Manejo Cadaveres
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Manejo Cadaveres
INTRODUCCIÓN
entierren de esa manera o sin respetar la debida identificación previa. Por otro lado,
el apresurarse innecesariamente a aplicar formas de enterramiento masivas puede
crear conflictos y reclamos posteriores, y también dejar huellas sicosociales que
hacen más difícil el proceso de recuperación.
En casos de conflictos armados, la recuperación de la memoria histórica ha for-
mado parte de las estrategias de trabajo para la rehabilitación del tejido social y esto
conlleva a las exhumaciones y la entrega de los restos a las familias para que cum-
plan con los rituales habituales del duelo y se dignifique a las víctimas.
El manejo y la disposición de cadáveres es un problema con serias implicaciones
psicológicas para la familia y los sobrevivientes, además de otras consideraciones
políticas, socioculturales y de salud. También involucra derechos humanos que no
pueden ser obviados.
VULNERABILIDADES ESPECÍFICAS
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CAPÍTULO 5: ASPECTOS PSICOLÓGICOS
EL DUELO
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MANEJO DE CADÁVERES EN SITUACIONES DE DESASTRE
1 James JW, Friedman R. The grief recovery handbook. New York: Harpel Perennial; 1998.
Matsakis A. Survivor guilt: a self-help guide. Oakland: New Harbinger Publications; 1999.
Prewitt J. Ayuda psicosocial en desastres: un modelo para Guatemala. Guatemala: Cruz Roja Americana; 2002.
Rodríguez J. Principios generales para la atención psicosocial en situaciones de desastres. Conferencia dictada en el Congreso
Latinoamericano de Psiquiatría (APAL), Guatemala, junio de 2002.
2 OPS/OMS. Protección de la salud mental en situaciones de desastres y emergencias. Washington, D.C.: OPS/OMS; 2002.
Rodríguez J. Psicoterapia: una relación de ayuda. Guatemala: Empretec; 1999.
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CAPÍTULO 5: ASPECTOS PSICOLÓGICOS
En todas las sociedades existen ritos, normas y formas de expresión del duelo, que
se derivan de diferentes concepciones de la vida y la muerte. En la cultura latina se
desarrollan determinados rituales como el velatorio del cadáver durante 24 horas, el
entierro, el acompañamiento de la familia por los amigos, la posterior realización de
ceremonias religiosas y la celebración de aniversarios.
Cuando se producen muertes masivas, desapariciones, así como cadáveres no
identificados, este proceso se altera y no se pueden cumplir las diferentes facetas del
mismo; incluso, en muchos casos, no se dispone del cuerpo y se produce una sensa-
ción de vacío, de “duelo frustrado o no resuelto”.
En condiciones de desastres catastróficos y en la guerra, el duelo supone la nece-
sidad de enfrentar otras muchas pérdidas y tiene un sentido más amplio y comunita-
rio; implica la ruptura de un proyecto de vida, con una dimensión no sólo familiar,
sino también social, económica y política. Se puede identificar, entonces, no sólo el
duelo que individualmente vivencian las personas y su entorno familiar, sino que exis-
te un “duelo colectivo” que implica una atmósfera emocional de sufrimiento y cólera
que afecta la dinámica comunitaria. Se mezclan miedos y sentimientos, se entorpecen
los canales de comunicación y se modifican las conductas de grupo. En períodos pos-
teriores, es necesario trabajar la memoria histórica de ese colectivo afectado.
Cuando la violencia está como eje central de las muertes, hay mayor dificultad
para enfrentar el dolor y llevar adelante un proceso de duelo normal; se incrementa
el sufrimiento y persisten los recuerdos traumáticos. Cuando han sido masacres de
carácter público, al impacto del fallecimiento de los seres queridos se suma el haber
sido testigo de atrocidades. Se experimenta la sensación de falta de sentido de la
muerte y un profundo sentimiento de injusticia; así como emociones encontradas y
reproche por “no haber hecho nada”.
Las desapariciones forzosas son un método inhumano que ha sido utilizado fre-
cuentemente por las fuerzas participantes en los conflictos armados en nuestra
región. En muchos desastres naturales y accidentes provocados por el hombre, tam-
bién ocurren desapariciones. Aunque la familia tenga la certeza de que la persona
murió, vivir con esa pérdida es mucho más difícil. Se crea una ambigüedad de pen-
samientos y emociones y una preocupación adicional sobre la forma en que se pro-
dujeron los hechos y el destino del cuerpo.
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MANEJO DE CADÁVERES EN SITUACIONES DE DESASTRE
Las circunstancias que hacen más difícil enfrentar un proceso de duelo son3:
u desapariciones,
u imposibilidad de reconocer los cadáveres,
u enterramientos colectivos,
u masacres, y
u los que, aunque supieron de la muerte y pudieron realizar un entierro, pero tie-
nen muchos sentimientos de ira debido a lo brutal e injusto de la misma.
El proceso de duelo alterado conduce, frecuentemente, a la aparición de trastor-
nos siquiátricos que requieren de intervenciones más especializadas, como en los
siguientes casos ocurridos en Guatemala, Colombia y Perú.
3 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA). Guatemala: nunca más. Informe del proyecto interdiocesano
"Recuperación de la memoria histórica”. Guatemala: ODHA; 1998.
Rodríguez J, Ruiz P. Recuperando la esperanza. Guatemala: OPS/OMS; 2001.
4 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA). Guatemala: nunca más. Informe del proyecto interdiocesano
"Recuperación de la memoria histórica”. Guatemala: ODHA; 1998.
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CAPÍTULO 5: ASPECTOS PSICOLÓGICOS
abierto su tórax, su corazón, su pulmón, todo estaba fuera; otro tiene torcida la
cabeza para atrás, su rostro está ante el sol. A los dos o tres meses fueron levan-
tados por sus familias, se pasaron al cementerio pero ya no es bueno, ya sólo
como agua y hueso, sólo fueron amontonados en las cajas, se juntaron como
cinco cajas, los trasladamos al cementerio, pero nos enfermamos. Esto yo
mismo lo vi en esos tiempos.” Caso 1368, Tierra Caliente, Quiché, 1981.
“… en cada hoyo se le metían treinta, cuarenta personas. No se podía más
pues había que cortarles las rodillas para que cupieran en el fondo del hoyo…
y le echábamos gasolina, y aquella llama subía a la altura de dos, tres braza-
das la gasolina de alta. Donde aquellos gemidos se oían adentro del fuego, llo-
raban y gritaban.” Caso 1741 (victimario), Izabal, 1980-83.
calmó el temor de muchos familiares que pensaban que podían ser quemados
o enviados a una fosa común. Esta acción permitió que muchas familias mane-
jaran su duelo de una manera más efectiva con el consuelo de disponer de un
lugar dónde poder poner un ramo de flores o elevar una plegaria.
La conducta suicida
Algunos datos de informantes clave sugieren que en los últimos años se
ha producido un aumento significativo de los suicidios en algunas zonas que
sufrieron masacres. Aunque no existen estudios precisos y pueden influir otros
8 OPS/OMS. Protección de la salud mental en situaciones de desastres y emergencias. Washington, D.C.: OPS/OMS; 2002.
Rodríguez J. Principios generales para la atención psicosocial en situaciones de desastres. Conferencia dictada en el Congreso
Latinoamericano de Psiquiatría (APAL), Guatemala, junio de 2002.
Varios autores. CIE 10/Trastornos mentales y del comportamiento/ Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico. Madrid:
Meditor; 1992.
9 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA). Guatemala: nunca más. Informe del proyecto interdiocesano
"Recuperación de la memoria histórica”. Guatemala: ODHA; 1998.
Programa de Cooperación Internacional en Salud Mental "Simón Bolívar”. Desastres, consecuencias psicosociales. La experien-
cia latinoamericana. Serie de Monografías Clínicas No. 2. Illinois, USA: Centro de la Familia Hispánica; 1989.
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CAPÍTULO 5: ASPECTOS PSICOLÓGICOS
10 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA). Guatemala: nunca más. Informe del proyecto interdiocesano
"Recuperación de la memoria histórica”. Guatemala: ODHA; 1998.
11 Rodríguez J. Principios generales para la atención psicosocial en situaciones de desastres. Conferencia dictada en el Congreso
Latinoamericano de Psiquiatría (APAL), Guatemala, junio de 2002.
12 Rodríguez J, Bergonzoli G, Levav I. Violencia política y salud mental en Guatemala. Acta Psiquiátrica y Psicológica de América
Latina 2002;48:43-4.
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LA NOTIFICACIÓN DE LA DESAPARICIÓN
O MUERTE Y EL RECONOCIMIENTO DE CADÁVERES
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13 OPS/OMS. Protección de la salud mental en situaciones de desastres y emergencias. Washington, D.C.: OPS/OMS; 2002.
Rodríguez J. Psicoterapia: una relación de ayuda. Guatemala: Empretec; 1999.
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14 OPS/OMS. Protección de la salud mental en situaciones de desastres y emergencias. Washington, D.C.: OPS/OMS; 2002
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Las autoridades y líderes comunitarios deben estar preparados para ofrecer infor-
mación directa ya sea individual o en grupos, así como para responder preguntas y
disponerse a la búsqueda de soluciones.
Los medios de comunicación se caracterizan por una dualidad en su naturaleza;
por un lado, son empresas lucrativas y por otro, tienen una enorme responsabilidad
social por el servicio público que brindan.
Las informaciones sobre desastres y grandes cantidades de muertos son explota-
das, frecuentemente, como sucesos noticiosos potenciando lo inédito, lo extraordina-
rio o inaudito; incluso se puede manipular cierto interés morboso del público. Sin
embargo, se debe insistir en el perfil ético y los aspectos de sensibilidad humana con
que se debe manejar la información sobre estos acontecimientos; el objetivo debe ser
una noticia veraz y responsable que sea capaz de orientar correctamente.
Existen situaciones de muertes masivas en que los familiares se enteran de lo ocu-
rrido por los medios de comunicación. En estos casos se puede esperar grandes aglo-
meraciones de personas pugnando por obtener información o para trasladarse lo más
pronto posible al lugar de los acontecimientos.
Un problema frecuente es el número de personas que circulan por las morgues,
hospitales u otros lugares en busca de parientes o allegados y las limitaciones para su
ingreso en forma individual o en pequeños grupos. Esto crea inconvenientes por la
congestión y la desorganización que se pueden originar. Sin embargo, deben buscar-
se soluciones que den una respuesta adecuada, humana y respetuosa a estas personas.
En ocasiones, la ausencia de la fuerza pública, por diversas razones, distrae la
atención de un grupo considerable de trabajadores de la salud o los servicios huma-
nitarios quienes se dedican al control del público; éste no es agresivo en la mayoría
de los casos, pero por su gran cantidad es indispensable agruparlo y organizarlo para
brindarle una adecuada información.
Es necesario divulgar que los riesgos de brotes epidémicos por los cadáveres que
murieron como consecuencia del desastre son mínimos. Este riesgo es inexistente
cuando los cadáveres son enterrados en un deslizamiento de terreno o en derrumbes.
Para las tareas de información es importante buscar el apoyo oportuno de vecinos
y organizaciones comunitarias que tienen, además de talento humano, un gran cono-
cimiento de la población y sus costumbres.
CONCLUSIONES
nantes sobre la vida y la muerte y la ejecución de los ritos de despedida de los seres
queridos adquieren relevancia en los procesos de aceptación y reelaboración de lo
sucedido.
Deben tenerse en cuenta los efectos tardíos que aparecen en situaciones de desas-
tre con gran número de fallecidos, con el propósito de diseñar estrategias de inter-
vención apropiadas para la prevención y el control eficaz de los mismos. Sin embar-
go, las respuestas institucionales más frecuentes están basadas en la atención psiquiá-
trica individual y sirven sólo a un número muy reducido de las personas afectadas.
En el caso de las masacres, se enfatiza en la necesidad de medidas de mediano y
largo plazo para lograr la reconstrucción del tejido social:
u Resarcimiento (material e indemnización).
u Atención humanitaria y respeto de los derechos humanos de los sobrevivien-
tes.
u Recuperación de la memoria colectiva y la dignificación de las víctimas.
u Exhumaciones que pueden contribuir al esclarecimiento de los hechos y a
facilitar el proceso de duelo familiar y comunitario.
u Papel activo de los diferentes actores (estado y sociedad civil).
u Fomentar la convivencia pacífica.
u Cambios sociales y políticos que contribuyan al bienestar general, la cons-
trucción de la paz y la democracia.
Muchos países de nuestra región han sido afectados históricamente por eventos
traumáticos múltiples como conflictos armados y desastres naturales, en un contex-
to de apreciable adversidad socioeconómica. Las pérdidas humanas y materiales han
sido enormes; se impone afrontar la recuperación sicosocial de estas poblaciones
como una política de estado en el marco de una atención integral de salud.
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BIBLIOGRAFÍA
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