Zanoni v3 n16 1923 Apr
Zanoni v3 n16 1923 Apr
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Revista
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ZANONI
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DIRECTOR
ir ADMINISTRADOR:
III Dt Manuel da Briooáe Pardo Enriqns «ensaque Béjar j
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El Mago de Logrosán
U n ilu s tre te ó s o fo e s p a ñ o l
y corrección qüe la tenida con este último por el que fué jefe del
Observatorio astronómico de Madrid, F. Iñiguez, con motivo del
descubrimiento de una estrella temporaria hecho por Roso en la
madrugada del 8 al 9 de Junio de 1918, y por el Ministro de Ins
trucción pública en aquella época, señor Alba, que en pleno Par
lamento hizo la promesa, aun incumplida, de recompensarle por
sus descubrimientos y sus libros (1) Pero estas zarzas, de Jas
que está sembrado el camino recorrido por Roso de Luna, no
pueden herirle ni ofenderle. La incomprensión y la ingratitud han
sido, con frecuencia, las compañeras de su vida fecunda y labo
riosa, de la constante donación de su espíritu en altruista y teo-
sófica comunión, y él no ignora que «no hay profeta sin honra,
sino en su palria y en la propia casa».
Nuestro presente empeño es más modesto. Al honrar las pági
nas de Z anoni con el retrato del genial teósofo don Mario Roso
de Luna, y al escribir éstas líneas, pretendemos sólo dedicar un
recuerdo de cariño, respeto y devoción al hombre bueno, al fe
cundo escritor, al incansable sembrador de ideas científicas, ar
tísticas, filosóficas, de alta moralidad, fiel reflejo de las doctrinas
teosóficas que profesa.
Roso de Luna, sin apoyo alguno oficial ni económico, sin más
auxilio que el puramente espiritual que le prestan sus discípulos,
amigos y edmiradores, va formando el rico legado que como he
rencia dejará a la humanidad; va dando cima a la formidable, a
la ciclópea labor que suponen dieciseis gruesos volúmenes ya
publicados, entre los que se cuentan sus conocidas «Conferen
cias teosóficas en la América del Sur», y la publicación simultá
nea de otras que van apareciendo en su revista Hesperia, a más
de las que se anuncian en preparación.
Eminente polígrafo, su vida y milagros están fielmente retrata
dos por su bibliógrafo señor Canetti, que en su obra antes citada
dice; «Así le vemos luego abogado en ejercicio y astrónomo que
descubre un astro; periodista católico y consumado guitarrista;
volteriano parisiense y londinense anglicano; liquidando el comer
cio de su suegro y llevando su contabilidad, ni más ni menos que
Mahorna al casarse con Kadidja; enseñando oficialmente en la
«Mairie de la Banque, o du deuxiéme arrondissemenl», de París,
lengua española y matemáticas, como si fuese un emigrado libe
ral del pasado siglo, y trabando conocimiento a un tiempo con
Jugada de naipes
del N iñ o D io s , en p e r s o n a
* **
—;Estáis irremisiblemente perdido!—exclamó triunfal el cura
don Patricio, tomándome con la Reina el caballo que protegía,
desde hacía rato, a mi Rey.
—No tanto como creéis—replicó vivamente el joven Antoñilo,
interponiéndose entre los campeones ajedrecistas.—El caso es
algo parecido al del llamado «testamento de Filidor», y más aun
a la partida Inm oilal de mil ochocientos cincuenta y uno, entre
ioi
radas las mentes para recibir las enseñanzas que les llevo. En
fin se os presenta una oportunidad. La S. T. no es sólo esa So
ciedad que todo el mundo ve, pues ella abre la puerta del antiguo
y angosto Sendero, ese Sendero al final del cual están los gran
des Inslructores, los Guardianes de la Humanidad. Consta de tres
Secciones: la primera son los mismos Maestros; la segunda se
compone de los estudiantes esotéricos de diferentes grados,
siendo el más elevado, el de aquellos discípulos que conocen
personalmente a los Maestros; la tercera es nuestra Sociedad.
Transcurridos un par de años, si habéis probado vuestro celo,
laboriosidad y el propio sacrificio, podéis formar parle del círcu
lo más externo de la segunda Sección, si es que lo deseáis, pues
debo advertiros que nadie os invitará a ello, ni debe hacerlo,
pues ha de ser obra de vuestro propio deseo, como un impulso
interno que os lleve a uniros a nosotros. Dentro de ese círculo se
abre el camino por el cual hemos pasado algunos y sabemos que
conduce hasta los grandes instructores; pero tendréis que esca
larlos vosotros mismos.
Carta Pastoral
DHL ARZOBISPO DE SEVILLA. S E » ILDNDAIN, REPROBANDO
LA INMORALIDAD
(Se concluirá).