La historia cuenta las aventuras de Caperucita Roja mientras lleva pasteles a su abuela a través del bosque, donde se encuentra con un lobo. El lobo engaña a la abuela y se la come, luego espera a Caperucita disfrazado de la abuela. Un cazador salva a Caperucita y su abuela matando al lobo.
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La historia cuenta las aventuras de Caperucita Roja mientras lleva pasteles a su abuela a través del bosque, donde se encuentra con un lobo. El lobo engaña a la abuela y se la come, luego espera a Caperucita disfrazado de la abuela. Un cazador salva a Caperucita y su abuela matando al lobo.
La historia cuenta las aventuras de Caperucita Roja mientras lleva pasteles a su abuela a través del bosque, donde se encuentra con un lobo. El lobo engaña a la abuela y se la come, luego espera a Caperucita disfrazado de la abuela. Un cazador salva a Caperucita y su abuela matando al lobo.
La historia cuenta las aventuras de Caperucita Roja mientras lleva pasteles a su abuela a través del bosque, donde se encuentra con un lobo. El lobo engaña a la abuela y se la come, luego espera a Caperucita disfrazado de la abuela. Un cazador salva a Caperucita y su abuela matando al lobo.
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Caperucita Roja: una historia entretenida
para reflexionar
Cuento infantil Caperuloba.
Rojapikisuperstar – Freepik
Había una vez una niña muy bonita, con
preciosos cabellos negros que llamaban la atención de todo aquel que la veía. Su madre le había hecho una capa roja para protegerla del frío y la lluvia, pero a la niña le gustaba tanto que siempre la llevaba puesta, por eso todo el mundo la llamaba la Caperucita Roja. Un día, su madre le pidió que le llevase unos pasteles y galletas a su abuela que vivía del otro lado del bosque. Le dio orientaciones muy precisas y le recomendó que no se entretuviese por el camino ya que el bosque era muy peligroso y en el pueblo se comentaba que el lobo acechaba entre los árboles. Caperucita Roja escuchó todas las recomendaciones de su madre y le prometió andar con cuidado. Recogió la cesta con los pasteles para su abuela y se puso en camino para regresar antes que cayera la noche. Al adentrarse en el bosque Caperucita roja se puso a cantar una linda canción, el paso para llegar cuanto antes pero era imposible no r Parar, para ver a los pájaros, las flores, las ardillas y todos los otros animales y plantas que había en el bosque. Poco había avanzado cuando de repente se encontró cara a cara con el lobo que había salido de improviso detrás de un árbol. Era grande, peludo y tenía unos ojos enormes pero a Caperucita no le impresionó. – ¿Niña, a dónde vas? – le preguntó el lobo con su voz ronca. – A casa de mi abuelita – le respondió Caperucita. – Está muy lejos – le volvió a preguntar el lobo. – No, apenas cruzando el bosque, ya casi llego – le dijo la niña. Sin decir nada más el lobo dio media vuelta y se marchó. Caperucita pensó: – El lobo se ha ido: no tengo nada que temer. Así que puso su cesta en la hierba y comenzó a recoger unas flores para llevarle a su abuela, quien seguramente se pondría muy contenta con un hermoso ramo de flores que adornaran los pasteles. Pero lo que Caperucita no sabía era que mientras ella recogía sus flores, el lobo se había ido corriendo a la casa de su abuelita con la intención de comerse a la anciana y luego a Caperucita. Cuando el lobo llegó a la casa de la abuelita golpi la puerta y la abuelita pensando que era caperusita Pasa, pasa caperucita, pero grande fue su sorpresa cuando el enorme lobo la empujó con un portazo, entró y se la comió de un bocado. Luego se puso unas ropas viejas de la abuelita y se acostó en la cama tapado hasta la cabeza con una manta esperando a que Caperucita llegara. No había pasado mucho tiempo cuando la niña llegó a la casa de su abuelita y llamó a la puerta. El lobo desde dentro gritó: – Entra niña mía, estoy muy enferma y apenas puedo moverme – dijo el lobo desde la cama. La niña empujó la puerta y entró. Se acercó a la cama donde estaba su abuelita y notó que estaba muy cambiada. – Pero abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes! – Son para verte mejor – dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela. – Pero abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes! – Son para oírte mejor – siguió diciendo el lobo. – Pero abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes! – Son para… ¡comerte mejor! – y diciendo esto, el malvado lobo se abalanzó sobre Caperucita y la devoró de un bocado como había hecho unos minutos antes con su abuelita. Mientras tanto, un cazador que pasaba cerca y había escuchado un sonido extraño en la casa de la anciana, se acercó para echar un vistazo y comprobar que todo estuviera bien en la casa de la abuelita. Cuando llegó vio la puerta de la casa abierta y al entrar divisó al lobo tumbado en la cama, completamente dormido de tan harto que estaba. El cazador, sin hacer prácticamente ruido, sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. Para su sorpresa, la abuelita y la niña estaban allí y todavía estaban vivas. El cazador las ayudó a salir con mucho cuidado y para castigar al lobo, le llenó el vientre de piedras y luego lo cerró. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber agua. Pero como las piedras pesaban mucho, cuando se inclinó para beber el agua, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó. Mientras tanto Caperucita y su abuela se quedaron tranquilas en casa y antes que anocheciera Caperucita regresó a su casa. No había sido más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Le prometió a su abuelita no hablar con ningún desconocido en el camino y seguir las juiciosas recomendaciones de su abuelita y su mamá.