Los Dinosaurios Nunca Se Extinguieron
Los Dinosaurios Nunca Se Extinguieron
Los Dinosaurios Nunca Se Extinguieron
Publicado en Revista Confluencia, Spring 2013, Vol. 28, #2 University of Northern Colorado
percepción extrasensorial, y otros temas bastante herejes para los ideólogos del
momento… Todo esto, que podría parecernos la cosa más inocente del mundo, era
una cuestión bastante osada para quienes vivíamos en la isla debido a sus posibles
consecuencias políticas. Pero yo misma había iniciado un cambio filosófico interior
que me llevó a interesarme por esas y otras cuestiones “prohibidas”.
Por supuesto, no podía hablar de espiritualidad y magia así como así. Era
algo demasiado peligroso; pero como siempre me interesó la física cuántica, la
ciencia me ayudó a encontrar las justificaciones teóricas necesarias para abordar
esos temas. Comencé a atar cabos entre las leyes de la física cuántica y los
fenómenos parapsicológicos de un modo que hoy puede parecernos familiar (al
menos, para quienes nos mantenemos al día en estos asuntos), pero que en aquella
época y en una isla como Cuba resultaban impensables. Así es que, de un modo u
otro, me las arreglé para violar las reglas de lo “ideológicamente correcto”. Quien
lea mi novela Fábulas de una abuela extraterrestre (Letras Cubanas, La Habana,
1988) se dará cuenta de este juego. Allí se explica la magia como un intercambio de
energías e interrelaciones entre diversos universos o dimensiones. Hoy puede ser
fácil verlo así, pues desde esa fecha se han publicado centenares de libros sobre
estas cuestiones; pero en aquel momento, en Cuba y a finales de los años 80, yo
actuaba y argumentaba por mi cuenta.
Ese fue el camino que escogí. Otros escritores se dedicaron a hacer una
ciencia ficción más tecnológica. Algunos autores, como Agustín de Rojas,
insistieron en escribir sobre sociedades comunistas en el futuro. Otro grupo optó
por una ciencia ficción sin conexión social perceptible con la isla. Y hubo quienes
prefirieron regresar a la literatura puramente fantástica.
Toda esa evolución ocurrió a pesar de los tabúes ideológicos. Las
circunstancias estaban cambiando. Una nueva generación de escritores, que no
había vivido las persecuciones de los años 60, estaba emergiendo. Por otra parte,
aunque nadie se hubiera dado cuenta de ello, ya estaba en marcha la génesis de la
perestroika. Así es que, dado que los países del campo socialista aceptaban ciertos
temas, creo que los encargados de velar por la pureza ideológica de la isla se
sintieron un poco confundidos. Para cuando se dieron cuenta, ya era demasiado
tarde.
cúpula gobernante vivía como los burgueses a los que supuestamente debíamos
odiar. Esa “igualdad” se llevaba a extremos ridículos: si un varón llevaba melena a
lo “Beatle” o si una chica quería llevar minifalda a la escuela, se le pelaba allí mismo
o se le recortaba el dobladillo de la falda. Nadie podía ser diferente a lo establecido
por los parámetros ideológicos oficiales. Los dinosaurios de mi libro defendían su
individualidad, su derecho a ser distintos, a tener su propia personalidad. Eso en
Cuba era tabú. Lo que hice, pues, fue utilizar los mecanismos que me brindaban la
fantasía y la ciencia ficción para ir en contra del discurso oficial.
que antes, sino pasado por el tamiz del tiempo transcurrido en el resto del mundo;
un tiempo que nunca pasó por la isla, donde la sociedad no sólo se estancó, sino
que ha retrocedido en muchos aspectos tecnológicos, sociales y económicos. Espero
que cuando eso ocurra, todo aquello que el gobierno trató de extirpar porque se
oponía a sus designios de control, regrese para renovar el espíritu del país.
Entonces los cubanos de las nuevas generaciones comprobarán que su tragedia
mayor no ha sido su aislamiento y su falta de contacto con el mundo exterior, sino
la pérdida de su propio pasado y de sus tradiciones culturales y cívicas. El derecho
a pensar, hablar y actuar con libertad, el derecho a decidir qué harán con su vida,
no será solo parte de una historia fantástica. Los cubanos comprobarán que, por
suerte, los dinosaurios nunca se extinguieron. Siguen vivos, y algún día volverán a
la isla para devolverles la memoria de lo que han perdido.
i
El título de esta entrevista es un extracto de las líneas que Chaviano dedica a El abrevadero de los
dinosaurios en su ponencia “La fantasía y la ciencia ficción como espacios de libertad”. Este texto fue leído
por la autora en el 25th International Conference for the Fantastic in the Arts, 2004, Fort Lauderdale. En
inglés (“Science Fiction and Fantastic Literature as Realms of Freedom”) apareció en el Journal of the
Fantastic in the Arts, Vol. 15, Issue 1, Spring 2004, Florida Atlantic University, pp. 4-11. Allí se precisa la
noción que la autora tiene de esas criaturas imaginarias: “A dinosaur will never renounce his feelings, his
spirituality or sense of justice, even if pressure to do so. A dinosaur loves liberty in all its forms, but such
liberty must be conquered without violence. Violence is a repulsive concept completely against his nature.
That is why I totally invested my creatures with a pacifist philosophy and behaviour”.