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José de La Mar

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José de La Mar

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José de La Mar
Presidente Constitucional de la República Peruana
10 de agosto de 18271-7 de junio de 1829

Predecesor José Bernardo de Tagle


Presidente de la República Peruana

Simón Bolívar

Dictador del Perú

Sucesor Agustín Gamarra


dio Golpe de Estado confabulado con Antonio Gutiérrez de la

Fuente

Presidente del Consejo de Gobierno del Perú


24 de febrero de 1825-10 de abril de 1826

Presidente Simón Bolívar

Predecesor -

Sucesor Hipólito Unanue


Vicepresidente del Consejo de Gobierno

5 de enero de 1826-25 de febrero de 1826

Presidente Simón Bolívar

Predecesor Hipólito Unanue


Vicepresidente del Consejo de Gobierno

Sucesor Hipólito Unanue


Vicepresidente del Consejo de Gobierno

Presidente de la Suprema Junta Gubernativa del Perú


21 de septiembre de 1822-27 de febrero de 1823

Predecesor José de San Martín


(Protector del Perú)
Francisco Xavier de Luna Pizarro
(Presidente del Congreso Constituyente del Perú)

Sucesor José Bernardo de Tagle


(Encargado del Poder Supremo)

Diputado constituyente de la República del Perú


por Puno

20 de septiembre de 1822-10 de marzo de 1825


Información personal

Nacimiento 12 de mayo de 1776


Cuenca, Provincia de Quito, Imperio
español

Fallecimiento 11 de octubre de 1830 (54 años)


Cartago, República Federal de
Centroamérica

Sepultura Cementerio Presbítero Matías Maestro

Nacionalidad Peruana

Familia

Madre Josefa Cortázar y Lavayen

Cónyuge Josefa Rocafuerte


Ángela Elizalde

Información profesional

Ocupación Militar

Conflictos Guerra de la Independencia


Española y Guerra de Independencia de
Perú

Firma

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José Domingo de La Mar y Cortázar (Cuenca, Provincia de Quito, 12 de mayo de 1776 - Cartago, República
Federal de Centroamérica, 11 de octubre de 1830), fue un militar y político peruano, originario
del corregimiento de Cuenca, provincia de Quito (Imperio español).2 Gran Mariscal del Perú, llegó a ocupar en
dos ocasiones el alto mando de la nación peruana: primero, durante los años de 1822 a 1823, como Jefe de
una Junta Gubernativa; y después, entre 1827 y 1829, como Presidente Constitucional. En ambas ocasiones
fue elegido por el Congreso de la República del Perú. Es considerado por la mayoría de historiadores y
tratadistas como el primer "Presidente Constitucional de la República del Perú", ya libre de toda influencia
extranjera (luego de las elecciones de 1827) ya que, si bien el primero en usar el título de presidente de la
República fue José de la Riva Agüero en 1823, el gobierno de este fue de facto, mas no constitucional.
Presidió también por breve tiempo el Consejo de Gobierno, durante la dictadura de Bolívar (1826).
Como militar participó en la Guerra de la independencia española, y posteriormente luchó en el Perú, primero
en el ejército realista, para pasar luego a las filas patriotas, contribuyendo decisivamente a la victoria final
en Ayacucho. Durante su gobierno de 1827-29 sufrió una tenaz oposición política, por obra de sus viejos
camaradas de la guerra de la independencia que ambicionaban el poder. Comandó a las tropas peruanas
durante la Guerra contra la Gran Colombia, pero fue derrocado en pleno conflicto por el general Agustín
Gamarra y desterrado a Costa Rica, donde falleció poco después.
Primeros años[editar]
Nació en Cuenca, Provincia de Quito, en el actual Ecuador, el 12 de mayo de 1776. Sus padres fueron
el vizcaíno Marcos La Mar Migura, administrador de las Cajas Reales de Guayaquil y Cuenca, y la
dama guayaquileña Josefa Paula Cortázar y Lavayen, hermana de José Ignacio Cortázar y
Lavayen y Francisco Cortázar y Lavayen, obispo de Cuenca y gobernador de Jaén de Bracamoros,
respectivamente. Sus primeros años los desenvolvió en Guayaquil, puerto que desde 1803 había vuelto
al Virreinato del Perú, con el que mantenía poderosas relaciones comerciales, por lo cual La Mar se consideró
peruano desde el momento en que se independizó el Perú, pese a que posteriormente la Gran Colombia se
anexó esa provincia.2 De cualquier manera, la circunstancia de su nacimiento sirvió a sus enemigos en el
Perú para desacreditarlo como extranjero en varias ocasiones.
A los 2 años de edad fue enviado a España en compañía de su tío, Francisco Cortázar y Lavayen, y estudió
en el Colegio de Nobles de Madrid. En España, transcurrió el resto de su infancia y su juventud.
Carrera militar en España[editar]
Ingresó al ejército español, como subteniente del Regimiento de Saboya. En 1794 participó en la campaña del
Rosellón contra la Primera República Francesa bajo las órdenes del limeño conde de la Unión, por lo que fue
ascendido a capitán (1795).
Participó después en diversas acciones militares contra la Francia revolucionaria, y era ya teniente coronel al
momento de producirse en España la guerra nacional contra la invasión napoleónica (1808). Combatió en
la defensa de Zaragoza bajo las órdenes de José de Palafox y Melci (1808-1809). Cayó gravemente herido, y
aunque aquella plaza finalmente capituló, mereció el título de “benemérito de la patria en grado heroico” y el
ascenso a coronel.
En 1812 fue transferido al frente de Valencia, que dirigía el general Joaquín Blake, y mandó una columna de
4.000 granaderos veteranos (la llamada “columna La Mar”). Nuevamente fue herido, siendo trasladado al
hospital de Tudela, donde fue apresado por los franceses. No bien se recuperó el mariscal Soult lo condujo
prisionero a Francia y confinado en el castillo de Semur (Borgoña), donde se dedicó a estudiar a los clásicos
de la cultura francesa. Al cabo de un tiempo logró fugar, en compañía del brigadier Juan María Muñoz y
Manito; atravesó Suiza y el Tirol y llegó al puerto de Trieste, sobre el mar Adriático, donde se embarcó de
vuelta a España.
Al servicio del Virreinato del Perú[editar]
Por entonces Fernando VII había sido restituido en el trono español y reimplantado el absolutismo en la
península. Dicho soberano premió a La Mar por sus servicios, ascendiéndole a la clase de brigadier (1815) y
nombrándole caballero de la Orden de San Hermenegildo. Enseguida lo envió a Lima como Subinspector
general del Virreinato del Perú, anejo al cual estaba la gobernación de la Fortaleza del Real Felipe del Callao.
Llegado al Perú, La Mar tomó la posesión de su cargo, en noviembre de 1816. El Virreinato del Perú se
encontraba entonces asediado por los patriotas de Buenos Aires, que trataban de ganar el Alto Perú, donde
eran mantenidos a raya por las fuerzas del virrey José Fernando de Abascal.
Por esos días Abascal fue sustituido por Joaquín de la Pezuela, con quien La Mar trabó buenas relaciones,
estando siempre presente en todas las juntas de guerra reunidas para organizar la defensa militar del
Virreinato. En julio de 1818 le fue denunciada una conspiración, en cuyos planes se preveía la liberación de
los detenidos patriotas y la captura de las fortalezas del Callao y debió dictar las medidas que hicieron
fracasar tal complot. En marzo de 1819, una escuadra patriota procedente de Chile y bajo el mando del
almirante Thomas Cochrane inició el bloqueo del Callao, y tras un ligero combate se retiró con algunas presas
realistas. Dicha escuadra volvió a amenazar el puerto en septiembre de ese año. Previsor y sereno se mostró
La Mar durante aquella emergencia, y en diciembre del mismo año mereció ser promovido a mariscal de
campo.
Obligado a permanecer en la fortaleza del Callao, La Mar afrontó un nuevo bloqueo de la Escuadra
Libertadora desde octubre de 1820. No se sabe qué papel le cupo en el motín de Aznapuquio en el que los
oficiales españoles derrocaron al virrey Pezuela. Por su grado debió ser elegido para reemplazarlo; el hecho
es que se nombró nuevo virrey a José de la Serna (enero de 1821).
Cuando se produjo el avance de los patriotas hacia Lima, La Serna y los realistas abandonaron la capital el 6
de junio de 1821, quedando La Mar con la orden de continuar con la defensa de la Fortaleza del Callao, a la
espera de refuerzos. Sitiado por mar y por tierra, La Mar rechazó todos los ataques patriotas, hasta que en
septiembre de ese año, llegó desde la sierra el general realista José de Canterac, quien acampó en el Callao
tras una maniobra temeraria a la vista del ejército patriota. Antes de retornar a la sierra, Canterac dejó a La
Mar provisiones para tres días, aunque no se sabe exactamente lo que acordaron en lo referente a la defensa
del fuerte chalaco.
Lo cierto es que La Mar, ante la carencia de provisiones y de armas, a lo que naturalmente se sumaría sus
sentimientos de criollo y su vieja amistad con San Martín (a quien conocía desde los días de la guerra de la
independencia española), poco después se rindió y firmó la capitulación del Callao (19 de septiembre de
1821), cuyos fuertes pasaron a poder de los patriotas.
La Mar juzgó que ya había cumplido su compromiso de servir a la causa del rey; en consecuencia, renunció al
grado y las condecoraciones que el monarca le otorgara; y el 26 de octubre se incorporó a las fuerzas
patriotas, con la clase de General de División.
Presidente de la Junta Gubernativa (1822-1823)[editar]

José de La Mar (Presidente de la Junta Gubernativa) (1822-1823)


Convenientemente decidido por la causa de la independencia, La Mar viajó a la ciudad de Guayaquil a visitar
a su familia y, estando allí, la Junta de Guayaquil, lo nombró en diciembre de 1821 comandante general de la
provincia. Desde este cargo consiguió la capitulación del comandante realista Villegas, así como la entrega de
las fragatas Prueba de 50 cañones y Venganza de 44 cañones y de la corbeta Alejandro, que puso a
disposición del gobierno peruano y evitando a su vez que Lord Cochrane, que las había estado persiguiendo
dispusiera de las mismas. En premio a tales servicios, el Supremo Delegado Torre Tagle lo reconoció
como Gran Mariscal (22 de marzo de 1822). Guayaquil, sin embargo, fue tomada militarmente por Simón
Bolívar, desconociendo a la Junta de Gobierno de la Provincia Libre de Guayaquil presidida por José Joaquín
de Olmedo, no pudiendo impedir que fuese anexada a la Gran Colombia el 31 de julio de 1822, dado que San
Martín retiro la orden para que las tropas de la Expedición auxiliadora de Santa Cruz a Quito, habiendo ya
liberado Cuenca y Quito y aún bajo el mando supremo del general Sucre, pasen bajo su mando y marcharan
a Guayaquil, para defender el interés declarado de los guayaquileños de permanecer dentro del Perú y el
derecho peruano en esta provincia, ya sea por su aporte a la campaña del sur de la Gran Colombia o por
haber sido una de las provincias del Virreinato del Perú.
Elegido diputado por el departamento de Puno,345 La Mar concurrió a la instalación del Primer Congreso
Constituyente del Perú el 20 de septiembre de 1822; y al día siguiente fue elevado a la Presidencia de
la Suprema Junta Gubernativa del Perú, cuerpo gubernamental creado por los diputados para suceder al
gobierno protectoral de San Martín. Los otros integrantes de la Junta fueron Felipe Antonio Alvarado y Manuel
Salazar y Baquíjano. Se le considera por ello a La Mar como el primer presidente constitucionalmente electo
en el Perú, aunque lo haya sido en un cargo colegiado.
Siguiendo el plan que dejara San Martín, organizó la Primera Expedición a puertos intermedios contra los
realistas que aún resistían en el sur peruano, pero dicha campaña terminó en fracaso y se le responsabilizó
de ello. Además, se le acusó de mostrar pasividad frente a los realistas que ocupaban el centro del país. Todo
ello hizo que el descontento contra la Junta fuera general y la opinión unánime fue establecer un gobierno
unificado en un solo mandatario. El 26 de febrero de 1823, los generales del ejército acantonados en las
cercanías de Lima ordenaron la prisión de La Mar y obligaron al Congreso a designar como primer Presidente
de la República del Perú a José de la Riva Agüero. Este acto de insubordinación del ejército es conocido
como el "Motín de Balconcillo" y marcó el inicio de la intromisión de los militares en la vida política del país.
En la campaña final de la Independencia[editar]
La batalla de Ayacucho, donde el Mariscal José de La Mar comando la División
peruana y junto al Batallón de los LLaneros de Vargas al mando del General Venezolano Jacinto Lara cuya
actuación decidió el triunfo patriota sobre los realistas.
Puesto en libertad, La Mar se dirigió a Chile y después a Guayaquil, donde contrajo matrimonio con doña
Josefa Rocafuerte, perteneciente a una familia guayaquileña (era hermana de Vicente Rocafuerte, futuro
Presidente de Ecuador).
Vista su trayectoria militar, el Libertador Simón Bolívar lo convocó y nombró General en Jefe de la División
Peruana del Ejército Unido Libertador del Perú (26 de enero de 1824), con la misión de reorganizar las
fuerzas patriotas en Trujillo, tarea que cumplió con eficaz éxito. Tomó luego parte en la victoriosa campaña de
la sierra. Presenció la batalla de Junín, no llegando a participar en ella. Convenció a Sucre a dar la batalla de
Ayacucho (9 de diciembre de 1824), donde su división (la Legión Peruana) sufrió el más rudo ataque del
enemigo, pero su reacción finalmente decidió el triunfo sobre los realistas, lo cual fue reconocido por Sucre en
el parte de batalla, por estas palabras:
"Cumplo el agradable deber de recomendar a la consideración del Libertador, a la gratitud del Perú y al respeto de
todos los valientes de la tierra, la serenidad con que el señor general La Mar ha rechazado todos los ataques a su
flanco y aprovechado el instante de decidir la derrota".

Bajo la dictadura de Bolívar[editar]


En premio a su actuación se le entregó la hacienda Ocucaje, pero La Mar no la aceptó y la devolvió a su
dueño. Aceptó, en cambio, integrar el Consejo de Gobierno constituido por Bolívar el 24 de febrero de 1825
para hacerse cargo del poder ejecutivo durante la estadía del Libertador en el Alto Perú. La Mar se hallaba
entonces en Guayaquil y demoró mucho en ir a Lima a asumir la presidencia de dicho Consejo, hasta que por
fin llegó y asumió la investidura el 5 de enero de 1826.
Cuando el Libertador volvió a Lima el 10 de febrero de 1826, La Mar le presentó su renuncia, que aquel se
negó a admitir, concediéndole solo una licencia temporal por motivo de salud (al parecer sufría de un mal
hepático). En uso de aquella licencia, el día 25 de febrero La Mar dejó la presidencia del Consejo en manos
de Hipólito Unanue y se retiró a Guayaquil, desde donde insistió en su renuncia total, a tal punto que Bolívar
se la aceptó por Decreto del 8 de junio, nombrando en su reemplazo al mariscal Andrés de Santa Cruz.
Refiriéndose a La Mar, Bolívar dijo en una ocasión que era el mejor hombre tanto en lo militar como en lo civil,
pero que aborrecía el mando. Era verdad que el mariscal cuencano no sentía mayor apegó por el poder,
llegando incluso a confesar que “hasta el nombre de presidente me asusta”.
Estando en Guayaquil, La Mar tuvo que soportar el dolor por la muerte de su esposa doña Josefa Rocafuerte.
Se estableció en la hacienda que una hermana suya tenía en Bujío, con ánimo de alejarse de la vida política.
Presidente Constitucional del Perú (1827-1829)[editar]
Artículo principal: Gobierno de José de La Mar
Retrato del Presidente La Mar (dibujo de fines del siglo XIX) Presidente
Constitucional del Perú (1827-1829).
Tras el fin de la influencia bolivariana en el Perú, el 28 de febrero de 1827 se convocó las elecciones para el
Congreso. La Mar fue elegido diputado por Huaylas y se preparó para volver a Lima. Pero sucedió entonces
que una entusiasta población guayaquileña, enterada del retiro de las tropas grancolombianas del Perú, lo
obligó prácticamente a asumir el mando como Jefe Político y Militar de la plaza de Guayaquil. Poco después
recibió la noticia de su nombramiento por el Congreso de la República del Perú como Presidente
Constitucional de la República (9 de junio de 1827). Su elección había sido impulsada por Francisco Xavier de
Luna Pizarro, el sacerdote liberal y presidente del Congreso, quien veía en La Mar un militar idóneo para el
gobierno republicano, por ser una persona desafecta al militarismo y al caudillaje. Su candidatura triunfó sobre
la de Andrés de Santa Cruz, quien quedó muy descontento por el resultado de la elección.
La Mar salió de Guayaquil recién el 24 de julio, tras dejar en orden los asuntos de dicha provincia, y el 19 de
agosto llegó a Chancay, desde donde se dirigió a Lima de incógnito. Buscaba evadir un fastuoso recibimiento.
El 22 de agosto asumió por fin sus funciones como el presidente Constitucional del Perú, el primero libre de
tutela extranjera.
Desde el primer momento de su gobierno se perfilaron como grandes opositores los militares Agustín
Gamarra, Antonio Gutiérrez de la Fuente y Andrés de Santa Cruz, quienes formaron una especie de
triunvirato, trabajando mancomunadamente por la caída del Presidente.
Tres fueron las conspiraciones sucesivas que tuvo que sofocar La Mar:

 La primera (diciembre de 1827), donde aparecieron complicados el jurista Manuel Lorenzo de


Vidaurre (uno de los sostenedores de la candidatura de Santa Cruz) y el guerrillero Ignacio Quispe
Ninavilca Santisteban.
 La segunda, promovida por el coronel Gaspar Alejandro Huavique (23 de abril de 1828), fue
sofocada cuando el sargento mayor Felipe Santiago Salaverry dio muerte al conspirador, en duelo
sostenido ante los soldados a quienes intentaba seducir.
 La tercera (mayo de 1828) dio origen a la dispersión de numerosos oficiales en apartadas
guarniciones de provincia.
Las tres conspiraciones fueron atribuidas a las intrigas de Santa Cruz, cuyo alejamiento se dispuso
nombrándolo ministro plenipotenciario en Chile; pero insistentemente se afirmaba entonces que ellas no eran
sino episodios de una conspiración más vasta y profunda, en la cual se hallaban comprometidos Gamarra,
Santa Cruz y La Fuente, y cuyo estallido parecía temporalmente diferido por los inminentes conflictos con
Bolivia y Colombia.
Por si fuera poco, La Mar tuvo también que enfrentar una peligrosa sublevación de los indígenas de Iquicha,
en la provincia de Huanta. Estos aún luchaban, nominalmente, bajo las banderas del Rey de España, y el 12
de noviembre de 1827 asaltaron y tomaron Huanta. Luego, avanzaron amenazadoramente
sobre Huamanga pero fueron contenidos, y tras una cruenta campaña fueron finalmente sometidos.
Obras y hechos importantes de su gobierno[editar]
Efigie de La Mar en el Panteón de los Próceres en Lima.

1. Primer esbozo de Presupuesto. El ministro encargado de Hacienda, José de Morales y


Ugalde, presentó al Congreso una extensa memoria de todo lo hecho dentro de su ramo en el
pasado gobierno y una relación de las entradas y gastos públicos en 1827. Los gastos pasaban
de cinco millones de pesos: de ellos, Guerra y Marina absorbían casi dos millones y medio.
2. Promulgación de la Constitución liberal de 1828. Pocos días después de instalarse el
Segundo Congreso Constituyente en 1827, se declaró nula y sin vigor la Constitución Vitalicia
jurada el año anterior, y en su reemplazo se dio la Constitución de 1828 cuya promulgación y
juramento público se dispuso para el día 5 de abril de 1828, lo que tuvo que ser postergado
para el día 18 de ese mes, por haber ocurrido el 30 de marzo un tremendo terremoto en
Lima que dejó a la ciudad casi en ruinas. Y aunque sus bases fueron tomadas de la constitución
de 1823, se las enriqueció con normas que la experiencia aconsejaba. En lo civil puso término a
ciertos rezagos de la vida colonial, a saber: empleos hereditarios, mayorazgos, vinculaciones y
privilegios. Se abolió la tortura y las penas infamantes y solo hubo pena de muerte en los casos
de homicidio calificado. En lo político estableció: la elección indirecta del presidente y el
vicepresidente, para un período de cuatro años, inmediatamente renovable; cámaras de
senadores y diputados, cuya renovación se efectuaría cada dos años por tercios y mitades,
respectivamente; creación de un Consejo de Estado, al cual se encargaba la misión de observar
y asesorar al poder ejecutivo; creación de las Juntas Departamentales, como medio de
satisfacer y atenuar las tendencias federalistas. Pero especialmente debe subrayarse que esa
constitución liberal autorizó al Presidente de la República suspender las garantías
constitucionales e investirse de facultades extraordinarias, por un tiempo determinado y con
cargo de informar al Congreso acerca de las medidas adoptadas durante el ejercicio de dichas
facultades. Finalmente, agregaremos que dicha Constitución ofreció el fomento de las industrias
y la educación, la realización de estadísticas, la civilización de los indígenas y el apoyo a la
inmigración, entre otras buenas intenciones que poco o nada se materializarían al correr del
tiempo.
3. La ocupación de Bolivia y el Tratado de Piquiza. Bolivia se hallaba todavía bajo la órbita
grancolombiana, con el mariscal Sucre a la cabeza como Presidente vitalicio. Sucedieron por
entonces varios movimientos rebeldes en dicho país, en uno de los cuales resultó herido el
mismo Sucre, quien tuvo entonces que delegar el poder en su Presidente del Consejo de
Ministros, general José María Pérez de Urdininea. Gamarra, que tenía bajo su mando el
poderoso ejército peruano del Sur, por voluntad propia invadió Bolivia el 1.º de mayo de 1828,
con la manifiesta intención de salvar a dicho país de la amenaza de la anarquía y proteger la
vida de Sucre, aunque su verdadera intención era expulsar a los grancolombianos y poner
punto final al predominio bolivariano en dicho país. Tras un paseo triunfal por territorio boliviano,
sin apenas hallar resistencia, firmó con el gobierno de Urdininea el Tratado de Piquiza (6 de julio
de 1828), en el cual se acordó, entre otras cosas, el retiro de las tropas grancolombianas de
Bolivia y la renuncia a la presidencia por parte de Sucre. Este hecho fue muy importante para el
Perú, pues se eliminaba un peligroso frente en la guerra inminente con la Gran Colombia.
El mayor problema internacional que tuvo que enfrentar La Mar fue precisamente el enfrentamiento bélico con
la Gran Colombia, artificial creación geopolítica que ya amenazaba con dividirse.
Guerra con la Gran Colombia[editar]
Artículo principal: Guerra grancolombo-peruana
Las relaciones del Perú con la Gran Colombia se deterioraron debido en parte a las diferencias fronterizas
que mantenían ambos países (La Mar reclamaba Guayaquil, mientras que Bolívar pretendía las provincias de
Tumbes, Jaén y Maynas), pero más que nada por la finalización de la influencia bolivariana en el Perú y la
revocación de la Constitución Vitalicia en 1827, hechos que enfurecieron a Bolívar, pues veía como su
proyecto federativo se desmoronaba. Y más aún, cuando se produjo la ocupación peruana de Bolivia en 1828
y la expulsión de Antonio José de Sucre, que igualmente pusieron fin a la influencia bolivariana en ese país.
El conflicto empezó como una guerra de papel entre ambos estados, es decir, por medio de la prensa se
hicieron mutuas provocaciones e injurias. El Perú expulsó de Lima al diplomático colombiano Cristóbal
Armero,6 mientras que en Bogotá no se recibió al diplomático peruano, José Villa, a quien se le extendieron
sus pasaportes.7 Acto seguido, Bolívar declaró la guerra al Perú el 3 de julio de 1828.8 La Mar aceptó el reto y
movilizó el ejército y marina peruanas contra la Gran Colombia. La marina peruana bloqueó la costa pacífica
grancolombiana y ocupó el puerto de Guayaquil; por su parte el ejército peruano ocupó la provincia de Loja,
en el sur grancolombiano (actual Ecuador).

Mariscal Agustín Gamarra, cuya ambición lo empujó a derrocar al Presidente


La Mar, ayudado por Antonio Gutiérrez de La Fuente.
Otra división del ejército peruano a órdenes del mariscal Agustín Gamarra marchó desde el sur del Perú hasta
el teatro de las operaciones, con el propósito de auxiliar a La Mar. Ambos mariscales planearon tomar la
ciudad de Cuenca, que era el lugar de nacimiento de La Mar y donde naturalmente este contaba con muchos
partidarios. Las fuerzas peruanas sumaban en total 4500 soldados.
Mientras que Bolívar no pudo ir en persona al teatro de operaciones debido a la rebelión de los
generales José María Obando e José Hilario López, por lo que ordenó al mariscal Sucre que desde Quito
organizara la defensa del Sur de Colombia. El vencedor de Ayacucho, quien hacia poco había sido presidente
de Bolivia, organizó un ejército con veteranos de la Independencia, entre los que se contó el general Juan
José Flores (futuro presidente del Ecuador).
Los dos jefes peruanos, La Mar y Gamarra, no coordinaron bien sus movimientos y Sucre, actuando con su
característica habilidad, en la madrugada del 13 de febrero de 1829 sorprendió el parque de artillería peruano
en el pueblo de Saraguro y lo destrozó. A continuación, el mismo Sucre, al frente del grueso de su ejército
(4500 hombres), acorraló y derrotó a una división de vanguardia del ejército peruano (integrada por unos 1000
soldados) en el lugar denominado Portete de Tarqui, cerca de Cuenca (27 de febrero de 1829). Dicha división
peruana se hallaba aislada del grueso de su ejército, y pese a que poco después acudieron en su auxilio
fuerzas al mando de La Mar y Gamarra, estas no pudieron restablecer la batalla y optaron por retirarse,
tomando posiciones defensivas. Los grancolombianos intentaron perseguir a los peruanos, pero al ser
rechazados por los Húsares del Perú, se aferraron también a sus posiciones.9
Tarqui fue un revés para los peruanos pero no una derrota decisiva. Cada ejército quedó dueño de su terreno
y esperaban que al día siguiente se reiniciara la lucha y se librara la batalla definitiva. 10 No obstante, una
versión ecuatoriana considera a esta Batalla del Portete de Tarqui como un triunfo total del ejército
grancolombiano (antecedente inmediato del ecuatoriano) y se ha consagrado el 27 de febrero como el Día del
Ejército Ecuatoriano. Por su parte, los peruanos recuerdan el valor desplegado por sus soldados en Tarqui,
que en número reducido (en una proporción de 1 a 4) resistieron vigorosamente el ataque masivo de todo el
ejército colombiano hasta sucumbir gloriosamente.
La batalla final no se libró, pues La Mar, viendo que su situación era insostenible (se le agotaban sus
municiones así como no podía maniobrar en ese territorio, muy accidentado), aceptó negociar con el
adversario. Fue así como al día siguiente, 28 de febrero, se firmó el Convenio de Girón, por el cual se
establecía el retiro de las tropas peruanas del territorio colombiano que habían ocupado (es decir Guayaquil y
Loja). Los grancolombianos reconocían implícitamente como peruanas a las provincias de Tumbes, Jaén y
Maynas, al no reclamarlas en ese momento.
Pero sucedió entonces que Sucre, al redactar el parte de guerra y el decreto de premios expedido para los
vencedores de Tarqui, tuvo expresiones que fueron consideradas falsas y ofensivas por los peruanos. Mandó,
por ejemplo, que en el campo de combate se erigiera una columna en la que se leería en letras de oro lo
siguiente:
“El ejército peruano de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores fue vencido por cuatro mil bravos de
Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y nueve”.1112
La Mar protestó en carta que dirigió a Sucre. Aclaró que el ejército peruano sólo sumaba cuatro mil quinientos
hombres y no ocho mil (cifra notoriamente abultada); que en Tarqui fue derrotada nada más que la vanguardia
peruana, la cual no ascendía o llegaba apenas a mil hombres; que en vano el ejército peruano esperó el
ataque final del ejército grancolombiano, después de que los Húsares del Perú rechazaran la carga del
prestigioso batallón colombiano Cedeño. También señaló la valiosa y decisiva contribución peruana en las
batallas de Junín y Ayacucho, como respuesta al reproche de que el Perú se mostraba desagradecido ante
sus “libertadores”.13 De otro lado, los oficiales grancolombianos actuaron con salvajismo, fusilando a un buen
número de los prisioneros peruanos, y enrolando a la fuerza a otro grupo de cautivos. Por todo ello, La Mar
decidió suspender el Convenio de Girón hasta que se retiraran los agravios y corrigieran los excesos. Aunque
Bolívar calificó de “quejas de vieja” las observaciones de La Mar, para cualquier testigo neutral sería
innegable que le asistía toda la razón al presidente del Perú.
Derrocamiento[editar]
La Mar estaba dispuesto a continuar la guerra, pero fue entonces cuando un grupo de oficiales peruanos lo
apresaron en Piura, en la noche del 7 de junio de 1829. Dichos militares portaban una carta de Gamarra para
La Mar, donde aquel le pedía su renuncia como consecuencia de la derrota frente a Sucre. La Mar se negó a
hacerlo, y de inmediato lo trasladaron al puerto de Paita, donde en la madrugada del día 9 lo embarcaron
junto con el coronel Pedro Pablo Bermúdez y seis esclavos negros, en una miserable goleta llamada "Las
Mercedes", con destino a Costa Rica. Las razones que arguyó Gamarra para dar el golpe de Estado fueron: el
hecho de ser La Mar un “extranjero” en el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era peruano tanto por voluntad
propia como de acuerdo a ley),2 y que su elección por el Congreso había nacido de un arreglo tramado por
Luna Pizarro (lo cual es discutible).
Gamarra planeó el golpe con el apoyo del general Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien en Lima se encargó
de derrocar al encargado del mando, Manuel Salazar y Baquíjano. Le apoyaba además el presidente de
Bolivia, Andrés de Santa Cruz. Estos tres personajes —Gamarra, La Fuente y Santa Cruz— formaron una
especie de triunvirato, cuyas maquinaciones posibilitaron la caída de La Mar.14
Gamarra, ya asentado en el poder, arregló un armisticio con la Gran Colombia y finalmente firmó el Tratado
de Paz con dicho país.
Destierro y muerte[editar]
Restos de José de la Mar descansa, en el Cementerio Presbítero Matías
Maestro.
La nave llevando al mandatario derrocado arribó a Puntarenas el día 23 de junio de 1829. De inmediato La
Mar pasó a San José de Costa Rica donde fue recibido con honores y desde donde dirigió un oficio al
Congreso del Perú, exponiéndole los atropellos y vejámenes a los que había sido víctima por obra de los
golpistas. Luego se trasladó a Cartago donde fijo su residencia. Viudo y sin hijos, con la salud precaria y sin
tener a ningún familiar cerca, el abatimiento le fue minando más que la edad. Envió poder para casarse con
su sobrina carnal doña Ángela Elizalde, quien viajó en vano a reencontrarse con La Mar. El ilustre militar
peruano expiró el 11 de octubre de 1830 en la ciudad de Cartago, a los 54 años de edad, sumido en la más
negra melancolía. Año fatídico para los prohombres de la independencia, pues poco antes había sido
asesinado Sucre y poco después moría Bolívar.
En 1834 el presidente peruano Luis José de Orbegoso inició los trámites para repatriar los restos de La Mar,
lo que entonces no llegó a realizarse. En 1843 los restos fueron entregados a un marino alemán, Eduardo
Wallerstein, quien los reclamó en nombre de la señora Francisca Otoya, de Piura. Dicha dama conservó los
restos durante tres años para finalmente entregarlos al gobierno peruano, restos que, extrañamente, también
eran reclamados por el gobierno ecuatoriano.15 El gobierno de Ramón Castilla organizó solemnes pompas
fúnebres y depositó el féretro en el Cementerio General de Lima, donde se hizo un mausoleo (1847). En su
honor el Aeropuerto Mariscal Lamar de la ciudad de Cuenca, su ciudad natal, lleva su nombre.
Véase también[editar]
 Independencia del Perú
 Congreso Constituyente del Perú (1822)
 Perú
 Anexo:Presidentes del Perú

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