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Descripción Del Instrumento

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2.1.

INVENTARIO DEL COMPORTAMIENTO DE NIÑOS(AS) DE 6-18 AÑOS PARA


PADRES (CBCL/6-18), INVENTARIO DEL COMPORTAMIENTO DE NIÑOS(AS)
DE 6-18 AÑOS PARA PROFESORES (TRF/6-18), AUTOINFORME DEL
COMPORTAMIENTO DE JÓVENES DE 11-18 AÑOS (YSR/11-18)

Revisión:
Nuria de la Osa Chaparro.

NOMBRE ORIGINAL DEL INSTRUMENTO: Child Behavior Checklist/6-18


(CBCL/6-18); Teacher’s Report Form/6-18 (TRF); Youth Seul-Report/11-18 (YSR)
(Achenbach, 2001).

FICHA TÉCNICA:
Autores: Achenbach y Rescorla (2001).
Adaptación: La Unidad de Epidemiología y Diagnóstico en Psicopatolo-
gía del Desarrollo de la Universitat Autònoma de Barcelona
(http://www.ued.uab.es) ha llevado a cabo la traducción que se considera
oficial de la última versión de todos los protocolos basándose en un pro-
cedimiento de retrotraducción y consenso entre jueces. Asimismo es la
distribuidora oficial del material ASEBA en España.
Aplicación: Individual o colectiva.
Edad de aplicación: De un año y medio a 59 años.
Duración de la prueba: 15-20 minutos.

Objetivos

Las escalas de apreciación de Achenbach son den utilizarse para determinar si la inter-
instrumentos diseñados para obtener datos acer- vención está aconsejada.
ca de la competencia y los problemas conduc- • Identificar objetivos específicos de inter-
tuales y emocionales de los niños, adolescentes vención.
y adultos. • Seleccionar sujetos con un problema par-
Todos los instrumentos pueden utilizarse con ticular o determinados niveles de desvia-
la finalidad de: ción en relación a la norma.
• Comparación de tratamientos diferencia-
• Obtener líneas base del funcionamiento. les utilizándolos para determinar el grado
Los problemas específicos, así como las de mejora.
puntuaciones en las diversas escalas, pue-

Descripción

Se incluye dentro del Achenbach System of Empirically Based Assessment un conjun-


to integrado de protocolos y entrevistas que evalúan el comportamiento de personas com-
prendidas entre un año y medio y 59 años (www.ASEBA.org). En concreto, el Child Be-
havior Checklist/6-18 (CBCL/6-18), versión para ser contestada por padres de niños de
seis a 18 años, el Teacher’s Report Form/6-18 (TRF), versión para maestros de sujetos de

CBCL/6-18, TRF/6-18, YSR/11-18 / 1


la misma edad, y el autoinforme Youth Self-Report/11-18 (YSR) (Achenbach, 2001), ba-
sados los tres en la taxonomía dimensional de Achenbach, son los inventarios más utiliza-
dos para el estudio de psicopatología en la infancia y la adolescencia. Todos los protoco-
los han sido revisados en 2001 reemplazando aquellos ítems de protocolos anteriores que
puntuaban con muy baja frecuencia o que no aparecían en ninguna de las dimensiones es-
tudiadas y se han actualizado las normas norteamericanas.
La propuesta de Achenbach consiste en un sistema dimensional que contemple el des-
arrollo de conductas psicopatológicas a lo largo de la evolución, que ofrezca un adecuado
contraste clínico y que posea la calidad métrica necesaria. Emplea procedimientos métri-
cos para derivar los síndromes psicopatológicos y reconoce las variaciones evolutivas y la
necesidad de recoger la opinión de diversos informantes.
Los sistemas dimensionales de clasificación no se derivan de las observaciones clí-
nicas, como ocurre con los sistemas categoriales, sino de la aplicación de técnicas esta-
dísticas a largas listas de problemas de conducta para evaluar la tendencia que éstos tie-
nen a presentarse agrupados en dimensiones. Se pertenece a una dimensión en función
del grado en que las características de un sujeto coinciden con las que definen esa di-
mensión. Las dimensiones están formadas por conductas que representan un continuo
con dos polos opuestos denominados externalidad e internalidad. La internalidad se re-
fiere a conductas inadecuadas dirigidas hacia uno mismo, que afectan al propio sujeto y
crean conflicto personal (ansiedad, depresión, quejas somáticas...). Son conductas aso-
ciadas a un excesivo control interno y habitualmente consideradas como respuestas de or-
den emocional. La externalidad se refiere a conductas disruptivas en el entorno en el cual
se producen (agresividad, delincuencia...), que se dirigen hacia otros y son fruto de una
falta de control. Estos dos polos son denominados de banda amplia. Cada uno de ellos
comprende diversas agrupaciones sindrómicas de conducta que son denominadas de ban-
da estrecha. Algunas de estas agrupaciones se encuentran ubicadas en un polo del conti-
nuo. Las características de todos los individuos tienen un lugar en la dimensión, ya que
todos presentan esos rasgos en mayor o menor grado. En estos sistemas no hay jerarquías
y los sujetos pueden obtener puntuaciones clínicamente significativas en más de una di-
mensión.
El modelo se denomina multiaxial en referencia a la aceptación de diversas fuentes de
información. El diagnóstico debe integrar de forma coherente la información suministra-
da por cinco ejes: familia, educadores y resultados académicos, información objetiva so-
bre el funcionamiento objetivo, información acerca de la integridad del sistema neuropsi-
cológico e información relativa a las características de la personalidad, autoconcepto y
comportamiento del sujeto (auto y heteroinformado).
Numerosos metaanálisis de estudios en los que se utilizan muy diversos instrumentos
ponen de manifiesto una baja concordancia entre las diferentes fuentes en relación a la con-
ducta y las emociones de los niños y los adolescentes. Dado que la conducta varía en fun-
ción de los contextos y según diversos informantes, ninguna de estas fuentes puede utili-
zarse como criterio. En cambio la evaluación completa del sujeto no puede prescindir de
ninguna de ellas.
El enfoque es empírico en el sentido de que los datos de la evaluación como la deri-
vación de los síndromes y las escalas no están basados en la asunción a priori de la natu-
raleza de los trastornos o de las inferencias teóricas acerca de determinantes implícitos.
Esto es especialmente relevante dado que no hay ninguna clasificación para la infancia y
la adolescencia bien validada.

2 / Evaluación psicológica
Desarrollo

El procedimiento general de confección de los instrumentos fue obtener un numeroso


banco de ítems pensados para ser valorados por un determinado informante, padre, maes-
tro, joven, observador o clínico. Los ítems fueron originalmente propuestos a partir de la
revisión teórica, la propia investigación y las sugerencias de profesionales de la salud men-
tal y el resto de informantes para los que los instrumentos iban a ser diseñados. Todos los
borradores fueron revisados en varias ediciones piloto, completados y comentados por los
diversos informantes a partir de casos reales. Una vez depurados, fueron evaluados con
cada uno de ellos largas muestras de sujetos que atendían a consultas por problemas de
conducta o emocionales. Se obtuvieron correlaciones entre los diversos ítems de un ins-
trumento (por ejemplo, prefiero estar con chicos/as mayores que yo, le gusta llamar la aten-
ción o hacerse el gracioso, cambios repentinos de humor o sentimientos, etc.) de muestras
de sujetos de idéntica edad y sexo. Para identificar síndromes de problemas que tendían a
coexistir se hicieron análisis de componentes principales de las correlaciones entre los ítems
hallados en cada muestra. El término «síndrome» no implica aquí ninguna asunción teóri-
ca de etiología o diagnóstico, sólo correlación estadística. Para obtener síndromes que fue-
ran estadísticamente robustos se sometieron a diversas rotaciones varimax y se conserva-
ron como síndromes aquellos grupos de ítems que se mantuvieron juntos a través de las
diversas rotaciones para sujetos de un mismo sexo y edad. Se construyeron perfiles para
las puntuaciones de los síndromes obtenidos para cada género y edad. No se espera que re-
presenten todo el abanico de trastornos de la infancia y la adolescencia, sino constructos
centrales que varían poco o nada a través de las muestras. El modelo ha sido replicado en
Israel y Holanda y parece confirmarse su validez transcultural.
Algunos de los síndromes tienen contrapartidas en todos los grupos y a través de to-
dos los informantes, y por tanto son comunes a los tres instrumentos. Son los conocidos
como síndromes trans-informantes.
Antes de 1991 las escalas o síndromes derivados de los tres instrumentos consistían en
grupos de problemas hallados en análisis de componentes principales llevados a cabo de
forma separada para cada grupo sexo/edad y para cada informante. Algunos síndromes te-
nían contrapartidas en todos los grupos y a través de todos los informantes; otros, sólo para
algunos grupos o para algunos informantes. Para identificar los elementos comunes que se
hallan para ambos sexos y a cualquier edad se hicieron nuevos análisis en 1991. Los obje-
tivos de la revisión eran:

• Identificar síndromes que eran evidentes en la mayoría de las edades para los dos se-
xos analizando para cada instrumento. Los elementos de esos síndromes se denomi-
narían centrales, e incluirían aquellos ítems que están presentes en al menos la ma-
yoría de los grupos de sexo/edad que son posibles en una versión.
• Identificar síndromes específicos a edades y sexo e informados con uno de los tres
instrumentos, como se había hecho con anterioridad.
• Construir síndromes cros-informantes para representar los elementos comunes de los
síndromes centrales que tienen contraparte en el CBCL, el TRF y el YSR. Se llevó
a cabo un segundo análisis de componentes principales que incluía sólo los 89 ítems
comunes a los tres instrumentos.

En la actualidad los perfiles están pensados para puntuar ocho constructos de síndro-
mes cros-informantes que se han derivado de los datos de los dos sexos, para diversas eda-

CBCL/6-18, TRF/6-18, YSR/11-18 / 3


des y con múltiples informantes para un total de 113 ítems para el CBCL y TRF y 112 para
el YSR. Los síndromes están definidos como conjuntos de síntomas que coexisten en la ma-
yoría de las muestras de niños y niñas de diferentes edades y por diferentes informantes.
Los ocho síndromes que cumplen con esos criterios de robustez métrica son: aislamiento,
quejas somáticas, ansiedad/depresión, problemas sociales, problemas de pensamien-
to, problemas de atención, conducta delictiva y conducta agresiva. Las puntuaciones
de cada ítem se hacen sobre los valores 0 (nunca o casi nunca), 1 (a veces), 2 (siempre o
casi siempre) las agrupaciones externalizantes e internalizantes se formaron sobre análisis
factoriales de segundo orden de los ocho síndromes. Además, los perfiles preservan varia-
ciones importantes en cuanto a género, edad e informantes, como sería el caso de ítems que
están altamente relacionados con el síndrome cros-informante por sólo un tipo de infor-
mante, como es el caso de pensamientos suicidas y el síndrome cros-informante ansie-
dad/depresión, que sólo se relaciona fuertemente para el YSR. Este ítem no se incluye en
el constructo cros-informante ni en la escala del CBCL o TRF, pero sí en la escala ansie-
dad/depresión del YSR; también sería el caso de ítems que tienen diferentes puntuaciones
en función del sexo o la edad.
Los percentiles y notas «T» se derivaron de una muestra normal. El perfil gráfico al
dorso de los protocolos facilita la comparación directa entre los perfiles obtenidos a partir
de diferentes informantes. Las líneas discontinuas a través del perfil delimitan un rango li-
mítrofe entre lo clínico y lo normal. La corrección informatizada de estos protocolos per-
mite algunas ventajas sobre todo a la hora de visualizar los resultados comparativos entre
diferentes informantes con un total de hasta 5, informando de las concordancias entre ellos
en términos de media, inferior o superior a la media y síndromes, así como el análisis es-
tadístico de los datos.
Diversos estudios han mostrado la relación entre los diagnósticos DSM y los síndro-
mes de estos inventarios. Sin embargo, la fuerza de dichas asociaciones depende de facto-
res tales como la orientación del clínico y su entrenamiento, la edad de los niños que se
diagnostican, el tipo de problemas que manifiestan, la forma en que los clínicos obtienen
y combinan la información o la escala empírica que se analiza en relación al diagnóstico.
Se han construido escalas para puntuar el CBCL, TRF y YSR en términos de los ítems que
los profesionales con experiencia han juzgado como muy consistentes con el DSM. Para
ello se reprodujeron los diagnósticos descriptivos DSM y se construyeron formas para pun-
tuar la consistencia de cada ítem con cada categoría diagnóstica (poco consistente, algo
consistente y muy consistente). Los ítems catalogados como muy consistentes por al me-
nos 16 de los 22 profesionales que participaron (64 por 100) se incluyeron en las escalas
DSM; los ítems catalogados así se agruparon en las siguientes escalas: problemas afecti-
vos, problemas de ansiedad, problemas de atención/hiperactividad, problemas de con-
ducta, problemas de negativismo desafiante y problemas somáticos.
Las escalas se presentan en perfiles análogos a los perfiles típicos, y en el caso del TRF
se obtuvieron mayor número de ítems en la categoría de atención e hiperactividad y se pre-
sentan escalas separadas de desatención e hiperactividad.
Es importante tener presente que los ítems de estas escalas no son correspondencias di-
rectas de los criterios DSM, no se aporta información acerca de edad de inicio o duración,
que siguen siendo puntuaciones dimensionales y no dicotómicas, como en el DSM, y que
las puntuaciones se comparan con el total en las escalas por sexo y edad, lo cual no ocurre
en el DSM.
La necesidad de ayuda de un sujeto puede no depender sólo de sus problemas, sino de
sus competencias o la carencia de éstas. Para combinar la evaluación de las competen-

4 / Evaluación psicológica
cias con la evaluación de los problemas, el CBCL y el YSR incluyen ítems para evaluar la
cantidad de implicación en actividades lúdicas y deportivas, relaciones sociales y rendi-
miento escolar. El TRF tiene ítems para evaluar el rendimiento académico en términos de
notas y en términos de función adaptativa: cómo se comporta o trabaja o si es feliz.
Estos ítems se puntúan en escalas que comparan las competencias del sujeto con las de
muestras generales. Se obtiene también una nota global de competencia sumando las pun-
tuaciones parciales. Igual que anteriormente se ofrecen puntuaciones «T» y una delimita-
ción del rango clínico y limítrofe. Este tipo de puntuaciones y escalas diferenciadas per-
mite identificar permutaciones o combinaciones de problemas y competencias que no
pueden ser tan finamente aprehendidas con categorías diagnósticas más amplias. Las es-
calas de competencia son menos adecuadas que las escalas de problemas a la hora de de-
tectar cambios a corto plazo como consecuencia del tratamiento.

Características psicométricas

➣ Muestra de estandarización/adaptación

No hay baremos españoles para estos protocolos revisados.

➣ Fiabilidad

Por lo que respecta a los protocolos americanos, los valores alfa para las escalas de
competencias fueron moderadamente altos, oscilando entre 0,63 y 0,79 para el CBCL y
entre 0,55 y 0,75 para el YSR.
Para la escala de problemas las alfas oscilaron entre 0,78 y 0,97 para el CBCL, 0,71 y
0,95 para el YSR y entre 0,72 y 0,95 para el TRF. Las únicas alfas inferiores a 0,75 fue-
ron en la escala de retraimiento/depresión y problemas sociales del YSR y problemas so-
máticos y problemas de pensamiento del TRF, ya que ambas contienen ítems raramente in-
formados por los profesores.
Para las escalas DSM, las alfas oscilaron entre 0,72 y 0,91 para el CBCL, 0,67 y 0,83
para el YSR y 0,73 y 0,94 para el TRF.
La fiabilidad test-retest fue muy alta en la mayoría de los casos, con valores r en la ma-
yoría de los casos entre 0,80 y 0,90. Para el CBCL y el TRF los valores para la competen-
cia total, el funcionamiento adaptativo y los problemas totales variaron entre 0,91 y 0,95.
Para el YSR, los valores fueron de 0,89 para la escala total de competencia y 0,87 para la
de total de problemas. Calculados con la transformación z de Fisher, los valores r medios
fueron de 0,90 para las escalas de competencia y de problemas en el caso del CBCL, así
como para el TRF escalas adaptativas y de problemas. Para las escalas YSR y las DSM los
valores medios de r fueron ligeramente inferiores.

➣ Validez

En cuanto a la validez de los inventarios, la validez del CBCL, YSR y TRF en cuanto
a competencia adaptativa y puntuaciones en las escalas de problemas está refrendada por
cuatro décadas de investigación, así como por la evidencia de que todos los ítems discri-

CBCL/6-18, TRF/6-18, YSR/11-18 / 5


minan de forma estadísticamente significativa (p < 0,01) entre sujetos que atienden a con-
sulta y los que no atienden.
La validez criterial se hace evidente por las muchas regresiones, odds ratio y análisis
discriminantes, todos los cuales arrojan valores discriminantes (p < 0,01) entre grupos clí-
nicos y de población normal. Los resultados proveen de guías para el uso de puntos de cor-
te con varios propósitos. La validez de constructo de las escalas ha sido refrendada de mu-
chas formas como la evidencia de asociaciones significativas con escalas análogas de otros
instrumentos y con criterios DSM, mediante réplicas transculturales, mediante hallazgos
genéticos y bioquímicos y predicciones de resultados a largo plazo.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Achenbach, T. M. y Rescorla, L. A. (2001). Manual CBCL/4-18, YSR, and TRF profiles. Burlington,
for the ASEBA School-Age Forms and Profiles. VT: University of Vermont, Department of
Burlington, VT: University of Vermont, Research Psychiatry.
Center for Children, Youth and Families. Achenbach, T. M. (1991b). Manual for the Child Be-
Achenbach, T. M. y Edelbrock, C. (1983). Manual havior Checklist/4-18 and 1991 profile. Burling-
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Vermont, Department of Psychiatry. Achenbach, T. M. (1991c). Manual for the Teacher’s
Achenbach, T. M. y Edelbrock, C. (1986). Manual Report Form and 1991 profile. Burlington, VT:
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University of Vermont, Department of Achenbach, T. M. (1991d). Manual for the Youth Self
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Achenbach, T. M. (1991a). Integrative guide for the versity of Vermont, Department of Psychiatry.

6 / Evaluación psicológica

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