Y Sera Un Solo Cuerpo
Y Sera Un Solo Cuerpo
Y Sera Un Solo Cuerpo
"Abarejá et Hashem Bejol Et Tamid Tehilató Befí" (Tehilim 34). "Bendeciré a Hashem en
todo momento, siempre Su alabanza se encontrará en mi boca", por haberme otorgado de
Su Bienestar todos los días de mi vida y por haber tenido el Zejut de poder estudiar y
transmitir Su Sagrada Tora en nuestro querido Bet Hakeneset-Ieshibá Or Toráh acercando
los corazones de nuestros hermanos al cumplimiento de los preceptos.
Después de haber tenido la dicha que mis libros anteriores "La Tora y la Actualidad" y "La
Luz de la Vida" fueran recibidos por la Comunidad argentina e hispanoparlante con tanta
aceptación, tengo la inmensa alegría de presentar un nuevo libro sobre uno de los temas
más necesarios para asegurar la continuidad de nuestro pueblo: el matrimonio según la
óptica de la Tora.
Tengo la esperanza de que este humilde libro pueda servir como guía o como un elemento
de autoayuda en las situaciones normales que se presentan en todo matrimonio. En muchos
casos, parejas han cambiado su manera equivocada de actuar luego de haber escuchado
alguna disertación de un Rabino sobre el hogar judío o de haber leído alguna bibliografía al
respecto. El motivo de ese cambio es simple: todo lo que se pueda escuchar o leer está
basado en la fuente milenaria de nuestra Sagrada Tora que condujo a nuestros Antepasados
a lo largo de las generaciones en lo que respecta a la relación con el prójimo y, por sobre
todo, en el propio matrimonio.
Esta pequeña obra no es la excepción. Todo lo que está escrito en ella no es sino lo que
nuestros Jajamim nos han enseñado en distintos textos mencionados en la bibliografía
detallada al final del libro. De ninguna manera se trata de expresiones propias del autor.
En muchos casos y para hacer más amena la lectura, hemos acompañado los comentarios
con sucesos de la vida diaria o con parábolas ilustrativas. Intentamos así que el lector sienta
que le están hablando en primera persona y que su problema no es algo fuera de lo común o
que sólo a él le sucede, sino que está contemplado claramente en la sabiduría de la Tora.
Ella le dará la respuesta y la solución justa a su conflicto.
Qué profundo es el concepto de nuestros Jajamim cuando nos enseñan: "Un hombre y una
mujer que tienen Zejut, la Shejiná se posa en ellos" (Sota 17). Esto significa que está en
manos de la pareja transformar la unión matrimonial en un lugar sagrado en donde se
deposite la Divinidad. Ese Santuario es el hogar judío cuando se construye con las bases de
la Tora y no según los instintos de sus integrantes. Se trata de un Santuario donde la
tolerancia, el respeto y el pensar en el otro dejando de lado el egoísmo personal,
fundamentan su existencia. De esta manera lo llenan de alegría más allá de las vicisitudes
que la vida pueda deparar. Nadie debe darse por vencido. Si hasta ahora se ha elegido un
camino equivocado, siempre existe la oportunidad de modificarlo y quiera Boré Olam que
alguno de los conceptos escritos en esta obra puedan ayudar a conseguirlo.
Para facilitar la lectura, hemos dividido el libro en mis libros anteriores, ha brindado
desinteresadamente su tiempo y dedicación para la corrección de los textos. Una mención
especial al Sr. Gabriel Hambra y a su esposa Yudith por la colaboración para el diseño y
dibujo de la tapa. Mis palabras de aprecio y estima para el Sr. Jaime Cohén Kichik quien,
como en las anteriores oportunidades, fue el encargado de la confección de la tapa y la
diagramación del libro.
Ajaron Jabib: mi querida familia. Todas las bendiciones de Hashem para mí querida esposa
y mis hijos por alentarme en todos mis emprendimientos y apoyarme con tanta
comprensión y entendimiento. Que Hashem alargue nuestros días con felicidad y nuestros
años con gracia y salud hasta la llegada del Mashiaj en nuestros días. Amén.
Elevo mis ojos al Cielo y agradezco a Di-s con todo mi corazón, por haber tenido el mérito
de poder dedicar mi vida a estudiar y transmitir la Tora Sagrada. Que seamos nosotros y
nuestros descendientes, y los descendientes de nuestros descendientes, todo conocedores de
Tu Nombre y estudiosos de Tu Tora en Nombre Divino. Bendito seas que enseñas Tora a
Tu pueblo Israel.
Rafael Freue.
PERASHA BERESHIT:
Uno de los conceptos básicos para alcanzar el éxito en cualquier grupo de personas que
trabajan en algo en común consiste en saber valorar y respetar a todos los integrantes del
mismo, puesto que mientras mejor se conviva, todo se podrá planificar y desarrollar de la
mejor manera posible. Este punto fundamental en cualquier empresa, adquiere realce y es
prioritario en el matrimonio, en donde el respeto y la valoración mutua es la raíz primordial
que permitirá alcanzar la alegría y la felicidad que cualquier pareja desea y anhela.
El éxito de cualquier empresa depende del valor que le demos. Gran parte de los problemas
que hoy viven muchos matrimonios comenzaron por no saber valorar la empresa que
ambos -marido y mujer- constituyen. ¿Cuáles son las causas de esa falta de valoración?
Quizás una de ellas sea la influencia de ideas extrañas a nuestra fe, que consideran al
matrimonio como si fuera una situación de la que -en lo posible-es mejor alejarse. Según
esta teoría, quien no se casa no peca y, por lo tanto, se lo considera como si fuera una
persona "sagrada". Este concepto contribuyó a que muchas personas observaran al
casamiento como algo negativo. Los medios de comunicación que en muchos casos
exageran noticias sobre matrimonios en conflicto, contribuyen también a crear una visión
errada sobre una de las bases del pueblo judío: el matrimonio.
La óptica de la Tora es completamente distinta. La ceremonia propia del casamiento
recibe el nombre de "Kidushin" que en hebreo significa "santificación". No se trata
simplemente de unir física y sentimentalmente a dos personas, sino que el tema es mucho
más elevado aún. Dos facetas incluyen el concepto de Kedushá (santidad). Por un lado,
implica que no sólo que no se peca al contraer matrimonio, sino que por el contrario, el
pecado se encuentra cercano a quienes no lo hacen. El hombre que forma su hogar con la
santidad que el mismo requiere, estará protegido de caer en el pecado además de cumplir
con el primer precepto que la Tora menciona: "Multiplicaos, aumentaos y llenad la tierra"
(Bereshit 1). La mujer con su comportamiento recatado logra que las faltas que se cometan
en su hogar sean perdonadas. El Midrash Tanjumá comenta que así como el altar expía los
pecados de Israel, la mujer recatada purifica con su conducta a su hogar de cualquier
pecado que se haya cometido en él. El valor de la Tora que el hombre estudia luego de
haberse casado es mucho mayor que el de quien lo hace soltero, porque su estudio se
realiza con pureza y sin pensamientos incorrectos. Sobre esa persona se cumple el versículo
del rey David en el Tehilim 19: "El temor a Hashem puro se mantiene eternamente" (loma
22).
Por otra parte, la segunda faceta de la Kedushá se refiere a que por intermedio del
matrimonio, Hashem deposita Su Divinidad en cada hogar judío. Así dijeron nuestros
Sabios: "Un hombre y una mujer que tuvieron Zejut, la Shejiná se encuentra entre ellos"
(Sota 17). No es circunstancial que las palabras "Ish" (hombre) e "Ishá" (mujer) posean las
mismas letras en común y que sólo tengan a las letras "Iod" y "He" como no comunes y que
forman a su vez el nombre de Hashem. Se refleja de esta forma la presencia Divina. Si
lamentablemente el comportamiento de la pareja no permite que Hashem pose Su
Divinidad en el hogar, las letras comunes de ambas palabras, la "Alef" y la "Shin" forman
el término "Esh" que significa fuego y que destruye el hogar. Los desastres que hoy
observamos en muchos hogares, son consecuencia directa de haber olvidado que Hashem
quiere permanecer en el hogar. Sólo que la pareja no le permite hacerlo al dejar de lado el
respeto mutuo al que nos referimos anteriormente. No observar preceptos fundamentales
tales como el Kasher, Taharat Hamishpajá, el Shabat, la educación de los hijos en el camino
de la Tora y tantos otros preceptos básicos mencionados en la Tora, no permiten a Hashem
posar su Divinidad en ese hogar.
Hoy más que nunca debemos recomponer la verdadera familia judía -base de nuestro
pueblo- sustentado en los principios que Hashem nos otorgó. Sólo con ellos encontraremos
la felicidad con la presencia Divina en nuestro hogar. El matrimonio basado en los
lineamientos de la Tora, es el que las estadísticas certifican como el más exitoso y el que
registra un número ínfimo de divorcios. ¿Cuál es la clave? La valoración y el respeto
mutuo. Cuando llega la noche de Shabat, el marido canta el "Eshet Jail" a su esposa, en
donde a lo largo de veintidós versículos el rey Shelomo pondera y alaba a la mujer judía.
Gracias a esta valoración del hombre hacia su mujer, la familia se mantiene y se consolida.
Para el judaísmo, el matrimonio no sólo que es un hecho positivo, sino que es considerado
como la base de quien se considere digno de ser llamado persona. "Toda persona que no se
casa, vive sin bienestar, sin bendición, sin alegría, sin paz, sin Tora y no se llama persona",
concluye en forma clara y terminante el Talmud en Iebamot 63.
En el día de Iom Kipur, la fecha más sagrada del calendario judío, el Cohén Gadol cumplía
una misión fundamental en el servicio que se realizaba en el Bet Hamikdash. La primera
condición que se le requería para poder hacerlo, era que debía ser casado. Hasta hoy, y
como un recuerdo de este principio, el Jazan que oficia en los días de Rosh Hashana y Iom
Kipur debe ser casado, como lo determina el Shulján Aruj en el Siman 581 - 1.
Todos sabemos la importancia del Shabat para el pueblo de Israel. ¿Cuál es el simbolismo
con el que reflejamos la unión entre el Shabat e Israel? Precisamente con un novio y una
novia. De esta forma, valoramos aún más el matrimonio. "Leja Dodi Likrat Kalá, Pene
Shabat Nekabelá"; así comienza el canto con el que recibimos el Shabat y que significa:
"Ve mi amado (Israel) al encuentro de la novia, la faz del Shabat recibimos".
Los ejemplos de la importancia del matrimonio para la Tora podrían seguir, pero con lo
expresado es suficiente para que valoremos el hogar que constituimos y tomemos de la
Tora la guía para saber cómo conducirnos en él. Así alcanzaremos la felicidad y la alegría
que tanto anhelamos.
PERASHA NOAJ:
"Y serán un solo cuerpo"
Uno de los temas más importantes para la vida del Iehudi es la conducta con la que debe
comportarse en su matrimonio. La Tora reglamenta y determina cuáles son las actitudes a
tomar en todas las situaciones que puedan presentarse.
Paradójicamente, muchas personas se consideran expertas y creen innecesario recibir
orientaciones o consejos para obtener así una vida de felicidad. Quizás la influencia de
novelas románticas o de películas cinematográficas les ha hecho creer que saben
absolutamente todo lo que su pareja siente en su corazón. Las discusiones y los problemas
que la vida depara, les hace comprender -a veces en forma tardía- el error en que
incurrieron.
No sucede lo mismo con aquellos que valoran la sabiduría de la Tora. Ellos dedican parte
de su tiempo tan precioso a estudiar y analizar profundamente las enseñanzas de la Tora
para aplicarlas a la vida matrimonial. Comprenden que el tiempo que la pareja comparte en
la vida es extenso. Si por ejemplo una persona comparte sólo una hora por día con su
esposa, a lo largo de 50 años se habrán transformado en más de 18.000 horas. Por lo tanto,
se debe saber cómo comportarse para poder disfrutar realmente todo ese tiempo.
Por supuesto que no se trata de una tarea sencilla.
Cuando alguien se encuentra circunstancialmente con otra persona, es relativamente fácil
llevarse bien con ella y no tener discusiones. Si hay alguna diferencia podrá dejarse de
lado, ya que luego del encuentro cada uno seguirá su camino. No sucede lo mismo en un
hogar. Allí se comparte toda una vida con un ser que por naturaleza es distinto. Las
vicisitudes de la vida transforman al matrimonio en una especie de olla de presión, en
donde las malas cualidades salen a relucir en forma lamentable. Evidentemente, la mejor
solución para evitar futuros problemas es estudiar estos temas y superarse continuamente
para poder beneficiarse así con años llenos de éxito y felicidad.
No debemos olvidar que gran parte de los preceptos que la Tora determina están basados en
la relación con el compañero. La pareja de la persona no sólo que está incluida en este
grupo, sino que es el primer ser al que debemos aprender a tratar.
El Talmud en el tratado de Abodá Zara 17 comenta cuando los romanos encarcelaron a Ribí
Jananiá ben Teradion y a Ribí Elazar ben Parta. Éste último le dijo a Ribí Jananiá:
"Bienaventurado que fuiste atrapado por haber transgredido sólo una falta, pobre de mí que
recibí cinco acusaciones". Ribí Jananiá le contestó: "Bienaventurado eres tú que a pesar de
las cinco acusaciones salvarás tu vida. En cambio, yo fui acusado por una sola falta y no me
podré salvar. El mérito que te ha protegido es que te has dedicado a estudiar Tora y a hacer
Guemilut Jasadim. En cambio, yo sólo me he dedicado a estudiar Tora". El Talmud se
sorprende de la respuesta de Ribí Jananiá y pregunta: "¿Acaso Ribí Jananiá no se ocupó de
hacer favores? Hemos aprendido que era tesorero del dinero de la Sedaká y era tan
confiable en su trabajo, que Ribí Eliezer Ben Iaacob dijo que nadie entregue dinero a una
caja de Sedaká si el tesorero que la maneja no es Talmid Jajam como lo era Ribí Jananiá
Ben Teradion". Para corroborar esta idea, el Talmud relata que en una oportunidad se le
mezcló a Ribí Jananiá dinero propio con dinero de Sedaká y para evitar cualquier duda,
dejó todo el dinero para Sedaká. Tenemos así una prueba fehaciente de cómo Ribí Jananiá
se había dedicado a hacer Sedaká y Guemilut Jasadim. La respuesta del Talmud es que si
bien había hecho Guemilut Jasadim, no lo había hecho de acuerdo con lo que correspondía
a una persona de su nivel. A pesar de toda la Tora que había estudiado y enseñado, hubo
una acusación celestial en contra de Ribí Jananiá ben Teradion por no haberse dedicado a
hacer Guemilut Jasadim en el nivel que le correspondía.
Debemos tener presente que el Guemilut Jasadim empieza por casa y por sobre todo en la
relación con la pareja. Es cierto, se puede ayudar a necesitados, visitar enfermos, consolar
deudos y alegrar a novias entre tantos otros ejemplos de Guemilut Jasadim. Pero en el
Shamaim analizan de manera especial cuál es el comportamiento de cada persona en su
hogar, con quienes se encuentran a su alrededor. En base a esas actitudes, se juzga y
califica en el Shamaim a cada persona.
Para aclarar los conceptos aún más, podemos recordar aquellas palabras vertidas por el Rab
Jaim Fridlender Z"L: "la obligación de hacer favores con el compañero es una Mizvá muy
importante. En caso de que alguien no la realice como corresponde, si bien será acusado en
el Shamaim por su error, no dañará en forma directa a su compañero, ya que seguramente
otra persona llenará el vacío que él dejó. Pero con respecto al favor que debe existir entre
marido y mujer, la situación es distinta. Lo que ellos no hagan nadie lo hará. Por eso, la
misión de hacer favores en el hogar es mucho más importante que la de hacerlos con
cualquier otra persona".
Quizás el error consista -como comenta el Rab Iehuda Grinvald Shelita en su libro "Ladaat
Baarez Darkeja"- en considerar al hogar como el lugar de la tranquilidad y el sosiego. El
hombre piensa que luego de un agotador día de trabajo llegó el momento de descansar. Al
ingresar a su casa se encuentra con que su mujer le comenta las dificultades del día, los
niños reclaman su atención y el pobre marido se encuentra destruido. "¡Para esto llegué a
casa! ¡No puedo descansar ni siquiera un minuto!". Es la reacción lógica de aquel que
piensa sólo en sí mismo. Por supuesto que la mujer debe tener la suficiente inteligencia para
dejarlo descansar cuando ingresa al hogar y no incomodarlo inmediatamente narrándole las
dificultades diarias que debió afrontar. Pero el hombre por su parte debe saber que su
preocupación debe estar en brindar siempre bienestar a quienes lo rodean y no en reclamar
beneficios propios.
Sobre el versículo de Bereshit 2: "No es bueno que el hombre se encuentre sólo. Le haré
una ayuda frente a él", el Ramban formula la siguiente pregunta: "según la versión del
Talmud en Erubim 18 que comenta que el hombre fue creado en un solo cuerpo junto a la
mujer y luego Hashem los separó, ¿por qué no continuó siendo la mujer parte de su propio
cuerpo?". El mismo Ramban responde: "vio Hashem que era conveniente para el hombre
que la mujer se encontrara frente suyo y que se uniera a él de acuerdo con su voluntad".
Como bien explica el Rab Fridlender Z"L, la elección del hombre consistirá en acercarla o
en alejarla con sus actitudes. Lo que en principio era natural ya que se encontraban unidos,
deberá realizarse ahora por cuenta del hombre para que así se cumpla el versículo: "Y serán
un solo cuerpo" (Bereshit 2).
Cuando se invierte tiempo y esfuerzo para aprender a conducirse en el hogar, se recibe una
ayuda celestial especial para construir un hogar judío con todo lo que este concepto incluye.
En él se superarán todas las dificultades que puedan presentarse y por sobre todo se
encontrará una elevación espiritual que será ejemplo para todos los matrimonios de Israel.
PERASHA LEJ LEJA:
"La bendición de Eliahu Hanabi"
El Shalom es la base esencial para la convivencia humana. Así lo expresa Raban Shimhon
ben Gamliel en el Pirke Abot 1: "Por tres cosas el mundo se mantiene: por la justicia, por la
verdad y por la paz". Por otra parte, es la bendición por excelencia que Hashem otorgó al
pueblo de Israel: "Hashem dará poder a su pueblo, Hashem bendecirá a su pueblo con paz"
(Tehilim 29). No existe tesoro más precioso para Israel que el Shalom. El término que se
utiliza para saludar a una persona al encontrarla es decirle precisamente Shalom, ya que es
la mayor bendición que un ser humano puede alcanzar.
La oración principal que decimos tres veces al día, concluye recordando que Hashem
bendice a Israel con el Shalom. Cuando los Cohanim bendicen al pueblo, lo hacen como
intermediarios entre el Creador y el pueblo de Israel. ¿En qué consiste esa bendición? La
Tora en Bamidbar 6 lo detalla: "Que te bendiga el Eterno y te cuide. Que ilumine el Eterno
Su Rostro hacia ti y te agracie. Que eleve el Eterno Su Rostro hacia ti y que deposite sobre
ti el Shalom". Nuevamente, el Shalom es el broche final de la bendición de los Cohanim.
Cuando el rey Shelomo destaca el valor y la importancia de la Tora, la compara con el
Shalom. Así lo expresa en Mishlé 3: "Todos sus caminos (de la Tora) son caminos de
gracia y todos sus senderos son de Shalom". Nuestros Sabios determinaron que en cada
hogar de Israel se deben encender las velas en la víspera de Shabat. Uno de los motivos de
esta Mizvá es que gracias a que la casa está iluminada, reina el Shalom en el hogar. Hasta
tal punto el Shalom es importante, que la jurisprudencia determina para quien por su
situación económica apremiante no dispone de dinero para comprar velas de Shabat y de
Janucá y debe elegir entre unas y otras, deberá comprar el Ner de Shabat. Quien debe elegir
entre comprar el Ner de Shabat o el vino para el Kidush, también debe comprar el Ner de
Shabat. ¿Cuál es el motivo? La respuesta de nuestros Sabios es: "No existe nada más
importante que el Shalom del hogar, representado en este caso por el Ner de Shabat".
Cuando el marido regresa del Bet Hakeneset en la noche de Shabat e ingresa a su hogar, su
primera expresión es: "¡Shabat Shalom!". En ese momento tan especial, se dirige a los
ángeles que lo acompañan desde el Bet Hakeneset hasta su hogar y les dice: "Shalom
Alejem Malhaje Hasharet...", "Shalom para ustedes, ángeles Celestiales". Luego de recitar
el Kidush, los padres bendicen a sus hijos colocando sus manos sobre la cabeza de cada uno
de ellos diciendo Bircat Cohanim que también expresa el Shalom. Quizás hubo un enojo en
la semana, quizás la madre o el padre se molestaron con sus hijos por algún error que
cometieron, pero en ese instante se olvida lo sucedido. Los corazones se unen frente a la luz
del Shabat y el Shalom reina en el hogar.
Cuando el Midrash se refiere a la importancia del Shalom, menciona el siguiente ejemplo:
Un rey quiso probar a sus sirvientes para ver si eran dignos o no de su bendición. ¿Cómo
lo hizo? Les dijo lo siguiente: "Si alguno de ustedes me pide algo se lo daré, sólo que a su
compañero de tareas le daré el doble". Como había compañerismo entre ellos, cada uno se
preocupaba por pedir primero, para que así su compañero recibiera el doble. Cuando el rey
vio esta actitud les dijo que no diferenciaría entre ellos, sino que a todos les daría por igual
lo mejor. He aquí que el Shalom es la fuente de la Berajá. Pero había dos sirvientes que se
odiaban y envidiaban mutuamente. Ninguno de ellos le pedía nada al rey, para evitar así
que al otro le dieran el doble de lo que él solicitara. El rey observaba el silencio de ambos,
hasta que uno de ellos tomó la palabra:
"Mi pedido es... que me saquen un ojo, ya que de este modo a mi compañero le sacarán los
dos". El rey, al analizar el odio que existía entre ambos les dijo: "Les sacarán los ojos a
ambos, ya que no son dignos de recibir mi bien".
El valor del Shalom es en los momentos en que las ideas son distintas y no se comparten los
mismos criterios.
Los que valoran su importancia prefieren conceder y no transgredir la bendición del
Shalom. "Busca el Shalom y persíguelo", nos enseña el rey David en el Tehilim 34, puesto
que realmente es sencillo no discutir ni pelear cuando las ideas se comparten. "Osé Shalom
Bimromav" (Iob 25), o sea, "quien hace el Shalom en los Cielos", porque nuestros Sabios
nos enseñan que en los Cielos un ángel de fuego se encuentra frente a un ángel de agua y
sin embargo no se dañan, ya que ambos fueron creados por el Todopoderoso con un solo
deseo: servir a Quien creó el agua y el fuego.
En una oportunidad, tres jóvenes se encontraron en un camino que conducía a una ciudad.
Cada uno de ellos se dirigía a la ciudad por un motivo distinto. El primero tenía como
objetivo encontrar una mujer virtuosa con quien casarse, debido a que consideraba que ésa
era la base fundamental del hogar que deseaba construir. El segundo joven expuso que todo
su interés estaba concentrado en obtener dinero ya que, según su criterio, era lo principal de
su vida. El tercer joven buscaba un lugar donde poder estudiar Tora con concentración y
profundidad.
Eliahu Hanabi se presentó delante de ellos con la apariencia de un anciano y le preguntó al
que ambicionaba dinero qué haría si realmente lo consiguiera. La respuesta del joven fue
que se dedicaría a hacer favores al prójimo y a dar caridad. Eliahu Hanabi le dijo que no se
olvidara nunca de lo que había dicho y le entregó una moneda sin explicarle por qué lo
hacía.
Cuando Eliahu Hanabi se dirigió al joven que deseaba estudiar Tora, escuchó que éste
prometía que en caso de desarrollar sus conocimientos, se dedicaría a enseñar Tora a toda
persona que quisiera aprender sin importarle si se trataba de un niño o de un anciano.
Eliahu Hanabi le entregó un papel en el que estaban escritas las letras del abecedario hebreo
y le recordó que no olvidara su promesa.
El joven que deseaba casarse con una mujer virtuosa le expresó al anciano que cuidaría
como base fundamental de su hogar el Shalom que reinaría en él. Eliahu Hanabi le indicó
una puerta de la ciudad en donde encontraría a su pareja y así el anciano desapareció de la
vista de los jóvenes.
El tiempo transcurrió y los tres jóvenes consiguieron lo que tanto anhelaban. Después de
unos años, Eliahu Hanabi decidió probarlos para ver si cumplían con lo prometido. Se les
presentó como un anciano muy pobre con dos pequeños huérfanos de su mano. En
principio se presentó delante del joven que se había convertido en millonario y le solicitó
una ayuda para los pequeños huérfanos. El joven le respondió que no disponía de tiempo
para poder atenderlo. Eliahu Hanabi le recordó que tiempo atrás le había dado una moneda.
En ese momento, el joven se descontroló, buscó la moneda, se la entregó al anciano y lo
expulsó de su hogar. Al poco tiempo, el joven perdió toda su fortuna en un mal negocio.
El anciano se dirigió con los dos huérfanos del joven que había estudiado Tora para
solicitarle que le enseñara a los niños, porque éstos no tenían con quien hacerlo. La
respuesta del joven fue que no tenía tiempo para perder con los niños, debido a que estaba
estudiando temas muy profundos que requerían toda su concentración. Al recordarle el
anciano que tiempo atrás le había dado un papel con las letras del abecedario, el joven se lo
devolvió y se retiró del lugar. Al poco tiempo, una enfermedad imprevista hizo que el sabio
joven olvidara todo el estudio que había adquirido.
El anciano se dirigió entonces con los dos niños a la casa del joven que deseaba casarse con
una mujer virtuosa. Se encontró precisamente con la esposa que los atendió amablemente,
les sirvió de comer y les comentó que su esposo era pastor de ovejas y un excelente marido.
Cuando el joven regresó a su hogar y se encontró con los invitados, bendijo a su esposa por
haberlos atendido y por tener la cualidad de Abraham Abinu de recibir huéspedes. A pesar
de que no había quedado comida para él, el joven no se enojó ni perdió la calma. Por el
contrario, le ofreció dormir en ese lugar al anciano y a los niños, pero Eliahu Hanabi le
respondió: "Hace un año te encontré en el camino con los otros jóvenes. Ellos no
cumplieron lo que prometieron; en cambio, tú mantuviste tu promesa de respetar el Shalom
de tu hogar y la Divinidad posa en él. Te hago entrega de la moneda y del papel que les
había entregado a ellos. Desde hoy en adelante dejarás de ser pastor de ovejas para
convertirte en el Rab de tu comunidad y además serás millonario y honrado por todos. El
Shalom Bait es la base de la riqueza y de la felicidad".
Que se cumpla en nosotros la frase con la que finalizamos la oración de todos los días:
"Quien hace el Shalom en los Cielos, El hará paz sobre nosotros y sobre todo Su pueblo
Israel y dirán Amén".
PERASHA VAIERA:
¿Cuántos comentarios leímos en nuestra vida sobre la importancia del Shalom Bait?
Seguramente que muchos. Pero debemos preguntarnos: ¿todos esos consejos de la Tora han
servido para mejorar nuestro comportamiento y corregir errores? O por el contrario, ¿somos
los mismos que antes, con la diferencia de que adquirimos conceptos que no llevamos a la
práctica? ¡Qué pregunta difícil! Pero real, ¿o no?
Imaginemos nosotros a un burro cargado con los libros más filosóficos e importantes que
existan en el mundo. ¿Por eso dejó de ser un burro? ¿De qué sirve saber si no se pone en
práctica lo que la Tora nos aconseja para nuestro bien?
El rey Shelomo en Mishlé 15 nos enseña: "Un oído que escucha reproches en la vida, sólo
en los Sabios se encuentra". Es el mismo concepto que su padre, el rey David, había dicho
en el capítulo 40 de los Salmos agradeciendo a Hashem: "Oídos me has dado". ¡Los
animales también poseen oídos! ¿Cuál es la enseñanza del rey David? El mensaje es que
hay una diferencia enorme entre lo que la persona escucha y lo que realmente pone en
práctica. Debemos leer, estudiar y aprender para trasladar a la práctica las enseñanzas. Una
persona inteligente que escucha palabras de Musar, piensa que lo que se dijo fue justo para
él. Quien no toma conciencia, siempre piensa que el mensaje fue para su compañero de
asiento o para cualquier otra persona menos para sí mismo.
Se comenta que en una oportunidad una mujer se presentó ante su Rab desesperada por el
mal comportamiento de su esposo. El Rab quiso citarlo, pero la mujer le pidió que no lo
hiciera porque el resultado sería peor aún. El Rab decidió ir al Bet Hakeneset al que
concurría ese hombre y hablar en público sobre la importancia de respetar a la mujer para
que así se diera por aludido. Pidió permiso al Rab de ese lugar y comenzó a disertar sobre
el valor de la mujer, mencionó la obligación que recae sobre el hombre de quererla como a
su propio cuerpo y respetarla aún más. El marido que se encontraba entre el público
prestaba atención y sonreía, como si se tratara de un tema en el que él no estaba
involucrado. Mientras tanto, el Rab del lugar al escuchar la disertación lloraba
desconsoladamente. Cuando finalizó la conferencia, el marido en cuestión se acercó al Rab
para felicitarlo por sus palabras y le dijo que compartía plenamente lo que había expresado.
¡Ni se dio por enterado de que el mensaje era para él! El Rab del lugar que se había puesto
a llorar le agradeció al Rab porque las palabras vertidas lo habían hecho reflexionar.
Recordó que le había pedido a su señora que le corrigiera unos apuntes que había escrito.
"¿Acaso no le alcanza con todo el trabajo del hogar?", reflexionó arrepentido el Rab.
"¡Gracias por abrir mis ojos!", le dijo al disertante. ¡Pensó que el mensaje era para él!
El Talmud dice, en Shabat 127, que hay seis cosas por las que se recibe parte de pago en
este mundo, quedando el capital íntegro para el mundo venidero: recibir huéspedes, visitar
enfermos, concentrarse en la Tefilá, madrugar para ir al Bet Hamidrash, educar a los hijos
con Tora y juzgar al prójimo para el lado bueno.
Cada hogar judío debe estar basado en el ejemplo de Abraham Abinu que abría las puertas
de su hogar no sólo para atender y dar de comer a los necesitados, sino por sobre todo para
infundir la fe en el Todopoderoso y acercar al huésped al cumplimiento de la Tora y
Mizvot. De esta manera, la casa judía se transforma en un pequeño santuario que irradia
Emuná, recibiendo con alegría y satisfacción a quienes la visitan y alentando a quienes
viven situaciones difíciles.
Se cuenta sobre un comerciante, que visitó en una oportunidad una ciudad en busca de una
mercadería determinada. Al entrar a la dirección que le habían recomendado, se sorprendió
al ver a un vendedor bastante mayor que le contestó: "Lo siento, no tengo más esa
mercadería, pero la puedes conseguir en la casa de mi padre... que vive cerca de acá".
Sorprendido el comerciante por el hecho de que esa persona mayor tuviera padre y que
trabajara, fue a esa nueva dirección y se sorprendió al ver a un anciano sentado en su silla
trabajando, que le contestó: "Lo lamento, yo tampoco tengo esa mercadería, pero la puedes
conseguir... en lo de mi padre, que vive cerca de acá". No podía creer el comerciante que
este anciano tuviera padre. Al llegar a la nueva dirección, se encontró con un anciano que lo
recibió y le vendió lo que necesitaba. El comerciante se animó a preguntarle: "¿Qué mérito
ha tenido usted para tener larga vida?". Contestó el anciano: "El mérito es de mi señora y
ahora entenderás por qué".
En ese instante, apareció la señora del anciano y éste le pidió que sirviera una porción de
sandía para el invitado. La señora regresó con una sandía enorme y el anciano le dijo:
"Nuestro invitado merece una sandía de mejor calidad; por favor, cámbiala por otra". La
señora regresó al instante con otra sandía y se repitió la situación anterior, hasta que en la
tercera oportunidad trajo una de la calidad que la honra del huésped merecía. Después de
comer, le preguntó el anciano al comerciante: "¿Cuántas sandías crees que hay en nuestra
cocina?". El comerciante contestó: "Por lo menos tres". "Te equivocas", le dijo el anciano,
"sólo tenemos una, pero quise mostrarte nuestra alegría por recibirte en nuestro hogar. Mi
señora siempre trajo la misma sandía. Ahora entiendes el mérito de mi mujer, ya que otra
hubiese dicho: 'No tengo otra sandía', avergonzándome a mí y a ti, pero mi señora
inteligente supo cómo comportarse correctamente por tu honor y por el mío".
Aprendemos de este Maasé, cómo la mujer trae la bendición y la alegría a su hogar
atendiendo de buena forma a sus invitados y poniendo en práctica las enseñanzas de
Abraham Abinu.
Los motivos que llevan a formar un matrimonio son distintos según se trate de una pareja
observante de los preceptos o de quienes se encuentran alejados de los mismos. En este
último caso, luego de un encuentro circunstancial se inicia una relación basada en una
atracción física y en un sentimiento de amor mutuo. Se llega a la conclusión de que son tal
para cual. Cualquier diferencia que pudiera existir, será cubierta por el cariño mutuo que se
dispensan.
Por varios motivos deciden casarse. En primer lugar, para ayudarse uno al otro, serán
felices, formarán una familia, estarán acompañados en la vida y por sobre todo, se quieren
tanto que no hay motivo para no contraer enlace. Si analizamos más profundamente, nos
daremos cuenta que todos estos puntos giran sobre una misma base: el camino al
matrimonio es la mejor garantía para obtener los mayores beneficios desde varios puntos de
vista.
Cuando surgen desentendimientos entre la pareja, esta base se desmorona y la puerta de la
separación se abre de par en par. La creencia de que el amor que sustentaba la relación
cubriría todos los inconvenientes no se cumplió en la práctica. ¿Por qué fue así? Porque era
un amor ficticio, basado en la belleza o en sueños imaginarios y no en el análisis de las
características verdaderas de la pareja.
Distinto por completo es el matrimonio basado en los valores de la Tora. Sus integrantes
saben la importancia que cada familia tiene para el pueblo de Israel en general. Formar un
matrimonio es uno de los preceptos que la Tora establece, exactamente igual como lo es
ayunar en el día de Kipur. Por eso, el concepto de amor para este tipo de parejas tiene otro
significado. Para ellos, el amor es el medio que otorgó Hashem al ser humano para alcanzar
el objetivo: formar una familia. Conceptos radicalmente opuestos a aquellos que se
encuentran alejados de la Tora y piensan que la formación de la familia es el medio para
encontrar y consolidar el amor preexistente.
Cuando la Tora relata que Izjak Abinu contrae matrimonio con Ribka Imenu, el versículo
de Bereshit 24 dice: "Y la trajo Izjak (a Ribka) a la carpa de Sara, su madre, fue para él su
mujer y la amó". O sea que el verdadero amor que une a la pareja es posterior al
matrimonio. Cuando cada uno de sus integrantes observa la preocupación y el esfuerzo del
otro para complacerlo, los lazos del cariño basados en los principios que la misma Tora
establece, unen a la pareja por toda la vida. Ese amor se multiplica con el correr de los días,
a diferencia de lo que sucede en otros hogares en donde cada vez se debilita más luego del
fervor existente en el noviazgo.
De ninguna manera se trata de observar en forma negativa el sentimiento de amor que debe
existir entre la pareja. Entre las bendiciones que se formulan en el momento de la Jupa, la
última de ellas menciona: “Bendito Tú Di-s... que creó felicidad y alegría, al novio y a la
novia,... amor, hermandad, paz y compañerismo". El propio Rambam en las Halajot que
corresponden al matrimonio determina: "ordenaron nuestros Jajamim que el hombre respete
a su esposa más que a su propio cuerpo y que la ame como a su cuerpo" (Halajot Ishut 15).
Sólo que éste amor está fundamentado en la valoración mutua que existe entre la pareja. No
es un amor condicionado por un motivo, ya que en ese caso cuando el mismo desaparezca,
el cariño se esfumará como si nunca hubiera existido. No depende de instintos, deseos o
placer, sino que se fundamenta en una visión no egoísta que permitirá una elevación
espiritual constante para alcanzar la verdadera felicidad. El verdadero amor está basado en
saber tolerar y brindarse por el otro. Ese amor no está sustentado en la búsqueda de
derechos o beneficios personales.
Una de las diferencias básicas entre el ser humano y el animal consiste en que éstos se
preocupan sólo por sí mismos. Nunca veremos a un perro o a un caballo que se moleste en
llevar comida a otros animales de su misma especie. Por el contrario, cada uno peleará con
el otro por la misma porción. El ser humano, creado a imagen y semejanza Divina, debe
entender y sentir la necesidad del prójimo y esforzarse por ayudarlo.
En una oportunidad, un Iehudi se presentó delante de su Rab para quejarse de un
compañero que había abierto un negocio similar al suyo en la misma calle. El Rab le
contestó: "¿Sabes por qué un caballo patea el agua de un arroyo cuando toma de ella?
Sucede que al inclinarse para beber y observar a 'otro caballo' con sus mismas intenciones,
se llena de furia y patea.
Su falta de inteligencia no le permite entender que el 'otro caballo' es él mismo y que el
arroyo tiene agua suficiente para ambos". El Rab terminó diciendo a su alumno que no
debía comportarse pensando que un hermano suyo le sacaría lo que a él le corresponde.
Debía alegrarse que existiera otro Iehudi que encontrase el sustento para su familia. Por
otra parte, no debía preocuparse, ya que Hashem le daría a él lo necesario para la vida.
Este tema adquiere una relevancia fundamental en el matrimonio, donde tanto el marido
como la mujer se comportarán como seres humanos sólo si realmente se preocupan por el
otro y por sus necesidades. Pero si se limitan solamente a buscar un provecho propio y a
recibir lo que necesitan, sin preocuparse por brindar al otro lo que éste espera y. le
corresponde, no tendrán diferencia en sus actos con el comportamiento de los animales.
Debemos trabajar sobre nosotros mismos para sacar el egoísmo de nuestros corazones y
llegar a sentir que somos un sólo cuerpo junto a nuestra pareja.
El cariño es la base de la vida matrimonial, ya que representa la unión que reclama la Tora:
"Vehaiu Lebazar Ejad" ("Serán un solo cuerpo"). Existen dos formas de afecto: 1-Cariño
para recibir, o sea querer a la otra parte por provecho propio, para sentirse mejor. Esto es en
verdad quererse a sí mismo, porque significa estar preocupado por satisfacer sus propios
deseos sin tener en cuenta la voluntad del otro; y 2-Cariño para dar, se refiere a estar
dispuesto a sacrificar los intereses personales para conformar a la otra parte. Anularse a sí
mismo con tal de que el otro sea feliz.
Contrariamente a lo que piensa la persona, está escrito en Masejet Derej Erez capítulo 2:
"Si deseas amar al prójimo, preocúpate por darle el bien". Nuestros Sabios nos enseñan:
"No se da porque se quiere, sino que se quiere porque se da". La raíz de este sentimiento es
que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Di-s. Él nos da absolutamente todo sin
recibir nada a cambio. Por eso, también el hombre podrá amar al prójimo sólo después de
haberse brindado íntegramente por él.
En una oportunidad, una persona fue a comer a un lugar de primera categoría y ante la
pregunta del mozo sobre qué era lo que deseaba comer, le respondió: "yo quiero mucho a
los peces". El mozo se dirigió a la cocina y al poco tiempo trajo una bandeja con distintas
clases de pescados. Alguien que presenciaba lo que sucedía, con mucha inocencia le dijo:
"Tú no quieres a los peces, ya que si así fuera, hubieras solicitado que te trajeran una pecera
con peces de todo tipo. Lo que sucede es que te quieres a ti mismo y como consecuencia de
ello, te honras comiendo pescado". El amor verdadero a alguien se demuestra por la
necesidad de brindarle todo lo que se encuentra al alcance de uno. Por eso, el término
"amor" en hebreo es "Ahabá", cuya raíz proviene de la palabra "Hab" que significa dar.
Si cada uno de los integrantes de la pareja tuviera ese sentimiento de unión hacia el otro y
no hacia sí mismo, sería fácil de hallar la felicidad que la Tora reclama para el hogar judío.
Si brindamos todo nuestro corazón a nuestra pareja, seremos correspondidos por
el mismo sentimiento, compartiendo un hogar lleno de alegría y felicidad.
PERASHA TOLEDOT:
En la Perasha Lej Leja está escrito: "Y fue cuando se acercó (Abraham) para ir a Egipto, le
dijo a Sara, su mujer: "He aquí que sé que eres una mujer de hermosa apariencia" (Bereshit
12). Rashi comenta en nombre del Midrash que, debido al recato que ambos tenían,
Abraham no se había dado cuenta hasta ese momento de la belleza de su esposa a pesar de
todos los años que habían convivido. Al ver durante el camino el rostro de su mujer
reflejado en un arroyo de agua, tomó conciencia de su hermosura. Evidentemente, estos
conceptos muestran el grado de espiritualidad alcanzado por ambos, siendo prácticamente
ángeles más que seres humanos.
Sin embargo, cuando los tres ángeles en forma de personas visitaron a Abraham Abinu, le
preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". El Talmud en Baba Mesiá 87 explica que los
ángeles sabían dónde estaba, pero querían hacerle saber a Abraham que su esposa era
recatada, para que así la quisiera y valorara aún más. A pesar de que -como explicamos- el
nivel de ambos era espiritual completamente y que se trataba de ancianos (100 y 90 años
respectivamente), los ángeles se preocuparon porque el Shalom entre ellos se reforzara.
Podemos deducir entonces la importancia del Shalom en un hogar, cualquiera sean las
características del mismo.
El Talmud en Iebamot 65 nos enseña que está permitido mentir para preservar el Shalom.
Lo deduce del suceso en donde Hashem le dijo a Abraham Abinu que Sara se había
sorprendido al escuchar que tendría un hijo y había dicho: "Yo soy anciana". En realidad, la
expresión de Sara Imenu había sido: "Y mi marido es anciano", pero Hashem cambió las
palabras para mantener el Shalom. ¿Por qué Abraham se iba a ofender con su mujer por su
frase: "Y mi marido es anciano"? ¡Era la realidad! El propio Abraham había dicho sobre sí
mismo: "¿Una persona de cien años puede ser padre?". De todas formas, Hashem evitó -al
cambiar la expresión de Sara- la más mínima posibilidad de enojo o distanciamiento entre
la pareja, a pesar de lo ancianos que eran y de la condición espiritual especial que ambos
poseían.
El Talmud en Iebamot 63 comenta que Rab tenía una mujer que lo hacía sufrir y le
cocinaba lo contrario de lo que él deseaba en ese momento. Cuando su hijo llamado Ribí
Jiá creció, le mentía a su madre diciéndole lo contrario de lo que su padre deseaba
realmente, para que así comiera lo que sí esperaba. Cuando Rab se dio cuenta de la picardía
de su hijo lo corrigió y le dijo: "tú no actúes así, ya que estás mintiendo y el Profeta Irmeiá
reprocha a Israel por acostumbrarse a mentir". Nuestros Sabios preguntan: "¿Por qué Rab le
dijo a su hijo: tú no actúes así?". De esto se deduce que otra persona sí podría mentir. La
respuesta es que se puede mentir para lograr el Shalom Bait, pero esto es sólo para una
persona mayor que en su vida se destacó siempre por decir la verdad. En algún caso
excepcional, se le permite mentir para preservar el Shalom. En cambio, un joven como Ribí
Jiá corre el peligro de acostumbrarse a mentir. Por eso Rab mencionó la referencia del
versículo de Irmeiá que habla de acostumbrarse a mentir y no la de Vaikrá 19 en la que
claramente la Tora menciona: "No mientas". De todas formas, el Shalom es tan importante
que como vimos, en determinados casos está permitido faltar a la verdad con tal de
preservarlo.
Es tal la importancia del Shalom en el matrimonio, que los Jajamim resaltan la labor de
Aharon Hacohen para reconciliar a quienes se encontraban distanciados. Aharon tenía el
cargo de Sumo Sacerdote, lo que implicaba ocupar varias horas del día para el trabajo del
Mishkan. Por otra parte, junto a Moshe era el encargado de enseñar día y noche la Tora al
pueblo de Israel. Cada instante de su vida era aprovechado al máximo. No había segundos
de desperdicio. A pesar de todo, se preocupaba de ayudar a miles de familias a superar las
desavenencias que se presentaban, acercando los corazones de la pareja.
Como una demostración de agradecimiento a su tarea, muchos niños que nacían luego que
el matrimonio superara sus conflictos, eran llamados con el nombre de Aharon. Por eso,
cuando ocurrió su fallecimiento, el duelo no fue sólo para sus familiares o para quienes
estaban cerca suyo, sino como lo indica la Tora: "Y lloraron a Aharon treinta días todo el
pueblo de Israel"(Bamidbar 20). ¿Cuál era la fórmula que utilizaba Aharon para hacer el
Shalom? En Abot de Ribí Natán 12 está detallado cuál era su proceder: "Cuando dos
personas estaban enemistadas, Aharon se dirigía a una de ellas y le decía: "hijo mío, tu
compañero está arrepentido, rasga sus ropas de dolor por lo sucedido, se avergüenza de
observar tu rostro por haber faltado a tu honra". Aharon no cesaba de hablar hasta que lo
convencía de llegar a una reconciliación. Luego Aharon se dirigía a la otra persona y le
expresaba las mismas palabras que le había dicho a su compañero. El resultado era que
cuando ambos se encontraban se abrazaban uno al otro, perdonando cualquier actitud
anterior".
Los Jajamim nos relatan este detalle del proceder de Aharon para que nosotros sepamos
aplicarlo en la vida diaria. Se trataba de toda una profesión: escuchar al otro con atención y
expresarle lo que él deseaba escuchar. Todo es válido si el objetivo es alcanzar el Shalom.
Para utilizar este proceder, no es necesario esperar el momento en que debamos ser
intermediarios en alguna discusión. No hay que esperar mucho tiempo para tener el Zejut
de realizar esta Mizvá tan importante. Podemos empezar por nosotros mismos. En nuestro
hogar, podemos seguir la indicación de Aharon: decir lo que el otro quiere escuchar. Quizás
no sea la verdad estricta. De todas formas, alcanzar el Shalom como objetivo lo justifica.
Normalmente, se cree que la verdad implica decir las cosas como realmente son y la
mentira es precisamente lo contrario. Sin embargo, esta regla contiene muchas excepciones.
En algunos casos, estará prohibido decir una verdad si ésta sólo traerá consecuencias
negativas. Si contar los sucesos tal como fueron realmente provocará un daño, esa "verdad"
se convertirá en una terrible mentira. Si el objetivo que se busca es verdadero, aunque se
modifiquen los sucesos de cómo realmente fueron se estará llegando a la verdad. En
resumen, la verdad y la mentira dependen del objetivo buscado.
Esta base aplicada con un criterio certero, es utilizada por el Rab Dessler Z"L en su libro
Mijtab Meeliahu para explicar el comportamiento de Iaacob Abinu cuando se hizo pasar
por Esav para recibir la bendición de su padre Izjak. ¿Cómo es posible? Iaacob Abinu se
distingue entre los Patriarcas por su cualidad del Emet. ¡Sin embargo, en las apariencias
engañó a su padre!
El Ialkut Toledot nos da la respuesta, al comentar el versículo de Bereshit 27 posterior al
momento en que Izjak se dio cuenta de que había sido engañado por Iaacob: "Y se
estremeció Izjak de sobremanera y dijo: "¿Quién es?". Su pregunta real fue que se había
dado cuenta de que hubo un engaño de Iaacob y quería saber quién era el responsable del
mismo: si Iaacob por haberlo llevado a la práctica o él mismo por haberse dejado engañar.
Hashem le contestó como continúa el versículo: "Él se dedicó a cazar". O sea, Hashem le
dijo que ambos no eran responsables por lo sucedido, ya que habían puesto las cosas en su
lugar como realmente correspondía: Izjak debía bendecir a Iaacob. Sólo Esav, quien
"cazaba con su boca" al engañar a su padre, era el responsable y no merecía la bendición de
Izjak. Iaacob había actuado forzado por su madre, sin intereses personales, sólo para lograr
el objetivo que Hashem había determinado: que él obtuviera la bendición de su padre. Por
eso, debió utilizar lo que aparentó ser una mentira. Pero la mentira en nombre de la verdad,
se convierte en la verdad más estricta.
Iaacob Abinu es el símbolo del Emet. Para alcanzar ese título debió pasar una prueba muy
difícil. Para el que analiza sólo superficialmente lo acontecido, puede parecerle
equivocadamente que Iaacob mintió. No fue así. Él nos enseñó que la verdad está
íntimamente relacionada con hacer Jesed, como bien lo menciona el rey David en el
Tehilim 85: "El favor y la verdad se encontraron, la rectitud y el Shalom se besaron". Uno
depende del otro. No existía mayor Jesed para Iaacob Abinu que impedir que Esav el
perverso recibiera por medio de la bendición de su padre Izjak la herencia espiritual de
Abraham Abinu. Iaacob tenía ese desafío y debía cumplirlo. Así lo hizo y recibió el título
de Ish Emet: el hombre de la verdad.
Que en nuestra vida diaria recibamos su enseñanza. Que tomemos el ejemplo de aquel Rab
que en la noche del Seder al derramar uno de sus huéspedes el vino sobre la mesa, procedió
a hacer caer también él su copa de vino en forma intencional y decirle a su esposa: "¿Qué
sucede? ¡Parece que alguna de las patas de la mesa está floja!". El huésped respiró aliviado,
la vergüenza desapareció de su rostro. ¿El Rab mintió? De ninguna manera, no existe una
verdad superior a esa pequeña mentira. Bienaventurados quienes apliquen a los actos de la
vida las enseñanzas que nuestros Sabios nos legaron. Tendrán el Zejut de vivir con alegría
en este mundo y recibir el verdadero pago en el mundo venidero.
PERASHA VAIESE:
"El llanto de la mujer"
El Shela Hakadosh comenta en Perasha Vaiese: "El hombre debe comportarse con
humildad y tranquilidad en su hogar. No debe obligar a su esposa a realizar cosas que ella
no desea, sino que debe hablarle siempre de buena manera. Así dijeron los Jajamim: Quien
tiene Shalom en su hogar, es considerado como si estuviera en Shalom con todo el mundo.
El Zohar Hakadosh comenta al respecto: "El hombre debe comportarse en su hogar con
tranquilidad y alegría sin que teman de él". El hombre es el que dirige su hogar y por lo
tanto la responsabilidad del Shalom recae sobre sus hombros. Esta obligación se manifiesta
de dos formas: 1) sus expresiones deben ser dulces y suaves, llenas de tranquilidad y
comprensión. No deben ser con tensión, nerviosismo ni ofensivas. 2) su comportamiento y
actitudes deben ser con gracia y serenidad, a pesar de las situaciones que se puedan
presentar.
El Talmud, en Baba Mesiá 59 comenta al respecto: "Siempre el hombre debe cuidar de no
hacer sufrir con sus expresiones a su mujer". El mismo Talmud explica el motivo especial
que existe en este caso: la mujer es por naturaleza muy sensible. La prueba contundente de
ello es que su llanto es más frecuente y espontáneo que el del hombre. Por lo tanto, es
obligación de cada marido alegrar a su esposa y no hacerla sufrir con sus actitudes o
expresiones, ya que su dolor es mucho más profundo que el del hombre. Se debe tener
presente en cada circunstancia de la vida el precepto de la Tora:
Hasta tal punto llega este concepto, que incluso quien hace sufrir a su señora sin haber
tenido esa intención puede recibir un castigo, como podemos observar en el siguiente
suceso que relata la Guemará en Ketubot 62: "Rab Rejumi regresaba a su hogar todos los
años en la víspera de Iom Kipur, luego de permanecer durante mucho tiempo estudiando en
un Bet Hamidrash, ubicado lejos de su casa. En una oportunidad, se concentró tanto en su
estudio que se retrasó del horario normal en el que solía regresar. Su esposa esperaba
ansiosa y preocupada: '¿Cuándo llegará mi esposo?'. A cada instante decía: '¡Ya llegará, ya
llegará!'. Su dolor hizo que en un momento determinado se derramaran unas lágrimas de
sus ojos. Su marido seguía estudiando profundamente en el altillo de la Ieshibá y en forma
imprevista, se derrumbó el techo sobre él y falleció instantáneamente".
Este terrible suceso es explicado por el Rab Jaim Shmulevich Z"L en su libro "Sijot Musar"
de la siguiente forma: "El castigo que recibe quien hizo sufrir a su compañero no es
simplemente para tranquilizar al perjudicado, puesto que, como vemos en este caso, la
muerte de Rab Rejumi habrá provocado muchas más lágrimas a su señora que las que había
derramado anteriormente. El concepto real es que la ofensa o el daño al prójimo es como un
fuego que consume: todo el que pone su mano en él se quema. No se trata sólo de un
castigo por su actitud, sino que es una ley natural y real".
Sucedió en una oportunidad con Ribí Zalman Malsu Z"L, que estaba viviendo en la casa de
una familia, y fue a visitarlo un alumno suyo con quien se puso a conversar palabras de
Tora. En un momento, el alumno vio que su maestro se levantó y rápidamente salió fuera
de la casa. El alumno siguió al Rab y le preguntó el motivo de su actitud. La respuesta fue:
"La mujer que trabaja en la limpieza de la casa comenzó a cantar y está prohibido escuchar
cantar a una mujer; por eso me retiré". El alumno le sugirió al dueño de la casa que le
pidiera a la mujer que dejara de cantar para que el Rab pudiera ingresar. El Rab
instantáneamente respondió: "¡Déjenla, ella está ocupada con su trabajo! Está feliz con lo
que hace y soy yo el que no puede escucharla. ¿Por mí debe sufrir? Yo debo salir para que
ella siga cantando".
Aprendemos de este suceso hasta qué punto debemos cuidarnos de no hacer sufrir al otro, a
pesar de que la intención sea cumplir con algún precepto. Con mucha más razón, que el
hombre no debe hacer sufrir a su mujer, ni provocarle un dolor o avergonzarla, ya que se
provoca de esa forma un daño a sí mismo.
Nuestros Sabios nos enseñan que los primeros días del matrimonio marcan una senda para
toda la vida. Los primeros siete días del matrimonio son días de celebraciones y
banquetes, en los cuales se alegran los novios y sus parientes. Y esos banquetes no son sólo
para saborear ricas comidas, sino principalmente para agradecer a Hashem por la boda, y
para aprovechar la ocasión invitando a los parientes y amigos a participar de la alegría. Se
cumple una gran Mizvá al asociarse en ella.
La Simjá de los Siete Días de Banquetes (Sheba Berajot-Siete Bendiciones), tiene su
antecedente en la Tora. En el libro Pirke Deribi Eliezer figura que lo aprendemos de lo que
está escrito en la Perasha de esta semana, cuando Iaacob contrajo matrimonio con Lea,
luego de lo cual se celebraron siete días de banquetes. En esa oportunidad, se congregaron
todos los habitantes del pueblo a celebrar. Dijo entonces Hashem: "Ustedes le hicieron un
favor a mi siervo Iaacob (de acompañarlo en su alegría). ¡Yo les daré a ustedes una
recompensa eterna a través de vuestros hijos!".
También hemos visto una celebración de "Sheba Berajot" en el Libro de los Profetas,
cuando Shimshon se casó y le organizaron siete días seguidos de banquetes, y lo trataron
como a un verdadero rey.
Esto nos enseña que el novio y la novia son considerados como reyes en los días de Sheba
Berajot. Así como todos alaban a un rey, también a los novios (dentro de los primeros siete
días) los alaban y les rinden honores de reyes. Así como un rey se viste con ropas
majestuosas, del mismo modo los novios se visten con ropas de fiesta todos esos días. Así
como a un rey se lo recibe con banquetes, a los novios se los recibe con los mejores
manjares. Así como el rey no trabaja, los novios no trabajan. Así como a un rey siempre se
lo ve radiante, a los novios se los ve resplandecientes como el sol. Como está escrito: "(El
sol) es como un novio que acaba de salir de su Jupa" (Tehilim 19).
Los días de Sheba Berajot son como una expresión de deseos: así como los primeros días
del matrimonio son de fiesta y celebraciones, que todos los demás días de matrimonio de la
nueva pareja sean igualmente de fiesta y alegría.
Analicemos para finalizar algunos consejos escritos en el libro "Una vida de felicidad" del
Rab Shelomo Dob Cohén Shelita, que sirven para alcanzar el éxito en el matrimonio:
1) Aprovechar la fuerza interna que cada uno posee y sacarla a la luz en la vida
matrimonial.
2) Comportarse con paciencia. Saber que no es posible esperar resultados maravillosos de
un instante al otro. Se debe mejorar paso a paso para así llegar a la verdadera felicidad en
el matrimonio.
3) Asumir las responsabilidades: cada uno debe tratar las situaciones que se presenten con
el máximo de seriedad para obtener así los mejores resultados.
4) El buen trato: hay que recordar que todos tenemos faltas y la solución se encontrará sólo
si la otra parte toma el problema como si fuera suyo propiamente y no se limita a
marcárselo a su pareja sin ayudarla a superarlo.
5) Medicina preventiva: no esperar a que los problemas aparezcan para ver cómo
solucionarlos, sino que se deben estrechar las relaciones en los momentos buenos para
formar así un escudo que impedirá que se deterioren en los momentos más críticos.
6) No desesperarse por los tropiezos: cuando un niño comienza a caminar es normal que
tropiece y se golpee. En forma similar, un matrimonio que intenta mejorar su relación, se
encontrará con situaciones que aparentemente son retrocesos o caídas. No solamente que
no hay que desesperar, sino que se deben aprovechar para levantarse con más
fuerza y superarse continuamente.
7) Reconocer el esfuerzo del otro: cuando un integrante de la pareja intenta superarse, el
otro debe alentarlo para seguir adelante y no debe criticarlo por los errores que pueda
cometer.
La felicidad en el matrimonio no depende de que no se presenten pruebas en la vida, sino
de la buena relación y de la unión de la pareja en todas las situaciones que se deban
atravesar. Todos los comienzos son difíciles. No es sencillo intentar mejorar nuestras
actitudes, pero si no lo hacemos la vida matrimonial estará llena de tensión y amargura.
Pongamos en práctica los consejos de nuestros Jajamim y con seguridad, nuestra vida será
otra completamente.
¡Qué Hashem bendiga nuestros hogares con el Shalom!
PERASHA VAISHLAJ:
En la Perasha Vaishlaj, la Tora menciona el encuentro entre Iaacob Abinu y el ángel que
representa al instinto del mal. Iaacob Abinu estaba solo. Nadie lo acompañaba cuando fue
atacado por el ángel del mal. Su familia había cruzado un río y él había regresado a buscar
unas pequeñas vasijas que había olvidado. El Talmud en Julin 91 comenta que los Sadikim
valoran sus pertenencias más que su propio cuerpo, ya que todo lo que obtienen es en forma
legítima y se alejan del robo. De todas formas, hay un mensaje muy claro que el
comportamiento de Iaacob Abinu nos enseña: nunca se deben despreciar las pequeñas
cosas.
Este concepto adquiere una importancia fundamental en el hogar judío. Las pequeñeces
cotidianas, las cosas que en principio parecen intrascendentes, en caso de que no se
conversen y aclaren, terminan destruyendo el hogar. En muchos hogares en donde la
mujer trabaja -por ejemplo- se llevan distintas cuentas: "Esta plata es mía", dice la mujer
como si fuera que son dos personas que no tienen nada en común y que los gastos de uno
no son del otro. En otros casos en donde la mujer no trabaja, el hombre es extremadamente
exagerado en llevar una cuenta minuciosa del dinero que dejó a su mujer, para ver en qué
gastó hasta el último centavo. "Soy yo el que traigo el dinero a casa", es el argumento
equivocado del marido como si fuese que la mujer no hace nada por el mantenimiento del
hogar. ¿Qué sucedió? ¿Por qué sospecha que su esposa malgasta el dinero? Y si es así
realmente, ¿no será el hombre el responsable de lo que sucede por no tener una buena
comunicación con su esposa? Si no se solucionan, las pequeñeces de todos los días pueden
destruir el hogar.
Hay mujeres -por ejemplo- que sólo piensan en la limpieza de la casa. La Tora está de
acuerdo con ellas por la importancia del orden, la pulcritud y la higiene. Sólo hay un
pequeño inconveniente. La exageración de la limpieza provoca otro tipo de suciedad: la
mujer pierde la paciencia con sus hijos, se olvida de conversar con su esposo o reacciona
violentamente cuando alguien ensucia lo que ella tanto limpió. Pequeños hechos cotidianos,
pero que pueden transformarse en una montaña gigante, si no sabemos encontrar el
equilibrio necesario.
Recordemos que lamentablemente en la vida hay en muchos casos motivos reales de
problemas. No exageremos las dificultades provocando situaciones que sólo nuestras malas
cualidades originan. ¿O acaso no sucede muchas veces que después de pelear ni siquiera
recordamos por qué empezó la discusión?
"Alegrar se alegrarán compañeros queridos, como te alegró el Creador en el Gan Edén". En
esta Tefilá que se realiza en el momento de la Jupa y durante los primeros siete días del
matrimonio, se le pide a Hashem que ayude a la pareja a llegar a la misma alegría que
tuvieron Adam y Java antes del pecado. Todo el mundo era para ellos, los ángeles los
servían y se deleitaban en el Paraíso. Si pedimos a Hashem algo que a simple vista parece
tan difícil, es porque está en las manos de la pareja conseguirlo.
Sin embargo, la triste realidad demuestra que son pocos quienes alcanzan esta felicidad que
excede a nuestra imaginación. ¿Por qué? Son varios los motivos que se pueden mencionar.
En principio, son pocos quienes comprenden que para recibir este beneficio se debe
invertir. Piensan equivocadamente que todo se recibirá en forma natural. Olvidan que
depende exclusivamente del trabajo, dedicación y esfuerzo de los integrantes de la pareja.
¿Acaso en lo material no es necesario preocuparse y hacer lo que se encuentra al alcance de
la persona? Para alcanzar la felicidad del matrimonio es exactamente igual: sin superarse en
la vida no se logrará. Esto sucede en todos los órdenes de la vida. Incluso para cumplir
Mizvot, es necesario hacer una inversión. Para comprar un Tefilin -por ejemplo- o para
celebrar una festividad o para tener deleite del Shabat. La relación entre la pareja es el
punto máximo de la Mizvá tan importante de "amarás a tu prójimo como a ti mismo".
¿Acaso tan fácilmente se podrá cumplir? Sin el esfuerzo de la pareja, no caerá como un
regalo del cielo. Para que cualquier comercio prospere, se realizan distintas iniciativas para
captar la atención del cliente. Con mucha más razón, cada integrante de la pareja debe
buscar todos los medios de su parte para encontrar el éxito tan anhelado.
Recordemos el versículo de Iob 11: "Un pequeño asno salvaje es el ser humano que nace".
Se refiere a que toda persona nace con falencias que, en muchos casos, son el motivo de los
desaciertos en el hogar. Cuando existe el deseo y el trabajo para superarlas, el
entendimiento mutuo hará el resto y se podrán pasar las pruebas que se presenten. "Hashem
no acusa a sus criaturas" (Abodá Zara 3). Nadie deberá enfrentar una prueba si no dispone
de la fuerza necesaria para superarla. Pueden haber pasado muchos años de discordia y
sufrimiento, pero en la gran mayoría de los casos, las puertas de la felicidad aún están
abiertas. "Los que siembran con lágrimas, recogerán con alegría" (Tehilim 126). De
acuerdo con la inversión, todos pueden deleitarse con los frutos.
Se cuenta sobre aquel rey que tenía un mantel muy especial, donde estaban marcadas todas
las ciudades vecinas con sus respectivos puentes y caminos. El mantel le servía al rey para
poder controlarlas con facilidad. Por eso, siempre cuidaba que no se arruinara. En una
oportunidad, su hijo rebelde lo cortó en pedazos y mezcló los trozos uno con el otro. Al ver
la desesperación de su padre, le aseguró que lo recompondría sin que faltara absolutamente
nada. Con mucho esfuerzo, terminó la reconstrucción. Ante la pregunta del rey de cómo lo
había logrado, el hijo le contestó que del otro lado del mantel había la figura de una
persona. Uniendo las partes y preocupándose poique esa persona estuviera completa, el
resultado sería que del otro lado del mantel las ciudades y caminos también estarían
íntegros.
Esto es exactamente lo que sucede con el mapa de una familia. En determinadas ocasiones,
está cortado y destruido. Unir esas partes y comenzar una vida nueva nos parece una tarea
imposible. La solución consiste en curarnos a nosotros mismos, trabajando sobre las
cualidades y formando una persona completa. De esa forma, el mapa de la familia se
arreglará automáticamente. Los cortes y heridas desaparecerán del horizonte. Que Hashem
ilumine los hogares de Israel con el Shalom.
PERASHA VAIESHEB:
Es muy común escuchar el concepto de "la casa judía", siendo el único hogar que tiene su
nombre de acuerdo con su origen. Se escucha, por ejemplo, que hay distintos tipos de
comida: china, japonesa, etc. Pero un hogar que se lo identifique de acuerdo con su
procedencia es sólo el nuestro. ¿Por qué? ¿De dónde proviene el nombre "judío"? La raíz
de la palabra "Iehudi" es de Iehudá, que fue uno de los hijos de Iaakob Abinu. ¿Por qué su
nombre sirvió para identificarnos más que el de cualquiera de sus once hermanos?
Para entenderlo, es necesario estudiar el capítulo 38 de Bereshit en donde Iehudá debió
pasar una prueba muy difícil con su nuera Tamar. En el momento en que él podía haber
negado lo sucedido, eligió la otra alternativa: con altura y nobleza reconoció la verdad. La
palabra Iehudá puede significar reconocimiento o agradecimiento. En este caso, por el
mérito de haber reconocido, por haber tenido esa fuerza interna de poder controlarse en el
momento de la dificultad, Hashem hizo que todos nosotros llevemos su nombre porque ésa
debe ser nuestra base y la de nuestros hogares: sobreponerse a todas las situaciones que se
presenten.
La clave de cualquier hogar es que cada integrante de la pareja trabaje sobre sus propias
cualidades para mejorarlas y corregirlas. Lo que sucede en muchos casos es que
lamentablemente cada uno está atento a lo que el otro debe corregir, en lugar de pensar lo
que él mismo debe hacer.
Es común escuchar -por ejemplo- que una mujer se queja porque su marido es muy
nervioso. Ella menciona todos los conceptos con que la Tora critica a quien cae en ira y
enojo. ¡Tiene razón! Sólo que en este caso es ella misma quien es presa de la furia y
derrama todos sus nervios. ¿Y sus argumentos con los que acusaba a su esposo? Los olvidó,
para ella no existen. Sólo para su marido.
Cada uno se considera a sí mismo como una persona excelente que no tiene necesidad de
corregir absolutamente nada. En cambio, a la otra parte sabe criticarla y buscarle sus
defectos. O lo que es peor aún, se puede decir: "Yo sé que no soy perfecto/a". Pero sólo se
trata de un reconocimiento falso para poder acusar con más facilidad a la otra parte. En
realidad, no se está dispuesto a cambiar ninguna actitud en la práctica.
Cuando el Rambam se refiere al matrimonio, nos habla de obligaciones y no de derechos.
Podríamos creer que las obligaciones de uno son los derechos del otro, pero es un error. Por
ejemplo, la obligación del marido de querer a su esposa y respetarla más que a su propio
cuerpo, es una obligación del hombre con Di-s y no un derecho de la mujer. Igualmente,
cuando el Rambam comenta que la mujer correcta es la que hace la voluntad de su esposo,
no se trata de un derecho del hombre, sino de una obligación de la mujer para con Hashem.
Todos estamos "tocados" en este tema, ya que fuimos educados para siempre recibir y
reclamar nuestra parte. No estamos acostumbrados a brindarnos por el otro. Todos
reconocemos, por ejemplo, a Hashem como Rey del mundo, pero nos olvidamos de hacerlo
Rey de nosotros mismos. Debemos preocuparnos por conseguir nuestro propio Olam Haba
(mundo venidero) con más espiritualidad y que nuestra pareja adquiera el Olam Hazé (este
mundo). El problema es que nuestro egoísmo nos lleva por el camino contrario: buscamos
nuestro Olam Hazé y el Olam Haba para nuestra pareja.
El problema real radica en que desde pequeños fuimos educados creyendo que todo nos
pertenece. El bebé llora más de la cuenta una noche y consigue que su madre lo retire de la
cuna y lo acueste a su lado. Cuando crece un poco y pretende algún caramelo de más -por
ejemplo- que la madre no está dispuesta a darle, con unas lágrimas o sollozos consigue lo
que, según él, le pertenecía. Así crece y sabe que de una manera u otra consigue todo lo que
desea. Cuando llega el casamiento cree que la historia se repetirá. Sólo que olvida que del
otro lado hay alguien que también fue educado creyendo que todo le pertenece. Lo que
sucede cuando ambos se encuentran es imaginado por todos y no es necesario aclararlo.
Debemos aprender a dar y no a reclamar, a conceder y no a exigir, a tolerar y no a
reprochar. De esta forma, la convivencia en todos los casos será posible y encontraremos la
felicidad que otorga seguir la palabra de la Tora.
"Este es el libro de la genealogía de Adam. En el día que creó Di-s al hombre, a la imagen
de Di-s lo hizo.... Varón y mujer los creó, los bendijo y llamó su nombre Adam en el día
que los creó" (Bereshit 5).
¿Por qué el ser humano recibe el nombre de Adam? La respuesta de nuestros Sabios es que
Hashem lo creó de la tierra (Adama)-. Podríamos preguntar ¡El animal también debería
llamarse así ya que también fue hecho de la tierra! Lo que sucede es que olvidamos un
detalle fundamental: la tierra tiene la particularidad de arreglar y transformar todo lo que es
puesto en ella. Por eso el hombre recibe el título de Adam, al estar en sus manos la
posibilidad de cambiar, mejorar y superarse. En cambio, el animal nace animal y muere
animal con el mismo instinto sin haberse modificado en absoluto. El animal -por lo tanto-
no tiene relación con la tierra. La persona sí y es por eso que recibe el nombre de Adam,
porque progresa y mejora en su vida superando sus cualidades. Quien no se comporta de
esta forma, no es digno de llamarse Adam.
El rey Shelomo escribió el libro de "Kohelet" que para quien se limite a leerlo
superficialmente y sin profundizar, quizás le parecerá pesimista y oscuro. ¿Todo es
negativo? ¿Nada sirve? ¡Vanidad de vanidades! Lo que sucede es que el rey Shelomo -la
persona más inteligente del mundo- analizó con profundidad y llegó a la conclusión: "Teme
a Di-s y cumple sus mandamientos, porque en eso está el hombre íntegro".
Ésa es la clave de la vida y lo único que no es vano: la posibilidad de superarse, temer a Di-
s y mejorar el comportamiento. Quien no lo hace será toda la vida como un bebé, a pesar
de los años que tenga realmente. La única diferencia será que cuando nació jugaba con su
sonajero, luego con cochecitos, después con una pelota, con una computadora, con su
negocio, con la bolsa o con acciones y empresas. Pero siguió siendo un bebé: se fue del
mundo como llegó, no modificó en nada su conducta. Crecer físicamente es simultáneo con
el trabajo de las Midot. Sólo quien se sobrepone y mejora es el que crece de verdad.
La persona es tal sólo cuando "varón y mujer fueron creados". Ese es el momento en que
debe demostrar si tiene buenas cualidades o no. En el matrimonio es en donde aparecen las
pruebas de la vida: las dificultades para encontrar un buen sustento; los problemas que se
presentan que motivan la ira y la pérdida del control; el egoísmo de pensar sólo en nuestro
propio interés. Si cada integrante de la pareja se preocupa por sí mismo y observa sólo lo
que le conviene, no hay alternativa para esa familia. Podrán estar unidos en matrimonio,
pero no se llamará Adam. Ese título lo reciben sólo los que se superan y progresan.
El único camino es trabajar sobre sí mismo para corregirse y superarse. En muchos casos,
los novios deciden permanecer años y años de noviazgo con la idea de "conocerse mejor".
No se dan cuenta de que sólo se conocerán de verdad cuando contraigan enlace, porque
sólo en ese momento aparecerán las pruebas de la vida. Nadie sabe cuál será su reacción
hasta que llegue ese momento. De nada ayudarán los años de noviazgo. Más aún, hay
parejas -alejadas de la Tora- que deciden convivir "a prueba", para luego casarse si es que
todo funciona. Luego de un período donde todo fue bien, se casan y ahí surgen los
problemas. ¿Qué sucedió? El anillo del casamiento creó el problema, porque ahí aparecen
las obligaciones y los compromisos que son superados sólo por los que se deciden a
corregirse a sí mismos. Tengamos el Zejut de pertenecer al grupo selecto de aquellos que
intentan superarse continuamente en la vida.
PERASHA MIKEZ:
La base del Shalom es el respeto mutuo. En Pirke Abot está escrito: "Ben Zoma preguntó:
¿quién es el respetado?". Su respuesta fue: "el que respeta al prójimo". Dos grandes
escuelas Talmúdicas discutían sobre muchos puntos de la jurisprudencia: Bet Shamai y Bet
Hilel. En Masejet Erubin 13, el Talmud concluye: "Dijo Ribí Aba en nombre de Shemuel,
tres años discutieron Bet Shamai y Bet Hilel para determinar la jurisprudencia, hasta que un
eco celestial proclamó: "Las palabras de ambos son las de Hashem, pero la jurisprudencia
es como la opinión de Bet Hilel". Si ambos opinaban correctamente, ¿por qué Bet Hilel
tuvo el mérito de que la jurisprudencia coincidiera con su teoría? Una de las respuestas del
Talmud es que: "Eran tranquilos y pacientes, adelantaban en explicar la teoría de Bet
Shamai antes que la de ellos propiamente". Deducimos por lo tanto que el que respeta al
prójimo, no sólo que será respetado, sino que tendrá el mérito de fijar y determinar la
jurisprudencia.
La prueba de mantener el Shalom no es con aquellos con los que no mantenemos ningún
tipo de relación. ¿Por qué pelearíamos con ellos? La prueba verdadera es con nuestra
familia y con la sociedad con la que convivimos. Ahí surgen las distintas ideas y opiniones
sobre temas comunes que pueden provocar la separación. En muchos casos, luego de la
pelea no se recuerda ni siquiera cómo comenzó la discordia. Se demuestra así la falta de
importancia del tema en cuestión.
Todas las peleas tienen un común denominador: la falta de humildad de sus protagonistas,
que se consideran superiores e intentan justificar con cualquier excusa el motivo del
conflicto. En muchos casos, la inclinación a pelear del ser humano es la que encuentra los
motivos para hacerlo.
En cualquier matrimonio existen distintas formas de pensar. Si esto sucede entre hermanos
que fueron educados en un mismo hogar y se acostumbraron al mismo tipo de vida, es
lógico que suceda en un matrimonio. El motivo fundamental por lo que esto ocurre es que
Hashem creó a cada ser humano distinto del otro no sólo físicamente sino con un alma
individual que lo convierte en un ser único en la tierra. Normalmente se cree que debería
existir una vida de tranquilidad y sin peleas en el hogar. Según este criterio, lo anormal es
la discusión y la intolerancia. Si analizamos con más profundidad nos daremos cuenta de
que el razonamiento lógico es el contrario. Sólo con el esfuerzo y la superación continua se
encontrará el Shalom. No se adquirirá en forma natural y espontánea, sino con la
predisposición constante a mejorar y perfeccionarse al máximo de las posibilidades.
Lo que sucede es que son pocos quienes están dispuestos a recibir consejos para mejorar la
calidad de vida del matrimonio. A diferencia de un dolor físico que es calmado tras recurrir
a un médico quien receta el remedio adecuado, cuando las malas cualidades de la pareja
destruyen el matrimonio hay una reticencia a asesorarse para superar el inconveniente. ¿Por
qué? ¡Las complicaciones son más trascendentes que cualquier dolor físico! Quizás el
motivo sea que la enfermedad del cuerpo no implica culpabilidad del paciente. En cambio,
las malas actitudes reflejan un tropiezo personal. Quizás sacan a la luz errores de toda la
vida e incluso ponen en duda la educación que se recibió de los padres. Por eso, a veces se
prefiere soportar el dolor y atribuir amargura, nervios y furia al otro.
Pero el daño que este proceder ocasiona no se limita al interior de quien así lo decide, sino
que se extiende a todos los integrantes del hogar y por sobremanera a los hijos. No
olvidemos que las estadísticas revelan que en la mayoría de los casos, los hijos repiten en
sus hogares las desavenencias de sus progenitores.
Aquellos que toman con responsabilidad la vida matrimonial, saben que todo el esfuerzo
que realicen es ínfimo frente al pago que recibirán: la presencia de la Shejiná en el hogar.
El único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno mismo para reforzar la fe y
aprender a vivir con alegría.
El profeta Zejariá 8 nos dice que "la verdad y la paz serán amadas". Aparentemente, se trata
de dos conceptos contradictorios porque, si observamos al prójimo bajo la óptica de la
verdad, encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. Lo que sucede es
que buscamos la verdad en el otro y olvidamos analizar nuestro propio comportamiento. Si
lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de nuestros defectos y sería fácil encontrar la paz con
el prójimo. A eso se refirió el profeta Zejariá.
Para concluir el tema, mencionemos el siguiente ejemplo: dos personas que trabajaban en
un mismo lugar durante veinte años, recibían un sueldo que apenas les alcanzaba para
sobrevivir. Uno de ellos le dijo a su compañero: "¡Qué felicidad que tendría si este mes
cobrara un sueldo que fuera el doble de lo normal!". El otro, que guardaba odio a su
compañero por tantas cosas que habían sucedido a lo largo de los veinte años, le propuso:
"Si me permites que te golpee treinta y nueve latigazos en tu espalda, estoy dispuesto a
entregarte mi sueldo". Llegaron rápidamente a un acuerdo y así uno pudo descargar el odio
acumulado y el otro obtener un sueldo doble a pesar de las heridas que había recibido.
Cuando el que había golpeado a su compañero de trabajo llegó a su casa sin el sueldo y le
contó a su señora lo que había sucedido, ésta lo increpó por su necedad y le advirtió que
debía recuperar el sueldo. De lo contrario no le permitiría el acceso a su hogar. Sin más
remedio, se presentó de su compañero y le preguntó: "¿Qué me pides para devolverme mi
sueldo?". El compañero -que estaba aún sufriendo por las heridas que había recibido- le
replicó: "Si me permites en este caso golpearte treinta y nueve latigazos, te lo devolveré".
Así hicieron y concluyeron el episodio cada uno con el mismo sueldo en sus manos, sólo
que con las espaldas destrozadas. En algún momento creyeron que prevalecía uno sobre el
otro, pero al final los dos resultaron perjudicados. La verdadera ganancia habría sido no
participar de la discusión.
Que el Todopoderoso bendiga a todos nuestros hogares y comunidades con la bendición
más importante que podemos recibir: "El Shalom".
PERASHA VAIGASH:
PERASHA VAIJI:
Shamai dice.... "Debes recibir a toda persona con buena cara" (Abot 1-15). El Rab Dessler
Z"L solía decir al comentar esta Mishná: "Hubiésemos esperado que este dicho fuera
escuchado de la boca de Hilel que se caracterizaba por expresiones tales como: "Ama el
Shalom y persigue el Shalom". Sin embargo, es el propio Shamai que se caracterizaba por
actuar con Midat Hadin, o sea en forma estricta, quién nos enseñó esa frase tan importante.
¿Cuál es la explicación? Precisamente que por Midat Hadin estamos obligados a darle al
otro lo que le corresponde. Quien demuestra una cara triste o nerviosa hace sufrir a quien se
encuentra a su lado sin que éste lo merezca.
Este concepto no se refiere sólo a tratar bien a quienes visitan nuestro hogar, sino que
incluso en la calle y en el lugar en el que nos encontremos, nuestra expresión debe ser
sonriente para no hacer sufrir a quienes están a nuestro alrededor. Está sobrentendido que
en la relación matrimonial este concepto es de fundamental importancia. En Abot de Ribí
Natán 13 está escrito que quien otorga al prójimo los mejores regalos del mundo pero de
mala forma, es considerado como si no le hubiese dado nada. Pero quien otorga una
sonrisa, aunque en la práctica sólo eso entrega, es considerado como si le hubiese dado los
mejores regalos posibles. ¿Por qué? Porque es como si le entregara su corazón, que es
precisamente lo que su pareja o compañero necesita. Demostrarle que es considerado y
apreciado a sus ojos es lo más valioso que existe y está en sus manos otorgarlo. Así
explican los Jajamim sobre el versículo de Bereshit 49: "El blanco de los dientes es más
que la leche". El concepto al que se refiere al versículo es que sonreír al compañero tiene
más valor que darle el mejor alimento, ya que la sonrisa y el aliento tienen más valor que
cualquier ayuda material.
De cada persona se reclama que siempre tenga un buen trato, una palabra amable y una
sonrisa en su boca. Se comenta sobre Ribí Israel Salanter Z"L que en la víspera de Kipur le
preguntó algo a una persona que iba al Bet Hakeneset a decir Teñlá, pero por el temor que
tenía por la Kedushá de ese día, esa persona no le respondió. Ribí Israel dijo: "¿Por qué yo
debo soportar del temor del Din de esa persona?". Nos enseñó así que la persona debe
cumplir, junto a sus obligaciones con el Creador, las obligaciones con su compañero.
También en la víspera de Kipur existe la Mizvá de: "Recibir a toda persona con buena cara"
y esto no se contradice con el temor del día de Kipur, ya que ambos forman parte del
servicio a Hashem.
El tema no es sencillo. Las dificultades de la vida nos hacen olvidar de esta premisa básica,
pero recordemos que los actos externos influyen sobre el sentimiento interno. Si actuamos
con una buena predisposición aunque en principio sea sólo externa, seguramente que
nuestro corazón se llenará de luz y sentimiento. Tendremos otra óptica de la vida y del
matrimonio llenando de felicidad a nuestra pareja y a nosotros mismos.
Debemos aprender a sonreír en toda circunstancia, a recibir -por ejemplo- al marido con
una sonrisa cuando llega a su hogar después de un día agotador, a interrumpir con lo que se
está haciendo y saludarlo con afecto. La mujer muchas veces no lo hace. "¡No puedo, estoy
ocupada!", es lo que puede decir en alguna ocasión. ¿Y si tocaba el timbre la amiga, o una
vecina? ¿Para ella sí tenía tiempo?....
Sonreír, estar alegre. ¡Cómo lastima observar que el hombre ingresa a su hogar un viernes a
la noche y debido a que el ambiente está tenso dice de mala manera y mirando al piso!:
"¡Shabat Shalom!". ¿Eso es Shalom? Es lo peor que puede pasar, se debe aprender a
superar los inconvenientes que existan por la importancia del Shabat y del Shalom. Es
cierto que hay momentos difíciles, de peleas y discusiones, cuando no nos gusta algo que
nos hicieron. ¿Cómo reaccionamos? Después de tanto leer y escuchar sobre el tema
aprendimos que no debemos gritar, debemos sobreponernos y reclamamos con el silencio.
¡Correcto! Pero atención que hay dos clases de silencio. Uno es positivo, se trata de aceptar,
perdonar y salir adelante. Pero hay otro silencio que es terrible, no hablamos, pero los ojos
van de un lado hacia el otro. La boca está apretada, no hablamos, pero estamos diciendo:
"¡Si tuviera que hablar no me detendría en toda la noche!". Ese silencio es negativo,
perjudicial, y sería mejor hablar que callar de esa manera.
Trabajemos de verdad para corregir nuestras malas cualidades. Recordemos que nuestros
hijos nos observan, analizan, comprenden absolutamente todo, y que quedarán grabados en
sus mentes los errores de los padres. En muchos casos -lamentablemente- los incorporarán
a su personalidad y seremos nosotros los responsables de que ellos cometan nuestros
mismos errores. En otros casos -muy pocos en proporción- los hijos aprenderán a
diferenciarse en su comportamiento de los errores de sus progenitores y siempre los tendrán
presentes para no caer en ellos. Recordemos que la sonrisa y el buen carácter harán que el
hogar encuentre la Berajá del Shalom que Hashem nos quiere dar.
PERASHA SHEMOT:
"El favor, la verdad y el Shalom"
Los Sabios nos enseñan que en el momento de la Creación del ser humano, Hashem
consultó con los ángeles para determinar si era conveniente o no que la persona fuera
creada. Los ángeles que representan al Emet (verdad) se oponían argumentando que el ser
humano sería mentiroso y por lo tanto no merecía ser creado. Los ángeles del Shalom, por
su parte, confirmaban que no era conveniente la creación de la persona, ya que
continuamente pelearía y discutiría. Sólo los ángeles que representaban el favor
defendieron al ser humano y argumentaron que merecía ser creado porque se dedicaría a
hacer el Jesed (favor). Hashem escuchó a estos ángeles y así fue creado Adam Harishon,
como dice el versículo: "El mundo fue creado por el favor" (Tehilim 89).
¿Cuál fue la respuesta de Hashem a los ángeles del Shalom y del Emet? ¿Acaso porque la
persona hace favores, Hashem se "olvidó" de los otros argumentos? De ninguna manera. Lo
que sucede es que, si bien el mérito por el que la persona fue creada es el Jesed, la prueba
de la vida humana es en el Emet y en el Shalom. Todos sabemos lo difícil que es
comportarse con la verdad en toda circunstancia. Es más sencillo cargar las culpas sobre el
otro, aunque interiormente se reconozca la propia responsabilidad. En muchos casos,
cuando se escuchan los argumentos de marido y mujer por separado, nos damos cuenta que
ambos tienen razón en sus apreciaciones y reclamos. ¿Cómo es posible? Lo que sucede
es que cada uno analiza sólo lo que le conviene. ¿Y la verdad? Nos olvidamos de ella
porque no nos favorece. La prueba del Shalom -por su parte- es fundamental. Si supiéramos
valorarlo como realmente corresponde, muchas peleas se evitarían. Los mismos temas que
destruyen a una pareja, son superados por otro matrimonio sólo porque se valora la
importancia del Shalom.
El Jazon Ish dijo al respecto que la unión de la pareja debe ser como la misma relación que
existe entre la mano derecha e izquierda de una misma persona. No existe celo ni
competencia ni enojo, sólo la complementación entre una y otra, puesto que ambas forman
parte de un mismo cuerpo. Nos sorprendemos cuando escuchamos aquel suceso del Rab
Arie Levin Z"L que acompañó a su esposa enferma al doctor y le dijo: "Doctor, nos duele
la pierna". El doctor no entendió qué sucedía y preguntó: "¿A quién le duele la pierna?". A
lo que el Rab respondió: "Si le duele la pierna a mi señora, también a mí me duele y por eso
mi expresión: 'Nos duele la pierna". Nosotros nos preguntamos: ¿Cómo se puede alcanzar
ese nivel? La realidad es que es lamentable que el marido no sienta que es así realmente,
porque no encontró en el matrimonio lo que Hashem pretendía de él.
Cuando Moshe Rabenu vio que sus hermanos eran esclavizados en Egipto, sufría con ellos
a pesar de que él no era esclavo. ¿Qué ganaba con sufrir? ¡De todas formas no podía
ayudarlos! Sólo que cuando alguien siente que comparten su sufrimiento se siente aliviado.
Sabe que no está solo y juntos es más fácil superar el problema.
No olvidemos el tema del Jesed. El favor mutuo fue el mérito por el que la persona fue
creada. Muchos se equivocan y hacen favores con cualquier persona ajena a su entorno y se
olvidan de aquellos que más lo necesitan: su propia familia, esposa, marido e hijos. El favor
empieza por casa, por quienes se encuentran más cerca. Sólo que la persona se escapa de él,
quizás porque se trata de una obligación y no le agrada sentir esa presión sobre sí mismo. A
veces una madre puede escuchar a todas sus vecinas y amigas, pero en forma
incomprensible no dispone del tiempo necesario para sus hijos que tanto la necesitan. Al
encontrarse obligada a ellos, elude su responsabilidad.
Cuando el marido y la mujer realizan actos de Jesed uno para el otro o con los niños,
cumplen con la Mizvá de: "has de querer al prójimo como a ti mismo" (Vaikrá 19). Esas
acciones se consideran preceptos, a pesar de que fueron hechas para beneficio de un
familiar tan cercano y de ser consideradas como algo lógico o natural. Así lo enseña la
Tora. Cuando Miriam quedó leprosa por haber hablado sobre Moshe Rabenu algo que no
correspondía, todo el pueblo de Israel aguardó siete días hasta que ella se curara. Ella
recibió esa recompensa de que todos la esperaran, porque ella también había esperado para
ver qué sucedía con su pequeño hermano Moshe cuando su mamá lo había puesto en la
canasta de mimbre en el Nilo. El versículo nos enseña: "Y se detuvo su hermana desde lejos
para ver lo que sucedía con él" (Shemot 2). Moshe Rabenu era el hermano de Miriam y lo
más normal era que ella se interesara por lo que le ocurriría. De todas formas, fue un acto
de Jesed y Hashem la recompensó con que todo el pueblo la aguardara en el momento
de su enfermedad.
Más aún, la obligación de hacer Jesed con un familiar cercano es prioritaria a la de hacerlo
con otra persona. Así escribe el Rab Jaim Fridlender Z"L en su libro "Y sabrás que hay
Shalom en tu hogar": "De acuerdo con las reglas de la Tora con respecto a la Sedaká y al
Jesed, el pariente más cercano tiene prioridad. Cuando deba decidirse entre ayudar a los
pobres de su ciudad o a los pobres de otra ciudad, la prioridad corresponde a los de su
ciudad. No existe más "cercano" para la persona que su propia pareja, ya que la esposa del
hombre es como su propio cuerpo. En contradicción con lo que la gente piensa, la categoría
superior del Jesed es con el marido o con la mujer".
Si queremos darnos cuenta de hasta cuándo Hashem valora un acto de Jesed a pesar de
tratarse de algo elemental, podemos recordar lo que sucedió con Lot, el sobrino de
Abraham Abinu que salvó su vida en el momento de la destrucción de Sodoma y Gomorra.
¿Cuál fue su mérito? Muchos años antes, cuando en la época de hambre Abraham se había
dirigido a Egipto junto a Sara, Lot no reveló a los egipcios que Sara era la esposa de
Abraham y no su hermana como él les había dicho. "Y fue cuando Hashem destruyó a las
ciudades del valle (Sodoma y Gomorra) y recordó Hashem a Abraham y salvó a Lot de la
destrucción" (Bereshit 19). El Midrash Raba comenta: "¿Cuál fue el recuerdo favorable
para Lot? El haberse callado cuando Abraham dijo que Sara era su hermana. Lot sabía y se
calló".
Todas las Mizvot son importantes. Existe una idea de pensar que las Mizvot que son con
Hashem -Tefilin, Mezuzá, Kasher, etc.- son más importantes que aquellas como la Sedaká
y el Jesed que se realizan con el prójimo. No es así. Sólo Hashem sabe el pago por cada
Mizvá. Nosotros sólo sabemos que Hashem nos ordenó cumplir con todos los preceptos. En
realidad, la Mishná en Pea 1 comenta: "Estas son las Mizvot que la persona recibe pago en
este mundo y el capital queda para el Olam Haba: respetar a los padres, Guemilut Jasadim,
acercar el Shalom entre la persona y su compañero y el estudio de Tora que equivale a
todas las Mizvot". Observamos que el pago por hacer Guemilut Jasadim se recibe en este
mundo y en el venidero. El Maharal de Praga explica: "Cuando alguien se coloca el Tefilin
cumple un precepto por medio del Tefilin; cuando alguien hace un Jesed con el compañero,
cumple con una Mizvá gracias a su compañero". O sea, el Tefilin es como el compañero:
ambos fueron el medio para cumplir con una Mizvá. La diferencia radica en que el
compañero se benefició al haber actuado como medio para el cumplimiento de una Mizvá,
mientras que el Tefilin quedó en las mismas condiciones. Por eso, quien realiza un Jesed
recibe además del pago en Olam Haba, beneficio en este mundo" (Netibot Olam).
Cuando un acto de Jesed se realiza íntegramente, la recompensa que aguarda es
incalculable por más pequeño que parezca. En Bereshit 5 la Tora comenta: "Y se encaminó
Janoj con Hashem". Los Jajamim explican que Janoj se dedicaba a coser zapatos y por cada
costura enaltecía a Su Creador. El Rab Dessler Z"L explica en nombre de Ribí Israel
Misalant Z"L "no significa que en el momento de la costura, Janoj se unía en sus
pensamientos al Creador, ya que está prohibido pensar en otra cosa en el momento en que
realiza un trabajo para un compañero. La unión con el Creador a la que se refiere, es que se
preocupaba porque cada costura sea lo más perfecta posible, para que el zapato fuese
aprovechado por su dueño al máximo de las posibilidades. Así se unía con el Creador, que
se preocupa por dar todo Su bienestar al ser humano".
Debemos recordar que todo Iehudi es hijo de Hashem. Cualquier falta que encontremos en
nuestra pareja, debemos tomarla como una oportunidad especial que Hashem nos dio para
agrandar nuestro mérito. Perfeccionaremos así nuestra alma que vino al mundo por sobre
todo para realizar actos de Jesed con el prójimo. No se deben escuchar reclamos o quejas
por el comportamiento de los niños, por las dificultades del hogar, por la preparación de la
comida o por las corridas por el sustento. Mientras más dificultades existan, la Mizvá de
Guemilut Jasadim en el hogar será mayor.
Con la verdad íntegra y con el favor que comienza por el hogar, Hashem otorgará el
Shalom para todos los hogares de Israel. Amén.
PERASHA VAERA:
Una pareja se casa con la idea de convivir durante toda la vida. Pero se puede estar muchos
años bajo un mismo techo y no vivir juntos. ¿A qué nos referimos? El rey David nos
enseña: "Qué bello y qué dulce es que los hermanos habiten juntos" (Tehilim 133). El
Midrash pregunta: ¿a qué hermanos se refirió David Hamelej? La respuesta es que se refirió
a Moshe y a Aharon. ¿Cómo era la relación entre ellos que es tomada como ejemplo de lo
que significa vivir juntos? Para poder comprender el tema, es necesario recordar algo que
sucedió en Egipto con nuestro pueblo. Cuando Hashem se presentó a Moshe para que
sacara al pueblo de la esclavitud a la que eran sometidos, Moshe no aceptó en principio la
misión para la que había sido designado. Sólo después de siete días fue "convencido" por
Hashem. ¿Cómo es posible que un ser humano no acepte la orden directa de Hashem?
Más aún, Moshe sabía con claridad acerca de la terrible situación de sus hermanos
esclavizados y sufría por ellos, ¿cómo se pudo negar a liberarlos? La respuesta la da el
propio Moshe a Hashem: "Ruego, mi Señor, envía por favor por mano de quien has de
enviar" (Shemot 4). Rashi nos explica: "envía al que siempre envías, o sea, a mi hermano
Aharon". Moshe no quería recibir un puesto superior al de su hermano mayor Aharon, que
fue quien había dirigido al pueblo en la esclavitud, ya que Moshe se había escapado a
Midian. Moshe sufría por el dolor de sus hermanos, pero de todas formas no quería recibir
sobre sí mismo la dirección del pueblo, porque esto quizás provocaría el sufrimiento de
Aharon. Moshe conocía la necesidad del momento y la importancia del cargo, pero
entendía que la salvación no llegaría si no tenía en cuenta el sentimiento de su hermano.
El razonamiento de Moshe era correcto, sólo que no tuvo en cuenta la grandeza de su
hermano Aharon. Precisamente, Hashem le respondió: "he aquí que Aharon tu hermano...
saldrá a tu encuentro, te verá y se alegrará en su corazón" (Shemot 4). No sólo que Aharon
estuvo de acuerdo, sino que su alegría fue tal que no había manera de expresarla: "se
alegrará en su corazón". Es el ejemplo de lo que significa vivir juntos; respetarse
mutuamente, pensar sólo por el bien del otro y estar atento a lo que necesita. Vivir juntos
no es sólo compartir un mismo hogar, sino vivir uno para el otro y sentir en carne propia las
necesidades o sufrimientos del otro y actuar de acuerdo a esto. Hashem quiere posar su
Shejiná en toda casa judía, pero para que eso suceda es necesario que el hogar exista, que la
pareja conviva y no sólo que habite el mismo techo.
La prueba verdadera del Shalom es en el hogar. No tener discusiones con el medio
ambiente en donde se convive es relativamente fácil. La persona puede refugiarse en su
hogar y así encontrar la solución. Pero si el fantasma de la pelea nos persigue en el hogar,
¿a dónde se puede escapar? ¡Es difícil realmente! Sólo que si se valora de verdad la
importancia del Shalom, se encontrarán los medios para no tropezar con la trampa que el
Satán prepara.
Mordejai Hasadik fue alabado en la Meguilá Esther: "Fue aceptado por la mayoría de sus
hermanos, buscaba el bien de su pueblo y se comportaba con Shalom con toda su
descendencia" (Meguilat Esther 10). En muchos hogares un hijo cumple la voluntad de su
padre y el otro, por el contrario, no respeta el criterio de sus progenitores. Normalmente,
ese padre habla con Shalom con el hijo que acepta sus ideas, pero con el otro hay choques y
diferencias. Mordejai Hasadik no era así: hablaba con Shalom con toda su descendencia.
Por eso recibió esa alabanza.
El camino para alcanzar el Shalom se divide en tres partes: 1) con el pensamiento: cada uno
debe pensar que el otro piensa sólo cosas buenas sobre él. Aunque en la práctica parezca lo
contrario, debe saber que se trata sólo de una falsa apariencia.
2) con el habla: debe dirigirse a su pareja con tranquilidad, sin tristeza ni enojo. El
marido debe alegrar a su esposa en los momentos en los que se encuentre en el hogar.
Donde hay nervios y desazón, no se encontrará el éxito. Se debe pensar qué hablar y cómo
decirlo. En cuántos casos hay discusiones y peleas que llegan hasta el divorcio sólo
porque fue dicha, en algún momento de nervios, una palabra que no se puede olvidar.
3) con la práctica: todo acto positivo une más a la pareja, ya que el otro siente que se
preocupan por él. Por ejemplo, si la esposa compra algo determinado para sí misma, es
preferible que el esposo se lo adquiera. Así ella se alegrará y se aumentará el Shalom entre
ambos. Seguramente que para quienes llevan a la práctica los consejos de nuestros Sabios
sobre cómo llevar el matrimonio, encontrarán la felicidad tan anhelada y la bendición de
Hashem posará sobre sus hogares.
Quien adelanta el Shalom de su hogar como prioridad fundamental en su vida, consigue el
paraíso terrenal, tranquilidad y felicidad. Ningún mal acontecimiento podrá sucederle a esa
persona. En Abot de Ribí Natán está escrito: "Todo el que trae Shalom a su casa, le
considera el versículo como si trajera Shalom sobre cada uno del pueblo de Israel, porque
todos somos como reyes de nuestros hogares". Este concepto se refiere a que todos los
actos que el ser humano realiza fuera de su hogar no dejan una marca especial, ya que sólo
se trata de alguien más dentro del mundo. Pero los actos que cada uno realiza en su hogar
dejan un sello en su entorno familiar, similar al de un rey con su pueblo, en donde todos
están pendientes del comportamiento del rey para imitarlo.
Nuestros hijos están atentos a nuestras actitudes que quedarán grabadas en sus mentes para
toda la vida. Debemos darles el ejemplo de perseguir el Shalom a pesar de las
circunstancias que se presenten. De esa manera, seremos dignos de recibir a Hashem en
nuestros hogares.
PERASHA BO:
En Shemot 2 la Tora nos enseña: "Y fue en aquellos días, creció Moshe y salió a observar a
sus hermanos y vio el sufrimiento que padecían". Cuando Rashi comenta este versículo
dice: "puso sus ojos y corazón para sufrir por ellos". O sea que Moshe Rabenu, a pesar de
vivir en el palacio del Faraón y de no estar esclavizado, sufría a la par de sus hermanos.
Con esta base podemos comprender la obligación de entender la situación del otro, sentir
sus dificultades, preocupaciones y miedos como si a uno mismo le estuvieran sucediendo.
Para ello es necesario que se cumpla previamente lo que el versículo menciona: "Creció
Moshe", o sea dejar la visión infantil de solo preocuparse por uno mismo y pensar en forma
más madura: incluir al compañero dentro de nuestro propio mundo.
El próximo paso será "Y vio el sufrimiento", o sea analizar con detalle y profundidad el
dolor del otro para luego poder sentirlo en carne propia.
Esta visión es fundamental en la pareja y por sobre todo es el hombre quien debe
comprender las dificultades normales de su esposa. Ella debe ocuparse de los quehaceres de
su hogar, preparar la comida para su familia, ocuparse de los niños y en muchos casos
también debe preocuparse por ayudar a conseguir el sustento para la casa. Para poder
comprender todo su esfuerzo, el hombre debe recordar lo que sucede cuando por alguna
circunstancia especial, es él quien debe ocuparse de los Quien adelanta el Shalom de su
hogar como prioridad fundamental en su vida, consigue el paraíso terrenal, tranquilidad y
felicidad. Ningún mal acontecimiento podrá sucederle a esa persona. En Abot de Ribí
Natán está escrito: "Todo el que trae Shalom a su casa, le considera el versículo como si
trajera Shalom sobre cada uno del pueblo de Israel, porque todos somos como reyes de
nuestros hogares". Este concepto se refiere a que todos los actos que el ser humano realiza
fuera de su hogar no dejan una marca especial, ya que sólo se trata de alguien más dentro
del mundo. Pero los actos que cada uno realiza en su hogar dejan un sello en su entorno
familiar, similar al de un rey con su pueblo, en donde todos están pendientes del
comportamiento del rey para imitarlo.
Nuestros hijos están atentos a nuestras actitudes que quedarán grabadas en sus mentes para
toda la vida. Debemos darles el ejemplo de perseguir el Shalom a pesar de las
circunstancias que se presenten. De esa manera, seremos dignos de recibir a Hashem en
nuestros hogares.
PERASHA BO:
"Saber comprender a la mujer"
En Shemot 2 la Tora nos enseña: "Y fue en aquellos días, creció Moshe y salió a observar a
sus hermanos y vio el sufrimiento que padecían". Cuando Rashi comenta este versículo
dice: "puso sus ojos y corazón para sufrir por ellos". O sea que Moshe Rabenu, a pesar de
vivir en el palacio del Faraón y de no estar esclavizado, sufría a la par de sus hermanos.
Con esta base podemos comprender la obligación de entender la situación del otro, sentir
sus dificultades, preocupaciones y miedos como si a uno mismo le estuvieran sucediendo.
Para ello es necesario que se cumpla previamente lo que el versículo menciona: "Creció
Moshe", o sea dejar la visión infantil de solo preocuparse por uno mismo y pensar en forma
más madura: incluir al compañero dentro de nuestro propio mundo.
El próximo paso será "Y vio el sufrimiento", o sea analizar con detalle y profundidad el
dolor del otro para luego poder sentirlo en carne propia.
Esta visión es fundamental en la pareja y por sobre todo es el hombre quien debe
comprender las dificultades normales de su esposa. Ella debe ocuparse de los quehaceres de
su hogar, preparar la comida para su familia, ocuparse de los niños y en muchos casos
también debe preocuparse por ayudar a conseguir el sustento para la casa. Para poder
comprender todo su esfuerzo, el hombre debe recordar lo que sucede cuando por alguna
circunstancia especial, es él quien debe ocuparse de los niños y del hogar. En ese caso, el
hombre aguarda con ansiedad que todo vuelva rápidamente a su cauce normal, ya que se
siente desbordado y agotado por toda esa carga que la mujer lleva en forma natural por
muchos años.
Por su parte, la mujer correcta comprende que ésa es su misión y está orgullosa de la
misma. Realiza sus tareas con alegría y felicidad. Sólo tiene un deseo fundamental para
ella: aguarda con ansiedad la llegada de su esposo. Luego de un día arduo de trabajo, de
prestar atención a las necesidades de sus hijos, de tanta presión y nervios contenidos,
finalmente podrá hablar con quien se preocupa por ella y quien la alentará a superar las
dificultades normales de su hogar. Ella espera no sólo la comprensión de su esposo, sino
también la felicitación por su conducta y tarea. Así podrá renovar sus fuerzas para empezar
mañana un nuevo día quizás muy parecido al de hoy.
Llegó el momento. Se escucha el timbre o el ruido de la llave de su esposo que ingresa al
hogar. Ella se preparó para que todo estuviera en orden al punto máximo de sus
posibilidades. Pero el hombre llega cansado, hambriento y no tiene en cuenta todo su
esfuerzo. "¿Qué hay de comer?", pregunta rápidamente provocando la desilusión de su
esposa. En algunos casos, la situación se agrava cuando el hombre observa en su hogar algo
que no comprende y la critica sin considerar todo lo que ella hizo durante el día.
Cuando el diálogo comienza y ella formula un comentario sobre sus dificultades del día, el
marido no quiere escucharla. Reacciona con enojo porque no quiere que nadie le altere su
ritmo normal de vida. "¡De todo te quejas! ¡Es tu misión!", responde el marido para tratar
de cubrir su egoísmo que no le permite escucharla. Cuando su esposa baja la cabeza o
lagrimea, su respuesta es: "¡Otra vez te ofendes!" ¿Acaso no puedo hablar?". Quizás se trata
de una señal que comienza a comprender su error.
La mujer cree en este caso que su marido no la tiene en cuenta. Que sólo le importa su
trabajo. Si tuviera cariño por ella la alentaría participando de sus problemas o intentando
ayudarla con un buen consejo, en caso de no poder hacerlo en la práctica. Ella lo conoce
bien. Sabe que cuando sus suegros o los vecinos le plantean a su esposo alguna dificultad
que padecen, él se esmera para tratar de encontrar una solución. Con ella no sucede lo
mismo. La explicación para ella es clara y no le deja dudas: su marido no la quiere y es lo
peor que le podía haber sucedido.
Así nos enseña en su libro "Y sabrás que hay paz en tu hogar" el Rab Jaim Fridlender Z"L:
"La esperanza fundamental de la vida de una mujer es que su marido la quiera. Cuando ella
ve que no se cumple ese deseo, su dolor y sufrimiento es enorme. Si el hombre no le
demuestra que el ama, el mundo se oscurece para ella. Nuestros Jajamim nos enseñan que
en esa situación su vida está cercana al peligro y no hay exageración en estos términos, sino
que se trata de una realidad comprobada en muchos casos. La mujer decae en su espíritu, se
deprime y puede derivar en graves enfermedades". Este sentimiento que el Rab menciona,
existe en toda mujer. Es cierto que hay casos de mujeres que poseen cargos ejecutivos o
trabajos de enorme responsabilidad en donde dirigen a una gran cantidad de personas. Pero
también ellas en su corazón esperan y ansían que sus maridos se preocupen por todo lo que
a ellas les sucede. No hay excepción a esta regla. Es la manera natural con la que Hashem
creó a la mujer.
El hombre cree equivocadamente que los temas del hogar o la educación de los hijos es
algo que compete exclusivamente a su esposa y que él no debe tomar parte en ellos. Se
equivoca. Debe compartir con su mujer absolutamente todo. Esto no significa que él debe
tomar las decisiones en temas que pertenecen a la mujer, tales como la decoración de la
casa o las compras del día. Su esposa resolverá finalmente qué es lo mejor. Pero él debe
escucharla atentamente, sentirse interesado de verdad en todo lo que atañe al mundo de su
mujer, dar buenos consejos, comprenderla y alentarla en cualquier dificultad que se
presente.
Es sabido que cuando el ánimo es positivo, todo es más fácil de superar. Cuando la mujer
sabe que su marido la comprende y la quiere, enfrenta toda su tarea con optimismo, alegría
y fe. Ella puede dejar de lado cualquier cosa menos el deseo de su vida: que su marido la
tenga siempre presente y que se preocupe por ella. Es cierto. Para el hombre es difícil
después de un día también agotador para él, luego de superar sus propias dificultades, debe
llegar a su hogar y olvidarse de todo para prestar atención a lo que en él sucede. Quizás
preferiría entrar y que nadie lo molestara y lo dejaran descansar tranquilo. Pero debe saber
que lo peor que le puede pasar es que su esposa no espere con ansiedad su llegada para
poder transmitirle todas sus inquietudes. Si así sucediera, es el principio de la destrucción
del hogar. El hombre debe sobreponerse, debe saber que en su casa lo aguardan como al
gran director de una empresa. Su esposa y sus hijos lo valoran y necesitan por la gran
importancia que tiene para ellos. El cansancio y las preocupaciones del trabajo deben
quedar de lado. Las fuerzas deben renacer para sostener a quienes lo necesitan y dependen
de él. Sólo debe concientizarse de que es así realmente. Cuando así lo entienda, Hashem le
dará la fuerza necesaria para superarse y el hogar recibirá la bendición de la alegría y la
felicidad.
PERASHA BESHALAJ:
El rey Shelomo escribe en Mishlé 14: "La mujer inteligente construye su hogar y la necia
con sus manos lo destruye". Los ejemplos que traen los Jajamim al respecto son muchos.
Podríamos agregar los que nosotros mismos observamos en la vida, al ver la fuerza y
sabiduría de aquellas mujeres que guían a sus maridos en el camino de la Tora. Esas
mujeres virtuosas se conforman con lo necesario para vivir, los ayudan en las situaciones
difíciles con palabras suaves y dulces que los alientan fortaleciendo el espíritu.
Gracias a ese amor, paz y compañerismo que ella genera en toda la familia, evita la
preocupación y tristeza de su esposo. Transforma así su hogar en un paraíso lleno de luz,
alegría y esperanza, que permite superar las dificultades confiando en la ayuda de Di-s.
El Talmud Ierushalmi Sota (Perek 9, Halajá 15), comenta que Ribí Akiba le obsequió a su
señora un adorno llamado: "Ir Shel Zahab" ("ciudad de oro") ya que tenía la imagen de
Ierushalaim. La señora de Rabán Gamliel le preguntó a su esposo por qué ella no tenía uno
igual. La respuesta de Rabán Gamliel fue que Rajel, la señora de Ribí Akiba, vendía las
trenzas de su pelo para que su marido pudiera estudiar Tora, y por eso recibió ese pago.
Rajel era la hija de un millonario llamado Kalba Sabua. Ella observó las condiciones del
pastor del ganado de su padre llamado Akiba y pensó casarse con él con la condición de
que se dedicara al estudio de la Tora. Su padre se enfureció, la desheredó y la expulsó de la
casa. Rajel no tembló ante el problema y soportó la pobreza, con tal que su marido
estudiara Tora. ¿Cómo vivirían? ¿Y, cómo costearía Akiba sus estudios en la lejana Ieshibá
a la que iría? Rajel no dudó. Las joyas y adornos que poseía fueron vendidos para poder
subsistir.
Pasaron los años, y ya había vendido todo... su riqueza, su hermosa ropa, sus objetos
preciosos... ya no quedaba más por vender, ¿y ahora? Recordó Rajel que cuando era joven,
sus amigas alababan las trenzas de su pelo. En un instante encontró la solución; con
lágrimas en los ojos, con las manos temblando, pero sin dejar que la lógica dominara a su
sentimiento, sacó el pañuelo que cubría su cabeza y cortó sus trenzas que luego llevó a
vender para poder seguir adelante.
Quien ofrece un sacrificio de esta naturaleza por el cariño a la Tora, tiene su pago
garantizado. Durante veinticuatro difíciles años, se transformó el pastor Akiba en Ribí
Akiba, el más grande de la generación, con veinticuatro mil alumnos que tomaron con sed
sus palabras sagradas.
Cuando Ribí Akiba enriqueció, obsequió a su señora ese adorno con la figura de
Ierushalaim, enseñándonos así el sacrificio y la entrega que ella tuvo para construir un
hogar sagrado, ejemplo para todos nosotros del valor de la inteligencia de la mujer.
La llave de la vida o de la muerte tanto física como espiritual de un hombre está en manos
de su mujer. Nuestros Jajamim nos comentan al respecto sobre un padre que llamó a su hija
en los momentos previos a su casamiento y le dijo: "Debes saber que el éxito material y
espiritual de tu esposo depende de ti".
El Talmud en Abodá Zara 18 menciona cuando Ribí Jananiá Ben Teradion fue sentenciado
por los romanos a morir junto con su esposa. ¿Por qué recibió ese castigo? El Talmud relata
que sólo un pecado tenía ese gran Sabio: pronunciaba uno de los nombres de Hashem -
cuando enseñaba en público- que no está permitido hacerlo. El Talmud continúa: "¿Cuál
fue el pecado de su esposa?". La respuesta se encuentra a continuación: "no reprochó a su
marido como debía haberlo hecho".
Es sabido que quien puede corregir al otro y no lo hace, es responsable también del pecado.
Si la señora de Ribí Jananiá Ben Teradion lo hubiese corregido, su esposo se habría salvado
de esa muerte, podría haber seguido alumbrando al mundo con su Tora y ella tampoco
habría muerto.
El destino del hombre está en manos de su esposa. Ella puede abrir o cerrar la puerta de la
felicidad eterna de su esposo en este mundo y en el venidero. Bienaventurada aquella mujer
que salva a su esposo de tropezar con algún pecado. Pobre de aquella que con su silencio
aprueba las transgresiones de su marido.
"Por eso -continuó el padre diciéndole a su hija- tu misión es la de cuidar a tu esposo para
que no tropiece con ningún pecado". Cuando Hashem entregó la Tora a Israel, le dijo a
Moshe: "Ve y pregunta a las hijas de Israel si están dispuestas a recibirla". ¿Por qué se
debía dirigir Moshe Rabenu en primera instancia a las mujeres? Porque el hombre -en
muchas circunstancias- se deja llevar por su esposa. La entrega de la Tora dependió de las
mujeres, y cuando ellas contestaron: "Haremos y escucharemos", tuvimos el mérito de
poder recibir la Tora. (Pirke Abot de Ribí Eliezer, cap. 41)
Gracias al mérito de las mujeres virtuosas, el pueblo judío pudo salir de Egipto. Los
hombres estaban desesperados y ya no esperaban la salvación. Dijeron: "¿para qué tener
hijos que serán esclavos de los egipcios?". Sus mujeres, sin embargo, los alentaban
transmitiéndoles esperanza y se embellecían frente a ellos para así traer hijos al mundo.
Fueron comparadas con la manzana, ya que en todo árbol normalmente nacen las hojas que
cuidarán al fruto que nacerá posteriormente. En cambio, en el manzano primero nace el
fruto y luego las hojas. Así hicieron las mujeres de Israel en Egipto: "Que nazcan nuestros
hijos a pesar de que no tenemos quien los proteja, finalmente llegará el cuidador y
salvador".
No sólo para la época de Egipto, sino que en cada generación cuando el hombre se
encuentra desesperanzado y la oscuridad lo rodea, es la mujer correcta la que lo alienta y
consuela hasta que la luz aparezca. En el Sefer Menorat Hamaor está escrito: "Quien tiene
una buena mujer nunca le faltará nada por más que sea pobre, como está escrito en Mishlé
31: "Una mujer virtuosa ¿Quién la encontrará?, confía en ella el corazón de su esposo y
pago no le faltará". Cuando la mujer es virtuosa y habla con aliento y rectitud a su esposo,
él confía en ella y la quiere cada vez más y no siente todas las cosas que puedan faltar, ya
que Hashem le dio la mayor de las riquezas. Recibe el respeto y la admiración de todos los
que lo rodean: "La mujer virtuosa es la corona de su esposo" (Mishlé 12).
Dicen los Jajamim: "Un Sadik estaba casado con una mujer virtuosa; como no tenían hijos
decidieron separarse. El hombre se casó con una mala mujer que lo convirtió en un
perverso. La mujer se casó con un perverso y lo convirtió en un Sadik". Todo depende de la
mujer. Dichoso el marido que posee una mujer inteligente. Bienaventurada la esposa que
toma la enseñanza de Rajel, la esposa de Ribí Akiba y llena su hogar con luz espiritual y
alegría material.
PERASHA ITRO:
"El agradecimiento"
Una de las cualidades fundamentales de quien se precie de ser persona es ser agradecido
con quienes lo rodean y con el Creador. El tema no es sencillo. Muchas veces, la persona
considera que si le agradece a quien lo benefició, queda con una deuda pendiente que en
algún momento deberá saldar y prefiere no adquirir ese compromiso. La solución ante tal
problema es simple: se puede buscar cualquier excusa o empequeñecer el bien recibido. Si
fuera necesario, se llegará a devolver mal por bien para demostrar abiertamente que no
recibió ningún beneficio.
Por el contrario, quien trabaja sobre sus cualidades para superarse continuamente, nunca
olvidará un bienestar que recibió. En cada oportunidad que se le presente, expresará su
agradecimiento sin importar el tiempo que haya transcurrido. No creamos que estos
conceptos sean necesarios solo para convivir con la sociedad en forma normal. En realidad,
comienzan por casa, por el hogar de cada uno de nosotros.
¿Qué haría Ud. si tuviera el Zejut de encontrarse con Eliahu Hanabi? Seguramente le
pediría que le explicara alguno de los secretos de la Tora. Quizás optaría por preguntar
cuáles son los criterios con los que Hashem se conduce en la dirección del universo. Sin
embargo, el Talmud en Iebamot 63 comenta que Ribí lose se encontró con Eliahu Hanabi y
le preguntó: "Está escrito en la Tora que la mujer es la ayuda del hombre. ¿En qué lo
ayuda?". Eliahu Hanabi le respondió: "El hombre trae trigo a su hogar, ¿acaso come el
trigo en crudo? El lino que trae, ¿lo viste en bruto? Es la mujer quien ilumina sus ojos y lo
sostiene sobre sus piernas".
Ribí lose optó por formularle una pregunta a Eliahu Hanabi cuya respuesta aparentemente
cualquier niño conoce: la mujer es la encargada del hogar, se ocupa de preparar la comida y
de coser las ropas. El Rab Jaim Fridlender Z"L explica esta Guemará con un concepto
profundo: "Cuando la Tora menciona que la mujer es la ayuda del hombre, se refiere al
apoyo que le otorga para alcanzar un nivel espiritual superior en el servicio a Di-s. Cuando
la mujer se ocupa de las necesidades de su hogar, le permite al hombre dedicarse de lleno a
lo espiritual y cumplir así su misión con éxito". Ahora podemos entender lo que el propio
Ribí lose comentó en Shabat 118: "Nunca llamé a mi esposa: 'mi esposa', sino 'mi casa".
Ribí lose aprendió a valorar a su mujer en su medida exacta. Eliahu Hanabi le enseñó a Ribí
lose el valor de su esposa no sólo para que lo supiera en su corazón, sino para que lo
expresara en toda circunstancia propicia y para que así pudiera elevarse espiritualmente aún
más. ¿Por qué? Porque quien comprende que el otro le agradece por lo que le brindó,
buscará una nueva oportunidad para beneficiarlo. Si alguien no lo cree así, que observe
cualquier factura de venta de un comercio. En casi todas está escrito: "Gracias por su
compra". ¿Para qué? Es el sistema que se utiliza para que el comprador vuelva a ese
comercio para efectuar una nueva adquisición: saber ser agradecido.
El enemigo fundamental que provoca que la persona no sea agradecida es el
acostumbramiento. En nuestro ejemplo, se podría escuchar: "Todas la mujeres preparan la
comida y la ropa para sus esposos". Es cierto, pero no por eso se debe ser desagradecido.
La persona debe estar atenta continuamente para poder reconocer y expresar el
agradecimiento por todo lo que recibe. No debe tener en cuenta si el que otorgó el bien lo
hizo por algún interés personal o en forma desinteresada. El agradecimiento a Di-s y a los
que nos rodean debe ser la base de nuestra vida.
La Guemará comenta en Berajot 58: "Un buen invitado, ¿que dice?". La respuesta es:
"Cuántas molestias se esforzó el dueño de casa por mí, cuánta carne me sirvió, cuánto vino
sirvió delante de mí, cuántas tortas preparó. Todo su esfuerzo fue sólo para mí". La
Guemará continúa: "Un mal invitado ¿qué dice?". La respuesta del Talmud es: "¿Cuál fue
el esfuerzo del dueño de casa? Sólo comí un pan, un trozo de carne y un vaso de vino. Todo
el esfuerzo del dueño de casa fue por su esposa y por sus hijos". Analicemos lo que sucede:
el dueño de casa prepara una Seudá para toda su familia e invita a alguien en particular a
compartir esa comida. ¿Por qué lo hace? Desea que el invitado se sienta a gusto y por
supuesto, que su familia disfrute también lo que se le ofrece. El buen invitado agradece por
todo lo que recibió y por la honra que le brindaron. Al mal invitado, en cambio, su óptica
negativa lo lleva a la conclusión de que el dueño de casa pensó sólo en su familia y que
simplemente agregó una porción más para él.
Este ejemplo del Talmud se puede aplicar para todas las circunstancias de la vida. Se
puede observar todo lo que sucede desde dos ópticas: la persona correcta le agradece a
Hashem por todo lo que existe en el mundo y que lo beneficia. Para él, todo lo que Hashem
creó fue exclusivamente para su provecho personal y le agradece por todo. En cambio,
quien observa todo en forma negativa, no disfruta de la Creación, ya que él se considera
como un integrante más y no valora todo lo que recibe.
Estos conceptos son más válidos aún en la vida matrimonial. Cada integrante de la pareja
debe valorar todo lo que Hashem le dio: el hogar, la salud, la fuerza física y espiritual, los
hijos, etc. Por otra parte, debe valorar lo que recibe de quienes están a su alrededor y
especialmente, de su pareja y de sus hijos. De esa forma, el ambiente del hogar será cálido
y feliz. Sucede en muchos casos que la persona se acostumbró Baruj Hashem a muchas
cosas placenteras en su vida. Piensa que es normal que así suceda. Como nunca le faltaron,
no valora lo que recibe. Sólo piensa en lo que le falta y por eso no encuentra la alegría.
Debemos valorar todo lo bueno que poseemos y no exagerar las situaciones problemáticas
que se puedan presentar. Debemos saber aceptarlas porque son para nuestro bien, aunque a
veces resulte difícil comprenderlo. Con seguridad que nuestra vida será distinta si
recordamos que: "Es una gran Mizvá estar siempre con alegría".
Seamos sinceros: ¿quién de nosotros sabe agradecer de verdad a quienes nos beneficiaron
en alguna oportunidad? ¿Quién tiene presente a su maestro que lo inició en el camino de la
Tora testimoniándole su afecto y reconocimiento? ¿Quién agradece a Hashem por todo lo
que nos brinda continuamente? La sociedad moderna no ayuda a vivir con esta base
fundamental de la existencia del ser humano. Por el contrario, somos educados con
conceptos tales como: "¡te corresponde!" o "¡recuerda tus derechos!", olvidando las
obligaciones que nos competen por el bienestar que recibimos de los que nos rodean.
Ser agradecido no es una buena cualidad, sino la obligación elemental de quien se precie de
ser persona. En una oportunidad una persona se presentó ante el Jatan Sofer Z"L y le faltó
el respeto con frases ofensivas delante de sus alumnos. El Rab se calló y luego que esa
"persona" se retiró, el Rab les dijo a sus discípulos: "no sé qué es lo que quería. Nunca le
hice ningún bien". Sus alumnos lo corrigieron: "habrá querido decir ningún mal". El Rab
les respondió: "no me equivoqué, deben saber que es difícil ser agradecido. Cuando alguien
recibió alguna vez un bien, cree que realmente lo merece y si en otra oportunidad no lo
recibe, se ofende porque no le dieron lo que le correspondía. Por eso mi expresión: nunca le
hice ningún bien". Así es la naturaleza del ser humano y hay que trabajar sobre uno mismo
para poder corregirla.
Este punto adquiere una relevancia fundamental en el Shalom del hogar judío. Cuántos
matrimonios se destruyen porque sólo se observan los defectos del otro sin analizar sus
virtudes y por olvidar el concepto del agradecimiento. El Talmud, en Iebamot 63, relata el
siguiente suceso: "Ribí Jiá tenía una mala mujer que lo hacía sufrir. De todas formas, cada
vez que Ribí Jiá encontraba algún presente para ella, se lo llevaba"
Le dijo Rab a Ribí Jiá: "¿por qué le regala cosas?, ¡ella lo hace sufrir!". La respuesta de
Ribí Jiá fue: "suficiente con que crían a nuestros hijos y nos salvan de tener malos
pensamientos".
Hay una frase de nuestros Sabios que resume este concepto: "al pozo del que tomaste agua,
no debes tirarle una piedra". Podríamos preguntarnos: ¿acaso el pozo sufre un dolor cuando
alguien le arroja una piedra? La respuesta es que el problema no es el pozo sino la propia
persona. Quien es desagradecido con el pozo, termina siendo desagradecido con el prójimo
y luego lo es aún con Di-s. La propia Tora nos enseña este concepto: las diez plagas con las
que Hashem castigó a los egipcios fueron por intermedio de Moshe, con excepción de la
plaga de las sangre, de los sapos y de los piojos que fueron llevadas a la práctica por
Aharon Hacohen. ¿Por qué? Rashi nos aclara el tema en Shemot 7 sobre el versículo 19:
"debido a que el Nilo había protegido a Moshe cuando había sido arrojado en él, por eso no
correspondía que fuera castigado por su mano en la plaga de la sangre ni en la de los sapos.
También en el caso del polvo del que salieron los piojos, no correspondía que fuera
castigado por Moshe, porque lo había protegido cuando Moshe mató a un egipcio que
castigaba a un judío y lo enterró en la arena".
Concluyamos este comentario con la explicación del Sefer Hajinuj sobre la Mizvá de
respetar al padre y a la madre: "la raíz de este concepto es que es digno que el ser humano
sepa reconocer y comportarse con favor a quienes le dieron el bien. No debe ser necio y
desagradecido ya que ésa es una mala cualidad despreciada a los ojos de Di-s y de la gente.
Debe recordar que el padre y la madre fueron los que posibilitaron su existencia, por lo que
se merecen todo el respeto y ayuda posible, ya que ellos lo trajeron al mundo y se
esforzaron por él cuando era pequeño. Cuando fije esta cualidad en su alma, reconocerá el
bien que Hashem le da, porque Él es quien le dio la vida a sus padres y abuelos hasta Adam
Harishon, lo sacó a la luz del mundo, le otorgó sus necesidades durante su vida, lo mantuvo
sobre sus miembros y le entregó un alma inteligente sin la cual sería como un animal que
no entiende. De esta manera, meditará la persona cómo debe cuidarse en servir a Su
Creador".
El Gaón de Vilna Z"L solía decir que la persona vino al mundo para arreglar sus
cualidades. No es suficiente con cumplir preceptos, debemos pulir y corregir las
inclinaciones negativas que existan. Si alguien dejó en un guardarropas un saco al que le
faltaba un botón, no puede reclamar al retirarlo que le devuelvan otro saco que se encuentre
en perfectas condiciones. Cuando la persona devuelva el alma al Todopoderoso después de
su vida terrenal, en esas mismas condiciones quedará hasta el momento de la resurrección
de los muertos y en ese instante la recibirá nuevamente para siempre. El trabajo de la vida
es arreglar las cualidades. Sin esto, la existencia no tiene sentido. Que el agradecimiento a
Di-s y a los que nos rodean sea la base de nuestra vida.
PERASHA MISHPATIM:
PERASHA TERUMA:
"El mérito de la Sedaká"
A pesar de que la situación económica del hogar pase por un momento difícil, el
matrimonio no debe privarse de dar Sedaká en la medida de sus posibilidades ya que
seguramente que por el mérito de ella, aumentará la bendición tan esperada.
Ribí Iudal Hulseman Z"L era un Sadik que vivía en Ierushalaim hace pocos años, sobre el
que se cuenta el siguiente Maasé: Había un Iehudi enfermo que necesitaba realizar una
operación que costaba 60 liras, una cifra muy grande para aquellos tiempos. Los
encargados de juntar Sedaká llegaron también a la casa de Ribí Iudal, y al explicarle el
motivo de su visita, suspiró diciendo: "Ya repartí todo mi diezmo, ¿cómo hago? No tengo
un centavo de donde poder dar, incluso pedí prestado a cuenta del Maaser que voy a sacar
durante el próximo año".
Al escuchar esto, los encargados de la Sedaká se retiraban, pero percibieron que Ribí Iudal
los llamaba corriendo detrás de ellos diciendo: "Ya está, ¡Gracias a Di-s que se me ocurrió
esta idea para ayudar a un Iehudi necesitado". Le preguntaron: "¿Qué idea tienes?". Y
contestó con sencillez: "Pediré prestado 20 liras, que devolveré con lo que gasto todas las
semanas comprando vino para el Kidush de Shabat. A partir de ahora, haré el Kidush con
pan y así ahorraré el dinero".
Durante dieciséis años estuvo este Sadik haciendo Kidush con pan para poder saldar
la deuda que había contraído para ayudar a ese enfermo, enseñándonos así cuánto debemos
preocuparnos por los demás. En nuestro caso particular, si quizás no tenemos la fuerza de
Ribí Iudal para privarnos de elementos para nosotros indispensables, por lo menos debemos
dejar de lado ciertos lujos innecesarios para poder ayudar a gente que no tiene ni lo
elemental para poder subsistir.
La Guemará, en Iebamot 63, dice que el que ayuda a un pobre en un momento de apremio,
sobre él está escrito: "Entonces clamarás y Di-s te contestará" (Ieshaiá 58). Surge la
pregunta: ¿Acaso hay algún pobre que no pase por un momento de apremio que el versículo
detalla esa situación? La respuesta va en concordancia con lo que intentamos transmitir:
"Momento de apremio" no se refiere al pobre, sino al que lo ayuda; a pesar de estar él
mismo en un momento de apremio, sobre él está escrito: "Entonces clamarás y Di-s te
contestará".
En la construcción del Mishkan, la Tora destaca en varias oportunidades la participación de
la mujer: "Y vinieron los hombres con las mujeres.... y toda mujer con inteligencia en su
corazón con sus manos hiló.... y las mujeres que elevaron su corazón con inteligencia
hilaron sobre los chivos" (Shemot 35). Nuestros Sabios nos enseñan que, en el suceso del
becerro de oro, las mujeres se negaron a entregar sus adornos de oro; en cambio, para la
construcción del Mishkan lo hicieron e incluso donaron los espejos que utilizaban para
embellecerse. Esto nos enseña el valor de la mujer en temas tan fundamentales como la
Sedaká y el favor al prójimo, como la propia Guemará en Meguilá 14 comenta: "las
mujeres son piadosas, hacen favores y son vergonzosas". Por lo tanto, hay que prestar una
atención especial a la educación de las hijas de Israel, aprovechando ese sentimiento
especial que ellas poseen.
Los Jajamim nos relatan varios sucesos donde la mujer se destaca por su bondad, para
mostrarnos así el poder que tienen para influir sobre sus maridos y sus hijos
beneficiándolos con la bendición que este proceder ocasiona. En el Ialkut Shimhoni Rut 4,
se relata un suceso sobre un Jasid que empobreció. Mientras araba un campo, se le presentó
Eliahu Hanabi con aspecto de un árabe y le dijo que le regalaba seis años de riqueza y que
debía elegir si los quería en ese instante o al final de su vida. El Jasid no creyó lo que le
decía y lo expulsó de su lado, pero al repetirse esta situación por tercera vez, decidió
consultar con su esposa. La mujer le respondió: "dile que los quieres ahora". Cuando el
Jasid le respondió a Eliahu Hanabi, éste le dijo que antes de regresar a su hogar sería rico.
Realmente fue así, puesto que en ese momento sus hijos habían encontrado un tesoro con el
que podrían alimentarse durante seis años. ¿Cuál fue la actitud de esa mujer tan correcta?
Le dijo a su esposo: "Debemos agradecer a Hashem por este milagro, pero también
debemos ocuparnos de ayudar al prójimo con este dinero". Así lo hizo y todos los días le
decía a su pequeño hijo que anotara en una libreta la Sedaká que daban. Al finalizar los seis
años, se presentó Eliahu Hanabi delante del esposo y le dijo: "Llegó el momento en que
debo quitarte lo que te di". La respuesta del Jasid fue que ahora debía nuevamente consultar
con su esposa. Ella le propuso: "Ve y dile que si encuentra a otra persona más fiel que
nosotros, le entregaremos lo que nos dio". Cuando Hashem vio el comportamiento que la
pareja había tenido, les brindó aún más bienestar para que se cumpliera en ellos el
versículo: "Y será el acto de la Sedaká paz" (leshaia 32).
El mérito de la mujer con relación a la Sedaká es mayor que el del hombre porque, en la
mayoría de los casos, ella entrega al pobre comida preparada, a diferencia del hombre que
normalmente sólo da al necesitado dinero con el que pueda adquirir su alimento. El
Talmud, en Ketubot 67, comenta sobre un Sabio llamado Mor Ukba que todos los días
dejaba unas monedas en el orificio de la puerta de la casa de un pobre, para que éste las
encontrara al salir de su hogar sin saber quién era su benefactor y de esta manera no se
avergonzara. En una oportunidad, el pobre decidió averiguar quién era el que lo ayudaba y
se escondió detrás de la puerta. Ese día Mor Ukba iba con su señora. Luego de dejar las
monedas, se escaparon rápidamente cuando vieron que el pobre intentaba reconocerlos. Se
escondieron en un horno al que le habían retirado las brasas pero que aún estaba caliente.
Como a Mor Ukba se le quemaban los pies, su esposa le dijo: "Apoya tus pies sobre los
míos". El Rab sorprendido, le preguntó cómo era posible que no se le quemaran los pies.
Ella le respondió con el concepto que comentamos: "Por estar dentro del hogar, mi ayuda a
los pobres es superior a la tuya, ya que yo les doy alimentos y tú das sólo dinero. Por ese
mérito, Hashem me protege".
Que por el mérito de la Sedaká de la mujer, Hashem otorgue Su Bendición a todos nuestros
hogares.
"Control y dominio"
Está escrito en el Talmud: "Toda persona que se enfurece, si es sabio pierde su sabiduría y
si es profeta, pierde su profecía", (Pesajim 66). La ira es una cualidad negativa de la que
debemos alejarnos como lo hacemos del fuego. Más aún en nuestras casas -a pesar de las
situaciones que se puedan presentar- debemos tranquilizarnos, dejar pasar ese mal
momento, para luego sí aclarar las cosas. En estado de ira, se pierde el control de los actos
y se puede llegar a hacer algo de lo que la persona se arrepentirá por toda la vida.
Está escrito en el "Sefer Jasidim" lo que aconteció con una persona que respetaba mucho a
su padre, quien le pidió: "Tú me respetas en vida, quiero que después de mi muerte sea
igual. Te ordeno contener tu furia por una noche y no hablar hasta el otro día". El hijo no
entendió bien a qué se refería el mandato, pero pasaron los años y el padre falleció.
Después de un tiempo el hijo se casó y su señora quedó embarazada, pero antes de que su
esposo se enterara de la novedad, debió realizar un viaje de trabajo a otro país en donde por
un inconveniente debió quedarse durante años. Al regresar a su ciudad, luego de tanto
tiempo, entró a su casa de noche, escuchó la voz de un joven y sacó su espada dispuesto a
matarlo a él y a su esposa, pero recordó las palabras de su padre y se contuvo. Luego
escuchó que su esposa le decía a ese joven: "Hace muchos años que tu padre se fue, si
supiera que tuvo un hijo, habría venido a ocuparse de casarlo". Cuando el marido escuchó
esto, se presentó y agradeció a Di-s por haber contenido su furia y a su padre que lo había
prevenido de esta situación e hicieron una fiesta con una alegría muy especial. Se trata de
un claro ejemplo del beneficio de la persona que domina su enojo y se tranquiliza, ya que si
se hubiese dejado llevar por su instinto, habría destruido dos almas de Israel: ¡a su esposa y
a su propio hijo!
Los Jajamim nos advierten sobre la gravedad de romper objetos o rasgar ropas en un
momento de ira, ya que
así procede el Ieser Hará. Hoy incita a actuar de esa forma, mañana de otra distinta, hasta
que finalmente hace caer a la persona en idolatría. (Shabat 105).
Por eso, debemos recordar el consejo de nuestros Jajamim, de tener control y dominio en
todos los lugares y situaciones de la vida, pero mucho más en nuestros hogares. Por ese
mérito, tendremos hijos Sadikim que alumbrarán al mundo con Tora, como vemos en el
siguiente Maasé: una familia vivía en Ierushalaim hace aproximadamente 70 años, donde
lavar la ropa era una de las tareas más difíciles del hogar, sin las comodidades que hoy en
día existen. Una mujer había terminado de colgar la ropa en las sogas del patio después de
seis horas agotadoras de trabajo para lavarlas. Una vecina, al ver que las sogas ocupaban el
lugar por donde ella quería pasar, perdió el control. En lugar de agachar su cabeza para
caminar, en un rapto de furia y venganza, entró a su casa a buscar una tijera, cortó las
sogas, y así la ropa recién lavada con tanto sacrificio cayó sobre el piso de tierra y barro. La
mujer que había colgado la ropa, se encontró ante una prueba de fuego. Todo su
instinto le reclamaba reaccionar e insultar a la vecina perversa. Sin embargo, pudo
superarse y con una fuerza especial se controló frente a tamaña prueba, cerró sus labios y
aceptó el Din del Shamaim: "¡Seguramente que merecía este sufrimiento y que sea mi
Kapará!". Recogió la ropa, la enjuagó, le sacó la suciedad y la extendió en un lugar más
amplio donde no molestara a su vecina. No le comentó a su marido lo que había sucedido
para no crear más odio y separación en Israel. Sólo ella y su vecina sabían lo sucedido,
hasta que esa misma noche se presentó la vecina pidiendo perdón por su actitud. Le
comentó que su hijo se encontraba en ese momento con una alta fiebre repentina, y que ella
creía que era un castigo del Shamaim por lo que había ocurrido a la tarde.
Esa Sadeket que contuvo su furia, tuvo el mérito de tener al otro año un hijo que hoy es uno
de los Jajamim más grandes de Ierushalaim. ¡Todo gracias a su control y dominio! Quien
así actúa, nunca se arrepentirá.
Saber soportar los malos momentos es la base del Shalom en una casa. Controlarse y no
enfurecerse es la llave de la felicidad. Nuestros Sabios nos cuentan que en las generaciones
anteriores, para saber si la novia tenía la cualidad de Sablanut (paciencia), le daban un
ovillo con hilos enredados y debía separarlos. Se la observaba para ver cuál era su
comportamiento, para conocer así su carácter verdadero, ya que la vida muchas veces es
como un hilo entrelazado en donde el perder la calma no hace más que generar nuevos
nudos y complicaciones. Por el contrario, se debe tener serenidad y fe y todos los tropiezos
se resolverán fácilmente. Se comenta sobre el Jafez Jaim Z"L, que cuando se casó con su
segunda mujer y llegó la fiesta de Sucot, preparó la Suca en el lugar donde siempre lo
hacía. Cuando terminó de hacerlo, su mujer le dijo: "Me parece que no es el lugar
adecuado, pienso que será mejor en el otro patio", señalando la otra punta de la casa. El
Rab, sin pensar en el tiempo perdido ni enfurecerse, desarmó la Suca y la armó en el otro
lugar. Cuando finalizó, su señora le dijo nuevamente: "Israel Meir, me arrepiento de mi
consejo, el lugar del principio era el más adecuado".
El Jafez Jaim no dijo ni una palabra. La desarmó nuevamente y la armó en el primer lugar.
Aprendemos nosotros que a pesar de que el Rab hubiese aprovechado el tiempo perdido
para estudiar Tora en su gran nivel, pese a todo, por el Shalom Bait, no dijo nada. Nos
enseña a controlarnos y a cuidar nuestra ira para que el Shalom reine por siempre en
nuestros hogares, para el bienestar nuestro y el de nuestros hijos.
El Zohar Hakadosh Perasha Tesave 182 enseña que la persona al enfurecerse arranca de sí
mismo su alma pura y deposita en su lugar una idolatría ajena, por lo que está prohibido
acercarse a él y mirar su rostro, como está escrito: "no se dirijan a ídolos" (Vaikrá 19) y si
bien todos los seres impuros se pueden purificar, aquel que tiene ira no podrá hacerlo, ya
que está impuro su cuerpo y su alma. Creemos equivocadamente que no enfurecerse es una
buena cualidad o un buen consejo para la persona. El Zohar nos aclara el tema diciendo que
es mucho más que eso ya que se transgrede un precepto de la Tora: no hacer idolatría.
Efectivamente, cuando el ser humano pierde la cordura, abandona su ritmo normal de
vida y se deja llevar por una fuerza extraña que dirige su comportamiento y la obedece
en forma ciega sin preguntar ni investigar qué es lo que le pide. ¡No hay idolatría mayor
que ésta!
Basta recordar para comprobarlo las respuestas que surgen cuando el furioso se tranquilizó,
ni él mismo puede creer que hayan salido esas palabras de su boca o que haya cometido
tales actitudes. Quizás sea esa la explicación de la increíble fuerza que surgió en su interior.
Muchas veces entre varias personas no pueden detener a alguien nervioso que se transforma
así en algo incontrolable. ¿Para qué sirve esa fuerza? Ninguno de nosotros estaría dispuesto
a cambiar su automóvil por otro con un motor mucho más potente pero que lo llevara sin
dirección alguna. Sólo un necio lo haría. Es lo que dice el Rey Shelomo: "La furia se posa
en el pecho de los necios" (Kohelet 7).
Nos preocupamos muchas veces por cumplir preceptos hasta en sus mínimos detalles.
Realmente corresponde que así actuemos. Pero, ¿cómo podemos explicar la enorme
contradicción de cometer simultáneamente uno de los peores pecados de la Tora: idolatría,
o dicho en otros términos: enfurecerse y perder el control? Más aún, no se trata de algo que
suceda una vez o en forma esporádica en la vida, sino que se repite en la relación con la
pareja, con los hijos, en el trabajo, al manejar nuestros automóviles, en la fila del banco o
del almacén o en cualquier situación opuesta a nuestro deseo. A veces, se comete la
irracionalidad de enfurecerse en el Bet Hakeneset -la casa de Di-s- olvidándose así la
Kedushá que reina en un lugar tan sagrado. El profeta Ieshaia 1 dijo en nombre de Di-s:
"¿Quién les pidió a ustedes que pisen mi patio?", ya que es realmente preferible que alguien
que tiene ese comportamiento permanezca en su hogar y no falte el respeto a Hashem en su
propio palacio.
El Talmud en Pesajim 66 comenta que incluso si estaba decretado por Hashem que
alguien recibiera un puesto de grandeza, si tropezara con el Kaas no lo conseguiría.
Cuando el profeta Shemuel fue enviado por Di-s para ungir como rey a uno de los hijos de
Ishai, todos ellos pasaron delante de él. Shemuel dijo sobre cada uno de ellos: "éste no fue
elegido por Hashem". Sólo con Eliab, pensó Shemuel que sería el futuro rey de Israel, pero
Hashem le dijo: "No mires su aspecto ni su altura porque lo he despreciado" (Shemuel 1-
16). Realmente el reinado le correspondía a él y no a David como finalmente sucedió,
pero lo perdió por la furia que en ese momento nacía en su corazón. Sólo Hashem podía
observar esa negativa cualidad que surgía dentro suyo y que saldría a la luz cuando su
hermano David -por orden de su padre Ishai- llevó comida para sus hermanos que se
preparaban para pelear con los Pelishtim. Eliab reaccionó al verlo, como atestigua el
versículo: "Y se enfureció Eliab con David diciéndole: ¿por qué has venido y con
quién has abandonado el ganado en el desierto?....conozco tu culpa y tu mal corazón de
querer deleitarte observando la guerra" (Shemuel 1-17). El Rab Eliahu Lapian Z"L
comenta que la furia, a pesar de ser algo interno que todavía no había sido exteriorizado por
Eliab, fue suficiente para desplazarlo del trono de rey de Israel que tenía asignado.
El Talmud en Pesajim 113 afirma que la vida del nervioso no es vida. Realmente los
sufrimientos que se provoca a sí mismo, a su familia y a su alrededor son innumerables.
Acorta su vida, como podemos deducirlo de la pregunta que le hicieron a Ribí Zerá:
"¿cómo has hecho para vivir tanto tiempo? Nunca me enojé dentro de mi hogar", respondió
el Rab (Meguilá 28). Pierde su sustento, ya que la Berajá de la casa depende de la mujer y
si ella está triste por haber recibido una ofensa de su nervioso marido, los problemas
económicos aparecerán. La furia provoca que la persona se comporte en forma cruel, no
reconozca la verdad y que tropiece con todo tipo de pecados.
No solamente su alma se perjudica al enfurecerse, sino también su cuerpo. La sangre
coagula con una rapidez mayor a la normal, produciendo daños en el sistema biológico
humano. Los músculos del estómago se contraen y no se puede digerir la comida
produciendo dolor y molestias en el aparato digestivo. Los latidos del corazón aumentan en
el momento de furia hasta llegar a entre 180 y 220 por minuto. La presión sanguínea se
eleva hasta llegar a niveles que pueden producir daños de todo tipo. Es frecuente escuchar
casos lamentables de infartos con consecuencias fatales que se produjeron en momentos de
ira. La mujer embarazada que se enfurece, debilita y perjudica a su bebé e incluso puede
llegar a abortar. Todo el que pierde su control, debilita sus ojos como está escrito en las
advertencias que Di-s nos da para no apartarnos de su camino: "Y te dará el Eterno allí un
corazón furioso, debilidad de tus ojos y profunda pena" (Debarim 28). Demuestra su
necedad en forma abierta y recibe el desprecio del prójimo. Los Sabios lo ejemplifican con
una olla que está puesta sobre las brasas, mientras no hirvió nadie sabe qué hay en ella,
pero cuando lo hizo derrama su contenido a la vista de todos. Es lo que el Talmud en
Erubin 65 comenta: "de tres formas se conoce a una persona: Bekosó (al tomar alcohol más
de la cuenta), Bekisó (cuando se le pide ayuda económica) y Bekasó (en su momento de
furia).
El trabajo de la vida consiste en luchar contra nuestros instintos y no dejarnos dominar por
ellos. No es respuesta valedera decir que nacimos nerviosos y no tenemos solución,
debemos reflexionar y aprender a dominarnos. En el momento de la prueba quizás
sea conveniente pensar que si la persona con quien nos enfurecemos es más sabia que
nosotros, no es justificable que reaccionemos ya que seguramente su óptica será mejor que
la nuestra. Si se trata de un necio, podremos pensar que su ignorancia lo llevó a actuar de
esa forma. Si el tema es económico: ¿acaso la plata vale más que nuestra salud y alma? Si
la comida no está tan a punto como deseamos, o la casa tan limpia y ordenada como
pretendemos, o la ropa tan bien planchada como nuestra meticulosidad impone, ¿ya es
suficiente como para hacer idolatría? ¿No será el orgullo de creernos omnipotentes y que
todos deben actuar como a nosotros nos parece la raíz de nuestra furia?
El Sefer Orjot Sadikim comenta que en algunas situaciones debe utilizarse la cualidad de la
furia, por ejemplo, si se debe infundir temor en el hogar para corregir malas actitudes o un
maestro para poder enseñar a sus alumnos o un Rab para corregir a los que quieren alejarse
del camino de la Tora. Pero todo esto debe ser hecho con medida y control, mostrando por
fuera el enojo pero manteniendo la tranquilidad interna.
A esto se refiere la Guemará en Taanit 4: "un Talmid Jajam que se enfurece, es la Tora que
posee la que lo hace enfurecer". Rashi comenta que se lo debe juzgar para el lado bueno, ya
que su entendimiento de la gravedad de lo sucedido lo hace reaccionar, pero sólo en forma
externa para poder revertir la situación creada.
Se cuenta sobre Ribí Menajem Mendel Horbiz Z"L que en una oportunidad concurrieron
dos personas a su casa para que determinara sobre un diferendo económico que tenían y
ellos aceptarían su palabra sin discutir. Cuando el Rab determinó que uno de ellos debía
pagar a su compañero una suma de dinero bastante importante, el deudor comenzó a
protestar por el fallo e insinuó que no estaba dispuesto a aceptarlo. El Rab se dirigió al
rebelde y le dijo: "Desde que fui nombrado Rab en nuestra ciudad, llevo conmigo una
pequeña caja de la que nunca me separo. En ella está oculto mi Kaas (furia), que como Rab
del lugar, cuando considero que debe ser utilizada Leshem Shamaim, tomo de ella lo que
creo necesario. Debes saber que si tengo que abrirla por tu comportamiento, ¡te hundirás en
el abismo y no habrá quien te pueda levantar!". Sus palabras hicieron el efecto adecuado y
el deudor aceptó pagar lo que correspondía.
Recordemos, para finalizar, que el mundo se mantiene por aquel que sabe controlarse frente
a una probable discusión, que el silencio y la voz suave anula la furia del que ofende y
ayudan a tranquilizar al ofendido. De esta forma seremos queridos por Di s, por nuestra
familia y nuestra comunidad, cuidaremos el alma y el cuerpo, adquiriremos así el mundo
venidero y tendremos provecho del mundo terrenal.
PERASHA KI TISA:
"No hacer sufrir al otro"
El Talmud comenta en Julin 84: "Que la persona coma y beba por un valor inferior al que
dispone, se vista de acuerdo con lo que tiene y que respete y mantenga a su esposa e hijos
con más de lo que tiene, porque ellos dependen de él y él depende del Creador". El marido
debe esforzarse para mantener su hogar con mano amplia, sin hacer cuentas detalladas
acerca de si se gastó en forma indebida o no cada moneda. Di-s, por ese mérito, le dará su
sustento con mucha bendición.
Si bien en algunos hogares es la mujer la que lleva el manejo económico porque su marido
sabe de sus condiciones de buena administradora, en la mayoría de los casos es el hombre
el que administra el dinero. No debe comportarse con altanería u ocultar sus ingresos,
porque de esta forma genera problemas y odio en su hogar. Muchas veces sucede que la
responsable de crear esta situación es la propia mujer, al hacer reclamos continuos que
están lejos de las posibilidades de su esposo o por gastar el dinero en lujos que están fuera
de su nivel.
El equilibrio adecuado se encuentra cuando el hombre hace un esfuerzo para dar más de lo
que puede realmente. Por su parte, al ver y entender su mujer inteligente esta situación, se
limitará a vivir con menos de lo que su marido le quiere dar y así reinará el Shalom en el
hogar.
Se cuenta sobre el Rab Eliahu Lapian Z"L que, en una oportunidad, tuvo necesidad de
mudarse a una casa más amplia porque su familia era muy numerosa. En esa época, era
muy difícil conseguir una casa en alquiler. Después de mucho esfuerzo encontró finalmente
lo que necesitaba y arregló el precio con el dueño. Contrató un carretero para hacer la
mudanza y prepararon con sacrificio todas sus pertenencias en las carretas junto a su
familia. Al llegar a la casa nueva, se encontró con una persona que le dijo: "Debes saber,
Ribí Eliahu, que se casa mi hija y busqué por toda la ciudad una casa en alquiler para ella y
la única que encontré es ésta, pero tú te adelantaste. Debes saber que si no la alquilo, deberé
postergar el casamiento". Los que escucharon la conversación, le recriminaron al hombre
por su inapropiada actitud al reclamar a toda una familia que ya tenía la mudanza
preparada, el precio del alquiler arreglado con anterioridad y que, por otra parte, no tenía
ninguna culpa de lo que sucedía. Sin embargo, el Rab no contestó, se dirigió al carretero y
le ordenó: "Por favor, no bajen las pertenencias, debemos volver a nuestra casa anterior"...
Aprendemos de este suceso cómo el Rab no hizo sufrir al prójimo y aceptó perder lo que le
correspondía, con tal de que alguien no pasara por un mal momento. De la misma manera
en cada hogar, el marido debe brindarse por su esposa dándole más de lo que puede. La
mujer, por su parte, no debe pedir lo que sabe que su marido no puede darle. Teniendo
presente así cada uno el no hacer sufrir al otro, la felicidad y el Shalom reinarán en el
hogar.
El marido debe cuidar que su comportamiento no provoque el sufrimiento de su mujer, y si
ésta derrama lágrimas al sentirse dolida, hay una acusación en el Shamaim muy fuerte
contra él.
Se comenta sobre Rabí Jaim Mizanz Z"L, que una vez llegó a una ciudad y al pasar por una
casa exclamó: "Siento el aroma del Gan Edén". Para averiguar de qué se trataba, golpeó esa
puerta esperando encontrar la respuesta. Ribí Pesaj, el dueño de casa, era el encargado de
juntar Sedaká para repartir entre los necesitados. Ribí Pesaj lo hizo pasar. El invitado le
pidió que abriera un estante de donde provenía ese aroma tan maravilloso. Al hacerlo se
encontró con una ropa de un sacerdote y Ribí Jaim dijo: "De esa ropa proviene el aroma,
dime cómo llegó a tus manos".
Ribí Pesaj contó como en una oportunidad había ido a juntar Sedaká de gente que
colaboraba con él para ayudar a los pobres. Al regresar a su casa se encontró con alguien
que lo esperaba con desesperación y que le dijo: "Por favor, mi situación es insostenible por
las deudas que tengo. O consigo algo de dinero o estoy destruido!"... Intenté explicarle,
continuó Ribí Pesaj, que ya había repartido todo lo juntado, y que no podía volver en el
mismo día a pedir que me ayudaran nuevamente. Ante el llanto de este pobre hombre,
regresé a las casas de los donantes explicando lo que sucedía y finalmente conseguí una
suma de dinero que solucionó su problema.
Pero, no pasaron diez minutos y golpearon nuevamente la puerta de mi casa. Se trataba de
otro lehudi con problemas económicos gravísimos. Cuando le expliqué que no podía ir tres
veces en un día a lo de una misma persona a pedir Sedaká, el hombre desesperado
respondió: "¡Estoy perdido!".
De repente, recordé que cerca de mi casa había un bar donde se reunían jóvenes para
emborracharse y perder el tiempo. Decidí ir a pedirles ayuda, aunque lo más probable era
que se burlaran de mí. Así sucedió realmente; pero mientras todos se reían, uno de ellos los
hizo callar. Me propuso darme el dinero necesario, pero con la condición de que me vistiera
una ropa de sacerdote que él me daría y que paseara así vestido por toda la ciudad con todos
ellos riéndose detrás de mí. Luego de una lucha interna que no me permitía avergonzarme a
la vista de toda la ciudad, decidí hacerlo para poder conseguir el dinero que necesitaba. Al
verme, todos creyeron que había enloquecido por mi actitud. Ese joven me entregó el
dinero que luego entregué a la persona necesitada. La ropa del sacerdote pensé dejarla
conmigo, ya que gracias a ella hice revivir a un Iehudi". Cuando escuchó esto Ribí Jaim
Mizanz, le dijo emocionado: "Debes guardar para siempre esa ropa, y al final de tu larga
vida debes pedir que te entierren con ella, y ningún daño te sucederá". Muchos años
después de su muerte, el gobierno de Polonia decidió construir una ruta que atravesaba el
lugar donde estaba enterrado Ribí Pesaj. Su cuerpo milagrosamente estaba íntegro al estar
protegido con la ropa de sacerdote.
Aprendamos a ser piadosos con el prójimo, y mucho más en nuestro matrimonio,
cuidándonos de no hacer sufrir al otro, para recibir el pago en este mundo y en el venidero.
Amén.
PERASHA VAIAKHEL:
"Aprendamos a conocernos"
La pareja debe conocer las diferencias que existen entre uno y otro por el solo hecho de ser
hombre y mujer. Si tenemos presente las distintas características, sentimientos y óptica de
la vida que ambos tienen, se evitarán discusiones que perturban la felicidad del hogar.
Veamos dos ejemplos:
1)Es normal que al prepararse para ir a una fiesta, el marido se encuentre listo en muy poco
tiempo luego de bañarse, afeitarse y vestir su clásico traje. Al esperar a su esposa, y ante la
demora que ella tiene, observa que se encuentra preocupada: "¿Qué te sucede?", Le
pregunta; "No tengo qué ponerme", es la respuesta de la mujer. El hombre nervioso, abre el
placard lleno de ropa y le dice: "¿Y todo esto qué es?"; la mujer le contesta: "Este vestido
ya lo usé dos veces, este otro está fuera de moda, aquel es muy caluroso para hoy, etc.,
etc.". Nos imaginamos los nervios del hombre al ver el atraso para llegar a la fiesta y de ahí
a la explosión final, el camino es muy corto. Si ese hombre hubiera sabido que la visión de
la mujer con respecto a sus ropas es distinta totalmente a la suya, se habría evitado una
pelea en el hogar. La mujer necesita renovar sus ropas de tiempo en tiempo, para
encontrarse satisfecha consigo misma. El Rambam, en las Halajot de Iom Tob lo corrobora:
"Está obligado el hombre a alegrar a su mujer en los días festivos con ropas y adornos de
acuerdo con sus posibilidades. A los niños debe alegrarlos con dulces y nueces".
2)A veces los niños se pelean y uno golpea al otro que llora en forma desconsolada. La
madre preocupada sale corriendo a ver qué pasó, mientras que el padre tranquilo, continúa
con sus ocupaciones sin prestar mayor importancia a lo sucedido. La mujer no puede
entender a su esposo y le pregunta: "¡¿No escuchas los gritos?!". Comienza así una nueva
discusión cuyo final desconocemos. Si hubiera sabido que su reacción se origina en su
sentimiento y delicadeza, mientras que en su marido es más la fuerza del razonamiento que
la del sentimiento, se habría evitado el problema.
Si entendemos la forma de ser del otro, podremos llegar al verdadero objetivo del
matrimonio: el favor mutuo.
La mujer necesita ser dirigida por su marido, pero con respeto y dignidad. Temas tales
como la belleza personal, la decoración del hogar, la limpieza, los paseos y las caminatas,
facilidad para llorar y necesidad de hablar, son características de la mujer que se deben
aceptar porque forman parte de su propia naturaleza. Ella espera más que el regalo en sí, el
corazón que se puso para comprarlo. Necesita que la alaben por la comida que preparó con
tanto esfuerzo o por el vestido nuevo que compró. ¡Debemos conocernos para encontrar la
felicidad!
El ser humano inteligente no acepta todo lo que escucha y tampoco se queda callado, sino
que expone su idea y criterio sobre el tema planteado. A veces, proceder de esta forma trae
inconvenientes y se puede llegar a discusiones o peleas al no coincidir las posiciones.
¿Cómo proceder en el hogar? El consejo de nuestros Jajamim es no discutir nunca con la
mujer. Se debe callar y como máximo decir: "Ésa es tu idea, yo pienso distinto". Después
de un tiempo, se debe intentar explicar con dulzura nuevamente la posición.
Nuestros Sabios nos enseñan que de la misma forma que el mar no se ara y las estrellas no
se cuentan, con la mujer no se discute. Para entender por qué se debe proceder así,
recordemos lo que dijo una vez el Rab Dessler, autor del libro Mijtab Meeliahu: "Con la
inteligencia que Hashem me dio, en muy poco tiempo -media hora aproximadamente- de
hablar con un alumno me puedo dar cuenta de sus condiciones: si posee o no buenas
cualidades. Pero frente a esto, en el caso de mi mujer con la que vivo hace cuarenta años,
aún no conozco el camino y los pensamientos de su alma". Si entendemos esto, no hay
lugar a ninguna discusión en el hogar. Para discutir con alguien, las bases del pensamiento
deben ser las mismas y existir distintas opciones que generan la discusión. Pero si las bases
son distintas, como en el caso del hombre y la mujer, no hay lugar para ninguna discusión.
La mujer depende de su sentimiento que condiciona a su razonamiento. Todas sus
actitudes, inclinaciones, escala de valores y captación de su mundo están basadas en su
sentimiento. Ribí Obadia Seforno explica por qué la serpiente no fue directamente a seducir
al hombre en lugar de seducir a la mujer para que comiera del árbol de la sabiduría. El Rab
explica que conocía el pensamiento de la mujer: ella sabía que Hashem había dicho que si
comían del fruto morirían, pero imaginó que era sólo una amenaza y no la realidad. Así fue
como actuó su sentimiento en su corazón antes que la inteligencia de escuchar la palabra
clara de Hashem.
Es por eso que la mujer a veces quiere algo con toda su alma y otras tantas lo rechaza. Ella
depende de su sentimiento que varía de un período a otro y así pasan a ser secundarios otro
tipo de cálculos.
El hombre es más frío, más calculador, más realista. Su razonamiento precede a su
sentimiento y por eso analiza e investiga de otra forma el tema que se plantea.
Si se trata de dos visiones opuestas como explicamos, no hay lugar a discusiones porque
cada una está basada en una óptica distinta. Si tenemos esto presente, ¡no hay discusión
posible!
A veces sucede que el hombre regresa a su hogar y su señora no está en la casa. Encuentra
una nota en la mesa que dice: "Estoy en lo de mi mamá, puedes pasar a buscarme. La
comida está en la heladera, buen provecho!". El marido se pregunta a sí mismo: "¿Otra vez
fue a lo de la madre?". La cabeza empieza a trabajarle con pensamientos de furia y de
enojo: "¿Dónde está su respeto hacia mí? Me dejó solo y se fue! ¡Lo único que le importa
es su madre!". No hace falta que escribamos cómo continúa esta historia, porque ya todos
sabemos el final: peleas, ofensas y destrucción del Shalom de la casa. Si la mujer supiera
que su marido necesita saber que ella siempre está preocupada por él y se lo demostrara con
actitudes, todo sería distinto; si a su vez el hombre supiera que su esposa estará siempre
unida a su madre, y en ella encontrará el refugio o un lugar donde contar su vida, se habría
evitado el problema.
Cuando Eliezer -el sirviente de Abraham- fue a buscar a Ribka para que se casara con Izjak,
el versículo dice: "Y corrió la joven a contarle a la madre"(Bereshit 24), ya que se trata de
una unión basada en temas comunes: la comida, recetas, ropa, limpieza, preparación de
Shabat, aniversarios familiares, etc. El hombre normalmente no da trascendencia a estos
temas y, por lo tanto, no es "el socio" adecuado en donde ella pueda presentar sus ideas y
preocupaciones. Por eso, la mujer recurre al lugar donde encontrará las respuestas que
necesita: la casa de la madre.
Los Jajamim nos enseñan que la Emuná de la mujer es en general mucho más fuerte que la
del hombre. Cuando ella confía en Hashem con todo su corazón, soporta las vicisitudes de
la vida mucho mejor que el hombre. Así es su naturaleza. Lo mismo sucede en la relación
con su madre. Al formar su nuevo hogar, nunca podrá cortar esa relación y creará un puente
entre los dos hogares: el suyo y el de su madre.
¡Si conocemos los secretos del alma de nuestra pareja, el entendimiento y el perdón traerán
el Shalom!
Recordemos que con un pequeño fósforo se puede quemar una casa por más grande que
ella sea, pero si el fuego es apagado a tiempo todo se salvará. No dejemos que el fuego de
la pelea destruya el hogar. Nadie se beneficiará, ni la pareja, ni los hijos, ni los parientes, ni
los amigos, ni la comunidad. Que la Berajá del Shalom se encuentre en todos los hogares
de Israel.
PERASHA PEKUDE:
"La sonrisa en el matrimonio"
En Abot de Ribí Natán cap. 13 está escrito: "Se debe tratar a toda persona con buena cara.
Se puede dar al compañero todos los regalos del mundo, pero si fue de mala forma, se le
considerará como si no hubiera dado nada. Por el contrario, aquel que trata bien al otro,
incluso que no le haya dado nada, es como si le hubiese obsequiado todos los regalos del
mundo".
Imaginemos lo que puede suceder con dos personas con el mismo nombre que se
encuentran en el Shamaim en el momento previo al Juicio Divino. Al dialogar, se
sorprenden de tener el mismo nombre: uno de ellos se encuentra tranquilo y sonriente, ya
que fue una persona muy rica y continuamente repartió dinero a su señora, hijos y
comunidad, por lo que recibirá seguramente el paraíso. Su figura contrasta con la tristeza y
preocupación del otro, que fue una persona muy pobre y que casi nunca pudo colaborar con
nadie, por lo que, seguramente, deberá ir al infierno.
La conversación se interrumpe porque llegó el turno de juzgar al primero de ellos que entra
confiado al lugar del juicio. Para su sorpresa, el fiscal dictamina que debe ir al infierno y el
abogado defensor reconoce que nada puede hacer en este caso. Indignado pregunta: "¿Y
todo lo que di al prójimo en mi vida para que sirvió?". "Nunca diste nada", le responden. En
ese momento se tranquilizó: "Ahora entiendo, me han confundido con el que está esperando
el turno afuera, tiene mi mismo nombre y por eso la confusión". "No hay confusión
posible", le responden. "Tú has dado muchas cosas en tu vida, pero al darlas de mala forma,
y sin entregar tu corazón, es como si no hubieras dado nada. En cambio, tu compañero que
cree que por ser pobre irá al infierno, le aguarda el paraíso, ya que lo poco que pudo brindar
al prójimo, lo hizo con una sonrisa y con todo su sentimiento".
En el matrimonio, este tema es fundamental. Debemos cuidarnos en la forma que damos a
nuestra pareja lo que necesita, ya que corremos el riesgo de perder todo el pago del
esfuerzo que hicimos. Para eso, sólo basta con poner cara de desgano, o simplemente con
decir: "Ufa, ...toma". Por el contrario, aquél que entrega con una sonrisa, aunque sea lo
mínimo y precario por su situación especial, recibirá en el mundo venidero un pago
especial, sumado a la gratificación de vivir felizmente en este mundo y ser ejemplo para el
comportamiento de sus hijos.
Se comenta sobre el Jafez Jaim Z"L, que en una oportunidad su señora se quejó por la
situación económica del hogar, diciendo: "En la casa de los vecinos tienen riqueza a pesar
de tratarse de gente que no estudia Tora; sin embargo, nosotros con tanto estudio pasamos
momentos de pobreza!". El Rab le contestó: "¿Acaso crees que nuestros vecinos a los que
no les dio Hashem tanta sabiduría, ni tampoco tienen hijos que puedan elevarse en el
camino de la Tora, también deben ser castigados con pobreza? Por otra parte, tú tienes un
marido con Tora, has encontrado el camino de la verdad y tienes la esperanza de que tus
hijos sean estudiosos y grandes Sabios, ¡¿Quieres recibir también riqueza?! ¿Dónde estaría
la justicia Divina si nuestra casa tuviera todo y la casa de nuestros vecinos se encontrara
vacía en materialismo y en espiritualidad? ¡Por eso debemos estar felices con lo que
tenemos, que es lo mejor!".
El Jafez Jaim nos enseña con su sabiduría, que sólo con un lenguaje suave e inteligente
puede tranquilizar a su señora. No lo hará con discusiones y peleas. De la misma forma,
cuando el marido vuelve a su hogar después de un día de problemas y tensiones, debe su
señora sonreírle y alentarlo para despejar las nubes tormentosas que apagan su espíritu, y
traer la luz que lo alumbre en el camino de la vida. Cada integrante de la pareja tiene la
obligación de repetirse continuamente: "La sonrisa acerca los corazones. La tensión y el
enojo destruyen el hogar".
La Mishná en Pirké Abot 1 comenta: "Shamai dice... Recibe a toda persona con buena
cara". No creamos que Shamai se refería sólo a los casos en donde se recibe a un huésped
en el hogar. Su enseñanza fue para todos los momentos de la vida en donde alguien se
encuentre frente a nosotros. En forma sorprendente, no es Hilel -Sabio talmúdico
contemporáneo a Shamai que se destacaba por pregonar el favor en toda circunstancia- el
que nos transmite la importancia de la sonrisa. Es nada menos que Shamai quien lo
recuerda, no como un buen consejo sino como una obligación.
El Maharal de Praga en su comentario sobre Pirké Abot comenta que por naturaleza la
persona desea saber si quienes se encuentran a su alrededor lo valoran o lo desprecian.
¿Cómo se da cuenta? Por la expresión de las caras. Una cara sonriente demuestra
valoración a su personalidad. Una cara furiosa o apesadumbrada refleja la falta de
consideración de quien se encuentra a su lado y provoca una sensación de desprecio
prohibida por la Tora. Por lo tanto, explica el Maharal, recibir al otro con una sonrisa no es
un acto de favor sino una obligación para que no se sienta despreciado. Por eso, es el propio
Shamai quien menciona el tema como un deber más que no puede quedar de lado. En el
matrimonio, este concepto adquiere una relevancia fundamental, ya que al sonreír uno al
otro le está diciendo en forma clara: "yo te valoro, tú eres considerado para mí".
Este tema tan elemental lo podemos observar en la manera como un niño diferencia entre
una cara que lo mira en forma agradable o de manera agresiva. Su respuesta es instantánea:
llora o juega de acuerdo con el modo como se hayan dirigido hacia él. El Rab Shelomo
Volve Shelita en su libro "Ale Shur" compara a un niño que crece sin la sonrisa de quienes
lo rodean con una planta que no recibe la luz del sol. Nunca se llenará de vigor. Esa simple
sonrisa que recibe y que le permite desarrollarse con todo ánimo y fervor, no es nada más
que la expresión del alma que brota del interior del cuerpo de quienes lo rodean y lo
alimentan espiritualmente de esa manera tan sencilla.
En cuántos casos hay parejas que comparten toda una vida sin encontrar un idioma en
común, con nerviosismo, amargura y sin el mínimo entendimiento. ¿Cuál es la raíz de este
desastre? Quizás que cada uno de ellos esperaba que el otro se acercara con una sonrisa
para empezar una mejor relación. Nadie dio el primer paso y así transcurrió la vida. Sólo
que la brecha cada vez se hizo más profunda. Cada uno pensó que tenía los motivos
suficientes como para no dar el brazo a torcer. Olvidaron que la obligación de "recibir al
otro con buena cara" es incluso en los casos en donde las actitudes no se compartan o las
ideas sean distintas. Mas aún en el matrimonio, donde ninguna persona podrá brindar lo que
cada integrante de la pareja deje de realizar.
Que Hashem ayude al pueblo de Israel para que la sonrisa y el aliento mutuo sean la base
de todos nuestros hogares. Amén.
PERASHA VAIKRA:
"Reforzar la fe"
Cuando aparecen problemas de distinto tipo dentro de un hogar, muchas veces provocan
tristeza y depresión al no encontrar el porqué de esa situación. El matrimonio debe en ese
caso tomar la iniciativa de insuflar entre ellos un espíritu de fe y esperanza. Deben alentarse
mutuamente con palabras y actos que demuestren que todo lo que sucede está manejado por
Di-s para el bien, aunque el ser humano no pueda entenderlo con su limitada capacidad.
Debemos aprender a tener en nuestra boca y corazón frases de nuestros Sabios tales como:
"Todo lo que Di-s hace es para bien", o "Nadie mueve un dedo en la tierra, si no lo decretan
desde el Cielo". De esta manera, fortaleceremos la Emuná en los momentos difíciles. Si
lamentablemente sucedió una pérdida económica, se debe buscar lo positivo de la misma.
Quizás fue una Kapará por nuestros pecados y gracias a Di-s, no se trató de algo más grave.
Debemos recordar, por otra parte, que los sufrimientos borran los pecados de la persona
como comenta el Talmud: "Toda persona que Hashem quiere, recibe sufrimientos" (Berajot
5). Debemos tener presente lo que menciona Ribí Ishmael en Arajin 15: "Toda persona que
pasa cuarenta días sin sufrimientos recibe su pago en este mundo".
Con una óptica adecuada de la vida, las preguntas desaparecen y la paz y la tranquilidad
retornan al hogar. Por eso, es importante que la pareja concurra a estudios de Tora o lea, en
conjunto, libros de Musar que cambian la visión equivocada de los sucesos de la vida por
una óptica llena de fe y esperanza como base del hogar. Así desaparecerán las quejas y
lamentos que hoy lamentablemente se hicieron cotidianos. Renacerá el ¡Baruj Hashem!
¡Bendito eres Di-s! y el ¡Min Hashamaim! ¡Todo es del Cielo!, que nos darán la felicidad
verdadera sin nervios ni sufrimientos.
Precisamente, el único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno mismo para
reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8 nos dice que "la verdad y la
paz serán amadas". Aparentemente, se trata de dos conceptos contradictorios, ya que si
observamos al prójimo bajo la óptica de la verdad encontraremos errores y falencias que
provocarán la discordia. El problema consiste en que buscamos la verdad en el otro y
olvidamos analizarnos a nosotros mismos. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de
nuestros defectos y la paz con el prójimo sería fácilmente encontrada. A eso se refirió el
profeta Zejariá.
Es cierto que a veces se requiere de un control especial para no reaccionar, pero
precisamente por eso es que el rey David nos enseña: "Busca el Shalom y persigúelo"
(Tehilim 34). No se trata de esperar a que el Shalom nos encuentre en forma circunstancial,
sino que debemos buscarlo y perseguirlo anulando nuestra propia honra o sentimiento para
poder encontrarlo. Se cuenta sobre Napoleón que al pelear con Rusia llegó a una ciudad
muy fortificada y no podía derrumbar sus murallas. La sitió aguardando a que sus
habitantes se rindieran con el correr del tiempo. Sin embargo, como éstos disponían de gran
cantidad de alimentos, fueron los soldados de Napoleón quienes se impacientaron
sugiriendo regresar a sus hogares. Napoleón decidió disfrazarse en compañía de un general
e ingresar como espía en la ciudad para ver la situación real del lugar: si aún disponían de
alimentos regresarían, pero de lo contrario, el sitio continuaría hasta que se rindieran.
Pudieron ingresar a la ciudad en forma oculta y llegaron a un bar que estaba colmado de
soldados que intentaban emborracharse para olvidar el hambre que padecían. Los
comentarios eran que no había alternativa: caerían en las manos de Napoleón y su ejército.
Cuando los dos espías -Napoleón y su general- escucharon y entendieron la situación,
intentaron retirarse: la misión estaba cumplida. Pero de repente uno de los soldados rusos
exclamó: "observen a ese campesino: ¡juraría que es Napoleón!". Los espías comenzaron a
temblar, pero la suerte estuvo de su lado porque todos sus compañeros se burlaron del
soldado. "¿Cómo es posible que el propio Napoleón llegue hasta acá y con ese aspecto tan
despreciable?", le dijeron. El general que acompañaba a Napoleón decidió eliminar
cualquier tipo de sospechas y le pidió a Napoleón que le sirviera un poco de vino.
Napoleón, que comprendió la idea del general, comenzó a servirle pero lo hizo en una
forma bastante brusca que provocó que el vaso cayera sobre el piso y se derramara el vino.
El general, indignado, golpeó a Napoleón quien cayó al piso a la vista de todos. Cuando
intentó levantarse, recibió un puntapié del general que lo insultó y ofendió por su necio
comportamiento. Los soldados rusos se rieron de lo sucedido y confirmaron "el error" del
soldado: nadie se atrevería a golpear de esa forma a Napoleón. El general pagó la botella de
vino y se retiró junto a Napoleón sin que nadie sospechara sobre la verdadera identidad de
ambos. Cuando llegaron a un lugar oculto, el general se posternó delante de Napoleón
llorando y pidiéndole perdón por los golpes que le había dado. Napoleón lo abrazó, lo besó
y le dijo: "mi agradecimiento te lo demostraré elevándote al cargo más importante de
nuestro país y te llenaré de regalos".
Debemos aprender el mensaje. En algunas circunstancias la persona debe recibir por sus
malas actitudes un castigo celestial. Pero la piedad de Di-s lo rescata del mismo enviándole
una persona que lo insulte y lo ofenda. Si el ofendido tomase conciencia de que la
vergüenza que recibe es por su bien y para conseguir la vida rescatándolo del sufrimiento,
lo recibiría con la misma alegría que Napoleón, en el momento en que recibió los golpes.
¿Qué hubiese sucedido si Napoleón reaccionaba y le gritaba al general que debía
mantenerle el respeto que merecía? Los soldados rusos hubieran reaccionado descubriendo
la identidad de los espías. Sepamos soportar los malos momentos para poder vivir siempre
con alegría.
PERASHA SAV:
El Rab Eliahu Lapian Z"L cuenta en su libro "Leb Eliahu" el siguiente Maasé: "Ribí Neta
era un comerciante que vivía en Kelem. Casó a su hija única con un Talmid Jajam al que le
dio una dote importante y se comprometió a mantenerlo durante muchos años para que
pudiera seguir estudiando Tora. Cuando esos años pasaron, la mujer le reclamó a su esposo
que dejara de estudiar para poder mantener su hogar. Su esposo -por el cariño que tenía a la
Tora- se negó a hacerlo. Ella sugirió que con el dinero de la dote abrieran un negocio que
ella atendería, y que el marido se ocupara del mismo sólo dos horas por día. El hombre
aceptó y con el correr del tiempo las dos horas se transformaron en cuatro, hasta que
abandonó completamente sus estudios para dedicarse al trabajo. Un sábado a la noche que
nevaba, la mujer salió a tirar algo afuera de la casa y al regresar sintió que se ahogaba y no
podía hablar. Su marido corrió a buscar un médico, pero éste no pudo diagnosticar la
enfermedad que la aquejaba. Los doctores que la veían no podían entender por qué no podía
hablar. Alguien le sugirió al marido que quizás se trataba de un caso de exorcismo y que
fuera a lo de Ribí Mendel Z"L que se ocupaba de estos temas. El marido decidió llevar a su
esposa a lo del Rab quien le habló al alma que se había introducido en ella. El alma le
contestó desde el estómago de la mujer sin que ella moviera los labios: 'Transgredí en mi
vida todos los preceptos de la Tora y mi castigo fue que mi alma recorriera el mundo con
ángeles que me castigan continuamente y sólo encuentro tranquilidad si me introduzco en
el cuerpo de alguien'. '¿Por qué elegiste a esta joven?', le preguntó el Rab. La respuesta fue:
'Su propia madre -que ya había fallecido- me pidió en el Shamaim que lo hiciera para que
su hija sufriera en este mundo y no recibiera castigo en el Olam Haba por haber sacado a su
esposo del estudio de la Tora'. Ribí Mendel Z"L se dirigió al esposo de la mujer, quien le
aseguró que volvería a estudiar Tora. Ribí Neta -el padre de la mujer- se comprometió a
estudiar Mishnaiot y a encender Nerot en el Bet Hakeneset para rescatar a esa alma del
castigo que tenía. Ribí Mendel Z"L reunió un grupo de diez personas para que leyeran
Tehilim y dijo unos Pesukim con la mujer sentada en la mitad de la habitación. Luego de
unos minutos de lectura de Tehilim, la mujer -en forma repentina- cayó al suelo y se
escuchó una voz que salía de ella: '¡Shemá Israel!'. Una de sus uñas se partió y salió sangre
de ella. La ventana se rompió -por ese lugar salió el alma- y la mujer recuperó su
normalidad". El Rab Eliahu Lapian continúa en su libro: "En el último tiempo escuché que
esa pareja está en Israel. Viven en Tel Aviv, .pero no revelaré más detalles sobre ellos. Sólo
que personalmente los visité y ellos mismos me contaron todo el suceso".
Toda mujer virtuosa que lea este Maasé, tomará la enseñanza necesaria para su vida,
ayudando y fortaleciendo a su esposo en el camino y en el estudio de la Tora, para adquirir
así la felicidad en este mundo y en el venidero.
Las estadísticas demuestran que una casa basada en los principios de la Tora está llena de
alegría y felicidad. Seguramente que no son las condiciones económicas las que la hacen
dichosa, ya que no siempre tienen esa bendición, sino que tienen la Berajá de tener fe en el
Creador, que es la vitamina que origina esa felicidad al saber que quien da la vida, también
da el sustento. Así se logra la tranquilidad y felicidad anhelada.
En una oportunidad, una persona se presentó delante de un Rab con la idea de viajar a otro
país debido a sus problemas económicos. El Rab le contestó con el siguiente Maasé: En una
ciudad vivía un Rab muy pobre al que se le presentaron dos personas muy ricas para que
interviniera por un diferendo económico que tenían, con la condición de que el Rab se
trasladara a la ciudad de ambos con los gastos pagos, además de un importante dinero por
su trabajo.
El Rab les pidió que lo esperaran hasta que volviera de rezar Minjá en el Bet Hakeneset. Al
regresar, les dio una respuesta negativa al pedido para que viajara. Cuando la señora del
Rab le preguntó por qué no había aprovechado esa oportunidad de ganar mucho dinero, el
Rab le respondió que una de las Berajot de la Tefilá que dijo era "Mebarej Hashanim", o
sea que Di-s bendice los años desde Su lugar celestial. La Guemará comenta que la
distancia desde la tierra al primer cielo es de 500 años y al segundo cielo es de otros 500
años, y así sucesivamente pasando los siete cielos hasta llegar al Trono Divino. Sin
embargo, esa distancia inimaginable no es impedimento para que la Berajá llegue al ser
humano. "Me dije a mí mismo: ¿Sólo a la ciudad de los ricos me mandará Di-s la Berajá?
¡Si Él quiere, podrá enviarla directo a mi casa!". Finalmente, los ricos decidieron hacer el
juicio en la ciudad del Rab, quien pudo obtener el dinero sin tener necesidad de dejar su
hogar. ¡Tengamos fe y tendremos alegría en nuestros hogares, a pesar de los problemas
económicos que puedan existir!
El Talmud en Pesajim 49 comenta: "Que siempre la persona venda todo lo que posee para
casarse con la hija de un Talmid Jajam y para casar a su hija con un Talmid Jajam. Este tipo
de matrimonio se compara a la unión de la uva de la parra con la uva de la parra, es algo
bello y agradable". ¿Por qué los Jajamim compararon esta unión del novio y la novia sólo
con la uva y no con otra fruta? Una de las explicaciones es que el sabor del vino es más
agradable cuando es más añejo. De la misma manera, cuando la pareja cuida la herencia
que recibimos en el monte de Sinai y no se deja llevar por corrientes modernas ajenas a
nuestra fe, llega así al máximo de belleza espiritual posible.
Cuando un hogar crece con esas bases, el progreso es constante. Es lo que sucede con la
uva de la parra, antes de ser exprimida. Se la bendice con una Berajá común a todos los
frutos del árbol: "Boré Perí Haez" (que crea el fruto del árbol). Al transformarse en vino
recibe una Berajá excluyeme para él: "Boré Perí Haguefen" (que crea el fruto de la parra).
Es cierto que el trigo también transforma -al convertirse en pan- su bendición primitiva de
"Boré Perí Haadamá" (que crea el fruto de la tierra) en "Hamosí Lejem Min Haarez" (que
saca el pan de la tierra). Pero la parra permanece en la tierra en forma eterna a diferencia
del trigo que debe ser sembrado nuevamente. De esta forma, le deseamos a la pareja que la
unión que materializaron en la Jupa, sea eterna, llena de felicidad y alegría.
Otro de los mensajes que la parra otorga a la pareja es que el vino alegra a la persona, pero
sólo cuando se lo consume con medida y en forma adecuada. De lo contrario, la
emborracha con las consecuencias negativas que todos conocemos. De la misma forma hay
una indicación para la pareja de fijar los límites que la Tora impone. Como dijeron los
Jajamim: "Santifícate a ti mismo en lo que está permitido para ti" (Iebamot 20), y así
tendrán éxito en la construcción del hogar. El amor entre ellos crecerá continuamente
gracias a esos cercos que la Tora determina. Serán como el vino, cuyo sabor aumenta día
tras día.
Otra de las comparaciones de la parra con la pareja es la siguiente: el pueblo de Israel fue
comparado con la parra. ¿Por qué? La parra es pisada por aquellos que fabrican el vino.
Pero finalmente, cuando se obtuvo el producto, es el vino quien hace caer a la persona que
toma más de la cuenta. Igualmente, en este destierro tan largo y difícil, el pueblo judío
debió soportar ser pisado por distintas naciones. Pero llegará el momento en que el Mashiaj
elevará al pueblo de Israel para convertirlo en la luz de las naciones. Ese mensaje también
se aplica al novio y a la novia. Si se comportan con honra y respeto mutuo, si cada uno
valora al otro y le hace sentir que está por encima de sí, entonces vivirán con armonía y
felicidad. Serán como la uva que en principio parece que es pisada, pero finalmente triunfa.
Que en todos los hogares de Israel se cumpla la frase de los Jajamim: "Inbe Haguefen
Beinbe Haguefen Dabar Nae Umitkabel: la uva de la parra con la uva de la parra es bella y
agradable".
PERASHA SHEMINI:
La Guemará en Sanhedrin 44 comenta que la persona debe adelantar la Tefilá antes de que
surja el problema realmente. Podemos deducir con más razón que, cuando lamentablemente
no hay paz en el hogar, se debe hacer Tefilá para que Di-s deposite su Shejiná en esa casa,
además de todas las distintas iniciativas que se realicen para encontrar la solución.
Se cuenta sobre el Rab Iejezkel Abramsky Z"L que al ser llevado preso a Siberia, le sacaron
los zapatos y lo obligaron a caminar descalzo sobre el hielo congelado varios kilómetros
por día. El Rab dentro de su Tefilá le dijo a Hashem lo siguiente: "Di-s mío, escribiste en
Tu Tora (Ketubot 30) que todo proviene del Shamaim menos los resfríos, que se originan
en una negligencia propia de la persona que no se cuida como corresponde. Pero en este
lugar con temperaturas bajo cero, me obligan a caminar descalzo y solo Tú, Señor del
Universo, me puedes cuidar. Por favor, sálvame para que no me enferme". Pasaron muchos
años y el Rab ni siquiera se resfrió, mientras que mucha gente moría de complicaciones por
gripes y pulmonías.
Aprendemos de este suceso la fuerza de la Tefilá, que puede cambiar la naturaleza del
mundo. Por más que exista un decreto por el que la persona debería soportar sufrimientos
en su casa, hay tres cosas -Tefilá, Sedaká y Teshubá- que anulan cualquier mal decreto que
hubiera.
En el libro Shibje Omer se relata el siguiente Maazé: Rabí Tzvi Izjak Horowitz era un
hombre Sadik y fiel. Su nombre recorrió las fronteras, y todos los que lo conocían
depositaban en él su total confianza.
Cuando se recolectaba dinero para los pobres, se le entregaba al Rab para que fuera su
depositario hasta que se necesitara utilizarlo. Incluso particulares le daban dinero para que
lo guardara, sabiendo que quizás estaba más seguro que en una cuenta bancaria.
El Rab tenía un alumno de apellido Rotschild, que no sólo estudiaba junto a él, sino
también hacía las veces de su secretario y administrador. Cuando el Rab recibía dinero, se
lo entregaba a su alumno quien lo guardaba en un cofre cuyo escondite conocían nadie más
que él y su Rab.
En una ocasión, llegaron a la casa del Rab unos Gabaim (Dirigentes Comunitarios que se
encargan de recolectar dinero para beneficencia), y pidieron la restitución del dinero que
anteriormente habían dejado en depósito. El Rab comenzó a buscar el cofre y no lo
encontró. Cuando se le ocurrió preguntarle a su alumno, se acordó que ese mismo día el
joven le había dicho que abandonaba la ciudad y se iba a trabajar a otra ciudad. Los Gabaim
se retiraron con las manos vacías, y dejaron al Rab con una profunda preocupación.
Pasó un tiempo, y la esposa del Rab le dijo a su marido: "No es que quiera ser mal pensada,
pero precisamente en el día que tu alumno Rotschild se fue, desapareció el cofre del
dinero..."; "¡No, no!, la interrumpió el Rab, es imposible que él haya hecho algo así.
Rotschild es un verdadero Sadik y confío plenamente en él...". "Bueno pero nada pierdes si
vas a la ciudad donde ahora vive, y le explicas que se perdió el dinero de los huérfanos y las
viudas. Quizás te puede dar una pista", insistió la mujer.
El Rab se dirigió a la ciudad donde se había establecido su alumno, y comprobó
sorprendido que en muy poco tiempo ya toda la gente conocía el apellido Rotschild con
honor y respeto. Cuando llegó al lugar donde trabajaba, encontró un muy lujoso negocio de
venta de antigüedades y joyas.
Rotschild recibió a su Rab con mucha amabilidad. "¿A qué se debe esta tan honrosa
visita?", "Debo hablar contigo muy seriamente", fue la respuesta. El Rab le contó que
habían ido los Gabaim a reclamar el dinero de las viudas y los huérfanos, y el cofre había
desaparecido. Con sutiles palabras, le estaba dando a entender que existía la sospecha de
que él fuera quien había tomado indebidamente ese dinero.
Rotschild no contestó. Se quedó en silencio unos instantes y se levantó. Se dirigió a uno de
sus cuartos, y regresó con una pequeña bolsa en sus manos. Le dijo al Rab: "Ésta es la
mitad del dinero. Por el resto, le pediré que me espere un mes y, con la ayuda de Hashem,
se lo entregaré". Mientras el Rab regresaba a su casa estaba contento, por un lado, por haber
recuperado el dinero robado. Por el otro, estaba triste porque nunca hubiera pensado que su
fiel alumno era capaz de aprovecharse de su confianza para apoderarse de lo ajeno. Una
semana después, unos policías se hicieron presentes en la casa del Rab con una noticia:
"¡Encontramos su cofre robado! Aquí lo tiene. ¡Y el ladrón está preso!". El Rab se
estremeció. Pensó que habían apresado a Rotschild y que lo iban a castigar duramente. Los
policías siguieron hablando. "¿Usted tenía un sirviente no judío?". "En efecto, hace poco
más de un mes", respondió el Rab. "Fue él quien se apoderó del cofre. Lo hizo en un
descuido suyo y se lo llevó. Lo recuperamos casi con todo el dinero que allí había. "¿Y
cómo se dieron cuenta ustedes de qué él había sido el ladrón?". "Porque inmediatamente
después de que dejó su trabajo, se lo vio extrañamente en cada cantina que había en la
ciudad. Un día, en medio de su borrachera, confesó que el dinero que estaba derrochando lo
estaba sacando del cofre que había robado de la casa del Rab Horowitz. Bueno, lo principal
es que el cofre regresó a sus legítimos dueños". Los policías se retiraron.
Nuevamente, el Rab sintió una mezcla de alegría y tristeza. Alegría porque descubrió que
su alumno Rotschild estaba limpio de toda culpa. El concepto que de él tenía era el mismo,
o mejor aún. Por otro lado, estaba triste por haber sospechado de él injustamente. Además,
¿por qué si era inocente, Rotschild le había dado el dinero, aunque fuera una parte? El Rab
no esperó, y ese mismo día se dirigió otra vez a la ciudad donde Rotschild vivía. Cuando
llegó allí, no lo encontró en donde tenía su negocio. Ni siquiera el negocio existía. Preguntó
a la gente y le dijeron que Rotschild había vendido todo lo que tenía y se había ido a vivir a
una choza en una aldea cercana.
El Rab se dirigió a ese lugar y encontró a su alumno viviendo en una choza pobre y
destruida. Rotschild recibió a su Rab con la amabilidad de siempre. "Sea usted bienvenido,
Rab. Sólo que todavía no he podido reunir la suma que le debo. Por favor si me espera unos
días más...", "¡Querido alumno! Sé que tú no fuiste quien robó el cofre. La policía encontró
al ladrón y el cofre ya está en mis manos". "¿Ah, sí? ¡Baruj Hashem! ¿Y se puede saber
quién fue?". "¿Te acuerdas del sirviente que teníamos y de repente nos abandonó? Bueno,
pues de algún modo se las ingenió para robarnos sin que nos diéramos cuenta. Pero, ¿por
qué me mentiste y me hiciste creer con tu actitud que habías sido tú el ladrón? ¡Si hasta te
quedaste pobre por darme el dinero, cuando en realidad no te correspondía hacerlo!". "Yo
lo vi a usted muy preocupado, porque tenía la responsabilidad de devolver el dinero que le
habían dado para guardar. Y la verdad es que preferí pasar un poco de incomodidad, con tal
de que a las viudas y a los huérfanos no les falte nada de lo que les corresponde... Usted me
enseñó que en la Tora está escrito: "A Hashem, Tu Di-s, temerás". Y es sabido que estas
palabras no sólo se refieren al Creador del Mundo, sino también a los que los representan:
A los Jajamim. Yo debo temer, respetar y honrar a los Jajamim, y mucho más a usted, que
es mi Jajam principal y de quien aprendí toda la Tora que tengo". "Bueno. Pero, ¿Por qué
llegaste hasta esta situación?". "Yo me comprometí con usted a entregarle la otra mitad del
dinero, y como ya no me quedaba nada en efectivo, me vi obligado a vender mis
propiedades, pero igualmente no alcanzó. Pensé que de algún modo u otro, Hashem me iba
a ayudar a reunir toda la cantidad antes de que transcurriera el mes de plazo...".
Al escuchar esto, el Rab estrechó a su alumno en un abrazo y lo besó en medio de lágrimas
de emoción. Le dio una Berajá, y le dijo que sería tan rico, que su riqueza no se apartaría de
él ni de su descendencia jamás, hasta la llegada del Mashiaj.
En efecto, la riqueza de la familia Rotschild es proverbial. Y como vemos, hasta hoy se
mantiene. Todo, gracias a la entrega de quien inició la dinastía, que prefirió vivir como un
pobre y pasar por sospechoso de robo, con tal de que a los huérfanos y a las viudas no les
faltara el sustento. Y también gracias al respeto y el honor que les confería a los Jajamim, a
quienes consideraba como verdaderos representantes del Mandato Divino.
El Sefer Pele Ioez escribe que quien tiene una mala mujer que lo hace sufrir, que le pida a
Di-s que transforme su corazón. Que lo quiera y caiga en gracia a sus ojos, para que él
también la pueda amar. Nuestros Sabios nos enseñan que las puertas del llanto nunca se
cierran. Por lo tanto, no debe desesperarse sino pedir con todo el corazón al Padre Piadoso
que cambie la pelea del hogar por la felicidad eterna.
Otra de las soluciones para encontrar el Shalom en la casa es pedir la Berajá de los Sadikim
de la generación. Si ya existe el Shalom, es correcto pedir al Sadik su Berajá para que
continúe por siempre.
En una oportunidad sucedió en los Estados Unidos de América un accidente por un choque
de autos. Los médicos determinaron que el Iehudi accidentado no iba a poder sobrevivir y
mandaron a traer de un asilo al padre del accidentado. Cuando éste llegó al lado de su hijo
inconsciente, no demostró preocupación por lo sucedido, y se retiró diciendo con mucha
calma: "Se curará".
Todos pensaron que el anciano padre no había tomado conciencia de lo que sucedía, pero él
les contestó lo siguiente: "Yo soy de Radin, la ciudad del Jafez Jaim. Cuando el Rab
escribió su libro 'Mishná Berurá', reunía gente en su casa para que lo leyeran y así poder
observar cómo se entendía lo que el Rab había escrito. Varias veces mi estudio cayó en
gracia en sus ojos, y me dio dos Berajot: que tuviera larga vida (hoy tengo 76 años), y que
mis hijos no murieran durante mi vida. Todavía no llegué a tener lo que se llama realmente
larga vida, ¿cómo se van a cumplir las dos Berajot simultáneamente?; la única forma es que
mi hijo se recupere y que yo viva muchos años más. Por eso es que estoy tranquilo". Al
otro día sucedió el milagro. El hijo abrió los ojos, y poco a poco se fue recuperando para
sorpresa de los médicos que no podían entender lo que sucedía.
Aprendemos de este suceso la importancia de la Berajá del Sadik, ya que sus Tefilot llegan
delante de Di-s y pueden hacer cambiar cualquier mal decreto que haya sobre la persona, y
dar una larga vida llena de paz y prosperidad.
Para concluir, relatemos uno de los tantos milagros cuyo protagonista fue uno de los Sabios
más grandes de las últimas décadas: el Baba Sali Ribí Israel Abujazira Z"L. Un matrimonio
que luego de muchos años de casados no habían podido tener hijos, recurrió a recibir la
Berajá del Rab. Para ello se dirigieron a su casa en Netibot. Todos conocían la Kedusha del
Rab, sabían que sus oraciones llegaban al Cielo y que sus bendiciones se cumplían. Le
contaron al Rab lo que les aquejaba y le pidieron una bendición para que Hashem les
otorgara el hijo tan ansiado. El Rab les pidió sus nombres e hizo Tefilá por ellos. Luego
tomó una botella de anís, escribió algo en un papel con el que envolvió la botella y les dijo:
"Deseo que el día del Berit Milá bendigan sobre este anís al poner el nombre del bebé".
Recogieron la botella. El corazón de ellos desbordaba de alegría.
Los años pasaron y ninguna novedad importante ocurría. Hasta que escucharon una noticia
que los dejó perplejos: El Baba Sali Z"L había dejado este mundo y aparentemente su
Berajá no se había cumplido. Luego de transcurridos dieciséis años del encuentro con el
Baba Sali, lo que parecía imposible llegó: el hijo por el que tantas Tefilot se habían hecho,
vino a este mundo. Imaginemos la alegría de la familia. Decidieron que el Sandak fuera el
Rab Izjak Kaduri Shelita. El padre trajo la botella de anís y se hicieron los preparativos para
el gran día. El Berit Milá se realizó e invitaron al Rab Kaduri para hacer el Kidush. Al sacar
el papel que envolvía la botella de anís todos quedaron sorprendidos: el Baba Sali había
escrito en el papel la fecha del Berit Milá dieciséis años antes de que se realizara.
¿Dónde radica la fuerza, la sabiduría y la profecía de estos grandes Jajamim? ¿Cómo es
posible que sus palabras sean escuchadas en el Cielo y se cumplan en la tierra? La respuesta
es la siguiente: "Si en mis leyes se encaminarán y mis preceptos cumplirán"(Vaikrá 26).
Rashi nos aclara que el versículo se refiere a estudiar la Tora con esfuerzo y cumplirla con
todos sus detalles. Es la fuerza de la Tora, la sabiduría de Hashem, la que da la profecía a
los Sadikim de cada generación.
Tefila, Sedaká, Teshubá, Berajot de los Sadikim de la generación. Todos estos medios son
valederos y necesarios para bendecir los hogares de Israel.
PERASHA TAZRIA:
"La voz del dinero"
La gente corre detrás del dinero, pero no todos se convierten en millonarios. Incluso los que
sí lo son, no tienen todo el provecho de lo que alcanzaron, ya que siguen corriendo para
obtener más riqueza. Como nos enseña Shelomo Hamelej: "El que ama al dinero no se
hartará de él" (Kohelet 5). Por eso le podemos preguntar dónde está su riqueza y cuál fue su
provecho. Corre toda su vida detrás de algo que nunca alcanzará y no prueba el sabor de la
alegría. No sólo esto, sino que codicia lo de los demás y llega a mentir y engañar, siendo
odiado por la gente, perdiendo así su mundo terrenal y el venidero.
No hubo generación que haya tenido las comodidades que hoy existen. Al tocar un botón se
enciende la luz, se mueve una perilla y el fuego está preparado para cocinar, el lavarropas
automático deja la ropa limpia sin ningún esfuerzo del ama de casa, se pueden adquirir
comidas preparadas para ser servidas, etc., etc.
¡Cuánto esfuerzo debían realizar las generaciones anteriores para obtener las mismas cosas!
Se debía buscar combustible para tener un poco de luz, preparar el fuego con madera o
carbón, llevar la ropa hasta el río para poder lavarla, etc. Sin embargo, ellos eran más
felices que lo que somos nosotros hoy, porque tenían la clave que nuestros Sabios
profetizaron hace mucho tiempo atrás: "¿Quién es el rico? El que se alegra con lo que
tiene" (Pirke Abot 4), ya que sólo sabiendo conformarse con lo que Di-s le destinó, se
encuentra la felicidad. Ésa es la verdadera riqueza.
El Midrash Tanjuma comenta con respecto a la Perasha Tazria, sobre un Cohén que tenía
problemas económicos y que no podía mantener su hogar y decidió ir a trabajar fuera de
Israel. Antes de irse, le explicó a su señora las leyes de los Negaim, o sea sobre las manchas
de la piel que él determinaba como Cohén a los que lo consultaban. Le explicó que en cada
pelo del cuerpo de la persona, creó Di-s una cavidad de la cual se alimenta ese pelo. Si éste
se seca y no tiene calor, es una señal que se secó la fuente que lo alimentaba. Le respondió
la mujer: "Que tus oídos escuchen lo que haz dicho. Si Di-s creó para cada pelo un lugar
que lo alimenta, tú que eres un ser humano que debes mantener a tu familia, ¡¿acaso no
creó Di-s la fuente de donde consigas tu sustento?!". El Cohén de esta forma desistió de su
viaje, enseñándonos que la fe es la base del hogar y que no hay que perder la tranquilidad
cuando faltan cosas en la casa, ya que todo depende de la Berajá que Di-s manda.
Por supuesto que la mujer no debe reclamar a su marido cosas que él no puede solucionar.
Ella debe administrar sus gastos con fe y esperanza para no destruir el Shalom de su hogar.
El marido, por su parte, al ver que por más que se esfuerza no puede satisfacer las
necesidades de su familia, debe alentarlos a superar el momento difícil, puesto que es una
prueba de Di-s para el bien y la felicidad de todos.
Cuando Ribí Akiba se casó con Rajel, la hija de Kalba Sabua, la pareja era tan pobre que
debía dormir sobre un lecho de paja. En una oportunidad, se presentó Eliahu Hanabi como
un pobre pidiendo un poco de paja para su señora que había tenido un hijo y no tenía donde
acostarse. Le dijo Ribí Akiba a su mujer: "Observa, hay gente más pobre que nosotros y ni
siquiera tienen paja".
Sepamos mirar en las cosas materiales a aquellos que tienen más dificultades que nosotros
y en los temas espirituales tomemos ejemplo de los que nos superan.
El Midrash en la Perasha Pekude cuenta el siguiente Maasé: Ribí Jiá y Ribí Shimhon Ben
Jalafta estaban estudiando Tora en el Bet Hamidrash de Tebaria en la víspera de Pesaj.
Escucharon mucho movimiento de gente, y preguntó Ribí Shimhon a Ribí Jiá: "¿Qué es lo
que sucede?". Éste le contestó: "Todos compran lo que necesitan para Iom Tob, y si alguien
no tiene dinero se presenta a su patrón y le pide". Dijo Ribí Shimhon ben Jalafta: "Yo
también iré a lo de mi patrón y Él me dará". Salió fuera de la ciudad a hacer Tefilá en una
cueva de Tebaria y vio una mano que desde el cielo le entregaba una piedra preciosa. La
tomó y la llevó delante de Ribí Iehuda Hanasí quien al verla le dijo que esperara hasta
después de Iom Tob para poder venderla a su precio real. Mientras tanto, le entregó algo de
dinero para las necesidades de la fiesta.
Cuando Ribí Shimhon llegó a su casa con dinero y comida, la señora sorprendida le
preguntó: "¿De dónde lo conseguiste?". El marido le respondió: "Di-s me lo dio". Pero ella
no se quedó conforme: "Si no me dices de dónde es, no probaré nada". El Rab le contó lo
ocurrido al no tener otra alternativa: "Hice Tefilá delante de Hashem, y me dio esta piedra
preciosa". Ella respondió: "¿Acaso quieres que tu pago en el Olam Haba sea menor que el
de tu compañero por haber recibido esa joya?, ¡ve y devuelve la comida que compraste, el
dinero a su dueño y la joya a Di-s!".
Esa mujer virtuosa convenció incluso a Ribí Iehuda Hanasí que no era conveniente que su
marido aprovechara ese regalo del Cielo. Cuando Ribí Shimhon Ben Jalaftá fue a devolver
la joya, extendió su mano, e inmediatamente vino un Malhaj (ángel) y la tomó. Fue dicho:
"El milagro último fue mayor que el primero, ya que del Cielo lo normal es que dan, y no
es normal que quiten".
Tenemos en este Maasé el ejemplo de una mujer Sadeket que estuvo dispuesta a soportar la
pobreza y no aceptar los placeres de este mundo, debido a que sabía que le sería descontado
de su pago en el mundo venidero. Tomemos todo el ejemplo de ella para no sufrir cuando
vemos que en la casa apenas si alcanza el dinero para las cosas elementales, ya que está
guardado el verdadero pago de la persona para el Olam Haba.
Tengamos Emuná que nuestro sustento depende sólo del Creador, como dijeron nuestros
Sabios en el Talmud (Besa 16): "Todo el sustento de la persona está fijado desde Rosh
Hashaná, con excepción de los gastos necesarios para Shabat, Iom Tob y para educar a los
hijos en el camino de la Tora, que en caso de disminuirlos, se le disminuyen a él. Si los
aumenta, recibirá más de lo que gastó".
Quizás más que nunca, en esta época hay hogares en que la voz de la alegría y de la
felicidad no se escucha porque es cubierta por la "voz del dinero" que con un fuerte tono
reclama su lugar. La falta de dinero para tener una vida digna es la que en muchos casos
provoca la destrucción del Shalom del hogar.
Ya el Talmud en Baba Meziá 59 comenta: "Dijo Rab Iehuda: 'Siempre debe preocuparse la
persona que haya sustento en su hogar, ya que las peleas tienen lugar en el matrimonio
debido a temas de sustento". La falta de dinero es el medio que utiliza el Satán para entrar
al hogar y provocar la pelea. De esta forma, la presencia de Hashem se retira de esa casa. A
pesar de cualquier circunstancia que se presente, la mujer debe estar al lado de su marido
apoyándolo y fortaleciendo el Shalom de su hogar. La mujer inteligente que busca su
propio bien y el de su familia, debe saber que está en sus manos conseguir que en su hogar
las voces de la alegría y la felicidad se escuchen y no sean cubiertas por la voz del dinero.
Debe dirigir su casa de acuerdo con sus posibilidades económicas sin excederse de su
presupuesto, demostrándole a su esposo que es solidaria al máximo con su sufrimiento para
conseguir el sustento mínimo necesario para la vida. En este tipo de situaciones, no debe
pedir a su esposo lo que sabe que su marido no le puede dar, porque lo único que provoca
es que su esposo piense que ella es cruel al no comprender que para él es imposible
complacerla. Por el contrario, debe mostrarle una sonrisa y alentarlo a seguir adelante
esperando épocas mejores.
Muchas mujeres endeudan a sus mandos con lujos que realmente no estaban a su alcance,
sólo por envidia a la vecina o a la amiga que sí podía darse ese lujo. En lugar de poner el
acento en la educación de sus hijos y en la atención a sus esposos, sólo piensan en no ser
menos que sus amigas.
La mujer inteligente debe saber, por otra parte, que toda casa en la que sus habitantes se
conforman con lo que tienen y no persiguen lujos o placeres fuera de su alcance, es la que
construye un futuro digno para sus hijos que aprenderán a vivir sabiendo que en la vida no
puede conseguirse todo lo que uno desea. De esta forma y por el hecho de vivir con
limitaciones, obtendrán una felicidad continua debido a que nunca sentirán que les falta
algo, porque aprendieron a vivir sabiendo que Hashem es el que da a cada uno lo que le
corresponde y no correrán detrás de lujos y placeres inalcanzables.
PERASHA TAHOR:
"El valor de un minuto"
La mujer que tuvo la suerte y el mérito de casarse con un hombre que fija en su vida un
tiempo para el estudio de la Tora, es la mujer más feliz que existe en la tierra. A pesar de
que existan problemas económicos, no debe influenciar sobre su marido para que abandone
ese tiempo de estudio para dedicarlo al trabajo. Por el contrario, debe alentarlo y
fortalecerlo, porque todo el dinero que existe en el mundo no se iguala al valor de una letra
de Tora que su marido estudia. Todo ese mérito es gracias a la mujer que lo alienta y le
permite seguir adelante.
En una ciudad de Europa, se habían reunido los Iehudim para hacer un hospital. Muchos
donantes contribuían para ello; algunos ofrecían sólo una cama mientras que personas
adineradas donaban varias camas para los futuros pacientes. El Jafez Jaim, que dirigía
espiritualmente el lugar, agradeció a cada uno de ellos por el Jesed importante de la
donación. Cuando concurrieron al lugar algunos alumnos de distintas Ieshibot, el Jafez Jaim
los recibió con mucha honra, lo que provocó malestar a los donantes que preguntaron:
"¿Acaso ellos donaron camas como nosotros para la construcción del hospital?". Les
contestó el Rab: "¿Qué dicen?, ¿acaso ustedes donaron cincuenta camas?". Nadie podía
creer que esos jóvenes hubieran donado algo que ni los millonarios podían hacer. El Jafez
Jaim les aclaró: "¡Sí!, ¡Sí!, cada uno de ellos donó cincuenta camas que no fueran
necesarias. Ellos donaron que no haya necesidad de camas para enfermos en el hospital, ya
que la Tora que ellos estudian protege y salva de enfermedades y sufrimientos a nuestra
ciudad".
Aprendemos de este suceso, que aquella mujer que desea que en su hogar haya salud y
tranquilidad, debe alentar y apoyar a su marido en el estudio y cumplimiento de la Tora. Es
la mejor protección frente a los problemas de la vida y lo que garantizará su felicidad
eterna.
Sucedió con el Taz (abreviatura del Rab David ben Shemuel Halevi Z"L que escribió el
libro "Ture Zahab") y el Baj (abreviatura del Rab loel Sirkish Z"L que escribió el libro
"Bait Jadash") el siguiente Maasé: El Baj era el suegro del Taz, y le había asegurado que se
ocuparía de mantenerlo y le daría una comida de carne todos los días. En una oportunidad,
en lugar de darle carne común, le entregó una porción de pulmón. Por ese motivo, el Taz
llevó a su suegro a un "Din Tora", en donde se le dio la razón al Baj, porque se consideró
también al pulmón como carne. El Jazon Ish Z"L explicó sobre este Maasé que lo que
había sucedido fue que el Taz estudiaba Tora hasta agotar sus fuerzas todos los días. Ese
día que le dieron pulmón en vez de carne común, estudió unos minutos menos, puesto que
su fuerza disminuyó. Se originó así una acusación en el Cielo hacia su suegro por haber
sido responsable de esta falta de minutos de Tora en el mundo. El Taz, que sabía esto,
para sacar esa acusación que pesaba sobre su suegro lo llevó a un Din Tora, sabiendo que
determinarían que el pulmón también es carne, y así se levantaría la acusación del Cielo.
¡Aprendamos el valor de cada instante de Tora que estudiamos, y no lo dejemos por nada
del mundo!
Una de las causas que originan discusiones en el hogar es que muchas veces el marido está
en su casa sin hacer nada. Esto disminuye su valor delante de su señora que lo observa
perder el tiempo sin hacer nada productivo, mientras que ella está ocupada en el
mantenimiento de su hogar.
Por lo tanto, la mejor solución para encontrar el Shalom Bait, es la constancia en el estudio
de la Tora en cada momento libre. Así, el marido será valorado por su señora como alguien
que no pierde su tiempo, sino que lo sabe aprovechar en cosas positivas que van a traer la
Berajá tan anhelada.
Esa misma falta de ocupación provoca a veces contar a la otra parte alguna discusión que
hubo en el trabajo o con algún vecino, y así comienza una nueva pelea, al recibir una crítica
por la actitud asumida. El Jafez Jaim Z"L, en su libro "Shemirat Halashon", aclara que no
hay ninguna diferencia en la prohibición de hablar Lashon Hará tanto con un amigo o con
la propia mujer, salvo en caso que la conversación pueda traer beneficios como la
jurisprudencia estipula.
El Jafez Jaim concluye: "Muchos se equivocan al comentar a sus esposas todo lo sucedido
durante el día en sus trabajos. A veces, además de caer en la prohibición de hablar Lashon
Hará, provocan que las discusiones del trabajo se agraven, al ser en muchos casos incitados
por la propia mujer a defender sus derechos. Finalmente, ella misma terminará
despreciándolo. Por eso, quien cuida su alma, que no comente con su mujer todas esas
situaciones" (Kelal 8 punto 10).
Sucedió con una persona que fue a lo del Rab Naftali Sebi Iehuda Barlin y le dijo: "Ribí,
mis negocios son exitosos y también lo son mi relación comercial con proveedores y
clientes. Mi familia no tiene problemas de salud, pero mi sufrimiento es dentro de mi casa,
ya que mi señora me desprecia, me domina y me subestima hasta tal punto que ni mis hijos
me escuchan y sólo a ella respetan. Por favor, le pido un consejo para recuperar mi valor
como padre y marido y encontrar la felicidad". El Rab le dijo: "¿Fijas un tiempo de estudio
de Tora?". El hombre le contestó que no tenía tiempo siquiera para comer con tranquilidad,
puesto que su trabajo era agobiante y no se lo permitía. El Rab le dijo: "Si con tu propia
boca reconoces que eres esclavo de tu trabajo, ¿cómo pretendes que tu señora te valore? Mi
consejo es que fijes un tiempo de estudio todos los días y no lo anules ni siquiera por el
mejor de los negocios. Así vas a ser querido por Di-s y, simultáneamente, te va a devolver
el cariño de tu señora, como dijo el rey Shelomo en Mishlé 16: "Cuando Di-s está conforme
con el camino del hombre, incluso sus enemigos hacen la paz con él". Explican nuestros
Jajamim que en este caso el término: "los enemigos" se refiere a la propia familia, como
dice el profeta Mijá 7: "Los enemigos de la persona son los que habitan en su casa". La
Tora es el remedio para todos los sufrimientos, incluso el de tener un hogar infeliz. Si te
comportas de esta forma, seguro que tendrás el mérito de tener una mujer correcta que
acepte la voluntad del marido".
Aprendemos de este suceso que, además de la importancia del estudio de Tora, en donde
con cada palabra que se lee o escucha se cumple una Mizvá de Limud Tora, la persona se
beneficia con paz y tranquilidad y la Shejiná posa dentro de su hogar.
"Nuestro secreto"
PERASHA KEDOSHIM:
PERASHA EMOR:
Cuando le preguntó Laban a Iaacob Abinu: "Dime cuál será tu pago" (Bereshit 29), la
respuesta de Iaacob fue: "Trabajaré siete años por Rajel, tu hija pequeña". Podríamos
preguntarnos: ¿Por qué Iaacob no le ofreció a su futuro suegro un tiempo menor de trabajo?
¡En caso de que no hubiese aceptado, podría haber aumentado hasta finalmente llegar a un
mejor "acuerdo"!
La respuesta a esta pregunta es similar a lo que comenta Ribí Moshe Jaim Lusato Z"L, en
su libro "Derej Hashem": "Hay una diferencia enorme entre quien recibe algo por derecho
propio a quien lo recibe como un regalo sin que le corresponda realmente". El objetivo del
ser humano en esta vida es heredar el Olam Haba, al que podrá acceder por sus propios
medios luego de haber vivido respetando los preceptos que Hashem le encomendó. No lo
recibe en forma gratuita sino por derecho propio. Es lo que sucedió con Iaacob Abinu: él
quería que Rajel le perteneciera como esposa y para ello estaba dispuesto a entregar todo lo
que fuera necesario. No quería ningún tipo de sociedad con Laban el perverso en algo tan
precioso, como lo era Rajel. Por eso, le ofreció "comprar" a Rajel por el valor exacto y
calculó que siete años de trabajo eran más que suficientes por todo lo que Laban había
criado a su hija hasta ese momento. La persona tiene más provecho de aquello en lo que
invierte y se esfuerza que de lo que recibe en forma gratuita.
Esta base de la vida es más importante aún cuando nos referimos al matrimonio. Cada
integrante de esta unión debe saber que su pareja no es íntegra, sino que existen falencias
lógicas, como sucede con todo ser humano. Cada uno debe entender que si ayuda al otro a
superar esos errores, tendrá más provecho que quien fue corregido. Le sucederá lo mismo
que acontece con un maestro cuando logra enderezar a un alumno rebelde. El alumno está
contento porque superó sus fallas, pero el maestro se siente aún más satisfecho porque pudo
ver el fruto de su esfuerzo. Pero para que esto suceda en una pareja, es fundamental valorar
a la otra parte y saber encontrar el éxito en la manera de comunicarse. Es cierto, la vida es
una constante superación. Es difícil arreglar las cualidades de cada uno de los integrantes
de una pareja, pero mucho más difícil aún es vivir en un estado de tensión y pelea.
Debemos saber cuándo y cómo corregir. De esa forma, conseguiremos el objetivo buscado
y encontraremos el camino de la felicidad.
Cuando se corrige al otro integrante de la pareja, no se debe echar la culpa únicamente a él
diciéndole: "Tú tienes la culpa" o "Tú estás equivocado/a". Se debe hablar incluyéndose a sí
mismo: "Nos equivocamos" o "Fue por nuestra culpa lo que sucedió", a pesar de que en
realidad no haya sido así.
El ser humano se valora a sí mismo y su respeto es muy considerado para él. No tolera que
lo desprecien o que descubran sus faltas. Por eso es necesario que no sea atacado en forma
directa, sino incluir a otros en el error cometido para que así pueda recibir la corrección.
Para comprender esto, analicemos el Maasé de la Guemará Sanhedrin 11: Raban Gamliel
reunió a su Bet Din para determinar si ese año tendría 13 meses o no. Se sorprendió al ver a
ocho jueces en lugar de los siete que habían sido invitados. Preguntó el Rab: "¿Quién vino
sin haber sido citado? ¡Que se retire!". Shemuel Hakatan respondió: "Yo vine sin permiso,
pero no para ser uno de los jueces, sino para aprender cómo se determina el tema". Raban
Gamliel le respondió: "Puedes quedarte, hijo mío, eres digno de ser uno de los jueces, pero
nuestros Jajamim dijeron que sólo los que fueron citados determinan si el año tiene trece
meses o no". En realidad, Shemuel Hakatan había sido citado, y era otro Sabio quien había
concurrido sin permiso, pero para que no lo reconocieran y se avergonzara, Shemuel
Hakatan prefirió cargar sobre sí mismo la culpa.
Este Maasé nos enseña un nuevo camino en nuestra vida. ¡Cuánto debemos cuidarnos de no
provocar vergüenza y sufrimiento al prójimo, aunque haya cometido un acto incorrecto!
Incluso deberemos cargar con culpas ajenas con tal que el otro no se avergüence. Con más
razón, por Shalom Bait deben asumirse los errores cometidos o "asociarse" al error de la
pareja, para no provocar sufrimientos o vergüenza al otro.
Intentemos ahora analizar cuál debe ser el comportamiento correcto del que recibe una
crítica. Estos consejos tienen utilidad en todos los órdenes de la vida, pero adquieren un
relieve fundamental en el matrimonio.
1ero) Dejar que el que critica diga todo lo que tiene en su corazón sin interrumpirlo, a pesar
de que no sean reales todos sus argumentos. Es mejor no contestar en forma inmediata. Es
posible que así reflexione quien criticó y después se arrepienta y diga: "Me parece que
tengo razón... espero no haberte ofendido". Al permitirle desahogarse, se tranquiliza y
puede analizar mejor el tema.
2do) Antes de dar una respuesta concreta a la crítica, empezar con frases tales como:
"Tienes razón, pero...", o "Es cierto, pero déjame aclarar que...". Por supuesto que el que
critica debe dejar al criticado exponer sus argumentos. Es común que ninguno preste
atención a lo que el otro dice y se limite a expresar sus pensamientos, produciéndose así un
diálogo de sordos que no traerá ningún beneficio.
3ero) Aprender a reconocer nuestros errores. ¡Cuántas veces sabemos que nos equivocamos
en alguna actitud o expresión y nos cuesta reconocerlo, manteniendo una posición que es
indefendible! Sucede a* veces, que la culpa de este proceder, la tiene el que critica, que
aprovechó la oportunidad de un reconocimiento anterior para decir por ejemplo: "¡Así
como en esta ocasión me diste la razón, en todos los casos es así!". Contrariamente, se lo
debe alabar por esa actitud positiva de saber aceptar y decir: "Me equivoqué". Si bien al
principio es difícil reconocer nuestros errores, es lo más sencillo que existe cuando se
aprende a vivir de esa forma.
4to) Es conveniente evitar que con nuestra reacción ante la crítica que nos hacen,
provoquemos que no nos critiquen más. Se podría pensar que esto es lo más hermoso:
"¡Qué no me diga nada de todo lo que hago!", pero no es así, porque se produce una
separación entre la pareja, ya que el otro termina pensando que: "No hay con quien hablar,
porque no entiende mi pensamiento".
Recordemos que al contraer matrimonio, Di-s perdona a los novios sus pecados cometidos
hasta ese momento. ¿Cuál es el motivo? Explicaron nuestros Jajamim, que el hecho de
casarse implica estar dispuesto a vivir tolerando y perdonando lo que nuestra pareja hará.
Es por eso que Hashem nos dice: "Como tú estás dispuesto a perdonar, yo también te
perdono".
Aprendamos a convivir con los defectos del otro. Es cierto que parece difícil, pero es
mucho más sencillo que ser un crítico constante de todo lo que observamos, con excepción
de criticarnos a nosotros mismos.
PERASHA BEHAR:
Está escrito en el Tana Debe Eliahu sobre el versículo de Tehilim 139: "Iamim iusaru velo
ejad bahem", que hay un día especial para Hashem que es el día de Shabat. Después de
trabajar durante toda la semana, el hombre se une a su familia con la Berajá del Shabat que
trae la paz a su hogar. Así se renueva el amor entre la pareja, que no se pudo expresar
durante los otros días por las preocupaciones y tensiones de la vida diaria. Sólo en Shabat,
al sentarse con su señora e hijos a la mesa, y probar el sabor de un judaísmo verdadero, de
elevación espiritual, rodeados por las velas de Shabat y por los cantos alusivos, se crea una
atmósfera cálida que hace renacer el respeto mutuo, la comunicación, el buen
comportamiento, y el entendimiento que traen la alegría deseada.
Pero si lamentablemente no se aprovecha este objetivo espiritual y se descansa sólo
físicamente: "¡Llegó el fin de semana!", se encuentra un resultado opuesto: es el día de las
peleas y discusiones, en donde cada uno busca sólo su propio interés de cómo pasar mejor
el día y aparecen los enfrentamientos que destruyen el hogar.
¡Sepamos disfrutar del Shabat como lo ordenó la Tora!, y además del pago infinito por
cuidarlo, tendremos el mérito de tener una casa basada en unión, cariño, amor y respeto.
Nuestros Sabios nos dicen que más que lo que Israel cuidó el Shabat, el Shabat cuidó a
Israel. Para entenderlo, es suficiente con observar una mesa de Shabat en la que padres e
hijos se encuentran en plena armonía, comentando la Perasha semanal, cantando canciones
alusivas a ese día tan sagrado, adquiriendo valores eternos que los mantendrán unidos más
allá de las situaciones económicas que puedan presentarse.
El Midrash comenta que en el momento de la creación, el Shabat se quejó delante de Di-s
diciendo que todos tenían pareja en el mundo menos él. Hashem le respondió que Israel es
su pareja. Realmente estamos tan unidos con el Shabat que es imposible imaginarse al
pueblo de Israel sin la figura de ese día tan sagrado como centro de nuestra existencia. Pero
también el concepto de "pareja" de Israel se refiere a que es el momento especial para
pensar, profundizar, analizar y estudiar con la familia todo lo inherente a la Tora y Mizvot,
acercándonos a Hashem con todo lo que ello implica.
Mucha gente se pregunta cómo hacer para no trabajar en Shabat, puesto que creen que ese
día es clave para sus negocios, porque en la práctica es cuando más venden. La opinión de
la Tora es que -por el contrario- respetar el Shabat es la fuente de la bendición: "Y bendijo
Di-s al día séptimo y lo santificó" (Bereshit 2). Los Jajamim explican que todo el mundo
fue creado en forma estática. Existían los animales, aves, peces, árboles con frutas y la
persona, pero no tenían la posibilidad de reproducirse hasta que llegó el Shabat con su
bendición y permitió que el mundo continuara. Todos reconocemos que más importante
que el propio dinero, es la Berajá que exista en él. Se puede creer equivocadamente que los
ingresos aumentan al trabajar en Shabat, pero indefectiblemente ese dinero no tendrá Berajá
y se gastará en situaciones que no habrían ocurrido si se hubiese cumplido el Shabat. El
sustento de cada persona está determinado por Hashem y es absurdo creer que profanando
su palabra -en este caso el Shabat- aumentarán sus ganancias. Sólo un necio cree que
agregando un segundo grifo en su cocina conseguirá que la cantidad de agua que hay en el
tanque sea mayor. Por el contrario, provocará que el contenido del depósito se vacíe más
rápido.
En muchas comunidades hay una costumbre de comer pescado en Shabat. Es sabido que el
pez grande devora al pequeño después de perseguirlo. Sin embargo, lo traga por la cabeza
como se comprueba al abrir el estómago del pez grande y ver a los pequeños peces en
forma inversa a la que hubiésemos creído. Sucede que en el último instante de la
persecución, el pez pequeño se da vuelta y cae en la boca del grande, que sólo hizo lo suyo:
perseguirlo. Es Di-s el que se lo entregó en su boca. Es la respuesta a las dudas de aquellos
que todavía trabajan en Shabat: recordar que el sustento viene de Hashem y no del trabajo
humano.
Concluyamos este comentario con lo que dice la Guemará en Shabat 119: "le preguntó el
Cesar a Ribí Iehoshua ben Jananiá: ¿por qué la comida de Shabat posee un aroma tan
especial?", el Rab le respondió: "es que tiene un condimento llamado Shabat que le da ese
aroma". Ante el pedido del César para que le dieran ese condimento, Ribí Iehoshua
contestó: "Sólo el que cuida el Shabat puede sentir ese aroma". Quizás todas las referencias
que dimos sobre la importancia del Shabat y la gravedad de profanarlo influyan para que
cada vez seamos más los que lo respetemos. Para el que todavía no entendió el sentido del
Shabat, hay una respuesta contundente y es la que dio Ribí Iehoshua al César: sólo
probando el gusto del Shabat se puede entender su significado real.
Que la bendición del Shabat pose sobre nosotros y se cumpla el pedido que hacemos en la
Tefilá: "El pueblo que santifica el día séptimo, todos nos deleitamos de Tu bienestar".
PERASHA BEJUKOTAI:
"Consejos para el hombre"
PERASHA BAMIDBAR:
"El sentimiento y el raciocinio"
Escuchamos en el momento de la Jupa que el novio dice a la novia: "Eres consagrada para
mí ser mi esposa con este anillo de acuerdo con la ley de Moshe e Israel". ¿Cuál es el
significado de esta frase? Al margen de lo que literalmente se entiende: que el casamiento
se realiza con las bases que la Tora determina, hay un concepto más profundo implícito en
esas palabras. Moshe Rabenu y el pueblo de Israel atravesaron el desierto durante cuarenta
años y soportaron momentos difíciles, problemas y disgustos. Sin embargo, los superaron y
ambos cumplieron con lo que Hashem pretendía de ellos. El matrimonio -le recuerda el
novio a su novia- es una prueba difícil, pero se debe cumplir el objetivo del mismo hasta el
final de la vida. Se debe formar un hogar con las bases de la Tora y Mizvot, educar a las
futuras generaciones en esa senda, vivir con amor, alegría y felicidad superando los
momentos difíciles que se puedan presentar.
En muchos casos, cuando analizamos en forma individual a los integrantes de una pareja,
nos encontramos con que ambos son personas correctas y de conductas aparentemente
intachables. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, nos enteramos de que el matrimonio no
funciona. En algunos casos se llega incluso al divorcio y nos preguntamos: "¿cómo puede
ser? ¡Son tan buenos!". Quizás el error consista en que esa pareja no recordó las diferencias
que por naturaleza existen entre el hombre y la mujer. Por ese motivo no se pudieron
entender, ya que no conocieron las características del otro. La base de la mujer es el
sentimiento, mientras que el hombre es más racional. Es probable que la mujer sea más
inteligente que el hombre, pero lo que la mueve es su sentimiento. Por eso, normalmente le
importarán temas tales como la belleza, la limpieza o la decoración de su casa. Le será más
fácil que al hombre derramar una lágrima por algo que le suceda. En los momentos más
difíciles su fe será superior a la de su esposo; le gustará hablar mucho más que al hombre;
si sale de compras tendrá más provecho de todo el paseo que de lo que propiamente
compró. Si el marido no comprende que esto es natural y forma parte de la mujer, nunca
conocerá a su esposa y los problemas surgirán. La mujer debe comprender -por su parte-
que su marido no es como ella y que también disfrutará de ese paseo de compras: sólo
cuando se entere de que está por concluir y que hay que regresar a casa. Cuando cada uno
comprenda el sentimiento del otro y respete lo que Hashem puso en su forma de ser, el
Shalom reinará en el hogar porque se habrá aprendido a conocer al otro.
El Talmud comenta en Berajot 51, algo que sucedió con Ialtá, la señora de Rab Najman.
Había recibido como huésped a Ulá, y lo invitaron para hacer Zimun con el Kos de Berajá
(vaso de vino que se toma después de Bircat Hamazon). Cuando Ulá terminó de tomar,
entregó el vaso a Rab Najman sin dárselo a Ialtá. Rab Najman le dijo: "Debe, mi señor,
enviar el Kos de Berajá a Ialtá, mi mujer". Sin embargo, Ulá le demostró con versículos que
no era necesario y que sólo debía entregárselo a Rab Najman. Cuando Ialtá se dio cuenta de
que lo que ella deseaba no llegaría, se levantó enojada, se dirigió a la bodega que estaba en
la casa, y rompió cuatrocientos barriles de vino. Luego se tranquilizó.
¿Cuál es la enseñanza de este Maasé? Quizás enseñarnos parte del sentimiento de la mujer.
Ialtá deseaba el Kos de Berajá, y cuando no se lo dieron, fue para ella como si todo el
mundo se desmoronara. Desde ese punto de vista, podemos comprender su reacción.
Debemos saber que por naturaleza, la mujer exagera las cosas por encima de la realidad. No
es su culpa, sino que es así como Hashem la creó. Sus lágrimas caen rápidamente, y el
hombre se sorprende: "¡Si no dije nada!".
Por eso el marido debe comprenderla, y no discutir con ella o hacerla sufrir por temas que a
él le parecen intrascendentes, porque lo que él considera que no es nada, quizás para ella
significa destruir todo su mundo. ¡Debemos comprender los sentimientos y pensamientos
de nuestra pareja para convivir en Shalom!
Después del pecado de Adam, Hashem se dirigió a la mujer y le dijo: "Y él (el marido) te
dominará" (Bereshit 3). Quizás al leer este versículo alguien se sorprenda y diga: "¡En mi
casa sucede lo contrario!". En realidad, la Tora nos enseña cuál es la naturaleza de la mujer:
ella necesita que su marido la dirija y le diga lo que debe hacer. Es lo que sucede con todas
las mujeres, incluso con aquellas que poseen puestos importantes de trabajo y que tienen a
su cargo un numeroso personal. De todas formas, en su interior necesitan que sus maridos
las guíen y las aconsejen. ¿Por qué entonces nos sorprendemos y comprobamos que en
determinados casos esto no sucede?
Quizás la respuesta sea que la mujer al depender de esa forma natural que posee, quiere que
la dirijan pero con honra y respeto. Que le den importancia, que no la subestimen.
Nuestros Sabios le dicen al hombre: "Trata a tu señora como una reina y tendrás una
sirvienta". Todas las frases de nuestros Sabios apuntan a esa base fundamental: "Que el
hombre coma menos de lo que puede por sus posibilidades económicas, que se vista de
acuerdo con sus posibilidades y que respete y atienda a su esposa e hijos más de lo que
puede realmente, ya que ellos dependen de él y él depende de Hashem" (Julin 84).
Respeto mutuo. Saber cómo hablar y tratar al otro. No despreciar ni subestimar. El Talmud
comenta que la señora de Rab Iosef demoraba en encender las Nerot de Shabat esperando
hasta último momento. El Rab no le gritó, sino que le explicó que cuando salieron de
Egipto una columna de nubes guiaba al pueblo de Israel en el día y una columna de fuego
lo hacía en la noche. No se retiraba la columna de nubes antes de que llegara la de fuego y
viceversa. El Rab le dijo a su esposa: "¡Mira qué bello! ¿No podemos hacer nosotros lo
mismo y recibir con anticipación el Shabat?". Ahí se encuentra la clave del Shalom Bait:
saber cómo hablar respetándose mutuamente. Sara Imenu, después de setenta y cuatro años
de estar casada con Abraham Abinu pronunció esa frase famosa: "Y mi señor (Abraham) es
anciano". Bienaventurada la señora que durante toda la vida trata a su esposo haciéndole
sentir que es "mi señor". Bienaventurada, porque en lugar de señor tendrá un sirviente que
estará siempre dispuesto a complacerla. Con este trato mutuo, todos los matrimonios de
Israel tendrán la dicha de vivir con Shalom y alegría.
PERASHA NASO:
"Decisiones en conjunto"
Todo ser humano en su interior cree que es una persona importante de acuerdo con su nivel
particular. Espera que se dirijan a él con respeto, valorándolo por lo que él considera que
es. En el matrimonio, adquiere una vital importancia que el hombre no deje de lado a su
esposa sino que intercambie con ella las decisiones que se toman. Por ejemplo, si el marido
decide visitar a un enfermo, puede comunicárselo a su señora de dos formas: Le puede
decir directamente su determinación, saludarla y retirarse. De esa forma, la deja con la idea
que ella no tiene ningún valor y que no es digna de ser consultada sobre los planes de su
esposo. La manera adecuada consiste en acercarse a su señora, explicarle la situación del
enfermo, hasta que ella sola le sugiera: "¿Por qué no lo visitas?". El marido sabio supo
hacerla socia y partícipe de su idea.
Podemos recordar lo que el Talmud en Berajot 27, nos comenta sobre Ribí Elazar Ben
Azaria, al que todos los Sabios de la generación decidieron nombrarlo como rabino
principal en lugar de Raban Gamliel. ¿Cuál fue su respuesta? "Debo consultar con mi
esposa; si ella está de acuerdo, aceptaré". Este Sabio nos enseña a valorar el lugar de la
mujer, porque él la tuvo en cuenta a pesar de que todos los Jajamim de la generación ya
estaban de acuerdo con que él fuera nombrado.
La Guemará, en Baba Mesiá 59, dice: "Si tu señora es baja de estatura, debes agacharte
y escuchar su consejo". La enseñanza es que no hay que despreciar la existencia de la
mujer tomando decisiones por cuenta propia, sino que todo debe realizarse de común
acuerdo. El resultado será que se cumplirá la palabra de Ribí Jalbó: "Siempre el hombre
debe cuidar el respeto de su mujer, ya que la Berajá dentro de la casa es gracias a ella",
como dice el versículo (Bereshit 12): "Y Abraham recibió el bien gracias a ella (Sara, su
esposa)". Es por eso que Raba decía a la gente de su ciudad: "Respeten a sus mujeres para
tener riqueza y felicidad".
La explicación es clara. Hashem conduce al mundo Mida Kenegued Mida, es decir: como
uno se comporta, así recibe. Cuando el marido decidió darle importancia a su mujer
haciéndola partícipe de sus decisiones, también Hashem le dará importancia a él llenándolo
de riqueza y felicidad.
¿No será esta la causa de tantos problemas económicos que hay en muchos hogares? El Rab
Ben Sión Aba Shaul Zejer Sadik Librajá comenta, en su libro "Or Lesión", la porción del
Talmud en Iebamot 62: "Quien ama a su esposa como a su propio cuerpo, la honra más que
a su propio cuerpo, educa a sus hijos e hijas en el camino correcto y los casa en el momento
adecuado, sobre él está escrito: "Y sabrás que Shalom hay en tu hogar". El Rab nos enseña
que no se trata simplemente de un buen consejo del Talmud, sino que es una Halajá para
llevar a la práctica en la vida como bien lo determina el Rambam en su libro Mishné Tora.
Ese respeto se expresa, según Rashi, comprándole adornos y ropas. El marido se debe
preocupar, en la medida de sus posibilidades, por adquirir ropas lindas para sus hijos y
también de esa forma expresa un respeto hacia su mujer que así se alegra al ver a sus hijos
bien vestidos. La honra a su esposa se demuestra con palabras de aliento por lo que ella
hace. No debe burlarse de ella ni sentirse con orgullo en caso de que el sustento del hogar
provenga del trabajo del hombre. Debe recordar lo que el Talmud en Baba Mesiá 59
comenta: "Que se cuide el hombre de respetar a su mujer, ya que la Berajá del hogar
depende de su esposa".
Al comienzo del libro de Bereshit, la Tora nos enseña cómo actuó Hashem al crear a Adam
Harishon. "Y dijo Hashem: haremos al hombre a nuestra imagen y semejanza"(Bereshit 1).
El término "haremos" en plural despierta la pregunta: ¿Acaso Hashem necesitó socios
para la creación del hombre? Rashi nos aclara el tema: "Hashem consultó con los ángeles si
era conveniente o no crear al ser humano, para enseñar así educación y humildad: que la
persona mayor consulte y pida permiso al menor". En otras palabras, Hashem no necesita
ningún tipo de ayuda o consejo de nadie. Sólo quería enseñarnos para nuestra vida diaria,
que a pesar de tener la facultad de tomar determinado tipo de decisiones, debemos
consultarlas con quienes serán partícipes de cada una de ellas.
El Midrash Raba Bereshit 8 comenta al respecto: "Cuando Moshé llegó a este versículo le
dijo a Hashem: Señor del Mundo ¿por qué le das la oportunidad a los renegados de
rebelarse?"(ya que podrían pensar que hay más de un Creador o que éste no tiene la fuerza
suficiente para todo). Hashem le contestó: "Escribe, quien desee equivocarse que se
equivoque". O sea, que a pesar de que alguien podría utilizar en forma indebida el versículo
para negar la existencia de un Di-s único y omnipotente, prefirió Hashem escribir
el versículo de esa forma para enseñarnos la importancia de consultar con el otro.
Cuando cada integrante de la pareja consulta a la otra parte antes de tomar una decisión, se
evitan momentos de tensión y discusiones. Todos tenemos presente que, cuando la mujer
adquiere algo determinado sin haber consultado con su esposo, puede provocar su reacción
negativa con argumentos de todo tipo para demostrar lo inoportuno o innecesario de la
compra. Si la mujer le hubiera preguntado a su esposo previamente -demostrando su deseo-
si era conveniente o no la adquisición, seguramente que al haberlo hecho partícipe de la
decisión, la respuesta habría sido otra.
Luego de haber tomado una decisión en conjunto y de haberla llevado a la práctica, si los
resultados no fueron positivos, no es correcto que una de las partes acote: "Te dije que no
era conveniente hacerlo" o "es cierto que yo dije que sí, pero fue debido a tu presión".
Luego de haber sido partícipe de una decisión a pesar de no haber estado convencido
totalmente de la misma, se debe asumir la responsabilidad por los resultados que deriven de
ella. No se debe dejar a la parte que fue la propulsora de la idea que encuentre ella sola la
solución del problema que se presentó, sino que debe asumirse la sociedad del matrimonio
en toda su dimensión.
En algunos casos y para citar un ejemplo, se presentan distintas ideas sobre si realizar o no
un paseo determinado, visitar algún pariente o amigo, tomar unas vacaciones en
determinado lugar. Una vez que la decisión fue tomada, no es correcto que quienes en
principio se oponían demuestren su malestar.
Luego de haber llegado a un acuerdo, ambos deben estar interesados en que la decisión
tomada derive en el mejor resultado para beneficio de todos. Incluso de quien en principio
no compartía la idea.
En caso de que en la práctica el resultado no fuere positivo, no deben plantearse quejas o
acusaciones ya que no benefician la unión del matrimonio. Es poco inteligente demostrar
con actitudes estar arrepentido de haber aceptado una idea que no fue lo ideal que parecía o
de criticar a quien tuvo la iniciativa. Lo correcto es callarse o más aún, alentar al otro
recordando que cualquiera puede equivocarse y que lo importante es haber recibido la
enseñanza para no tropezar nuevamente en el futuro. Se debe recordar que es más probable
que la persona se arrepienta por haber dicho algo inoportuno que por haberse callado
cuando debía hablar. Por eso, siempre es preferible permanecer en silencio y no criticar el
error del otro.
Que las decisiones en conjunto que se tomen en los hogares de Israel sean siempre las
adecuadas y correctas para que el amor, el compañerismo y la unión traigan la dicha, paz y
felicidad para todos. Amén.
PERASHA BEHAALOTEJA:
Cuando el rey David escuchó que el rey Shaul y su hijo Iehonatan habían muerto en la
guerra, pronunció una lamentación muy emotiva que está escrita en diez versículos de
Melajim 2/1. En uno de ellos dijo: "Hijas de Israel, lloren por Shaul que les daba ropa y
tinta carmesí con adornos sobre las ropas".
Lo que sucedía era que el rey Shaul elegía del botín de las guerras las mejores ropas y
adornos de oro para que las mujeres de Israel se encontraran bellas para sus esposos.
¿Quién se ocupará de ellas ahora? Por eso fue la lamentación.
Si meditamos sobre el tema, nos estremecemos. En ese momento de dolor y angustia por la
muerte de tantos Iehudim en la guerra, ¿no había algo más importante por lo que llorar que
por la ropa y adornos de las mujeres? Seguramente que sí, pero este tema también era
fundamental. El rey Shaul sabía la importancia del Shalom familiar y conocía el secreto que
ayuda a encontrarlo: la presencia elegante y fina de la mujer.
La Guemará comenta en Nedarim 66 sobre un hombre al que toda su familia le insistía para
que se casara con su sobrina y él se negaba terminantemente. Para dar por concluido el
tema, prometió delante de todos que nunca se casaría con ella. Cuando Ribí Ishmael se
enteró, llamó a la joven para conocerla y se dio cuenta, por la pobreza con que
vivía, de que no podía embellecerse y vestir adecuadamente y por eso tenía tan mal
aspecto. Ribí Ishmael la llevó a su hogar, le dio los mejores alimentos, ropas, adornos y
perfumes. La joven se hizo irreconocible. El Talmud comenta que incluso le colocó un
diente postizo de oro para que pareciera más bella aún. Luego llamó al tío de la joven, se la
"presentó" y le dijo: "¿Con ella has prometido no casarte?". El hombre respondió: "¡No!".
Ribí Ishmael le dijo: "Te puedes casar con ella, tu promesa no ha tenido lugar, ya que ella
es como si fuera otra mujer". En ese momento, lloró Ribí Ishmael y dijo: "Las hijas de
Israel son bellas, sólo que la pobreza las afea".
Cuando falleció Ribí Ishmael, las hijas de Israel lloraron por su muerte porque él sabía el
mismo secreto que el rey Shaul: Siempre la mujer debe estar presentable para el esposo.
Aba Jilkiá -nieto de Joni Hameaguel- era uno de los Sadikim de su generación. Cuando
había necesidad de lluvia, le enviaban una delegación de Sabios para que él rogara a
Hashem. Su Tefilá siempre era escuchada. Un día trabajaba un día en su campo, cuando fue
visitado por varios Sabios para que hiciera Tefilá a Hashem. Los Sabios lo esperaron hasta
que terminó su trabajo y juntos regresaron al hogar de Aba Jilkiá. Antes de ingresar a la
casa, salió a su encuentro su señora llena de adornos. Los Sabios se sorprendieron y le
preguntaron: "¿Cuál es el sentido de que su señora lo reciba adornada como si fuese un día
de fiesta?". El Rab les contestó: "Para que mis ojos no observen a otra mujer" (Taanit 23).
La sabia esposa de Aba Jilkiá sabía el secreto del alma de su esposo. A pesar de tratarse de
un Sadik cuya Tefilá era recibida por Hashem, también era un ser humano. Por eso, ella no
olvidó ni por un instante que debía cumplir su misión: No permitir que su marido pecara ni
siquiera con el pensamiento.
De la misma forma que la mujer se preocupa por las necesidades materiales de su esposo,
como por ejemplo prepararle la comida y lavar su ropa, también debe preocuparse de
salvarlo de cualquier pecado con el que pueda tropezar.
Nunca más que en esta generación, en donde la moral y los principios más elementales que
los que cualquier ser humano debería tener son -lamentablemente- olvidados por la
corrupción y falta de recato que reina en la calle, la mujer debe fortalecer el corazón de su
marido, estando siempre presentable para él. Hay una pregunta que no tiene una respuesta
lógica: ¿Por qué la mujer se embellece para salir a la calle y -en cambio- no se preocupa por
estar presentable en su hogar para su esposo?...
Escribe el libro Shebet Musar -capítulo 24- que la mujer siempre debe estar atractiva para
su marido y nos enseña algunos detalles: "Su ropa debe estar limpia permanentemente, sin
ninguna mancha, para no ser despreciada por su esposo. Incluso que se trate de una mujer
pobre o con escasa variedad de ropa, éstas deben estar lavadas y limpias siempre".
La mujer no debe restar importancia a estos temas, ya que ayudan a unir los corazones y
afianzar el Shalom Bait.
Ezra Hasofer en su época decretó que vendedores de perfumes recorrieran la ciudad para
que las mujeres pudieran comprar y estar atractivas para sus esposos. Las Tefilot que
hacemos hoy en día fueron estipuladas por Ezra Hasofer, pero él se preocupó también de
estos "pequeños detalles", porque sabía la importancia que tienen para la casa judía.
Sabía Ezra Hasofer que tanto el respeto de la mujer como ser querida por su esposo, se
basan en pequeñas cosas que no son tan pequeñas como parecen a simple vista. Sabía Ezra
Hasofer que la casa de Israel se basa en el Shalom entre el marido y su mujer, y ese Shalom
depende a su vez de los vendedores de perfumes y de los adornos que ella posea.
No nos sorprendamos tanto. El Talmud en loma 75 comenta que Hashem hizo caer del cielo
al pueblo de Israel en el desierto junto con el Man, distintos "adornos para las mujeres".
Rashi explica que se trataba de hierbas que eran molidas en el mortero y tenían un aroma
agradable para estar presentables para sus esposos.
¡La mujer con estos detalles debe proteger y resguardar el Shalom de su hogar!
PERASHA KORAJ:
"El sostén del marido"
Cuando Koraj y su gente intentaron hacer una revolución en contra de Moshe Rabenu, uno
de los cabecillas de la misma era On Ben Pelet. Para él estaba preparado el mismo final que
recibieron Koraj, Datan, Abiram y todos los revolucionarios: la tierra se abriría y los
devoraría vivos. Sin embargo, On Ben Pelet se salvó. ¿Quién lo salvó de esa terrible
muerte? ¡Su mujer! Ella le dijo con suma inteligencia: "¿Por qué participas de esta
discusión? Si Aharon sigue siendo Cohén Gadol, tú serás el alumno. Si Koraj triunfa en su
revolución, también tú serás su alumno". (Sanhedrim 109). Le hizo comprender que no
obtendría ningún beneficio personal de esa discusión, por lo que no debía participar de la
misma. Su marido le contestó: "¿Qué puedo hacer? ¡Ya estoy con ellos, e incluso juré que
si me llaman iré con ellos! ¡No tengo otra alternativa que continuar!".
Su mujer actuó con inteligencia y lo salvó. Le dijo a su esposo que permaneciera dentro de
la carpa y que ella se encargaría de solucionar el problema. ¿Qué hizo? Le ofreció vino a su
marido hasta que éste se emborrachó y se quedó dormido. Ella, mientras tanto, se sentó en
la puerta de la carpa, dejando su cabello a la vista. Sabía que los hombres que estaban con
Koraj -por más que estaban en contra de Moshe- no intentarían entrar a su carpa, y se
alejarían inmediatamente al ver a una mujer con falta de recato frente a ellos. Así sucedió y
On Ben Pelet salvó su vida.
Sobre una mujer como ésta -dice la Guemará- es digna de recibir la alabanza del Pasuk del
rey Shelomo (Mishlé 14): "La inteligencia de la mujer construye su hogar". Podemos
recordar el caso de Rajel -la señora de Ribí Akiba- que permitió que su esposo faltara del
hogar durante veinticuatro años, para que así pudiera estudiar Tora con grandes maestros en
forma ininterrumpida y transformarse en una luminaria para todas las generaciones. No fue
la única. El Talmud en Ketubot 62 comenta que Ribí Jananiá ben Jajinai fue a estudiar a la
Ieshiba de Rab durante doce años. Al regresar, habían cambiado los caminos de la ciudad y
no sabía cómo encontrar su hogar. Se paró a un costado del río y escuchó cómo le gritaban
a una joven: "Hija de Jajinai, llena tu cantimplora y ven"; se dio cuenta de que la joven era
su propia hija a la que no había visto durante tantos años. Fue detrás de ella para así poder
encontrar su hogar. Su esposa estaba sentada en la puerta de la casa tamizando harina y al
ver repentinamente a su esposo falleció de la emoción. Ribí Jananiá hizo Tefilá por ella y
dijo: "¡Señor del mundo! ¿Éste es el pago de esta pobre mujer?". Enseguida revivió
milagrosamente. No es el único caso del Talmud en donde un muerto resucitó. Leemos, por
ejemplo, en Melajim 2-4, cómo el profeta Elisha revivió al hijo de una mujer llamada
Shunamit luego de todo un proceso que llevó un tiempo determinado. Sin embargo, en
nuestro caso la mujer rápidamente revivió. ¿Poiqué? El mérito para que así sucediera fue de
ambos: marido y mujer. Cuando Ribí Jananiá se dirigía para estudiar Tora durante doce
años, Ribí Shimhon bar Iojai estaba concluyendo los siete días de fiesta por su casamiento y
le pidió que lo esperara para ir juntos a estudiar. Ribí Jananiá no lo esperó, porque sabía
que no podía perder un instante de su estudio, por más que luego podría estudiar con un
sabio de la talla de Ribí Shimhon. Así como él no esperó, del Shamaim le retribuyeron de la
misma forma, reviviendo a su esposa inmediatamente. El mérito de la mujer fue que no
sólo envió a su marido a estudiar, sino que lo esperaba cada instante de esos doce años. No
toda mujer que permite que su marido estudie Tora, lo espera y extraña. En algún caso,
puede suceder que ella prefiera que su esposo se encuentre lejos. La categoría de la señora
de Ribí Jananiá fue que sufría y ansiaba que su marido regresara; pero por otro lado, estaba
dispuesta a dejar de lado su deseo para que su esposo fuera un gran sabio.
Lo mismo sucedió con Ribí Shimhon bar Iojai, a quien su esposa le permitió -después de la
primera semana del casamiento- permanecer durante doce años fuera de su hogar
estudiando Tora. Quizás ahora no nos sorprendamos tanto al escuchar cómo Ribí Shimhon
pudo estar escondido de los romanos durante trece años en una cueva sólo con agua y
algarrobo como alimento.
Estas Sadikot nos enseñan la función de la mujer judía. Es muy común escuchar a
movimientos feministas que buscan igualar el derecho de la mujer con el del hombre.
También la Tora reconoce los derechos de la mujer, pero se diferencia en algo básico: la
naturaleza de la mujer nunca podrá ser cambiada como pretende el feminismo. Esta
sociedad del matrimonio que Hashem programó, consta de un ministro externo -el hombre-
que dirige y programa lo relativo a la pareja y de un ministro interno -la mujer- que por su
condición natural de sentimiento, delicadeza, recato y cariño debe ocuparse de temas que
son fundamentales, como la educación de los hijos y el apoyo moral a su esposo pese a la
situación que deba vivir. No se pueden invertir los roles. No signifíca que la mujer no
pueda trabajar o que el esposo no pueda colaborar en la cocina, sino que nos referimos a los
sentimientos de cada uno en donde están arraigados.
Cuando el rey Shelomo nos enseña: "Toda la honra de la hija del rey (la mujer) es interna"
(Tehilim 45), no se refiere a que debe permanecer encerrada en su hogar continuamente,
sino a que su belleza precisamente es su sentimiento interior y ésa es toda su honra. Los
ángeles que en forma de personas fueron a visitar la casa de Abraham Abinu, luego de ser
atendidos le preguntaron a Abraham: "¿dónde está Sara tu esposa?" (Bereshit 18). La
respuesta que recibieron fue: "he aquí que se encuentra en la carpa". En ese momento le
aseguraron a Abraham: "en el año próximo para esta fecha tendrás un hijo". ¿Por qué
preguntaron por Sara? ¿Qué importaba si estaba o no en la carpa para que le aseguraran que
pronto tendría un hijo? Debemos comprender que los ángeles no preguntaron por el lugar
geográfico en donde Sara se encontraba, sino que se referían a dónde ella depositaba su
fuerza. La respuesta de Abraham fue: "en la carpa", en su interior puro, obteniendo con su
proceder la armonía del hogar. El resultado no podía ser otro: rápidamente tendrían un hijo.
El mensaje es claro. La mujer es el sostén de su esposo. No debe permanecer de brazos
cruzados en el momento en que su marido -Di-s no lo permita- tropieza con cualquier tipo
de tema. Por sobre todo, en lo referente al cumplimiento de la Toralas Mizvot. Por el
contrario: debe salvarlo y a su vez salvarse a sí misma, ya que ésa es precisamente su
función, como escribió Hashem en la Tora cuando la mujer fue creada: "No es bueno que el
hombre esté solo, haré una ayuda para él" (Bereshit 2).
La mujer debe ser el sostén de su esposo en los momentos difíciles, debe cuidarlo y
ayudarlo para que él no tropiece, consolarlo con palabras dulces y, alentarlo en las
dificultades y momentos de sufrimiento.
Sucedió con un Rab que fue nombrado como tal en una ciudad vecina. Cuando se dirigía
hacia ella, todos sus habitantes salieron a recibirlo en el camino para expresarle su alegría
por el nombramiento. Cuando la carreta que llevaba al Rab y a su esposa se acercaba, una
de las personas importantes de la ciudad desató a los caballos que la guiaban. Entre varios
hombres levantaron la carreta y la llevaron a la ciudad, demostrando así un gran cariño a la
Tora. Esa noche, hicieron en la ciudad una recepción al Rab. Una persona que era conocida
como un burlón, se levantó y formuló una pregunta: "yo puedo entender la actitud de
levantar la carreta en la que estaba sentado el Rab, ya que el Kabod de la Tora que él tiene,
lo merece. Pero la Rabanit ¿cuál es su mérito para que gente tan importante la levante a ella
también?". La Rabanit -que era muy inteligente- pidió permiso para contestar: "yo también
tengo una pregunta: la gente de esta ciudad es muy sabia en Tora y Mizvot, ¿para qué
necesitan un Rab? Debe ser -continuó la mujer- que es probable que cometan algún error y
no lo perciban, por lo que es necesario que mi marido los corrija y reproche. Pero aún me
queda otra pregunta -continuó la Rabanit-, también mi marido es un ser humano y como tal
puede equivocarse u olvidarse de algo, y a veces él también necesita que lo adviertan...
¿Quién será responsable que el Rab cumpla su función como corresponde sin desfallecer en
ningún momento? Ésa es mi función y quizás fue el motivo por el que me levantaron a mí
también, ya que toda la ciudad depende del Rab y el Rab depende de la Rabanit".
Este Maasé nos enseña la verdadera función de la mujer judía. Ella debe recordar lo que
dice el Talmud en Sanehdrim 100 al comentar el versículo de Mishle 15: "Todos los días
del pobre son malos". El Talmud explica que se refiere a quien tiene una mala mujer. El
final del versículo: "El que tiene un buen corazón está de fiesta siempre" hace alusión a
quien, por el contrario, posee una buena mujer.
Cada mujer debe esforzarse para pertenecer a este último grupo, alentando y sosteniendo a
sus maridos en todos los aspectos y por sobre todo, en el cumplimiento de la Tora y las
Mizvot.
PERASHA JUKAT:
"Cómo atravesar las situaciones difíciles"
Cuando uno de los integrantes de la pareja posee malas cualidades o es una persona de mal
carácter, la otra parte se encuentra frente a una gran prueba. Con inteligencia, debe
esforzarse para mantener el Shalom y el compañerismo, por respeto a la Shejiná que está en
el hogar. No es necesario decir que no debe imitar esas malas actitudes necias y
despreciables, sino que con paciencia y serenidad, debe tratar de corregir al otro y aceptar
con alegría lo que Hashem le destine.
La Guemará en Berajot 8 cuenta que Ribí Elhazar enfermó y cuando fue Ribí Iojanán a
visitarlo le dijo: "¿Son queridos para ti los sufrimientos?". La respuesta fue: "Ni ellos ni su
pago". Ribí Iojanán le pidió la mano a Ribí Elhazar y lo levantó de su enfermedad.
De acuerdo con esto, cada persona que tiene dificultades en la vida podría argumentar:
"Señor del mundo, no quiero los problemas ni su pago" y de esta forma, Hashem debería
liberarla de ellos.
El Jafez Jaim nos explica el siguiente ejemplo para poder comprender la realidad: en una
ciudad se construyó una cárcel muy grande y fueron designados su director y cuidadores,
pero pasaron varias semanas y como ninguna persona fue encarcelada, la cárcel quedó
vacía. Al ver lo que sucedía, el director temía perder su trabajo. Encontró
circunstancialmente en la calle a un pobre y le ofreció encarcelarlo. Tendría de esta forma
el beneficio de tener donde dormir y comer, a cambio que aceptara haber cometido algún
delito por el que mereciera estar encarcelado. El hombre aceptó y al pasar las semanas, la
cárcel se llenó de delincuentes verdaderos y el pobre fue liberado. Después de un tiempo,
este hombre cometió un delito y al ser detenido por la policía gritó: "¡No voy con ustedes
salvo que me aseguren mucha comida como antes!". El policía se enfureció y le gritó: "Al
principio no habías cometido ninguna falta y como nosotros te necesitábamos, te dimos la
comida; pero ahora te corresponde la cárcel sin ninguna exigencia de tu parte".
La moraleja es clara: seguramente que el sufrimiento que tuvo Ribí Elhazar no le
correspondía. Lo recibió con cariño porque sabía que Hashem se lo enviaba para
aumentarle el pago que recibiría en el Olam Haba. Pero nosotros, llenos de pecados no
podemos decir que no merecemos los sufrimientos que tenemos. Está escrito en Bamidbar
30: "Lloró a Aharon treinta días toda la casa de Israel". Nuestros Sabios explican que tanto
los hombres como las mujeres del pueblo lloraron, ya que Aharon buscaba la paz y
solucionaba los problemas entre marido y mujer. Es sabido que en cada generación hay
Sadikim, alumnos de Aharon Hacohen, que actúan con inteligencia para estrechar los
corazones de Israel. Así se cuenta sobre el Gaón Ribí Israel Gutman Z"L, a cuya casa,
ubicada en una ciudad de Rumania, llegó desesperada una mujer y le dijo: "Ribí, no puedo
soportar más los sufrimientos que me provoca mi esposo, ¡no me voy de acá hasta que no
me asegure que me va a conseguir el divorcio de él!". El Rab le contestó que estaba de
acuerdo con el divorcio, siempre y cuando ella fuera durante un mes, todos los viernes a
repartir comida en un barrio muy pobre. Pasado ese tiempo, le otorgaría el divorcio. La
mujer aceptó y se retiró. Transcurrió el mes, pero la mujer no regresó a lo del Rab a
solicitar el divorcio. Cuando, después de un tiempo, se encontró con ella le preguntó: "¿Por
qué no regresaste?", a lo que la mujer le contestó: "Todos los viernes, al pasar entre los
pobres, vi lo que es sufrir de verdad. Me di cuenta de que los problemas míos al lado de los
de ellos no eran nada, y decidí no divorciarme. Gracias a su inteligencia llegué a esta
conclusión".
Sobre el Gaón Ribí Iosef Kaneman Z"L, se comenta que un día se presentó delante suyo un
hombre pidiéndole que le preparara el divorcio para su señora. El Rab le preguntó las
causas de tal decisión, ya que incluso el altar derrama lágrimas cuando hay una separación.
El hombre respondió: "¡Mi señora es una haragana! ¡En casa está todo desordenado y no
puedo soportar más!". El Rab lo convenció para que tuviera paciencia, pero el hombre
regresó al poco tiempo con el mismo problema. Al ver que no había solución, el Rab aceptó
otorgarle el divorcio en su casa en pocas horas. Mientras tanto, el Rab avisó a su señora que
diera vuelta toda la casa y que no dejara nada en su lugar. Cuando el hombre llegó a la casa
del Rab para concretar el divorcio, observó el desorden que reinaba: los zapatos arriba del
mármol de la cocina, las ollas en el mueble de la pieza, etc. El Rab se dirigió al hombre y le
dijo: "¡¿Según tu criterio, yo también debo separarme de mi mujer?!". ¡Cuando el hombre
vio a conseguir el divorcio de él!".
El Rab le contestó que estaba de acuerdo con el divorcio, siempre y cuando ella fuera
durante un mes, todos los viernes a repartir comida en un barrio muy pobre. Pasado ese
tiempo, le otorgaría el divorcio. La mujer aceptó y se retiró. Transcurrió el mes, pero la
mujer no regresó a lo del Rab a solicitar el divorcio. Cuando, después de un tiempo, se
encontró con ella le preguntó: "¿Por qué no regresaste?", a lo que la mujer le contestó:
"Todos los viernes, al pasar entre los pobres, vi lo que es sufrir de verdad. Me di cuenta de
que los problemas míos al lado de los de ellos no eran nada, y decidí no divorciarme.
Gracias a su inteligencia llegué a esta conclusión".
Sobre el Gaón Ribí Iosef Kaneman Z"L, se comenta que un día se presentó delante suyo un
hombre pidiéndole que le preparara el divorcio para su señora. El Rab le preguntó las
causas de tal decisión, ya que incluso el altar derrama lágrimas cuando hay una separación.
El hombre respondió: "¡Mi señora es una haragana!. En casa está todo desordenado y no
puedo soportar más!". El Rab lo convenció para que tuviera paciencia, pero el hombre
regresó al poco tiempo con el mismo problema. Al ver que no había solución, el Rab aceptó
otorgarle el divorcio en su casa en pocas horas. Mientras tanto, el Rab avisó a su señora que
diera vuelta toda la casa y que no dejara nada en su lugar. Cuando el hombre llegó a la casa
del Rab para concretar el divorcio, observó el desorden que reinaba: los zapatos arriba del
mármol de la cocina, las ollas en el mueble de la pieza, etc. El Rab se dirigió al hombre y le
dijo: "¡¿Según tu criterio, yo también debo separarme de mi mujer?!". Cuando el hombre
vio el "sufrimiento del Rab" se arrepintió del divorcio y se retiró.
Es cierto que sólo la mujer conoce realmente a su marido y su verdadera identidad. Un
Jajam solía decir: "Solamente dos conocen a la persona tal como ésta es: Hashem y su
esposa". O sea que se pueden ocultar los malos actos a los ojos de la gente y mostrarse
como una persona correcta, pero en la casa es en donde se revela la verdad. Es por eso que
sólo la mujer es la que puede decir quién es su marido sin ningún tipo de disfraz. Pero
simultáneamente también, ella es la única que puede honrarlo y considerarlo en su corazón
y en sus actitudes, para ayudarlo a revertir su comportamiento equivocado.
Sucedió con una persona muy respetable a quien sus amigos observaron muy triste. Cuando
le preguntaron el motivo de su comportamiento, respondió que su mujer le faltaba el
respeto delante de todos sus hijos, lo criticaba y lo contradecía continuamente. Uno de sus
amigos le preguntó: "¿En tu hogar te comportas de la misma forma que lo haces en los
otros lugares y que te hicieron ser una persona tan respetable? ¿O quizás en tu casa eres
otra persona y ésa es la causa de las actitudes de tu mujer?". El hombre reconoció su error
que provocaba esa tristeza en su hogar.
Nuestros Jajamim nos enseñan: "No hay sufrimientos sin pecados", y es lo que se debe
tener en cuenta cuando algún integrante de la pareja se queja por las discusiones o peleas
que no dan descanso.
David Hamelej dijo en el Tehilim 38: "no tengo paz en mis huesos por mi pecado". Ribí
Jaim David Azulai Z"L explica lo que el rey David nos indica: "Si alguien comenta que no
tiene tranquilidad en su hogar con su esposa (la mujer fue creada del propio hueso y carne
de Adam Harishon), debe saber con seguridad que es "por mi pecado". No hay nada malo
que venga del Shamaim y corresponde realizar un autoanálisis sobre nuestros actos para
poder corregir nuestros errores y encontrar la paz deseada.
Aprendamos a no quejarnos de las dificultades que se presentan en la vida, ya que no
sabemos cuáles son las cuentas de nuestro Creador. Recibamos todo con amor y alegría.
"Seamos de los discípulos de Aharon Hacohen: "Querer el Shalom, perseguirlo, amar a la
gente y acercarla a la Tora" (Pirke Abot 1).
PERASHA BALAK:
Existe una obligación para el matrimonio que consiste en respetar a sus suegros
respectivamente. Si se busca que el Shalom se consolide en el hogar, se debe cuidar de no
despreciarlos ni ofenderlos. Tampoco se debe inmiscuirlos en el momento de una discusión.
Es normal que el hombre, por ejemplo, al ver algún punto negativo en su mujer, le diga
equivocadamente: "Eres igual a tu madre". Este mal proceder daña en demasía y ocasiona
disgustos aún mayores. En el hipotético caso de que fuera verdad el comentario del hombre,
debe recordar que se trata de la madre de su esposa y él no tiene derecho a disminuirla
frente a sus ojos. Por el contrario, el buen trato a los suegros en presencia de la pareja,
fortalece la unión y ayuda para alcanzar la tranquilidad. Está comprobado que cada vez que
el marido intenta alejar a su esposa de sus padres, ella se aferra aún más a ellos y se aleja
del marido. En cambio, cuando el hombre los alaba y respeta, su esposa se une a él con
todo su corazón.
No es aconsejable para la pareja vivir en el mismo hogar en el que habitan los padres o
suegros. Por supuesto que hay situaciones especiales, tales como enfermedades o
problemas económicos en los que la pareja se ve forzada a vivir en la casa de los padres de
uno de ellos, pero se debe tratar de reducir este tiempo al mínimo posible.
Sucedió con una Rabanit, que al quedar viuda, todos sus hijos se preocupaban por llevarla a
la casa de cada uno. ¿Cuál fue su mérito? El hijo mayor lo explicó: "Mi mamá nunca vino a
visitar nuestro hogar con las manos vacías, sino que siempre traía algo para todos. Siempre
se fijó qué era lo que cada uno necesitaba; tanto se tratara de hijos, nueras, yernos o nietos.
Por eso todos la quieren. Ella siempre se preocupó por brindarnos todo lo que estaba a su
alcance, sin pensar en recibir algo a cambio. Cuando la visitábamos en su casa, siempre nos
regalaba algo o nos atendía con todo esmero. Por ese motivo, siempre esperábamos el
momento de ir a visitarla".
Del comportamiento de esta virtuosa mujer, debemos aprender cuánto deben los padres
expresar amor y cariño a sus hijos, yernos y nueras. Nunca deberán hablar Lashon Hará de
ellos y ocasionar dificultades al hogar de sus hijos. Por el contrario, deberán hacer todo lo
posible para que el amor y el compañerismo aumente para así recibir todas las Berajot de la
Tora.
No alcanzan las buenas intenciones de los padres, sino que se deberá analizar que lo que se
dirá o hará no ocasionará consecuencias negativas, puesto que en ese caso, no hay nada que
justifique la intromisión de los padres.
Analicemos algunos de los consejos que nuestros Jajamim dan al matrimonio para
mantener una buena relación con sus suegros.
1ero) Tener igual trato con los suegros que con los padres. ¿Por qué la misma crítica es
aceptada cuando proviene de los padres y en caso de provenir de los suegros da lugar a
enojos y ofensas?
2do) El concepto común que la nuera siempre se lleva mal con la suegra es erróneo. Existen
casos en donde las hijas se llevan mejor con sus suegras que con sus propias madres.
3ero) Recordar que los suegros criaron y se esforzaron por quien es hoy nuestro marido o
esposa. Ser agradecido no es sólo una buena virtud, sino una obligación elemental de la
persona.
4to) Recordar que en el futuro también seremos suegros.
Nuestras malas actitudes de hoy como nueras o yernos, quizás se repitan en contra nuestra
en el futuro.
5to) Recordar que al contraer enlace se recibe la herencia de aceptar a los familiares de la
pareja, aunque no nos parezcan agradables. Debemos trabajar sobre nuestras cualidades
para aceptar al otro tal como es.
6to) No discutir delante de los padres o suegros. Por el contrario, se debe tener un buen
trato, alabándose mutuamente.
En caso de peleas, no se debe hacer intervenir a los padres, salvo situaciones especiales.
7mo) Si los suegros intervienen continuamente en la vida de la pareja, se puede decir
elegantemente: "Gracias por el consejo", o "Lo analizaremos entre nosotros" y luego
resolver, sin necesidad de enfrentarlos violentamente. Se debe formar un hogar nuevo de
acuerdo con la idea del matrimonio, y no se debe copiar el modelo estricto que alguno de
ellos observó en sus padres.
8vo) Está permitido mentir por el Shalom del hogar. El marido no deberá contar a su señora
algo despectiva que hayan dicho sus padres sobre ella. La mujer procederá de la misma
forma y así no se generarán discusiones vanas.
9no) La relación con los suegros es problemática sólo para el que no sabe aceptar al otro. La
prueba verdadera de tener buena relación con los suegros es después del casamiento.
Que la convivencia con todos los integrantes de la familia sea la base de nuestro hogar.
PERASHA PINJAS:
"La intromisión de los padres"
Está escrito en Bereshit 2: "Por eso, abandona el hombre a su padre y a su madre y se une a
su mujer, y serán un solo cuerpo". La experiencia demuestra que muchos de los problemas
de las parejas fueron provocados por la intromisión de los padres en la vida de sus hijos,
destruyendo así el hogar que ellos habían formado con tanto esfuerzo y sacrificio.
Muchas veces los padres no pueden soportar la nueva situación. No pueden tolerar que sus
hijos o hijas ya no se encuentren bajo su control y supervisión. Creen
equivocadamente que tienen derecho a seguir manejando la vida de sus hijos y olvidan que
ellos ya formaron su propio hogar. Este tipo de padres no observan los errores de sus hijos
o hijas. Siempre culpan a la otra parte, lo que ocasiona en la pareja peleas y complicaciones
de consecuencias imprevisibles.
Nuestros Sabios nos cuentan sobre unos padres que habían casado a su hija. Cuando
alguien les preguntó cómo la trataba a ella la vida de casada, le contestaron: "Es muy feliz,
encontró un marido que es una joya. La cuida mucho, ni siquiera le permite levantarse
temprano y le sirve el desayuno en la cama". ¡Cuando al poco tiempo esos padres casaron a
un hijo, ante la misma pregunta respondieron: "Pobre nuestro hijo, no tuvo suerte, su mujer
es haragana, se levanta muy tarde, él debe servirle el desayuno en la cama...!".
Los padres que quieren la felicidad de sus hijos deben aprender a no inmiscuirse en la vida
de ellos. Tampoco los deben visitar en forma excesiva. Es aconsejable que siempre
anuncien la visita que realizarán. Cuando un hijo o hija les comenta a sus padres algún mal
comportamiento de su pareja, los padres deben tener cuidado de no cargar la
responsabilidad sólo sobre la otra parte. Se debe adoptar una actitud imparcial y pedir a su
propio hijo que cambie y mejore su comportamiento para que no se repitan esas
situaciones.
La Guemará dice en Iebamot 65: "Así como es Mizvá decir algo que va a ser escuchado,
también es Mizvá no decir lo que no será escuchado". Por eso, el padre que reprende a su
hijo casado, debe pensar bien cómo y cuándo reprochar, ya que a veces los hijos no
contestan con respeto al consejo de sus padres. Mucho más cuidado hay que tener para
corregir a los yernos o nueras. Si el reproche es continuo, provoca separación y peleas.
Debe ser hecho con delicadeza e inteligencia. Se debe estimular por las buenas actitudes, y
no sólo citar lo negativo. De esta forma se obtendrá el resultado deseado y los padres no
serán los responsables de la destrucción del hogar de sus hijos.
Cuando lamentablemente se produce alguna discusión en la pareja, se debe hacer todo lo
posible para solucionar el inconveniente entre ellos mismos, sin hacer intervenir a los
padres o parientes, porque esto puede provocar agrandar la discusión. La experiencia
demuestra que los padres defienden a sus hijos y culpan a los yernos o nueras, lo que hace
que la pelea continúe o empeore.
El rey Shelomo dijo en Mishlé 10: "Todos los errores son cubiertos por amor". O sea que la
pareja, por existir entre ellos el amor, puede olvidar las faltas que se cometieron. Los padres
o parientes al no tener este secreto, siempre dan la razón a la parte cercana, por lo que se
debe tratar de resolver el problema sin la participación de ellos.
En los casos en donde la pareja no puede resolver sola las situaciones que se presentan, se
debe recurrir a Rabanim especializado en estos temas, que encontrarán la manera de
solucionar el problema. No se debe cometer el error de comentar con vecinos o compañeros
los problemas de pareja que puedan existir, por las consecuencias negativas que este
proceder ocasiona. Es normal que el marido no pueda comprender por qué su esposa
divulgó sus intimidades con sus vecinos.
Los padres inteligentes, aunque hayan escuchado los problemas de su hija, deberán
comportarse como si no supieran del tema. Deberán recibir en forma normal a su yerno por
el bienestar de su hija. En el caso de que se opte por reprocharlo por sus actitudes, en la
mayoría de los casos, se podrá argumentar que se enteraron de otra forma y no por el
comentario de la hija. Quizás así se pueda encontrar el Shalom.
Sin lugar a dudas, una de las mejores salidas es que la mujer en el momento en que la
relación pasa por una buena instancia, hable de buena forma con su marido para hacerle ver
sus errores. La Tefilá a Di-s día tras día, ayudará para que así se solucionen las dificultades
y retorne la felicidad al hogar.
Veamos en esta ocasión algunos consejos para los suegros que a veces, por sus
intromisiones, destruyen el hogar de sus hijos:
1ero) Deben aprender a no inmiscuirse -salvo en casos excepcionales- por el bien de sus
hijos. Ellos tienen el derecho a formar su hogar con ideas propias, incluso con sus errores y
tropiezos.
2do) Recordar que no son los dueños de sus hijos y ellos no tienen por qué hacer los
caprichos que los padres quieren. No deben sentir lástima por los hijos si éstos siguen a su
pareja. Deberán tener presente el versículo de Bereshit 2: "Por eso, abandona el hombre a
su padre y a su madre y se une a su mujer".
3ero) La suegra no debe sentir que su nuera le robó el cariño que su hijo sentía por ella.
Debe comprender que su hijo posee dos sentimientos distintos completamente: el cariño a
sus padres y el amor a su mujer.
4to) Aprender a observar los defectos que sus hijos tienen y no sólo sus virtudes, para poder
corregirlos en forma privada. No ver sólo lo negativo que tienen sus nueras y yernos, sino
encontrar todo lo positivo que seguramente existe.
5to) No visitarlos en forma excesiva. En lo posible avisar previamente. Buscar un equilibrio
adecuado.
6to) Alabar a las nueras y yernos delante de los hijos, para que el matrimonio se una cada
vez más.
7mo) El cariño exagerado de los padres hacia sus hijos puede hacer fracasar el hogar que
ellos formaron. Se debe actuar con prudencia e inteligencia.
8vo) Preocuparse por ayudarlos, de acuerdo con las posibilidades que tengan, pero no con la
intención de presionarlos después por lo que les dieron.
9no) Si tienen dos o más hijos casados, no hacer comparaciones ni diferencias entre ellos,
porque cada hogar es un mundo distinto.
10mo) Si los hijos cumplen algún precepto en su nuevo hogar que en casa de los padres no
se respeta en el mismo nivel, deben estar esos padres orgullosos de ellos y alentarlos para
que continúen en ese camino que les dará la felicidad verdadera.
Que Di-s ilumine a los padres del pueblo de Israel a tener un comportamiento adecuado con
sus hijos.
PERASHA MATOT:
"El ejemplo para los hijos"
La Tora nos enseña que cuando Iaacob Abinu se dirigía a Jaran, el sol se puso
repentinamente y debió pernoctar en ese lugar tan sagrado (Har Hamoriá). El versículo
comenta: "Y tomó de las piedras del lugar, las colocó a su cabecera y se acostó en ese
lugar" (Bereshit 28). Rashi comenta que las piedras se peleaban para que Iaacob apoyara su
cabeza sobre una de ellas, hasta que Hashem las unió y se formó una sola piedra. ¿Cuántas
piedras tomó Iaacob? Nuestros Sabios dan varias opiniones al respecto, pero tomemos en
consideración a quienes sostienen que fueron sólo dos. Lo deducen del versículo
mencionado "de las piedras del lugar", ya que el mínimo de plural es dos. ¿Por qué
entonces tomó Iaacob dos piedras?
Iaacob no sabía lo que sucedería con él en el futuro y quiso comprobarlo. Si el milagro se
concretaba; si las piedras se unían, era la señal de que sus hijos serían Sadikim. Iaacob
sabía que su abuelo Abraham había tenido dos hijos, de los cuales uno no había sido
correcto. Con su padre Izjak se reiteró la situación, ya que su hermano Esav fue un
perverso. ¿Cuál era entonces el secreto de las piedras? Cuando se funde un metal, salen
impurezas en la primera operación y el metal así se purifica. Cuando nuevamente es
fundido, vuelven a salir impurezas hasta que llega un momento en que nos encontramos
con el metal puro completamente. Iaacob Abinu se dijo a sí mismo: "si las piedras se unen
significará que de mi descendencia no saldrá ninguna impureza". Efectivamente, sus doce
hijos que representan a las doce tribus de Israel fueron todos Sadikim. Iaacob sabía que no
se podía apoyar en que ya había llegado el momento en que el metal estaba puro y que sus
hijos con seguridad serían Sadikim. Sabía que dependía de su propia actitud reflejada en el
simbolismo de las piedras: si las piedras -marido y mujer-están unidas, los hijos serán
correctos.
La base de la educación de los hijos es la unión del matrimonio, ya que si esa armonía no
existe es imposible educar con éxito. Iaacob Abinu nos enseña cómo educar. No se trata
sólo de dar órdenes a los hijos, sino de demostrar en la vida diaria cómo los padres se
educan a sí mismos con el ejemplo de la tolerancia y el respeto mutuo. Si los hijos van a ver
que sus padres son educados, también ellos lo serán. ¿Qué significa ser educado? Si las
piedras están juntas, si se formó una sola persona como la Tora reclama: "Y serán un sólo
cuerpo" (Bereshit 2), habrá posibilidad de educar a los hijos en el camino correcto. De lo
contrario, la educación fracasará.
Un niño que crece en un hogar en donde sus padres se critican mutuamente y tienen una
visión negativa de todo lo que sucede alrededor de ellos, será un "hijo fiel" a esa educación
equivocada en la que se desarrolló. Todo estará mal para él en el futuro: no podrá confiar en
sus vecinos, la escuela a la que enviará a sus hijos no tendrá el nivel adecuado que él
pretenderá; el Bet Hakeneset al que concurrirá no será nada parecido al lugar ideal que él
imaginaba; el rabino del mismo no le resultará satisfactorio para su exigencia, etc, etc.
¿Quiénes fueron los responsables para que él adquiriera esa visión? En gran medida fueron
sus propios padres quienes influyeron para ese resultado con sus continuas críticas y
comentarios despectivos.
Por el contrario, un niño que se cría en un hogar donde todo es positivo: su padre enaltece y
alaba a su madre por las virtudes que posee. Su madre no se cansa de elogiar a su padre por
sus cualidades. Todo el mundo que los rodea es visto con buenos ojos, más allá de los
problemas normales que se presenten. Cuando ese hijo forme su propio hogar en el futuro,
su visión de la vida será absolutamente positiva. Se dirigirá con cariño y comprensión a los
que se encuentren cerca de sí y recibirá el mismo trato como recompensa. Irradiará ese
mensaje a sus propios hijos, que a su vez lo transmitirán a sus descendientes.
En este tema de la educación de los hijos, poseer una línea de conducta sin importar la
circunstancia que se atraviese es fundamental para encontrar el éxito tan anhelado. Padres
que de verdad se preocupan por la educación de sus hijos, se preguntan en momentos
determinados: "¿En qué fallé? ¿Qué es lo que hice mal?". Quizás la respuesta sea que los
mensajes deben ser claros sin dar lugar a que los niños se confundan con indicaciones
contradictorias. Un día les decimos algo y al otro variamos la posición. O, lo que es peor
aún, con nuestra conducta les demostramos que lo que habíamos dicho el día anterior era
sólo teoría y no lo efectuamos en la práctica. Les reclamamos -por ejemplo- respeto y
buenos modales, pero ellos observan que los padres discuten, se ofenden y los principios
básicos de convivencia no existen. Les decimos que lo más sagrado que existe es el estudio
de la Tora y ellos ven cómo ese mismo padre pierde horas y horas de su vida con un diario
en su mano o bajo los efectos mágicos de un aparato de televisión.
Nos olvidamos que lo que hacemos a los ojos de nuestros hijos -por más pequeños que
sean- pasa a ser la manera más directa en que se educa y lamentablemente, a veces deja
mucho que desear. Estamos permanentemente en una especie de "vidriera" que ellos
observan, analizan y perciben. Los Sabios nos enseñan que lo que la persona aprende de
niño es como la tinta con que se escribe sobre un pergamino liso, en donde por más que se
borre lo escrito, la tinta quedará impregnada por dentro. También el niño adquiere dentro de
sí todo el comportamiento que observó de sus padres y en el futuro repetirá en forma
natural lo que vio durante tanto tiempo. Por eso, las bases y la línea de conducta de los
padres deben ser firmes e inamovibles, para no confundirlos con cambios de posiciones e
ideas.
Nuestros hijos observan con atención. Debemos ser el ejemplo que ellos esperan y
necesitan para ser personas de bien. Ellos captan con claridad que a la madre le molestó
más que haya derramado el café sobre la alfombra que la mala palabra que pronunció. Ellos
se dan cuenta de que, cuando su padre lee en la mesa de Shabat unas palabras de Tora, lo
hace por rutina y sin el sentimiento adecuado. Su madre -por su parte- no se preocupa por
entender lo que su padre explica y continúa sirviendo la comida que para ella es lo más
importante. Esos valores tergiversados penetran en el corazón del niño e influyen en su
desarrollo. ¿Qué sucedería -por ejemplo- si la madre se sentara con atención en la mesa y
dijera: "¡Niños! ¡Presten atención!
Papá leerá un comentario sobre la Perasha semanal?!". Este tipo de frases reiteradas un
Shabat tras otro, le demostrarán al niño que su madre y su padre valoran cada palabra de
Tora. De esta forma, ellos mismos heredarán el amor a nuestra sagrada Tora.
La buena relación entre los padres es fundamental para que ellos adquieran el respeto de
sus hijos. Hay quienes creen equivocadamente que, si se dirigen al otro en forma dulce y
apropiada, no serán respetados ni tenidos en cuenta. Sólo cuando infundan respeto con una
autoridad exagerada alcanzarán la honra que merecen. Se equivocan. Por el contrario,
quien se dirige al otro con consideración y respeto recibirá la honra de quienes lo rodean.
Así lo enseña la Tora cuando menciona los preceptos de respetar y temer a los padres.
Cuando la Tora ordena la Mizvá del temor a los padres dice: "La persona a su madre y a su
padre temerá"(Vaikrá 19). En cambio, cuando se trata de la Mizvá del respeto a los
padres, la Tora menciona en primer lugar al padre y luego a la madre: "Respeta a tu padre y
a tu madre"(Shemot 20). El Midrash explica el motivo del cambio: "Hashem sabe
que el hijo respeta a su madre más que a su padre, ya que ella lo convence con palabras. Por
eso, adelantó Hashem el respeto hacia el padre que el respeto hacia la madre". O sea, el
trato dulce y preferencial de la madre hacia sus hijos, hace que éstos la respeten más que al
padre que normalmente se dirige a ellos en una forma más autoritaria.
Los padres deben recordar que los hijos fueron depositados en sus manos por Hashem para
ser educados con Tora, Mizvot y buenas cualidades, para que a su vez ellos formen sus
propios hogares sobre las mismas bases. Con sólo recordar que los hijos están atentos y
alertas a las actitudes de los padres, el comportamiento de los progenitores mejorará. Los
hijos serán felices y por sobre todo, los padres habrán cumplido con la misión que Hashem
les encomendó al darles lo más precioso que para El existe: el alma de un niño.
PERASHA MASE:
"La Tefila de Ribí Shimhon bar Iojai"
Está escrito en el Talmud (Sota 17): "Ish Veishá Shezajú Shejiná Benehem", o sea, que la
unión de la pareja hace que Di-s deposite su Divinidad en ese lugar. El hogar se convierte
así en una fuente de Kedusha gracias a esa base de amor, respeto mutuo y, por sobre todo, a
la tolerancia necesaria para poder convivir.
El Midrash (Shir Hashirim Raba 1) comenta sobre un matrimonio que luego de vivir diez
años sin poder tener hijos, se presentó delante de Rabí Shimhon Bar Iojai para divorciarse.
El Rab les dijo: "De la misma manera que se casaron haciendo una fiesta, deben hacer otra
fiesta para divorciarse". Escucharon su consejo, y en la fiesta que hicieron, el marido le dijo
a su esposa: "Todo objeto lindo que encuentres en la casa puedes llevarlo contigo". ¿Qué
hizo la mujer? Después de que su marido se emborrachó y se quedó dormido, les dijo a sus
sirvientes que lo llevaran con la cama misma a la casa de los padres de ella. Al despertarse,
el hombre preguntó qué estaba haciendo en ese lugar. Su señora le explicó: "Hice lo que tú
me dijiste, no existe nada más preciado para mí que poder tenerte a mi lado". Fueron de
Rabí Shimhon Bar Iojai nuevamente para explicarle que era imposible para ellos separarse.
El Rab hizo Tefilá por ellos para que pudieran tener hijos y finalmente el milagro se
produjo: tuvieron muchos hijos que colmaron de felicidad ese hogar.
Nuestros Sabios preguntan: "¿Por qué Rabí Shimhon Bar Iojai no hizo Tefilá para que
pudieran tener hijos desde un principio en lugar de decirles que se separaran haciendo la
fiesta? La respuesta a esta pregunta es la base de la enseñanza que queremos transmitir: la
solución de los problemas de un hogar se encuentra sólo cuando la pareja demuestra
previamente unión y cariño. Sólo en ese momento podía hacer efecto la Tefilá de Rabí
Shimhon Bar Iojai. El mensaje para nuestra vida es claro: ante las dificultades que se
presenten, debemos estrechar los vínculos de amor y compañerismo en nuestros hogares
para que así nuestras Tefilot sean escuchadas.
La Guemará, en loma 9, comenta que el primer Bet Hamikdash se destruyó porque se
cometían tres tipos de pecados: idolatría, adulterio y asesinatos. En cambio, en el segundo
Bet Hamikdash, el pueblo estudiaba Tora y cumplía preceptos, pero existía el odio
injustificado que motivó la destrucción. Los
Jajamim apuntan al centro del problema. No nos hablan de ejércitos poderosos, tampoco de
estrategias de guerra ni de armamentos especiales. Nos comentan pequeños sucesos como
aquél en donde, por un error una persona llamada Bar Kamsá, concurrió a una fiesta
creyendo que el anfitrión lo había invitado. Lejos de ser así -ya que ambos eran enemigos-
lo que había sucedido era que el emisario se había equivocado y debía haber invitado a otra
persona llamada Kamsá. En el transcurso de la fiesta, Bar Kamsá fue echado por el dueño
de la casa y no hubo argumentos valederos para evitar que fuera avergonzado delante de
todos. Bar Kamsá, enfurecido porque nadie había salido en su defensa, se presentó delante
del César con el argumento de que los judíos se habían rebelado a su reinado y le sugirió
que -para comprobarlo- enviara un animal para ver si lo ofrecían como sacrificio en el Bet
Hamikdash o no lo hacían. En el camino. Bar Kamsá hizo un defecto en el labio del animal
y por eso no pudo ser ofrecido. En consecuencia, el César decidió atacar y destruir
Ierushalaim. Después de tres años de sitio consiguió su propósito. En este suceso, que
comienza con algo que parece intrascendente, se encuentra la clave de la destrucción del
pasado y el destierro del presente. El Jesed (la ayuda al prójimo) y la unión son puntos
centrales del pueblo de Israel para que pueda construirse nuevamente el Bet Hamikdash. El
Satán lo sabe aún mejor que nosotros e intenta separarnos: matrimonios en conflicto;
discusiones entre padres e hijos, hermanos, barrios, sefaradim y ashkenazim, etc. Creemos
equivocadamente que somos los dueños de la verdad absoluta por lo que podemos discutir
y pelear contra todos, olvidándonos que los demás quizás piensan lo mismo. No lloramos
hoy por las piedras del Bet Hamikdash que se destruyeron, sino por el veneno que provocó
esa caída que perdura hasta nuestros días: el egoísmo que no nos permite razonar.
Si recordamos por qué el rey David eligió el lugar en donde levantó el Bet Hamikdash,
corroboraremos estos conceptos. Dos hermanos habían recibido un campo de herencia de
su padre y en él trabajaban. Uno de ellos se había casado y tenía hijos, mientras que el otro
permanecía soltero. Como todos los años, al finalizar la cosecha la repartían en partes
iguales y cada uno de ellos veía el momento apto para comercializarla. Una noche, el
hermano soltero no podía dormir. Un pensamiento no le dejaba conciliar el sueño, daba
vueltas en la cama y se preguntaba: "¿Cómo es posible? Soy soltero, mis gastos son
mínimos. En cambio, mi hermano tiene esposa e hijos a los que alimentar, vestir y educar.
¿Es correcto que dividamos la cosecha en partes iguales? ¡No! ¡De ninguna forma!". En
ese momento, una idea cruzó por su mente e iluminó su rostro: "Sacaré de mi granero parte
de mi cosecha y la pondré en el granero de mi hermano". En la oscuridad de la noche,
silenciosamente se levantó y llevó su idea a cabo.
Al día siguiente cuando comenzaron las tareas habituales del campo, se fijó en su granero y
no se notaba ninguna diferencia. Todo estaba igual. La cantidad de trigo era idéntica a la de
siempre. ¿Qué había sucedido? El hermano casado tampoco había podido dormir
preocupado por la situación de su hermano: "¿Cómo podrá casarse? Tendrá muchos gastos
y no podrá afrontarlos. Lo ayudaré sin que se entere y así no pasará vergüenza. Durante la
noche, le llevaré parte de mi cosecha". Dos noches seguidas, lo que cada uno sacaba de lo
suyo, era reintegrado al día siguiente. La tercera noche cuando cada uno de ellos se dirigía
al granero de su hermano, se encontraron en el camino. Allí se dieron cuenta de que uno
pensaba en el otro. El lugar en donde se abrazaron fue elegido por el rey David para
construir el Bet Hamikdash. De esta forma, el cariño fraternal y el Jesed serán las columnas
sobre las que posará la Shejiná en la tierra.
La conclusión inmediata que surge de todos estos conceptos y retomando nuestro tema, es
que el odio entre marido y mujer provoca que Di-s no pueda depositar su Shejiná en ese
hogar. Se trata del mismo motivo por el que Hashem debió alejar su Divinidad del Bet
Hamikdash: el odio que existía entre hermanos.
Se cuenta sobre el Sadik Ribí Rafael Mibarshid Z"L, que en el día 9 de Ab, en donde
recordamos la destrucción del Bet Hamikdash, se dirigió a hacer Shalom a la casa de una
pareja. Cuando le preguntaron sus alumnos: "¿No lo puede dejar para mañana?". El Rab les
contestó: "El Bet Hamikdash se destruyó por el odio gratuito. Nada más adecuado que en
este mismo día nos ocupemos de solucionar el motivo de la destrucción y traer paz y amor,
para tener el Zejut de ver en nuestros días la construcción del tercer Bet Hamikdash". ¿Qué
es lo que falta para verlo construido? La esencia del lugar del Bet Hamikdash. El cariño
profundo hacia cada uno de nuestros hermanos. Cuanto más cerca estamos del final, más se
generan divisiones inútiles. El Ieser Hará crea discusiones sin sentido que provocan una
brecha en el, pueblo judío que trae más sufrimientos. Desde este pequeño lugar del
universo, deseamos y rogamos al Todopoderoso que nos facilite el camino de "la Teshubá,
que todos reconozcamos a Di-s y cumplamos con los preceptos de la Tora. Que las palabras
del profeta Hoshea que hizo grabar el Jajam Iaacob Mizrahi Z"L en el frente de nuestro
querido Templo Or Tora sean realidad en nuestros días: "Levántate pueblo de Israel, porque
ha llegado la Santidad de Di-s y el esplendor del Todopoderoso está contigo". Pronto en
nuestros días. Amén.
PERASHA DEBARIM:
"Falta de coincidencia"
PERASHA VAETJANAN:
"Tres consejos"
Cuando se celebra un Berit Milá se acostumbra decir la siguiente Tefilá sobre el niño: "Así
como ingresó al pacto de Abraham Abinu, que tenga el Zejut de ingresar a la Jupa
(matrimonio), a la Tora y a los buenos actos". Los Sabios preguntaron: ¿Por qué los actos
buenos quedan para el final? ¿Acaso no se deben realizar antes de alcanzar la Jupa? La
respuesta de nuestros Jajamim es que realizar buenos actos antes de la Jupa es
relativamente fácil. La prueba verdadera de la persona es luego del casamiento. Por eso, la
Tefilá menciona a los buenos actos sólo después de la Jupa.
Realmente hay situaciones que se presentarán en la vida que podrán preverse o no en el
noviazgo, pero hasta que no llegue el momento de la práctica no se conocerá la reacción.
¿Cómo se reaccionará si la situación económica no permite los lujos que en la casa de sus
padres recibía? ¿Mantendrá la calma a pesar de los errores de su pareja? ¿Qué sucederá
cuando el bebé llore toda una noche y los padres no puedan dormir? Y si algún pariente de
su señora hace una "sugerencia", ¿cuál será su reacción? ¿Cómo responderá la pareja a
situaciones en las que las ideas sean opuestas totalmente? ¿La única salida será dar un
golpe a la puerta y salir, o habrá otra alternativa? En todas estas preguntas y en muchas más
que se podrían formular, hay una sola respuesta posible: trabajar sobre sus propias
cualidades sobreponiéndose a cualquier situación que se presente. Ésta es la única forma de
poder construir un hogar.
"Así como los rostros son distintos, las ideas también lo son" (Ierushalmi Berajot 5). Nos
enseñan nuestros Sabios con esta frase que así como nadie pregunta "¿Por qué su cara es
distinta a la mía?", ya que por el contrario sería una sorpresa encontrar a alguien que tuviera
la misma fisonomía que la nuestra, ésa misma es la posición correcta con respecto a las
ideas. Cada uno tiene derecho como ser humano a tener sus propias ideas que merecen
respeto y consideración. Pero, debemos saber que no todo lo que pensamos es una verdad
absoluta, sino que también nosotros nos equivocamos aunque a veces no sepamos
reconocerlo. Por otra parte, no olvidemos que nuestros pensamientos se apoyan en nuestro
egoísmo y estamos sobornados por nuestro propio interés.
Uno de los Sabios más destacados de nuestra generación para aconsejar en el tema de
Shalom Bait es el Rab Diamant Shelita. Entre sus sabias palabras, escuchamos que todo
matrimonio tiene la garantía del éxito si se cumplen estas tres condiciones:
1) Predisposición a cambiar. Una pareja que se casa, debe comprender interiormente y no
sólo de manera superficial que inicia un modelo de hogar que no tiene por qué ser idéntica
al que tuvo en la casa de sus padres. Por supuesto que debe tomarse lo positivo de cada
hogar, pero no hay nada que no deba ser tratado por la pareja para formar así un hogar con
sus propias características. Está escrito en la Tora: "Al Ken Iaazob Ish Et Abiv Veet Imó
Vedabak Beishto Vehaiu Lebazar Ejad" (Bereshit 2). Significa: "Por eso el hombre
abandona a su padre y a su madre y se une a su mujer para formar un sólo cuerpo".
Deducimos de este versículo que para llegar a la verdadera unión que se refleja en una
misma visión de las situaciones de la vida, se deben "abandonar" todas las formas y
sistemas de vida anteriores al matrimonio. Organizará así con su pareja un sistema nuevo
de vida con el consentimiento mutuo, para dar las bases sólidas de un hogar feliz.
¿Qué pasaría, por ejemplo, si en la casa del novio se acostumbrara a decir "gracias" por
cada plato que la madre sirve en la mesa? En la casa de la novia, en cambio, piensan que
este proceder es adecuado en un restaurante y no para la familia. ¿Quién tiene razón? El
novio observa el comportamiento en la casa de la novia como una falta de educación. La
novia piensa que la actitud de agradecer continuamente es demasiado repetitiva.
Seguramente que cada uno tiene algo de razón. La solución será formar un hogar nuevo, ni
como el de ella ni como el de él, sino con decisiones propias tomadas únicamente por la
propia pareja basadas en lo que la Tora opina al respecto y bajo el asesoramiento de los
Rabanim. Es sabido que el primer Bet Hamikdash se destruyó, el segundo también, y
estamos esperando que se construya el tercero que será el último y definitivo para siempre.
En forma similar, cada integrante de la pareja debe olvidarse del sistema de vida anterior
recibido en esas dos hogares, para construir una casa nueva, que como el Bet Hamikdash
que esperamos, será eterna y llena de felicidad.
2) Brindar al otro sin reclamar para uno nada. Si nosacostumbramos a crear un estado de
obligaciones para nosotros mismos, los derechos los adquiriremos automáticamente.
¿Cómo es posible? Ninguna persona que se precie por ser normal, está contenta con recibir
del otro continuamente sin tener oportunidad de retribuir el bien que recibe. Pero, si en
lugar de actuar de esta forma, nos dedicamos a exigir lo que creemos que nos corresponde,
los reclamos serán continuos y la tensión en el hogar será insostenible.
3) La motivación para el Shalom. Sin lugar a dudas, la motivación -en todos los aspectos de
la vida- es fundamental para el ser humano. Debemos recordar las consecuencias frustantes
de un divorcio para la misma pareja y para los hijos. Debemos leer los términos
contundentes de nuestros Jajamim sobre este tema: "el altar derrama lágrimas cuando se
produce una separación" (Sanhedrin 22). Encontraremos así la motivación necesaria para
superar las pequeñas cosas que arruinan la vida matrimonial. La motivación es una base
fundamental para todos los aspectos de la vida. Una persona temerosa que ni siquiera sale
sola de noche a la calle, estará dispuesta a caminar por algún terreno baldío a altas horas de
la madrugada si le aseguran que encontrará un cofre con un tesoro. ¿Qué sucedió con su
miedo? Desapareció por la motivación de poder convertirse en un millonario. En forma
similar, quien valora la paz del hogar y el poder vivir con felicidad junto a sus hijos y seres
queridos, estará dispuesto a olvidarse de cualquier aspecto negativo que se presente en la
vida.
Tres consejos: predisposición a cambiar, brindar sin reclamar y valorar el Shalom son la
garantía del éxito para cualquier hogar.
PERASHA EKEB:
"Cuidado con las ofensas"
Cuando algún integrante de la pareja ofende al otro, éste no sólo que debe callarse y no
contestar, sino que debe preocuparse por evitar cualquier rencor que pueda quedarle por la
ofensa recibida. Muchas veces no se reacciona en el momento, pero se guarda el odio
dentro del corazón. En la primera oportunidad que exista, la persona reacciona sacando a
relucir el problema anterior. No es éste el camino de la Tora, sino que debe eliminarse de
raíz cualquier odio, buscando siempre la parte buena del otro o cualquier justificativo que
exista tales como los problemas económicos, tensión del trabajo, etc. Debemos saber que el
que guarda rencor en el corazón transgrede un precepto de la Tora. En situaciones
especiales, cuando uno se conoce a sí mismo, y sabe que si no responde en el momento
después reaccionará de peor forma, es preferible que con tranquilidad conteste a la ofensa
para no guardar odio en su corazón. Pero siempre debe hacerlo en forma respetuosa
haciendo entender su posición hasta que sus palabras sean aceptadas.
Ribí Moshe Lib de Sasub preguntó a su maestro: "¿Cómo se cumple el precepto de: 'Querer
al prójimo como a ti mismo' con una persona que le hizo mal a uno?". Su maestro le
respondió: "Todo Israel es una sola alma. Razonemos un poco: Si alguien accidentalmente
se hizo una herida con su propia mano, ¿acaso se golpeará o cortará la mano que lo dañó?
¡Sería un necio al agregar un dolor al ya existente! Así es con respectoal prójimo. Nadie
puede entonces odiarse a sí mismo".
Estos conceptos toman más importancia aún con respecto a marido y mujer. El Zohar
escribe sobre ellos, que el hombre sin mujer es medio cuerpo, por lo que debe perdonar a su
esposa y no buscar nunca la venganza por cualquier actitud, ya que sería como dañarse a sí
mismo.
La experiencia demuestra que en las casas donde los insultos empezaron en la vida de
casados, es muy difícil cortar esa horrible costumbre. Lo que es peor aún es que transmiten
a sus hijos esas malas enseñanzas. Sobre esto escribe el Sefer Pele Ioez: "Las maldiciones
dañan al que las dice y al que las recibe; las que son gratuitas, sin culpa alguna, regresan y
retroceden sobre quien las dijo". Hasta tal punto llega este desarreglo que en algunos casos
se llega a insultar a los propios hijos en el momento de nervios por la falta de control y
dominio.
Se cuenta sobre Ribí Abraham Borneshtein Z"L que escuchó a un Iehudi que al nombrar a
un perverso decía: "Que se borre su nombre y recuerdo". Se dirigió a él y le dijo: "¿No
sabes acaso que el Shuljan Aruj decreta que un renegado que murió sin dejar hijos,
igualmente su esposa debe hacer Jalisá y ésta reemplaza al Ibum que escribe la Tora: 'Para
que no se borre su nombre de Israel?'. ¿Tú eres tan inteligente de decir: 'Que se borre su
nombre y recuerdo'?".
¡Cuánto debemos cuidarnos de no sacar ofensas de nuestras bocas! Debemos controlarnos
para que se cumpla en nosotros el dicho del Talmud (Shabat 88): "Los que son
ofendidos y no ofenden, escuchan cómo son avergonzados y no responden, cumplen con
amor y se alegran con los sufrimientos, sobre ellos está escrito: 'Los que te aman, serán
como el sol con todo su esplendor".
Cada integrante de la pareja debe aportar lo suyo para construir un hogar eterno. Para esto,
el saber callarse en los momentos donde se recibe una ofensa y actuar como si no la hubiese
escuchado, es la clave para al final ser valorado y respetado.
Una pelea continúa sólo cuando ambas partes participan de ella, pero si alguien calla y no
contesta con otra ofensa, la pelea se termina. Proceder de esa forma es como tirar agua al
fuego: así se apagará. De lo contrario, será como arrojar nafta: el fuego será cada vez
mayor.
En casos normales, al reconocer la paciencia y el saber callarse de la otra parte, se la valora
más que a sí mismo, ya que no posee ese autocontrol. Se da cuenta de su camino
equivocado y aunque quizás no tenga la fuerza necesaria para reconocer la verdad en forma
abierta -ya que lamentablemente vivimos en un mundo de mentiras y falsedades- dentro de
su corazón con un silencio que es más claro que el mejor discurso, pregona su deseo de
encontrar el Shalom y de no volver a equivocarse.
Juzgar para el lado bueno cualquier situación que se presente es una de las claves para
encontrar el Shalom Bait.
Pero para llegar a esto es necesario trabajar sobre sí mismo para no reaccionar incluso en el
caso de pérdidas económicas o de cualquier otro tipo. La grandeza de la persona depende
de si busca el Shalom a pesar de tener ideas opuestas con su pareja. Es fácil vivir en paz
con quien tiene las mismas opiniones que uno; la prueba verdadera es en los casos donde se
opina en forma opuesta y a pesar de todo, se busca el Shalom. Como Hashem hace la paz
entre el fuego y el agua para que entre ellos formen el Cielo, también la pareja debe buscar
el Shalom a pesar de que tengan distintas ideas.
El Talmud dice en Kidushin 34 que el marido es el que debe «alegrar a su esposa. De él
depende en gran parte tener influencia para traer la paz y la Simjá a su hogar. En una
oportunidad, el dueño de una librería fue a lo del Jafez Jaim para llevarle el dinero de unos
libros que había vendido. Al hacer la cuenta y ver que faltaba dinero, el vendedor le
confesó al Rab: "Lo tuve que utilizar para los pedidos que continuamente mi señora me
reclama: 'Más dinero, más dinero!'. No tuve otra solución que dárselo". El Rab entendió lo
que pasaba, le perdonó la deuda y lo despidió con Shalom. En el momento en que el
vendedor subía a su carreta, observó que el Jafez Jaim venía corriendo a su encuentro con
un paquete en sus manos. Esperó a que llegara y escuchó cómo el Rab le decía: "Llévate
este paquete. Hay adornos y presentes para tu señora de la que te quejaste que amarga tu
vida. Obséquiale estos regalos y quizás tranquilizarás sus actitudes".
Aprendamos de este Maasé qué importante es el Shalom de la casa, ya que el Jafez Jaim no
sólo que le perdonó la deuda, sino que le compró obsequios a esa mujer para tratar de
encontrar el Shalom de un hogar.
PERASHA REE:
Se debe tener en cuenta que el viernes es un día especial por la preparación para el Shabat;
especialmente en invierno, ya que el tiempo es corto y esto trae tensión y nerviosismo para
la mujer. Es por ello que el marido debe colaborar dentro de sus posibilidades, ayudando a
su esposa en los quehaceres del hogar. Si ella levanta la voz, el hombre no debe darle
trascendencia, puesto que es propio del momento por todo el trabajo pendiente. Deberá, por
el contrario, hablarle en tono tranquilo y suave lo cual anulará su ira y enojo. Así dijeron
nuestros Sabios: "Tres cosas debe decir la persona dentro de su hogar los viernes a la tarde:
¿sacaron el diezmo?, ¿hicieron el Erub?, enciendan el Ner". Agregó Raba bar Rab Huná:
"Debe decirlo con tranquilidad, para que sus palabras sean aceptadas" (Shabat 34).
O sea que incluso en los temas relacionados con el cumplimiento de Mizvot, la persona
debe expresarse en su hogar en forma suave. Con más razón, ésa debe ser su actitud en otro
tipo de temas no tan trascendentes. Si el marido observa que hay tensión en la víspera de
Shabat, es bueno que haga algún comentario gracioso, o con una sonrisa traiga alegría a la
casa. Así logrará que su esposa lo acompañe en lo que debe ser un ambiente cálido y de
felicidad.
No debe pensar el hombre que no es de su honra limpiar o ayudar en la víspera de Shabat,
ya que la Guemará cuenta sobre grandes Sabios que preparaban el pescado, las Nerot, etc.
A pesar de que tenían sirvientes que lo podían hacer, preferían realizarlo ellos mismos
cumpliendo con lo que está dicho: "La Mizvá tiene más valor cuando la hace uno
propiamente, y no por medio de otra persona".
Se debe tener cuidado también, de no ponerse nervioso si los invitados ensucian la casa. Se
debe tener paciencia para poder recibir así el pago del Shamaim. Se cuenta sobre aquel
millonario que mantenía su casa con extrema pulcritud y limpieza. En una oportunidad, lo
visitó una persona menesterosa que, con los zapatos llenos de barro, ensució el piso tan
brillante. El millonario le gritó y ordenó a sus sirvientes que lo sacaran de la casa. El pobre
sólo pidió decir lo siguiente: "Todos los días decimos en la Tefilá: 'Bendito Di-s que tienes
piedad de la Tierra y de tus creaciones', o sea que alabamos a Di-s con estas dos alabanzas,
y debemos copiar sus cualidades. He aquí, tú (le dijo el pobre al dueño de la casa) copias de
Di-s el tener piedad de la tierra -al ponerte nervioso porque ensucié el piso-, pero debes
tener piedad también de sus creaciones: '¡Dame una Sedaká!". El rico entendió la señal y
con una sonrisa lo ayudó con lo que necesitaba.
Debemos aprender a superar las dificultades que se presentan en cualquier momento de
la vida. En una oportunidad, una pareja observó con asombro cómo de uno de los caños
de la cocina comenzaba a salir agua. Primero eran pequeñas gotas, pero cada vez más el
agua se desparramaba por toda la cocina. Sin saber cómo actuar, llamaron a un plomero
vecino quien no se dejó llevar por el desastre que veía y puso manos a la obra. Analicemos
los sentimientos de todos: la pareja se sumergió en el problema, la angustia fue terrible y
perdió toda la tranquilidad. El plomero no se inmutó. Supo cómo actuar y se concentró en
la solución del problema.
Este suceso nos puede haber sucedido a muchos de nosotros, pero tomemos de él las
enseñanzas debidas para todos los ámbitos de la vida. Quien frente a un problema se enreda
en el mismo y no tiene la claridad de buscar la solución, hará que su situación empeore. Sus
nervios le jugarán en contra. Quien por el contrario, se amolda a lo que le sucede y poco a
poco intenta encontrar la salida, alcanzará la felicidad. No se olvida del problema, pero
tampoco se desespera y permanece atento para encontrar la solución.
"Alégrense, amados compañeros, como se alegró tu Creador en el Gan Edén". En esta
Berajá que se dice en el momento de la Jupa, nuestros Sabios nos enseñan que cada pareja
puede alcanzar la felicidad que tuvieron Adam y Java antes del pecado. Todo el mundo era
de ellos, los ángeles los servían y se deleitaban en el Gan Edén. ¿Por qué son pocos los que
pueden alcanzar esta felicidad? Quizás porque no sabemos que debemos esforzarnos para
lograrlo. Creemos que todo el bienestar viene servido "en bandeja" y no es así. Debemos
superar las dificultades lógicas que se presentan en cualquier hogar, mantener la calma y
superar con inteligencia el problema, sin ahogarnos ni desesperarnos.
Las pruebas que se presentan en la vida deben aumentar el amor y el agradecimiento mutuo
de la pareja.
En muchos casos las dificultades provienen por falta de cualidades o de
entendimiento y valoración de uno hacia el otro. En otros casos, factores externos provocan
que "el caño" se rompa, pero debemos recordar siempre que Hashem no prueba a la persona
con algo que excede a sus fuerzas. Siempre las puertas de la solución están abiertas.
Debemos mantener la calma y la tranquilidad, sabiendo que aquellos que siembran con
lágrimas cosecharán con alegría. De acuerdo al esfuerzo e inversión, más serán los frutos.
La Guemará en Kidushin 41 comenta: "Se le prohibe al hombre casarse con una mujer sin
antes haberla visto, porque es probable que después de casarse la vea y no le agrade y la
llegue a despreciar o a odiar". La Tora nos ordenó: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
De aquí se aprende que la primera persona a quien se refiere el versículo es a la esposa. ¡El
hombre no cumple con esta Mizvá si no ama, honra y respeta a su esposa como se merece!
Cuando una pareja se casa, se la bendice con las palabras: "Sean alegrados, amigos
amados...". ¿Cómo se fomenta el amor en el hogar? Nuestros Jajamim nos enseñan: "El
hombre debe ser humilde y modesto siempre, pero dentro de su casa aún más. No debe
pretender imponerse por la fuerza ni querer establecer un gobierno de terror. Eso sólo
provoca tragedias. Hay que tratar siempre de satisfacer a la mujer y escuchar sus consejos y
requerimientos" (Tana Debe Eliahu Zutá 4).
Es sabido que la mujer es mucho más sensible que el hombre. Ella se siente ofendida por
cualquier actitud de falta de respeto o de atención por parte de su marido. Por lo tanto,
nuestros Jajamim advierten al hombre seriamente para que no se olvide de su
responsabilidad al casarse. Debe saber que su esposa lo necesita y cuáles son las cosas que
le disgustan. No puede distraerse de ello ni un instante.
La Mizvá de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" empieza por la casa: con su esposa e
hijos. Quien actúa en forma contraria, quien se preocupa por quedar bien con la gente y no
con quienes conviven con él, está actuando en contra de la voluntad de Hashem. El que
sabe que su esposa es la primera persona de su vida (antes que él mismo), cumple con el
más esencial mandato Divino. Hashem coronará su hogar con armonía y felicidad
eternamente.
PERASHA SHOFETIM:
"La comunicación"
PERASHA KI TESE:
"Consejos para la mujer"
Leamos atentamente los consejos a la mujer escritos en el libro "Meam Loes" (Perashá Ki
Tese):
1.- Debe la mujer tener sus ropas limpias sin ningún tipo de manchas para no ser
despreciada por su esposo. A pesar de ser pobre, sus ropas sencillas deben ser bien lavadas
para estar presentable frente a él.
2.- Sus palabras con su esposo deben ser con tranquilidad, gracia y en voz baja. No debe
enfurecerse, para que su marido no se enfurezca aún más y provocar la pelea. Si tropieza en
este punto, se acostumbrará a vivir así, lo que traerá angustia y dolor. Los hijos al ver esas
actitudes de sus padres, se acostumbrarán a vivir con esos errores también. Por eso, la
mujer debe comportarse con calma. A pesar de que su marido grite, que trate de
tranquilizarlo y no de enfurecerlo aún más, ya que es normal que el hombre enseguida se
calma. Por eso que actúe con inteligencia para preservar el Shalom de su hogar.
3.- Si ve que su marido está con dificultades económicas, que limite sus pedidos, tratando
de reducirse a lo mínimo. Si hace lo contrario, él recordará esto en forma constante y
guardará rencor en su corazón. Que la mujer haga Tefilá a Hashem en forma continua para
el éxito de su esposo. Al ver éste el amor de su mujer y su buen sentimiento, a pesar de que
no pueda satisfacerla como ella merece, su corazón se llenará de alegría y con esto
cambiará el Mazal de la casa.
4.- Si la mujer ve que su marido pasa por algún problema de cualquier tipo, que lo aliente
con palabras de fe y consuelo, y con una sonrisa en su rostro que le saque la tristeza de su
corazón.
5.- No debe ser abandonada en el mantenimiento de su hogar, debe estar siempre ordenado
y limpio. De lo contrario, al regresar el hombre a su casa y ver que está todo dado vuelta,
codicia el hogar de su compañero en el que no sucede esto, provocando de esta forma
peleas y discusiones. Debe tener limpia y planchada las ropas de su marido y de sus hijos,
para que éstos no pasen vergüenza delante de la gente.
6.- Debe considerar a su marido como si fuera un ministro importante, por más que se
trate de una persona común, provocando así un ambiente de amor y compañerismo.
7.- Debe tratar de no hablar, en vano o cosas fuera de lugar, para que su marido no sienta
rechazo hacia ella.
8.- No debe alabar a otro hombre delante de su marido, para no despertar en él malos
pensamientos. Tampoco debe hablarle sobre la belleza de alguna mujer. Mientras más
controle sus palabras, más gracia encontrará a los ojos de su esposo.
9.- Debe estar siempre arreglada delante de él. No debe exagerar en los momentos en que
tiene algún dolor o molestia física. Debe insistir a su esposo para que fije un tiempo de
estudio de Tora.
10.- Debe ser piadosa con los integrantes de su hogar y con los pobres. No debe investigar
lo que sucede en otras casas, ni ser peleadora ni chismosa.
Lo que terminamos de transcribir no debe ser tomado como derechos del hombre para ir a
reclamar a su mujer. El que procede de esta forma se equivoca, porque las obligaciones que
escribimos son de la mujer hacia Hashem, para formar su hogar en forma feliz. No son
privilegios del hombre.
La Guemará comenta en Nedarím 66, sobre un Iehudi de Babel que fue a Israel y allí se
casó. Un día le pidió a su señora: "Cocíname dos lentejas". Su intención era solicitarle una
pequeña cantidad, pero ella con toda inocencia entendió que se refería exactamente a dos
lentejas y así lo hizo, lo que provocó el enojo de su marido. Al otro día, le pidió:
"Cocíname muchas lentejas", y ella tomó al pie de la letra sus palabras, cocinando una
cantidad exorbitante. El marido le dijo: "Tráeme dos Bosiné", refiriéndose a dos sandías,
pero ella interpretó que eran dos velas, ya que ambas cosas tienen el mismo nombre en
arameo. El marido se puso furioso y le dijo: "Ve y rómpelas Beroshó Shel Baba". Se refería
a la cabecera de la puerta, que es el significado de la palabra Baba en arameo. La mujer,
con toda inocencia, entendió que debía romperlas en la cabeza de Baba Ben Butá, que era el
Sadik de esa generación que estaba sentado a la puerta del Bet Din. La mujer fue y cumplió
lo que ella creyó que era la orden de su marido. El Rab, después de recibir el golpe, le
preguntó por qué había hecho esto. Ella le respondió con sencillez: "Mi marido me ordenó",
a lo que el Rab le dijo: "Tú hiciste la voluntad de tu marido, que Di-s te dé dos hijos como
Baba Ben Butá" (como él mismo).
A pesar de que la actitud de la mujer fue grave al pegarle al Rab, como su intención era la
de hacer caso a la voluntad de su esposo, y su inocencia no le permitió detenerse a pensar si
era correcto lo que hacía o no, tuvo el mérito de tener dos hijos Sadikim. Podemos deducir
de este hecho, la gran recompensa que aguarda a la mujer que hace la voluntad de su
marido tratándose de actos correctos y positivos. Seguramente que sus hijos serán
bendecidos por Di-s.
PERASHA KI TABO:
La Guemará en Berajot 28 comenta que, cuando se enfermó Ribí Eliezer, sus alumnos
fueron a visitarlo y le pidieron que les enseñara cuál es el camino de la vida para adquirir el
mundo venidero. Ribí Eliezer les contestó: "Cuiden el respeto de vuestros compañeros". El
Rab Iejeskel Levinstein Z"L, Mashguiaj de la Ieshibá de Ponevich, preguntó: "¿Acaso los
alumnos de Ribí Eliezer no sabían este concepto? ¡El más pequeño de ellos podía revivir
muertos y conocía todos los detalles de la Tora! ¿Qué secreto hay detrás de este consejo?".
El Rab Levinstein respondió: "Sabía Ribí Eliezer cómo es la naturaleza del ser humano:
sólo piensa en sí mismo, más allá de la inteligencia que posea. Si no presta una atención
especial al respeto hacia el prójimo, terminará despreciándolo. Por eso su advertencia".
Ahora podemos entender el Maasé que comenta el Ierushalmi Demai Perek 1: "Ribí Pinjas
Ben Iair iba con sus alumnos a estudiar a la Ieshibá y debían pasar por un puente que
cruzaba a un río. Como las aguas habían crecido e inundado el puente, Ribí Pinjas le habló
a la corriente de agua y le dijo: "¿Acaso quieres privarnos de estudiar Tora?". En ese
instante, las aguas volvieron a su cauce normal. Los alumnos tenían miedo de cruzar el
puente, porque temían que las aguas volvieran a crecer. Ribí Pinjas les dijo: "aquel que sabe
que nunca despreció a su compañero que cruce. De lo contrario que no lo haga, ya que es
probable que se ahogue en las aguas".
La verdadera prueba del ser humano consiste en respetar al prójimo como realmente
corresponde. Se debe empezar por respetar a quienes se encuentran en el propio hogar. No
se debe actuar como aquellos que poseen dos personalidades: desde el umbral hacia afuera
tratan bien a todo el mundo, pero en su casa siempre están furiosos y malhumorados.
Si cerramos los ojos y no observamos las virtudes del otro, nunca llegaremos a dar la honra
que la Tora reclama para todo lehudi. Sólo si nos detenemos a analizar y valorar las
virtudes de quienes se encuentran a nuestro alrededor, alcanzaremos el verdadero respeto
hacia el prójimo. Será un respeto sincero, por convencimiento y desde el fondo del corazón.
Hashem creó a la mujer con una naturaleza implícita en ella: necesita que su marido la
dirija y estar subyugada a él. Pero solo exige algo elemental: debe ser realizado con honra y
respeto. ¿Por qué cuando Hashem creó al hombre y a la mujer no lo hizo en forma similar a
las demás criaturas? El Rabad Z"L (Ribí Abraham ben David, Sabio contemporáneo del
Rambam) da su explicación al respecto: los animales no están unidos de por vida uno al
otro, la hembra no acepta órdenes del macho y, por ende, no se dedica a atenderlo. Por eso,
fueron creados desde el principio en dos cuerpos independientes uno del otro. La creación
del ser humano fue distinta. La mujer fue creada de la costilla del hombre, para que él la
considere por siempre como parte de sí mismo. Precisamente, su nombre "Ishá" significa
"porque del 'Ish' (hombre) fue extraída" (Bereshit 2).
Los Sabios comparan al novio en su primera semana de casamiento con un rey. Podríamos
preguntar: ¿por qué no comparan a la novia con la reina? Lo que sucede es que si ella será o
no una reina dependerá exclusivamente de su propio comportamiento. Si lo trata como a un
rey, su marido la honrará y la atenderá como a una reina. Pero ella por sí misma no recibe
ese título, ya que es un miembro más del cuerpo de su esposo.
Así está escrito en el Midrash sobre aquella mujer correcta que aconsejó a su hija en las
puertas de su casamiento de la siguiente manera: "Párate delante de él como lo harías
delante de un rey y sírvelo. De esta manera, él será tu sirviente y te honrará como a una
gran mujer. Pero si te enalteces sobre él, serás despreciada y te tratará como a una
sirvienta". El hombre debe honrar y enaltecer a su esposa, pero ella no debe buscar ese
respeto por sus propios medios, sino que lo obtendrá sólo con el buen trato y atención a su
esposo.
El Maguid Midubna comenta la siguiente parábola: "Un millonario que había quedado
viudo, decidió casarse con una de sus sirvientas. Para que ella no se sintiera con orgullo por
su nueva situación, le dijo: 'debes saber que hasta ahora has sido una de mis sirvientas. A
partir de este instante, asumes una enorme responsabilidad. Las otras sirvientas sólo son
responsables por los trabajos que les tocan a cada una de ellas: la comida, la limpieza, etc.
Pero tú eres responsable de supervisar absolutamente todo. Cualquier error de alguna de
ellas, será responsabilidad tuya. Si preguntaras: ¿por qué debo asumir la culpa de los
errores que ellas cometan? La respuesta es que yo te enalteceré a ti delante de todos, pero
en el momento en que te sientas con orgullo y te creas dueña de todo, cambiaré tu vanidad
por el desprecio". Precisamente ése fue el consejo de esa sabía madre a su hija: no creerse
superior a su marido. De esa manera, siempre lo tendrá a sus pies.
El Talmud Ierushalmi Sota, capítulo 1, comenta el siguiente Maasé: Ribí Meir
acostumbraba a dar una disertación en su Bet Hakeneset los viernes por la noche. En cierta
oportunidad, el Rab prolongó su disertación y una mujer que había concurrido a escucharlo
regresó muy tarde a su casa cuando la vela de Shabat ya se había apagado. El marido
enfurecido la expulsó del hogar y le prohibió la entrada al lugar hasta que no salivara a Ribí
Meir en su cara. Cuando el Rab supo lo sucedido, aparentó que su ojo le molestaba y pidió
al público si había alguna mujer que supiera curarlo. Las vecinas le dijeron a la pobre
mujer: "¡Es tu oportunidad!". Ella fue con mucho temor, y ante la pregunta del Rab sobre si
sabía curarlo, respondió con inocencia que no sabía hacerlo. Ribí Meir le dijo: "Entonces
saliva en mi ojo siete veces y con eso me curaré". Cuando terminó, le dijo el Rab: "Ve y
dile a tu esposo que hiciste lo que él te había pedido no sólo una vez, sino siete veces". Los
alumnos del Rab sorprendidos le preguntaron: "Ribí, ¿así se desprecia la Tora?, ¡nosotros
hubiésemos golpeado a ese perverso hasta que se arreglara con su mujer!". El Rab contestó:
"¿Acaso la honra de Meir es mayor que la honra de Di-s?, ¡si el nombre sagrado del
Creador se borra en las aguas para traer la paz entre marido y mujer (en caso de la mujer
Sota), la honra de Meir no será mayor!".
El Rab Eliahu Lapian Z"L explica que ni siquiera la honra de la Tora debe ser tenida en
cuenta si se trata del Shalom entre una pareja, como observamos en el comportamiento de
Ribí Meir. Si analizamos más profundamente, nos daremos cuenta de que, cuando la Tora
permite que el nombre de Di-s se borre en las aguas, se trata de un caso en el que, si bien la
mujer no llega a cometer infidelidad, se reúne a solas con un hombre al que su marido le
había prohibido hacerlo. No se trata de una mujer correcta y temerosa de Di-s. Sin
embargo, con tal de que el Shalom reine en ese hogar, el Creador prefirió que Su nombre se
borrara en las aguas.
Imitemos nosotros el camino de Di-s, como está escrito en Debarim 28: "Te encaminarás en
Su senda". Dejemos de lado nuestra honra personal, sobre todo cuando se trata de temas
insignificantes que hacen peligrar la paz de nuestro hogar. Sepamos perdonar para que Di-s
nos perdone a nosotros.
PERASHA NISABIM:
"Aprender a hablar"
"La muerte y la vida en manos de la boca" (Mishlé 18) nos enseña el rey Shelomo, ya que
ella es la que determinará si el matrimonio es una unión digna de vivir por ella o si la
muerte es preferible a la vida de casados. En la mayoría de los casos, no se piensa antes de
hablar. Esto ocasiona dificultades, al quedar atada la persona a lo que salió de su boca, ya
que la palabra es como una flecha: es nuestra mientras no la lancemos, después ya está
fuera de nuestro alcance. Más aún, nos convertimos en sus esclavos, puesto que muchas
veces intentamos defender posiciones que sabemos que no son correctas, pero lo hacemos
sólo por el hecho de que ya lo dijimos y nos cuesta reconocer nuestro error.
El Gaón de Vilna solía decir que todos los preceptos que se cumplen no alcanzan en la
mayoría de los casos a cubrir todos los pecados que se cometen con la boca: hablar mal del
prójimo, insultar, ofender, discutir, etc. Esto no significa que no se pueda mantener una
posición. Todo lo contrario, la Tora no pretende que el ser humano sea un trapo que es
llevado de un lugar a otro. El problema consiste en cómo se mantiene esa posición, con
altura y dignidad respetando al otro o por el contrario, perdiendo los estribos y la calma.
La Mishná en Pirke Abot 1 nos dice: "No aumentes conversación con tu mujer, y con más
razón con la mujer del prójimo". La mujer debe cuidarse de hablar cosas innecesarias
tanto sea con vecinos o con personas que concurren a su casa por distintos motivos propios
del hogar. Debe tratar de disminuir su conversación al mínimo posible. Por supuesto que
también el hombre debe cuidarse en su trabajo de no hablar con mujeres cuando no es
imperioso por su profesión. En caso de no ser necesario, deberá hablar sólo lo
indispensable.
El Talmud en Erubín 53 cuenta que Ribí losé Hagalilí iba en el camino y se encontró con
Beruria, la esposa de Ribí Meir y le preguntó: "¿Por qué camino se va a Lud?", recibiendo
como respuesta de Beruria: "¡No dijeron los Jajamim 'No aumentes conversación con la
mujer!' ¡Deberías haber dicho: '¿Por cuál a Lud?".
Veamos a partir de este suceso cuánto hay que cuidarse de no hablar palabras de más con la
mujer, ya que Beruria consideró necesario corregir a Ribí losé Hagalilí por dos palabras que
dijo de más, a pesar de la grandeza y la pureza del Rab.
Corresponde recordar que la persona no debe alabar a su esposa delante de sus amigos, ya
que esto trae envidia y celos. Tampoco se debe menospreciar a la esposa del compañero
delante de él, ya que esto trae odio y separación con el amigo y entre la propia pareja. Por
el contrario, si escucha que su amigo se queja del comportamiento de su mujer, debe buscar
elementos que la justifiquen para sacar así el odio de su esposo y encontrar el Shalom de
ese hogar.
Preguntaron en una oportunidad: ¿por qué decimos entre las Berajot del casamiento: "Que
sean alegres como cuando el Creador los alegró en el Gan Edén Mikedem"? ¿Acaso tanta
felicidad había entre Adán y Java? ¡Sí, esa es la respuesta! Bendecimos a la nueva pareja
diciéndole: Así como Adam Harishon estaba contento con su mujer, y no tenía los ojos en
otra, ya que Java era la única mujer del mundo, les deseamos al novio y a la novia que cada
uno vea y considere al otro como si fueran únicos en el mundo.
¿Cómo actúa una mujer cuyo marido le hace un obsequio en su aniversario de casados? La
mujer necia le contesta: "por lo menos te acordaste". Otra esposa más inteligente le dice:
"¡gracias!", "¡qué lindo!"; en cambio, la mujer sabia llega al corazón de su esposo diciendo:
"¿cómo sabías que era eso lo que esperaba?". Así se une la pareja creciendo el amor entre
ellos.
Muchas mujeres no saben recibir a sus maridos que regresan a la casa después de un día
agotador con problemas en el trabajo y con el tránsito atascado hasta llegar al hogar.
Apenas entran los hombres, escuchan todas las dificultades del día: los chicos se pelearon,
la mucama no vino, se tapó la pileta, se descompuso el lavarropas, etc., y el pobre marido
que pensó encontrar la tranquilidad al llegar a su casa, lamenta no haberse quedado en su
trabajo haciendo horas extras. ¡Qué distinto sería si la mujer lo recibiera con una sonrisa, lo
dejara descansar un poco, le sirviera un plato de comida y después sí le planteara las
situaciones que le tocaron vivir! Seguro que encontrará una palabra de comprensión, de
apoyo o de solución al problema que existió.
Tampoco se debe intentar hablar con el otro cuando éste recién se levanta de dormir. Es
normal que el ser humano en ese momento no tenga la serenidad necesaria para responder
adecuadamente. En casos particulares, deberá tomar un café para poder tranquilizarse antes
de hablar.
Hay una diferencia básica entre el hombre y la mujer respecto a la necesidad de hablar.
Mientras que el hombre utiliza a la conversación como un medio para unirse -por ejemplo a
un compañero- para la mujer es necesario tener -en el mismo caso-una amiga para poder
hablar. O sea, el hombre habla para conseguir lo que necesita, mientras que para la mujer
hablar es el propio objetivo. Es normal escuchar que la esposa le dice, por ejemplo, a su
marido: "¿Por qué no hablas conmigo?", el hombre responde: "¿Cómo dices que no hablo?.
¿Acaso no te pregunté recién si llevaste al niño al dentista y dónde estaban mis sandalias?".
La mujer, desilusionada le responde: "Tú mismo has dicho que no hablas conmigo, sólo lo
haces cuando necesitas algo". Quizás Di-s puso eri la mujer esa inclinación a hablar, ya que
es la que está en contacto con sus hijos y para ellos es fundamental la conversación con su
madre para poder desarrollarse. Pero no es suficiente para ella mantener un diálogo con su
esposo, sino que necesita que él la escuche interesado, ya que para ella conversar forma
parte de su propio ser.
El Talmud comenta en Kidushim 49: "diez medidas de conversación cayeron al mundo,
nueve de ellas fueron llevadas por las mujeres". Con esta frase, los Jajamim nos dan a
conocer una característica natural de la mujer: su necesidad de hablar. Resulta muy difícil
para ella guardar cosas en su interior. No nos referimos solamente a preocupaciones o a
dificultades que se les presenten en la vida, ya que ésa es una característica natural también
del hombre, como bien lo menciona el rey Shelomo en Mishle 12: "si existe preocupación
en el corazón del hombre, que la comente". Una de las explicaciones del Talmud (loma 75)
es precisamente que al descargar el problema en otra persona, la presión disminuye. En el
caso de la mujer, ella necesita contar a su marido absolutamente todo, sus experiencias del
día, sus ilusiones y todo lo que si bien para el marido puede ser intrascendente, para ella
forma parte esencial de su vida.
El Jazón Ish explica que la Mishná de Pirke Abot 1 que dice: "No aumentes conversación
con tu mujer", se refiere a las situaciones que no son necesarias de ser habladas por la
pareja. Tampoco se refiere a las conversaciones que se desarrollan en el primer año del
matrimonio, ya que es fundamental en esa etapa que la mujer comprenda que su marido la
ama y está pendiente de ella. El Jazón Ish comenta que como normalmente el hombre no
logra ese objetivo en el primer año, esa obligación le queda latente para toda la vida.
De acuerdo con el concepto de nuestros Sabios, todo el que espera recibir del otro algo que
le corresponde y éste no se lo brinda, es considerado no sólo como una falta de un favor
que se podía haber hecho, sino como un acto de robo. La naturaleza de la mujer, por sobre
todo en su primer año de matrimonio, es que necesita palabras de acercamiento y cariño por
parte de su esposo, para construir así la base de la armonía del hogar. Por eso, no se
aceptan los argumentos de algunos hombres: "¡Soy así!". "¡Soy de poco hablar!", ya que no
se trata de brindar un placer o lujo determinado, sino de algo básico y elemental para ella,
que no puede suplantar por ninguna otra cosa, ni siquiera por otra conversación con su
madre, amiga o vecina. No seamos extremistas en deducir de esto, que se debe hablar con
la esposa en todo momento y situación, sino que lo lógico es encontrar el equilibrio
necesario existente en todas las obligaciones del matrimonio. La mujer que argumenta que
su marido no habla con ella, debe analizar si no será ella la culpable de lo que sucede.
Quizás sus acotaciones o consejos cuando su esposo comienza a hablar: "debes actuar de
esta forma"; "¡yo hubiese contestado así!", le quitan a él las motivaciones para entablar una
conversación. Quizás sus críticas, sus correcciones a la forma en que su marido se expresa,
sus gestos, su mala cara, su manera de ver todo negativamente, su actitud nerviosa o el
levantar la voz hacen que el esposo prefiera el silencio antes que escuchar los gritos de su
mujer.
Es muy importante también, no sólo intentar llevar una conversación coherente, sino la
manera en que ésta se desarrolla. Estar uno frente al otro y mirarse a los ojos facilita el
diálogo mutuo, no hacer otras cosas en el momento de la conversación, escuchar con
atención las palabras del otro para facilitarle así que pueda expresar lo que tiene en su
corazón, hablar en un tono mediano, ni elevado que ocasione tensión, ni tan bajo que
dificulte la concentración, decir conceptos concretos y no cortados o por la mitad, son
algunos de los consejos que nuestros Jajamim nos dan para poder unir a la pareja cada vez
más, por medio de una adecuada comunicación.
Se debe fijar un tiempo diario inamovible de entre veinte a treinta minutos como mínimo,
preferentemente en el momento que los niños duermen. Incluso es preferible no atender el
teléfono para no interrumpir. Si es posible, acompañarlo con algo para comer o beber a fin
de crear un ambiente más cálido y poder desarrollar así una conversación más amena sobre
todo lo sucedido en el día.
Lamentablemente, se ha perdido la conciencia del daño que nuestras expresiones pueden
hacer. Seguramente que la influencia de los diarios y televisión, con ejemplos continuos de
ofensas y desprecio al prójimo, han hecho que no nos demos cuenta y nos parezca normal
expresarnos con frases que para la visión de la Tora son prohibidas terminantemente.
Terminemos este comentario con el ejemplo de una mujer que nos enseña cómo debemos
hablar. El Talmud cuenta sobre Rajel, la hija de un millonario llamado Kalba Sabua, que
decidió casarse con el pastor de las ovejas de su padre, llamado Akiba, a pesar de que tenía
cuarenta años y aún no sabía nada de Tora. Ella vio en él condiciones para aprender y llegar
a ser un gran Sabio de Israel. Su padre no pudo comprender el comportamiento de su hija
que tenía tantos pretendientes mucho mejor preparados y la desheredó. Luego del
casamiento y al llegar el momento en que Akiba debía aprender Tora, éste se negó ya que le
daba vergüenza a su edad compartir un aula con chicos de cinco o seis años que aprendían
el abecedario que él tampoco conocía. Rajel, con su inteligencia, no lo atacó ni le recordó
que ésa había sido la condición del casamiento, sino que tomó un burro que tenía una
hendidura en escapar.
De este Maasé, debemos aprender esta base fundamental que debe ser la guía de cualquier
matrimonio. Cada uno escucha lo que quiere escuchar, observa sólo lo que le conviene, está
sobornado por su propio interés y pensamiento. Por lo tanto, en cualquier discusión que se
presente su visión es parcial y está apoyada en su egoísmo y conveniencia. Aprendamos a
analizar con objetividad y sinceridad cualquier situación que se presente. Si no se
comparten las ideas y se discute, es porque hay una posibilidad de error de cualquiera de las
dos partes. Si se tratara de algo que no entra en discusión no estaríamos ni siquiera
hablando. Entonces corresponde que cada uno se pregunte: "¿No seré yo el que se
equivoca? ¿No estaré sobornado por mi propia conveniencia?".
Nuestros Jajamim nos enseñan que no existe la persona que siempre tenga razón ni
tampoco quien siempre se equivoque. Hay situaciones -por ejemplo- en las que el marido se
queja: "Mi señora me pide lo que no puedo darle, malgasta el dinero, no atiende a las visitas
como corresponde, pierde el tiempo con el teléfono o con las vecinas, me acusa de cosas
que no son reales, enfrenta a mis hijos conmigo, etc., etc.".
Cuántos argumentos muchas veces -lamentablemente- se escuchan. ¿Cuál debe ser el
comportamiento en cualquiera de estos casos? La base de la inteligencia y el principio del
Shalom es saber escuchar: "¿Qué sucede que todos están en mi contra?, ¿No seré yo el
culpable de lo que pasa?". Ésa es la actitud, adecuada, incluso que se trate del marido más
sabio del mundo. El propio rey David en el Tehilim 92, nos enseña: "Cuando mis enemigos
se levantan sobre mí, mis oídos escuchan". O sea, que por más que sean mis enemigos, es
imposible que entre las acusaciones que me formulan no exista algo de verdad que debe ser
escuchado y analizado. Con más razón, en el caso de la esposa y de los hijos -el propio
cuerpo del hombre- ¿acaso es posible que toda la verdad se encuentre de un sólo lado?
¿Acaso no corresponde escuchar con atención los argumentos?
Por supuesto, no alcanza con escuchar. Quien no quiere reconocer la verdad y decir: "Es
cierto, me equivoqué", no le servirá para nada escuchar. Quien crea que reconocer la verdad
es desvalorizarse frente al otro se confunde, porque no existe mayor honra y respeto que la
que se otorga al que reconoce sus fallas. ¿Por qué cuesta tanto reconocer los errores? La
respuesta es simple: es mucho más sencillo mantener la posición equivocada, porque lo
contrario nos obliga a modificar actitudes y comportamientos y creemos que no tenemos la
fuerza para hacerlo.
Todos los días en la Tefilá decimos: "Que siempre sea la persona temerosa de Di-s tanto en
público como en privado y que reconozca la verdad", igualando así estas dos virtudes
fundamentales de nuestra vida.
Es normal equivocarse, pero lo peor que puede pasar es no saber reconocer el error y
persistir en una actitud necia de defender lo indefendible con tal de no dar un paso atrás.
Por eso es que recordamos en la Tefilá de la mañana esta base fundamental para que nos
oriente en todas las situaciones de la vida.
Tropezamos frecuentemente con peleas acompañadas de Lashon Hará, chismes, mentiras,
ofensas, insultos, odio, rencor y todas las malas cualidades sobre las que nuestros Jajamim
nos previenen. Es muy posible encontrar que el fuego que alimenta esa discusión está
encendido con una sola brasa muy sencilla: que alguien no quiere reconocer la verdad.
Que el Todopoderoso nos haga reflexionar sobre este error tan grave que destruye hogares
y Kehilot, sólo por querer escuchar lo que nos conviene y por no saber reconocer la verdad.
PERASHA HAAZINU:
"Ejemplos de la vida diaria"
Muchos hogares se destruyen con el argumento de alguna de las partes que dice: "No soy
feliz. Los problemas económicos no me permiten vivir con alegría y destruyen mi
matrimonio". Intentemos analizar brevemente qué es la felicidad.
La humanidad entera corre en busca de la felicidad. Sin embargo, y a pesar de los adelantos
tecnológicos que constantemente mejoran la calidad de vida, el mundo es cada vez más
infeliz. Nuestras abuelas que no disponían de microondas o lavarropas automáticos, por
mencionar solo algunas de las comodidades que hoy existen, eran mucho más felices que
las amas de casa que disponen de todo el progreso actual, además de tener quizás dos o tres
mucamas que les realizan las tareas del hogar y en algunos casos -lamentablemente-
también educan a sus hijos.
El Talmud en Sanhedrin 98 nos da la clave del tema, cuando comenta que Ribí Iehoshua
ben Levy se encontró con Eliahu Hanabi en la puerta de la cueva en donde está sepultado
Ribí Shimhon ben Iojai y le preguntó: "¿Cuándo vendrá el Mashiaj?". Eliahu Hanabi le
respondió que fuera él mismo a preguntarle a las puertas de Roma en qué lugar lo
encontraría. Lo podría identificar entre unos pobres que soportan sufrimientos y tienen el
cuerpo lleno de vendas con las que cubren sus heridas. El Mashiaj se diferencia del resto en
que cambia las vendas de a una por vez, ya que en cualquier momento puede ser llamado
por Di-s para traer la Redención al mundo y en ese caso no desea demorarse ni siquiera un
instante de más. Ribí Iehoshua ben Levy lo encontró y le preguntó cuándo vendría. El
Mashiaj le contestó: "hoy", luego de haberlo saludado diciéndole: "Shalom para ti, hijo de
Levy". Cuando Ribí Iehoshua regresó a lo de Eliahu Hanabi, éste le dijo que le había
asegurado el Olam Haba para él y para su padre por la manera en que lo había saludado.
Para que Ribí Iehoshua ben Levy no pensara que el Mashiaj lo había engañado al decirle
que iría en ese día, Eliahu Hanabi le explicó que el sentido de esa respuesta era lo que el rey
David dijo en el Tehilim 95: "Hoy, si Mi voz escucharán".
Más allá de intentar analizar este suceso que narra el Talmud, podríamos preguntarnos:
¿por qué el Mashiaj no trae aún la Redención al mundo? ¿No podría aguardar en un lugar
geográfico más apropiado tal como el propio Ierushalaim por ejemplo? El Maharal de
Praga explica que "las puertas" reflejan el final, el extremo de la ciudad. Roma, por su
parte, es el símbolo del materialismo a lo largo de todo el Talmud, es el centro del egoísmo
y orgullo, es la que lleva la bandera de la búsqueda de los placeres contrarios a lo espiritual.
Allí, en el final del materialismo se encuentra el Mashiaj. Cuando el mundo llegue al
extremo y comprenda que esas bases materiales lo llevan a su entera destrucción, ahí
vendrá el Mashiaj. No estamos lejos, basta observar lo que hoy sucede en la vida.
¿Cómo hará el Mashiaj para traer la Redención? Lo podemos deducir de lo que comenta el
Talmud en esa misma sección al recordar el versículo de Zejaría 9: "será (el Mashiaj) un
pobre montado sobre un burro". ¿Por qué un pobre? ¿No sería mejor que se presentara en
un tanque de guerra moderno o en un avión supersónico o quizás en una nave espacial? El
significado es mucho más profundo. El término "Aní" que normalmente significa "pobre",
en este caso no debe ser interpretado en forma literal, sino por la raíz "Anavá" de la que
proviene, que significa "humildad". El rasgo que por excelencia destacará al Mashiaj será
su sencillez y modestia. En forma similar el término "Jamor" (burro), proviene de la raíz
"Jomer" (materialismo), ya que el Mashiaj vendrá "montado sobre un burro", o sea que
estará por encima de lo material, porque tendrá un dominio absoluto sobre las necesidades
del cuerpo humano. El Mashiaj enseñará a la clase humana a sobreponerse al materialismo,
a que el cuerpo sirva al espíritu por el propio beneficio de la persona. Como escribe el
Rambam en la carta de Musar a su hijo: "el mundo se compara a una persona que se
encuentra sentada al lado de un horno en un día de pleno invierno. Si se sienta sobre el
horno se quemará, si se aleja demasiado no tendrá provecho del calor. Sólo estar a una
distancia media le provocará la mejor satisfacción". Ese equilibrio maravilloso es la base de
los preceptos de la Tora. Quien se conduce con ellos encontrará la felicidad en la vida, será
dichoso en este mundo y disfrutará en el venidero.
Una de las bases no sólo del matrimonio sino también de la vida es sentirse satisfecho
internamente consigo mismo. La pregunta clave es cómo alcanzar esa categoría. Los
placeres mundanos no otorgan el sentimiento al que nos referimos. Por el contrario, son la
fuente de un deseo mayor aún que nunca concluirá. El Gaón de Vilna lo compara con una
persona que decide saciar su sed bebiendo agua salada. Por un instante, le parece que está
satisfecho, pero inmediatamente se dará cuenta de que está más sediento aún.
Si creemos que se trata de una novedad de nuestra época, veamos lo que escribió el rey
Shelomo al comienzo de su libro Kohelet en el que resumió su experiencia de la vida:
"¿Qué beneficio obtiene el hombre de toda su labor bajo el sol? Todas las cosas agotan a la
persona (y no las alcanza), no se satisface el ojo con ver y no se llena el oído de escuchar.
Yo, Kohelet, he sido rey sobre Israel en Ierushalaim. Dediqué mi corazón a buscar y a
averiguar por medio de la sabiduría lo concerniente a todas las cosas que se hacen bajo el
cielo... He visto todas las obras que se hacen bajo el sol y he aquí que todo es vanidad y
destroza el espíritu" (Kohelet 1).
El rey Shelomo continúa a lo largo de doce capítulos analizando la vida humana en todos
sus aspectos: obtención de bienes materiales, placeres y deleites de la vida. Su conclusión la
adelantó al principio del libro: "Vanidad de vanidades, dijo Kohelet, vanidad de vanidades,
todo es vano". Lo único valedero en la vida es la frase con la que concluye su libro: "Teme
a Di-s y cumple Sus mandamientos, porque en eso está el hombre íntegro" (Kohelet 12).
Por lo tanto, podemos observar que el mundo es el mismo desde siempre: "No hay nada
nuevo bajo el sol". Los errores de toda la historia se reiteran en nuestros días, quizás en una
forma más sofisticada o desarrollada, pero con la misma raíz equivocada de siempre: creer
que los placeres y lo material llenarán el deseo del corazón. ¿Cómo alcanzar la satisfacción
verdadera? El mismo rey Shelomo en Mishlé 12 nos responde: "El hombre bueno obtiene el
favor del Eterno". Existe un deseo interno en toda persona de ser bondadosa. ¡Qué
satisfacción recibe en su corazón alguien que hizo un acto de ayuda al prójimo o luego de
haber alegrado a un necesitado! Brindar y dar al otro es la base de la vida y del matrimonio.
Ser bondadoso, abrir los tesoros que se encuentran en nuestros corazones. Seremos así los
primeros beneficiados al encontrar la verdadera satisfacción de la vida.
GLOSARIO
Nerot: Velas.
Olam Haba: El mundo venidero.
Sablanut: Paciencia.
Sadik-Sadikim: Recto, íntegro, justo.
Sandak: Persona que sostiene al bebé en el
Berit Milá.
Sedaká: Caridad.
Shamaim: Cielo.
Sheba Berajot: Celebración para los novios los primeros siete días del
matrimonio.
Shejiná: La presencia Divina.
Simjá: Alegría.
Tahará: Pureza.
Taharat Hamishpajá: La pureza de la familia.
Talmid Jajam: Sabio rabínico.
Talmud: Explicación de la Tora.
Tebilá: Baño ritual.
Tefila-Tefílot: Oración.
Tefilin: Filacterias.
Teshubá: Retornar al cumplimiento de los preceptos.
Zejut: Mérito.
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*****************************
Tefilá para el novio en el dia del casamiento (para ser dicha antes de ir
alMikve).
Señor del Mundo, me presento delante de Ti con mucha alegría para agradecerte por
haberme dado la vida, mantenerme, hacerme llegar a este momento y por haberme dado el
mérito de poder casarme para poder cumplir con la Mizvá de tener hijos. Se regocija mi
corazón de alegría al hacernos saber por tus subditos los Sabios de Israel que a quien se
casa se le perdonan sus pecados. He aquí que yo me arrepiento completamente por todo lo
que hice en contra de Tu Voluntad y por todo lo que me privé de servirte. Quiero con el
corazón íntegro y el alma ansiosa regresar en Teshubá completa delante de Ti y servirte de
verdad por siempre todos los días como realmente corresponde. He aquí que concurro a
hacer Tebilá en el Mikve en nombre de la Teshubá y para adquirir santidad y pureza para
servir a Mi Creador con Kedushá y Tahará.
Que sea Tu Voluntad, Hashem nuestro y de nuestros Patriarcas, que te apiades de mí y que
me consideres como si hubiese realizado todo lo que debía hacer con los pensamientos
correctos. Y que así como purifico mi cuerpo material, así purifica mi alma y espíritu de
toda impureza provocada por los pecados: "Lávame enteramente de mi iniquidad y
límpiame de mi pecado". Envía Tu Influencia Sagrada y Pura sobre mi alma y espíritu, para
servirte íntegramente como corresponde: "Dame un corazón puro Hashem y un espíritu
correcto renueva dentro de mí. Restaúrame la dicha de Tu Salvación y que un espíritu
bondadoso me sostenga". He aquí estoy dispuesto a casarme por Jupa y Kidushin con siete
bendiciones de acuerdo a la ley de Moshe e Israel, para hacer la voluntad de nuestro
Creador y para hacer los Tikunim correspondientes en los lugares Celestiales. "Que la
gracia de Hashem pose sobre nosotros y que nuestros actos sean aprobados por Ti".
Que sea Tu Voluntad, Hashem nuestro y de nuestros Patriarcas, que hagas de la mujer que
vendrá a mi casa como a Rajel y a Lea, que sea mi esposa con buena suerte y destino por
muchos días y años de vida. Que juntos nos alegremos con hijos e hijas y todo Tu Bienestar
para servirte y temerte. Apura nuestra Redención y construye nuestro Bet Hamikdash con
esplendor: "Entonces se llenará nuestra boca con risa y nuestra lengua con cánticos". "Aún
se ha de escuchar en las ciudades de Iehuda y en las afueras de Ierushalaim, la voz del
regocijo y la voz de la alegría, la voz del novio y la voz de la novia". Hashem que eres
Piadoso, apiádate de nosotros, alegra nuestra alma con Tu Salvación y purifica nuestro
corazón para servirte con la verdad. Alegra a los novios que se aman, hazlo por Tu Gran
Piedad y por nuestros Sagrados Patriarcas: Abraham, Izjak y Iaacob, por Moshe y Aharon,
Iosef y David y por todos los Sadikim que el mérito de ellos nos proteja. Hazlo por Tu
Honra y no por nosotros.
"Que sean aceptados por Tu Voluntad los dichos de mi boca y el pensamiento de mi
corazón, Hashem mi Protector y mi Salvador.
Tefilá para la novia en el dia del casamiento (para ser dicha antes de ir al
Mikve).
No ocultes Tu Rostro de mí, encuéntrate cercano a mi clamor, antes que te llame Tú me
contestarás, hablaré y Tú me escucharás, como está escrito: "Y será que antes que me
llamen, Yo les contestaré, hablarán y Yo los escucharé", porque Tú eres Hashem que
contesta en el momento de apremio y que escuchas la Tefilá de toda boca.
Hashem que haces habitar en un mismo hogar a quienes estaban solos. "Y dijo Hashem:
Hagamos un hombre a Nuestra imagen y semejanza... Y creó Hashem al hombre a Su
imagen... Y construyó Hashem a la mujer de la costilla del hombre y la trajo al hombre... Y
los bendijo a ellos Hashem y les dijo: Multiplicaos, aumentaos y llenad la tierra".
Tú eres Hashem Grande, Fuerte y Temible, Tú hiciste el cielo y la tierra, Tú creaste a Adam
e insuflaste en él alma y espíritu. Creaste al hombre y a la mujer y grabaste en ellos Tu
Nombre Sagrado, "Iod" en el hombre y "He" en la mujer, para enseñarles que en caso de
tener mérito la Shejiná se posará en ellos. Por eso, yo como mujer me encuentro frente a Ti
Hashem, para ingresar a la Jupa con mi novio de acuerdo a la ley de Moshe e Israel. He
aquí que rezo e imploro delante de Tu Trono Celestial, en el momento en que nos perdonas
a mí y a mi novio de todos nuestros pecados, transgresiones y culpas. Nuestros pecados se
perdonan por medio de la Teshubá, por medio de nuestros buenos actos y por la Jupa. Que
sea Tu Voluntad Hashem Nuestro, de posar Tu Divinidad entre nosotros y de introducir en
nuestro corazón un espíritu de pureza y santidad. Aleja de mí todo mal pensamiento. Danos
un alma pura y clara, que ninguno de nosotros ponga sus ojos en otra persona en el mundo,
sino que mis ojos estén puestos en mi marido y los de él en mí. Que sea para mis ojos como
si no existiera otra persona buena, bella y de gracia en el mundo como mi marido, como
está escrito: "Escucha hija, observa y presta atención, olvida tu pueblo y la casa de tu
padre". Y también está escrito: "es tu señor, postérnate hacia él". En forma similar, que sea
a los ojos de mi marido como si no existiera otra mujer bella, con gracia y correcta en el
mundo, como está escrito: "Eres más hermosa de los seres humanos y la gracia está en tus
labios". Y está escrito: "Por eso, abandona el hombre a su padre y a su madre y se une a su
mujer".
Que sea Tu Voluntad Hashem, que sea una unión de amor, hermandad, paz y
compañerismo. Una unión correcta de acuerdo a la Ley de Moshe, con temor a Hashem y a
cometer un pecado. Que sea una unión con hijos correctos, Sadikim, íntegra y recta, una
unión con bendición, como está escrito: "Hashem recuérdanos y bendice la casa de Israel".
Una unión en la que se cumpla: "Tu mujer será como una viña fructífera en los rincones de
tu casa, tus hijos serán como las plantas de olivo en derredor de tu mesa". Unión en la que
mi marido se alegrará conmigo más que cualquier otro bienestar del mundo, como está
escrito: "Casa y riqueza es herencia de los padres y de Hashem proviene la mujer
inteligente". Unión en la que nunca exista furia, enojo, rivalidad o envidia, sino amor,
hermandad, paz, compañerismo, humildad, sumisión y paciencia. Unión de amor, caridad,
beneficencia y para hacer el bien a todos. Unión con descendencia sana y buena, que no
exista en ella ni en ninguna impuresa.
"Que sean aceptados por Tu Voluntad los dichos de mi boca y el pensamiento de mi
corazón, Hashem mi Protector y mi Salvador.
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"Y la cuerda tres veces trenzada no rápidamente se rompe".
(Kokelet IV−12)
Las palabras "mi papá", "mi mamá", "mi marido", "mi señora" (sí, seño
río femenino), evocan sentimientos, vivencias y actitudes que constituyen
el sustrato de practicamente toda civilizaciónes que los nombres han edifi
cado en base a la famifia como célula social. Nuestra Tora, como pensami
ento de Di−s y plano del cosmos, irradia desde el comienzo del acto creativ
o ese espíritu de reverencia al matrimonio y por ende a la familia. Hoy,lue
go de milenios de historia tejida en base al vigor de la Familia, el mundo o
ccidental entra a un gris sigfo XXI que arrastra como un lastre los roles
matrimoniales y familiares. Despojados ya de todo juego y encanto.
El Señor Rabino Don Rafael Freue Shilita de OR TORÁH nos obsequia c
on una tercera entrega de su inspirada pluma sobre una revalorización de
l matrimonio y de la paz hogareña. Sus pakabras son un bálsamo que tien
e la sencillez de lo verdadero, urgente terapia para la precaria salud del a
ndamiaje matrimonial que sobrevive con los latidos de un ayer no lejano.
Ha aceptado el desafío de explicar lo que debía ser obvio, y es menester u
na generosa cuota de ayuda del Cielo para no fracasar al intentar forzar s
entimientos. Hay que saber explicar −y el ya legendario Rab Freue sabe ex
plicar− tañendo la cuerda más intima del alma judía de sus lectores. Y lo h
ace con éxito arrancando melódicas notas de decisión de lograr una mejor
pareja y un mejor hogar.
En nombre de toda fa Comunidad tenemos que agradecerfe una vez mas s
u sacrificada y tan exitosa gestiónpara fa efevación de tantas y tantas casa
s judias. Sin lugar a dudas, con su transparencia, sófidaje y entusiasta con
vicción, efRab Freue es nuestro providencial consejero para dtvoívernos e
sa íntima sensación de cáíido bienestar que nuestrospadres y abuelos goza
ban en el ámbito hogareño y que a nosotros, ajtesardc nuestra pretendida
sabiduría, nos cuesta tanto encontrar. Así he hojeado sus saqaces consejo
s, que pueden serefixir de vidapara tantasparejas desorientadas.
La cuerda trenzada tres veces no se romperá rápidamente. La fecunda ob
ra del Rab Rafael Freue, hoy ya en su tercer libro, no se romperá ni siqui
era con el paso del tiempo.