Recursos Archivos 1377 1183
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Salesianos Cooperadores
Inspectoría San Gabriel Arcángel
I. OBJETIVOS
II. MOTIVACIÓN
No concebimos a un Don Bosco separado o alejado de los jóvenes. Ellos le interpelaron y le
crearon interrogantes. Se acercó a ellos y vivió con ellos, para acompañarlos en su crecimiento
humano y cristiano.
En este tema, nos acercamos a esta realidad y veremos como Don Bosco fue un verdadero
educador y evangelizador de jóvenes, a lo largo de toda su vida. Al mismo tiempo, nos
preguntaremos por la respuesta que estamos dando, actualmente, a las necesidades juveniles.
III. METODOLOGÍA
Dividiremos este tema en dos reuniones de trabajo, precedidas por la presentación global del
mismo, por parte del animador del grupo.
PRIMERA REUNION
IV. CONTENIDOS
1. Ideas principales
1
Resulta claro como surgen las inquietudes educativas y evangelizadotas en Don Bosco, desde
pequeño.
Se trata de un ardor que lo acompañó siempre y que fue concretándose, a través de las
circunstancias, de la mano de Dios: es y se siente educador y evangelizador en medio de sus
compañeros, entre los que promueve, con creatividad, iniciativas evangelizadotas. Esa misma
inquietud le mueva a iniciar asociaciones de jóvenes, como la “Sociedad de la Alegría”, el mismo
ardor educativo le hace ir hasta los jóvenes de las cárceles y los andamios...En definitiva, la
vocación de educador y evangelizador es, en Don Bosco, una realidad presente y que se
desarrolla a lo largo de toda su vida.
Para llevar a cabo esta tarea evangelizadota, dio vida a múltiples iniciativas y obras, a través de
las cuales vivir con los jóvenes esta única realidad educativa y evangelizadota: de modo especial,
el Oratorio de Valdocco, que se convierte en referencia obligada de fidelidad salesiana; una obra
singular que aporta un ambiente juvenil, una presencia acogedora, un lugar de múltiples iniciativas
recreativas, culturales y religiosas. Junto al Oratorio, los talleres, la escuela, el internado, la
inquietud por las vacaciones, la preocupación misionera...
Como alma en el cuerpo, la tarea evangelizadota y educativa de Don Bosco se realiza en sus
obras con un talante, un estilo, un espíritu. Objetivo central de toda su obra educativa es la
formación de “honrados ciudadanos y buenos cristianos”. Su método, el que él mismo llamó
“Sistema Preventivo”, basado en la amabilidad y el cariño, en la razonabilidad y en la
trascendencia. Todo ello, dentro de un ambiente educativo, en el que la alegría, la presencia
cercana y amiga... hacen posible llegar al corazón del joven.
2. Documentos y textos
Todos me elegían para juez o para amigo. Por mi parte, hacía bien a cuantos podía, y mal, a
ninguno. Los compañeros me querían a su lado para que, en caso de pelea, me pusiera de su
parte. Porque, aunque era pequeño de estatura, tenía fuerza y coraje para meter miedo a
compañeros de mi edad. De tal forma, que, si había pelea, disputas, riñas de cualquier género, yo
era el árbitro entre los contendientes y todos aceptaban de buen grado la sentencia que dictaba”.
Durante el invierno, me reclamaban en los establos para que les contara historietas. Allí (el lugar
más caliente de la casa) se reunían gentes de todas las edades y condición, y todos disfrutaban
escuchando, inmóviles durante cinco o seis horas, al pobre lector de “Los Reales de Francia”, que
hablaba, como si fuera un orador, de pie sobre un banco para que todos le vieran y oyesen. Y
como se decía que iban a escuchar el sermón, empezaba y terminaba las narraciones con la
señal de la cruz y el rezo del Avemaría (1826)”.
Acudí a un medio más ventajoso, es decir, explicarles las dificultades y ayudar también a los más
atrasados. Así agradaba a todos y me ganaba el bienquerer y el cariño de los compañeros.
Empezaron a venir para jugar, luego, para oír historietas y para hacer los deberes escolares y,
finalmente, venían porque sí, como los de Murialdo y Castelnuovo.
Por darles algún nombre, solíamos denominar aquellas reuniones “Sociedad de la Alegría”. El
nombre venía al pelo, ya que era obligación estricta de cada uno buscar buenos libros y suscitar
conversaciones y pasatiempos que pudieran contribuir a estar alegres. Por el contrario, estaba
prohibido todo lo que causara tristeza, de modo especial las cosas contrarias a la ley del Señor”.
Pero, ¡cuál no fue mi asombro y mi sorpresa cuando me di cuenta de que muchos de ellos salían
con propósito firme de una vida mejor y que, luego, volvían a ser conducidos al lugar de castigo de
donde habían salido pocos días antes!.
En esas ocasiones, constaté que algunos volvían a la cárcel porque estaban abandonados a sí
mismos. “¡Quién sabe, decía para mí, si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se
preocupara de ellos y los atendiese e instruyese en la religión los días festivos, quién sabe si no
se mantendrían alejados de su ruina o, por lo menos, si no se reduciría el número de los que
vuelven a la cárcel!”.
Comuniqué mi pensamiento a Don José Cafasso y, con su consejo y su luz, me puse a estudiar la
manera de llevarlo a cabo, dejando el resultado en manos del Señor, sin el cual son vanos todos
los esfuerzos de los hombres”.
Se hizo la prueba de darles algo de clases, pero no prosperó por falta de local y de maestros que
nos quisiesen ayudar. En el Refugio y, más tarde, en Casa Moretta, comenzamos una escuela
dominical estable e, incluso, una escuela nocturna regular cuando se llegó a Valdocco.
Para obtener un buen resultado, se acometía una sola materia de enseñanza, cada vez, por
ejemplo, un domingo o dos se empleaban en dar o repasar el alfabeto o las sílabas; a
continuación, se echaba mano del Catecismo elemental y en él se les hacía silabear y leer, hasta
que fuesen capaces de entender una o dos de las primeras preguntas del catecismo; ésta era la
lección para la semana siguiente. Y, cuando llegaba el domingo, se les hacía repetir la misma
materia, añadiendo nuevas preguntas y respuestas. De esta forma, pude conseguir que algunos
llegaran, en ocho días festivos, a leer y a aprender por sí mismos páginas enteras del Catecismo.
Con esto ganamos tiempo, ya que, de no haber aprendido a leer, los mayorcitos hubieran
necesitado bastante más tiempo, antes de alcanzar la suficiente instrucción para poder
confesarse”.
Así pues, El Oratorio era un lugar de reunión y una presencia acogedora. Pero, al llegar los
jóvenes, se convertía en una rumorosa comunidad juvenil. Según Don Bosco, debía estar abierto
al mayor número posible de muchachos, y no sólo a aquellos pocos que las familias eran
capaces de orientar hacia el catecismo.
Comenzaba en la calle y en los talleres, con la toma de contacto con los jóvenes; se hacía visible
los domingos, con la concentración juvenil, y proseguía durante la semana, con la visita de Don
Bosco a los lugares donde los jóvenes trabajaban y con los trámites para ayudarles a resolver sus
problemas.
Pero, además de lugar físico, presencia sacerdotal y comunidad juvenil, el Oratorio era un taller
de iniciativas recreativas, culturales y religiosas. Admitía todas las expresiones connaturales a la
vitalidad juvenil: juegos, música, teatro, paseos, fiestas, concursos, instrucción, aprendizaje de
artes y oficios, debates, grupos, catecismo, funciones sagradas. Un espíritu constructivo, la fe que
fermentaba todas las iniciativas y el ambiente permitían la mayor creatividad. La alegría de estar
juntos y el ambiente de comunicación que producía al sentirse acogidos y apreciados, lo
convertían en un laboratorio de vida y experiencia, en el que resultaba fácil suscitar actitudes
positivas, comunicar mensajes y transmitir valores.
SEGUNDA REUNION
IV. CONTENIDOS
1. Documentos y textos:
Dos grandes aspectos caracterizan esta visión. Para que se convirtiesen también en programa
para los jóvenes, Don Bosco la expresaba en fórmulas sencillas, pero claras:
5
✓ “buen cristiano u honrado ciudadano”;
✓ las tres “eses”; salud, sabiduría ,santidad”;
✓ “estudio y piedad”;
✓ “el bien de la humanidad y el de la religión”;
✓ “encaminar a los jóvenes por el camino de la virtud y hacerlos capaces de ganarse
honradamente la vida”;
✓ “trabajo a favor de las almas y de sociedad civil”;
✓ “llegar a ser el consuelo de los padres, el honor de la patria, buenos ciudadanos en la tierra
para ser después, un día, felices moradores del cielo”;
En el fondo, comprende la razón y la religión, al hombre y su encuentro vital con Dios, la dignidad
humana y la salvación eterna, la historia y el evangelio, el mundo en su consistencia y la llamada
a la trascendencia. A cada uno de estos dos aspectos se le reconoce un valor propio y ambos
convergen en la formación del hombre completo.
El saber (el estudio), es decir (la responsabilidad), la buena educación (las relaciones), el trabajo
(la profesionalidad), el respeto del orden (la sociedad), conforman la dimensión cultural. No
como compartimento estanco ante la fe y la religión, sino como expresiones concretas de las
mismas: “Nuestro programa será éste: dejadnos el cuidado de los jóvenes y nosotros haremos
todos los esfuerzos para hacerles el mayor bien que podamos, ya que así creemos poder
contribuir a los buenos hábitos y a la civilización”.
RAZON: Don Bosco valoraba mucho la historia personal de cada joven e insistía en la necesidad
de la confianza. El educador debe valorar a los jóvenes faltos de recursos en su vida afectiva y
ayudarles a descubrir que pueden superar su situación. La confianza en las fuerzas y recursos
interiores del joven es la base de esta racionalidad.
AMOR: es “el alma del Sistema Preventivo”. La fuente de este afecto sensible y responsable es la
caridad. Ésta se traduce, por nuestra parte, en razón y amabilidad, y por parte del joven, en
confianza, disponibilidad y gratitud o reconocimiento.
RELIGIÓN: se presenta como motivación, como medio y como fin; es decir, como principio y fin
de su sistema, cosa nada extraña en Don Bosco, hombre totalmente lleno de Dios. Si Don Bosco
ama a los jóvenes, es porque se siente enviado por Dios para “ser signo y portador del amor de
Dios a los jóvenes”. El último y único fin que persigue Don Bosco con su sistema, es la salvación
total y plena del joven, hasta conseguir su encuentro con Cristo Salvador.
Crear un ambiente:
✓ en el que el joven se sienta a sus anchas: respetado, activo, valorado como persona;
✓ en el que participe activamente y se sienta responsable de sus propios compañeros.
Alegría y optimismo:
✓ “Aquí, nosotros hacemos consistir la santidad en estar muy alegres. Procuramos por
encima de todo, huir del pecado, como de un gran enemigo que nos roba la gracia de Dios
y la paz de corazón”.
VI. GLOSARIO
Evangelización: Acción por la cual la Iglesia y cada cristiano en particular da a conocer lo que es
el Evangelio. Es un deber de cada cristiano anunciar con su vida y sus propias palabras la Buena
Nueva o Buena Noticia de lo que Jesús ha hecho por Él y por todos los hombres (Palabras para la
fe. Diccionario Catequístico. Instituto de Catequesis. Arzobispado de Santiago, pág. 46).
Método: Etimológicamente significa perseguir, esforzarse para alcanzar un fin, buscar, estudiar,
seguir un camino. Es un procedimiento que sigue un camino. En Educación tiene como finalidad la
búsqueda y organización de las condiciones óptimas necesarias para conseguir objetivos
educacionales.
VI. BIBLIOGRAFÍA
✓ Bosco J., Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales. Ed. CC.SS, Madrid 1987.
✓ Bosco J. La carta de Roma, Ed. CCSS, Col. “Documentos” n. 17. Madrid 1984.
7
✓ Centro Internacional Salesiano de Pastoral Juvenil, Nuestra propuesta educativa. Col.
“Comunidad Educativa en formación” n. 17, guiones: 3.1. Don Bosco educador, 3.6. El
Proyecto Educativo – Pastoral Salesiano, etc. Ed. CCSS, Madrid 1986.
✓ Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil, Ser educador hoy, Col. “Cuadernos Misión
Joven” n.6, Ed. CCSS, Madrid 1986.
✓ Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil, Don Bosco educador, Col. “Cuadernos Misión
Joven” n. 11, Ed. CCSS Madrid 1988, pp. 9-41: Don Bosco educador; Don Bosco, ayer, la
pedagogía del amor; Don Bosco, hoy: la pedagogía salesiana.
✓ San Juan Bosco, Obras fundamentales, Ed. Católica, BAC, Madrid 1979, pp. 497-621.
✓ Vecchi J. E., Un proyecto de pastoral juvenil en la iglesia fr hoy, Ed. CCSS, Madrid 1990.
✓ Vigano E., El Sistema Preventivo de Don Bosco, Col. “Documentos” n. 1, Ed. CCSS, Madrid