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DOCUMENTO 9 Sociologia

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DOCUMENTO 9

Este artículo aborda los usos que jóvenes de sectores medios de Buenos Aires
despliegan en aplicaciones de citas, “levante” o ligue. A nivel metodológico, se realizó
una investigación exploratoria, que consistió en el análisis temático de mil perfiles y 20
entrevistas estructuradas a jóvenes usuarios de Tinder, Happn y OkCupid. Entre los
resultados, se destacan tres tendencias emergentes. En primer lugar, la “gamificación”,
que alude a la experiencia lúdica y competitiva, similar a la del videojuego, la cual
implica la búsqueda sexoafectiva online en el sentido de desentrañar estrategias y
desplegar habilidades para obtener mayor puntaje (“me gusta”, matches). En segundo
lugar, el “consumo de superficie”, que refiere a un modo de relacionarse con los
perfiles como objetos de consumo, lo cual implica no solo el voyeurismo sino una
constante selección de candidatos. Por último, la “gestión cotidiana de redes y
aplicaciones”, que implica una performance exigente sobre la identidad propia en pos
de sobresalir en el ecosistema digital.

INTRODUCCIÓN

En tanto que Amazon es el supermercado virtual más grande del mundo y Youtube
compite con Netflix por ser la mayor plataforma de streaming, Tinder lidera el
mercado de dating apps. Estas aplicaciones como Tinder, Happn y OkCupid poseen
como función principal (pero no excluyente) la búsqueda de contactos sexoafectivos.
No obstante, existen otras aplicaciones similares que los usuarios prueban, combinan y
alternan entre sí. Todas son de uso accesible e intuitivo: basta con crear un perfil a
partir de Facebook o del número de teléfono móvil, especificar la edad y el rango
etario buscado (a partir de 18 años).

¿Qué distingue a cada una de estas aplicaciones?

 En el caso Tinder, creada en 2012, es la más popular con más de 50 millones de


usuarios activos y disponible en 24 idiomas. Su especificidad radica en su interfaz
de deslizamiento (swipe) de perfiles: a la derecha para indicar “me gusta” y a la
izquierda para seguir buscando. La aplicación puede vincularse con las cuentas de
Instagram y Spotify, y especificar el máximo de distancia deseado para la búsqueda
(de 1 a 161 kilómetros); su geolocalizador indica a cuántos kilómetros se
encuentran los contactos. Su versión premium cuesta entre 7 y 20 dólares y
permite ver a quiénes les ha gustado el perfil propio antes de deslizar y elegir.

 Su principal competidora, Happn, lanzada en 2014, posee la particularidad de


generar matches (coincidencias de “me gusta” [likes] entre perfiles), basada en
locaciones en donde los usuarios han cruzado sus recorridos. Lo más común es que
se crucen por la calle o en un medio de transporte. La aplicación indica en qué
intersecciones de calles se cruzaron y cuántas veces. A principios de 2016 tenía 10
millones de usuarios activos. Su versión premium, como en la de sus competidoras,
da mayor visibilidad al usuario, permite dar likes ilimitados y ver los “me gusta” que
permanecen invisibles en la versión gratuita salvo que se haya matcheado. Esta
versión posee un costo mensual que varía según el tipo de suscripción o pago
adelantado que se realice: mensual (20 dólares), semestral (10 dólares por mes) y
anual (6 dólares por mes).

 OkCupid, creada en 2004 como sitio web, posee la especificidad de utilizar las
respuestas de los usuarios a una extensa serie de preguntas predeterminadas, con
el fin de encontrar coincidencias (matches) que se ajusten a las preferencias
establecidas en las respuestas. Algunas de las preguntas que realiza son: ¿qué tipo
de relación buscás? ¿Quieres tener hijos? ¿Fumas? ¿Tienes mascota?¿Cómo te
defines políticamente? De este modo, OkCupid construye un algoritmo, similar
visualmente al de Netflix, que calcula el porcentaje de afinidad entre perfiles. Con
base en la información de las respuestas, también recomienda perfiles con un
(supuestamente) porcentaje de afinidad alto.

 Badoo tiene un funcionamiento que combina características de dating app con


otras de red social; por ejemplo, permite chatear con contactos cercanos que se
encuentran online. La novedosa Bumble se caracteriza por que solo las mujeres
pueden iniciar los chats. En todas las aplicaciones de levante existe una versión
premium a la cual se accede con una suscripción mensual y es constantemente
promocionada. Al pagar se obtiene mayor visibilidad en las búsquedas, se pueden
enviar saludos a perfiles con los que no se matcheó, es posible ver los likes
recibidos y ver perfiles sin límite.

Todas estas redes son utilizadas por varones, mujeres, trans y personas no binarias
mayores de edad. Si bien son mayoría los heterosexuales, en todas se puede buscar
varones, mujeres o ambos, indistintamente del género declarado. Más allá de que
Grindr es la principal app destinada a gays y bisexuales, en Tinder, Happn y OkCupid
son recurrentes los perfiles de bisexuales y gays. Por último, Grindr se caracteriza por
que cualquiera puede chatear y enviar imágenes a otra persona, sin necesidad de
matches previos.

Algunas preguntas que impulsaron esta investigación fueron las siguientes:


¿Cuáles son las mediaciones entre los lenguajes de un capitalismo informacional, con
sus características de emprendedorismo, competencia, liberalismo y meritocracia, con
los modos de organizar la afectividad y el deseo? ¿Cómo se vinculan las formas de
subjetivación experimentadas en la era de los algoritmos con las prácticas
sexoafectivas? ¿Las “redes de levante” son los nuevos videojuegos para adultos?
¿Cómo impacta la cultura digital móvil en las nuevas configuraciones del amor?

METODOLOGÍA

En esta investigación exploratoria, el objetivo fue indagar en las presentaciones de sí


mismos que realizan jóvenes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), así
como en sus búsquedas, representaciones y experiencias en torno a la
sexoafectividad. Para esto, dos de las preguntas iniciales fueron: ¿Qué estrategias
utilizan los usuarios para construir sus perfiles en estas aplicaciones? y ¿qué tipo de
perfiles buscan y cuáles no?
En pos de cumplir el objetivo y responder las preguntas efectuadas, se construyó una
muestra de 1.000 perfiles de usuarios de estas aplicaciones. Todos poseen entre 20 y
40 años, residen en el AMBA y se definen como heterosexuales (860), bisexuales (138)
o asexuales (2). Durante el trabajo de campo, emprendido a lo largo de 2018 y 2019, se
llevaron a cabo 20 entrevistas estructuradas, a través del método de bola de nieve, de
modo copresencial y virtual, mediante el chat de la aplicación o por el Messenger de
Facebook o WhatsApp. En cuanto a las observaciones exploratorias, se creó un perfil
ad hoc en Tinder, Happn y OkCupid con el cual nos dedicamos a estudiar los perfiles y
buscar interesados en participar como entrevistados.

Se realizó un análisis temático de la información cualitativa recabada, que consistió en


clasificar las imágenes y textos de los perfiles de la muestra en categorías recurrentes y
habituales. Algunas de las principales fueron: viajes, vacaciones y expresiones de
cosmopolitismo; estudios formales y capital cultural; corporalidad y capital erótico;
ideologías sociopolíticas y micromilitancias; hábitos, consumos culturales, hobbies y
deportes; expresiones queer y no monogámicas. Por cuestiones éticas, aclaramos que
el perfil formaba parte de una investigación académica. Esta información no fue
suministrada en la presentación del perfil, sino en los chats surgidos de forma
ocasional. Por las mismas razones, no se mencionan nombres ni datos personales, y se
optó por no incluir imágenes de los perfiles.

ESTADO DEL ARTE

Quienes nacieron y se socializaron con las Tecnologías de Información y Comunicación


(TIC) despliegan maneras novedosas de comunicarse, entretenerse, informarse y
vincularse sexoafectivamente. A esto se agrega que se encuentran en un momento de
moratoria vital y social, en especial si pertenecen a sectores medios. Respecto a las
transformaciones sexoafectivas ocurridas durante las últimas décadas, Illouz (2016)
advierte sobre la creciente reivindicación de autonomía personal vinculada con una
mayor aceptación de la sexualidad, un mayor control sobre la reproducción y
avances legislativos en torno al colectivo de mujeres y la comunidad LGTB. Asimismo,
cada vez más jóvenes priorizan sus carreras y su autonomía por sobre el mandato
tradicional de constituir una familia:

No se pueden entender la idea contemporánea de “enamoramiento” y de “entrega


amorosa” sin comprender la importancia histórica de la individuación y la
secularización. Pero considerando la importancia de la libertad de elección es que se
construye el discurso amoroso contemporáneo: a comienzos del siglo XXI el ideal
amoroso es el producto de sumas y restas de todo tipo teniendo como núcleo duro esa
“libertad originaria” en la elección del otro. Es cierto que la elección depende de una
serie de factores que tienen un vínculo directo con la constitución narcisista de nuestra
identidad [...] Escoger a un “otro” para depositar cariño y entrega siempre será una
manera íntima y última de ejercer un derecho (De Cristóforis, 2019).

Este “derecho” a elegir pareja o compañeros sexuales ha sido ampliado y se ha visto


empoderado por la relevancia tanto del feminismo como de las tecnologías móviles.
Por su parte, Internet ha modificado la configuración social del amor y sus protocolos,
así como las estrategias desplegadas para establecer relaciones. Hasta hace unas
décadas, la mayoría de las parejas se formaban en ámbitos cotidianos copresenciales
como la escuela, la universidad, el club, el barrio, el trabajo y las redes familiares y del
grupo de pares. Durante los últimos años, estos espacios conviven con el auge de las
aplicaciones de búsqueda de contactos sexoafectivos y los sitios de redes sociales.

Castells (2009) plantea la convivencia de tres modos de comunicación en el siglo XXI.


-En primer lugar, la interpersonal, la forma tradicional de relacionarse cara a cara.
-En segundo lugar, la comunicación de masas, que alude al tipo broadcasting, como la
televisión (uno a muchos, con bajo o nulo nivel de interacción), típica del siglo XX.
-Por último, la autocomunicación de masas, que refiere a la interacción que permiten
las plataformas de redes sociales a partir de la Internet 2.0 y la banda ancha, mediante
la cual millones de personas se comunican entre sí a través de nodos de decenas,
cientos o miles de usuarios entre los que diseminan sus mensajes.

Van Dijck (2016) señala que una característica central de las culturas juveniles es la
conectividad como forma principal de socialidad. También observa que la conectividad
se estructura alrededor de íconos como “me gusta”, que traducen a algoritmos una
gran cantidad de información acerca de gustos, preferencias e ideologías. Esto implica
la continua estetización del self en redes sociales.

En una línea bourdieusiana, ya hemos diferenciado tres tipos de perfiles en dating


apps, según el capital más destacado en su presentación.

El primero se centra en el capital económico, enfatiza bienes distinguidos, en


particular, capital turístico. El segundo resalta el capital cultural: títulos educativos,
idiomas y saberes legítimos. El tercero gira en torno al capital erótico, concentrado en
desplegar recursos visuales y textuales que construyan una corporalidad atractiva,
mediante la presentación de atributos físicos, poses y prácticas seductoras. Con
“capital erótico”, Hakim (2012) alude a una combinación de belleza, atractivo físico y
estética que convierte a algunas personas en atractivas para la mayoría.

Respecto a los discursos críticos frente a estas tecnologías, Turkle argumenta que
aumentan la soledad y disminuyen la vida emocional de las personas. Bauman advierte
que exacerban el narcisismo y dificultan generar parejas duraderas y proyectos
familiares. No obstante, reconoce que otorgan diversas herramientas para conocer a
personas con algún grado de afinidad, aunque sin profundizar en una misma relación.
Por su parte, Illouz sostiene que el capitalismo emocional incorpora a su capacidad
productiva el discurso romántico. Al mismo tiempo, el mercado sexoafectivo ya no se
estructura sobre la intuición y el misterio romántico, características asociadas al
imaginario del siglo XX, sino sobre la confianza en los algoritmos que filtran los
perfiles. En este sentido, plataformas sociales y redes de levante como Tinder, Happn y
OkCupid son las que diseñan parte del lenguaje que articula los intercambios
sexoafectivos.
Resultados

CONSUMO DE SUPERFICIE

Las generaciones jóvenes tienden a vivir en un ecosistema digital donde combinan


múltiples tareas y consumos. A través de mensajería instantánea, se comunican en un
continuum cotidiano con familiares, amistades y desconocidos; vía sitios de redes
sociales, se mantienen informados de las actividades de su círculo ampliado de pares,
en ocasiones stalkean a ex parejas o ex compañeros/as de colegio o universidad, y se
mantienen en contacto con colegas y amistades distantes.

Como señala Bilinkis, las personas revisan sus teléfonos en promedio 120 veces por
día, a veces sin darse cuenta. Si descontamos el tiempo de sueño y aseo personal, esto
promedia una revisión del teléfono cada seis minutos. De estas, la mayoría se reduce a
WhatsApp y redes sociales. En los casos de quienes buscan contactos sexoafectivos,
incluyen una red de ligue.

La ansiedad que genera estar sin ninguna pantalla se vincula con su carácter hipnótico
y seductor. Este fenómeno, caracterizado por la compulsión a estar continuamente
conectado, se denomina “miedo de quedarse afuera” (FOMO: fear of missing out).
¿Quedarse afuera de qué? En particular en las generaciones jóvenes, que portan su
deseo por ser early adopters (usuarios tecnológicamente adelantados), temor a
quedarse out de la sociabilidad contemporánea, la visibilidad y “popularidad” que
permiten las redes sociales, las tendencias sociotecnológicas y los consumos culturales
de moda.

El éxito de las redes de ligar también se explica por este temor: nadie sabe si
efectivamente sirven, pero nadie quiere quedarse al margen. En dicho contexto, el uso
de redes de ligar y redes sociales se asocia al voyeurismo digital: esa similar curiosidad
por vislumbrar la intimidad de otros.

En cuanto a las estrategias de marketing personal en torno al diseño de los perfiles,


resulta extendido mostrar niños, mascotas y lugares turísticos asociados a íconos de la
cultura internacional. También se observa la presencia de diversos objetos y lugares
vinculados al deseo, el afecto, el disfrute y la distinción social: fiestas, playas, terrazas,
hamacas, deportes, dispositivos tecnológicos de vanguardia, ropa y accesorios de
marcas exclusivas.

Esta proliferación de objetos y lugares fetiche se inscribe en la masificación del


marketing, disciplina que combina emociones con experiencias de consumo, al unir
imaginariamente sentimientos, ideas y características positivas a objetos o personas,
volviéndolas deseables. En efecto, Illouz advierte que las emociones no son solo
personales sino también sociales, dado que forman parte de la estrategia capitalista
para ampliar nuestra cultura de consumo a nuevas áreas. De acuerdo con esta autora,
la cultura contemporánea del consumo configura emociones, intercambios sociales y
modos específicos de sociabilidad.
Amante de las milanesas y los alfajores, en especial del Jorgelín blanco (mujer, 25);
cerveza, 420, pizza, series, videojuegos y asados (varón, 27); necesito alguien que sepa
preparar un espresso Martini (mujer, 33)…

Respecto al cruce entre encuentros, expectativas y frustraciones, la imagen digital


tiende a adquirir mayor relevancia que la presencial. Cuando el desajuste entre imagen
digital y presencial resulta demasiado disonante, los usuarios tienden a sentirse
engañados: las diferencias, “mentiras” o “ajustes” entre el perfil online y la persona
van desde el estado civil, la edad y la corporalidad (peso, altura, estigmas físicos) hasta
la ocupación y el lugar de residencia. En este sentido, los encuentros cara a cara
resultan frustrantes en numerosos casos, sea por las distintas expectativas, por la
sensación de que siempre habrá alguien mejor.

Como señala Palumbo, algunos usuarios esconden estigmas físicos en sus perfiles,
que generan tensiones al encontrarse presencialmente con otros. Esta estrategia se
debe a que la mayoría tiende a elegir los perfiles más “perfectos”, descartando los que
muestran defectos. Por ende, para muchos resulta una cuestión de supervivencia
“mentir” o más bien enfatizar lo positivo y seductor en pos de obtener likes y matches,
lo cual estimula la autoestima, motiva a seguir utilizando la aplicación y permite
interactuar con otros.

En la muestra detectamos que son prácticas comunes “clavar el visto” y hacer


ghosting, que refiere a dejar de comunicarse sin dar explicaciones con alguien con
quien se entabló algún tipo de relación. En la mayoría predomina el imaginario plenty
of fish (hay muchos peces en el mar) de que siempre habrá candidatos más afines
por llegar. En los perfiles masculinos se observa mayor predominancia de búsqueda de
relaciones casuales (“busco personas con buena onda”, “mujeres para pasarla bien”,
“no quiero nada serio”). Estas modulaciones de roles heteronormativos representan
lo que es legítimo manifestar según los condicionamientos sociales que rigen tanto
para mujeres como para varones.

En este sentido, una tendencia consiste en desplegar vínculos amorosos de tipo fast
food: que no requieran demasiado esfuerzo, compromiso ni inversión, pero efectivos y
placenteros.

Mi prioridad es lo sexual pero no estoy cerrado a eso. Todos buscan sexo, pero las
mujeres creen que los varones sólo queremos usarlas un rato y descartarlas. Si no hay
un beso en la primera cita lo siento como un fracaso. La última cuando propuse
besarnos me dijo “qué vulgar”. Ellas están más interesadas en una relación, en muchos
casos buscan pareja, no suelen querer sólo coger. Igual si me interesa mucho tengo
toda la paciencia del mundo (varón, 38).

Los entrevistados coinciden en que abonar una cuenta premium promueve mayor
visibilidad, la posibilidad de dar likes ilimitados y la visibilización de likes recibidos:
“Desde que pago, tengo más matches y visibilidad. Es duro pero para que funcione hay que
pagar... salvo que seas súper atractivo, que no es mi caso” (varón, 39). Más allá de quienes
tienen cuentas pagas, los perfiles más “populares” son aquellos que generan
sensaciones físicas estimulantes, que conectan con fantasías eróticas, viajeras, de
estatus o vinculadas a compartir momentos satisfactorios quienes acumulan más
“créditos positivos” en forma de likes, matches y chats son los que logran transmitir
mayor confianza y deseabilidad, al proyectar una gama de fantasías sexoafectivas de
modo más nítido:

Lo que más funciona es generar morbo, sea a través de las fotos, el texto, el chat o los
encuentros. Puede ser paradójico pero las que muestran mucho el cuerpo no suelen
dar mucha bola, al menos en mi experiencia. Aparte tampoco me interesan mucho.
Pero hay personas muy interesantes, es como la vida misma. Claro que le doy
importancia al cuerpo, pero me atrae también que saquen lindas fotos (varón, 38).

También son frecuentes las advertencias a quienes buscan relaciones como


experiencias de mero consumo, incluso entre quienes se declaran en una pareja
abierta:

Amorlibrense. No busco ser objeto de nadie y que nadie sea mi objeto. Estoy en una
relación abierta, deconstruyendo el amor romántico. Responsablemente afectivo
(varón, 28); en una pareja abierta, no por eso soy material de descarte. Amo la vida y
sus mil matices, los desafíos y el movimiento constante. Cuestionadora de cada
respirar. Hablemos de lo que nos atraviesa (mujer, 32).

Resulta frecuente la aclaración de que no les interesa mantener relaciones casuales sin
“responsabilidad afectiva”. Esto puede ser visto como reacción ante la tendencia al
consumo de superficie, basada en coleccionar likes, matches y experiencias breves
pero intensas. En definitiva, la proliferación de críticas a quienes solo buscan
relaciones sexuales señala la creciente población deseosa de entablar relaciones con
mayor grado de compromiso e involucramiento afectivo.

GAMIFICACIÓN

La gamificación refiere al proceso de introducir aspectos lúdicos similares al de un


videojuego en fenómenos tradicionalmente más solemnes, como la educación formal.
En línea con Molins (2017), quien advierte un creciente proceso de gamificación en
torno a la sexoafectividad, nos preguntamos si las redes de levante estimulan procesos
lúdico-competitivos que acentúan la generación de estrategias a través de la continua
autogestión.

Estas prácticas sugieren cierta “gamificación” del deseo juvenil, al depositar en las
aplicaciones de ligar gran parte de sus búsquedas sexoafectivas y de sus expectativas
romántico-amorosas. De este modo, no solo se “info- entretienen” con videojuegos, se
distienden y emocionan con playlists, sino que estimulan su imaginación sexoafectiva y
su autoestima, subliman su ethos romántico y sus pulsiones sexuales.

El texto sugiere que estas aplicaciones han gamificado el proceso de búsqueda de


pareja, convirtiéndolo en una especie de juego donde se puntúa la cantidad y la
calidad de los matches.
Me gusta conocer gente nueva, soy de Sagitario así que siempre busco nuevas
aventuras. Disfrutemos que la vida es corta y hay mucho para hacer... si nos
conocemos y gustamos el tiempo dirá si da para más, no soy pretencioso ni creído, me
gustan las cosas claras y de frente, esto es para divertirse y lo tomo como un juego
(varón, 30).

 Como se observa en el fragmento anterior, numerosos usuarios enfatizan que esto


es un juego, pero que están abiertos a que la relación se torne seria. Más allá de
esta aclaración, que puede ser estratégica, la presentación se centra en disfrutar y
vivir el presente.

 Competitividad y superficialidad: la competencia por obtener mas matches


contribuye a la superficialidad de las relaciones, especialmente entre los hombres,
donde las interacciones se miden cuantitativamente.

 Racionalización de la búsqueda: a pesar de facilitar la búsqueda de contactos,


estas aplicaciones también han elevado las expectativas, dificultando la
sociabilidad al centrarse en características visuales y cuantificables.

En definitiva, las características que contribuyen a la gamificación en el proceso de


búsqueda de pareja son múltiples: voyeurismo, competitividad, comparación,
ponderación de lo visual por sobre otros sentidos, recolección de datos, intercambio
de estrategias, recompensa al tener mayor interacción y feedback. Estos componentes
se solapan con la autogestión cotidiana en plataformas de redes sociales y aplicaciones
de levante.

AUTOGESTION COTIDIANA

Estrategias predominantes

Quienes utilizan aplicaciones de levante despliegan diversas estrategias para


maximizar sus “ganancias”: evalúan con qué características conviene presentarse,
mantienen varios chats al mismo tiempo, ensayan distintas poses, gestos, sonrisas,
perfiles, vestimentas y escenografías; consultan tutoriales y piden consejo a sus pares,
y coordinan “microcitas” de una hora para tener varias un mismo sábado. Del
WhatsApp suelen pasar al encuentro “entrevista”, casting o “interrogatorio, etc.

Cuando hay algo de química en el chat, se pasa rápido a WhatsApp. Y ahí se reitera el
esquema tradicional de que si el varón no avanza, no las invita, no les habla, ellas no te
suelen hablar ni insistir ni invitar a salir. Cuando te cancelan una cita, uno espera que sea
ella si le interesa quien proponga un futuro encuentro. Por eso es raro ofenderse con
alguien que uno no conoce, pero pasa (varón, 39).

 Los usuarios despliegan diversas estrategias para maximizar sus “ganancias”,


desde evaluar cómo presentarse hasta coordinar varias citas en un mismo dia.
MICROMILITANCIA VIRTUAL Y NEGATIVIDAD

 Los perfiles reflejan posturas políticas, culturales e ideológicas y los usuarios se


definen por su afinidad o desacuerdo con movimientos y valores específicos.

Defensa o rechazo de agrupaciones e ideologías político-culturales, posicionamiento


en torno a la legalización del aborto y de las drogas blandas; veganismo; reivindicación
de valores tradicionales asociados a la monogamia, como la familia, la honestidad, el
romance y la fidelidad, o de identidades queer, como el poliamor, la bisexualidad, la
transexualidad y la asexualidad. Estas son referencias constantes en los perfiles
relevados.

Esto se hace para juntar perfiles por afinidad.

Peronista, feminista y muy simpática (26); si sos machista, homofóbico, vueltero, con
rollos con tu ex o te interesa sólo tener sexo, seguí de largo (34); de Independiente,
sagitariana, amante de actividades al aire libre, no tomo alcohol (29)…

Como se lee en el conjunto anterior, son frecuentes las definiciones políticas de


“peronista”, “kirchnerista”... Referencias similares se observan en varones, quienes
también despliegan estrategias para ahorrar recursos e interactuar con quienes tengan
mayor afinidad.

Kirchnerista, músico y viajero (30); romántico, buena onda, feminista y peronista


(varón); antimacrista y a favor de la lucha feminista (27)…

En numerosos perfiles se torna indiscernible si la “micromilitancia” es genuina o si


responde a una estrategia. Por ejemplo, si bien numerosos usuarios se encuentran a
favor de la legalización del aborto, que el pañuelo verde figure entre sus imágenes de
perfil se relaciona con que sea utilizado por miles de usuarias de Buenos Aires. En
efecto, en muchos casos es requisito de interacción: “machirulos o antiabortistas,
abstenerse” (mujer, 30); “si sos abolo o machista, seguí de largo”; (mujer, 36); “si crees que el
empoderamiento feme- nino es poner una foto con una pollera corta o semidesnuda, es claro
que no nos vamos a entender” (mujer, 33).

Esto también denota una exaltación de la homofilia: a diferencia de una discoteca,


donde la selección de personas atractivas se basa más en el aspecto físico, el baile, la
mirada, la conversación y el humor, aquí las personas tienden a seleccionar perfiles,
más allá del central aspecto del atractivo físico, por la similitud en creencias, educación
y nivel socioeconómico. Este último se denota en la capacidad de mostrar fotos
personales en viajes internacionales y en la vestimenta, en la exhibición de diversos
marcadores de estatus socioeconómico (autos, motos, terrazas, playas), en las
credencias educativas y en la forma de escritura y expresión oral.
En definitiva, en este contexto de gamificación social de la sexoafectividad mediada
por las aplicaciones de levante, numerosas parejas, tentadas por experimentar las
nuevas modalidades disponibles, se separan con la esperanza de encontrar alguien
mejor, o de ser más libres y plenos en sintonía con su deseo. Otras no se animan o
deciden a separarse y ensayan distintas modalidades: utilizar estas aplicaciones sin
contarles a su pareja, generar un acuerdo de pareja abierta, o buscar tríos u otras
parejas al estilo swingers.

 Homofilia y afinidad: los usuarios tienden a buscar personas con uno habitos
de clase similar, compartiendo creencias, educación y nivel socioeconómico.

 Hay también negociación de identidades: los perfiles se construyen como


prospectos promocionales, destacando aspectos positivos y negativos y la
negociación o indefinición se utiliza estratégicamente para diferenciarse.

EFECTOS PARADOJICOS

 Señala la desestabilización de parejas debido al monitoreo de la actividad


digital, así como tensiones generadas por las consignas feministas presentes en
las aplicaciones. Cientos de miles mujeres cuestionan la violencia verbal o física
de su pareja, o la violencia simbólica que consideran una desigual división del
trabajo doméstico, de las tareas de cuidado, del tiempo de ocio o de las
prácticas sexoafectivas.

Estas tensiones de pareja dan cuenta de este momento de transición, entre el


paradigma tradicional de pareja, con una intimidad cerrada y privada, a
individualidades más autónomas que ponen en tensión el modelo de pareja
monogámica y de largo plazo, cuestionando los valores y las prácticas de las
generaciones pasadas vinculadas a exclusividad, demanda, compromiso, dependencia,
convivencia y proyecto familiar. Ante esto, miles de parejas y personas ensayan
distintas respuestas para tener experiencias fuera del marco monogámico y a veces
heteronormativo: separarse si no se sienten sexoafectivamente satisfechas y
experimentar a través de estas aplicaciones, utilizar estas tecnologías de contacto de
modo clandestino dentro de su pareja monogámica, probar con una pareja abierta o
con una identidad queer.

En torno a las aplicaciones de ligar proliferan los efectos paradójicos y, por ende, los
períodos de fascinación y rechazo en cientos de miles de usuarios.

Como señala una joven (29) en su presentación de perfil: “Necesito conocer a alguien
que me ayude a borrar esta app.”. Numerosos usuarios sugieren que les resulta difícil
sostener en el tiempo el multitasking que demandan estas app, dado que es un trabajo
exigente que se adiciona al resto de las tareas co- tidianas (laborales, académicas,
domésticas y de cuidado).

Estas aplicaciones no me frustran, tampoco les pido mucho. Pero sí que a veces me
queman porque generan mucho trabajo. He tenido épocas de una cita por día, o hasta
dos citas por día. En un momento no te da más la cabeza (mujer, 40).
Un entrevistado (39) menciona:

Marco la cancha con lo de Licenciado en Humanidades, para quien le interese eso,


aunque no sea del palo. Y pongo una imagen del pañuelo verde para dar cuenta de que
una mina antiabortista no me va. Me ayudó mucho una mina que me escribió por chat
y me dijo que mi descripción parecía un currículum, me explicó que tenía que mejorar
el texto y las imágenes. La mayoría de las mujeres tienen un don para salir siempre
lindas en las fotos, mucho más que nosotros. Y si no tenés fotos personales tuyas, no
te hablan. Antes tenía solo una foto borrosa mía. Me di cuenta también que no
funciona ser muy rebuscado ni querer parecer inteligente. Del otro lado están
buscando simpleza. Muchas proponen pasar rápidamente al WhatsApp, que es más
dinámico. La última chica que conocí me propuso rápido pasar a WhatsApp, tiene unos
años menos que yo, primero no me gustaba, pero fuimos a tomar un helado y me
pareció re copada... aunque no le cabí y no volvimos a vernos. Con la que me estoy
viendo fuimos al cine y nos llevamos bien, aunque nos vimos cuatro veces y no solo
nos besamos. Mi expectativa es que haya interés mutuo por tener sexo, lo que no
siempre sucede al conocerse. Busco engancharme con una mina, aunque sé que es
difícil.

En este como en otros testimonios se denota cierta paradoja entre dos tendencias
que conviven en tensión. Por un lado, un individualismo exacerbado y un consumo de
superficie, manifiestos tanto en los frenéticos dedos índices que no cesan de indicar
corazones/likes o X rojas de rechazo de perfiles, así como en los miles de matches que
mueren sin llegar al chat y en el proliferante y frío ghosting.

Por otro lado, cierto espíritu de camaradería entre pares que comparten códigos de
etiqueta digital y se ayudan mutuamente dándose consejos de edición de perfiles, o de
disparadores para chatear o iniciar citas. Esta solidaridad entre usuarios se observa
tanto entre amistades como entre amantes, ex parejas o desconocidos. A su vez, quien
aconseja se construye como portador de un saber, legitimándose a sí mismo.

El trabajo de campo también da cuenta de otra paradoja. Por un lado, el dinamismo en


la búsqueda sexoafectiva contemporánea que permite conocer potenciales parejas
cada semana. Al mismo tiempo, la solitaria y a veces angustiante tarea que implica
procesar las diferentes expectativas, los diversos intereses y los desiguales niveles de
atención y deseo que comportan la mayoría de las relaciones sexoafectivas mediadas
por estas tecnologías.

Respecto a las diferencias por género, lo revelado en el campo coincide con lo que
observa Palumbo (2019a) a nivel local, siguiendo a Illouz (2016): las mujeres tienden a
buscar relaciones con mayor grado de compromiso y afecto, mientras que los varones
tienden a centrarse más en la búsqueda de experiencias sexuales. Las investigadoras
adjudican estas características a la crianza y a la socialización patriarcal, así como al
denominado “reloj biológico”.
Por supuesto que existen numerosas mujeres que también centran su búsqueda en
experiencia sexuales. Esto suele desestabilizar a los varones, no habituados a que ellas
expliciten primero su deseo sexual o simplemente sus ganas de encontrarse.

Es díficil saber qué quieren muchas veces. Si que uno sea más clásico, más “macho”, o
más varón sensible. Que la mina me avance me encanta, pero me pone nervioso. No lo
digo de machirulo, no estoy acostumbrado (varón, 28).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Este trabajo indaga las experiencias juveniles surgidas a partir de aplicaciones de


levante. Estos nuevos espacios de búsqueda y sociabilidad representan una
transformación social respecto a los espacios tradicionales de donde surgía la mayoría
de las parejas: escuela, universidad, contactos familiares, laborales o de amistades. Al
mismo tiempo, la tecnología posee un rasgo conservador, dado que suele exacerbar
aspectos superficiales de la selección sexoafectiva tradicional: la valoración por la
juventud, la delgadez, la altura y la distinción a través de consumos y prácticas
culturales que suelen implicar cierto estatus socioeconómico.

En este contexto de producción del deseo, lo digital ya no solo es un mediador sino


también condición de existencia. En efecto, espacios presenciales como discotecas,
bares y parques son más utilizados por contactos generados en redes sociales o
aplicaciones de levante que como ámbitos de seducción inicial entre desconocidos. El
capital erótico se valoriza tanto en estos sitios virtuales como en espacios presenciales,
pero se promueve en círculos amplia- dos de pares a través de Internet.

La racionalización estratégica involucrada en el diseño y en la selección de perfiles


implica una intelectualización del proceso de búsqueda y socialización sexoafectiva. De
este modo, se vuelve más estrecha la asociación entre management sociotecnológico
de la propia persona y la gestión sexoafectiva.

En este contexto, separarse amenaza a incorporar recursos expresivos y estrategias


para reinsertarse en el mercado sexoafectivo: producción y edición de fotos y textos,
selección de perfiles, preguntas para hacer en chats y citas, vestuario y distintas
técnicas de seducción.

Como señala Tenembaum, el casting o “descarte” de perfiles suele realizarse en unos


segundos a partir de escasa información: nombre, edad, barrio y algunas imágenes
personales. En otros casos, se agrega una frase o un párrafo de presentación que es
leída por algunos usuarios. De cualquier modo, esa decisión que en ámbitos
presenciales implica mayor corporalidad, distintos sentidos y humanidad, aquí se
reduce a un proceso cognitivo para determinar si me gusta o no ese perfil, según una
serie de imágenes y palabras. En este sentido, la búsqueda sexoafectiva en la era
digital, con todas sus mediaciones de perfiles, interfaces y protocolos, tiende a resultar
tan laboriosa como lúdica.
En las aplicaciones de ligar predomina un consumo de superficie. La mayoría se dedica
a un uso voyeurístico, a tantear el mercado sexoafectivo a la espera de un match que
lo anime a moverse de su zona de confort digital matizada con encuentros ocasionales.
Mientras la mayoría de varones aclara que solo le interesan las relaciones casuales, la
mayoría femenina subraya su interés en relaciones con algún grado de compromiso.

Esta mayor expresión de deseo de relaciones de pareja o “relaciones humanas” en las


mujeres suele combinarse con una mayor selectividad al elegir perfiles. A diferencia de
la mayoría de varones, más centrados en el capital erótico, las mujeres tienden a
ponderar también otros aspectos, tales como el texto de presentación, la calidad de las
fotos, el estado civil, los hábitos saludables, así como la afinidad y lo que el usuario
busca en la app.

Vinculado a la masificación de estas tecnologías y a la sexoafectividad contemporánea,


se observan dos tendencias emergentes.

Por un lado, la expansión del uso de aplicaciones de ligar, streaming, redes sociales y
mensajería, así como el tiempo dedicado a la “gestión de sí mismo”; por otro, un
aumento de la “micromilitancia”, tendencia social asociada a la defensa de causas que
combinan dimensiones políticas y socioculturales.

Más allá de que estas aplicaciones transformaron el mercado sexoafectivo al


democratizar la búsqueda y los canales de sociabilidad, también consolidaron su
desigualdad, dado que sus algoritmos “encumbran” a los perfiles más carismáticos,
quienes presentan mayores capitales y portan mayor valor de cambio en forma de
likes, interacciones y suscripciones. Entre otras cuestiones, las aplicaciones de levante
ponen de relieve la tensión existente en Internet entre la performance y el diseño de
sí, que requiere de toda una constante gestión cotidiana entre las distintas
performances para mantener dinámicos los perfiles y la sinceridad, uno de los valores
más reclamados en estas plataformas. Es decir, por un lado se premia con mayor
cantidad de likes a quienes realizan performances seductoras.

Al mismo tiempo, los usuarios reivindican el valor “tradicional” de la honestidad como


un valor perdido o en escasez, dada la distorsión frecuente que hay entre las fotos y las
personas copresenciales, o respecto a sus edades, trabajos, características de su
personalidad y significativas cuestiones existenciales. Este reclamo de honestidad se
vincula con la maximización del tiempo y con la búsqueda de “candidatos”, compañías
o potenciales amantes “afines”: las personas tienden a sentise cómodas y atraídas por
otras con un habitus similar, es decir, con una cosmovisión similar y con alguien que
cumpla con sus expectativas de género: en el caso de numerosas mujeres, una
masculinidad “viril” pero “sensible”; en el caso de los varones, tienden a preferir una
feminidad juvenil y seductora, más centrada en el capital erótico.

También se observa una marcada reivindicación de la vida fuera de las pantallas:


viajes, actividades al aire libre, deportes, paseos y expresiones de deseo de retorno al
tiempo lento y “tradicional”, a un ritmo sexoafectivo anterior al frenético de las
aplicaciones de levante. Aquí también se evidencia la paradoja de las tecnologías
contemporáneas: por un lado, se valora el acceso a miles de perfiles diversos, que
habilita más oportunidades de conocer a alguien afín; por otro, la proliferación de
perfiles, la velada competencia que subyace en la gamificación de las aplicaciones
junto con el consumo de superficie voyeurístico suelen generar más frustración que
gratificación.

Por esto numerosos usuarios utilizan estas tecnologías de modo inter- mitente:
durante algunos meses de modo intensivo, hasta que se agotan y deciden desactivarlas
u olvidarlas por unos meses, para reponer la energía físico-cognitiva que requiere la
gestión cotidiana de estas aplicaciones, que se adiciona al multitasking de
compromisos laborales, familiares, académicos y de movilidad urbana que la mayoría
debe cumplir.

Si bien los solteros representan a la mayoría, se evidencia un crecimiento de personas


que aclaran (o no) en su perfil que se encuentran en pareja (monogámica, en una
relación abierta o semiabierta) o que se declaran “poliamorosos”. Al mismo tiempo,
muchos se definen como bisexuales, asexuales, demisexuales, sapiosexuales o como
parejas que buscan tríos u otras parejas. Esta emergente proliferación de perfiles
queer señalan distintas tensiones en torno al modelo heteronormativo monogámico
que hegemonizó la mayoría de las relaciones sociales hasta fines del siglo XX.

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