracciones (papel, vidrio, envases, orgánica y rechazo) hasta
el día de recogida. Para otros usos no residenciales, se dispondrá de espacios
individuales o comunitarios para el almacenamiento fraccionado de los residuos
generados.

También se reservará una superficie ligada a equipamientos técnicos u otros


equipamientos públicos para la localización de un centro de recogida. El dimensionado
estará ligado a la masa crítica de usuarios potenciales y la localización espacial estará
cercana a la población (acceso a pie).

Para el cierre del ciclo de la materia orgánica se procurará la previsión en los espacios
libres públicos y privados (espacios interiores de manzana, espacios verdes) de reservas
de superficies destinadas al compostaje. El compost generado se destinará a unidades
de huertos urbanos y/o abonado de parques y jardines locales. En actuaciones con un
fuerte componente contextual agrícola y ganadero se planteará la posibilidad de tratar
la recogida selectiva de materia orgánica proveniente del ámbito doméstico y otros
grandes generadores, en una planta agrícola de compostaje o de metanización. Se
utilizarán preferentemente materiales renovables, reciclados y reciclables de origen
local en los procesos constructivos.

Calidad del aire y cambio climático

El ruido y los contaminantes atmosféricos constituyen un riesgo de primer orden para la


calidad ambiental y la salud pública de las personas. Los modelos de movilidad apoyados
en el vehículo privado han erigido el tráfico rodado como la principal fuente de emisión
de contaminantes. En los medios urbanos, destacan por una mayor concentración, los
contaminantes de óxido de nitrógeno (NOx) y de material particulado (PM10) (ver
indicador 04). La mejora de la calidad del aire pasa por un cambio de los modos de
desplazamiento de la población hacia modos de transporte alternativos y menos
contaminantes que el vehículo privado. El modelo de movilidad sostenible del
urbanismo ecológico (ámbito 3) revierte hacia escenarios más saludables.

Los nuevos proyectos urbanísticos deben incorporar actuaciones estratégicas para la


reducción de las emisiones de gases precursores del efecto invernadero (GEI) y
mitigación de los efectos del cambio climático. Los nuevos procesos urbanísticos
deberán permitir la reducción de la emisividad de gases de efecto invernadero derivados
de la obtención y mantenimiento de la habitabilidad urbana. Se considerarán, por un
lado, las emisiones generadas en la fabricación de los materiales con los que se
construirán los edificios y, por otra, se procurará una cobertura de las necesidades
energéticas con un mayor porcentaje de energía renovable. Las tipologías consideradas
por el planeamiento deberán poder construirse con unas emisiones inferiores a 300
kgCO2 por metro cuadrado en la fabricación de los materiales que las constituyen.

Por otra parte, el urbanismo ecológico incorpora medidas que ayudan a reducir las
inundaciones, los períodos secos extremos y las olas de calor, es decir, medidas para
adaptarse al cambio climático.

Tema:
8. BIODIVERSIDAD URBANA
NORTE - B
9. COHESIÓN SOCIAL
10. MANZANA Y SUPERMANZANA

8. BIODIVERSIDAD URBANA

El aumento de la biodiversidad en un contexto urbano se orienta hacia una ordenación


del verde urbano que propicie la atracción de avifauna, que haga la traza urbana más
permeable a los elementos naturales y que ofrezca espacios verdes de relación y de
recreo a la población residente.

RED VERDE
Conformará un mosaico verde de interconexión entre parques, jardines, espacios
intersticiales, interiores de manzana y calles interiores de supermanzana. Creará una red
verde entre las diferentes matrices de la ciudad con un entramado de itinerarios
peatonales de enlace. La integración y ordenación de la matriz verde y rural mejorará la
calidad y funcionalidad de ésta en los procesos urbanísticos. Asimismo, preservará las
unidades naturales para evitar procesos de fragmentación.

ESTRUCTURA

Se establece una dotación mínima de espacio verde por habitante (10m2/habitante) y


se articula a través de la red de espacios verdes accesibles de forma cotidiana. El
acercamiento de los ciudadanos a una red interconectada de espacios verdes de
proximidad supone que se da cobertura a las necesidades de recreo y que garantiza la
accesibilidad para aquellos ciudadanos con movilidad reducida. La reserva de espacios
responde a una lógica escalar que varía en función de la superficie de masa verde y del
tiempo de acceso. Así, por ejemplo, se contemplará que la totalidad de los residentes
tengan acceso a menos de 200 metros a un espacio verde más grande de 1.000 m2; o
tengan acceso a menos de 750 metros a un espacio verde más grande de 5.000 m2.

Se compensa el sellado y la impermeabilización del suelo, derivado del proceso de


urbanización, mediante la reserva de suelo permeable. Así se promueven patrones
urbanísticos de bajo impacto con la disposición de suelos que potencien la vida
vegetada, regulen el ciclo hidrológico y mejoren las condiciones de confort ambiental.

El verde se proyectará no sólo en superficie sino también en altura, teniendo en


consideración la reserva de espacios para cubiertas verdes y para paredes vegetadas.
Los beneficios se traducirán en un mejor aislamiento térmico y acústico de las
edificaciones, en la mitigación de calor producido por la actividad humana (isla de calor),
en la mitigación del cambio climático por su capacidad de retención de CO2 o en un
incremento de la fauna vinculada a la vegetación.

CONECTIVIDAD DEL VERDE URBANO

El arbolado viario es uno de los principales elementos vegetales de las ciudades


actuando como elemento estructural de la biodiversidad en el ecosistema urbano. Es
por ello que se determinará la densidad y diversidad de las unidades arbóreas en las
trazas viarias para potenciar la heterogeneidad estructural del verde y garantizar la
conectividad de los espacios verdes. Se identificarán los corredores verdes urbanos
según criterios de permeabilidad del suelo, de confort acústico y de biodiversidad del
arbolado.

Desde el punto de vista estético, las intervenciones urbanísticas deben generar un


paisaje natural que cumpla con las características de compatibilidad con el medio y que
refuerce la atracción y los referentes visuales. Teniendo en consideración los
condicionantes tanto ambientales (el agua, la temperatura, la luz) como atractivos,
funcionales y estéticos, se proponen los siguientes criterios para la elección de las
especies vegetales: la plantación de especies originarias de la zona o de gran
adaptabilidad a las condiciones climáticas y edafológicas, la introducción de especies
resistentes al ataque de plagas y que no sean invasoras, y la selección de especies
variadas para crear diversidad cromática en las calles a lo largo de las cuatro estaciones
del año.

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