1987 - Dias de Retribucion
1987 - Dias de Retribucion
1987 - Dias de Retribucion
David Chilton
Los lectores del libro de Apocalipsis quedan o hipnotizados o desorientados por él. Los
hipnotizados salen con interpretaciones tan sorprendentes que los desorientados a menudo llegan a la
conclusión de que los cristianos de mente sobria deben dejar el libro bien en paz.
El comentario de David Chilton debería ser estudiado por ambos tipos de lectores. Chilton
muestra que, como cualquier otro libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis está dirigido principalmente
a la iglesia del siglo primero, y fácilmente comprendido por sus miembros, pues ellos estaban
completamente familiarizados con las imágenes del Antiguo Testamento. Chilton muestra que, una vez
que captamos estos modos de expresión, Apocalipsis no es difícil que lo entendamos nosotros tampoco.
Sin embargo, Apocalipsis continúa siendo para nosotros un libro estimulante y relevante, no
porque nos da un bosquejo de la historia mundial con referencia especial a nuestra era, sino porque nos
muestra que Cristo está en control de la historia mundial, y cómo debemos vivir y orar y adorar a Dios.
Con imágenes vívidas y poderosas, nos enseña lo que significa creer en la soberanía y la justicia de
Dios. Ojalá que este valioso comentario nos mueva a orar con Juan y la iglesia universal en el cielo y
en la tierra: "Amén; sí, ven, Señor Jesús".
PREFACIO DEL AUTOR
Tyler, Texas
8 de mayo de 1986
Día de la asunción
Desde el mismo principio, los excéntricos y los chiflados han tratado de usar Apocalipsis para
abogar por alguna nueva distorsión de aquella doctrinita que dice: ¡El cielo se está cayendo! Pero,
como espero mostrar en esta exposición, en su lugar el Apocalipsis de Juan enseña que los cristianos
vencerán toda oposición por medio de la obra de Cristo Jesús. Mi estudio me ha convencido de que una
verdadera comprensión de esta profecía debe estar basada en la correcta aplicación de cinco claves
cruciales de interpretación:
1. Apocalipsis es el libro más "bíblico" de la Biblia. Juan cita cientos de pasajes del Antiguo
Testamento, a menudo con alusiones sutiles a rituales religiosos poco conocidos del pueblo hebreo.
Para entender Apocalipsis, necesitamos conocer nuestras Biblias al derecho y al revés. Una de las
razones de por qué este comentario es tan extenso es que he tratado de explicar unos extensos
antecedentes bíblicos comentando numerosas porciones de las Escrituras que arrojan luz sobre la
profecía de Juan. También, he reimpreso, como Apéndice A, el excelente estudio de Philip Barrington
sobre el simbolismo levítico en Apocalipsis.
2. Apocalipsis tiene un sistema de simbolismo. Casi todo el mundo reconoce que Juan escribió
su mensaje en símbolos. Pero el significado de esos símbolos no es para que los capte cualquiera. Hay
una estructura sistemática en el simbolismo bíblico. Para entender Apocalipsis correctamente, debemos
familiarizarnos con el "lenguaje" en que se escribió. Entre otras metas, este comentario se propone
hacer que la Iglesia se acerque, dando por lo menos algunos pasos, a una verdadera Teología del
Apocalipsis.
3. Apocalipsis es una profecía sobre sucesos inminentes. - Sucesos que estaban a punto de
desencadenarse en el mundo del siglo primero. Apocalipsis no trata de una guerra nuclear, los viajes
espaciales, o el fin del mundo. Una y otra vez, advierte específicamente que "el tiempo está cerca".
Juan escribió su libro como una profecía de la destrucción inminente de Jerusalén en el año 70 d. C.,
mostrando que Jesucristo había entronizado el nuevo pacto y la nueva creación. Apocalipsis no puede
entenderse a menos que este hecho fundamental se tome en serio.
Tengo que dar las gracias a mucha gente por haber hecho posible este libro. Primero, y de lo
más importante, doy gracias al Dr. Gary North, sin cuya paciencia y considerable inversión financiera
simplemente no habría sido posible escribirlo. Durante la semana en que me mudé a Tyler, Gary me
llevó en una de sus periódicas giras de compra de libros a una gran librería de libros usados en Dallas.
Mientras le ayudaba a acarrear al mostrador cientos de volúmenes cuidadosamente escogidos (yo
también compré algunos libros - un par de ellos cada hora o algo asíe;, sólo para mantenerme dentro
del juego), Gary me preguntó en qué proyecto a largo plazo me gustaría trabajar, junto con mis otras
obligaciones en el Instituto de Economía Cristiana. "¿Qué te parece un libro sobre Apocalipsis, de
mediano tamaño, en estilo popular, a nivel introductorio, y fácil de leer?", sugerí. "Creo que podría
sacar algo así como en tres meses". De eso hace, casi al día exacto, tres años y seis meses - o, como
Gary se sentiría tentado a rezongar: Un tiempo, y tiempos, y el medio de un tiempo. Por fin, la
tribulación ha terminado.
Por supuesto, este libro ha excedido vastamente su proyectado tamaño y alcance. Una parte no
pequeña de esto se debe al Rev. James B. Jordan y al Rev. Ray Sutton, pastores de la Iglesia
Presbiteriana Westminster de Tyler, Texas, que han influído grandemente en mi comprensión de las
conexiones literarias y simbólicas y las estructuras litúrgicas de la Biblia. El Rev. Ned Rutland, de la
Iglesia Presbiteriana Westminster de Opelousas, Louisiana, leyó la primera versión de algunos
capítulos y, con consumados tacto y gracia, me orientó hacia una dirección más bíblica. James M.
Peters, el historiador residente de antigüedades y genio de las computadoras de Tyler, fue un rico tesoro
de información sobre el mundo antiguo.
Hay otros que contribuyeron de varias maneras a la producción de este libro. La Sra. Maureen
Peters y la Sra. Lynn Dwelle, secretarias de ICE, me ayudaron con muchos detalles técnicos y
obtuvieron libros que se habían agotado; ellas han desarrollado la virtud de "andar la milla extra" hasta
convertirla en arte refinado. El tipógrafo David Thoburn, un verdadero artista, trabajó largas horas más
allá de su deber, resolviendo problemas poco comunes y asegurándose de la alta calidad y la legibilidad
del libro. Ha confirmado abundantemente mi convicción de su superior habilidad. Su ayudante, la Sra.
Sharon Nelson, fue una valiosa mediadora, que se aseguró de que nuestras computadoras
permanecieran comunicadas entre sí. Los índices fueron preparados por Mitch Wright y Vern Crisler.
Uno de los más sobresalientes eruditos bíblicos de nuestro tiempo es el teólogo británico
Gordon J. Wenham, del College of St. Paul and St. Mary, cuyos informados y bien escritos comentarios
han dejado una marca significativa en el mundo evangélico. Mi primer contacto con el Dr. Wenham
ocurrió el año pasado cuando, sin previo aviso, le envié una copia de mi libro Paradise Restored. Para
mi gran y agradable sorpresa, me escribió dándome las gracias. Esto me animó (aunque no sin cierto
grado de temor y temblor) a solicitarle sus comentarios sobre los borradores sin corregir de la presente
obra. El Dr. Wenham, graciosamente, apartó tiempo valioso para leerlo, hacer sugerencias, y escribir un
prólogo. Le agradezco su amabilidad. Naturalmente, él no puede ser responsable de los numerosos
defectos de este libro.
Quizás este último punto deba ser subrayado. Este comentario no afirma en absoluto ser "la
última palabra" sobre el tema; de hecho, si mi escatología es correcta, ¡a la Iglesia le quedan muchos
años más para escribir muchas palabras más! Me siento grandemente endeudado con las importantes
contribuciones de muchos otros comentaristas, especialmente Philip Barrington, Austin Farrer, J.
Massyngberde Ford, Meredith G. Kline, J. Stuart Russell, Moses Stuart, Henry Barclay Swete, y
Milton S. Terry. Espero haberles hecho justicia al construir sobre sus fundamentos. Y sin embargo,
estoy dolorosamente consciente de que la tarea de comentar la magnífica profecía de Juan excede con
mucho mi capacidad. Para las ocasiones en que he dejado de presentar adecuadamente el mensaje de
Apocalipsis, ruego la indulgencia de mis hermanos y hermanas en Cristo, y deseo sinceramente sus
comentarios y sus correcciones. Las cartas se me pueden dirigir a P. O. Box 2314, Placerville, CA
95667.
Mi amada esposa, Darlene, siempre ha sido mi mayor fuente de estímulo. Nuestros hijos
(Nathan David, Jacob Israel, y Abigail Aviva) soportaron nuestro colectivo "exilio a Patmos" con
verdadera gracia juanina (¡mezclada, quizás, con uno que otro estruendo de truenos boanergeanos
también!); y si sus cuentos para dormir estuvieron de alguna manera llenos de más de la cuota
acostumbrada de querubines, dragones, caballos voladores, y espadas llameantes, nunca se quejaron.
Finalmente, me siento agradecido a mis padres, el Rev. y la Sra. de Harold B. Chilton. Fui
bendecido inmensurablemente al crecer en un hogar en el que la Palabra de Dios es tan altamente
honrada, tan fielmente enseñada, tan verdaderamente vivida. El ambiente que ellos estructuraron estaba
constantemente inundado de grandeza y riqueza musical, pues la atmósfera estaba cargada de
acaloradas discusiones teológicas, todo en el contexto de cuidar al necesitado, dar abrigo al
desamparado, dar de comer al hambriento, y llevar a todos el precioso mensaje del evangelio. Desde las
calurosas selvas y arrozales de las Filipinas hasta los sombreados céspedes de California del Sur, ellos
ponen delante de mí un ejemplo notable e inolvidable de lo que significa ser siervos del Señor. Algunos
de mis primeros recuerdos son ver la fe de mis padres sometida a prueba más allá de lo que parecían ser
los límites de la resistencia humana; y cuando Dios los hubo probado, salieron como el oro. Teniendo el
testimonio de Jesús, soportando la pérdida de todas las cosas para ganar a Cristo, son lo que Juan nos
exhorta a todos a ser: testigos fieles.
Con Paradise Restored1, su primer libro sobre escatología, David Chilton inició un
reavivamiento escatológico. Una "revolución" sería una palabra demasiado fuerte, porque su punto de
vista es antiguo: Data de la iglesia primitiva. Pero, de la noche a la mañana, Paradise Restored comenzó
a influir en los dirigentes religiosos y los eruditos que habían creído que el caso bíblico para una
victoria cultural estaba muerto - que era una reliquia del siglo diecinueve. Ahora viene The Days of
Vengeance, una exposición, versículo por versículo, de Apocalipsis, el libro más difícil de la Biblia. Lo
que fue generalizado en Paradise Restored, está ahora apoyado por capítulos y versículos - en realidad,
muchos capítulos y versículos. Este libro se convertirá en el nuevo libro de referencia sobre el libro de
Apocalipsis. Increíblemente, el estilo de Chilton es tan enérgico que pocos lectores notarán siquiera que
el autor ha lanzado una bomba erudita. El mundo académico cristiano conservador se quedará sin
habla; Chilton ofrece un notable desafío exegético a aquéllos que se aferran a las tradicionales
escatologías rivales, que yo clasifico como pesi-milenialismo.
Este no es sólo otro aburrido comentario sobre Apocalipsis. Aunque fuera sólo eso, sería un
suceso de grandes proporciones, porque la publicación de cualquier comentario conservador sobre
Apocalipsis, que crea en la Biblia, es un suceso de grandes proporciones. El comentario milenialista de
W. Hendrikson, More Than Conquerors, se publicó en 1940, y su tamaño es menos de la mitad de éste,
y no de la misma estatura en términos de erudición bíblica. The Revelation of Jesus Christ, de John
Walvoord, tiene ahora más de dos décadas, y también tiene la mitad del tamaño del de Chilton. A
despecho de toda la fascinación con la profecía bíblica en el siglo veinte, los comentarios completos
sobre éste, el más profético de los libros de la Biblia, son raros.
Siempre han sido raros. Pocos comentaristas se han atrevido a explicar el libro. Calvino enseñó
acerca de todos los libros de la Biblia, salvo uno: Apocalipsis. Martín Lutero escribió como cien
volúmenes de material - tanto o más que Calvino - pero no escribió un libro sobre Apocalipsis. Moses
Stuart escribió un comentario grande a mediados del siglo diecinueve, pero está olvidado hoy día. El
libro de Apocalipsis ha resistido todos los intentos anteriores de develar su secreto de secretos. Ahora
David Chilton ha descubierto este secreto, esta clave largo tiempo perdida, que revela el código.
"Muy gracioso", puede que usted se esté diciendo a sí mismo. Muy bien, lo admito: Es gracioso.
Sí, pero no para reírse. Lo que Chilton hace es regresar una y otra vez al Antiguo Testamento para
encontrarle sentido al marco de referencia del apóstol Juan. Esta técnica funciona. ¡Es la única técnica
que sí funciona!
Los que nunca han trabajado personalmente con Chilton no pueden apreciar en seguida su
detallado conocimiento de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento. Yo lo usé a él decenas de
veces como mi concordancia personal. Él trabajaba en la oficina junto a la mía. Yo le gritaba: "¡Hey,
David! ¿Sabes dónde puedo encontrar el pasaje sobre ...?" Le contaba por encima una historia bíblica, o
le mencionaba algún versículo aislado que me sonaba en la memoria, y casi instantáneamente me decía
el capítulo. Podía o no podía darme el versículo exacto; por lo general, estaba dentro de tres o cuatro
versículos. Eso era siempre lo suficientemente cerca. Rara era la ocasión en que no podía ubicarlo; aún
entonces, rebuscaba en su extensa biblioteca personal hasta que lo encontraba. Jamás le tomó mucho
tiempo.
En este libro, él ha tomado esta notable memoria del Antiguo Testamento, y la ha fundido con
una técnica interpretativa desarrollada por James Jordan en su libro Judges: God´s War Against
Humanism (1985).2 Jordan trabaja con decenas de símbolos del Antiguo Testamento, que ha extraído de
las narraciones y descripciones históricas del tabernáculo y el templo. Luego aplica estos símbolos y
modelos a otras historias bíblicas paralelas, incluyendo el relato del Nuevo Testamento sobre la vida de
Cristo y la iglesia primitiva. Nadie hace esto mejor que Jordan, pero Chilton ha logrado aplicar esta
hermenéutica bíblica (principio de interpretación) al libro de Apocalipsis de muchas maneras creativas.
Chilton no es el primer expositor que hace esto, como lo revelan sus notas al pie de página y sus
apéndices, pero es incuestionablemente el que lo hace mejor, de entre los que ha producido la iglesia
cristiana, con respecto al Libro de Apocalipsis. Los relatos y símbolos antecedentes en el Antiguo
Testamento dan sentido a los pasajes difíciles de Apocalipsis. Chilton explica las muchas conexiones
entre el lenguaje simbólico y las referencias históricas entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. He aquí
por qué su comentario es tan fácil de leer, a pesar de la magnitud de lo que él ha logrado
académicamente.
Sin embargo, faltaba una pieza en el rompecabezas, y esto mantuvo el libro en la computadora
de Chilton por un año más, por lo menos. Esa pieza faltante fue identificada en el otoño de 1985 por el
pastor Ray Sutton. Sutton había sufrido serias quemaduras en un accidente de cocina, y su movilidad
había quedado drásticamente reducida. Trabajaba en un manuscrito sobre el simbolismo de los
sacramentos, cuando se le ocurrió una conexión crucial. La conexión fue proporcionada por la
profesora del Seminario Westminster, Meredith G. Kline. Años atrás, Sutton había leído los estudios de
la Profesora Kline sobre los antiguos tratados (reales) de señorío del antiguo Cercano Oriente. 3 Los
reyes paganos celebraban pactos con sus vasallos. Kline había señalado que estos tratados eran
paralelos con la estructura del libro de Deuteronomio. Tenían cinco puntos: (1) una identificación del
rey; (2) los sucesos históricos que conducían al establecimiento del pacto; (3) las estipulaciones
(términos) del pacto; (4) una advertencia de juicio contra cualquiera que desobedeciera, pero una
promesa de bendición para los que sí obedecieran; y (5) un sistema para reconfirmar el tratado a la
muerte del rey o del vasallo.
Kline desarrolló algunas de las implicaciones de este esquema de pacto. Sutton desarrolló
muchas más. Estos notables y zapadores descubrimientos pueden encontrarse en su libro That You May
Prosper (1987).4 Pero, más importante, observó que esta estructura de pacto de cinco puntos gobierna a
Salmos, Oseas, Mateo, Hebreos 8, y varias de las epístolas de Pablo. El desarrollo minucioso de la
estructura de pacto por parte de Sutton debe ser considerado, por sí solo, como el más importante
progreso teológico en el movimiento de reconstrucción cristiana desde la publicación de los Institutes
of Biblical Law, de R. J. Rushdoony, en 1973. Después de que Sutton señaló esta estructura de pacto de
cinco puntos, la reconocí en los Diez Mandamientos, justo antes de terminar mi comentario económico
sobre los Diez Mandamientos.5
Sutton presentó su descubrimiento en una serie de estudios bíblicos los miércoles por la noche.
La primera noche que Chilton lo oyó, se quedó estupefacto. Después del mensaje, se acercó a Sutton y
le dijo que ésta era claramente la clave de la estructura de Apocalipsis. Había estado tratando de
trabajar con un modelo de cuatro puntos, y se había quedado atascado por completo. Chilton regresó a
trabajar, y en unas pocas semanas había restructurado el manuscrito. En algunos meses, lo había
terminado, después de tres años y medio. (Tiempo, y tiempos, y el medio de un tiempo).
La teología Tyler
Estoy seguro de que The Days of Vengeance recibirá su parte de ridículo - de muchos grupos,
por muchas razones. La brillantez retórica de Chilton hará arriesgado este enfoque para los críticos que
impriman sus opiniones, pero las murmuraciones y maledicencias no publicadas se propagarán
rápidamente. Chilton va a recibir mucho calor por sus incursiones en el simbolismo bíblico y su
argumento de que la estructura de Apocalipsis es la misma que la de Deuteronomio. Lo que el lector
debe entender desde el principio es que estas dos posiciones, aunque ejecutadas con gran destreza, se
derivan de las obras de Kline, Jordan, y Sutton. Chilton no debería ser señalado como una especie de
disidente teológico aislado que simplemente inventó sus hallazgos de la nada - o peor, en una
habitación llena de humo de extraño olor. Él llegó a estas conclusiones mientras trabajaba con otros
hombres en lo que se ha venido a conocer como "el grupo Tyler", ubicado en Tyler, Texas, una
población de unos 75.000 habitantes en la parte este de Texas.
Para bien o para mal, este libro es un buen ejemplo de lo que ha venido a conocerse como la
"teología Tyler". Esta teología es parte de una corriente mayor de pensamiento llamada Reconstrucción
Cristiana, también llamada "teonomía", aunque algunos miembros de estas escuelas de pensamiento
prefieren evitar estos términos. El término más amplio es "teología de dominio".
Hay mucha gente que se adhiere a la teología de dominio que no son teonomistas, y hay
teonomistas que no son "tyleristas". En realidad, declaran en voz muy alta que son no Tyleristas. Hacen
lo imposible para decirle a la gente hasta qué punto son no tyleristas. Casi han llegado al punto de
definirse a sí mismos y definir a sus ministros como "no tyleristas". (Hay una escena en la vieja
película de "Drácula" en que el profesor hace centellear un crucifijo delante de Bela Lugosi, el cual se
hace a un lado inmediatamente y se cubre el rostro con su capa. Pienso en esta escena cada vez que
pienso en estos hombres que hablan a otros sobre Tyler. Algún día, me gustaría hacer destellar delante
de ellos un letrero de "Bienvenido a Tyler", sólo para ver qué sucede). Conozco a varios de ellos, que
podrían estar dispuestos algún día a iniciar iglesias con nombres como "La Primera Iglesia No Tylerista
de ..." Conozco a otro que piensa en su grupo como "El primer estudio bíblico no tylerista de las 11 A.
M. los domingos por la mañana". Éstos, por lo tanto, no apreciarán el libro de Chilton. Lo culparán de
adoptar ideas que han sido distribuídas desde la parte oriental de Texas. Aunque de otro modo podrían
haber concordado con sus argumentos, están infectados con un caso serio de NDA - "No descubierto
aquí" - una enfermedad común entre los inteelectuales.
Abreviando, es posible que ataquen The Days of Vengeance, cuando en realidad van tras Jordan
y Sutton. Los lectores deben tener cuidado de esta posibilidad por adelantado. Hay en este libro más de
lo que parece.
Dos cosas hacen a la teología Tyler única en el campo de la Reconstrucción Cristiana: (1) su
fuerte acento sobre la iglesia, con la comunión semanal; (2) su uso reiterado del modelo de pacto de
cinco puntos. La teología del pacto, especialmente el pacto de la iglesia, no ha sido el foco principal en
los escritos de algunos de los líderes no Tyleristas del movimiento de Reconstrucción Cristiana.
Hablando teológicamente, los originales "cuatro puntos del Reconstruccionismo Cristiano" que Chilton
y yo hemos resumido -- providencia (soberanía de Dios), presuposicionalismo bíblico (apologética de
Til: la Biblia es el punto de partida y la corte final de apelación), optimismo escatológico (post-
milenialismo), y ley bíblica (teonomía) -- eran insuficientes. El quinto punto, aliancismo, y
específicamente el modelo de cinco puntos de Sutton, fue añadido a finales de 1985 para completar el
bosquejo teológico.6
The Days of Vengeance tiene que ver especialmente con la estructura de pacto en Apocalipsis y
el enfoque histórico de sus pasajes de juicio. Si, como Chilton arguye tan brillantemente, estos pasajes
de inminente condenación y tristeza se relacionan con la caída de Jerusalén en el año 70 d. C., entonces
no hay forma legítima de construir un caso a favor de una gran tribulación en el futuro. Ha quedado
muy atrás. En consecuencia, el libro de Apocalipsis no puede usarse legítimamente para reforzar el
caso en favor del pesimismo escatológico. Muchos lectores rechazarán su tesis en este punto. Los que
toman en serio la Biblia terminarán de leerlo antes de rechazar su tesis.
Pesimismo
La vasta mayoría de los cristianos han creído que las cosas empeorarán progresivamente en casi
todas las áreas de la vida hasta que Jesús regrese con sus ángeles. Los pre-milenialistas creen que Jesús
establecerá un reino terrenal visible, con Cristo a la cabeza y presente en cuerpo. Los amilenialistas no
creen en ningún reino terrenal visible antes del juicio final. Creen que sólo la iglesia y las escuelas y
familias cristianas representarán visiblemente el reino en la tierra, y que el mundo caerá más y más bajo
el dominio de Satanás.7 Ambas escatologías enseñan la derrota terrenal de la iglesia de Cristo antes de
su regreso físico con poder.
Un problema con esta perspectiva es que, cuando llegan las derrotas predecibles, los cristianos
tienen un incentivo teológico para encogerse de hombros y decirse a sí mismos: "Así es la vida. Así es
como Dios profetizó que ocurriría. Las cosas están empeorando". Leen los monótonos
encabezamientos de los diarios, y piensan para sus adentros: "La Segunda Venida de Cristo está a las
puertas". La fortaleza interior que la gente necesita para recuperarse de las derrotas externas normales
de la vida es socavada por una teología que predica la inevitable derrota terrenal de la iglesia de
Jesucristo. La gente piensa para sus adentros: "Si ni siquiera la santa iglesia de Dios puede triunfar,
entonces, ¿cómo puedo yo esperar triunfar?" Por consiguiente, los cristianos se convierten en los
cautivos psicológicos de los encabezamientos pesimistas diseñados para vender los periódicos.
Comienzan con una falsa suposición: la inevitable derrota en la historia de la iglesia de Cristo
por las fuerzas terrenales de Satanás, a pesar del hecho de que Satanás fue mortalmente herido en el
Calvario. Satanás no está "vivito y coleando en la tierra". Está vivo, pero no está bien. Argumentar en
sentido contrario es argüir a favor de la impotencia histórica y la irrelevancia cultural de la obra de
Cristo en el Calvario.
Aunque las escatologías pesimistas han sido populares durante un siglo, siempre ha habido una
teología alterna, una teología de dominio. Fue la fe reinante de los puritanos en esa primera generación
(1630-1660), cuando comenzaron a sojuzgar el desierto de Nueva Inglaterra. Fue también la fe
compartida en la época de la revolución norteamericana. Comenzó a apagarse bajo el ataque del
pensamiento evolucionista darwiniano en la segunda mitad del siglo diecinueve. Desapareció casi por
completo después de la Primera Guerra Mundial, pero hoy día está regresando rápidamente. Los libros
de Chilton sobre escatología son ahora el manifiesto principal en este reavivamiento del optimismo
teológico.
Si estoy en lo correcto, y este cambio tiene lugar, Días de Retribución será estudiado por los
historiadores como el principal documento fuente durante los dos o tres siglos siguientes.
La clave de la supervivencia
Puesto que el pesi-milenialismo no pudo ofrecer a los estudiantes una esperanza a largo plazo
en sus futuros terrenales, ambas versiones han perdido culturalmente por incomparecencia. Este retiro
de un compromiso cultural culminó durante los fatídicos años de 1965-1971. Cuando el mundo pasó
por una revolución psicológica, cultural, e intelectual, ¿dónde estaban las respuestas cristianas
concretas y específicas para los acuciantes problemas de aquella era turbulenta? Nada de importancia
salió de los tradicionales seminarios. Fue como si sus miembros de facultad creyeran que el mundo
jamás avanzaría más allá de puntos en disputa dominantes en 1952. (Ya en 1952, la mayoría de los
profesores de seminario hablaban en murmullos). Los líderes del cristianismo tradicional perdieron la
oportunidad de captar las mejores mentes de una generación. Se las consideraba como desordenadas y
confusas. Había una razón para esto. Ellos estaban desordenados y confusos.
En la década de 1970, sólo dos grupos dentro de la comunidad cristiana se presentaron delante
del público cristiano y anunciaron: "Tenemos las respuestas bíblicas".8 Estaban en extremos opuestos
del espectro político: los teólogos de la liberación en la izquierda, y los reconstruccionistas cristianos
en la derecha.9 La batalla entre estos grupos se ha intensificado desde entonces. El libro de Chilton,
Productive Christians in an Age of Guilt-Manipulators (1981) [Cristianos productivos en una era de
manipuladores de la culpa]10 , es el solo documento más importante en esta confrontación teológica.
Pero, del confundido centro, no ha habido ninguna respuesta bíblica clara para ninguna de estas dos
posiciones.
Por más de dos décadas, los críticos han reprendido a los reconstruccionistas cristianos con este
refrán: "Ustedes no han producido ninguna exégesis bíblica para probar su posición en favor del
optimismo escatológico". Luego vino el libro Paradise Restored [El paraíso restaurado] en 1985. Un
silencio de muerte rodeó a los críticos anteriormente vociferantes. Ahora llega Days of Vengeance
[Días de retribución]. El silencio será ahora ensordecedor. Sospecho que pocos críticos replicarán por
escrito, au aunque, si rehusan replicar, habrán aceptado, por lo tanto, la validez del informe del médico
forense: muerte por estrangulación (notas de pie de página atoradas en la garganta).
Bueno, puede que haya algunas revistas de libros escritas apresuradamente en diarios eruditos
cristianos que no se leen. El profesor Lightner del Seminario de Dallas posiblemente escriba uno, como
el bomboncito de una sola página que escribió sobre El Paraíso Restaurado, en el cual dijo, en efecto:
"Vean, este hombre es post-milenista, y ustedes deben entender que nosotros, aquí en el Seminario de
Dallas, ¡no lo somos!"11 Puede que haya unas pocas y breves observaciones despectivas en libros
populares en rústica sobre el insignificante y temporal reavivamiento de la teología del dominio a gran
escala. Pero no habrá ningún intento existoso por parte de los eruditos líderes de los varios campos
pesi-milenialistas para responder a Chilton. Hay una razón para esto: No pueden responder
efectivamente. Como decimos en Tyler, simplemente no tienen los caballos. Si estoy errado sobre su
incapacidad teológica, entonces veremos artículos largos y detallados mostrando por qué el libro de
Chilton está completamente equivocado. Si no los vemos, podemos llegar sin peligro a la conclusión de
que nuestros oponentes están en serios problemas. Para cubrir sus desnudos flancos, estarán tentados de
ofrecer el familiar refrán: "No dignificaremos tales argumentos absurdos con una réplica pública".
Los críticos de Chilton tendrán un problema con este enfoque silencioso, sin embargo. El
problema es el Profesor Gordon Wenham, que escribió el prólogo. No hay probablemente ningún
comentarista del Antiguo Testamento, creyente en la Biblia, más respetado en el mundo de habla
inglesa. Su comentario sobre Levítico establece un alto patrón intelectual. Si Gordon Wenham dice que
Days of Vengeance vale la pena ser considerado, entonces dejar de considerarlo sería un enorme error
táctico de parte de los pesi-milenialistas.
Yo iré más lejos que Wenham. Este libro es un esfuerzo marcador de hitos, el más excelente comentario
sobre Apocalipsis en la historia de la Iglesia. Ha establecido el modelo por: (1) su nivel de erudición,
(2) sus novedosa penetraciones en cada página, y (3) su legibilidad. Esta singular combinación - de la
cual casi no se oye hablar en los círculos académicos - deja a la oposición intelectual casi indefensa.
Puede que haya algunos especialistas académicos que responderán competentemente a éste o a aquel
punto en Days of Vengeance, pero sus ensayos técnicos no serán leídos ampliamente, especialmente
por el pastor o el laico promedio. Puede que haya también uno o dos teólogos que intenten responder
extensamente (aunque lo dudo), pero sus confusas exposiciones les ganarán pocos seguidores nuevos.
(Tengo en mente un erudito amilenialista en particular que es conocido por sus singulares penetraciones
en simbolismo bíblico, pero cuyos escritos comunican sus ideas con la claridad de los rompecabezas
mentales del Zen Budista o las conferencias de prensa de Alexander Haig).
Principalmente, se enfrentan al problema táctico de llamar la atención hacia este libro dentro de las
herméticamente selladas filas de sus seguidores. Si sus seguidores alguna vez se sientan a leer The
Days of Vengeance, el Reconstruccionismo cristiano se alzará con los mejores y más brillantes de entre
ellos. ¿Por qué? Porque la esperanza terrenal es más fácil de vender que la derrota terrenal, al menos a
los que no están contentos con aceptar su condición como perdedores históricos. Hoy día, muchos
cristianos están cansados de perder. Aunque signifique comenzar a asumir su responsabilidad - y eso es
precisamente lo que significa teología de dominio - un creciente grupo de cristianos brillantes y jóvenes
están listos a pagar este precio con tal de dejar de perder. Por consiguiente, cualquier discusión extensa
de este libro se convierte en un dispositivo de reclutamiento para el Reconstruccionismo cristiano.
Demasiados lectores brillantes y jóvenes serán alertados a la existencia de la teología de dominio.
Nuestros opositores saben esto, así que yo no espero ver ningún esfuerzo sistemático para
refutar a Chilton sobre escatología, más de lo que hemos visto un esfuerzo de la dimensión de un libro
para refutar el libro de Greg Bahnsen, Theonomy in Christian Ethics (1977)12 o Institutes of Biblical
Law (1973), de R. J. Rushdoony.13 Los críticos potenciales han tenido bastante tiempo; no han tenido
bastantes respuestas definitivas. Creo que la razón es que el argumento de la Biblia para la continuación
del modelo de ley bíblica es demasiado fuerte. Nuestros oponentes preferirían que permaneciéramos en
silencio y dejáramos de hacer estas difíciles preguntas éticas. Nuestros oponentes están atrapados en un
dilema de grandes proporciones. Si continúan sin responder, su silencio se convierte en una admisión
pública de su derrota intelectual. Si responden, tenemos una oportunidad para replicar - y es en las
réplicas donde siempre se anotan los puntos en un debate académico. Cuando usted deja de responder
efectivamente a las réplicas, pierde el debate. Nuestros oponentes entienden las reglas del juego
académico. No inician la confrontación.
Al mismo tiempo, necesitan nuestras penetraciones para encontrarles sentido por lo menos a
ciertas partes de la Biblia. He visto copias de los Institutes de Rushdoony en venta en la librería del
Seminario Teológico de Dallas. Necesitan las penetraciones de él sobre ley bíblica, pero no pueden
manejar la teología que subyace en su libro. Simplemente lo descartan como algo que de alguna
manera es sin importancia en tales puntos en disputa. Hacen como que él no ha presentado ningún
desafío monumental a la ética dispensacional. 14 Hacen como que pueden usar con éxito su libro como
una especie de obra neutral de referencia sobre las leyes de casos en el Antiguo Testamento, y también
de alguna manera evitar perder sus más vigorosos estudiantes al movimiento de reconstrucción
cristiano. La carrera del pastor Ray Sutton (graduado del Seminario Teológico de Dallas) indica que
han cometido un error.
Yo no espero ver The Days of Vengeance en venta en la librería del Seminario Teológico de
Dallas. No espero verlo en ninguna lista de lectura recomendada en ningún seminario
dispensacionalista tradicional. Si este libro circula ampliamente entre los miembros de la siguiente
generación de pastores dispensacionalistas, habrá una fuerte ruptura en el liderazgo dentro del
dispensacionalismo. Los mejores y los más brillantes estarán ausentes. Si los estudiantes del Seminario
de Dallas lo leen, y también leen Paradise Restored, los profesores de Dallas serán sometidos a fuertes
preguntas, como nunca las han oído desde que esa escuela fue fundada. (Si los estudiantes también leen
That You May Prosper, de Sutton, la facultad tendrá en sus manos una revolución teológica). La
facultad no está a las puertas de conseguirse este tipo de problema a corto plazo, aunque a la larga esta
conspiración del silencio le costará cara al dispensacionalismo. Probablemente, estos libros no se
venderán tampoco en el Grace Theological Seminary. Y, sólo para quede constancia, permítaseme
pronosticar que usted no verá los libros de Chilton recomendados en seminarios no dispensacionalistas
tampoco, por las mismas razones: Son demasiado calientes para manejarlos.
Seré perfectamente claro: Si los miembros de facultad de cualquier institución que se llame a sí
misma seminario teológico creyente en la Biblia no pueden correr el riesgo de asignar a sus propios
graduandos Paradise Restored, de Chilton, That You May Prosper, de Sutton, y By This Standard, de
Bahnsen - tres libros cortos, de fácil lectura, y con el mínimo número de notas de pie de página -
porque temen perturbar el pensamiento de sus estudiantes, o porque ellos mismos no están listos para
proporcionar respuestas para las inevitables preguntas de sus estudiantes, entonces esa facultad ha
izado la bandera blanca a los reconstruccionistas cristianos. Significa que los reconstruccionistas han
ganado la pelea teológica.
Ya les estamos quitando algunos de sus jóvenes más brillantes, y lo estamos haciendo de
manera regular. Ellos leen nuestros libros secretamente, y están esperando que sus instructores digan
algo en respuesta. Sus instructores se están ocultando. Están ocupados en el juego infantil de "hagamos
como si". "Hagamos como si estos libros jamás hubiesen sido publicados. Hagamos como si ellos no
estuvieran llevándose nuestros estudiantes más brillantes. Hagamos como si esta marea de boletines de
Tyler, Texas, no existiera. Hagamos como si el reconstruccionismo cristiano fuera a desaparecer pronto.
Hagamos como si alguien más fuera a escribir un libro que les conteste, y ese libro fuera a ser
publicado a principios del próximo año". Esta estrategia está resultando contraproducente por todo el
país. Los reconstruccionistas cristianos poseen las listas de correo que lo prueban. Cuando los
profesores del seminario juegan un gigantesco juego de "hagamos como si", es sólo cuestión de tiempo.
Francamente, es altamente dudoso que el miembro de facultad promedio del típico seminario
creyente en la Biblia esté listo para asignar a los adolescentes mi corto libro en rústica 75 Bible
Questions Your Instructors Pray You Won´t Ask (1984) [75 Preguntas bíblicas que sus instructores
ruegan que Uds. no les hagan]. 16 Esto es por lo que yo estoy seguro de que el prevaleciente
conservadorismo teológico está a punto de ser eliminado. Las facultades de seminario que necesitan
estar a la ofensiva contra una civilización humanista no son capaces ni siquiera de defender sus propias
posiciones de libros cristianos en rústica baratos, no ya de reemplazar un orden humanista atrincherado.
Lo diré tan francamente como me es posible: Nuestros oponentes escatológicos no nos atacarán
por medio de la letra impresa, excepto en raras ocasiones. Saben que les responderemos del mismo
modo, y que en ese punto estarán atorados. Quieren evitar esta azarosa situación a cualquier costo - aún
al de ver sus jóvenes más brillantes unirse al movimiento de Reconstrucción Cristiana. Cara, nosotros
ganamos; sello, nosotros ganamos.
Tradicionalistas indefensos
Si cualquier movimiento encuentra que está siendo confrontado por oponentes celosos que están
montando una campaña a gran escala, es suicida sentarse y no hacer nada. Es casi igualmente suicida
hacer algo estúpido. Lo que generalmente sucede es que los líderes de movimientos cómodos,
complacientes, e intelectualmente blandengues no hacen nada por demasiado tiempo, y luego, llenos de
pánico, salen apresuradamente y hacen una serie de cosas estúpidas, comenzando con la publicación de
artículos o libros que son visiblemente ineficaces a los ojos de hombres más jóvenes que de otro modo
se convertirían en los futuros líderes del movimiento.
La táctica más importante que los líderes existentes pueden adoptar es un programa para
convencer a los futuros líderes del movimiento de que éste tiene la visión, el programa, y los primeros
principios para derrotar a todos sus enemigos. Para ser convincente, esta táctica requiere evidencia de
tal superioridad. En la actualidad, esa evidencia está ausente en los grupos pesi-milenialistas
tradicionales. Comienzan con la presuposición de que Dios no ha dado a su iglesia la visión, el
programa, y los primeros principios para derrotar a los enemigos de Dios, aún con la victoria de Cristo
sobre Satanás en el Calvario como el fundamento del ministerio de la iglesia.
Dispensacionalismo
Cualquiera que sea la conclusión a que lleguemos sobre la historia del dispensacionalismo, su
amplia popularidad tuvo muy poco que ver con cualquier exposición sistemática del libro que los
dispensacionalistas afirman es el más lleno de profecías en la Biblia. De hecho, el dispensacionalista
promedio probablemente no posee, ni ha leído, y nunca ha oído hablar, de un solo comentario
dispensacionalista sobre el libro de Apocalipsis. Además, es dudoso que su pastor conozca alguno,
aparte del de Walvoord, que es como la mitad del de Chilton.
En contraste, la publicación de los dos libros de Chilton sobre escatología, junto con Thy
Kingdom Come (1970), el libro mucho menos exegético de Rushdoony, en las primeras etapas del
movimiento de reconstrucción cristiana pone la exégesis fundacional al principio, donde corresponde.
Ahora tenemos el respaldo de la obra exegética básica. Los dos primeros libros escatológicos de
Chilton son seminales, no definitivos. Él y otros continuarán construyendo sobre este fundamento. Si
no continúan construyendo, entonces el movimiento está muerto. Cualquier movimiento que se
especialice en reimprimir "clásicos" y no produzca nuevo material que abra nuevos senderos está
muerto. Nuestros opositores aprenderán pronto que este movimiento no está muerto. Apenas hemos
comenzado a publicar.
El hecho es que las iglesias amilenialistas no se distinguen por sus programas de evangelismo.
(Los que usan los materiales de explosión evangelística de la Iglesia Presbiteriana de Coral Ridge son
excepciones a esta regla). Estas iglesias no han salido a la arena teológica, desafiando a los humanistas,
ni a nadie más. Los miembros ven a sus iglesias como acciones de sostén, como fortalezas defensivas,
o como puertos en la tormenta cultural. Simplemente, estas iglesias no están a la ofensiva. No esperan
conseguir nada culturalmente. Tampoco esperan ver una oleada de conversos. Probablemente, no
perderán mucha gente al Reconstruccionismo Cristiano en un futuro cercano. La lenta erosión hacia el
liberalismo, el modernismo, y la teología de la liberación continuará molestándolos, como lo ha hecho
en el pasado, pero no habrá deserciones de importancia. Tampoco habrá ninguna victoria de
importancia. Continuarán siendo puestos de avanzada espirituales y defensivos en la mitad de un
momento decisivo en la historia mundial.
Pre-milenialismo histórico
Conclusión
Pesi-milenialismo
71 D.C. - 1987 D. C.
"¡Predicamos la derrota, y la obtuvimos!"
Estoy arrojando el guante a los opositores del movimiento de Reconstrucción Cristiano. Estoy
retando a todos, y lo estoy haciendo de manera inteligente: "Que combatan ustedes y Chilton". Además,
"Que peleen ustedes y Bahnsen". Si alguien quiere pelear conmigo, encenderé mi procesadora de
palabras y dispararé mi mejor tiro, pero yo soy un tipo tan dulce e inofensivo que no espero que nadie
malgaste su tiempo tratando de derrotarme. Pero es mejor que alguien en cada uno de los campos pesi-
milenialistas rivales comience a producir respuestas para lo que los Reconstruccionistas Cristianos ya
han escrito. Específicamente, es mejor que alguien esté preparado para escribir un comentario sobre
Apocalipsis mejor que The Days of Vengeance. Me siento confiado de que nadie podrá hacerlo.
Desde este momento en adelante, sólo habrá tres clases de comentarios sobre el libro de Apocalipsis:
Notas:
1. David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth: Dominion Press, 1985).
2. Tyler, Texas; Geneva Ministries, 1985.
3. Kline, Treaty of the Great King (Grand Rapids: Eerdmans, 1963); reimpreso en parte en su libro posterior, The
Structure of Biblical Authority (Grand Rapids; Eerdmans, 1972).
4. Ray R. Sutton, That You May Prosper: Dominion By Covenant (Tyler, Texas: Institute for Christian Economics,
1987).
5. Gary North, The Sinai Strategy: Economics and the Ten Commandments (Tyler, Texas: Institute for Christian
Economics, 1986).
6. Gary North and David Chilton, "Apologetics and Strategy", Christianity and Civilization, 3 (1983), pp. 107-116.
7. Gary North, Dominion and Common Grace (Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1987), especialmente
el capítulo 5.
8. Desde 1965, Francis Schaeffer había estado anunciando que la civilización humanista es un cascarón vacío, y que
no tiene futuro terrenal. Repetía una y otra vez que el cristianismo tenía las preguntas que el humanismo no podía
contestar. El problema era que, como pre-milenialista calvinista, él no creía que ninguna respuesta específicamente
cristiana podría jamás implementarse antes de la segunda venida de Cristo. No dedicó mucho espacio en sus libros a
proporcionar respuestas cristianas específicas para las preguntas cristianas que él suscitó para desafiar a la civilización
humanista. Hizo excelentes preguntas culturales; ofreció pocas respuestas específicamente cristianas. Había razones
para esto: Chilton y North, op. cit.
9. En los círculos altamente restringidos del calvinismo amilenialista, apareció un movimiento de corta duración de
los eruditos holandeses en Norteamérica en 1965-1975, la escuela de "la idea cosmonómica", también conocida como
la de los neo-Dooyeweerdianos, llamados así en honor de Herman Dooyeweerd, el erudito legal y filósofo holandés.
Causaron poca impresión fuera de la comunidad holandesa en Norteamérica, y desde entonces han desaparecido en la
oscuridad. A comienzos de la década de 1960, sus precursores habían sido más conservadores, pero después de 1965,
demasiados de ellos se convirtieron en compañeros de viaje ideológicos de los teólogos de la liberación. No pudieron
competir con el radicalismo de línea dura representado por Sojourners y The Other Side, y se desvanecieron.
10. David Chilton, Productive Christians in an Age of Guilt-Manipulators: A Biblical Response to Ronald J. Sider
(4ta. edic.; Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1986).
11. Bibliotheca Sacra (Abril-Junio 1986).
12. 2da. edición. Publicada por Presbiteriana y Reformada, Phillipsburg, New Jersey.
13. Nutley, New Jersey: Craig Press, 1973.
14. El único intento de las dimensiones de un libro de cualquier erudito dispensacionalista para refutar a los
teonomistas es una disertación doctoral no publicada del Seminario Teológico de Dallas: Hermeneutical Prolegomena
to Premillenial Social Ethics (1982), de Ramesh Paul Richard. No se ha publicado, ni siquiera en forma revisada. Se
comprende por qué: es un título terrible. Peor aún, la disertación cede demasiado terreno teológico a los teonomistas.
Esto indica la crisis que enfrenta el dispensacionalismo en la actualidad.
15. Ed Dobson y Ed Hindson, "Apocalypse Now?" Policy Review (Oct. 1986), p. 20.
16. Publicado por Spurgeon Press. P. O. Box 7999, Tyler, Texas 75711
Parte Uno
PREÁMBULO: EL HIJO DEL HOMBRE
(Apocalipsis 1)
Introducción
El preámbulo en Deuteronomio (Rev.1:1-5) comienza: "Estas son las palabras ..."1 Luego, el
texto identifica al orador como Moisés a quien, como mediador del Pacto, se le ha "ordenado"
entregarle y explicarle la "ley" de Dios a Israel. "Por lo tanto, Yahvé es el Señor que da el pacto y
Moisés es el representante y el mediador del pacto. De este modo, esta sección corresponde al
preámbulo de los tratados extra-bíblicos, que también identificaba al orador, el cual, por medio del
pacto, declaraba su señorío y reclamaba la obediencia del vasallo". 2 En el Apocalipsis, el preámbulo
comienza con una expresión similar: "La Revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a
sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su
siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las
cosas que ha visto". (Rev. 1:1-2).
El propósito del preámbulo del pacto es, pues, proclamar el señorío del Gran Rey, declarando su
trascendencia e inmanencia, y dejando bien claro desde el comienzo que su voluntad ha de ser
obedecida por su vasallos, sus siervos. Los tratados bíblicos establecen la trascendencia e inmanencia
de Dios refiriéndose a una o más de tres actividades: creación, redención, y revelación. Son las últimas
dos las que se subrayan especialmente en el preámbulo del Apocalipsis. Ya hemos notado el énfasis en
la revelación divina en la frase inicial, y esto se subraya en los versículos siguientes. La iglesias han de
"oir las palabras de esta profecía, y guardar las cosas en ella escritas", y el Señor pronuncia una
bendición especial sobre los que obedecen (Rev. 1:3); Juan se refiere nuevamente a sí mismo como el
que ha testificado de "la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo" (Rev. 1:9); además, habla de la
revelación que vino a él en términos de los modelos corrientes y familiares de la revelación de pacto a
través de la historia bíblica. "Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz
como de trompeta, que decía: Escribe en un libro lo que ves ..." (Rev. 1:10-11; véase más abajo).
La redención también se enfatiza en este pasaje: "Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los
muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los
siglos. Amén" (Rev. 1:5-6). Además, se declara específicamente que Cristo es el Redentor, el Hijo del
Hombre, que "viene con las nubes" en su gloriosa ascensión al Padre y el juicio venidero sobre Israel
para recibir el imperio, la gloria, y un reino; que será visto por "los que le traspasaron", y sobre el cual
se lamentarán "todas las tribus de la tierra" (Rev. 1:7; comp. Dan. 7:13-14; Zac. 12: 10-14; Mat. 24:30;
Jn. 19:37; Eph. 1:20-22). La visión de Cristo que tuvo Juan desarrolla la idea de su obra redentora: Está
ataviado como Sumo Sacerdote (Rev.1:13), revelado como la gloria de Dios encarnada (Rev.1:14-15),
el Creador y Sustentador del mundo, cuya poderosa Palabra sale para conquistar a las naciones
(Rev.1:16); que murió y resucitó de entre los muertos, y que vive para siempre jamás (Rev.1:17-18).
Notas:
1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder
pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan;
2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas;
porque el tiempo está cerca.
v1. Desde el comienzo, Juan deja bien claro que su libro revela, devela, descubre, los propósitos
de Dios. No tiene la intención de ser misterioso o enigmático; de manera enfática, revela su tema.
Específicamente, es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio - en otras palabras, una revelación en la
cual medió nuestro Señor en persona (comp. Heb. 1:2), sobre las cosas que deben suceder pronto. Por
lo tanto, el Apocalipsis no se ocupa ni del alcance de la historia mundial ni del fin del mundo, sino de
los sucesos que estaban en el futuro para Juan y sus lectores. Como veremos a través del comentario, el
Libro de Apocalipsis es un "proceso legal de pacto", que profetiza el derramamiento de la ira de Dios
sobre Jerusalén. Es una profecía del período conocido en la Escritura como "los últimos días", es decir,
los últimos días de la nación de la alianza, Israel, la "generación" de cuarenta años (Mat. 24:34)
transcurridos desde la ascensión de Cristo (30 d. C.) hasta la caída de Jerusalén a manos de los romanos
(70 d. C.).1 Predice sucesos que Juan esperaba que sus lectores vieran muy pronto.
Esto milita claramente contra cualquier interpretación "futurista" del libro. Los futuristas dicen
que Juan estaba advirtiendo a los cristianos de sus días mayormente sobre cosas que ellos nunca verían
- ¡quiere decir que el Libro de Apocalipsis ha sido irrelevante por 1.900 años! Afirmar que el libro es
relevante sólo para nuestra generación es egocéntrico, y contrario al testimonio del libro mismo. Debe
subrayarse que la expresión griega significa claramente lo que dice, y los que primero leyeron la frase
no habrían entendido que significase ninguna otra cosa (comp. Lk 18:8; Acts 12:7; 22:18; 25:4; Rom.
16:20; Rev. 22:6). Una interpretación futurista queda refutada en la mera primera frase del Apocalipsis.
Antes de que sigamos adelante, debemos notar también que la declaración inicial de Juan
presupone la filosofía bíblica de la historia: Dios es Señor de todos, tiene un plan abarcante para su
creación, y gobierna cada átomo de la realidad según su plan. Después de todo, ¿cómo conoce Dios el
futuro? La Biblia no indica que Dios tiene una especie de bola de cristal con la cual percibe los sucesos
futuros. Pensemos en eso. En realidad, no existe tal cosa como "el futuro", en el sentido de algo "allá
afuera" que puede ser adivinado con el equipo adecuado. Decir que algo está en el futuro es
simplemente decir que todavía no existe. Entonces, ¿cómo conoce Dios el futuro? La Biblia sólo da una
respuesta: Dios conoce el futuro porque él lo planeó:
Ps. 103:19 “Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos.”
Ps. 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.”
Dan. 4:35 “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el
ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”
Eph.1:11 “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace
todas las cosas según el designio de su voluntad”.
De este modo, aunque "el futuro" no existe todavía, es absolutamente cierto y seguro, porque el
Señor todopoderoso del universo lo ha planeado infaliblemente. Él "da vida a los muertos, y llama a las
cosas que no son, como si fuesen" (Rom. 4:17). Dios conoce todas las cosas exhaustivamente porque Él
planeó todas las cosas exhaustivamente.
"El Señor Dios omnipotente reina. Su gobierno se ejerce sobre la materia inanimada, sobre las bestias
brutas, sobre los hijos de los hombres, sobre ángeles buenos y malos, y sobre Satanás mismo. Ningún giro de
ningún mundo, ningún brillo de ninguna estrella, ninguna tormenta, ningún movimiento de ninguna criatura,
ninguna acción de los hombres, ninguna diligencia de los ángeles, ninguna obra del diablo -- nada en todo el
vasto universo puede ocurrir sino porque Dios se lo ha propuesto eternamente. Aquí hay fundamento para la fe.
Aquí hay un lugar de descanso para el intelecto. Aquí hay un ancla para el alma, segura y firme. No es el
destino ciego, la maldad desenfrenada, ni el hombre, ni el diablo, sino el Señor Todopoderoso, el que gobierna
el mundo, gobernándolo de acuerdo con su propia voluntad y para su propia gloria eterna ".2
Ahora, Juan dice que estas cosas en relación con el futuro le fueron "declaradas" por el ángel. El
uso de esta palabra nos dice que la profecía no debe ser tomada simplemente como "historia escrita por
anticipado". Es un libro de signos, representaciones simbólicas de sucesos que se acercaban. Los
símbolos no han de entenderse de manera literal. Podemos ver esto en el uso que hace Juan del mismo
término en su evangelio (Jn.12:33; 18:32; 21:19). En cada caso, se dice que Cristo "daba a entender" un
suceso futuro mediante una indicación más o menos simbólica, más bien que por medio de una
descripción prosaica y literal. Y esta es generalmente la forma de las profecías en el Apocalipsis. Es un
libro de símbolos de principio a fin. Como bien dijo G. R. Besley-Murray: "El profeta desea dejar claro
que él no proporciona fotografías del cielo".3 Esto no significa que los símbolos son ininteligibles; la
interpretación no es lo que cualquier individuo decida que sea. Ni, por otra parte, están escritos los
símbolos en alguna especie de código, de manera que todo lo que necesitamos sea un diccionario o un
gramática de simbolismos para "traducir" los símbolos al español. La única manera de entender el
sistema de Juan es familiarizarse con la Biblia misma.
v2-3 Aquí se establece una importante relación. El versículo Rev.1.1 nos mostró a Jesucristo
dando la revelación a Juan; ahora Juan dice que él mismo testifica de la palabra de Dios y del
testimonio de Jesucristo. Así, pues, vemos que Jesús es el pre-eminente portador del testimonio,
testificando a sus siervos; y vemos también que Juan testifica del testimonio de Cristo. Él puede hacer
esto porque es uno de los siervos de Cristo, y ha venido a ser como su Maestro. Al dar testimonio, Juan
se conforma a la imagen de Cristo. Estos dos modelos - Cristo y sus siervos dando un doble testimonio,
y los siervos de Cristo llevando su imagen - ocurren a través de todo el libro, e informarán a nuestro
entendimiento de pasajes como Rev. 11:4-12.
Porque este doble testimonio (el libro de Apocalipsis) es la misma Palabra de Dios, se
pronuncia una bendición - la primera de las siete "bienaventuranzas" de la profecía (Rev.1:3; 14:13;
16:15; 19:9; 20:6; 22:7; 22:14) - sobre los que son fieles a su mensaje. Notemos la forma específica de
la bendición, porque ofrece otra importante indicación del contenido del libro: Bienaventurado el que
lee y bienaventurados los que oyen. Juan ha escrito esta profecía, no solamente (ni principalmente) para
la edificación individual, sino para la iglesia en sus reuniones oficiales de culto. Desde el principio, el
Libro de Apocalipsis es colocado en un marco litúrgico, en el cual un lector lee la profecía a la
congregación. La palabra griega para leer se usa a menudo en el Nuevo Testamento para esta actividad
litúrgica (Lk. 4:16; Acts 13:27; 15:21; 2 Cor. 3:15; Eph. 3:4; Col. 4:16; 1 Thes. 5:27; 1 Tim. 4:13). El
Libro de Apocalipsis, como veremos, se ocupa mucho de la liturgia; en realidad, el culto es un tema
central de la profecía. Mostrándonos cómo se hace la voluntad de Dios en el culto celestial, Juan revela
cómo ha de cumplir la iglesia la voluntad de Él en la tierra.
De la liturgia del culto especial, salimos al mundo, para servir a Dios en la liturgia de la vida.
Respondemos a la verdad ("Amén") en el culto especial, y luego respondemos adicionalmente en el
culto general durante toda nuestra vida. Así, la bendición de Juan no es sólo para el que lee y los que
oyen, sino para los que guardan este mensaje. La meta del libro no es solamente informarnos de
sucesos "proféticos". La meta de la instrucción apostólica es siempre ética: Está escrita para producir
"amor de un corazón limpio, una buena conciencia, y una fe no fingida" (1 Tim. 1:5). El Apocalipsis
nos da mandamientos para guardar; y, en particular, los lectores del siglo primero debían acatar y
obedecer su instrucción, pues la crisis estaba sobre ellos. El tiempo está cerca, advierte Juan,
enfatizando nuevamente la relevancia contemporánea de su profecía. Repite su advertencia al final del
libro (Rev. 22:6-7,10). El mundo antiguo estaría pronto en un alboroto de reinos sacudidos y
desmoronados hasta sus cimientos, y los cristianos necesitaban la Revelación como una guía estable
durante el período de dramáticos cambios que habría de venir. El fin del mundo se acercaba - no la
destrucción del universo físico, sino el del antiguo orden mundial, el gobierno del mundo alrededor del
santuario central en Jerusalén. Dios había establecido una nueva nación, un nuevo sacerdocio, una
nueva humanidad que adorara en un nuevo santuario. La Casa de Dios se acercaba a su terminación, y
la morada antigua y provisional, como un andamiaje, estaba a punto de ser quitada.
4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y
de los siete espíritus que están delante del trono;
5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos
amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que traspasaron; y todos los linajes de la tierra
harán lamentación por él. Sí, amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
v4-6 Juan dirige su profecía a las siete iglesias en Asia. De las descripciones que siguen
(capítulos 2-3), es obvio que Juan definidamente está pensando en estas iglesias. La idea propagada por
C. I. Schofield y otros de que estas iglesias representan "siete fases de la historia espiritual de la
iglesia"4 es una mera ficción, sin ninguna evidencia objetiva, y está aplicada de manera totalmente
arbitraria y selectiva. Hay por lo menos tres presuposiciones falaces sostenidas por los que abogan por
esta doctrina.
Primera, la doctrina de las "siete épocas" presupone que el Libro de Apocalipsis cubre
toda la historia de la iglesia, de principio a fin. Al defender su punto de vista, Schofield dice: "Es
increíble que no haya un concepto como éste en una profecía que cubre el período de la iglesia". 5 Muy
cierto, quizás; pero, ¿quién dice que el Libro de Apocalipsis abarca la historia de la iglesia? Juan
ciertamente no lo dice. Sólo afirma que la profecía abarca "las cosas que deben suceder pronto"
(Rev.1:1), y que el tiempo del cual la profecía habla está cerca (Rev. 1:3). Así, pues, la presuposición
más básica de las "siete épocas" es completamente falsa.
La segunda presuposición sostiene que la iglesia terminará en derrota y en apostasía: Se supone
que la iglesia laodicense, tibia, virtualmente apóstata, de la cual Cristo no tiene nada bueno que decir
( Rev. 3:14-22), simboliza la iglesia de Jesucristo al final de los tiempos. (Un corolario de este punto de
vista es que "los últimos días" de que se habla en las Escrituras, en los cuales la apostasía es rampante,
son los verdaderos últimos días de la historia de la tierra). El hecho de que la iglesia termina en victoria
y en triunfo es, por supuesto, lo que este comentario se propone demostrar; así que no es necesario
decir nada más aquí. Pero es importante notar que la idea de la apostasía al final de los tiempos es una
presuposición del punto de vista de las "siete épocas", y los que la sostienen están suponiendo lo que
quieren demostrar.
Por lo tanto, aunque no podemos decir que las siete iglesias representan siete épocas en la
historia de la iglesia, hay un punto importante que debe observarse aquí. El hecho de que se mencionen
siete iglesias en un libro lleno de símbolos numéricos no debería pasarse por alto. En las Escrituras,
siete es el número que indica plenitud cualitativa, la naturaleza esencial de una cosa (como diez indica
la calidad de "mucho", una plenitud de cantidad); aquí representa el hecho de que el Apocalipsis está
destinado a la iglesia entera en todo tiempo. Los mensajes a las iglesias de Asia han de aplicarse a
todos, así como las cartas de Pablo a los romanos y a los filipenses tienen significación mundial. Pero
en nuestra aplicación de estas cartas, debemos tener cuidado de no arrancarlas de su contexto histórico.7
Juan usa la bendición característica de los apóstoles: gracia (el favor de Dios concedido a los
que, aparte de Cristo, merecen la ira) y paz (el estado de reconciliación permanente con Dios por medio
de la expiación de Cristo). Estas bendiciones, dice, son de cada miembro de la Deidad: el Padre, el
Espíritu Santo, y el Hijo. Cada uno de los tres participa plena e igualmente en extender la gracia y la
paz a los elegidos. El Padre nos escogió desde antes de la fundación del mundo, y envió a su Hijo a
redimirnos; el Hijo, en nuestro lugar, vivió una vida perfecta en obediencia a la Ley, y pagó la pena
completa por nuestros pecados; y el Espíritu aplica la obra del Padre y el Hijo a través de la
regeneración y la santificación. El resumen adecuado de todo lo que Dios ha hecho por nosotros está
contenido en estas palabras: gracia y paz.
Las personas de la Trinidad se nombran aquí en orden litúrgico (para distinguirlo del orden
teológico). La explicación de Michael Wilcocks es muy útil: "La visión de Juan le va a llevar al
santuario celestial, del cual el Tabernáculo judío era copia y sombra (Heb. 8:5); y quizás el orden
desusado de la Trinidad aquí (Padre, Espíritu, Hijo) corresponde al plan del santuario terrenal, en el
cual el arca en el Lugar Santísimo representa el trono de Dios, el candelabro de los siete brazos en el
Lugar Santo delante de él representa al Espíritu 8 , y en el atrio delante está el altar, con su sacerdote y
sus sacrificios, ambos representando, por supuesto, la obra redentora de Cristo".9
La salutación es una clara expresión de la fe trinitaria - que más tarde fue forjada en forma de
credo en los concilios de Nicea (325 d. C.) y de Constantinopla (381), pero ciertamente explícita en la
enseñanza de la Biblia.10 La doctrina de la Trinidad es que hay un solo Dios (una persona) que es tres
personas distintas - el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo - y que cada una de estas personas es Dios en
sí mismo. No hay tres Dioses - sólo Uno. Y sin embargo, estas tres Personas no son diferentes maneras
o modos en que Dios se nos da a conocer, ni deben confundirse las unas con las otras; son tres Personas
distintas. Cornelius Van Til lo expresa tan claramente como cualquier otro: "Cada uno de ellos, el
Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, es una personalidad, y juntos constituyen el Dios exhaustivamente
personal. Hay una interacción eterna, interna, y auto-consciente entre las tres personas de la Deidad.
Son co-sustanciales. Cada una es tan Dios como las otras dos. El Hijo y el Espíritu no derivan su
existencia del Padre. La diversidad y la unidad en la Deidad son por lo tanto igualmente esenciales; son
exhaustivamente correlativos entre sí y no correlativos con nada más".11
Lo que esto significa es que Dios no es "básicamente" uno, derivándose las Personas
individuales de la unicidad; ni es Dios "básicamente" tres, siendo secundaria la unidad de las Personas.
Ni es la unicidad de Dios o su "trunidad" cada una anterior a la otra; ambas son básicas. Dios es Uno, y
Dios es Tres. Hay tres Personas distintas, individuales, cada una de las cuales es Dios. Pero hay sólo Un
Dios.12 Para ponerlo en un lenguaje más filosófico, la unidad (unicidad) y la diversidad (triunicidad,
individualidad) de Dios son igualmente definitivas. Dios es básicamente Uno y básicamente Tres al
mismo tiempo.13
Primero, Juan describe al Padre: El que es, y que era, y que ha de venir. Philip Barrington ha
captado el espíritu de su expresión, que es griego atroz, pero excelente teología: El Que Es, y El Que
Era, y El Que Ha de Venir.14 Dios es eterno e inmutable (Mal. 3:6); como los cristianos primitivos se
enfrentaban a lo que les parecía un futuro incierto, tenían que tener delante de ellos la absoluta certeza
del eterno gobierno de Dios. Dios no está a merced de un ambiente; Él no es definido por ninguna
condición externa; todas las cosas existen en términos de su Palabra infalible. Amenazados, opuestos, y
perseguidos por los que estaban en el poder, sin embargo habrían de regocijarse en el conocimiento de
su eterno Dios que "ha de venir", el que viene continuamente en juicio contra sus adversarios. La
venida de Dios se refiere, no simplemente al fin del mundo, sino a su incesante gobierno sobre la
historia. Él viene una y otra vez a librar a su pueblo y a juzgar a los impíos.15
Segundo, Juan habla del Espíritu Santo como de los siete espíritus que están delante de Su
trono. Aunque algunos han tratado de ver esto como una referencia a siete ángeles, es inconcebible que
la gracia y la paz puedan originarse en alguien aparte de Dios. La Persona de la cual se habla aquí está
claramente en pie de igualdad con el Padre y el Hijo. La descripción del Espíritu Santo aquí (como
también en Rev. 3:1; 4:5; 5:6), se basa en Zacarías 4, donde el profeta ve a la iglesia como un
candelabro con siete lámparas, alimentadas, sin intervención humana, por un flujo incesante de aceite a
través de "siete tubos para las siete lámparas" (vers. Zah 4:2) - cuya interpretación es, como le dice
Dios a Zacarías: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu" (vers. Zah 4:6). El llenamiento y
la obra capacitadora del Espíritu Santo en la iglesia se describen, pues, en términos del número siete,
para simbolizar la plenitud y la calidad de completo. Así ocurre aquí en el Apocalipsis: "A las siete
iglesias ... gracia y paz a vosotros ... de los siete espíritus". Y la obra del Espíritu en la iglesia tiene
lugar en términos del dominio y la majestad de Dios, delante de su trono. De hecho, esto es un marcado
énfasis en el libro de Apocalipsis: La palabra trono ocurre aquí cuarenta y seis veces (el libro del Nuevo
Testamento que más se acerca a ese número es el evangelio de Mateo, donde se usa sólo cinco veces).
El Apocalipsis es un libro, sobre todo, acerca de gobierno: revela a Jesucristo como el Señor de la
historia, que restaura su pueblo al dominio por medio del poder del Espíritu Santo.
La palabra trono se usa particularmente en las Escrituras para referirse a la corte oficial de Dios,
donde recibe adoración oficial de su pueblo en sábado.16 La visión entera de Apocalipsis fue vista en el
día del Señor (Rev. 1:10) - el día cristiano de culto oficial corporativo; y toda la acción en el libro se
centra en la adoración alrededor del trono de Dios. Juan quiere que veamos que el culto público y
oficial del Señor Soberano es central a la historia - la historia tanto como un todo como en sus partes
constitutivas (es decir, su vida y la mía). El Espíritu comunica gracia y paz a las iglesias, en el sentido
especial, por medio del culto público. Hasta podemos decir esto: No podemos tener una continuada
comunión con Dios, y recibir bendiciones de él, sin el culto público de la iglesia, el "lugar" de acceso al
trono. El Espíritu trabaja en individuos, sí - pero no trabaja sin la iglesia. Su obra corporativa e
individual pueden distinguirse, pero no pueden separarse. La idea de que podemos tener comunión con
Dios, aunque separados de la iglesia y del culto corporativo del cuerpo de Cristo, es una idea
completamente pagana, totalmente extraña a las Sagradas Escrituras. La Iglesia, como tal, recibe gracia
y paz del Espíritu séptuple; y está continuamente delante del trono, la esfera especial de Su ministerio.
"Nuestras vidas son congestionadas y ruidosas. Es fácil pensar que la Iglesia y los sacramentos
compiten con el otro mundo de la vida diaria por nuestra atención, llevándonos a alguna otra vida -
secreta, enrarecida, y remota. Haríamos mejor en pensar en ese mundo diario y práctico como algo
incomprensible e inmanejable, a menos y hasta que podamos acercarnos a él sacramentalmente por
medio de Cristo. De lo contrario, la naturaleza y el mundo estarán más allá de nuestro alcance; el
tiempo también, el tiempo que se lleva todas las cosas en un fluir sin sentido, haciendo que los hombres
se desesperen a menos que vean en él el modelo de la acción de Dios, reflejado en el año litúrgico, el
necesario camino a la Nueva Jerusalén".17
El tercer miembro de la Deidad (en este orden litúrgico) es Jesucristo, al cual se refiere Juan con
tres designaciones: el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.
R. J. Rushdoony ha señalado con vigor cómo el término testigo (mártir, en griego) ha adquirido
connotaciones ajenas al significado original de la palabra: "En la Biblia, el testigo es aquél que trabaja
para hacer cumplir la ley y ayuda en su ejecución, incluyendo la ejecución de la pena de muerte.
'Mártir' ahora ha venido a significar exactamente lo opuesto, es decir, el que es ejecutado, más bien que
el que ejecuta, el que es perseguido, más bien que el que es central en la persecución. El resultado es un
serio error en la lectura de las Escrituras. ... La significación de Jesucristo como 'el testigo fiel y
verdadero' es la de que Él no solamente testifica contra los que están en guerra contra Dios, sino que
también los ejecuta.... Por lo tanto, Jesucristo testifica contra todo hombre y toda nación que establezca
su vida sobre cualquier otra premisa que no sea el Dios soberano y trino, y su infalible y absoluta
palabra-ley".18
Jesús es también el Primogénito de los muertos. Por medio de su resurrección de entre los
muertos, Él ha alcanzado la supremacía, teniendo "la preeminencia en todo" (Col. 1:18). Como dijo
Pedro en el día de Pentecostés: "A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo,
ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificásteis, Dios
le ha hecho Señor y Cristo" (Acts 2:32-36). Dios cumplió la promesa que había hecho mucho antes:
"Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra" (Ps. 89:27).
Obviamente, Juan tenía en mente este pasaje de los Salmos, porque la siguiente designación que
le da a nuestro Señor es la de Soberano de los reyes de la tierra. La prioridad y la soberanía de Cristo
están por encima de todo. No "sólo" es el Salvador, esperando un futuro suceso cataclísmico antes de
convertirse en Rey; él es el Rey universal ahora, en esta época - y está sentado a la mano derecha del su
Padre mientras todos sus enemigos están siendo puestos bajo sus pies. Este proceso de asumir el
dominio sobre toda la tierra en términos del título a que tiene derecho está teniendo lugar en este
momento, y ha estado teniendo lugar siempre desde que resucitó de entre los muertos. Como
Primogénito ( ¡y unigénito!), Cristo posee los derechos soberanos de toda la creación: "Toda potestad
me es dada en el cielo y en la tierra", afirmó (Mat. 28:18). Todas las naciones le han sido concedidas
como herencia, y los reyes de la tierra están bajo una orden tribunalicia para someterse a él (Ps. 2:8-
12). Comentando el título de Cristo como soberano de los reyes de la tierra, William Symington
escribió: "Las personas que aquí se supone que están sujetas a Cristo son reyes, gobernantes civiles,
supremos y subordinados, todos los que tienen autoridad civil, ya sean en las ramas legislativa, judicial,
o ejecutivas del gobierno. De los tales, Jesucristo es Príncipe; - soberano, señor, jefe, el primero en
poder, autoridad, y dominio".19
De hecho, ésta es precisamente la razón de la persecución de los cristianos por parte del estado.
Por el evangelio, Jesucristo ha declarado su absoluta soberanía y dominio sobre los gobernantes y las
naciones de la tierra. Ellos tienen una alternativa: O someterse al gobierno y a la ley de Jesucristo,
aceptando sus términos no negociables de rendición y paz, o ser hechos añicos por la vara de su ira.
Una posición tal, audaz e inflexible, es una afrenta a la dignidad de cualquier humanista que se respete
a sí mismo - mucho más para los gobernantes que están acostumbrados a considerarse dioses que
caminan sobre la tierra. Quizás a este Cristo pueda permitírsele un lugar en el panteón, junto con el
resto de nosotros los dioses; pero que sus seguidores le proclamen como Señor sobre todos, cuya ley es
obligatoria para todos los hombres, cuyos estatutos llaman a juicio las leyes y decretos de las naciones -
es demasiado; es inexcusable, y no puede ser permitido.
Por supuesto, habría sido mucho más fácil que los primeros cristianos hubiesen predicado la
popular doctrina de retirada de que Jesús es Señor del "corazón", que Él tiene que ver con las
conquistas "espirituales" (o sea, no terrenales), pero que no le interesan en lo más mínimo las
cuestiones políticas; que Jesús se contenta con ser "Señor" en el ámbito del espíritu, mientras César es
Señor en todos los demás lugares (es decir, donde a nosotros nos parece que realmente importa). Esta
doctrina no habría sido ninguna amenaza en absoluto para los dioses de Roma. De hecho, ¡César no
podría pedir una religión más cooperadora! Un cristianismo desdentado e impotente es una mina de oro
para el estatismo: Mantiene la atención de los hombres enfocada en las nubes mientras el estado les
vacía sus bolsillos y les roba sus hijos.
Pero la iglesia primitiva no era consciente de esta enseñanza escapista. En vez de eso, enseñaba
la doctrina bíblica del señorío de Cristo - que Él es Señor de todos, "Soberano de los reyes de la tierra".
Era esto lo que garantizaba su persecución, su tortura, y su muerte a manos del estado. Y era esto
también lo que garantizaba su victoria en última instancia. Porque Jesús es Señor universal, toda
oposición a su gobierno está condenada al fracaso, y será aplastada. Porque Cristo es Rey de reyes, a
los cristianos se les aseguran dos cosas: guerra a muerte contra todos los supuestos dioses; y el triunfo
completo de la fe cristiana sobre todos sus enemigos.
Por esta razón, Juan prorrumpe en una doxología de alabanza a Jesucristo, que nos ama y nos
libró de nuestros pecados por medio del rescate de su propia sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes
para Dios y su Padre; a Él sea la gloria y el dominio por siempre jamás. No sólo hemos sido redimidos
de nuestra esclavitud, sino que hemos sido constituídos reyes y sacerdotes. El reino ha comenzado; los
cristianos ahora reinan con Cristo (Eph. 1:20-22; 2:6; Col. 1:13), y nuestro dominio aumentará a través
del mundo (Rev. 5:9-10). Somos un sacerdocio victorioso, que pone bajo su gobierno todas las áreas de
la vida.
v7-8 El versículo 7 anuncia el tema del libro, que no es la Segunda Venida de Cristo, sino más
bien la Venida de Cristo en juicio sobre Israel, para establecer la iglesia como el nuevo reino. Viene con
las nubes, proclama Juan, usando una de las más familiares imágenes bíblicas de juicio (comp. Gen.
15:17; Ex. 13:21-22; 14:19-20, 24; 19:9, 16-19; Ps. 18:8-14; 104:3; Is. 19:1; Ez. 32:7-8; Mat. 24:30;
Mk. 14:62; Acts 2:19). Esta es la nube de gloria, el carruaje celestial de Dios por medio del cual Él
anuncia su presencia.20 La nube es una revelación de su trono, pues Él viene a proteger a su pueblo y a
destruir a los impíos. Una de las más llamativas descripciones de la "venida de Dios en las nubes"
aparece en la profecía de Nahum contra Nínive (Nah. 1:2-8):
Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus
adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por
inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Él
amenaza al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano
fue destruida. Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su
presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará
en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. Jehová es bueno,
fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían. Mas con inundación impetuosa consumirá a
sus adversarios, y tinieblas perseguirán a sus enemigos.
Su venida en las nubes, pues, trae juicio y liberación en la historia; no hay razón, ni en el uso
general bíblico ni en su contexto inmediato aquí, para suponer que se quiere significar el fin literal del
mundo físico (aunque el sentido puede ciertamente aplicarse al Día Final también). Juan está hablando
del hecho, subrayado por los apóstoles a través del período de los "últimos días", de que la crisis se
acercaba rápidamente: Como Él había prometido, Cristo vendría contra la presente generación "en las
nubes", en juicio airado contra el Israel apóstata (Mat. 23-25). Y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron (los gentiles, Jn.19:34, 37): Los crucificadores le verían viniendo en juicio - esto es,
experimentarían y comprenderían que su venida significaría ira en la tierra (comp. el uso de la palabra
en Mk. 1:44, Lk. 17:22; Jn. 3:36; Rom. 15:21). El Señor había usado la misma terminología de su
venida contra Jerusalén al fin de aquella generación (Mat. 24:30), y hasta había advertido al sumo
sacerdote: "Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes
del cielo" (Mat. 26:64). En otras palabras, los apóstatas de aquella generación malvada entenderían el
significado de la Ascensión de Cristo, la definitiva venida del Hijo del Hombre, el segundo Adán (Dan.
7:13). En la destrucción de su ciudad, su civilización, su templo, todo el orden de su mundo,
entenderían que Cristo había ascendido a su trono como Señor del cielo y de la tierra. Verían que el
Hijo del Hombre había venido al Padre.
Jesús había dicho también que "lamentarán todas las tribus de la tierra" en el día de su venida
(Mat. 24:30), que "allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 24:51). Juan repite esto como parte del
tema de su profecía: todas las tribus de la tierra [los judíos] se lamentarán por él. Tanto Jesús como
Juan reinterpretaron esta expresión, tomada prestada de Zacarías Zk.12:10-14, donde ocurre en un
contexto original del lamento y el arrepentimiento de Israel. Pero Israel había pasado el punto de donde
podía regresar; su lamento no sería de arrepentimiento, sino de pura agonía y terror.
Y, sin embargo, esto no niega las promesas en el libro de Zacarías. La verdad es que, por medio
del juicio de Cristo sobre Israel, por medio de la excomunión de Israel, el mundo será salvo; y, por
medio de la salvación del mundo, Israel mismo se volverá nuevamente al Señor y será salvo (Rom.
11:11-12, 15, 23-24). Porque Cristo viene en las nubes, en la historia, juzgando a los hombres y a las
naciones, la tierra es redimida. Cristo viene, no simplemente para juicio, sino para juicio que es para
salvación. "Luego que hay juicios tuyos sobre la tierra, los moradores de la tierra aprenden justicia" (Is.
26:9). Desde el principio, el propósito último de la venida de Cristo ha sido redentor: "Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para el mundo sea salvo por él" (Jn. 3:17).
Cristo "viene con las nubes" en juicios históricos para que el mundo conozca al Señor Dios como la
Fuente y la Meta eterna e inmutable de toda la historia (Rom. 11:36), el Alfa y la Omega, la A y la Z
(comp. Is. 44:6), el que es y que era, el que ha de venir, el eterno Origen y la eterna Consumación de
todas las cosas. Todopoderoso es la traducción corriente de la palabra griega Pantokratôr, que significa
el que tiene todo el poder y gobierna sobre todo, el equivalente en el Nuevo Testamento de la expresión
del Antiguo Testamento Señor de los Ejércitos, el "capitán de los ejércitos" (significando los ejércitos
de Israel, o los ejércitos del cielo compuestos por estrellas/ángeles, o los ejércitos de las naciones
paganas, a las cuales Dios usaba para derramar su ira sobre su pueblo desobediente). Cristo estaba a
punto de demostrarle a Israel y al mundo que él, Cristo, había ascendido al trono como Gobernante
Supremo.
9 Yo, Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo,
estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta,
11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las
siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, y Laodicea.
12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba
hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno, y su voz como estruendo de muchas
aguas.
16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol
cuando resplandece en su fuerza.
Así, pues, la visión mundial de Juan no involucra sólo tribulación. Él también está en el reino ...
en Cristo Jesús. Como vimos más arriba (v. 5-6), la doctrina del Nuevo Testamento, basada en pasajes
del Antiguo Testamento como Dan. 2:31-45 y 7:13-14, es la de que el Reino ha llegado en la Primera
Venida de Jesucristo. Desde su ascensión al trono, él ha estado reinando "sobre todo principado y
autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en
el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies" (Eph. 1:21-22; comp. Mk. 1:14-15; Mat. 16:28;
28:18; Acts 2:29-36; Col. 1:13). Si todas las cosas están ahora sometidas bajo sus pies, ¿qué más podría
añadirse a su señorío? Por supuesto, los "principados y autoridades" deben todavía ser abatidos; de eso
trata gran parte de la profecía de Juan. Pero, en principio, y definitivamente, el Reino ha llegado. Esto
significa que no tenemos que esperar ningún futuro suceso redentor o escatológico antes de que
podamos efectivamente asumir el señorío sobre la tierra. El señorío del pueblo de Dios por todo el
mundo será simplemente el resultado de un progresivo desarrollo de lo que Cristo mismo ya ha
logrado. Juan quería que sus lectores comprendieran que estaban tanto en la Gran Tribulación como en
el Reino - que, de hecho, estaban en la Tribulación precisamente porque el Reino había llegado (Dan.
7:13-14). Estaban en una guerra, combatiendo por la victoria del Reino (Dan. 7: 21-22), y por eso
necesitaban el tercer elemento de la visión mundial de Juan: perseverancia en Cristo Jesús.
Perseverancia es una importante palabra en el mensaje de Apocalipsis, y Juan la usa siete veces (1John
1:9; 2:2,3,19; 3:10; 13:10; 14:12).
Aquí también hay un contraste radical con mucho del moderno dispensacionalismo. Debido a
que la versión diluida del cristianismo de moda en la Norteamérica contemporánea en la actualidad
rechaza los conceptos del reinado y señorío de Cristo, 21 también rechaza la enseñanza bíblica de la
perseverancia - ¡y el resultado predecible es que comparativamente pocos conversos del
evangeliquismo moderno pueden permanecer siquiera en esa fe que exige tan poco! 22 La popular
doctrina de la "seguridad eterna" es sólo y a lo sumo una verdad a medias: le da a la gente una base no
bíblica para la seguridad (por ejemplo, el hecho de que caminaron por el pasillo durante una reunión de
reavivamiento, etc.), más bien que la clase de seguridad proporcionada en las Escrituras - la seguridad
relacionada con la perseverancia (comp. 1 Jn 2:3-4). La Biblia enseña, no simplemente que somos
preservados, sino también que perseveramos hasta el fin (véase Jn. 10:28-29; Rom. 8:35-39; 2 Cor.
13:5; Phil. 1:6; 2:12-13; Col. 1:21-23; 2 Pet. 1:10).
Juan les dice a los sufrientes pero reinantes y perseverantes cristianos de Asia que él es su
hermano y compañero en todas estas cosas, inclusive ahora en exilio en la isla de Patmos. Este exilio
era un castigo por su actividad apostólica, pero el lenguaje en que él lo expresa es interesante: A causa
de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Juan no dice que está preso en una roca en el mar a
causa de su propio testimonio sobre Cristo, sino a causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesús.
Juan sufre porque Dios ha hablado, porque Jesús ha testificado. Cristo el testigo fiel ha dado testimonio
contra los pretendidos dioses de esta era, y ellos se han vengado encarcelando al apóstol. Es por esto
por lo que la Tribulación y el Reino y la perseverancia de la que todos estos creyentes participan son en
Cristo Jesús: Su testimonio ha decidido el curso de la historia.
v10 Cuando Juan dice que él estaba en el Espíritu en el día del Señor, no quiere decir que se
sentía bien. La expresión no tiene nada que ver con su actitud personal, subjetiva, o su estado de ánimo,
sino que se refiere a una experiencia definida. Este es lenguaje profético técnico (Mat. 22:43; comp.
Num. 11:25; 2 Sam. 23:2, Ez. 2:2; 3:24; 2 Pet. 1:21), y se refiere al hecho de que el autor es un apóstol
inspirado, que recibe revelación, al ser admitido a la cámara del concilio celestial.23
Juan nos dice que vio esta visión en el día del Señor. El origen de este importante término se
remonta al primer sábado, cuando Dios reposó de la creación (Gen. 2:2-3). El término reposo en la
Escritura a menudo se refiere a Dios sentado en su trono como Juez, recibiendo la adoración de sus
criaturas (1 Chron. 28:2; Ps. 132:7-8, 13-14; Is. 11:10; 66:1). Este sábado original era el prototipo del
"día del Señor" en la Escritura, el día del juicio. El sábado semanal en Israel era una reproducción (y
una pre-representación) del primer y final Día del Señor, 24 en el cual el pueblo se reunía para juicio,
ejecución, la declaración oficial del perdón, y la proclamación de la palabra del Rey. También para
nosotros, este es el significado del día del Señor, cuando venimos delante del trono de Dios para ser
perdonados y restaurados, escuchar su palabra, y estar en comunión con Él (en un sentido general - y
no exactamente en el sentido especial en que Juan la usa aquí - todos los cristianos están "en el
Espíritu" en el día del Señor: En adoración, todos somos arrebatados hasta el salón del trono de Dios). 25
El día del Señor es el día del Señor en acción.
Una de las más básicas imágenes bíblicas del juicio es la nube de gloria, y esta teofanía se
asocia generalmente con otras tres imágenes: el Espíritu, el Día (o luz, puesto que la luz del día fue
originalmente "clonada" de la luz de la nube 26 ), y la voz (que a menudo se oye como una trompeta;
comp. Ex. 19:16-19). De hecho, las tres se mencionan en el mismo comienzo en el Edén, cuando Adán
y Eva "oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín como el Espíritu del Día", como dice
el texto literalmente (Gen. 3:8). 27 Lo que Adán y Eva oyeron en aquel terrible día de juicio no fue una
suave y fresca brisa que flotaba por entre las hojas de los eucaliptos - oyeron los explosivos truenos del
Dios del cielo y de la tierra restallando a través del jardín. Era espantoso, y por eso trataron de
esconderse. Repitiendo este esquema, Juan nos dice: "Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí
detrás de mí una gran voz como de trompeta". Juan iba a ser arrebatado dentro de la nube de gloria para
recibir revelación, y se esperaba que sus lectores entendieran estas imágenes.
v11-15 La voz de Dios instruye a Juan para que escriba en un libro la Revelación y la envíe a
las siete iglesias de Asia. Se vuelve para ver la voz - y ve al Señor Jesucristo. Este detalle establece un
patrón que se repite a través del libro - Juan primero oye, luego ve. Al final de la profecía (Rev. 22:8)
nos dice: "Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto ..." Este patrón
no siempre se sigue en el libro, pero ocurre con la suficiente frecuencia para que nos fijemos en que
Juan lo usa - porque es a veces importante para entender cómo interpretar los símbolos (comp. Rev.
5:5-6). La revelación verbal es necesaria para entender la revelación visual.
De repente, Juan se encuentra en el Lugar Santo, porque ve siete candeleros de oro; y en medio
de los siete candeleros uno como el Hijo del Hombre. Aquí las imágenes son claramente tomadas del
Tabernáculo, pero con una significativa diferencia: En el Lugar Santo terrenal, había un candelero con
siete lámparas; aquí, Juan ve siete candeleros, conectados el uno al otro en la Persona que está en pie en
medio de ellos. El simbolismo de que se trata aquí será discutido bajo el versículo 20; lo importante
que hay que notar ahora es simplemente el cuadro sugerido por estas imágenes: Jesucristo es el
Candelero, que une las siete lámparas - cada una de las cuales resulta en sí misma un candelero; Cristo
está rodeado de luz. Como dijo Germano, arzobispo de Constantinopla en el siglo octavo, al comienzo
de su obra sobre liturgia: "La iglesia es un cielo terrenal en el cual habita y se mueve el Dios
supercelestial".28
La descripción de Cristo en los versículos 13-16 involucra una combinación de imágenes del
Antiguo Testamento: La nube de gloria, el ángel del Señor, el Anciano de Días, y el Hijo del Hombre.
Nuestra comprensión puede aumentar si leemos esta descripción junto con los siguientes pasajes de
Daniel:
Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la
nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían
delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. (Dan. 7:9-10)
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de
hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio,
gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio
eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Dan. 7:13-14)
Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de
Ofaz.Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de
fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el
estruendo de una multitud. Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban
conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. Quedé, pues, yo
solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y
no tuve vigor alguno. Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi
rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. Y he quí una mano me tocó, e hizo que me pusiese
sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a
las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a tí he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto
conmigo, me puse en pie temblando. (Dan. 10:5-11) 29
Estos y otros pasajes se combinan para formar el cuadro de Cristo en la visión introductoria de
Juan. La ropa que llegaba hasta los pies y el cinto de oro que ceñía el pecho 30 (comp. Ex. 28:4; 29:5;
39:27-29; Lev. 16:4) son recordatorios del vestido oficial del Sumo Sacerdote, cuya ropa era una
representación del Espíritu-Gloria, un símbolo de la imagen radiante de Dios. "Contribuía a la
impresión de radiante el material de lino color de fuego prescrito para el efod, con su cinto y su
pectoral, y para el borde de la túnica del efod - una mezcla centelleante de brillantes rojos y azules con
el destello metálico de las hebras de oro. Resaltaban el efecto llameante los anillos y las cadenas
trenzadas de oro, la radiante corona de oro de la mitra, y el resplandor de las piedras preciosas
engastadas en oro sobre los tirantes en las hombreras del efod y el pectoral. Difícilmente podría algún
artista hacer más con una paleta terrenal en un medio frío para producir el efecto de luz llameante".31
Luz llameante: Esta es exactamente la impresión que da la visión de Cristo aquí. La blancura de
la cabeza y el pelo (como los del Anciano de días en Daniel 7) 32 el fuego llameante de sus ojos (como el
trono de Daniel 7 y los ojos del Hijo del Hombre en Daniel 10), y sus pies como bronce bruñido (el
término para bronce puede referirse a una aleación de oro y plata; comp. Mal. 3:2-3) - todo esto se
combina para puntualizar la apariencia de Cristo de un brillante resplandor de gloria: Y su rostro era
como el sol cuando brilla con toda su fuerza (v.16). Compárese a este Jesús con la notable descripción
que hace Ben Sirach de la gloria del Sumo Sacerdote:
Cuán espléndido se veía con el pueblo reunido alrededor de él, cuando salía del altar
encortinado, como la estrella de la mañana entre las nubes, como la luna en su plenitud, como el sol
brillando sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris destellando contras las brillantes nubes, como
las rosas en días de primavera, como los lirios al lado de una corriente de agua, como una ramita de
incienso en verano, como el fuego y el incienso en el incensario, como un vaso de oro batido incrustado
de toda suerte de piedras preciosas, como un olivo cargado de fruta, como un ciprés que se levanta
hacia las nubes; cuando se ponía sus espléndidas vestiduras, y se vestía en gloriosa perfección, cuando
subía al santo altar, y llenaba los recintos del santuario con su grandeza; cuando recibía las porciones
de las manos de los sacerdotes, estando él mismo de pie al lado del fuego del altar, rodeado por una
muchedumbre de sus hermanos, como un joven cedro del Líbano rodeado por troncos de palmeras.
(Eclesiástico 50:5-12, Biblia de Jerusalén).
Completando este glorioso cuadro de Cristo está la afirmación de que su voz era como el sonido
de muchas aguas. Juan identifica la voz de Cristo con el sonido de la nube - un sonido que, a través de
la Escrritura, se parece a numerosos fenómenos terrestres: el viento, el trueno, las trompetas, los
ejércitos, los carruajes, y las cataratas; 33 o quizás debemos decir que todos estos fenómenos terrestres
fueron creados para que se parecieran a varias facetas de la nube. 34 La conclusión debería ser obvia: El
Jesús resucitado y transfigurado es la Gloria de Dios encarnada.
v16 En su mano derecha tenía siete estrellas; Juan continúa interpretando esto más plenamente
en el versículo 20, pero debemos considerar primero la impresión inmediata que esta visión produciría
en Juan y sus lectores. Las siete estrellas componen el enjambre abierto de estrellas conocido como las
Pléyades, consideradas poéticamente en el mundo antiguo como enlazadas en una cadena, como un
collar. Las Pléyades, formando parte de la constelación Tauro, se mencionan en Job 9:5-9; 38:31-33; y
Amos 5:8. Así, pues, el sol está con Tauro en primavera (Pascua), y las Pléyades son un símbolo
adecuado en relación con la venida de Cristo: Él sostiene las estrellas que anuncian el renacimiento y el
florecimiento del mundo. Las otras referencias bíblicas dejan claro que el que sostiene las siete estrellas
es el todopoderoso Creador y Sustentador del universo.
Pero hay otra dimensión en estas imágenes. El uso simbólico de las siete estrellas era bastante
bien conocido en el siglo primero, porque las siete estrellas aparecían con regularidad en las monedas
del emperador como símbolos de su suprema soberanía política. Por lo menos algunos lectores de
Apocalipsis deben haberse quedado boquiabiertos de asombro por la audacia de Juan al declarar que las
siete estrellas estaban en la mano de Cristo. Los emperadores romanos se habían apropiado un símbolo
de dominio que la Biblia reserva solamente para Dios - y, dice Juan, Jesucristo ha venido a recuperarlo.
Las siete estrellas, y con ellas todas las cosas en la creación, le pertenecen a Él. El dominio reside en la
mano derecha del Señor Jesucristo.
Naturalmente, habrá oposición contra todo esto. Pero Juan deja claro que Cristo está a la
ofensiva, y que viene a presentar batalla en la causa de sus derechos a la corona: de su boca salía una
espada de dos filos, su Palabra, que obra para salvar y para destruir. La imagen aquí es tomada de la
profecía de Isaías: "Herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al
impío" (Is. 11:4). Se usa nuevamente en Apocalipsis para mostrar la actitud de Cristo hacia los herejes:
"Pelearé contra ellos con la espada de mi boca" (Rev. 2:16); y otra vez para mostrar la Palabra de Dios
conquistando a las naciones (Rev. 19:11-16). No sólo está Cristo en conflicto con las naciones, sino que
declara que saldrá completamente victorioso sobre ellas, sometiéndolas por su sola Palabra, la espada
aguda de dos filos que sale de su boca (Heb. 4:12).
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el
primero y el último;
18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de
la muerte y del Hades.
19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete
estrellas son los siete ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
v17-18 Cuando vio al ángel del Señor, Daniel dice: "Caí sobre mi rostro en un profundo sueño.
Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis
manos... Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando" (Dan. 10:9-11). La reacción de
Juan a la visión del Señor glorificado es muy parecida; sin embargo, Cristo le dice que no tema.
Aunque el temor es una primera reacción correcta, debe ser reemplazada. En última instancia, la
impresionante majestad de Dios no es razón para que el cristiano sienta terror; más bien, es la base de
nuestra confianza y nuestra estabilidad. La presencia de Cristo es, muy apropiadamente, ocasión para
que los incrédulos desmayen y se oculten, de puro susto (comp. Rev. 6:15-17); pero nuestro Señor
viene a Juan (como a nosotros) en amor, y le pone de pie. La presencia y la actividad de Dios en la
Nube era para los egipcios un portento terrorífico de su destrucción; pero, para el pueblo del pacto, Él
era el Consolador y el Salvador. El mismo contraste se establece en Hab. 3:10-13:
“Te vieron y tuvieron temor los montes; pasó la inundación de las aguas; el abismo dio su voz, a lo
alto alzó sus manos. El sol y la luna se pararon en su lugar; a la luz de tus saetas anduvieron, y al
resplandor de tu fulgente lanza. Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste las naciones. Saliste para
socorrer a tu pueblo, para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío,
descubriendo el cimiento hasta la roca.”
Jesús es Dios, el Primero y el Último, como el Señor dice de sí mismo en Is. 44:6: "Yo soy el
primero y el último, y fuera de mí no hay Dios" (comp. Is. 48:12). Aplicándose otro título de Dios del
Antiguo Testamento, Jesús declara que Él es el que vive (comp. Deut. 5:26; Jos. 3:10; Ps. 42:2; Jer.
10:10): Él es autoexistente, independiente, El que lo Controla Todo - y Él, "habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él" (Rom. 6:9). Juan puede ser resucitado en el
versículo 17 por causa de la verdad del versículo 18, de que Cristo vive para siempre jamás. Como
Señor resucitado, Cristo tiene las llaves de la Muerte y del Hades. 35 El imperio reclamaba tener toda
autoridad, y poseer poder sobre la vida y la muerte, y sobre la tumba; en su lugar, Jesús declara que Él -
no el estado, ni el emperador, ni Satanás, ni el dirigente de la sinagoga - tiene dominio sobre toda
realidad. Él es el Señor de la vida y la muerte, de toda la historia, y de la eternidad; y es en términos de
este completo dominio que Él comisiona a Juan para que escriba este libro que tan clara e
inequívocamente establece la verdad de su gobierno eterno y abarcante.
v19 La comisión de Juan fue interrumpida por el hecho de haber caído como muerto; ahora que
ha sido "resucitado", nuevamente se le ordena: Por lo tanto, 36 escribe las cosas que has visto, y la que
son, y las que han de tener lugar después de estas cosas. Algunos intérpretes interpretan esto como un
triple bosquejo del libro entero: Juan escribe sobre lo que ha visto (la visión de Cristo), luego sobre el
presente (las iglesias, en los capítulos 2-3), y finalmente sobre el futuro (capítulos 4-22). Sin embargo,
esta división es bastante arbitraria; Apocalipsis (como todas las otras profecías bíblicas) entrelaza
juntos el pasado, el presente, y el futuro a través de todo el libro.
Un significado más probable de esta afirmación es la de que Juan ha de escribir lo que ha visto -
la visión de Cristo entre los candeleros sosteniendo las estrellas - y lo que ellas son, es decir, lo que
significan o a lo que corresponden. La palabra son (en griego eisin) se usa más a menudo en
Apocalipsis en este sentido (Rev. 1:20; 4:5; 5:6, 8; 7:13-14; 11:4; 14:4; 16:14; 17:9, 10, 12, 15). Así
pues, el versículo 20 continúa haciendo exactamente eso, explicando el simbolismo de "las cosas que
has visto" (las estrellas y los candeleros). Luego, a Juan se le encomienda escribir las cosas que han de
suceder pronto, o, (como nos ha dicho en el versículo 1) "las cosas que deben suceder pronto". Parece
que la frase tiene el propósito de proporcionar un paralelo para la descripción del que "era y que es y
que ha de venir": Así, "El proceso de la historia temporal refleja la eterna naturaleza de Dios".37
En este punto, podríamos hacer una pausa para considerar un error que es común entre los que
adoptan una interpretación preterista de Apocalipsis. Los dos hechos del estilo simbólico de Juan y su
contenido claramente anti-estatista han llevado a algunos a creer que el mensaje políticamente sensitivo
determinó el uso del simbolismo - que Juan escribió el Apocalipsis en un código secreto para ocultar su
mensaje de los burócratas imperiales. Este es el punto de vista de James Kallas (que, dicho sea de paso,
también sostiene que Juan escribió en tiempos del emperador Domiciano, más bien que en los de
Nerón):
Juan escribe en lenguaje deliberadamente disfrazado. Recurre a imágenes que los romanos no
entenderán. No puede escribir de manera literal y obvia. No puede decir en términos claros y no
ambiguos lo que está más cerca de su corazón. ¿Qué sucedería si escribiera lo que creía, que
Domiciano era un hijo blasfemo del mismo diablo? ¿Qué sucedería si afirmara que la demanda del
imperio romano de que los hombres se inclinaran y adoraran a César era una estratagema diabólica de
Satanás mismo calculada para alejar a los hombres de Jesús? La carta jamás sería entregada. Nunca
pasaría más allá de los censores. Así, pues, tenía que disfrazar y esconder el verdadero significado.
Tenía que recurrir al simbolismo no literal, a referencias oscuras y aparentemente sin significado que
sus censores romanos verían meramente como las seniles meditaciones de un anciano loco.38
Puede que haya algo de verdad en esto, como un giro tangencial sobre el uso del número 666 en
Rev.13:18 en referencia a Nerón (no Domiciano) - un "código" que los romanos serían incapaces de
descifrar correctamente. Pero, aún sin esa referencia, el Libro de Apocalipsis es claramente un
documento traidor, y cualquier burócrata del estado habría podido interpretarlo así. Considérese lo que
ya hemos visto en la descripción de Jesucristo que hace Juan: La mera afirmación de que Él es el
soberano de los reyes de la tierra es un ataque contra la autonomía del emperador. El mismo primer
capítulo de Apocalipsis es procesable, y el simbolismo no oscurece ese hecho en lo más mínimo. La
razón del uso del simbolismo es que Apocalipsis es una profecía, y el simbolismo es lenguaje profético.
Debemos recordar también que el gobierno romano sabía muy bien quién era Juan. No era "un anciano
loco" que había sido exilado allí por sus "meditaciones seniles". Era un apóstol del Señor Jesucristo,
bajo prohibición imperial a causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesús. ( Rev.1:9).
v20 Jesús le explica a Juan el misterio de las siete estrellas y de los siete candeleros de oro. Aquí
también es importante subrayar que estos no son nombres en código. El simbolismo bíblico no
funciona así. En vez de eso, el simbolismo bíblico pone las cosas en relación las unas con las otras;
construye asociaciones en nuestras mentes, y nos pide que veamos los objetos desde esta perspectiva.
Estas afirmaciones sobre las estrellas y los candeleros no son "definiciones", sino que expresan
diferentes modos de ver los ángeles y las iglesias. Los comentarios de Michael Wilcock nos ayudan a
entender este uso del simbolismo: "Un estudio muy superficial del uso de la palabra 'misterio' en el
Nuevo Testamento muestra que allí no conlleva el moderno sentido corriente de 'rompecabezas'. Es
realmente algo oculto, pero no de tal manera que se pueda seguir una serie de pistas y a su tiempo
averiguarlo; más bien, es una verdad que o se sabe o no se sabe, dependiendo de si se ha revelado o
no".39 Así, pues, cuando Cristo identifica estas cosas las unas con las otras, no está diciendo "que una es
un símbolo mientras la otra es lo que el símbolo 'realmente' significa. Está diciendo que hay dos cosas
que se corresponden entre sí, siendo igualmente reales desde diferentes puntos de vista". 40 En otras
palabras, "tenemos, no una explicación de un término simbólico por medio de uno verdadero, sino una
afirmación de que estos términos, que son igualmente reales, son simplemente intercambiables... Juan
no está dando explicaciones, sino equivalencias. No intenta decirnos que 'candeleros', un término que
no entendemos, significa 'iglesia', un término que sí entendemos. Más bien, Juan quiere decirnos cosas
sobre los candeleros, y la esposa y la ciudad y la iglesia, los veinticuatro ancianos y los 144.000 y la
grande muchedumbre; su significado ya deberíamos saberlo por el resto de la Escritura, y él sólo nos
recuerda de pasada que todas estas cosas se corresponden entre sí y son descripciones diferentes de la
misma cosa".41
Así, pues, las siete estrellas "corresponden" a los ángeles de las siete iglesias.42 En la Biblia, los
ángeles y las estrellas están asociados a menudo entre sí (comp. Judges 5:20; Job 38:7; Is. 14:13; Jude
13; Rev. 8:10-12; 9:1; 12:4), y aquí los "ángeles" de las iglesias están asociados con la constelación de
las Pléyades (véanse los comentarios sobre el versículo 16). Además - y ésta es una de esas cosas que,
ccomo apunta Wilcock más arriba, "ya deberíamos saber por el resto de la Escritura" - tanto ángeles
como estrellas están asociados con el gobierno y el dominio (comp. Gen. 37:9; Judges 5:20; Dan. 8:9-
11; 10:13, 20-21). Ahora, cuando el Señor habla a las siete iglesias en los Capítulos 2-3, se dirige al
ángel de cada iglesia; claramente, Cristo hace responsables a los ángeles de las iglesias de la vida y la
conducta de sus respectivas iglesias. Entonces, en las últimas porciones de la profecía, vemos a siete
ángeles derramando juicios sobre la tierra rebelde (comp. Rev. 8-9, 16). Todas éstas son
correspondencias: Las siete estrellas, la constelación de la resurrección y el dominio, son los ángeles,
que corresponden al gobierno de la iglesia.
Un aspecto adicional de las imágenes de ángeles en la Biblia y que apoya esta interpretación
concierne a la relación entre los ángeles y los profetas. El distintivo principal del profeta bíblico era que
había estado en la presencia de Dios y los ángeles durante las sesiones del Concilio celestial (comp. Is.
6:1-8; Ez. 1-3, 10), convirtiéndose, por lo tanto, en su vocero autorizado para el pueblo de Dios (comp.
Jer. 15:19). La diferencia esencial entre el verdadero profeta y el falso profeta era que el verdadero
profeta había sido arrebatado por el Espíritu hasta dentro de la Nube para participar en esta asamblea:
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan;
os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen
atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras las
obstinación de su corazón dicen: No vendrá mal sobre vosotros. Porque, ¿quién estuvo en el secreto de
Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? ... No envié yo a aquellos
profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi
secreto, habrían hecho oir mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de
la maldad de sus obras. (Jer. 23:16-22)
Los profetas no sólo observaban las deliberaciones del Concilio celestial (comp. 1 Ki. 22:19-
22); de hecho participaban en él. En realidad, el Señor no hacía nada sin consultar a sus profetas Amos
3:7). Es por esto que la actividad característica del profeta bíblico es la intercesión y la mediación
(comp. Gen. 18:16-33; 20:7 , la primera ocurrencia de la palabra profeta en las Escrituras). Como
miembros del Concilio, los profetas tienen libertad de hablar con Dios, y pueden argumentar con Él, a
menudo persuadiéndole a cambiar de parecer (comp. Ex. 32:7-14; Amos 7:1-6). Ellos son sus amigos, y
por eso habla abiertamente con ellos (Gen. 18:17; Ex. 33:11; 2 Cron. 20:7; Is. 41:8; Jn. 15:15). Como
imágenes del hombre plenamente redimido, los profetas participaban de la gloria de Dios, ejerciendo
dominio sobre las naciones (comp. Jer. 1:10; 28:8), habiendo sido transfigurados éticamente (comp. Isa.
6:5-8) y físicamente (comp. Ex. 34:29). Así pues, eran semejantes a los ángeles del cielo, y de esta
manera no es sorprendente que el término ángel (Heb. mal'âk, griego angelos) se use para describir al
profeta bíblico (comp. 2 Cron. 36:15-6; Hag. 1:13; Mal. 3:1; Mat. 11:10; 24:31; Lk. 7:24; 9:52). De
hecho, el arquetipo profeta en las Escrituras es el Ángel del Señor.43
Hay, por lo tanto, abundante evidencia precedente de que a los gobernantes proféticos de las
iglesias se los describía como los ángeles de las iglesias. Es probable que cada ángel representara a un
solo pastor u obispo; pero Juan podría estarse refiriendo a las estrellas/ángeles simplemente como
personificaciones del gobierno de cada iglesia como un todo. Y el Señor del cielo y de la tierra les
sostiene en su mano derecha. (Esta es la misma mano que Cristo usó para resucitar a Juan en el vers.
17; así que Juan es un "ángel"). En un sentido más general, lo que es cierto de los ángeles lo es de la
Iglesia como un todo: Pablo instó a los filipenses a probarse a sí mismos como "irreprensibles y
sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la
cual resplandecéis como luminares en el mundo" (Phil. 2:15).
Los siete candeleros son (corresponden a) las siete iglesias; y las siete iglesias son, como ya
hemos notado, tanto las iglesias particulares referidas como la totalidad de la Iglesia en todas las
épocas. En términos del simbolismo del número siete como se relaciona con la Iglesia, es interesante el
comentario de Victorio (un obispo que fue martirizado en el año 304 d. C.) concerniente al apóstol
Pablo: "En el mundo entero, Pablo enseñaba que toda las iglesias estaban dispuestas en series de siete,
que se las llama siete, y que la Iglesia Católica es una. Y en realidad, primero que todo, para que él
mismo pudiera también conservar el tipo de siete iglesias, no excedió ese número. Pero escribió a los
romanos, a los corintios, a los gálatas, a los efesios, a los tesalonicenses, a los filipenses, a los
colosenses; después escribió a personas individuales, para no exceder el número de siete iglesias".44
El único candelero (un árbol estilizado) del antiguo tabernáculo es ahora Cristo (el árbol de la
vida) con sus siete candeleros. Antes, en el Antiguo Testamento, la Iglesia tenía un carácter
centralizado, nacional; y la unidad de las congregaciones particulares de Israel estaba enfocada
geográficamente, en Jerusalén. Pero ya no es así. La Iglesia, el Nuevo Israel, ha sido descentralizada
geográfica y nacionalmente - o, mejor, multicentralizada: La Iglesia es todavía un siete - todavía una
unidad - pero lo que la mantiene junta no es un trozo de bien raíz especial o santo; la unidad de la
Iglesia está centrada en Jesucristo. La Iglesia ya no está atada a un lugar, porque ha sido enviada a todo
el mundo para tomar el dominio en el nombre del Rey universal. 45 Ya no hay un espacio en la tierra que
sea santo; más bien, el mundo entero se ha convertido en "espacio santo", porque Jesucristo lo ha
redimido. Y al recapturar el mundo, Él ha recreado la Iglesia a su imagen. Porque, de la misma manera
en que Cristo es visto aquí como un destello de luz gloriosa, así también la Iglesia que él lleva y
sostiene se caracteriza por la luz (comp. la descripción de la Iglesia en Rev. 21:9-22:5). La iglesias
portadoras de luz, cuyos mismos gobiernos alumbran con brillo como de estrellas, brillan sobre el
mundo con la luz de Jesucristo, con el resultado de que los hombres verán sus buenas obras y
glorificarán a su Padre que está en los cielos.
Notas:
1. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 112, 115-122. Ya he explicado esto con mucho mayor detalle en una serie de artículos sobre los Últimos
Días, publicados en The Geneva Review, P. O. Box 131300, Tyler, TX 75713.
2. Arthur Pink, The Sovereignty of God (London: The Banner of Truth Trust, [1928] 1968), pp. 43s.
3. G. R. Beasley-Murray, The Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., [1974] 1981),
p. 51.
4. The Scofield Reference Bible (Oxford University Press, 1909), nota sobre Apocalipsis Rev. 1:20; esta idea se ha
popularizado en las notas de "Biblias de estudio" como la Thompson Chain-Reference Bible: New International
Version (Indianapolis: B. B. Kirkbride Bible Co.; Grand Rapids: The Zondervan Corporation, 1983), "Outline Studies
of the Bible", No. 4308 ("The Seven Churches of Asia"), p. 1602.
5. Ibid.
6. Comp. Loraine Boettner, The Millenium (Philadelphia: The Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1957), pp.
38-47, 63-66; Benjamin B. Warfield, "Are There Few That Be Saved?" en Biblical and Theological Studies
(Phladelphia: The Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1968), pp. 334-350. Warfield cita a William Temple:
"Con toda probabilidad, la tierra será habitable por miríadas de años todavía. Si el cristianismo es la religión final, la
iglesia está todavía en su infancia. Dos mil años son como dos días. La apelación a la 'iglesia primitiva' es engañosa;
nosotros somos la 'iglesia primitiva'"; y James Adderly: "Pero debemos recordar que el cristianismo es una religión
muy joven, y que nosotros sólo estamos en el comienzo de de la historia cristiana en este momento" (pp. 347s).
7. Sucede, sin embargo, que hay un sentido en el cual Juan se proponía que sus descripciones de estas siete iglesias
estuvieran legítimamente relacionadas con las siete "épocas" de la Iglesia; véase la introducción a la Parte II, más
abajo.
8. El pie de página de Wilcock: "Compárese 1:4 con 4:5, 5:6, y Zk. 4:1-5, 10 b: lámparas = ojos = espíritus. El
simbolismo de las lámparas en 1:12, 20 no es tan diferente; aquí es el espíritu, allí la morada terrenal del Espíritu (1
Cor. 3:16), que está siendo presentado".
9. Michael Wilcock, I Saw Heaven Opened: The Message of Revelation (Downers Grove, Il.: InteVarsity Press, 1975),
p. 34.
10. Una de las obras más útiles sobre el significado de los credos, incluyendo sus implicaciones sociológicas, es The
Foundations of Social Order: Studies in the Creeds and Councils of the Early Church, de Rousas John Rushdoony,
(Tyler, TX: Thobum Press, 1968 1978; véase también de Gerald Bray, Creeds, Councils, and Christ (Downers Grove,
Il., InterVarsity Press, 1984).
11. Cornelius Van Til, Apologetics (class syllabus, Westminster Theological Seminary, Philadelphia, 1959), p. 8.
12. Contrástese esto con las muy comunes "ilustraciones" de la Trinidad en la Escuela Dominical - como un huevo, el
sol, un pastel, o el agua. Estas son por lo general más engañosas que útiles. De hecho, sus implicaciones últimas son
heréticas. Acaban por dividir a Dios en tres "partes" - como la cáscara, la clara, y la yema de un huevo - o muestran a
Dios como una sustancia que toma tres formas diferentes, como el agua (sólida, líquida, y gaseosa).
13. Sobre el impacto radical de la doctrina de la Trinidad en todas las áreas de la vida, véase, de E. J. Rushdoony,
Foundations of Social Order y The One and the Many (Ttyler, TX: Thoburn Press, 1978).
14. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation (London: SPCK, 1931), p. 74. En efecto, la frase entera es un
nombre propio, e indeclinable. El problema gramático surge del intento de Juan para poner en griego los matices
teológicos contenidos en el hebreo de Ex. 3:14: YO SOY EL QUE SOY. Juan no teme masacrar el lenguaje griego
para hacer valer un punto, como en Jn. 16:13, donde "incorrectamente" usa un pronombre masculino para enfatizar la
personalidad del Espíritu Santo (Espíritu en griego es neutro, pero Juan quería subrayar que Él es realmente un Él y no
una cosa).
15. Hay varias buenas discusiones de los varios significados de Venir en la Escritura. Véase de Oswald T. Allis,
Prophecy and the Church (Grand Rapids: Baker Book House, 1945, 1947), pp. 175-191; Loraine Boettner, The
Millenium, pp. 252-262; Roderick Campbell, Israel and the New Covenant (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1954
1983), pp. 68-80; David Chilton, Paradise Restored, pp. 67-75, 97-105; Geerhardus Vos, The Pauline Eschatology
(Grand Rapids: Baker Book House, 1930), pp. 70-93.
16. Véase, por ejemplo, 1 Chron. 28:2; Sal. 132:7-8, 13-14; Is. 11:10. Comp. Meredith G. Kline, Images of the Spirit
(Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 20s., 39ss, 46, 111sss. Como observó Geerhardus Vos, la importancia
del Tabernáculo en el Antiguo Testamento es que "es el palacio del Rey en el cual el pueblo le rinde homenaje"
(Biblical Theology: Old and New Testaments [Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1948], p. 168).
17. Alexander Schmemann, Church, World, Mission: Reflections on Orthodoxy in the West (Crestwood, N. Y.:
Vladimir´s Seminary Press, 1979), p. 226.
18. Rousas John Rushdoony, The Institutes of Biblical Law (Nutley, N. J.: The Craig Press, 1973), pp. 573s.
19. William Symington, Messiah the Prince: or, The Mediatorial Dominion of Jesus Christ (Philadelphia: The
Christian Statesman Publishing Co., [1839] 1884), p. 208.
20. Véase de Chilton, Paradise Restored, pp. 57ss., 97ss.; comp. Kline, Images of the Spirit.
21. Para un ejemplo reciente de esta posición, véase de Norman Geisler, "A Premillenial View of Law and
Government", Bibliotheca Sacra (Julio-Septiembre 1985), pp. 250-266. Escribiendo contra el postmilenialismo de R.
J. Rushdoony y otros "reconstruccionistas", Geisler dice en realidad: "Los postmilenialistas trabajan para construir
unos Estados Unidos cristianos. Los premilenialistas trabajan en favor de unos Estados Unidos verdaderamente
libres", p. 260. La elección es clara: ¿Escogeremos el cristianismo? ¿O escogeremos la libertad en su lugar? Geisler
debe ser felicitado por haber expresado el asunto con esta precisión; sin embargo, hablando técnicamente, él no es el
primero que presentó el dilema de este modo. Permanece en la antigua tradición (Gén. 3:1-5).
22. Véase de Walter Chantry, Today´s Gospel: Authentic or Synthetic? (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1970),
y Arend J. ten Pas, The Lordship of Christ (Vallecito, CA: Ross House Books, 1978).
23. Véase la discusión de profeta en Images of Spirit, de Meredith G. Kline, pp. 57-96; esp. pp. 93s.
24. Véase de Chilton, Paradise Restored, pp. 133ss.
25. Véase de Kline, Images of the Spirit, pp. 97-131.
26. Ibid., pp. 106ss.
27. Para una exégesis completa de este texto, véase íbid., 97-331; comp. Chilton, Paradise Restored, pp. 58, 134ss.
28. St. Germanus of Constantinople, On the Divine Liturgy, Paul Meyendorff, trad. (Crestwood, NY: St. Vladimir´s
Seminary Press, 1984), p. 57.
29. Comp. la discusión de este texto en relación con Rev. 12:7-9 más abajo.
30. Según Josefo, el sacerdote llevaba el cinto alrededor del pecho cuando descansaba y no "hacía ningún servicio
laborioso" (Antiquities of the Jews, iii.vii.2).
31. Kline, Images of the Spirit, p. 43.
32. Nótese que el cabello blanco es glorioso, en contraste con la cultura de "perpetua juventud" de nuestro tiempo.
33. Véase de Chilton, Paradise Restored, p. 58; comp. Ex. 19:16, 19; Ek. 1:24.
34. Véase de Herman Bavinck, The Doctrine of God (London: The Banner of Truth Trust, [1951] 1977, pp. 88ss.
35. Originalmente, Adán tenía la llave de la Muerte y el Hades, porque era el Sacerdote de Edén, con la
responsabilidad scerdotal de guardar las puertas del Paraíso (Gen. 2:15; véase de Meredith G. Kline, Kingdom
Prologue (programa de estudios publicado privadamente, 1981), Vol. I, pp. 127ss. Cuando Adán renunció a esta
responsabilidad, él mismo se convirtió en muerte, lejos del Árbol de la Vida, y los querubines tomaron su lugar como
guardianes, sosteniendo la espada llameante (la llave). Por medio de la resurrección, Jesucristo, como Segundo Adán,
regresó al Paraíso como Sacerdote, el guardián de las puertas del Edén, para lanzar a la Serpiente a la Muerte y al
Hades (comp. Rev. 20:1-3).
36. El por lo tanto muestra la conexión con la comisión original de Juan en el vers. 11.
37. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation, p. 95.
38. James Kallas, Revelation: God and Satan in the Apocalypse (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1973), pp.
58s.
39. Wilcock, I Saw Heaven Opened, p. 153.
40. Ibid., p. 154.
41. Ibid., p. 156.
42. Un aspecto interesante del fondo conceptual de todo esto es la referencia en el libro apócrifo de Tobit a "los siete
ángeles santos, que presentan las oraciones de los santos, y que entran y salen delante de la gloria del Santo" (12:15;
comp. 1 Enoch 20:1-7).
43. El estudio más abarcante del orden profético y su relación con el Concilio angélico se encuentra en Images of the
Spirit, de Kline, pp. 57-96. Véase también de George Vandervelde, "The Gift of Prophecy and the Prophetic Church"
(Toronto: Institute for Christian Studies, 1984).
44. Victorious, Commentary on the Apocalypse of the Blessed John, en Alexander Roberts y James Donaldson, eds.,
The Ante-Nicene Fathers (Grand Rapids: Eerdmans, [1886] 1970(, vol. VII, p. 345.
45. Según Éxodo 18 y Deuteronomio 1, el ancianato estaba dispuesto jerárquicamente, con "jefes de millares, jefes de
centenas, jefes de cincuenta, y jefes de decenas". Esta era la base bíblica para la organización jerárquica de la iglesia
primitiva, correspondiendo el obispo de la ciudad al "jefe de millares" (véase de James B. Jordan, "Biblical Church
Government, Part 3: Councillar Hierarchy -Elders and Bishops", Presbyterian Heritage, No. 9 [January 1986], P. O.
Box 131300, Tyler, TX 75713). Una oficina central (un "vaticano") puede por lo tanto ser útil para el gobierno de la
iglesia, aunque no es necesario (hay una distinción entre lo que puede ser bueno para el bienestar [bene esse] o la
plenitud de ser [plene esse] de la iglesia, y lo que es necesario para el bien [esse] de la Iglesia). El mejor estudio
histórico disponible sobre el surgimiento del episcopado es, de J. B. Lightfoot, The Christian Ministry, Philip
Edgcumbe Hughes, ed. (Wilton, CT Morehouse-Barlow Co., 1983).
Parte Dos
PRÓLOGO HISTÓRICO: LAS CARTAS A LAS SIETE
IGLESIAS
(Apocalipsis 2-3)
Introducción
La segunda parte de la estructura del tratado de pacto (comp. Deut. 1:6-4:49 1es el prólogo, que
relata la historia de las relaciones del Gran Rey con el vasallo, recordándole la autoridad de su señor y
la fidelidad al pacto, haciendo una lista de los beneficios que se le han proporcionado, enumerando las
transgresiones de la ley por parte del vasallo, ordenándole al vasallo que se arrepienta y renueve su
obediencia, y prometiéndole futuras recompensas. Un aspecto importante del prólogo es la cesión del
pacto2, la orden para tomar posesión de la tierra, conquistándola en nombre del Gran Rey (comp. Deut.
2:24-25, 31; 3:18-22, 4:1, 14, 37-40).3
Los siete mensajes a las iglesias corresponden de varias maneras al prólogo del pacto. La
estructura de los mensajes sigue el mismo modelo general: El señorío de Cristo sobre la Iglesia, el
registro de fidelidad o desobediencia de la iglesia en particular, las advertencias de castigo, y las
promesas de bendiciones en respuesta a la obediencia. Además, en cada caso, a la iglesia se le da una
concesión de pacto, una comisión para conquistar, para triunfar, y ejercer dominio bajo el señorío de
Cristo (Rev. 2:7, 11, 17, 26-29; 3:5, 12, 21).
Además, cada mensaje, por sí solo, recapitula la totalidad de la estructura del pacto de cinco partes.
Considérese el primer mensaje, la iglesia de Éfeso ( Rev. 2:1-7):
1. Preámbulo: "El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros
de oro" (Rev. 2:1).
2. Prólogo histórico: "Yo conozco tus obras...." (Rev. 2:2-4).
3. Estipulaciones éticas: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras
obras" (Rev. 2:5 a).
4. Sanciones: "Pues, si no, vendré pronto a tí, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido" (Rev. 2:5 b).
5. Disposiciones de la sucesión: "... Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en
medio del paraíso de Dios" (Rev. 2:6-7).
Recapitulación de la historia del pacto
En el capítulo 1:4, discutimos el punto de vista (¡extrañamente común entre los modernos
"literalistas"!) de que las siete iglesias representan simbólicamente "siete épocas de la historia de la
Iglesia"; y, aunque esa interpretación es evidentemente errónea por varias razones, hay otro sentido en
el cual estas siete iglesias se relacionan con siete períodos de la historia de la Iglesia - la historia de la
Iglesia del Antiguo Testamento. Porque las imágenes usadas para describir las siete iglesias de Asia
avanzan cronológicamente desde el Jardín de Edén hasta la situación en el siglo primero d.C.:
1. Éfeso (Rev. 2:1-7). El lenguaje del paraíso es evidente a través del pasaje. Cristo se anuncia a
sí mismo como el Creador, el que tiene las siete estrellas, y como el que anda en medio de los siete
candeleros para evaluarlos, como Dios anduvo en medio del jardín en juicio (Gen. 3:8). El "ángel" de
Éfeso es felicitado por guardar adecuadamente a la iglesia de sus enemigos, como a Adán se le había
ordenado guardar el jardín y a su esposa de su enemigo (Gen. 2:15). Pero el ángel, como Adán, ha
"caído", habiendo dejado su primer amor. Por lo tanto, Cristo amenaza con venir a él en juicio y quitar
el candelero de su lugar, como había echado a Adán y a Eva del jardín (comp. Gen. 3:24). Sin embargo,
la puerta de Edén está abierta para los que obtienen la victoria sobre el tentador: "Al que venciere, yo le
daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios".
2. Esmirna (Rev. 2:8-11). La situación de los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob, y José) y de los
hijos de Israel en Egipto parece reflejarse en las palabras de este mensaje. Cristo se describe a sí mismo
como el que "estuvo muerto y ha vuelto a la vida", un acto redentor prefigurado en las vidas de Isaac
(Gen. 22:1-4; Heb. 11:17-19) y José (Gen. 37:18-36; 39:20-41:45; 45:4-8; 50:20), así como en la
liberación de Israel de casa de servidumbre. La condición de los esmirnenses de aparente pobreza y
riqueza real es análoga a la experiencia de todos los patriarcas, que "vivieron como extranjeros en la
tierra prometida" Heb. 11:9). Falsos "judíos" están persiguiendo a los verdaderos herederos de las
promesas, tal como Ismael persiguió a Isaac (Gen. 21:9; comp. Gal. 4:22-31). El peligro de
encarcelamiento por la instigación de un calumniador encuentra paralelo en la vida de José (Gen.
39:13-20), como lo encuentra en la bendición de la corona de la vida para los fieles (Gen. 41:40-44);
también Aarón, como la imagen gloriosa del hombre plenamente redimido, llevaba una corona de vida
(Ex. 28:36-38). La "tribulación de los diez días", seguida por la victoria, refleja la historia de cómo
Israel soportó las diez plagas antes de ser liberado.
3. Pérgamo (Rev. 2:12-17). Las imágenes de esta sección son tomadas de la peregrinación de
Israel en el desierto, la morada de los demonios (Lev. 16:10; 17:7; Deut. 8:15; Mat. 4:1; 12:43); los
cristianos de Pérgamo también tenían que habitar "donde está el trono de Satanás ... donde mora
Satanás". Los enemigos de la iglesia son descritos como "Balaam" y como "Balac", el falso profeta y el
rey malo que trataron de destruir a los israelitas tentándolos con la idolatría y la fornicación (Num.
25:1-3; 31:16). Como el ángel del Señor y Finees el sacerdote, Cristo amenaza con hacer guerra con la
espada contra los balaamitas (comp. Num. 22:31; 24:7-8). A los que vencen, les promete compartir con
ellos el "maná escondido" del arca del pacto (Heb. 9:4), y una piedrecita blanca con un "nombre nuevo"
inscrito en ella, el emblema del pueblo redimido del pacto, que llevaba el sumo sacerdote (Ex. 28:9-
12).
4. Tiatira (Rev. 2:18-29). Ahora Juan se vuelve a las imágenes del período de la monarquía
israelita y el pacto davídico. Cristo se anuncia a sí mismo como "el Hijo de Dios", el gran David
(comp. Ps. 2:7; 89:19-37; Jer. 30:9; Eze. 34:23-24; 37:24-28; Oseas 3:5; Hech. 2:24-36; 13:22-23).
Reprende al ángel de Tiatira, cuya tolerancia de su "esposa, Jezabel", está conduciendo al pueblo de
Dios a la apostasía (comp. 1 Reyes 16:29-34; 21:25-26). Ella y los que adulteran con ella (comp. 2
Reyes 9:22) son amenazados con la "tribulación", como los tres años y medio de tribulación con que
fue visitado Israel en los días de Jezabel (1 Reyes 17:1; Sant. 5:17); ella y su descendencia serán
muertos (comp. 2 Reyes 9:22-37). Pero, como a David, al que vence le será dada "autoridad sobre las
naciones" (comp. 2 Sam. 7:19; 8:1-14; Sal. 18:37-50; 89:27-29). La promesa concluyente alude al
salmo mesiánico de dominio, de David: "Y las regirá con vara de hierro; y serán quebradas como vaso
de alfarero, como yo también la he recibido de mi Padre" (comp. Sal. 2:9).
5. Sardis (Rev. 3:1-6). Las imágenes de esta sección proceden del período profético posterior
(comp. las referencias al Espíritu y a las "siete estrellas", hablando del testigo profético) que lleva al
final de la monarquía, cuando el desobediente pueblo del pacto fue derrotado y llevado al cautiverio. La
descripción de la reputación de la iglesia de que está "viva" cuando en realidad está "muerta", las
exhortaciones a "despertar" y a "afirmar las cosas que quedan", el reconocimiento de que hay "unas
pocas personas" que han permanecido fieles, todo esto recuerda el lenguaje profético acerca del
Remanente en tiempo de apostasía (Isa. 1:5-23; 6:9-13; 65:8-16; Jer. 7:1-7; 8:11-12; Eze. 37:1-14),
como lo es la advertencia de juicio inminente (Isa. 1:24-31; 2:12-21; 26:20-21; Jer. 4:5-31; 7:12-15;
11:9-13; Miq. 1:2-7; Sof. 1).
6. Filadelfia (Rev. 3:7-13). El regreso del exilio bajo Esdras y Nehemías se refleja en este
mensaje, que con sus imágenes habla de la sinagoga y la reconstrucción de Jerusalén y el Templo
(comp. las profecías de Hageo, Zacarías, y Malaquías). Los filadelfianos, como los judíos que
regresaban, tienen "poca fuerza". La referencia a "la sinagoga de Satanás, los que se dicen judíos, y no
lo son" recuerda los conflictos con los "falsos judíos" en Esdras 4 y Nehemías 4, 6, y 13. La
advertencia de una venidera "hora de prueba ... que está a punto de venir sobre el mundo entero, para
probar a los que moran en la tierra" nos recuerda la tribulación sufrida bajo el régimen de Antíoco
Epífanes (comp. Dan. 8 y 11). Pero Cristo promete al que vence que será hecho "columna en el templo"
y que compartirá las bendiciones de la "nueva Jerusalén".
7. Laodicea (Rev. 3:14-22). El período de los Últimos Días (30-70 d. C.) proporciona el tema
para el séptimo y último mensaje. La iglesia "tibia", enorgulleciéndose de su riqueza y su
autosuficiencia, y, sin embargo, ciega a su verdadera pobreza y desnudez, es una imagen adecuada del
judaísmo farisaico del siglo primero (Lucas 18:9-14; comp. Apoc. 18:7). Advertido de que está a punto
de ser vomitado de la tierra (la maldición de Lev. 18:24-28; comp. Lucas 21:24), a Israel se le insta a
arrepentirse y a aceptar a Cristo, ofrecido en la comida eucarística. A los que vencen se les concede la
bendición característica de la era introducida por el nuevo pacto; el dominio con Cristo (comp. Efe.
1:20-22; 2:6; Apoc. 1:6).
Finalmente, los mensajes a las siete iglesias también contienen un bosquejo en miniatura de la
profecía entera. Como hemos observado, las cuatro secciones del Apocalipsis que siguen al preámbulo
(Capítulo 1) están estructuradas en términos de las cuádruples maldiciones del pacto establecido en
Levítico 26:18, 21, 24, 28. Estas cuatro series de juicios en Apocalipsis pueden resumirse como sigue:
1. Juicio contra los falsos apóstoles (2-3). Los maestros herejes que propagan falsas doctrinas son
expuestos, condenados, y excomulgados por Juan y los que son fieles a la verdadera tradición
apostólica.
2. Juicio contra el falso Israel (4-7). El Israel apóstata, que persigue a los santos, es condenado y
castigado; el remanente creyente es protegido del juicio, hereda las bendiciones del Pacto, y llena la
tierra de frutos.
3. Juicio contra el rey malo y el falso profeta (8-14). La bestia y el falso profeta hacen guerra contra la
iglesia, y son derrotados por el verdadero rey y su ejército de testigos fieles.
4. Juicio contra la ramera real (15-22). Babilonia, la falsa esposa, es condenada y quemada, y la
verdadera esposa celebra la cena de bodas del Cordero.
Este es el mismo patrón general que encontramos en los cuatro primeros mensajes mismos:
1. Éfeso: Juicio contra el falso profeta (2:1-7). Los conflictos de todas las siete iglesias son evidentes en
las luchas de su iglesia contra los nicolaítas, "los que se llaman a sí mismos apóstoles, pero no lo son".
2. Esmirna: Juicio contra el falso Israel (2:8-11). Los esmirnenses están sufriendo por la oposición de
"los que se dicen judíos y no lo son, sino que son la sinagoga de Satanás".
3. Pérgamo: Juicio contra el rey malo y el falso profeta (2:12-17). Esta iglesia está
experimentando persecución y tentación de las contrapartes del siglo primero de
"Balac", el rey malo de Moab, y el falso profeta, "Balaam".
4. Tiatira: Juicio contra la ramera real (2:18-29). El líder de los herejes, que seduce a los siervos de
Dios a cometer idolatría y fornicación, es nombrado en recuerdo de Jezabel, la reina adúltera del
antiguo Israel.
El ciclo comienza nuevamente, de manera que estos primeros cuatro mensajes son
"recapitulados" en los tres últimos, pero con atención a detalles diferentes. Para entender esto, tenemos
que comenzar otra vez por el primer mensaje. Las descripciones de Cristo por parte de Juan en el
preámbulo a cada mensaje son trazadas a partir de las de la visión del Hijo de Dios en el capítulo 1.
Pero su orden es quiástico (esto es, considera cada punto en orden inverso). Así:
A. Sus ojos eran como llama de fuego, y sus pies como bronce bruñido (1:14-15).
B. De su boca salía una espada aguda de dos filos (1:6).
C. Yo soy el primero y el último, y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de
los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (1:17-18).
D. El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro (1:20).
D. Éfeso El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de
oro (2:1).
C. Esmirna El primero y el postrero, el que estuvo muerto, y vivió (2:8).
B. Pérgamo El que tiene la espada aguda de dos filos (2:12).
A. Tiatira El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido
(2:18).
D. Sardis El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas (3:1).
C. Filadelfia El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y
cierra y ninguno abre (3:7).
C. Laodicea El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios (3:14).4
La repetición del modelo general es reforzada por otros puntos de similitud. El paralelo entre
Esmirna y Filadelfia puede verse también en que ambas tratan de la "sinagoga de Satanás"; y la
asociación de los "siete candeleros" de Éfeso con los "siete espíritus de Dios" de Sardis es explicada en
el capítulo siguiente, durante la visión de Juan del trono celestial: "Y delante del trono ardían siete
lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios" (4:5).
Notas:
1. Véase, de Meredith G. Kline, Treaty of the Great King: The Covenant Structure of Deuteronomy (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publshing Co., 1963), pp. 52-61.
2. Véase, de Ray R. Sutton, That You May Prosper: Dominion by Covenant, (Tyler, TX: Institute for Christian
Economics, 1987).
3. Kline, Treaty of the Great King, pp. 56ss.
4. Nosotros habríamos esperado que Juan modelara el Preámbulo laodicense según B (o quizás según A) y no según
C; por alguna razón, Juan eligió no hacer simétrica la estructura.
CAPITULO 2 - EL ESPÍRITU HABLA A LA IGLESIA:
¡VENCED!
v1 Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en
medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
v2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has
probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
v3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has
desmayado.
v4 Pero tengo contra tí, que has dejado tu primer amor.
v5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues, si no, vendré
pronto a tí, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieras arrepentido.
v6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
v7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del
árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
v1 La ciudad de Éfeso era la más importante de Asia Menor, tanto política como
comercialmente. Era también un importante centro cultural, que se ufanaba de atracciones tales como
las artes, las ciencias, la hechicería, la idolatría, los gladiadores, y la persecución. La Calle Principal
corría desde el puerto hasta el teatro, y en el camino, el visitante pasaba por el gimnasio y los baños
públicos, la biblioteca pública, y el prostíbulo público. Su templo de Artemisa (o Diana - la diosa de la
fertilidad y la "naturaleza salvaje") era una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Lucas nos cuenta
otro hecho interesante acerca de la ciudad, un hecho que tiene mucho que ver con los Siete Mensajes en
general: Éfeso era un semillero de ocultismo judío y artes mágicas judías (Acts 19:13-15, 18-19). Por
todo el mundo del siglo primero, el judaísmo apóstata se adaptaba a las numerosas ideologías y
prácticas paganas, desarrollando las cepas primitivas de lo que más tarde vino a conocerse como el
agnosticismo - varias variedades de sabiduría oculta, tradición rabínica, religión de misterio, y
ascetismo o libertinaje, (o ambos), todo revuelto con algunos trozos y pedazos de doctrina cristiana. 1
Esta mezcla de charlatanería religiosa era sin duda un semillero de herejías que afligían a las iglesias de
Asia Menor.
Y, sin embargo, a pesar de toda la multiforme depravación en Éfeso (comp. Eph. 4:17-19; 5-3-
12), el Señor Jesucristo había establecido su iglesia allí (Hechos 19); y en su mensaje, le asegura al
ángel de la congregación que Él tiene las siete estrellas en su diestra, sosteniendo y protegiendo a los
gobernantes que ha ordenado: "Los llena de luz e influencia", dice el Comentario de Matthew Henry;
"les sostiene, de lo contrario pronto serían estrellas caídas". 2 También, Él anda en medio de los
candeleros, las iglesias, guardándolas y examinándolas, y conectándolas entre sí por medio de su
unidad con Él. "Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre
vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo" (Lev. 26:11-12).
v2-3 La iglesia de Éfeso era bien conocida por su esfuerzo y duro trabajo en favor de la fe, y su
perseverancia frente a la oposición y la apostasía, habiendo soportado penalidades por el nombre de
Cristo. Ésta era la iglesia que no conocía el significado de componendas, la iglesia que estaba dispuesta
a adoptar una posición firme en favor de la ortodoxia, sin importar el costo. (Vale la pena observar que,
de todas las cartas de Pablo a las iglesias, sólo la carta a los efesios no menciona un solo punto
doctrinal en disputa que requiriese corrección apostólica). Los dirigentes de la iglesia no temían
disciplinar a hombres malos. Conocían la importancia de los juicios por herejía y las excomuniones, y
parece que esta iglesia había recibido una buena porción de ambos: Sus dirigentes habían sometido a
prueba a los falsos "apóstoles", y los habían hallado culpables. Los ancianos de Éfeso acataron bien la
exhortación que Pablo les había hecho (Acts 20:28-31): "Por tanto, mirad por vosotros y por todo el
rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos
rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas
perversas para arrastrar tras de sí a los discípulos. Por tanto, velad".
Cuarenta años más tarde, esta iglesia todavía era renombrada por su ortodoxia, como Ignacio
(martirizado en el año 107 d. C.) observó en su carta a los efesios: "Todos vosotros vivís según verdad,
y ninguna herejía halla cabida entre vosotros: En realidad, ni siquiera escucháis a nadie que hable de
nada que no sea concerniente a Cristo Jesús en verdad.... Me he enterado de que ciertas personas
pasaron a través de vosotros trayendo doctrinas impías, y vosotros ni siquiera les permitísteis plantar su
semilla entre vosotros, sino que tapásteis vuestros oídos para no recibir la semilla que ellos querían
plantar... De la cabeza a los pies, os habéis ataviado de los mandamientos de Cristo Jesús".3
Hay varios notables paralelismos en estos versículos: Cristo le dice a la iglesia: "Conozco ... tu
arduo trabajo [literalmente, cansancio] y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos... Y
tienes paciencia y has sufrido por amor de mi nombre, y no has desmayado".
v4-6 Y sin embargo, el Señor reprende al ángel: Tengo esto contra tí: Has dejado tu primer
amor. El deseo de la iglesia en favor de la sana doctrina se había pervertido hasta convertirse en un
endurecimiento contra sus hermanos en Cristo, de manera que carecía de amor. Es importante notar que
ni siquiera la más rigurosa preocupación por la ortodoxia significa automáticamente ausencia de amor.
Es sólo la perversión de la ortodoxia lo que resulta en dureza hacia los hermanos. Cristo no critica a los
efesios por ser "demasiado ortodoxos", sino por dejar y abandonar el amor que tenían al principio.
Bíblicamente hablando, la cuestión de la "doctrina versus el amor" no es un punto en disputa. En
realidad, es un punto específicamente pagano, que trata de separar lo que Cristo ha unido. De los
cristianos se requiere que sean tanto ortodoxos como amorosos, y la ausencia de cualquiera de estas dos
características resultará eventualmente en el juicio de Dios.
Recuerda, por tanto, de dónde has caído: Los efesios habían tenido alguna vez una armoniosa
combinación de amor y ortodoxia doctrinal, y Cristo les llama a arrepentirse, a cambiar su modo de
pensar acerca de sus acciones y hacer las obras que hicieron al principio. El amor no es simplemente un
estado mental o una actitud; el amor es acción en términos de la ley de Dios: "En esto conocemos que
amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el
amor a Dios, que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos" (1 Jn. 5:2-3;
comp. Rom. 13:8-10). El antídoto de Cristo para el malestar espiritual de la Esposa no es simplemente
una exhortación a cambiar de actitud como tal. En su lugar, Cristo le ordena que cambie sus acciones,
que lleve a cabo las obras que habían caracterizado su romance con el Esposo al principio. Las acciones
de arrepentimiento nutrirán y cultivarán una actitud de arrepentimiento.
Sin embargo, si no se arrepiente, Cristo le advierte: Vendré a tí en juicio - una advertencia que se hace
tres veces más en estas cartas (2:16: 3:3,11). Como hemos visto antes (Rev. 1:7), la venida de Cristo no
se refiere simplemente a un cataclismo al final de la historia, sino más bien a sus venidas en la historia.
En realidad, advierte, vendrá pronto, un término subrayado por las siete veces en que ocurre en
Apocalipsis (Rev. 2:5, 16; 3:11; 11:14; 22:7, 12, 20). El Señor no está amenazando a la iglesia de Éfeso
con su segunda venida; está diciendo que él vendrá contra ella: Quitaré tu candelero de su lugar. La
influencia de ella será quitada, y de hecho, dejará por completo de ser iglesia. Por falta de amor, la
congregación entera está en peligro de ser excomulgada. Si los ancianos de la iglesia dejan de
disciplinar y discipular a la iglesia hacia el amor, así como hacia la ortodoxia doctrinal, Jesucristo
mismo intervendrá y administrará juicio - y en ese punto puede muy bien ser demasiado tarde para el
arrepentimiento.
Es probable que Juan estuviera usando un importante "suceso actual" en la vida de Éfeso como
base parcial para estas imágenes. La línea costera estaba cambiando constantemente a causa del
sedimento arrastrado por el cercano río Caister; la arena y las piedrecillas rellenaban gradualmente el
puerto, amenazando con convertirlo en un pantano. En verdad, la ciudad estaba en peligro de ser
movida de su lugar, quedando completamente aislada del mar. Dos siglos antes, un tremendo proyecto
de ingeniería había dragado el puerto, con mucho esfuerzo, mucha perseverancia, y muchas
penalidades. Sin embargo, para mediados del siglo primero, el puerto nuevamente se estaba llenando de
sedimento. Se hizo evidente que, si Éfeso había de conservar su influencia como puerto marítimo, los
ciudadanos tendrían que arrepentirse de su negligencia y hacer las primeras obras otra vez. En el año 64
d. C., la ciudad comenzó finalmente a dragar el puerto otra vez, y Éfeso permaneció en su lugar por
años después. (En siglos posteriores, se le permitió a la sedimentación continuar sin impedimento. En
la actualidad, el mar está a seis millas de las ruinas de Éfeso, y lo que una vez fue el puerto de Éfeso es
ahora una llanura cubierta de hierba y barrida por el viento).4
Pero una vuelta al amor no implica ninguna disminución de los modelos teológicos (en un
sentido real, significa intensificar y hacer cumplir un modelo teológico para el mundo entero). El
verdadero amor por Cristo y su pueblo requiere aborrecer el mal, y el Señor les alaba por su firmeza en
esto: Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, que yo también aborrezco. Según
Ireneo, obispo del siglo segundo, "los nicolaítas son los seguidores de aquel Nicolás que fue uno de los
primeros ordenados al diaconado por los apóstoles [Acts 6:5]. Vivían en libertinaje desenfrenado ...
enseñando que daba lo mismo practicar el adulterio o no, y comer cosas sacrificadas a los ídolos". 5 Si
Ireneo tiene razón en esto - su punto de vista es ciertamente debatible - el diácono Nicolás (en griego
Nikolaos) había apostatado y se había convertido en un "falso apóstol", buscando conducir a otros a la
herejía y a que entraran en componendas con el paganismo.
Una cosa es obvia: Juan está nombrando a la facción herética en Éfeso en honor a alguien
llamado Nikolaos (aún admitiendo que Ireneo estuviese confundido sobre la identidad de aquél). Su
motivo parece estar basado en consideraciones lingüísticas, porque en griego Nikolaos significa
Conquistador del pueblo. Es interesante notar que, en el tercero de los siete mensajes, Juan menciona a
un grupo de herejes de Pérgamo, a los cuales llama seguidores de "Balaam" (Rev. 2:14). En hebreo,
Balaam significa Conquistador del pueblo. Juan está haciendo un juego de palabras, enlazando a los
"nicolaítas" de Éfeso con los "Balaamitas" de Pérgamo; en realidad, Juan nos dice claramente en Rev.
2:14-15 que las doctrinas de ellos son las mismas. De la misma manera que Nikolaos y Balaam son
equivalentes lingüísticos el uno del otro (comp. la misma técnica en Rev. 9:11), son también
teológicamente equivalentes. Los "nicolaítas" y los "balaamitas" participan del mismo culto herético.
Esta conclusión queda reforzada por una conexión adicional. Cuando comparamos las
verdaderas enseñanzas de la herejía Nicolaíta/Balaamita con las de la facción de "Jezabel" en la iglesia
de Tiatira, mencionadas en el cuarto mensaje ( Rev. 2:20), descubrimos que sus doctrinas son idénticas
entre sí. Por esta razón, parecer ser una herejía en particular la que es el blanco de estos mensajes a las
iglesias durante los últimos días, una herejía que trataba de seducir al pueblo de Dios hacia la idolatría
y la fornicación. Como había predicho Pablo, habían surgido lobos de dentro de la comunidad cristiana,
intentando devorar a las ovejas, y era el deber de los pastores/ángeles estar en guardia contra ellos, y
expulsarlos de la iglesia. Jesucristo declara que Él aborrece las obras de los nicolaítas; su pueblo debe
revelar su imagen al amar lo que Él ama y aborrecer lo que Él aborrece (comp. Ps.139:19-22).
v7 Como en cada uno de estos mensajes, la carta a la iglesia de Éfeso concluye exhortándola a
oír lo que el Espíritu dice a las iglesias. Aunque los mensajes son diferentes en términos de las
necesidades de cada congregación, el Espíritu está en realidad dando una orden básica: ¡Vence! La
palabra griega es nikaõ, que tiene la misma raíz que nikolaíta; Cristo está asignando a su iglesia la
responsabilidad de derrotar a los que tratan de derrotarla. Un lado u otro resultará victorioso en esta
batalla. La oposición de Satanás a las iglesias aparecerá en varias formas, y diferentes iglesias (y
diferentes épocas de la iglesia) tendrán que enfrentarse a diferentes puntos en disputa, y tendrán
diferentes enemigos que derrotar. Pero, no importa cuáles sean los problemas particulares a los que
haya que enfrentarse, cada iglesia está bajo el divino mandato de conquistar y abrumar completamente
a su oposición. El deber de vencer no es algo reservado para unos pocos selectos "super cristianos" que
se han "dedicado" a Dios por encima de lo que se requiere de los cristianos. Todos los cristianos son
vencedores: Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que vence al
mundo, nuestra fe (1 Jn. 5:4). Los cristianos de los que se habla en Apocalipsis vencieron al diablo "por
medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos" (Rev. 12:11). La cuestión no es
victoria o derrota. La cuestión es victoria o traición.
El cristiano vence; y a él le concede Cristo el privilegio de comer del árbol de la vida, que está
en el paraíso de Dios. Esto no es sólo una esperanza fuera de este mundo. Aunque la plena
consumación de esta promesa se presenta al final de la historia, es una posesión actual y creciente del
pueblo de Dios, al obedecer a su Señor y tomar dominio sobre la tierra. Porque el árbol de la vida es
Jesucristo mismo, y participar del Árbol es poseer las bendiciones y los beneficios de la salvación. 7 En
Cristo, el cristiano vencedor tiene el Paraíso Restaurado, en esta vida y para siempre.
8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto, y vivió,
dice esto:
9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se
dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.
10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel,
para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida.
11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere no sufrirá daño de la
segunda muerte.
v8 Había dos características de Esmirna que significaban severos problemas para la iglesia allí.
Primero, los habitantes de la ciudad eran fervorosos devotos del culto del emperador; y segundo,
Esmirna tenía una numerosa población de judíos que eran hostiles a la fe cristiana. A esta fiel iglesia,
que sufría extremadamente bajo las persecuciones de estos incrédulos, Jesucristo se anuncia a sí mismo
como el primero y el postrero, un nombre de Dios tomado de Is. 44:6, 48:12. Es obvio, a partir de los
contextos de estos versículos, que la expresión identifica a Dios como el supremo Señor y
Determinador de la historia, el Planeador y Controlador de toda realidad. La doctrina bíblica de la
predestinación, correctamente entendida, no debería ser fuente de temor para el cristiano; antes bien, es
fuente de consuelo y seguridad.
No sólo es Cristo el primero y el último, sino que estuvo muerto, y ha vuelto a la vida: Es por
completo vencedor sobre la muerte y la tumba como "primicias" de los que mueren en el Señor (1 Cor.
15:20-22), garantizando nuestra resurrección también, de manera que hasta "la muerte es sorbida en
victoria" (1 Cor. 15:54). Sin importar la fuerza y la crueldad de sus perseguidores, los cristianos de
Esmirna no pueden ser derrotados, ni en esta vida ni en la venidera.
v9-10 Pero no era fácil ser cristiano en Esmirna. Ciertamente, no fueron librados de la
tribulación por un "rapto"; y esto a menudo significaba pobreza también, a causa de su posición en
favor de la fe. Quizás estaban sujetos a la confiscación de sus propiedades (comp. Heb. 10:34) o el
vandalismo; es también probable que fueran objeto de un boicot económico por rehusar ponerse del
lado de o los paganos adoradores del estado o los judíos apóstatas (comp. Rev. 13:16-17). Pero, en su
pobreza, eran ricos en el sentido más básico y último; considerados por el mundo "como pobres, mas
enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo" (2 Cor. 6:10). Yo sé todo lo
que estás soportando, les asegura el Señor; Él se identifica con ellos en sus sufrimientos, hasta el punto
de que "en toda angustia de ellos él fue angustiado" (Is. 63:9; cf. v. 2-3). Como observó el teólogo
puritano John Owen, todas nuestras persecuciones "son suyas en primer lugar, y nuestras sólo por
participación" (comp. Col. 1:24).9
Y él sabe todo sobre la blasfemia de sus perseguidores también - los que dicen que son judíos y
no lo son. Aquí el Señor es explícito sobre la identidad de la oposición que enfrentaba la iglesia
primitiva: Los que de otra manera eran conocidos como nicolaítas, los seguidores de los falsos
apóstoles Balaam y Jezabel, son definidos aquí como los que afirman ser judíos, hijos de Abraham,
pero que en realidad son hijos del diablo. Éstos son los israelitas que han rechazado a Cristo, y han
rechazado así al Dios de Abraham, Isaac, y Jacob. Un mito popular sostiene que los judíos no cristianos
son verdaderos creyentes en el Dios del Antiguo Testamento, y que sólo tienen que "añadir" el Nuevo
Testamento a su religión, que por lo demás es adecuada. Pero el mismo Nuevo Testamento es inflexible
sobre este punto: Los judíos no cristianos no son creyentes en Dios, sino apóstatas quebrantadores del
pacto. Como dijo Jesús a los judíos que lo rechazaron: "Si fuéseis hijos de Abraham, las obras de
Abraham haríais.... Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.... Si vuestro padre fuese Dios,
ciertamente me amaríais.... Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre
queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira" (Jn. 8:39-
44). La verdad es que no hay tal cosa como un judío "ortodoxo", a menos que sea cristiano; porque si
los judíos creyeran en el Antiguo Testamento, creerían en Cristo. Si un hombre no cree en Cristo, no
cree en Moisés tampoco (Jn. 5:46).
Entonces, ¿quién es el verdadero judío? ¿Quién pertenece al verdadero Israel? Según la clara
enseñanza del Nuevo Testamento, la persona (sin importar su herencia étnica) que se haya sido vestido
de Jesucristo es la heredera de las promesas hechas a Abraham, y posee las bendiciones del Pacto
(Rom. 1:11-24; Gal. 3:7-9, 26-29). Pero, dice nuestro Señor, una congregación de apóstatas y
perseguidores no es más que una sinagoga de Satanás. Satanás significa acusador, y la historia de los
cristianos primitivos abunda con ejemplos del falso testimonio satánico de los judíos contra la iglesia
cristiana (Acts 6:9-15; 13:10; 14:2-5; 17:5-8; 18:6, 12-13; 19:9; 21:27-36; 24:1-9; 25:2-3, 7). Este
punto es subrayado por la afirmación de que algunos de ellos serían echados en prisión por el diablo
(que significa el calumniador).
Porque el que conoce los sufrimientos de ellos es también el primero y el postrero, el que lo
controla todo, Él puede proporcionar consuelo autorizado: No temas lo que estás a punto de sufrir.
Algunos de los cristianos de Esmirna serían pronto echados en prisión a instigación de los judíos; pero
Cristo les asegura que esto también es parte del gran conflicto cósmico entre Cristo y Satanás. Las
persecuciones infligidas sobre ellos por los judíos aliados con el imperio romano tienen su origen en el
diablo, en su hostilidad hacia los seguidores de Jesucristo, en sus frenéticos intentos por conservar los
fragmentos de su reino hecho jirones. Desesperadamente, está librando una batalla perdida de
antemano contra las hordas, que marchan implacablemente, de una nación de reyes y sacerdotes
predestinados a la victoria.
Y así, tras de hasta los intentos del diablo por derribarnos está el decreto absoluto de Dios.
Satanás inspiró a los caldeos a robar los rebaños de Job, y sin embargo, la respuesta de Job fue: "Jehová
dio, y Jehová quitó. Sea el nombre de Jehová bendito". (Job: 1:21). 10 Así que el propósito divinamente
ordenado la impía actividad del diablo es que podemos ser probados: Como Samuel Rutherford: "El
diablo no es sino el contrincante maestro de Dios, como en esgrima, para enseñarnos a manejar
nuestras armas".11 En última instancia, las pruebas de los cristianos no son ordenadas por Satanás, sino
por Dios; y el resultado no es destrucción, sino pureza (comp. Job 23:10; 1 Pet. 4:12-19). Las
tribulaciones de la iglesia de Esmirna serían horrorosas, pero de duración relativamente corta: diez días.
Daniel y sus tres amigos habían sido probados por diez días, pero pasaron la prueba, y fueron
ascendidos a un alto privilegio (Dan. 1:11-21). De manera similar, a la persecución de la iglesia de
Esmirna por los judíos se le permitiría continuar sólo por un corto tiempo más, y luego la iglesia sería
libre: Diez días de tribulación a cambio de mil años de victoria ( Rev. 20:4-6). Aún así, el tiempo de
prueba habría de costar las vidas de muchos en la iglesia, y se les exhorta a ser fieles hasta la muerte,
para obtener la corona de la vida. Esta no es una bendición reservada para alguna clase
extraordinariamente consagrada de cristianos, porque todos los cristianos han de ser fieles hasta la
muerte. Simplemente, la Biblia no conoce ninguna otra clase de cristianos. "Si sufrimos, también
reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará" (2 Tim. 2:12. "Y seréis aborrecidos de todos
por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mat. 10:22). La corona de
la vida es la salvación misma.
v11 El cristiano fiel que vence la oposición y la tentación no será dañado por la segunda muerte.
El hecho de que esto se le dijo originalmente a la iglesia del siglo primero nos ayuda a entender el
significado de otro pasaje en este libro. Apocalipsis Rev. 20:6 dice que los que no son dañados por la
"segunda muerte" son los mismos que participan de la "primera resurrección"; y que son sacerdotes y
reyes con Cristo - una bendición que Juan ya ha afirmado que es una realidad actual (Rev. 1:6).
Necesariamente, por lo tanto, la primera resurrección no puede referirse a la resurrección física del fin
del mundo (1 Cor. 15:22-28). Más bien, debe referirse a lo que Pablo enseñó claramente en su epístola
a los efesios: "Vosotros estábais muertos en vuestros delitos y pecados.... Pero Dios, que es rico en
misericordia.... aun estando nosotros muertos en delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia soy salvos) y juntamente con él nos resucitó" (Eph. 2:1, 4-6). En todo tiempo, el cristiano es
partícipe de la primera resurrección a nueva vida en Cristo, habiendo sido purificado de su (primera)
muerte en Adán.12 "Tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Jn.
5:24).
12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:
13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no
has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde
mora Satanás.
14 Pero tengo unas pocas cosas contra tí: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que
enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y
a cometer fornicación.
15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.
16 Por tanto, arrepiéntete; pues, si no, vendré a tí pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi
boca.
17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná
escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno
conoce sino aquél que lo recibe.
v12 Pérgamo era otra importante ciudad asiática, y era la anfitriona de cierto número de falsos
cultos populares, los más prominentes de los cuales pertenecían a Zeus, Dionisio, Esculapio, el dios-
serpiente que era oficialmente designado como Salvador), y, de lo más importante, el culto a César.
Pérgamo se ufanaba de los magníficos templos dedicados a los Césares y a Roma, y "de todas las siete
ciudades, Pérgamo era la única en la cual la iglesia tenía más probabilidades de chocar con el culto
imperial".13 A este centro principal del estatismo deificado, Cristo se anuncia como el que tiene la
espada de dos filos. Roma reclamaba para sí misma la posición de creadora y definidora de todo: el
poder del imperio sobre la vida y la muerte era absoluto y final. Pero, aunque Roma afirmaba que su
derecho a la ejecución era original, el mensaje del cristianismo era que todo poder y autoridad fuera del
Dios trino era derivado - los varios gobernantes y las varias autoridades son creados, y reciben su
dominio de Dios (Rom. 13:1-4). Es Jesucristo el que ejerce todo poder en el cielo y en la tierra (Mat.
28:18), y el poder definitivo de la espada le pertenece a Él. Como Señor Soberano y Gobernante de los
reyes de la tierra (1:5), ha establecido la ley de las naciones. Si los gobernantes no aplican y no hacen
cumplir sus órdenes por medio de su jurisdicción divinamente ordenada, Él dejará caer su afilada
espada sobre sus cuellos.14
v13 Los creyentes de Pérgamo están viviendo donde está el trono de Satanás (comp. los
comentarios en 1:4 sobre la centralidad del tema del trono en Apocalipsis). Robert H. Mounce nota
varias de las sugerencias en cuanto al significado de esta expresión (ninguna de las cuales debe por
necesidad excluir a las otras): "Se menciona con frecuencia el gran altar de Zeus, semejante a un trono,
que daba a la ciudad desde la ciudadela.... Otros toman la frase en referencia al culto de Esculapio, que
era designado Salvador y cuyo símbolo era la serpiente (esto obviamente les recordaría a Satanás a los
cristianos; comp. 12:9; 20:2).... Al aproximarse el viajero a Pérgamo por el antiguo camino desde el sur,
la verdadera forma de la ciudad-colina aparecía como un trono gigante que se levantaba sobre la
llanura. Sin embargo, la expresión se entiende mejor en relación con la prominencia de Pérgamo como
el centro oficial de culto de adoración al emperador en Asia.... Era aquí donde Satanás había
establecido su asiento oficial o de estado. Así como Roma se había convertido en el centro de la
actividad de Satanás en el Occidente (comp. 13:2; 16:10), Pérgamo se había convertido en su 'trono' en
Oriente".15
Aunque esta designación - el trono como asiento del culto al emperador y al estatismo deificado
- es un aspecto central del significado del texto, hay una dimensión mucho más básica, que
generalmente se pasa por alto. Satanás ya ha sido identificado en estos mensajes como unido a la
sinagoga, la comunidad judía incrédula que ha abandonado el pacto en favor de una religión mítica. A
través del Nuevo Testamento, el mayor enemigo de la iglesia es el judaísmo apóstata, cuyos
representantes estaban continuamente haciendo comparecer a los cristianos ante el magistrado romano
(Acts 4:24-28; 12:1-3; 13:8; 14:5; 17:5-8; 18:12-13; 21:11; 24:1-9; 25:2-3, 9, 24). Como lo revelará
Juan en los capítulos 12-13, Satanás es la fuerza motriz detrás del intento judío/romano de destruir la
iglesia.
v14-16 Pero no todos en la iglesia eran del fiel carácter de Antipas; además, una amenaza que
representaba un peligro para la integridad de la fe, aún mayor que el peligro de la persecución, era la
obra astuta e insidiosa de la herejía. Juan echa mano de la historia de la iglesia en el desierto para
ilustrar su punto: Tienes allí algunos que sostienen la enseñanza de Balaam, cuyo nombre, como
Nikolaos, significa Conquistador (o Destructor) del pueblo. Cuando se descubrió que el pueblo de Dios
no podía ser derrotado en una guerra abierta (véase Num. 22-24), el falso profeta Balaam le sugirió otro
plan a Balac, el malvado rey de Moab. La única manera de destruir a Israel era por medio de la
corrupción. Así, Balaam seguía enseñando a Balac (comp. Num. 31:16) a poner piedra de tropiezo
delante de los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación (comp.
Núm. 25).16 Así tenemos también nosotros algunos que, de la misma manera - es decir, imitando a
Balaam - sostienenn las enseñanzas de los nicolaítas: En otras palabras, los que sostienen la enseñanza
de Balaam y los que sostienen la enseñanza de los nicolaítas (comp. 2:6) comprenden el mismo grupo.
La iglesia de Pérgamo se sostuvo firmemente en favor de la fe cuando llegó la hora de una franca
persecución por parte de un estado impío - y sin embargo, todos estaban cayendo presa de otras formas
de componendas con Satanás.
¿En qué exactamente consistía la doctrina de los nicolaítas? Juan la describe en términos de la
doctrina de Balaam, usando su antiguo error como símbolo de la herejía contemporánea. Como
Balaam, los falsos apóstoles intentan destruir a los cristianos corompiéndolos, seduciéndolos para que
comieran cosas sacrificadas a los ídolos, y para que cometieran adulterio. Ambas prácticas eran
comunes en la atmósfera religiosa pagana de ese tiempo, y el lenguaje de Juan parece haber sido
extraído de las instrucciones del Concilio de Jerusalén a los conversos gentiles:
Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas
cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado, y de fornicación;
de las cuales cosas si os guardáreis, bien haréis. (Acts 15:28-29).17
Desobedeciendo al verdadero Concilio apostólico, los falsos apóstoles nicolaítas abogaban por
el antinomianismo - la enseñanza de que, quizás por medio del sacrificio de Cristo, los cristianos eran
"libres de la ley", en un sentido completamente opuesto a la enseñanza bíblica de la santificación.
Según decían, ya no era pecado cometer idolatría y fornicación; el creyente no estaba obligado a
guardar la ley, sino que podía vivir como le placiera (aunque probablemente reclamaban, como lo
hacen los antinomianos de la actualidad, el "ser guiados del Espíritu" como justificación para sus
abominables prácticas).
Hay, sin embargo, un aspecto importante de las imágenes involucradas aquí que no debemos
pasar por alto: Los falsos apóstoles están tratando de seducir a los cristianos a comer y a fornicar como
una forma de idolatría, y esto es análogo a la seducción de Eva por parte de la serpiente. En esencia, el
que ella comiera del árbol prohibido era idolatría; Pablo también habla de ella en términos de
fornicación (2 Cor. 11:2-3). Pero los que vencen las tentaciones, dice Juan, tendrán acceso al árbol de la
vida ( Rev. 2:7). Los que rehusan comer el alimento de Balaam comerán maná del cielo, y serán
incluídos en el número de aquéllos cuyos nombres están escritos en las piedrecitas (Rev. 2:17).
Si la iglesia ha de ser bendecida, sin embargo, la falsa enseñanza no debe ser permitida. Cristo,
hablando a los dirigentes de la iglesia, les ordena que se arrepientan. Los infractores deben ser
reconocidos en su verdadero carácter como apóstatas heréticos, que causarán la caída de la iglesia si no
son excomulgados. La iglesia que deja de disciplinar a sus miembros será destruída - hasta una iglesia
por lo demás fiel y ejemplar como la de Pérgamo. El Señor advierte que, si no se arrepienten, "vendré a
tí pronto, y haré guerra contra ellos con la espada de mi boca"; el ángel del Señor se había encontrado
con Balaam con su espada desenvainada (Num. 22:31), y una espada se usó para matar a Balaam
(Num. 31:8). Como ya hemos observado (véase sobre Rev. 1:7 y 2:5), esta advertencia de la venida de
Cristo no es una declaración sobre la Segunda Venida de Cristo al final de la historia, sino que más bien
se refiere a un juicio dentro de la historia. Es un juicio que era inminente para la iglesia de Pérgamo,
especialmente a la luz del hecho de que el juicio habría de ser desatado sobre el mundo entero (Rev.
3:10). El mismo principio se ha repetido una y otra vez a través de la historia del cristianismo.
Dondequiera que los herejes son tolerados por el pueblo o por los dirigentes, la iglesia ha estado a
punto de ser destruída por la celosa ira de Cristo.
v17 Al que vence se le prometen tres cosas. Primera, Cristo le dará a comer del maná escondido
(es decir, el maná escondido en el arca, que es Cristo: (Ex. 16:33-34; Heb. 9:4) - un símbolo tomado del
regalo sobrenatural del "pan de nobles" (Ps. 78:25), que proporcionó fortaleza y sustento diario al
pueblo de Dios durante el éxodo de Egipto. En esencia, esto es lo que Cristo comunica a su iglesia en
todo momento. Hemos sido restaurados definitivamente a la provisión edénica para nuestras
necesidades, y eso se irá realizando progresivamente en la historia hasta la consumación final y el
cumplimiento de todos los planes y las promesas de Dios para su pueblo.
Segunda, al cristiano se le promete una piedrecita blanca. Esto ha sido visto de varias maneras
como refiriéndose a un boleto para una fiesta, una muestra de absolución (es decir, justificación), o
alguna señal semejante de una práctica común en los días de Juan. Aunque no es necesario excluir estas
interpretaciones, por supuesto, hay una manera mucho más satisfactoria de mirar esta piedrecita en
términos de revelación bíblica. En la Biblia, hay una piedra blanca relacionada con el maná, y se llama
bedelio (comp. Ex. 16:31) con Num. 11:7).18 Además, esta piedra está conectada con el jardín de Edén,
y se tiene la intención de que sea un recordatorio de él (Gen. 2:12). La salvación es una nueva creación,
y restaura al pueblo de Dios al paraíso.
Tercero, al cristiano se le concede un nombre nuevo, que habla del nuevo carácter y la nueva
identidad de los que pertenecen a Cristo. Como siempre, Dios el Señor es el Definidor, que nos ha
llamado a la existencia y nos ha interpretado plenamente en términos de su plan predeterminado:
Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que
la boca de Jehová nombrará. (Is. 62:2).
Hay que explicar otro punto acerca de esta promesa. Nadie conoce el nuevo nombre, dice
Cristo, excepto el que lo recibe. El significado de esta expresión, arraigada en un modismo hebreo, es
el de que el que recibe el nombre lo "conoce" en el sentido de que lo posee. En otras palabras, el punto
de la cuestión no es que el nuevo nombre es secreto, sino que es exclusivo: Sólo el que vence posee el
nombre, la definición divinamente ordenada de sí mismo y que pertenece al pacto del Señor Jesucristo;
nadie más tiene derecho a él.19 En su aplicación particular a la situación en Pérgamo, el nicolaíta hereje,
que por su doctrina o por su vida es un traidor a la causa de Cristo, en realidad no es dueño de la
designación de cristiano. El nombre pertenece solamente a los vencedores. A ellos, y sólo a ellos, se les
concede que vuelvan a entrar en Edén. Logran entrar por medio del sacrificio de Cristo, en el cual han
sido refinados y en el cual han recibido un nombre nuevo.
18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y
pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:
19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que
las primeras.
20 Pero tengo unas pocas cosas contra tí: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa,
enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.
21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.
22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten
de las obras de ella.
23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña ka mente y el
corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.
24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, y a cuantos no tienen esta doctrina, y no han
conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga;
25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como y también la he
recibido de mi Padre;
28 y le daré la estrella de la mañana.
29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
v18 Una de las cosas más significativas de la ciudad de Tiatira era el dominio de los gremios
comerciales sobre la economía local. Cada una de las industrias manufactureras imaginables estaba
estrictamente controlada por los gremios: Para trabajar en un oficio, se tenía que pertenecer al gremio
apropiado. Y ser miembro de un gremio significaba también adorar dioses paganos; la adoración
pagana estaba integralmente conectada con los gremios, que tenían sus reuniones y sus comidas
comunes en los templos paganos. Dos aspectos centrales de la requerida adoración pagana era comer
carne sacrificada a los ídolos, y tener relaciones sexuales ilícitas. Cualquier cristiano que trabajase en
un oficio o profesión enfrentaba serios problemas: su fidelidad a Cristo afectaría su profesión, el modo
en que se ganaba la vida, y la capacidad de alimentar a su familia.
El dios local, el guardián de la ciudad, era Tirimno, hijo de Zeus; y en Tiatira, el culto a Tirimno
estaba mezclado con el culto a César, que también era proclamado el Hijo de Dios encarnado. En
Tiatira, el conflicto entre el cristianismo y el paganismo fue inmediato y central. Por esto, la primera
palabra de Cristo a esta iglesia es la proclamación de que sólo Él es el Hijo de Dios (el único lugar en
Apocalipsis donde se usa esta designación específica de Cristo). La carta a esta iglesia comienza con un
desafío inflexible contra el paganismo y el estatismo, afirmando la definitiva y absoluta unicidad de
Jesucristo.
v19-20 Había mucho que alabar en la iglesia de Tiatira. Era activa en el amor y la fe y el
servicio y la perseverancia. En realidad, su actividad estaba aumentando: Sus obras posteriores son
mayores que al comienzo. Pero, a despecho de todas las buenas obras de la iglesia, su mayor defecto a
los ojos de Cristo era su laxitud moral (los tiatirenses estaban en el extremo opuesto de los
doctrinalmente correctos efesios). Los ancianos estaban permitiendo que la falsa doctrina tuviera
cabida en la iglesia. Cristo nuevamente llama a la herejía por un nombre simbólico, como lo había
hecho antes (Nikolaos y Balaam); esta vez, el culto es identificado con Jezabel, la malvada reina de
Israel durante el siglo noveno a. C., que llevó al pueblo del pacto a la adoración idólatra y adúltera de
dioses paganos (1 Kings 21:25-26; comp. 2 Kings 9:22, donde sus acciones son llamadas
específicamente "fornicaciones" y "hechicerías"). De la misma manera, la "Jezabel" de la iglesia de
Tiatira abogaba por contemporizar con el paganismo. Por supuesto, esto habría estado acompañado por
terminología que sonara muy piadosa - quizás en el sentido de que, después de todo, hay sólo un Dios,
así que cualquier culto que se le rinda a dioses falsos en realidad se le rinde al verdadero Dios; o de
que, uniéndose a los paganos en sus servicios religiosos, uno podría testificar en favor del cristianismo;
o de que el estar de acuerdo con los paganos permitiría a los cristianos sobrevivir y no ser barridos por
la persecución; o quizás que todas las religiones tienen algo que enseñarse mutuamente, y que nosotros
los cristianos debemos abandonar nuestro arrogante absolutismo y tratar de combinar lo mejor de
nuestras tradiciones con lo mejor de las tradiciones paganas, creando así una fe verdaderamente
universal, que responda a las necesidades de todos los pueblos y todas las culturas.
A pesar de las razones argumentadas, la doctrina era una herejía, y no habría de ser tolerada.
Éste es el término preciso usado aquí: Tú toleras a este mujer, el Señor les acusa. Y al tolerarla, los
ancianos estaban poniendo en peligro a la iglesia entera, porque ella enseña y lleva a Mis siervos por el
mal camino, para que cometan fornicación y coman cosas sacrificadas a los ídolos. Hay que entender
esto claramente: El cristianismo ortodoxo, bíblico es intolerante. Una iglesia que tolera el mal y la falsa
doctrina es una iglesia en juicio: Dios no la tolerará por mucho tiempo. Esto no quiere decir que los
cristianos deberían ser intolerantes con los errores e idiosincrasias, y las diferencias sobre cosas no
esenciales. Pero, cuando se trata de violaciones claras de la ley bíblica y la doctrina ortodoxa, las
Escrituras requieren que el gobierno de la iglesia les ponga un alto antes de que destruyan a la iglesia.
v21-23 Cristo le había dado tiempo a Jezabel para que se arrepintiera ... de su fornicación, y ella
había rehusado. Tenemos que subrayar nuevamente que este término se usa en las Escrituras tanto en
un sentido literal como en un sentido simbólico. Aparentemente, Jezabel había alentado en realidad al
pueblo de Dios a cometer adulterio físico en relación con los ritos religiosos de los gremios
comerciales; por otro lado, el uso de la palabra fornicación tiene una larga historia como símbolo de
rebelión contra el verdadero Dios por parte de los que le pertenecen (véase, por ejemplo, Ezequiel 16 y
23). Ya hemos observado los aspectos simbólicos del comer y del beber como idolatría; es importante
reconocer también que Juan describe a la gran ramera de Babilonia, identificada con el judaísmo
apóstata, con muy claras referencias a la historia bíblica de Jezabel, la madre de las rameras (17:5, 16;
19:2). Esto confirma nuevamente la interpretación de que las doctrinas de los nicolaítas, los balaamitas,
y los jezabelitas eran idénticas, y estaban conectadas con el falso Israel, la "sinagoga de Satanás".
"Jezabel" tenía que ser castigada, y en un juego de palabras, el Señor declara: "He aquí, yo la arrojo en
cama". Como señalan muchos de los modernos traductores, ésta es una cama de enfermo, explicada por
la siguiente cláusula: "y en gran tribulación a los que con ella adulteran". Con severo sentido del
humor, Jesús está diciendo: "¿Quieres meterte en la cama" (es decir, fornicar)? Muy bien - ¡aquí hay un
lecho de muerte para tí! Notemos cuidadosamente también que este juicio del siglo primero contra los
seguidores de Jezabel se describe en términos de la gran tribulación. Todas las indicaciones bíblicas
con relación a la Gran Tribulación conducen a la sencilla conclusión de que tuvo lugar durante la
generación después de la muerte y la resurrección de Cristo, tal como Él había dicho que sucedería
(Mat. 24:21, 34).21 "Y mataré a sus hijos (sus seguidores; comp. Is. 57:3) con muerte" suena a nuestros
oídos como una extraña manera de decir esto. Pero esta es una forma común hebrea de expresar
énfasis, conocida como pleonasmo, un "doble testigo" lingüístico de la certeza de su cumplimiento
(comp. Gen. 2:17), "muriendo morirás").22
¿Qué sucede cuando los apóstatas son disciplinados y juzgados? "Todas las iglesias sabrán que
yo soy el que escudriña las mentes y los corazones". El carácter de Dios como Juez santo y
omnisapiente es vindicado en las iglesias (y en el mundo también, Is. 26:9) cuando castiga a los que se
rebelan contra Él. Los que realmente aman al Señor acatarán el juicio y serán estimulados a renovada
obediencia cuando nuevamente se les recuerde que Él da a cada uno según sus obras.
v24-25 Aparentemente, una parte central de la herejía de Jezabel tenía que ver con una
búsqueda de "las profundidades de Satanás, como ellos las llaman". Conectando esto con lo que ya
sabemos de las enseñanzas de ella, parece que su doctrina era una enseñanza proto-agnóstica de que los
cristianos alcanzarían nuevos y mayores niveles de santificación sumergiéndose en las profundidades
del satanismo: adorando ídolos, fornicando, participando al máximo en las depravaciones de los
paganos alrededor de ellos - pecando para que la gracia abundase. Por supuesto, el hecho de que tal
actividad pudiera ser tanto sensualmente satisfactoria como económicamente rentable no sería pasada
por alto; pero había más que esto. La doctrina de Jezabel de santificación por medio de la idolatría y la
fornicación era simplemente una forma ligeramente cristianizada de la más antigua herejía en el
mundo, una herejía que se ha manifestado en todas las culturas desde el comienzo: salvación por medio
del caos. Eva vio el caos, la anarquía, y la revolución como la clave de la sabiduría y la forma de
alcanzar una condición divina; y la adúltera original ha tenido muchos seguidores, como lo señala R. J.
Rushdoony: "El caos como revitalización ha tenido una larga y continuada historia en la civilización
occidental, y, junto con la Revolución Francesa, adquirió nueva vitalidad al convertirse la revolución y
el caos sexual en los medios para conseguir la regeneración social. En el mundo del arte, el artista
creativo vino a ser identificado, por necesidad, con el anarquista social y sexual, y en el pensamiento
popular, el orden y la moralidad vinieron a significar monotonía y debilitamiento, y una enervante
mortaja, mientras que licencia significaba libertad y poder. La "cana al aire" de la mediana edad y la
licencia sexual surgieron como medios para apoderarse de la renovación, y se usaron prostitutas negras
como un dispositivo para "cambiar la suerte", un especial pecado contra el orden como un medio para
recargarse de suerte y poder. Básica a todas estas manifestaciones, desde el antiguo Egipto, pasando por
César, hasta el hombre moderno, hay una común esperanza: destruir el orden para crear el orden
nuevamente, o aún más directamente, destruir el orden para crear el orden".23
Pero, dice Cristo, hay cristianos fieles en Tiatira, que no tienen esa doctrina, que no han buscado
el conocimiento prohibido en prácticas satánicas, a pesar de las consecuencias económicas y sociales
de rehusar contemporizar; "no os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo
venga". Nuevamente, esto refleja el lenguaje de la carta del Concilio de Jerusalén a los conversos
gentiles: "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que
estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos ... y de fornicación; de las cuales si
os guardáreis, bien haréis". (Acts 15:28-29). Los fieles han de continuar practicando lo esencial de la
fe, ateniéndose a normas ortodoxas de doctrina y vida, hasta que Cristo venga con tribulación a juzgar a
los herejes y apóstatas que quedan ilegalmente en la iglesia.
v26-29 Los fieles cristianos de Tiatira estaban sufriendo a causa tanto del mundo pagano fuera
de la iglesia como de los herejes contemporizadores dentro de ella. Probablemente se sentían tentados a
dudar de si algún día ganarían esta lucha. Los cristianos más prósperos y realizados eran los menos
fieles a Cristo; parecía que los ortodoxos peleaban una batalla que estaba perdida de antemano. En este
momento eran tan impotentes que les era imposible hasta expulsar de la iglesia a los apóstatas. Pero
Cristo le promete al ángel/obispo: Al que vence, y al que guarda mis obras hasta el fin, yo le daré
autoridad sobre las naciones. Y las regirá con vara de hierro, como el vaso del alfarero es roto en
pedazos, como yo también lo he recibido de mi Padre. Esto es una referencia a la promesa del Padre al
Hijo, como se registra en Salmos Ps. 2:8-9:
Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los
quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.
A Dios el Hijo le ha sido concedido el dominio sobre todo el mundo, y todas las naciones quedarán
bajo su señorío mesiánico (véase también Ps. 22:27-31; 46:4, 10; 65:2; 66:4; 6:31-32; 72; 86:9; 102:15-
22; 138:4-5; 145:10-11). Cualquier oposición contra su reino será aplastada absolutamente. Y la
instalación de Cristo como Rey universal, profetizada en este pasaje, claramente tuvo lugar en la
Primera Venida de Cristo, por medio de su nacimiento, su vida, su muerte, su resurrección, y su
ascensión a la gloria (esto puede ser confirmado simplemente buscando en el Nuevo Testamento las
numerosas citas de Salmos 2 y 110, ambos sobre el señorío de Cristo).24
El punto de la cita aquí es que, en esta época, al cristiano vencedor se le promete una parte en el
reino mesiánico de Jesucristo, en tiempo y sobre la tierra. A pesar de toda oposición, Dios ha
establecido su reino sobre todas las naciones (comp. Ps. 2:1-6). Los que obedecen sus mandamientos
gobernarán el mundo, reconstruyéndolo para la gloria de Él en términos de las leyes de Él. Salmo 2
muestra a Dios riendo y burlándose de los lastimosos intentos de los impíos por luchar contra su reino y
derrocarlo. Ya Él ha dado a su Hijo "toda potestad en el cielo y en la tierra", ¡y el Rey está con su
iglesia hasta el fin de los tiempos (Mat. 28:18-20)! ¿Es posible que el Rey sea derrotado? En realidad,
Él ha advertido a todos los gobernantes de la tierra que deben someterse a su gobierno, o perecer (Ps.
2:10-12). Y lo mismo sucede con su iglesia. La nación que no nos quiera servir perecerá (Is. 60:12;
todos los pueblos de la tierra quedarán sujetos bajo nuestros pies (Ps. 47:1-3) - promesas hechas
originalmente a Israel, pero que se han de cumplir ahora en el Nuevo Israel, la Iglesia.
Para la perseguida y aparentemente débil iglesia de Tiatira, éstas eran buenas noticias. En ese
momento, estaban a merced de un gran poder económico y político; el estatismo y el culto al estado
estaban aumentando; hasta los otros cristianos estaban siendo seducidos por falsos profetas y herejes.
Ser un fiel cristiano en Tiatira significaba dificultades y sufrimiento, y no necesariamente un tipo de
sufrimiento muy glorioso, de los que hacen titulares, tampoco. Sólo el penoso trabajo diario de ser fiel
a la Palabra de Dios; sólo el hecho de estar desempleado y no poder conseguir empleo en medio de una
economía próspera, cuando todo el mundo alrededor de ellos podía conseguir trabajo por apenas el
precio de quemar un poco de incienso, comer un poco de carne de un altar pagano, y tener un poco de
sexo "inofensivo" entre adultos de común acuerdo. No había oportunidad para una gran cruzada moral,
todo el mundo sólo pensaba que los cristianos eran extraños. Y noche tras noche los niños lloraban
pidiendo comida. No. Esta clase de martirio no era muy atractivo, en absoluto. Pero a los que
permanecían fieles se les prometía que vencerían, que gobernarían con Cristo. La situación se
invertiría, las tornas estaban a punto de ser vueltas. Cristo vendría a salvar y a juzgar.
Los sufrimientos de estos cristianos no significaban el fin del mundo, sino más bien el principio.
Lo que puede haber parecido el acercarse de una larga y oscura noche era en realidad el heraldo del
triunfo de Cristo sobre las naciones. Los conflictos que ellos experimentaban no eran una señal de la
derrota de Cristo por el mundo, sino simplemente la certeza de que el combate se había trabado
finalmente; y la profecía inspirada de Salmos 2 garantizaba que su Señor saldría victorioso, y ellos con
Él. Eran el paganismo, el estatismo, y el judaísmo los que estaban a punto de entrar en la oscuridad, al
apagar Cristo las luces a través de todo el Israel apóstata y el Imperio Romano. Pero para los cristianos
la noche estaba terminando; el universo redimido y liberado se dirigía presuroso a un brillante día.
Cristo estaba a punto de dar la Estrella de la Mañana a estos vencedores.
Notas:
1. Véase de Elizabeth Schüssler Fiorenza, The Book of Revelation: Justice and Judgment (Philadelphia: Fortress
Press, 1985), pp. 114-132. Para un ejemplo de la clase de insensata literatura que este movimiento producía, véase de
James M. Robinson, ed., The Nag Hammadi Library (San Francisco: Harper & Row, Publishers, 1977).
2. Matthew Henry, Commentary on the Whole Bible (New York: Fleming H. Revell Co., n.d.), vol. VI, p. 1123.
4. William J. McKnight, The Apocalypse: A Reappearance, Vol. I: John to the Seven Churches (Boston: Hamilton
Brothers, Publishers, 1972), pp. 81ss.; C. J. Hemer, "Seven Cities in Asia Minor", in R. K. Harrison, ed., MajorCities
of the Biblical World (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1985), p. 236.
5. St. Irenaeus, Against Heresies, i.xxvi.3; Alexander Roberts and James Donaldson, eds., The Ante- Nicene Fathers
(Grand Rapids: Eerdmans, [1885], 1973), p. 352.
6. Es debatible por dos razones: primera, la cuestión de si el "Nicolás" de Éfeso era realmente el diácono de Jerusalén;
segunda, si la "fornicación" y las fiestas idólatras (v. 14, 20) han de ser tomadas literalmente.
7. Por mucho tiempo, la cruz se ha usado en el arte cristiano como símbolo del Árbol de la Vida. Sin embargo, hay
fuerte evidencia de que Cristo fue en realidad crucificado sobre un árbol vivo (con sus muñecas clavadas al travesaño
que él llevaba y sus pies clavados al tronco; comp. Hechos 5:30; 10:39; 13:29; Gál. 3:13, 1 Ped. 2:24). El símbolo de
la cruz es simplemente un árbol estilizado, y a menudo se representaba en las antiguas iglesias y tumbas con ramas y
hojas creciendo de él. Véase la informativa y fascinante obra de Ernest L. Martin, The Place of Christ´s Crucifixion:
Its Discovery and Significance (Pasadena: Fountain for Biblical Research, 1984), pp. 75-94.
8. Martin Luther, The Bondage of the Will, J. I. Packer and O. R. Johnston, trans. (Old Tappan, N. J.: Fleming H.
Revell Co., 1957), pp. 80, 84.
9. John Owen, Works, 16 vols., William H. Goold, ed. (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, [1850-1853] 1965-
1968), Vol. 2, p. 145.
10. Véanse los comentarios de John Calvin sobre este pasaje en sus Institutes of the Christian Religion, ii.iv.2.
11. The Letters of Samuel Rutherford, Frank E. Gaebelein, ed. (Chicago: Moody Press, 1951), p. 219.
12. Por supuesto, habrá también una segunda resurrección (física) al final de la historia, pero no se menciona en
Apocalipsis 20:6. Véase Juan 5:24-29, donde Cristo discute ambas resurrecciones.
13. Robert H. Mounce, The Book of Revelation (Grand Rapids: Eerdmans, 1977), p. 96.
14. Que esto es cierto para todas las naciones, y no sólo para el Israel del Antiguo Testamento, puede verse leyendo
(por ejemplo) Salmo 2 y Daniel 4. Una abarcante discusión de la ley de Dios en cuanto se relaciona con las naciones y
gobernantes está contenida en la obra de James B. Jordan, The Law of the Covenant: An Exposition of Exodus 21-23
(Tyler, TX: Institute for Christian Economics, 1984), Rousas John Rushdoony, The Institutes of Biblical Law (Nutley,
NJ.: The Craig Press, 1973); and Greg L. Bahnsen, Theonomy in Christian Ethics (Phillipsburg, NJ; Presbytrian and
Reformed Publishing Co., second cd., 1984).
16. Josefo proporciona una versión ampliada del relato en su obra Antiquities of the Jews, iv.vi.6.
17. "Escribiendo a Corinto unos quince años después del concilio, Pablo tuvo ocasión de argüir con cristianos que
consideraban indiferente el comer cosas sacrificadas a los ídolos; y, aunque él no toma esta posición acerca del
decreto de Jerusalén, se opone a la práctica basándose en que ofendía a los hermanos débiles en la fe (1 Cor. 8:4, 9-
10), y también a causa de la relación que él consideraba existía entre la adoración de los ídolos y los espíritus
inmundos (1 Cor. 10:20: Lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que
vosotros os hagáis partícipes con los demonios); participar de 'la mesa de los demonios' (1 Cor. 10:21) era
inconsistente con la participación en la Eucaristía". Henry Barclay Swete, Commentary on Revelation (Grand Rapids:
Kregel Publications, [1911] 1977, pp. 37s.
18. Véase de Chilton, Paradise Restored, pp. 33s., comp. Ruth V. Wright y Robert L. Chadbourne, Gems and Minerals
of the Bible (New Canaan, CT: Keats Publishing, 1970), pp. 16s.
19. Este pasaje debería compararse con 19:12-13 y 15-16. En la disposición quiástica que se da aquí, el v. 15 explica
el significado del v. 13 (cómo la sangre llegó a la túnica); y el v. 12 (el nombre escrito sobre el Señor). Allí también, el
punto no es que nadie sabe lo que el nombre es - ¡porque el texto mismo nos dice Su nombre! - sino más bien que Él
es el Único que lo conoce en el sentido de que lo posee como Suyo. (Véase la discusión de Kline sobre este punto en
Images of the Spirit, p. 130).
20. Este es un tema principal en el Libro de Jueces. Véase James B. Jordan, Judges: God´s War Against Humanism
(Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985).
22. Esto subraya el hecho de que el autor humano de Apocalipsis estaba expresando sus pensamientos en modos de
lenguaje hebreos. Sobre el uso del pleonasmo, véase de Jordan, The Law of the Covenant, pp. 96, 106.
23. R. J. Rushdoony, The One and the Many: Studies in the Philosophy of Order and Ultimacy (Tyler, TX: Thoburn
Press, [1971] 1978, p. 105.
24. Salmos 2 y 110 son los más citados en el Nuevo Testamento. Del Salmo 2, véase Mat. 3:17; 17:5; Mk. 1:11; 9:7;
Lk. 3:22; 9:35; Jn 1:49; Acts 4:25-26; 13:33; Phil. 2:12; Heb. 1:2,5; 5:5; Apoc. Rev. 2:26-27; 11:18; 12:5; 19:15, 19.
Para el Salmo 110, véase Mat. 22:44; 26:64; Mk. 12:36; 14:62; 16:19; Lk. 20:42-43; 22:69; Jn 12:34; Acts 2:34-35;
Rom. 8:34; 1 Cor. 15:25; Eph. 1:20; Col. 3:1; Heb. 1:3, 13; 5:6, 10; 6:20; 7:3, 17, 21; 8:1; 10:12-13; 12:2.
Capitulo 3 EL MANDATO DE DOMINIO
1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo
conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de
Dios.
3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre tí como
ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre tí.
4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras
blancas, porque son dignas.
5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su
nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
v1 Al obispo de la iglesia de Sardis, Cristo se anuncia como el que tiene los siete espíritus de
Dios. Como ya hemos visto (sobre 1:4), éste es un término aplicado al Espíritu Santo quien, como
declara el Credo de Nicea, "procede del Padre y del Hijo". Cristo también posee las siete estrellas, los
ángeles de las siete iglesias (Rev. 1:16,20). Los dirigentes de las iglesias son suyos, y en todo momento
responden ante Él. Y los ancianos de Sardis necesitaban desesperadamente que se les recordara esto,
pues habían dejado morir la iglesia.
Conozco tus obras, les dice el Señor. Tienes nombre de que vives. La iglesia de Sardis tenía
fama de ser una congregación activa, "viva" para Cristo. Sin duda, era bien conocida en Asia como
representante de la fe cristiana en una ciudad rica y famosa. Estaba, quizás, de moda y era popular en la
comunidad; no hay evidencia de que, en un período de creciente persecución, la iglesia de Sardis fuese
atacada. En realidad, la evidencia indica todo lo contrario, que la iglesia casi se había identificado por
completo con la cultura que la rodeaba. Esta iglesia activa, aparentemente fructífera y creciente, estaba
en realidad muerta. Debemos observar que la muerte de Sardis no consistía necesariamente en la falta
de actividades juveniles o reuniones de comunión (que es la razón de que las iglesias tiendan a ser
llamadas "muertas" hoy día). Más bien, la iglesia se había secularizado, como observa Mounce
correctamente.1 Su visión fundamental del mundo no era nada diferente de la cultura pagana que la
rodeaba. Su perspectiva era similar a la de los que en otra parte de las Escrituras son descritos como
"muertos en delitos y pecados" (Eph. 2:1-3). Sardis se había "identificado por completo con el
ambiente pagano que la rodeaba".2
En este punto, algunos miembros de Sardis podrían haberse quejado: "¿Por qué nos regañas?
¡No hemos hecho nada!" Y ese era precisamente el problema. Sardis tenía obras, pero no eran
completas; a los ojos de Dios, no habían sido cumplidas. En realidad, Sardis puede haber parecido ser
la iglesia más "viva" por esta misma razón: Como iglesia muerta, no experimentaba ni controversia
teológica ni persecución. "Contenta con la mediocridad, careciendo tanto de entusiasmo para albergar
una herejía como la profundidad de convicción que provoca intolerancia, era demasiado inocua para
que valiera la pena perseguirla".4 Puede que Satanás haya pensado que Sardis caminaba bastante bien
sin su interferencia, y que era mejor dejarla en paz.
En su segunda amonestación, Cristo ordena: Recuerda, por tanto, lo que has recibido y oído - el
evangelio, el ministerio y los sacramentos, y (en el caso de los ancianos a los cuales se dirige esto
específicamente) los privilegios y las responsabilidades de ocupar un puesto en la iglesia de Jesucristo.
Todas estas cosas ellos las habrían de preservar, vigilar, y guardar; y eso significaba que debían
arrepentirse de su indolente actitud y conducta.
Por lo tanto, si no te arrepientes, advierte Cristo, vendré a tí como ladrón, y no sabrás a qué hora
vendré sobre tí. Para repetir lo que se ha señalado cuidadosamente más arriba (véanse los comentarios
sobre Rev. 1:7; 2:5, 16), la amenaza de la venida de Cristo contra una iglesia local, o hasta contra una
nación o grupo de naciones, no es la misma que la Segunda Venida (es decir, el fin del mundo). Todo el
mundo puede acceder a Cristo el Señor en todo momento, y cualquier individuo, familia, iglesia,
negocio, sociedad, o nación desobediente está expuesto a que Cristo venga en juicio - un juicio que
puede incluir cualquiera o todas las maldiciones del pacto descritas en Levítico 16 y Deuteronomio 28.
En todo caso, las palabras "sobre tí" indican una venida local; el que los comentaristas y predicadores
hayan dejado de entender este simple hecho es el resultado predecible de una hermenéutica llana y
futurista que linda con la incultura bíblica.
v4-6 Sin embargo, había algunas personas en Sardis que habían permanecido fieles a lo que
habían recibido y oído, y no habían manchado sus vestidos; no se habían secularizado ni conformado a
la cultura pagana que les rodeaba. De ellos, Cristo dice: Caminarán conmigo vestidos de blanco, porque
son dignos. El que venciere será vestido de vestiduras blancas. Los santos son vistos vestidos de blanco
siete veces en el Libro de Apocalipsis (Rev. 3:5, 18; 4:4; 6:11; 7:9, 13; 19:14), y en la Escritura el color
blanco es obviamente un símbolo de pureza y justicia, cuyo origen primero se remonta a la brillantez
como de sol de la Nube de Gloria: En Cristo, los santos son recreados a imagen de Dios, y son
revestidos del Nuevo Hombre, Jesucristo (Gal. 3:27; Eph. 4:24; Col. 3:10). Por lo tanto, el que seamos
vestidos de las vestiduras blancas de justicia tiene lugar definitivamente a nuestro bautismo (Gal. 3:27),
progresivamente mientras trabajamos por nuestra salvación en obediencia diaria a los mandamientos de
Dios, "vistiéndonos de" las gracias y virtudes cristianas (Col. 3:5-17), y finalmente en el día postrero
(Col. 3:4; Jude 24). Como sucede con todas las promesas hechas a los vencedores en Apocalipsis, ésta
también es simplemente una descripción de un aspecto de la salvación, de la cual participan todos los
elegidos de Dios.
En la segunda promesa de esta carta en relación con los vencedores, Cristo dice: No borraré su
nombre del Libro de la Vida. Esta afirmación ha sido fuente de controversia por generaciones. ¿Puede
apostatar un verdadero cristiano? ¿Puede usted perder la salvación? Se han ofrecido por lo menos tres
respuestas erróneas:
1. Los que han sido verdaderamente salvados por la redención de Cristo pueden apostatar y
perderse para siempre. Esta es la clásica posición arminiana, y es negada por las Escrituras absoluta y
categóricamente. La naturaleza de la salvación proporcionada por Cristo es eterna, y nuestra
justificación a la vista de Dios no está basada en nuestras obras sino en la justicia perfecta y
consumada, así como en la expiación sustitutiva de Cristo Jesús. (Véase Jn. 3:16; 5:24; 6:35-40; 10:27-
30; Rom. 5:8-10; 8:28-39; Eph. 1:4-14; 1 Thes. 5:23-24; 1 Jn. 2:19).
2. Todos los que han "aceptado a Cristo" serán salvos; no importa lo que hagan más tarde, no
pueden ser condenados. Esta es la clásica posición "evangélica cobarde", y a ella también se oponen las
Escrituras. Los que adoptan esta posición intentan comer con ambas manos, por decirlo así: No quieren
al Dios predestinador que predican los calvinistas, pero tampoco tienen el valor de afirmar el
arminismo plenamente. Quieren que el hombre sea soberano al escoger su salvación, sin interferencia
de un decreto de Dios; pero quieren que la puerta de la salvación se cierre con fuerza tan pronto el
hombre entra, para que no pueda salir. Pero la Biblia enseña que Dios ha predestinado absolutamente
todas las cosas y reina soberanamente sobre todos. Él ha escogido infaliblemente a todos los que han de
ser salvos, extendiéndoles su gracia irresistible; y ha determinado quiénes serán condenados,
reteniéndoles Su gracia (véase Mat. 11:25-27; 20:16; 22:14; Mk. 4:11-12; Lk. 4:25-27; 17:1; 22:22; Jn.
6:37-39, 44; 12:39-40; Acts 4:27-28; 13:48; Rom. 9:10-26; 11:2, 5-10; 1 Cor. 1:27-31; Eph. 1:4-5, 11; 1
Thes. 5:9; 2 Thes. 2:13; 2 Tim. 1:9; 2 Tim. 2:10; 1 Pet. 1:1-2; 2:8-9; Jude 4).5
Sin embargo, la Biblia también enseña que hay quienes profesan creer en Cristo, y según todas
las apariencias, se cuentan entre los elegidos, pero finalmente apostatarán de la fe y heredarán la
condenación antes que la salvación. Judas es el ejemplo obvio, pero de ninguna manera el único. El
Antiguo Testamento proporciona incontables ejemplos de miembros del Pacto que se apartaron de la fe,
y el Nuevo Testamento nos advierte una y otra vez de la ira de Dios contra los que quebrantan su pacto
(véase Mat. 7:15-23; 13:20-21; 24:10-12; Mk. 4:5-17; Lk. 8:13; Jn. 15:1-10; 1 Cor. 9:27; 10:1-12; 2
Thes. 2:3; 11-12; 1 Tim. 4:1-3; 2 Tim. 3:1-9; 4:3-4; Heb. 2:1-3; 3:12-14; 6:4-6; 10:26-31; 35-39; 2 Pet.
2:1-3, 20:22; 3:17). Como escribió John Murray: "Es completamente erróneo decir que un creyente está
a salvo sin tomar en cuenta su vida subsiguiente de pecado e infidelidad. La verdad es que la fe de
Cristo Jesús siempre toma en cuenta la vida de santidad y fidelidad. Por esta causa, nunca es correcto
pensar en un creyente sin tomar en cuenta los frutos de fe y santidad. Decir que un creyente está a salvo
cualquiera pueda ser el alcance de su adicción al pecado en su vida subsiguiente es abstraer la fe en
Cristo de su misma definición, y ministra al abuso que convierte la gracia de Dios en lascivia. La
doctrina de la perseverancia es la de que los creyentes perseveran; es imposible subrayar demasiado
que se trata de la perseverancia de los santos. Y eso significa que los santos, los que están unidos a
Cristo por el eficaz llamado del Padre y porque el Espíritu Santo mora en ellos, perseverarán hasta el
fin. Si perseveran, soportan, continúan. No es en modo alguno que serán salvos sin tomar en cuenta su
perseverancia o su continuidad, sino que con certeza perseverarán. En consecuencia, la seguridad suya
es inseparable de su perseverancia. ¿No es esto lo que Jesús dijo? 'El que persevere hasta el fin, éste
será salvo'".6
3. Todas las personas del mundo están inscritas en el Libro de la Vida, pero los incrédulos son
borrados de él después de que ha pasado la época de rendir cuentas. Esta idea es tan ridícula que la
Biblia ni siquiera gasta tiempo refutándola directamente (aunque los pasajes ya enumerados indican
que son puras tonterías, para decirlo decentemente). ¿En qué parte de las Escrituras hay una brizna de
evidencia de que hay una "época de rendir cuentas"? ¿En qué parte apoya la Biblia en absoluto a la
siguiente joyita tomada de un bien conocido erudito cristiano?
Puesto que Cristo murió por el pecado inherente en toda persona concebida, un niño que muere antes
de convertirse en un pecador deliberado y consciente no necesita ser "salvado" del pecado, pues nunca
ha pecado, y pues Cristo ha hecho propiciación por su pecado innato.7
Hay por lo menos cinco errores teológicos en esa sola oración, pero concentrémosnos en el
punto principal: la idea de que los niños son básicamente sin pecado, o sin pecado "deliberado", cuando
nacen, y permanecen en esa condición hasta que alcancen la mística "edad de responsabilidad". En
primer lugar, la verdadera edad de responsabilidad se alcanza en el momento de la concepción: Todos
los hombres son en todo momento responsables ante Dios (véase Ps. 51:5; Rom. 3:23). Segundo, todos
los hombres están ya bajo sentencia de condenación; separados de la gracia salvadora de Dios, están
condenados desde el momento en que existen (véase Jn. 3:18, 36; Rom. 5:12-19). 8 ¿Por qué otra razón
mueren los bebés (Rom. 6:23)? Tercero, los bebés son pecadores deliberados: "Se apartaron los impíos
desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron" (Ps. 58:3; comp. Ps. 53:2-3;
Rom. 3:10-12, 23; Eph. 2:1-3). Ahora bien, o la doctrina de la "edad de responsabilidad" es errónea, o
la Biblia está equivocada. ¿A cuál de las dos hemos de creer? El hecho es que la idea de la no
pecaminosidad de los bebés es pagana, sin apoyo bíblico. Es un mero sentimentalismo anticristiano,
que rehusa escuchar la palabra de Dios, e intenta reemplazarla con la palabra del hombre - o, más
probablemente, con la palabra de poetas afeminados que garabatean sentimentaloides tarjetas de
saludo. Está en el mismo nivel que el parecer de que cada vez que una hada se suena su diminuta nariz
nace un bebé.
Para terminar con este punto: La amenaza expresada por Jesús aquí es muy real. Los que están
en el Libro de la Vida - es decir, los que son miembros de iglesia bautizados, que profesan creer en
Cristo, y son contados y tratados como cristianos - deben permanecer fieles a Cristo. Si apostatan y se
convierten en herejes, inmorales, o simplemente se "secularizan", de la manera en que le ocurrió a
Sardis, serán borrados, eliminados del registro de los redimidos. Pero el cristiano que supera estas
tentaciones, demostrando así que Cristo le ha comprado realmente y le ha hecho suyo, no está en
peligro - su nombre jamás será borrado.
La promesa final al que vence refuerza esta idea: Le confesaré delante de mi Padre y delante de
sus ángeles. Esto refleja las afirmaciones de Jesús en los evangelios: "A cualquiera, pues, que me
confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en
los cielos" (Mat. 10:32-33; comp. Mk. 8:38; Lk. 12:8-9). Muchos cristianos de Sardis negaban a Cristo
delante de su comunidad, pues se empeñaban en ser alabados de los hombres antes que de Dios. En el
juicio final, oirán estas palabras del Hijo de Dios: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de
maldad (Mat. 7:23). Pero los que vencieron estas tentaciones serán gozosamente reconocidos por Cristo
como suyos. Este mensaje es tan importante y necesario hoy día como lo era hace 2000 años.
¿Tenemos oídos para oír lo que el Espíritu dice a las iglesias?
7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que
abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de tí una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar: porque
aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí,
yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de
venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el
nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios,
y mi nombre nuevo.
13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
v7 Como la iglesia de Esmirna, la iglesia de Filadelfia había sido especialmente perseguida por
los judíos apóstatas. Cristo inicia su mensaje a los ancianos declarándose como el que es santo, un
término bíblico establecido para Dios (comp. Is. 40:25), y el que es verdadero, en contraste con los
mentirosos dirigentes judíos, que habían rechazado la verdad. Jesucristo tiene también la llave de
David: Él abre, y ninguno cierra; Él cierra, y ninguno abre. Esta es una alusión a Is. 22:15-25, donde
Dios acusa a un mayordomo real de falsedad, de traicionar su confianza. Dios declara: "Y te arrojaré de
tu lugar, y de tu puesto te empujaré" (v. 19; comp. Gen. 3:22-24). Además, Dios reemplazará al
mayordomo falso con uno fiel (comp. 1 Sam. 13:13-14):
Y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al
morador de Jerusalén, y a la casa de Judá. Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie
cerrará; cerrará, y nadie abrirá. (Is. 22:21-22).
Cristo está anunciando así que los oficiales del Israel apóstata eran falsos mayordomos: han
sido echados de sus puestos, despojados de toda legítima autoridad, y reemplazados por Aquél que es
santo y verdadero. Los guardas de la puerta de la sinagoga habían excomulgado a los cristianos,
declarándoles apóstatas. En realidad, dice Cristo, sois vosotros, los de la sinagoga, los apóstatas; sois
vosotros los que habéis sido expulsados del Pacto; y yo he tomado vuestro lugar como el Verdadero
Mayordomo, el Pastor y Supervisor del Pacto (comp. 2 Pet. 2:25).
v8-9 Y así el Señor puede consolar a estos cristianos sufrientes, los cuales, a causa de haber
seguido a Cristo fielmente, han sufrido una injusta excomunión del Pacto. Yo conozco tus obras, les
asegura. Has sido dejado fuera de la puerta por los porteros, pero debes recordar que yo soy el que tiene
la llave, y he aquí, he puesto delante de tí una puerta que nadie puede cerrar. El mismo Señor del Pacto
les ha admitido en su comunidad, y ha echado fuera a los que pretenden tener las llaves; los cristianos
fieles no tienen nada que temer. La iglesia de Filadelfia sólo tiene algo de poder - no es prominente,
elegante, ni exteriormente próspero, en contraste con la impresionante iglesia de Sardis, aparentemente
"viva" y transigente. Pero ha sido fiel a lo que se le ha dado (comp. Lk. 19:26): Has guardado mi
palabra, y no has negado mi nombre.
Por lo tanto, yo haré que esos de la sinagoga de Satanás, que dicen que son judíos, pero no lo
son, sino que mienten - he aquí, haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado.
Nuevamente los judíos apóstatas son revelados en su verdadera identidad; la sinagoga de Satanás
(comp. Rev. 2:9). Nuevamente, no existe tal cosa como el judaísmo "ortodoxo"; no existe tal cosa como
una genuina creencia en el Nuevo Testamento que sea consistente con un rechazo de Jesucristo como
Señor y Dios. Los que no creen en Cristo no creen en el Antiguo Testamento tampoco. El dios del
judaísmo es el diablo. El judío no será reconocido por Dios como miembro de su propio pueblo sino
cuando abandone su religión demoníaca y regrese a la fe de sus padres - la fe que abraza a Jesucristo y
a su evangelio. Cuando los judíos que rechazan a Cristo aseguran que siguen las pisadas de Abraham,
dice Jesús, mienten. Y, aunque en la actualidad dominan en Filadelfia, su dominio sobre el pueblo del
verdadero pacto no durará mucho. Cristo mismo les obligará a venir y postrarse a los pies de los
cristianos. En esta afirmación hay una irónica referencia a Is. 60:14, donde Dios hace esta promesa al
pueblo del pacto, que había sido perseguido por los paganos:
Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te
escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel.
Los que afirman falsamente ser judíos están realmente en la posición de los paganos
perseguidores; y se verán obligados a reconocer la posición en cuanto al pacto de la iglesia como
heredera de las promesas hechas a Abraham y a Moisés. Porque la iglesia es el verdadero Israel, y al
entrar a la iglesia, estos creyentes "se han acercado al monte de Sión y a la ciudad del Dios vivo" (Heb.
12:22). El Israel apóstata ha sido podado del árbol de la vida del pueblo del pacto, mientras que los
creyentes en Cristo de todas las naciones han sido injertados (Rom. 11:7-24). La única esperanza para
los que están fuera de la línea del pacto, sin importar su herencia étnica o religiosa, es reconocer a
Cristo como el único Salvador y Señor, sometiéndose a Él. A menos y hasta que los judíos sean
injertados en la línea del pacto por la gracia de Dios, permanecerán fuera del pueblo de Dios, y
perecerán con los paganos. La Biblia sí hace la promesa de que los descendientes de Abraham
regresarán a la fe de Cristo Jesús (Rom. 11:12, 15; 23:2). 9 Pero, a menos que lo hagan, la Escritura los
clasifica con los paganos (con una gran diferencia, sin embargo: la condenación del judío apóstata es
mucho más severa que la del pagano ignorante; véase Rom. 2:1-29).
v10-11 A causa de que los perseguidos cristianos de Filadelfia habían guardado la palabra de
perseverancia, su Señor les promete a cambio guardarles en la hora de la prueba. Nótese bien: Cristo no
está prometiendo raptarles o llevárselos, sino guardarlos. Está prometiendo preservarlos en la prueba,
protegerlos de las caídas (Jude 24). Aunque este es uno de los versículos que los dispensacionalistas
han afirmado que apoya la teoría del "rapto antes de la tribulación", cuando se le mira de cerca en
realidad no revela nada de eso. En realidad, no dice nada en absoluto sobre el fin del mundo o la
Segunda Venida: La "hora de la prueba" a la que se alude aquí se identifica como la hora que está a
punto de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran en la tierra. Habla del período de
tribulación que, en la experiencia de los lectores del siglo primero, estaba a punto de ocurrir. ¿Tiene
sentido que Cristo le prometiera protección a la iglesia de Filadelfia contra algo que sucedería miles de
años más tarde? "¡Alégrense, fieles y sufrientes cristianos del Asia Menor del siglo primero: No
permitiré que los destruyan aquellos proyectiles teledirigidos soviéticos y los Killer Bees!" Cuando los
cristianos de Filadelfia se preocupaban por cosas más prácticas e inmediatas - la persecución oficial, la
discriminación religiosa, el ostracismo social, y los boycots económicos - ¿qué les importarían las
lucrativas historias de horror de Hal Lindsey? Torciendo pasajes como estos para acomodarlos a sus
fantasías pasajeras, ciertos dispensacionalistas modernos han añadido a la Palabra de Dios, y
demeritado su mensaje; y así, han caído bajo la maldición de Apocalipsis Rev. 22:18-19.
No, la prometida hora de la prueba estaba en el futuro inmediato, como lo atestigua la Escritura
universalmente; una mera hora de prueba, para ser reemplazada por mil años de gobierno ( Rev. 20:4-
6). Juan usa la expresión "los que moran en la tierra" doce veces en Apocalipsis (una vez por cada una
de las doce tribus) para referirse al Israel apóstata (Rev. 3:10; 6:10; 8:13; 11:10; 14:6; 17:2, 8). En el
Antiguo Testamento griego (la versión usada por la iglesia primitiva) es una expresión profética común
para el Israel rebelde e idólatra que está a punto de ser destruido y expulsado de la tierra (Jer. 1:14;
10:18; Ez. 7:7; 36:17; Hosea 4:1, 3; Joel 1:2, 14; 2:1; Sof. 1:18), basada en su uso original en los libros
históricos de la Biblia para los paganos rebeldes e idólatras que están a punto de ser destruidos y
expulsados de la tierra (Num. 32:17; 33:52; 55; Jos. 7:9; 9.24; Judges 1:32; 2 Sam. 5:6; 1 Cron. 11:4;
22:18; Neh. 9:24); Israel se ha convertido en una nación de paganos, y está a punto de ser destruido,
exiliado, y suplantado por una nueva nación, la Iglesia. El mismo mundo romano en su totalidad sería
lanzado a convulsiones a gran escala, parte de las cuales involucrarían la persecución de los cristianos
por parte de un emperador enloquecido que se había autodeificado con la ayuda de los judíos. Vendrían
días en que el diablo - en sus manifestaciones tanto romana como judía - intentaría destruir el
cristianismo de una vez por todas. En vez de eso, el resultado final sería la destrucción de Israel y
Roma, pero entre tanto les aguardaban a los cristianos tiempos difíciles, y muchas tentaciones para
apartarse de la fe. Aquí Cristo promete a sus fieles seguidores que serían protegidos y preparados para
que perseveraran en la venidera hora de la prueba. Así que aquí les recuerda nuevamente: Vengo pronto
- el juicio prometido no está lejos. Por lo tanto, retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Cristo ha abierto la puerta para la Iglesia, concediéndole el privilegio de la real comunidad con Dios
como sumos sacerdotes y reyes; y ellos deben soportarlo todo por amor a Él, mientras que su reino
venidero sacude las naciones de la tierra y hace salir a sus enemigos de sus baluartes.
Continuando con sus imágenes, Cristo dice: "Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el
nombre de la Ciudad de mi Dios ... y mi nombre nuevo". Todo esto habla de la plena restauración del
pueblo de Dios a la imagen de Dios, como vemos en el capítulo final de Apocalipsis. "Y verán su
rostro, y su nombre estará en sus frentes" (Apoc. Rev. 22:4). Una de las bendiciones básicas del pacto
está contenida en la bendición familiar: "Jehová haga resplandecer su rostro sobre tí" (Num. 6:25); ver
el resplandor del rostro de Dios significa participar de la salvación y reflejar la gloria de Dios como
portador de su imagen (véase Ex. 34:29-35; Num. 12:6-8; Ps. 80:3,7, 19; 2 Cor. 3:7-18; 4:6; 1 Jn. 3:2).
De manera similar, como ya hemos visto, el nombre de Dios inscrito sobre las frentes simboliza la
restauración del hombre redimido a la gloria ética y física que pertenece a la imagen de Dios (comp.
Gen. 3:19; Ex. 28:36-38; Deut. 6:4-9; y contrástese con 2 Cron. 26:19).
14 Y escribe al angel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la
creación de Dios, dice esto:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para
vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo.
21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre
en su trono.
22 El que tiene oídos para oir, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
v14 La ciudad más rica de la región, Laodicea era otro importante centro del culto al emperador.
En su mensaje a los ancianos de esta iglesia, Cristo se identifica de tres maneras.
Primero, Jesús dice, Él es el Amén. Esta es la palabra familiar a todos los cristianos: La
repetimos al final de nuestros credos, nuestros himnos, y nuestras oraciones. 12 Se entiende
generalmente que significa Así sea; pero su fuerza real, en términos de la teología de la Biblia, es
mucho más fuerte. Es realmente un juramento: decir Amén significa invocar sobre uno mismo las
maldiciones del pacto (comp. Num. 5:21-22; Deut. 27:15-26; Neh. 5:12-13). Como nuestro "Sí y
Amén", Jesucristo es la garantía de las promesas del pacto, por su perfecta obediencia, sacrificio
expiatorio, y continua intercesión ante el tribunal celestial (2 Cor. 1:20; Gal. 3:13; Heb. 7:22-28; 9:24-
28; 10:10-14). Así, nuestro Amén en respuesta litúrgica a la Palabra de Dios es a la vez un juramento y
un reconocimiento de que nuestra salvación depende completamente, no de nuestra observancia del
pacto, sino de la perfecta observancia del pacto por Cristo Jesús, que se colocó a sí mismo y en nuestro
lugar bajo las estipulaciones y las maldiciones del pacto.
Segundo, esto significa que Jesús es también el Testigo fiel y verdadero, en cuya palabra
podemos confiar eternamente. "Él es un Testigo fiel porque su testimonio es verdadero; y es un Testigo
verdadero porque en él reside la completa realización de todos los requisitos que hacen de cualquier
persona un testigo, real y verdaderamente". 13 Y es como testigo infalible y plenamente autorizado como
Cristo presenta testimonio convincente contra la iglesia de Laodicea.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas
todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es
antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia.
(Col. 1:15-18).
Así, el que habla a Laodicea es el Amén, el gran Garante del Pacto, el infalible Testigo que es la
Verdad misma, con toda la autoridad que posee el Creador y el Rey del universo. Y él ha venido a dar
testimonio contra su iglesia.
v15-16 Laodicea era tibia, no era ni fría ni caliente. Esto se ha interpretado a menudo como si
caliente significase piadoso entusiasmo y frío significase antagonismo impío; pero hay otra explicación
que se ajusta mejor al contexto histórico y geográfico. Laodicea estaba situada entre dos ciudades
importantes, Colosas y Hierópolis. Colosas, acuñada en un angosto valle a la sombra de elevadas
montañas, estaba regada por helados arroyos que se precipitaban desde las alturas. En contraste,
Hierópolis era famosa por sus calientes manantiales de aguas minerales que fluían desde la ciudad y
atravesaban una alta llanura hasta caer en cascada por un precipicio que daba frente a Laodicea. Para
cuando el agua llegaba al suelo del valle, estaba tibia, putrefacta, y nauseabunda. Por lo tanto, en
Colosas uno podía refrescarse con agua de beber, clara, fría, vigorizante; en Hierópolis, uno podía
curarse bañándose en sus pozas de agua caliente cargada de minerales. Pero en Laodicea, las aguas no
eran ni calientes (para recobrar la salud) ni frías (para beber).14
En otras palabras, la acusación básica contra Laodicea es que es inútil, no sirve para nada. La
iglesia laodicense ni cura la enfermedad ni sirve para calmar la sed de resecos labios y gargantas
abrasadas. La clase de cristianismo representado por Laodicea es inútil. La iglesia no proporcionaba "ni
refrigerio para el espiritualmente cansado, ni sanación para el espiritualmente enfermo. Era totalmente
ineficaz, y por lo tanto, desagradable para su Señor".15 Así, dice Mounce, "la iglesia no está siendo
reprendida por su temperatura espiritual, sino por la esterilidad de sus obras". 16 Esto explica la
declaración de Cristo: Ojalá fueras fría o caliente. Él no está diciendo que la franca apostasía es
preferible a una posición intermedia; más bien, Él está diciendo que ojalá los cristianos laodicenses
influyeran sobre la sociedad.
El día de un hipopótamo
transcurre durmiendo; de noche caza;
Dios obra de manera misteriosa -
La iglesia puede dormir y comer al mismo tiempo.17
Por eso, porque eres tibia ... te vomitaré de mi boca. Esto es un eco de Lev. 18:24-28:
En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo
de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores.
Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni
el extranjero que mora entre vosotros (porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que
fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada); no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como
vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros.
Y sin embargo, por gracia, Cristo hace una oferta de misericordia: Te aconsejo que de mí
compres oro refinado en fuego, para que seas rico; y vestiduras blancas para vestirte, y que no se
descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. El simbolismo aquí
debería ser obvio. La fe verdadera y las genuinas obras de obediencia se mencionan en las Escrituras en
términos de joyería, especialmente oro (1 Pet. 1:7; 1 Cor 3:12-15); la desnudez es un síntoma de
desobediencia (Gen. 3:7, mientras el estar vestido de vestiduras blancas es un símbolo de justicia, con
relación tanto a la justificación como a la santificación (Gen. 3:21; Mat. 22:11; Rev. 19:8); y la ceguera
es un símbolo de la impotencia y la condición caída del hombre (Lev. 21:18; Deut. 29:4; Mat. 13:13-
15; 16:3; 2 Cor. 4:3-4; 1 Jn. 2:11) aparte de la restauración por Cristo a la verdadera capacidad de ver -
la capacidad piadosa, madura, para juzgar en recto juicio (Lk. 4:18; Acts 26:18; 1 Cor. 2:14-15).
v19-20 Pero Laodicea todavía no ha de ser desechada por el Señor. Por duras que sean sus
palabras, todavía profesa amor a su Esposa. En realidad, ésa es la fuente de su enojo. Porque te amo,
declara, te reprendo y te disciplino. Una característica de los que son verdaderos hijos de Dios, y no
bastardos (comp. Heb. 12:5-11) es su respuesta al reproche y a la disciplina. Todos los cristianos
necesitan ser reprendidos y corregidos a veces, y algunos más que otros; lo que importa es si aceptamos
o no la amonestación, y cambiamos nuestro modo de actuar. Hasta donde Laodicea ha caído, todavía
puede ser restaurada si renueva su obediencia y se hace fiel a la Palabra de Dios: Sé celoso, por lo
tanto, y arrepiéntete.
En este punto, Jesús pronuncia algunas de las más hermosas palabras de toda la Biblia, en lo
que es quizás el vcrsículo mejor conocido del Nuevo Testamento, además de Juan 3:16. "He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo". Algunos comentaristas reformados han señalado el muy difundido abuso de este pasaje por
parte de los modernos evangélicos, que arrancan el versículo de su contexto como mensaje a los
ancianos de una iglesia, y lo convierten en una solicitud diluída, arminiana, de una deidad débil e
indefensa que está a merced del hombre. Debemos recordar que Cristo está hablando aquí como el
Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Creador y el Soberano Señor de todos. No está haciendo una
apelación débil, como si no gobernara la historia y no predestinara sus más mínimos detalles; él es el
Rey de Reyes, que hace guerra contra sus enemigos y los condena a las llamas eternas. Ni está
hablando a la gente en general, pues está dirigiendo su mensaje a su iglesia; nuevamente, tampoco está
sencillamente hablando a los cristianos como individuos, sino a los cristianos como miembros de la
Iglesia. No se puede hacer a este versículo servir los propósitos de un individualismo arminiano,
subjetivo, sin arrancarlo violentamente de su contexto textual y de pacto.19
Sin embargo, hay aquí, por otro lado, una distorsión que es igualmente seria. No es suficiente
señalar que los arminianos han dejado de manejar satisfactoriamente este texto, porque los calvinistas
han fracasado tradicionalmente en este punto también. El culto reformado tiende a ser exageradamente
intelectual, centrado en la predicación. So pretexto de centrarse en la Palabra, a menudo se han
centrado en realidad en el intelecto. El racionalismo reformado ha producido así su reacción igual y
opuesta en el reavivamiento, irracionalismo, y anti-intelectualismo arminiano. La gente ha huído del
énfasis desnudo, demasiado intelectual, del culto reformado y corrido hacia las herejías anti-teológicas
de lo que desafortunadamente se conoce como evangelismo (que en realidad tiene muy poco del
evangelio original).20
¿Cuál es la respuesta? Tenemos que tomar en serio la doctrina bíblica de la real presencia de
Cristo en el sacramento de la Eucaristía. Debemos regresar al modelo bíblico de culto centrado en
Jesucristo, que significa la celebración semanal de la Cena del Señor, así como la enseñanza sobre su
verdadero significado y eficacia.21 Debemos abandonar el rancio platonismo que informa nuestro culto
desnudo e intelectualizado, y regresar a un verdadero culto corporativo, litúrgico, caracterizado por la
belleza artística y la excelencia musical.22
Porque debería ser obvio que en este versículo Él está haciendo a la Iglesia una oferta de
renovada comunión con Él. El corazón y el centro mismos de nuestra comunión con Cristo están
puestos a su mesa (es decir, nuestra mesa terrenal, que Él ha hecho suya). La más básica, la más
profunda oferta de salvación es la invitación de Cristo para que cenemos con él. En santa comunión,
estamos genuinamente cenando con Jesús, elevados a su presencia celestial; y, además, estamos
comiendo de Él:
De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi
carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también
vivirá por mí. (Jn. 6:53-57).
v21-22 La promesa final para el que vence es una promesa de reinado con Cristo: "Yo le daré
que se siente conmigo en mi trono, así como yo también he vencido y me he sentado con mi Padre en
su trono". ¿Es ésta sólo una esperanza futura? Ciertamente que no. El privilegio de gobernar con Cristo
les pertenece a todos los cristianos, en el tiempo y en la tierra, aunque el dominio es progresivo a través
de la historia hasta la consumación final. Pero Cristo ya ha entrado a su reino (Col. 1:13); Él ya ha
desarmado a Satanás y a los demonios (Col. 2:15); nosotros ya somos reyes y sacerdotes con Él (Rev.
1:6); y así como Él venció, nosotros hemos de ir adelante, venciendo en su nombre. Él reina ahora
(Acts 2:29-36), por encima de toda creación (Eph. 1:20-22), con todo poder en el cielo y en la tierra
(Mat. 28:18-20), y ahora mismo está ocupado poniendo a todos sus enemigos bajo sus pies (1 Cor.
15:25), hasta que su reino se convierta en un gran monte que llena toda la tierra (Dan. 2:35, 45).
De este modo, en estos mensajes a las iglesias, nos hemos encontrado una y otra vez con la
orden fundamental de Apocalipsis, que Juan nos amonesta que acatemos (Rev. 1:3): ¡Venced!
¡Conquistad! Aun aparte del hecho de que la profecía no es acerca del siglo veinte, no captaremos su
significado si nos concentramos en persecuciones o el culto al emperador de la misma manera que los
Hal Lindseys de esta era se concentran en embargos petroleros, los mercados comunes, y las bombas de
hidrógeno: el mensaje básico no es acerca de ninguno de estos temas, sino más bien sobre el deber de la
Iglesia de conquistar el mundo. R. J. Rushdoony ha dicho bien: "El propósito de esta visión es dar a la
Iglesia consuelo y la certeza de la victoria, no confirmar sus temores o las amenazas del enemigo. Leer
Apocalipsis como cualquier otra cosa que no sea el triunfo del reino de Dios en el tiempo y la eternidad
es negar la esencia misma de su significado".23
Notas:
1. Robert H. Mounce, The Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1977), p. 112.
2. Ibid., p. 109.
3. G. R. Beasley-Murray, The Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., [1978] 1981),
p. 4.
4. G. B. Caird, The Revelation of St. John the Divine (New York: Harper & Row, Publishers, 1996), p. 48.
5. Los lectores que deseen estudiar este tema más extensamente deberían consultar los siguientes libros, todos
publicados por el Banner of Truth Trust (P. O. Box 621, Carlisle, PA 17013): Arthur Pink, The Sovereignty of God;
John Cheeseman et al., The Grace of God in the Gospel; John Murray, Redemption Accomplished and Applied; J.
Gresham Machen, The Christian View of Man; y R. B. Kuiper, The Bible Tells Us So.
6. John Murray, Redemption Accomplished and Applied (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1955),
p. 154s.
7. Por sincero respeto hacia este autor temeroso de Dios, que ha rendido a la iglesia un valioso servicio, omitiré su
nombre.
8. Esta es la doctrina de la imputación del pecado de Adán (que debería distinguirse de la doctrina del pecado innato;
pero la mayoría de los evangélicos, incluyendo a predicadores y comentaristas, no parecen conocer la diferencia). Una
útil exposición de esto se encuentra en la obra de John Murray, The Imputation of Adam´s Sin (Nutley, NJ:
Presbyterian and Reformed [1959] 1977).
9. Véase, de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominions Press,
1985), pp. 125ss.
10. Meredith G. Kline ha dedicado un capítulo entero a este tema. Véase "A Priestly Model of the Image of God", en
Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 35-56.
11. Ibid., pp. 40, #s., 54s; comp. Ex. 27:14-15; 1 Ki. 6:8; 7:15, 21, 39; 2 Kings 11:11; 2 Cron. 3:17; Ez. 40:18; 40ss.;
41:2, 26; 46:19; 47:1-2.
12. Desafortunadamente, muchos fundamentalistas y evangélicos en la actualidad usan el término para indicar: "Me
siento bien". Este uso, que implícitamente (aunque ciertamente no intencionalmente) bordea en la blasfemia, es sólo
un síntoma de la actitud subjetiva y egocéntrica hacia la vida, que se hizo común durante los dos siglos pasados.
13. A. Plummer en The Pulpit Commentary: The Revelation of St. John the Divine (London: Funk and Wagnalls
company, n. d.), p. 115.
14. C. J. Hemer, "Seven Cities of Asia Minor", en la obra de R. K. Harrison, ed., Major Cities of the Biblical World
(Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1985), pp. 246ss.
15. M. J. S. Rudwick y E. M. B. Green, "The Laodicean Lukewarmness: in Expository Times, Vol. 69 (1957-58), p.
178; citado en Mounce, p. 125.
16. Mounce, pp. 125s.
17. De T. S. Eliot, "The Hippopotamus", Collected Poems 1909-1962 (New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1963),
p. 42.
18. Charles F. Pfeiffer y Howard F. Vos, The Wycliffe Historical Geography of Bible Lands (Chicago: Moody Press,
1967), p.377.
19. Por supuesto, el Señor se ofrece a sí mismo al pueblo fuera del Reino también: Hasta a los perros se les dan
migajas de la mesa de los hijos (Mat. 15:21-28); y el rey en la parábola de Cristo (Lk. 14:23) envió a sus siervos a
obligar a los gentiles a entrar. Pero la oferta de salvación de Cristo nunca se hace fuera del contexto del Pacto, el
Reino, y la Iglesia.
20. Véase el ensayo de James B. Jordan, "Holistic Evangelism" en su Sociology of the Church (Tyler, TX: Geneva
Ministries, 1986).
21. Véase de Geddes NacGregor, Corpus Christi: The Nature of the Church According to the Reformed Tradition
(Philadelphia: The Westminster Press, 1958); y Ronald S. Wallace, Calvin´s Doctrine of the Word and Sacrament
(Tyler, TX: Geneva Ministries, [1953] 1982).
22. Uno de los libros más útiles sobre el culto desde una perspectiva reformada es, de Richard Pacquier, Dynamics of
Worship: Foundations and Uses of Liturgy (Philadelphia: Fortress Press, 1967). Para puntos de vista de otras
tradiciones, véase de Louis Bouyer, Liturgical Piety (University of Notre Dame Press, 1955); Josef A. Jungmann, S.
J., The Early Liturgy of the Time of Gregory the Great (University of Notre Dame Press, 1959); Alexander
Schmemann, Introduction to Liturgical Theology (Crestwood, NY: St. Vladimir´s Seminary Press, 1966); Luther D.
Reed, The Lutheran Liturgy (Philadelphia: Muhlenberg Press, 1947); Massey H. Shepherd, Jr., The Worship of the
Church (Greenwich, CT: The Seabury Press, 1952); y Cheslyn Jones et al.,, eds., The Study of Liturgy (New York;
Oxford University Press, 1978).
23. Rousas John Rushdoony, The Kingdom Come: Studies in Daniel and Revelation (Tyler, TX: Thoburn Press,
[1970] 1978, p. 90.
24. Kline, Images of the Spirit, pp. 57-96.
25. Ibid., pp. 35-56.
Parte Tres
ESTIPULACIONES ÉTICAS: LOS SIETE SELLOS
(Apocalipsis 4-7)
Introducción
La tercera sección del tratado de pacto (comp. Deut. 5:1-26:19)1 declaraba el modo de vida, en
relación con el pacto, requerido por los vasallos, las leyes de ciudadanía en el reino. Como dijo Pablo,
todos los hombres "viven y se mueven" en Dios (Acts 17:28); Él es el Fundamento de nuestro mismo
ser. Esto significa que nuestra relación con Él es el centro de nuestra existencia, de nuestras acciones y
pensamientos en cada área de nuestras vidas. Y en el centro de esta relación está su santuario, donde
sus súbditos vienen a adorarle delante de su trono. Así que la mayor preocupación de la sección de las
Estipulaciones es la completa consagración del pueblo a Dios, con una especial importancia atribuía al
establecimiento de un santuario central:
El lugar que vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése
buscaréis, y allá iréis. (Deut. 12:5; comp. todo el cap. 12).
Como observa Meredith Kline: "El requisito de centralización debe entenderse en términos de la
naturaleza de Deuteronomio como tratado de soberanía. Tales tratados prohibían que el vasallo
entablara cualesquiera acciones diplomáticas con un poder extranjero que no fuera el soberano del
pacto. En particular, el vasallo no debía pagar tributo a ningún otro señor". 2 La centralidad del santuario
ayudaba a subrayar el hecho de que era una imagen del Santuario en el cielo (Ex. 25:9, 40; 26:30; Num.
8:4; Acts 7:44; Heb. 8:5; 9:23).
Éste es también el énfasis de la sección sobre las estipulaciones en Apocalipsis. El pasaje abre
con la ascensión de Juan al salón del trono de Dios, y esto proporciona el punto dominante central para
la profecía como un todo: Todas las cosas son vistas en relación con el trono. Los juicios que son
atados en la tierra fueron primero atados en el cielo.3
Las leyes del Pacto decretaban un programa de conquista de las naciones impías de Canaán:
Israel derrotó a sus enemigos por medio de la aplicación del pacto. La guerra santa simplemente
ejecutó la sentencia declarada en el tribunal; fue fundamentalmente una acción ética, judicial, que trajo
la sentencia de muerte contra los impíos.4 El programa de conquista, basado en la ley de Dios, emanaba
así del santuario central. (Es interesante notar que, según se describe este programa en Deuteronomio 7,
Moisés habla simbólicamente de "siete naciones" que habrían de ser destruídas). 5 Por supuesto, la ley
hace provisión, no sólo para el juicio de los cananeos, sino también para los israelitas que apostatan del
Pacto: Los que repudian la autoridad de Dios y siguen a otros dioses han de ser muertos, un juicio que,
como los otros, procede en última instancia del altar del santuario central (Deut. 13:1-18; 17:1-13).6
Como lo expresa con claridad Deuteronomio 20, este aspecto judicial del santuario es el centro
aun de la guerra librada contra naciones extranjeras, más allá de las fronteras de la teocracia: las
batallas eran consagradas por el sacerdote para la gloria de Dios y su reino del pacto (v. 1-4). Una
guerra de esta clase era siempre precedida por una oferta de paz; si la oferta era rehusada, todos los
hombres de la ciudad serían ejecutados. Kline explica la tipología: "En la oferta de paz de Israel (v. 10)
y en el sometimiento de la ciudad gentil como tributaria de pacto a Yahvé (v. 11) estaba reflejada la
misión salvadora del pueblo de Dios en el mundo (comp. Zac. 9:7 b, 10b; Lk. 10:5-16). El juicio de los
que rehusan hacer la paz con Dios por medio de Cristo quedó demostrado en el sitio, la conquista, y el
castigo de la ciudad que no quiso someterse (v. 13)".7
Encontramos todo esto en Apocalipsis también - con la diferencia de que, como un juicio de
pacto contra el Israel apóstata, los juicios una vez decretados contra los impíos gentiles son ahora
desatados contra el desobediente pueblo del pacto, que había rechazado la oferta de paz. Al abrirse el
libro del pacto, las criaturas querúbicas que llevan el altar exclaman: "¡Vengan!" - y los cuatro jinetes
salen cabalgando a conquistar la tierra, trayendo destrucción y muerte en cumplimiento de las
maldiciones del pacto, aplicando el juicio justo y santo del Santuario del cielo.
Notas:
1. Véase de Meredith G. Kline, Treaty of the Great King: The Covenant Structure of Deuteronomy (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., 1963), pp. 62-120.
2. Ibid., p. 80.
3. Comp. Mat. 18:18, que dice literalmente: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo;
y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo". Al hacer juicios justos, los ministros en la tierra están
manifestando el juicio del cielo.
4. Véase de Ray R. Sutton, That You May Prosper: Dominion by Covenant (Tyler, TX: Institute for Christian
Economics, 1987).
5. Comp. Kline, p. 68.
6. Ibid., pp. 84ss., 94ss.
7. Ibid., p. 106.
8. Ibid., pp. 91-94.
9. M. D. Goulder, The Evangelists' Calendar: A Lectionary Explanation for the Development of Scripture (London:
SPCK, 1978), p. 177.
10. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 44ss., 60.
11. Véase de Kline, pp. 118ss.
Capitulo 4 - EL TRONO POR ENCIMA DE LA EXPANSIÓN
1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas.
2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.
3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un
arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de
ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.
5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son
los siete espíritus de Dios.
6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro
seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.
7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como
de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.
8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban
día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
9 Y siempre aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que
vive por los siglos de los siglos,
10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos, y
echan sus coronas delante del trono, diciendo:
11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad
existen y fueron creadas.
v1 Este versículo lo usan los defensores del dispensacionalismo para apoyar su "Teoría del
Rapto", la idea de que la iglesia será arrebatada de este mundo antes de una venidera tribulación; en
realidad, este versículo parece ser el principal texto de prueba en favor del rapto antes de la tribulación.
El "rapto" de Juan hacia el cielo es considerado como señal de que la iglesia entera desaparecerá antes
de que se derramen las plagas registradas en los capítulos siguientes. Parte del argumento a favor de
entender esto así es que la voz que Juan oyó era como el sonido de una trompeta, y Pablo dice que una
trompeta sonará en el "rapto" (1 Thes. 4:16). Algunos defensores de esta posición parecen olvidar el
hecho de que Dios usa una trompeta en numerosas ocasiones. De hecho, como hemos visto en el
capítulo primero, la conexión entre la voz de Dios y el sonido de una trompeta ocurre a través de las
Escrituras, comenzando con el juicio en el Jardín de Edén. En relación con esto, Juan oyó la voz como
una trompeta en la primera visión (Rev. 1:10). (¿Indica esto un posible "doble rapto"?)1
Sin embargo, debemos reconocer también que Juan sí asciende a un culto de adoración en el
Día del Señor; y esta es una clara imagen de la ascensión semanal de la iglesia al cielo cada Día del
Señor, cuando ella participa en la comunión de los santos y los ángeles "en ropa de fiesta" (Heb. 12:22-
23) para la liturgia celestial. La iglesia representa la experiencia de Juan cada domingo en el Sursum
Cords, cuando el oficiante (reflejando el "Sube acá" de Cristo) exclama: "¡Arriba, corazones!" y la
congregación canta en respuesta: ¡Los elevamos al Señor! En un capítulo anterior, observamos el
comentario de Germano de que "la iglesia es un cielo terrenal"; el patriarca continuó: "Las almas de los
cristianos son llamadas a reunirse con los profetas, los apóstoles, y los jerarcas para reclinarse con
Abraham, Isaac, y Jacob en el banquete místico del reino de Cristo. Habiendo, por lo tanto, venido a la
unidad de la fe y la comunión del Espíritu a través de la dispensación de Aquél que murió por nosotros
y está sentado a la diestra del Padre, ya no estamos en la tierra, sino de pie al lado del trono real de
Dios en el cielo, donde está Cristo, tal como él mismo dice: 'Padre justo, santifica en tu nombre a los
que me diste, para que donde yo estoy, ellos estén conmigo' (comp. Juan 17)". 6 Juan Calvino estaba de
acuerdo: "Para que las almas piadosas puedan aprehender debidamente a Cristo en la Cena, deben ser
elevadas al cielo... Y por la misma razón se estableció de antiguo que, antes de la consagración, a la
gente se le debe decir en voz alta que eleven sus corazones".7
Ya hemos visto (cuando comentamos 1:10) que la expresión "en el Espíritu" (v. 2) es lenguaje
profético técnico, que se refiere, no a los sentimientos subjetivos de Juan, sino a su experiencia objetiva
como receptor inspirado de la revelación divina. Estar "en el Espíritu" era el especial privilegio de los
profetas bíblicos. Resumiendo sus extensas investigaciones sobre este punto, Meredith Kline escribe:
"La creación de Adán como reflector-imagen de la gloria del Espíritu-Creador fue recapitulada en la
historia de los profetas. El evento crítico en la formación de un profeta era un encuentro transformador
con el Espíritu-Gloria, del cual emergía el profeta como un hombre que reflejaba la gloria divina.... Ser
arrebatado en el Espíritu era ser recibido en la asamblea divina, la realidad celestial dentro de la
teofanía Gloria-Espíritu. El distintivo del verdadero profeta era que había estado de pie delante del
Señor de la Gloria en medio de este deliberante concilio de ángeles".8
Pero, con la venida del Nuevo Pacto, lo que una vez fue la especial prerrogativa de la clase
profética dentro de la comunidad del pacto ha venido a ser privilegio de todos. El deseo de Moisés -
"Ojalá todo el pueblo de Jehová actué; fuese profeta, y que Jehová pusiera su Espíritu sobre ellos"
(Num. 11:29) - se ha cumplido en el derramamiento pentecostal del Espíritu Santo (Acts 2:17-21). Del
mismo modo que Moisés (el profeta por excelencia del Antiguo Pacto) tuvo el privilegio especial de
hablar con Dios cara a cara (Num. 12:6-8), participando de su gloria (Ex. 34:33-35), así ahora
"nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Cor. 3:18).
Todo creyente ha recibido la unción profética (1 Jn. 2:20, 27); y cada semana ascendemos en el Espíritu
hasta la asamblea celestial. 9
Por lo tanto, la "Teoría del Rapto" está basada en parte en una errónea interpretación de la
doctrina cristiana de la ascensión de la iglesia. La ascensión definitiva tuvo lugar posicionalmente con
Jesucristo, con quien estamos sentados en los lugares celestiales (Efe. 1:20; 2:6); la ascensión
progresiva(empírica) tiene lugar litúrgicamente con Cristo Jesús cada semana, en la celebración de la
Eucaristía (Heb. 12:22-24); y la ascensión final (culminativa) tiene lugar escatológicamente con Cristo
a) espiritualmente, a la muerte (Rev. 20:4), y b) en el cuerpo, al final de la historia (1 Cor. 15:50-55); 1
Thes. 4:17).10
v2-3 Para recibir la revelación, Juan es arrebatado al cielo, donde ve un trono y a uno sentado:
Juan va a contemplar los sucesos venideros desde el verdadero lugar de ventaja, el carruaje-trono de
Dios en la nube de gloria. Dios es el determinador de todas las cosas, y una correcta comprensión del
mundo debe comenzar por una correcta comprensión de la centralidad del trono de Dios. "En la infinita
sabiduría del Señor de toda la tierra, cada suceso cae con absoluta precisión en su correcto lugar en el
devenir de su plan eterno; nada, por pequeño o extraño que sea, ocurre sin su ordenamiento, o sin que
ocupe su lugar, de manera peculiar, en el desarrollo de su propósito; y el fin de todo será la
manifestación de su gloria, y la acumulación de su alabanza".11
Y el que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina: Se ve a Dios como en
una llamarada de luz inaccesible (comp. 1 Tim. 6:16), pues Juan ha sido arrebatado al Lugar Santísimo
celestial, el santuario interior del templo cósmico en la nube de gloria. Esto queda subrayado por el
hecho de que Juan ve un arco iris alrededor del trono, de un aspecto como de esmeralda. Vale la pena
notar que estas tres piedras, jaspe (quizás ópalo o diamante), 12 cornalina (una piedra rojiza), y
esmeralda, representaban tres de las doce tribus de Israel en el pectoral del sumo sacerdote (Ex. 28:17-
19, Septuaginta); también son mencionadas entre las joyas que tachonaban el suelo del Jardín de Edén
(Ez. 28:13, Septuaginta). Compárese la visión de Juan con la del profeta Ezequiel:
... se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que
parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de
ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía fuego, y que
tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del
resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. (Ez. 1:26-28).
Así, pues, Juan está en el templo verdadero, el arquetipo celestial que formó el modelo que
Moisés recibió para la construcción del tabernáculo (Ex. 25:40; Heb. 8:1-2, 5; 9:23-24). Ve el trono,
que corresponde al propiciatorio; las siete lámparas, que corresponden al candelero de siete brazos; los
cuatro seres vivientes, que corresponden a los querubines; el mar de vidrio, que corresponde al "mar"
de bronce; y los veinticuatro ancianos, que corresponden a los veinticuatro divisiones de los sacerdotes.
(Véase el Apéndice A para una descripción más detallada del simbolismo levítico aquí y a través de
Apocalipsis).
v4 Alrededor del Trono Juan ve veinticuatro tronos, en los cuales están sentados veinticuatro
ancianos. ¿Quiénes son estos ancianos? En un ensayo bien conocido, el gran erudito neotestamentario
Ned Stonehouse, del Seminario Westminster, defendía el punto de vista de que estos ancianos eran
"seres celestiales de un rango superior al de los ángeles en general, como los querubines y serafines del
Antiguo Testamento, si no han de ser identificados específicamente con ellos". 13 A pesar de la magistral
defensa que Stonehouse hace de su posición, ella descansa en una suposición sobre el texto que es
ciertamente incorrecta, y por eso su interpretación está seriamente errada. (Tenemos más sobre este
punto textual, y la opinión de Stonehouse, más abajo, cuando discutamos Rev. 5:9).
Por otro lado, hay fuertes razones para entender que estos ancianos son representantes de la
iglesia en el cielo (o, como revela Juan progresivamente durante su profecía, la iglesia terrenal que
adora en el cielo). Primero, el nombre mismo de ancianos indicaría que estos seres representan a la
iglesia, y que no son una clase de ángeles. En ninguna otra parte de la Biblia se da el nombre de
anciano a nadie que no sea un hombre, y desde los tiempos más antiguos esta palabra ha representado a
los que gobiernan y tienen representación dentro de la iglesia (véase Ex. 12:21; 17:5-6; 18:12; 24:9-11;
Num. 11:16-17; 1 Tim. 3:1-7; Titus 1:5-9; Heb. 13:17; James 5:14-15). Así, pues, a simple vista los
ancianos de Apocalipsis parecen representar al pueblo de Dios, el senado sentado en concilio alrededor
de su obispo.
Esta consideración queda reforzada por una segunda observación sobre estos ancianos: Se les ve
sentados sobre tronos. Ya se nos ha dicho en esta profecía que los cristianos reinan con Cristo (Rev.
1:6), que llevan puestas coronas (Rev. 2:10; 3:11), que se les ha concedido autoridad real junto con él
sobre las naciones (Rev. 2:26-27), que los apóstatas serán obligados a inclinarse delante de ellos (Rev.
3:9), y que están sentados con Cristo en su trono (Rev. 3:21). Ahora, en el capítulo 4, vemos a ancianos
sentados sobre tronos; ¿no es esto una continuación de las enseñanzas que ya se han presentado?
Tercero, debemos considerar el simbolismo del número veinticuatro. En general, puesto que
veinticuatro es un múltiplo de doce, hay nuevamente una razón evidente para suponer que este número
tiene algo que ver con la iglesia. Doce es un número asociado bíblicamente con el pueblo de Dios:
Israel estaba dividido en doce tribus; y hasta se habla de la administración de la iglesia del nuevo pacto
en términos de "doce tribus", porque la iglesia es el Nuevo Israel (véase Mat. 19:28; Mar. 3:14-19; Acts
1:15-26; comp. James 1:1). Juan usa la palabra anciano doce veces en Apocalipsis (Rev. 4:4, 10; 5:5, 6,
7, 11, 14; 7:11, 13; 11:16; 14:3; 19:4). El número veinticuatro es así una "doble porción" de doce.
Múltiplos de doce son también incorporados en la estructura simbólica de la Nueva Jerusalén, como
leemos en la visión final de la profecía (Rev. 21:12-14):
Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel ... Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los
doce apóstoles del Cordero.
Pero el cuadro de los veinticuatro ancianos se basa en algo mucho más específico que la sola
idea de múltiplos de doce. En el culto del Antiguo Testamento había veinticuatro divisiones de
sacerdotes (1 Cron. 24) y veinticuatro divisiones de cantores en el Templo (1 Crón. 25). Así, pues, la
imagen de veinticuatro dirigentes del culto no era una idea nueva para los que leían el Apocalipsis por
primera vez: Había sido una característica del culto del pueblo de Dios por más de mil años. 14 En
realidad, Juan ha juntado dos imágenes que apoyan nuestra conclusión general: (1) Los ancianos se
sientan en tronos - son reyes. (2) Los ancianos son veinticuatro en número - son sacerdotes. Lo que
Juan ve es simplemente el presbiterio del cielo: la asamblea representativa del real sacerdocio, la
Iglesia. 15
El hecho de que estos ancianos son tanto sacerdotes como reyes muestra que el sacerdocio
aarónico del Antiguo Pacto ha sido reemplazado y trascendido; el sacerdocio del Nuevo Pacto, con
Jesucristo como Sumo Sacerdote, es un sacerdocio como el de Melquisedec. Juan nos dice que estos
sacerdotes-ancianos tienen puestas coronas, porque la corona del sumo sacerdote ha sido dada a todos.
Los dos testimonios independientes del siglo segundo de que Santiago en Jerusalén y Juan en Éfeso
llevaban la corona de oro de sumo sacerdote han sido generalmente descontados por los eruditos
modernos;16 pero estas tradiciones posiblemente reflejan la práctica real de la iglesia primitiva.
Esto nos trae a otro punto que debemos mencionar antes de seguir adelante. Ya hemos
observado (véase sobre Rev. 3:20) varios problemas causados por las tendencias racionalistas de los
grupos que nacieron de la Reforma. Desafortunadamente, se volvió común que estos mismos grupos
prescindieran de la túnica del oficio de anciano. Aunque la preocupación era por la "espiritualidad", los
efectos reales fueron los de platonizar la doctrina y el culto, y democratizar el gobierno y el ministerio -
pasos adicionales sobre el largo y polvoriento camino hacia la aridez reformada. Como nos recuerda
Richard Paquier, "el color enseña por medio de la vista, y crea estados de ánimo. Malinterpretamos la
naturaleza humana y el lugar de percepción en nuestra vida interior cuando degradamos este factor
psicológico en el culto de la iglesia". 17 Dios nos ha creado así, y la continuada validez de las túnicas
oficiales procede correctamente de los patrones establecidos en el Antiguo Testamento: El carácter
oficial del anciano es subrayado por el uso de túnicas oficiales, de la misma manera en que los jueces
de nuestra cultura todavía usan togas - una práctica, dicho sea de paso, que nació de la práctica de la
iglesia.
Paquier continúa: "Por lo tanto, es natural, que el que oficia en el culto de la iglesia esté
ataviado de una manera que corresponda a la tarea asignada a él y que exprese visiblemente lo que él
hace. Además, quienquiera que dirija el acto de culto no ejerce sus funciones individualmente sino
como ministro de la iglesia; es representante de la comunidad y vocero del Señor. De aquí que una
vestimenta especialmente prescrita, una especie de 'uniforme' ecleasiástico, sea útil para recordarles
tanto a los fieles como a sí mismo que en este acto él no es el señor Fulano de Tal, sino ministro de la
iglesia en medio de una multitud de otras personas. Lo que era no menos indispensable en los tiempos
antiguos, cuando prevalecía el sentido de comunidad y de objetividad de la acción de culto, se ha
convertido en nuestros tiempos en una ayuda muy útil, y en realidad verdaderamente necesaria, puesto
que el individualismo y la subjetividad se han enraizado de manera tan profunda en la piedad de las
iglesias reformadas".18
v5-8 Juan describe la corte celestial en términos de los familiares efectos acústicos y visuales
que acompañan la Nube de Gloria, como en Sinaí (Ex. 19:16-19): Del trono proceden destellos de
relámpagos y voces y truenos. Nuevamente, como en 1:4-5, las imágenes muestran ser el original
celestial de la estructura del Tabernáculo (Heb. 8:5; 9:23): Como el candelero con sus siete lámparas
que arden en el Lugar Santo, hay siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono, representando
estas siete lámparas los siete espíritus de Dios, el Espíritu Santo en su séptuple plenitud de actividad.
Aquí está nuevamente la combinación de los tres aspectos de la imagen de la Nube de Gloria: La Voz
(v. 1), la Gloria radiante (v. 3), y el Espíritu (v. 5).
Entonces, delante del trono, Juan ve, por decirlo así, un mar de vidrio como cristal. Este es otro
punto en que esta visión se intersecta con la que está registrada en Ezequiel 1. Pero el trono se ve desde
dos perspectivas diferentes. Mientras Juan permanece de pie en la corte celestial misma, mirando hacia
abajo, hacia el "mar" de vidrio (que corresponde, en relación al mobiliario del Tabernáculo, a la fuente,
llamada también el "mar": Ex. 30:17-21; 1 Kings 7:23-26 [versión de 1909]), Ezequiel está de pie en la
base de la Nube de Gloria, mirando hacia arriba a través de su cono, y el "mar" en la parte superior se
ve como un firmamento azul por encima de él:
Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, como un fuego envolvente, y alrededor de él
un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro
seres vivientes.... Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso,
extendido encima sobre sus cabezas.... Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono
que parecía de piedra de zafiro.... (Ez. 1:4-5, 22, 26).
Otra similitud con la visión de Ezequiel es que Juan ve cuatro seres vivientes de pie en medio
del trono y alrededor de él, sosteniendo el carruaje-trono durante su vuelo (comp. Ps. 18:10), como lo
hacen los cuatro querubines en Ezequiel (nótese que están tanto "en medio de" como "alrededor" del
trono; comp. la estrecha relación entre el trono y los seres vivientes en 5:6). Estos seres vivientes (no
"bestias", como dice la versión King James) están llenos de ojos al frente y por detrás, y aparecen en las
figuras de un león, un buey, un hombre, y un águila. Una detallada comparación entre estos versículos
y Ezequiel 1 y 10 revelarán muchos paralelos interesantes, así como diferencias, entre los relatos
(también debe hacerse referencia a la visión de los serafines de seis alas en Is. 6:1-4. El hecho de que
haya cuatro de ellos indica alguna relación con la tierra en forma de altar (compárese con las ideas
bíblicas de los cuatro rincones de la tierra, los cuatro vientos, las cuatro direcciones, los cuatro ríos del
Edén que regaban toda la tierra, y así sucesivamente). Michael Wilcock explica: "Los querubines de la
Biblia están muy lejos de ser bebés regordetes con alas y hoyuelos. Son criaturas impresionantes,
indicaciones visibles de la presencia de Dios. Así que, cuando se nos dice (Ps.18:10) que el Señor viaja
sobre un querubín y en alas del viento, podemos comenzar a ver un enlace entre los cuatro seres
vivientes de 4:6 y los cuatro vientos de 7:1. Podríamos llamar a estos seres-querubines 'la naturaleza',
con tal de que recordemos lo que es realmente la naturaleza - una inmensa construcción que palpita con
la incesante actividad de Dios .... Quizás sus rostros (4:7, Ez. 1:10) representan su majestad, su
fortaleza, su sabiduría, y su nobleza, y sus innumerables ojos su incesante vigilancia sobre cada parte
de su creación. Es apropiado, entonces, que haya cuatro de ellos, correspondiendo a los puntos de la
brújula y los rincones de la tierra, y representan el mundo de Dios, como los veinticuatro ancianos
representan la iglesia". 20
Aunque Juan Calvino habría concordado con Wilcock, sus observaciones sobre la importancia
de los cuatro rostros de los querubines son aún más radicales: "Por medio de estas cabezas se nos
representan todas las criaturas vivientes.... Estos animales abarcan en sí mismos todas las partes del
universo por medio de la figura de lenguaje según la cual una parte representa el todo. Mientras tanto,
puesto que los ángeles son criaturas vivientes, debemos observar en qué sentido atribuye Dios a los
ángeles mismos la cabeza de un león, un águila, y un hombre; porque esto parece estar poco de acuerdo
con su naturaleza. Pero no podría expresar mejor la inseparable relación que existe en el movimiento de
los ángeles y todas las criaturas.... Por lo tanto, hemos de entender que, mientras los hombres van y
vienen y cumplen con sus obligaciones, y se aplican en diferentes direcciones a los objetos de sus
planes, así lo hacen también las bestias salvajes; y sin embargo, hay movimientos angélicos no
evidentes, de manera que ni los hombres ni los animales se mueven por sí solos, sino que todo su vigor
depende de una inspiración secreta".21
Como dice Calvino algunas páginas más adelante, con más fuerza, "todas las criaturas son
animadas por movimientos angélicos".22 Esto se opone directamente a las ideas humanistas de
"naturaleza" y "leyes naturales", pero es la enseñanza bíblica. La razón de que esto nos suene extraño
es que nuestra visión del mundo ha estado impregnada de una filosofía que tiene mucho en común con
el antiguo baalismo. James B. Jordan ha escrito: "Los detalles del culto de Baal no son de mucha
importancia para nosotros ahora. Es la filosofía subyacente del bahaísmo la que es reina en la
educación y la vida norteamericana en la actualidad, y la que se enseña en los departamentos de
ciencias en casi todas las escuelas superiores cristianas en la actualidad, y no sólo en los departamentos
de ciencias, tampoco. La Biblia enseña que Dios sostiene la vida directamente, no indirectamente. No
hay tal cosa como la Naturaleza. Dios no ha dado al universo como tal ningún poder inherente para el
desarrollo. Dios creó el universo y toda vida por medio de acciones inmediatas, no mediante procesos
mediatos. Cuando Dios retira su aliento (que es el Espíritu Santo, el Señor y el Dador de la vida), la
muerte ocurre inmediatamente (Gen. 7:22). La idea de que Dios le dio cuerda al universo y luego le
dejó funcionar solo, de manera que hubiese una cosa llamada naturaleza con poder intrínseco, es
deísmo, no cristianismo. La evolución teísta es deísmo, no cristianismo. Al grado en que los procesos
de la naturaleza reemplazan los actos de Dios en cualquier sistema, a ese mismo grado ese sistema se
ha convertido en baalista".23
"A causa de la influencia del neo-baalismo (humanismo secular) en nuestra cultura moderna,
tendemos a pensar que Dios, cuando hizo el mundo, instaló ciertas 'leyes naturales' o ciertos procesos
que funcionan automática e impersonalmente. Esta es una visión deísta, no cristiana, del mundo. Lo
que llamamos leyes naturales o físicas es en realidad una tosca generalización aproximada de la
actividad regular de Dios al gobernar su creación. La materia, el espacio, y el tiempo son creados por
Dios, y son gobernados directa y activamente por Él. Su gobierno es llamado 'ley'. Dios casi siempre
hace que las cosas se hagan de la misma manera, según la regularidad del pacto (el equivalente
cristiano de las leyes naturales), la cual regularidad fue establecida en Gen. 8:22). La ciencia y la
tecnología son posibles porque Dios no cambia las reglas, de modo que el hombre puede con confianza
explorar el mundo y aprender a trabajarlo. Tal confianza, sin embargo, es siempre una forma de fe, ya
sea en la Naturaleza (Baal) y las leyes naturales, o en Dios y en la confiabilidad de sus compromiso
para mantener la regularidad del pacto".24
Hay otro aspecto del simbolismo relacionado con los cuatro seres vivientes que hay que
mencionar: su correspondencia con los signos del Zodíaco. Los escritores bíblicos estaban
familiarizados con el mismo sistema de constelaciones que conocemos hoy día, excepto que el nombre
de Águila parece haber sido sustituído por lo general con el de Escorpión. La razón de esto puede ser
que la antigua asociación entre el Escorpión y la Serpiente (comp. Lk.10:17-19) llevó a los escritores
bíblicos a reemplazar el Águila; algunos eruditos, sin embargo, han argüído que "en los días de
Abraham el Escorpión era representado como un Águila", según el sistema caldeo en boga entonces. 25
Los rostros de los querubines, tanto en Ezequiel como en Apocalipsis, son los signos medios en los
cuatro cuadrantes del Zodíaco: el León es Leo; el Toro es Taurus; el Hombre es Acuario, el que
derrama agua; y el Águila, como hemos visto, es "Escorpión". Juan los enumera aquí en sentido
opuesto al de las manecillas del reloj, hacia atrás alrededor del Zodíaco (probablemente porque los está
mirando desde arriba, en el cielo, más bien que desde abajo, en la tierra); pero cuando los usa en la
estructura de su profecía misma, los enumera en el orden directo de las estaciones. 26 Después del
preámbulo (capítulo 1), el Apocalipsis se divide en cuatro cuadrantes, cada uno de ellos "gobernado"
por uno de estos seres. El primer cuadrante (Capítulos 2-3) estaba gobernado por Taurus; de aquí el
énfasis sobre las Siete Estrellas, en las paletas del Toro. El segundo cuadrante (Capítulos 4-7) está
gobernado por la figura del "León de la tribu de Judá", que ha vencido para abrir el libro sellado. El
Águila vuela por en medio del cielo con gritos de ayes a través de todo el tercer cuadrante (Capítulos 8-
14). Y el cuarto cuadrante (Capítulos 15-22) está gobernado por el Hombre, Acuario, "el que derrama
agua" (comp. el derramamiento de las copas de la ira, y el Río de Agua de Vida que fluye desde el
Trono).
No hay nada oculto acerca de nada de esto. En realidad, la Biblia condena enérgicamente toda
forma de ocultismo (el deseo de obtener sabiduría esotérica o autónoma), incluyendo el ocultismo
astrológico (Deut. 18:9-13; 2 Kings 23:3-5; Is. 8:19-20; 44:24-25; 47:8-15). 27 Pero esto no significa que
las constelaciones mismas son malas, no más de lo que la adoración pagana del sol nos prohibe ver el
sol como símbolo de Cristo (Ps. 19:4-6; Mal. 4:2; Lk. 1:78; Eph. 5:14). Por el contrario: Las
constelaciones fueron creadas por Dios, y manifiestan su gloria (Ps. 19:1-6). No son simplemente
grupos de estrellas al azar (nada en el universo de Dios ocurre al azar, en última instancia); más bien,
las constelaciones han sido específicamente puestas allí por Dios (Job. 9:7-9; 26:13; 38:31-33; Amos
5:8).28 La disposición de las doce tribus de Israel alrededor del Tabernáculo (Núm. 2) correspondía al
orden del Zodíaco;29 y, como los querubines, cuatro de las tribus representaban los signos medios de
cada cuadrante: Judá era el León; Rubén, el Hombre; Efraín, el Toro; y Dan, el Águila. 30 Gordon J.
Wenham explica la razón de las correspondencias entre Israel y las estrellas: "Con frecuencia, las
Escrituras se refieren a los cuerpos celestes como a las huestes de Dios (por ej., Deut. 4:19), mientras
que los ejércitos de Israel son sus huestes terrenales (por ej., Josué 5:14 hasta Números 1). El
tabernáculo terrenal era una copia de la morada celestial de Dios (Ex. 25:9, 40). Ambos eran asistidos
por los ejércitos del Señor. Finalmente, Gen. 37:9 compara a Jacob y sus hijos (los antepasados de las
doce tribus) con el sol, la luna, y las estrellas". 31 El más ejemplo de simbolismo astronómico en la
Biblia es, por supuesto, que el nacimiento del Mesías mismo fue anunciado a los magos por medio de
las estrellas (Mat. 2:2), como se había predicho (Num. 24:17; Is. 60:1-3).32
Luego, Juan describe el culto llevado a cabo por los cuatro seres vivientes, usando la sección
coral para interpretarnos el significado de los símbolos en su visión del Trono - un mecanismo que él
repite a través del libro. Llama nuestra atención hacia las seis alas de los seres vivientes, para asociarlas
con los serafines de la visión de Isaías:
En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime , y sus faldas llenaban
el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían
sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces diciendo: Santo, santo, santo Jehová de los ejércitos; toda la
tierra está llena de su gloria. (Is. 6:1-3)
De manera similar, los seres vivientes en Apocalipsis tienen como fin principal glorificar a Dios
y gozar de su presencia para siempre, alabándole - aparentemente de manera antifonal, como lo hacían
los serafines de Isaías - por Su santidad, Su poder omnímodo, y Su eternidad: Santo, Santo, Santo es el
Señor Dios, el Todopoderoso, el que era y que es y que habrá de venir. Esto también tiene su
contraparte en la liturgia cristiana normal, en la cual el Sanctus sigue al Sursum Corda:
Oficiante: Por lo tanto, con ángeles y arcángeles, y con toda la compañía del cielo, alabamos y
magnificamos tu glorioso nombre, loándote para siempre y diciendo.
Todos: SANTO, SANTO, SANTO, Señor Dios de Sabaoth; el cielo y la tierra llenos están de tu
gloria; hosanna en las alturas.
v9-11 Pero la alabanza celestial no termina con el canto de los seres vivientes; porque cuando
ellos dan gloria y honra y gracias a Dios, los veinticuatro ancianos mismos se les unen con alabanzas
antifonales (o en respuesta). Caen delante de Él ... le adoran ... y echan sus coronas delante del Trono,
reconociendo que la autoridad y el dominio de ellos se derivan de Él. Continúan alabándole por sus
obras en la creación y en la historia: Digno eres tú, nuestro Señor y Dios, de recibir la gloria y la honra
y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
EN EL PRINCIPIO - LA ELECCIÓN
En el principio, Dios creó la elección. Antes de que Dios hiciera nada - la tierra, el cielo, el
hombre - ya había decidido que el hombre tendría poder de elección. No un poder de elección limitado,
como el de qué color de calcetines se pondría hoy. Dios dio al hombre completo poder de selección, tan
completo, que el hombre podía elegir - o rechazar - a Dios. Dios se colocó en una posición más bien
arriesgada cuando armó al hombre con semejante herramienta. Dio al hombre un arma que éste podía
usar contra Dios.
¿Puede usted imaginar a algo que usted hizo diciéndole: "No te quiero, ni siquiera como
amigo"? Dios dio al hombre esa misma opción, aunque sabía cuál sería la elección del hombre. Dios
sabía que su creación se alejaría de Él, que le odiaría. Pero Dios también se daba cuenta de que no hay
mejor manera de demostrar amor que arriesgándose a la alternativa del rechazo. El legítimo amor
requiere decisión, porque el legítimo amor no puede ser exigido, ni ordenado, ni siquiera regulado.
Debe ser voluntario.
Esto nos dice algo acerca de Dios. Dios no hace las cosas porque sí. De alguna manera, debe
haber sentido la necesidad de ser amado. ¿Cree Ud. que es correcto llegar a la conclusión de que Dios
nos "necesita"? Yo creo que sí. Pero Él nunca degrada el calibre de su amor tratando de obligarnos a
amarle... 33
Hablando caritativamente, esto es tontería blasfema. Lo único honesto acerca de ella es su falta
de referencias bíblicas. Hay muchos puntos objetables que podríamos considerar, pero el principal, para
nuestros fines, es el punto de la soberanía y la independencia de Dios. ¿Necesitaba Dios crearnos? ¿Se
siente Dios solo? ¿Necesita de su creación? Dejemos que las Escrituras hablen:
Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y
que lo que no es. (Is. 40:17)
Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y
desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero. (Is.
46:9-10).
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en
templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es
quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. (Acts 17:24-25). 34
En su culto divinamente ordenado, los ancianos han proclamado la verdad: La creación existe,
no porque Dios necesitaba crear, o porque dependa de su creación en manera alguna, sino simplemente
porque fue su voluntad crear; le plació hacerlo. Dios es soberano, absolutamente independiente de la
creación. La distinción bíblica entre el Creador y la criatura es absoluta.
El servicio de culto celestial aquí nos muestra lo que Dios quiere en el culto terrenal.
Primero, el culto debe ser corporativo. El culto bíblico no es individualista, quietista, o sólo
interno. Esto no quiere decir que no hay lugar para el culto privado; pero sí significa que el énfasis
bíblico en el culto corporativo está muy lejos del "culto" degenerado de muchos evangélicos, que ven el
culto individual como prioritario por encima del culto corporativo, y que hasta conciben a éste último
simplemente como la suma de los adoradores individuales. 35 Otro aspecto olvidado de la necesidad
del culto corporativo es el hecho de que los así llamados "servicios de culto" en las iglesias modernas
son en realidad o salas de conferencias o funciones circenses de tres arenas. En ambos casos hay
actores principales, y hay espectadores - pero la Iglesia, como tal, no está adorando corporativamente.
Por contraste, el modelo de culto bíblico es el servicio de culto corporativo, con plena participación
conjunta de los miembros unidos de la congregación, demostrando una armonía de unidad y diversidad.
Segundo, el culto debe ser respondiente. Veremos más de esto al proceder a través del libro de
Apocalipsis - que trata del culto tanto como de cualquuier otra cosa - pero esto ya ha ocurrido con el
pasaje que acabamos de estudiar. A los ancianos y a los cuatro seres vivientes se los ve cantando
responsos musicales hacia a atrás y hacia adelante, participando en un diálogo. Y en el culto de la
iglesia en la tierra, eso es lo que hacemos (o deberíamos hacer) también. Respondemos litúrgicamente a
la lectura de la Biblia, a las oraciones, al canto de los salmos y los himnos, a la enseñanza, y a los
sacramentos. Porque esto es lo que vemos en el culto celestial, y nuestro culto debería estructurarse,
hasta donde sea posible, a imitación del modelo celestial, de acuerdo con la oración que Jesús nos
enseñó: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mat. 6:10).
Tercero, el culto debe ser ordenado. Los ancianos y los seres vivientes no se interrumpen entre
sí ni intentan presumir los unos sobre los otros. Aunque el culto debe ser corporativo, e involucrar a la
iglesia entera, no debe ser caótico. Un modelo básico de culto se presenta en 1 Cor. 14:40: "Hágase
todo decentemente y con orden". Los carismáticos tienden a tener ciertos instintos correctos - que el
culto debe incluir a la congregación entera - pero en la práctica su culto tiende a la confusión y al
desorden, pues todos "adoran" individualmente a la vez. La solución, reconocida tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamentos, y por la iglesia a través de la historia, es proporcionar una liturgia
común, con oraciones y responsos formales, de manera que los congregados puedan adorar juntos
inteligentemente de un modo que es a la vez corporativo y ordenado.
El culto público bíblico es muy diferente del culto privado o familiar: es radicalmente diferente
de un mero grupo de estudio bíblico, por importante que éste pueda ser. El culto dominical de la iglesia
es cualitativamente único: Es el pueblo de Dios que viene a palacio para una ceremonia formal delante
del Trono, una audiencia oficial con el Rey. Venimos a confesar nuestra fe y nuestra lealtad, a hacer
votos solemnes, a recibir perdón, a ofrecer oraciones, a ser instruidos por los oficiales de Dios, a comer
a su mesa, y a dar gracias por todos sus beneficios; y hemos de responder a todo esto con música y
cantos. Todo esto es corporativo, y necesariamente significa liturgia. Esto puede significar ciertos
cambios complejos y prolijos en nuestros hábitos y patrones de culto. Pero Dios no debería tener nada
menos que lo mejor. Él es el Rey, y adorarle significa servirle.
Notas:
1. ¡Pero, espere! Los capítulos 8-11 registran el sonido nada menos que de siete trompetas más - ¿podría haber nueve
raptos?
2. The Scofield Reference Bible (New York: Oxford University Press, [1909] 1945), observa sobre Apoc. 4:1; comp.
Hal Lindsey, There´s a New World Coming: A Prophetic Odyssey (Eugene, OR: Harvest House Publishers, 1973), pp.
74ss.
3. El uso por parte de los dispensacionalistas de la palabra iglesia es muy diferente de su uso en la teología histórica y
ortodoxa. Véase de O. T. Allis, Prophecy and the Church (Grand Rapids: Baker Book House, 1945, 1947), pp. 54-110;
L. Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., cuarto cd. revisado , 1949),
pp. 562-78; y Roderick Campbell, Israel and the New Covenant (Tyler, TX: Geneva Ministries, [1954] 1983).
4. Este principio puede ser aplicado fructíferamente en otras partes de la Escritura también. Por ejemplo, la palabra
amor no aparece en ninguna parte del Libro de Rut; por esto, su historia no resulta ser, después de todo, uno de los
más grandes romances de la Biblia, porque Booz y Rut no se amaban. Nuevamente, la palabra Dios no aparece en el
libro de Ester; bajo estos principios, Él no está involucrado en estos acontecimientos, y el libro no nos dice nada sobre
Él. ¡Además, los primeros quince capítulos de la carta de Pablo a los Romanos no les conciernen a la Iglesia, porque
la palabra Iglesia no aparece allí tampoco!
5. Paul Minear enumera noventa y seis de ellos sólo en el Nuevo Testamento: Images of the Church in the New
Testament(Philadelphia: The Westminster Press, 1960), pp. 222ss., 268s.
6. St. Germanus de Constantinopla, On the Divine Liturgy, trad. Paul Meyendorff (Crestwood, NY: St. Vladimir´s
Seminary Press, 1984), p. 101.
7. John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 4:17:36 (Philadelphia: The Westminster Press, 1960). Ford Lewis
Battles, trad., p. 1412.
8. Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 57s.
9. Véase el trabajo de George Vandervelde, "The Gift of Prophecy and the Prophetic Church" (Toronto: Institute for
Christian Studies, 1984).
10. Sobre este modelo definitivo-progresivo-final, véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of
Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp. 24, 42, 73, 136, 146-57, 206, 209, 223.
11. Benjamin B. Warfield, "Predestination", en Biblical and Theological Studies (Nutley, NJ: Presbyterian and
Reformed Publishing Co., 1968), p. 285.
12. "En la antigüedad, el nombre no se limitaba a la variedad de cuarzo que ahora se llama jaspe, sino que podía
designar cualquier piedra preciosa opaca". William F. Ardnt y F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the
New Testament and Other Early Christian Literature (Chicago: The University of Chcago Press, 1957), p. 369.
13. Ned B. Stonehouse, "The Elders and the Living-Beings in the Apocalypse", en Paul Before the Areopagus, and
Other New Testament Studies (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1957), p. 90.
14. Véase de Alfred Edersheim, The Temple: Its Ministry and Services as They Were at the Time of Jesus Christ
(Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1980), pp. 75, 86ss. Ezequiel vio veinticinco hombres que
servían en el templo: los representantes de los veinticuatro órdenes del sacerdocio, más el Sumo Sacerdote (Ezeq.
8:16).
15. Un argumento adicional en favor de esta interpretación se desarrollará durante la discusión del 5:9. Veremos que el
cántico de los ancianos registrado allí dice claramente que ellos están entre los redimidos - un grupo que no incluye a
los ángeles (Heb. 2:16). Por lo tanto, los ancianos deben tomarse en el sentido corriente, como que se refieren a los
representantes de la Iglesia.
16. Véase de Dom Gregory Dix, The Shape of the Liturgy (New York: The Seabury Press [1945] 1982), p. 313; W. H.
Frend, The Rise of Christianity (Philadelphia: Fortress Press, 1984), p. 127.
17. Richard Pacquier, Dynamics of Worship: Foundations and Uses of Liturgy (Philadelphia: Fortress Press, 1967), p.
143.
18. Ibid., p. 138. Resultó que algunas de las iglesias reformadas que conservaron la túnica escogieron la toga
académica, en parte quizás como reacción contra lo que se entendía como excesos de la Iglesia Romana, y para
subrayar la función docente del ministro. Pero, como señala Pacquier, "no hay ni una sola referencia a las togas negras
en la Biblia, mientras que las túnicas y vestimentas blancas se mencionan muchas veces, ya de hecho o
simbólicamente.
"La verdad es que, si hay un color que se sugiere a sí mismo como una expresión adecuada del evangelio y el servicio
divino evangélico, es ciertamente el blanco. En la Biblia, el color blanco es
el color divino por excelencia porque simboliza la santidad y la perfección de Dios (Ps. 104:2; Dan. 7:9; Rev. 1: 14;
19:11; 20:11)" (ibid., pp. 139s.).
19. Para Moisés y los ancianos de Israel, el mar-firmamento aparecía como un pavimento de color zafiro (azul) (Éx.
2:10).
20. Michael Wilcock, I Saw Heaven Opened: The Message of Revelation (Downers Grove. IL: InterVarsity Press,
1975), p. 64.
21. John Calvin, Commentaries on the First Twenty Chapters of the Book of the Prophet Ezekiel (Grand Rapids: baker
Book House, 1979), Vol. 1, pp. 334s.
22. Ibid., p. 340; comp. pp. 65-74, 333-340. Calvino fue atacado por su propio traductor por hacer estas y parecidas
afirmaciones (véase Vol. 1, pp. xxvf.; Vol. 2, pp. 421s, 448-55, 466-68, 473s.) Sin embargo, los pensamientos son
elaborados muy cuidadosamente durante el curso de su exposición, y este comentario, que Calvino no vivió para
terminar, representa su pensamiento maduro sobre el tema. Es uno de los volúmenes más fascinantes que yo haya
leído jamás, y un rico filón de de valiosas observaciones.
23. James B. Jordan, Judges: God´s War Against Humanism (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985), pp. 37s.
24. Ibid., p. 102. Véase también de John Calvin, Commentaries on the Last Four Books of Moses (Grand Rapids:
Baker Book House, 1979), Vol. 1, pp. 385-87; Commentary on a Harmony of the Evangelists (Grand Rapids: Baker
Book House, 1979), Vol. pp. 213-15.
25. Richard Hinckley Allen, Star Names: Their Lore and Meaning (New York: Dover Publications, [1899] 1963), p.
57: comp. p. 362.
26. Dicho sea de paso, el termo Zodíaco no es una palabra oculta; significa simplemente círculo, y se refiere al curso
aparente del sol a través de los cielos. Las doce constelaciones mayores son los grupos de estrellas dispuestas a lo
largo de la trayectoria del sol.
27. La mejor refutación cristiana del engaño astrológico se encuentra en obra de San Agustín, La Ciudad de Dios,
Libro V, capítulos 1-11.
28. Para un estudio de la relación entre las constelaciones y el mensaje bíblico, véase de Joseph A Seiss, The Gospel in
the Stars (Grand Rapids: Kregel Publications, [1882] 1972).
29. ¡O, como buenos agustinianos, podemos decir que el Zodíaco corresponde al orden de las doce tribus!
30. Véase de Ernest L. Martin, The Birth of Christ Recalculated (Pasadena, CA: Foundation for Biblical Research,
segundo cd., 1980), pp. 167ss; comp. J. A. Thompson, Numbers, en D. Guthrie y J. A. Motyer, eds., The New Bible
Commentary (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., tercer cd., 1970), p. 173.
31. Gordon J. Wenham, Numbers: An Introduction and Commentary (Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press, 1981),
p. 65. Wenham no se refiere a las constelaciones zodiacales, sino a algo mucho más asombroso: ¡el hecho de que las
cifras del censo de las tribus de Israel corresponden a los períodos sinódicos de los planetas! Como señala Wenham,
las cifras del censo "afirman el carácter sagrado de Israel. Ellas nos recuerdan que las promesas de Dios a Abraham se
han cumplido, y que el santo pueblo de Dios es llamado a luchar por él en la tierra como las estrellas luchan por él en
los lugares celestiales" (ibid.). La infomación de Wenham se basa en la obra de M. Barnouin, "Les recensements du
Livre des Nombres et l'astronomic babylonienne", Vetus Testamentum 27, 1977, pp.280-303. Este trabajo está
disponible en una traducción inglesa de Geneva Ministries, P. O. Box 131300, Tyler, TX 75713.
32. Véase, de Martin, The Birth of Christ Recalculated, pp. 4-25.
33. Volante publicada c. 1978 por una iglesia en Santa Ana, California, anunciando sus Conciertos de los Sábados por
la Noche.
34. Un punto adicional debería recibir por lo menos una nota en un pie de página: ¿Es cierto, como alega el folleto,
que "el amor genuino no puede ser exigido, ordenado, ni siquiera regulado"? Véase Deut. 6:5-6; Mat. 22:37-40; Eph.
5:25; 1 Jn. 4:19.
35. Un ejemplo de esto, del lado de la Iglesia Reformada, entre muchos que podrían citarse, es la obra de B. M.
Palmer, The Theology of Prayer (Sprinkle Publications, [1894] 1980). Esta extensa obra (352 págs), que pretende
proporcionar "una plena articulación de la oración en el sistema de la gracia", tiene que ver completamente sólo con
las devociones individuales; no menciona la oración corporativa ni una sola vez.
Capitulo 5 - EL CRISTO VICTORIOSO
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete
sellos.
2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para
abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un
Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por
toda la tierra.
7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del
Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número
era millones de millones,
12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que
en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.
14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al
que vive por los siglos de los siglos.
v1-4 Juan ve al que está sentado en el trono sosteniendo un libro ... sellado con siete sellos.
Como observó Theodor Zahn, los siete sellos indican que este documento es un testamento. Aunque
ésta no es la explicación completa, es importante para entender correctamente el Libro. Escribió Zahn:
"La palabra biblion [libro] permite muchas interpretaciones, pero para los lectores de aquel tiempo era
designado por medio de siete sellos sobre su lomo, más allá de cualquier posibilidad de error. De la
misma manera que en Alemania, antes de la introducción de los giros, todo el mundo sabía que una
carta sellada con cinco sellos contenía dinero, el miembro menos informado de las iglesias asiáticas
sabía que un biblion asegurado con siete sellos era un testamento. Cuando moría un testador, se sacaba
el testamento, y siempre que era posible, se abría en presencia de los siete testigos que lo habían
sellado; es decir, era desellado, leído en voz alta, y ejecutado... El documento de los siete sellos es el
símbolo de la promesa de un futuro reino. La disposición ocurrió hace mucho tiempo, y fue
documentada y sellada, pero todavía no fue ejecutada".1
El Libro también estaba escrito por delante y por detrás. Cualquier lector cristiano 2 habría
entendido inmediatamente el significado de esta descripción, pues se basa en la descripción de los Diez
Mandamientos. Las dos tablas del testimonio, que eran copias duplicadas 3, estaban inscritas en el frente
y por detrás (Ex. 32:15). Una analogía de esto se encuentra en los tratados de soberanía del antiguo
Cercano Oriente: Un rey victorioso (el soberano) imponía un tratado/pacto sobre el rey derrotado (el
vasallo) y sobre todos los que estaban bajo la autoridad del vasallo. Se redactaban dos copias del
tratado (como en los contratos modernos), y cada parte ponía su copia del contrato en la casa de su
dios, como un documento legal que testificaba la transacción. Por supuesto, en el caso de Israel, el
Señor era tanto Soberano como Dios; así que ambas copias del Pacto fueron puestas en el Tabernáculo
(Ex. 25:16, 21; 40:20; Deut. 10:2).
Meredith Kline explica: "El propósito de la copia del pacto en manos de Israel era el de servir
como testimonio documental (Deut. 31:26). Era testimonio para y en contra de Israel, recordándole las
obligaciones que había jurado cumplir, y reprendiéndole por las obligaciones violadas, declarando la
esperanza de las bienaventuranzas del pacto y pronunciando una condena por las maldiciones del pacto.
La proclamación pública del pacto estaba diseñada para enseñar el temor del Señor a todo Israel,
especialmente a los niños (Deut. 31:13; comp. Ps. 78:5 ss).... Considerada en relación con el juramento
y la promesa divinos, el duplicado de la tabla del pacto en manos de Yahvé servía un propósito análogo
al del arco iris en su pacto con Noé (Gen. 9:13-16). Contemplando esta tabla, él recordaba su juramento
a sus siervos y fielmente traía la bendición prometida".4
Hemos visto que Juan ha organizado esta profecía en términos de la estructura establecida para
los pactos. Más que esto, mucho de la información específica en Apocalipsis ha indicado que la idea
del pacto es central a su mensaje. El libro se presenta a sí mismo desde el principio como parte del
canon, escrito principalmente para ser leído en la liturgia (Rev. 1:3). Se usa la imagen del Tabernáculo
en la doxología inicial ( Rev. 1:4-5), y se declara que la iglesia está constituída como el nuevo reino de
sacerdotes, como Israel lo había sido en Sinaí (Rev. 1:9). El tema del libro, declarado en Rev. 1:7, es la
venida de Cristo en la nube de gloria; luego, casi inmediatamente, Juan usa tres palabras que casi
siempre ocurren en relación con la actividad de hacer un pacto: Espíritu, Día, y Voz (Rev.1:10). La
siguiente visión de Cristo como el glorioso Sumo Sacerdote (Rev. 1:12-20) combina muchas imágenes
del Antiguo Testamento - la nube, el día del Señor, el ángel del Señor, el Creador, el Soberano del
universo, el Hijo del hombre/el segundo Adán, el conquistador de las naciones, el dueño de la iglesia -
todas las cuales están relacionadas con las profecías de la llegada del nuevo pacto. La visión es seguida
por el propio mensaje de Cristo a las iglesias, presentado como un mensaje de la historia del pacto
(capítulos 2-3). Luego, en el capítulo 4, Juan ve el trono, sostenido por los querubines y rodeado por los
sacerdotes reales, todos cantando las alabanzas de Dios con acompañamiento de relámpagos, voces, y
truenos, como los de Sinaí. No debería sorprendernos encontrar esta magnífica colección de imágenes
relacionadas con la confección de un pacto, que culminan con la visión de un documento de
testamento/tratado, escrito delante y detrás, en la mano de Aquél que está sentado en el trono. El Libro
es nada menos que el testamento del Cristo resucitado y ascendido al cielo: el Nuevo Pacto.
Pero la llegada del Nuevo Pacto implica la muerte del Viejo Pacto y el juicio del Israel apóstata.
Como vimos en la introducción, los profetas bíblicos hablaron en términos de la estructura del
pacto/tratado, que actúa como fiscal acusador en nombre del divino Soberano, que pone un pleito de
pacto contra Israel. La imagen de un documento inscrito en ambos lados se usa en la profecía de
Ezequiel, que Juan ha tomado como modelo para su profecía. Ezequiel dice que recibió un pergamino
que contenía una lista de juicios contra Israel:
Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se
rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. ... Y miré, y he
aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro. Y lo extendió delante de mí, y
estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes. (Ez. 2:3-
10).
Al ver Juan que se abre el Nuevo Pacto, por lo tanto, también ve cumplidas las maldiciones del Antiguo
Pacto en el pueblo del pacto que ha apostatado. Esta conclusión se hace más clara si miramos el
movimiento general de la profecía. Los siete sellos del Libro son rotos para revelar su contenido; pero
la ruptura del séptimo sello inicia el resonar de las siete trompetas (Rev. 8:1-2). La visión final de la
sección de las trompetas termina con una horrorosa escena de la gran cosecha, en la cual "las uvas de la
ira" son pisadas y la tierra entera es inundada por un torrente de sangre (Rev. 14:19-20). Esto conduce
directamente a la sección final de Apocalipsis, en la cual Juan ve la sangre del lagar derramarse de las
siete copas de la ira (16:1-21). Parecería, por lo tanto, que se quiere que entendamos que las siete
copas, como el contenido de la séptima trompeta, "el último ay", han de caer sobre la tierra (comp. Rev.
8:13; 9:12; 11:14-15; 12:12). Todo esto - los sellos, las trompetas, y las copas - es el contenido del libro
de siete sellos, el Nuevo Pacto.
Pero hay una crisis: Nadie en toda la creación - ni en el cielo, ni en la tierra, ni debaajo de la
tierra - puede (o es digno de, como dice Juan) abrir el Libro, ni siquiera mirarlo. Nadie puede cumplir
las condiciones requeridas por el Mediador del Nuevo Pacto. Todos los anteriores mediadores - Adán,
Moisés, David, y el resto - finalmente resultaron inadecuados para lla tarea. Nadie pudo quitar el
pecado y la muerte, pues todos han pecado, y continuamente están destituídos de la gloria de Dios
(Rom. 3:23). El sacrificio de animales no podía realmente quitar los pecados porque tal cosa es
imposible (Heb. 10:4); y el mismo sumo sacerdote que ofrecía los sacrificios era pecador, y estaba
"rodeado de debilidad" (Heb. 5:1-3; 7:27), teniendo que ser reemplazado después de su muerte (Rev.
7:23). No se pudo encontrar a nadie que garantizara un mejor pacto. Con el profético anhelo y la
profética tristeza de la iglesia del Antiguo Testamento, Juan comienza a llorar mucho. El Nuevo Pacto
había sido ofrecido por el que estaba sentado en el trono, pero nadie era digno de actuar en nombre
tanto de Dios como del hombre para ratificar el pacto. El libro de los siete sellos permanecería sellado.
v5-7 Juan es consolado por uno de los ancianos, que le dice (como se lee literalmente): Deja de
llorar; ¡he aquí, Él ha vencido! Así, la iglesia predica el evangelio a Juan; y parece como si el anciano
está tan emocionado por su mensaje que deja escapar bruscamente el clímax aún antes de explicar
quién ha vencido. Continúa describiendo a Cristo el Vencedor: el León de la tribu de Judá, el fuerte y
poderoso cumplimiento de la antigua profecía de Jacob a su cuarto hijo:
Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo:
¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a
él se congregarán los pueblos. (Gen. 49:9-10).
Fue David, el vencedor León de Judá del Antiguo Pacto, a quien Dios reveló tanto el plano del
templo (1 Crón. 28:11-19) como el plan del pacto sempiterno, la "Carta para la Humanidad", por medio
de la cual el venidero Rey-Sacerdote traería la bendición de Abraham a todas las naciones (2 Sam.
7:18-29; 23:2-5; 1 Crón. 17:16-27; Ps. 16; 110; Acts 2:25-36). 5 Por fin, el hijo mayor de David vino y
venció, estableciendo el dominio eterno y abriendo el pacto. Encarnando y cumpliendo todas sus
promesas, Él es "Siloh".
Cristo es llamado también la Raíz de David - una expresión extraña a nuuestra propia manera de
pensar. Podemos entender más fácilmente la expresión de Isaías: "una vara del tronco de Isaí" (Is.
11:1). Como descendiente de Isaí y de David, Jesús podría ser llamado una "rama" (Jer. 23:5; Zac. 3:8);
pero, ¿cómo podría ser llamado la Raíz? Nuestra perplejidad se origina en nuestra idea de cómo
funciona la historia. Estamos acostumbrados a pensar en la historia como si fuera una máquina de Rube
Goldberg cósmica: Se mueve una palanca en un extremo, y una serie de artefactos y cacharros
parecidos a fichas de dominó chocan entre sí, y al final producen cualquier efecto en el extremo
opuesto de la máquina. Por pura causa y efecto, cada evento causa otros eventos, en sucesión
cronológica directa.
Ahora bien, esto es cierto - pero no es toda la verdad. En realidad, tomado por sí solo e
independientemente, no es verdad en absoluto, pues esta tesis es evolucionaria en sus suposiciones, no
bíblica. La historia no es simplemente una cuestión de que el pasado cause el futuro; también es verdad
que el futuro causa el pasado, como lo explica R. J. Rushdoony: "Según la Biblia, el movimiento del
tiempo es desde la eternidad, puesto que es creado por Dios y se mueve a causa de y en términos de su
decreto eterno... Porque el tiempo está predestinado, y porque su principio y su fin ya están
establecidos, el tiempo no se desarrolla de manera evolucionaria del pasado al presente y después al
futuro. En su lugar, se desenvuelve desde el futuro hacia el pasado".6
Una simple ilustración podría ayudarnos a entender esto. Digamos que alguien le encuentra a
usted empacando un almuerzo en una calurosa mañana, y le pregunta la razón de ello. Usted contesta:
"Porque voy a tener un picnic en el parque hoy". ¿Qué ha ocurrido? En cierto sentido, el futuro - el
picnic planeado - ha determinado el pasado. Porque usted quería tener un picnic en el parque, entonces
planeó el almuerzo. Lógicamente, el picnic precedió, y causó, la preparación del almuerzo, aunque
aquél siguió a éste cronológicamente. De la misma manera, Dios deseaba glorificarse a sí mismo en
Jesucristo; por lo tanto, creó a Isaí y a David, y a todos los otros antepasados de la naturaleza humana
de Cristo, para traer a su Hijo al mundo. La existencia misma de la Raíz de David era el Hijo de David,
Cristo Jesús. ¡El "efecto" determinó la "causa"!7
Así, el Señor Cristo Jesús es presentado de la manera más radical posible como el Centro de
toda la historia, como la divina Raíz y la Rama, el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega. Y es como el
León vencedor y la Raíz determinante que Él ha prevalecido para que abra el Libro y sus siete sellos.
Juan se vuelve para ver al que es descrito de esta manera - y, en vez de un León o una Rama, ve
a un Cordero de pie delante del trono. Este es el modelo que primero notamos en Rev. 1:11, donde Juan
primero oye, luego ve. Obviamente, aquél a quien Juan ve en el versículo 5 es idéntico al que ahora
contempla en el versículo 6. El León es el Cordero.
¿En qué sentido es Cristo Jesús un Cordero? El pasaje no se refiere a Jesús en su naturaleza - Él
no es "como un cordero" en el sentido de que es bondadoso, dulce, o benigno, como algunos quisieran
entender incorrectamente este texto.8 Cristo es llamado un Cordero, no en vista de su Persona (que la
teología popular degrada al concepto moderno de "personalidad" de todos modos), sino en vista de su
obra. Él es el Cordero que fue inmolado, "que quita el pecado del mundo" (Jn. 1:29). Así, el centro de
la historia es la obra consumada, sacrificial, de Cristo. El fundamento de su reino mediatorio (Cristo
como el León) es su expiación mediatoria (Cristo como el Cordero). Es a causa de su sacrificio que Él
ha sido exaltado al lugar de supremo gobierno y suprema autoridad. Cristo ha alcanzado la victoria por
medio de su sufrimiento y su muerte sacrificiales en lugar nuestro.
Juan subraya esto a través de su lenguaje específico: un Cordero en pie, como inmolado. Philip
Barrington sugiere que la palabra griega para "en pie" (hestekos) es "una traducción griega aproximada
de la palabra hebrea Tamid, que significa 'en pie' o 'continuo', y se refiere a la ofrenda encendida diaria
en el Templo. Es el término técnico regular, y forma el título de la sección de la Mishnah que trata de
ese sacrificio. El Cordero del Tamid es una expresión intangible, que podría muy bien haberse
convertido en el Arnion Hestekos del griego. La palabra griega Hestekos no significa 'continuo', sino
sólo 'en pie' en el sentido literal; pero podría ser un equivalente aproximado, como Christos
(manchado), que significa Mesías. Así, Arnon Hestekos podría ser 'baboo', palabra griega que signfica
Cordero del Sacrificio.
"La palabra Arnion también ha dado lugar a discusión. En el cuarto evangelio, a nuestro Señor
se le llama Cordero de Dios (Rev. 1:29), de la misma manera en que aquí se le llama Cordero del
Tamid; pero las dos palabras son diferentes, Arnion aquí y Amnos en el evangelio. Es posible que,
aunque Amnos es la palabra más común y natural para Cordero, Arnion Hestekos podría ser un término
técnico del Templo judío... "9
Juan continúa con sus imágenes simbólicas: Cristo el Cordero tiene siete cuernos. El cuerno en
la Escritura es un símbolo comprensible de fortaleza y poder (comp. Ps. 75:10); más que esto, sin
embargo, el pensamiento del lector bíblico culto habría sido estimulado a recordar los siete cuernos de
carneros que se usaban para anunciar el juicio de Dios sobre sus enemigos y la victoria y la salvación
del pueblo del pacto en la batalla histórica de Jericó (Josué 6:2-5). De la misma manera, el gran
Cordero Sacrificial, al cual apuntaban todos los otros sacrificios, ahora proporciona poder y fortaleza y
victoria para su pueblo en la lucha por alcanzar el dominio sobre la tierra. Es la victioria definitiva de
Cristo lo que garantiza las progresivas victorias y el dominio final de la iglesia sobre todo el territorio
que le ha sido asignado - el cual, en esta época, no es sólo Palestina, sino el mundo entero (Mat. 28:18-
20).
Además, el Cordero tiene siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la
tierra (comp. Zac. 6:5). Para entender esto, tenemos que regresar a Génesis 1, donde encontramos la
primera mención del Espíritu: Cerniéndose sobre la tierra, moviéndose sobre ella, formándola y
llenándola, suscitando la vida. Al progresar la creación, el Espíritu lleva a cabo siete actos de ver - los
séptuples ojos del Espíritu, si queremos. Siete veces se nos dice que "vio Dios que era bueno" (Gen.
1:4, 10, 12, 18, 21, 25, 31). Mientras creaba el mundo, Dios también lo juzgaba, evaluándolo y
aprobándolo, hasta que se emitió el juicio final y culminante como preludio al principio del séptimo
día.10 Aquí en Apocalipsis, Cristo es presentado como el centro de la historia, el vencedor que recibe el
nuevo pacto para los hombres; y como tal, se lo ve como Creador y Juez, con plenitud de conocimiento
por medio de su inconmensurable posesión del Espíritu que ve y discierne (Jn. 3:34). Ya en el principio,
cuando el Espíritu salió a formar la tierra y a evaluarla, "procedió del Padre y del Hijo". La
comprensión de la creación y la historia por parte de Cristo se origina, no en la historia misma, sino en
el hecho de que Él es tanto el Creador como el Redentor del mundo. Así, sobre la base de su persona,
su obra, y su exaltada posición como Salvador y Gobernante del mundo, Cristo Jesús ascendió al cielo,
se adelantó hasta el trono de su Padre, y tomó el Libro de la mano derecha de Aquél que estaba sentado
en el trono. Así lo describe el profeta Daniel:
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino
hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria, y reino, para que todos
los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no
será destruido. (Dan. 7:13-14).
El mensaje central de la Biblia es la salvación por medio de Cristo Jesús, el Mediador del
Nuevo Pacto. Aparte de su obra, por medio de la cual Él adquirió y posee eternamente el Pacto, no hay
esperanza para la humanidad. Él ha vencido abrumadoramente, para poder abrir el Tratado del Gran
Rey; y por medio de Él nosotros también somos más que vencedores.
v8-10 En este punto, la compañía de santos y ángeles en el cielo prorrumpe en alabanzas: Los
cuatro seres vivientes caen delante del Cordero, postrándose en adoración mientras se preparan para
adorarle con cánticos, teniendo cada uno un arpa. Otro importante aspecto de la escena tiene que ver
con las fuentes de oro llenas de incienso, que son (es decir, representan, o son enunciadas
simbólicamente) las oraciones de los santos (comp. Ps. 141:2; Lk. 1:10). Geerhardus Vos explica: "El
simbolismo consiste en parte en que el humo es, por decirlo así, la refinada quintaesencia de la ofrenda,
y parte en la manera en que asciende. Que el altar de incienso tenga su lugar bien cerca del velo que
está delante del Lugar Santísimo significa la especificidad religiosa de la oración, en el sentido de que
está lo más cerca posible del corazón de Dios. La ofrenda era de carácter personal. La idea del olor
grato del incienso que arde en las narices de Jehová es un tanto alejada de nuestros propios gustos sobre
imágenes religiosas, pero no debería ser pasada por alto a causa de esto, pues el sentido hebreo de
religión no siente que esto sea inapropiado en lo más mínimo".11
Luego, los seres vivientes y los ancianos cantan un cántico nuevo, y de nuevo se usa una
sección coral para explicar estos símbolos. En verdad, nuestra interpretación queda confirmada por la
expresión que Juan usa aquí. El cántico nuevo se menciona siete veces en el Antiguo Testamento (Ps.
33:3; 40:3; 96:1; 98:1; 144:9; 149:1; Is. 42:10), y siempre en referencia a los actos redentores/creadores
de Dios en la historia. El cántico nuevo celebra la elaboración del pacto y predice la venida de Cristo
para traer salvación a las naciones y victoria universal para los piadosos:
Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo. Jehová ha
hecho notoria su salvación; a vista de las naciones ha descubierto su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de
su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. (Ps. 98:1-
3)
Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto
hay en él, las costas y los moradores de ellas. Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar;
canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo. Den gloria a Jehová, y anuncien
sus loores en las costas. Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se
esforzará sobre sus enemigos. (Is. 42:10-13).
Cada vez que en la Biblia se alcanza una nueva etapa en la historia de la redención (como el
Éxodo, la fundación del reinado teocrático, etc.) hay un correspondiente período de revelación
canónica; como dijo Geerhardus Vos: "La revelación sigue a los eventos". 12 Más específicamente, la
aparición de las Escrituras canónicas está presente en la victoriosa redención del pueblo de Dios por
parte de Él, como señala Meredith G. Kline con relación al "nacimiento de la Biblia": "En medio de un
mundo caído, y en vista de la hostilidad satánica manifestada de varias maneras históricas, el pueblo
electo de Dios no podría alcanzar la condición de reino si los juicios redentores no le libraran del poder
del adversario. Sólo cuando el Señor Dios haya alcanzado este triunfo sotérico quedaría preparado el
camino para que él promulgase su tratado-reino, estableciendo sus mandamientos entre su pueblo
electo y ordenando la existencia de su reino bajo el dominio de su soberana voluntad..."
"La revelación de pacto ya había sido dirigida a Abraham, Isaac, y Jacob, con sus casas,
ofreciéndoles el reino en promesa. Pero la Escritura requería para su aparición más que la mera
promesa de un reino. Era necesario que se cumplieran la promesa y el juramento dados a los patriarcas:
el pueblo escogido debía alcanzar la condición de nación. No fue sino hasta que hubo creado la
comunidad-reino de Israel de la tiranía de Faraón a la asamblea de Sinaí que Dios pudo emitir un pacto
canónico del tipo bíblico. La aparición de la Escritura canónica tuvo así que esperar la victoria del
éxodo de Yahvé. Esa victoria señaló la plenitud del tiempo para el nacimiento de la Palabra-tratado de
Dios".
Lo que Sinaí mostró en forma provisional, el Calvario y el Monte de los Olivos revelaron
definitivamente: la victoriosa redención del pueblo elegido de Dios en el Nuevo Pacto, cuando el León
de la tribu de Judá venció para que abriera el Libro. Y porque Cristo Jesús obtuvo el Nuevo Pacto para
su pueblo, Él encomendó la escritura de las Escrituras canónicas del Nuevo Testamento como la
exhibición decisiva y dramática de su reino triunfante, su "divina palabra de triunfo".
Junto con la nueva revelación escrita, esta etapa nueva y final de la historia de la redención
introducida por el Nuevo Pacto requería un Cántico Nuevo, una nueva respuesta litúrgica por parte de
la asamblea que adora. Así como las épocas anteriores de la historia del pacto evocó un Cántico
Nuevo,14 el establecimiento definitivo de la nueva nación con su nuevo tratado-reino necesitaba un
nuevo culto, un culto que fuera un verdadero cumplimiento del antiguo, una trascendencia de todo lo
que prefiguraba. El vino nuevo del Nuevo Pacto no podía ser contenido en los odres del Antiguo; la
nueva redención requería, para su plena y correcta expresión, el Cántico Nuevo de la liturgia cristiana.
Esto es exactamente lo que el Cántico Nuevo proclama como su base:
Un aspecto del Cántico ha dado lugar a una seria disputa interpretativa: Como observamos en
4:4, Ned Stonehouse (con una hueste de otros) sostenía que los veinticuatro ancianos son una clase de
ángeles. En resumen, la base para la opinión de Stonehouse es el hecho de que un manuscrito del
Nuevo Testamento griego contiene una variante textual que, dice él, indica esto. Aunque algunos
manuscritos dicen que Cristo nos redimió, la lectura variante que Stonehouse prefiere dice que Cristo
redimió a los hombres. Obviamente, la diferencia sería que los cantores en el primer caso son
definitivamente identificados entre los redimidos, mientras que los cantores en la segunda lectura no se
incluyen necesariamente a sí mismos entre los que son redimidos por la sangre de Cristo.
Segundo, sin embargo, de los cientos de manuscritos que contienen el Libro de Apocalipsis,
sólo uno contiene esta lectura extremadamente dudosa. La variante no se encuentra en ninguna
"familia" de manuscritos, y ciertamente no se halla en ninguno que pueda llamarse una "tradición"
manuscrita; ocurre sólo en un manuscrito solitario. Basar una interpretación en un fundamento tan
inestable es, por decir lo menos, un método de estudio extremadamente subjetivo y precario.
Sin duda, la lectura tradicional "nos" es la verdadera. Pero, decir esto parece dar lugar a otros
dos problemas: (1) Se dice que los cuatro seres vivientes, que no parecen representar a la iglesia, cantan
este cántico; (2) el cántico cambia a la tercera percena entre los versículos 9 y 10. En el versículo 9
leemos: "Nos has redimido"; y en el versículo 10 leemos: "Nos has hecho reyes... y reinaremos". En
realidad, estos dos problemas se resuelven entre sí. Aparentemente, es un ejemplo de lo que ya hemos
visto en este libro, y de lo que nos resultará más familiar a medida que progresemos a través de él: la
alabanza antifonal. Este modelo de respuesta coral continúa en este capítulo (comp. 11-14). Un
bosquejo probable de esta porción de la liturgia celestial sería como sigue:
Ancianos y seres vivientes: Digno eres de tomar el Libro y abrir sus sellos.
Ancianos: Porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios de todo linaje, y
lengua y pueblo y nación.
Seres vivientes: Y nos has hecho para Dios reyes y sacerdotes; y reinaremos sobre la tierra. 15
Cristo ha comprado a su pueblo de entre las naciones, no sólo para redimirles del pecado, sino
para capacitarles para que cumplan el Mandato de Dominio original de Dios para el hombre. Como el
segundo Adán, Cristo asigna a su nueva creación la tarea que Adán perdió - esta vez, sin embargo,
sobre el inconmovible fundamento de su muerte, su resurrección, y su ascensión. La salvación tiene un
propósito, un salvar a, así como un salvar de. Cristo ha hecho a su pueblo reyes y sacerdotes para
nuestro Dios, y ha garantizado su destino: Reinarán sobre la tierra. Esto nos muestra la dirección de la
historia: Los redimidos del Señor, ya una nación de reales sacerdotes, avanzan hacia el completo
dominio que Dios ha planeado como su programa original para el hombre. En Adán, se había perdido;
Cristo Jesús, el segundo Adán, nos ha redimido y nos ha restaurado a nuestro real sacerdocio, para que
reinemos sobre la tierra. Por medio de la obra de Cristo, la victoria definitiva sobre Satanás ha sido
ganada. Se nos prometen crecientes victorias, y creciente gobierno y dominio, al hacer que el evangelio
y la ley del gran Rey produzcan frutos por todo el mundo.
v11-14 En respuesta a la alabanza de los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos, el
coro entero de ángeles, compuesto por millones de millones, 16 y miles de miles, se les une en alta voz,
proclamando que el Cordero que fue inmolado es, sobre la base de su Persona y su obra, digno de
heredar todas las cosas (las siete cosas enumeradas indican plenitud) en el cielo y en la tierra: el poder,
las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y, como en gozosa respuesta a
esta gran declaración de la herencia universal ded Cristo, la creación entera (cuádruple) responde en
alabanza, como un clímax a esta sección de la liturgia. Cada una de las cosas creadas que está a) en el
cielo y b) en la tierra y c) en el mar, y todas las cosas que están en ellos - toda la realidad creada se
convierte en parte del coro cósmico cantando: Al que está sentado en en trono, y al Cordero, sea a) la
alabanza y b) la honra y c) y la gloria y d) el poder por los siglos de los siglos. Un día, toda la creación
reconocerá a Cristo como Señor (Phil. 2:10-11); en principio, sin embargo, esto ya se ha establecido
por medio del sacrificio y la victoria del Cordero. Nuevamente, Juan nos ha revelado la meta de la
historia como el reconocimiento universal del Señorío de Cristo y la gloria eterna de Dios por medio de
Cristo Jesús.
En los días de Juan, la iglesia estaba a punto de experimetar un tiempo de severas pruebas y
persecuciones. Ya estaban viendo lo que, en una época cuerda, podría difícilmente imaginarse: una
unión entre Israel y la anticristiana Bestia de Roma. Estos cristianos necesitaban entender la historia
como algo no controlado por la casualidad, los hombres malos o aún el diablo, sino desde el trono de
Dios por medio de Cristo Jesús. Necesitaban ver que Cristo estaba reinando ahora, que Él ya había
arrancado al mundo de las garras de Satanás, y de que aún ahora, todas las cosas en el cielo y en la
tierra habrían de reconocerle como Rey. Necesitaban verse a sí mismos en la verdadera luz: No como
tropas olvidadas en un solitario puesto de avanzada luchando en una batalla perdida, sino ya como
reyes y sacerdotes, haciendo la guerra y venciendo, predestinados a la victoria, con la absoluta certeza
de la victoria y el dominio, sobre la tierra. junto con el Gran Rey. Necesitaban la filosofía bíblica de la
historia: que toda la historia, creada y controlada por el gobierno personal y total de Dios, se está
moviendo inexorablemente hacia el dominio universal del Señor Jesucristo. La era nueva y final de la
historia ha llegado; el Nuevo Pacto ha venido. ¡He aquí, Él ha vencido!
Notas:
1. Theodor Zahn, Introduction to the New Testament, Vol. III, pp. 393s.; citado la obra de G. R. Beasley-Murray, The
Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., edición revisada, 1978), p. 121.
2. Al decir esto, estoy suponiendo que el cristiano promedio del siglo primero tenía más sentido común que el
comentarista promedio del siglo veinte. Difícilmente hay un solo comentario que eche siquiera un vistazo a los Diez
Mandamientos en relación con esto.
3. Véase de Meredith G. Kline, Treaty of the Great King: The Covenant Structure of Deuteronomy (Grand Rapids,
William B. Eerdman´s Publishing Co., 1963), pp. 13ss., ídem, The Structure of Biblical Authority (Grand Rapids:
William B. Eerdman´s Publishing Co., segunda ed., 1975), pp. 113ss.
4. Kline, Treaty of the Great King, pp. 21, 24; The Structure of Biblical Authority, pp. 123s., pp. 113ss.
5. Véase de Walter C. Kaiser Jr., "The Blessing of David: The Charter for Humanity", en John H. Skilton ed., The Law
and the Prophets: Old Testament Studies Prepared in Honor of Oswald Thompson Allis (Presbyterian and Reformed
Publishing Co., 1974), pp. 298-328).
6. Rousas John Rushdoony, The Biblical Philosophy of History (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing
Co., 1969), p. 11; comp. Rushdoony, The One and the Many, p. 145; St. Augustine, The City of God, Lib. XII, Cap.
13-15; Nathan R. Wood, The Secret of the Universe (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., [1936]
1955), pp. 43-45.
7. Una de las más claras declaraciones sobre esta idea es la que aparece en la obra de Gordon H. Clark, Biblical
Predestination (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1969), esp. pp. 18-30.
8. En relación con esto, Hal Lindsey habla de la "mansedumbre y la bondad [de Cristo] semejantes a las de un
cordero" en la obra There´s a New World Coming: A Prophetic Odyssey (Eugene, OR: Harvest House Publishers,
1973), p. 94.
9. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation (London: SPCK, 1931), pp. 119s.
10. Véase de Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 107ss.
11. Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing
Co., 1948), p. 168.
12. Ibid., p. 203.
13. Meredith G. Kline, The Structure of Biblical Authority (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.,
segunda ed., 1975), pp. 77ss.
14. Los cánticos producidos por la redención de Éxodo incluyen los registrados en Éx. 15, Deut. 32, y Sal. 90; la
nueva organización del reino teocrático bajo un gobernante humano, y los sucesos que condujeron al establecimiento
del Templo, resultaron en el Salterio (la colección definitiva de los "nuevos cánticos" bajo el Antiguo Pacto).
15. Este bosquejo ha sido sugerido también por Moses Stuart en A Commentary on the Apocalypse, 2 vols. (Andover:
Allen, Merrill y Wardwell, 1845), Vol. 2. p. 134.
16. Literalmente, una miríada es 10.000; pero a menudo se usa, especialmente en plural, en un sentido más vago con
el significado de "un gran número". Obviamente, la expresión miríadas de miríadas significa simplemente
"incontables millares".
Capitulo 6 - EN EL CAMINO DEL CABALLO BLANCO
v1 Juan nos trae ahora a la apertura de los siete sellos del libro (seis de los sellos son abiertos en
el capítulo 6; el séptimo es abierto en 8:1, y está conectado a las siete trompetas). Hemos visto que el
Libro representa el documento-tratado del Nuevo Pacto, la apertura del cual resultará en la destrucción
del Israel apóstata (véase el comentario sobre Rev.5:1-4). Entonces, ¿qué representa la apertura de los
sellos? Algunos han creído que esto significa una lectura cronológica a través del libro, y que los
sucesos presentados están en un orden directo, histórico. Esto es improbable por dos razones.
Primero, los sellos parecen estar en el borde exterior del libro (que está en forma de rollo): no se
puede comenzar realmente a leer el libro sino hasta que los sellos se abran. El séptimo sello, que
consiste en un llamado a la acción haciendo sonar las siete trompetas, en realidad abre el libro para que
podamos leer su contenido.
Segundo, una lectura cuidadosa de los sucesos mostrados por cada sello revela que no están
listados en orden cronológico. Por ejemplo, en el quinto sello - después de los estragos causados por los
cuatro jinetes - a los mártires que piden un juicio se les dice que esperen. Pero en el sexto sello el juicio
es derramado inmediatamente, siendo la creación entera sacudida hasta los cimientos. Y sin embargo,
después de todo esto, Dios ordena a sus ángeles que detengan el juicio hasta que los siervos de Dios
estén protegidos ( Rev. 7:3). Obviamente, el propósito de los sellos no es representar una cronología
progresiva. Es más probable que revelen las ideas principales del contenido del libro, los temas
principales de los juicios que vinieron sobre Israel durante los últimos días, desde el año 30 D. C. hasta
el año 70 D. C.
R. H. Charles señaló la estrecha similitud estructural entre los seis sellos de este capítulo y los
sucesos del así llamado Pequeño Apocalipsis registrado en los evangelios sinópticos. Como lo
demuestra su bosquejo (que aparece adaptado más abajo), "presentan virtualmente el mismo material".1
Apocalipsis 6
1. Guerra (Rev. 6:1-2)
2. Conflictos internacionales (Rev. 6:3-4)
3. Hambrunas (Rev. 6:5-6)
4. Pestilencias (Rev. 6:7-8)
5. Persecución (Rev. 6:9-11)
6. Terremoto; descreación (Rev. 6:12-17)
Mateo 24
1. Guerras (Mat. 24:6)
2. Conflictos internacionales (Mat. 24:7 a)
3. Hambruna (Mat. 24:7 b)
4. Terremotos (Mat. 24:7 c)
5. Persecuciones (Mat. 24:9-13)
6. Descreación (Mat. 24:15-31)
Marcos 13
1. Guerras (Mk.13:7)
2. Conflictos internacionales (Mk.13:8 a)
3. Terremotos (Mk.13:8 b)
4. Hambruna (Mk.13:8 c)
5. Persecuciones (Mk.13: 9-13)
6. Descreación (Mk.13:14-27)
Lucas 21
1. Guerras (Lk. 21:9)
2. Conflictos internacionales (Lk. 21:10)
3. Terremotos (Lk. 21:11 a)
4. Plagas y hambrunas (Lk. 21:11 b)
5. Persecución (Lk. 21:12-19)
6. Descreación (Lk. 21:20-27)
Esto revela mucha perspicacia por parte de Charles, y por parte de muchos comentaristas que
han seguido sus pasos. Lo que asombra es que dejaran de ver el propósito de Juan al presentar "el
mismo material" que los escritores sinópticos: profetizar los sucesos que conducirían a la destrucción
de Jerusalén. Aunque todos admiten en seguida que el Pequeño Apocalipsis es una profecía contra
Israel (véase Mat. 23:29-39; 24:1-2, 15-16, 34; Mk. 13:2, 14, 30; Lk. 21:5-6, 20-24, 32), pocos parecen
poder ver la conexión obvia: ¡El Gran Apocalipsis es también una profecía contra Israel!
1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno:
Ven y mira.
2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo,
y para vencer.
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen
unos a otros; y se le dio una gran espada.
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el
que lo montaba tenía una balanza en la mano.
6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras
de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue
dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras
de la tierra.
El pasaje central del Antiguo Testamento detrás de las imágenes de los "cuatro jinetes del
Apocalipsis" es Zacarías 6:1-7, que describe los cuatro vientos como carruajes de Dios conducidos por
sus agentes, que van y vienen patrullando la tierra. Siguiendo e imitando la acción del Espíritu (véase
Rev. 5:6), ellos son los medios de que se vale Dios para controlar la historia (véase más abajo, en Rev.
7:1, en que los cuatro vientos se identifican con, y son controlados por, ángeles; comp. también
Ps.18:10, donde las "alas del viento" están conectadas con "querubes"). El simbolismo bíblico ve la
tierra (especialmente la tierra de Israel) como el altar de cuatro cuernos de Dios, y así a menudo
representa juicios amplios, nacionales, de manera cuádruple. Por lo tanto, los jinetes nos muestran los
medios con los cuales Dios controla y trae juicios sobre la desobediente nación de Israel.
Son útiles los comentarios de Milton Terry: "La verdadera interpretación de estos primeros
cuatro sellos es la que los reconoce como una representación simbólica de las 'guerras, hambrunas,
pestilencias, y terremotos' que Jesús declaró serían 'principio de dolores' en la desolación de Jerusalén
(Mat. 24:6-7; Lk. 21:10-11, 20). El intento de identificar cada figura separada con un suceso específico
está errada tanto en cuanto al espíritu como en cuanto al método del simbolismo apocalíptico. El
objetivo es dar un cuádruple e impresionantísmo cuadro de aquella terrible guerra contra Jerusalén que
estaba destinada a vengar la justa sangre de profetas y apóstoles (Mat. 23:35-37), y ocasionar una 'gran
tribulación' como nunca antes había ocurrido (Mat. 24:21). Como los cuatro sucesivos pero
estrechamente relacionados enjambres de langostas de Joel 1:4; como los cuatro jinetes sobre caballos
de diferentes colores en Zacarías 1:8, 18, y como los cuatro carruajes tirados por otros tantos caballos
de colores en Zacarías 6:1-8, estos cuatro dolorosos juicios de Jehová ocurren, en obediencia a la orden
de los cuatro seres vivientes que están al lado del trono, para ejecutar la voluntad de Aquél que declaró
que los 'escribas, fariseos, e hipócritas' de su tiempo eran 'víboras, e hijos de víboras', y les aseguró que
'todas estas cosas sobrevendrán a esta generación' (Mat. 23:33, 36). Los escritos de Josefo muestran
abundantemente cuán terriblemente se cumplieron todas estas cosas en la sangrienta guerra de Roma
contra Jerusalén".2
Tan importante como Zacarías en el segundo plano de este pasaje es la oración de Habacuc
(Hab. 3), la lectura tradicional en la sinagoga para el segundo día de Pentecostés3, en la cual el profeta
relata una visión de Dios viniendo en juicio, brillante como el sol, fulgurante como el relámpago (Hab.
3:3-4; comp. Rev. 1:16; 4:5), trayendo mortandad y plagas (Hab. 3:5; Rev. 6:8), desmenuzando las
montañas y derrumbando los montes (Hab. 3:6, 10; Rev. 6:14), cabalgando sobre jinetes contra sus
enemigos (Hab. 3:8, 15; Rev. 6:2, 4-5, 8), armado con un arco (Hab. 3:9, 11; Rev. 6:2), extinguiendo el
sol y la luna (Hab. 3:11; Rev. 6:12-13), y hollando la naciones en su furia (Hab. 3:12; Rev. 6:15).
Habacuc interpreta claramente estas imágenes como una profecía de la invasión militar de Judá por los
caldeos, los instrumentos paganos de la divina ira de Dios (Hab. 3:16; comp. 1:5-17). Bajo imágenes
similares, Juan presenta la destrucción de Israel a manos de los ejércitos invasores de Edom y Roma.
v1-2 Como los mensajes, las visiones del libro comienzan con Cristo sosteniendo en su mano
un racimo de siete. Al abrir el Cordero cada uno de los primeros cuatro sellos, Juan oye a uno de los
cuatro seres vivientes decir con voz de trueno: ¡Ven! Esto no es una instrucción para que Juan "venga y
vea".4 Es más bien que cada uno de los seres vivientes llama a uno de los cuatro jinetes. Por decirlo así,
los cuatro rincones de la tierra, de pie alrededor del altar, están clamando que vengan los justos juicios
de Dios y destruyan a los impíos y traigan el Anathema, tal como el clamor característico de la iglesia
pidiendo juicio y salvación era: ¡Maranatha! ¡Oh, Señor! ¡Ven!5
Al hacer su llamado el primer ser viviente, Juan ve un caballo blanco, armado su jinete para el
combate, llevando un arco. El jinete ya es vencedor, pues se le dio una corona (por lo general, Juan usa
la forma pasiva impersonal a través de la profecía para indicar que algo es hecho por Dios; comp. Rev.
6:2, 4, 8, 11; 7:2, 4; 8:2, 3, etc.). Siendo ya vencedor, el jinete continúa cabalgando a obtener más
victorias: Salió conquistando y a conquistar. Asombrosamente, la trillada interpretación
dispensacionalista afirma que este jinete del caballo blanco es el Anticristo. 6 Mostrando dónde miente
su fe, Hal Lindsey echa el resto y declara que el Anticristo es "la única persona que podría llevar a cabo
todas estas hazañas".7
Pero hay varios puntos acerca de este jinete que demuestran concluyentemente que no puede ser
otro que el Señor Jesucristo. Primero, cabalga sobre un caballo blanco, como lo hace Jesús en Rev.
19:11-16. Segundo, lleva un arco. Como hemos visto, el pasaje de Habacuc que forma la base para
Apocalipsis 6 muestra al Señor como el Rey-Guerrero que lleva un arco (Hab. 3:9-11). Juan apela
también aquí a Salmos 45, una de lass grandes profecías de la victoria de Cristo sobre sus enemigos, en
la cual el salmista le llama gozosamente al salir Él venciendo y a vencer:
Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu majestad. En tu gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia, Y tu diestra te enseñará cosas terribles.
Tus saetas agudas, Con que caerán pueblos debajo de tí, Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey. (Ps.
45:3-5)
En este punto, deberíamos hacer una pregunta bastante obvia, tan obvia que estamos propensos
a pasarla por alto por completo: ¿Dónde obtuvo Cristo el arco? La respuesta (como suele suceder)
comienza en Génesis. Cuando Dios hizo el pacto con Noé, declaró que ya no estaba en guerra contra la
tierra, a causa del "olor grato" del sacrificio (Gen. 8:20-21); y como evidencia de esto, destensó su arco
y lo puso "en las nubes" para que todos lo viesen (Gen. 9:13-17). Más tarde, cuando Ezequiel fue
"arrebatado" a la sala del trono en la cúspide de la Nube de Gloria, vio el arco colgando sobre el trono
(Ez. 1:26-28), y estaba todavía allí cuando Juan ascendió al cielo (Rev. 4:3). Pero cuando el Cordero se
adelantó a recibir el libro de la mano de su Padre, también estiró su mano y bajó el arco, para usarlo en
juicio contra los apóstatas de Israel. Para los que "pecan voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación
de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el
testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que
merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue
santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo
daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos
del Dios vivo!" (Heb. 10:26-31). Era, pues, necesario que el primer jinete fuera visto llevando el arco
de la venganza de Dios, para significar el desatamiento de la maldición sobre la tierra de Israel; para
estos apóstatas, el pacto con Noé está desecho.
Basándose en lo que ya hemos visto, los primeros lectores de Juan habrían entendido
inmediatamente su referencia a este jinete con el arco como que aludía a Jesucristo. Pero, tercero, está
el hecho de que al jinete se le da una corona, y esto también concuerda con lo que sabemos sobre Cristo
en Apocalipsis (Rev.14:14; 19:11-13).8 Sin embargo, el cuarto y quinto puntos deberían asegurar por
completo esta interpretación: el jinete sale venciendo. 9 Esta es la misma palabra en griego que se usó en
las cartas a las siete iglesias para vencer o conquistar (véase Rev. 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21).
Considérese cómo ha usado Apocalipsis esta palabra hasta ahora:
Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre
conmigo en su trono. (Rev. 3:21).
El León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro. (Rev. 5:5)
Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y
para vencer. (Rev. 6:2)
Es Cristo es que es el Vencedor por excelencia. Todos los sucesos en la historia están bajo su
autoridad, y es enteramente apropiado que Él sea el representado aquí como el que encabeza los juicios
de Dios. Él es el centro de la historia, y es él quien trae juicios sobre la tierra. El hecho de que Él
abriera el Nuevo Pacto garantizó la caída de Israel; así como Él venció para abrir el Libro, también
cabalgó victorioso para implementar el significado del Libro en la historia. Salió cabalgando en su
resurrección y en su ascensión como el Rey ya victorioso, venciendo y para vencer, extendiendo las
aplicaciones de su victoria definitiva, y de una vez por todas, por toda la tierra. Y debemos tomar
especial nota de los terribles juicios que le siguen a Él. Los jinetes representan las fuerzas que Dios
siempre usa para quebrantar a naciones desobedientes, y ahora estas fuerzas se vuelven contra su
pueblo del pacto. Por supuesto, lo mismo ocurre con todos los hombres y todas las naciones. Todos los
intentos de encontrar paz y seguridad aparte de Cristo Jesús están condenados al fracaso. La nación que
no se someta será aplastada por sus ejércitos, por las fuerzas históricas que están constantemente a su
absoluta disposición.
Hay diferencias entre esta visión de Cristo y la de Apocalipsis 19. La razón principal de esto es
que, en el Capítulo 19, Cristo es visto con una espada saliendo de su boca, y la visión simboliza su
victoria sobre las naciones con el evangelio después del año 70 d. C. Pero esto no se ve durante la
apertura de los sellos. Aquí, Cristo viene en juicio contra sus enemigos. Viene, no a salvar, ni a sanar,
sino a destruir. Los jinetes espantosos y terribles que le siguen no son mensajeros de esperanza, sino de
ira. Israel está condenado.
v3-4 El Cordero abre el segundo sello, y Juan oye al segundo ser viviente decir: ¡Ven! En
respuesta al llamado, sale un jinete sobre un caballo bermejo, al cual Dios le concede poder para quitar
de la tierra la paz, y que se maten unos a otros; y se le da una gran espada. Este segundo jinete, que
representa la guerra, muestra cuán absolutamente depravado es el hombre. Dios no tiene que incitar a
los hombres para que luchen los unos contra los otros; Dios simplemente ordena a sus ángeles que
quiten las condiciones para la paz. ¿Por qué no hay más guerras en un mundo pecaminoso? Porque hay
quien restringe la maldad del hombre, la libertad del hombre para poner por obra las consistentes
implicaciones de su odio y su rebelión. Pero, si Dios quita las restricciones, la degeneración ética del
hombre se revela en toda su fealdad. John Calvin escribió: "La mente del hombre se ha alejado tan
completamente de la justicia de Dios, que concibe, desea, y emprende sólo lo que es impío, pervertido,
sucio, e infame. El corazón está tan sumergido en el veneno del pecado que no puede exhalar nada sino
un hedor repugnante. Pero si algunos hombres a veces demuestran algo de bueno, sus mentes, sin
embargo, permanecen siempre envueltas en hipocresía y mañas fraudulentas, y sus corazones están
atados por la depravación interior".10
Todo esto se cumplió abudantemente en Israel y las naciones circunvecinas durante los Últimos
Días, cuando la tierra se llenó de asesinos, revolucionarios, y terroristas de toda laya; cuando "cada
ciudad se dividió en dos ejércitos acampados el uno contra el otro, y la preservación de un partido
significaba la destrucción del otro; así que el día se iba en derramar sangre, y la noche se pasaba lleno
de temor... Era común ver ciudades llenas de cadáveres todavía sin sepultar, y los cuerpos de ancianos,
mezclados con los de bebés, todos muertos, esparcidos juntos por doquier; yacían también mujeres
entre ellos, sin nada que cubriese su desnudez; se podía ver el país entero lleno de indecibles
calamidades, mientras el miedo era por todas partes mayor a prácticas aún más bárbaras y amenazantes
de las que ya se habían perpetrado".11
5-6 Pisándole los talones a la guerra viene el tercer jinete angélico, sobre un caballo negro,
sosteniendo en la mano un par de balanzas, símbolo de hambruna desde la profecía de Ezequiel, según
la cual los habitantes de Jerusalén, muertos de hambre, se vieron obligados a pesar sus alimentos
cuidadosamente (Ez. 4:10). Este jinete trae la penuria económica, una situación que se describe como
completamente caótica. Una voz desde el centro de los seres vivientes - es decir, desde el trono de Dios
- dice: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes ni el
aceite ni el vino. Esta maldición, pues, significa escasez de los necesarios alimentos básicos -
aumentando el precio de una medida de trigo más de 100 veces su precio anterior y consumiendo el
salario de un día entero,12 de manera que la totalidad del trabajo de un hombre se gastaba en obtener
alimento. Esta es la maldición de Dios contra los hombres siempre que se rebelan: La tierra misma los
vomita (Lev. 18:24-28; Is. 24). La maldición devora la producción en cada una de las áreas, y la cultura
impía perece por medio del hambre, la enfermedad, y la opresión (Deut. 28:15-34). Así es como Dios
controla a los impíos: Tienen que gastar tanto tiempo sólo para sobrevivir que les es imposible ejercer
su dominio impío sobre la tierra. A la larga, esta es la historia de cada cultura que se aparta de la
Palabra de Dios.13
Josefo describe la frenética búsqueda de alimento durante el sitio final: "Al empeorar la
hambruna, el frenesí de los insurgentes iba a la par con ella, y todos los días estos dos horrores ardían
más ferozmente. Pues, como no se encontraba grano por ninguna parte, los hombres irrumpían en las
casas, y si encontraban algo, maltrataban a los ocupantes por haber negado que lo tenían; si no
encontraban nada, los torturaban como si lo hubiesen ocultado más cuidadosamente. La prueba de si
tenían o no tenían alimento era proporcionada por la apariencia física de los desgraciados; se
consideraba que los que todavía se veían en buen estado estaban bien provistos de alimento, mientras
que los que ya estaban consumidos eran ignorados, pues parecía sin sentido matar personas que pronto
morirían de hambre. Muchos intercambiaban secretamente sus posesiones por una sola medida de trigo
si eran ricos, y de cebada si eran pobres. Luego se encerraban en los más oscuros rincones de sus casas;
cuando el hambre era extrema, algunos hasta comían su grano bajo tierra, mientras otros lo horneaban,
guiados por la necesidad y el temor. No se ponía ninguna mesa en ninguna parte - el alimento era
arrebatado del fuego a medio cocer y roto en pedazos".14
Sin embargo, por otra parte, en esta maldición específica contra Jerusalén, los lujos del aceite y
el vino no fueron afectados por el aumento general de precios; al jinete del caballo negro se le prohibe
que los toque. Las balanzas son el signo de Libra, que cubre septiembre y octubre; Farrer conjetura que,
si la cosecha de granos fracasaba en abril y mayo, "los hombres podrían comenzar a apretar sus
cinturones en octubre. Entonces estarían recién terminando la recolección de la fruta, y podrían
observar la ironía de la naturaleza, que las uvas y las olivas quedarían indemnes; de la tríada
tradicional, el maíz, el vino, y el aceite, el maíz, en un apuro, lo puede mantener vivo a uno sin los
otros dos, pero no ellos sin el maíz". 15 Con toda probabilidad, otra dimensión de la importancia de esta
expresión es que a los mensajeros de destrucción de Dios se les impide hacer daño a los justos: La
Escritura habla a menudo de las bendiciones de Dios sobre los justos en términos del aceite y el vino
(comp. Ps. 104:15); y, por supuesto, el vino y el aceite se usan en los ritos de la iglesia (James 5:14-15;
1 Cor. 11:25). Esto estaría en paralelo con los otros pasajes en los cuales los piadosos son protegidos de
la destrucción (comp. Rev.7:3).
v7-8 Finalmente, el cuarto sello se abre, y el cuarto ser viviente llama al último jinete del juicio,
que cabalga en un caballo verde - denotando el color verde 16 una palidez enfermiza, un presagio de
muerte. Así, el cuarto jinete, con una comisión mucho más amplia y abarcante, es llamado Muerte; y es
seguido por el Hades (la tumba) - habiendo sido ambos liberados por el Hijo del Hombre con su llave
(Rev. 1:18). Y se le dio autoridad para traer cuatro plagas contra los cuatro rincones de la tierra: matar
con espada y con hambruna y con la muerte y por medio de las bestias salvajes de la tierra. Esto es
simplemente un resumen de todas las maldiciones del pacto en Levítico 26 y Deuteronomio 28.
Además, está en paralelo con la lista de Dios sus cuatro categorías básicas de maldiciones, con las
cuales Él castiga a las naciones impías y desobedientes - "Mis cuatro juicios terribles contra Jerusalén:
la espada, el hambre, las fieras, y la pestilencia para cortar de ella hombres y bestias" (Ez. 14:21; comp.
Ez. 5:17). Sin embargo, en esta etapa preliminar - y en concordancia con la condición de cuatro del
pasaje en general - a la muerte y a la tumba se les dan autoridad para tragarse sólo la cuarta parte de la
tierra. Los juicios anunciados por las trompetas afectarán un tercio de la tierra (comp. Rev. 8:7-12), y
los juicios anunciados por las copas lo devastarán todo.
Quizás el obstáculo más significativo contra una correcta interpretación de este pasaje ha sido
que los comentaristas y predicadores han tenido temor y sido incapaces de ver que es Dios el que trae
estos juicios sobre la tierra - que los juicios son enviados desde el trono, y que los mensajeros del juicio
son los mismos ángeles de Dios. Especialmente pervertida y perjudicial es cualquier interpretación que
parezca oponer al Hijo de Dios contra el tribunal del cielo, de manera que las maldiciones registradas
allí se vean de alguna manera por debajo de su carácter. Pero es Jesús, el Cordero, quien abre los sellos
del juicio, y es Jesús, el Rey de reyes, quien sale cabalgando a conquistar, conduciendo los ejércitos
angélicos contra las naciones, para destruir a los que se rebelan contra su gobierno universal.
Era crucial que los primeros cristianos entendieran esto, porque, aún en ese momento, estos
juicios estaban siendo desatados sobre su mundo. En todas las épocas, los cristianos deben enfrentarse
al mundo con confianza, con la firme convicción de que todos los sucesos de la historia están
predestinados, y que se originan en el trono de Dios. Cuando vemos el mundo convulsionado por
guerras, hambres, pestilencias, y desastres naturales, debemos decir con el salmista: "Venid, ved la
obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra" (Sal. 46:8). En definitiva, la actitud del
cristiano hacia los juicios de Dios contra un mundo impío es la misma que la de los cuatro seres
vivientes alrededor del trono, que gozosamente llaman a los mensajeros del juicio de Dios diciendo:
"¡Venid!" Nosotros también, en nuestras oraciones, hemos de rogar que Dios haga descender su ira
sobre los impíos, para manifestar Su justicia en la tierra. Confrontados con estas terribles revelaciones
de juicio, ¿cuál es nuestra respuesta correcta? En Rev. 22:17 se nos dice: El Espíritu y la Esposa dicen:
¡Ven!"
9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la
palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en
los que moran en la tierra?
11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se
completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y
la luna se volvió toda como sangre;
13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un
fuerte viento.
14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquél que está sentado
sobre el trono, y de la ira del Cordero;
17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?
v9-10 Para los lectores de este libro en el siglo primero, las tribulaciones descritas en él estaban
siendo demasiado reales: Cada iglesia conocería pronto la angustia de ver a algunos de sus dirigentes
más sinceros y capaces apresados y ejecutados a causa de la Palabra de Dios, y del testimonio que
habían mantenido. Para muchos cristianos por todo el imperio, los meses y años venideros traerían gran
angustia, pues las familias serían separadas y los seres amados muertos. Cuando la tragedia golpea, nos
sentimos tentados a preguntarnos: ¿Le importa a Dios? Esta pregunta es especialmente intensa cuando
el dolor es causado por los corruptos enemigos de la fe decididos a destruir el pueblo de Dios, y la
injusticia del sufrimiento se hace evidente. Si los cristianos eran realmente los siervos del Rey, ¿cuándo
actuaría él? ¿Cuándo vendría a castigar a los apóstatas que primero habían usado el poder del estado
romano para crucificar al Señor, y ahora estaban usando el mismo poder para matar y crucificar a los
"profetas y sabios y escribas" (Mat. 23:34) a quienes Cristo había enviado?
Así, pues, la apertura del quinto sello revela una escena en el cielo en que las almas de los que
habían sido muertos están debajo, o alrededor, del altar. La imagen está tomada de los sacrificios del
Antiguo Testamento, en los cuales la sangre de la víctima sacrificada corría a los lados del altar y
formaba un charco alrededor de su base ("el alma [Heb. nephesh] de la carne está en la sangre", Lev.
17:11).17 La sangre de los mártires ha sido derramada (comp. 2 Tim. 4:6), y al llenar la zanja debajo del
altar, clama desde la tierra con gran voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y
vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? La iglesia en el cielo concuerda con los querubines
al reclamar los juicios de Dios: ¿Hasta cuándo? es una frase normal a través de las Escrituras para
invocar la justicia divina para los oprimidos (comp. Ps. 6:3; 13:1-2; 35:17; 74:10; 79:5; 80:4; 89:46;
90:13; 94:3-4; Hab.1:2; 2:6). Sin embargo, el antecedente particular para su uso aquí está nuevamente
en la profecía de Zacarías (1:12): Después de que los cuatro jinetes han patrullado la tierra, el ángel
pregunta: "Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás compasión de Jerusalén?" Juan invierte
esto. Después de que sus cuatro jinetes han sido enviados a su misión, Juan muestra los mártires
preguntando hasta cuándo continuará Dios tolerando a Jerusalén. Los lectores de Juan no habrán dejado
de notar otro punto sutil: Si la sangre de los mártires está fluyendo alrededor de la base del altar, deben
ser los sacerdotes de Jerusalén los que la han derramado. Los oficiales del Pacto han matado a los
justos. Como testificaron Jesús y los apóstoles, Jerusalén era la asesina de los profetas (Mat. 23:34-37;
Lk. 13:33; Acts 7:51-52). La conexión con "la sangre de Abel" que clama desde la tierra cerca del altar
(Gen. 4:10) es otra indicación de que este pasaje en general se refiere al juicio sobre Jerusalén (comp.
Mat. 23:35-37). Como Caín, los "hermanos mayores" del Antiguo Pacto envidiaron y asesinaron a los
"hermanos menores" del Nuevo Pacto (comp. 1 Jn. 3:11-12). Y así clama la sangre de los justos: Los
santos oran para que la profecía de Cristo de los "días de retribución" (Lk. 21:22) se cumpla.
Que este grito terminante pidiendo venganza nos suene extraño sólo nos muestra hasta dónde,
desde el punto de vista bíblico, se ha degenerado nuestra era pietista. Si nuestras iglesias estuviesen
más familiarizadas con el himnario fundacional de la iglesia, los Salmos, en vez de los coros
azucarados, almibarados, hermosos e inteligentes [sweetness and light] que caracterizan a los modernos
himnarios evangélicos, entenderíamos esto mucho más fácilmente. Pero hemos caído en el engaño
pagano de que, de algún modo, es "no cristiano" orar pidiendo que la ira de Dios sea derramada sobre
los enemigos y los perseguidores de la iglesia. Y sin embargo, eso es lo que vemos que está haciendo el
pueblo de Dios, con la aprobación de Dios, en ambos Testamentos de las Sagradas Escrituras. 18 En
realidad, es una característica del hombre piadoso despreciar al réprobo (Sal. 15:4). El espíritu
expresado en las oraciones imprecatorias de las Escrituras es un aspecto necesario de la actitud del
cristiano (comp. 2 Tim. 4:14). Mucha de la impotencia de las iglesias en la actualidad es directamente
atribuíble al hecho de que ellas se han convertido en castradas y afeminadas. Estas iglesias, incapaces
hasta de confrontar el mal - no ya de "vencerlo" - a su debido tiempo serán capturadas y dominadas por
sus enemigos.
v11 Los santos justos y fieles en el cielo son reconocidos como reyes y sacerdotes de Dios, y
por eso se le dan a cada uno de ellos vestiduras blancas, que simboliza el reconocimiento de Dios de la
pureza de ellos delante de Él, un símbolo de la victoria de los vencedores (comp. 3:4-5). La blancura de
las vestiduras es parte de un modelo ya establecido en Apocalipsis (las siete cartas), en el cual los tres
últimos items de una estructura séptuple casan con los primeros cuatro. Así:
En respuesta a la súplica de los santos para que haya venganza, Dios responde que ellos deben
descansar por un poco más de tiempo, hasta que el número de sus consiervos y sus hermanos que han
de ser muertos como ellos se complete también. El número completo de mártires no se ha completado
todavía; la iniquidad plena de sus perseguidores no ha sido alcanzada todavía (comp. Gen.15:16),
aunque se acerca rápidamente el destino funesto de la "ira de Dios" que se derrama sobre ellos (1 Thes.
2:14-16). Debemos recordar que la aplicación principal de esto tiene que ver con el Israel apóstata - los
que moran en la tierra - que, en cooperación con las autoridades romanas, estaba asesinando a los
santos. A los mártires se les dice que esperen un poco más, y el juicio de Dios seguramente se
producirá, trayendo la prometida "gran tribulación" sobre Israel, el quebrantador del pacto.
v12-14 Al abrirse el sexto sello, nos acercamos más claramente a los sucesos finales de los
últimos días. El Cordero revela el siguiente gran aspecto de sus juicios según el pacto, en un símbolo
usado a menudo en la profecía bíblica: decreación. De la misma manera en que se habla de la salvación
del pueblo de Dios en términos de creación (comp. 2 Cor. 4:6; 5:17; Eph. 2:10; 4:24; Col. 3:10), 19 así
también se habla de los juicios de Dios (y la revelación de su presencia como Juez sobre un mundo
pecador) en términos de decreación, el colapso del universo: Dios desgarra y disuelve el entramado de
la creación.20 Así, Juan usa las estructuras fundamentales de la creación para describir la caída de Israel:
1. Tierra
2. Sol
3. Luna
4. Estrellas
5. Firmamento
6. Tierra
7. Hombre
Estos siete juicios son detallados en términos de las familiares imágenes proféticas del Antiguo
Testamento. Primero, desestabilización: un gigantesco terremoto (comp. Ex. 19:18; Ps. 18:7, 15; 60:2;
Is. 13:13-14; 24:19-20; Nah. 1:5). Segundo, el eclipse y el luto de Israel: El sol se puso negro como
saco de cilicio (Éx. 10:21-23; Job 9:7; Is. 5:30; 24:23; Ez. 32:7; Joel 2:10, 31; 3:15; Amos 8:9; Miq.
3:6). Tercero, la continuada imagen de un eclipse, a la que se le ha añadido la idea de deshonra: Toda la
luna se puso como sangre (Job. 25:5; Is. 13:10; 24:23; Ez. 32:7; Joel 2:10, 31). El cuarto juicio afecta a
las estrellas, que son imágenes de gobierno (Gen. 1:16); son también relojes (Gen. 1:14), y su caída
muestra que el tiempo de Israel se ha acabado: Las estrellas cayeron a tierra, como una higuera deja
caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento (Job 9:7; Ecl. 12:2; Isa. 13:10; 34:4; Ez. 32:8;
Dan. 8:10; Joel 2:10; 3:15); por supuesto, el fuerte viento fue traído por los cuatro jinetes, que en las
imágenes de Zacarías eran los cuatro vientos (Zac. 6:5), y que será vuelto a presentar a Juan en esa
forma en 7:1; y la higuera es Israel mismo (Mat. 21:19; 24:32-34; Lk. 21:29-32). Quinto, ahora Israel
simplemente desaparece: El firmamento se desvaneció como un pergamino que se enrolla 21 (Is. 34:4;
51:6; Ps. 102:25-26; para el simbolismo de Israel como "firmamento", véanse Is. 51:15-16; Jer. 4:23-
31; comp. Heb. 12:26-27). Sexto, las potencias gentiles son sacudidas también: Todo monte y toda isla
fue movida de su lugar (Job 9:5-6; 14:18-19; 28:9-11; Is. 41:5, 15-16; Ez. 38:20; Nah. 1:4-8; Sof.
2:11).22 Israel, la "antigua creación" de Dios, ha de ser descreada, al ser el Reino transferido a la iglesia,
la nueva creación (comp. 2 Pet. 3:7-14). Como los labradores en la viña de Dios mataron a su Hijo,
ellos también serán muertos (Mat. 21:33-45). La viña misma será quebrantada, destruida, y asolada (Is.
5:1-7). En la justa destrucción de Israel por parte de Dios, Él sacudirá hasta el cielo y la tierra (Mat.
24:29-30; Heb. 12:26-28) para entregar su reino a su nueva nación, la iglesia.
v15-17 Las imágenes proféticas del Antiguo Testamento todavía están a la vista al describir
Juan a los apóstatas que están siendo juzgados. Esta es la séptima fase de la descreación: la destrucción
de los hombres. Pero este séptimo ítem en la lista se abre para revelar otro "siete" dentro de ella (de la
misma manera en que tanto el séptimo sello como la séptima trompeta contienen la siguiente serie de
siete juicios), porque aquí se nombran siete clases de hombres, mostrando que la destrucción es total,
pues afecta a pequeños y grandes por igual: los reyes de la tierra, los grandes, los jefes, los ricos, los
fuertes, y todo esclavo y todo libre. Nadie podrá escapar, no importa su condición de privilegiado o su
insignificancia. La tierra entera ha rechazado a Cristo, y la tierra entera está siendo excomulgada.
Nuevamente, los paralelos muestran que el juicio sobre Israel es el propósito de esta profecía (comp. Is.
2 y 24-27), aunque otras naciones ("los reyes de la tierra") serán afectadas también.
Al ser la tierra descreada, y quitada la revelación natural mediadora - poniendo a los pecadores
cara a cara con la pura revelación del Dios santo y justo - los hombres de Israel tratan de huir y buscar
protección en cualquier cosa que parezca ofrecer refugio. La huida bajo tierra y hacia dentro de
cavernas es señal de estar bajo maldición (comp. Gen. 19:30-38). Por eso se escondieron (comp. Gen.
3:8) en las cavernas y entre las peñas de los montes (la lex talionis por haber maltratado a los justos:
Gen 11:38; comp. Jude 7:25),23 y dijeron a los montes y a las rocas: Caed sobre nosotros y escondednos
de la presencia de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de
su ira ha venido;24 y (Nah. 1:6; Mal. 3:2) ¿quién podrá sostenerse en pie? La interpretación que se da
aquí queda confirmada nuevamente: Este pasaje no habla del fin del mundo, sino del fin de Israel en el
año 70 d. C. El origen del simbolismo usado aquí está en la profecía de Oseas contra Israel:
Efraín será avergonzado, e Israel se avergonzará de su consejo. De Samaria fue cortado su rey como espuma
sobre la superficie de las aguas. Y los lugares altos de Avén serán destruidos, el pecado de Israel; crecerá sobre sus
altares espino y cardo. Y dirán a los montes: Cubridnos; y a los collados: Caed sobre nosotros. (Hosea 10:6-8)
Jesús citó este texto en su camino a la crucifixión, declarando que se cumpliría en el Israel
idólatra durante las vidas de los que estaban presentes entonces:
Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús,
vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros
hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y
los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados:
Cubridnos. (Lk. 23:27-30)
Mientras las iglesias de Asia Menor leían esta visión por primera vez, los juicios profetizados ya
estaban teniendo lugar; el momento final se aproximaba rápidamente. La generación que había
rechazado al Hijo del Señor de la tierra (comp. Mat. 21:33-45) pronto estaría gritando estas mismas
palabras. El Señor crucificado y resucitado venía a destruir a los apostatas. Este habría de ser el gran
día de la ira del Cordero, a quien habían matado.
Notas:
1. R. H. Charles, A Critical and Exegetical Commentary on the Revelation of St. John, 2 vols. (Edinburgh: T. & Clark,
1920), Vol. 1, p. 158.
2. Milton Terry, Biblical Apocalyptics: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the Canonical
Scriptures (New York: Eaton and Mains, 1898), pp. 329s.
3. M. D. Goulder, The Evangelists' Calendar: A Lectionary Explanation for the Development of Scripture (London:
SPCK, 1978), p. 177.
4. Contrariamente a lo que dice la versión de King James, que no está apoyado por la mayoría de los manuscritos.
5. 1 Cor. 16:22 (comp. Rev. 6:10); según el Didache (Cap.10), Maranatha era repetida al final de la liturgia
eucarística. Si la hipótesis de John A. T. Robinson es correcta (que el Didache se escribió entre los años 40-60 d. C.),
esto representa la oración final de cada servicio de oración por décadas antes de la caída de Jerusalén. Véase su
obra Redating the New Testament (Philadelphia: The Westminster Press, 1976), pp. 324-327, 352.
6. Esto no es cierto de todos los dispensacionalistas. Entre los disidentes sobre este punto me es grato anotar a Henry
Morris, autor de The Revelation Record (Wheaton, Il.: Tyndale House, 1983), p. 112, y Zane C. Hodges, "The First
Horseman of the Apocalypse: Bibliotheca Sacra 119 (1962), pp. 324ss.
7. There´s a New World Coming: A Prophetic Odyssey (Eugene, OR: harvest House Publishers, 1973), p. 103.
8. Esta palabra para corona (stephanos) se usa siete veces en Apocalipsis con referencia a Cristo y su pueblo (Rev.
2:10; 3:11; 4:4, 10; 6:2; 12:1; 14:14).
9. Comp. St. Irenaeus, Against Heresies, iv.xxi.3.
10. John Calvin, Institutes of the Christian Religion, ii.v.19, Ford Lewis Battles, trad. (Philadelphia: The Westminster
Press, 1960), p. 340.
11. Flavio Josefo, The Jewish War, ii.xviii.2; para tener un cuadro exacto (y horripilante) de cuán cercanamente
paralelas corren las profecías de Apocalipsis y los evangelios sinópticos con los sucesos de los últimos días de Israel,
que condujeron al sitio de Jerusalén por Tito, es necesario leer los Libros ii-iv de la historia de Josefo.
12. Robert H. Mounce, The Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1977), p. 155.
13. Véase de David Chilton, Productive Christians in an Age of Guilt Manipulators: A Biblical Response to Ronald J.
Sider (Tyler, TX: Institute for Christian Economics, third cd., 1985), pp. 92ss.
14. Josephus, The Jewish War, v.x.2.
15. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964), p. 100. J.
Massyngberde Ford menciona una orden de Tito durante el sitio de Jerusalén en el sentido de que los olivares y los
viñedos no debían ser molestados (Revelation: Introduction, Translation, and Commentary [Garden City, NY:
Doubleday and Co., 1975], p. 107).
16. La palabra griega es chloros, y significa simplemente verde; se usa dos veces más en Apocalipsis (8:7; 9:4), y una
vez en Marcos ( Mk.6:39). Por lo general, los traductores la han vertido como pálido, aparentemente bajo la firme
convicción de que, puesto que no hay tal cosa como un caballo verde, Juan no pudo haber visto uno así.
17. Véase de Rousas John Rushdoony, Thy Kingdom Come: Studies in Daniel and Revelation (Tyler, TX: Thoburn
Press, [1970] 1978), p. 145.
18. Véase, por ej., Ps. 5, 7, 35, 58, 59, 68, 69, 73, 79, 83, 109, 137, 140. El término común para éste y otros pasajes
es Salmos Imprecatorios; una expresión así puede ser confusa, sin embargo, puesto que la mayoría de los Salmos
contienen secciones imprecatorias (maldiciones) (comp. Ps. 1:4-6; 3:7; 6:8-10; 34:16; 37:12-15; 54:7; 104:35;
139:19-22), y todos los Salmos son implícitamente imprecatorios, en que las bendiciones de los justos se mencionan
con el corolario asumido: Los impíos son malditos.
19. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 22ss.
20. Véase ibid., pp. 98ss., 133ss.
21. Refiriéndose a la imagen bíblica (comp. Gen. 1:7) de un firmamento "sólido", Ford explica: "El cielo se
desvaneció como un pergamino que se enrolla" lleva a una imagen, no de un papiro o un rollo de cuero, sino más
bien a un rollo como los dos de cobre que se encontraron en Qumran. La idea de ruido se transmite más
dramáticamente si se hace que el lector imagine un rollo de metal que súbitamente se cierra con un golpe seco". J.
Massyngberde Ford, Revelation: Introduction, Translation, and Commentary (Garden City, NY: Doubleday and Co.,
1975), p. 100.
22. En contraste con las interpretaciones populares de los textos que hablan de la fe que mueve montañas (Mat.
17:20; 21:22; Mk. 11:23), debería observarse que esta expresión ocurre en pasajes que hablan del juicio que venía
sobre, y de la caída de, la Jerusalén apóstata. A menudo, a Jerusalén se la llama "el monte" en las Escrituras (por ej.,
Dan. 9:16); por eso, los santos en el altar son descritos como clamando, en fe, para que caiga este gran monte. En
consecuencia, la destrucción de Jerusalén es representada, en parte, como una montaña ardiente que es echada en el
mar (8:8; comp. Zac. 14:4).
23. Véase de James B. Jordan, Judges: God´s War Against Humanism (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985), pp. 114,
140.
24. G. B. Caird alcanza el impresionante non plus ultra del comentario absurdo con su asombrosa afirmación de que
"la ira de Dios en Apocalipsis, como también en el Antiguo y el Nuevo Testamento, representa, no la actitud personal
de Dios hacia los pecadores, sino un proceso impersonal de retribución que se desarrolla en el curso de la historia".
A Commentary on the Revelation of St. John the Divine (New York: Harper and Row, 1966), p. 91.
Capitulo 7 - EL VERDADERO ISRAEL
Las dos visiones de este capítulo (Rev. 7:1-8 y Rev. 7:9-17) son todavía parte del sexto sello, y
proporcionan una solución al problema de la caída de Israel. Y, sin embargo, también forman un
intervalo o entreacto, un período de tardanza entre el sexto y el séptimo sellos, que sirve para realzar el
sentido de espera de la cual se quejan los santos en Rev. 6:10, puesto que esta sección es en parte la
divina respuesta a su oración (comp. la tardanza entre la sexta y la séptima trompetas, Rev. 10:1-11:14).
Antes de la caída de Jerusalén, el cristianismo estaba mayormente identificado con Israel, y los futuros
de los dos estaban interconectados. Los cristianos no eran separatistas; se consideraban a sí mismos los
verdaderos herederos de Abraham y de Moisés, y a su religión como el cumplimiento de todas las
promesas hechas a los padres. Que la iglesia existiera separada por completo de la nacionalidad
israelita y de la Tierra Santa era virtualmente inimaginable. Por eso, si la ira de Dios hubiera de ser
desatada sobre Israel con toda la furia no diluida presentada en el sexto sello, trayendo la re-creación
del cielo y de la tierra y la aniquilación de la humanidad, ¿qué sería de la iglesia? ¿Qué ocurriría con
los fieles que se encontrasen en medio de una civilización que se derrumbaba? ¿Sería destruido el
remanente creyente en la conflagración venidera junto con los enemigos de la fe?
La respuesta dada en estas visiones es que "no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar
salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Thes. 5:9). La iglesia será preservada. En realidad,
en términos del juicio venidero sobre Israel, el Señor había dado instrucciones explícitas sobre cómo
escapar de la Tribulación (véase Mat. 24:15-25; Mk.13:14-23; Lk. 21:20-24). Los cristianos que vivían
en Jerusalén obedecieron la amonestación profética, y fueron preservados, como Marcellus Kik señaló
en su estudio de Mat 24: "Una de las cosas más notables acerca del sitio de Jerusalén fue el milagroso
escape de los cristianos. Se ha calculado que más de un millón de judíos perdieron la vida en aquel
terrible sitio, pero ninguno de ellos era cristiano. Esto lo indicó nuestro Señor en el versículo Mat
24:13: 'Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo'. Que el 'fin' de que Él hablaba no era la
terminación de la vida de los cristianos, sino el fin de Jerusalén, es evidente según el contexto.
Inmediatamente después de este versículo, Jesús continúa relatando el momento exacto del fin. Los
cristianos que vivieran hasta el fin serían salvados de la terrible tribulación. Cristo indica también el
momento en que los cristianos debían huir de la ciudad para que pudieran salvarse de su destrucción.
Esto queda verificado en un pasaje paralelo (Lk. 21:18): 'Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá'.
En otras palabras, durante la desolación de Jerusalén, los cristianos quedarían indemnes, aunque en el
período anterior a esto algunos perdieron la vida a causa de la persecución".1
1 Y después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de
la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los
cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los
siervos de nuestro Dios.
4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil
sellados.
6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil
sellados.
7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil
sellados.
8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil
sellados.
v1-3 Juan ve cuatro ángeles de pie en los cuatro ángulos de la tierra, mensajeros divinos a los
cuales se les concedió poder para dañar la tierra y el mar; y sin embargo, aquí están deteniendo los
cuatro vientos de la tierra, para que no soplase ningún viento sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre
ningún árbol. Aunque la tierra y el mar están en caso genitivo, árbol está en acusativo, indicando que
Juan desea llamar la atención a él. A través de la Biblia, los árboles son imágenes de hombres (Judges
9:8-15). En particular, son símbolos de los justos (Éx. 15:17; Ps. 1:3; 92:12-14; Is. 61:3; Jer. 17:5-8).2
En la Escritura, el viento se usa en relación con la venida de Dios y la acción de sus ángeles,
bien en bendición, o en maldición (Comp. Gen. 8:1; 41:27; Ex. 10:13, 19; 14:21; 15:10; Num. 11:31;
Ps. 18:10; 104:3-4; 107:25; 135:7; 147:18; 148:8; Jn. 3:8; Acts 2:2). En este caso, el ángel habla del
sirocco, el cálido viento del desierto que achicharra la vegetación, como figura del ardiente juicio de
Dios sobre los impíos (comp. Rev.16:9, y contrástese con Rev. 7:16):
Aunque él fructifique entre los hermanos, vendrá el solano, viento de Jehová; se levantará desde el desierto, y se
secará su manantial, y se agotará su fuente; él saqueará el tesoro de todas sus preciosas alhajas. Samaria será
asolada, porque se rebeló contra su Dios; caerán a espada; sus niños serán estrellados, y sus mujeres encinta serán
abiertas. (Hosea 13:15-16).
Como hemos visto,3 la asociación de ángeles con la "naturaleza" no es una "mera" imagen. Por
medio de sus ángeles, Dios controla los patrones climatológicos, y usa el estado del tiempo como
instrumento de bendición y de juicio. Desde el mismo primer versículo, la Biblia está escrita en
términos de lo que Gary North llama personalismo cósmico: "Dios no creó un universo auto-sostenible,
que ahora ha sido dejado para que funcione en términos de las leyes autónomas de la naturaleza. El
universo no es un mecanismo gigante, como un reloj, al que Dios le dio cuerda al principio del tiempo.
El nuestro no es un mundo mecánico, ni una entidad biológica autónoma, que crece según algún código
genético del cosmos. El nuestro es un mundo activamente sostenido por Dios segundo a segundo (Job
38-41). Toda la creación es inescapablemente personal y teocéntrica. 'Porque las cosas invisibles de él,
su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas
por medio de las cosas hechas ...' (Rom.1:20).
Los cuatro ángeles están deteniendo el juicio en obediencia a la orden de otro ángel, al cual Juan
ve ascendiendo desde el nacimiento del sol, de donde tradicionalmente han venido las acciones de Dios
en la historia (comp. Is. 41:1-4, 25; 46:11; Ez. 43:1-3). Este ángel viene como representante de Cristo,
la Salida del sol desde lo alto, que nos ha visitado (Lk. 1:78), el Sol de justicia que se ha levantado
llevando sanidad en sus alas (Mal. 4:2; comp. Eph. 5:14; 2 Pet. 1:19). Posee el espíritu sin medida (Jn.
3:34), el sello del Dios viviente, con el cual identifica al pueblo de su propia posesión, y por cuyas
órdenes los juicios sobre la tierra no son plenamente derramados hasta que nosotros - Cristo y sus
mensajeros - hayan sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes: El Sello del Espíritu (Eph.
1:13; 4:30) es aplicado a los justos antes de que los sellos de la ira sean aplicados a los impíos;
Pentecostés precede al Holocausto.
En el mundo bíblico, el sello significaba una transferencia de autoridad y poder, una garantía de
protección, y una marca de propiedad (comp. 2 Cor. 1:21-22; 2 Tim. 2:19). El antecedente original para
las imágenes de Juan es Ez. 9:1-7, que muestra a Dios encargando a los verdugos que destruyan a cada
uno en la ciudad de Jerusalén; los primeros en ser muertos son los ancianos en el templo. Sin embargo,
primero encarga a otro ángel que "pase por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y
ponerles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las
abominaciones que se hacen en medio de ella" (Ez. 9:4). Los piadosos son marcados para protegerlos,
para que los apóstatas de Jerusalén pueden ser destruídos.
La marca en la frente es, por eso, un símbolo del hombre restaurado a la comunidad con Dios.
Un ejemplo impresionante de esto era el Sumo Sacerdote, cuya frente estaba marcada con letras de oro
que proclamaban que era SANTO A JEHOVÁ (Éx. 28:36). Además, en Deut. 6:8, todo el pueblo de
Dios está sellado en la frente y en la mano con la ley de Dios, del mismo modo que están
caracterizados en vida por la obediencia fiel en pensamiento y acción a cada palabra de Dios.
La "marca" protectora en Ezequiel 9 es literalmente tav, la última letra del alfabeto hebreo. La
forma hebrea antigua de tav era +, una cruz - un hecho que no pasó inadvertido a la iglesia primitiva,
que lo veía como "una referencia cuasiprofética al signo de la cruz como lo usaban los cristianos, y es
posible que el uso de ese signo en el bautismo se haya originado en este pasaje". 5 Tertuliano creía que
Dios había dado a Ezequiel "la forma misma de la cruz, que Él predijo sería la señal en nuestras frentes
en la Jerusalén verdaderamente católica".6 El santo bautismo, el sello del Espíritu (2 Cor. 1:21-22; Gal.
3:27; Eph. 1:13-14; 4:30; comp. Rom. 4:11), identifica a estos creyentes como los esclavos guardadores
del pacto de nuestro Dios, que serán preservados de la ira de Dios al ser destruídos los impíos. "El
propósito del sellamiento era preservar el verdadero Israel de Dios como simiente santa. El propósito
no era salvarles de la tribulación, sino preservarles en medio de la gran tribulación que estaba a punto
de venir, y glorificarles por ello. Aunque el antiguo Israel sea desechado, un nuevo y santo Israel ha de
ser escogido y sellado con el Espíritu y con el Dios viviente".7
v4-8 El número de los que fueron sellados se le lee a Juan: Ciento cuarenta y cuatro mil de
todas las tribus de los hijos de Israel, doce mil de cada una de las doce tribus. El número de 144.000 es
obviamente simbólico: doce (el número de Israel) al cuadrado, multiplicado luego por 1000 (diez y sus
múltiplos, que simbolizan muchos; comp. Deut. 1:11; 7:9; Ps. 50:10; 68:17; 84:10; 90:4). Juan nos
presenta el Israel ideal, el Israel como debió ser, en toda su perfección, simetría, y plenitud; el santo
Ejército de Dios, formado para el combate de acuerdo con sus millares (comp. 1 Chr. 4-7). El "millar"
era la división militar básica en el campamento de Israel (Num. 10:2-4, 35-36; 31:1-5; 48-54; 2 Sam
18:1; 1 Chr. 12:20; 13:1; 15:25; 26:26; 27:1; 28:1; 29:6; 2 Chr. 1:2; 17:14-19; Ps. 68:17). Este es el
significado de la famosa profecía de Miqueas sobre la Natividad: Aunque Belén es demasiado pequeña
para ser contada "entre los millares de Judá", demasiado insignificante para ser considerada seriamente
en la estrategia militar de la nación, "de tí me saldrá el que será Señor en Israel", el Rey que establecerá
la justicia y la paz de Dios hasta los confines de la tierra (Mic. 5:1-15). Es en términos de estas
imágenes bíblicas que Juan escucha gritar los nombres de las tribus: Juan está escuchando el pase de
lista de las huestes del Señor. En este caso, cada una de las tribus puede poner en el campo de batalla
doce divisiones completas, un ejército numéricamente perfecto de 144.000 soldados del Señor.
La visión de Juan de un ejército israelita es, por esta razón, en las palabras de Milton Terry, "un
cuadro apocalíptico de aquella 'simiente santa' de la que habla Isaías en Is. 6:13 - el remanente
superviviente que estaba destinado a permanecer como el tocón de un roble caído después de que las
ciudades hubieran sido devastadas y la tierra hubiese quedado desolada - aquel 'remanente de Jacob',
que había de ser preservado de 'la consumación ya determinada en medio de la tierra' (Is. 10:21-23). Es
el mismo 'remanente escogido por gracia' del cual habla Pablo en Rom. 9:27-28; 11:5. Dios no destruirá
a Jerusalén, ni dejará desolados los que una vez fueron lugares santos, sin que primero escoja y selle un
número selecto como el principio de un nuevo Israel. La primera iglesia cristiana fue formada de
siervos de Dios escogidos de 'las doce tribus de la dispersión' (James 1:1), y el fin de la era judía no
habría de llegar sino hasta que, por el ministerio de los apóstoles cristianos judíos y los profetas, el
evangelio del reino hubiese sido predicado en el mundo entero por testimonio a todas las naciones
(Mat. 24:14)".8
Juan consuela a sus lectores: El juicio seguramente será derramado sobre los apóstatas del
Antiguo Pacto, pero la iglesia misma no está en peligro. En realidad, el pueblo del verdadero pacto está
a salvo, íntegro, y completo. Aunque Dios está a punto de destruir a Jerusalén, aniquilando hasta el
último vestigio del orden mundial y el sistema de culto del Antiguo Pacto, Israel perdura. Las promesas
del pacto hechas a Abraham, Isaac, y Jacob no son puestas en peligro en lo más mínimo. De hecho, el
derramamiento de la ira de Dios en la destrucción de Jerusalén sólo servirá para revelar al verdadero
Israel en una gloria mayor que nunca antes. Jerusalén es saqueada y quemada, sus habitantes muertos y
dispersados; pero Israel - todo su pueblo, en todas las tribus - es sellado y salvado. "Por esto, el juiccio
no es sólo el otro lado de la moneda de la salvación, sino también un acto de gracia y misericordia
hacia el pueblo de Dios. Por devastadora que fuera a ser la caída de Jerusalén para el remanente fiel, sin
esa caída no habría quedado ningún remanente".9
He puesto esta sección por separado porque sin duda será la parte del libro más aburrida de leer.
El lector que se canse fácilmente debería echarle un breve vistazo y seguir adelante. Aunque he tratado
de simplificar la discusión hasta donde sea posible, me temo que todavía aparece extremadamente
compleja. Todo esto sería mucho más fácil si conociéramos nuestras Biblias tan bien como la conocían
los niños en las sinagogas del siglo primero: Si supiéramos de memoria los nombres de los hijos de
Jacob y los de sus madres, y los más o menos veinte órdenes en los cuales son listados en el Antiguo
Testamento (y las razones para cada variante), entenderíamos casi inmediatamente lo que Juan ha
hecho con esta lista, y por qué.
Algunas observaciones de Austin Farrer son especialmente pertinentes aquí: "El propósito de
los símbolos es que se entiendan inmediatamente, el propósito de explicarlos es el de restaurar y
construir el hecho de entenderlos. Esta es una tarea un poco delicada. Con su mente consciente, el autor
no había pensado cada significado, cada interconexión de sus imágenes. Los símbolos habían
funcionado en su pensamiento, no se habían pensado ellos mismos. Si tratamos de revelarlos, parecerá
que sobreintelectualizamos el proceso de su mente, para representar un nacimiento imaginativo como
una construcción especulativa. Una representación como ésta no sólo malrepresenta, sino que también
destruye, la creencia, porque nadie puede creer en el proceso cuando se representa de esta manera.
Somos conscientes de que ninguna mente puede pensar con tal grado de complejidad sin destruir la
vida del producto del pensamiento. Y sin embargo, si no intelectualizamos así, no podemos interpretar
en absoluto; es una necesaria distorsión del método, y el lector tiene que soportarla pacientemente.
Dígase de una vez por todas que los convencionalismos no han de ser tomados literalmente. No
pretendemos distinguir entre lo que se pensó discursivamente y lo que fue concebido intuitivamente en
una mente que penetró sus imágenes con inteligencia y enraizó sus actos intelectivos en la
imaginación...."
"El lector que persevere a través de los análisis que siguen puede naturalmente preguntar:
'¿Cuánto de todo esto comprendieron las congregaciones de las Siete Iglesias, cuando se les leyó la
pastoral apocalíptica de su arzobispo?' Sin duda, la respuesta es que, del análisis esquemático al cual
recurrimos, no entendieron nada, porque estaban esuchando el Apocalipsis de Juan, no las
elucubraciones del escritor actual. Eran hombres de su propia generación, escuchaban constantemente
el Antiguo Testamento en sus propias asambleas, y estaban adiestrados por el predicador (que podía ser
Juan mismo) para interpretarlo por medio de ciertos convencionalismos. Y así, sin análisis intelectual,
recibirían los símbolos simplemente por lo que eran. Entenderían lo que entenderían, y eso sería hasta
donde tenían tiempo de digerir".10
Por mucho tiempo, los eruditos se han sentido perplejos por el orden de las tribus en la lista de
Juan. Obviamente, Judá es mencionado primero porque es la tribu de Jesucristo; aparte de eso, muchos
han supuesto que la lista o fue hecha al azar (dada la extrema atención que los escritores bíblicos -
especialmente Juan - ponían a los detalles, esto es altamente improbable), o está encerrada
permanentemente en el misterio (esto es sólo pura arrogancia; debemos recordar siempre que, si no
podemos responder una pregunta, probablemente aparecerá alguien que la resuelva en los siguientes
cien años o algo así). Sin embargo, como de costumbre, la explicación de Austin Farrer es la que tiene
más que ofrecer. Haciendo notar que los nombres de las doce tribus están escritos en las puertas de la
Nueva Jerusalén ( Rev. 21:12), él propone que el orden de las tribus corresponde al orden en que se
mencionan las puertas: este, norte, sur, oeste. Como podemos ver en el primer diagrama (que, como los
mapas del mundo antiguo, está orientado hacia el este), 11 Juan comienza por la esquina oriental con
Judá (porque el ángel sellador viene del este, Rev 7:2), pasa a través de Rubén y Gad y Aser en la
esquina norte, luego baja por el lado nor-occidental con Neftalí y Manasés; comenzando otra vez
(veremos por qué en un momento), menciona a Simeón y a Leví en el lado sud-oriental hasta Isacar en
el sur, luego da vuelta a la esquina y pasa a través de Zabulón y José, y termina con Benjamín en la
esquina occidental.
Mapa
A primera vista, esta lista no parece tener mucho en común con la de Juan, pero, cuando las
miramos juntas, la relación entre ellas se ve muy estrecha. La lista de Ezequiel está dispuesta muy
simétricamente. Ezequiel ha dividido los hijos de Lea en dos grupos principales de tres ("mayores" y
"menores"), que se equilibran los unos a los otros en el norte y en el sur. Los dos hijos de Raquel en el
este están dispuestos frente a los dos hijos de Zilpa en el oeste; y debajo de cada par está uno de los
hijos de Bilha. Además, Ezequiel ha colocado a Judá (la tribu real) en la hilera superior de tres,
haciendo que intercambie lugares con Simeón.
Farrer explica la revisión que Juan hace de Ezequiel: "Convierte a Raquel en un genuino trío,
reemplazando el nombre de Manasés por el de Dan. En realidad, la tribu de José se había convertido en
dos tribus, Efraín y Manasés. Puesto que Efraín era el principal heredero de José, José cubre a Efraín;
Manasés ha sido añadido. Un subproducto de esta mejora es la desaparición de la lista de Dan, uno de
los doce. Quizás esto no haya desagradado a Juan; sea Dan sea el Judas de los patriarcas. En realidad,
Dan tenía una dudosa reputación (Gen. 49:17; Lev. 24:10-11; 1 Kings 12:28-30; Jer. 4:15 y 8:16). Al
final (Rev. 21:12-14), Juan pone los nombres de los apóstoles alrededor de la ciudad, emparejándolos
con las tribus. No podemos suponer que el nombre de Iscariote permanecería allí, más que el de Dan".
"Luego, por lo que concierne a la promoción artificial de Judá: En vez de intercambiar a Judá
con Simeón, Juan simplemente eleva a Judá dos lugares. El resultado es que Leví, no Simeón, es
sacado fuera de los primeros tres. Se supone que esta alteración es deliberada, porque, en la nueva
dispensación, Leví es degradado. El sacerdocio se une al señorío en la tribu de Judá, como explica tan
abundantemente el escritor de Hebreos; Leví no tiene ninguna posición especial (véase especialmente
Heb. 7:11-14)".12
9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos
y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las
manos;
10 y clamaban a gran voz diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se
postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,
12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza,
sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de
dónde han venido?
14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus
ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono
extenderá su tabernáculo sobre ellos.
16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
v9 Ya hemos observado el mecanismo literario que Juan usa para presentar sus imágenes desde varios ángulos: el
oído, luego la vista. Por ejemplo, en Rev. 1:10-13, Juan oye una voz, luego se vuelve para ver al Señor; en Rev. 5:5-6,
él oye hablar del León de Judá, luego ve al Cordero; en Rev. 6:1-8, él oye uno de los seres vivientes decir "Ven", y
luego ve el objeto de la orden del ser viviente. El mismo patrón ocurre aquí en este capítulo: Juan nos dice: Oí el
número de los sellados (Rev. 7:4); luego, después de estas cosas - después de oír el número de los redimidos - miré, y
he aquí una gran multitud (Rev. 7:9). Este patrón, y el hecho de que las bendiciones adscritas a ambos grupos son
bendiciones que pertenecen a la iglesia, indica que estos dos grupos son, hasta cierto punto, dos aspectos diferentes
de la única Iglesia universal.
Así que, desde un punto de vista, el pueblo de Dios está definitivamente numerado; no falta
ninguno de los elegidos, y la iglesia es perfectamente simétrica y completa. Desde otro punto de vista,
la iglesia es innumerable, una gran multitud que nadie podía contar. Vista desde una perspectiva, la
iglesia es el nuevo, el verdadero Israel de Dios: los hijos de Jacob reunidos en todas sus tribus, plenas y
completas. Desde otra pespectiva igualmente verdadera, la iglesia es el mundo entero: una gran
multitud de redimidos de toda nación y tribu y pueblo y lengua.
En otras palabras, los 144.000 son el remanente de Israel; y, sin embargo, el cumplimiento de
las promesas hechas a Israel tiene lugar por medio de la salvación del mundo, trayendo a los gentiles
para que compartan las bendiciones de Abraham (Gal. 3:8). El número de los miembros del rermanente
se completa con la multitud de los salvados de todas las naciones, tal como la Nueva Jerusalén - cuyas
dimensiones se miden en términos de doce y en cuyas puertas están grabados los nombres de las doce
tribus - se llena con la gloria y el honor de las naciones del mundo (Rev. 21:12-27). Farrer dice: "Por
medio del contraste entre las tribus numeradas y la gran multitud, Juan expresa dos temas antitéticos,
ambos igualmente tradicionales. Dios conoce el número de sus elegidos; los que heredan la bendición
de Abraham son tan innumerables como las estrellas (Gen. 15:5). Pero Juan no puede querer decir ni
que el número de los santos gentiles es desconocido para Dios, ni que el número de los israelitas justos
puede ser contado por los hombres. Lo que él nos dice es que su oído percibe un número que resulta de
un censo angélico; y que a sus ojos se presenta una multitud que él no puede contar, como en la visión
de Abraham cuando se le dijo que mirara las estrellas. La visión de la multitud vestida de ropas blancas,
purificadas por el martirio, debe reflejar en todo caso a Dan. 11:35. El tema continúa en Dan. 12:1-3,
donde las mismas personas son descritas como 'escritas en el libro' y 'como las estrellas'; es fácil llegar
a la conclusión de que 'numerado, pero no imposible de contar'".13
Por lo tanto, en la visión de Juan, el remanente sellado de Israel es la simiente santa, las
"primicias" (Rev. 14:4) de la nueva iglesia, destinadas a expandirse en una innumerable multitud
reunida en adoración delante del trono en el cielo. El núcleo de Israel se convierte en la iglesia,
redimida de toda nación en cumplimiento de la promesa abrahámica (Gen. 15:5; 22:17-18); y así la
iglesia se convierte en el mundo entero. La salvación de Israel solo nunca había sido la intención de
Dios; Él envió a su Hijo "para que el mundo fuera salvo por medio de él" (Jn. 3:16-17). Como el Padre
le dijo al Hijo al planear el pacto de redención:
Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel;
también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. (Is. 49:6)
El número real de los salvados, lejos de limitarse a unas meras decenas de millares, es en
realidad una multitud que nadie podía contar, tan vasta que no puede ser comprendida. Porque el hecho
es que Cristo vino a salvar al mundo. Tradicionalmente - aunque los calvinistas han estado t&eacuute;
únicamente en lo cierto al declarar que los beneficios plenos de la expiación estaban destinados sólo
para los elegidos - tanto calvinistas como arminianos han tenido la tendencia a no captar el punto de Jn.
3:16. Ese punto ha sido hermosamente resumido por Benjamin Warfield: "Entonces, no debéis imaginar
que Dios se sienta indefenso mientras el mundo, que él creó para sí mismo, se lanza, indefenso, a su
destrucción, y que Él sólo puede arrebatar, aquí y allá, algún tizón del incendio universal. El mundo no
le gobierna a Él en ninguno de sus actos: Él lo gobierna y lo conduce con mano firme hacia el fin que,
desde el principio, o desde que se colocara la primera viga, Él había determinado para él.... A través de
todos los años, se nota un propósito, un creciente propósito: más y más, los reinos de la tierra han
venido a ser el Reino de nuestro Dios y de su Cristo. Puede que el proceso sea lento; a nuestros ojos
impacientes, el progreso puede parecer que se demora. Pero es Dios el que está construyendo, y bajo
sus manos, la estructura se levanta firme aunque lentamente, y a su debido tiempo, la cúspide será
puesta en su lugar, y ante nuestros ojos atónitos, quedará revelado nada menos que un mundo
salvado".14
Juan ve el mundo redimido de los santos victoriosos de pie delante del trono y delante del
Cordero en adoración. Están vestidos de ropas blancas, que simbolizan justicia, con palmas en las
manos, con el bien conocido símbolo de la restauración del pueblo de Dios al paraíso. Esto también nos
recuerda la Fiesta de los Tabernáculos, iniciada durante el Éxodo: No es ningún accidente que la
palabra tabernáculo ocurra en este pasaje (véase nuestro comentario sobre v. 15 más abajo). 16 R. J.
Rushdoony muestra cuán extensas son las imágenes en el simbolismo de Apocalipsis: "Jesús es al
mismo tiempo el verdadero Moisés (el Cantar de los Cantares es citado en Rev. 15:2 ss.), y Josué el
mayor. Él es el liberador del pueblo de Dios. Simeón declaró en el templo que sus ojos habían visto la
salvación de Dios, habiendo visto al Salvador niño (Lk. 2:30; comp. Is. 52:10), pues él era uno de los
que 'esperaban la redención de Jerusalén' (Lk. 2:38), es decir, su liberación del cautiverio del Egipto
espiritual. La muerte de los niños en el Egipto de Faraón encuentra un paralelo en la orden homicida de
Herodes (Ex. 1:16; 2:15; 4:19; Mat. 2:16). El Cristo niño es llamado el verdadero Israel que fue
llamado desde Egipto (Mat. 2:14s.; comp. Ex. 4:22; Hosea 11:1). Los 40 años de la tentación de Israel
en el desierto, y su fracaso, se equiparan con los 40 días de la tentación de Cristo en el desierto, que
terminaron en victoria; Jesús resistió citando a Moisés. Jesús envió a 12 discípulos, para que fueran el
nuevo Israel de Dios, los nuevos dirigentes de una nueva nación o un nuevo pueblo. Jesús también
envió a los 70 (Lk. 10:1ss.), como Moisés reunió a 70, a quienes Dios dio el Espíritu (Num. 11:16ss.).
Se nos proporcionan paralelos de la conquista de Canaán, y la destrucción de sus ciudades por medio
del fuego del juicio (Mat. 10:15; 11:20ss.; Lk. 10:12ss.; Deut. 9:1ss.; Mat. 24). La antigua Jerusalén
ahora tiene el papel de Canaán y ha de ser destruída (Mat. 24). El mundo entero es la nueva Canaán,
que ha de ser juzgada y conquistada: 'Id a todo el mundo ...' Tanto Éxodo como Apocalipsis terminan
con el Tabernáculo, el primero con el tipo y el segundo con la realidad".17
v10 Uniéndose a la liturgia celestial, la innumerable multitud exclama: La salvación (es decir,
¡Hosanna!, comp Jn. 12:13) pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero -
atribuyéndole a Dios y al Cordero lo que Roma reclamaba para los Césares. Marco Antonio decía de
Julio César que su "único trabajo era salvar a todo el que necesitara ser salvo", 18 y ahora Nerón, a quien
Séneca, (hablando como "Apolo"), había alabado como el divino Salvador del mundo, estaba en el
trono:
Es muy semejante a mí, en forma y en aspecto, en su poesía y en la manera en que canta y toca.
Y como el rosicler de la mañana aleja la negra noche, como ni la bruma ni el rocío permanecen delante
de los rayos del sol, y todo se ilumina cuando mi carruaje pasa, así sucede cuando Nerón asciende al
trono. Sus dorados bucles, su claro semblante, brillan como el sol cuando penetra a través de las nubes.
La contienda, la injusticia, y la envidia se derrumban delante de él. Él restaura al mundo la edad de
oro.19
En directa contradicción con las blasfemias del culto al estado de Roma e Israel, la Iglesia
dcclara que la salvación es el ámbito de Dios y de su Hijo solamente. En todas las épocas, éste ha sido
básicamente el punto en disputa. ¿Quién es el Dueño y Determinador de la realidad? ¿La palabra de
quién es ley? ¿Es el estado el que proporciona la salvación? Para nosotros, como para la iglesia
primitiva, no puede haber terreno intermedio seguro entre la fe y la apostasía.
v11-12 También los ángeles son vistos aquí en este servicio de adoración celestial, rodeando la
congregación alrededor del trono y ofreciendo una séptuple bendición a Dios en alabanza - una
bendición que es precedida por y termina con un juramento: Amén. La bendición y la gloria y la
sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos
de los siglos. Amén. Como en muchas otras descripciones bíblicas de la adoración, la posición de los
adoradores se nota aquí: Cayeron sobre sus rostros delante del trono. En las Escrituras, la adoración
oficial y pública nunca muestra a los participantes sentados en oración; la oración en público siempre
tiene lugar en posiciones reverentes estando de pie o con la cabeza inclinada. El platonista moderno y
nominalista, que se cree más espiritualmente inclinado que los personajes bíblicos (¡y hasta que los
ángeles!) respondería a esto diciendo que la posición del cuerpo es irrelevante, con la condición de que
la actitud correcta llene el corazón. Pero esto pasa por alto el hecho de que la Biblia conecta la actitud
del corazón con la actitud del cuerpo. En la adoración pública, por lo menos, nuestras iglesias deberían
seguir el modelo bíblico de la reverencia física en la oración.
Cuando los protestantes racionalistas abandonaron el uso del reclinatorio delante de las bancas
durante el culto, contribuyeron a los brotes de pietismo individualista que tanta ruina han traído a la
iglesia. El hombre necesita la liturgia y el simbolismo. Dios nos creó de esa manera. Cuando la Iglesia
niega al hombre este aspecto de su naturaleza divina, el hombre tratará de completarlo por medio de
sustitutos inadecuados o pecaminosos. Un regreso a la liturgia basada en la Biblia no es un sánalotodo;
pero demostrará ser un correctivo para la "espiritualidad" superficial, frenética, y fuera de lugar que ha
sido el legado de siglos de pobreza litúrgica.
v13-14 Ahora uno de los ancianos desafía a Juan a que le diga la identidad de esta gran multitud
de toda nación. Juan confiesa su incapacidad, y el anciano explica: Estos son los que han salido de la
gran tribulación. Aunque este texto puede y debería usarse para consolar a los cristianos que pasan por
cualquier período de sufrimiento y persecución, su principal referencia es a "la hora de la prueba que ha
de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Rev. 3:10), la "Gran
Tribulación", de la cual Jesús advirtió cuando habló a sus discípulos sobre el monte de los Olivos (Mat.
24:21; Mk. 13:19) - una tribulación que, dijo Él, tendría lugar durante la generación que existía en ese
momento (Mat. 24:34; Mk. 13:30; Luc. 21:32); la mayor tribulación, cual no la ha habido desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá (Mat. 24:21; Mk. 13:19).
Para los cristianos del siglo primero que lo leían, el punto era que la tribulación que estaban a
punto de sufrir no les destruiría. Al enfrentarse a la persecución, habrían de verse a sí mismos, primero,
como "el Israel de Dios" (Gal. 6:16), sellados y protegidos; y segundo, como una multitud innumerable
y victoriosa. Como Dios les veía, no eran grupos dispersos y aislados de pobres y perseguidos
individuos acusados como criminales por un despiadado y demoníaco estado-poder; más bien, eran una
vasta multitud de vencedores, que habían lavado sus ropas y las habían emblanquecido en la sangre del
Cordero, y que estaban de pie delante del trono de Dios cubiertos por la justicia de Cristo Jesús. Juan
probablemente está pensando en el ritual de ordenación e investidura que tenía lugar después del
riguroso examen para el sacerdocio. Primero, el candidato a sacerdote era examinado en cuanto a su
genealogía. "Si no satisfacía al tribunal en cuanto a su perfecta legitimidad, el candidato era vestido y
cubierto con un velo negro, y eliminado de manera permanente. Si pasaba esta dura prueba, era luego
investigado en cuanto a cualesquiera defectos físicos. Maimónides enumera ciento sesenta y dos, de los
cuales ciento cuarenta le descalificaban permanentemente, y veintidós lo hacían temporalmente, para el
ejercicio del oficio sacerdotal... Los que pasaban la doble prueba eran vestidos de ropas blancas, y sus
nombres eran registrados permanentemente".20 Las ropas blancas de estos sacerdotes corresponden,
pues, a las vestiduras blancas del Sumo Sacerdote; y del mismo modo que se dice que estas vestiduras
están "lavadas con sangre", así también las de ellos son lavadas y emblanquecidas en la sangre del
Cordero.
En agudo contraste con lo que se les ha enseñado a algunos grupos cristianos en años recientes,
la iglesia primitiva no esperaba ser preservada milagrosamente de todas las dificultades en esta vida.
Sabían que serían llamados a sufrir persecución (2 Tim. 3:12) y tribulación (Jn. 16:33; Acts 14:22;
Rom. 5:3; 8:35; Rev. 1:9). El apóstol Pedro ya había escrito para preparar a la iglesia para la gran
tribulación: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna
cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo,
para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (1 Pet. 4:12-13). En un
sentido secundario, esto es ciertamente aplicable en todas partes a los cristianos que sufren tribulación.
No debemos ver la salvación como una fórmula mágica para evitar dificultades. Como ejército de
Cristo cubierto de vestiduras blancas, somos más que vencedores. Nuestro llamado es a soportar y a
vencer.
En su influyente estudio sobre la expansión de la iglesia primitiva, Adolf Harnack escribió: "Lo
notable es que, aunque los cristianos no fueron en modo alguno numerosos sino hasta mediados del
siglo segundo, reconocieron que el cristianismo formaba el punto central de la humanidad como campo
de la historia política, así como su factor determinante. Tal timidez es perfectamente comprensible en el
caso del judaísmo, porque los judíos eran realmente una nación grande y tenían tras de sí una gran
historia. Pero es realmente asombroso que un pueblo pequeñito confrontara de tal modo el poderío
entero del imperio romano que viera en la persecución de los cristianos el papel principal de ese
imperio, y que hiciera culminar la historia del mundo en ese conflicto. La única explicación de esto
reside en el hecho de que la iglesia simplemente tomó el lugar de Israel, y por consiguiente, se sentía
un pueblo; esto implicaba que la iglesia era también un factor político, y realmente el factor que jugaba
un papel decisivo junto con el estado y por medio del cual el estado habría de ser finalmente
vencido".21
v15-17 El anciano continúa su explicación: Por esta razón, a causa de su redención y su unión
con el Cordero por medio de su sangre, ellos están delante del trono de Dios en adoración. Imitando a
los querubines ( Rev. 4:8), estos sacerdotes vestidos con ropas blancas le sirven día y noche en su
templo (comp. 1 Crón. 9:33; 23:30; Ps. 134:1). Por esto reciben la más característica bendición del
pacto, la sombra del Omnipotente: El que se sienta en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Esto se refiere a la sombra proporcionada por la Nube de Gloria, que se cernía tanto sobre la tierra y la
creación (Gen. 1:2) como sobre Israel en el desierto (Deut. 32:10-11). 22 Llena de "muchos millares de
ángeles" (Ps. 68:17; comp. 2 Kings 6:17), la Nube proporcionaba un refugio alado; "refugio contra la
tormenta, sombra contra el calor" (Is. 25:4; comp. Ps. 17:8; 36:7; 57:1; 61:4; 63:7; 91:1-13; 121:5-6).
Todo esto fue resumido en una profecía de la venidera iglesia del Nuevo Pacto: "Cuando el Señor lave
las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de
juicio y con espíritu de devastación. Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre
los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche
llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel" (Is. 4:4-5; comp. Is. 51:16).
Esta nube/dosel de la presencia de Dios es llamada también escondedero (2 Sam. 22:12; Ps.
18:11; Lam. 3:44; Ps. 91:4), la misma palabra usada para describir la posición de los querubines
labrados que estaban encima del Arca del Pacto (Ex. 25:20). Este término es también la palabra
traducida como cabañas o tabernáculos en Lev. 23:33-43, donde Dios ordena a su pueblo erigir cabañas
con ramas de árboles frondosos para que vivieran en ellas durate la Fiesta de los Tabernáculos. Como la
vieron los profetas de la restauración, esta fiesta era una profecía representada de la conversión de
todas las naciones, el llenamiento del pueblo del pacto con el mundo entero. En el último día de la
Fiesta de los Tabernáculos, Dios habló por medio de Hageo: "Y haré temblar a todas las naciones, y
llenaré de gloria esta casa [el templo]" (Hag. 2:7). También Zacarías profetizó acerca del significado de
esta fiesta en términos de la conversión de las naciones y la santificación de cada una de las áreas de la
vida (Zac. 14:16:21).
En los últimos días, durante la celebración de la misma fiesta, Jesucristo nuevamente enuncia su
significado: el derramamiento del Espíritu sobre el creyente restaurado, de modo que la iglesia se
convierte en un medio para restaurar el mundo entero. La promesa de la Fiesta de los Tabernáculos
estaba a punto de cumplirse, después de la gloriosa ascensión del Hijo al trono: "En el último y gran día
de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que
cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de aguas viva. Esto dijo del Espíritu que
habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no
había sido aún glorificado" (Jn. 7:37-39).
La visión de Juan del mundo redimido revela el inescapable resultado de la ascensión de Cristo,
la consumación del Paraíso: Ya no tendrán hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor
alguno; porque el Cordero que está en medio de ellos los pastoreará, y los guiará a fuentes de agua de
vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Más atrás notamos las palabras del Padre al
Hijo en Is. 49, dándole la promesa de la salvación del mundo y de Israel. El pasaje continúa:
Te guardaré y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas
heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán
apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos. No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá;
porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas. Y convertiré en camino
todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas. He aquí éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del
occidente, y éstos de la tierra de Sinim [China]. Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en
alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia. (Is. 49:8-13).
Las iglesias del siglo primero estaban al borde de la mayor tribulación de todos los tiempos.
Muchos perderían sus vidas, sus familias, sus posesiones. Pero Juan escribe para decirles a las iglesias
que la tribulación no es una muerte, sino un nacimiento (comp. Mat. 24:8), el preludio del
establecimiento del reino mundial de Cristo. Les muestra la escena en el otro lado: la celebración de la
inevitable victoria.
En el Circo Máximo de Nerón, el escenario de sus sangrientas y repugnantes matanzas de
cristianos - por medio de las bestias salvajes, por crucifixión, por el fuego y por la espada - había un
gran obelisco de piedra,, mudo testigo de la valiente conducta de aquellos santos valientes que
soportaron la tribulación y contaron todas las cosas como pérdida por amor a Cristo. Hace mucho
tiempo, el bestial Nerón y sus secuaces pasaron de la escena a su recompensa eterna, pero el obelisco
todavía permanece, y ahora está en el centro de la gran plaza en frente de la Basílica de San Pedro.
Grabadas a cincel en su base aparecen estas palabras, tomadas del himno de triunfo de los mártires
vencedores:
CHRISTUS VINCIT
CHRISTUS REGNAT
CHRISTUS IMPERAT
Cristo vence;
Cristo reina;
Cristo gobierna sobre todo.
Notas:
1. J. Marcellus Kik, An Eschatology of Victory (Nutley, NJ: The Presbyterian and Reformed Publishing Company,
1971), pp. 96s.
2. Véanse los estudios de James B. Jordan, Food and Faith y Trees and Thorns, próximos a ser publicados.
3. Véanse nuestros comentarios sobre 4:5-8, más arriba.
4. The Dominion Covenant: Genesis (Tyler, TX: Institute for Christian Economics, 1982), comp. pp. 1-2, 425-54;
véase también Rousas John Rushdoony, The Mythology of Science (Nutley, NJ: The Craig Press, 1967).
5. E. H. Plumptre, The Pulpit Commentary: Ezekiel (London: Funk and Wagnalls Co., n.d), Vol. 1, pp. 162s.
6. Tertullian, Against Marcion, iii.22, en Alexander Roberts y James Donaldson, eds., The Ante-Nicene Fathers
(Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1973), Vol. III, pp. 340s. Sobre la legitimidad de la señal de la
cruz como una acción simbólica, véase de James B. Jordan, The Sociology of the Church: Essays in Reconstruction
(Tyler, TX: Geneva Ministries, 1986), pp. 207ss.
7. Milton Terry, Biblical Apocalyptics: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the Canonical
Scriptures (New York: Eaton and Mains, 1898), p. 336.
8. Ibid., pp. 341s.
9. Rousas John Rushdoony, Salvation and Godly Rule (Vallecito, CA: Ross House Books, 1983), p. 141.
10. Austin Farrer, A Rebirth of Images: The Making of St. John´s Apocalypse (Gloucester, MA: Peter Smith, [1949]
1970, pp. 20s.
11. Oriente significa este; por esto, si se está realmente "orientado", ya se está "esteado", puesto de manera que se
tiene al frente la dirección correcta (que generalmente es el este, aunque no siempre).
12. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine, p. 108.
13. Ibid., p. 110.
14. Benjamin Warfield, de un sermón sobre Juan 3:16 titulado "El Inmensurable Amor de Dios", en Biblical and
Theological Studies (Philadelphia: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1968), pp. 518s.
15. Citado en la obra de Lain Murray, The Puritan Hope: Revival and the Interpretation of Prophecy (London: The
Banner of Truth Trust, 1971), p. 258.
16. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 44-46, 60.
17. Rousas John Rushdoony, The Kingdom Come; Studies in Daniel and Revelation (Tyler, TX: Thoburn Press,
[1970] 1978), pp. 149s.
18. Ethelbert Stauffer, Christ and the Caesars (Philadelphia: The Westminster Press, 1955), p. 52.19. Ibid., p. 139. A su
debido tiempo, Nerón le pagó a Séneca por toda una vida de servil idolatría ordenándole que se suicidara.
20. Alfred Edersheim, The Temple: Its Ministry and Services as They Were at the Time of Jesus Christ (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., 1980), p. 95; comp. Rev. 3:5.
21. Adolf Harnack, The Mission and Expansion of Christianity in the First Three Centuries, James Moffatt, trad.
(Gloucester, MA; Peter Smith, [1908] 1972), pp. 257s.
22. Véase de Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 13ss; comp.
Chilton, Paradise Restored, pp. 58ss
Parte Cuatro
SANCIONES DEL PACTO: LAS SIETE TROMPETAS
(Apocalipsis 8-14)
Introducción
La cuarta sección del documento normal de tratado tenía que ver con las sanciones del pacto
(maldiciones y bendiciones) (comp. Deut. 27:1-30:20). 1 En Deuteronomio, estas sanciones se presentan
en el contexto de una ceremonia de ratificación, en la cual el pacto entre Dios y el pueblo es renovado.
Moisés dio instrucciones al pueblo para que se dividiera en dos grupos, seis tribus en el monte de
Gerizim (símbolo de bendición) y seis en el altar construído sobre el monte Ebal (símbolo de
maldición). La congregación debía hacer juramento solemne, repitiendo Amén mientras los levitas
repetían las maldiciones del pacto invocando sobre sí mismos aquellas maldiciones si alguna vez
abandonaban la ley (Deut. 27:1-26). Moisés dio a entender claramente que este juramento de pacto
involucraba no sólo al pueblo que había jurado, junto con sus esposas, hijos, y siervos, sino también a
las generaciones venideras (Deut. 29:10-15).
Moisés advirtió que la tierra de Israel se convertiría en desolación si el pueblo abandonaba el pacto;
como Sodoma y Gomorra, un monumento al juicio de Dios. " Y dirán las generaciones venideras, vuestros
hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de
aquella tierra, y sus enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar (azufre y sal, abrasada toda su tierra; no
será sembrada. ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de
Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira)".
"Más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran
ira? Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando
los sacó de la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y
que ninguna cosa les habían dado. Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella
todas las maldiciones escritas en este libro; y Jehová los desarraigó de su tierra con ira, furor, y con grande
indignación, y los arrojó a otra tierra, como hoy se ve" (Deut. 29:22-28).
Las siete trompetas del Apocalipsis anuncian que este juicio está a punto de ser derramado sobre
Israel por haber rechazado a Cristo. A través de esta sección vuela el ángel-querubín con su clamor de
ayes, un recordatorio de la nación conquistadora de la que se advierte en Deut. 28:48. El águila es un
símbolo bíblico tanto de las bendiciones (comp. Ex. 19:4; Deut. 32:11) como de las maldiciones del
pacto (comp. Jer. 4:13; Hab. 1:8). Como en la apertura de la sección sobre sanciones y la ratificación
del pacto en Oseas (Hosea 8:1), el águila en Apocalipsis está conectada con el sonar de las trompetas
anunciando el desastre; y sin embargo el águila trae salvación también al que es fiel al pacto (comp.
Rev. 12:14).
Como en Deuteronomio, esta sección de Apocalipsis nos muestra dos montes: el monte de la
maldición en el capítulo 8, que es encendido con carbones del altar y lanzado al abismo; y el monte de
bendición en el capítulo 14, el monte de Sion, donde el Cordero se encuentra con su ejército de
144.000, el remanente de la tierra de Israel. Deut. 30:1-10 promete una última restauración del pueblo,
cuando Dios realmente circuncidará sus corazones, y cuando nuevamente les bendiga abundantemente
en todas las áreas de la vida. Kline comenta: "Como muestra el desarrollo de este tema en los profetas,
la renovación y la restauración que Moisés predice es la que Cristo consumó en el nuevo pacto. La
profecía no tiene que ver tanto con los judíos étnicos como con la comunidad del pacto, que aquí se
denotaba concretamente en su identidad del Antiguo Testamento como Israel. Dentro de la esfera del
Nuevo Pacto, sin embargo, el muro de las distinciones étnicas desaparece. En consecuencia, la figura
del Antiguo Testamento que aquí se usa para describir a los israelitas exiliados y reunidos con Yahvé en
Jerusalén (v. 3b, 4; comp. Rev. 28:64) encuentra su principal cumplimiento en la reunión universal, en
el Nuevo Testamento, de los pecadores de la raza humana, exiliados del paraíso, de vuelta al Señor
Cristo entronado en la Jerusalén celestial".2
Por esto, la imagen central de esta sección de Apocalipsis es una ceremonia de ratificación del
pacto (capítulo 10), en la cual el ángel del pacto está de pie en el mar y sobre la tierra, alzando su mano
derecha al cielo, haciendo un juramento y proclamando la venida del Nuevo Pacto, la inauguración de
una nueva administración del mundo bajo "el Señor y su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos"
(Rev. 11:15).
Notas:
1. Véase de Meredith G. Kline, Treaty of the Great King: The Covenant Structure of Deuteronomy (Grand Rapids:
William B, Eerdmans Publishing Co., 1963), (Tyler, TX: Institute for Christian Economics, 1987).
1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.
3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo
a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.
5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y
relámpagos, y un terremoto.
v1-2 Finalmente, se rompe el séptimo sello, abriéndose para revelar las siete trompetas que
anunciaban la condenación de Jerusalén, la una vez santa ciudad que se ha paganizado y que, como su
predecesor Jericó, caerá como resultado del sonido de las siete trompetas (comp. Josué 6:4-5). Pero
primero, en esta grandiosa liturgia celestial que comprende el libro de Apocalipsis, hay silencio en el
cielo como por media hora. Milton Terry comenta: "Quizás la idea de este silencio haya sido sugerida
por el cese de los cantores y las trompetas cuando el rey Ezequías y los que con él estaban se inclinaban
en reverente adoración (2 Crón. 29:28-29), y la media hora haya hecho alguna referencia al
ofrecimiento de incienso descrito en los versículos 3 y 4, pues ése habría sido más o menos el tiempo
necesario para que un sacerdote entrara en el templo, ofreciera incienso, y regresara (comp. Lev. 16:13-
14; Luc. 1:10, 21)".1
"Es éste solemnísimo momento, cuando, a través de los vastos edificios del templo, un profundo
silencio reposaba sobre la multitud que adoraba, mientras dentro del santuario mismo el sacerdote
ponía el incienso sobre el altar de oro, y la nube de incienso [Lev. 5:8] se elevaba delante del Señor, lo
que sirve como imagen de las cosas celestiales en esta descripción."3
Después de este silencio lleno de santo temor, se les dan siete trompetas a los siete ángeles que
están de pie delante de Dios4 (la liturgia del templo usaba siete trompetas: 1 Crón. 15:24; Neh. 12:41).
Juan parece suponer que reconoceremos a estos siete ángeles; y ciertamente deberíamos, porque ya los
hemos conocido. Las cartas de Apocalipsis 2-3 fueron escritas a "los siete ángeles" de las iglesias, y
son ellos los que están representados aquí (admitiendo, por supuesto, que estas figuras no sean
necesariamente "idénticas" a los ángeles de las iglesias). Es claro que la idea es que se relacionen entre
sí, como podemos ver cuando damos un paso atrás y nos alejamos del texto (y de nuestras ideas
preconcebidas) y permitimos que el cuadro entero se presente ante nuestros ojos. Cuando hacemos esto,
vemos que el Apocalipsis está estructurado en sietes, y en modelos recurrentes de siete. Uno de estos
modelos recurrentes es el de siete ángeles (capítulos Rev. 1-3, 8-11, 14, 15-16). Del mismo modo que
el culto terrenal sigue el modelo del culto celestial (Heb. 8:5, 9:23-24), así también ocurre con el
gobierno de la iglesia (Mat. 16:19; 18:18; Jn. 20:23); además, según las Escrituras, hay numerosas
correspondencias entre las actividades humanas y las activdades angélicas (comp. Rev. 2:17). Los
ángeles están presentes en los servicios de culto de la iglesia (1 Cor. 11:10; Eph. 3:10) - o, más
exactamente, nos reunimos en el día del Señor alrededor del trono de Dios, en la corte celestial.
Por eso, se nos muestra en el libro de Apocalipsis que el gobierno de la iglesia terrenal
corresponde al gobierno celestial, angélico, de la misma manera en que nuestro culto oficial
corresponde al que los ángeles llevan a cabo alrededor del trono celestial. Además, los juicios que caen
sobre la tierra son traídos por las acciones de los siete ángeles (nuevamente, no podemos divorciar los
ángeles humanos de sus contrapartes celestiales). A los oficiales de la iglesia se les encarga y se les da
poder para hacer que fructifiquen las bendiciones y las maldiciones de Dios en la tierra. Los oficiales
de la iglesia son los administradores divinamente nombrados de la historia mundial. Las implicaciones
de este hecho, como veremos, son de fundamental importancia, literalmente capaces de hacer temblar
la tierra.
v3-5 Juan ve a otro ángel de pie al lado del altar de incienso, sosteniendo un incensario de oro.
Una gran cantidad de incienso, que simboliza las oraciones de todos los santos (comp. comentarios
sobre Rev. 5:8) se le da al ángel para que lo añada a las oraciones del pueblo de Dios, garantizando que
las oraciones serán recibidas como una ofrenda de olor grato al Señor. Luego el humo del incienso, con
las oraciones de los santos, asciende delante de Dios de la mano del ángel, como ofrece el ministro las
peticiones de su congregación.
Lo que ocurre después es asombroso: El ángel llena el incensario con brasas del altar de
incienso y arroja el fuego a la tierra en juicio; y esto es seguido por truenos y voces y relámpagos y un
terremoto. Por supuesto, estos fenómenos deberían resultarnos familiares como los acompañamientos
de la Nube de Gloria: "Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y
relámpagos, y espesa nube sobre el monte y sonido de bocina muy fuerte.... Todo el monte Sinaí
humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un
horno, y todo el monte se estremecía en gran manera" (Éx. 19:16, 18).
La ironía de este pasaje es obvia cuando tenemos presente que es una profecía contra el Israel
apóstata. En la adoración del Antiguo Testamento, el fuego sobre el altar del holocausto se originaba en
el cielo, descendiendo sobre el altar cuando el Tabernáculo y el Templo estaban preparados (Lev. 9:24;
2 Crón. 7:1). Este fuego, encendido por Dios, era mantenido encendido por los sacerdotes, y llevado de
un lugar a otro para que pudiera ser usado para encender otros fuegos sagrados (Lev. 16:12-13; comp.
Num. 16:46-50; Gen. 22:6). Ahora, cuando al pueblo de Dios se le ordenaba destruir una ciudad
apóstata, Moisés ordenaba además: "Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con
fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios" (Deut. 13:16; Jud. 20:40;
comp. Gen. 19:28). La única manera aceptable de quemar una ciudad como holocausto total era con el
fuego de Dios - fuego del altar. 5 Así, cuando una ciudad había de ser destruida, el sacerdote tomaba
fuego del altar de Dios y lo usaba para encender todo el montón de botín que servía como leña,
ofreciendo así la ciudad entera como sacrificio. Es esta práctica de poner a una ciudad "bajo
interdicción", de modo que nada sobreviviera a la conflagración (Deut. 13:12-18), la que el libro de
Apocalipsis usa para describir el juicio de Dios contra Jerusalén.6
Dios hace llover sus juicios sobre la tierra en respuesta específica a la adoración litúrgica de su
pueblo. Como parte del servicio de adoración formal y oficial en el cielo, el ángel del altar ofrece las
oraciones del pueblo corporativo de Dios; y Dios responde a las peticiones, actuando en la historia a
favor de los santos. La íntima conexión entre la liturgia y la historia es un hecho inescapable, un hecho
que no podemos darnos el lujo de ignorar. No queremos sugerir que el mundo está en peligro de caer en
un "no ser" cuando la adoración de la iglesia es defectuosa. En realidad, Dios usará las fuerzas
históricas (hasta las paganas) para castigar a la iglesia cuando ella deja de estar a la altura de su alto
llamado como reino de sacerdotes. El punto aquí es que la adoración oficial de la comunidad del pacto
es cósmicamente significativa. Cuando la asamblea que adora invoca al Señor del pacto, el mundo
experimenta sus juicios. La historia es administrada y dirigida desde el altar del incienso, que ha
recibido las oraciones de la iglesia.7
En este pasaje aparecen varias áreas de la importancia simbólica de las trompetas. Primero, las
trompetas se usan en la liturgia del Antiguo Testamento para procesiones ceremoniales, particularmente
como escolta para el arca del pacto; el ejemplo obvio, principal, de esto es la marcha alrededor de
Jericó antes de que cayera (Josué 6; comp. 1 Crón. 15:24; Neh. 12:41). Como dice G. B. Caird: "Juan
debe haber tenido en mente este relato cuando escribió; porque nos dice que el arca apareció con el
sonido de la séptima trompeta (11:19), y también que una de las consecuencias del toque de la trompeta
fue la caída de un décimo del muro de la gran ciudad (Rev. 11:13)".8
Segundo, se hicieron sonar las trompetas para proclamar el gobierno del nuevo rey (1 Kings
1:34, 39; comp. Ps. 47:5: "La séptima trompeta de Juan es la señal para que el coro celestial cante su
himno de la coronación, alabando a Dios porque Él ha asumido la soberanía y ha comenzado a reinar
(Rev. 11:15)".9
Tercero, el sonido de la trompeta era una alarma, que advertía a Israel del juicio que se
acercaba, e instaba al arrepentimiento nacional (Is. 58:1; Jer. 4:5-8; 6:1, 17; Ez. 33:1-6; Joel 2:1, 15).
"Juan también creía que el propósito del sionido de las trompetas y los desastres que anunciaban era
llamar a los hombres al arrepentimiento, aunque ese propósito no se cumpliera. El resto de la
humanidad que sobrevivía a estas plagas todavía no podía renunciar a los dioses de su propia hechura
( Rev. 9:20; comp. Amos 4:6-11)".10
Cuarto, a Moisés se le instruyó para que usara dos trompetas de plata tanto "para convocar a la
congregación" para el culto como "para hacer mover los campamentos" en combate contra el enemigo
(Num. 10:1-9). Es significativo que estos dos propósitos, la guerra y el culto, se mencionan casi
simultáneamente. Gordon Wenham observa que "lo mismo que la disposición del campamento con el
tabernáculo en medio, y el ordenamiento de las tribus en formación de combate, las trompetas de plata
declaran que Israel es el ejército del Rey de Reyes que se prepara para una guerra santa de conquista". 11
Por supuesto, la ironía en Apocalipsis es que ahora Dios está ordenando que las trompetas de la guerra
santa suenen contra el mismo Israel.
Quinto, las trompetas también se hacían sonar durante las fiestas y en el primer día de cada mes
(Num. 10:10), con énfasis especial en Tisri 1, el día de Año Nuevo civil (en el año eclesiástico, el
primer día del mes séptimo); este Día de las Trompetas era el reconocimiento litúrgico especial del Día
del Señor (Lev. 23:24-25; Num. 29:1-6). Por supuesto, el antecedente más básico de todo esto es la
Nube de Gloria, que está acompañada por sonidos de trompeta angélicos anunciando la soberanía y el
juicio del Señor (Ex. 19:16); la liturgia terrenal del pueblo de Dios era una recapitulación de la liturgia
celestial, otra indicación de que el pueblo de Dios redimido había sido restaurado a su imagen. (Esta
fue la razón del método que usó el ejército de Gedeón para poner en fuga a los madianitas, en Jds. 7:15-
22: Rodeando al enemigo con luces, un griterío, y el sonido de trompetas, los israelitas eran un reflejo
terrenal del ejército celestial de Dios en la Nube, que venía sobre los enemigos de Dios en venganza).
El simbolismo bíblico habría resultado muy familiar a los lectores de Juan del siglo primero, y "en
cualquier caso, Juan mismo les ha dicho con bastante claridad que las trompetas eran una escolta para
el arca, una proclamación de la divina soberanía, y un llamado al arrepentimiento general; y,
poniéndolas en las manos de Ángeles de la Presencia, él ha indicado la estrecha asociación de ellos con
la adoración".12
6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.
7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la
tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.
v6-7 Los juicios desencadenados por el sonido de estas trompetas no sólo nos recuerdan la caída
de Jericó, sino también las plagas que cayeron sobre Egipto antes del Éxodo. Juntos, se representan
como destruyendo la tercera parte de la tierra. Obviamente, puesto que el juicio no es ni total ni final,
no puede ser el fin del mundo físico. Sin embargo, la devastación es tremenda, y efectivamente resulta
en el fin de la nación judía, el sujeto de estas terribles profecías. Israel se ha convertido en una nación
de egipcios y cananeos; peor aún, una tierra de apóstatas del pacto. Todas las maldiciones de la Ley
están a punto de ser derramadas sobre los que una vez fueron el pueblo de Dios (Mat. 23:35-36), Las
primeras cuatro trompetas se refieren aparentemente a la serie de desastres que devastaron a Israel en
los últimos días, y principalmente a los sucesos que condujeron al rompimiento de las hostilidades.
Del mismo modo que los juicios de los sellos son contados en grupos de cuatro, los juicios de
las trompetas se cuentan en grupos de tres. Suena la primera trompeta, y una maldición triple (granizo,
fuego, sangre) es lanzada, y afecta la tercera parte de la tierra; tres objetos en particular son
seleccionados. Juan ve granizo y fuego, mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra. La
sangre de los testigos asesinados se mezcla con fuego del altar, trayendo ira sobre los perseguidores. El
resultado de esta maldición, que tiene alguna similitud con la séptima plaga en Egipto (Ex. 9:22-26), es
que se quema la tercera parte de la tierra y un tercio de los árboles, así como toda la hierba verde (es
decir, toda la hierba de la tercera parte de la tierra; comp. Rev. 9:4). Si los árboles y la hierba
representan al remanente elegido (como lo parece en Rev. 7:3 y 9:4), esto indica que no están exentos
del sufrimiento físico y la muerte al descnder la ira de Dios sobre los malvados. Sin embargo, (1) la
Iglesia no puede ser destruída por completo en ningún juicio (Mat. 16:18), y (2) a diferencia de los
impíos, el destino final de los cristianos no es la ira, sino la vida y la salvación (Rom. 2:7-9; 1 Thes.
5:9).
A los paganos que se mofaban diciendo que Dios no había rescatado a los cristianos de sus
enemigos, San Agustín les replicó: "La familia entera de Dios, ciertamente, tiene, por lo tanto, un
consuelo propio - un consuelo que no puede engañar, y que tiene en él una más segura esperanza que la
que pueden ofrecer los tambaleantes y falibles asuntos de la vida. Ellos no rehusarán la disciplina de
esta vida temporal, en la cual son instruídos para la vida eterna; ni lamentarán su experiencia de ella, a
causa de las buenas cosas de la vida que ellos usan como peregrinos que no son detenidos por ellas, y
sus males ni las prueban ni las desaprueban".
"En cuanto a los que insultan a causa de ellas en sus pruebas, y cuando les ocurren males, dicen:
'¿Dónde está vuestro Dios?' [Ps. 42:10], podemos preguntarles dónde están los dioses de ellos cuando
sufren las mismas calamidades, para evitar las cuales ellos adoran a sus dioses, o sostienen que estos
dioses deberían ser adorados; porque a la familia de Cristo se le ha proporcionado su respuesta: Nuestro
Dios está presente en todas partes, absolutamente en todas partes; ni está confinado a ningún lugar.
Puede estar presente sin ser percibido, y estar ausente sin moverse; cuando nos expone a adversidades,
es para probar nuestras perfecciones o corregir nuestras imperfecciones; y a cambio de que nosotros
soportemos pacientemente los sufrimientos del tiempo, nos reserva una recompensa eterna. Pero,
¿quiénes sois vosotros, para que tengamos que dignarnos siquiera hablar con vosotros acerca de
vuestros propios dioses, mucho menos sobre nuestro Dios, que es 'temible sobre todos los dioses.
Porque todos los dioses de las naciones son ídolos; pero el Señor hizo los cielos' [Ps. 96:4-5]?".14
Por otra parte, los impíos tienen ante sí sólo ira y angustia, tribulación, y aflicción (Rom. 2:8-9).
Literalmente, la vegetación de Judea, y especialmente la de Jerusalén, sería destruída, según los
métodos de guerra romanos de tierra arrasada: "Tanto el campo como la ciudad daban lástima, pues
donde una vez había habido bosques y parques, ahora había un completo desierto desnudo de árboles; y
ningún extranjero que hubiese visto la antigua Judea y los gloriosos suburbios de su capital, y que
ahora contemplase aquella completa desolación, podría contener las lágrimas ni suprimir un gemido al
ver un cambio tan terrible. La guerra había borrado todo rastro de belleza, y nadie que hubiese
conocido la ciudad en el pasado y llegara de repente podría haber reconocido el lugar, pues, aunque ya
había llegado allí, todavía estaría buscando la ciudad". 15 Y, sin embargo, esto era sólo el principio;
faltaban muchas más penas - y mucho peores (comp. Rev.16:21).
8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la
tercera parte del mar se convirtió en sangre.
9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la terera parte de las naves fue destruída.
v8-9 En el sonido de la trompeta del segundo ángel, vemos un paralelo de la primera plaga en
Egipto, en la cual el Nilo se convirtió en sangre y murieron los peces (Ex. 7:17-21). La causa de esta
calamidad fue que la gran montaña ardiendo en fuego fue lanzada al mar. El significado de esto se hace
claro cuando recordamos que la nación de Israel era el "Santo Monte" de Dios, el "monte de su
heredad" (Ex. 15:17). Como el pueblo redimido de Dios, habían sido traídos de vuelta a Edén, y el uso
repetido de imágenes de montañas a través de su historia (incluyendo el hecho de que el monte de Sion
era el símbolo aceptado de la nación) demuestra esto vívidamente. Pero ahora, como apóstatas, Israel se
había convertido en "montaña destructora", contra la cual se había vuelto la ira de Dios. Ahora Dios
está hablando de Jerusalén en el mismo lenguaje que una vez usó para hablar de Babilonia, un hecho
que será céntrico a las imágenes de este libro:
He aquí, yo estoy contra tí, oh monte destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano
contra tí, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte quemado.... Subió el mar sobre Babilonia; de la multitud
de sus olas será cubierta. (Jer. 51:25, 42).
Conéctese esto con el hecho de que Jesús, en medio de una larga serie de discursos y parábolas
sobre la destrucción de Jerusalén (Mat. 20-25), maldijo una higuera estéril, como símbolo de juicio
sobre Israel. Luego les dijo a sus discípulos: "De cierto os digo que si tuviéreis fe, y no dudáreis, no
sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijéreis: Quítate y échate en el mar, será hecho.
Y todo lo que pidiéreis en oración, creyendo, lo recibiréis" (Mat. 21:212-22). ¿Estaba Jesús siendo
impertinente? ¿Esperaba realmente que los discípulos anduvieran por allí orando para mover montañas
literales? Por supuesto que no. Más importante, Jesús no estaba cambiando el tema. Todavía estaba
enseñándoles una lección sobre la caída de Israel. ¿Cuál era la lección? Jesús estaba instruyendo a sus
discípulos para que ofrecieran oraciones imprecatorias, suplicando que Dios dcstruyera a Israel, que
secara la higuera, que lanzara al mar la montaña apóstata.16
Y eso es exactamente lo que sucedió. La iglesia perseguida, bajo opresión de los judíos
apóstatas, comenzó a orar pidiendo la venganza de Dios sobre Israel (Rev. 6:9-11), rogando que la
montaña de Israel fuera "tomada y echada en el mar". Sus ofrendas fueron recibidas en el altar celestial
de Dios, y en repuesta Dios dio instrucciones a sus ángeles para que lanzaran sus juicios contra la tierra
(Rev. 8:3-5). Israel fue destruído. Deberíamos notar que Juan está escribiendo esto antes de la
destrucción, para instrucción y estímulo de los santos, para que continuasen orando en fe. Como les
había dicho al comienzo, "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca" (Rev. 1:3).
10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella. ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la
tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.
11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres
murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.
v10 Como el símbolo precedente, la visión de la tercera trompeta combina las imágenes bíblicas
de la caída tanto de Egipto como de Babilonia. El efecto de esta plaga - las aguas que se vuelven
amargas - es similar a la primera plaga en Egipto, en la cual el agua se volvió amarga a causa de la
multitud de peces muertos y en descomposición (Ex. 7:21). La amargura de las aguas es causada por
una gran estrella que cae del cielo, ardiendo como una antorcha. Esto es paralelo a la profecía de Isaías
tocante a la caída de Babilonia, de la cual se habla en términos de la caída original en el paraíso:
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú
que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte
del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. (Is. 14:12-15).
El nombre de esta estrella caída es Ajenjo, un término usado en la Ley y los Profetas para
advertir a Israel de su destrucción como castigo por su apostasía (Deut. 29:18; Jer. 9:15; 23:15; Lam.
3:15, 19; Amós 5:7). Nuevamente, combinando estas alusiones del Antiguo Testamento, Juan llama la
atención sobre este punto: Israel es apóstata, y se ha convertido en Egipto; Jerusalén se ha convertido
en Babilonia; y los quebrantadores del pacto serán destruídos, tan seguramente como fueron destruídos
Egipto y Babilonia.
12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera
parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y
asimismo de la noche.
13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la
tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!
v12 Como la novena plaga en Egipto de "densas tinieblas" (Ex. 10:21-23), la maldición traída
por el cuarto ángel golpea a los portadores de luz, el sol, la luna, las estrellas, de modo que un tercio de
ellas pudieron quedar oscurecidas. La imagen aquí fue usada por los profetas por largo tiempo para
ilustrar la caída de naciones y gobernantes nacionales (comp. Is. 13:9-11, 19; 24:19-23; 34:4-5; Ez.
32:7-8, 11-12; Joel 2:10, 28-32; Acts 2:16-21). En cumplimiento de esto, observa Farrar, "un
gobernante tras otro, y jefe tras jefe del Imperio Romano y de la nación judía fue asesinado y arruinado.
Gayo, Claudio, Nerón, Galba, Otón, Vitelio, todos murieron asesinados o se suicidaron; Herodes el
Grande, Herodes Antipas, Herodes Agripa, y la mayoría de los príncipes herodianos, junto con no
pocos de los principales sumos sacerdotes de Jerusalén, perecieron en desgracia, o en el exilio, o en
forma violenta. Todos éstos fueron soles apagados y estrellas oscurecidas".
Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. Le halló en tierra de desierto, y en yermo de
horrible soledad. Lo trajo alrededor, lo instruyó.lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su
nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas. (Deut. 32:9-11; comp. Ex.
19:4).
Pero el águila es también una temible ave de presa, asociada con sangre y muerte y carne en
descomposición:
Sus polluelos chupan la sangre, y donde hubiere cadáveres, allí está ella. (Job. 39:30).
Como las plagas originales en Egipto, las maldiciones se vuelven más intensas y más precisas
en su aplicación. Juan está construyendo para llegar a un crescendo, usando los tres ayes del águila
(que corresponden a la quinta, sexta, y séptima trompetas; comp. Rev. 9:12; 11:14-15) para dramatizar
los crecientes desastres que caen sobre la tierra de Israel. Después de muchas demoras y mucha
paciencia de parte del celoso y santo Señor de los ejércitos, las terribles sanciones de la Ley se desatan
finalmente contra los quebrantadores del pacto, para que Cristo Jesús pueda heredar los reinos del
mundo y traerlos a su templo (Rev. 11:15-19; 21:22-27).
Notas:
1. Milton S. Terry, Biblical Apocalyptics: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the
Canonical Scriptures (New York: Eaton and Mains, 1898), pp. 343s. Véase también de Alfred Edersheim, The Temple:
Its Ministry and Services as They Were at the Time of Jesus Christ (Grand Rapids: William B. Eerdmans, 1980), pp.
167s.
2. Edersheim observa aquí que "la práctica de enlazar las manos juntas en oración data del siglo quinto de nuestra era,
y es de puro origen sajón".
3. Alfred Edersheim, The Temple, p. 167.
4. Tobit 12:15 habla de "los siete ángeles santos, que presentan las oraciones de los santos, y entran y salen delante de
la gloria del Santo".
5. Ofrecer un sacrificio con "fuego extraño" (es decir, fuego fabricado, no del altar) era castigado con la muerte: Lev.
10:1-4.
6. Para un estudio más profundo de la totalidad de este tema, véase de James B. Jordan, Sabbath-Breaking and the
Death Penalty: A Theological Investigation (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1986), esp. caps. 3-5.
7. El uso simbólico del incienso es, por lo tanto, apropiado (pero, por supuesto, no obligatorio) en la liturgia del
Nuevo Pacto.
8. G. B. Caird, The Revelation of St. John the Divine (New York: Harper & Row, Publishers, 1966), p. 108.
9. Ibid.
10. Ibid., p. 109.
11. Gordon J. Wenham, Numbers: An Introduction and Commentary (Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press, 1981),
p. 102.
12. Caird, p. 111.
13. J. Massyngberde Ford, Revelation: Introduction, Translation, and Commentary (Garden City, NY: Doubleday &
Co., 1975), pp. 135s.
14. St. Augustine, The City of God, i.29 (Marcus Dods, trad., New York: The Modern Library, 1950, pp. 34f.).
15. Josephus, The Jewish War, vi.i.1.
16. Según William Telford, este monte era una expresión normal en el pueblo judío para referirse al Monte del
Templo, "la montaña por excelencia"; véase The Barren Temple and the Withered Tree (Department of Biblical
Studies, University of Sheffield, 1980), p. 119.
17. F. W. Farrar, The Early Days of Christianity (Chicago: Bedford, Clarke and Co., publishers, 1882), p. 519
Capitulo 9 - SE DESATA EL INFIERNO
1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del
abismo.
2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por
el humo del pozo.
3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.
4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna. ni a ningún árbol, sino solamente a
los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de
escorpión cuando hiere al hombre.
6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de
ellos.
7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como
coronas de oro; sus caras eran como caras humanas;
8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones;
9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos
corriendo a la batalla;
10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres
durante cinco meses.
11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego Apolión.
12 El primer ay pasó; he aquí vienen aún dos ayes después de esto.
v1-6 Con el primer ay, las plagas se vuelven más intensas. Aunque esta maldición es similar a
los grandes enjambres de langostas que vinieron sobre Egipto en la octava plaga (Ex. 10:12-15), estas
"langostas" son diferentes: son demonios del abismo, del pozo del abismo, del cual se habla siete veces
en Apocalipsis (Rev. 9:1, 2, 11; 11:7; 17:8; 20;1, 3). La Septuaginta usa el término por primera vez en
Gen. 1:2, hablando de la original faz del abismo sobre el cual se movía el Espíritu creativamente (y
"derrotó" metafóricamente); comp. Jn. 1:5). El abismo es el extremo más alejado del cielo (Gen. 49:25;
Deut. 33:13) y de las altas montañas (Ps. 36:6). Se usa en las Escrituras como referencia a las partes
más profundas del mar (Job. 28:14; 38:16; Ps. 33:7) y a los ríos subterráneos y fuentes de aguas (Deut.
8:7; Job. 38:16) de donde vinieron las aguas del diluvio (Gen. 7:11; 8:2; Prov. 3:20; 8:24), y que
regaban el reino de Asiria (Ez. 31:4, 15). El cruce del Mar Rojo por el pueblo del pacto se asemeja
repetidamente a cruzar el abismo (Ps. 77:16; 106:9; Is. 44:27; 51:10; 63:13). El profeta Ezequiel
amenazó a Tiro con una gran desolación de la tierra, en la cual Dios haría subir el abismo para que
cubriera la ciudad con un nuevo diluvio, haciendo bajar a su pueblo al abismo en las partes más bajas
de la tierra (Ez. 26:19-21), y Jonás habló del abismo en términos de la excomunión de la presencia de
Dios, un destierro del templo (Jonás 2:2-6). El dominio del dragón (Job 41:31; Ps. 148:7; Rev. 11:7;
17:8), la prisión de los demonios (Lk. 8:31; Rev.. 20:1-3; comp. 2 Pet. 2:4; Jude 6), y el reino de los
muertos (Rom. 10:7) son todos llamados por el nombre de abismo. Juan advierte a sus lectores que el
infierno está a punto de desatarse sobre la tierra de Israel; como con la antigua Tiro, el abismo está
siendo traído a la superficie como con una draga para que cubra la tierra con sus espíritus inmundos. El
Israel apóstata será lanzado fuera de la presencia de Dios, excomulgado del templo, y lleno de
demonios. Uno de los mensajes centrales de Apocalipsis es el de que los tabernáculos de la Iglesia
están en el cielo; el corolario de esto es que los tabernáculos de la falsa iglesia están en el infierno.
¿Por qué dura la plaga de langostas cinco meses? Esta figura es, primero que todo, una
referencia al período de cinco meses, desde mayo hasta septiembre, cuando las langostas aparecen
normalmente. (La característica desusada es que estas langostas permanecen durante todo el período,
atormentando constantemente a la población). Segundo, esto puede referirse en parte a las acciones de
Gesio Floro, el procurador de Judea, quien, durante cinco meses (comenzando en mayo del año 66 con
la matanza de 3.600 pacíficos ciudadanos) aterrorizó a los judíos, tratando deliberadamente de
incitarlos a que se rebelaran. Tuvo éxito: Josefo fecha el comienzo de la Guerra de los Judíos a partir de
esta ocasión.1 Tercero, el uso del término cinco está asociado en las Escrituras con poder, y
específicamente con organización militar - la disposición de los milicianos israelitas en una brigada de
cinco pelotones (Ex. 13:18; Num. 32:17; Josué 1:14; 4:12, Jude 7:11; comp. 2 Kings 1:9 ss.) 2 Por
instrucciones de Dios, Israel habría de ser atacado por un ejército demoníaco que vendría desde el
abismo.
Durante el ministerio de Cristo, Satanás había caído a la tierra desde el cielo como una estrella
(comp. Rev. 12:4, 9, 12); y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo. Lo que
todo esto significa es exactamente lo que Jesús profetizó durante su ministerio terrenal: la tierra que
había recibido los beneficios de su obra y luego le había rechazado, sería invadida por demonios del
abismo. Debemos notar aquí que la llave se le da a Satanás, porque es Dios quien envía los demonios
como azote sobre su pueblo rebelde.
Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación, y la condenarán; porque ellos se
arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del sur se levantará en el
juicio contra esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de
Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice:
Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma
consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser
peor que el primero. Así también acontecerá a esta generación. (Mat. 12:41-45).
Puesto que Israel había rechazado al Rey de reyes, las bendiciones que había recibido se
convertirían en maldiciones. Jerusalén había sido "barrida" por el ministerio de Cristo; ahora se
convertiría en "habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave
inmunda y aborrecible" (Rev.18:2). La generación entera fue poseída más y más por demonios; su
progresiva locura nacional es evidente al leer uno el Nuevo Testamento, y sus horripilantes etapas
finales están descritas en las páginas de la obra de Josefo Las Guerras Judías: la pérdida de toda
capacidad de razonar, las turbas frenéticas que se atacaban entre sí, las engañadas multitudes que
seguían a los profetas más transparentemente falsos, la enloquecida y desesperada búsqueda de
alimento, los asesinatos en masa, las ejecuciones, los suicidios, los padres que asesinaban a sus propias
familias y las madres que devoraban a sus propios hijos. Satanás y las huestes infernales simplemente
pululaban por la tierra de Israel y consumían a los apóstatas.
Juan continúa, y ahora identifica al rey de los demonios, el ángel del abismo, y da su nombre
tanto en hebreo (Abadón) como en griego (Apolión) - una de muchas indicaciones del carácter
esencialmente hebraico del Apocalipsis.4 Las palabras significan destrucción y destructor; Abadón se
usa en el Antiguo Testamento para describir el reino de los muertos, "el lugar de destrucción" (Job 26:6;
28:22; 31:12; Ps. 88:11; Prov. 15:11; 27:20). Juan, pues, presenta a Satanás como la mera
personificación de la misma muerte (comp. 1 Cor. 10:10; Heb. 2:14). Claramente, el hecho de que la
hueste entera de los destructores de Satanás fuera desatada sobre la nación judía significaba realmente
el infierno en la tierra. Y, sin embargo, Juan nos dice que esta epidemia de demonios en la tierra es sólo
el primer ay. Ni siquiera es el peor, porque dos ayes (es decir, la sexta y la séptima trompetas) todavía
faltan por venir después de estas cosas.
13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de
Dios,
14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río
Eufrates.
15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes, y año, a fin de matar a la
tercera parte de los hombres.
16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número.
17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas
de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.
18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su
boca.
19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían
cabezas, y con ellas dañaban.
20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos,
ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales
no pueden ver, ni oír, ni andar;
21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.
v13 Nuevamente se nos recuerda que las desolaciones ejecutadas por Dios en la tierra son en
nombre de su pueblo (Ps. 46), en respuesta a su culto oficial, del pacto: la orden al tercer ángel la emite
una voz desde los cuatro cuernos del altar de oro (es decir, el altar del incienso) que está delante de
Dios. Obviamente, este punto se menciona con el propósito de estimular al pueblo de Dios en
adoración y en oración, asegurándoles que las acciones de Dios en la historia proceden de su altar,
donde Él ha recibido las oraciones de ellos. Juan dice que la voz vino de los cuatro cuernos
(protuberancias semejantes a cuernos en cada una de las esquinas del altar), refiriéndose a un aspecto
importante de la liturgia del Antiguo Testamento: la ofrenda de purificación. Esta ofrenda se refería a la
contaminación y la profanación de un lugar por medio del pecado. Si el lugar profanado por el pecado
no es purificado, traerá como resultado la muerte. En su excelente estudio del sistema levítico, Gordon
Wenham nos dice que "la ofrenda de purificación tenía que ver con la contaminación causada por el
pecado. Si el pecado contaminaba la tierra, profanaba en particular la casa donde moraba Dios. La
gravedad de la contaminación dependía de la gravedad del pecado, que a su vez estaba relacionada con
la situación del pecador. Si un ciudadano privado pecaba, su acción contaminaba el santuario sólo hasta
cierto punto limitado. Por lo tanto, la sangre de la ofrenda de purificación se rociaba sólo sobre los
cuernos del altar del holocausto. Sin embargo, si la nación entera pecaba, o si el miembro más santo de
la nación, el sumo sacerdote, pecaba, esto era más grave. La sangre tenía que ser llevada dentro del
tabernáculo y rociada sobre el velo y el altar de incienso".5
Los pecados de la nación eran expiados ofreciendo un sacrificio sobre el altar del holocausto, y
llevando luego la sangre y rociándola sobre los cuernos del altar de oro del incienso (Lev. 4:13-21). De
este modo se purificaba el altar, de manera que el incienso pudiera ser ofrecido con la certeza de que
Dios escucharía sus oraciones. Los lectores de Apocalipsis del siglo primero habrían reconocido la
importancia de esto: la orden de Dios a sus ángeles, en respuesta a las oraciones de su pueblo, era
pronunciada desde los cuernos del altar de oro. Los pecados de ellos han sido cubiertos, y no impiden
el libre acceso a Dios.
Hay un punto adicional que debemos observar. Las oraciones de la Iglesia en el altar del
incienso son oraciones imprecatorias contra la nación de Israel. El "Israel" que ha rechazado a Cristo
está contaminado y profanado (comp. Lev. 18:24-30), y sus oraciones no serán oídas por Dios, pues ha
rechazado la única expiación por el pecado. Por lo tanto, la inmunda tierra de Israel será juzgada en
términos de las maldiciones de Levítico 26, un capítulo que repetidamente amenaza a la nación con un
juicio séptuple si se contamina con el pecado (Lev. 26:18, 21, 24, 28; hemos visto que éste es el origen
de los repetidos juicios séptuples en el libro de Apocalipsis). Pero la Iglesia de Jesucristo es el nuevo
Israel, la nación santa, el verdadero pueblo de Dios, que posee "libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo" (Heb. 10:19). Nuevamente, Juan le asegura a la Iglesia del siglo
primero que sus oraciones serán oídas y contestadas por Dios. Él se vengará de sus perseguidores,
porque la tierra es bendecida y juzgada por las acciones litúrgicas y los decretos judiciales de la Iglesia.
La buena disposición de Dios para oír y contestar afirmativamente las oraciones de su pueblo se
proclama continuamente a través de las Escrituras (Ps. 9:10; 10:17-18; 18:3; 34:15-17; 37:4-5; 50:14-
15; 145:18-19). Dios nos ha dado numerosos ejemplos de oraciones imprecatorias, mostrándonos
repetidamente que un aspecto de la actitud de un hombre piadoso es odio por los enemigos de Dios y la
oración ferviente por su caída y su destrucción (Ps. 5:10; 10:15; 35:1-8, 22-26; 59:12-13; 68:1-4;
69:22-28; 83, 94; 109; 137:8-9; 139:19-24; 140:6-11). ¿Por qué, entonces, no vemos la derrota de los
impíos en nuestra propia época? Una parte importante de la respuesta es la ninguna disposición de la
Iglesia moderna a orar bíblicamente; y Dios nos ha asegurado: No tenéis lo que deseáis, porque no
pedís (Santiago James 4:2). Pero la Iglesia del siglo primero, orando fiel y fervientemente por la
destrucción del Israel apóstata, había sido escuchada en el altar celestial de Dios. Sus ángeles fueron
comisionados para que atacaran.
v14-16 El sexto ángel está encargado de soltar los cuatro ángeles que habían sido atados en el
gran río Eufrates; entonces traen a Israel un ejército que consiste de doscientos millones. El río Eufrates
formaba la frontera entre Israel y las temibles fuerzas paganas que Dios usaba como azote contra su
pueblo rebelde. "Era la frontera norte de Palestina [comp. Gen. 15:18; Deut. 11:24; Jos.1:4], a través de
la cual los invasores asirios, babilonios, y persas habían venido a imponer su soberanía pagana sobre el
pueblo de Dios. Por lo tanto, todas las advertencias bíblicas acerca de un enemigo del norte encuentran
eco en la espeluznante visión de Juan" (comp. Jer. 6:1, 22; 10:22; 13:20; 25:9, 26; 46:20, 24; 47:2; Ez.
26:7; 38:6, 15; 39:2).6 Hay que recordar también que el norte (la ubicación original del Edén) era el
área del trono de Dios (Is. 14:13); y tanto la Nube de Gloria como los agentes de la venganza de Dios
se ven viniendo del norte, es decir, desde el Eufrates (comp. Ez. 1:4; Is. 14:31; Jer. 1:14-15). Así, este
gran ejército del norte es el ejército de Dios, y está bajo su control y dirección, aunque es claramente
demoníaco y pagano en su carácter (sobre las ataduras de los ángeles caídos, comp. 2 Pet. 2:4; Jude 6).
Dios es completamente soberano, y usa tanto los demonios como los paganos para llevar a cabo sus
santos propósitos ( 1 Kings 22:20-22; Job 1:12-21; por supuesto, él luego castiga a los paganos por los
impíos motivos y metas que les llevaron a cumplir el decreto de Él: comp. Is. 10:5-14). Los ángeles
atados en el Eufrates habían sido preparados para la hora y el día y el mes y el año, siendo su papel en
la historia completamente predestinado y seguro.
Juan oye el número de los jinetes: doscientos millones. Notamos en la Introducción a este
volumen algunas de las más fantásticas interpretaciones de esta expresión (véase pp. 11-13). Sin
embargo, si mantenemos nuestra imaginación uncida a la Escritura, observaremos que está tomada de
Ps. 68:17, que dice: "Los carruajes de Dios son veintenas de millares de millares". Mounce observa
correctamente que "los intentos de reducir esta expresión a cifras aritméticas precisas no acierta en el
punto. Estas veintenas de millares de millares es un número de gran inmensidad. 8 El término significa
simplemente muchos miles, e indica una vasta hueste que debe ser considerada en conexión con el
ejército angélico del Señor de miles y miles de carruajes.
"Un pánico total se apoderó de los insurgentes, y ahora muchos comenzaron a huir de la ciudad,
creyendo que ésta caería en cualquier momento. El pueblo en seguida cobró ánimo nuevamente, y
mientras más cedían los fanáticos11, más cerca avanzaban los primeros para abrir las puertas y recibir a
Cestio como benefactor".12 Entonces, en el mismo momento en que la victoria completa estaba a su
alcance, Cestio, de pronto e inexplicablemente, retiró sus fuerzas. Animados, los judíos persiguieron a
los soldados en retirada y los atacaron, infligiéndoles fuertes bajas. Gaalya Cornfeld comenta que "el
fracaso de Cestio transformó la revuelta contra Roma en una verdadera guerra. Naturalmente, un éxito
tan inesperado y sensacional había fortalecido las manos del partido de la guerra. La mayoría de los
oponentes a la revuelta se encontraron en minoría y se inclinaron a aliarse con los fanáticos ganadores,
aunque no creían que la victoria fuese posible. Sin embargo, aunque no lo proclamaron abiertamente,
creyeron más aconsejable dar la impresión de aprobación por temor a perder el control sobre el pueblo
en general. Así, los círculos de los sumos sacerdotes y los moderados, aunque aparentaban ser leales al
lado de la paz, decidieron asumir la dirección de la guerra que ahora se consideraba inevitable... El
respiro conseguido por los judíos después de la retirada de Cestio de Siria fue aprovechada para
organizar una fuerza de defensa nacional".13
v20-21 Y, sin embargo, el resto de los hombres, que no fueron muertos por estas plagas, no se
arrepintieron... ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos. Tan completamente se habían
entregado los judíos a la apostasía que ni la bondad ni la ira de Dios pudo volverlos de su error. En
lugar de eso, como informa Josefo, hasta el mismo fin - después de la hambruna, los asesinatos en
masa, el canibalismo, la crucifixión de sus coterráneos a razón de 500 por día - los judíos continuaron
acatando las insensatas divagaciones de los falsos profetas que les aseguraban la liberación y la
victoria: "Así fue el pueblo miserable seducido por estos charlatanes y falsos mensajeros de Dios,
mientras hacían caso omiso y no creían a los inconfundibles presagios que prefiguraban la venidera
desolación; pero, aunque estaban atónitos, ciegos, e insensatos, no acataron las claras amonestaciones
de Dios".14
¿Qué "claras amonestaciones" les había dado Dios? Aparte de la predicación apostólica, que era
todo lo que realmente necesitaban (comp. Lk. 16:27-31), Dios había enviado señales y maravillas
milagrosas para testificar del juicio venidero; Jesús había advertido que, antes de la caída de Jerusalén,
"habrá terror y grandes señales desde el cielo" (Lk. 21:11). Esto fue especialmente cierto durante la
temprada de festivales del año 66, como informa Josefo: "Mientras el pueblo se reunía para la fiesta de
los panes sin levadura, en el octavo día del mes Xántico [Nisan], a la hora nona de la noche [3:00 A.
M.] apareció una luz tan brillante alrededor del altar y el templo que parecía pleno día; y esto duró
media hora. Los inexpertos la consideraron como buen augurio, pero fue inmediatamente interpretada
por los escribas de la ley de conformidad con los sucesos subsiguientes".15
Durante la misma fiesta, otro suceso espantoso tuvo lugar: "La puerta oriental del santuario
interior era maciza, de bronce, y tan pesada que apenas podía ser movida cada noche por veinte
hombres; estaba sujeta por barras de hierro y asegurada con pernos hundidos muy profundamente en un
umbral fabricado de un solo bloque de piedra; y sin embargo, se vio que esta puerta se abrió por sí sola
a la hora sexta de la noche [medianoche]. Los guardas del templo corrieron e informaron de la nueva al
capitán. Éste llegó, y entre todos, con gran esfuerzo, lograron cerrarla. 16 Para los no iniciados, esto
parecía ser el mejor de los augurios, pue supusieron que Dios les había abierto la puerta de la felicidad.
Pero la gente más sabia se dio cuenta de que la seguridad del templo se estaba derrumbando de por sí, y
que la apertura de las puertas era un regalo para el enemigo; en sus propias mentes, interpretaron esto
como presagio de la venidera desolación".17 (Dicho sea de paso, un incidente similar ocurrió en el año
30 d. C., cuando Cristo fue crucificado y el velo exterior del templo - ¡de 24 pies de ancho y de más de
80 pies de alto! - se rasgó de arriba abajo [Mat. 27:50-54; Mk. 15:37-39; Lk. 23:44-47]: El Talmud
registra que en el año 30 d. C. las puertas del templo se abrieron solas, aparentemente porque el dintel,
una piedra que pesaba como 30 toneladas, se partió).18
A los que no podían asistir a la fiesta de Pascua regular se les requería celebrarla un mes más
tarde (Num. 9:9-13). Josefo informa de una tercera y gran maravilla que ocurrió al final de esta
segunda pascua en el año 66: "Se vio una aparición sobrenatural, demasiado asombrosa para ser creída.
Imagino que lo que ahora voy a relatar será desestimado como imaginario, si no hubiese sido
confirmado por testigos, y luego seguido por subsiguientes desastres que merecían así ser señalizados.
Pues antes de la puesta de sol, se vieron carruajes en el aire por todo el país, así como batallones
armados moviéndose velozmente a través de las nubes y rodeando las ciudades".19
Una cuarta señal ocurrió dentro del templo el siguiente gran día de la fiesta, y de ella fueron
testigos los veinticuatro sacerdotes que estaban de guardia: "En una fiesta llamada Pentecostés, cuando
los sacerdotes habían entrado en los atrios interiores del templo de noche para llevar a cabo los deberes
de su ministerio como de costumbre, declararon que habían oído, primero, una violenta conmoción y
un estruendo, luego una voz como la de una multitud, que exclamaba: '¡Nos vamos de aquí!'" 20
Hubo una quinta señal en los cielos ese año: "Una estrella que parecía una espada se paró sobre
la ciudad, así como un cometa que permaneció un año entero". 21 Era obvio, como dice Josefo, que
Jerusalén "ya no era la morada de Dios".22 Apelando, cuatro años más tarde, a los judíos
revolucionarios para que se rindieran, declaró: "Creo que la Deidad ha huído de los santos lugares, y
ahora se ha puesto del lado de aquéllos con los cuales vosotros estáis en guerra. ¿Por qué, cuando un
hombre honorable huye de un hogar libertino, y aborrece a sus habitantes, creéis vosotros que Dios
todavía permanece con esa casa en su iniquidad - Dios, que ve toda cosa oculta y oye lo que está
envuelto en el silencio?"23 Y, sin embargo, Israel no se arrepintió de su iniquidad. Ciego a sus propios
males y a los crecientes juicios que venían sobre él, Israel permaneció firme en su apostasía, y continuó
rechazando al Señor y en su lugar adhiriéndose a sus falsos dioses.
¿Adoraban realmente los judíos a demonios y a ídolos? Ya hemos notado (véase sobre Rev. 2:9
y Rev. 3:9) el carácter satánico del judaísmo, que no es la religión del Antiguo Testamento, sino más
bien un falso culto, que asegura poseer autorización bíblica (de la misma manera que el mormonismo,
la Iglesia de la Unificación, y otras sectas afirman que son bíblicas). Como señala Herbert Schlossberg:
"En su significado más amplio, la idolatría se entiende correctamente como cualquier sustitución de lo
que es creado por el creador".24 Al rechazar a Jesucristo, los judíos se habían involucrado
ineludiblemente en la idolatría; se habían apartado de la fe de Abraham y servían a dioses de su propia
hechura. Además, como veremos, la idolatría judía no era ningún "teísmo" vago, indefinible, apóstata.
Al abandonar a Cristo, los judíos, en realidad, se convirtieron en adoradores de César.
"Ni sufrió jamás ciudad alguna tales miserias, ni engendró jamás edad alguna una generación
más fructífera en maldad que ésta, desde el principio del mundo".26
"Yo supongo que, si los romanos hubiesen tardado más en caer sobre estos villanos, la ciudad
habría sido tragada por la tierra que se abría ante ellos, o inundada por agua, o destruída por una
tempestad como aquélla por la cual pereció Sodoma, porque la ciudad había producido una generación
de hombres mucho más ateos que los que sufrieron tales castigos; pues fue por su locura que todo el
pueblo vino a ser destruído".27
"Cuando la ciudad fue rodeada y ya no pudieron recoger plantas, algunos fueron llevados a una
aflicción tan terrible que buscaban en las cloacas comunes y antiguos montones de estiércol de ganado,
y comían el estiércol que encontraban allí; y lo que antes ni siquiera miraban, ahora lo usaban como
alimento. Apenas los romanos oyeron esto, se despertó su compasión; pero los rebeldes, que también lo
vieron, no se arrepintieron, sino que permitieron que la misma aflicción viniera sobre ellos mismos,
pues se volvieron ciegos a la suerte que ya estaba cayendo sobre la ciudad, y sobre ellos mismos
también".28
Se dice que los ídolos de Israel son de oro, de plata, de bronce, de piedra, y de madera, una descripción
modelo de los materiales usados en la construcción de falsos dioses (comp. Ps. 115:4; 135:15; Is.
37:19). La Biblia consistentemente ridiculiza los ídolos de los hombres describiéndolos como la obra
de sus manos, meros troncos y piedras que ni ven ni oyen ni caminan. Esto es un eco de cómo el
salmista se burla de los ídolos de los paganos:
La descripción de la idolatría de Israel que hace Juan concuerda con la posición profética usual;
pero su acusación es una referencia aún más directa a la condena de Babilonia que hace Daniel,
especialmente en relación con su culto a dioses falsos usando los utensilios sagrados del Templo.
Daniel le dijo al rey Belsasar: "Contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de
tí los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebiste vino en ellos; además
de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven,
ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste"
(Dan. 5:23).
Finalmente, Juan resume los crímenes de Israel, todos derivados de su idolatría (comp. Rom.
1:18-32): Esto condujo a los asesinatos de Cristo y de los santos (Acts 2:23, 36; 3:14-15; 4:26; 7:51-52,
58-60); sus hechicerías (Acts 8:9, 11; 13:6-11; 19:13-15; comp. Rev. 18:23; 21:8; 22:15); su
fornicación, una palabra que Juan usa doce veces con referencia a la apostasía de Israel (Rev. 2:14;
2:20; 2:21; 9:21; 14:8; 17:2 [dos veces]; Rev.18:9; 19:2); y sus robos, un crimen a menudo asociado en
la Biblia con la apostasía y la resultante opresión y persecución de los justos (comp. Is. 61:8; Jer. 7:9-
10; Ez. 22:29; Hosea 4:12; Mk. 11:17; Rom. 2:21; James 5:1-6).
Durante los últimos días, hasta la llegada de los romanos, las trompetas habían sonado,
advirtiendo a Israel que debía arrepentirse. Pero la alarma no fue acatada, y los judíos se endurecieron
en su impenitencia. La retirada de Cestio se interpretó como que las profecías de Jesús sobre la
destrucción de Jerusalén eran falsas: Los ejércitos del Eufrates habían venido y rodeado a Jerusalén
(comp. Lk. 21:20), pero la amenazadora "desolación" no había ocurrido. En vez de eso, los romanos
habían huído, arrastrando la cola entre las piernas. Más y más confiados en la bendición divina, los
judíos se sumergieron temerariamente en mayores actos de rebelión, sin darse cuenta de que fuerzas
aún mayores, desde el otro lado del Eufrates, estaban siendo aprestadas para la batalla. Esta vez no
habría retirada. Judea se convertiría en desierto, los israelitas serían masacrados y esclavizados, y el
templo sería arrasado hasta el suelo, sin que quedara piedra sobre piedra.
Notas:
1 Vi descender del cielo otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era
como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.
4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella
las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.
5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas
que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,
7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se
consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.
v1 El ángel fuerte no puede ser otro que Cristo Jesús mismo, el "ángel del Señor" que aparecía
en el Antiguo Testamento. Esto se verá con bastante claridad si la descripción de este ángel se compara
con la de Cristo en Rev. 1:14-16, y con la de Dios en su trono en Ez. 1:25-28. Sin embargo, hay
indicaciones adicionales de la identidad divina de este ángel fuerte.
Primero, el ángel se ve envuelto en una nube - una expresión que debería evocar la nube de
gloria. Y aunque la nube está llena de innumerables ángeles (Deut. 33:2; Ps. 68:17), sólo hay Uno del
cual se puede decir que está envuelto en ella. Compárese con Salmos Ps.104:1-3:
Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia. El
que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina, que establece sus
aposentos entre las aguas, el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento...
Por supuesto, la referencia básica para esto es el hecho de que Dios estaba realmente "envuelto en la
Nube" en el Tabernáculo (comp. Ex. 40:34-38; Lev. 16:2). Esto no podría decirse de ningún ángel
creado. Estar envuelto en la Nube es estar envuelto en la corte entera del cielo; de hecho, son los
ángeles los que forman la Nube. Cristo Jesús está vestido con la hueste de los cielos (comp. Gen.
28:12; Jn. 1:51).
Segundo, el Ángel tenía el arco iris sobre su cabeza. Ya hemos visto el arco iris en Rev. 4:3,
alrededor del trono de Dios; y Ezequiel dice de Aquél a quien vio sentado en el trono que "tenía
resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer
del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová" (Ez. 1:27-28).
Tercero, el rostro del Ángel era como el sol. Esto se ajusta a la descripción de Cristo en
Rev.1:16 y en Mat. 17:2, el relato de la transfiguración (comp. Ez. 1:4, 7, 27; Acts 26:13; 2 Cor. 4:6).
Él es "el sol de justicia" (Mal. 4:2), "la aurora de lo alto" (Lk. 1:78; comp. Ps. 84:11; 2 Pet. 1:16-19).
En particular, las imágenes del sol y de la aurora - como ya hemos observado con las palabras día y luz
- se usa a menudo para describir la gloria de Dios que resplandece en juicio (comp. Ps. 19:4-6; Ez.
43:2; Zac. 14:7; Mal. 4:1-3; Rom. 13:2); y la "llama de fuego" del juicio es mencionada por Pablo
como la "presencia" y la "gloria" de Cristo (2 Thes. 1:7-9). 1 Esto es especialmente apropiado aquí, pues
Cristo ha venido a Juan a anunciar la aniquilación de Jerusalén.
Cuarto, sus piernas eran como columnas de fuego. Esto se refiere a algunas de las más
complejas imágenes de toda la Biblia. Obviamente, la frase tiene el propósito de recordarnos "la
columna de fuego y la columna de nube" - la Nube de Gloria del Éxodo (Ex. 14:24). Como hemos
visto, es el Señor el que está "vestido" de la Nube (Deut. 31:15), y la Nube es también identificada
como el Ángel del Señor (Ex. 32:34; 33:2; Num. 20:16). Parece que el doble aspecto de la Nube (el
humo y el fuego) representaban simbólicamente las piernas de Dios. Así, el Señor caminaba delante del
pueblo en la Nube (Ex. 13:21-22; 14:19, 24; 23:20, 23); Él venía en la Nube y permanecía de pie
delante de ellos (Ex. 33:9-10; Num. 12:5; Hag. 2:5). En términos de estas imágenes, la Esposa describe
las piernas del Esposo como "columnas" (Cant. 5:15). Debemos notar también que la doble naturaleza
de la columna, que representa las piernas de Dios, fue incorporada en la arquitectura del templo (1
Reyes 7:15-22; 2 Crón. 3:15-17); así, "el arca del pacto debajo de la Gloria en el trono se llama en
consecuencia el lugar de sus pies (Isa. 60:13)". 2 El significado de todo esto, y su relación con el pasaje
en general, se hará evidente más abajo. Sin embargo, se ha dicho lo suficiente para demostrar, más allá
de toda duda razonable, que este Ángel, con el arco iris sobre su cabeza, envuelto en una nube, y que
baja del cielo, es (o representa) al Señor Jesucristo.
v2-3 El ángel, sosteniendo un librito,3 puso luego su pie derecho sobre el mar y su pie izquierdo
sobre la tierra. H. B. Swete comenta: "La postura del ángel denota tanto su colosal tamaño como su
misión para el mundo: 'el mar y la tierra' es una fórmula del Antiguo Testamento para la totalidad de los
seres terrestres (Éx. 20:4, 11; Sal. 69:34)".4 Podríamos modificar este punto con la observación de que,
en la Biblia, y especialmente en Apocalipsis, "el mar y la tierra" parece representar a las naciones
gentiles contrastadas con la tierra de Israel (2 Sam. 22:4-5; Ps. 65:7-8; Is. 5:30; 17:12-13; 57:20; Jer.
6:23; Lk. 21:25; Rev. 13:1, 11). De esta manera, este cuadro sí tiene una importancia cósmica, mundial;
pero su significado, como veremos más adelante, está enlazado con el hecho de que Cristo está de pie
sobre Israel y las naciones (comp. v. 5-7).
Y clamó a gran voz, como cuando ruge un león5 ; por supuesto, a estas alturas estamos
familiarizados con la gran voz que viene de la Nube; como dice Kline, la voz "es característica y
llamativamente fuerte. Se la compara con el crescendo del océano y la tormenta, el rugido retumbante
del terremoto. Es el ruido de la guerra, trompetas que suenan dando señales, el fragor de la batalla. Es
el trueno del carruaje-tormenta del Señor-guerrero, que viene en juicios que convulsionan la creación y
confunden a los reyes de las naciones".6 En respuesta adoradora a Su voz, los siete truenos emitieron
sus voces. El séptimo trueno mismo está identificado con la Voz de Salmo 29, donde se observan
algunos de sus fenomenales efectos: Quebranta los cedros, hace temblar naciones enteras con
terremotos, derrama llamas de fuego, abre las mismas entrañas de la tierra, hace parir a los animales,
derriba los árboles, desnudando bosques enteros. Esto añade una dimensión a nuestra comprensión de
la naturaleza de la Voz que sale de la Nube: Consiste de la antifonía celestial, en la cual el coro angélico
responde a las declaraciones del Señor Soberano.
v4 Por supuesto, todo el mundo quiere saber: ¿Qué dijeron los siete truenos? Los eruditos han
gastado una sombrosa cantidad de tinta tratando de solucionar este problema. Pero, al menos en esta
vida, nunca podremos conocer la respuesta. Juan estaba a punto de escribir lo que los truenos habían
hablado, cuando oyó una voz del cielo que decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no
las escribas. El mensaje estaba destinado sólo para los oídos de Juan. No era para la iglesia en general.
Pero lo que importa aquí es que Dios quería que Juan registrara el hecho de que Juan no debía revelar
lo que fuera que los truenos habían dicho. Dios quería que la iglesia supiera que hay algunas cosas
(muchas cosas, en realidad) que Dios no tiene intenciones de decirnos de antemano.
Esto sirve bien como reproche para la tendencia de la mayoría de los sermones y comentarios
sobre este libro - la de indagar, con curiosidad, en las cosas que a Dios no le ha parecido bien revelar.
"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas la palabras de esta ley" (Deut. 29:29). En otras
palabras: "Al hombre se le ha dado la ley, que debe obedecer. Se le ha dicho cuáles son las
consecuencias de la obediencia y la desobediencia. Más de eso, el hombre no necesita saber". 7 R. J.
Rushdoony escribe: "El hombre es impulsado más a menudo por la curiosidad que por la obediencia...
Por cada pregunta que un pastor recibe sobre los detalles de la ley de Dios, normalmente recibe varias
que expresan poco más que curiosidad acerca de Dios, la vida venidera, y otras cosas que son aspectos
de 'las cosas secretas que pertenecen a Dios'... En contraposición a la curiosidad y al indagar en las
'cosas secretas', se nos manda claramente obedecer la ley de Dios y reconocer que la ley nos da un
conocimiento del futuro que es legítimo".8
En el capítulo final del libro, se le manda a Juan: "No selles las palabras de la profecía de este
libro, porque el tiempo está cerca" (Rev. 22:10); el mensaje del libro de Apocalipsis en general es
contemporáneo en su naturaleza, pues se refiere a sucesos que estaban a punto de tener lugar. Sin
embargo, en contraste, el mensaje de los siete truenos nos señala hacia el futuro distante: A Daniel se le
dijo: "Cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin" (Dan. 12:4), porque el tiempo se su
cumplimiento no había llegado. De manera similar, cuando a Juan se le indica que selle las palabras
pronunciadas por los truenos, esto es otra indicación de que el propósito del Apocalipsis no es
"futurista"; la profecía se refiere al tiempo del establecimiento del Nuevo Pacto, y apunta más allá de sí
mismo a un "tiempo del fin" que todavía estaba muy distante para Juan y sus lectores. Así, se nos
enseñan dos cosas: Primera, el libro de Apocalipsis es profecía contemporánea, que concierne casi
enteramente a los sucesos redentores-escatológicos del siglo primero; segunda, los sucesos del siglo
primero no excluían la escatología. Contrario a las teorías de los intérpretes que se consideran
"preteristas consistentes", la caída de Jerusalén no constituía la Segunda Venida de Cristo, el fin del
mundo, y la resurrección final. Hay más que decir acerca de esto.9
v5-7 Juan ahora nos muestra el propósito de Cristo al revelarse de esta manera: El ángel levantó
su mano derecha al cielo (la posición correcta para un testigo en un tribunal: Gen. 14:22; Ex. 6:8; Deut.
32:40; Ez. 20:5-6; Dan. 12:7) e hizo un juramento. Algunos comentaristas han considerado este hecho
como base para sostener que este Ángel no es Cristo, aparentemente considerando el juramento un
poco por debajo de su dignidad o fuera de lugar. En respuesta, uno cuestiona la solidez de los puntos de
vista de estos comentaristas en relación con las doctrinas de la Trinidad y la deidad de Cristo. Pues,
ciertamente, el Señor Dios hace juramentos a través de la Sagradas Escrituras (comp. Gen. 22:16; Isa.
45:23; Jer. 49:13; Amós 6:8), y, de hecho, nuestra salvación se basa en la fidelidad de Dios a su
juramento de pacto, base de la seguridad y la esperanza del cristiano (Heb. 6:13-20).
Debemos observar cuidadosamente que Cristo se presenta aquí en calidad de testigo, como Juan
ya nos ha informado en dos ocasiones (Rev. 1:5; 3:14). Este es el punto en el cual convergen los varios
detalles de la visión. Hemos observado algo del significado de las piernas que parecen columnas de
fuego (Rev 10:1), y esto debe ser desarrollado adicionalmente. Porque, en primer lugar, las columnas se
usan en el simbolismo bíblico y ritual como testigos (comp. Gen. 31:45, 52; Deut. 27:1-8; Josué 8:30-
35; 22:26-28, 34; 24:26-27). De manera similar, las dos tablas de piedra que contienen los Diez
Mandamientos servían como testigos (Deut. 31:26, documentos legales de testimonio para las
estipulaciones del pacto. Así, a la ley se la llama el testimonio (Ex. 16:34; 25:16, 21-22; 32:15; 34:29;
Lev. 16:13; 24:3; Núm. 1:50, 53; 4:5; Josué 4:16; 2 Reyes 11:12). 10 Cuando Dios estaba de pie en la
doble columna de nube y de fuego delante de Israel en "la tienda del testimonio" (Num. 9:15; 10:11), se
estaba identificando como el Testigo del Pacto (comp. 1 Sam. 12:5; Jer. 29:23; 2:5; Miq. 1:2; Mal.
2:14).
El Ángel-Testigo jura que ya no habría más demora11, sino que en los días de la voz del séptimo
ángel, cuando él comience a tocar su trompeta, se consumaría el misterio de Dios. La palabra misterio
no significa algo "misterioso" en nuestro sentido moderno, sino más bien "algo que antes estaba oculto
pero que ahora ha sido revelado". 12 Es revelación: conocimiento que Dios había retenido pero que
ahora "ha revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu" (Eph. 3:5), un misterio "que había
estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos" (Col. 1:26).
Este "misterio" es un aspecto principal de las cartas a los Efesios y a los Colosenses: la unión de los
judíos creyentes y los gentiles en una iglesia, sin distinción; "que los gentiles son coherederos y
miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio"
(Eph. 3:6). Los gentiles, que habían sido extranjeros y estado alejados de la ciudadanía de Israel y de
los pactos de la promesa, ahora, por medio de la obra de Cristo, son hijos plenos de Abraham,
herederos del pacto, en una posición igual e indistinguible con los judíos creyentes (Eph. 2:11-22; Gal.
3). Forman "un nuevo hombre", una Iglesia, un Cuerpo de Cristo, en el único y Nuevo Pacto. Y este
reino del pacto, el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento, tendrá un dominio universal:
Todas las naciones ahora acudirán al Monte del Señor, al convertirse los reinos del mundo en el único
Reino de Cristo (Rev. 11:15). El misterio de Dios, la universalización del Reino de Dios, ha de
consumarse - como Él predicaba el evangelio 13 a sus siervos los profetas. El misterio es simplemente la
revelación del mensaje del evangelio.
Es por esto por lo que el Ángel está de pie como testigo sobre el mar y sobre la tierra (comp. v.
2), un hecho que se repite para mayor énfasis en el versículo 5. El Ángel hace el juramento con sus
pies-columnas plantados sobre Israel y las naciones, proclamando el Nuevo Pacto que unirá a los dos
en una nueva nación en Cristo. Además, jura en el nombre del Creador: por el que vive por los siglos de
los siglos, que creó los cielos y las cosas que hay en ellos, y la tierra, y las cosas que hay en ella, y el
mar, y las cosas que hay en él (comp. Ex. 20:11; Ps. 146:6; Neh. 9:6). El Ángel jura de este modo
porque es el divino testigo de la nueva creación. Los detalles del pasaje nos recuerdan otros dos eventos
de la "Nueva Creación": el pacto con Noé (el arco iris) y el pacto en Sinaí (la columna de fuego).
Ambos nos recuerdan cómo "en el principio el Espíritu se puso como un arco iris sobre la creación
como el divino testigo del pacto de la creación, como señal de que la creación existió bajo la égida de
su señorío de pacto. Aquí está el trasfondo para el uso posterior del arco iris como señal del pacto de
Dios con la tierra".14 "Durante la ratificación del antiguo pacto en Sinaí, esta teofanía en forma de nube-
columna representaba a Dios de pie como testigo de su pacto con Israel. Nuevamente, en la ratificación
del nuevo pacto, en Pentecostés, fue Dios el Espíritu, quien apareció en fenómenos que han de ser
vistos como una versión neotestamentaria del fuego de gloria, que proporcionó el divino testimonio de
confirmación".15
Así, pues, hemos visto varias ideas bíblicas que se juntan en este punto para formar un patrón
consistente: pacto, juramento, creación, testimonio, y testigo. El Espíritu, que originalmente apareció
como columna de nube y de fuego, estuvo presente en la creación original, y luego posteriormente en
los sucesos de la re-creación en la historia de la redención: el Diluvio, el Éxodo, la erección de
tabernáculo y el templo, y el día de Pentecostés. La venida del Espíritu en Pentecostés fue
proféticamente descrita por Joel en términos de la Nube de Gloria: "Y daré prodigios en el cielo y en la
tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo" (Joel 2:30; y el apóstol Pedro, citando la afirmación de
Joel, declaró que el suceso de Pentecostés fue el cumplimiento de la antigua profecía (Acts 2:16-21).16
Así, pues, los varios sucesos de la creación interpretan y son reinterpretados los unos por los otros. Que
los pactos se hicieron en términos de la creación muestra que eran re-creaciones provisionales que
apuntaban a la nueva creación final en Cristo (2 Cor. 5:17); Eph. 4:24). Y que los relatos de la creación
usan lenguaje y escenario de pacto (columna-testigo, juramento, y testimonio) muestra que debe haber
sido un pacto (es decir, si los pactos son re-creaciones, entonces la creación era un pacto).17
Otro motivo que es común a la creación y al pacto es la forma sabática en la cual ambos son
estructurados.18 Como ya hemos observado, el libro entero de Apocalipsis está estructurado en términos
de sietes, revelando su naturaleza como el registro de un proceso de confección de pacto; y aquí vemos
el "misterio de Dios", que se declara consumado con la séptima trompeta. El sábado "es un día de
acción divina que presenta el juicio divino con la penetración de la oscuridad por la luz de la gloria
teofánica; es un día de la creación del cielo y de la tierra y la consumación de un templo de Dios hecho
a semejanza de la Gloria; es un día de la revelación de la gloria soberana del Señor del pacto. Tomados
juntos, los siete días son la plenitud del tiempo de la creación, la séptuple plenitud del día del Señor. En
la re-creación redentora, el día del Señor, en que lo viejo pasa y todo es creado de nuevo, hay
nuevamente la plenitud del tiempo, en la cual, como declara Pablo, todo el misterio de Dios llega
finalmente a su realización" (véase Gal. 4:4; Eph. 1:9-10; comp. Mat. 13:11-17; Mk. 1:15; Col. 1:15-
20; Rev. 10:7).19
Apocalipsis sirve así para introducirnos al primer gran clímax de la profecía: el anuncio de la
destrucción de Jerusalén. Y, mediante el uso de imágenes bíblicas múltiples, declara que la caída de
Jerusalén es un aspecto ineludible del grande y final suceso de la celebración del pacto. La trompeta del
séptimo ángel será la señal irrefutable de que la prometida nueva creación, el nuevo pacto, es un hecho
consumado. El gran misterio de Dios - la consumación y plenitud de su templo nuevo y final - habrá
sido revelado al mundo (Rev. 11:15-19).
8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está abierto en la mano del ángel
que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu
boca será dulce como la miel.
10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo
hube comido, amargó mi vientre.
11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
v8-10 Las instrucciones de tomar y comer el libro sostenido por el ángel están basadas en un incidente
similar en la vida de Ezequiel, a quien se le ordenó comer un rollo que simbolizaba la denuncia
profética de la "casa rebelde" de Israel ( Ez. 2:8-10; 3:1-3). Esta referencia nos permite identificar el
libro que se le dio a Juan como su comisión, basados en el Nuevo Pacto, para profetizar "lamentos,
luto, y ayes" contra el Israel apóstata. El libro es así esencialmente el mismo Libro de Apocalipsis.
Como con Ezequiel, el Proceso de Pacto le fue a Juan dulce como la miel (comp. Ez. 3:3), pero fue
amargo en su estómago (comp. Ez. 3:14). Esto no debería ser difícil de entender. Juan fue llamado a
profetizar sobre la victoria de la iglesia y del reino de Dios. Un necesario corolario del triunfo de los
justos es la destrucción de los malvados. El modelo se mantiene a través de las Escrituras en la historia
de la salvación: Los mismos juicios que nos liberan también destruyen a los enemigos de Dios. "La
salvación y el juicio son dos aspectos del mismo suceso". 20 El antiguo Israel se había vuelto del
verdadero Dios al culto a los ídolos y demonios; se había convertido en ramera y en perseguidor de los
santos, y tenía que ser destruído. Y, aunque Juan podía regocijarse por la victoria de la iglesia sobre sus
enemigos, todavía era una dolorosa experiencia ver la una vez santa ciudad convertida en escombros, el
templo derribado y convertido en cenizas, y a centenares de miles de sus familiares y coterráneos
muertos de hambre y torturados, asesinados, o vendidos como esclavos. Todos los profetas
experimentaron esta misma angustia emocional - que por lo general no involucraba una rebelión contra
su llamado (Jonás es una notable excepción), sino más bien un profundo reconocimiento de la
naturaleza de dos filos de la profecía, del hecho de que el mismo "Día del Señor" traería tanto
bendición inmensurable como indescriptible dolor (comp. Amós 5:18-20). Sin embargo, debe
observarse que un vasto abismo separa a los profetas de muchos de sus intérpretes en nuestros propios
días. Porque, aunque los teólogos modernos finjan una actitud llorosa por los sufrimientos de la
"humanidad" en general, o en abstracto, los profetas no sufrían tales impulsos humanitarios. 21 Los
profetas se dolían por los desobedientes hijos del pacto. La amargura que Juan experimentó no es por la
suerte del Imperio Romano. Se duele por Israel, considerado como el pueblo del Pacto. Están a punto
de ser desheredados y ejecutados, para no ser restaurados nunca más como la nación del pacto. 22 El
divorcio del antiguo Israel es necesario en el plan de redención de Dios, y Juan, al mismo tiempo que le
da la bienvenida, lo proclama con gozo vigoroso. Y, sin embargo, hay una tristeza legítima por las
ovejas perdidas de la casa de Israel.
Notas:
1. Comp. Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 108, 121.
2. Ibid., p. 19; comp. 1 Crón. 28:2; Sal. 99:5; 132:7. En el templo mayor, cósmico ("los cielos y la tierra"), la tierra es
llamada el estrado de Dios (Is. 66:1), y así, se dice que la tierra tiene columnas (1 Sam. 2:8; Job. 38:4-6; Ps. 75:3;
104:5; Is. 51:13, 16; 54:11), y las basas para sostener las columnas (Job 38:6; la misma palabra se usa para las basas
de las columnas en el tabernáculo, en Num. 3:36-37; 4:31-32).
3. El significado del librito se discutirá más abajo, en relación con el v. 8-11.
4. Henry Barclay Swete, Commentary on Revelation (Grand Rapids: Kregel Publications, 3er. cd., [1911] 1977), p.
127.
5 Aquí hay otra identificación del Ángel con Cristo: Él es el León que "ha vencido para abrir el libro" (Apoc. 5:5).
6. Kline, p. 101.
7. Rousas John Rushdoony, Salvation and Godly Rule (Vallecito, CA: Ross House Books, 1983), p. 388.
8. Ibid.
9. Véase, por ejemplo, de Max R. King, The Spirit of Prophecy (n. p., 1971). Aunque la obra de King tiene mucho
valor para el estudiante perspicaz, su tesis final, de que no hay ninguna futura Venida de Cristo ni ningún Juicio Final,
constituye una herejía. Por todas partes, el cristianismo histórico y ortodoxo, a una voz, siempre ha enseñado que
Cristo "vendrá otra vez, en gloria, para juzgar tanto a los vivos como a los muertos" (Credo de Nicea). Este es un
artículo no negociable de la fe cristiana. Comp., de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of
Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp. 138-48).
10. Meredith G. Kline, The Structure of Biblical Authority (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.,
1975), pp. 113-30. La ley requería dos testigos (Deut. 17:6; 19:15), y, como hemos observado en la Introducción, las
dos tablas era copias duplicadas del pacto.
11. "El sentido aquí no es una abolición del tiempo y su reemplazo por la eternidad, sino 'que el tiempo no sería más'
según la palabras del ángel hasta la consumación del divino propósito". James Barr, Biblical Words for Time
(Naperville, IL: Alec R. Allenson Inc., rev. ed. 1969), p. 80.
12. F. F. Bruce, Commentary on the Epistle to the Colossians (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.,
1957), p. 218.
13. "Predicado el evangelio", más bien que "declarado" o "predicado", es la traducción literal del texto griego.
14. Kline, Images of the Spirit, pp. 19s.
15. Meredith G. Kline, Kingdom Prologue, Volume I (privately published syllabus), 1981), p. 28. Kline también
señala (pp. 5s.) que las palabras juramento y pacto se usan también indistintamente (comp. Deut. 29:12; Ez. 16:8).
16. Ninguna otra construcción puede atribuírsele legítimamente a las palabras del apóstol. La venida del Espíritu era
el cumplimiento de Joel 2:28-32. "Los Últimos Días" habían llegado. Véase de Chilton, Paradise Restored, pp. 115-
122.
17. Véase de Kline, Kingdom Prologue, Vol. I, pp. 33s.
18. Ibid., p. 33.
19. Kline, Images of the Spirit, pp. 114s.
20. Véase de R. J. Rushdoony, Salvation and Godly Rule, pp. 19ss., 140s.
21. Para un análisis incisivo del humanitarismo, véase, de Herbert Schlossberg, Idols for Destruction: Christian Faith
and Its Confrontation with American Society (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1983), pp. 39-87.
22. Que Israel algún día se arrepentirá y se volverá a Cristo es, para mí, indiscutible (Rom. 11; comp. Chilton,
Paradised Restored, pp. 125-31). Ese no es un punto en discusión aquí. Sin embargo, queda vigente el punto de que,
para ser restaurados al pacto, los judíos deben entrar a la iglesia de Jesucristo, junto con todos los demás. Israel jamás
tendrá una identidad de pacto aparte de la Iglesia. Para más discusiones en profundidad del lugar de Israel en la
profecía, véase (en niveles ascendentes de complejidad) de Iain Murray, The Puritan Hope: Revival and the
Interpretation of Prophecy (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1971); John Murray, The Epistle to the Remans, 2
vols. (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., [1959, 1965] 1868, Vol. 2, pp. 65-108; William A.
VanGemeren, "Israel as the Hermeneutical Crux in the Interpretation of Prophecy" (I), Westminster Theological
Journal 45 (1983), pp. 132-44; ídem, "Israel as the Hermeneutical Crux in the Interpretation of Prophecy" (II),
Westminster Theological Journal 46 (1984), pp. 254-297.
23. Véase la discusión de Kline sobre esto en Images of the Spirit, pp. 75-81, 91-95.
24. Ibid., pp. 57ss.
25. Thomas V. Moore, A Commentary on Haggi and Malachi (London: The Banner of Truth Trust, [1856] 1968), p.
80.
Capitulo 11 - EL FIN DEL PRINCIPIO
1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y
el altar, y a los que adoran en él.
2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos
hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4 Estos dos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.
5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles
daño, debe morir él de la misma manera.
6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las
aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los
matará.
8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde
también nuestro Señor fue crucificado.
9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean
sepultados.
10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque
estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus
pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.
12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los
vieron.
13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron
en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.
v1-2 A Juan se le ordena medir el templo de Dios (literalmente, el santuario interior del templo,
el lugar santo), y el altar, y los que adoran en él. Las imágenes están tomadas de Ezequiel 40-43, donde
el angélico sacerdote mide el templo ideal, el pueblo de Dios del Nuevo Pacto, la Iglesia (comp. Mk.
14:58; Jn. 2:19; 1 Cor. 3:16; Eph. 2:19-22; 1 Tim. 3:15; Heb. 3:6; 1 Pet. 2:5; Rev. 3:12). R. J.
McKelvey explica cómo la idea del templo es interpretada en la Carta a los Hebreos: "Según el escritor
de Hebreos, el santuario en el cielo es el modelo (tipo), es decir, el original (comp. Ex. 25:8 s.), y el de
la tierra, usado por los judíos, es 'figura y sombra' (Heb. 8:5). Por lo tanto, el santuario celestial es el
verdadero santuario (Heb. 9:24). Pertenece al pueblo del nuevo pacto (Heb. 6:19-20). Además, el hecho
de que Cristo nuestro Sumo Sacerdote esté en este santuario significa que nosotros, aunque todavía
estamos en la tierra, ya participamos de su culto (Rev.10:19 ss., Rev. 12:22ss.). ¿Qué es este templo? El
escritor nos da una pista cuando dice que el santuario celestial fue purificado (Rev. 9:23), es decir,
preparado para ser usado (comp. Num. 7:1). La asamblea de los primogénitos (Heb. 12:23), es decir, la
iglesia triunfante, es el templo celestial".1
Que esto es lo que Juan quiere decir también debería estar claro por lo que ya hemos visto, pues
mucha de la acción de este libro ha tenido lugar o se ha originado en el santuario interior. Además, los
que adoran en el altar del incienso en el Lugar Santo son sacerdotes (Ex. 28:43; 29:44): Juan nos ha
dicho que somos un reino de sacerdotes (Rev. 1:6; 5:10; comp. Mat. 27:51; Heb. 10:19-20), y nos ha
mostrado al pueblo de Dios ofreciendo sus oraciones en el altar del incienso (Rev. 5:8; 6:9-10; 8:3-4).
Juan tiene que medir el atrio interior, la Iglesia, pero debe dejar fuera el patio que está fuera del templo,
y se le ordena específicamente: No lo midas. El medir es una acción simbólica que se usa en la
Escritura para "separar lo santo de lo profano" e indicar así la protección divina contra la destrucción
(véase Ez. 22:26; 40-43; Zac. 2:1-5; comp. Jer. 10:16; 51:19; Rev. 21:15-16). "A través de las
Escrituras, los sacerdotes son los que miden las dimensiones del templo de Dios, no siendo el hombre
con la vara de medir de Ezequiel 40ss. sino el ejemplo más prominente. Tal medición, como el
testificar, involucra ver, y es la pre-condición para juzgar, como lo hemos visto en las acciones de Dios
en relación con el pacto en Génesis 1. El aspecto sacerdotal de medir y testificar puede verse en que se
correlaciona con guardar, pues crea y establece límites, y da testimonio de si esos límites han sido
observados o no. Podríamos decir que la función real tiene que ver con llenar, y la sacerdotal con
separar, la primera con la cultura, y la última con los celos, la propiedad, y la protección".2
Entre el sexto y el séptimo sellos, los 144.000 santos del verdadero Israel fueron protegidos del
juicio venidero (Rev. 7:1-8). Esa acción encuentra paralelo aquí en la medición que Juan lleva a cabo
del atrio interior entre la sexta y la séptima trompetas, que ahora protegen al templo verdadero del
derramamiento de la ira de Dios. En consecuencia, el patio exterior (el "atrio de los gentiles")
representa al Israel apóstata (comp. Is. 1:12), que debe ser cortado del número del fiel pueblo del pacto,
la morada de Dios. A Juan, como sacerdote autorizado del Nuevo Pacto, se le ordena echar fuera
(excomulgar) a los incrédulos. Este verbo (ekballo) se usa generalmente en los Evangelios con el
significado de echar fuera los espíritus malos (comp. Mk. 1:34, 39; 3:15; 6:13); también se usa en
relación con la acción de Jesús de expulsar a los cambistas del templo (Mat. 21:12; Mk. 11:15; Jn.
2:15). Jesús advirtió que el Israel incrédulo en general sería expulsado de la Iglesia, mientras los
gentiles incrédulos entrarían en tropel en el reino y recibirían las bendiciones prometidas a la Simiente
de Abraham:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán a entrar, y no podrán. Después que
el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo:
Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de tí
hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de
mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el lloro y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a
Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del
occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa del reino de Dios. (Lk. 13:24-29; comp. Mat. 8:11-12).
El Israel incrédulo ha sido excluido de la medición de protección, pues ésta le ha sido dada a las
naciones; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses (véase Lk. 21:24). Dios garantiza su
protección para la Iglesia, pero Jerusalén ha sido entregada a la destrucción. La expresión cuarenta y
dos meses (que equivalen a 1.260 días y tres años y medio) ha sido tomada de Dan. 7:25, donde
simboliza un período limitado durante el cual triunfan los impíos; también habla de un período de ira y
de juicio debido a la apostasía, un recordatorio de los tres años y medio de sequía entre la primera
aparición de Elías y la derrota ded Baal en el monte Carmelo (1 Ki. 17-18; comp. Jas. 5:17). Mientras
el número siete se usa para representar totalidad y sentido de lo completo, la expresión tres y medio
parece ser un siete roto: tristeza, muerte, y destrucción (comp. Dan. 9:24; 12:7; Rev. 12:6, 14; 13:5).
Los períodos de tiempo mencionados en la sección de las trompetas están dispuestos quiásmicamente,
otra indicación de su naturaleza simbólica:
A. 11:2 - cuarenta y dos meses
B. 11:3 - mil doscientos sesenta días
C. 11:9 - tres días y medio
C. 11:11 - tres días y medio
B. 12:6 - mil doscientos sesenta días
A. 13:5 - cuarenta y dos meses
3-4 Pero antes de que Jerusalén sea destruida, Juan oye un testimonio adicional de su culpa, un
resumen de la historia de las apostasías de la ciudad, enfocando su atención sobre su perenne
persecución de los profetas. Dios le dice a Juan que Él ha ordenado que dos testigos profeticen por mil
doscientos sesenta días, el número de días que hay en cuarenta y dos meses idealizados (de treinta días
cada uno). Este número, por lo tanto, está relacionado con, pero no es idéntico a, los cuarenta y dos
meses, y continúa expresando la esencial cualidad de cuarenta y dos del período que precede al pleno
establecimiento del reino. 6 Los testigos están vestidos de cilicio, el vestido tradicional de los profetas
desde Elías hasta Juan el Bautista, y que simboliza su lamento por la apostasía nacional (2 Kiings 1:8;
Is. 20:2; Jon. 3:6; Zack. 13:4; Mat. 3:4; Mk. 1:6). La ley bíblica requería dos testigos (Num. 35:30;
Deut. 17:6; 19:15; Mat. 18:16; comp. Ex. 7:15-25; 8-11; Lk. 10:1); la idea es un tema penetrante a
través de la profecía y el simbolismo bíblicos. Por lo tanto, una conclusión preliminar acerca de los dos
testigos es que ellos representan la línea de los profetas, que culminó con Juan el Bautista, que testificó
contra Jerusalén durante la historia de Israel.
Los dos testigos son identificados como los dos olivos y los dos candeleros que están delante
del Señor de la tierra. En este punto, las imágenes se vuelven mucho más complejas. Juan regresa
nuevamente a la profecía de Zacarías acerca del candelero (Zac. 4:1-5; comp. Rev. 1:4, 13, 20; 4:5).
Las siete lámparas del candelabro están conectadas con los dos olivos (comp. Ps. 52:8; Jer. 11:16), de
los cuales fluye una incesante corriente de aceite, que simboliza la obra por medio de la cual el Espíritu
Santo llena y da poder a los dirigentes de su pueblo del pacto. El significado del símbolo se resume en
Zac. 4:6: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos". El
mismo pasaje en Zacarías también habla de dos testigos, dos hijos de aceite ("los dos ungidos"), que
guían al pueblo de Dios: Josué el sacerdote y Zorobabel el rey (Zac. 3-4; comp. Esdras 3, 5-6; Hag. 1-
2). Resumiendo, pues, Zacarías nos habla de un complejo árbol/candelero que representa a los oficiales
del pacto: dos figuras-testigos que pertenecen a la casa y al sacerdocio reales. El libro de Apocalipsis
conecta a todos ellos libremente, hablando de dos brillantes candeleros que son dos olivos llenos de
aceite, que son también dos testigos, un rey y un sacerdote - todos representando el testimonio
profético, inspirado por el Espíritu, del reino de sacerdotes (Ex. 19:6). (Como hemos visto, un aspecto
principal del mensaje de Juan es que la Iglesia del Nuevo Pacto hereda plenamente las promesas como
el verdadero reino de sacerdotes, el real sacerdocio en el cual "todos los miembros del pueblo de Dios
son profetas"). Que estos testigos son miembros del Antiguo Pacto, más bien que del Nuevo, queda
demostrado, entre otras indicaciones, por el hecho de que llevan puesta ropa de silicio - característica
de las privaciones del Antiguo Pacto, más bien que de la plenitud del Nuevo.
5-6 Juan habla ahora de los dos testigos en términos de los dos grandes testigos del Antiguo
Testamento, Moisés y Elías - la Ley y los Profetas. Si alguno quiere ddañarlos, sale fuego de la boca de
ellos, y devora a sus enemigos. En Num 16:35, salió fuego del cielo a la palabra de Moisés y consumió
a los falsos adoradores que se habían rebelado contra él; y de manera similar, salió fuego del cielo y
consumió a los enemigos de Elías cuando él pronunció la palabra (2 Kings :9-12). Esto se convierte en
un símbolo modelo para el poder de la palabra profética, como si en realidad saliera fuego de las bocas
de los testigos de Dios. Como dijo Dios a Jeremías, "He aquí yo pongo mis palabras en tu boca por
fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá" (Jer. 5:14).
Extendiendo las imágenes, Juan dice que los testigos tienen poder para cerrar el cielo, para que
no llueva en los días de su profecía, es decir, durante los mil doscientos sesenta días (tres años y medio)
- la misma duración de la sequía causada por Elías en 1 Reyes 17 (véase Lk 4:25; James 5:17). Como
Moisés (Ex. 7-13), los testigos tiene poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre, y para golpear
la tierra con toda suerte de plagas, a menudo según su deseo.
Ambas figuras proféticas apuntaban más allá de sí mismas, hacia el Profeta Mayor, Cristo Jesús.
El mismo último mensaje del Antiguo Testamento los menciona juntos en una profecía del
advenimiento de Cristo: "Acordaos de la ley de Moisés mi siervo... He aquí, yo os envío el profeta
Elías..." (Mal. 4:4-5). Malaquías continúa declarando que el ministerio de Elías sería recapitulado en la
vida de Juan el Bautista (Mal. 4:5-6; comp. Mat. 11:14; 17:10-13; Lk. 1:15-17). Pero Juan, como Elías,
era sólo un precursor, preparando el camino para el que vendría después de él, el Primogénito, que
tendría una doble - mejor dicho, inmensurable - porción del Espíritu (comp. Deut. 21:17; 2 Ki. 2:9; Jn.
3:27-34). Y, como Moisés, Juan Bautista sería sucedido por Joshua, Jesús el Conquistador, que pondría
al pueblo del pacto en posesión de su prometida herencia. Por lo tanto, los dos testigos resumen a todos
los testigos del Antiguo Pacto, culminando en el testimonio de Juan.
v7 Ahora la escena cambia: Según todas las apariencias, los testigos son derrotados y
destruidos. Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra
ellos, y los vencerá y los matará. Esta es la primera mención de la bestia en este libro, pero Juan
ciertamente parece esperar que sus lectores entiendan su referencia. En realidad, el tema de la bestia es
familiar en la historia bíblica. Al principio se nos dice cómo Adán y Eva rehusaron convertirse en
"dioses" a través del sometimiento a Dios, y en vez de eso buscaron la divinidad autónoma y final.
Sometiéndose a una bestia (la serpiente), se convirtieron ellos mismos en "bestias" en lugar de dioses,
con la marca de rebelión de la bestia estampada en sus frentes (Gén. 3:19); aún en la redención,
permanecieron vestidos con pieles de bestias (Gen. 3:21). 8 Un cuadro posterior de la caída se muestra
en la caída de Nabucodonosor, que era, como Adán, "rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el
reino, el poder, la fortaleza, y la gloria" (Dan. 2:37). Y sin embargo, a causa del orgullo, y por haber
buscado la divinidad autónoma, fue juzgado: "Y fue echado de entre los hombres, y comía hierba como
los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de
águila, y sus uñas como las de las aves" (Dan. 4:33). La rebelión del hombre contra Dios se refleja
también en la rebelión de las bestias contra el hombre; así, los impíos perseguidores de Cristo en la
crucifixión son llamados "perros" y "toros de Basán", y se les compara con "un león rapaz y rugiente"
(Ps. 22:12-13, 16).
Otra imagen de la "bestialidad" de la rebelión estaba contenida en los requisitos
sacrificiales/dietéticos del Antiguo Pacto contra los animales "inmundos", como observa James Jordan:
"Todos los animales inmundos se parecen a la serpiente de tres maneras. Comen 'polvo' (carne muerta,
carroña, estiércol, y basura). Se mueven en contacto con 'el polvo' (se arrastran sobre sus vientres, con
los carnosos cojines de sus patas en contacto con el suelo, sin escamas para evitar que su piel entre en
contacto con su líquido elemento). Se rebelan contra el dominio humano, matando a hombres o a otras
bestias. Bajo el simbolismo del Antiguo Pacto, tales bestias satánicas representan a las naciones
satánicas (Lev. 20:22-26), porque los animales son 'imágenes' de los hombres. 9 Comer animales
satánicos, bajo el Antiguo Pacto, era 'comer' el estilo de vida satánico, 'comer' la muerte y la rebelión".10
8-10 Los cadáveres de los testigos del Antiguo Testamento, "desde el justo Abel hasta Zacarías" (Mat.
23:35) yacen metafóricamente en la calle de la Gran Ciudad que espiritualmente (es decir, por
revelación del Espíritu Santo) se llama Sodoma y Egipto. Esta ciudad es, por supuesto, Jerusalén; Juan
explica que es allí donde también el Señor de ellos fue crucificado (acerca de Israel identificado como
Sodoma, véase Deut. 29:22-28; 32:32; Is. 1:10, 21; 3:9; Jer. 23:14; Ez. 16:46). Generalmente, los
comentaristas no logran encontrar referencias bíblicas que comparen a Israel (o a Jerusalén) con
Egipto, pero este es el antiguo problema de no poder ver el bosque a causa de los árboles. Porque la
prueba está contenida en el mensaje entero del Nuevo Testamento. Constantemente, Jesús es
considerado como el nuevo Moisés (Acts 3:20-23; Heb. 3-4), el nuevo Israel (Mat. 2:15), el nuevo
templo (Jn. 1:14; 2:19-21), y, de hecho, una recapitulación/trascendencia viviente de la historia entera
del Éxodo (comp. 1 Cor. 10:1-4.14 En el monte de la transfiguración (Lk. 9:31), Él habló con Moisés y
Elías (otro enlace con este pasaje), llamando "éxodo" (la palabra griega es exodon) a su muerte y
resurrección venideras en Jerusalén. Siguiendo los pasos a todo esto está el lenguaje mismo del
Apocalipsis, que habla de las plagas de Egipto derramadas sobre Israel (Rev. 8:6-12; 16:2-12). La
guerra de los testigos con el Israel apóstata y los estados paganos se describe en los mismos términos
que el Éxodo original de Egipto (comp. también la nube y la columna de fuego en Rev. 10:1).
Jerusalén, la una vez santa y ahora apóstata ciudad, se ha convertido en pagana y perversa, la opresora
del verdadero pueblo del pacto, uniéndose a la bestia al atacarlos y matarlos. Es Jerusalén la que es
culpable de la sangre de los testigos del Antiguo Pacto; ella es, por excelencia, la asesina de los profetas
(Mat. 21:33-43; 23:34-38). De hecho, dijo Jesús, "no es posible que un profeta muera fuera de
Jerusalén" (Lk. 13:33).
Con la muerte de los testigos, su voz de condena está silenciada; y ahora los pueblos y tribus y
lenguas y naciones consideran a la Iglesia misma como muerta, mostrando abiertamente su desprecio
por el pueblo de Dios, cuyos cadáveres yacen insepultos en la calle, bajo una aparente maldición, pues
no se permite que sus cadáveres sean puestos en una tumba (comp. 1 Kings 13:20-22; Jer. 8:1-2; 14:16;
16:3-4). El deseo de ser injertados en la Tierra Prometida a la muerte era una preocupación principal de
los fieles testigos del Antiguo Pacto, como garantía de su futura resurrección (Gen. 23; 47:29-31;
49:28-33; 50;1-14, 24-26; Ex. 13:19; Josué 24:32; 1 Sam. 31:7-13; Acts 7:15-16; Heb. 11:22). La
opresión del reino de sacerdotes por los paganos a menudo se expresaba en estos términos:
Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a escombros.
Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos, la carne de tus santos a las bestias de la tierra.
Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén, y no hubo quien los enterrase. (Ps. 79:1-3).
Sin embargo, la ironía es que ahora son los que moran en la tierra - los judíos mismos (comp.
Rev. 3:10) - los que se unen a las naciones paganas para oprimir a los justos. Los apóstatas de Israel se
regocijan y se divierten, y se envían regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas
atormentaban a los que moran en la tierra (comp. la fiesta de Herodes, durante la cual Juan fue
encarcelado y después decapitado: Mat. 14:3-12). El precio de la paz del mundo era la aniquilación de
los testigos proféticos; Israel y el mundo pagano se unieron en su perverso regocijo por la destrucción
de los profetas, cuyo fiel doble testimonio había atormentado a los desobedientes con la convicción de
pecado, llevándoles a suicidarse (comp. Gen. 4:3-8; 1 Jn 3:11-12; Acts 7:54-60). Los enemigos
naturales se reconciliaron los unos con los otros a través de su participación conjunta en el asesinato de
los profetas. Esto fue especialmente cierto en relación con el asesinato de Cristo: "Y se hicieron amigos
Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí" (Lk. 23:12). A la muerte de
Cristo, toda clase de personas se regocijaron y se burlaron: los dirigentes, los sacerdotes, las facciones
religiosas que competían entre sí, los soldados romanos, los siervos, los criminales; todos se unieron en
la celebración de su muerte (comp. Mat. 27:27-31; 39-44; Mk. 15:29-32; Lk. 22:63-65; 23:8-12, 35-
39); todos se pusieron del lado de la bestia contra el Cordero (Jn. 19:15).
v11-12 Después de tres días y medio, los testigos son resucitados: El aliento de vida de Dios
entró en ellos en la Nueva Creación (comp. Gen. 2:7; Ez. 37:1-14; Jn. 20:22) y se levantaron sobre sus
pies (comp. Acts 7:55), infundiendo terror y consternación a sus enemigos. Gran temor sobrevino a los
que les contemplaban (comp. Acts 2:43; 5:5; 19:17; contrástese con Jn 7:13; 12:42; 19:38; 20:19), y
con buena razón: Por medio de la resurrección de Cristo, la Iglesia y su testimonio se convirtieron en
indetenibles. En unión con Cristo en su ascensión a la gloria (Eph. 2:6), subieron al cielo en la Nube, y
sus enemigos les contemplaron.15 Los testigos no sobrevivieron a las persecuciones; murieron. Pero, en
la resurrección de Cristo, se levantaron en poder y en dominio que existía, no con ejército, ni con
fuerza, sino por medio del Espíritu de Dios, el aliento mismo de vida de Dios. "No somos los señores
de la historia y no controlamos sus consecuencias, pero tenemos la certeza de que hay un señor de la
historia y de que él controla sus resultados. Necesitamos una interpretación teológica del desastre, una
interpretación que reconozca que Dios actúa en sucesos como cautiverios, derrotas, y crucifixiones. La
Biblia puede ser interpretada como una serie de triunfos de Dios disfrazados como desastres".16
Juan traza aquí un importante paralelo que no debería ser pasado por alto, pues está cerca del
corazón del significado del pasaje. La ascensión de los testigos se describe en el mismo lenguaje que el
de la ascensión del mismo Juan:
Rev. 4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta,
hablando conmigo, dijo: Sube acá...
Rev. 11:11-12 Después de tres días y medio ... oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá....
La historia de los dos testigos es, por lo tanto, la historia de la Iglesia que testifica, que ha
recibido la orden divina de "subir acá" y ha ascendido con Cristo a la Nube en el cielo, al trono (Eph.
1:20-22; 2:6; Heb. 12:22-24): Ella ahora posee una autorización imperial para ejercer control sobre los
confines de la tierra, disciplinar a las naciones a la obediencia de fe (Mat. 28:18-20; Rom. 1:5).
v13-14 Uno de los resultados de la ascensión de Cristo, como Él lo predijo, sería el restallido de
la condena a muerte para el Israel apóstata, el estremecimiento del cielo y de la tierra. La Escritura
conecta como un solo suceso teológico - el advenimiento - el nacimiento, la vida,, la muerte, la
resurrección, y la ascensión de Jesús, el derramamiento de su Espíritu sobre la Iglesia en el año 30 d.
C., y el derramamiento de su ira sobre Israel en el holocausto de los años 66-70 d. C.: Así, en ese día
habrá un gran terremoto (comp. Rev. 6:12; Ez. 38:19-20; Hag. 2:6-7; Zac. 14:5; Mat. 27:51-53; Heb.
12:26-28). Porque el triunfo de Cristo significaba la derrota de sus enemigos, cayó la décima parte de la
ciudad. En realidad, la ciudad entera de Jerusalén cayó en el año 70 d. C.; pero, como hemos visto, las
trompetas-juicios todavía no alcanzaban el final definitivo de Jerusalén, sino que (aparentemente) sólo
llegaban al primer sitio de Jerusalén, bajo Cestio. De conformidad con la naturaleza de la trompeta
como alarma, el hecho de que Dios tomase un "diezmo" de Jerusalén durante el primer sitio era una
advertencia para la ciudad.
Por razones claramente simbólicas, bíblicas, y teológicas, Juan nos dice que siete mil personas
fueron muertas durante el terremoto. En definitiva, el terremoto en la tierra y en el cielo causado por el
Nuevo Pacto mató a muchas más personas que siete mil. Pero el número representa la situación
exactamente opuesta a la de los días de Elías. En 1 Reyes (1 Kings 19:18); Dios le dijo a Elías que en
Israel quedarían 7.000 fieles al pacto. Aun entonces, era más probablemente un número simbólico, que
indicaba plenitud (siete) multiplicado por muchos (mil). En otras palabras, Elías no debía desanimarse,
porque no estaba solo. Los justos elegidos de Dios eran numerosos, y todos ellos estaban presentes y
contabilizados. Sin embargo, por otro lado, estaban en minoría. Pero ahora, en el Nuevo Pacto, la
situación se invierte. Los Elías de los últimos días, los fieles testigos de la Iglesia, no deben
desanimarse cuando parezca que Dios está destruyendo a la totalidad de Israel, y que los fieles son
pocos en número. Porque esta vez son los apóstatas, los adoradores de Baal, los que son "los siete mil
en Israel". Las tornas se han vuelto. En el Antiguo Testamento, sólo "7000" son impíos. Son destruidos,
y el resto - la gran mayoría - se convierten y se salvan: El resto se aterrorizaron y dieron gloria al Dios
del cielo - lenguaje bíblico para indicar la conversión y la fe (comp. Josué 7:19; Is. 26:9; 42:12; Jer.
13:16; Mat. 5:16; Lk. 17:15-19; 18:43; 1 Pet. 2:12; Rev. 14:7; 15:4; 16:9; 19:7; 21:24). La tendencia en
la era del Nuevo Pacto es juicio para salvación.
Juan cierra la sección de la sexta trompeta con estas palabras: El segundo ay pasó; he aquí el
tercer ay viene pronto. Juan no nos dice explícitamente cuándo llega el tercer ay. Puesto que el primero
y el segundo se refieren a las advertencias que Israel ha recibido en el ataque demoníaco a gran escala
sobre la tierra (Rev. 9:1-12) y en la primera invasión de los romanos a las órdenes de Cestio (Rev. 9:13-
21), es posible considerar el tercer ay como la caída de Jerusalén misma; seis ayes (en tres pares) se
enumeran en rápida sucesión en 18:10, 16, 19. Sin embargo, está más de acuerdo con la estructura
literaria de Juan ver al tercer ay como una consecuencia de la séptima trompeta (de la misma manera en
que el primer y segundo ayes corresponden a la quinta y sexta trompetas: comp. Rev. 8:13; 9:12); el ay
es declarado en Rev. 12:12, después de que Miguel derrota al dragón, y continúa hasta el fin del
capítulo 14, mostrando la "gran ira" del dragón durante su dominio por "breve tiempo".
15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido
a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.
16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y
adoraron a Dios,
17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y aue eras y que has de venir, porque has
tomado tu gran poder, y has reinado.
18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos
los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que
destruyen la tierra.
19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces,
truenos, un terremoto y grande granizo.
v15 De confomidad con el modelo bíblico que une las ideas del sábado y la consumación, la
trompeta del séptimo ángel anuncia que "el misterio de Dios" se ha cumplido y ha sido llevado a cabo
(comp. Rev. 10:6-7). En este punto de la historia, el plan de Dios se hace evidente: Ha colocado a
judíos y a gentiles en pie de igualdad en el Pacto. La destrucción del Israel apóstata y del templo reveló
que Dios ha creado una nueva nación, un nuevo templo, como Jesús había profetizado a los dirigentes
judíos: "Por tanto os digo que el reino de Dios os será quitado de vosotros, y será dado a gente que
produzca los frutos de él" (Mat. 21:43). Más tarde, Jesús les dijo a sus discípulos cuál sería el efecto de
la destrucción de Jerusalén: "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo" (Mat. 24:30).
Marcellus Kik explica: "El juicio sobre Jerusalén era la señal del hecho de que el Hijo del Hombre
estaba reinando en el cielo. Este versículo se ha entendido mal, pues algunos han pensado que quiere
decir 'una señal en el cielo'. Pero esto no es lo que dice el versículo: dice la señal del Hijo del Hombre
en el cielo. La frase 'en el cielo' define la ubicación del Hijo del Hombre y no la de la señal. No
aparecería una señal en los cielos, sino que la destrucción de Jerusalén habría de indicar el gobierno del
Hijo del Hombre en el cielo".17
Kik continúa: "El apóstol Pablo dice en el capítulo once de Romanos que la caída de los judíos
fue una bendición para el resto del mundo. La catástrofe de Jerusalén realmente señaló el principio de
un nuevo reino mundial, que marcaba la completa separación entre la Iglesia Cristiana y el judaísmo
legalista. El sistema entero de adoración, tan estrechamente asociado con Jerusalén y con el templo,
recibió, por decirlo así, un golpe de muerte de parte de Dios mismo. Ahora Dios había terminado con el
Antiguo Pacto hecho en Sinaí: en pleno dominio estaba la señal del Nuevo Pacto".18
Así, el Reino de Dios, el "Quinto Reino", profetizado en Daniel 2, se universaliza, como canta
el coro celestial: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará
por los siglos de los siglos. La disociación final entre el cristianismo y el judaísmo significa que el
primero es ahora una religión mundial. Ahora el reino de Cristo inicia el proceso de abarcar y envolver
a todos los reinos del mundo. La tierra será regenerada. Esto se hizo claro con la caída de Jerusalén, la
señal de que Cristo había realmente ascendido a su trono celestial y gobernaba las naciones,
derramando ira y tribulación sobre sus enemigos a solicitud de su Iglesia orante. Los ejércitos romanos
que aniquilaron a Jerusalén, masacrando y esclavizando a sus habitantes, eran los ejércitos de Cristo
(Dan. 9:26), que cumplían su palabra (Deut. 28:49-68).
En términos del calendario bíblico, la "séptima trompeta" era tocada el primero de Tishri, el día
primero del mes séptimo en el año litúrgico, y el mes primero del año civil: Rosh Hashanah, el Día de
las Trompetas. Ernest L. Martin ha señalado varios aspectos interesantes del Día de las Trompetas, que
guardan relación directa con el significado de la séptima trompeta en Apocalipsis: "Antes del período
del Éxodo en tiempos de Moisés, éste era el día en que aparentemente se iniciaba el año bíblico. Parece
también que éste era el día en que a mucha gente se le avanzaba un año de su vida - sin importar en qué
mes de cuál año habían nacido realmente. Nótese que el patriarca Noé cumplió 601 años 'en el mes
primero [Tishri], el día primero del mes [que más tarde se llamó el Día de las Trompetas'] (Gen. 8:13).
Ese era el mero día en que 'Noé quitó la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba
seca' (vers. Gen 8:13). Este no era solamente el cumpleaños oficial de Noé, sino que se convirtió en un
nuevo nacimiento de la tierra también... Hasta el primer día de la creación mencionado en Genesis 1:1-
5 podría calcularse a este mismo día... Puesto que el otoño aparentemente iniciaba todos los años
bíblicos antes del Éxodo, y puesto que todas las frutas estaban en los árboles, listas para que las
comieran Adán y Eva (Gen. 1:29; 2:9, 16-17), esto sugiere que... el primer día de la creación
mencionado en Génesis fue también el primero de Tishri (por lo menos Moisés sin duda tenía el
propósito de dar esta impresión). Esto significa que no sólo el cumpleaños de la nueva tierra en tiempos
de Noé fue lo que más tarde se convirtió en el Día de las Trompetas, sino que también fue el día que
introdujo la creación original de la tierra..."
"... La opinión de la mayoría de los ancianos judíos (que todavía domina los servicios de las
sinagogas) era que el Día de las Trompetas era el día de recordación que conmemoraba el principio del
mundo. Prevalecía la opinión autorizada de que el primero de Tishri era el primer día de Genesis 1:1-5.
Vino a ser considerado el nacimiento del mundo (McClintock & Strong, Cyclopaedia, vol. X, p. 568).
Era más que un aniversario de la creación física. 'El judaísmo considera el día de Año Nuevo, no sólo
como el aniversario de la creación, sino - y de lo más importante - una renovación de ella. Es cuando el
mundo renace' (Theodor H. Gaster, Festivals of the Jewish Year, p. 109)..."
"Cada uno de los meses judíos era introducido oficialmente mediante el sonido de trompetas
(Num. 10:10). Puesto que el año de los festivales (en el que ocurrían todos los festivales) duraba siete
meses, el último mes (Tishri) era el último mes en ser introducido por medio de trompetas. Ésta es una
de las razones de que el día se llamase 'día de las trompetas'. La 'última trompeta' en la serie se tocaba
siempre en este día - así que era el día de la trompeta final (Lev. 23:24; Num. 29:1)".
"Éste era el día exacto que muchos de los antiguos reyes y gobernantes de Judá contaban como
el primero de su reinado... en realidad, era costumbre que la ceremonia final de la coronación de reyes
fuera hacer sonar trompetas. Para Salomón: 'Y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón! (1
Kings 1:34). Para Jehú: 'Tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey' (2 Kings 9:13). En la entronización de
Joás: 'Todo el pueblo del país se regocijaba, y tocaban las trompetas' (2 Kings 11:14)".19
M. D. Goulder resume el significado de Rosh Hashana: "El Año Nuevo es el equivalente judío
del Adviento cristiano: combina el gozo por el pensamiento de la venida final del reino de Dios, con la
penitencia por el pensamiento del juicio que ese reino traerá. Está marcado por el sonido del Shofar
(Lev. 23:24), para proclamar el día (keryxaie, Joel 2:15); y por tres bendiciones especiales, el
Malkuyot, el Zikronot, y el Shofarot. Cada una de ellas comprende diez versículos de la Escritura: el
primero sobre el reino de Dios, esperando su reino final (por ejemplo, Zac. 14:9); el segundo sobre el
hecho de que Dios recuerde las obras de los hombres para juicio o recompensa, y el hecho de que Él
recuerde su pacto; el tercero sobre el hacer sonar el Shofar, desde Sinaí hasta la última trompeta que
reunirá la dispersión en Jerusalén".20
Todo esto estaría naturalmente en las mentes de Juan y de su auditorio del siglo primero a la
mención de la gran séptima trompeta. Ahora, él añade una nueva dimensión de simbolismo, mostrando
el significado cristiano de Rosh Hashanah, al cual siempre había apuntado: El día de las trompetas es el
comienzo del nuevo mundo, la nueva creación, el día de coronación del Rey de Reyes, cuando sea
entronizado como Juez supremo sobre todo el mundo. De hecho, como veremos en el capítulo 12, el
significado de Tishri 1 es considerado por Juan - teológicamente, si no "realmente" - como el
cumpleaños de Cristo Jes&u uacute;s. Pues ahora, sin embargo, él lo presenta como el cumpleaños de
la nueva creación, el fruto de la resurrección y la ascensión de Cristo y sus santos.
v16-18 A la declaración coral del señorío universal de Cristo y el triunfo mundial de su reino se
unen los veinticuatro ancianos, que se sientan en sus tronos delante de Dios. (Nótese la referencia
arquitectónica: La postura característica del gobernante/maestro en el Nuevo Testamento es la
entronización; Jesús se puso de pie para leer las Escrituras, y se sentó para enseñar, Lk 4:16, 20). Estos
ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios
Todopoderoso. El verbo equivalente a dar gracias es eucharisteo, usado a través de la historia cristiana
para la comunión del cuerpo y la sangre del Señor: la Eucaristía. Este término adquiere su significado
técnico muy temprano (comp. Didache 9-10), basado en su uso en los relatos de la cena del Señor en el
Nuevo Testamento (Mat. 26:26-27; Mk. 14:22-23; Lk. 22:17, 19; 1 Cor. 11:24). Tendríamos que ser
verdaderamente ciegos para no ver esto aquí. Porque Juan nos ha mostrado que el modelo para la
acción redentora de Dios en la historia es el mismo que se representa cada día del Señor: La Iglesia,
habiendo muerto y resucitado en Cristo (Rev 11:7-11), asciende al cielo en medio de juicios cósmicos a
la orden divina (Rev 11:12-14). Rodeados por la hueste celestial que canta alabanzas (Rev. 11:15), los
ancianos se postran delante de la majestad de Dios, proclamando: ¡Eucharistoumen! ¡Te damos gracias!
(Rev 11:16-17).
Los ancianos continúan el servicio con una confesión de fe, alabando al Señor por la
inauguración de su reino: Has tomado tu gran poder, y has reinado. Era Cristo en Señor el que estaba
agitando las naciones del Imperio Romano para combatir contra Israel, porque Israel había perseguido
y masacrado a sus santos. Así, se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y la Jerusalén apóstata y
perseguidora sufre lo más recio de ambos; y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a
tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes. Esto
sólo expresa con otras palabras la afirmación de Jesús a Jerusalén en su último discurso público: "Para
que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de
Abel el justo hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien matásteis entre el templo y el altar.
De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación". (Mat. 23:35-36). Los siervos de Dios,
los profetas (términos equivalentes en Apocalipsis: véase Rev.1:1; 10:7; 16:6; 18:24; 19:2, 10; comp.
Dan. 9:6, 10; Amos 3:7; Zac. 1:6) serían vindicados y recompensados en el juicio venidero - no el
juicio final en el Día Postrero, sino más bien la vindicación y la venganza histórica de los santos
martirizados, aquellos que habían sufrido a manos del impío Israel, como Jesús había predicho. 21 Justo
antes de la caída de Israel, el apóstol Pablo había escrito de los judíos, que constantemente perseguían a
los cristianos, que "vino sobre ellos la ira hasta el extremo" (1 Thes. 2:16). Ahora, el vistazo que Juan
echa al futuro cercano muestra que, al caer la ira reprimida de Dios con todo su furor, la Iglesia se
regocijó. Haciéndose eco del tema familiar de la expulsión de Edén, el cántico se cierra con la
observación de que la destrucción de Israel sirvió para destruir a los que destruyen la tierra (comp. Lev.
18:24-30).
Por esta razón, Juan se refiere a todos los fenómenos meteorológicos que habían estado
asociados con la Nube de la revelación del Antiguo Pacto (comp. Ps. 18) en relación con la Iglesia:
Hubo relámpagos y voces y truenos, un terremoto y una gran tormenta de granizo. En la Iglesia de
Jesucristo, la puerta del cielo se ha abierto para nosotros. Nuestra santificación es por medio de la
iglesia, a través de su ministerio y sus sacramentos, como escribió San Ireneo: "Recibimos nuestra fe
de la iglesia y la conservamos a salvo; y es, por decirlo así, un precioso depósito guardado en un fino
recipiente, por siempre renovando su vitalidad por medio del Espíritu de Dios, y haciendo que se
renueve el recipiente en el que está guardado. Porque este don de Dios ha sido confiado a la Iglesia,
como el aliento de vida al hombre creado, con el fin de que todos los miembros, recibiéndolo, vivan. Y
en este punto se nos ha concedido nuestro medio de comunicación con Cristo, a saber, el Espíritu
Santo, prenda de in,ortalidad, la fortaleza de nuestra fe, la escalera por la cual ascendemos a Dios.
Porque el apóstol dice: 'A unos puso Dios en la Iglesia apóstoles, profetas, maestros' [1 Cor. 12:28] y
todos los otros medios por los cuales obra el Espíritu, Pero no tienen parte en este Espíritu los que no
participan de la actividad de la Iglesia... Porque donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y
donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda clase de gracia. El Espíritu es verdad. Por lo
tanto, los que no tienen parte en el Espíritu no son alimentados y no reciben vida del seno de su madre;
ni disfrutan de la fuente chispeante que emana del cuerpo de Cristo".22
Los primeros cristianos que primero leyeron el libro de Apocalipsis, especialmente los de
antecedentes judíos, tenían que entender que la destrucción de Jerusalén no significaría el fin del pacto
o del reino. La caída del antiguo Israel no era "el principio del fin". En vez de eso, era la señal de que el
reino mundial de Cristo había comenzado realmente, de que su Señor gobernaba las naciones desde su
trono celestial, y de que la conquista eventual de todas las naciones por los ejércitos de Cristo quedaba
asegurada. Para estos creyentes humildes y sufrientes, la prometida era del gobierno del Mesías había
llegado. Y lo que ellos estaban a punto de observar como testigos en la caída de Israel era el fin del
principio.
Notas:
1. R. J. McKelvey, "Temple", en J. D. Douglas, ed., The New Bible Dictionary (William B. Eerdmans Publishing Co.,
[1962] 1965, p. 1249.
2. James B. Jordan, "Rebellion, Tyranny, and Dominion in the Book of Genesis", in Gary North. ed., Tactics of
Christian Resistance, Christianity and Civilization No. 3 (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1983), p. 42.
3. Por ejemplo, a Daniel se le dijo: "Desde el tiempo en que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación
desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco
días" (Dan. 12:11-12). Estos números están basados en el período de 430 años de opresión en Egipto (Ex. 12:40) y los
45 años desde la esclavitud hasta la conquista de la tierra (Josué 14:6-10); los símbolos indican que el próximo
período de opresión, en comparación con el de Egipto, será breve (días en comparación con años), pero tres veces más
intenso (3 x 430= 1.290=. Los que perseveren en fe, sin embargo, alcanzarán el día número 1.335 de victoria y
dominio.
4. Mateo probablemente decidió dividir la genealogía en tres grupos de catorce para resaltar el nombre de David, que
tiene un valor numérico de 14 en hebreo. David es la figura central en la genealogía de Cristo, y Cristo es presentado a
través de las Escrituras como el David mayor (comp. Acts 2:25-36). Para llegar a este arreglo simétrico, sin embargo,
Mateo deja fuera tres generaciones entre Joram y Uzías en el v. 8 (Ocozías, Joás, y Amasías; comp. 2 Ki. 8:25; 11:21;
14:1), y cuenta a Jeconías dos veces en los vers. 11-12. Ahora, Mateo no era estúpido: Sabía sumar correctamente
(¡había sido colector de impuestos!); además, sabía que las genealogías verdaderas estaban a disposición de sus
lectores. Pero escribió su evangelio para proporcionar una cristología, no una cronología. Su lista está escrita para
exponer la "cualidad de catorce" de Cristo mismo, revelando al Salvador como "el hijo de David, el hijo de Abraham"
(1:1).
5. Es interesante notar que el sitio de Jerusalén por parte de los generales romanos Vespasiano y Tito en realidad duró
tres años y medio literales, desde el año 67 al año 70. Pero el punto principal del término es su significado simbólico,
que está basado en su uso por los profetas. Como en muchos otros casos, Dios obviamente causó los sucesos
históricos de un modo que armoniza con el simbolismo bíblico del cual Él es el autor.
6. Para algunos aspectos interesantes del número 1.260 y su relación con el número de la Bestia (666), véase los
comentarios sobre 13:18.
7. La doctrina cristiana de la deificación (comp. Ps. 82:6; Jn 10:34-36; Rom. 8:29-30; Eph. 4:13, 24; Heb. 2:10-13;
12:9-10; 2 Pet. 1:4; 1 Jn. 3:2) se conoce generalmente en las iglesias occidentales por los términos santificación y
glorificación, que se refieren a la manera plena en que el hombre ha heredado la imagen de Dios. Esta doctrina (que
no tiene absolutamente nada en común con las teorías realistas paganas de la continuidad del ser, las ideas humanistas
sobre la "chispa de la divinidad", ni las fábulas politeístas de los mormones en relación con la evolución humana hacia
la deidad) es universal a través de los escritos de los Padres de la Iglesia; véase, por ejemplo, de Georgios I.
Mantzaridis, The Deification of Man: St. Gregory Palamas and the Orthodox Tradition, Liadain Sehrrard, trad.
(Crestwood, NY: St. Vladimir´s Seminary Press, 1984). San Atanasio escribió: "El Verbo no es de cosas creadas, sino
más bien es Él mismo el creador. Así pues, por lo tanto, Él tomó la forma de un cuerpo humano creado para que,
habiéndolo renovado como su Creador, pudiera deificarlo en Sí mismo, y así traernos a todos al reino de los cielos por
medio de nuestra semejanza con Él. Porque el hombre no habría sido deificado si hubiese estado unido a una criatura,
o a menos que el Hijo fuese Dios mismo; ni habría sido traído el hombre a la presencia del Padre, a menos que Él
hubiese sido su natural y verdadero Verbo que se había vestido de un cuerpo. Y como nosotros no habríamos sido
librados del pecado y de la maldición si la carne cuya forma tomó el Verbo hubiese sido humana por naturaleza
(porque no habríamos tenido nada en común con lo que es extraño a nosotros); así también la humanidad no habría
sido deificada si el Verbo que se hizo carne no se hubiese por naturaleza derivado del Padre y esto no hubiese sido
correcto y verdadero en cuanto a Él. Porque, por lo tanto, la unión era de esta clase, para que Él pudiese unir, lo que es
hombre por naturaleza, con Él, que por naturaleza pertenecía a la Deidad, para que su salvación y deificación pudieran
ser seguras" (Orations Against Arianism, ii.70). Él lo puso más suscintamente en una famosa declaración de su obra
clásica On the Incarnation of the Word of God (54): "El Verbo fue hecho carne para que nosotros pudiésemos ser
dioses".
8. Representando la imagen restaurada de Dios, los sacerdotes se vestían de vegetales (lino) más bien que de animales
(lana); se les prohibía usar pieles de bestias, porque producían sudor (Eze. 44:17-18; comp. Gén. 3:19). Sobre
"divinidad judicial" y la vestimenta de pieles de Adán y Eva, véase, de James B. Jordan, "Rebellion, Tyranny, and
Dominion in the Book of Genesis", en el cd. de Gary North, Christianity and Civilization 3 (1983): Tactics of
Christian Resistance, pp. 43-47.
9. Comp. Prov. 6:6; 26:11; 30:15, 19, 24-31; Dan. 5:21; Ex. 13:2, 13.
10. James B. Jordan, The Law of the Covenant: An Exposition of Exodus 21-23 (Tyler, TX: Institute for Christian
Economics, 1984), p. 122.
11. Estrechamente relacionada con la doctrina bíblica de la Bestia está la "teología de los dinosaurios" de la Biblia;
para ésta, véanse mis comentarios sobre 12:3.
12. Véase más arriba sobre 9:1-6.
13. El intento de la Bestia de borrar el testimonio de los testigos de Dios eventualmente condujo a su ataque contra la
tierra de Israel, la patria de la Iglesia; Tito supuso que podía destruir al cristianismo destruyendo el templo en el año
70 d. C. (véase sobre 17:14). El motivo religioso central tras la guerra de Roma contra los judíos era su odio,
profundamente arraigado, contra la Iglesia Cristiana.
14. La evidencia es demasiado extensa para repetirla aquí, pero véase, de Meredith G. Kline, The Structure of Biblical
Authority (Eerdmans, 2do. cd., 1975), pp. 183-95; véase también, de Robert D. Brinsmead, The Pattern of
Redemptive History (Fallbrook, CA: Verdict Publications, 1979), pp. 23-33.
15. Esto guarda cierta similitud con la experiencia de Elías, siendo la mayor diferencia que fue su amigo - no sus
enemigos - el que vio su ascensión (2 Reyes 2:9-14).
16. Herbert Schlossberg, Idols for Destruction: Christian Faith and Its Confrontation With American Society
(Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1983), p. 304.
17. Marcellus Kik, An Eschatology of Victory (Nutley, NJ: The Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1971), p.
137. La traducción común en las versiones modernas de la Biblia ("entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del
Hombre") refleja simplemente los prejuicios no bíblicos de unos pocos traductores y editores. La traducción más
literal en la King James Version es la que el texto griego dice. Comp. la discusión en Paradise Restored: A Biblical
Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp. 97-105.
18. Ibid., p. 138.
19. Ernest L. Martin, The Birth of Christ Recalculated (Pasadena: Foundation for Biblical Research, segundo cd.,
1980), pp. 155ss.
20. M. D. Goulder, The Evangelists' Calendar: A Lectionary Explanation of the Development of Scripture (London:
SPCK, 1978), pp. 245s.
21. Cuando se usa en relación con el pueblo de Dios, la palabra juicio significa por lo general reivindicación y
venganza en nombre de él (véase 1 Sam. 24:15; 2 Sam. 18:19, 31; Ps. 10:18; 26:1; 43:1; Is. 1:17; Heb. 10:30-39).
22. St. Irenaeus, Against Heresies, iii.xxiv.1; traducido por Henry Bettenson, ed., The Early Christian Fathers (Oxford:
Oxford University Press, 1956, 1969), p. 83.
Capitulo 12 - LA GUERRA SANTA
LA GUERRA SANTA
"La Parte 1 ha revelado al Cordero de Dios bajo varios símbolos, glorioso en poder, que abre el
libro de los divinos misterios, vengando a los santos martirizados, y mostrando los terribles juicios
destinados a sobrevenirles a los enemigos de Dios. Todo es contemplado como desde el trono del Rey
en el cielo, que envía sus ejércitos y destruye los desafiantes asesinos de sus profetas y quema su
ciudad (comp. Mat. 22:7)".
Así, aunque hay un progresivo desarrollo hacia un clímax en la segunda mitad de Apocalipsis,
también veremos tanto una repetición de conceptos familiares como una diversidad en la presentación
de ellos, un mecanismo usado a menudo por los profetas bíblicos (véanse ejemplos de esto en Gen.
37:5-11; 41:18-25, 32; Dan. 2, 7). "El gran dragón escarlata (Rev. 12:3) no debe ser considerado como
diferente del ángel del abismo (Rev. 9:11). Los ciento cuarenta y cuatro mil sobre el monte de Sión
(Rev. 14:1) son los mismos que los israelitas sellados de Rev. 7:4-8. Las siete últimas plagas (caps.
Rev. 15 y 16) corresponden notablemente a las siete trompetas de la destrucción. 'Babilonia la grande'
es la misma que la gran ciudad donde el Señor fue crucificado (Rev. 11:8), y la nueva Jerusalén, llena
de la gloria de Dios y del Cordero, no es sino otro símbolo del templo de Dios en el cielo (Rev. 11:19
").2
Este punto en la profecía, por lo tanto, es algo así como un nuevo comienzo; y para mostrar el
conflicto entre Satanás y la Iglesia, Juan regresa al principio, al nacimiento de Cristo y a los
infructuosos intentos de Satanás por destruirle, terminando con la victoriosa ascensión de Cristo al
cielo. Esto prepara el escenario para, y revela el origen y el significado de, la persecución de Satanás
contra la Iglesia cristiana por todo el mundo. La lucha será feroz y sangrienta; pero Satanás ya está
condenado, pues Cristo está reinando desde su trono celestial, y su pueblo está destinado a obtener una
completa victoria sobre la base de la obra de Cristo y a través de su propia proclamación, fiel y
valiente, del evangelio.
La Serpiente y la Simiente de la Mujer ( Rev. 12:1-6)
1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una
corona de doce estrellas.
2 Y estandoencinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y
en sus cabezas siete diademas;
4 y su sola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente
a la mujer que estaba pàra dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
5 Yella dio a luz a un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para
Dios y para su trono.
6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos
sesenta días.
v1-2 De salida, Juan nos alerta de que debemos prestar cuidadosa atención al tema de esta
visión, porque aquí el símbolo de la mujer es una gran señal. 3 Los "literalistas" quieren que el uso de
este término implique que "la mayor parte de Apocalipsis debe ser tomado literalmente". 4 Pero esto es
no ver el punto. Juan no está diciendo que este pasaje, en contraste con el resto del libro, es una "señal",
porque él ya nos ha dicho que el libro entero está compuesto de "señales" (Rev. 1:1). El punto aquí es
que ésta es una gran señal, un símbolo importante, central en la interpretación de la profecía como un
todo. Juan está diciendo a sus lectores que piensen cuidadosamente en el significado bíblico de la señal.
Este símbolo central es una mujer,5 una imagen bíblica familiar para la iglesia, el pueblo de
Dios. (Específicamente, como veremos, la mujer aquí representa a la Iglesia en la forma del Israel del
antiguo pacto). Los primeros lectores de Juan en seguida habrían pensado en anteriores usos proféticos
de la mujer para representar a la Iglesia (véase, por ej., Is. 26; 49-50; 54; 66; Jer. 3-4; Lam. 1; Ez. 16;
Ose. 1-4; Miq. 4). Algunos de los pasajes proféticos sobre la Iglesia-mujer no son particularmente
halagadores, porque Israel había descendido a menudo al adulterio con dioses paganos. Pero el símbolo
en Apocalipsis 12 es una visión gloiosa de la Iglesia en su pureza, como la esposa de Dios: Ella está, a
la imagen de su Esposo (Ps. 104:2; Rev. 1:16; 10:1), vestida (la misma palabra que en Rev. 10:1) de sol
(comp. Is. 60:1-2). La luna bajo sus pies y su corona de doce estrellas realzan el cuadro de gloria y
dominio - en realidad, de su ascenso de gloria en gloria (1 Cor. 15:41; 2 Cor. 3:18). Salomón proclama
que la Esposa es "de desear, como Jerusalén; imponente como ejércitos en orden" (Cant. 6:4); ella
se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden. (Cant.
6:10)
Esta mujer, dice Juan, es la Madre de Cristo: Ella aparece encinta (la misma expresión griega
que se usa en relación con la Virgen María en Mat. 1:18, 23), llevando en su matriz al Mesías que está
destinado a "regir las naciones con vara de hierro" (Rev. 12:5). La imagen de la Mujer/Madre tiene sus
orígenes en el mismísimo Jardín de Edén y el protoevangelio - la primera proclamación del evangeelio,
en la cual Dios reveló que por medio de la mujer vendría el Redentor para aplastar la cabeza de la
Serpiente (Gen. 3:15). La imagen luego se convierte en un motivo regular en el desenvolvimiento de
los propósitos de Dios para con Israel. Un ejemplo familiar ocurre en la historia de Jael y Sísera, que
cuenta cómo el enemigo del pueblo de Dios es destruido, su cabeza aplastada, por una mujer (Judit 4:9,
17-22; 5:24-27; comp. la muerte de Abimelec en Jud. 9:53). Este es también un tema principal en la
historia de Ester y su liberación de Israel. El cumplimiento definitivo de esta profecía tuvo lugar en el
nacimiento virgen, como lo reconoció claramente María:
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los
poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su
siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para
siempre. (Lk. 1:51-55).
La profecía de Isaías de la Virgen Madre es el trasfondo bíblico específico para la visión de Juan
de la mujer, como explica Philip Carrington: "La palabras exactas son extraídas, no de cualquier mito
pagano, sino del profeta Isaías. Habló también Jehová a Acaz, diciendo: Pide para tí señal de Jehová tu
Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto (Is. 7:10-11); o, para
traducirlo a lenguaje juanino, o en el abismo o en el cielo. En Isaías el lenguaje parece puro floreo
retórico; pero es obviamente el origen de la Señal en el Cielo de Juan".
"Esto queda perfectamente claro por lo que sigue en Isaías. El rey rehusa pedir la señal, e Isaías
replica: El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará
su nombre Emanuel [ Is. 7:14]. Las palabras de Juan son simplemente una cita del anterior profeta:
Apareció en el cielo una gran señal, una mujer... encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia
del alumbramiento. Más que esto, Juan nos ha dado una traducción mucho más fiel al hebreo que
nuestra Versión Autorizada, que está influida por la Septuaginta; la traducción griega dice, en realidad:
Una virgen concebirá, pero el hebreo original sólo dice: Una mujer está encinta, y Juan nos lo ha
entregado con exactitud. Y, lo que es más, las palabras: Clamaba con dolores de parto, en la angustia
del alumbramiento, vienen también de Isaías (Is. 26:17)".
"Por lo tanto, Juan está anunciando el nacimiento del niño, el rey guerrero, predicho por ... Isaías".6
Así, Juan junta todas las imágenes de la mujer en la Biblia para este retrato compuesto de la
comunidad del pacto, de parto para dar a luz al Mesías: Es Eva, la madre de todos los vivientes, cuya
Simiente aplastará la cabeza del dragón; es también Sara, Rebeca, Raquel, Jocabed, Ana, y las otras
mujeres del pacto que dieron a luz a libertadores, antepasados de la Simiente; es la Virgen María, a
través de la cual encontraron su cumplimiento las promesas hechas a los padres. Pero esta gran figura
cósmica no puede ser identificada simplemente con ninguna de estas mujeres; más bien, cada una de
ellas individualmente personificaba y presentaba delante del mundo una faceta diferente del significado
de la mujer, reflejando los dolores de parto de la Iglesia para dar a luz al Mesías:
Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de
tí, oh Jehová. (Is. 26:17).
A medida que la revelación profética progresa en la Escritura, se hace más y más claro que la
Iglesia del Nuevo Pacto gime en dolores para dar a luz al Cristo (comp. Miq. 4:9-5:9): Él era la
promesa básica del pacto abrahámico. Esto es lo que Israel esperaba, gimiendo y en dolor a través de su
existencia. Este es el significado más esencial de la historia de Israel, aparte de la cual no tiene ningún
significado: el alumbramiento del niño-hombre (comp. Jn. 16:20-22), el Salvador del mundo. Desde el
protoevangelio hasta el diluvio, desde el pacto abrahámico a través de la esclavitud en Egipto, el
Éxodo, el establecimiento en Canaán, el cautiverio babilónico, el regreso del exilio, y el sufrimiento
bajo los griegos y los romanos, Israel estaba en el proceso de dar a luz al Cristo, para traer la era
mesiánica.
En medio de las luchas de la Iglesia, por lo tanto, ella clamó. Este verbo (krazo) tiene un
significado especial en las Escrituras, donde se usa generalmente como juramento o la solemne
proclamación de la revelación de Dios; se usa a menudo para referirse a los siervos de Dios que hablan
en presencia de la oposición.7 Aquí se refiere a la declaración oficial de la Palabra de Dios por parte de
la Iglesia, la profecía que ella pronunció durante el parto. Esta era la esencia de toda la revelación
profética, para dar testimonio al Cristo (Jn. 5:39, 45-46; Lk. 24:25-27; Acts 3:24; 13:27).
Es importante reconocer la relación de todo esto con el muy obvio simbolismo astronómico en
el texto. La palabra que Juan usa para señal era el término usado en el mundo antiguo para describir las
constelaciones del Zodíaco; el modelo de Juan para esta visión de la iglesia es la constelación de Virgo,
que en efccto tiene una "corona" de doce estrellas. 8 Parece probable que las doce estrellas también
representen los doce signos del Zodíaco, considerados, desde los tiempos antiguos, como símbolos de
las doce tribus de Israel; en el famoso sueño de José, su padre, su madre, y las doce tribus estaban
simbolizados por el sol, la luna, y doce estrellas o constelaciones (Gen. 37:9). 9 Ya hemos visto cómo la
divina disposición de las tribus de Israel alrededor del Tabernáculo (Num. 2) correspondía al orden
zodiacal de las constelaciones.10 La séptima trompeta de Rev. 11:15 nos trajo a Rosh Hashanah: el Día
de las Trompetas, el día primero del mes séptimo, el primer día del nuevo año, el día de la
entronización del Rey de reyes en la nueva creación. La afirmación de que Virgo está "coronada" por
las doce constelaciones, "significa, por lo tanto, que ella es la única entre las doce que reina en ese
momento", es decir, durante el mes séptimo, de la misma manera en que "las garras de Escorpión
parecen estar a punto de atrapar a la Virgen". 11 En términos de simbolismo astral, por lo tanto, el
nacimiento del Mesías tiene lugar en el Día de las Trompetas.
Es interesante que, siguiendo varias líneas de evidencia muy convincente, el Prof. Ernest Martin
limita, cuidadosa y esmeradamente, la fecha probable del nacimiento de Cristo a algún momento en
septiembre del año 3 a. C.12 Martin añade luego el escarchado sobre el pastel: "En el período del
nacimiento de Cristo, el sol entró a la posición de la cabeza de la Mujer más o menos en agosto 13, y
salió de sus pies más o menos en octubre 2. Pero el apóstol Juan vio la escena cuando el sol 'viste' o
'adorna' a la Mujer. Esto seguramente indica que la posición del sol en la visión estaba ubicada en algún
punto de la mitad del cuerpo de la Mujer - entre el cuello y las rodillas. (Difícilmente se podría decir
que el sol 'vestía' a la Mujer si estaba situado en su rostro o cerca de sus pies).
"El único momento del año en que el sol podría estar en una posición para 'vestir' a esta Mujer
celestial (para estar en la mitad del cuerpo) es cuando está situado más o menos entre 150 y 170 grados
a lo largo de la elíptica. Este 'vestir' a la mujer por el sol ocurre en un período de 20 días cada año. Este
período de 20 grados podría indicar el momento general en que Cristo nació. En el año 3 a. C., el sol
habría entrado en esta región celestial como el 27 de agosto y salido de él como el 15 de septiembre. Si,
en el libro de Apocalipsis, Juan está asociando el nacimiento de Cristo con el período en que el sol está
en la mitad del cuerpo de la Mujer, entonces Cristo habría tenido que nacer dentro de ese período de 20
días. Desde el punto de vista de los magos (que eran astrólogos), esto habría sido la única señal lógica
bajo la cual el Mesías judío podría haber nacido - especialmente si habría de nacer de una virgen. Aun
hoy, los astrólogos reconocen que la señal de Virgo es la única que hace referencia a un gobernante
mesiánico mundial que habría de nacer de una virgen....
"Pero hay una manera de llegar a una fecha mucho más cercana al nacimiento de Cristo que un
simple período de 120 días. La posición de la luna en la visión de Juan podría ubicar la natividad con
aproximación de un día - quizás con aproximación de una hora o menos. Esto puede parecer absurdo,
pero es completamente posible.
"La clave es la luna. El apóstol dijo que ésta estaba 'bajo sus pies' [de la mujer]. ¿Qué significa
la palabra 'bajo' en este caso? ¿Significa que la mujer de la visión estaba de pie sobre la luna cuando
Juan la observaba, o significa que sus pies estaban posicionados ligeramente por encima de la luna?
Juan no nos lo dice. Sin embargo, esto no es de mayores consecuencias al usar la luna para responder
nuestra pregunta porque sólo implicaría una diferencia de uno o dos grados. Puesto que los pies de
Virgo la Virgen representan los 7 últimos grados de la constelación (en el tiempo de Cristo esto habría
sido entre 180 y 187 grados a lo largo de la eclíptica), la luna debe ser posicionada en algún punto por
debajo de ese arco de 7 grados. Pero la luna también tiene que estar en esa posición exacta cuando el
sol está a medio cuerpo de Virgo. En el año 3 a. C., estos dos factores coincidieron con precisión
durante menos de dos horas, observados desde Palestina o Patmos, el 11 de septiembre. La relación
comenzó aproximadamente a las 6:15 p. m. (puesta de sol) y duró hasta alrededor de las 7:45 p. m.
(puesta de la luna). Éste es el único día en el año entero en que esto pudo haber tenido lugar".13
v3 Juan ve otra señal ... en el cielo: un gran dragón escarlata. Como explica en el versículo 9, el
dragón no es otro que "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás", el enemigo de Dios y de su
pueblo. Juan lo revela como el poder detrás de los tronos imperiales del mundo antiguo, que perseguían
a la Iglesia; porque, como los cuatro imperios-bestias de la profecía de Daniel, el dragón tiene siete
cabezas y diez cuernos: las bestias de Daniel tenían siete cabezas en total (la tercera bestia tenía
cuatro), y la cuarta bestia tenía diez cuernos (Dan. 7:3-7). Babilonia, Medo-Persia, Grecia, y Roma eran
todas etapas del intento del dragón por establecer su imperio ilícito en todo el mundo. (Así, el
significado de las siete cabezas no es simplemente que el dragón es difícil de matar, sino más bien que
se identifica con las terribles bestias de la visión de Daniel; comp. las "cabezas" del dragón en Ps.
74:13-15). Él era la gran bestia, de la cual ellos tenían sólo imágenes parciales. Es él quien había sido el
antiguo enemigo del pueblo de Dios. En todas las luchas de Israel contra las bestias, a través de todos
los intentos de los imperios humanos por destruir la Simiente del Pacto, el dragón había sido su
enemigo. Llevaba puestas las diademas de los imperios perseguidores.
¿Por qué es representado el diablo como un dragón? Para entender esto, debemos considerar la
teología bíblica de los dinosaurios, que está sorprendentemente bien detallada. Aunque la Biblia sí
habla de dinosaurios terrestres (comp. el behemot de Job 40:15-24),16 nuestra atención en esta ocasión
se centrará en dragones y serpientes marinas (comp. Job 7:12; 41:1-34).17 Esencialmente, como parte de
la buena creación de Dios (véase Gen. 1:21: monstruos marinos), no hay nada "malo" en estas criaturas
(Gen. 1:31; Ps. 148:7), sino que, a causa de la caída, son usados en las Escrituras para simbolizar al
hombre rebelde en la cúspide de su poder y de su gloria.
En las Escrituras se habla de tres clases de dragones: Tannin (dragón; Ps. 91:13), leviatán (Ps.
104:26), y rahab (Job 26:12-13).18 La Biblia relaciona cada uno de estos monstruos con la serpiente,
que representa el enemigo sutil, engañoso, del pueblo de Dios (Gen. 3:1-5, 13-15). Así, para demostrar
la divina victoria y dominio sobre la rebelión del hombre, Dios convirtió la vara de Moisés en una
"serpiente" (Ex. 4:1-4), y la vara de Aarón en un "dragón" (tannin; Ex. 7:8-12). Por lo tanto, en la
Escritura, el dragón/serpiente se convierte en símbolo de la cultura pagana rebelde, inspirada por
Satanás (comp. Jer. 51:34), especialmente ejemplificada por Egipto en su guerra contra el pueblo del
pacto. Esto es particularmente cierto con relación al monstruo Rahab (que significa el orgulloso), que a
menudo es sinónimo de Egipto (Ps. 87:4; 89:10; Is. 30:7). En Éxodo, la liberación del pueblo de Dios,
una liberación que dio lugar al pacto, se describe en términos tanto de la creación original como del
triunfo de Dios sobre el dragón:
Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos
pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del
gran abismo; el que transformó en camino la profundidades del mar para que pasaran los redimidos? (Is. 51:9-10)
Dividiste el mar con tu poder; quebraste cabezas de monstruos en las aguas. Magullaste las cabezas del leviatán, y lo
diste por comida a los moradores del desierto. (Ps. 74:13-14)
Así, en cumplimiento provisional de la promesa de Edén, la cabeza del dragón fue aplastada
cuando Dios salvó a su pueblo de Egipto. Por supuesto, la herida en la cabeza se sanó, y el dragón
(acompañado por el estado-dragón hecho a imagen suya) repetidamente regresó para atormentar y
perseguir a la Simiente de la mujer. Esto ocurre una y otra vez en todo el Antiguo Testamento, que
registra numerosos aplastamientos provisionales de la cabeza del dragón (Jue. 4:21; 5:26-27; 9:50-57; 1
Sam. 5:1-5; 17:49-51; 2 Sam. 18:9; 20:21-22; Ps. 68:21; Hab. 3:13). En términos de esto, los profetas
esperaban la definitiva derrota venidera del dragón en la obra de Cristo. Isaías vio a Israel como una
mujer encinta, retorciéndose y clamando en sus dolores de parto, esperando que naciera el Libertador
(Isa. 26:17-21; el versículo siguiente dice:
En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán
serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar (Is. 27:1)
Daniel repite la misma idea en lo que podría llamarse su "comentario" sobre el relato de Moisés
de la creación en Génesis 1. Escribiendo acerca del quinto y sexto días de la creación, Moisés había
dicho que Dios creó 19 "los grandes monstruos marinos" (tannin), y "ganado" (behemoth) en la tierra
(Gen. 1:20-25); pero éstos fueron sucedidos por el hombre, el cual, hecho a imagen de Dios, fue creado
para que señoreara sobre las criaturas (Gen. 1:26-28). Daniel 7 expande simbólicamente esta idea
mostrándonos una serie de bestias - los poderosos y terribles poderes mundiales que ejercieron dominio
impío sobre la tierra (v. Dan. 7:18). Pero Daniel ve que el reino de ellos es sólo "por cierto tiempo" (v.
Dan. 7:12); y, mientras sigue mirando, las visiones terminan con el Anciano de días entregando el
dominio al Hijo del Hombre, el segundo Adán - "dominio eterno, que nunca pasará"" (v. Dan. 7:13-14),
porque Él es la última Obra de Dios.
v4 La cola del dragón arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo. Juan está capitalizando el
hecho de que el escorpión, con el cual está asociado el dragón/serpiente, 20 "tiene un tercio de las
estrellas (zodiacales) en la cola, porque cuatro de los doce signos vienen tras él". 21 ¿Y la afirmación
de que las arrojó sobre la tierra? Eso, como observa Farrer correctamente, "es teología, no astronomía".
22 Juan ya ha asociado estrellas con ángeles, una conexión bíblica familiar (véase comentarios sobre
Rev. 1:20); ahora describe simbólicamente la caída de Satanás y los ángeles malos, un evento relatado
en lenguaje más directo en 2 Pet. 2:4, Jude 6, y el comentario del propio Juan sobre su alegoría en el
versículo 9. Las "estrellas" del dragón son los ángeles caídos, que se unieron a él en rebelión.
¿Por qué arrastra el dragón la tercera parte de los ángeles? Primero, esta es la forma en que los
juicios-trompetas son lanzados (comp. Rev. 8:7-12; 9:15, 18). Cristo es el primogénito; la porción de
los dos tercios (comp. Deut. 21:17) está reservada para Él y para su reino. Segundo, el principio bíblico
de los dos testigos posiblemente esté implicado también (Juan usa algo de lenguaje de tribunal en este
capítulo): Por cada testigo falso que Satanás puede presentar contra el pacto, Dios tiene dos ángeles de
su lado; el informe malvado queda más que anulado por el testimonio que Dios y sus ángeles pueden
proporcionar.
La meta del dragón es hacer abortar la obra de Cristo, devorarlo y matarlo. Así que el dragón se
paró delante de la mujer para devorar a su Hijo tan pronto naciera. Nuevamente Juan usa la astronomía
para propósitos alegóricos; porque, como hemos visto, el momento en que el sol está "vistiendo" a
Virgo es justamente cuando las garras del escorpión parecen estar a punto de atraparla; 23 y
efectivamente, parece cernirse, listo para saltar sobre su Hijo tan pronto nazca. Este conflicto entre
Cristo y Satanás fue anunciado en Genesis 3:15, la guerra entre las dos simientes, la Simiente de la
mujer y la simiente de la serpiente. Desde el primer libro de la Biblia hasta el último, ésta es la guerra
básica de la historia. El dragón está en guerra contra la mujer y su Simiente, primariamente Jesucristo.
A través de toda la historia, Satanás ha estado tratando, o de impedir que Cristo naciera, o de matarlo
tan pronto naciera. Por esto mató Caín a Abel , bajo la inspiración del dragón: El ataque contra Abel era
un intento de destruir la Simiente. No tuvo éxito, porque Eva luego dio a luz a Set, Sustitución, "en
lugar de Abel" (Gen. 4:25), y la Simiente fue preservada en él. La siguiente táctica de Satanás fue
corromper la línea de Set; así, diez generaciones después de Adán, casi todos los descendientes de Set
apostataron a través del matrimonio con los paganos (Gen. 6:1-12, y la tierra entera se corrompió, salvo
por un hombre justo y su familia. La ira insensata de Satanás para atacar a la Simiente era tan grande
que el mundo entero fue destruido, pero él fracasó. La Simiente fue preservada dentro de una sola
familia en el arca.
El dragón trató nuevamente de asesinar la Simiente, por medio de sus ataques contra la familia
de Abraham. En dos ocasiones, Satanás intentó hacer que Sara fuera violada por un rey pagano (Gen.
12:10-20; 20:1-18); lo intentó nuevamente con Rebeca (Gen. 26:1-11). La enemistad dragoniana contra
la Simiente es manifiesta también en la enemistad de Esaú contra Jacob, una lucha entre las dos
simientes que comenzó en la matriz (Gen. 25:22-23). Podemos ver también los intentos de Satanás por
estorbar la Simiente en el pecaminoso plan de Isaac [sic] para quitarle a Jacob, mediante engaño, su
herencia divinamente asignada (Gen. 27). Nuevamente, cuando los hijos de Israel estaban en Egipto, el
dragón trató de destruir la Simiente haciendo matar a todos los niños varones (Ex. 1). Quinientos años
más tarde, la Simiente la portaba un muchacho pastor, y nuevamente atacó el dragón, en dos ocasiones
inspirando a un rey poseído por un demonio para que le arrojara una lanza (1 Sam. 18:10-11). De
hecho, la maquinaria entera del reino de Saúl se puso en movimiento sólo para tratar de matar a David
(1 Sam. 18-27). De manera similar, la malvada reina Atalía "destruyó toda la simiente real de la casa de
Judá" (2 Crón. 22:10), pero la Simiente fue preservada en la persona del bebé Joás. Amán, el malvado
primer ministro de Persia, habría tenido éxito en su intento de desencadenar una masacre a gran escala
para destruir a todos los judíos, de no haber sido por el valor y la sabiduría de la reina Ester (Ester 3-9).
El ejemplo más notorio de esta norma a gran escala ocurre durante la historia de Israel, desde el Éxodo
hasta el Exilio: la perenne y consistente tentación del pueblo del pacto de asesinar a su propios hijos, de
ofrecerlos a los demonios como sacrificio (Lev. 18:21; 2 Kings 16:3; 2 Crón. 28:3; Ps. 106:37-38; Ez.
16:20). ¿Por qué? Era la guerra de las dos simientes. El dragón estaba tratando de destruir a Cristo.
Esta norma alcanza un dramático clímax al nacimiento de Cristo, cuando el dragón posee al rey
Herodes, el gobernador idumeo de Judea, y lo inspira para que masacre a los niños de Belén (Mat.
2:13-18); en realidad, la visión de Juan de la mujer, el niño, y el dragón parece casi una alegoría de ese
suceso. El dragón lo intentó otra vez, por supuesto; tentando al Señor (Lk. 4:1-13), tratando de hacer
que lo mataran (Lk. 4:28-29), sometiéndole a la opresión humana y demoníaca durante su ministerio,
entrando en posesión de uno de los discípulos de mayor confianza para que le traicionase (Jn. 13:2, 27),
y finalmente organizando su crucifixión. Aún entonces - más bien, especialmente entonces - el dragón
fue derrotado, porque la cruz fue la manera en que Dios hizo que Satanás contribuyera a que se
cumplieran los propósitos de Él, según Su sabiduría - "la sabiduría oculta, que Dios predestinó antes de
los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la
hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria" (1 Cor. 2:7-8). Al herir el calcañar de
la Simiente, la cabeza de la serpiente fue aplastada.
v5 Y dio a luz un hijo varón (comp. Is. 66:7-8) que regirá a todas las naciones con vara de
hierro. Juan regresa a Salmos 2, uno de sus textos favoritos, para explicar su simbolismo. El Hijo es,
obviamente, Cristo Jesús, la Simiente de la mujer, el niño de la virgen, nacido de Israel para regir las
naciones. En este versículo, Juan resume la historia del ministerio terrenal de Cristo, afirmando (como
si hubiese ocurrido todo a la vez) que el Hijo fue arrebatado a Dios a y a su trono. Es como si la
encarnación de Cristo hubiese conducido directamente a su ascensión al trono de gloria. El propósito de
Juan no es empequeñecer la expiación y la resurrección, sino subrayar que el Ungido del Señor escapa
por completo al poder del dragón; y debemos notar que el orden de Juan sigue al de Salmos. Hablando
de su exaltación al trono celestial, el Cristo dice:
Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. 24 Pídeme, y te daré por herencia
las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de
alfarería los desmenuzarás. (Ps. 2:7-9).
"El salmo hace del nacimiento celestial del Mesías uno con su entronización; si es engendrado
por Dios, reina". 25 A pesar de todo lo que hace el dragón, la Simiente es arrebatada al trono y ahora
rige las naciones con vara de hierro, tal como si hubiese pasado directamente de la encarnación al
trono; Satanás no tenía poder para detenerlo. La ascensión era la meta del advenimiento de Cristo.
v6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios. Como será evidente más
adelante, la huída de la mujer al desierto es una representación de la huída de los judeo-cristianos de la
destrucción de Jerusalén, así que la ira del dragón se agota en el Israel apóstata, más bien que en el
Israel fiel. Mientras ella está en el desierto, la mujer es alimentada por mil doscientos sesenta días, 26
un período equivalente al "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" (3 1/2 años) del versículo 14, y
relacionado simbólicamente con los 42 meses/1.260 días de Rev. 11:2-3 y 13:5. Vimos en Rev. 11:2
que las Escrituras usan esta terminología para hablar de un período limitado de maldad ascendente,
triunfante, un período de ira y juicio debido a la apostasía del pacto. Por lo tanto, durante este tiempo,
cuando Satanás parece ser dominante, la Iglesia está protegida. La huída de la mujer al desierto evoca
asociaciones con la permanencia de Elías en el desierto durante los tres años y medio de sequía, cuando
fue milagrosamente alimentado por cuervos (1 Kings 17:3-6); de manera similar, dice Juan, la huída de
la mujer no significa el abandono de Dios, sino más bien su amante provisión. La fiel Esposa tiene un
lugar preparado por Dios (comp. 2 Sam. 7:10; 1 Crón. 17:9; Jn 14:2-3). La encomienda a sus
mensajeros (Ps. 91:11-13) y la envía al desierto para que ellos puedan alimentarla. Juan también quiere
que pensemos, como veremos más abajo, en la huída de Israel al desierto de delante del dragón egipcio;
y en la huída de la Virgen María a Egipto, para escapar de la ira asesina del rey Herodes (Mat. 2:13-21).
La Guerra en el Cielo (Rev. 12:7-12)
7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón
y sus ángeles;
8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo
entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios,
y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba
delante de nuestro Dios día y noche.
11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y
menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el
diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
v7-9 La escena cambia abruptamente: Ahora Juan ve guerra en el cielo, a Miguel y sus ángeles
haciendo guerra contra el dragón. Esto no es, como algunos suponen, una secuela de la visión
precedente, como si Satanás, frustrado en su intento por devorar al Mesías, ahora dirigiera su asalto
contra el cielo. Por el contrario, Juan revela esta escena para explicar el versículo anterior - para
mostrar por qué la mujer tuvo que huir al desierto. Una vez que esto ha sido explicado, en los
versículos Rev. 12:7-12, Juan regresa al tema de la huída de la mujer. Además, Juan usa las imágenes
en este pasaje para mostrar otro aspecto del conflicto del Niño con el dragón. Cronológicamente, esta
sección explicativa encaja entre los versículos Rev. 12:5 y 6.
Para comenzar, debemos notar que la Guerra Santa es iniciada, no por el dragón, sino por
Miguel y sus ángeles. Debería haber pocas dudas de que este Capitán de la hueste angélica es un
símbolo de la Simiente de la mujer, el Hijo de Dios - representado ahora, no como Niño, sino como
Miguel, el gran Guerrero-Protector que dirige los ejércitos del cielo en batalla contra los demonios. El
simbolismo de Juan no es casual; es intencional, y muy preciso. Decidió cuidadosamente revelar a
Cristo en términos de las específicas connotaciones bíblicas asociadas con Miguel.
El nombre de Miguel (que significa: ¿Quién como Dios?) ocurre en otras partes de las
Escrituras sólo en Daniel y en Judas. En Daniel, Miguel es presentado como "el gran príncipe" que está
como protector especial del pueblo de Dios. La guerra se desata en el cielo entre los ángeles buenos y
malos, y ni siquiera Gabriel puede derrotar a los demonios sino hasta que Miguel viene a combatir el
enemigo (Dan. 10:12-13, 20-21). En vista de lo que se revela sobre Miguel en la última parte de Daniel
10, es probable que la visión no explicada en la primera parte del capítulo se refiera a Él también:
Daniel vio a un hombre vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su
rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce
bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. (Dan. 10:5-6)
El pasaje final de la profecía de Daniel se refiere a Miguel como guardián del pueblo de Dios,
que se levantará para combatir por ellos durante un tiempo de gran tribulación, salvando a todos
aquéllos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida (Dan. 12:1). 27 El nombre de Miguel no
aparece nuevamente en la Biblia sino hasta una mención casual por Judas, que nos dice que Él
"contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés" (Judas 9). 28 Judas también lo
llama arcángel, un término que - contrario a algunas especulaciones que se han hecho sobre las varias
categorías de ángeles - no significa necesariamente "miembro de una clase superior de ángeles", sino
más bien simplemente "el jefe de los ángeles", una expresión equivalente a "capitán de las huestes del
Señor" (Josué 5:13-15). Esto también tendería a Miguel con el ángel del Señor (comp. Ex. 23:20-23),
una figura que es, en la mayoría de los casos, una aparición pre-encarnada de Cristo. 29 La única otra
ocurrencia bíblica de la palabra arcángel es en 1 Thes. 4:16, donde Cristo desciende en la Segunda
Venida, "con aclamación, con voz de arcángel, con trompeta de Dios", o mejor, "con aclamación, con
voz arcangélica". La clara implicación es que Cristo mismo exclama con voz de arcángel. 30 (El hecho
de que haya rangos superiores de ángeles [comp. Rom. 8:38; Eph. 1:21; Col. 1:16] significa que un uso
más general del término arcángel es teológicamente válido. Pero la Biblia misma no parece usarlo de
este modo). Barrington observa que el término arcángel "puede hasta compararse con el 'Señor de los
ejércitos', y quizás puede haber significado la manifestación de Dios en la cual Él aparece como líder
de los ejércitos de Israel o de los cielos".31 En consecuencia, en el libro de Apocalipsis le encontramos a
Él dirigiendo los ejércitos del cielo en conflicto victorioso con Satanás, acciones claramente predicadas
de Cristo a través del Nuevo Testamento (comp. Mat. 12:22-29; Luc. 11:14-22; Col. 2:15; Heb. 2:14-
15; 1 Juan 3:8; Apoc. 19:11-16).
Por lo tanto, aún a primera vista, hay mucho en favor de la posición de que Miguel es una
representación simbólica de Cristo, un nombre que enfatiza su naturaleza divina y su poder; y de que
los "ángeles" que le acompañan son sus apóstoles, "junto con las fuerzas angélicas, en simpatía y en
cooperación con ellos".32 Esta posición explica y es reforzada por el pasaje en su totalidad. Como
argumenta Philip Barrington: "Le da sentido al capítulo. Por supuesto, si se quiere que el libro sea un
rompecabezas chino, esto no tendrá peso para uno; pero si uno piensa que el autor (o hasta el corrector
final) del libro tenía el propósito de que este capítulo tuviera un significado, entonces se pensará que es
razonable considerar una interpretación de él que elimine la confusión. Una mujer que se representa
como la Esposa del Señor tiene un Hijo; ella es la nueva Eva, y por lo tanto, su hijo ha de aplastar a la
serpiente; ella es la virgen de Isaías, y por lo tanto, él es un rey-guerrero. Sigue una guerra con la
serpiente, en la cual un oponente lo expulsa del cielo; la serpiente se fue a hacer guerra contra el resto
de la simiente de la mujer. Claramente, entonces, la persona con que primero él había combatido era
también la simiente de la mujer. ¿Por qué traer arrastrado a alguien más?"
"La batalla real es seguida por una canción en coro que sale del cielo y, como hemos visto, la
función de estas canciones en coro es la de aclarar la acción principal que se representa en símbolos.
Dice: Ahora ha venido la salvación, y el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; y
luego (pensando en los seguidores de Cristo, más bien que en Cristo mismo), ellos conquistaron por
medio de la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. Ahora, hay que admitirlo, esto significa
que es el Cristo cuyo poder ha venido, y que es por medio de su sangre que la victoria ha sido obtenida.
Nos dice quién derrotó a Satanás y cómo; fue Jesús en la cruz".33
Ya hemos observado que la Guerra Santa fue iniciada por el ataque de Miguel y el ejército del
cielo. En respuesta, el dragón y sus ángeles presentaron batalla. Pero esta acción defensiva de las
fuerzas del mal demostró ser un completo fracaso: No eran lo bastante fuertes, y ya no hubo lugar para
ellos en el cielo. Y el gran dragón fue echado fuera, en abjecta derrota. Por parte de las fuerzas del mal,
la batalla está perdida. Esto es exactamente lo que profetizó Jesús sobre las posibilidades de su iglesia
militante: "Las puertas del cielo no prevalecerán contra ella" (Mat. 16:18).
Jesús presenta la Iglesia, no como una ciudad sitiada por las fuerzas del mal, sino más bien
como un gran ejército, que pone sitio a la ciudad capital y al cuartel general del enemigo; y son las
fuerzas del mal las que sucumben al ataque de la Iglesia. El pueblo de Dios es el agresor: Toma la
iniciativa en la guerra, y asalta, con éxito, las puertas del infierno. Satanás y todas sus fuerzas no son lo
bastante fuertes, mientras que el cristiano puede decir con Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece" (Phil. 4:13).
Juan intercala información detallada sobre la identidad del dragón: Es la serpiente antigua, el
antiguo tentador que sedujo a Eva al principio (Gen. 3:1-15). Al dragón se le conoce como el diablo, un
término que significa el calumniador, porque es, como dijo el Señor, "mentiroso, y padre de mentira"
(Jn. 8:44). Una forma relacionada del dragón es Satanás (o, más apropiadamente, el satanás), palabra
hebrea que significa adversario, especialmente en cuestiones legales. El ser al que llamamos Satanás es
el abogado de la acusación, el acusador que levanta cargos contra los hombres en el tribunal de Dios, el
malo, que incansablemente acusa a los hermanos "día y noche" (Rev. 12:10). Satanás fue el acusador de
Job (Job 1:6-11; 2:1-5) y de Josué el sumo sacerdote (Zac. 3:1-10) - y, como puede verse en estos dos
casos, sus acusaciones supuestamente legales eran sólo mentiras. El acusador del pueblo de Dios es un
calumniador, padre de mentira.34 Porque él es el calumniador por excelencia, engaña al mundo entero.
Fue Satanás el que estuvo detrás de las calumniosas acusaciones contra los primeros cristianos, los
rumores difamatorios y los cargos criminales afirmando que eran apóstatas, ateos, asesinos rituales,
caníbales, revolucionarios sociales, y odiadores de la humanidad.35
Pero, como dice Juan, el gran dragón fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con
él. La expresión arrojados se usa tres veces en el versículo 9, subrayando el significado y la cualidad de
final de este suceso. El principio de lex talionis (ojo por ojo) se pone en vigor aquí: En Rev. 12:4, la
cola del dragón arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra; ahora el
dragón mismo es arrojado a la tierra junto con sus ángeles malos. En los versículos siguientes, Juan
explica la visión, diciéndonos claramente cuándo tuvo lugar esta gran expulsión de los demonios.
v10-11 La explicación viene, como a menudo ocurre con Juan, en un llamado, con una gran voz
del cielo, a adorar, exhortando a la asamblea a alabar al Señor por sus maravillosas obras.El resultado
de la victoria de Miguel sobre el dragón es cuádruple, y cubre la tierra: Ahora ha venido la salvación -
la victoriosa liberación "hacia un espacio amplio y abierto" - y el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo. El desenlace de la Guerra Santa es éste: ¡El reino ha llegado! El poder de Dios y
la autoridad de Cristo han venido, se han hecho manifiestos en la historia, porque el acusador de
nuestros hermanos ha sido arrojado a tierra, el que les acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Esta gran batalla apocalíptica, la mayor lucha de toda la historia, ya ha sido peleada y ganada
por el Señor Cristo, dice Juan, y el dragón ha sido derribado. Además, los mártires que entregaron sus
vidas en el servicio de Cristo no murieron en vano; son partícipes de la victoria: Conquistaron al
dragón por medio de la sangre del Cordero - por medio de 36 su victoria definitiva, de una vez por
todas - y por medio de la palabra de su testimonio. La fidelidad de los mártires a Cristo se demuestra en
que no amaron sus vidas aún hasta la muerte, sabiendo que "el que ama su vida la perderá; y el que
aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará" (Jn. 12:25).
Por lo tanto, es imposible que la Guerra Santa entre Miguel y el dragón sea una representación
de la batalla final de la historia al fin del mundo. No puede ser futura en absoluto. No es una batalla que
ha de tener lugar a la Segunda Venida. Según Juan, la victoria sobre el dragón no tiene lugar por medio
de un suceso cataclísmico al final de la historia, sino por medio de un suceso cataclísmico que tuvo
lugar en la mitad de la historia: el sacrificio del Cordero. El lenguaje usado para describir la base de la
conquista de Miguel no tiene nada que ver con la Segunda Venida, sino que tiene todo que ver con la
Primera Venida. Los mártires vencen por medio de la sangre derramada de Cristo, y por medio de la
intrépida proclamación del evangelio. La victoria cósmica sobre el dragón tiene lugar por medio del
evangelio, y sólo el evangelio - el evangelio en su aspecto objetivo (la oobra de Cristo), y el evangelio
en su aspecto subjetivo (la proclamación de la obra de Cristo).
Entonces, por lo tanto, ¿cuándo cayó Satanás del cielo? Cayó, definitivamente, durante el
ministerio de Cristo, que culminó con la expiación, la resurrección, y la ascensión del Señor a su trono
celestial. Podemos ver las etapas de la Guerra Santa a través del mensaje de los evangelios. Mientras
que la actividad de los demonios parece relativamente rara en el Antiguo Testamento, el Nuevo
Testamento registra numerosos brotes de demonismo. Ábrase las páginas del Nuevo Testamento, y los
demonios son casi inevitables. ¿Por qué? ¿Qué causó la diferencia? Fue la presencia de Cristo. Siguió a
la ofensiva, entrando en la historia para combatir contra el dragón, e inmediatamente el dragón
contraatacó con todo su poder, causando tanto daño como le fue posible. Y cuando vemos al Señor
guerreando contra el diablo, también vemos al Señor dando ayuda angélica (comp. Mat. 4:11; 26:53;
Lk. 22:43). Como Miguel dirigiendo los ángeles, Cristo condujo a sus apóstoles contra el dragón,
expulsándolo de su puesto. El mensaje de los evangelios es el de que, en el ministerio terrenal de Cristo
y sus apóstoles, Satanás perdió su lugar de poder y cayó a la tierra:
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a
Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza
del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que
vuestros nombres están escritos en los cielos. (Lk 10:17-20).
Lo que Apocalipsis 12 presenta es sólo eso: no sólo la sujeción de los demonios a los santos,
sino el registro de los nombres de los santos en el cielo - su sentencia de justificación, de su correcta
posición en el tribunal del cielo, porque su acusador ha sido expulsado del tribunal y su falso
testimonio invalidado. La palabra para la palabra conquistar en este versículo (nikao) lleva la
connotación, no sólo de una victoria militar, sino también de una victoria legal; obtener un veredicto
favorable (comp. Rom. 3:3). Por supuesto, la ejecución definitiva de esto fue la expiación de Cristo por
los pecados de su pueblo; así, justo antes de ofrecerse a sí mismo como sacrificio, nuestro Señor dijo:
"Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" (Jn 12:31). En la
victoria de Cristo, la salvación y el reino vinieron a la tierra. Satanás fue derrotado.
El lenguaje mismo de los evangelios atestigua esto. El término normal para el hecho de que
Cristo "echaba fuera" los demonios a través de su ministerio (ekballo; comp. Mat. 8:16, 31; 9:33-34;
10:1, 8; 12:24, 26-28) es simplemente una forma intensiva de la palabra usada repetidamente en
Apocalipsis 12 para el "lanzamiento fuera" del dragón (ballo). Y Jesús anunció: "Pero si yo por el
Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios" (Mat.
12:28). El mensaje de Apocalipsis es consistente con el del Nuevo Testamento en general: Cristo ha
llegado, Satanás ha sido lanzado fuera, y el Reino ha venido. Por medio de su muerte y su resurrección,
Cristo "desarmó" a los demonios, triunfando sobre ellos (Col. 2:15). Satanás ha sido dejado impotente
(Heb. 2:14-15), y así Pablo pudo asegurar a los creyentes en Roma que "el Dios de paz aplastará en
breve a Satanás bajo vuestros pies" (Rom. 16:20). La cruz era el blanco, dijo Jesús, del juicio del
mundo (Jn 12:31) - o, como lo expresó Juan Calvino, la reforma y la restauración del mundo. 37 El
gobernante ilegítimo del mundo fue echado fuera por la venida de Cristo. Como anunció a su
ascensión, "Toda potestad (exousia) me es dada en el cielo y en la tierra" (Mat. 28:18). La visión de
Juan declara lo mismo: ¡El reino de nuestro Dios y la autoridad (exousia) de su Cristo han venido!
v12 La voz desde el cielo exhorta a la congregación a la adoración con júbilo: Por lo cual
alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¿Quiénes son éstos que moran en los cielos? Ya para este
momento, Juan ha dicho claramente que la adoración de la iglesia tiene lugar, real y verdaderamente,
delante del trono celestial de Dios (Rev. 4:4-11; 5:8-14; 7:9-17). El Nuevo Testamento refleja
claramente este entendimiento de parte de los apóstoles y la iglesia primitiva, declarando que Dios nos
ha levantado con Cristo a lugares celestiales (Eph. 2:6), donde tenemos nuestra ciudadanía (Phil. 3:20).
Nuestra adoración es contemplada por la hueste angélica (1 Cor. 11:10; Eph. 3:10), porque hemos
venido a la Jerusalén celestial, donde innumerables ángeles están reunidos en asamblea festiva con la
Iglesia (Heb. 12:22-23). Por lo tanto, los que son llamados a gozosa alabanza por la venida del Reino y
la derrota del dragón son la Iglesia. Hemos seguido al Niño en su victoriosa ascensión (Eph. 1:20-22;
2:6), y nos hemos convertido en su tabernáculo (comp. Rev. 7:15; 13:6).
Pero la conquista definitiva del dragón por Cristo no significa el fin de la actividad de aquél por
completo. En realidad, como rata acorralada, se vuelve aún más frenéticamente violento, aumentando
sus airados gruñidos a la par que aumentan su frustración y su impotencia. Por eso, la voz desde el
cielo declara: ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros
con gran ira, sabiendo que le queda poco tiempo. La séptima trompeta ha sonado (Rev. 11:15), y el
tercer ay ha llegado (véase Rev. 8:13; 11:14). El dominio del dragón, después de su derrota a la
ascensión de Cristo, ahora ha venido a ser la tierra y el mar; ha perdido para siempre el santuario
edénico, que le había sido entregado por Adán. Por eso, en el capítulo 13, Juan ve dos grandes bestias a
la imagen del dragón, que surgen del mar y de la tierra. En las imágenes de Juan, el mar resultará ser
las naciones paganas (véase más abajo, sobre Rev.13:1-2), que rugen y echan espumarajos por la boca
en su odio contra el Señor y su Cristo (comp. Ps. 2:1). Y, como hemos visto repetidamente, los
israelitas están representados por la tierra. La voz está advirtiendo que tanto Israel como el imperio
serán demonizados en el loco frenesí de Satanás por aferrarse a los decompuestos y marchitos restos de
su gobierno ilícito. Al dragón sólo le queda un breve período en el cual poder causar la ruina de la
iglesia, mientras ella está todavía conectada al antiguo Israel; tratará de azuzar a la tierra y al mar,
primero en una sociedad demoníaca contra la Iglesia, y luego en una guerra la una contra el otro para
aplastar a la Iglesia en medio. Como un depuesto gángster que huye, el dragón trata de consolidar su
poder para una última y desesperada resistencia. Pero sabe que está perdido; el tiempo casi se le ha
terminado.
13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo
varón.
14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río.
16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca.
17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de
ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.
Rev 12:13
v13 Juan regresa al tema mencionado en el versículo 6: la huída de la mujer de delante del
dragón. Esto ocurre como resultado directo de la derrota del dragón a manos de Miguel, porque cuando
el dragón vio que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al Hijo varón.
Es imposible subrayar demasiado el hecho de que, para Juan y su auditorio, éste es uno de los puntos
más cruciales de todo el capítulo. El dragón persigue a la Iglesia precisamente porque Cristo lo ha
derrotado. Debemos recordar esto al leer que el dragón urde conspiraciones, y sus astutas
maquinaciones entre bastidores están dirigidas a causar la destrucción de la Iglesia; ¡todos sus ataques
contra la Iglesia se originan en el hecho de que ya ha sido derrotado!
Para nuestra interpretación, es importante observar también que la persecución de la mujer surge en
relación con la caída del dragón a la tierra de Israel. Es allí, primero que todo, donde busca destruir a la
Iglesia.
v14 Pero la mujer es librada, volando al desierto en las dos alas de la gran águila. Nuevamente,
Juan usa imágenes del Éxodo, donde las columnas llenas de ángeles de la Nube de Gloria son descritas
como "alas de águilas", por medio de las cuales Dios había traído a Israel a sí mismo en el desierto para
que fuese pueblo suyo, un reino de sacerdotes para Dios, una nación santa (Ex. 19:4-6; comp. 1 Pet.
2:9-10). El cuadro se expande aún más cuando Moisés, contemplando la historia del pueblo de Dios al
final de su vida, habla de cómo Dios salvó a Israel en el desierto:
Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la
niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva
sobre sus plumas. (Deut. 32:10-11)
Moisés usa dos palabras claves en este pasaje: yermo y revolotear. Ambas ocurren solamente
una vez más en todo el Pentateuco, y nuevamente juntas, en Genesis 1:2. El equivalente de yermo se
usa para describir la inhabitable condición de la tierra cuando fue creada ("desordenada"); y revolotear
es el término que Moisés usa para describir la actividad del Espíritu, de "moverse" en poder creador
sobre la faz de abismo. Dios no es descuidado con el lenguaje. Su profeta Moisés tenía una razón
específica para repetir esas palabras claves en su mensaje de despedida. Estaba subrayando el mensaje
de que la salvación de Israel era un evento de creación. El pacto de Sinaí fue una re-creación, una
reorganización del mundo.38 De manera similar, Juan toma prestada terminología del mismo pasaje de
Moisés para presentar ese mensaje a la Iglesia: Dios ha traído a su cumplimiento las re-creaciones
provisionales del antiguo orden. La venida de Cristo ha traído la re-creación definitiva, el Nuevo Pacto.
Y, como en los días antiguos, cuando Dios milagrosamente preservó a Israel en todas sus aflicciones,
proporcionándole un paraíso en medio del desierto, así también ahora alimentará y tendrá cuidado de la
Iglesia, su Esposa, y la Madre de su Hijo unigénito. El pueblo de su pacto mora al abrigo de la Nube de
Gloria, a la sombra de sus alas (Ps. 17:8; 36:7; 57:1; 61:4; 91:4, 11). Las alas del águila, que significan
muerte y destrucción para los enemigos del pacto (Deut. 28:49; Job. 39:27-30; Jer. 48:40; Hosea 8:1;
Hab. 1:8; Mat. 24:28), son un emblema de paz, seguridad, y bendición para los herederos de la gracia
del pacto.
Nuevamente (comp. Rev 12:6), Juan señala que la huída de la mujer al desierto no es evidencia
de que ha sido abandonada por Dios; no es una señal de que ha perdido la batalla, ni de que los sucesos
están fuera de control. Más bien, ella vuela en alas de águila por encima de las aguas (v. 15) a su lugar,
para que pueda ser sustentada durante el período de su tribulación (comp. Lk. 4:25-26), los conocidos
tres años y medio de juicio mencionados en los profetas - o, como Juan los presenta aquí en el lenguaje
de Daniel 7:25 y 12:7, un tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
Tradicionalmente, los comentaristas preteristas han visto este pasaje en términos del escape de
la Iglesia de Judea de las invasiones edomitas y romanas durante las guerras de los judíos cuando, en
obediencia a las órdenes de Cristo (Mat. 24:15-28), los cristianos escaparon para buscar refugio en las
cuevas del desierto.39 No hay nada malo con este punto de vista hasta donde alcanza, pero no alcanza lo
suficiente. Porque la alegoría de Juan sobre la mujer es la historia de la Iglesia, no sólo una rama
particular de ella. La liberación de la Iglesia de Judea debe ser vista como la principal referencia
histórica de este texto, pero teniendo en cuenta que su experiencia representa e ilustra la liberación de
la Iglesia en su totalidad en este período difícil, cuando el Señor preparó una mesa para ella en
presencia de sus enemigos (Ps. 23:5).
v15-16 Juan continúa con sus imágenes de Éxodo, recordándonos de cuando los hijos de Israel
fueron atrapados "entre el diablo y el profundo Mar Rojo": Y la serpiente arrojó de su boca, tras la
mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. Farrer dice: "La mujer es tratada como la
congregación de Israel, salvada de Egipto, levantada por el Señor en alas de águila, y traída a Sinaí. La
persecución de ella por el dragón enviándole una inundación es una imagen generalizada de la acción
de Faraón, que (1) manda que a los niños israelitas, y especialmente a Moisés, se los lleve el río Nilo,
(2) sale con un ejército tras de Israel, que escapa, y (3) confía en el Mar Rojo para encerrar a Israel. 40
Las imágenes bíblicas eran familiares: un río amenazante tratando de abrumar al pueblo de Dios,
fluyendo de la boca de sus enemigos (Ps. 18:4, 16; 124:3-6; Is. 8:5-8; 59:19; Jer. 46:7-8; 47:2; Hosea
5:10).
Pero nuevamente, como en el Éxodo, el plan del dragón queda frustrado: La tierra ayudó a la
mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. 41 El cuadro se
basa parcialmente en el incidente registrado en Num. 16:28-33, cuando la tierra abrió su boca y se tragó
a los instigadores de una rebelión contra Moisés. Milton Terry resume el punto de las alusiones de Juan
al Antiguo Testamento en este pasaje: "La gramn idea en todas estas imágenes es que sale poder divino
para liberar y sustentar a la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento en el día de su persecución - el
mismo poder que en la antigüedad hizo los milagros en Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto". 42
Ése es en realidad el énfasis de Juan aquí. La Iglesia está divinamente protegida y preservada a través
de todas sus tribulaciones. No importa qué haga el dragón en sus intentos por destruir la Iglesia - hasta
provocar la Revuelta Judía, o hacer que los edomitas y los romanos masacren a los habitantes de Israel
- la Iglesia escapa a su poder. Para cuando Roma ataca, la Iglesia hace tiempo que se ha ido; la tierra de
Israel traga el río de ira, absorbiendo el golpe en su lugar. La destrucción de Jerusalén dejó a la
verdadera ciudad y al templo indemnes, porque estaban a salvo con la mujer bajo la sombra del
Omnipotente.
Rev 12:17
v17 El dragón sólo tenía "poco tiempo" (v. Rev. 12:12) para destruir la Iglesia, y falló
nuevamente. Frustrado en su intento por destruir a la Madre Iglesia, se airó contra la mujer, y se fue a
hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los cristianos que resultaron ilesos en la guerra
del dragón contra la mujer. ¿Cómo es que la Iglesia es simbolizada tanto por la mujer como por sus
hijos? "Estas distinciones se hacen y se mantienen fácilmente. La Iglesia, considerada como una
institución y un cuerpo orgánico, puede ditinguirse de sus hijos, como muestran claramente Is. 66:7-8 y
Gal. 4:22-26... En consecuencia, observamos que la Iglesia es, según un punto de vista, la totalidad de
todos sus miembros o hijos; según otro, familiar a las Escrituras, sus miembros individuales se
consideran como relacionados con ella como se relacionan los hijos con la madre".43
Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él. (1 Jn. 2:3-4)
Pues éste es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. (1 Jn. 5:3).
Como ya nos ha informado Juan, los santos vencen al dragón por medio de la palabra de su
testimonio y su fiel obediencia hasta la muerte (Rev. 12:11). Los siguientes capítulos detallarán varias
etapas cruciales en la continuada guerra entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. El
pasaje no se propone ser cronológicamente exacto, como si el dragón se volviera contra el resto de la
Iglesia sólo después del fracaso de la Guerra Judía. Más bien, la huída de la Iglesia de Judea es sólo la
culminación de una serie de liberaciones a través de los últimos días, simbolizadas por la huída de la
mujer. Juan describe en imágenes las varias estratagemas ideadas por Satanás para destruir la Iglesia, y
muestra que todas son un completo fracaso. El dragón libra una batalla perdida de antemano, porque ya
ha sido derrotado en la cruz y en la tumba. No hay una sola pulgada cuadrada ni en el cielo, ni en la
tierra, ni debajo de la tierra donde hay paz entre la serpiente y la simiente de la mujer, y Cristo ya ha
vencido de modo aplastante en todos los frentes. Desde la ascensión de Cristo, la historia del mundo ha
sido una operación de limpieza. Mientras continúe siendo la Iglesia obediente, la Iglesia militante será
la Iglesia triunfante también.
Notas:
1. Milton S. Terry, Biblical Apocalyptics: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the
Canonical Scriptures (New York: Eaton & Mains, 1896), p. 381.
2. Ibid.
3. La palabra señal se usa siete veces en los capítulos 12-19; tres están en el cielo ( Rev. 21:1, 3; 15:1), cuatro están en
la tierra (Rev. 13:3, 14; 16:14; 19:20).
4. Henry M. Morris, The Revelation Record: A Scientific and Devotional Commentary on the Book of Revelation
(Wheaton: Tyndale House Publishers, Inc., 1983), p. 213.
5. La palabra mujer (o mujeres) se usa 19 veces en Apocalipsis, motivando a Ford para que sugiriera que "la mujer
símbolo es casi tan importante como el Cordero" (Revelation: Introduction, Translation, and Commentary [Garden
City: Doubleday and Company, 1975], p. 188.
6. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation (London: SPCK, 1931), pp. 204f.
7. Véase, por ejemplo, Mat. 27:50; Mk. 3:11; 5:7; 9:24; 10:48; 15:13; Jn. 1:15; 7:28; 12:13, 44; Hech. Acts 19:28, 32,
34; Rom. 9:27; Gal. 4:6; Sant. James 5:4; y vea su uso especialmente en Apocalipsis: Rev. 6:10; 7:2, 10; 10:3; 14:15;
18:2, 18-19; 19:17.
8. Las doce estrellas son: "(1) Pi, (2) Nu, (3) Beta (cerca de la eclíptica), (4) Sigma, (5) Chi, (6) Iota. Estas seis
estrellas forman el hemisferio meridional alrededor de la cabeza de Virgo. Luego están (7) Theta, (8) Estrella 60, (9)
Delta, (10) Estrella 93, (11) Beta (la estrella de segunda magnitud), (12) Omicron. Éstas últimas seis estrellas forman
el hemisferio septentrional alrededor de la cabeza de Virgo. Todas estas estrellas son las visibles que podrían haber
sido vistas por observadores". Ernest L. Martin, The Birth of Christ Recalculated (Pasadena, CA: Foundation for
Biblical Research, 2nd. cd., 1980), p. 159.
9. Véase de Josefo, Antiquities of the Jews, iii.vii.7, donde explica el significado de las doce piedras en el pectoral del
sumo sacerdote, que representaban las doce tribus de Israel (Éx. 28:17-21), en términos del Zodíaco.
10. Véanse los comentarios sobre Apocalipsis Rev. 4:7; comp. Ernest L. Martin, The Birth of Christ Recalculated, pp.
168s.
11. Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964), p. 141.
12. Se sostiene por lo general que Herodes el Grande murió en el año 4 a. C., y que, por lo tanto, Cristo nació en el
año 6 o 7 a. C. Sin embargo, Martin presenta argumentos detallados y persuasivos a favor de que la muerte de
Herodes ocurrió en el año 1 a. C. Véase su obra Birth of Christ Recalculated, pp. 26-131.
13. Ibid., pp. 146s. ¿Y Diciembre 25, la fecha tradicional de la Natividad? Como lo demuestra Martin, tuvieron lugar
numerosos y alarmantes fenómenos astronómicos durante los años 3-2 a. C. Principal entre estos sucesos celestes fue
el hecho de que Júpiter, reconocido por judíos y gentiles por igual como el "Planeta del Mesías", estaba situado en el
vientre de Virgo y que permaneció inmóvil, directamente sobre Belén, el 25 de diciembre del año 2 a. C., cuando el
Niño tenía poco más de un año. (Mateo dice que la santa familia estaba instalada en una casa, no un establo, para
cuando los magos la visitaron [Mat. 2:11]. Además, Herodes ordenó la matanza de los inocentes "menores de dos
años, conforme al tiempo que había inquirido de los magos" [Mat. 2:16], indicando que el Niño ya no era un recién
nacido). Para un relato completo de los eventos astronómicos de 3-2 a. C., véase de Martin, pp. 4-25, 144-177.
14. Ibid., pp. 152s.
15. Ibid., p. 158.
16. Algunos suponen erróneamente que era un hipopótamo. Su descripción en el texto bíblico indica que estaba
mucho más cerca de ser un brontosauro.
17. ¡Algunos creen de verdad que la criatura mencionada en esta última referencia, un dragón enorme que escupía
fuego llamado Leviatán, era un cocodrilo! Sin embargo, es claro según las afirmaciones de Job, que por lo menos
algunos grandes dinosauros fueron contemporáneos de este primitivo patriarca. Para un equilibrado examen de
supuestos avistamientos de monstruos marinos en tiempos más recientes, véase de Bernard Heuvelmans, In the Wake
of the Sea Serpents (New York: Hill and Wang, 1968). Duane T. Gish ha propuesto una posible explicación de la
biología de "escupir fuego" en su obra Dinosaurs: Those Terrible Lizards (San Diego: Creation-Life Publishers, 1977),
pp. 50ss.
18. En Hebreos, esta es una palabra completamente diferente del nombre de Rahab, la prostituta cananea que salvó a
los espías hebreos en Josué 2.
19. La palabra hebrea aquí es bara, por lo demás usada solamente para describir la creación de los cielos y la tierra, v.
1, y la del hombre, v. 27.
20. Comp. Deut. 8:15; Lk. 10:19; 11:11-12; Apoc. Rev. 9:3-11.
21. Farrer, p. 143.
22. Ibid.
23. La constelación de Libra (la Balanza) era también considerada en el mundo antiguo como las Garras de Escorpión;
véase, de Richard Hinckley Allen, Star Names: Their Lore and Meaning (New York: Dover Publications, 1963), pp.
269ss.
24. Algunos argüirán que esta frase se refiere, no a la encarnación o nacimiento físico de Cristo, sino a su generación
eterna; sin embargo, para fines de la alusión bíblica de Juan, la cuestión es irrelevante. Con el salmista, su énfasis es
que el Niño pasa desde el nacimiento a reinar.
25. Farrer, p. 141.
26. Para la relación entre los 1.260 días y el número de la bestia (666), véanse los comentarios sobre Rev. 13:18.
27. Calvino reconocía que esta descripción de Miguel debía ser una referencia a Jesucristo; véase su libro
Commentaries on the Book of the Prophet Daniel (Grand Rapids: Baker Book House, 1979), Vol. 2, pp. 369ss.
28. Con la frase "el cuerpo de Moisés", Judas probablemente quiere decir la comunidad del pacto del Antiguo
Testamento, el equivalente del "Cuerpo de Cristo": comp. las "casas" de Moisés y de Cristo en Heb. 3:2-6.
29. Véase la discusión sobre este punto en la obra de Herman Bavinck, The Doctrine of God, traducida por William
Hendriksen (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1951), pp. 256ss.
30. Una discusión sumamente útil de todo este punto se encuentra en Barrington, pp. 218-224. Véase también de E.
W. Hengstenberg, The Revelation of St. John (Cherry Hill, NJ: Mack Publishing Co., [1851] 1972), Vol. 1 , pp. 464-
472.
31. Barrington, p. 222.
32. Terry, p. 386.
33. Barrington, p. 219.
34. Sobre el carácter de Satanás esencialmente como el calumnioso "acusador de los hermanos", véase, de Greg
Bahnsen, "The Person, Work, and Present Status of Satan", en The Journal of Christian Reconstruction, Vol. I, No. 2
(Winter, 1974).
35. Comp. de Robert L. Wilken, The Christians as the Remans Saw Them (New Haven: Yale University Press, 1984),
pp. 17ss., 117ss.
36. Tanto sangre como palabra están en el caso acusativo, pero la preposición debería leerse en el sentido de medios,
así como porque aquí (comp. Mat. 15:6; Jn. 6:57; 15:3; Eph. 5:18; Apoc. Rev. 13:14); véase de Isbon T. Beckwith,
The Apocalypse of John: Studies in Introduction with a Critical and Exegetical Commentary (Grand Rapids: baker
Book House, [1919] 1979), p. 627.
37. John Calvin, Commentary on the Gospel According to John (Grand Rapids: baker Book House, 1979), Vol. 2, p.
36; comp. Ronald S. Wallace, Calvin´s Doctrine of the Christian Life (Tyler, TX: Geneva Ministries, [1959] 1982, p.
110.
38. David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), p.
59; Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 13ss.
39. Eusebius, Ecclesiastical History, iii.v.
40. Farrer, p.148. Farrer también señala las imágenes astronómicas involucradas aquí: "Está la gran Águila del cielo
estrellado, con sus dos alas, y la Señora del Zodíaco puede muy bien recibir su ayuda al huir del Escorpión que la
perseguía; porque todos esperamos escapar del siniestro presagio de su nombre al aceptar al Águila en su lugar,
cuando contamos los cuatro rostros del cielo.... Es después de que la mujer ha recibido las alas del Águila que el
dragón dispara un río hacia ella. Esto es astrológico, también; el gran río del cielo, la Vía Láctea, sale de Escorpión y
describe una curva sobre el Águila" (ibid).
41. Es interesante notar que tanto Cristo como el dragón se presentan en Apocalipsis como escupiendo personas de sus
bocas: Cristo vomita los apóstatas ( Rev. 3:16), y el dragón arroja torrentes de ejércitos (Rev. 12:16-17) (del mismo
modo que había arrojado las estrellas a la tierra en Rev. 12:4). En una figura relacionada, la tierra vomita los cananeos
y los Israelitas apóstatas en Lev. 18:28, pero aquí la tierra se traga el río que el dragón había lanzado por su boca.
42. Terry, p. 390.
43. Ibid., p. 391. Un ejemplo relacionado es el uso bíblico de las expresiones Sión e Hija de Sión (comp. Ps. 9:11, 14;
Cant. 3:11) e hijos de Sión (comp. Ps. 149:2).
Capitulo 13 - LEVIATÁN Y BEHEMOT
El libro de Apocalipsis es un documento de pacto. Es una profecía, como las profecías del
Antiguo Testamento. Esto significa que no tiene nada que ver con la "predicción" de sucesos
asombrosos como tales. Como profecía, su centro es redentor y ético. Su preocupación es el pacto. La
Biblia es la revelación de Dios acerca de su pacto con su pueblo. Fue escrito para mostrar lo que Dios
ha hecho para salvar a su pueblo y glorificarse a sí mismo por medio de él.
Por lo tanto, cuando Dios habla del Imperio Romano en el libro de Apocalipsis, su propósito no
es contarnos emocionantes chismes sobre la vida en la corte de Nerón. Él habla de Roma sólo en
relación con el pacto y la historia de la redención. "Debemos tener presente que, en todo este
simbolismo profético, tenemos delante de nosotros al imperio romano como un poder perseguidor. Este
Apocalipsis no tiene que ver con la historia de Roma... La bestia no es un símbolo de Roma, sino del
gran poder romano mundial, concebido como el órgano de la serpiente antigua, el diablo, para
perseguir a los dispersos santos de Dios". 1 Desde el punto de vista del Apocalipsis, el hecho más
importante acerca de Roma no es que es un estado poderoso, sino que es la bestia, en oposición al Dios
del pacto; el punto en discusión no es esencialmente político, sino religioso (comp. comentarios sobre
Rev.11:7). El Imperio Romano no es visto en términos de sí mismo, sino sólo en términos de 1) la tierra
(Israel), y 2) la Iglesia.
1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus
cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.
2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le
dio su poder y su trono, y grande autoridad.
3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en
pos de la bestia,
4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la
bestia, y quién podrá luchar contra ella?
5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos
meses.
6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en
el cielo.
7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo,
lengua y nación.
8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero
que fue inmolado desde el principio del mundo.
9 Si alguno tiene oído, oiga.
10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la
paciencia y la fe de los santos.
v1-2 Juan nos dice que, de la misma manera en que él había ascendido a la sala del trono de
Dios para contemplar el mundo celestial (Rev. 4:1; comp. Ez. 3:14; 8:3), el Espíritu ahora le instala
sobre la arena del mar, el punto mejor desde el cual podía ver a la bestia subir del mar. En un sentido
visual, dramático, el poderoso Imperio Romano sí pareció surgir del mar, desde la península italiana a
través del océano desde la tierra. Más que esto, sin embargo, se observa aquí el simbolismo bíblico del
mar. Como lo vimos en Rev. 9:1-3, el mar está asociado con el abismo, la morada de los demonios, que
fueron encarcelados allí después de haber sido expulsados del jardín. El abismo es el de Gen. 1:2, "sin
forma y vacío", imposible de ser habitado por el hombre. Está lejos de la tierra seca del ambiente
humano, y es el lugar donde los demonios permanecen encarcelados mientras los hombres sean fieles a
Dios. Cuando los hombres apostatan, los demonios son liberados; al ser restaurado el hombre
progresivamente, los espíritus malos son enviados de vuelta al abismo (Lk. 8:26-33). Aquí vemos la
fuente última de la "bestialidad" de la bestia: En esencia, viene del mar, desde la caótica profundidad y
oscuridad del abismo, que tuvo que ser conquistado, formado, y llenado por la luz del Espíritu (Gen.
1:2; Jn 1:5). Esto no quiere decir que hubo algún conflicto verdadero entre Dios y su creación; al
principio, todo era "bueno en gran manera". De la manera más fundamental, el mar es una imagen de la
vida. Pero, después de la caída, la imagen del rugiente abismo se usa y se desarrolla en la Escritura
como símbolo del mundo en caos por medio de la rebelión de los hombres y las naciones contra Dios:
"Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno
y lodo" (Is. 57:20; comp. Is. 17:12). A Juan se le dice más tarde que "las aguas que viste ... son pueblos
y multitudes y naciones y lenguas" (Rev. 17:15). De esta caótica y rebelde masa de humanidad surgió
Roma, todo un imperio fundado en la premisa de oposición a Dios.
La bestia tiene diez cuernos y siete cabezas, una imagen (comp. Gen. 1:26) del dragón (Rev.
12:3), que da a la bestia su poder y su trono y gran autoridad. Los diez cuernos coronados (poderes) de
la bestia se explican en Rev. 17:12 en términos de los gobernadores de las diez provincias imperiales,
mientras que las siete cabezas se explican como la línea de los Césares (Rev. 17:9-11): Nerón es una de
las "cabezas". Debemos tener presente la distinción lógica que ya se ha trazado entre sentido (el
significado y las asociaciones de un símbolo) y el referente (el significado especial del símbolo como
se usa en un caso particular). Las connotaciones de cabezas y cuernos son las mismas tanto en el
dragón como en la bestia, pero se refieren a objetos diferentes.
En una parodia de pesadilla del sumo sacerdote bíblico, que llevaba el divino Nombre sobre su
frente (Ex. 28:36-38), la bestia despliega en sus cabezas nombres blasfemos: Según la teología imperial
romana, los Césares eran dioses. Cada emperador era llamado Augusto o Sebastos, que significa Uno
que ha de ser adorado; también tomaban el nombre de divus (dios) y hasta Deus y Theos (Dios). Se les
erigieron muchos templos por todo el imperio, especialmente en Asia Menor, como hemos observado.
Los Césares romanos recibían honores que pertenecían solamente al único y verdadero Dios; Nerón
exigía absoluta obediencia, y hasta erigió una imagen de sí mismo de 120 pies de altura. Por esta razón,
Pablo llamó a César el "hombre de pecado"; era, dijo Pablo, "el hijo de perdición, el cual se opone y se
levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios
como Dios, haciéndose pasar por Dios" (2 Thes. 2:3-4). Juan subraya este aspecto de la bestia: También
se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias... Y abrió su boca en blasfemias contra Dios
(Rev. 13:5-6). Los cristianos fueron perseguidos porque rehusaron unirse a este culto idólatra al
experador.
El imperio romano está, además, simbolizado como un animal feroz, voraz, salvaje y bajo
maldición. Juan dice que el aspecto de la bestia era como de un leopardo, con pies como los de un oso,
y la boca como de un león: "Los tres animales, combinados así por el escritor, simbolizan rapidez y
ferocidad al saltar sobre su presa, tenacidad para retenerla y llevársela arrastrando, y voraz apetito para
devorarla".3 Éstos son también los mismos animales (enumerados en orden inverso) usados para
describir los tres primeros de los cuatro imperios mundiales de Daniel 7:1-6 (Babilonia, Medo-Persia, y
Grecia; comp. la descripción que hace Daniel de los mismos imperios bajo un símbolo diferente, en
Dan. 2:31-45). El cuarto imperio, Roma, participa de las características malvadas y bestiales de los
otros imperios, pero es mucho peor: "He aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en gran manera
fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con
sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos" (Dan. 7:7). 4
Como hemos notado en Rev.12:3, este es el origen de los diez cuernos y las siete cabezas del dragón (y
también de la bestia) (las tres cabezas de las bestias 1, 2, y 4, más las cuatro cabezas de la bestia 3:
Dan. 7:6). La bestia de Apocalipsis es claramente el Imperio Romano, que "combinaba en sí mismo
todos los elementos de lo terrible y lo opresor que había existido en la suma de los otros grandes
imperios que lo precedieron; también su extensión era igual a la de todos ellos juntos".5
Sin embargo, esta bestia no es sólo una institución, sino una persona; específicamente es el
emperador Nerón, como veremos. Esto es así porque, particularmente en la manera en que Biblia
considera las cosas, los dos pueden ser considerados uno. Hasta cierto punto, desde el punto de vista
del pacto, Roma estaba identificada con su jefe, como la raza humana lo estaba con Adán; el imperio
estaba personificado por y representado en el César reinante (Nerón). Así, la profecía de Juan puede
moverse hacia atrás y hacia adelante entre ellos, o considerarlos juntos, bajo la misma designación. Y
tanto Nerón como el imperio se sumergieron en actividades degradantes, degeneradas, y bestiales.
Nerón, que asesinó a numerosos miembros de su propia familia (incluyendo a su esposa embarazada, a
la cual mató a puntapiés); que era homosexual, la etapa final de la degeneración (Rom. 1:24-32); cuyo
afrodisíaco favorito consistía en ver a seres humanos sufrir las torturas más horrorosas y repugnantes;
que se vestía como bestia salvaje para atacar y violar a prisioneros y prisioneras; que usaba los cuerpos
de cristianos que ardían en hogueras como las originales "velas romanas" para iluminar sus depravadas
fiestas de los jardines; que desencadenó la primera persecución imperial contra los cristianos, a
instigación de los judíos, para destruir la Iglesia; este pervertido semejante a un animal, era el
gobernante del imperio más poderoso de la tierra. Y Nerón fijaba la pauta para sus súbditos. Roma era
era la cloaca moral del mundo.6
v3-4 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada. Algunos
han señalado que, después de que Nerón fue muerto, comenzó a circular el rumor de que resucitaría y
recuperaría el trono; suponen que, de algún modo, Juan debía estarse refiriendo a este mito del Nerón
redivivo. A mí me parece esto un método muy insatisfactorio de manejar la Escritura. Juan menciona la
"herida mortal" de la bestia tres veces en este pasaje (véanse v. Rev.13:12, 14); es claro que este
símbolo es mucho más que casual, y tenemos que intentar una explicación bíblica para él.7
Como ya vimos, la bestia se parece al dragón. El hecho de que reciba un herida en la cabeza
debería hacernos pensar en la escena en el jardín de Edén, cuando Dios prometió que Cristo vendría y
aplastaría la cabeza del dragón (Gen. 3:15). Daniel había profetizado que, en los días de los
gobernantes romanos, el reino de Cristo aplastaría los imperios satánicos y los reemplazaría, llenando
la tierra. En consecuencia, el testimonio apostólico proclamó que Cristo había venido, que el diablo
había sido derrotado, desarmado, y atado, y que todas las naciones comenzarían a avanzar hacia el
monte de la Casa del Señor. Dentro de la primera generación, el evangelio se esparció rápidamente
alrededor del mundo, a todas las naciones; surgieron iglesias por todas partes, y algunos miembros de
la propia casa de César vinieron a la fe (Phil. 4:22). La verdad es que Tiberio César hasta solicitó
formalmente que el Senado romano reconociera oficialmente la divinidad de Cristo. 8 Por lo tanto,
durante un tiempo parecía como si estuviera teniendo lugar un golpe de estado: El cristianismo estaba
en ascenso, y pronto obtendría el control. La cabeza de Satanás había sido aplastada, y con ella el
Imperio Romano había sido herido de muerte bajo la espada (véase Rev. 13:14) del evangelio.9
Pero entonces la situación se invirtió. Aunque el evangelio se había esparcido por todas partes,
también lo habían hecho la herejía y la apostasía; y bajo la persecución por parte de los judíos y el
estado romano, grandes masas de cristianos comenzaron a apostatar (1Tim. 1:3-7, 19-20; 4:1-3; 6:20-
21; 2 Tim. 2:16-18; 3:1-9, 13; 4:10, 14-16; Tit. 1:10-16; 1 Jn 2:18-19). El Nuevo Testamento da la clara
impresión de que la mayoría de las iglesias se dividieron y abandonaron la fe; bajo la persecución de
Nerón, la Iglesia pareció haber sido exterminada por completo. La bestia había recibido la herida en la
cabeza, la herida mortal, pero había vivido. Por supuesto, la realidad era que Cristo había derrotado al
dragón y a la bestia; pero las implicaciones de su victoria todavía tenían que ser resueltas; los santos
todavían tenían que vencer y tomar posesión (comp. Dan. 7:21-22; Rev. 12:11).
Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a
la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? Juan
no está diciendo que el mundo (la "tierra") sigue a la bestia; la palabra que él usa aquí debería
entenderse como Israel. Sabemos esto porque el contexto identifica a sus adoradores como los que
moran en la tierra (Rev. 13:8, 12, 14) - una frase técnica usada doce veces en Apocalipsis para denotar
al Israel apóstata (véase más arriba el comentario sobre 3:10). Por supuesto, es verdad que Nerón fue
amado por todo el imperio como el benévolo proveedor de bienestar y entretenimiento. Pero es Israel
en particular el que es condenado por adorar al emperador. Enfrentados con la necesidad de escoger
entre Cristo y César, habían proclamado: ¡Nosotros no tenemos más rey que César! (Jn 19:15). "Con
esta exclamación, el judaísmo, en la persona de sus representantes, fue culpable de negar a Dios,
blasfemar, apostatar. Se suicidó".10 Su reacción a la guerra aparentemente victoriosa de César contra la
Iglesia (Rev. 11:7) fue de admiración y culto. Israel se puso del lado de César y el Imperio contra Cristo
y la Iglesia. Por lo tanto, en fin de cuentas, estaban adorando al dragón, y por esta razón Jesús mismo
llamó a sus asambleas de culto sinagogas de Satanás (Rev. 2:9; 3:9).
v5-7 Nuevamente, Juan llama nuestra atención a las blasfemias de la bestia contra Dios (comp.
Rev.13:1). Específicamente, dice, la bestia busca blasfemar el nombre de Dios y su tabernáculo, los que
moran en el tabernáculo del cielo. Nuestra ciudadanía está en los cielos (Phil. 3:20), somos
entronizados allí por Cristo, nuestro representante (Eph. 1:20; 2:6), y, como hemos visto, la adoración
oficial de la Iglesia tiene lugar en los cielos, con millares de ángeles, en una asamblea festiva (Heb.
12:22-23; comp. comentarios sobre Rev. 8:1-2). En contraste con los que rechazan la fe, los que
"moran en la tierra", el pueblo del Nuevo Pacto mora en los cielos alrededor del trono de Dios. Por lo
tanto, Juan simultáneamente le habla a la Iglesia tanto de la cruel oposición de la bestia contra ella y la
certeza de la protección alrededor del trono en la corte celestial.
A la bestia se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses y para hacer guerra contra
los santos y vencerlos. Como he observado más arriba (véanse los comentarios sobre Rev. 11:2), el
período de 42 meses (o tres años y medio, un siete roto) es un número simbólico en lenguaje profético,
que significa tiempo de tribulación, cuando los enemigos de Dios están en el poder, o cuando el juicio
está siendo derramado, mientras el pueblo de Dios espera la venida del reino (como ya hemos notado,
la bestia oprimió a los santos del Antiguo Pacto durante 42 generaciones, según Mat.1:1-17). Su uso
profético no es principalmente literal, aunque es interesante que la persecución de Nerón contra la
Iglesia duró en realidad 42 meses completos, desde mediados de noviembre del año 64 hasta comienzos
de junio del año 68. Por eso, este período de 42 meses corresponde (pero no es necesariamente
idéntico) a los 42 meses/1.260 días de Rev. 11:2-3 y al "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" de Rev.
12:14. Durante el tiempo del triunfo de la bestia, ella ostenta autoridad sobre la cuádruple tierra: toda
tribu, y lengua, y pueblo, y nación. Esto era cierto del Imperio Romano, como lo era de la bestia en
general. Satanás gobernaba "todos los reinos del mundo" (comp. Mat. 4:8-9) como su "príncipe" (Jn.
12:31; comp. Dan. 10:13, 20). Su autoridad era "legal", por decirlo así, después de que Adán abdicó el
trono; pero también era ilegítima. Los Padres de la Iglesia le dan gran importancia al hecho de que el
segundo Adán recuperó el mundo del dominio de Satanás por medios justos y legales, y no por la
fuerza.12
v8 Juan repite lo que nos ha dicho en los v. Rev. 13:3-4: Todos los que moran en la tierra (es
decir, los israelitas apóstatas) le adorarán. Debemos recordar que la Biblia habla de culto en términos
tanto de la adoración oficial, litúrgica (un "servicio de culto") como lealtad y obediencia diaria,
práctica. Confrontados con la necesidad práctica de elegir entre César y su Señor, los judíos eligieron a
César. La idolatría - la adoración a la criatura antes qque a Creador - es la marca de aquél cuyo nombre
no ha sido inscrito desde la fundación del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado.
Desde el principio, los impíos han estado predestinados a la condenación. Esto no sólo es un necesario
correlativo a las doctrinas bíblicas de la soberanía de Dios y su elección incondicional de su pueblo
(véase, por ej., Acts 13:48), sino que se enseña explícitamente en las Escrituras (véase Prov. 16:4; Mat.
11:25; Mk. 4:11-12; Jn. 12:37-40; Rom. 9:13; 11:7-10; 1 Pet. 2:7-8; Jude 4; Rev. 17:8, 17). La lista de
membresía de la Iglesia celestial de Dios ha existido desde la fundación del mundo, eterna e inmutable.
Desde el punto de vista del decreto eterno de Dios, por lo tanto, estos circuncisos violadores del pacto
que adoran a la bestia jamás han estado incluídos en el Libro de la Vida. En su lugar, los que buscan
excomulgar a los seguidores del Cordero son ellos mismos dejados fuera del pacto.
v9-10 Juan interrumpe su descripción de los adoradores de la bestia para exhortar a sus lectores
a prestar mucha atención a lo que ahora les va a decir: Si alguno tiene oído, oiga (el origen probable de
esta expresión es una referencia a la "circuncisión", o perforación, de la oreja del "nacido en casa", que
representaba un pacto de muerte y resurrección, renacimiento, y renovada obediencia a la palabra del
amo. (Véase Ex. 21:5-6; Deut. 15:16-17; Ps. 40:6-8).13 Luego, Juan declara el destino de los adoradores
de la bestia, de los que moran en la tierra: Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno
mata a espada, a espada debe ser muerto. Juan está citando libremente a Jer. 15:2, un versículo que
ocurre en un extenso pasaje que detalla el rechazo de Jerusalén por parte de Dios. A Jeremías se le
instruye que no ore por la nación, porque ésta ha sido destinada a la destrucción (Jer. 14:10-12); en
realidad, aunque aquellos grandes intercesores, Moisés (comp. Ex. 32:11-14; Num. 14:13-24) y Samuel
(comp. 1 Sam. 7:5-9; 12:9-15), oraran por ellos, Dios dice que Él no escucharía (Jer. 15:1). No hay
dónde esconderse del juicio, y cuando el pueblo aterrorizado preguntó: "¿A dónde iremos?", Jeremías
hubo de contestar:
El que a muerte, a muerte; el que a espada, a espada; el que a hambre, a hambre; y el que a
cautiverio, a cautiverio. (Jer. 15:2; comp. Jer. 42:11, en contexto).
En lenguaje que recuerda las palabras premonitoras de Jesús a las mujeres de Jerusalén (Lk.
23:28-31), Jeremías pasa a describir la destrucción venidera de la tierra (Jer. 15:5-9). Recordando a sus
lectores este pasaje y su cumplimiento histórico en la destrucción de Jerusalén y el primer templo por
los babilonios (587 a. C.), Juan hace hincapié en la certeza del juicio venidero contra los judíos
apóstatas del siglo primero, los que se han aliado con la bestia para perseguir a los santos. Los impíos
no pueden escapar: Han sido destinados para el cautiverio y la espada.
11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba
como dragón.
12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella
adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.
13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los
hombres.
14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia,
mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.
15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que
no la adorase.
16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano
derecha, o en la frente;
17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su
nombre.
18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su
número es seiscientos sesenta y seis.
Rev. 13:11 De la misma manera en que la bestia que subía del mar era una imagen del dragón,
vemos otra criatura que es imagen de la bestia. Juan vio esta bestia subiendo de la tierra, surgiendo
desde dentro de Israel mismo. En Rev. 16:13 y Rev. 19:20 se nos da la identificación de esta bestia
terrestre. Es el falso profeta, que representa lo que Jesús había predicho que tendría lugar en los últimos
días de Israel: "Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos
engañarán... Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos" (Mat. 24: 5, 11). El
surgimiento de falsos profetas es paralelo al de los anticristos; pero, mientras los anticristos habían
apostatado hacia el judaísmo desde dentro de la Iglesia, los falsos profetas eran dirigentes religiosos
judíos que buscaban seducir a los cristianos desde fuera. Como ha observado Cornelis Vanderwaal: "En
las Escrituras, la falsa profecía aparece sólo dentro del contexto del pacto"; 14 es la imitación de la
verdadera profecía, y funciona en relación con el pueblo del pacto. Moisés había advertido que se
levantarían falsos profetas desde dentro del pueblo del pacto, y que harían señales y maravillas (Deut.
13:1-5).
Es importante recordar que el judaísmo no es en absoluto religión del Antiguo Testamento; más
bien, es un completo rechazo de la fe bíblica en favor de la herejía farisaica y talmúdica. Como los
Mormones, los Testigos de Jehová, la Iglesia de la Unificación, y otras sectas, el judaísmo asegura que
está basada en la Biblia; pero su verdadera autoridad viene de las tradiciones de los hombres. Jesús fue
bien claro: El judaísmo niega a Cristo precisamente porque niega a Moisés (Juan 5:45-47). Sólo el
cristianismo ortodoxo es la verdadera continuación y el verdadero cumplimiento de la religión del
Antiguo Testamento (véase Mat. 5:17-20; 15:1-9; Mk. 7:1-13; Lk. 16:29-31; Jn. 8:42-47).
Los falsos profetas judíos tenían la apariencia de un cordero, como Jesús había advertido:
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son
lobos rapaces" (Mat. 7:15). Esta es una referencia, no sólo al disfraz del falso profeta como miembro de
la grey de Dios, sino a sus pretensiones específicamente mesiánicas. En realidad, era un lobo, una
bestia, que hablaba como dragón. ¿Cómo habla el dragón? Habla sutil y seductoramente para alejar al
pueblo de Dios de la fe y llevarle a una trampa (Gen. 3:1-6, 13; 2 Cor. 11:3; Rev.12:9); además, es
mentiroso, calumniador, y blasfemo (Jn. 8:44; Rev. 12:10). El libro de los Hechos registra numerosos
ejemplos de falsos testimonios draconianos de judíos contra cristianos, un gran problema para la Iglesia
primitiva (Acts 6:9-15; 13:10; 14:2-5; 17:5-8; 18:6, 12-13; 19:9; 21:27-36; 24:1-9; 25:2-3, 7).
v12 Los dirigentes judíos, simbolizados por esta bestia que subía de la tierra, unió fuerzas con la
bestia de Roma en un intento por destruir la Iglesia (Acts 4:24-28; 12:1-3; 13:8; 14:5; 17:5-8; 18:12-13;
21:11; 24:1-9; 25:2-3, 9, 24). Así, la bestia que subía de la tierra ejercía toda la autoridad de la primera
bestia: "Como la primera bestia es el agente del dragón, así también la segunda bestia es el agente de la
primera bestia. 'Toda la autoridad' convierte por completo a la segunda bestia en el agente de la primera
bestia".15 El judaísmo apóstata se subordinó por completo al estado romano. Esto es subrayado por la
afirmación de Juan (repetida en el v. 14) de que el falso profeta ejerció la autoridad de la bestia en su
presencia. Esto contrasta directamente con la función del verdadero profeta, que estaba en pie "delante
[del rostro] del Señor", en la presencia de Dios, bajo su autoridad y su bendición (1 Sam. 1:22; 2:18, 1
Kings 17:1; comp. Num. 6:24-26; Hosea 6:2; Jonás 1:3, 10), de la misma manera en que se dice que los
siete ángeles/trompetas "estaban en pie delante de Dios" (Rev. 8:2). El profeta tenía el privilegio de
entrar al salón del trono de Dios en la Nube de Gloria como miembro del concilio celestial, donde se
formulaba el divino plan de acción (comp. Ex. 33:8-11; 1 Kings 22:19.23; Jer. 23:18; Ez. 1:10; Amos
3:7; esto se indica también por el hecho de que los profetas son llamados ángeles: 2 Crón. 36:15-16;
Hag. 1:13; Mal. 3:1).16 "El verdadero profeta vive en la presencia de Dios, recibiendo órdenes de Él y
haciendo su voluntad; el falso profeta está en pie delante de la bestia, cuyo intérprete y siervo es". 17
Que tal cosa pudiera decirse jamás de los dirigentes religiosos de Israel, el pueblo del pacto, muestra
hasta dónde habían apostatado de la fe de sus padres. Guiaron a Israel en la adoración del Emperador,
haciendo que la tierra y los que moran en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada
(una resurrección falsa de un hijo falso). Es interesante notar que es la resurrección de la bestia la que
se da (aquí y en el v. 14) como la razón del culto - del mismo modo que el culto cristiano está en fin de
cuentas fundado en la resurrección de Cristo como prueba de su carácter y posición mesiánicos (1 Cor.
15). La resurrección falsificada de Roma sirvió como el falso testimonio de Israel, su "prueba" de que
Cristo no era el Mesías.
v13-14 El falso profeta también hizo grandes milagros en el servicio del imperio: A diferencia
de los impotentes y falsos profetas de Baal, hasta hace llover fuego del cielo a la tierra; así engaña este
falso Elías a los que moran en la tierra. Jesús había advertido que "se levantarán falsos Cristos, y falsos
profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los
escogidos" (Mat. 24:24), y esto se cumplió numerosas veces al progresar hasta su clímax el período de
los "últimos días" de Israel. El libro de los Hechos registra varios casos de falsos profetas judíos que
hacían milagros, y que entraron en conflicto con la Iglesia (cf. Rev. 8:9-24) y trabajaron a las órdenes
de oficiales romanos (comp. Acts 13:6-11); como Jesús había predicho (Mat. 7:22-23), algunos de ellos
hasta usaron su nombre en sus encantamientos (Acts 19:13-16). En imitación de los profetas bíblicos,
que invocaban la ira llameante de Dios contra los apóstatas y violadores de la ley (Lev. 10:1-2; Num.
16:28-35; 1 Kings 18:36-40; 2 Kings 1:9-16; Amos 1:3-2:5; Rev. 11:5), los dirigentes judíos parecían
ejercer los juicios de Dios contra la Iglesia, excomulgando cristianos de las sinagogas y persiguiéndoles
hasta la muerte. Nuevamente, Juan subraya la condición apóstata de estos profetas judíos, observando
que ellos hacen sus maravillas en presencia de los hombres y en la presencia de la bestia, más bien que
"delante del trono y del Cordero" ( Rev. 7:9; comp. Rev. 3:5; 4:10; 5:8; 7:11, 15; 8:2; 11:4, 16; 14:3,
10; 15:4).
La perversidad de los dirigentes de Israel es tal que estimulan a los que moran en la tierra - el
pueblo judío - a hacer una imagen de la bestia, como Nabucodonosor había erigido una imagen de sí
mismo (Dan. 3). Antes de que podamos hacer una identificación plena de esta imagen, será necesario
examinar los antecedentes religiosos y el contexto en el cual éstos aparecen. Primero que nada, la
profundidad de la apostasía de Israel hay que verla en su rechazo del Señor Jesucristo, el verdadero
Dios y Salvador, en favor de César. Juan revela esto en su verdadera luz como idolatría (comp. Rev.
9:20). No es necesario suponer que los judíos se inclinaron literalmente ante una imagen tallada; el
punto es que estaban adorando y sirviendo a un dios extraño.
Algunos objetarán que los judíos nunca fueron culpables de "idolatría" después del exilio. En
respuesta, repetimos nuevamente el excelente resumen de Herbert Schlossberg sobre la esencia de la
idolatría: "En su más amplio significado, la idolatría se entiende correctamente como cualquier
sustitución del creador por lo que es creado. La gente puede adorar la naturaleza, el dinero, la
humanidad, el poder, la historia, o los sistemas políticos y sociales en vez de a Dios, que los creó a
todos ellos. En particular, los escritores del Nuevo Testamento reconocieron que no es necesario que la
relación sea explícitamente de adoración cúltica; un hombre puede colocar a cualquier persona o
cualquier cosa en la cumbre de su pirámide de valores, y eso es en fin de cuentas aquéllo a lo cual
sirve. La condición de final de ese servicio afecta profundamente la manera en que vive". 18 Además, es
claro que los profetas post-exílicos sí consideraban como idólatras a los judíos de su tiempo (comp.
Zac. 13:1-3; Mal. 3:5-7).
El carácter idólatra del Israel apóstata se presupone a través del mensaje del Nuevo Testamento.
En Romanos 2, el apóstol Pablo acusa específicamente a los judíos de vivir sin ley y en apostasía. En
los versículos Rom. 2:21-22, dice: "Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a tí mismo? Tú que
predicas que no se ha de hurtarm ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que
abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?" Claramente, Pablo está acusando al Israel apóstata de
cometer idolatría (o su equivalente). Es crucial observar que todas las acusaciones en Romanos 2 se
refieren a Israel como un todo; obviamente, si se aplicaran sólo a unos pocos seleccionados, su
argumento no tendría fuerza. (Puesto que también les acusa de cometer adulterio, es por lo menos
posible que él tiene en mente adulterio "religioso" contra su verdadero Esposo, Jesucristo). En general ,
los comentaristas han supuesto que la acusación de idolatría significa o que los judíos eran culpables de
robar los templos paganos (por ej., Crisóstomo, Henry Alford, John Murray; comp. Acts 19:37, que
indica que los judíos pueden haber sido considerados responsables de esta falta), o que ellos estaban
cometiendo "sacrilegio" en un sentido más general, por medio de su impiedad, irreverencia, e
incredulidad (por ej., Juan Calvino, Charles Hedge; comp. 1 Sam. 15:23; Neh. 13:4-12; Mal. 1:6-14;
3:8-9; Col. 3:5). Lo que no se nota generalmente es que la lista entera de crímenes en Rom. 2:20-23 ha
sido tomada de Malaquías 2-3, indicando que la acusación de "robar templos" (y, por lo tanto, de
idolatría) se relaciona con el hecho de que los Israelitas habían dejado de diezmar y rehusaban honrar a
Dios como tal (comp. Mat. 15:7-9). Dios dice por medio de Malaquías:
Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y nos las guardásteis. Volveos a mí, y yo me
volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijísteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre
a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijísteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
Maldito sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. (Mal. 3:7-9)
v15-17 El grado de poder demoníaco del falso profeta es tal que puede infundir aliento (o
espíritu) a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia pueda hasta hablar. Si bien algunos
han argüido que esto se refiere a algún truco, maquinación, o ventriloquismo (y por eso parece una
refutación de Salmos Ps. 135:15-16: "Los ídolos de las naciones... tienen boca, pero no hablan"), es
más probable que el pasaje como un todo tenga el propósito de transmitir la idea de un intento por parte
de los judíos apóstatas de re-crear el mundo. En el principio, cuando Dios creó la tierra, dio
aliento/espíritu a su imagen y le colocó en su jardín-templo (Gen. 2:7-8); y lo primero que vemos hacer
a la imagen es hablar, nombrando y definiendo la creación en términos del mandato de Dios (Gen.
2:19-20).
La imagen misma inspirada por el espíritu de la bestia puede hacer que sean muertos todos los
que no adoran a la imagen de la bestia. Las sinagogas judías hacían cumplir la sumisión al emperador.
En realidad, la acusación de sus dirigentes contra Cristo mismo era que Él era el rival de la total
autoridad de César (Jn. 19:12-15). De manera similar, organizaban boicots económicos contra los que
rehusaban someterse a César como señor, prohibiendo los dirigentes de las sinagogas "todo trato con
los excomulgados",20 y hasta ejecutando a los que no obedecían.
Y hacía que todos, (note las seis categorías) pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni
vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. El libro de los
Hechos está tachonado de incidentes de persecución judía organizada contra la Iglesia (Acts 4:1-3, 15-
18; 5:17-18, 27-33, 40; 6:8-15; 7:51-60; 9:23, 29; 13:45-50; 14:2-5; 17:5-8, 13; 18:17; 20:3; 22:22-23;
23:12, 20-21; 24:27; 26:21; 28:17-29; comp. 1 Thes. 2:14-16). Todo esto, en fin de cuentas, servía los
intereses de César contra Cristo y la Iglesia; y, por supuesto, la "marca de la bestia" es la parodia
satánica del "sello de Dios" en las frentes y en las manos de los justos (Rev. 3:12; 7:2-4; 14:1), la marca
de la sincera obediencia a la Ley en pensamiento y obra (Deut. 6:6-8) , la marca bendición y protección
(Eze. 9:4-6), la señal de que uno es SANTO AL SEÑOR (comp. Ex. 28:36). Israel ha rechazado a
Cristo, y está "marcado" con el sello del total señorío de Roma; ha dado su lealtad al César, y es
obediente a su gobierno y a su ley. Israel decidió ser salvado por el estado pagano, y persiguió a los que
buscaban salvación en Cristo.
El Nuevo Testamento da abundante testimonio de este hecho. La jerarquía judía estaba envuelta
en un intento enorme y organizado de destruir la Iglesia por medio del engaño y la persecución. En pos
de esta meta diabólica, se unieron en una conspiración con el gobierno romano contra el cristianismo.
Algunos de ellos podían hacer milagros al servicio de Satanás. Todo esto es exactamente lo que se nos
dice de la bestia que sube de la tierra. El falso profeta del Apocalipsis representa nada menos que a los
dirigentes del Israel apóstata, que rechazaba a Cristo y adoraba a la bestia.
Hay una interesante reversión de imágenes en el texto. El libro de Job nos ha preparado para la
profecía de Juan, porque este libro también nos habla de una bestia terrestre (behemot, Job 40:15-24) y
una bestia marina (leviatán, Job 41:1-34). En el Antiguo Testamento griego que usaba la Iglesia
primitiva, la palabra hebrea behemot se traduce como therion, la misma palabra que Juan usa para
significar bestia; y Leviatán se traduce como drakon (dragón). Pero las visiones de Juan amplían las
descripciones que hace Job de estos dinosaurios, e invierten el orden de su aparición. Job vio primero al
behemot (Job 40), luego al leviatán (Job 41), y finalmente a Dios (Job 42). En Apocalipsis, Juan nos
muestra el reverso demoníaco de este patrón: Primero vemos a Satanás como el dragón, el leviatán;
luego viene la bestia que sube del mar, que está hecha a imagen del dragón; finalmente, detrás de ellos,
y sirviéndoles, viene la bestia que sube de la tierra. Enumerando las bestias en orden inverso, Juan
subraya su punto principal: Israel, que debió haber sido para las naciones del mundo un reino de
sacerdotes, ha entregado su posición prioritaria al leviatán y a la bestia. En vez de imprimir un sello
piadoso en cada cultura y en cada sociedad, Israel ha sido rehecho a imagen del estado pagano y anti-
cristiano, convirtiéndose en su profeta. Los hijos de Abraham se han convertido en la simiente de la
serpiente.
Durante los tres años de su ministerio en Éfeso, el apóstol Pablo constantemente sufrió
persecución a causa de "las asechanzas de los judíos" (Acts 20:19); al describir sus conflictos con ellos,
les llamó "fieras" (1 Cor. 15:32). La bestia judía fue el enemigo más engañoso y peligroso de la Iglesia
primitiva. Pablo advirtió enérgicamente a la Iglesia contra los judaizantes que propagaban "mitos
judíos": "Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes,
reprobados en cuanto a toda buena obra" (Ti. 1:14, 16).
Ahora estamos en condiciones de intentar hacer una identificación más precisa de la imagen de
la bestia, que es una continuación de la falsificación satánica, el reverso demoníaco del orden de Dios.
De la misma manera en que el Hijo de Dios es la Imagen del Padre (Jn. 1:18; Col. 1:15), así también la
Iglesia ha sido redentoramente re-creada como la Imagen del Hijo (Rom. 8:29; Eph. 4:24; Col. 3:10).
La visión de la Iglesia profética, sacerdotal, y dominical que Juan vio es paralela a la del Señor
Jesucristo: Como su Señor, ella está vestida de luz gloriosa (comp. Rev. 1:13-16; 10:1; 12:1; 9:6-8;
21:9-22:5). Ayudando al Hijo en su obra a través del Apocalipsis están las siete estrellas/ángeles de la
Presencia (Rev. 8:2), guiadas por el Espíritu Santo (los siete espíritus, conectados con los ángeles en
Rev. 3:1).
El Padre
El Hijo (Imagen del Padre)
Los ángeles/obispos
La iglesia (Imagen del Hijo)
La parodia satánica es ésta:
El dragón
La bestia (la imagen del dragón)
El falso profeta
La sinagoga de Satanás (la imagen de la bestia)
A través del libro de Apocalipsis, la Iglesia habla litúrgicamente, y los ángeles luego actúan en
la historia para atar y desatar por medio de la trompeta y el cáliz, trayendo juicio sobre los
desobedientes; de manera similar, la sinagoga "habla", y el falso profeta trae sus falsos juicios sobre los
que desafían su autoridad. La Iglesia ha sido resucitada, traída a la vida por el mismo Espíritu/Aliento
de vida de Dios (Rev. 11:11, comp. Gen. 2:7; Jn 20:22); la sinagoga de Satanás fue animada por un
espíritu/aliento de vida también (Rev. 13:15). Y del mismo modo que el ángel de Dios marcó las frentes
de los justos para protegerlos (Rev. 7:3), así también el "ángel" de la bestia estampó sobre los impíos,
como con un hierro, su propia marca de maldad. Los dirigentes de Israel trabajaron para hacer obedecer
el culto, no del verdadero Dios, como en las iglesias cristianas, sino de la sinagoga misma - la imagen
de la bestia.
v18 Para este entonces era claro para los lectores de Juan que la bestia que sube del mar era el
Imperio Romano. Ahora Juan proporciona a sus lectores una identificación de la bestia en una forma
muy diferente: Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es
número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis. Como veremos, 666 (literalmente ×êç') 21
es el valor numérico del nombre Nerón César. 22 Aunque ésta es una solución conveniente (y, hasta
ahora, perfectamente correcta), también representa varios problemas. Si la bestia ha de ser identificada
con el Imperio Romano en general, más bien que con Nerón solamente, ¿no cambia esto el "número de
la bestia" cuando otro César está en el trono? Además, ¿no es esto meramente un ejemplo de "exégesis
de periódicos" - usando los periódicos del siglo primero? 23 La respuesta es que el nombre de Nerón no
es la referencia principal del número 666; más bien, el número de la bestia se basa en varias hebras de
datos bíblicos que apuntan en fin de cuentas al Imperio Romano. El nombre Nerón César de ninguna
manera excluye la importancia del acertijo. La Biblia misma nos da suficiente información que nos
permite identificar a Roma como la Bestia, el cumplimiento del número 666.
Comenzamos con el número simple 6, que está asociado tanto con la bestia como con el hombre
desde el comienzo, puesto que ambos fueron creados el sexto día de la semana (Gen. 1:24-31). Seis
días de siete se le dan al hombre y a las bestias para trabajar (Ex. 20:8-11); el esclavo hebreo
permanecía en esclavitud por seis años antes de ser liberado el séptimo año (Ex. 21:2); seis ciudades de
refugio eran señaladas por la muerte accidental de un hombre (Num. 35:9-15). Así, pues, seis es
número de hombre, es decir, un número humano. Lenski explica: "Juan escribe el número, no en
palabras, sino en letras griegas: x' = 600, ç = 60, c' = 6, dando 666. Éste es el número 6, más
múltiplicado por 10, a saber, 60, nuevamente, más su múltiplo de 10x10 (totalidad intensificada), a
saber, 600 - por eso, 666, tres veces sin llegar a ser el divino 7. En otras palabras, no 777, sino
compitiendo con 777, buscando borrar el 777, pero haciéndolo abortivamente, siendo sub fracaso tan
completo como lo fue su expansión inflándose desde el número 6 hasta el número 666". 24 Seis es,
pues, el número con el cual nació el hombre, el número de su creación; la repetición del número revela
al hombre en oposición a Dios, tratando de aumentar su número, intentando trascender su condición de
criatura. Pero, por mucho que lo intenta, no logra ser nada más que un seis, o una serie de seises.
Una breve digresión aquí servirá para colocar este punto en su mayor marco simbólico, porque -
en contraste con los seises multiplicados de la imagen de Nabucodonosor - los nombres de Daniel y de
sus tres amigos que rehusaron adorar el ídolo suman 888 en hebreo. 27 Éste es también el número de
Jesús en griego.28 La caída del hombre ocurrió el séptimo día de la creación (el primer día completo en
la vida del hombre); Jesucristo, el segundo Adán, pasó el séptimo día en la tumba, para pagar por el
pecado de Adán. Su resurrección tuvo lugar el octavo día, que se convierte en el reemplazo del sábado
para la nueva creación.29 Austin Farrer comenta: "Jesús resucitó al tercer día, siendo el octavo de esa
semana; él es la resurrección y la vida. Para el significado de octavo día como resurrección, véase 1
Pet. 3:20-21, y 2 Pet. 2:5. Pero el tercer día, en que Jesús resucitó, es el tercero desde aquel sexto día
(viernes) en el cual el Anticristo tuvo su triunfo aparente; así, pues, si Cristo tiene un nombre que vale
888, el Anticristo debería tener un nombre que valga 666".30
Farrer añade sobre este punto: "¿Por qué debería el Anticristo ser seis tan enfáticamente? La
organización entera del Apocalipsis explica esto. La divina obra de la cual trata es una obra de juicio; es
juicio que tiene el séxtuple patrón de los días laborables, y siempre en el sexto día hay la culminación
de juicio.31 El sexto día de la semana, y a la hora sexta, dice Juan [Jn. 19:13-22; Rev. 13:16-14:1] los
reinos del Cristo y del Anticristo se miraron entre sí de frente en la corte de Pilatos, y los adherentes del
falso profeta (Caifás) grabaron firmemente en sus frentes la marca de la bestia, cuando dijeron: 'No
tenemos más rey que César'. Después vieron al Cordero levantado con su verdadero nombre sobre su
cabeza: 'Rey de los Judíos': y por mucho que hicieron, no lo pudieron borrar: 'Lo que he escrito', dijo
Pilatos, 'escrito está'. La victoria de Cristo aquel viernes es la suprema manifestación del Anticristo
también".32
Hay una interesante propiedad matemática del número 666, que no habría escapado a los
lectores de Juan: 666 es el triangular del cuadrado de 6. Esto es, el cuadrado de 6 (6 x 6) es 36. El
triangular de 36 es 666. Triangulación es un método de cálculo que era popular en el mundo antiguo, y
muy conocido de la gente en el siglo primero, pero que ha sido mayormente olvidado en nuestros días.
Funciona así:
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Estos diagramas, cada uno de los cuales tiene seis unidades en cada lado, muestran que 36 es el
cuadrado de 6, mientras que 21 es el triangular de 6. Si extendemos el triángulo una línea más,
obtendríamos el triangular de siete (28); otra línea nos daría el triangular de ocho (36). Extendiendo
todo el diagrama a 36 líneas, resulta el número 666,33. Por lo tanto, el número de la bestia es una
"exposición" entera del número del hombre.
Pero hay más. Si quitamos el borde exterior de quince estrellas en el triángulo de más arriba, nos
quedaría un "triángulo dentro de un triángulo", compuesto de seis estrellas; por lo tanto, uno podría
decir que el triangular de 21 es "el relleno", o cumplimiento, de 15 (el número de unidades en el
triángulo exterior, o periferia).
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Ahora, el triangular 666 contiene 12 de estos triángulos, uno dentro del otro, con el triángulo de más
afuera compuesto de 105 unidades; por eso, el triangular 666 es el "cumplimiento" de 105. Esto nos
trae a la parte interesante, porque los factores de 105 son 30 x 3½. Tres años y medio de doce meses en
cada año y treinta días en cada mes equivalen a mil doscientos sesenta días, el período del triunfo de la
bestia.
Austin Farrer explica: "Por lo tanto, 666 es un triángulo multiplicado por 12, con una periferia de 30 x
3½... La coincidencia entre este cálculo y los factores del triángulo 666 no es mero accidente. El
cálculo que Juan hace del período es artificial, pues lo concibió para ajustarlo a los factores del
triángulo 666. No hay ni había ningún calendario en el cual 3½ años sean 3½ veces doce meses de 30
días cada uno. 34 El propósito del cálculo artificial es mostrar el reino fatalmente limitado de la bestia
como función de su número".35
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Como ya hemos observado, los antiguos idiomas usaban cada letra del alfabeto como numeral
también; por esto, el "número" de cualquier nombre podría calcularse simplemente sumando el valor
numérico de sus letras. Claramente, Juan esperaba que sus lectores contemporáneos pudieran usar este
método para descubrir el nombre de la bestia - nuevamente indicando así el mensaje contemporáneo
del Apocalipsis; él no esperaba que ellos calcularan el nombre de algún funcionario de un gobierno
extranjero en el siglo veinte. Sin embargo, al mismo tiempo, les dice que no será tan fácil como ellos
podrían pensar: se necesitaría alguien que tuviera "entendimiento". Porque Juan no dio un número que
pudiera ser descifrado en griego, que es lo que esperaría un funcionario romano ojeando Apocalipsis
buscando contenido subversivo. El elemento inesperado en el cómputo era que tenía que ser descifrado
en hebreo, un idioma que conocerían por lo menos algunos miembros de las iglesias. Para este
entonces, sus lectores habrían adivinado que Juan estaba hablando de Nerón, y los que entendían
hebreo probablemente lo captaron al instante. Los valores numéricos de las letras hebreas en Nerón
Kesar (Nerón César) son:
[Siguen las letras en hebreo, que el programa usado no pudo reproducir, y cada una de las cuales representa un valor
numérico, para dar al final 666 - Trad.]
Es significativo que "todos los escritores cristianos primitivos que comentaron Apocalipsis,
desde Ireneo hasta Victorio de Pettau y Comodiano en el siglo cuarto, hasta Andreas en el quinto y
Beato en el siglo octavo, hayan conectado a Nerón, o algún emperador romano, con la bestia
apocalíptica. Juan escribía para los cristianos del siglo primero, advirtiéndoles de cosas que habrían de
ocurrir "pronto". Estaban comprometidos en la batalla más crucial de la historia, contra el dragón y el
malvado imperio que el dragón poseía. El propósito de Apocalipsis era el de consolar a la Iglesia con la
seguridad de que Dios estaba en control de la situación, de manera que aun el tremendo poder del
dragón no podría sostenerse delante de los ejércitos de Jesucristo. Cristo fue herido en su calcañar el
viernes, el sexto día, el día de la bestia - y sin embargo, ése es el día en que Él aplastó la cabeza del
dragón. En su momento de mayor poder, dice Juan, la bestia es sólo un seis, o una serie de seises;
nunca un siete. Sus planes de dominio mundial jamás se cumplirán, y la Iglesia vencerá por medio de
su Señor Jesús, el 888, que conquistó el octavo día.
[Sigue una Tabla de los Numerales en Uso Durante el Período Bíblico, con tres columnas verticales. La primera de
izquierda a derecha es de numerales de 1 a 10, luego de decenas hasta 100, y finalmente en centenas desde 100 a 800.
La siguiente columna es de caracteres hebreos, y la tercera columna, de caracteres griegos equivalentes].
Notas:
1. Milton Terry, Biblical Apocalyptic: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the Canonical
Scriptures (New York: Eaton and Mains, 1898), pp. 393f.
2. Comp. 1 Kings 22:11; Zac. 1:18-21; Ps. 75:10.
3. Moses Stuart, A Commentary on the Apocalypse (Andover: Allen, Morrill and Wardwell, dos tomos, 1845), Vol. 2,
p. 276.
4. Según Moses Stuart y Milton Terry, las bestias de Daniel son Babilonia, Media, Persia, y Grecia. Aun si fuese así
(lo que dudo), su "renacimiento" en las imágenes de Apocalipsis significaría simplemente que Roma combina las
peores características de los cuatro imperios mundiales anteriores.
5. Ibid.
6. Véase de Suetonio, The Twelve Caesars, traducción de Robert Graves. (New York: Penguin Books, cd. revisado,
1979), pp. 213-246; de Tácito, The Annals of Imperial Rome, Michael Grant, trad. (New York: Penguin Books, cd.
revisado, 1977), pp. 252-397; Miriam T. Griffin, Nero: The End of a Dynasty (New Haven: Yale University Press,
1984).
7. Este punto es traído a colación virtualmente por todos los comentaristas que se adhieren (o hasta toman nota de) la
interpretación preterista. Por lo general, se considera un argumento crucial; da la impresión de que el caso en general o
se sostiene o cae con el mito del Nerón redivivo. Mis objeciones a este uso como punto crucial interpretativo son
brevemente como sigue: Juan escribía mientras Nerón estaba todavía vivo, y no podría haber estado apelando a un
mito que todavía no había surgido; más importante, tal enfoque es defectuoso porque usa fábulas paganas, más bien
que las Escrituras, como su fuente primaria de interpretación. La Biblia misma es el amplio contexto hermenéutico de
los libros canónicos. En el mejor de los casos, el valor de la literatura extra-bíblica es secundario. (Por esto, el mito
del redivivo puede ser de alguna importancia menor como complemento histórico de la perspectiva teológica; en
realidad, para comenzar, es posible que una interpretación errónea de la profecía de Juan diera lugar al mito).
8. Esto lo informa Tertuliano en su Apology, capítulo 5 (The Ante-Nicene Fathers, editores Alexander Roberts y James
Donaldson; Eerdmans, 1973): "A menos que los dioses den satisfacción a los hombres, no habrá deificación para
ellos: el dios tendrá que ser propicio al hombre. En consecuencia, Tiberio, en cuyos días hizo su entrada en el mundo
el nombre de cristianos, habiendo él mismo recibido información de Palestina de sucesos que claramente habrían
mostrado la verdad de la divinidad de Cristo, trajo el asunto delante del Senado, con su propia decisión a favor de
Cristo. El Senado, porque él mismo no había dado su aprobación, rechazó su propuesta. César se aferró a su opinión,
amenazando con derramar su ira contra todos los acusadores de los cristianos. Consulten sus historias ..." (pp. 21s). A.
Cleveland Coxe comenta: "Debe hacerse gran énfasis en el hecho de que Tertuliano era probablemente un
jurisconsulto, estaba familiarizado con los archivos romanos, y fue influído por ellos en su propia aceptación de la
Verdad Divina. No se puede suponer que un hombre así se haya arriesgado a hacer una osada apelación a los registros,
al protestar ante el Senado y delante mismo del Emperador y sus colegas, si no hubiera sabido que la evidencia era
incontestable" (pp. 57s).
9. El mismo tema del aplastamiento de la cabeza es especialmente prominente en el Libro de los Jueces; véase de
James B. Jordan, Judges: God´s War Against Humanism (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985).
10. Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah (McLean, VA: MacDonald Publishing Company, dos
tomos, n.d.), Vol. 2, p. 581.
11. Alexander Schmemann, For the Life of the World: Sacraments and Orthodoxy (New York: St. Vladimir´s
Seminary Press, cd. revisado, 1973), p. 28.
12. Comp. las palabras de Ireneo: "La todopoderosa Palabra de Dios, que nunca falla en la justicia, actuó justamente
incluso al manejar el Espíritu de rebelión. Pues fue por persuasión, no por la fuerza, que Él redimió su propia
propiedad... porque así plugo a Dios llevar a cabo su propósito: con el resultado de que la justicia no fue infringida, y
la obra original de Dios se salvó de perecer" (Against Heresies, v.i.1). San Agustín añade: "Cristo demostró la justicia
por medio de su muerte, prometió poder por medio de su resurrección. ¿Qué podría ser más justo que llegar hasta la
muerte de cruz, por amor a la justicia? ¿Qué mayor acto de poder que levantarse de entre los muertos, y ascender al
cielo con la misma carne en la cual fue muerto? Primero la justicia conquistó el diablo, luego el poder; la justicia,
porque él no tenía pecado y fue muerto por el diablo de la manera más injusta; el poder, porque vivió nuevamente
después de la muerte, para no morir de allí en adelante" (On the Trinity, xiii.18).
13. Para un estudio extenso de la circuncisión de la oreja. véase de James B. Jordan, The Law of the Covenant: An
Exposition of Exodus 21-23 (Tyler, TX: Institute for Christian Economics, 1985), pp. 77-84).
14. Cornelis Vanderwaal, Search the Scriptures, Vol. 10: Hebrews-Revelation (St. Catherine, Ontario: Paideia Press,
1979), p. 89; comp. p. 100.
15. R.C. H. Lenski, The Interpretation of St. John´s Revelation (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1943,
1963), p. 404.
16. La exposición más detallada de esto se encuentra en la obra de Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand
Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 57-96.
17. Henry Barclay Swete, Commentary on Revelation (Grand Rapids: Kregel Publications, 3a. ed. [1911] 1977), p.
169.
18. Herbert Schlossberg, Idols for Destruction: Christian Faith and its Confrontation with American Society
(Nashville: Thomas Nelson, 1983), p. 6.
19. The Confession of Faith (Free Presbyterian Church of Scotland, 1970), pp. 193ss.
20. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (London: Oxford University Press, 1964), p. 157.
21. En los tiempos del Nuevo Testamento, la letra anticuada ç (stigma, que representaba el sonido st), se usaba en
lugar del numeral 6; véase de A. T. Robinson y W. Hersey Davis, A New Short Grammar of the Greek Testament
(New York: Harper & Brothers, 1931, 1933), p. 109.
22. Algunas veces se objeta que, usando varios sistemas de cómputo, es posible dar el valor de 666 al nombre de casi
cualquier persona ; así, los intérpretes han identificado a la bestia con el Papa, Martín Lutero, Napoleón, Adolf Hitler,
y Henry Kissinger (entre muchos otros). Sin embargo, debería entenderse el punto de que aquí se necesita, "no
cualquier posible solución del nombre, sino más bien una solución relevante. Habiendo ya mostrado que el Imperio
Romano es la bestia descrita en los versículos 1-8 de este capítulo, naturalmente buscamos algún nombre que designe
específicamente ese poder" (Milton Terry, Biblical Apocalyptic, p. 401).
23. Por supuesto, hay alguna justificación para una "exégesis de periódico" del siglo primero, porque el libro mismo
de Apocalipsis nos lleva a esperar un cumplimiento de sus profecías en el siglo primero. Deberíamos buscar
cuidadosamente sucesos históricos en el siglo primero que correspondan a las visiones apocalípticas. Esto no se presta
necesariamente a especulaciones indebidas, porque simplemente toma en serio las afirmaciones del propio Juan sobre
su libro. Dijo que aquellas cosas se cumplirían "pronto".
24. R. C. H. Lenski, The Interpretation of St. John´s Revelation (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1943,
1963), pp. 411s.
25. Ireneo ve el número 666 como una combinación de la edad de Noé en el diluvio (600), que simbolizaba "toda la
mezcla de maldad que tuvo lugar antes del diluvio", con el 60+6 de la imagen de Nabucodonosor, que simbolizaba
"cada uno de los errores de los ídolos inventados desde el diluvio, junto con el asesinato de los profetas y los justos".
Against Heresies, en The Ante-Nicene Fathers, de Alexander Roberts y James Donaldson, eds., (Grand Rapids: Wm.
B. Eerdmans Publishing Co., reimpresióm de 1973), Vol. 1, p. 558.
26. En hebreo (como en la mayoría de los idiomas antiguos), el alfabeto servía un doble propósito: cada letra era
también un numeral. Así, cada palabra o cada grupo de palabras tenía un valor numérico, que podía calcularse
simplemente sumando los numerales. El sistema linguístico de Occidente evita esto usando el alfabeto romano para
sus letras y el alfabeto árabe para sus numerales. Por esto, a nosotros nos es difícil y artificial imaginar tener que ir
atrás y adelante en el uso de letras y numerales en nuestro idioma, pero para los antiguos era bastante natural. Con
toda probabilidad, no necesitaban hacer grandes esfuerzos para ir atrás y adelante en sus mentes, sino que
simplemente veían y comprendían ambos aspectos en seguida.
27. Véase de Ernest L. Martin, The Original Bible Restored (Pasadena, CA: Foundation for Biblical Research, 1984),
p. 110. En su visión de la gran imagen que representaba los imperios paganos que serían sucedidos por el reino de
Cristo, Nabucodonosor era la "cabeza de oro" (Dan. 2:37-38); Martin ha señalado que 666 años después de que
Nabucodonosor inaugurara su reino (604 b. C.), comenzó el último ciclo sabático de Israel (otoño del año 63 d. C.),
que terminó con la destrucción de Jerusalén y el templo en el otoño del año 70.
28. IHEOYE (I =10 + H =8 + E = 200 + 0 =70 + V = 400 + E = 200) = 888.
29. Véase de James B. Jordan, The Law of the Covenant: An Exposition of Exodus 21-23 (Tyler: Institute for
Christian Economics, 1984), p. 164.
30. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (London: Oxford University Press, 1964), p. 156; por
supuesto, Farrer se refiere a la bestia con el término común (pero técnicamente inexacto) de Anticristo, que es
realmente la designación que Juan da a los apóstatas de la fe cristiana.
31. Comp. Gén. 1:31; Apoc. 6:12-17; 9:13-21.
32. Farrer, A Rebirth of Images, p. 259.
33. Dicho sea de paso, la manera fácil de calcular el. triangular de cualquier número es multiplicarlo por el siguiente
número más alto, luego dividirlo por dos, de esta manera: 36 x 37 = 666.
2
34. La nota de Farrer en este punto dice: "Un calendario solar requiere que más o menos un mes sí y otro no tenga 31
días, no 30. En un calendario lunar un mes sí y otro no debe tener 29 días y un mes intercalado con un poco más de
frecuencia que un año sí y otro no. Así, por un cálculo lunar, 3½ años son o aproximadamente 1.270 días, o
aproximadamente 1.300 días; o, si abandonamos el intercalamiento por completo, más o menos 1.240 días. En ningún
caso son 1.260 días".
35. Farrer, A Rebirth of Images, pp. 259s.
36. F. W. Farrar, The Early Days of Christianity (Chicago and New York: Belford, Clarke & Co., 1882), p. 539.
37. Algunos argumentan que Nerón Kesar es meramente un conveniente "error al escribir" el nombre de Nerón en
hebreo. Esta objeción pasa por alto el hecho de que, antes de la moderna introducción de los diccionarios, el mundo
simplemente no se preocupaba como nosotros acerca de la uniformidad de la escritura de los nombres. Eran comunes
las escrituras alternas (por ejemplo, "Joram" y "Jehoram" en el Antiguo Testamento), especialmente en la
transliteración de palabras a una lengua extranjera. Pero el argumento de error en la escritura es erróneo de todos
modos. La forma Neron Kesar (1) es la forma hebrea lingüísticamente "correcta", (2) es la forma que se encuentra en
el Talmud y otros escritos rabínicos, y (3) fue usada por los hebreos en el siglo primero, como ha mostrado la
evidencia arqueológica. Como observó F. W. Farrar: "El judeo-cristiano habría intentado usar el nombre como él lo
pensaba - esto es, en letras hebreas. Y en el momento en que hacía esto el secreto quedaba revelado. Ningún judío
pensó jamás en Nerón excepto como 'Neron Kesar', y esto da en seguida... 666" (The Early Days of Christianity,
Chicago and New York; Belford, Clarke & co., 1882, p. 540). De algún interés relacionado es el hecho de que si el
nombre de Nerón se escribe sin la n final (es decir, de la manera en que se le ocurriría a un gentil escribirlo en
hebreo), da el número 616, que es exactamente la lectura variante en los manuscritos del Nuevo Testamento. La
explicación más razonable de esta variante es que surgió de la confusión por la n final.
38. F. W. Farrar, The Early Days of Christianity (Chicago and New York: Belford, Clarke & Co., 1882), p. 541. Véase,
por ejemplo, de Sulpicio Severo (363-420 d. C.), que claramente cita a Apocalipsis 13 en su descripción de Nerón:
Sacred History, en A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian Church (Grand Rapids:
Eerdmans, reimpresión de 1973), pp. 110s.
Capitulo 14 - EL REY SOBRE EL MONTE DE SIÓN
Juan acaba de revelarnos la malvada tríada de enemigos que enfrentan a la Iglesia primitiva: el
dragón, la bestia que sube del mar, y la bestia que sube de la tierra. Juan ha dado a entender claramente
que estos enemigos son implacables, que el conflicto con ellos requerirá fidelidad hasta la muerte.
Naturalmente, surge de nuevo la pregunta: ¿Sobrevivirá la Iglesia a un ataque tan encarnizado? En esta
sección final de la cuarta división principal de su profecía, por lo tanto, Juan nuevamente discute estos
temores de su auditorio. La acción del libro se detiene mientras el apóstol consuela y da razones para
tener confianza en la victoria venidera de la Iglesia sobre todos sus oponentes. "La revelación de los
tres grandes enemigos, el dragón, la bestia que sube del mar, y la bestia que sube de la tierra, es seguida
inmediatamente por una séptuple revelación de victoria y juicio en los cielos. El propósito de estas
visiones y voces desde el cielo es obviamente para mostrar que los poderes de los cielos son más
poderosos que los de la serpiente infernal y sus asociados. La trinidad de fuerzas hostiles, armadas con
muchas maravillas engañosas, parecería invencible desde un punto de vista humano. Pero Juan, como
el joven siervo de Eliseo cuando fue confrontado con los caballos y los carruajes y la inmensa hueste
del rey de Siria, es amonestado aquí en el sentido de que los que están con la Iglesia perseguida son
más numerosos y más poderosos que los que hacen guerra contra ella (comp. 2 Kings 6:15-17)".1
1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que
tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como
de arpistas que tocaban sus arpas.
3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie
podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.
4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por
dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;
5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.
v1 Estamos de vuelta nuevamente en el Salmo 2: Juan nos ha mostrado a los paganos furiosos
contra el Señor y contra su Cristo, rebelándose contra la autoridad de la Deidad; y ahora el Señor dice:
"Pero en lo que a mí concierne, yo he instalado mi reino sobre el monte de Sión, mi santo monte",
garantizando que las naciones se someterán a su abarcante gobierno. En oposición a las bestias que
suben del mar y de la tierra, el Cordero está de pie (comp. Rev. 5:6) sobre el monte de Sión, ya
entronado como Rey de reyes, el gobernador de todas las naciones. La imagen de una montaña en la
Biblia es claramente una referencia al Santo Monte original, la ubicación del Jardín de Edén (Ez.
28:13-14). Las promesas proféticas de la restauración del monte a la tierra (Is. 2:2-4; Dan. 2:32-35, 44-
45; Miq. 4:1-4), así como las numerosas actividades redentoras en las montañas (Gen. 22:2; Ex. 19:16-
19; 2 Crón. 3:1; Mat. 28:16-20), significaron el cumplimiento y la consumación del paraíso por medio
de la expiación del Mesías, cuando el reino de Dios llenaría la tierra (Is. 11:9). 2 El Cordero de pie sobre
el monte es un símbolo de la victoria de Cristo sobre todos sus enemigos, con su pueblo restaurado al
Edén y a la comunidad con Dios. El hecho de que el monte es Sión (mencionado siete veces en el
Nuevo Testamento: Mat. 21:5; Jn. 12:15; Rom. 9:33; 11:26; Heb. 12:22; 1 Pet. 2:6) sirve para resaltar
esta victoria, porque Sión es el especial "santo monte" de Jerusalén, el símbolo de la presencia de Dios
con su pueblo y su reinado victorioso sobre la tierra, cuando todos los reinos sean reunidos para servirle
a Él en el Nuevo Pacto (comp. Ps. 9:1-20; 14:7; 20:1-2; 48:1-14; 69:35; 87:1-3; 99:1-9; 102:13-22; Is.
24:21-23; 51-52; 59:16-20; Jer. 31:10-37; Zac. 9:9-17).3
v2-3 Con sus ojos sobre el Cordero y su ejército, Juan oye una voz desde el cielo, el conocido
recordatorio de la presencia de Dios en la Nube de Gloria: como el sonido de muchas aguas y como el
sonido del trueno, y ... como el sonido de arpistas que tocan sus arpas, la orquesta celestial que toca en
acompañamiento al cántico de victoria del ejército de los santos, que cantan un nuevo cántico delante
del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Como hemos visto en Rev. 5:9, el
cántico nuevo es la nueva liturgia requerida e introducida por la nueva era en la historia de la
redención. Y esta liturgia, la jubilosa respuesta de los redimidos, pertenece a la Iglesia solamente
(comp. Rev. 2:17): Ninguno podría aprender el cántico, excepto los ciento cuarenta y cuatro mil que
han sido redimidos de la tierra, redimidos como esclavos de la tiranía de la bestia que sube de la tierra.
v4-5 Juan da descripciones adicionales de los redimidos: Éstos son los que no se han
contaminado con mujeres, pues son vírgenes. En esta afirmación hay envueltas varias hebras de
imágenes bíblicas. Debemos descartar la idea de que Juan está hablando de celibato literal porque les
llama "vírgenes", como señaló Barrington: "'Vírgenes' es aquí obviamente un símbolo violento de
pureza, de la misma manera que 'eunucos' en Mat. 19:12 , es un símbolo violento de celibato; ninguno
de los dos debe ser tomado literalmente. No son hombres que no han tenido relaciones sexuales con
mujeres, sino hombres que no se han contaminado con mujeres, que es una idea bien diferente, y
ciertamente no tiene el propósito de describir el matrimonio". 4 La palabra virgen se usa frecuentemente
en el Antiguo Testamento para referirse a Sión, el pueblo de Dios (2 Kings 19:21; Is. 23:12; 37:22; Jer.
14:17; 18:13; 31:4, 21; Lam. 1:15; 2:13). Más particularmente, la castidad aquí es una referencia
simbólica al requisito de abstinencia sexual de los sacerdotes-soldados durante la guerra santa (comp.
Ex. 19:15; Lev. 1:16; Deut. 20:7; 23:10-11; 1 Sam. 21:4-5; 2 Sam. 11:8-11). Además, el contexto
condena la "fornicación" cometida por las naciones, en relación con la adoración a la bestia (v. Rev. 8-
10). A través de la Biblia, la fornicación y la prostitución son poderosas metáforas para representar la
apostasía y la idolatría (comp. Is. 1:21; Jer. 2:20-3:11; Ez. 16:15-43; Rev. 2:14, 20-22), mientras que la
fidelidad religiosa es llamada castidad (2 Cor. 11:2). El ejército del Cordero, reunido alrededor de Él
sobre el monte Sión, es casto, fiel a Él, y resueltamente consagrado a la Guerra Santa.
Juan nos dice, además, que estos soldados son los que siguen al Cordero dondequiera que va,
siendo el término seguir una metáfora típica de la obediencia de un discípulo (Mat. 9:9; 10:38; 16:24;
Mk. 9:38; 10:21, 28; Luc. 9:23; Jn 8:12; 10:4-5, 27; 21:22). Sin embargo, una afirmación precisa sobre
los que comprenden este grupo se da en la siguiente frase: Éstos han sido redimidos de entre los
hombres como las primicias para Dios y el Cordero. La expresión primicias se refiere esencialmente a
un sacrificio, la ofrenda de la primera cosecha de la tierra para el Señor, reclamada por Él como su
exclusiva propiedad (Ex. 22:29; 23:16, 19; Lev. 23:9-21; Deut. 18:4-5; Neh. 10:35-37; Prov. 3:9-10);
estos cristianos se han ofrecido a sí mismos para el servicio de Dios por amor a Cristo. Más que esto,
sin embargo, el Nuevo Testamento usa la expresión primicias para describir la Iglesia de los últimos
días, la Iglesia de la "primera generación" (Rom. 16:5; 1 Cor. 16:15), especialmente el remanente fiel
de las doce tribus de Israel (Sant. 1:1, 18): "Los confesores y los mártires de la Iglesia apostólica, que
vencieron por razón de su testimonio y la sangre del Cordero, son pues declarados como las primicias,
una selección escogida de la innumerable compañía de los santos. El propósito de este Apocalipsis era
animar especialmente a estos espíritus vírgenes".5
Las características de este grupo son marcadamente similares a las de Israel cuando por primera
vez se convirtió en la esposa de Dios.
Y dejaré en medio de tí un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. El remanente de Israel
no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa... (Sof. 3:12-13).
A menudo, los comentaristas se han sentido molestos por la cuestión de si esta descripción
representa la Iglesia como se ve en la tierra, o la Iglesia como se ve reposando en el cielo. Debería ser
obvio que ambos aspectos de la Iglesia son visibles aquí - especialmente puesto que, como hemos visto,
la Iglesia en la tierra está "en el cielo" (Rev. 12:12; 13:6). La famosa afirmación de Heb. 12:22-23
proporciona evidencia obligatoria: "Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los
primogénitos que están inscritos en los cielos..." Milton Terry observa correctamente: "El cielo de
nuestro apocalipsista es la esfera visional de la gloria y el triunfo de la Iglesia, y no se reconoce
ninguna distinción marcada entre los santos que están en la tierra y los que están en el cielo. Se les
concibe como una gran compañía, y la muerte no representa nada para ellos... Por esto, el pasaje entero
sirve para ilustrar cómo los santos 'que moran en lugares celestiales en Cristo Jesús' son todos uno en
espíritu y triunfo, sin importar qué localidad física ocupen". 6 Para Juan, Sión "no está ni en Jerusalén ni
encima de las nubes; es la asamblea entera de los santos, vivos y muertos".7
A decir verdad, Stuart Russell sostenía que Heb. 12:22-23 estaba basado en este pasaje de
Apocalipsis: "Los puntos de similitud son tan marcados y tan numerosos que no es posible que sean
accidentales. El escenario es el mismo - el monte Sión; los personajes dramáticos son los mismos - 'la
asamblea general y la iglesia de los primogénitos, que están escritos en los cielos', corresponden a los
ciento cuarenta y cuatro mil que tienen el sello de Dios. En la epístola son llamados 'la iglesia de los
primogénitos'; la visión explica el título - son 'las primicias para Dios y el Cordero'; los primeros
conversos a la fe de Cristo en la tierra de Judea. En la epístola son designados como 'los espíritus de los
justos hechos perfectos'; en la visión son 'vírgenes no contaminadas, en cuyas bocas no fue hallada
mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios'. Tanto en la visión como en la epístola,
encontramos la 'innumerable compañía de ángeles' y 'el Cordero' por medio del cual se efectuó la
redención. Resumiendo, está más allá de toda duda razonable que, puesto que no puede suponerse que
el autor del Apocalipsis haya sacado su descripción de la epístola, el escritor de la epístola debe haber
derivado sus ideas e imágenes del Apocalipsis".8
Así, mientras la aplicación específica de los 144.000 es para la iglesia de la primera generación,
en principio son vistos como la Iglesia en su totalidad (lo cual, en el tiempo en que Juan escribía, era
precisamente). Esto queda confirmado por una comparación de los paralelos entre este pasaje y la
descripción de los redimidos en Rev. 5:6-11 :
Rev. 14:1-5 Rev. 5:6-11
1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba de 6 Y vi... que estaba en pie... un Cordero...
pie....
3 ... delante del trono, y delante de los cuatro seres 6 en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y de los ancianos. vivientes, y de los ancianos.
2 la voz... era como de arpistas que tocaban sus 8 los veinticuatro ancianos... todos tenían arpas.
arpas.
3 Y cantaban un cántico nuevo... 9 Y cantaban un nuevo cántico.
4 Estos fueron redimidos de entre los hombres 9 [El Cordero] nos ha redimido para Dios, de todo
como primicias para Dios y para el Cordero. linaje y lengua y pueblo y nación.
6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la
tierra, a toda nación, tribu, lengua, y pueblo,
7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que
hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
8 Otro ángel le siguió diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las
naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y el tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su
frente o en su mano,
10 él también beberá dle vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado
con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo ni de día ni de noche los que adoran
a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en
el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
v6-7 El resto de este capítulo está dividido en siete secciones - una visión del Cristo glorificado,
flanqueado a cada lado por tres ángeles. Juan está a punto de hacer la transición entre las trompetas-
visiones (proclamaciones de juicio) y los cálices-visiones (aplicaciones de juicio). Prediciendo este
cambio, los primeros tres ángeles hacen proclamaciones especiales en relación con la victoria del
Cordero, y los últimos tres ángeles llevan a cabo acciones para ayudarle a implementar su conquista.
Como podríamos esperar, estas proclamaciones y acciones angélicas son paralelas a los deberes de la
Iglesia, particularmente de sus dirigentes y gobernadores.
Primero, Juan ve otro ángel volar por en medio del cielo, la esfera en la cual el ángel exclama
sus ayes sobre la tierra ( Rev. 8:13). Pero este ángel predica paz: El juicio venidero no es un fin en sí
mismo, sino parte de la proclamación del evangelio eterno. Contrario a las especulaciones de varios
expositores, no hay razón para suponer que esto es algo diferente del evangelio del cual el Nuevo
Testamento habla constantemente. Es el mensaje de la venida del reino, como lo habían anunciado Juan
y Jesús desde el principio: "En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y
diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3:1-2); "Después de que Juan
fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, y diciendo: El tiempo
se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (Mk. 1:14-15).
Y este es el evangelio predicado por el ángel, siendo cada uno de los elementos en él un aspecto del
mensaje del Nuevo Testamento: Temed a Dios (Lk 1:50; 12:5; Acts 10:35), y dadle gloria (Mat. 5:16;
9:8; 15:31), porque la hora de su juicio es venida (Jn. 12:23, 31-32; 16:8-11); y adorad a aquél que hizo
el cielo y la tierra y el mar (el mundo, Gen. 1) y las fuentes de las aguas (el paraíso, Gen. 2). Todo esto
es marcadamente similar a lo que está registrado del evangelio apostólico (comp. Acts 14:15; 17:24-
31).
El ángel predica este evangelio a los que se sientan en la tierra. La expresión usual para los
apóstatas israelitas es los que moran en la tierra (Rev. 3:10; 13:8, 12, 14; 17:2, 8). Esta vez, la atención
se enfoca en el mensaje a las autoridades de Israel, las que están sentadas o entronizadas en la tierra (el
verbo es el mismo que se usó en el v. 14, del Hijo del Hombre entronizado en la Nube). El mensaje del
evangelio ordenaba a los gobernantes de Palestina someterse al señorío de Cristo, para honrarle, más
bien que a César, como Dios. Pero los gobernantes y las autoridades le rechazaron, diciendo: "No
queremos que éste reine sobre nosotros" (Lk. 19:14).
El Señor mismo proclamó la gloria y el juicio de Dios a las autoridades de Israel (Mat. 26:64), y
advirtió a sus discípulos que ellos predicarían un evangelio que resultaría impopular a los dirigentes:
"Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun
ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles"
(Mat. 10:17-18). Además, "será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mat. 24:14). Y este era el orden del evangelio - primero a
los judíos, y luego a los gentiles (Acts 3:26; 11:18; 13:46-48; 28:23-29; Rom. 1:16; 2:9): El ángel
predica a los dirigentes de Palestina, y luego a toda nación y tribu y lengua y pueblo. Antes de que
viniera el fin en el año 70 d. C., nos dice Pablo, el evangelio fue realmente predicado a todo el mundo
(Rom. 1:8; 10:18; Col. 1:5-6; 23). A pesar de los intentos del dragón y sus dos bestias por estorbar el
progreso del evangelio, la misión de los apóstoles, los evangelistas, los mártires, y los confesores de la
iglesia primitiva tuvo éxito. El mundo fue evangelizado.9
En todo caso, el primer énfasis de la profecía ha sido dirigido contra Jerusalén; ha tratado con
Roma sólo hasta donde Roma se relacionaba con Israel. Juan no nos da ninguna indicación de que el
tema ha sido cambiado. Como veremos en los capítulos 17 y 18, la evidencia de que la Babilonia
profética era Jerusalén es nada menos que abrumadora. El término denomina a la ciudad apóstata, del
mismo modo que "Sodoma" y "Egipto" se usaron en Rev. 11:8 para describir a "la gran ciudad...donde
el Señor fue crucificado" (nótese también que la misma expresión la gran ciudad se usa en Rev. 16:19
para describir a "Babilonia"). La razón de que Juan aplique la palabra a Jerusalén es que Jerusalén se ha
convertido en Babilonia, una copia de la orgullosa, idólatra, y perseguidora opresora del pueblo de
Dios. Terry observa correctamente que "así como Jesús dijo en Mat. 24:14 que el fin de esta ciudad y la
era pre-mesiánica seguiría a la predicación del evangelio entre las naciones, así también en este
Apocalipsis la proclamación de la caída de Babilonia la grande sigue inmediatamente después de la
proclamación del evangelio eterno".11
Esta gran ciudad-ramera (Rev. 17:1) ha hecho beber a todas las naciones del vino del calor de su
fornicación (un irónico contraste con el legítimo y bendito "vino del amor" celebrado por Salomón,
Cant. 1:2-4; 4:10; 5:1; 7:2, 9). La palabra generalmente traducida como ira básicamente significa calor.
En el versísulo 10, la idea es definidamente de ira, pero aquí Juan está simplemente usando al familiar
cuadro bíblico del Israel apóstata como ramera, que inflama las pasiones de los hombres con el calor de
la lascivia. Israel ha abusado de su privilegiada posición como la divinamente ordenada "guía de
ciegos" y "luz a los que están en tinieblas" (Rom. 2:19). Las naciones esperaban recibir de ella
enseñanza, pero terminaron blasfemando el nombre de Dios a causa de su impiedad (Rom. 2:24). Dios
quería que ella fuera la señora Sabiduría, y que llamara a todos los hombres a que comieran de su
alimento, bebieran de su vino, y vivieran en el camino de la inteligencia (Prov. 9:1-6). En vez de eso, se
había convertido en la señora Desatino, que usaba mercadería robada para tentar a los hombres a caer
en las profundidades del infierno (Prov. 9:13-18). Como la bestia que subía de la tierra (el falso profeta
que habla como dragón), la principal ocupación de Babilonia es seducir a otros para que caigan en
fornicación, la adoración de dioses falsos.
v9-11 Y otro ángel, el tercero, les siguió, con un mensaje apropiado de muerte para cualquiera
que adore a la bestia y a su imagen, o recibe una marca en su frente o en su mano (véase más arriba,
sobre Rev. 13:15-18). La gran ofensa de la bestia que sube de la tierra - la dirigencia religiosa del Israel
apóstata - fue fomentar y hacer cumplir la adoración de la bestia (Rev. 13:11-17). Así, Juan nos está
dando un indicio de la identidad de la gran ciudad repitiendo sus palabras sobre la bestia que subía de
la tierra inmediatamente después de su primera afirmación sobre "Babilonia". También recuerda a los
cristianos, especialmente a los "ángeles", los dirigentes de la Iglesia, de su deber de proclamar el
consejo entero de Dios. Debían predicar el inflexible mensaje del exclusivo y abarcante señorío de
Jesucristo contra todos los pretendientes al trono. Debían hablar proféticamente a su generación,
condenando severamente la adoración de la bestia, advirtiéndoles que los que bebieran de la herética
copa del culto al estado de Babilonia también beberían del vino de la ira de Dios, que está vaciado puro
- literalmente, sin mezcla alguna (o como lo traduce deliciosamente un comentarista, bien mezclado 12) -
en el cáliz de su ira. La amonestación es clara: No se puede beber de una copa sin beber de la otra.
Moses Stuart explica las imágenes: "A menudo se dice que Dios da la copa de inflamación o
indignación a las naciones a las cuales está a punto de destruir (por ej., Is. 51:17; Lam. 4:21; Jer. 25:15-
16; 49:12; 51:7; Ez. 23:31-34; Job 21:20; Ps. 75:8). Las personas intoxicadas no pueden destruir, ni
siquiera resistir, a los que los atacan; así que representarlos como intoxicados a manera de castigo es
representarlos como dedicados a una destrucción irremediable. O podemos presentar la cuestión en una
luz diferente. A menudo, a los criminales a punto de sufrir se les ofrecía, por compasión de los
verdugos o de los espectadores, una poción estupefaciente que disminuía la sensibilidad al dolor, pero
que por supuesto era el índice o el precursor de una muerte cierta. Por eso, en Marcos Mk.15:23 se
registra que Jesús rehusó beber 'vino mezclado con mirra', que se le ofreció cuando estaba a punto de
ser clavado a la cruz. El santo Salvador no quiso disminuir ninguna porción de su agonía tomando una
bebida intoxicante. Pero de cualquiera de las dos maneras en que se tome la expresión de nuestro texto,
el significado permanece sustancialmente el mismo - porque el beber tal copa intoxicante es el preludio
de una muerte cierta".13
Como vimos en el versículo 8, la palabra traducida como ira es realmente calor; los que desean
la copa del "calor" de Babilonia recibirán una bebida más caliente que la que esperaban, la copa de la
ira no diluída de Dios. Los que fornican con la bestia serán atormentados con fuego y azufre en
presencia de los santos ángeles y en la presencia del Cordero. Y el humo de su tormento sube por los
siglos de los siglos. La imagen de su condenación permanente está tomada de la completa destrucción
de Sodoma y Gomorra por medio del fuego y el azufre, cuando "el humo de la tierra subía como el
humo de un horno" (Gen. 19:28; comp. su uso simbólico en Is. 34:9-10, que describe la caída de
Edom). Increíblemente, la Srta. Ford asegura que "la alusión al Cordero es embarazosa para el
cristiano".14 ¡No tan embarazosa como las necias observaciones de ciertos comentaristas! La verdadera
razón del embarazo que algunos eruditos sienten por encontrar a estos adoradores de la bestia
destruidos por medio de fuego y azufre en presencia del Cordero es su moderna forma de marcionismo,
una dicotomía herética entre el Cristo "bondadoso y amante" del Nuevo Testamento y la "airada"
Deidad del Antiguo Testamento. Tal distinción es completamente extraña a la Biblia. Juan, con más
sentido (y sin ningún aparente embarazo), simplemente ha sido fiel a su fuente del Antiguo Testamento,
refundiéndola en términos del Nuevo Testamento: "Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre
Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella
llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra" (Gen. 19:24-25).
Ciertamente, el texto mismo subraya que el tormento de los sodomitas tuvo lugar en presencia del
Señor (así como el altar está delante del trono en el tabernáculo). Y Juan es plenamente consciente,
aunque sus comentaristas no lo son, de que el Cordero es el Señor.
Hay aquí un lúgubre contraste: Los adoradores de la bestia, y los que reciben su marca, no
tienen descanso de sus tormentos ni de día ni de noche. Las palabras se repiten de la descripción de los
querubines en Rev. 4:8, que no tienen reposo ni de día ni de noche, eternamente ocupados en un
sacrificio de alabanza.
v12-13 Aquí está la paciencia de los santos. La paciente confianza, esperanza, expectación, y fe
del pueblo de Dios está en la justicia de su continuo gobierno sobre la tierra y la certeza de su juicio
venidero (comp. Rev. 13:10). Los santos no deben preocuparse a causa de los malos, porque se
marchitarán como la hierba; hemos de confiar en el Señor y hacer el bien, reposar en el Señor y
esperarle pacientemente, y eventualmente heredaremos la tierra (Sal. 37). Los malvados perseguidores
serán destruídos, les dice Juan a sus lectores, y en breve; con Santiago, podemos decir:
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de
la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros
paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra
otros, para queno seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta (Santiago James 5:7-9).
La perseverancia de los santos va necesariamente unida al hecho de que ellos guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús. En oposición a todas las formas de adoración a la criatura, los
cristianos guardan los mandamientos; guardan la fe. El Nuevo Testamento no conoce nada de un
cristianismo sin ley, ni de una devoción que niegue el contenido objetivo de la "fe que una vez fue
entregada a los santos" (Judas 3). El cristianismo exige perseverancia obediente y fiel en presencia de
la oposición. Naturalmente, esto tiene consecuencias, no todas ellas agradables. Los lectores de Juan
sabían que guardar la fe podría muy bien significarles la muerte. Por ellos, Juan registra las siguientes
palabras de la voz que se oye desde el cielo: Escribe: Bienaventurados los muertos que de aquí en
adelante mueren en el Señor. Por medio de la obra de Cristo, el cielo se ha abierto para el pueblo de
Dios. El limbus patrum, la morada en el más allá de los fieles del Antiguo Testamento (el "seno de
Abraham" de Lk 16:22), ha sida abierto, y sus habitantes liberados (comp. 1 Pet. 3:19; 4:6). La muerte
es ahora la entrada a la comunión en gloria con Cristo y los santos que han partido. Jesucristo nos ha
librado del temor último a la muerte; podemos decir, con los famosos versos de John Donne "Muerte,
No Te Enorgullezcas":
Los cristianos primitivos entendían que la muerte había sido conquistada por la resurrección de
Cristo; este tema ocurre repetidamente en sus escritos. Una y otra vez, a uno le llama la atención la nota
de victoria en la actitud de los mártires al enfrentarse a la muerte. Atanasio escribió sobre este hecho en
su famosa defensa de la fe cristiana: "Todos los discípulos de Cristo desprecian la muerte; toman la
ofensiva contra ella y, en vez de temerle, por la señal de la cruz y por fe en Cristo caminan sobre ella
como sobre algo muerto. Antes de la divina venida del Salvador, hasta los hombres más santos temían a
la muerte, y lloraban a los muertos como si hubiesen perecido. Pero ahora que el Salvador ha
resucitado su cuerpo, la muerte ya no es terrible, sino que todos los que creen en Cristo la pisotean
como si no fuera nada, y prefieren morir antes que negar su fe en Cristo, sabiendo muy bien que
cuando mueran no perecerán, sino que en realidad vivirán, y se volverán incorruptibles por medio de la
resurrección. Pero aquel demonio que desde tiempos antiguos se regocijaba por la muerte, ahora que
los dolores de la muerte han sido soltados, sólo él permanece verdaderamente muerto. Hay prueba de
esto, también; porque los hombres que, antes de creer en Cristo, piensan que la muerte es horrible y
tienen temor de ella, una vez que se han convertido la desprecian tan completamente que salen ansiosos
a encontrarla, y se convierten ellos mismos en testigos de la resurrección del Salvador. Hasta los niños
se apresuran a morir, y no sólo los hombres, sino que hasta las mujeres se adiestran para encontrarse
con ella mediante la disciplina corporal. Tan débil se ha vuelto la muerte que hasta las mujeres, que
acostumbraban ser tomadas por ella, ahora se burlan como de una cosa muerta que ha perdido todo su
poder. La muerte se ha vuelto como un tirano que ha sido completamente conquistado por el monarca
legítimo; atado de pies y manos como ahora está, los transeúntes se burlan de él, pegándole y abusando
de él, ya sin temor de su crueldad y de su ira, a causa del rey que le ha conquistado. Así, la muerte ha
sido conquistada y marcada por lo que es por el Salvador en la cruz. Está atada de pies y manos, todos
los que están en Cristo la pisotean al pasar, y como testigos la desprecian, burlándose y diciendo:
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?"15
El obispo Eusebio, el gran historiador de la Iglesia, fue testigo de muchos martirios, y registró
lo que a menudo tenía lugar cuando los cristianos eran sometidos a juicio: "Fuimos testigos del más
admirable celo mental, y de la verdaderamente divina energía y fortaleza de los que creían en el Cristo
de Dios. Pues, tan pronto se pronunciaba la sentencia contra el primero, otros se lanzaban hacia
adelante desde otras partes del tribunal y se ponían delante del juez, confesando que eran cristianos, la
mayoría de ellos indiferentes a las terribles y multiformes torturas que les aguardaban, pero
declarándose, plenamente y de la manera más intrépida, partidarios de la religión que reconoce sólo a
un Dios supremo. La verdad es que recibían la sentencia final de muerte con alegría y regocijo,
llegando hasta cantar y entonar himnos de alabanza y acción de gracias, hasta que exhalaban el último
aliento".16
La misma esperanza gozosa es evidente en Ignacio, obispo de Antioquia, el mártir que fue
despedazado por las bestias salvajes en Roma (alrededor del año 107 d. C.). En una de sus famosas
cartas, rogaba a sus hermanos cristianos en Roma que no trataran de liberarlo, sino que le permitieran
"hacer una libación para Dios, mientras todavía hay un altar preparado": "Escribo a todas las iglesias, e
invito a todos los hombres a saber, que por mi propia y libre voluntad muero por Dios, a menos que
vosotros me lo impidáis. Os exhorto, no seáis inoportunamente bondadosos para conmigo. Permítanme
ser echado a las bestias salvajes, pues por medio de ellas puedo reunirme con Dios. Yo soy el trigo de
Dios, y soy molido por los dientes de las bestias salvajes para que pueda ser encontrado como pan puro
de Cristo. Más bien, provocad a las bestias salvajes, para que ellas puedan ser mi sepulcro y no puedan
dejar tras sí ninguna parte de mi cuerpo, y para que yo no pueda ser, cuando haya dormido, carga para
nadie. Entonces seré verdaderamente discípulo de Jesucristo, cuando el mundo ya no vea mi cuerpo.
Suplicad al Señor por mí, para que por medio de estos instrumentos yo pueda encontrar un sacrificio
para Dios. No os lo ordeno, como lo habrían hecho Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles, yo convicto;
ellos eran libres, pero yo soy esclavo de esta misma hora. Y sin embargo, si sufro, entonces soy libre en
Cristo Jesús, y resucitaré libre en Él. Ahora estoy aprendiendo a abandonar todo deseo.
"Desde Siria y hasta Roma, combato con bestias salvajes, por tierra y por mar, de noche y de
día, siendo atado en medio de diez leopardos, y hasta una compañía de soldados, que sólo empeoran
cuando son tratados con amabilidad. Sin embargo, por medio de sus maldades, me vuelvo más y más
un discípulo; y sin embargo, no soy por eso justificado. Tenga yo gozo de las bestias que han sido
preparadas para mí; y ruego que las encuentre prontas; no, las provocaré para que me devoren
prontamente, no como les han hecho a algunos, que rehusaron tocarlos por temor. Sí, aunque de suyo
no estén dispuestas cuando yo lo esté, yo mismo las obligaré. Ténganme paciencia. Sé lo que es
expedito para mí. Ahora estoy comenzando a ser discípulo. Que no me envidien ninguna de las cosas
visibles e invisibles; para que yo pueda reunirme con Cristo Jesús. Vengan el fuego y la cruz y el luchar
con bestias salvajes, los cortes y las mutilaciones, el descoyuntamiento de huesos, el
desmembramiento, el aplastamiento de mi cuerpo entero, vengan las crueles torturas del diablo para
que me ataquen. Sólo permítaseme reunirme con Cristo.
"Los más lejanos confines del universo no me servirán de nada, ni los reinos de este mundo. Es
mejor que yo muera por Cristo Jesús antes que reinar sobre los más lejanos confines de la tierra. A Él le
busco, el que murió por nosotros; a Él le deseo, el que resucitó por amor a nosotros. Los dolores de un
nuevo nacimiento están sobre mí. Ténganme paciencia, hermanos. No me estorben el vivir; no deseen
mi muerte. No pongáis en el mundo a alguien que desea ser de Dios, ni le atraigáis con cosas
materiales. Dejadme recibir la luz pura. Cuando se aleje, seré hombre. Permitidme ser imitador de la
pasión de mi Dios. Si cualquier hombre le tiene dentro de sí mismo, entienda lo que yo deseo, y que
tenga sentimientos de compañerismo para conmigo, porque él sabe las cosas que me estorban".17
Sin embargo, Alexander Schmemann nos recuerda que "el cristianismo no es reconciliación con
la muerte. Es la revelación de la muerte, y la revela porque es la revelación de la Vida. Cristo es esta
Vida. Y sólo si Cristo es vida es la muerte lo que el cristianismo proclama ser, a saber, el enemigo que
ha de ser destruido, y no un 'misterio' que debe ser explicado".18
Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus trabajos y que sus obras les sigan. Nuevamente,
aquí hay un contraste con la suerte de los adoradores de la bestia, que no tendrán reposo de sus
tormentos ni de día ni de noche. Los santos perseverantes son alentados a continuar en fidelidad, pues
su reposo eterno viene en camino y sus obras serán recompensadas. La perseverancia bíblica se
determina por la recompensa de la eternidad, no por las tribulaciones del momento. La esperanza
bíblica trasciende la batalla. Esto no significa que la Biblia ordena un descuido fuera de este mundo de
la vida presente; pero tampoco apoya una perspectiva que es solamente, o principalmente, de este
mundo. Nuestra tendencia pecaminosa es ir en una dirección, más bien que en la otra, pero Dios nos
llama a ser tanto de este mundo como del otro. La fe bíblica nos llama a trabajar en este mundo en
favor del dominio con todo nuestro poder (Gen. 1:28; Ecle. 9:10), y al mismo tiempo nos recuerda
constantemente nuestra esperanza final, nuestro reposo último.
El Hijo del Hombre, la mies, y la vendimia (Rev. 14:14-20)
14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la
cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega;
porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo:
Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.
19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de
Dios.
20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil
seiscientos estadios.
Rev. 14:14-20
v14-16 Estos versículos forman el centro de mesa de la sección entera, versículos Rev. 14:6-20.
Hemos visto tres ángeles que hacen proclamaciones a la tierra de Israel (v. Rev.14:6-13); tres más
aparecerán, para llevar a cabo acciones simbólicas sobre la tierra (v. Rev.14:15, 17-20); y en el centro
está una nube blanca, y sentado en la nube uno como Hijo del Hombre, teniendo una corona de oro
sobre su cabeza. Esta es la conocida Nube de Gloria, con la cual Cristo estaba vestido en Rev.10:1;
ahora es blanca, y no oscura como en Sinaí (Ex. 19:16-18; comp. Sof. 1:14-15). La razón de que Juan
se refiera a la Nube en este contexto puede discernirse observando la manera en que Juan la conecta
con el Hijo del Hombre. La referencia es a la profecía de Daniel tocante a la venida del Mesías a su
entronización como Rey universal - una visión que sigue a su profecía de las bestias de siete cabezas y
diez cuernos:
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino
hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria, y reino, para que todos
los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no
será destruido. (Dan. 7:13-14)
El argumento de Juan es claro: Que las bestias hagan lo peor que puedan - el Hijo del Hombre
ha ascendido en las nubes y recibido el dominio eterno sobre todos los pueblos y naciones. Su reino
jamás será destruido; Él nunca tendrá sucesor. Es claro también que ésta es una visión, no de alguna
futura venida a la tierra, sino del resultado de la ascensión original de Cristo en las nubes al Padre - la
Parusía definitiva.19 El Hijo del Hombre reina ahora como el segundo Adán, el Rey de reyes. Juan no
muestra a Cristo viniendo en la nube, sino de hecho ya sentado en la nube, instalado en su trono
celestial. Anteriormente (Rev. 14:6), nos mostró a los oficiales israelitas sentados sobre la tierra; en
frente de ellos se sienta el Señor Cristo, entronizado en la Nube de Gloria (comp. Sal. 2-2-6).
El Rey no sólo tiene una corona sobre la cabeza, sino también una hoz aguda en la mano. Y
salió otro ángel del templo, clamando a gran voz al que estaba sentado en la nube: Mete tu hoz y siega,
porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. El primer ángel de esta tríada
repite lo que ha dicho el primer ángel de la otra tríada (v. Rev. 14:7): ¡La hora ha llegado! Sin embargo,
esta vez el énfasis cae, no sobre juicio sino sobre bendición, la reunión de los elegidos. Esto también
está conectado con la obra del Hijo del Hombre en su Parusía, cuando envía a sus "ángeles", sus
mensajeros apostólicos, para reunir a los elegidos (Mat. 24:30-31). La palabra para reunir es,
literalmente, "sinagogar"; su significado es que Israel, que rehusó ser sinagoga bajo Cristo (Mat. 23:37-
38), será reemplazado por la Iglesia como la nueva sinagoga. Las primeras iglesias eran simplemente
"sinagogas" cristianas (Santiago James 2:2), y esperaban el día, que se acercaba rápidamente, en que el
Israel apóstata sería completamente desheredado, y la Iglesia revelada como la verdadera sinagoga,
"reunida" en la forma final del nuevo pacto (2 Thes. 2:1). Jesús describió el reino de Dios como una
gran cosecha (Mk. 4:26-29), y les dijo a sus discípulos: "He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad
los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto [comp.
Rev. 14:13], y recoge fruto [comp. Rev. 14:4] para vida eterna; para que el que siembra goce
juntamente con el que siega" (Jn. 4:35-36).
En consecuencia, el primer ángel (que representa a sus contrapartes terrenales) llama al Hijo del
Hombre para que meta su hoz (mencionada siete veces en este pasaje) y siegue, orando en obediencia
al mandamiento de Cristo: "La mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al señor de la mies,
que envíe obreros a su mies" (Mat. 9:37-38). Desde este trono-nube, el rey contesta la oración de la
Iglesia: Metiendo su hoz en la tierra, Él envía obreros; la tierra es segada, y el fruto es traído a su reino.
En la Escritura, la imagen de la hoz está conectada con el pentecostés, celebrado después de que el
grano había sido cosechado (Deut. 16:9), cuando el Espíritu es derramado en salvación y bendición
(Hechos 2).
v17-18 Juan regresa al tema del juicio, porque el concomitante de la reunión de la Iglesia es la
excomunión de Israel. Génesis 21 registra cómo el reconocimiento de Isaac y el hijo de la promesa
requirió la expulsión de Agar y de su hijo, Ismael; y Pablo vio en esta historia una alegoría del rechazo
del antiguo Israel y el reconocimiento de la Iglesia como el "heredero de la promesa". Pablo se los
explicó a las iglesias de Galacia, que habían sido infiltradas por las enseñanzas del judaísmo: "Está
escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació
según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los
dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar
es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en
esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. ... Así que,
hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido
según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas, ¿qué dice la
Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la
libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre" (Gal. 4:22-31). La
antigua Jerusalén, la ciudad capital del judaísmo apóstata y perseguidor, fue echada fuera, excomulgada
del Pacto, al mismo tiempo que la Iglesia estaba siendo reconocida como la legítima heredera de la
promesa. Los cristianos, nacidos del Espíritu, son los verdaderos hijos de la Jerusalén celestial.
Por lo tanto, un segundo ángel sale del templo que está en el cielo para ayudar en la mies con su
hoz aguda. Al principio, esto parece simplemente una continuación de la primera cosecha, pero Juan
hace un doble cambio, retrocediendo todo el camino hasta el comienzo de esta sección de Apocalipsis
para extraer material de sus imágenes de ira. Cristo enseñó a orar a sus discípulos, no sólo por la
conversión de Israel, sino también por su destrucción; es por eso que en Rev. 6:9-11 vimos a los santos
reunidos alrededor del altar de oro de incienso, ofreciendo sus oraciones imprecatorias pidiendo
venganza. Poco después de esa escena, al comienzo de las visiones de las trompetas, un ángel tomó el
incensario con las oraciones de los santos, lleno con fuego del altar, y lo lanzó a la tierra; "y hubo
truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto" (Rev. 8:3-5). Ahora, al término de la sección de las
trompetas, Juan ve al mismo ángel, el que tiene poder, no sólo "sobre fuego", como dice la mayoría de
las traducciones, sino sobre el fuego, el fuego que arde en el altar; y este ángel viene específicamente
del altar de las oraciones de los santos para hacer juicio, para producir la respuesta histórica al culto y a
las oraciones de la Iglesia. Él también ora por la vendimia - pero esta vez será la vendimia de los
impíos, las "uvas de la ira" (Joel 3:13 combina de modo similar las imágenes de la mies y la vendimia).
Así, este tercer ángel llama al segundo ángel, el que tiene la hoz, y le dice: Mete tu hoz aguda, y reúne
los racimos de la viña de la tierra, porque sus uvas están maduras. La viña de Dios, Israel, está madura
para el juicio.
Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había
edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas
silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía
hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? Os
mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será
hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes
mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los
hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor. (Is. 5:1-7)
v19-20 La viña es juzgada: El ángel echa su hoz a la tierra, y recoge la viña de la tierra, y la
echa al gran lagar de la ira de Dios para producir la substancia que será vertida de las copas en el
capítulo 16. Las repetidas referencias a la tierra (seis veces en los versículos Rev.15-19), combinadas
con las imágenes de la viña de la tierra, enfatizan que éste es un juicio de la tierra de Israel.
Examinando los extensos antecedentes bíblicos de la idea de la viña, Barrington concluye: "No parece
posible suponer que Juan se propusiera aplicar estas palabras a ningún otro país distinto de Israel, ni a
ninguna otra ciudad que no fuera Jerusalén. Estas palabras son el eco de las de Juan el Bautista, con las
cuales comenzó todo el movimiento profético cristiano. Aun en este momento el hacha está puesta a la
raíz del árbol. Lo que es contingente en el Bautista es absoluto en Apocalipsis. Israel ha sido
rechazado".20
Las imágenes de este pasaje están basadas en la profecía de Isaías sobre la destrucción de
Edom, donde Dios es descrito como un hombre que exprime las uvas en un lagar. Él explica por qué su
túnica está manchada con "jugo":
He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su
sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de
mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quién ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me
salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra
su sangre. (Is. 63:3-6).
Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre, hasta los frenos de los caballos,
por mil seiscientos estadios. Es desafortunado que traducciones como la New American Stantard
Version [en inglés], debido a presuposiciones literalistas, presentan esta medida como una medida
norteamericana moderna: doscientas millas. Aunque esa traducción sí proporciona una buena idea de la
magnitud del derramamiento de sangre, pasa por alto completamente la importante figura simbólica de
mil seiscientos, un número que nuevamente subraya la tierra: cuatro al cuadrado (la tierra),
multiplicado por diez al cuadrado (dimensiones). Mil seiscientos estadios es ligeramente mayor que la
longitud de Palestina: La tierra entera de Israel está así representada como desbordante de sangre en el
venidero juicio nacional: Los ríos de sangre que fluyen se convierten en un gran Mar Rojo, llegando
hasta los frenos de los caballos en una recapitulación del derribamiento de los caballos y los carruajes
de Faraón (Ex. 14:23, 28; 15:19; comp. el extenso uso de imágenes del Éxodo en el siguiente capítulo).
Zacarías había predicho un día en que todas las cosas por toda la tierra serían santas, cuando la tierra
sería llena de adoradores puros, cuando SANTO A JEHOVÁ estaría inscrito hasta en "las campanillas
de los caballos" de Israel (Zac. 14:20-21). Pero Dios había levantado en el monte de Sión un Israel
nuevo y puro, en el cual se cumplirían las promesas. El antiguo Israel se había convertido en apóstata e
inmundo, nadando en sangre sus caballos.
Notas:
1. Milton Terry, Biblical Apocalyptic: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the Canonical
Scriptures (New York: Eaton and Mains, 1898), p. 402.
2. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 29-32).
3. Una vez que entendemos que el jardín de Edén estaba sobre una montaña, podemos entender más fácilmente el
fundamento de la asombrosa concordancia entre las mitologías de las diferentes culturas. Todas las culturas se
originaron en la dispersión en el Monte Ararat, y más tarde en Babel; y llevaron con ellas los recuerdos del paraíso
original. Por eso, en toda cultura antigua, hay mitos de la morada de Dios sobre la Montaña Cósmica (por ej., el
Monte Olimpo), y la expulsión del hombre del paraíso, y sus intentos por regresar (por ej., la casi universal
preocupación por la construcción de torres-jardines, y montículos; comp. los "bosquecillos" y los "lugares altos" del
Israel apóstata). Véase de R. J. Rushdoony, The One and the Many: Studies in the Philosophy of Order and Ultimacy
(Tyler: TX: Thoburn Press, [1971] 1978), pp. 36-53; comp. Mircea Eliade, The Myth of the Eternal Return: or,
Cosmos and History (Princeton: Princeton University Press, 1954, 1971), pp. 12-17.
4. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation (London: SPCK, 1931), p. 237.
5. Terry, p. 404.
6. Terry, p. 404.
7. Barrington, p. 236.
8. J. Stuart Russell, The Parousia: A Critical Inquiry into the New Testament Doctrine of Our Lord´s Second Coming
(Grand Rapids: Baker Book House, [1887] 1983), pp. 469s. Puede admitirse que Russell no ha probado su argumento
"más allá de cualquier duda razonable". Pero ha establecido claramente por lo menos una relación conceptual (si no
dependiente) entre Hebreos 12 y Apocalipsis 14.
9. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth. TX: Dominion Press,
1985), pp. 90s.
10. Para material adicional sobre el significado de la referencia de Pedro a "Babilonia", véase de J. Stuart Russell, The
Parousia, pp. 346ss.
11. Terry, p. 407.
12. Barrington, pp. 248s. Con el sentido británico de lo apropiado, Barrington admite un cierto grado de inquietud en
esta traducción.
13. Moses Stuart, A Commentary on the Apocalypse (Andover: Allen, Merrill and Wardwell, 1845), pp. 297s.
14. J. Massyngberde, Revelation: Introduction, Translation, and Commentary (Garden City: Doubleday and Co.,
1975), p. 237.
15. Atanasio, On the Incarnation, traducido y editado por la Hermana Penélope Lawson, C. S. M. V. (New York:
Macmillan Publishing Co., 1946, 1981), pp. 42s.
16. Eusebio, Ecclesiastical History, viii.ix.5, trad. Christian Frederick Cruse (Grand Rapids: Baker Book House, [n.d.]
1955), p. 328.
17. Ignacio, Epistle to the Remans, iv-vi, ed. y trad. J. B. Lightfoot, The Apostolic Fathers (Grand Rapids: Baker Book
House, [1891] 1956), pp. 76s. Sobre la actitud de los cristianos primitivos hacia el martirio, véase de Louis Bouyer,
The Spirituality of the New Testament and the Fathers (Minneapolis: The Seabury Press, 1963), pp. 190-210.
18. Alexander Scmemann, For the Life of the World: Sacraments and Orthodoxy (Crestwood, NY: St. Vladimir´s
Seminary Press, 1973), pp. 99s.
19. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 68ss., 102s.
20. Barrington, p. 256. Sobre el uso que Cristo hacía de la imagen de la viña en sus parábolas, véase de Chilton,
Paradise Restored, pp. 76-82.
21. Véase de Josefo, The Jewish War, Book iii.
22. Barrington, p. 261.
Parte 5:
SUCESIÓN Y CONTINUIDAD DEL PACTO:
LAS SIETE COPAS
(Apocalipsis 15-22)
Introducción
Como hemos visto, la sección final de Apocalipsis corresponde a la carta de Cristo a la iglesia
de Tiatira, que habla del juicio de Cristo sobre "Jezabel", la falsa esposa; y, como la carta al ángel de la
iglesia en Laodicea, habla contra la iglesia económicamente rica pero espiritualmente miserable (el
judaísmo), que Cristo está a punto de escupir de su boca. Esta sección también corresponde al último
de los cuatro seres vivientes, el hombre-querubín, y (en el orden de Juan) el último cuarto del Zodíaco,
gobernado por la constelación de Acuario, el que vierte agua; en consecuencia, el símbolo de juicio en
esta sección es el de los ángeles que derraman la ira de Dios desde sus copas.
Como muestra Kline, el Cántico de Testimonio (Deut. 32) es la demanda de pacto de Yahvé
contra su pueblo ingrato e infiel, proféticamente librado por mano de Moisés, 'el varón de Dios' (véase
Deut. 33:1, siendo 'el varón de X' un título de los mensajeros de grandes reyes). 2 Modelo de demanda
de pacto, el cántico mismo está estructurado según la forma normal de documento de tratado. Por esto
tenemos el bosquejo familiar:
Tanto Moisés como Josué enseñaron el Cántico de Testimonio al pueblo (Rev. 32:44); podría
muy bien llamarse "el cántico de Moisés y de Josué". En consecuencia, en la correspondiente sección
quinta de Apocalipsis, Juan comienza con una manifestación de la gloria de Dios en "el santuario del
tabernáculo del testimonio", donde Dios da una comisión de pacto a los siete ángeles-sacerdotes; como
acompañamiento a todo esto el remanente canta "el cántico de Moisés el siervo de Dios, y el cántico
del Cordero". Como saben todos los lectores de Juan, el Cordero es Jesús, la forma griega del nombre
hebreo Josué; el cántico es, por lo tanto, "el cántico de Moisés y de Josué (el Mayor)".
En Apocalipsis 15 y 16, el tabernáculo se abre y los sacerdotes son enviados a derramar sus
copas-juicios sobre Israel como castigo por su fornicación - el crimen principal que suscitó el Cántico
de Testimonio original (Deut. 31:16). Aquí deberíamos notar un importante elemento que enlaza juntos
los capítulos 15-22 como una unidad literaria. Después de que los siete ángeles han derramado sus
copas de ira, uno de los mismos siete ángeles viene para mostrarle a Juan "el juicio de la gran ramera"
(Rev. 17:1). Más tarde, en la visión final del libro, otro de estos ángeles portadores de copas le muestra
a Juan la contraparte de la ramera: "la desposada, la Esposa del Cordero" (Rev. 21:9). Claramente, las
visiones relativas a la ramera y la Esposa son extensiones de la sección de las siete copas de la profecía.
Como Dios había declarado en el Cántico de Testimonio de Moisés, Él es el esposo celoso, que
ha sido traicionado por la infidelidad de esta "generación perversa" (Deut. 32:5, 16, 20-21; comp. Mat.
17:17; Acts 2:40). El castigo que Él envía será aquél con el cual ya ha amenazado en Deuteronomio
28:49-57: Una terrible nación enemiga se levantará para destruir a Israel, trayendo venganza sobre la
"esposa" apóstata de Dios (Deut. 32:21-25). 4 Este tema se examina y se expande en Apocalipsis 17-
18, donde la esposa ramera es destruída por su infidelidad. Y sin embargo, el remanente se salva; y,
como hemos visto, este "remanente" es finalmente mayor que su original, habiéndose transformado en
una gran multitud que nadie puede contar, excediendo vastamente en número al antiguo Israel (Apoc.
7). Dios garantiza la sucesión de pacto estableciendo el trascendente nuevo pacto. Distinguiendo a sus
verdaderos herederos, los incorpora en la Esposa del Cordero, la Nueva Jerusalén; y la Esposa y el
Esposo se encuentran en la comida sacramental, la cena de las bodas del Cordero (Rev. 19:10).
Después de cantar el Cántico de Testimonio, Moisés bosqueja el futuro de las doce tribus en un
testamento final (Deut. 33; comp. Rev. 21:12), que proclama la venida del Señor en salvación (Deut.
33:2), y se regocija en el dominio sacerdotal y real que Dios proveerá para su pueblo:
No hay como el Dios de Jesurún, quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda, y sobre las nubes con su grandeza. El
eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos; Él echó de delante de tí al enemigo, y dijo: Destruye. E
Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola en tierra de grano y de vino; también sus cielos destilarán
rocío. Bienaventurado tú, oh Israel, ¿quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu
triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre sus alturas. (Deut. 33:26-29; comp. Rev. 19:11-
22:5).
Finalmente, el Señor lleva a Moisés a la cumbre del monte Nebo, y le muestra la Tierra
Prometida, pero le informa nuevamente que no podrá guiar al pueblo allí; su lugar debe ser tomado por
Josué el conquistador (Deut. 34:1-9). Sin embargo, la posición de Moisés sigue siendo única, porque
"nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara" (Deut.
34:10). El mensaje de Juan en Apocalipsis, sin embargo, es que (como deseaba Moisés), todo el pueblo
de Dios sea profeta (Num. 11:29). Los cristianos, "siervos" como Moisés (Rev. 15:3; 19:2, 5), no son
inferiores ni siquiera a los ángeles en sus privilegios del santuario (Rev. 19:10), sino que tienen pleno
acceso a Dios, ejerciendo la misma libertad de expresión (comp. Heb. 10:19) de que él disfrutaba.
Delante del trono celestial de Dios, "sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus
frentes" (Rev. 22:4).
Notas:
1. Véase de Meredith G. Kline, Treaty of the Great King: The Covenant Structure of Deuteronomy (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., 1963), pp. 135-149; comp. Ray R. Sutton, That You May Prosper: Dominion By
Covenant (Tyler, TX: Institute for Christian Economics, 1987).
2. Kline, Treaty of the Great King, p. 139.
3. Véase íbid., pp. 10-149; yo he corregido ligeramente el bosquejo de Kline.
4. Sin embargo, la nación usada como vara de la ira de Dios será ella misma aplastada por su propia desobediencia, y
el remanente de Israel será salvo (Deut. 32:26-43; comp. Is. 10:5-34; Rev. 17: 16-17; 19:17-21).
Capitulo 15 - LAS SIETE POSTRERAS PLAGAS
1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se
consumaba la ira de Dios.
2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su
imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.
3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus
obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones
vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
v15:1 Ahora Juan nos habla de otra señal en el cielo, grande y maravillosa. Dos veces antes nos
ha mostrado una gran señal en el cielo: la mujer vestida de sol (Rev. 12:1), y el gran dragón escarlata
(Rev. 12:3). Como dice Farrer, es "como si todo en Rev. 12-14 hubiese sido el resultado de aquel
terrible conflicto, y el siguiente acto fuera a comenzar ahora". 1 Esta nueva señal inicia el clímax del
libro: siete plagas, que son las últimas, porque en ellas se consuma la ira de Dios. No hay razón para
suponer que éstas deben ser las "últimas" plagas en un sentido universal; más bien, en términos del
propósito y el alcance específicamente limitados del libro de Apocalipsis, ellas comprenden el
derramamiento final de la ira de Dios, su gran juicio cósmico contra Jerusalén, aboliendo de una vez
por todas el orden mundial del Antiguo Testamento. Como la de las siete trompetas, esta serie de juicios
ha de ser ejecutada por siete ángeles (como veremos en el siguiente capítulo, hay varios paralelos entre
las proclamaciones hechas con el sonido de las trompetas y las libaciones derramadas de las copas).
Esta declaración inicial es más o menos el membrete del resto del libro, y se explica en los siguientes
versículos:
v15:2 Comienza la visión: Juan ve, por decirlo así, un mar de vidrio, el mar de cristal delante
del trono de Dios (Rev. 4:6), que corresponde al "embaldosado" de zafiro visto por Moisés en la
Montaña Sagrada (Ex. 24:10), la "expansión" de cristal azul a través de la cual pasó Ezequiel en su
ascensión a la Nube de Gloria (Ez. 1:26), y el mar de bronce (el lavatorio) en el templo (1 Kings 7:23-
26). En esta visión, sin embargo, el mar ya no es azul, sino rojo: El vidrio está mezclado con fuego. La
imagen enlaza esta visión con la escena del capítulo 14, la del gran río de sangre que fluía a lo largo de
toda la tierra, un verdadero Mar Rojo, por medio del cual han sido librados los justos, pero en el cual
fueron destruídos sus enemigos. Ahora Juan presenta a los santos regocijándose al borde del agua como
Moisés y los israelitas se regocijaron después del cruce del Mar Rojo original (Ex. 14:30-31; 15:1-21),
victoriosos sobre el monstruo del abismo; literalmente, son los que han vencido, los conquistadores,
"porque es el carácter permanente de 'conquistador' sobre lo que se hace énfasis, no sobre el hecho de
la conquista".2 La descripción de su conquista es triple: han salido victoriosos sobre la bestia y su
imagen y sobre el número de su nombre.
A la orilla del mar, en el borde de la fuente, los conquistadores ofrecen alabanza: De pie sobre el
mar de vidrio, sosteniendo arpas de Dios, comprenden el nuevo coro sacerdotal del templo que está de
pie en el lavatorio, por el cual fueron santificados. Pablo describió la liberación en el Mar Rojo como
un "bautismo" del pueblo de Dios (1 Cor. 10:1-2), y la tribulación era en verdad el bautismo de fuego
de la Iglesia: "Así, pues, la gran fuente de vidrio del mar se ve 'llena de una mezcla ardiente'. Aquéllo a
través de lo cual los israelitas pasan para su salvación, sus perseguidores experimentan para su
destrucción; Faraón y sus huestes perecen en las aguas que regresan. Y así, sabemos que el bautismo de
fuego debe caer sobre el pueblo del anticristo; la visión de las fuentes [copas] nos mostrará cómo".3
Otro aspecto interesante de la imagen del lavatorio procede del relato del cronista sobre la
dedicación del templo por el rey Salomón: "Se puso luego Salomón delante del altar de Jehová, en
presencia de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos. Porque Salomón había hecho un
estrado,4 de bronce de cinco codos de largo, de cinco codos de ancho y de altura de tres codos, y lo
había puesto en medio del atrio; y se puso sobre él, se arrodilló delante de toda la congregación de
Israel, y extendió sus manos al cielo" para ofrecer la oración de dedicación (2 Crón. 6:12-13). Este no
era el gran lavatorio en la esquina sudeste del templo (cuyas dimensiones están registradas en 2 Crón.
4:2-5), sino uno de varios lavatorios de bronce construídos por Salomón (comp. 2 Crón. 4:6, 14).
Salomón se puso de pie sobre este "mar" delante del altar, y ofreció su súplica, dando gracias a Dios
por sus poderosas obras, invocando sus justos juicios, y rogándole la conversión de todas las naciones
(2 Crón. 6:14-42); comp. Rev. 15:3-4). Inmediatamente después, leemos: "Cuando Salomón acabó de
orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó
la casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado
la casa de Jehová" (2 Crón. 7:1-2). De manera similar, al final de la oración de los santos que están de
pie sobre el mar, a los siete ángeles se les dan copas llenas de ira ardiente, que caerán sobre la tierra
para consumir al Israel apóstata como holocausto entero; la gloria llena el templo, y nadie puede entrar
sino hasta que el sacrificio es consumido (Rev. 15:5-8).
Otro pasaje paralelo a éste es el de Zacarías 12, que presenta a Jerusalén como una copa de
ebriedad para las naciones (Zac. 12:2; comp. Rev. 14:8-10), un lavatorio de fuego que consumirá a los
paganos (Zac. 12:6; Rev. 15:2). La ironía del Apocalipsis, como hemos visto repetidamente, es que el
mismo Israel del siglo primero ha tomado el lugar de las naciones paganas en las profecías: Es
consumido en el lavatorio ardiente - el lago de fuego - mientras que la Iglesia, habiendo pasado a través
del holocausto, hereda la salvación.
v15:3 En la Introducción a la Parte 5, vimos que el Cántico de Moisés ... y del Cordero se
refiere al Cántico de Testimonio que Moisés y Josué (=Jesús, el Cordero) les enseñaron a los hijos de
Israel en la frontera de la Tierra Prometida (Deut. 31-32). Sin embargo, la imagen es tomada de Éxodo
15, que registra el cántico de triunfo de Moisés por la derrota de Faraón y su ejército en el Mar Rojo
(otras dos paráfrasis bíblicas del cántico de Moisés en Éxodo son Isaías 12 y Habacuc 3). Es importante
notar que ambos cánticos de Moisés están firmemente arraigados en la historia: Ambos proclaman que
la salvación que Dios proporciona es su victoria en este mundo, sobre los paganos de este mundo. Estos
santos por medio de Cristo son vencedores, en el tiempo y en la tierra. Como dice R. J. Rushdoony: "La
tierra es del Señor, y el área de su victoria. La disputa de la batalla del reino no será más una huída de
la historia de lo que fueron la encarnación y la expiación. Dios el Hijo no entró en la historia para
rendirla. Vino a redimir a sus elegidos, afirmar sus derechos a la corona, hacer manifiestas las
implicaciones de su victoria, y luego re-crear todas las cosas en términos de su voluntad soberana".5
En realidad, el texto de Juan del cántico de Moisés no cita ni a Éxodo 15 ni a Deuteronomio 32,
aunque algunas de sus frases contienen débiles ecos de éste último; sin embargo, como observa Farrar,
"es característico de Juan contentarse con hacer las referencias; el hermoso salmo que pone en las
bocas de los santos es una combinación de frases tomadas de todo el salterio y de otros lugares". 6
Edersheim comenta la relación de esta escena con los servicios sabáticos en el templo: "Es el sábado de
la Iglesia; y, como ocurre en el sábado, además del salmo del día [Ps. 92] en el sacrificio regular,
cantaban en el sacrificio sabático adicional [Num. 28:9-10], en la mañana, el Cántico de Moisés, en
Deuteronomio 32, y en la tarde el de Éxodo 15, así que la Iglesia victoriosa celebra su verdadero
sábado de reposo cantando el mismo 'Cántico de Moisés y del Cordero', sólo que en lenguaje que
expresa el significado más pleno de los cantos sabáticos en el templo".7
v15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? (Ex. 15:14-16; Jer. 10:6-7; comp.
Rev. 14:7); esto significa, en lenguaje más familiar: ¿Quién no se convertirá? ¿Quién no servirá a Dios,
no le adorará, y no le obedecerá? La implicación clara (que se hará explícita en la siguiente frase) es la
de que la abrumadora mayoría de todos los hombres vendrá a la salvación que Dios ha proporcionado
en Cristo Jesús. Esta es la gran esperanza de los padres del Antiguo Pacto, como lo atestiguan
numerosos pasajes. Pues sólo tú eres santo (Ex. 15:11; 1 Sam. 2:2; Ps. 99:3, 5, 9; Is. 6:3; 57:5, 15;
Hosea 11:9; comp. Mat. 19:17; 1 Tim. 6:16). En la Escritura, la "santidad" de Dios se refiere a menudo
no tanto a sus cualidades éticas cuanto a su majestad única, su absoluta trascendencia y su "cualidad de
ser diferente". Pero esta misma "inaccesibilidad" se expresa aquí como la razón precisa de su
inmanencia, su cercanía, su accesibilidad para todos los pueblos. La doctrina es declarada
positivamente: Porque todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado
(1 Crón. 16:28-31; Ps. 2:8; 22:27; 65:2; 66:4; 67:1-7; 86:8-9; 117:1; Is. 26:9; 66:23; Jer. 16:19); la
conversión de todas las naciones es tanto la meta última como el resultado inevitable de los juicios de
Dios. La caída de Israel, le está diciendo Juan a la Iglesia, traerá la salvación del mundo (y Pablo
extiende la lógica: La caída de Israel debe, por lo tanto, producir eventualmente su propia restauración
al pacto; Rom. 11:11-12, 15, 23-32).
5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio;
6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y
ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por
los siglos de los siglos.
8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se
hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
v15:5 Ahora la escena cambia, y se nos muestra el Templo del Tabernáculo del Testimonio en el
cielo, el "verdadero tabernáculo" (Heb. 8:2), el divino modelo, del cual el tabernáculo en la tierra era
"figura y sombra" (Heb. 8:5; 9:11-12, 23-24; 10:1; Ex. 25:9, 40; 26:30; Num. 8:4; Acts 7:44). Juan
tiene mucho cuidado de usar las correctas expresiones técnicas para sus imágenes aquí, basadas en el
orden del Antiguo Pacto. El documento de tratado básico del pacto era el Decálogo; éste era llamado a
menudo el Testimonio, enfatizando su carácter legal como el registro del juramento del Pacto (Ex.
16:34; 25:16, 21-22; 31:18; 32:15; comp. Ps. 19:7; Is. 8:16; 20). El tabernáculo, en el cual se guardaba
el testimonio, se llamaba por lo tanto el tabernáculo del testimonio (Ex. 38:21; Num. 1:50, 53; 9:15;
10:11; Acts 7:44). Como hemos visto, en Apocalipsis el templo (naos en griego) es el santuario, o
Lugar Santo (comp. Rev. 3:12; 7:15; 11:1-2, 19; 14:15, 17).
Un aspecto principal del mensaje de Juan en Apocalipsis es la venida del Nuevo Pacto. En su
teología (como en el resto del Nuevo Testamento), la Iglesia es el naos, el templo. El escritor de
Hebreos muestra que el tabernáculo mosaico era tanto una figura del original celestial como un
presagio de la Iglesia en el Nuevo Pacto (Heb. 8:5; 10:1); Juan saca la conclusión, mostrando que estos
dos, el modelo celestial y la forma final, se funden en la era del Nuevo Pacto: La Iglesia mora en el
tabernáculo en el cielo. Y, si el templo es la Iglesia, el testimonio es el Nuevo Pacto, el testimonio de
Jesús (Rev. 1:2, 9; 6:9; 12:11, 17; 19:10; 20:4).
v15:6-7 Los siete ángeles que tenían las siete plagas salieron del templo, para aplicar las
maldiciones proclamadas por las trompetas. Como sacerdotes del Nuevo Pacto, estos ángeles-ministros
están vestidos de lino, limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro, a
imagen y semejanza de su Señor (Rev. 1:13; comp. Ex. 28:26-29, 39-43; Lev. 16:4).
Y uno de los cuatro seres vivientes les dio a los siete ángeles siete copas de oro;
presumiblemente, este querubín es el que tiene rostro de hombre (Rev. 4:7), puesto que los otros tres ya
han aparecido en el escenario del drama, y puesto que Juan está procediendo sistemáticamente a través
de los cuadrantes del Zodíaco. Vimos que él comenzó en la primavera (la Pascua), con el signo de
Tauro gobernando el Preámbulo y las Siete Letras; se movió a través del verano, con Leo gobernando
los siete sellos; continuó a través del otoño bajo Escorpión (el Escorpión/Águila) y las siete trompetas;
y ahora llega al invierno, con Acuario, el aguador, supervisando el derramamiento de la ira de Dios
desde las siete copas.
He llamado copas a estos siete recipientes, más bien que frascos [KJV] o fuentes [NASV] para
subrayar su carácter como un "sacramento negativo". Desde un punto de vista, la substancia en las
copas (la ira de Dios, que es "ardiente", comp. Rev. 14:10) parece fuego, y varios comentaristas, por lo
tanto, han visto los recipientes como fuentes de incienso (Rev. 5:8; comp. Rev. 8:3-5). Pero, en Rev.
14:10, los impíos son condenados a "beber del vino de la ira de Dios, que está echado puro en la copa
de su ira"; y, cuando las plagas son derramadas, el "ángel de las aguas" se regocija por lo apropiado de
la justicia de Dios: "Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has
dado a beber sangre" (Rev. 16:6). Algunos versículos más adelante, Juan regresa a la imagen de "la
copa del vino del ardor de su ira" (Rev. 16:19). Lo que está sirviendo de modelo en el cielo para la
enseñanza de la Iglesia en la tierra es la excomunión final del Israel apóstata, cuando por fin le es
negada la comunión del cuerpo y la sangre del Señor. Los ángeles-obispos, a los cuales se les han
confiado las sanciones sacramentales del pacto, son enviados desde el templo celestial mismo, y desde
el trono de Dios, para derramar sobre Israel la sangre del pacto. Jesús advirtió a los rebeldes de Israel
que les enviaría sus mártires para que fueran muertos, "para que venga sobre vosotros toda la sangre
justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías
hijo de Berequías, a quien matásteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá
sobre esta generación" (Mat. 23:35-36). Beber sangre es inescapable: O los ministros del Nuevo Pacto
nos la sirven en la Eucaristía, o la derraman de sus copas sobre nuestras cabezas.
Austin Farrer explica algunas de las imágenes del Antiguo Pacto detrás del símbolo de las
copas. "Las 'fuentes', phialae, son fuentes de libación. Porque la libación, u ofrenda de bebida, era
derramada durante el sacrificio diario inmediatamente después de que las trompetas habían comenzado
a sonar, de manera que, poniendo las fuentes en secuencia con las trompetas, Juan mantiene la
secuencia de la acción ritual que comenzó con el Cordero sacrificado, continuó en la ofrenda de
incienso y pasó al sonido de las trompetas. Porque la libación tenía tal posición, era el último acto
ritual, completando el servicio del altar, y era proverbial en ese sentido (Phil. 2:17). Como Pablo indica,
la libación era vertida sobre la víctima sacrificada, ardiendo en el fuego. Como no hay sacrificio de
sangre en el cielo, los ángeles vierten sus libaciones sobre el terrible holocausto de venganza que la
justicia divina hace en la tierra".9
¿Por qué en Apocalipsis la sangre ya no es rociada hacia el velo? Porque la sangre de Jesús ya
ha sido ofrecida, e Israel la ha rechazado. Como advertía el escritor de Hebreos justo antes del
holocausto: "Si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya
no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego
que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres
testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo
de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al
Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y
otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Heb. 10:26-
31).
Ése es precisamente el argumento de Juan aquí: Sangre y fuego están a punto de ser derramados
sobre la tierra de Israel desde las siete copas, que están llenos de la ira de Dios, que vive por los siglos
de los siglos. En realidad, la naturaleza eterna de Dios ("Vivo yo") se dio en el Cántico de Moisés como
señal de su venganza contra sus enemigos, y los que derramaron la sangre de sus siervos (Deut. 32:40-
43). Así, se nos muestra que los siete ángeles con las plagas vienen del Tabernáculo del Testimonio,
llevando en sus manos las maldiciones del Pacto; vienen del Templo, la Iglesia, como ministros que
obligan en la tierra los decretos del cielo contra los que han rechazado el testimonio de Jesús; y vienen
del trono de Dios mismo, habiendo recibido sus copas de ira de uno de los querubines que llevan el
trono de Dios (comp. Rev. 4:6).
v15:8 A la dedicación tanto del tabernáculo de Moisés como del templo de Salomón, el
santuario se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía entrar (véase Ex. 40:34-
35; 1 Kings 8:10-11; 2 Crón. 5:11-14; 7:1-3). Como hemos visto, este fenómeno ocurrió en relación
con el fuego celestial que descendía y consumía los sacrificios (Lev. 9:23-24; 2 Crón. 7:1-3). El hecho
de que el templo se llenara de humo era, pues, tanto una señal de la presencia de Dios llena de gracia
con su pueblo como una impresionante revelación de su terrible ira contra los pecadores, una
advetencia de que su juicio ardiente sería enviado desde el templo contra los que rebelasen contra él
(para ejemplos de esto, véase Lev. 10:1-3; Num. 11:1-3; 16:35).
Con la venida del Nuevo Pacto, la Iglesia de Jesucristo se convirtió en el templo de Dios. Este
nuevo suceso redentor fue indicado por el hecho de que el Espíritu llenó la Iglesia en el día de
Pentecostés, como había llenado el tabernáculo y el templo. Sin embargo, como Pedro había declarado,
el derramamiento pentecostal sería acompañado al final de la era también por un derramamiento de
holocausto: "Sangre, y fuego, y vapor de humo" (Acts 2:16-21; comp. Joel 2:28-32). Para que la Iglesia
tomara posesión plena de su herencia, para que asumiera su correcto lugar como templo del Nuevo
Pacto, la corrompida plataforma del Antiguo Pacto tenía que ser derribada y demolida. A los cristianos
de primera generación se les exhortaba continuamente a esperar el día, que se acercaba rápidamente, en
que sus adversarios serían consumidos, y la Iglesia consagrada en sinagoga como el templo definitivo
(comp. 2 Thes. 2:1; Heb. 10:25). En el completo sentido de la plenitud y la "perfección" del Nuevo
Pacto (comp. 1 Cor. 13:12), nadie podía entrar al templo sino hasta que las siete plagas de los siete
ángeles hubiesen completado la destrucción del Israel del Antiguo Pacto.
E. W. Hengstenberg menciona un aspecto relacionado con este símbolo: "Mientras Israel fuera
el pueblo del Señor, la columna de nube exclamaría a todos sus enemigos: 'No toquéis a mi Ungido, ni
dañéis a mis profetas'. Lo mismo sucede aquí; que el templo esté lleno de humo, y nadie pueda entrar
en él, es 'una señal para los creyentes de que el Señor, por amor a ellos, ahora iba a completar la
destrucción de sus enemigos'.12 Además, vemos con bastante claridad en Isaías 6 la razón de que nadie
pudiera entrar allí. Si Dios se manifiesta en la plena gloria de su naturaleza, en la completa energía de
su justicia punitiva, la criatura debe sentirse penetrada de un profundo sentimiento de insignificancia -
no sólo como una criatura pecamminosa, como en el caso de Isaías, sino también como criatura finita,
según Job 4:18; 15:15.... Bengel13 observa: 'Cuando Dios derrama su ira, es bueno que hasta los que
están bien con Él retrocedan un poco, y limiten sus miradas inquisitivas. Todos deberían dar un paso
atrás en profunda reverencia, hasta que el cielo se aclare nuevamente más tarde'".14
Notas:
1. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: Athe Clarendon Press, 1964), p. 169.
2. Henry Barclay Swete, Commentary on Revelation (Grand Rapids: Kregel Publications, [1911] 1977), p. 194.
3. Farrer, pp. 170f.
4. Heb. kiyyor, la palabra normal para lavatorio: por ej., Ex. 30:18, 28; 40:7, 11, 30.
5. Rousas John Rushdoony, Thy Kingdom Come: Studies in Daniel and Revelation (Tyler, TX: Thoburn Press, [1970]
1978), p. 93.
6. Farrer, p. 171.
7. Alfred Edersheim, The Temple: Its Ministry and Services As They Were at the Time of Jesus Christ (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., 1980), p. 76.
8. E. W. Hengstenberg, The Revelation of St. John, dos volúmenes, (Cherry Hill. NJ: Mack Publishing Co., [1851]
1972). Vol. 2, pp. 146s.
9. Farrer, p. 174.
10. Véase de Gordon J. Wenham, The Book of Leviticus (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1979),
pp. 86-103.
11. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation (London: SPCK, 1931), p. 262.
12. C. F. J. Züllig, Die Offenbarung Johannis Erklärt (Stuttgart, 1834-1840).
13. J. A. Bengel, Erklärte Offenbarung Johannis (Stuttgart, 1940).
14. Hengstenberg, Vol. 2, p. 153.
Capitulo 16 - JUICIO DESDE EL SANTUARIO
La séptima trompeta era la señal de que "el tiempo no sería más" (comp. Rev.10:6-7). El tiempo
se ha acabado; ahora la ira en su máxima expresión ha venido a Israel. Desde este punto en adelante,
Juan abandona el lenguaje y las imágenes de amonestación, y se concentra por completo en el mensaje
de la inminente destrucción de Jerusalén. Al describir la suerte de la ciudad, extiende e intensifica las
imágenes del Éxodo que han estado tan presentes durante toda la profecía. Nuevamente menciona "la
gran ciudad" (Rev. 16:19), recordándoles a sus lectores una referencia previa: "la gran ciudad, que en
sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado" (Rev. 11:8).
A Jerusalén se la llama Sodoma a causa de su sensual y lujuriosa apostasía (comp. Eze. 16:49-50), y
porque está dedicada a la destrucción completa como holocausto total (Gen. 19:24-28; Deut. 13:12-18).
Pero las metáforas más usuales de Juan de la gran ciudad están tomadas del modelo de Egipto:
Jerusalén no sólo es Egipto, sino también los otros enemigos de Israel. Juan nos ha mostrado al dragón
egipcio persiguiendo a la mujer hasta el desierto (capítulo 12); a un Balac y a un Balaam redivivos
intentando destruir al pueblo de Dios por medio de la guerra y seduciéndolo para que cometiera
idolatría (capítulo 13); a los ejércitos sellados del Nuevo Israel reunidos en el monte de Sión para
celebrar las fiestas (capítulo 14); y a los santos de pie y triunfantes en el "Mar Rojo", cantando el
cántico de Moisés (capítulo 15). Ahora, en el capítulo 16, siete juicios, que corresponden a las diez
plagas de Egipto, han de ser derramados sobre la gran ciudad.
Hay también una marcada correspondencia entre estos juicios-cálices y los juicios-trompetas de
los capítulos 8-11.1 Debido a que las trompetas eran esencialmente amonestaciones, sólo afectaban la
tercera parte de la tierra; con los cálices, la destrucción es total.
1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira
de Dios.
2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que
tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser
vivo que había en el mar.
4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado
estas cosas.
6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has sado a beber sangre; pues lo
merecen.
7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y
justos.
8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego.
9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas,
y no se arrepintieron para darle gloria.
v16:1 La orden que autoriza los juicios es dada por una voz desde el templo, subrayando
nuevamente el origen tanto divino como eclesiástico de estas terribles plagas (comp. Rev. 15:5-8). 2
"Los juicios de las copas son el desbordamiento de la ira de Dios, que brota en llamaradas y llena su
templo, una visita o presencia concedida en respuesta a las oraciones de los santos". 3 A los siete ángeles
(comp. Rev. 15:1) se les dice que derramen las copas de la ira de Dios: La Septuaginta usa este verbo
(ekcheo) en las instrucciones para que el sacerdote derrame la sangre del sacrificio alrededor de la base
del altar (comp. Lev. 4:7, 12, 18, 25, 30, 34; 8:15; 9:9). El término se usa en Ezequiel con referencia a
la fornicación del Israel apóstata con los paganos (Ezek. 16:36; 23:8), al hecho de que Israel ha
derramado sangre inocente por medio de la opresión y la idolatría (Ezek. 22:3-4, 6, 9, 12, 27), y a la
amenaza de Dios de derramar su ira sobre Israel (Ezek. 14:19; 20:8, 13, 21; 21:31). En el Nuevo
Testamento, se usa de manera similar en contextos paralelos a temas principales en Apocalipsis: el
derramamiento del vino (Mat. 9:17; Mar. 2:22; Lk. 5:37), el derramamiento de la sangre de Cristo
(Mat. 26:28; Mar. 14:24; Lk. 22:20), el derramamiento de la sangre de los mártires (Mat. 23:35; Lk.
11:50; Acts 22:20; Rom. 3:15), y el derramamiento del Espíritu (Acts 2:17-18, 33; 10:45; Rom. 5:5;
Tito 3:6; comp. Joel 2:28-29; Zech. 12:10). Todas estas diferentes asociaciones están en el trasfondo del
derramamiento de las plagas sobre la tierra que ha vertido la sangre de Cristo y de sus testigos, el
pueblo que ha resistido y ha rechazado al Espíritu: Los viejos odres de Israel están a punto de reventar.
v16.2 Al derramar el primer ángel su copa sobre la tierra, viene una úlcera maligna y pestilente
sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y adoraban su imagen. Las úlceras son una adecuada
retribución por la apostasía, "un espantoso sello para vengar la marca de la bestia" 4 - como si la marca
se hubiese "convertido en una infección letal". 5 Así como Dios había hecho brotar úlceras sobre los
impíos egipcios, adoradores del estado, perseguidores de su pueblo (Ex. 9:8-11), también está enviando
plagas sobre estos adoradores de la bestia en la tierra de Israel - el pueblo del pacto, que ahora se ha
convertido en perseguidor egipcio de la Iglesia. Esta plaga es específicamente mencionada por Moisés
en su lista de las maldiciones del pacto por la idolatría y la apostasía: "Jehová te herirá con la úlcera de
Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas ser curado... Te herirá Jehová con
maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que
puedas ser curado" (Deut. 28:27, 35).
v16:3 El segundo ángel derrama su copa en el mar, y se convierte en sangre, como en la primera
plaga de Egipto (Ex. 7:17-21) y la segunda trompeta (Rev. 8:8-9). Esta vez, sin embargo, la sangre no
corre a torrentes, sino que es como la de un muerto: espesa, coagulada, y putrefacta. 6 La sangre se
menciona cuatro veces en este capítulo; cubre la faz de Israel, derramándose sobre los cuatro rincones
de la tierra.
"Uno podía ver el lago entero manchado de sangre y atestado de cadáveres, pues ni un solo
hombre escapó. Durante los días que siguieron, un horrible hedor flotaba sobre la región, y ésta
presentaba un espectáculo igualmente horripilante. Las playas estaban llenas de botes destruidos y
cadáveres hinchados, los cuales, calientes y pegajosos por la descomposición, contaminaban el aire de
tal modo que la catástrofe que sumergió a los judíos en lamentación repugnaba aun a los que la habían
causado".7
v16:4-7 La plaga de la tercera copa se parece más directamente a la primera plaga egipcia (y a
la tercera trompeta: comp. Rev. 8:10-11), porque afecta a los ríos y a las fuentes de las aguas,
convirtiendo en sangre el agua de beber. A través de las Escrituras, el agua es símbolo de vida y
bendición, comenzando por la historia de la creación y el jardín de Edén. 8 En esta plaga, las
bendiciones del Paraíso se invierten y se convierten en pesadilla; lo que una vez fue puro y limpio se
contamina y se vuelve inmundo a causa de la apostasía.
El ángel de las aguas responde a esta maldición alabando a Dios por su justo juicio: Justo eres
tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. No deberíamos sentir
incómodos por un pasaje como este: La Biblia entera está escrita desde la perspectiva del personalismo
cósmico - la doctrina de que Dios, que es personalidad absoluta, está constantemente activo a través de
su creación, presente en todas partes con la totalidad de su Ser, haciendo que todas las cosas sucedan
inmediatamente por su poder, y mediatamente por medio de sus siervos angélicos. No hay tal cosa
como la "ley" natural; más bien, como ha dicho Auguste Lecerf, "las constantes relaciones que
llamamos leyes naturales son simplemente 'hábitos divinos': o, mejor, el orden habitual que Dios
impone sobre la naturaleza. Son estos hábitos, o es este proceso habitual, lo que constituye el objeto de
las ciencias naturales y físicas".9
Por lo tanto, hay un "ángel de las aguas" (en términos de la progresión zodiacal de Juan, éste es
presumiblemente el querubín del cuarto cuadrante, Acuario); 11 él, junto con toda la creación personal
de Dios, se regocija por el justo gobierno de Dios sobre el mundo. La estricta justicia de Dios, resumida
en el principio de lex talionis, se evidencia en este juicio; el castigo corresponde al crimen. Derramaron
la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre. Como hemos visto, el
crimen característico de Israel fue siempre el asesinato de los profetas (comp. 2 Crón. 36:15-16; Lk.
13:33-34; Acts 7:52): Jesús mencionó este hecho como la razón específica de por qué la sangre de los
justos sería derramada en el juicio sobre aquella generación (Mat. 23:31-36).
El ángel de las aguas concluye con una interesante afirmación: ¡Por haber derramado sangre, los
apóstatas son merecedores! Este es un deliberado paralelo con el mensaje del cántico nuevo: "Digno
eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido
para Dios" (Rev. 5:9). Así como el Cordero recibió su recompensa por la sangre que derramó, también
estos perseguidores han recibido ahora la justa recompensa por haber derramado sangre.
Dios había prometido una vez a los oprimidos de Israel que Él daría a los enemigos de ellos de
acuerdo con sus impías obras:
Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino; y
conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob. (Is. 49:26).
Como de costumbre, esto ha sido invertido: Ahora es Israel, el perseguidor por excelencia, el
que será obligado a beber su propia sangre y devorar su propia carne. Esto resultó verdadero en más
que un sentido figurado: Como Dios había predicho por medio de Moisés (Deut. 28:53-57), durante el
sitio de Jerusalén los israelitas de hecho se convirtieron en caníbales; las madres literalmente se
comieron a sus propios hijos.12 Por haber derramado la sangre de los santos, Dios les da a beber su
propia sangre (comp. Rev. 17:6; 18:24).
Uniéndose al ángel en alabanza viene la voz del altar mismo, donde la sangre de los santos y de
los profetas había sido derramada. El altar se regocija: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus
juicios son verdaderos y justos. Los santos reunidos alrededor del altar habían clamado pidiendo
justicia y venganza de sus opresores (Rev. 6:9-11). En la destrucción de Israel, esa oración es
contestada; los testigos son vindicados. Es más que coincidencia que estas oraciones en los versículos
5-7 (junto con el texto del cántico de Moisés en Rev. 15:3-4) en realidad están "basadas en el cántico de
los sacerdotes y los levitas durante el intervalo entre la preparación y la ofrenda del sacrificio". 13
Irónicamente - tal como Dios mismo se está preparando para el holocausto total del año 70 d. C. - los
mismos ángeles del cielo cantaban contra el Israel apóstata su propia liturgia.
v16:8-9 El cuarto ángel ahora derrama su copa sobre el sol, al cual le es dado quemar a los
hombres con fuego. Mientras que la cuarta trompeta resultó en una plaga de tinieblas (Rev. 8:12), ahora
el calor del sol aumenta, de modo que los hombres son quemados con un gran fuego. También esto es
una inversión de una bendición de pacto que estaba presente en el Éxodo, cuando Israel fue protegido
del calor del sol por la Nube de Gloria, la Sombra del Todopoderoso (Ex. 13:21-22; comp. Ps. 91:1-6).
Esta promesa se repite una y otra vez a través de los profetas:
Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche.
Jehová te guardará de todo mal: Él guardará tu alma. (Ps. 121:5-7).
No tendrán hambre ni sed, ni el calor del sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los
conducirá a manantiales de aguas. (Is. 49:10).
Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las
aguas, que junto a las corrientes echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y
en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (Jer. 17:7-8).
Y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no
caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a
fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágima de los ojos de ellos. (Rev. 7:15-17).
Ya hemos notado varias veces que Juan usa la voz pasiva para indicar control divino.
Nuevamente subraya la soberanía de Dios diciéndonos que le fue dado al sol quemar a los hombres; y
en el renglón siguiente, es aún más explícito: Dios... tiene poder sobre estas plagas. Juan no sabe nada
de un "Dios" que se sienta impotente y sin participar, mirando pasar el mundo; ni reconoce a un "Dios"
que es demasiado amable como para enviar juicios sobre los impíos. Juan sabe que las plagas que
caigan sobre Israel son "las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra" (Sal. 46:8).
En su libro sobre la Trinidad, San Agustín enfatiza el mismo punto: "La creación entera es
gobernada por su Creador, desde el cual y por el cual y en el cual fue fundada y establecida. Y así la
voluntad de Dios es la causa suprema y primera de todas las apariciones y de todos los movimientos
corporales. Porque nada sucede en la esfera visible y sensible que no sea ordenado, o permitido, desde
el tribunal interior, invisible, e inteligible del Emperador altísimo, en esta vasta e ilimitable comunidad
de la creación entera, según la inexpresable justicia de sus recompensas y castigos, gracias y
retribuciones".14
Pero los apóstatas rehusan someterse al señorío de Dios sobre ellos. Como la bestia, cuya
cabeza está coronada de "nombres de blasfemia" (Rev.13:1) y cuya imagen adoran, los hombres
blasfemaron el nombre del Dios que tiene poder sobre estas plagas. Y, como el impenitente Faraón
(comp. Ex. 7:13, 23; 8:15, 19, 32; 9:7, 12, 34-35; 10:20, 27; 11:10; 14:8), no se arrepintieron para darle
gloria. Israel se ha convertido en Egipto, endureciendo su corazón; y, como Egipto, será destruído.
Las tres últimas copas: ¡Consumado Es! (Rev. 16:10-21)
10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor
sus lenguas,
11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado
el camino a los reyes del oriente.
13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a
manera de ranas;
14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos
a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y
vean su vergüenza.
16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo:
Hecho está.
18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo
hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante
de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.
20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron
contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
Los blancos simbólicos de las cuatro primeras copas eran los elementos de la creación física: la
tierra, el mar, las aguas, y el sol. Con las tres últimas plagas, las consecuencias del ataque angélico eran
más "políticas" en su naturaleza: el trastorno del reino de la bestia; la guerra del gran día de Dios; y la
caída de Babilonia".
v16:10-11 Aunque, a través del Apocalipsis, la mayoría de los juicios está dirigida
específicamente al Israel apóstata, los paganos que se unen a Israel contra la Iglesia caen bajo
condenación también. En realidad, la Gran Tribulación misma demostraría ser "la hora de la prueba que
ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Rev. 3:10). Por lo
tanto, el quinto ángel derrama su copa sobre el trono de la bestia; y al quemar el sol a los que adoran a
la bestia, las luces se apagan sobre su reino, y éste se oscurece - un conocido símbolo bíblico de
turbulencia política y la caída de gobernantes (comp. Is. 13:9-10); Amos 8:9; Ezek. 32:7-8). El
significado principal de esta plaga es todavía el juicio sobre Israel, porque (en términos del mensaje de
Apocalipsis) ése era el trono y el reino de la bestia. Además, como veremos, se dice que la gente que
sufre a causa de la quinta copa sufre también a causa de la primera copa, que fue derramada sobre la
tierra, sobre los israelitas adoradores de la bestia (v. Rev.16:2).
Sin embargo, es probable que este juicio corresponda parcialmente a las guerras, las
revoluciones, los disturbios, y las "convulsiones mundiales"15 que sacudieron el imperio después de que
Nerón se suicidó en junio del año 68. En relación con esto, F. W. Farrar escribe sobre "los horrores
infligidos a Roma y los romanos en las gueras civiles por los gobernadores provinciales - ya
simbolizados como los cuernos de la bestia, y caracterizados aquí como reyes pero sin reinos. Eran
Galba, Oto, Vitelio, y Vespasiano.16 Vespasiano y Muciano deliberadamente planearon matar de hambre
al populacho romano;17 y en la feroz lucha de los vitelianos contra Sabino y Domiciano, y la masacre
que siguió, ocurrió el suceso que resonaba tan portentosamente en los oídos de todo romano - el templo
de Júpiter capitolino ardió hasta el suelo el 19 de diciembre del año 69 d. C. 18 No fue la menor de las
señales de los tiempos el hecho de que el espacio de un año vio envueltos en llamas a dos de los más
venerados santuarios del mundo antiguo - el templo de Jerusalén y el templo del gran dios latino".19
Un breve pasaje de Tácito da alguna idea de las caóticas condiciones en la ciudad capital:
"Cerca de la lucha permanecía el pueblo de Roma, como la concurrencia a un show, aclamando y
aplaudiendo por turno este o aquel lado, como si fuese un combate ficticio en la arena. Cada vez que un
lado cedía, los hombres se escondían en las tiendas o se refugiaban en alguna casa grande. Luego eran
arrastrados fuera y muertos a instancias de la turba, que se apoderaba de la mayor parte de lo saqueado,
porque los soldados estaban decididos a continuar con el derramamiento de sangre y la masacre, y la
muchedumbre se apoderaba del botín.
"La ciudad entera presentaba una terrible caricatura de su naturaleza normal: la lucha y las bajas
por un lado, los baños y los restaurantes por el otro, aquí el derramamiento de sangre y los cuerpos
muertos dispersos, cerca las prostitutas y gente semejante - todo el vicio asociado con una vida de ocio
y placer, todas las espantosas acciones típicas de un saqueo despiadado. Estas acciones estaban tan
íntimamente entrelazados que un observador habría pensado que de Roma se había apoderado una
simultánea orgía de violencia y disipación. En realidad, había habido ocasiones en el pasado cuando
ejércitos habían combatido dentro de la ciudad, dos veces cuando Lucio Sulla asumió el control, y una
vez bajo Cinna. No menor crueldad había sido exhibida en esa ocasión, pero ahora había una brutal
indiferencia, y ni siquiera una momentánea interrupción en la búsqueda del placer. Como si esto fuera
un entretenimiento más en la sesión festiva, se refocilaban con los horrores y se aprovechaban de ellos,
sin importarles qué lado ganaba, y gloriándose en las calamidades del estado".20
v16:12 En correspondencia con la sexta trompeta (Rev. 9:13-21), la sexta copa es derramada
sobre el gran río, el Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino para los
reyes del oriente. Como vimos en Rev.9:14, el Éufrates era la frontera norte de Israel, de la cual venían
los ejércitos invasores para asolar y oprimir al pueblo del pacto. La imagen del secamiento del Éufrates
a favor de un ejército conquistador está tomada en parte de una estratagema de Ciro el persa, que
conquistó a Babilonia desviando temporalmente al Éufrates de su curso, permitiendo que su ejército
marchara por el lecho del río en dirección opuesta a su curso y entrara en la ciudad, tomándola por
sorpresa.21 Por supuesto, la idea básica es el secamiento del Mar Rojo (Ex. 14:21-22) y del río Jordán
(Josué 3:9-17; 4:22-24) para el victorioso pueblo de Dios. Nuevamente está allí la nota subyacente de
una ironía trágica: Israel se ha convertido en la nueva Babilonia, un enemigo de Dios que ahora debe
ser conquistado por un nuevo Ciro, al ser milagrosamente librado y traído a su herencia el verdadero
pueblo del pacto. Como observa Barrington, la llegada de los ejércitos desde el Éufrates "seguramente
no representa sino el regreso de Tito para sitiar a Jerusalén con refuerzos adicionales"; 22 y es
ciertamente más que coincidencia que miles de estos mismos soldados realmente venían del Éufrates".
23
16:13-14 Ahora Juan ve tres espíritus inmundos que salen de la boca del dragón de la boca de la
bestia y de la boca del falso profeta (la bestia que subía de la tierra en Rev.13:11; comp. Rev. 19:20). Se
establece aquí una relación con la segunda plaga egipcia, porque la multitud de ranas que infestaron a
Egipto venían del río (Ex. 8:1-7). Juan ha combinado estas imágenes en estos versículos: Primero, una
invasión desde un río (vers. 12); segundo, una plaga de ranas (en las leyes alimenticias del Antiguo
Pacto, las ranas son inmundas: Lev. 11:9-12, 41-47). Pero estas "ranas" son en realidad espíritus de
demonios, que hacen señales para engañar a la humanidad. Aquí hay nuevamente un énfasis múltiple
sobre el dragón (imitado por sus cohortes) que arroja cosas por la boca (comp. Rev.12:15-16; 13:5-6);
contrástese con Rev. 1:16; 11:5; 19:15, 21); y la triple repetición de la boca sirve aquí también como
otro punto de contacto con la sexta trompeta (Rev. 9:17-19). Estos espíritus inmundos del diablo, el
gobierno romano, y los dirigentes de Israel, salen a los reyes del mundo entero (comp. Sal. 2) para
reunirlos para la batalla del gran día de Dios. Por medio de su falsa profecía y obras milagrosas, incitan
a los ejércitos del mundo a unirse en guerra contra Dios. De lo que no se dan cuenta es de que la batalla
es del Señor, y de que los ejércitos están siendo traídos para cumplir los propósitos de Dios, no los de
ellos. Es Él quien prepara el camino para ellos, aun secando el río Éufrates para que pasen.
Miqueas el profeta dio un mensaje muy similar al impío rey Acab, de Israel, explicándole por
qué sería muerto en combate contra los arameos:
Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército del cielo estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda. Y
Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro
decía de otra. Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué
manera? Y él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo
conseguirás; ve, pues, y hazlo así. (1 Kings 22:19-22).
Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez
sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca,
y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y
señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el
amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de
que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. (2 Thes. 2:7-
12).
En última instancia, el "poder engañoso" puesto en ejecución por estos espíritus engañosos es
enviado por Dios para ocasionar la destrucción de sus enemigos en la guerra de aquel gran día de Dios,
un término bíblico para significar día de juicio, de calamidad para los impíos (comp. Is. 13:6, 9; Joel
2:1-2, 11, 31; Amos 5:18-20; Sof. 1:14-18). Específicamente, este debe ser el día de la condenación y la
ejecución de Israel; el día, como Jesús predijo en su parábola, en que el Rey enviaría sus ejércitos a
destruir a los asesinos y a prender fuego a su ciudad (Mat. 22:7). Juan subraya este punto nuevamente
refiriéndose al Señor como al Dios Todopoderoso, la traducción griega de la expresión hebrea Dios de
los ejércitos, el Señor de los ejércitos del cielo y de la tierra (comp. Rev. 1:8). Los ejércitos que vienen
a producir la destrucción de Israel - sin importar el motivo - son los ejércitos de Dios, enviados por Él
(aunque por medio de espíritus engañosos, si es necesario) para llevar a cabo sus propósitos, para su
gloria. Las impías ranas-demonios llevan a cabo sus falsas maravillas y obras engañosas porque el
ángel de Dios derramó su copa de ira.
v16:15 La narración se interrumpe súbitamente: He aquí, vengo como ladrón. Este es el tema
central del Libro de Apocalipsis, y que resume las amonestaciones de Cristo a las iglesias en las siete
cartas (comp. Rev. 2:5, 16, 25; 3:3, 11). En realidad, la llegada de los ejércitos romanos será la venida
de Cristo en terrible ira contra sus enemigos, los que le han traicionado y muerto a sus testigos. Las
palabras y las imágenes específicas parecen estar basadas en la carta a la iglesia de Sardis: "Vendré
sobre tí como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre tí" (Rev. 3:3; comp. Mat. 24:42-44; Lk.
12:35-40; 1 Thes. 5:1-11). Esa carta dice también: "Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para
morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios... Pero tienes unas pocas personas en
Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son
dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas..." (Rev. 3:2, 4-5). De manera similar,
continúa el texto de la sexta copa, en la tercera bienaventuranza del Apocalipsis: Bienaventurado el que
vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza (comp. Rev. 3:18, en la carta a
Laodicea: "Te aconsejo que de mí compres... vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez"). John Sweet comenta: "Aquí el tiempo verbal de andar desnudo y ser visto
es el presente de subjuntivo - 'andar desnudo habitualmente'. El peligro es el de ser sorprendido con la
guardia abajo, no momentánea, sino habitualmente - para ponerlo crudamente, no con los pantalones
abajo, sino absolutamente sin pantalones".24
v16 La narración se reanuda: Los demonios congregan a los reyes de la tierra al lugar que en
hebreo se llama Armagedón.26 Literalmente, esto se escribe Har-Magedon, que significa el monte de
Meguido. Aquí surge un problema para los "literalistas", porque Meguido es una ciudad sobre una
llanura, no una montaña. Nunca hubo ni habrá ninguna "batalla de Armagedón" literal, porque tal lugar
no existe. La montaña más cercana a la llanura de Meguido es el Monte Carmelo, y esto es
presumiblemente lo que Juan tenía en mente. ¿Por qué no dijo simplemente Monte Carmelo? Farrer
contesta: "Uno sólo puede suponer que Juan quiere referirse a Meguido y al Monte Carmelo al mismo
tiempo"27 - Carmelo, por su asociación con la derrota de los falsos profetas de Jezabel, y Meguido,
porque fue el escenario de varios importantes combates militares en la historia bíblica. Meguido está
enumerada entre las conquistas de Josué (Josué 12:21), y es especialmente importante como el lugar en
que Débora derrotó a los reyes de Canaán (Jud. 5:19). El rey Ocozías de Judá, el malvado nieto del rey
Acab de Israel, murió en Meguido (2 Kings 9:27). Quizás el suceso más significativo que tuvo lugar
allí, en términos de las imágenes de Juan, fue la confrontación entre el rey Josías de Judá y el Faraón
egipcio Necao. En deliberada desobediencia a la Palabra de Dios, Josías se enfrentó a Necao en
combate en Meguido y fue herido mortalmente (2 Crón. 35:20-25). Después de la muerte de Josías, la
espiral vertical hacia la apostasía, la destrucción, y la esclavitud fue rápida e irrevocable (2 Crón. 36).
Los judíos se lamentaron por la muerte de Josías, aun hasta el tiempo de Esdras (véase 2 Crón. 35:25),
y el profeta Zacarías usa esto como imagen del luto de Israel por el Mesías: Después de prometer
"destruir a todas las naciones que vienen contra Jerusalén" (Zach. 12:9), dice Dios:
Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a
mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el
primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido. Y
la tierra lamentará, cada linaje aparte... (Zach. 12:10-11).
Esto es seguido luego por la declaración de Dios de que Él quitará de Israel los ídolos, los falsos
profetas, y los malos espíritus (Zach. 13), y de que Él hará venir ejércitos hostiles para que sitien a
Jerusalén (Zach. 14).28
Por esta razón, "Meguido" era para Juan símbolo de derrota y desolación, un "Waterloo" que
significaba la derrota de los que se oponen a Dios, como explica Farrer: "En suma, el monte de
Meguido permanece en su mente como un lugar donde la profecía mentirosa y sus embaucadores van a
enfrentarse a su destino; donde los reyes y sus ejércitos son llevados con engaño a su destrucción; y
donde todas las tribus de la tierra se lamentan de verle a Én en poder, aquél al que, en su debilidad,
habían traspasado".29
v17 Finalmente, el séptimo ángel derrama su copa sobre el aire. La razón de esto no parece ser
que el aire es el dominio de Satanás, "el príncipe de la potestad del aire" (Eph. 2:2), sino más bien que
es el elemento en el cual los relámpagos y los truenos (v. 18) y el granizo (v. 21) han de producirse.
Nuevamente sale una voz del templo en el cielo, desde el trono, significando el control y la aprobación
de Dios. Juan nos dice en Rev. 15:1 que estas siete plagas habrían de ser "las últimas, porque en ellas la
ira de Dios se ha consumado"; por lo tanto, con la séptima copa, la voz proclama: Hecho está (comp.
Rev. 21:6). "La frase es una sola palabra, ghegonen, que es tan semejante a un trueno como la palabra
uai es semejante al grito de un águila (Rev. 8:13). 'Hecho está' es el sello de algo ejecutado, como
aquella otra frase de una sola palabra: 'Consumado es', telestai [Jn. 19:30], pronunciada por el Cristo
juanino al morir en la cruz".30
v18 Nuevamente aparecen los fenómenos asociados con el día del Señor y la actividad hechora
del pacto de la Nube de Gloria: destellos de relámpagos y truenos y voces; y hubo un gran terremoto.
Siete veces en el Apocalipsis menciona Juan un terremoto (Rev. 6:12; 8:5; 11:13 [dos veces]; Rev.
11:19; 16:18 [dos veces]), subrayando sus dimensiones de pacto. Cristo vino a traer el terremoto
definitivo, el gran terremoto cósmico del Nuevo Pacto, un terremoto tan poderoso y tan grande cual no
lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra (comp. Mat. 24:21; Ex. 9:18; 24; Dan.
12:1; Joel 2:1-2).
Éste era también el mensaje del escritor a los Hebreos. Comparando el pacto hecho en Sinaí con
la venida del Nuevo Pacto (que sería establecido a la destrucción del templo y la completa desaparición
del Antiguo Pacto), dice:
Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquéllos que desecharon al que los amonestaba en la
tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces
la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las
inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a
Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. (Heb. 12:25-29).
El eminente teólogo puritano John Owen comenta este texto y sobre este "terremoto"
definitivo": "Es el trato de Dios con la iglesia, y las alteraciones que él haría en el estado que se
menciona, de las cuales trata el apóstol. Son, por lo tanto, los cielos y la tierra del culto mosaico, y la
iglesia-estado judaica, con la tierra del estado político al que pertenece, de los que se habla aquí. Estos
son los que fueron sacudidos a la venida de Cristo, y sacudidos de tal manera, que en breve serían
removidos y quitados, para introducir el más celestial culto del evangelio y la inamovible iglesia-estado
evangélica. Esta fue la mayor conmoción y alteración que Dios efectuó jamás en los cielos y en la tierra
de la iglesia, y que habría de efectuarse una vez solamente...
v19 Como hemos visto, la gran ciudad es la antigua Jerusalén, donde el Señor fue crucificado
(Rev. 11:8; comp. Rev. 14:8); originalmente designada para que fuera "la luz del mundo, una ciudad
asentada sobre una colina", ahora es una asesina apóstata, condenada a perecer. Bajo el juicio de la
séptima copa, ha de ser dividida en tres partes. Las imágenes se toman del capítulo quinto de Ezequiel,
en el cual Dios da instrucciones al profeta para que represente un drama de la venidera destrucción de
Jerusalén. Ezequiel debía rapar su cabeza con una navaja y luego dividir cuidadosamente el cabello en
tres partes:
Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad... y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada
alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo desenvainaré espada en pos de ellos. Tomarás
también de allí unos pocos en número, y los atarás en la falda de tu manto. Y tomarás otra vez de ellos, y los echarás
en medio del fuego, y en el fuego los quemarás; de allí saldrá el fuego a toda la casa de Israel. Así ha dicho Jehová el
Señor: Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ellas. Y ella cambió mis
decretos y mis ordenanzas en impiedad más que las naciones, y más que las tierras que están alrededor de ella;
porque desecharon mis decretos y mis mandamientos, y no anduvieron en ellos. Por tanto, así ha dicho Jehová: Por
haberos multiplicado más que las naciones que están alrededor de vosotros, no habéis andado en mis mandamientos,
ni habéis guardado mis leyes? Ni aun según las leyes de las naciones que están alrededor de vosotros habéis andado.
Así, pues, ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra tí; sí, yo, y haré juicios en medio de tí ante los ojos de
las naciones. Y haré en tí lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones. Por
eso, los padres comerán a los hijos en medio de tí, y los hijos comerán a los padres; y haré en tí juicios, y esparciré a
todos los vientos todo lo que quedare de tí. Por tanto, vivo yo, dice Jehová, el Señor, ciertamente por haber profanado
mi santuario con todas tus abominaciones, te quebrantaré yo también; mi ojo no perdonará, ni tampoco tendré yo
misericordia. Un tercera parte de tí morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de tí; y una tercera
parte caerá a espada alrededor de tí; y una tercera parte esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré
espada. (Ezek. 5:1-12).
Aunque la imagen de Juan de la división de la ciudad en tres partes está claramente tomada de
Ezequiel, la referencia específica puede ser la que conjetura Barrington: "Esto se refiere a la división en
tres facciones, que se volvió aguda después del regreso de Tito. Mientras Tito sitiaba la ciudad desde
afuera, los tres dirigentes de las facciones rivales luchaban ferozmente entre ellos desde adentro. De no
haber sido por esto, la ciudad podría haber evitado la derrota por largo tiempo, quizás hasta por tiempo
indefinido, porque ningún gran ejército podría sostenerse por mucho tiempo en aquellos días cerca de
Jerusalén: no había agua ni provisiones. Esta lucha dentro de la ciudad la puso rápidamente en manos
de Tito; 'los días fueron acortados'".32
Otra indicación de que la gran ciudad es Jerusalén es el hecho de que Juan la distingue de las
ciudades de los gentiles, que cayeron con ella. Tenemos que recordar que Jerusalén era la ciudad capital
del reino de sacerdotes, el lugar del templo; dentro de sus muros se ofrecían sacrificios y oraciones en
favor de todas las naciones. El sistema del Antiguo Pacto era un orden mundial, el fundamento sobre el
cual el mundo entero estaba organizado y se mantenía estable. Desde el punto de vista del pacto,
Jerusalén representaba a todas las naciones del mundo, y se derrumbaron cuando la ciudad cayó. La
nueva organización del mundo habría de basarse en la Nueva Jerusalén contruída sobre la Roca.
Y Babilonia la grande (comp. Rev. 14:8) fue recordada delante de Dios, para darle a beber de la
copa del vino de su ira ardiente. Como observa Ford: "La frase se ajusta al escenario litúrgico del texto.
Las libaciones se han hecho, pero en vez de ser el memorial de que Dios se vuelva hacia su pueblo con
gracia y misericordia, es para juicio. El hecho de que Dios 'recuerde' es siempre un acto eficaz y
creativo, no una mera actividad intelectual; él recuerda en el acto de bendecir (transmitir vitalidad) y
maldecir (destruir). La ironía del vers. 19 reside en la exhortación a Israel para que 'recuerde' el pacto y
la bondad de Dios en general. Israel fue amonestado especialmente, como en Deuteronomio 6, a
guardar un recuerdo perpetuo de los sucesos de Éxodo y Sinaí, para recordarlos día y noche, para que
no olvidara jamás al Dios que los había hecho ocurrir...
"En este capítulo, el autor da a entender que, porque Israel se olvidó y se volvió arrogante, las
plagas de Egipto se volvieron contra él. Aun entonces no se arrepintió, sino que blasfemó (comp. Job
1:22; 2:10), y Dios lo recordó para juicio".33
v20 En este juicio final, todo falso refugio desaparece; las montañas y las rocas ya no pueden
ocultar a los impíos "del rostro de aquél que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero" (Rev.
6:16): Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
v21 Varias veces hemos notado la estrecha relación entre Apocalipsis y la profecía de Ezequiel.
Aquí nuevamente hay un paralelo: Ezequiel declara que los falsos profetas de Jerusalén traerían sobre
ella destrucción por medio de una violenta tormenta de granizo (Ezek. 13:1-6). Juan predice la misma
suerte: Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento [100 lbs.]; y
los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga de granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
Como con las otras plagas, la imagen ha sido tomada prestada de las plagas que Moisés trajo sobre
Egipto (en este caso, la séptima plaga: Ex. 9:18-26). La plaga de granizo también evoca asociaciones
con "las grandes piedras del cielo" que Dios arrojó sobre los cananeos cuando la tierra estaba siendo
conquistada bajo Josué (Josué 10:11); como cantó Débora, las mismas estrellas del cielo hacen guerra
contra los enemigos de Dios (Jud. 5:20).
Puede que una historia referente a esta "tormenta de granizo" haya sido recordada por Josefo en
su extraño relato de los enormes proyectiles de piedra lanzados por las catapultas romanas contra la
ciudad: "Los proyectiles de piedra pesaban un talento y viajaban cuatrocientos metros o más, y su
impacto era enorme, no sólo sobre los que eran golpeados primero, sino también sobre los que estaban
detrás. Al principio los judíos vigilaban la llegada de las piedras - porque eran blancas - y su
aproximación era indicada, visualmente, por su brillante superficie, y audiblemente, por el zumbido
que producían. Los centinelas apostados en las torres daban aviso cada vez que la catapulta era
accionada y la piedra salía disparada hacia ellos, gritando en su lengua nativa: '¡Viene el Hijo!' Los que
estaban en la línea de fuego se quitaban y se lanzaban al suelo, una precaución cuyo resultado era que
la piedra pasaba sin hacer daño y cayera en la retaguardia. Para frustrar esto, se les ocurrió a los
romanos ennegrecer las piedras, de manera que no pudieran verse tan fácilmente por anticipado;
entonces daban en el blanco y destruían a muchos de un solo tiro".34
Después de considerar varias teorías sobre el significado de esta frase, Stuart Russell escribe:
"No es posible sino que los judíos sabían bien que la gran esperanza y fe de los cristianos era la pronta
venida del Hijo. Según Josefo, fue más o menos por este tiempo que Santiago, el hermano de nuestro
Señor, testificó públicamente en el templo diciendo que 'el Hijo del Hombre estaba a punto de venir en
las nubes del cielo', y luego selló su testimonio con su sangre. Parece muy probable que los judíos, en
su blasfemia desafiante y desesperada, cuando veían la masa blanca volar por el espacio, lanzaban el
grito obsceno: 'Viene el Hijo', en son de burla de la esperanza cristiana de la Parusía, a la cual
posiblemente le atribuían el ridículo parecido con la extraña aparición del proyectil".35
Y los hombres blasfemaron contra Dios - su consistente reacción durante todo el tiempo que
duró el derramamiento de las copas, revelando, no sólo su maldad, sino también su evidente estupidez:
¡Cuando están cayendo del cielo piedras que pesan cien libras, ciertamente no es el momento para
blasfemar! Pero Dios había abandonado a estos hombres a su propia auto-destrucción: su rebelión llena
de saña y odio les consume a tal punto que pueden partir a la eternidad con maldiciones en sus labios.
Las copas que contenían las últimas plagas han sido derramadas; pero todavía no es el fin. Los
capítulos que siguen tratarán de la destrucción de la gran ciudad-ramera y sus aliados, y concluirán con
la revelación de la gloriosa Esposa de Cristo: la verdadera Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén. (Los
capítulos 17-22 pueden, por tanto, ser considerados como una continuación de la séptima copa, o una
exposición de su significado; en todo caso, los sucesos están claramente gobernados por los ángeles de
las copas; véanse Rev.17:1; 21:9). "Por esta razón, el libro entero, de principio a fin, enseña estas
grandes verdades - ¡Cristo triunfará! ¡Los enemigos de Cristo serán conquistados! Los que le odian
serán destruídos; los que le aman serán bendecidos indeciblemente. La destrucción tanto de judios
como de gentiles ya es inminente. El juicio caerá sobre Judea y Jerusalén, sobre Roma y su imperio,
sobre Nerón y sus adoradores. La espada y el fuego, el hambre y la pestilencia, la tormenta y un
terremoto, y la agonía social y el terror político no son sino los ayes que están introduciendo el reino
mesiánico. Las cosas viejas están pasando rápidamente. La luz sobre el semblante de la antigua
dispensación está desapareciendo y desvaneciéndose hasta volverse tenue, pero el rostro de aquél que
es como el sol ya está alboreando en dirección del oriente. El pacto nuevo y final ha de ser establecido
instantáneamente en medio de terribles juicios; y ha de ser establecido de tal manera que hará
imposible la continuación de lo antiguo. ¡Maranatha! ¡El Señor viene! ¡Aun así, ven, Señor Jesús!"36
Notas:
1. La correspondencia no es exacta, sin embargo; y Russell, característicamente, va demasiado lejos cuando, después
de una comparación superficial, declara categóricamente: "Esto no puede ser mera casualidad: es identidad, y
sugiere el interrogante: ¿Por qué razón se repite la visión aquí? (J. Stuart Russell, The Parousia: A Critical Inquiry
into the New Testament Doctrine of Our Lord´s Second Coming [Grand Rapids: Baker Book House, 1983], p. 476).
2. Comp. Isa. 66:6 - "Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos".
3. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964), p. 175.
4. Ibid., p. 175.
5. J. P. M. Sweet, Revelation (Philadelphia: The Westminster Press, 1979), p. 244.
6. De paso, podemos notar aquí un ejemplo de la constante tendencia de la así llamada interpretación "literalista" a
hacer especulaciones fantásticas con relación al cumplimiento de estas profecías. El Dr. Henry Morris, que ha escrito
lo que los editores han llamado "¡la más literal exposición de Apocalipsis que jamás hayamos leído!", ofrece su
interpretación de este fenómeno: "Es meramente una solución química, agua que contiene hierro y otras sustancias
químicas que le dan un aspecto rojo como de sangre" (The Revelation Record: A Scientific and Devotional
Commentary on the Book of Revelation [Wheaton: Tyndale House Publishers, 1983], p. 298). Esto es especialmente
interesante a la luz de su declarado principio de interpretación: "En realidad, una 'interpretación literal' es una
contradicción de términos, puesto que uno no interpreta (esto es, 'traduce' diciendo 'esto significa aquéllo') si uno
simplemente acepta que una declaración significa precisamente lo que dice. Además, los términos 'más literal' o 'de
lo más literal' son redundantes. Literal es literal" (p. 24).
7. Flavius Josephus, The Jewish War, iii.x.9.
8. David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp.
18ss, 30s.
9. Auguste Lecerf, An Introduction to Reformed Dogmatics, trad. André Schlemmer (Grand Rapids: Baker Book
House, [1949] 1981), p. 147.
10. Comp. ibid., pp. 147-149.
11. La mención del ángel de las aguas sirve también como otra de las muchas y sutiles conexiones entre el Libro de
Apocalipsis y el evangelio de Juan; véase Jn 5:3-4.
12. Véase de Josephus, The Jewish War, vi.iii.3-4.
13. J. Massyngberde Ford, Revelation: A New Translation with Introduction and Commentary (Garden City, NY:
Doubleday and Co., 1975), p.266.
14. St. Augustine, On the Trinity, iii.9; Henry Bettenson, ed., y trad., The Later Christian Fathers (Oxford: Oxford
University Press, [1972] 1977), p.191.
15. Cornelius Tacitus, The Histories, iii.49.
16. Los gobernantes durante el año 69, "el año de los cuatro emperadores".
17. Tácito, The Histories, iii.48; Josephus, The Jewish War, iv.x.5.
18. Tácito, The Histories, iii.71-73; Josephus, The Jewish War, iv.xi.4.
19. F. W. Farrar, The Early Days of Christianity (Chicago and New York: Belfors, Clarke & Co., 1882), pp. 555s.
20. Tácito, The Histories, iii.83; trad. Kenneth Wellesley (New York: Penguin Books, 1964, 1975), pp. 197s.
21. Heródoto, History, i.191; véanse las profecías sobre esto en Jer. 50:38; 51:32, 36.
22. Philip Barrington, The Meaning of the Revelation (LOndon: SPCK, 1931), p. 265.
23. Véase de Josephus, The Jewish War, iii.i.3; iii.iv.2; v.i.6; vii.i.3.
24. Sweet, p. 249.
25. Barrington, pp. 265s; comp. Alfred Edersheim, The Temple: Its Ministry and Services As They Were at the Time of
Jesus Christ (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., pp. 142, 148.
26. Comp. frases similares en Jn 19:13: "Pilatos... se sentó en el tribunal en el lugar llamado El Enlosado, y en
hebreo Gabata". Carrington (p. 267) comenta: "Cualesquiera que sean nuestros puntos de vista sobre la autoría de la
literatura juanina, es seguro que las semejanzas en pensamiento, plan, y dicción entre el Apocalipsis y el evangelio
son a veces extraordinariamente estrechas, y los eruditos que sostienen que los libros son de diferentes autores y
están inspirados por diferentes motivos tienen que explicar algunos puntos difíciles. En el caso presente, hay un
contraste intencional entre Jesús, juzgado y en camino a la muerte a manos del procurador del Emperador, y
Jerusalén, juzgada y en camino a su destrucción a manos del Emperador.
27. Farrer, p. 178.
28. Barrington (pp. 268-271) proporciona una extensa lista de las alusiones de Juan a Zacarías, observando que
"después de Ezequiel, es el que más ha influido sobre Juan. Por lo tanto, es importante reconocer que habla de la
destrucción de esta Jerusalén y de una venganza sobre sus habitantes; espera la gloria de una Nueva Jerusalén bajo
la casa de David, y los gentiles yendo a adorar allí" (p. 271).
29. Farrer, p. 178.
30. Farrer, p. 179.
31. John Owen, An Exposition of the Epistle to the Hebrews, W. H. Goold cd., siete vols. (Grand Rapids: Baker
House, [1855] 1980, Vol. 7, pp. 366s. Owen también observa: "Aunque el propósito principal sea la eliminación del
ritual mosaico y del estado-iglesia - lo cual se efectuó a la venida de Cristo - y la promulgación del evangelio deesde
el cielo por él, todas las otras oposiciones a él y a su reino están incluidas allí; no sólo las que existían entonces, sino
todas las que ocurrirían hasta el fin del mundo. Las 'cosas que no pueden moverse' han de permanecer y ser
establecidas absolutamente contra toda oposición. Por lo cual, como los cielos y la tierra del mundo idólatra fueron
de antiguo sacudidos y quitados, así también lo serán los del mundo anticristiano, que en la actualidad parecen
prevalecer en muchos lugares. Todas las cosas deben ceder su lugar, todo lo que esté comprendido en los nombres del
cielo y de la tierra aquí abajo, al evangelio, y al reino de Cristo. Porque, si Dios hizo lugar para él quitando sus
propias instituciones, que él había señalado para un tiempo, ¿qué más estorbará su establecimiento y su progreso
hasta el fin?" (p. 368).
32. Barrington, p. 266; comp. Josephus, The Jewish War, v.v.1-5.
33. Ford, p. 275.
34. Josephus, The Jewish War, v.vi.3.
35. Russell, p. 482.
36. F. W. Farrar, The Early Days of Christianity (Chicago and New York: Belford, Clarke & Co., 1882), p.557.
Capitulo 17 - LA FALSA ESPOSA
Aunque, en años recientes, algunos han tratado de ver la ciudad de Roma como la gran ramera
del Apocalipsis, la Iglesia, a través de la historia, ha entendido generalmente que Roma es, en cierto
sentido, una falsa esposa, una parodia demoníaca de la verdadera Esposa, la Iglesia. El motivo bíblico
de la Esposa que cae en adulterio (apostasía) es tan bien conocido que tal identificación es todo menos
inescapable. La metáfora de la prostitución se usa exclusivamente en el Antiguo Testamento para
referirse a una ciudad o una nación que ha abandonado el Pacto y se ha vuelto a los dioses falsos; y, con
sólo dos excepciones (véase el comentario sobre el v. 1-2, abajo), el término se usa siempre en relación
con el infiel Israel. La ramera es, claramente, la falsa iglesia. En este punto, sin embargo, el acuerdo se
hace añicos y se convierte en faccionalismo. Para los herejes donatistas del siglo cuarto, la Iglesia
Católica era la ramera. Algunos teólogos ortodoxos griegos y protestantes la han visto en el papado
romano, aunque muchos fundamentalistas han manchado sus encantos de oropel en el Concilio
Mundial de Iglesias. Aunque es cierto que puede haber (y ciertamente ha habido) falsas iglesias a
imagen de la ramera, debemos recordar el contexto histórico del Apocalipsis y las exigencias preteristas
que el libro hace a sus intérpretes. Encontrar meramente algún ejemplo de una falsa iglesia, e
identificarla como la ramera, no es una exégesis fiel. Juan ha establecido firmemente nuestros límites
hermenéuticos dentro de su propia situación contemporánea en el siglo primero. De hecho, él ha
afirmado definidamente que la ramera era un fenómeno corriente (Rev.17:18), del cual él espera que
sus lectores actuales se separen. Cualesquiera aplicaciones modernas se hagan de este pasaje, debemos
verlos como sólo eso: aplicaciones. El significado primario de la visión debe referirse a la falsa iglesia
de los días de Juan.
Hemos visto que el Libro de Apocalipsis nos presenta dos grandes ciudades, puestas en antítesis
la una de la otra: Babilonia y la Nueva Jerusalén. Como veremos en un capítulo posterior, la Nueva
Jerusalén es el paraíso consumado, la comunidad de los santos, la Ciudad de Dios. La otra ciudad, que
es contrastada continuamente con la Nueva Jerusalén, es la antigua Jerusalén, que ha sido infiel a Dios.
Otro modo de ver esto es entender que, desde el comienzo, el propósito era que Jerusalén fuera el
verdadero cumplimiento de Babilonia, una palabra que significa "Puerta de Dios". El lugar de la
graciosa revelación de Dios con respecto a sí mismo y a su pacto debería ser una verdadera Babilonia,
una verdadera "Puerta del Cielo" y "Casa de Dios", como Jacob lo entendió cuando vio la escalera de
Dios hacia el cielo, la verdadera Torre de Babel, la verdadera pirámide que profetizaba de Cristo Jesús
(Gen. 28:10-22; comp. Jn 1:51). Pero Jerusalén no caminó con la dignidad propia del llamado con el
que había sido llamada. Como la Babilonia original, Jerusalén volvió sus espaldas al verdadero Dios y
buscó gloria y dominio autónomos; como la Babilonia original, fue apóstata; y por esto, la "Puerta de
Dios" se convirtió en "Confusión" (Gen. 11:9).
¿Cómo se convirtió en ramera la ciudad fiel? Comenzó con la apostasía del sacerdocio en Israel.
La principal responsabilidad del sacerdote (el representante de Dios), es re-presentar el Esposo a la
Esposa, y guardarla del peligro. En vez de eso, el sacerdocio condujo al pueblo en apostasía para
alejarlo de su Señor (Mat. 26:14-15, 47, 57-68; 27:1-2, 20-25, 41-43, 62-66). A causa del fracaso del
sacerdocio en traer el Esposo a Israel, la Esposa se convirtió en ramera, yendo en busca de otros
esposos. La apostasía del sacerdocio se describe en Rev.13:11-17, bajo la figura de la bestia que sube
de la tierra. Pero la falsa esposa no es absuelta de responsabilidad. Ella es culpable también, y la
profecía de Juan ahora se vuelve a considerar el juicio y la destrucción de ella.1
La "Babilonia" simbólica fue destruida cuando el séptimo ángel derramó su copa, la libación de
aniquilamiento (Rev.16:17-21). Como hemos visto, esta visión es parte del cuarto siete del Apocalipsis
- las siete copas que contienen las siete plagas. La conexión está proporcionada en Rev.17:1 (comp.
Rev. 21:9), que nos dice que es uno de los siete ángeles-copas el que da a Juan la visión del juicio de la
gran ramera. Esta visión, por lo tanto, revela el significado de la séptima copa, la destrucción de
Jerusalén.
1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te
mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas;
2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su
fornicación.
3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de
blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la
mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación;
5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE
LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé
asombrado con gran asombro.
7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene
las siete cabezas y los diez cuernos.
v1-2 La visión de las siete copas continúa: Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas
muestra a Juan la caída de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas. A los lectores de Juan
ya se les ha hablado de una ciudad-ramera llamada "Babilonia la grande" (Rev. 14:8; 16:19), y la
semejanza entre la ramera y la Babilonia original es subrayada por la información de que ella se sienta
sobre muchas aguas, una imagen tomada de la descripción de Jeremías de Babilonia en su famoso
oráculo de juicio contra ella (Jer. 50-51). La expresión muchas aguas de Jer. 51:13 se refiere tanto al
Éufrates, que corría por en medio de la ciudad, como a los canales que la circundaban. En última
instancia, se refiere a las bendiciones que Dios había concedido a Babilonia, y que ella prostituyó para
su propia gloria. Por eso, Juan describe a la gran ramera de su tiempo en términos de su prototipo y
modelo. Más tarde, en Rev. 17:15, se nos informa de un aspecto del significado simbólico de las
"muchas aguas", pero por ahora el punto es meramente la identificación de la ramera con Babilonia.
Sin embargo, debemos reconocer al mismo tiempo que, en todos los otros lugares de
Apocalipsis donde se usa la expresión "muchas aguas", ésta ocurre dentro de una descripción de la
relación de pacto de Dios y su interacción litúrgica con su pueblo. Hemos notado que la voz que habla
desde la Nube de Gloria suena como muchas aguas, y que esta voz es producida por los innumerables
ángeles en el concilio celestial (Ezek. 1:24). De manera similar, en Apocalipsis Rev. 1:15, la voz de
Cristo es "como el sonido de muchas aguas" (comp. Eze. 43:2); en Rev.14:2, Juan oye nuevamente la
voz que habla desde el cielo como "el sonido de muchas aguas"; y en Rev. 19:6, la gran multitud de los
redimidos, habiendo entrado al concilio angélico en el cielo, se une al cántico de alabanza, que Juan
oye como "el sonido de muchas aguas". La expresión, pues, recuerda tanto la graciosa revelación de
Dios como la respuesta litúrgica de alabanza y obediencia del pueblo de Dios. Dados los antecedentes
bíblicos y el contexto de la frase, no sería ninguna sorpresa para sus lectores que la mujer sea vista
sentada sobre "muchas aguas". La sorpresa es que ella es una ramera. Ha tomado los buenos dones de
Dios y los ha prostituído (Ezek. 16:6-16; Rom. 2:17-24).
La ciudad-ramera ha fornicado con los reyes de la tierra. Esta expresión ha sido tomada de la
profecía de Isaías contra Tiro, donde se refiere principalmente a su comercio internacional (Is. 23:15-
17); Nínive también ha sido acusada de "multitud de fornicaciones" con otras naciones (Nahum 3:4). 2
Sin embargo, más a menudo la imagen de una ciudad o nación que fornica con los reinos del mundo se
usa para referirse al rebelde pueblo del pacto. Hablando contra la Jerusalén apóstata, Isaías se
lamentaba:
¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la
equidad; pero ahora, los homicidas. (Is. 1:21).
La imagen del adulterio de Israel es bastante común en los profetas, al presentar la demanda de pacto
de Dios contra la Esposa que ha abandonado a su Esposo. 3 Jeremías habló contra Israel como ramera,
que se fue tras los falsos dioses de los paganos en lugar de su verdadero Esposo:
Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo
collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera... Dromedaria ligera que tuerce su camino,
asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los
que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán... Vuestra espada devoró a vuestros
profetas, como león destrozador. ¡Oh generación! atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto
para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a tí? ¿Se olvida
la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.
¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos... Dicen: Si alguno dejare
a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo
amancillada? Tú, pues, has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová. Alza tus ojos a las
alturas, y ve en qué lugar no te hayas prostituído. Junto a los caminos te sentabas para ellos como árabe en el
desierto, y con tus fornicaciones y con tu maldad has contaminado la tierra. Por esta causa las aguas han sido
detenidas, y faltó la lluvia tardía; y has tenido frente de ramera, y no quisiste tener vergüenza. (Jer. 2:20-24, 30-33;
3:1-3).
Los adulterios de Israel, decía Oseas, tenían lugar "en todas las eras del trigo" (Hosea 9:1): La
imagen es la de una mujer que se prostituye por dinero en el granero durante el tiempo de la cosecha.
Esto tiene un doble significado. Primero, Israel estaba apostatando hacia la adoración de Baal,
buscando en falsos dioses bendición de la cosecha y la fertilidad (olvidando que la fertilidad, y la
bendición en todas las áreas, sólo puede venir del único Dios verdadero). Segundo, el templo estaba
construído sobre una era (2 Crón. 3:1), simbolizando la acción de Dios a través de la historia al separar
la paja de su trigo santo (Job 1:18; Ps. 1:4; 35:5; Is. 17:13; Lk. 3:17). La era también simboliza la
relación matrimonial: La unión entre Booz y Ruth tuvo lugar en su era (Ruth 3), y la acción de moler
en un molino es una imagen bíblica de las relaciones sexuales (Job 31:10; Is. 47:2; Jer. 25:10). 4 Así, en
vez de consumar su matrimonio con Dios por medio de la adoración en su era, la Esposa se dedicó a
fornicar en cada era ajena, postrándose delante de dioses desconocidos y altares extraños.
Lo mismo ocurrió con el Israel del siglo primero. En el momento mismo en que llegaba el
prometido Esposo, Israel estaba fornicando con César. La vista de su verdadero Esposo sólo le llevó
más lejos en su unión adúltera con "los reyes de la tierra". Rechazando el señorío de Cristo (comp. 1
Sam. 8:7-8), los principales sacerdotes exclamaron: "¡No tenemos más rey que César!" (Jn. 19:15).
v3 Ya hemos visto a la mujer en el desierto, a donde ella huyó de la opresión del dragón que
tenía siete cabezas (Rev. 12:6, 14). Pero esa pemanencia en el desierto fue por necesidad, y por un
tiempo específico. La verdadera Esposa no mora en el desierto - señal de maldición, habitación de
demonios (Mat. 12:43)6 - de preferencia. Sin embargo, para la falssa esposa, el desierto es su elemento;
ella prefiere permanecer allí antes que seguir al Espíritu a la tierra prometida. El desierto es, pues, su
herencia y su destino (comp. Num. 13-14; Zack. 5:5-11). Nuevamente, esta es una imagen profética
familiar: La Jerusalén apóstata es una ramera, que trabaja en su oficio junto a los caminos del desierto
como una asna salvaje en celo (comp. Jer. 2-3; Hosea 2).
Dicho sea de paso, ésta es una de las muchas indicaciones de que la ramera no es Roma, porque
es claramente diferente. La ramera está sentada sobre la bestia, sostenida y mantenida por aquél cuyas
siete cabezas representan - entre otras cosas - las famosas "siete colinas" de Roma (Rev. 17:9). Vale la
pena notar que hay un contraste entre el trono de Dios, sostenido por los seres vivientes que están
"llenos de ojos" y que alaban a Dios día y noche (Rev. 4:6-8; comp. Ezek. 10:12), y la reina de las
rameras, cuyo trono está sostenido por la bestia que está llena de nombres de blasfemia.
4 La mujer está vestida de púrpura y escarlata, ropaje de esplendor y realeza para quien se sienta
como reina (Rev. 18:7; véase Jud. 8:26; 2 Sam. 1:24; Dan. 5:7, 16, 29; Lk 16:19). Ella está adornada de
oro, de piedras preciosas y de perlas, de acuerdo con las descripciones de la gloriosa Ciudad de Dios
(Is. 54:11-12; 60:5-11; Rev. 21:18-21), basado, además, en el modelo del Jardín de Edén cuajado de
joyas (Gen. 2:11-12; Ezek. 28:13). Las joyas son también características tanto de las vestiduras del
sumo sacerdote (Ex.28:9-29) como del trono de Dios (Rev. 4:3-4). No hay, pues, ninguna necesidad de
considerar las vestiduras y las joyas de la mujer meramente como los estridentes, audaces, y
extravagantes adornos del vestuario de una prostituta. En vez de eso, éstas son originalmente las ropas
de la mujer justa - la Esposa - que se supone está ataviada con un vestido glorioso (comp. Ex. 3:22;
Ezek. 16:11-14; Prov. 31:21-22). Juan quiere que sus lectores vean a la mujer adornada con el hermoso
ropaje de la Iglesia. Juan quiere que ellos entiendan que esta ramera degenerada que fornica con bestias
todavía lleva los adornos de la pura y casta Esposa. Debemos notar, sin embargo, que el enorme velo
que cubría la puerta del templo (de más de 80 pies de altura y 24 pies de anchura) era "un tapiz
babilónico, bordado en azul y lino fino [comp. Rev. 18:16], y escarlata, y púrpura".7
La falsa esposa celebra una especie de comunión: Sostiene en la mano una copa de oro llena de
abominaciones y de la inmundicia de su fornicación, combinando las imágenes de alimentos inmundos
(comp. Lev. 11) con un matrimonio inmundo (comp. Lev. 20; véase especialmente Lev. 20:22-26. 8 La
imagen es ligeramente diferente de la de Jeremías 51:7, donde la Babilonia original es descrita como
"una copa de oro en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra", pero la idea básica es similar.
Jerusalén todavía tiene el hermoso cáliz del pacto, pero la comunión que ella ofrece conduce a los
hombres a la muerte y a la destrucción. Su copa está llena de "abominaciones", una palabra que la
Biblia usa a menudo en relación con el culto a los dioses falsos (Deut. 29:17; Ezek. 5:11). La Jerusalén
farisaica se enorgullece de su observancia de los reglamentos de limpieza ceremonial, pero en realidad
es radicalmente inmunda, contaminada desde dentro por su apostasía y su fornicación (Mat. 23:25-28;
Mk. 7:1-23). El cuadro general puede muy bien ser, como ha observado Ford, "una parodia del sumo
sacerdote en el Día de Expiación llevando las vestiduras reservadas especialmente para esa ocasión y
sosteniendo la ofrenda de libación. Sin embargo, en vez del sagrado nombre sobre su frente, el
'sacerdote-ramera' lleva el nombre de Babilonia, madre de todas las rameras y de las abominaciones de
la tierra, un título que ilustra Ezek. 16:43-45, donde Yahvé habla de la lujuria de Jerusalén".9
5 La ramera tiene en la frente un nombre escrito. Para ahora, la escritura en la frente es una
imagen familiar en Apocalipsis. La hemos visto sobre los santos (Rev. 3:12; 7:3; 14:1) y sobre los
seguidores de la bestia (Rev. 13:16-17). La frente es especialmente señalada como símbolo de rebelión
(Is. 48:4; Ezek. 3:9); se dice que el rebelde Israel tiene "frente de ramera" (Jer. 3:3). Pero el nombre
escrito allí comienza con la palabra Misterio. Corsini ha observado correctamente el significado de este
hecho muy descuidado: "Si la prostituta es llamada 'misterio', eso significa que ella, aún en el momento
en que es juzgada y condenada, todavía forma parte integral e importante del divino plan de salvación.
Esto no puede ser verdad de Roma ni de ninguna otra ciudad pagana, sino solamente de Jerusalén. Sólo
ella, y no ninguna otra ciudad, será renovada y descenderá del cielo sobre el monte Sión para celebrar
un matrimonio con el Cordero (Rev. 21:2, 10 ss.), porque "en los días de la voz del séptimo ángel... el
misterio de Dios se consumará" (Rev. 10:7)".10
v6-7 Ahora vemos lo que la ramera tiene en su copa, la demoníaca comunión con la cual ella y
sus amantes (v. 2; comp. Rev. 14:8) se están embriagando: Es la sangre de los santos, y ... de los
testigos de Jesús. Éste es "el vino de su fornicación", el sacramento de su apostasía de la verdadera fe;
el alimento inmundo en última instancia (comp. Lev. 17:10-14). Aunque es verdad que Roma se
convirtió en gran perseguidora de la Iglesia, debemos recordar que Jerusalén fue la pre-eminente
transgresora en este respecto. L persecución romana ocurrió por medio de la instigación y la
connivencia de los judíos, como nos informa constantemente el libro de los Hechos. De hecho, la
historia entera de Jerusalén fue de implacable persecución contra los piadosos, especialmente los
profetas (Mat. 21:33-44; 23:29-35; Acts 7:51-53). Como nos dice Juan en Jn. 18:24, "en ella se halló la
sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra". Jerusalén fue la
perseguidora de los profetas por excelencia.
Pero no siempre es fácil mirar las cosas con ojos "teológicos". En el momento de su gloria, una
ramera de éxito es hermosa, atractiva, seductora. La Palabra de Dios es realista, y no pretende que el
mal aparezca siempre repulsivo. Como todos sabemos, la tentación a pecar puede ser muy atractiva
(Gen. 3:6; 2 Cor. 11:14). Por lo tanto, al contemplar Juan a la gran ramera, quedó bastante engañado,
fascinado por su belleza: Se asombró con gran asombro (comp. Rev. 13:3-4): "Y se maravilló toda la
tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón..."). Por lo tanto, el ángel lo reprende: ¿Por qué te
asombras? Juan registra esto para amonestar a sus lectores, y que no se dejen seducir por la ramera,
porque ella es hermosa e impresionante. El antídoto contra el ser engañados por las artimañas de la
falsa esposa es entender el misterio de la mujer y de la bestia que la transporta. Ahora el ángel revelará
la naturaleza de la alianza de la ramera con la bestia, su oposición a Cristo, y su inminente destrucción.
Los lectores de Juan deben entender que ya no hay ninguna esperanza para una "reforma desde
adentro". Jerusalén está implacablemente en guerra con Cristo Jesús y su pueblo. La una vez Santa
Ciudad es ahora una ramera.
8 La bestia que has visto era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra,
aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo
la bestia que era y no es, y será.
9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,
10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y le otro aun no ha venido; y cuando venga, es necesario que
dure breve tiempo.
11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.
12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán
autoridad como reyes juntamente con la bestia.
13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que
están con él son llamados y elegidos fieles.
15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y
lenguas.
16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y
devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego;
17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia,
hasta que se cumplan las palabras de Dios.
18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.
El ángel representa a la bestia como una parodia de "aquél que es y que era y que ha de venir"
(Rev. 1:4). La bestia ... era y no es, y está a punto de subir del abismo. En este punto, es probable que el
ser humano específico al que se refiere al hablar de la Bestia sea Vespasiano, que se convirtió en César
después del caos que siguió a la muerte de Nerón. Ford comenta: "La bestia 'era' (Vespasiano gozaba
del favor de Nerón) y 'no es' (cayó en desgracia) y saldrá del abismo (fue restaurado con la ayuda de
'los hombres del abismo', un epíteto para los hombres perversos de Qumran). Vespasiano es un paralelo
de 'el que ha de venir'. En cierto sentido, el imperio pasó por las mismas etapas: 'fue' desde César hasta
Nerón, 'no fue' en el año crítico de los cuatro emperadores, y vino nuevamente con Vespasiano".12
En última instancia, como hemos visto, esta es una descripción de la bestia original, el dragón,
el antiguo enemigo de Dios y de su pueblo. Si por el momento hay un respiro temporal de su cruel
oposición, los cristianos deben estar conscientes de que él está a punto de ascender del abismo
nuevamente para atacarles y perseguirles otra vez; sin embargo, Juan les recuerda que la derrota de la
bestia está asegurada, porque su ascensión no es al poder y a la gloria a la diestra de Dios, sino sólo
para ir a la destrucción. La palabra para destrucción es apoleian, la raíz de Apolión, el "rey del abismo"
en Rev. 9:11. Juan señala que, aunque a la bestia se le permite subir por un tiempo del abismo, tiene la
misma certeza de regresar allí. Su destino es la destrucción completa, y no puede tener éxito en destruir
a la Iglesia.
Pero el dragón/bestia tendrá éxito en llevar al Israel apóstata a su culto idólatra. Los que moran
en la tierra se maravillarán ... cuando vean a la bestia, que era y que no es y que habrá de venir. La
palabra usada anteriormente para indicar el surgimiento de la bestia del abismo es anabaino, en
imitación de la Resurrección/Ascensión de Cristo; la palabra venir aquí es paristemi (la forma verbal de
parusía), en imitación de la Venida de Cristo en poder y gloria, trayendo juicio y salvación (la parusía
definitiva ocurrió en la ascensión, resultando en la parusía de Cristo contra Jerusalén en el año 70 d.
C.). Así, pues, de la misma manera que los cristianos del siglo primero vivían esperando la cercana
parusía de su Señor, los judíos apóstatas esperaban de la bestia su liberación y su salvación. La
"segunda venida" del dragón, después de su aparente (y real) derrota por Cristo, fue una ocasión de
maravilla, asombro, y adoración por parte de los judíos que habían rechazado a Cristo. El surgimiento
del estado total, en oposición al reino de Cristo, fue para el Israel rebelde una ascensión a la gloria, una
parusía, un día del Señor. La bestia era su Mesías, y su anti-parusía los entregó - en las manos de
Apolión, la perdición y la destrucción del abismo. El único punto final en disputa de la ascensión de la
bestia desde el abismo es la mayor condenación de sí misma y sus adoradores.
¿Por qué rechazaron finalmente a Cristo los judíos y adoraron al dragón? Porque, en contraste
con los elegidos de Cristo, que fueron "escogidos en él antes de la fundación del mundo" (Eph. 1:4), el
nombre del Israel apóstata no ha sido escrito en el libro de la vida desde la fundación del mundo (comp.
Rev. 13:8). Pedro escribió que Cristo Jesús, la gran piedra angular, era para los judíos "piedra de
tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron
también destinados" (1 Pet. 2:8)13 En vez de eso, la Iglesia ha heredado la posición anterior (Ex. 19:6)
que tenía Israel: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios..." (1 Pet. 2:9).
v9-10 El ángel vuelve a hablar de la encarnación del dragón en la bestia que sube del mar. Esto,
para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la
mujer. Nuevamente, los "siete montes" identifican a la bestia como Roma, famosa por sus "siete
colinas";14 pero éstas también corresponden a la línea de los Césares, porque ellos son siete reyes; cinco
han caído: Los cinco primeros Césares fueron Julio, Augusto, Tiberio, Calígula, y Claudio. 15 Uno,
Nerón, el sexto César, estaba en el trono mientras Juan escribía el Apocalipsis. El otro no ha venido
todavía; y cuando venga, debe permanecer un poco de tiempo: Galba, el séptimo César, reinó durante
menos de siete meses.
v11 Pero la caída de la dinastía julio-claudiana y el severo caos político que la siguió no debería
ser interpretado por los cristianos como el fin de los problemas. Porque su verdadero enemigo es la
bestia, que se encarnará en otros Césares también. Él es también el octavo rey, pero es de los siete: la
brutalidad anticristiana de los tiranos que se sucedieron los marcará como de la misma clase que sus
predecesores. En la Biblia, ocho es el número de resurrección; Juan está advirtiendo que, aunque el
imperio parezca desintegrarse después del reinado de los siete reyes, será "resucitado" nuevamente,
para seguir viviendo en otros perseguidores de la Iglesia. Pero el regreso del imperio no resultará en
victoria para la bestia, porque hasta el octavo, la bestia resucitada, va a la destrucción. La Iglesia tendrá
que tener paciencia durante el período del surgimiento de la bestia, pero ella tiene la seguridad de que
sus enemigos no tendrán éxito. Su Rey resultará victorioso; sus siervos han sido predestinados a
compartir su triunfo.
v12 Los diez cuernos que Juan vio sobre la bestia son diez reyes. En la Biblia, como hemos
observado en otras ocasiones, el número 10 se relaciona con el concepto de "muchos", de plenitud
cuantitativa o numérica. Que estos "reyes" están asociados con la bestia, adornando sus cabezas como
"coronas", y que reciben autoridad junto con la bestia (es decir, en virtud de su relación con ella) indica
que ellos son gobernantes que están sujetos a, o aliados con, el imperio. En la realidad, Roma tenía diez
provincias imperiales, y algunos han entendido esto como una referencia a ellas. 16 Sin embargo, no es
necesario intentar una definición precisa de estos diez reyes súbditos; el símbolo simplemente
representa "la totalidad de los reyes súbditos aliados que ayudaron a Roma en sus guerras tanto contra
el judaísmo como contra el cristianismo". 17 El énfasis del texto señala a estos reyes, con los cuales la
ramera ha comerciado (v. 2), como los instrumentos de su destrucción eventual (v. 16-17).
v13-14 Juan nos informa que los "diez reyes" se unen a la bestia contra Cristo, persiguiendo a la
Iglesia a través de las provincias y los reinos subordinados del imperio: Éstos tienen un propósito, y
dan su poder y su autoridad a la bestia para hacer guerra contra el Cordero, como Miguel y sus ángeles
habían hecho guerra contra el dragón (Rev.12:7). Esto ha sido siempre el fin último del ejercicio del
gobierno por parte del hombre réprobo: el intento de destronar a Dios. Como predijo el salmista: "Se
levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido" (Ps.
2:2; comp. Acts. 2:26). El comentario apostólico sobre este texto queda revelado en una oración
temprana de la Iglesia perseguida. Después de citar a Salmos 2, dicen: "Pues verdaderamente se
unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los
gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que
ocurriera" (Acts. 4:27-28). Los impíos se unen con los lazos del odio contra el Hijo de Dios, el Ungido.
Por eso se nos cuenta el resultado de la conspiración de Herodes y Pilatos contra Cristo: "Y se hicieron
amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí" (Lk 23:12). Los
enemigos se unirán para combatir al adversario común, y en el advenimiento de Cristo vemos unirse al
mundo de los paganos y los apóstatas en rebelión contra Él. Pero, mucho antes, el salmista había
advertido a reyes y gobernantes: "Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo,
para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos
los que en él confían" (Ps. 2:11-12). El resultado de esta lucha cósmica queda así asegurado, y es
inevitable: Y el Cordero les vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que con él
están son los llamados, y los elegidos, y los fieles. Juan asegura a la Iglesia que, en su terrible y
aterrador conflicto con el impresionante poder de la Roma imperial, la victoria del cristianismo está
garantizada.
v15 Ahora el ángel explica el significado de las aguas ... donde se sienta la ramera. Las aguas se
describen en términos de una cuádruple designación: pueblos y multitudes y naciones y lenguas, es
decir, el mundo. La identificación de las naciones impías y rebeldes del mundo con el mar enfurecido
es familiar en la Escritura (comp. Rev. 13:1). Isaías escribió de "multitud de muchos pueblos que harán
ruido como estruendo del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas
aguas. Los pueblos harán estrépito como de ruido de muchas aguas; pero Dios los reprenderá, y huirán
lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del
torbellino" (Is. 17:12-13). "Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y
sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos" (Is. 57:20-21).
Jerusalén podría realmente ser representada como sentada sobre "muchas aguas" (es decir, las
naciones) a causa de la grande y difundida influencia que los judíos ejercían en todas partes del Imperio
Romano antes de la destrucción de Jerusalén. Sus sinagogas estaban en todas las ciudades, y la
extensión de su colonización puede verse en el registro del día de Pentecostés, que nos cuenta que
"moraban entonces en Jerusalén judíos, hombres piadosos, de todas las naciones bajo el cielo" (Acts
2:5).18
v16 En su guerra contra Cristo, las naciones furiosas se vuelven contra la ramera, a causa de la
conexión entre ella y Él.19 El ángel presenta esta nueva enemistad hacia la ramera por medio de una
cuádruple descripción: Los pueblos del imperio aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y
desnuda, y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego (comp. Jer. 13:26; Lam. 1:8-9; Nah. 3:5).
Jerusalén había fornicado con las naciones paganas, pero en el año 70 d. C. se volvieron contra ella y la
destruyeron, dejándola desolada (la misma palabra se usa en Mat. 24:15, Mk. 13:14, y Lk. 21:20,
reflejando la versión griega de Daniel 9:26-27; la abominación de desolación). En el mundo antiguo,
uno de los castigos para una mujer adúltera convicta era la humillación pública de ser desnudada
(comp. Is. 47:2-3; Jer. 13:26; Lam. 1:8; Ezek. 16:37, 39; 23:29; Hosea. 2:10; Nah. 3:5).
Ota conexión con "Jezabel" (Rev. 2:20; comp. el comentario sobre Rev.17:5) se hace aquí: Las
naciones comen sus carnes, como los perros (comp. Rev. 22:15) habían comido las carnes de la Jezabel
original (1 Kings 21:23-24; 2 Kings 9:30-37). Los profetas que hablaban de Jerusalén como de la
ramera habían dicho que, de la misma manera que la hija de un sacerdote que se volviera ramera debía
ser "quemada con fuego" (Lev. 21:9, así también Dios usaría a los antiguos "amantes" de Jerusalén, las
naciones paganas, para destruirla y quemarla hasta dejarla a ras del suelo (Jer. 4:11-13, 30-31; Ezek.
16:37- 41; 23:22, 25-30). Russell ha observado que "Tácito habla de la enconada animosidad de la cual
los auxiliares árabes de Tito estaban llenos contra los judíos, 20 y, en las matanzas a gran escala de ese
pueblo desafortunado, perpetradas en muchas grandes ciudades justo antes de que estallara la guerra,
tenemos una terrible prueba del odio que las naciones vecinas sentían contra los judíos. La población
judía entera de Cesarea fue masacrada en un sólo día. En Siria, cada ciudad fue dividida en dos
campamentos, judíos y sirios. En Sitópolis, más de trece mil judíos fueron masacrados; en Ascalón,
Ptolomeo, y Tiro, tuvieron lugar atrocidades similares. Peo en Alejandría, la carnicería de los habitantes
judíos excedió a todas las otras matanzas. El barrio judío entero fue inundado de sangre, y cincuenta
mil cadáveres yacían en horrorosos montones en las calles. 21 Este es un comentario terrible sobre las
palabras del ángel-intérprete: 'Los diez cuernos que viste en la bestia aborrecerán a la ramera', etc."22
Es importante que nos demos cuenta de que, como observamos más arriba, la bestia destruyó a
Jerusalén como parte de su guerra contra Cristo; el motivo de los dirigentes romanos para destruir el
templo no fue sólo para sofocar la rebelión, sino para aniquilar el cristianismo, como lo registra
Sulpicio Severo:
Después de convocar a consejo, Tito dijo que primero había deliberado si debía destruir el templo, una estructura
de tan extraordinaria construcción. Porque les parecía bien a algunos que un edificio sagrado, distinguido por
encima de todos los logros humanos, no debía ser destruido por cuanto que, si se conservaba, proporcionaría
evidencia de la moderación de los romanos, y que, si se destruía, sería una prueba perpetua de la crueldad
romana. Pero, por otro lado, otros, y Tito mismo, pensaban que el templo debía ser derribado especialmente, para
que la religión de los judíos y de los cristianos pudiera ser subvertida más completamente; que estas dos
religiones, aunque contrarias entre sí, habían sin embargo procedido de los mismos autores; que los cristianos
habían surgido de entre los judíos; y que, si la raíz era extirpada, el vástago perecería rápidamente. 23
¡La bestia pensó que podría matar a la ramera y a la Esposa de un solo golpe! Pero, cuando el
polvo se asentó, el andamiaje de la antigua y apóstata Jerusalén yacía en ruinas, y la Iglesia se había
revelado como el templo nuevo y más glorioso, la morada eterna de Dios.
v17 El Señor soberano no está, pues, a merced de la bestia y sus secuaces; más bien, todos estos
eventos han sido predestinados para la gloria de Dios, por medio de la ejecución de sus decretos.
Porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la
bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. Obviamente, es pecado que estos reyes den sus
reinos a la bestia con el propósito de hacer guerra contra el Cordero. ¡Y sin embargo, es Dios quien
puso esto en sus corazones! Por supuesto, algunos se lamentarán de que esto convierte a Dios en "el
autor del pecado". La respuesta obvia a una objeción como ésta es que el texto dice que Dios puso en
sus corazones el propósito perverso; al mismo tiempo, se nos asegura que "Jehová es justo en todos sus
caminos". Si creemos a la Biblia, debemos creer tanto a Apocalipsis Rev.17:17 como a Salmos Ps.
145:17. Debemos aferrarnos firmemente a dos puntos aparentemente contradictorios: Primero, Dios no
es responsable del pecado; segundo, nada sucede a pesar de él, o en oposición a su propósito. 24 Por
esto, para los que luchan con la Palabra de Dios, la respuesta bíblica es categórica: "Mas antes, oh
hombre, ¿quién eres tú para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué
me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso
para honra y otro para deshonra?" (Rom. 9:20-21). San Agustín observó: "Por lo tanto, está en la
potestad del impío el pecar; pero que al pecar ellos hagan esto o aquéllo no está en su mano, sino en la
Dios, el cual divide las tinieblas y las regula; de manera que, por esta razón, aún lo que hacen contrario
a la voluntad de Dios no se cumple, excepto si es la voluntad de Dios".25
Todo el propósito de la ira de los reyes paganos, de unirse en conspiración tanto contra la
Esposa como contra la ramera, de entregar sus reinos a la bestia y recibir poder durante una hora con
ella, queda ahora revelado. Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que él quiso, hasta que se
cumplan las palabras de Dios. La guerra entre Cristo y la bestia, que culmina con la desolación de la
ramera, tuvo lugar en cumplimiento de los anuncios de Dios por medio de sus profetas. Las
maldiciones del pacto (Deut. 28) fueron ejecutadas en Israel por medio de la bestia y los diez cuernos.
Ellos fueron los instrumentos de la ira de Dios, como Cristo había predicho en su discurso en el Monte
de los Olivos. Durante estos horrorosos "días de retribución", dijo, se cumplirían todas las cosas que
estaban escritas (Lk. 21:22). La visión y la profecía serían selladas y completadas en la destrucción del
antiguo orden mundial (Dan. 9:24).
v18 Ahora el ángel identifica a la ramera como la gran ciudad, un término que, como hemos
visto, Juan usa para identificar a Jerusalén, donde el Señor fue crucificado (Rev.11:8; 16:19). Además,
dice el ángel, esta ciudad reina sobre todos los reyes de la tierra. Es quizás este versículo, más que
ningún otro, lo que ha confundido a los expositores y los ha hecho suponer, contra toda evidencia, que
la ramera es Roma. Si la ciudad es Jerusalén, ¿cómo puede decirse de ella que esgrime esta clase de
poder político mundial? La respuesta es que Apocalipsis no es un libro sobre política; es un libro sobre
el Pacto. Jerusalén sí reinaba sobre las naciones. Ella sí poseía un reino que era sobre todos los reinos
del mundo. Ella tenía una prioridad de pacto sobre los reinos de la tierra. Israel era un reino de
sacerdotes (Ex. 19:6), ejerciendo un ministerio sacerdotal de tutela, enseñanza, e intercesión a favor de
las naciones del mundo. Cuando Israel era fiel a Dios, ofreciendo sacrificios por las naciones, el mundo
estaba en paz; cuando Israel rompió el Pacto, el mundo estuvo en agitación. Las naciones gentiles
reconocían esto (1 Kings 10:24; Esdras 1; 4-7; comp. Rom. 2:17-24).26 Pero, perversamente, trataron de
seducir a Israel para que fornicara contra el pacto - y cuando Israel lo hizo, se volvieron contra él y lo
destruyeron. Ese patrón se repitió varias veces, hasta la excomunión final de Israel en el año 70 d. C.,
cuando Jerusalén fue destruída. La desolación de la ramera fue la señal final de Dios de que el reino
había sido transferido a su nuevo pueblo, la Iglesia (Mat. 21:43; 1 Pet. 2:9; Rev. 11:19; 15:5; 21:3). Un
Israel nacional jamás volverá a poseer el reino que era sobre todos los otros reinos.
Notas:
1. El fracaso del sacerdocio, y las consecuencias de esto para la Esposa, son temas recurrentes en las Escrituras. Véase
de James B. Jordan, Judges: God´s War Against Humanism (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985).
2. Es digno de notar que tanto Tiro como Nínive - las únicas dos ciudades fuera de IIsrael acusadas de prostitución -
habían estado en pacto con Dios. EEn los tiempos de David y de Salomón, el reino de Tiro se había convertido al culto
del Dios verdadero, y su rey entró en pacto con Salomón y ayudó en la construcción del templo (1 Kings 5:1-12; 9:13;
Amos 1:9); Nínive se convirtió bajo el ministerio de Jonás (Jonas 3:5-10). La posterior apostasía de estas dos ciudades
podría correctamente considerarse prostitución.
3. Para una breve revisión del tema de la ramera en la Escritura, véase el excelente librito de Francis Schaeffer, The
Church Before the Watching World (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1971), Chapter 2: "Adultery and Apostasy
- The Bride and the Bridegroom Theme".
4. Para una discusión completa de este punto, véase de Calum M. Carmichael, "Treading in the Book of Ruth", ZAW
92 (1980), pp. 248-266.
5. La actitud del Reverendo H. Foster, Rector de Clerkenwell a principios del siglo diecinueve, es probablemente
representativa. Discutiendo la corrección de predicar sobre los Cánticos (los Cantares de Salomón), dice: "He
predicado sobre varios textos independientes de los Cantares. Una vez examiné Ezequiel 16, pero no me atrevería a
hacerlo nuevamente". Citado en la obra de John H. Pratt, cd., The Thought of the Evangelical Leaders: Notes of the
Discussions of the Eclectic Society, London, During the Years 1798-1814 (Edinburgh: The Banner of Truth Trust,
[1856] 1978), p. 441. En una era más prosaica, John Calvin pudo ser mucho más explícito en sus conferencias - hasta
el punto de que su traductor del siglo diecinueve simplemente borró varios pasajes, con esta nota: "El Reformador se
espacia tan detalladamente en el lenguaje del Profeta, que el refinado gusto de los tiempos modernos no soportaría una
traducción literal de algunas cláusulas". Thomas Myers, en la obra Commentaries on the First Twenty Chapters of the
Book of the Prophet Ezekiel, de Calvino (Grand Rapids: Baker Book House, reimpresión de 1979), Vol. 2, p. 127.
Comp. la omisión de otro traductor de los comentarios de Calvino sobre Gen. 38:8-10 (Commentaries on the First
Book of Moses, Baker Book House, 1979, Vol. 2, p. 281).
6. Véase el comentario sobre 12:6; comp. las notas sobre el tema del desierto en la obra de David Chilton, Paradise
Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp. 24, 46, 50-53).
7. Josephus, The Jewish War, v.v.4.
8. Para una discusión extensa, aunque preliminar, de las relaciones entre la pureza culinaria y la pureza sexual en la
Ley, véase, de Mary Douglas, Purity and Danger: An Analysis of the Concepts of Pollution and Taboo (London:
Routledge and Kegan Paul, [1966] 1969), Ch. 3: "The Abominations of Leviticus" (pp. 41-57); ídem, Implicit
Meanings: Essays in Anthropology (London: Routledge & Kegan Paul, 1975), Ch. 16: "Deciphering a Meal" (pp. 249-
275).
9. J. Massyngberde Ford, Revelation: A New Translation with Introduction and Commentary (Garden City, NY:
Doubleday and Co., 1975), p. 288.
10. Eugenio Corsini, The Apocalypse: The Perennial Revelation of Jesus Christ (Wilmington, DE: Michael Glazier,
1983), p. 335.
11. Milton S. Terry, Biblical Apocalyptic: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the
Canonical Scriptures (New York: Eaton & Maisn, 1898), pp. 429s.
12. Ford, p. 289.
13. En contexto (v. 6-8), Pedro cita las profecías de Isaías sobre el rechazo de Cristo por parte de los judíos (Is. 8:14;
28:16; véase Mat. 28:12-15). John Brown de Edinburgo comentaba sobre 1 Pet 2:8: "La referencia directa del término
desobediente es, sin duda, a los judíos incrédulos. Cuando Dios les proclamó: 'He aquí que yo he puesto en Sión por
fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure', no le
creyeron esta declaración. Desobedecieron el mandato. Rechazaron la piedra. No quisieron construir sobre ella. No
quisieron recibir a Jesús como el Mesías; por el contrario, le 'tomaron, y con manos impías le cruicificaron y le
mataron'" (Expository Discourses on 1 Peter, dos volúmenes; Edinburgh: The Banner of Truth Trust, [1848] 1975, Vol.
1, p.314).
14. Concordamos con Russell (The Parousia, p. 492) en que no es en modo alguno necesario buscar siete montañas en
Jerusalén como cumplimiento de esta afirmación. La ramera está sentada sobre la bestia, y por ende lo está sobre las
siete colinas de Roma; en otras palabras, el judaísmo apóstata, centrado en la ciudad de Jerusalén, está sostenido por el
Imperio Romano.
15. Algunos han cuestionado esto puesto que, en un sentido técnico, el Imperio se inició con Augusto, no con Julio
(comp. Tácito, The Annals, i.1 [Los Anales]). Sin embargo, era un tecnicismo que, por lo que concernía a la
conversación normal y la comunicación escrita del siglo primero, era irrelevante. Para todos los fines prácticos, Julio
César era emperador: Reclamaba el título de imperator, y la mayoría de los primeros escritores romanos, cristianos, y
judíos le cuentan como el primer emperador. Suetonio comienza su Lives of the Twelve Caesars [Vidas de los Doce
Césares] con Julio como el primer emperador, como lo hace Dio Cassio en su Roman History [Historia Romana]. El
Libro 5 de los Sybilline Oracles [Oráculos Sibilinos] llama a Julio "el primer rey", y Esdras 12:15 habla de Augusto
como "el segundo" de los emperadores. Para nuestros fines, Josefo parece proporcionar el testimonio más
convincente, pues escribió para un auditorio tanto romano como judío, en el lenguaje común de sus días. En su obra
Antiquities of the Jews [Antigüedades de los Judíos], habla claramente de Augusto y de Tiberio como del segundo y el
tercer emperadores, respectivamente (xviii.ii.2), de Calígula como el cuarto (xviii.vi.10), y de Julio como el primero
(xix.i.11). La más extensa discusión de toda la evidencia está en la obra de Moses Stuart, Commentary on the
Apocalypse [Comentario Sobre Apocalipsis], dos vols., (Andover: Allen, Merrill, and Wardwell, 1845), Vol. 2, pp.
445-452; comp. Isbon T. Beckwith, The Apocalypse of John: Studies in Introduction with an Exegetical and Critical
Commentary [El Apocalipsis de Juan: Estudios Sobre la Introducción, con un Comentario Exegético y Crítico],
(Grand Rapids: Baker Book House, [1919] 1979). pp. 704s.
16. Éstas eran: Italia, Acaya, Asia, Siria, Egipto, Africa, España, Galia, Bretaña, y Alemania. Véase, de F. W. Farrar,
The Early Days of Christianity (Chicago and New York: Belford, Clarke & Co., 1882), p. 532.
17. Terry, p. 433.
18. Lucas pasa a describir algunas de estas nacionalidades: "Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de
África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes" (Hechos 2:9-
11).
19. Aparte de la hipótesis de que es Jerusalén, la destrucción de la ramera por sus antiguos "amantes" es inexplicable.
Hay una clara conexión contextual entre la guerra de la naciones contra Cristo y la guerra de las naciones contra la
ramera. La oposición de ellas es, primero y más importante, contra Él; la destrucción de ella por parte de las naciones
es representada como un aspecto del intento de ellas por destruir a Cristo.
20. Cornelius Tacitus, The Histories, v. 1.
21. Josephus, The Jewish War, ii.xviii.
22. J. Stuart Russell, The Parousia: A Critical Inquiry into the New Testament Doctrine of Our Lord´s Second Coming
(Grand Rapids: Baker Book House, [1887] 1983). p. 503.
23. The Sacred History of Sulpitius Severus, en A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian
Church (Grand Rapids: Eerdmans, [n.d.] 1973), Second Series, Vol. 11, p. 111. Esta información de Sulpicio parece
haberse derivado del registro de Tácito de relatos de testigos. Véase, de Michael Grant, The Twelve Caesars (New
York: Charles Scribners Sons, 197), pp. 228s.
24. Esto nos parece contradictorio porque somos criaturas. Los problemas como la relación entre la soberanía de Dios
y la responsabilidad humana, o entre la soberanía de Dios y su justicia, o entre la unidad y la diversidad dentro de la
Trinidad, no pueden ser "resueltos" por nosotros porque no somos capaces de comprender a Dios. Cornelius Van Til
escribe: "El conocimiento humano jamás podrá ser conocimiento completamente abarcante. Toda transacción de
conocimiento tiene en alguna parte de ella un punto de referencia a Dios. Ahora bien, como Dios no nos es
plenamente comprensible, es probable que lleguemos a lo que parece una contradicción en todo nuestro conocimiento.
Nuestro conocimiento es analógico, y, por lo tanto, tiene que ser paradójico" (The Defense of the Faith, Philadelphia:
Presbyterian and Reformed, tercera edición revisada, 1967, p. 44). Por esta razón, "toda enseñanza de la Escritura es
aparentemente contradictoria" (Common Grace and the Gospel, Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed, 1972, p. 142;
comp. pp. 9ss.; comp. de Van Til, Introduction to Systematic Theology, Presbyterian and Reformed, pp. 247ss. Para
una discusión completa de esta cuestión, véase de John Frame "The Problem of Theological Paradox", en la obra de
Gary North, ed., Foundations of Christian Scholarship
1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y
guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado
con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
4 Yoí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis
parte de sus plagas;
5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida,
preparadle a ella el doble.
7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón:
Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;
8 por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque
poderoso es Dios el Señor, que la juzga.
v2 La proclamación del mensajero de Dios es consistente (comp. Rev. 14:8): Ha caído, ha caído
Babilonia la grande. Su destino es seguro, y por eso de él se habla como ya completado. Esto es similar
a la endecha que Amós cantó contra Israel:
Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien
la levante. (Amos 5:2).
La apostasía de Jerusalén se ha vuelto tan grande que su juicio es permanente e irrevocable. Ella es
Babilonia, la implacable enemiga de Dios, habiéndose convertido en habitación de demonios y guarida
de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible, en contraste con la Nueva
Jerusalén de Rev. 21:27 ("no entrará en ella ninguna cosa inmunda"). La ramera está en un desierto
(Rev.17:3), habiendo sido dejada desolada por sus pecados (Rev. 17:16; comp. Mat. 24:15; nuestras
palabras soledad, desierto, desolación, y desolado son básicamente la misma palabra en griego). Como
ya hemos observado, el desierto es el lugar de pecado y de los demonios (Mat. 12:43; comp. Lk. 8:27).
Una fuente importante para esto e la desolación original del mundo por medio de la rebelión, inspirada
por los demonios, contra Dios (Gen. 3:17-18). Siguiéndose de esto, en el día de expiación, un macho
cabrío era llevado al desierto, llevando sobre sí los pecados del pueblo. Se decía que este macho cabrío
"expiatorio" era, literalmente, enviado para o por "Azazel" (Lev. 16:8, 10, 26), 1 un nombre para la
cabra salvaje que vivía en el desierto.2 Isaías había profetizado sobre la desolación de Babilonia:
Dormirán allí las fieras del desierto, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán avestruces, y allí saltarán las
cabras salvajes. (Is. 13:21)
No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, nunca
jamás pasará nadie por ella. Se adueñarán de ella el pelícano y el erizo, la lechuza y el cuervo morarán en ella; y se
extenderá sobre ella cordel de destrucción, y niveles de asolamiento ... En sus alcázares crecerán espinos, y ortigas y
cardos en sus fortalezas; y serán morada de chacales, y patio para los pollos de los avestruces. Las fieras del
desierto se encontrarán con las hienas, y la cabra salvaje gritará a su compañero; la lechuza también tendrá allí
morada, y hallará para sí reposo. (Is. 34:10-14).
Ahora el decreto del ángel aplica las antiguas maldiciones a los rebeldes judíos del siglo
primero. Porque Israel rechazó a Cristo, la nación entera es poseída por demonios, por completo más
allá de toda esperanza de reforma (comp. Mat. 12:38-45; Rev. 9:1-11). Subraya la tragedia de esto el
uso que Juan hace del término morada (katoiketerion), una palabra usada en alguna otra parte para
indicar el lugar de la Presencia especial de Dios, en el cielo, en la santa ciudad, en el templo, y en la
Iglesia; "en el lugar (katoiketerion) de tu morada que tú has preparado, oh Jehová" (Ex. 15:17; comp. 1
Kings 8:39, 43, 49; 2 Crón. 30:27; Ps. 33:14; 76:2; 107:7; Eph. 2:22). Jerusalén, que había sido la
morada de Dios, ahora se ha convertido en morada inmunda de demonios.
v4-5 Puesto que Israel debía ser destruído, los apóstoles pasaron gran parte de su tiempo
durante los últimos días llamando al pueblo a separarse de él, urgiéndoles a que, en su lugar, se unieran
a la Iglesia (comp. Acts 2:37-40; 3:19-26; 4:8-12; 5:27-32). Este es el mensaje de Juan en Apocalipsis.
El pueblo de Dios no debe buscar reformar a Israel, con su nueva religión del judaísmo, sino que debe
abandonarle a su suerte. Los judíos habían "probado la buena palabra de Dios y los poderes del siglo
venidero" - la era introducida por el acto redentor de Cristo - y habían apostatado. Sería "imposible
renovarlos para arrepentimiento". El judaísmo - el vano intento de continuar el Antiguo Pacto mientras
se rechaza a Cristo "está reprobado, próximo a ser maldecido, y su fin es el ser quemado" (Heb. 6:4-8).
La religión del Antiguo Pacto no puede ser revivida; es imposible tener el Pacto sin Cristo. No puede
haber "regreso" a algo que nunca existió, pues aun los padres bajo el Antiguo Pacto adoraron a Cristo
bajo las señales y los sellos de la era provisional (1 Cor. 10:1-4). Ahora que "el siglo venidero" ha
llegado, la salvación es con Cristo y la Iglesia. Sólo la destrucción espera a los que están identificados
con la ramera: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados y no recibáis de
sus plagas (comp. Heb. 10:19-39; 12:15-29; 13:10-14). El tiempo para el arrepentimiento de Israel se
ha acabado, y sus pecados se han acumulado [literalmente, se han adherido] hasta el cielo (comp. Gen.
19:13; 2 Crón. 28:9; Esdras 9:6; Jer. 51:9; Jonás 1:2). Jesús había predicho que esta generación
crucificadora "colmaría la medida de la culpa" de sus rebeldes padres, y que por eso sobre ellos caería
"toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra" (Mat. 23:32-35). Esta profecía se cumplió
dentro del primer siglo, como observó Pablo: "Ellos no agradan a Dios, y se oponen a todos los
hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la
medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo" (1 Thes. 2:15-16).
Por lo tanto, se exigía, no sólo separación religiosa - para que no participéis de sus pecados -
sino que era necesaria también la separación física, geográfica (comp. Mat. 24:16-21), para que no
recibáis de sus plagas. El lenguaje recuerda el llamado de Dios a su pueblo a salir de Babilonia al final
del cautiverio. Los textos del Antiguo Testamento hablan en términos de tres ideas: la venidera
destrucción de Babilonia, la venidera redención del fiel pueblo del pacto, y la reconstrucción del
templo (Esdras 1:2-3; Is. 48:20; 52:11-12; Jer. 50:8; 51:6, 9, 45). De manera similar, el pueblo del
Nuevo Pacto habría de separarse de Israel. Los perseguidores estaban a punto de sufrir destrucción a
manos de Dios, la redención de la Iglesia se acercaba (Lk 21:28, 31), y el Nuevo Templo estaba a punto
de ser establecido plenamente.
v6-8 El justo Juez exige restitución: Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según
sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble (comp. Jer. 50:15, 29; Ps.
137:8; Is. 40:2). Esta orden, presumiblemente, fue dada, o a los ángeles del cielo, o a los ejércitos
romanos que son agentes de la ira de Dios. La expresión traducida aquí como pagarle el doble tiene en
realidad una duplicación hebraica del término, proporcionando un "doble testimonio", para fines de
énfasis: Doble para sus cosas dobles. Esta es la restitución ordinaria requerida por la ley bíblica (Ex.
22:4, 7).5 Por esto, hasta el punto en que ella se glorificó a sí misma y vivió sensualmente, hasta ese
mismo punto dadle tormento y luto. En la Biblia, una restitución doble (o múltiple) no es más de lo que
el criminal merece. Es exactamente lo que merece - una contabilidad estricta y proporccional de ira
según el principio de la lex talionis de equivalencia de Dios: "vida por vida, ojo po ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe"
(Ex. 21:23-25).
Este castigo le sobreviene a la ramera porque ella dice en su corazón: Yo estoy sentada como
reina, y no soy viuda, y no veré llanto - en paralelo con el alarde de la iglesia laodicense: "Yo soy rico,
y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad" (Rev. 3:17). El texto está basado en la
condena de Babilonia por parte de Dios en Is. 47:6-11, un pronunciamiento del juicio que vendría sobre
ella por maltratar al pueblo del pacto:
No les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo. Dijiste: Para siempre seré señora; y no has
pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería. Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada
confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, y no conoceré
orfandad. Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre
tí, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo:
Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo y nadie más. Vendrá, pues,
sobre tí mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre tí quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción
que no sepas vendrá de repente sobre tí. Is. 47:6-11
Jerusalén ha cometido el pecado de Eva, que fornicó con el dragón, al buscar hacerse ella Dios
(Gen. 3:5); porque, cuando ella dice: "Yo soy", contradice la declaración del Dios Altísimo: "Yo soy
Jehová, y no hay otro Salvador" (Is. 43:11). Por lo cual en un día vendrán sus plagas; muerte, llanto y
hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. El día del Señor
vendría sobre Israel en juicio ardiente, trayendo destrucción repentina (1 Thes. 5:2-3). Aquí, el término
día no significa ninguna duración específica de tiempo, sino que se usa para indicar relativa rapidez, y
para subrayar que la destrucción de Jerusalén no sería un suceso al azar: vendría como el día del juicio.
Como hija del sacerdote que se volvió ramera, sería quemada con fuego (Lev. 21:9). Después de que
llegó aquel día terrible, "no quedó nada para hacer creer a los que iban allí ni siquiera de que había
estado habitada".6
9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación
sobre ella, cuando vean el humo de su incendio,
10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte;
porque en una hora vino tu juicio!
11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías;
12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de
toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol;
13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos
y carros, y esclavos, almas de hombres.
14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de tí, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y
nunca más las hallarás.
15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su
tormento, llorando y lamentando,
16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba
adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!
17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y
marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos;
18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?
19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en
la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido
desolada!
20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
El lamento de cada grupo termina con las palabras: ¡Ay, ay, de la gran ciudad! Esta expresión
resultaría de gran importancia para los que vivieron en Jerusalén en los años antes y durante la
tribulación. Josefo cuenta de un profeta judío (es interesante que su nombre fuera Jesús) en los últimos
días, cuyo lamento de "¡Ay, ay¡" se volvió un aspecto familiar de la vida en la ciudad.
Un presagio aún más alarmante había aparecido cuatro años antes de la guerra, cuando profunda paz y
prosperidad todavía prevalecían en la ciudad [es decir, en el año 62 d. C.]. Un tal Jesús, hijo de Ananías, un
campesino inculto, vino a la fiesta en la cual se esperaba que cada judío erigiera un tabernáculo para Dios [es
decir, la Fiesta de los Tabernáculos, o Sukkoth]; estando de pie en los atrios del templo, súbitamente comenzó a
exclamar: "¡Voz desde el oriente, voz desde el occidente, voz desde los cuatro vientos, voz contra Jerusalén y el
santuario, voz contra el Esposo y la Esposa, voz contra todo el pueblo!" Día y noche expresaba su lamento,
mientras iba por todos los callejones.
Algunos de los principales ciudadanos, sumamente molestos por estos ominosos pronunciamientos,
echaron mano del hombre y le golpearon salvajemente. Pero él, sin pronunciar ni una sola palabra en su propia
defensa, ni para información privada de los que le golpeaban, persistía en hacer las mismas amonestaciones que
antes. Por consiguiente, los magistrados, entendiendo correctamente que algún impulso sobrenatural era la causa
de su conducta, le llevaron con el gobernador romano. Allí, aunque flagelado con látigos hasta dejar al
descubierto sus huesos, ni imploró misericordia, ni derramó una sola lágrima, sino que, alzando su voz hasta
convertirla en un grito extremadamente lúgubre, respondía a cada golpe con las palabras: "¡Ay, ay, de Jerusalén!"
Cuando Albino, el gobernador, le preguntó quién era, de dónde venía, y por qué clamaba de esta manera, no
respondió en absoluto, sino que incesantemente repetía su endecha por la ciudad, hasta que Albino le soltó,
juzgándole loco.
Durante todo este tiempo, hasta que estalló la guerra, nunca se acercó a ningún otro ciudadano, ni se le
vio hablando con ninguno, sino que, diariamente, como una oración que hubiese memorizado, recitaba su
lamento: "¡Ay, ay de Jerusalén!" Nunca maldijo a ninguno de los que le golpeaban día tras día, ni dio las gracias
a los que le daban alimento; su única respuesta para cualquier persona era su melancólica predicción.
Su voz se oía sobre todo en los festivales. Así, durante siete años y cinco meses, continuó su lamento,
permaneciendo su voz tan fuerte como siempre y su vigor constante, hasta que, durante el sitio, después de ver el
cumplimiento de su presagio, fue silenciado. Estaba yendo de una parte para otra, gritando con tono de voz
penetrante desde el muro: "¡Ay, ay, una vez más contra la ciudad, y el pueblo, y el templo!" Entonces, cuando
añadió una última palabra - "¡Y ay de mí también!" - una piedra lanzada desde una catapulta le golpeó,
matándole en el acto. Así, con esos mismos presagios todavía en sus labios, encontró su fin .7
Josefo también registra el hecho de que uno de los sacerdotes, llamado Jesús, entregó a Tito los
tesoros del templo: "Salió, y entregó, de sobre el muro del santuario, dos candelabros parecidos a los
que estaban depositados en el santuario, así como mesas, fuentes, platos, todos de oro sólido y muy
pesados. También entregó las cortinas, las vestimentas de los sumos sacerdotes, cuajadas de piedras
preciosas, y una multitud de otros objetos requeridos para el servicio en el templo. Además, el tesorero
del templo, de nombre Fineas, cuando fue tomado prisionero, reveló dónde estaban las túnicas y los
cinturones de los sacerdotes, una gran provisión de púrpura y escarlata que se guardaban para reparar la
cortina del templo, junto con una gran provisión de canela y casia y una multitud de otras especias, que
eran mezcladas y quemadas diariamente como incienso para Dios. Entregó muchos otros tesoros, con
una abundancia de ornamentos sagrados". ...10
La frase final, adaptada de la descripción del tráfico de esclavos en Ezequiel 27:13, se aplica a
la esclavitud espiritual de las almas de los hombres. Como observaba Pablo en su contraste entre la
Jerusalén terrenal y apóstata, y la Iglesia, la celestial ciudad de Dios: "La Jerusalén actual ... junto con
sus hijos, está en esclavitud", mientras "la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es
libre" (Gal. 4:25-26). Jerusalén traficaba en muchas mercaderías, que venían desde todas partes del
mundo. A tono con las promesas de Levítico 26 y Deuteronomio 28, Dios la había hecho un gran centro
comercial. Pero ella abusó de los dones de Dios: Su comercio más básico era en almas humanas. En
vez de cumplir su función propia como la madre de toda la humanidad, se prostituyó, y condujo a sus
hijos a la esclavitud demoníaca, a la opresión estatista, y finalmente a la aniquilación.
Brevemente, la narración se vuelve para dirigirse a Jerusalén misma: Los frutos codiciados por
tu alma se apartaron de tí, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las
hallarás. Prestando oídos a la Serpiente y buscando ser como Dios, la Esposa apostató, y así perdió
acceso al fruto que ella deseaba [comp. Mat. 21:19, 43]; separada del árbol de la vida, perdió también
las otras bendiciones del jardín, "todas las cosas exquisitas y espléndidas".
v17b-19 El tercer grupo que se lamenta por la ciudad caída está compuesto por todo piloto, y
todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar. Ellos también lamentan
la pérdida de Jerusalén, porque todos los que tenían barcos en el mar se enriquecieron con la riqueza de
ella. Obviamente, la inversión en la economía de Israel cesó de ser lucrativa después del año 70 d. C.,
pero parece probable que el lamento de los "marineros" apunte a las naciones del mundo (de las cuales
los marinos serían representantes, en todo caso).
Ya Juan ha hablado del mar en relación con la gran ciudad: las aguas, sobre las cuales la ramera
se sienta a horcajadas en la bestia, "son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas" (Rev. 17:15).
Juan ha enumerado también tres clases de personas afectadas por la destrucción de la ramera: "los reyes
de la tierra", "los mercaderes de la tierra", y "todos los que tenían naves en el mar". Estos parecen
corresponder a la triple designación de los que habían sido corrompidos por la ramera, según el
versículo 3: todas las naciones ... los reyes de la tierra ... los mercaderes de la tierra. "Los que viajan en
naves, los que trabajan en el mar" debieron haber sido instruídos en los caminos del Señor, para que
pudiesen invocarle en su angustia, para que Él pudiese mostrarles la misericordia de su pacto (Ps.
107:23-32). Y en realidad, cuando Israel andaba en la dignidad de su llamado, el mundo entero se
enriqueció con su riqueza: había sido "guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de
los indoctos, maestro de niños, que tiene en la ley la forma de la ciencia y la verdad" (Rom. 2:19-20).
Cuando Israel estaba en comunión con Dios, y bajo su bendición espiritual y material, las naciones
habían venido a él en busca tanto de sabiduría como de comercio (Deut. 28:12; 1 Kings 10:23-25). Sin
embargo, en apostasía el comercio se convirtió en trampa, un medio de fornicar con idólatras, e Israel
corrompió, no sólo a sus propios hijos, sino también a las naciones del mundo. Israel se había arrogado
los honores de la deidad, de manera que los marineros exclamaron: ¿Quién como la Gran Ciudad?
(comp. la exclamación de los adoradores en Rev. 13:4: "¿Quién como la bestia?"). Pero, porque ella
había dicho en su corazón: "Subiré al cielo.... Seré semejante al Altísimo", Jerusalén fue lanzada al
infierno (Is. 14:13-15). En una hora fue desolada, para no volver a ser la Gran Ciudad nunca más.
v20 Hay una cuarta respuesta a la caída de Jerusalén: la de la Iglesia. El pueblo de Dios es
instruído por el ángel para que se regocije por ello. La Iglesia que moraba en el cielo como en un
tabernáculo - santos y apóstoles y profetas - había orado pidiendo la destrucción de la ciudad apóstata y
demonizada que condujo al mundo en rebelión contra Dios y a la persecución de sus hijos. Al ascender
al cielo el humo del holocausto entero, los santos han de regocijarse de que sus oraciones han sido
contestadas: ¡Dios os ha hecho justicia en ella!, anuncia el ángel, empleando un pleonasmo hebraico
para expresar el "doble testimonio" del divino tribunal contra ella. Nuevamente encontramos que la
imagen bíblica de la Iglesia, que tiene su morada en el cielo, está firme en su oposición al mal, orando a
Dios para que vindique a su pueblo en la tierra. Nótese bien: el juicio sobre la ramera es llamado el
juicio tuyo, el juicio de la Iglesia. Era la justa retribución de Israel por su opresión de los santos, los
apóstoles, y los profetas a través de la historia, y que culminó en los últimos días en su guerra contra
Cristo y su Iglesia. Era ella la que había inspirado la persecución de los cristianos por parte de los
romanos; pero, en su lugar, la ira de los paganos, que ella había atizado, había sido derramada sobre su
cabeza. Si la Iglesia de nuestro tiempo ha de proceder de victoria en victoria, como lo hizo la Iglesia en
la era apostólica, debe recuperar la perspectiva triunfalista de los primeros santos. La Iglesia debe orar
por la derrota de sus enemigos - una derrota que debe ocurrir bien por conversión o por destrucción.
Estamos en guerra, una guerra en la cual la victoria definitiva ha sido obtenida por nuestro Rey. Toda la
historia es ahora una operación de limpieza en términos de esa victoria, esperando la conversión del
mundo y la derrota de la misma muerte. Nuestra oposición está condenada a perecer, y la Iglesia está
llamada a regocijarse en el conocimiento cierto de su vindicación terrenal y su triunfo final.
21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el
mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.
22 Y voz de arpistas, voz de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en tí; y ningún artífice de oficio
alguno se hallará más en tí, ni ruido de molino se oirá más en tí.
23 Luz de lámpara no alumbrará más en tí, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en tí; porque tus mercaderes
eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones.
24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.
v21 Jesús había dado instrucciones a sus discípulos a que oraran para que la montaña de
Jerusalén fuera lanzada al mar (Mat. 21:21); Él había advertido a los fariseos que al que se opusiera al
evangelio e impidiera que los "pequeñitos" lo recibieran más le valdría "que se colgara al cuello una
piedra de molino y fuera echado al mar" (Lk 17:2; comp. Mat. 18:6; Mk. 9:42). Aquí, en lenguaje
similar, la destrucción de Jerusalén es representada simbólicamente por la dramática acción de un ángel
fuerte, la tercera y final ocurrencia de esta expresión en Apocalipsis. En la primera (Rev. 5:2), se le oye
llamar a alguien para que abra el libro declarando los juicios del pacto de Dios contra Jerusalén; en la
segunda (Rev. 10:1 ss.), se lo ve como testigo de la nueva creación, sosteniendo el "librito" que hablaba
del Nuevo Pacto y del papel de la Iglesia en la historia de la redención, en la "consumación" del
"misterio de Dios" en los últimos días. Una expresión relacionada se usa en Rev. 18:1-2, donde un
ángel de "voz potente" anuncia la condena final de Babilonia. Ahora, en cumplimiento de todo esto, el
ángel poderoso arroja en el mar una gran piedra. Toda la productividad (la piedra de molino)
desaparece (comp. v. 23); en contraste con la Iglesia (1 Cor. 15:58), los trabajos de Jerusalén han sido
en vano. Ella y sus obras son lanzadas al abismo. El trasfondo de esta imagen en el Antiguo Testamento
viene de la destrucción de los egipcios en el Mar Rojo, según el cántico de Moisés en la orilla, repetido
por el cántico de los levitas al regreso del cautiverio babilónico:
Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; y sus capitanes
escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo. Los abismos los cubrieron; descendieron a las profundidades como
piedra. ... Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; se hundieron como plomo en las impetuosas aguas. (Ex. 15:3-5,
10).
Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor de ellos en el Mar Rojo... Dividiste el mar
delante de ellos, y pasaron por medio de él en seco; y a sus perseguidores echaste en las profundidades, como una
piedra en profundas aguas. (Neh. 9:9-11).
Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente. No se apagará de noche ni de
día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, nunca más pasará nadie por ella. (Is.
34:9-10).
Este es lenguaje evocativo, que asocia la desolación de Edom con la destrucción de Sodoma y
Gomorra. En un sentido "literal", físico, la profecía no se cumplió; pero se ha cumplido, en términos de
su real significado e intención. El antiguo territorio de Edom todavía tiene árboles y flores, algunas
porciones del país son usadas como tierras de cultivo, y los viajeros continúan pasando a través de él.
Como observó Patrick Fairbarn: "Edom habría de ser golpeada por la pobreza y la ruina. Sin embargo,
no simplemente, ni principalmente, como territorio, sino como pueblo. Esto fue lo que la profecía
predijo, y ha sido ampliamente verificado... El Edom de la profecía - El Edom considerado como
enemigo de Dios, y rival de Israel - ha perecido para siempre; en ese respecto, todo es desierto no
hollado, una ruina sin esperanza; y allí, la veracidad de la palabra de Dios encuentra su justificación".13
Fairbarn ha explicado cómo Edom fue usado en el simbolismo profético: "En las últimas etapas
de la historia de Israel, los edomitas superaron a todos sus enemigos en la agudeza e intensidad de su
maldad; por esta razón, vinieron naturalmente a ser vistos por el espíritu de profecía como la
personificación de esa impía malignidad y ese impío orgullo que no se satisfarían con nada menos que
con el completo exterminio de la causa de Dios - los dirigentes y representantes del ejército entero de
los extranjeros, cuyo destino era llevar con él la caída y la destrucción de todo lo que se oponía y se
exaltaba a sí mismo contra el conocimiento de Dios. Este es manifiestamente el aspecto del asunto
presentado en el versículo 15 de la profecía de Abdías; la suerte de todos los paganos está unida a la de
Edom:
Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu
recompensa volverá sobre tu cabeza;
- esto es, en Edom, la quintaesencia del paganismo, todo el paganismo habría de recibir, por decirlo así,
su golpe de muerte".14
Además, el profeta Amós predijo la subyugación de "Edom" bajo el gobierno de la casa de
David (Amos 9:11-12), y la interpretación de este texto en el Nuevo Testamento lo explica como una
profecía de la conversión de las naciones bajo el gobierno de Cristo (Acts 15:14-19). "Esto implica
claramente que el Edom de la profecía, que estaba condenado a una total postración y una ruina eterna,
es sólo el Edom de la hostilidad encarnizada e implacable hacia la causa y el pueblo de Dios; que en la
medida en que los hijos de Edom cesaran en esto, y entraran en una relación amistosa con el pacto de
Dios, y se sometieran al yugo de soberanía universal confiada a la casa de David, en vez de romperlo,
como antaño, en sus cuellos, participarían en la bendición, y sus intereses se fundirían con los del
pueblo en el cual Dios puso su nombre para hacerles bien. Una promesa y una esperanza como esta
jamás puede hacerse armonizar con el resultado que se obtiene de los juicios predichos sobre Edom,
como dice el estilo de interpretación estrictamente literal; porque, según esto, no debería haber
remanente para ser poseído, ninguna simiente ni lugar de bendición, conectados con Edom, sino una
horrorosa escena de esterilidad, desolación, y maldición".15
De manera similar, la desolación de Jerusalén "para siempre" significa que Israel, como el
pueblo del pacto, dejará de existir. Jerusalén - como la Gran Ciudad, la Santa Ciudad - no se hallará
más.16 Es cierto que, como muestra Romanos claramente, los descendientes de Abraham serán
injertados en el pacto nuevamente.17 Pero ellos no serán una nación distinta, santa, de sacerdotes
especiales. Se unirán a los pueblos del mundo en la multitud de los salvados, sin ninguna distinción
(Is.19:19-25). Por medio de su obra consumada, Cristo "de ambos pueblos [creyentes hebreos y
gentiles] hizo uno" (Eph. 2:14). Han sido unidos "en un solo cuerpo", la Iglesia (Eph. 2:16). Hay una
salvación y una Iglesia, en la cual todos los creyentes, sin importar su herencia étnica, vienen a ser
hijos de Dios y herederos de las promesas hechas a Abraham (Gal. 3:26-29; comp. Eph. 2:11-22). La
antigua Jerusalén, la ramera apóstata, ha sido reemplazada por la nueva Jerusalén, la Esposa pura de
Cristo. No hay salvación fuera de la Iglesia.
v22-23 Como una indicación adicional de que la posición pactal de la ramera ha sido eliminada,
el ángel anuncia que las bendiciones del jardín de Edén serán quitadas para siempre. Aludiendo tanto a
las profecías de Jeremías contra la rebelde Jerusalén de su tiempo (Jer. 7:34; 16:9; 25:10; comp. Rev.
24:7-12), como a la profecía de Ezequiel contra el rey de Tiro (Ezek. 28:11-19), el ángel pronuncia la
suerte de la ciudad en cinco partes:
Primera, hay una descripción cuádruple de la pérdida de la música por toda la tierra: Y voz de
arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en tí (comp. la mención de
"tamboriles" y "flautas" en Eze. 28:13 [margen]).
El ítem tercero e intermedio de la lista es significativo: Ni ruido de molino se oirá más en ti. A
través del mundo antiguo, la imagen del molino era símbolo de la fundación del cosmos, que al
funcionar producía paz y prosperidad; la destrucción del molino significa el fin de la era. 18 La
centralidad del molino en este pasaje puede indicar que el templo, como el molino que sostiene el
mundo, ha de ser destruído; Cristo ha introducido la era final.
Estos cinco puntos marcan varias características importantes del templo de Jerusalén:
Se dice que la desolación de Jerusalén cayó sobre ella por dos razones. Primera, sus mercaderes
eran los grandes de la tierra. Esto no debería parecer extraño a primera vista; algo muy parecido podría
decirse de cualquier ciudad en la historia. En cualquier economía próspera, los mercaderes serán
prominentes. Pero, en fin de cuentas, ¿en qué comerciaban los mercaderes? Almas de hombres (v. 13).
Como Jesús había tronado a los "grandes de la tierra": "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del
infierno que vosotros" (Mat. 23:15).
La segunda razón para el castigo de Jerusalén emana de la primera: Todas las naciones fueron
engañadas por vuestra hechicería. Israel había sido sacerdote para las naciones del mundo, ordenado
tanto para traerles la luz de la salvación como para ofrecer sacrificios a favor de ellos. Esto debería
haber culminado con la presentación de Cristo a las naciones como la luz del mundo y el verdadero
sacrificio por sus pecados. En vez de eso, Israel rechazó a Cristo, la suma y la substancia de la religión
bíblica. Al intentar retener la estructura formal del Antiguo Pacto en su rechazo del Nuevo, Israel creó
en esencia una religión híbrida de oculto satanismo y estatismo. 19 Y fue hecho trizas por sus propios
dioses.
v24 En este versículo, Juan proporciona una pista final de la identidad de la ramera,
confirmando nuestra interpretación de que ella representa a Jerusalén: En ella se encontró la sangre de
los profetas y de los santos y de todos los que han sido muertos en la tierra. Esta es una clara alusión de
Cristo a la condena de Jerusalén, al final de su discurso en el Templo:
Por tanto, he aquí que yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a
otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la
sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de
Berequías, a quien matásteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! (Mat. 23:34-37).
Este lenguaje no puede ser usado para hablar de Roma ni de ninguna otra ciudad. Sólo Jerusalén
era culpable de "toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra", desde Abel en adelante.
Históricamente, fue Jerusalén la que siempre había sido la gran ramera, apostatando constantemente y
persiguiendo a los profetas (Acts 7:51-52); Jerusalén fue el lugar donde los profetas fueron muertos:
como dijo Jesús mismo: "No es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén,
que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! (Lk 13:33-34). La "Demanda de Pacto"
de Juan era verdadera y efectiva. Jerusalén fue encontrada culpable de todos los cargos, y desde el año
66 hasta el año 70 d. C., sufrió los "días de retribución", el derramamiento de la ira de Dios por haber
derramado sangre inocente durante siglos.
Notas:
1. Véase la discusión de este punto en la obra de Gordon J. Wenham, The Book of Leviticus (Grand Rapids: william
B. Eerdmans Publishing Co., 1979, pp. 231, 234s, 243.
2. Esto no debía interpretarse como sacrificio al demonio mismo (Lev. 17:7). Siglos más tarde, el apóstata Israel del
norte bajo Jeroboam en efecto rindió culto a este macho cabrío (2 Crón. 11:15).
3. Véase, de Henry R. Van Til, The Calvinistic Concept of Culture (Philadelphia: The Presbyterian and Reformed
Publishing Co., 1959); Abraham Kuyper, Lectures on Calvinism (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.,
1931).
4. J. Massyngberde Ford, Revelation: Introduction, Translation, and Commentary (Garden City: Doubleday and Co.,
1975), pp. 301s.
5. Comp. la declaración de juicio de Dios contra Judá: "Pero primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; porque
contaminaron mi tierra con los cadáveres de sus ídolos, y de sus abominaciones llenaron mi heredad" (Jer. 16:18);
"Trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento" (Jer. 17:18). Contrástese esto con Is. 40:2:
"Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que
doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados". Sobre el pleonasmo como doble testigo, véase, de
James B. Jordan, The Law of the Covenant: An Exposition of Exodus 21-23 (Tyler, TX: Institute for Christian
Economics, 1984), pp. 96, 106; sobre las leyes de restitución, véanse las pp. 134ss.
6. Josephus, The Jewish War, vii.i.1.
7. Josephus, The Jewish War, vi.v.3.
8. Ford, p. 305.
9. Josephus, The Jewish War, v.v.4, 6.
10. Ibid., vi.viii.3.
11. Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah, dos vols. (McLean, VA: MacDonald Publishing Co.,
n.d.), Vol. 1, p. 116.
12. Como se mencionó antes (sobre 17:4), esto puede ser muy bien una referencia a la cortina del Templo, un "tapiz
babilónico bordado en azul, escarlata, y púrpura, y lino fino, trabajado con maravillosa destreza". Josephus, The
Jewish War, v.v.4.
13. Patrick Fairbairn, The Interpretation of Prophecy (London: The Banner of Truth Trust, [1865] 1964), p. 221.
14. Ibid., pp. 221s.
15. Ibid., pp. 224s.
16. Esta expresión se usa seis veces en los versículos 21-23, connotando el hecho de que Jerusalén es deficiente - que,
como la antigua Babilonia, ha sido pesada en balanza y ha sido hallada falta, y está a punto de ser derribada,y su reino
dado a otros (Dan. 5:25-28).
17. Véase, de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 125-131.
18. Véase de Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend, Hamlet´s Mill: An Essay on Myth and the Frame of Time
(Ipswich: Gambit, 1969). Sobre el simbolismo de Sansón moliendo en el molino (Jueces 16:21), véase de James B.
Jordan, Judges: God´s War Against Humanism (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985), p. 273.
19. Sobre la íntima relación entre el ocultismo y el estatismo, véase de Gary North, Unholy Spirits: Ocultismo and
New Age Humanism (Ft. Worth, TX; Dominion Press, 1986).
Capitulo 19 - LAS FIESTAS DEL REINO!
1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y
poder son del Señor Dios nuestro;
2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su
fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.
3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.
4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado
en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como
grandes.
6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que
decía: ¡Aleluya, porque el Señor Dios Todopoderoso reina!
7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha
preparado.
8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones
justas de los santos.
9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo:
Estas son palabras verdaderas de Dios.
10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos
que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Hay varias similitudes de lenguaje entre este pasaje y el de Rev. 11:15-19, el anuncio del tema del
séptimo ángel sobre la consumación del "misterio de Dios": la apertura del reino y el templo celestial al
mundo entero en el nuevo pacto. Podemos ver fácilmente el mensaje de estos versículos como una
ampliación de esa idea cuando tomamos nota de los paralelos:
11:15 - Grandes voces en el cielo. 19:1 - Una gran voz de una gran multitud en el
cielo.
11:15, 17 - Él reinará por los siglos de los siglos... 19:1, 6 - ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y
Has tomado tu gran poder, y has reinado. poder son del Señor Dios nuestro... ¡Aleluya,
porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
11:16 - Los veinticuatro ancianos ... se postraron 19:4 - Los veinticuatro ancianos ... se postraron en
sobre sus rostros, y adoraron a Dios. tierra y adoraron a Dios.
11:18 - Ha venido el tiempo de juzgar a los 18:24-19:2 - En ella se halló la sangre de los
muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas y de los santos... Sus juicios son
profetas y a los santos. verdaderos y justos; porque ha vengado la sangre
de sus siervos.
11:18 - Tus siervos ... los que temen tu nombre, 19:5 - Todos sus siervos, los que le teméis, así
los pequeños y los grandes. pequeños como grandes.
11:19 - Hubo relámpagos, voces, truenos ... 19:6 - La voz de una gran multitud, como el
estruendo de muchas aguas, y como la voz de
grandes truenos ...
El aspecto de la Esposa, preparada para las bodas, es por esto equivalente a la apertura del
templo y al pleno establecimiento del Nuevo Pacto. Estas imágenes son invocadas juntas nuevamente
al final de esta serie de visiones, cuando la Ciudad de Dios descienda del cielo, "dispuesta como una
esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios
con los hombres, y él morará con ellos ..." (Rev. 21:2-3). La Iglesia, la Esposa de Cristo y Ciudad de
Dios, es el templo del Nuevo Pacto - o más bien, "el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el
Cordero" (Rev. 21:22).
v1-2 El pueblo de Dios había orado por la destrucción de Jerusalén (Rev. 6:9-11). Ahora que sus
oraciones han sido contestadas, la gran multitud de los redimidos prorrumpe en la alabanza antifonal,
en obediencia a la orden angélica de Rev. 18:20: "Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos,
apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella". Debemos observar cuidadosamente lo
que Juan hace aquí: Apocalipsis es una profecía, y por lo tanto su intención es "para edificación,
exhortación y consolación" (1 Cor. 14:3): A sus lectores se les ordenó "oír las cosas en ella escritas"
(Rev. 1:3). Al revelar las oraciones imprecatorias de la Iglesia celestial contra sus enemigos, Juan
estaba instruyendo a sus hermanos sobre la tierra para que hicieran lo mismo; ahora, habiendo revelado
la segura destrucción de la ramera, Juan muestra a la Iglesia del siglo primero cuál debe ser su deber
cuando caiga Jerusalén. No deben lamentar su fin, sino alabar a Dios por la ejecución de su venganza
sobre ella. La voluntad de Dios ha de ser ejecutada en la tierra así como en el cielo. Al mostrar el
modelo del culto celestial, Juan revela también la voluntad de Dios para el culto terrenal.
La liturgia antifonal está dividida en cinco partes distintas. Como hemos visto, el número cinco
(comp. Rev. 9:5) está conectado con fortaleza, especialmente en términos de acción militar. De modo
apropiado, este cántico de cinco partes es un "himno de combate", basado en cánticos de triunfo del
Antiguo Testamento sobre los enemigos de Dios y del Pacto. La multitud celestial canta: ¡Aleluya! Los
únicos usos de esta expresión hebrea en el Nuevo Testamento (que significa ¡Alabad al Señor!) ocurren
en este pasaje, donde ocurre cuatro veces, en alabanza por la divina reconquista de la tierra. Como
observa Hengstenberg, "la preservación de la palabra hebrea, como en el caso también de Amén y
Hosanna, sirve como indicador visible para marcar la conexión interna entre la Iglesia del Nuevo
Testamento y la del Antiguo".1 La palabra misma recuerda los salmos-Hallel (Ps. 113-118), cánticos de
victoria que se cantaban en las festividades de la Pascua y los Tabernáculos. Estos salmos celebraban la
grandeza de Dios, revelada especialmente en la liberación de su pueblo de Egipto y su restauración al
verdadero culto; y esperan el día en que todas las naciones alaben al Señor. Excepto por alusiones
menores a un par de salmos-Hallel en los versículos 5 y 7, Juan no construye esta liturgia sobre este
modelo; más bien, el uso de Aleluya por sí solo es suficiente para hacer la conexión. La primera
ocurrencia bíblica de la expresión, sin embargo, ocurre en Salmos Ps.104:35, que notablemente es
paralelo a la yuxtaposición de juicio y alabanza en Apocalipsis:
Y tú, destruída, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro,
aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; te menospreciarán tus amantes, buscarán tu
vida. (Jer. 4:30; comp. Eze. 23:40).
Nada menos que el arrepentimiento podría haber salvado a Jerusalén. Ella rehusó inflexiblemente hacer
esto, y así Dios se vengó de ella por su persecución de los justos. Nuevamente debe subrayarse que
Jesús marcó a Jerusalén como el objeto de la ira vengadora de Dios. Hablando del derramamiento de
las maldiciones del pacto que culminarían con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., dijo:
"Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas" (Lk
21:22). Por medio de Moisés, Dios había advertido de la futura apostasía de Israel, cuando Israel le
despertaría a celos sirviendo a otros dioses (Deut. 32:15-22), atrayendo segura destrucción sobre ellos
mismos y sobre su tierra (Deut. 32:23-43). Cuatro veces en este pasaje Dios amenaza que su venganza
alcanzará a los apóstatas: "Mía es la venganza y la retribución" (v. 35); "yo tomaré venganza de mis
enemigos, y daré la retribución a los que me aborrecen" (v. 41); "Alabad, naciones, a su pueblo, porque
él vengará la sangre de sus siervos, y tomará venganza de sus enemigos, y hará expiación por la tierra
de su pueblo" (v. 43).
3 En la segunda división del cántico, la gran multitud repite el estribillo: ¡Aleluya! Nuevamente,
la razón de la alabanza es un piadoso regocijo por la destrucción del enemigo de la Iglesia, pues su
humo sube por los siglos de los siglos. Como hemos observado (véase sobre Rev.14:11; 18:2, 9), esta
expresión se basa en la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gen. 19:28), mientras la fraseología
específica ha sido tomada prestada de la descripción de Isaías del castigo de Edom (Is. 34:10). Se usa
aquí para indicar la naturaleza permanente de la caída de Babilonia.2
v4 La tercera sección de la liturgia encuentra a los veinticuatro ancianos y a los cuatro seres
vivientes - que representan a la Iglesia y a toda lla creación terrenal (véase sobre Rev. 4:4-11) -
tomando parte distintiva en el cántico. Primero, se nos dice, se postraron en tierra y adoraron;
nuevamente notamos la importancia de la postura, de la actitud física, en nuestra actividad religiosa. La
aflicción de la Iglesia moderna, de neoplatonismo "espiritualista" - para no mencionar la simple pereza
- ha resultado en una actitud demasiado descuidada hacia el Altísimo. Por lo menos, nuestra posición
física en público, en el culto oficial, debería corresponder al temor y la reverencia piadosos que es
apropiado en los que son admitidos a una audiencia con Dios, que está sentado en el trono.
v5 No se nos dice de quién es la voz que pronuncia la cuarta sección de la liturgia desde el
trono. Podría ser la de uno de los ancianos, que guía a la congregación desde una ubicación cerca del
trono; pero es más probable que sea la de Cristo Jesús (comp. Rev. 16:17), invitando a sus hermanos
(Rom. 8:29; Heb. 2:11-12) a alabar a nuestro Dios (comp. Jn. 20:17, donde Jesús dice: "Subo a mi
Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios"). Que esto se dirige a la Iglesia en general queda
claro de la descripción de los adoradores: Sus siervos, los que le temen, los pequeños y los grandes.
v6-8 Al responder la Iglesia entera a la invitación del oficiante, ella habla con la voz familiar de
la Nube de Gloria (comp. Ex. 19:16; Ezek. 1:24), indicando su plena identificación con la goriosa
imagen de Dios: Juan escucha, como si fuera, la voz de una gran multitud, como el estruendo de
muchas aguas, y como la voz de grandes truenos. La Nube ha asumido la Iglesia a sí misma.
El primer ¡Aleluya! de la "gran multitud" había alabado a Dios por su soberanía, como se
muestra en el juicio de la gran ramera. El cuarto ¡Aleluya!, en esta porción quinta y final de la liturgia,
alaba a Dios nuevamente por su soberanía, esta vez como se muestra en el matrimonio entre el Cordero
y su Esposa. La destrucción de la ramera y el matrimonio entre el Cordero y su Esposa - el divorcio y
las bodas - son eventos correlativos. La existencia de la Iglesia como congregación del Nuevo Pacto
marca una época enteramente nueva en la historia de la redención. Dios no estaba solamente llevando a
los creyentes gentiles al Antiguo Pacto (como lo había hecho a menudo bajo la economía del Antiguo
Testamento). Más bien, estaba introduciendo "el mundo venidero" (Heb. 2:5; 6:5), la era de
cumplimiento, durante estos últimos días. El pentecostés fue el principio de un Nuevo Pacto. Con el
divorcio final y la destrucción de la esposa infiel en el año 70 d. C., el matrimonio entre la Iglesia y su
Señor quedó firmemente establecido; la celebración eucarística de la Iglesia quedó plenamente revelada
en su verdadera naturaleza como la "cena de las bodas del Cordero" (v. 9).
La multitud de los redimidos se regocija: ¡La Esposa está preparada! El deber de los apóstoles
durante los últimos días fue el de preparar a la Iglesia para sus nupcias. Pablo escribió sobre el
sacrificio de Cristo como la redención de la Esposa: Él "amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra; a fin de
presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino
que fuese santa y sin mancha" (Eph. 5:25-27). Pablo extendió esta imagen al hablarles a los corintios de
la meta de su ministerio: "Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo,
para presentaros como una virgen pura a Cristo". Pero existía el peligro de que la Iglesia fuera seducida
para que fornicara con el dragón; el apóstol temía que, "como la serpiente con su astucia engañó a Eva,
vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo" (2 Cor. 11:2-3). Al
acercarse el final de la crisis de aquellos días, cuando muchos se estaban apartando de la fe y yéndose
tras varias herejías, Judas escribió a la Iglesia un apresurado mensaje de urgencia (véase Judas 3), en el
cual instaba a la Esposa a permanecer fiel a su Señor, confiándola a "aquél que es poderoso para
guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría" (Judas 24).
Pero ahora Juan ve una visión de la Iglesia en su gloria y su pureza, habiendo enfrentado con
éxito sus pruebas y tentaciones, habiendo pasado por grandes tribulaciones a la posesión del Reino
como la Esposa de Cristo. Contrario a lo que Roma esperaba, la destrucción de Jerusalén no fue el fin
de la Iglesia. En vez de eso, fue el pleno establecimiento de la Iglesia como el nuevo templo, la
declaración final de que Dios había tomado para sí una nueva Esposa, una virgen fiel, casta, que había
resistido con éxito las seductoras tentaciones del dragón. Ella se había preparado, y éste era su día de
bodas. Los primeros cristianos aprendieron bien la lección que expresó más tarde el obispo del siglo
tercero, Cipriano: "La esposa de Cristo no puede ser adúltera; es incorrupta y pura. Conoce un sólo
hogar; guarda con casta modestia la santidad de un lecho. Nos guarda para Dios. Designa para el reino
los hijos que ha dado a luz. Quienquiera que sea separado de la Iglesia y se una con una adúltera, queda
separado de las promesas de la Iglesia; ni puede el que abandona la Iglesia de Cristo alcanzar la
recompensa de Cristo. Es un desconocido; es profano; es un enemigo. Ya no puede tener a Dios por
Padre el que no tiene a la Iglesia por madre. Si pudo escapar alguno de los que estaban fuera del arca de
Noé, entonces también puede escapar el que está fuera de la Iglesia. El Señor amonesta, diciendo: 'El
que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama' [Mat. 12:30]. El que
quebranta la paz y la concordia de Cristo, lo hace en oposición a Cristo; el que recoge en cualquier
parte que no sea la Iglesia, desparrama la Iglesia de Cristo... El que no guarda esta unidad no guarda la
ley de Dios, no guarda la fe del Padre y del Hijo, no guarda la vida ni la salvación".3
El cántico de alabanza continúa: Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente, porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Ya hemos visto al lino usado
como símbolo (Rev.15:6; comp. Rev 3:4; 4:4; 7:9, 14); ahora, se dice explícitamente que su significado
simbólico es las acciones justas de los santos. 4 Dos puntos importantes se señalan aquí acerca de la
obediencia de los santos: primera, se le concedió - nuestra santificación se debe enteramente a la obra
de gracia del Espíritu Santo de Dios en nuestros corazones; segunda, a ella se le concedió por gracia
que se vista del lino fino de las acciones justas - nuestra santificación es llevada a cabo por nosotros
mismos. Este doble énfasis se encuentra a través de todas las Escrituras: "Santificaos ... Yo Jehová que
os santifico" (Lev. 20:7-8; "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que
en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Phil. 2:12-13).
v9 A Juan se le instruye que escriba la cuarta y central bienaventuranza del libro de Apocalipsis:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. El pueblo de Dios ha sido
salvado de la prostitución del mundo para convertirse en la Esposa de su Hijo unigénito; y la constante
señal de este hecho es la celebración semanal de la su fiesta sagrada de la Iglesia, la Santa Eucaristía.
La absoluta fidelidad de esta promesa queda subrayada por el hecho de que el ángel le asegura a Juan
que éstas son las palabras verdaderas de Dios.
Ni que decir tiene (pero, desafortunadamente, hay que decirlo) que la Eucaristía es el centro del
culto cristiano; la Eucaristía es lo que se nos manda hacer cuando nos reunimos en el día del Señor.
Todo lo demás es secundario. Con esto no queremos decir que las cosas secundarias no son
importantes. Por ejemplo, la enseñanza de la Palabra es muy importante, y de hecho, necesaria para el
crecimiento y el bienestar de la Iglesia. Por mucho tiempo, la doctrina ha sido reconocida como uno de
los distintivos esenciales de la Iglesia. Por lo tanto, la instrucción en la fe es parte indispensable del
culto cristiano. Pero no es el corazón del culto cristiano. El corazón del culto cristiano es el sacramento
del cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Esto lo asume Pablo en 1 Cor. 10:16-17 y 1 Cor.
11:20-34. Podemos verlo reflejado en la sencilla afirmación de Lucas en Hechos Acts 20:7: "El primer
día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan ..." También se describe en el Didache:
"Pero cada día del Señor os reunís, y partís el pan, y dais gracias después de haber confesado vuestras
transgresiones, para que vuestro sacrificio sea puro".5 Justino Mártir informa del mismo modelo como
patrón para todas las asambleas cristianas: "En el día llamado domingo, todos los que viven en
ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de
los profetas, hasta donde el tiempo lo permite; entonces, cuando el lector ha cesado, el presidente
instruye verbalmente, y exhorta a la imitación de estas buenas cosas. Luego todos nos levantamos y
oramos, como hemos dicho antes, y al terminar nuestra oración, se trae pan y vino, y el presidente de la
misma manera ofrece oraciones y acciones de gracias, según su posibilidad, y el pueblo asiente,
diciendo, Amén; y hay una distribución a cada uno, y una participación en aquéllo por lo cual se han
dado gracias, y a los que están ausentes se les envía una porción por medio de los diáconos".6
Comentando sobre el dictamen del filósofo materialista alemán Ludwig Feuerbach de que "el
hombre es lo que come", el gran teólogo ortodoxo Alexander Schmemann escribió: "Con esta
afirmación ... Feuerbach creyó que había puesto fin a todas las especulaciones 'idealistas' sobre la
naturaleza humana. En realidad, sin embargo, expresaba, sin saberlo, la más religiosa idea del hombre.
Durante mucho tiempo antes de Feuerbach, la Biblia había dado la misma definición del hombre. En la
historia bíblica de la creación, el hombre es presentado, primero que todo, como un ser hambriento, y el
mundo entero como su alimento. De acuerdo con el autor del capítulo primero de Génesis, la
instrucción de Dios de que el hombre se alimentara de la tierra sólo viene en segundo lugar después de
la instrucción de propagarse y tener dominio sobre la tierra: 'He aquí os he dado toda planta que da
semilla ... todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer' ... El hombre tiene que
comer para vivir; debe meter el mundo en su cuerpo y transformarlo en sí mismo, en carne y sangre. Él
es realmente lo que come, y el mundo entero es presentado como una global mesa de banquete para el
hombre. Y esta imagen de banquete permanece, a través de toda la Biblia, como la imagen central de la
vida. Es la imagen de la vida en su creación y también la imagen de la vida en su fin y en su
cumplimiento: "... para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino".8
La Eucaristía está en el centro de nuestra vida, y toda la vida fluye de esta liturgia central. Por lo
tanto, la "forma" de la liturgia eucarística da forma al resto de la vida, la liturgia diaria que seguimos al
acatar nuestro llamado a ejercer dominio sobre la tierra. El "rito de la vida" está modelado de acuerdo
con el ritual central de comunión, que en sí mismo está modelado según la liturgia de la creación
establecida en Génesis 1: Dios se apoderó de la creación, la separó, la distribuyó, evaluó la obra, y
disfrutó de ella en el reposo sabático. Y este es el modelo de la Santa Comunión, como observa James
B. Jordan: "Cuando efectuamos este rito en el día del Señor, estamos siendo reajustados, rehabituados,
readiestrados en la manera correcta de usar el mundo. Porque Jesucristo, en la noche de su traición, (1)
tomó pan y vino, (2) dio gracias, (3) partió el pan, (4) distribuyó el pan y el vino, llamándolos su
cuerpo y su sangre; luego los discípulos (5) lo probaron y lo evaluaron, aprobándolo once de ellos, y
rechazándolo uno; y finalmente (6) los fieles reposaron y lo disfrutaron.
"Es porque el acto de dar gracias es la diferencia central entre el cristiano y el no cristiano que la
liturgia de las iglesias cristianas es llamada la 'Santa Eucaristía'. Eucaristía significa dar gracias. Es la
restauración de la verdadera adoración (dar gracias) lo que restaura la obra del hombre (la séxtuple
acción en la totalidad de la vida). Esto explica por qué la restauración de la verdadera adoración tiene
primacía sobre los esfuerzos culturales". 9
v10 Juan cae a los pies del ángel para adorarle, y el ángel replica concisamente: No lo hagas.
¿Por qué se registra este incidente (repetido en Rev. 22:8-9) en el Libro de Apocalipsis? Aunque esto
podría parecer sin relación con los grandes y cósmicos puntos en disputa de la profecía, en realidad está
cerca del corazón del mensaje de Juan. A primera vista, parece ser una polémica contra la idolatría,
ciertamente una preocupación central del Libro de Apocalipsis. Mirada más de cerca, sin embargo, esta
interpretación presenta serias dificultades. En primer lugar, debemos recordar que es un apóstol
inspirado el que efectúa el acto de adoración, mientras recibe una revelación divina; aunque no es
absolutamente imposible que Juan cometa el crimen de idolatría en una situación tal, esto parece
altamente improbable. En segundo lugar, la razón del ángel para rehusar la adoración parece extraña.
¿Por qué no cita simplemente el mandamiento contra tener dioses falsos, como hizo Jesús (Mat. 4:10),
cuando el diablo exigió que le adorase? En vez de esto, el ángel se embarca en una breve explicación
de la naturaleza de la profecía: Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que retienen el testimonio de
Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Por lo tanto, suponiendo que Juan no estaba ofreciendo una adoración divina al ángel, sino más
bien haciendo una reverencia a un superior, la respuesta del ángel puede entenderse más claramente.
Un tema común a través del Libro de Apocalipsis es el de que "todo el pueblo del Señor son profetas"
(comp. Num. 11:29). Todos han ascendido a la presencia del Señor, tomando sus lugares en el Concilio
celestial alrededor del trono en la Nube de Gloria. Antes de Pentecostés, era apropiado que meros
hombres se inclinaran delante de ángeles, pero ya no lo es. "No lo hagas", exclama el ángel: "Yo soy
consiervo tuyo y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús". El ángel está en nivel de igualdad
con Juan y el resto de la comunidad cristiana; por eso, insta a Juan a que adore a Dios, a que "se
acerque confiadamente al trono de la gracia" (Heb. 4:16). El hecho de que los hermanos de Juan tengan
el testimonio de Jesús demuestra que son miembros del Concilio, en los cuales mora el Espíritu; porque
el testimonio de Jesús es el Espíritu de la profecía; el Espíritu se encuentra dondequiera se sostiene y se
proclama el testimonio de Jesús.
Bossuet observa: "Con perfecta justicia, por lo tanto, el ángel rechaza la adoración para situar el
ministerio apostólico y profético en pie de igualdad con el de los ángeles.... La discusión no se basa en
la consideración de que la adoración protege el honor de Juan. Es como si se le hubiese dicho, vé
directamente a Dios con tu adoración, de modo que no puedas arrojar en las sombras la gloriosa
dignidad conferida a tí, y representada por tí".11
Pero, ¿qué sucede con la proclamación del ángel que induce a Juan a postrarse a sus pies, para
comenzar? "Es la referencia eucarística que contiene. La iglesia primitiva consagró la Eucaristía por
medio de la gran oración de acción de gracias que nombra el rito. Alzando sus corazones al cielo,
bendijeron a Dios por sus poderosos actos de salvación, asegurando por lo tanto su posesión final por
Cristo, y convirtiendo en real el anticipo que estaban a punto de recibir en el cuerpo y la sangre
sacramentales de Jesús. El regocijo de la victoria ha pasado a ser la oración eucarística en Rev. 19:1-8,
pero es la bienaventuranza del ángel la que primero hace explícita la alusión a la bendita festividad
comida en el reino de Dios y anticipada en la Iglesia. Juan cae al suelo para adorar, y todo
intermediario entre él mismo y Cristo desaparece".12
11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con
justicia juzga y pelea.
12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que
ninguno conocía sino él mismo.
13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.
14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa
el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre:
REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del
cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes
de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.
19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo,
y contra su ejército.
20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales
había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados
vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se
saciaron de las carnes de ellos.
v11 Esto inicia la sección final de las siete visiones, comenzando cada una con la frase kai
eidon, Y vi (Rev. 19:11, 17, 19; 20:1, 4, 11; 21:1). Con la revelación de la Santa Eucaristía Juan ve,
como no los ha visto antes, los cielos abiertos y, como observa Farrer, "todo intermediario entre él
mismo y Cristo desaparece". Es la invitación a la comunión con Cristo que abre los cielos a la Iglesia y
revela a su Señor.
Juan ve un caballo blanco, el símbolo de la victoria y el dominio de Cristo (Rev. 6:2; comp.
Rev.14:14). Para entender correctamente este pasaje, es importante notar que el que está sentado sobre
él se llama Fiel y Verdadero: Cristo sale cabalgando hacia la victoria en su carácter de "el testigo fiel y
verdadero" (Rev. 3:14), como "el Verbo de Dios" (Rev. 19:13). Juan no está describiendo la Segunda
Venida al fin del mundo. Está describiendo el progreso del evangelio a través del mundo, la
proclamación universal del mensaje de salvación, que sigue al Primer Advenimiento de Cristo. La
conexión con el mensaje a Laodicea (Rev. 3:14-22) queda establecida además cuando entendemos que
esta parte de la profecía contiene varios paralelos con el mensaje laodicense. Farrer dice: "El infundado
alarde de la posesión presente, hecha por el ángel laodicense en Rev. 3:17, encuentra eco en el alarde
de la ciudad-Jezabel en 18:7ss. Y no bien ha terminado Juan con Jezabel en Rev.19:3 cuando
proporciona a los santos vestiduras puras (19:8, 3:18), les invita a la cena del Cordero (Rev. 19:9, 3:20),
y, abriendo las puertas del cielo, revela a Cristo como el Amén, el Fiel y Verdadero (Rev. 19:9-13,
3:14)".13
En justicia, juzga y hace la guerra: Cristo sale cabalgando para combatir en la tierra,
sometiéndonos a sí mismo, gobernándonos y defendiéndonos, "restringiendo y conquistando a todos
sus enemigos y a todos nuestros enemigos", como dice el Catecismo Westminster Abreviado (Q. 26),
haciendo justicia a través del mundo según la ley de Dios en cumplimiento de las profecías mesiánicas:
Él juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus afligidos con juicio. (Ps. 72:2).
Alégrense los cielos, y gócese la tierra; brame el mar y su plenitud; regocíjese el campo, y todo lo que en él está;
entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento, delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la
tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. (Ps. 96:11-13).
No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los
pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu
de sus labios matará al impío. (Isa. 11:3-4).
He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será
dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y éste será su
nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. (Jer. 23:5-6).
v12 La figura sobre el caballo blanco es la misma que el Hijo del Hombre, el Primero y el
Último, el que vive, de la primera visión de Juan, pues sus ojos eran llama de fuego (comp. Rev. 1:14):
Él es el Señor omnisapiente, cuyo escrutador escrutinio "puede juzgar los pensamientos y las
intenciones del corazón" (Heb. 4:12). Esta majestuosa figura ya es victoriosa, muchas veces, como lo
simbolizan las muchas diademas que lleva puestas.
La chapa de oro sobre la frente del sumo sacerdote llevaba el sagrado nombre del Señor;
apropiadamente, después de tomar nota de las muchas diademas sobre la frente de Cristo, Juan ve que
Él tiene un nombre escrito. Pero este es un nombre que nadie conoce, excepto Él mismo. ¿Cómo hemos
de entender esto? Como vimos en Rev. 2:17, el uso en el Nuevo Testamento de las palabras para
conocer (ginosko y oida) está influido por una frase idiomática hebrea, en la cual el verbo conocer
aquiere significados relacionados: reconocer, reconocer como propio, y poseer (véase, por ej., Gen. 4:1;
Ex. 1:8; Ps. 1:6; Jer. 28:9; Eze.20:5; Zack. 14:7; Mat. 7:23; Jn 10:4-5; Rom. 8:29; 1 Cor. 8:3; 2 Tim.
2:19). 14 Por eso, el punto en este versículo no es que nadie puede conocer lo que es el nombre (pues,
de hecho, como veremos, nosotros sí "conocemos" el nombre, en el sentido cognoscitivo), sino que
sólo Él conoce propiamente el nombre; le pertenece sólo a Él. Esto está reforzado por la estructura
quiástica del pasaje:
La espada aguda de dos filos de 15a responde a la caracterización de Cristo como el Verbo de
Dios en 13b; la información en 15b de que Cristo pisa el lagar de la ira explica cómo su ropa se
manchó de sangre en 13a; y el 16 nos dice el nombre que 12b dice que Cristo posee exclusivamente.15
v13 Como hemos notado más arriba, la ropa de Cristo manchada de sangre se explica en 15b.
Claramente, la sangre es la de los enemigos de Cristo, las "uvas de la ira"; y sin embargo (como vimos
en Rev. 14:20), hay un sentido en el cual la ropa ensangrentada está manchada por el propio sacrificio
de Cristo también. Porque la visión es realmente una alegoría de la encarnación: Sólo en esta parte de
Apocalipsis, así como en el prólogo a su evangelio (Jn 1:1, 14), Juan llama a Cristo el Verbo, hablando
de su pre-existencia y su naturaleza divina, y del hecho de que se hiciera carne, habitando entre
nosotros. En el pasaje que tenemos delante, además, tenemos no sólo una alegoría de su encarnación,
sino también de su expiación, resurrección, ascensión, y entronización. Esta es no "sólo" la historia del
derramamiento de la ira sobre Israel. Es la historia de Jesucristo, el Rey de reyes. Vemos aquí el
advenimiento del Hijo del Hombre: Los cielos se abren, y Él desciende a la tierra para combatir a sus
enemigos; manchado de sangre, obtiene la victoria.
v14 Pero Cristo no está solo en esta victoria. Es seguido por los ejércitos que están en el cielo,
los "llamados, elegidos, y fieles" que están con él en la batalla (Rev.17:14). Debemos recordar
nuevamente que, desde la perspectiva del Nuevo Testamento, la Iglesia está "en el cielo": Somos el
tabernáculo de Dios en el cielo (Rev. 7:15; 12:12; 13:6), estamos sentados con Cristo en los lugares
celestiales (Eph. 2:6), hemos llegado a la Jerusalén celestial, y a la compañía de muchos millares de
ángeles, y a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos (Heb. 12:22-23). Los
ejércitos están compuestos de cristianos (es posible que ángeles se incluyan aquí también), que
cabalgan sobre caballos blancos, con su Señor en su agresiva y triunfante campaña a través de la tierra,
llevando la Palabra de Dios al mundo. Porque los ejércitos del cielo son la Esposa, están vestidos de
lino fino, blanco y limpio.
v15 De la boca del Verbo de Dios encarnado sale una espada aguda de dos filos. Juan ha usado
esta imagen antes (Rev. 1:16; 2:16); la espada (especialmente saliendo de la boca) es un claro símbolo
bíblico de la poderosa "palabra profética que es creativa y dinámica y hace ocurrir lo que pronuncia. La
palabra de un verdadero profeta, como la del jinete, transforma la palabra en acción; la de un falso
profeta, como la de la segunda bestia, es inefectiva". 16 La Palabra de Dios se usa, no sólo en combate,
para matar a los enemigos de Dios (Eph. 6:17), sino también en la Iglesia, para presentar el sacrificio
(Rom. 12:1-2): "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y
las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien
todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquél a quien tenemos que dar cuenta" (Heb.
4:12-13). El Cristo pre-encarnado dice:
Oídme costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi
nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda. (Is. 49:1-2).
De la misma manera, Dios blande a sus profetas como se blande una espada:
Por esta causa los corté por medio de sus profetas, con las palabras de mi boca los maté. (Hosea 6:5).
Cristo usa la espada del Espíritu para herir a las naciones: Las conquista por medio de su boca.
Nuevamente, no es la Segunda Venida lo que es presentado aquí, sino más bien la derrota de las
naciones por medio de la palabra desnuda de Cristo. En Mat. 24:29-31, es "inmediatamente después"
de la destrucción de Jerusalén que comienza la conversión de las naciones, al enviar Cristo a sus
ángeles/ministros por todo el mundo a reunir a los elegidos.17
La Sabiduría de Salomón (Rev. 18:15-16) habla de la liberación de Israel de Egipto por parte de
Dios con imágenes similares al cuadro que Juan presenta en este pasaje: "Tu Palabra todopoderosa saltó
de tu trono real en el cielo, como un feroz guerrero que va hacia el medio de una tierra de destrucción,
y trajo tu no fingido mandamiento como una espada aguda, y estando de pie llenó de muerte todas las
cosas; y tocó los cielos, pero permaneció de pie sobre la tierra". Como escribió Isaías: "Herirá la tierra
con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío" (Is. 11:4). "La 'boca como
espada aguda' es el símbolo del profeta, cuyo pronunciamiento tiene un borde cortante, pues habla la
palabra de Dios ... Por eso la única arma que el Jinete necesita, si ha de quebrantar la oposición de sus
enemigos y establecer el reino de Dios de justicia y paz, es la proclamación del evangelio". 18 Por eso,
"el curso entero de 'la expansión del cristianismo' está aquí en una figura: la conversión del Imperio; la
conversión de las naciones occidentales que se levantaron de las ruinas del Imperio; la conversión del
Sur y del Lejano Oriente, todavía desarrollándose en la historia de nuestro propio tiempo. En total, Juan
habría visto a Cristo usando la espada de su boca; el caballo blanco y su Jinete, la cabeza coronada de
diademas, los invisibles ejércitos del cielo".19
Cristo conquista a las naciones para gobernarlas [o pastorearlas] con vara de hierro. "La obra
del Pastor, Guía, y Soberano de las almas (1 Pet. 2:25) sigue a la del Evangelista; los paganos han de
ser primero reducidos a la obediencia, y luego puestos bajo la disciplina de Cristo". 20 Su Padre le había
ordenado:
Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los
quebrantarás21 con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás. (Ps. 2:8-9).
Salmo 2 continúa declarando que los reyes de la tierra deben someterse al Hijo, o perecer bajo su ira.
Cristo ha recibido su herencia; ha recibido su reino del Padre (Dan. 7:13-14), habiéndose instalado en
su trono celestial "sobre todo principado y autoridad y poder y dominio" (Eph. 1:21). Como soberano
universal, Él mismo pisa el lagar del vino de la ira de Dios Todopoderoso (comp. Rev. 14:19-20):
¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿este hermoso en su vestido, que marcha en la
grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como
del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y
los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está
en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quién ayudara, y me maravillé que no hubiera
quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi
furor, y derramé en tierra su sangre. (Is. 63:1-6).
El texto de Isaías subraya que Cristo lleva a cabo esta obra él solo: "He pisado ... solo"; "no
había quién ayudase"; "me salvó mi brazo", etc.; de manera similar, Juan usa la expresión "él mismo"
dos veces en este versículo, enfatizando que, mientras Cristo está acompañado por sus ejércitos
celestiales, la victoria se basa sólo en su obra. La obra de la salvación es ejecutada solamente por el
Señor Jesucristo; las bendiciones y juicios que acompañan la salvación de los elegidos son establecidos
por Él.
Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de
la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego. (Ps. 46:8-9).
"Por esta razón, nos sentimos obligados a creer que las ocasiones en que las naciones culpables
son azotadas y castigadas por sus pecados no son solamente causadas en providencia, sino ordenadas y
dirigidas por el Mediador. Y si, por lo tanto, contemplamos la espada desoladora cortando a los
habitantes, o al moho marchitador destruyendo las cosechas, o al estancamiento comercial obstruyendo
las fuentes de riqueza, o a las enfermedades debilitantes acechando la tierra con terrible poder, o a las
agitaciones de la conmoción popular derribando los fundamentos del orden social, reconocemos la
sabiduría, y el poder, y la justa retribución del Mesías Príncipe, que ejecuta el divino decreto: La nación
o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado" (Isa. 60:12).22
v16 Juan ve el título de Cristo, "que nadie conoce sino él mismo" (v. 12), escrito en su ropa y en
su muslo, el lugar en que se lleva la espada (comp. Ps. 45:3). "El título es el fundamento, no el
resultado, de la victoria venidera; él conquistará al monstruo y a los reyes porque él ya es Rey de reyes
y Señor de señores". 23 Cabalgando en su caballo de guerra, seguido por su ejército de santos,
conquista a las naciones con la Palabra de Dios, el evangelio. Esta es una declaración simbólica de
esperanza, la seguridad de que la Palabra de Dios resultará victoriosa en todo el mundo, de modo que el
gobierno de Cristo será establecido universalmente. Jesucristo será reconocido en todas partes como
Rey de reyes, Señor de todos los señores. Desde el principio del Apocalipsis, el mensaje de Cristo a su
Iglesia ha sido una orden para vencer, para conquistar (Rev. 2:7, 11, 17, 26-28; 3:5, 12, 21); ahora Él
asegura a la Iglesia sufriente que, a pesar de la feroz persecución por parte de Israel y de Roma, Él y su
pueblo serán de hecho victoriosos sobre todos sus enemigos.
Se requiere que absolutamente todas las naciones sean cristianas, tanto en su capacidad oficial
como en el carácter personal de sus ciudadanos individuales. Cualquier nación que no se someta al
abarcante gobierno del Rey Jesús perecerá; todas las naciones serán cristianizadas algún día. Es sólo
cuestión de tiempo. Cristo Jesús es el Soberano universal, y será reconocido como tal por toda la tierra,
en este mundo así como en el venidero, en el tiempo y en la eternidad. Él ha prometido: "Seré exaltado
entre las naciones; enaltecido seré en la tierra" (Ps. 46:10). El Señor de los ejércitos está con nosotros.
v17-18 Esta es la segunda de las siete visiones finales, cada una de las cuales comienza con la
frase "Y vi"; por eso, aunque ciertamente está relacionada con el tema del tema de la visión anterior, no
es simplemente una continuación de ella. Como hemos visto, el capítulo comienza con una fiesta, la
cena de bodas del Corderol la sagrada comida eucarística de la Iglesia delante de su Señor. Pero aquí se
proclama otra gran fiesta. El Sol de Justicia ha salido, trayendo salvación en sus alas (Mal. 4:2); pero
también trae un ángel que está de pie en el sol (el que gobierna el día, Gen. 1:16), quien invita a todas
las aves que vuelan por en medio del cielo, las aves de presa. Hemos visto "en medio del cielo" como el
lugar en el cual el águila advirtió que vendrían los ayes (Rev. 8:13), y en el cual invitó a los
gobernantes de la tierra a abrazar el evangelio eterno (Rev. 14:6). Ahora el ángel invita a las águilas a la
gran cena de Dios, donde pueden saciarse de la carne de los enemigos de Cristo: la carne de los reyes,
la carne de caballos y de sus jinetes, y la carne de todos los hombres, libres y esclavos, pequeños y
grandes. Notamos en Rev. 8:13 que una maldición básica del pacto es la de ser comido por las aves de
presa (Mat. 24:28), y ya no hay nadie que pueda espantar a los carroñeros (comp. Rev. 15:11; Deut.
28:26).24
El lenguaje de Juan ha sido tomado prestado de la invitación de Dios, por medio de Ezequiel, a
las "aves de toda especie y a toda fiera del campo" a devorar los cadáveres de sus enemigos, los
ejércitos de los paganos que habían hecho guerra contra Israel:
Juntaos, y venid; reuníos de todas partes a mi víctima que sacrifico para vosotros, un sacrificio grande sobre los
montes de Israel; y comeréis carne y beberéis sangre. Comeréis carne de fuertes, y beberéis sangre de príncipes de la
tierra; de carneros, de corderos, de machos cabríos, de bueyes y de toros, engordados todos en Basán. Comeréis
grosura hasta saciaros, y beberéis hasta embriagaros de sangre de las víctimas que para vosotros sacrifiqué. Y os
saciaréis sobre mi mesa, de caballos y de jinetes fuertes y de todos los hombres de guerra, dice Jehová el Señor.
(Ezek. 39:17-20).
El significado es claro: Las naciones que rehusen someterse al señorío de Cristo, como se
ordena en Salmos 2, serán destruídas completamente. Dios requiere de todos los hombres e
instituciones nada menos que completo sometimiento a su cristocracia ordenada.
Peter J. Leithart observa que el banquete de los carroñeros en Ezequiel 39 tiene un efecto
limpiador sobre la tierra. "La invitación extendida a las aves de presa en los versículos Ezek. 39:17-20
viene inmediatamente después de una discusión sobre la purificación de la tierra enterrando los muertos
(comp. Deut. 21:22 s.). Quizás las aves ayuden a limpiar la tierra alimentándose de los cadáveres que la
contaminan. Además, el Señor invita a las aves a comer una comida sacrificial. El sacrificio implica
purificación y restauración. Así, en Ezequiel 39, la imagen de las aves de presa no sólo subraya la
totalidad del juicio, sino que apunta al anverso del juicio, purificación y redención".25
v19-21 La tercera visión en esta sección, marcada nuevamente por las palabras: "Y vi", revela la
derrota de Leviatán y de Behemot en su guerra contra el reino de Cristo: Las dos bestias son apresadas
y arrojadas vivas en el lago de fuego, el lavatorio ardiente (comp. Rev. 15:2), que arde con azufre. La
imagen ha sido tomada prestada del relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra ("fuego y azufre"),
combinada el relato de los rebeldes Coré, Datán, y Abiram, los que, con todas sus familias, fueron
tragados por la boca de la tierra: "Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los
cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación" (Num. 16:31-33). Por lo tanto, lo que
Juan quiere no es proporcionar una detallada escatología de la bestia y del falso profeta; todavía menos
intenta describir la caída de Roma en el año 410 o el 476. Más bien, el lago de fuego es su descripción
simbólica de la completa derrota y destrucción de estos enemigos en su intento de apoderarse del reino:
La perversas personificaciones de la Roma pagana y del Israel apóstata están arruinadas y derribadas.
Roma, como Sodoma, es destruída por el fuego y el azufre; los falsos profetas de Israel, Coré, Datán, y
Abiram, son tragados vivos.
Hay un notable contraste, sin embargo: Mientras el resto de los seguidores de Coré fueron
consumidos por una ráfaga de fuego del Señor, el resto de los seguidores de la bestia - los reyes de la
tierra - son muertos por la espada que había salido de la boca del que estaba sentado sobre el caballo. El
mensaje del evangelio, la Palabra-espada del Espíritu, sale de la boca de Cristo y destruye a sus
enemigos convirtiéndolos, partiendo en pedazos sus almas y sus espíritus, sus coyunturas y sus
tuétanos, juzgando los pensamientos y las intenciones de sus corazones. Las bestias son perdedoras por
partida doble: No solamente son derrotadas, sino que las mismas naciones que ellas guiaban en su
batalla contra Cristo son conquistadas por su victoriosa Palabra.
En el peor de los casos, Leviatán, Behemot, y sus conspiradores no pudieron hacer más que
cumplir los decretos del Dios soberano (Rev. 17:7). Él ordenó cada uno de los movimientos de ellos, y
ha ordenado su destrucción. La naciones se aíran, pero Dios ríe: Ya Él ha puesto su Rey sobre su santo
monte, y todas las naciones serán regidas por Él (Sal. 2). Toda potestad le es dada a Cristo en el cielo y
en la tierra (Mat. 28:18); como cantaba Martín Lutero: "Él tiene que ganar la batalla". Al progresar el
evangelio a través del mundo, obtendrá más y más victorias, hasta que todos los reinos del mundo
vengan a ser los reinos de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos. No
debemos ceder al enemigo ni una sola pulgada cuadrada de terreno ni en el cielo ni en la tierra. Cristo y
su ejército cabalgan hacia adelante, conquistando y para conquistar, y por medio de Él, nosotros
heredaremos todas las cosas.
Notas:
1. E. W. Hengstenberg, The Revelation of St. John, dos vols. (Cherry Hill, NJ: Mack Publishing Co., n.d.), vol. 2, p.
238.
2. Por esta razón, la frase no puede usarse como una descripción literal del estado eterno de los impíos en general. Las
llamas verdaderas que consumieron a "Babilonia" ardieron hace mucho tiempo, pero su castigo es eterno. Ella nunca
resucitará.
3. Cipriano, On the Unity of the Church, 6; en Alexander Roberts y James Donaldson, eds., The Ante-Nicene Fathers
(Grand Rapids: William B. Eerdmans, reimpreso en 1971), Vol. 5, p. 423.
4. La palabra griega se usa generalmente en el Nuevo Testamento en el sentido de los "estatutos" u "ordenanzas" de
Dios (Lk 1:6; Rom. 1:32; 8:4; Heb. 9:1, 10; Rev. 15:4); el significado relacionado, usado aquí, es "cumplimiento de
los estatutos de Dios" (comp. Rom. 5:18). Un significado adicional es la "sentencia judicial de que uno ha cumplido
los requisitos de Dios", y de aquí la "justificación" (comp. Rom. 5:16). Aunque algunos han argumentado en favor de
la "justificación" como el correcto significado aquí, tanto el contexto como el hecho de que se emplea la forma plural
de la palabra indican que su significado más natural es "acciones justas".
5. The Teaching of the Twelve Apostles, xiv, 1, en Alexander Roberts y James Donaldson, eds., The Ante-Nicene
Fathers (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, reimpreso en 1971), Vol. 7, p. 381.
6. Justino Mártir, The First Apology, cap. lxvii, en Alexander Roberts y James Donaldson, eds., The Ante-Nicene
Fathers (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, reimpreso 1971), Vol. 1, p. 186.
7. Véase, de John Calvin, Institutes of the Christian Religion, iv.xvii.43-46; comp. idem., Selected Works: Tacts and
Letters, ed. por Henry Beveridge y Jules Bonnet, siete vols. (Grand Rapids: Baker Book House, reimpreso 1983), Vol.
2, p. 188.
8 Alexander Schmemann, For the Life of the World: Sacraments and Orthodoxy (New York: St. Vladimir´s Seminary
Press, 1973), p. 11.
9. James B. Jordan, "Studies in Genesis One: God´s Rite for Life", in The Geneva Review, No. 21 (Agosto 1985), p.
3; comp. idem, "Christian Piety: Deformed and Reformed", Geneva Papers (New Series), No. 1 (Septiembre 1985);
sobre la centralidad del culto, véase ídem, The Law of the Covenant: An Esposition of Exodus 21-23 (Tyler, TX:
Institute for Christian Economics, 1984), pp. 16s., 41s., 217s.
10. William F. Arndt and F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early
Christian Literature (Chicago: University of Chicago Press, 1957), p. 723.
11. E. W. Hengstenberg, The Revelation of St. John, dos vols. (Cherry Hill, NJ; Mack Publishing Co., [1851] 1972),
Vol. 2, p. 256.
12. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964)m pp. 195s.
13. Ibid., p. 85.
14. Véase la breve discusión en la obra de Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House,
1980), p. 130.
15. Ibid.
16. J. Massyngberde Ford, Revelation: Introduction, Translation, and Commentary (Garden City, NY: Doubleday &
Co., 1975), p. 323.
17. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominionn Press,
1985), pp. 103ss.
18. G. B. Caird, A Commentary on the Revelation of St. John the Divine (New York: Harper and Row, 1966), p. 245.
19. H. B. Swete, Commentary on Revelation (Grand Rapids: Kregel Publications, [1911] 1977), p. 254.
20. Ibid.
21. El verbo hebreo puede leerse ya sea como quebrantar o como regir (pastorear), dependiendo de los puntos vocales
usados. La Septuaginta lo traduce como regir, y esta lectura fue adoptada por los escritores del Nuevo Testamento.
22. William Symington, Messiah the Prince: or, The Mediatorial Dominion of Jesus Christ (Philadelphia: The
Christian Statesman Publishing Co., [1839] 1984), p. 224.
23. Caird, p. 246.
24. Génesis 15 describe la ceremonia de ratificación del pacto de Dios con Abram. Después de que Abram divide en
dos los animales sacrificiales y dispone las mitades una frente a la otra, las aves de presa inmundas descienden para
atacar los cadáveres, y Abram las espanta (v. 11). Gordon Wenham interpreta esto como una promesa de que Israel,
por medio de la fe y la obediencia abrámicas (comp. Gen. 26:5), será protegido de los ataques de las naciones
inmundas; Gordon Wenham, "The Symbolism of the Animal Rite in Genesis 15: A Response to G. F. Hasel, JSOT 19
(1981) 61-78", en Journal for the Study of the Old Testament 22 (1981), 134-137.
25. Peter J. Leithart, "Biblical-Theological Paper: Revelation 19:17-18", Westminster Theological Seminary, 1985, p.
11.
26. Ibid., p. 12.
Capitulo 20 - EL MILENIO Y EL JUICIO
¿Cuál es la posición de la Iglesia histórica, ortodoxa, sobre la cuestión del milenio? ¿Puede
describirse con exactitud la doctrina de la Iglesia como post-milenialista o como amilenialista? En
general, la diferencia entre los que tradicionalmente son llamados "amilenialistas" y los que
tradicionalmente son llamados "post-milenialistas" se ha establecido en términos de sus
interpretaciones de los "mil años" (en latín, el milenio) de Apocalipsis 20. Por lo general, los
"amilenialistas" han considerado este texto como una referencia a la situación de los santos que reinan
en el cielo, mientras que los "post-milenialistas" lo han entendido como una descripción del dominio de
los santos en la tierra. Sin embargo, como veremos, esta manera de encuadrar la cuestión puede en
realidad oscurecer algunos hechos muy importantes sobre la posición cristiana en relación con "el
milenio". Si deseamos entender la posición ortodoxa, tenemos que entender que la respuesta a esta
pregunta específica no puede establecerse primordialmente por medio de la exégesis de textos
particulares. Por ejemplo, los "amilenialistas" discrepan a menudo los unos con los otros sobre la
naturaleza precisa de la resurrección o las resurrecciones de Apocalipsis 20 (para citar sólo uno de
varios puntos principales en disputa). ¡Y Benjamin Warfield, quizás el principal erudito "post-
milenialista" de la primera parte de este siglo, propuso una exégesis de Apocalipsis 20 que la mayoría
de los teólogos consideraría como clásicamente "amilenialista"!1
Por lo tanto, nuestro encuadramiento de la cuestión debería ser lo bastante amplio como para
justificar la diversidad de enfoques entre los varios campos amilenialistas y post-milenialistas. En
esencia, la cuestión del milenio se centra en el reino mediador de Cristo: ¿Cuándo comenzó (o
comenzará) el reino de Cristo? Y una vez que hacemos la pregunta de este modo, sucede en los círculos
cristianos algo asombroso, casi increíble: ¡Unidad! Desde el día de Pentecostés en adelante, los
cristianos ortodoxos han reconocido que el reino de Cristo comenzó con su resurrección/ascensión, y
continuará hasta que todas las cosas haya sido sometidas completamente bajo sus pies, como lo declaró
Pedro claramente (Acts 2:30-36). En estos términos, "el milenio" es simplemente el reino de Cristo.
Fue inaugurado en el primer advenimiento de Cristo, ha estado en existencia durante casi dos mil años,
y continuará hasta el segundo advenimiento de Cristo en el último día. En la terminología
"milenialista", esto significa que el regreso de Cristo y la resurrección de todos los hombres tendrá
lugar después del "milenio". En este sentido objetivo, por lo tanto, el cristianismo ortodoxo siempre ha
sido post-milenialista. Es decir, sin importar cómo ha sido concebido el milenio (ya sea en un sentido
celestial o en un sentido terrenal - es decir, sin importar la exégesis técnica de ciertos puntos en
Apocalipsis 20 - los cristianos ortodoxos siempre han confesado que Cristo Jesús vendrá después
("post") de que el período designado como "los mil años" haya terminado. En este sentido, todos los
"amilenialistas" son también "post-milenialistas". Al mismo tiempo, el cristianismo ortodoxo siempre
ha sido amilenialista (es decir, no milenialista). La Iglesia histórica siempre ha rechazado la herejía del
milenialismo (en siglos pasados, esto se llamaba kilismo, que significa mil-años-km). La idea de que el
reino de Cristo es algo que está completamente en el futuro, que ha de ser introducido por algún gran
cataclismo social, no es una doctrina cristiana. Es una enseñanza heterodoxa, a la cual se adhieren
generalmente sectas herejes en los bordes exteriores de la Iglesia Cristiana. 2 Ahora bien, el
milenialismo puede adoptar dos formas generales. Puede ser, o pre-milenialismo (en el cual la Segunda
Venida es el cataclismo que anuncia el milenio), o post-milenialismo (en el cual la Revolución Social
es el cataclismo). Ejemplos de la primera rama del kilismo sería, por supuesto, el movimiento ebionita
del período de la iglesia primitiva, y el moderno dispensacionalismo de la escuela Scofield-Ryrie. 3
Ejemplos de la herejía post-milenialista serían fáciles de nombrar también: La revuelta Münster de
1534, el nazismo, el marxismo (ya sea "cristiano" o de otro tipo). 4 El cristianismo ortodoxo rechaza
ambas formas de la herejía milenialista. El cristianismo se opone a la idea de que cualquier nuevo
cataclismo redentor ocurra antes del Juicio Final. El cristianismo es anti-revolucionario. Por esta razón,
aunque los cristianos siempre han esperado la salvación del mundo, creyendo que Cristo murió y
resucitó con ese propósito, también han considerado la obra del reino como una influencia
fermentadora, que transforma gradualmente el mundo a imagen de Dios. El cataclismo definitivo ya ha
tenido lugar, en la obra consumada de Cristo. Por lo tanto, dependiendo de la pregunta específica que
se haga, el cristianismo ortodoxo puede considerarse bien como amilenialista o como post-milenialista
- porque, en realidad, es ambas cosas.
Hay que entender un punto adicional: Además de ser tanto "amilenialista" como "post-
milenialista", la Iglesia cristiana ortodoxa por lo general ha sido optimista en su visión del poder del
evangelio para convertir a las naciones. En mi libro Paradise Restored: A Biblical Theology of
Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), yo inicio cada capítulo con una cita del gran
Atanasio sobre el tema de la victoria del evangelio por todo el mundo y la inevitable conversión de
todas las naciones al cristianismo. El punto no era seleccionar a Atanasio como tal; numerosas
afirmaciones expresando la esperanza de la Iglesia acerca del triunfo mundial del evangelio pueden
encontrarse en todos los escritos de los grandes padres y maestros en cada era del cristianismo. 5 Aún
más significativamente, la creencia universal en la victoria venidera puede verse en la acción de la
Iglesia en la historia. Los cristianos nunca supusieron que su alto llamado era para a trabajar a favor de
algún tipo de distensionamiento con el enemigo. Los ortodoxos jamás consideraron el "pluralismo"
como una meta digna. La iglesia siempre ha reconocido que Dios envió a su Hijo unigénito para
redimir el mundo, y que Él no se satisfará con nada menos que con aquéllo por lo cual ha pagado.
Cuando los primeros misioneros del este se aventuraron dentro de los demonizados territorios
de nuestros antepasados paganos, no tenían la más ligera intención de llevar una coexistencia pacífica
con los hechiceros y sus aterradoras deidades. Cuando San Bonifacio, en su misión a los germanos
paganos, se acercó al roble sagrado de Thor, simplemente lo derribó a hachazos y construyó una capilla
con la madera. Miles de adoradores de Thor, al ver que su dios no había herido a San Bonifacio con un
rayo, se convirtieron al cristianismo allí mismo. En cuanto a San Bonifacio, quedó imperturbable por el
incidente. Sabía que había un solo Dios verdadero del trueno - el Jehová trino.
Con el surgimiento de escatologías divergentes durante los dos siglos más recientes, el
tradicional optimismo evangélico de la Iglesia fue denominado con el término "post-milenialismo", les
gustara o no a los "post-milenialistas". Esto ha tenido efectos positivos y negativos. En el lado positivo,
es (como hemos visto) una descripción técnicamente exacta de la ortodoxia, y lleva consigo la
connotación de optimismo. En el lado negativo, a menudo puede confundirse con el milenialismo
hereje. Y, aunque el "amilenialismo" expresa correctamente el aborrecimiento ortodoxo a la revolución
apocalíptica, lleva consigo (tanto de nombre como por asociación histórica) una fuerte connotación de
derrotismo.8 Por lo tanto, este escritor trata de ser sensible a las insuficiencias de la terminología
teológica corriente.9
Este post-milenialismo "genérico" sostiene que Jesucristo estableció su reinado mediador por
medio de su muerte, su resurrección, y su ascensión al trono celestial, y, como el segundo Adán, rige
toda la creación hasta el fin del mundo, cuando vendrá de nuevo a juzgar a los vivos y a los muertos;
que, a su debido tiempo, por medio del derramamiento del Espíritu Santo, "la tierra será llena del
conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar" (Is. 11:9); y que las promesas bíblicas de
bendición abundante, en todas las áreas de la vida, serán derramadas por Dios sobre el mundo entero,
en respuesta pactal a la fidelidad de su pueblo.10
1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.
2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que
fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
v1 La importancia de las imágenes en este pasaje es realzada por su centralidad como la cuarta
de las siete visiones introducidas por la expresión "Y vi" (kai eidon; comp. Rev. 19:11, 17, 19; 20:4, 11;
21:1). Juan ve un ángel descendiendo del cielo, que tenía la llave del abismo y una gran cadena en la
mano. Nuevamente, como en Rev. 10:1 y el Rev.18:1 (comp. Rev.12:7), este es el Señor Jesucristo,
quien, como Mediador, es el Ángel (Mensajero) del Pacto (Mal. 2:7; 3:1). Su absoluto control y
autoridad sobre el abismo están simbolizados por la llave y la gran cadena. El autor establece un agudo
contraste: A Satanás, la estrella impía que cayó del cielo, se le dio brevemente la llave del abismo (Rev.
9:1); pero Cristo descendió del cielo, teniendo como su posesión legal "las llaves de la muerte y del
Hades" (Rev. 1:18).
v2-3 Juan junta las varias descripciones del malo que ha usado durante la profecía: el dragón
(Rev. 12:3-4; 7, 9, 13, 16-17; 13:2, 4, 11; 16:13), la serpiente antigua) Rev. 9:19; 12:9, 14-15), el diablo
(Rev. 2:10; 12:9, 12), Satanás (Rev. 2:9, 13, 24; 3:9; 12:9), el engañador del mundo entero (Rev. 2:20;
12:9; 13:14; 18:23; 19:20). Pero el aterrador poder de este enemigo sólo sirve para exhibir la
incomparable grandeza de su conquistador, que tan fácilmente le ha dejado indefenso: Jesucristo, en su
misión como "Ángel del cielo", prendió al dragón ... y le ató por mil años, y le lanzó al abismo, y le
encerró, y puso su sello sobre él. Como declaró Juan en su primera epístola, Cristo "para esto apareció,
para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). En términos de este propósito, el Señor comenzó a "atar
al hombre fuerte" durante su ministerio terrenal; habiendo completado satisfactoriamente su misión,
ahora está saqueando la casa de Satanás y llevándose sus bienes:
Pero si yo, por el Espíritu de Dios, echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
Porque, ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y
entonces podrá saquear su casa. (Mat. 12:28-29; comp. Lk 11:20-22).
"Y finalmente tenemos que referirnos en este contexto a Lk 10:18-19. Jesús ha enviado a los
setenta (o a los setenta y dos), que regresan a él y gozosamente le cuentan el éxito de su misión. Y
luego Jesús dice: 'Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo'. Por eso él acepta el gozo de los que
había enviado, y les muestra los antecedentes del poder de ellos sobre los demonios. El significado
general de esto es claro: Satanás mismo ha caído con gran fuerza de su posición de poder. Esto es lo
que Jesús había visto con sus propios ojos. Los partidarios de Satanás no pueden sostenerse ... Lo que
cuenta en relación con esto es que lo que se dice aquí es esencialmente lo mismo que se dice en Mat.
12:28 y Lk. 11:20, es decir, el gran momento de la ruptura del gobierno de Satanás ha llegado al mismo
tiempo que la venida del reino de los cielos. La redención ya no es futura, sino que se ha convertido en
presente. En esta lucha es Jesús mismo el que ha quebrantado el poder de Satanás y el que continuará
haciéndolo. Esto es lo que parece de lo que sigue cuando Jesús comenta el poder de los discípulos, que
ellos han recibido de él para pisar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo, el poder del enemigo, de
manera que, también en el futuro, nada será imposible para ellos. Con este enemigo, también se da a
entender a Satanás. Las serpientes y los escorpiones se mencionan aquí como sus instrumentos (Ps.
91:13), por medio de los cuales él intenta, traicioneramente, de arruinar al hombre. Pero cualquier
poder que Satanás tenga a su disposición para traer muerte y detrucción (comp. por ej., Heb. 2:14) ha
sido sujetado a sus discípulos. Todo esto implica y confirma que el gran momento de salvación, el
cumplimiento de la promesa, el reino de los cielos, ha venido". 11
El mensaje entero del Nuevo Testamento (comp. Eph. 4:8; Col. 2:15; Heb. 2:14) hace énfasis en
que Satanás fue derrotado definitivamente en la vida, la muerte, la resurrección, y la ascensión de
Jesucristo. Es absolutamente crucial recordar que, al hablar de la "ascensión" de Cristo - su venida al
trono del Anciano de días (Dan. 7:13-14) - estamos hablando, no sólo de su acto singular de ascender a
la Nube, sino también de las consecuencias directas e inmediatas de ese acto: el derramamiento del
Espíritu en la Iglesia en el año 30 d. C.(Lk 24:49-51; Jn 16:7; Acts 2:17-18, 33), y el derramamiento de
la ira sobre Jerusalén y el templo en el año 70 d. C. (Dan. 9:24-27; Acts 2:19-20). Pentecostés y el
holocausto fueron la ascensión aplicada. El acto final del drama del encadenamiento definitivo (para
distinguirlo del encadenamiento progresivo y consumado)12 de Satanás fue representado en la
destrucción del sistema del Antiguo Pacto. Por esto, Pablo, escribiendo algunos años antes del evento,
pudo asegurarle a la Iglesia que "el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies" (Rom.
16:20).
Por todas estas razones, tanto los autores post-mileniales como los amileniales han sugerido, por
lo general, que el encadenamiento de Satanás para que no engañe más a las naciones se refiere a su
incapacidad de impedir que el mensaje del evangelio tenga éxito. Y, hasta donde llega, esta
interpretación ciertamente tiene justificación bíblica: Antes de la venida de Cristo, Satanás controlaba a
las naciones; 13 pero ahora su control de muerte ha sido hecho añicos por el evangelio, al esparcirse
por todo el mundo las buenas nuevas del reino. El Señor Jesús envió al apóstol Pablo a las naciones
gentiles "para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los
santificados" (Acts 26:18). Cristo vino a "regir a los gentiles" (Rom. 15:12). Que Satanás haya sido
atado no significa que todas sus actividades hayan cesado. El Nuevo Testamento nos dice
específicamente que los demonios han sido desarmados y atados (Col. 2:15; 2 Pet. 2:4; Jude 6) y, sin
embargo, todavía están activos. Es sólo que sus actividades están restringidas. Y, al progresar el
evangelio a través del mundo, sus actividades estarán aún más limitadas. Satanás es incapaz de evitar la
victoria del reino de Cristo. Venceremos (1 Jn 4:4). "Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta
salvación de Dios; y ellos oirán" (Acts 28:28).
Los grandes padres y maestros de la Iglesia siempre han reconocido que Cristo derrotó
definitivamente a Satanás en su primera venida. Como dijo San Ireneo: "El Verbo de Dios, el Hacedor
de todas las cosas, conquistándole por medio de la naturaleza humana, y demostrando que Satanás era
un apóstata, le ha puesto bajo el poder del hombre. Porque Jesús dice: 'He aquí os doy potestad de
hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo' [Lk. 10:19] para que, al obtener poder
sobre el hombre por medio de la apostasía, así también su apostasía pudiera ser privada de poder por
medio del regreso del hombre a Dios". 14 San Agustín concordó: "El diablo fue conquistado por su
propio trofeo de victoria. El diablo saltó de gozo cuando primero sedujo al hombre y luego le lanzó a la
muerte. Al seducir al primer hombre, le mató; al matar al último hombre, perdió al primero al
escapársele éste de su lazo. La victoria de nuestro Señor Jesucristo llegó cuando él resucitó, y ascendió
al cielo; entonces se cumplió lo que vosotros habéis oído cuando se estaba leyendo el Apocalipsis: 'El
Léon de la tribu de Judá ha vencido' [Rev. 5:5].... El diablo saltó de gozo cuando Cristo murió; y por
medio de la misma muerte de Cristo, el diablo fue vencido: por decirlo así, tomó el cebo en la ratonera.
Se regocijó en la muerte, creyéndose el comandante de la muerte. La cruz del Señor fue la ratonera del
diablo: el cebo que le atrapó fue la muerte del Señor".15
Pero el énfasis exacto de Apocalipsis 20 parece ser el de tratar de algo mucho más específico
que el encadenamiento y la derrota general de Satanás. Juan nos dice que el dragón está atado con
referencia a su capacidad de engañar a las naciones - en particular, como leemos en el versículo 8, al
poder del dragón "para engañar a las naciones ... para reunirles para la batalla". La meta declarada del
engaño del dragón es convencer a las naciones de que unan fuerzas contra Cristo para la batalla final y
decisiva al final de la historia. Desde el principio, a menudo el deseo de Satanás ha sido provocar un
prematuro cataclísmico escatológico, así como el fin del mundo y el Juicio Final, ahora. Quiere
apresurar a Dios hacia un juicio para destruirle, o por lo menos poner su programa en corto circuito y
destruir el trigo junto con la cizaña (comp. Mat. 13:24-30). En cierto sentido, puede ser considerado
como su propio agente provocador, conduciendo precipitadamente a sus tropas hacia una rebelión del
fin del tiempo que invocará el juicio de Dios e impedirá la plena maduración del reino de Dios.
Escribiendo acerca de la parábola de Jesús sobre la levadura - "El reino de los cielos es
semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue
leudado" (Mat. 13:33) - Gary North observa: El reino de Dios es como la levadura. El cristianismo es la
levadura, y tiene un efecto leudante sobre las culturas paganas y satánicas a su alrededor. El
cristianismo impregna la totalidad de la cultura, haciendo que se eleve. El pan que produce esta
levadura es el pan preferido. En tiempos antiguos - en realidad, hasta la misma llegada del
industrialismo y los modernos métodos agrícolas de finales del siglo diecinueve - el pan leudado era
considerado como el sostén de la vida, el símbolo de la mano sostenedora de Dios. 'Danos hoy nuestro
pan cotidiano', han orado los cristianos por siglos, y han comido pan leudado en sus mesas. Así lo
hacían los antiguos hebreos. El reino de Dios es la fuerza que produce el pan de excelente calidad que
buscan todos los hombres. El simbolismo debería ser obvio: El cristianismo hace gozosa la vida para
los hombres piadosos. Les proporciona a los hombres lo mejor de lo mejor.
"Le toma tiempo a la levadura hacer su trabajo. Le toma tiempo a la masa leudada elevarse. La
levadura es un símbolo de continuidad histórica, del mismo modo que el pan sin levadura era el
símbolo de la descontinuidad histórica de Israel. Los hombres pueden esperar que la levadura haga su
trabajo. Dios da tiempo al hombre para que su levadura espiritual haga su trabajo en él. Puede que los
hombres no comprendan exactamente cómo trabaja la levadura - cómo el poder espiritual del reino de
Dios se esparce a través de su cultura y la hace elevarse - pero pueden ver y probar sus efectos. Si
realmente empujamos la analogía (hasta la aporreamos) podemos señalar el hecho de que la masa es
aporreada varias veces por el panadero antes de la horneada final, casi como si Dios, por medio de los
agentes de Satanás en el mundo, aporrease su reino en la historia. Sin embargo, la levadura hace su
maravilloso trabajo, con la condición de que el fuego del horno no sea encendido prematuramente. Si
se aplica todo el calor del horno a la masa antes de que la levadura haya hecho su trabajo, tanto la
levadura como la masa perecerán en las llamas. Dios espera para aplicar el calor final (2 Pet. 3:9-10).
Primero, su levadura - su Iglesia - debe hacer su trabajo, en el tiempo y en la tierra. El reino de Dios
(que incluye la iglesia institucional, pero que es más amplio que la iglesia institucional) debe elevarse,
habiendo 'descorrompido' la masa satánica del reino de Satanás con el evangelio de vida, incluyendo la
reconstrucción vivificante de todas las instituciones de cultura.
"¡Qué maravillosa descripción del reino de Dios! Los cristianos trabajan con el material
disponible en cualquier cultura dada, buscando refinarla, impregnarla, y convertirla en algo fino. Saben
que tendrán éxito, del mismo modo que la levadura tiene éxito finalmente en la masa, si se le da tiempo
suficiente para que haga su trabajo. Esto es lo que Dios nos promete implícitamente en la analogía de la
levadura: suficiente tiempo para llevar a cabo nuestras tareas individuales y colectivas. Él nos dice que
su reino producirá el pan de vida deseable. Tomará tiempo. Puede que necesite varios aporreamientos,
mientras Dios, por medio de la hostilidad del mundo, amasa la masa llena de levadura de las culturas de
los hombres. Pero el resultado final está garantizado. Dios no tiene el propósito de quemar su pan hasta
convertirlo en un curruscado inútil poniéndolo en el horno prematuramente. Él es mejor panadero que
eso".16
Como dijo Tertuliano en su magistral defensa de la fe cristiana: "Somos un cuerpo unido por
una común profesión religiosa, por una piadosa disciplina, por un lazo de esperanza. Nos reunimos
como asamblea y como congregación para, como fuerza organizada, poder abrumar a Dios con nuestras
oraciones. Tal violencia es aceptable a Dios. Oramos también por los emperadores, por sus ministros y
los que están en puestos de autoridad, por el bienestar temporal del hombre, por la paz en el mundo, por
el retraso en el fin de todas las cosas".17
Por lo tanto, el propósito específico del encadenamiento del dragón es evitar que incite a una
escatológica "guerra para poner fin a todas las guerras", la batalla final - hasta que Dios esté listo.
Cuando la ciudad-reino de Dios haya madurado, entonces Dios soltará a Satanás una vez más y le
permitirá engañar a las naciones para la conflagración final. Pero el fuego caerá según el programa de
Dios, no según el programa del dragón. En cada punto, Dios controla los acontecimientos para su
propia gloria.
Satanás ha de permanecer atado, nos dice Juan, por mil años - un número grande, redondo.
Hemos visto que, así como el número siete connota plenitud de calidad en imágenes bíblicas, el número
diez contiene la idea de plenitud de cantidad; en otras palabras, representa muchos. Un millar
multiplica e intensifica esto (10 x 10 x 10) para expresar gran vastedad (comp. Rev. 5:11; 7:4-8; 9:16;
11:3, 13; 12:6; 14:1, 3, 20).18 Por eso, Dios reclama como suyos "los millares de animales en los
collados" (Ps.50:10). Por supuesto, esto no significa que los animales en otros lugares pertenecen a
alguien más. Dios es dueño de todos los animales en todas partes. Pero Él dice "millares" para indicar
que hay muchos animales (comp. Deut. 1:11; 7:9; Ps. 68:17; 84:10; 90:4). De manera similar, los mil
años de Apocalipsis 20 representan un vasto e indefinido período de tiempo (aunque su naturaleza
limitada y provisional como una era antes de la consumación queda subrayada por el hecho de que la
frase se menciona sólo seis veces en este capítulo). Ya ha durado casi 2.000 años, y probablemente
durará muchos más. Milton Terry observa: "Los mil años deben entenderse como un número simbólico,
que denota un largo período. Es un número redondo, pero representa un período indefinido y
desmesuradamente largo cuya duración sería una locura tratar de calcular. Su comienzo data desde la
gran catástrofe de este libro, la caída de la Babilonia mística. Es la edad que comienza con la salida del
gran Conquistador de Rev.19:11-16, y que continúa hasta que Él haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies (1 Cor. 15:25). Es el mismo período que el requerido para que la piedra de la
profecía de Daniel (Dan. 2:35) llene la tierra y para que la semilla de mostaza de la profecía de Jesús
consume su crecimiento mundial (Mat. 13:31-32). Durante cuánto tiempo continuará el Rey de reyes su
batalla contra el mal y diferirá el último golpe decisivo, cuando Satanás sea 'suelto por un poco de
tiempo', nadie puede juzgarlo, ni siquiera aproximadamente. Puede que requiera un millón de años".19
El encadenamiento del dragón le impide engañar más a las naciones, hasta que los mil años se
hayan cumplido; después de estas cosas, debe ser liberado por corto tiempo, durante el cual sale
nuevamente a engañar a las naciones. La historia del dragón se reanudará en el versículo 7, así que aquí
sólo tenemos que notar el uso que Juan hace de la palabra "debe" (literalmente, "es necesario"; comp.
Rev.1:1; 4:1; 10:11; 11:5; 13:10; 17:10; 22:6). En todo momento, las actividades de Satanás tienen
lugar bajo el estricto gobierno de la providencia de Dios. Como observa Swete: "Es vano especular
sobre el fundamento de esta necesidad" (¡sobre la cual él pasa a especular inmediatamente!); 20 es
suficiente saber que Dios ha decretado esta necesidad. El dragón no es su propio amo. Ha sido apresado
y atado y encerrado en el abismo, y algún día será soltado por un breve tiempo - pero todo esto tiene
lugar según los buenos y santos propósitos de Dios. Toda la ira y la furia del dragón contra el reino de
Cristo son completamente impotentes e ineficaces; él es impotente para hacer nada hasta que sea
deliberadamente soltado por Aquél que tiene la llave del abismo.
La primera resurrección (Rev. 20:4-6)
4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por
causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que
no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre
éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
v4 La nueva visión es del reino de mil años: Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos. No se nos
dice explícitamente quiénes son los que se sentaron, pero no debería haber dudas de su identidad, pues
están sentados en tronos. Juan usa la palabra tronos (plural) sólo con referencia a los veinticuatro
ancianos:
Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro
ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. (Rev. 4:4)
Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus
rostros, y adoraron a Dios. (Rev. 11:16)
Como hemos visto, los veinticuatro ancianos de Juan son la asamblea representativa de la Iglesia, el
real sacerdocio. A través de la profecía, el pueblo de Dios es visto reinando como sacerdotes con Cristo
(Rev. 1:6; 5:10), llevando puestas coronas (Rev. 2:10; 3:11), poseyendo real autoridad sobre las
naciones (Rev. 2:26-27), sentados con Cristo en su trono (Rev. 3:21). Todas estas cosas están
simbolizadas en el cuadro del presbiterio celestial (Rev. 4:4): Como reyes, los ancianos se sientan en
tronos; como sacerdotes, son veinticuatro en número (comp. 1 Chr. 24), y llevan puestas coronas
(comp. Ex. 28:36-41).
Por lo tanto, no nos vemos forzados a decidir si los que están sentados en tronos durante el
milenio son ancianos o son la Iglesia entera. 22 Relacionada con esto hay la promesa que Jesús hizo a sus
discípulos: "De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono
de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las
doce tribus de Israel" (Mat. 19:28; comp. Lk. 22:30, donde se usa el término reino en vez de
regeneración). Por medio de su muerte, su resurrección, y su ascensión a su glorioso trono (Eph. 1:20-
22), Jesús inauguró la edad del reino (Col. 1:13) - la regeneración - en el cual todas las naciones
est&aacutte;n siendo traídas al banquete en su mesa, junto con los patriarcas y los apóstoles (Is. 52:15;
Lk. 13:28-29; 22:29-30). En esta era, los apóstoles reinan sobre el Nuevo Israel; ellos son el
fundamento mismo de la Iglesia (Eph. 2:20); ella misma es una nación de reales sacerdotes (1 Pet. 2:9).
Jesús hizo a sus discípulos dos promesas en relación con la era mesiánica: que se sentarían
sobre tronos, y que ellos juzgarían. Esto es precisamente lo que Juan nos muestra en este texto. Habla
de los que se sienten en los tronos del reino, y añade que a ellos se les dio juicio, en paralelo con su
afirmación en Rev. 11:18 de que los santos son "juzgados" o "vindicados"; además, sin embargo, existe
aquí el sentido de que el privilegio de juzgar (regir) se le pone a los santos en las manos. Antes de la
victoria de Cristo sobre Satanás, la Iglesia fue juzgada y regida por las naciones paganas, porque Adán
había abdicado su posición de juicio y se la había entregado al dragón. Pero ahora el Hijo del Hombre,
el segundo Adán, ha ascendido al trono como gobernante de los reyes de la tierra, y su pueblo ha
ascendido para gobernar con él (Eph. 2:6). Definitivamente - y más y más al progresar la era - el juicio
se le da al pueblo de Dios.23 El mandato de dominio de Gen. 1:26-28 (comp. Ps. 8; Heb. 2) se cumplirá
por medio del triunfo del evangelio; al progresar el evangelio, también progresa el dominio de los
santos. Los dos van juntos. En su gran comisión (Mat. 28:18-20), Jesús nos ordenó enseñar y hacer
discípulos a las naciones, y al ser la tierra discipulada gradualmente de acuerdo con los mandamientos
de la Palabra de Dios, se expandirán las fronteras del reino. A su debido tiempo, por medio del
evangelismo, el reino de los cristianos se volverá tan extenso que "la tierra será llena del conocimiento
de Dios, como las aguas cubren el mar" (Is. 11:9). Las bendiciones edénicas abundarán a través del
mundo al ser obedecida más y más la ley de Dios por las naciones convertidas (Lev. 26:3-13; Deut.
28:1-14).24
Sin embargo, debe subrayarse que el camino hacia el dominio de Cristo no descansa
principalmente en la acción política. Aunque la esfera política, como cualquier otro aspecto de la vida,
es un área válida y necesaria para la actividad cristiana y el eventual gobierno, debemos evitar la
perenne tentación de echar mano del poder político. El dominio en el gobierno civil no puede obtenerse
antes de que hayamos adquirido madurez en sabiduría - el resultado de generaciones de auto-gobierno
cristiano. A medida que aprendamos a aplicar la Palabra de Dios a situaciones prácticas en nuestras
vidas personales, nuestros hogares, nuestras escuelas, y nuestros negocios; a medida que las iglesias
cristianas ejerzan juicio bíblico sobre sus propios oficiales y miembros, respetando y haciendo
obedecer la disciplina de otras iglesias, entonces se les podrá confiar a los cristianos mayores
responsabilidades. A los que son fieles en algunas cosas se les encargarán muchas cosas (Mat. 25:21,
23), pero "al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá" (Lk 12:48; comp. Rev. 16:10-12; 19:17).
Una de las marcas distintivas de los movimientos herejes a través de la historia de la Iglesia ha sido el
intento de apoderarse de la toga del poder político antes de que éste haya sido conferido.
Todo este tema ha sido cuidadosamente explorado por James Jordan en un excelente ensayo, y el
menor servicio que puedo proporcionarle en este punto al lector interesado es simplemente referirlo a
dicho estudio.25 Jordan lo concluye con estas palabras: "Cuando estemos listos, Dios nos dará la toga.
Que no lo haya hecho antes así prueba que no estamos listos. Con afirmar que estamos listos no
podremos engañarle. Oremos para que no nos aplaste dándonos una autoridad tal antes de que estemos
listos. Ocupémosnos de nuestras cosas, adquiriendo sabiduría en la familia, la iglesia, el estado, y los
negocios, evitando confrontaciones con las autoridades.... Pues, tan seguramente como que Cristo ha
resucitado de la tumba y ha ascendido a la gloria regia en las alturas, sus santos heredarán el reino y
reinarán en su nombre, cuando llegue el momento oportuno".26 Cuando llegue el momento oportuno.
Juan nos dice que, además de los ancianos entronados, él vio a aquéllos a los que los ancianos
representan: Primero, las almas de los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y la
palabra de Dios. Esta expresión es casi idéntica a su descripción de los mártires debajo del altar:
Vi ... las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. (Rev.
6:9).
Sin embargo, hay una diferencia significativa: el uso de la palabra decapitados. Si bien la
mayoría de los comentaristas está seguramente en lo cierto cuando ve esto como una referencia general
a todos los mártires de la fe (cualesquiera sean los medios por los cuales hayan sido muertos), debemos
tratar de hacer justicia al hecho de que Juan escogiera ese término en particular. El verbo griego
pelekizo no se usa en ninguna otra parte de la Biblia, pero el acto de decapitar se menciona, bajo el
sinónimo apokephalizo, en Mat. 14:10, Mk. 6:16, 27 y Lk. 9:9. Por supuesto, el sujeto de la
decapitación era Juan el Bautista, el último de los profetas del antiguo pacto y precursor de Cristo
Jesús. Como el moderno Elías (Mal. 4:5; Mat. 11:14; 17:10-13; Lk 1:17), él resumió el mensaje de
todos los testigos anteriores: "Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan" (Mat. 11:13).
Parece probable, por lo tanto, que aquí Juan llama nuestra atención al hecho de que los testigos del
antiguo pacto, simbolizados por Juan el Precursor, deben ser contados entre los fieles mártires que
"viven y reinan con Cristo".
Una pregunta surge inmediatamente: ¿Tenían realmente el testimonio de Jesús los fieles del
antiguo pacto? Es notable que Juan, de manera nada característica, enfatiza el nombre de Jesús, como
para resaltar la posición específicamente cristiana de estos testigos "decapitados". Y el Nuevo
Testamento expresa claramente que, como Juan, todos los testigos del antiguo pacto eran precursores
de Cristo Jesús, testificando de él:
Entonces él le dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era
necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo
por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. (Lk 24:25-27).
No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra confianza.
Porque si creyéseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. (Jn 5:45-46).
De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su
nombre. (Acts 10:43).
Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes
por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo ... (Rom. 1:1-3).
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia
de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. (Rom. 3:21-22).
Las filas de los que reinan con Cristo se llenan también con los fieles del Nuevo Pacto, los
vencedores de los días de Juan que también tenían el testimonio de Jesús: los que no habían adorado a
la bestia o a su imagen, y no habían recibido la marca en su frente y en su mano (comp. Rev. 1:2, 9;
2:13; 12:9-11, 17; 15:2; 19:10). Todos éstos vivieron y reinaron con Cristo mil años. La vida del
hombre nunca ha llegado a los mil años: Adán vivió 930 años (Gen. 5:5), y Matusalén, cuya vida fue la
más larga que registra la Biblia, vivió sólo 969 años antes de morir en el Diluvio (Gen. 5:27). 27 Si sus
herederos hubiesen sido fieles, el reino de David debió haber durado "para siempre" - es decir, debió
haber durado mil años, hasta la venida de Cristo (2 Sam. 7:8-29; 1 Chr. 17:7-27; 2 Chr. 13:5; 21:7; Ps.
89:19-37; Is. 9:7; 16:5; Jer. 30:9; Eze. 34:23-24; Hosea 3:5; Lk. 1:32-33); pero, nuevamente, el hombre
se quedó corto. Nadie pudo traer "el milenio" - el reino milenario - hasta que el Hijo de Dios apareció
como el Hijo del Hombre (el segundo Adán) e Hijo de David. Él obtuvo el reino para todo su pueblo.
¿Tiene lugar en el cielo o en la tierra este reino de los santos? La respuesta debería ser obvia:
¡En ambos! Los tronos de los santos están en el cielo, con Cristo (Eph. 2:6); y, sin embargo, con su
Señor, ejercen gobierno y dominio en la tierra (comp. Rev. 2:26-27; 5:10; 11:15). Los que reinan con
Cristo en su reino son todos aquéllos a los que Él ha redimido, la comunión entera de los santos, estén
vivos o muertos (incluyendo los creyentes del Antiguo Pacto). En su ascensión, Cristo Jesús nos llevó a
todos al trono. Como se regocija el Te Deum:
Cuando derrotaste la aspereza de la muerte, abriste el reino de los cielos para todos los creyentes.
Por esta razón, el reino de los santos es análogo a su adoración: La iglesia entera, en el cielo y
en la tierra, adora toda junta delante del trono de Dios, morando en el cielo como en tabernáculos (Rev.
7:15; 12:12; 13:6). Preguntar si la adoración de los santos es celestial o terrenal es proponer un falso
dilema, pues la Iglesia es tanto celestial como terrenal. De manera similar, la esfera de gobierno de la
Iglesia incluye la tierra, pero se ejerce desde el trono en el cielo. Jesús le dijo a Pilatos: "Mi reino no es
de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí" (Jn. 18:36). El texto no dice, como algunos enseñan
neciamente, que el reino de Cristo es irrelevante al mundo; más bien, el texto afirma que el reino no se
deriva de la tierra: "Él hablaba de la fuente de su autoridad, no del lugar de su reino legítimo. Su reino
no es de este mundo, sino que está en este mundo y por encima de él".28
v5-6 La primera parte del versículo 5 es una afirmación parentética sobre los excluídos del
privilegio de vivir y reinar con Cristo. Ahora, si "los decapitados" (v. 4) son los fieles del antiguo pacto,
el resto de los muertos son (primeramente) los fieles del antiguo pacto, los no santos que estaban
muertos en el momento en que Juan escribía. La figura puede extenderse lógicamente para incluir a
todos los no redimidos, de todas las épocas, pero ese no es el punto de Juan. Más bien, está subrayando
el hecho de que los creyentes muertos del antiguo pacto han sido incluídos en la ascensión de Cristo y
su reino glorioso desde el trono celestial; ellos viven, mientras que los impíos están muertos.
En fin de cuentas, nos dice Juan, hay dos clases de personas: 1) Los ancianos y aquéllos a los
cuales ellos representan (los fieles del antiguo y el nuevo pactos), que viven y reinan con Cristo "por
mil años" en su reino; y 2) los otros muertos, los incrédulos. Estos no vivieron hasta que los mil años se
hubieron cumplido. Aunque algunos intérpretes han llegado precipitadamente a la conclusión de que
"los otros muertos" vivirán después de que el milenio haya terminado, no existe tal implicación aquí. A
Juan le interesa sólo hablarnos del milenio mismo, y su frase no significa otra cosa que no sea que los
otros muertos están excluídos de la vida y del dominio durante el período entero. Todos sabemos, por
pasajes como Jn 5:28-29 y Acts 24:15, que habrá una resurrección general de los justos y de los
injustos; pero debemos recordar que Juan no está escribiendo una abarcante Teología Sistemática sobre
el fin del mundo. Está escribiendo una profecía sobre la Iglesia, que trata de ciertos aspectos de las
bendiciones de los justos y las maldiciones de los impíos.
La narración, pues, continúa con la definición de Juan de que los santos viven y reinan con
Cristo mil años: Esta es la primera resurrección - primera tanto en el orden temporal como en su
importancia. La imagen de dos resurrecciones está sólidamente anclada en las Escrituras. En el sistema
levítico, se establecía tipológicamente en la ley prescribiendo la purificación después de la
contaminación de la muerte:
El que tocare cadáver de cualquier persona será inmundo siete días. Al tercer día se purificará con aquella agua, y al
séptimo día será limpio; y si al tercer día no se puificare, no será limpio al séptimo día. (Num. 19:11-12).
Como ha mostrado James Jordan, esta purificación ritual era una resurrección simbólica: El
hombre que era contaminado mediante el contacto con un muerto estaba muerto ceremonialmente, y
tenía que ser resucitado de la muerte.29 La resurrección se efectuaba mediante el rociamiento con agua
(véase Num. 19:13)30 tanto en el tercer día como en el séptimo día - en otras palabras, una primera y
una segunda resurrección. Este modelo de una "doble resurrección" se repite de diferentes maneras a
través de la Biblia. El evangelio de Juan registra las palabras de Jesús sobre el tema:
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que
hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Jn.
5:24-25, 28-29).
Aquí Jesús afirma que está inaugurando la Era de la Resurrección, en la cual los que creen en él
son participantes ahora; más tarde, vendrá otra "hora", en la cual todos los hombres, los justos y los
injustos, saldrán de sus tumbas (comp. Jn. 11:24-25). Pablo trazó la misma distinción entre las dos
resurrecciones:
Mas ahora Cristo ha resucitado; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la
muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como
en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden:
Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. (1 Cor. 15:20-23).
Habrá, pues, una resurrección al final de la historia, a la Segunda Venida de Cristo en el día final (Jn
6:38-40, 44, 54; Acts 24:15; 1 Thes. 4:14-17). Pero, antes de esa resurrección final, hay otra, una
primera resurrección: la resurrección de "Cristo, las primicias". Él resucitó de entre los muertos, y
resucitó a todos los creyentes con él. Nota: Juan no dice que el creyente, como tal, es resucitado, sino
que tiene parte en la primera resurrección. El creyente participa conjuntamente en la resurrección de
alguien más - la resurrección del Señor Jesucristo. 31 Pablo les dijo a los cristianos colosenses cómo
habían sido hechos partícipes de la resurrección de Cristo:
Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios
que le levantó de los muertos. (Col. 2:12)
La primera resurrección es, pues, espiritual y ética, nuestra regeneración en Cristo y nuestra
unión con Dios, nuestra re-creación a su imagen, nuestra participación en su resurrección. Esta
interpretación queda confirmada por la descripción que hace Juan de los que participan en la primera
resurrección - ella corresponde completamente a todo lo que él nos dice en alguna otra parte sobre los
elegidos: Ellos son benditos (Rev. 1:3; 14:13; 16:15; 19:9; 22:7, 14) y sacros, es decir, santos (Rev. 5:8;
8:3-4; 11:18; 13:7, 10; 14:12; 16:6; 17:6; 18:20; 24; 19:8; 20:9; 21:2, 10); como Cristo prometió a
todos los fieles, la segunda muerte (v. 14) no tiene poder sobre ellos (Rev. 2:11); y ellos son sacerdotes
(Rev. 1:6; 5:10) que reinan con Cristo (Rev. 2:26-27; 3:21; 4:4; 11:15-16; 12:10). En realidad, Juan
inició su profecía diciéndoles a sus lectores que todos los cristianos son reales sacerdotes (Rev. 1:6); y
el mensaje consistente del Nuevo Testamento, como hemos visto repetidamente, es el de que el pueblo
de Dios está ahora sentado con Cristo, reinando en su reino (Eph. 1:20-22; 2:6; Col. 1:13; 1 Pet. 2:9).
El mayor error al tratar con el milenio de Apocalipsis 20 es no reconocer que habla de las realidades
presentes de la vida cristiana. La Biblia es clara: Por medio del bautismo, hemos sido resucitados a vida
eterna y reinamos con Cristo ahora, en esta era. La primera resurrección está teniendo lugar ahora.
Jesucristo está reinando ahora (Acts 2:29-36 ; Rev. 1:5). Y esto significa, por necesidad, que el milenio
está ocurriendo ahora también.
v7-8 Por fin se cumplen los mil años, y el programa de Dios está listo para la derrota final del
dragón. Según el soberano propósito de Dios, el diablo es suelto de su prisión para engañar a las
naciones. El post-milenialismo bíblico no es un absoluto universalista; ni tampoco enseña que en algún
punto futuro de la historia absolutamente todos se convertirán. La profecía de Ezequiel sobre río de
vida indica que algunas áreas remotas - los "pantanos" y las "lagunas" - no serán sanadas, sino que
"quedarán para salinas", permaneciendo sin ser renovadas por las aguas vivas (Ezek. 47:11). Para
cambiar la imagen: Aunque el "trigo" cristiano será dominante en la cultura del mundo, tanto el trigo
como la cizaña crecerán juntos hasta la cosecha al fin del mundo (Mat. 13:37-43). En ese punto, al
madurar el potencial de ambos grupos, a medida que cada lado se vuelve consciente de su decisión de
obedecer o rebelarse, habrá un conflicto final. El dragón será suelto por un poco de tiempo, para
engañar a las naciones en su último y desesperado intento por derribar el reino.
Al describir la guerra escatológica, Juan usa las vívidas imágenes "apocalípticas" de Ezequiel
38-39, que proféticamente presentan la derrota de los sirios por los macabeos en el siglo segundo a. C.:
Las fuerzas impías son llamadas Gog y Magog. Según algunos escritores pre-mileniales populares, esta
expresión se refiere a Rusia, y predice una guerra entre los soviéticos e Israel durante la futura
"tribulación". Aun aparte del hecho de que esta interpretación se basa en una lectura radicalmente
inexacta de Mateo 24 y los otros pasajes de la "Gran Tribulación", 33 la interpretación adolece de
numerosas inconsistencias internas.
Primero, los pre-milenialistas tienden a hablar de esta guerra venidera con la Unión Soviética
como si fuera sinónima de la "batalla de Armagedón" (Rev. 16:16). Y sin embargo, de acuerdo con las
suposiciones pre-milenialistas, la batalla de Armagedón tiene lugar antes de que comience el milenio -
¡más de 1.000 años antes de que aparezcan finalmente el "Gog y el Magog" de Juan! Así, los
entusiastas de las profecías pre-milenialistas se embarcan en prolongadas discusiones del actual poderío
soviético y sus supuestos preparativos para asumir el papel de "Gog y Magog". 34 Al mismo tiempo,
existe virtualmente un completo descuido de lo que en realidad dice el libro de Apocalipsis sobre la
guerra con Gog y Magog; aparentemente, los hechos específicos de la revelación bíblica algunas veces
estorban la "verdad profética".35
Segundo, los que interpretan la guerra de "Gog y Magog" como una guerra del fin del tiempo
que involucra a la Unión Soviética por lo general se enorgullecen de ser "literalistas". Pero deberíamos
tomar nota de lo que requiere una interpretación estrictamente literal de Ezequiel 38-39:
1. La razón de que Gog invada a Israel es para saquear su plata y su oro, y llevarse su ganado ( Ezek. 38:11-13);
muy contrario a la exposición pre-milenialistas, nada se dice sobre expropiar el petróleo de Israel o extraer
minerales del Mar Muerto.
2. Todos los soldados de Gog van a caballo (Ezek 38:15); ninguno va en camiones, jeeps, tanques, helicópteros,
o aviones a reacción.
3. Todos los soldados de Gog llevan espada, escudos de madera, y cascos (Ezek 38:4-5); sus otras armas son
arcos y flechas, garrotes, y lanzas, todas de madera (Ezek 39:3, 9).
4. En vez de usar leña (aparentemente nadie considera siquiera la posibilidad de usar gas, electricidad, o energía
solar), los israelitas victoriosos quemarán como combustible las armas de madera de Gog durante siete años
(Ezek 39:9-10).
Tercero, la expresión Gog y Magog no se refiere, y nunca se refirió, a Rusia. Esa idea ha sido
enteramente inventada, y simplemente ha sido repetida tantas veces que muchos han supuesto que es
verdadera. Las razones ostensibles para esta interpretación se basan en una peculiar lectura de Ezek.
38:3, que habla de "Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal". En hebreo, la palabra soberano es rosh;
por lo tanto, algunos han traducido el texto como "Gog, el príncipe de Rosh". Rosh suena algo así
como Rusia; por lo tanto, Gog es el príncipe (o premier) de Rusia. Desafortunadamente para esta
ingeniosa interpretación, rosh significa simplemente cabeza, y se usa más de 600 veces en el Antiguo
Testamento - y nunca significa "Rusia".36
Los que suponen que "Gog" (un nombre que se supone derivado de la Georgia soviética, puesto
que ambos ¡comienzan con la letra "G"!) es el premier soviético generalmente dan un paso más, y
afirman que "Mesec" es en realidad Moscú. "Tubal" es Tobolsk, y "Gomer" (de Ezek. 38:6) es
Alemania. En su muy útil examen de este punto en disputa, 37 Ralph Woodrow comenta: "Esto es
dudoso. 'Moscú' viene de moscovitas, y es un nombre finlandés. Moscú se mencionó por primera vez
en documentos antiguos en el año de 1147 d. C., cuando era un pequeño pueblo. Algunos creen que
Tubal significa Tobolsk, pero esto es sólo una similitud entre ambos sonidos. Tobolsk fue fundada en el
año 1587 d. C. Algunos creen que Gomer [Eze. 38:6] significa Alemania. Es verdad que tanto la
palabra 'Gomer' como 'Alemania' [Germany, en inglés] comienza con la letra 'G'. Pero también lo hace
la palabra guesswork [conjetura]".38
Woodrow continúa dando razones de por qué la guerra "de Gog y Magog" de que se habla en
Apocalipsis no puede ser idéntica a la profetizada en Ezequiel:
1. En Ezequiel, Gog es un príncipe. En Apocalipsis, Gog es una nación. [Pero véase la explicación alterna de
Farrer, más abajo].
2. En Ezequiel, se dice que Gog va contra Israel con gente de varios países alrededor de Israel; en Apocalipsis,
Gog y Magog son presentados como naciones en los cuatro ángulos de la tierra, en número semejante a la arena
del mar.
3. En Ezequiel, Gog y sus tropas vienen contra Israel, un pueblo que ha retornado del cautiverio y habita si
muros; en Apocalipsis, Gog y Magog suben sobre la anchura de la tierra y rodean la ciudad de los santos.
4. En Ezequiel, el enemigo es Gog de la tierra de Magog; en Apocalipsis, se habla de Gog y Magog.
5. En Ezequiel, las tropas de Gog son derrotadas en Israel y el pueblo quema las armas restantes durante siete
años; en Apocalipsis, Gog y Magog son destruídos por el fuego de Dios que cae del cielo ... Las armas de
madera serían destruídas allí y en ese momento.
No es raro que las imágenes de Apocalipsis se basen en temas o lugares del Antiguo
Testamento. La "Jezabel" de Apocalipsis no es la misma mujer que la de Reyes. La "Sodoma" de
Apocalipsis no es la misma que la de Génesis. La "Babilonia" de Apocalipsis no es la Babilonia de
Daniel. La "Nueva Jerusalén" de Apocalipsis no puede significar la antigua Jerusalén. Pero, en cada
caso, la primera sirve como tipo. La mujer Jezabel ya había muerto, las ciudades de Sodoma y
Babilonia ya se habían derrumbado, y (en nuestra opinión) la batalla de Ezequiel 38 y 39 (si es que es
una batalla literal) ya se había cumplido dentro de un escenario del Antiguo Testamento.39
Como apunta Caird, en los escritos judíos "Gog y Magog" era una expresión frecuente y normal
para referirse a las naciones rebeldes de Salmos 2, que se reúnen "contra el Señor y contra su
Ungido".40 Austin Farrer comenta: "Juan toma la historia del libro de Ezequiel y deja el símbolo sin
codificar. Juan dice que las naciones, o 'gentiles', engañados por Satanás, están 'en los cuatro ángulos de
la tierra', y quizás quiera decir esto, es decir, que los no reconciliados son escondidos en tierras a gran
distancia del centro. No debe considerarse que el simple hecho de emparejar a 'Gog y Magog' le
atribuye a Juan el error de entender ambos nombres bien como tribus o como príncipes. En Ezequiel,
está perfectamente claro que Gog es el príncipe , Magog el pueblo. Juan es inocente del error; él dice
simplemente 'las naciones de los cuatro ángulos de la tierra, Gog y Magog', es decir, el poder así
descrito por Ezequiel - como un orador inglés podría haber dicho 'las fuerzas del nacionalismo
frustrado, Hitler y Alemania'. Es ciertamente curioso que Juan equipare sin explicación las tribus de los
cuatro ángulos de la tierra con una tribu en un ángulo; sólo que él hace exactamente lo mismo en la
visión del Armagedón. El Éufrates se seca para dejar pasar a los reyes del oriente; los tres demonios
engañan a todos los reyes de la tierra para que vayan a Armagedón. Al antiguo cuadro bíblico de una
invasión del nordeste se le da, en ambos casos, una interpretación ecuménica".41
Esto queda reforzado por la observación de Juan de que el número de ellos es como la arena del
mar - la misma imagen hiperbólica usada para referirse a las naciones cananeas conquistadas por Josué
(Josué 11:4) y a los madianitas derrotados por Gedeón (Jueces 7:12) - dos de los mayores triunfos en la
historia del pueblo del pacto. Antes que una razón para entrar en pánico y huir, el hecho de que los
santos sean rodeados por una horda rebelde "como la arena del mar" es una señal de que el pueblo de
Dios está a punto de salir victorioso, completa y magníficamente. Dios trae una vasta multitud para que
combata contra la Iglesia, no para destruirla, sino para que la Iglesia obtenga una victoria más rápida.
En vez de que el pueblo de Dios tenga que buscar a sus enemigos y trabarse en combate con ellos uno
por uno, Dios permite que Satanás los incite a una oposición concertada, para que puedan ser
aniquilados rápidamente, de una sola vez.
v9-10 Y subieron sobre la anchura de la tierra: Esto recuerda la profecía de Isaías de una
próxima invasión asiria, que "llenará la anchura de la tierra" (Is. 8:8); pero, como sigue diciendo Isaías,
la tierra pertenece a Emanuel. Si el pueblo confía en Él, todo el poder del enemigo será quebrantado. El
fiel Israel puede mofarse de sus atacantes:
Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados;
disponeos, y seréis quebrantados. Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está
con nosotros. (Is. 8:9-10).
Pero la alusión de Juan a la profecía de Isaías recuerda también que el antiguo Israel ahora es
apóstata. Para él ya no hay un Emanuel. Ha rechazado definitivamente a su Hacedor y Esposo, y Él le
ha abandonado. Dios está ahora con la Iglesia, y son los oponentes de la Iglesia los que serán
quebrantados, aunque sean tan numerosos como la arena del mar (Gen. 32:12). Jesucristo es la simiente
de Abraham, y Él poseerá la puerta de sus enemigos, por amor a su Iglesia (Gal. 3:16, 29; Gen. 22:17).
La imagen de Juan del pueblo de Dios reunido combina el campamento de los santos de Moisés
con la ciudad amada de David y Salomón. Esta ciudad es la nueva Jerusalén, descrita en detalle en Rev.
21:9-22:5. La importancia de esto no debería pasarse por alto: La ciudad existe durante el milenio (es
decir, el período entre el primer advenimiento y el segundo advenimiento de Cristo), lo cual significa
que "los nuevos cielos y la nueva tierra" (Rev. 21:1) son una realidad tanto presente como futura. La
nueva creación existirá en forma consumada después del Juicio Final, pero existe, definitiva y
progresivamente, en la edad presente (2 Cor. 5:17).
Los apóstatas se rebelan, y las fuerzas de Satanás rodean brevemente a la Iglesia; pero no hay ni
un solo momento de duda sobre el resultado del conflicto. En realidad, no hay un verdadero conflicto,
porque la rebelión es aplastada inmediatamente: Llovió fuego del cielo y les devoró, como había
devorado a los impíos ciudadanos de Sodoma y Gomorra (Gen. 19:24-25), y a los soldados de Ocozías
que vinieron contra Elías (2 Kings 1:10, 12). ¿Será éste un fuego literal al final del mundo? Eso parece
probable, aunque debemos recordar que Juan ahora nos está mostrando "un mundo de símbolos
demasiado indistinto para ser siquiera disputado".42 Reconociendo que esta lluvia de fuego puede
referirse al "golpe por medio del cual Cristo en su venida ha de herir a los perseguidores de la Iglesia
que Él encuentre vivos en la tierra", San Agustín propuso otra explicación: "En este lugar, 'fuego del
cielo' se entiende bien como la firmeza de los santos [comp. 11:5] con la cual ellos rehusan rendir
obediencia a los que se aíran contra ellos. Porque el firmamento es el 'cielo', por medio de cuya firmeza
estos atacantes serán afligidos con celo llameante, pues serán impotentes para atraer a los santos al
partido del anticristo. Este es el fuego que les devorará, y este fuego es 'de Dios'; porque es por la
gracia de Dios por la que los santos se vuelven inconquistables, y así atormentan a sus enemigos".43
En cualquier caso, el argumento básico del texto es que, en contraste con los ejércitos de la
bestia, que fueron "muertos" (es decir, convertidos) por la espada que sale de la boca del Verbo de Dios
(Rev. 19:15, 21), estos tímidos rebeldes del fin serán destruidos por completo. Toda oposición al reino
de Dios es completamente eliminada. En realidad, el dragón nunca tuvo ninguna oportunidad - el
haberle soltado del abismo hab&iacutte;a sido una trampa desde el mismo comienzo, con el único
propósito de atraer a sus fuerzas a campo abierto, para hacerlas visibles y poder destruirlas. Terry
comenta: "Es un gran cuadro simbólico, su gran enseñanza es clara más allá de toda posibilidad de
duda o malentendido, a saber, que Satanás y todas sus fuerzas deben finalmente perecer. Esto se escribe
para el consuelo y la confianza de los santos. Pero esa victoria final está en el distante futuro, al final de
la era mesiánica, y aquí simplemente se bosqueja en símbolos apocalípticos. Por lo tanto, cualquier
presunción de establecer acontecimientos específicos del futuro a partir de este gran simbolismo debe
considerarse, como en la naturaleza del caso, una especie de especulación sin valor, que conduce a
confusión".44
Sin descender a la "especulación que conduce a confusión", es válido preguntar: ¿Por qué se
rebelarán las naciones después de vivir en un orden mundial cristianizado? En su inspirador estudio
sobre "Gracia Común, Escatología, y Ley Bíblica", Gary North explica que tanto la cultura regenerada
como la cultura no regenerada, como "el trigo" y "la cizaña", se desarrollan históricamente hacia una
mayor consistencia en sus presuposiciones - en la frase de Cornelius Van Til: "timiidez
epistemiológica". Con el tiempo, al ajustarse los cristianos más plenamente a los mandamientos de
Dios, y por lo tanto, recibir sus bendiciones, se vuelven más poderosos y alcanzan un mayor dominio.
Pero, ¿qué sucederá a los incrédulos, al volverse más tímidos? North escribe: "En los últimos días de
esta era final de la historia humana [es decir, al final del milenio], los satanistas todavía tendrán encima
los atavíos del orden cristiano. Satanás tiene que sentarse en el regazo de Dios, por decirlo así, para
golpearle en el rostro - o tratar de hacerlo. Satanás no puede ser consistente con su propia filosofía del
orden autónomo y todavía ser una amenaza para Dios. Un orden autónomo conduce al caos y a la
impotencia. Él sabe que no hay terreno neutral en filosofía. Él sabía que Adán y Eva morirían
espiritualmente el día que comieran del fruto. Es un teólogo lo bastante bueno para saber que hay un
solo Dios, y tanto él como su hueste tiemblan a este pensamiento (Santiago - James 2:19). Cuando los
hombres demoníacos toman en serio sus mentiras sobre la naturaleza de la realidad, se vuelven
impotentes, deslizándose (o casi) del regazo de Dios. Es cuando los satanistas se dan cuenta de que la
filosofía oficial de Satanás de caos e ilegalidad antinomiana es una mentira cuando se vuelven
peligrosos ... Aprenden más de la verdad, pero la pervierten y tratan de usarla contra el pueblo de Dios.
North concluye: ¿Cree el post-milenialista que habrá fe en la tierra en general cuando Cristo
aparezca? No si entiende las implicaciones de la doctrina de la gracia común. ¿Espera él que la tierra
entera sea destruída por los rebeldes incrédulos antes de que Cristo les mate - por partida doble? No. El
juicio llega antes de que puedan hacer su obra. La gracia común se extiende para permitir que los
incrédulos colmen su copa de ira. Ellos son vasos de ira. Por lo tanto, el cumplimiento de los términos
del pacto de dominio por medio de la gracia común es el paso final en el proceso de colmar estos vasos
de ira. Los vasos de gracia, los creyentes, también se llenarán. Todo está lleno. ¿Destruirá Dios su
abono inicial preliminar sobre los cielos nuevos y la nueva tierra? ¿Borrará Dios la señal de que su
palabra ha sido obedecida, de que el pacto de dominio se ha cumplido? ¿Tendrá Satanás, ese gran
destructor, el gozo de ver frustrada la palabra de Dios, y su obra echada por tierra por las mismas
hordas de Satanás? El amilenialista responde que sí. El post-milenialista tiene que negarlo con todas
sus fuerzas.
"Hay continuidad en la vida, a pesar de las descontinuidades. La riqueza del pecador es guardada para el justo. A
Satanás le gustaría quemar el campo de Dios, pero sabe que no puede hacerlo. La cizaña y el trigo crecen hasta
la madurez, y luego los cosechadores salen a segar el trigo, cortando la paja y echándola en el fuego... Cuando
[Satanás] usa sus dones para convertirse final y completamente destructor, es cortado desde lo alto. Esta
culminación final de la gracia común es el retumbo de condenación de Satanás.
"Y los mansos - mansos delante de Dios, activos hacia sus criaturas - por fin heredarán la tierra. Una tierra
renovada y un cielo renovado son el pago final de Dios el Padre a su Hijo y a aquéllos que Él le ha dado a su
Hijo. Esta es la esperanza post-milenial" .46
Y así, el diablo que les engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia
y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. La causa de Satanás
será final y completamente derrotada. Para ilustrar esto, Juan usa de nuevo las imágenes basadas en el
holocausto de Sodoma y Gomorra (Gen. 19:24-25, 28) y la destrucción de los rebeldes en el desierto de
Cades (Num. 16:31-33), basada en el uso similar de Isaías para describir la ruina total de Edom (Is.
34:9-10). Por medio de estas imágenes, ya él ha representado la destrucción eterna de la bestia y del
falso profeta y de sus seguidores (véase Rev. 14:10-11; 19:20); ahora Juan muestra que el principal
instigador de la conspiración cósmica está inevitablemente condenado a correr la misma suerte.
11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún
lugar se encontró para ellos.
12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el
cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus
obras.
13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y
fueron juzgados cada uno según sus obras.
14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
v11 La sexta visión comienza con la fórmula familiar: Y vi (kai eidon). La historia ha
terminado; el aldabonazo de la hora final ha sonado; y ahora la visión del apóstol se llena con un gran
trono blanco, y con el que estaba sentado en él. Por lo general, se da por sentado en Apocalipsis que el
que está sentado en el trono en el cielo es el Padre (comp. Rev. 4:2-3; 5:1, 7); pero en este caso Juan
posiblemente tiene en mente al Hijo, puesto que Él está sentado en un trono blanco, y anteriormente se
le ha visto sentado en una nube blanca (Rev. 14:14) y un caballo blanco (Rev. 6:2; 19:11). El Señor
Jesucristo es el gran "pastor y obispo" (1 Pet. 2:25); Farrer señala que "la idea de un 'trono blanco'
puede quizás parecer familiar a los lectores de Juan como la característica distintiva de la silla del
obispo local en la iglesia. La práctica de extender un lienzo blanco sobre ella era ciertamente primitiva;
si la práctica era o no era tan primitiva como la fecha de Juan, ciertamente no lo podemos probar".47
El Prof. Berkhof resume la evidencia del Nuevo Testamento en relación con el Juez en el día
final: "Naturalmente, el juicio final, como todas las opera ad extra de Dios, es una obra del Dios trino,
pero la Escritura la atribuye a Cristo en particular. Cristo, en su capacidad mediadora, será el futuro
juez, Mat. 25:31-32; Jn 5:27; Acts 10:42; 17:31; Phil. 2:10; 2 Tim. 4:1. Pasajes como Mat. 28:18; Jn
5:27; Phil. 2:9-10 abundan en evidencias de que el honor de juzgar a los vivos y a los muertos le fue
conferido a Cristo por su obra expiatoria y como parte de su exaltación. Esto puede considerarse como
uno de los máximos honores de su reinado. En su condición de Juez, también, Cristo está salvando a su
pueblo al máximo: Él completa la redención de ellos, les justifica públicamente, y quita las últimas
consecuencias del pecado".48
Jesucristo] ascendió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; desde allí vendrá a juzgar a
los vivos y a los muertos.
El credo niceno:
Ascendió al cielo, y está sentado a la diestra del Padre; y vendrá otra vez en gloria para juzgar tanto a los vivos
como a los muertos; y cuyo reino no tendrá fin.
El Te Deum Laudanum
Tú estás sentado a la diestra de Dios en la gloria del Padre. Creemos que vendrás a ser nuestro Juez. Por lo tanto,
te rogamos que ayudes a tus siervos, a quienes has redimido con tu preciosa sangre. Que sean contados con tus
santos en la gloria sempiterna. Oh, Señor, salva a tu pueblo, y bendice tu herencia. Rígelos, y exáltales para
siempre.
El credo de Atanasio
Él ascendió al cielo; está sentado a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso; desde allí vendrá a juzgar a los
vivos y a los muertos. A cuya venida todos los hombres se levantarán nuevamente con sus cuerpos y darán
cuenta de sus propias obras. Y los que hayan hecho lo bueno irán a la vida eterna; y los que hayan hecho lo malo,
al fuego eterno. Esta es la fe católica; a menos que un hombre crea en ella fiel y firmemente, no puede salvarse.
He subrayado este punto porque se ha vuelto popular en algunos credos, que de otra manera
serían ortodoxos, adoptar una forma hereje de "preterismo" que niega cualquier futura resurrección o
juicio corporales, afirmando que todo esto ya se cumplió en la resurrección de Cristo, la regeneración
de la Iglesia, la venida del Nuevo Pacto, y la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. 49 No importa
que se diga cualquier otra cosa sobre los que sostienen tales ideas, es claro que no están de acuerdo con
ninguna forma reconocida de cristianismo ortodoxo. La única iglesia, santa, católica, y apostólica ha
insistido, siempre y en todas partes, sobre la doctrina del Juicio Final al final de los tiempos. Su
inclusión en todas las definiciones históricas de la fe es un testimonio universal de su importancia como
artículo de fe.
Juan aumenta nuestro sentido de admiración por la terrible majestad del Juez: Delante del cual
huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. La alusión es a Salmos 114, que nos
muestra que es a la luz de Juicio Final que podemos ver la importancia de sus precursores en juicios
históricos preliminares:
Cuando salió Israel de Egipto, la casa de Jacob del pueblo extranjero, Judá vino a ser su santuario, e Israel su
señorío. El mar lo vio, y huyó; el Jordán se volvió atrás. Los montes saltaron como carneros, los collados como
corderitos. ¿Qué tuviste, oh mar, que huiste? ¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás? Oh montes, ¿por qué saltásteis
como carneros, y vosotros, collados, como corderitos? A la presencia de Jehová tiembla la tierra, a la presencia del
Dios de Jacob, el cual cambió la peña en estanque de aguas, y en fuente de aguas la roca.
La tierra y el cielo huyen de delante de su rostro, aterrorizados por su cercanía; pero el pueblo
del pacto no necesita temer. Para ellos, el juicio de Dios es redentor, no destructor. Si la tierra tiembla,
es por nosotros, para que Dios pueda darnos el agua de salvación. De hecho, como veremos, el juicio
descrito en estos versículos tiene que ver con los impíos muertos, los que caen bajo el juicio de la
segunda muerte. Los elegidos, que reinan con Cristo, no se consideran aquí. Regocijándose en el fruto
de la victoria final de Cristo, no caen bajo juicio, sino que han pasado de muerte a vida (Jn 5:24).
v12 Aunque todavía estamos en la sexta visión, el versículo 12 contiene el séptimo kai eidon, Y
vi - permitiendo que la séptima visión comience con el octavo kai eidon (véase sobre Rev. 21:1).
Debemos recordar que Juan no está escribiendo acerca del juicio general de todos los hombres, sino de
la suerte de los impíos, llamados aquí los muertos (comp. v. 5). Hengstenberg comenta: "Los muertos
sólo pueden ser los impíos muertos. Debe parecer singular que todavía se hable aquí de los muertos,
aunque deben haber sido resucitados antes de poder estar de pie delante del trono blanco. Si sólo se
refiere a los impíos muertos, entonces no hay nada extraño en el asunto, porque su vida después de la
resurrección no es sino en apariencia, pues también estaba antes en el Hades".50
Juan nos dice que vio a hombres de todas clases y condiciones, tanto grandes como pequeños,
de pie delante del trono. Y los libros se abrieron; y otro libro se abrió, que es el libro de la vida, la lista
de membresía del pacto, en el cual están inscritos los nombres de los elegidos (comp. Rev. 5; 13:8;
17:8). La función del libro de la vida en este contexto es simplemente revelar que los nombres de "los
muertos" no aparecen allí. Esto puede parecer extraño a los modernos oídos evangélicos; no estamos
acostumbrados a leer este tipo de afirmaciones en la Escritura, pero ellas existen en abundancia (comp.
Ps. 62:12; Prov. 24:12; Mat. 16:27; Jn 5:28-29; Rom. 2:6-13; 14:12; 1 Cor. 3:13; 2 Cor. 5:10; Eph. 6:8;
Col. 3:25; Rev. 2:23; 22:12). El argumento del texto no es, por supuesto, "la salvación por obras", sino
condenación por obras.
Es verdad que no somos salvos por obras (Eph. 2:8-9), pero también es cierto que no somos
salvos sin obras (Eph. 2:10; Phil. 2:12-13). El cristiano es "justificado por fe solamente" - pero la fe
genuina que justifica nunca está sola, como declara la Confesión de Fe de Westminster : "La fe,
recibiendo y reposando en Cristo y su justicia, es el único instrumento de justificación; pero no está
sola en la persona justificada, sino que está siempre acompañada por las otras gracias salvadoras, y no
es una fe muerta, sino que obra por amor" (xi.2). De manera similar, John Murray escribió: "Sólo la fe
justifica, pero una persona justificada por fe solamente sería una monstruosidad que nunca existe en el
reino de la gracia. La fe se manifiesta por medio del amor (comp. Gal. 5:6). Y la fe sin obras es muerta
(comp. James 2:17-20). Es la fe viva la que justifica, y la fe viva une con Cristo tanto en la virtud de su
muerte como en el poder de su resurrección".51
v13 Para este juicio, el mar entregó los muertos que había en él - los que perecieron en los
juicios del diluvio y del Mar Rojo simbolizan a todos los impíos, ahogados en los "torrentes de Belial"
(Ps. 18:4); y la muerte y el Hades, las "ligaduras del Seol" (Ps. 18:5) entregaron los muertos que había
en ellos. De repente, Dios vacía "todos los lugares imaginables donde los muertos pueden ser
encontrados".52 Y fueron juzgados, cada uno según sus obras: Nuevamente, Pablo subraya que las
acciones de los hombres vendrán a juicio en el día final.
v14-15 Pablo proclamó que, cuando Cristo regrese al final de su reino mediatorial, "el postrer
enemigo que será destruido es la muerte" (1 Cor. 15:26). Así, Juan vio que la muerte y al Hades, que
estuvieron juntos en Rev. 1:18 y Rev. 6:8, fueron lanzados al lago de fuego. Como dice Terry, el cuadro
entero de juicio y perdición está envuelto en simbolismo místico, y la única revelación cierta es la
destrucción final, en ruina irremediable, de todos los que viven y mueren como súbditos del pecado y
de la muerte".53 Además, como observa Morris, "la muerte y el Hades son, en fin de cuentas, tan
impotentes como las otras fuerzas del mal. Finalmente, no hay poder sino el de Dios. Todo lo demás es
completamente impotente".54
Esta es la muerte segunda, el lago de fuego. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego. Por siglos, los universalistas han tratado de evadir el hecho sencillo de
que la Escritura cierra con estrépito la puerta del horno sobre los finalmente impenitentes, cuyos
nombres no están inscritos (desde la fundación del mundo, Rev. 13:8; 17:8) en el libro de la vida del
Cordero. Usando una metáfora similar a la de Juan, Jesús dijo: "El que en mí no permanece, será
echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden" (Jn. 15:6).
"Los otros muertos" nunca vivirán, pues no hay vida fuera de Cristo Jesús.
Notas:
1. Benjamin B. Warfield, "The Millenium and the Apocalypse", Biblical Doctrines (New York: Oxford University
Press, 1929), pp. 643-664.
2. El pre-milenialismo parece haberse originado en el archi-hereje ebionita Cerinto, un "falso apóstol" que se oponía
tanto a Pablo como a Juan. Cerinto afirmaba que su doctrina del milenio le había sido revelada por ángeles; y es
interesante que la epístola de Pablo a los gálatas - que se ocupa mucho de refutar las herejías legalistas de Cerinto -
comienza con estas palabras: "Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que
os hemos anunciado, sea anatema" (Gal. 1:8). Ireneo registra el hecho de que Juan huyó de un baño público al
encontrarse con Cerinto, exclamando: "¡Huyamos, no sea que hasta el baño se caiga, porque Cerinto, el enemigo de la
verdad, está dentro!". Para un relato sobre Cerinto y sus herejías, véase de Ireneo Against Heresies, i.xxvi.1-2; iii.iii.4;
comp. Eusebio, Ecclesiastical History, iii.xxviii.1-6; iv.xvi.6; vii.xxv.2-3. Como señala Louis Bouyer en The
Spirituality of the New Testament and the Fathers (Minneapolis: The Seabury Press, 1963, p. 173), algunos padres de
la iglesia primitiva (por ej., Justino Mártir) adoptaron el liberalismo pre-milenialista a causa de sus antecedentes
paganos, para los cuales eran desconocidos los géneros literarios bíblicos y las imágenes bíblicas. El punto de vista
ortodoxo, "agustiniano", representa una comprensión más madura del simbolismo bíblico y un más consistente punto
de vista cristiano mundial.
3. Quizás el argumento más básico contra el pre-milenialismo sea simplemente que la Biblia nunca habla de un reino
milenario de los santos - fuera de Apocalipsis 20, ¡un pasaje altamente simbólico y complejo en el libro más altamente
simbólico y complejo de la Biblia! Graeme Goldsworthy observa en The Lamb and the Lion: The Gospel in
Revelation (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1984): "Es altamente improbable, por decir lo menos, que algo tan
dramáticamente significativo como un reinado de mil años de un Cristo reaparecido en la tierra antes de esta era no se
mencionase en ninguna otra parte del Nuevo Testamento" (p. 127). Algunas obras que refutan el pre-milenialismo,
desde varias perspectivas, son: Jay Adams, The Time Is At Hand (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing
Co., [1966] 1970; Oswald T. Allis, Prophecy and the Church (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co.,
1945, 1947); Loraine Boettner, The Millenium (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., edición
revisada, 1984); David Brown, Christ´s Second Coming: Will It Be Premillenial? (Grand Rapids: Baker Book House,
[1876] 1983); W. J. Grier, The Momentous Event: A Discussion of Scripture Teaching on the Second Advent
(Edinburgh: The Banner of Truth Trust, [1945] 1970; Arthur H. Lewis, The Dark Side of the Millenium: The Problem
of Evil in Rev. 20:10 (Grand Rapids: Baker Book House, 1980); Rousas John Rushdoony, God´s Plan for Victory: The
Meaning of Postmillenialism (Tyler, TX: Thoburn Press, 1977); Ralph Woodrow, His Truth Is Marching On:
Advanced Studies on Prophecy in the Light of History (Riverside, CA: Ralph Woodrow Evangelistic Association,
1977).
4. Para relatos sobre movimientos herejes (post) mileniales, véase de Igor Shafarevich, The Socialist Phenomenon,
William Tjasalma, trad. (New York: Harper and Row, Publishers, 1980); Norman Cohn, The Pursuit of the Millenium:
Revolutionary Millenarians and Mystical Anarchists of the Middle Ages (New Yor: Oxford University Press, 1957;
revisado, 1970); Otto Friedrich, The End of the World: A History (New York: Coward, McCann & Geoghegan, 1982),
pp. 143-177; David Chilton, Productive Christians in an Age of Guilt-Manipulators: A Biblical Response to Ronald J.
Sider (Tyler, TX: Institute for Christian Economics, tercer cd., 1985), pp. 321-342.
5. Véase de San Agustín, The City of God, Book XX. Sobre San Agustín y la influencia de su filosofía post-
milenialista de la historia, véase de Peter Brown, Augustine of Hippo (Berkeley and Los Angeles: University of
California Press, 1967); Charles Norris Cochrane, Christianity and Classical Culture: A Study of Thought and Action
from Augustus to Augustine (London: Oxford University Press, [1940, 1944], 1957); Robert Nisbet, History of the
Idea of Progress (New York: Basic Books, 1980), pp. 47-76. Sobre la extensa herencia reformada del post-
milenialismo, desde John Calvin hasta finales del siglo diecinueve, véase de Greg L. Bahnsen, "The Prima Facie
Acceptability of Postmillenialism", The Journal of Christian Reconstruction, Vol. III, No. 2 (Winter, 1976-1977), pp.
48-105, esp. 68-105; James B. Jordan, "A Survey of Southern Presbyterian Millenial Views Before 1930", The Journal
of Christian Reconstruction, Vol. III, No. 2 (Winter, 1976-1977), pp. 106-121; J. A. de Jong, As the Waters Cover the
Sea: Millenial Revival and the Interpretation of Prophecy (Kampen: J. H. Kok, 1970); J. Marcellus Kik, An
Eschatology of Victory (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1971), pp. 3-29; Iain Murray, The
Puritan Hope: A Study in Revival and the Interpretation of Prophecy (London: The Banner of Truth Trust, 1971).
6. ¡Considérese el hecho de que los compiladores de The Book of Common Prayer proporcionaban "Tables for
Finding Holy Days" [Tablas para Hallar los Días Santos] hasta el año 8400 d. C.! Es claro que se estaban preparando
para un largo plazo, y no esperaban un inminente "rapto" de la Iglesia.
7. W. G. T. Shedd, Sermons to the Spiritual Man (London: The Banner of Truth Trust, [1884] 1972), p. 421.
8. Algunos han tratado de remediar esto haciéndose llamar "amilenialistas optimistas", un término que no tiene nada
malo excepto un exceso de palabras (el término "post-milenialista no kílico" sufre del mismo problema.
9. Lo que antecede no tiene el propósito de subestimar ciertas otras áreas de disputa entre las varias escuelas
escatológicas de pensamiento. El debatido punto en disputa de la "gracia común" - que James Jordan ha llamado más
precisamente "las migajas de los hijos" (Mk. 7:27-28) - es particularmente crucial para el debate, y por eso he incluído
el ensayo de Gary North sobre "Gracia Común, Escatología, y Ley Bíblica" [Common Grace, Eschatology, and
Biblical Law] como un apéndice a este libro.
10. Éste es quizás un lugar tan bueno como cualquier otro para comentar la que es en la actualidad la "objeción" más
intelectualmente irrespetable al post-milenialismo: la idea de que la tierra no puede experimentar un período futuro de
grandes bendiciones físicas porque al mundo se le están "agotando" los recursos naturales, se está sobrepoblando, y /o
está muriendo por la contaminación (etc.) - una idea popularizada por "estudios" fuertemente parcializados y hasta
deliberadamente engañosos como Global 2000 y Limits to Growth. En primer lugar, esta objeción desestima
completamente el hecho de que, según la Biblia, tanto la abundancia como la hambruna, la productividad y la
contaminación, proceden de la mano del Dios Todopoderoso; que Él puede recompensar, y recompensa, la obediencia
con bendiciones, y la desobediencia con maldiciones (Deut. 8:1-20; 28:1-68; Isa. 24:1-6). En segundo lugar, los
argumentos de que "nos quedamos sin recursos" y de que "estamos superpoblados" (etc., etc.,) carecen completamente
del fundamento de una sólida información y teoría económica. Véase de Warren T. Brookes, The Economy in Mind
(New York: Universe Books, 1982); Edith Efron, The Apocalyptics: Cancer and the Big Lie (New York; Simon and
Schuster, 1984; Herbert L. London, Why Are They Lying to Our Children? (New York: Stein and Day, 1984); Charles
Maurice and Charles W. Smithson, The Doomsday Myth: 10,000 Years of Economic Crises (Stanford: Hoover
Institution Press, 1984); Julian L. Simon, The Ultimate Resource (Princeton: Princeton University Press, 1981); Julian
L. Simon and Herman Kahn, eds., The Resourceful Earth: A Response to Global 2000" (Oxford: Basil Blackwell,
1984); William Tucker, Progress and Privilege: America in the Age of Environmentalism (Garden City, NY: Anchor
Press/Doubleday, 1982). El hecho es que el cristianismo, produciendo la ciencia y la tecnología de Occidente, ha
aumentado vastamente los recursos de la tierra.
11. Herman Ridderbos, The Coming of the Kingdom (St. Catherine, Ontario: Paideia Press, [1962] 1978), pp. 62ss.
12. Satanás es atado progresivamente al crecer el reino de Cristo a través de la historia, extendiendo su influencia para
transformar cada aspecto de la vida (Mat. 5:13-16; 13:31-33), y en la experiencia diaria de los cristianos al resistir al
diablo con éxito (Santiago James 4:7) y proclamar la palabra de Dios (Rev. 12:11). Satanás será atado
consumadamente en el Día Final, cuando la muerte misma sea destruída en la resurrección (Jn. 6:39-40; 1 Cor. 15:22-
26, 51-54). Sobre el modelo definitivo-progresivo-final en general, véase de David Chilton, Paradise Restored: A
Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp. 24s., 42, 73, 136, 146ss., 206, 209, 223.
13. Un buen informe sobre la difusión de la actividad y el control demoníacos a través del mundo pagano antiguo se
encuentra en los primeros diez libros de la obra de San Agustín The City of God, pero este hecho es obvio hasta en los
escritos de los mismos paganos. Virtualmente cada página de la obra de Heródoto History o la de Virgilio Aeneid da
testimonio elocuente y explícito de la tiranía que los "dioses" ejercían sobre cada uno de los aspectos de la vida y el
pensamiento paganos. Pero todo se detuvo con la resurrección de Cristo: De repente, los dioses dejaron de hablar,
como observó Plutarco en su obra On Why Oracles Came to Fail, y como constantemente observa San Atanasio en su
tratado clásico On the Incarnation of the Word of God. Comp. la abarcante discusión de la desaparición del punto de
vista arcaico en la obra de Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend, Hamlet´s Mill: An Essay on Myth and the
Frame of Time (Ipswich: Gambit, 1969), pp. 56-75, 275-287, 340-343.
14. San Ireneo, Against Heresies, v.xxiv.4.
15. San Agustín, Sermons, 261; trad, por Henry Bettenson, ed., The Later Christian Fathers: A Selection From the
Writings of the Fathers from St. Cyril of Jerusalem to St. Leo the Great (Oxford: Oxford University Press, 1970,
1977), p. 222.
16. Gary North, Moses and Pharaoh: Dominion Religion Versus Power Religion (Tyler, TX: Institute for Christian
Economics, 1985), pp. 169s.
17. Tertuliano, Apology, 39; trad. por Henry Bettenson, The Early Christian Fathers: A Selection from the Writings of
the Fathers from St. Clement of Rome to St. Athanasius (Oxford: Oxford University Press, 1956, 1969), p. 141. La
cursiva es mía.
18. Una analogía de este uso bíblico es la manera en que nosotros, con una mentalidad más inflacionaria, usamos el
término millón: "¡Te lo he dicho un millón de veces!" (sospecho que hasta los "literalistas" hablan de esa manera a
veces).
19. Milton Terry, Biblical Apocalyptic: A Study of the Most Notable Revelations of God and of Christ in the
Canonical Scriptures (New York: Eaton and Mains, 1898), p.451.
20. Henry Barclay Swete, Commentary on Revelation (Grand Rapids: Kregel Publications, [1911] 1977), p. 261.
21. T. F. Torrance, Royal Priesthood (Edinburgh: Oliver and Boyd Ltd., 1955), p. 81.
22. Podría preguntarse: ¿Por qué no dijo Juan simplemente que los que vio sentados en tronos eran los veinticuatro
ancianos? Hay por lo menos dos razones - primera, los varios indicios en el texto (la mención de tronos, juicio, y un
sacerdocio que reina con Cristo) hacen innecesaria una identificación explícita; segunda, de conformidad con el
simbolismo de la Iglesia como el nuevo Israel, Juan usa el término eider doce veces (Rev. 4:4, 10; 5:5, 6, 7, 11, 14;
7:11, 13; 11:16; 14:3; 19:4). En este punto en el libro de Apocalipsis, Juan ya ha agotado su "quota".
23. Véanse dos ensayos por Gary North: "Witnesses and Judges", Biblical Economics Today, Vol. VI, No. 5
(Aug../Sept. 1983); "Christ´s Mind and Economic Reconstruction", Biblical Economics Today, Vol. VII, No. 1
(Dec./Jan. 1984). Estas publicaciones están disponibles para donaciones al Institute for Christian Economics. P. O.
Box 8000, Tyler, TX 75711.
24. Iain Murray ha mostrado en The Puritan Hope: Studies in Revival and the Interpretation of Prophecy (London:
The Banner of Truth Trust, 1971) cómo este punto de vista sobre la conversión mundial ha proporcionado una
inspiración básica para la actividad misionera a través de la historia de la Iglesia, particularmente desde la Reforma
protestante.
25. James B. Jordan, Rebellion, Tyranny, and Dominion in the Book of Genesis", en la obra de Gary North, ed.,
Tactics of Christian Resistance, Christianity and Civilization No. 3 (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1983), pp. 38-80.
26. Ibid., p. 74. En relación con esto, vale la pena repetir también las observaciones de Jordan sobre el así llamado
movimiento "patriótico" para la resistencia contra los impuestos: "Debemos tener presente que los paganos están
principalmente interesados en el poder. Esto significa que el mantenimiento de la fuerza (el reclutamiento) y el
apoderarse del dinero (excesivos impuestos) son para ellos de absoluto interés principal. Si pensamos que estas son las
cosas más importantes, entonces las haremos el punto fuerte (nos convertiremos en ´patriotas de impuestos' o algo
así). Pensar así es pensar como paganos. Para el cristiano, las cosas primarias son justicia (protección sacerdotal) y
trabajo diligente (dominio real). En términos generales, a los paganos no les importa cuán justos somos, o cuán duro
trabajamos, con tal de que obtengan el dinero de sus impuestos. Es por esto por lo que la Biblia enseña por todas
partes a tolerar los excesivos impuestos, y por ninguna parte enseña que es correcto resistirse a los impuestos" (p. 79).
27. Basándonos en una estricta cronología, esto parece una conclusión razonable, puesto que Matusalén murió en el
año del diluvio (Matusalén tenía 187 años cuando su hijo Lamec nació, y 369 años cuando su nieto Noé nació, y por
lo tanto, 969 cuando ocurrió al diluvio; véase Gen. 5:25, 28; 7:6) Más de un siglo antes del diluvio, Dios declaró a la
totalidad de la raza humana (excepto Noé) merecedora de la destrucción (Gen. 6:1-8; 7:1); no hay razón evidente para
excluir a Matusalén de esta abarcante condena.
28. Gary North, Backward, Christian Soldiers? An Action Manual for Christian Reconstruction (Tyler, TX: Institute
for Christian Economics, 1984), p. 4.
29. James B. Jordan, The Law of the Covenant: An Exposition of Exodus 21-23 (Tyler, TX: Institute for Christian
Economics, 1984), pp. 56ss.
30. Sobre el significado de este pasaje para la forma de bautismo, véase de Duane Edward Spencer, Holy Baptism:
Word Keys Which Unlock the Covenant (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1984), pp. 14ss.
31. Véase Philip Edgcumbe Hughes, "The First Resurrection: Another Interpretation; The Westminster Theological
Journal, XXXIX (Spring 1977)2, pp. 315-318.
32. Norman Shepherd, "The Resurrections of Revelation 20", The Westminster Theological Journal, XXXVII (Fall,
1974) 1, pp. 37s. San Gregorio de Nisa dijo: "Es necesario que experimentemos, pr medio del agua, este ensayo
preparatorio de la gracia de la resurrección, para que podamos darnos cuenta de que es tan fácil levantarnos de la
muerte nuevamente como ser bautizados por agua".
33. A estas alturas, esto debería ser obvio; comp. Chilton, Paradise Restored, pp. 77-102.
34. Ciertamente es verdad que el agresivo imperialismo de la Unión Soviética y su patrocinio mundial del terrorismo
representan un grave peligro para las naciones occidentales; véase de Jean-Francois Revel, How Democracies Perish
(Garden City: Doubleday and Co., 1984). Sin embargo, esto no tiene nada que ver con profecías cumplidas, pero sí
todo que ver con el hecho de que Occidente al mismo tiempo se ha embarcado en una creciente renuncia a la ética
cristiana y un progresivo equipamiento militar y tecnológico de sus enemigos; sobre esto último, véase de Antony
Sutton, Western Technology and Soviet Economic Development, 1917-1967, tres vols. (Stanford: Hoover Institution
Press, 1968-1973); ídem, National Suicide (New Rochelle. NY: Arlington House, 1973); comp. Richard Pipes,
Survival Is Not Enough: Soviet Realities and America´s Future (New York: Simon and Schuster, 1984). Los que se
sienten perplejos porque la posible conquista futura de los Estados Unidos por los soviéticos podría no estar incluída
en la profecía bíblica harían bien en considerar el gran número de importantes conflictos durante los últimos mil años
de historia occidental que también se han omitido - como la Conquista Normanda, las Guerras de las Rosas, la Guerra
de los Treinta Años, la Guerra Civil Inglesa, la Revolución Norteamericana, la Revolución Francesa, la Guerra
Napoleónica, la Guerra de los Seminoles, las Revoluciones de 1848, la Guerra de Crimea, la Guerra entre los Estados,
la Guerra de los Indios Sioux, la Guerra de los Boers, la Guerra Hspano-Americana, la Revolución Mexicana, la
Primera Guerra Mundial, la Guerra Italo-Etíope, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, y la Guerra de
Vietnam, para nombrar algunas; muchas de las cuales fueron consideradas por apocalipsistas contemporáneos como
notables cumplimientos de la profecía bíblica.
35. Por supuesto, el ejemplo obvio es Hal Lindsey, cuyo libro Late Great Planet Earth [La Muerte del Gran Planeta
Tierra] (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1970) gasta como treinta páginas (pp. 59-71, 154-168)
detallando cómo la Unión Soviética pronto cumplirá la profecía de "Gog y Magog" en la batalla de Armagedón, y sólo
utiliza dos o tres oraciones para discutir Apoc. 20:8 - sin mencionar ni siquiera una sola vez que la única referencia a
Gog y Magog en todo el libro de Apocalipsis se encuentra en ese versículo. Comp. ídem, There´s A New World
Coming: A Prophetic Odyssey (Eugene, OR: Harvest House, 1973), pp. 222-225, 278. Otro ejemplo es Henry M.
Morris, generalmente más circunspecto, cuyo libro Revelation Record: A Scientific and Devotional Commentary on
the Book of Revelation (Wheaton: Tyndale House Publishers, 1983) discute a Gog y Magog bajo Apoc. 6:1 (pp. 108-
110) y 16:12 (p. 310), pero procura con vigor descartar el significado de la referencia en 20:8 (pp. 422s.).
36. Aquí hay una lista completa de sus usos sólo en Ezequiel: Ezek. 1:22, 25, 26; 5:1; 6:13; 7:18; 8:3; 9:10; 10:1, 11;
11:21; 13:18; 16:12, 25, 31, 43; 17:4, 19, 22; 21:19, 21; 22:31; 23:15, 42; 24:23; 27:22, 30; 29:18; 32:27; 33:4; 38:2-
3; 39:1; 40:1; 42:12; 43:12; 44:18, 20.
37. Ralph Woodrow, His Truth Is Marching On: Advanced Studies on Prophecy in the Light of History (Riverside,
CA: Ralph Woodrow Evangelistic Association, 1977), pp. 32-46.
38. Ibid., p. 41.
39. Ibid., p. 42; comp. T. Boersma, Is the Bible a Jigsaw Puzzle? An Evaluation of Hal Lindsey´s Writings (St.
Catherine, Ont.: Paideia Press, 1978), pp. 106-125; véase también la discusión de Cornelis Vanderwaal sobre
"Goggology" en Hal Lindsey and Biblical Prophecy (St. Catherine, Ont.: Paideia Press, 1978), pp. 78-80.
40. G. B. Caird, A Commentary on the Revelation of St. John the Divine (New York: Harper & Row, Publishers,
1966), p. 256. Caird cita las siguientes referencias en el Talmud: Ber 7, 10a, 13a; Shah 118a; Meg. ha San. 17', 94',
97'; Abodah Z. 3; 'Ed. H 10.
41. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964), pp. 207s.
42. Farrer, p. 208.
43. St. Augustine, The City of God, xx.12.
44. Terry, Biblical Apocalyptic, p. 455.
45. Gary North, "Common Grace: Eschatology, and Biblical Law", Appendix C., abajo, pp. 657s.
46. Ibid., pp. 663s.
47. Farrer, p. 208.
48. L. Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1939, 1941), pp. 731s.
49. La figura más influyente en este movimiento es Max R. King, un ministro de la Iglesia de Cristo que ha escrito
The Spirit of Prophecy (Warren, Oh: Max R. King, 1971), una obra que es a la vez perspicaz y frustrante. La
hermenéutica de King es estorbada por presuposiciones neoplatónicas (Dios no se molestaría en resucitar un cuerpo
físico porque está interesado sólo en cosas "espirituales", es decir, incorpóreas) y por un enfoque de "código" al
simbolismo bíblico. Comp. Jim McGuiggan y Max R. King, The McGuiggan-King Debate (Warren, OH: Parkman
Road Church of Christ, n.d.). Véanse también puntos de vista similares abrazados por J. Stuart Russell, The Parousia:
A Study of the New Testament Doctrine of Our Lord´s Second Coming (Grand Rapids: Baker Book House, [1887]
1983). James B. Jordan ha respondido a King y a Russell en dos conferencias grabadas en cinta, disponibles en
Geneva Ministries, P. O. Box 131300, Tyler, TX 75713.
50. E, W. Hengstenberg, The Revelation of St. John, dos vols. (cherry Hill, NJ: Mack Publishing Co., n. d.), Vol. 2, p.
310.
51. John Murray, Redemption: Accomplished and Applied (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.,
1955), p. 161.
52. Milton Terry, Biblical Apocalyptic, p. 457.
53. Terry, Biblical Apocalyptic, p. 458.
54. Leon Morris, The Revelation of St. John (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1969), pp. 241s
Capitulo 21 - LA NUEVA JERUSALÉN
La Biblia es un libro de historias, con una sola historia para contar. Esa historia, la de Jesucristo
y la salvación del mundo, es presentada una y otra vez en la Biblia, con innumerables variantes sobre el
mismo tema básico. Un aspecto importante de esa historia es el de Dios como Rey-Guerrero, que
resucita a su pueblo de la muerte, derrota a sus enemigos, toma para sí los depojos de la guerra, y
construye su casa. Por ejemplo, hay una historia en Éxodo: "Y dijo Moisés al pueblo: No temáis; estad
firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto,
nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos" (Ex.
14:13-14). En consecuencia, después del cruce victorioso del Mar Rojo (la resurrección bautismal de
Israel y la destrucción bautismal de Egipto), Moisés se regocija: "Jehová es varón de guerra" (Ex.
15:3). Egipto y toda su riqueza y toda su gloria fueron completamente borrados de la faz de la tierra;
todo lo que quedó fue lo que los israelitas habían "despojado" de plata y oro, y artículos de vestir (Ex.
3:21-22; 11:1-2; 12:35-36). Gran parte de esto fue entregado al Señor más tarde para la construcción
del Tabernáculo, la casa de Dios (Ex. 35:21-29; 36:3-8), a la cual entró Él en gloria abrasadora (Ex.
40:3-4).
Este patrón se repite muchas veces, siendo otro ejemplo bien conocido la historia de David y
Salomón: David actúa como el guerrero de Dios, librando las batallas del Señor con Él (comp. 2 Sam.
5:22-25), y su hijo Salomón construye la casa de Jehová (2 Sam. 7:12-13); y nuevamente la señal de
que Dios ha entrado en la casa es que desciende fuego (2 Chr. 7:1-3). Todas éstas eran victorias y
construcciones de casas provisionales, anticipaciones de la victoria definitiva en la obra de Cristo Jesús.
Uno de los más notables anuncios del venidero Rey-Guerrero ocurre en la profecía de Ezequiel.
Como hemos visto, el libro de Apocalipsis está tímidamente ligada con Ezequiel en muchos puntos; y
los últimos doce capítulos de Ezequiel están especialmente en al trasfondo de los capítulos finales de
Juan. En Ezequiel 37, el profeta tiene una visión de Israel en el exilio, representada como un valle lleno
de huesos secos; humanamente hablando, toda esperanza ha desaparecido. Pero, al predicarles Ezequiel
a los huesos e interceder por el pueblo con el espíritu de Dios, el Señor hace el milagro de la re-
creación, resucitando a Israel a la vida, sacándoles de sus tumbas, y convirtiéndoles en "un ejército
sobremanera grande". Un Israel unido es restaurado a su reino, con David gobernando nuevamente
como rey, para siempre.
Después de su resurrección, sin embargo, hay guerra: "Gog de la tierra de Magog" viene con los
ejércitos de las naciones paganas a hacer guerra contra el Israel restaurado (Eze. 38). El enemigo es
destruído con fuego y azufre que descienden del cielo, sus despojos son tomados por los victoriosos
israelitas, y sus ejércitos son devorados por las aves del cielo y las bestias del campo (Eze. 39).
Después de esta escena, Ezequiel escribe algunos de los capítulos más prolijamente detallados de la
Biblia (Eze. 40-48), en los cuales describe una ciudad-templo ideal, una nueva Jerusalén en la cual
Dios mismo habita entre su pueblo y envía bendiciones desde su trono hasta los confines de la tierra.
1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada
para su marido.
3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios conn los hombres, y él morará con ellos; y
ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;
porque las primeras cosas pasaron.
5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas
palabras son fieles y verdaderas.
6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente
de la fuente del agua de la vida.
7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los
mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
v1 Juan inicia ésta, la última y la más larga en la serie final de visiones, con las palabras Y vi.
Aunque esta es la séptima visión de la serie, es la octava ocurrencia de la frase kai eidon - siendo
asociado el número 8, como ya hemos notado, con la resurrección y la regeneración (por ej., los
varones hebreos eran circuncidados al octavo día; Jesús [888] fue resucitado al octavo día, etc.) Juan lo
usa aquí para subrayar el cuadro de la resurrección y la regeneración cósmicas: Él ve un nuevo cielo y
una nueva tierra, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, habiendo huído de delante del Juez
(Rev. 20:11). El mundo antiguo es completamente reemplazado por el nuevo; la palabra usada no es
neos (novedad cronológica), sino kainos (novedad de clase, calidad superior). La tarea de Adán de
hacer de la tierra un cielo ha sido terminada, establecida sobre una base enteramente nueva, la obra de
Cristo. La original condición inhabitable de la tierra, de abismo y oscuridad, ha sido completamente
eliminada: Ya no hay mar ni abismo. Hay cielo y tierra, pero no "por debajo de la tierra", la morada de
Leviatán. Lo que Juan nos revela es el resultado escatológico de la reconciliación abarcante y cósmica
celebrada por Pablo: "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él
reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos,
haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (Col. 1:19-20)1
Pero esta visión del cielo nuevo y la tierra nueva no debe ser interpretada como completamente
futura. Como veremos repetidamente durante el estudio de este capítulo, lo que ha de ser absoluta y
completamente verdadero en la eternidad es definitiva y progresivamente verdadero ahora. Nuestro
disfrute de la herencia eterna será la continuación y el perfeccionamiento de lo que es verdadero sobre
la Iglesia en esta vida. No debemos simplemente esperar las bendiciones de Apocalipsis 21 en una
eternidad venidera, sino disfrutar de ellas y regocijarnos en ellas y extenderlas aquí y ahora. Juan le
estaba hablando a la Iglesia primitiva de las realidades presentes, de las bendiciones que ya existían y
que aumentarían a medida que el evangelio saliera y renovara la tierra.
La salvación se presenta consistentemente en la Biblia como una re-creación. 2 Es por esto por lo
que en la Escritura se usan el lenguaje y el simbolismo creacionista cada vez que Dios habla de salvar a
su pueblo. Hemos visto cómo la liberación del pueblo de Dios durante el diluvio y el Éxodo por parte
de Dios son considerados por los escritores bíblicos como nuevas creaciones provisionales, que
apuntan a la nueva creación definitiva en el primer advenimiento de Cristo. Por eso, Dios habló por
medio de Isaías de las bendiciones del venidero reino de Cristo:
Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al
pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo
traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más
se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días
no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán
en ellas; plantarán viñas, y comerán del fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro
coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus
manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus
descendientes con ellos. Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero
serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No
afligirán , ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová (Is. 65:17-25).
Este pasaje no puede estar hablando del cielo, o de un tiempo después del fin del mundo;
porque en este "nuevo cielo" y esta "nueva tierra" hay muerte todavía (aunque a una edad muy
avanzada - "los días de los árboles"); la gente está construyendo, plantando, trabajando, y teniendo
hijos. Isaías está claramente haciendo una afirmación sobre esta era, antes del fin del mundo,
mostrando lo que las futuras generaciones pueden esperar al penetrar el evangelio el mundo, restaurar
la tierra a la condición de paraíso, y realizar los objetivos del reino. Isaías está describiendo las
bendiciones de Deuteronomio 28 en su más grande cumplimiento terrenal Por eso, cuando Juan nos
dice que él vio "un cielo nuevo y una tierra nueva", debemos reconocer que el principal significado de
esa frase es simbólico, y tiene que ver con las bendiciones de la salvación.
Quizás el texto definitivo en el Nuevo Testamento sobre "el nuevo cielo y la nueva tierra" sea 2
Pet 3:1-14. Allí, Pedro les recuerda a sus lectores que Cristo y todos los apóstoles habían advertido
sobre una acelerada apostasía hacia los "últimos días" (2 Pet. 3:2-4); comp. Jude 17-19) - que, como
hemos visto, era el período transicional de cuarenta años (comp. Heb. 8:13) entre la ascensión de Cristo
y la destrucción del templo del antiguo pacto, cuando las naciones estaban comenzando a fluir hacia el
monte de Dios (Is. 2:2-4; Acts 2:16-17; Heb. 1:2; James 5:3; 1 Pet. 1:20; 1 Jn 2:18). Como explicó
Pedro con claridad, estos "burladores" de los últimos días serían apóstatas del pacto: Judíos
familiarizados con la historia y las profecías del Antiguo Testamento, pero que habían abandonado el
pacto al rechazar a Cristo. Sobre esta malvada e impía generación vendría el gran "Día del Juicio"
predicho por los profetas, una "perdición de los hombres impíos" como la que sufrieron los impíos de
los días de Noé (2 Pet. 3:5-7; comp. la misma analogía trazada en Mat. 24:37-39; Lk. 17:26-27). Tal
como Dios había destruído el "mundo" de esos días por medio del diluvio, así destruiría el "mundo" del
Israel del siglo primero por medio del fuego en la caída de Jerusalén.
Pedro describe esto como la destrucción de "los cielos y la tierra que existen ahora" (2 Pet. 3:7),
preparando el camino para los "nuevos cielos y la nueva tierra" (v. 13). A causa de la terminología de
"universo colapsante" usada en este pasaje, muchos han supuesto erróneamente que Pedro está
hablando del fin del cielo físico y de la tierra física, más bien que de la disolución del orden mundial
del antiguo pacto. John Owen, el gran teólogo puritano del siglo diecisiete, respondió a este punto de
vista refiriéndose al uso metafórico de cielos y tierra, como en la descripción de Isaías del pacto
mosaico:
Porque yo Jehová, que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos. Y en
tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos
de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú. (Is. 5:15-16).
Owen escribe: "El tiempo en que la obra que se menciona aquí, de extender los cielos y echar
los cimientos de la tierra, fue ejecutada por Dios, fue cuando él 'agitó el mar' (v. 15), y dio la ley (v. 16),
y dijo a Sion: 'Pueblo mío eres tú' - esto es, cuando sacó a los hijos de Israel de Egipto, en el desierto
les formó en una iglesia y un estado. Luego extendió los cielos, y echó los cimientos de la tierra - hizo
el nuevo mundo; esto es, sacó orden, y gobierno, y belleza, de la confusión en que antes estaba. Esto es
extender los cielos, y echar los cimientos de la tierra en el mundo".3
Otro texto similar, entre muchos que podrían mencionarse, es el de Jer. 4:23-31, que habla de la
inminente caída de Jerusalén (587 a. C.) en lenguaje similar de re-creación: "Miré a la tierra, y he aquí
que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz ... Porque así dijo Jehová: Toda la
tierra será asolada [comp. Mat. 24:15], pero no la destruiré del todo. Por esto se enlutará la tierra, y los
cielos arriba se oscurecerán ...". El pacto de Dios con Israel había sido expresado, desde el mismo
comienzo, en términos de una nueva creación; por eso, el orden del Antiguo Pacto, en el cual el mundo
entero estaba organizado alrededor del santuario central del templo en Jerusalén, podría describirse con
bastante propiedad, antes de su disolución final, como "los cielos y la tierra que existen ahora".
Owen continúa: "De quí que, cuando se menciona la destrucción de un estado y gobierno, se
hace en un lenguaje que parece establecer el fin del mundo. Así lo hace Is. 34:4, que no describe sino la
destrucción del estado de Edom. Algo semejante se afirma también del imperio romano, Rev. 6:14, que
los judíos afiman constantemente que se refiere a Edom en los profetas. Y en la predicción de nuestro
Salvador Jesucristo de la destrucción de Jerusalén, Mateo 24, él la establece por medio de expresiones
de la misma importancia. Es evidente, entonces, que en el estilo y manera de hablar proféticos, con los
'cielos' y la 'tierra' se quiere significar el estado civil y religioso y la combinación de hombres en el
mundo, y los hombres de ellos. Así eran los cielos y la tierra en ese mundo que fue entonces destruido
por el diluvio.
"Sobre esta base, yo afirmo que los cielos y la tierra a los que se alude en esta profecía de
Pedro, la venida del Señor, el día del juicio y la perdición de los hombres impíos, que se mencionan en
la destrucción de los cielos y la tierra, todos ellos se relacionan, no con el juicio último y final del
mundo, sino con la completa desolación y destrucción de la iglesia y el estado judaicos que habría de
tener lugar".4
Esta interpretación queda confirmada por la información adicional de Pedro: En este inminente
"Día del Señor", que está a punto de venir sobre el mundo del siglo primero "como ladrón" (comp. Mat.
24:42-43; 1 Thes. 5:2; Rev. 3:3), "los elementos ardiendo serán desechos" (v. 10; comp. v. 12). ¿Qué
son estos elementos? Los así llamados "literalistas" dirán que el apóstol está hablando de física, y que
el término se refiere a los átomos (o quizás a partículas subatómicas), los componentes físicos reales
del universo. ¡De lo que estos "literalistas" no se dan cuenta es de que, aunque la palabra elementos se
usa varias veces en el Nuevo Testamento, nunca se usa en relación con el universo físico! El término se
usa siempre en relación con el orden del Antiguo Pacto (véase Gal. 4:3, 9; Col. 2:8, 20). El escritor a
los Hebreos los reprende: "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad
de que se os vuelva a enseñar cuáles son los rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser
tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido" (Heb. 5:12). En contexto, el escritor está
hablando claramente de verdades del Antiguo Pacto - particularmente puesto que conecta el AAntiguo
Pacto con el término palabras de Dios, una expresión generalmente usada para referirse a la revelación
provisional del Antiguo Pacto (véase Acts 7:38; Rom. 3:2). Owen arguye que el mensaje de Pedro es
que "los cielos y la tierra que Dios mismo ha creado - el sol, la luna, y las estrellas del gobierno y la
iglesia judaicos - todo el antiguo mundo de adoración y adoradores que se levantan en obstinación
contra el Señor Jesucristo - serán sensiblemente disueltos y destruídos'". Así "serán quemadas la tierra y
las obras que en ella hay" (v. 10).
Owen ofrece dos razones adicionales ("de muchas sobre las cuales podría insistirse a partir del
texto") para adoptar la interpretación del año 70 d. C. de 2 Pedro 3. Primero, observa, "lo que sea que
se mencione aquí habría de tener particular influencia sobre los hombres de aquella generación". A
Pedro le preocupa especialmente que los creyentes del siglo primero recuerden las amonestaciones
apostólicas sobre "los últimos días" (v. 2-3); los burladores judíos, claramente familiarizados con las
profecías bíblicas de juicio, rehusan escuchar las amonestaciones (v. 3-5); a los lectores de Pedro se les
exhorta a vivir vidas santas a la luz de este juicio inminente (v. 11, 14); y son éstos cristianos primitivos
los que se mencionan repetidamente como "esperando y apresurándoos" para el juicio (v. 12, 13, 14).
Es precisamente la cercanía de la conflagración que se aproximaba lo que Pedro cita como motivo para
la diligencia en vivir piadosamente.
Segundo, Owen cita 2 Pet. 3:13: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y
tierra nueva, en los cuales mora la jsuticia". Owen pregunta: "¿Cuál es esa promesa? ¿Dónde podemos
encontrarla? Pues bien, la tenemos en las palabras mismas y en la carta, en Is. 65:17. Ahora, ¿cuándo
creará Dios estos 'nuevos cielos y esta nueva tierra, en los cuales mora la justicia'? Dice Pedro: 'Será
después de la venida del Señor, después de aquel juicio y aquella destrucción de los hombres impíos,
que no obedecen al evangelio que yo predico'. Pero ahora es evidente, desde este lugar en Is. 66:21-22,
que esta es una profecía de los tiempos del evangelio solamente; y que la creación de estos cielos
nuevos no es sino la creación de las ordenanzas del evangelio, para que duren para siempre. Lo mismo
se expresa en Acts 12:26-28".6
Owen está cien por ciento acertado, pues hace la pregunta que tantos expositores han dejado de
hacer: ¿Dónde había prometido Dios traer "nuevos cielos y nueva tierra"? La respuesta, como Owen
afirma correctamente, está en Isaías 65 y 66 - pasajes que claramente profetizan la era del evangelio,
inaugurada por la obra de Cristo. Según Isaías, esta nueva creación no puede ser el estado eterno,
puesto que contiene nacimiento y muerte, construcción, y plantación (Is. 65:20-23). Los "nuevos cielos
y la nueva tierra" prometidos a la Iglesia comprenden la era del triunfo del evangelio, cuando toda la
humanidad vendrá a postrarse delante del Señor (Is. 66:22-23). El estímulo de Pedro a la Iglesia de su
tiempo era el de ser paciente, y esperar que el juicio de Dios destruyera a los que persiguen la fe e
impiden su progreso. Una vez que el Señor viniera a destruir el andamiaje de la estructura del Antiguo
Pacto, el templo del Nuevo Pacto quedaría en su lugar, y la victoriosa marcha de la Iglesia sería
indetenible. El mundo se convertirá; los tesoros de la tierra serán llevados a la Ciudad de Dios, al
quedar consumado (Rev. 21:24-27) el mandato del Paraíso (Gen. 1:27-28; Mat. 28:18-20).
Por eso los apóstoles afirmaban constantemente que la era de la consumación ya había sido
implementada por la resurrección y la ascensión de Cristo, que había derramado el Espíritu Santo. Una
vez que el antiguo orden hubiese sido borrado, declara Pedro, la era de Cristo sería plenamente
establecida, una era "en la cual mora la justicia" (2 Pet. 3:13). La característica distintiva de la nueva
era, en agudo contraste con la que la precedía, sería la justicia - creciente justicia, al actuar el evangelio
libremente en su misión a las naciones. Norman Shepherd muestra cómo esto se predice en la nueva
creación provisional después del diluvio: "Del mismo modo que Noé puso pie con su familia después
del primer bautismo de los de su casa (1 Pet. 3:20 s.) sobre una nueva tierra en la cual nuevamente
mora la justicia, de modo que Cristo, por medio de su bautismo, su muerte, y su resurrección, introduce
a sus hijos a él, por medio del bautismo de ellos, a una nueva existencia en la cual pueden comenzar a
ver y a participar en una nueva tierra caracterizada por la justicia y la santidad. En el poder del Espíritu,
cultivan la tierra para gloria de Dios".7
Ciertamente es verdad que la justicia no mora en la tierra en un sentido absoluto; ni será jamás
este mundo absolutamente justo, hasta que el enemigo final sea derrotado a la Segunda Venida de
Cristo. La guerra entre Cristo y Satanás por el dominio sobre la tierra todavía no ha terminado. Ha
habido muchas batallas durante la historia de la Iglesia, y faltan muchas todavía. Pero ellas no deben
volvernos ciegos al progreso muy real que el evangelio ha hecho y continúa haciendo en el mundo. La
guerra ha sido ganada definitivamente; el nuevo orden mundial del Señor Jesucristo ha llegado; y,
según la promesa de Dios, el conocimiento salvador de Él llenará la tierra, como las aguas cubren el
mar.
Además, en estos contextos, como señaló Owen, la frase el cielo y la tierra no se refiere al cielo
físico y al mundo físico, sino al orden mundial, la organización religiosa del mundo, la "casa" o templo
que Dios construye y en la cual Él es adorado. El mensaje consistente del Nuevo Testamento es que la
casa del nuevo pacto, sobre la cual Jesús preside como apóstol y Sumo Sacerdote, es infinitamente
superior a la casa del antiguo pacto, sobre la cual presidía Moisés (comp. 1 Cor. 3:16; Eph. 2:11-22; 1
Tim. 3:15; Heb. 3:1-6). En realidad, como insiste el escritor de Hebreos, "el mundo venidero" ha
venido; es la salvación presente, traída por el Hijo de Dios en los últimos días (Heb. 1:1-2:5). En este
sentido específico, la justicia no mora en "los cielos y la tierra".
v2 Después, Juan ve la ciudad santa, la nueva Jerusalén, como el aspecto central de esta nueva
creación. Nuevamente, debemos recordar que Jesucristo ha llevado a cabo una salvación, una nueva
creación, con aspectos definitivos, progresivos, y consumativos. La realidad final de la nueva creación
escatológica es también la realidad presente de la nueva creación defnitiva-progresiva. Ningún aspecto
de esta salvación debería subrayarse excluyendo o disminuyendo indebidamente los otros. El Nuevo
Testamento enseña que, con la antigua Jerusalén a punto de ser excomulgada y ejecutada por haber
violado el pacto, los cristianos han venido a ser ciudadanos y herederos de la nueva Jerusalén, la ciudad
cuyo origen está en el cielo, y que baja del cielo, de Dios (Rev. 3:12; comp. Gal. 4:22-31; Eph. 2:19;
Phil. 3:20; Heb. 11:10, 16; 12:22-23). Luego, El Nuevo Testamento continúa diciendo: Todo esto, ¡y el
cielo también! (comp. Phil. 3:21); la nueva creación es, no sólo un estado establecido definitivamente
por Cristo, y progresivamente desplegado ahora; ¡algún día será establecido finalmente, en perfección
consumada y absoluta!8
La ciudad es preparada como una Esposa adornada para su Esposo. La Esposa no sólo está en la
ciudad; la Esposa es la ciudad (comp. v. 9-10). La identificación clara que Juan hace de la ciudad como
la Esposa de Cristo sirve como otra demostración de que la Ciudad de Dios es una realidad tanto
presente como futura. La "Esposa" de la fiesta de bodas eucarística semanal (Rev. 19:7-9) es la "ciudad
amada" del reino de Cristo (comp. Rev. 20:9). Estamos en la nueva Jerusalén ahora, como nos dice la
Biblia categóricamente: "Os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la
celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están
inscritos en los cielos ... " (Heb. 12:22-23).
v3 Si somos ciudadanos del cielo, como Pablo declaró (Eph. 2:19), es también cierto que el
cielo mora en nosotros (Eph. 2:20-22). En realidad, el Verbo mismo ha habitado entre nosotros (Jn
1:14); Él y su Padre han hecho su morada con nosotros (Jn 14:23); y por eso nosotros somos el templo
del Dios viviente (2 Cor. 6:16). En consecuencia, la visión de Juan de la Santa Ciudad es seguida por
una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Nuevamente, esta es una
repetición de lo que ya hemos aprendido en esta profecía (Rev. 3:12; 7:15-17). En la Iglesia del Nuevo
Testamento se realiza la promesa de la Ley y los profetas: "Y pondré mi morada en medio de vosotros,
y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi
pueblo" (Lev. 26:11-12); "Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré
y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi
tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo Jehová
santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre" (Eze. 37:26-28).
Como dice claramente el versículo 9, este pasaje es la conclusión de la sección de las copas de
la profecía. Al principio, Juan vio el santuario del tabernáculo lleno de humo, de modo que nadie podía
entrar en él (Rev. 15:5-8), y luego oyó "una gran voz" del santuario ordenando que los siete ángeles
derramaran las siete copas de ira sobre la tierra (16:1). Al derramamiento de la séptima copa, sale
nuevamente "una gran voz" del Santuario diciendo: Hecho está - causando un gran terremoto, a
consecuenncia del cual caen las ciudades y todo monte y toda isla "huye" al volverse la visión para
enfocar la destrucción de Babilonia, la falsa esposa (Rev. 16:17-21). Ahora, hacia la conclusión de la
sección de las copas, la tierra y el cielo han "huido" (Rev. 20:11; 21:1), y nuevamente Juan oye una
gran voz del cielo, anunciando que el acceso al Santuario ha sido provisto hasta el máximo grado
posible, porque el tabernáculo de Dios está entre los hombres. Pronto, esa misma voz anunciará
nuevamente: "Hecho está" (v. 6), al volver la visión su atención al establecimiento de la verdadera
Esposa, la Nueva Jerusalén.
v4-5 La voz que Juan oye continúa: Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor. Podemos esperar el cumplimiento perfecto y
absoluto de esta promesa en el día final, cuando el último enemigo sea destruído. Pero, en principio, ya
es cierto. Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. Y
todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente". (Jn 11:15-26). Dios ha enjugado nuestras
lágrimas, porque somos partícipes de su primera resurrección. Una marcada evidencia de esto es la
obvia diferencia entre los funerales cristianos y los funerales paganos: Nos lamentamos, pero no como
los que no tienen esperanza (1 Thes. 4:13). Dios ha quitado el aguijón de la muerte (1 Cor. 15:55-58).
Todas estas bendiciones han venido porque las primeras cosas han pasado. Y el que estaba
sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Aquí hay otro enlace con la
enseñanza de Pablo: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor. 5:17). Por supuesto, nuevamente somos confrontados con el
hecho de que esto es verdadero ahora, como lo será en el día final. La única diferencia esencial entre
los temas de 2 Corintios 5 y Apocalipsis 21 es que Pablo está hablando del individuo redimido,
mientras que Juan está hablando de la comunidad redimida. Tanto el individuo como la comunidad son
re-creados, renovados, y restaurados al paraíso en la salvación, y esta restauración cósmica ya ha
comenzado. Juan ve que lo que ha comenzado aparentemente en casos aislados (a los ojos del siglo
primero) es realmente una oleada del futuro. La nueva creación llenará la tierra; la creación entera será
renovada. Esto es cierto definitivamente, será absolutamente cierto escatológicamente - y nos
proporciona el modelo para nuestra obra en el ínterim, porque también ha de ser trabajado
progresivamente. La nueva creación debe ser desplegada, cada una de sus implicaciones entendida y
aplicada por el real sacerdocio de esta era.
El gran historiador de la Iglesia, Philip Schaff entendió esto: "Al Señor y a su reino pertenece el
mundo entero, con todo lo que vive y se mueve en él. Todo es suyo, dice el apóstol [1 Cor. 3:11]. La
religión no es una sola y separada esfera de la vida humana, sino el principio divino por medio del cual
el hombre entero ha de ser saturado, refinado, y hecho completo. Se apodera de él en su totalidad
indivisa, en el centro de su ser personal; para llevar luz a su corazón; y para derramar la sagrada
consagración del nuevo nacimiento, y la gloriosa libertad de los hijos de Dios, sobre la totalidad de su
vida interna y externa. Ninguna forma de existencia puede soportar al poder renovador del Espíritu de
Dios. No hay ningún elemento racional que no pueda ser santificado; ninguna esfera de la vida natural
que no pueda ser glorificada. La criatura, en la más amplia extensión de la palabra, está esperando
ardientemente la manifestación de los hijos de Dios, y suspirando por la misma y gloriosa liberación.
La creación entera apunta a la redención; y Cristo es el segundo Adán, el nuevo hombre universal, no
simplemente en un sentido religioso, sino también en un sentido absoluto. El punto de vista sostenido
por el monasticismo romano y el pietismo protestante, que hace consistir al cristianismo de una
oposición abstracta a la vida natural, o a la huida del trabajo, es bien contrario al espíritu y el poder del
evangelio, así como falso a su propósito. El cristianismo es la redención y la renovación del mundo.
Debe hacer nuevas todas las cosas".9
El que está sentado en el trono se llama a sí mismo (como en Rev.1:8) el Alfa y la Omega (en
inglés "la A y la Z"), queriendo decir el Principio y el Fin, la Fuente, la Meta, y el Significado de todas
las cosas, el que garantiza que las promesas se cumplirán. Esto se dice aquí para confirmar lo que ha de
seguir, en la promesa de Cristo tocante a la eucaristía.
Más arriba hemos observado que el anuncio final de Nuestro Señor desde la cruz en el
evangelio de Juan ("Consumado es") encuentra eco aquí; pero hay más. Porque, después de que Jesús
hizo esa proclamación, entregó el espíritu; y cuando los soldados romanos vinieron y vieron que había
muerto, "uno de ellos le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" (Jn. 19:34).
Juan Crisóstomo ha comentado: "Estas fuentes brotaron no sin un propósito, o por casualidad, sino
porque la Iglesia estaba formada de ambos elementos: Los iniciados son renacidos del agua, y
alimentados por la sangre y la carne. Aquí está el origen de los sacramentos; para que, cuando uno se
acerque a esa terrible copa, pueda hacerlo como si bebiera de aquel mismo costado". 10 Por esta razón,
dice el Señor: Yo la daré sin costo al que tenga sed de la fuente de agua de vida. Esto es, "sin costo"
para nosotros, porque la fuente de la vida salta de su propia carne. Nuestra redención fue comprada "no
con cosas corruptibles, como oro o plata; sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación" (1 Pet. 1:18-19). El agua nos alimenta gratuitamente, saltando dentro de
nosotros y luego fluyendo de nosotros para dar vida al mundo entero (Jn 4:14; 7:37-39).
v8 Cualquier posibilidad de una interpretación universalística queda negada por este versículo
inexorable. Dios mismo da nueve 11 descripciones de los finalmente impenitentes e irredentos - un
recuento sumario de sus enemigos, los seguidores del dragón - que "no heredarán el reino de Dios" (1
Cor. 6:9; comp. Gal. 5:21), pero cuya parte será en el lago que arde con fuego y azufre, que es la
muerte segunda. Los condenados a la perdición eterna son los cobardes, en contraste con los piadosos
conquistadores; los incrédulos, en contraste con los que no han negado la fe (comp. Rev. 2:13, 19;
13:10; 14:12); los pecadores, en contraste con los santos (comp. Rev. 5:8; 8:3-4; 11:18; 13:7, 10; 14:12;
18:20; 19:8); los abominables (comp. Rev. 17:4-5; 21:27; Mat. 24:15); los homicidas (comp. Rev.
13:15; 16:6; 17:6; 18:24); los fornicarios (comp. Rev. 2:14, 20-22; 9:21; 14:8; 17:2, 4-5; 18:3; 19:2);
los hechiceros (pharmakoi), una palabra que significa "magos envenenadores o abortistas" (comp. Rev.
9:21; 18:23; 22:15); 12 los idólatras (comp. Rev. 2:14, 20; 9:20; 13:4, 12-15); y todos los mentirosos
(comp. Rev. 2:2; 3:9; 16:13; 19:20; 20:10; 21:27; 22:15). Como señala Sweet, "como las listas
similares en las epístolas, la lista pertenece al contexto del bautismo, el deshacerse del 'viejo hombre' y
vestirse del nuevo" (comp. Gal. 5:19-26; Efe. 4:17-5:7; Col. 3:5-10; Tito 3:3-8). 13
9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló
conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía
del cielo, de Dios,
11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante a una piedra precisísima, como piedra de jaspe, diáfana como
el cristal.
12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de
las doce tribus de los hijos de Israel;
13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.
14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce
mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.
18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;
19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el
segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro,
transparente como vidrio.
22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero
es su lumbrera.
24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a
ella.
25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos
en el libro de la vida del Cordero.
v9 Este versículo amarra la sección final de Apocalipsis, estableciendo la relación literaria de
los capítulos 15-22. Es uno de los siete ángeles que tenían las siete copas quien revela a Juan la Nueva
Jerusalén, del mismo modo que uno de los mismos siete ángeles le había mostrado la visión de
Babilonia (Rev. 17:1); y aquí la Novia, la Esposa del Cordero, es contrastada con la ramera, la esposa
infiel.
v10-11 Juan es llevado en el Espíritu (comp. Rev. 1:10; 4:2; 17:3) a un monte grande y alto, un
deliberado contraste con el desierto donde vio a la ramera (Rev. 17:3). Hemos visto (sobre Rev.14:1)
que la imagen del monte habla del Paraíso, que estaba situado sobre una alta meseta desde donde fluía
el agua de vida para el mundo entero (comp. Rev. 22:1-2). El apóstol ve la ciudad santa de Jerusalén,
que descendía del cielo, de Dios. Por supuesto, la descripción no tiene el propósito de evocar imágenes
de estaciones espaciales, o de ciudades literalmente flotando en el aire; más bien, indica el origen
divino de "la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Heb. 11:10).
Durante la apostasía de Judá, el profeta Ezequiel vio la Nube de Gloria apartarse del templo y
dirigirse al oriente, al Monte de los Olivos (Eze. 10:18-19; 11:22-23); más tarde, en su visión de la
Nueva Jerusalén, ve la Nube de Gloria retornando a morar en el nuevo templo, la Iglesia (Eze. 43:1-5).
Esto se cumplió cuando Cristo, la gloria de Dios encarnada, ascendió a su Padre en la nube desde el
Monte de los Olivos (Lk 24:50-51), enviando inmediatamente su Espíritu para llenar la Iglesia durante
Pentecostés. Probablemente hubo una imagen posterior de esta transferencia de la gloria de Dios a la
Iglesia cuando, en el día de Pentecostés del año 66 d. C., mientras los sacerdotes estaban ocupados en
sus deberes habituales en el templo, se oyó "una violenta conmoción y un estruendo", seguidos por
"una voz como de una hueste que exclamaba: "¡Nos vamos de aquí!" 14 Ernest Martin comenta: "Esta
partida de la Deidad del templo en el Pentecostés del año 66 d. C. ocurrió 36 años, exactos al mismo
día, después de que el Espíritu Santo les fue concedido en poder a los apóstoles y a los otros en el
primer Pentecostés cristiano registrado en Hechos 2. Y ahora, en el mismo día de Pentecostés, era dado
testimonio de que Dios mismo estaba abandonando el templo en Jerusalén. Esto significaba que el
templo ya no era un santuario santo y que el edificio ya no era más sagrado que cualquier otro edificio
secular. Es notable que hasta los mismos archivos judíos muestran que los judíos habían llegado a
reconocer que la gloria de la Shekinah de Dios abandonó el templo para este tiempo y permaneció
sobre el monte de los Olivos por 3 años y medio. Durante este período, se oía una voz que venía de la
región del monte de los Olivos pidiéndoles a los judíos que se arrepintieran de sus obras (Midrash
Lam.2:11). Esto tiene una interesante relación con la historia del cristianismo porque ahora sabemos
que Jesucristo fue crucificado y resucitó de los muertos en el monte de los Olivos15 - la región exacta en
que los archhivos judíos dicen que la gloria de la Shekinah de Dios permaneció por 3 años y medio
después de su partida del templo en Pentecostés del año 66 d. C. ... La referencia judía afirma que los
judíos no acataron esta amonestación de la gloria de la Shekinah (que ellos llamaban Bet Kol - la voz
de Dios), y que ésta abandonó la tierra y se retiró al cielo justo antes del sitio final de Jerusalén por los
romanos en el año 70 d. C.
"... Desde el Pentecostés del año 66 d. C., ninguna persona pensante entre los cristianos, que respetara estas
obvias señales milagrosas asociadas con el templo, podría creer que la estructura fuese todavía un santuario
sagrado de Dios. Josefo mismo resume la convicción de mucha gente, que llegó a creer que Dios 'se había
alejado hasta de su santuario' (War, 11.539), que el templo 'ya no era la morada de Dios' (War, V.19), porque 'la
Deidad había huído de los lugares sagrados' (War, v.412)" .16
Escribiendo mientras estos acontecimientos eran todavía predominantes en las mentes de los
judíos, Juan declara que la Shekinah, la Gloria de Dios, ahora reposa sobre el verdadero Santo Templo/
Ciudad, el Paraíso consumado - la Esposa de Cristo.
La Nueva Jerusalén es descrita además como poseyendo una luminaria (phoster) - literalmente,
una estrella o portadora de luz (comp. Gen. 1:14, 16 [LXX], donde se usa con referencia al sol, a la
luna, y a las estrellas); Pablo usa el mismo término cuando dice que los cristianos "brillan como
luminarias en el mundo" (Fil. 2:15; comp. Dan. 12:3). Esto corre paralelamente con el sol con el cual
está vestida la mujer en Rev. 12:1 - excepto que ahora la luminaria de la Esposa, más brillante que
hasta el mismo sol, brilla con la gloria de Dios mismo: como una piedra muy costosa, como piedra de
jaspe, transparente como el cristal, a imagen de Aquél que era "semejante a piedra de jaspe y de
cornalina" (Rev. 4:2-3). C. S. Lewis escribió: "Es cosa seria vivir en una sociedad de dioses y diosas
posibles, recordar que la persona más insulsa y menos interesante a la que se puede hablar puede un día
ser una criatura que, si usted la viera ahora, sentiría una fuerte tentación de adorar, o de lo contrario
sería un horror y una corrupción como aquélla con la que uno se encuentra ahora, si es que la
encuentra, sólo en una pesadilla. Todo el día estamos, hasta cierto punto, ayudándonos los unos a los
otros a llegar a estos destinos. Es a la luz de estas abrumadoras posibilidades, es con el asombro y la
circunspección propia de ellos, que deberíamos conducir todas nuestras relaciones los unos con los
otros, todas las amistades, los amores, los juegos, toda la política. No hay gente ordinaria. Usted nunca
ha hablado con un mero mortal ... Después del Bendito Sacramento mismo, su prójimo es el objeto más
sagrado presentado a sus sentidos. Si él es su vecino cristiano, él es santo casi de la misma manera,
porque en él Cristo también vere latitat - el glorificador y el glorificado, la Gloria misma, está
verdaderamente escondido".17
v12-14 La mujer de Rev.12:1, además de gloriosa vestimenta, llevaba una corona de doce
estrellas; ahora ésta ha de ser reemplazada por otra corona de doce estrellas - esta vez una "corona" de
muros enjoyados. Pero, por cuanto la vestimenta de la Esposa también corresponde a la de la Gloria
entronada de Rev. 4:3, Juan tiene cuidado de hacer que la "corona" de ella corresponda al círculo de
doce en ese pasaje también. Allí, el trono estaba circundado por dos series de doce, los veinticuatro
ancianos entronados. Así también aquí, la Ciudad-Esposa está coronada con un doce doble: los
patriarcas y los apóstoles. "La transición de una corona sobre las sienes de la dama a un anillo de muros
de ciudad era mera rutina para los contemporáneos de Juan; el emblema permanente de una ciudad era
la figura de una dama con una corona almenada".18
La visión de Ezequiel implica que la Ciudad tiene un muro grande y alto, porque "las puertas de
las cuales habla el profeta [Eze. 48:31-34] son las casamatas, los pórticos, o las torres que constituyen
el muro de una ciudad";19 esto lo hace explícito el relato de Juan. Las doce puertas de la ciudad están
guardadas por doce ángeles (comp. los querubines que guardaban la puerta de Edén en Gen. 3:24), y
están inscritas con los nombres ... de las doce tribus de los hijos de Israel, otra característica en común
con la visión de Ezequiel (Eze. 48:31-34). Sweet comenta: "Los doce portales del Zodíaco en la ciudad
de los cielos son puestos bajo el control de la Biblia: Israel es el núcleo de la divina sociedad".20
La ciudad tiene tres puertas al oriente, tres al norte, tres al sur, y tres al occidente. Vimos en la
discusión de Rev. 7:5-8 que las doce tribus de Israel son mencionadas por Juan (y antes de él, por
Ezequiel) de modo de "balancear" los hijos de Lea con los de Raquel. El orden en que se mencionan las
puertas (oriente, norte, sur, y occidente) corresponde a esta lista tribal - que nosotros naturalmente
esperaríamos, puesto que Juan menciona las puertas, en su extraño orden, mencionando las doce tribus
inmediatamente después. En otras palabras, Juan quiere que nosotros usemos la información en este
versículo para retroceder y resolver el acertijo de Rev. 7:5-8 (véanse los diagramas en las páginas 210-
211).
Hay otro punto intrigante sobre este versículo: Juan nos dice que las puertas están, literalmente,
al oriente, al norte, al sur, y al occidente - dando, como sugiere Sweet, "la impresión de muchos que
vienen de los cuatro puntos cardinales" (Is. 49:12; Lk. 13:29). 21 Como muestra Juan más tarde, las
naciones andarán a la luz de la ciudad, los reyes de la tierra traerán sus riquezas a ella, y sus puertas
estarán siempre abiertas para ellos (v. 24-26).
Juan extiende sus imágenes: El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce
nombres de los doce apóstoles del Cordero. Por supuesto, ésta es teología tomada directamente de
Pablo: "Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros
de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal
piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un
templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en
el Espíritu" (Eph. 2:19-22). No debería ser necesario decir también que el concepto de Pablo de la
Ciudad de Dios, la Iglesia, es que comprende a los creyentes tanto del Antiguo como del Nuevo Pacto
dentro de sus muros. Como ha reconocido siempre la Iglesia histórica, hay sólo un modo de salvarse,
un pacto de gracia; el hecho de que ha funcionado bajo varias administraciones no afecta la unidad
esencial dle único pueblo de Dios a través de las edades.
v15-17 Y el que hablaba conmigo - uno de los siete ángeles de las copas (v. 9) - tenía una caña
de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. El santuario había sido medido
anteriormente, como una indicación de su santidad y su protección (Rev. 11:1-2); ahora la ciudad
misma debe ser medida, pues la ciudad entera es el templo. Para demostrar esto, Juan nos dice que la
ciudad está trazada como un cuadrado, y que su longitud es igual a su anchura: Es un cuadrado
perfecto. Y midió la ciudad con la caña ...; su longitud es igual a su anchura y a su altura. Como el
Lugar Santísimo - el modelo divino para todas las culturaas - la ciudad es un cubo perfecto (comp. 1
Kings 6:20): La Nueva Jerusalén misma es un Lugar Santísimo cósmico. Sin embargo, al mismo
tiempo debemos notar otra dimensión de estas imágenes. La combinación de un cuadrado con una
montaña (v. 10) indica la idea de una pirámide, la "montaña cósmica" que aparece en culturas antiguas
a través del mundo. El Paraíso original fue la primera "pirámide", un Jardín-Templo-Ciudad en la cima
de una montaña; y cuando los profetas hablan de la salvación y la renovación de la tierra es casi
siempre en términos de estas imágenes Is. 2:2-4; 25:6-9; 51:3; Eze. 36:33-36; Dan. 2:34-35, 44-45:
Miq. 4:1-4).
Cada lado de la ciudad - la longitud, la anchura, y la altura - mide doce mil estadios; el muro de
la ciudad mide ciento cuarenta y cuatro codos. Lo absurdo del "literalismo" es embarazosamente
evidente cuando intenta manejar estas medidas. Los números son obviamente simbólicos, siendo los
múltiplos de doce una referencia a la majestad, la vastedad, y la perfección de la Iglesia. Pero el
"literalista" se siente compelido a traducir esos números a medidas modernas, resultando en un muro de
1.500 millas de largo y 216 pies (o 72 yardas) de altura. 22 Los claros símbolos de Juan se borran, y al
desafortunado lector bíblico no le queda sino sólo una mescolanza de números que no significan nada
(¿qué significan 216 pies?) ¡Irónicamente, el "literalista" se encuentra en la ridícula situación de tener
que borrar los números literales de la Palabra de Dios y reemplazarlos con símbolos que no significan
nada!
Juan hace la observación aparentemente casual, improvisada, e intrigante de que estas medidas
humanas (estadios y codos) son también medidas angélicas. Pero esto no es tan misterioso como parece
al principio. Juan está simplemente haciendo explícito lo que se ha supuesto a través de su profecía:
que hay correspondencias divinamente ordenadas entre los ángeles y los hombres. La actividad
angélica que se ve en Apocalipsis es un modelo para nuestra propia actividad; al ver la voluntad de
Dios cumpliéndose en el cielo, hemos de reflejar esa actividad en la tierra. El cielo es el modelo para la
tierra, el templo es el modelo para la ciudad, el ángel es el modelo para el hombre. Del mismo modo
que el Espíritu se movía sobre la creación original, formándola a imagen de los cielos, así también es
nuestra tarea "encielizar" el mundo, llevando el bosquejo de Dios a su más completa realización.
v18-21 La ciudad se describe ahora en términos de joyería, como la perfecta consumación del
modelo edénico original (comp. Gen. 2:10-12; Eze. 28:13)23 El material del muro era jaspe, una imagen
de Dios mismo (Rev. 4:3; 21:11); y la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente (el oro es una
imagen de la gloria de Dios, y por lo tanto se usó en el tabernáculo y en el templo y sobre las vestiduras
de los sacerdotes; y del oro asociado con el Paraíso se dice que era "bueno", es decir, puro, sin mezcla:
Gen. 2:12). Los doce cimientos de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas,
como el pectoral del Sumo Sacerdote, que tiene cuatro hileras de tres gemas cada una, representando
las doce tribus de Israel (Ex. 28:15-21): La Esposa ha sido adornada para su Esposo (v.2). La expresión
piedras preciosas (o costosas) se usa en 1 Kings 5:17 para las piedras del cimiento del templo de
Salomón; ahora, en la Ciudad-Templo escatológica, éstas son realmente "piedras preciosas", en todos
los sentidos.
El primer cimiento era jaspe; el segunda, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el
quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Ha habido varios intentos de descubrir en qué
se basa Juan para enumerar las piedras en este orden, siendo el más conocido la sugerencia de R. H.
Charles de que las piedras están conectadas con los signos del Zodíaco, y que "los signos y
constelaciones se dan en cierto orden, y que éste es exactamente el orden inverso del recorrido real del
sol a través de los signos". Esto demuestra, dice él, que Juan "considera que la Santa Ciudad que
describe no tiene nada que ver con las especulaciones étnicas de su propia época ni las pasadas en
relación con la ciudad de los dioses".24 Sobre este punto, Charles ha sido seguido por varios
comentaristas,25 pero las investigaciones posteriores han refutado esta teoría.26 Sweet señala que "Filón
(Special Laws 1.87) y Josefo (Ant. 111.186) conectan las piedras con el Zodíaco, pero sólo como parte
del simbolismo cósmico que ellos afirman de las vestimentas del sumo sacerdote; comp. Ps.18:24. La
meta de Juan es similar. Cualquier referencia astrológica similar queda destruída por el hecho de que él
las conecta, no con las doce puertas de la ciudad celestial, sino con los cimientos".27
Como podríamos esperar, la explicación más razonable del orden de las piedras procede de
Austin Farrer, que muestra que las piedras estaban dispuestas en cuatro hileras de tres gemas cada una,
como estaban las del pectoral del sumo sacerdote: "Juan no se adhiere ni al orden ni a los nombres de
las gemas en la Septuaginta griega de Éxodo, y cualquier pregunta que hagamos acerca de las
traducciones de los nombres en hebreo que él podría haber preferido a los ofrecidos por la Septuaginta
sólo puede llevarnos a un abismo de incertidumbre. Es razonable suponer que él no se molestó en hacer
nada más que dar una lista eufónica en alguna correspondencia general con el catálogo de Éxodo.
Dispuso los nombres griegos de manera de enfatizar la división en grupos de tres. Todos, menos tres de
ellos, terminan en sonidos de s, y las tres excepciones terminan en sonidos de n. Puso las terminaciones
en n en los puntos de división, así:
¿Por qué se molestaría en hacer más? Si hubiese hecho una lista perfectamente confeccionada,
¿qué podría haber hecho sino responder exactamente a la lista de las tribus que ya ha dispuesto para
nosotros en [el capítulo] 7? ¿Y cómo aumentaría nuestra sabiduría con eso? Juan desea dar cuerpo a su
visión enumerando las tribus; pero ya ha enumerado las tribus. Así que enumera las piedras que (como
sabemos por el libro de Éxodo) han de ser consideradas como equivalentes a las tribus. Presenta dos
argumentos: primero, que los nombres de los apóstoles pueden ser reemplazados con los de las tribus -
y que, después de todo, el Israel nuevo, místico, múltiplo de doce, debe ser descrito más correctamente
como compañías reunidas alrededor de los apóstoles que como los verdaderos descendientes de Rubén,
Simeón, Leví, y los demás. Segundo, pone el jaspe a la cabeza de la lista para así, sin duda, representar
a Judá y su apóstol (comp. 7:5). Y el jaspe es tanto el material general de los muros arriba, como el
color de la gloria divina. El significado de la alegoría es claro. El Mesías es la principal piedra angular;
es por estar cimentada en él por lo que la ciudad entera, o Iglesia, adquiere la sustancia y el color de la
gloria divina".28
En vez de estar alineadas con los signos del Zodíaco y sus doce portales, las doce puertas eran
doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Obviamente, estas puertas son decorativas y
ornamentales solamente, no diseñadas para soportar un ataque; pero, como la ciudad ha de abarcar al
mundo entero, de todos modos no hay peligro de ataque. Subrayando la tremenda riqueza y la tremenda
gloria de la Nueva Jerusalén, Juan nos dice que la calle de la ciudad era de oro puro, como vidrio
transparente. Podemos observar aquí que el valor que los hombres siempre le han asignado al oro y a
las piedras preciosas se deriva del valor anterior que Dios les ha atribuído. Dios ha creado en nosotros
un deseo de tener joyas, pero su Palabra dice claramente que la riqueza ha de ser obtenida como un
sub-producto del reino de Dios y su justicia (Mat. 6:33). La ramera estaba adornada de joyas, y pereció
con ellas; la Esposa está adornada de joyas a causa de su unión con el Esposo. Es Dios quien da el
poder para obtener riquezas, para su gloria (Deut. 8:18); cuando convertimos en un ídolo la riqueza que
Dios nos ha dado, él nos la quita y la guarda para los justos, que la usan para el reino de Dios y son
generosos con los pobres (Job 27: 16-17; Prov. 13:22; 28:8; Ecle. 2:26).
Ocho siglos antes de que Juan escribiera, el profeta Isaías describió la salvación venidera en
términos de una ciudad adornada con joyas:
Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre
zafiros te fundaré. Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla
de piedras preciosas. (Is. 54:11-12)
Es interesante que la palabra traducida como carbunclo es, en hebreo, sombra de ojos (comp. 2
Reyes 9:30; Jer. 4:30); nuevamente, el muro de la ciudad es meramente decorativo: construído con
joyas, con cosméticos por "mortero". El punto es que el Constructor es fabulosamente rico, y
supremamente confiado en que no será atacado. Este, dice Isaías, es el futuro de la iglesia, la Ciudad de
Dios. Ella será rica y protegida contra sus enemigos, como lo explica el resto del pasaje:
Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos. Con justicia serás adornada;
estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a tí. Si alguno conspirare contra tí, lo
hará sin mí; el que contra tí conspirare, delante de tí caerá. He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el
fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir. Ninguna arma forjada
contra tí prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra tí en juicio. Esta es la herencia de los siervos de
Jehová, y de su salvación de mí vendrá, dijo Jehová. (Is. 54:13-17).
v22-23 La ciudad entera es el templo, como hemos visto - pero no hay santuario en ella, porque
el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. Esta es realmente otra manera de
expresar las bendiciones descritas anteriormente: "Al que venciere, yo le haré columna en el santuario
de mi Dios, y nunca más saldrá de allí" (Rev. 3:12). "Por esto están delante del trono de Dios, y le
sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre
ellos" (Rev. 7:15). "Su ciudad de residencia es su templo; dentro de ella no hay templo alguno cuyos
muros o cuyas puertas se interpongan entre ellos y el Dios que adoran. Dios es templo para la ciudad, y
la ciudad es templo para Dios".29
Habitado por Dios en la Nube de Gloria, la ciudad brilla con la original y pura Luz del Espíritu.
Por eso la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la
ilumina, y el Cordero es su lumbrera, como Isaías había predicho:
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre tí. Porque he aquí que
tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre tí será vista su gloria.
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento... El sol nunca más te servirá de luz para
el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria.
No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán
acabados. Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis
manos, para glorificarme. (Is. 60:1-3, 19-21).
v24-27 En el mismo pasaje, Isaías profetiza que las naciones de la tierra vendrán a la ciudad de
Dios, trayendo toda la riqueza de sus culturas:
Entonces verás y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del
mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a tí. Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de
Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová... Ciertamente a mí
esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con
ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado... Tus puertas estarán de continuo
abiertas; no se cerrarán ni de día ni de noche, para que a tí sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a
tí sus reyes. (Is. 60:5-6, 9, 11).
Juan aplica esta profecía a la Nueva Jerusalén: Y las naciones que hubieren sido salvas andarán
a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas
de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella
ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el
libro de la vida del Cordero. Esto es lo que Jesús ordenó que fuera su Iglesia: Una ciudad sobre un
monte (Mat. 5:14-16), la luz del mundo, que brilla delante de los hombres para que glorifiquen a Dios
el Padre. Obviamente, la Nueva Jerusalén no puede ser vista simplemente en términos del futuro
eterno, después del juicio final. En la visión de Juan, las naciones todavía existen como tales; pero
todas las naciones son convertidas, viniendo a la ciudad y trayendo sus tesoros a ella. Por supuesto, "el
otro lado del hecho de que los gentiles traen su honor y gloria, es que no traen sus abominaciones... El
acceso de los gentiles aquí contrasta fuertemente con su acceso en Rev. 11:2. La mera presencia de
paganos irregenerados en el atrio exterior significó la ruina de la antigua Jerusalén; la Nueva los admite
santificados, a su recinto indiviso".30
En otra notable profecía del efecto del evangelio sobre el mundo, Isaías escribió:
Así dijo Jehová el Señor: He aquí, yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y
traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros. Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas;
con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y te lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no
se avergonzarán los que esperan en mí. (Is. 49:22-23).
William Symington comenta: "La profecía se refiere a los tiempos del Nuevo Testamento,
cuando los gentiles han de ser reunidos con el Redentor. Una característica prominente de estos tiempos
será la subordinación de los gobernantes civiles a la Iglesia, lo que seguramente supone su sujeción a
Cristo, su cabeza. Reyes serán tus ayos es una similitud que importa el más tierno cuidado, la más
duradera solicitud; no mera protección, sino nutrición activa e incansable. Si, según la opinión de
algunos, lo mejor que el estado puede hacer por la Iglesia es dejarla en paz, desentenderse de ella, no
interesarse en las cosas que a ella le interesan, es difícil ver cómo este punto de vista puede ser
reconciliado con la figura de un ayo, los deberes de cuya posición ciertamente serían mal servidos por
medio de un tratamiento semejante de su débil responsabilidad".31
Al brillar la luz del evangelio en el mundo por medio de la Iglesia, el mundo se convierte, las
naciones son disciplinadas, y la riqueza de los pecadores es heredada por los justos. Esta es una
promesa básica de la Escritura de principio a fin; es el modelo de la historia, la dirección en la cual se
mueve el mundo. Este es nuestro futuro, la herencia de las generaciones venideras. El don de su Santo
Espíritu garantiza el cumplimiento de su promesa: no que hará cosas nuevas, sino que hará nuevas
todas las cosas.32
Notas:
1. Véase de John Murray, "The Reconciliation", The Westminster Theological Journal, XXIX (1966) 1, pp. 1-23;
Collected Writings, 4 vols. (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1976-1982), Vol. 4, pp. 92-112.
2. Véase de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press,
1985), pp. 23-26.
3. John Owen, Works, 16 vols. (London: The Banner of Truth Trust, 1965-68), Vol. 9, p. 134.
4. Ibid.
5. Ibid., p. 135.
6. Ibd., pp. 134s.
7. Norman Shepherd, "The Resurrection of Revelation 20", The Westminster Theological Journal, XXXVII (Fall)
1974) 1, p. 40.
8. Desafortunadamente, la interpretación casi exclusivamente futurista de estos pasajes en el pasado reciente - y la
perspectiva neoplatónica que la acompaña, como diciendo que es inútil y hasta pecaminoso trabajar por la
"encielización" de este mundo - ha significado que un énfasis correcto sobre la realidad presente del reino parezca
invertir el movimiento del Nuevo Testamento. Donde la Biblia dice: "No en esta era solamente, sino también en la por
venir", nuestro celo por recobrar la perspectiva bíblica algunas veces nos lleva a decir: "No en la era por venir
solamente, sino también en esta era". El peligro de esto, obviamente, es que puede resultar en un desprecio por una
escatología verdaderamente bíblica.
9. Philip Schaff, The Principle of Protestantism, trad. John Nevin (Philadelphia: United Church Press, [1845] 1964), p.
173.
10. St. John Chrysostom, Homilies on St. John, lxxxv.
11. Nueve, esto es, si se acepta la lectura de y pecadores en el "Texto Mayoritario"; tanto el Textus Receptus como el
así llamado "texto crítico" (Nestle, etc.) omiten estas palabras, dejando ocho descripciones. Según algunos estudiantes
de simbolismo, en la Biblia el número 9 se asocia con juicio, pero la evidencia para esto parece escasa y arbitraria;
véase de E. W. Bullinger, Number in Scripture (Grand Rapids: Kregel Publications, [1894] 1967, pp. 235-42.
12. J. Massyngberde Ford, Revelation: Introduction, Translation, and Commentary (Garden City, NY: Doubleday and
Co., 1975), p. 345. Sobre el uso de pharmakeia y sus cognados con referencia al aborto en escritos tanto paganos
como cristianos, véase de Michael J. German, Abortion and the Early Church: Christian, Jewish, and Pagan Attitudes
in the Greco-Roman World (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1982), p. 48.
13. J. P. M. Sweet, Revelation (Philadelphia: The Westminster Press, 1979), p. 300.
14. Josephus, The Jewish War, vi.v.3. Sobre este y otros acontecimientos del año 66 d. C., véase más arriba, pp. 252-
55.
15. Véase de Ernest L. Martin, The Place of Christ´s Crucifixion: Its Discovery and Significance (Pasadena, CA:
Foundation for Biblical Research, 1984).
16. Ernest L. Martin, The Original Bible Restored (Pasadena, CA: Foundation for Biblical Research, 1984), pp. 157s.
17. C. S. Lewis, The Weight of Glory: And Other Addresses (New York: Macmillan Publishing Co., 1949; revised cd.,
1980), pp. 18s.
18. Austin Farrer, The Revelation of St. John the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964), p. 215.
19. Ford, p. 341.
20. Sweet, . 304.
21. Ibid.
22. Véase, por ejemplo, The New American Standard Bible.
23. Véase de Chilton, Paradise Restored, pp. 32-36.
24. R. H. Charles, A Critical and Exegetical Commentary on the Revelation of St. John, 2 vols. (Edinburgh: T & T.
Clark, 1920), pp. 167s. Cursivas suyas.
25. Véase, por ej., G. B. Caird, The Revelation of St. John the Divine (New York: Harper and Row, 1966), pp. 274-78;
Rousas John Rushdoony, Thy Kingdom Come: Studies in Daniel and Revelation (Tyler, TX: Thoburn Press, [1970]
1978), pp. 221s.
26. Véase de T. F. Gleason, "The Order of Jewels in Rev. xxi. 19-20: A Theory Eliminated", Journal of Theological
Studies 26 (1975), pp. 95-100.
27. Sweet, p. 306.
28. Farrer, The Revelation of St. John the Divine, p. 219. Quince años antes, los puntos de vista sobre el tema eran
mucho más prolijos, como queda evidenciado por este capítulo sobre el orden de las piedras en A Rebirth of Images:
The Making of St. John´s Apocalypse (London: Dacre Press, 1949), pp. 216-44.
29. Farrer, The Revelation of St. John the Divine, p. 221.
30. Ibid.
31. William Symington, Messiah the Prince: or, the Mediatorial Dominion of Jesus Christ (Philadelphia: The Christian
Statesman Publishing Co., [1839] (1884), pp. 199s.
32. Véase de Alexander Schmemann, For the Life of the World: Sacraments and Orthodoxy (Crestwood, NY: St.
Vladimir´s Seminary Press, p. 123.
Capitulo 22 - ¡VEN, SEÑOR JESÚS!
Como vimos en la Introducción, Juan escribió el Libro de Apocalipsis como un ciclo anual de
profecías, con el propósito de que fueran leídas en la congregación (en coincidencia con lecturas
seriales del Antiguo Testamento, especialmente Ezequiel) desde una Pascua a la siguiente.1
Por esto, el Capítulo 22 completa un círculo entero, leyéndose los versículos Rev 22:6-21
exactamente un año después de que se leía el Capítulo 1. Por esta razón, así como para recapitular
muchos de los temas de la profecía, el Capítulo 22 también tiene mucho en común con el Capítulo 1.
Por ejemplo, leemos nuevamente que la profecía es de "las cosas que deben suceder pronto"
(Rev. 22:6; comp. Rev. 1:1); que es comunicada por un ángel (Rev. 22:6; comp. Rev. 1:1) a Juan (Rev.
22:8; comp. Rev. 1:1, 4, 9); que es un mensaje dirigido a "sus siervos" (Rev. 22:6; comp. Rev. 1:1); que
hay una bendición especial para los que "guardan" sus palabras (Rev. 22:7; comp. Rev. 1:13); y que
tiene que ver específicamente con el testimonio de Jesucristo (Rev. 22:16; 18, 20; comp. Rev. 1:2, 5, 9),
el Alfa y la Omega, el Primero y el Último (Rev. 22:13; comp. Rev. 1:8, 17), el que "viene pronto"
(Rev. 22:7, 12, 20; comp. Rev. 1:7).
1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero.
2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos,
dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,
4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol, porque Dios el Señor los
iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
v1-2 La visión de la Nueva Jerusalén continúa: El ángel de la copa (Rev. 21:9) muestra a Juan el
río del agua de la vida, transparente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio
de la calle. La escena se basa, primero, en el jardín de Edén, en el cual brotaban fuentes del suelo (Gen.
2:6) para formar un río, que luego se dividía en cuatro brazos y salía a regar la tierra (Gen. 2:10-14).
Esta imagen es adoptada más tarde por Ezequiel en su visión del templo del nuevo pacto. En el antiguo
pacto, el pueblo debía viajar hasta el templo para ser purificado, pero eso ya no será así, porque en los
tiempos del nuevo pacto el gran lavacro de bronce en la esquina sudoeste de la casa (2 Chr. 4:10) se
inclina y vierte su contenido bajo la puerta, convirtiéndose en un poderoso río de gracia y vida para el
mundo, aún transformando las aguas del Mar Muerto:2
Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el
oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la
casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior,
fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón
hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos.
Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las
aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de
manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Hs visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo
volver por la ribera del río. Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Y
me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el
mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos,
vivirá, y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que
entrare en este río. (Eze. 47:1-9).
Ezequiel dijo que "en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado"; Juan abunda
en esto y nos dice que a cada lado del río había el árbol de vida - no un árbol solamente, sino bosques
de árboles de vida que bordeaban las orillas. La bendición a la que Adán renunció ha sido restaurada
con abrumadora superabundancia, porque lo que hemos ganado en Cristo es, como dijo Pablo, "mucho
más" de lo que perdió Adán:
Porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y
el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo ... Porque si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia ... Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así
también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. (Rom. 5:15-21; comp.
9:10).
La palabra Árbol es xulon, a menudo usada con referencia a la cruz (comp. Rev. 5:30; 10:39;
13:29; 1 Pet. 2:24); en realidad, es probable que Cristo fuese crucificado sobre un árbol vivo, como dan
a entender sus palabras en Lk 23:31: "Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no
se hará?" Pablo vio la crucifixión de Cristo como el cumplimiento de la maldición del Antiguo
Testamento sobre el que es colgado en un árbol (Gal. 3:13; comp. Deut. 21:23; Jos. 10:26-27). 3 San
Ireneo vio la cruz como el árbol de la vida, contrastándolo con el árbol del conocimiento del bien y del
mal, por medio del cual cayó el hombre: Jesucristo "anuló el acta de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz [Col. 2:14]; de manera
que, del mismo modo que por medio de un árbol fuimos hechos deudores de Dios, así también por
medio de un árbol podemos obtener remisión de nuestra deuda". 4 La imagen fue adoptada rápidamente
en el simbolismo de la Iglesia primitiva: "El arte de la Iglesia primitiva indica una estrecha relación
entre el árbol de la vida y la cruz. La cruz de Cristo, el madero de sufrimiento y muerte, es para los
cristianos un árbol de vida. Por eso, en las pinturas de tumbas del siglo segundo se le representa por
primera vez como el símbolo de la victoria sobre la muerte. Y recurre una y otra vez. La idea de que el
tronco viviente de la cruz lleva ramitas y hojas es un motivo común en la antigüedad cristiana".5
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren, vivirán. (Jn. 5:24-25)
Del mismo modo, Juan espera que las virtudes curativas de la cruz den vida a las naciones como
tales, en el mundo; las naciones, él nos ha dicho, están compuestas de "aquéllos cuyos nombres están
inscritos en el libro de la vida del Cordero", pues las naciones como tales son admitidas a la Santa
Ciudad (Rev. 21:24-27). El río de vida está fluyendo ahora (Jn 4:14; 7:37-39), y continuará fluyendo en
un siempre creciente río de bendiciones para la tierra, sanando a las naciones, y poniendo fin a la
anarquía y la guerra (Zach. 14:8-11); comp. Miq. 4:1-4). Esta visión del futuro glorioso de la Iglesia, un
futuro terrenal y celestial, repara la tela que fue rota en Génesis. En Apocalipsis, vemos al Hombre
redimido, traído de vuelta al monte, sustentado por el río y el árbol de vida, recuperando su perdido
dominio y gobernando como rey-sacerdote sobre la tierra. Este es nuestro privilegio y nuestra herencia
ahora, definitiva y progresivamente, en esta era; y será nuestra plenamente en la edad por venir.
v3-4 Por eso, ya no habrá más maldición, en cumplimiento de las antiguas promesas:
Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas
las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido
asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén;
y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que
queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo
Jehová he hablado, y lo haré. (Eze. 36:33-36).
El trono de Dios y del Cordero estará en la Santa Ciudad, como Juan da a entender en Rev. 21:3,
11, 22-23. Es notable que los ciudadanos sean llamados sus siervos - una expresión que se usa
principalmente para describir a los profetas (comp. Rev. 1:1; 10:7; 11:18; 15:3; 19:2, 5 [comp. 18:24];
22:6, 9). Como hemos visto, este ha sido un tema significativo en Apocalipsis, el cumplimiento de la
esperanza de comunión con Dios en el Antiguo Testamento: Todos los del pueblo del Señor son
profetas, porque el Señor ha puesto de su Espíritu en ellos (Num. 11:29). Por lo tanto, ellos verán su
rostro, y su nombre estará en sus frentes. Kline comenta: "Tras las imágenes de Apocalipsis Rev. 22:4
están las figuras de Moisés y Aarón. Aarón llevaba en la frente el nombre del Señor inscrito en la
corona al frente de la mitra sacerdotal. El rostro mismo de Moisés fue transformado en una imagen
refleja del Rostro de Gloria, el Nombre de la Presencia de Dios, cuando Dios le habló 'cara a cara'
(Num. 12:8) desde la Nube de Gloria. Como el Nombre y la Gloria son designaciones parecidas de la
presencia de Dios en la nube teofánica, así también tanto el nombre como la gloria describen la imagen
refleja de Dios. Decir que los vencedores en la Nueva Jerusalén llevan el nombre de Cristo en sus
frentes es decir que ellos reflejan la gloria de Cristo, lo cual es decir que llevan la imagen del Cristo
glorificado". 6 Por eso, dice Pablo, todos los santos ahora ven Su rostro: "Por tanto, nosotros todos,
mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en
gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Cor. 3:18). Y, porque todos los santos
son sacerdotes (Rev. 1:6; 20:6), llevamos su nombre en nuestras frentes (Rev. 2:12; 7:3; 14:1),
sirviéndole en su templo (Rev. 7:15).
v5 Como nos dijo Juan en Rev. 21:22-25, dentro de los muros de la Santa Ciudad ya no habrá
más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los
iluminará. En nuestro estudio de "los nuevos cielos y la nueva tierra" en el Capítulo 21, tomamos nota
de cómo Pedro instaba a las iglesias a llevar una vida santa en vista de la era de justicia que se
aproximaba y que habría de ser introducida a la caída del antiguo pacto con la destrucción de del
templo (2 Pet. 3:1-14). De manera similar, Pablo exhortaba a los cristianos de Roma a vivir
piadosamente en vista de la inminente alborada del día:
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra
salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de luz. (Rom. 13:11-12).
De manera muy parecida, escribió a los tesalonicenses, arguyendo que sus vidas debían
caracterizarse por el día que se acercaba, más bien que por la noche que desaparecía:
Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan:
Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no
escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque
todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos
como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan,
de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y
de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar
salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. (1 Thes. 5:2-9).
La era del antiguo pacto era el tiempo de la oscura noche del mundo; con el advenimiento de
Jesucristo ha llegado la era de la luz, el gran día del Señor, establecido a su ascensión y su plena
inauguración del Nuevo Pacto:
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre tí. Porque he aquí que
tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre tí amanecerá Jehová, y sobre tí será vista su gloria.
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. (Is. 60:1-3)
Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán
estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a
vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis
como becerros de la manada. (Mal. 4:1-2)
Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo ... Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte;
para encaminar nuestros pies por camino de paz. (Lk 1:68, 78-79).
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tineblas no
prevalecieron contra ella. (Jn 1:4-5)
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida. (Jn 8:12).
En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que nos les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios ... Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria
de Dios en la faz de Jesucristo. (2 Cor. 4:4, 6).
Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos
ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo. (Col. 1:12-13).
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos
unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel se acerca. (Heb. 10:23-25).
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que
alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. (2 Pet.
1:19).
Debemos recordar nuevamente que, en la Escritura, la era del Nuevo Pacto está considerada
definitiva y progresivamente como una era de luz, en contraste con la relativa oscuridad de los tiempos
pre-mesiánicos. En un sentido absoluto y último, la luz vendrá sólo al fin del mundo, a la segunda
venida de Cristo. Pero, como los apóstoles contemplaban el fin de la era del antiguo pacto, durante el
cual las naciones fueron esclavizadas por los demonios, hablaban de la inminente aurora como una era
de justicia, cuando el poder del evangelio arrasaría la tierra, haciendo añicos la idolatría e inundando
las naciones con la luz de la gracia de Dios. Hablando relativamente, la historia entera del mundo,
desde la caída de Adán hasta la ascensión de Cristo, fue noche; hablando relativamente, el futuro entero
del mundo es día brillante. Esto sigue el patrón establecido en la creación, en el cual los cielos y la
tierra se mueven escatológicamente de la tarde a la mañana, siendo sucedida la luz menor por la luz
mayor, yendo de gloria en gloria (Gen. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31): Ahora, nos dice Juan, Jesucristo ha
aparecido, y "viene pronto", como la brillante Estrella de la Mañana (v. 16).
En su comentario final sobre la restauración del paraíso, Juan nos dice que el real sacerdocio
reinará, no sólo durante un "milenio", sino por los siglos de los siglos: "El reino de los mil años (Rev.
20:4-6) no es sino el principio de una vida real y una felicidad que han de continuar por todas las
edades por venir. Y así, el reino de los santos del Altísimo será más verdaderamente, como escribió
Daniel, 'un reino eterno' (Dan. 7:27). Esta es la 'vida eterna' de Mat. 25:46, del mismo modo que la
segunda muerte, el lago de fuego, es el 'castigo eterno' al cual van los 'malditos'".7
6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los espíritus de los profetas,
ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del
ángel que me mostraba estas cosas.
9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque soy consiervo contigo, de tus hermanos los profetas, y de los que
guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.
10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la
justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
14 Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las
puertas de la ciudad.
15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, y los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que
ama y hace mentira.
16 Yo Jesús he envido mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de
David, la estrella resplandeciente de la mañana.
17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del
agua de la vida gratuitamente.
18 Yo testifico a todo aquél que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios
traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la
santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
v6-7 La sección final del apóstol repasa y resume los mensajes centrales del libro. De modo
apropiado, el guía angélico de Juan comienza testificando que estas palabras son fieles y verdaderas, en
armonía con el carácter de su Autor (Rev. 1:5; 3:14; 19:11; comp. Rev. 19:9; 21.5); no pueden dejar de
cumplirse. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto. La palabra espíritus aquí posiblemente se refiere a los
"siete espíritus" (comp. Rev.1:4; 4:5), es decir, el Espíritu Santo en su múltiple operación por medio de
los profetas (comp. Rev. 19:10: "el espíritu de la profecía"), pero también es posible entender la
expresión en el sentido de 1 Cor. 14:32 - el espíritu de cada profeta en particular. En todo caso, Juan ha
subrayado repetidamente a través de su profecía que "todos los del pueblo de Dios son profetas" en esta
era, habiendo ascendido con Cristo a la cámara del concilio celestial. La función del libro de
Apocalipsis es la de un "memorándum" oficial para todos los miembros del Concilio, diciéndoles lo
que necesitan saber en relación con los acontecimientos inminentes. El mensaje consistente del libro
entero es el de que las cosas de las cuales habla - la terminación final del Antiguo Pacto y el firme
establecimiento del Nuevo - están a punto de cumplirse, y que están irrevocablemente destinadas a
tener lugar en breve plazo.
v8-9 Juan enfatiza que él, el apóstol, es el que oyó y vio estas cosas (comp. su lenguaje similar
en 1 Jn 1:1-3; 4:14). Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que
me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus
hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. Como en Rev.
19:10, es la declaración angélica de una bienaventuranza lo que hace que Juan se postre en reverencia
delante del mensajero. Como vimos en aquel pasaje, Juan no estaba ofreciendo adoración divina al
ángel, sino más bien honor a un superior. Aún así, en la era del Nuevo Pacto, eso ya no es apropiado.
La superioridad angélica sobre el hombre sólo tenía el propósito de ser temporal, un expediente
después de que Adán perdió su responsabilidad como guardián del santuario (Gen. 2:15; 3:24). Ahora
que Cristo ha ascendido al trono, los de su pueblo son santos, y tienen acceso al santuario como
consejeros y confidentes de Dios; en realidad, dice Pablo, los santos están destinados a juzgar, no sólo
al mundo, sino a los ángeles también (1 Cor. 6:1-3). El ángel, aunque exaltado y poderoso, no es más
que un consiervo del apóstol y de sus hermanos los profetas - los otros miembros de la Iglesia cristiana,
todos los que guardan las palabras de este libro. El creyente es miembro de este concilio celestial, y
puede adorar a Dios cara a cara (comp. v. 4). Nuevamente, esto muestra que las bendiciones
enumeradas en estos capítulos finales no están reservadas para la consumación solamente, sino que ya
han sido otorgadas al pueblo de Dios; de lo contrario, el ángel habría aceptado el acto de reverencia de
Juan. Tenemos acceso directo al trono de Dios.
Que este incidente tuvo que ser repetido casi palabra por palabra demuestra tanto la centralidad
de esta preocupación por el apóstol como cuán difícil es que nosotros lo aprendamos. Puede muy bien
decirse que la enseñanza más importante del libro de Apocalipsis es que Jesucristo ha ascendido al
trono; y la segunda lección más importante es que nosotros hemos ascendido al cielo con Él.
v10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
Nuevamente, el ángel subraya la inminencia del cumplimiento de la profecía. Por esta razón, a Juan se
le prohibe sellar las palabras del libro. Ya hemos tenido ocasión (véase el comentario sobre Rev. 10:4)
de contrastar esto con la orden a Daniel: "Cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin"
(Dan. 12:4). Porque su profecía hablaba del futuro distante, a Daniel se le ordenó sellarla; porque la
profecía de Juan se refiere al futuro inminente, se le ordena que no la selle. "En realidad, estos son los
mismos días para los cuales escribió Daniel, y Juan ha sido inspirado para 'desellarlo'".9
v11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es
justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
La gran batalla del siglo primero estaba alcanzando su clímax, y el ángel llama a diferenciar los
justos de los malvados, a alcanzar la "conciencia epistemológica" por medio de respuestas diferentes a
la gracia de Dios;10 constituye una oración "para que el mundo pueda salir en blanco y negro, y pueda
estar maduro para el juicio".11 La conciencia del yo en ambos lados de la prueba es siempre un preludio
para el juicio (comp. Eze. 3:27: "El que oye, oiga; y el que no quiera oir, no oiga").
v14 Cristo sigue hablando por medio del ángel, y pronuncia la séptima bienaventuranza de
Apocalipsis: Bienaventurados los que hacen sus mandamientos, enfatizando el pretérito el constante
deber de la obediencia. Dios requiere, no sólo una profesión de fe que se hace una sola vez, sino una
continua vida de arrepentimiento y de confesar a Cristo. La obediencia caracteriza a los redimidos,
como declara Juan en alguna otra parte:
Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste
verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que
permanece en él, debe andar como él anduvo. (1 Jn 2:3-6).
Sólo éstos tienen derecho al árbol de la vida (prometido a los que vencen en Rev. 2:7) y pueden
entrar por las puertas de la ciudad (prometido a los que vencen en Rev. 3:12). Nuevamente, debemos
observar que las naciones de la tierra entrarán en la ciudad (Rev. 21:24-26), lo que significa que las
naciones y sus gobernantes se caracterizarán por la justicia, por la fe de los vencedores que todo lo
conquista.
v15 Cristo proporciona otra lista (comp. Rev. 21:8), séptuple esta vez, de los que están
excluídos de las bendiciones, desterrados fuera de la ciudad, y lanzados al gehenna (Is. 66:24; Mk.
9:43-48). Primero se mencionan los perros, los carroñeros que son considerados con disgusto y
repugnancia a través de la Biblia (comp. Prov. 26:11). En Deuteronomio 23:18, los sodomitas son
llamados "perros",12 y Cristo comparaba los perros con las naciones inmundas (Mk. 7:26-28). Pablo
aplica el término, en lo que debe haber sido una desagradable referencia, a la falsa circuncisión, los
judíos que habían traicionado el pacto al rechazar a Cristo (Phil 3:2) y por eso se unieron a los paganos
y a los pervertidos. Esa es probablemente la referencia aquí (comp. Rev. 2:9; 3:9). Dios no da lo que es
santo a los perros (Mat. 7:6). Las otras categorías mencionadas en este versículo, los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas y los idólatras, y todo aquél que ama y hace mentira, se mencionan también
en Rev. 21:8, 27. Los cristianos han renunciado a todas estas acciones impías por medio de su bautismo
a novedad de vida.
v16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias; la palabra
daros es plural, queriendo decir que el Señor se dirige directamente al auditorio de Juan; y que el
mensaje es para las iglesias en general ("todos los santos", v. 21). Cristo repite la lección de Rev. 5:5,
de que Él es quien trae el Nuevo Pacto, la "Garantía de la Humanidad", por medio de los cuales serán
bendecidas todas las naciones: Yo soy la raíz y el linaje de David, tanto la fuente como la culminación
de la línea davídica. Hengstenberg comenta: "Porque Jesús es la raíz, él es también la raza de David.
Sólo en él se preserva la raza; mientras que, de lo contrario, la raza se habría desvanecido sin dejar
rastro. La raza de David es más que su descendencia; indica que la raza de David debería haber dejado
de existir, excepto por Cristo. La raza de David se trae a colación aquí con respecto a la inconquistable
fortaleza y el eterno dominio que le ha sido prometido por Dios (comp. Lk. 1:32-33). Lo que él
testifica, en lo cual culmina la gloriosa raza de David, seguramente se cumplirá".13
En Num 24:17, Balaam profetiza de Cristo bajo los símbolos de una estrella y de un cetro; el
cetro de Cristo se le promete al vencedor en Tiatira (Num. 2:26-27), en alusión a Salmos 2:8-9;
entonces, al continuar la promesa al vencedor, Cristo se ofrece a sí mismo como la Estrella de la
Mañana (Num. 2:28), y esa promesa se repite aquí, en parte para complementar la promesa de luz en el
versículo 5, y en parte para mantener la armonía con otras conexiones que este pasaje comparte con las
cartas tanto a Pérgamo (la mención de idolatría y la alusión a Balaam) como a Tiatira (la mención de la
hechicería y la fornicación).
v17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Esta es una oración a Jesús, el Espíritu que inspira a la
Esposa a llamarle (comp. Cant. 8:14): "Apresúrate, amado mío") para que venga en salvación y en
juicio, tan pronto los cuatro seres vivientes llamaron a los cuatro jinetes (Rev. 6:1, 3, 5, 7). La respuesta
litúrgica se enuncia entonces: Y el que oye diga: Ven. Finalmente, la expresión se invierte (comp. Rev.
3:20-21, donde Cristo primero pide cenar con nosotros, luego nos invita a sentarnos con él), porque la
certeza para nosotros de la venida de Cristo en salvación nos permite ir a Él para recibir el agua de la
vida: Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. La expresión
gratuitamente es dorean, que significa como un regalo, usada por Cristo en una referencia
particularmente expresiva: "Sin causa me aborrecieron" (Jn. 15:25). Nuestra salvación es gratuita, "sin
causa" por lo que concierne a nuestros propios méritos; su origen y razón están enteramente en Él, y no
en nosotros en absoluto. Somos "justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es
en Cristo Jesús" (Rom. 3:24).
v18-19 Ahora Jesús pronuncia las que muchos consideran las más solemnes y aterradoras
palabras de toda la profecía: Yo testifico a todo aquél que oye las palabras de la profecía de este libro:
Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si
alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de
la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (comp. Deut. 4:2; 12:32; 20:20). 14
Rushdoony comenta: "En un sentido muy real, el Apocalipsis incluye la Escritura. Habla
deliberadamente como la última palabra. En Deut. 4:2, Moisés declaró: 'No añadiréis a la palabra que
yo os mando, ni disminuiréis de ella ... ' Otros habrían de añadir palabras, pero la revelación sería una
palabra inmutable. Ahora, con la conclusión de la Escritura, añadir o quitar palabras quedaba
prohibido; ya no se pueden añadir palabras. El tímido paralelo y la alteración son demasiado obvios
para ser accidentales. Se han dado las últimas palabras de la inmutable palabra".15
v20-21 El que da testimonio de estas cosas, el Testigo fiel y verdadero, dice: Ciertamente vengo
en breve. En esta liturgia final, la Iglesia responde: Amén; sí, ven, Señor Jesús. La Iglesia pide juicio;
específicamente le pide al Señor que venga (Maranata), trayendo anatema sobre todos sus enemigos (1
Cor. 16:22), pero con gracia para todos los santos. Como vimos en nuestro comentario sobre Rev. 3:14,
la conocida palabra Amén es un juramento, es invocar sobre nosotros mismos las maldiciones del
pacto, y un solemne reconocimiento de que nosotros no tendríamos ninguna gracia en absoluto si no
fuera por el hecho de que Jesucristo es nuestro "Amén" que soportó la maldición por nosotros. Por lo
tanto, como exhortó San Ambrosio: "Lo que la boca habla, que la mente lo confiese; lo que la lengua
pronuncia, que lo sienta el corazón".16
Notas:
El concepto de gracia común rara vez se discute fuera de los círculos calvinistas,
aunque todas las teologías cristianas deben finalmente entendérselas con los
puntos en debate sobre la gracia común. La frase misma data de por lo menos el
puritanismo colonial norteamericano. Me encontré con ella en varias ocasiones
mientras investigaba las doctrinas y experimentos económicos de los puritanos.
El concepto data de por lo menos los escritos de Juan Calvino. 1
ra el mundo en el cual
viven. Pero no siempre será así.
- 521 -En este punto, nos enfrentamos a dos preguntas cruciales. Las respuestas dividen
a muchos comentaristas cristianos. Primero, ¿debemos esperar que este
conocimiento sobrevenga instantáneamente? Segundo, cuando este profetizado
mundo de conciencia epistemológica llegue finalmente, ¿qué grupo será el
vencedor terrenal, el de los tacaños o el de los liberales?
El amilenarista tiene que contestar que este desarrollo paralelo del conocimiento
es gradual. El postmilenarista concuerda. El premilenarista tiene que discrepar.
La posición premilenarista es que el día de la conciencia propia llega sólo
después del rapto y el subsiguiente establecimiento del reino terrenal, con Cristo
rigiendo sobre la tierra en persona. La posición amilenarista no ve una era de
justicia antes de la consumación y antes del juicio final. Por lo tanto, tiene que
llegar a la conclusión de que el crecimiento en la conciencia propia sí separa
culturalmente a los salvados de los perdidos, pero, puesto que no hay una era
venidera de victoria piadosa culturalmente, el amilenialista tiene que decir que
esta separación ética y epistemológica conduce a la derrota de los cristianos en
los campos de batalla de la cultura. El mal triunfará antes del juicio final, y
puesto que este proceso es continuo, la declinación hacia la oscuridad debe ser
parte del proceso de diferenciación con el paso del tiempo. Este aumento en el
auto-conocimiento, por lo tanto, conduce a la victoria de las fuerzas de Satanás
sobre la iglesia.
El postmilenarista rechaza categóricamente una visión así del conocimiento. Al
aumentar con el tiempo la capacidad de los cristianos para hacer juicios exactos
que honren a Dios en la historia, se les transfiere más autoridad. Al perder los
paganos la capacidad de hacer tales juicios como resultado directo de su negación
de la ley bíblica y su guerra contra ella, se les quitará la autoridad, del mismo
modo que se le quitó a Israel en el año 70 d. C. El verdadero conocimiento en el
marco postmilenario conduce a bendición en la historia, no a maldición. Pero el
amilenarista tiene que negar esto. El aumento en el verdadero auto-conocimiento
es una maldición para los cristianos en el sistema amilenario, Van Til convierte
esto en fundamental en su libro sobre gracia común - su único libro
sistemátiiicamente erróneo y debilitante.
La versión amilenarista de la
gracia común de Van Til
Ahora regresamos a la cuestión de la gracia común. La deriva lenta y
descendente de la cultura corre paralela con el crecimiento de la auto-conciencia,
dice el amilenarista. Esto tiene que significar que la gracia común debe ser
- 522 -retirada con el correr del tiempo. La mano restringente de Dios será quitada
progresivamente. Puesto que el amilenarista cree que las cosas empeorarán antes
del juicio final, tiene que ver la gracia común como gracia anterior (suponiendo
que admita la existencia de la gracia común en absoluto). Esto ha sido expresado
vigorosamente por Van Til, que sostiene una doctrina de gracia común y es él
mismo amilenarista:
Toda gracia común es gracia anterior. Su condición de común reside en su
calidad de anterior. No pertenece meramente a las dimensiones inferiores de la
vida. Pertenece a todas las dimensiones de la vida, pero menos y menos según
transcurra la historia. En la primera etapa de la historia, hay mucha gracia común.
Hay una común buena naturaleza bajo el favor común de Dios. Pero esta gracia-
creación requiere una respuesta. No puede continuar siendo lo que es. Es
condicional. La diferenciación tiene que establecerse, y efectivamente se
establece. Viene primero en la forma de un rechazo común de Dios. Pero la
gracia común continúa; ahora está en un nivel "inferior"; es paciente, para que los
hombres lleguen al arrepentimiento ... La gracia común disminuirá aún más al
transcurrir aún más la historia. Con todo acto condicional, se reduce el
significado restante de lo condicional. Dios permite a los hombres seguir el
camino de su propio rechazo de Él más rápidamente que nunca hacia la
consumación final. Dios aumenta su actitud de ira sobre el réprobo al pasar el
tiempo, hasta que al final del tiempo, en la gran consumación de la historia, su
condición haya alcanzado a su situación. 6
Van Til afirma la realidad de la historia, pero es la historia de la declinación
continua. Los irregenerados se vuelven más y más poderosos al declinar la gracia
común. Pero, ¿por qué? ¿Por qué debe la auto-conciencia epistemológica descrita
en Isaías 32 conducir necesariamente a la derrota de los cristianos? Sosteniendo
una doctrina de gracia común que involucra la idea del favor común de Dios
hacia todas las criaturas (excepto Satanás, dice Van Til), luego arguye que este
favor es retirado, dejándoles a los irregenerados mano libre para atacar a los
elegidos de Dios. Si se enlaza la gracia común con el favor de Dios, y el favor de
Dios declina constantemente, entonces ese otro aspecto de la gracia común, a
saber, la restricción de Dios, debe ser retirado también. Además, la tercera
característica de la gracia común, justicia cívica, tiene que desaparecer también.
La palabras de Van Til son bastante potentes:
Pero cuando todos los réprobos sean auto-conscientes epistemológicamente,
habrá resonado el estallido del destino. El réprobo plenamente auto-consciente
hará todo lo que pueda en todas las dimensiones para destruir al pueblo de Dios.
Así, mientras tratamos con todas nuestras fuerzas de apresurar el proceso de
diferenciación en cada dimensión, estamos por otra parte agradecidos por "el día
- 523 -de gracia", el día de la diferenciación no desarrollada. Esta tolerancia que
recibimos de parte del mundo se debe a este hecho, que vivimos en la etapa
anterior, más bien que en la etapa posterior, de la historia. Y la influencia sobre la
situación pública que podamos efectuar, ya sea en la sociedad o en el estado,
presupone esta no diferenciada etapa de desarrollo. 7
Considérense las implicaciones de lo que Van Til está diciendo. La historia es
una amenaza terrenal para el cristiano. ¿Por qué? Su argumento amilenarista es
que la gracia común es la gracia anterior. Declina con el paso del tiempo. ¿Por
qué? Porque la actitud de favor de Dios con respecto a los irregenerados declina
con el tiempo. Con la declinación del favor de Dios, se pierden los otros
beneficios de la gracia común. Los hombres impíos se vuelven malos más
completamente.
El argumento de Van Til es el generalmente aceptado en los círculos reformados.
La suya es la declaración normal sobre la posición de la gracia común. Pero,
como el lector ya debería haber captado, este argumento adolece de serios
defectos. Comienza con falsas suposiciones: 1) que la gracia común implica
favor común; 2) que esta gracia común, este favor, se reduce con el paso del
tiempo; 3) que esta pérdida de favor necesariamente derriba los fundamentos de
la justicia cívica dentro de la cultura general; 4) que la visión amilenarista del
futuro es exacta. En consecuencia, llega a la conclusión de que el proceso de
diferenciación conduce a la impotencia de los cristianos en cada esfera de la vida,
y que podemos sentirnos agradecidos de haber vivido en el período de la gracia
"anterior", con lo que se quiere decir mayor gracia común.
Es irónico que la posición de Van Til sobre la gracia común se oponga
implícitamente al postmilenarismo de R. J. Rushdoony, pero su posición es
igualmente opuesta al amilenarismo del teólogo amilenarista anti-calcedónico (y
antiguo colega de Van Til), Meredith G. Kline, que rechaza abiertamente la
escatología postmilenarista de Rushdoony. 8 Es doblemente irónico que
Rushdoony haya adoptado la versión anti-postmilenaria de gracia común de Van
Til, con el significado de "gracia anterior". 9
El amilenarismo de Van Til tiñe toda su doctrina sobre la gracia común. Quizás
inconscientemente, estructuró selectivamente la evidencia bíblica sobre esta
cuestión para ajustarla a su herencia amilenarista holandesa. Por eso su concepto
entero de la gracia común es incorrecta. Es imperativo que desechemos el
concepto de "gracia anterior" y adoptemos una doctrina de gracia común
(migajas para los perrillos).
Una respuesta postmilenarista
- 524 -En respuesta a Van Til, ofrezco tres críticas. Primera, Dios no favorece a los
irregenerados en ningún momento después de la rebelión del hombre. El hombre
es totalmente depravado, y no hay nada en él que merezca alabanza o favor, ni
Dios lo mira favorablemente. Dios concede favores (no el favor) al irregenerado
para amontonar ascuas de fuego sobre su cabeza (si no es parte de los elegidos) o
de lo contrario llamarle al arrepentimiento (que lleva a cabo la gracia especial).
Así, durante la historia, Dios es uniformemente hostil a los rebeldes. Dios odia a
los irregenerados con un odio santo de principio a fin. "Anterior" no tiene nada
que ver con ello.
Segunda, una vez que se quita el exceso de equipaje teológico del supuesto favor
de Dios hacia el irregenerado, pueden discutirse los otros dos puntos en disputa:
La restricción de Dios y la justicia cívica del hombre. La actividad del Espíritu de
Dios es importante para entender la naturaleza de la restricción de Dios, pero no
se nos dijo casi nada de la operación del Espíritu. Lo que se nos dice es que la ley
de Dios restringe a los hombres. Ellos hacen las obras de la ley escrita en sus
corazones. Esta ley es el medio principal para las bendiciones externas de Dios
(Deut. 28:15-68). Por lo tanto, al extenderse el reino de la ley bíblica por medio
de la predicación del consejo total de Dios, al ser la ley escrita en los corazones
de los hombres (Jer. 31:33-34; Heb. 8:10-11; 10:16), y al caer los irregenerados
bajo el dominio y la influencia de la ley, la gracia común debe aumentar, no
disminuir. El punto central en discusión es la restricción por parte de Dios
inherente en las obras de la ley. Estas obras están en el corazón de todo hombre.
Recuérdese que esto no tiene nada que ver con el supuesto favor de Dios hacia la
humanidad en general. Es simplemente que, al ser los cristianos más fieles a la
ley bíblica, reciben más pan de la mano de Dios. Al aumentar ellos la cantidad de
pan en sus mesas, caen más migajas para los perrillos que están debajo.
Tercera, el punto de vista amilenarista del proceso de separación o diferenciación
queda seriamente perjudicado por la falta de comprensión del poder que la ley
bíblica confiere a los que tratan de cumplir con sus estándares. Nuevamente,
tenemos que mirar el capítulo ocho de Deuteronomio. La conformidad con los
preceptos de la ley trae bendiciones externas. Las bendiciones pueden servir
(aunque no es necesario que sirvan) como lazo y como tentación, pues los
hombres pueden olvidarse de la fuente de sus bendiciones. Pueden olvidarse de
Dios, reclamar autonomía, y alejarse de la ley. Esto conduce a la destrucción. Las
personas que antes eran fieles se dispersan. De aquí la paradoja de Deuteronomio
8: fidelidad de pacto a la ley - bendiciones externas de parte de Dios en respuesta
a la fidelidad - tentación de confiar en las bennndiciones como si fueran el
producto de las manos del hombre - juicio. Las bendiciones pueden conducir al
desastre y a la impotencia. Por lo tanto, la adhesión a los términos de la ley
bíblica es básica para el éxito externo.
- 525 -Ética y dominio
Al volverse los hombres epistemológicamente auto-conscientes, tienen que
enfrentarse a la realidad - la realidad de Dios. El nuestro es un universo moral.
Está gobernado por una ley-orden que refleja el ser mismo de Dios. Cuando los
hombres finalmente se dan cuenta de quiénes son los tacaños y quiénes son los
liberales, habrán hecho un significativo descubrimiento. Reconocen la relación
entre los patrones de Dios y las decisiones éticas de los hombres. Resumiendo, se
enfrentan a la ley de Dios. La ley está escrita en los corazones de los cristianos.
Las obras de la ley están escritas en los corazones de todos los hombres. Por lo
tanto, los cristianos están más y más en contacto con la fuente de poder terrenal:
la ley bíblica. Para equiparar el poder de los cristianos, los irregenerados tienen
que ajustar sus acciones externamente a la ley de Dios como la predican los
cristianos, una ley cuyas obras ya tienen en sus corazones. Por lo tanto, los
irregenerados son hechos mucho más responsables delante de Dios, simplemente
porque tienen mayor conocimiento. Desean poder. Algún día, los cristianos
poseerán poder cultural por medio de su adhesión a la ley bíblica. Por lo tanto,
los irregenerados tendrán que imitar la fidelidad especial de pacto adhiriéndose a
las demandas de los pactos externos de Dios. En consecuencia, los irregenerados
atraerán la ira final de Dios sobre sus cabezas, hasta cuando obtienen bendiciones
externas debido a su mayor adaptación a los requisitos externos de la ley bíblica.
Al final de los tiempos, se rebelan.
Los irregenerados tienen dos opciones: Adaptarse a la ley bíblica, o por lo menos
a las obras de la ley escrita en sus corazones, o, segundo, abandonar la ley y, por
lo tanto, abandonar el poder. Pueden obtener poder sólo bajo las condiciones de
Dios: reconocimiento de y conformidad con la ley de Dios. No hay otro camino.
Cualquier alejamiento de la ley produce impotencia, fragmentación, y tristeza.
Además, deja en control a los que se han entregado a la ley. Por lo tanto, para los
cristianos, una mayor diferenciación en el curso del tiempo no conduce a la
impotencia. Conduce a su victoria culturalmente. Ven las implicaciones de la ley
más claramente. Sus enemigos también. Los injustos pueden obtener acceso a las
bencidiones sólo aceptando el universo moral de Dios tal como está.
A los hebreos se les dijo que se separaran del pueblo y los dioses de la tierra.
Esos dioses eran los dioses de Satanás, los dioses del caos, la disolución, y la
historia cíclica. El mundo pagano era fiel a la doctrina de los ciclos: no puede
haber progreso en línea recta. Pero a los hebreos se les dijo otra cosa. Si eran
fieles, dijo Dios, no sufrirían las cargas de la enfermedad, y ninguna persona y
ningún animal sufriría aborto (Éx. 23:24-26). La gracia especial conduce a una
entrega a la ley; la entrega a la ley de Dios permite que Dios reduzca el elemento
- 526 -de la maldición común de la ley natural, dejando proporcionalmente más gracia
común - el reino de la ley común benéfica. La maldición de la naturaleza puede
reducirse más y más, pero sólo si los hombres se conforman a la ley revelada o a
las obras de la ley en sus corazones. La bendición llega en forma de una
naturaleza más productiva, menos dominada por la escasez. Puede haber
retroalimentación positiva en la relación entre la ley y la bendición: las
bendiciones confirmarán la fidelidad de Dios a su ley, lo cual a su vez conducirá
a una mayor fidelidad al pacto (Deut. 8:18). Esta es la respuesta a la paradoja de
Deuteronomio 8: no es necesario que se convierta en una espiral cíclica. Por
supuesto, a la larga, se requiere gracia especial para mantener fiel a un pueblo.
Sin gracia especial, la tentación de olvidar la fuente de la riqueza toma el control,
y el resultado final es la destrucción. Es por eso por lo que, al fin de la era
milenaria, los irregenerados tratan nuevamente de afirmar su independencia de
Dios. Atacan a la iglesia de los fieles. Ejercen poder. Y suena el estallido del
destino - para los irregenerados.
Diferenciación y progreso
El proceso de diferenciación no es constante en el transcurso del tiempo. Hay
flujo y reflujo. Su dirección general es hacia la auto-conciencia epistemológica.
Pero los cristianos no siempre son fieles, no más que los hebreos lo eran en
tiempos de los jueces. La iglesia primitiva derrotó a Roma, y luego los restos
seculares de Roma comprometieron a la iglesia. La Reforma lanzó una nueva era
de crecimiento cultural, la contra-reforma contraatacó, y el secularismo del
Renacimiento se tragó a ambos - durante un tiempo. Esto no es historia cíclica,
porque la historia is lineal. Hubo una creación, una caída, un pueblo rescatado de
la esclavitud, una encarnación, una resurrección, un Pentecostés. Habrá un día de
auto-conciencia epistemológica, como se prometió en Isaías 32. Habrá una
rebelión y un juicio finales. Ha habido una nación cristiana llamada los Estados
Unidos. Ha habido una nación secular llamada los Estados Unidos. (La línea
divisoria fue la Guerra Civil, o la Guera de Secesión, o la Guerra Entre los
Estados, o la Guerra de la Agresión Norteña - usted elija). Para atrás y paraaa
adelante, flujo y reflujo, pero con una meta de largo alcance.
Ha habido progreso. Mírese el Credo de los Apóstoles. Luego mírese la
Confesión de Fe de Westminster. Sólo un tonto negaría el progreso. Ha habido
crecimiento en riqueza, en conocimiento, y en cultura. ¿Qué vamos a decir, que
la tecnología como tal es del diablo, que puesto que la gracia común se ha ido
retirando constantemente, el desarrollo del mundo moderno es la obra creadora
de Satanás (pues la gracia común de Dios no puede explicar este progreso)? ¿Es
Satanás creador - autónomamente creador? Si no, de dónde viene nuestra riqueza,
nuestro conocimiento, y nuestro poder? ¿No es de Dios? ¿No es Satanás el gran
- 527 -imitador? Pero, ¿de quién es el progreso que él ha imitado? ¿De quién es el
desarrollo cultural que él ha intentado tomar prestado, torcer, y destruir? Ha
habido progreso desde los días de Noé - no progreso en línea recta, ni
crecimiento compuesto puro, pero progreso de todos modos. El cristianismo lo
produjo, el secularismo lo tomó prestado, y hoy día parecemos estar en otra
encrucijada: ¿Pueden los cristianos sostener lo que iniciaron, dadas sus
componendas con el secularismo? ¿Y pueden los secularistas sostener lo que
ellos y los cristianos han construido, ahora que su capital espiritual se está
agotando, y la cuenta bancaria cultural de los cristianos está casi vacía?
En el campo de la educación y otros ámbitos "seculares", los cristianos y los
secularistas están son hoy día como un par de borrachos que se recuestan el uno
en el otro para no caerse. Parecemos estar en la etapa de "bendiciones para las
tentaciones", con la de "rebelión para destrucción" acercándose. Ha ocurrido
antes. Puede ocurrir otra vez. En este sentido, es la falta de auto-conciencia
epistemológica lo que parece responsable de la reducción de gracia común. Pero
la posición de Van Til es que el aumento de auto-conciencia epistemológica es
responsable de, o por lo menos es paralela a, la reducción de gracia común. El
amilenarismo ha paralizado su análisis de la gracia común. También lo ha hecho
el hecho de que él equipara los dones de Dios con el supuesto favor de Dios hacia
la humanidad en general.
La separación entre el trigo y la cizaña es progresiva. No es una progresión en
línea recta. La plaga ataca al uno y luego a la otra. Algunas veces, ataca a ambos
a la vez. Algunas veces, el sol y la lluvia ayudan a ambos a crecer al mismo
tiempo. Pero hay madurez. La cizaña crece hacia su destrucción final, y el trigo
crece para bendición final. Mientras tanto, ambos tienen papeles que jugar en el
plan de Dios para las edades. Por lo menos la cizaña ayuda a evitar que el suelo
se erosione. Es mejor tener cizaña que la destrucción del campo, al menos por el
momento. Ellos sirven a Dios, a pesar de sí mismos. Ha habido progreso tanto
para el trigo como para la cizaña. La ciencia griega y romana se volvió estática;
los conceptos cristianos de optimismo y un universo ordenado crearon la ciencia
moderna. Ahora la cizaña maneja el mundo científico, pero, ¿por cuánto tiempo?
¿Hasta que haya una guerra? ¿Hasta que los vacíos conceptos de la evolución
darwiniana y la moderna física indeterminada destruyan el concepto de la ley
regular - el fundamento de toda ciencia?
¿Por cuánto tiempo podemos seguir así? Respuesta: Hasta que el auto-consciente
epistemológico traiga a los cristianos de vuelta a la ley de Dios. Entonces los
paganos tienen que imitarles o abandonar. Sólo la obediencia a Dios trae el
dominio a largo plazo.
- 528 -Ley y gracia
La doble relación entre la ley común y la maldición común es un trasfondo
necesario del plan de Dios para las edades. Considérese, por ejemplo, la
maldición de Adán. Adán y sus herederos llevan la carga de frágiles cuerpos que
se enferman y mueren. Inicialmente, había una más larga expectativa de vida
para la humanidad. La vida más larga registrada en la Biblia, la que se le dio a
Matusalén, el abuelo de Noé, fue de 969 años. Matusalén murió en el año en que
comenzó el gran diluvio. 10 Por eso, por lo que concierne a la humanidad, la
mayor señal de la gracia común de Dios se le dio a los hombres justo antes de la
mayor supresión de gracia común registrada en la historia.
Esto es extremadamente significativo para la tesis de este ensayo. La extensión
de gracia común hacia el hombre - las bendiciones externas de Dios que se le da
a la humanidad en general - es el preludio de una gran maldición para los
irregenerados. Como leemos en el capítulo ocho de Deuteronomio, así como en
el capítulo veintiocho, los hombres pueden ser y son atraídos hacia un lazo al
mirar los dones externos de Dios mientras se olvidan de la fuente celestial de los
dones y los términos del pacto bajo los cuales se dan los dones. El don de la
larga vida se le dio a la humanidad en general, no como señal del favor de Dios,
sino como preludio de la casi total destrucción de la simiente de Adán. Sólo la
gracia especial de Dios hacia Noé y su familia preservó a la humanidad.
Por eso, la mera existencia de bendiciones externas no es prueba de una actitud
favorable de parte de Dios hacia el hombre. En la primera etapa, la de fidelidad
al pacto, la gracia especial de Dios se extiende ampliamente dentro de una
cultura. El segundo estado, el de las bendiciones externas en respuesta a la
fidelidad al pacto, tiene el propósito de reforzar la fe del hombre en la realidad y
la validez de los pactos de Dios (Deut. 8:18). Pero esa segunda etapa puede
conducir a una tercera etapa, el olvido del pacto, u olvido ético. El hecho clave
que hay que tener presente es que esta tercera etapa no puede distinguirse de la
segunda en términos de las medidas de las bendiciones (indicadores de
crecimiento económico, por ejemplo). Un aumento de las bendiciones externas
debería conducir a una positiva retroalimentación de una cultura fiel: victoria
para victoria. Pero esto puede conducir a la etapa tres, a saber, el olvido. Y éste
conduce a la etapa cuatro, la destrucción. Por lo tanto, se requiere gracia especial
para mantener la relación de "fidelidad-bendición-fidelidad..." de la
retroalimentación positiva y el crecimiento compuesto. Pero la gracia común
juega un papel definido en el reforzamiento de la entrega de los hombres a la ley
y el orden de Dios.
- 529 -En la comunidad hebrea, todos, incluyendo el extranjero que habitaba dentro de
las puertas, podían beneficiarse del aumento de las bendiciones externas. Por lo
tanto, el aspecto maldición de la relación "gracia común-maldición común"
puede quitarse gradualmente, y la gracia común o aumenta, o la mera eliminación
de la maldición común hace parecer que la gracia común está aumentando.
(Mejores teólogos que yo pueden debatir este punto).
El refuerzo de la gracia especial
Sin embargo, si no se extiende la gracia especial por parte de Dios - sin la
continua conversión de los hombres - la retroalimentación positiva de
Deuteronomio 8 no puede mantenerse. Los irregenerados pueden contar con que
habrá una desastrosa reducción de las bendiciones si su número se está volviendo
dominante en la comunidad. Cuando el regenerado Lot fue quitado de Sodoma, y
los hombres irregenerados que habían sido preparados por Dios para la
destrucción ya no estaban protegidos por la presencia de Lot entre ellos, resonó el
trueno del destino para ellos (Gén. 18, 19). Y los efectos se sintieron en la
familia de Lot porque su esposa miró hacia atrás y sufrió las consecuencias de su
desobediencia (19:26), y sus hijas cometieron pecado (19:30-38). Pero había sido
la presencia de Lot entre ellos lo que había detenido la destrucción (19:21-22).
Lo mismo ocurrió con Noé. Mientras el arca no se terminó de construir, el mundo
estuvo a salvo del gran diluvio. La gente parecía prosperar. Matusalén vivió una
larga vida, pero, después de él, la vida de la humanidad declinó constantemente.
Aarón murió a la edad de 123 años (Núm. 33:39). Moisés murió a la edad de 120
años (Deut. 31:2). Pero esta longevidad no era normal, ni siquiera en sus días. En
un salmo de Moisés, dijo que "los días de nuestra edad son setenta años; y si en
los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,
porque pronto pasan, y volamos". (Sal. 90:10). La maldición común de Dios
podría verse hasta en la bendición de los años extra de vida, pues la larga vida,
que es una bendición (Éx. 20:12), estaba siendo quitada por Dios de la
humanidad en general.
El libro de Isaías nos habla de una futura restauración a una larga vida. Esta
bendición se le dará a todos los hombres, santos y pecadores. Es, por lo tanto,
una señal de la extensión de la gracia común. Es un don para la humanidad en
general. Isaías 65:20 nos dice: "No habrá más allí niño que muera de pocos días,
ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador
de cien años será maldito". El don de la larga vida vendrá, aunque la maldición
común de la larga vida se extenderá al pecador, cuya larga vida es simplemente
tiempo extra para que llene sus días de iniquidad. Sin embargo, los niños no
morirán, lo cual es un cumplimiento de la promesa de Dios a Israel, a saber, la
ausencia de abortos (Éx. 23:26). Si hay algún pasaje en las Escrituras que refute
- 530 -absolutamente la posición amilenarista, es éste. Esta no es una profecía de los
nuevos cielos y la nueva tierra en su forma post-juicio, sino la profecía de una
manifestación ante-juicio de las etapas preliminares de los nuevos cielos y la
nueva tierra - una prenda (un anticipo) de nuestras esperanzas. Todavía hay
pecadores en el mundo, y reciben larga vida. Pero para ellos esto es una
maldición final, quiere decir, una maldición especial. Es una maldición especial
porque esta vida excepcionalmente larga es una bendición común - la reducción
de la maldición común. Nuevamente, necesitamos el concepto de gracia común
para dar significado tanto a la gracia especial como a la maldición común. La
gracia común (maldición común reducida) trae maldiciones especiales sobre los
rebeldes.
Habrá paz en la tierra, una paz que se extenderá a los hombres de buena voluntad
(Lucas 2:14). Pero esto significa que habrá también paz en la tierra, una paz que
se extenderá a los hombres malos. La paz se le da al justo como recompensa por
su fidelidad al pacto. Se le da al irregenerado para amontonar ascuas de fuego
sobre su cabeza, y también para inducir a los rebeldes que viven en los últimos
días a una rebelión final contra Dios.
El juicio final y la gracia común
Es esencial comprender la gracia común para entender el acto final de la historia
humana antes del juicio de Dios. Hasta el grado en que este ensayo contribuya
con algo nuevo a la teología cristiana, hasta ese grado es su contribución a la
comprensión de la rebelión final de los irregenerados. La rebelión final ha sido
usada, por los que se oponen al postmilenarismo, como prueba final de que no
habrá fe en la tierra entre las masas cuando Cristo vuelva. El diablo será soltado
por un poco de tiempo al final del tiempo, o sea que su poder sobre las naciones
regresa a él con toda su fuerza (Apoc. 20:3). Sin embargo, esta rebelión es de
corta duración. Él rodea la santa ciudad (o sea la iglesia de los fieles), sólo para
ser destruido en el juicio final (Apoc. 20:7-15). Por lo tanto, concluyen los
críticos de postmilenarismo, hay una resonante respuesta negativa a la pregunta
de Cristo: "Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"
(Lucas 18:8). ¿Dónde, entonces, está la supuesta victoria?
La doctrina de la gracia común nos proporciona la respuesta bíblica. La ley de
Dios es la forma principal de gracia común. Está escrita en los corazones de los
creyentes, leemos en Hebreos, capítulos ocho y diez, pero las obras de la ley
están escritas en el corazón de todo hombre. Por eso, las obras de la ley son
universales - comunes. Este acceso a la ley de Dios es el fundamento del
cumplimiento del pacto de dominio para someter la tierra (Gén. 1:28). Por medio
de Adán, se les dio la orden a todos los hombres; fue afirmada por Dios con la
- 531 -familia de Noé (Gén. 9:1-7). Las promesas de Dios de bendiciones externas son
condicionales al cumplimiento de las leyes externas por el hombre. La razón de
que los hombres puedan obtener las bendiciones es que el conocimiento de las
obras de la ley es común. Por esto, puede haber cooperación externa entre los
cristianos y los no cristianos para ciertos fines terrenales.
De tiempo en tiempo, Dios permite a los incrédulos adherirse más estrechamente
a las obras de la ley escrita en sus corazones. Estos períodos de adhesión cultural
pueden durar siglos, por lo menos con respecto a algunos aspectos de la cultura
humana (las artes, la ciencia, la filosofía). Durante algunos siglos, los griegos
mantuvieron un alto nivel de cultura dentro de los limitados confines de las
ciudades-estado griegas. Los chinos mantuvieron su cultura hasta que se estancó,
en respuesta a la filosofía de Confucio, en lo que llamamos la Edad Media. Pero
en Occidente, la capacidad de los irregenerados para actuar en estrecha
conformidad con las obras de la ley escrita en sus corazones ha sido el resultado
del liderazgo histórico proporcionado por el triunfo cultural del cristianismo.
Resumiendo, la gracia especial aumentó, conduciendo a una extensión de la
gracia común a través de la cultura occidental. El crecimiento económico ha
aumentado; en realidad, el concepto del crecimiento lineal, compuesto, es único
en Occidente, y los fundamentos de esta creencia fueron echados por los
Reformadores que se aferraron a la escatología conocida como postmilenarismo.
Vidas más longevas también han aparecido en Occidente, principalmente debido
a la aplicación de la tecnología a las condiciones de vida. A su vez, la tecnología
aplicada es un producto del cristianismo 11 y especialmente al cristianismo
protestante. 12
En la era profetizada por Isaías, los incrédulos nuevamente conocen los
beneficios de la ley de Dios. Ya no torcerán la revelación que Dios les ha dado.
El tacaño ya no será llamado liberal. La ley será respetada por los incrédulos.
Esto significa que se alejarán de un culto abierto, consistente, de los dioses del
caos y la filosofía del azar último, incluyendo el azar evolucionista. Participarán
en las bendiciones que les trae la predicación del consejo total de Dios,
incluyendo su ley. La tierra será sometida a la gloria de Dios, incluyendo el
mundo cultural. Los incrédulos cumplirán sus papeles en la realización de las
condiciones del pacto de dominio.
Es por esto que una teología ortodoxa tiene que incluir una doctrina de gracia
común íntimamente relacionada con la ley bíblica. La ley no salva las almas de
los hombres, pero sí salva sus cuerpos y su cultura. Cristo es el salvador de
todos, especialmente de los elegidos (1 Tim. 4:10).
Auto-conciencia epistemológica
y cooperación
Van Til escribe: "Pero cuando todos los réprobos sean epistemológicamente auto-
conscientes, habrá retumbado el trueno del destino. Los réprobos plenamente
- 534 -auto-conscientes harán todo lo que puedan en todas las dimensiones para destruir
al pueblo de Dios". Pero Van Til escribió en otro lugar que el rebelde contra Dios
es como un niño pequeño que tiene que sentarse en el regazo de su padre para
abofetearlo en el rostro. Entonces, ¿qué se puede querer decir con el concepto de
una creciente auto-conciencia epistemológica?
Al crecer hacia la madurez el trigo y la cizaña, arguye el amilenarista, la cizaña
se vuelve más y más fuerte culturalmente, mientras que el trigo se vuelve más y
más débil. Consideremos lo que se está diciendo. Al trabajar los cristianos por su
salvación con temor y con temblor, mejorando sus credos, mejorando su
cooperación los unos con los otros sobre la base de un acuerdo acerca de los
credos, al aprender sobre la ley de Dios como se aplica en su propia era, al
volverse más diestros en la aplicación de la ley de Dios de la cual se han
enterado, se vuelven culturalmente impotentes. Parecería que se vuelven
infértiles también. No se vuelven fructíferos y se multiplican. O si hacen lo mejor
que pueden para seguir este mandamiento, se quedan sin la bendición de Dios -
una bendición que Él ha prometido a los que obedecen las leyes que Él ha
establecido. Resumiendo, el aumento de la auto-conciencia epistemológica de
parte de los cristianos conduce a la impotencia cultural.
Me enfrento a una desagradable conclusión: la versión amilenarista de la
doctrina de la gracia común es inescapablemente antinomiana. Arguye que
Dios ya no respeta la ley y el orden de su pacto, que la enseñanza de
Deuteronomio sobre la ley del pacto es inválida en tiempos del Nuevo
Testamento. La única manera de que el amilenarista evite la acusación de
antinomianismo es que abandone el concepto de creciente auto-conciencia
epistemológica. Debe enfrentarse al hecho de que, para llegar a la impotencia
cultural, los cristianos, por lo tanto, no deben aumentar en conocimiento y en la
fidelidad al pacto. (Cierto es que la condición del cristianismo del siglo veinte sí
parece hacer valer esta actitud acerca de la auto-conciencia epistemológica entre
los cristianos).
Considérese la otra mitad del dictamen de Van Til. Al aumentar la auto-
conciencia epistemológica del irregenerado, y al adherirse más y más a sus
premisas epistemológicas sobre los orígenes de la materia a partir del caos, y el
regreso final de toda la materia al azar puro, esta filosofía del caos los vuelve
confiados. El cristiano es humilde delante de Dios, pero confiado delante de la
creación que ha de someter. Esta confianza conduce al cristiano a la derrota y al
desastre final, dicen los amilenaristas, que creen en la auto-conciencia
epistemológica. Por otra parte, el rebelde es arrogante delante de Dios y afirma
que toda la naturaleza está gobernada por las insignificantes leyes de las
probabilidades - el caos final. Sumergiéndose ennn la filosofía del caos, los
- 535 -incrédulos pueden emerger totalmente victoriosos a través de la faz entera de la
tierra, dice el amilenarista, una victoria que es detenida sólo por la intervención
física de Jesucristo en el juicio final. En la versión amilenarista de la gracia
común, una entrega a la impiedad conduce a la victoria externa. ¿Cómo pueden
ser estas cosas?
El amilenarismo ve las cosas al revés
A estas alturas, debería estar claro que la versión amilenarista de la relación entre
la ley bíblica y la creación está completamente al revés. No hay duda de que
Satanás desearía que fuese la versión verdadera. Quiere que sus seguidores la
crean. Pero, ¿cómo puede creerla un cristiano consistente? ¿Cómo puede creer un
cristiano que la adhesión a la ley bíblica produce impotencia cultural, mientras
que una lealtad al caos filosófico - la religión de la revoluci&oacuute;n satánica -
conduce a la victoria cultural? En mi mente no hay ninguna duda de que los
amilenaristas no quieren enseñar esta doctrina, pero es a eso a lo que
inevitablemente conduce su pesimismo amilenarista. Los calvinistas holandeses
predican el mandato cultural (el pacto de dominio), pero al mismo tiempo
predican que no se puede cumplir. Pero la ley bíblica es fundamental para el
cumplimiento del mandato cultural. Por lo tanto, el amilenarista que predica la
obligación de tratar de cumplir el mandato cultural sin la ley bíblica se sumerge o
en el campo de los cultos al caos (los místicos, los revolucionarios) o en el de los
filósofos de la ley natural y del territorio común. Hay sólo cuatro posibilidades:
ley revelada, ley natural, caos, o una mezcla.
Esto me lleva a mi punto siguiente. Es un poco especulativo y posiblemente no
exacto del todo. Es una idea que debería ser explorada, sin embargo, para ver si
es exacta. Creo que la razón de que la filosofía de Herman Dooyeweerd, el
filósofo holandés de la ley, tuviera algún efecto temporal sobre los círculos
intelectuales calvinistas holandeses a finales de la década de 1960 y a principios
de la década de 1970 es que la teoría de la soberanía de la esfera, de Dooyeweerd
- leyes en esferas que no deben ser llenadas por medio de la ley revelada del
Antiguo Testamento - es consistente con la versión amilenarista (holandesa) del
mandato cultural. El sistema de Dooyeweerd y el amilenarismo holandés son
esencialmente antinomianos. Por eso en 1967 escribí mi ensayo:
"Antonomianismo Social", en respuesta al profesor dooyeweerdiano de la
Universidad Libre de Amsterdam, A. Troost. 15
O los dooyeweerdianos han acabado siendo místicos, o de lo contrario tratan de
crear una nueva clase de "filosofía de terreno común" para enlazar a los creyentes
con los incrédulos. Es la abierta resistencia de Dooyeweerd a la autoridad del
Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento acerca del contenido de sus
- 536 -hipotéticas leyes de esfera lo que condujo a senderos anticristianos a sus
seguidores crecientemente radicales y crecientemente antinomianos. No se puede
predicar el pacto de dominio y luego dar media vuelta y negar la eficacia de la
ley bíblica como cultura. Pero esto es lo que hicieron todos los adherentes
holandeses de la gracia común. Niegan, por necesidad, la eficacia cultural de la
ley bíblica, porque sus interpretaciones escatológicas les han llevado a la
conclusión de que no puede haber ningúna victoria cultural, externa, en el tiempo
y en la tierra por parte de los cristianos fieles. La auto-conciencia epistemológica
aumentará, pero las cosas sólo empeorarán con el correr del tiempo.
Si se predica que la ley bíblica produce "retroalimentación positiva", tanto
personal como culturalmente - que Dios recompensa a los observadoresss del
pacto y castiga a los quebrantadores del pacto en el tiempo y en la tierra -
entonces se está predicando un sistema de crecimiento positivo. Se está
predicando el pacto de dominio. Sólo si se niega que existe alguna relación entre
la observación del pacto y el éxito externo en la vida - una negación hecha
explícita por Meredith G. Kline 16 - se puede escapar de las implicaciones
postmilenaristas de la ley bíblica. Por eso es extraño que Gregg Bahnsen insista -
quizás por razones tácticas - en presentar su defensa de la ley bíblica aparte de su
bien conocido postmilenarismo. 17 Kline atacó ambas doctrinas de Bahnsen en su
crítica de Theonomy, 18 y Bahnsen, en su ensayo para rebatirlo, efectivamente
respondió a las críticas de Kline sobre su escatología postmilenarista, pero
nuevamente negó que la escatología tenga algo que ver lógicamente con la ética
bíblica. 19 Pero Kline tenía razón: incuestionablemente, hay una necesaria
conexión entre el concepto de pacto de la ley bíblica y la escatología. Kline
rechaza la idea de una ley-orden de pacto en el Nuevo Testamento, y también
rechaza el postmilenarismo.
Los calvinistas amilenaristas continuarán siendo atormentados por los
dooyeweerdianos, místicos, acomodaticios de la ley natural, y antinomianos de
toda laya hasta que finalmente abandonen su escatología amilenarista. Además,
hay que predicar la ley bíblica. Ésta debe ser vista como la herramienta de la
reconstrucción cultural. Debe ser vista como funcionando ahora, en los tiempos
del Nuevo Testamento. Debe verse que hay una relación entre la fidelidad al
pacto y la obediencia a la ley - que sin obediencia no hay fidelidad, no importa
cuán emocionales se vuelvan los creyentes, o cuán dulce sepa el evangelio (por
un tiempo). Y hay bendiciones que siguen a la obediencia a la ley-orden de Dios.
Los amilenaristas, al predicar la impotencia escatológica culturalmente, se
sumergen en arena movediza - la arena movediza del antinomianismo. Algunas
arenas son más movedizas que otras. Finalmente, se tragan a cualquiera que sea
lo bastante tonto como para tratar de caminar sobre ellas. El antinomianismo
conduce a los abismos de la impotencia y la retirada.
Auto-conciencia epistemológica
¿Qué se quiere decir con auto-conciencia epistemológica? Significa una mayor
comprensión, con el paso del tiempo, de lo que son las presuposiciones de uno, y
una mayor disposición para poner en acción estas presuposiciones. Afecta tanto
al trigo como a la cizaña.
¿En qué se parece el trigo a la cizaña? ¿En qué se diferencian? Los ángeles
vieron la diferencia inmediatamente. Pero Dios impidió que arrancaran la cizaña.
Quería preservar el suelo - el proceso histórico. Por lo tanto, el pleno desarrollo
tanto del trigo como de la cizaña es permitido por Dios.
Lo que hay que entender aquí es que la doctrina de la gracia especial en la
historia necesariamente involucra la doctrina de la gracia común. Al
desarrollarse los cristianos hasta alcanzar la madurez, se vuelven más poderosos.
Esto no es desarrollo en línea recta. Hay temporadas de langostas y añublo y
sequía, tanto para los cristianos como para los satanistas (humanistas). Hay flujo
y reflujo, pero siempre hay dirección de movimiento. Hay madurez. Los credos
mejoran. Esto, a su vez, da poder cultural a los cristianos. ¿Hay que asombrarse
de que la Confesión de Fe de Westminster fuera redactada en el pináculo del
control de Inglaterra por parte de los puritanos? ¿Es inútil culturalmente el
mejoramiento en los credos? ¿Conduce necesariamente a la impotencia cultural
el mejoramiento en los credos y la comprensión teológica? ¡Tonterías! Fue la
Reforma la que hizo posible la ciencia moderna y la tecnología.
Al otro lado del campo - en realidad, al lado mismo del trigo - la auto-conciencia
de los incrédulos también aumenta. Pero ellos no siempre no se vuelven más
convencidos de que sus raíces están en caos. El Renacimiento logró tragarse los
frutos de la Reforma sólo hasta el grado de ser un pálido reflejo de ella. Los
líderes del Renacimiento abandonaron rápidamente a los magos cargados de
magia y demoníacamente inspirados como Giordano Bruno. 20 Puede que hayan
acatado el humanismo de un Bruno, pero, después de 1600, la abierta devoción a
lo demoníaco retrocedió. En su lugar apareció el racionalismo, el deísmo, y la
lógica de un mundo ordenado. Usaron premisas robadas y ganaron en poder. Tan
irresistible era esta visión de la realidad matemáticamente autónoma, que
cristianos como Cotton Maher saludaron la nueva ciencia de la mecánica
newtoniana como esencialmente cristiana. Estaba tan cerca de la visión cristiana
de la existencia ordenada de Dios y el reflejo de Su ordenamiento en la creación
que los cristianos sin titubear abrazaron la nueva ciencia.
Lo que vemos, entonces, es que los cristianos no eran plenamente auto-
conscientes epistemológicamente, y tampoco los paganos. En tiempos de los
- 538 -apóstoles, había mayor conciencia epistemológica entre los dirigentes de ambos
bandos. La iglesia fue perseguida, y ganó. Entonces hubo en ambos lados una
decadencia hacia pensamientos desordenados. Por ejemplo, el intento de Julián el
Apóstata de revivir el paganismo a finales del siglo cuarto era ridículo - en el
mejor de los casos, era un paganismo sin entusiasmo. Dos siglos antes, Marco
Aurelio, un verdadero rey-filósofo en la tradición de Platón, había sido uno de los
principales perseguidores de los cristianos; Justino Mártir murió durante el
tiempo en que él fue emperador. Pero su libertino hijo, Cómodo, estaba
demasiado ocupado con sus 300 concubinas y 300 concubinos 21 para molestarse
con persecuciones sistemáticas. ¿Quién era más auto-consciente,
epistemológicamente hablando? Aurelio todavía tenía la luz de la razón delante
de él; su hijo estaba sumergido en la religión de la revolución - culturalmente
impotente. Estaba m&;aacuute;s dispuesto que su filósofo-perseguidor padre a
seguir la lógica de su fe satánica. Prefería el libertinaje al poder. Cómodo fue
asesinado 13 años después de convertirse en emperador. El Senado resolvió que
su nombre fuera execrado. 22
Si un investigador moderno quisiera ver una cultura pagana tan plenamente
consistente como se pudiera imaginar, podría visitar la tribu africana de los Ik.
Colin Turnbull lo hizo, y su libro, The Mountain People [El Pueblo de la
Montaña] (1973), es un clásico. Encontró una casi total rebelión contra la ley -
leyes familiares, cívicas, todas las leyes. Pero también encontró un pueblo
totalmente impotente, derrotado, que se extinguía rápidamente. Eran inofensivos
para Occidente porque eran más auto-consistentes que los satanistas de
Occidente.
El desafío marxista
Por otra parte, los maxistas son una amenaza. Creen en la historia lineal
(oficialmente, en todo caso - su sistema es, sin embargo, cíclico en el fondo. 23
Creen en la ley. Creen en el destino. Creen en el significado histórico. Creen en
las etapas históricas, aunque no en las etapas éticamente establecidas, como las
que encontramos en Deuteronomio. Creen en la ciencia. Creen en la literatura, la
propaganda, y el poder de la palabra escrita. Creen en la educación superior.
Resumiendo, tienen una filosofía que es una especie de perversa imagen inversa
de la ortodoxia cristiana. Son peligrosos, no porque actúan en consistencia con su
filosofía final del caos, sino porque limitan la función del caos a un área sola: la
transformación revolucionaria de la cultura burguesa. (Hablo aquí principalmente
de los marxistas soviéticos). ¿Y dónde están ganando conversos? En el Occidente
crecientemente impotente, crecientemente existencialista, crecientemente
antinomiano. Hasta que el Occidente abandonó sus restos de cultura cristiana, el
marxismo pudo florecer sólo en las áreas subdesarrolladas y básicamente paganas
- 539 -del mundo. Una filosofía esencialmente occidental de optimismo encontró
conversos entre los intelectuales del Lejano Oriente, Africa, y América Latina,
que vieron la infructuosidad del estancamiento y el relativismo confucianos, la
impotencia de los rituales demoníacos, o el callejón sin salida del culto a los
demonios. El marxismo es poderoso sólo hasta el grado en que tiene los arreos
del agustinismo, asociado con los subsidios, especialmente subsidios
tecnológicos y el crédito a largo plazo, de la industria occidental.
Hay una ironía aquí. Marx creía que el "socialismo científico" triunfaría sólo en
las naciones que habían experimentado el pleno desarrollo del capitalismo. Creía
que, en la mayoría de los casos (exceptuando posiblemente a Rusia), las áreas
rurales tenían que abandonar el feudalismo y desarrollar una cultura plenamente
capitalista antes de que la revolución socialista tuviera éxito. Sin embargo, fue
principalmente en las regiones rurales del mundo donde las ideas marxistas
tuvieron éxito primero. El Occidente industrializado todavía era demasiado
cristiano o demasiado pragmático (reconociendo que la "honestidad es la mejor
política") para capitular ante los marxistas, excepto inmediatamente después de
una guerra perdida.
Por largo tiempo, los marxistas han dominado las facultades de las universidades
latinoamericanas, pero no las de las universidades norteamericanas. Por ejemplo,
en 1964, no había ni media docena de economistas francamente marxistas
enseñando en universidades norteamericanas (y posiblemente quizás uno solo,
Paul Baran, de la Universidad de Stanford). Sin embargo, desde 1965, los
eruditos de la Nueva Izquierda de persuación marxista se han convertido en una
fuerza que debe ser tenida en cuenta en todas las ciencias sociales, incluyendo la
economía. 24 El escepticismo, el pesimismo, el relativismo, y la irrelevancia de la
moderna educación "neutral" han dejado a las facultades sin una adecuada
defensa contra los marxistas confiados, chillones, y vociferantes, principalmente
marxistas jóvenes, que comenzaron a aparecer en las ciudades universitarias
después de 1964. La putrefacción epistemológica ha dejado a los liberales del
establecimiento universitario poco más que con el arrendamiento para
protegerles. 25
Sin embargo, desde 1965, el marxismo ha incursionado más entre los jóvenes
intelectuales del Occidente industrializado que en cualquier otro momento desde
la década de 1930 - una era anterior de pesimismo y escepticismo sobre los
valores y las tradiciones establecidas. Ya sea en África o en Harvard, los
marxistas tienen éxito entre los salvajes, - salvajes epistemológicos. El
marxismo ofrece una alternativa para la desesperación. Tiene los arreos del
optimismo. Tiene los arreos del cristianismo. Todavía es un sistema del siglo
diecinueve, que recurre al capital intelectual de un universo intelectual más
- 540 -cristiano. Estos arreos del orden cristiano son la fuente de la influencia del
marxismo en un mundo crecientemente relativista.
La rebelión final de Satanás
En los últimos días de esta era final de la historia humana, los satanistas todavía
tienen a su alrededor los arreos del orden cristiano. Por decirlo así, Satanás tiene
que sentarse en el regazo de Dios para abofetearle el rostro - o tratar de hacerlo.
Satanás no puede ser consistente con su propia filosofía de orden autónomo y
todavía ser una amenaza para Dios. Un orden autónomo conduce al caos y a la
impotencia. Él sabe que en filosofía no hay terreno neutral. Sabía que Adán y
Eva morirían espiritualmente el día que comieran de la fruta. Es un teólogo lo
bastante bueno para saber que hay un solo Dios, y él y sus huestes tiemblan ante
esta idea (Santiago 2:19). Cuando los hombres demoníacos toman en serio sus
mentiras sobre la naturaleza de la realidad, se vuelven impotentes, deslizándose
(o casi deslizándose) fuera del regazo de Dios. Es cuando los satanistas se dan
cuenta de que la filosofía oficial de caos y anarquía antinomiana de Satanás es
una mentira que se vuelven peligrosos. (Nuevamente, los marxistas son más
peligrosos para los Estados Unidos que los Ik). Aprenden más de la verdad, pero
la pervierten y tratan de usarla contra el pueblo de Dios.
Así, el significado bíblico de auto-conciencia epistemológica no es que el
satanista se vuelve consistente con la filosofía oficial de Satanás (el caos), sino
más bien que las huestes de Satanás se vuelven consistentes con lo que Satanás
cree realmente: que el orden, la ley, y el poder son el producto del odiado orden
de Dios. Aprenden a usar la ley y el orden para formar un ejército de conquista.
En una palabra, usan la gracia común - el conocimiento de la verdad - para
pervertir la verdad y atacar al pueblo de Dios. Se alejan del falso conocimiento
que les ofrece Satanás y adoptan una forma pervertida de la verdad para usarla en
sus planes rebeldes. En otras palabras, maduran. O, en las palabras que puso C.
S. Lewis en la boca de su personaje ficticio, el diablo mayor Screwtape, cuando
los materialistas crean finalmente en Satanás pero no en Dios, la guerra se habrá
acabado. 26 No exactamente; cuando crean en Dios, sepan que Él va a ganar, y
sin embargo, golpeen con furia - no furia ciega, sino furia plenamente
consciente - las obras de Dios, entonces habrá terminado la guerra.
Cooperación
¿Cómo, entonces, podemos cooperar con hombres así? Simplemente basados en
la gracia común. La gracia común todavía no se ha desarrollado plenamente.
Pero esta cooperación debe ser en el interés del reino de Dios. Ya sea que una
asociación particular ad hoc sea benéfica o no, debe hacerse en términos de los
- 541 -modelos establecidos en la ley bíblica. La gracia común no es territorio común;
no hay territorio común que una a los hombres, excepto en favor de la imagen de
Dios en cada hombre.
Porque la conformidad externa con los téminos de la ley bíblica no produce
resultados visiblemente buenos - contrario a la teoría del Prof. Kline sobre la
misteriosa voluntad de Dios en la historia - durante un tiempo los incrédulos
están dispuestos a adoptar estos principios, pues buscan los frutos de la cultura
cristiana. En pocas palabras, algunos satanistas éticos responden al conocimiento
de la ley de Dios escrito en sus corazones. Tienen un alto grado de conocimiento
sobre la creación de Dios, pero todavía no están dispuestos a atacar a ese mundo.
Tienen conocimiento po medio de la gracia común, pero todavía no ven qué
pueda significa esto para sus propios actos. (Hasta cierto punto, los comunistas
ven, pero todavía no han llevado a cabo sus planes; no han lanzado un asalto final
contra Occidente).
La esencia de la rebelión de Adán no era intelectual; era ética. Nadie ha
argumentado esto con más fuerza que Van Til. La mera adición de conocimiento
por parte del irregenerado no altera en esencia su situación delante de Dios.
Todavía es un rebelde, pero puede poseer conocimiento. El conocimiento puede
ser aplicado a la creación de Dios y producir resultados benéficos. El
conocimiento puede también producir un holocausto. El punto en disputa es la
ética, no el conocimiento. Así, los hombres pueden cooperar en términos del
conocimiento mutuamente compartido; en última instancia, no pueden cooperar
en términos de una ética mutuamente compartida.
¿Y qué hay de la maldición especial? ¿Cuál es la relación ética del rebelde ético
con Dios? La gracia común aumenta la maldición especial del irregenerado.
Cuando la gracia común aumenta al máximo, se revela la maldición especial de
Dios: rebelión total del hombre contra la verdad de Dios y en términos de la
gracia común- conocimiento, poder, riqueza, prestigio, etc. - de Dios, lo cual
conduce al juicio final. Dios sí quita parte de su restricción en el momento final:
la restricción de la destrucción suicida. Les permite alcanzar la muerte que aman
(Prov. 8:36b). Pero todavía tienen poder y riqueza, como en el imperio
babilónico la noche en que cayó.
Los paganos pueden enseñarnos sobre física, matemáticas, química, y muchos
otros temas. ¿Cómo es posible esto? Porque la gracia común ha aumentado.
Tuvieron varios siglos de liderazgo de los cristianos, así como figuras de la
Ilustración que adoptaron una filosofía de coherencia que por lo menos se parecía
a la doctrina cristiana de la providencia. No pueden mantener unida la cultura en
términos de su filosofía de caos - el punto de vista oficial de Satanás - pero
- 542 -todavía pueden hacer imporrrtantes descubrimientos. Usan capital robado, en
todos los sentidos.
Los cristianos deben estar a la cabeza
Cuando haya un reavivamiento cristiano y la predicación y aplicación de todo el
consejo de Dios, entonces los cristianos podrán nuevamente tomar la posición de
una verdadera dirigencia. Los incrédulos pueden también contribuir al
sometimiento de la tierra porque serán llamados a las obras de la ley escrita en
sus corazones. La gracia común aumentará a través del mundo. Pero los
cristianos deben ser extremadamente cuidadosos de las señales de desviación
ética por parte de los que en apariencia son útiles colaboradores en el reino.
Puede haber cooperación con metas externas - el cumplimiento del pacto de
dominio dado a todos los hombres - pero no en el ámbito de la ética. Tenemos
que observar a los soviéticos, para aprender cómo no construir una sociedad.
Tenemos que tomar medidas para contrarrestar sus ofensivas militares. No
debemos adoptar sus punto de vista sobre la ética proletaria, aunque sus
jugadores de ajedrez y sus matemáticos puedan enseñarnos mucho.
La ley de Dios como está revelada en la Biblia, no la obra de la ley escrita en los
corazones de los injustos, debe ser dominante. La manera de cooperar es sobre la
base de la ley bíblica. La ley nos habla de las limitaciones del hombre. Nos
mantiene humildes delante de Dios y dominantes sobre la naturaleza.
Estableceremos la exactitud y utilidad de las obras de los irregenerados que están
ejerciendo los talentos que Dios les ha dado, y trabajando por su condenación con
temor y con temblor.
A los extranjeros dentro de las puertas se les dieron muchos de los beneficios de
la gracia común - la respuesta de Dios a la conversi&p;oaccute;n de los hebreos.
Recibieron plena protección legal en los tribunales hebreos (Éx. 22:21; 23:9;
Deut. 24:17). No se les permitía comer alimentos especialmente consagrados
(Éx. 29:33; Lev. 22:10), apartándoles de esta manera de las celebraciones
religiosas del templo. Pero eran parte de la festividad del diezmo, una celebración
que tenía lugar delante del Señor (Deut. 14:22-29). Así, eran beneficiarios del
orden civil que Dios estableció para su pueblo. También podían producir bienes y
servicios en la confianza de que el fruto de su trabajo no les sería confiscado por
un gobierno civil abusivo. Esto enriqueció a todos, pues todos los hombres de la
comunidad podían poner por obra los términos del pacto de dominio.
Se nos dice que el hombre natural no percibe las cosas del Espírit (1 Cor. 2:14-
16). Se nos dice que la sabiduría de Dios parece locura a los irregenerados (1
Cor. 1:18-21). Se nos dice que estemos alertas, "que nadie os engañe por medio
- 543 -de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a
los rudimentos del mundo, y no según Cristo" (Col. 2:8). Hay una separación
filosófica insalvable entre los incrédulos y los creyentes. Comienzan con
diferentes puntos de arranque: caos vs. creación, Dios vs. el hombre. Sólo la
gracia común puede reducir el conflicto en la aplicación entre la filosofía pagana
y la cristiana. La rebelión ética del irregenerado yace bajo la superficie, al
rescoldo, lista a estallar en ira, pero es restringido por Dios y por la ley de Dios.
El irregenerado necesita el poder que la ley proporciona. Por lo tanto, asiente a
algunos principios de la ley bíblica aplicada y se ajusta a una parte de la obra de
la ley escrita en su corazón. Pero no puede estar de acuerdo con los principios
básicos. Y aún cerca del fin, cuando los hombres posiblemente confiesen la
existencia de un solo Dios y tiemblen ante esta idea, no someterán sus egos a ese
Dios. Lucharán hasta la muerte - hasta la segunda muerte - para negar el derecho
que el Dios de la Biblia tiene sobre cada parte de su ser.
Por eso, no puede haber cooperación en el sometimiento de la tierra. Pero los
cristianos tienen que establecer la estrategia y las tácticas. El irregenerado será
como un asesor pagado; proporcionará su talento, pero el Señor construirá la
cultura.
Gracia común vs. Territorio común
No debemos argüir acerca de la gracia común al territorio común. No podemos
hacerlo porque, con el aumento de la gracia común, nos acercamos a la rebelión
final en todo su poder satánico. La gracia común combina los esfuerzos de los
hombres en el sometimiento de la tierra, pero los cristianos trabajan abiertamente
para la gloria de Dios, mientras que los irregenerados trabajan (oficialmente) para
el señorío y la gloria de Satanás. En realidad, trabajan para la gloria de Dios,
porque en aquél día final toda rodilla se doblará delante de Él (Fil. 2:10). La
riqueza de los impíos es guardada para los justos (Prov. 13:22). Así que no hay
hechos comunes, hablando éticamente.
En aquél día final, cuando su rebelión comience, todas las huestes de Satanás se
enterarán de los hechos del mundo de Dios, porque la gracia común estará en su
punto máximo. Sin embargo, vuelven sus espaldas a Dios y a los rebeldes. Todos
los hechos son hechos interpretados, y la interpretación, no los hechos como
tales - no hay "hechos como tales" - es lo que separa a los perdidos de los
elegidos. Inevitablemente, el hombre natural reprime (suprime activamente) la
verdad en la impiedad (Rom. 1:18). 27 Ninguna "prueba" filosófica de Dios
(aparte de aquélla que comienza suponiendo la existencia del Dios revelado en la
Biblia) es válida, y ni siquiera la suposición de la existencia del Dios de la Biblia
es suficiente para salvar el alma de un hombre. 28 Sólo Dios puede hacer eso
- 544 -(Juan 6:44). No hay territorio común, filosóficamente, sólo metafísicamente.
Somos hechos a imagen de Dios por un Creador común a todos (Hechos 17:24-
31). Todo hombre sabe esto. Como hombres, sólo podemos recordarles a todos
los hombres lo que ellos saben. Dios usa ese conocimiento para redimir a los
hombres.
El incrédulo usa capital intelectual robado para razonar correctamente -
correctamente en el sentido de poder usar ese conocimiento como herramienta
para someter la tierra, no en el sentido de conocer a Dios como le conoce un hijo
adoptivo. Sus conclusiones pueden corresponder lo suficiente a la realidad para
permitirle planificar su rebelde fe para una destrucción aún mayor que si no
hubiese tenido conocimiento exacto (Lucas 12:47-48). De alguna manera, "sabe"
que "2 más dos es igual a 4", y también que este hecho de simetría mental puede
ser usado para causar los efectos deseados en el ámbito externo de la naturaleza.
Por qué existe esta simetría mental, y por qué debe tener alguna relación con el
ámbito externo de la naturaleza, es inexplicable por el conocimiento del hombre
natural, un hecho admitido por Eugene Wigner, un físico ganador del premio
Nobel. 29
Los cristianos, como tienen una correcta doctrina de la creación, pueden explicar
ambos. Así que el incrédulo usa capital intelectual prestado a cada paso. Los
cristianos pueden usar algo de su obra (comparando sus descubrimientos con la
revelación en la Biblia), y el incrédulo puede usar la obra del cristiano. La tierra
será sometida. Mientras más cerca estén las presuposiciones del incrédulo de las
que están reveladas en la Biblia (como la suposición del economista conservador
del hecho de la escasez económica, que corresponde a Gén. 3:17-19), más
probable será que los descubrimientos hechos en términos de esa suposición sean
útiles. Por útiles, quiero decir útiles en la tarea común a todos los hombres,
someter la tierra. Así, puede haber cooperación entre cristianos y no cristianos.
Conclusión
Los incrédulos parecen ser culturalmente dominantes hoy día. Los creyentes han
retrocedido hacia el pietismo antinomiano y el pesimismo, porque han
abandonado la fe en las dos características de la filosofía social cristiana que hace
posible el progreso: 1) la dinámica del optimismo escatológico, y 2) la
herramienta del pacto de dominio, la ley bíblica. Entonces, deberíamos llegar a la
conclusión de que, o la disolución de la cultura está a las puertas (porque la
gracia común de los irregenerados no puede sostenerse por mucho tiempo sin
dirigencia en el ámbito de la cultura de los regenerados), o de lo contrario los
regenerados tienen que recuperar la visión de sus verdades perdidas:
- 545 -postmilenarismo y la ley bíblica. Para que continúe la gracia común, y para que
la cooperación externa entre creyentes e incrédulos sea fructífera o siquiera
posible, los cristianos tienen que hacer regresar las directrices de la cultura
externa a la ley de Dios. Tienen que recuperar el liderazgo al que renunciaron en
favor de las especulaciones de los auto-proclamados apóstatas "razonables". Si
esto no se hace, entonces apostataremos nuevamente, hasta que los incrédulos se
parezcan a los Ik, y los cristianos puedan inicar el proceso de dominación cultural
una vez más. Para que la gracia común continúe aumentando, debe ser sustentada
por la gracia especial. O los incrédulos se convierten, o el liderazgo regresa a los
cristianos. Si no sucede ninguna de las dos cosas, regresaremos finalmente al
barbarismo.
Comprensiblemente, yo oro por la regeneración de los impíos y el
redescubrimiento de la ley bíblica, y una exacta escatología bíblica de parte de
los actuales cristianos y futuros conversos. No sé si veremos un reavivamiento
como éste en nuestros días. Hay razones para creer que puede ocurrir y ocurrirá.
También hay razones para dudar de este optimismo. El Señor sabe.
Tenemos que abandonar el antinomianismo y las escatologías que son de por sí
antinomianas. Debemos llamar a los hombres de vuelta a la fe en el Dios de toda
la Biblia. Tenemos que afirmar que, en el plan de Dios, vendrá un día de mayor
conciencia personal, cuando los hombres llamarán tacaños a los tacaños y a los
liberales, liberales (Isa. 32). Éste será un día de grandes bendiciones externas -
las mayores de la historia. Largas épocas de tal conciencia personal se revelan
delante de nosotros. Y al final de los tiempos vendrá una generación de rebeldes
que distinguen los tacaños de los liberales y atacarán a los justos. Perderán la
guerra.
Por lo tanto, la gracia común es esencialmente gracia futura. Hay flujo y reflujo
a través de la historia, pero esencialmente es gracia futura. No debe ser vista
como esencialmente gracia anterior. Sólo los amilenaristas, y amilenaristas
antinomianos, pueden sustentar esta posición. El juicio final aparece al final de
los tiempos contra el trasfondo de la gracia común. La maldición común estará en
su punto 10 oeste, preludio de la maldición especial, de duración eterna. Viene el
juicio final, tal como vino el gran diluvio, contra un trasfondo de los beneficios
externos de Dios para la humanidad en general. La iniquidad de los amorreos se
habrá colmado por fin.
¿Cree el postmilenarista que habrá fe en la tierra en general cuando Cristo
vuelva? Si él entiende las implicaciones de la doctrina de la gracia común, no.
¿Espera él que la tierra entera sea destruida por los rebeldes incrédulos antes de
que Cristo les golpee y les deje muertos, doblemente muertos? No. El juicio llega
antes de que puedan hacer su obra. La gracia común es extendida para permitir
- 546 -que los incrédulos colmen la copa de la ira. Son vasos de ira. Por lo tanto, el
cumplimiento de los términos del pacto de dominio por medio de la gracia
común es el paso final en el proceso de colmar estos vasos de ira. Los vasos de
gracia, los creyentes, también serán colmados. Todo está colmado. ¿Destruirá
Dios su abono inicial preliminar para los nuevos cielos y la nueva tierra?
¿Borrará Dios la señal de que su Palabra ha sido obedecida, de que el pacto de
dominio ha sido cumplido? ¿Tendrá Satanás, ese gran destructor, el gozo de ver
la palabra de Dios frustrada, su obra derribada por las mismas hordas satánicas?
El amilenarista responde que sí. El postmilenarista tiene que negarlo con todas
sus fuerzas.
Hay continuidad en la vida, a pesar de las discontinuidades. La riqueza del
pecador está guardada para el justo. A Satanás le gustaría quemar el campo de
Dios, pero no puede. El trigo y la cizaña crecen hasta madurar, y luego los
obreros salen a segar el trigo, cortando la paja y echándola en el fuego. A Satanás
le gustaría hacer retroceder el retumbo del destino, regresar al punto cero,
regresar al jardín de Edén, cuando el pacto de dominio se dio por primera vez. El
cumplimiento del pacto de dominio es el acto final positivo de Satanás - una
extensión de la gracia común. Después de eso, la gracia común se convierte en
malévola, absolutamente malévola - al usar Satanás las leyes de su tiempo y lo
que le queda de poder para atacar el pueblo de Dios. Cuando Satanás use sus
dones para convertirse, finalmente y completamente, en destructor, es cortado
desde lo alto. Esta culminación final de la gracia común es el trallazo del
destino de Satanás.
Y los mansos - mansos delante de Dios, activos hacia su creación - heredarán por
fin la tierra. Una tierra renovada y un cielo renovado son el pago final que Dios
Padre hace a su Hijo y a los que Él ha dado a su Hijo. Esta es la esperanza
postmilenarista.
Nota final
A estas alturas, he adversado a cada grupo cristiano conocido. He adversado a los
restantes miembros de la Iglesia Cristiana Reformada que son ortodoxos al
ponerme de parte de la Iglesia Protestante Reformada y en contra del Punto 1 del
Sínodo de 1924. No hay favor en la gracia común de Dios. He adversado a la
Iglesia Protestante Reformada al argüir a favor del postmilenarismo. He
adversado a los premilenaristas al argüir que la separación entre el trigo y la
cizaña debe ocurrir al final de la historia, no mil años antes del fin (o, en el marco
dispensacionalista, pre-tribulacionista, premilenarista, 10107 años antes del fin).
He adversado a los pietistas postmilenaristas que leen y se deleitan en las obras
- 547 -de Jonathan Edwards al argüir que la tradición de Edwards era destructiva de la
ley bíblica en 1740, y todavía lo es. Esta tradición no conduce a ninguna parte, a
menos que Edwards madure y adopte el concepto de ley bíblica como señal de
victoria. He adversado a la Iglesia Bíblica Presbiteriana, puesto que sus
dirigentes niegan el pacto de dominio. ¿Se me ha quedado alguien? Oh, sí. He
adversado a los arminianos postmilenaristas (los carismáticos de la "confesión
positiva") al argüir que en los últimos días los rebeldes no son cristianos
apóstatas.
Habiendo conseguido esto, espero que otros sigan el bosquejo que he trazado
relacionando la gracia común, la escatología, y la ley bíblica. Que los pocos que
tomen en serio este ensayo eviten las minas terrestres escatológicas que todavía
atestan el paisaje. Hay que hacer ciertos refinamientos, hay que descubrir
implicaciones, y luego ejecutarlas. Espero que mi contribución facilite la obra de
otros.
Notas:
La versión original de este ensayo apareció en la edición de invierno de 1976-1977 de The
Journal of Christian Reconstruction, publicado por la Fundación Calcedonia, P. O. Box
158, Vallecito, California 95251.
1. John Calvin, Institutes of Christian Religion (1559), Book II, Section II, chapter 16;
II:III:3; III:XIV:2.
2. En Israel, los perros no eran animales muy queridos, así que la analogía con la gracia
común es bíblicamente legítima. "Y me seréis varones santos. No comeréis carne
destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis" (Éx. 22:31). Si suponemos
que Dios ama a los paganos de la manera en que la gente moderna ama a sus perros,
entonces la analogía no encaja.
3. Cornelius Van Til, Common Grace (Phladelphia: Presbyterian and Reformed Publishing
Co., 1954), pp. 20-22. Este ensayo fue reimpreso en la obra de Van Til, Common Grace
and the Gospel (Nutley, New Jersey: Presbyterian & Reformed, 1974), misma paginación.
4. Gary North, "Aren ́t There Two Kinds of Salvation?", Pregunta 75 en la obra de North,
75 Bible Questions Your Instructors Pray You Won ́t Ask (Tyler, Texas: Spurgeon Press,
1984).
5. Gary North, Moses and Paharoh: Dominion Religion vs. Power Religion (Tyler, Texas:
Institute for Christian Economics, 1985), ch. 12: "Continuity and Revolution".
6. Van Til, Common Grace, pp. 82-83.
7. Ibid., p. 85.
- 548 -8. Kline rechaza la afirmación de Van Til de que la gracia común disminuye con el tiempo.
Kline dice que esto es lo que enseñan los postmilenaristas calcedónicos - que simplemente
no es verdad, y ni siqqquiera lo da a entender su escatología - y al hacerlo, Kline rompe con
Van Til radicalmente.Es improbable que Kline reconozca siquiera las implicaciones contra
Van Til de lo que ha escrito. "Junto a las deficiencias hermenéuticas del milenarismo
calcedónico, hay un problema teológico fundamental que lo aqueja. Y aquí regresamos al
hecho de que Calcedón confunde los conceptos bíblicos de lo sagrado y lo común. Como
hemos visto, la clase de postmilenarismo de Calcedón concibe como clímax del milenio
algo máss que un alto grado de éxito en la misión evangelística de la iglesia hacia el
mundo.Una presunción milenaria adicional (de la que ellos disfrutan en particular) es la de
una prosperidad material y una eminencia mundial y una dominación del reino de Cristo
establecido en la tierra, con una sumisión, hecha cumplir divinamente, de las naciones al
gobierno mundial de la cristocracia... La insuperable objeción teológica a cualquier y cada
construcción ciliástica es que envuelve la suposición del eclipse prematuro del orden de la
gracia común... Al postular así la terminación del orden de la gracia común antes de la
consumación, el postmilenarismo calcedónico de hecho atribuye la infidelidad a Dios,
porque Dios se comprometió en su antiguo pacto a mantener aquel orden entretanto que
dure la tierra". Meredith G. Kline, "Comments on an Old-New Error", Westminster
Theological Journal, XLI (Fall 1978), pp. 183, 184.
9. Es una de las rarezas del movimiento de reconstrucción cristiano que R. J. Rushdoony
rechaza categóricamente el amilenarismo, llamándolo "religión impotente" y "blasfemia", y
que sin embargo afirma la validez de la posición de gracia común de Van Til, pidiendo la
sustitución del concepto de "gracia anterior" de Van Til por el de "gracia común". El
ensayo anti-milenarista de Rushdoony (y por lo tanto anti-Van Til por implicación)
apareció en The Journal of Christian Reconstruction, III (Invierno 1976-77):
"Postmilenarism vs. Impotent Religion". Su afirmación en favor de la "gracia anterior"
apareció en su revisión del libro de E. L. Hebden Taylor, The Christian Philosophy of Law,
Politics and the State, en The Westminster Theological Journal, XXX (Nov. 1967): "Un
concepto de 'gracia anterior' hace sostenibles el remanente de justicia, derecho, y
comunidad; un concepto de 'gracia común' no lo hace" (p. 100). "El término 'gracia común'
se ha convertido en el shiboleth de la teología holandesa y un vaso a través del Jordán y
hacia territorio reformado de los que pueden remedar el acento requerido. ¿No ha llegado el
momento de abandonar el concepto entero y comenzó de nuevo?" (p. 101).
10. Matusalén tenía 969 años cuando murió (Gén. 5:27). Tenía 187 años cuando su hijo
Lamec nació (5:25) y 369 años cuando nació Noé, el hijo de Lamec (5:28-29). Noé tenía
600 años en el momento de gran diluvio (7:6). Por lo tanto, desde el nacimiento de Noé,
cuando Matusalén tenía 369 años, hasta el diluvio, 600 años más tarde, Matusalén vivió sus
años (369 + 600 = 969). La Biblia no dice que Matusalén pereció en el diluvio, sino sólo
que murió en el año del diluvio. Esta cronología es tan notable que la carga de la prueba les
toca a los que niegan la relación de padre a hijo en estas tres generaciones, arguyendo en su
lugar en favor de un salto no declarado en la cronología.
11. Stanley Jaki, The Road of Science and the Ways to God (Chicago: University of
Chicago Press, 1978); Science and Creation: From Eternal Cycles to an Oscillating
Universe (Edinburgh and London: Scottish Academic Press, [1974] 1980).
- 549 -12. Robert K. Merton, Social Theory and Social Structure (rev.ed.; New York: Free Press
of Glencoe, 1957), ch. 18: "Puritanism, Pietism, and Science"; E. L. Hebden Taylor, "The
Role of Puritanism-Calvinism in the Rise of Modern Science", The Journal of Christian
Reconstruction, VI (Summer 1979); Charles Dykes, "Medieval Speculation, Puritanism,
and Modern Science", ibid.
13. En relación con la oposición a la tolerancia del reavivamiento, no por parte de los
liberales teológicos, sino por parte de los pastores calvinistas ortodoxos, véase de Richard
L. Bushman, From Puritan to Yankee (Cambridge, Massachusetts: Harvard University
Press, 1967). Bushman también explica cómo el Gran Despertar fue un desastre para los
remanentes legales de la ley bíblica en la colonia de Connecticut. El orden político fue
forzado hacia el neutralismo teológico, lo cual a su vez ayudó al surgimiento del deísmo y
del liberalismo.
14. El excelente comentario de John Murray, The Epistle to the Remans (Grand Rapids,
Michigan: Eerdmans, 1965), contiene un extenso análisis de Romanos 11, la sección que
trata de la futura conversión de los judíos. Murray subraya que el reinjerto de Israel por
parte de Dios conduce a bendiciones del pacto sin paralelo en la historia humana. Murray
arguye que el Israel a que se refiere Romanos 11 no es el Israel nacional o político, sino la
simiente natural de Abraham. Esto parece referirse al Israel genético.
Un problema histórico de importancia aparece en este punto. Hay alguna evidencia (aunque
no concluyente) de que la mayoría de los que hoy se conocen como judíos askenazi son los
herederos de una tribu convertida de turcos, los Khazars. Es bien sabido entre los eruditos
de historia europeos que esta conversión tuvo lugar alrededor del año 740 d. C. Los judíos
europeos orientales y rusos pueden haberse originado de esta cepa. Se casaron con otros
judíos, sin embargo: los judíos sefarditas o de la diáspora que huyeron principalmente hacia
Europa occidental. Los judíos yemenitas, que permanecieron en la tierra de Palestina,
también son descendientes de Abraham. La contra-evidencia contra esta tesis de los khazars
como judíos modernos es principalmente lingüística: el yiddish no guarda ni rastro de
parecido con ningún idioma turco. Acerca del reino de los Khazars, véase de Arthur
Koestler, The Thirteenth Tribe: The Khazar Empire and Its Heritage (New York: Random
House, 1976).
Si el Israel al cual se refiere Romanos 11 es principalmente genético, entonces puede que
no sea necesario que todos los judíos se conviertan. ¿Qué, entonces, son los judíos de
Romanos 11? ¿Del pacto? Le escribí a Murray a finales de la década de 1960 para tener su
opinión sobre las implicaciones de los Khazars paa su exégesis de Romanos 11, pero no
contestó.
15. Gary North, The Sinai Strategy: Economics and the Ten Commandments (Tyler, Texas:
Institute for Christian Economics, 1986), Appendix C: "Social Antinomianism".
16. Kline dice que cualquier conexión entre las bendiciones y la observancia del pacto es,
humanamente hablando, casual. "Y mientras tanto él [el orden de la gracia común] tiene
que seguir su curso dentro de las inseguridades de los principios mutuamente
condicionantes de la gracia común y la maldición común, siendo la prosperidad y la
adversidad experimentadas de una manera mayormente impredecible a causa de la
- 550 -inescrutable soberanía de la divina voluntad que los dispensa de modos misteriosos". Kline,
op. cit., p. 184. Obviamente, el Dr. Kline nunca ha considerado exactamente por qué las
primas de las pólizas de seguro de vida y las de salud son más bajas en las sociedades
influidas por el cristianismo que en las sociedades paganas. Aparentemente, las bendiciones
de larga vida que se prometen en la vida son suficientemente no casuales y "escrutables"
como para que los estadísticos que aconsejan a las compañías de seguros puedan detectar
diferencias estadísticamente relevantes entre sociedades.
17. "Lo que estos estudios presentan es una posición en la ética cristiana (normativa). No
comprometen lógicamente, a los que concuerdan con ellos, con ninguna escuela particular
de interpretación escatológica". Greg L. Bahnsen, By This Standard: The Authority of
God ́s Law Today (Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1985), p. 8. Tiene
razón: lógicamente, no hay ninguna conexión. Desde el punto de vista del pacto, las dos
doctrinas son inescapables: cuando la ley se predica, hay bendiciones; las bendiciones
conducen inescapablemente a la victoria.
18. Kline, op. cit.
19. Greg L. Bahnsen, "M. G. Kline on Theonomic Politics: An Evaluation of His Reply",
Journal of Christian Reconstruction, VI (Winter, 1979-1980), No. 2. especialmente p. 215.
20. Sobre la magia de los comienzos del Renacimiento, véase de Frances Yates, Giordano
Bruno and the Hermetic Tradition (New York: Vintage, [1964] 1969).
21. Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, Milman
edition, 5 vols. (Philadelphia: Porter & Coates, [1776]), I, p. 144.
22. Ethelbert Stauffer, Christ and the Caesars (Philadelphia: Westminster Press, 1955), p.
223.
23. Gary North, Marx ś Religion of Revolution: The Doctrine of Creative Destruction
(Nutley, New Jersey: Craig Press, 1968), pp. 100-101).
24. Martin Bronfenbrenner, "Radical Economics in America: A 1970 Survey", Journal of
Economic Literature, VIII (Sept. 1970).
25. Gary North, "The Epistemological Crisis of American Universities", in Gary North
(cd.), Foundations of Christian Scholarship: Essays in the Van Til Perspective (Vallecito,
California: Ross House Books, 1976).
26. C. S. Lewis, The Screwtape Letters (New York: Macmillan, 1969), Letter 7.
27. Murray, Romans, commenting on Remans 1:18.
28. Van Til, The Defense of the Faith (Philadelphia: Presbyterian and Reformed, 1963),
ataca las tradicionales pruebas católico-romanas y arminianas de Dios. No prueban el Dios
de la Biblia, arguye, sólo a un dios finito de la mente humana.
- 551 -29. Eugene Wigner, "The Unreasonable Effectiveness of Mathematics in Natural Sciences",
Communications on Pure and Applied Mathematics X111 (1960), pp 1-14. Véase también
de Vern Poythress, "A Biblical View of Mathematics", en la obra de Gary North (cd.),
Foundations of Christian Scholarship, op. cit., ch. 9. Véase también su ensayo en The
Journal of Christian Reconstruction, 1 (Verano de 1974).
Conclusión - LAS LECCIONES DE APOCALIPSIS
Si el libro de Apocalipsis es primordialmente una profecía para la Iglesia del siglo primero,
¿tiene algún valor para los cristianos de hoy día? La verdad es que nos enfrentamos a esa pregunta en
relación con cada uno de los libros de la Biblia, no sólo Apocalipsis; pues toda escritura fue escrita "a"
alguien más, no "a" nosotros. Pero Pablo expresó un principio fundamental de interpretación bíblica:
"Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir
en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra"
(2 Tim. 3:16-17). El juicio de Dios sobre Israel por su desobediencia puede ocurrirnos a nosotros
también si no perseveramos en fe y obras. Si hasta Israel pudo ser desgajado del árbol de la vida del
pacto, también podemos serlo nosotros: "Por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás
en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a tí tampoco
te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que
cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también
serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios
para volverlos a injertar" (Rom. 11:20-23).
Interpretación de la profecía
El libro de Apocalipsis
El Apocalipsis se escribió para consolar e instruir a las iglesias que están atormentadas y
oprimidas por una forma oculta, agnóstica, estatista del judaísmo apóstata que se había apoderado de la
jerarquía religiosa de Israel. Juan da a este movimiento varios nombres simbólicos - "nicolaítas",
"balaamitas", "jezabelitas", y "la sinagoga de Satanás" - pero todas estas expresiones se refierren al
mismo culto.
· El libro de los siete sellos es el nuevo pacto, que Cristo obtuvo a su gloriosa ascensión, que
"abrió" durante el período de los últimos días, y que alcanzó su clímax en la destrucción de Jerusalén.
· El "librito", que explica el libro de los siete sellos, es la revelación de Juan.
· La multitud sellada de 144.000 es el remanente, los judíos creyentes del siglo primero, el núcleo
de la innumerable multitud de los redimidos de todas las naciones.
· Los "dos testigos" representan a la Iglesia fiel del Antiguo Pacto, "la ley y los profetas"
ejemplificados en Moisés y Elías, y que culmina en el testimonio de Juan el Precursor.
· La mujer vestida de sol es el Israel fiel, la madre de Cristo. A pesar de la ira del dragón, el Mesías
asciende para juzgar el cielo y la tierra desde el trono. La derrota de Satanás por medio de la vida, la
muerte, y la resurrección de Cristo está representada por la ofensiva "guerra en el cielo" de Miguel
contra el dragón.
· La bestia que sube del mar es el Imperio Romano, personificado en César Nerón; la bestia que
sube de la tierra (también llamada el falso profeta) es el liderazgo religioso de Israel; y la imagen de la
bestia es la sinagoga judía apóstata. Babilonia, la gran ciudad-ramera, es la Jerusalén antigua y
apóstata.
· La nueva Jerusalén, la pura Ciudad-Esposa, es la Iglesia, que celebra su cena de bodas con el
Cordero en la Eucaristía , la fiesta de comunión; luego ella sigue a su Señor quien, como el Verbo de
Dios, conquista a todas las naciones por medio del evangelio.
· Satanás fue atado en el primer advenimiento de Cristo y así, se le impidió que instigara
prematuramente la guerra escatológica.
· Los "nuevos cielos" y la "nueva tierra" es un cuadro de la salvación: traída definitivamente por la
obra consumada de Cristo, desarrollándose progresivamente durante la era presente, y llegando
finalmente, en absoluta plenitud, a la consumación de todas las cosas.
Todos los pactos bíblicos fueron re-creaciones provisionales, en espera de la nueva creación
definitiva. El significado de la historia de Israel es el alumbramiento del Niño Hombre, Jesucristo. Los
creyentes del antiguo pacto tenían el testimonio de Cristo. La guerra entre la simiente de la mujer y la
simiente de la serpiente llegó a su clímax en la cruz y la resurrección. El Israel incrédulo fue
excomulgado; y ahora los gentiles están entrando en tropel al nuevo pacto. Israel nunca tendrá una
identidad de pacto aparte de la Iglesia, porque la religión del antiguo pacto no puede ser revivida; la
salvación es ahora sólo con Cristo y la Iglesia.
La resurrección y la ascensión de Cristo
y el reino del nuevo pacto
La meta del advenimiento de Cristo era su gloriosa ascensión al trono celestial (p. 309) - su
definitiva "venida en las nubes". Por medio de su resurrección y su entronización, derrotó al diablo y
destruyó sus obras, abriendo el cielo a todos los creyentes. Habiendo sido inaugurado a su primer
advenimiento, Cristo es el Gobernante de todos los reyes de la tierra; su reino ha comenzado y continúa
ahora.
La ascensión de Cristo abrió el nuevo pacto, la nueva creación del cielo y de la tierra - una
descripción de nuestra herencia tanto presente como futura. La Nueva Jerusalén es la ciudad reino, la
Iglesia: La Esposa de Cristo ahora y para siempre. Así como el antiguo pacto era la edad de la noche
(relativa), el nuevo pacto es la edad del día, pues el mundo se nueve escatológicamente de la oscuridad
a la luz. Por eso, el nuevo pacto es la pometida "era por venir".
Los cristianos ortodoxos concuerdan en que el reino de Cristo va desde su ascensión hasta el fin
del mundo. El cristianismo ortodoxo es tanto amilenialista como post-milenialista, pues, mientras el
cristianismo siempre ha sido inquebrantablemente anti-revolucionario, también ha sido fuertemente
optimista en relación con el poder del evangelio para convertir a las naciones del mundo. Por lo tanto,
el cristianismo ortodoxo no es "pluralista" con respecto al reino, sino que sostiene que todos los
hombres, las naciones, y las instituciones deben inclinarse delante del Señor Jesucristo y obedecer sus
mandamientos en cada área de sus vidas y sus pensamientos.
El mayor enemigo de la Iglesia en los tiempos del Nuevo Testamento era el judaísmo apóstata.
El judaísmo del siglo primero no era simplemente una continuación de la religión del Antiguo Pacto;
más bien, era una religión apóstata, que negaba tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, que
promovía la herejía de la salvación por medio del caos, y cometía idolatría al sustituir al Creador con la
creación. El rechazo de Cristo por parte de Israel corrompió al resto del mundo, convirtió en maldición
las bendiciones de Dios, y llevó a Israel a la esclavitud del ocultismo y el estatismo. La fornicación y el
adulterio son metáforas bíblicas comunes para representar la violación del pacto; por eso, la Jerusalén
apóstata es representada como la gran ramera, la corruptora del mundo. Por lo tanto, los judíos
incrédulos no son el pueblo escogido de Dios.
El mayor privilegio de Israel significaba una mayor responsabilidad, y por ende, un mayor
juicio. Después de que el evangelio se predicó al mundo entero, Dios derramó la gran tribulación de los
años 67-70 d. C. sobre la Jerusalén apóstata y su templo en respuesta directa a las oraciones de la
Iglesia. La destrucción de Jerusalén era la señal para Israel y el mundo de que el Hijo del Hombre ahora
reinaba en el cielo, y de que este era el necesario y final acto de introducir el nuevo pacto. Cristo trajo
la era de justicia después de la caída de Jerusalén; la salvación del mundo vino por medio de la caída de
Israel; en realidad, la caída de Israel, a su debido tiempo, resultará en su propia conversión. El único
medio de salvación, para judíos y gentiles, está en Cristo Jesús.
La iglesia
Hay sólo un pacto de gracia, que opera por medio de diferentes administraciones. Con la venida
del nuevopPacto, la gloria de Dios fue transferida del templo a la Iglesia, y los judíos creyentes y los
gentiles se unieron en un solo cuerpo en Cristo Jesús. La Iglesia es el verdadero Israel, la sinagoga
escatológica; como tal, ya no está atada a la Jerusalén terrenal sino que está multicentralizada a través
del mundo. En el antiguo pacto, el mundo había sido organizado alrededor de la antigua Jerusalén; la
Iglesia es la nueva Jerusalén, la Ciudad de Dios, y así, el mundo ahora está organizado alrededor de la
Iglesia. No podemos tener a Dios por nuestro Padre si no tenemos a su Iglesia como nuestra Madre. La
santificación del pueblo de Dios se lleva a cabo por medio de la Iglesia, por medio de su ministerio y
sus sacramentos.
La Iglesia ascendió al cielo con Cristo, y ahora habita en el cielo, como en tabernáculos, con los
santos y los ángeles. Un santo es el que tiene privilegios de santuario; por medio de la ascensión, todos
los cristianos tienen acceso al santuario. Los cristianos y los ángeles están ahora al mismo nivel como
miembros del concilio celestial: Todos los cristianos son profetas, que ven a Dios cara a cara.
La Iglesia es la definitiva re-creación del mundo, el nuevo pacto; ella es la ciudad sobre un
monte, la luz del mundo. La salvación fluirá de sus puertas para convertir al mundo. Todas las naciones
convergirán hacia ella con los frutos de su cultura; en realidad, los gobernantes tendrán el deber de
sostener la Iglesia. Cuando los estados abandonan su responsabilidad y en su lugar tratan de destruir la
Iglesia, tal persecución no es nunca meramente "politica"; es siempre religiosa. La persecución de
Satanás contra la Iglesia no es una señal de su poder; más bien, él ataca a la Iglesia precisamente
porque Jesucristo ya le ha derrotado. Por lo tanto, la Iglesia será preservada a través de todas sus
tribulaciones, y gloriosamente vencerá toda oposición a ella. Por lo tanto, no hay excusa para el
fracaso: Cristo condena a las iglesias que son inefectivas.
El templo celestial, el arquetipo del tabernáculo y el templo de Israel, ha sido heredado por la
Iglesia. Puesto que la voluntad de Dios se ha de ejecutar en la tierra como se ejecuta en el cielo, la
actividad angélica es el modelo para la nuestra; en particular, los ángeles corresponden a los
pastores/obispos de la Iglesia, y sus actividades de juicio/gobierno han de ser imitadas por sus
contrapartes terrenales.
El culto
El nuevo pacto inevitablemente resultó en un nuevo cántico: la liturgia del nuevo pacto. (La
intolerancia litúrgica es esencialmente de carácter pagano y musulmán, no bíblico). El día de adoración
cristiano, el "Día del Señor", es la representación litúrgica del Día del Señor; es por esto por lo que,
históricamente, el Libro de Apocalipsis ha establecido el modelo para el culto de la Iglesia. La
adoración bíblica es corporativa, respondiente, y ordenada: Esto requiere una liturgia formal. Cada
semana, en el día del Señor, la iglesia que adora sigue a Cristo en su ascensión al cielo; los ángeles
están presentes en nuestro culto porque la Iglesia está de pie en la corte del cielo. Todo lo que hacemos
en culto tiene significado cósmico: Según el modelo bíblico, nuestra oración pública debe hacerse en
una postura física reverente; y hasta nuestro sencillo Amén se considera como un juramento legal. A
causa de la ascensión, todos los cristianos son profetas, miembros del Concilio Consultivo de Dios. La
fiel Iglesia ofrece oraciones imprecatorias contra sus opresores, y Dios trae juicios sobre la tierra en
respuesta al clamor de la Iglesia "pidiendo justicia".
El dominio
El mandato de dominio, la tarea asignada a Adán, se cumplirá por medio del triunfo del
evangelio en todo el mundo. Los cristianos gobiernan con Cristo en su reino ahora, en esta era, y el
cristianismo está destinado a tomar el control sobre todos los reinos de la tierra. Dios ha dado a su
pueblo una "cesión de pacto" para que tome posesión y ejerza dominio sobre su creación. Por lo tanto,
a todos los cristianos se les ordena vencer la oposición; y, en realidad, todos los cristianos son
vencedores. Sin embargo, el poder político no viene primero; hay que resistir la tentación de apoderarse
de él prematuramente. La Iglesia debe tomar la iniciativa en la lucha contra las fuerzas del mal - debe
atacar, no sólo defenderse - y tendrá éxito.
La mayor parte del mundo es todavía pre-cristiano, no post-cristiano. Jesucristo vino a salvar al
mundo, y su ascensión y su resurrección garantizan el triunfo del evangelio. Cristo está destinado a
herir y conquistar a todas las naciones por medio de su Palabra. Su cruz, el árbol de la vida, sanará a
todas las naciones, como lo expresa simbólicamente la fiesta de los tabernáculos. La abrumadora
mayoría de los pueblos serán salvos, y hasta la caída de Israel a su debido tiempo resultará en su
conversión. La tendencia en la era del nuevo pacto es juicio para salvación.
La Biblia no enseña la salvación por obras, pero sí enseña la condenación por obras. Somos
justificados por fe solamente; pero la fe verdadera nunca está sola. La riqueza es un subproducto del
reino de Dios; perseguirla aparte de Cristo es idolatría. El cristianismo no nos exime del sufrimiento,
sino que nos capacita para superarlo. El sufrimiento no produce piedad; sólo la gracia de Dios lo hace.
Nuestros sufrimientos sirven dos propósitos: o nos prueban, o nos mejoran. Dios está más que
dispuesto a contestar nuestras oraciones; nuestro problema es que no oramos. Dios tiene sus secretos,
pero ha revelado lo que necesitamos saber para obedecerle.
Las lecciones de Apocalipsis
Dios y su mundo
La creencia en una "ley natural" autónoma es la forma moderna del bahaísmo. Nada en la
creación es autónomo; todas las cosas son personales y centradas en Dios. Dios gobierna su creación
directa y personalmente. El orden mismo de las constelaciones manifiesta la gloria de Dios. Dios es el
Rey de las naciones, y las usa para llevar a cabo sus propósitos; Él gobierna hasta los ejércitos paganos
de la tierra. Los juicios del mundo proceden, directa y personalmente, de su trono. Dios pone freno a la
maldad del hombre; sin este freno, no habría límite al odio y a la guerra. Dios aplica sus modelos de
justicia al mundo, requiriendo restitución múltiple.
El diablo no es su propio amo; en última instancia, es gobernado por Cristo. Cuando Dios
decida soltarle, Satanás causará la guerra final al fin de la historia, pero su última rebelión será
aplastada inmediatamente. Ambos lados, los justos y los impíos, madurarán hasta el mismo fin; a esto
se le llama conciencia epistemológica.
CHRISTUS VINCIT
CHRISTUS REGNAT
CHRISTUS IMPERAT
Apéndice A - El Simbolismo Levítico
Reimpreso de la obra de Philip Barrington, The Meaning of the Revelation [El significado de
Apocalipsis] (Londres: SPCK, 1931). No puedo recomendar todas las opiniones de Barrington - por
ejemplo, su ridícula "hipótesis documental", al estilo de JEDP, sobre la autoría de Apocalipsis, ni sus
puntos de vista sobre la supuesta evolución y fecha tardía del texto - pero creo que su contribución
general a nuestra comprensión del significado de San Juan es muy valiosa, y compensa con creces
sus deficiencias. En vez de dejar sentado mi desacuerdo cada vez que Barrington dice algo objetable,
me arriesgaré a esperar que el lector piense por su cuenta. [D. Chilton]
Me asombra haber encontrado tan pocas discusiones sobre el ritual del templo, no sólo en
relación con Apocalipsis, sino también en relación con el trasfondo palestino del Nuevo Testamento en
general. El reciente avance en este estudio se ha ocupado de la literatura escatológica y la enseñanza
oral de los rabinos; ha descuidado el templo, su sacerdocio, y el culto. Pero en el período del Nuevo
Testamento el sistema del templo era central; después de su destrucción, los rabinos organizaron un
nuevo judaísmo según los ilustrados rasgos farisaicos. Pero era una nueva religión, no la antigua. La
antigua religión murió en el año 70 d. C., y dio a luz dos hijos; el mayor era el judaísmo moderno sin
templo ni sacerdotes ni sacrificios; el menor era el cristianismo, que se enorgullecía de poseer a los tres.
Lo que enlaza a los hebreos con Apocalipsis es su insistencia sobre este hecho. El cristianismo
es el verdadero heredero de la antigua fe. A él han sido transferidos el sacerdocio y el sacrificio.
Cuando Juan se dispuso a la obra de publicar sus visiones veinte años después de la caída de
Jerusalén, una de sus principales tareas fue proporcionar un esquema o modelo para el culto cristiano.
No puede haber dudas de que Juan puso mano a esto consciente y deliberadamente; es más, tuvo éxito.
La "Anáfora", como se conoce en el este la plegaria de consagración de la eucaristía, sigue el modelo
que él trazó. El "canon" de la misa romana y la plegaria de consagración del Libro de Oraciones inglés
lo hacen, aunque menos fielmente.
Parece razonable suponer que su obra litúrgica no fue hecha al azar o en un espíritu de teoría.
Debe haber tenido alguna relación con la manera en que el culto cristiano tenía lugar en realidad en ese
tiempo; la analogía indica que, si la parte más antigua del libro reflejaba el culto de la antigua religión
que había fenecido, la parte más reciente reflejaría el de la nueva religión que había tomado su lugar.
Ahora bien, los capítulos iniciales 4 y 5, aunque pertenecen al período posterior de la inspiración de
Juan, sí parecen estar construidos sobre el fundamento de obra más anterior, en la cual parecen haberse
efectuado los siguientes cambios: (1) un trono toma el lugar de un altar, y (2) se añaden veinticuatro
ancianos sentados sobre tronos. (Véase Charles, ad. loc.) Pero estos cambios corresponden al cuadro de
la congregación cristiana del período indicado en los escritos de San Ignacio (véase a Rawlinson en
Foundations, sobre "Los orígenes del ministerio cristiano"). El trono de Dios representa el asiento del
obispo, y alrededor de él se agrupan los ancianos. Se ha escogido el número a causa de los veinticuatro
niveles en que se dividía el sacerdocio hebreo (y hasta los levitas y el pueblo); podemos comparar la
imagen del sumo sacerdote Simón en Eclesiástico I con su "guirnalda" de sacerdotes.
Por lo tanto, podemos sentirnos bastante confiados de que tenemos delante nuestro las
disposiciones reales de la liturgia cristiana, que a su vez dependía de sus orígenes hebreos.
En el texto, he discutido los paralelismos entre los cuatro seres vivientes, las siete lámparas, el
mar de vidrio, etc, y los querubines, el candelabro, y el lavacro del templo. En San Juan, todos ellos se
aplican de variados modos al culto universal de toda la creación. Este culto universal encuentra
expresión en el Sanctus (Santo, Santo, Santo), que también se usa en las plegarias matutinas de la
sinagoga, donde es asociado con el pensamiento de la creación; en Apocalipsis, la alabanza de Dios por
su creación es pronunciada por los ancianos, que se postran al sonido del Sanctus.
Luego, el Apocalipsis procede a mostrarnos al Cordero como había sido muerto para el
sacrificio; y las liturgias cristianas le siguen, narrando la vida y la muerte de Cristo, conduciendo así a
la consagración y a la ofrenda. Las palabras "de pie", que se aplican al Cordero, son una traducción de
la palabra "tamid", el nombre técnico para el cordero que era ofrecido cada mañana en el templo como
ofrenda encendida. Era la "ofrenda en pie".
Esto es seguido por la ofrenda de incienso, que representa la oración intercesora; y luego viene
un cántico nuevo. El cántico nuevo se mencionaba también en un himno usado en el templo después de
sacrificar el cordero y antes del incienso. Me referiré a él más adelante.
La liturgia termina con la alabanza a Dios y al Cordero, y el canto del Amén, que era
característico de la eucaristía en este punto. Todas las liturgias siguen este bosquejo, y es desde este
punto en adelante que varían. Las primeras dos partes del Te Deum siguen las mismas líneas de
construcción.
Ahora nos volvemos al capítulo 7, versículos 9 al 17, un corto pasaje que es también obra del
período más reciente, anticipando el fin del libro. Representa la adoración de los mártires en el cielo.
El pensamiento del martirio como sacrificio es tan antiguo como el período macabeo, y tiene tras de sí
a Isaías 53. El hombre que da su vida por Dios o por su país es al mismo tiempo sacerdote y víctima;
ofrece, pero a lo que ofrece es a sí mismo. En Apocalipsis, su sacerdocio depende del de Cristo.
En el capítulo 1, Cristo ha sido presentado como sacerdote y como rey. Lleva la larga túnica
blanca y el cinturón en el pecho; está de pie "en medio de" las siete lámparas; es decir, está en el
santuario donde está el candelero de los siete brazos, y vestido como sacerdote. Esta prenda sencilla de
lino la llevaba el sumo sacerdote el día de expiación. Al final de Apocalipsis, la misma figura sale del
santuario con la misma túnica manchada de sangre.
Los mártires también llevan túnicas blancas, que están conectadas con la de Cristo por la
afirmación de que son lavadas en la sangre del cordero; el mismo carácter mixto de sacerdote y víctima
pertenece tanto a los mártires como a su señor; pero sus muertes son elevadas al nivel de sacrificio por
la asociación con la muerte de él.
Los mártires ofrecían sus cuerpos, y más que sus cuerpos: sus vidas, su valor, su resistencia
paciente; este es el sacrificio vivo de Romanos 12, santo, agradable, vuestro racional culto. Dando a la
palabra cuerpo este amplio sentido, podemos muy bien concordar en que las túnicas blancas significan
todo lo que los mártires ofrecían a Dios, purificado ahora en la sangre del perfecto sacrificio.
Más adelante, las túnicas blancas son llamadas lino fino, que es material sacerdotal.
En el texto del libro, he comparado las palmas y el hosanna (salvación) con la entrada triunfal
de Jesús en Jerusalén, su salida hacia el sacrificio. Esto es sólo parte de una comparación más amplia.
Ambas están conectadas con el ritual de la Fiesta de los Tabernáculos, que ocurría en el tiempo de la
recolección, durante la vendimia y todas las otras cosechas. En este festival, los sacerdotes rodeaban el
altar batiendo palmas y cantando hosanna; aquí los sacerdotes-mártires están en el santuario batiendo
palmas y cantando hosanna alrededor del trono, que ha tomado el lugar del altar.
La idea de los tabernáculos es llevada más lejos, en la declaración de que Dios morará con ellos
[como en un tabernáculo]; ellos mismos han de ser su tabernáculo, o su morada.
Nos volvemos al final del libro, a la cuarta y última sección, que trata del culto cristiano. En
Rev. 21:3, se reanuda la última declaración. Por extraño que parezca, es una cita de Levítico, donde se
da a entender que el Dios santo habitará en medio de un pueblo santo. Aquí, la cita es ampliada para
significar que los hombres en general componen el santuario de Dios; su tabernáculo está con ellos. El
sustantivo y verbo "habitar en un tabernáculo" están conectados con el hebreo shekinah, la gloria
visible de Dios que se dice llenaba el tabernáculo en el desierto y llenó el templo cuando Salomón lo
consagró. Por lo tanto, Juan está anunciando que el antiguo santuario local ha desaparecido, y que de
ahora en adelante la Presencia está con los hombres en general, y que Dios se está haciendo visible en y
por medio de ellos.
Las piedras preciosas incorporadas en sus muros significan las almas elegidas en las cuales
mora Dios; siendo los doce fundamentos los apóstoles del cordero. El oro transparente y brillante de
sus calles significa que el tabernáculo de Dios está construido de los puros de corazón; este simbolismo
corresponde al de las túnicas blancas.
La luz alumbrará al mundo por medio de las vidas de las almas elegidas en las cuales mora
Dios. La comunidad de los electos está abierta de par en par; sus puertas nunca están cerradas. No hay
distinciones nacionales. Los reyes de la tierra le traen su gloria; una referencia a los sacrificios
ofrecidos por los emperadores romanos y otros en Jerusalén. El honor que le rindieron al santuario
vendrá a esto. Gratis para todos serán las aguas y los frutos del paraíso espiritual.
Este epílogo forma un cuadro de la iglesia católica, en cada uno de cuyos puntos es contrastada
con el antiguo templo judío, y aparece más glorioso porque cada parte de él está llena de la iluminación
de la Presencia que había estado confinada al Lugar Santísimo. Juan evita deliberadamente todos los
ornamentos del culto del templo - las túnicas blancas, los cinturones de oro, las arpas, el incienso, el
altar; todos han desaparecido. Nótese también su forma cuadrada, sus puertas, y sus aguas vivas, todas
las cuales son tomadas del templo de Ezequiel.
El sacrificio en el templo
Hemos recorrido las adiciones posteriores al poema de San Juan y visto cuán iluminador es
someterles a prueba desde el punto de vista litúrgico; ahora nos volvemos a las visiones anteriores que
son preservadas dentro de este andamiaje.
Los capítulos 1 a 5 son material nuevo que forma una introducción para este sistema más
antiguo; y sin duda, se han de encontrar en ellos elementos más antiguos. Ya he señalado cómo debe
verse el Sumo Sacerdote en la visión de Cristo en el capítulo 1, el santuario y sus ornamentos en el
capítulo 4, y el cordero inmolado en el capítulo 5.
Ahora permítaseme delinear el procedimiento del sacrificio diario en el templo; puede dividirse
como sigue:
Por necesidad, Juan debe comenzar con el cordero inmolado, pues desea incorporarlo al
esquema cristiano de culto que ha prefijado a sus anteriores series de visiones; el v. 6 es, por lo tanto, la
culminación del uno y la apertura del otro. Vio un cordero de pie como inmolado. Ya he señalado que
las palabras "de pie" son una traducción literal de Tamid, el nombre técnico del sacrificio matutino. Por
lo tanto, el versículo debería traducirse: "Vi el cordero del Tamid como inmolado". La expresión
recurre en el Rev.14:1.
(Los veinticuatro ancianos cantan un "cántico nuevo", que ahora tienen arpas e incienso como
sacerdotes; pero esto tiene que ver con el esquema cristiano, que se traslapa en este punto. El "cántico
nuevo" en el templo vino un poco más tarde; y Juan lo ha diferido hasta el Rev.14:3).
Saltándonos el episodio no litúrgico de los cuatro jinetes, llegamos a las almas bajo el altar
(Rev. 6:9). Inmediatamente después de que el cordero era inmolado, su sangre era rociada sobre el
altar; en el pensamiento hebreo, hay una fuerte conexión entre la sangre y el alma, y las almas descritas
aquí son las almas de los sacrificados. Ellos oran también pidiendo venganza de su sangre. Se piensa
que la sangre es vertida en el suelo; se considera que el alma/la sangre sube a Jehová. El mismo
pensamiento en definitiva subyace el sacrificio de sangre y la venganza de sangre. Vemos que ya las
muertes de los muertos inocentes están asociadas con la muerte del Cordero; quizás se consideran
purificados por su sangre, porque se les da una túnica blanca (véase más arriba).
Pasando sobre el sexto sello y el posterior pasaje litúrgico asociado con él, llegamos a las
trompetas y la ofrenda del incienso (Rev. 8:1). La ofrenda del incienso parece estar fuera de lugar, y por
el momento la dejaremos de lado, notando, sin embargo, la preocupación de Juan por un ceremonial
correcto y hermoso. Una de las bellezas del ceremonial es la acción simultánea diseñada para evitar
demoras mientras se hacían los preparativos.
La misma particularidad aparece en el caso de las siete fuentes (véase Rev. 15:1).
Regresemos al sacrificio del cordero. La señal para la inmolación del cordero era tres
trompetazos; estos tres trompetazos eran también una señal para que se abrieran las puertas del templo
y del santuario. Esto es lo que encontramos en Juan:
Por lo tanto, estamos justificados al arribar a la conclusión de Juan está siguiendo el ceremonial del
templo, si bien de un modo aproximado. La semejanza es más exacta cuando recordamos que el Dr.
Charles ha dado muy buenas razones para suponer que en Apocalipsis el número de trompetas era
también originalmente tres. El argumento del ceremonial convierte la hipótesis del Dr. Charles en
certeza. La serie de siete sellos y siete trompetas, como he observado en el texto, no es la clave de la
construcción de Apocalipsis, sino que lo oscurece; fue introducida para atar juntas las visiones que no
eran coherentes.
Al tratar con el Naos o santuario en el cielo, pisamos sobre terreno muy delicado. Dos cosas
parecen claras. Una es que la "Presencia" o gloria divina ha abandonado a Jerusalén, de manera que ya
no hay más Naos; la otra es que el Naos en el cielo es el número de creyentes electos en los cuales la
Presencia ha de morar de aquí en adelante. Es universal, está en los "cielos", abierta para todos. Creo
que las anteriores series de visiones habrían de terminar, o quizás terminaron, con el descenso de este
templo no hecho de manos. Creo que se encuentran dos rastros de él: la promesa de 3:12: Yo le haré
columna en el templo de mi Dios, y la declaración sobre los mártires triunfantes, Rev. 7:15: Le sirven
día y noche en su templo.
Este pensamiento del nuevo templo del cielo fue reemplazado por algo mejor, la visión de la
nueva ciudad que no tiene templo, y en la cual no hay ni día ni noche.
Ahora vemos por qué la muerte del cordero debía ocurrir primero. Fue la muerte de Cristo lo
que abrió el camino. Cuando venciste el poder de la muerte, abriste el reino de los cielos para todos los
creyentes. Comparando a Juan con el ritual del templo, tenemos:
¿Por qué, entonces, está la ofrenda de incienso puesta en el lugar equivocado? Sobre este punto
se pueden hacer una o dos sugerencias. La primera es un punto literario de alguna importancia. Juan
está siguiendo varios complicados sistemas en este libro, y el orden lógico de uno a veces tiene que
hacer lugar para otro. He mostrado cuán fielmente sigue el orden de Apocalipsis al libro de Ezequiel;
ahora este pasaje está basado en una visión de Ezequiel que viene en este punto. Si Juan permanece fiel
a Ezequiel, la visión del sellamiento debe seguir inmediatamente.
Además, había sólo un día en el año cuando la ofrenda del incienso ocurría más temprano; y
este día era el día de expiación, el único día en que el sumo sacerdote debía oficiar en persona.
Encontraremos otras razones para suponer que Juan tenía en mente el día de expiación. Ya hemos dado
una. El sumo sacerdote (Cristo) se nos ha mostrado en el capítulo 1 llevando las vestiduras blancas, y el
único día en que el sumo sacerdote se vestía de blanco era el día de expiación.
La ceremonia descrita por Juan parece estar basada en el ritual diario, pues es llevado a cabo por
un ángel, no por Cristo el sumo sacerdote; pero posiblemente no hay que insistir en esta necesidad,
pues el ángel simboliza todo el proceso de intercesión. La media hora de silencio que precedía a la
ofrenda del incienso corresponde al silencio y la postración que seguían en el sistema del templo.
Podemos observar que, en el ritual diario, al templo se entraba en este momento, y se limpiaba el altar
del incienso; el templo celestial no necesitaría esto. Por otra parte, cuando llegamos al punto en que la
ofrenda de incienso tenía lugar en el ritual diario, encontramos que Juan tiene un pasaje muy
interesante que corresponde a él.
Para resumir. En este punto, Juan deseaba simbolizar las oraciones de los muertos inocentes que
llegaban delante de Dios y eran contestadas. Por lo tanto, él mueve la ofrenda de incienso a este punto,
como en el día de expiación. Así preserva su paralelismo con Ezequiel.
Sigue un largo pasaje no litúrgico. A las tres trompetas se las hace simbolizar la voz de la
profecía en su denuncia del pecado. Alargadas a siete, recuerdan la caída de la ciudad de Jericó (Rev.
8:6 a Rev. 9:21).
Todo esto es concluido por la última trompeta y la apertura del templo celestial (Rev. 11:14-19).
El gran interludio es también no litúrgico. Narra la aparición del Libertador, su victoria sobre
Satanás, la persecución de sus seguidores en Jerusalén, y la aparición de la bestia (el sistema del dios-
emperador romano) que persigue a sus seguidores más allá de sus fronteras (Rev. 12 y 13).
2. La preparación del sacrificio.- Después de que el cordero era inmolado y su sangre había sido
rociada sobre el altar, todavía quedaba mucho por hacer. El cordero tenía que ser despellejado y cortado
en trozos; sus entrañas y sus patas eran lavadas en el lavacro; y se le ponía sobre la pendiente que
conducía al altar. Entonces los sacerdotes iban a orar a la sala de las piedras pulimentadas.
El capítulo 14 comienza con el cordero de pie sobre el monte de Sión, o más bien el cordero del
Tamid sobre el monte de Sión. Como el monte de Sión es el sitio del templo, no es necesario elaborar
sobre el aspecto sacrificial de este versículo.
Con él están los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron "sellados"; éstos tienen el nombre de su
padre escrito en sus frentes. Éstos son los mártires, que, junto con el cordero, forman el sacrificio.
También son sacerdotes. El sumo sacerdote llevaba en la frente una placa de oro, el petalón, con el
nombre sagrado de Jehová, Santidad a Jehová. En el versículo 4, son descritos como las "primicias", un
término definitivamente sacrificial; y en el versículo 5, se dice que son "sin mancha"; un material
perfecto para el sacrificio.
Después de los tres ayes, que no son litúrgicos, encontramos la venida de uno como hijo del
hombre en una nube blanca, seguido por la cosecha y la vendimia de la tierra. Éstas son de un tono
fuertemente litúrgico. Establezcámoslo litúrgicamente.
Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía
en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y
siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz
aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están
maduras.
Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de
la ira de Dios.
Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por
mil seiscientos estadios.
La forma y el tono litúrgicos de esta sección son obvios, e invitan a un estudio más detenido del
que pudimos darle en el texto del libro. Es un pasaje muy complicado.
1. Su referencia primaria es a Marcos Mk13:26, que habla: (a) del Hijo del Hombre que vieneen
las nubes, (b) de que envía a sus ángeles a reunir a los escogidos para su reino, y (c) del sol que se
oscurece, etc, con lo cual se quiere decir la caída de Jerusalén.
2. Tal como está el pasaje, el significado de una resurrección de los justos es imposible, aunque
puede haber querido decir eso en la primera recensión del poema. Tal como está, significa la separación
de los escogidos, y su huida de la condena de Jerusalén.
4. la forma litúrgica sugiere que puede estar basada en el ritual de la recolección de la cosecha.
Ahora bien, el corte de la primera gavilla era en sí mismo un ritual, conocido como primicias de los
primeros frutos. Ocurría el 15 de Nisán, el día de "gran solemnidad" de Jn 19:31, y como se hacía de
noche, era contemporáneo con la resurrección.
5. En su relato del templo y sus servicios, Lightfoot da un bosquejo del ritual de la gavilla.
"Los que el Sanedrín enviaba por ella salían en la tarde del día santo (el primer día de la semana
de la pascua); tomaban con ellos cestos y hoces, etc.; cuando estaba oscuro, uno les dcía a los demás:
'En este sábado, en este sábado, en este sábado; en este cesto, en este cesto, en este cesto. El rabino
Eliécer, hijo de Sadoc, dijo: Con esta hoz, con esta hoz, con esta hoz. Cada persona tres veces. Y le
contestaban: Bien, bien, bien; y él les indicaba que segaran".
A primera vista, esto quizás no sea un paralelo tan estrecho como uno habría deseado que fuera
el pasaje que estamos comentando; pero hay puntos de semejanza: (a) Había un diálogo que tenía lugar
al principio de la siega. (b) Menciona específicamente el tiempo: Este sábado = Ha llegado la hora. (c)
Menciona específicamente la hoz. (d) Al segador se le ordena hacer su trabajo; pero las palabras de esta
orden no se dan. Los dos diálogos son del mismo carácter, tienen el mismo propósito, involucran a
oradores similares, y tienen puntos de semejanza; no podríamos esperar mucho más.
(La palabra sábado exige una nota. Creo que tengo razón al decir que el 15 de Nisán, aunque no
es necesariamente un sábado, podría llamarse un sábado, porque en todo respecto era igual a un sábado
y se observaba de la misma manera. Se excusaba la violación del sábado utilizado para cortar la
primera gavilla).
6. Otro paralelo muy interesante lo proporciona la etapa que ahora hemos alcanzado en el
Tamid, o sacrificio diario. A los trozos del cordero se le añadían (a) la ofrenda alimenticia de harina
fina, y (b) la ofrenda diaria del sumo sacerdote, que consistía de pan y vino. Por supuesto, el Hijo de
Dios es el sumo sacerdote cristiano; la siega del trigo y la vendimia proporcionan algún paralelo con el
pan y el vino. La conexión, que parece más bien caprichosa, equivaldrá a una certeza si aceptamos la
relación propuesta en el texto del libro entre el corte de la viña de la tierra y el asesinato del sumo
sacerdote Ananías, pues esto proporciona un segundo punto de contacto con el pensamiento del sumo
sacerdote.
Para un poeta del tipo de Juan, la idea de la ofrenda de pan y vino del sumo sacerdote
demostraría ser base para un simbolismo rico y complejo. (a) Considerando la crucifixión, existe la
idea del sumo sacerdote Jesús ofreciéndose a sí mismo en el Calvario, y antitéticamente, la idea de que
su ofrenda era la obra de Caifás, el sumo sacerdote oficial; y enlazada con esto, la institución del
sacramento del pan y del vino la noche antes de la crucifixión. (b) Tomando el asesinato de Ananías
como punto de partida de la ruina de Jerusalén, existe la idea de un sumo sacerdote oficial que yace
muerto, sacrificado, como lo describe Josefo, en los atrios del templo mismo; una venganza de sangre.
7. La imagen del lagar aclara el simbolismo de la venganza de sangre, y sugiere en seguida a los
edomitas que asesinaron a Ananías.
Las palabras "fuera de la ciudad" son el eslabón con la crucifixión, y proporcionan un enlace
con la ofrenda por el pecado cuando era ofrecida por el sumo sacerdote o por la nación entera, como en
el caso especial del día de expiación; porque era entonces cuando el cuerpo de la víctima era llevado
fuera de la ciudad para ser quemado. (Nota: El día de la expiación sigue a la festividad de la
recolección).
Por lo tanto, los paralelismos en la segunda sección pueden resumirse como sigue:
Templo Juan
Preparación del cordero.
Trozos puestos sobre la pendiente del altar. El cordero del Tamid sobre el monte Sión.
Ofrenda de alimentos.
Ofrenda del sumo sacerdote. Aparición del Hijo del Hombre.
Pan. Siega.
Vino. Vendimia.
Los paralelos que aparecen con el Cordero en Juan pueden tal vez compararse con las
numerosas ofrendas voluntarias que acompañaban al Tamid.
3. Intervalo para oraciones, etc. - En este punto del ritual del templo, cuando todo estaba
preparado para el sacrificio, los sacerdotes se retiraban al salón de las piedras pulimentadas para ofrecer
oraciones, que incluían los Diez Mandamientos y el Shema. Entre ellos estaba "G'ullah", que incluye
los siguientes versos en la forma que todavía se usa entre los judíos:
Verdadero y firme es que tú eres Jehová: nuestro Dios y el Dios de nuestros padres.
Tu nombre es desde la eternidad: y no hay Dios aparte de tí.
Los que fueron liberados cantaron un nuevo cántico: cantad a su nombre a la orilla del mar.
Juntos alabaron y te aclamaron como rey: y dijeron: Jehová reinará, porque ha redimido a Israel.
No nos sorprende, por lo tanto, encontrar a Juan introduciendo en este punto el cántico de
Moisés, siervo de Dios y del Cordero. Es cantado por los mártires de pie al lado del mar de vidrio en el
cielo, que ahora aparece como mezclado con fuego, una clara referencia al Mar Rojo de la liberación
mosaica. El cántico de Juan se parece mucho al ceremonial del templo:
Un "cántico nuevo" también les ha sido dado a los veinticuatro ancianos sacerdotales que
dirigen el culto cristiano en el capítulo 5. Esto también sigue la revelación del cordero del Tamid como
inmolado (Rev.5:9). "Digno eres de tomar el libro ... porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has
redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes
y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra".
Es imposible decir cuánto de esta salmodia está basada en el ritual del templo, o cuánto de ella
ha influido en la liturgiología. ¿No es posible que el "verdadero y fiel" haya sugerido el "adecuado y
correcto"?
Una forma del Verdadero y Fiel se usa todavía en las oraciones matutinas de las sinagogas.
4. La ofrenda del incienso.- La siguiente sección del ritual diario del templo era la ofrenda del
incienso en el altar de oro dentro del Naos. Hemos observado que Juan ha puesto esta parte del
ceremonial más anteriormente; pero eso le ha permitido poner algo mucho más significativo aquí.
Notemos primero que él ha dispuesto el ritual de las siete copas exactamente como ha dispuesto
el ritual de las siete trompetas. Una comparación será suficiente para mostrar esto:
Se notará que, en el caso de las copas, a las cuales llegamos ahora, el ritual es más complicado,
como lo amerita la mayor importancia del acontecimiento. Por supuesto, ellas son la verdadera
respuesta a las oraciones ofrecidas con el incienso; las trompetas son advertencias.
El punto al que hemos llegado ahora era el más solemne en el ritual diario. El sacerdote con el
incienso entraba con cuatro ayudantes, que preparaban todo y luego se retiraban; el sacerdote
encargado del incienso, que ahora estaba solo en el Naos, arrojaba el incienso sobre los carbones, y el
Naos se llenaba de humo. Luego venía el silencio solemne de la intercesión, postrándose el pueblo y
los sacerdotes que estaban afuera. Este era el momento de las oraciones y de la respuesta a las
oraciones. Lucas hace un relato de él en el primer capítulo de su evangelio.
En Juan leemos que el Naos se llenaba del humo de la gloria de Dios y de su poder. Como en la
historia de la dedicación de Salomón, la Presencia "visible" de Dios aparece en el templo, las señales
externas que correspondían a la columna de humo de día y la columna de fuego de noche en el templo.
Tanto la gloria como el poder son palabras que no significan nada más en el hebreo rabínico excepto
Dios mismo en su gloria y su poder. Después del incienso y las trompetas en el capítulo 8, leemos que
el naos apareció en el cielo con el arca, que era la señal externa del pacto de Dios; ahora el naos se
llenaba con la shekinah.
Del mismo modo que en el caso anterior vimos algún paralelismo con el ceremonial del día de
expiación, lo mismo se encuentra aquí: Nadie podía entrar en el Naos hasta que las siete plagas de los
siete ángeles estuviesen concluidas. En el día de expiación, una vez que el sumo sacerdote había
entrado al Naos, nadie podía entrar en él hasta que hubiese terminado su obra. Pero en las ceremonias
de Juan todavía no hay señal del sumo sacerdote. Todo se le confía a los ángeles; y el esplendor de su
venida se tarda.
El derramamiento de sangre
Ahora llegamos a otro punto en el cual Juan abandona el orden del Tamid, que en este punto no
tiene derramamiento de sangre; se ha hecho al comienzo. Hay varias razones para esto.
Juan va a tener dos derramamientos de sangre, porque está usando el simbolismo de la venganza
de sangre; se ha derramado sangre, y más sangre debe vengarla.
Era en este punto en el día de expiación que el sumo sacerdote salía, después de purificar el
naos y el Lugar Santísimo, para rociar la sangre sobre los cuernos del altar y purificarlo, siguiendo la
costumbre de todas las ofrendas por el pecado.
La ofrenda del día de expiación era una versión especial de la ofrenda por el pecado, una
ofrenda por el pecado por el sumo sacerdote y la nación entera; en tales casos se daban instrucciones
para que los despojos se llevaran y se quemaran "fuera del campamento" - es decir, en tiempos
históricos, "fuera de la ciudad". He señalado cómo nuestro autor y el autor de la Epístola a los Hebreos
han destacado la semejanza entre esta costumbre y la crucifixión de nuestro Señor "fuera de la ciudad".
En la ofrenda por el pecado, todo el resto de la sangre era derramado al pie del altar; y esta
ceremonia ha proporcionado la base para lo que sigue en Apocalipsis. En el día de expiación, el sumo
sacerdote entraba al Lugar Santo y rociaba sangre siete veces hacia el velo; luego salía con la
reconciliación y la expiación para el pueblo. Nada de esto ocurre en Apocalipsis, porque no hay
reconciliación. No aparece ningún sumo sacerdote. Sólo una "gran voz" desde dentro del Naos dirige a
los siete ángeles para que derramen sus copas, y los siete ángeles en "piedra blanca" y cinturones de oro
salen con las siete libaciones para vertirlas sobre la tierra. Debe suponerse que, en el pensamiento de
Juan, la tierra que se ha empapado en la sangre de Jesús y de sus mártires es un gran altar de ofrendas
quemadas y de sangre.
Es una reversión de todos los valores y expectativas. No hay expiación, ni reconciliación; lo que
debe seguir es rechazo, retribución, y destrucción.
El simbolismo de la venganza de sangre se repite durante las siete copas. Bajo la segunda, el
mar se convierte en algo como la sangre de un cadáver. Bajo la tercera, los ríos se convierten en sangre,
y siguen un versículo y una respuesta:
Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo,
porque has juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas,
también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. También oí a otro, que desde el altar decía:
Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
En el texto del libro, he señalado que altar aquí significa los mártires, o su sangre derramada
sobre la tierra.
Cuando la séptima copa es derramada en el aire, salió una gran voz del Naos y del trono,
diciendo, CONSUMADO ES ... y Babilonia la grande fue recordada delante de Dios para darle a beber
de la copa del vino de su ira. Aquí también el tono litúrgico no puede ser pasado por alto. "Recordado
delante de Dios" es una frase devocional; y volveremos a la copa.
5. Las ofrendas quemadas. - La siguiente etapa en el ritual diario era quemar todas las ofrendas,
excepto las libaciones, que eran vertidas al pie del altar.
Sus antiguos amantes han de dejarla desolada y desnuda, y devorarán su carne, y la quemarán
con fuego, y la única excusa para este horrible simbolismo es que se ha tomado de la ofrenda por el
pecado.
Un versículo de ironía maestra se encuentra en Rev. 18:5: Sus pecados han llegado hasta el
cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. En hebreo, hattah significa tanto pecado como ofrenda
por el pecado; no es sino hasta la última palabra del renglón, cuando leemos la palabra maldades, que
se hace evidente su significado: pecados.
Babilonia, la falsamente sacerdotal, es ella misma la ofrenda encendida. Es otra reversión de las
expectativas. En el fuego será quemada, cuando vean el humo de su incendio; y finalmente, cuando
suba el grito de triunfo, Aleluya; porque su humo sube por siempre y siempre. Ella se convierte en una
ofrenda encendida continua. (Comp. Lev. 6:13).
Ni es ése el fin. Falta una ceremonia. La copa de vino del sumo sacerdote, la libación, debe ser
vertida. Esto tampoco ha sido olvidado, sino que ha sido convertido en una comunión. Dadle a beber de
la copa del vino de su ira porque ella está ebria con la sangre de los mártires de Jesús. Dadle a ella
como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras. Así termina la venganza de sangre. En ella se
halló la sangre de los profetas y de los santos y de todos los fueron muertos como sacrificio sobre la
tierra (Rev. 18 y 19).
6. Los Salmos.- Después de que la libación fue vertida, vinieron los salmos; hubo un grito; hubo
trompetazos; hubo postración y silencio; por primera vez, hubo música instrumental. Todo esto está
reflejado en el coro del Aleluya que se eleva después de la caída de Babilonia. No es necesario que el
detalle de él nos detenga aquí, a no ser porque los aleluyas recuerdan los últimos salmos del libro; y
que cada coro comienza con Aleluya, aunque en un caso ha sido traducido en "Alabanza a nuestro
Dios" (Rev. 19:1-10).
7. La fiesta por el sacrificio.- Después de las ofrendas por el pecado, el sacerdote comía parte
del sacrificio. Dos fiestas siguen a la salmodia aquí, una para los amigos de Dios, y una para sus
enemigos. La primera es la fiesta de bodas del cordero, con su obvia referencia a la eucaristía (Rev.
19:9) . La otra es la invitación a las aves del cielo para saciarse de la carne de los que caen en las
guerras del Mesías (Rev. 19:17).
La parte hebrea del libro tiene dos puntos litúrgicos adicionales antes de terminar: (1) La salida
del gran Sumo Sacerdote (Rev. 19:11), en el cual el simbolismo litúrgico ya ha desaparecido; él sale del
cielo, no del Naos. El Naos en el cielo parece desvanecerse con el templo terrenal. He discutido el
simbolismo de este pasaje; pero vale la pena notar nuevamente el lino fino y las vestiduras sacerdotales
salpicadas de sangre. Un detalle es el nombre escrito sobre el muslo; en el texto he dado una
explicación, que creo que es el central. Pero vale la pena notar que el muslo lleva aparejada la santidad
sacerdotal; era parte de la ofrenda por el pecado que le tocaba al sacerdote. He visto dibujos judíos
medievales con una letra grabada sobre el muslo. Pero no conozco la explicación. (2) El Nuevo Naos
(Rev. 2:13). Aquí también ha desaparecido el simbolismo litúrgico, aunque la descripción del nuevo
orden que reemplaza a la antigua Jerusalén está tomada de Levítico: "He aquí el tabernáculo de Dios
está con los hombres, y morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Él será su Dios".
Se usa la palabra tabernáculo, pero hay sólo un fantasma del antiguo simbolismo sacerdotal. El
nuevo santuario es universal, humano, católico, no nacional, ni local. Continúa describiéndolo más
plenamente en el capítulo 22; pero eso pertenece a la última parte del libro, que trata del culto cristiano.
He tratado con bastante abundancia en este apéndice con el antecedente litúrgico del libro,
porque parece haber sido descuidado y sin embargo parece ser muy importante. Arroja gran luz sobre el
tono y los motivos del libro. Refuerza el punto de vista de que Babilonia es la Jerusalén sacerdotal.
Puede que arroje alguna luz sobre el desarrollo del culto cristiano, y hasta sobre el culto en el templo.
No puedo pretender haber hecho más que abrir trocha a través del denso bosque de oscuridades;
y lo que he revelado, no profeso entenderlo. Hasta que conozcamos lo que sentía un judío cuando veía
la sangre siendo rociada sobre el altar, o el fuego consumiendo el cordero del Tamid, difícilmente
podemos esperar entrar en las complejidades de la poesía litúrgica de Juan.
A. EL SACRIFICIO HEBREO
Nota: Este cuadro muestra cómo la estructura de la parte antigua de Apocalipsis sigue los
acontecimientos del sacrificio diario, con las variantes sugeridas por el ritual del Día de Expiación.
B. CULTO CRISTIANO
Uno de los aspectos más grotescos de la sociología del moderno protestantismo norteamericano
es el fenómeno del sionismo cristiano. Aunque relacionado con la teología del dispensacionalismo, el
sionismo cristiano es realmente algo completamente diferente teológicamente. El propósito de este
ensayo es explorar este movimiento, y en particular señalar su base teórica, que es gravemente herética.
Para facilitar la discusión, interactuaremos con las creencias expresas de un sionista cristiano, Jerry
Falwell. Cerramos con un breve nota sobre el judaísmo mesiánico.
El sionismo
Con este apoyo, los guerrilleros sionistas tuvieron éxito en hacer estragos en Palestina a finales
de la década de 1940, y finalmente ocuparon ese territorio. El resultado fue que el pueblo que
históricamente había habitado allí fue privado de la ciudadanía. Los musulmanes palestinos fueron
formalmente privados de la ciudadanía, y los judíos palestinos fueron efectivamente privados de la
ciudadanía, como resultado de haber sido inundados por un número mucho mayor de judíos europeos
que emigraron al nuevo Estado de Israel.
Es importante tener en cuenta que los judíos más conservadores eran anti-sionistas, los cuales
creían que Palestina no debía convertirse en territorio judío sino hasta la llegada del Mesías. (Este
punto de vista fue dramatizado en el reciente y edificante film The Chosen [Los escogidos]). Gran parte
de las más severas críticas contra el movimiento sionista político procedió de los judíos anti-sionistas,
siendo el más notable Alfred M. Lilienthal.2
En la derecha abunda la crítica espuria contra el sionismo. Yo no deseo ser asociado con estos
críticos, así que desde el comienzo quiero examinarlos antes de ocuparme de la herejía del sionismo
cristiano. Antes que todo, hemos oído decir a algunas fuentes derechistas que es un mito que 6.000.000
de judíos hayan sido masacrados por los nacionalsocialistas. Se arguye que no había tantos judíos en
Europa, que sería logísticamente imposible deshacerse de tanta gente, dados el tiempo y las
instalaciones que los nazis tenían, y así sucesivamente. Esto puede ser cierto; no tengo absolutamente
ninguna manera de saberlo. Sin embargo, el argumento parece ser que prácticamente ningún judío fue
masacrado por los nazis, y esto es una tontería. Aunque el número sea de 600.000 en vez de seis
millones, el suceso es todavía un horror moral de asombrosa magnitud. Aunque un solo hombre fuera
muerto simplemente por ser judío, esto sería un horror moral. Y no puede haber ninguna duda de que
muchos, muchos judíos fueron masacrados.
Por supuesto, en algunos círculos judíos se ha construido una teología blasfema sobre esto, la
idea de que las persecuciones nazis cumplen la profecía de Isaías 53, y que los judíos sufrieron por los
pecados del mundo. Como cristianos, sólo podemos abominar de tal concepto, y debemos llamarlo por
lo que es: una mentira satánica. Con todo, no es necesario negar el suceso mismo para argüir contra una
malvada construcción teológica aplicada al suceso.
Más común, quizás, es la afirmación de que la mayoría de los judíos modernos no son judíos en
absoluto: Son khazars.3 La raza khazari parece hallarse entre los judíos ashkenazik de Europa oriental.
Por supuesto, esta clase de afirmaciones puede debatirse. El verdadero problema en la discusión es la
idea de que ser judío es un fenómeno de sangre o racial. No lo es.
Hablando bíblicamente, un judío es alguien que ha entrado al pacto, junto con el pueblo judío,
por medio de la circuncisión, para bien o para mal. Cuando a Abraham se le ordenó circuncidarse, se le
dijo que circuncidara toda su casa, incluyendo a sus 318 hombres de armas y a sus otros sirvientes
domésticos (Gen. 14:14; 17:10-14). Los competentes eruditos imaginan que la casa del Sheik Abraham
probablemente incluía por lo menos 3000 personas. Estos siervos se multiplicaron con el correr de los
años, y Jacob los heredó a todos (Gen. 27:37). Aunque sólo 70 personas salidas de los lomos de Jacob
bajaron a Egipto, tantos siervos bajaron también que a todos ellos hubo que darles el territorio entero de
Gosén para que vivieran.
Todas estas personas eran judías, pero sólo una pequeña fracción tenía realmente algo de la
sangre de Abraham. Más adelante, vemos a mucha otra gente uniéndose a los judíos; en realidad, las
listas de los hombres de David incluyen a muchos extranjeros, de los cuales Urías el heteo no es sino el
más conocido. Lo que esto demuestra es que el pacto, no la raza, ha sido siempre la marca que define a
un judío (como también sucede con un cristiano). Por supuesto, se mantenían registros genealógicos de
la familia inmediata, puesto que el Mesías tenía que ser del linaje real de Abraham, y más tarde del de
David; pero esto no podía aplicarse más que a una fracción del número total de personas.
Por eso, los judíos son los que afirman serlo, los que están en el pacto junto con los judíos. Los
khazari se convirtieron al judaísmo en la Edad Media, y son judíos, a pesar de las tonterías que digan
los derechistas británico-israelíes.4 (Por supuesto, los modernos sionistas no entienden este principio
religioso más de lo que lo entienden sus críticos británico-israelíes. Ambos conciben todo en términos
de sangre y raza).
Así que, entonces, ¿es espurio criticar al sionismo sobre la base de que "los judíos no sufrieron
en realidad durante la Segunda Guerra Mundial", o que "¿Quién sabe quiénes son los verdaderos
judíos?" Es bastante obvio quiénes son los judíos, y como siempre, ellos son una fuerza con la cual hay
que contar.
En realidad, nada de esto nos atañe directamente a nosotros como cristianos. Como cristianos,
vemos tanto a judíos como a musulmanes como grupos que han rechazado a Cristo como el Mesías, y
se han opuesto a la fe verdadera. Si quieren convertirse, nos regocijamos. Si quieren matarse entre sí,
entonces qué lástima, pero que se maten - no hay nada que nosotros podamos hacer.
Pero entonces, eso nos trae al punto en discusión: ¿Se supone que cristianos creyentes en la
Biblia apoyen un estado judío por razones teológicas? Tal es lo que afirman Jerry Falwell, y la herejía
del sionismo cristiano. Examinemos esta doctrina.
Dispensacionalismo ortodoxo
versus sionismo cristiano
Algún día, pronto (¡siempre es pronto!), Cristo regresará a la tierra invisiblemente y arrebatará a
toda la iglesia, los cristianos (a esto se le llama el "rapto" de los santos). En ese punto, Dios volverá a
tratar con Israel. Habrá un período de siete años llamado "la tribulación", y durante ese período, los
judíos apóstatas formarán una alianza contra Dios en unión de la bestia, pero Dios comenzará a
convertir a los judíos, y a su tiempo la bestia se revolverá y comenzará a perseguir a estos judíos
convertidos. Justo cuando las cosas parecen desesperadas, Cristo regresará e inaugurará el milenio.
Hay que notar otro punto: No hay absolutamente ninguna señal de que el rapto de la iglesia esté
cercano. Vendrá "como ladrón en la noche".
Ahora, todo este esquema, aunque popular en años recientes, no tiene raíces en la interpretación
cristiana histórica de las Escrituras, y en la actualidad se está derrumbando bajo el peso de la crítica de
eruditos creyentes en la Biblia y de una persuasión más históricamente ortodoxa. Con todo, hay varias
cosas que deben notarse.
Segunda, el dispensacionalismo enseña que los judíos de hoy, y hasta durante el período de la
tribulación, son apóstatas, y esto ciertamente da a entender que están bajo la ira y el juicio de Dios. Los
cristianos deberían ministrarles, y tratar de convertirlos, y mostrarles toda suerte de bondades como a
seres humanos; pero los cristianos deberían entender que, durante la Era de la Iglesia, los judíos no son
el pueblo de Dios. Más bien, la Iglesia es el pueblo de Dios hoy día.
Tercera, al enseñar que los israelitas fueron "hechos a un lado" durante la Era de la Iglesia, el
dispensacionalismo da a entender claramente que las promesas hechas a Israel también fueron "hechas
a un lado" durante ese período. La promesa del territorio, y la promesa: "a los que te bendijeren,
bendeciré", han sido hechas a un lado, hasta que volvamos a entrar a la "era profética". En
consecuencia, los judíos no tienen ningún derecho al territorio durante la Era de la Iglesia, y tampoco
hay ninguna bendición particular para los gentiles que traten a los judíos con especial favor.
Cuarta, los teólogos dispensacionalistas son sumamente estrictos sobre el punto de que la
Iglesia es un "nuevo pueblo", compuesto como un sólo cuerpo en Cristo, tanto de judíos como de
gentiles. Durante la era de la Iglesia, la distinción entre estos dos no debe sentirse en la Iglesia. De este
modo, la teología dispensacional, por implicación, se opone a la clase de punto de vista expresado en
muchos grupos de "judíos mesiánicos".
Mi descripción del dispensacionalismo puede parecer más bien extraña, porque ésta no es la
enseñanza de Hal Lindsey, del moderno Seminario Teológico de Dallas, o de otros modernos
dispensacionalistas. Yo llamo a esta gente "pop-dispies", para abreviar. En contraste con el sistema
dispensacional, esta gente sostiene que Dios actualmente tiene dos pueblos en la tierra: la Iglesia e
Israel. El sistema dispensacional consistente enseña que no hay ninguna profecía cuyo cumplimiento
tenga lugar durante la Era de la Iglesia, porque la Iglesia existe fuera del tiempo profético, pero los
modernos pop-dispies enseñan que el re-establecimiento de la nación de Israel en 1948 era el
cumplimiento de la profecía.
El dispensacionalismo consistente enseña que Dios está tratando con su pueblo "celestial" hoy
día (la Iglesia), y que, durante la era de la Iglesia, Dios ha "hecho a un lado" a su pueblo "terrenal"
apóstata (Israel). Por el contrario, los pop-dispies sostienen que, aunque apóstata, Israel todavía debe
ser considerado como bajo la bendición actual de Dios. Sostienen el concepto herético de que los judíos
no necesitan arrepentirse para obtener las bendiciones del pacto de Dios. Sostienen el concepto no
bíblico de que el judaísmo apóstata no está hoy bajo la ira de Dios.
Me gustaría presentar algunas citas de su libro y hacer algunos comentarios apropiados. Sin
embargo, el libro dice: "Ninguna parte de este libro puede ser reproducida en manera alguna sin previo
consentimiento escrito de los editores", algo como que limita mi estilo. Usted tendrá que creerme
cuando resumo los comentarios de Falwell. Siempre puede acudir a su biblioteca local y leer el libro
usted mismo.
En la página 13, se le pregunta a Falwell si él considera la destrucción de Jerusalén en el año 70
d. C. como una señal de que Dios había rechazado a Israel. Falwell contesta diciendo que él
ciertamente no cree que un Dios "vengativo" trajo el ejército romano a Jerusalén para que destruyera a
los judíos. Falwell atribuye el acontecimiento más bien al anti-semitismo.
Ahora escuchemos lo que la Biblia dice sobre esto. No necesitamos citar por completo a
Levítico 26 y Deuteronomio 28. Léalos con calma y pregúntese: ¿Vemos aquí a un Dios airado,
"vengativo", que amenaza traer horrores sobre Israel si apostata? Lea también Salmos 69:21 y
pregúntese a quién se refiere; luego siga leyendo hasta el final del salmo, recordando que los romanos
rodearon a Jerusalén en el tiempo de la Pascua. Nótese que Salmos 69:25 habla de la "desolación" de
Jerusalén, y considere esto en relación con el pronunciamiento de Jesús sobre la desolación de
Jerusalén en Mateo 23:38. Falwell está completamente en desacuerdo con la Escritura en este punto.
En la página 25, Falwell dice que él cree que el anti-semitismo está inspirado exclusivamente
por Satanás, como parte de su oposición a Dios. Contra esto, léanse los capítulos 1 y 2 de Job. Aquí
encontramos que a Satanás nunca se le permite hacer nada sin permiso de Dios. Además, encontramos
en el resto de la Biblia que Dios con frecuencia suscita enemigos como látigos contra su pueblo para
castigarles. Léase el libro de Jueces. Léanse Reyes y Crónicas sobre Asiria y Babilonia. Léase
Habacuc. Este no es algún punto de menor importancia escondido en algún pasaje oscuro. Más bien,
esta verdad se encuentra por todas partes en la Escritura.
Es cierto que los sentimientos anti-judíos no son parte del mensaje cristiano, y que los cristianos
deberían ser tan considerados hacia los judíos como lo son hacia todos los otros seres humanos. Sin
embargo, también es cierto que es Dios quien excita a los babilonios y a los asirios. Hasta que los
judíos se arrepientan y se conviertan (como Romanos 11 promete que lo harán algún día), continuarán
siendo enemigos de Dios, y Dios no incita a los paganos contra ellos. El anti-judaísmo ha sido parte del
humanismo secular desde los tiempos de Federico II, durante el Renacimiento, y hasta nuestros días. La
Iglesia cristiana protegió a los judíos durante la Edad Media, y ha continuado haciéndolo.6
En la página 55, Falwell dice que los judíos y los cristianos pueden diferir en cuanto a algunos
puntos, pero tienen una herencia común en el Antiguo Testamento. ¿Estaría Falwell dispuesto a decir lo
mismo a un musulmán? En todo caso, la afirmación es incorrecta. El judaísmo mira hacia el Talmud,
no hacia la Biblia, como su ley. Creer que los cristianos pueden apelar al Antiguo Testamento como
fundamento común revela una extrema ignorancia del judaísmo, medieval o moderno. El judaísmo
nunca se aproxima a la Biblia, excepto por medio del Talmud.
La Biblia nos enseña que, cuando Adán y Eva se rebelaron, perdieron el derecho al Edén, y
Dios les expulsó. Dios usó el mismo principio con Israel, dándoles la tierra, pero advirtiéndoles una y
otra vez que, si se rebelaban, serían expulsados. Escapa a mi comprensión entender cómo puede
Falwell leer las Escrituras del Antiguo Testamento y dejar de ver esto. Los modernos judíos apóstatas
no tienen absolutamente ningún derecho teológico, y por lo tanto, ningún derecho histórico ni legal, al
territorio de Palestina.
La iglesia de todas las épocas siempre ha enseñado que, en el Nuevo Testamento, el equivalente
de "tierra" es el mundo entero, en Cristo, y finalmente la tierra nueva. Al pueblo de Dios, a los que
confiesan a Cristo, se les da la tierra entera en principio, y gradualmente la dominarán con el correr del
tiempo. ¡Aunque el dispensacionalismo tuviera razón al afirmar que algún día el territorio palestino se
les devolverá a los judíos, todavía tendríamos que decir que primero tienen que convertirse a Cristo!
En la página 68, Falwell dice que hay una cosa en el moderno Israel que le preocupa. Y es que
los cristianos no tienen libertad para predicar el evangelio. En otras palabras, ¡Falwell es consciente de
que los cristianos están siendo perseguidos en Israel hoy en día, pero todavía apoya a Israel! Si esto no
es una traición a la fe, ¿entonces qué es?
Finalmente, en la página 145, Falwell es interrogado sobre el aborto, pues los judíos modernos
abogan por el aborto. Simon le pregunta si la pena de muerte debería o no debería ser aplicada contra
una mujer que ha tenido un aborto, y contra su médico. Falwell contesta que nunca había pensado en
esto antes, y que él cree que cualquier acción contra la mujer estaría equivocada.
Bien, aquí lo vemos. Simon sabe cuáles son realmente los puntos en disputa, pero el Rev.
Falwell está tan confundido, perplejo, y ciego, que no puede verlos. ¡Obviamente, si el aborto es
asesinato, entonces tenemos que abogar por la pena de muerte para él! Por supuesto, Falwell suena aquí
como la mayoría del resto de los del moderno movimiento anti-aborto: Ni siquiera han pensado en
algunos de los puntos de disputa más básicos y elementales. "El aborto es asesinato", exclaman.
"Restablézcase la pena de muerte por asesinato", dice la mayoría moral (el grupo político de Falwell).
Cualquiera con un cuociente de inteligencia de más de 25 puede calcular las implicaciones de estas dos
afirmaciones, pero aparentemente Falwell nunca pensó en esto antes. ¡Vivimos en tiempos tristes,
cuando un novato así es el portavoz de la nueva derecha cristiana!
El sionismo cristiano es una blasfemia. Una herejía. A los cristianos no les va absolutamente
nada teológicamente en el moderno estado de Israel. Israel es una nación anti-Dios y anti-Cristo. Hasta
que se arrepienta y diga "bendito el que viene en el nombre del Señor", continuará estando bajo la ira
de Dios. El moderno estado de Israel permite la persecución de cristianos y de misioneros cristianos.
Debemos orar para que Dios cambie los corazones de los judíos, como los de todos los otros paganos,
para que reciban a Cristo. Pero sostener a los enemigos del evangelio no es el distintivo de un ministro
del evangelio, sino de un anticristo.
He sido bastante duro con Jerry. Alguien tiene que serlo. Esta clase de cosas es inexcusable, y
hay que arrepentirse de ella. Hace un par de años, escribí un ensayo defendiendo a Falwell de un crítico
bastante liberal.7 Lo que he dicho aquí no cambia lo que escribí entonces, porque el crítico de Falwell
estaba errado; pero, desde entonces, ciertamente he adoptado una posición más sombría sobre Falwell.
Su trompeta está dando un sonido incierto. Tiene que limpiarla.
El judaísmo mesiánico
En años recientes, gran número de jóvenes judíos se han vuelto a Cristo Jesús como su Señor y
Salvador. Muchos de estos jóvenes han formado "sinagogas mesiánicas", y han articulado aquí y allá
varias teologías de "judaísmo mesiánico". Para muchos, el judaísmo mesiánico es simplemente una
manera de preservar algunas tradiciones culturales judías al mismo tiempo que se convierten en
cristianos, y no hay nada de malo en esto. Es correcto que cristianos de varias tribus y lenguas den
expresión a su fe en varias formas culturales.
Desafortunadamente, según algunos, el judaísmo mesiánico es visto como una alternativa del
cristianismo histórico. Esto se debe a la influencia del pop-dispismo. Después de todo, si el milenio
está a la vuelta de la esquina, y la cultura judía será imperialmente triunfante durante el milenio,
entonces, aún hoy día, las prácticas judías anticipan esa superioridad. En realidad, algunos judíos
mesiánicos aparentemente creen que pueden reclamar ilimitado apoyo financiero de los cristianos
gentiles, a causa de su preeminencia.8
Gran parte de lo que he escrito en relación con el sionismo cristiano se aplica a este grupo de
judíos mesiánicos. Sin embargo, me gustaría llamar la atención a otra faceta del asunto. Estos judíos
mesiánicos creen, erróneamente, que el cristianismo gentil (la iglesia histórica) se apartó de las formas
bíblicas en los primeros días de la iglesia. Consideran su misión restaurar estas costumbres, que ellos
creen que han preservado.
De hecho, esto es completamente falso. Cualquiera que haya visto una presentación de "Cristo
en la Pascua" queda asombrado del número de ritos no bíblicos que se discuten y se exhiben (el uso de
huevos, el pan partido en tres trozos y oculto en una tela, etc.) Estas costumbres surgieron después del
nacimiento de la iglesia, y no conservan en absoluto el ritual del Antiguo Testamento. Además, tratar de
superponer una interpretación cristiana sobre los varios rasgos de estos rituales es de lo más
desorientador y artificial. Ingeniosas como son estas presentaciones, son flagrantemente
descaminadoras.
Como una cuestión de hecho, las principales características del culto del templo y la sinagoga
fueron introducidas directamente en la iglesia, al consentir ella a los nuevos enemigos de Dios: los
judíos apóstatas. El período de este consentimiento fue entre el año 30 d. C. y el año 70 d. C. Una vez
que la iglesia hubo completado la integración de los despojos del Antiguo Pacto a su cuerpo nuevo y
transfigurado, Dios destruyó completamente lo que quedaba del Antiguo Pacto. Los modernos rituales
judíos y la moderna música deben mucho más a la herencia racial/cultural de los pueblos de Europa
oriental que al Antiguo Pacto.9
Por esta razón, aunque no hay nada malo con que los judíos convertidos mantengan una
continuidad cultural con su pasado, no hay fundamento para suponer que los judíos post-cristianos han
preservado las formas musicales y litúrgicas de la Biblia. Esas formas fueron preservadas en la iglesia,
y sólo en ella. Los judíos que deseen recuperar su herencia harían bien en estudiar la iglesia primitiva,
no las tradiciones de las culturas europeas orientales.
"Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole. Porque Jehová tu
Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y
montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual
no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás
cobre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no
olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no
suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata
y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu
Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y
espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca
del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y
probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta
riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su
pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de
dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como
las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de
Jehová vuestro Dios". Deut. 8:6-20.
"Porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley perecerán; y
todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante
Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por
naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita
en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en
que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio". Rom. 2:11-16.
Notas:
Reimpreso de la obra de James B. Jordan, The Sociology of the Church (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1986).
1. Sobre el aspecto anterior, véase de Ronald Sanders, The High Walls of Jerusalem: A History of the Balfour
Declaration and the Birth of the British Mandate for Palestine (New York: Holt, Rinehart, & Winston, 1984).
2. Lilienthal es el autor de varios libros sobre este tema. Su obra máxima es The Zionist Connection (New York:
Dodd, Mead, & Co., 1978).
3. Sobre los khazars, véase de Arthur Koestlee, The Thirteenth Tribe (New York: Random House, 1976).
4. El británico-israelismo asegura que los del pueblo anglosajón son los verdaderos judíos, y por tanto, heredan las
promesas del pacto por medio de la raza solamente. Esta idea extraña y estúpida es promovida por el culto de
Armstrong, pero también aparece en círculos cristianos de la derecha. Para un minucioso análisis y una refutación de
este punto de vista, véase, de Louis F. DeBoer, The New Phariseeism (Columbus, N. J.; The American Predsbyterian
Press, 1978).
5. Middle Village, NY: Jonathan David Publishers, Inc., 1984.
6. Sobre la protección de los judíos por parte de la iglesia, véase de Harold J. Berman (siendo él mismo judío), Law
and Revolution: The Formation of the Western Legal Tradition (Cambridge: Harvard U. Press, 1983), pp. 90, 222.
7. Véase mi ensayo, "The Moral Majority: An Anabaptist Critique", en el libro de James B. Jordan, ed. The Failure of
the American Baptist Culture, Christianity and Civilization No. 1 (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1982).
8. Véase de Gary North, "Some Problems with 'Messianic Judaism,'", en Biblical Economics Today 7:3 (Apr./May,
1984).
9. Louis Bouyer ha mostrado con considerable detalle que la oración eucarística de la iglesia primitiva era una
modificación de las oraciones de la sinagoga y del templo. Véase de Bouyer, Eucharist (Notre Dame: U. of Notre
Dame Press, 1968). De manera similar, Eric Werner ha mostrado que el canto llano de la iglesia cristiana preserva el
estilo de música conocida entre los judíos del período del Antiguo Testamento. Véase de Werner, The Sacred Bridge
(Columbia U. Press, 1959; la edición en rústica por Shocken sólo reproduce la primera mitad de este importante
estudio).
Prologo
Gordon J. Wenham
The College of St. Paul and St. Mary
Cheltenham, Inglaterra
Los lectores del libro de Apocalipsis quedan o hipnotizados o desorientados por él. Los
hipnotizados salen con interpretaciones tan sorprendentes que los desorientados a menudo llegan a la
conclusión de que los cristianos de mente sobria deben dejar el libro bien en paz.
El comentario de David Chilton debería ser estudiado por ambos tipos de lectores. Chilton
muestra que, como cualquier otro libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis está dirigido principalmente
a la iglesia del siglo primero, y fácilmente comprendido por sus miembros, pues ellos estaban
completamente familiarizados con las imágenes del Antiguo Testamento. Chilton muestra que, una vez
que captamos estos modos de expresión, Apocalipsis no es difícil que lo entendamos nosotros tampoco.
Sin embargo, Apocalipsis continúa siendo para nosotros un libro estimulante y relevante, no
porque nos da un bosquejo de la historia mundial con referencia especial a nuestra era, sino porque nos
muestra que Cristo está en control de la historia mundial, y cómo debemos vivir y orar y adorar a Dios.
Con imágenes vívidas y poderosas, nos enseña lo que significa creer en la soberanía y la justicia de
Dios. Ojalá que este valioso comentario nos mueva a orar con Juan y la iglesia universal en el cielo y
en la tierra: "Amén; sí, ven, Señor Jesús".