LENGUAMORLACA
LENGUAMORLACA
LENGUAMORLACA
Alcalde de Cuenca
Mgtr. Jonathan Koupermann Kuperman
Director de Cultura, Recreación
y Conocimiento
Mgtr. Juan Carlos Astudillo Sarmiento. Ph.D. (c).
Coordinación Editorial Municipal
Primera edición: GAD Municipal del cantón Cuenca, Dirección Municipal de Relaciones
Exteriores, Dirección Municipal de Cultura, Educación y Deportes, Agencia Trilogía, 2016.
Segunda edición: Dirección General de Cultura, Recreación y Conocimiento, 2018.
Mgtr. Juan Carlos Astudillo Sarmiento. Ph.D. (c). / Mgtr. Verónica Andrade Aguilar.
Corrección de estilo
ISBN: 978-9942-27-259-1
e-ISBN: 978-9942-27-260-7
www.cuenca.gob.ec
Pensar el lenguaje es pensar en la representación que tenemos de la realidad, o las
representaciones que tenemos de las realidades, para ser más precisos. Oswaldo Encalada
V., uno de los investigadores más rigurosos y prolíficos de la ciudad y el país (con cerca de 50
libros publicados, entre investigación y creación literaria), se ocupa de rastrear las huellas
que las palabras van tejiendo como una forma de acceder a la cultura que han dado forma a
lo largo del tiempo, buscando siempre explicaciones o luces para eso tan complejo que es el
quehacer humano.
En esta ocasión, la Alcaldía de Cuenca, a través de su Dirección General de Cultura,
Recreación y Conocimiento y su Editorial Municipal presentan dos obras del gran autor: por
una parte, la tercera edición de un catálogo de singularidades lingüísticas que se ha vuelto una
constante solicitud ciudadana: La lengua morlaca; y, como complemento, un estudio inédito
que completa la propuesta de Encalada: Los morlacos.
Esperamos que esta propuesta editorial, como quiere su autor, nos ayude a entender
eso que significa ser morlaco y a entenderlo desde la lengua y todo lo que aquello significa que
es, sin más, Todo.
La Lengua Morlaca
Prólogo
Geógrafos, geólogos y otros científicos, además de viajeros en diferentes épocas, han
constatado que la presencia del Nudo del Azuay fue un verdadero y formidable obstáculo
para las comunicaciones con el norte del país. Por siglos este hecho provocó el aislamiento
de la ciudad de Cuenca y la provincia del Azuay, lo que a su vez la llevó a una evolución de
su cultura, de sus costumbres e inclusive, naturalmente, de su lengua, a un ritmo endógeno
propio.
Al norte de este nudo –verdadera divisoria de la región serrana- los Andes se presentan
más altos; en este sector únicamente se yerguen los volcanes activos y predominan en
sus aledaños los terrenos eruptivos modernos, mientras al sur tanto la orografía como
la geología cambian fundamentalmente: las cordilleras no llegan al límite de las nieves
perpetuas, a la vez que la actividad volcánica desaparece. Y el cambio que imprime el
Nudo del Azuay en estas dos zonas sobre la Geografía física repercute hondamente
en todos los fenómenos vitales, especialmente en el humano, hasta el extremo de
que el viajero que cruza este valladar, que por centurias se ha levantado como un
centinela impidiendo la fácil comunicación de los pueblos australes con los norteños
o los cercanos al mar, por poco observador que sea, nota marcadas diferencias aun
tratándose de leves detalles como la comida, el vestido indígena, el acento idiomático,
etc. Y por fin, mientras en la sección norte la vida social y política gira alrededor de
la capital del Estado, Quito, en la región austral se desenvuelve en torno a Cuenca, lo
que da la medida de la importancia del tercer centro urbano del Ecuador, resultando
en consecuencia, que esta ciudad, Quito y Guayaquil sean las mentoras de la opinión
nacional. (1946, pp. 175-176).
El aislamiento ha provocado que aquí todavía suenen antiguas voces españolas, que
ya no están vigentes en otras partes del orbe hispanohablante. A esto hay que agregar,
necesariamente, la presencia fuerte y vital de la cultura quichua, que ha aportado y aún aporta
con elementos culturales a la formación de la cultura cuencana y azuaya en general. Circulan
en nuestra lengua voces quichuas españolizadas y completamente naturalizadas, con lo que se
demuestra que la cuestión de la interculturalidad es un hecho real, vivo, y que no se trata de
un descubrimiento de estos últimos tiempos, hecho por políticos o sociólogos.
La singularidad lingüística de Cuenca ha sido admirada y reconocida por autores
nacionales y extranjeros. Hacia el año 1945 el viajero norteamericano Albert Franklin pasó por
la ciudad y quedó deslumbrado por sus características, sobre todo en lo referente a su lengua.
Estas son sus elogiosas palabras:
La clase dirigente habla el castellano de la España del siglo XVII, con un ritmo que
no se encuentra en otra parte del hemisferio occidental. Este ritmo es impartido
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acentuando levemente la antepenúltima sílaba de cada palabra de tres sílabas o más.
Es de una cadencia muy musical y produce el efecto aristocrático deseado. Fuera
de este leve rasgo provincial, el español de los ciudadanos de Cuenca es puro y
cosmopolita. (Franklin, 1984, 252 y siguientes).
En este breve acercamiento a la lengua morlaca hemos recogido una muestra que
no es –en lengua ninguna muestra puede pretender ser- exhaustiva; pero que, esperamos
sirva para reflejar el espíritu y la cultura de Cuenca. También incorporamos un breve ensayo
sobre la peculiaridad más notoria de su lengua: el cantado. Incluimos un apéndice sobre
los hipocorísticos más usados y que son moneda de uso diario en la conversación familiar y
popular.
Nota sobre la pronunciación. En el habla cuencana hay sonidos provenientes del ámbito
quichua o quizá cañari, como es el caso de la /S / sonora, que no existe en español; para
solucionar esta deficiencia gráfica hemos usado –como ya lo hicieron antes de nosotros,
connotados autores como Octavio Cordero Palacios, Alfonso Cordero Palacios y otros más-
una doble ss. Así, podemos encontrar palabras como tusso, tarosso, etc.
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1.
Palabras y Frases
A
¿A dónde bueno? Esta pregunta sirve para averiguar el lugar hacia dónde va una persona.
-¡Doctor, muy buenas tardes! ¿A dónde bueno? -exclamó el chagra (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
33).
A huevo. Frase que significa que algo es muy barato. Y hasta con suerte de negociante, para
comprar a huevo las toquillas (Astudillo Ortega, 1973, p. 31).
A la criolla. Frase que significa que algo se hace de modo poco ortodoxo, descuidadamente,
sin la pulcritud necesaria. Con sus hijos hablaba a la criolla no más.
A la diabla. Frase que califica a una acción hecha de cualquier modo, descuidado y negligente.
Como no era tonta, sabía administrar su fortuna ‘con cabeza y no a la diabla, como hacía todas
las cosas este señor don Pablo de mis males’ (Dávila Vázquez, 2022, p. 80). Cfr. A la maldita.
A la maldita. Frase que significa que algo se hace de muy mala manera, con total negligencia y
descuido. Claro, has hecho el deber a la maldita.
A la manera de más que nunca. Frase que se usa para designar una forma totalmente
negligente y descuidada de actuar. Cfr. A la maldita. Lavas los platos a la manera de más que
nunca.
¡A los años! Frase con que se exagera la llegada de una persona que nos visita después de
algún tiempo. A los años que vienes.
A mamar los pastores. Frase con que se pondera una situación mala, comprometida o
preocupante. Ya hicieron el gol. ¡A mamar los pastores!
A mear y a echarse. Frase usada por los padres cuando creían que ya era hora de que los niños
se acostaran. Ya son las 9. A mear y a echarse.
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A mí qué. Frase con que se demuestra ninguna importancia sobre un determinado asunto.
Sacudí los hombros, diciendo: a mí qué… Y seguí hablando (Andrade II, 1948, p. 50).
A pata. Frase que significa que una persona se moviliza a pie. Hacen la formal promesa, de ir el
ocho de septiembre a Loja, peregrinos y a pata (Astudillo Ortega, 1941, p. 55).
A precio de gallina con mal. Frase que significa que algo se vende -o se quiere que se venda- a
muy bajo precio. El gobierno vende sus cosas a precio de gallina con mal.
A punte… Frase que significa que algo ha sido ejecutado con la repetición de una misma
acción. A otra, le llevó a la costa, y dizque le viene matando a punte puñaladas: le ha dado 100 el
bandido (Astudillo Ortega, 1973, p. 154).
Abran cancha. Frase con la que se realiza una petición u orden, con la finalidad de conseguir
que se despeje un sitio para en él realizar alguna actividad. Copleros, ábranme cancha. / Traigo
ronda guitarrera / y versos de siete cañas (Andrade y Cordero, 1993, p. 92).
Abreboca. Pequeña cantidad de licor que se bebe antes de comenzar a comer. Aperitivo. -¡La
sopa se enfría! / -Sirvan un abre-boca (Cevallos García, 1964, p. 86).
Abridor. Variedad de durazno, llamado así por la facilidad con que la pulpa se desprende de la
pepa. Duraznos… ricos duraznos… abridores (Corylé, 1952, p. 82).
Abuela. Este sustantivo suele ser usado para responder a una insolencia. -¿Comienzo por el
mío o por el suyo? / -¡Por el de tu abuela, majadero! (Cevallos García, 1964, p. 62).
Acabó billete. Frase que se usa para señalar, en tono más o menos triste y humorístico, que se
nos ha terminado el dinero. Esta es la última cervecita, acabó billete.
Acedo. Acedado. Sebastián rogó a la dueña se molestase en calentar alguna carne de su fiambre
y cambiar el mote que estaba acedo después de seis días de viaje (Moscoso Vega, 1946, p. 43)
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Achachay. Interjección que sirve para expresar el frío que se siente. -¡Achachay!- sopla el
viento, primero en madrugar, como exclusivo agente sanitario (Astudillo Ortega, 1973, p. 4).
Achaquiento. El que sufre de muchos achaques. Este señor ya está muy achaquiento.
Acho. Interjección que significa aprobación y sorpresa ante algo. Se trata en realidad de una
apócope de caracho, que, a su vez proviene de carajo. -Mira, ya puedo montar en la bicicleta. /
-Acho.
Acholarse. Avergonzarse, correrse (literalmente significa comportarse como cholo). Sin motivo
te acholas.
Aciruca. Término híbrido producto del español así y el quichua rucu, una forma de hacer
aumentativos o superlativos. Asiruca (que es como debería escribirse) significa asizote, así
de grandote. La de cadera aciruca, / ni que paila de hacer mote… (Andrade, 1947b, p. 76). Cfr.
Niñarucu.
Acolitador. Persona que fácilmente y con gusto acolita a otro. Ese man es súper acolitador.
Acolitar. Apoyar, acompañar a otro en la ejecución de alguna cosa. Si alguien hubiera seguido
sus pasos, la habría encontrado muy tranquila, acolitada de la Chepa (Astudillo Ortega, 1951, p.
116).
Adefesioso. Adefesio; de mala calidad. Qué han de saber pues los gringos esos adefesiosos cantos
(Mata, 1940, p. 21)
Adelante con los faroles. Frase con la que se señala la inevitabilidad de continuar con alguna
tarea. Pues adelante con los faroles, exclamó el viejo, con exultación, quizás despertando en él
tendencias de antiguo cazador (Andrade IV, 1953, p. 90).
Adrede. Que algo se hace sin razón ni motivo. -Dije- explicó la chola algo asustada- adrede,
para que otra vez no me tire prosa (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 356).
Adulete. El adulón, sobre todo tratándose de un niño. Cfr. Cepillo. -¡Pasó un adulete! Va a
haber oración general en la capilla (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 306).
Adulón. El que adula en exceso y servilmente. De puro adulón, a que le yapen la chicha
(Astudillo Ortega, 1951, p. 77).
Afarolado. Atolondrado. Pero no seas tan afarolada, mujer (Corylé, 1952, p. 89).
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Agalla. Vara larga con una especie de gancho en el extremo. Sirve para coger frutas de los
árboles altos. Con la agalla se inclina la rama o se provoca la caída del fruto. Es palabra de
origen quichua. Bajabas de lo alto, con la agalla, la fruta dura. (Mata, 1982, p. 6).
Agarrar el golpe. Frase que significa conseguir la suficiente experiencia y conocimiento para
ejecutar una acción o comenzar con éxito un negocio. Ya a las dos semanas le agarré el golpe.
Agencia. Actividad, actuación. Acodado en la solana, contemplaba las agencias de Brígida que
ordenaba a los mayorales, disponía la casa y atendía al niño (Moscoso Vega, 1950, p. 77)
Agrado. Regalo que se hace a alguien, con el fin de granjearse su buena disposición para que
nos ayude. Me canso de ir donde el Gerente; de preparar agrados para el Gobernador (Astudillo
Ortega, 1951, p. 71).
Agua de frescos. Cierta preparación elaborada con varias especies vegetales; con hojas y
flores. Se la reputa como digestiva y refrescante. A los músicos se los esperaba con la tetera del
agua de frescos- el ritual alka-seltzer antiguo (Astudillo Ortega, 2002, p. 81).
Agua de pítimas. Cierta preparación medicinal elaborada con varias especies de plantas. Se
la reputa como refrescante, cordial y confortativa. Es una bebida que la fabrican y la venden
las religiosas de algunos conventos de Cuenca. La palabra pítima deriva del español epíctema.
De esta tienda del barrio de las monjas salió furtiva y contristada, hace años, Dña. Ashuquita,
comprándose una botella de Agua de Pítimas para Lucha, cuando sufría las primeras aflicciones
de su mal de amor (Astudillo Ortega, 1973, p. 194).
Agua de viejas. V. Agua de frescos. Esta designación se explica porque son, generalmente, las
personas de mayor edad las que las prefieren como bebida.
Aguachento. Que algo contiene más líquido (agua) que lo ordinario. Un zócalo de frutales y de
frondas. Capulicedas, de racimos almibarados y aguachentos (Astudillo Ortega, 1973, p. 13).
Aguadijar. Manar de las heridas una mezcla de sangre y de agua. Ojos que si vierten llanto, /
no lloran sino aguadijan (Andrade Chiriboga, 2006, p. 327).
Aguaitar. Mirar, observar, vigilar. Al acercarme a la choza, oí ruido tras el cerco y me puse a
aguaitar (Andrade I, 1947a, p. 80).
Aguantar. Recibir un castigo, un golpe. Y usté no se meta en esto, porque puede salir
aguantando (Mata, 1982, p. 19).
Aguarico. Especie de gallo que tiene el cuello pelado y de color rojizo. Denle agua al gallo
aguarico.
Agüita caliente. Preparación elaborada con agua caliente, sí; pero que incluye también cierta
cantidad de licor. No, hijita: merendemos. Hazme una agüita caliente para el susto (Astudillo
Ortega, 1973, p. 98).
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Ahí muere. Frase con que afirmamos que algo ha terminado. Bueno ya no hay más pintura. Ahí
muere.
Ahogado. El rehogado en la preparación de los alimentos. Antes de poner la carne hay que
hacer el ahogado.
Ahogapulgas. Especie de ropa interior masculina que cubría desde la cintura hasta los tobillos.
La usaban las personas de mayor edad. Es prenda en desuso. Del abuelo con sus calzoncillos de
esos largos que llamaban ahogapulgas (Dávila Vázquez, 1979, p. 92).
Ahora síííííí. Frase con la que demostramos una gran preocupación por un hecho cercano y
desgraciado, que nos afecta. Ya se enteró mi taita, ahora síííí.
Ahuela. Pronunciación popular por abuela (o ahuelo por abuelo). -Qué mama ahuela, / aura y
mañana, la vela (Andrade, 1947b, p. 139).
Ajá. Fórmula usada como aprobación, y en ese caso, equivale a sí, de acuerdo. -Ajá... ¡No
vayan después a irse donde otro! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 109).
Ajamishi. Interjección de variada significación. Se la puede usar para expresar sorpresa, como
indicación de defraudación. -Me saqué el premio. / -Ajamishi.
Ají seco. Una variedad de color rojizo en los gallos y gallinas. Quizás creyendo que se trataba de
cohetes, iba con su gallo ají seco bajo el brazo (Mata, 1963, p. 191).
Ajo. Eufemismo por carajo. Le dijo el Machete, con un ajo: el que monta manda (Astudillo
Ortega, 1973, p. 31).
Al hilo. Significa que algo ocurre o se hace de corrido, sin pausa. Se comió tres empanadas al
hilo.
Alabado sea Jesucristo. Fórmula piadosa y antigua de salutación. Y los campesinos que no
cesaban de saludar: -Alabado sea Jesucristo (Astudillo Ortega, 2002, p. 70). Podía también
variarse a: Alabado sea el Santísimo. A este saludo se solía responder con: Y la Virgen María, su
madre.
Alairito. Frase (se trata de una conglutinación de al aire, en diminutivo) que designa a la
situación en que algo se encuentra totalmente patente, visible. El hombro está alairito.
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Albache. El albañil. También se escucha la variante albacho. En la plaza de San Francisco se
reúnen los albaches.
Alcanzarse. Verbo que significa que una persona se encuentra en mala situación económica,
con estrecheces. También se usa bajo la forma de participio, como estar alcanzado. ¡Por qué
se alcanzarían tanto, no! Y lo que les malió creo que fue el robo del Quintuña (Astudillo Ortega,
2002, p. 53).
Aldaba. Pieza metálica que puede servir como llamador en una puerta, o también, como
elemento de seguridad para cerrarla. Con la gruesa aldaba de bronce (una mano agarrando una
bola) otra mano golpeó el bien tallado portón de nogal (Valdano, 1980, p. 104).
Alegón. La persona que alega y argumenta frecuentemente, no siempre con razón. Ya ven UU,
lo que son estos roscas cuando se civilizan: para alegones, no hay dos (Astudillo Ortega, 1973, p.
89).
Alegrona. Calificativo que se aplica a la mujer de conducta no muy recatada, según la óptica
del mundo machista o tradicionalista. Tiene fama de ligera de cascos, de alegrona, desde antes
de los quince años, y mientras menos te veas con ella, mejor (Dávila Vázquez, 2022, p. 76).
Alforjas. Forma de desaprobación y rechazo enfáticos. Que me traigan más bien a la María
Grande -siguió- ¡Qué doctores ni que alforjas! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 115).
Alhaja. Este sustantivo ha sido convertido en adjetivo para significar que algo es atractivo, o
alguien es de agradable carácter. Pero si es bien alhaja, nada orgulloso (Astudillo Ortega, 1973,
p. 87).
Alhajita. Bajo el aspecto diminutivo este mismo sustantivo -alhaja- se convierte en adjetivo
usado para significar que una persona es hermosa. Tu novia es muy alhajita.
Alharaquiento. El que hace alharacas (demostraciones excesivas de alegría, miedo, dolor, etc.).
Este niño ha sido un alharaquiento de primera.
Allá entre blancos. Frase con la que se quiere indicar que algún asunto no es de nuestra
incumbencia y que por lo tanto no nos debe interesar. Cayeron, jadeantes, entre los vidrios
rotos. Alguien quiso separarlos y no pudo hacerlo. / -¡Déjalos! / ¡Déjalos!: ¡Que se maten! /
-¡Allá entre blancos!… / Y los que los rodeaban se alzaron de hombros (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
340).
Almud. Antigua unidad de medida para granos. De esos angurrientos encumbrados por almudes
de plata (Mata, 1982, p. 6).
Alpargatas. Especie de calzado tosco y primitivo. Lo usaban generalmente los indígenas. Desde
el valle de Yunguilla sus largas piernas los traen gritones y aguardentosos, sobre alpargatas de
duro caucho de viejas llantas (Burbano Cuesta, 1982: 68). Esta palabra aparecía también como
alpargates: Alpargates. Pl. Alpargate o alpargata” (A. Cordero Palacios, 198, p. 12).
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Alzado. El que se ha rebelado, el que no se somete a una autoridad, el que no respeta. Cállate,
longo alzado.
Alza que te han visto. Género de música popular para bailar. Vienen desde el pueblo, ensayando
una marcha, que más tiene de Alza que te han visto… (Andrade IV, 1953, p. 157).
Alzar el codo. Beber licor. Era el único que en sangre fría alzaba el codo, repitiendo muy
amaneradamente: ¡salud con todos! (Astudillo Ortega, 1951, p. 103).
Alzar el gallo. Mostrarse soberbio, altanero. Ya estaba en su casa, y nadie osaba alzarle el gallo,
ni mirarle siquiera (Mata, 1940, p. 26)
Alzar la mano. Frase que significa faltar de obra -no solo levantar la mano, sino golpear- a
una persona de mayor respeto o categoría. Y por haberles alzado la mano se les pudrió hasta el
hueso (Astudillo Ortega, 1973, p. 22).
Alzarse con el santo y la limosna. Frase con la que se señala que alguien se comportó de
manera abusiva llevándose todas las ganancias. Le ponía al más pintado un par de cardenales
en los ojos, y se alzaba con el santo y la limosna (Íñiguez Vintimilla, s.f., p. 193).
Alzarse del trabajo. Frase que significa terminar de trabajar, dejar la obra. Como ya eran las
cuatro los albañiles se alzaron del trabajo. (Burbano Cuesta, 1982, p. 105).
Amantazgo. Condición en la que un hombre y una mujer son amantes. Quería contener la
entraña viva de sus amantazgos, que les salían desbordados de su veracidad. Llamaban, en voz
rota de gritos, el nombre del soldado (Mata, 1940, p. 96).
Amañado. Acostumbrado. ¿Qué más podemos necesitar? Estamos amañados, señor; la tierra
no nos falta (Moscoso Vega, 1953, p. 22)
Amarcar. Levantar en brazos, cargar en los brazos. Nadie se casa por amor -intervino el
Machete, amarcado a su noveno crío (Astudillo Ortega, 1973, p. 90).
Amente. Loco, demente. Estarían amentes, pero qué… ni desvariar podían con el trago (Mata,
1932, p. 84).
Amiguero. El que fácilmente hace amigos y gusta de andar con ellos. Que sea devoto, que no
sea amiguero (Astudillo Ortega, 1973, p. 49).
Amo. Designación muy respetuosa de Dios, sobre todo cuando se encuentra expuesto en la
hostia. Soledad hizo un esfuerzo por convertir su sonrisa en imprecación, contemplando al Amo
expuesto (Astudillo Ortega, 2002, p. 87).
Amor con hambre. Especie de panecillo de la repostería azuaya. Se lo conoce también como
moncaiba. Nos explica el por qué los dulces se llaman ‘suspiros’, ‘amor con hambre’ (Cevallos
García, 1988, p.182).
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Andar a la pata. Frase que significa que se persigue a una persona. El Pepito andaba a la pata a
su novia.
Andar de Herodes a Pilatos. Frase que designa la situación en que una persona tiene que ir
de un lado para el otro, buscando una solución o una ayuda para cualquier cosa. Para sacar la
partida he tenido que andar de Herodes a Pilatos.
Andar peloteado. Significa andar de un lado para otro, como si uno fuera una pelota impulsada
por diversas fuerzas contradictorias. El profesor siempre ha andado peloteado.
Andurrial. Paraje, sitio no precisado. Generalmente se usa en forma plural. Por estrecho
andurrial, cruzado de baches y tremedales, asoma un joven indio (Andrade IV, 1953, p. 192).
Ángel de la estrella. Niño disfrazado de ángel. Lleva en la mano una vara en cuyo extremo
superior va una estrella de papel brillante. Representa la estrella que –según la Biblia (Mateo
2,2)- guió a los reyes magos hasta Belén. En el caso del Pase del Niño es quien abre la
procesión. (Encalada, 2005, p. 134). Los Tres Reyes y el Ángel de la Estrella también desfilaban a
caballo (Sarmiento Abad, 1990, p. 136). Ángeles de mama Tola, que nadie toque mi bola. Frase
del habla infantil con la que se trataba de conjurar, en el juego de las bolas o canicas, el peligro
de que algún rival tocara su bola. V. Brujas. (Íñiguez Vintimilla, s.f., p. 196).
Animal raro. Alguien que por alguna característica llama la atención de los demás, y no
precisamente en términos positivos. En la escuela me veían como animal raro.
Anís. Limpieza y aseo impecables. Estar hecho un anís. En los roperos, el agua, la aguja y la
plancha habían hecho su oficio… todo era un anís. (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 229).
Anotarse un poroto. Frase con la que se describe la situación de haber acertado con algo
gracioso, afortunado, humorístico. Este Enrique se anotó un poroto en la reunión de anoche.
Antes de que el agua se ensucie. Frase con la que tratamos de anticiparnos a alguna acción
que podría ser comprometedora. Cerraré el negocio ante de que el agua se ensucie.
Antimonio. Supuestas exhalaciones malignas que emanan de los tesoros escondidos bajo
tierra. Y se había referido a que si por allí criaban cuyes, gallinas o chanchos. A poco enfermaban
y morían víctimas del antimonio de oro (Astudillo Ortega, 2002, p. 100).
Antojos. Deseos más o menos caprichosos o inusitados que el pueblo dice afecta a las mujeres
embarazadas. Su no satisfacción produce señales en el niño. Continuó (…) su inagotable charla,
asegurando que los lunares de su nariz, eran antojos no satisfechos por su madre, en el tiempo de
la gravidez (Andrade I, 1947a, p. 102).
Añas. El zorrillo apestoso. Que vos sois mal hecha, que vos sois feísima, y que hueles a añas
(Muñoz Cueva, 2000, p. 114).
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Añísimos. Hace mucho tiempo. De aquella misma casuca, en añísimos, en épocas de los Vallejos
y Tormaleos (Astudillo Ortega, 2002, p. 15).
Año viejo. Muñeco hecho para representar al año que se termina. Esta imagen suele ser
quemada el 31 de diciembre a eso de la media noche. -El año viejo de la calle está sobre una
silla coja, olvidado, con harapos rellenos de restos de paja. Entre sus brazos hay un letrero que
dice: Muero pensando en las agüitas (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 230).
Aprensión. Recelo, desconfianza. He ahí un suceso que aumentará la aprensión que tienen en
estos países a los médicos y a las medicinas de botica (Coronel, 1906, p. 105).
Apurar, apurarse. Darse prisa. -¡Apúrense! - Les gritó, de paso, mientras su cabeza desaparecía
entre una nube de polvo. (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 163).
Apuros. Dificultades, estrecheces. Y ahí fueron los apuros del pobre teniente: ¿Cómo haría los
honores de casa al eminente mandatario? (Corylé, 1952, p. 36).
Aquí puse y no aparece. Frase con que se designa una situación de la que no podemos
justificarnos ante algo. No me vengas con que aquí puse y no aparece. Es frecuente que el verbo
aparece se manifieste solamente como parece.
Arca. La axila. Los habitantes, siempre fumando sus alientos, metidos las manos entre las arcas
para calentarse (Mata, 1942, p. 119).
Argolla. Círculo de personas influyentes, que se favorecen entre sí. Esto de las jorgas y de
las argollas que ya se ve que gravitan más que la maldición del paraíso sobre adanes desnudos
(Astudillo Ortega, 1991, p. 20).
Armado. Persona armada. Hace rato que unos armados se fueron llevando a don Zenobio
(Moscoso Vega, 1951, p. 88)
Armar el chivo. Provocar una reyerta, un escándalo. Le avisé a mi padrino. Le armó el chivo
(Valdano, 1980, p. 61).
Arquear. Sentir arcadas o náuseas. La ascosidad el antro hízonos arquear, como ante un osario
abierto (Andrade I, 1947a, p. 87). Cfr. Arcada.
Arrimado. En las antiguas haciendas, persona que vivía cerca de la hacienda o de las tierras de
un hacendado. Yo era libre y vivía en la hacienda solo de arrimado (Andrade I, 1947a, p. 94).
Arrojar. Vomitar. Mi Juanita la única vez que probó la tal cerveza, casi arroja hasta el apellido
(Aguilar Vázquez, 1997, p. 321).
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Arrojón. V. Volado. Repuesto del síncope, explicó el susto aquel muchacho arrojón, de verse entre
sombras (Astudillo Ortega, 2002, p. 39).
Arroz quebrado. Género de diversión popular algo desordenada, que incluye baile y bebida. Y
en las cuchipandas y bailes de arroz quebrado (Andrade III, 1949, p. 27).
Asentante. Bebida que sirve para asentar una comida. Y a tomar la copa de asentante, es decir,
la que conforta el juego. (Calle, 1967, p. 165).
Asentar. Beber un poco de licor para evitar que algo –como una comida o el frío– nos haga
daño. Y algo más con qué asentar / Una cuyada de aquellos /Cuy-garas del Pucará (Astudillo
Ortega, 1991, p. 23).
Asentar el susto. Beber cierta cantidad de licor para, supuestamente, serenarse luego
de haber recibido alguna impresión más o menos fuerte. –¿No le parece, don David, que
debemos asentar el susto?/ Ni tontos ni perezosos, en la primera cantina que hallaron al paso,
compraron media botella de puro (Aguilar Vázquez, 1997, p. 153).
Ash. Interjección que significa desagrado, fastidio, repulsión. -Hasta otro día, Juanchito…
hijito… recordarás a taita… -¡Ash… mapa viejo! (Mata, 1940, p. 71). En quichua “mapa” significa
sucio.
Ashanga. Especie de cestillo plano que se coloca colgado sobre el hogar de las familias
campesinas. En él se guardan algunos comestibles. En la negra cocina brillaba la roja
animación del fuego, a cuyos vislumbres desnudábanse las tinajas; la ashanga de quesillos; la
piedra de moler (Astudillo Ortega, 2002, p. 47).
Así, asado. Frase adverbial que significa: de este modo y de otro. La frase suele
complementarse añadiendo “y cocinado”. Con que el celebrante se mueve así y no asado en las
ceremonias religiosas, en la misa, por ejemplo (Moscoso, Vega, 1969, p. 134).
Así ha sido de ser. Frase con que se manifiesta la conformidad y el dolor al mismo tiempo,
ante alguna circunstancia dolorosa e inevitable. Se presenta también como: Así sería de ser.
Así pasa cuando sucede. Forma humorística de asegurar, con un evidente pleonasmo, lo
inevitable de algo. –Mi mamita se murió. / –Así pasa cuando sucede.
Asichi. Forma eufemística para referirse al trasero. Porque la Corina sepa / andar moviendo el
asichi, / no he de llorar (Andrade, 1947b, p. 82).
Asquiento. El que siente asco por cualquier cosa menor. No seas asquiento.
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Astaray. Interjección que se lanza cuando uno se ha quemado. -¡Astaray! Debe decir, longo
filático! ¡Astaray! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 108). El contexto es que un personaje ha usado una
interjección que no se la reconoce como propia, como es el caso de arrarray.
Asueto. Vacaciones, generalmente las que reciben los estudiantes. Su salida de colegiala… su
primaveral día de asueto (Astudillo Ortega, 1973, p. 37).
Ataco. Especie de planta que es usada para elaborar aguas medicinales. Su infusión tiene color
rojo oscuro. Se la conoce también como sangorache o amaranto. En épocas de carnaval se
llenaban los globitos o bombas con agua de ataco, con el fin de estropear la ropa con su color.
Y el estridente estribillo mézclase al ruido seco de incontables cáscaras, cargadas de agua de
ataco, que van a chocar contra cristales, paredes y cabezas (Muñoz Cueva, 2000, p. 10).
Atahuero. El fabricante de ataúdes. El atahuero llega radiante de gozo, seguido por dos o tres
longos malcriados que en la casa de duelo comienzan a hacer de las suyas (Cevallos, 1957, p. 44).
Ataquiento. Quien sufre de ataques, generalmente de tipo epiléptico. Véanle, ahí llega el
ataquiento.
Atatay. Exclamación que expresa asco. -Atatay, que feo hiede (Astudillo Ortega, 2002, p. 126).
Auca. Adjetivo que se aplica al niño que todavía no ha sido bautizado. Se usa también para
designar a la persona poco sociable. V. Jíbaro o jibarito.
Augero. Pronunciación popular por agujero. Metidas en nuestro augero…/ así vivimos el diario
(Andrade, 1947b, p. 81).
Aumentar. Parir un animal. Hay que ir a traer la vaca de la comunidad porque anoche ha
aumentado (Astudillo Ortega, 1973, p. 112).
Aura. Pronunciación popular por ahora. Y hasta aura no dizque es graduado, aunque le digan
doctor… licenciado (Astudillo Ortega, 1973, p. 8).
Avanzar. Llegar a un determinado sitio. Encontraron el cuerpo de Andrés pasados dos días. Lo
identificaron unos arrieros que avanzaron al pueblo y dieron la noticia (Moscoso Vega, 1950, p.
48).
Ave María purísima. Expresión de sobresalto o sorpresa ante alguna situación. Entró diciendo:
-Ave maría purísima, mientras Camena, olvidándose de todo, festejaba a la vieja (Andrade II,
1948, p. 155).
Aviada. Despedida. La palabra es una derivación de vía, es decir se la puede entender como
encaminada. Los del club, los políticos, los de las aviadas, para un no te olvides (Astudillo Ortega,
1973, p. 167).
Aviar. Encaminar. -Vino a aviarnos hasta Quingeo, temeroso de que nos perdiéramos en las
alturas (Aguilar Vázquez, 1997, p. 188).
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Ayau. Interjección de dolor. Si me veía, ayau, jalón, ayauuu, de orejas (Valdano, 1980, p. 58).
Ayora. Designación popular del sucre, la desaparecida unidad monetaria del Ecuador. El
nombre proviene del presidente Isidro Ayora. Otros hacían sonar las ayoritas en la piedra del
andén, antes de guardarlos (Astudillo Ortega, 1973, p. 133).
Ayudante. La persona que en los vehículos de transportes sirve para controlar el pago del
pasaje y para otros asuntos propios de la conducción de mercaderías y personas. V. chulío.
Revienta una llanta y la mano del ayudante gira con los dedos en punta sobre la tapa del
radiador que borbota agua hirviente (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 109).
Ayudar. Comprar. Este verbo es usado en los mercados populares, como un reclamo amable
para los compradores. Casera, ayude el nabo.
Azocar. Apretar las pajas de un tejido; generalmente se trata de los sombreros de paja toquilla.
Falanges que rematan, uñas que azocan (Astudillo Ortega, 1973, p. 55).
24
B
Babas tibias. El bobo, simplón. ‘Elevado’, ‘babas tibias’, ¿dónde te tardas? Esto es de todos los
días. (Astudillo Ortega, 1941, p. 21).
Baboso. Forma usual de insulto. Los que me conocen solo me tratan de ‘Baboso’. Oye, Baboso, ven
acá, haz esto. (Valdano, 1980, p. 55).
Bade. Especie de bolsa de tela para llevar los libros, la pizarra y los cuadernos. Fue un objeto
usado en las primeras décadas del siglo XX por los escolares. Su nombre es una apócope de
vademécum, por lo cual debería escribirse con v. El bade para dar cabida, fuera de los libros, al
cantero, tenía que ser panzudo (Andrade, 1947b, p. 166).
Bagre. Persona fea. Andas con cuentos: ya has de ir a encontrarte con alguna bagre como vos
(Astudillo Ortega, 2002, p. 47).
Bailar con la más fea. Frase que explica la situación de que a alguien le tocó la peor suerte, la
más dura. El farfantón hizo de protagonista, y a mí, tocome bailar con la más fea (Andrade IV,
1953, p. 107).
Bala. Persona que es muy rápida y competente en algo. Raúl era la bala para matemáticas.
Banda. La otra orilla –la del frente, respecto del que habla– de un río o quebrada. Lauro mira
al frente, a la loma de la banda (Astudillo Ortega, 1973, p. 13).
Barajo. Interjección que reemplaza –por eufemismo– a carajo. ¡Barajo! Aquí sí que vamos a
tener pelea (Cevallos García, 1988, p. 39).
Barchilón. El ayudante de enfermería. Fuimos ocho los contagiados. Murió el barchilón que
enviara el hospital en mi auxilio (Andrade IV, 1953, p. 30).
Barreta. Especie de herramienta que sirve para cavar. Se trata de una barra de metal con
un ligero ensanchamiento en la punta, y en el otro extremo con una parte puntiaguda. Allí
estaban las barretas y los lampones, con los que Alberto cavara el medroso hueco (Astudillo
Ortega, 2002, p. 116).
Barretazo. Golpe dado con la barreta. Pocos barretazos más, y toparon con grandes pedrones
(Astudillo Ortega, 2002, p. 134).
Barro antiguo. El cuerpo humano, la carne, la contextura. V. Buen barro. No hay como el barro
antiguo: ya ven. Taita Teófilo, pasa de ciento (Astudillo Ortega, 1973, p. 16).
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Bautizar. Agregar agua a algún líquido, para disminuir su calidad y generar mayor ganancia. Se
puede bautizar la leche o el licor. Después, unos conocidos me contaron que le habían cerrado la
cantina porque bautizaba el trago (Valdano, 1980, p. 60).
Bautizo. Ceremonia humorística con la cual un estudiante deja de ser chúcaro. Cuando llegue
la fiesta bautizaremos a los chúcaros.
Bayeta. Especie de tela de confección artesanal. Se la usaba, sobre todo, para elaborar pañales
entre las clases más necesitadas. Te la das de muy leído, y cuentas que antaño arrastrabas
bayetas (Andrade I, 1947a, p. 200).
Bayetilla. Especie de bayeta de mejor calidad. Sigue el novio, a pie, y muy chatre, con poncho de
bayetilla de dos caras (Andrade IV, 1953, p. 154).
Beata. Mujer muy religiosa y que frecuenta las iglesias. Tres beatas bajan hacia el centro.
Blanquean las medallas en sus mantas, péndulas de azules cintas, como gotas de estearina. Tras
las mujeres camina un doméstico cocolo, tiritando, con dos alfombrillas y un reclinatorio sobre
los hombros (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 99).
Beberle la sangre. Deseo de ejecutar una venganza cruel e implacable en alguien. ¡Hoy día hay
muertes! hoy le bebo la sangre a esa grandísima (Astudillo Ortega, 1951, p. 96).
Bebioso. Borracho, persona a la que le gusta la bebida. Pero todos mismo son bebiosos. Al menos
cuando llueve (Astudillo Ortega, 1973, p. 131).
Bendito entre las mujeres. Frase con que se describe la situación de un hombre, que se
encuentra rodeado de varias mujeres. Véanle otra vez, al Pepe, bendito entre las mujeres.
Bestia. El animal de carga. Él mismo ensilló las bestias, antes que asomara el alba (Corylé, 1952,
p. 102). Es también fórmula común de insulto dirigido contra una persona.
Bestial. Algo muy bueno, de gran categoría o calidad. La película estuvo bestial.
Beta. Especie de cuerda hecha con la piel de algunos animales. Atraillole manos y pies con la
misma beta que el ladrón tenía adujada a la cintura (Andrade I, 1947a, p. 92).
Bicoca. Cantidad pequeña de algo. Se usa también en sentido contrario y con acento
humorístico. Eran los años de 1918-19; la bicoca de hace veinticinco otoños (Astudillo Ortega,
1991, p. 20).
Bien papeado. Bien comido, bien alimentado. Tenía unos hijos bien papeados.
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Bien plantado. Decidido, firme, valiente. Por tus cholas buenas mozas, / por tus longos bien
plantados, / por tus mañanas preciosas, / y tus cielos estrellados (Canción popular de Carlos
Ortiz Cobos).
Bissi. El ternero. También se presenta escrito como “bizi”. Entre, tío, entre no más, adentro está
amarrado el bizi (Valdivieso, 2008, p. 100).
Boca. Persona, ser humano. -¡Tuviera como yo cuatro bocas! - añade la chola con despecho-.
Pero usted… ¡Jay! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 113).
Boca de chauchera. La persona que tiene los labios alargados. La chauchera era el monedero.
Mi vecina tiene boca de chauchera.
Bocón. Hablador, entrometido. -¡Callado, bocón! ¡Retrato de tu taita! (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
141).
Bolsicón. Prenda del vestuario de la chola cuencana. Se trata de una especie de falda. Y es de
ver a la prioste contonearse, metida en su fino bolsicón de paño verde (Muñoz Cueva, 2000, p.
11).
Bolsicona. La mujer que usa bolsicón. Y con finas botas de taco alto, al igual que las más
elegantes bolsiconas de la ciudad (Muñoz Cueva, 2000, p. 42).
Bolsiquear. Robar de los bolsillos. Don Serafín fue el que me enseñó el bolsiqueo (Valdano, 1980,
p. 60).
Bolsón. Muy gordo. Si comes tanto te vas a poner bolsón. Es, además, una forma común de
dirigirse a alguien tratándolo con poca consideración. El bolsón del Arturo parecía una bomba
de trago (Dávila Vázquez, 1979, p. 89).
Bombero. La calificación escolar escrita con tinta roja, que señala una cifra baja. Me saqué dos
bomberos en este trimestre.
Bombo. Suntuosidad y boato que se ostenta por algo. Un grupo de señores de la ‘alta sociedad’
había organizado con mucho bombo una presentación de artistas locales (Montesinos, 1981, p.
78).
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Borrachín. El borracho, tratado de forma algo despectiva. A este hombre, por borrachín y
aranero, lo tenía conocido (Andrade I, 1947a, p. 109).
Borrachoso. V. Bebioso.
Borreguno. Propio del borrego, sobre todo en referencia a la mirada triste. Fue la primera vez
que Guilla me dirigió una de esas miradas borregunas que tenía reservadas para mi hermano y
otros verdugos de su existencia (Montesinos, 1981, p. 66).
Botar. Este verbo suele ser usado en composición con un gerundio, como botó fregando, botó
rompiendo, botó jodiendo, etc. Y si molesta… que cuente… que le ha de botar capando (Astudillo
Ortega, 1973, p. 60).
Botar a cama. Frase que se usa para designar una situación de enfermedad, que obliga a
guardar cama. Le dio un trancazo que le botó a cama.
Breve. Este adjetivo se ha vuelto adverbio en nuestra lengua, y, por tanto, modifica a un verbo.
Significa rápidamente. Camina breve, responde breve, volverás breve. Se apersonó a cuidar la
posesión, alentado con la esperanza de que regresarían breve (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 256).
Bruto. Grosero, tosco en el trato, incivil. A los que, en cambio, despreciaba profundamente,
llamándolos ‘ignorantes, brutos’ (Valdano, 1980, p. 70).
Buchir. Cargar a un niño pequeño a la espalda. Esta voz proviene del quichua puchina, que
significa lo mismo. Ayúdame a buchir a la huahua.
Buen pastor. Nombre de una institución de beneficencia en Cuenca. Servía también como
una especie de correccional femenina. Mañana te encierro en el Buen Pastor, junto con las
bandidas…, dañadas…, a que te compongan a fuerza e’palo (Astudillo Ortega, 1951, p. 95).
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Buenamoza. La mujer hermosa y bien presentada, generalmente de extracción popular.
En unas cholas de Cuenca, en unas indias de la playa y en una que otra tejetoquillas de esas
buenasmozas (Astudillo Ortega, 1973, p. 44).
Buenas días. Fórmula popular de saludo, que hace concordar el adjetivo como si la palaba día
fuera de género femenino. El mismo ‘buenas días, Dr. Laurito’ de los de costumbre (Astudillo
Ortega, 1973, p. 54).
Buen apellido. Fase que designa a las personas con apellidos de extracción hispánica y que
son, generalmente, los de la clase dominante tanto en lo económico como en el prestigio. -No
le harás caso Juanita -le dicen las otras, esperándola- éstos solo burlarse quieren, para lo serio
niñas de buenos apellidos nomás buscan (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 85).
Buen barro. V. Barro antiguo. De ese buen barro; del barro antiguo que duraba cien años
(Astudillo Ortega, 1973, p. 188).
Buenisano. Situación de encontrarse una persona en buen estado de salud. Donde las MM.
Carmelitas… costaba bien barato quedar buenisana (Astudillo Ortega, 1973, p. 133).
Bujuniar. Verbo formado a partir del sustantivo bufón. Bujuniar, el que se bufonea o burla
de alguien; el que se comporta como un bufón. No bujunie, seño Peta (Andrade, 1947b, p. 141).
Respecto de esta palabra Alfonso Cordero dice lo siguiente:
Bujuniarse. Recíp. Lanzarse pullas amistosas dos o más individuos. Burlarse un hombre
de una mujer ofreciéndole un amor que, por mediar gran diferencia de clase social,
etc., no puede ni debe cultivarse seriamente. -¡Ay! Calle ompoco, niño, no venga a
bujuniarse, dicen nuestras cholas dignas, cuando algún joven de superior posición les
requiere de amores (Cordero, 1985, p. 45).
Bullas. Manifestaciones de protesta social, sobre todo en el ámbito político. Y sonaban las
bullas; los desafíos, las emulaciones (Astudillo Ortega, 1991, p. 20).
Bulto. Cuerpo difusamente percibido, por efectos de la oscuridad. Bulto es, bulto, David, carga
la escopeta. (Astudillo, 2022, p. 47)
Burlón. El individuo que suele burlarse de los otros. Ten cuidado con este burlón.
Buscar con palo de romero. Buscar algo con muchísimo afán, diligencia y cuidado. Uno a uno
tengo que reunir los indios, buscándolos con palito de romero, como ustedes dicen, y rogándoles
(Mata, 1963, p. 96).
Buscavidas. Personas que salían por los campos a cambiar productos elaborados y de la
ciudad, por granos de las cosechas recién recogidas. Ya vienen los buscavidas.
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C
Caballera. Forma popular para el femenino de caballero, en lugar de dama. Dije, como la otra
tarde, / será alguna caballera, / de esas que la ¡Dios me guarde! (Andrade, 1947b, p. 73).
Caballerete. Palabra con la que se nombra a una persona presumida y que no merece nuestra
real consideración. Un caballerete, vestido de frac, arranca bostezos discretos con su discurso de
presentación (Montesinos, 1981, p. 78).
Caballo de la carroza. Forma de insulto dirigido a una persona que usa grandes gafas oscuras.
La frase se origina en la ya desparecida costumbre de trasladar al cementerio los ataúdes en
carrozas tiradas por caballos. A estos cuadrúpedos solían ponerles anteojeras para evitar que
miraran a los costados. Y peor aguantabas que se te grite… ‘caballo de la carroza’… ahí sí… ni
para qué… ¿Por qué tanta furia, Luis? ¿Por qué los caballos de la carroza acarreaban el capital
deshecho y putrefacto de la humana vida? (Mata, 1982, p. 13).
Caballo del diablo. Especie de avispa grande de alas algo anaranjadas y cuerpo negro azulado.
Quítate de ahí que está volando un caballo del diablo.
Cabeciduro. El testarudo, duro de cabeza, porfiado, necio. Dos cabeciduros que se agarran,
hacen posible la teoría del fuego por frotamiento (Andrade, 1947b, p. 50).
Cacadeperro. Se llama así a una mezcla de miel, harina de cebada y granos tostados de maíz,
que se consolida adoptando el tamaño y la forma de una bola de billar. Era golosina predilecta
de los muchachos. Una niña, sumamente virtuosa, creyendo mal sonante la expresión
catalogada y por eufemismo, pidió en una pulpería que le vendieses un real de ‘mala crianza de
perro’ (Cordero Palacios, A. 1985, p. 48).
Cacho colorado. Cuentecillo de corte humorístico y picante. Era el padre putativo de cuantos
decires innobles, cachos colorados y chascarrillos (Corylé, 1952, p. 114). Cachos. Cuentecillos
humorísticos, cuando son de corte picaresco o referentes a la vida sexual suelen recibir el
adjetivo colorados. En momentos de añoranza, requetenarraba cachos de su vida estudiantil
(Astudillo Ortega, 2002, p. 32).
Cachos, cachos. Solicitud para hacer una pausa en algo. Es frase del habla infantil. Cachos,
cachos, me voy al baño.
Caer. Pecar. Caí, niña; pero por necesidad, no por mala (Corylé, 1952, p. 57).
Caer en cama. Significa guardar cama por alguna enfermedad. Mi abuelita cayó en cama desde
ayer.
Caer como zambo. Significa caer sin poder auxiliarse adecuadamente con las manos. Junto a la
iglesia me caí como zambo.
Caer los ojos de la cara. Sentir mucha vergüenza. A don Aurelio se le caían los ojos de la cara,
helándose el sudor en los poros (Astudillo Ortega, 1951, p. 107).
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Caerle. Visitar a alguien intempestivamente. El otro día que nos encontramos donde el Machete
me acordé… y resolví caerle un día (Astudillo Ortega, 1973, p. 141).
Café de tusas. Especie de café elaborado con granos de café a los que se añaden también otros
ingredientes -como las habas, por ejemplo - tostados y molidos. Pagando $ 30,00 mensuales,
inclusive el mote y el café de tusas (Astudillo Ortega, 1973, p. 43).
Café puro. El café sin añadidura de leche. Doña Juana había ayunado en regla: por la mañana
café puro, sin pan (Aguilar Vázquez, 1997, p. 277).
Cafeces. Forma incorrecta del plural, en lugar de “cafés”. En sus ojos diminutos y cafeces,
centenar de chispas los circuían de hombría dominadora (Mata, 1942, p. 178).
Cahuitos. Una especie de juego infantil que se practicaba con los cromos -los caos- que
venían en un popular confite llamado Límber. Era una serie de 50 figuras, una de ellas muy
difícil de encontrar. Se jugaba con los cahuitos a las montaditas, diversión que consistía en que
los jugadores se ubicaban en unas gradas, del escalón superior se lanzaban los cahuitos a la
grada inferior. Ganaba quien lograba que su cromo quedara encima de otro. Vamos a jugar a
los cahuitos.
Caída. Fiesta organizada por los adolescentes. La policía detuvo a varios adolescentes que
participaban en una caída.
Caído de la hamaca. Con esta frase se designa al individuo algo tardo, poco despierto, un poco
bobo. Este empleado sí que es caído de la hamaca.
Cainar. Demorarse excesivamente en una actividad o en lugar. Esta palabra proviene del
quichua caina, que significa ayer. Cainar es demorarse tanto hasta que el presente se
convierta en ayer. Ella, Carmen, al ‘cainar’ de las tardes y en el poyo de adobes del pequeño
‘corredor’ de la casa, desenredaba las trenzas canosas (Burbano Cuesta, 1982, p. 93). Cainar
(Quechuismo: de caina, ayer, día pasado) Permanecer un individuo, durante todo el día o una
gran parte de él, ocupado en labores de provecho. Hoy cainé arando mi campo (A. Cordero
Palacios, 1985, p. 50).
Caja. El ataúd. En la distancia, un entierro de pobres. ¡Muchacho, sostén la caja! Me grita el tío
Mardoqueo. (Cárdenas, s.f., p. 20).
Calcha. La caña seca del maíz. Es residuo que se usa como alimento para el ganado vacuno.
Siluetas de peones cargados de leña, cabuyos, calcha, perdíanse a pequeño trote (Astudillo
Ortega, 1973, p. 62).
Caldo. Un mal chiste, lo que no provoca risa. Ese tipo solo sabe contar caldos.
Caldo, caldo. Onomatopeya de la voz del pavo. A las doce de la noche, esponjándose, una hilera
de pavos rodeaban la casita. ‘¡Caldo!’ ‘¡Caldo!’ -gritando y el abanico del rabo como rueda de
candela (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 143).
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Calé. Antigua moneda ecuatoriana -de principios del siglo XIX-. Su valor era de dos centavos
y medio. Pero yo, que no tengo un calé, ni conozco pariente, al panteón no me he de ir en coche
(Andrade II, 1948, p. 166).
Calenturado. Calenturiento. ¡Calla, calenturado carnal, tus hijas pueden oír! (Mata, 1940, p. 111).
Calientes. Esta palabra es usada con dos sentidos. El primero hace referencia a la actitud de
disposición sexual de ciertas mujeres. Por esas carishinas, por esas machonas, por esas calientes
(Astudillo Ortega, 1973: 23). El otro sentido se refiere a las tierras bajas, lugares donde se
cultivan plantas de clima caliente, como la caña de azúcar. Una arroba de máchica del Norte y
seis botellas de un Zhumir del más puro contrabando de los calientes (Astudillo Ortega, 1973, p.
141).
Calle arriba, calle abajo. De un lado para el otro, generalmente, en sentido de vagar sin
motivo. Para eso andaban juntos calle arriba, calle abajo, y al juin…Y ya dizque se ha ido-pes el
bribonzote (Corylé, 1952, p. 94).
Callimanta. Palabra quichua que designa la forma de hacer una acción, rápida y totalmente.
Terminada la misa, las ofrendas apetitosas eran recogidas callimanta por el señor sacristán
(Astudillo Ortega, 1973, p. 188).
Cama, dama y chocolate. Todo lo que una persona necesita o pide; lo más que se puede
pedir. Banquetes, bailes, peleas de gallos i corridas de toros i venados… Tuvimos cama, dama i
chocolate… (Aguilar Vázquez, 1997, p. 188).
Cambiar. Comprar, cuando se trata de imágenes religiosas, por respeto, se usa este verbo, que
parece menos venal. De buena gana le hubiera comparado a un cuadro del Corazón de Jesús,
por el pintor Salas, que don Ambrosio, su suegro había cambiado (comprado) en Quito (Muñoz
Cueva, 2000, p. 95). Nuestro vulgo cree que incurre en una de las más graves irreverencias si
dice, cuando trata de adquirir una imagen o pintura sagrada, que va a comprarla. Las cosas
santas no se compran, se cambian con dinero (Cordero Palacios, 1985, p. 56).
Campañero. El alcohólico que bebe por temporadas más o menos largas. El pobrecito se ha
vuelto campañero desde que perdió el trabajo.
Candela. Muy vivo, despierto. Chico es, pero una candelita de vivo, ya le quisieran otras que solo
tienen mudos grandes (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 131).
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Candonga. Especie de arete de forma redondeada. Es prenda usada generalmente por la chola
cuencana. Se ha comprado unas lindas candongas.
Canelazo. Bebida preparada con agua, azúcar, canela y algo de aguardiente. Cfr. Gloriado.
Mejor sirvan un buen canelazo.
Cangador. Especie de palo que sirve para espetar el cuy cuando se lo va a asar sobre las
brasas. En quichua ‘asar’ se dice cancana o cancay.
Canillita. El niño que vende periódicos. Los canillitas recibían los periódicos, y se dispersaban
por las cuatro esquinas gritando: / -¡Oro! ¡Oro! ¡Diez mil personas en los lavaderos! (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 166).
Cantaleta. Repetición fastidiosa de determinadas palabras. Entonces ¿para qué tuviste tantos
hijos? Ya vas a comenzar con tus cantaletas (Astudillo Ortega, 2002, p. 36).
Cañas. Especie de caramelos alargados y de diversos colores. Señora, véndame una fundita de
cañas.
Capacha. La cárcel. Ponme un oficio… diciéndole que ya está en capacha el Cursiento (Astudillo
Ortega, 1973, p. 92).
Capillos. Especie de regalo en monedas de baja denominación que los padrinos en un bautizo
regalan a los que esperan fuera de la iglesia.
Capillo. Entre nosotros, obsequio de monedas que los padrinos de un bautismo dan a los padres
del bautizado, y a los concurrentes a la solemnidad (Vázquez I, 1991, p. 137).
Capulí chaucha. Variedad de capulí de mayor tamaño que el común. Por esta razón es más
apreciado. Los voraces chugos que tomaban por asalto un árbol de capulí chaucha, tentación no
solamente de las aves, sino hasta del mismo cura (Aguilar Vázquez, 1997, p. 328).
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Caracha. Especie de costra que se forma sobre las heridas, por efecto de la cicatrización. De la
herida ya me queda solo la caracha.
Carachento. El que tiene muchas carachas. Cargado de espaldas; por lo bajo, carachento y zopo,
y por lo alto: nariz de breva madura (Andrade II, 1948, p. 152).
Caracho. Fórmula eufemística por carajo. No sé qué pasa, cara...cho. En los talentos para
pegarse cualquier vicio (Astudillo Ortega, 1973, p. 56).
Carajo. Interjección de uso muy generalizado.Ocasiones hay en que, con solo rasgarla bien,
alcanzamos el respeto de malandrines y follones. Es quizás la primera voz que admira y retiene
el extranjero que visita los países de la Lengua Castellana; y es, sin quizás, la más vigorosa
interjección de todos los idiomas vivos.- A veces solemos decir: Un ¡Carajo! Bien rasgado, vale
por todo un disparo”. (A. Cordero Palacios, 1985, p. 63)
Caramba. Fórmula eufemística por carajo. No te digo, caramba, hombre, un mundo de casas
(Astudillo Ortega, 1973, p. 100).
Caramelero. El que vende caramelos, generalmente en las ferias y plazas. Busco un caramelero.
Caray. Fórmula eufemística por carajo. -Caray, hombre, no te digo (Astudillo Ortega, 1973, p.
100).
Cargador. Persona que en los mercados populares trabajaba cargando y descargando cosas o
transportándolas hasta los hogares. Por acullá, se levantaron los cargadores y gente sin abrigo,
que dormían en los portales (Astudillo Ortega, 1951, p. 20).
Cariñosas. Las prostitutas. Operativos donde ‘las cariñosas’ para preservar seguridad (Diario La
tarde, abril 13 de 2016, p. 8)
Carishina. La mujer que, según la óptica masculina, no sabe hacer los menesteres de la cocina.
Significa también provocadora. V. Calientes. Por esas carishinas, por esas machonas, por esas
calientes (Astudillo Ortega, 1973, p. 23).
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Cariucho. Especie de guiso hecho con papas, carne de chancho y ají, como principales
ingredientes. ¿Por qué vienes de noche. / Pudiendo venir de día? / ¿Qué cariucho te he de
dar / Cuando la papa está fría? (Mata, 1982, p. 34)
Carne de doncella. Cierta clase de color ligeramente rosado. ¡La lumbre encendió en
llamarada de alaridos vivos quemando las prendas! ¡Primero la pollera verde, la violeta, la
carne-de-doncella, bien rociadas, una a una… todas! (Mata, 1963, p. 62)
Carne de perro. Frase que designa algo que es muy durable y resistente. Al parecer, los indios
tienen carne de perro y son más duros que la piedra (Andrade II, 1948, p. 88).
Carrera. Cada una de las filas en el tejido del sombrero de paja toquilla. Carrera por carrera,
suspiro tras suspiro, al día siguiente remataría su sombrero que iría a venderlo en la feria de
Cuenca (Corylé, 1952, p. 50).
Carretero. Carretera. Los trenes pitan lejos, entre los nevados distantes, y el carretero apenas
data de una década (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 213).
Carro de mano. Pequeño vehículo que se mueve sobre los rieles, con impulso manual. El
mandadero voló en un carro de mano, pero su regreso tardó demasiado (Moscoso Vega, 1950, p.
94).
Carura. Lo que es o está muy caro. ¡Qué carura que están las naranjas!
Casa de altos. La vivienda que tiene planta baja y un piso elevado. Ya se compró una casa de
altos.
Casariega. La persona que prefiere pasar en su casa. Y de natural soy casariega (Andrade II,
1948, p. 54).
Casarse el diablo con la bruja. Al fenómeno atmosférico en el que coexisten lluvia y sol al
mismo tiempo se lo designa con esta frase. La bruja con el diablo están casándose … Media
ciudad bajo el sol, media ciudad bajo la lluvia. Cae esta en haces desde nubes altísimas y el sol la
hiere de costado (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 90). También puede variar la expresión a: casarse el
diablo con la diabla. Vea, mamaíta, cómo brillan las gotas: llueve y hace sol. / -Está casándose el
diablo con la diabla, niñita (Astudillo Ortega, 2002, p. 26).
Cashamarucha. Especie de planta que tiene muchas espinas. Y a los azules, apenas, / les queda
cashamaruchas… (Andrade, 1947b, p. 40).
Casinete. Especie de tela de algodón que se usaba para confeccionar ropa masculina barata.
Juan María Sacaquirín viste terno de casinete blanco que lo distingue fácilmente entre los
viajeros (Burbano Cuesta, 1982, p. 69).
Castilla. La lengua española, llamada también, entre nosotros, castellano o lengua castellana.
Hay un verso en quichua. Es así más o menos, en Castilla: ‘El camino del amor es muy resbaloso’
(Moscoso Vega, 1946, p. 72).
38
Castilla cosa. Frase con que se pondera la buena calidad de una cosa. El adjetivo Castilla
aparece también en otros sintagmas como arroz de Castilla, Bayeta de Castilla, etc. [Se habla
de la diversión popular conocida como escaramuza] -Muy linda, mama Juliana: esto sí, que es
Castilla cosa (Coronel, 1906, p. 115). Coronel (1906) en nota al pie de página aclara lo siguiente:
Frase con que el vulgo denotaba, que una cosa era excelente, como que procedía de la península
Ibérica.
Castillo. Especie de armazón construido con carrizos y que lleva un conjunto de fuegos de
artificio. Es pieza fundamental en las fiestas del setenario cuencano. A las nueve de la noche
comienzan a quemar los castillos. Un castillo es también todo el adorno de alimentos -son las
ofrendas - que lleva encima el caballo del mayoral durante el pase del Niño.
Catalinas. Alumnas de un colegio de Cuenca. Se las conoce también como catas. Su nombre
deriva de las monjas catalinas, que son sus maestras. El sábado desfilaron las catalinas.
Catre. Cama. Felipe se aferraba al catre para no caer y quería decir algo para calmar la
desesperación (Moscoso Vega, 1950, p. 98).
Cayendo y levantando. Frase que significa que algo se hace a pesar de todos los factores
adversos para el actor. Un pujar de esfuerzos cuesta arriba y el martirizador llorar de guaguas,
cayendo y levantando (Astudillo Ortega, 1973, p. 142).
Cazhil. En un sembrío de alguna clase se suele intercalar una hilera de otro grano. Por
ejemplo: en un cultivo de maíz, una o dos hileras de arvejas, de trigo, de habas. Esas hileras
diferentes son un cazhil o cashil que también así se escribe. Vea usted estos hermosos cazhiles
de lenteja (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 258). La palabra ‘cazhil’ es una derivación de ‘carril’.
Cedazo nuevo. Frase con que se describe la situación de una persona que, al principio
se muestra diligente y comedida. Para su mal, las pulcritudes del cedazo nuevo de la
administración no lo permitían (Astudillo Ortega, 1951, p. 34).
Centro. Parte interna -de las polleras - del vestuario de la chola. Rebozo azul y macanas de
fleco; centros bordados para dentro de casa (Astudillo Ortega, 1973, p. 87). Cepillar. Adular. En
los trágicos días en que Gil Ramírez Dávalos, por cepillar al marqués de Cañete, vino a fundar
esta ciudad que ya existía como Tumipampa (Cevallos García, 1957, p. 6).
Ceraturo. Barro de consistencia pegajosa y de color amarillento. Los poyos chuchaques y los
andenes del ceraturo milenario (Astudillo Ortega, 1973, p. 191).
Cercha. Especie de armazón que existe en las tiendas. En ella se colocan los objetos que están
a la venta. Había hecho cerrar el bar y comprado toda la cercha de cerveza para celebrar su
última noche de soltería. (Astudillo, 2022, p. 81)
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Cerdabuchi. Forma popular de insulto. Sipi…, tarozo…, ladrón / Cerda-buchi (Andrade
Chiriboga, 2006, p. 319).
Cerveceada. La borrachera con cerveza. Concluida la cerveceada con los hijos de Marte …
Gastón Campanas fumaba satisfecho (Astudillo Ortega, 1973, p. 160).
Cerramen. Acto de cierre de una celebración religiosa como, por ejemplo, el jubileo. Con la
procesión terminaría el solemne cerramen de la fiesta (Astudillo Ortega, 2002, p. 89).
Chacarero. El agricultor, el dueño y cultivador de una chacra. Buenos chicos que estudiaban
para médicos y abogados, porque los taitas chacareros para eso se sacrificaban (Astudillo Ortega,
1973, p. 43).
Cháchara. Palabras con las que se mofa de alguien. Palabrería. ¿Cómo, en ese ambiente
cargado de cháchara, podía yo relatar algo que no era un sainete sino un fallido drama
sentimental? (Montesinos, 1981, p. 72).
Chachay. Variación de Achachay. -¡Chachay! -dice después el chico. Lanza un guijarro al perro
(Cuesta y Cuesta, 1983, p. 101).
Chachi. Elemento de la comida popular. Se lo elabora con maíz maduro, blanco, molido y
cocido; se lo envuelve en hoja de achira. Lleva condumio de queso o quesillo. Es platillo de sal.
Cfr. Timbulo.
Chacota. Bullicio, diversión ruidosa. Y risas incontenibles, de todos los dolientes, convierte el
velorio, en verdadera chacota (Andrade IV, 1953, p. 62).
Chacotear. Formar chacota. Travieso, chacotea con los labios, quebrando sus rayos en el agua
(Andrade IV, 1953, p. 187).
Chagra. La persona corrida y apocada, por provenir del campo. Chagra es propiamente el
habitante de la chacra. Había que hacerle ver al chagra quiénes eran (Astudillo Ortega, 1973, p.
46).
Chaguarcono. Especie de instrumento musical hecho con el chaguarquero (el tallo de la flor
de la cabuya). Es una especie de cununo en forma de pirámide truncada (información personal
de David Pasaca).
40
Chaguarmishqui. El jugo del asiento de las cabuyas, conocido también como pulque. Y hasta
los mitayos pereciendo sin tener ni el chaguarmishqui de los pencos (Astudillo Ortega, 1973, p.
105).
Chalar. Recoger las espigas que han quedado en el campo. He detenido mis taxis en los Andes
para chalar un quipe de criollismo. (Mata, 1932, p. 13).
Chalina. Especie de chal pequeño o manta que usan las mujeres, sobre los hombros, o para
cubrirse la cabeza. Enjugándose los ojos con la fimbria de la chalina que llevaba anudada en el
pecho (Andrade IV, 1953, p. 100).
Challi. Andariego. Ya para qué he de irpes, ya de haber pegado. Pero hecho bien, a que no sea
challi (Cuesta y Cuesta, 1985, p. 133).
Chamburo. Especie de fruta semejante a la papaya; pero de clima frío. Es muy fragante. Y
huele a chamburos en tu cuerpo (Mata, 1932, p. 14).
Chamiza. El conjunto de ramas pequeñas y secas que se queman por las noches en ciertas
celebraciones campesinas. Se dejaba ir con el oleaje y el aturdimiento del bazar y las chamizas
(Astudillo Ortega, 1973, p. 38).
Chanca. El maíz triturado. Es alimento común para las aves de corral. Comprarás media libra
de chanca.
Chanchullo. Negocio ilícito, procedimiento poco ético. Para lo más de igualar tas con tas el
debe y el haber. Puah… quién dijo chanchullo (Astudillo Ortega, 1973, p. 13).
Changa. La pierna. Esta palabra (de origen quichua) es usada generalmente en tono
ponderativo. ¡Qué buena changa que tiene la vecina!
Esa que muestra la changa,
Alzándose la pollera,
No consiente que la manga
Suba un poquito siquiera…
(Andrade IV, 1953, p. 120)
41
Changar. Montar una pierna sobre el cuerpo de otra persona. El marido le changa a la mujer.
Chao, Lola. Frase con que festivamente se dice que algo se ha terminado. Como ya llegaron los
papás, chao, Lola.
Chapar. Mirar. Dirasle que bajamos a chapar… No me dejarás coger en la mentira (Astudillo
Ortega, 1973, p. 60).
Chaplag. Onomatopeya del caer algo en el agua. Caen los bastiones…, chaplag, a hundirse el
puente con patria y todo (Astudillo Ortega, 1973, p. 20).
Chapo. Mezcla de máchica con agua o leche. Es una forma popular de alimento para los niños.
Fue a hundirse en el chapo de lodo de una cocha (Mata, 1932, p. 79).
Chapula. Mujer que andaba detrás de los soldados liberales. V. Guaricha. Inseparables del
soldado, ahí estaban las chapulas, al toque de marcha (Astudillo Ortega, 1973, p. 22).
Chaquiñán. El mal camino, sendero propio para ser recorrido a pie. Ahí estaba la mansión de la
Lucha, escondida entre las frondas del sendero, de tantos chaquiñanes (Astudillo Ortega, 1973, p.
48).
Charlotear. Hablar en exceso. Y en eso dizque están -charloteaban las hermanas (Astudillo
Ortega, 1951, p. 95).
Chasco. Frustración, desencanto. No será chasco, reflexiona el jefe de la escolta, porque nos
llevamos prisioneros a estos dos zorros viejos, para que no se rían de nosotros (Aguilar Vázquez,
1997, p. 20).
Chaspapatas. El aprendiz del herrero. Este oficial comenzaba con los trabajos más humildes
y sencillos como era quemar en la fragua -chaspar- la lana de las patas de las reses para que
sean vendidas en los mercados. Más acá, con el herrero San Martín, el chaspapatas, que las
preparaba o chaspaba, para el caldo de patas (Astudillo Ortega, 2002, p. 68).
Chaspar. Quemar la lana o las cerdas de algunos animales sacrificados. Al puerco muerto lo
primero que se le hace es chasparlo.
Chasquera. Una variedad de cometa que al volar hace un sonido especial por el viento que
mueve sus adornos laterales hechos con flecos de papel. Ya tengo mi chasquera para las
vacaciones. Sobre esta palabra -aunque cambiándola de género- Alfonso Cordero Palacios
(1985) escribe lo siguiente:
Chasqueros. Papel cortado en forma de hojas de malva y que los muchachos ponen a una
cometa, conteniéndolo en el hilo que va alrededor de las extremidades de los palillos que tiene
la misma. Su nombre procede del chasquido que da el papel así cortado mientras recibe el
viento. (p. 104)
42
Chaucha. Cualquier trabajo fácil. Este mismo término designa a la variedad grande de capulí,
así como también a una cierta clase de papa que se cocina en poco tiempo. En el mercado
venden buena papa chaucha.
Chaveta. La cabeza. Aparece también escrito como chabeta. Pero, lo que es la chaveta, perdida
tenemos todos… (Andrade, 1947b, p. 13). Pedro y Pablo, digan, si / no han perdido la chabeta.
(Andrade, 1947b, p. 44).
Chazo. El campesino de origen no indígena. La calle por donde desembocó en Cuenca la hueste
de chazos (Astudillo Ortega, 1973, p. 10).
Chendo. Esta es la palabra emblema de la lengua joven de los cuencanos. Desde los niños son
chendosos y, por tanto, con gusto, chendean todo el tiempo. Chendo significa de mentirita,
de bromita. El origen de este vocablo se remonta a la lengua infantil, la misma que ha creado
Chela a partir de Graciela. En la lengua de muchas personas el verbo decir suele entenderse
también con el sentido de mentir. Por ejemplo, afirmamos de alguien: Dice que es honrado.
Del verbo decir obtenemos la forma diciendo. De modo que si escuchamos solo estoy diciendo,
se entendería que solo estoy diciendo de broma, mintiendo. Sobre este diciendo ha operado la
lengua infantil, la misma que convirtió la C de Graciela en Ch. Así que diciendo pasó a dichendo
y de ahí solo quedó un pequeño paso para convertirse en chendo. Te voy a pegar, ¡Chendo!
Chévere. Bonito, hermoso, agradable. Chuta que colchón tan chévere (Dávila Vázquez, 1977, p.
41).
Chibil o chihuil. Elemento de la comida popular. Se lo elabora con maíz maduro, molido y
cocido; y se lo envuelve en hojas de huicundo. En la zona del cantón Girón recibe el nombre
de “cuchichaqui”.
Chicha huevona. Especie de bebida que se vende en un barrio de la ciudad de Cuenca .Es
chicha licuada con huevo. Vamos a la esquina a tomarnos una chicha huevona.
Chicotazo. Golpe dado con el chicote. Dedica este chicotazo a las dictaduras de la América
andina (Mata, 1932, p. 57).
43
Chicote. Látigo hecho con cuero de res. Cfr. Beta. Hasta su chicote se llevó el amo (Corylé, 1952,
p. 29).
Chilín. Onomatopeya del caer de monedas sobre una superficie metálica o del romperse de
un vidrio. Dado /quitado / chilín, campanas, / con los cuernos/… ¡a los infiernos! (Cuesta y
Cuesta, 1983: 203). Nunca me olvido, toditos los vidrios, chilín, chilín, chilín (Dávila Vázquez,
1979, p. 63).
Chillo. Especie de hilo de algodón que se fabricaba en el Valle de los Chillos, provincia del
Pichincha. Por extensión designaba a la prenda elaborada con este material. La falda chillo, la
bufanda otavaleña, el distintivo pañolón (Astudillo Ortega, 1973, p. 23).
Chimbador. El que participa en una elección con el único fin de evitar que otro gane. Como
siempre el Aurelio fue el chimbador.
China. La empleada doméstica. Era el desconcierto en las casas. Las chinas no tuvieron más
remedio que quedarse, porque habían sido hombres comprometidos (Astudillo Ortega, 1973, p.
23).
China de casa grande. La empleada doméstica presumida por servir en una casa de gente muy
rica. Véanle no más, como ahora ya es china de casa grande, ni pisa el suelo.
Chinchosería. La cualidad del chinchoso, conducta propia de este. Y eso más, sin poder servir;
porque la rechazaba las ‘chinchoserías’ de los celos femeninos (Astudillo Ortega, 1951, p. 61).
Chinero. El individuo que prefiere enamorar a las empleadas domésticas. Cfr. China. Ni sabes,
el Federico ha sido chinero.
Chinguero. Bebida que resulta de mezclar guarapo con alcohol. Cfr. Mapanagua. Que traiga mi
madre un chinguero para que se me suelte la lengua (Moscoso Vega, 1951, p. 73)
Chinzhir. Desayunar. Es palabra derivada del quichua chinzhi, que significa desayuno.
Mientras me siente a chinzhir un mote (Mata, 1932, p. 21).
44
Chipo. El saltamontes. En este llano hay bastante chipo.
Chirichis. Escalofríos, La voz es de origen quichua, derivado de chiri, que significa frío. El
alma me escuece en chirichis (Mata, 1932, p. 27).
Chiripa. Por casualidad; lo que ocurre por buena suerte. Fue verdadera chiripa conseguir que el
párroco no se preocupara de imponer la enseñanza de la doctrina a los novios (Andrade IV, 1953,
p. 150).
Chirlazo. Golpe dado con la mano en el rostro. Bofetón. Sonábale a chirlazo aquello que le dijo
el Machete, con un ajo (Astudillo Ortega, 1973, p. 31).
Chirona. La cárcel. Ele aura, no bien llega, cae en chirona (Astudillo Ortega, 1973, p. 154).
Chirote. Especie de ave que tiene el pecho de color rojo encendido. En la pampa el viento
hace subir la marea en el trigal salpicado de chirotes bulliciosos, que silbando ascienden casi
verticalmente para descender en ‘picada’ con el rojo y esponjado escudo al descubierto (Burbano
Cuesta, 1982, p. 86).
Chispero. Artefacto que permitía sacar chispas para encender el fuego. Y el eslabón de yesca,
en milagroso chispero (Andrade IV, 1953, p. 14).
Chispín. El que no está muy borracho. Se golpeaba la frente el hombre de a poncho, el chispín
que nunca faltaba donde el Machete (Astudillo Ortega, 1973, p. 131).
Chispiola. Especie de alimento de dulce, en forma de una pelotilla, hecho con canguil y
aglomerado con miel de caña. Cfr. Caquiperro. Junto a la iglesia venden unas ricas chispiolas.
Chispo. V. Chispín. Y armando el guirigay de los chispos, después de pasar por las etapas del
empalagoso afecto (Astudillo Ortega, 2002, p. 35).
Chivista. El individuo camorrista, el que gusta provocar reyertas y peleas. Este de borracho es
un chivista.
45
Chivo. La pela, el escándalo. Cfr. Armar el chivo. Hoy se acababa todo…, si es por eso, le haría
chivo, le pelearía (Astudillo Ortega, 1973, p. 58).
Chocar. Fórmula de saludo, generalmente entre jóvenes; aunque es un uso ya conocido hace
varias décadas. Lo que chocan son las manos o los puños.
-Choque entonces: los soldados de Vega no rematamos a los vencidos (Aguilar Vázquez, 1997, p.
356).
Choclonear. Ruido que se forma al mover ciertos objetos, como si se los agitara. No faltaban
para complemento del conjunto, ruido de billares y el choclonear de muelas de santa Apolonia
(Astudillo Ortega, 1991, p. 20).
Chocolatín. Especie de confite elaborado con chocolate. Las tajadas de torta con pasas, los
chocolatines extranjeros y se endulzó la boca (Cárdenas, s/fecha, p. 98).
Chola. La mujer de extracción indígena, pero que tiene presencia en la ciudad. Unos pocos
hijos naturales en unas cholas de Cuenca (Astudillo Ortega, 1973, p. 44).
Chola cuencana. La mujer de extracción popular, que es el ícono de la ciudad de Cuenca. Con
este mismo nombre se conoce una canción que se ha convertido en el himno popular de la
ciudad.
Chola cuencana, mi chola,
capullito de amancay,
en ti cantan, en ti ríen
las aguas del Yanuncay.
(Letra de Ricardo Darquea Granda)
Cholear. Trata muy mal a una apersona, es decir, como si fuera un cholo. Marginar a alguien.
Lo de siempre. Les habían choleado. Pero ¿y en qué está la nobleza?... (Astudillo Ortega; 1973, p.
198).
Cholejón. Persona que tiene algunos rasgos propios del cholo. Cholo, casi natural como yo sois,
hijo. No hagas el desconocido aura. Cholejón sois (Mata, 1942, p. 44)
Cholito. Forma afectuosa de llamar a alguien. Se lo usa como vocativo familiar y común. No te
olvides, cholito, ya sabes (Astudillo Ortega, 1973, p. 167).
¡Chucha! Interjección usada para señalar disgusto, ira, o también para insultar. ¡Qué chucha
quieres!
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Chuchaqui. El malestar que se presenta al día siguiente de una borrachera. Día del Rector,
del Presidente, del Patrono; por el chuchaqui del Rector (Astudillo Ortega, 1973, p. 80). Aguilar
Vázquez (1997) proporciona una interesante etimología de esta palabra.
No todos saben lo que significa el quichuismo chuchaqui; para mí, indigno de todo
hombre de bien, pero en cambio muy digno de figurar en las columnas ya un tanto
por ciento americanas, del Diccionario de la Lengua. El glotón derrumbado por los
ventisqueros traicioneros de la borrachera; el alcoholista caído en la tortura helada
de la abstención, pasado el período de la intoxicación aguda, sienten aún muchos
síntomas objetivos i subjetivos que denuncian cómo el veneno continúa obrando
nefastamente, sobre el organismo, tales como: frío en los huesos, temblor en las
extremidades, de las manos i las piernas especialmente, amargura en la boca, fetidez
en el aliento i en el espíritu frío, desconfianza i miedo, irresolución i angustia. Todo
este cortejo de síntomas comprende el término chuchaqui, compuesto de dos palabras
quichuas: chucho i chaqui, que traducidas literalmente significan temblor de piernas.
(pp. 157-158)
Chuchaqui seco. El malestar que se siente al día siguiente de una noche pasada en vela, y sin
haber ingerido licor. No me molestes porque estoy con un tremendo chuchaqui seco.
Chugniento. El que sufre de lagañas. Con lo enfermizo de sus párpados, lo que le adjudicó el
epíteto de chugniento (Astudillo Ortega, 2002, p. 28).
Chugo. Especie de ave canora de plumaje amarillo con manchas negras. La clarinada
huelguista del chugo incendió la arboleda (Astudillo Ortega, 2002, p. 47).
Chuita. Muy limpio. Todo él, pinganilla, chuito, con los ojos borrachos (Mata, 1932, p. 40).
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Chulco. La usura. También designa una especie de caldo de huevos. Al respecto de la probable
etimología y conexión entre chulco y chulquero, esto es lo que dice Muñoz Cueva (1959):
Prestamista a alta usura. Sin duda la palabra chullquero viene de chullco (chullco de
huevos) o caldo de huevos, cuando por la baratura o lo bajo de este artículo (huevos)
la tal comida se tomaba por la más pobre y ruin; de modo que era como hacerle un
daño (de desprecio) servírsela a una persona. Antiguamente se decía: ‘A los extraños:
pavo trufado; a los propios: chullco de huevos’ –También puede suponerse que el
prestamista usurario en exceso era un miserable avaro, que se mantenía de miserable
chullco, o sea que era un chulquero. (p. 125)
Chulla. Palabra quichua que significa uno, de algo que es un par. Solo encontré chulla media.
¡Chulla vida! Con esta frase tratamos de justificarnos ante una acción arriesgada, poco
mesurada o poco conveniente con nosotros mismos. ¡Chulla vida! Deme otra botella de
cerveza.
Chuma. Borrachera. Y el compadre tenía que amanecerse, hasta el término de la gran chuma
(Astudillo Ortega, 1973, p. 28).
Chumado. Ebrio, borracho. Una tarde al pasar por frente de un grupo de chumados, uno de ellos
le invitó cariñosamente a tomar ‘unito’ a lo que él protestó como era natural (Sarmiento Abad,
1993, p. 65).
Chumal. Especie de platillo de la comida tradicional cuencana. Se lo elabora con maíz tierno,
molido y envuelto en hoja de maíz. Es impropio, y además, foráneo, el nombre de humita. Las
habas con queso… chumales con mote chogllo, un ají y un guarapo (Astudillo Ortega, 1973, p.
163).
Chumalada. Comilona de chumales. -¡Sucia!… Para que sepas ganar pleitos… para que vayas a
preparar chumaladas para tus corrompidos amigos, en la robada quinta de San Roque (Muñoz
Cueva, 2009, p. 12).
Chumblug. Onomatopeya del hundirse de un objeto en el agua. Cfr. Chaplag. Cuando se lanzó
al agua se oyó un chumblug.
Chumín. El borracho, tratado de forma algo cariñosa. Se dispersaron los comisionados, que se
improvisaban en cada chumín que acudía a la tienda (Astudillo Ortega, 1951, p. 98).
Chupar. Beber licor, emborracharse. El viernes algunos se van a chupar. V. Irse de chupe.
También significa soportar las consecuencias de algo. Sí, le dije, lo que ha de pasar; ele aura,
chupen. (Astudillo Ortega, 1951, p. 4).
Chúpate esa. Frase que significa aguántate esa molestia. Después de lanzar un ¡Chúpate esa!
Agregó. (Andrade I, 1947a, p. 194).
48
Chupista. El borracho. Algunos ebrios entraban en pos del cueri-chuchi, del huallpa-caldo,
del bleris, trinquis fortis, chiripungazo, quítolis, y el sinfín de nombres con que los chupistas
honraban al espíritu de doña caña (Astudillo Ortega, 1941, p. 69). En este fragmento se incluyen
diversas designaciones del aguardiente. Unas son hibridaciones de quichua y español, como
cueri-chuchi = pollo de cuero; huallpa-caldo = caldo de gallina; chiripungazo = portazo frío.
En el caso de trinquis fortis, se trata de una hibridación entre el inglés y el español (drink =
beber), Las otras son creaciones expresivas. En el caso de bleris, es el nombre de la cámara de
aire que había en algunas pelotas.
Chupo. Pequeño tumor en alguna parte del cuerpo, absceso, forúnculo. Muestro una espinilla
en la cara, olvidando que tienen la sentadera empedrada de chupos (Andrade II, 1948, p. 175).
Churos. Interjección que equivale a ¡chucha! En otro sentido significa rizos de cabello. Me
peino y siguen mis churos.
Churuco. El caracol, o cualquier cosa que tenga aproximadamente esta forma. Desenterrando
churucos para hacerlos pelear de puntas (Astudillo Ortega, 2002, p. 21).
Churudo. El que tiene abundantes rizos en el pelo. Yo tuve una churudita / que era linda y me
quería / ella triste pelaba los cuyes / yo alegre me los comía (Mata, 1982, p. 37).
Churuquear. Este verbo, usado en forma pronominal, define la situación de una cometa que,
cuando vuela, comienza a girar peligrosamente, hasta, a veces, hacer al suelo. Esto ocurre
por defectos de fabricación de la cometa o por tener un rabo muy pequeño. La cometa se
churuquea a cada rato.
Chusco. Gracioso, ocurrido, cómico. Pero no quise interrumpir su chusco disparateo (Andrade
I, 1947a, p. 194).
Chuspiojos. La persona que tiene los ojos vivos, pequeñitos. Chuspi significa mosca. Este niño
es chuspiojos.
¡Chuta! Interjección eufemística por ¡chucha! Chuta que colchón tan chévere. (Dávila Vázquez,
1977, p. 41).
49
Chutar. Estirar, halar. Veapes las orejotas: / el oro chutando el cuero… (Andrade, 1947b, p. 73).
Cierta parte. Forma eufemística para designar las partes sexuales. Se dio un golpe en cierta
parte.
Cinqueño. Antigua moneda de 50 centavos, en uso hasta los años 80 del siglo pasado. El helado
costaba un cinqueño.
Cocha. Laguna pequeña, charco. Fue a hundirse en el chapo de lodo de una cocha (Mata, 1932, p.
79).
Coco. La cabeza, en términos humorísticos y familiares. Si no era jalón de orejas, era rotura
de cabeza con una vara. Mi coco está cruzado de cicatrices. (Valdano, 1980, p. 58). También
significa virgen. Resultó que su novia ya no era coco.
Cocolo. El que tiene la cabeza rapada, o también el calvo. Un cocolo es más que un niño pobre;
es un indio arremetido todo él -en alma y poncho y choza y trenzas- a tijeretazos (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 296).
Cocuyo. La luciérnaga o ninacuro. Brillaran como tus ojos, / replica el mozo, y no abrojos /
fueran, no, sino cocuyos… (Andrade, 1947b, p. 96).
Cogedor. Esta palabra significa que algún alimento es muy poderoso o también que un licor
emborracha prontamente. Este vino sí que es cogedor.
Coger goteras. Espiar a las mujeres desde un sitio inferior; esto se lo hacía cuando ellas
usaban vestido o falda. Expresión usada por muchachos díscolos para indicar que pasando por
debajo de los balcones pueden ver partes ocultas de las personas del sexo femenino (Cordero
Palacios, 1985, p. 154).
Coger la mano. Significa que alguna actividad o tarea resulta larga, muy trabajosa y, por tanto,
demorada. Enlucir la pared coge la mano.
Coger la noche. Significa que uno se ha demorado en algo y ya ha llegado la noche. Estuve en
la calle y me cogió la noche.
50
Cogerle a uno el alimento. Frase con que se justifica que luego de haber comido algo se
produzca una ligera sudoración. Uf, ya me cogió el alimento.
Cogerle calientito. Sorprender a alguien. Calientito les cogimos, amo Teniente. Ellos quisieron
negar; pero cómo-pes. (Corylé, 1952, p. 41)
Cogerle el cuarto de hora. El hecho de que alguien demuestre cierto aturdimiento, una ligera
turbación de la razón, un atolondramiento. No le digan nada, ya le cogió el cuarto de hora.
Cogerle la taranta. V. Cogerle el cuarto de hora. Mamita y papá Nico vivían todavía con
nosotros antes de que les cogiera la taranta de volverse y dejarnos solas (Dávila Vázquez, 1985b,
p. 25).
Cohetes. Con esta palabra en plural se designa a toda clase de fuegos artificiales. Lo mejor del
setenario es que sueltan cohetes. Es usual que la palabra se pronuncie como cuetes.
Cojudo. El bobalicón; cualquier individuo. Te diré que si el cojudo quiere darse de sapo, nadie
hasta aquí me ha ganado en saperías (Astudillo Ortega, 1973, p. 176).
Colerín. Cierta clase de indisposición caracterizada por náuseas y diarrea. Se considera que es
producto de haber sentido intensas iras y disgustos. La pobre tuvo anoche un colerín después
que supo la noticia.
Colorearse. Avergonzarse. Aunque colorear o colorearse debería ser adquirir algún color, es
muy común que se utilice este verbo para significar adquirir color rojo. Cfr. Acholarse. Miró
las piernas del hijo de la hierbatera, que enrojeció sobre su jarro de leche, como un ratoncito. /
-¡Colorea! / -¡Colorea!
-¿por qué te pones colorado? /-No estoy colorado… Oiga (Cuesta y Cuesta, 1983, pp. 200
y 280). Este verbo puede ser usado también sin la forma pronominal: colorear. Camena
coloreaba, viéndome que apenas podía reprimir la risa (Andrade II, 1948, p. 79).
Combinación. Especie de vestido que las mujeres usaban por sobre la ropa interior y debajo
del vestido externo. Sin que la combinación, esto es la ropa interior de las mujeres y más paños
menores (Andrade I, 1947a, p. 49).
51
Comer. Matar; eliminar. Si yo fuera presidente, caráspita, no me quedara uno; me comiera unos
veinte (Astudillo Ortega, 1973, p. 91).
Comer harto mote. Alimentarse bien. El mote es sinónimo de alimento. V. Mote. Sin embargo,
para llegar a eso, había que comer harto mote -se dijo (Astudillo Ortega, 1973, p. 80).
Como si no hubiera quebrado un huevo. Actitud de quien finge no haber hecho nada malo.
Nosotros y las panaderas que subían trayendo agua, le vimos regresándose por el puente, como si
no hubiera quebrado un huevo (Astudillo Ortega, 2002, p. 130).
Componer el cuerpo. Acción de beber un poco de licor al día siguiente -durante el chuchaqui
-. Se supone que este hecho mitiga -cura - los efectos nocivos de la borrachera. Después del
primer draque, con que ordinariamente se ‘componía el cuerpo’, para empezar sus actuaciones
(Astudillo Ortega, 1973, p. 91).
Comprados. Los artículos, generalmente víveres, que se compran para un hogar. Avanzaba
Sebastián, desde la estación hasta su casa, llevando algunos comprados para Margarita
(Moscoso Vega, 1946, p. 149).
Compungido. El que está triste y arrepentido; encogido de ánimo. Ya no era el longuito que
llegara tímido y compungido al convento (Corylé, 1952, p. 146).
Con ambas manos se lava la cara. Refrán que significa que algo debe ejecutarse con todo lo
que es necesario, con toda la ayuda posible. Por algo se dice que con ambas manos se lava la
cara (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 166).
Con bombos y platillos. Modismo que significa que algo ocurre o se realiza con exagerado
énfasis en la ostentación. Recibieron al delegado con bombos y platillos.
Con cara de mañana qué comeremos. Con rostro que demuestra gran preocupación e
incertidumbre por el futuro. Valiéndole un pan por ciento, mientras a los reconstruidos nos va
dejando con esta cara de mañana qué comeremos (Andrade, 1947b, p. 166).
Con cuenta. Significa que algo está barato y, por tanto, adecuado como para comprarlo. Esta
semana el arroz está con cuenta.
Con el tiempo y las agüitas. Frase con que se significa que algo ha de mejorar con la ayuda de
algunas circunstancias y también con el paso del tiempo. Con el tiempo y las agüitas ha de ir
cambiando.
Con estos ojos que se han de hacer tierra. Con esta frase enfatizamos que hemos sido testigos
de algo. Taitito, por Dios, con estos ojos que se han de hacer tierra (Astudillo Ortega, 2002, p.
118).
52
Con pelos y señales. Frase que describe la situación en que se da todos los pormenores para
que algo sea fácilmente reconocido. Una secreta carta venida del sur (…) denunciaba con pelos
y señales (…) la tienda destinataria, con nombres, sobrenombres y apellidos (Astudillo Ortega,
1951, p. 127).
Con santa paciencia. Con muchísima paciencia. Con santa paciencia el párroco descendió a
tomar su jamelgo y seguir a los trabajadores (Moscoso vega, 1946, p. 65).
Con sus reflejos. Frase de cortesía con que responde una persona que ha recibido la
calificación de que está guapa. Está muy linda. / Con sus reflejos.
Con una mano adelante y otra atrás. Situación de indigencia completa de una persona. Que
dizque fuera de esto si no estuviera yo. Como dicen ya hubiéramos quedado con la una mano
adelante y la otra atrás (Astudillo Ortega, 2002, p. 41).
Concho. Las heces del vino o de la chicha. Este pantalón tiene color concho.
Congeniar. Llevarse bien, mantenerse avenidos. Tan bien habían congeniado, que parecían
haber nacido el uno para el otro (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 15).
Conscripto. La persona que durante el tiempo aproximado de un año hacía el servicio militar,
que antes era obligatorio. Siento decirle que su conscripto está castigado (Moscoso, 1985, p. 39).
Constituirse. Casarse. Sebastián, ya tienes 20 años y debes constituirte (Moscoso Vega, 1946, p.
79).
Contar con los dedos. Frase que significa que de algo existe en muy poca cantidad. Las
personas honradas son de contar con los dedos.
Contrabando. El licor de contrabando. Seis botellas de un zhumir del más puro contrabando de
los calientes (Astudillo Ortega, 1973, p. 141).
Contradanza. Una clase de baile vernáculo. Los rucos, los contra-danzas, tocados con el
turbante de espejillos de feria (Astudillo Ortega, 1973, p. 153).
Contramatar. Golpear de muy mala manera a alguien. Hoy la contramato a la sinvergüenza… sí,
a la 7 sacramentos shúa (Astudillo Ortega, 1951, p. 109).
Convidar. Invitar. Yo le dirigí una carta, Sor. Don Juan, convidándole para los toros (Coronel,
1906, p. 79).
Coño. Avaro, mezquino. El Alfonsito aseguraba que ‘el tío suco, por coño, le ponía alverjas en vez
de municiones’ (Astudillo, 2022, p. 43).
53
Corachas. Las alumnas del colegio Sagrados Corazones de la ciudad de Cuenca. Vamos a
vacilar donde las corachas.
Corbata mishi. La corbata de lazo. ¡Qué elegante que estás con esa corbata mishi!
Corchar. En el fútbol significa poner el pie para evitar que otro jugador consiga patear la bola.
Sal y corchéale con fuerza.
Cornelio Merchán. Con esta frase formada por un nombre propio -que designa a una escuela
de la ciudad de Cuenca-, entre los muchachos se nombra al tiro de esquina en el fútbol. La
razón es que el nombre en inglés de este episodio del juego es corner, y los hablantes perciben
cierta cercanía con el nombre Cornelio. Yo voy a cobrar el Cornelio Merchán.
Corte alemán. Manera de cortar el pelo que usan generalmente los conscriptos. La cabeza
está pelada a ras, salvo un pequeño mechón en lo alto de la cabeza y cerca de la frente. Voy
donde el peluquero para que me haga el corte alemán.
Corte rebajado. Manera de cortar el pelo, que no reduce demasiado el tamaño del cabello.
Solo se lo rebaja. Mañana me haré el corte rebajado.
Cosa canela. Lo magnífico, lo superior. [Se habla de un caballo]. Pish… el mío es cosa canela de
bueno. ¡Buenazo! (Mata, 1963, p. 59)
Costal de llamas. Frase con que se responde cuando alguien pregunta ¿Cómo te llamas? Cfr.
Juan Pujartehago.
Costar muelas. Significa que algo ha de costar mucho esfuerzo y trabajo. Rara vez volvían
las bestias requisadas, o costaba muelas a los pobres arrieros y campesinos, su dramática
recaudación (Astudillo Ortega, 1973, p. 25).
Costra. Una variedad de pan. Antes de olvidarme, véndeme unas costritas (Astudillo Ortega,
1973, p. 73).
54
Creisi. El individuo creído. Esta palabra relaciona los sentidos y las formas de dos elementos,
creído, del español y crazy (pronunciado creisi, el loco) del inglés. Desde ayer estás hecho el
creisi.
Creyer. Pronunciación popular de creer. ¿Va a creyer que la vecina/ hace, llugshicta, en la
calle… (Andrade, 1947b, p. 80).
Crinolina. Especie de falda que las mujeres usaban en lo pasado. Se trataba de una prenda
muy ancha. Polleras prensadas y hasta una que otra crinolina de categoría, de lujo de nuestras
redondísimas abuelitas (Corylé, 1952, p. 37).
Cristiano. Cualquier ser humano. No pasaba cristiano sin ir a tenerlas de cabeza en la cloaca.
(Andrade III, 1949, p. 101).
Cristo. La persona que sufre abusos de alguien; incauto. Y diciéndose, ‘aquí me saco la rifa’,
bajó resuelto desde la soledad de su rancho a buscarse un Cristo (Astudillo Ortega, 1973, p. 69).
Cuadra. Pequeña propiedad situada muy cerca de la ciudad. Podía ser usada como una huerta.
¡Su pequeña quinta, su cuadra, para siempre perdida! (Muñoz Cueva, 2000, p. 8). Manzano, en
el sentido de conjunto de casas. De santo Domingo tres cuadras más arriba, cerca de la capilla
de Mamita Auxiliadora (Corylé, 1952, p. 57).
Cuándo llegará ese cuando. Expresión con que se declara la ninguna esperanza de que algo
ofrecido ocurra. Ay, niña mía, cuándo llegará ese cuando -suspirábale (Astudillo Ortega, 2002,
p. 25).
Cuarta. Medida de longitud. Se la toma desde las puntas de los dedos meñique y pulgar, con
la mano extendida. Delante un patiecito de a cuarta, rodeado de tomateros y de plantas de
pimientos (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 54).
Cuchara de palo. Utensilio muy usado en la cocina cuencana. Está elaborado de madera y los
hay de diferentes tamaños, desde la cuchara mama (la grande) hasta la huahua cuchara (la más
pequeñita). El chico va a correr pero sale una tejedora con una cuchara de palo llena de mote
(Cuesta y Cuesta, 1983, p. 86).
55
Cuchara mama. Especie de cuchara grande, de madera. Es un utensilio de uso muy común en
la cocina cuencana. Se lo usa para mover la comida en las ollas, para extraerla y servirla. Cfr.
Cuchara de palo. Moverás el caldo con la cuchara mama.
Cuchicara. La cáscara o piel del cerdo, ya tostada o chaspada. V. Chaspar. En plena calle,
lavado y colgado de la viga del alero, su primer plato, el cuchicara (Astudillo Ortega, 2002, p. 91).
Cuchu. Rincón. Ele, yo sí que su cuchu / tengo la lengua trincada (Andrade, 1947b, p. 74).
Cuentayo. En las antiguas haciendas, el encargado de llevar las cuentas, sobre todo del
ganado. Temiendo el cuentayo/ la visita del Pasteño (Andrade, 1947b, p. 175).
Cueriza. Castigo fuerte, aunque no intervenga un cuero o correa. El resto, cuerizas, por duro,
como le fruncía el Bedel (Astudillo Ortega, 2002, p. 80).
Cuica. La lombriz. Por metáfora designa también a la persona muy delgada. La hija de la vecina
es una cuica.
Cullqui. El dinero, la plata. A veces aparece también con la variante cushqui. Secuestran a
abastecedores de ‘cushqui’ en cajeros (Diario La Tarde, octubre 7 de 2016: p. 8).
Cumbrera. La parte más alta de un tejado, y donde se produce la divisoria de las aguas. Se fue
rectito a besar la santísima cruz que colocamos en la cumbrera (Corylé, 1952, p. 106).
Curar el chuchaqui. V. Componer el cuerpo. Al día siguiente, mientras don Juan echábase al
coleto un enorme vaso de refrescante soda, para curar la devoradora sed del chuchaqui, su digna
esposa de pie a su lado, le contemplaba misericordiosamente (Aguilar Vázquez, 1997, p. 157).
Curco. Jorobado. Con la vieja de la quebrada, con mama Shiva, más curca y más sigilosa
(Astudillo Ortega, 1973, p. 134). Tiene el derecho de ser curco, justificó risueño don David (Aguilar
Vázquez, 1997, p. 364).
56
Curcuncho. El que está encogido, asustado, temeroso, enfermizo. Ni un asma que lo tenía
curcuncho, adquirido en gaje de sus resfriantes excursiones (Astudillo Ortega, 1973, p. 18).
Curpa. Montón pequeño, cuerpo encogido. Al fin el marido se hace una curpa de lana al borde
de las sementeras (Mata, 1931, p. 24).
Cursiento. Que sufre de frecuentes diarreas. Los cursos son las diarreas. Es forma de llamar
despectivamente a alguien. Diciéndole que ya está en capacha el cursiento (Astudillo Ortega,
1973, p. 92).
Curuchupa. El miembro o simpatizante del partido conservador. Esta voz está compuesta
de curu, gusano y chupa, rabo, es decir rabo de gusano. Con curuchupa se designa también
al insecto conocido como tijereta –entre nosotros– y como cortapicos en España. La razón
para que esta designación haya pasado a las personas es que el pueblo ha encontrado una
perfecta metáfora entre la forma final del insecto y la forma final de las levitas que usaban
las personas pudientes, miembros casi todos ellos del partido conservador. Esta es la opinión
de Muñoz Cueva. Unos animalitos muy negros, parecidos al canicuro (del cual los liberales
tomaron el nombre de curuchupas para sus adversarios políticos). (Muñoz Cueva, 2000, p. 129.
La voz canicuro, que es quichua significa cani (que muerde), curu (gusano). El nombre más
descriptivo es siquicanicuro, literalmente: gusano que muerde con el rabo. También existe
otra versión etimológica para el término curuchupa, que provendría de la voz española cura y
del quichua chupa, rabo, es decir rabo de cura, por la gran influencia que la iglesia –los curas–
tenían sobre los miembros de este partido político. (Álvarez, 2010: 49). Las guerrillas entre
curuchupas y liberales; la suspensión del Obispo de Cuenca (Astudillo Ortega, 1973, p. 8).
Cuscungo. La lechuza. Tiene algo del canto del chaupau, del solitario, del cuscungo (Andrade IV,
1953, p. 193).
Cushilla. Voz derivada del quichua cusi. Cushilla se traduce como alegre, ágil; pero en forma
diminutiva, como si se dijera: alegrita. ¡Caracho! Qué cushilla la Rosa Espírita con la jimba
encintada (Mata, 1932, p. 40).
Cushma. El grano de arroz que todavía conserva su cáscara. Antes de cocinar el arroz hay que
escoger las cushmas. Cushma es también una especie de poncho pequeño de los indígenas de
la provincia del Cañar.
Cusi. El que es alegre, el que se muestra contento; trabajador, rápido, hacendoso. Ya se casó
con una gualaceña, y esas son cusis (Astudillo Ortega, 1973, p. 196).
Cuto. Corto, recortado (el ejemplo se refiere a que los animales han sufrido la mutilación del
rabo y de las orejas). Recordó a sus perros cutos, más bravos a pesar de su apariencia jocosa.
(Astudillo, 2022, p. 66)
Cutulo. Pequeño; sin rabo. Y de últimas se casó con la Cutula del señor curita. A la otra le llevó a
la costa (Astudillo Ortega, 1973, p. 154).
Cuy de vivo. Frase con que se describe a alguien muy despierto y ágil. Este muchacho sí que es
cuy de vivo.
57
Cuy gara. El cuy macho, el dominante del cuyero.
Y algo más con qué asentar
Una cuyada de aquellos
Cuy-garas del Pucará
(Astudillo Ortega, 1991, p. 23).
Cuyada. La comida donde predominan los cuyes asados. Solía repetir la Pitimucha, en las
cuyadas de Gastón (Astudillo Ortega, 1973, p. 82).
Cuyero. El sitio de la casa donde se crían los cuyes. Y tantearán la hierba y los animales
asustados del cuyero (Cárdenas, s/fecha, p. 88).
Cuzha o cusha. El nido. Emperradas en hurgar la cuzha del pasado (Mata, 1932, p. 26).
58
D
Dale que dale. Frase con que se reitera la repetición de una acción, la constancia de algo. Dale
que dale en sus cavilaciones, estaba que ni muerta, sin ver ni oír, cuando vino Mariano (Íñiguez
Vintimilla, 1993, p. 77).
Dando y cavando. Con esta frase designamos la situación de quien está pensando constante
y trabajosamente en alguna situación. La mejilla en la palma de la mano, el pensamiento en
tortura y los ojos clavados en el suelo, se encontraba Cruz, dando y cavando en… Dios sabe qué
(Íñiguez Vintimilla, 1993, p. 77).
Dar duro. Castigar a alguien, golpear. El Oso me dijo leproso y yo le di duro… No soy eso (Cuesta
y Cuesta, 1983, p. 248).
Darle como a bombo en fiesta. Significa castigar duramente a alguien, como si se golpeara a
un bombo. En ese barrio le dieron como a bombo en fiesta.
Dar pases. La acción de pasar varias veces por la calle de la muchacha a la que se pretendía.
Se lo hacía generalmente en automóvil, cuando Cuenca tenía muy pocos vehículos. Esto se
consideraba como una forma de cortejo.
Por las noches ningún enamorado dejaba de dar pases por el frente de la casa de la
novia en espera de que salga tras la ventana aunque sea por unos minutos…. Cuando
llegaron a Cuenca los vehículos automotores los pases comenzaron a hacerse en
automóviles. Uno de los mejores placeres de las familias, especialmente de los jóvenes
enamorados era pasear los domingos por la tarde en automóvil, particularmente estos
últimos que se complacían en dar vueltas y más vueltas alrededor de la manzana en
la que vivía la idolatrada mujer de sus ensueños, todos sentados en el capote para su
mayor exhibición. (Sarmiento Abad, 1984, p. 20-21)
Darse de aros. Acción por la cual el novio entrega un anillo (aro) a su novia, en señal de
compromiso matrimonial.
Date. Especie de imperativo en el cual el pronombre “te” carece de sentido, pues la segunda
persona no es la beneficiaria de la acción verbal. ¡Ya pues, date un canelazo! ¡Pásate una
cerveza!
61
De a de veras. V. De veras.
De a perro. De muy mala calidad. ‘Sueno de perros’ Diría años después un político ‘de a perro’ de
esos que abundan para desgracia nuestra. (Astudillo, 2022, p. 69)
De balde. Sin motivo. Aparece también escrito como una sola palabra. Y nosotros ‘debalde
doctores’, como alguien dijo (Astudillo Ortega, 1951, p. 38).
De buena familia. Expresión que se usa para designar a una persona que procede de familias
de reconocido poder económico y prestigio. Cfr. Si le gustaba presumir de lindo, de inteligente,
de buena familia (Dávila Vázquez, 1979, p. 78).
De casa. Frase con que se define ciertos alimentos hechos como si fueran para el consumo
dentro de los hogares- y, por lo tanto, de mejor calidad- y no para la venta. Lleven fideo de
casa.
De corona. De cabeza. La palabra “corona” está por “coronilla”. ¡Al infierno, de corona me’dir a
tragar harta sal, Mamita Virgen! (Mata, 1963, p. 186).
De cuando acá. Frase con que se expresa la sorpresa que produce algún acto. Y lo que nunca,
me va entregando la plata… de cuándo acá pes…, algo me sentía (Astudillo Ortega, 1951, p. 102).
De cuenta. Haciendo cuenta de, como si fuera. Apaguemos la luz y comámonos la esperma, de
cuenta que son espárragos (Moscoso Vega, 1950, p. 95)
De este vuelo. Frase con que se trata de representar el grandor o la extensión de algo. La frase
se acompaña con el movimiento de las manos. Tenía un radio de este vuelo.
De gana. Sin motivo. –¿Cierto que tienes una tinaja que toma agua como una gallinota?/ –
Dije de gana… ¡Mentira! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 249). De gana me ponen apodos (Mata, 1982,
p. 7).
De hacha y machete. Frase que define a alguien formado con todas las dificultades posibles y
que no se arredra ante nada. La Guada habría preferido un macho de bríos, de hacha y machete,
fanfarrón y progresista (Astudillo Ortega, 1951, p. 76).
De lo ancho de la seda. Con esta frase se designa a una persona de clase social elevada y
pudiente. En tiempo de calamidades, como ahora, refería una setentona también de lo ancho de
la seda (Astudillo Ortega, 1973, p. 105).
De mala muerte. Algo de mala calidad. Tomaba asiento el Dr. Tamales en un camión de mala
muerte (Astudillo Ortega, 1951, p. 35).
De mentirita. Con esta frase en diminutivo indicamos que algo es falso. Cfr. Chendo. Hasta
entonces todo había sido, como si dijéramos de mentirita, y llegando a veces hasta la barbaridad
de una recitadora (Dávila Vázquez, 1985a, p. 67).
62
De no. En caso contrario. De no, di ¿Qué hemos sacado/ de tanta virginidad…? (Andrade, 1947b,
p. 41).
De película. Frase que significa que algo es de superior calidad. Fue una fiesta de película.
De seguir sin fiambre. Frase que se usa para significar que una persona es de tan agradable
trato y conversación que se la seguiría a cualquier parte y sin tomar precauciones de ninguna
clase. En la época de nuestras abuelas hubiera sido el visitante obligado de la casa, porque es,
como ellas decían, de seguirle sin fiambre, una joya (Dávila Vázquez, 1979, p. 69).
De una hecha. De una vez, con el mismo impulso que se usa para hacer una cosa. No pasemos
tiempo, a dos días por longo ponga nomás, de una hecha, cuatro son (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
72).
De veras. Frase con se afirma que algo es verdad. – De veras… ¡Qué ha de comer!... – dice la
María Grande– . Hartadote está (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 88).
De veritas. Forma en diminutivo de De veras. Vid. – ¡Se mueve aquí dentro! ¡De veritas… se
mueve! Me llama con el piecito (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 355).
De vicio. Con esta frase señalamos que algo se hace o dice, sin motivo, por la costumbre
solamente. De vicio me insultas a cada rato.
Decirle “zamba canuta”. Ofender a una mujer, llamándola con la palabra que termina en -uta.
Dedos. Especie de medida popular, sobre todo para líquidos. La otra con la calabaza de caña y
el vaso de cristal. Tres dedos de aguardiente y uno de agua fue la dosis (Íñiguez Vintimilla, 1942,
p. 208). En el caso de la extensión: Lleva mejor paja, teje falda más ancha, cuatro dedos siquiera
(Cuesta y Cuesta, 1983, p. 107).
Dejando de beber. Frase que, con tono jocoso, sirve para exhortar a que una persona haga
algo que es necesario hacer. Ya dejando de beber debes arreglar esta puerta.
Dejar soñado. Significa dejarle desmayado a alguien como consecuencia de haberle propinado
un fuerte golpe. Le dio un puñetazo y le dejó soñado.
Del año uno. De hace mucho tiempo, muy antiguo. Con la misma levita y sus polainas del año
uno, tomaba asiento el Dr. Tamales (Astudillo Ortega, 1951, p. 35).
63
Del culo del diablo. Significa que algo se ha de recuperar u obtener de cualquier modo. No
sé. Ahora me devuelves la pintura. Me sacas aunque sea del culo del diablo. Ella sacaba esas
terribles florecitas del mismísimo culo del diablo, pero las sacaba, por canastas (Dávila Vázquez,
1979, p. 71).
Delicado. Especie de mínimo panecillo hecho con harina entera y endulzado con miel. Cfr.
Aunque se llaman delicados, son, en realidad, muy duros. Te miraban y nada pronunciaban;
alguna te daba un delicado o un poco de caca de perro (Mata, 1982, p. 16).
Delicado de afrecho. Frase con la que se reconviene a quien se presenta como demasiado
susceptible y delicado. La referencia es, obviamente al panecillo denominado delicado. Quítate
de aquí, sois un delicado de afrecho.
Demás. Por demás, en exceso. Lo que yo digo, no hay que ser demás humilde (Andrade II, 1948,
p. 158).
Denguienta. La mujer que usa de muchos dengues y perendengues. V. Supra. Que vaya hecha
la denguienta, / haciendo oler la jruitada… (Andrade, 1947b, p. 75).
Desgracia con felicidad. Frase antinómica usada para designar un mal suceso que no provocó
todos los daños o males que se podía haber esperado. Sí, tuvo un choque; pero fue una
desgracia con felicidad.
Desgraciar. Quitarle la virginidad a una mujer; violar. El bandido del cholote del zapatero del
frente desque le ha desgraciado-pes (Corylé, 1952, p. 92).
Desgraciarse. Cometer alguna acción grave y de la cual uno también salga perjudicado. Ya
basta, ya deje, Sra. Guadita: no se desgracie, conteníanla a la mujer propia (Astudillo Ortega,
1951, p. 109).
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Deshambrido. Hambriento. Nadie puede contener el ímpetu de la bestia deshambrida (Moscoso
Vega, 1950, p. 32)
Deshoje. La actividad agraria extraer las mazorcas de maíz de sus envolturas de hojas.
La chicha de jora, o sea de maíz fermentado –siempre de maíz- cumple con una de las
indispensables ceremonias de una ‘minga’ de deshoje (Burbano Cuesta, 1982, p. 106).
Desobligo. Situación de frustración y desengaño ante algo; lo cual produce pocos deseos de
colaborar o seguir en algo. Con tu comportamiento me da desobligo.
Desticpar. Extraer los granos que vienen en vainas, como el poroto, la arveja. Para la fanesca
hay que desticpar a tiempos el grano.
Detente animal feroz. Con esta frase se supone que se puede detener a un perro amenazante.
La frase completa es la siguiente: ¡Detente! –ha gritado ella- animal feroz, primero nació el
Niño Dios antes que vos (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 140).
Deverasmente. Forma inusual de construir un adverbio, a partir de una frase adverbial como
‘de veras’. ¡Vaya, vidas…, en dónde también estaría mi cabeza! Así, a veces, una se pone tonta,
deverasmente (Mata, 1963, p. 118).
Diablo cuaresmero. Individuo joven que en los días de la cuaresma se dedicaba a mortificar a
las personas devotas. Y en cuaresma, ir de tentación a los atrios, o entrar con tosidas al sermón
para servir de diablo cuaresmero, escamoteando el rosario, el libro, el pañuelo o los botines a
las vetucas (Astudillo Ortega, 1973, p. 48). Otro escritor azuayo nos propone un ejemplo más
decidor:
Al respecto. Para la noche de un jueves santo, se anunció en la catedral una hora de
tinieblas, presidida por el santo y recordadísimo taita Justito, hermano del obispo león.
Cuando llegó la hora, una falange de pertigueros y sacristanes, barrieron de curiosos
el templo, cerráronse las puertas y apagáronse las luces. El Dr. Justo, desde el púlpito,
comenzando a disciplinarse, dio la señal, gritando:
-Misericordia, Jesús mío…
A una sola voz, contestó el pueblo:
-Misericordia.
Y comenzó a darse de firme…
Un granuja, que había escapado de los inquisitivos monaguillos, merodeando a tientas
por el templo, fue a dar con un pequeño envoltorio, cerca del cual alguien se vapuleaba a
conciencia… El pillete, embrazando el hallazgo, alejose, continuando su merodeo.
Después de algunos minutos, en que el chasquear de los látigos apagaba los trémulos
ayes del melodio, salmodiando el miserere, cuando el Dr. Justo, tras una breve oración,
encendida de amor divino, anunció a los contritos fieles que iban a encenderse las luces,
para que los hombres se atacaran los greguescos y las mujeres dejaran de sobarcarse los
follones, se oyó la angustiada voz de un viejo que decía:
65
-Por Dios, taita Justito, no encenderá la vela: mis calzones se han perdido...
Toda la unción del acto quedó frustrada por ese incidente. En carcajadas convirtiéronse
los ayes de la contrición y el arrepentimiento, y si un vecino, compasivo, no presta su
capa al pecador descalzonado, quedaba la santa iglesia en oscuras y el disciplinante a la
cordovana. (Andrade III, 1949, pp. 28-30)
Diablo fuerte. Especie de tela usada para confeccionar prendas de vestir. El manco, con su
borsalino cuba-libre y su pantalón de ‘diablo fuerte’, estaba en su elemento (Astudillo Ortega,
1973, p. 124).
Diablo ocioso. El individuo sin oficio ni beneficio. Procreando organismos para rentar, para
enriquecer a cuanto diablo ocioso, a cuanto limpio (Astudillo Ortega, 1951, p. 43).
Diajo. Interjección eufemística por ¡diablo! Yendo de un lado para otro, ‘diajo, carajo’, gritando
(Coriylé, 1952, p. 16).
Diantre. Exclamación que por eufemismo se usa para no nombrar al diablo. Ele, como yo
vidita: / no sé qué diantre me atora (Andrade, 1947b, p. 78).
Diay. Pronunciación popular por de ahí. Diay nada, nimás el sinvergüenza, pero quién sabe: ya
no más asoma (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 139).
Díceres. Los rumores, los chismes o comentarios, alusiones o referencias. Sin embargo, el
prejuicio de que algo incorrecto sucedería le movía a pensar en malos comentarios y a temer por
los díceres de los vecinos (Moscoso Vega, 1946, p. 36)
Dichero. El que habla mucho, el que usa muchos dichos, el gracioso en el hablar. El Shalva
dichero y alegre, hubiera querido que la minga durase muchos días (Moscoso Vega, 1939, p. 175).
Dicho. Falso, engañoso. Aura están andando unos dichos fiscalizadores: como si el empleo
durara toda la vida (Astudillo Ortega, 1951, p. 52).
Dicho y hecho. Que algo se ejecuta al instante en que se ordena o dispone. V. Infra.
Diciendo y haciendo. Frase con que se señala que una actividad se la hace en el mismo
momento en que se la ordena o enuncia. Diciendo y haciendo fuese la joven pálida y desolada,
murmurando entre dientes: ‘Sí; esto mismo temía. Ah, la Cusinga es el diablo’ (Coronel, 1906, p.
85).
Dijó. Forma popular de pronunciar el verbo dijo. Ama Camina dijó: larga a la hacienda
(Andrade II, 1948, p. 34).
Diosito lindo. Forma popular de referirse a Dios. Diosito lindo no te olvides de favorecerme.
Dios sabe lo que hace. Frase piadosa con la que se acepta lo que sucede, aunque no lleguemos
a compréndelo a cabalidad. No hay que abatirse: Dios sabe lo que hace (Íñiguez Vintimilla, 1993,
p.78).
Discursear. Echar discursos. También nuestro Dr. Tamales, con su levita y su bastón giraba y
discurseaba (Astudillo Ortega, 1951, p. 33).
Dolientes. Los deudos o familiares en un suceso trágico. La víspera habían llegado unos
dolientes del Valle (Astudillo Ortega, 1991, p. 27).
Dominguero. Propio del domingo, refiriéndose sobre todo a la ropa. Enjambres de polleras
cromáticas, de ponchos domingueros (Astudillo Ortega, 2002, p. 66).
¿Dónde es el baile? Pregunta que se dirige a una persona cuando está muy bien vestida.
Donosa. Adjetivo usado para designar a la mujer atractiva y elegante. —¡Hele! … Hasta donosa
queda… ¡Vamos! ¡Cuidarán a las guaguas! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 82).
Don constante. Frase con que se trata de designar la constancia como encarnada en una
persona. No todo es ‘don Constante’ como lo fue tu padre —le decía Mercedes a su hija (Íñiguez
Vintimilla, 1942, p. 101).
Don Segundo. Forma humorística para referirse al amante de una mujer casada. Corre porque
ya llegó Don Segundo.
Doña. Forma de tratamiento dirigido a una mujer indígena. Tres sucres dice… ¿Oí bien? Loca
creo que está la doña, vea usted esto mi patrón (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 104).
Dormilonas. Tipo de zarcillos o aretes. Un baúl de sedería, una capa y los demás trastos
mujeriles; un par de dormilonas de oro (Ambrosi, 2008, p. 122).
Dormir como un tronco. Dormir mucho y muy profundamente. Pues se ha ido. Yo dormí como
un tronco hasta las cuatro. A esa hora ya no estaba (Moscoso, 2009, p. 85).
Draque. Corta cantidad de licor que se bebe. Aseguraba Gastón Campanas, entre sorbos de un
draque caliente (Astudillo Ortega, 1973, p. 167).
Duda. Especie de carrizo delgado y muy recto. Es material que sirve para elaborar cometas y
otros artículos, como en la cestería. Alfonso Cordero Palacios dice al respecto:
Caña arundinaria silvestre, de canutos muy largos, los que utilizan nuestros indianos
para tejer petacas finas y muy hermosas. La duda vale también a nuestros muchachos
así para cerbatanas, como para cruceros de sus cometas de papel. Por esta razón, a tales
cruceros, por más que sean de carrizo u otro material parecido, llaman ellos dudas.
(A. Cordero Palacios, 1985, p. 129)
67
Dulces de corpus. Variedad de artículos de la repostería cuencana, que se elaboran para la
venta en las noches del septenario o celebración de Corpus Christi. Era la época de los dulces
de corpus, que le recordaban a Lauro sus pillerías de estudiante; sus paseos en las noches de
la city, en esas siete noches de globos, de bulla, de ilusiones, de amores enfiestados (Astudillo
Ortega, 1973, p. 165).
68
E
Echando brincos. Frase que define la situación del agua que está hirviendo, borbotando. Esa
agüita, que esté echando brincos –dijo Mariano (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 202).
Echar el ojo. Aficionarse y mostrar mucho interés en algo. Dirá que soy una descuidada… y
posiblemente terminará regalándome un collar de ella al que le tengo echado el ojo (Montesinos,
1981, p. 81).
Echar llave. Cerrar con llave una puerta. Echada la llave a las puertas, trabando las manos,
tomaron a marchar sin rumbo fijo (Íñiguez Vintimilla, 1993, p. 79).
Echar rayos y truenos. Mostrarse furioso en gestos y palabras. Echando rayos y truenos, /
gritó el novio: -no hay qué hacer (Andrade, 1947b, p. 59).
Echar sapos y culebras. Lanzar malas palabras y maldiciones. Acaba de irse de aquí el patrón
Ullauri, echando sapos y culebras, porque los indios del cerro de Chunazana le han robado cuatro
vacas (Corylé, 1952, p. 40).
Ecolete. Interjección que se usa para significar que algo está bien. Mijo, las pantuflas. Ecolete,
así me gusta Bill (Valdano, 1980, p. 81).
El acabose. Frase que define una situación final, lo que culmina. Y despidiéndose a la media
tarde, con el acabose del funeral de aquel otro de los ilustres (Astudillo Ortega, 1951, p. 47).
El comedido come de lo escondido. Refrán con que se alienta a las personas a ser comedidas.
Cfr. Ningún comedido sale con bendición.
El mal pago. Expresión que sirve para designar la ingratitud y quizá hasta la traición de
alguien cercano. Para el mal pago que me das, esto que hago ya es mucho.
El mismo perro con distinto collar. Frase que significa que algo es muy similar a otra cosa,
aunque aparente no serlo. Es lo que dijo Dr. Rendón: no solo los mismos perros con distintos
collares, sino virados y revirados (Astudillo Ortega, 2002, p. 33).
El mundialito de los pobres. Competición deportiva en el campo del llamado fútbol sala
o índor fútbol. En ella intervienen algunos barrios de la ciudad de Cuenca. La fiesta del
interbarrial de indoor fútbol arrancó ayer con el sorteo de series de la edición 37 del Mundialito
de los pobres (El Mercurio, junio 17, 2011, 3C).
El otro lado. La muerte. Y no se va a morir: con este mal pasa que se vuelven los hombres desde
el otro lado. Solo es una crisis (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 344).
71
El país de las calaveras. La muerte. Que le caiga la maldición de mama Nicolasa y se vaya
pronto al país de las calaveras (Moscoso Vega, 1939, p. 111).
El que sabemos. Frase con que se nombra a alguien, de manera secreta. Ya llegó pues el que
sabemos.
El rato del rato. El momento preciso. El rato de los ratos, dizqué se paró en dos patas y le abrazó
a mi César (Corylé, 1952, p. 107).
Ejercicios. Serie de prácticas religiosas que se ejecutaban antes durante la semana santa.
Aunque su nombre completo era el de ejercicios espirituales, se los conocía simplemente
como ejercicios. – Este año no ha asistido la Lucha, ni a los ejercicios, ni a la Semana Santa
(Astudillo Ortega, 1973, p. 151).
Embromón. Persona a la que le gusta gastar bromas. Cfr. Bromisto. Estaba tomándole la
medida, nada más. Siempre soy embromón (Montesinos, 1981, p. 70)
Emparamarse. Sentir los efectos negativos y peligrosos el frío en los páramos, lo cual puede
significar la muerte. Aquí en el Cajas algunos han quedado emparamados.
Empinar el codo. Beber. Los indios curvados o empinando el codo (Mata, 1932, p. 78).
En cuatro patadas. Con mucha rapidez. Te voy a contar en dónde te puedes hacer rico en cuatro
patadas sin mucha inversión ni esfuerzo (Valdivieso, 2008, p. 111)
En cuerpito. Significa que una persona está sin el chal o pañolón, sin chompa; apenas en blusa
o en camisa. La Lucha vino el otro día en cuerpito, de gran señora (Astudillo Ortega, 1973, p.
195).
En crudo. Frase que significa dar un regalo; pero en lugar de hacerlo con el objeto, entregar el
equivalente en dinero. Si me quieres dar regalo de boda, dame en crudo.
En denantes. V. Denantes.
72
En edad de oír misa. Frase con que se designa la edad de una persona muy joven. Ya tiene la
capacidad de asistir y escuchar la misa. Llega un muchacho –ya en edad de oír misa- y cuenta
(Cuesta y Cuesta, 1983, p. 84).
En juicio. Significa que algo se hace o se dice sin estar ebrio. Ya en juicio te digo que eso no
vale la pena.
En la repetición está el gusto. Con esta frase justificamos que alguna acción se repita, con
voluntad o sin ella. Ya saben, si me equivoco es porque en la repetición está el gusto.
En la una mano la miel y en la otra la hiel. Refrán que sirve para expresar que todas las cosas
deben ser proporcionadas, medidas en lo malo y en lo bueno, en la aspereza y en el buen
trato, en la estrictez y en la tolerancia. A las diez la feria de sombreros está en plenitud: / En la
una mano la miel y en la otra la hiel…/Ya digo: lindo está el sombrero, pero... (Cuesta y Cuesta,
1983, p. 103).
En su tonto pensamiento. Frase que significa que la opinión ajena tiene poca aceptación y
valor. En su tonto pensamiento él se sabía de gamonales…, que con la ley… (Astudillo Ortega,
1973, p. 113).
En un abrir y cerrar de ojos. Frase que significa que una acción se la ejecuta muy
rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos estuvieron de regreso en la banda (Astudillo Ortega,
1973, p. 182).
En un tas. Rápidamente. Apenas le encuentre le como sin más y de un tas (Valdivieso, 2008, p.
100).
En veces. A veces. Como si no bastaran los esfuerzos titánicos y, en veces, inútiles, que hacemos
para enseñar y culturizar (Corylé, 1952, p. 47).
Enantes. V. Denantes.
Encamotado. Muy enamorado. Desde que el dicho Lauro está encamotado con la Lucha, ha
aprendido a madrugar (Astudillo Ortega, 1973, p. 15).
Enfermoso. Algo enfermo. Dirás que estoy algo enfermoso… Y regrésate nomás… (Astudillo
Ortega, 1973, p. 62).
73
Engañar. Entretener a los niños para que no lloren. Consentía que sus longas que iban a la
escuela, fueran cargando a las huahuas, y ella les engañaba y cuidaba, igual que si fuera mama
propia (Corylé, 1952, p. 44).
Enladrillado. Piso cubierto con ladrillos. Y a he de estar mirando todo desde el corredor
enladrillado (Cárdenas, s/fecha, p. 21).
Enquesillado. Variedad de pan que tiene algo de quesillo en la parte superior. A la tarde sale el
enquesillado.
Enrabiar. Provocar mucha ira, encolerizar, enfurecer. Aguantones no más somos, pero si
enrabiamos (Mata, 1963, p. 148).
Enseñarse. Este verbo significa acostumbrarse a algo, a un lugar, a una situación, etc.
De las que, sin enseñarse, tuvo que despedirse disculpablemente, presumiéndose afectado de
añoranzas del nido oculto y pobre (Astudillo Ortega, 1991, p. 126).
Enteche. El acto de colocar el techo en una casa que está en construcción. Se considera a esta
actividad como un hecho festivo. Esto no lo pudo imaginar, porque desde días antes, habíala
pasado de Compadre de un enteche (Astudillo Ortega, 1973, p. 28).
Enternado. Persona que viste con terno. Para la fiesta se fue bien enternado.
Entonado. Algo bebido. Decidíamos el riesgo de la escopeta a sabiendas que el tío pasaba la
mayor parte del tiempo ‘entonado’. (Astudillo, 2022, p. 44)
Entonce. Pronunciación popular por entonces. —¿Quieres que te pegue, entonce?- preguntó
Macario cínicamente (Moscoso vega, 1939, p. 144).
Entrador. El individuo que entra en algún negocio o asunto. Epítetos literales como estos:
Salidor de diputado, entrador en los laberintos de la Hacienda Pública (Astudillo Ortega, 1973, p.
82).
Entrando y mamando. Frase que significa que alguien desde el principio recibe un beneficio o
un daño. El director, entrando y mamando, tuvo que pagar las multas.
74
Entrar en amistad. Amistarse. Venía armándose la farrita de la entrada en amistad (Astudillo
Ortega, 1951, p. 113).
Entrar en razón. Significa comprender y aceptar las razones sobre un determinado asunto.
Tanto te repito; pero no quieres entrar en razón.
Entrar pateando al perro. Con esta frase se describe la actitud de una persona que ingresa
a una función o un lugar, sin guardar miramientos ni consideración con nadie. El nuevo
comisario sí que entró pateando al perro.
Entre gallos y medianoche. Frase que significa que algo ocurre en los momentos menos
esperados y cuando hay menos vigilancia. A la tropa que se fue, sustituyó otro batallón llegado
ente gallos y medianoche (Astudillo Ortega, 1973, p. 94).
Entrego. Ceremonia religiosa que se hacía entre las familias cuando se pasaba — entregaba —
una imagen sagrada para que fuera venerada en los hogares durante cierto número de días. Se
pronunciaba también como entriego. Sobre la cabecera una pequeña urna de vidrio y lata con el
Niño Dios de los ‘entregos’ del barrio (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 134).
Entumido. El individuo que, por el frío u otra razón, parece encogido, amilanado, apocado. Ve
pues, ya apareció el entumido.
Erá. Pronunciación popular por era. Si no erá perro, erá más que gente mi mansito (Corylé,
1952, p.105).
Escalera de coger cocos. Frase que se aplica a la persona de gran talla. Yo tenía un amigo que
era una escalera de coger cocos.
Muy bella planta, ordinariamente llamada escancel y cultivada con aprecio, sobre todo
entre la gente de los campos, en razón de los servicios que presta en la curación de
pulmonías, inflamaciones, corrimientos, &. Es uno de los ingredientes precisos de las
aguas frescas que son la panacea del vulgo (Cordero, 1984, p. 133).
Escaramuza. Especie de diversión popular que se ejecuta sobre cabalgaduras y que simula
un enfrentamiento militar. Y tomando parte de la escaramuza, satisfacer un sueño largamente
acariciado (Andrade I, 1947a, p. 28).
75
Escudilla. Recipiente semejante a una taza, aunque sin oreja; pozuelo pequeño.
Mi mamita me parió
Debajo de una escudilla,
Y el gato me manosió (sic)
Creyendo que era morcilla
(Mata, 1982, p. 34).
Escuelero. Referente o perteneciente a la escuela. Leí, lerdo porque no fui buen escuelero y
apenas si pisé el tercer grado (Cárdenas, s/fecha, p. 115).
Espantar. Ahuyentar. Después espantó al animal que galopó por los despeñaderos (Moscoso
Vega, 1950, p. 68).
Espanto. Cierta enfermedad que ataca a los niños. Sus efectos son que la criatura se vuelve
irritable, llorosa y duerme muy poco. Curandero y sacamuelas en su juventud, contaba de la
curación del espanto, por el método de la gallina clueca (Astudillo Ortega, 1973, p. 18).
Especial. Función de cine que se realizaba a las 6 de la tarde. Vermut, matiné, noche. Al
especial solo van las personas muy ocupadas.
Espelma. Pronunciación popular por esperma. Prendió la mujer de D. Aurelio, la espelma de sus
devociones, pidiendo a los santos en su interior (Astudillo Ortega, 1951, p. 72).
Esperar. Detenerse, aguardar. Empezó a dar señales con la mano ‘de que espere’, de que se
detenga, en su desenfrenada carrera (Astudillo Ortega, 1951, p. 107).
Esposible. El probable marido. Hay juego de palabras entre “esposo” y “es posible”, es decir
posible esposo. Así la susodicha ya hubiera sido soplada por el primo, el tío, el huasicama, el
cura, o a veces por el propio hermano, que eran los únicos varones que la niña conocía vis a vis
antes de la presentación de su esposible (Valdivieso, 2008, p. 145).
Estabá. Pronunciación popular por estaba. Mi Guillermito estabá con las virgüelas y yo no tenía
ni una peseta (Corylé, 1952, p. 57).
Estar amushcado. Estar dos enamorados, muy juntos, encariñados y prodigándose mimos y
atenciones. Es una derivación ‘españolizada’ del quichua mishqui = dulce. Véanles, ahí están
amushcados.
Estar caminando a… Esta frase sirve para señalar la edad de una persona, en el sentido de
aproximarse a cierto año. Ya está caminando a los 8 años.
76
Estar camote. Estar intensamente enamorado. Virginia sí que está camote.
Estar como chirote mojado. Con esta frase se describe a una persona que se encuentra
totalmente mojada y desarreglada. Véanle al Pepito, si está como chirote mojado.
Estar como diablo en botella. Frase que describe la situación de una persona que está muy
inquieta por algo. Mi primo está como diablo en botella porque ya quiere irse.
Estar con el hígado virado. Frase con que se describe a una persona que está de mal carácter.
Cfr. Ser hígado. Ni le hablen, que desde que amaneció, está con el hígado virado.
Estar con la mano en la pena. Significa estar con la mano en la mejilla, posición que
generalmente usa la persona afligida. Me preguntó que por qué estaba con la mano en la pena.
Estar enseñado. Estar acostumbrado a un lugar o a una situación. Enseñarse. Las abreviaturas
de los nombres corresponden a Carmen y Shalva o Salvador.Cmen. Ya estará enseñado./Shva.
Enseñado, no, pero… resignado (Moscoso, 1985, p. 45).
Estar frito. Estar totalmente arruinado. Misterio es quien ha comprado… pero la única verdad
es que estamos fritos (Mata, 1963, p. 129).
Estar hecho un cuchillo. Significa que alguien está muy bien preparado y listo para alguna
actividad. Estudié toda la noche así que estoy hecho un cuchillo.
Estar mano sobre mano. Estar ocioso. Y a mí como no me gusta estar mano sobre mano como a
algunas gentes (Dávila Vázquez, 1977, p. 71).
Estar palabreado. Significa estar contratado verbalmente para la realización de algún trabajo.
Está palabriada (sic) con el cholo y hemos ido a ver algunas botellas (Moscoso, 1985, p. 21).
Estar por las nubes. Frase que se usa para señalar el valor demasiado elevado de algún
producto. ¡Por las nubes están las papas, imposible! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 105).
Estar saltando en chulla pata. Significa encontrarse haciendo demostraciones muy visibles de
contento. Desde que se sacó la lotería está saltando en chulla pata.
Estar veme y no me toques. Situación de algo que no debe ser movido ni tocado. Algo
inestable en exceso. Esta mesa está veme y no me toques.
Esterlinas. Antiguas monedas inglesas que circularon en el Ecuador, y que fueron traídas por
los comerciantes ingleses, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Como es tan generoso
les regaló a los chiquillos presos con dos libras esterlinas nuevecitas (Aguilar Vázquez, 1997, p.
274).
Estilar. Mojar o mojarse profusamente; chorrear. Eras respetuosamente osado, como cumple a
un caballero de esclarecido linaje: aunque estile remiendos por todo lado de su ropa (Mata, 1982,
p. 11).
77
Estirar la pata. Morir. Con esa cara de enferma que tienes cualquier día recaes, vuelves al
hospital y estiras la pata (Montesinos, 1981, p. 64).
Estrecho-a. Calificativo que se aplica a quien se comporta con excesivo rigor y miramiento,
sobre todo en lo moral. Se suele usar en frases de sentido negativo. Harás el favor de no
portarte muy estrecha, como dicen acá (Dávila Vázquez, 2022, p. 90).
Estuvé. Pronunciación popular por “estuve”. Yo estuvé en cerro noche de robo de caballo, que
dice el [teniente] político (Mata, 1942, p. 45).
Eucaliptal. Bosque de eucaliptos. Saltó sobre el caballo y, sin más, se perdió entre el eucaliptal
(Moscoso Vega, 1950, p. 109).
Eucalo. El eucalipto. Allá en los eucalos una nube huarmi de alegría (Mata, 1932, p. 27).
Experienciada. La mujer que ha tenido experiencias de vida sexual. Juan y Juanuca se casan.
Ella, mayor que él y ‘experienciada’. Así se llama, entre los indios, la mujer que ha dejado de ser
doncella (Andrade IV, 1953, p. 123).
Experienciado. Experimentado. Y el viejo, por experienciado, llega a ser sabio (Andrade I, 1947a,
p. 157).
78
F
Fajina. Labor, trabajos. Esos animales de hacienda puestos a tu cuidado -le decía don Pedro un
día- tenlos como propios y no acudas a las fajinas de los días sábados (Moscoso vega, 1951, p.
26).
Fiero. Feo. Por esos fieros soldados, que aquí van dejado toda clase de enfermedades (Astudillo
Ortega, 1973, p. 23).
Fifiriche. La persona muy delgada y enclenque. Ya estás saliendo con ese fifiriche.
Filático. El filatero, el que usa palabras rimbombantes y fuera de su léxico ordinario. Me daba
unas iras de oír a esos longos filáticos. Así son esos norteños (Astudillo Ortega, 1973, p. 124).
Flauta. El tubo que se usa en los lavaderos de ropa. Es una pieza con varios agujeros. Esa es la
razón para la metáfora. Ya el albañil colocó la flauta.
Follón. Las polleras de las cholas. La vecina también acompañaba limpiándose la nariz con el
revés del follón (Astudillo Ortega, 1973, p. 138).
Fregado. La persona de mal carácter, muy exigente y poco paciente. Tu tío Lucho sí que es un
fregado.
Fregar- fregarse. Sufrir las consecuencias negativas de algo; padecer algún daño. —¡Qué se
frieguen! —siguió el chagra—. Déjenlos, blanqueando estarán ya en algún barranco (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 193). Tuve que arruinarte y tú tuviste que fregarme a mí (Dávila Vázquez, 1977,
p. 67).
Fregar la pita. Molestar, fastidiar constantemente a una persona. Libre de las molestias de la
city donde los empleados —friegan la pita— por el prurito de ostentar la vara (Astudillo Ortega,
1973, p. 201).
Fríos. El paludismo. Se detenía con frecuencia y se recostaba, extenuado por el viaje y por
la fiebre devoradora del paludismo. -Este tiene fríos -decía Ramón y parece que no nos
acompañará mucho (Moscoso Vega, 1951, p. 22).
Fucilazo. Relámpago que en las noches se ve en el horizonte. Sus ojos asareros, brillaban como
los del autillo, con intermitentes fucilazos (Andrade I, 1947a, p. 90).
81
Fuegos. Cierta erupción que brota en los labios, y que forma unas pequeñas llagas. Mis labios
están llenos de fuegos. Globillos de irritación en los labios (Muñoz Cueva, 1959, p. 122).
¡Fuera! Interjección que es usada con el significado aproximado de ¡ya se fregó, se arruinó!,
¡Qué pena! Antes no ha quedado con la fuente… ay sí, fuera ojos, fuera oídos, fuera nariz, donde
cae la fuente, se hacen tuertos (Astudillo Ortega, 1973, p. 171). Significa también, además. –¡Y
a qué cuenta! No tengas miedo: fuera de que no mismo hay cómo ocultar eso (Cuesta y Cuesta,
1983, p. 232).
Fuerza. Cierta cantidad de licor que se ofrece a los trabajadores para que realicen su tarea
con mayor decisión. Son peor que animales; aldemenos con una buena ‘fuerza’ y un cucayo de
ají con harto mote (Astudillo Ortega, 1973, p. 88).
Fumar como chimenea. Fumar en exceso. Es una especie de fórmula de superlativo. Ahora
fumo como chimenea, salgo, entro, visito (Dávila Vázquez, 1979, p. 91).
Funca. Esta palabra es propia de la gente joven. Significa funciona. Se la usa, generalmente, en
frases de negación. Esta máquina ya no funca.
Futre. Elegante, bien vestido. Y pareso trajo a gringos y a futres de Quito, que con latas y
chilindrines fueron llevándose muestras de carbón (Astudillo Ortega, 1973, p. 189).
82
G
Gabela. Ventaja que da un competidor a otro. Generalmente se la usaba entre los niños
cuando participaban en alguna competencia. Corramos. A ver, te doy veinte metros de gabela.
Cordero Palacios aclara mejor el asunto: Ventaja que, cuando dos o más compiten de algún
modo, concede uno de ellos al otro, por ser este de facultades, fuerzas, tamaño, etc. Inferiores
a las del primero (A. Cordero Palacios, 1985, p. 149).
Gabelar. Ganarle a alguien, anticiparse para conseguir algo. Esta silla es mía, ya te gabelé.
1: Armazón precaria de madera que forman los aserradores, y que consiste en dos apoyos,
cada uno en forma de una equis. Sirve para que descansen sobre ella los maderos que van a
reducirse a tablas, et. Lo importante de tal armazón estriba en que puede bajarse o subirse a
voluntad y con poco esfuerzo, de modo que es relativamente fácil levantar sobre ella los árboles
más pesados (Cordero Palacios, 1985, p. 150).
2: Acequia de menor caudal, comparada con otra. Por las mismas acequias y los galluchaquis
que él abrió era fácil llevar el agua (Moscoso Vega, 1946, p. 103).
Gagones. Ciertos animales de la mitología serrana. Son como perrillos que aparecen donde
hay relaciones incestuosas. Lo que yo sí he visto son los gagones, espetaba D. Jerónimo de
Alvarado (Astudillo Ortega, 2002, p. 74).
Galiquiento. El que sufre de sífilis, mal llamado también morbo gálico. De este último término
se ha formado galiquiento. Por esos galiquientos… por esos podridos (Astudillo Ortega, 1973, p.
24).
Galleta de manteca. Cierta variedad de pan. En el norte del país recibe el nombre de hallulla.
En este horno hacían antes, unas ricas galletas de manteca.
Gallineta. Gallo que por su plumaje parece una gallina, y no una gallina que puede combatir
con los gallos de pelea, como lo dice Carlos Joaquín Córdova (1995, p. 478). Nombre que se
da a los gallos cuyo plumaje es enteramente parecido al de una gallina (A. Cordero palacios,
1985, p. 150). Estaba concertada la lidia entre el gallo Príncipe de D. Jerónimo y una gallineta de
Chordeleg (Astudillo Ortega, 2002, p. 89).
Gallo de la pasión. Referencia al gallo que, según la Biblia, cantó antes de que Pedro negara
conocer a Jesús. (Mateo, 26,75). Ese no da un grano de maíz al gallo de la pasión (Astudillo
Ortega, 2002, p. 120).
Gallo pitina. Especie de diversión sobre todo campesina. Consistía en enterrar un gallo en
el suelo, dejando visible únicamente la cabeza, la que debía ser cortada con un machete por
un participante en la fiesta. La persona debía permanecer con los ojos vendados. Noche de
85
viejo Setenario —festival de provincia: Cuando Güiracocha hacía su Setenario, no faltaron las
diversiones aldeanas del gallo pitina, de la vaca loca (Astudillo Ortega, 1973, p. 166).
Galón. Unidad de medida para granos o papas. ¿A cómo está el galón de papa chaucha?
Gamo. Desabrido. Gamo el pan, Virgen María, / se hace, cada vez, más duro (Andrade, 1947b, p.
81).
Gangocho. Especie de tejido basto y ralo hecho con hilo de cabuya. Se lo usaba para elaborar
costales que servían para el transporte de productos. Me entregó un costal de paja y dos
gangochos para que durmiera en el corredor del patio (Valdano, 1980, p. 60).
Garifar. Marginar a alguien de algún lugar o de una agrupación. Me quieren garifar sin motivo.
Garuar. Caer garúa, es decir, una breve llovizna. En El Cajas casi siempre garúa.
Gastar pólvora en gallinazo. Significa realizar una actividad en algo o alguien que no lo
merece. Llamamos a don Abril y dice que es ‘gastar pólvora en gallinazo’ el comprar remedios
(Moscoso Vega, 1939, p. 56).
Gatear. Alfonso Cordero Palacios (1985) define a la perfección el sentido de este verbo: “Ir un
hombre clandestinamente, con mucho tino y malos fines, acercándose al lecho de una mujer”
(p. 152). Taita Jacinto se ha gateado la otra noche al dormitorio de ella (Moscoso Vega, 1946, p.
53).
Gaznate. La garganta, en términos populares. Mañana vendrán tu tía y tu prima a sacarnos del
gaznate lo que nos brindes (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 246).
Gentiles. Los aborígenes anteriores a la llegada de los españoles. Es obra antigua y sagrada.
¿No ves esos pedrones traídos por los gentiles? Ahora no podríamos hacer un muro semejante
(Moscoso Vega, 1953, p. 45).
Gloriado. Especie de bebida elaborada con licor, agua caliente y algo de azúcar. Los sudores y
escalofríos de la aventura fueron curados con el confortante gloriado con cinco dedos de punta
(Astudillo Ortega, 2002, p. 39). Los borrachitos le pidieron por favor que solamente probara,
puesto que solo se trataba de un ‘gloriadito’, es decir una infusión de agua aromática con gotitas
de licor (Sarmiento Abad, 1993, p. 65).
86
Gordo, lleno de vida. Con esta frase se pondera la buena situación de una persona. Y… no U.,
comadre Ashuquita: gorda, llena de vida… quemáspes, con marido trabajador (Astudillo Ortega,
1973, p. 138).
Goteras. Los lugares muy cercanos a algún sitio. El alarido de las quipas y el ladrar de las
bocinas, merodeaban en las goteras del Tomebamba (Andrade, 1947b, p. 18).
Gozadera. Situación de alegría, de disfrute y diversión. ¡Qué gozadera que fue esa fiesta!
Grajiento. El que tiene mal olor de las axilas, grajo o sobaquina.Hasta que se encontró con otro
grajiento, un tal Cerda, que le botó destripando (Andrade II, 1948, p. 29).Gramputear. Tratar
muy mal de palabra, insultando sobre todo con la palabra que origina el verbo gramputear.
¡Porque ese barrabás no es parido sino cagado! Por eso mismo le granputié (sic), y usté no se
meta en esto, porque puede salir aguantando (Mata, 1982, p. 19).
Grandísima. Forma algo eufemística de decirle puta a una mujer. Por la grandísima de la
zutana (Astudillo Ortega, 1973, p. 152).
Granear. Robar los frutos en los campos. Era, sobre todo, una actividad de los colegiales.
Ranclas de Enero a Marzo, para las graneadas (Astudillo Ortega, 1973, p. 48).
Gran flauta. Expresión eufemística en lugar de “gran puta”. ¡Viva Puma de Vivar, una gran
flauta! (Mata, 1963, p. 242).
Gran tal. Eufemismo para no decir puta. —¡Infame, gran tal! El machete o el puñal, serían para
ti, misericordia (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 324).
Gran trago. El individuo al que le gusta beber abundantemente. Representaba, pues, D. Gastón,
gran fume, gran diente, gran trago y gran hombre (Astudillo Ortega, 1973, p. 82).
Guaguarrón. Alguien que no es niño (huahua), pero que actúa con cierto infantilísimo. Ve pes,
el guaguarrón este… venir a joder a mí… ¡anda mandarás en cuyero, piojosso! (Mata, 1940, p. 10).
Guando. Antigua forma de transporte usada en la zona andina, cuando aún no había
carreteras. Los objetos de gran peso eran transportados sobre los hombros de algunos
indígenas contratados para el caso. Andes arriba pudo vérseles, por los inmensos pajonales, en
angustioso ‘guando’, esto es, en larga hilera, especie de ciempiés humano, unidos entre sí por
cabos, trayéndose una planta eléctrica o un órgano, en los hombros (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
213).
Guantón. El golpe dado con el puño; puñetazo. Y como era un mozo endiablado para los
guantones, le ponía al más pintado un par de cardenales en los ojos (Íñiguez Vintimilla, s/f, p.
193).
87
Guaraguas. Adornos superfluos y exagerados. No es bueno que el vestido tenga tantas
guaraguas.
Guarapo. El jugo que se obtiene al moler la caña de azúcar. Del guarapo maduro se puede
destilar el aguardiente. El mapanagua con guarapo maduro (Astudillo Ortega, 1973, p. 30).
Guarda. Empleado de los estancos del gobierno, que vigilaba la destilación de alcohol. Por San
Roque, había asomado el grupo de presos y guardas y se acercaban al puente, con una gran cola
de curiosos (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 312).
Guarguariado. El individuo que ha sido envenenado con guarguar, una cocción hecha con el
floripondio o huántug. Es el indio Chicaiza, es el guarguariado cayéndose con la pataleta, que
como alma en pena se pierde en los caminos (Astudillo Ortega, 1973, p. 51).
Guaricha. La mujer que seguía a los soldados; prostituta. Un montón de guarichas colgaban la
humedad de su tristeza en los tonos de la despedida (Astudillo Ortega, 1973, p. 22).
Guaro. El licor. Esta palabra es una derivación regresiva de guarapo. Es que ayer nos fuimos a
tomar unos guaros.
Guaspetes. Copas, licor que se bebe. Ya hace frío, vamos a tomarnos unos guaspetes.
Guineo mosqueado. Frase que define al guineo que, por maduro, presenta pequeñas manchas
irregulares, como si se tratara de deyecciones de moscas sobre la cáscara. También es una
forma de insulto a las personas pecosas. Véndame un guineo, pero que no esté mosqueado.
Gullán. La fruta que en el norte del país recibe el nombre de taxo. El jugo de gullán es muy
rico.
Gulumbio. El columpio. Una nube huarmi de alegría se reía en el gulumbio de las hojas (Mata,
1932, p. 27).
Gustar. Disfrutar con la mirada de algo. Don Chombo gustaba esas ceremonias del amor patrio
(Astudillo Ortega, 2002, p. 142).
88
H
Ha de haber valor. Con esta frase también designamos, con cierta incredulidad, algo que ha
sucedido. Ha de haber valor, ya se ha ido saliendo esta muchacha.
Haber comido con manteca. Frase que sirve para significar que alguien muy pobre y humilde
(y, por tanto, haberse alimentado sin ninguna clase de refinamiento), obra con cierta soberbia
o engreimiento. Si estos indios, cuando comen con manteca, se ponen de lo más estirados (Mata,
1940, p. 29).
Haber como caca de chivo. Significa que hay abundancia de algo. En Cuenca hay vendedores
ambulantes como caca de chivo.
Haber nacido en cuero negro. Significa tener mucha buena suerte. Hijito, andas de una suerte,
de los que han nacido en cuero negro (Astudillo Ortega, 1973, p. 162).
Haberse comido un payaso. Frase con que se describe a alguien que está riéndose
constantemente. Juanito, parece que hoy te has comido un payaso.
Habiloso. El que posee ciertas habilidades. Juan es un habiloso, ya está arreglando los alambres
de luz.
Habrase visto. Frase que demuestra sorpresa ante cierta acción. —Habrase visto! —dijo, en voz
baja- y se quedó después, inmóvil, con la carta entre las manos (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 205).
Hace fu. Con esta frase nos referimos a un tiempo muy antiguo. Pero si la Belén se murió hace
fuuu de años, te acuerdas (Dávila Vázquez, 1983, p. 35).
Hacer achís. Frase con que las madres describen el estornudo de los niños. Otra vecita, haga
achís.
Hacer agarrar las plantas. La acción de sembrar un vegetal y que logre enraizar. Tienes buena
mano para hacer agarrar las plantas.
Hacer aguas. Orinar. Quédese entre el maizal no más, porque taita sale a cada rato a ‘hacer
aguas en el patio’ (Moscoso Vega, 1946, p. 85).x
Hacer arishca. Conseguir que una olla de barro se vuelva utilizable para los menesteres de
la cocina. Para hacerlo hay algunas maneras: 1) se coloca la olla nueva sobre el fuego, con un
carbón en el interior. Se la calienta hasta que el carbón se encienda. 2) Se pone a calentar la
olla sobre el fuego, vacía y luego de 20 minutos aproximadamente se le vierte agua o leche
muy caliente. De esta manera la olla está hecho arishca y ya puede ser usada. Arishca es voz
91
quichua y significa experimentado. Antes de cocinar harale arishca. Se usa también en sentido
figurado, como conseguir que alguien tenga experiencia en algo. —¡Mama! ¡mama! Temeridad
está haciendo arishca compadre Luis a tía, arriba. ¡Anda! (Cuesta y Cuesta, 1985, p. 133).
Hacer armancia. Significa arrojar algo al aire para que al caer sea tomado por cualquiera de
los presentes. Voy a hacer armancia tus porotos.
Hacer coger. Conseguir que una persona acepte un regalo, generalmente con fines
deshonestos. Y la mala vecina queriendo hacerle coger aretes, un día, grandotes, de plata,
hechos por el Jara, en nombre del otro (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 136).
Hacer chuca, chuca. Forma de curar el espanto. Vid. La palabra chuca es una variación de tuca,
voz quichua que significa saliva. Es que la saliva es usada en esta manipulación curativa. —
Chuca, chuca— le rezaba, limpiándole con un puñado de montes, al tiempo que le escupía en el
ombligo (Astudillo Ortega, 1973, p. 169).
Hacer el favor. Forma eufemística de decir que un hombre tuvo relaciones sexuales con una
mujer. Taita Quintuña, que hizo el favor a mama, no quiso que llevara yo su apelativo (Moscoso,
2009, p. 31).
Hacer fieros. Significa hacer demostraciones de disgusto, desagrado o repugnancia ante algo.
Cfr. Fiero. Pongo la sopa y comienzas a hacer fieros.
Hacer hablar. Significa tocar un instrumento con mucha habilidad y virtuosismo. Bajo la
sombra de Rodríguez, con la brújula de su genio, con la magia de sus manos, que hacían hablar al
clave (Astudillo Ortega, 2002, p. 96).
Hacer huaica. Significa arrebatar rápidamente varias personas la propiedad de uno. Rebatiña.
En el mercado, apenas llegaron las papas hicieron huaica.
Hacer la barba. Rasurar. El marido de Clara, navaja en ristre, hácese la barba (Andrade III, 1949,
p. 19).
Hacer la grande. Frase que significa que alguien ha provocado una calamidad o un gran daño.
Este pendejo ya hizo la grande.
Hacer la pierna. Conquistar a la novia de un amigo. Para cruzarle la cara a la chola Clorinda,
por haberle quitado, por haberle hecho la pierna con el vago, sinvergüenza, de siete oficios
(Astudillo Ortega, 1951, p. 57).
Hacer las gracias. Con esta frase se describe las acciones graciosas de los niños muy
pequeños. Pepito ya sabe hacer las gracias.
Hacer la yuca. Mostrar el llamado corte de manga. Se trata de un gesto ofensivo. Al futbolista
que hizo la yuca lo sancionaron.
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Hacerle sildorear. Sildorear es un verbo típico de la zona azuaya. Significa tratar muy mal,
sobre todo de obra a una persona. Parece que la palabra se origina en la onomatopeya del
silbido que hacen el látigo, una cuerda o una correa (instrumentos adecuados para castigar)
al cruzar el aire antes de posarse en el cuerpo del desgraciado. Al hijo del vecino le hicieron
sildorear.
Hacer ojitos. Significa que un niño pequeño ha aprendido a guiñar los ojos. A ver, mi tesoro, ya
haga ojitos.
Hacer pishi, pishi. Forma popular y familiar de incitar a que un niño orine. Ya, Juanito, antes
de dormir ven a hacer pishi, pishi.
Hacer seguir. Remedar a una persona. Mamá, el ñaño me está haciendo seguir.
Hacer ssin. Sentir un escalofrío por algo peligroso o terrorífico. Oí un disparo y me hizo ssin.
Hacer un bonito. Significa hacer bien alguna actividad. Pero no pintes así, haz un bonito.
Hacer un hecho. Hacer algo que tenga notables consecuencias, en lo malo o en lo bueno. ¡Que
hagan hechos de recordación miso! (Mata, 1963, p. 236).
Hacerse azules los ojos. Significa que una persona está mirando con gran intensidad e interés
un lugar, un camino, en espera de que aparezca alguien. Te demoras tanto que ya se me hacen
azules los ojos.
Hacerse chicha. Arruinarse completamente algo o alguien. ¿Qué iba a hacer Naula?
¿Entregarse también él a que le hagan chicha? (Mata, 1942, p. 237).
Hacerse de valer. Mostrar la suficiente autoestima. Que se enamore de buena gente, que se
haga de valer…, pero que no se rebaje (Astudillo Ortega, 1951, p. 8).
Hacerse el zorro muerto. Fingir inmovilidad, como si se estuviera muerto. Estrategia -según
dicen- propia del zorro cuando está en grave peligro. Hele…desmayado ya dizque está… se
hacen los zorros muertos los condenados (Mata, 1963, p. 42).
Hacerse los oros. Enriquecerse, obtener mucha ganancia en algo. En carnaval se hacen los
oros quienes matan chancho.
Hacerse un ají. Mostrar el rostro totalmente encarnado, por la vergüenza o el pudor. Taita
cura ha de haber creído que le insulta, comadre Guadita; porque oyéndole se hizo un ají
(Astudillo Ortega, 1951, p. 106).
93
Hacerse turumbas. Precipitarse, actuar descontrolada y alocadamente, afanándose en algo.
Por más que tenía que hacerse turumbas para los comprados, para las consultas con los DD
(Astudillo Ortega, 2002, p. 118).
Haciendo de tripas corazón. Significa que del miedo se obtiene algo de valor y coraje.
Haciendo de tripas corazón me fui tras él y llegamos al otero donde estaban los mayores
(Moscoso Vega, 1988, p. 27).
Haciendo equis. Significa que alguien está muy borracho y camina zigzagueando. Apareció el
Teniente, con la mujer y las hijas por delante, haciendo equis (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 145).
Hay. Variación de hey. Vid. No le hay dicho munachichi, / ni ojitos de ¡ay que me vendo!
(Andrade, 1947b, p. 77).
Hecho bien. Bien hecho. — ¡Patrón no es! —contestó la chola, y se levantó con la mula en la
mano—. Y así fuera… ¡Hecho bien! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 226).
Hecho el entumido. Frase que describe al que finge tontería, el que parece no ser capaz de
nada malo. Así ha sido este, solo hecho el entumido nomás.
Hecho el místico. Frase con que se describe a quien se muestra demasiado escrupuloso, muy
sensible ante cualquier cosa. Ya estás calladote, hecho el místico.
Hecho el mucho. El individuo que se cree más que los demás, el muy pagado de sí mismo. No
vengas a hacerte el mucho conmigo.
Hecho el salsa. El que se presenta como muy sobrado, muy conocedor y muy pagado de sí
mismo. No te van a respetar porque pareces hecho el salsa.
Hecho funda. Completamente borracho. La fiesta terminó porque el dueño ya estaba hecho
funda.
Hecho puñete. Descripción de algo que está tenso o apretado, con cierta fuerza. Casi
corriendo por el peso de la carga que superaba el freno de mis muslos y pies, que ‘hechos puñete’,
ponían toda la resistencia posible. (Astudillo, 2022, p. 51)
Hecho sopas. El que está enteramente mojado. Los niños llegaron de la escuela hecho sopas.
Hecho una cera. Sumamente pálido por el miedo o el susto. D. Aurelio no sabía dónde poner la
cara. Hecho una cera, cruzado de brazos (Astudillo Ortega, 1951, p. 109).
Hecho un anís. Muy elegante, pulcro, limpio. Les ardían los ojos a las guarichas, contemplando
a la Michi, hecha un anís (Mata, 1940, p. 83).
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Hecho un sanlázaro. Se dice de alguien que está muy lastimado, con muchas heridas, en
alusión al personaje bíblico. Su hija, Bernita, llegaba inconocible, llorosa, hecha un sanlázaro
(Astudillo Ortega, 2002, p. 111).
Hecho un tispo. Significa que una persona está disgustadísima e intratable, por esa razón. Mi
suegra vino hecho un tispo. El tispo es la larva erizada de púas de algunos insectos.
Hedentina. Gran hedor. También aparece escrito como jedentina. Se huele la jedentina, /
aunque no se quiera, es cierto (Andrade, 1947b, p. 76).
Helaque. Esta forma, que parece extravagante o vulgar, nada tiene de ello. Es un término
cuyo sentido es, más o menos: Aquí está, toma. Procede de la aglutinación de un verbo, un
pronombre y un adverbio, en este orden: He + la + aquí. Por eso es que en ámbitos populares
se mantiene todavía la pronunciación —que en este caso resulta ser la correcta— como
helaqui. Helaque el pan.
Helay. Interjección que significa asombro y cierta conformidad con los hechos ocurridos o
con alguna situación. La escritura sin h es incorrecta puesto que viene de la aglutinación de la
forma he-lo-ahí. Helay, señor Michissita… en lo que pone el amor (Mata 1940, p. 112).
Hele. Esta es una palabra que, con frecuencia, ha sido mal escrita, pues se la representa, a
veces, sin la H inicial. Lo cierto es que se trata de un término compuesto del verbo he (haber)
y del pronombre le. El sentido es, aproximadamente: He aquí, aquí está, qué sorpresa. Entre
los escolares esta palabra solía pronunciarse repetidamente ante alguna mala situación, lo
que podría traducirse algo así como: Ya se fregó, te fregaste. ¡Hele!, hele! En la ciudad de Quito
—debido al influjo de su entonación aguda se la pronuncia como Helé. Para nosotros, la
sorpresa siempre se manifiesta con ¡Hele! —¡Hele!... Se hizo tísico ¿no supo? (Cuesta y Cuesta,
1983, p. 142).
Hermanablemente. Significa que se debe actuar como si fueran hermanos, con fraternidad. Ni
esto, ni lo otro. Todo es para todos, hermanablemente (Astudillo Ortega, 2002, p. 126).
Hey. Pronunciación popular por he. Mucho me han dicho… Mucho hey oído…, no sé, pues… si es
de ser ha de ser (Astudillo Ortega, 1951, p. 2).
Hijo de su madre. Eufemismo por no decir hijo de puta. Para un negociado: ninguno como el
hijo de su madre (Corylé, 1952, p. 116).
Hijo de tal. Expresión eufemística. ¡Largura, largura está esto… Alcen, hijos de tal! (Mata, 1942,
p. 58).
Hijo e perra. Forma muy común de insulto. ¿Por qué salió detrás de mí, cuidando que no
fallasen los planes de ese hijo e perra? (Moscoso Vega, 1946, p. 90).
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Hilar. Ronronear el gato.
‘El gato hila’. ¿Quién entenderá que queremos decir que el gato ronca, con ese especial
ronquido suyo cuando está reposando a su placer, sobre todo cuando adormilado
se goza de que le soben el lomo? Figuradamente hemos derivado este verbo de la
semejanza que hay entre ese ronquido y el sordo que produce el huso que hila girando
entre los dedos de quien lo maneja (Vázquez I, 1991, p. 354). Al hombro se me subía
marramoneando en el salto / e hilaba, cual si tuviera / copos de música y canto (Andrade
y Cordero, 1977, p. 133).
Hilo de Escocia. Cierta variedad de hilo que provenía, efectivamente, de Escocia. Se lo usaba
para bordar. Al hilo de Escocia se oponía el hilo de Chillo o hilo Chillo, de fabricación nacional.
Chillo es un lugar en la provincia del Pichincha, donde había una fábrica textil. La bayeta
extranjera, bordada de seda e hilo de Escocia, derramaban la elegancia detonante (Mata, 1963, p.
54).
Hocicón. Una variedad de pan cuencano. En la tienda ya están vendiendo los hocicones.
Huaca. El tesoro enterrado de los indígenas. Cfr. Entierro. La muchacha acabó por acordarse
del hallazgo de Chordeleg: la quimérica huaca de los Serranos…-con lo que hubieran podido
comprarse Cuenca (Astudillo Ortega, 2002, p. 105).
Huácala. Con este término se expresa el asco y la aversión, a ciertos alimentos, sobre todo.
Huácala, esta comida que me ha tocado.
Huaccha chepe. Cualquier individuo, generalmente de poco valor, un pelagatos. Verá no más…
huaccha chepe… llucho siqui… mamarracho (Corylé, 1952, p. 98).Sobre esta misma expresión
Alfonso Cordero Palacios (1985) dice lo siguiente:
Se denomina de este modo a quien hace el oficio de galán y enamorado, aunque
también de molesto y ridículo, a pesar de que no tiene correspondencia, o por ser muy
joven, casi un niño, o por su modesta posición social, falta de medios, etc. Léase la
siguiente copla, citada por el eminente don Honorato Vázquez:
Que no pienses, guacchachepe
venir al huasipichana:
cuando las casa se limpia,
¡cuidado con que te barran!.
(p. 155)
96
Huaccho. Abandonado, solitario, huérfano. Sintió como un descubrimiento, saberse solo, como
ave y huacchito suelto… nada tenía que perder (Astudillo Ortega, 2002, p. 144).
Huacho. Una hilera en un sembrío. Se han trenzado los huachos nuevos para rezar por la buena
cosecha (Mata, 1932, p. 39).
Huaco. El que sufre de labio leporino. Este pobre niño nació huaco.
Huahua. Niño o niña. También se escribe como guagua: Todavía llora de noche la almita de la
guagua y ellos no entienden (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 84). También designa, por metáfora, los
enrollamientos que al lavarse el cuerpo se producen por la suciedad acumulada. Tatay esta
agua está llena de huahuas.
Huahua envuelto. Alguien inútil. ¡Estos montuvios trasplantados a la sierra resultan unos
guaguas envueltos para el campo! (Mata, 1940, p. 90).
Huahuayado. El aniñado, el que se comporta como huahua. No te quiero ni ver porque sois un
huahuayado y llorón.
Huairalevas. Los individuos que llevan un saco corto. Significa leva de viento. Cuyas pavas
[especie de sombreros] y huaira levas eran otras tantas banderitas de todo color (Astudillo
Ortega, 1951, p. 42).
Hualín- hualín. Onomatopeya del movimiento de vaivén de alguna cosa. El Pedro el Mateo y
otros tres cargando el muerto, que iba hualín, hualín (Mata, 1932, p. 79).
Huallmico. El amujerado. Es palabra derivada del quichua huarmi, que significa mujer. —¡No
fumes tanto! —sigue su mujer—. ¡Huallmico! ¡Quisiera que hubieras oído lo que contó la seño
María! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 139).
Huango. La trenza. Cabellos negros, caídos tras la espalda en huango grueso, listado de cintas
(Cuesta y Cuesta, 1985, p. 130).
Huangudo. El hombre que usa huango, es decir trenza. A veces puede ser que únicamente
tenga el pelo largo, aunque comprimido en la base de la nuca. Es término de insulto. No
podemos soportar que un huangudo nos venga a dar órdenes.
97
Huanlla. La cantidad de comida que los invitados a una fiesta guardan para llevarla al hogar
propio. Estito me voy a llevar de huanlla. Al respecto de esta palabra Muñoz Cueva opina lo
siguiente: En tiempos pasados se decía de este modo a la cosa que las mujeres pobres tomaban
de la mesa de un convite, para llevarla a la casa propia (Muñoz Cueva, 1959: 80). Y otro escritor
dice: La ‘huanlla’ para los hijos que aún no pueden asistir a las fiestas; la huanlla, viejo y sagrado
derecho en todos los banquetes agrestes, como la chala en las cosechas azuayas (Moscoso Vega,
1939, p. 177).
Huanllar. Recoger una huanlla. Recoger y guardar algo de un convite (Andrade IV, 1953, p. 118).
Huaquero. El individuo que explora las tumbas indígenas en busca de tesoros. Esas fortunas
quedarían para… Quedarían para nadie o para los que con suerte tenían el oficio de huaqueros
(Moscoso Vega, 1988, p. 260).
Huarmi. La mujer, sobre todo se usa este término como ponderación de las buenas cualidades
hogareñas y culinarias de una mujer. Agenciosa, huarmi, linda cholita es la Nati, solterita y
todo (Burbano Cuesta, 1982: 64). Se llamaba a la vecina Chepa, que era bien huarmi para la
cocina (Astudillo Ortega, 1951, p. 13).
Huasha. La parte posterior de algo, la espalda; los barrios alejados de la ciudad. Sin duda hasta
estos huashas trepidaba la ola movida por el volteriano conde de Aranda (Astudillo Ortega,
2002, p. 14).
Huashpi. Mujer algo alegre y de vida desarreglada. Para salir donde la Huashpi, el último
draque sirvió Gastón en persona (Astudillo Ortega, 1973, p. 85).
Huatita. Especie de guisado hecho con papas y estómago de res. Quiero un plato de huatita
para el almuerzo.
98
Huaynacapazo. Fiesta que se realiza en la avenida Huayna Cápac, por las celebraciones de
noviembre o abril (independencia y fundación de Cuenca, respectivamente). La elección de la
reina de Cuenca, y de la cholita cuencana, además del primer concurso de bandas de pueblo y el
tradicional huaynacapazo (Diario La Tarde, octubre 18 de 2016: 2).
Huelga. Manifestación de protesta indígena, más o menos violenta. La más conocida fue la
huelga de la sal. Era una huelga semejante a la histórica que irrumpió lomas debajo de Cuenca,
en 1920, convocada por quipas y bocinas (Astudillo Ortega, 1951, p. 48).
Huevón. Tonto, pendejo. Desde que ese huevón llegó no estamos en paz.
Huicundo. Especie de planta del género de las bromelias. Sus hojas sirven para confeccionar
los chibiles o chihuiles, y los cuchichaquis, platillos de maíz envuelto. Tiene la barba de color de
las hojas del huicundo cuando está marchito (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 12).
Huilón. El que huye o se escapa. Le llamaban Ciempiés porque en el patio de la escuela nadie
le ganaba a las carreras y porque era ‘huilón’, esto es, porque en repetidas ocasiones habíase
escapado de la casa de sus amos (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 324).
Huiñachishca. La persona que ha sido criada en casa ajena, generalmente como sirviente
de alguna familia adinerada. Es palabra quichua y significa, literalmente, criado. ¿Acaso no
tenemos al Dr. Mayancela, al padre Lobato, al sabio Chimbo, que de simples huiñachishcas,
con el tiempo y las aguas se han transformado en grandes hombres? (Astudillo Ortega, 1941, p.
12).
Huisiando. Significa que la grasa está chorreando de algo. La boca profética, las manazas
agricultoras, y huisiando el bastón de mugre (Astudillo Ortega, 1941, p. 81).
99
Huizhi. Especie de utensilio de cocina de uso antiguo y tradicional. Hay que ir moviendo una
y un sinnúmero de veces con el huizhi, un palo de madera que al final de su estructura termina
como la forma de un puño de mano (Diario La Tarde, octubre 18 de 2016: 4).
100
I
Ideático. El que es temático. Dicen que este señor es muy ideático.
Idiay. Fórmula popular para pedir que alguien continúe contando una historia. Puede
aparecer también escrito como y diay. —Patrón botó tarjando. / —Y diay…/ —Intereses dizque
han crecido (Cuesta y Cuesta, 1985, p. 124).
Idor. Forma humorística para designar a quien se va a algún lado. Del idor a Guayaquil voy a
contarles yo… Pero mi marido qué! ... Ni para eso vale! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 145).
Ilusión. Especie de planta pequeña y de uso ornamental. Sus flores son muy pequeñas,
blancas y algo rosadas. Con ellas se realizan arreglos florales junto con otras flores de mayor
tamaño. Pertenece al género Gypsophilia. Compraré un ramito de ilusión para la casa.
Inconocible. Irreconocible. Están inconocibles: se ríen cuando uno les pega. Hablan sin que uno
les oiga (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 166).
Indianía. Calidad de lo indio. Para que haya una navidad imprevista en la indianía (Mata, 1932,
p. 38).
Indierío. La clase de los indios. Desfile pintoresco de tras tres porciones de la sociedad
comarcal: el indierío, el cholerío i el señorío; cada parte de contornos definidos i precisos (Aguilar
Vázquez, 1972, p. 569).
Ingón. Palabra derivada de inga (inca, propiamente). Se la usa para afirmar que una persona
tiene rasgos indígenas. Era ingona, y no entendía castellano, sino quichua (Muñoz Cueva, 2000,
p. 118).
103
Los hombres, cansados de ser serios, habiendo desempeñado el año entero sus difíciles
papeles, haciendo de probos, honrados, respetuosos, honestos, políticos, valientes, etc.,
con una de liviano cartón, trocaban sus incómodas y fatigosas caretas… Por ocho días
presentábanse tales como eran, transparentando sus ingénitas tendencias. Así, el que dio
fama de abstemio, asombraba contrahaciendo el borracho; el que hizo de juez inflexible y
truculento, culminaba haciendo de jurero; el que por limpias hizo besar sus manos, ahora
espeluznan sus uñas de caco; nadie como ese, que fue macho por antonomasia, hace de
maritornes y pelandusca, y el que pasó por diablo en la política, en el parlamento, en la
di0lomacia, es inimitable en su papel de pobre diablo…
Alborotan las calles y bullen en las plazas grupos de máscaras, que bailan al son de la
charanga o de escasa y discordante murga, rodeados de la turba vocinglera, que pifia o
aplaude los chistes de la mojiganga.
De sobrevienta, cunde esta noticia: “ha salido el Chaba Suárez” Y las comparsas
abandonan las cuadrillas, corriendo en busca del matachín inimitable. Por ahí asoma,
disfrazado de niña de colegio o de primera comunión; de monja, de beata o de guaricha,
de mindala, de viuda, de novia, etc. Desporrondingándose en donaires y genialidades que
enloquecen de alegría al pueblo.
En este hombre parece que la naturaleza prodigose al dotar su mente con especiales
y artísticas excelencias, pero en lo demás, quedó indecisa… Él estudió, como nadie,
las costumbres, lenguaje y modos de la chola cuencana y de la mujer, en todas sus
condiciones; imitaba de tal modo el femineísmo que, por avisado, no había varón que
dejara de caer en el engaño. Y era un hombre: parrandero de marca, y se señaló como
bueno entre los soldados que resistieron a las huestes alfaristas.
Irizo. Erizo. Esta palabra se la usa para definir a un niño débil, enfermizo, encogido, que
parece estar con los pelos levantados. Pareces un huahua irizo.
Irquimisi. Palabra usada para referirse una persona delgada y enfermiza. Literalmente
significa gato enfermizo, débil, flaco. Ya llegó el irquimisi.
104
Irse de chupe. Ir a beber, a emborracharse. V. Chupar. Ayer se fueron de chupe.
Irse de oreja. Significa caer al suelo, no necesariamente de oreja. Por borracho se resbaló y se
fue de oreja.
Irse cohete. Irse muy rápidamente. Salió del carro y se fue cohete.
Irse el santo al cielo. Olvidarse una persona del tema que estaba tratando. Volvió a írseme el
santo al cielo y, sin darme cuenta, seguí hablando (Andrade II, 1948, p. 57).
Irse en vicio. Significa que una planta —como también un adolescente o joven — ha crecido
mucho. Mis rosas se han ido en vicio con este invierno.
Ish. Interjección usada para denotar suficiencia. ¿Pero cómo no siguieron pes, laichus?—Ish El
páramo era mi casa (Mata, p. 1940, p. 104).
J
Ja. Forma de expresar sarcasmo ante las desmedidas pretensiones de alguien. Es, realmente
una forma apocopada de la onomatopeya de la risa. Se pasaba soñando con la fama. Ja, la fama,
me reía cuando le oía delirar (Dávila Vázquez, 1979, p. 81).
Jabón negro. Especie de jabón de elaboración artesanal. Su color es oscuro, de ahí el nombre.
Botines de una sola pieza, de calzarse a fuerza de jabón negro y saliva (Corylé, 1952, p. 37).
Jacilla. Huella que deja en el suelo algún objeto. Allí, también, el recinto de los reyes inmortales
y quizá la jacilla de amores ignotos (Moscoso Vega, 1950, p. 100).
Jajay. Expresión usada para burla, sarcasmo ante las pretensiones desmedidas de otro. ¡Hijo
de mama Shishi no más sois y sin embargo te crees que sois grande, jajay! (Mata, 1940, p. 29).
Jalar de los cabezones. Significa tratar muy mal a una persona. Lo de los cabezones no tiene
que ver con halar de la cabeza o del pelo. Los cabezones son las aberturas que hay en las
prendas, lugar por donde pasa la cabeza. En esa pelea las mujeres se jalaban de los cabezones.
Jamás de los jamases. Fórmula enfática para la negación, la imposibilidad absoluta. Se trata de
una suerte de superlativo semejante al tipo Rey de reyes. Yo debí cabalgar detrás, puesto que un
criado jamás de los jamases podía ocupar asiento en un coche junto a su señor (Cárdenas, 2010,
p. 81).
Jatear. Acarrear, llevar de un lado para el otro. El tío Remigito le decía a su sobrino: pareces
gata parida, de un lado a otro jateando a tu mujer y a la runfla de hijos, no paras en ninguna
parte (Valdivieso, 2008, p. 111).
Jay. Fórmula para expresar un sentimiento que es una mezcla de soberbia y de presunción al
mismo tiempo ante determinadas situaciones. — ¡Tuviera como yo cuatro bocas! — añade la
chola con despecho-. Pero usted… ¡Jay! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 113).
Jebes. Las tiras de caucho que se usan en las pallcas, como elemento de propulsión. “Se
estiran los jebes, se apunta y zum ahí va la piedra en su viaje buscando pajaritos”. (Encalada
1991, p. 37)
Jeme. Medida de longitud que se establece entre los dedos pulgar e índice, extendidos. El
cuello vaporoso del anciano, caído hasta un jeme sobre el pecho: lengua jadeante de su alma
(Cuesta y Cuesta, 1985, p. 109). Si baja de la garganta / más de un jeme ciertamente (Andrade
Chiriboga, 2006, p. 323).
Jesucristo, Padre eterno. Frase piadosa que se lanza en determinados momentos de susto o
angustia.
Jesús, María y José. Frase de corte piadoso que las personas pronuncian en determinados
momentos de susto. ¡Jesús, María y José, casi me muerde ese perro!
107
Jíbaro. V. Auca.
Jimba. La trenza, generalmente gruesa. —¡Caracho! Que cushilla la Rosa Espírita con la jimba
encintada (Mata, 1932, p. 40).
Jodido, pero contento. Frase con que expresamos que mantenemos cierta alegría por más que
estemos en malas situaciones. Ya ves, aquí me tienes: jodido, pero contento.
Jorga. Grupo de amigos y de amigotes. Alberto, desde más allá de la Cruz, con su jorga de vagos,
de los ‘agrimensores’, no dejó inadvertidas las flechas del militar (Astudillo Ortega, 2002, p. 52).
Joroba. El día posterior a una fiesta. Es lo contrario de la víspera. En tu santo tuvimos hasta
una buena joroba. Aparece también como corcova: No había fiesta, que tal sea, sin víspera, día y
corcova (Andrade III, 1949, p. 16).
Juan Pujartehago. Frase humorística con la que se replica cuando alguien nos pregunta por el
nombre. Cfr. Costal de llamas.
Juan Seguro. Frase que se usa para expresar que debemos demostrar mucha cautela en
cualquier asunto. Bien dicen que don Juan Seguro vivió muchos años (Astudillo Ortega, 1973, p.
98).
Juato. El alocado. Esta palabra proviene, curiosamente, de fatuo, elemento que nada tiene
que ver con estar alocado o ser irreflexivo. Ayer han venido a visitar la mujer del Machete y
la hermana menor. Y ella le ha estado amarcando. Estas chicas juatas son unas imprudentes:
estando enfermas del mes amarcan a las pobres criaturas y les hacen pujar. Aura… llamen a una
huambrita de 9 años para curar el pujo. (Astudillo Ortega, 1973, p. 170)
Judío de La Merced. Frase insultante para referirse a alguien de maldad notoria. La referencia
se dirige a una escultura de la iglesia de La Merced, donde hay un judío de aspecto perverso,
que está en actitud de latiguearle a Jesús. Este hombre sí que es el judío de La Merced.
Judío de viernes santo. Frase con que se describe al individuo díscolo, malo y muy travieso.
Mala traza,
Judío de viernes santo,
Qué brujería me has hecho
Para que te quiera tanto…
(Andrade IV, 1953, p. 120).
108
Juii. Onomatopeya de la salida del aire cuando se está muy cansado. En cada parada solo se oía
el juii-juii de las voces cansadas (Mata, 1932, p. 79).
Juin. Fórmula de encarecimiento de algo. Se trata de una especie de superlativo. Frío hace,
juin (Andrade y Cordero, 1982, p. 97).
Jumado. Lo mismo que ‘chumado’. Taita está jumado y Margarita no puede venir porque tiene
que preparar el agua caliente (Moscoso Vega, 1946, p. 83).
Jurguillas. Palabra que define al individuo que husmea en todas partes, que mira e inquiere
con gran curiosidad y afán. Este niño me ha salido un jurguillas.
Jurupi. Especie de bolita negra que era usada por los niños para jugar, como si fueran canicas.
Se trata de la semilla de una planta. Sirve, además, para fabricar cuentas de rosario. Con
rosario de jurupis, libro al revés (Astudillo Ortega, 2002, p. 84).
Juzgavidas. El individuo entrometido y que fisgonea y comenta todo. No faltó el ojo de los
juzgavidas que, por apocarle, empezaron a decirle la Corbatuda (Astudillo Ortega, 1951, p. 75).
Juzgón. El individuo que gusta de criticar o juzgar a los demás, sobre todo en sentido negativo
y de reprobación. Con la puerta juzgona, el poyo en cuatro y el pilar en cuclillas (Astudillo
Ortega, 1973, p. 4).
109
L
La bola. Significa mucho, en gran cantidad. De verdad, le quiero la bola a su hija.
La del estribo. La última copa que se bebe, antes de emprender un viaje, inicialmente a
caballo. Que brindaban la copa del estribo (Astudillo Ortega, 1973, p. 145).
La del oso. Borrachera completa. Rió con nerviosidad de satisfacción, el Cucharero, que era
capaz de pegarse la del oso (Astudillo Ortega, 1973, p. 70).
La ley de la vida. Lo inevitable de la vida, aquello que siempre está presente en ella. Los hijos
crecen y se van. Esa es la ley de la vida.
La otra. La rival, en términos amorosos. Ya se fue pues con la otra este desgraciado.
La plena. Cualquier situación agradable, la real, la verdadera; lo cierto. La plena que te llamo
mañana.
La regalada gana. El deseo de hacer algo, sin necesidad de explicar los motivos. Me voy porque
me da la regalada gana.
Labioso. El hablador, verboso, mentiroso. Era mismo un buen tipo, un poco mañosón, un poco
sinvergüenza, medio labioso también (Dávila Vázquez, 1979, p. 84).
Lame platito. Nombre popular del dedo índice. Para tingar debes usar el dedo lame platito.
Sobre los nombres populares de los dedos de la mano Muñoz Cueva dice lo siguiente: A
los cinco dedos dicen: niño bonito, sortijerito, tonto bellaco, lame platito, mata piojito: o sea:
meñique, anular, dedo del medio o del corazón, índice y pulgar (Muñoz Cueva, 1959, p. 154).
Lampa. Especie de azada pequeña. Tomad en vuestras manos la barreta y la lampa (La Escoba,
Claudio Malo, antologador, 1993, p. 336).
Lampón. Lampa más grande. Se la usa para desalojar la tierra de un lugar. Allí estaban las
barretas y los lampones, con los que Alberto cavara el medroso hueco (Astudillo Ortega, 2002, p.
116).
Lancha. Especie de hongo que ataca a los cultivos de papa y otros vegetales. En un sector de
la sala discutían los hacendados de sus problemas: de la ‘lancha’ de las heladas (Astudillo Ortega,
1973, p. 46).
111
Langarote. El individuo de gran talla. Teníamos un compañero langarote.
Lanilla. Especie de cobija delgada que se usa en los lechos. Manta de hilo de lana tejida en el
país y que se pone inmediatamente después de la sábana superior de un lecho, por ser muy buena
para abrigo (A. Cordero Palacios, 1985, p. 194).
Lapo. Un trago, cierta cantidad de licor. Pagando sobre el mostrador, para tirarse un lapo
(Astudillo Ortega, 1973, p. 111).
Las de Caín. Circunstancias muy malas y perjudiciales para uno. El dicho rico pasó por
millonario y la familia, por las de Caín (Andrade II, 1948, p. 174).
Las Europas. Forma popular de referirse a los países europeos. Ahora andará paseando por las
Europas con la plata del café que ustedes sembraron (Cárdenas, s/fecha, p. 179).
Las tres efes. Fórmula de insulto dirigido a una mujer. La tercera palabra es una modificación
de puta, para que sean tres efes. Realmente reúne las tres efes: fea, flaca y futa (Dávila Vázquez,
1977, p. 12).
Lastimita. Fórmula para significar que se siente mucha pena por alguna situación. Lastimita ya
se murió taita Julián.
Lata. La verborrea, palabrería innecesaria. Y con la famosa lata, también aprendida del paisa
(Astudillo Ortega, 1973, p. 70).
Latoso. El que usa mucha lata. Hablador, palabrero. Cabalgaban las autoridades, los tenientes
políticos, adjuntos, curiosos, unos poetas latosos (Astudillo Ortega, 1973, p. 110).
Leche de tigre. Una especie de bebida que contiene licor y leche. Abramos una botella de leche
de tigre.
Legal es el robo. Frase con que manifestamos, con cierto humorismo, que algo que
dudábamos, resultó verdadero.
Lejura. Lejanía, gran distancia. Con la Cunzhi conversa de loma a loma a más de diez cuadras de
lejura (Moscoso Vega, 1988, p. 212).
Leva. La levita o saco. Los pantalones usados y la leva de casimir barato que cambió por una
cadenita de plata (Cárdenas, s/fecha, p. 147).
Líber. En los juegos infantiles de persecuciones es el sitio donde el jugador se encuentra libre.
Al parecer la palabra líber es una apócope de libertad. No me puedes tocar ya estoy en el líber.
112
Librecitamente. Forma inusual de construir un adverbio, usando, para ello, no la forma
positiva (libre > libremente) sino la derivación del diminutivo ‘librecito’. Blancos… ¡vean lo
que son los blancos! En mitad de la plaza del mercado, librecitamente, de baldito se vendía todo
(Mata, 1963, p. 119). Eso de ‘vender de baldito’ se entiende que se vendía sin pagar impuestos ni
tasas.
Limeño. Una variedad de calabaza de tamaño menor que el zapallo. Cfr. Yubra. Y demás frutos,
como zambos, zapallos, limeños, crudos, cocidos o partidos (Astudillo Ortega, 1973, p. 37).
Entre las diversas especies de esta notable calabaza, sobresale, por lo dulce y harinoso
de su pulpa el zapallo comúnmente distinguido con el nombre de limeño, sin duda por
haber venido de Lima. Es mucho más pequeño que el ordinario y, a su vez, presenta
diversas formas o variedades, más o menos digas de aprecio. (Cordero, 1984, p. 67)
Limpia. La actividad simbólica de deshacerse de alguna mala influencia. Puede aparecer como
sustantivo o como verbo, en este caso será limpiar. —Chuca, chuca — le rezaba, limpiándole
con un puñado de montes (Astudillo Ortega, 1973, p. 169).
Limpio. Sobrio, el que no está borracho ni ha bebido aguardiente. ¡Ah, trago, ah trago; lo que
hacen las copas! Esto de limpios, era motivo de una nueva trompiza (Moscoso Vega, 1946, p.
91).
Lindo longo. Frase con que se expresa admiración ante alguna buena ejecutoria o las buenas
cualidades de alguien. Lindo longo como patina.
Listo el pollo. Frase que se usa para indicar que algo ya está arreglado o cumplido. ¡Ni por mal
pensamiento! ¡Con hablarles yo… listo el pollo! (Mata, 1963, p. 70).
Llaca. Una rama desgajada del tronco. Para sembrar geranios hay que sacar una buena llaca.
Llachapa vida. La vida miserable, pobre y menesterosa. Así vamos pasando esta llachapa vida.
Llachapiento. El sujeto pobre, miserable, menesteroso. Los que están demás, los condenados a
galeras, los llachapientos y más vagabundos, que de la noche a la mañana amanecieron con oro y
tierras (Astudillo Ortega, 2002, p. 34).
Llacta. La tierra propia. Cfr. Patria chica. Quizá otros tantos conciertos de su llacta…
¡Explotación!, claro, cosa muy explicable (Astudillo Ortega, 1973, p. 6).
Llamingo. La llama. Es como aquí, puro indio, sino que hay llamingos (Dávila Vázquez, 1985a, p.
75).
113
Llapango. El indígena descalzo. Es palabra ofensiva y grosera. Ya viene otra vez este llapango.
Llashaco. El leproso. Curiosamente esta palabra no tiene origen quichua -como se podría
pensar por su aspecto fonético- sino español: Deformación de la voz castellana Lázaro, en el
sentido de leproso o leprosa (A. Cordero Palacios, 1985, p. 198). Aparece también bajo la forma
llazhaco. —¡No patrón, no!-gritó el chico —. ¡Usted está llazhaco! (Dávila Andrade, 1984, p. 216).
Llenarse de hijos. Frase con que se pondera que una mujer tiene muchos hijos. La pobrecita,
sin saber cómo, de la noche a la mañana, se llenaba de hijos (Corylé, 1952, p. 45).
Llucho. Desnudo, se aplica tanto a personas como a animales. La vaca manchada había
malparido y el ternerito, ‘llucho’, sin un pelo, muerto estaba entre las patas de la mama (Burbano
Cuesta, 1982, p. 25).
Lluchuchanga. Con la pierna descubierta o desnuda. Ele, ya está con oshota, / pero eso sí,
lluchuchanga (Andrade, 1947b, p. 74).
Lluchu siqui. El niño cuya ropa no alcanza a cubrirle las nalgas. Este niño está lluchu siqui.
Por extensión designa también al individuo muy pobre. Tantas niñas bonitas/ tantas naranjas
amarillas/ tanto lluchu siqui enamorado (Mata, 1982, p. 33).
Llugshicta. Salida, evacuación. ¿Va a creyer que la vecina/ hace, llugshicta, en la calle…
(Andrade, 1947b, p. 80).
Lo mejorcito. Fórmula para encarecer que algo o alguien reúne las mejores cualidades. Los
caballos no están esperando en casa del Dr. Célleri. Los he visto: son de lo mejorcito (Aguilar
Vázquez, 1997, p. 171).
Lo que sea su voluntad. Frase con que se responde a la pregunta de cuánto se desea cobrar
por un trabajo. — ¿Y cuánto quieres por esto? / —Lo que sea su voluntad, patrón.
Loa. Especie de recitación en ciertas festividades populares. La niña de la loa era muy alhajita.
Locro. Sopa de papas. Le daba una buena ración de mestizos y un plato de su pobre locro
(Corylé, 1952, p. 100).
114
Longo. Muchacho, en quichua. Es una forma de insulto muy común. —Longo hocicón —le
contesta ella (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 85).
Lora. Una especie de insecto que ataca a determinados vegetales como morales, árboles de
capulí, higueras, etc. Se las llama loras por un lejano parecido con las aves, puesto que son de
color verde y se mueven lentamente. También existen variedades de colores diferentes. Este
árbol está lleno de loras.
Los Yunai. Designación popular para los Estados Unidos de Norteamérica. La palabra procede
de la pronunciación inglesa de United (yunait) States (Esteits). El vestido morado que me trajo
mi hermano la vez que vino de los yunai (Dávila Vázquez, 1977, p. 40).
Lucirse. Recibir algo gracias a la buena suerte. Ya sabes: que no crean… Allá no hay resfrío con
semejante clima. ¡Te luciste! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 181).
Luna tierna. Designación popular de la luna nueva. No hay que lavar la ropa en luna tierna
porque se pudre.
115
M
Macana. Especie de paño tejido y teñido con la llamada técnica del ikat (una forma de anudar
los hilos para teñirlos). Es una pieza fundamental en la vestimenta de la chola cuencana y de la
mujer campesina, en general. O tejiendo la flecadura de las macanas de sus servicias (Astudillo
Ortega, 2002, p. 99).
Maceteador. Obrero que trabaja con la maceta, golpeando los sombreros para
acondicionarlos. Se la buscan, como otros, como muchos… como los maceteadorres de sombrero
toquilla (Astudillo Ortega, 1973, p. 106).
Macetero. Maceta. Rozaba con sus ropas caras los maceteros de plantas anémicas (Cárdenas, s/
fecha, p. 92).
Machetillo. Machete pequeño. Aga [Agapita] con el machetillo y la soga se dirigió encantada al
cerro (Íñiguez Vintimilla, 1993, p. 54).
Macho. Varón, hombre valiente. La Guada habría preferido un macho de bríos, de hacha y
machete, fanfarrón y progresista (Astudillo Ortega, 1951, p. 76).
Machona. La mujer que no es afecta a realizar los trabajos que se suponen —desde una óptica
machista — propios de su género. V. Carishina. Por esas carishinas, por esas machonas, por
esas calientes (Astudillo Ortega, 1973, p. 23).
Maito. Envoltorio, generalmente se aplica a las ropas con que se envuelve y faja al niño recién
nacido. Buscaré una [mujer] que sepa ordeñar las vacas, ensillar los caballos y preparar un
‘maito’ para las guaguas; que sepa cocinar (Moscoso Vega, 1946, p. 80).
Maíz buri. Variedad de maíz que no hemos conseguido identificar. La palabra buri aparece
también como burí, en el mismo autor. Cada uno de ellos conduce a un entable de maíz buri
y frijoles, únicas especies que se cultivan en esos bosques de temperatura media (Íñiguez
Vintimilla, 1988, p. 57).
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Malaire. Una especie de indisposición que se supone ataca a las personas cuando han pasado
por algún sitio poco frecuentado. Mama Shiva dijo que le ha dado malaire grande de cristiano
(Astudillo Ortega, 1973, p. 151).
Malas lenguas. Los rumores de los murmuradores y maldicientes. Empiezan ya las malas
lenguas a cebarse en el honor de mi hija (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 177).
Mala vida. La vida desarreglada, en términos de pareja legalizada. A no ser por el genio
aguantón e introspectivo de Jerónimo… comentaban, hace muchos años que se habrían roto de
mala vida (Astudillo Ortega, 2002, p. 36). Dizque se ha reunido con las Rápidas. Esa mala vida
mismo quisó la perra (Corylé, 1952, p. 94).
Mal cuajo. De natural rabioso, de mal carácter. Todo el mal cuajo de estos aplastó la techumbre
ennegrecida de la casa tentadora (Mata, 1942, p. 112).
Malero. El que hace el mal, cualquier daño. Pero, ahí tienen, hombre vivo, trabajador. ¿Dónde
pes que es malero, que es matón? (Astudillo Ortega, 1973, p. 184).
Maleza. El pus. Puso en fogón una cáscara de huevo/que casi se hace blanca brasa y que apretó
contra los labios. / Se abrieron en fruta de sangre: amaneció con maleza (Dávila Andrade, 1984b,
p. 291).
Malhablado. El procaz, el que con frecuencia usa palabrotas. Tenía un diente a flor de labios y
era sumamente malhablado (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 252).
Maliciar. Hacer suposiciones con malicia. Lo que se creyó pasatiempo, iba convirtiéndose en
asunto serio, lo malició alguien (Astudillo Ortega, 1951, p. 87).
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Mallorca. Especie de licor anisado. A cosa de un mes después del matrimonio tuvo que realizar
un viaje a ‘la provincia’, para traer anís; artículo de gran consumo para los mallorcas de las
distintas fábricas de la ciudad, y que era abundantísimo en Alausí y demás pueblos del cantón,
cuyo conjunto denominaban ‘la provincia’. (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 253)
Malmodiar. Tratar de mal modo, es decir, con mucha grosería, despectivamente. ¡No
malmodiarás a runas, amito, eh! ¡Quiero ir donde mujercita, donde guagüitos míos! (Mata,
1942, p. 198).
Malmodo. El trato áspero con una persona; demostrar aversión hacia alguien, sin motivo.
De este término se ha derivado también el verbo malmodiar. (sic). Siempre me respondes de
malmodo. Aparece también como dos palabras: ¡Pepe era tan bueno, tan humilde! ¡Cuándo un
mal modo, una palabra descomedida! (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 187).
Malparto. Las dificultades graves que pueden sobrevenir a una mujer luego del parto. No
tienes para qué ponerte nerviosa. Solo digo que se muere de mal parto, o de buen parto, o de
sobre parto, como una monja amiga mía (Cevallos García, 1964, p. 44).
Malpersignado. Individuo de carácter violento, irascible y que no soporta molestias. Hasta que
se encuentre con algún malpersignado no más está así.
Maltón. El que tiene tamaño no muy pequeño; pero que tampoco ha alcanzado el desarrollo
definitivo. Interminables los cuentos de las vagabunderías, desde que maltoncito le llevó el taita
(Astudillo Ortega, 1973, p. 49).
Maluco. Que esta algo mal de salud, o que no es del todo bueno en algún menester. Medio
maluco me estás saliendo para ser hombre de negocios, Jaime (Mata, 1942, p. 40).
Malvivientes. Personas que viven en incesto. Tiznar sus acaras con un carbón, para que
marcados de esa manera los malvivientes se despierten al día siguiente, mostrando las huellas
del castigo (Valdivieso, 2008, p. 81).
Mama. Fórmula de tratamiento para las señoras de mayor edad; implica respeto y cercanía. En
eso llego yo a la esquina y veo … Mama Dolores- grito- y no me contesta (Cuesta y Cuesta, 1983:
89). Con mi mama hicieron vender lo que había sobrado (Astudillo Ortega, 2002, p.54).
Mama Virgen. Fórmula para nombrar a la Virgen María. Todos ustedes han cantado a mama
Virgen, desde el Rengo Peralta hasta el Botón Córdova (Astudillo Ortega, 1973, p. 83).
Mamita. Forma popular y cariñosa de dirigirse a la madre. Genaro decía ay, un ratito más,
mamita, ellos son jóvenes al fin y al cabo (Dávila Vázquez, 1979, p. 62).
119
Mamita Virgen. V. Mama Virgen. Creo que no es su hija, ni de mi comadre… si parece mamita
Virgen (Astudillo Ortega, p. 66).
Mamitica. Fórmula para manifestar pena o compasión por alguna mujer. Y ella, mamitica,
aunque murió de más de los noventa, no representaba más de cuarenta (Astudillo Ortega, 2002,
p. 52).
Mamitico. Esta fórmula, aunque originada en el mundo femenino, se aplica a un varón que se
encuentra en mala situación. Mamitico, ve en dónde ha estado él, Ishico juraba que desde que
empezó a cavar, le perseguía un espíritu (Astudillo Ortega, 2002, p. 128).
Mampucho. Este término designa a una persona de pequeña estatura y, además, gorda. Te has
conseguido de novio un mampucho.
Manavali. Esta palabra es una forma híbrida de quichua (mana, no) y español vale, es decir,
que no vale, que nada vale. Un manavali es alguien inútil. A este baboso manavali ¿por qué le
tienes todavía aquí? (Valdano, 1980, p. 61). Haciendo caso al manavali dementado (Mata, 1982, p.
17).
Mandar a pastar chirotes. Frase con que se trata de alejar al indiscreto y al que molesta.
Pastar chirotes es hacer una actividad inútil. No, él no se movería de su tierra. Iría como su hijo
Atanasio a pastar chirotes en la montaña (Astudillo Ortega, 2002, p. 143).
Mandar sacando. Con esta frase señalamos la situación en la que a alguien se lo expulsa o
despide de un lugar. Mi padrino, furiosísimo, de un carajo me mandó sacando de la bodega
(Valdano, 1980, p. 61).
Mandarse a cambiar. Significa marcharse, dejar un lugar. Temía que unidos tú y yo, le cobremos
la que tenía conmigo y nos mandemos a cambiar (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 311).
Mande. Cuando alguien llama a una persona, se puede medir el grado de confianza y hasta
el nivel de estatus entre ellas, través de estas dos respuestas: mande y qué. Si dice mande,
quien llama es superior. Si dice qué, las personas son iguales o el que llama es inferior. Por
eso es frecuente oír que si una madre llama a su hijo y este le responde: ¿Qué?, le regañe
diciendo así: se dice mande. Mande significa ordene, lo que expresa el reconocimiento de
la superioridad. En cambio qué debe entenderse como ¿qué quiere?, lo cual, a los oídos
cuencanos resulta poco cortés o algo atrevido. —¡Eh, José…! / —Mande, patrón (Burbano
Cuesta, 1982, p. 105). Al cabo de un rato se presenta la señora, en figura de una india vieja, que
sale refunfuñando: / —Mande, amo Francisco. / Y cuando el que responde es superior, ocurre
esto: —Y bien, ¿excelentísimo señor?... / —¿Qué?- contesta su excelencia, como saliendo de un
sueño (1967, pp. 185-187).
Mano. En los juegos infantiles es el primer turno, el primer lugar para iniciar el juego. Ya
saben, si jugamos a los trompos, pido mano.
Mantenedor –ra. La persona encargada de organizar y correr con todos los gastos que
ocasiona una celebración religiosa popular. Es una especie de ‘cargo’ vitalicio. Antes de la
fiesta los priostes y mantenedores recorrían la ciudad de casa en casa invitando a los papás a
120
que manden a sus hijos a la próxima pasada del Niño para lo que llevaban un jarrón de chicha
de jora y un pan grande, que de recibir el regalo es porque aceptaban la invitación. (Sarmiento
Abad, 1990, p. 137)
Manzana chilena. Especie de níspero que en Cuenca se conoce como manzana chilena.
Es el níspero de Europa, y nos parece que es el mismo, o una variedad suya, el
arbolillo que en nuestros huertos se tiene, con el nombre de manzana chilena. Sus
abundantísimos frutos son muy del gusto de los niños;… Para que adquieran algún
sabor medianamente aceptable es preciso que empiecen a podrirse, dicen los que de
frutas escriben. Lo que nosotros podemos asegurar es que sirven para una exquisita
conserva gelatinosa, y que, por otra parte, las plantas jóvenes de este vegetal son, ya lo
hemos indicado, muy buenos patrones para injertar perales, nísperos del Japón y otras
especies. (Cordero, 1984, p. 54)
Mapanagua. Especie de bebida elaborada con guarapo y con licor. Es voz híbrida de
quichua mapa, sucio; y español agua. Agua sucia, por el aspecto turbio. Es una mezcla muy
embriagante. No se cansaban de soplar… y con el mapanagua en guarapo maduro (Astudillo
Ortega, 1973, p. 30).
Marca devuelve. Frase humorística con la que acentuamos la idea de que aquello que
prestamos debe ser devuelto. Aquí está mi lápiz. Verás que es marca devuelve.
Más antes. Antes, hace algún tiempo. Más antes no había tanta vagancia en las escuelas.
Más conocido que la ruda. Frase con que se designa a una persona o cosa que es muy popular
y conocida de todos. Este Jacinto Flores, más conocido que la ruda, de capa, bastón (Astudillo
Ortega, 2002, p. 42).
Más cuencano que el mote. Este modismo se aplica a las personas o situaciones que reflejan
con nitidez y con fidelidad el espíritu y las actitudes de los cuencanos. Como en Cuenca
y sus alrededores, el acompañante infaltable y general de todas las comidas es el mote,
resulta natural que al que se presenta como cuencanísimo se lo premie y se los describa
con esta frase. Esto de la comida se puede reconocer en las frases que se escuchaban en los
campeonatos escolares. Las barras solían desalentar al equipo contrario gritándole: Ote, ote,
ote, a ese equipo le falta mote.
Más limpio que pepa de guaba. Frase que describe la extrema pobreza de alguien. Suele
usarse también pelado en lugar de limpio. Yo les conocí más limpios que la pepa de guaba
(Astudillo Ortega, 2002, p. 33).
Mashar. Tomar el sol, asolearse. El maestro de escuela, el de capilla, un aspirante y testigos que
salían a mashar (Astudillo Ortega, 1973, p. 27).
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Masho. El murciélago. También designa—por extensión— a una especie de mariposa grande y
nocturna. Cierto que hubo ladridos, volar de mashos, y chirriar macabro de lechuzos en la torre
(Astudillo Ortega, 1973, p. 24).
Masoso. Que se hace masa. Se aplica sobre todo al arroz cocido. Este arroz está masoso.
Más que sea. Fórmula que equivale a aunque. Toma, corre, más que sea en el ángel ándate,
¡volando! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 172).
Mata piojito. El dedo pulgar. Recibe también la designación de mata pulguita. V. Lame platito.
Mata pulguita. Nombre popular del dedo pulgar. Está sucio mi dedo mata pulguita.
Mate. Cabeza. Pechuga de conservador, ‘mate’ de libre pensador, y barriga de todo color
(Astudillo Ortega, 1951, p. 37).
Matiné. Función de cine que se realizaba en la tarde, aproximadamente a partir de las 14,30.
V. Segundear. Se la usaba como palaba de género masculino. En el matiné de hoy pasan dos
buenas películas.
Matón. El alumno estudioso, el muy dedicado. Los matones tienen más vacaciones.
Mayor. V. Viejos.
Mayoral. Niño disfrazado como jefe de los trabajadores agrícolas en las antiguas haciendas de
la región austral. Es el personaje más notorio e importante en el pase del Niño, tanto por las
ofrendas que lleva en su castillo, como por el ropaje. También puede ser una niña, y en este
caso se convierte en una mayorala. Mayorales a caballo llevando consigo una gran cantidad de
frutas como su mejor ofrenda al Divino Niño (Sarmiento Abad, 1990, p. 136).
Meado. Orina. De todos los animales / quisiera ser el venado / para meterte el cachito / por
donde sale el meado (Mata, 1982, p. 33).
Mear. Orinar. Toda la noche me paso / abrazado del pilar / sale, pues, negrita mía/ con
pretexto de mear (Mata, 1982, p. 32).
Measiqui. El niño pequeño y que todavía se orina en los pantalones. Avisarás, no serás
measiqui.
122
Media lengua. Referencia a la dificultad para hablar que tienen todavía los niños pequeños. En
su media lengua le decía al padre cosas tan encantadoras como el gorjeo de los pájaros (Íñiguez
Vintimilla, 1942, p. 289).
Mediano. Especie de bandeja de regular tamaño. Compadre, venga, haga causa- le insinuaba un
mediano de cuy con papas y ají rocoto (Astudillo Ortega, 1973, p. 29).
Medio. Antigua moneda ecuatoriana de cinco centavos (o medio real). Otra vez un grano de
maíz en la calle: sin ropa, sin alhajas… sin medio (Astudillo Ortega, 1951, p. 121).
Mejico -a. Coloración especial de algunas aves de corral. Según Cordero Palacios (1985)
“Nombre de una especie de gallos y gallinas cuyo color negro plomizo se presenta con
manchas ovaladas”. (p. 205). Llevaba Sebastián su caja de caudales a la espalda, y entre sus
brazos, envuelta un su tibio poncho, la Mejica, su gallina ‘copetona’ (Moscoso Vega, 1946, p. 56).
Melga. Según Alfonso Cordero Palacios (1985) la melga es “surco que al arar hacen nuestros
campesinos de trecho en trecho, procurando que sea más amplio y profundo que los comunes.
Sirve, o para arrojar en él simientes distintas de las que se echan en todo el campo, o bien
como canal de desagüe, o ya, cuando se ara la tierra por varios a un tiempo, para separar el
trabajo que corresponde a cada yunta, a fin de que estas no se encuentren mientras están en
labor (p. 206). A mi amigo las mujeres le ponen raíces en el pecho. En cambio en mí, esa semilla
no encuentra melga (Moscoso Vega, 1946, p. 131).
Mestizo. Variedad de pan. V. Raspagañote. Forjen la torta del colegial. Consistía ello en partir en
sus dos tapas el mestizo, y rellenarlo de queso y raspadura, pasándolo con la plancha con lo que
resultaba una tostada de rechupete (Astudillo Ortega, 2002, p. 56).
Meter cuchara. Intervenir en algún asunto o negocio. No olvide, don Pedro, eso sí, que en este
contrato no meterá cuchara ni el mayordomo de Sulupali Grande (Moscoso Vega, 1951, p. 37).
123
Metido. Entrometido, metiche. —Vos metido, ¡entra! — y la doña retornó a su poyo con el niño
(Cuesta y Cuesta, 1985, p. 133).
Mezquinar. Este verbo tiene en la lengua cuencana por lo menos dos significaciones. La
primera equivale a defender a alguien de un peligro. Si no llego a tiempo para mezquinarle, lo
matan (A. Cordero Palacios, 1985, p. 206). El segundo sentido es, en cambio, tratar de evitar
que alguien se ayude con algo que es nuestro. La Quiteña, que vivía celándola con mi Mayor; la
que le mezquinaba luz, agua y aire (Astudillo Ortega, 1951, p. 122).
Mi bonita. Vocativo de uso muy frecuente en los mercados populares. ¿Qué está buscando, mi
bonita?
¡Miércola! Interjección que expresa enfado, es un eufemismo por mierda. Ándate a la miércola
y no me molestes.
¡Miércoles! Variación de miércola. Vid. Ni sé lo que digo, ¡Miér…coles! (Astudillo Ortega, 1951, p.
105).
Migllar. Recoger algo en el enfaldo. La hembra que migllaba piedras en su ucunchi (Mata, 1932,
p. 66).
Milizho. Una especie de semilla del tamaño de un poroto. Sus colores son el rojo intenso y
un fragmento negro. La palabra “milizho” es una variante popular de “mellizo” (por los dos
colores). En quichua se lo conoce como “huayruru” y en la lengua shuar como “etse”. Es una
semilla que se produce en el oriente. Era usado como elemento de juego por los niños. Las
mujeres shuar los usan para elaborar collares y aretes.
Mindala. La mujer vendedora en los mercados. Su nombre suele ser tomado como modelo de
procacidad y mala conducta. Con un tiple de falsete, de mindala, la Emperito reñíale, y reñíales
a todos desde que se levantaba (Astudillo Ortega, 2002, p. 36).
Minga. Trabajo comunitario y gratuito a favor de alguien o de una obra pública. Antes de que
hubiera autos ni esta carretera, pasamos por aquí mismo, con las mingas, el año 15 (Astudillo
Ortega, 1973, p. 108).
Mingado. Persona que participa en una minga, Minguero. A las ocho de la mañana había dos
mil y picos de mingados (Moscoso Vega, 1946, p. 63).
Mirarrau. Onomatopeya de la voz del gato. Si yo fuera gato negro / a tu cama me brincara, / a
tu madre le arañara / y a vos te hiciera…mirarrau! (Mata, 1982, p. 34).
124
Mirmir. Especie de hierba andina que sirve como forraje. Venía el eco de distantes mugidos de
las manadas que rumiaban filosóficamente el trébol y el mirmir (Moscoso Vega, 1956, p. 57).
Mishi. Nombre del gato, y también voz para llamarlo. Llamó al felino: -Mishi, mishi, mishi… El
gato se detuvo (Valdano, 1980, p. 110).
Mishiojos. La persona que tiene ojos verdes, es decir, ojos de gato. Mi sobrino salió mishiojos.
Mismo. Fórmula para encarecer una negación. Ni para qué he de avisar, no mismo quiero
(Cuesta y Cuesta, 1983, p. 38).
Miso. Pronunciación popular por mismo. Al Dr. Tamales miso, más que menos, ya le hago
amarcar más de quinientos pesos (Astudillo Ortega, 1951, p. 4).
Mistela. Especie de bebida elaborada con agua, aguardiente, azúcar, canela y otros
ingredientes. Alguna vez, recuerdo las tardes polvosas y cálidas de los domingos: visitas, mistela
y ditirambo (Dávila Vázquez, 1977, p. 94).
Mitayo. Forma grosera para dirigirse a un indígena, así como también a alguien que no lo es. Si
no tuviera que cuidar aquí el robo de los mitayos, pero has de caer (Astudillo Ortega, 2002, p. 47).
Rabo caliente es la mitaya (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 110).
Moco. Especie de prolongación que sale de las velas encendidas, por el calor la cera tiende a
escurrirse por los costados. Después de despabilar las ceras, quitarles el moco y enderezar las
torcidas, acercándose a Rosario, le insinuó cariñosamente, que fuese a tomar un momento de
reposo (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 273).
Mojar la palabra. Beber licor. Bueno, esto está ya muy hablado hay que mojar la palabra.
Mojarse por dentro. Beber licor en carnaval. En carnaval, aunque sea nos mojaremos por
dentro.
Mojosearse. Enmohecerse, adquirir moho. La abuela de estas niñas sacaba a secar en cueros la
plata, a que no siga mojoseándose (Astudillo Ortega, 2002, p. 53).
Molendera. La persona que muele. Las molenderas, en coro, / están cantando y riendo
(Andrade, 1947b, p. 95).
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Molestar. Cortejar, pretender a una mujer. Ya desde el colegio le molestaba a la Carmita.
Molinillo. El niño muy inquieto y travieso. Se pronuncia también como molenillo. Ya estate
quieto, niño, pareces un molenillo.
Monstruo. Fórmula para encarecer una acción o una situación; un precio, etc. En la
pronunciación descuidada suena como ‘monrrro’. Entón…monrro más lindo que Panamá ha de
ser pes (Astudillo Ortega, 1973, p. 100).
Montado. Un jinete. El ruido del agua le impidió que percibiese la proximidad de un montado
(Astudillo Ortega, 2002, p. 117).
Moña. En el juego de las canicas o bolas, el hecho de que la bola llamada tira se haya quedado
dentro del círculo de juego. No me toca la mano: caí moña (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 194).
Morboso. El que tiene tendencia a espiar ocultamente a las mujeres. Ya no seas morboso.
Morcilla. Especie de embutido hecho con tripa de cerdo y relleno con sangre del mismo
animal sacrificado. Se pone además, coles, arroz, arvejas y especies. Las tripas de morcilla
babeadas de los platos (Cárdenas, s/fecha, p. 108). No te acerques mucho porque te van a dar con
la morcilla.
Moreteado. De color azulado y morado al mismo tiempo. Mi pierna, después del golpe está
moreteada.
Morochamente. Adverbio que señala que una acción se la realiza, crudamente, sin la cortesía
ni los buenos modales necesarios, sin reparos ni delicadeza. El Pueblo Cuencano que habla
limpia, libre y morochamente con franco corazón (Mata, 1982, p. 2).
Mos. Pronunciación popular por ‘hemos’. Aquí han de dejar todo, nosotritas áhi (sic) más cerca
de Dios y los angelitos mos de estar (Mata, 1963, p. 234).
Mosquimuerto. El que finge inocencia. Lo que dicen: no hay que fiarse de las mosquimuertas
(Andrade II, 1948, p. 187).
Mosquito. Especie de orquídea cuya flor semeja maravillosamente el cuerpo de una pequeña
mosca. El mosquito es una diminuta orquídea de los valles del Tomebamba, reproducción
admirable de la figura del díptero mosca (Moreno y Vázquez, 1977, p. 225).
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Mostrar la cara. Presentarse una persona, aparecer. Fueron Pacifico y un peón, advertidos de
volver con los padres de Margarita. De lo contrario no podrían ‘mostrarla cara’ en Chaupi-corral
(Moscoso Vega, 1946, p. 92).
Mote. El alimento básico del cuencano. Se trata del maíz cocido, acompañante infaltable en
la mesa popular. Hay algunas variedades y formas de servirse el mote. Están el mote sucio
(el que se prepara con los residuos de la fritada), el mote choclo, el mote pelado, (Por tus ríos
cantadores, / por tus chapas pitadores, / por tus cuyes bien asados, / y por tu mote pelado).
(Canción popular de Carlos Ortiz Cobos). El mote casado (en nupcias con el poroto: Se llevó a
cabo el festival de ‘mote casado’ organizado por la Cooperativa Jardín Azuayo). (Diario La tarde,
octubre 18 de 2016, p.4). El mote cauca (el que no está totalmente cocido), el mote pillo, el
mote con cáscara, el motepata (propio del carnaval).
Siquiera el motecito. Con eso ya los indios…
—Y nosotros también; ya ven que nada llena la barriga como el mote.
El mote es padre y madre.
-Lo primero en la mesa, ‘nuestro motecito’; si no las huahuas ni prueban la comida.
(Astudillo Ortega, 1973, p. 105)
Motepata. Plato especial de las comidas de carnaval. Contiene mote y pedazos de carne
de chancho, chorizo. Se condimenta con pepa de zambo o maní. Las familias solían
prepararse con tiempo a la celebración de tan hermosos como honestos días, a fin de que no
faltasen los elementos indispensables al yantar carnavalesco. Ricos y pobres habían de comer
ineludiblemente el famoso mote-pata, un guiso atroz que no he podido probar en mi vida. (Calle,
1967, p. 165)
Móvil. El automóvil. Se aseguró de su móvil, que debía ser el primero en proveerse de una reserva
de gasolina (Astudillo Ortega, 1951, p. 98).
Mozo. El amante. Y que era mozo de la Churuda (Astudillo Ortega, 1973, p. 44). Así, con médicos
y todo, murió de parto el otro día la moza del Chumalón (Astudillo Ortega, 1973, p. 148).
Mucha. El beso. Carucha dame una mucha/ que me voy al purgatorio (Mata, 1982, p. 34).
Muchacho. Un pequeño artefacto para colocar cosas. Por ejemplo para sostener la bolsa
de pasar el café se necesita de un muchacho. Vázquez amplía esta significación: Nombre
con que designamos una silla, o más comúnmente una tablita que, pegada por el borde
horizontalmente a otra vertical sujeta a la pared, sirve para poner el candelero (Vázquez, 1992,
p. 69). Al parecer la descripción de Vázquez se aproxima a la de una repisa.
127
Muchar. Besar. Los novios ya se pueden muchar.
Muchas de las veces. Frase que significa simplemente muchas veces. Muchas de las veces no
tenemos recursos suficientes.
Mucho lote. Esta frase se aplica a quien fanfarronea de su gran poder o preeminencia en algún
asunto. Porque haces eso ya te crees el mucho lote.
Mudada. Ropa que sirve para cambiarse completamente. No faltaban sino una mudada y
algunas piezas de ropa blanca (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 309).
Mudado. Cambiado de ropa. Está de que no te muevas, hombre. Ahora que estás ‘mudado’, anda
haraste afeitar a que parezcas gente (Astudillo Ortega, 1951, p. 71).
Mudo. Especie de pan grande y sabroso que se lo elaboraba en las primeras décadas del siglo
XX.
Parece que veo sobre las mesas de las pulperías, rodeados de alfajores, costras tetonas y
rodillas de Cristo, haciendo tus tus a los transeúntes, los nunca bien ponderados mudos:
unos panazos prietos y regañados que amapolaba el achiote, mostrando en los bordes
repujadas jetas de oro cubiertos de costra áspera y tostada, delicia de la gula y que se
volvía música entre los dientes, azuzando los órganos del gusto… Ese pan enorme y rico
que hacía decir: el pan bien ahechado, dos veces es floreado, capaz de repapilar al más
descontentadizo gastrónomo, se lo adquiría a la vuelta de la esquina, y a cuatro por una
peseta. (Andrade, 1947b, pp. 166-167)
Muérgano. Cualquier individuo despreciable o insignificante. ¿Y usted era el que hasta hace
rato estaba tratando de que yo ni siquiera reparase en su presencia de muérgano? (Mata, 1942,
p. 116).
Mujercita. Fórmula despectiva para dirigirse a una mujer indígena. Ya mandé a llamar a unas
mujercitas para que atiendan la cocina. (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 169).
Mujer mala. La prostituta. —¡Persígnate!... Pasó una mujer mala-ordenan al sirviente (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 99).
Mushca. Interjección lanzada a los perros como orden para que ataquen. Eran sus ojos
iracundos, como de can, al cual se dice: ¡mushca! para que ataque (Muñoz Cueva, 2000, p. 129).
Mutu. El mutilado o mocho. Con el mutu Ishico, que cuidaba de la casa, esa noche departían
(Astudillo Ortega, 2002, p. 122).
128
N
Nacencia. Nacimiento. ¿Cuántos años vives aquí? —Desde la nacencia, patrón (Moscoso Vega,
1953, p. 21).
Nada jabón. Fórmula de negación enfática. ¿Quieres responsabilizarte por esto? / —Nada
jabón.
Nadar en plata. Fórmula para encarecer la riqueza de una persona. Porque para todo el mundo
nosotros quedamos nadando en plata (Dávila Vázquez, 1979, p. 80).
Nadie sabe lo de nadie. Frase con que damos a entender que muchas cosas desgraciadas que
nos afectan son desconocidas para los demás. Claro, qué han de saber, si nadie sabe lo de nadie.
Nadien. Pronunciación popular por nadie. Nadien me pisa el poncho (Mata, 1932, p. 36).
Naidin. Pronunciación popular por nadie. ¿No ve que todo está echado…/ naidin compra,
naidin vende…? (Andrade, 1947b, p. 79).
Necesarios. Los artículos necesarios. Por la tarde del día siguiente, tomaron Rosario y Adelaida
los necesarios y se fueron camino del nuevo remanso (Moscos vega, 1951, p. 69).
Negro danza. Uno de los participantes en el pase del Niño. Se trata de un niño disfrazado de
negro —teñido con hollín, con peluca —y que lleva unos palos delgados, llamados juanchillos,
para marcar el baile y golpearlos por debajo de las piernas. Una capa de cintas policoloradas,
prendidas a los hombros. Los negro danzas, los rucos (Astudillo Ortega, 1973, p. 153).
Nervio. Látigo hecho con tiras del pene del toro. El nervio que cruza la cara de las malas
cristianas, de las estafadoras de los sacramentos, de la siete sacramentos shúa; el nervio que hace
santos a los maridos, que compone a los endiablados (Astudillo Ortega, 1951, p. 108).
Nesitar. Necesitar. ¿Para qué se ha de irpes, acaso usté nesita de ella? (Corylé, 1952, p. 57).
Ni a bala. Frase con que se asegura que algo no ha de hacerse de ningún modo. No me
comprometo en eso, ni a bala.
Ni churr ni murr. Sin decir nada; en total silencio. Así yo… ni churr ni murr…/ caridad en todo
caso (Andrade, 1947b, p. 80).
Ni fu ni fa. Frase con que se significa que algo no nos interesa en lo más mínimo. Ni fu ni fa,
rezongó el anciano. Qué tigre ni qué pan caliente (Andrade IV, 1953, p. 89).
131
Ni los dedos de la mano son iguales. Sentencia con que afirmamos la falta de conformidad de
las cosas, aún entre las más cercanas. Ellos sabían que ni los dedos de la mano son iguales, que
la plata manda; que sufriendo con paciencia se gana el cielo (Astudillo Ortega, 1951, p. 25).
Ni más. Nunca más. Aparece también como una sola palabra. Diay nada, nimás el sinvergüenza,
pero quién sabe: ya no más asoma (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 139).
Ni me va ni me viene. Con esta frase expresamos que algún asunto no nos interesa ni nos
produce rechazo. Nos es indiferente. Sabes que lo de tu problema ni me va ni me viene.
Ni para remedio. Frase con que se pondera la escasez o la ausencia de algo. Soldado qué… ¡ni
para remedio hay! (Mata, 1963, p. 248).
Ni yo siendo. Frase con que se declara que determinado asunto no lo haríamos ni nosotros
mismos. Ni yo siendo para aceptar semejante propuesta.
Nicticudo. El que finge inocencia, el que disimula y aparenta lo que no es. Ya viene este
nicticudo, tendrán cuidado.
Nigua. Cierta especie de fruto diminuto y de color rojizo, cuando está maduro. Es comestible.
O en busca de niguas y de shulalags, y de otros chupetes de los últimos términos (Astudillo
Ortega, 2002, p. 21).
Ningún comedido sale con bendición. Refrán popular que señala la inconveniencia de ser
comedido, porque su acción suele ser mal vista y mal comprendida. Verdad es lo que he oído
decir siempre: ningún comedido sale con bendición (Valdano, 1980, p. 61).
Niño bonito. Designación humorística y satírica de alguien que quiere ser demasiado
considerado. Yo sirviera por $ 100 mensuales; y no de niño bonito, sino sudando de seis a seis
(Astudillo Ortega, 1973, p. 118).
Niño Dios. Advocación del niño Jesús. El niño Dios va desde las viviendas de las cholas a los
templos, bajo lluvia de flores de retama (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 225).
132
Niño Viajero. Representación escultórica del Niño Jesús. En su honor se celebra la famosa
Pasada del niño, el 24 de diciembre de cada año. Recibe el nombre de viajero, debido a que
su dueño inicial lo llevó de viaje a los lugares santos en Palestina. En los primeros años fue el
mismo doctor Cordero Crespo quien conducía al Niño Viajero en el carro alegórico (Sarmiento
Abad, 1990, p. 138).
No. Este adverbio de negación suele ser usado de una manera especial, como si se tratara de
una fórmula de aceptación. —Debes intentar ir por este lado. / — Cierto, no.
No dar la hora. Significa no hacer caso de una persona. Te saludo y no me das ni la hora.
No es por alabarme, pero. Frase con que decimos, aun aparentemente faltando a la modestia,
algo que no se debería decir. No es por alabarme, pero 76 años me ha costado para llegar a ser lo
que soy (Andrade II, 1948, p. 165).
No hay vuelva luego. Esta frase sirve para indicar que en algún asunto o decisión tomada, no
puede haber réplica, reclamo ni impugnación. Con este rector no hay vuelva luego.
No más. Frase típica y de uso muy general. Es tan frecuente que hay personas que la escriben
como si fuera una sola palabra. Su significado es variado. Puede significar poca distancia, algo
de poca importancia, resignación, etc. Vean ya son las once, váyanse no más a dormir (Dávila
Vázquez, 1985b, p. 28). No pasemos tiempo, a dos días por longo ´ponga nomás, de una hecha,
cuatro son (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 72).
No pegar los ojos. No dormir en toda la noche. Anoche yo no he pegado los ojos- decía Da.
Ashuquita (Astudillo Ortega, 1973, p. 170).
No romper un huevo. Significa mantener una conducta. Parece que no rompe un huevo, y es
capaz de robarle a la gallina el huevo que no pone todavía (Andrade II, 1948, p. 169).
No sé cuántos. Con esta frase se refuerza la expresión del desconocimiento sobre algo o sobre
alguna persona. —Se casó con un no sé cuántos, abogado, creo. (Dávila Vázquez, 1983, p. 132).
No ser ningún botado. No ser un cualquiera, no ser un desamparado. Porque él tampoco era
ningún botado, como decía él mismo en ratos que quedaban solos (Mata, 1942, p. 31)
No tener a quién volver los ojos. Situación de desamparo total. Al fin mujer no tuvo más
recurso que llorar amargamente: pero sin rudo, sin aspavientos, convencida de que no tuvo la
culpa… ni tuvo a quién volver sus ojos (Astudillo Ortega, 1951, p. 121).
133
No tener Cristo en qué morir. Ser extremadamente pobre. Ya tienes treinta y seis años y no
tienes ni Cristo en qué morir (Valdivieso, 2008, p. 111).
Noche. Función de cine que se proyectaba a partir de las 21 o 20,30 horas. Solo los que no
tienen que trabajar van a la noche.
Nosotritos. Forma afectiva del pronombre. Tiene algún sentido de exclusividad. Aquí han de
dejar todo, nosotritas áhi (sic) más cerca de Dios y los angelitos mos de estar (Mata, 1963, p. 234).
Novelería. Afición por las novedades y los chismes. Lo que ahora hacía era pasarse los días
a la buena de Dios, y eso mismo solo por novelería, pateando en las calles y las plazas (Íñiguez
Vintimilla, s/f, p. 156).
Nunca, jamás, amén. Fórmula que sirve para encarecer que algo no debe ni puede ser
realizado bajo ninguna circunstancia. ¿Conseguir eso conmigo? Pues nunca, jamás, amén.
134
Ñ
Ña, aféresis de niña. Su carro de las piedras ya debía estar en Cuenca…Y en manos de Ña
Judicha (Astudillo Ortega, 1973, p. 59).
Ñaña. Hermana. ¡Viva la ñaña del compañero! Por esa ñaña se avisaban notas (Astudillo
Ortega, 1973, p. 80).
Ñaño. Hermano. Toma, convidarás a tus ñaños (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 86).
Ñarra. Muy pequeño, refiriéndose básicamente a los niños. Es una ñarra y ya me grita.
Ñaupa tiempos. Los tiempos antiguos. Ñaupa es voz quichua que significa precisamente lo
antiguo, lo pasado y remoto. Romeros y Donosos, que hicieron época genial, como los Andrades,
en sus ñaupas tiempos (Astudillo Ortega, 2002, p. 22).
Ño. Aféresis de niño. Voló Joel en pos de ‘ño Napoleón’ que ahora era médico (Muñoz Cueva,
2000, p. 123).
Ñoña. Excremento humano. Esos gringos de ñoña no mandan collares (Cevallos García, 1964, p.
82).
Ñuto. Pequeño; fragmento pequeño. Mateus refería de esa mutilación: —se hizo ñuto — más
bien ocurrida, cuando era trabajador y ganaba en Huigra (Astudillo Ortega, 1973, p. 123).
137
O
Ocurrencias. Sucesos en los cuales se demuestra inteligencia, humor, perspicacia y gracia.
Fue una de las tantas ocurrencias de los célebres barbones del 95 (Astudillo Ortega, 1973, p. 9).
Oficial. El aprendiz de un oficio. En los talleres artesanales, el maestro llamaba de este modo
a sus aprendices. En el caso de este platero se indicaba que su oficial no ha de andar vagando ni
ocioso (Arteaga, 2000, p. 34).
Oído de tísico. La imaginación popular atribuye a los enfermos de tisis (tuberculosis pulmonar)
una gran agudeza auditiva; por eso, quien tiene oído de tísico lo oye todo. Habla con voz baja
porque ese inspector tiene oído de tísico.
Oite. Forma popular de llamar la atención de alguien. Bueno, oite, reponte bien. Aura que no
está aquí el viejo voy a matar a la gallina (Astudillo Ortega, 2002, p. 112).
O jipollo. Forma de tingar la bola en algunos juegos infantiles. Yo no aprendo todavía el ojipollo.
¡Ojó! Especie de interjección para significar que algo no nos importa. —No te he de dar la plata.
/ —Ojó.
O jo. Especie de enfermedad conocida también como mal de ojo. En la casa de la Lucha estaba
la Mama Shiva curándole el ojo al chico (Astudillo Ortega, 1973, p. 169).
“Ñagúi en quichua es ojo, semblante, y además retoño, y también el grumo que forma
las hojas de algunas plantas recogiéndose, estrechándose unas sobre otras, de modo
que sucesivamente van sobreponiéndose hasta dar una forma redonda, como pasa con
la col.
Así, el vulgo a la col en este estado llama ‘ñagüi de col’, y en el uso general, desechando
la voz quichua, decimos ‘ojo de col’ dando a ‘ojo’ un expresivo sentido figurado que
merece conservarse. (p. 61)
Sebastián siguió a su madre que iba cargando unos ‘ojos de col’ y oyendo la detallada relación de
su hijo sobre la minga (Moscoso, Vega, 1946, p. 71).
O jo seco. Con esta frase se designa a alguien que, al parecer, trae la mala suerte. No le dejen
entrar que ese es un ojo seco.
O jón. El que tiene ojos grandes. —¡Ojona ha sido¡ ¡Qué linda! ¿Dónde la tenías? (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 37).
139
O jos de borrego ahorcado- Frase que define un tipo de mirada triste. Y decíalo para que lo
oyera el joven Ovidio Zúñiga, que ponía ojos de borrego ahorcado (Astudillo Ortega, 1951, p. 87).
Oler. Percatarse, darse cuenta de algo. Pero cuidado que tu marido huela que yo te he dicho
(Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 130).
Olleta. Una olla pequeña. Fueron a seguir tejiendo el sombrero que quedó mojado con la tusa que
esponjea el agua de la olleta (Astudillo Ortega, 1973, p. 54).
Onde. Forma popular por donde. Menos onde los Josefinos, ni en S. Agustín, porque ahí, por
barato solo ‘pasan’ [la misa] los cerdones (Astudillo Ortega, 1951, p. 80).
Operario. El aprendiz de un oficio. Cfr. Oficial. Ya en ese tiempo yo era operario de don Julio en
la herrería.
Oratorio. Reunión deportiva y de recreación que solían organizar los sacerdotes salesianos los
días domingos en la tarde. Nos vemos en el oratorio.
Orines. La orina. Ese momento, pasaba Manuel, conduciendo un enorme cubo de orines (Cuesta
y Cuesta, 1983, p. 301).
Orondo. El que se está muy orgulloso y pagado de sí mismo. Aura ya ves lo que es la plata: el
Manco se pasea orondo en la ciudad (Astudillo Ortega, 1973, p. 195).
Oscurito. Forma de expresión que denota un lugar donde es posible tener ciertas intimidades
amorosas, que no se las puede tener en público. Qué dices si nos vamos al oscurito.
Oyá. Interjección que expresa asombro, incredulidad o hasta burla. Lo saqué ya y [el caballo]
emprendió la carrera por el barranco. —¡Oyá! Yo creí que se trataba de algún aparecido
(Moscoso Vega, 1946, p. 87).
¡Oye! Exclamación que se lanza en señal de protesta o de reproche ante alguna situación de
abuso. ¡Oye, no le pegues!
Oyer. Pronunciación popular de oír. Me dijo la señu Gaga,/ ¡cushitas! Lo de no oyer… (Andrade,
1947b, p. 74).
Ozhota. El calzado rústico y pobre que usaban algunos campesinos. Casi no te reconocemos;
pareces miso soldado hecho y derecho. ¿Ónde la cotona, ónde las ozhotas, ónde tu trenza bien
peinada…? (Moscoso, 1985, p. 45). Pasan indios con cargas de rojas tejas y ladrillos, sonoras las
ojotas y los sombreros ahormados la víspera (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 83).
140
P
Pachilla. Lo que es superfluo, lo accesorio, lo inútil; tanto en lo físico como en lo intelectual.
En su discurso solo hubo pachilla.
Pacotilla. Lo que es de inferior calidad. Nunca hemos tenido nada de lo que nos hemos dicho, o
si lo tuvimos fue… de pacotilla, como quien dice (Dávila Vázquez, 1977, p. 13).
Padre eterno. Dios. El melindre y el sorbete se quedaron en la mente del Padre Eterno (Andrade
II, 1948, p. 173).
Pagapecados. Los que pagan las culpas de otros. Nosotros, los vendedores, somos las víctimas de
cholas y grandes. Los pagapecados (Mata, 1963, p. 129).
Palanqueta. Especie de pan de consistencia más dura que de ordinario, y de forma alargada.
Me gusta la palanqueta con nata.
Pallca. Horqueta, arma de niños para cazar pájaros. Cuando estaba en la escuela ya usaba mi
pallca.
Palo grueso. El individuo adinerado. En este barrio solo viven los palos gruesos.
Palpablito. Lo que está patente, palpable, claramente manifiesto. Ahí está, palpablito el engaño.
Palte. La tarima o palos donde duermen las gallinas. El gallo, desde el ‘palte’ de afuera, rompió el
silencio con su lúgubre tercer canto (Moscoso Vega, p. 168).
Pan blanco. Especie de pan de apariencia más blanca que los otros, por la calidad de la harina.
Para el café, nada mejor que el pan blanco.
Pan de agua. Especie de pan cuencano. Para mañana tendremos pan de agua.
Pan de casa. Especie de pan que, se supone, es de mejores características que los simplemente
fabricados para la venta. Aquí vendemos pan de casa.
Pan de cuatro. Era una pieza de pan de cuatro reales, que, en comparación con la pieza de dos
reales, era de mayor tamaño. Todo esto en el tiempo en que nuestra moneda era el sucre y los
panes costaban, el más pequeño y usual, veinte centavos, una peseta o dos reales, que era lo
mismo. Ya no hay pan de cuatro.
143
Pan de Gualaceo. Variedad de pan, afamado en la ciudad de Cuenca.
Pan de huevo. Especie de pan cuya superficie suele ser brillante, por la clara con que se lo
unta. Ahora ya no fabricamos pan de huevo porque ya no resulta.
Panachó. Especie de abrigo de falda mucho más corta que los ordinarios. Pásame mi panachó
café y ordena al ama de llaves que ponga la manta eléctrica en mi cama (Cevallos García, 1964,
p.78).
Panela. El azúcar sin refinar, que se vende, solidificada bajo diferentes formas. Acaba de
mandarme a decir el señor Argudo que no me olvide de enviar por el quintal de panela (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 125).
Panelón. Especie de ladrillo más grande que los ordinarios. Para este muro se necesita de
mucho panelón.
Panteón. El cementerio. —Por allá va uno — señalaban por la calle del panteón (Astudillo
Ortega, 2002, p. 146).
Panteonero. El guardián del cementerio o panteón. Casado con Emperito, la hija del panteonero
de Totoracocha (Astudillo Ortega, 2002, p. 35).
Paño. Cierta clase de mancha en la piel de las mujeres embarazadas. Se supone que cuando
hay paño la mujer tendrá una niña. La Rosita está con paño, seguro que ha de tener una hijita.
Paño de Gualaceo. Otra designación para la macana. Vid. Y sobre todo esto, el paño de Gualaceo,
recién planchado; prenda que solo se fleta en el pueblo a las novias (Andrade IV, 1953, p. 154).
Pañolón. El paño grande con que se cubren algunas mujeres. La falda chillo, la bufanda
otavaleña, el distintivo pañolón a cuadros (Astudillo Ortega, 1973, p. 23).
Papa. El tubérculo muy usado en toda forma de cocina. Existen diversas variedades de papas.
Otras variedades son la papa locrera (para hacer el locro), la papa Gabriela, la papa carrizo,
la súper chaucha, la bolona, etc. De alverjas y de papas cañarejas… chauchas y cubaleñas
(Astudillo Ortega, 1973, p. 22).
Papacara. La cáscara de la papa. Has cruzado tus labios partidos en papacaras de cristale (Mata,
1932, p. 27).
144
Papal. Sembrío de papas. Brillaban orondas en los papales (Mata, 1932, p. 27).
Papas locas. Platillo de la cocina popular. Está elaborado con papas pequeñas, enteras,
cuero de chancho —la cuchicara —, pepa de zambo o maní. Hay la tendencia a cambiarles de
nombre, llamándolas papas con cuero. En el mercado venden unas ricas papas locas.
Papotales. Cultivos o sementeras de papa. Lo habían anhelado los surcos y los sembríos; por la
lluvia sentían ansias hondas sus papotales extensos (Moscoso Vega, 1950, p. 71).
Para ayer. Frase que sirve para encarecer la premura y urgencia de algo. Este trabajo debe
estar para ayer.
Para lo más de. Con esta frase se expresa la displicencia y el menosprecio por alguien o por
alguna situación. Con esta ropa está bien, para lo más de ir a las elecciones. Para lo más de
decirte que no quiero irme a soportar los desplantes de tu linda prima, no necesitaba fingir
(Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 209).
Para que no patee el puerco. Frase con la que se justifica la ingestión de cierta cantidad de
licor luego de haberse servido carne de puerco. Se supone que esta carne se puede volver
indigesta. Después de esta fritada nos servimos una copita de puro para que no patee el puerco.
Paracaidista. V. Pavo. Hice una venia a la santa que se encontraba a unos tres metros de
distancia y en vez de contestar el saludo me quedó mirando de manera despectiva y seguramente
confundiéndome con algún vulgar paracaidista (Sarmiento Abad, 1990, p. 111).
Parada. Una muda completa de ropa nueva. Cfr. Postura. Para la escuela te daré una parada
completita.
Paramear. Paramar, con influjo del verbo ‘mear’. Otra vez está parameando.
Parar las orejas. Estar atento, prestar mucha atención. —¿Quién será la feliz que ha tejido el
que escogerá la Virgen? / La pequeña chola paró las orejas… (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 387).
Pararle el macho a alguno. Ponerle a alguien en su lugar. ¡Claro, como no hay quién le pare el
macho! Yo mismo tendré que enfrentarme con ellos (Mata, 1940, p. 96).
Pararse. Mantenerse firme en una opinión. No cedas — le dice, al pasar, la María Grande.
¡Párate en los dos sucres, sí vale! Ten paciencia (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 104).
Pararse la misa. Comenzar la misa. La misa tenía que pararse en Sto. Domingo, donde un lego
tecleaba tan alegre el órgano, que daban ganas de sacar el pañuelo (Astudillo Ortega, 1951, p. 81).
Pararse los pelos. Frase que define la situación en que por el miedo o el frío súbito se erizan
los vellos. Solo en pensar se le paraban los pelos de frío (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 157).
Partidario. La persona que siembra un terreno al partir, es decir a medias, con el propietario.
La presencia de las dos parientes de Mariano, apersonadas de la casa, de buenas a primeras, fue
motivo de contrariedad y sorpresa para las partidarias (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 205).
145
Parucbotas. Se dice del individuo que por primera vez usa calzado y de no muy buena
calidad. Páruc es voz quichua y significa duro. Oronda, la paruc-botas, / como runa pendonero
(Andrade, 1947b, p.73). Respecto de este término Alfonso Cordero dice lo siguiente:
Párug. El maíz que no está totalmente maduro. Cfr. Supra. Cocinemos este maíz porque ya está
párug.
Pasada. Otra designación para el pase del Niño. Ver Pase. Las típicas pasadas de Niño con misa
cantada; cohetes, cera y repiques de primera (Astudillo Ortega, 1973, p. 11).
Pasando de coles a nabos. Esta frase se la utiliza como ayuda para pasar de un tema a otro
muy diferente. Bueno, pasando de coles a nabos, ¡me vas a devolver o no la canasta!
Paspa. Variedad de pan. La palabra paspa es quichua y designa una especie de ligera
excoriación — como si se tratara de un empolvoramiento — de la piel. Anda a comprar el pan
paspa.
146
Paspado. La persona que sufre de paspa, sobre todo en las mejillas. Unas cintas rojas
enmarcaban una carita redonda de sonrisa congelada y mejillas paspadas. (Astudillo, 2022, p.
70)
Pata caliente. Frase con que se define a la persona que es andariega. Ya te has ido. Eres una
pata caliente.
Patear. Negarse, mostrarse muy renuente a cumplir algo. Cuando en pago de todo, pueden
hacer una cosa fácil, pero que se debe de hacer, pero que se debe de agradecer… ahí se patean, ni
que burros mañosos (Mata, 1963, p. 137).
Patentierra. Descalzo. Por el camino de Naranjal y patentierra iban con sus piaras (Astudillo
Ortega, 2002, p. 90).
Pato. El que es tomado como víctima para que pague los platos rotos — las consecuencias
negativas —en cualquier circunstancia. Un indígena… que en sus grandes jumas, desbuchábase
en delirios de grandeza, le cayó de pato (Astudillo Ortega, 1973, p. 69).
Patria chica. La tierra propia, el hogar y lugar de cada uno. A los tiempos que les veo- se decía
Chombo- asistiendo desde su camarote a la épica ritual de la Patria chica, por la Patria grande
(Astudillo Ortega, 2002, p. 143).
Patrón. Forma usada como vocativo, con el fin de granjearse la benevolencia de una persona.
— Tres sucres dice… ¿Oí bien? Loca creo que está la doña, vea usted esto, mi patrón (Cuesta y
Cuesta, 1983, p.104).
Patucha. La botella de licor de tamaño pequeño. Vamos a beber, ya compré una patucha.
Pavo. El que sin ser invitado se presenta en una fiesta. Recibe también el nombre de
paracaidista. A las nueve de la noche en la fiesta estaban ya solo los pavos.
Peaño- ña. El esposo o esposa de quien celebra un santo o fiesta de onomástico. —¡Aquí se
sienta la Santa! / —Aquí el peaño (Cevallos García, 1964, p. 86).
Pecho amarillo. Designación de las botellas de licor que tienen etiqueta amarilla. Solo me
alcanza para una pecho amarillo.
147
Pecho suco. Ver Pecho amarillo.
Pegar. Castigar. Están inconocibles: se ríen cuando uno les pega. Hablan sin que uno les oiga
(Cuesta y Cuesta, 1983, p. 166).
Pegarse. Realizar algo, hacer. Es forma de intensificar o encarecer el valor de una acción.
Pegué la madrugada, para hacer muir mis vacas (Andrade IV, 1983, p. 186).
Pelo de choclo. Los filamentos de la parte femenina de la flor del maíz. Es elemento utilizado
para elaborar aguas medicinales. Hagan una agüita de pelo de choclo.
Pelotas. Forma eufemística usada para no decir pendejo. No seas pues tan pelotas, cómo vas a
hacer eso.
Pena pena. La planta —y la flor — conocida también como fucsia, zarcillo o como bailarina. La
infusión de sus flores se la reputa como medicinal y para combatir la pena, de ahí el nombre.
Sufría las primeras aflicciones de su ‘mal de amor’… Con eso, la flor de Cristo, la cardiaca y la
flor de la pena-pena, le aseguraron (Astudillo Ortega, 1973, p. 194).
Pendejada. Cualquier cosa o asunto que nos molesta o que es intrascendente. ¡Buena
pendejada! A la vejez viruelas (Cevallos García, 1964, p. 71). Dejaraste de pendejadas, Dafne
(Dávila Vázquez, 1979, p. 65).
Pendejichi. Forma algo eufemística para decir que alguien es un pendejo. Entiéndeme bien no
seas tan pendejichi.
Pendejizar. Volver pendejo o algo tonto a alguien. Cuando Dios quiere castigar al hombre, lo
primero que hace es pendejizarle (Astudillo Ortega, 1951, p. 111).
Penitente. Forma eufemística usada para no decir pendejo. Oyte, penitente, ¿por qué no me
saludas?
Peor que qué. Frase ponderativa de la mala cualidad o condición de algo o alguien. Este señor
sí que es peor que qué.
Percha. Solterona. Las dos de la misma edad, dos perchas iguales, solteronas, solitarias,
solidarias, sonámbulas en la vida y de repente… (Valdano, 1980, p.78).
148
Perencejo. Cualquier individuo. Esta palabra aparece al final de la serie fulano, zutano,
mengano. El zutano, debajo de la cama; i el mengano, desterrado. Al perencejo le quebraron las
piernas, para que pudiera entrar en el ataúd (Aguilar Vázquez, 1997, p. 351).
Pericote. Rata grande. No dejaban sin ver, pero ni los huecos de los pericotes (Corylé, 1952, p.
106).
Permanente. Tipo de peinado muy durable. Se cortaron las trenzas; se mandaban a hacer la
‘permanente’; el traje a la rodilla; medias y zapatos, a la moda (Astudillo Ortega, 1951, p. 74).
Perra de trago. Especie de recipiente para conducir licor. Se lo fabricaba con lona
encauchada. Una perra de trago podía contener varios galones de aguardiente.
El mismo cupé que solía repartir las perras de contrabando, para sacar de apuros al bolsillo de
los ilustres (Astudillo Ortega, 1973, p. 161). Tendré que salir a la calle con una barrigota; como
una monja vieja, como una perra de trago (Cevallos García, 1964, p. 12).
Perra vida. La vida desgraciada. Jamás llegó a salir de tal condición en su larga y perra vida
(Corylé, 1952, p. 113).
Perro. Entre las personas dedicadas a tejer sombreros de paja toquilla es el comisionado que
compra los productos. Aurelio decíase pertenecer a la especie comercial de comisionistas para
la compra de sombreros ‘toquilla’, a quienes el vulgo había conferido el tipificante clasificado de
PERROS (Astudillo Ortega, 1951, p. 55).
Perro sin dueño. Frase que designa al individuo vagabundo y ocioso. Mercho Guaraca,
conocido con el nombre del Andariego, por su vida de perro sin dueño; era viudo, alto, enjuto
(Íñiguez Vintimilla, 1988, p. 139).
Pes. Pronunciación popular de pues. —Iré a ver. / —¿Para qué pes? (Cuesta y Cuesta, 1985, p.
124).
Pesado. Adjetivo que define un lugar donde se afirma que existe alguna presencia sobrenatural
y maligna. Esta calle pasaba por muy pesada, entre nodrizas y cocineras, asegurando que, desde
las nueve de la noche, se dejaba ver el terrible farol de la viuda, apagándose delante de las casas
donde lloraba el gagón o habían dejado de pagar diezmos y primicias a la santa iglesia. (Andrade
IV, 1953, p. 11)
Peseta. Antigua moneda ecuatoriana, en curso hasta la década de los ochenta del siglo pasado.
Su valor era de veinte centavos y se la conocía también como dos reales. Mi Guillermito estabá
con las virgüelas y yo no tenía ni una peseta (Corylé, 1952, p. 57).
Pesga. Algo o alguien inútil, que fastidia. León pensaba, como si siguiese el hilo del discurso del
médico. ‘Brillante pezga del doctor’ (Mata, 1940, p. 51).
Pesquisa. El agente de policía que realiza investigaciones. Allí estaban ya algunos pesquisas
que habían regresado de la búsqueda pero no traían la menor noticia (Moscoso, 2009, p. 27).
149
Pichirilo. El vehículo pequeño y usado. Para irme al trabajo necesito un pichirilo.
Pichonear. Aprovecharse de lo que otro tiene; usufructuar. Bien cerciorado de la caída del
gobierno anterior, del que había pichoneado ciertas granjerías (Astudillo Ortega, 1951, p. 27).
Pico. La boca. Con el pico cerrado yo estuviera con semejante rabo (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
110). Se rompió el mango del pico y ya no puedo trabajar.
Pico de oro. El gran orador, o simplemente el gran hablador. Los picos de Oro alimentaban al
pueblo de azucarada elocuencia (Aguilar Vázquez, 1997, p. 93). Para el panegírico del caso, fue
necesario escoger a un auténtico Pico de Oro de los muchos que en illo tempore maullaban por
aquí (Cevallos García, 1957, p. 21).
Piedra de sacar candela. Especie de piedra blanca, muy dura. Cuando se golpean dos de ellas,
con la suficiente fuerza, saltan chispas. Otras, las más crecidas, recogen pequeñas piedras
blancas ‘de sacar candela’, en las faldas (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 176).
Pilchi. Esta palabra tiene tres significados. 1) Cabeza. Así se han desperdiciado buenos pilchis.
(Astudillo Ortega, 1973, p. 56). 2) Algo de poco valor y por lo que se siente desprecio. Toma,
aquí está tu pilchi mochila. 3). Especie de recipiente hecho con la mitad de una calabaza. Se lo
usaba para servir chicha. Y en un pilchi cuajado de labores por fuera y con filete de plata por los
bordes, repartía a las dos mujeres (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 164).
Pinganilla. Elegantón y pobre, el que presume de lo que no posee, en términos de riqueza. Qué
pinganilla viene la Lucha (Astudillo Ortega, 1973, p. 35).
Pingo. Palo largo que suele ser usado para construir andamios. Suele ser de eucalipto. Los
albañiles ya trajeron los pingos.
Pioquinto. Especie de dulce de la repostería cuencana. Se lo elabora con yemas, azúcar y vino.
Metiéndose en la cocina ella en persona, para hacer los pioquintos y las aguas aceradas (Dávila
Vázquez, 1979, p. 73).
150
Pirulo. El poroto, cuando este es instrumento de juego. En el recreo vamos a jugar a los
pirulos.
Pisa. Castigo muy fuerte. Las palizas, los tormentos y otras pisas infligidas a su primera mujer,
a la pobre Cutula (Astudillo Ortega, 1973, p. 71).
Pisar el poncho. Esta frase significa tener dominado y sujeto a alguien. Entre los mozos
ninguno le pisa el poncho (Andrade IV, 1953, p. 129).
Pishhh. Interjección que se usa para significar reprobación, fastidio, disgusto ante algo. —Se
acabaron las inscripciones. / —Pishhhh.
Pishi. Corta cantidad de algo; pequeño. Por no pagar real entero/ al dichoso posporero/ por
una pishi cajita (Andrade, 1947b, p. 140).
Pitag. Onomatopeya del bofetón o chirlazo. Funciona también como sustantivo. Si sigues
molestando te voy a dar un pitag.
Piti. Poco, en quichua. La Quezada tenía a su lado a María Mora, la Pitilinda, amiga de toda su
confianza (Coronel, 1906, p. 110).
Pitimucha. Mujer de la tradición cuencana. Fueron reconocidas —puesto que no era solo
una — por su buen servicio culinario. Los de la jorga quedaron en espera de Lauro, para igual
despedida, con un cuynic, donde las Pitimuchas (Astudillo Ortega, 1973, p. 162).
Pitiringo. Pequeñito. Mas, le voy a la mano a la pitiringa (Andrade II, 1948, p. 157).
Plantilla. El individuo presumido e incumplido; informal. Con tal de amanecerse jugando con
los plantillas de los guaneños en la posada de las Pangolas (Astudillo Ortega, 1973, p. 168).
Plastasiqui. Término que se podría traducir como sentadote. Es una derivación del español
(aplastar) y quichua siqui (trasero). No istín plastasiquis ordena la Paula (Andrade IV, 1953, p.
127).
Plata de bolsillo. El dinero que se usa para gastos pequeños. Vendí la vaca y todo se hizo plata
de bolsillo.
151
Platudo. El rico, el adinerado. Hasta las autoridades se olvidarían de que usted es un ladrón, un
reo, viéndolo elegante, platudo, generoso (Cárdenas, s/fecha, p. 95).
Pleitista. El individuo que anda buscando problemas y líos. Mujeres malas, esas que van a la
sanidad y otras, ladronas, rateras, pleitistas (Corylé, 1952, p. 85).
Plinto. En la construcción, base o soporte de algo. Tal vez una mala cuca, en la cual hallaron
plinto los siete capitales (Andrade II, 1948, p. 39).
Pobre diablo. El individuo insignificante y de ningún poder ni prestigio. Que era solo un pobre
diablo, dictaminaría terminante (Cárdenas, s/fecha, p. 98).
Polainas. Las botas de caña alta. Preparar las alforjas, las polainas, las espuelas, el pantalón de
montar (Astudillo Ortega, 1973, p. 42).
Polecía. Forma popular de pronunciar la palabra policía. Si van a la polecía/ solo los cholos
rateros, / es porque no avanzaría/ la casa a los caballeros (Andrade, 1947b, p. 77).
Pollera. Pieza fundamental del vestuario de la chola cuencana. Se trata de una especie de falda
ancha elaborada con bayeta u otros materiales, y generalmente bordada. Una pollera cubre a la
tejedora desde los hombros, a manera de capa (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 95).
Poncho de aguas. Especie de poncho recubierto de una capa de hule, para que sea
impermeable. Se lo utilizaba precisamente para contrarrestar la lluvia. Los contrabandistas con
sus típicos ponchos de agua que ocultaban la carga de sus alazanes. (Astudillo, 2022, p. 59)
Ponderar. Encarecer, exagerar, tanto en lo positivo como en lo negativo. Vean, —les dije —,
reuniéndoles a los indios —. Por idor a la costa está sin pata. Les ponderé los males, y ellos…
¡riéndose! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 164).
Ponerle el ojo. Significa tomar a alguien como objeto de vigilancia, odio o malevolencia. Sabía
que la muerte me puso el ojo/ desde la primera vez/ que pronuncié la palabra ausencia (Jara
Idrovo, 1980, p. 3).
Ponerse en papas. Asociarse varias personas (dos, tres, cuatro o algo más) para juntas comprar
algún producto-en este caso, papas-. Así, se pueden poner en papas cuatro personas para
comprar un quintal, y luego se lo reparten. —¡Pronto! ¡‘Póngase en papas’! — le dicen las que le
rodean —. ¡Dichosa! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 106).
Ponerse las botas. Aprovecharse, obtener grandes beneficios. ¡Vamos a ponernos las botas! A
sacarnos el clavo del mal año (Mata, 1963, p. 131).
Porai. Frase popular para indicar una vaga circunstancia de lugar. Se trata de una aglutinación
de la frase por ahí. Porai me he de ir si no me comprendes.
152
Por aquí es más recto. Frase con la que se indica que algo se hace de mejor manera y con
mayor rapidez si es que se la ejecuta como lo hacemos nosotros. Sonó la sirena y por aquí es
más recto, nos fuimos.
Por Dios santito. Fórmula de juramento popular. En una de estas pongo a los chicos en un
orfanato y me largo, por Dios santito que me largo (Dávila Vázquez, 1977, p. 86).
Por el óscar. Frase de tipo eufemístico por no usar hostia (reemplazada por óscar). Por el óscar
que me fue bien.
Por esta. Frase de amenaza. La palabra esta hace referencia no lingüística a la cruz que se hace
con los dedos. Por esta que te pego, majadero.
Por fis. Por favor. En la palabra fis se encuentra presente el influjo del término inglés please
(pronunciado como plis), que significa precisamente por favor. Por fis, ¿me puede decir la hora?
Por inocente. Frase con que se desengaña al que ha caído en una inocentada.
Por la piola. Frase eufemística por no usar una palabrota. Por la piola, otra vez me multan.
Por las puras. Significa que algo se hace o se dice sin ninguna razón. Esta misma frase puede
alargarse con aditamentos como alverjas (por las puras alverjas) o y santas (por las puras y
santas alverjas). Por las puras alverjas te disgustas.
Por más señas. Frase con que se trata de convencer de la autenticidad de algún relato. Por
más señas, el caballo del abuelito, arrancando el camal, huyó despavorido (Andrade IV, 1953, p.
92).
Por relancina. Por pura casualidad. Por relancina me fui al parque y la encontré.
Por si las moscas. Significa que algo se hace o se dice en precaución de algo que podría
sobrevenir. Por si las moscas mejor apago el radio.
Porotal. Sembrío de porotos. Pasado mañana tu longo cosechará los porotales del cielo (Mata,
1932, p. 82).
153
Posesión. Propiedad agraria. Se apersonó a cuidar la posesión, alentado con la esperanza de que
regresarían breve (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 256).
Posibles. Ser de suficientes posibilidades económicas. Con la venta de cucharas ‘y con tanto
trabajo’ se había hecho de posibles (Astudillo Ortega, 1973, p. 74).
Postura. V. Parada. Ya ves lo que te ha dado la postura nueva a que salgas de los cuarenta
(Astudillo Ortega, 1973, p. 138).
Potrero. El campo de pastoreo para los animales domésticos; llano. Deben oler a durazno, a
hierba de potrero, a dulce de membrillo (Cárdenas, s/fecha, p. 21).
Pozuelo. Recipiente redondo, más hondo que ancho, cuenco. Puede ser de variados
materiales. Destapa una olla y el aroma del maíz cocinado inunda el ambiente. En un pozuelo de
barro lleva el maíz al esposo (Astudillo, 2022, p. 67).
Preciputarse. Verbo que designa una acción irreflexiva y que puede traer malas
consecuencias. Se lo usa, generalmente, en forma de exhortación negativa: No te preciputes. La
intención humorística es evidente.
Prestar la vida. Poder vivir, se entiende con la voluntad divina. Si Dios, nuestro Señor, sigue
prestándome la vida (Andrade II, 1948, p. 189).
Provincia. Designación de los lugares que no forman parte de la capital de una provincia.
Tener que avanzar a Loja o más allá, a la provincia (Astudillo Ortega, 1951, p. 103). A cosa de
un mes después del matrimonio tuvo que realizar un viaje a ‘la provincia’, para traer anís;
artículo de gran consumo para los mallorcas de las distintas fábricas de la ciudad, y que era
abundantísimo en Alausí y demás pueblos del cantón, cuyo conjunto denominaban ‘la provincia’
(Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 253).
Pucañahui. Especie de pequeña arepa de color rosado. Es dulce que se suele vender en la
fiesta de Corpus. El nombre es quichua y compuesto de puca = colorado; y ñahui = cara.
Pucha. Eufemismo por la interjección ¡puta! ¿Qué es el amor?¡Pucha! Aquí / te quise ver,
escopeta (Andrade, 1947b, p. 44).
Puchaperro. Especie de colada hecha con capulíes, y pedazos de peras y duraznos. Es comida
propia de carnaval. Ahuyentaba las mariposas con su olor a puchaperro (Mata, 1932, p. 79).
154
Púchica. Variante de pucha. Vid.
Pucho. La colilla del cigarrillo. De humo de tabaco, de draques escupidos, de puchos pisados
(Astudillo Ortega, 1973, p. 76).
Puchuela. Una pequeña cantidad de algo. Al parecer es una derivación de puchu, el sobrante
de algo. Una bicoca… una puchuela… un té en mi comedorcito de confianza (Corylé, 1952, p. 136).
Pucón. Las hojas –ya secas- que cubren la mazorca del maíz. El maizal, brotando el concho, o
como dicen los indios, el pucón, fue su principal forraje (Andrade II, 1948, p.148).
Puerticalle. La puerta de la calle. En las antiguas casas cuencanas había una puerta, la de la
calle —la puerticalle— y al final del zaguán la puerta de acceso al interior de la vivienda. Como
ocurría cuando la tuna era con llave a la puerticalle (Astudillo Ortega, 1973, p. 102).
Puf. Interjección que sirve para expresar asco. Sin lavarlo, sin pelarlo; con pelos y todo. ¡Qué
porquería! ¡Qué asco! ¡Puff! (Cevallos García, 1964, p. 11).
Pujo. Cierta especie de enfermedad que aqueja a los niños pequeños. Se manifiesta con llanto
continuo e insomnio. Ayer han venido a visitar la mujer del Machete y la hermana menor. Y ella
le ha estado amarcando. Estas chicas juatas son unas imprudentes: estando enfermas del mes
amarcan a las pobres criaturas y les hacen pujar. Aura… llamen a una huambrita de 9 años para
curar el pujo (Astudillo Ortega, 1973, p. 170).
Pullma. Comerciante que viene del norte del país, usualmente de la provincia del Chimborazo.
Hay docenas de toldas blancas que recuerdan los mercados árabes, y, bajo su sombra, indias de la
lejana provincia del Chimborazo— ‘pullmas’— que recorren el callejón andino (Cuesta y Cuesta,
1983, p. 105).
Punta. Pequeña cantidad de algo, de licor, de ganado. Dieron noticia de una punta de ganado
de hacienda que se ha reunido con los bravos de Malal (Andrade I, 1947a, p. 123).
Punta de un cuerno. Frase — cuando se la usa con el verbo mandar— con la que se trata de
despedir al importuno y fastidioso. Designa un lugar imaginario y muy lejano. Yo soy capaz de
sacar un dicho de la mismísima punta de un cuerno (Andrade II, 1948, p. 165).
155
Puntas. Licor fuerte, es el que se obtiene al inicio y fin de un proceso de destilación. Vaciaron
la última dosis del gloriado, con buena punta (Astudillo Ortega, 2002, p. 60).
Puñete. El golpe dado con el puño. El renombre de Mateus era tan mágico, como el de los craks
del deporte y otros campeones del puñete y de la patada (Astudillo Ortega, 1973, p. 146).
Pupero. Franja de tela que se usa para apretar el ombligo –pupu, en quichua- de las criaturas
recién nacidas. Algo que está a la altura del pupo. Blusa pupera. Negros el calzón y el poncho
pupero, contrastando con la blancura de la cotona (Corylé, 1952, p. 31).
Pupo. El ombligo. —Paraqués, como decía ella— no dejaba de bendecirles con el pan, que cada
hijo nos trae pegado en el pupo (Astudillo Ortega, 2002, p. 35).
Pupo llucho. Con el ombligo descubierto, al aire. Tápate, que estás pupo llucho.
Purcha. Cualquier aglomeración de hilos u otras cosas menudas. Sus cejas afelpadas y más
purchas y velones de sus barbas (Astudillo Ortega, 2002, p. 142).
Puro. El aguardiente que todavía no ha sido mezclado con agua. De su bolsillo no faltaban el
naipe, la botella de puro, el revólver (Astudillo Ortega, 1973, p. 125). —Si no ha sido lora… ¡Puro
plumas! (Cuesta y Cuesta, 1991, p. 23).
Pusha. Basura. Y con la lengua diz que/ de la hondra ajena hace pusha (Andrade, 1947b, p. 75).
156
Q
¡Qué chucha! Frase con que se expresa una situación cuyas consecuencias negativas no nos
importan. Me lanzo al agua, ¡qué chucha!
¡Qué churos! Expresión eufemística. Por ¡Qué chucha! Me voy a ranclar, qué churos.
Que dizqué. Frase con que se expresa la duda sobre un hecho. Que dizqué hubiera sido de ella
si acaso la hubiese concedido más (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 171).
¡Qué gara! La palabra gara originada en garañón— servía para designar al cuy macho, al cuy
valiente, al camorrista, y al pegador de los demás. Esta palabra dejó los cuyeros y se trasladó
a la lengua de la ciudad y de los jóvenes para designar a aquello que es bonito, muy bueno,
excelente, de mejor calidad en cualquier situación. De modo que en Cuenca a una buena
película se le puede decir ¡Qué película tan gara! o quizá, garísima.
¡Qué masho! Expresión que sirve para expresar la vergüenza que se ha sentido.
Me cogieron al descuido. ¡Qué masho!
Quemar. En los sitios donde se dice que hay enterrado un tesoro se dice que aparecen llamas.
A esta circunstancia se designa con el verbo mencionado. Había comprado una casa a ciencia
cierta de que en ella encontraría el tesoro enterrado, pues se habían oído ruidos, se había visto
quemar, es decir se había visto llamaradas nocturnas (Muñoz Cueva, 2000, p. 64).
Quemarse. Pisar excremento. No era nada raro que una persona se ‘queme’, según se decía
cuando por descuido y por falta de vista se pisaba en tal candela (Valdivieso, 2008, p. 125).
Quesillo. Queso fresco y sin sal. Es ingrediente que se usa en la cocina tradicional. Puede
ponérselo en las sopas. Aquí barriga llena, tontito; quesillos, ¡harto mote! (Cuesta y Cuesta, 1983,
p. 31).
Quesitos. Pequeños dulces –en forma de quesitos diminutos, precisamente- que se venden
usualmente en la fiesta del setenario. Señora, deme dos quesitos.
Queso de hoja. Especie de queso que se lo expende envuelto en hojas frescas de maíz. A este
queso se lo llama también queso amasado. Soñando estará: con lo caros questán los puercos y el
maicito, y las papas, y el queso de hoja (Corylé, 1952, p. 90).
159
¿Quién te cogiste? Frase humorística y de acusación al mismo tiempo, dirigida contra una
persona cuando se ha perdido algo. A ver, quién te cogiste mi lápiz.
Quierde. Esta es otra frase típica de la lengua azuaya y cuencana, que ya fue muy bien
estudiada por el gran Honorato Vázquez (1992, p. 175). Para alguien que no conozca nuestras
costumbres lingüísticas le parecerá una forma estrafalaria; pero el sentido es muy claro,
aunque la forma haya evolucionado casi caprichosamente. Su origen viene de la pregunta:
¿Qué es de…? ¡Quierde la cuchara!, ¿Y qué es de la cuchara, dónde está? Que iban a traer
máquinas, a sacar maravillas, a comprar casas, hacer unos chalets… ¿Y quierde? (Astudillo
Ortega, 1973, p.190).
Quinde. El colibrí. Por las abras del tumbado cruzaban raudos, quindes multicolores a chupar en
las campanas (Cuesta y Cuesta, 1985, p. 129).
Quinde- mosca. La variedad más pequeña de colibrí. Si quieren por más tiempo, consíganme un
quinde —mosca, pero que casi no se le vea de tan pequeño (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 199).
Quingos. Apariencia o movimiento, en zigzag, de algo. Sin otra señal de vida que algún
ladrido ominoso a los furtivos quingos de una luz ambulante en el horizonte unidimensional
(Montesinos, 1981, p. 24)
Quiño. Puñetazo. También designa el acto de dar golpes a un trompo, cuando se ha perdido
una competencia infantil. Los golpes se dan con el clavo del otro trompo. De broma a broma se
fueron de quiños.
Quipi. Envoltorio que se carga. Cargado de inmenso envoltorio, allí está guashitando (cargando)
semejante quipi (Andrade IV, 1953, p. 181).
¡Quisha! Interjección usada para ahuyentar a algunos animales domésticos, sobre todo
gallinas. Puede aparecer también como quizha. Voz con la que nuestros labriegos, y el vulgo en
general, ahuyenta a gallinas, pavos u otras aves de corral (A. Cordero palacios, 1985, p. 237).
Quitagustos. Aguafiestas. Ni para qué avisar al Aurelio, lo mismo que nada, porque es un
quitagustos (Astudillo Ortega, 1951, p. 81).
160
R
Rabadilla. La parte final de la columna vertebral. Mi mamita amaneció con dolor de la rabadilla.
Rabo de candela. Frase que se aplica a la mujer sexualmente muy provocadora. Apura, rabo de
candela (Mata, 1940, p. 36).
Bellezas de raspadura…
Rancla. El acto de ausentarse voluntariamente de clase. Ese día fue la primera vez que me
ranclé.
Ranclarse. Faltar a clase. El colegio castigará a los que se ranclen. Me ranclaré e iré donde la
Rosario antes, para volver exhausto y seguir respetando a la tía (Moscoso Vega, 1988, p. 30).
Rango. Un rango era la formación más o menos ordenada que seguían los alumnos al
abandonar la escuela. Salían formados por rangos que seguían diferentes direcciones. De estas
filas se desprendían los estudiantes que ya habían llegado a su domicilio. Los ‘rangos’ se alejan
de la gran puerta de la escuela, largos y rectilíneos. Un hermano se para en cada esquina del
edificio y los vigila y ordena. El rango del Chorro, toma la derecha y sigue hacia el barrio lejano,
más corto en cada cuadra, hasta que, ‘frente a la Botica’, se rompe en grupos aislados. (Cuesta y
Cuesta, 1983, p. 262)
Rapadura. La panela. El vino es agua de rapadura y los sucres no son sino tiestos de latón
(Astudillo Ortega, 1973, p. 16).
Raposo. Especie de lobo andino. El abuelito dice que ha visto rondando nuestra majada, un
enorme raposo (Andrade IV, 1953, p. 105).
Rascarse la barriga. Frase que significa estar ocioso. —Cansado de rascarse la barriga se va al
oriente a lavar oro, y ahora… ¡Caballero! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 98).
163
Rasgado. Forma de pronunciación de los costeños o de los que los imitan. La ilusionante
vida del Guayas, del bello puerto, del que tantas otras regresaban bien futres y ‘bien rasgadas’
(Astudillo Ortega, 1951, p. 126). Este rasgo de la fonética ecuatoriana, al parecer era muy
apetecido por ciertas capas de pobladores: Su gran ambición es largarse a la costa, para
retornar algún día a la choza, con zapatos amarillos y vestido de casinete, haciéndose envidiar
del peonaje y ejercitando el yeísmo, que es música entre los indios… (Andrade I, 1947a, p. 29).
Raspadura. Otra forma de escribir rapadura. La Juana dando un bocado a la raspadura y otro a
la fruta, va tirando cuescos y cáscaras (Andrade IV, 1953, p. 147).
Raspagañote. Variedad de pan. Decimos así al pan elaborado de casi solo salvado o afrecho,
porque parece que va a raspar la garganta con su asperosidad. A aquel pan debemos decir
acemita; pero no tampoco solo cemita, que es palabra que empleamos, así como también mestizo.
(Muñoz Cueva, 1959, p. 123)
Ratalango. Forma despectiva de llamar a cualquier individuo. Ciertamente era uno de esos
ratalangos (Astudillo Ortega, 1973, p. 73).
Real. Antigua moneda ecuatoriana que equivalía a diez centavos. Una [carta ] medio fría, que
no conmovía del todo a la víctima, valía un real; un poquito más caliente, real y medio; y una que
calcinara las almas y los cuerpos, dos reales (Corylé, 1952, p. 37).
Real gana. Expresión que describe el libre y total albedrío de una persona para decir o hacer
algo. Hizo el propósito de guardar celosa y secretamente esas monedas hasta el día en que
pudiera gastarlas en lo que le diera la real gana (Montesinos, 1981, p. 23).
Rebozo. Cierta prenda del vestido de la mujer indígena. Te llevó a misa con paño nuevito, con
ese rebozo de Castilla (Astudillo Ortega, 1973, p. 139).
Reclinatorio. Especie de mueble pequeño que servía para que las personas, sobre todo
las beatas, pudieran arrodillarse en misa. Damas principalísimas, a cada una de las cuales
acompañaba un coro de 20 doncellas, de 7 a 70 años, portando cada virgen un enorme farol,
amén de la alfombra para el perro y silla y reclinatorio para la Niña grande. (Cevallos García,
1957, p. 22)
Recoger. Morir, en términos muy piadosos. Es un hecho visto en forma pasiva. Que le pida a la
Virgen que le recoja en su seno (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 301).
Recoger los pasos. Ciertos ruidos que —asegura la gente — ocurren cuando una persona
acaba de morir. ¿Quién podía recoger los pasos? (Astudillo Ortega, 2002, p. 122).
Recorderis. Un aviso, una alerta para no olvidar algo. Mañana me haces un recorderis a eso de
las 10. Unos ostentaban jaculatorias, latinajos, recorderis (Astudillo Ortega, 1973, p. 186).
Reilón. El que tiene tendencia a reír, el que ríe frecuentemente. Otra vez estás aquí, reilón.
Rejo. El conjunto de vacas que está produciendo leche, en oposición a las que no la producen,
por cualquier razón. Los rejos pacían libremente en los potreros y la llegada de las curiquingas
indicaba que era avanzado el día (Moscoso Vega, 1946, p. 106).
164
Relámpago. Especie de panecillo de la repostería cuencana. Es una suerte de
cono cuyo interior se rellena con dulce. Cómprenme los relámpagos.
Renacientes. Los miembros de las nuevas generaciones. Los jóvenes. En cambio sus hijas,
Clotilde y Rosamelia, como las renacientes, andaban en cuerpito (Astudillo Ortega, 1951, p. 73).
Requemarse. Sufrir una muy fuerte intoxicación alcohólica, con delirios, accesos de iras y
otros trastornos. Cfr. Privarse. Ya no le den más trago que puede requemarse.
Resabiado. El individuo contumaz y muy experimentado para hacer algo malo. Estos ladrones
resabiados no respetan nada.
Retaco. El individuo pequeño y gordo. Flores, composturas, alfombras, que dizque al viejo retaco
le dan plata (Astudillo Ortega, 2002, p. 54).
Reto. Cierta clase de composición poética de carácter crítico y humorístico que se recita en
algunas festividades populares. En la fiesta de San juan hubo un buen reto.
Revendón – revendona. La persona que revende en los mercados. De simple pulpera, chichera
y revendona, con la ayuda de Dios y de su trabajo iba subiendo como espuma el negocio
(Astudillo Ortega, 1951, p. 76).
Revirarse. Darse la vuelta, volverse. Me reviré y le mentí que haría lo posible por escribir sobre
ella, que su nombre me gustaba mucho, cosa que era verdadera. (Vásconez, 2022, p. 146)
Revolverse. Darse la vuelta, volver el rostro. -¡Revuélvanse!- les dice a los hermanos-. Ya
revuélvanse, duerman (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 147).
Ricacho. El rico, visto de forma despectiva. Grandes salas y oratorios estilo ricachos de Cuenca
y posiblemente de ellos aprendido (Astudillo Ortega, 1951, p. 37).
Robapelo. La libélula. Puede aparecer también como ‘robapelos’. En ese charco hay un robapelo.
165
Rocoto. Especie de ají muy rojo y también muy picante. Además, sirve de fórmula de insulto a
los que tienen el rostro encarnado. Para cesteros no hay como estos rocotos de poncho y oshota.
(Andrade II, 1948, p. 166).
Rocotosinga. El individuo que tiene enrojecida la nariz. ¿No es esa rocotozinga/ que lleva el
gorro a la pepa / y anda hecha la sacha gringa? (Andrade, 1947b, p. 76).
Rodado. El que es muy experimentado. Para casarse hay que ser bien rodado. La comadre que es
rodada, se encargó de preparar el fiambre i te aseguro que nada nos falta (Aguilar Vázquez, 1997,
p. 267).
Rodar. Tener relaciones sexuales. Como siempre me encontré con Rosa. Estaba guapa, me
correspondió y rodamos juntos: lo quisimos ambos (Moscoso Vega, 1946, p. 121).
Rodear. Salir a caminar y vigilar las propiedades. La hubo dejado en la casa, cuando una
mañana que pasaba junto al lindero, rodeando sus sementeras (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 284).
Rodilla de Cristo. Especie de pan cuencano. Recibe también la designación de tuguiana. Vid.
Lo de rodilla de Cristo es una metáfora entre la cubierta de este pan, que tiene coloración
rojiza (por el achiote) y con la apariencia de una herida, por el queso; con la rodilla lacerada de
Cristo en la cruz. En este barrio hacen ricas rodillas de Cristo.
Rogadora. Mujer que se ofrece a los hombres, que les ruega. ¡Ya quisieras lo que llevo bajo las
sayas, para lucir de cara en un día de Corpus! ¡Rogadora! ¡Rogadora! (Íñiguez Vintimilla, 1942, p.
236).
Rojo como un tomate. Frase que describe a la persona que se ruboriza exageradamente. No
hay ninguna razón para que ella se ponga roja como un tomate (Montesinos, 1981, p. 70).
Romper la crisma. Romper la cabeza. No sé por qué no lo hice lo que debí hacer muchos años
atrás, romperle la crisma, para que viera (Dávila Vázquez, 1979, p. 80).
Rompope. Especie de bebida hecha con huevos y aguardiente. La jalea, la gelatina, el rompope
(Dávila Vázquez, 1977, p. 22).
Rondador. Serie de hijos con poca diferencia de tamaño entre ellos. Mil seiscientas viudas o
madres sin pan, rodeadas cada una, de un rondador de niños haraposos y hambrientos (Íñiguez
Vintimilla, 1942, p. 123).
Rondín. Especie de armónica de pequeño tamaño. Y el heteróclito y lene / rondín, que él sabe
tocar (Andrade, 1947b, p. 24).
Roña. La trampa, sobre todo en los juegos con canicas o bolas. Los niños dicen Roña cae en
cambroña. A parecer la frase inicialmente era algo más larga. Esto y no otra cosa da a entender
su dicho: el que hace roña cae en Cambroña (A. Cordero Palacios, 1985: 57). Entre ellos estaban
muchos que habían sido víctimas de las roñas del Rocho, y le vieron con antipatía desde el primer
momento (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 194).
166
Roñoso. El que es tramposo en los juegos; sobre todo en los infantiles. Ya deja de quejarte, sois
un roñoso.
Rosas de Castilla. Variedad de rosas silvestres. Con ellas se elabora una especie de colirio
popular. Lávese con agüita de rosas de Castilla, eso alivia (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 91).
Rosca. Forma grosera y descomedida de referirse a los indígenas. Ya ven UU. Lo que son estos
roscas cuando se civilizan (Astudillo Ortega, 1973, p. 89).
Rosca de yema. Especie de dulces de la repostería cuencana. Iban a traer dulces y golosinas…
donde las Caravacas; roscas de yema (Astudillo Ortega, 1973, p. 58).
Rosero. Especie de bebida típica de Gualaceo. Más que nada lo dirá el rosero de piña y el
pomposo copete (Andrade II, 1948, p. 171).
Ruco. V. Veterano.
Runa. La palabra quichua runa, que significa nada más que hombre, persona, o indio, es usada
en Cuenca con doble significación:
1) Como fórmula de insulto para señalar que algo no es de raza conocida, hablando de
ciertos animales, que es mezclado. El perro runa es muy bueno para cuidar la casa.
El perro era un perro ordinario ‘runa’, negro y feo (Burbano Cuesta, 1982, p. 39).
Runfla. Conjunto o serie de varias cosas. Sus labios están ávidos de fecundar una runfla de
besos (Mata, 1932, p. 54).
Runicio. “Se dice de quien tiene alguna ligera mezcla de sangre india” (Cordero palacios, 1985,
p. 244).
Rupango. Forma grosera y descomedida de referirse a los indígenas. En el mercado ahora hay
muchos rupangos.
167
S
Saber. Acostumbrar, soler. Como asimismo sabe salir a la calle (Astudillo Ortega, 1951, p. 86).
Saber como el agua. Situación de conocer y repetir algo con mucha fidelidad. V. Al agüita. Esta
lección sí que me sé como el agua.
Saber lo que es la vida. Tener los conocimientos propios que da la experiencia. Esta frase
suele tener sentido negativo, como de algo pesaroso. Pobre la Julita, ya sabe lo que es la vida.
Sabido. El experimentado, el ducho en algo. Los mitayos sabidos, dijéronle que le llevarían
(Astudillo Ortega, 1941, p. 113).
Sacar a plaza. Tener intenciones de vender algo. Fuiste nuestro único afán, / y mi Juan dejó la
casa / por no sacarte a la plaza (Andrade, 1947b, p. 131).
Sacar a tienda. El hecho de que un hombre se case con una mujer que servía en una casa. Al
hacerlo la sacaba a una tienda, para independizarla. Cfr. Salir a tienda. Que le había sacado a
tienda a la Rápida (Astudillo Ortega, 1973, p. 44).
Sacar chocolate. Esta frase se origina en el léxico escolar. En este contexto chocolate es
sangre. Generalmente se saca chocolate de la nariz. De pronto, el pelirrojo se detuvo, llevándose
las manos a las narices. Ya lloraba. — ¡Le sacó chocolate! — gritaron los espectadores, viendo
sangre (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 243).
Sacar cuyes. Provocar tronidos en los huesos, sobre todo de las manos, al apretarlas y
estrujarlas. A cada rato te sacas cuyes.
Sacarse el clavo. Desquitarse. ¡Vamos a ponernos las botas! A sacarnos el clavo del mal año
(Mata, 1963, p. 131).
Sacha. Palabra quichua que significa falso. Para eso también tiene una labia el sacha-guayaco,
que es de oírle (Astudillo Ortega, 1973, p. 155). La explotaba risueño, con el beatífico mohín del
desinteresado ‘sacha’ judío (Astudillo Ortega, 1951, p. 67).
Su tabaco de hojarasca de mora silvestre con ‘sacha’ anís (Astudillo Ortega, 1951, p. 56).
Salado, Baños. Esta es una frase que, si se desconoce el origen y la situación de la ciudad,
carece de sentido. Este modismo se origina en el hecho de que los buses que hacían — y
hacen— todavía el recorrido de Cuenca hasta la parroquia de Baños, pasaban también por
el lugar llamado El Salado. De modo que los controladores —conocidos popularmente como
chulíos- lo que hacían era vocear los destinos para convocar a más gente. Gritaban: ¡Salado,
Baños! Esta misma frase pasó, por la creatividad de la población, a significar una cosa
diferente: salado se usa también —ya no como nombre propio— para designar a la persona que
169
está salada, es decir con mala suerte. Por esa razón se oía ¡salado, Baños! en el contexto en el
que se quería significar que a tal persona le había acaecido alguna desgracia.
Salidor. El que sale. Epítetos literales como estos: Salidor de diputado, entrador en los laberintos
de la Hacienda Pública (Astudillo Ortega, 1973, p. 82.
Salir. Verbo que se usa en lugar de costar o vender. ¿A cuánto sale la camisa?
Salir a tienda. Dejar el servicio doméstico una mujer, independizarse por su propia cuenta.
Cfr. Sacar a tienda. Que, como la anterior, iban dejándola, para salirse a tienda con su dote
(Astudillo Ortega, 2002, p. 99).
Salir el corazón por la boca. Frase que expresa de forma muy gráfica una situación de gran
susto miedo. Desviando a las bestias por los rodaderos, con el corazón que les salía por la boca
(Astudillo Ortega, 1951, p. 79).
Salir el pupo. Frase que se dice en previsión de que no se debe hacer un esfuerzo exagerado
porque podría provocar una hernia (en la región del ombligo).
Salir mal parado. Resultar con daño de algún asunto. Propio es de la verdad el ser amarga; y
por eso salen mal parados los que a verdaderos se meten (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 156).
Saludes. Forma plural de salud. Era una manera de ofrecer o enviar deseos de salud. Muchas
saludes de l’interna (Astudillo Ortega, 1973, p. 32).
Sangre liviana. Esta frase designa las características de una persona que cae muy bien, que es
simpática. Este niño es de sangre liviana.
Sangre molida. El hematoma. Todo lo veo de color de sangre, sí, sangre renegrida, sangre
molida, como dice el vulgo (Coronel, 1906, p.73).
Sansaleando. Caminando con vacilaciones y con riesgo de caer. Los indios de la boda,
sansaleando por la bebida, retornan a sus bohíos (Andrade IV, 1953, p. 168).
Sanseacabó. Frase con la que se da por terminado un asunto. Aparece también en forma
separada. El Génesis se reduce a un instante, a ese en que se hizo la luz y san se acabó (Andrade
IV, 1953, p. 55).
170
Santa palabra. Expresión usada para ponderar lo oportuno, lo acertado y lo beneficioso
de lo que ha dicho alguien. Usted tiene una hacienda en Sanagüín, y allá iré a ganarme
honradamente mi pan, como hombre. ¡Santa palabra! ¡Lo que siempre he querido! (Mata, 1942, p.
31).
Santo –a. Con este adjetivo se refuerza la totalidad de una idea. Haces tu santa gana,
poniéndome hasta a mí en conflictos, y después lloras (Íñiguez Vintimilla, 1942: 212). Sudorosa,
jadeante el santo día de Dios haciendo colas (Astudillo Ortega, 1951, p. 52).
Santo Dios, santo fuerte, santo inmortal. Frase que se dice en casos de gran susto. No apartes
a tu peón con tu rabia. — ¡Santo Dios, santo fuerte y santo inmortal! (Moscoso Vega, 1988, p.
372).
Sapo. El astuto, el sagaz. Se portó, como dicen ustedes, sapísima, nos presentó una cuenta de
gastos de mama Canda (Dávila Vázquez, 1979, p. 75).
Saramontón. Agrupamiento de personas acostadas encima de una que quedaba como base.
Es palabra híbrida de quichua sara, el maíz; y del español montón. Montón de maíz. Polleras y
ponchos en saramontón, tendiéronse a pasar la noche en los corrales (Astudillo Ortega, 2002, p.
72).
Sarnoso. Especie de pan cuencano. Tengo tanta hambre que me comería dos sarnosos.
Se fregó la Francia. Frase que significa ‘se fregó, se arruinó’. Es notoria la presencia de la
paronomasia por la presencia de los sonidos de la f y r. En términos más vulgares equivale a
¡Se jodió! Se necesita consentimiento de los padres. -¡Se fregó la Francia! (Moscoso Vega, 1946,
p. 82).
Seca. Especie de tumor formado en los ganglios de la entrepierna. No camines así que te va a
salir una seca.
Seguilón. El que tiene la costumbre de seguir a otra persona. Es adjetivo que se aplica
generalmente a los niños pequeños. Ya está aquí este seguilón. No me deja en paz ni un minuto.
Segundear. Entrar a la segunda de las dos películas que antes proyectaban en las sesiones de
matiné (en la tarde). Cuando estábamos en el colegio íbamos a segundear en el teatro Cuenca.
Semejante. Fórmula de ponderación para cualquier cosa o persona, tanto en lo positivo como
en lo negativo. No. Bien quisiera… ¡Semejante niña! Pero no (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 91).
Semos. Forma popular por somos. Que aura se va a ver cuántos semos (Corylé, 1952, p. 91).
Sémper. La línea de partida para un juego de bolas o canicas. Nombre que nuestros muchachos
dan invariablemente a la raya que trazan en el suelo, cuando juegan a las bolas, y desde la cual
se han de lanzar, al principio de un partida, las que hacen de tiradoras (A. Cordero Palacios,
1985, p. 247).
171
Sencilla. La botella pequeña de licor. Con agua caliente; mejor, amito, una media sencilla (Mata,
1932, p. 23).
Seño. Apócope de señor o señora. Iba a cumplir exactamente, y cada vez con fidelidad exclusiva,
las recomendaciones de Seño Ashuquita (Astudillo Ortega, 1973, p. 36).
Y, para mayo, las cañas de maíz de los sembríos grandes están altas y esbeltas, y porque están así,
y les han brotado apretadas mazorcas, la gente las llama ‘señoritas’. Los choclos se les hinchan,
con plateados pezones, juveniles las hojas. (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 209)
Señoritingo. Forma despectiva de dirigirse a un joven. Señoritingo sensiblero, sepa que son mis
propios esos indios y que deben estarse contentos (Mata, 1963, p. 16). Cfr. Caballerete.
Ser de la gurupera floja. El hecho de que una mujer se preste para ser fácilmente conquistada
y seducida. La gurupera es una parte del arnés de las cabalgaduras; una pieza que va sobre las
ancas. Si está floja, se cae o resbala. Y como la diablo croque ha sido de la gurupera floja… U. se
la ha echado al hombro (Astudillo Ortega, 1973, p. 155). Ser demás. Significa que alguien posee
una cualidad en grado extremo, generalmente en sentido negativo. Este primo mío sí que es
demás.
Ser el todo. Situación de una persona que es muy importante y decisiva en algún asunto. Su
sobrino era el todo del banco (Astudillo Ortega, 1973, p. 46).
Ser fósforo. Significa que una persona tiene carácter explosivo, irritable por cualquier asunto
aun pequeño. Mi hermanita sí es que es fósforo.
Ser leído. Tener algún grado de instrucción formal. La frase suele alargarse, con intenciones
humorísticas, a ser leído y escribido. Soy leído, cholo, soy algo leído (Moscoso Vega, 1985, p. 50).
Mientras usted y su otra tía que no era ‘ni leída ni escribida’, como ella misma afirmaba (Dávila
Vázquez, 1977, p. 93).
Ser muy portado. Comportarse adecuada y generosamente. Don Nicolás es muy portado: ya se
ve, tiene plata (Coronel, 1906, p. 115).
Ser un Barrabás. Frase que designa a un niño muy travieso, alborotador, díscolo. Tu hermanito
sí que es un Barrabás.
172
Ser un Gestas. Frase que se aplica a una persona muy traviesa, mal inclinada. Como apodo
aplicamos a los sujetos feos, repulsivos, perversos, este nombre que tradicionalmente se da al
mal ladrón, compañero de Dimas el Santo. Ignoramos de dónde origine el señalamiento de este
nombre: Gestas (Vázquez I, 1991, p. 318).
Ser un quinde. El individuo aficionado a beber licor. Lo que no pudo averiguar era si fue por
beberse el aguardiente, para el cual era un quinde, o para enseñarle a uno de los guardas el
escondite (Íñiguez Vintimilla, 1988, p. 182).
Ser un tigre. Con esta frase se designa al individuo muy listo y avispado para hacer algo. En
eso soy un tigre. Eso, él mismo me lo dijo (Valdano, 1980, p. 60).
Ser vicio. Tener una costumbre muy arraigada. Vos que sois vicio del cine, avísame si alguna vez
dan una cinta con ella (Dávila Vázquez, 1985b, p. 59).
Sereno. La serenata. En el cuarto del Ciego se preparaban los moceriles serenos (Astudillo
Ortega, 1973, p. 75). Había posado allí; y don Raimundo, después de cerrar las puertas, para que
no penetre el sereno (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 155).
Sestear. Acechar a una persona. Como el cargo es peligroso/ y el presidente se pavonea/ y hay
alguien quien le cestee (sic)/ haber el como le espulsa (sic) (Pesántez, s/f, p. 15).
Setenario. Una de las más reconocidas fiestas de la ciudad de Cuenca. Aunque es,
propiamente, una celebración religiosa, actualmente se la vive como una gran festividad laica
donde se exhiben y venden dulces de muchas clases. Se escribe también como septenario. V.
Dulces de corpus.
Shila. Especie de cantarillo de barro. Sirve para vender chicha o transportar leche. La hembra
con sus pechos de shila para mojar heridas (Mata, 1932, p. 18).
173
Shuapelo. La libélula. V. Robapelo. Y con voz de lánguido castrón dijo a un shuapelo (que le daba
las vueltas), como cierto mandatario a su portero (Andrade, 1947b, p. 69).
Shucta. Los restos de la leche cuando se ordeña a las vacas. Juira de shucta (Andrade IV, 1953,
p. 144).
Shulalag. Especie vegetal que crece en las cercas vivas. Produce una pequeña baya alimenticia
que, cuando está madura, es negra. O en busca de niguas y de shulalags, y de otros chupetes de
los últimos términos (Astudillo Ortega, 2002, p. 21).
Shulla. El rocío que queda sobre las plantas. Y tuviste un buen susto, o que te ha cogido el
páramo, y pisaste en la shulla cualquier cosita (Astudillo Ortega, 1973, p. 132).
Shungar. Sentir pasión amorosa por alguien. Shungar es verbo híbrido, derivado del quichua
shungu, corazón. Le ves y te shunga, no.
Shunsho. Tonto. Es palabra española, de zonzo, modificada por la fonética cuencana. ¡Qué
shunshu, D. Aurelio también, ¿Quién había de entrarpes a esa casa de mala muerte? (Astudillo
Ortega, 1951, p. 67).
Shushuco. El diablo. Los indígenas creen que si el shushuco les empuja a cometer un desliz
(Valdivieso, 2008, p. 81).
Si te he visto no me acuerdo. Con esta frase expresamos cierta situación de olvido, verdadero
o no. No me vengas con que si te he visto no me acuerdo. Muy bien sabes quién soy.
Siete oficios, catorce necesidades. Frase que describe a la persona pobre y que hace varias
cosas para sobrevivir. Picaba de sastre, de albañil, de músico, de hojalatero… de pintor. —Siete
oficios y catorce necesidades —tirábale de las orejas la amita (Astudillo Ortega, 1941, p. 24).
Siglalón. Especie de fruta semejante al babaco, aunque de menor tamaño. Suele recibir
también la designación de chamburo. Se lo designa también como siglolón. Sobre este vegetal
Luis Cordero dice lo siguiente:
Simpático. Bonito, hermoso, hablando de personas. Has tenido una ñaña muy simpática.
Sin decir chus ni mus. Sin hablar, en completo silencio. Y sin decir chus ni mus, / tuve que
ajlojar el rial (Andrade, 1947b, p. 139).
Sin decir esta boca es mía. Frase que describe el hecho de mantenerse una persona en
absoluto silencio. Ella preparó el café y le sirvió sin decir esta boca es mía (Dávila Vázquez, 1977,
p. 88).
174
Sin más que la gana. Frase que significa que algo se ejecuta sin ninguna razón en particular.
Un jovenzuelo, apostado detrás de un pilar del portal de la Gobernación, sin más que la gana,
solo por su brutez ociática, os gritó (Mata, 1982, p. 18).
Sin más que más. Frase que significa que algo se hace sin motivo. Sin más que más, hubo cierta
sobra de razón para calificarla a la morada del Uzhno, como casa de masones (Astudillo Ortega,
2002, p. 15).
Sin perro que le ladre. Frase que se usa para señalar que una persona carece del apoyo de
otros, que está sola. Ya ve, peor yo, hace tiempos que no tengo ni un perro que me ladre (Dávila
Vázquez, 2022, p. 96).
Sin provecho. El ocioso, el inútil. No te irás a casar con ese longo sin provecho.
Sin qué ni para qué. Frase que tiene el mismo significado que sin más que más. Vid.
Sipi. Esta palabra es usada como una fórmula para alargar la afirmación. —¿Me trajiste el
libro? / Sipi.
Sirvienta de casa grande. La empleada doméstica que trabaja en casa de gente rica y que,
por ello, se presenta muy presumida. Lo usual es —¿era? — que se le designara como china
de casa grande. Pero las altas pirámides decrecen, vaciándose en las canastas de las sirvientas
de casas grandes (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 105). La majestad con que deambulan las cholas de
casa grande obedece a que cargan follones con un peso de aproximado de 80 kilos netos (Cevallos
García, 1957, p. 23).
So… Fórmula usada para dar énfasis a una recriminación o un insulto. So es una especie de
abreviatura de señor. Que me largue con ese caballo grandote y sucio, so ignorante (Cárdenas,
s/fecha, p. 119).
Soberado. Desván; especie de altillo. O quebrarán los carrizos con telarañas del soberado
(Cárdenas, s/fecha, p. 88).
Sobradez. Actitud que demuestra demasiada suficiencia, algo de soberbia, excesiva confianza
y hasta displicencia en una situación. Tenía un aire de sobradez que en principio le pareció otro
enigma que la vida misma le resolvería, si era capaz de mantenerse atento. (Vásconez, 2022, p.
155)
Sobrenombre. El apodo. De sobrenombre le decían Caca de cuy. Una secreta carta venida del
sur (…) denunciaba con pelos y señales (…) la tienda destinataria, con nombres, sobrenombres y
apellidos (Astudillo Ortega, 1951, p. 127).
Sol de aguas. Expresión que describe una situación, generalmente en la mañana, en la que se
siente un calor excesivo provocado por el sol. A este hecho se lo toma como augurio de que
habrá lluvia. Casi no se puede respirar con este sol de aguas.
175
Sol de los venados. Cierta coloración que adquiere el sol en las cumbres andinas, a la
hora del ocaso. Indica la hora de la tarde en que está cerca de ponerse el sol y es cuando más
frecuentemente se dejan ver los venados paciendo en nuestros pajonales (Cordero Palacios,
1985, p. 267). La areola y el pezón de tus senos, / recuerdan el fulgor desfalleciente/ del sol de los
venados/ en las cumbres de las colinas (Jara Idrovo, 2015, p. 109).
Solo una vez se le capa al macho. Frase con que se aclara que solamente se le puede engañar
una vez a una persona avisada.
Soltar globos. El acto de lanzar globos. A esta especie de artefacto de la pirotecnia tradicional
se lo llena con aire caliente y humo que proporciona una pequeña mecha de trapos. El humo
le hace elevar. Es uno de los acontecimientos de las celebraciones populares generalmente
religiosas. —¿Puedo irme a Santo Domingo? — preguntó cuando se levantaron de la mesa —.
Hoy sueltan globos (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 16).
Solterito. La situación de ser soltero, expresada con mucha satisfacción y gusto. Con todos los
sustos, con todas las inquietudes de la aventura prefería seguir suelto, libre, solterito (Astudillo
Ortega, 1973, p. 159). Agenciosa, huarmi, linda cholita es la Nati, solterita y todo (Burbano
Cuesta, 1982, p. 64).
Ssipi. El que tiene la piel cubierta de leves escoriaciones. Cfr. Paspa. Este longo es un ssipi.
Aparece también escrito como ‘sipi’. Vid. Sipi…, tarozo…, ladrón / Cerda-buchi (Andrade
Chiriboga, 2006, p. 319).
Sucho. El cojo. -Eso es lo que quema. — Sabe dejar suchas. (Astudillo Ortega, 2002, p. 127).
Sucho calzón. Frase que define la situación de quien usa pantalones con mangas de diferente
largo.
176
Sudoso. El que suda mucho, sudoroso. Oró en sus adentros: — por el sudoso, por el chumado,
por el tontote de mi Nacho (Astudillo Ortega, 1973, p. 188).
Sueltos. Las monedas de baja denominación o valor. Si quieren que sea rápido traeranme
sueltos.
Sueño cortado. Indisposición que afecta a los niños cuando no han podido dormir lo
suficiente. Las criaturas se ponen lloronas. Sabía si era cólico o ‘sueño cortado’ o dentición o
cualquiera de tantas molestias que sufren los pequeños (Moscoso Vega, 1946, p. 99).
Suerte o muerte. Frase con que manifestamos que estamos decididos a correr cualquier
suerte y a aceptarla. Está de arrimarles la propuesta, suerte o muerte, al fin, no es ojo que
revienta. (Astudillo Ortega, 1951, p. 1).
Sujsu. El mirlo, sujsu es palabra quichua. Aparece también como ‘suksu’. Suksus chocarreros
silban en las matas, bajo el eucaliptal lejano (Andrade y Cordero, 1982, p. 101).
Sulfurarse. Encolerizarse. Pero, mi amor, no te sulfures; anda donde don Goyo y averigua
primero de qué oveja se trata (Cevallos García, 1964, p. 52).
Sungar o zungar. Sorber, chupar. Destapó un barril de trago / a que todos zunguen la caña
líquida con calor de infierno (Mata, 1932, p. 51).
Súper naval. Una clase de tela de coloración azul oscura. Se la usaba para confeccionar
pantalones. Hay que comprar una vara de súper naval.
Suplefaltas. El individuo que es aprovechado para que supla a otro, más importante. Y la he
contestado que no estoy muriéndome de vieja para hacer de suplefalta (Íñiguez Vintimilla, 1942,
p. 247).
Suspiro. Especie de dulce hecho con clara de huevo y azúcar. Se lo hornea. Es el merengue de
otras culturas. Vengan a comprar el suspiro.
Nos explica el porqué los dulces se llaman ‘suspiros, ‘amor con hambre’ (Cevallos García, 1988, p.
182).
177
T
Taita Amito. Fórmula de respeto para referirse a Dios. Amarcadas de sus longos, mostrándoles
con el dedo a Taita Amito el Altar (Astudillo Ortega, 2002, p. 85).
Taita cura. Variación de Taita curita. Vid. Ya mismo, taita cura, ¿no ve? Ya está casi lavando…
La batea es de veras (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 175).
Taita curita. Designación popular del sacerdote. Volví a recordar las linduras del taita curita, al
que ni siquiera conocía (Valdano, 1980, p. 25).
Taita Dios. Fórmula de respeto para referirse a Dios. Yo sé que con Taita Dios hago mis mejores
negocios (Astudillo Ortega, 1973, p. 84).
Taita Diosito. Fórmula familiar y de respeto para referirse a Dios. Delante de él, sin tener miedo
a Taita Diosito ni a Mamita Virgen, juraron los indios (Corylé, 1952, p. 29).
Taitas. Los padres. Estudiaban para médicos y abogados, porque los taitas chacareros para eso
se sacrificaban (Astudillo Ortega, 1973, p. 43).
Taitito. Fórmula familiar de referirse al padre o también a un sacerdote. Taitito, por Dios, con
estos ojos que se han de hacer tierra (Astudillo Ortega, 2002, p. 118).
Taita Pendejadas. La persona que recoge y reúne objetos de diferente índole, y los guarda. En
Cuenca hubo un personaje llamado con esta designación. Se trataba de un comerciante que
almacenaba, compraba y vendía cualquier clase de artículos viejos, generalmente.
Tamé. Forma popular de también. Ni para qué tamé hey de salir: me da vergüenza de ser mujer
(Corylé, 1952, p. 94).
Tamo. Las cañas secas del trigo o la cebada. Vio a sus hijos ¡los cholos!, revolcaban en el tamo,
con el perro negro (Cuesta y Cuesta, 1985, p. 123).
Tanda. Parte, conjunto de algo. Estaban los señores curas asistiendo a la última tanda de
ejercicios de penitencia (Aguilar Vázquez, 1997, p. 343).
Tanto también. Frase con que se expresa incredulidad ante alguna situación. —Dizque van a
poner más impuestos. / —Tanto también.
Tapa. Alguien muy rudo y que no puede comprender ni estudiar. Ya te he explicado, no seas tan
tapa.
Tapado con tusa. Frase que se usa para designar el licor que se vende en botellas de cualquier
clase, por ser alcohol artesanal. En estos casos se suele tapar la botella con una tusa. Vamos a
comprar una botella del tapado con tusa.
179
Taralla. Caña seca de la planta del maíz. Sus claveles que, tras los tupidos setos de doradas
tarallas, agachan sus cabecitas escarlatas (Muñoz Cueva, 2000, p. 8).
Tarea de… Con esta frase designamos despectivamente a un grupo de personas. Ya están aquí,
tarea de vagos.
Tarja. Especie de madero en el que se hacen incisiones como señal de trabajo. Fue un sistema
usado en el agro azuayo hasta inicios del siglo XX. Abrió una gran navaja. Tomó al azar una
tarja del montón y observándola, gritó (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 69).
Tarosso. Pequeño, débil, enfermizo. Desde ayer le veo a ese tarosso en la esquina. Sipi…,
tarozo…, ladrón / Cerda-buchi. (Andrade Chiriboga, 2006, p. 319).
Tarro de unto. Designación que daban los cuencanos al sombrero llamado también “chistera”;
una prenda de copa alta y redonda. Se lo usó en las primeras décadas del siglo XX. Embozado
en su capa y encasquetado en el tarro de unto o chistera de pelo. (Astudillo, 1991, p. 36)
Tatay. Variación de atatay. Vid. —¡Tatay! —gritó otro, con los ojos abiertos sobre el desnudo
amigo— ¡Hasta eso ha sido zhuro! (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 141).
Tejedoras. Por antonomasia las tejedoras de sombreros de paja toquilla. Ya asoman las
primeras tejedoras, en grupo (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 85).
Teje y maneje. Las maniobras que se deben realizar para conseguir algo bueno o malo. ¡Como
si tuviera poco/ con este teje y maneje/ de astros, que me vuelven loco! (Andrade, 1947b, p.
44).
Telegrama. Un pedazo de papel que se coloca en el hilo de las cometas cuando estas se
encuentran en el aire. El impulso del viento hace que el papel ascienda por el hilo. Este es un
telegrama. Veamos quién manda mejores telegramas.
Tema. Idea fija, manía. Este sustantivo puede ser usado en género femenino. Es tan suave y tan
fragante, señor, que me explico en parte el tema de Mesías. (Moscoso Vega, 1950, p. 72)
Temblequear. Temblar, mostrarse tembleque. Aún le temblequean las mandíbulas, y sobre los
ojos hay dos nubes pesadas (Cárdenas, s/fecha, p. 174).
Temblón. Tembloroso. Describiendo a la mujer tendida en un lecho, sola, llorosa, con sus manos
‘temblonas’ (¡bella palabra, muy tuya!) (Dávila Vázquez, 1985a, p. 86).
Temoso. El temático. Viejo temoso, ya está con el tema, pero, como no vuelvas pronto (Astudillo
Ortega, 2002, p. 41).
180
Tender el ala. Enamorar a una muchacha, galantearla, tratar de conquistarla. Estuvo en la
minga. Hablamos. Se resintió porque yo le tendí el ala a Rosa (Moscoso Vega, 1946, p. 72).
Teneres. Los haberes, las propiedades y riqueza de una persona. Tienes ya doce años y no es
posible que tu tío Jacinto haga y deshaga de nuestros teneres (Moscoso Vega, 1946, p. 21).
Teología. El sebo y la suciedad que se reúnen en el interior del sombrero y sobre el cintillo del
mismo. Este sombrero está lleno de teología.
Tepe. Terrón que sirve para represar o modificar el curso del agua de un canal de riego. El
riego era la obsesión de Sebastián. Iba y venía desde la toma reponiendo tepes y recogiendo la
última gota que se desperdiciaba (Moscoso Vega, 1946, p. 220).
Tereques. Los bienes materiales de un hogar. Si no me pagan el arriendo boto los cuatro
tereques a la calle.
Terminado la escuela. Frase con que se adjetiva a alguien que tiene cierto grado de educación.
Mi papacito apenas era terminado la escuela.
Timbulo. Una variedad popular del quimbolito (vid). Se lo elabora con maíz maduro, molido. La
masa se la endulza con miel de panela y se la envuelve en hoja seca de maíz. Puede llevar algo
de queso como condumio.
Tingar. Dar impulso, generalmente a una canica o bola, para practicar determinados juegos
infantiles. Esta acción se la ejecuta con uno de los dedos de la mano. No sabes ni tingar una
bola. Lanzar con la uña del pulgar la bolita o canica (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 193).
Tinguetazo. Acción de tingar con fuerza. Bravo, dijo Camena, si el tinguetazo a Voltaire no
prueba y justifica mi devoción por el poeta (Andrade II, 1948, p. 95).
Tipidor. Instrumento de madera o de hueso, algo parecido a un punzón, que servía para
extraer la mazorca de maíz, del pucón. En fila, mezclada de hombres y mujeres, en matices de
colores, tomaban la caña agarrándola por el ápice del pucón desfoliado su fruto por el tipidor
sujeto a la muñeca con un torzal de cabuya (Mata, 1940, p. 26).
Tira. La bola con la que se tinga. Cuatro hermosas cristalinas saltaron a la rueda; pero la tira
quedó dentro, bailando perdida entre las de la mesa (Íñiguez Vintimilla, s/f, p. 194).
181
Tirar la casa por la ventana. Hacer una fiesta en la que se den excesos en los gastos. No había
fiesta que tal sea, sin víspera, día y corcova, ni nacimiento, sin tirar la casa por la ventana
(Andrade III, 1949, p. 16).
Tirar prosa. Mostrarse arrogante, presumido. —Dije — explicó la chola algo asustada -adrede,
para que otra vez no me tire prosa (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 356).
Tiricia. La ictericia. A que le curen la ‘melancolía’, que está haciéndose ‘tiricia’, con un medio de
bromuro (Astudillo Ortega, 1973, p. 132).
Tiriciado. La persona que sufre de ictericia. V. Tiricia. Este tiriciado me hace tener tantas iras.
Tis con tas. Especie de fórmula eufemística para designar el acto sexual. Y gulumbiando el
julano, / en busca del tis con tas, / se ande ojreciendo al cristiano, / y diciendo: Quién da más
(Andrade, 1947b, p. 75).
Tocho. Esta palabra es usada con dos significaciones diferentes. 1) persona de baja estatura. El
Tocho va a la Tesorería. Semejante ganso (Astudillo Ortega, 1973, p. 191). Vamos a tomarnos un
tocho.
Tocteleva. Individuo joven y que usaba una leva (saco) de color oscuro, como el del tocte. Por
ahí viene ese tocteleva.
Todo un siempre. Frase pleonástica por siempre. Todo un siempre te he reclamado; pero nada.
Toga. La ropa nueva y elegante. La visita de algún familiar vestido con sus mejores togas y sus
ofrendas en hermosos canastos cubiertos de manteles bordados a mano que llevaban las mujeres
(Astudillo, 2022, p. 59).
Togado. Bien vestido, elegante. Con cuello, puños, corbata, reloj, paraguas… bien togado
(Astudillo Ortega, 1973, p. 202).
Tomadorcito. Forma eufemística y de conmiseración que se usa para designar a una persona
víctima del alcoholismo. Andaba de un lado para el otro. Tomadorcito era.
Tomar unito. Invitación para beber una copa de licor, un trago. Una tarde al pasar por frente
de un grupo de chumados, uno de ellos le invitó cariñosamente a tomar ‘unito’ a lo que él protestó
como era natural (Sarmiento Abad, 1993, p. 65).
182
Tomate de árbol. V. Tomate de chupar.
Tomate de chupar. Fruto del arbusto Cyphomandra betacea. Es de chupar porque es un fruto
dulce, que puede ser consumido como cualquier otra fruta. Recibe también las designaciones
de tomate de árbol, (porque la planta que lo produce es un arbusto), tomate de rabo, por el
pedúnculo que se mantiene en el fruto; y además el nombre de tomate de jugo, porque con él
se elaboran refrescos o jugos. Para el ají nada mejor que ponerle tomate de chupar.
Tomate riñón. Fruto de la planta Licopersicum esculentum. Recibe esta designación popular
por un vago parecido entre el fruto y el órgano anatómico. Recibe también el nombre de
tomate de ensalada. Y en traje tan escotado, debió de colorear como un tomate riñón maduro
(Andrade, 1947b, p. 66).
Tono del Niño. La música navideña en Cuenca. Una o dos bandas de música acompañan la
procesión, entonando la típica música del tono del Niño (Muñoz Cueva, 1959, pp. 103-104).
Tontito. Forma eufemística para referirse a alguien con cierta discapacidad intelectual. En
cumplimiento de una promesa por un favor celestial recibido, como la sanación de la guagua con
diarrea, el pase de año del tontito de la casa (Astudillo, 2022, p. 44).
Tonto bellaco. Designación popular para el dedo medio. El tonto bellaco sirve solo para hacer la
mala seña.
Topar. En la expresión juvenil este verbo significa nos veremos más tarde. Bueno, topamos a
las seis.
Torinera. La botella en la que venía un vino importado de Torino (Turín- Italia). Páseme una
torinera del zhumir, pero de ese de contrabando (Astudillo Ortega, 1973, p. 73).
Torzal. Cuerda, hilo. Su amante, de torzales que tenía al bolsillo, improvisaba una percha para
colgar laropa que iba en las alforjas (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 320).
Tostado. El maíz tostado. El fiambre no consistía sino en carne seca, mote y tostado (Íñiguez
Vintimilla, 1942, p. 320).
Traga de balde. El ocioso y que solo aparece para comer. Tragadebaldes, doctorcito- replicaba
la Guada (Astudillo Ortega, 1951, p. 30).
Tragarse. Este verbo, dentro del campo deportivo, significa desperdiciar una oportunidad de
marcar un gol. El delantero se tragó dos goles.
Trago. Aunque la palabra trago es un derivado de tragar, trago significa una corta cantidad
de licor que se bebe. ¡Qué lindo tomar traguito con música…, conversar…, bailar…, beber!
(Astudillo Ortega, 1973, p. 165).
183
Tranca. Especie de estructura, generalmente de madera, para impedir el paso -o
el ingreso- a un determinado lugar. Dos guaguas, semidesnudas, con anaco,
hacen esfuerzos por pasar por sobre la tabla colocada a manera de tranca entre
las puertas. (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 84).
Tránsfuga. Situación comprometida. Algo raro, turbio. Esa ropa se pone solo para situaciones
tránsfugas.
Trasero de molino. Trasero que se mueve mucho, cuando camina la mujer. ¿No ven? De casa
grande, y con trasero de molino… ¡tiene mismo que ser togada pes! (Mata, 1940, p. 83).
Trastabillar. Vacilar, estar a punto de caer. Consiguió Matavaca ponerse al alcance del
acometido, que trastabillando procuraba entrar en la casa de Tomás Melgar. (Coronel, 1906, p.
123).
Tratar como a calzón de indio. Tratar muy mal de palabra y de obra a alguien. Para no quedar
como calzón de indio-cual oía decirlo a su Emperito. (Astudillo Ortega, 2002, p. 92).
Tratar de niña. Tratar con extrema cortesía a una mujer adulta. Alfaro le trataba solo de niña.
(Astudillo Ortega, 1973, p. 46).
Trincar. Sorprender a alguien haciendo algo malo. El Gobernador José. Ant. Vallejo, que era de
los de pelo en pecho, se propuso trincarlo. (Astudillo Ortega, 2002, p. 74). Les han trincado… y en
la cama. (Astudillo Ortega, 1951, p. 83).
Trompear. Darle a alguien de puñetazos. Ese día aguanté la primera trompeada de mi vida.
Trompiza. Castigo muy duro que se le propina a alguien. Pelea. En el letrinero público, campo
de las trompizas y refugio de la mandilandinga. (Andrade IV, 1953, p. 14).
Trompón. Golpe, puñetazo. Tanto trompón como trompear son derivados de trompa. Si me
sigues molestando te he de dar un buen trompón.
Trompudo. Molesto, disgustado. Veo que ya te has puesto trompudo sin motivo.
Tuc, tuc. Onomatopeya para llamar a la gallina o el gallo. De pronto Miguel se detiene. Llama al
gallo: —tuc, tuc... (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 86).
Tugadoras. Las tórtolas. La paz confidente de la tarde, con ecos de tugadoras (Astudillo Ortega,
2002, p. 30).
184
Tujo. El tufo. Bañando la novia Sali tujo qui utru ha dijadu (Andrade IV, 1953, p. 136).
Tula. Especie de palo que sirve para hacer agujeros en la tierra. Las siembras de buri se hacen
en desmontes nuevos, sobre la ceniza aún caliente, para que las hormigas no devoren la semilla;
con la punta de una estaca de un metro de largo, que llaman tula (Íñiguez Vintimilla, 1988, p. 57).
Tullpa. La piedra del fogón. Cáscaras de frutas y otras cáscaras, que ha empezado a barrer el
viento, chasqueando entre las tullpas volcadas (Astudillo Ortega, 1973, p. 127).
Tumbar. Poner a una mujer- por la fuerza- en disposición de tener relaciones sexuales.
Violar. Que es un pecado monstruoso violar a la infeliz longuita virgen, que él dice tumbar
(Corylé, 1952, p. 16).
Tupo. Especie de aguja grande que usan las indígenas para asegurarse el rebozo a la altura del
pecho. Es pieza de adorno y a veces está hecho de plata. Y feliz se mira dueña/ de aquel tupo
de dublé/ con cadenilla, hechicero (Andrade, 1947b, p. 131).
Tusa. El carozo del maíz. Fueron a seguir tejiendo el sombrero que quedó mojado con la tusa
(Astudillo Ortega, 1973, p. 54).
Tusar. Trasquilar a las ovejas. A las ovejas botamos tuzando toditas: ¿Cómo han de conocer-pes
ya peladas? (Corylé, 1952, p. 32).
Tusso. Enfermizo, encogido, débil. Ya viene el carro del tusso (Astudillo Ortega, 1973, p. 61).
185
U
Ucunchi. Parte interior del vestido de la chola. Con las caderas henchidas de trashumados
centros de merino y ucunchis multicolores. (Astudillo Ortega, 2002, p. 85).
Ultimito. Forma popular y afectiva para referirse al último elemento de una serie.
Un chance. Esta frase puede designar una pequeña cantidad de tiempo, así como también una
oportunidad para hacer algo. Espérame aquí un chance.
Un decir. Una simple opinión, un sencillo comentario. Alaben a Dios en el templo abierto de la
naturaleza. Un decir también, padre mío, solo un decir. Yo quiero ser un sacerdote ordenado por
mí mismo (Moscoso Vega, 1969, p. 155).
Un horror. Frase que significa una gran cantidad de algo. En la marcha había un horror de
gente.
Un susto y una carrera. Frase con que se responde a alguien que pregunta por el precio de
alguna cosa. La respuesta da a entender que fue robado, por eso lo del susto y luego lo de la
carrera.
Uneado. Que se vende por unidades. Ahora los oros ya venden uneados.
Usté. Forma apocopada de usted. Y usté no se meta en esto, porque puede salir aguantando
(Mata, 1982, p. 19).
Uvilla. Una clase de fruta redondeada y amarillenta, cuando está madura. Crece dentro de
un pequeño envoltorio de hojas. Y en torno a las moraledas, tunares y uvillas, moscardones y
colibríes (Astudillo Ortega, 2002, p. 21).
Uyanza. El regalo que se da cuando uno ha comprado o conseguido algo nuevo. Antes de
celebrar su misa Taita Sursum había venido para llevar a las panaderas de Todosantos, a que den
la uyanza (Astudillo Ortega, 2002, p. 129).
Uzhco. El gallinazo. Se rozaban con donaire: era algo bien bailado ese revolar de la pareja de
uzhcos que bajaban a raptar pollitos (Astudillo Ortega, 1973, p. 108).
Uzhuro. Sombrero de paja toquilla, de mala calidad en el tejido. Yo también vengo colocando
unos uzhuritos en Centro marica (Astudillo Ortega, 1973, p. 100).
187
V
Vaca loca. Armazón de carrizos y papel, acondicionado con diversa clase de cohetes y
elementos de la pirotecnia tradicional. Es una parte muy importante en las celebraciones
populares.
Unas veces al principio, otras en medio de la función, aparecía la inevitable vaca loca,
preñada de rastreros i cohetes voladores; i entonces era el sálvese quién pueda. Las
familias prudentemente ocultábanse detrás de los anchos pilares de cal i piedra de
los portales; i los muchachos en bandada vocinglera, corrían tras el individuo que
soportaba sobre sus hombros el cuero de una vaca, relleno de artículos pirotécnicos
capaces de enloquecer multitudes. Las cholas i los indios eran víctimas de la católica
artillería: arremolinábanse perseguidos por un rastrero, gritando de miedo al paso de
la bestia loca. (Aguilar Vázquez, 1997, p. 375)No faltaron las diversiones aldeanas del gallo
pitina, de la vaca loca (Astudillo Ortega, 1973, p. 166).
Vacilar. Galantear, tratar de cortejar o conquistar mujeres. Es del léxico juvenil. Salgamos a
vacilar en el parque.
Vacona. La vaca joven. De vaconas que han comido cogollos de cercado ajeno (Astudillo Ortega,
1973, p. 117).
Vainas. Con esta palabra se recalca el carácter circunstancial o despectivo de algo. —Como
aquí ya no tiene a quién contar su historia de la torre infiel que se inclina y ni sé qué vainas más
(Dávila Vázquez, 1983, p. 177).
Vamo ahí. Frase con que se exhorta o alienta a alguien para hacer alguna actividad. Bueno ya
llegamos. Vamo ahí.
Vas a ver. Fórmula muy común usada como amenaza. Vas a ver si no me haces caso.
Vay. Interjección popular, variación de ¡vaya! Ciertito, vay. D. Teófilo dijo que le ha visto
pasando al Judío Errante por la carretera (Astudillo Ortega, 1973, p. 16).
Vela de sebo. Especie de vela que se hace con sebo. Como se ha trocado la vela de sebo, en
lamparilla eléctrica (Andrade IV, 1953, p. 13).
Vela verde. Forma injuriosa de insultar a una persona, realmente es tratarla de indio. La
mindala le dijo hasta vela verde.
189
Veme y no me toques. Frase que expresa una situación muy delicada, en cualquier aspecto.
Esta pared está veme y no me toques.
Vencer. Caer, dejarse caer. Entraba el hombre brutal, dando puñetazos y lanzando improperios.
Tentó con manos torpes el lecho y se venció en él (Moscoso Vega, 1950, p. 98).
Vendaje. La cantidad que se regala al comprador. En el caso específico del pan, el vendaje es
un pan extra que se ofrece. Ahora ya no dan el vendaje del pan. Cfr. Yapa. Prestando siempre
sus buenos oficios por el interés del vendaje (Astudillo Ortega, 1941, p. 21).
Vendemucha. La prostituta. No hay dicho que es vendemucha, / ni que ande buscando gara…
(Andrade, 1947b, p. 77).
Vente. Forma de llamada a una persona para que se nos aproxime. Vente prontito de la escuela.
Veraste. Fórmula de amenaza ante alguien que nos molesta. Veraste no más, ya mismo me
levanto.
Verde. Forma de insultar a alguien, tratándolo de indio, por la mancha mongólica de la espalda.
—¡Hecho bien! —respondió Juana, avanzando contra Rosario como un brazo de mar — mitaya…
Mitaya verde… ¡Debes ver a quién lo dices! (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 236).
Verduguillo. Puñal, estoque pequeño. Se acordó Mariano del verduguillo que cargaba oculto en
la pretina (Íñiguez Vintimilla, 1942, p. 323).
Vermut. Función de cine que se proyectaba los domingos en la mañana, a partir de las 10
horas. Al vermut solo van los niños.
Veterano. El padre, y si se usa en plural son los padres. Ocasionalmente puede extenderse
también la designación a los abuelos. A sus hijos que no te llamaban abuelo sino el viejo, el ruco,
el veterano, el mayor (Valdano, 1980, p. 88).
Viada. El primer impulso, empuje inicial para realizar algo. Ayúdenme a empujar el carro hasta
coger viada.
Vida. Esta palabra funciona como un vocativo afectuoso. ¡Ah, sombrero fino!... No es negocio,
vida; no es negocio, en mí debe fijarse (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 100).
Vida sin vida. Una situación vital muy mala, de mucho sufrimiento. Sin fuerzas para hablar…,
era la agonía…, era el martirio…, era la vida sin vida (Astudillo Ortega, 2002, p. 104).
Viejos. Los padres. Puede usarse también en singular, para referirse a uno solo de los
progenitores. Tuvo pena de sí mismo; de su mujer; de su viejo (Astudillo Ortega, 2002, p. 82).
Virgen santa. Expresión usada como vocativo o como fórmula de admiración. Dale y dale al
trago, digo, Virgen Santa, qué vergüenza, si mamá Canda estuviera viva (Dávila Vázquez, 1979, p.
89).
190
Virgüelas. Forma popular por viruelas. Mi Guillermito estabá con las virgüelas y yo no tenía ni
una peseta (Coryle, 1952, p. 57).
Viringo. Desnudo, pelado. Oblígase a echar las posaderas, en viringo, y con los calzones hechos
grillos (Andrade IV, 1953, p. 59).
Viuda. En la fiesta de año viejo es un personaje vestido de mujer, que acompaña al muñeco
que será quemado a medianoche. Este personaje suele pedir limosna para la quema
respectiva. Sale de no sé dónde un niño vestido de vieja, ‘la viuda’ de año, con paño y polleras
remendadas, y simula llorar amargamente, defendiendo a su ‘marido’ (Cuesta y Cuesta, 1983, p.
233).
¡Viva el santo! Se usa esta frase cuando alguien deja caer al suelo algún objeto, sea que se
rompa o no. Es de carácter humorístico, como si en una celebración (un santo) se estuviera
rompiendo objetos por gusto. Cayó el florero y todos gritaron ¡Viva el santo!
Viviendo por no ser soberbio. Frase con que se responde a alguien que pregunta sobre el
estado de una persona. Es modismo que expresa resignación ante una situación no muy
afortunada. —¿Y cómo está, don Pepito? / —Aquí, viviendo por no ser soberbio.
Vivir mal. V. Mala vida. Vivir de manera desarreglada, según la opinión de la iglesia. Se
matrimoniaban legendarias mancebías, se confesaba a condenados en vida, a empedernidos que
vivían mal (Astudillo Ortega, 1973, p. 2).
Volado. El arrojado, el irreflexivo en el peligro. Vuela, hijita, cuerre, ya le conoces lo volado que
es tu taita (Astudillo Ortega, 1973, p. 60).
Volador. Individuo avispado y de grandes alcances. Sí, pues… bien decía yo que era volador el
albañil (Mata, 1940, p. 35).
Voy a creer. Con esta frase, contrariamente a lo que se supondría por el recto sentido,
expresamos una actitud de completa incredulidad ante algo que se nos dice. —El árbitro me
sacó sin motivito. / —Voy a creer.
Vuelta. En cambio, otra vez. Ya ves, hija, que los hombres, al fin, son humanos, y vuelta nosotros,
si Dios y la Virgen no favorecieran… (Astudillo Ortega, 2002, p. 55).
191
Y
…Y mierda. Esta fórmula sirve para construir insultos o frases ofensivas. Se agrega al inicio un
sustantivo o un adjetivo como tontuimierda, viejuimierda, longüimierda, etc.
Ya mismo. Frase que significa dentro de un breve momento. -¿Ya terminaste? -Ya mismo.
Ya no sopla. Frase con la que se molesta a alguien, diciéndole que ya no tiene fuerzas. La
abuelita ya no sopla (Andrade, 1947b, p. 118).
Yaguana. Especie de bebida refrescante hecha con varios ingredientes vegetales. Aparece
incorrectamente como llaguanas. Yaguana es un derivado del quichua yacu, que significa agua.
Se preparaban en casa del padrino chichas, llaguanas y confites en abundancia (Coronel, 1906,
p. 97).
Yapa. El regalo que el vendedor da al comprador. Cualquier cosa extra que se obtenga.
Judicha, incapaz de celos, sentiríase próspera…, de yapa el negocio de las piedras (Astudillo
Ortega, 1973, p. 106).
Yapar. Dar la yapa los vendedores. De puro adulón, a que le yapen la chicha (Astudillo Ortega
IV, 1951, p. 77).
Yentes. Participio de activa del verbo ‘ir’, así como el gerundio es ‘yendo’.
Cantadores de vihuela, concertineros yentes a la romería de la Virgen del Cisne (Mata, 1963, 24).
Yubra. Especie de calabaza pequeña, redondeada y amarilla, cuando está madura. Ya no traen
la yubra como antes.
193
Z
Zángano. V. Morboso.
Zapatilla. Especie de juego de las niñas. Se lo practicaba con canicas, con piedrecillas o con
macatetas. [pedrezuelas blancas] Y las chicas las recogen, de seis en seis, igualitas y bien
torneadas, para el original juego de la zapatilla (Corylé, 1952, p. 83).
Zarcillos. Los aretes. Es palabra que se usa generalmente en plural. Zapatitos he de ponerle,
zarcillos. ¿Cómo se llama? (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 38).
Zhiro. Lo que tiene coloración entre rojiza, blanca y negra, todo mezclado. No aparece mi
gallo zhiro. La sangre está zhira de trapos sucios en el cuello (Mata, 1932, p. 27).
Zhumir. Variedad de licor de caña, es muy popular. Y cuando las calorías del zhumir reflejaban
espejismos en su imaginación, hablaba (Astudillo Ortega, 1951, p. 34).
Zhuro. El picado de viruelas, el que tiene cacarañas. Oyes, Zhuro: mañana tenemos que salir
tempranito, con las piedras (Astudillo Ortega, 1973, p. 61).
Zoquete. Bobo. Y en cambio, los otros zoquetes se van a las nubes (Astudillo Ortega, 1973, p. 56).
Zorra. Palabra que sirve para expresar gran fastidio y molestia ante algo. Zorra también, ya no
me molestes.
Zurrapa. Lo que se asienta en un líquido, como algo desechable. Se usa sobre todo en plural.
Las zurrapas botarán en la calle. Iba recogiendo por los caminos la zurrapa de su quichua (Mata,
1932, p. 37).
195
2.
El Cantado Cuencano
1. Introducción.
De las tres formas de entonación, ciertamente la que más llama la atención es la azuaya
o cuencana, y de ahí la opinión generalizada de que los cuencanos cantan.
Los primitivos habitantes de lo que hemos llamado la zona azuaya fueron los cañaris,
etnia muy diferente de los puruhaes, hacia el norte, y de los zarzas, paltas y malacatos, al sur;
así como también diferentes de los mal llamados jíbaros (propiamente shuar) en el Oriente; y
los huacanvilcas y punaes en la costa.
2. Demarcación geográfica.
197
Es de suponer que esta área de influencia, con el transcurso del tiempo se habrá
reducido. Así lo plantea concretamente Carlos Joaquín Córdova, quien manifiesta que la zona
del cantado cuencano corresponde a la siguiente delimitación:
La delimitación regional de nuestro interés queda así: por el Norte el extremo
meridional de la provincia del Chimborazo, en Chunchi; por el Sur la provincia del
Azuay, hasta Santa Isabel, a 60 kilómetros al Suroeste de Cuenca, hacia la costa, y
Oña al Sur, en plena sierra; por el Este una línea que tendida de Norte a Sur, pase por
Shoray –provincia del Cañar- continúe por Guachapala, Gualaceo y Sígsig, todas en
el Azuay, y, por el Occidente una línea no bien diferenciada, que trazada de Norte a
Sur pase por parroquias rurales situadas en la banda occidental de la cordillera, en el
descenso a las tierras bajas del litoral próximas a las provincias del Guayas y el Oro.
(Córdova, 1975, p. 9).
3. La percepción de la diferencia.
No son abundantes los registros escritos sobre el fenómeno del cantado. Recién
hacia 1863, en la novela La emancipada del lojano Miguel Riofrío –novela ambientada en 1841-
podemos hallar la primera alusión a la entonación cuencana. El autor percibe con facilidad y
extrañeza cómica la tendencia acentual esdrújula:
Ha habido una competencia entre morlacos y costeños que no pude comprender,
porque reventaba de risa al oír el guirigay que se formaba al alternarse el acento
esdrujulario de los primeros y el puntiagudo de los segundos. El Señooórito de Cuenca
y Señoriiíta de la costa hacen un contraste graciosísimo, pues cada uno alarga tanto
más su acento respectivo, cuanto más insinuante quiere mostrarse. (Riofrío, 1983, p.
78).
En las primeras décadas del siglo XX, (En concreto, entre 1924 y 1925), el escritor
cuencano Manuel Muñoz Cueva también habla de esta peculiaridad sonora: Alto y cenceño,
tenía esa rubicundez, de sugerencia bárbara, de los pueblerinos de raza blanca. Y ese acento
esdrújulo en el hablar, tan marcado en los morlacos de su calidad. (Muñoz Cueva, 2000, p. 66).
Luego debemos esperar hasta 1935, a Joaquín Gallegos Lara, en su novela inconclusa
Los guandos, para encontrar otra referencia: Vestía oscuro y hablaba reposadamente, en un
castellano que contrastaba con el ritmo de canto y los modismos morlacos de su hijo. (Gallegos,
1983, p. 24).
Un poco más tarde, hacia 1943 Alfonso Cuesta y Cuesta escribe su novela Los hijos –la
historia está ambientada aproximadamente en 1926- y en ella se encuentra también una breve
referencia a la entonación: Hablan casi cantando mientras despliegan rebozos, paños azules,
largos flecos de hilo. (1983, p. 82).
198
Hacia 1945, el viajero norteamericano Albert B. Franklin pasó por Cuenca. Estas son
sus palabras sobre la lengua de los cuencanos:
Cuenca es una gema en un engarce resplandeciente, y, como todas las gemas, es
preciosa. El ornamento afiligranado, el ritmo del lenguaje cuencano, el aire con
perfume a eucalipto que respira, son solo signos superficiales. Cuenca es barroca,
no solamente en la arquitectura, el arte plástico y la literatura, sino en su misma
alma. Cuenca es España del siglo XVII bajo cristal (…)
La clase dirigente habla el castellano de la España del siglo XVII, con un ritmo que
no se encuentra en otra parte del hemisferio occidental. Este ritmo es impartido
acentuando levemente la antepenúltima sílaba de cada palabra de tres sílabas o más.
Es de una cadencia muy musical y produce el efecto aristocrático deseado. Fuera
de este leve rasgo provincial, el español de los ciudadanos de Cuenca es puro y
cosmopolita (…)
El lenguaje de los cholos, aparte de tener el porcentaje de quichuismos que puede
esperarse, emplea con frecuencia solo las tres vocales quichuas: a, i, u. Es una
peculiaridad de los cholos en todo el antiguo territorio de habla quichua (…)
Hay cholos en Cuenca; pero son hombres erguidos que miran a los ojos, y sus
mujeres son cholas bien plantadas, limpias, con trencillas y encajes, cuyo físico no
tiene nada de común con la subordinación del cholo andino típico. (1984, pp. 252 y
siguientes).
En la novela Por donde vienen las aguas, editada en 1948, José María Astudillo nos
señala su percepción del cantado: Cantaba, más bien que recitaba, con el entono morlaco.
(Astudillo Ortega, 2002, p. 142).
En 1949 el español Ernesto La Orden luego de su estancia en Cuenca dice: Y era verdad
que nos sentíamos en Castilla. Nos rodeaban gentes de prócer estatura y rostros rubicundos, que
hablaban castellano con el tonillo cantarín de Santander. (In León. T. III, 1983, p. 234).
En su clásico libro El español en el Ecuador, de 1953, Humberto Toscano Mateus se
refiere a la entonación cuencana del siguiente modo:
Pero en Cañar y Azuay se encuentra una entonación muy peculiar, caracterizada por
el retroceso del acento de las palabras, o mejor por la doble acentuación de las mismas
(ácáso, cáfesíto). Esta tendencia a hacer retroceder el acento se da también entre
los indios de Quito (Húbra, por hubiera, etc.) y no es desconocida fuera del Ecuador.
Existe en la Argentina, en la “tonada nortina” y en un idioma diferente, se da en el
francés de París y en hablas de Auvernia. (1953, p. 42).
En 1959, el mismo Muñoz Cueva se refiere al cantado cuencano y al motivo para esta
característica tonal:
Esdrujulizar. Tender a hacer esdrújulas las palabras y la entonación y timbre del habla.
Es defecto de nosotros, los cuencanos. A veces es muy claro este defecto, como cuando
la gente dice: Nósotros, por nosotros, amásemos pan, por amasemos pan, Santa
Mária, por Santa María. Procure pronunciar las palabras con su respectivo acento, y el
conjunto con un acento o timbre grave. El castellano es la lengua que más se parece, en
su noble sonido, al latín, en el que predomina el acento grave o solemne. (1959, p. 95).
199
Hacia 1970 la profesora española María del Carmen Candau de Cevallos, que trabajó en
Cuenca, habla de la entonación del español en el Ecuador, y aunque no existe una referencia
explícita al habla cuencana, se puede leer entre líneas que hay una alusión al cantado
cuencano:
Conocida es de todos la diferente entonación que determina en cada lugar la
pronunciación del español. A veces son diferencias marcadísimas, a veces leves
insinuaciones y cadencias… ningún otro rasgo de la lengua da origen a tantos
comentarios, imitaciones y hasta referencias graciosas. Es uno de los elementos
más sutiles y diferenciadores dentro de la dialectología; se cree que estas diferentes
entonaciones representan en Hispanoamérica la herencia de las lenguas indígenas, o
sea el sustrato peculiar en las diversas regiones; sin embargo es un campo aún casi sin
explorar. (1970, p. 42).
En 1975, Carlos Joaquín Córdova en su opúsculo El canto cuencano expresa lo que sigue:
Nos denuncia más bien nuestra cuna azuaya y cañarense la doble acentuación
frecuente. Nos denuncia también la tendencia a optar por la fórmula esdrújula,
y en general por el retroceso del acento –fenómeno de metatonía corriente en
la evolución fonética – (…) Lo típico y exclusivo del modo de hablar cuencano es
la entonación unida a recursos de acentuación también particulares a nuestra
comunidad lingüística. (1975, p. 7).
Hacia 1978 Antonio Lloret Bastidas también aporta con un pequeño comentario sobre
la entonación de la lengua morlaca: ¡Esdrújula Morlaquía por el modo de hablar nuestro, de
nuestras gentes! (1978, p. 96).
El mismo Carlos Joaquín Córdova, en el año 1995 en su Diccionario de ecuatorianismos
dice:
El acento cuencano está presente de Girón a Chunchi, esto es el tramo geográfico de
Sur a Norte en lo que va el ancho de la hoya interandina. Sus características están
en la entonación, intensidad, cualidad de sonidos, ritmo, etc. Que llevan una línea
melódica peculiar por el golpe esdrújulo y la ocurrencia frecuente de dos acentos
bien notorios en algunas instancias.
Con solo oír una palabra y esta originalmente monosilábica se puede descubrir
al hablante cuencano. El sí, por ejemplo, llano y sencillo se vuelve en el hablante
cuencano sí-i; yo, es yó-o; que no es que sino qué-e. (1995, p. 211).
Como se puede ver, este autor reduce –para el año 1995- el área del cantado, desde el
cantón Girón, al sur; hasta Chunchi, por el norte.
También nosotros, en un pequeño artículo titulado El sabor de la lengua, publicado en
1998 (In Cuenca de los Andes) abordamos este asunto y expusimos las razones lingüísticas para
este fenómeno:
El cantado cuencano puede deberse a varias razones de sustrato. Quizá el influjo
cañari subiste en esta particular forma de entonación (…)
En lo puramente lingüístico el cantado se explica por el retroceso del acento. La
palabra “pantalón” se convierte en nuestra habla en “pántalon”. En el caso de las
oraciones el acento de frase también retrocede y permite que aparezcan otros acentos
secundarios, con lo que el perfil tonal se vuelve sinuoso.
200
Este rasgo describe de mejor manera la entonación cuencana, y explica el “cantado”.
Una oración como ¿A dónde está pues yendo? Se convierte en una línea tonal algo
encabritada, que puede representarse de esta manera: ¿á dónde está pes yéndo?
(Encalada, 1998, pp. 103-104).
El último autor que se ha referido al tema del cantado es Marco Tello, quien, en un
artículo titulado Las domblas y subtitulado Sobre el canto cuencano, aborda este rasgo tan
peculiar del habla, y manifiesta:
Es mejor dejar a don Blas Francisco en la imaginación del lector, colgado de una
viga o liando bártulos para huir de una ciudad que canta alegremente, apoyada en el
desplazamiento acentual hacia la pronunciación generalmente esdrújula. Herencia
andaluza o aborigen –Toscano Mateus no lo dice-, el canto cuencano es un rasgo
cultural que viene desde antiguo y aún subsiste bastante marcado en el habla regional
a lo largo del territorio que se extiende desde Alausí hasta los límites con Loja, la vasta
zona, según se cree, de ocupación cañari. (2000)
La anécdota recreada en tono literario por Marco Tello se refiere a una nota que trae
Toscano, y es la siguiente: Como chiste circula en el Ecuador, la historia de un forastero, a
quien, en Cuenca todos llamaban “don Fráncisco”. Enfadado por este cambio de acentuación de
su nombre, don Francisco resolvió llamarse Blas; pero solo consiguió que lo llamasen “Dómblas”.
(1953, p. 42).
1. Cátolica. “La instalación de dos Asosaciones, la Acción Cátolica y la Unión Obrera que vá
tomando afisión y progrezo”. (1942, p. 31)
2. Cátolica. “La solemne reunión cátolica de esta noche nos llama la atención”. (s/f, p. 34)
201
4. Códisia. “y la códisia de vivir rico”. (1942, p. 41)
5. Ínutil. “Ahora bien: Bamos a los articulos comerciales, cada dia mas subido y mas ínutil y lo
mas podrido”. (s/f, p. 53)
6. Médesina. “Es trigueñito, pequeño de cuerpo y macanudo. Dr. En médesina, caritativo con el
pobre”. (1942, p. 24)
7. Médida. “Come en médida y duerme poco / y la códisia de vivir rico”. (1942, p. 41)
8. Mélodias. “Estas son mélodias del dolor / que quebrantan el alma y el corazón”. (1942, p. 54)
10. Párroquia. “se hacen cargo una párroquia / y prinsipía la cosecha”. (s/f, p. 41)
11. Pásajes. “I, hasiendo reminisencias / de esos pásajes dolientes”. (s/f, p.45)
12. Pédazo. “en cualquier pédazo de tierra / nos humillemos de rodilla”. (1942, p. 32)
13. Pénando. “Mi único encargo que ruego / viviré mas agradesido / que deje de estar
pénando”. (1942, p. 60)
14. Pénosos. “Son tiempos maravillosos / y los que vienen son pénosos”. (1942, p. 70)
16. Péripesias. “Para estarse juntos en la mansión glorioza, olvidando las péripesias de la vida”.
(s/ f, p. 50)
17. Pérradas. “y no es extraño que el mundo págue con sus pérradas”. (s/f, p. 57)
18. Pésada. “Y en véz de haserse de las chispillas de Oro le cae una piedra pésada y fría”. (s/f, p.
7)
19. Pésada. “Es una carga pésada / que nadie debe pensar”. (1942, p. 47)
20. Pésadas. “Le caen tres enormes y pésadas obras que demandan caudales de gastos,
hashares y contrariedades”. (1942, p. 71)
21. Pésado. “No puedo guardar silensio de un hecho tan pésado é injusto; á pretesto de
contrabando cobrarme la multa”. (s/f, p. 52)
22. Pésado. “devolbiendoles el mando pésado que me habian confiado éllos”. (1942, p. 10)
23. Pésadumbre. “ni el lamento de mis hijos / ni ami esposa pésadumbre”. (1942, p. 66)
202
24. Públicaciones. “Luego supe que una de mis públicaciones había mandado a la Academia
Española”. (1942, p. 34). [Se refiere a Honorato Vázquez]
26. Útilidades. “Pronto me hise de una bodoquera de jivaro con la que tuve dos útilidades
inventé hacer pepas de barro y freírlos con cevo de res”. (1942, p. p. 13)
A algunas palabras graves les ponía tilde, como una fórmula –lo conjeturamos- para
enfatizar su significado. Por ejemplo: pena - penas aparecen con tilde, y se la mantiene en las
derivaciones.
-Péna: “Los padres lo lamentan de péna y compasíon, y sin embargo al hijo lo sirbe de
maldicíon”. (s/f, p. 54)
-Pénas: “las pénas y el dolor al fondo/ y las lagrimas que van minando”. (1942, p. 63).
Lo mismo ocurre con la palabra párroco, la acentuación se mantiene en la misma sílaba así la
palabra haya dejado de ser esdrújula:
-Párroco: “El párroco, por su ojo y su físico y su elevada cultura nos revela ser el hombre
Superior asús antesesores”. (s/f, p. 13)
El proceso de esdrujulización fue captado también por Alfonso Cordero Palacios (1985) en
su Léxico de vulgarismos. En este autor encontramos la palabra y su equivalencia correcta.
Veamos algunos casos:
-Cáduco, cáduca.- “Caduco, caduca. Suena este vulgarismo en boca de la más baja plebe”.
(1985, p. 50)
203
son sus palabras: “-Vean, paisanos, si ustedes mismo rechazan, repelen y se avergüenzan de la
dicción morlaca, cómo van a sentir ustedes amor y veneración al País Ecuatoriano, calificado
de Madre Patria?” (p. 260)
Debido a este deseo de fidelidad, el autor, en algunos casos ocasionales, ha tratado de
reproducir el habla esdrujulizante de ciertos personajes, como en este caso:
“Taita amo Pugita dio sucre, sucre y dijó que váyamos contentos”. (1942, p. 41)
“Ni más ni ménitos que puercos. Si se les diera cama de resorte, botaran la cama y se
acostaran en el suelo”. (1942, p. 62)
Ya antes, sin haber manifestado el deseo de seguir de cerca las expresiones azuayas
y cuencanas se encuentran estas formas de modificación del sitio del acento y la tilde, en su
novela Sumag Allpa (1940)
-Ya está, patróncito. (p. 17)
-Apíese, ápiese, ya estamos en río. (p. 44)
-Remótamente divisaron como se movía en la noche. (p. 61)
-El indio, abígeo por amor de la Dumi, se hubo cimentado con venganza en los ápices de sus
cerros, patrón. (p. 72)
Y un segundo caso:
“-He áqui balas. De mi almacén traigo. ¡No les cuesta nada! (Mata, 1963, p. 252)
Probablemente esta forma del adverbio (áqui) más la presencia de la forma verbal “he”
y el pronombre “la” puedan ser la clave de explicación de la extraña forma azuaya “helaque”
que proviene de “he + la + aquí” o “he + le + aquí” Helaque tiene acentuación en la “a”, tal como
aparece en áqui.
4. El hecho.
Para abordar y explicar satisfactoriamente el cantado es necesario reconocer que todo
el asunto es de carácter acentual y tonal. En el caso de las palabras sueltas, siempre que estas
tengan tres sílabas o más, la tendencia del cantante es a retrasar el acento y a volver esdrújula
la palabra; no importa si esta es grave o aguda. Así, una palabra como armador, se convertirá
en ármador; cafecito, pasará a cáfecito. Si la palabra tiene más de tres sílabas, puede entonces
204
volverse sobresdrújula, como por ejemplo: ácacito (diminutivo de acá). Si el vocablo tiene
dos sílabas, se mantiene la acentuación grave. Es el caso de la interjección ¡Hele!: “¡Hele, seño
María, lo que pone fotografiando”. (Cuesta y Cuesta, 1983, p. 107). Esta misma fórmula, en el
norte del país, se convierte en helé, e, inclusive, por haberse perdido la conciencia de la letra H
(puesto que proviene del verbo haber), queda solamente en Elé (nombre de una revista infantil
editada en Quito).
Si la palabra es monosilábica se tiende a convertirla en bisilábica, mediante el
alargamiento de la vocal, hecho que se manifiesta en que la primera parte de la vocal se
articula con acento; y la segunda parte, sin él, con lo que la palabra se vuelve prácticamente
bisilábica. Esto explica la pronunciación de monosílabos como sí-ii, o el nombre Luis, como
Lú-is. Este alargamiento de los monosílabos se produce también en el habla rural del norte.
Por ejemplo el novelista Jorge Icaza reproduce de esta manera el habla de un campesino: -Síii,
pes –se desinfló el teniente político. (Icaza, 1985: 54).
Esta tendencia ha hecho que palabras que en otras regiones del país son graves, en
el Austro, sean esdrújulas. Es el caso de máchica (en el norte se pronuncia mashca; lúcuma,
pronunciado por los hablantes de mayor instrucción como lugma; símbalo, pronunciado
también simbalo, nombre del fruto de la papa -una pequeña baya-, y también el nombre
de un pequeño fruto comestible perteneciente a una planta diferente; píchica, (el numeral
5, pronunciado también como pishca o pichca), cáñaro (aunque la pronunciación más
generalizada es grave); se trata de un árbol de la zona austral, llamado también porotón, por
las vainas y los granos que produce, que son como fréjoles grandes.
En el caso de los sintagmas y las frases, si se trata de una palabra compuesta, la
tendencia es a recargar el acento en la primera palabra. Por ejemplo: diáblopacaballo (nombre
de una especie de avispa, llamada más popularmente como caballo del diablo), todo lo
contrario de lo que hace el español, que acentúa de este modo: buscapiés, decimoquinto.
En el caso de las frases existe lo que se conoce como el acento de frase, que es una
especie de acento que domina toda la frase. Se trata de un recurso estilístico y significativo.
Por ejemplo no quiere decir lo mismo:
- Mañana dében llegar mis primos. (Se acentúa y se realza el carácter de la obligación)
- Mañana deben llegar mís primos. (Se realza el hecho de que son mis primos, no otros)
205
Nada hemos dicho relativamente a la acentuación prosódica de las palabras, porque
ninguna dificultad ofrece este asunto; mas, para que no aparezca omitido por
descuido, bástanos expresar que tales palabras son todas graves, es decir llevan el
acento prosódico en la penúltima sílaba; por manera que no es necesaria su expresión
ortográfica sino que por un uso impropio, proveniente de la tendencia a imitar la
entonación castellana, o por la prolongación enfática de la voz, para dar mayor interés
al vocablo, se acentúa la sílaba final de ciertas dicciones, como chugmál, gullán, lulún,
ajá, atatáy, & En estos casos debe escribirse el acento, cuando se recele que la palabra
sea pronunciada con acentuación fonética no autorizada por el uso general. (1955, p.
XXXI).
Para darle la razón a Luis Cordero, el poeta cuencano Alfonso Andrade Chiriboga (1881-
1954) en unos versos dice:
Este año, sólo algún rico
Podrápes comer chúmales
(2006, p. 321).
De modo que, descartada de plano la posible influencia del sustrato quichua (si este
sustrato tuviera alguna importancia en ese asunto, entonces toda la sierra ecuatoriana
cantaría como los azuayos) nos queda como único recurso buscar un poco más en el tiempo,
y plantear que en el caso de la entonación típica de la zona azuaya, la razón pertenece al
sustrato cañari. Lamentablemente sobre esta lengua no existe más noticia de que realmente
existió y que sus hablantes eran gente crecida, belicosa y valiente. Suponemos que en la
toponimia, fitonimia, zoonimia y antroponimia habrán quedado algunas huellas interesantes;
pero no existe ninguna información sobre sus características acentuales y tonales.
La “política cultural” de los incas significaba imponer su lengua (el runashimi), su
religión, su agricultura y los sistemas administrativos; pero la imposición quichua no duró
mucho, y seguramente que en el tiempo que duró, los cañaris hablarían el quichua con
un tono parecido al actual cantado cuencano: Así, para el año 1583 en la zona en cuestión
aparentemente ya no se entendía el quichua:
Todas las instituciones introducidas por los incas fueron gradualmente abolidas
después de la destrucción del imperio; los pueblos conquistados reanudaron sus
206
antiguos hábitos; el quichua cayó en desuso, en algunas provincias remotas se
perdió pronto por completo. Así sucedió en Tomebamba, según consta del decreto
de un sínodo diocesano, reunido en Quito en 1583, indicando que los indígenas de
Tomebamba no hablaban ni entendían las lenguas del Cuzco y el aymara. (González
Suárez, cit. Por Bamps. In Leon. T. I. 1983, p. 133)
Hacia la mitad del siglo XX Toscano Mateus tuvo la misma intuición. Al respecto
dice:
En las regiones bilingües, el idioma nacional se habla corrientemente con el
acento peculiar de cada región. Si la lengua nacional logra ganar terreno en estas
regiones, lo gana, en realidad, para el vocabulario y la gramática, pero no para el
acento propiamente dicho (…) El inglés que se habla en Puerto Rico, se pronuncia
con el mismo acento portorriqueño con que se habla el español. Si el español
desapareciese algún día de aquella isla, cosa poco probable, el acento portorriqueño
quedaría sobreviviendo en el inglés que allí se hablase. Y este acento portorriqueño
puede haberse producido como resultado de la mezcla de modos de hablar de
los españoles de distintas provincias que se establecieron en Puerto Rico, pero
más probablemente debe tener por base la cadencia prosódica que la población
borinqueña usaba en su lenguaje indígena y sigue usando en español (…) El influjo
de la entonación indígena se ha probado en otras partes de América: en Corrientes
(Argentina), la entonación ‘es de indudable origen guaraní’, y en las tierras altas de
México, ‘en las clases populares, es idéntica a la que emplean al hablar el náhuatl.
(1953, pp. 43 y 44)
207
3.
Algunos Hipocorísticos
Dentro de este apartado hemos reunido un conjunto de hipocorísticos representativos
del habla morlaca. No hemos tomado en consideración aquellas palabras que son meros
ejercicios de apocope, como por ejemplo: Nati (por natividad), Mauri (por Mauricio) Eula (por
Eulalia), Remi (por Remigio), Majo (por María José), etc. Tampoco lo hemos hecho con los casos
de aféresis, como por ejemplo Lupe (por Guadalupe), Nela (por Marianela), Fina (por Josefina),
Nardo (por Leonardo), ni los casos, aunque son pocos, de síncopa, como ocurre con Guimo,
por Guillermo, o Luca por Lucrecia; Alejo, por Alejandro. Y sí tomamos los casos donde existe
algún tipo de modificación del nombre, sobre todo en términos fonéticos. A los nombres
registrados se les puede adicionar todavía una fórmula de diminutivo.
Agucho (Agustín)
Andico (Andrés)
Antuco (Antonio)
Anzhi (Andrea)
Ashico (Alcibíades)
Bacha (Beatriz)
Baltico (Baltasar)
Benzhi (Benjamín)
Beti (Beatriz)
Bilico (Belisario)
Bolo (Bolívar)
Cati (Catalina)
209
Chaba (Sebastián)
Chabaco (Sebastián)
Chabela (Isabel)
Chabico (Sebastián)
Chana (Juana)
Charo (Rosario)
Chechi (Cecilia)
Chela (Graciela)
Chelo (Marcelo)
Chepe (Pepe)
Chinto (Jacinto)
Chío (Rocío)
Chocha (Rosa)
Chole (Soledad)
Chombo (Jerónimo)
Diani (Diana)
Elsi (Elsa)
Estefi (Estefanía)
Evacha (Evangelina)
210
Gonsha (Gonzalo)
Goya (Gloria)
Goyo (Gregorio)
Ishaco (Isaac)
Jirucho (Jerónimo)
Jizho (Jesús)
Joshe (José)
Juancho (Juan)
Judicha (Judith)
Lala (Eulalia)
Lola (Dolores)
Loli (Dolores)
Lucho (Luis)
Luli (Lourdes)
Lulú (Lourdes)
Maga (Magdalena)
211
Magu (María Augusta)
Magui (Margarita)
Mai (Mariana)
Maño (Manuel)
Maruja (María)
Mashi (Marcia)
Maya (Mariana)
Mayita (Mariana)
Michi (Mercedes)
Migui (Miguel)
Nacha (Narcisa)
Nacho (Ignacio)
Natacha (Natalia)
Pacho (Francisco)
212
Pati (Patricia)
Pato (Patricio)
Pepe (José)
Pili (Pilar)
Quique (Enrique)
Rafico (Rafael)
Sebis (Sebastián)
Shalva (Salvador)
Shanti (Santiago)
Shisha (César)
Susi (Susana)
Toño (Antonio)
Toya (Victoria)
Toyo (Teodoro)
Vichi (Vicente)
Vituca (Victoria)
Yoli (Yolanda)
Zhaqui (Jackeline)
Zhudi (Judith)
Zhuli (Julia)
213
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con+faldones
La Escoba, antología (Claudio Malo González, antologador). 1993, Cuenca, Universidad del
Azuay.
218
Índice
Prólogo 8
1. Palabras y Frases 11
Bibliografía 214
Este libro se terminó de imprimir
el mes de marzo del año 2024 en la
Imprenta Edunica de la ciudad de Cuenca.
Con un tiraje de 500 ejemplares.