Corujo - Contemporaneos TP #3
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SOCIALES.
PROFESORADO DE HISTORIA
Curso: 4° "A”.
Carr, Edward H. (1993). “La revolución rusa: De Lenin a Stalin”. Madrid, Alianza.
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En los decretos del Congreso de los Soviets, más formales, los conceptos de Estado
y socialismo permanecieron entre bastidores. En medio del entusiasmo de la victoria,
cuando el viejo estado y sus correspondientes males estaban siendo barridos, nadie
deseaba enfrentarse al problema de la construcción de un nuevo Estado. La revolución era
internacional, y no tenía en cuenta las fronteras nacionales. El gobierno obrero y campesino
carecia de definición o designación territorial: la extensión última de su autoridad no podía
ser prevista.
noviembre de 1918, la Europa central se convirtió poco tiempo en el objetivo que ambos
mundos se disputaban.
esclavizamiento del hombre a la máquina. Más tarde apoya una campaña a favor de la
introducción en la industria de la llamada dirección por un solo hombre, antítesis directa del
control obrero. El congreso del partido, que votó en marzo de 1918 la ratificación del tratado
de Brest Litovsk, también exige medidas draconianas para elevar la autodisciplina y la
disciplina de obreros y campesinos.
Los mencheviques y algunos bolcheviques, para quienes, como la revolución no
había sobrepasado su etapa democratico -burguesa, los sindicatos aun debían su papel
tradicional, propusieron la completa independencia de los sindicatos frente al Estado. Pero
Zinoviev, que presedia, no tuvo dificultades para conseguir una confortable mayoría a favor
de la tesis oficial, de los bolcheviques de que, en el proceso de la revolución, los sindicatos
debían transformarse inevitablemente en órganos de Estado socialista”, y en este sentido
deben asumir el peso fundamental en la organización de la producción
La elevación de la productividad del trabajo, la mejora de la disciplina laboral, la
regulación de los salarios y la prevención de huelgas eran responsabilidades que los
sindicatos, junto con el Vesenja y otros órganos del Estado, debian asumir ahora.
El comunismo de guerra había costado de dos elementos principales: por una parte
la concentración de la autoridad y el poder económicos, incluyendo un control y
administración centralizados, la sustitución de las pequeñas unidades de producción por
otras grandes y cierto grado de planificación unificada.
Los procesos de concentración y centralización, aunque florecieron especialmente
bajo la incubadora del comunismo de guerra, eran la continuación de procesos que ya
estaban en marcha durante el primer periodo de la revolución y, de hecho, durante la guerra
europea. En este punto, el comunismo de guerra había edificado sobre cimientos
preexistentes, y muchas de sus realizaciones soportaron la prueba; solamente en los
detalles de su aplicación se vieron estas políticas sujetas posteriormente a rechazo y
revocación.
Las políticas de concentración y centralización fueron aplicadas casi exclusivamente
en la industria; los intentos de exportarlas a la agricultura no tuvieron éxito. Era en la
industria donde se encontraba la principal base social de apoyo de la revolución y donde la
economía rusa mostraba algunos de los rasgos de un capitalismo desarrollado.
emitir órdenes y decretos, así que no se trazaba una clara línea de demarcación entre los
distintos poderes.
La constitución también enunciaba principios generales como la separación de la
Iglesia y el Estado; la libertad de la palabra, de opinión y de reunión para los trabajadores; la
obligación para todos los ciudadanos de trabajar, sobre la base del principio “el que no
trabaja, no come”; la obligación del servicio militar para la defensa de la republica; y la
abolicion de toda discriminacion por razones de raza o nacionalidad.
El impacto de la NEP sobre la industria fue menos directo que sobre la agricultura, y
principalmente negativo. Su primer efecto fue estimular la recuperación de las industrias
rurales y artesanales no solo porque estas industrias habían sufrido menos que la industria
fabril durante la guerra civil, y podían ser reincorporadas más fácilmente a la producción,
sino también porque eran las principales suministradoras de los bienes de consumo simples
que el campesino quería comprar con los ingresos de la venta de sus productos agrícolas.
Se interrumpió la campaña de nacionalización de la industria. Por otro lado, se llevó
adelante una considerable descentralización.
En un primer momento parece haberse planteado el intercambio de bienes entre la
ciudad y el campo como un grandioso sistema de trueque organizado. Pero, como admitiría
más tarde, “el intercambio de bienes se desencadenó” y se convirtió en compraventa; y
escandalizó a algunos incondicionales del partido al decir a sus oyentes que “aprendieran a
comerciar”.
Al cabo de poco tiempo, las implicaciones de la NEP se revelaron a través de varias
crisis interconectadas. La primera fue una crisis de precios. Una vez levantados los
controles del comunismo de guerra, los precios oscilaban salvajemente.
El hambre de productos agrícolas de las ciudades supera el hambre de productos
industriales del campesinado, así que en un primer momento los precios agrícolas se
dispararon en relación a los precios industriales. La industria, descapitalizada y privada de
fuentes de crédito, solo se podía autofinanciarse mediante la venta de sus productos en un
mercado en disminución, lo que deprimió aún más los precios industriales.
Fue la aparición del desempleo, sin embargo, lo que hizo a los trabajadores más
conscientes del descenso de su posición en la economía de la NEP. El continuo
estancamiento de la industria pesada, la crisis de precios de las industrias de consumo, la
llamada a la racionalización de la producción, la insistencia en el jozraschot y en la
obtención de ganancias, todo presionaba fuertemente hacia el despido de los trabajadores
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El valor de la producción industrial total aumentó en 34,2 por ciento en 1926, por un
13, 3 por ciento en 1927 y un 19 por ciento en 1928. Las cifras correspondientes al producto
total agrícola eran del 7,5 y 2,5 por ciento.
La proporción de trigo y centeno, los principales productos de la cosecha, dentro de
la producción total, y la proporción de esta recolección para el mercado, se hallaba en baja.
Mientras la industria iba adelante, la agricultura no avanzaba lo suficiente ni para hacer
frente a las necesidades de una población en aumento.
El punto débil de la política reside en que, aunque se había dado ya algún paso, la
mecanización no había avanzado lo suficiente para sostener el peso de una amplia
colectivización. Los primeros tractores no salieron de la fábrica de Stalingrado hasta 1930.
Por regla general, el país se hallaba dependiendo todavía en su mayor parte de la
agricultura privada. Los campesinos cuyas parcelas se incorporaron al sovjos Shevchenko
conservaban parcelas de huerto para su propio uso. Kalinin aclaraba que esto se debía a
que aquellos disponían de mucho tiempo libre merced a la compleja mecanización de las
faenas agrícolas. Por otra parte, todas esas instituciones y en especial el tractor y la MTS se
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El primer ensayo fue obra de Pedro el Grande. Las industrias de Pedro el Grande
dependen exclusivamente de los pedidos del Gobierno (aunque algunos de los
establecimientos explotacion en regimen de propiedad privada), y pueden englobarse en
tres grupos: fundiciones de hierro para la fabricación de armamento y equipo militar;
factorías textiles dedicadas a la producción de uniformes para el ejército y tejidos para
valman de la Marina, e industria de la construcción encargada de obras públicas de diverso
tipo.
La segunda fase de la industrialización rusa comenzó en la segunda mitad del siglo
XIX y se caracterizó por tres nuevos acontecimientos principales. La emancipación de los
siervos despejó el camino para la creación de un mercado de trabajo libre, y de una
industria que emplea obreros en un sentido moderno. La irrupción en Rusia de la edad del
ferrocarril preparó el camino para grandes proyectos de construcción de ferrocarriles,
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impulsada sobre todo por las necesidades militares, aunque basada en materiales
extranjeros y en el ejemplo del exterior. El crecimiento de una gran industria textil que
utilizaba maquinaria y técnicos extranjeros.
El segundo factor fue la creciente gravedad del desempleo. Precisamente bajo las
condiciones soviéticas, el paro constituía una categoría difícil de definir. Aunque se trataba
de un fenómeno urbano, su principal causa era la superpoblación rural. A mediados de la
década de 1920 la Unión Soviética, que se había recuperado con extraordinaria rapidez de
los desastres de las guerras mundial y civil, se hallaba inmersa en una explosión
demográfica que aumentaba la población según un índice del 2,2 por ciento anual: y esto
conducía a una continua afluencia de campesinos a las ciudades en busca de trabajo
temporero no cualificado, especialmente en la construcción (la población rural solo
aumentaba en 1,6 por 100 al año, y la urbana, en un 5,1 por 100).
La única solución, aunque a largo término, para un problema tan difícil parecía
residir sólo en la creación de nuevas empresas industriales. La única forma de absorber una
población creciente era aumentar la producción. En la controversia sobre la industrialización
soviética, la mayoría de los críticos occidentales se han sumado a la tesis de Bujarin y
Rykov.
planificado hay que dar prioridad a la expansión en bienes de equipo industrial, que
elevarán la productividad más rápidamente.
La URSS tendría que moverse muy deprisa si quería ponerse a la altura. Por
desgracia, continuaba rezagada en un tema crucial: la agricultura. El problema no era la
producción total, ya que el país producía exactamente casi la misma cantidad de cereales
que en 1914, pero ahora llegaba menos al mercado. Por término medio, los campesinos
sacaban al mercado algo más de la mitad de la cantidad de grano que circulaba antes de la
guerra. Las explicaciones de este fenómeno son variadas, aunque al parecer fue fruto de la
apropiación de las tierras durante el verano de 1917.
campesinos pensaban que el precio que pagaba el Estado era demasiado bajo. Este era el
dilema: si el país debía proseguir con la industrialización y mantenerse a la altura de
Occidente, harían falta enormes industrias y ciudades nuevas, y sus trabajadores necesitan
comida.
La primera gran pelea estalló en 1923, al deteriorarse la salud de Lenin tras varios
infartos. Trotski y cierto número de sus aliados de la guerra civil empezaron a criticar las
tendencias burocráticas del partido. La queja de Trotski era que el partido se estaba
volviendo cada vez menos democrático y más burocrático, debido al nombramiento de
cargos a través del secretariado de Stalin y no mediante elecciones.
Stalin se alió con Bujarin para criticar a los planteamientos de Trotski, y comenzaron
a formular la noción de socialismo en un solo país, la idea de que la URSS podía por sí sola
transformar plenamente su sociedad, incluyendo la agricultura, antes del triunfo definitivo
del socialismo en Occidente. Stalin no rechazaba la perspectiva de una revolución mundial:
estaba seguro de que las potencias capitalistas no tardarían en desencadenar una nueva
guerra mundial y de ella saldría una revolución, si es que no lo hacía antes. Difería de
Trotski en la convicción de que la Unión Soviética pudiera construir una sociedad socialista
por sí misma mientras esperaba la revolución en el extranjero.
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Sin embargo, Stalin combatió a sus opositores hasta la extinción, expulsándolos del
liderazgo y del partido a finales de 1929. Sus muchos adeptos, sobre todo en la
organización del partido de Moscú, fueron detrás. Stalin poseía ahora un control completo
sobre el liderazgo central del partido.
Bibliografía.
● CARR, Edward H. (1993), “La revolución rusa: De Lenin a Stalin”, Madrid, Alianza,
pp. 11-20.