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Catulo 64

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CATULO • PO ESÍA COM PLETA

>S3

C arm en 64

Cuentan que, en otro tiempo, pinos nacidos en la cumbre


[del Pelión
navegaron por las límpidas ondas de Neptuno
hacia los oleajes del Fasis y los confines eeteos;
entonces selectos jóvenes, fortaleza de la juventud argiva,
deseosos de arrebatar la dorada piel a los coicos,
osaron cruzar en veloz popa el mar salobre,
barriendo con remos de abeto su llanura azul.
La diosa misma que tiene su morada en las alturas de la ciudad
hizo para ellos un carro que volaba en el leve viento,
ajustando el maderamen de pino a la curvada quilla,
y fue quien, por vez primera, penetró en su marcha a la
[inexperta Anfitrite.
Apenas hendió con su espolón la llanura ventosa,
y el agua agitada por los remos resplandeció de blanca espuma,
las Nereidas del agua, admirando el prodigio,
alzaron sus rostros del torbellino luminoso del mar.
Aquel día y no otros, con sus propios ojos vieron los mortales

v. 11 Amphitritem : Anfitrite, una de las Nereidas (la que dirige el coro de


sus hermanas), hija de Nereo y Doris. Fue raptada por Poseidón cerca
de la isla de Naxos. Se la menciona aquí en metonimia por «mar»,
v. 14 fieti: necesaria corrección de Schrader por fe ri («fieros rostros»,
como aposición de «Nereidas»), ya que el adjetivo es inadecuado
(«alzaron sus rostros del torbellino luminoso del mar»),
v. 15 monstrum: palabra del vocabulario religioso, que originariamente
designa un prodigio que acontece por voluntad de los dioses y, por
extensión, el objeto o ser de carácter sobrenatural; en este caso, un
objeto que se presenta como un portento, ya que nunca se ha visto antes,
v. 15 Nereider. divinidades marinas, ninfas del mar calmo, hijas de
Nereo y Doris, nietas de Océano. Generalmente son cincuenta, pero
a veces llegan al número de cien.
v. 16 illa atque haud alia: esta corrección de Bergk se presenta como mito
probable que la versión opuesta de Vahlen illa, alia atque alia («aquel
día y los siguientes»), o de Lenchantín <atqué> illa atque alia.
CATULO ♦ PO ESÍA COM PLETA

a las ninfas marinas, de desnudos cuerpos,


asomando hasta los senos desde el blanco torbellino.
Se dice que Peleo fue entonces encendido por el amor
[de Thetis,
que entonces Thetis no despreció humanos himeneos,
que el padre mismo consintió entonces que Peleo se
[uniera a Thetis.
¡Oh, héroes nacidos en tan deseado momento de los siglos,
salve, estirpe de dioses, oh buena progenie de las madres,
salve de nuevo...!
Yo, a menudo, os invocaré con mi canto, a vosotros
y a ti, por encima de todos, insigne Peleo, enaltecido
[por felices nupcias,
pilar de Tesalia, a quien el mismo Júpiter,
el padre mismo de los dioses, concedió sus amores.
¿Te retuvo Thetis, la bellísima Nereida?
¿Tethys y Océano, que abraza el orbe todo con el mar,
te concedieron a su nieta en matrimonio?
Pues cuando, cumplido el tiempo, llegaron esos deseados días,
toda Tesalia acude a reunirse en la casa,

v. 27 suos... amores: no los de Thetis, sino los quejúpiter sentía por ella
(es decir quejúpiter favorece a Peleo resignando su propia pasión).
La concesión del dios a un mortal estaba enunciada en la profecía de
Prometeo -Esquilo, P. V., 911 y ss.-, o de Temis -Píndaro, Istm. 8, 32
y ss.-, que decía que el hijo nacido de Thetis sería más grande que
su padre.
v. 28 Nereirte: esta forma no aparece salvo en los poetas griegos tar­
díos.
v. 29 Tethyz diosa que personifica la fecundidad del mar, hija de Urano
y Gea según Hesíodo ( Theog. 133, 136); es la madre de todos los ríos
del mundo, y esposa de Océano, uno de sus hermanos,
v. 30 Oceanus: Océano es la personificación del agua que, en las con­
cepciones helénicas primitivas, rodea al mundo. Todos los ríos son sus
hijos, así como las Oceánides, que engendró con Tethys.
CATULO * PO ESÍA COM PLETA

y de una alegre multitud se llenan los salones reales:


llevan regalos en las manos, muestran su dicha en el rostro.
Queda abandonada Cieros, dejan el Tempe de Ftía, as
las casas de Cranón y las murallas lariseas,
acuden a Farsalia, se congregan en las mansiones farsalias.
Nadie cultiva los campos, se ablandan los cuellos de los
[novillos,
no rompe el toro el terrón con la inclinada reja,
los curvos rastrillos no limpian la caída viña, 40

ni la hoz de los podadores atenúa ia sombra del árbol,


y en los arados desiertos se extiende una áspera herrumbre.
Pero las moradas de Peleo, por donde se recorra
el opulento palacio, resplandecen con fulgente oro y plata.
Blanco luce el marfil en los tronos, brillan las copas en la mesa, 45
con el tesoro real se regocija toda la espléndida casa.
Allí, en medio del recinto, se encuentra
el tálamo nupcial de la diosa, tallado en índico marfil,
al que cubre un paño teñido con rosado tinte de múrice.
Esta manta, adornada con antiguas figuras de hombres, 50

en el 48 a. C. La forma más difundida de la leyenda menciona el


monte Pelión como el lugar de la boda.
v. 47 puluinar... getiiale: el términopuluinar, que designa un lecho blan­
do y acolchado sobre el que se ubican imágenes o representaciones de
dioses, resulta apropiado para un héroe y una diosa, en vez de lectus.
vv. 48-49 indo... dente/roseo conchyli...fii:o\ el lecho está incrustado con
marfil y cubierto con una tela color púrpura, dando lugar a un contraste
rojo-blanco que aparece en otras partes del poema,
w . 50-266 La descripción del manto contiene la historia de Ariadna,
que se extiende hasta más de la mitad del poema entero, poniendo
en rotundo contraste el amor infeliz de Ariadna con el feliz himeneo
de Thetis. Episódicas digresiones de carácter similar, que describen
acciones representadas en sepulcros o bordados, son tan antiguas como
la descripción del escudo de Aquiles (Hom. II. X V III, 478 y ss.), y se
multiplican en los escritores más tardíos. Con el episodio de Catulo
puede ser comparada la historia de Ariadna tal como es contada por
Ovidio en Arí. Am. I. 527-564; Her. 10.
CATULO ♦ PO ESÍA COM PLETA

m u e s t r a c o n a r t e a d m i r a b l e la s v i r t u d e s d e lo s h é r o e s :
p u e s , a l t e n d e r la m i r a d a d e s d e la flu e n tís o n a c o s t a d e D ía ,
c o n te m p la A ria d n a , llev an d o e n el c o ra z ó n in d ó m itas pasiones,
a T e s e o q u e s e a l e ja e n l a r á p i d a n a v e ,
y a ú n n o c r e e e s t a r v i e n d o lo q u e v e , c u a n d o l i b e r a d a
d e l p o d e r d e l s u e ñ o fa la z d e s c u b r e q u e , m í s e r a ,
h a s id o a b a n d o n a d a e n l a s o l it a r i a a r e n a .
D e s m e m o r i a d o , el j o v e n q u e h u y e i m p u l s a e l a g u a c o n
[lo s r e m o s ,
e n t r e g a n d o su s p r o m e s a s v a n a s a l a v e n t o s a t o r m e n t a .
Y le jo s , d e s d e l a p l a y a , l o c o n t e m p l a l a h ija d e M i n o s
c o n su s tr is te s o jo s , p é t r e a c o m o la e fig ie d e u n a b a c a n t e ,
l o c o n t e m p l a , ¡ a y !, y s e a g it a e n g r a n d e s o la s d e a f lic c ió n ,
sin c o n s e r v a r e n l a r u b i a c a b e z a l a d e l i c a d a m i t r a ,

v. 6 0 Minois («m inoidea»): p atron ím ico de A riad n a, hija d e M inos.


M inos es hijo de Zeus y E u rop a, quien fue rap tad a p o r el dios bajo la
fo rm a de un toro y llevada a C reta. M inos, ju n to co n su h erm an o Ra-
dam antis, dio las p rim eras leyes a la h um anidad y se lo co n sid eraju ez
de la v id a y de la m u erte en las antiguas versiones m inoicas del m ito.
L a versión ateniense, seguida p o r C atu lo, lo p resen ta co m o un tirano
cruel que esclaviza y hum illa a A tenas obligán d ola a p agar un tributo
om inoso (víctim as hum anas) p o r la m u erte de A n d ro g en eo . M inos,
según se dice, vivió tres gen eracion es antes de la g u erra de Troya. Es
p ad re de A n d ro g eo , A riadna, F ed ra, D eucalión , etc-
v. 61 saxea ut effigies bacchantis: las b acantes son la oficiantes fem eninas
del culto de B aco , y protagonistas de sus fiestas orgiásticas. Aquí Aria
d n a se a so cia a la figura de u n a b acan te que n o habla, inm óvil y co m
p letam en te olvidad a de su p ro p ia ap arien cia p or la gran exaltación de
sus em o cio n es desbordadas. E sta rep resentación im p on e la paiadn| ira
im agen de la en ajen ación y el frenesí b áquicos (bacchantis}, unidla a!
estatism o fotográfico de effigiesen relación con saxea («pétrea»}. Puede
en co n trarse en este v erso u n a anticipación del d esenlace, con la anuí i
ció n de B a c o (lacckus) y sus co ro s orgiásticos ( cf. versos 251 y ss.).
v. 6 3 flauo... uerticr. el cab ello ra b io es trad icionalm en te una m an a
de b elleza en los p oetas.
v. 6 3 subtilem... mitranr. la mitra e ra u na cofia o go rro con n ici das lu jo
el m en tón a so ciad a co n O rien te y p articu larm en te con I.klia. «Suiii»
tiene el sentido literal de «entretejido fino».
CA TU LO ♦ PO ESÍA COM PLETA

no cubierto su velado pecho por el leve manto


ni ciñendo con el torneado estrofio los blancos senos
prendas todas en desorden, deslizadas de todo el cuerpo,
con las que juegan a sus pies las aguas salobres.
Así, sin cuidarse entonces de la suerte de la mitra
ni de los flotantes mantos, con todo el pecho, Teseo,
con toda el alma, perdida, con su mente toda, pendía ella de ti.
¡Ay, mísera, a quien perturbó con penas constantes la Encina,
sembrando por aquel tiempo espinosas aflicciones en tu pecho,
desde el momento en que el intrépido Teseo,
salido de las sinuosas orillas píreas,
alcanzó los palacios gortinios del injusto rey!
Pues cuentan que en otro tiempo, por la cruel peste obligada
a pagar los castigos de la muerte de Androgeo,
solía Cecropia entregar como banquete al.Minotauro
selectos jóvenes y las mejores doncellas.
Y como los angostos muros fueran asediados por estos males,

co m o fam oso p o r su ju sticia p ara ju zg ar alm as en el m u n do inferior


de H o m e ro [Od. X I . 5 6 8 ).
v. 7 7 Androgeoneae. u n o d e los hijos que M inos tuvo de Pasífae. Fue
m u erto en los ju e g o s atléticos organ izad os p o r E g e o en A tenas - o ,
según o tra v ersió n , en viad o p o r E g eo co n tra el toro de M a rató n que
le dio m u e rte -, p o r lo que M inos atacó esta ciudad exigien d o , luego
de u n a larga g u erra, el tributo que se m en cio n a aquí: siete jó v en es y
siete d on cellas, que se !e en tregarían anualm en te co m o alim ento p ara
el M in o tau ro, hijo tam b ién de Pasífae.
v. 7 9 Cecropiam: antiguo n om b re d e la ciudad del rey C écro p e, que m ás
tard e fue llam ad a A tenas. C é cro p e es, según la tradición m ás corriente,
el p rim ero d e los rey es m íticos del A tica. N o h ay m en ción d e padres,
p o r lo que se su pon e q ue se trata d e u n a divinidad autogenerada. Se lo
rep resen ta m itad h o m b re y m itad serpiente. E s una figura civilizadora:
se le atrib u ye la escritu ra, la m o n o g am ia y los ritos funerarios,
v, 7 9 Minotauro: el M inotauro e ra un m onstruo con cab eza de toro y
cu erp o de h o m b re. Su n o m b re e ra Asterio o Asterión, y era hijo de
Pasífae, esp osa d e M inos, y el to ro que Poseidón había enviado a este.
Fu e en cerrad o en el laberinto especialm ente construido p o r D édalo. Se
lo co n sid era relacio n ad o co n el BaalMolock fenicio, que igualm ente se
rep resen tab a co n cab eza de toro y recib ía sacrificios hum anos.
CATULO * PO ESÍA C O M PLETA

el mismo Teseo prefirió exponer su cuerpo


por la querida Atenas, antes que llevaran a Creta
tales muertos no muertos de Cecropia.
Y así, esforzándose en la leve nave y en las tenues brisas,
llegó hasta el magnánimo Minos y sus moradas soberbias.
No bien lo contempló con ávida mirada
la virgen real, a la que, exhalando suaves aromas,
nutría el casto lecho en el blando abrazo de la madre,
cual los mirtos que engendran las corrientes del Eurotas
o los distintos colores que la brisa primaveral alienta,
antes de apartar de aquel sus ojos encendidos
concibió una llama en lo profundo de su cuerpo
y ardió toda desde las hondas entrañas.
¡Ay, mísero, que agitas pasiones con corazón despiadado,
divino niño, que mezclas las alegrías con las penas de
[los hombres,
y tú, que riges Golgos y el Idalio frondoso,
en qué aguas arrojasteis a la joven que ardía en el alma,
suspirando todo el tiempo por el rubio huésped!
Cuántos miedos sufrió ella en su corazón languideciente,
cuánto más que el fulgor del oro empalideció a menudo,
cuando Teseo, ávido de luchar contra el feroz monstruo,
buscara la muerte o los premios de la gloria.
No prometiendo en vano, sin embargo,
regalos ingratos a los dioses, ofreció votos con labio silencioso.
Ríes, como en la cumbre del Tauro arrebata el indómito tomado

v. 9 6 Golgos... Idalium : en G olgos e Idalio, am bas ciudades situadas


en la isla de C h ip re, había fam osos tem plos dedicados a Venus, en
los que p ro b ab lem en te se ren d ía cu lto a C upido. Ju n to a Idalio había
ad em ás un bosque co n sag rad o a aquella divinidad, al cual se d ebe el
ap elativo de «frondoso» [frondosum). E n Idalio existían santuarios de
A ten ea, A frodita y A p o lo ,
v. 101 saeitum... monstrunv. el M in o tau ro ; cf. v. 79.
v.1 0 5 Tauro: m o n ta ñ a de Licia, en el gran m acizo al sur de la m eseta
cen tral de A sia M enor.
CATULO • PO ESÍA COM PLETA

una encina que sacude sus ramas o un conifero pino,


de exudante corteza, retuerce el tronco con su soplo
(el árbol, arrancado de raíz, cae inclinado,
destrozando todo lo que a su paso encuentra),
así, doblegando su cuerpo, abatió Teseo al feroz monstruo
que en los vientos vanos agitaba inútilmente los cuernos.
Luego, a salvo ya, con mucha gloria volvió el pie
y dirigió con el tenue hilo sus errantes pasos
para que, al salir del tortuoso laberinto,
no fuera engañado por las imperceptibles vueltas del palacio.
¿Pero por qué recordar todo lo demás, apartado de mi
[primer canto:
cómo la doncella, abandonando el rostro de su padre,
el abrazo de la hermana y el de la madre, finalmente,
que, desolada, se lamentaba por !a mísera hija,
a todo esto prefirió el dulce amor de Teseo,
o cómo traída en la nave llegó a la espumosa costa de Día,
o cómo, ceñidos sus ojos por el sueño,
la abandonó marchándose el esposo de desmemoriado pecho?
Cuentan que todo el tiempo, enloqueciendo en el
[ardiente corazón,
lanzaba ella clarísonas voces desde el fondo del pecho
y que entonces, triste, trepaba montes escarpados,
desde donde tendía la vista a los vastos remolinos del piélago
y hacia las ondas del trémulo mar avanzaba entonces,
recogiendo de su pierna desnuda los suaves vestidos,
y que, acongojada, esto dijo en sus extremos lamentos,
estremeciéndose entre fríos sollozos, con el rostro anegado:
«¿Así, pérfido, separada de los altares paternos,

p ro m in en te en la m itología y que fue m ás tard e la esp osa d e Teseo.


v. 1 3 0 extremis... qu a eü iz A riad n a habla con la con vicción de su m uerte
inm inente, tanto p or la situación física del ab and on o en una isla desierta
co m o p o r la situación em ocional d e la perfidia am orosa,
v. 132 patriis... aris. los altares de los dioses an cestrales que protegen
a la fam ilia.
C A TU LO * PO ESÍA COM PLETA >67

me abandonaste en la orilla desierta, pérfido Teseo?


¿Así, marchándote, sin cuidar el numen de los dioses,
desmemoriado, ¡ay!, llevas devotos perjurios a tu casa?
¿Nada pudo doblegar la determinación
de tu alma cruel? ¿Ninguna clemencia hubo en ti
para que quisiera apiadarse de nosotros tu impío pecho?
Pero no fueron estas las promesas que en otro tiempo
[me hicieras
con amable voz, ni esto ordenabas esperar a la mísera,
sino las felices bodas, sino los deseados himeneos:
cosas que, juntas, los etéreos vientos se llevan como vanas.
Ninguna mujer crea ahora al varón que jura,
ninguna espere que sean fieles las palabras del varón:
mientras su ánimo anhelante desea obtener algo,
nada temen jurar, nada dejan de prometer;
pero una vez saciado el capricho de su corazón codicioso,
nada recuerdan de lo dicho ni se cuidan de sus peijurios.
Yo ciertamente te rescaté, cuando girabas en medio
del torbellino de la muerte, y preferí perder a mi hermano
antes que faltarte a ti, traidor, en el supremo momento:
por él, para ser despedazada, seré dada a las fieras y a las aves
como presa y, muerta, no me cubrirá la tierra amontonada.
Pues ¿qué leona te engendró bajo una peña solitaria,
qué mar te vomitó, concebido por las olas espumosas,
qué Sirte, qué Escila rapaz, qué inmensa Caribdis,
que por la dulce vida me devuelves tales premios?

m áxim a, pues las d esgracias de A riad n a pueden n o term in ar con la


m u erte. L a p ro b le m ática de este tipo de p e n a mortem es el tem a
central de Antígona de Sófocles.
v. 156 Charybdis: m o n stru o que v iv ía en un escollo en el estrech o que
sep ara Italia de Sicilia. Es hija de Poseidón y la T ie rra ,
v. 1 5 6 Scylla: m o n stru o m arin o que habitab a en la costa italiana del
estrech o d e M esina.
v. 156 Syrtisi los b an co s d e a re n a y bajíos en la co sta n o rte d e Á frica,
en tre C iren e y C artag o .
CATULO • PO ESÍA COM PLETA

Si a tu corazón nuestras bodas no habían llegado


porque temías los crueles preceptos de tu anciano padre,
pudiste, sin embargo, conducirme a tus moradas
como esclava, para que en labor alegre te sirviera,
acariciando tus blancos pies con aguas claras
o tendiendo tu lecho con un manto purpúreo.
¿Pero por qué, enloquecida por la desgracia, me lamento
[en vano
a las indiferentes brisas que, sin tener sentido alguno,
no pueden ni oír ni contestar las voces pronunciadas?
Pero aquel gira ya casi en medio de las olas
y ningún mortal aparece en la vacía playa.
Así, insultándome en el momento supremo, una fortuna
demasiado cruel ha rehusado también sus oídos a
[nuestras quejas.
¡Júpiter omnipotente, ojalá las popas de Cecropia entonces
no hubiesen alcanzado las orillas gnosias
ni, por llevar al toro indómito el funesto tributo, en Creta
hubiera atado el navegante pérfido su amarra
ni, malvado, ocultando crueles propósitos bajo un
[aspecto dulce,
hubiera como huésped descansado en nuestras moradas!
¿A dónde me volveré?, ¿en qué esperanza, perdida, me
[sostengo?
¿Buscaré los montes Ideos, de donde iay! separándome
[con su inmenso oleaje
me aparta amenazante la inmensidad del mar?
¿Esperaré el auxilio de mi padre, a quien yo misma abandoné
para seguir al joven manchado con la sangre fraterna?

v. 172 Gnosia... litara: las costas creten ses, un uso m eton ím ico de Cnos-
sos, capital de C reta, en d on d e se en co n trab a el p alacio de M inos,
v. 178 /daeosne... montes, d om in ad os p o r el Ida, m o n te d e C reta.
CATULO * PO ESÍA COM PLETA

¿O me consolaré a mí misma con el leal amor de un esposo


que huye curvando los pesados remos sobre el oleaje?
Ninguna morada, además, hay en la costa, nadie en la isla,
ni se descubre una salida entre las envolventes olas del piélago.
Ninguna posibilidad de fuga, ninguna esperanza: todo
[está mudo,
todo abandonado, todo muestra la ruina.
Pero no languidecerán mis ojos con la muerte
ni se marcharán los sentidos de este cuerpo cansado,
antes que, traicionada, implore a los dioses una justa pena
y reclame, en la hora postrera, la lealtad de los Celestiales.
Por eso, oh Euménides, que castigáis las acciones de los hombres
con pena vengadora y cuya frente ceñida por cabellera
[de serpientes
lleva ante si las iras expiradas desde el pecho,
aquí, venid aquí, escuchad las quejas que yo,
¡ay de mí, mísera!, soy obligada a proferir
desde las hondas entrañas, ciega de demente pasión,
[débil, en llamas.
Y, puesto que nacen sinceras del fondo de mi pecho,
no permitáis vosotras que nuestro dolor sea en vano
sino que Teseo, con el ánimo con que sola me ha dejado,
con ese mismo ánimo, diosas, sea funesto para sí y para
[los suyos».
Después que derramó estas voces desde su acongojado pecho,
implorando con ansia el castigo de tan crueles actos,
asintió el que gobierna con invicto numen a los Celestiales

v. 2 0 4 Es Jú p ite r m ism o, en lugar de las E um én id es, quien atiende la


súplica de A riadna. Numen significa «poder divino», pero tam bién, en su
sentido original y en relació n co n el verb o adnuit, alude al m ovim iento
de asentir inclinando la cab eza; numen p erten ece al lenguaje religioso
y se refiere a la m anifestación de imperium rep resen tad a p o r el gesto
de asentim iento de los dioses, si bien en la ép o ca im perial adquiere el
sentido m ás sucinto de «divinidad».
CA TU LO ♦ P O E SÍA C OM PLETA ,y (

y con su gesto, la tierra y el hórrido océano temblaron m.


y agitó el cielo sus estrellas palpitantes.
Así el propio Teseo, apresada su alma por una ciega tiniebla,
alejó del pecho olvidadizo todos los mandatos
que tenía en su alma antes constante
y no anunció, elevando dulces señas para su acongojado padre, 210
que volvía sano y salvo a ver el puerto erecteo.
Pues cuentan que en otro tiempo Egeo, confiando a los vientos
a su hijo que en la nave abandonaba las murallas de la diosa,
estos mandatos, en el abrazo, había dado al joven:
«Unico hijo mío, mucho más grato para mí que la vida, 215

hijo, a quien me veo obligado a enviar hada inciertos avatares,


recién devuelto a mí en el extremo límite de la vejez,
ya que mi fortuna y tu virtud ferviente
contra mi voluntad te arrancan de mí (cuando mis
[desfallecientes ojos
no se han colmado todavía con la querida imagen del hijo), 220
yo no te enviaré con alegría ni con feliz pecho
ni permitiré que lleves signos de fortuna favorable,
sino que muchos lamentos sacaré antes de mi alma
ensuciando mis canas con tierra y esparcido polvo;
después, en el mástil errante suspenderé teñidos lienzos, 223
la tela íbera oscurecida con herrumbre, como conviene
a este dolor nuestro y a los íuegos de nuestra alma.

que sufre an te la decisión d e su hijo, si bien a d m ira su ferv o ro sa virtud,


y que al ca b o term in a siendo su v íctim a, en p aralelo co n A riad n a, a
cau sa d e la d esm em o ria ( immemor) d e Teseo.
v. 217 reddite... nuper. Teseo había pasado su infancia y adolescencia con
su m a d re E tr a en T rezen a, ju n to a su ab uelo, el re y Piteo, y n o viajó a
A ten as sino en su m ad u rez, cu an d o su p ad re y a e ra un an cian o,
v. 2 2 2 fortunas signa secundar, referen cia a las v eias blancas,
v . 2 2 7 obscurata... ferruginc. la tin tu ra e ra p ro d u cid a co n u n a especie
de o c re (m ineral co n ó xid o s d e h ierro ), siend o el c o lo r un n egro
v io láceo .
CA TU LO ♦ PO ESÍA COM PLETA

Si la moradora del sagrado ítono, quien consintió drlcndi i


nuestra estirpe y la casa de Erecteo,
concediera que con la sangre del toro ensuciaras tu dicsli ¡i, •'■
entonces harás, por cierto, que en tu corazón memorioso
permanezcan firmes para ti estos mandatos y ninguna
[edad los olvidr,
para que, apenas tus ojos divisen nuestras colinas,
las antenas depongan enteramente la fúnebre tela
y enarbolen velas blancas los retorcidos cables aii
y así, distinguiéndolas de inmediato, sienta yo alegría
en mi regocijado corazón, cuando una edad próspera te
[traiga de regreso».
Pero estos mandatos abandonaron a Teseo, guardados antes
con alma constante, como las nubes que impulsa el
[soplo de los vientos
abandonan la elevada cima de un monte nevado. 240
Y el padre, que desde lo alto de la torre ansiaba divisarlo,
consumiendo sus ojos anhelantes en continuas lágrimas,
se arrojó desde lo alto de las murallas
cuando contempló el lienzo oscuro de la inflada vela,
creyendo, por un destino cruel, haber perdido a Teseo. 245
Así, penetrando el intrépido Teseo en los recintos de su casa
enlutada por la muerte paterna, recibió él mismo un dolor
como el que, con corazón desmemoriado, había causado
[a la hija de Minos.
Acongojada ella, contemplando la quilla que se alejaba
[entonces,
herida, numerosas penas arremolinaba en su alma. 2so
Y desde otra parte revoloteaba, floreciente, Iaco,

color fúnebre por las velas blancas) era el signo que indicaría a Egeo
que su hijo se habría salvado.
v. 241 summa... ex arce, desde la Acrópolis, el lugar más alto de la
ciudad.
v. 251 lacchus: aunque en sus orígenes se trataba de una divinidad
C A TU LO ♦ PO ESÍA C OM PLETA l/y

con un cortejo de sátiros y nisígenas silenos,


buscándote a ti, Ariadna, encendido por tu amor.

Entonces, por todos lados, deliraban con enloquecido ánimo,


«¡evohé!», ágiles bacantes, «¡evohé!», inclinando la cabeza.
Algunas de ellas sacudían tirsos de frondoso extremo,
otras arrojaban los miembros de un novillo descuartizado,
otras se coronaban con retorcidas serpientes,
otras celebraban oscuros misterios en canastillas huecas
-misterios que en vano esperan conocer los profanos-; 260
con sus manos en alto, otras golpeaban timbales
o arrancaban del redondo bronce tañidos sutiles,
los cuernos de muchas soplaban roncos clamores
y con horrible son aullaba la bárbara flauta.
Magníficamente decorada con tales figuras, 26S
la manta cubría el tálamo que abrazaba con su velo.
Después que la juventud tesaliense se sació de observarla
con avidez, fue cediendo el paso a los dioses santos.
Entonces, como el Zéfiro con su soplo matutino

v. 2 5 6 tecta... cúspide thyrsosr. el tallo de vid que B a c o llev a trad icional­


m en te c o m o ce tro .
v. 2 5 9 obscura... orgia: ritos secreto s del culto b áqu ico, con el cual la
p alab ra orgia está especialm ente relacionad a. (v e rV irg ., Georg. IV , 521),
E sta exp resió n h a g en erad o exp licacio n es co m o la d e E . M arm o rale,
quien p ro p o n e la hipótesis d e un C atulo iniciado en los m isterios y
una lectu ra sim b ólica d el C arm en 6 4 , aunque co n escasas posibilidades
de verificación.
v. 2 5 9 cauis... cistis: can astillas cilin d ricas d o n d e se g u ard ab an los
objetos d e culto.
w . 2 6 2 -2 6 3 tereti... aere... comua («cuernos»): el cu ern o y los cím b alos
están p rin cip alm en te asociad os al cu lto d e C ibeles (diosa del A sia
M en or, cu y o culto se difundió p o r el m u n do h elén ico, y luego p o r el
ro m an o ), o tra m an ifestación ritual d e c a rá cte r orgiástico que ap arece
en el Carmen 6 3 , con el m ito de Atis.
v . 2 6 4 barbaraquer. es d ecir, asiática. Se trata del aulete, u n a variedad
de flautín.
CA TU LO * PO ESÍA C OM PLETA
m

empuja las inclinadas olas encrespando el plácido mar,


cuando la Aurora nace bajo los umbrales del sol errante,
y avanzan estas impulsadas por apacible soplo, con lentitud
primero, y suenan levemente con murmurar de risa,
y después, ya crecido el viento, aumentan más y más,
y con purpúrea luz refulgen ondulantes a lo lejos,
así entonces, abandonando los regios recintos del vestíbulo,
cada uno, en desorden, con errante paso se alejó hacia su casa.
Tras su partida, en primer lugar llegó Quirón,
desde la cima pelíaca, cargando dones silvestres:
pues todas las flores que ofrecen los campos, las que hace surgir
en sus grandes montes la región de Tesalia, las que engendra
junto a las ondas del río la brisa fecunda del tibio Favonio,
las ofreció él mismo, entretejidas en abigarradas coronas,
con las que toda la casa rió acariciada por el alegre perfume.
Al instante, dejando el reverdecido Tempe
a las Náyades para que lo celebren con danzan dóricas,
Tempe al que ciñen coronas de pendientes bosques,
se acerca Peneo, sin las manos vacías, puesto que ha arrancado
de raíz largos laureles de tronco recto y altas hayas,
además del plátano oscilante y el ciprés etéreo
y la flexible hermana del fulminado Faetón.

v. 2 8 5 Penios: dios-río de Tesalia, co n sid erad o co m o hijo de O cé a n o


y Tethys.
v. 2 8 7 N aiasin: las ninfas d e los m an an tiales y las corrientes de agua.
Su g en ealo g ía es variable: son llam adas tan to hijas d e Zeus co m o del
O cé a n o , p e ro co n m a y o r frecu en cia son sim p lem ente hijas del dios
del río que habitan.
v. 2 9 1 Pkaetontis: hijo del Sol [Helios) y de C lim en e (Ov. Met. 1, 7 5 0 y
ss.). V iajó al E ste en b u sca de su p a d re y, ya en el p alacio, solicitó co n ­
ducir el can'O so lar p o r un día. L os caballos inm ortales se d esb o caro n
p or la im p ericia del co n d u cto r, am en azan d o con destruir la T ierra,
p or lo que fue fulm inado p o r Zeus m ientras co n d u cía el ca rro de su
p adre, en el que estuvo c e r c a d e p ro d u cir una conflagración universa!.
P recip itad o en el río E ríd an o , sus h erm an as lo lloraron de tal m o d o
que fueron con vertid as en álam os.
CA TU LO ♦ PO ESÍA COM PLETA

Colocó estos dones entrelazados alrededor de la morada


en tal abundancia que el vestíbulo verdecía cubierto
[por una tierna fronda.
Detrás de este siguió Prometeo, de corazón ingenioso,
llevando mitigados los vestigios de la antigua condena 295
que, ligados con cadena sus miembros a la roca,
cumplió en otro tiempo, pendiendo de cimas escarpadas.
Llegó luego el padre de los dioses, con su divina consorte
y sus hijos, dejándote solo a ti, Febo, en el cielo,
junto a tu hermana gemela, la que habita en los montes del Idro, 300
pues al igual que tú, tu hermana despreció a Peleo
y no quiso celebrar las ceremonias nupciales de Thetis.
Después que todos reclinaron sus miembros en los
[niveos asientos,
las mesas fueron generosamente dispuestas con festín variado,
en tanto que agitando los cuerpos con movimiento tembloroso 30s
empezaron las Parcas a revelar sus cantos verdaderos.
Un cándido vestido, que abrazaba enteramente el cuerpo
[trémulo,
con purpúreo borde íes ceñía los tobillos,

v. 3 0 0 ldri'. si la lectu ra Id ri es co rre cta , p osib lem en te Id ro sea el


ep ón im o fu n dad or de la ciudad de Idri as, en C aria, región aso ciad a
co n el culto a H éca te.
v. 3 0 1 Pelea... soror aspernata: n o h ay h isto ria co n o c id a que hable
de tal d esd én ; H o m e ro [JL X X I V , 6 2 ) m e n c io n a e x p re sa m e n te la
p re s e n c ia d e to d o s los d ioses en la b o d a y u n a c a n c ió n n u p cial
ca n ta d a p o r F eb o .
v. 3 0 6 Parcae: divinidades ro m an as del D estino (Fatum), identificadas
con las M oiras griegas. Son tres h erm an as: C loto preside el nacim ien to;
Láquesis, el m atrim o n io y A tropos, la m u erte. E n H esío d o {Teog. 9 0 4
y ss.) a p a re cen c o m o hijas de Zeus y d e Temis. En el p en sam ien to
ro m a n o , las P arcas no p oseen un p o d e r universal tan exten so co m o
el H ado (Fatunij o D estino, y se las relacio n a co n el n acim ien to (P ar-
cae < parere, «p arir», «dar a luz»). C atulo p resen ta u n a versión griega
en la que C loto es la h iland era, con un huso, que teje el hilo de la
CA TU LO ♦ PO ESÍA C O M PLETA

niveos listones coronaban la rosada cabeza


y, conforme al rito, las manos hilaban su labor eterna. .no
La izquierda sostenía la meca cubierta por suave lana,
la derecha moldeaba con destreza los hilos que separaba
[con los dedos
hacia arriba y, torciéndolos entonces en el pulgar doblado,
giraba el huso equilibrado por el redondo disco,
y arrancando así emparejaba su obra con los dientes 315
todo el tiempo, y las mordidas de lana, que sobresalían antes
del hilo leve, se adherían a los labios resecos.
Canastillas de mimbre, a sus pies, retenían
los suaves vellones de la blanca lana.
Arrancando los vellones, con voz clarísona entonces 320

profirieron tales vaticinios en un divino canto,


canto que ninguna edad venidera acusará de perfidia:
«Oh tú, que con grandes virtudes incrementas tu gloria excelsa,
muralla de Emancia, a quien más quiere el hijo de Ops,
escucha lo que a ti, en este feliz día, te revelan las Hermanas, 325

m ien to de A quíles y su tray ecto ria h ero ica. A p o lo , c o m o co n d u cto r de


las M usas (Musagetes), resultaría falaz {perfidus, i.e., infiel a sus p rom esas
de felicidad p a ra T h etis y Peleo) d ad a su hostilidad h acia Aquiles en
la g u e rra de T ro y a, p o r lo que se co n sig n a que el can to de las P arcas,
co n trariam en te, se rá un o rácu lo v eríd ico . P or el tem a, la can ció n p ue­
de definirse co m o un epitkalamium; el estribillo que re m a ta las d oce
estrofas, com p u estas d e desigual can tidad de v ersos, es un recu rso
frecu en te en la poesía alejandrina.
v. 3 2 4 Opis: d iosa ro m a n a que p erson ifica la ab u n d an cia (opis: «abun­
d ancia») . E s la p áred ro de Saturno, con quien co m p artía el tem plo en el
C apitolio. Los ro m an o s la identificaban frecu entem en te con R ea, espo­
sa de C ro n o s (identificado, a su vez, co n Saturno) y m ad re de Zeus; así,
el hijo d e O ps e sjú p ite r (al igual que en Plau to, Persa, 2 5 2 ; M .G ., 1082).
v. 3 2 4Emathiae tutamen-. E m a n cia es p ro p iam en te el n om b re de una
p arte de M a ced o n ia, p ero V irgilio, O vidio y L u can o siguen a C atulo
en tom arlo co m o sinónim o de Tesalia.
v. 3 2 4 Opis, carissime nato: la lectu ra de llo u sm a n , que h em os elegido
iara la trad u cció n , se p ro d u ce a p artir de u na rep u ntuación del verso
Ív ale d ecir, quitando la c o m a que sigue a Opis).
CA TU LO * PO ESÍA COM PLETA

el veraz oráculo. Pero vosotros corred, husos,


corred, guiando los hilos que siguen a los hados.
Ya vendrá Héspero, trayendo para ti lo deseado
por los maridos, la consorte vendrá con fausta estrella
para colmar tu alma con el amor que enternece mo
y prepararse a enlazar contigo sus lánguidos sueños,
deslizando en tu cuello robusto sus delicados brazos.
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Ninguna casa cobijó jamás amores tales,
ningún amor unió con pacto tal a los amantes, 335
cual la concordia que une a Thetis, cual la que une a Peleo.
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Nacerá de vosotros Aquiles, ignorante del terror,
conocido entre sus enemigos, no por su espalda sino por
[su pecho fuerte,
quien siempre vencedor en el incierto certamen de la carrera 340
aventajará los llameantes pasos de una rápida cierva.
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Ningún héroe podrá compararse con é! en la guerra,
cuando se aneguen de sangre teucra los campos frigios
y, sitiando con una larga guerra los muros de Troya, 3u
los devaste el tercer heredero del perjuro Pélope.
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Sus egregias virtudes y sus ilustres hazañas
proclamarán siempre las madres en el funeral de los hijos,

auriga de E n ó m a o , p a ra que lo ay u d ara a g a n a r la carrera de carro s


y p o r ese m ed io obten er el m atrim onio con la hija de este últim o,
H ip o d am ía; después d e la v icto ria asesinó a M irtilo, a quien h ab ía
ofrecido la m itad de su rein o. Sin em b arg o , Pélope alcan za u n a gran
prosp eridad y se le atribuyen seis hijos de H ip o d am ía.
v. 3 4 6 tertius heresr. se refiere sin dud a a A g am en ó n , p ero ello im p lica
u na gen ealo g ía dudosa.
C A TU LO ♦ PO ESÍA COM PLETA 18 ?

cuando suelten de sus blancas cabezas la cabellera en desorden as»


y se golpeen los senos marchitos con débiles palmas.
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Pues como un segador que, arrancando apretadas espigas,
bajo el sol ardiente cosecha los rubios sembradíos,
los cuerpos de los troyanos abatirá con hierro funesto. 355

Corred, husos, corred guiando los hilos.


Testigo será de sus grandes virtudes la ola del Escamandro,
que por distintos lugares se derrama en el impetuoso
[Helesponto,
cuyo curso, angostándose por montones de cuerpos
[desmembrados,
entibiará sus profundas corrientes al mezclarse la sangre. 3eo
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Y, al fin, testigo será también la presa entregada a la muerte,
cuando la pira circular en el alto túmulo erigida
reciba los miembros niveos de la virgen abatida.
Corred, husos, corred guiando los hilos. 365
Pues tan pronto como a los cansados aqueos haya dado
[la fortuna
la fuerza para deshacer los lazos neptunios de la ciudad
[de Dárdano,
serán bañados sus hondos sepulcros por la sangre de Polixena,
quien, sucumbiendo como víctima bajo el hierro de doble filo,
dejará caer, postrada la rodilla, el cuerpo decapitado. 370
Corred, husos, corred guiando los hilos.

su hija B a teia en m atrim o n io y, ai m o rir, lo h ace h ered ero de su rein o,


que p asa a llam arse D ard ania.
v. 3 6 8 Polyxenia: hija de F ríam o y H écu b a (no m en cio n ad a en Ilíada),
sacrificad a p o r N ep tó lem o sob re ¡a tu m b a d e Aquiles (Eur., H ec. 2 2 0
y ss.). In d ep en d ien tem en te de esta leyen d a se desarrollaron otras: en
u n a d e ellas, Aquiles d esea obten er la m an o de la jo v e n y ofrece a su
p a d re a b a n d o n ar a los griegos y reg resar a su patria, o, según otros,
p elear en las filas troyanas; en otra, París m ata a Aquiles en el m om ento
de su b o d a co n P olixena.
CA TU LO ♦ P O E SÍA C O M PLETA

Vamos, pues, unid los amores que el alma desea.


Reciba en dichoso pacto el consorte a la diosa,
sea dada la esposa al ya desde hace tiempo anhelante marido.
Corred, husos, corred guiando los hilos. 375
La nodriza, visitándola al nacer el día,
con el hilo de la víspera no podrá rodear su cuello.
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Ni la ansiosa madre, entristecida por las discordias de la joven
todavía casta, desistirá de esperar queridos nietos. 3so
Corred, husos, corred guiando los hilos.
Tales cantos, profetizando en otro tiempo venturas a Peleo,
cantaron las Parcas desde su pecho divino.
Puesto que antes, cuando la piedad no era todavía despreciada,
solían visitar los habitantes del cíelo, en persona, las castas 385
moradas de los héroes y mostrarse en la reunión de los mortales.
Con frecuencia el padre de los dioses, volviéndose a mirar
desde su templo refulgente, como hubieran llegado los
[sacrificios anuales
con sus días festivos, contemplaba tumbar cien toros en
[la tierra.
Con frecuencia Líber, que vaga por la cumbre más alta 390
[del Parnaso,

n o p ro cla m a , c o m o dice h acerlo , la su periorid ad del pasado frente a la


d egrad ación del p resen te, sino que d a a en ten d er que tod a la h um ani­
dad está so m etid a al d olor y a la m u erte, aunque varíen sus form as y
razon es. U n a posición critica m ás m o d e ra d a en cu en tra en este epílogo
u n a co n trap o sición cierta en tre p asad o y p resen te, establecida a partir
del alejam ien to d e la Ju stic ia en los tiem pos actuales; en el m undo
p retérito hay posibilidad de justicia, incluso en cuestiones am orosas,
co m o lo ev id en cia la h istoria de A riad n a y Teseo.
v. 390 Parnassi: m o n ta ñ a c o n sa g ra d a a A p o lo , en cu y a la d e ra se
e n cu en tra D elfos. E l h é ro e del cual re cib e el n om b re h ab ría fundado
el antiguo orácu lo de Pitón, e inven tad o ad em ás la adivinación p o r
m ed io d e las aves.
CATULO • PO ESÍA COM PLETA

conducía a las vociferantes Tíadas de sueltas cabelleras,


porque los habitantes de Delfos, precipitándose en
[tumulto desde toda la ciudad,
felices, habían recibido al dios en altares humeantes.
Con frecuencia, en el mortífero certamen de la guerra, Mavorte
o la virgen Ramnusia o la señora del rápido Tritón 335
exhortaban, en persona, a las armadas multitudes de hombres.
Pero después la tierra fue empapada por el nefando crimen
y todos ahuyentaron la justicia de la mente codiciosa:
los hermanos tiñeron sus manos con la sangre fraterna,
dejó de llorar el hijo a los fallecidos padres, 400
el padre deseó los funerales de su hijo primogénito
para apoderarse, ya libre, de la virtud de la madrastra virgen;
la sacrilega madre, deslizándose bajo su hijo incauto,
no temió, sacrilega, deshonrar a los divinos ancestros.
Todo, lo pío y lo impío, confundido en pasión malvada, «5
apartó de nosotros el justiciero espíritu de los dioses:
por lo que ya no se dignan a visitar reuniones tales
ni permiten ser alcanzados por la luz clara del día.

v. 3 9 5rapidi Tritonis era («señora del rápido Tritón»}: se trata de A tenea,


a la que H o m e ro (11 8, 3 9 ) llam a Tritogeneia, «n acid a de Tritón». Tritón
es el dios m arin o hijo de Poseidón y Anfitrite.
v. 3 9 5Rhamnusia uirga: N ém esis, llam ad a así p o r su fam oso tem plo
de R h am n us, en el A tica.
v. 4 0 2nouercae: la jo v en virgen, p ro m etid a del hijo, se tran sform a en
m ad rastra cu an d o se une al p ad re.

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