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Intervencion Social

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INTERVENCION SOCIAL

Los trabajadores sociales proporcionan a individuos, familias y grupos su


intervención con el propósito de ayudarles con sus necesidades y
problemas. Su objetivo es buscar solución a problemas que impiden el
bienestar de las personas. Las intervenciones que utilizan los
trabajadores sociales se identifican como potencialmente útiles, ya que
se sustentan en la evaluación permanente que el trabajador
social realiza del cliente.

FUNCIÓN
Los trabajadores sociales trabajan en diferentes tipos de entornos
incluyendo hospitales, centros de salud mental, de bienestar infantil, de
orientación, escuelas, programas de abuso de sustancias tóxicas y
cárceles o centros penitenciarios. Estos programas y áreas de servicio
varían según el tipo de problemas que los clientes presenten en una
situación particular, lo que para el trabajo social representa una
especialización. Por lo tanto, la función de las intervenciones
del trabajador social, determina los tipos de problemas y las
necesidades que los clientes aportan al entorno del trabajo social, así
como al área de especialización que el trabajador social requiere.

CARACTERÍSTICAS
Las intervenciones del trabajo social se seleccionan en base a los
problemas, necesidades y fortalezas del cliente. Estos se determinan
como resultado de una evaluación psicosocial realizada por el trabajador
social. En las reuniones iniciales con el cliente, el trabajador
social obtiene una amplia información del cliente con el fin de desarrollar
una comprensión más detallada y completa. La evaluación se utiliza
para desarrollar un plan para dar seguimiento a las intervenciones,
comprender los pasos que se deben llevar a cabo y especificar los
resultados deseados. Un lapso de tiempo se establecerá para cada
resultado utilizando un medio para medir el progreso del cliente hacia la
consecución de sus objetivos sobre una base regular identificada.

TIPOS
La Asociación Nacional de Trabajadores Sociales (NASW) ha identificado
una serie de áreas de esta especialidad, en las que la labor de los
trabajadores sociales influye en el tipo de intervención seleccionada por
el cliente. Las áreas de práctica incluyen la vejez, alcoholismo,
tabaquismo y otras drogas, infancia, adolescencia, adultos jóvenes,
bienestar infantil, salud, salud mental, práctica privada, trabajo social en
la escuela, justicia socio-económica y asuntos relacionados con la paz.
Las intervenciones pueden incluir: psicoterapia (individual, de pareja,
familiar, de grupo), el asesoramiento para ayudar con la pérdida y los
ajustes, manejo de casos, intervención durante las crisis, terapias
breves, ejercicios de relajación, manejo de la ira y del estrés.

EFECTOS
El grado para que las intervenciones de trabajo social se consideren
eficaces se determina por el nivel en que el cliente consigue sus
objetivos. Cuando las metas y propósitos se logran como lo demuestran
los resultados del trabajo realizado entre el trabajador social y cliente,
las intervenciones utilizadas son reconocidas como eficaces.

CONSIDERACIONES
Cuando prestan un servicio y realizan sus intervenciones, los
trabajadores sociales son criticados en varias áreas y no siempre se ven
bajo una luz positiva. A menudo se piensa que son inexpertos,
descuidados y su labor perjudica la vida de los clientes. En un informe
de 2007, Peter Beresford relata la retroalimentación de un cliente. En
este artículo se descubrió que los clientes se quejan de que reciben poco
apoyo social por parte de los trabajadores sociales y que los servicios de
prevención rara vez se encuentran disponibles. Los clientes continúan
sintiéndose estigmatizados y tratados con indiferencia después de
colaborar con un trabajador social. En este sentido prevalece aún la
necesidad de que se continúen realizando esfuerzos y fortaleciendo el
papel del trabajador social que interviene en las vidas de aquellos con
quienes trabaja.
Mary E. Richmond y el trabajo social
Antonio Antón
(Publicado en Página Abierta, julio de 1996)

Se ha editado por Editorial Talasa, El caso social Individual, de Mary E.


Richmond, con un excelente Prólogo de Mario Gaviria. Es un libro clásico
del trabajo social de enorme interés y una ocasión de reflexión sobre
algunos problemas del trabajo social más profesionalizado. Siguiendo este
prólogo vamos a extractar algunas de las ideas fundamentales de
Richmond, para luego destacar algunos elementos sobre su vigencia ante
la problemática del trabajo social hoy.
Mary Richmond (1861-1928), norteamericana, publicó su libro más
famoso Caso Social Individual en 1922 tras 40 años de experiencia de
trabajo social y tras la década progresista y más creativa de 1910 a l920.
Mary Richmond no sólo practicó el trabajo social, sino que le dio su primer
contenido técnico e ideológico. Fue la inventora conceptual, la que teorizó
y sistematizó el Trabajo Social, la que formalizó sus técnicas y contenidos.
Es una mujer al tanto de la teoría científica en las Ciencias Sociales de su
tiempo.
A pesar de todo, a pesar de haber definido la actividad del Trabajo
Social, las características de la profesión y las condiciones que requerirían
los profesionales del Trabajo Social, su gran aportación histórica es a la
vez su gran paradoja, el defender el Trabajo Social no es sólo un proceso
educativo para la adaptación de la gente en la sociedad en que vive, sino,
además, y simultáneamente, un proceso de investigación permanente
para conseguir avances y reformas sociales para el progreso de la
sociedad. La gran paradoja es que trabajando de uno en uno, con seres
dependientes y excluidos, para tratar de lograr que se conviertan en
interdependientes unos de otros e integrados en la sociedad, no bastará
para lograrlo. Hay que adaptar -dice- no sólo las personas a la sociedad,
sino la sociedad a las personas. El cambio social, la lucha por los avances
y progresos de la sociedad, así como la investigación social, son formas
esenciales del Trabajo Social. El asunto va lejos y todavía hoy esta
concepción es vanguardista.
Sus libros son perfectamente modernos, seriamente actuales, y su
función principal es recordarnos que los Servicios Sociales son servicios
personales y que el Trabajo Social bien hecho es de boca a boca, de
mente a mente, necesita mucho tiempo, mucha paciencia, mucho
esfuerzo y mucha formación. Fue una reformadora social. En su libro
insistió en que los trabajadores sociales, además de llevar casos
individuales debían investigar, denunciar los problemas sociales y crear
una opinión pública favorable a la reforma y a los avances sociales. Para
ella uno de los elementos permanentes para el Trabajo Social era el
proceso de educación social y de adaptación que incidía sobre la
personalidad del cliente (hoy diríamos usuario), con el que se diseñaba un
diagnóstico y un plan o programa de integración o participación, que era
el fin último a conseguir con el cliente.
Se adelantó a su tiempo y pidió a los psicólogos que descubrieran
la dinámica de grupos, cosa que estaban por entonces haciendo. Estaba
en contra de los Servicios Sociales organizados en "grandes instituciones
cuartelarias", adelantándose a las valoraciones de Foucault.
Richmond era evolucionista. El trabajo social para ella era
conseguir la adaptación de los clientes a un mundo y a una sociedad que
se iría reformando progresivamente. Por otra parte en el libro de
Richmond apenas aparecen los negros ni los hispanos. La droga de la
época es el alcohol, y el gran problema, el hambre y las enfermedades.
La idea esencial inicial del Trabajo Social de Casos, consistente en
que el individuo y/o la familia se acoplen, afinen, sintonicen, uno a uno, es
decir adecuen su personalidad al entorno y éste se adecue al progreso
social mediante cambios en la política social, es la esencia de la filosofía
de Mary Richmond: "La acción directa de mente a mente".
Es favorable al empleo de la ayuda o el subsidio económico.
Estando en contra de que el trabajador social sea un expendedor de
limosnas "que denigra tanto al que la da como al que la recibe", sin
embargo, en ciertos casos y como utensilio de trabajo del caso, el
subsidio, la prestación o la ayuda concreta pueden tener su justificación.
En este tema Richmond está impregnada en la lucha contra la dinámica
de beneficencia predominante hasta entonces, y vinculada a los círculos
cristianos de quedarse exclusivamente en alguna limosna o subvención
económica. Sin embargo este aspecto de infravalorar los subsidios
económicos tendrá efectos contraproducentes que luego comentamos.
Para Mary Richmond el caso social individual tiene poco que ver
con el psicoanálisis y con Freud. De los años 30 a los 80 se produjo un
auténtico secuestro de Richmond por los y las trabajadoras sociales
freudianas. Es evidente que la relación psicoanalítica es diferente a la
relación de trabajo social.
El Caso Social Individual es una creación de las mujeres. Es un
conjunto de métodos y técnicas, una forma de hacer, un modelo de
intervención en sí mismo, un invento estrechamente relacionado con el
género femenino. Probablemente se debió a que históricamente, en la
división sexual del trabajo, a la mujer se le encargaba el cuidar a seres
dependientes: niños, enfermos, ancianos, disminuidos, etc. En la historia
de la humanidad la mujer (no le queda otro remedio, la especializó el
varón para eso) ha desarrollado unos conocimientos y unas habilidades
que han sido imprescindibles no sólo para la supervivencia de la especie,
sino para el mantenimiento de la productividad y la producción.
El Trabajo Social es el último apoyo que asume la comunidad
entera. De hecho la clientela de los trabajadores y trabajadoras sociales
es vista como residual, lo que tiene como resultado el que los servicios de
bienestar social, los servicios sociales, proporcionan el apoyo o la ayuda
mínima y como último recurso o como última red. Algunos argumentan
que los bienes y servicios son proporcionados sólo en la medida y con el
propósito de que eviten la revolución social de los que no tienen nada.
Evidentemente los servicios sociales tienen un fuerte componente de
control social y pueden favorecer la desmovilización como todas reformas
sociales. Sin embargo es excesivo considerarlos exclusivamente como una
fuerza represiva utilizada para mantener el statu quo como decía Marcuse
en 1964.
Al desgajarse el Trabajo Social de la Medicina, Richmond utiliza el
lenguaje médico: Análisis, diagnósticos, tratamiento... Sin embargo define
el Trabajo social no sólo por el diagnóstico y tratamiento individual sino
por dos elementos claves más: la lucha por los avances o la reforma social
y la investigación social. La confluencia entre Caso Individual y la
prevención y educación generalizada será el gran objetivo, tanto de los
Servicios Sociales como de los Servicios Sanitarios, en el siglo XXI, no
porque los profesionales de haya convencido, sino porque la viabilidad del
Estado del Bienestar y su supervivencia habrán exigido la orientación
pedagógica y preventiva para disminuir gastos y trabajo clínico.
"La mente del ser humano es la suma de sus contactos, de sus
relaciones sociales"... El Trabajo Social debe ser preferentemente social.
El trabajo social de Casos es algo distinto de la psicoterapia aunque no se
puede separar lo psicológico de lo social y de lo económico. El Trabajo
Social de Casos intervendrá para incidir y modificar el entorno psicológico
y al entorno económico, con todas las relaciones sociales que ello lleva.
Señalaba Richmond, lo que todavía hoy es válido (al valorar los
requisitos para las Rentas mínimas), que se daba demasiada importancia
a saber si, cuando alguien se dirige a los Servicios Sociales pidiendo algo,
este cliente tiene o no recursos propios o su familia, cuando en realidad lo
que hay que investigar, y por eso ella inventó el Trabajo Social de Caso
Individual, son las causas profundas que hacen que esa persona se dirija
a los Servicios Sociales a pedir ayuda. En el trabajo social se debe estar
atento a escuchar no solo a las personas afectadas y sus familias, sino a
todos los testigos de sus vidas que se encuentran en su entorno. M.
Richmond no separaba el Caso Social Individual del Caso Social Familiar.
El libro El Diagnóstico Social se quedó corto. Era demasiado técnico
y demasiado concreto. A partir de centenares de casos trató de obtener
generalizaciones, abstracciones, recomendaciones sistemáticas sobre
cómo trabajar los Casos Sociales Individuales. El resultado es a la vez un
éxito y un escollo; un éxito, porque da ocho o diez trucos, pista o
consejos; un escollo, porque se limita a principios y consejos tan
generales que su éxito depende de la inteligencia y sensibilidad del
trabajador o trabajadora social al aplicarlos. No son recetas, sino
conceptos.
En los años 70 y 80 se ha ido despreciando sin conocerla, la obra
de Mary Richmond, acusando al Trabajo Social de Casos Individuales
como reaccionario y ñoño, como pretendiendo únicamente la adaptación
de la gente al sistema social. Con esa excusa, la inmensa mayoría de los
profesionales españoles de los Servicios Sociales de los Ayuntamientos e
instituciones abandonan el Trabajo Individual de Casos y se abstienen de
presionar públicamente para el avance de las reformas sociales y del
Estado de bienestar, que se consolida en España sin su lucha pública. Por
ejemplo el Salario Social en las Comunidades Autónomas nació como
consecuencia de la denuncia de Cáritas y la presión de la huelga del 14-D
de 1988. Sin embargo en estos años la recuperación del Trabajo Social de
Casos en España se está intentando llevar a cabo a través de la puesta en
marcha del Salario Social o las Rentas Mínimas de Integración o Inserción.
Dentro de la valoración de El caso social individual debemos
destacar algunos aspectos que dificultan un traslado mecánico a la
sociedad actual. En primer lugar la relación entre los subsidios económicos
y el trabajo social de integración es de los más complejos y necesita un
nuevo enfoque. Richmond tiende a infravalorar la importancia de la
generalización de las prestaciones sociales. En EEUU en esos años (1900 a
1928) hay casi un pleno empleo y por tanto no hay necesidad de
subsidios de desempleo generalizados. La proporción de pensionistas
también es muy limitada por la inferior esperanza de vida media. Las
bolsas de pobreza eran marginales, y ante la situación individual de
exclusión o marginación social su expectativa inmediata de integración era
sobre todo a través de la situación socioeconómica familiar y con un
tratamiento individualizado.
La realidad actual europea es completamente diferente y,
especialmente, la española con más de 8 millones de pobres y 3 millones
y medio de parados y una gran precariedad laboral. Aquí el problema de
las prestaciones por desempleo, el salario social, o la problemática del
reparto del trabajo aparecen como elementos centrales. Los resultados de
los planes y programas de integración social a través del empleo son muy
limitados y los problemas de dualidad y segmentación social mucho más
importantes.
Por otra parte en estas décadas la lucha contra el paro, como
fuente de desigualdad social, y la acción contra la pobreza y por la
integración social afecta a más de un tercio de la población y por tanto al
conjunto de las perspectivas de la transformación social de la sociedad. El
asunto no afecta solo el sector más excluido o de extrema pobreza sino al
conjunto de la sociedad que se ve involucrado en su status y
comportamiento por estas fuertes lacras sociales. Evidentemente los
tratamientos son diversos según segmentos y condiciones
socioeconómicos y grados de marginación y exclusión social.
Hay que considerar que el marco inmediato de integración es el entorno
colectivo más restringido del ámbito familiar para luego plantearse el más
amplio socio-cultural y comunitario. En el tratamiento individual, aunque
se cuenta con el entorno social, la relación directa con la persona concreta
es necesaria pero insuficiente. El problema es el estímulo a la
participación colectiva de ellas mismas y la articulación de mecanismos
asociativos y comunitarios.
Un aspecto importante a destacar son las diferencias sustanciales
entre el trabajo social en EEUU y Europa y el papel de las instituciones y
del Estado. En EEUU y más a primeros de siglo el trabajo social es privado
a través de fundaciones. No es institucional como en Europa. Por tanto no
está vinculado y controlado por el Estado. Ello ha contribuido a favorecer
el voluntariado y a mantener una dinámica más libre y antiburocrática. En
Europa y con la implantación del Estado de Bienestar, las funciones de
asistencia y trabajo social han ido siendo asumidas en gran parte por las
instituciones públicas y por otra parte por la gran institución de la Iglesia.
Los profesionales del trabajo social están más dependientes
ideológicamente y económicamente de la jerarquía estatal e institucional.
En Europa y en concreto en el Estado español, con el desarrollo de este
trabajo en los años 70, se ha ido fortaleciendo la idea que las instituciones
son las responsables del trabajo social y los trabajadores sociales pasan a
ser meros gestores de los recursos humanos y presupuestarios. Su
técnica será adecuar los recursos disponibles y no exigir los recursos para
cubrir las necesidades. Dejan de ser agentes de trabajo social y de
dinamización. En este sentido el libro es interesante para el trabajo social
semi-institucional de todo tipo de asociaciones y con un enfoque más
antiburocrático que el actual.
Otro de los problemas fundamentales es la relación entre técnica/método
y los límites de la transformación y crítica social. La relación entre el
trabajo social individual y de grupo o comunidad también empieza a
configurarse de otra forma. Por una parte hay que señalar la experiencia
en ese sentido de los llamados nuevos grupos y movimiento sociales
diversos, con grandes componentes de trabajo e integración social. Por
otra hay que citar la experiencia comunitaria y de integración social más
desarrollados en ámbitos más específicos como en el tratamiento de
drogodependencia, en el ambiente escolar y en sanidad. Por último citar
las experiencias complejas y diversas de integración cultural y social de
diferentes minorías étnicas e inmigrantes. Sin embargo ante la ampliación
y masificación de los sectores sociales afectados, el trabajo social
especializado se ha ido restringiendo a la atención individual de la gente
muy marginada o relacionada con la exclusión total, inhibiéndose del
conjunto de los problemas socioeconómicos.

Todavía queda la polémica y tensión histórica entre la tradición privada


reformadora y poco institucional de la tradición de Richmond y la tradición
socialista/marxista de responsabilizar a las instituciones y al estado. Esta
tradición estatalista tiene efectos que responsabilizarían a la sociedad civil,
de las propias organizaciones sociales y los propios trabajadores y
trabajadoras sociales. Igualmente se ha tendido a polarizar la oposición
entre trabajo asistencial y acción preventiva, cuando la prioridad a lo
segundo no debe obstaculizar la atención a la asistencia directa, incluidos
los subsidios económicos necesarios.

El neoliberalismo está reduciendo el estado social dejando a la sociedad y


especialmente a los sectores más desfavorecidos abandonados de la
protección social que los amparaban parcialmente. Ante la crisis del
Estado de bienestar se está potenciando la familia y el papel de la mujer
como renovada red asistencial y de apoyo. Por otra parte hay que
considerar que el voluntariado, las organizaciones sociales y el débil tejido
social no pueden suplir hoy el retroceso en el Estado de Bienestar que se
está produciendo en prestaciones, asistencia y servicios sociales
comunitarios. Un reto está en frenar los recortes del Estado de Bienestar y
en abrir una perspectiva transformadora de las dinámicas socio-
económicas y políticas. Pero, al mismo tiempo, el gran reto para el trabajo
social está en estimular la conciencia y la experiencia comunitaria, y la
generación en la propia sociedad y en los sectores más sensibles, de una
nueva dinámica de integración social, de forma cooperativa y solidaria en
una perspectiva más colectiva e igualitaria.

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