Goblin Slayer, Vol.16max

Copyright
GOBLIN SLAYER
KUMO KAGYU
Translation by Kevin Steinbach Cover art by Noboru Kannatuki
This book is a work of fiction. Names, characters, places, and incidents are the
product of the author’s imagination or are used fictitiously. Any resemblance to
actual events, locales, or persons, living or dead, is coincidental.
GOBLIN SLAYER vol. 16

Copyright © 2022 Kumo Kagyu
Illustrations copyright © 2022 Noboru Kannatuki
All rights reserved.
Original Japanese edition published in 2022 by SB Creative Corp.
This English edition is published by arrangement with SB Creative Corp.,
Tokyo, in care of Tuttle-Mori Agency, Inc., Tokyo.
English translation © 2023 by Yen Press, LLC
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First Yen On Edition: November 2023

Edited by Yen On Editorial: Rachel Mimms
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Yen On is an imprint of Yen Press, LLC.

The Yen On name and logo are trademarks of Yen Press, LLC.
The publisher is not responsible for websites (or their content) that are not
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Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

Names: Kagyū, Kumo, author. | Kannatuki, Noboru, illustrator.
Title: Goblin slayer / Kumo Kagyu ; illustration by Noboru Kannatuki.
Other titles: Goburin sureiyā. English
Description: New York, NY : Yen On, 2016—
Identifiers: LCCN 2016033529 | ISBN 9780316501590 (v. 1 : pbk.) | ISBN
9780316553223 (v. 2 : pbk.) | ISBN 9780316553230 (v. 3 : pbk.) | ISBN
9781975376970 (v. 16 : pbk.)
Subjects: LCSH: Goblins—Fiction. | GSAFD: Fantasy fiction.
Classification: LCC PL872.5.A367 G6313 2016 | DDC 895.63/6—dc23
LC record available at https://lccn.loc.gov/2016033529
ISBNs: 978-1-9753-7697-0 (paperback)

978-1-9753-7698-7 (ebook)
E3-20231103-JV-NF-ORI
Contenido
Prólogo: El cuento de un caballero
Capítulo 1: Unas vacaciones en la capital
Interludio: Ellos son los que morirán
Capítulo 2: Me llaman
Interludio: Llegando a la aventura
Capítulo 3: Correr genial Capítulo

4: ¡Muévete!
Interludio: Sólo tus ojos
Epílogo: ¡Es una vida maravillosa!
Palabras del Autor

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Prólogo: El cuento de un caballero
“¡Muchos caballeros han recibido su primera herida a manos de
algún don nadie sin nombre! ¡No dejes que su apariencia te
engañe! gritó alguien desde las gradas, a lo que siguió risa general
y sonidos de aprobación.
Fue un comentario justo. Había dos jinetes montados, con

armadura completa, lanza y escudo en mano. Uno de ellos era un
personaje enorme que podría haber montado en un pony
adecuado; era hijo de un productor de tabaco y uno de los
hombres más fuertes de la comarca. Frente a él había una niña
diminuta, sentada en un burro y vestida con lo que parecía ser una
armadura usada.
La belicosa muchacha montada había huido de la casa de sus

padres desafiando un matrimonio que no quería, pero ahora estaba
de regreso en casa. ¿Quién no se reiría cuando ella apareciera en
las listas, en el campo de justas, como si fuera una auténtica
caballero? ¡Uno de esos títeres con un arma de madera tendría
más posibilidades!
El joven le sonrió, una sonrisa desagradable que permaneció en su

rostro hasta que bajó la visera de su casco y ella ya no pudo verlo.
Sin duda se estaba imaginando a sí mismo desmontando

fácilmente a la chica, haciéndola suya y luego partiendo hacia la
capital.
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Qué absurdamente vanidoso. Se juró a sí misma que le haría
saborear la derrota.
"¡Voy a hacer volar su trasero!" —estalló la chica ñandú.

“Te sigo diciendo que no tienes que enviar a nadie a volar”, dijo un
joven que estaba a su lado, suspirando. Tenía aproximadamente su
altura: alto para un ñandú pero bajo para un humano. Delgada
también. Jugueteó con el boomerang que llevaba en la cadera,
todavía no acostumbrado, y murmuró: "¿Estás seguro de que
entiendes las reglas?"
"Seguro lo haré. Es solo que…” La chica, con la visera todavía

levantada y encontrando que la armadura le apretaba bastante, se
volvió hacia su amiga. No había nerviosismo en su expresión; ella
estaba relajada y natural. Obviamente también estaba
extremadamente enojada. “¡Me convertí en un aventurero para
patear traseros a gente como él!”
“No tienes que patearle el trasero. Sólo quédate con el tuyo”.

Wizard Boy parecía profundamente intranquilo, y bien podría serlo.
Después de todo, era una de las “personas importantes”. Y un
mago, además. Cualquiera que encaje en esa descripción
Quien viniera a la comarca de los ñandúes naturalmente llamaría la

atención. Los niños le rogaban por fuegos artificiales mientras los
adultos le ofrecían tabaco pero lo miraban de cerca mientras
hablaban.
Las especulaciones descabelladas sobre su relación con la chica

que lo acompañaban corrieron desenfrenadas, y era casi imposible
ahuyentar hasta el último ojo curioso de la tienda mientras se
preparaban.
Y para colmo, los problemas que habían tenido para encontrar una
armadura que le quedara bien... "¡Rrgh...!" —gruñó, tratando
desesperadamente de evitar que el recuerdo del pecho de la niña,
amplio a pesar de su herencia y su estructura, flotara en el primer
plano de su mente. “Simplemente no te caigas del burro”, le dijo
nuevamente.
"Si ambos pueden

permanece montado, entonces tendrás que desmontar y luchar
cuerpo a cuerpo, ¿verdad? "Sí. Lo que significa…” La chica sonrió,
bajó la visera y se abrochó el cinturón.
cierres mientras decía: "¡Crees que puedo ganar esto si podemos
convertirlo en una pelea con espadas!"
"..."
Wizard Boy guardó silencio por un segundo. Al fin habló, con más
que un cosquilleo en la voz:
"Lo que sea. Solo asegúrate de que una vez que estés listo y
corriendo, enganches tu lanza al resto de tu armadura. Lo
realmente importante es arreglarlo en su lugar”.
“Claro, lo entendí”, respondió la niña, con la risa amortiguada por
su casco. "Está bien, ¡voy a patear traseros!"
Pies golpeados. Los golpes resonaron. La gente mantenía el

tiempo. Pies golpeados. Los golpes resonaron. La gente mantenía
el tiempo.
Algunas personas golpean la valla; otros golpeaban sus armaduras

y golpeaban el suelo con las culatas de sus lanzas. Celebraron a la
antigua reina elfa que les había regalado el jardín que había
convertido en esta exuberante comarca.
Sin embargo, más que adulación, fue pura pasión lo que impulsó
los pisotones.
¡Un torneo! ¡Un concurso de justas! En todo el mundo de las cuatro

esquinas, en todo el tablero, ¿había alguien que no se
entusiasmara ante semejante perspectiva? Era uno de los grandes
entretenimientos, a la par de las aventuras, los juegos de mesa y
las carreras de centauros.

Estaban tan entusiasmados con un espectáculo así aquí en este
idílico trozo de campos y granjas de tabaco como en cualquier otro
lugar. Doblemente porque en esta competición estaba en juego un
billete a la capital.
En un lugar donde muchos nunca abandonaron la aldea en toda su

vida e incluso se acobardaron ante la idea de salir por su puerta,
este fue un tremendo privilegio. Una oportunidad dada a la
comarca a la luz de las leyendas sobre un caballero ñandú que
había una vez sirvió al rey de la nación. Una oportunidad concedida
a pesar de que el condado no tenía noción de caballeros y nobles
como los que se encuentran en los reinos humanos.
Para los jóvenes fue como un sueño. Incluso para esta joven,
aunque no era hija de nada. Aquellos que miraban también deben
haber estado imaginando lo que podrían ser algún día o lo que
podrían haber sido alguna vez.
Bien, bien. No hay necesidad de toda esta explicación.

¡Fue interesante! Simple como eso. Hizo correr la sangre y acelerar
el pulso. ¡Fue divertido! ¿Qué más razón necesitaba uno para
quedar cautivado por un torneo?
Cuando la emoción estaba en su punto álgido, un juez parado en el

centro del campo agitó la bandera que servía de señal.
“¡Hrrrrraah!” "¡Holaaaaaah!"
Con grandes gritos de batalla, los dos jinetes cargaron hacia

adelante sobre sus fieles corceles. (¿Es un burro un corcel?) La
niña espoleó a su burro, quien rebuznó y, por un segundo, se
encabritó.
El chico mago rechinó los dientes. Pero un parpadeo más tarde, el

burro estaba de nuevo golpeando el suelo, levantando una nube de
polvo mientras avanzaba de cabeza hacia el enemigo.
"¡Ir! Más rápido…!"

Una lanza para uso en torneos no era, por supuesto, como una
lanza real. Era un instrumento de madera para juegos, diseñado
para romperse espectacularmente. Eso también significó que tomó
más tiempo ganar impulso y fue mucho más agotador sostenerlo
en un solo brazo.
“¡Tú… hijo de…!” La muchacha luchaba por sujetar su lanza

mientras saltaba en la silla, jugueteando con ella con sus delicadas
manos.
"¡Ja!" Al mismo tiempo, su oponente levantó fácilmente su jabalina

con solo uno de sus largos brazos, asegurándola tranquilamente en
el soporte de la lanza.
Cada uno de ellos apuntaría al escudo, al torso o a la cabeza de su

oponente. El escudo era el golpe más seguro, pero no la mejor
opción si tu objetivo era derribar a la otra persona de su montura.
Wizard Boy contuvo el aliento y apretó los puños cuando vio que la
punta de la lanza pintada alegremente del enemigo apuntaba a la
cabeza de la niña. Ella no saldría herida, ni en un millón de años,
¿verdad? La armadura de torneo era pesada y gruesa. Pero eso era
material de segunda mano que habían reunido.
Tenía que estar bien. Ve! Ve! Ve. ¡Consíguelo asegurado! Quédate
en tu montura. Eso es todo lo que necesitas hacer. Sus
pensamientos burbujeaban y giraban entre los golpes en la valla.
Nunca había estado tan nervioso en una aventura. Y él fue
simplemente mirando! ¿Fue por eso?
Argh… ¡Maldita sea! ¡Vete ya! ¡Ganarlo! ¡Hazlo!
"¡Hurra!"
Oyó el ruido metálico de la lanza al clavarse en el resto. Al menos

eso creía. Sin embargo, lo que escuchó a continuación fue el
choque de las armas golpeando sus objetivos, el ruido de las
astillas volando por todas partes mientras explotaban.

Se escuchó un terrible chirrido de metal y un escudo salió volando.
Incluso en un caso de poni contra burro, ese shock seguramente
habría sido fatal sin protección. Un verdadero caballero que atacara
con una verdadera lanza podría golpear más fuerte que un ariete.
Hubo un grito de la multitud; gritó una mujer.
Luego estaba el
Golpe y estrépito de un cuerpo blindado que cae al suelo.
Wizard Boy se cubrió la cara y contuvo la respiración. Maldita sea
todo. Él le daría su opinión más tarde.
“Le dije que no tenía por qué enviarlo a volar

Capítulo 1: Unas vacaciones en la capital
"Guau…!"
No había emitido tal sonido de asombro y sus ojos no habían
brillado así desde que visitaron la aldea de los elfos. Es decir, en su
opinión, la capital era un lugar de maravillas y fantasía tan
asombroso como el escondite del bosque de los elfos.
Allí estaban los imponentes rascacielos. Los adoquines

generalizados. Las hordas de gente yendo en todas direcciones.
Todo parecía brillar, su vista bloqueada sin importar en qué
dirección mirara. Lo único natural que vio fue quizás el cielo,
amplio y azul sobre sus cabezas. E incluso tenía una cualidad
borrosa, como pintura esparcida sobre demasiado lienzo. Ella había
pensado que la ciudad del agua era una ciudad grande, pero esto...
"¡Es asombroso!" Dijo la granjera, simplemente incapaz de

encontrar otra manera de describirlo.
“¡Ji, ji! Es curioso, dejas de notarlo una vez que te acostumbras”.
Al lado de la Vaquera estaba la recepcionista del Gremio de
Aventureros, sus pasos sonaban tan ligeros como una pluma.
Bueno, tal vez no tan ligero. Probablemente no podrían serlo,
considerando el elegante vestido que llevaba.
Elegante, al menos, desde la perspectiva de la granjera. En la

mente de Guild Girl, probablemente era solo un traje ordinario.
Después de todo, era hija de la nobleza. Diferente en todos los
sentidos a una granjera. La granjera estaba casi avergonzada de
sólo pensar en ellos en el mismo momento.

“¿Así es como les parecen a ustedes, los humanos, las aldeas de
elfos?”
Cualquier defecto de vestimenta por parte de la granjera podría
perdonarse, porque siempre hubo un pez más grande, o tal vez
siempre una mujer más hermosa. Al lado de un noble elfo alto,
cada mujer humana parecía igualmente ordinaria.
Esta noble elfa noble en particular estaba vestida con su ropa de

viaje, que no era tan diferente de su atuendo habitual de
aventurera y le valió muchas miradas mientras caminaba por los
adoquines. Ni siquiera los habitantes de la capital veían muy a
menudo a alguien como ella, con sus ojos brillantes y su cabello
verde casi traslúcido.
La Alta Elfa Archer tomó las miradas curiosas con calma, sus
orejas se movieron. “Quiero decir, extraño, ocupado y algo
maravilloso. ¿Es así como es? Una cosa puedo decir: ¡ninguna
aldea de elfos es tan claustrofóbica como ésta!
"Sí, claustrofóbico desde tu perspectiva". Un chamán enano

caminaba junto al elfo. Masticó una brocheta de carne asada que
había conseguido conseguir en alguna parte. Le pasó un palo al
elfo, aunque éste parecían zanahorias asadas.
La moda de las carreras atrajo en masa a los centauros y a sus

admiradores, lo que a su vez estimuló la proliferación de puestos
que vendían comida como ésta.
“Gracias”, dijo la elfa, tomando la brocheta y clavándola,

llenándose las mejillas con verduras.
El enano la ignoró mientras se lamía la grasa de los dedos. Luego

frunció el ceño. “Además, los de tu clase no construyen sus
propios edificios. Simplemente muévete hacia árboles ahuecados”.
“¡Eso es discurso de odio! ¡Desprecio por otra cultura!

“Sigue quejándote. ¡Espera a ver algún día una ciudad enana!
“¿Quieres decir esperar hasta que vea un gran agujero en el
suelo? ¡Al menos los ñandúes son acogedores!
“Y construido con mucho cuidado. ¡A diferencia de las casas en los
árboles de los elfos!
Se podía escuchar al elfo gruñir: “¡Ooh, tú!” y el enano respondió

de la misma manera. Pronto comenzaron a discutir como siempre
lo hacían. Sin embargo, la multitud que los rodeaba era tan
numerosa y tan ruidosa que ahogaba incluso sus habituales
peleas.
Dondequiera que miraras había gente, gente, gente, gente, gente,

gente, gente, gente, gente. Llevaban trajes de todo tipo, hablaban
innumerables idiomas y fluían por todos lados como un río.
Centauros, canutos, elfos, enanos, ñandúes, humanos y otros
tipos de personas que la granjera nunca había visto antes.
Incluso caminando en fila a lo largo del camino principal con la
esperanza de evitar
Mientras soportaba el peso de la multitud, sintió que la iban a

arrastrar. Fue una avalancha de colores. La Alta Elfa Archer había
hablado de “cultura”, y esto fue de hecho un choque cultural para
la Vaquera.
Si hubiera sido una artista que intentaba pintar esta escena,

habría tirado el pincel desesperada por su inutilidad. Era como si
todos los paisajes del mundo entero estuvieran concentrados en
esta única vista.
“Míralos a todos”, jadeó la joven que estaba al lado de la granjera,

respirando profundamente como si temiera asfixiarse. Cuando se
conocieron, ella no parecía más que una niña, pero se había
convertido en una excelente joven. Presionó su gorra contra su
largo cabello dorado, parpadeando. Ella era una sacerdotisa de la
Madre Tierra y ahora dijo: "¡Había oído hablar de toda la gente,
pero esto es increíble!"
"¿Es?" Preguntó la granjera.

El clérigo asintió en respuesta. ¡E incluso había estado antes en la
capital! Había nacido en la frontera, pero durante los últimos años
había estado viviendo aventuras. Sin embargo, incluso con su
floreciente experiencia, la avalancha de gente en la capital en ese
momento la hizo girar la cabeza. Y pensó que se había sentido
abrumada la primera vez que vino aquí...
“¡Pero hay mucha, mucha más gente de la que vi entonces!”

"Por supuesto. ¡Hay un torneo en marcha! La chica del gremio
hinchó su noble cofre.
Sí, eso fue todo. Por muy amplio que fuera el Mundo de las Cuatro
Esquinas, había pocos eventos que atrajeran tanta atención como
un torneo. Las aventuras eran llamadas la flor del mundo de las
cuatro esquinas, pero la gente no podía evitar preguntarse quién
era más fuerte en una competencia uno a uno, persona contra
persona.
Incluso los dioses observaban esas cosas con interés desde

encima del tablero; que tengan la bendición de la Valquiria.
“¡Hoo-hoo! ¡De hecho, yo mismo participaría si tuviera una
montura en la que montar! Un sacerdote hombre lagarto trotaba
llevando algo muy grande. Lo había descargado del carro después
de cruzar la puerta.
“Toma”, dijo la elfa arquera, dándole una brocheta de queso asado

que el enano había comprado.
“Mis gracias”, respondió Lizard Priest, tomándolo y comiéndolo

todo de un bocado. “¡Mmmm, néctar! ¡Néctar de verdad! En todo
caso, sólo podrán formar parte de estas actuaciones caballeros y
caballeros.”
“Hay una manera de que puedas ser parte de esto. Ni siquiera

tendrías que convertirte en funcionario”, dijo la Alta Elfa Archer.
La cola de Lizard Priest golpeó el suelo, llamando la atención de
varios transeúntes. Cuando se dieron cuenta de que era sólo otro
espectador emocionado,

sin embargo, nuevamente se dieron la vuelta. Todos estaban
concentrados en el torneo; No perderían el tiempo mirando a los
demás miembros de la audiencia.
"Sí, se han elegido representantes de cada raza para competir entre

sí".
"¡Ah, ya veo! Porque los enanos, los ñandúes, los elfos, los canutos y
los humanos tienen una constitución diferente. Por otra parte, afirmó,
el corazón bailaba ante la idea de una lucha igualada entre diferentes
pueblos. Al parecer, también había una división para eso.
La granjera dejó que la charla la invadiera mientras miraba al

miembro restante de su grupo.
Aquí estamos… Finalmente de vacaciones.
Al menos eso pensaba ella. Esto no fue una aventura. Tampoco

estaba aquí por negocios agrícolas. Había venido a la capital porque
la habían invitado sus amigos.
La idea de viajar era algo complicada para ella después de un

invierno muy desagradable, pero esto no era nada parecido a lo que
había sido. No fue exactamente por eso que hizo la pregunta que
hizo... pero casi lo fue.
“Entonces… ¿Qué crees que deberíamos hacer?” Todo lo que vio

parecía brillante, fascinante y emocionante. Aún faltaba tiempo para
que comenzara el torneo. Aunque no suficiente, seguramente.
La persona a la que preguntó, un viejo amigo suyo, gruñó: "Hrm" y

ajustó su agarre sobre el paquete que llevaba.
Era un aventurero que llevaba una armadura sucia; un casco de

acero de aspecto barato; y un escudo pequeño y redondo en el
brazo, y llevaba una espada de una longitud extraña. La gente que
pasaba por la calle le miraba de forma extraña, pero él asintió
gravemente y dijo: "... Me temo que no lo sé".
Resultó que Goblin Slayer no tenía la menor idea de cómo pasar un

día libre.
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Comenzó con un plan (es decir, una sugerencia) de Guild Girl y Cow
Girl. Se les había metido en la cabeza ir al torneo que se celebraría
en la capital. No fue necesario preguntarle dos veces a la Alta Elfa
Arquera; Su mano se levantó rápidamente y exclamó: "¡Quiero ver
eso!".
"Sí, suena delicioso", añadió Lizard Priest.

El chamán enano, a quien le encantaban las fiestas, estuvo de
acuerdo. “No es mala idea, supongo”.
La sacerdotisa, por su parte, todavía sentía cierta reticencia a ir a un

festival sólo para divertirse. La última vez que fui a uno de esos...
Bueno, habían pasado muchas cosas y la diversión había sido lo

último que había tenido. Además, este era un torneo de justas. Tenía
que admitir que no le importaría ver cómo se veían los caballeros
peleando, ni siquiera una vez en su vida. Una de las aventureras
consumadas que tanto admiraba era ella misma un caballero...
"Me gustaría ver eso...", dijo. Últimamente se había propuesto

intentar promocionarse un poco más.
"¡Excelente! No parece que haya otra oportunidad en el corto plazo”,

dijo la Guild Girl con una sonrisa. Habiendo llenado así el foso, la
vaquera dio el golpe de gracia.
"Vamos", instó ella, con el proverbial tirón de su manga. “¡Vamos

todos! Estoy seguro de que será interesante… creo”.
"Hmm."
Con todos los demás de acuerdo, Goblin Slayer difícilmente podría

negarse. De hecho, el líder de un partido no poseía tanto poder.
Podía establecer la dirección general del grupo, pero no podía, por

ejemplo, expulsar a alguien del grupo por sí solo. Como tal, Goblin
Slayer tomó una página del antiguo asunto del “elfo que asiente” y
asintió en silencio.
Así fue que anduvieron brincando en una carreta desde la frontera

durante muchas horas hasta llegar a la capital. Saludaron a los
guardias, que parecían agotados por todos los visitantes, y cruzaron
la puerta, charlando todo el tiempo.
Encontraron alojamiento y estaban discutiendo qué hacer cuando...
"¡Compensemos lo que nos perdimos la última vez!" Dijo la Alta Elfa
Arquera.
Sin aceptar argumentos, agarró a la sacerdotisa de la mano y salió

corriendo. "¡Eek!" Exclamó la sacerdotisa.
Por la forma en que su cabello ondeaba detrás de ella, la elfa parecía

como si estuviera saltando sobre nenúfares. La sacerdotisa,
apretando su gorra contra su cabeza, sólo pudo decir: “¡Lo siento!
¡Hasta luego!" mientras la arrastraban. La chica del gremio la saludó
con la mano.
Mientras tanto, la granjera tenía una pregunta. "¿Qué quiso decir con
'la última vez'?" "Cuando llegamos anteriormente a la capital", fue
toda la explicación de Goblin.
Ofreció Asesino. Eso tendría que haber sido hace más de un año.
Bueno, tal vez a un elfo no le pareció tan largo. "Terminamos
matando duendes", añadió Goblin Slayer.
"¿Matar duendes?" "Así es."

"Ahhh", dijo la granjera. Sí, eso haría que uno estuviera ansioso por
volver a hacerlo. Especialmente teniendo en cuenta lo que había
aprendido sobre la caza de duendes durante su breve período.
en la montaña de invierno.
Sin embargo, no pudo evitar preguntarse acerca de las expresiones

de los otros rostros. El chamán enano, el sacerdote lagarto y la chica
del gremio parecían positivamente iluminados.
"¡Bien, tal vez deberíamos hacer un pequeño mulligan por nuestra

cuenta!" Declaró el chamán enano y le dio una palmada a Goblin
Slayer en la espalda con su mano gruesa. Emitió un sonido como el
de una piedra golpeando una placa de metal.
Lizard Priest pisoteó con entusiasmo ante eso. “Una buena idea. Debe
haber muchas tiendas para un evento como este. ¡No me lo perdería
por nada del mundo!

"Hrm" fue el primer sonido que salió de la boca de Goblin Slayer,
seguido de "¿Es ese el caso?" Iba a dejar que se salieran con la suya.
"Muy bien, entonces, mis dos honorables conocidos", dijo Lizard

Priest. "Le tomaremos prestado al señor Goblin Slayer".
“¡No te preocupes! Te lo devolveremos esta noche”, añadió Dwarf

Shaman. Goblin Slayer no mostró resistencia a ser arrastrado por los
dos, ambos mucho más imponentes que cualquier humano. De
hecho, probablemente no quiso resistirse.
"Parecería", dijo con su habitual franqueza, "que el asunto ha sido

decidido".
Dicho esto, los tres hombres se pusieron en camino y desaparecieron
entre la multitud festiva.
"¡Oh!" La granjera parecía que iba a decir algo. Ella misma no sabía
muy bien qué, pero sentía que no debía dejar pasar el momento. Sin
embargo, ella no habría querido detenerlos, impedirle que disfrutara
de su día libre, de su festival.
Me pregunto cuánto tiempo ha pasado.

Incluso en el festival de la cosecha, cuandoquiera que fuera, había
estado patrullando en busca de duendes.
Una hermosa mano blanca se posó sobre el hombro de la granjera

como si su dueña supiera exactamente lo que estaba pensando. La
granjera miró hacia arriba y encontró a la persona con quien lo había
compartido durante el festival de la cosecha.
“Ji-ji. No te preocupes”, dijo la chica del gremio. "Todavía hay mucho

tiempo". "Um..." La granjera pensó que podía sentir un complot en
marcha. Su corazón estaba acelerado.
"¿Tiempo para qué?"

“Bueno, ya que hemos venido hasta la capital, ¡pensé que podríamos
darnos un capricho de alguna manera! ¡Los últimos estilos!
Ah, eso sí que era un complot para acelerar el pulso.
"¡Sí, eso sería maravilloso!"

Ella quería ser princesa, pero para eso necesitabas una aventura.

§
El macellum, o mercado interior, no se parecía a nada que la granjera

hubiera imaginado. Hecho de piedra de color ámbar, originalmente
era un mercado al aire libre creado para nundinae, establecido en un
jardín para protegerse de los elementos. En algún momento, se
añadió un techo y pasó a utilizarse para mercados regulares.
La Guild Girl los había llevado a uno de los mercados más grandes de
la capital. “Esta plaza fue construida originalmente para celebrar la
victoria de un antiguo emperador en la batalla. Hoy en día, sin
embargo, es más conocido por sus compras”.
La granjera, que no sabía nada sobre la capital como tal, estaba

menos interesada en las explicaciones de la muchacha del gremio
que en las asombrosas vistas que la rodeaban. Este mercado, la cuna
del Dios del Comercio, estaba directamente al lado de la biblioteca, el
bastión del Dios del Conocimiento. Mostró lo buenos amigos que eran
las deidades.
La elaborada construcción de la galería constaba de cinco niveles,

como una escalera gigante. El techo de cada nivel formaba una
especie de balcón en el que se congregaba gran multitud de
personas.
Olía a carne, a pescado y a comida de todo tipo. Algunos de los

olores que la granjera ni siquiera reconocía. Los aromas los
invadieron con tanta seguridad como las multitudes. ¡Era una horda
de gente, gente, gente, gente yendo a todas partes!
Por delante de ella pasaba gente que venía de no sabía dónde,

miembros de no sabía de qué tribu. Llevaban compras cuya
procedencia no podía esperar identificar. Casi parecía como si todo el
Mundo de las Cuatro Esquinas estuviera hacinado en ese mercado.
Sintiendo que sus cinco sentidos estaban abrumados, la granjera

comenzó a marearse con solo estar allí. "Esto...", dijo, con la voz
temblorosa. “¡¿Todo este enorme edificio está lleno de tiendas?!”
“Bueno, el quinto piso es una oficina administrativa. Pero hay

aproximadamente cuarenta tiendas en cada piso, así que eso hace…”
La recepcionista se llevó un dedo delgado a la barbilla e hizo algunos
cálculos mentales rápidos. En total hay unas ciento sesenta tiendas.
"Oh Dios mío…"
Dios mío, de hecho. ¿Ciento sesenta tiendas? ¿Todos funcionando a

la vez? ¿Dentro de un solo edificio? La vaquera nunca había
imaginado un mercado más grande que los al aire libre que aparecían
periódicamente en los pueblos y aldeas a lo largo de la frontera.
“Es cierto que es un poco más caro que el nundinae. ¿Pero qué vas a
hacer? ¡Vamos!" Dijo la chica del gremio.
“¡Uh, seguro!” respondió la granjera, con el corazón latiéndole con
fuerza en el pecho. Hizo todo lo posible para mantenerse al día con
Guild Girl.
¿Qué tan caro fue caro? ¿Sería suficiente el cambio de su bolsillo?

¿Podría permitirse algo? ¿Debería siquiera pensar en comprar algo?
Por supuesto, ya era demasiado mayor para que su tío la regañara
por gastar su dinero en un festival...
La granjera quedó muy impresionada por la forma en que la mujer

frente a ella procedía con pasos seguros, como si todo esto fuera algo
viejo para ella. Sin embargo, no estaba segura de si realmente
debería estar aquí, dado que estaba de paso.
"Oh, está bien", dijo la chica del gremio, pareciendo adivinar lo que
estaba en la mente de la vaquera. Sus trenzas rebotaron cuando se
giró. "Te sorprenderá lo desinteresada que está la mayoría de la
gente aquí por los que les rodean". Luego añadió: "De todos modos,
eres tan lindo".
"Ojalá no te burlaras de mí..." Esa fue la mejor objeción que la

granjera pudo reunir, pero tan pronto como comenzó a mirar a su
alrededor, entendió de qué había estado hablando la chica del
gremio. “Y-ay… Un par de sandalias… ¡¿Dos piezas de oro?!”
“Pues son muy buenas sandalias. Hmm… Dicen que la moda

comienza desde los pies”.
La granjera no tuvo un momento libre para mirar a la bulliciosa

multitud que la rodeaba. Estaba demasiado ocupada observando las
tiendas y sus mercancías.
¿Qué es eso? ¿Y eso? ¿Y qué venden allí?
Ella estaba llena de preguntas como una niña curiosa, pero las obligó
a reprimirlas.
Porque de otra manera…

De lo contrario, en lugar de ser una mujer que había salido a pasar
un rato divertido con su amiga, sería más como una niña que
acompañaba a su hermana mayor.
Finalmente, sin embargo, ni siquiera la granjera, con toda su

determinación, pudo contener un “¡oh, guau!” Se detuvo en seco
frente a una pequeña tienda abierta. Aunque la mayoría de los
lugares en este mercado eran escaparates adecuados, este era un
establecimiento independiente al aire libre instalado frente a una
estatua del Dios del Comercio escondido entre un par de otras
tiendas.
Una mirada rápida a su alrededor reveló que había varias otras áreas
como esta, con establecimientos propios a su alrededor. Parecía que
a los pies de los dioses,a uno se le permitió establecerse.
Aquí se exhibían telas y textiles más hermosos que cualquier cosa

que la vaquera hubiera visto jamás. Brillaban y brillaban como si
fueran tesoros en sí mismos. No podía quitarles los ojos de encima.
Además, el vendedor era un dulce y joven mirmidón de color blanco
puro. No era necesario ser una campesina rústica para quedar
encantada con este puesto.
"Ah", dijo la chica del gremio
, echando un vistazo y señalando. "Los gusanos han venido a ofrecer
su seda".
"¡¿Esto es seda ?!" Exclamó la granjera.
Seda: Era la primera vez que lo veía. No tenía idea de que fuera un
material tan fino y rico. Sintió que su corazón latía con fuerza
mientras lo miraba; la tela brillaba como un mar de arena plateada.
Había oído hablar de chicas nobles que usaban vestidos de seda o
incluso ropa interior de seda, pero esto...
Es increíble.
Siempre había creído que la seda sólo procedía del otro lado del
desierto, en el extremo oriental del mundo. ¿Lo había tejido ella
misma la doncella de los gusanos?
“¿Quieres…” preguntó una voz tan delicada y dulce como una
campana, “…comprar?” La chica gusano volvió sus grandes ojos
negros, encantadores y suplicantes, hacia la vaquera.
Que bonito quedaría un vestido de este material. Digno de una
princesa.
La granjera casi podía verse vestida con la seda, tras lo cual descartó
el pensamiento pasajero de que no se parecía en nada a ella. Fue tan
encantador. Qué hermosa seda. Ella tragó con fuerza. Preguntar era
gratis, ¿verdad?
“¿C-cuánto es…?”
"Dígame usted. Dime un buen precio y estaré encantado de dártelo”.
"Umm..."
“¡Ji, ji! Verás, los gusanos ven vender su seda como una ofrenda al
Dios del Comercio”, dijo la recepcionista. Justo el tipo de ayuda que
la granjera necesitaba. Ahora lo entendía; no claramente, por
supuesto, pero sí lo suficiente.
No sabía que había gente así en el mundo.

Tomó la seda suavemente entre sus manos. Eso fue todo.
“Si se me permite decir”, comenzó la doncella de los gusanos con una
inclinación de la cabeza, “pondrás precio a mi vida”.
“¡Entonces supongo que no puedo comprar esto tan barato!”

¿Un precio a su propia vida? Esta no fue una compra menor. La
granjera ni siquiera conocía el valor de su propia vida.
Cuando le informó esto a la otra mujer con una sonrisa ambigua, la

La doncella de los gusanos solo dijo: "¿Es así?" y asintió. No parecía
decepcionada de que no se hubiera fijado ningún precio para esto, su
vida.
Ella sólo miraba a la multitud que pasaba como un pescador

observando la superficie de un río. La granjera pensó en sí misma en
la granja, observando a la gente que pasaba por la calle, esperando
que su amiga de la infancia regresara a casa.
Para su sorpresa, alguien dijo: “Entonces si puedo echar un vistazo”.

Un brazo vestido con una fina manga negra pasó junto a ella y
recogió la tela con un movimiento experto. El brazo pertenecía a una
hermosa mujer vestida con ropa masculina, sus pestañas
revoloteaban mientras parpadeaba. "¿Qué opinas? Sería una buena
pieza para tu traje de viaje.
“Hmm… Sí, no está mal. ¡Sobre todo porque fue hecho a mano por
una joven tan adorable!
La respuesta vino de otra mujer aproximadamente una cabeza más

alta que la primera. Sus orejas, que estaban erguidas hacia arriba y
hacia abajo, se movieron y sus ojos brillaron como un relámpago.
Ella rió. “¿Qué te parece, niña? ¿Venderme esta tela?
"... ¿A qué precio, puedo preguntar?"

El corredor centauro con ojos como un rayo ignoró el suspiro de la
comerciante a su lado y respondió: "Una victoria dedicada a ti".
"Lamento haber estado desconectado durante tanto tiempo".

“Has conseguido… ¿Cómo digo esto? Muy respetable”.
La suave sonrisa en el rostro de su amiga mientras respondía con su

agradecimiento no mostró signos de cansancio o nerviosismo. Fue
suficiente para hacer muy feliz a la granjera; ella sonrió y aplaudió.
Estaban en el termopolio. Siendo ésta la capital, la granjera se había

preguntado qué tan elegante podría ser el lugar, pero se sintió
aliviada al descubrir que no estaba fuera de sus posibilidades. Un
lugar perfectamente agradable para que cuatro mujeres jóvenes se
reúnan después del mediodía y disfruten del ambiente cordial.
En los otros asientos había gente que parecía haber venido de todos
los rincones, probablemente para el torneo. La gente era abundante y
la charla animada; le recordaba la taberna del Gremio de Aventureros
que visitaba a veces. La mayor diferencia era que aquí no había nadie
con armas o armaduras, sólo una panoplia de diferentes pueblos.
Estoy seguro de que estaría vestido como siempre, incluso aquí.
Un mural, dibujado con pigmentos sobre el yeso de una pared,
estaba muy de moda.
el espíritu de la capital.
¿Es esa la Madre Tierra? Se preguntó la granjera.
La imagen mostraba a una diosa hermosa y ampliamente dotada de
alas. Pero por razones que la granjera no entendía, las alas estaban
parcialmente cubiertas con tela.
Extraño.
"Ciertamente nunca esperé encontrarme contigo aquí", estaba
diciendo la recepcionista.
"Yo tampoco. Aunque recibí algunas cartas de esos niños que

mencionaban que vendrías a ver el torneo”.
"Supongo que se lo debemos a los dados del Destino y el Azar". "De
hecho, lo hacemos".
Incluso mientras la vaquera estaba ocupada fascinada por los

alrededores, la chica del gremio y la comerciante estaban teniendo
una animada conversación. Ambos procedían de la nobleza; Sin duda
estaban acostumbrados a lugares como éste.
Una camarera vestida con sus propias galas vino a tomarles el

pedido, pero aun así actuaron como si todo fuera normal. La granjera
quedó profundamente impresionada. Ella, por su parte, tropezó con
su pedido; francamente, apenas entendía lo que había en el menú.
Por ejemplo, estaba segura de haber escuchado a Guild Girl ordenar
"glires". ¿Qué diablos fue eso?
La granjera estaba llena de preguntas y curiosidad. La chica del

gremio la vio y asintió. “¡Ah! Es un lirón relleno y asado”, explicó.
"¡¿Lirón?!" La granjera no tenía idea de que se podían comer esos.
La chica del gremio se rió de su sorpresa mientras la comerciante
dijo: “En ese caso…” y señaló el menú. "La lengua del flamenco al
vapor es particularmente exquisita".
"Flamenco…?" ¿Qué fue eso? La granjera no estaba más que

confundida. Sabía que era una especie de pájaro, pero si podías
comerle la lengua, entonces debía ser muy grande. ¿Era del tamaño
de la lengua de una vaca?
Mmm. El corredor centauro resopló y luego indicó la parte del menú

que trataba sobre verduras. “Creo que tomaré la ensalada de
silphium. Te da energía”.
"Tenga cuidado de no comer demasiado de eso", dijo la comerciante,

saliendo del restaurante emocionado antes de que pudiera recorrer el
menú. "En un momento dado, hubo un corredor que usaba silfio
regularmente para tratar el asma y fue expulsado por ello durante la
inspección".
“Sí, porque de hecho te hace más fuerte. También se dice que tiene
efectos afrodisíacos en los humanos…” El corredor preguntó si a la
Comerciante no le gustaría probar un bocado, a lo que el comerciante
simplemente respondió: “Basta con eso”, su expresión era difícil de
leer.
¿Qué pasa con la pata de jirafa? Salieron hoy. ¿En realidad? Es una
pena. Así fue la conversación entre la chica del gremio y la
comerciante.
La granjera los escuchó con un oído mientras estudiaba

diligentemente el menú. Parpadeó ante la joroba del camello
(¡¿podrías comerte esos burros grumosos?!), pero luego vio algo
más.
“Esto es pescado, ¿verdad, no cerdo? ¿Dice algo sobre salchichas?

“Ah”, dijo la camarera, un canuto. (¡Incluso aquí en la capital!) “Ese
es Delphinus. Delphinus salsus. ¡Esta bastante bien!" Las orejas de la
camarera se movieron mientras explicaba.
“Entonces lo intentaré”. Después de todo, la granjera no tenía

muchas oportunidades de comer pescado. También podría tomar
este. No tenía idea de qué tipo de pescado era, pero mientras
estuviera comiendo en la capital, también podría probar algo inusual.
"¿Y para beber?" preguntó la camarera.
"Sé que es sólo mediodía", dijo la chica del gremio con una risa
avergonzada. "Pero creo que podría tomar un poco de vino".
"Para mí", dijo la comerciante, "aqua mulsa". "Vaya, ¿estás seguro?"

"Sí Sí. El vino de Bumpkins, lo sé. Sin embargo, cuando bebes tanto
como yo, te das cuenta de que es una bebida encantadora”.
“Pura arrogancia, describir todos los lugares donde las uvas no

crecen como territorio de paletos”, dijo el centauro riendo. "Entonces
tomaré uno igual".
La granjera pensó recordar que la gente del norte producía aqua

mulsa, o agua con miel. Sabía que la jarra de vino que él había traído
como regalo de aquellos lares ya no estaba del todo llena…
Su tío se abstuvo, por razones que ella desconocía, así que él y ella lo
disfrutaron solos.
Aunque en realidad no parece alcohol...
"Me pregunto si habrá algo dulce por aquí", reflexionó el centauro.
“Puedo ofrecerte sapa o defrutum”, dijo la camarera. “Almíbar de uva
o de otras frutas. ¿Qué le gustaría?"
"Hmm... Fruta defrutum, entonces."
"Excelente opcion." La camarera hizo una elegante reverencia y se

retiró.
La granjera finalmente se permitió exhalar.
Aún…
"¿Algo en tu mente?"
"¡Oh, n-nada!" Dijo la granjera, rechazando la pregunta mientras

esos ojos relámpagos se centraban en ella. “Es solo que antes
hablaste de una victoria. Así que estaba
Me pregunto si tú también estarás en el torneo”. Después de todo,

este centauro era uno de los mejores de la ciudad acuática. ¿No era
ese el motivo de las miradas que parecía atraer?
No obstante, la granjera la encontró afable y fácil de tratar. Tal vez

eso se debía a que la mitad inferior del centauro se parecía mucho a
los animales con los que la vaquera estaba acostumbrada a trabajar.
“No, soy una auriga. Ni un sonipes. “¿Um…?”
“Mis piernas están entrenadas para correr rápido. No sé cómo

empuñar una lanza”. Por eso lo máximo que podía ofrecerle a la chica
gusano era la victoria en una carrera.
"Ella es una pura sangre, un linaje dedicado exclusivamente a correr

muy rápido", añadió Guild Girl. Dijo que los centauros que corrían
dedicaban sus linajes a ser rápidos.
Eso, la granjera lo entendió. Después de todo, era obvio al echar un

vistazo a las piernas del corredor. Eran tan delgados, tan angulosos,
tan delgados y hermosos... pero también singularmente inadecuados
para transportar objetos pesados. Parecían delicados, casi como
vidrio. Hermosa pero frágil.
“Me encantaría poder verte correr”, dijo la granjera.

“Hoh-hoh. Eso es un honor. Prometo que te invitaré al Circus
Maximus algún día cuando me postule”.
La granjera pensó en la herradura de hierro con la que había
regresado no hace mucho. Había pertenecido a un corredor llamado
Silver Blaze. Incluso la granjera, sin embargo, se dio cuenta de que
sería de mala educación preguntar cuál de ellas era más rápida. Aún
así, no pudo evitar preguntarse cómo serían las piernas del centauro
de ojos relámpagos y se encontró robando miradas debajo de la
mesa.

Las piernas del corredor estaban colocadas delante y detrás de su
vientre (tal vez esa fuera la forma correcta de decirlo) y estaban
dobladas en el suelo.
Deberían tener sillas para los diferentes tipos de personas que

vienen aquí.
“¿No te sientes incómoda sentada así?” Preguntó la granjera.
"¿Mmm? Ah…” respondió la mujer de ojos relámpagos, moviéndose
ligeramente. "Sólo un poco, supongo."
"Estoy segura de que solían tener asientos para centauros...", dijo

la Recepcionista vacilante, sus ojos recorriendo el restaurante.
Podían ver a los pájaros que encontraban el respaldo de las sillas
un desafío para sus alas y a otros canutos que luchaban por saber
dónde poner sus colas.
“Supuestamente, hacer que los patanes usen sillas especiales

constituiría discriminación”, interrumpió la Comerciante. “Por
supuesto, cada uno tiene sus diferencias. Parece que hay mucha
preocupación estos días”.
"Estoy seguro de que, tarde o temprano, la gente dirá que es

inhumano hacer que los centauros corran", dijo el corredor.
“Aunque lo disfrutamos”. Ella resopló. Los caballos pueden ser

criaturas de mal humor. ¿Eran los centauros iguales? Obviamente
todavía enojada, la corredora apoyó la barbilla en sus manos (no
muy buenos modales) y se quejó: “¡No hagas esto! ¡Haz eso! ¡Sé
considerado con esto! Últimamente se está volviendo asfixiante en
la capital”.
“En la ciudad del agua todo va un poco mejor. Tienen al arzobispo

supervisando las cosas”, dijo la Guild Girl, tratando de devolver
algo de ligereza a la conversación mencionando a su colega.
“Ella entiende que las leyes humanas son imperfectas”, añadió la

Comerciante. “O al menos esa es la interpretación de mi colega”.
Hablaron de aventuras; hablaron del mundo; hablaban de
prácticamente todo. La granjera a menudo se daba cuenta de que
no la seguía.
¿Pero tal vez esto sería una buena idea?

Sillas para centauros. ¿No tanto sillas sino cojines? Podrían
hacerlos en casa y venderlos ellos mismos. Está bien, no sería fácil,
pero… Hmm.
Estaba pensando en ello cuando su mirada se encontró con la del

corredor.
"Por cierto", dijo la centauro, con los ojos brillantes, "¿no vas a
comprar un vestido o algo así?"
"Er... Tal vez no..." La granjera se rascó la mejilla para no mostrar

que estaba un poco avergonzada y sacudió la cabeza. "En realidad
no soy... quiero decir, no sé mucho sobre moda".
"¡Déjame ir y dirigirte!" "…¿Está seguro?"
"¡Seguro que puede ser!" El corredor asintió con firmeza. Luego

tomó la mano de la joven vacilante y le dedicó una sonrisa
ganadora. “¡Nada en el mundo de las cuatro esquinas es más
importante que divertirse juntos!”
"Un poco... asfixiante, ¿eh?" "Definitivamente…"

La Alta Elfa Arquera y la Sacerdotisa se abrieron paso entre la
multitud, mirándose una a otra y asintiendo con la cabeza.
No es que hubiera habido ningún problema específico. La

sacerdotisa ni siquiera tenía que preocuparse por su cota de malla
como lo había hecho la última vez. De hecho, las dos jóvenes se
divirtieron muchísimo contemplando la capital sumida en la fiebre
del torneo.
Técnicamente, su objetivo más importante era encontrar flores o

dulces para usar como ofrenda, pero sea como sea, para todos los
efectos, estaban justo en medio de un festival. No tenías que ser
un elfo alto asombrado para disfrutar eso, solo una mujer joven
con el corazón abierto.
Había comida de todo tipo, desde manzanas asadas hasta carne

cocida de criaturas de tierras extranjeras. Al ser un torneo, había
libros que presentaban compilaciones de historias de caballeros
famosos y capaces.
"Creo que será mejor que compremos uno", dijo la Alta Elfa Archer.
“¡Ya que los vamos a ver pelear y todo!”
“Sí… ¡Desde que llegamos hasta aquí!”
Desde que llegamos hasta aquí: una frase tan potente como las
palabras de verdadero poder de cualquier mago. Compraron uno
de los volúmenes toscamente impresos y comenzaron a hojearlo,
emitiendo sonidos de asombro ante los escudos y las historias de
los caballeros.
En estos días había muchos caballeros ambulantes; la capital había

atraído a bastantes que habían ido de un lugar a otro ejerciendo su
oficio. No eran los caballeros andantes de antaño, pero esos
guerreros sin señor fueron uno de los modelos para los aventureros
de hoy.
Aún…
Caballeros... Vaya...
Parecía que la caballero a quien la Sacerdotisa respetaba tanto no
iba a ser parte de este torneo. Tal vez porque encontrar una
armadura, conseguir un caballo y cuidarlo era una gran molestia.
Apoyando todo eso en un Los ingresos de un aventurero, incluso

uno que ganara bien, no serían fáciles.
La sacerdotisa se imaginó a sí misma a caballo mientras se dirigía

a su próxima caza de duendes y se rió. Fue divertido aventurarse
con ese centauro, pero no lo sé...

Siguieron mirándose y charlando, y no pasó nada extraordinario.
Finalmente, entre las otras atracciones, la Alta Elfa Archer vio un
puesto en particular.
"¡Oh Dios mío! ¡Mira eso! ¿Ves eso?"

Sus ojos se posaron en un gorro de lana. Hizo una seña a la
sacerdotisa y el joven clérigo se acercó trotando y miró el objeto.
"¡Guau! ¿Es esto... un casco?
De hecho: en la tienda había sombreros de todo tipo, de todos los

lugares y épocas. Había cascos en forma de cuenco, piezas
exóticas con enormes crestas e incluso algunas con viseras
salientes. Había cascos con cuernos del norte, eso puso una sonrisa
en el rostro de la Sacerdotisa. Sí, así se veían sus sombreros allí
arriba. Como aventurera, había visto una buena cantidad de
tiendas de armaduras, y en este lugar se habían hecho algunas
réplicas impresionantes.
“¿Por qué no animar a tu caballero favorito en el torneo usando

uno de estos?” dijo el dueño del puesto, tomando uno de los
sombreros y mostrando cómo se podía mover su visera hacia
arriba y hacia abajo. “Para ser justos, no hay agujeros para los
ojos, por lo que no verás mucho. Sin embargo, bájalo hasta tu
boca y toda tu cabeza podría permanecer caliente”.
"¡Guau!" dijo la sacerdotisa. Había decidido no gastar frívolamente,

pero no podía reprimir la emoción al verlo. Quizás fue el efecto de
la fiesta, del día alegre.
La Madre Tierra dice que hay que ser frugal, pero no dice que no
hay que divertirse.
Tal vez podría comprar sólo un sombrero... "¡Oh!"

Mientras miraba, un casco en particular llamó su atención. No
porque tuviera nada de especial. De hecho, parecía un casco que
podrías encontrar en cualquier lugar...

"Se parece un poco al de Orcbolg, ¿no?" "¡Seguro que sí!"
La Alta Elfa Archer se rió, el sonido como una campana tintineando
en algún lugar de su garganta.
Bueno, como decía la expresión, ya que habían venido hasta aquí.

Quizás deberían comprar un par de estos también. Los dos se
rieron y asintieron el uno al otro.
"¡Un placer hacer negocios!" dijo el comerciante.

Los sombreros cuestan varias monedas de plata cada uno. Durante
sus días en el templo, la Sacerdotisa nunca se lo habría podido
permitir, pero ahora podía hacerlo.
¡E incluso compré un par a juego con mi amiga!

Ese solo pensamiento fue suficiente para hacer bailar su corazón.
"¡Vamos, usémoslos!"
"Eh... claro..."
No pudo evitar sentir un toque de vergüenza ante esa sugerencia.

Después de todo, en ese momento llevaba sus vestimentas de
clérigo. Cambiar su gorra por un sombrero raro...
Siento que eso podría ser divertirme demasiado.
No podía evitar esa sensación, aunque quería ponerse su sombrero

nuevo. "Creo que tal vez... esperaré y lo disfrutaré durante el gran
espectáculo".
"¡Oh, no tienes por qué avergonzarte!" La Alta Elfa Arquera le

guiñó un ojo. Había visto claramente a través de la Sacerdotisa.
El clérigo miró el gorro que tenía en las manos.
Bueno... vine hasta aquí...
¿Usar o no usar? Mientras el humano todavía estaba deliberando,

el elfo ya se estaba moviendo. De alguna manera logró meter sus
largas orejas en el sombrero tejido.

"¡¿Como me veo?!" preguntó, con los ojos brillantes.
"Como un maravilloso caballero elfo... al menos del cuello para
arriba". “Sí, bueno, la armadura es muy pesada. ¡Ja! ¡No soy un
orcbolg, sabes!
Sin embargo, admitió que le pellizcaba un poco las orejas. Luego

partió muy animada.

¿Esto serviría como ofrenda? Esa persona podría ser bastante
severa.
Ah, pero...
Si hubiera estado aquí ahora, seguramente se habría estado

divirtiendo, con o sin sombrero. La sacerdotisa lamentó no poder
haberlo sido, pero la idea la hizo feliz.
Entonces sus cavilaciones fueron interrumpidas por un grito de

“¡Ahí estás! ¡Detener! ¡No tienes que hacer eso!
Miró calle abajo y vio a una noble con el ceño fruncido corriendo
hacia ellos. Los ojos de la sacerdotisa se agrandaron y se preguntó
qué podría estar pasando cuando vio a la mujer alcanzar el
sombrero de la Alta Elfa Arquera.
"O-oye, ¿qué crees que estás haciendo?"

“¡No tienes por qué avergonzarte de ser un elfo! No escondas tus
oídos
¡Que se alcen con orgullo! El tono de la mujer era agudo; ella era
tan buena como ordenarle a la Alta Elfa Arquera que se quitara el
sombrero.
La mujer noble se acercó e intentó agarrar el nuevo sombrero de la

Alta Elfa Arquera. La sacerdotisa exclamó rápidamente: “¡D-detén
eso! ¿Que pasa contigo? Ella no oculta nada...
"¡Y tú!" La mujer dirigió su mirada a la Sacerdotisa, inmovilizándola

en su lugar. La sacerdotisa tragó pesadamente pero no por miedo.
Había estado sujeta a la mirada de más de un monstruo

repugnante en su época, incluido uno que era literalmente un globo
ocular gigante. Fue simplemente… “¡Un discípulo de la Madre
Tierra, permitiendo que esto sucediera! ¿Qué te pasa, debo
preguntarte?

¿Seguramente no hay necesidad de enojarse tanto…?
La sacerdotisa no pudo entender y, por un momento, no estuvo
segura de qué decir. Después de terminar de reprender al
desconcertado joven clérigo, la mujer declaró: “¡Voy a presentar
una queja ante su templo!”. Y luego salió furiosa con tal fuerza de
voluntad que la multitud se separó ante ella a medida que
avanzaba.
Aún desconcertada, la sacerdotisa sólo pudo quedarse allí. ¿Una

queja? ¡Ni siquiera entendía por qué estaba enojada la mujer!
“¿Qu… de qué supones que se trata todo eso?” le preguntó a la Alta
Elfa Arquera. "Búscame. No soy un gran fanático de tratar con
personas que están tan enojadas.
de todos modos." La elfa exhaló un suspiro y luego sus ojos se

encontraron con los de la sacerdotisa. "Es... asfixiante".
"Definitivamente."
El sombrío resultado de todo esto fue que se encontraron sin viento
en sus velas. Descubrieron que ya no estaban de humor para
ponerse sombreros nuevos. La Alta Elfa Arquera recogió el casco
falso que le habían quitado de la cabeza y corrió hacia
sus dedos a través de su cabello para alisarlo.
“¿Deberíamos visitar el cementerio ahora?” ella preguntó.
“Supongo que sí…” dijo la sacerdotisa.
Recordaban el lugar de cuando lo visitaron

el año pasado, por lo que no tenían miedo de perderse.
Compraron flores en una tienda en el camino, junto con tres encyti,
una especie de delicia frita. Consistía en una masa hecha de queso
y trigo exprimida a través de un embudo en forma de remolino y
luego frita en aceite. Con un generoso sabor a miel y semillas de
amapola, era aromático y tenía un aspecto delicioso.
"Creo que una chica debería disfrutar de un regalo como este", dijo
la Alta Elfa Arquera.
"Ajá", estuvo de acuerdo la sacerdotisa. Después de un momento,
dijo: "No tuve la oportunidad de comer postre con ella..."
“Bueno, espero que le gusten los dulces. Apuesto a que sí.
No entiendo. Tal vez fue el alboroto de unos minutos antes, pero la
Sacerdotisa simplemente no podía sentirse alegre. En cambio,
sintió que se estaba hundiendo en una depresión. De hecho, sintió
un dolor en el cuello. ¿Por qué? Y luego…
"¿Esperar lo?"
El cementerio resultó ser otro lugar donde descubrieron un

espectáculo de lo más inusual. Se detuvieron en seco: justo más
allá de donde las lápidas mantenían su silenciosa vigilia, debería
haber habido estatuas de los dioses.
Las cinco deidades más veneradas: la Madre Tierra, el Dios del

Conocimiento, el Dios Supremo, el Dios del Comercio y la Valquiria.
También debería haber habido dos estatuas más que consagraran a
los venerables dioses que controlaban la Vida y la Muerte.
Sin embargo, descubrieron que todos los dioses habían sido

escondidos bajo telas negras, para ocultar sus imágenes.
“Algo pasa”, dijo la Alta Elfa Arquera. La sacerdotisa sólo pudo
quedarse allí desconcertada, pero el elfo fue más rápido. "¡Oh hola!
¡Eh, tú!" Corrió hacia un visitante del cementerio cercano, le
saltaban las orejas y no esperó una invitación. “¿Por qué están
escondidos esos dioses?”
"Oh, eso... Bueno, sólo piensa en todas las diferentes personas que
están aquí para el torneo". La Alta Elfa Arquera estaba hablando
con una anciana cuyos dedos rozaron una lápida grabada con una
espada. Quizás perteneciera a un soldado. Su voz transmitía
molestia y melancolía; ciertamente, no había ningún indicio de
placer en ella. "Se dio una orden: esas estatuas debían cubrirse en
deferencia a los visitantes que no adoran a estos dioses ni siguen a
otras deidades".
"Yo no adoro a ningún dios en particular, pero nunca me molestó

tener esas estatuas aquí", dijo la Alta Elfa Arquera.
“Bueno, parece que aquellos a quienes sí les molesta son más

ruidosos que tú. Una gran lástima”. La mujer sacudió la cabeza
lentamente y luego salió del cementerio arrastrando los pies.
La sacerdotisa se inclinó ante la anciana mientras se marchaba y

luego ante la tumba que la mujer había estado visitando. Al lado de
la espada estaba tallado un martillo, el signo del Dios Herrero. Eran
personas que se esforzaban por vivir bien y descubrir los secretos
del acero.
"Esa fue una conversación extraña". La Alta Elfa Arquera resopló.

Ella resopló, no muy contenta con la situación, pero luego se
encogió de hombros. "Supongo que probablemente suene bien, lo
de este cementerio y lo que esa mujer estaba diciendo antes".
"Realmente no me entiendo a mí misma", susurró la sacerdotisa

desconsoladamente. Todo le parecía más oscuro y se sentía casi,
sí, asfixiada. Ahora le dolía mucho el cuello. Algo parecido a polvo
o cenizas flotaba en el aire. Inhaló lo mejor que su pequeño pecho
se lo permitía y luego exhaló de nuevo. Ella no tosió.
Esto es lo que Goblin Slayer llamaría...

…un pueblo que parecía que iba a ser atacado por duendes. La
sensación del Caos. Algún mal augurio en el aire.
Y después vinimos hasta aquí para el torneo.

¿Pasaría algo realmente? La sacerdotisa no tuvo respuesta. ¿Habría
tenido uno ella, la chica sabia y perspicaz del primer grupo de la
Sacerdotisa?
"¿Eh?" La sacerdotisa parpadeó al ver la piedra que marcaba el

sueño eterno de su amiga.
Ya había una sola flor allí, pero no sabía quién podría haberla
dejado.
"¡¿Qué?! ¡¿Te deshiciste de la división de ñandú?!” Exclamó Rhea

Fighter. Wizard Boy frunció el ceño pero logró no decir nada.
Estaban en el coliseo de la capital, que era lo suficientemente
grande como para eclipsar a cualquiera, incluso sin hacer
referencia a los ñandúes. Ochenta puertas arqueadas rodeaban el
lugar, cada una de las cuales alcanzaba una altura de 160 pies, tan
altas e imponentes como un gigante.
Pero este lugar no fue llamado coliseo, ni comparable a gigantes,

simplemente por su tamaño. No, fue porque en el pasado había
una enorme estatua llamada Coloso afuera...
O de todos modos, eso fue lo que Wizard Boy le dijo a Rhea

Fighter, quien seguía rogandole por datos sobre la capital. Bajo uno
de los arcos se realizaba la inscripción de los participantes del
torneo. La fila era obscenamente larga, y mientras
Mientras esperaban, la chica lo molestaba sin cesar con la

pregunta: “Oye, ¿qué es eso?”
Aún así, era mejor que ser observado mientras estaba allí con un
burro que llevaba una armadura de retales y su ñandú. Así que él
la había complacido respondiendo, pero cuando finalmente llegaron
al frente de la fila, esto fue lo que encontraron.
“Ah, órdenes de arriba, ya ves…” Incluso el trabajador del coliseo

(que llevaba una espada de madera en la cadera, evidencia de que
era un antiguo competidor y vencedor) parecía desconcertado.
“¿Entonces no puedo estar en el torneo?” Preguntó Rhea Fighter.
“No, no, puedes. Pero este año el torneo se celebrará sin
divisiones.
Sin discriminación, ¿ven?

"¿Discriminación?" Dijo Rhea Fighter, como si la palabra no le
resultara familiar.
“Ya lo entiendo”, interrumpió Wizard Boy. “¿Entonces los humanos
y los ñandúes van a estar en el mismo grupo?”
"Y elfos, enanos, canutos y todas las demás personas que puedas
imaginar".

"¿El infierno? Eso ni siquiera tiene sentido”.
"Claro que no". Rhea Fighter miró a Wizard Boy, con el rostro lleno
de preguntas. Pero, oh, bueno. Si pudiera registrarse, sería
suficiente. No hubo ningún problema real, hasta donde llegó.
Habiendo establecido silenciosamente este entendimiento, Rhea

Fighter tomó la documentación de registro. Sin embargo, el Chico
Mago no pudo evitar pensar que sería mejor para él completarlo y
fue a quitarle el bolígrafo...
"¡Eh! A pesar de todo tu tan cacareado aprendizaje, parece que

todavía necesitas una dosis de iluminación, Mago”.
Un guante de metal se extendió y lo detuvo.
“¿Eh?” El chico pelirrojo se giró y miró al intruso, quien resultó ser

un hombre apuesto tan alto que Wizard Boy tuvo que estirar el
cuello para mirarlo. Llevaba una armadura de color blanco puro
(¿en medio de la ciudad? ¿Quién se creía que era, ese tipo?) y era
claramente un caballero. La insignia de la espada y la balanza
implicaba que quizás era uno de los guardianes de los pasillos del
Dios Supremo: un paladín.
“No se puede asumir que no puede escribir sólo porque es un

ñandú. Continúe, jovencita. Ve siempre derecho."
"Uh, no, yo...", comenzó Rhea Fighter antes de confesar en un
murmullo, "No escribo tan bien".
El caballero le tendió el bolígrafo, pero ella sólo miró al suelo. Aquí

había un hombre apuesto, obviamente bien intencionado, tratando
de ayudarla frente a toda una multitud de personas. Fue difícil
decirle que no.
Entonces, con muchas miradas inquietas hacia Wizard Boy,

comenzó a escribir vacilantemente en el registro.
Su garabato de pollo se destacó como un pulgar dolorido entre los
nombres de los caballeros. Debe haber sido humillante.
"¿Entiendes ahora? Tener ideas preconcebidas sobre las personas
en función de su raza no es más que prejuicios. ¡Sesgo que
debemos deshacer! En otras palabras…” El caballero pareció
profundamente satisfecho de ver a Rhea Fighter escribir su propio
nombre. Se cruzó de brazos, resopló y asintió.
Sus ojos mantuvieron al Chico Mago en su lugar desde muy por

encima de la cabeza del lanzador de hechizos. “¡No debemos
discriminar por motivos de raza ni pensar que somos mejores que
nuestros compañeros de oración! ¡Todos deberíamos ponernos de
pie y competir lado a lado!”
"UH Huh."
“Se llama igualdad, muchacho. Si queremos igualdad de
condiciones, donde nadie sea perseguido y todos puedan vivir
cómodamente, ¡entonces la igualdad es esencial!
El Chico Mago casi preguntó de qué diablos estaba hablando el

caballero, pero logró mantener las palabras en voz baja. Esta no
era la Academia de Hechiceros ni siquiera la cabaña de ese maldito
viejo ñandú. El hombre que tenía delante no era ningún sabio, ni
ese bastardo “maestro”. En otras palabras, esto no fue un debate.
Demonios, incluso si fuera...
El tipo obviamente no estaba interesado en nada de lo que Wizard

Boy pudiera decir, lo que no dio lugar a una gran discusión. Eso es
lo que Wizard Boy había aprendido al reflexionar sobre su propio
comportamiento pasado.
“Y usted, señorita. No necesitas obligarte a usar una espada

humana.
¡Puedes abrazar el equipo de ñandú sin vergüenza! "¿Eh?"
Rhea Fighter, sin embargo, reaccionó de manera diferente. La
mirada del caballero se topó con la gran espada que llevaba. Ella,
por su parte, respondió con furia. Wizard Boy supuso que no
estaría satisfecha hasta que hubiera cortado al hombre frente a
ella.
Rheas no sabía mucho de política. Eran simples agricultores que

vivían en su condado, fumaban tabaco y cuidaban sus campos.
Pero esta ñandú ahora era una aventurera y era
extraordinariamente sensible a la burla. Una de las cosas que había
aprendido de su abuelo, que había regresado de lo más profundo
de la montaña. No le importaba si estaba tratando con un
hechicero loco o un nigromante devorador de almas.
¡Mataré a cualquiera que se burle de mí! Eso es ser un aventurero.

Los ojos de la niña se entrecerraron y una luz fría entró en ellos.
Su mano derecha estaba borrosa mientras agarraba la
empuñadura de su espada.
Wizard Boy golpeó su mano sobre la de ella antes de que ella

pudiera sacar su arma y exclamó: “¡Entiendo lo que quiere decir,
señor! ¡Dejaré que tus palabras me inspiren mientras busco
obtener el conocimiento que tanto me falta!”
Esperaba que su arrebato redujera el momento de ira de la chica y,

de hecho, le quitó el viento a sus velas. Se paró frente a ella, casi
presionando su pequeño cuerpo hacia atrás. “Pero creo que ya es
suficiente tutela por hoy. Tenemos más trámites que hacer y
todavía hay mucha gente esperando en la fila”.
“Ah, sí, por supuesto. ¡Mmm! Muy bien muchacho, déjate inspirar.
¡Me despido!
El caballero de la armadura blanca, una vez más luciendo bastante
satisfecho por… bueno, algo… giró sobre sus talones con un clic de
sus espuelas. Rhea Fighter lo vio alejarse, gruñendo como una
bestia frumosa y mirándolo con dagas.
Apenas un segundo después, miró a Wizard Boy y, de repente, el

ataque se volvió contra él. "¡¿Por qué me detuviste ?!"
“¡Si hubieras empezado algo aquí, habrías sido el malo!”
"¡¿A quién le importa?! ¡Se estaba burlando de mí! ¡Dijo que no
debería usar una espada grande, sólo porque soy un ñandú! Wizard
Boy podía sentir el pecho de Rhea Fighter, amplio a pesar de su
pequeño tamaño, presionándose contra él mientras ella rabiaba.

¡Bueno! ¡No es el momento para eso!
Estudiadamente sacó de su mente su suavidad y tamaño,
buscando desesperadamente las palabras adecuadas. Pensar en el
baño de sangre que habría seguido si las cosas hubieran salido mal
y la chica hubiera desenvainado esa enorme espada suya...
“Él es un caballero. Eso significa que probablemente estará en este

torneo. Entonces desquitate con él”, dijo Wizard Boy.
“¡¿Crees que estará allí?!”
No había logrado disuadirla exactamente, pero al menos había
desviado lo peor de su ira.
El ñandú giró, su cabello siguiéndola en un remolino. El asistente
del coliseo dijo: "S-sí, eso espero... Es un caballero bastante
prominente en esta ciudad".
“¡Entonces debe haber escrito su nombre! ¡Déjame verlo!"

Si puede intimidar a un espadachín consumado, tal vez pueda
derrotar a ese tipo, pensó Wizard Boy, sintiéndose nuevamente
impresionado por las agallas de su compañero. Él miró por encima
del hombro de ella hacia la caja registradora. El miembro del
personal señaló con un dedo sucio un nombre de la lista de
guerreros.
"Así que ese es él", gruñó Rhea Fighter.

“Ha tenido algunas… cosas puntuales que decir. No sólo por el
torneo sino también por el coliseo”. El funcionario suspiró, sonando
muy molesto. (El suspiro pareció ser provocado por Rhea Fighter,
que estaba mirando el nombre como si el hombre hubiera
asesinado a sus padres).
“Nunca solía ser así. Los espadachines incluso se agruparon en

divisiones según su estilo de lucha”.
Recientemente, se lamentó el hombre, era difícil saber qué estaba
pasando. Las cosas se habían vuelto tan asfixiantes. La gente no
tenía ninguna intención de hacer daño, pero no había nada que
pudieras decir cuando alguien te acusaba de estar equivocado o
incluso de ser malvado. (Esto fue acompañado por otro suspiro.)
"Créanme, lo comprendo", murmuró Wizard Boy. El otro hombre se
rió débilmente.
"Entonces, ¿en qué competencia participará la joven?"
"¡Ah!" El niño extendió su bastón y lo golpeó contra dos de los
escudos que colgaban detrás del funcionario. Uno representaba
caballeros luchando en justas y el otro un par de espadas cruzadas.
Dos concursos diferentes.
"Excelente. Buena suerte ahí fuera”. "Gracias."

Mientras se alejaban, pudieron escuchar al funcionario decir:
“Papeles, por favor”, a la siguiente persona en la fila.
Wizard Boy mantuvo un ojo en lo que estaba sucediendo incluso
mientras golpeaba a la chica rhea en la cabeza con la palma
abierta. “Vamos, vámonos. Hemos terminado con el registro y no
quiero ser parte de más conmociones”.
“Sí…” fue todo lo que dijo Rhea Fighter, pero ella asintió, tomó las
riendas de su burro y se alejó al trote. Wizard Boy se puso a
caminar a su lado, observando las multitudes y el alboroto general
de la capital.
“Oye, no te preocupes por eso”, dijo distante, seguido de:

“Supongo que eso no evitará que te preocupes por eso, ¿verdad?”
"Diablos, no".
"Figurado." El chico mago asintió.

Tuvo el mismo pensamiento que había tenido esa mañana, cuando
visitaron la tumba de su hermana mayor antes de llegar al coliseo.
Si tan sólo... Si tan sólo.
Si tan solo los hijos de puta que se habían burlado de la muerte de
su hermana aparecieran en ese momento, con las cabezas
inclinadas en señal de arrepentimiento, ¿qué pasaría entonces? ¿Su
rabia disminuir aunque sea un poco? Lo dudaba.
Los bastardos podrían pensar que eso haría que todo fuera agua
pasada, pero él nunca lo creería. Nunca creería que habían
aprendido la lección hasta que los hubiera hecho papilla a todos y
les hubiera abierto la cabeza.
Y por supuesto, eso era completamente imposible. Por un lado, su
hermana le daría su opinión si hiciera algo así; incluso ese viejo y
horrible ñandú probablemente se burlaría de él. En el momento en
que eligiera la violencia, los otros chicos dirían que eran las
víctimas y él sería el agresor. Sólo podía salirle mal.
Pero aún…
Hubo un breve segundo en el que Wizard Boy creyó escuchar una

voz que reconoció y sintió un temblor recorrer su cuerpo. Tenía que
estar imaginándolo. Escuchar cosas. Estaba tan concentrado en sus
pensamientos que su mente debía haber estado tomando
decisiones.
Eso fue lo que se dijo a sí mismo mientras miraba a su alrededor y

vio las túnicas de la Academia de Hechiceros.
No debería haber sido sorprendente. Ésta era la capital y se estaba
celebrando un torneo. Todos estarían allí. Tanto desconocidos
como conocidos.
Wizard Boy inconscientemente aceleró el paso, tratando de poner

algo de distancia entre él y ellos. “Si me enfado, sólo me dejaré
atrapar por mi propia ira…”, insistió para sí mismo.
"¡Simplemente no puedo soportarlo!" Dijo Rhea Fighter. “Créanme,
conozco el sentimiento…”
Él asintió de nuevo y luego miró alrededor de los puestos y tiendas.

Los ñandúes comían cinco o seis veces al día. Tal vez podría
encontrarle un buen refrigerio.
Momentos como este…
Lo importante era hacer otra cosa, desviar el hilo de sus

pensamientos. Las mentes humanas eran muy simples; no podían
permanecer enojados por algo por mucho tiempo. Supuso que los
ñandúes eran iguales.
Entonces, ¿por qué?
¿Por qué el paisaje urbano (el mundo entero) parecía gris y

ceniciento?
Ahora que lo pensaba, se dio cuenta de que la armadura que
llevaba el hombre antes era la misma. Era del blanco más puro y,
sin embargo, a él le parecía ceniciento.
El color gris se apoderó de todos los que lo rodeaban; en su mente,
toda la ciudad estaba manchada con él. El color muerto de un
fuego apagado.
"Oye, me preguntaba". Los pensamientos del chico mago fueron
interrumpidos por Rhea.
Fighter, que lo miró directamente desde abajo. “¿Qué crees que

haría ese tipo si un centauro o un gigante quisiera estar en el
torneo?”
Un centauro no podía caer de su caballo en una justa y, por

supuesto, un gigante sería simplemente demasiado grande para
participar en cualquiera de las competiciones. En esos casos, serían
todos los demás los que estarían en desventaja. Al centauro y al
gigante probablemente no les gustaría ganar de esa manera.
¿O lo harían? La niña no tenía idea.
"Oh, sé lo que pasaría". El Chico Mago resopló. “¡Entonces el tipo
se quejaría de que era injusto!”
Así transcurrió otro día turbulento en la capital.

La Sacerdotisa y la Alta Elfa Arquera parecían haber disfrutado
mucho de su visita turística. La chica, su vieja amiga, se había
divertido comprando y cenando con Guild Girl. La tienda a la que lo
habían llevado Dwarf Shaman y Lizard Priest servía comida y
bebidas, aunque no había entendido muy bien qué eran.
Y en cuanto a mí…
A medida que los momentos lo llevaban hasta que de repente se

sintió libre, descubrió que todavía no sabía qué hacer con un día
libre. Nunca lo había hecho.
No…
Estaba fuera de la posada, el calor de un alcohol desconocido
llenaba el interior de su casco y lo protegía del frío de la brisa
vespertina. Las luces de las linternas brillaban de color naranja en
la ciudad y oyó el murmullo de la gente que pasaba, la charla
invasiva.
Mañana era el torneo.
La noche anterior, el pueblo se convirtió en una gran fiesta, con

gente cantando alabanzas a diferentes caballeros y debatiendo
quién ganaría. Incluso en la posada continuaron las bromas
entusiastas. El Alto Elfo Archer había tomado de la mano a la
sacerdotisa, a la chica del gremio y a su viejo amigo y los había
arrastrado a la taberna del primer piso.
El Sacerdote Lagarto y el Chamán Enano probablemente también

estaban allí. Las mujeres estarían a salvo con ellas cerca.
En cuanto a él, prefirió no involucrarse. No era muy bueno viviendo
la vida a la altura. Ver a todos los demás divertirse, escuchar su
charla, eso, pensó, era ideal.
Sin embargo, aquí estaba afuera, observando las calles oscuras de

la capital.
No... Esta incapacidad de imaginar no es nada nuevo.

¿Cuándo había empezado? Hace mucho, mucho tiempo, tal vez. Es
posible que la idea ya estuviera en su mente cuando le pidieron
que ayudara con el concurso de mazmorras. ¿Habían sido entonces
plantadas las semillas en el desierto?
Cualquiera sea el caso, sólo había una conclusión: no hay nada

más que la caza de duendes.
Había ido al desierto del este. Los mares helados del norte. Había
conocido a los centauros de las llanuras cubiertas de hierba. Sabía
que cada una de esas experiencias había acelerado su corazón. Y
sin embargo… no había pensado que eso fuera suficiente.
Tampoco lo sabía ahora.

Aquí estaba él en la capital, observando las festividades. Pero él no
era parte de ellos. La idea no le causaba ansiedad ni insatisfacción.
Simplemente descubrió que no formaba parte de ese círculo.
Entonces, cuando una voz preguntó: "¿Aclarar tu cabeza?" Por un

momento no estuvo seguro de cómo reaccionar. ¿Quién se
molestaría en hablar con un hombre que se encuentra a la entrada
de una posada, observando las celebraciones?
Con algo de esfuerzo, giró la cabeza con casco y encontró a la

recepcionista parada allí. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas.
“Sí, lo soy”, dijo. Era la única respuesta que se le ocurrió. “Creo
que lo soy”.
"¿Oh eres?"
"Sí."
La chica del gremio se rió de eso, pero él no sabía por qué. ¿Había
dicho algo gracioso?
Luego caminó a su lado y, a pesar de cualquier falta de decoro, se
dejó caer al borde de la carretera. Ésta no era la conducta de una
joven refinada. Ni el Gremio ni la nobleza aprobarían tal
comportamiento.
Goblin Slayer miró el paisaje urbano nocturno como si pudiera

decirle qué decir. "... Tu casa", ofreció finalmente. Sí. Debe estar
aquí. La mente declaradamente lenta de Goblin Slayer finalmente
sacó el hecho de su memoria. "Es todo
¿Verdad si no vas a saludar?”
"¡Mi! ¿Serías tan amable de acompañarme? Respondió la chica del

gremio, y su expresión era burlona. Ella añadió: "Eso es una
broma", antes de que él pudiera responder. “De todos modos…
creo que está bien. Al menos, en lo que a mí respecta”.
"…Veo."
"Sí. No es que no nos llevemos bien, pero… creo que volver a casa
sólo me haría ganarme una conversación severa”.

Goblin Slayer no pensó nada en particular sobre eso. Él
simplemente reconoció que así era para ella.
Sólo tenía unos diez años de experiencia con familias. No sabía
más de ellos que eso.
La chica del gremio, sin embargo, parecía algo avergonzada.

Quizás lo consideró un capricho.
"Oye", dijo ella. "¿Quieres dar un paseo?"
Goblin Slayer no tenía ningún motivo particular para negarse.
No…
Se corrigió: personalmente no tenía ningún motivo. "Si me

aceptas", dijo.
"Bueno, por eso te invité". La chica del gremio infló un poco las
mejillas. Ante eso, Goblin Slayer sólo pudo decir: "Ya veo".
Esa respuesta pareció satisfacer a la recepcionista, quien se puso
de pie, sacudiendo sus largas y delgadas piernas. Ella sonrió en la
noche y dijo: "¡Vamos!"
Las linternas de la ciudad, encendidas por estudiantes de la

Academia, emitían una luz mágica, iluminando el rostro de la Chica
del Gremio de perfil. Goblin Slayer sospechaba que la misma luz
iluminaba la armadura barata a su lado.
Estoy caminando con alguien.
A través de un paisaje urbano desconocido. Un lugar que nunca

había soñado que vería. Sin embargo, ahora visitaba la capital por
segunda vez.
Fué la cosa más extraña. Su hermana habría estado mucho mejor

adaptada a este lugar que él. El hecho de que estuviera allí le
parecía mal. Sin embargo, al mismo tiempo, se dio cuenta...
"La gente no me mira tanto".
"Es una ciudad grande", dijo la gremial. "Y además hay un
festival". Para ella, esas razones lo explicaban todo.
Allí estaban, una hija de la nobleza vestida de punta en blanco,
acompañada por un asesino de duendes con una armadura sucia.
Pero a nadie parece importarle.
Se preguntó si eso podría ser realmente cierto. La chica del gremio

no dijo nada.
Durante un largo momento, él tampoco. "..."
"..."
"...... ¡Sí!" exclamó ella mientras se arrojaba contra él, agarrándolo
del brazo.
"Hrm...", gruñó. Ella lo había pillado por sorpresa.

Un metal sucio estaba presionado contra el pecho de su blusa
inmaculada. La suavidad y el calor no le alcanzaron. Sólo la
presión. Se sentía más pesada, más presente, que el escudo que él
siempre había atado a su brazo. Pero sería más cuidadoso con ella
que con su escudo.
Ella se ensuciará. La idea era algo cercano a la preocupación.

“Estoy sucio”, dijo. "Te ensuciarás".
"No me importa." Agarrando su brazo blindado, la gremial miró
hacia adelante, sonriendo triunfalmente. "¿Cuánto tiempo crees
que te conozco?"
" Ya Veo…"
"¡Apuesto a que sí!"
¡Argh! ¡No puedo creer a este tipo!

Puede que la chica del gremio no lo conociera tanto como su amigo
de la infancia, pero ya habían pasado algunos años. Puede que ella
no supiera o no notara todo acerca de él, pero mirándolo ahora,
había muchas cosas que sí entendía.
Era un consumado aventurero de rango Plata. Fue un logro

tremendo y estaba muy bien considerado.
Y no estoy seguro de que él lo sepa.
Probablemente no, pensó. No quiero decir que por eso le agradara
tanto.

He elegido ser feliz, por mi cuenta. Independientemente de lo que
él piense de sí mismo, no puedo hacer nada al respecto, pero no
importa. He fomentado mis propios sentimientos durante años y
años. Esta es mi vida. Nadie más tiene voz y voto, ni siquiera él.
Seré feliz si así lo decido. No necesito que nadie más haga nada
por mí para volverme así. Tan seguro. ¿Por qué no un poco de
amor? Seguramente tanto...
"... Esto es lo que se me puede permitir, ¿verdad?" “Si eso es lo

que quieres…”, comenzó.
Goblin Slayer pensó: Qué cosa más aburrida que decir. Una
tontería. ¿Era eso todo lo que podía decirle? ¿No tenía más
sustancia que esa? Estaba cada vez más molesto consigo mismo.
Todos los años que se habían acercado, todos los años que ella lo
había cuidado y ayudado, ¿y eso era todo lo que podía reunir para
ella?
"... entonces está bien". "¡Es!"

Estuvieron unos instantes observando el bullicio de la capital.
Caminar sin destino concreto, charlar sobre nada en particular,
mirar escaparates en los puestos, viendo pasar a la gente, hasta
que regresaban a la posada.
No fue más una noche que eso. Y nada menos.

Interludio: Ellos son los que morirán
¡¿Qué diablos está pensando, Su Majestad?!”
Se escuchó el golpe de una palma abierta golpeando la mesa y los
distintos miembros del consejo real se miraron unos a otros con el
ceño fruncido, como diciendo: ¿Otra vez esto? La expresión estaba
fuera de lugar en los rostros de los clérigos que estaban
administrando un torneo celebrado en ofrenda a las muchas y grandes
deidades.
El que había alzado la voz era un apuesto caballero de los salones del
Dios Supremo, con el cuello adornado con el símbolo de su deidad.
Este joven había estado lleno de fervor por el desarrollo del torneo, y
nadie necesariamente estaba resentido con él por ello. Los jóvenes
deberían arder de pasión por sus ideales. Si se esforzaba por superar
desafíos y obstáculos, ¿por qué no ayudarlo?
Pero esto iba demasiado lejos.
“¿Usar Sense Lie sobre nuestros visitantes del imperio clandestino?

¡Eso es discriminación contra los elfos oscuros!
¿Cuántas veces fue esto ahora?
No sólo cuántas veces durante el transcurso de las reuniones del

consejo, aunque hubo eso. Esta fue la quinta vez hoy.
Estaba poniendo a prueba la paciencia de los distintos representantes
que habían venido en nombre de sus templos. Sólo el joven rey no
mostró signos de fatiga ante la estancada reunión. Él simplemente
respondió: “No estoy diciendo que los elfos oscuros sean malvados.
Sólo que existe la posibilidad de que haya espías provenientes del
imperio clandestino”.
"¡Por favor, no intente hablar más allá de esto, señor!"

¡Tú eres el que habla más allá de las cosas! pensó la hermana del
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Rey, quien por razones misteriosas para ella había sido nombrada
representante del Templo de la Madre Tierra. Ella reprimió un bostezo.
¿Los elfos oscuros no eran malvados? Claro, cualquiera con un poco
de educación lo sabía. Desde que el legendario guardabosques elfo
oscuro abrió el camino por primera vez, los elfos oscuros decentes
habían abundado en el Mundo de las Cuatro Esquinas. Pero eso no
tenía nada que ver con la amenaza que representaba el imperio
clandestino de los elfos oscuros. Estaban esperando su
tiempo, buscando cualquier oportunidad de atacar.
Por lo tanto, era el imperio clandestino el que era peligroso, no los

elfos oscuros. Incluso un niño podría entender eso.
"Debo decir que pareces estar sugiriendo que no deberíamos permitir
que los elfos oscuros participen en el torneo en absoluto", dijo King.
“¡Sólo porque en este momento, sería tan bueno como ponerlos en el
cepo para el ridículo público! ¡Sería descortés permitirles presentarse
en el lugar dadas las circunstancias!
Entonces, ¿no sería eso exactamente lo contrario de lo que realmente

estás diciendo? La hermana del rey pensó desinteresadamente. Ella
pronunció "Hrmf" mientras apenas lograba reprimir a medias el
siguiente bostezo. Dicen que los elfos oscuros son tan hermosos como
los demás elfos...
Para bien o para mal, ella todavía no había conocido a ninguno. Ella
sólo los había visto en libros ilustrados. Tenían una piel tan oscura
como la noche y cuerpos ágiles que le recordaban a los animales
depredadores.
Durante algunos eventos desagradables que ella prefería no recordar,
la Hermana del Rey se había ganado un amigo entre los antiguos elfos
nobles. Parecía tan encantadora y delicada como un hada, su belleza
al mismo tiempo parecida y profundamente diferente a la de los elfos
oscuros.
Ah, pero...
Le parecía recordar a una elfa en la ciudad fronteriza, donde se había

llevado a cabo el concurso de mazmorras, que era dura y delgada. La
había visto discutiendo con una maga sobre algo.
A eso se redujo todo. Tu carrera fue algo con lo que naciste, otra
estadística inicial. Obviamente podía estar de acuerdo en que los elfos

oscuros no eran inherentemente malvados. Era algo loable pensar en
eso.
¡Pero al paso que va, este caballero terminará argumentando que el

imperio clandestino en sí ni siquiera es malvado!
Los elfos oscuros no son malvados, por lo que su imperio subterráneo

no puede serlo, diría el argumento. No es que a los propios elfos
oscuros les importara un carajo lo que los humanos hicieran de su
historia. Eran personas eternas que provenían de la Era de los Dioses.
Eran diferentes de los humanos de corta vida en todos los sentidos.
“Necesitamos unirnos a los elfos oscuros y vivir en armonía. ¡Debes
entender eso! estaba diciendo el caballero.
“Sí, y no tengo ninguna objeción a esa declaración”, respondió King.

A pesar del gran abismo entre humanos y elfos oscuros, este joven
paladin Insistió en enzarzarse en una pelea a gritos por cada pequeño
punto. “Esto está mal, hay que corregirlo”, siempre en nombre de la
justicia.
Comenzó a desgastarse muy delgado después de un tiempo.

La hermana del Rey se estaba cansando de simplemente sentarse y
escuchar. Además, a estas alturas, la reunión nunca terminaría. Así
que reunió su determinación y, en un intento de pronunciar una
palabra en medio de la diatriba que se estaba produciendo bajo la
apariencia de un argumento razonable, dijo: "Um..."
El paladín se volvió hacia ella, con los ojos todavía ardiendo con justa
indignación. "¡Erk!" Dijo la hermana del rey. Pero ahora no podía
permitir que la silenciaran.
No le tengo miedo.
Al menos, no era más aterrador que los duendes en el Calabozo de los

Muertos o los trozos de carne que había encontrado debajo de la
ciudad fronteriza. Muy bien, ¡tal vez no fue muy “educado”
compararlo con esas cosas!
"Hay algo que me gustaría preguntar en nombre de varios de los

templos aquí". Sí, algo que preguntar. Tosió dulcemente, luego se
armó de valor y dijo: “¿Por qué sientes que las imágenes de la Madre

Tierra necesitan tener sus alas cubiertas?”
“La Madre Tierra es nuestro dios, no el de los pájaros. Es una falta de
respeto para ellos ponerle alas”.
"¿Que es?" La hermana del Rey soltó antes de que pudiera detenerse.
Creo que nunca he oído a nadie decir eso...
Me parece bien; tal vez hubo gente a la que no le gustó. Pero también
hubo muchos pájaros que siguieron a la Madre Tierra. El paladín dijo
"nuestro", aparentemente refiriéndose a los humanos, pero la Madre
Tierra no pertenecía solo a los humanos. La hermana del Rey estaba
tan confundida que sintió como si hubiera un signo de interrogación
flotando sobre su cabeza.
“Si es una cuestión de respeto”, dijo, “creo que esconderse o pintar

sobre las alas es mucho más irrespetuoso…”
“¿Puedo considerar, entonces, que el Templo de la Madre Tierra no
tiene ningún interés en ser considerado con los pájaros?”
"No, no puede." Estuvo a punto de añadir que ese no era el problema,
pero se tragó las palabras.
Ahora el paladín pareció tomar esto como un acuerdo (qué

conveniente). Gesticuló vigorosamente, como si estuviera dando un
verdadero sermón, y continuó en voz alta: “¡El clero es demasiado
descuidado! ¡Considere los vergonzosos trajes que se usaron para la
actuación en la ceremonia de apertura!
“¡¿Te atreves a referirte a las vestimentas de batalla de nuestra

deidad como vergonzosas…?!
¡Increíble!"
Este grito provino de una joven semielfa, una clérigo de la Valquiria.
Llevaba una armadura que parecía más bien ropa interior debajo de
una prenda exterior de pura seda, y estaba presente en nombre del
clérigo principal del templo de Valquiria.
Se decía que ella solía ser una aventurera, o tal vez todavía lo era, y
que algunos de los que hacían guardia afuera de la habitación los
contaba entre sus amigos.
La hermana del rey exhaló un suspiro, al menos habiendo escapado

de la atención inmediata del paladín. Ella se reclinó en su silla. Estaba
sudando y muy, muy cansada.
“Muestran una falta de respeto hacia las mujeres. ¿No son trajes de
gladiadores? En verdad, un símbolo de barbarie”.
“¡Son una señal de que cualquiera puede levantarse para sentarse con
nuestro dios, incluso si comenzó como esclavo!”
Sin embargo, el paladín (¿era realmente un sirviente del Dios
Supremo? La hermana del Rey no podía creerlo) continuó explicando.
“¡El problema es que tenemos tantas historias que elogian a los
esclavos! Toma al rey bárbaro en el norte…”
¡Ups! Menos mal que ella no está aquí, pensó la hermana del Rey. La
carta que había recibido recientemente de su amiga estaba llena de
elogios para los guerreros del norte.
“¿La saga de un hombre que mata, viola y conquista territorio, todo
para convertirse en rey? Ese material base debe desecharse como si
fuera basura”.
"¡Eso es ridículo!" Un lento suspiro provino de la joven presente en

nombre del templo del Dios del Conocimiento. “¿Es así como ves esos
cuentos heroicos? ¿Como nada más que un elogio del asesinato y la
violación?
"Está mal difundir materiales tan fácilmente susceptibles a tales

interpretaciones..."
“Esas historias nacieron en una tierra que adora al Dios Herrero y al
dios sádico. Provienen de una visión del mundo con una visión de la
violencia completamente diferente a la nuestra”.
A los pies de la tranquila joven, la Hermana del Rey vislumbró una

extraña criatura blanca. Se encontró con su mirada y, sobre todo, le
guiñó un ojo y se llevó las patas delanteras a la boca.
No te preocupes… no diré nada.
Parecía muy claro que si lo hacía, sólo haría que el paladín se enojara
de nuevo. “Di lo que quieras, pero su tierra es ahora un aliado de
nuestro reino. Ellos son
"Tendremos que reformar su forma de pensar".

“¿Entonces pones límites al conocimiento y la cultura y retrocedes en
la historia para juzgar el pasado? Debes ser un ser mucho más grande
de lo que puedo imaginar. Qué desesperanzador”. La joven, amada
por el Dios del Conocimiento, sacudió la cabeza y la Hermana del Rey
asintió. No podría haber estado más de acuerdo, desde el fondo de su
corazón.
“¿Quizás podría ofrecerle unas palabras?” Llegó una voz firme del
clérigo del Dios del Comercio, que había estado observando en
silencio hasta ese momento. Una mujer de cabello plateado y ojos
como el hielo, levantó la mano para hablar y miró alrededor de la
mesa. “De hecho, hay muchas palabras que me gustaría ofrecer, pero
comenzaré con una”.
La hermana del Rey vio a su hermano, quien sonrió y asintió.

¿Él la conoce?
Era posible. La mujer era absolutamente encantadora, pero la
hermana del Rey no parecía recordar haberla visto antes. Casi se
sentía como el viento, como si pudiera deslizarse y desaparecer tan
fácilmente como había llegado.
“Dijiste que deberíamos dejar de pagar salarios a los canguros,

porque esto no es un zoológico, ¿no es así?”
"¡En efecto lo hice!" dijo el paladín, estallando de nuevo celo.
“Observa los disfraces que usan los camareros en los garitos de juego,
¡inspirados en los liebres! ¡Si eso no es explotación, no sé qué lo es!
“A muchos les gusta vestirse así.
Hace que las cosas sean más animadas y mantiene la plata fluyendo.
Lo cual ciertamente aprecio”.
La expresión del paladín adquirió un tono despectivo. Sin embargo, la
sonrisa uniforme de la joven nunca decayó mientras continuaba: “¿Y
qué se propone hacer con todos los canguros que su política dejaría
sin trabajo?”
“¡Pueden encontrar cualquier tipo de trabajo que quieran! ¡Así es la

libertad!
"Parece pensar que el dinero y el empleo son cosas que surgen como
nubes o niebla". La mujer resopló, un sonido de burla. "Pero ya sabes,
ni siquiera el viento surge de la nada".

Haciendo caso omiso de la mirada desconcertada del paladín, la
clérigo del Dios del Comercio ajustó su lugar en su silla. De alguna
manera, ella hizo que pareciera elegante. Luego extendió la palma de
la mano como diciendo: Por favor, continúa. El paladín del Dios
Supremo gruñó.
Si King's Sister hubiera estado en su lugar, casi se habría quedado sin

palabras. Sin embargo, ese no era el problema de este hombre. “La
raza en sí misma es una idea extraña. ¿No somos todas las personas
iguales? Todos deberían ser tratados como humanos y...
Ups. Aquí viene.
“A este paso, siento que vas a decir que debería ser sucedido por un
mujer."
“Erk…”
El paladín casi se atragantó ante el inesperado comentario detrás de
él, pronunciado en un murmullo bajo y sedoso. Miró hacia atrás y
encontró a un hombre de pie como una sombra, un hombre de
aspecto vigilante vestido con un esmoquin cuyas líneas y ángulos
parecían encajar con precisión en él.
Se podría describirlo como un mayordomo, pero ningún mayordomo

tenía el sorprendente dominio de sí mismo de la figura parada allí.
Para King's Sister, que sabía quién era y qué hacía, todo parecía
demasiado.
"... ¿No te ves demasiado bien para la ocasión?" ella dijo. "Soy lo
suficientemente bueno como para salirme con la mía vistiéndome así".
La mujer de cabello plateado sentada detrás de King le dio al hombre
una mirada penetrante que parecía contener una advertencia: No
molestes a la hermana menor del rey.
Por supuesto, esta mujer tenía un rostro poco expresivo, pero incluso
la Hermana del Rey podía leer lo que pensaba de vez en cuando.
“Vaya, el jefe está enojado. Y aquí volví corriendo de la ciudad del
agua tan rápido como pude”.
"Estoy seguro de que apreciamos sus esfuerzos". “¡Ni siquiera dormí

en el trabajo!”
Sin duda, había iniciado al menos una pelea lo suficientemente

importante como para alimentar una o tres buenas historias.
Con un movimiento tan suave que nadie se dio cuenta de que
comenzaba (bueno, ¿quizás lo hizo el clérigo del Dios del Comercio?),
el hombre llamativo dio un paso adelante, probablemente para
informar a King.
La Hermana del Rey no tuvo que pensar para saber quién era este
hombre, cuyo rostro era diferente cada vez que se encontraban.
"...Ahhh..."
Ante la enésima sensación de que iba a bostezar, finalmente decidió
dejarlo salir. Estaba muy cansada. Su cuerpo estaba pesado y su
cabeza se sentía embotada. Estuvo caliente todo el tiempo, hasta que
de repente sintió frío.
Estoy agotado…
Sí, tenía que ser eso. ¿Cómo podría no estarlo, con la discusión dando
vueltas a su alrededor durante tanto tiempo?
Entonces la hermana del Rey descartó la fatiga que sentía y se olvidó

de ella. No tenía idea de cuánto tiempo más los asistentes a esta
reunión continuarían con su pequeño baile.
Sin embargo, creyó percibir un olor: un terrible olor a ceniza.

Capítulo 2: Me llaman
Esto... esto era lo que significaba que el aire estuviera lleno de
pasión.
Los asientos para los espectadores se elevaban sobre el campo de

batalla circular, cubiertos con tiendas de campaña para protegerse del
sol. Debía haber espacio para noventa mil personas. Los asientos
habían sido dispuestos con cuidadoso cálculo y planificación de
manera que las competiciones fueran visibles desde cada uno de ellos.
Nadie tenía motivos para quejarse, sin importar dónde estuvieran
sentados.
De hecho, en lugar de eso, agradecerían al Dios del Comercio si

tuvieran la buena suerte de comprar una tesela, un boleto de entrada.
De los ochenta arcos de medio punto, no menos de setenta y seis

estaban destinados al uso de los espectadores. Cada tesela tenía un
número del 1 al 76, que indicaba la puerta por la que debía entrar el
espectador. También se dieron números de fila y de asiento, lo que
llevó a cada persona directamente a su asiento.
Los invitados se sentaron en los cojines provistos, compraron

bocadillos a los vendedores que trabajaban en las filas y esperaron
con emoción apenas contenida a que comenzara el espectáculo.
Estaban observando un campo de combate circular cubierto de arena
blanca.
Aquí, los espadachines competían entre sí a diario, sin pedir ni dar

cuartel, todo en ofrenda a la Valquiria, quien, según cuenta la
leyenda, había luchado aquí una vez hace mucho tiempo.
Es cierto que la estatua de la Valquiria había sido objeto de serias
críticas recientemente, pero hoy, precisamente, no habría preguntas.

La estatua de la Valquiria estaba orgullosamente descubierta,
vigilando el campo de batalla.
¡Eh! ¡Que la Valquiria vea los hechos que se hacen!

Pero era más que el equipamiento exterior del coliseo lo que merecía
atención. El cuenco del fondo, lo creas o no, podría llenarse con agua
para organizar batallas navales. Se decía que esto ya no sería posible
después de la construcción de pasillos subterráneos, salas verdes e
incluso un ascensor.
¡Pero las capacidades de ingeniería de los enanos, que podían hacer

que no se escapara ni una sola gota, eran algo digno de contemplar!
Trabajaron la piedra con sus excepcionales habilidades, renovando el
coliseo manteniendo todo el equipamiento. Si enfrentar y superar
obstáculos aparentemente imposibles fuera el
esencia de la adoración a la Valquiria, entonces esos enanos eran
guerreros fieles por derecho propio.
Y hoy, otra guerrera así, una mujer joven, estaba en el pasadizo

subterráneo.
"Ah... Ahhh... Creo que de repente estoy teniendo un ataque de
nervios..."
Temblando violentamente, equipada con una armadura usada y

sentada en un burro, estaba una niña ñandú. La lanza de justa que le
habían dado parecía casi cómicamente grande en comparación con su
diminuto cuerpo. Sin embargo, lo sostuvo con facilidad, incluso
considerando que era un instrumento de madera aligerado diseñado
para romperse.
“No me digas que te estás arredrando”, dijo el niño que sujetaba las
riendas del burro con una mirada a su compañero. Podía mirarla
directamente a la cara, porque tenía la visera levantada; tal vez se
sentía un poco asfixiada manteniéndola bajada, con el acolchado de
algodón y un pesado casco de metal encima.
Tenía los dientes apretados como si estuviera tratando de controlarse

y sus ojos se movían de un lado a otro. “No lo soy. ¡Simplemente no
puedo lograr que mi cuerpo deje de temblar! "Esa es una buena
señal". Se evitó añadir las palabras que revoloteaban por su mente:

Creo. En cambio, le dio unas ligeras palmaditas en el muslo. Él nunca
podría haberlo hecho si ella no hubiera estado usando una armadura,
o si no hubieran estado en
exactamente la posición en la que estaban.
No estaba acostumbrado a pasar todo su tiempo, despierto y
durmiendo, con una chica de su edad. (Bueno, técnicamente, sus
edades eran muy diferentes). No era nada como estar con su
hermana mayor.
“Tu cuerpo y tu cerebro pueden hacer cada uno lo suyo. Tu cuerpo

apenas se está preparando para luchar”, dijo.
“¿T-tú lo crees…?”
Sólo estaba repitiendo algo que había oído, pero la chica ñandú se
aferró a ello por su vida.
De hecho, sospechaba, era tan simple como esto: el momento había
llegado y ella estaba asustada. No dejó que ese feo pensamiento
entrara en su lengua, sino que se lo tragó. Ella no necesitaba
explicaciones complicadas; a lo largo de los años, él había aprendido
mucho.
"Sí. Es como… hacer ejercicios de calentamiento. Deberías moverte un

poco tú mismo”.
"Oh... Sí, tienes razón". Ella realmente lo escuchó, girándose en su
silla y sacudiéndose lo mejor que pudo. Su armadura hizo ruido
mientras se movía, y luego lo miró de nuevo, preocupada. "No estoy
seguro de poder levantar los hombros..." "Bueno, ¿por qué
necesitarías hacer eso para una justa?"
Por lo tanto, Wizard Boy superó sus miedos. La ansiedad eran

palabras; es decir, un hechizo. Las palabras no tenían que ser
palabras de verdadero poder para tener poder de todos modos. "Solo
asegúrate de estirarlos antes de la pelea con espadas, y estarás
bien."
“¡C-bien…!”
No mucho después, la pelea anterior a la de ellos debió haber

terminado, porque hubo una gran ovación desde el pasillo, en
dirección a la luz del campo de batalla. Wizard Boy podía sentir que la
chica ñandú respiraba profundamente. Le dio unas palmaditas en la
espalda suavemente. Ella asintió: Correcto. La mano que sostenía su

lanza se movió para bajar su visor. “Por favor, es tu turno”, dijo una
mujer que vestía una armadura que cubría sólo los lugares más
esenciales. Ella era una de las clérigos de las Valquirias, distinguidos
guerreros que creían que mientras sus partes vitales estuvieran
cubiertas, podían encargarse de todo lo demás por sí mismos. “Te
deseo lo major
¡suerte en tu batalla!
“¡Mmm! Gracias”, respondió Rhea Fighter con tanta convicción como
pudo. Su casco fue fijado en su lugar con otro ruido metálico, y luego
dejó escapar un suspiro. "¡Vamos!"
"Lo entendiste."
Wizard Boy tiró de las riendas del burro y avanzó. El animal empezó a
moverse y el ruido de los cascos resonó en el pasillo. A medida que se
acercaban, la luz del campo de batalla parecía hacerse más grande,
más fuerte, hasta llenar todo su campo de visión de blanco...
"Oh, vaya…!" exclamó la niña ante los ensordecedores vítores que
llovieron sobre ellos de todos lados.
Sin embargo, no fueron aplausos de bienvenida para ella. La multitud

simplemente estaba emocionada de ver otra batalla. Si una de las
concursantes era una niña mucho más pequeña de lo que cualquiera
de ellas esperaba, mucho mejor.
Tal vez saldría a volar de manera espectacular o mostraría su

tenacidad. Eso fue lo que floreció entre aquellos espectadores: un
desinterés despiadado por el ñandú, una certeza de que ella no podía
ser nada especial.
"Uh... Ah..." Rhea Fighter apretó los dientes, que amenazaban con
castañetear lo suficientemente fuerte como para ser escuchado a
través de su armadura. No debería haber venido, pensó. Ella no
pertenecía aquí. Ella sólo se avergonzaría a sí misma. Ella debería
renunciar ahora.
Había escuchado esas palabras y otras similares dirigidas contra ella

muchas veces en el pasado. Ella siempre se había defendido, pero
ahora se arremolinaban en su cabeza. Había pensado que los había
ahuyentado hacía mucho tiempo, pero aquí estaban, presionando

adentro, amenazando con aplastarla.
Después de todo, basta con mirar: mira a su oponente, el caballero
que está parado en el otro extremo de las dos pistas paralelas del
campo. La armadura pesada. El caballo de guerra en el que se
sentaba. La gran cantidad de condecoraciones que cabe esperar en un
torneo de justas.
Esas decoraciones por sí solas diferenciaban al oponente de ella en

ese momento. Y el sirviente que estaba junto al caballero estaba
vestido como la viva imagen de la nobleza. La niña ñandú no estaba
familiarizada con la estación conocida como heraldo. O al menos no lo
había sido hasta que su compañero, el chico, se ofreció como
voluntario para ser suyo.
Como resultado, cuando se enfrentó a un verdadero caballero y un

verdadero heraldo, no sabía qué hacer.
El heraldo desenrolló un pergamino y comenzó a recitar la historia
familiar de su amo a un ritmo rápido:
"¡Ejem! Ante vosotros se encuentra un caballero de las llanuras de los
cuatro rincones. Su padre se distinguió luchando contra la Muerte,
mientras que su abuelo…”
La letanía de logros se prolongó durante seis generaciones en el

pasado. La muchacha ñandú, por supuesto, no tenía nada de eso. Ella
apenas siguió lo que decía el heraldo. Por lo tanto, sólo podía asumir
que de alguna manera era culpa suya que el público se hubiera
quedado repentinamente en silencio.
Se estremeció cuando escuchó un susurro a su lado: "Qué heraldo de
mierda".
Era el Chico Mago. Ella lo miró y su casco hizo ruido mientras lo hacía,
pero él se limitó a decir: "Mírame", y dio un paso adelante.
No, de hecho, dijo más que eso: Rhea Fighter lo notó entonando las
palabras del hechizo Magnificar.
“¡Ante ti”, bramó, “está el mejor luchador conocido en el condado de

los ñandúes!”
Su voz sacudió el aire, resonando como un trueno. Los parlanchines

espectadores se callaron sumariamente.
Hubo un instante de calma, de silencio. Luego, con un gran
movimiento de su brazo, Wizard Boy dijo como si hubiera aspirado
todo el aire del estadio:
“¡Su primer mentor fue el renombrado aventurero, el que iba y venía

en las profundidades de la montaña, el gran maestro de la espada de
los ñandúes!” ¡Realmente lo recordaba! La chica ñandú descubrió que
sus ojos se agrandaban bajo el casco.
Era una vieja historia, de la que ella sólo le contó fragmentos. No

despreciaba la comarca, pero le guardaba pocos recuerdos felices. Su
abuelo excéntrico y algo fuera de lugar le había enseñado a usar una
espada, obligándola a practicar hasta que casi colapsó.
Así había empezado todo. Si el viejo no le hubiera enseñado a usar la

espada, ella no habría estado aquí ahora.
“Día y noche entrenó, pasó mil días aprendiendo, diez mil más
refinando su oficio, ¡y ahora está frente a ti!”
Ella no pudo evitar sonreír ante eso. Ella quería objetar que ella no
era tan
viejo.
Eso fue todo lo que necesitó para que su barbilla temblorosa se

relajara. La sensación pronto se extendió al resto de su cuerpo.
“¡Sus ataques caen como un rayo sobre el enemigo! ¡Te insto a que
mires lo que hace!
El joven hizo una elegante reverencia. Hubo un breve latido y luego el

estadio estalló en vítores. Incluso entonces, no eran para la chica
ñandú. Sus gritos consistían en simple pasión, emoción ante la
perspectiva de que las cosas pudieran resultar más interesantes de lo
previsto.
Y, sin embargo, para la niña se sentían muy diferentes. Cuando el

niño regresó, con la respiración agitada, ella lo agarró de la manga
con una mano enguantada y dijo: "Oye, ¿dónde aprendiste a hacer

eso?"
"Del viejo", dijo, aparentemente refiriéndose a su maestro. "Me dijo
que un mago necesita algo que impresionar en el momento
adecuado".
No parecía muy agradecido. Finalmente, le dio otra suave palmada en

la espalda. “Ojos al frente. No olvides lo que dije”.
“¡C-bien…!” La niña ñandú respiró hondo varias veces, luego tomó las
riendas del burro y lo instó a avanzar.
Esto no se parecía en nada al lugar donde había luchado en el

condado. Este era un campo de justas adecuado. El otro extremo
parecía muy lejano, y allí su oponente brillaba a la luz del sol,
actuando como si el partido ya estuviera ganado.
O no. ¿Era sólo su imaginación, su suposición? Ella no estaba segura.

Pero no importó.
Así es. Mis golpes son como relámpagos.
El juez hizo un gran movimiento con su bandera. El ñandú le dio las
espuelas a su asno. “¡Y-yaaaahhh…!”
“¡Hrrrrahhhh!”
Sintió como si el tiempo corriera lentamente, el aire luchando contra

ella como si estuviera bajo el agua. Su visión se redujo hasta que todo
lo que pudo ver fue a su oponente.
Ella levantó su mano derecha. Tuvo que apoyar la lanza. No. Allí... allí
estaba. ¡No!
"Escuchar."
Era algo que el chico le había dicho una y otra vez mientras llegaban
hasta allí. Ahora, en ese momento, salió del almacén de sus
recuerdos.
“El poder es simple lógica. Se compone de tres cosas: velocidad, peso
y fuerza”.
Eso y la transmisión. “Así que cuatro cosas”, había murmurado.

“Esta transmisión tiene tres partes. El punto de apoyo, el punto de
acción y el punto donde se aplica la fuerza”.
“No sé de qué estás hablando. No tiene ningún sentido para mí”.
Podía escuchar con tanta atención como quisiera; algunas cosas

todavía simplemente no encajaban.
“Vas a perder tamaño corporal, lo que ya te pone en desventaja. Y no
puedes ejercer mucha fuerza. Quiero decir, eso es sólo un hecho”.
"UH Huh." La chica asintió abatida. Ella era muy consciente de la
diferencia de tamaño. Y no podía dejar de pensar que calcular las
ventajas y desventajas antes de una pelea era el tipo de cosas que
sólo un cobarde haría. Pero el chico le estaba diciendo cómo ganar.
Así que ella asintió.
Ella lo había escuchado.

“Velocidad, la proporcionará el oponente. Lo que significa que lo único
que queda es la transmisión”.
"¿Entonces qué hago?"
“Quédate en tu montura. No recibas el golpe de frente. Sujeta
firmemente tu lanza y asegúrate de clavarla en el lugar correcto”.
Sintió que la lanza encajaba perfectamente en el soporte de metal
mientras todo encajaba.
El ñandú se inclinó hacia delante lo más que pudo. Era muy incómodo
en su pecho, que estaba apretado por la placa del pecho.
En lo alto, algo rozó la parte superior de su casco, arrastrándose. Ella
oyó astillamiento de la madera. Un shock. La sacudieron
violentamente.
No lo pienses.
Luego con un gran grito, “¡¡Kiiieeeehhhhh…!!” levantó su lanza con
toda la fuerza de un incendio forestal. Sentía su brazo derecho como
si hubiera golpeado una pared de ladrillos; se entumeció con el
impacto, mientras que la punta de su lanza se astilló y se fue a todas
partes.
El paso del tiempo la alcanzó espontáneamente.

El aire volvió a sus pulmones como si hubiera atravesado la superficie
del agua, y había ruido por todas partes.
“¡Jaaa…!” Dentro de su casco asfixiante, jadeó como un pez arrojado
a tierra firme.
Sin embargo, no hubo tiempo para descansar. Un pánico creciente fue

todo lo que pudo sentir mientras la sangre subía a su cerebro.
"¡El concurso de espadas!" gritó y saltó del burro. La pesada
armadura hizo que se inclinara vertiginosamente mientras aterrizaba.

¿O fue la falta de oxígeno? Ella no estaba segura.
Justo cuando pensaba que se inclinaría, sintió un brazo delgado que la
agarraba por un lado y la sostenía.
“¡Mi armadura! ¡Arregla mi armadura, rápido! Los hombros-!"

"Cálmate." Con un ruido metálico, le quitaron el casco y luego alguien
agarró el acolchado de debajo y lo arrancó. Sintió el viento golpear
sus mejillas y frente empapadas de sudor.
"¡Uf!" ella respiró. “¡Yo—estoy tranquilo! Pero no hay tiempo para... —
Te lo dije, cálmate. Ojos al frente”.
“¿Qué—?”
Miró hacia donde le habían ordenado y descubrió a su oponente boca

arriba. De hecho, su casco rodaba por el campo, haciendo ruido al
andar. El heraldo corrió y lo salpicó con agua, pero fue en vano.
“Lo noqueaste de un solo golpe”, dijo el niño con una sonrisa, y
finalmente la niña volvió en sí.
También notó que todos los ojos en el coliseo estaban puestos en ella.
Eso produjo un urk. Dio lugar a un eep. Vacilación, vergüenza,
excitación y confusión.
En medio del torbellino de emociones, la niña sintió que el niño

tomaba su mano, con fuerza para un brazo tan delgado, y la sostenía
en alto. Los tensos hombros de su armadura se adaptaron
milagrosamente al movimiento. Levantó la vista asombrada y el
público llenó su visión.
"¡Mirad! ¡El aguijón de los ñandúes! ¡El golpe que puede enterrar
incluso a una araña en la oscuridad!
Otra ovación rasgó el aire del estadio, y esta vez, fue

.

"¡Oh Dios mío! ¡Ella lo hizo! ¡Ella ganó!" "Mmm."
La sacerdotisa aplaudió con inocente alegría, mientras Goblin

Slayer se cruzó de brazos y simplemente asintió. Sólo unas pocas
personas en las gradas no participaban en los estruendosos
vítores, y su sección era una de ellas.
Estaban sentados en un palco privado bastante mejor equipado

que el asiento general para espectadores. La sacerdotisa, la
arquera elfa alta, la chica del gremio e incluso la vaquera habían
estado esperando una victoria para sus conocidos todo el tiempo.
"¡Nunca esperé ver a esos dos aquí!" Dijo la Alta Elfa Archer,
aplaudiendo y añadiendo que se habían convertido en un gran
equipo.
"Mm", dijo Goblin Slayer y asintió de nuevo.

El elfo se rió con un sonido como el de una campanilla. "Eso es
todo lo que recibimos de ti, ¿no es así, Orcbolg?"
"¿Es eso así?" "Seguro es."
Pero, bueno, no fue algo tan malo, concluyó la Alta Elfa Arquera,
sonriendo inocentemente.
El chico y la chica de allí eran dos de las raras personas (¿o tal vez
no era tan raro después de todo?) a las que Goblin Slayer había
cuidado y ayudado.
La Alta Elfa Arquera no sabía mucho sobre el honor y la gloria en el

mundo humano, pero ganar en un torneo tenía que ser algo bueno.
Y Orcbolg no sabría cómo felicitar abiertamente a alguien como
nuestro amigo de allí.
Si el hombre de la armadura sucia de repente se lanzara a hacer

un panegírico por su actuación, incluso el alto elfo tendría que
sorprenderse.
Habiendo llegado a esta conclusión, la Alta Elfa Archer rápidamente

centró su atención en otras cosas. Porque había tantas cosas en las
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que estar interesado. Por ejemplo…
“Dijeron que era una competencia al mejor de tres, pero ella lo
golpeó en la cabeza y lo derribó del caballo, así que ella gana,
¿verdad?” Sí, por ejemplo, las reglas precisas de este torneo de
justas que tanto entusiasmó a todos.
Giró su dedo índice levantado, dirigiendo sus preguntas al hombre

corpulento que estaba a su lado. “¿Cómo decidirían quién ganaría
si nadie se cayera del caballo?”
"Mmm. Supongo que viste las lanzas astillarse. El Sacerdote
Lagarto dijo con
Mucha gravedad.
“Claro que sí. Ambos dijeron: ¡bam! ¡Y vaporizado!”
“La rotura de la lanza indica un impacto directo. Por lo tanto, el
que tenga la lanza destrozada recibiría un punto”.
Si no desmontaban a nadie, destruir tu lanza te otorgaba un punto.

Si ambos lo lograron, o si no lo lograron, entonces fue un empate.
Por supuesto, a veces ambas partes fueron derribadas, o
estuvieron tres rondas empatadas en puntos.
"Si va a haber una competencia de espadas, entonces el cruce de
lanzas no concluye el asunto".
¡Ah, qué maravillosa era esta forma legalizada de simulacro de

combate!
La Alta Elfa Archer asintió, tratando de ignorar el cosquilleo de la
cola del Sacerdote Lagarto envolviéndose alrededor de su pierna.
"Esas no son lanzas reales, ¿verdad?" ella dijo. “Están diseñados
para romperse. ¿No los hace eso bastante frágiles?
"Sí, son frágiles", dijo el chamán enano. "Lo que los hace un
poquito más fáciles para un cuerpo blindado".
El enano siempre tenía algo que decir sobre armamento. Si un
enano se iniciaba en el alcohol o en la herrería, era poco probable
que dejara de hacerlo.
Les informó que equivalía a la fuerza de un “disparo”.

Además, añadió, había una vez un rey que había sido asesinado
por una astilla voladora.
"Huh", fue todo lo que la Alta Elfa Archer tenía para ofrecer ante
tales trivialidades. Empezó a mirar a su alrededor de nuevo. “Por
eso usan toda esa armadura. Pensé que eran sólo humanos, ya
sabes, acicalándose unos para otros”.
"Es cierto, su equipo ciertamente es brillante y reluciente",

respondió la Sacerdotisa, mirando de reojo al aventurero con la
armadura sucia y de aspecto barato que estaba a su lado. Todavía
tenía los brazos cruzados y miraba a la pareja en el campo de
batalla muy abajo, el niño sosteniendo la mano de la niña y
asintiendo con lo que parecía ser satisfacción.
Son tan diferentes, se encontró pensando la sacerdotisa, pero no lo

dijo en serio. El líder de su grupo era un aventurero un tanto
extraño, y ella no tenía objeciones a eso.
“Si alguien es desmontado pero se lleva consigo su montura, se

considera que es culpa del caballo y el caballero no pierde. El
combate se anula”, dijo la Guild Girl, añadiendo con cierta
vacilación que si el jinete queda inconsciente, todo habrá
terminado de todos modos. Sí, con cierta vacilación. Eso provocó la
curiosidad de la granjera.
Parecio
ella y él habían estado dando un paseo la noche anterior, solo ellos
dos...
Pero hey.
Sintió que podía interpretar que eso significaba que esa noche sería
su turno. Había estado de buen humor desde esa mañana. Era el
día del tan esperado torneo. Podría usar el traje que había
comprado ayer.
Una excusa perfecta para vestirse elegante, y le había valido la

evaluación "Te queda bien... creo".
“Pareces muy complacido”, dijo la granjera. De hecho, parecía
extraordinariamente satisfecho y eso la hacía más feliz que
cualquier otra cosa. Ella se deslizó hacia él y lo miró, a la visera de
su casco.
"Hmm...", escuchó, como si él tuviera problemas para analizar el

significado de sus palabras.
Ella encontró eso indescriptiblemente divertido y luchó por evitar
sonreír abiertamente.
"Esos dos... ¡ganaron!" ella dijo. ¿No eran sus protegidos? Bueno,
por supuesto que ganaron.
"Hrm...", fue su respuesta. Miró al suelo, se quedó en silencio por

un momento y luego murmuró: "Ya veo... Sí, eso es verdad".
Sospechaba que estaba (lo confirmó asintiendo) feliz.

Era poco probable que eso se debiera simplemente a que Wizard
Boy y Rhea Fighter habían salido victoriosos. Cuando dejaron sus
hogares y viajaron hasta el pueblo en la frontera, eran solo dos
entre muchos aventureros.
Pero ya habían salido al mundo y ahora estaban allí, con los ojos
de toda la capital puestos sobre ellos. Estaba segura de que ese
hecho debía hacerlo feliz.
¡Y tú mismo estás clasificado como Plata!

La granjera no sabía mucho sobre los rangos de los aventureros,
pero sabía que no se llegaba a Plata por accidente.
“Oye, ¿por qué ninguna de las otras personas de rango Plata salió
a participar en esto?
Ya sabes, ¿el tipo de la lanza o el tipo de la espada grande?

"Ahhh, ¿ellos?" Dijo la chica del gremio, sin esperar la pregunta.
"No tienen mucho interés en cosas como esta..." Ella se detuvo.
Extraño. Todo esto le sonó familiar a la granjera, pero… no del
todo.
¿Mmm? Se giró, miró y vislumbró las vestimentas de la Madre

Tierra. Por un segundo, pensó que tal vez la sacerdotisa había
hecho la pregunta, pero no. La figura de esta chica, la longitud de
su cabello y su expresión facial se parecían a la Sacerdotisa, pero
sólo superficialmente.
Sus ojos se encontraron con los de la granjera y la sonrisa que le

dedicó fue como el sol saliendo de detrás de las nubes. “¡Perdón
por pasar por aquí!” la niña chirrió.
“¡¿Su-Su Alteza?!” Hubo un revuelo cuando la recepcionista se
enderezó abruptamente.
arriba.
"¿Alteza?" Dijo la granjera, ladeando la cabeza.

La chica del gremio todavía estaba nerviosa. “¡¿Cu-cuándo llegaste
aquí?! Eh, por favor
disculpe mi grosería…”
“Está bien, de verdad. Entré a hurtadillas. O salí a hurtadillas,
supongo”.
La hermana pequeña del rey (la vaquera no sabía quién era ella) se
rió a carcajadas y desestimó la preocupación de la muchacha del
gremio. Tenía un brillo travieso en sus ojos, que pronto se posó en
la chica que tanto se parecía a ella. "Ha sido un tiempo. ¿Has
estado bien?"
"¡Sí!" Respondió la sacerdotisa, y su sonrisa era como una flor en

flor.
Definitivamente se parecen el uno al otro, pero… no exactamente.
Incluso dos chicas que parecían prácticamente idénticas eran
claramente distinguibles si conocías al menos a una de ellas. Pero
en cualquier caso, más mujeres significaban más charla.
—y más belleza.
Sobre todo, nadie en el stand se opuso a la incorporación de otro
amigo. Lizard Priest deslizó su enorme cuerpo, el Alto Elfo Archer
presionó también.
para crear un espacio en el que se deslizara la nueva chica. La
chica del gremio se movió, evidentemente sintiéndose incómoda
por algo, pero el chamán enano se rió jovialmente. “¿Qué es esto
entonces, princesa?” (La granjera volvió a ladear la cabeza:
¿Princesa?) “Un poco enganchada, ¿eh?”
"Así es. No podía soportar un minuto más de esa reunión;

¡simplemente no terminaría! Así que me presenté”. Ella sacó la
lengua en broma; La chica del gremio se puso las manos en el
estómago y trató de contener una sonrisa.
¿Eh?
La sacerdotisa parpadeó mientras observaba la escena. Su color

era pobre, no el de la recepcionista, la hermana pequeña del rey.
Estaba más pálida que la sacerdotisa, por supuesto, y su piel
parecía bastante húmeda, pero era más que eso.
Parecía que su circulación era débil, tal vez como si estuviera

cansada, o tal vez no del todo.
"Um, ¿estás bien...?" Preguntó la sacerdotisa. Era una pregunta
natural. Sintió una punzada en la nuca, un mal presentimiento que
parecía no poder deshacerse.
"Si estoy bien. Haciéndolo bien. Creo que estoy un poco cansada”,
respondió la hermana del rey.
Por su parte, la Alta Elfa Archer también parecía molesta, o tal vez
era punzadas de simpatía ya que su posición social era muy
parecida a la de esta chica. Miró el rostro de la hermana del Rey y
luego dijo en tono reprensivo: “Sé que las vidas humanas son
cortas, ¡pero no tienes que apresurarte tanto!”.
“¡Si tan solo pudiéramos medir las cosas de la misma manera que
lo hacen los elfos!” La hermana del rey se rió. Ella abruptamente se
encorvó.
Y entonces, casi antes de que los demás pudieran darse cuenta de
lo que estaba sucediendo, su delicado cuerpo se desplomó.
“¡Ay!” Exclamó la sacerdotisa.
"¡O-oye!" gritó el Alto Elfo Arquero. En momentos como éste, nadie
se movía más rápido que un elfo. Ella ya estaba en movimiento
antes de que la Sacerdotisa pudiera extender la mano, atrapando a
la chica en brazos que eran mucho más fuertes de lo que su
delicada apariencia sugeriría.
El rostro fláccido de la joven se había vuelto más pálido; Ahora

estaba prácticamente blanca y respiraba superficialmente.
“Estas son malas noticias. Tiene fiebre”, informó la Alta Elfa
Arquera.
"¡¿Su Alteza?!" La chica del gremio gritó a su pesar. La granjera

también estaba a medio levantar de su asiento. No era necesario
saber exactamente lo que estaba pasando para darse cuenta de
que no se veía bien. Cualquier pregunta sobre el título de la chica
desapareció de su cabeza.
La granjera estuvo rápidamente al lado de la joven; se arrodilló y

aflojó el cuello de la niña. “¡No podemos permitir que su atuendo la
oprima! ¡¿Qué más deberíamos hacer?!"
"Algo de beber, tenemos agua, ¿verdad?" Dijo la sacerdotisa.

“Deberíamos secarnos el sudor…”
Mientras la Alta Elfa Archer sostenía a la niña, los demás la
atendían. La chica del gremio los observó estupefacta, hasta que la
sacerdotisa gritó: “¡Un médico! ¡Mis milagros curativos no pueden
hacer nada con respecto a la enfermedad!
"¡Comprendido!" Dijo la chica del gremio, volviendo a la realidad.

Se evitó perder el tiempo simplemente asintiendo.
Escuchó a Goblin Slayer decir en voz baja: "Entonces yo también

iré". Saltó ágilmente sobre sus pies, desabrochando su escudo y la
bolsa en su cadera en un único movimiento fluido para hacerse
más liviano. “Muéstrame adónde ir. Y llamar a quien necesitemos
llamar; No sé quién”.

La chica del gremio entendió lo que estaba pidiendo a su manera
brusca. Usó todo su considerable ingenio para reflexionar sobre la
situación y luego respondió con mucha gratitud: "Sí, lo haré".
Todo está bien ahora. Estoy calmado. Puedo hacer esto.
Ella asintió con la cabeza hacia Goblin Slayer, quien le devolvió el

saludo. El casco de metal giró. "Disculpas, pero ¿puedo pedirte que
te encargues de las cosas aquí?"
"¿Preguntanos? ¡Somos voluntarios! dijo el chamán enano. Al igual

que el Sacerdote Lagarto de cuello largo, ya estaba fuera de su
silla. No solo eso: estaba rebuscando en su bolsa de catalizadores,
mientras Lizard Priest estaba de pie con sus manos y pies con
garras listos.
Fue una respuesta extraordinariamente rápida ante el colapso de

alguien; habían tomado la iniciativa, por así decirlo.
"Solo di que está un poco abrumada como espectadora".
"De hecho", dijo Lizard Priest. "Es todo demasiado estimulante
para una joven culta".
Hablaron intencionadamente, pero la recepcionista estuvo de

acuerdo y, de hecho, les estaba agradecida.
Ella les hizo a cada uno una rápida reverencia.
“No te quedes con ceremonias, simplemente ponte en marcha.
Esto no tiene buena pinta.
El chamán enano los despidió con un gesto y antes de que la

gremial pudiera responder "Sí, tienes razón", se encontró flotando
en el aire. "¡Eep!"
“Voy a correr”, dijo una voz cerca de su abdomen. Finalmente se

dio cuenta de que alguien la había subido al hombro. "Dime adónde
ir".
"¿Eh? ¡¿Quiero decir que?!"
Después de eso, todo sucedió a la vez. Corrían por el pasillo del
estadio; la llevaban a un ritmo furioso.
¡Van a pensar que soy el paciente así!
Sintió confusión, pánico, vergüenza, todo asaltando su despeinado
cerebro. Pero aún así, no podía olvidar lo último que escuchó
cuando se fueron. La sacerdotisa miró el cuello de la hermana
pequeña del rey y, con voz temblorosa, dijo: "Esta marca..."
Hay infinitas semillas de aventuras en el Mundo de los Cuatro

Esquinas. Y en consecuencia, donde haya aventuras, habrá
aventureros.
"Las cosas no se ven bien", dijo el apuesto hombre, que había

aparecido tan rápido como si hubiera usado un hechizo de Puerta.
Sin embargo, era la personificación de la calma mientras hablaba.
La habitación en la que ahora dormía la hermana del Rey era

demasiado ornamentada para ser llamada habitación de enfermo,
pero en cualquier caso, se habían trasladado desde allí a una zona
igualmente suntuosa para recibir invitados.
La chica del gremio parecía extraordinariamente tensa, mientras

que la chica de la vaquera parecía darse cuenta sólo de que
estaban en presencia de alguien importante. Eso era bastante
comprensible, pero era alguien a quien la Sacerdotisa había
conocido antes.
De hecho, entre reyes y reinas…

…esto fue tres o cuatro veces.
La reina de los elfos, la húsfreya del norte, así como la princesa de
los centauros, la sacerdotisa ya estaba prácticamente
acostumbrada a reunirse con la realeza.
¡Acostumbrado! ¡Ja!
Tuvo que sonreír incluso por pensar eso sobre sí misma, pero, por
supuesto, entendió que esto no era motivo de risa.
"No creo que esto sea una enfermedad común y corriente", dijo
mientras se sentaba, con su pequeño trasero prácticamente
flotando en un sofá más suave que cualquier cosa a la que estaba
acostumbrada. “Has visto la marca que le pusieron a una mujer
noble en particular. Sospecho que es...
“Una maldición”, concluyó el joven rey y asintió. "Parece probable."

Sí. La sacerdotisa asintió en respuesta, pero no pudo pronunciar la
palabra. En cambio, echó un vistazo a sus compañeros. Algunos de
ellos tenían los brazos cruzados y se paraban junto a la pared;
algunos se sentaron en el sofá con ella; Todos parecían sombríos y
pensativos mientras escuchaban la conversación.
El hombre mugriento que era su líder era el más silencioso de

todos y simplemente se quedó allí. La sacerdotisa no pudo evitar
divertirse al darse cuenta de que en algún momento, le habían
asignado la tarea de ser su portavoz.
¿Cuándo empezó eso? Si bien estaba feliz de que confiaran tanto,

también la hacía sentir incómoda, incluso un poco sola. Se
encontró preocupada de que su etiqueta de rango, que esperaba
que pronto fuera Esmeralda, fuera simplemente plateada: una falsa
como ella.
Sin embargo, se dio cuenta de que su insistencia privada en que

debía hacerlo bien era sólo eso, su problema. Fue egocéntrico.
Después de todo, la que ahora estaba bajo maldición era su
querida amiga.
“A decir verdad”, añadió el rey, “no puedo afirmar que no tengo

idea de lo que podría estar pasando”.
Rey de la tierra, busca valientes luchadores y luego...
Al igual que en esa tonta canción infantil, el joven rey miró a los
aventureros y dijo con gravedad: "Cuando yo era un aventurero,
había un vampiro inmortal que perturbaba la capital". Aquellos que
se negaran a obedecer a tales criaturas podrían esperar enfrentar
una terrible tragedia.
“¿Dónde estaba su guarida?” Preguntó Goblin Slayer.

El rey golpeó el suelo con el pie con una mezcla de nostalgia,
arrepentimiento y una frialdad rayana en la despiadada. “Una
caverna mágica, un lugar antiguo debajo del
capital. Fue sellado, pero el sello se ha ido debilitando”.
Ése había sido un acto de la leyenda sobre la batalla en el anterior

(no, ahora antiguo) Calabozo de los Muertos. Había sucedido casi
al mismo tiempo que las All Stars, los seis grandes héroes, se
enfrentaban al Señor Demonio en el abismo del Calabozo.
El joven futuro rey y su grupo habían derrotado al demonio, el rey

eterno que había gobernado la caverna mágica, salvando así la
ciudad y ganándose el lugar del aventurero en el trono.
Luego dirigió sus fuerzas contra el Ejército de las Tinieblas y lo

rechazó. La sacerdotisa era demasiado joven para recordarlo, pero
era el tema de una saga particularmente querida.
“Así que sólo tenemos que regresar a esta caverna y arreglar el
sello.
Problema resuelto, ¿verdad?

La encantadora voz de la elfa arquera sonaba perfectamente
natural en la conversación. Hablaba con una facilidad que sólo los
miembros de la realeza podrían tener, así como con la superioridad
innata de los elfos nobles, sin mencionar su encanto natural. Todas
estas cosas se juntaron para que pareciera como si estuviera
hablando con un amigo.
La sacerdotisa notó que la mejilla de la chica del gremio se

contraía, pero el rey no le prestó atención al tono del elfo. Él
simplemente negó con la cabeza. “Tienes la idea correcta, pero la
caverna no sería nuestro destino. El quid del sello está en otra
parte”.
"El mapa, señor".

¡Oh!
La sacerdotisa no se había dado cuenta de que la chica de cabello
plateado atendía al rey hasta que pronunció esas tres palabras.
Parecía tan esbelta como una sombra, casi como un hada. Ella era
como la Alta Elfa Arquera en ese sentido pero diferente; era tan
encantadora como una brisa pasajera.
En cualquier caso, desenrolló sobre la mesa un rollo de pergamino
que contenía un mapa muy antiguo.
La sacerdotisa casi volvió a exclamar cuando vio el lugar que

señalaba el joven rey.
"Hay un antiguo santuario a la Madre Tierra en esta montaña",
explicó. “Su personal está ahí. Es lo que mantiene el sello en su
lugar”.
“He oído hablar de eso”, dijo la sacerdotisa con la voz temblorosa.

“Pero pensé que estaba perdido…”
"Fue beneficioso para nosotros que la gente pensara que así era".
El bastón de la Madre Tierra era un instrumento divino capaz de
crear una barrera mística que repele el mal. Se suponía que había
desaparecido, pero aquí el rey decía que sabía dónde estaba tan
casualmente como cualquier otra cosa.
No… Los miembros más importantes del Templo de la Madre Tierra

debieron saberlo todo. La sacerdotisa simplemente estaba
demasiado baja en la jerarquía para conocer el secreto.
"Sin embargo, hay un problema", dijo el rey. "El santuario parece

estar plagado de fuerzas del Caos".
¿Fue imaginación de la Sacerdotisa, o el asistente de cabello
plateado le lanzó al rey una mirada urgente? Si es así, ni siquiera
se inmutó y se limitó a continuar con su explicación:
"Los exploradores que enviamos a investigar informaron haber

visto duendes en los alrededores..." "Ahora, ese es un detalle muy
inquietante", dijo Lizard Priest, levantando la cabeza.
como un dragón que se despierta tras un largo sueño. “¿La clave

para la seguridad de la capital cayó en manos del Caos?”
El rey pareció sonreír ante esta sencilla evaluación. Como si se
alegrara de que alguien lo hubiera dicho. "Además del torneo, casi
no hemos podido prescindir de nadie".
"Parece que es cierto, no importa a dónde vayas: los martillos y los
matraces siempre escasean". El chamán enano se acarició la barba
agradablemente. Incluso tomó un pequeño sorbo de su posesión
más importante: su vino, a pesar de que estaban en presencia
real.
La chica del gremio sintió que iba a desplomarse, pero el rey no

parecía dispuesto a reprenderlo.
Los únicos que podían quitarle el vino a un enano eran el rey enano
o la más alta dama de los altos elfos.
"Está bien, entonces vamos a buscar el bastón de la Madre Tierra".

La Alta Elfa Archer agitó sus orejas para indicar que lo tenía todo
resuelto e hinchó su pequeño pecho. El chamán enano la miró,
claramente no convencido de que ella realmente entendiera. La
Alta Elfa Arquera tomó el hombro de la Sacerdotisa. "¡Este es el
trabajo perfecto para ti!"
“¿Tú… tú lo crees?” "¡Seguro lo haré!"

La sacerdotisa no estaba segura, pero la Alta Elfa Archer estaba
tratando de ser alentadora.
Sin embargo, fue entonces cuando el rey dijo: “Me temo que no”, y
por primera vez sonó algo menos que uniforme. Cerró los ojos,
respiró hondo, exhaló y luego dijo enérgicamente: "Quiero que la
niña se quede aquí".
La sacerdotisa tardó un largo momento en parpadear: Ummmm…

En ese momento, las dudas del rey se desvanecieron. "Hay varias
razones. No menos importante es que en el pasado lo has hecho
bien por mí”. La mirada del rey se posó en un hombre, que estaba
de pie junto a la pared como si sintiera que no pertenecía allí.
Este hombre Llevaba una armadura de cuero sucia y un casco de

metal de aspecto barato. “Si las cosas se salen de control, el
partido quedará a merced del enemigo. Por lo tanto, no podemos
enviar a los clasificados Oro a esa gruta”.
¿Por qué no?
"... ¿Entonces son duendes?" La voz era casi mecánica, tan fría que
apenas parecía humana.
King asintió: Así es. “Los duendes se han establecido en el

santuario en las montañas. Si enviamos aventureros con rango de
oro, es tan bueno como declarar que este no es un lugar de culto
ordinario”.
Pero…
Sí. Había otra manera.

"Eres diferente. Podrías ir al santuario, enfrentarte a la plaga de
duendes y
—”
“¡E-espera sólo un minuto! Por favor…” La chica del gremio se puso
de pie, con la voz temblorosa. Estaba pálida y sudando, temblando
con lo que obviamente era terror, pero habló.
“S-s-si yo… Si me permite, señor. Soy el miembro del personal del

Gremio responsable de él”. Su voz subió una octava y luego se
quebró. Ella respiró unas cuantas veces con un sonido doloroso.
“Como tal… Ejem. Bueno, una petición como esa… me temo…”

No puedo tolerar que fuera lo que ella quería decir, pero las
palabras simplemente no salían.
¿De qué otra manera se suponía que debía sentirse? Ahora era, sin
lugar a dudas y con toda estima, un aventurero de rango Plata. Él
había pasado años llegando a ese punto y ella había pasado años
observándolo. Finalmente, él estaba aquí. El mundo estaba delante
de él.
¿Y todavía iba a ser encasillado como cazador de duendes? ¿Lo

enviarían a matar duendes toda su vida?
No quiero… devolverlo.
¿No era un aventurero rango Plata consumado y perfectamente
respetable?
Pero…
Pero esa era exactamente la razón por la que no había otra
respuesta a este problema, y la Guild Girl lo sabía.
¿Quién más estaba ahí para ir? ¿Quién más además de los cinco
(no, cuatro) aventureros clasificados Plata aquí?
Bien y bueno. Pero esta petición provino del propio rey. ¿Y tendría
que rechazarlo? Es cierto que no figuraría en los registros oficiales,
pero esa era exactamente la razón por la que podía dejar una
marca negra.
Y además, cuando se trataba de matar duendes, ¿quién más

estaba ahí? Quién más podría-?
"No me importa", dijo una voz baja. “¿Qué…?”
"Dije, no me importa"
.
Un susurro breve y brusco. Un sonido ahogado desde debajo del
casco.
¿Por qué?
La chica del gremio no expresó la pregunta, pero el casco se volvió

hacia ella. Él la miró desde detrás de su visor y asintió. "Porque",
dijo, luego hizo una breve pausa antes de continuar. “Una vez
recibí ayuda”.
Por un segundo, la recepcionista no estuvo segura de qué estaba

hablando, pero luego se dio cuenta de que era el momento, años
atrás, en que se había enfrentado a una horda de duendes. En ese
momento, cuando él no había podido hacer nada, ella fue quien
cambió todo.
No lo había hecho con la idea de ganarse gratitud o endeudarlo.

"N-no, no estaba tratando de...", dijo, pero el resto no salió del
todo.
Él se movió de su lugar y luego se movió entre ella y el rey como

para protegerla. "Si hay duendes, entonces iré".

"... ¿Entonces estás aceptando?" preguntó el rey. "Sí."
Finalmente, sintió como si todos los engranajes hubieran encajado.
A fin de cuentas, soy un outsider aquí.
Pudo visitar la capital, observar las festividades, presenciar el

torneo y sí, fue emocionante. Pero no era allí donde pertenecía.
Hasta que surgiera una situación como esta, él no tenía ningún
papel que desempeñar
.
Y no tener ningún papel que desempeñar fue algo verdaderamente
maravilloso.
Pero no me importa.
Decidió que esto estaba muy bien y dio un paso adelante.

Se ocuparía de los duendes frente a él y luego pasaría a lo
siguiente. Eso fue suficiente.
Eso fue suficiente, fue suficiente para recompensarlo.

"No lo entiendo del todo, pero...", comenzó su amiga de la infancia,
su voz llegó a sus oídos en el silencio. No, ella no sabría
exactamente qué estaba pasando. Ni siquiera él lo hizo, en
realidad.
Política, asuntos de estado, la realeza. No entendió nada de eso.

Sólo entendió que lo necesitaban. Y así, sólo había una cosa que
hacer.
“Pero… vas a emprender una aventura. ¿Bien?" ella dijo.

"No", dijo con un lento movimiento de cabeza
Esta no fue una aventura. "Voy a matar duendes".

Por eso lo llamaron Goblin Slayer.

Interludio: Llegando a la aventura
"¡M-muchas gracias!" dijo la joven de cabello negro mientras saltaba del
carro. La mochila que llevaba a la espalda se sacudió mientras se inclinaba
ante su benefactor.
“No lo menciones. Agradecí tener a alguien que viajara conmigo”,

respondió una joven, también de cabello negro. El suyo estaba atado en
una sola trenza, sujeta con un adorno de rosa. En su cadera había una
katana. Parecía tener aproximadamente la misma edad que la primera niña,
pero sus pies descalzos sugerían que era un ñandú. "Tengo cuatro
personas en mi grupo, pero todos tienen múltiples clases como guerreros y
magos..."
Fue un alivio tener a un especialista en primera fila. "Je, je", dijo la primera
chica, sonrojándose. "Tú también estás aquí para ver el torneo, ¿no?"
“Oh, uh, ejem”, dijo la chica con el nombre como una tormenta, como un
torbellino primordial, asintiendo con entusiasmo. "Y, um, la capital
también..." Quería hacer un poco de turismo, añadió torpemente, su voz
amenazando con apagarse en el silencio.
La esgrimista de ñandú, lejos de burlarse de ella, aceptó con un simple “ya

veo”. Luego dijo: “De hecho, también somos nuevos en la capital”.
"¿Eres?"
"Sí. Si nos volvemos a ver, espero que sea un encuentro favorable”. La
chica asintió seriamente, moviendo la cabeza de arriba a abajo.
“Adiós, entonces”, dijo la mujer ñandú y comenzó a alejarse. La chica de
cabello negro los vio irse; la fiesta también incluía a una clérigo tan
encantadora que la chica casi estaba enamorada de ella, un anciano
hombre lagarto y un joven elfo sano.
Observó hasta que desaparecieron entre la multitud y luego dejó escapar
un suspiro.
Por fin estoy sola, pensó. Allí estaba ella, parada en medio de las temibles
(!) multitudes de la capital. No tenía ningún objetivo claro del que hablar.
Simplemente había oído que iba a haber un torneo y había decidido que le
gustaría verlo.
Se había dado cuenta con un sobresalto de que si decidía venir aquí o no,
nadie la criticaría. En su pueblo, todos los amigos y vecinos habrían tenido
una opinión, pero ella ya no estaba allí. Ella era una aventurera. Estaba sola.
Ella era libre.
Rápidamente revisó lo que había en su bolso, le preguntó al empleado del

Gremio cuánto le costaría viajar y tuvo en cuenta que querría algo de
dinero para gastar. Había estado viviendo aventuras aquí y allá, misiones
que creía que podía hacer y ahorrando un poco de dinero, y eso la llevó a
este momento.
“……Realmente lo logré”.
Ella misma apenas podía creerlo. Aquí estaba ahora, en un lugar que nunca
había imaginado que estaría, nunca pensó que vería con sus propios ojos.
La vista que se extendía ante ella era algo que nunca había soñado.
La niña comenzó a saltar arriba y abajo, probando el suelo bajo sus pies.
¡Es la sensación del terreno de la capital!
Miró hacia arriba y, aunque los altos edificios deberían haber bloqueado su
visión, de alguna manera sintió que podía ver el cielo, muy bajo. Los
sonidos que escuchaba, los olores que llegaban hasta ella, la multitud de
personas... nada de eso le resultaba familiar.
Creo que mi cabeza va a empezar a dar vueltas...

Agarró firmemente su amuleto de ónix que rebotaba para ayudar a frenar
el ritmo acelerado de su corazón. Aceptar un trabajo como guardia del
carro le había permitido llegar hasta aquí y ahorrar mucho en viajes.
¿Ahora que hago?
¿En qué debería gastar su dinero? ¿Alimento? ¿Aperitivos? ¿Ropa?

¿Accesorios? ¿Quizás armas o armaduras? Ah, ¿y querrían pagar una tarifa
de entrada para ver el torneo? Seguramente lo harían, ¿verdad? ¿Qué iba a
hacer ella…?
"Uh, umm..."
Desconcertada, la niña dio un paso hacia el costado de la calle, observando

atentamente el camino y pensando. Ella creía que a veces era importante
detenerse y pensar, y era muy buena en eso.
Ella había venido a la capital. Ella iba a ver el torneo. Ella quería divertirse
un poco. Y también hacerlo sola. En ese caso…
Necesito encontrar un lugar donde quedarme.
Alquilaría una habitación en una posada, en algún lugar de la capital, y se
alojaría allí... ¡sola!
Sería la primera vez que haría algo así. Ella nunca había oído alguien más
habla de hacerlo.
Si iba a hacer el esfuerzo, le gustaría quedarse en un lugar grande.

Mmm. En algún lugar grande... "¡Lo sé!"
De repente, y algo tardíamente inquieta, la muchacha corrió hacia el final
de la gran calle.
¡Iré a ver el castillo!
Después de todo, ésta era la capital. El lugar donde estaba el rey. Si no

hubieras visto el castillo, ¿realmente habías estado allí?
La niña se abrió camino hacia su nuevo destino, azotada de un lado a otro

por la multitud. Afortunadamente, el castillo era el edificio más llamativo de
la ciudad. Ella no se perdería. Era lo suficientemente pequeña como para
que la multitud amenazara con enterrarla, pero si se ponía de puntillas
podía ver el lugar.
Pronto llegó hasta allí. El castillo estaba al lado de un campo de

competición (¡aparentemente esto era diferente del coliseo propiamente
dicho!). A los ojos de la niña, parecía una enorme mansión, una
desconcertante colección de pilares y pasillos.
Ella no estaba tan equivocada en eso. La familia real que ahora gobernaba
esta ciudad simplemente había renovado el palacio que heredaron, que
era mucho más antiguo que la fundación de esta nación.
De hecho, todos los nombramientos de la capital, empezando por los
acueductos, fueron así. El palacio con toda su majestuosidad era el mismo,
y la niña estaba segura de que nunca había visto un edificio tan grande en
toda su vida.
“¿Realmente vas a ser parte de esto?”

“No, si solo se trata de pelear con espadas; no tendría remedio. ¡Pero si hay
paseos a caballo, esa es una historia diferente!
“No puedes detenerla. ¡Ella nunca te escuchará!
La joven no fue la única que visitó el castillo; multitudes de personas se

agolpaban hacia el lugar. La niña estaba levantando la vista de la multitud
hirviente y agitada cuando sus ojos se encontraron con los de otra persona
en particular.
Era otra joven más de cabello negro; vestía una túnica verde adornada con
el símbolo del Dios del Comercio y portaba una lanza de hierro. Estaba
charlando con dos miembros del grupo que estaban junto a ella, pero
cuando vio a la niña, mostró una sonrisa con dientes, sonrió como el sol y
le levantó el pulgar.
“¡…!”
Ella comenzó a acercarse. Nuestro joven viajero quedó sorprendido; ella no
sabía de qué se trataba todo esto. Ella simplemente pensó que la chica se
veía genial. Miró a la otra joven, con los ojos brillantes, lo que pareció
agradarle.
el objeto de su interés. La chica de verde se rió a carcajadas cuando…

“¡Dios mío!” alguien exclamó.
En el balcón sur había aparecido una figura que permitía observar las
competiciones sin salir del castillo. La niña saltó arriba y abajo, tratando de
mirarles la cara, pero no podía verlos. Sin embargo, pudo oír las voces de
los tres aventureros:
"Oye, ¿quién es ese?" "¿No es esa la princesa?" "¿Crees?"

¡La princesa! Ahora definitivamente quería ver. La chica se estiró y se
esforzó, empujándose entre el muro de gente.
"No sé. No creo que se sienta propio de ella”. "Quizás esté demasiado lejos
para saberlo". "Crees…???"
¡Hoo…ja! La niña finalmente atravesó la masa de cuerpos y pudo ver el
balcón. Allí, en efecto, estaba la princesa, resplandeciente con su cabello
dorado y su vestido blanco.
Y todavía…
¿Por qué se ve tan… incómoda?

Capítulo 3: Que Genial es Correr
Allí había un personal. Un instrumento divino enviado a esta tierra hace

mucho, mucho tiempo, cuando los dioses se ocupaban de los juegos de
guerra. Cualquiera que lo tomara en sus manos podría manejarlo como
una “unidad de héroe”, protegiendo el Orden contra el mal.
Pero todo eso ya era cosa del pasado.
Durante mucho tiempo había dormido el bastón que llevaba el nombre de

la Madre Tierra. Hace diez años o más, se había utilizado para hacer
retroceder el mal y la muerte que invadían la capital, pero incluso eso había
sido sólo por un instante.
El bastón de la Madre Tierra había sido sellado en lo más profundo de un

antiguo santuario (ruinas antiguas) para salvaguardar el Mundo de los
Cuatro Esquinas.
Este poder floreciente fue suficiente para destruir a cualquiera. El destino
del mundo de las personas no lo decidían los dioses: ésta era una de las
reglas de oro que los dioses habían establecido para vigilar el Mundo de
los Cuatro Esquinas.
Y así el personal de la Madre Tierra se fue a dormir.

Sin embargo, nada afectó su santidad, ni siquiera cuando las fuerzas del
Caos vinieron a establecerse en el santuario.
“GOROGB…” “¡GOBB! GRBB.”
A nada tan humilde como a un duende se le permitiría siquiera tocar el

bastón. Los duendes, sin embargo, no se preguntaron por qué no podían
tocar el bastón, sino que sólo se enojaron por ello.
Lo cual fue, a su manera, un golpe de buena suerte. Si hubieran podido
tocarlo, la calamidad resultante habría sido realmente terrible.
“¿GBBR?”
Entonces, lo que sucedió sin duda fue porque un duende, lleno de

impaciencia, había saltado sobre el altar.
Comenzó con un guijarro.
El duende nunca lo habría visto hacer clic al caer de la pared. Los duendes,
en general, no son ciegos, pero prestan muy poca atención a lo que ven.
Un duende, con su mínima percepción pasiva, habría tenido dificultades
para notar algo así.
Aunque tal vez habría notado que la pared temblaba después de que
cayera el guijarro…
“¡¿GRGB?!”
¿Y qué si lo hiciera? ¿Qué podría hacer algo tan humilde como un duende
al respecto?
El primero murió cuando la pared se desplomó hacia afuera. Incluso los
otros duendes se dieron cuenta de esto y, por un segundo, dudaron entre
reírse de su idiota camarada o huir.
“¡Cuatro duendes! Quiero decir, ¡tres! Armas, eh… ¡Argh! ¡¡Mira por ti
mismo!!" “¿¡¿GOROGBB?!?!!!?”
El retraso fue crítico.
Tan pronto como se pronunciaron las palabras, un duende encontró una
flecha que le atravesaba el paladar y le salía por la parte posterior de la
cabeza.
Los otros duendes estaban furiosos, aunque no dedicaron una mirada al
cadáver que caía.
¡Un elfo!
¡Una mujer elfa!
¡¡Arrastremosla hacia abajo y hagámosla llorar!!
Sus cerebros se llenaron con la dulce fragancia de esa carne femenina: una
distracción muy conveniente. Los duendes cargaron hacia adelante. ¿Qué
era una mujer? Podrían vencerla hasta someterla con sus garrotes. Incluso
si les costó la vida a algunos.
"¡GROG! ¡¡GOOROGB!!
“¡¡GOBBGR!!”
Por eso los duendes nunca llegaron a ser más de lo que eran. "Ese es
uno…!"
“¡¿GOOB?!”
Un hombre de aspecto desaliñado surgió detrás del elfo y arrojó la espada

que sostenía en su mano derecha. Su puntería era certera, perforando la
garganta de un duende; la criatura cayó hacia atrás, arañándose el cuello.
Goblin Slayer saltó hacia adelante, pateando el cadáver fuera del camino y
sacando su espada casi en un solo movimiento.
Dos a la izquierda. No hay problemas. Uno de ellos se le acercó por un
lado; rechazó a la criatura con su escudo.
“¡¿GROGB?!”
“¡Mmm…!” Sin dudar un momento, rodó hacia adelante. Otro goblin había
usado el ataque de su compañero como distracción, una oportunidad para
saltar hacia Goblin Slayer. Una espada oxidada raspó la piedra y los dos
duendes cayeron de cabeza el uno contra el otro.
Goblin Slayer no les iba a dar tiempo para empezar a pelear por eso.
Esta fue una oportunidad decisiva. “¡Eeeeyyaaahhhh!”
Con un chillido, una figura enorme golpeó con su cola la cabeza de uno de
los goblins, mientras mientras tanto aplastaba la columna del otro con el
talón de su pie. A fin de cuentas, no hay mejor arma que una masa
suficiente combinada con una velocidad suficiente.
La batalla ni siquiera duró un turno completo. Todos los duendes que se

habían instalado en la cámara fueron aniquilados.
Los aventureros aterrizaron entre nubes de polvo. Fueron seguidos por una
pequeña figura que salía de la pared. "¡Dioses! ¡El túnel no atravesará la
pared, digo! ¡Combínalo con Weathering, dice! ¡¿Quién hace eso?!
"Pensé que sería la forma más rápida". La respuesta de Goblin Slayer al

enano quejoso fue concisa.
El chamán enano respondió que Ruta estaría muy feliz, lo cual no era ni un
cumplido ni una queja.
Había sido en gran medida el tipo de solución que uno podría haber
esperado de un seguidor del dios que siempre buscaba un resultado mejor
y más rápido. También habría sido imposible si no hubieran conocido ya el
diseño de estas ruinas en particular. Después de todo, hay una razón por la
que la mayoría de los aventureros en la mayoría de los lugares comienzan
en la entrada de una mazmorra.
"¿Y?" preguntó Lizard Priest, quien estaba ocupado rematando al duende

que había pisado. "¿Dónde está el bastón famoso?"
“Dudo que los duendes se lo hayan llevado. Debe estar cerca”. El casco de
Goblin Slayer giró de un lado a otro hasta que su mirada encontró el altar.
Allí encima había un bastón tallado con la imagen de una mujer alada
familiar. A primera vista, casi podría haber parecido una barra de metal
destartalada, pero no era nada más. Seguir existiendo después de todas
estas incontables edades demostró que no era un personal común y
corriente. No era necesario conocer sus propiedades mágicas o
capacidades milagrosas para ver tanto; sólo había que observar los
materiales.
El tiempo no había conquistado el metal ni agrietado su superficie. Esto

debe ser adamantita.
"Ahí está", fue todo lo que dijo Goblin Slayer e inmediatamente lo alcanzó.
"Espera", dijo alguien, empujando hacia atrás su sucio guante. un brazo
delicado
Extendió la mano y tomó el bastón. Era el Alto Elfo Arquero. “¡Si hubieras
tocado esto con esas manos, apuesto a que la Madre Tierra no habría
estado feliz!”
"ya Veo." Goblin Slayer gruñó.
Los ojos de Lizard Priest se pusieron en blanco alegremente. "Me atrevo a
decir que ninguno de nosotros es digno de este instrumento".
"Porque esta es un arma que sólo pueden usar los creyentes de la Madre
Tierra, ¿no?" El chamán enano estaba arrojando algunos dulces al agujero
que se cerraba rápidamente para mostrar su gratitud.
No era inusual que los aventureros se arrancaran los pelos cuando

descubrían, al final de una larga búsqueda, que el objeto mágico que
habían obtenido era, digamos, un hacha que sólo los enanos podían usar.
“Realmente no importa. En realidad no vamos a usarlo”, dijo la Alta Elfa
Archer. De todos modos, no era un arma. En lo que a ella respectaba, esos
eran los puntos más destacados.
Sus delicados dedos rodearon el bastón y lo levantó del altar con un solo
movimiento rápido.
Hubo un instante tenso... pero no pasó nada.
"Realmente desearía haber podido traer a la niña", dijo la Alta Elfa Archer,
su pecho plano subía y bajaba con su respiración. Estaba tratando de
aligerar el ambiente. Colocó el bastón sobre su hombro. “¿No crees que
habría estado mejor con nosotros?”
“Si ella estuviera aquí, dudo que hubiéramos podido completar la misión
del rey”, dijo Goblin Slayer, que seguía mirando en todas direcciones, sin
dejar nunca flaquear su guardia. No sintió duendes. ¿Alguien o algo se
había dado cuenta de la pelea hace un momento? No estaba seguro.
Pero sabía que debían darse prisa. Todavía estaba haciendo cálculos en un
rincón de su mente mientras hablaba, obligándose deliberadamente a
mantener un tono plano y comedido. "Puedo hacer allanamiento de
morada, pero no soy apto para aventuras urbanas".
"No estoy diciendo que debas ser tú quien lo haga".
“Tal vez sea así, pero ¿sabes quién más no es apto para ello? ¡Un yunque!
El chamán enano se rió disimuladamente y se reincorporó a la
conversación. "Nunca funcionaría, ¡simplemente gritas princesa!"
"¡Ven aquí y dime eso en la cara!" Gritó la elfa arquera y se pusieron en

marcha. Sólo otra de las discusiones que habían perdurado entre los altos
elfos y los enanos desde la Era de los Dioses.
Sin embargo, la chica que normalmente los habría observado con
preocupación
—pero acostumbrada—la expresión no se veía por ninguna parte.
¿Podría ser que el ¿Los bulliciosos intercambios de la pareja fueron en

parte una forma de apoyar su propia existencia? Lizard Priest no fue tan
bárbaro como para señalar esto. Deslizó su largo cuello, su lengua se
deslizó entre sus mandíbulas con todo su amor por la batalla, y le dijo a su
líder: “Bueno, entonces, milord Goblin Slayer. ¿Haremos lo mismo ?
¿tiene un plan?"
"Sí", respondió Goblin Slayer. "Seguimos adelante y los golpeamos por
detrás". "¡Los pequeños demonios nunca piensan que serán ellos los que
sufrirán una emboscada!"
“Sería contrario al punto si alguno de ellos pudiera usar nuestro agujero
para salir. Deberíamos terminar esto de una sola vez”. Goblin Slayer fue
breve, decisivo. Una persona completamente diferente a cuando asistía al
torneo en la capital.
La Alta Elfa Archer, todavía inmersa en su discusión, agitó las orejas. Se

siente animado. Pero eso ciertamente no era nada de qué alegrarse. Ella
suspiró con un suspiro extremadamente elegante.
El casco de metal preguntó: "¿Qué pasa?"
"No mucho", dijo, moviendo las orejas. "Es solo que supongo que no
debería sorprenderme cómo resultó el estudiante con un maestro como
este".
"No seas ridículo".
A ella no le encantó esa respuesta. Sus hermosas cejas se arquearon con

molestia y giró sobre sus talones, aunque parecía una bailarina haciéndolo.
Al segundo siguiente, un delicado dedo blanco empujaba a Goblin Slayer
en el casco. "¿Qué? ¿Vas a decir que no eres su maestro?
“Reconozco que le instruí hasta cierto punto. Sin embargo…” Sin embargo.
Un murmullo: “Lo que ha logrado es todo el fruto de su propio trabajo”.
A la Alta Elfa Arquera pareció gustarle más esto. "¡Eh!" —entonó, y esta vez
sus cejas adoptaron una curva de placer. "Suficientemente bueno. Si ella
nos va a dar algo de tiempo, entonces será mejor que sigamos con la
aventura…”
Fue entonces cuando lo oyeron: un plik, plik, plik de roca raspando
resonando por toda la habitación.
Siendo aventureros, todos reaccionaron instantáneamente, sacando sus
armas, adoptando posturas de lucha, preparándose para lo que vendría
después.
Y entonces lo vieron.
Habían tomado que era una de las estatuas que decoraban la cámara. Se
elevaba hasta el mismo techo y ahora se movía.
“¡¡¡MA…!!!!” Rugió y levantó sus brutales brazos.
"¡Resulta que a los dioses no les gusta cuando intentas robar sus juguetes!"
Chirrió el chamán enano.
“¡No intentes culparme por esto!” Gritó la Alta Elfa Arquera. “¡Si alguien
aquí recibirá algún castigo divino, ese es Orcbolg!”
“Así que es una especie de estatua en movimiento…” Goblin Slayer no tenía

idea de que era un monstruo llamado golem. Sin embargo, sí sabía que
estaba en compañía de alguien que sabía más que nadie sobre piedra.
"¿Qué opinas?" preguntó.
"Las espadas no nos ayudarán contra eso", respondió el chamán enano. La

estatua retumbó, sus articulaciones temblaron y chirriaron mientras
comenzaba a avanzar. Extendió la mano, movió las piernas y golpeó con el
puño.
Fue como un martillazo contra el suelo de la cámara, pero los aventureros
saltaron hacia atrás y lograron evitarlo. Llovieron guijarros y trozos de roca.
El chamán enano gruñó: "¡Si tuviéramos un martillo o un mazo, podríamos
terminar esto de una sola vez!"
“¿Aplastar armas?” Goblin Slayer miró los pedazos de duende que caían
hacia sus pies y luego gruñó. "Mmm."
Luego agarró el bastón de las manos de la elfa arquera y, sin pensarlo dos
veces, lo arrojó por el aire.
El instrumento sagrado de la Madre Tierra fue agarrado en su vuelo por

una mano enorme y escamosa que lo sujetó firmemente.
"¡Entonces aplasta!" Dijo Goblin Slayer. “¡Así lo haré!”
Siguió un golpe no menos estupendo que el que había dado el monstruo.

La enorme estatua recibió el ataque en la cadera, tambaleándose hacia
atrás y estrellándose contra la pared.
"¡Ja!" gritó Lizard Priest, con el aliento caliente en sus fosas nasales.
¡Pararse sobre dos piernas sin siquiera una cola en la que apoyarse era
pura tontería! “¡Aun así, preferiría no usar esta arma!”
"¡Te lo dije, no es un arma!" Gritó la elfa arquera, ignorando por completo
al golem, que luchaba por levantarse. De todos modos, las flechas no
funcionarían, decidió. En cambio, estaba observando el pasillo que se
extendía fuera de la cámara. Con todo este rugido y choque, los duendes
podrían notarlos...
Por otra parte, son unos cobardes, pensó. No se atreverían a entrar en la

habitación.
“¡¿Qué harás si se rompe?!” ella llamó.
"Si esto fuera todo lo que se necesitaba para romperlo, lo habrían hecho
hace mucho tiempo", dijo Goblin Slayer. "Es justo...", respondió ella, pero en
privado prometió darle una buena patada más tarde, ya que, a pesar de su
mirada al techo, no parecía que ningún castigo celestial de la Madre Tierra
fuera a recibirlo.
La diosa parecía estar ocultando su rostro cada vez más recientemente.

“Oh, bueno… supongo que un bastón de adamantium es perfecto para
este tipo de trabajo”, murmuró el chamán enano, sin interés en discutir. En
cambio, se concentró en ver a Lizard Priest usar el bastón.
Para reiterar: no hay mejor arma que una masa suficiente combinada con
una velocidad suficiente. El esfuerzo involucrado en reducir el golem a
escombros no fue nada comparado con el esfuerzo que la Sacerdotisa
estaba gastando en ese momento exacto.
Es decir, fue algo muy fácil.
Esto no fue fácil.

"Sabía que esto pasaría…!" La chica ñandú refunfuñó, pero tuvo cuidado de
hacerlo en un rincón del campo de competencia, donde nadie pudiera
escucharla. Se quitó el casco y se quitó el pasamontañas; Respiró hondo, lo
que trajo consigo el dulce almizcle de su propio sudor.
Wizard Boy, sin embargo, no prestó atención: este no era el momento.

Estaba demasiado ocupado agarrando un pañuelo y arrojándolo a la chica
en la silla. Él también estaba refunfuñando enojado, pero su mirada estaba
hacia adelante.
"No los pueden derribar de sus caballos", gruñó.

Al otro lado del coliseo, que se agitaba con la pasión de la audiencia, había
un caballero reemplazando una lanza destrozada: un caballero centauro.
En realidad, Wizard Boy ni siquiera estaba seguro de que fuera apropiado

llamarlo caballero. No por discriminación sino por una cuestión de
definición: era imposible que un centauro montara. Lo que les dio una
ventaja definitiva en las justas a caballo…
“Pero tampoco te caíste y eso es lo que cuenta. El marcador está igualado”.

Me gustaría conocer al bufón que pensaba que los centauros y los
humanos deberían enfrentarse en combate.
Como el oponente no podía ser derribado, un caballero ordinario estaba

en una desventaja decisiva. El hecho de que su compañera aguantara con
su pequeña estatura era testimonio de su fuerza de voluntad, pero eso no
importaba en el marcador.
El centauro al menos tuvo la delicadeza de parecer culpable, pero eso no

iba a hacer que se contuviera; ningún guerrero que se precie lo haría.
Eso estuvo bien. No sentía ira por alguien que intentaba lograr la victoria
según las reglas estipuladas. En cambio, su frustración y la de la chica rhea
estaban dirigidas a quien hubiera considerado aceptable esta situación.
No importa que, si buscas en los libros de historia, haya canciones de
guerra que
Describió a un joven león cruzando lanzas con un centauro.
“Lo que realmente me molesta…” comenzó la chica: estaban en un
intervalo, un tiempo de descanso, entre combates. Se secó el sudor, se
humedeció la garganta reseca y tomó un bocado de carne seca, su
enésimo almuerzo del día. "—¡Es que si gano esto, ese paladín podrá
andar sonriendo como si tuviera razón todo el tiempo!"

El niño podía imaginarlo fácilmente, pero trató de mantener la calma
mientras sonreía. "Déjame adivinar: todavía no planeas perder".
"¡Maldita sea, no lo hago!"
"Perfecto." Se alegró de oírlo. Si ella había sonado como si se estuviera
rindiendo incluso antes de que comenzara la batalla, él había planeado
aconsejarle que gastara el mínimo de resistencia y buscara la victoria en el
concurso de esgrima. Pero si estaba lista… “Entonces estamos aquí para
ganar. ¿Crees que puedes hacerlo?"
“¿Supongo que tienes un plan?” Ella lo miró y su sonrisa era como el sol.
“¡Será mejor que crea que lo voy a hacer!”
De hecho, tuvo que apartar la vista de su mirada seria y tosió
discretamente. Luego cerró los ojos por un segundo, respiró hondo y dijo
tan casualmente como pudo: “Ya estás abajo, así que aprovecha eso para
atacar con tu lanza desde una posición baja. Esa es la clave”.
"Bien."
"También significa que tu oponente tendrá que apuntar bajo, hacia abajo,
sobre la inclinación".
"Correcto", dijo la niña de nuevo y asintió.
"Está bien", dijo el niño. Esperó un momento y luego le contó el plan. "......
¿De verdad crees que eso va a funcionar?" preguntó la niña. sonó un poco
de manera solapada con ella.
Él respondió a su inquietud con un confiado: “No hay problema. Una
canción del este dice que si quieres derribar a un hombre, primero tienes
que derribar su caballo”.

Y como los centauros procedían de las llanuras del este, el oponente sin
duda estaría familiarizado con el dicho.
"¡Eso tiene sentido!" Dijo Rhea Fighter. Sus ojos brillaban, pero en realidad,
Wizard Boy solo estaba diciendo lo que tenía que decir. Si no participaste
en una competencia con confianza, podrías perder incluso cuando
deberías haber ganado.
Dijo que podía ganar y tenía intención de hacerlo. Cualquiera que intentara
introducir distracciones frívolas en su mente podría recibir una patada de
un caballo.
"... Él no es un caballo de todos
modos", añadió Wizard Boy.
"Oh, buen punto", dijo la chica ñandú, aplaudiendo inocentemente. "Así

que es desde abajo, así”. Ella hizo algún tipo de gesto, su armadura resonó
mientras se movía. Wizard Boy no sabía mucho sobre artes marciales y no
entendía completamente lo que ella estaba insinuando. Pero luego dijo:
"Un buen empujón, ¿verdad?"
"¡Sí!" El asintió. "No buscamos lastimar a nadie". "Claro, eso es cierto".
“Luego está el grito. Grita lo más fuerte que puedas, asegúrate de que
venga desde lo más profundo de tu vientre”.
"Bien…!"
La niña asintió y luego el niño le entregó el pasamontañas y la ayudó a
deslizarse el casco por encima. Le dio un suave golpe en la cabeza justo
antes de que ella se bajara la visera, la ayudó a subir a su burro y la
despidió. Ahora no podía hacer nada más que mirar.
Si esto es una aventura...
Rhea Fighter se alejó montada en su burro, con una lanza nueva en la
mano. Mientras la veía irse, Wizard Boy sacudió rápidamente la cabeza y
dijo: "No..."
No.
¿Es esto una aventura?
Wizard Boy no podía entender cómo pensaba ese viejo y testarudo ñandú,
pero su visión del mundo probablemente merecía la atención de Wizard
Boy. Les había preguntado: ¿Fue despiadado enviar un solo ñandú a
recuperar una piedra preciosa de la guarida de un dragón?
El que no puede despedir a sus amigos y confiar en ellos mientras se van

es muy arrogante o realmente no los considera amigos en absoluto.
Si hubieran creído por un segundo que Rhea se quedaría con la piedra en
el bolsillo, todos habrían atacado juntos y ciertamente habrían sido
aniquilados.
Nunca cometeré un error tan estúpido.
Así fue que el niño apretó el puño y simplemente observó a la niña ñandú
cabalgando para desafiar al centauro. La pequeña figura montada en un
burro parecía tan valiente como cómica.
Incluso si la chica ganara esta ronda, podría ser una casualidad. Puede que
no haya una próxima vez. Después de todo, estaba frente a un aficionado a
los caballos; Tenía tantas posibilidades como aquel anciano afligido contra
sus molinos de viento.
¡¿Pero a quién le importa?!

La chica ñandú resopló bajo su casco. ¿Quién se atrevería a reírse de ese
viejo loco por la caballerosidad? ¿No había creído que la caballerosidad era
posible hasta el final? Por eso había desafiado al gigante de cuatro brazos.
El cuatro-
Cornered World puede ser amplio, pero ¿cuántas personas podría haber
en él que desafiarían a un gigante por su cuenta?
Ella no conoció la historia hasta que la escuchó de boca de su maestro,

quien le dijo: “Algunos podrían pensar que el viejo es simplemente un
tonto, pero ¿qué historia de un simple tonto ha durado tanto?”
Quiero ser como el.
Ése era el pensamiento que tenía en mente mientras espoleaba a su burro.
“¡Yaaaaahhhh!”
Su montura aceleró, corriendo hacia adelante, la fuerza del mismo la arrojó

hacia atrás en su silla. El caballero centauro corrió hacia ella. Oyó ruido de
cascos, como el rugido de una cascada, aunque nunca había visto uno.
La chica ñandú apoyó firmemente su lanza, ignorando la nube de polvo. La

contienda se decidiría en un instante. Abrió los ojos lo más que pudo,
tratando de ver más allá de su propio visor.
Tan rapido. Ambos se movían muy rápido. No tenía números precisos,
pero podía ver que la distancia se acortaba. Sería un segundo más.
“Escucha”, había dicho el niño. El oponente tenía ventaja sobre ella en
velocidad, masa y fuerza física. Incluso la posición de la muchacha era
desventajosa; Subir desde abajo no era tan poderoso como bajar desde
arriba.
En ese caso…
¡No tienes que meterte en esa situación!
“¡Rrraahhh!”
La lanza cayó con estrépito sobre su cabeza. Hubo un grito ensordecedor.

Ella se negó a perder. Ella apretó los músculos abdominales.
“¡Keeeeeeehhhh!”
Con un grito animal, la niña ñandú tensó todo su cuerpo. Los ojos del
centauro estaban muy abiertos. Incluso le sonrió.
Arriba bajando, abajo subiendo. Las puntas de las lanzas se deslizaron unas
sobre otras. ¿Un empate entonces? No, no lo fue.
La lanza del centauro rozó el escudo de la chica ñandú y fue desviada
hacia un lado. Esa era la oportunidad que necesitaba; su lanza estaba
atravesada.
El centauro prácticamente se arrojó contra su arma. Su trayectoria fue

como un incendio forestal que se elevaba hacia arriba, excepto que era casi
completamente horizontal.
Ella embistió la lanza, golpeando el escudo del centauro desde la izquierda

tan fuerte como pudo. A diferencia de un caballero humano, allí no había
cabeza de caballo. Lo que significaba... Lo que significaba...
¡Tiene que estar inclinado hacia adelante! La madera se astilló, el impacto
recorrió como un rayo las pequeñas manos de la niña, entumeciendo todo.
¡¿Y qué?!
La muchacha ñandú se apoyó en los estribos; Su pequeño cuerpo fue

obligado a retroceder, pero permaneció en la silla. Detrás de ella, se
escuchó un golpe cuando el centauro cayó de costado al suelo.
Estalló una charla entre la audiencia. La niña ñandú trajo su burro y

observó la escena en silencio, sin estar segura de si realmente había
ganado.
El sirviente del centauro estuvo rápidamente a su lado. El centauro no

estaría muerto.
Los jueces se miraron unos a otros.
Así es: el hecho de que alguien no pudiera ser derribado no significaba que
no pudieran derribarlo. Por lo general, se consideraba que las caídas eran
culpa de la montura y, por lo tanto, no una derrota, pero cuando el caballo
y el jinete eran uno, seguramente el responsable era el caballero.
Si su oponente no había violado las reglas, seguramente ella tampoco.
Y como tal…
"Derríbalo al infierno". Ese era el plan que el chico le había dado. El chico
que ahora corría hacia ella desde el otro extremo del campo.
Defender, luego atacar... y cuando estuvieran empatados, ella haría su
movimiento.
La habían educado para tomar la iniciativa en cada momento y le parecía
una locura. Pero... si el viejo ñandú cojo, el que le había enseñado a usar
un palo, pudiera verlo, ¿qué diría? ¿Le pondría esa mirada cariñosa y le
diría: No está mal... para gente como tú?
No... Probablemente no.
Su abuelo, al igual que su instructor actual, no recibió muchos elogios.
Aunque tampoco le gustaba mucho la humillación. "Lo hiciste…!"
Así que el niño, que se acercaba corriendo con la cara roja como una
manzana, era el único. El único que tuvo palabras de aprobación sin
adornos para ella, incluso si no dijo todo lo que sentía.
"Lo hice... ¡lo hice!" La niña se quitó el casco, saltó de su burro y saltó hacia
él.
Velocidad y masa. Incapaz de sostenerla, el niño exclamó y terminaron

enredados en el suelo.
Al otro lado del campo, los jueces levantaban una gran bandera en
dirección a la chica rhea.
"E... eso fue excelente..."

En los asientos de espectadores, la Sacerdotisa aplaudió torpemente,
logrando de alguna manera mantener algo que podría pasar por una
sonrisa.
Todo parecía tan limitado, tan desconcertante. Nada se sentía del todo
bien; era como si alguien la hubiera agarrado de ambos hombros. El
maquillaje le provocaba picazón en la cara, mientras que la forma en que
llevaba el pelo recogido tiraba de sus mejillas y frente y tensaba todo su
rostro.

¡Y este vestido! Le pellizcaba el pecho, que había quedado bastante metido
dentro del conjunto, mientras que sus caderas casi habían abandonado el
fantasma, de lo ajustado que estaba. Le costaba creer que las princesas
soportaran ese tipo de prendas todos los días.
"¿Qué pasa? Ejem, quiero decir, ¿hay algo que le preocupe, Su Majestad?
"Si hay algo que necesita, no dude en decírnoslo". “Seguro…”

No estoy seguro de que esto sea del todo justo...
Tal debió ser el pensamiento en la mente de las dos damas de compañía
que estaban detrás de ella, una de cabello rojo y otra de oro. La
sacerdotisa podía entender a la chica del gremio, que era hija de la
nobleza, pero ¿cómo podía la chica de la granja parecer tan cómoda?
La sacerdotisa no entendía nada, pero no podía dejar que eso se reflejara

en su rostro. En cambio, se quedó allí sentada, rígida como una muñeca.
"¡En efecto! ¡Absolutamente cierto!
El mayor problema de todos fue la persona que estaba sentada

aplaudiendo a su lado: el hombre que se hacía llamar paladín del Dios
Supremo. “¡Éste es el epítome de la igualdad! ¿No es maravilloso?
“Eh, eh, bueno…”
Tomó nota de cada uno de sus movimientos, de cada uno de sus
movimientos; se sentía como si estuviera bajo vigilancia constante.
Afirmó ser un representante allí en nombre del Templo del Dios Supremo,
y parecía conocer a la hermana pequeña del rey. Sólo tratar de asegurarse
de que no cometiera algún desliz en algún asunto de etiqueta era
agotador.
Al mismo tiempo, no pudo evitar notar...

No se parece en nada a la señora arzobispo.
De hecho, no se parecía a ninguno de los otros seguidores del Dios
Supremo que la Sacerdotisa conocía. No el clérigo con el que se había
hecho amiga en la frontera. ciudad ni el inspector del gremio. Su orgulloso
dominio de sí mismo le recordaba a esa mujer caballero, pero… no, no era
exactamente lo mismo.
¿Cómo podría decirlo…?

Era la diferencia entre alguien que intentaba ser justo y alguien que asumía
que ya lo era.
"Pensé que estaba en gran desventaja...", aventuró la sacerdotisa.
"¡De ninguna manera!" Considere la forma en que el paladín respondió a
las dudas de la Sacerdotisa con plena confianza, como si él mismo hubiera
logrado la hazaña. “¡Cada uno de ellos hizo el máximo uso de las
habilidades con las que nacieron! Un seguidor de la Madre Tierra debe ser
más iluminado”.

Sonaba como si fuera a poner un pez en tierra firme y animarlo a correr. La
sacerdotisa todavía tenía preguntas, pero decidió no expresarlas.
Sospechaba que el paladín felizmente seguiría hablando de todos modos.
“A veces, Su Alteza… ¿Su Alteza?” "Eh... ¡oh!" La sacerdotisa parpadeó.
"¿Sí?"
“A veces veo los grandes festivales y pienso: debemos reformar las

ceremonias de la Madre Tierra”.
"Um... ¿Cómo es eso?"
"Me refiero a la bailarina del festival de la cosecha". La sacerdotisa ladeó la

cabeza, por lo que el paladín del Dios Supremo continuó. “¡Su atuendo
muestra demasiada piel para una mujer joven! Ningún clérigo debería
aparecer así en público”.
“Ah…” La sacerdotisa sonaba un poco tensa, pero logró una expresión

facial cuyo significado exacto estaba abierto a interpretación.
Después de todo, ella misma era una de las que habían aparecido con este
atuendo que nunca se debe usar en público. Ahora, años después del
hecho, pudo verlo por el honor que había sido. No es que sintiera o no
hubiera sentido vergüenza, pero el orgullo era mayor.
Yo era tan inexperto en ese entonces...

Por supuesto, todavía tenía mucho que hacer incluso ahora.
Esa fue una excelente aventura.
El paladín del Dios Supremo continuó discutiendo, incluso cuando la
Sacerdotisa dejó vagar sus pensamientos. De cuestionar la idoneidad de
tales prendas en público, la lógica rápidamente dio un salto. El ritual arroja
dudas sobre el carácter moral de los bailarines. Inflamó los deseos de los
creyentes espectadores. Es decir, se podría interpretar que la propia Madre
Tierra era una seductora. ¡Por extensión, era una ofensa para todas las
mujeres!
Ni siquiera perdonó a las doncellas que pisaban las uvas de la cosecha

temprana. ¿Cómo podían decir que mostrar la piel era inmoral y aun así
trabajar las uvas con los pies descalzos?
“No puedo creer que una mujer se dedique voluntariamente a tales

actividades.
La reforma es necesaria lo antes posible…”
La sacerdotisa solo escuchaba a medias, pero pensó que podía oír la

sangre corriendo hacia su cabeza. Sus palabras le recordaron
acontecimientos de hace mucho tiempo que habían sido una vergüenza
para personas que ella apreciaba. Un complot tonto que por fin habían
desbaratado, y ahora quería arrastrarlo todo por el barro otra vez.
La ira hervía en la boca de su estómago, pero la reprimió.
No… no lo hagas…
Concentró todo lo que tenía en inhalar y luego se obligó a exhalar lo más

tranquilamente posible. Tuvo que resistirse a dejar que sus emociones la
hicieran provocar una escena o irse a beber, como había hecho antes.
Y sin embargo... Miró a las dos mujeres detrás de ella, ambas con sonrisas
incómodas. Supongo que no me corresponde hablar en nombre de la
princesa.
La sacerdotisa hizo un puchero en privado, deseando que los demás
pensaran en lo que ella
estaba pasando. Así es: ella realmente hizo un puchero.
No todos tenían que irse y dejarme...
Por supuesto, ella entendió la situación. Ella sabía que era lo que era. Ella
entendió que le habían asignado este papel porque era la única que podía
desempeñarlo, así que lo haría lo mejor que pudiera.
Aun así, no estaba encantada de quedarse atrás, ya que la insatisfacción

nacía de su creciente conciencia de sí misma como una aventurera
medianamente decente. (Aunque todavía no se había dado cuenta de que
ella misma había cultivado ese precioso tesoro).
"¿Es eso así? Ya veo”, dijo. Después de la oleada de ira y frustración, se

limitó a asentir y pronunciar unas pocas palabras. Una sonrisa agradable.
“Gracias por decirme cómo ves las cosas”.
"…¿Eso es todo lo que tienes que decir?"
La sacerdotisa le dio al paladín una mirada inquisitiva. "¿Sí? Creo que es…”
Se inclinó hacia ella con entusiasmo, pareciendo haber olvidado dónde
estaba y con quién aparentemente estaba. “¡¿Eso significa, entonces, que
no tienes intención de corregir estas injusticias dentro del Templo de la
Madre Tierra?!”
"¿Por qué habría?"
"¡¿Por qué?! ¡¿No te he señalado los problemas?!” “Sí, y te escuché”.
“¡¿Entonces por qué no intentas hacer algo al respecto?!” "Porque tú y yo
somos personas diferentes".
El paladín del Dios Supremo quedó atónito y en silencio. Su rostro ya

pálido y noble se volvió aún más blanco, sin sangre. La sacerdotisa tuvo un
pensamiento pasajero: parecía casi ceniza. Como la ceniza blanca que
queda después de que todo lo demás se ha consumido.
“Bueno, entonces…” logró decir, su voz como cenizas que se asientan.

“¿Crees que este desordenado y caótico mundo de cuatro esquinas
debería simplemente permanecer como está?”
"Umm...", dijo la sacerdotisa, golpeándose el labio con el dedo índice
mientras pensaba. "No estoy realmente seguro."
¡Allá! Los labios del hombre se curvaron en una fea expresión de triunfo. Su
sonrisa ridiculizó todo acerca de ella: sus pensamientos superficiales, su
ignorancia, su estrechez de visión.
“Quiero decir, soy amiga de un elfo, un hombre lagarto, un enano… incluso

un centauro”, dijo la sacerdotisa, devolviéndole la sonrisa, sin prestarle
atención en absoluto a su expresión.
Había aventureros y también princesas. Había nobles y comerciantes.

Agricultores. Camareras en tabernas. La sacerdotisa nunca había pensado
en ellos como desordenados o desorganizados o uno mejor que el otro.
“El desierto del este es caluroso y el norte frío. Las llanuras son amplias,
pero el bosque es denso”.
Recordó a los Innsmouth, los peces que había conocido cuando mataron a
una serpiente marina; parecía que les sería muy difícil vivir en tierra. Y, sin
embargo, en la taberna a la que Goblin Slayer la había llevado, había una
camarera tipo pez. Una chica encantadora con ropa perfecta, haciendo
cerveza; la sacerdotisa la consideraba muy genial.
Por otra parte, tal vez todos usaban atuendos adorables mientras
preparaban alcohol; pensó en su clérigo mayor pisoteando las uvas.
Las personas que conoció podrían haber sido de todo tipo, pero todos
estaban gozosos desde lo más profundo. Después de todo, ¿cuántas
oportunidades tuviste de jugar descalzo?
En el desierto, por otro lado, hacía calor (¡no sólo calor!), era demasiado
agotador para mostrar mucha piel, y eso había sido un desafío. Y, sin
embargo, por más vestida que se sintiera en ese momento, si hubiera ido a
los mares helados del norte con ese atuendo, se habría quedado
congelada.
Ahora que lo pienso, realmente he ido a muchos lugares y he conocido a

mucha gente.
El pensamiento pasó placenteramente por su mente y sacudió la cabeza
suavemente de un lado a otro. "Tratar de encajar a toda esa gente en una
sola cosa... No es... Uhhh, quiero decir... Hmm".
De hecho, parecía imposible. Pero eso no significaba que, dentro de ella,
algunos fueran más valiosos que otros. Cuando se dio cuenta de eso, la
Sacerdotisa finalmente sintió que las piezas encajaban en su lugar.
"Creo que tal vez a todos les guste ser diferentes y es importante que lo
aceptemos", dijo.
Sí. La sacerdotisa asintió como para afirmar sus propias palabras. Estaba
segura. Sabía que había personas a las que no les gustaban las cosas que
ella amaba, mientras que probablemente había personas a las que les
encantaban las cosas que ella encontraba intolerables. Los húsfreya del
norte intentaban aprender un nuevo idioma, y los corredores centauros
formaban multitudes de todo tipo.
amables aplausos.
Y, sin embargo, la sacerdotisa había encontrado vertiginosa la cultura del
norte, y la princesa centauro había afirmado que los aventureros no tenían
sentido para ella. Ser diferente no significaba decir que no se podía
caminar juntos, y caminar juntos no significa decir que todo tenía que ser
igual.
“De todos modos, eso es lo que pienso”, concluyó la sacerdotisa, y luego

se rascó la mejilla, un poco avergonzada, un poco tímida. Ella sólo había
dicho lo que tenía en mente y, aunque lo había dicho con bastante fluidez,
nunca habría pasado por un sermón adecuado.
Más concretamente, se preguntó si tal vez la "hermana pequeña del rey"
no debería haber hablado con tanta libertad...
“…Suenas como una de esas personas que quieren afirmar que incluso los
duendes tienen sus virtudes”, dijo el paladín.
Eso hizo que la Sacerdotisa se congelara. Ella se volvió para mirarlo y él
resopló con disgusto.
Él no... me ha descubierto, ¿verdad? Miró a las dos mujeres detrás de ella,

pero ambas negaban con la cabeza.
Por supuesto que no. Él no lo sabía. La sacerdotisa se llevó la mano al
pecho, ahora un poco más grande debido al acolchado, y suspiró aliviada.
Aún…
Ese tema surgió terriblemente de repente.
"Existen, ya sabes", dijo la sacerdotisa. "Buenos duendes". "…¿Qué?"
preguntó el hombre, incrédulo.
La sacerdotisa sonrió. “¿No lo sabías? Los duendes del mar... eran personas
maravillosas”. El paladín parecía absolutamente desconcertado. La
sacerdotisa luego agregó: "Lo admito, a los hombres de las branquias no
les gusta mucho que los llamen así".
Pero estuvo bien.
Esta era la pregunta que se había estado haciendo desde el día en que se
convirtió en aventurera.
Miró al paladín directamente a los ojos. “Sí… me atrevo a decir que podría
haber un buen duende ahí fuera”.
Él la miró fijamente. Obviamente, esto fue completamente inesperado para
él. Aunque no estaba segura si él estaba más desconcertado por el hecho
de que ella no estuviera de acuerdo con él o por la respuesta que le había
dado.
“Es cierto, un 'buen duende' sería aquel que no atacara a los humanos.
Probablemente todavía odiaría a la gente y probablemente seguiría
pensando que robar era bueno. No creo que eso cambie”. El Mundo de los
Cuatro Esquinas era más amplio, más grande, más complejo y variado de
lo que nadie conocía. Hubo cosas buenas y también cosas malas. Y aunque
uno no podía simplemente aceptar las cosas malas, aún así… Sí, aún así…
“El mundo nunca será como yo lo quiero ni como tú quieres
él."
Había ciertas cosas que debían hacerse. Cosas que incluso los dioses tenían
confiado al destino y al azar. "..."
Por un momento, el hombre no dijo nada, aunque la sacerdotisa creyó oír
el sonido de un rechinar de dientes. Luego exclamó: “¡Debes perdonarme!
¡Parece que no entiendes cuáles son nuestros verdaderos problemas!
Prácticamente puedes oler la ceniza sobre él.
Ese fue el aroma que la Sacerdotisa detectó cuando el hombre se levantó

de su silla tan rápido que casi la pateó y salió de la habitación con paso
rápido, diferente al de la otra persona.
La sacerdotisa no se molestó en verlo irse, sino que se dejó caer contra el
respaldo de su silla, dejando que la sostuviera en pie.
"... Teniendo en cuenta que estaba observando los procedimientos en un
palco noble con la propia hermana pequeña del rey, sus modales parecían
algo deficientes". La sacerdotisa escuchó un suspiro desde atrás; Era la
chica del gremio, medio frunciendo el ceño y medio riéndose.
Todavía desplomada en la silla de la manera más poco femenina, la
sacerdotisa le dio a la mujer detrás de ella una mirada dudosa. “¿Fui
demasiado lejos…?”
“Fue un debate teológico. Yo diría que fuiste lo suficientemente lejos”.
La sacerdotisa sintió que tal vez la chica del gremio podría haberle echado
una mano. No, claro, tal vez no.
Compartieron un intercambio silencioso y luego la granjera le entregó una
bebida, riendo. "Buen trabajo."
La mágica jarra rebosaba agua fría y pura. El dispositivo había sorprendido

incluso a la Sacerdotisa, y mucho menos a la Vaquera, cuando lo vieron
por primera vez, pero no era momento para sorprenderse.
“Gracias”, dijo la sacerdotisa, tomando el agua y bebiendo con avidez.

“Muy buen trabajo”, dijo nuevamente la granjera, y luego dirigió su
siguiente pregunta a la muchacha del gremio. “No sé mucho sobre las
enseñanzas del Dios Supremo, pero no son… eso, ¿verdad?”
"Ciertamente no." La Guild Girl estaba llena de confianza en ese punto. Ella
hinchó el pecho, como si enfatizara el cuerpo cuidadosamente curado que
era la fuente de esa confianza. Incluso la granjera quedó cautivada por su
actitud, su certeza de que no tenía nada de qué avergonzarse. “Rechazar
cosas invocando constantemente el nombre de la justicia no es eso en
absoluto”. Tenía que admitir que eso era algo que había oído de su amiga.
Ella sonrió tímidamente.

Ella puede ser muy... linda a veces.
La granjera estaba un poco celosa, pero decidió detenerse en la simple
admiración. “Sería un poco apestoso si ya no pudiéramos tener festivales.
¿De dónde sacaríamos toda nuestra diversión?
Las fiestas de la cosecha y de la uva representaban una oración por la

abundancia, por supuesto, pero las fiestas también eran momentos de
alegría. Si estaba mal disfrutarlos, no sabía qué haría.
"Ya sabes", dijo la sacerdotisa, que finalmente se había mojado los labios y
la garganta con el agua. Ella y la otra niña, la verdadera hermana pequeña
del rey, que estaba descansando profundamente en ese momento, eran
personas completamente diferentes. “¿Crees que siquiera se dio cuenta de
que estaba fingiendo?”
“¿GOROGB…?”
El abrupto rugido y la conmoción fueron suficientes para que incluso los
duendes, que pasaban sus días en medio del ruido y el alboroto, se dieran
cuenta de que algo andaba mal.
Quizás finalmente todos se habían cansado de este estúpido trabajo. Allí
estaban, enviados a aquellas aburridas ruinas, sin siquiera una mujer para
pasar el tiempo. Por supuesto, el lugar era mucho mejor que los agujeros
en el suelo donde normalmente hacían sus hogares, pero los goblins
estaban lejos de estar satisfechos con eso.
Sentían envidia de quien les ordenaba por estar en una bonita habitación.
Fácilmente podían imaginarlo arrastrándolo hacia abajo de su alto caballo,
pero esas imaginaciones fueron rápidamente reemplazadas por lo que
estaba justo frente a ellos.
Entre el polvo y los escombros del interior de las ruinas, olieron un olor
hermoso, un aroma celestial.
¡Un elfo!
¡¡Una mujer elfa!!
Eran como polillas ante la llama en una noche oscura.

Los duendes se olvidaron por completo de sí mismos; echaron a correr,
más que dispuestos a pisotear a sus compañeros al salir. La acosarían y
violarían, eso era seguro. Y cada uno se imaginaba disfrutando del mayor
placer y privilegio.
Con ese propósito y sólo con ese propósito, los duendes llenaron el pasillo
el santuario más interno, después de lo cual…
“¡¡¡GAAAAOOOOOOOOOOOOOOONNNNN!!!!!!”
El temible rugido de un dragón los rodeó. "¡Adelante!"
Ante esa única palabra de orden, un aventurero con una armadura sucia
irrumpió en el espacio abierto de las ruinas. Sin embargo, incluso el más
rápido de los goblins en recuperarse probablemente no lo registró. El
cuchillo arrojadizo quitó la vida a la criatura en silencio y sin piedad. No era
una espada adecuada, pero era suficiente para alguien como un duende.
“¿¡¿GOORGB?!?!!?”
La muerte de su camarada, arañándose la garganta mientras se ahogaba
con su propia sangre, finalmente alertó a los otros duendes de que había
un problema.
“¡¿GOGB?!” “¿¡¡¡GGGRGGBO?!!!?”
"¡Dioses! ¡He visto suficientes duendes para toda la vida... incluso para la
vida de un elfo!
Un destello de lo que parecía un viento de colores siguió al asesino de

duendes al interior de la habitación, frunciendo el ceño ante la horda de
pieles verdes que había dentro.
Se movía tan rápido que apenas se la podía ver. Tres flechas listas en su
arco, disparadas en un abrir y cerrar de ojos: tres duendes asesinados a
tiros.
“¡Ojalá tuviéramos protección!”
“Preferiría Luz Sagrada”, dijo una voz mecánica. Goblin Slayer nunca dejaría
que las emociones se interpusieran en el camino de matar duendes.
“¡Piensa en esto desde mi perspectiva! ¡Una doncella inocente quiere estar

lo más lejos posible físicamente de estas cosas! El elfo resopló
burlonamente, aunque de alguna manera todavía con elegancia.
Un enorme hombre lagarto y un enano decididamente menos macizo la

siguieron, sus movimientos eran tan diferentes a los de ella como las nubes
lo son del barro. Incluso Goblin Slayer, que iba a la cabeza de su grupo, no
era rival para un alto elfo.
"¡No te pongas demasiado ansioso, Orejas Largas!" El chamán enano gimió

y corrió tras ellos. "¡No todos tenemos piernas largas por aquí!"
"¡Necesitas hacer ejercicio de todos modos!" "¡Oh, estoy haciendo
ejercicio!"
Sus bromas, las mismas que habían compartido los de su especie desde la
Era de los Dioses, sonaban agradables en el fragor de la batalla; Lizard
Priest puso los ojos en blanco alegremente. Luego gritó: "¡Eeeyah!" Sus
brazos, piernas, cola y colmillos se convirtieron en armas vivientes mientras
los azotaba, golpeándolos contra duendes mientras realmente saltaba
hacia adelante.
“A uno le beneficia no lamentarse de lo que no se le ha dado. Así como no
tengo ganas
¡a abrazar una nueva fe!”

“¿Un hombre lagarto compasivo? ¡Solo pensarlo es suficiente para hacerme
reír! dijo el Alto Elfo Arquero.
El grupo aventurero atravesó la horda verde como una espada a través de
la hierba.
La fuerza de los duendes, sin embargo, no está en sus pequeñas y
desagradables mentes sino puramente en su número. En las oscuras ruinas,
los monstruos surgieron de los muchos caminos bifurcados. Olían sangre;
olieron a un elfo. La atacarían con violencia, la pisotearían, la tomarían
victoriosa... eso era lo único que pasaba por la cabeza de los duendes.
“¡Oh, por…!” Mientras la Alta Elfa Arquera corría hacia adelante, de repente
se giró hacia un lado, disparando debajo del brazo detrás de ella.
“¿¡¿GBBORGB?!?!” Un duende que había estado a punto de flanquear a
Lizard Priest quedó atrapado en el aire, con la columna perforada; cayó al
suelo. El chamán enano cortó lo último de sus espasmos con un golpe
despiadado de su hacha. Luego siguió adelante.
"No importa la Madre Tierra o a quién tengas de tu lado: ¡hay muchos
aquí, Cortabarbas!"
"¿Y hoy?" Goblin Slayer arrojó casualmente su daga mientras hablaba,

matando a otro duende. “¿No te importa?”
Lanzó la pregunta tan fácilmente como su cuchillo, pero no estaba dirigido
a nadie en particular, por lo que la Alta Elfa Archer decidió responder.
"¡Será mejor que creas que me importa!" prácticamente aulló, aunque no
dejó de buscar en su carcaj su siguiente flecha con punta de capullo. "¡Pero
hoy te lo dejaré tener!"
"Bien." Actuó de inmediato, tomando una pequeña botella de su bolsa de
artículos y arrojándosela por encima del hombro a Dwarf Shaman.
"Enciéndelo."
"¡Entiendo!" En el instante en que la botella estuvo en sus manos, tomó un

pedernal de su bolsa de catalizadores y entonó: “Llama danzante, fama de
salamandra. Concédenos una parte de lo mismo”.
Apenas hubo hablado, una chispa encendió la mecha que alimentaba la

boca de la botella. Una vez que estuvo ardiendo, el chamán enano
rápidamente lo arrojó a uno de los túneles.
“¿GORGBB?” “¡¡GGOBBGRGBB!!”
Los primeros duendes que vieron la botella no estaban seguros de lo que
estaba pasando. Llegó cayendo delante de ellos; simplemente lo
recogieron y se burlaron de él. Eso
¡El estúpido enano ni siquiera podía tirar derecho! Un segundo después,

esos duendes estaban decorando las paredes y el techo del pasillo, y doce
de sus compañeros volaron hacia atrás. Hubo un estallido que los
aventureros pudieron sentir en sus huesos, y el pasillo arrojó fuego oscuro
y viento abrasador.
"¡Sabía que eran malas noticias cuando te abasteciste de pólvora!" Gritó el

chamán enano. Para alguien que ahorró tanto dinero, su líder, Beardcutr,
también gastó generosamente. Dwarf Shaman sintió una mezcla de
molestia y frustración, así como un poco de alegría ante esta rara
oportunidad de una gran y agradable explosión.
Extendió la mano para atrapar la siguiente botella que Goblin Slayer le
arrojó. "Solo este plan es una mala noticia", dijo Goblin Slayer asintiendo.
"¡Todos tus planes son malas noticias!" La Alta Elfa Arquera se paró junto a
un duende que Goblin Slayer había pateado, disparando al piel verde a
quemarropa y luego recuperando su flecha. Sus gritos eran mucho menos
elegantes que sus movimientos.
Lizard Priest se rió, mostrando sus colmillos. “¡Es un placer cuando hay
abundancia de suministros!” Añadió que esperaba poder utilizar el aliento
Fusion Blast algún día. El bastón de la Madre Tierra tintineó en su bolso (un
bolso para guardar, por supuesto).
Era una bolsa mágica que podía contener... bueno, tal vez no nada, pero
mucho más de lo que cabría esperar. Un objeto amigable y útil que
poseían la mayoría de los aventureros con algunas misiones en su haber.
“¡Deberíamos meter al enano en esa bolsa! ¡Entonces no tendríamos que
preocuparnos de si podrá seguir el ritmo!
“¡No se pueden meter seres vivos en la bolsa! ¡Hemos tenido esta

conversación! "¿Cosas vivas? ¡Los enanos son básicamente rocas!
A pesar de la prevalencia de tales artículos, ninguno de los miembros de
este partido había tenido uno antes. No lo habían necesitado. La
naturaleza proporcionó sus flechas, además de duendes. Confiaban sólo en
sí mismos. Su clérigo, que no estaba presente, había estado ahorrando
dinero diligentemente, pensando en cuándo podría finalmente obtener
uno de los artículos históricos. En cuanto a su líder, Goblin Slayer...
"Sería una perspectiva espantosa si los duendes la tomaran".
Y ahí lo tenías. Fue suficiente para que la Alta Elfa Archer quisiera tomar un
descanso de disparar a los duendes para llevarse las manos a la cara o
mirar hacia el techo. “Ya escuchaste al hombre”, dijo. "¡Intenta no dejarlo
caer!" Ella resistió el impulso y, en lugar de eso, colocó cuatro flechas en su
arco antes de soltarlas en cuatro cabezas de duendes, literalmente
disparando en todas direcciones a la vez. “Si lo dejas caer y eso

¡La cosa se nos escapa, nuestros nombres son barro! "¡Pero por supuesto!
Entiendo."
"Me ha pasado antes". “¡¿GBBOGB?!”
“¡GOOOGB! ¡¿GOOBBGRGB?!”
El duende de la derecha había conseguido una lanza en alguna parte, pero

Goblin Slayer simplemente lo golpeó. El duende del otro lado lo detuvo
con su escudo.
Dejó ese monstruo para que otros se ocuparan de él, y en lugar de eso
recogió el garrote que había dejado caer. Sería más útil que la lanza rota.
Hizo girar el garrote mecánicamente y luego lo arrojó hacia adelante.
“¡¿GBOGB?!” gritó un duende cuando el garrote le abrió el cráneo. "Hemos

podido reducir sus números", dijo con calma.
"¡Y estoy seguro de que estás muy feliz por eso!" Dijo la Alta Elfa Archer,
acompañándolo paso a paso específicamente para poder acercarse a él y
darle una mirada molesta. “¿Te das cuenta de que estas son ruinas
extremadamente valiosas?”
“Soy consciente”. Goblin Slayer asintió. "Si no entendiera su construcción,
no haría esto".
Antes, escapar había sido difícil; no habían tenido suficiente tiempo.
¿Y ahora qué?
Si tan solo pudiera pedirle a su sacerdotisa la Luz Sagrada... No, tal vez
podría hacer que su enano usara el Túnel para crear una ruta de escape.
Incluso sin la bolsa para guardarlo, Lizard Priest era lo suficientemente
fuerte como para poder transportar grandes cantidades de pólvora.
No…
Basta de pensar. Goblin Slayer giró su cabeza con casco de un lado a otro,
revisando los pasillos, contando los duendes. Sí, esto fue una cacería de
duendes. Podía hacer esto porque el encargado de la misión había traído
suficiente dinero para suministros.
Tomaría las acciones que le permitirían matar duendes más rápido y mejor,
para eliminar a más de ellos. Él pelearía. Cuando conocías el diseño de un
conjunto de ruinas de antemano, simplemente tenías que seguir adelante.
¿No era eso todo lo que había que hacer?
¿Qué pasa con eso que podría considerarse una aventura?
Tenía a sus amigos (incluso en su propia mente, le tomó un segundo
pensar en ellos de esa manera) con él.
Por tanto, debería centrarse en lo que puede hacer.
Porque se trataba de una cacería de duendes, y él era Goblin Slayer. “La
mayoría de ellos provienen de la izquierda. No hay muchos de derecha.
Pero en realidad hay bastantes de ellos”.
“¡Las fuerzas del Caos se sienten luchadoras hoy!” Gritó Lizard Priest,
incluso mientras pateaba a los goblins que presionaban desde todas
direcciones. Porque en verdad pululaban; si desaceleraba, sería tragado.
No tenías que ser un Alto Elfo Arquero; incluso un aventurero común y
corriente sentiría que había visto suficientes duendes aquí mismo.
Todos en esta cámara, sin embargo, habían visto muchos más en sus vidas.
"¡Todo lo cual implica que tienen un líder!" Dijo el chamán enano cuando
se encontró con un duende que salió volando del pasaje bifurcado con la
hoja de su hacha. Había usado más hechizos (y el Sacerdote Lagarto más
milagros) de lo habitual; Lizard Priest había usado dos o tres y él mismo
dos hechizos.
¡Por los dioses, odio tener que conservar mi magia!
“¿Su líder también es un duende?” Se preguntó la Alta Elfa Arquera. "No."
La elfa saltó junto a un duende, sin siquiera darse la vuelta mientras le
disparaba una flecha a través del cráneo. Otro duende la alcanzó mientras
ella saltaba, solo para ser despachado cuando Goblin Slayer lo pateó en el
cuello.
"Dudo que los duendes por sí solos pudieran haber llegado a la cámara
interior de un santuario custodiado por la familia real", dijo Goblin Slayer.
“Una deducción razonable”, estuvo de acuerdo Lizard Priest, poniendo los
ojos en blanco alegremente mientras se bañaba en una lluvia de sangre de
duende. Tomó el cadáver de la criatura que había abierto, arrojó la mitad a
cada lado y luego se arrojó hacia adelante.
La batalla fue buena, pero la caza de duendes no fue suficiente para ser
realmente satisfactoria. Sin embargo, si había algo más esperándolos (si
eran simplemente soldados de infantería), entonces esa era otra historia.
Tenían un comandante. Un líder adecuado. Ahí está la gloria, ahí está el
mérito. No era algo que se pudiera tirar a la arena.
“¡Amigos, camaradas! ¡Este es nuestro momento de realizar las acciones

por las que seremos recordados! Gritó el Sacerdote Lagarto.
“Si viviera un siglo contigo, dudo que alguna vez me acostumbraría a tu
forma de pensar sobre estas cosas…” dijo la Alta Elfa Arquera, corriendo a
lo largo de la cola que el Sacerdote Lagarto extendía como si fuera una
rama. "¡Gracias!" Ella chirrió mientras aterrizaba de nuevo en el suelo de
piedra y seguía corriendo. “¡Creo que podrías aprender modales de elfo
antes que eso!”
"¡Me temo que dudo que me queden bien!"
"¡Sí, eso es un problema!" La Alta Elfa Arquera soltó una risita, el sonido
vigorizante estaba fuera de lugar en este escondite de duendes.
No bajaban la guardia y no estaban llenos de arrogancia. Si hubieran
podido ganar sumidos en una ansiedad silenciosa, lo habrían hecho. En
cambio, lograron un equilibrio entre estar demasiado rígidos y demasiado
relajados. Sólo manteniendo ese equilibrio sobrevivirían.
Este era el conocimiento que habían adquirido al salir con vida de

aventuras grandes y pequeñas.
Era natural, ya que eran muy diferentes entre sí. ¿Y él?
Había cosas que era necesario decir y cosas que no. “¡Sigue adelante,
adelante!” Dijo Goblin Slayer. "¡Adelante!"
Sí, adelante, siempre adelante.
Nunca rezó a los dioses. Realmente no sabía cómo. Aquellos que podían
orar le parecían asombrosos.
Precisamente por eso ahora, en ese momento, buscó la protección de

Ruta. La bendición del dios que valoraba a las personas que intentaban,
fracasaban y volvían a intentarlo para encontrar un camino mejor, más
rápido y más correcto.
Ninguno de los aventureros presentes podía pasar por alto la presencia
siniestra que surgía en la oscuridad.
Él, si esa es la palabra adecuada, abrió los ojos ante un terrible alboroto.
No estaba de buen humor.
¿Cómo podía estarlo si su sueño había sido interrumpido?
Sin embargo, lo que detestaba especialmente eran los ruidos groseros que
llegaban espontáneamente a su conciencia.
Por ejemplo, sí: los pasos de los aventureros. ¿No conocían la moderación?
Tampoco le gustaba mucho el alboroto de los goblins, pero bueno, así
eran los goblins. Había que aceptarlo. Uno podría estar enojado porque los
duendes no sabían cómo callarse y mantener sus lugares, pero no había
mucho que hacer al respecto.
Los aventureros, sin embargo, eran diferentes. Fueron tan groseros como
para entrar en el lugar de descanso de alguien, hacer todo este escándalo
y tratar de robar su tesoro.
¡Aventureros! Rufianes violentos, eso es todo lo que son.
Así abrió la tapa de su lugar de descanso con gran enojo. "... ¿Qué, por
favor, dime, está pasando aquí?" preguntó. “¡GBG! ¡¡GOBBGRGB!!
respondió un duende que se encontraba en el dormitorio,
presumiblemente huyendo o evitando el trabajo. La criatura parecía estar
farfullando algún tipo de excusa.

"ya Veo." El asintió. ¡Debería haber sabido! Duendes: no son más útiles
como vigías que como seguridad. "Muy bien. Rechazalos inmediatamente,
eso es todo lo que los aventureros merecen”.
“¡GRGBGB! ¡GOBBGBOGRG!”
“¿Qué sigues haciendo aquí? Te estoy diciendo que te vayas, ¿no lo
entiendes?
“GORGB…”
La criatura salió gateando de la habitación con una mezcla de miedo,
desprecio y una mirada mal disimulada. Puaj. Actitudes de duendes.
No era el hecho de lo que el monstruo pensaba que le haría a su maestro
si tuviera la más mínima oportunidad. Fue que pensó que algún día tendría
siquiera la mínima oportunidad. Fue un insulto, ¡una bofetada!
Y desde esa perspectiva…
Desde esa perspectiva, los aventureros no eran diferentes de los propios
duendes.
"Mmm…"
La idea era de lo más divertida. Si los aventureros y los duendes fueran
iguales, entonces se podría tratar con ellos de la misma manera.
Golpeados, maltrechos, de espíritu destrozado, se les hizo saber que eran
formas de vida inferiores.
Disciplina simple, eso es lo que es. Empezó a ponerse ropa que olía a
moho, una manga a la vez; hay que tener un aspecto decente. Si se
hubieran mantenido solos, en lugar de forzar su camino hacia un lugar que
nunca volverán a ver, los habría dejado en paz.
Los goblins eran demasiado estúpidos para entender eso, al igual que los
aventureros.
"Muy bien. Sólo hay una cosa que hacer”. Él sonrió. "Enséñales una lección
a los aventureros".
La sonrisa mostraba colmillos bestiales en una boca roja como la sangre.

Capítulo 4: ¡Muévete!
"Somos los siguientes, ¿verdad?" Preguntó Rhea Fighter.

“¿Cuántas veces vas a preguntar eso?” Wizard Boy respondió molesto
y miró hacia otro lado con torpeza.
"¿Esto es lo que? ¿La quinta vez? ¿Sexto?" ella dijo.
“¿Estás contando…?” Entonces deja de preguntar, quiso decir, pero se
obligó a pronunciar las palabras. En cambio, refunfuñó: "Sí, somos los
siguientes".
"…Bien."
Ella asintió, viéndose seria. Ella estaba en la habitación que les habían
asignado a los espadachines para que se prepararan. El salón había
sido abierto para los caballeros que eran el centro del torneo, y a ella
y a su amiga les habían asignado una de las habitaciones.
A lo lejos estaba el campo de batalla, desde donde los vítores de la
multitud a veces sacudían la habitación. ¿Por qué hacía tanto calor?
¿Fue eso para que los combatientes estuvieran de humor para luchar?
¿O fueron sólo sus propios nervios?
Ah... maldita sea...
Probablemente eso lo explicaba. Por qué estaba tan enojado. Wizard

Boy se rascó la cabeza con frustración.
Fue sólo un breve descanso, pero quitarse la armadura fue mucho
más revitalizante que dejarla puesta.
“…”
Sí, había una buena razón para ello, pero aun así significaba que
había una chica de su edad justo a su lado… sin armadura. Por
supuesto que sudaría un poco.
Intentó mantener fuera de su campo de visión la silueta arqueada de
su figura, que su ajustada armadura empapada de sudor hacía muy
visible.

Ese no es el punto.
Él sabía en qué se estaba concentrando. Y como lo sabía, era un idiota
por intentar interponerse en su camino.
Un idiota y un estúpido.
Se había convertido en un aventurero precisamente para poder
pegarle a la gente que lo señalaba y se reía. Así que lo último que
quería era hacer algo que le agradara.
Aún así, el suave calor a su lado, subiendo y bajando, incidió en su

conciencia lo quisiera o no.
"Tomaste una copa, ¿verdad?" preguntó con la esperanza de
distraerse. Su voz era aguda.
"Sí, lo hice", dijo la chica rhea de una manera que sugería que su
mente estaba en otra parte. Se apoyó en el respaldo de su silla y
luego siguió inclinándose hasta que la silla comenzó a inclinarse. El
movimiento hizo que algunas gotas corrieran por su pálida garganta,
dibujando nuevas líneas en la parte inferior de su pecho. "Así que
somos los siguientes, ¿verdad?"
"Escucha, tú...", comenzó Wizard Boy, aunque ni siquiera él estaba

seguro de lo que planeaba decir. Su boca todavía estaba abierta
cuando fue rescatado por un suave golpe en la puerta.
"…¿Mmm?"
"Hoh".
Se movían como uno solo; Wizard Boy agarró su bastón y tocó el

boomerang en su cadera mientras se levantaba de su asiento. Se
dirigió a la puerta con Palabras Verdaderas burbujeando en el fondo
de su mente, acercándose no de frente sino por un lado.
"¿Quién está ahí?" él llamó.
“Inspector del campo. ¿Te importa si entro?
Conozco esa voz.
Wizard Boy dejó escapar un suspiro de alivio y abrió la puerta, luego

miró sorprendido.
"¡Ey! ¿Trabajando duro?"
"¡Oh! ¡Eres la chica de la granja! exclamó el ñandú.
Wizard Boy no dijo nada pero dejó paso a Cow Girl. Tenía el pelo rojo,
era alta y, quizás lo más preocupante de todo, estaba muy bien

dotada. Es más, hoy iba vestida a la última moda de la capital. Todo
en ella, desde su vestimenta hasta su actitud, parecía diferente de lo
habitual.
Nunca sé qué hacer con ella…, pensó Wizard Boy, dejando escapar un
suspiro. Porque, en definitiva, era una mujer que cuidaba su
apariencia.
“Aquí tienes, algunas provisiones. ¡Buena suerte!" "¡Juerga!"

Incluso mientras Wizard Boy estaba ocupado reflexionando, las chicas
parecían divertirse. Rhea Fighter tomó la canasta que había traído la
granjera, sacudió las manos en el aire y gritó de alegría. Los ñandúes
comían cinco o seis veces al día, lo que llevaba tiempo y hacía que el
intervalo entre batallas fuera mucho más corto.
No fue justo..
.
Se resistió a la idea. No era incondicionalmente cierto. Para empezar,
¿qué significaba ser justo a la luz de las cualidades particulares de un
ser vivo? se preguntó el niño. Puede que los ñandúes no tuvieran
mucha resistencia, pero eran extremadamente rápidos en períodos
cortos y tenían una capacidad de digestión que superaba con creces a
los humanos. Si pudieras almacenar calor muy rápidamente y usarlo
para moverte, tal vez eso te diera una ventaja, en cierto modo.
No lo sabré a menos que lo intente...
“Haz lo que tengas que hacer, pero trata de no atiborrarte”, dijo.

"¡Sí!" respondió la niña ñandú, con la boca ya llena.
Wizard Boy miró en la canasta y encontró sándwiches que consistían
en carne seca y verduras encurtidas rellenas entre trozos de pan.
Un almuerzo humano ligero sería poco más que un refrigerio para un
ñandú. Entonces no hay problema. Al menos no le resultaría difícil
moverse...
"¿Mmm?"
Se dio cuenta de que ella estaba acostumbrada a esto. Mientras

intentaba cuidadosamente evitar mirar a la chica ñandú en su estado
moderadamente vestido, sus ojos se encontraron con los de la
granjera. La mujer mayor le dirigió una mirada inquisitiva, ante lo
cual él sacudió la cabeza y dijo: “Nada. ¿El ACA?"

Sus palabras fueron bruscas y breves, pero la granjera entendió lo
que quería decir y asintió. "Sí, él está aquí".
"¿por aqui?"
"Aunque no aquí conmigo", murmuró, sonando un poco sola.
El niño sintió una oleada de frustración. Era él de quien estaban
hablando. Había una probabilidad de nueve sobre diez (en realidad,
infinitamente más cercana a diez) de que estuviera en algún lugar
en ese momento...
…cazando duendes.
Tenía que serlo, conociéndolo. "..."

El ñandú, con la boca llena de pan, miró al Chico Mago y luego
abrió mucho los ojos. "¡Lo sé!" dijo, y una sonrisa felina se dibujó
en su rostro. "¡Querías que nos viera!"
"¡No hice!" El Chico Mago respondió, con la voz quebrada. Lo hizo

sentir tonto
—Era tan bueno como decirle que ella tenía razón. Tosió una vez.
“Quiero decir, cosas como esta… No lo haces para que la gente
pueda verte”.
Se levantó de nuevo, completamente disgustado. La sensación que

tenía era, bueno, no muy distinta a la de querer que lo elogiaran.
No podía negar por completo el deseo de reconocimiento que ardía
en su interior.
Era como un cubo con un agujero. Vierta agua y se acabará
nuevamente. Nunca hubo suficiente. Nunca podría haberlo.
¿Habría sido diferente si su hermana estuviera allí? Estos días
sentía que ni siquiera lo sabía.
Por una cosa…
“No soy la estrella aquí. Ella es."

Odiaba la idea de utilizar a alguien que estaba trabajando tan duro
para su propio beneficio.
La chica rhea lo miró con una expresión difícil de describir: en

parte avergonzada, en parte culpable y en parte decepcionada. De
hecho, fue una mirada muy complicada.
"Hmm", dijo la granjera, y luego se inclinó y agregó: "Oye..."
"¿Eh?" Rhea Fighter la miró.
“Eso que dijo antes de que comenzara la justa fue genial, ¿no?”
"¡Oh!" El ñandú se dio cuenta de inmediato y balanceó los brazos
tal vez con un
demasiado entusiasmo y exclamar: “¡Sí, fue totalmente increíble!
¡Nunca antes nadie había hablado así de mí!
Wizard Boy produjo un sonido inarticulado a medio camino entre
un gruñido y
gimió y miró hacia otro lado. Después de todo, era obvio lo que
estaban haciendo. Se sintió humillado al pensar que esperaban
tales cosas de él.
Era como si estuvieran tratando de convencer a un niño para que

hiciera algo, excepto que descartarlos de plano habría sido lo más
infantil de todo.
“De hecho, creo que esta es la primera vez que alguien me anima
mientras peleaba. Realmente te hace pensar, ¡Sí! ¡Puedo hacer
esto!"
Sólo escúchala.
Podía exclamar lo maravilloso que era algo sin pensarlo dos veces
y hacerlo en serio. El Chico Mago la fulminó con la mirada.
“¿Eso no lo hace muy parecido a la magia?” ella preguntó.
Finalmente, suspiró un gran suspiro. Se rindió. Había perdido.
"…Bien. Entonces, nosotros dos juntos... ¿eso suena bien?
"¡Suena genial!" Rhea Fighter asintió con entusiasmo. Entonces, de
repente, su expresión cambió y dijo: "Oh, pero..."
Los ñandúes siempre fueron así. Siempre completamente absortos

en lo que sucedía a su alrededor. Fue una especie de gracia
salvadora para Wizard Boy, a quien le daban preocupaciones.
“—¿No crees que ya es hora de que me ayudes a ponerme la
armadura?” “¡¿Pbbt…?!”
Sin embargo, también fue la semilla de mucho peligro personal.

Él frunció el ceño, pero ella lo ignoró. "¿Verás?" ella dijo. “¡Él nunca
me ayuda con eso! ¡Aunque es mucho trabajo!
"Ah..." La granjera se rascó la mejilla, sin saber muy bien qué
decir. Cuando pensaba en su viejo amigo, de alguna manera sentía
que tal vez casi podía entenderlo. "Supongo que así son los
chicos".
"Escucha, tú…!"
La Alta Elfa Arquera no se molestó en pensar demasiado mientras

lanzaba flechas sobre la masa de duendes invasores. Ya lo había
aprendido hacía mucho tiempo (se rió de sí misma por pensarlo de
esa manera): esto no era una aventura.
Eso no impidió que sus agudos sentidos élficos captaran incluso el

más mínimo cambio, sus orejas temblaban. “¿El aire parece
diferente de alguna manera…?” ella preguntó.
"Tal vez."
Le disparó al duende más cercano en la cabeza, sacó la flecha y la

colocó bien. de nuevo en su arco antes de disparar a otro con él,
más lejos. Goblin Slayer siguió adelante, sin prestar atención al
lujo que era poder ignorar efectivamente el asombroso tiro con
arco de un alto elfo.
Los duendes se acercaron para intentar detenerlo. “¡GBRG!”

“¡GRG! ¡¡GOOGGBGR!!
Han comenzado a volverse más ordenados.
Aún así, no podría haber ni cien de ellos. Clavó una espada en la
garganta de su vigésimo quinto duende y luego pateó el cadáver.
“¡¿GOBBG?!”
Si hay una forma en la que los humanos son cuantificablemente

superiores a los duendes, es en su alcance. Simplemente tener
brazos y piernas más largos significa poder mantener una mayor
distancia. Delante de los goblins, más lejos de los goblins. Mientras
tuvieras eso en cuenta...
…entonces podremos lidiar con este número de alguna manera.

Recordó las veces que había explorado con el niño: en la torre, en
un calabozo. Esto no fue tan malo como aquellos tiempos.
Cuando los duendes se amontonaban por todos lados, sólo había
una cosa que hacer.
Abre un camino por delante.
La amenaza de los duendes no residía en su maldad sino sólo en su
número. Mientras el grupo pudiera evitar ser rodeado y mantener
su vitalidad (no su HP, claro está), no habría ningún problema.
Aunque no le gustaría tener que hacer lo mismo en campo abierto.
"¡Flechas!"
"Bien."
Como tal, el único problema real era qué armas lanzar y con qué
reemplazarlas. Goblin Slayer sacó una daga escondida entre su
armadura y se la arrojó a un duende escondido junto a un pilar,
matándolo. Aprovechó el impulso para saltar hacia adelante,
saltando hacia el duende y agarrando su carcaj, que arrojó por el
aire.
Tampoco olvidó la especialidad del duende: una espada oxidada,

que se puso en la mano de una patada.
"¡Gracias!" El ágil brazo de la elfa arquera se estiró, atrapando el
arco del carcaj, y eso fue un alivio. No hay nada más
desconcertante que un carcaj vacío. Incluso las flechas de los
duendes son mejores que ninguna flecha.
"¡Requieres mucho mantenimiento, Orejas Largas!"

"¡Prefiero el término civilizado!" La Alta Elfa Arquera respondió,
lanzando una risa resoplandora en dirección al Chamán Enano, que
estaba ocupado rompiendo el cráneo de un duende.
abrir con su hacha. "¡A diferencia de ciertos habitantes de los

agujeros!"
“¡Eh! ¡Al menos somos lo suficientemente inteligentes como para
protegernos de la lluvia, a diferencia de los elfos!
Goblin Slayer avanzó, arrojando la espada oxidada a otro duende y
matándolo mientras el Alto Elfo Arquero y el Chamán Enano
discutían cerca.
Llovieron flechas en todas direcciones, mientras que el hacha del

chamán enano hablaba por sí solo.
Con ellos ayudando a mantener a raya a los duendes, Lizard Priest
tuvo algo de espacio para respirar. "Un pantano también puede ser
un lugar bastante agradable, ¿sabes?" dijo mientras usaba su cola
superlativa para golpear a un duende hasta matarlo contra una
pared, literalmente una retaguardia.
Naturalmente, dudó en contaminar el bastón sagrado con sangre
de duende. La estatua, sin embargo, era otra cuestión.
Los duendes nunca iban a detener a Lizard Priest con nada más
que una pequeña horda. Lo que significaba que, en lugar de tenerlo
al frente, era mejor utilizarlo para ampliar su visión. Después de
todo, esa noche les faltaba un clérigo.
"¿Qué opinas?" Preguntó Goblin Slayer.

“Creo que han comenzado a volverse más ordenados”, respondió
Lizard Priest, haciéndose eco del juicio del hombre que en ese
momento estaba liberando a un duende sin garganta de su garrote.
"Creo que podemos suponer que quienquiera que los esté al mando
conoce la situación y ha comenzado a tomar medidas para
responder".
"Con esta escala, dudo que sea un señor goblin", dijo Goblin
Slayer, balanceando su garrote hacia la derecha y murmurando
"Veintiocho" en voz baja. "Sin embargo, no creo que los duendes
siguieran a un chamán tan obedientemente".
“¡¿GBBG?!”
Entonces, algún sirviente del Caos. ¿Un elfo oscuro? ¿Un cultista?
¿Quizás algún adorador de espíritus malignos? O…"
“¡GORG! ¡¿GOORB?!”
“¡¿GBOBGR?!”
Su conversación estuvo marcada por los gritos de los duendes

moribundos. No es que se dieran cuenta.
La Alta Elfa Archer frunció el ceño ante la sangre que salpicaba,
pero un segundo después, sus orejas temblaban. "¡Más adelante!
¡Algo viene!
“¡Mmm…!”
En ese momento, una luz roja atravesó la oscuridad. Tan pronto

como registraron el rayo, ya estaba pasando, imposible de evadir.
Sin los sentidos del alto elfo para alertarlo, habría cortado a Goblin
Slayer por la mitad. Por otra parte, nunca había tenido la impresión
de que su armadura Detén cualquier cosa que no sea el ataque de
un duende.
Por no hablar de un señor de la oscuridad como el que ahora
avanzaba desde las sombras. "¡¿Qué diablos es esa cosa?!" Gritó el
chamán enano.
"Por lo menos, no es un duende", respondió su líder, afirmando lo
obvio.
No, no era ningún duende; era pura amenaza, como si la oscuridad

misma hubiera tomado forma. No fue sólo Goblin Slayer quien no
lo reconoció; casi nadie lo haría. Pero cualquiera sabría que debe
tener miedo.
Si la Sacerdotisa hubiera estado allí, o tal vez Harefolk Hunter o

incluso Club Fighter o el clérigo del Dios Supremo. Si alguno de
ellos hubiera estado allí, lo habrían reconocido. Hubo un escalofrío
como el terror. No era odio ni avaricia sino más bien el orgullo y el
desinterés asesino de un ser que veía a los seres vivos como nada
más que ganado.
Allí estaba un hombre de piel pálida. Sus resbaladizos labios rojos

se abrieron y una extraña voz emitió:
“¿Hablarías de mí al mismo tiempo que de los duendes? Hay
insultos que uno no puede soportar…”
Era casi como si estuviera hablando solo, como si no deberían

haber podido escucharlo, y aun así la voz llegó a los aventureros.
La piel del hombre podría haber sido pálida, pero sus ojos ardían
en la oscuridad. A primera vista parecía joven. No estaba vestido
con nada tan tonto como un traje de noche. Era un guerrero, y su
armadura parecía inspirada en la piel de un animal, de un
espantoso color rojo oscuro, como si a alguna criatura le hubieran
dado la vuelta para mostrar sus entrañas.
Existían muchísimas palabras para esta criatura, este ser: el clan

de las tinieblas. Nosferatu. Los no-muertos andantes. Todas las
palabras inventadas para describir estos monstruos.
Como dijo el viejo poeta Byron:
Pero primero, en la tierra como un vampiro enviado, tu cadáver

será desgarrado de su tumba: luego, espantosos rondarán tu lugar
natal y chuparán la sangre de toda tu raza; Allí de tu hija,
hermana, esposa, A medianoche drena la corriente de vida; Sin
embargo, detestas el banquete que forzosamente debe alimentar
tu lívido cadáver viviente:
Tus víctimas, antes de que expiren, conocerán al demonio como su
padre,
Como maldiciéndote a ti, tú los maldices, Tus flores se marchitan

en el tallo.
"¡Vampiro!" Gritó la elfa arquera.
¿Alguna vez el campo de combate había quedado completamente

en silencio hasta ese momento?
La gente en las tribunas abarrotadas, desde todos los rincones de
la capital, miraba hacia abajo con mudo asombro. El silencio fue
suficiente para que te dolieran los oídos. Finalmente, algo resonó a
través de él: el ruido de cascos.
Seguramente nunca en todo el Mundo de las Cuatro Esquinas había

habido un burro que caminase con tanto orgullo. Si hubiera habido
uno, tal vez fuera el Rucio, la amada montura del sirviente de
aquel caballero de semblante lúgubre.
Es más: he aquí el héroe que cabalgaba a lomos de aquel animal.

Espada al costado, escudo en mano, lanza al codo, un caballero tan
bueno como cualquiera de las sagas. Armadura del blanco más
puro, como nieve inmaculada, casco coronado de alas también
blancas.
Asomándose por debajo de la visera levantada del casco estaba el

rostro de una joven sonrojada, dulce pero bastante valiente. Su
pequeño cuerpo, escondido dentro de toda esa armadura, era
suave, delicado y hermoso, aunque pocos lo sabían.
Sin embargo, sólo había que mirar para aprender.

Todo el lugar esperaba con gran expectación el momento en que
ella sacaría el hermoso acero templado dentro de la elegante vaina
blanca.
Era una amiga, dijo alguien. El capullo de una rosa blanca. Ella
estuvo en ese fugaz instante antes de que su orgullo floreciera.
Nadie recordaba la alegría de la que había sido objeto cuando
apareció por primera vez en el coliseo sólo unos días antes. Nadie
recordaba haberse reído del tamaño modesto y la forma poco
impresionante de la chica rhea.
Mientras todos se concentraban en ella ahora, nadie sospechaba...

¡Estaba muy molesto porque pensó que descubriría que estaba
practicando su pintura!
…que tenía una idea completamente equivocada sobre lo que había
sucedido.
De todos modos, la niña ñandú sintió que su corazón latía con

fuerza con cada paso que daba su burro; de hecho, así había sido
desde el momento en que salió del cuarto verde. Lo sintió saltar
con cada golpe de los cascos. Le picaba todo el cuerpo. Pero ella
sonrió.
Había comenzado en el momento en que el niño mago había

pintado su armadura con algo de pinturas mágicas. Dijo que tenía
la intención de guardarlos para las finales, pero decidió usarlos
ahora.
Agitó su pincel en el aire y su casco se volvió llamativo, su

armadura se volvió maravillosa y, de alguna manera, la hizo sentir
como si ella también se hubiera vuelto maravillosa. Si ella no
hubiera estado ya sentada en la silla, se habría levantado de un
salto y lo habría abrazado.
Ya no se sentía nerviosa; en cambio, ella zumbaba de emoción.

Miró al caballero al otro lado del campo con los ojos entrecerrados,
ansiosa por irse.
He llegado hasta aquí. ¡Verás lo que puedo hacer!

¡Vaya, con esa armadura apenas parece un ñandú! La has
convertido en una pieza de exhibición. ¡Es una falta de respeto
para ella! gimió el paladín del Dios Supremo, cuya voz, hasta un
momento antes, se había perdido en el atronador aplauso de la
multitud.
No estaba mirando a la chica, sentada sobre su fiel montura.
Bueno, él la estaba mirando, pero de la misma manera que uno
mira una piedra al costado del camino.
“Las normas relativas a las armaduras tendrán que ser más

estrictas. Este torneo es un desastre. Y lo peor de todo..."
Por primera vez, pareció mirar realmente algo. Sus ojos se
dirigieron hacia arriba, hacia el palco real. El rey no estaba a la
vista, pero su hermana estaba sentada allí, vestida con un precioso
vestido blanco. Saludaba a regañadientes, primero a la multitud y
luego a los caballeros en el campo de batalla.
Detrás de ella había dos mujeres, vestidas a la última moda y

prácticamente inexpresivas. Una de ellas parecía completamente
orgullosa de su atractivo, mientras que la otra no hacía ningún
esfuerzo por ocultar su amplio pecho. El caballero los miró como si
fueran el tipo de mal más despreciable y luego sacudió lentamente
la cabeza.
"... Lo juro, no puedo dejar de temblar". Literalmente escupió las

palabras, luego se bajó la visera y aseguró el cierre.
Aunque en realidad no importaba. El ñandú observaba a su
oponente sólo para ganar. Para ella misma. No para él.
Se tocó la visera, luego se detuvo y miró hacia atrás con... ¿era
eso esperanza?
“…”
Vio al niño mago parado allí.
Estaba jugueteando con su pequeño bastón, tocando el boomerang
en su cadera, mirando a su alrededor y refunfuñando. Para
cualquier observador externo, simplemente habría
Parecía ansiosa, pero Rhea Fighter lo sabía. Así actuaba él cuando

estaba ocupado pensando en algo para ayudarla. Ella no entendía
los aspectos más arcanos de lo que él hacía, pero era todo lo que
necesitaba saber.
"...Oye", dijo cuando notó que ella miraba. Eso fue todo, un breve
sonido de afirmación.
Entonces ella respondió: "¡Correcto!". y bajó la visera con un ruido
metálico. He llegado hasta aquí. Lo único que queda es hacerlo...
El Chico Mago la vio irse; Mientras avanzaba hacia la lista, parecía
a la vez la presencia más pequeña y más grande en el campo.
“¡Hazlo o no lo hagas! ¡No hay intento! Recordó a la vieja y
desagradable ñandú que le gritaba. Pero sí, tenía razón. No podrías
intentar matar duendes. No podrías intentar matar un dragón.
Simplemente no fue así como funcionó.
Como había demostrado ese paladín lejano, era la elección lo que

permitía a uno vencer a un dragón.
Incluso el ladrón más estúpido no intentaría simplemente robar
una gema del tesoro de un dragón.
Al diablo, pensó el chico mientras veía alejarse a la chica. Respiró
hondo, como si estuviera respirando todo lo que hay en el mundo
junto con él. ¿Hechizos? Al diablo con ellos.
Basta con mirar a los grandes hechiceros. Demostraron que no

usar magia la elevaba a un nivel aún mayor.
¿Qué necesitaba? Él ya lo tenía todo. El silencio. Más elocuente que
cualquier palabra. Así, respiró otra vez.
Mírame, viejo imbécil. Nunca podrías hacer esto. Date prisa y
muere. Como mi hermana.
Imaginando que ese cabrón de su risa cascarrabias estaba aquí en
este mismo estadio, el niño gritó:
“¡Los que están lejos, escuchen con sus oídos! ¡Los que están
cerca, mirad con vuestros ojos!
Su voz se proyectó. No hubo hechizos. Sin trucos ingeniosos.

¿Pinturas mágicas? Oh por favor. Era pleno mediodía; tenían sol.
Este campo de batalla. Los espectadores miraban desde muy lejos.
Simplemente lo pintó de blanco, lo pulió y le puso algunas alas.
Eso fue todo, no hubo magia involucrada.
No lo necesitaban para hacer esto. Ni él ni ella.

¿Tienes un problema? ¿Quieres convertirlo en un problema?
¡Adelante, perra! "¡El hermano menor de Ruby Mage,
anteriormente el primer hechicero de la Academia, ahora habla!"
Eso desató un murmullo entre parte de la multitud. Al menos eso

creía él. No podía decirlo. Quizás lo estaba imaginando.
¡No importa! ¡Como si me importara!
No significaría el fin de nada. Él lo sabía. Él lo sabía muy bien.
Probablemente seguirían hablando de ello durante mucho tiempo.
En su propio corazón, sintió una sombra, una que no lo soltaba.
Pero ¿y entonces qué?
La vieja Rea había hablado frecuente y elocuentemente del más

grande de los hechiceros, de lo que lo había convertido en un
excelente usuario de la magia. Los tontos decían que fue porque
habló con dragones, porque recuperó un tesoro, porque había
cruzado la frontera entre la vida y la muerte.
Pero no fue nada de eso. Fue porque él—él mismo era… “¡El
aventurero—mi amigo!”
…porque había aceptado su propia sombra. Tenía un amigo que le

había ofrecido esa oportunidad; eso fue lo que hizo grande al gran
hechicero.
Si es así, entonces este fue el primer paso de Wizard Boy. Él lo

tomaría por ella; ella fue quien provocó que él lo tomara. Tal vez la
gente diría que le faltaba coraje para no poder decirle esas cosas a
la cara, pero ¿qué le importaba?
No importa. ¡Lo haré!
“¡El luchador ñandú, incomparable, invencible! ¡Seguramente todos

ya habrán oído hablar de sus valientes acciones y su belleza!
Es cierto que la sombra se aferró a él y se negó a soltarlo. Es cierto

que viajaría con la sombra dondequiera que fuera, dondequiera
que estuviera.
No pudo superarlo. Y sintió repulsión ante la idea de aceptarlo; sólo

los sabios eran capaces de tales cosas.
Sin embargo, mientras no pudiera, tendría que arrastrarse,
patéticamente golpeado de un lado a otro. Despreciar esa patética
y buscar sólo la gloria de la luz sería tan absurdo como enterrarse
en la oscuridad.
Porque llegar a tales extremos era tan bueno como admitir que no
se podía mirar directamente al otro lado.
"¿Y por qué? ¡Seguramente conoces estas palabras, pronunciadas
desde antes del viaje de los nueve caminantes!
¿Si no lo hicieran? Bueno, simplemente demostró que no habían

estudiado lo suficiente. ¡Lee un libro! ¡Aprender algo! Luego sal al
mundo, emprende un viaje, vive una aventura.
¿No? ¿No pudieron? ¿Qué le importaba? Sólo había que hacerlo.
Después de todo, mira:
Ella estaba aquí, haciéndolo.

Había dejado su hogar rural, se había convertido en una
aventurera a pesar de las burlas, había entrenado duro y ahora
estaba en viaje. Ella estaba aquí en este momento. Y ella lo había
traído con ella.
Sí, eso era correcto. ¿Dices que esto no fue fruto de su propio
trabajo? Bien, eso es cierto. No lo había hecho solo.
Él entendió ahora. Él lo sabía muy bien. ¿Ñandúes? Los ñandúes
eran… “¡Los ñandúes son la raza que mira hacia arriba!”
Y eso no fue todo, no, ni mucho menos. La raza no lo determinó
todo.
Era lo primero que algunas personas notaban y pensaban que
hacía a alguien bueno o malo, fuerte o débil. ¡Se burlarían de
alguien por ello!
Pero la raza no determina todo acerca de una persona. Hizo un

gesto hacia la joven vestida de blanco con un brazo.
"¡Y ella es una gran aventurera!"
No será una gran aventurera. Ella ya lo era. Ella ya estaba hecha y

derecha y más. Después de todo, ninguno de los otros ñandúes de
su condado estaba aquí. Y los otros hechiceros de la Academia
estaban en los asientos de espectadores, no en el campo. “¡Un día,
esta batalla será un acto de su leyenda! Por lo tanto…"
La joven, y sólo ella, había llegado hasta aquí... lo había llevado a

él hasta aquí.
“Por lo tanto, me abstendré de decir nada más. Excepto por una
palabra: ¡su nombre! Luego, a todo pulmón, el niño pronunció el
nombre de la niña ñandú.
¡Buena suerte!
Esto último sólo lo deseaba en su corazón. “ !!!!”

Aplausos como truenos. La gente vitoreó su nombre, haciéndolo
resonar por todo el estadio.
Miró a su alrededor, casi como si estuviera confundida, y luego
levantó las manos en alto. Si los vítores anteriores no habían sido
suficientes para perforar los techos de las tiendas, ahora era como
si el trueno fuera acompañado de un relámpago que caía sobre el
campo de batalla.
"¡Eep!" gritó, sorprendida, pero luego se echó a reír, una carcajada

adecuada, y levantó el puño en el aire una vez más.
En cuanto al caballero que esperaba frente a ella… “…”
Se sentó estupefacto sobre su caballo. Sin duda, en el mundo en el
que vivía, los ñandúes eran pequeñas criaturas pobres que
merecían simpatía, pero nada más. Quizás él mismo merecía una
buena palabra por su llegada a este lugar.
Ella era una verdadera caballero, sin restricciones e intachable.

¿Pero qué me importa?
"¿Qué le parece eso?" Wizard Boy miraba en su dirección con una
sonrisa descarada e incongruente. “Ahí está tu justicia e igualdad”.
"¡Maldita sea! ¡Esto no es justo!

El grito de la Elfa Arquera fue ahogado por el rugido cuando dos
monstruos cargaron hacia ella. El antiguo santuario, que debería
haber sido el santuario de
la Madre Tierra, era ahora el escenario de una batalla
desesperada.
Un temible descendiente de los nagas hizo a un lado a los duendes
que lo acosaban y luego fue tras el hombre de la armadura roja y
negra.
“¡Eeeeeyaahhh!”
“¡¿A eso lo llamas ataque?!”
Hubo un crujido audible cuando la espada chocó con las garras.
Volaron chispas y los ardientes destellos rojos iluminaron a ambos
combatientes.
Esta combinación de fuerzas prodigiosas no era una competición.

Lizard Priest agitó sus garras, colmillos y cola con todo lo que
tenía, las garras de sus pies raspaban mientras se deslizaban por el
suelo. Sólo mantenía a raya a su oponente.
Incluso él, que se había enfrentado cara a cara con un dragón rojo.
“¿Un descendiente de los temibles nagas ha entrado en mi
fortaleza? ¡Oh, cómo han caído los poderosos!
"¿Es tan? ¡Dicen que mis antepasados podían ver en la oscuridad!

Mantener al oponente a raya no era nada de qué avergonzarse.
Lizard Priest aulló de nuevo e intercambió otra serie de golpes con
el vampiro. Un solo golpe del bastón de la Madre Tierra podría
haber sido efectivo, pero habiendo llegado tan lejos
—No es que no quisiera usarlo sino que no podía.
Si su oponente lo agarrara durante el intercambio, no tendría

forma de defenderse; se lo quitarían. Entonces volverían al punto
de partida. Estos aventureros experimentados y endurecidos no
iban a cometer un error tan tonto.
Precisamente por eso… “¡Ahí…!”
La Alta Elfa Arquera no perdió el ritmo; Pateó las paredes de las

ruinas para conseguir algo de altura y luego dejó volar sus flechas.
Eran flechas de duendes lamentables pero disparadas por un
arquero sublime. Blandidos por un alto elfo, bien podrían haber
sido misiles mágicos.
Es decir, eran infalibles y encontraban su objetivo incluso cuando el
objetivo estaba trabado en combate, con las viejas y oxidadas
puntas de flecha enterradas en el vampiro.
"¡Eso da cosquillas!"
“¡Oh, por—! ¡Pensarías que es una especie de ogro!

Ya era bastante malo que tus flechas fueran desviadas con un
movimiento de espada, pero que simplemente las seleccionaran
después de haber dado en el blanco, eso era demasiado.
A pesar de su mal estado, las flechas habían mordido
profundamente, pero al vampiro no le molestó un poco de carne
desgarrada mientras las sacaba. Sangre oscura y podrida fluyó
adelante, pero sólo por un segundo. Al momento siguiente, la
carne burbujeó y cerró las heridas.
La Alta Elfa Arquera voló por el espacio, observando lo que sucedía
con una visión casi divina; ella se mordió el labio.
Desafortunadamente, tenían más de qué preocuparse además del
vampiro. “GGGGGG…”
"CAMA Y DESAYUNO…"
Duendes. No... no del todo.

Eran algo que alguna vez habían sido duendes.
Les habían aplastado el cráneo, les habían arrancado la garganta,
les habían perforado las entrañas... y, sin embargo, se mantenían
en pie. Rosa. Regresó de entre los muertos. Cuando el miasma del
vampiro los tocó, primero uno y luego otro se pusieron de pie.
Este... este era el poder de la Muerte, el privilegio especial del
Dungeon Master. Lo mismo que había atormentado a esos héroes
de las fuerzas del Orden cuando se enfrentaron al Ejército de las
Tinieblas.
“BRAAINN…” “BBBRRRRRAAAAAIN…”
En el momento en que Lizard Priest se movió para atacar al
vampiro, la fuerza de lucha del grupo se vio obstaculizada.
"¡Te tengo!"
Cuando incluso la Alta Elfa Arquera tuvo que moverse para
reforzarlo, parecía que el final estaba cerca. Ella se encaramó sobre
un pilar de piedra, literalmente haciendo llover flechas sobre la
horda impía que ahora profanaba el santuario de la Madre Tierra.
Uno, dos, cinco, diez. Los cadáveres de duendes se amontonaron
nuevamente en un abrir y cerrar de ojos. Fue un importante acto
de refuerzo para los aventureros; al menos, les dio un segundo
para respirar.
Pero sólo un segundo. Un instante después, las criaturas crujieron,

se retorcieron y se levantaron de nuevo como marionetas rotas
que se pusieron de pie.
“¡Nunca veremos el final a este ritmo!” Dijo el chamán enano entre
golpes de su hacha.
"Eso es normal", fue la respuesta de Goblin Slayer. Nunca había
conocido que una batalla con duendes tuviera un final adecuado. El
único límite era cuántos había en un lugar determinado.
Pero estos no son duendes.
Intentó apuñalar a uno en la garganta con una daga, como hacía

tantas veces, sólo para que éste temblara y continuara tras él. Lo
rechazó con su escudo, ganando tiempo suficiente para
reposicionarse.
Cuando una criatura regresa de entre los muertos, su cerebro está

podrido, por lo que es incapaz de formar pensamientos adecuados.
Se requiere considerable devoción y estudio para convertirse en
una forma superior de este tipo de vida, como el vampiro.
Es decir, los duendes no podían convertirse en vampiros.
Lo único que les quedaba a los cadáveres tambaleantes era su
codicia, aunque en ese sentido no eran tan diferentes de cuando
estaban vivos.
Goblin Slayer no sabía nada sobre los no-muertos, pero estaba

entendiendo la idea, simplemente comparando estas criaturas con
sus contrapartes vivas. Había dos diferencias importantes. Una era
que, de las principales necesidades biológicas, sólo quedaba el
hambre.
La otra era que, aparentemente, detenerlos requería más trabajo

del habitual. "¿Qué debemos hacer?" preguntó.
"¡Consíguelo para que no puedan moverse!" Gritó el chamán
enano. Estaba ocupado blandiendo su arma, confiando en la fuerza
natural de su gente para realizar el trabajo. Habría sido genial usar
un hechizo, si pudieran, pero ¿había algún hechizo que funcionara
con un vampiro? Jugar una de tus cartas demasiado limitadas en
una situación incierta demostraría, si no una falta de valor, al
menos una falta de previsión.
Los enanos tienen su propia forma de luchar. El chamán enano aún

no había terminado.
Y entonces cortó la médula espinal de uno de los cadáveres como
si fuera un tronco. "¡Brazos y piernas!" él llamó. “¡O la columna!
¡Eso también servirá! "Comprendido."
Con la decisión tomada, Goblin Slayer actuó rápidamente. No sabía
cómo destruir a un zombi, pero conocía muchas, muchas formas de
destruir a los duendes.
Además…
Si tan solo la chica estuviera aquí.

Luego podrían haber golpeado a las criaturas con Luz Sagrada y
comenzar a abrir un camino a través de los monstruos aturdidos o
tal vez usar Purificar para encargarse de todos ellos de una sola
vez.
Debajo de su casco de metal, gruñó ante la idea, luego descargó su
molestia con el cadáver de un duende.
En otras palabras, lo derribó de una patada, le rompió la médula
espinal con sus pies y le robó el garrote de las manos.
"Ya no tiene sentido contar", dijo. Frente a los muertos
presionando por todos lados, ¿cuál fue el beneficio de saber
cuántos habías destruido?
Especialmente cuando esas criaturas muertas eran duendes.

Entonces el objetivo era simplemente para sobrevivir.
Un club. Esa es el arma para momentos como estos.
Goblin Slayer golpeó con el garrote, a derecha e izquierda,
confiando en la suerte para asestar sus golpes.
Cada vez que enviaba un cadáver de duende a volar, creando un

pequeño espacio, inmediatamente entraba en él y avanzaba.
Desprovisto de la premisa de que la muerte significaba quietud,
supo que tenía que salir de esta gran habitación.
Nunca volveré a pelear con duendes en un espacio abierto.

Lo recordó: para él había sido en el primer año. Cómo había
luchado por proteger una aldea. Al recordarlo, sabía que su
actuación había sido patética, pero aun así había aprendido mucho
de ello. Se había convertido en parte de su experiencia. Los
espacios reducidos eran su pan de cada día, aunque incluso eso
podía variar según el tiempo y la ocasión.
“¡Orcbolg! ¡Dirección del viento!"
Los miembros del grupo que había ganado desde entonces eran
mejores que él en otras cosas además de cazar duendes. La elfa, a
quien conocía desde hacía años, sintió el cambio instantáneo, sus
agudos receptores sensoriales captaron el movimiento de los
duendes del viento.
Ella apuntó. Miró hacia la oscuridad desde detrás de su visor y allí,

estaba seguro, había un pasaje.
"¡De esa manera!" dijo mientras abría de nuevo la cabeza de un
duende, pisoteando el cadáver derribado mientras avanzaba.
"¡Vamos!"
En el mismo momento en que gritó, casi al mismo tiempo, arrojó

su garrote con un movimiento casual. No era tan rápido como el
martillo de ese famoso dios del trueno ni la daga voladora, pero
era la manera perfecta de matar a un duende.
Mientras el objeto trazaba un arco en el aire, habrías tenido que

tener la visión de un centauro para evitarlo. Incluso con el
monstruoso campo de visión del vampiro, si lo registraba justo
antes de que atacara, ya era demasiado tarde. O tal vez no creía
que valiera la pena eludirlo, pero si era así, estaba equivocado.
El garrote golpeó al vampiro en la parte posterior de la cabeza,
rompiéndole el cráneo. Los huesos se rompieron audiblemente y el
cerebro emitió un sonido de aplastamiento. El interior de la cabeza
del vampiro salió volando como fuegos artificiales.
Ese único golpe le dio a Lizard Priest tiempo suficiente para
girarse— “¡Ja! ¡Madera simple!
Ups. No, no fue así.
Los ojos del vampiro ardieron brillantes incluso mientras limpiaba

la materia cerebral.
¡Explosión! ¡No sé qué me hizo pensar que usar duendes sería una
buena idea!
Sin embargo, sin que el vampiro lo supiera, mientras estaban

vivos, los duendes habían cumplido con creces su papel como
escudo. Si a ese alto elfo le hubiera quedado incluso un solo rayo
con punta de yema, ya habría atravesado su corazón.
Sin embargo, ninguno de los presentes era consciente de ese
hecho. Ninguno de ellos. "Ya veo", murmuró Goblin Slayer. "Él es
realmente un monstruo".
"¡Ahora lo entiendes!" el vampiro aulló y atacó con las garras que
crecieron de su mano. Quizás este fue el precio que pagó por sus
poderes regenerativos: su naturaleza bestial e inhumana, como la
de un murciélago o un demonio, se manifestó en él.
"Hrrnn... ¡ahhh!"
Lizard Priest golpeó el suelo con su cola, pateando las piedras con
sus grandes garras y lanzándose al aire. Sus vestimentas se
rasgaron con un riiip y los colmillos de dragón que llevaba como
catalizadores se esparcieron por todas partes.
Por un pelo: había perdido recursos cruciales, pero todavía tenía
vida. Y la bolsa mágica también estaba a salvo.
¡Pues!
En ese caso, este descendiente de los temibles nagas no tenía nada

de qué avergonzarse: ¡sólo tenía que vivir!
Por el momento, su única tarea era evitar ataques posteriores.
Necesitaría todo lo que tenía. Se agachó para evitar el inevitable
golpe, pero luego parpadeó; dos veces, de hecho, a causa de sus
membranas nictitantes.
El ataque no llegó.
Por un segundo, por un breve instante, el vampiro se quedó

inmóvil.
"¡Ah! ¡Piedad por la desgracia de los crurotarsi! Gritó el Sacerdote
Lagarto. No desperdició el precioso instante en pensamientos, sino
que saltó hacia adelante con toda su terrible fuerza. Eliminó a los
zombies de un solo salto, aplastando el cadáver de un duende bajo
sus pies mientras aterrizaba. Ni siquiera un duende vivo podría
haberse resistido a él.
Muerte desde arriba. Nadie podía medir la terrible fuerza y masa

de un hombre lagarto volador.
"¡¿Estás bien?!" gritó la Alta Elfa Arquera, palideciendo.
"De hecho, ¡por supuesto!" Lizard Priest se rió, empujando su largo
cuello hacia adelante. “¡Ahhh, Dios mío! ¡Quizás podríamos
llamarlo aquí mismo cuando haya triunfado en una batalla de vida
o muerte! Agarrando con cuidado la bolsa que contenía el bastón
de la Madre Tierra, Lizard Priest levantó la cola y corrió.
“No lo creo”, dijo la Alta Elfa Arquera, tratando de poner cara de
valiente mientras pasaba a su lado como el viento. "Quiero decir,
ya estaba muerto hace mucho tiempo, ¿verdad?" “¡Touché!” Gritó
Lizard Priest, y luego estuvo con sus compañeros una vez más.
Goblin Slayer estaba blandiendo una espada de hierro que le había

robado a un duende, trabajando con Dwarf Shaman para asegurar
el pasadizo. El Sacerdote Lagarto pasó junto a ellos, seguido por la
Alta Elfa Arquera y el Chamán Enano tras ella.
El último en llegar fue Goblin Slayer con su armadura sucia,

escabulléndose.
"... ¡Cosas malditas!" el vampiro maldijo, casi literalmente,
mientras pisaba los colmillos blancos a sus pies. Los aventureros
no se dieron cuenta de que sus ojos se habían fijado
temporalmente en los dientes mientras volaban por el aire. El
instante que le tomó contarlos, ese fue el instante que les dio la
vida a los aventureros.
El vampiro tuvo que contar los objetos dispersos que encontró. Era
una ley inmutable establecida por los dioses. Así era simplemente
como trabajaban los vampiros en el Mundo de las Cuatro Esquinas.
Si se rebelaba contra esa restricción, ya no sería un vampiro; se
convertiría en nada más que un cadáver.
Así funcionaba la magia. Esta criatura tenía un campo de visión

monstruoso y solo había pasado un instante, pero fue suficiente.
Ese fue el golpe decisivo. ¿Y qué lo había provocado? Destino y
azar.
Es decir, el esfuerzo incansable y la fuerza de voluntad de los

aventureros habían hecho realidad el resultado.
"¡Eek!"
Se escuchó un sonido como de troncos partiéndose y ambas lanzas
estallaron en astillas de madera. El grito de la niña ñandú se perdió
en el choque y desapareció antes de que alguien lo oyera. Sin
embargo, bajo la visera se sonrojó. ¡Gritar sólo porque el enemigo
la había golpeado!
El brutal impacto recorrió el lado izquierdo de su cuerpo, casi
arrojándola de la silla. Se apoyó en los estribos y agarró las
riendas, logrando sujetarlas. Ella no se cayó, excelente. Espera…
¿Fue excelente?
¡¿Tienes que preguntar?!
Si ella no ganaba, no tenía sentido. Sus ojos brillaron con espíritu

de lucha y hizo girar a su burro. Allí, al otro lado de la pendiente...
allí estaba él. El caballero todavía estaba sobre su caballo.
La niña gritó: "¡¿Puntos ?!"
"¡Un punto!" dijo el Chico Mago, que llegó trepando, agarrando un
fresco lanza. Se lo tendió. Dentro de los límites de su visor, apenas
podía ver las banderas levantadas para indicar el número de
puntos. “¡Pero gracias a mi pequeño discurso, la multitud está de
nuestro lado!”
"¡¿Así que lo que?!"

“¡Así que subjetivamente estamos empatados!” Dijo Wizard Boy
con una sonrisa amarga. "Después de todo, su lanza también se
rompió".
Rhea Fighter hizo un enojado "hrm" debajo de su casco.
Por un segundo, el niño pensó que estaba herida, pero luego se dio
cuenta de que la reacción era emocional.
“¿Qué, estás molesto?” preguntó.
“No estoy molesto. Estoy seguro de que tendrá algún tipo de

excusa”. "Ahhh..."
Como si tal vez hubiera sido suave con ella porque era un ñandú.
Eso sería difícil de digerir; eso, Wizard Boy podía entenderlo.
"Quiero ganar esto. En el mérito. ¡Y sin preguntas!
“Entonces será mejor que lo azotes de verdad”, dijo el niño,
entregándole la lanza. Le dio unas palmaditas en el casco, golpe,
sólo una vez.
"¡Bien!" -dijo asintiendo enérgicamente, y luego se inclinó hacia

adelante en los estribos. No podía olvidar darle una palmadita en el
cuello a su fiel montura y felicitarlo por el trabajo bien hecho. Él
estaba trabajando tan duro como ella; era un simple burro y la
había llevado hasta aquí contra caballos de guerra entrenados.
¡No vamos a perder ahora!
Llena de nueva determinación, la chica ñandú preparó su lanza.
En cuanto al caballero, parecía tan tranquilo como cualquier otra
cosa. (Bueno, no es que pudieras saberlo con la visera bajada.)
Perezosamente levantó su lanza hacia ella, como si no le importara
si ganaba o no.
No me gusta.
Sí, a la chica rhea no le gustó nada. Él había intercambiado lanzas,
pero ella no sentía
cualquier cosa de él.
Sé que no soy mi abuelo, pero aun así.
Su querido abuelo fallecido, que había ido al gran calabozo bajo la

montaña, podría haber sentido el impulso asesino del caballero o al
menos su espíritu guerrero o algo así. La modesta muchacha
ñandú, sin embargo, aún no había llegado a ese punto. Pero no
obstante…
Él piensa que no puedo hacer esto.

Sabía que eso era lo que tenía en mente su oponente. Pensaba que
los ñandúes eran criaturas pobres, pequeñas y débiles que
necesitaban protección. Pensó, por tanto, que el El hecho de que
ella hubiera llegado tan lejos fue gracias a su propia intercesión,
sus victorias solo eran una excepción a la regla. El golpe que
acababa de conseguir no entraría en su consideración; en otras
palabras, ella no era digna de siquiera pensar en ella.
En algún lugar había algo casi parecido a la compasión. Casi, pero
no del todo.
Ser considerada como alguien que ni siquiera estaba allí... eso

enfureció mucho, mucho a la chica rhea.
Era de la misma manera que la gente del condado se había
mantenido alejada de ella mientras ella andaba agitando su bastón,
esforzándose por ser una luchadora.
¡Voy a mandar su trasero a volar! Simplemente no se sintió bien.
“¡Eeeyaaaahh!”`
Casi antes de que el juez hubiera ondeado la bandera, ella dio un

gran grito y espoleó a su montura, lanzándose hacia adelante. El
parloteo de los espectadores desapareció, al igual que los gritos del
niño mago detrás. Dentro de los límites de su visor, su visión se
redujo a un solo punto, acercándose a su oponente.
Apretó los dientes y levantó el peso con el brazo derecho. Su
cuerpo se tambaleó. Ella se levantó en la silla.
Se apoyó en los estribos, agarró las riendas con tanta fuerza como
pudo, se hizo aún más pequeña y empujó la lanza hacia adelante.
Esta era una de las formas que había usado una y otra vez desde
que comenzó el torneo.
En cualquier otra contienda, el resultado habría dependido del

estudio que su oponente hizo de su oponente. Sin embargo, era
poco probable que el caballero estuviera pensando en esas cosas.
Simplemente tenía demasiada confianza: creía que un ataque
casual desde arriba era la manera de lidiar con enemigos
pequeños.
Mientras cruzaban las lanzas, los ojos de la niña se abrieron como

platos. Su lanza funcionó. El arma de su oponente se acercó.
Sería una falta de respeto llamarlo fruto de mucho entrenamiento
por parte del caballero, y ciertamente no fue un error de la chica
Rea.
Eran simplemente las pepitas de los dados del Destino y el Azar.
“¡¿Eeee?!”
Hubo un estrépito metálico y la niña sintió que salía volando.
No, fue arrojada hacia atrás en la silla como una marioneta
desechada, pero aún estaba a salvo. Sus pies en los estribos
simplemente la mantuvieron en su lugar.
El resto de ella, sin embargo, estaba en mal estado. El shock fue
como si la hubiera golpeado un animal salvaje o un ariete; el
instrumento pudo haber sido un
lanza de competencia, pero el golpe aún fue muy poderoso. Su
armadura pintada de blanco estaba estropeada; la lanza había
atravesado su visor, dejándolo inútil.
Si no lo hubiera tenido, se habría encontrado en un estado

realmente terrible. Por otra parte, incluso con la visera, siempre
estaba ese rey que había sido asesinado por un trozo de madera
errante.
Con un poco menos de suerte (con un fallo crítico, digamos) ese
podría haber sido su destino.
La multitud observaba con gran expectación cualquier señal de
vida de la niña, que estaba sentada inmóvil sobre su burro.
Incluso si sobreviviera, este sería un resultado costoso. Porque su
coraza se había deslizado, dejando al descubierto su armadura
pegada a su pecho para que todos la vieran. Las curvas, intactas,
se movían hacia arriba y hacia abajo al ritmo de su respiración, a
pesar de que estaba boca arriba sobre su burro.
Parecía que no podía respirar. Buf, buf. Era sólo aire, gimiendo
dentro y fuera de sus labios.
El cielo... Nunca se vio tan azul...

Su cabeza daba vueltas, sus pensamientos se sentían a medio
formar. Su visión era borrosa. Más allá de su visera arruinada, vio
al niño boca abajo. Él estaba apretando el puño, tratando de evitar
que ella saltara y gritara algo.
¿“No te caigas”?
“¡¡¡……!!!”
Entonces los ojos de la niña se abrieron como platos, como si le

hubiera caído un rayo, apretó sus escrupulosamente formados
músculos abdominales y se sentó en la silla.
"Hn... ¡Jaaa!"
Encontró un grito en sus labios. Eso estuvo cerca. Ella sacudió la
cabeza con fuerza.
Se sentía tan, tan pesado.
¡Argh!
Se quitó la armadura que colgaba sin fuerzas de su cintura

escapular y luego cogió su casco. La visera estaba deformada; ella
podía levantarlo pero apenas. Reunió fuerzas y se arrancó el casco
de la cabeza.
"¡Hoo!" Ella exclamo. Se sentía como si hubiera estado atrapada

allí durante horas, aunque sólo habían sido cuestión de minutos. Se
apartó el pelo, pegado a ella por el abundante sudor de sus
mejillas y frente, y contuvo el aliento.
Una atronadora ovación saludó su seguridad y el juez izó una

bandera en el rincón del paladín.
Nada de eso le importaba a la chica. Ella simplemente agitó su
puño hacia su compañero, el niño. Él la vio y asintió; ella respondió
asintiendo con la cabeza y Luego se dio una palmada en las
mejillas tan fuerte como pudo.
¡Maldición! ¡Esa fue una demostración patética!

Si su abuelo o su mentor hubieran visto eso, ella nunca lo habría
superado. Ella apretó los dientes por la vergüenza y luego miró
fijamente a su oponente.
El paladín sacudió la cabeza y murmuró: "Sabía que este torneo

era intrínsecamente bárbaro..." ¿Alguien lo escuchó? ¡Sólo sirve
para convertir a los ñandúes y a otros pueblos similares en objeto
de miradas curiosas y también para hacerles daño! Debería
eliminarse inmediatamente”.
Ni las palabras ni las opiniones del caballero habrían importado a la

mayoría de las personas en las gradas... y ciertamente no a la
chica rhea.
Comenzó silenciosamente, como una onda. Los gritos y vítores
cesaron, reemplazados por murmullos de confusión y
consternación que poco a poco fueron aumentando.
No estaba claro quién lo vio primero, pero Rhea Fighter solo se dio
cuenta después de que Wizard Boy lo hiciera.
"…¿Eh?"
Había girado su montura para cambiarse de armadura (bueno, no

es que tuviera una, pero tal vez él pudiera blandir algo) y una
lanza nueva, para encontrar al Chico Mago apuntando hacia arriba.
¿En los asientos de espectadores? No, más alto que eso. ¿El otro
lado del coliseo?
"El cielo…?"
Su mirada se elevó hacia el cielo que había contemplado un

momento antes. La blanca luz del sol atravesó el azul. Vio nubes
acumulándose, blancas y grises, oscuras y claras, y entre ellas,
una colección de manchas negras. Mientras observaba, se hicieron
más grandes, hasta que pudo ver las alas, las garras, los colmillos
y los ojos brillantes...
“¿Monstruos…?”
El coliseo estalló en gritos.

§
“¡Sí! ¡Huyo... por vergüenza! Lizard Priest aulló con vitriolo inusual
mientras deslizaba su enorme forma hacia la sombra de un pilar.
“¡Si los nosferatu son los reyes del horror, entonces los temibles
nagas son los reyes de los monstruos!”
A pesar de su autocensura, había sufrido más que heridas

pasajeras. Podía soportarlos gracias a su gran fuerza y sus
escamas, que le daban una capacidad incomparable para seguir
adelante en el combate.
Satisfecho de que las heridas de Lizard Priest no iban a ser un
problema, Goblin
Slayer dijo en voz baja: “Pareció detenerse antes. ¿Qué hiciste?"

"No hice nada. Sin embargo, se oye que los vampiros tienen una
serie de debilidades…”
“No sé mucho sobre eso”, dijo la Alta Elfa Arquera mientras ataba
una venda alrededor de las heridas del Sacerdote Lagarto,
anudándola con un movimiento elegante y hablando tan rápido
como se envolvía. "Se supone que son débiles a la luz del sol, pero
no se encuentra mucho de eso en los templos humanos".
"¿Por qué?"
"¡Porque entonces incluso los aficionados más estúpidos atacarían,

pensando que podrían encargarse de las cosas y ser mordidos!" El
chamán enano tomó un trago de su vino de fuego y lanzó una
mirada sucia más allá del pilar mientras hablaba.
Incluso como zombis (quizás especialmente entonces), la principal

amenaza de los goblins era su número. Sin embargo, se movían
más lentamente, más pesadamente y con menos agilidad que en
vida. El vampiro no parecía dispuesto a enviar a los zombis volando
hacia ellos. Quizás tuviera algo que ver con su sentido de la
estética.
“Ustedes los humanos tienen los peores hábitos”, dijo la Alta Elfa
Archer, acariciando suavemente las escamas vendadas y riéndose
entre dientes mientras movía las orejas. "Aprendes una pequeña
cosa y crees que has descubierto la verdad del mundo entero".
"Lo sé muy bien", dijo Goblin Slayer muy seriamente.
Allí estaban, tomando un descanso y charlando un poco a pesar del

inminente ejército de muertos.
A menudo se dice que los períodos de descanso de los aventureros
se pueden dividir en dos tipos: descansos largos y cortos.
Dependiendo del momento y la situación, un descanso podría durar
tan solo cinco minutos, y ese era ese momento.
Este era un grupo que siempre había dependido mínimamente de

Minor Heal. Para revivir, bebían pociones de resistencia o comían
los productos horneados élficos que les proporcionaba su arquero.
“Ah. Este pan élfico es comestible hasta donde llega, pero es un
poco… liviano”, se quejó el chamán enano. Algo deficiente como
acompañamiento del vino”. Se sacó algunas migajas de la barba.
“¡Podría desear un pollo asado!”
“¿No te gusta? ¡Entonces no te lo comas! Dijo la Alta Elfa Archer,

lamiendo las migajas de sus dedos y de alguna manera todavía
luciendo elegante al mismo tiempo. “No puedo evitar desear que la
niña estuviera aquí. Ya ha tratado con un vampiro antes”.
"Sí." Goblin Slayer vertió el contenido de una pequeña botella a

través de las rendijas de su visor y luego asintió. “Ella me dijo lo
mismo. Aunque ella no hablaría mucho de eso”. Luego, susurró:
"Ella es una aventurera mucho más consumada que yo". Esto

estaba teñido de alegría cuando cada persona allí pudo escuchar. Si
la Sacerdotisa hubiera estado con ellos en ese momento...
“Nuestro clérigo no es dado a alardear ni está acostumbrado a
elogios efusivos”. Seguramente se habría sentido complacida. Los
ojos de Lizard Priest giraban alegremente en su cabeza. Luego se
estiró, torciendo el cuello para comprobar cómo se sentía después
de los primeros auxilios. "Creo que esta ocasión se convertirá en
una experiencia valiosa".
"¡Ese vampiro es el problema!" dijo el chamán enano, que estaba

sentado en una postura de loto como si meditara. Apoyó la barbilla
en el puño y parecía muy perturbado. "No creas que estoy hecho
para eliminar a ese tipo de mierda, CortaBarbas". Tomó otro largo
trago de vino y luego fijó la mirada en el casco de Goblin Slayer.
“No puedes decirme ahora que no sabes sobre vampiros. ¡No lo
creeré!
“Los conozco”, respondió Goblin Slayer asintiendo. "Pero no

mucho."
"¡Bueno, eso es un alivio!" Dijo la Alta Elfa Arquera, mitad

exasperada, mitad divertida. “Tenía miedo de que simplemente
fueras a decir” (y aquí ella bajó la voz) “Sé que no es un duende”.
“Bueno, no lo es”, fue la respuesta muy seria.
La Alta Elfa Archer ocultó una risita, pero no muy bien. Uno sólo
podía imaginar cómo se habría sentido el propio vampiro al
escucharlo.
La traviesa imitación de su propia voz pasó desapercibida para
Goblin Slayer, pero no el cambio en el humor del grupo. Se dio
cuenta de que, aunque todos permanecían alerta, también estaban
relajados y relajados.
Estoy agradecido por eso.

Normalmente... sí, se estaba volviendo normal, descubrió;
normalmente, no habría sido así. El que era sensible a cómo se
sentían todos, que repartía comida y agua, que prestaba primeros
auxilios, pensaba detenidamente y mantenía la conversación fluida
era el clérigo.
Cada uno de ellos
compensó un poco el relevo, por lo que el grupo pudo funcionar
con normalidad.
No podría haber hecho esto.

Si, en su ausencia, la unidad del partido hubiera disminuido, no
habría sabido qué hacer.
En lugar de reflexionar sobre lo imponderable, Goblin Slayer centró
su atención en el problema en cuestión, y un vampiro era, en
efecto, un problema sustancial.
“¿Cuántos hechizos te quedan?”

“Uno o dos, diría”, respondió el chamán enano.
Lizard Priest se ofreció a decir que a él le pasaba lo mismo, y su
larga cabeza se sacudía de un lado a otro. “Dejé caer mis colmillos.
Tal vez pueda conjurar una sola
Guerrero Diente de Dragón en el mejor de los casos”.
“Lo que necesitamos son algunos números”, murmuró la Alta Elfa
Archer. Dio unas palmaditas a su aljaba, repleta de flechas
desgarradas, y se encogió de hombros.
"Si hubiéramos podido dispersarnos un poco más, podría haberse

detenido de nuevo".
“Pero no sabemos por qué. Y si lo hiciéramos, no podríamos confiar
en ello”, dijo Goblin Slayer.
"Eso es cierto", dijo honestamente la Alta Elfa Arquera. Ella no

había hablado tan en serio con el comentario. Las flechas eran su
dominio y su papel era el de guardabosques. No tenía mucho que
aportar en reuniones estratégicas como ésta.
Goblin Slayer tuvo la intuición de que ella debía, entonces, haber

tenido alguna razón para hablar ahora. Sin embargo, antes de que
él pudiera decir algo, ella lo rechazó. "Está bien. Estoy bien. Son
flechas de duendes, pero al menos puedo disparar con ellas”.
"Suficientemente bueno. Quizás algo de pólvora”, reflexionó Goblin

Slayer. "Después de todo, dijiste que era débil a la luz del sol".
"Estás pensando en atravesar el techo", dijo el chamán enano,
entendiendo rápidamente. Ignoró el ceño fruncido de la elfa
arquera y miró hacia arriba. El techo del pasillo estaba justo
encima de ellos, pero el de la gran habitación era mucho más alto,
tan por encima de sus cabezas que estaba envuelto en oscuridad.
De hecho, había pasado mucho tiempo y había recorrido una gran
distancia excavando con Tunnel.
Hablando con la experiencia de un enano, la intuición de un pueblo

tan cómodo bajo tierra como sobre ella, dijo: “No podría garantizar
que haya cielo abierto sobre este templo, y no estoy seguro de
poder llegar allí con qué Me queda.
"Ya veo", entonó Goblin Slayer. Quizás sólo un elfo oscuro podría
haber desafiado a un enano cuando se trataba de opiniones sobre
asuntos subterráneos. Goblin Slayer, por su parte, confió en el
juicio de Dwarf Shaman y no hizo ninguna pregunta.
En cambio, dijo: "Quizás podríamos quemar a la criatura".

“Quémalo”, repitió la Alta Elfa Arquera.
"Los no-muertos deberían atrapar bien", dijo el chamán enano.
“Después de todo, están muertos”.
“Es decir… ¿esa cosa es un cadáver?” Preguntó Goblin Slayer. Hubo
un destello de inspiración, la luz del Dios del Conocimiento, en su
mente. "Entonces no tiene vida".
“Supongo que podrías decir eso, claro”, dijo el chamán enano,

acariciándose la barba pensativamente. Sí, era razonable. Nadie
diría que esa cosa estaba viva. “De hecho, hubo un Señor Vampiro
que apareció en la capital hace unos diez años,
y de hecho lo llamaron el Rey Sin Vida”. En ese caso.
Desde detrás de su visor, Goblin Slayer miró a sus amigos. Sus
amigos. Todavía no estaba acostumbrado a pensar en ellos así.
Fue un poco decepcionante que su sacerdotisa no estuviera aquí.
Pero al mismo tiempo fue algo bueno.
Ella estaba de aventuras en la capital en ese momento. Un

aventurero maravilloso, mucho más de lo que jamás podría aspirar
a ser. Había arrastrado a todos los demás a su propia aventura, un
hecho que Goblin Slayer encontró inquietante.
Pero si ese es el caso...
“Tengo un plan”, dijo. "Vamos a hacerlo."
…entonces tengo que ganar.
"¡Por favor, retrocede!"

La sacerdotisa reaccionó de inmediato; ella se movió con precisión.
Una exhibición brillante si alguna vez la hubo.
Utilizó su bastón de resonancia, que tintineaba con cada
movimiento; se asomó desde el palco real y lo empujó hacia
adelante.
“¡Oh Madre Tierra, llena de misericordia, por el poder de la tierra

concédenos seguridad a nosotros que somos débiles!”
En ese instante, el monstruo alado que se había lanzado hacia ella
fue empujado hacia atrás por un campo de fuerza invisible y cayó
por el espacio.
“¡¿GAAAARGO?!”
“¡¡GARGOOO!!?”
Uno, luego dos de ellos. La sacerdotisa podía sentir el impacto cada
vez que chocaban contra el campo de Protección, pero se mantuvo
firme.
No tuvo que sentir que se le erizaban los pelos de la nuca para

saber que los puntos negros que llenaban el cielo azul eran
monstruos, porque la experiencia aún vivía dentro de ella: la
experiencia de la batalla que la había envuelto en la fortaleza. .
Cuerpos como piedra. Garras, colmillos y alas. Esos son…
“¡¿M-monstruos…?!” Dijo la granjera, aterrorizada. “¡¿Son esos
demonios?!” "¡No!" La sacerdotisa respondió. "¡Son gárgolas!"
Era la primera vez que los veía fuera del Manual de Monstruos. Sin
embargo, incluso ella, que apenas había tenido aventuras
adecuadas, fue capaz de
Mantente más tranquilo que la vaquera.
¡Afortunados aquellos que nunca habían experimentado que
monstruos invadieran su hogar!
“¡¿GGOOYYYYLEE?!?!”
Otra de las criaturas se estrelló contra la barrera de Protección y la

Sacerdotisa sintió un hormigueo en las manos.
Todo está bien.
Ella podría soportarlo. Ella todavía podía aguantar. No había ningún
problema para ella, pensó. Pero…
El caos ya se estaba extendiendo entre los espectadores, los gritos

de la multitud se mezclaban con los rugidos de los monstruos. Vio
lo alertas que estaban sus guardaespaldas y asumió que la
seguridad alrededor de la audiencia también estaba alerta.
Después de todo, los monstruos no vinieron simplemente del cielo.
¿Y si estuvieran entre vosotros? ¿Detrás de ti? ¿Qué harías?
“¿Qu—?” Llegó la voz tensa de la chica del gremio. "¡¿Qué
hacemos?!"
El suyo no fue el grito de alguien presa del pánico sino la pregunta
enfática de alguien decidido a hacer algo.
La sacerdotisa empezó a calcular mentalmente, pensando rápido.

El aliento entró por sus delicados labios y luego volvió a salir.
"Un plan, ¡tengo un plan!" gritó para que pudieran oír detrás de
ella; porque no tuvo tiempo de darse la vuelta cuando otra gárgola
se arrojó contra su barrera. “¡Ve a la puerta! ¡Mantenlo cerrado!
“¡S-sí, está bien…!” Dijo la granjera, devuelta a su sano juicio por
las órdenes de la sacerdotisa.
El palco real era, bueno, literalmente una especie de palco, y tenía

una puerta para entrar y salir. En lugar de salir corriendo al pasillo
en un intento de escapar, sería mejor quedarse aquí y esperar el
rescate. No es que, por supuesto, la granjera hubiera pensado tan
lejos. Era simplemente que la sacerdotisa le había dado
instrucciones, y la granjera no era del tipo que se entretiene.
“Um, uh… ¡Una silla! ¡Necesitamos una silla aquí! ella dijo. "¡Agarra
ese!" "¡Estoy en ello! ¡Sigamos juntos!” Respondió la chica del
gremio.
"Uno dos-!"
La granjera, al igual que la sacerdotisa, no tuvo tiempo de mirar

atrás, pero aún así ella y la muchacha del gremio pudieron
construir una tosca línea de defensa.
La hermana del Rey había utilizado un milagro para levantar una

especie de muro, y sus damas de compañía estaban trabajando
para establecer defensas; así se veía desde el exterior. Los
soldados, que habían sentido que toda la escena se volvía más
irreal a cada segundo desde el momento en que las gárgolas
atacaron, finalmente entraron en acción.
“¡Perdón que llegamos tarde! ¡Ayudemos!

"¡Gracias, nos vendría bien!" Dijo la chica del gremio.
Ya sea que estuvieras capacitado o no, responder de inmediato era
algo difícil de hacer. Incluso los aventureros, cuya vida diaria
implicaba ponerse en peligro su vida y su integridad física, a veces
podían ser tomados por sorpresa.
"¡Tenemos este lado presionado!" gritó uno de los soldados.
"¡Gracias!"
La sacerdotisa exhaló cuando otra gárgola cayó de golpe.

La granjera había estado en medio de un asalto de duendes antes,
y antes de eso, había habido un ataque a la granja. Por encima de
todo, sabía que la sacerdotisa era una joven fuerte. Entonces todo
estaría bien. Tenia que ser. Ella se consoló con eso...
¡No tengo ningún plan! Pensó la sacerdotisa, tratando de pensar lo

más rápido que podía. Una sola gota de sudor trazó una línea por
su frente y luego viró hacia su mejilla.
“¡Su Alteza, esto es peligroso! ¡Por favor, debes ponerte a salvo!
gritó un soldado.
"No-"
¿No?
La sacerdotisa se apresuró a negar con la cabeza al soldado, pero

de repente se detuvo. Casi se llevó el dedo a los labios, su hábito
característico, pero en lugar de eso agarró el bastón aún más
fuerte para dominar el impulso.
Si estuviera aquí, ¿qué haría? ¿En un momento como este? ¿Había

algo en su bolsillo?
Eso es todo… lo veo.
Su mano no estaba en su bolsillo. No podría ser. Sus dos manos

delicadas y poco confiables agarraban desesperadamente su
bastón; no tenía otros.
Hubo un sonido agudo de inhalación cuando la Sacerdotisa tomó
todo el aire que su pequeño pecho podía contener y centró todo su
espíritu y atención en los cielos.
“¡Oh Madre Tierra, llena de misericordia, concédenos tu luz

sagrada a los que estamos perdidos en la oscuridad!” ella lloró.
“¿¡¿GGAAAAAAARRG?!?!!!!?!?”
Una luz brillante y santa, cegadora, llenó el palco real y se derramó

hacia el coliseo. La gárgola más cercana ocultó su rostro y gritó,
dando vueltas mientras
volvió a ser un trozo de piedra.
Cayó, bueno, como una roca, estrellándose contra los asientos de
abajo y haciéndose añicos, pero eso tenía un lado positivo.
El repentino estallido de luz sagrada había atravesado el caos de
abajo, atrayendo todas las miradas de la multitud. Las miradas de
los espectadores se desviaron de su carrera y su huida
desordenada y se dirigieron hacia el palco real.
¿Quien era ese? ¿Era esa la princesa? Nadie había oído hablar de
que le hubieran concedido ningún milagro...
El murmullo comenzó en voz baja; Después de un momento, fue
tragado.
"¡Como sacerdotisa de la Madre Tierra, tengo una petición!" Dijo la

sacerdotisa, en voz alta, clara y confiada a las personas de abajo.
“¡Todos los aventureros que estén aquí ahora, préstenme su
ayuda!”
Eso fue todo lo que dijo, pero el efecto fue dramático. Los
aventureros, que se habían enfrentado cada uno a las gárgolas por
su cuenta, aislados, se miraron entre sí.
Sólo habían venido aquí para ver el espectáculo. Si algunas chispas

cayeran sobre ellos, las alejarían, no era más que eso. Pero esto
fue diferente. Se lo habían preguntado personalmente. Por la
princesa de toda la nación. Ella les había pedido que la ayudaran a
lidiar con los monstruos. Y en ese caso, entonces esto...
¡Esto es una aventura y nada más!
"¡Está bien! ¡Empecemos por el grande!

“¡Primeros remeros, por aquí! ¡Protege a los lanzadores de
hechizos y a los clérigos!
“¡Tengo magia! Y milagros... bueno, sólo los de Dios del Comercio,

¡pero aún así! “¡Si tienes Reverse, seguro que te resultará útil!”
Los grupos comenzaron a llamarse entre sí, los aventureros
individuales comenzaron a formar equipos y personas que nunca
antes se habían conocido comenzaron a trabajar juntas.
"¡Sí!" dijo la Sacerdotisa, que los había visto a todos cuando estaba
lanzando Luz Sagrada. Ella sonrió. Luego dijo: “¡Todos los demás,
mantengan la calma y evacúen de manera ordenada! ¡Los guardias
te ayudarán!

Se dieron órdenes, volaron instrucciones. La gente empezó a
confiar en los soldados, quienes los guiaron fuera de la confusión y
los llevaron a un lugar seguro. Los guardias, que habían entrado en
pánico cuando los monstruos atacaron, comenzaron a recuperar la
compostura y la coherencia. Sí, la situación era peligrosa, pero no
fatal. “Fantástico, fantástico trabajo…”, dijo Guild Girl con un
suspiro de alivio y una voz
lleno de admiración.
La vaquera se quedó con los ojos abiertos; sólo pudo encontrar

una palabra para describir lo que había visto: “¡Increíble…!”
“Ji-jee…” La sacerdotisa sonrió con solo una pizca de timidez, pero
luego tensó sus mejillas nuevamente, forzando la sonrisa a
desaparecer. "¡Es sólo porque Goblin Slayer, y todos los demás,
me han enseñado mucho!"
Así es... Si no te quedan manos, ¡solo tienes que pedir prestadas

algunas!
"Ay... ¡Ay!"
Eso estuvo muy bien, pero no todos fueron capaces de lanzarse
inmediatamente a una acción tan distinguida.
La pelinegra sintió el enorme trozo de piedra rozarla al pasar por

encima de su cabeza: se agachó y rodó para evitarlo. Fue una
decisión muy reñida. Si hubiera llevado sombrero, es posible que
no hubiera sobrevivido. Después de pensarlo un segundo, se
levantó la diadema protectora. Había decidido actuar y ésta sería la
mejor defensa. Sí, esto fue lo mejor.
Se escabulló entre los asientos de los espectadores y luego lanzó

una espada que era casi más larga que ella.
"Hola... ¡sí!"
La hoja cortó el aire, wumph, wumph. Por supuesto, no pudo
alcanzar al monstruo que flotaba arriba. La criatura roja se apartó
del camino y luego volvió a lanzarse por el aire.
“¡¡¡AAAARREEMMEEEEERRRRR!!!!!”
"¡Eeek!"
La chica con el nombre del remolino primitivo volvió a rodar,
evadiendo el golpe mortal desde arriba. Se deslizó entre los
asientos una vez más, corriendo para encontrar una posición
diferente. Los movimientos del monstruo eran irregulares y muy
impredecibles. Entonces se detuvo y observó, observando cómo se
movía, evadiendo cuando atacaba.
Muévete, espera, ataca, esquiva. Ese era todo su enfoque mientras
continuaba con el
luchar. Ella no tenía ninguna idea brillante. Simplemente había
decidido hacer todo lo que pudiera, lo mejor que pudiera.
“¡Sí! ¡Hola! … ¡Ack! ¡¿Quéaa-?!”
Si pudiera atraer incluso un enemigo hacia ella, ayudaría a los

demás. Ese era el único pensamiento en su cabeza y no se
equivocaba.
La espada del esgrimista ñandú cantó, seguida de una lanza
bermellón que valoraba la justicia, y la chica mitad dragón que
planeaba matar a un dragón aulló.
Algunos de los aventureros aquí eran conocidos; otros no lo eran.

Todos habían venido desde cada una de las cuatro esquinas para
estar en este coliseo. Y uno de los monstruos que se habría movido
para abordar a esos aventureros no lo hizo, porque fue
inmovilizado por esta chica con el nombre de una tormenta.
La batalla que se extendió entre los asientos de los espectadores

fue un asunto brutal, pero el pueblo tenía la ventaja.
En cuanto a la muchacha, difícilmente podría decirse que se
distinguiera. Era patética, incluso tonta, pero estaba desesperada.
"Por qué tú…!"
Sangraba por un rasguño, pero en sus ojos y en la varita mágica

en su pecho, había una chispa inconfundible.
Esta fue su aventura. Y si eso fuera cierto, entonces…
“¡Magna…nodos…facio! ¡Forma, unión mágica!
…los jugadores celestiales ciertamente no se apartarían de su lado.
Palabras de unión retumbaron desde algún lugar y, con un crujido,
las alas del monstruo quedaron atadas.
La chica emitió un sonido que no era del todo un "¡¿qué?!" y no fue

exactamente un "¡oh!" Miró hacia arriba y vio a dos aventureros.
"Está paralizado, ¡hazlo!" gritó una joven que parecía ser una
maga. En ese momento, la pelinegra creyó ver una brisa colorida
pasar a su lado.
Esta brisa también tenía la forma de una mujer joven, y se escuchó

un terrible ruido chirriante. Antes de que la pelinegra pudiera darse
cuenta de que era el sonido de unos pies rompiendo la piedra
debajo de ellos, hubo un grito:
"¡Diiiii!"
El grito fue tan agudo como el de cualquier espada, y junto con él,
una larga pierna arremetió contra las alas del monstruo. Se
convirtieron en polvo y la criatura roja sucumbió a la gravedad.
Sin embargo, seguía siendo peligroso ya que seguía luchando a

pesar de que la mitad de su cuerpo había quedado reducido a
escombros. "¡Ups! ¡Ah! La niña levantó una espada que parecía
muy pesada y gritó “¡Yaah!” y lo golpeó contra la criatura. La
enorme arma, pulida con cuidado todos los días, hizo un estruendo
tremendo cuando se estrelló contra la cabeza de la criatura,
pulverizándola.
Incluso entonces, la niña no estaba segura de que el monstruo

estuviera muerto. Ella respiró hondo desesperada. Le temblaban
las manos, se quedó congelada como paralizada y el sudor le corría
por la frente. Lo secó vigorosamente con el brazo.
"Excelente trabajo." El compañero de la mujer, el mago, agitó

perezosamente una mano. Sólo entonces la pelinegra se dio cuenta
de que el mago estaba parado frente a ella.
"¡Oh! ¡Um...um! Miró a la otra mujer y una simple palabra pasó por
su mente: belleza. Creyó haber entendido la palabra antes, pero
ahora se dio cuenta de que no sabía nada. La persona frente a ella
vestía un traje de hombre y, por muy atractiva que pareciera, era
sin lugar a dudas una mujer hermosa.
Ella es maravillosa…
Ese pensamiento no hizo que la niña olvidara lo primero que tenía

que decir. "¡Muchas gracias!" Hizo una profunda reverencia y la
mochila que llevaba a la espalda se movía y traqueteaba mientras
lo hacía. Ella se sonrojó furiosamente, pero la otra mujer la
sorprendió.
"No tienes nada de qué avergonzarte", dijo y se arrodilló para

quedar frente a frente con la chica más pequeña y de cabello
negro. Sólo entonces la niña se dio cuenta de que la otra mujer
sólo tenía un ojo. Era agudo y perspicaz, pero también tenía una
calidez amable. Como la persona del concurso de mazmorras,
pensó. “Sobrevives, das un paso adelante. Un paso a la vez. Sigue
moviéndote”.
Sí... Eso puedo hacerlo.

"Esa es... una especie de mi especialidad".
"¡Muy bien!" La mujer sonrió y sus hermosos y claros ojos miraron
fijamente a la niña, recordándola.
Ver a una mujer mayor tan encantadora desde esta proximidad

naturalmente hizo que la niña se sintiera un poco de mal humor.
¿Podría… ser como ella?
¿Podría llegar a ser tan hermosa, tan maravillosa? Le resultaba

difícil imaginarlo. “Uh, um…”
"Oh, perdóname". La mujer volvió a sonreír con esa deliciosa
sonrisa y luego se apartó el cabello que ocultaba su ojo. "Me
acabas de recordar a alguien que conozco".
"Alguien que usted conoce…?"
"Mmm."
No es que él estuviera aquí. Más probable-
"Ese chico está cazando duendes en alguna parte". Aunque era
demasiado mayor para esas cosas.
Wizard Boy tuvo un pensamiento: era bueno que ese hombre no

estuviera aquí.
“Sabía que no podíamos dejarle las cosas a ese rey nuestro. Él
invitó a este problema”, refunfuñó el caballero, pero Wizard Boy lo
ignoró y miró alrededor del torneo, con la mano en lo que
mantenía en su cadera.
Una bandada de monstruos, gárgolas, estaba atacando los asientos

de espectadores y el palco real. Acababa de ver a alguien aplastar
a uno de ellos. Bastante buen trabajo.
Ese era de color rojizo. ¿Crees que era una especie de demonio de
fuego…?
Entonces probablemente se trataba de algo bastante serio, pero no

era el momento de reflexionar. La mayor parte de la atención del
Chico Mago se dirigió hacia la chica, que estaba en el campo de
combate, y sobre la gárgola encima de ella. La forma en que giraba
le hizo pensar al niño en un buitre o un zopilote.
No es que haya visto ninguno de esos.
No sabía si realmente volaban sobre cadáveres. Tal vez lo

descubriría algún día.
Si los buitres no dejaban escapar a sus presas, pues esta gárgola
tampoco. Tenía inmovilizados tanto a la chica ñandú como al
caballero.
Entonces sólo hay una cosa que hacer.

Por segunda vez, se alegró de que ese tipo no estuviera allí. No
habría admitido bajo tortura quién fue el que le había inculcado el
hábito de recoger siempre cosas para tirar.
En la mano de Wizard Boy había un boomerang.

Su mentor le había dado pena por eso: era magia infernal, magia
prohibida, un hechizo de una tierra extranjera.
¿Así que lo que? ¡¿A quién le importa?!
El chico dio un paso adelante, luego dos, ganando impulso, y luego
dejó volar la cosa.
“¡¡GARRRGG!!”
Sin embargo, por muy buenos que sean los humanos lanzando
cosas, nunca recibirían un golpe el 100 por ciento de las veces. El
chico no sabía si Las gárgolas sintieron emociones, pero cuando se
apartó del camino de su boomerang, habría jurado que se estaba
riendo de él.
Pero el niño también se reía. “¡Iacta! ¡Sacudida!" él gritó.

Todo su cuerpo brillaba de un verde tenue con energía mágica. El
objeto de la palabra de verdadero poder que tejió con su boca no
fue el boomerang sino la brisa que soplaba.
¿Qué mago digno de ese nombre no conocía el verdadero nombre
de al menos un viento pasajero?
La trayectoria del bumerang tomó un giro imposible, girando.
“¿¡¡¿GOYYYYYY?!!!?!!?”
En las garras del viento, el boomerang hizo exactamente lo que el

niño quería, cortando el aire y golpeando las alas del monstruo,
que se vaporizaron con el impacto.
Cualquiera que sea la magia que uno pueda usar para hacer batir
las alas de piedra, cuando se le priva de esas alas, sólo puede
haber un resultado: una caída y luego la muerte.
La caída desde esa altura fue más que suficiente para hacer
pedazos la piedra. El boomerang pasó sobre la pila de escombros y
regresó sano y salvo a la mano del niño. Una combinación de
magia y palo volador, la nueva táctica de batalla de Wizard Boy: el
boomerang telequinético.
Sin embargo, no tuvo tiempo de admirar su efectividad en la

batalla. Estaba demasiado ocupado gritando a todo pulmón:
"¡Termina con él!" Su voz resonó por todo el coliseo. "¡Envíale el
culo a volar!"
Sin duda el caballero no entendió lo que quería decir.
Probablemente pensó que el joven mago los estaba exhortando a
acabar con el monstruo.
"Ciertamente lo haré", respondió el caballero. “Simplemente
déjame encargarme de esto y todo estará bien. Desde el principio,
deberías haber...
No llegó a terminar. ¿Por qué alguien lo habría escuchado hasta el
final?
La niña ñandú bramó:
"¡Los ojos en mí!"
Tiró a un lado su casco arruinado y se arrancó la faja escapular que

colgaba de su armadura pectoral.
“¡Aún no hemos terminado! ¡No puedes simplemente decidir que
esto se acabó! “¿?”
El caballero parecía perplejo: ésta era otra declaración que no

entendía. Se quedó estupefacto y entonces se escuchó su voz
apagada debajo de su propio casco:
"¿De qué estás hablando?"
“¡Mi—nuestra—batalla contigo! ¡No me importa nada más! ¡Y me

refiero a cualquier cosa! Hizo gestos con los brazos, todo su
pequeño cuerpo rebotaba mientras gritaba. "¡Este es el mundo
entero!"
Esto fue todo. Iban a resolver esto. Ganar o perder: eso era todo lo
que había.
Atravesado por el brillo en los ojos de la chica, el caballero dio un
paso atrás tambaleante. “¿Quieres continuar con nuestro
concurso…?”
"¡Maldita sea, lo hago!"

“Pero…” Su voz vaciló, preocupada y confusa. Levantó los restos
destrozados de su lanza. "No tengo lanza".
"¡Tienes tu espada!"
Ella no iba a dejarlo escapar. Ella no iba a dejar que él encontrara
§
Maldice a estos aventureros. Tan agradable como las ratas

apestadas.
Incluso mientras el vampiro perseguía a los enemigos, que habían
huido a uno de los agujeros de su morada, tuvo tiempo para
reflexionar. Para un sirviente del Rey Sin Vida, el gobernante de la
noche que había ocupado la capital, los aventureros eran como
polvo bajo sus pies.
Sin embargo, a pesar de eso, habían impedido que el Señor

Demonio y sus secuaces esparcieran la Muerte por las cuatro
esquinas.
Esa afrenta fue difícil de ignorar.
Si estos bandidos fueran a venir a escondidas por su dominio, él
hay que castigarlos adecuadamente.
“Salid, salid, pequeños aventureros…” El vampiro se cruzó de

brazos como si tuviera todo el tiempo del mundo. Apartó los
cadáveres de los goblins a medida que avanzaba. En su voz había
un ligero atisbo de altiva magnanimidad y algo que sonaba casi a
compasión... pero no lo era del todo. "Si se entregan como buenos
niños y niñas, tal vez incluso les ofrezca la vida eterna".
¡Vida eterna como mis esclavos!

No como sirvientes de la noche, no; ese pensamiento ni siquiera
cruzó por su mente. Uno de los intrusos había sido una mujer elfa.
Si todavía era virgen, entonces había muchas posibilidades de que
se convirtiera en un alma en pena, y él no podía permitir eso.
En cambio, disfrutaré chupando su sangre por el resto de los

eones.
Este vampiro no estaba tan aburrido como para cultivar brotes de
rebelión. Había muchas maneras en el mundo de disfrutar de una
vida interminable sin correr ese peligro.una excusa.
Rhea Fighter desenvainó su espada, la que le había regalado su
abuelo. La espada sin nombre pero hermosa que afirmó haber
encontrado en un calabozo debajo de la montaña.
¿El más grande bajo el cielo? ¿El más fuerte del mundo? Ella no
podría ser esas cosas. Pero podría intentarlo. Y no dejaría que
nadie se riera de ella por ello.
Él tuvo. Este paladín había señalado y reído. Le dije que ni siquiera
debería molestarse.
¿Querías esta pelea? Tu lo tienes.
"¡Ven a mí!" ella aulló. "¡Te voy a sacudir!"

Si había algo que lo insatisfacía de ser un sirviente de la noche era
que no había cambio de guardia. Los ancianos de edad vertiginosa
seguían dominando: si querías ascender en el mundo, tenías que
deshacerte de ellos físicamente.
Las mascaradas maquiavélicas, entonces, estaban a la orden del
día...
¿Pero qué pasa con eso? Sólo dura un momento.

Ahora que era un sirviente de ese dios, sería sólo cuestión de
tiempo hasta que poseyera poder más que suficiente para
deshacerse de ese grupo. Y para un vampiro, el tiempo siempre
fue un aliado...
"
Te lo advierto, si esperas ser rescatado, ¡es en vano!" El vampiro
supuso que esa era la razón por la que no se movían. Incluso se rió
entre dientes. “La capital ya estará en ruinas. Espera todo lo que
quieras, nunca...
"No seas estúpido".
La voz era casual, casi mecánica, como un viento que sopla en las
profundidades del subsuelo. El vampiro nunca debería haber podido
oírlo, pero de alguna manera llegó a sus oídos.
Con su visión literalmente monstruosa, vio a su presa saltando
fuera del pasillo más rápido que la velocidad del sonido. "Hay
aventureros en la capital", dijo el aventurero enterrado en la
armadura sucia, su voz casi un gruñido. "Aventureros mucho
mejores que yo".
"¡Agua limpia, agua sucia, mezcladas como un clima nublado, no

se puede ver nada!"
En ese mismo momento, un enanito regordete esparció el
contenido de una jarra de vino en su cadera mientras cantaba una
cancioncita tonta. Las gotas chispearon y chispearon y se
convirtieron en una niebla pegajosa que llenó el santuario.
¡Absurdo!
No obstante, la sonrisa del vampiro permaneció como una lágrima

carmesí en su rostro. Sin duda el enano había usado Invisible o
algún otro truco por el estilo. Sí, eso podría haber funcionado con
duendes. ¿Pero él?
No tienen idea de por qué los vampiros pueden ver en la oscuridad,
¿verdad?
El mundo que vieron los vampiros no estaba bañado en luz. Los
vampiros vieron calor. Vieron la vida. Sus sentidos eran de
naturaleza espiritual; no dependían de sus ojos físicos.
Incluso si esas gotas fueran mágicas, era una afrenta que los
aventureros hubieran imaginado que serían de alguna utilidad.
Ah, qué tontos son estos mortales...
Ahora el vampiro sabía que la victoria estaba a su alcance y no

tenía tiempo para silbar y escupir por una broma infantil como
ésta.
"¡Basta de esto!"
Apartó las flechas que volaban hacia él a través de la niebla y

luego saltó hacia adelante. Se dio cuenta de que había llamas
parpadeantes corriendo hacia él como relámpagos a través de las
nieblas de Invisible de izquierda a derecha. Debe ser esa criatura
impertinente que le habló hace un momento. Ese debe ser su líder.
Sí, mátalo primero.
La armadura desaliñada emergió de la niebla. La espada del

vampiro estaba levantada y lista.
Lo dividiría de un solo golpe. Aplasta su cabeza como si fuera un
melón demasiado maduro y pisotea su cadáver.
"¡Ahora mueres!" El vampiro bramó y redujo a polvo a su
oponente. Su oponente, que era sólo un montón de huesos
blancos. “¡¿Qué—?!”
El vampiro miró en todas direcciones: muy en contra de su

voluntad, sus ojos se vieron obligados a seguir las piezas a medida
que se dispersaban.
No sabía lo que había pasado. Estaba seguro de que hace un

instante había estado luchando contra su líder, a quien llamaban
Goblin Slayer o algo así. Y ahora, en su lugar, sólo había huesos.
El cráneo de un dragón. Un soldado dragón. Bien, pero ¿de dónde
había venido? ¿Había tomado el lugar del aventurero? ¿Cuándo
habían hecho el cambio?
¡No! Eso no es lo que pasó...
Vio la pequeña bolsa que sostenía el hombre. Tenía la boca abierta
y el soldado dragón emergía de ella...
“¡¿Una bolsa para guardar?!” gritó el vampiro. En términos
temporales, estuvo congelado por menos de un segundo. "Así que
me perdí un solo movimiento, ¡¿y qué?!"
"Un movimiento es todo lo que necesito". El casco de acero estaba

ahora cerca, con esa oscuridad detrás de su visor. Esa voz
gruñona. "Me han dicho que eres un cadáver, ¿verdad?"
Al segundo siguiente, el vampiro sintió que la bolsa caía sobre su
cabeza. “¡¿Quéaaaaa—?!”
Ni siquiera tuvo tiempo de terminar su aullido antes de que la bolsa

se deslizara sobre él y se lo tragara. Un mundo de oscuridad,
incluso para este sirviente de la noche que podía ver en la
oscuridad. Sin sonido, sin aire. Podía rascar y escarbar, pero eso
no le sirvió de nada. Mientras miraba, sus brazos, su torso y sus
piernas fueron consumidos por la bolsa.
“En ese caso, puedo encerrarte”, dijo una voz desde atrás y desde
arriba, como una sentencia de muerte. "Porque eres sólo una
cosa"."¡No! ¡Deshecho por las maquinaciones de un simple
munchkin...!
El vampiro lanzó maldiciones sobre las cabezas de sus enemigos,

pero nunca lograron salir de la bolsa. Pronto se perdió en el vacío
sin fin.
"Adiós", dijo la voz, y luego, con misericordiosa rapidez, toda la luz

se desvaneció.
La pelea terminó tan abruptamente como había comenzado. Tan

pronto como el vampiro estuvo en la bolsa, los zombies, su amo ya
no estaba en el mismo plano que ellos, colapsaron. Lo único que
quedó fue polvo, un montón de cenizas. Y los aventureros...
viviendo y respirando.
Permanecieron vigilantes, con armas y catalizadores listos,

vigilando de cerca todos los alrededores. Después de todo, el
vampiro no había sido destruido. Quizás todavía tenga algún truco
escondido bajo la manga. Incluso podría abrir la bolsa y escapar.
El doloroso silencio fue finalmente roto por una sola frase
desinteresada. "Ese fue un trabajo excelente".
Goblin Slayer cerró la bolsa con cautela y luego recogió el cráneo
con los pies: el Guerrero Diente de Dragón, con su deber cumplido.
¿Cuántas veces estos sirvientes que no hablaban lo habían salvado
a él y a su grupo?
¿Hay alguna manera de recompensarlos?

Nunca pareció poder encontrar una respuesta a esa pregunta, sin
importar qué o a quién se la hiciera. Porque lo único que era capaz
de hacer era matar duendes.
“… ¿Estamos vivos? Estamos vivos, ¿no? La Alta Elfa Archer

preguntó ahora que Goblin Slayer había cortado el hilo de tensión.
Se dejó caer con los brazos abiertos sobre el suelo cubierto de

ceniza, sonriendo como una niña cansada de jugar demasiado. Aun
así, parecía increíblemente elegante... bueno, por eso a los bardos
les encantaba cantar sobre los elfos. “¡Dioses del cielo, estoy
exhausto! ¡Y ni siquiera pudimos ver el torneo…!
“Me dicen que es una princesa elfa. Aunque no estoy seguro de

creerlo”, refunfuñó el chamán enano, pero luego se echó a reír. Sí,
esta princesa de los elfos confiaba en que efectivamente el torneo
se había celebrado en la capital; ella no lo dudaba. Tal vez había
habido un pequeño problema, una pequeña aventura, pero ese tipo
de problema significaba un negocio para ellos.
Había aventureros allí. Incluyendo a una amiga suya: la
sacerdotisa.
¿Qué tan grande podría ser el problema?

Supongo que ella y yo probablemente estemos en la misma
página, pensando eso.
“Bueno, lo mejor es que eso sea el final. Me he quedado sin

hechizos”, dijo el chamán enano.
“Y yo también”, añadió Lizard Priest. Había necesitado todo lo que
tenía para enfrentarse cara a cara con el vampiro. Se dejó caer
pesadamente en el suelo; si lo dejaban solo, parecía como si fuera
a acurrucarse allí mismo. Sus dedos jugaron con el bastón de la
Madre Tierra, que sostenía en sus manos, y sacudió suavemente su
larga cabeza. "Al final, nunca supimos por qué ese monstruo se
detenía cada vez que veía huesos".
"No lo esperaba", dijo Goblin Slayer, arrojándole los huesos a
Lizard Priest. "Fuimos suertudos."
“De hecho, aun así”.
“¡Fue mi sugerencia! ¡Asegúrate de darme el crédito! Interrumpió

la Alta Elfa Arquera.
"Naturalmente", dijo Goblin Slayer, su casco moviéndose hacia
arriba y hacia abajo. “No se me hubiera ocurrido”.
“De alguna manera eso no parece un cumplido…” La cabeza de la

Alta Elfa Archer se inclinó, pero por la forma en que sus orejas se
movían, parecía estar de buen humor.
Si no tenían suficientes colmillos de dragón, ¿por qué no obtener
más de un Guerrero Diente de Dragón? Puede que no sirvieran
como catalizadores, pero un hueso era un hueso. Podría ser
suficiente como distracción.
Había sido idea de la elfa arquera, si no su mayor placer.

Una bolsa para guardar..
.
La bolsa, bien cerrada, ni siquiera se movió. Por supuesto que no
fue así: no había nada viviendo dentro de él.
Podrían poner al Guerrero Diente de Dragón adentro y luego
desatarlo frente al enemigo. Les serviría de escudo; todo lo que
tenía que hacer era distraer al oponente cuando lo destruyera.
Incluso si no tuviera éxito en eso, absorbería su primer golpe.
Todo lo que necesitaban era una sola acción que les permitiera
deslizar la bolsa sobre el vampiro.
"Que esto te sirva de lección, Orcbolg: te vendría bien tener

algunos objetos mágicos a mano".
"Eso es más de lo que necesito para lidiar con duendes".

¡Puaj! No estaba equivocado, pero la Alta Elfa Archer, aun así, hizo
un dramático chasquido de su lengua e hizo una mueca
excepcionalmente angustiada. Esto no era nada nuevo para él;
siempre había sido así.
Simplemente eliminó a un vampiro sin usar explosiones, fuego o
inundaciones...
Para Orcbolg, eso fue bastante bueno.

“Dime, cortabarba”, comenzó el chamán enano, sorbiendo lo último
de su vino de fuego. “¿Cuál era tu plan si no podías meter al
vampiro en la bolsa o si volvía a salir?”
"No tenía ningún plan del que hablar", dijo sucintamente Goblin
Slayer. "Supuse que pondría la pólvora restante en la bolsa y la
encendería".
La Alta Elfa Archer miró al techo, sin palabras.

§
No necesitamos hablar de lo que pasó con el vampiro después de

eso. Tal vez lo arrojaron fuera de la bolsa a un rayo de sol
brillante, o tal vez arrojaron una antorcha en la bolsa con él.
Demonios, tal vez fueron ambas cosas.
La cuestión es que el propio vampiro nunca supo de qué manera

fue reducido a cenizas.
“¡Gyyyaaaaahhhhh!” “¡¿Hrngh?!”
El grito primitivo fue acompañado por un golpe tan rápido y fuerte
como un rayo. Como un rayo, no le dio al caballero ni un segundo
para decir algo.
De hecho, a la chica rhea nunca se le había ocurrido darle a ese

bastardo la oportunidad de abrir la boca.
En cambio, en el coliseo resonó un grito más monstruoso que el de
cualquiera de las gárgolas.
Ella voló (sí, parecía moverse como si tuviera alas) para asestar el
golpe más rápido de lo que el ojo podía ver.
En el espacio de un suspiro, a ese golpe le siguieron diez más,
veinte, treinta. “¡Esto no es…! Esto es brutalidad... ¡También
podrías estar empuñando un garrote...!
¡Esto no es manejo de la espada!
Fue un mérito del caballero que fuera capaz de levantar su arma.
Incluso si no pudo hacer mucho más que recibir el golpe, evitó que
el golpe cayera sobre su cabeza.
“¡Gyyyaaaaahhhhh!”
¡Está loca…! Debajo de

su casco, la sangre había desaparecido del rostro del caballero y
tenía el ceño fruncido con fuerza. El oponente que lo presionaba
(una niña ñandú tan pequeña que tenía que mirar hacia abajo para
verla) parecía mucho más grande que ella. El caballero retrocedió
dos pasos, luego tres, como si estuviera frente a un gigante y no a
un ñandú. ¡Ella sólo está avanzando! ¡Puedo lidiar con eso!
"¡Hurra!" Blandió su espada con fuerza, pero la chica ñandú no
estaba allí.
Oyó un zhwf cuando sus pies descalzos se escabulleron por la

arena; la velocidad con la que ella se puso detrás de él era irreal.
Este era un juego de pies que sólo podía lograrse con los
testarudos pies de un ñandú. La niña lo había aprendido de su
abuelo, una persona de pocas palabras pero mucho conocimiento.
Él mismo había sido un aventurero. Había excavado en las

profundidades de la mazmorra debajo de la montaña y su propio
talón había sido perforado. No sabía si había sido por una trampa o
si había sido obra de un monstruo. Sólo sabía que eso había puesto
fin a su carrera en el manejo de la espada.
“Lo que practicamos no es una espada fuerte. Es rápido”.

Eso fue lo que él le había dicho mientras la hacía golpear un árbol
lo más rápido que podía, mañana y noche.
“Para que una espada rápida funcione, debes poner tu energía en
cada golpe.
De lo contrario, tu espada no es mejor que un cuchillo de cocina”.

Gritó y golpeó el árbol hasta quedarse sin aliento. Golpeó el árbol
tan fuerte como pudo. Sin dejar que su postura flaquee, golpe tras
golpe.
“Una espada necesita la energía adecuada, pero nunca pongas tu
corazón en ella. Porque la espada no tiene corazón”.
Dijo que era para que ella pudiera practicar en cualquier lugar, en
cualquier momento y en todas partes, todo el tiempo. Incluso si la
gente a su alrededor se burlaba de ella, se reía de ella y decía que
no había manera de que ella pudiera hacerlo.
“Blande la espada con el corazón y con el tiempo, sin siquiera

intentarlo, serás como un rayo”.
Su abuelo murió. Hubo una plaga y luego él desapareció. No podía
creer lo repentino que fue.
Oyó hablar a la gente: “Ahora esa muchacha dejará de hacer

tonterías. Ella sentará la cabeza y se casará”. No le preguntaron
qué quería; simplemente intentaron hacer las cosas como querían.
La enfermó. Ella los ignoró. Por eso ella estaba aquí ahora. Eso Así
fue como había llegado aquí. "¡Gggyyaaahhh!"
“¡¿Hrk?! ¿Qué diablos cree ella que es...? ¡Nunca había visto un
manejo de la espada tan absurdo!
A ella no le importaba. Ella no estaba escuchando. En ese

momento, la niña ya ni siquiera pensaba.
Sólo había una cosa en su cabeza... o tal vez dos.
Balancea la espada. Avanza. Balancea la espada. Avanza. Balancea
la espada. Avanza.
¡Tienes que atacar! alguien lloró en su mente. Era la niña de la que

todos se burlaban y ridiculizaban.
Tienes que atacar. Para esa niña. Tienes que atacar. Para tu
abuelo.
Tienes que atacar. Para el mentor ligeramente trastornado cuyas
ideas nunca pudo seguir del todo.
Tienes que atacar. Para la niña mayor de la granja. Para la gente

de ese decente pueblo fronterizo. Para sus amigos.
Tienes que atacar. Para él, el que la había traído hasta aquí.
“¡Gyyyyaaahhheeee!”
“¡¿Hmm…?! Ella-! ¡¿Qué?! ¡¿Pero cómo?!"

Su espada ardió con una llamarada, el aura de los dioses. Los
pensamientos y sentimientos de la gente del Mundo de los Cuatro
Esquinas, sus propias voluntades, ahora impregnaban su espada a
través de los vínculos que compartían.
Era una luz que resultaría incomprensible para aquellos que
eligieron el camino del Caos, que intentaron doblegar el mundo a
su voluntad. Por lo tanto... sí, esa fue la razón por la que, cuando
una explosión como el sol iluminó el coliseo desde algún lugar muy
por encima...
“¡¿H-hrgh?!” “¡Yaaaaaaahhhh!”
El paladín tropezó hacia atrás, con los ojos chamuscados por la luz,
y la chica saltó hacia adelante con la luz a su espalda.
Fue un octavo de aliento. No, incluso una décima parte de eso.
Otro décimo. Luego otro. Luego otro. De hecho, la espada era
como un rayo mientras cruzaba el campo de batalla.
“¡?!?!?!”
El paladín lanzó un grito sin palabras. Levantó su espada para

defenderse y se hizo añicos en su mano: en verdad, un legado de
buena fortuna. La espada atacante
se estrelló contra su hombro, rompiendo la articulación a través de

su armadura. Su brazo izquierdo cayó inerte, y luego también lo
hizo el paladín, cayendo al suelo.
“Ahhh… ¡A—Arrgh! El dolor…!"

Finalmente, la contienda quedó zanjada. La chica ñandú bajó su
espada y la volvió a envainar con mano temblorosa. Ella lo había
hecho... de alguna manera.
Su cuerpo se sentía tan pesado como el plomo; El sudor brotó de
ella en forma de cascada. Le pareció verlo acumulándose a sus
pies.
Luchó contra el impulso de caer de rodillas. Aspiró oxígeno y su

pecho subía y bajaba.
Se sentía débil y sentía un zumbido en los oídos; ella no podía oír
nada.
¿No pudiste oír? No… " !!"
Era su nombre.
Las gradas de los espectadores estaban en un estado terrible,
salpicadas de sangre, plagadas de cadáveres de monstruos. Los
asientos estaban rotos y aplastados. Sin embargo, a pesar de todo,
la gente aplaudía. Estaban gritando su nombre.
Los aventureros que habían terminado su lucha, los soldados, los
espectadores que regresaron. Todos ellos la animaban.
"...!"
Por primera vez, la niña sólo pudo quedarse muda. Ella no podía
creerlo. ¿Estaba esto realmente sucediendo? Ella ni siquiera había
soñado con esto. Parecía imposible.
Miró a su alrededor, sus ojos se llenaron de lágrimas y finalmente

avanzó arrastrando los pies. Su primer paso fue inestable, el
segundo más bien un tropiezo, pero con el tercero, se lanzó hacia
adelante, precipitándose de cabeza.
No hace falta decir adónde se dirigía.
Dejó que el impulso la llevara directamente hacia el chico pelirrojo
y lo abrazó.
"¡Somos los campeones amigo!" “¡Vaya! ¡Ack…!”

Incapaz de frenarla, el niño cayó al suelo. Notó el calor de la niña,
su suavidad, su olor. Sintió agitación. Excitación. Alegría.
Vergüenza. Era como si estuviera sintiendo todas las emociones
posibles a la vez.
¿Era ella la que lloraba o era él? Él ni siquiera lo sabía. Se

abrazaron y se frotaron los ojos, pero el niño aun así logró
encontrar tiempo
por una buena reprimenda. “¡Tú… tonto! ¡¿Qué quieres decir con
campeones?!” "Bueno, ¿no es así?"
Era un desastre de lágrimas, mocos y llanto... y, sin embargo (el

pensamiento pasó por su mente), seguía siendo hermosa.
Trató de fingir que no se le había ocurrido diciendo: "¡Aún no son
los exámenes finales!". Y luego derramó todas sus muchas
emociones en despeinarle el cabello. Ella gritó, pero pronto se
estaba riendo, risa que resonó por todo el coliseo.

Para cerrar este capítulo, sin embargo, parece apropiado citar una
de las sagas heroicas.
Ese día, el coliseo resonó interminablemente con vítores por un
maestro de la espada ñandú.

Interludio: Sólo tus ojos
Aventureros. Qué montón de basura, pensó el hombre mientras
caminaba de regreso por el pasillo de luchadores del coliseo.
Detrás de él, el estadio resonó con vítores.
En algún lugar del tumulto, su sirviente había desaparecido, su

caballo había desaparecido; ni siquiera podía quitarse la armadura.
Su hombro maltratado se sentía insensible y caliente; La agonía lo
recorrió con cada respiración. Su brazo izquierdo todavía colgaba
inerte.
Era evidente que se trataba de alguien que había sido derrotado y

completamente derrotado. Y todavía…
¿Qué está pensando el rey al permitir que rufianes sin ley como
esos corran libres?
Los pensamientos del hombre no eran los de alguien que se mostró

amable ante la derrota; estaban llenos de desprecio y odio.
Quizás no deberíamos sorprendernos.
Las competencias que se centraban únicamente en la fuerza

marcial eran el colmo de la barbarie. ¡Discriminación contra los
débiles en estado puro! El hombre tembló al pensar qué pasaría si
esos salvajes quedaran sueltos en todos los países.
Otros países eran más ilustrados que el suyo, más civilizados.
Esta nación no podía quedarse en sus caminos atrasados. Por lo

que escuchó, no había aventureros en las llanuras del este, ni en el
país de los desiertos, ni en las tierras heladas del norte. Su propia
casa debería establecer un sistema tan progresista. Todo lo que
hizo fue con ese fin.
Y todavía…!

Y, sin embargo, habían organizado este torneo, una orgía de
disipación y libertinaje. Además, la hermana menor del rey, a
quien él había pensado que podría ser la piedra angular de un
futuro mejor, se había mostrado obstinada en su ignorancia.
Y la forma en que había empuñado un arma (¡un arma real!)
contra las fuerzas del Caos; Bueno, ¿qué podría estar más alejado
de la paz? Un comportamiento así nunca conduciría a un mundo
mejor y más fuerte.
Debo continuar. Debo hacerles saber a los pobres y a los

ignorantes mi misión.
La gente común era irreflexiva y fácilmente engañada. fue muy
Es difícil convencerlos de la verdad y la justicia. Detrás de su

fachada, el mundo se agitaba con conspiraciones y complots, y le
correspondía a él compartir lo que sabía, corregir la comprensión
de la gente.
En primer lugar, al menos, ese rey tenía que ser depuesto…

“¿Hrm…?”
Sólo entonces el hombre se dio cuenta de que algo estaba extraño.
Está en silencio.
No había nadie más en el pasillo; estaba completamente solo.
Parado allí solo.
Eso no debería haber sido posible. Siempre había gente aquí,
soldados, durante el torneo. A pesar del ataque del monstruo, de
hecho, eso debería haber significado más soldados.
¿Por qué los monstruos habían surgido de una grieta mágica de
todos modos? Podrían haber usado este pasaje para entrar. Y sin
embargo, parecía...
“No pareces un hombre dispuesto a aceptar la derrota. ¿Estoy en lo

cierto? "...?!"
Sólo cuando esa voz habló se dio cuenta de que había alguien allí.
Un caballero que se deslizó frente a él para bloquear su camino. A
su lado, un asistente de cabello plateado lo seguía como una
sombra.
El hombre golpeado dejó de moverse y, por un segundo, su voz se

volvió tensa. Eso no le impidió espetar: “¿Quién diablos eres? ¡Sólo
se permite la entrada a personal autorizado aquí! Sintió disgusto
por la forma en que este intruso había traído también a una mujer
joven. “Si eres algún tipo de caballero, deberías saber que no
debes llevar a una joven inocente al campo de batalla. ¡Ten un
poco de vergüenza!
"Ahora. Si estás ayudando a dirigir este programa, al menos

deberías tener una idea de quién está involucrado”.
"¿Lo que significa eso?"
"Significa que soy personal autorizado". El caballero pareció

sonreír. "Un competidor, de hecho".
Ajeno a la mirada asesina de la dama de cabello plateado, el

hombre estudió a este nuevo caballero... y luego recordó. Varios
de los caballeros que participaron en el torneo habían elegido, cada
uno por sus propias razones, no competir bajo sus nombres reales.
Sí, y este caballero había sido uno de ellos, de pie junto a algunas
mujeres jóvenes que portaban el sello del Dios del Comercio.
¡Ah, sí, contemplad sus relucientes atavíos! Incluso en la oscuridad
del pasillo, la armadura, el escudo y el casco del caballero, su
guantelete y el La espada en su cadera brillaba con una luz
penetrante.
La bendición curativa, la luz que dispersa el mal, el encanto de

descongelar, la llama primordial, el viento tempestuoso: el
caballero ante él estaba erizado de imponentes objetos mágicos, y
su nombre era…
“¡El Caballero de Diamantes…!”

Era una leyenda a su manera, de la que hablaba la gente común.
Una leyenda tranquila, casi un cuento de hadas. La historia se
había difundido rápidamente entre la gente del pueblo estos
últimos años, pero era sólo una fantasía.
La historia hablaba de un “caballero de las calles”, que ocultaba su

rostro y hacía justicia a los malhechores en la oscuridad.
Seguramente era sólo una historia. Pero ese Caballero de
Diamantes estaba ahora ante este hombre.
El nombre más estúpido que he escuchado jamás...
¡Diamantes, su culo! Era el tipo de cosas que se le ocurrirían a un
niño con una imaginación hiperactiva. Además, si realmente
pensara que iba a acabar con todos los comerciantes corruptos,
todos los nobles corruptos, todos los seguidores de alguna secta
oscura y malvada, ¿en qué lo convertiría eso sino en un asesino en
masa?
¡El hecho de que el rey permitiera que un monstruo así corriera

libre fue la máxima prueba de su incompetencia!
“Usted se designa para juzgar y lo llama justicia”, dijo el hombre.
"En mi opinión, no eres más que un asesino común".
El Caballero de Diamantes respondió al ataque del hombre con una
sonrisa de aprobación. “¿Me condenas? Tiene derecho, pero
debería haber planteado su objeción antes de aprobar mi
participación en este torneo. Sin embargo, el problema con el que
estamos aquí para lidiar hoy eres tú”.
"¿Qué?"
¿Entonces el caballero pretendía matarlo? La palidez del hombre

cambió, no por miedo sino por burla. ¿No sería esa la prueba
definitiva de que este Caballero de Diamantes no era más que un
criminal? ¿Que no sentía vergüenza por nada de lo que hacía?
El hombre abrió la boca para decirle al Caballero de Diamantes

exactamente lo que pensaba de su comportamiento, pero lo
callaron antes de que pudiera pronunciar una sola sílaba.
"Envié a la ciudad del agua con detalles de cómo has actuado y le
rogué al arzobispo su juicio", dijo el caballero. “Parece que has
causado muchos problemas. Molestó a mucha gente. Ella no
parecía contenta”.
En sus manos, el Caballero de Diamantes sostenía una carta. El

hombre no tenía idea de
lo que había pasado para llegar a este lugar: cuántas personas
habían muerto, cuántas aventuras había vivido para llegar hasta
aquí.
Quizás no tenía sentido preguntarse qué espías habrían participado

en su transporte; Habían cumplido con su deber y eso era todo.
No importaba cuántas veces cambiara su rostro, no importaba
cuántas veces muriera, era un hombre que amaba el mismo vino,
usaba las mismas armas y hacía posible lo imposible. Ese gran
hacedor de hazañas nunca había fallado en una misión, y el fruto
de su labor estaba aquí ahora.
Pero tales conspiraciones, tales acciones en la oscuridad estaban

muy alejadas del hombre que estaba allí. Sólo la gente malvada,
sólo aquellos sumergidos en la oscuridad, se ensuciarían las manos
con tales cosas.
"Me informaron que has actuado completamente solo, sin consejo

ni referencia a los deseos de tu templo ni a las enseñanzas de tu
religión", dijo el caballero.
“¿Creerías los desvaríos de esa mujer? ¡La pobre niña quedó

destrozada cuando fue atacada por duendes! ¿Como se atreve?
¿Cómo se atreve el Caballero de Diamantes a esconderse detrás de
una mujer? Este hombre era el fondo del barril. Ni siquiera es
digno de ser llamado caballero. La lengua del hombre era rápida y
afilada. “Ella es sólo una marioneta de esa chusma en el Templo de
la Ley. ¡No puede tomar sus propias decisiones y eso es
beneficioso para ellos!
"Parece que te gusta encontrar fallas en los errores de los demás".

"¡Eso no es de lo que estoy hablando!" el hombre casi gritó. Sólo
entonces notó el palpitar de la sangre en sus oídos. Se inclinó hacia
adelante, sin prestar atención al dolor en su hombro izquierdo, y
gritó, mientras la saliva salía de su boca.
"Sólo digo que no podemos dejarnos atrapar por ideas retrógradas

en las que el heroísmo consiste sólo en el logro en la batalla..."
"Por supuesto, tienes razón en que las enseñanzas de cada deidad
deben ser reexaminadas y renovadas constantemente, pero no te
corresponde a ti decidirlas solo".
De todos modos, se escuchó que la justicia del Dios Supremo no

reside en la expiación del mal. Fue en el incesante cuestionamiento
de lo que era el bien y el mal.
“Dime… Dime una cosa”, dijo el hombre. Si, a pesar de esta
verdad, estaban haciendo justicia al eliminar el mal… “¿Qué dios,
qué deidad, te dio esta revelación?”
Se escuchó un sonido, un suave crujido y una brisa sopló desde

algún lugar desconocido a través del pasillo sofocante. Trajo
consigo un escalofrío penetrante, entre el caballero, la dama y
luego el hombre antes de continuar hacia donde se dirigía. A su
paso, dejó sólo un leve y amargo sabor a ceniza en el aire.
"OMS-?"
¿Quién diablos se cree que es este “caballero”?

El hombre ni siquiera se dio cuenta de que su mano derecha estaba
alcanzando la espada en
su cadera; sus ojos estaban vidriosos de odio. El Caballero de
Diamantes: ¡su trasero! ¿Éste era el hombre que había recibido la
espuela de oro? ¡Era un proscrito!
Esa armadura que llevaba puesta... probablemente se la había

quitado a un cadáver en algún campo de batalla en algún lugar.
“¡No tienes derecho a quejarte de lo que hago! ¿Quién murió y te
hizo rey?
“¿Quién en verdad?” El caballero, el Caballero de Diamantes,

pareció reír. "Divertido. Me preguntaba lo mismo sobre ti”.
"…Qué…?"
“Cada vez que hablas, las palabras que empuñas son como una
espada diseñada para esa ocasión en particular. Carecen de
coherencia”.
Suspiro. La dama de honor sacudió la cabeza ante esto, pareciendo

exasperada. Miró al hombre con ojos tan fríos como el hielo y le
susurró que debería seguir el juego.
La expresión, el lenguaje corporal... el hombre los recordaba. En su

mente, las piezas encajaron con un clic audible. "¡Te conozco! Eres
el perro del rey... ¡su pequeña mascota!
Ella era la asistente del rey. Esta era toda la prueba que necesitaba
de que el rey y el Caballero de Diamantes estaban en connivencia
entre sí. Una sonrisa genuina apareció en el rostro del hombre.
¡Esto fue absurdo! ¡Perfecto! Más que suficiente para arrastrar al
rey de su trono. El hombre nunca tendría otra oportunidad como
ésta.
Su mano apretó con más fuerza la vaina, pero aún no podía

desenvainarla. Iba a derribar a su oponente y necesitaba la excusa
adecuada.
Por suerte para él, lo tuvo. Porque el caballero se había burlado de

él. Y si insulto a alguien, lo odio, ¿no demuestra eso que es malo?
“¡Puedes intentar humillarme, pero no te servirá de nada! ¡Le haré
saber al mundo tus fechorías y enfrentarás el juicio! Gritó... pero
no hubo respuesta.
En cambio, el Caballero de Diamantes levantó ligeramente la visera

de su casco y dijo: “¿Eres tan rápido para olvidar mi cara?”
“¡?!?!”
Un momento después, el hombre se abalanzó sobre el Caballero de

Diamantes. Farfulló incomprensiblemente, agarrando su espada en
su mano, dando un gran golpe.
Ni siquiera era consciente de que la espada con la que golpeó ya

estaba partida por la mitad. Sus ojos ardieron; enseñó los dientes;
se deleitaba con la alegría de destruir a un oponente. No era el
rostro de un ser humano.
Ya no era un hombre quien se arrojó sobre el Caballero de

Diamantes, sino una bestia que había escuchado el susurro del
Dios Externo.
“¡Keerraahhhhh!” gritó.
“Quiero que sepas que no estoy aquí porque te hayas opuesto a mí
en todo momento”, dijo abruptamente el caballero. "Es porque
arrastraste a mi hermana pequeña a esto".
Esta bestia enloquecida no era rival para el Caballero de

Diamantes. Su espada vorpal decapitó a la criatura sin esfuerzo, un
único golpe fatal. La visión del hombre se llenó con el vacío que
giraba a su alrededor una vez, y luego rebotó en el suelo una vez,
dos veces... y luego todo se oscureció.
Incluso sin su fuerza vital, el cuerpo seguía retorciéndose en el

suelo; La dama de honor de cabello plateado rápidamente lo
despachó con su daga. Personas como esta no merecían una
muerte más honorable.
Una, luego dos veces, su espada se hundió en su corazón. Luego

se puso de pie. "…¿Entonces?" No había ni una mota de sangre en
su atuendo; ella siguió siendo la
imagen de un siervo puro y fiel. “¿Qué les diremos? ¿Que después
de lesionarse en el torneo, las cosas fueron cuesta abajo a partir
de ahí?
"No... Eso ensombrecería la victoria de la chica". “¿Qué decimos

entonces?”
“¿Qué, no lo sabes?” El caballero se sacudió la sangre de su espada

y la devolvió a su vaina con un movimiento propiamente real.
Tenía exactamente el mismo aspecto que cuando se enfrentó al

Rey Sin Vida aquí en la capital, aunque, de hecho, había pasado
mucho tiempo. "Tenía algún tipo de malestar estomacal, digamos,
y una vez concluida su participación en este torneo, tiene la
intención de guardar estricto reposo en cama y sus emolumentos
serán entregados a su familia".
"Seguro. Eso es lo que vamos a hacer”.

Si no iba a ser un problema para la asistente de cabello plateado,
ella tenía poco interés en ello. Sería un problema para el cardenal
pelirrojo, pero podría ignorarlo con seguridad.
Además…
El hombre se había vinculado a una secta malvada, había intentado

perturbar el torneo; de hecho, había intentado perpetrar el terror
en la capital real. Y su método había sido intentar maldecir a la
niña, ¡ni siquiera porque fuera miembro de la familia real! Por
personas como él, esta joven realmente tenía poca compasión.
Aunque supongo que tenemos las manos atadas. No había nada
más aburrido que la política: tenía muchísimas reglas. Eso fue lo
que lo convirtió en política. Si simplemente anduvieran matando a
todos los que no les agradaban porque no les agradaban...
No seríamos mejores que él.
"...Estoy empezando a pensar que las aventuras podrían haber sido

más fáciles", murmuró. Sintió el peso del áspero guantelete del
Caballero de Diamantes en su cabeza;
le despeinó el pelo. No ayudaría... él no podía distraerla de esa
manera.
Hizo un puchero aún más feroz de lo habitual y dijo: “Me ocuparé

de este tipo. Obtienes cierta distancia”. Pero de todos modos, ella
puso su mano sobre la de él y no lo apartó. “Solo trata de no
hablar demasiado en serio. Por favor."
"¿Como es que?"
“Los demonios que brotaron de ese portal…” La joven miró

alrededor del pasillo; el toque del mal había desaparecido del
cadáver, y ahora el lugar no era más notable que cualquier otro
pasillo. “¿Los derribaste a todos de un solo golpe y todavía no
estás satisfecho?”
"Oh, ¿cuántas veces tendré una oportunidad como ésta?" El

caballero siempre fue así. Se rió entre dientes con calma, con la
misma expresión que cuando quería entrar en la guarida de un
dragón. "De todos modos, mi oponente es sólo una chica vestida
de verde que empuña una lanza de hierro, muy amada por el Dios
del Comercio".
“¿No vas a luchar contra un héroe con una espada encantada?”

"No seas tonto". El caballero no pareció molestarse por la púa de la
joven. ¡Esto fue lo que le hizo trabajar tanto!
"Dioses arriba..."
La joven sonrió a su pesar. El caballero le pasó los dedos por el

pelo y luego se puso en marcha. La conmoción en el coliseo había
terminado y el torneo pronto comenzaría de nuevo; era necesario.
Si permitieran que esto les hiciera retroceder y abandonar sus
planes, sería exactamente lo que quería el enemigo.
No podían ceder ante el dios de la muerte y las cenizas, que
deseaba quemarlo todo. No podían doblegarse ante el mal. Esa
secta aceptaría cualquier excusa para encender una llama, pero
eso era todo: una excusa porque querían arder.
Un mundo verdaderamente justo: ¿no sería un mundo que todos
pudieran disfrutar? ¿En el que todas las personas comparten la
risa?
Mientras se preparaba para irse, el caballero se arrodilló y, solo

una vez, miró el cadáver sin vida del hombre.
Que el alma de este lamentable hombre sea juzgada con justicia,
como él deseaba.
Y dicho esto, el Caballero de Diamantes se alejó.

Epílogo: ¡Es una vida maravillosa!
Uno: “Oh Madre Tierra, abunda en misericordia…” El otro: “Por tu
mano venerada…” Juntos: ““¡Limpia esta tierra!””
Un susurro, una oración, un encantamiento. Los dos clérigos
realizaron el rito de súplica sin falta.
Se creía que el portal, la magia oscura que desgarraba la tierra,

conducía directamente a las profundidades del abismo: el anillo de
fuego que ardía en el suelo de piedra, cortando el mundo con una
oscuridad sin profundidad. El castillo estaba situado directamente
encima de este lugar, en gran parte para sellarlo.
¡Ni siquiera me lo imaginé! Pero…
Una luz tenue y suave los rodeó, centrándose en el bastón sagrado

bendecido por la Madre Tierra, así como en los dos clérigos que
estaban a ambos lados de él, imágenes reflejadas el uno del otro y,
sin embargo, completamente diferentes.
Por supuesto, no se parecían en nada el uno al otro. Y, por

supuesto, era natural que se parecieran.
Una era una joven criada como huérfana en la frontera, que
buscaba convertirse en aventurera y avanzaba paso a paso hacia
su objetivo.
La otra era una joven criada como hermana pequeña de un rey, y

después de una gran caída, se levantó nuevamente para avanzar
hacia su objetivo.
Todo en ellos dos era diferente: lo que querían, lo que tenían,

quiénes eran, lo que habían experimentado. Y, sin embargo,
habían enfrentado sus desafíos. Habían ayudado y habían sido
ayudados. Y ahora estaban tomados de la mano, realizando un rito
como uno solo. Aunque todavía eran muy diferentes.
Los dioses del Mundo de los Cuatro Esquinas lo vieron y fue bueno.
La Madre Tierra los honró y prestó oído a su petición. La luz, tan
dulce y cálida como poderosa, sostenía la habitación como si
estuviera en la palma de su mano. El brillo lo invadió todo, y
cuando se derritió...
"Uf…"
…lo que quedó fue sólo un gran hoyo, desprovisto de todo horror.
"Muy buen trabajo. Ese es el final... ¿No es así? Preguntó la
sacerdotisa, poniendo una
mano a su pequeño pecho en alivio.
"¡Sí! ¡Gracias!" Dijo la hermana del Rey, abrazándola.

"¡Eep!" Exclamó la sacerdotisa, tropezando, su cuerpo aún delicado
aunque ya bien perfeccionado.
Por razones que no podían comprender, la maldición que había

afligido a King's Sister había desaparecido incluso antes de que
llegara el bastón. Después de recuperar todas sus energías en el
espacio de una sola noche, su única queja fue que se había perdido
toda la emoción del torneo.
En cuanto a la Sacerdotisa, no sentía que sus esfuerzos o los de los

miembros de su grupo hubieran sido en vano. En cambio, pensó:
«Gracias a Dios», y lo dijo con todo su corazón.
“¿Pero estás seguro de que todo estuvo bien?” Preguntó la

sacerdotisa, ladeando la cabeza con perplejidad incluso mientras
continuaba abrazando a la otra chica que, a pesar de tener su
edad, era considerablemente más gordita.
“¿Qué estuvo bien?”

La otra chica que la miraba desde tan cerca hizo que su corazón
diera un vuelco y no estaba segura de por qué. El rostro se parecía
mucho al suyo y, sin embargo, sus expresiones eran
completamente únicas. Se encontró sonriendo ante la maravilla de
ello.
"Quiero decir, para mí asumir un papel tan importante... ¡Dos

veces!"
“¿Quién más podría haberlo hecho? Si te preocupas por eso, no
tendré a nadie a quien recurrir”.
"Bueno, eso es bastante cierto..."

Realizar este ritual era una cosa (después de todo, ella era una
clérigo de la Madre Tierra), pero ¿hacerse pasar por la hermana
pequeña del rey? ¡La propia idea!
Es como la historia del príncipe y el pobre.

O la chica ratera que intercambió lugares con una princesa.
El mundo estaba lleno de historias de aventuras de este tipo y, sin
embargo, ¡nunca había imaginado que podría encontrarse en una
de ellas!
“Tienes suerte… ¡Pasé todo el tiempo durmiendo!”

“Bueno, lo importante es que estás bien. Pensar: ¡una maldición!
Me sorprendí cuando lo escuché”.
“¡Sí, un sacrificio humano!” La hermana del rey se rió. “¡Ya son dos
veces!” Se preguntó en voz alta si esa era su maldición. No es un
pensamiento gracioso, pero la sacerdotisa no pudo evitar sonreír.
“Si esa es tu maldición… Bueno, ¡piensa en cuántas veces he
estado cazando duendes!” "que verdad……"
La Hermana del Rey produjo una mirada tan preñada e

indescriptible que la Sacerdotisa le lanzó otra mirada de
perplejidad.
"¿Estás seguro de que estás bien?" Preguntó la sacerdotisa.

La hermana del Rey se apresuró a añadir: “No quiero decir que no
esté agradecida, ¿sabes? Quiero decir, por esta vez y por última
vez. ¡Pero este es un tema aparte!”
"Ah." La sacerdotisa asintió. "¡No te preocupes por eso!" "¿Lo dices

en serio?"
"¡Sí!" Ese pequeño pecho se hinchó, humildemente pero con cierta
confianza. “¡Después de todo, me gusta pensar que he aprendido
un par de cosas sobre la caza de duendes!”
Sin decir una palabra, la hermana del Rey se llevó las manos a la
cara y se volvió hacia el techo como si estuviera rezando a la
Madre Tierra.
El gesto era tan parecido al de su amiga que la sacerdotisa se echó
a reír.
Una vez completado el rito, la Sacerdotisa devolvió el bastón de la

Madre Tierra a la Hermana del Rey y luego abandonó el portal
demoníaco.
Era un gran secreto nacional, así que cuando cerró la puerta

detrás de ella, ninguno de sus amigos la estaba esperando.
El pasillo del castillo era más opulento que cualquiera que hubiera
visto hasta entonces.
Sus pies se hundieron en una gruesa alfombra, mientras las

paredes y ventanas estaban adornadas con trabajos de metal.
Además, había tapices de los guerreros de la luz que portaban los
cuatro orbes y de las tres generaciones que habían excavado en
busca del dragón. Las ventanas eran tan traslúcidas como el hielo y
la luz del sol las atravesaba, cálida, agradable y dorada. Y todavía…
¿Por qué este lugar es tan grande?
Simplemente no le sentó bien. Había estado en varios templos que

eran más grandes que este pasillo del castillo, y aún así...
¡Oh! ¡No he oído hablar de la aventura de los demás!
No era inusual que ella y sus amigos emprendieran aventuras
separadas, pero, por supuesto, quería saber cómo les habían ido
las cosas. Y quería decirles lo duro que había trabajado.
Probablemente ya se estaban preparando para partir, así que ¿tal

vez estaban cerca de la puerta del castillo? La sacerdotisa,
repentinamente apurada, corrió por el enorme pasillo. Claro, un
espectador podría reprenderla por un comportamiento tan poco
femenino, pero correr por un castillo... ¿No es eso una aventura en
sí misma?
"... ¡Ji-je!"
Era una excusa divertida y la hacía feliz; sus pasos se hicieron más
ligeros con ello.
Sólo trata de no tropezar, trata de no caer. Imagínese que va con
un poste de tres metros.
Y tenga cuidado con los encuentros aleatorios en cualquier esquina

en la que pueda girar... "Ah, ahí estás"
.
“¡¿Eep…?!” La sacerdotisa gritó, enderezándose apresuradamente y
quitándose la gorra. Allí, a la vuelta de la esquina, había un
hombre apuesto cuya mirada evocaba la de un león joven.
¡Nunca esperé encontrarme con Su Majestad el Rey aquí!
Bueno, eso fue lo que hizo que fuera un encuentro aleatorio, ¿no?
El mismo giro de azar que podría verte encontrarte con un dragón
en campo abierto.
“Er, uh, eso es, perdóname. Por favor, disculpe mi grosería

desmedida... —No pienses en ello. King agitó una mano
alegremente, aceptando y
desestimando la disculpa de la sacerdotisa.
"Si hay algo desmesurado aquí, es el problema al que te he

metido".
“¡N-no, señor! ¡De nada!"
“Me encargaré de que se envíe un agradecimiento adecuado y…

una recompensa a la frontera occidental. Tienes mi gratitud”.
La sacerdotisa logró chillar: “M-muchas gracias, señor…”
"Mmm", dijo el rey. Él asintió y luego, durante un largo momento,
estudió el rostro de la sacerdotisa.
“¿……?”
La sacerdotisa, muy desconcertada, apenas podía respirar; sentía
como si la hubieran puesto bajo una maldición de petrificación. De
alguna manera logró sentirse completamente congelada y moverse
incómodamente al mismo tiempo.
Estaba ansiosa, sí, pero curiosamente no incómoda.
Algún tiempo después, King cerró los ojos, suspiró profundamente
y luego preguntó lentamente: "¿Disfrutas tus aventuras?".
"¡Sí, señor!" La sacerdotisa respondió sin dudarlo un momento.

Una sonrisa tímida apareció en su rostro. Aquí, al menos, había
una pregunta que podía responder con confianza. “Implican
muchas cosas difíciles, muchos problemas, mucho dolor…”
"¿Es eso así?"
Pero a pesar de todo, las aventuras seguían siendo divertidas,

informó la sacerdotisa a la joven.
rey. Ante eso, él sonrió y asintió.

“Yo mismo lo recuerdo. El placer de avanzar… Aunque a veces me
meta en problemas”.
Atrapado por lo que parecía ser nostalgia, se frotó la nuca. La

sacerdotisa no estaba segura de lo que significaba el gesto. Sin
embargo, entendió que había nacido de un recuerdo de aventura
que esa persona había vivido. Un recuerdo de alguna misión
importante que sólo él conocía, que nadie más podía imaginar.
Y yo también los tengo.
Recuerdos de aventuras como esa. Sólo habían pasado unos pocos

años, pero los conservaría para siempre.
“…”
¿Sabía el joven rey lo que estaba pensando? No dijo nada, pero
una leve sonrisa apareció en su rostro... por un segundo. Luego
apretó los labios y la sonrisa desapareció como si nunca hubiera
estado allí. En su lugar había una expresión de seriedad que hizo
que la sacerdotisa se detuviera y tragara saliva.
Finalmente, King se limitó a decir: “Procura seguir siendo una

amiga de mi hermana pequeña.
Por favor."
"¡Sí, señor!" La sacerdotisa respondió, de nuevo sin dudarlo: ¿qué

más podría decir? "¡Ella es mi amiga, después de todo!"
No había en esto ni una pizca de adulación; ella no estaba
simplemente diciendo lo que él quería escuchar.
Por un momento, el rey de toda la nación observó su expresión,
brillante como el sol de la mañana, con una sonrisa en los ojos.
Luego, tras un momento de silencio en el que parecía buscar en el
aire las palabras adecuadas, dijo: “Como su hermano mayor,
tienes mi gratitud. Gracias."
"¡Oh! No, yo... quiero decir... De nada. La sacerdotisa se rascó la

mejilla y luego tosió discretamente. "Ejem, yo, uh, debería irme
ahora". Todo el mundo la estaba esperando, añadió, y luego le hizo
una reverencia. Se puso la gorra y echó a correr por el pasillo con
andares de pajarito.
El joven rey de toda la nación la observó alejarse durante un

momento de silencio, y luego giró sobre sus talones y se alejó.
Cuanto más corta sea la conversación entre el rey y un aventurero,
mejor. Así era y así debía ser.
King lo sabía mejor que nadie. “¡Argh! ¡No puedo creer que haya
perdido! “¿Quieres dejarlo descansar?”
Bajo un cielo vertiginosamente azul, un burro cargado con

armadura y equipo serpenteaba por el camino. Un niño sostenía las
riendas mientras a su lado caminaba una niña cuyo lenguaje
corporal expresaba sus sentimientos de manera aún más elocuente
que sus palabras.
Movía los brazos furiosamente mientras caminaba, sin hacer

ningún esfuerzo por ocultar su frustración.
El chico mago (la chica ñandú prácticamente ya había hablado
hasta el cansancio a estas alturas) exhaló un suspiro y dijo: "Sí,
definitivamente alcanzaste tu punto máximo cuando dejaste a ese
paladín boca abajo".
“Arrrrgh… ¡me caí! ¡No puedo creer que me haya caído de la silla!
Esta vez, la niña se llevó las manos a la cabeza y se acurrucó allí
mismo, en el camino a casa, por lo que el niño se vio obligado a
detenerse a su lado. El burro, sin preocuparse por el extraño
comportamiento de sus amos, arrastró sus cascos.

En verdad, el burro se había portado bien. Se había mantenido
firme frente a caballos de guerra adecuados; buen trabajo de
hecho. Por tanto, la responsabilidad de la derrota recayó
directamente en su jinete.
Su demostración de ferocidad la había dejado exhausta y fue

fácilmente superada en la siguiente ronda. Para ser justos, el
caballero que la había quitado el burro tampoco había pasado a la
final, pero eso era poco consuelo.
“…Arrrgh…” La chica ñandú se arrojó sobre el césped al borde del

camino, abriendo los brazos.
Wizard Boy la miró y dijo lo obvio: "Estamos justo al lado de la
carretera".
“¡Sigue siendo un cuadrado del Mundo de las Cuatro Esquinas!

¡Puedo estar aquí si quiero! La niña agitó sus pies descalzos.
"No había oído una discusión así desde la Academia". Sin embargo,
eso fue todo lo que dijo Wizard Boy a modo de reprobación. Él se
dejó caer a su lado. "Supongo que simplemente significa que
todavía nos queda mucho por hacer".
"Sí…"
Cuando pensó en retrospectiva, vio en qué grupo de guerreros

poderosos habían estado. ¿Qué habían estado haciendo allí?
Por ejemplo, hubo muchos combates memorables, pero para tomar
solo un ejemplo, había visto una competencia espectacular entre
un caballero que vestía las vestimentas del Dios del Comercio y
otro caballero con diamantes.
Prescindiremos de hablar de quién ganó…

"Eso fue realmente extraordinario, ¿no?" dijo la chica ñandú. "…UH
Huh."
Charlaban ociosamente entre ellos mientras estaban sentados allí

con la hierba y la brisa a su alrededor y el cielo sobre sus cabezas.
Hubo frustración, sí. Hubo decepción. Pero ni un solo
arrepentimiento.
Hay alturas más elevadas que alcanzar. Podemos seguir
avanzando.
Eso es todo lo que significaba.
Diablos, esta era su primera vez en una competencia como ésta y
mira lo bien que lo habían hecho. ¿Por qué había que deprimirse en
eso? Sería simple arrogancia estar insatisfecho sólo porque no
ganaste tu primer torneo. Podían mantener la cabeza en alto con el
resultado que habían alcanzado. El resultado que habían obtenido.
Después de un momento, Wizard Boy se puso de pie y gritó: "¡Está
bien!"
“¡Ay!” -exclamó la niña ñandú, que todavía yacía en el suelo. Ella

se sentó (usando sólo sus tonificados músculos abdominales) y lo
miró. "Seguro mostrar emoción."
“¡Por supuesto que sí! El tiempo es ilimitado y limitado. ¡No

podemos simplemente quedarnos sentados aquí! "No se. Creo que
a veces es importante reducir la velocidad y disfrutar el viaje. ¡Ap!
La muchacha se puso de pie, riéndose, y se sacudió la hierba.
su trasero. "Entonces, ¿adónde vamos ahora?"
"No lo sé todavía", dijo el niño con una sonrisa. "Pero realmente no

quieres volver directamente con el viejo, ¿verdad?"
"Si tienes una buena idea para un desvío, soy todo oídos". La niña
ñandú sonrió como una niña con un plan travieso.
No sabían adónde irían exactamente. Pero sabían hacia dónde se
dirigían.
“¡Seré el espadachín más fuerte del mundo! ¡Así que será mejor
que busque gente que sea más fuerte que yo!
"Creo que acabas de hacer." "¡Silencio, tú!"
Así que fueron por el camino, llevando al burro, discutiendo y
riendo.
Algún día... el más fuerte. Algún día... ese dragón. El camino

seguiría y seguiría cada vez más.
Estaban en ese camino, avanzando, paso a paso.

§
"¡Buen trabajo! Te has ganado un buen descanso”.

Este fue el pronunciamiento de la chica del gremio, pronunciado
con una sonrisa mientras el El carro avanzaba rodando. Debió
haber sido necesario tener algunos nervios para concluir todo lo
sucedido, todas sus pruebas, con estas pocas palabras.
Realmente pasaron muchas cosas, ¿eh?
Frente a ella estaba sentado un aventurero con una armadura

sucia. Él asintió deliberadamente. "De hecho, fue bastante difícil".
"Bueno, te faltaba una persona para tu grupo normal". "Quizás eso
fue todo".
La chica del gremio se rió ante esta respuesta tímida, tapándose

recatadamente la boca con la mano. La sacerdotisa miraba
fijamente al suelo a su lado, con los oídos tan alerta como los de
cualquier elfo.
Creo que ha ganado un poco de confianza.

Pero todavía no estaba acostumbrada a que la elogiaran
abiertamente. Tal vez fuera mejor: si tenía demasiada confianza,
eso sería un problema en sí mismo. Esto fue adorable.
"Entonces, ¿cómo te fue de todos modos?" preguntó la elfa, que

asomaba la cabeza por detrás y movía las orejas con la brisa, a esa
misma sacerdotisa.
"¡Salió bien!" Dijo la sacerdotisa, asintiendo con entusiasmo.

La granjera sonrió. "¿Bien? ¡Fuiste lo más genial del torneo!
“O-oh, no estoy segura de eso…”, chilló la sacerdotisa, con el
rostro sonrojado.
Luego, sin embargo, con una cierta cantidad de “um, eh”, logró
decir: “¡Pero hice lo mejor que pude!”
“Eso es lo que cuenta”, dijo la Alta Elfa Arquera, con sus ojos
brillando como estrellas. "¡Detalles! ¡Quiero detalles!
"S-si no te importa, entonces..."

Hubo un delicado carraspeo... y luego comenzó la historia de la
aventura del clérigo que se había hecho pasar por la princesa.
El traje desconocido. La gente que ella no conocía. Los únicos con
los que podía contar eran los dos amigos que habían venido con
ella.
Conocer a la nobleza, hablar con un caballero, participar en la

ceremonia... y entonces aparecieron los monstruos.
Fue una espléndida historia de heroísmo, la mejor aventura que

existe. La única persona que no pareció darse cuenta fue la heroína
de la historia.
En el banco del conductor, Lizard Priest y Dwarf Shaman estaban

charlando sobre algo; los demás podían oír el amistoso subir y
bajar de sus voces.

Fue el final de un viaje: tranquilo, placentero, silencioso y
encantador.
La recepcionista respiró hondo, dejando que la calidez de ese
momento llenara su pecho, y luego se movió para que sus rodillas
quedaran frente a la persona frente a ella. "Está bien. Me gustaría
conocer tu aventura, Goblin Slayer”.
"Hrm", gruñó una voz baja desde lo más p

rofundo del casco de metal. "¿Mío?" “Sí”, dijo la chica del gremio
con una sonrisa. “Tu aventura”.
Ella le echó un vistazo a la granjera. Parecía estar ayudando a la

Sacerdotisa, que gesticulaba en dirección a la Alta Elfa Arquera,
contándole la historia de sus hazañas. ¡Ella hizo esto! ¡Ella hizo
eso! Un buen gesto de las manos en el momento adecuado
siempre podía hacer que una historia realmente cantara.
Por supuesto, no les estaban prestando atención a Guild Girl y

Goblin Slayer.
Bueno, cuando volvamos al oeste…

Entonces sería su turno. No hay nada de malo en acortar un poco
la fila.
Seguramente nadie la culparía por aprovechar su derecho a ser la

primera en escuchar la historia de aventuras de esta persona.
Lo haría hasta el día en que él tuviera una historia verdaderamente
gloriosa que contar. Hasta que ella pudiera ser la primera en
enterarse de que él había matado a un dragón.
Después de todo, ¡así es como hago las cosas!

"Entonces, ¿qué tipo de aventura fue?" ella preguntó.
“Hmm…” murmuró Goblin Slayer, y después de pensarlo un
momento, dijo: “Había duendes”.

PALABRAS DEL AUTOR
¡Hola, aquí Kumo Kagyu! ¿Disfrutaste el Volumen 16 de Goblin

Slayer? Puse todo de mi parte para escribirlo, ¡así que espero que
te hayas divertido!
Esta vez, aparecieron duendes en la capital real y Goblin Slayer

aceptó una misión para matarlos.
¡Y hubo justas! ¡Un torneo! ¡¡We will rock you!!

Estaba desesperado por hacer una historia con cosas como ésta,
¡así que lo hice! Hombre, los torneos de justas son geniales, ¿eh?
Luego tienes toda la politiquería de fondo y el misterioso caballero
que oculta su verdadera identidad. ¡Eduardo el Príncipe Negro no
tiene nada contra él! Ni Ricardo I ni Carlos XI…
Pero de todos modos, lo único que Goblin Slayer puede hacer es

matar duendes, y por eso mata a los duendes. Le espera otra
aventura, una que no tiene lugar en el brillante escenario de la
capital propiamente dicha.
Hay todo tipo de personas en el mundo que hacen todo tipo de

cosas; eso es lo que hace que el mundo gire. Creo que a muchas
personas les resulta difícil aceptar el hecho de que son sólo un
pequeño ser humano. Eso es lo que hace que nuestra lucha con “la
Sombra” sea tan difícil y por lo que superar esa batalla es tan
admirable.
Este libro no es una excepción a esa regla. Muchas personas

diferentes ayudaron a hacerlo realidad. Todos en la división
editorial y todos los involucrados en la publicación y el marketing.
Noboru Kannatuki, quien proporcionó otra serie de maravillosas
ilustraciones.
Kousuke Kurose, quien se encarga de la versión manga.

Todos los lectores que me han animado, todos los que han sido
fans desde los días de las novelas web, los administradores de los
sitios agregadores.
Por no hablar de mis compañeros de juego, los amigos que
siempre están felices de jugar conmigo.
Este libro debe su existencia a más personas de las que puedo
mencionar aquí. Muchas gracias a todos y siempre.
Gracias a toda esta ayuda, siento que puedo hacer más que nunca.
Bueno, mi plato siempre está lleno; francamente, ¡es demasiado!
Es raro. Dai Katana terminó recientemente, así que debería
sentirme un poco más relajado, ¿verdad…?
Recientemente, hemos tenido un concurso de mazmorras, los

mares del norte y la capital. Para el próximo volumen, creo que tal
vez sea necesaria una historia en la que aparezcan duendes y haya
que matarlos.
¡Haré todo lo posible para escribirlo, así que espero que lo

disfrutes! ¡Hasta la próxima!
MAX POWER FANSUB

Esperamos que sea de su agrado este proyecto
Este volume fue mejor que el volume 15 la historia
Si en tu pais esta en venta este volume favor compralo para
ayudar al autor .
Nos vemos en el volume 17 para matar otra vez duendes …

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Translation by Kevin Steinbach Cover art by Noboru Kannatuki

GOBLIN SLAYER vol. 16

English translation © 2023 by Yen Press, LLC

The scanning, uploading, and distribution of this book without permission is a

First Yen On Edition: November 2023

Yen On is an imprint of Yen Press, LLC.

Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

ISBNs: 978-1-9753-7697-0 (paperback)

Prólogo: El cuento de un caballero

Capítulo 1: Unas vacaciones en la capital

Interludio: Ellos son los que morirán

Interludio: Llegando a la aventura

Capítulo 3: Correr genial Capítulo

Interludio: Sólo tus ojos

Epílogo: ¡Es una vida maravillosa!

Palabras del Autor

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Fue un comentario justo. Había dos jinetes montados, con

La belicosa muchacha montada había huido de la casa de sus

El joven le sonrió, una sonrisa desagradable que permaneció en su

Sin duda se estaba imaginando a sí mismo desmontando

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"¡Voy a hacer volar su trasero!" —estalló la chica ñandú.

"Seguro lo haré. Es solo que…” La chica, con la visera todavía

“No tienes que patearle el trasero. Sólo quédate con el tuyo”.

Quien viniera a la comarca de los ñandúes naturalmente llamaría la

Las especulaciones descabelladas sobre su relación con la chica

"Si ambos pueden

Pies golpeados. Los golpes resonaron. La gente mantenía el

Algunas personas golpean la valla; otros golpeaban sus armaduras

¡Un torneo! ¡Un concurso de justas! En todo el mundo de las cuatro

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En un lugar donde muchos nunca abandonaron la aldea en toda su

Bien, bien. No hay necesidad de toda esta explicación.

Cuando la emoción estaba en su punto álgido, un juez parado en el

Con grandes gritos de batalla, los dos jinetes cargaron hacia

El chico mago rechinó los dientes. Pero un parpadeo más tarde, el

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“¡Tú… hijo de…!” La muchacha luchaba por sujetar su lanza

"¡Ja!" Al mismo tiempo, su oponente levantó fácilmente su jabalina

Cada uno de ellos apuntaría al escudo, al torso o a la cabeza de su

Oyó el ruido metálico de la lanza al clavarse en el resto. Al menos

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Allí estaban los imponentes rascacielos. Los adoquines

"¡Es asombroso!" Dijo la granjera, simplemente incapaz de

Elegante, al menos, desde la perspectiva de la granjera. En la

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Esta noble elfa noble en particular estaba vestida con su ropa de

"Sí, claustrofóbico desde tu perspectiva". Un chamán enano

La moda de las carreras atrajo en masa a los centauros y a sus

“Gracias”, dijo la elfa, tomando la brocheta y clavándola,

El enano la ignoró mientras se lamía la grasa de los dedos. Luego

“¡Eso es discurso de odio! ¡Desprecio por otra cultura!

Se podía escuchar al elfo gruñir: “¡Ooh, tú!” y el enano respondió

Dondequiera que miraras había gente, gente, gente, gente, gente,

Mientras soportaba el peso de la multitud, sintió que la iban a

Si hubiera sido una artista que intentaba pintar esta escena,