Cattaruzza 1916-1930
Cattaruzza 1916-1930
Cattaruzza 1916-1930
aproximadamente. Las distintas formaciones conservadoras provincia- Sin embargo, el mundo político argentino estaba más fragmentado
les consiguieron el 25 por ciento de los votos. El Partido Demócrata de lo que estos cuatro agrupamientos pueden sugerir. El radicalismo,
Progresista (PDP) —creado poco tiempo antes sobre la base de la Liga desde antes incluso de la elección de 1916, se encontraba dividido en
del Sur, fuerte en Santa Fe, como alternativa conservadora liberal- ron- algunas provincias, y luego de la llegada al gobierno, esas divisiones se
daba el 13 por ciento, mientras que el Partido Socialista lograba casi el multiplicarían notablemente: casi no hubo provincia en la que no se
9 por ciento. La victoria de la candidatura de Yrigoyen en el Colegio produjeran conflictos internos, algunos muy agudos. Se entiende la im-
Electoral estuvo en duda hasta que se confirmó que votarían por él los portancia de estas pujas porque, en los hechos, las provincias eran los
electores del radicalismo disidente de Santa Fe. escenarios donde las elecciones tenían lugar. Durante la primera presi-
dencia de Yrigoyen, las disidencias radicales no se articularon en un
movimiento de alcance nacional, ni respondieron a razones idénticas o
y 2A EZ oY oL e ey e 4 a perfiles ideológicos que pudicran ser reconocidos ceñ claridad; en
Mesa electoral en 1916 cambio, se trataba de peleas casi facciosas por el manejo de la adminis-
La sanción de las leyes electorales impulsadas por el presidente Sáenz tración o por el reconocimiento de los organismos del partido. Algunos
Peña, en 1912, inició el proceso que culminaría con el triunfo de la Unión intentos de las autoridades partidarias para lograr la reorganización fue-
Cívica Radical en las elecciones de 1916. Se eligieron en esa oportunidad ron infructuosos y, en las elecciones de 1922, dos agrupaciones radicales
los integrantes del Colegio Electoral que, finalmente, harían presidente a presentaron candidaturas diferenciadas a presidente: la UCR, cuyo can-
Hipólito Yrigoyen. didato fue Alvear, y la UCR Principista, que promovió la candidatura
del dirigente entrerriano Miguel Laurencena. El principismo criticaba
Ea el estilo que Yrigoyen imprimía a la dirección del radicalismo oficial.
Los grupos conservadores habían fracasado, como se indicó, en la
creación de una fuerza unificada de escala nacional que pudiera en-
frentar a la UCR en 1916, y en los años siguientes esa unidad tampoco
fue alcanzada, aunque se celebraron acuerdos electorales y se empren-
dieron acciones parlamentarias coordinadas. El PDP, a pesar de tener
expresiones en algunos otros distritos, era un partido cuya base electo-
ral estaba bien localizada en el sur santafecino.
Por su parte, el Partido Socialista (PS) tenía arraigo en la Capital Fe-
deral, donde logró competir con el radicalismo con cierto éxito; en el
resto del país, aunque el socialismo tenía locales, en ocasiones prensa,
militantes y candidatos, su poderío era escaso, con alguna excepción.
Poco tiempo luego del comienzo de la presidencia de Yrigoyen, la Re-
volución de Octubre llevó a los bolcheviques al poder y abrió la expe-
riencia de la Rusia soviética. La revolución, así como la guerra civil y la
intervención extranjera que se sucedieron luego de octubre, conmo-
vieron a todo el mundo político; en la Argentina, el PS —por cierto, el
más importante de América Latina- terminó dividiéndose como en
otros países. En principio, los disidentes (grupos más afines a la revo-
lución bolchevique) constituyeron el Partido Socialista Internaciona-
Archivo General de la Nación. 47 lista en 1918, uno de los núcleos del Partido Comunista que se fundó
dos años más tarde. Ya a fines de la década de 1920, el socialismo su-
= ad rO
frió una nueva escisión cuando varios dirigentes crearon el Partido Desde fines del siglo XIX, en particular luego del suicidio de Leandro
Socialista Independiente, que tuvo una vida relativamente efímera y es- N. Alem ocurrido en 1896, Yrigoyen había ganado un prestigio inigua-
tableció alianzas con sectores conservadores, hasta llegar a ubicar a al- lado por ningún otro dirigente radical. Todavía hoy sigue llamando la
gunos de sus hombres en importantes posiciones de gobierno en la dé- atención su tipo peculiar de conducción. Sin pronunciar grandes discur-
cada de 1930. sos, más proclive a la charla individual e íntima, críptico en sus escritos,
construyendo de sí mismo una imagen sobria y austera, alejado de cual-
quier ostentación, Yrigoyen fue objeto de devoción por parte de amplios
V E EZZ
Z M Mantaiao &l grupos populares. Al mismo tiempo, para él y también para muchos otros
El socialismo frente a la UCR dirigentes y activistas radicales, la UCR era algo más que un partido polí-
La Vanguardia, el diario del Partido Socialista, publicó el 12 de octubre tico. Según esta perspectiva, los partidos eran agrupaciones efímeras, que
de 1916, fecha de la asunción de Hipólito Yrigoyen, el siguiente análisis del sólo perseguian intereses sectoriales, parciales y, por eso mismo, mezqui-
hecho, que revela las dificultades que tenía el socialismo a la hora de nos. En cambio, el radicalismo era concebido como la expresión de la
caracterizar a la UCR, con la que además tuvo una fuerte competencia mismísima nación, de toda ella; los límites que los radicales atribuían a
electoral en la Capital: tal entidad tendían a aproximarla imaginariamente a otra, cuya evoca-
“Es indiscutible que el nuevo presidente representa la voluntad popular, ción tenía también enorme fuerza: el pueblo. Su programa de gobierno,
libremente manifestada, y que, por lo tanto, tiene un significado sostenían, era la propia Constitución Nacional. Marcelo T. de Alvear, un
democrático [...]. El pueblo trabajador sabe únicamente que en este día dirigente moderado, proclive a configurar la disputa política en términos
sube al poder un partido popular, pero de origen y carácter burgués, un menos absolutos, señalaría años más tarde, revelando lo extendido de es-
partido apoyado por grandes terratenientes y capitalistas, que ha tos supuestos que identificaban al radicalismo con la nación, que “ser ra-
contado desde su primera hora con el concurso de los militares de dical es ser dos veces argentino”. La certeza de constituir la “causa” de la
profesión y cuenta hoy con la simpatía, el aplauso y la adulación nación frente al “régimen” —ambas concebidas como entidades incompa-
interesada de los elementos clericales. Sabe sólo que comienza un tibles, excluyentes- era una pieza central de la identidad radical, que se
gobierno de clase, como todos los anteriores, para el cual primarán ponía en juego más allá de la coyuntura electoral.
siempre los intereses capitalistas sobre los derechos del proletariado.
[...] Para concluir con el régimen actual, o atenuar sus males y reducir
sus privilegios, no bastará con poner la primera magistratura en manos
de un ciudadano, sino que será preciso formar esa conciencia colectiva
que permite a los pueblos emanciparse a sí mismos —sin jefes, ni
caudillos, ni presidentes- por obra de la instrucción general y de la
educación cívica”. 47
y educación, eran quienes debían continuar en esa función. En torno a lado, debía someterse regularmente a elecciones; por otro, debía asumir
estas cuestiones, conviene tener en cuenta que el proceso de transforma- responsabilidades de gestión. El cuanto al primer punto, el desempeño
ción social evocado en el capítulo anterior —algunos de cuyos rasgos fuc- radical fue destacable, y la UCR amplió sustantivamente el número de
ron la urbanización, la aparición de nuevas formas del conflicto social, la sus representantes en la Cámara de Diputados. En 1917, había allí 45 re-
presencia de grandes masas inmigrantes- fue visto por muchos miembros presentantes radicales sobre un total de 114; en 1922, al asumir Marcelo
de las elites como un fenómeno peligroso, que contribuía a la altera- T. de Alvear la presidencia, los diputados radicales eran 101 sobre 150,
ción de un orden que apreciaban. Se sumaba al cuadro la imprevista de- aunque a poco de andar el bloque se partiría, augurando la división par-
rrota electoral de 1916, que ponía en manos nuevas la dirección de parte tidaria que tuvo lugar en 1924. En parte religión cívica forjada en los
de la administración nacional y algunas provinciales. años heroicos del siglo XIX y en parte máquina electoral afinada que en
Sin embargo, no debe suponerse que la llegada del radicalismo al go- varias zonas se entramaba con el estado; un cierto tono popular en su
bierno significó un cambio violentísimo en este plano, ya que la diri- composición social, difícil de definir estrictamente y con'precisión, pero
gencia radical, al menos parcialmente, tenía procedencias sociales muy también difícil de desmentir; una dimensión nacional que convivía con
semejantes a las de los miembros del régimen. Pero también integraron fuertes tensiones entre los diversos grupos provinciales que la integra-
las filas de la UCR hombres que exhibían otros orígenes, quienes acce- ban, de los cuales, sin embargo, ninguno resignaba la identidad radical:
dieron luego de 1916 a los elencos de gobierno y parlamentarios: algu- la UCR exhibió todos estos rasgos al mismo tiempo.
nos altos funcionarios y diputados fueron hijos de inmigrantes, lo que A pesar de que, con el paso de los años, la potencia electoral del radi-
significaba la ruptura de una pauta previa bastante firme. Entre sus ad- calismo quedó en evidencia, el comienzo en 1916 fue complicado. La
versarios conservadores, paulatinamente se extendió la imagen de los posición del gobierno nacional no era cómoda, dado que tanto el Con-
gobiernos radicales como gobiernos de “los incapaces”, miembros de greso como muchos de los gobiernos provinciales estaban en manos
un partido que se imponía, sin más virtudes ni méritos, por la suprema- opositoras. Yrigoyen buscó desactivar estas bases de la oposición. En el
cía del voto y el poder del número. Otra nota que la oposicién en gene- caso de las provincias, apeló a las intervenciones, que se sucedieron a lo
ral, no sólo la conservadora, destacó por la negativa fue la ruptura del largo de su presidencia y en varias oportunidades se establecieron por
protocolo en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo por decreto, con el argumento de que sus gobiernos habían llegado a esa
parte de Yrigoyen, que durante su presidencia no concurría a las sesio- posición por efecto de la manipulación de las elecciones y que la autén-
nes de apertura ni enviaba a sus ministros a responder las interpelacio- tica autonomía era para los pueblos. Algunas provincias fueron interve-
nes, y en ocasiones trababa o desconocía disposiciones del Congreso. nidas en más de una oportunidad. En cuanto al Congreso, las sucesivas
Así, en las imágenes que conservadores y radicales construyeron del elecciones consolidaron a la bancada radical, aunque la Cámara de Se-
adversario, fueron puestos en primer plano rasgos que, si bien existían nadores continuó siendo un bastión opositor.
en la realidad, aparecían exagerados y cargados de una dimensión so- En cuanto al desempeño en el gobierno, hacia 1916 los radicales
cial muy marcada: “Hemos pasado del escarpín de baile a la alpargata”, apenas disponían de dirigentes entrenados en el manejo de la admi-
se horrorizaba el senador conservador Benigno Ocampo, el mismo día nistración o con práctica parlamentaria reciente a nivel nacional. En-
de la asunción de Hipólito Yrigoyen. tre los varios frentes que debió asumir el gobierno radical se destaca
el de la política exterior, ya que la Primera Guerra Mundial continuaba
su curso. Yrigoyen decidió mantener la neutralidad que había adop-
Del llano al gobierno tado el gobierno argentino ante el conflicto, mientras que la mayor
parte de la oposición y de la gran prensa se había tornado favorable al
El radicalismo enfrentaba ahora el tránsito de partido de oposición, que bando de Francia, Inglaterra, Italia, la Rusia zarista y, luego de abril
no dudaba en apelar ocasionalmente a la protesta armada, sin más que de 1917, de los Estados Unidos. El gobierno nortcamericano presionó
ofrecer que un lugar en el combate por la causa, a partido de gobierno. para que el argentino cambiara de posición y rompiera relaciones con
Esa transformación venía impulsada por distintas circunstancias: por un sus enemigos. Y si bien algunos episodios puntuales -como el hundi-
52 Historia de la Argentina, 1916-1955 Los gobiernos radicales 53
miento de los buques argentinos Monte Protegido y Toro, en la pri- Aires, culminó en una huelga más amplia; las fuerzas policiales fueron
mera mitad de 1917— tornaron la cuestión más acuciante, el presi- desbordadas y sólo días después el ejército logró controlar la situación.
dente mantuvo su actitud. Ya en 1921, se produjeron otros conflictos importantes, como el de La
La guerra había impactado también en la economía local. Al comienzo Forestal y el de la Patagonia, que fueron reprimidos duramente, como
del conflicto, se produjo una baja general en el comercio internacional, examinaremos en el capítulo 4.
y tanto las exportaciones como las importaciones disminuyeron. Luego, Luego de la Revolución Soviética, surgieron en la Argentina agrupa-
la exportación de productos agropecuarios repuntó, mientras las im- ciones peculiares. La Liga Patriótica Argentina, fundada en 1919,
portaciones continuaban deprimidas. Así, la balanza comercial resultó cuando tuvo lugar la Semana Trágica, es un buen ejemplo. Algunas es-
favorable, aunque la baja dc las importaciones resintió el desempeño tuvieron vinculadas a las asociaciones patronales; otras se nutrieron de
de la administración, que en buena medida se sostenía con los impues- jóvenes de la elite y destacados dirigentes conservadores, pero también
tos aduaneros a los productos que ingresaban al país. El cuadro se com- de radicales y demócrata progresistas, al punto que el diario oficialista
pletaba con una baja importante en los salarios reales. Finalizada la La Época solía publicar sueltos con el anuncio de las reuniones de la
guerra en 1918, se produjo cierta recuperacién parcial de la actividad Liga, conducida por Manuel Carlés, también radical. Todas se mani-
económica internacional, que se frenaría hacia 1920-1921. Incluso en esa festaban hostiles hacia el activismo obrero y de izquierda, con algunos
etapa, la inflación complicó la situación, y en los comités radicales legó a tonos xenófobos y apelaciones exaltadas a la movilización patriótica
venderse “carne radical” y “pan radical”, más baratos que los corrientes. contra lo que concebían como el caos social. Si bien no constituyeron
A su vez, Yrigoyen intentó solucionar el problema del financiamiento partidos políticos en regla, intervinieron en los asuntos públicos organi-
de las actividades estatales, que dependía casi exclusivamente de los im- zando conferencias, congresos y campañas, y también actuando como
puestos al comercio exterior. Con ese objetivo, presentó al Parlamento grupos de choque que, en los hechos, desafiaban el ejercicio del mono-
un proyecto de impuesto a los ingresos personales, que sin embargo no polio estatal de la violencia. En la mayor parte de los casos, el gobierno
fue tratado. de Yrigoyen toleró ese desafío con escasa reacción. En el caso de la
En este marco, y en lo que se refiere a su posición ante la cuestión so- Liga, la convocatoria se extendió a las mujeres, quienes a través del de-
cial, Yrigoyen comenzó su gestión intentando ubicar al gobierno como sarrollo de tareas caritativas, afianzaron relaciones con sectores católi-
árbitro frente a los conflictos obreros. Ésa fue la actitud asumida, por cos que se dedicaban a ello hacía tiempo. Eran éstas las expresiones de
ejemplo, a fines de 1916 ante una huelga lanzada por dos sindicatos un nuevo tipo de agrupación de derecha, dispuesta entonces a desarro-
que, en una economía dedicada a la agroexportación, tenían un papel llar alguna forma de activismo social y a la disputa callejera para enfren-
importante: los que agrupaban a los trabajadores portuarios, por una tar a quienes consideraba sus enemigos.
parte, y a los ferroviarios, por otra. Esa gravitación otorgaba a las orga-
nizaciones la posibilidad de instalarse en posiciones de cierta fuerza a
la hora del conflicto. El presidente recibió a las delegaciones sindicales, La candidatura de Marcelo T. de Alvear
atendió varios de sus reclamos y se negó a reprimir, respuesta que le
demandaban las asociaciones patronales. La política de Yrigoyen fue Marcelo T. de Alvear era miembro de una de las familias más connota-
criticada también por la oposición conservadora, que la denunciaba das y ricas de la Argentina, cuyo linaje se remontaba al siglo XVIIL Era
por su debilidad ante el desorden social, cuando no por darle impulso. también un radical de los primeros tiempos, ya que siendo muy joven
La agitación que siguió a la Revolución de Octubre, tanto entre las es- había participado en la Revolución del Parque y luego en el levanta-
peranzadas fuerzas de izquierda como entre quienes imaginaban que miento de 1893, cuando ocupó posiciones de responsabilidad. En 1912,
habría de acarrear calamidades sociales inminentes, angostó el espacio el radicalismo decidió volver a presentarse a elecciones tras la reforma
para el desarrollo de esa política presidencial, que tendría su final en los electoral y Alvear se contó entre los ocho diputados del partido que se
episodios de la Semana Trágica. En enero de 1919, una huelga de los tra- incorporaron al Congreso. Por entonces, la relación de Alvear con la
bajadores metalúrgicos de los talleres Vasena, en la ciudad de Buenos política era irregular: largas estancias en París, donde tenía una resi-
54 Historia de la Argentina, 1916-1955
Los gobiernos radicales 55
Que sesionó en marzo de 1922. Vista a la
distanciamientos posteriores entre ambos, Juzaquel
de disidencias, conflictos y
dencia, se combinaban con la actividad parciciian(a;.u anl;eñrlír;go;;; :
derlmó
la propue;Fnalmentefue nombrado minisuo peniprencia
i ia, le ofreció el cargo de ministro de € ear, e
puede llamar la atención. Sin embargo, es necela decisión de Yrigoyen
rio en París, precisamente. Durante la guerra y ta.rnble'¡:l e¡fn o ó de hacia 1922, Alvear era un importante dirigente, sario considerar que,
las negociaciones posteriores a la paz, Alvear manifestó diferencias con mentaria y diplomática, de Icaltad probada inclucon so
experiencia parla-
rencias de criterio, con extensa pertenencia parti a pesar de las dife.
las posiciones de Yrigoyen, pero terminó por aceptar la línea yada por daria y relación perso-
el presidente. Más allá de la política, los lazos de afecto entre Yrigoy nal con el lider.
y Alvear eran antiguos. Durante la campaña electoral de 1922
lencia, en especial en algunas provincias.noEnfalta
las
ron los episodios de vio-
EN abril mientras el candidato se hallaba todavía elecciones, celebradas
y 0 MMlc a Ld Sostenía su candidatura se enfrentó a la Concentr en París; la UGR que
Presidentes radicales N tituida por los grupos conservadores—, al PDP, alació PS
n Nacional -cons.
El presidente Yrigoyen recibe a Marcelo T. de Alvear, ya presidente pista. Las listas de electores radicales lograron impo y a la UCR Princi.
electo, que llegaba desde París, en septiembre de 1922. Ambos sobre un total de 15 (en 1916 o habfan hecho solanerse en 12 distritos
mente en 6).
dirigentes tenían una antigua relación InICIGdá sn tiempos de ITI as 0n
Revolución del Parque, en 1890, que no impidió las disputas nlen:;
el radicalismo durante la presidencia de Alvear. Finalmente, el partido se ¿Un nuevo eje del conflicto polít
ico?
quebraría en 1924.
En los nombres de los ministros designados
por Alvear se leyó un primer
gesto de autonomía respecto de Yrigoyen, ya
nía contactos estrechos con el ex presi
que sólo uno de ellos soste-
dente. Ese conflicto se intensifica-
ría y se convertiría en una de las cuestiones
Aquellos años. En esta ocasión, los radicales políticas relevantes durante
que, sin renegar de su con-
dición de tales, se distanciaron de Yrigoyen logr
nativa nacional, y luego de que el bloque parl aron articular una alter-
los hechos desde 1923, en
amentario se separara en
1924 los disconformes organizaron
diferenciado, la Unión Cívica Radic un partido
al Antipersonalista, Algunos de
jefes fueron Vicente Gallo, Leop sus
oldo Melo, los Lencinas de Mend
Eduardo Laur encena de Entre Ríos. Muchos oza,
Irayectorias radicales, que incluían desde la tenían largas y destacadas
participación en revolucio-
nes hasta el ejercicio de responsabilidades parl
Gallo era, por ejemplo, ministro del Interior amentarías ¥ ejecutivas:
Mmún era la crítica a Yrigoyen, que también de Alvear. El rasgo en co-
acompañada de la pretensión de constituir el tenía diversos orígenes,
auténtico radicalismo, cuya
Archivo General de la Nación. 47 tarea era retomar la línea Expresad
a en los documentos iniciales del
glo XIX, donde se denunciaba si-
la actitud política personalista. Más
allá
Hacia 1021, comenzaron las negociaciones para definir la próxima m de esas posiciones mínimas, era
difícil hallar homogeneidad.
didatura radical a la presidencia: aunque varios nombres c:_rcuxfia::rc.;:_ Por su parte, los yrigoyenistas continuaban
parecer de Yrigoyen definió la cuestión a favor de Alvear, qm? e com provincia de Buenos Aires y hacían pie firme reteniendo la estratégica
en la Capital Federal y
vertido en el candidato oficial en la Convención Nacional de otros distritos. Enesta corriente comenzó a plantearse
una lectura de la
56 Historia de la Argentina, 1916-1956 Los gobiernos radicales 57
gestión de Yrigoyen que tendría larga vida en la UCR. Interpretando el con sectores conservadores. Pero una de las piezas clave para dirimir el
antipersonalismo como una escisión conservadora impulsada por quie- enfrentamiento era el control de la provincia de Buenos Aires, que —se
nes no eran verdaderamente radicales, los partidarios de Yrigoyen hicie- suponía— habria de permitir al antipersonalismo desmontar la máquina
ron de su figura la encarnación de una politica popular, atenta a los electoral yrigoyenista. Aun presionado por algunos de sus ministros
más humildes, antiimperialista, y de defensa de la soberanía nacional. —Gallo en particular-, Alvear no tomó la decisión de intervenir la pro-
Dado que las relaciones entre el presidente y el caudillo eran inestables, vincia —aunque a lo largo de su mandato las intervenciones fueron
en ocasiones la crítica yrigoyenista se detenía ante la figura de Alvear; diez—, y en 1928 la UCR, que nuevamente impulsaba la candidamra de
sin embargo, en el acto de transmisión del mando en 1928, la acusación Yrigoyen, triunfó de manera contundente sobre sus competidores anti-
de traición alcanzó al presidente saliente. personalistas, aliados a los conservadores.
tronales ni las centrales obreras aceptaron el proyecto —en el último Si bien los conservadores y el antipersonalismo habían podido
caso porque suponía la disminución del salario de bolsillo-, que ter- pechar el triunfo de Yrigoyen, el dato significativo era su magnitudsos-
minó fracasando. “lla hacía evidente la dificultad de conseguir una derrota del yrigoyc-;
La conflictividad social tendió a descender en los años de Alvear, si nismo por la vía electoral. Muchos de sus dirigentes vefan en la falta de
se la compara con la del período 1917-1921, que había resultado singu- cultura cívica popular la causa del triunfo radical. En algunas reflexio-
larmente alta. Ello se evidencia en la disminucién del número de huel- nes se ponía incluso en duda lo atinado de la reforma electoral de 1912,
gas y huelguistas involucrados, y en cierto estancamiento del rechuta- y pronto se enlazaron con ellas las consideraciones que evaluaban
miento sindical. Sin duda, la recomposición económica producida otras vías para recuperar el gobierno. Así, luego de las elecciones y an-
luego de la crisis de la inmediata posguerra, soportada por la adminis- tes del traspaso del mando, circularon rumores acerca de un golpe de
tración de Yrigoyen, fue un factor determinante, en particular por la estado, que conduciría el general Agustín P. Justo, quien; sin embargo,
recuperación de los salarios reales. En ese cuadro, sobre todo desde lo desmintió públicamente. —
1923-1924, la exportación agropecuaria volvió a funcionar con cierta Entre los opositores a Yrigoyen también se contaron algunas agrupa-
eficacia, hasta que una nueva crisis, esta vez más profunda, reveló sus ciones que comenzaban a Namarse nacionalistas, muchos de
cuyos in-
límites a partir de 1929. tegrantes tendrían una actuación destacada en la década
siguiente. Si
bien exhibían cercanías con las franjas conservadoras
más radicaliza-
das, sus relaciones con ellas no fueron siempre apacibles. Tenían,
ade-
La vuelta de Yrigoyen más, algunas coincidencias con intelectuales católicos, aunque no era
ésta todavía la nota dominante en su pensamiento, y con aquellas orga-
A pesar del desafío que significó la escisión antipersonalista, la UCR nizaciones de derecha surgidas en tiempos de la Semana Trágica. In-
que permanecía fiel a Yrigoyen logró triunfar en las elecciones de reno- cluso exhibían algún perfil generacional relativamente homogéneo:
vación parlamentaria de 1924 y 1926. De todas maneras, es probable muchos eran jóvenes nacidos con el siglo, que no habían desdeña
do la
que la disidencia radical alentara las esperanzas conservadoras de obte- actividad literaria en los ámbitos cercanos a las vanguardias, aparecid
as
ner la derrota del yrigoyenismo en las elecciones presidenciales previs- en Buenos Aires en los tempranos años veinte. La Nueva República, pu-
tas para 1928. En los comicios celebrados en abril de este último año, la blicación fundada en 1927, fue uno de sus emprendimiento
s más ca-
UCR obtuvo 839 000 votos y 249 electores, y la UCR Antipersonalista, racteristicos, y los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, junto a Ernesto
con el apoyo conservador, 439 000 votos y 127 electores. Luego se ubica- Palacio, nombres conocidos de sus elencos. Ellos buscaría
n ofrecer el
ron las listas del PS y del PDP. La campaña fue particularmente intensa: soporte intelectual y suministrar cuadros de gobierno al uriburis
mo
en las elecciones hubo una gran participación, la mayor hasta ese mo- luego del golpe de 1930.
mento, y el triunfo de Yrigoyen fue contundente en todos los distritos en
los que se presentaron listas de electores que apoyarían su candidatura.
El radicalismo yrigoyenista vio en estos resultados la confirmación de El camino hacia el golpe de estado
muchos de sus presupuestos, en particular el que indicaba que Yrigoyen
era el líder de las mayorías populares. En sus términos, éste era un ple- Hipólito Yrigoyen comenzaba su segundo mandato amparado en el no-
biscito que avalaba las políticas pasadas del caudillo y también las fu- table éxito electoral. Sin embargo, pronto los primeros indicios de la
turas. La lectura de la elección como plebiscito era absolutamente crisis que finalmente habría de llevar a la caída de Wall Street en octu-
consistente con aquella otra imagen que el radicalismo leal a Yrigoyen bre de 1929 se hicieron sentir en la Argentina. Los fondos fiscales men-
venía labrando de sí mismo y del conflicto politico argentino: los autén- guaron, el gasto del estado disminuyó y afectó una de las piezas centra-
ticos radicales —expresión de la nación y del pueblo- frente al régimen les de la maquinaria oficial: se produjo una baja de sueldos y comenzó
—oligárquico y conservador-, sin espacio para otros actores, articulando un proceso inflacionario. Esc año de 1929, el conflicto político se inten-
toda la disputa en un combate esencial. Sificó, ya que el oficialismo volvió a recurtir a las intervenciones para
an nn u a u)
terminar de reducir a los opositores. Pronto se llegó a la violencia, que pado de la rebelión de 1905 vino a cruzarse con aquella lógica profesio-
en diciembre se cobró la vida de Carlos Washington Lencinas, dirigente nal, poco afecta a admitir la intervención externa en la fuerza. A lo
mendocino que había sido gobernador de la provincia entre 1922 y largo de la década del veinte, cuando la consolidación profesional se
1924, cuando fue intervenida. Lencinas había sido parte del antiperso- asentó aún más y halló en el general Agustín P. Justo, ministro de Gue-
nalismo y al momento de su muerte era senador nacional electo, aun- rra de Alvear, un importante impulsor, la división entre oficiales que
que el Congreso había rechazado su diploma. Poco después, el propio planteaban la necesidad de privilegiar los criterios profesionales y los
Yrigoyen cra victima de un atentado, fallido, a cargo de un anarquista que se asumían radicales tomó forma: los primeros se organizaron en
que, al parecer, actuaba en soledad. Tampoco faltaron los enfrenta- logias, de las cuales la San Martín fue una de las más importantes, y
mientos callejeros entre los grupos de choque del nacionalismo, como en ellas creció el antiyrigoyenismo.
la Liga Republicana, a la que más adelante se sumaría la Legión de En los momentos anteriores al 6 de septiembre, existían en el ejército
Mayo, y los partidarios radicales. En la opinión pública el clima estaba dos corrientes implicadas en la organización del golpe:“tiha reunida al-
cambiando, y a medida que avanzaba el año 1930, se multiplicaron las rededor de Justo, y la otra dirigida por el general José F. Uriburu; am-
movilizaciones contra el gobierno. bas tenían contactos con dirigentes civiles. Justo convocaba, en general,
La violencia se volvió m: ntensa en ocasión de la campaña previa a a quienes exhibfan un perfil ideológico conservador moderado y libe-
las elecciones de diputados nacionales para renovar parcialmente el ral, entre los cuales se contaban varios antiguos radicales, mientras que
cuerpo, que tuvieron lugar ese mismo año. Al momento de los comi- en el uriburismo se alincaban algunos antiguos conservadores ahora vi-
cios, se produjeron algunas denuncias de fraude y de presión de los in- rados hacia posiciones de derecha más extremas, como Carlos Ibargu-
terventores y la policía. Esta vez, los candidatos radicales a diputados, ren, y los jóvenes nacionalistas, varios de los cuales imaginaban que Uri-
en conjunto, pasaron del 57,4 por ciento obtenido en 1928 al 41,7 por buru sería el líder militar y de autoridad que pondría fin a los supuestos
ciento; en la Capital, el radicalismo ocupó el tercer lugar, luego del Par- desquicios que la democracia había acarreado.
tido Socialista Independiente y del PS. De todas maneras, en las cuen- Por su parte, el PS y el PDP exhibieron recelos ante la salida golpista,
tas globales continuaba siendo la primera fuerza. más allá de que algunos de sus miembros estuvieran dispuestos a apo-
La oposicién incluía ya públicamente no sólo a los partidos sino tam- yarla. A pesar de tal cautela, ambas agrupaciones compartían el diag-
bién a órganos de prensa, como el muy difundido diario Critica, y, en nóstico que indicaba que el yrigoyenismo había llevado a las institucio-
poco tiempo, a agrupaciones estudiantiles. En esos ámbitos, lo que po- nes a una situación crítica.
día verse como un éxito electoral propio aún parcial —o, al menos, Otro factor a tener en cuenta a la hora de explicar este golpe de es-
como el retroceso del radicalismo— no desactivó las simpatías de mu- tado es la intensa competencia interna entre altos funcionarios radi-
chos por los planes de un golpe de estado a cargo del ejército, un ele- cales cercanos al presidente, que incluyó planes contrapuestos y bas-
mento en los cálculos políticos cuya importancia se revelaría duradera tante mezquinos para el reemplazo de Yrigoyen. Además, esos pleitos
en la Argentina del siglo XX. Desde fines del siglo XIX, se había avan- ponían al propio presidente en el papel de quien debía resolver las
zado en la constitución de fuerzas armadas más modernas, con institu- tensiones. En los últimos tiempos, cuando las actividades de los futu-
ciones que se afianzaban, criterios más o menos estandarizados que re- ros golpistas eran públicas y visibles, mientras algunos ministros llega-
gulaban ascensos y jerarquías internas, y una estructura burocrática en ron a pronunciarse a favor de la represión, otros entendían que la si-
crecimiento, ya que, desde la sanción de la Ley de Servicio Militar Obli- tuación no lo reclamaba: fue la posición de estos últimos la que se
gatorio, a fines de 1901, era recibido anualmente un importante nú- impuso. El 6 de septiembre, prácticamente sin resistencia, triunfó el
mero de reclutas que debía ser sometido a control médico, alojado, en- golpe en Buenos Aires, como resultado del avance de una columna
trenado y reducido a la disciplina militar. El ejército se profesionalizaba de cadetes relativamente pequeña, con apoyo civil. En el interior, la
y al mismo tiempo se tornaba una corporación que tendía a suponerse situación sc repetía con menos despliegue militar aun que en el caso
depositaria casi exclusiva de la tradición patria. La política yrigoye- de la Capital.
nista de reparación de las situaciones de oficiales que habían partici-
62 Historia de la Argentina, 1916-1955 Los gobiernos radicales 63
e e ee s d
de los actores, pero no deben desestimarse. Sinceros o no, sugieren
AEE 0o
U Z los límites que tenía una acción de este tipo: debía ser presentada
El golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 como un medio para restaurar la ley. El uriburismo, que con mayor
Aviones sobrevuelan la ciudad de Buenos Aires el 6 de septiembre. El osadía dejó entrever destellos de un proyecto corporativo más cerril,
movimiento militar no encontró escollos de importancia en su camino y pronto fue derrotado.
las fuerzas involucradas rápidamente tuvieron controlada la situación en De lo delicado de la operación de interpretación que debieron rea-
la ciudad. A poco de andar, sin embargo. quedaría claro que el lizar los participantes del juego politico da cuenta la declaración del
radicalismo derrocado conservaba mucho de su arraigo electoral. dirigente socialista Nicolás Repetto, aparecida el 7 de septiembre de
1930 en La Vanguardia : “Nos duele ver confundido hoy a nuestro país
en el montón de gobiernos sudamericanos”. En la visión de Repetto, el
movimiento del día anterior había arrastrado a la Argeñtina a la situa-
ción vivida en países en los que el motin cuartelero era habitual. Debe
considerarse, además, que en los días previos al golpe algunas actitu-
des de revancha social se entramaron con el derrocamiento del radica-
lismo. El mismo 6 de septiembre, comenzaron los despidos de activis-
tas sindicales en la Unión Telefónica, mientras un funcionario policial
anunciaba a los trabajadores gráficos en huelga que “había terminado
el escándalo”.
El gobierno surgido del golpe militar fue encabezado por el general
José F. Uriburu como presidente provisional. En la coyuntura que se
abría, con la UCR derrocada, una nueva disputa política se libró entre
los bandos que habían participado del movimiento. Los apoyos del
presidente no eran demasiados: los nacionalistas y los conservadores
más extremos, entre los civiles, y algunos oficiales ideológicamente
Archivo General de la Nación. 47 cercanos, que de todos modos estaban lejos de ser mayoritarios en el
ejército. En esta institución, el sector de Justo era notoriamente más
poderoso, y su jefe contaba con un amplio sistema de contactos en el
Interpretaciones mundo político, sostenido en su antigua participación en el radica-
lismo y su condición de ex ministro.
Si bien no hubo resistencias significativas, los golpistas no contaban El uriburismo intentó impulsar una reforma corporativista de la
con guarniciones importantes y muchos mandos estaban cerca del ofi- Constitución Nacional, rápidamente bloqueada por los partidos que
cialismo radical, lo que hace difícil interpretar el golpe como una ac- habían participado en el golpe. Uriburu ensayó luego una táctica que
ción institucional del ejército. Por otra parte, desde la propia arena buscaba plebiscitar su gestión a través de elecciones escalonadas, pero
política se había alentado la intervención militar, aunque el argu- esta salida también fracasó. La disputa entre Uriburu y Justo terminó
mento utilizado con mayor frecuencia aludía a la necesidad de restau- con el triunfo de este último, quicn fue finalmente el candidato oficia-
rar las reglas de juego institucional, que habrían sido violadas por Hi- lista a presidente en las elecciones celebradas en noviembre de 1931.
pólito Yrigoyen. El “Manifiesto de los 44”, firmado por parlamentarios Al año siguiente, se hizo cargo de la presidencia.
opositores poco antes del golpe, exigía al gobierno “el cumplimiento
de la Constitución Nacional”. Estos planteos no bastan para caracteri-
zar definitivamente el golpe ni para descifrar los impulsos auténticos
64 Historia de la Argentina, 1916-1955 Los gobiernos radicales 65
reuniones del partido —fueran las de los organismos de dirección de la respeto a la Constitución y a las leyes electorales que garantizaban la ex-
localidad o aquellas que se realizaban en el comité barrial- y aun las presión de la voluntad popular, asociadas a la democracia, aparecían
prácticas que debían ponerse en marcha para la apertura de un local. como principios mayoritariamente admitidos en las declaraciones pú
De este modo, crecía la participación, se multiplicaban y se extendían blicas. Una apelación que, en tiempos de un golpe de Estado, no deja
los mecanismos de expresión de las opiniones acerca de los asuntos pú- de sonar paradójica.
blicos, y todo ello, por sendas que se sumaban al valor simbólico que
había asumido el ritual del voto, sostenía la expansión de la idea que in-
dicaba que la política no se reducía a sus aspectos más formales y que, a
su vez, la ciudadanía tenía una clara dimensión política.
Pero estas mismas acciones, muchas veces realizadas en torno al co-
mité partidario, tenían también otros costados. Si por una parte se tra-
taba de modos de participación y movilización política en la base, por
otra, esas mismas prácticas e instituciones pasaban a formar parte de re-
des clientelares que los caudillos barriales o de la localidad tejían, con
habilidad y constancia, a partir de la distribución de bienes, recursos,
empleos incluso, suministrados en definitiva por el estado. En la orga-
nización de ese tipo de estructura, pocos rasgos permitían establecer al-
guna diferencia importante, salvo en lo que hace a su eficacia, entre las
redes radicales y las organizadas por los conservadores, o más adelante
por el antipersonalismo.
Así, el objetivo de la reforma no se había alcanzado en lo que respecta
al tipo de partido político que sus autores anhelaban, ni al tipo de prác-
ticas que habría de señalar la regeneración de la política nacional. A pe-
sar de estos fracasos relativos y de las violaciones que ya se menciona-
ron, las pautas fijadas por la Ley Sáenz Peña funcionaban como un
reglamento amplio que muy pocos se atrevían a cuestionar públicamente
todavía. Las quejas, en buen número, solían destacar precisamente que
no se cumplían sus disposiciones. Sin embargo, existían algunas agru-
paciones que no sólo objetaban las leyes electorales argentinas, sino la
idea misma de que un gobierno democrático con las instituciones fun-
cionando a pleno fuera deseable; las había a la derecha, en el nuevo na-
cionalismo de fines de los años veinte, y también a la izquierda, cuando,
por ejemplo, la línea política adoptada llevaba a las columnas de mani-
festantes del Partido Comunista a corear la consigna “Soviet si, Parla-
mento no”, como ocurrió en 1929.
Todas estas circunstancias se relacionan con el discurso que asumió
una parte importante del golpismo de 1930, en particular, como se in-
dicó, quienes se hallaban cercanos a Justo. Se sostenía que el golpe era
un mecanismo para recuperar la vigencia de la Constitución y las reglas
que debían regir la vida institucional, desconocidas por Yrigoyen. Así, el