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Sobreestimulación

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Sobreestimulación Infantil

Últimamente estamos habituados a escuchar y a leer sobre la importancia


de la estimulación en los más pequeños. Sin embargo, en muchas ocasiones
caemos en la sobreestimulación, o lo que es lo mismo, en educar al cerebro
a que siempre esté ocupado y no dejar espacio a la paciencia, a la soledad
o al aburrimiento y esto tiene graves consecuencias sobre el desarrollo de
los niños y niñas.

Cuando hablamos de estimulación nos estamos refiriendo al proceso de


favorecer el desarrollo del niño mediante actividades o tareas que ayuden
el crecimiento y fortalecimiento de las conexiones sinápticas entre las
neuronas. No obstante, esto es un proceso gradual y cada niño sigue su
propio ritmo.

El cerebro de un bebé está inmaduro, lo que reporta un gran beneficio sobre


los ellos porque permite la plasticidad cerebral y, por ende, una mayor
capacidad de aprendizaje. De este modo, este proceso de maduración se
produce durante toda la infancia, la adolescencia y no concluye hasta los
28-30 años.

En los primeros años de vida, gracias a que se producen millones de


conexiones cerebrales, tenemos la capacidad de que cualquier
aprendizaje se lleve a cabo y muy rápidamente. Posteriormente, en función
de la estimulación que ha recibido el cerebro del niño se produce lo que se
denomina una “poda neural”, es decir, el cerebro solo conserva aquellas
conexiones que han sido potenciadas por el ambiente y por lo tanto le son
útiles para la adaptación al medio donde se encuentran. Este proceso es
necesario que se produzca para que así consiga ser más eficiente y más
especializado en una habilidad determinada y necesaria.

Si embargo, muchos padres pueden caer en la sobreestimulación e


inscriben a sus hijos en numerosas extraescolares y actividades
extremadamente guiadas y planificadas, y provocan que los hijos tengan
una agenda igual que un gran ejecutivo. Pero esta sobreestimulación
puede resultar contraproducente en un cerebro tan vulnerable como el de
un niño en sus primeros años de vida.

Una de las consecuencias que puede tener la sobreestimulación es sobre


los procesos perceptivos y atencionales, ya que, los diversos estímulos
presentados luchan por captar la atención del bebé antes de poder haber
asimilado los anteriores. Por ejemplo, esto sucede con el uso de las pantallas,
ya que, dichos dispositivos dificultan el aprendizaje de los niños porque éstos
mantienen un esfuerzo constante por filtrar información y generar una gran
velocidad perceptiva y de procesamiento de la información que provoca
un desgaste de su capacidad de comprensión lectora, entre otros. Por ello,
que muchos niños tienen dificultad para extraer la idea principal de un texto.

Además de estas consecuencias, mediante la sobreestimulación se


potencia la impaciencia. Es habitual ver en la sala de espera de las consultas
o mientras esperamos la comida en un restaurante ver a los niños
entretenidos con una pantalla de móvil o una Tablet. Parece que no está
permitido el aburrimiento y que siempre tenemos que mantener nuestra
mente ocupada y posiblemente, en un futuro, estos niños tengan
dificultades para mantener la concentración y la paciencia en una tarea
aburrida o costosa.

Por otro lado, muchos padres tienen el afán de que sus hijos sean más
inteligentes y de que adquieran muchas habilidades. Debido a esto,
exponen a los niños a estímulos excesivos y/o precoces, como, por ejemplo,
tareas demasiado complejas antes de que su cerebro esté preparado para
tal tarea. De este modo, y tal y como muestran las últimas investigaciones el
entrenamiento en tareas demasiado complejas antes de que el cerebro
esté completamente desarrollado puede producir déficits en la capacidad
de aprendizaje y en el desarrollo de las funciones ejecutivas, además de
generar tensión, estrés y ansiedad.

Debemos destacar la importancia de que la sobreestimulación se produce


cuando éste deja de ser protagonista de sus propias creaciones, cuando
cambia su forma de jugar y cuando predominan los estímulos externos, sea
a través de pantallas o de actividades muy estructuradas. Debemos tener
en cuenta que el conocimiento se realiza desde dentro hacia fuera, es decir,
solamente cuando al niño le gusta realizar esa actividad es cuando
realmente va a aprender.

Algunas de las recomendaciones que podemos tener en cuenta para


estimular correctamente a nuestros hijos serían las siguientes:

En primer lugar, es muy importante respetar el ritmo de cada niño. Como ya


hemos mencionado anteriormente, el cerebro de cada niño madura a un
ritmo propio por lo que lo más seguro es que fracasemos si intentamos hacer
una actividad para la que nuestro cerebro aún no está preparado.

Se debe aprovechar aquellos momentos en los que el niño está


predispuesto a aprender. No podemos obligar a un niño a ser estimulado sin
tener apenas descanso.

Por otro lado, debemos dejar tiempo a los niños para que se aburran. Así
aprenderán a tener paciencia y, además, estamos entrenando a su cerebro
a relajarse, a parar y a ser paciente.

Es recomendable estimular con actividades tranquilas, como leer o dibujar,


de modo de antídoto. En la medida de lo posible, debemos evitar pantallas
con demasiados estímulos visuales y auditivos, ya que, de esta manera
también estaríamos estimulando el espíritu creativo de los niños.

Referencias:
• Tresserra, M. P. (2016). Desarrollo del cerebro y riesgos de la
sobreestimulación en la infancia. Aula de infantil, (85), 25-26.

• Ruiz, C. R. (2017). Portal de Educación Infantil y Primaria . Obtenido de Los


peligros de la Sobreestimulación Infantil :
https://www.educapeques.com/escuela-de-padres/sobreestimulacion-
infantil.html

• Sánchez, K. J. (13 de Julio de 2011). ABC del Bebé. Obtenido de


https://www.abcdelbebe.com/bebe/6-12-meses/la-sobreestimulacion-en-
vez-de-favorecer-el-desarrollo-de-los-ninos-puede-generarles-frustraciones-
12629

• Sapos y Princesas . (s.f.). Obtenido de El Mundo :


https://saposyprincesas.elmundo.es/bienestar/psicologia-infantil/la-
hipereducacion-aleja-a-los-ninos-del-exito-y-la-felicidad/

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