Navidad Del Anuncio Imprescindible 2010
Navidad Del Anuncio Imprescindible 2010
Navidad Del Anuncio Imprescindible 2010
Uno de ellos es éste que cada año nos hacen desde hace siglos unos pastores. Al
menos para los creyentes. Su voz debió resultar muy creíble cuando fueron por las
aldeas anunciando aquella experiencia novedosa, de tal forma que las autoridades
pronto se pusieron en movimiento para desbaratar al anunciado.
Dicen los entendidos en marketing que en la actualidad si no te anuncias, no existes;
claro que todo depende de la clase de existencia que se busque. En el anuncio importa
mucho el “envoltorio” con que se haga. Este nuestro anuncio navideño, no tiene más
envoltorio que “unos pañales” tal y como dice el texto. Hace años, dando catequesis a
unos pequeños, les comentaba esta escena, una niña, siempre aguda en sus
intervenciones, me preguntó:
- Y de qué marca eran los pañales, porque mi mamá siempre compra para mi
hermanito…
Me desbarató el argumento de la sencillez con la que Dios decidió entrar en el mundo
publicitario y darse a conocer de manera tan humana, tan igual a todos en la desnudez
frágil de un niño llamado Enmanuel, Dios con nosotros. Un niño, que con el correr de
los años, anunciaría de nuevo el paso a una nueva vida envuelto en la misma desnudez:
crucificado, para nuevamente –repito la palabra “nuevo” a propósito- volver a dar nueva
luz, esta vez resucitado, dentro de una tumba-cueva excavada en un huerto ajeno,
despojándose de unos vendajes que le impedía mostrase como la nueva criatura que ya
era. Todo un proceso curioso: de una cueva iluminada, pasando por un monte tenebroso,
para terminar saliendo de una tumba luminosa. Siempre desnudo, despojado, “como los
hijos de la mar” (Machado). Porque, sin duda, aquel niño se bañaría muchas veces en el
mar de Galilea.
Por eso, cada día, cada hoy, pensamos en su futuro enseñándoles cosas nuevas,
aprendiendo con ellos y de ellos, aupándoles para levantarles en alto y vean la vida
desde otra perspectiva más humana, más divina, si cabe. Y cabe. Y aprendan la libertad
de ser más y mejores. Y sean los auténticos protagonistas de sus vidas. Y se conviertan
en ciudadanos competentes; en cristianos -si es posible, y lo es- con no menos
competencia en su fe, en su esperanza, en su amor solidario y transformador. No otra
cosa es educar en esta red vital de conocimientos, de anhelos, de sentimientos, de
búsquedas y encuentros que van transformándoles a ellos y a nosotros en personas con
razón y razones cordiales, que nos van ayudando a ser personas portadoras de una
hondura y espiritualidad que dé sentido vital a lo que hacemos y somos.
*
Escuelas Católicas de Cantabria, cada año renueva su
admiración por este anuncio del Salvador y lo
contamos ilusionados a cuantos deseen escucharlo.
Feliz Navidad 2010
Navidad y siempre es el tiempo propicio para que los educadores y las familias
retomemos el compromiso que supone haber escuchado y aceptado aquel anuncio
pastoril y pastoral. Vivimos el resto del año de las consecuencias de aquella experiencia
misteriosa que supone haberse parado a contemplar aquel nacimiento de un salvador
envuelto en pañales. Un nacimiento que nada dice para quienes no valoran la fuerza de
una nueva vida, la grandiosidad de lo pequeño, la belleza oculta en unos ojos que te
miran queriéndote verte y amarte, en unos brazos que buscan asirse y abrazarte, en unas
piececillos juguetones que anhelan sostenerse y ayudarte en el futuro. No hay paisaje
más bello que una criatura desnuda, juguetona, sobre una cuna limpia y fragante. Eso
sólo saben disfrutarlo y amarlo de forma sin igual unos padres enamorados que
comprueban que su amor ha dado un fruto útil. Eso lo disfrutaron, bajo el temblor de las
estrellas, María y José, símbolos ya para siempre de lo sagrado que el ser y formar una
familia supone para la vida del mundo.
Era Pascal quien decía que “El amor no tiene edad. Está siempre naciendo”. Y es
verdad. Sólo hacen falta ojos para verlo. Y cuando uno lo ha visto, busca otros ojos
para compartirlo, para así ir creando una enorme red de complicidad humana, espiritual,
que dé sentido a todo lo que hacemos y vivimos.
Cuesta decir Feliz Navidad, pero aún así lo deseamos con el corazón palpitante. Pero
sobre todo, deseamos una Año Nuevo 2011 un poco más próspero, un poco más humano
y más cristiano.