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Novela de Preguerra

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LA NOVELA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX: NOVELA ANTERIOR A 1936

1. NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98.

Los primeros años del siglo XX vienen marcados por las tendencias narrativas de finales del XIX (Realismo
y Naturalismo, que perviven en autores como Blasco Ibáñez o Felipe Trigo). Y es en esta época cuando se
produce una reacción contra estas dos corrientes. Serán los jóvenes autores de la Generación del 98 (grupo
que recibe esta denominación porque se vieron profundamente afectados por la crisis política, social y moral
derivada de la derrota militar en la guerra hispano-norteamericana y la consiguiente pérdida de las colonias
españolas de ultramar: Puerto Rico, Cuba y Filipinas en 1898), quienes asienten una nueva estética en la
literatura española, influidos por las tendencias que habían triunfado en otros países europeos. Así, en los
principales novelistas españoles del momento se observa una voluntad de innovar en temas, estructuras y
estilo. La fecha clave es 1902, año en el que se publican cuatro obras que representan una ruptura con la
novela realista anterior: Amor y pedagogía de Miguel de Unamuno, La voluntad de Azorín, Camino de
perfección de Pío Baroja y Sonata de otoño de Valle-Inclán.

Los rasgos de la narrativa noventayochista son:

 Tono pesimista y angustiado, derivado de la situación histórica padecida por España.


 Temas: los problemas existenciales (conflictos de personalidad, la voluntad frente a la abulia o la angustia
por el paso del tiempo y la amenaza de la muerte), las inquietudes religiosas (la lucha entre la razón y la fe)
y el problema de España (se indaga en sus esencias y tradiciones a través del paisaje castellano, la
intrahistoria o la literatura y, a partir de ellas, se busca regenerar la vida nacional).
 La mayoría de estas novelas son de protagonistas individuales: perfiles que van desde un hombre de
acción hasta individuos abúlicos que son incapaces de actuar y que viven angustiados por no encontrar un
sentido a su propia existencia.
 El punto de vista adoptado es más personal y subjetivo que el de los narradores omniscientes de las
novelas realistas.
 Desde el punto de vista estilístico, se va a la búsqueda de la sobriedad y la sencillez para la correcta
expresión de lo que se quiere comunicar. En cuanto al léxico, los autores del 98 gustan de utilizar arcaísmos
y ciertos términos populares (palabras “terruñeras” de sabor tradicional). Se producen innovaciones
narrativas: alteración en el discurrir lineal del tiempo, inclusión de pasajes ensayísticos o líricos y la
sustitución de los extensos periodos de la novela realista por el párrafo breve y la frase corta. En las
descripciones huyen de la excesiva precisión y seleccionan, con técnica impresionista, solo los detalles
más significativos.

Aparte de las cuatro novelas citadas previamente, sobresalen dentro de esta tendencia Niebla y San
Manuel Bueno, mártir de Unamuno, La busca y El árbol de la ciencia de Baroja y Tirano Banderas de
Valle-Inclán.

2. NOVELA NOVECENTISTA Y VANGUARDISTA.


Cuando se habla de Novecentismo nos referimos a un grupo de autores que alcanzan su momento de
máximo esplendor en torno a 1914, de ahí que también sean conocidos como Generación del 14. Todos ellos
muestran, desde una actitud minoritaria e intelectual, una clara preocupación por el problema de la
regeneración española, en la línea de la Generación del 98, aunque rechazan la visión dramática de sus
predecesores. En cuanto al lenguaje, persiguen la pulcritud y la máxima depuración expresiva. Otro rasgo
significativo de esta novela es su antirrealismo, que se sustituye por el lirismo o la ironía.
Estos autores están liderados por el filósofo José Ortega y Gasset y cultivan especialmente el
ensayo. Se incluyen en la nómina de la narrativa novecentista Gabriel Miró, Wenceslao Fernández Flórez y
Ramón Gómez de la Serna (este último más próximo a las vanguardias artísticas) y el asturiano Ramón Pérez
de Ayala, representante de la llamada “novela intelectual”, de escasa aceptación popular.

2.1 RAMÓN PÉREZ DE AYALA Y SU NOVELA TIGRE JUAN Y EL CURANDERO DE SU HONRA.

Pérez de Ayala (Oviedo 1881- Madrid 1962) estudió Derecho en su ciudad natal, donde tuvo como
profesor a Clarín. Fue corresponsal de un periódico y viajó por Europa y América. Además, fue miembro de la
Academia de la Lengua Española y embajador en Londres en nombre de la República. Esta militancia republicana

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le obligó a exiliarse a Buenos Aires, regresando a nuestro país siete años antes de su muerte. Compuso poesía y
ensayo. Sin embargo, por lo que sobresale es por su trayectoria como novelista que se divide tradicionalmente
en tres etapas:
 (1907-1913), novelas autobiográficas de filiación noventayochista. Compone en este periodo la tetralogía
protagonizada por Alberto Díaz de Guzmán, parecido en cierta forma a algunos personajes de Pío Baroja y
que es un “álter ego” del autor. Estas obras son Tinieblas en las cumbres, de corte erótico; A.M.D.G (el
título responde al lema de la Compañía de Jesús, “Ad Maiorem Dei Gloriam”), despiadada crítica del colegio
de los jesuitas en el que se educó; La pata de la raposa , que describe sus años de hombre maduro, culto y
rico, con novia formal que se entrega a todo tipo de excentricidades (trabaja de payaso en un circo) y excesos
(borracheras, ruina económica, romances y persecución policial); y Troteras y danzaderas , visión de la
bohemia literaria de Madrid.
 En 1916 publica en un volumen tres relatos a los que él mismo llama “novelas poemáticas de la vida
española” y que constituyen su segunda etapa o momento de transición. Son Prometeo, Luz de domingo y
La caída de los limones. En la primera, un profesor de griego, que se considera digno de procrear un hijo
superior (un nuevo Prometeo), tiene la desgracia de ver nacer a un hijo deforme que acabará suicidándose al
llegar a la adolescencia. Por su parte, los otros dos relatos son también historias trágicas que tienen como telón
de fondo la influencia del caciquismo rural y sus devastadoras consecuencias en la sociedad.
 La tercera etapa se inicia en 1921: la “novela intelectual”. La acción se hace aun más leve y sirve de
pretexto para que los personajes encarnen ideas o para incluir reflexiones sobre estética, moral,
psicología o política. Se aproxima, por tanto, al ensayo. Así, en Berlarmino y Apolonio, los dos zapateros
protagonistas ilustran diversas actitudes ante la vida: la meditación frente a la acción. Luna de miel, luna
de hiel y Los trabajos de Urbano y Simona giran en torno a los prejuicios españoles sobre el sexo. Tigre
Juan y el curandero de su honra, su obra maestra es un relato sobre el amor y el honor, la hombría y el
donjuanismo.
El estilo de Ramón Pérez de Ayala se caracteriza por la presencia de la ironía y el humor incisivo y el uso
de un lenguaje muy refinado, donde abundan los cultismos, las citas literarias y la intertextualidad. El
perspectivismo y el contrapunto son técnicas que a veces utiliza, dividiendo incluso la página en dos columnas
para contrastar puntos de vista. Ocasionalmente, presenta técnicas degradantes en la línea del esperpento de
Valle-Inclán.
Tigre Juan y el curandero de su honra (1926)

Novela publicada inicialmente en dos volúmenes en distintas fechas del año 26, Tigre Juan sería la
primera parte y El curandero de su honra, la segunda. Fue Premio Nacional de Literatura. En ella se funden dos
temas que ya habían sido tratados en otras ocasiones por el autor: el mito de don Juan y el concepto del
honor conyugal entendido al modo del teatro de Calderón de la Barca. Incluye, además, un tema social
importante: la situación de las mujeres en la España de la época.
El protagonista, Juan Guerra Madrigal (al que llaman Tigre Juan), es un personaje colérico al que le
encantan los dramas calderonianos sobre el honor y que odia a las mujeres. Ejerce de curandero en el mercado
de Pilares y su único amor conocido es el de Colás, un joven al que recogió ya de niño. Este se enrola como
soldado para la guerra de Cuba, tras sufrir un desengaño amoroso al haber sido rechazado por Herminia. Este
hecho reafirma el desprecio que Tigre Juan siente hacia el sexo femenino. Ahí, el relato lineal se detiene para dar
paso a la historia hasta ahora desconocida de nuestro protagonista: creció en una aldea asturiana, se hace militar
y se marcha a Filipinas donde entra al servicio del general Semprún y su esposa (la coronela), una
devorahombres. Tigre Juan se casa con Engracia a la que ama con locura hasta que una noche descubre a un
hombre en su habitación e intenta asesinarla. Ella se declara inocente (en realidad, el hombre de la alcoba era un
amante más de la coronela), pero, al poco tiempo, muere sin obtener el perdón de su esposo. Ya viudo, nuestro
protagonista regresa a Asturias y monta su puesto en la plaza. Aquí, la narración regresa a la linealidad: Tigre
Juan busca vengarse de la mujer que despreció a Colás, pero, al conocerla y reconocer su parecido con su
esposa muerta, se enamora de ella, la cual había rechazado al muchacho porque se sentía atraída por el donjuán
oficial de Pilares, Vespasiano Cebón.
En El curandero de su honra, Tigre Juan y Herminia se casan, a pesar de la poca convicción de ella. Al
poco tiempo, agobiada e insatisfecha, huye con Vespasiano. A partir de ahí, empieza el relato de las vidas
paralelas de ambos esposos, lo que llega a disponer tipográficamente en dos columnas el discurrir de ambas.
Durante su fuga con el donjuán, Herminia descubre no sólo que este es un ser despreciable sin también que ama
a su marido, por lo cual no consuma el adulterio y vuelve a casa. En ese momento, nuestro protagonista reacciona
de forma inesperada: él, que ha sido esclavo toda su vida del sentido del honor convencional, comprende que
hasta ahora ha sido infeliz por culpa de los prejuicios sociales. Entonces, tras un intento de suicidio, acepta las
palabras de amor de Herminia y juntos celebran el nacimiento de su hijo. Tigre Juan, que en un principio encarna
el prototipo calderoniano pasa a convertirse en el paradigma del varón perfecto: anti-Don Juan y anti-Otelo.

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