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Antologia Lineas de Cambio Numero 1 663186

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1

Líneas de Cambio

Edición Prestige.

Editorial Solaris
2018

Autores: Víctor Grippoli, Valeria Rodriguez,


Miriam Mancini, Joaquín Ayala, Jeremi Torres-
Montero, Leonardo Grippoli, Ángeles Moisés Rojas,
Carlos Enrique Saldivar, Dani Roig, Cinthya Sarahí
Díaz, Poldark Mego, Jesús Guerra Medina, Adrián
García Cholbi.

2
Índice:

La columna del editor 5


Líneas de cambio - Víctor Grippoli 11
Ilustración: Joaquín Ayala 31
El mundo de los microsoles - Carlos Saldivar 32

Ilustración: Víctor Grippoli 46


CIUDADANO (CaSO4•½H2O) PARA VOLVER A
குமரிக்கண்டம் - Ángel Rojas 47
Ilustración: Joaquín Ayala 51
El cadáver del rey está en Regtialum - Cinthya Díaz
Nuñez 52
Grabado en madera y metal: Víctor Grippoli 62
Nómadas - Dani Roig 63
El nuevo mundo - Poldark Mego 67
Grabado en madera: Víctor Grippoli 87
Paraíso - Poldark Mego 88
Terrestre - Jeremy Torres-Montero 106
Irremediable - Miriam Mancini 109
Poema 1 - Leonardo Grippoli 112

3
Poema 2 - Leonardo Grippoli 115
Creador - Leonardo Grippoli 118
Cavernario - Jesús Guerra Medina 130
TSP número 4 - Adrián García Cholbi 134
La columna de Valeria Rodríguez 152
Biodatas de escritores 160
Contenido adicional de la versión premium: 168

Diseño de tapa e ilustración, logos editoriales y


selección: Víctor Grippoli

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LA COLUMNA DEL EDITOR — LÍNEAS DE
CAMBIO

Mundos desconocidos, mundos inexplorados, fue la


premisa de nuestra convocatoria desde Editorial Solaris
para este primer número de Líneas de Cambio. ¿Pero
qué fue lo que nos llevó a tal empresa? En lo que se ha
dado por llamar “ciencia ficción” ya sea literaria o
cinematográfica hemos visitado innumerables planetas
salvajes, inhóspitos, abandonados por sus habitantes
primigenios o, en cambio, poblados por las más
diversas culturas y especies. Es nuestro afán como
especie nómada y exploradora adentrarnos en lo
desconocido. Tenemos la necesidad intrínseca de
querer conocer los territorios que nos han sido
vedados, ya sea por nuestra juventud como especie o
porque todavía no poseemos la capacidad tecnológica
para explorarlos. Y cuando no podemos llegar a algo
usamos las herramientas que tenemos para explorarlo
y muchas veces esa arma es la imaginación. Prevemos
lo que vamos a encontrar. Por eso, con telescopios de
poco calibre vimos canales en Marte… y la idea de
esos canales nos hizo pensar en civilizaciones
agonizantes que llevaban el preciado líquido vital en un

5
último intento de supervivencia. Visualizamos de ese
mismo planeta especies que nos quisieron conquistar y
hasta una de ellas pereció por un aliado de último
momento como sucede en La guerra de los mundos.
Pero no sólo vinieron de Marte y Venus violentos
atacantes. Burroughs, creador de Tarzán, fue capaz de
darnos una conjunción de pueblos salvajes y mágicos
que fueron las delicias de muchos, con bellas
damiselas y guerreros musculosos al mejor estilo de
Conan. Nota aparte para las portadas de esas novelas
que eran igual de sugerentes que las historias mismas.
Pero eso no es todo, tenemos por una parte esa visión
mundana y física de esos mundos desconocidos pero
en otros casos toman otra dimensión casi mística o
religiosa. En la novela Solaris, nos encontramos con un
mundo acuoso capaz de generar estructuras en su
superficie, un mundo vivo y de una inteligencia diferente
y misteriosa. Las novelas difieren mucho de sus
versiones fílmicas, ambas de maravillosa calidad.
¿Acaso en algún momento encontraremos en el
universo mundos vivos? ¿Una versión de inteligencia
planetaria más parecida a la nuestra tal vez? ¿O acaso
hallaremos en las arenas de un mundo desértico al
nuevo mesías? Frank Herbert revolucionó al mundo

6
literario de la ciencia ficción con su primera novela de la
saga Dune. Nos encontramos en un mundo inhóspito,
donde el agua es un bien preciado y más preciada es
una sustancia que mueve al universo mismo y su
economía… la Melange, la Especia que otorga el poder
de la visión y de esas tierras resecas surge Paul
Atreides, el que llevará la Yihad al universo entero…
claro que Herbert juega con los mitos hebreos e
islámicos, claro que luego sería copiado hasta el
hartazgo y no es igual leer la novela ahora que hace
cuarenta años. Hasta Lucas para crear Star Wars toma
a Dune y lo transforma en Tatoonie, ese lugar arenoso
y remoto donde se levantará el último Jedi. El
Redentor… como Jesús… Tres figuras, tres mesías
que salen de las arenas y enfrentan brutales destinos.

Lamentablemente, la mitología de La guerra de las


galaxias, su mensaje esotérico y críptico, fue
desmantelado por el afán económico, y el golpe de
gracia lo ha dado Disney con la nueva trilogía,
generando una masa de basura a cargo de dos
personas que nada saben del esoterismo místico ni el
camino del héroe, elementos claves de una saga tanto
religiosa como de ciencia ficción fantástica.

7
De los mundos extraterrenos donde habitan
personajes que bordean la literatura de fantasía heroica
y los planetas inteligentes o de mesías pasaremos en
este breve recorrido a otro de los pilares fundamentales
como lo fueron las colecciones “Pulp”. Grandes autores
hicieron sus primeros pasos en estas revistas
norteamericanas o publicaciones de novelas de poca
monta según muchos críticos pero su influencia en la
cultura del siglo veinte fue tal que prácticamente
sentaron las bases de todo el sistema moderno de
entretenimiento. El alzamiento del comic como lo
entendemos ahora creo que no sería posible sin la
novela especulativa arquetipal. Ya nombré a Luke
Skywalker como un ejemplo por todos conocidos,
donde no hay espacio para la maldad y siempre hará lo
correcto, por sus amigos o por la galaxia. Donde matar
a su padre no es una opción, como sin duda sería la de
cualquiera al enterarse que es el mayor villano del
universo conocido… no… él hará hasta lo imposible
para redimirlo con su amor. Ese es el camino del
arquetipo. Un héroe que a todas luces es
unidimensional pero es lo que necesitamos para
reafirmarnos que con las herramientas correctas y la
voluntad firme la luz siempre vencerá a la oscuridad.

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En la era actual donde todo se deconstruye una y
otra vez, vemos el fin de los arquetipos, tanto en la
literatura especulativa como el cine, claro que
observamos otras facetas de los héroes, más oscuras o
más terrenales pero a veces en un mundo que se torna
oscuro la necesidad de figuras arquetípicas sea más
necesaria que en los cincuenta, donde sepamos que el
héroe del relato es puro y el mal no es tan terrible
porque es identificable y personificado. A esto lo
encontrábamos mucho en la novela pulp o las clásicas
publicaciones de relatos estadounidenses, donde esos
héroes visitaban planetas desconocidos que, oh
casualidad, siempre tenían la misma gravedad que la
Tierra y casi siempre féminas hermosas de armas
tomar.

Aquí en esta colección de relatos y poesía


especulativa recorreremos un poco esos planetas
alejados con sus particularidades, sus retos, sus
pueblos y culturas. Puede haber artefactos únicos,
especies bondadosas de gran sabiduría o belleza,
aunque tal vez también criaturas mortales. Nadie sabe
lo que puede encontrarse entre las letras de un cuento
o las que vienen, gracias a Pegaso que inspiran al

9
poeta y su pluma. Los invito a disfrutar de los escritores
y artistas plásticos que hemos tenido el honor de tener
en estas páginas.

Víctor Grippoli.

10
Líneas de cambio — Víctor Grippoli

Si alguien en la superficie hubiera tenido un


telescopio lo suficientemente potente podría haber
observado el resplandor de la nave espacial al partirse
en varios pedazos. Nadie saltaba al sistema Kback, su
estrella tipo sol tenía la particularidad misteriosa de
afectar los navegadores estelares y había llevado a la
tumba a numerosas tripulaciones. Por ende, se lo había
dejado fuera de las rutas de comercio de la Alianza
Humana pero no se lo había dejado fuera de los mitos a
aquel mundo inexplorado. Eripea era un planeta que,
según las historias de viejos viajeros contrabandistas,
poseía cualidades muy particulares, claro… para el que
sobreviviera para disfrutarlas.

De aquel resplandor mortal salió despedida la


cápsula de Arón. Sabiendo la contingencia que podía
hallar el muchacho rubio de traje blindado naranja y gris
se había introducido con anterioridad en el artefacto
estrecho con algunos elementos para su periplo.

Su dinero no le había permitido costearse una nave


biplaza con capacidad de salto de último modelo, por lo

11
que la cápsula era bastante antigua, por no decir una
antigualla y el contacto con la Tierra fue bastante
brusco.

Luego de despejar un poco la mente ante el


impacto, abrió la escotilla con la escafandra puesta.
Eripea era un mundo muy semejante a la Tierra, con
una gravedad menor, lo que le permitía sentirse ágil y
saltar mucho más lejos. Apenas dio unos pasos se
sintió diez años más joven. Acto seguido, le llegó el
informe de toxinas y elementos nocivos. No había nada
que las nano máquinas de su cuerpo no pudieran
combatir. Se retiró la escafandra activando un botón
que la plegaba en su mochila de combate. La radiación
era normal pero si hubiera sido superior tampoco
hubiera causado problema, todos los viajeros
espaciales habían sido mejorados genéticamente para
recibir descargas largas de rayos cósmicos y hasta
para poder arreglar un generador nuclear sin traje de
protección y vivir para contarlo.

El ambiente era semi selvático. Le agradó que la


vegetación fuese semejante a la del hogar y no esas
plantas negruzcas de las estrellas rojas que pululaban
por las colonias. Desplegó el holo mapa con la consola

12
que llevaba en el antebrazo. Si aquel anciano del bar
decía la verdad lo que buscaba no estaba tan lejos.
Había calculado bien el punto de descenso. ¿Pero se
podía confiar en las historias de un viejo borrachín de
los bares de una base asteroidal? Claro, nadie con
juicio lo haría, pero Arón no podía permitirse ahora tal
lujo. Esta era su única esperanza.

Machete en mano se abrió paso en las zonas más


espesas de follaje tropical. De pronto, mientras se
limpiaba su frente perlada de sudor, escuchó con
atención. No se oía una sola ave o animal. Solo a los
pequeños y desagradables insectos que correteaban
por sobre las hojas. Los escaneó con su multi brazalete
que mostraba altas dosis radioactivas.

Siguió caminando y se encontró de golpe con las


ruinas de una ciudad pétrea. Gigantescas columnas se
alzaban a los laterales de una carretera recta y perfecta
que otrora, sin duda, había sido la mayor avenida de
aquel lugar.

—Entonces era cierto que este mundo maldito


estuvo alguna vez habitado —escapó de su boca sin
que nadie lo escuchara.

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Prosiguió su marcha entre las casas y no encontró
ni un solo utensilio, ni vasija, ni resto de tecnología. Era
como si hubieran dejado las ruinas para una exhibición
macabra de grandeza pasada. No se detuvo, él no era
arqueólogo como ella… no le importaba tanto el
mensaje de unas piedras. En ese instante escuchó algo
al fin. Un ruido a pasos que provenía desde detrás de
un grupo de algo que parecían bananos. Retiró la
pistola gris de formas largas de su funda y con su mano
libre corrió aquellas masas verdosas. Del otro lado se
encontraba una mujer alta enfundada en un pantalón de
cuero negro y una chaqueta de iguales características.
El cuello blanco y velludo de la misma era una firma
única de aquella bella investigadora de bruna y larga
cabellera.

—¡Sofía! No puede ser verdad… es imposible.


Imposible…

—Arón, ¿tan sorprendido estás de verme? Te dije


que tarde o temprano vendría a Eripea para
desentrañar sus misterios ¿Acaso el viejo no te lo dijo?

—El anciano del bar… cierto… Te he echado


mucho de menos, maldita arqueóloga contrabandista.
No te imaginas cuánto.

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Se abrazaron con bastante ternura y luego ella se
arrodilló para retirar un icono de piedra de su bolso.
Parecía una escultura precolombina de alguna clase de
dios antiguo.

—¿Qué me dices? Vamos… que salga algo de tu


maldita boca.

—Lo hallaste. Si tienes razón esto puede ser la


prueba de lazos pasados entre este planeta y la
humanidad. Realmente debo admitir que no me creía
esas leyendas que contaban los piratas de las
esculturas de este mundo.

—Eres un hombre de poca fe. Pero si has venido


aquí no vienes a buscar las grandes esculturas de doce
metros con las que sueño.

—No, vengo por el premio gordo. Vengo por las


Líneas de Cambio. Cuando el viejo nos dio el mapa
advirtió de la zona prohibida. Bueno. Voy a ir por ella. Y
creo que sabes muy bien la razón. ¿Vendrás conmigo?
Es la única oportunidad que tendremos para hacerlo. —
Él le tendió la mano y ella la tomó con una sonrisa.

Siguieron en ruta durante un par de horas, atrás


dejaron la selva y se encontraron en una planicie

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plagada de hongos gigantescos de blancas formas y
rematados en sombreros negros. Era un lugar opresivo,
también carente de sonido en su mayor parte.

—Cuidado, Arón. Algo se mueve por aquella charca


fétida.

—Estás pálida. Si hay algún peligro lo


enfrentaremos juntos.

Ella se agachó y tomó con la mano un cráneo


humano ya de color blanco que emergía entre los
pedazos de ropajes desgastados por los elementos.

—¿Sabes lo que significa esto no?

—Sí… este no era el camino a las estatuas. Una


persona sola en este planeta no tiene muchas
posibilidades. Dime por donde viene el bastardo. Es
hora de vengarse.

Sofía, desplegó un pequeño droide volador detector


y lo operó con los controles de su brazalete. Mientras,
Arón, escudriñaba con pistola en mano el paisaje
repleto de hongos de tres metros de altura. El lugar
perfecto para la emboscada de un depredador.

16
Algo de forma simiesca se dejó ver fugazmente, sus
brazos casi llegaban hasta el suelo y su cabeza
mostraba afilados dientes de grandes proporciones.
Aquella cosa peluda salió corriendo hacia el pequeño
claro donde se encontraba la pareja y su agudo chillido
quebró en mil pedazos el sepulcral silencio de ese orbe
maldito. Arón tenía mucha experiencia en
escaramuzas, la vida le había llevado por derroteros
difíciles y alejados de las rutas comerciales, aquel
espantoso espectáculo no logró que su pulso dudara e
introdujo tres descargas en pleno pecho de la bestia. La
sangre oscura salió de su espalda pero ni eso pudo
detenerla y con ferocidad mortal tomó al hombre de
traje naranja y gris con sus huesudas manos y quiso
hincarle los dientes. Arón acercó la pistola a la cabeza
deforme y le traspasó el cerebro con un nuevo disparo.
Acto seguido aquella cosa cayó con golpe seco en la
tierra.

—Está mutado por la radioactividad… tal vez era


uno de los descendientes de los fundadores de esas
ciudades. Es probable que haya sucedido un desastre
atómico y no estuvieran genéticamente alterados para
soportar la radiación como nosotros.

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Sofía lucía aterrorizada. Trataba de taparse el rostro
con las manos pero era obvio que lloraba.

—¿Está muerta de una buena vez? ¿La liquidaste?

—Esa maldita cosa no va a volver a levantarse. No


quiero que permanezcas más en este sitio. Tenemos
que irnos. —Antes de proseguir la abrazó y sus labios
se encontraron en un cálido beso.

Ya había caído la noche. Sofía descansaba


desnuda en el sobre de dormir a su costado. Arón se
sentía extraño, hace tanto tiempo que no hacía el amor
con ella. Acarició suavemente su piel blanca y perfecta.
Con la realidad expandida por las nano máquinas de su
cuerpo buscó las fotos de aquel viaje de contrabando
que había hecho con ella. Contempló la foto proyectada
virtualmente en su mente. Ambos parecían tan jóvenes.
Tantos años no habían pasado pero la pureza y la
inocencia en sus rostros marcaban la diferencia. Dejó
atrás esos pensamientos tan sombríos. La besó en la
mejilla una vez más y se acostó para poder tener
energías para la caminata de mañana.

Cuando comenzó el nuevo ciclo de veinte horas


solares se pusieron a andar. Atrás quedaron los hongos

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y se encontraron con simple y llana tierra muerta. Se
podían observar las rajaduras por la falta de humedad.

—Es extraño que en tan poco tiempo hayamos visto


tantas diferencias de paisaje. ¿Qué opinas, Sofía?

—¿Dices que es por la radiación? Hay mucha en


este lugar.

—No, hay algo más sobrenatural aquí. Puedo


sentirlo. Está en el aire. Lo impregna todo. Desde las
ruinas hasta las plantas, no puedo explicarlo. Es una
sensación.

Ya pasado el mediodía divisaron una nueva urbe.


Ésta estaba en mejor estado de conservación, pero
tampoco mostraba ni utensilios, ni pinturas murales,
solo aquellas estatuas ciclópeas y perfectas de rasgos
indiados que tanto fascinaban a la arqueóloga. A los
laterales de las mismas se alzaban templos
gigantescos, algunos con formas piramidales y con
escalinatas para seres sin duda más altos que el
humano promedio, probablemente debido a la gravedad
reducida.

Arón se acercó a donde terminaba abruptamente


uno de ellos. Por allí se extendía una laguna que les

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cortaba el paso a la otra parte de la ciudad. En su
expansión de siglos se había tragado a varios templos
en el proceso.

—Vamos a tener que cruzar nadando y es posible


que tengamos que sumergirnos por aquella parte. La
laguna causó estragos. Tal vez en otro tiempo una
parte estaba protegida por un dique.

—Maldición. Tampoco está tan caluroso para darse


un chapuzón. Me colocaré las branquias artificiales.

—Un buen explorador nunca sale de casa sin ellas.


—Acto seguido le regaló una sonrisa.

Ambos se colocaron los aparatos en la boca. Arón


se retiró el peto de combate y las partículas que lo
componían cambiaron su metálica densidad a la de una
tela fácil de guardar en la mochila, se vistió con la ropa
de nado, la mujer hizo lo mismo. Nadaron hasta
acercarse a las ruinas parcialmente sumergidas. Arón
le hizo la seña para que encendiera las luces a los
costados del visor de las branquias ya que iban a
sumergirse.

Se introdujeron por cámaras llenas de agua, en esta


sección sí había bajorrelieves pétreos que mostraban a

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una altiva especie de hombres ofrendando granos a
antiguos dioses solares.

Sofía apenas podía creer lo que veía ya que esto


era la prueba de sus teorías sobre este sector galáctico
y se apresuró a fotografiarlas. Cuando entraron a la
siguiente cámara se encontraron con algo mucho más
sorprendente. Un nuevo mural esta vez coloreado
donde una gigantesca espacionave descendía sobre
los hombres que alzaban sus manos alabando al
artefacto. En uno de los laterales se mostraba a varios
seres con tentáculos largos pintados con tonos
violáceos y del centro de la nave cósmica bajaba un
rayo amarillo de donde brotaban líneas doradas
rematadas en esferas con el centro verde.

—¡Sofía! Son las Líneas de Cambio. Este mural


demuestra que vamos por buen camino. Todavía hay
esperanza. ¿Sofía? ¿Dónde estás?

Arón giró su cabeza y enfocó con el par de luces a


una espantosa bestia marina con apéndices
palmípedos que estaba tomando a la mujer en un
abrazo mortal e impidiéndole respirar. En escasos
momentos moriría si él no hacía algo.

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Tomó la pistola de su funda y le disparó a las
extremidades. Pudo sentir el grito de dolor de la criatura
pero no la soltaba. Y si usaba un arma más pesada
corría el riesgo de ser él quien matara a la mujer.
Cambió su mirada hacia el techo, tal vez con un certero
disparo en las rocas podía hacer que cayeran un par…

Esta vez sí sintió que le temblaba el pulso. No era


solo su vida la que estaba en juego. Bajo ningún
concepto permitiría que Sofía muriera. El disparo
causó que dos bloques de gran tonelaje se
desplomaran y uno de ellos golpeó en la cabeza a la
bestia. Él nadó rápidamente a ayudarla a salir del
abrazo fatídico y ambos se alejaron de la criatura, pero
la misma ya se estaba recuperando y no iba a dejarlos
ir.

—¿Estás bien, amor mío? ¿Te hizo daño?

—No… Estoy bien. Sentí que me ahogaba… pero


no me ha pasado nada.

—Dios. Ahí viene de nuevo. No creo que salgamos


de esta.

En ese instante se hizo presente por una de las


puertas de la sala un gigantesco pulpo violeta que se

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trabó en combate con la criatura palmípeda. Esta trató
de morder al pulpo pero este lo esquivó con gran
habilidad y le arrojó un rayo de plasma por donde una
criatura terrestre hubiera expelido tinta. Ante la herida la
bestia atacante chilló asustada y se perdió en la
oscuridad.

El pulpo siguió nadando hasta donde estaba la


pareja que se abrazaba. Ambos sabían que no había
forma de escapar. Arón no tenía miedo. Los ojos de
aquella criatura eran profundos y sabios. Una
inteligencia capaz de viajar a otros mundos se alojaba
en aquel extraño cuerpo marítimo.

—Amado… son los pulpos del mural. Los que


vinieron de las estrellas con las Líneas de Cambio.

—Sí… es cierto… son ellos. Deseo tocarlo aunque


sea un instante.

El hombre extendió su mano enguantada y el


tentáculo la envolvió por un segundo. Visiones de
lugares lejanos se hicieron presentes en el cerebro de
Arón. Las hermosas ciudades de los púlpidos y su
colaboración con otros seres parecidos a los humanos

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que no eran afectados por ningún elemento extraño, ni
los rayos cósmicos ni las gravedades diversas.

Cuando volvió a abrir los ojos el pulpo se estaba


alejando por una puerta que conducía a las
profundidades.

—Vamos, es preciso salir de aquí. No quiero que


venga otro bicho de esos a comernos.

—Tienes razón. Ya estamos cerca de poder subir a


la superficie.

De nuevo, entre las ruinas secaron sus ropas con


sus sistemas caloríficos y se colocaron los trajes de
combate.

Ante ellos estaba ahora una avenida más gigante


que la primera que él había encontrado. A sus laterales
se alzaban grupos de antenas de metal orgánico
cambiante aunque ahora luego de tantos siglos apenas
se movían los mecanismos. Estaba claro que esos
artefactos no habían sido construidos por la raza
originaria del planeta.

Comenzaron a caminar sabiendo que el templo


semi esférico y de proporciones descomunales que se
encontraba al final del camino era su destino. Ahí

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estaba el tesoro de las Líneas. Una pequeña luz violeta
se hizo presente serpenteando de aquí a allá. Un
extraño cristal violeta con puntas triangulares se detuvo
en el aire frente a ellos y envuelto en luces de colores
los escaneó a ambos. Aquel artefacto parecía alguna
clase de dron de reconocimiento avanzado compuesto
por cristales de alto poder.

Luego salió disparado hacia el templo donde una


persona envuelta en un manto rojo lo tomó con su
mano.

—¿Lo ves o es que ya estoy loco?

—Sí, Arón. Lo veo. No estamos solos. Allá a lo lejos


hay un extraño encapuchado esperándonos.

A los pocos minutos de seguir caminando aquel


hombre misterioso había desaparecido. Llegaron a las
escaleras del templo, custodiadas por dos esfinges que
poseían rasgos indígenas con narices planas.

Dentro, todos los murales estaba en perfecto


estado, era como en las cámaras inundadas. Se
marcaba un total contraste con las ciudades
abandonadas y vacías de todo elemento. No se

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detuvieron a explorar y siguieron hasta la luz que
manaba de la cámara central.

La misma era semi esférica y poderosas


maquinarias de proporciones gigantescas descansaban
esperando los comandos adecuados para volver a la
vida. Sobre una plataforma de tres escalones circulares
estaba un ordenador pétreo con extraños botones y
símbolos. Y sobre el mismo las líneas doradas
rematadas en esferas verdes que se movían hasta
alcanzar una altura de varios metros. Parecía que
danzaban al ver presencia inteligente ante ellos. A cada
movimiento emitían una luz blanquecina y bella.

—¡Son las Líneas de Cambio! Lo hemos logrado


Sofía. Ven, ayúdame a ver los botones y descifrarlos.
Voy a activar el mecanismo e introducirme por la puerta
temporal.

—Mmm, ¿ves? Era como yo te decía, hay una


correlación con las antiguas civilizaciones, creo que
esta es la secuencia correcta. Mira, que voy a
señalarlos.

26
De nuevo apareció aquel cristal volador violeta pero
esta vez acompañado del hombre del manto y capucha
roja.

—Sofía. No lo hagas. Él va a volver a equivocarse


en la secuencia. Si lo hace Arón no podrá salvarte. —
Ambos se detuvieron y giraron para observar al recién
llegado, este se retiró con ambas manos la capucha
mostrando el rostro de Arón pero más viejo.

—Sofía… soy Arón del futuro. En esta línea


temporal yo no logro activar la secuencia y salvarte de
tu muerte. Por eso me quedé estudiando las Líneas y el
idioma en este plantea perdido. Entonces hablé
directamente con ellas y me autorizaron a advertirles ya
que tienen puro el corazón. También me ayudaron mis
nuevos amigos… entra… Zabira.

El púlpido que los había rescatado entró flotando a


la habitación. Y se colocó junto al viejo Arón.

—Voy a cambiar mi forma a una que les agrade


más. No están acostumbrados a ver a un ser alienígena
tan diferente. —Zabira cambió hasta convertirse en una
hermosa mujer de piel nívea y resplandeciente con un
vestido de seda blanca que caía hasta acariciar las

27
rocas, en su espalda estaba el símbolo de los púlpidos
elevados, ocho varas de metal en forma de semicírculo,
de las dos inferiores colgaban dos trozos de tela
lechosa.

—¿Yo estoy muerta….? La calavera aquella era la


mía. Fue por eso que Arón me encontró tan fácilmente
y él siempre supo que yo era un espíritu palpable y con
los recuerdos alterados. Yo presentía que ahí había
fenecido. Tengo confusa la mente. Debe haber sufrido
mucho…

—Tu alma quedó con nosotros como cada uno que


muere en este mundo y ha tomado una semi forma
corpórea, Arón viajará para evitar que vengas sola a
este planeta, irá para evitar aquella nefasta pelea entre
ustedes y así se unirá de nuevo tu esencia a tu
verdadero cuerpo físico. No tienes nada que temer.
Luego tomarán la cápsula. Esta no tiene capacidad de
salto, les llevaría mucho llegar a un lugar poblado. Pero
nosotros la transportaremos al sistema humano más
cercano. Nunca vuelvan a este mundo. Sean felices y
aprovechen su segunda oportunidad.

—Yo viajaré con los púlpidos cumpliendo los


deseos de las Líneas. Mucho tiempo han estado mis

28
amigos angustiados por los fracasos acaecidos en este
planeta. Recorreremos el tiempo y el espacio con la
nave estelar en la que están ahora y de la cual la
cúspide es este templo. Ámala, Arón del pasado. Yo tal
vez en algún lugar del universo encuentre la dicha. Tú
aprovecha esto.

Sofía se acercó al Arón del futuro y lo besó.

—Gracias... muchas gracias. Te lo debo todo.

—Ahora tomémonos de las manos. Es hora que el


Arón del presente reciba la secuencia y viaje a salvarte.
Será un instante. Ni lo sentirás. Luego, con el tiempo
nuevo, podrán estar juntos. Las Líneas debían estar
protegidas de las malas personas, tienen el poder de la
creación, de la vida, del tiempo mismo, por eso
cambiamos el sol para que atacara a las naves
espaciales, de todas formas permitimos que algunos
recorrieran esta tierra. Por lo menos eso sirvió para
salvarte mi dulce niña… Es hora… vengan —pronunció
la bella Zabira.

La pareja tomó de las manos a Zabira y luego se


unió a ellos el viejo Arón. El cristal resplandeciente los
revoloteó con un zumbido. Cerraron los ojos y las

29
Líneas de Cambio brillaron de felicidad moviéndose
inquietas. El resplandor los envolvió y se abrieron las
puertas del tiempo…

El viejo Arón observó desde la entrada del templo


como a lo lejos despegaba la cápsula con Arón joven y
Sofía. Apenas salieran del planeta serían
transportados. Zabira le sonrió y le colocó la mano en el
hombro.

—Es el momento, mi dulce guerrero. Debemos


irnos.

—Sí, es hora. Las líneas han hablado. Tenemos


muchas cosas que hacer. Hay un universo entero que
debe ser salvado. No lo dejaremos en espera. —Luego
sonrió y brillaron sus hermosos ojos azules.

30
31
El mundo de los microsoles — Carlos Enrique
Saldivar

—Adelante, Padre Sol Naranja, cuéntame de nuevo


la fascinante historia de nuestro mundo.

—Hijo Sol, no solo te repetiré nuestra asombrosa


historia, lo que haré será incluirte en el Plan Divino, el
último de los planes que el Dios Núcleo nos tiene
reservado. Todo comenzó con El Gran Desastre, éste
tuvo lugar hace unos 6.000 millones de años. Desde
entonces la impresionante historia de nuestro mundo ha
sido transmitida de generación en generación, de
padres a hijos a través de los milenios. En la época a la
cual he hecho referencia existía un dios al cual
rendíamos tributo y, que hasta este momento,
recordamos y respetamos. Era ciclópeo, fascinante, se
halla a unos 149.597.871 kilómetros desde nuestro
planeta.
Lo llamaban Sol. Hace mucho tiempo murió.

Ambas esferas, la pequeña y la grande avanzaban


con lentitud flotando sobre el inmenso mundo de hielo.

32
Podían ser detectadas desde muy lejos y de inmediato
podía adivinarse, por su tamaño y esplendor, que eran
parte de la Sagrada Familia del Núcleo, los líderes del
planeta.

—En realidad El Sol era una estrella enana amarilla


de tipo espectral G2. Hace un millón de años se apagó.
Aún sigue ahí, incluso mantiene combustible, pero ya
no vive. Dicha estrella-dios mantenía con vida a
innumerables seres de distinta clase. Criaturas que
quizá tus ojos, que hasta ahora solo han vislumbrado
microsoles, no lleguen a comunicar jamás a tu
consciencia. Los seres humanos eran entonces la
especie dominante de este mundo. Ahora nosotros
somos la única variedad existente, el término
«variedad» puede aplicarse a lo que somos. Gracias a
nuestros antepasados, los hombres, pudimos
sobrevivir. Gracias, además, al gran poder del Núcleo.
»Debes saber que el poder del Sol era
impresionante, brindaba al mundo el día y la noche,
todo esto fue variando a medida que su brillo se
extinguía, lento, muy lento.
—Y ahora solo queda la noche.

33
—Una noche iluminada únicamente por nosotros,
los microsoles, de los cuales yo soy el líder absoluto y
tú, mi heredero. No somos muchos en el planeta, solo
unos veinte millones.

—Padre, veinte millones son muchos, me alegro


que hayamos podido sobrevivir, a pesar del final de la
estrella-dios.

—Los humanos llegaron a ser billones, te hablo de


la época del gran desastre, cuando el planeta quedó
dañado de forma irreparable, y el noventa y nueve por
ciento de la humanidad desapareció.

—Padre, ¿a dónde fueron ellos? ¿Al mismo lugar


que nosotros?

—No, ellos al morir formaron parte de su dios-sol,


cuando la magnánima estrella desapareció, sus almas
emigraron a otros mundos en formas esenciales hechas
de una energía incomprensible para nosotros.

—Entonces, ¿son inmortales?

—Parte de su esencia lo es. Su extraña energía los


mantiene en otro nivel de existencia.

—¿No es la misma energía que la nuestra?

34
—Es superior... o lo era, hasta ahora. Nosotros
moriremos algún día, desde luego, pero cada uno de
nosotros puede vivir más de mil años, nacemos con un
hermoso resplandor y, con el paso del tiempo, nos
vamos apagando poco a poco.

—Para morir, como el antiguo dios lo hizo.

—No, nos transformaremos en un tipo de energía


imposible de ver, medir o definir, y emigraremos a otros
mundos donde podamos alcanzar la gran meta divina,
que es formar parte del universo. No obstante, El Gran
Plan Divino pretende adelantar dicho proceso. —Las
dos esferas avanzaron flotando por los enormes
caminos de hielo que ellos mismos construyeron hace
miles de años y se sumergieron en La Gran Ciudad de
los Microsoles—. Dentro de poco sabrás en qué
consiste el Plan Divino, hijo mío. Todo esto tiene su
razón de ser. Es cierto que demoramos un milenio en
morir, pero como es hecho conocido, podemos
fusionarnos entre dos soles: uno de rojo mate,
masculino y otro de rojo grana, femenino. Al unirse
ambas variedades crean una energía de tipo nuclear
que da a luz un nuevo microsol. Por desgracia, este
milagro solo puede ser realizado cada quinientos años,

35
romper esta regla provocaría la muerte inmediata de
uno de los microsoles progenitores. La parte buena es
que somos indestructibles, además mantenemos un
balance en la población y cuando un microsol cumple
su ciclo de vida, queda un hijo (por cada padre) que
heredará su sabiduría y sus labores de mantenimiento
de este maltratado planeta que ha sido nuestro único
refugio... hasta hoy.

»Ahora te contaré lo que ocurrió cuando el Sol se


apagó. Esto nunca te lo he narrado.

»Fue un proceso lento, muy lento, el ser humano


estuvo preparado para ello e ideó el primer plan de
salvación para la humanidad. Primero decidieron
explorar nuevos planetas. Pero la Gran Catástrofe
arruinó toda posibilidad económica. Debieron empezar
de nuevo, aunque ya no fue lo mismo, muchas de las
hembras humanas nacían infértiles por la radiación, y la
población disminuyó. Con el tiempo solucionaron el
problema y el número de habitantes aumentó. Con el
paso de los milenios esta nueva población orientó su
poder al servicio del planeta. Tardaron un par de
millones de años en reparar lo que habían hecho y...

—¿Y qué más, padre?

36
—Y vivieron varios miles de años en paz. Habían
aprendido.

—No dejaron de lado la tecnología, la desarrollaron


de una manera apropiada, siempre respetando el
ecosistema, lograron crear superhombres. Llegó un
momento en que todos eran súper seres dotados de
poderes fabulosos. Rendían tributo al Gran Dios Sol
siempre. Y decidieron cambiar su destino: algunos
lograron salir del planeta, pero no llegaron muy lejos.
Jamás fueron más allá del sistema solar. Sus
capacidades no daban para tanto.

»Se quedaron a habitar este mundo y aprendieron a


respetarlo.

»Se transformaron, poco a poco, hasta ser lo que


somos ahora: los microsoles.

—¿El hombre es nuestro antepasado? ¡Increíble!


¿Y de dónde surgió el hombre?

—Eso, pequeño Sol Naranja, nadie lo sabe.


Algunos dicen que la semilla de su vida vino con la luz
del enorme dios-sol. Otros comentan que ellos
estuvieron aquí desde siempre, que antes eran
microorganismos imposibles de medir y que luego se

37
transformaron en seres inteligentes capaces de
derramar en el mundo tanto amor como odio es posible
imaginar.

Volviendo a tiempos más cercanos, cuando el sol


se apagó por completo, toda la vida se extinguió,
incluso la de los grandes abismos marinos, allí, donde
has visto alguna vez una inconmensurable masa de
hielo plano, ahí había lo que alguna vez nuestros
antepasados llamaron: océano, formado por una
sustancia llamada: agua, que era hielo en otro estado.
Con vida, a pesar del frío, pero hace menos de
quinientos mil años quedaron muertos en su totalidad.

La ciudad de hielo recibió a las dos esferas de


fuego, cuyo brillo fluctuaba en distintas irisaciones
conforme interactuaban entre ellos. De pronto,
surgieron muchos como ellos en las enormes casas de
hielo que rodeaban el lugar, construcciones realizadas
por sí mismos desde tiempos inmemorables. Los
microsoles sagrados avanzaron hasta llegar a su bello
palacio, ubicado en el centro de la gran ciudad.

38
—Después del gran desastre el dios-sol tenía aún
combustible para cinco mil millones de años más.
Cuando el tiempo se cumplió, comenzó a hacerse más
y más grande, se convirtió en una gigante roja, luego se
hundió por su propio peso hasta transformarse en una
enana blanca. Todo esto tuvo lugar hace unos mil
millones de años. La gran esfera, que alguna vez fuera
llamada Sol, todavía contiene un poco de combustible,
se apagará totalmente en un trillón de años.

»Y ahora te contaré otra cosa nueva: nuestro


origen.

»Nuestros antepasados, los superhombres,


desarrollaron la tecnología adecuada y nos crearon a
nosotros mucho antes de que el Sol colapsara.

—Entonces, ¿ellos nos crearon?

—Son nuestros padres, hicieron posible que


pasáramos a la última fase de evolución, seres de
energía pura que absorbían energía del núcleo de este
planeta, hechos de gas y polvo que eran residuos de
generaciones anteriores de estrellas que ellos trajeron
de sus continuos viajes al espacio dentro de nuestro
sistema. Sí, somos hijos del universo. Ahora rendimos

39
tributo al núcleo de este mundo, potencia calorífica que
se ha mantenido activa artificialmente, que es la fuente
de nuestra vida y que ha pasado a ser nuestro nuevo
dios: El Gran Núcleo.

Por ahora, tú y yo estamos en la secuencia


principal, seguiremos quemando hidrógeno por mucho
tiempo más, sin embargo...

—Si las cosas son así, ¿por qué te tienes que ir,
Padre Naranja?
—No me iré yo solo, estaré acompañado. Todos
nos iremos, hemos decidido emprender juntos este
viaje. Por eso han venido todos a la Gran Ciudad
Núcleo.

El pequeño sol observó a los demás seres


redondos hechos de energía. Iban rodeando los muros
del palacio. Eran incontables, todos los del planeta.

—Eres el último en saberlo. Todos los demás están


de acuerdo, pero la decisión es tuya. ¿Deseas venir?
Eres de la estirpe real y entenderé si quieres quedarte,
de ser así, estarás solo. Los demás emprenderemos El
Gran Viaje desde la cúspide del Palacio Principal.

40
Una hermosa esfera rojo grana, intensa e
incandescente, se acercó a ambos soles. Era la Madre
Sol Carmesí.

—Estamos listos —dijo con la fuerza de su mente,


que era el modo en que los microsoles se
comunicaban.

—Listos entonces —el Padre Naranja mencionó con


decisión.

—Quiero ir con ustedes, no tiene sentido que me


quede solo en este planeta muerto, pero, pero… —el
pequeño sol aún tenía dudas, no conocía aún el gran
secreto.

—Magnífico, hijo Sol, esperaba que no te quedaras


aquí. Viajarás con el resto, todos iremos sin excepción.
Entiendo tus dubitaciones, pero muy pronto entenderás,
así como los otros. El planeta está muriendo
irremisiblemente, muy pronto su núcleo va a apagarse.
La tecnología desarrollada por los superhombres no fue
diseñada para la eternidad. Es aquí donde entra tu
participación. Has madurado mucho, lo suficiente para

41
guiar a nuestro pueblo en aquel enorme y fastuoso viaje
por las estrellas.

—Pero yo no sé nada de eso, solo soy un pequeño


sol.

—Sí que lo sabes, tienes un instinto sobrenatural.


Por algo eres de la realeza del Núcleo. Tu madre ya ha
instruido a tu hermana. Juntos deben dirigir a los veinte
millones de microsoles que han venido desde cada
confín del mundo.

El pequeño sol rojo mate se acercó a la pequeña


sol grana, la cual dijo:

—Es hora, hermano, el instinto nos guiará. Yo me


enteré de esto de golpe, al igual que tú y también tomé
mi decisión con rapidez. Ya no hay dudas en mi
consciencia. Por favor, Padre Sol, dile por qué no
puedes acompañarnos. Yo lo he comprendido, él lo
entenderá también.

—Hijo mío —comenzó el Padre Sol—, este palacio


milenario es realmente una enorme máquina construida

42
hace diez mil años por nuestra raza y fue perfeccionada
por cada generación que formó parte de la Gran Familia
Núcleo. Para que la gran maquina libere su energía y
nos transforme durante la llamada fase dios, se
necesita la energía finita de dos microsoles. Nos
sacrificaremos tu madre y yo.

—¡No, papá! ¡Prefiero ser yo el que muera!

—¡No! Tú debes guiar a nuestro pueblo por el


maravilloso viaje universal, buscarán nuevas estrellas,
absorberán mucha energía de estas y crecerán hasta
límites insospechados. Crearán, cada uno de ustedes,
un nuevo sistema solar y seguirán recorriendo el
espacio en una travesía incomparable. No será por
siempre, vivirán lo que ha vivido nuestro sol, varios
miles de millones de años, pero será una vida larga y
fructífera. No serán inmortales y es bueno que sea así.
Solo Dios es inmortal. Dios es el universo entero, hijo,
lo entiendes, ese es el Gran Secreto, hemos tardado
mucho en descubrirlo, pero al fin lo hemos conseguido,
¿comprendes?

—Comprendo, Padre. Que se haga tu voluntad.

43
El Padre Sol y la Madre Sol descendieron
lentamente al centro del palacio, donde se ubicaba la
máquina, y la encendieron con la mente. Serían
recordados siempre, los gestores del sublime Plan
Divino.

Cada uno de los veinte millones de microsoles que


se reunieron en la magnífica ciudad lanzó vítores a la
Familia Sagrada. La luz que de ellos cuatro emanaba
era portentosa.

Los dos soles pequeños y sagrados (los elegidos)


subieron flotando a la cúspide del palacio. Serían los
primeros en ascender. Una vez que la materia de los
sacrificados quedara convertida de hidrógeno en helio,
liberando una energía que sería transformada por la
máquina, lograría cambiar la masa y densidad de cada
uno de aquellos seres que formaban la única forma de
vida conocida en el planeta. La máquina se encendió y
provocó su efecto. Cada microsol quedó transformado
en una entidad superior gracias a la energía irradiada,
saldrían de la atmósfera y llegarían al espacio exterior,
mantendrían su consciencia, ésta sería colectiva y, a
medida que viajasen por el universo, un nuevo sol iría
quedando atrás, ocupando un espacio vacío desde

44
donde absorbería materia, la cual daría lugar a
planetas. Cuando cada ser se convirtiese en un enorme
y grandioso sol, su luz lograría crear vida en los
mundos que girasen alrededor de él. Esta vida en el
universo se mantendría por siempre.

Esta ha sido la historia de los microsoles. Se las he


narrado a ustedes igual que me fue trasmitida por mis
brillantes antepasados.

45
Acuarela de Víctor Grippoli.

46
CIUDADANO (CaSO4·½H2O) PARA VOLVER A
குமரிக்கண்டம் — Ángel Moisés Rojas

Alguna vez desde la altura.


(CaSO4·½H2O) --- குமரிக்கண்டம்
Nadie me lo dijo, lo sé.
Estuve dentro de ella.
Observé el comportamiento animal de los humanos.
Vi perecer muchos de ellos,
quebrantados, ahogados.

Le dije a mi madre y ella lo negó.


Dijo que estuve dentro de ella.
-No, yo sé que no-
Por ello mi palidez, mi mirada gris.
bihidrato
Estuve dentro de la luna.
De ahí aprendí los límites de la tierra plana.
Cada lágrima que alguna vez saqué, era de posible
regolito.
Si alguien a través de las grafías puede percibir mis
dedos,

47
por favor,
dígame,
infórmeme.
¿Dejé gránulos sobre sus mesas?
aljez
¿El grafito polvo pudo ser la llama de la nave?
anhidrita
Yo sé que soy un surtidor de cromio.
Mis orígenes están entre pelasgos y lemurios.
குமரிக்கண்டம்
Estoy consciente de los centímetros de alejamiento del
satélite;
por ello mis articulaciones empiezan a fallar.
Los mares lunares son testigos de mi descendencia
códridas, arcontes, medantes, acastos nacimos en
agua
seremos tragados por ella,
27 veces,
pero no todos flotaremos en critum.
360 grados,
27 días, 7 horas y 43 minutos
siderales.
Llegará de nuevo quien gobernará la tierra

48
5.9 grados
Cada nodo cumplirá 18,
6 años de espera.
(CaSO4·½H2O) -- குமரிக்கண்டம்

Mientras, ya adulto veo de nuevo el hielo.


Los eclipses me ponen aún nervioso.
Alguna vez fui un verdadero selenito.
(CaSO4·½H2O) --- குமரிக்கண்டம்
Hoy no tengo cara para responder
de mi animal humano.
Sé de los límites venideros de un globo.
Se sumergirá en una verdad líquida.
Será vista como una viscosidad de bestia,
Entonces,
descubierta para siempre la luna dejará de ser encanto.
No podré decir de nuevo.
Alguna vez estuve.
Fui parte de sus cráteres.
Comí de lo que pude y vomite en la tierra.
Nos tragoooooooooooooooooooooooó

49
(CaSO4·½H2O)
Ya aquí el desprendimiento,
hundimiento de la
linde…
குமரிக்கண்டம் குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம் குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம் குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டகுமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம் குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம் குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம் குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம்
குமரிக்கண்டம்
குமரி
க்கண்
டம்
Tierra plana.

50
51
El cadáver del rey está en Regtialum — Cinthya
Díaz Nuñez

En el lejano sistema trisolar Triplex Ílio, se


encuentra el planeta Regtialum. Lugar de tierras de
fuego y agua de lava; sus cielos eran anaranjados de
día y verdes de noche. Los días duraban tanto como
una semana terrestre. Dos soles se asoman por el este
y a las pocas horas el tercero más pequeño les sigue
menos brillante.

Los regtialitas profesaban su fe a Mitéra Zeitate,


para ellos era la diosa de la creación y la destrucción.
Al ser un planeta pequeño, se alzaba una única y
enorme ciudad que cubría la totalidad terrestre del
planeta, plagada de templos para Zeitate que apenas y
dejaban espacio para los colonos.

La siguiente, es la historia de Valeius el grande.


Descubierta por la tripulación terrana del Quimera en el
año 4621 d.C. La inscripción se encontraba en las
ruinas de lo que parecía ser el templo principal; relataba
su vida desde su selección hasta su caída contra
Cantio el Inmortal…

52
Fui conocido como Valeius el grande; décimo
octavo rey del planeta Regtialum. Mi único legado es la
extinción.

Ahora voy a explicar cómo me transformé en rey.


En Regtialum no se utilizan protocolos reales, líneas de
sangre o política; el nuevo rey debe probar su valor y
resistencia al pasar las cinco purgas. Se eligen a
cincuenta jóvenes guerreros que son seleccionados
mediante un arduo procedimiento, cuyas pruebas
consisten en difíciles retos de gran resistencia física y
mental.

Una vez dentro de la elite, somos recluidos en las


habitaciones subterráneas del templo principal de
Zeitate. Los ayunos prolongados y las interminables
horas de meditación terminan por eliminar a los más
débiles quienes son sacrificados para Zeitate. Cuando
únicamente quedamos diez, es momento de la primera
purga:

Estamos listos para perder el gusto.

Con una delicada daga de plata el viejo rey corta la


parte superior de la lengua casi gasta la garganta,
luego cauteriza el corte con una lengüeta de hierro

53
candente. El dolor es insoportable, pero debemos
resistirlo sin hacer un solo sonido; se supone que la
meditación ya bloqueó nuestra percepción del dolor.
Ante el más mínimo quejido, el viejo rey tiene la
obligación de cortarnos la cabeza con la misma daga
con lo que corta “lo impuro”. El día de hoy perdemos a
uno, solo quedamos nueve.

Tenemos tres meses para recuperarnos y


prepararnos para la siguiente purga.

Para perder el olfato nos retocan la nariz de una


masilla hirviente que se endurece casi al instante. Dos
no pueden evitar jadear y al instante sus cabezas
ruedan por el suelo. Sus muertes producen
sentimientos encontrados en los que quedamos.
Lamentamos su pérdida, pero eso significa que siete de
nosotros estamos un paso más cerca del trono.

A los pocos días el viejo rey porta los instrumentos


necesarios para la tercera purga: siete finas agujas de
plata. Estamos listos para perder casi totalmente la
vista.

Somos recostados y atados a una gran mesa de


piedra; al igual que en las otras purgas, tenemos que

54
permanecer en silencio mientras nos saca el ojo
izquierdo con la daga de plata y luego nos clava las
siete agujas en el derecho. Ahora solo distinguimos
formas oscuras. Cuatro perecen.

Entre los tres que quedamos, debemos comernos a


los siete caídos en un rito. Con tiras de piel trenzamos
brazaletes y collares que usaremos durante el rito.
Primero comemos los pulmones, los cerebros y los
corazones; después sorbemos la sangre directamente
de las venas y comemos su carne. Finalmente
molemos los huesos y los revolvemos con hierro
fundido. Cada uno debe de crear una espada de hueso.

Aunque todavía quedan dos purgas, ninguno morirá


ya. Uno se convertirá en rey, los otros dos en sus
guardianes.

La cuarta purga llega una semana después. Nos


llenan el oído derecho con la misma masilla y en el
izquierdo se vierten unas gotas de lava; eso nos deja
parcialmente sordos. Uno más cae, solo quedamos
dos.

El último caído nos ayudaba a prepararnos para la


purga final. Para perder el sentido del tacto, se corta la

55
última falange de los dedos en manos y pies. Primero
me purifican a mí y paso la prueba. Si mi contrincante lo
lograra también, tendríamos que luchar a muerte. Sin
embargo, en el octavo dedo grita. Finalmente soy el
vencedor. Como rito final, mi deber es asesinar al viejo
rey con mi espada de hueso.

Estos rituales podrán parecer horribles, pero son


necesarios. Un buen rey debe ser tan imparcial como le
sea posible. Cada rey gobernaba entre tres mil y cinco
mil años hasta elegir al siguiente.

Durante los primeros dos mil años, goberné


sabiamente, hasta que Cantio atacó Regtialum sin
previo aviso.

Cantio era el inmortal guerrero del planeta


Marenkia. Las viejas leyendas cuentan que él fue el
primer gobernante en Regtialum, sin embargo fue
consumido por el poder. Profanó y saqueó los templos;
se burló de nuestra deidad. Fue echado del planeta por
el que sería su sucesor: Brontes el salvador, fue quien
ideó las purgas para elegir a los reyes venideros.

Cantio juró vengarse. Desde su destierro ha habido


ocho grandes guerras; todas separadas por grandes

56
períodos de tiempo ya que le tomaba años reclutar
nuevos soldados. Él podrá ser inmortal, pero sus
cambiantes ejércitos no.

Nadie sabía el secreto de su inmortalidad, hasta


que yo lo descubrí… el maldito se había vuelto
hematófago. Cada antiguo rey que lo había enfrentado
le había vencido. Esperaba no fallar.

Abandoné el santuario dejándolo a cargo de mis


dos escoltas y me dirigí a la batalla. Irónicamente, mis
sentidos se habían agudizado después de las purgas,
así que no fue difícil derrotar a unos cuantos soldaos
enemigos con mi espada de hueso.

Eran una especie desconocida, reclutados a la


fuerza por Cantio. Al degollarlos secretaban sangre
como alquitrán negro. La batalla duró varios días, la
cantidad de cuerpos apilados en las calles era increíble,
apenas podías caminar entre ellos. Mi pueblo yacía
muerto a mis pies, asesinado por aquellas bestias sin
nombre. Pude distinguir la silueta de Cantio, estaba
pegado al cuello de los agonizantes, como la maldita
sanguijuela que era. Me acerqué lentamente a él,
blandí mi espada y estaba por asestarle un golpe
cuando comenzó a hablar.

57
—Salve Valeius, décimo octavo soberano de
Regtialum, elegido de Zeitate. Te duró poco el reinado
¿no crees? Lamento llegar en tan mal momento,
lamento todas las muertes y también lamento lo
siguiente.

Antes de darme cuenta, dos de sus sabandijas


reptilianas ya me tenían aprisionado.

—Descuida, nos marcharemos y tú seguirás siendo


el rey. Lástima que no tendrás a nadie a quien
gobernar.

Fui arrastrado hasta el templo de Zeitate y atado a


la misma mesa donde me depuraron la vista.
Difícilmente escucho el traqueteo de algo siendo
arrastrado en la habitación. Mis centinelas no están;
espero que pudieran esconderse.

—Es una pena que en Regtialum se dé el título de


rey pero no una corona. Te fabricaremos una.

Los reptiles improvisaron una hoguera con las


efigies de Zeitate, avivaron el fuego y encima colocaron
un crisol. En su interior fundieron mi espada, la daga de
plata y Cantio agregó trozos de cinabrio; era un mineral

58
extremadamente valioso, extraído de nuestros
numerosos volcanes.

Nubes de fuego ascendieron, al esparcirse el humo


los soldados en la habitación cayeron muertos. Solo los
regtialitas sobreviven a sus nocivos vapores.

—Pensaba que tu objetivo en las antiguas guerras


era asesinar al rey y tomar su lugar; pero asesinaste a
todos ¿Por qué?

—Bueno, digamos que al principio ese era mi


objetivo. Tras mi destierro, descubrí el poder de la
sangre. Si no estaba reuniendo y entrenando guerreros,
estaba comiéndomelos. Supuse que a los súbditos no
les gustaría tener un monstruo por rey.

Mientras hablaba revolvía el interior del crisol.

—Que considerado de tu parte pensar en el que


dirán.

—Sí, soy demasiado bondadoso. Tanto que te


perdonaré la vida y te obsequiaré una corona.

Con las manos desnudas, tomó el crisol del fuego y


derramó su contenido sobre mi cabeza hasta formar
una cresta. El entrenamiento de hacia tantos años me

59
ayudó a no gritar. Sólo era otra purga más… cuando la
corona se hubo enfriado, fui desatado. Cantio estrecho
mi mutilada mano.

—Mi trabajo aquí está hecho. Disfruta de tu


soledad.

Dicho esto, abandonó el santuario. Poco después


se escuchó el sonido de un galeón aéreo despegando.
Jamás volví a verlo. Pasé semanas recorriendo el
planeta, buscando a alguien con vida. No encontré más
que cadáveres. Volví al templo para refugiarme, el
hedor de la carne putrefacta era insoportable, me volvía
loco y tenía hambre.

En medio de aquel silencio, se escuchó el chirrido


de una puerta al moverse. Mis dos guardianes habían
logrado ocultarse y estaban a salvo.

—Mi señor, temíamos por usted. Salimos de


nuestro escondite cuando percibimos el olor a carne
muerta. ¿Qué ha sucedido?

—Cantio asesinó a todos, solo quedamos nosotros


tres. Les he fallado. Perdónenme.

60
No les di tiempo a decir nada, los envestí y la cresta
se clavó en sus estómagos. Murieron casi al instante.
Solo podía pensar en lo hambriento que estaba…

Cuando no quedaron más que huesos, comencé a


tallar mi historia en este muro. Espero que algún día,
alguien lo lea y conozca la historia de Valeius el grande,
décimo octavo soberano de Regtialum, único
sobreviviente de las guerras contra Cantio.

Al final, el monstruo resultó ser el último rey…

La inscripción terminaba allí. Los exploradores del


Quimera encontraron los restos de un esqueleto en la
cámara subterránea de aquellas ruinas. Curiosamente
una coraza de algún metal no identificado en forma de
cresta le aprisionaba el cráneo.

La misión del Quimera se dio por perdida cuando se


perdió contacto en 4625 d.C. Se envió una misión de
rescate que no encontraron más que restos
irreconocibles de la tripulación. Sobre la inscripción en
la pared, se encontraba escrito con sangre “Cantio el
inmortal, legítimo rey de Regtialum”.

61
Inteligencia Artificial observa despegue. — Xilografía y
grabado en metal.

62
Nómadas — Dani Roig

La abuelita pronto se va a marchar. Ayer, antes de


cantar el Gelem Gelem como cada día, nos reunió bajo
las estrellas, alrededor de la gran mesa del observatorio
y nos lo dijo. Todos nos pusimos muy tristes, Velkan se
puso a llorar y Mihaela se levantó y se fue corriendo a
la cama. Creo que también estuvo llorando, por qué
cuando nos fuimos a dormir vi que había mocos en su
almohada.
La abuelita nos contó que ella no quiere
abandonarnos, pero que su sistema es demasiado viejo
y que ya no puede repararlo más. Yo siempre la he
visto igual de vieja, no sé por qué ahora es diferente. La
abuelita se mueve muy despacio y a veces una de sus
ruedas se encalla y le hace dar vueltas y vueltas. Una
vez, mientras perseguía al pequeño Vasile para que se
lavara los dientes, se le atrancó, se dio un golpe contra
la pared y se le cayó un ojo. Pobre abuelita… desde
ese día, Anca y yo, como somos las mayores, la
ayudamos a poner a los más pequeños a dormir. La
abuelita siempre nos da un azucarillo como premio
luego, cuando los demás no nos ven.

63
La abuelita nos quiere mucho y siempre nos ha
cuidado; nos cuenta cuentos muy antiguos y nos da
galletas con leche para desayunar y un bol de borsh por
la noche. Desde que nacimos se ha ocupado de
nosotros, ella nos cortó las primeras uñas y nos ha
enseñado todo sobre nuestros padres; que también
viajaban en naves, como nosotros, pero las suyas se
llamaban caravanas. Nos dijo que vivieron hace miles
de años, en la Tierra; y dice que la Tierra no es como
nuestra nave, porque tenía ríos y mares y cielo azul. No
sé lo que son los ríos, pero estoy segura de que son
algo muy bonito, porque dice que hay peces que nadan
en él y ranas que chapotean en el agua que corre por
su vientre. Yo tengo una manta muy vieja con una rana
bordada, por eso me llaman “ranita” los otros niños. Me
gustan mucho las ranas y la abuelita me ha dicho que
cuando lleguemos a nuestro destino podré tener una.
La voy a cuidar mucho y la llamaré Jenica como yo, así
yo seré la ranita y ella la niña. ¡Será muy divertido!
Hoy, cuando todos los demás estaban dormidos, la
abuelita nos ha llevado a mí y a Anca a una gran
habitación llena de lucecitas, en la que nunca antes
habíamos estado. Nos ha dicho que, cuando ella no
esté, nosotras tendremos que cuidar de nuestros

64
hermanitos. Nos ha dicho que se dormirá para ahorrar
energía y poder completar nuestro viaje, pero que
seguirá vigilándonos, aunque no la veamos. Me he
puesto muy contenta al saber que no se irá del todo.
Dice que nos quedan ocho años de viaje y que ella
pilotará la nave hasta nuestra nueva Tierra, donde
habrá ríos y cielo azul; y que cuando lleguemos
tendremos que vivir fuera de la nave como lo hacían
nuestros padres. Y dice que, algún día, también
seremos abuelitas y cuidaremos de niños que serán
nuestros hijos. Pero yo le he dicho que no quiero tener
ruedas, me gustan mis pies y mis zapatos rojos.
¿Dónde me los pondría si tuviera ruedas como la
abuelita? La abuelita se ha reído y me ha pellizcado el
brazo; y me ha dicho que no me preocupe que yo soy
de carne y hueso y no me saldrán ruedas.
Anca ha bostezado, porque tenía mucho sueño y
quería irse a la cama, pero la abuelita ha dicho que no
podíamos todavía y que teníamos que escucharla muy
atentamente. Yo también tenía mucho sueño, pero he
abierto mucho los ojos y le he dicho a la abuelita que no
se preocupara, que yo prestaría mucha atención. Nos
ha enseñado una pantalla, parecida a la de nuestros
libros, pero mucho más grande, en la que se veían

65
imágenes de toda la nave y números y letras que no
entendíamos. Yo he hecho cómo que sabía lo que era
para no parecer una tonta, pero la abuelita nos ha dicho
que no nos preocupáramos si no sabíamos que
significaban todas esas palabras, que con el tiempo lo
aprenderíamos, igual que cuando nos enseñó a leer.
Nos ha explicado cómo preguntarle cosas a la pantalla
para que nos explique cómo tenemos que hacerlas y ha
dicho que será como si hablásemos con ella. Dice que
podemos venir siempre que queramos a esta
habitación, pero que solo podemos entrar nosotras dos
porque somos las mayores.
Entonces, nos ha dicho que ya nos podíamos ir a
dormir y que por la mañana le diéramos leche con
galletas a los otros.

66
EL NUEVO MUNDO — Poldark Mego

Bitácora del capitán, entrada 001, día: 02, año:


desconocido.

Soy el capitán Henry Randolf de la USS Voyager,


nave insignia de la flota del gobierno mundial. Nuestro
destino era el planeta K-70029 “Nuevaterra”. Debíamos
colonizarlo para la humanidad.

Lamentablemente hemos sufrido un terrible


accidente durante el viaje espacio-temporal y hemos
sido arrojados al espacio perdiendo tres cuartas partes
de la nave y casi toda la tripulación. La nave impactó en
un planeta desconocido que soporta la vida humana,
cuenta con un sol y un satélite fracturado. Lo que queda
del casco yace medio enterrado en medio de una tupida
y exótica selva. El aire es pesado y rancio, cuesta
respirarlo.

El sistema de emergencia se activó hace cuarenta y


ocho horas pero una fuga está drenando su energía
rápidamente. El resto de sistemas de la Voyager están
inoperativos. Viajamos desde la tierra en la nave

67
interespacial más costosa y avanzada jamás construida
y un sólo impacto nos regresó a la edad de piedra.

No tenemos como comunicarnos con la Tierra ni las


colonias.

Bitácora del capitán, entrada 002, día: 03, año:


desconocido.

Seguimos recogiendo los pedazos de lo que fue


nuestra nave. El puente de mando sufrió una tremenda
avería y no contamos con repuestos pues ahora flotan
en órbita sobre el planeta ¿Qué planeta es este?
Seguimos ignorando esta pregunta. La misión principal
de la USS Voyager era viajar desde la luna hacia
“Nuevaterra” usando la tecnología alienígena
encontrada en Marte. Hace un siglo (antes de nuestro
viaje) la humanidad descubrió artefactos ocultos de
origen extraterrestre. Estos permitían crear “agujeros de
gusano” artificiales y seguros que acortaban distancias.
Nos hicimos a la conquista del planeta rojo y Titán en
tiempo record. Al parecer no fue suficiente. En el año
2849 encontramos a K-70029, un planeta con un sol
cercano, con atmosfera, oxigeno, agua y vida
primigenia. Fue cuando empezó el proyecto Voyager.

68
Bitácora del capitán, entrada 003, día: 04, año:
desconocido.

Definitivamente no estamos en K-70029. La agencia


espacial nos dijo que la vida en ese planeta aún era
básica, organismos pluricelulares no más grandes que
una hormiga y lo que vimos hoy nos dejó a todos
atónitos. La expedición al sector diecinueve trajo
especies aladas, insectos y toda clase de frutos
comestibles. Los sobrevivientes del equipo de biólogos,
a cargo de la doctora Rose McKinney, están
catalogando todo lo que encuentran, pronto tendremos
respuestas sobre la flora y fauna. Por otra parte no
puedo dejar de pensar en las estrellas… son tan
distintas.

Bitácora del capitán, entrada 004, día: 05, año:


desconocido.

Cien años demoraron las naves robotizadas en


llevar las piezas del portal humano-alienígena hacia la
órbita de K-70029, cien años que la humanidad esperó
para las pruebas iniciales con naves no tripuladas o con
animales de pasajeros, todos atravesaron el portal,
todos aterrizaron en “Nuevaterra”, todos probaron que
era posible el viaje y la conquista ¿Entonces, qué falló?

69
¿Fue porque la Voyager era demasiado grande? ¿Los
cálculos no aplicaban a enviar cien humanos? Lo único
cierto es que en algún momento del traspaso por el
portal, éste sufrió un cambio a niveles incomprensibles
y fuimos arrojados a la nada. Corrimos con la suerte de
caer cerca de otro mundo con iguales condiciones a K-
70029 ¿Cuánto nos desviamos de nuestro destino?
¿Realmente hemos corrido suerte? Nuestros
suministros y alimentos de reserva nos mantendrán
vivos por años ahora que somos tan pocos. El último
recuento de personal arrojó una triste cifra de treinta y
siete sobrevivientes, entre los que se cuentan a cinco
soldados liderados por el teniente Shaffer. El gobierno
mundial insistió en enviar a una veintena de agentes
para protegernos, sin embargo creo que las
circunstancias actuales proveen un enorme estrés
sobre los militares. Sus actitudes erráticas y que
siempre anden armados comienzan a preocupar al
resto de la tripulación.

70
Bitácora del capitán, entrada 007, día: 09, año:
desconocido.

Algo atacó al biólogo Mario Lazarte, al parecer la


fauna de la zona del impacto se está recobrando
rápidamente y reclama sus dominios. El insecto daba la
apariencia de ser una especie de flor, cuando Lazarte
se acercó para tomar una muestra, este lo roció con
una especie de líquido paralizante. Es increíble que una
dosis tan reducida haya causado tanto daño. Mario está
en cuidados intensivos, que es un decir, porque al no
tener energía para los nanobots lo único que hemos
podido hacer es recostarlo en una camilla y
suministrarle antibióticos de amplio espectro con la
esperanza de que surtan efecto. La naturaleza de este
planeta es salvaje, indómita, peligrosa, no nos teme,
nos acusa e invade los destrozos de la nave
repoblando, arrinconándonos. Realizamos purgas con
fuego pero los bichos reaparecen al día siguiente.

Bitácora del capitán, entrada 008, día: 10, año:


desconocido.

Mario Lazarte ha muerto… diagnóstico: falla total


del organismo.

71
Bitácora del capitán, entrada 011, día: 11, año:
desconocido.

Qué extraña y a la vez familiar es el ciclo de vida de


este planeta. Resulta totalmente asombroso para
nosotros, personas nacidas después de las “Décadas
del colapso”, ver a la vida ser eso: vida. La mayoría de
nosotros conoció sobre dinosaurios o animales
domésticos a través de las interfaces personales,
hologramas, museos. Somos la generación de los
vegetales y carne clonada, del agua tratada en
inmensos centros. Nunca en mi vida vi un animal vivo.
Muchos decían que aún quedaban en las reservas
naturales cada vez más pequeñas, en lo profundo de
los océanos a donde no llegó la pesca industrial.
Recuerdo que en clase nos decían que la humanidad
del plástico y el petróleo nos heredó un mundo muerto y
nosotros, tras largos años de investigación, logramos
resucitarlo con clonación y energía limpia. De alguna
manera nuestros antepasados nos llevaron al borde del
abismo y ello motivó desesperadamente una salida
ante la inminente extinción ¿Eso hace la vida? ¿Se
adapta? ¿La nueva humanidad se adaptó? A veces
creo que nos refugiamos en nuestros ecosistemas

72
artificiales y grises, comiendo productos deshidratados
y duplicados de animales que ya no existen. Entonces,
el viaje a otros planetas se convierte en una
herramienta, más que simbólica, representativa de
aquella necesidad por dejar atrás una realidad
asfixiante y mecánica en la que la sociedad ha
sobrevivido a coste de reducir todo a soluciones
superficiales en lugar de tratar de recuperar el sentido
de la vida. Aquí, donde quiera que sea, ese sentido
cobra una fuerza abrumadora, la vida devora a la vida,
la vida genera vida. Si, admito que es un ambiente
peligroso, somos agentes ajenos al ecosistema y este
prosigue su ciclo febrilmente. Se nota la clara intención
del sistema por devorarnos antes de que seamos una
amenaza ¿Habrá sido así con los primeros hombres?
¿Cuándo estos descubrieron el fuego la naturaleza
trató de matarlos antes de que destruyan todo? Cada
día que pasa me convenzo más en que no debimos
llegar nunca a este planeta, ni osar pisar K-70029, ni
ningún otro…

73
Bitácora del capitán, entrada 012, día:
desconocido, año: desconocido.

Soy la doctora Rose Mckinney, astrobióloga. Ignoro


el día actual pero creo que es necesario continuar con
el reporte de los sucesos acontecidos. La tripulación de
USS Voyager es actualmente de once personas. El
capitán Randolf fue asesinado hace aproximadamente
dos semanas atrás por lo que creo que estamos en el
día treinta y cinco, mi estimado no puede ser tomado
como referencial pues estuve en cautiverio en la zona
de carga de la nave por un tiempo indeterminado.

Después de la muerte del doctor Lazarte otros


tripulantes fueron atacados por las especies locales.
Como astro bióloga mi trabajo es deducir cuales serían
los mecanismos de defensa y caza de especímenes
alienígenas. Usamos patrones terrestres para tener un
punto de partida pero nada de lo que conocemos o
podemos imaginar se aproxima a lo que enfrentamos
en esta jungla. Los animales usan las señales
químicas, los colores y el camuflaje de maneras que
jamás hubiésemos podido concebir. Sin embargo la
terrible reducción de nuestro personal no se debe, en
tal medida, al embate de esta libre naturaleza contra

74
nosotros. La mayoría de muertes fueron producidas por
las órdenes del teniente Shaffer y sus subalternos.

Al parecer los militares sucumbieron a una especie


de estrés producido por la incertidumbre de no saber en
qué planeta nos encontramos, no tener manera de
comunicarnos con la tierra y el ambiente hostil que nos
acosa. Decidieron que era mejor quemar todo el
bosque para no lidiar con la biósfera y cuando Randolf
se opuso —tuvo una especie de revelación sobre el
cuidado del ecosistema y que nosotros somos los
intrusos— fue fusilado a quemarropa. Varios hombres y
mujeres leales al capitán corrieron la misma suerte.

Aquellos que nos rendimos sin oponer resistencia,


fuimos encerrados en el almacén de carga de la nave
con el resto de las reservas de alimento. Pasamos ahí
el aproximado de quince días hasta que escapamos, no
sin antes cerciorarnos que la presencia de nuestros
custodios había desaparecido. Estaban todos muertos.

Al parecer no fue sencillo incendiar esta jungla


tropical, las constantes lluvias y el suelo húmedo evitan
ser material de yesca. Nuestros opresores estaban
desperdigados al azar alrededor del campamento base;
tenían serios signos de alguna clase de

75
envenenamiento. La autopsia posterior concluyó que la
ingesta de diversas frutas y animales provocó una
intoxicación masiva por neurotoxinas. Es posible que
todo lo que habite en esta jungla tenga como principal
arma el veneno. Con el paso del tiempo la evolución dio
inmunidad a muchas especies, pero el hombre no es
una de ellas.

Bitácora del capitán, entrada 015, día:


desconocido, año: desconocido.

Trevor Lutz, astrofísico, calculó por observación


estelar nuestra posición. Según él, no se trata del
“donde” sino el “cuándo” nos encontramos. Su hipótesis
es que el firmamento ha cambiado debido a que
nuestro accidente no nos arrojó en un punto del
recorrido sino, más bien, en un tiempo distinto. Faltan
astros donde deberían estar ciertas constelaciones, sin
embargo, algunas se mantienen. Apoya su teoría en las
apreciaciones del doctor Giordano Merlo, evolucionista,
que insiste en que las especies diseccionadas de esta
selva húmeda, son descendientes de especies de la
Tierra.

76
Bitácora del capitán, entrada 017, día:
desconocido, año: desconocido.

Cada vez tiene más sentido la posición del doctor


Merlo y Lutz. Si nos abrimos a la posibilidad de que
nuestro fallido viaje a K-70029 nos arrojó hacia el futuro
todo lo que nos rodea cobraría sentido. El uso de los
portales humano-alienígeno jugaba con las variables
del espacio-tiempo, permitiendo que los viajes desde la
Tierra a Marte o a Titán fueran de minutos cubriendo
inmensas extensiones de la nada. Siendo así, en
nuestro accidente, la Voyager no sólo se desvió de la
ruta entre portales sino que al hacerlo viajó hacia el
futuro. ¿Pero cuánto tiempo?

Hemos llegado a la conclusión de que la mayoría de


las aves que sobrevuelan este bosque son
descendientes de peces de mar adentro; especies que
desarrollaron musculatura y fuerza en sus aletas
pectorales comenzando a explorar nuevos horizontes
escapando de depredadores o por el simple hecho de
buscar nuevas zonas de alimento. Las formaciones
como coníferas y líquenes, que deberían pulular a ras
del suelo, ahora miden hasta tres metros de altura y
dan fruto (frutos venenosos) y la variedad de insectos

77
descendientes de coleópteros (escarabajos) es
incontable ¿Cuánto tiempo le ha tomado a la evolución
para provocar estos cambios? ¿Cuánto tiempo ha
pasado?

Bitácora del capitán, entrada 021, día:


desconocido, año: desconocido.

Recabando toda la información extraída


concordamos que nos encontramos en una selva con
una humedad mayor a cualquier otra que haya podido
ser documentada, salvo, en épocas prehistóricas, esto
debido a los fuertes vientos provenientes del Noroeste,
las formaciones de nubes, el nivel de las lluvias, el
clima en general es muy parecido a lo que fue el
Pangea de la era Paleozoica.

De ser cierto esto, estamos ante un suceso que


congestiona a todos los sobrevivientes pues habrían
tenido que transcurrir, en teoría, unos doscientos
millones de años desde nuestra era para que las placas
tectónicas avancen hasta dar esta nueva, y a la vez
pasada, formación… doscientos millones de años…

78
Bitácora del capitán, entrada 023, día:
desconocido, año: desconocido.

Hoy se ha reducido a cinco el número de


supervivientes. Primero Anthon Schwartz, nuestro único
geólogo, ha sido infectado por una especie de hongo
ficomicetos, una variedad parasitaria cayó desde lo alto
de un árbol, semejante a una sustancia viscosa, y
penetró en los oídos y ojos de Schwartz provocándole
severas convulsiones, sus pulmones colapsaron y
murió ahogado en sus propios fluidos. Jamás he
documentado la muerte con tal perplejidad. Revisando
las entradas del capital Randolf comienzo a creer que
tuvo razón. Somos una especie invasora en un
ecosistema funcional el cual ha tenido millones de años
para adaptarse. Si se tratase de las selvas antes del
colapso actuaríamos como los humanos que somos
destruyéndolo todo, apoderándonos, sobreviviendo por
encima del medio ambiente, pero esta biocenosis ha
tenido mucho tiempo para diferenciarse de la tierra de
los antiguos humanos. Nosotros, ahora, no tenemos
oportunidad ante una realidad que nos señala como
fósiles. Seres que ya no deberían existir.

79
Los otros cinco colegas se suicidaron al ver la
horrenda muerte de Anthon. En lugar de enterrar sus
cuerpos, optamos por dejarlos en mitad del bosque,
lejos del refugio, las especies locales cuentan con
especializados carroñeros.

Bitácora del capitán, entrada 025, día:


desconocido, año: desconocido.

Parafraseo las palabras que el escritor, Charles


Derennes, señaló a través de uno de sus personajes en
“El pueblo del polo”, un libro de la época antes del
colapso donde una expedición viajaba al centro del
Polo Norte y encontraba una civilización de lagartos
antropomorfos que evolucionaron aislados de todo. Los
humanos no pertenecían a aquel ecosistema y, aunque
las especies no les eran hostiles, poco a poco el juicio
de los exploradores comenzó a menguar: “No se puede
impedir que lo que ha sido sea de nuevo… Lo que ha
sido se oculta, pero aún existe en alguna parte…” de
igual manera, lo que sea que sobrevivió a la extinción
masiva que el hombre provocó permaneció oculto hasta
que este abandonó la faz de la tierra y entonces...
aprovechó el momento. A la naturaleza no le gustan los
vacíos y empezó a llenar el planeta con nuevas

80
especies, todo de nuevo, nuevo catálogo, nueva
biosfera. Sólo las especies más generalistas pudieron
emprender la carrera.

Bitácora del capitán, entrada 032, día:


desconocido, año: desconocido.

¿Qué resta por hacer? Hoy, con pena, nos hemos


resignado a creer que doscientos millones de años han
bastado para extinguir a la especie humana del
universo. Durante días hemos debatido sobre la
posibilidad de que nuestros semejantes, al ver
fracturada la meta de llegar a K-70029, hayan
proseguido por otros derroteros. Queremos creer que
abandonaron la Tierra, Marte y Titán por estrellas no
tan alejadas donde aún persiste la humanidad, quizá
robotizada, quizá como una inteligencia social que
conecta a cada ser individual creando una sola
consciencia y trayendo, por fin, equilibrio a los tirantes
impulsos básicos. Discutir sobre estas posibilidades
trae cierta calma ahora que entramos al sexto día de
lluvia continua y dos de los nuestros han enfermado, lo
que en estas circunstancias sólo puede significar un
trágico final.

81
Lo cierto es que la Tierra agonizaba cuando nuestra
generación quiso conquistar el espacio. Siendo
prácticos y realistas, sin la sobreexplotación de la Tierra
las colonias menguarían pronto (y al planeta no le
quedaba mucho que escarbar) K-70029 era la
esperanza de la especie humana, que en lugar de
recobrar la vida de su tierra natal optó por el deseo de
conquistar un nuevo mundo que le sirviese de fuente de
la juventud. Quizá, ya nos tocaba desaparecer…

Bitácora del capitán, entrada 037, día:


desconocido, año: desconocido.

Tal como afirmé, ahora somos tres sobrevivientes


en un refugio hecho de partes de una nave que nos
queda bastante grande. Sin embargo nuestra
resolución, es hoy, la más determinada de todas. En
nuestro recorrido por el perímetro externo de la base,
perímetro cada vez más pequeño mientras que los
animales siguen reclamando lo suyo, nos hemos
topado con dos especies totalmente nuevas. Un claro
mensaje de que la evolución toma turnos y ahora les
toca a ellos.

Hace quinientos millones de años los grandes


reptiles lo dominaban todo. Pero una terrible casualidad

82
provocó su extinción masiva dando paso a los
mamíferos, que tomaron la posta. El homo sapiens
estuvo poco más de trescientos mil años en el planeta
hasta que otro suceso los aniquiló. El Voyager fue el
motivo de la extinción de nuestra especie. Nosotros
éramos la esperanza. La humanidad decidió dirigir
todos los recursos restantes a la conquista de K-70029
en lugar de recuperar el planeta natal pero hubo otra
fatal casualidad, quizás el portal colapsó fracturando la
luna. La Voyager desapareció, la empresa falló y la
humanidad ya no tuvo lo suficiente para recuperarse.
No sé cuántas guerras y muertes fueron desatadas por
nuestro fracaso, sólo sé que doscientos millones de
años después quedamos tres seres humanos,
asustados, con frio y ampollas en manos y pies,
descompuestos y a merced de animales salvajes y
fantásticos.

De estos nuevos diseños de la evolución, ahí dos


que sobresalen.

Bitácora del capitán, entrada 038, día:


desconocido, año: desconocido.

Hoy un Calafante, lo hemos nombrado así a falta de


algo que lo describa mejor, ha llegado a nuestro

83
refugio. La primera vez lo vimos mientras rondábamos
el perímetro y parecía contrariado por nuestra
presencia, sin embargo hoy lo tenemos investigando,
sin aspavientos, nuestras pertenencias. Y es que no
podemos hacer mucho, la bestia mide tres metros y
medio; es un calamar gigante que ha evolucionado para
salir del mar, la despoblación de la tierra requería ser
llenada y los cefalópodos han reclamado el turno que
los reptiles y mamíferos perdieron. Se desplaza sobre
sus ocho patas con una sincronía imposible para los
animales anteriores y usa sus tentáculos extra para
devorar nuestra comida procesada, es un coloso
impresionante pero existen otros seres de mucha
mayor relevancia, motivo por el cual estas son mis
últimas líneas.

Como científicos debemos mantener la perspectiva.


La humanidad ya no existe. Yo, siendo mujer, podría
facilitar el nacimiento de nuevos miembros de mi
especie apareándome con los otros dos supervivientes
restantes, sin embargo el riesgo de endogamia y
anomalías genéticas que eso traería sólo servirían para
darle un patético final a la especie humana. Y ya
debemos de ceder la posta, es más, así no queramos,

84
la posta del nuevo organismo inteligente ya se nos fue
caprichosamente arrebatada por el Calabón.

No más grande que un primate del nuevo mundo,


este cefalópodo ha evolucionado del pulpo. Se
balancea sobre las ramas de esta selva con grácil
agilidad. Hemos sido rodeados por familias enteras y,
de inmediato, reconocimos jerarquías y dinámicas
complejas. Los calabones realizan marcas con tinta en
los árboles que usan para comunicar mensajes al resto
del grupo. Entre ellos, sus colores cambian de formas
impresionantes, un lenguaje complejo lleno de símbolos
y significado. Estamos ante los inicios de la nueva
civilización dominante… sólo espero que ellos no
repliquen la historia humana.

Bitácora del capitán, entrada 039, día:


desconocido, año: desconocido.

Soy la astro bióloga Rose McKinney, junto a mis


colegas, el evolucionista Giordano Merlo y el astrofísico
Peter Ozeretski hemos decidido beber el extracto
neurotóxico del fruto que arrebató la vida a los militares
semanas atrás, luego de revisar los resultados de la
autopsia hemos concluido que, de todos los venenos
que nos rodean, este es el más efectivo al momento de

85
matar por lo que nuestro deceso será rápido y —si hay
suerte— indoloro. Ha sido un placer contemplar la
eclosión de la futura sociedad ¡Larga vida a los
cefalópodos! ¡La vida siempre encuentra la manera!

Pero la neurotoxina no actuaba de inmediato.


Ozeretski, víctima de las alucinaciones psicóticas
producidas por un cerebro moribundo, vio en las
extrañas criaturas pulpo-mono que observaban
intrigadas, a seres diabólicos que maquinaban planes
para profanar los cadáveres de los científicos. En un
arranque de furia tomó un tubo, parte de la nave, y
azotó las ramas hasta que las criaturas cayeron. Con
saña destrozó el blando cuerpo de una cría mientras las
familias de cefalópodos lanzaban tinta y chillaban como
parte de su arsenal de defensa.

Hasta que uno de los calabones más avezados


tomó un instrumento similar al arma de Ozeretski y
cayó sobre la cabeza del astrofísico con golpes
repetidos hasta partirle el cráneo y entonces…
aprendió.

86
87
PARAISO — Poldark Mego

Aquello que tenían en frente era un espectáculo,


por demás, asombroso y terrorífico. El astronauta debía
estar criogenizado, al igual que toda la tripulación, sin
embargo era evidente que el soporte vital había fallado
y en lugar de un ser humano congelado una extraña
formación vegetal estallaba desde el vientre, como una
explosión incontenible de enredaderas que colmaban el
reducido espacio de la cápsula de crio-estasis. La
capitana Grace Danvers y sus oficiales no comprendían
la lógica de aquel suceso.

Cuando despertaron, dos horas atrás, una alerta de


contaminación biológica hizo caer unas mascarillas a la
salida de sus vainas refrigerantes. Los cinco
navegantes dispusieron de estas ni bien pudieron
articular correctamente la motricidad de sus cuerpos. La
cabina de los oficiales se encontraba separada del
resto de la tripulación, al salir la nave entera se
encontraba funcionando con el suministro de
emergencia. Los pasillos oscuros, alumbrados
patéticamente por las señales rojas a la altura de los
tobillos, los condujeron hasta el puente de mando.

88
—¿Llegamos? —preguntó del primer oficial,
Kenneth Nash aún con la lengua algo entumecida.

—Al parecer... —respondió Grace observando


perpleja a través del puente hacia una jungla verde
luminosa que englobaba todo—. García. ¿Por qué no
despertamos al momento de aterrizar?

En casa Robert García era la pareja de Danvers,


pero ahora estaban en el trabajo y él era el tercer
oficial.

—En eso estoy… —contestó mientras introducía


toda clase de códigos a la computadora central
anexando al historial de la inteligencia artificial—.
Hemos llegado hace cuatro meses…

Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo.

—La computadora no activó la reanimación porque


detectó una anomalía biológica en la zona 32 de
pasajeros…

—La alerta —dijo Grace a través de su mascarilla


con filtro especial—. La amenaza sigue en el aire —
sentenció al hacer hincapié en el hecho de haber sido
despertados bajo una alerta constante—. Por ningún

89
motivo se retiren las mascarillas. Quiero a los biólogos
despiertos, necesito saber qué está pasando.

—El equipo de investigación biológica y médico ya


está despierto, capitana —intervino María Gallardo,
encargada de comunicaciones—. Sus cápsulas crio-
estasis los reanimaron hace dos semanas.

—Primer oficial, vaya a ver qué pasó con ellos.

Momentos después los cinco tripulantes despiertos


estaban frente al inusual y espantoso cuadro del
astronauta-vegetal.

—¿Qué rayos ocurrió? —preguntó el segundo


oficial, Kevin Hartnett.

—Por eso los llamé. —Nash dio un paso al frente—.


Esto tenían que verlo con sus propios ojos.

—Aléjese de eso, primer oficial —la voz de Grace


era dura—. ¿Encontró al equipo médico o los
científicos?

—No, capitana —contestó Nash— me detuve a


mitad de camino al ver esto.

—Pues busquemos todos… espero que ellos


puedan darnos una respuesta de lo que está pasando.

90
Pero no hubo respuesta. Cuando llegaron a las
cabinas del equipo médico estas se encontraban en el
mismo estado. Florecientes ramificaciones verdes con
hermosas y extrañas flores nacían desde las cajas
torácicas de los tripulantes para esparcirse por
controles, techo y paredes.

—Santo cielo, ¿cómo es posible? —María tenía la


voz quebrada. Los brotes azules, amarillos brillantes,
carmesí oscuro, eran bellas piezas de naturaleza
horrendamente incubadas en los cuerpos humanos.

Si bien las cápsulas del equipo de investigación se


encontraban vacías no había rastro del personal.
Cuando investigaron las cápsulas de los colonos vieron,
con terror, que la foresta brotaba de más de la mitad de
ellas. Trescientas vidas perdidas de las cuales una en
especial era un tronco macizo y frondoso de flores
como el arcoíris.

—¡Alguien que me explique qué está ocurriendo! —


La capitana Danvers tenía marcadas las venas de la
frente. Su record impoluto de doce misiones se venía
abajo en este treceavo viaje, “trece, número de mala
suerte”, pensó antes de ordenar que todos regresen al
puente para evaluar la situación.

91
Al ingresar a la cabina de mando un esperpento
vestido de harapos, sucio y con una cabellera hirsuta
los esperaba.

—¡Alto! —gritó García y de inmediato apuntó con un


arma de plasma al extraño animal. Ya eran demasiadas
anomalías por un día.

El extravagante ser alzó los brazos demostrando


que era humano como ellos. En la muñeca derecha
llevaba un brazalete naranja. ¡Era un miembro del
equipo de biólogos!

—Identifícate —le ordenó García.

A lo que el sujeto despejó su rostro mugroso


cubierto a la mitad por la máscara filtrante.

—¿Lenna? —preguntó con asombro Danvers, acto


seguido la harapienta figura se desplomó.

***

Pasaron horas hasta que Lenna Hancock, brillante


astrobióloga y amiga de toda la vida de Grace,
despertara. Estaba acomodada de mala manera en una
camilla del área médica, afortunadamente el escáner y
los dispositivos intravenosos eran muy prácticos de

92
usar, por lo que estabilizarla no requirió mucho
esfuerzo, a partir de ahí sólo era tiempo de esperar. El
primer oficial Nash, tomó el mando de la nave mientras
Danvers hacia guardia en la habitación.

Hancock abrió los ojos.

—¿Dónde…? —Sintió la presión hecha en su brazo


por el brazalete intravenoso y se levantó con una
inesperada fuerza, casi cayendo de la camilla, Grace
dio un salto y la contuvo.

—Tranquila, Lenna, está bien, está bien. Ya pasó…


estoy contigo —la tomó por el rostro, ya limpio.

—¿Sabes quién soy? —La férrea mirada de la


capitana se doblegaba ante Lenna, una pequeña mujer,
con un físico débil, de manos delicadas y cabellos
ensortijados. Todo lo opuesto de Grace, y sin embargo
el destino las crio como como hermanas de distinta
madre.

Lenna asintió repetidas veces y sus ojos se llenaron


de lágrimas hasta que un llanto afónico llenó la sala,
Grace la abrazó protegiéndola en su seno, Lenna
temblaba.

93
—Fue horrible… —susurró antes de regresar el
rostro bajo el mentón de su capitana.

Con el semblante más calmado y rodeada de todos


los oficiales, excepto Nash y María que seguían
haciendo un recuento de daños, Lenna Hancock
calentaba las manos con una taza de té.

—¿Lenna? Debo hacerte unas preguntas ¿ok?


Trata de contestarlas. —Robert García se acomodó en
una silla frente a la astro bióloga—. ¿Sabes dónde
estamos?

Lenna apartó la mirada de su taza para


corresponder a García. —Es… estamos en la KIBO,
parte de la flota de colonización de la Tierra.

—¿Cuál era nuestro destino y por qué?

—Nos dirigíamos a HOPE 41, tuvimos que dejar la


Tierra junto al resto de la flota por el agresivo cambio
climático que perjudicaba la existencia humana.

—¿Estamos en HOPE 41?

—Sí, hemos llegado… —apretó con fuerza la taza.

—¿Sabes qué ocurrió? ¿Por qué la computadora no


nos despertó al llegar?

94
Lenna suspiró profundo, su mirada perdida daba
cuenta de recuerdos desagradables.

—La computadora está programada para


salvaguardar la vida de la tripulación, por ello evalúa el
entorno antes de exponernos. Cuando descendimos en
HOPE 41 el sistema detectó una amenaza viral en el
ambiente… optó por dejarnos en crio-estasis para evitar
la contaminación.

—Pero control dijo que este planeta era habitable,


tiene capa de ozono, atmósfera ¡soporta la vida! —
Hartnett perdió los papeles.

—Cálmese, segundo oficial —ordenó Danvers.

—Lenna, ¿por qué la computadora despertó al


equipo de investigación casi tres meses después? —
Lenna devolvió la mirada a Grace, quiso sonreír pero
una mueca extraña nació y murió al instante.

—La nave está sellada, aun así el virus penetró el


casco y flotó en el ambiente hasta dar con una vaina
crio-estasis que tenía un desperfecto, quizá por el
impacto, se introdujo e infectó al tripulante. La
computadora dedujo que la misión corría riesgo por lo
que nos despertó. Asumo que el raciocinio del sistema

95
fue que los astro biólogos podíamos resolver la
emergencia… —regresó su mirada a la taza de té.

—El árbol a mitad de la zona de colonos —concluyó


García. —¿Qué pasó con el resto de tu equipo?

Lenna dejó la taza sobre una mesita.

—Se infectaron… —sondeó con la mirada a


todos—. El virus te hace enloquecer y luego te
convierte en un hombre-planta.

—¿Hombre-planta? —preguntaron todos al


unísono.

—Control creía que este planeta se encontraba en


una fase primitiva de su evolución por lo que sólo había
vegetación y no organismos más complejos, pero
estaban equivocados… la vegetación es la forma de
vida predominante porque infecta a todo lo demás
convirtiéndolo en parte de ella… mi equipo… la gente
de la KIBO…

En ese momento Nash ingresó al cuarto médico.

—Necesito que vengan a ver esto… es urgente.

—Hartnett, quédate con Lenna. —Grace aun


procesaba la información recibida.

96
—Sí, capitán.

Los oficiales se dirigieron a la sala de máquinas y


vieron antes ellos un total desastre. Parecía que habían
disparado al azar dañando equipos, motores, fuentes
de energía. Razón por la que casi todos los sistemas de
la KIBO estaban inoperativos.

—Los tripulantes locos —susurró Grace.

—O quizá fue Lenna —sugirió García.

—¿Lenna? ¿Por qué piensas eso? —fue un


segundo pero Danvers se olvidó de la cadena de
mando.

—Grace, tu amiga ha estado sola semanas en este


inhóspito infierno de jungla extraterrestre. No sabemos
dónde está el resto del equipo de biólogos y, siendo
honestos, no se ve que esté en control de sus
facultades.

—¿No te das cuenta que sobrevivió a todo esto?

—Tú no ves que la defiendes sin siquiera


considerar otras posibilidades.

97
Grace vio que el resto de oficiales prestaba
incomoda atención a la discusión. Carraspeó la
garganta.

—Tercer oficial. Si tiene alguna sospecha de la


sobreviviente, le pido que se limite a seguir las
directrices de la cadena de mando —zanjó el tema y
fueron por la oficial Gallardo.

Encontraron a lo que fue María Gallardo en el


estribor de la nave, cerca al comedor. Su cuerpo
sentado había desarrollado raíces que penetraban el
suelo metálico, sus manos proyectaban flores con
enormes pistilos. Su tórax abierto en canal expulsaba
ramas, como si de una colmena de lombrices se tratara.
No tenía la mascarilla y un plato de raciones
deshidratadas descansaba en el suelo cerca de ella.

“Que rápido”, fue el primer pensamiento de Grace al


ver que un instante sin la mascarilla era suficiente para
infectarse y convertirse en hombre-planta.

—No se quiten las mascar… —no terminó la frase,


un golpe seco la desmayó, antes de caer de bruces
escuchó el sonido de un arma de plasma que disparaba
a quemarropa a los oficiales eliminándolos en el acto.

98
Al cabo de unas horas Grace Danvers despertó.

Descansaba sobre la camilla que antes usara


Lenna, estaba atada de manos y pies por fuertes
correas. Sentía un dolor en la parte trasera de su
cabeza y los mareos aún no se disipaban.

—¿Dónde? ¿Cómo?

—Tranquila, no te esfuerces mucho. No quería


quitarte la mascarilla hasta que estés despierta. Así
será mejor —susurró Lenna desde las sombras.

—¿Lenna? ¿Por qué tú? ¿Qué pasó? —Grace


buscaba la manera de liberarse.

—Tú sabes por qué. —Hancock se acercó a


Danvers, su rostro emanaba una demencia profana y
absurda.

—Robert tenía razón… tu mataste a la tripulación


¿Por qué? —Grace apretaba los dientes más por cólera
que por miedo, unas ganas terribles de destrozar la
sonrisa de su amiga la dominaban.

Lenna, sentada en una silla giratoria, dio unas


vueltas extasiada de que su plan haya resultado casi a
la perfección.

99
—¿No es fascinante esto de la inteligencia artificial?
El sistema detectó que el polen alienígeno era peligroso
por lo que nos mantuvo en éxtasis permanente hasta
que el resto de la flota llegara en nuestra ayuda… pero
despertó al equipo de biólogos para enfrentar la
situación.

—Pero el sistema decía que ustedes despertaron


hace dos semanas atrás.

—No fue difícil alterarlo todo una vez que asesiné a


los demás —dijo con expresión perpleja—. Bueno, sólo
maté a Smith y a Ferrer, los otros cometieron el error de
quitarse las mascarillas. Y es que el polen ya estaba
dentro de la nave desde que aterrizamos. Entrar en
contacto, aunque sea con la mínima cantidad de
esporas, desencadena un efecto inmediato. Todos, en
algún momento, deben comer y para ello deben
retirarse la protección… —soltó una carcajada— una
vez con el equipo muerto pasé a destruir las cápsulas
de crio-estasis, un pequeño agujero, una rajadura y el
polen hacia el resto.

—Pero han sido meses ¿Cómo sobreviviste sin


infectarte?

100
Lenna se levantó la camiseta y enseñó un mapa
cartográfico de venas verdes que surcaban su
abdomen hasta la base de sus pequeños senos.

—Me suministré una dosis continua de


medicamentos para detener el avance del polen, comí
poco, bebí lo mínimo y dormí lo más que pude para
olvidarme del hambre —no podía ocultar su alegría—.
Si te retiro la mascarilla en cosa de unos minutos te
convertirás en una persona-planta, tú y yo lo seremos.

—¡Estas demente! ¿Por qué querría algo así? —


Grace dejó de forcejear con las muñecas, se convenció
de que si se raspaba la piel el polen ingresaría a su
sangre.

—Es que aún no lo entiendes, Grace. Todo el


planeta es una súper consciencia vegetal, creímos que
era un planeta primitivo pero nada más equivocado.
Lleva millones de años de adelanto evolutivo. Las
plantas lo dominan todo a través de su polen
convirtiendo a toda forma de vida en parte de su
ecosistema equilibrado, sin depredadores, sólo foresta
consciente. Lo sé porque dentro de mi cuerpo el polen
me lo dice… realicé observaciones a la tierra, las raíces
del suelo. Son como una red de neuronas

101
interconectadas y todo aquel que se convierte en un
ser-planta vivirá para siempre. ¡En la súper consciencia!

Entonces Grace supo porque Lenna no la convirtió


de inmediato en un ser-planta.

—¡La flota! —dijo reprimiendo sus más profundos


miedos.

—Exacto —acotó Hancock—. ¿No te digo? La


inteligencia artificial es fascinante. La computadora
despertó sólo al equipo de biólogos para no correr el
riesgo de expandir la contaminación. Su directriz es la
vida dentro de las cápsulas. O sea todos nosotros. Si
un tripulante decide volverse loco y matar a otros, el
sistema no interviene porque sigo siendo humana. Me
tomó mucho tiempo llamar a la flota para que vinieran a
HOPE 41. Fueron casi cuatro meses que nave tras
nave descendía. Luego era cosa de tiempo para que
sean purificados por la vegetación.

—¿Toda la flota? ¿Por qué?

—Porque es el futuro, Grace. ¿Qué no lo ves?


Nosotros destruimos la Tierra: sobrepoblación,
contaminación, cambio climático, guerras,
enfermedades. El problema del ser humano es su

102
individualismo. ¡Pero mira este sitio! Todo está en
armonía, todos podemos ser parte de una súper
consciencia y existir para siempre ajenos a nuestros
deseos febriles. Esta era la verdadera solución, si
llegábamos a otro planeta lo destruiríamos con el
tiempo, pero aquí… esta es la materialización del
paraíso. Lamentablemente los medicamentos sólo
ralentizaron el avance del polen y cuando parte de ellos
llegaron a mi cerebro… no sé, quizá eso le bastó a la
computadora para considerarme: no humana. Tuve que
improvisar, ya toda la flota estaba infectada, sólo
quedaban tus oficiales y tú. Ellos no me importaban.

—¿Querías que nos uniéramos juntas? —el rostro


de Grace recobró la tenacidad acostumbrada.

—Nosotras seremos las últimas en agregarnos, nos


dejé para el final —extendió los brazos como
presentando una obra maestra—. El polen te dormirá y
en el sueño no sentirás nada, será un traspaso
tranquilo… amor.

—¿Amor? ¿Aún sigues con eso? ¡Yo me iba a


casar con Robert, maldita enferma!

103
—Ese infeliz no te merecía. Por eso fue mejor un
tiro en la cabeza, aunque nos encontraremos con
Hartnett ya que lo convencí de quitarse la mascarilla. Lo
que importa es que ese animal de García no estará en
nuestro paraíso.

—¡Maldita loca! ¡Demente! ¡Asesina! ¿Por qué


haces todo esto? Yo siempre te he protegido, te…

—¡Sí! ¡Por eso! ¡Tú siempre lo has sido todo para


mí! —Pasó sus dedos sobre su mascarilla—. Y cuando
me tomaste, cuando me hiciste tu mujer, lo entendí…
viviría para ti.

—Eso sólo fue un error. —Grace perdía la valentía,


el aura de Lenna era abrumadora, a pesar de su cuerpo
pequeño y demacrado, la demencia acrecentaba su
presencia.

—Error fue el no haberte quedado conmigo


después de lo que me hiciste sentir, pero esto se
arregla ahora mismo… Desde ahora yo te protegeré, yo
seré tu Goliat, tu mástil, tu apoyo, nada temerás porque
a donde vamos yo conozco el camino.

Grace comenzó a llorar, toda la férrea armadura


cayó a pedazos ante tamaña amenaza. Lenna estaba

104
decidida, obsesa, llevada por una determinación
psicópata. Hancock llegó hasta su amada y con
suavidad retiró la mascarilla de aquel rostro tembloroso.
Danvers se negó a respirar y cerró la boca hacia
dentro, pero tarde o temprano buscaría la bocanada de
aire y entonces…

La pequeña Lenna Hancock posó un delicado


ósculo sobre los labios contritos de Danvers. Ya sin la
mascarilla y respirando el polen, Hancock comenzaba a
caer el sueño. Una ligera sonrisa de éxito se dibujaba
por las comisuras de sus labios mientras la vegetación
germinaba en ambas mujeres petrificándolas en un
beso eterno.

105
// T e r r e s t r e// — Jeremy Torres – Montero

Para Carlos Saldívar,

por la literatura.

Es una esfera, nada más que eso. Un guijarro


enorme ante mis ojos y, apenas, una mota de polvo
comparándolo al total visible. Una atmósfera
preservando el ego humano. ¿Laura lo sabía? Sí. Laura
siempre sabía. Es decir: lo que por geometría uno
entiende como esfera; también que fracasaríamos al
defender el dogma nacionalista. Las fronteras, y debí
entenderlo al leer el primer boletín de la Transnacional,
eran tan sólo constructos imaginarios para preservar
una identidad, la ilusión de una cultura. Hacía décadas
se oficializó el chino como la lengua del globo, luego de
la Tercera Gran Guerra y la victoria de la Transnacional
contra los Gobiernos Aliados. Sin embargo los
bananeros, los tercermundistas, proclamamos
nuevamente la independencia: luchamos durante
décadas contra el control de las filiales de los chinos:
éramos un remedo cubano en un mundo de libre

106
mercado. Yo nunca me tomé en serio el cuento
nacionalista, la persistencia al hablar español como
protesta. Todo lo hice por impresionar a Laura: ya que
ella era una de las dirigentes de la facción universitaria
y una de las más guapas de la universidad.
Eventualmente tuve convicción política, pero duró poco.
¿De qué valió? No lo sé. Han pasado treinta años, y
sonrío al recordar, nos sentíamos salmones; tan idiotas,
éramos peces de río nadando en un océano,
creyéndonos contramarea. Debí aceptar el nuevo orden
mundial, después de todo cayeron los imperios y, era
lógico, había llegado el fin de la era republicana.

Ahora, al ver el guijarro, lo entiendo. Nunca fui


ciudadano de un país. No. Esa fue la gran mentira del
siglo pasado. Siempre fui un terrestre.

Puede que mis palabras no tengan sentido, que


esta lengua, este idioma que es mi verdadera patria se
pierda en el cosmos para siempre y nadie, jamás, logre
entender esta primera entrada en mi bitácora, pero da
igual. Es esto lo que aparece en mi mente, las palabras
de mis ancestros, mientras navego hacia un planeta
desconocido. Vocales y letras que articulo y antes usé
para articular los te amo que entregué alguna vez a

107
Laura, o la alegría al ver a aquellos que llamé amigos,
camaradas, y con los que entoné canciones que nadie
más recuerda.

Tengo miedo de sobrevivir a este viaje por el


cosmos y olvidar mi lengua, asentarme en la
inmortalidad como Leif Erikson en una tierra sin
nombre.

Y, así, apátrida por toda la eternidad.

108
Irremediable — Miriam Mancini

Despertarse

Escudriñarse

Caerse de la mejilla

Para adentro

Del iris

Para adentro

De la córnea

Para adentro

Meter las manos

Los pies

cada dedo

La pantorrilla

empujar

las nalgas

Doblar la piel Papiro

109
Para adentro

Las costillas, los intestinos,

El páncreas, cada cabello

Todo, todito para adentro

Volver a dormirse

Así envuelto

Hecho bolita, hecho agujero,

Media molécula masomenos

Ser el triunfo de la hormiga

Una manchita más en el perro

Un bailarín clásico del viento

Vagar

De aquí pa´llá

Viajar en gato,

O en sombrero

Caer el sueño

Otra vez

110
Frente a tu boca

Hecho bolita, hecho agujero

Media molécula masomenos

Despertarse

Engullido

Doliendo

El cuerpo entero.

111
Poema 1 — Leonardo Grippoli

El viento de la luna
dispersa en grácil vuelo,
sobre el adusto rostro del agua,
las doradas alas de sus pétalos
y son pájaros de luz
que reflejan en sus cuerpos
una dulce melodía de espectros.

Por los oscuros caminos del bosque,


cabalgan con furia salvajes unicornios,
allí, donde la brisa
fecunda con su aliento
la fuente de los sueños.

Serpientes negras
se recogen en espirales de piedra,
protegiendo con su vida,
el cavernoso origen de los ríos,
el alma eterna del tiempo.

112
Los hombres Halcón
erigen esbeltos pilares de piedra,
donde colocan
las joyas caídas del cielo
y horadan con sagrada aflicción
la carne palpitante del universo.

El principio es lo impronunciable
comienzo y final uno solo,
amor y pasión
muerte y sufrimiento,
son las dos caras de lo eterno.

Hermetismo y libertad
se cuecen en la redoma,
donde el alquimista busca
la razón de la existencia,
ignorante que los árboles ocultan
en el extraño lenguaje de sus corteza
las principales respuestas.

113
La perfección se encarna
en el cuerpo hermoso de la mujer
y destila su esencia
en el encendido diamante
de una estrella fugitiva.

114
Poema 2

Luna eterna y negra


aparta de mí tus ojos,
aléjate de mi senda,
gran rapaz en sigiloso sueño,
espíritu olvidado
por aquellos que fueron
en la danza de los eones,
tus sumisos siervos.

Hoy empuñan sus lanzas,


ríen al viento,
con sus caras pintadas de azul,
y son libres de tu abrazo funesto,
libres para vivir un tiempo nuevo,
donde puedan ser señores y dueños,
aladas formas que tomen vuelo,
para adentrarse curiosos,
en la maravillosa materia
que forma el universo.

115
Adultos en su liberación
se han echado a la espalda,
la grisácea capa del recuerdo,
levantado estandartes
con la efigie de un chacal,

ardientes faros de esperanza


en las turbulentas orillas
del cambiante caos.

Ellos, los niños viejos,


llenos de enfermiza pasión,
dispuestos al gozo del sufrimiento,
al exilio del alma,
en pos de una ilusión,
su voz ha quebrado el silencio
y como un collar se lo han puesto al cuello,
para recordar cuando la memoria flaquea,
su vida en amargo cautiverio.

Ellos, los Atanari,


los liberados,

116
me han dado un hogar,
sanado las llagas de mi fe,
estrechado mis manos
y en los montes de caliza,
cuando el invierno trae
el gélido viento del espacio,
rescatado del rígido sarcófago
del ornado mausoleo de la razón,
mi verdadero ser.

117
Creador — Leonardo Grippoli

Con un intenso resplandor rojizo la nave salió del


híper impulso, atravesó el agujero de gusano y se
colocó en una órbita geo sincrónica sobre el cuarto
planeta de aquel sistema solar.

Su forma semejaba a la de un enorme halcón de


bronce y acero, atacando en vuelo.

El capitán de la nave era Oannes, un Adapa, un


Amo-Creador. Su tarea era la de sembrar vida y crear
nuevas civilizaciones.

El viajar por el espacio entre saltos siempre le


recordaba el mirar a través de una ondulante cortina de
agua espumosa.

El agua que tanto amaba y que cubría casi


totalmente su mundo natal.

Oannes estudió con los sensores el globo azul y


blanco que colgaba como una perla solitaria contra el
negro del espacio estrellado.

Vio que la terraformación avanzaba a buen ritmo,


grandes extensiones de tierras cultivadas moteaban la
piel rojiza del planeta. Varias ciudades habían surgido

118
en el hemisferio norte, bordeando un pequeño mar
interior. Algunos barcos navegaban siguiendo la línea
de la costa.

También notó que otros asentamientos en el


hemisferio sur aparecían abandonados.

Observó que la vida también se desarrollaba con


fuerza en los océanos.

Cuando los adapas habían descubierto aquel


mundo solo era un enorme desierto de piedras y dunas
color ocre.

Se aprestó para descender y ver como se


encontraban los habitantes. Una especie humanoide
poblaba ese cuerpo celeste. Varios milenios atrás
aquellos seres habían sido colocados en aquel mundo
para desarrollarse y crear una nueva civilización, su
ADN mezclado y mejorado con la adición del ADN de
los adapas.

Estaba ansioso por bajar y ver con sus propios ojos


los avances que habían logrado.

Los astrónomos locales ya deberían haber notado


su arribo por los signos en el cielo y dado aviso.

119
Caminó por los largos pasillos de la astronave, se
cruzó con los robots de mantenimiento, entró en una de
las pequeñas navecillas auxiliares y programó la
computadora de a bordo para el descenso.

Se sentó en el sillón del piloto, tomó la palanca de


mando en sus manos, apretó los botones que
encendían los motores y con un fogonazo azulado salió
de la bodega, rugiendo a plena potencia en dirección
hacia la superficie.

La lanzadera se posó en la cima de la más grande


de las pirámides escalonadas. Los retrocohetes
levantaron una nube de humo y polvo que lo ocultó
momentáneamente de la vista de los miles de seres
que esperaban abajo.

La portilla se abrió con un siseo, Oannes salió del


vehículo, con movimientos pesados, vistiendo un
exoesqueleto que lo ayudaba a moverse en la gravedad
del planeta, después de meses de viajar por el espacio.

Alzó sus brazos y el pueblo estalló en un clamor


ensordecedor.

120
—Padre, Padre —gritaban con todas sus fuerzas,
formando una masa multicolor que se agitaba entre los
edificios.

Algunos soplaban caracolas, otros tocaban


tambores y ondeaban banderas amarillas y azules.

—Ha regresado, el Creador ha regresado, alabada


sea su presencia —cantaban los sacerdotes con sus
rostros pintados de negro y sus capas carmesí mientras
sostenían conos de incienso en sus manos.

Oannes descendió lentamente los escalones de la


pirámide, al llegar al final de la última escalinata fue
recibido por una delegación de notables.

Ar-Anhap, el Emperador, la encabezaba, era alto


para el común de los Anshans, medía dos metros de
altura, tenía una musculatura poderosa en los brazos
largos, las facciones regulares y los pómulos altos.

Sus ojos totalmente negros eran muy expresivos, la


boca pequeña de labios apretados traicionaba una
voluntad voluble y caprichosa. La piel gris combinaba
perfectamente con la armadura de metal rojo con
filigrana de jade y la corona triangular de oro y
turquesas.

121
Empuñaba una alabarda de color negro con
adornos de nácar.

—Te saludo Padre-Creador, con infinita alegría,


como la vida recibe cada día los rayos del Sol en el
amanecer —dijo Ar-Anhap, repitiendo la fórmula
ceremonial con lágrimas en los ojos.

Luego se inclinó hasta tocar con la frente el suelo


embaldosado y su ejemplo fue seguido por los
doscientos mil Anshans que lo rodeaban.

—Hace veinte años que esperábamos tu retorno —


expresó con voz firme y decidida, la voz de alguien
acostumbrado a mandar y no ser desobedecido.

—Lo sé —respondió Oannes—. Regresé tan pronto


como me fue posible, otros mundos me reclamaban.
Tus hermanos necesitaban mi guía en el proceso
creador, además debes tener en cuenta que el viaje
desde Sothis, el Mundo-Hogar es largo y lleno de
peligros.

Ar-Anhap se levantó y habló.

—Acompáñame por favor, te mostraré la ciudad.

122
Los Anshans lo imitaron y se pusieron de pie.

Oannes lo siguió por la larga avenida flanqueada


por incontables esfinges. Los escoltaban cientos de
cortesanos y un millar de lanceros.

Una pirámide nueva llamó su atención,


resplandeciente por su color blancuzco.

La ciudad era hermosa, las edificaciones con


ventanas trapezoidales, pintadas de colores alegres se
mezclaban con jardines de plantas y árboles de
hermosas fragancias.

Observó que los Anshans portaban armas,


maltrataban a sus esclavos, discutían y peleaban entre
ellos por motivos banales.

Los recordaba como seres tímidos, callados, con


una sed inagotable de conocimiento, pero eso había
cambiado. Notó arrogancia en su porte y desafío en sus
modales.

Hasta su lenguaje le pareció áspero y


desagradable.

La civilización parecía florecer, pero Oannes tenía


una extraña sensación, algo estaba fuera de lugar, algo

123
que no sabía identificar. Una oscuridad agobiante,
opresiva, se escondía acechando en cada rincón, en
cada rostro que lo miraba.

—¿Dónde están los Nar-Tyrai? —preguntó


extrañado—. ¿Acaso no saben que es mi deseo verlos
y hablar con ellos?

—No vendrán, ninguno lo hará —respondió Ar-


Anhap con una sonrisa breve. Su rostro se transformó
en una máscara de muerte, fría e impersonal.

—Mer-Etnik, su líder, no admitió mi derecho a


gobernarlos, a unir a los pueblos bajo una sola
voluntad. Se alzaron en rebelión y debimos luchar
contra ellos. Fue una guerra larga y brutal, que casi nos
destruyó a todos, pero al final fueron derrotados —dijo
casi susurrando—. Solamente conservé a sus mujeres,
a las jóvenes y hermosas. A todos los demás los
matamos después de rendirse. Con sus cráneos
construimos la pirámide blanca y con sus huesos
hicimos trofeos que colocamos en los muros de cada
casa, para recordar su estupidez y valentía.

Oannes lo miró sin decir palabra. El camino de la


violencia y el genocidio no era lo que les había

124
enseñado. Sería mejor escuchar su relato antes de
tomar una decisión.

Siguieron caminando y llegaron a la plaza central,


donde varios templos rodeaban el palacio real,
construido con mármol y granito rosado.

Cruzaron juntos las puertas de entrada, atravesaron


varios salones y entraron en la sala donde se
encontraba el trono de cuarzo.

—¿Qué sucedió con Mer-Etnik, ¿lo tienes


prisionero?. Él era un noble como tú. ¿Acaso sigue
vivo? —preguntó Oannes.

—Oh sí, él sigue vivo, pero no como tú piensas —


le respondió Ar-Anhap.

Extendió su brazo, indicando con la punta de su


alabarda una plataforma que se encontraba al final del
salón.

—Allí está —pronunció riéndose, con carcajadas


cada vez más altas.

Rodeada por lámparas de aceite, la piel desollada


del cuerpo entero de Mer-Etnik, aun conservando su

125
cabello dorado leonado, estaba tensada sobre un
bastidor de largas estacas afiladas.

Su boca abierta, congelada en un grito de horror,


terrible y eterno.

Los cortesanos se unieron y pronto las risas


resonaron con mil y un ecos demoníacos.

La visión de aquella atrocidad lo conmocionó, pero


su autocontrol evitó que sus emociones lo traicionaran.

—Debo volver a mi nave, inmediatamente —


anunció Oannes.

Los Anshans no se sorprendieron, la conducta de


los adapas siempre era extraña y en la mayoría de las
ocasiones incomprensible.

—Volveré pronto —les dijo. Pero esa era una


promesa que no pensaba cumplir.

Aceleró el paso, sentía que se ahogaba. Nadie lo


detuvo en su camino.

Oannes regresó a su nave, se retiró a sus


habitaciones, con rapidez se quitó el exoesqueleto y se
sumergió en el tanque de agua salada.
126
Ese era el único lugar donde se sentía realmente a
gusto.

Meditó varias horas sobre lo que había sucedido en


su ausencia. Las enseñanzas impartidas habían sido
olvidadas, los valores mancillados y trastocados.

Las leyes de los adapas no admitían las anomalías.


Los protocolos debían ser cumplidos en su totalidad.

El Consejo lo sancionaría por sus fallos.


Posiblemente no lo dejasen continuar con sus viajes.

Sabía lo que debía hacer, pero eso no facilitaba su


tarea.

Tomó la decisión, se la comunicó a la Inteligencia


Artificial que gobernaba la nave y se durmió.

La nave de bombardeo dejo atrás las pequeñas


lunas, atravesó la atmósfera como una estrella fugaz y
lanzó sus misiles termonucleares cuando el sol
comenzaba a levantarse sobre el horizonte.

Momentos más tarde cayeron sobre todas las


ciudades y centros poblados

127
La tierra se estremeció como golpeada por un
enorme mazo, se hundió en un terremoto, solo para
explotar a continuación.

Gigantescos hongos atómicos, enormes columnas


de fuego y ceniza se alzaron por doquier.

Tormentas de viento huracanado y ardiente


barrieron la superficie.

Enormes tsunamis alcanzaron las costas,


completando la destrucción programada.

—Ya está hecho, no tenía alternativa —se dijo a sí


mismo Oannes.

Miró las pantallas y ordenó a la computadora que


analizará los datos de los otros planetas del sistema.

El tercer planeta parecía prometedor, albergaba


vida en un nivel primitivo y tenía una atmósfera
respirable.

En un instante lo decidió, allí comenzaría de nuevo


con su misión civilizadora.

Esta vez no cometería errores, el fracaso no era


una opción. Los adapas nunca dejaban una misión sin
terminar.

128
—¿Qué podría salir mal en ese planeta? —se
preguntó Oannes, al que llamaría Tierra y la esperanza
renació en su corazón.

129
Cavernario — Jesús Guerra Medina

Con gran esfuerzo, la tomas con tus propias manos


y la partes en dos, arrojándola contra un viejo tronco
que se erige frente a ti, imponente por su forma; y luego
tiras los pedazos sobrantes de la máquina (ya sólo
tornillos y cables rojos y verdes), y después los miras,
serpenteando chispeantes en el suelo lodoso que
hierve y hierve, atestado de gigantes mosquitos que
zumban y zumban sin detenerse, y suspiras y observas
al cielo ardiente extenderse hasta la eternidad, millones
y millones de años atrás en el tiempo; y escuchas el
antiquísimo aleteo de pterosaurios que atraviesan la
infinidad como rayos, y el cavernario rugir de bestias
que viven y muerden y rasgan el corazón de aquella
espesa jungla sin tiempo, inmortal; y oyes retumbar de
pasos y gruñir de entrañas, y tu cuerpo suda mares.
Y ahora miras tus manos temblorosas sacar del
bolsillo izquierdo de tu vieja bata una vieja fotografía de
Lilian, tu bella esposa muerta en acción luego de
conquistar la luna hace miles de años en el futuro,
hasta que te tranquilizas; entonces vuelves a leer
cuidadosamente las instrucciones escritas torpemente
con letras rojas detrás del maltratado papel: dos vueltas

130
de manivela hacia la derecha, tres hacia la izquierda,
cuatro pulsaciones de sentido a la inversa y un
pequeño tirón al centro.
Y ahora sonríes, amargamente oyendo ramas
partirse bajo el gigantesco peso de criaturas que
gobiernan en aquel antiquísimo pasado adonde ahora
habitas; y suspiras recordando que los muertos ya no
pueden volver, que tú mismo ya no puedes volver a tu
mundo que ha sido tragado por la máquina que ahora
yace muerta frente a ti, como un sucio y gigantesco
insecto; por esa máquina que tú mismo creaste con la
esperanza de volver a verla, con la esperanza crear un
portal que te permitiera construir un puente entre el
mundo del más allá, el mundo de los muertos, y el
mundo de los vivos, que ahora mismo ya no es ahora,
porque un error de cálculo te mando a otra era, una era
antigua, tan pretérita como el mundo mismo.

Y entonces comienzas a reír y las fuertes


carcajadas que surgen desde lo más profundo de tu
pecho, reverberan acuosas antes de ahogarse por el
rugir de antiguos monstruos que se acercan; y sacudes
la cabeza de un lado a otro, negando categóricamente
a un otro Yo imaginario que se burla de ti porque, a

131
pesar de tanto investigar, a pesar de tanto viajar por
mundos tan oscuros, tan ocultos como el infierno
mismo, no lograste nada; se burla porque al final, ella
siguió tan muerta, como tu tan vivo.
Y ahora gritas, la risa ha quedado borrada por el
gesto furioso que se dibuja en tu rostro demacrado por
este largo viaje que emprendiste apenas tres granos de
tierra cayeron sobre su ataúd y tomaste la decisión de
traerla de vuelta; aprietas los puños y lágrimas pálidas
escurren por tus mejillas de retirado y viudo científico.
Y rabias y pataleas porque ahora comprendes lo
que viene, comprendes cuál fue tu error, comprendes
que la conexión de mundos no era posible sin la
autorización del ministro de la era de 2304, sin la
autorización de aquel viejo que ahora mismo no existe,
pero que, a millones y millones de años de distancia en
el futuro (si acaso el efecto mariposa no ha destruido al
mundo entero) enciende un puro con su mechero
eléctrico que funciona a base de pensamientos,
mientras disfruta del canal de espectáculos que se
proyecta sobre la superficie lunar de un lejano año
2304; comprendes ahora que tu soledad ha acaecido
sobre tu futuro, ahora convertido pasado; comprendes,
comprendes, pero tú no quieres comprender, ahora ya

132
es demasiado tarde para hacerlo porque el
titánico Tyranosaurius rex, ha aparecido en escena…

133
TSP Nº4 — Adrián García Cholbi

El día en que el doctor Freddie Nixon presentó al


mundo su último invento, fue, sin lugar a dudas, el más
feliz de su vida. El enorme andén estaba repleto de
gente: periodistas acreditados tanto de periódicos como
de televisión, representantes políticos de todos los
partidos del país, gente famosa del mundo del
espectáculo, artistas, científicos deseosos de asistir a la
nueva puesta en escena de una de las locuras de aquel
genio revolucionario, otros inventores famosos, y un
grupo de gente curiosa que no formaba parte de
ninguno de estos sectores de la sociedad y que estaba
allí gracias a la cualidad de puertas abiertas de la que
gozaba aquel fantástico evento. Tras un púlpito
improvisado, se hallaban el doctor Nixon y sus
ayudantes: medio centenar de ingenieros y científicos,
cuya aportación al proyecto había sido clave para poder
desarrollarlo. A sus espaldas se veían unos raíles, y
sobre éstos reposaba la figura de un tren de cinco
vagones pintados de blanco. Su diseño era
aerodinámico, con el morro en forma de punta de
flecha; daba la sensación de que podría alcanzar
grandes velocidades. Pero los trenes se habían

134
inventado hacía siglos, por lo que los allí congregados
sentían una curiosidad aún mayor. Puede que
estuvieran ante la mayor creación de todos los tiempos,
o simplemente ante el desvarío de un hombre cuyas
aportaciones a la sociedad habían sido inmensas pero
que, indudablemente, ya era un inventor venido a
menos.
El silencio expectante fue roto por la voz del doctor,
cuya sonrisa relucía tanto como las paredes metálicas
de su recién nacido.
—¿A quién no le gusta viajar? A todos ustedes les
gusta, ¿a que sí? —aguardó un par de segundos para
aumentar la expectación y prosiguió—. Lo que tengo
detrás de mí, a simple vista puede parecer un tren. Y lo
es. Pero no es un tren convencional, y les explicaré por
qué. Imagino que todo el mundo posee recuerdos
agradables sobre momentos que añora. ¿Cuántas
veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos
pensando aquello de: “cómo me gustaría volver atrás,
poder volver a vivir eso que hace años perdí”? El ser
humano es melancólico por naturaleza, ¿a que sí? Nos
pasamos horas viendo fotos y vídeos de nuestra
infancia, rememorando momentos fantásticos de
nuestra juventud, pensando en nuestro primer amor…

135
¿Qué pensarían si les dijera que a partir de ahora no
solo podrán ver en forma de imagen estos recuerdos,
sino que, además, podrán revivirlos? Les ofrezco la
oportunidad de experimentar aquellas sensaciones que
tanto echan de menos, de recuperar con sus mentes
los momentos que creían irrecuperables. Pues bien:
con el Tren de los Sueños Perdidos, también pueden
llamarlo TSP, podrán hacer todo esto —la gente
prorrumpió en un aplauso atronador y el doctor Nixon
sonrió aún más ampliamente al escuchar los vítores.
Los flashes de las cámaras le cegaron—. ¿Qué les
parece si les hago una demostración?

Nixon recordaba cómo las puertas de los vagones


se habían abierto y todo el mundo había entrado en
tropel, embargados por la impaciencia. Cada individuo
se había sentado en uno de los mullidos asientos.
Después el tren se había puesto en marcha. TSP solo
tenía una parada, a la que se llegaba después de
cuatro minutos de viaje. Ese tiempo servía para que el
aparato recogiese los pensamientos de cada persona y
los materializase en el siguiente andén. Cuando
bajaban, el resto de viajeros desaparecían. Lo único

136
que veían era el lugar que anhelaban encontrar, así
como también experimentaban las sensaciones que
tanto recordaban, y los acontecimientos se sucedían de
la manera en que ocurrieran la primera vez, la de
verdad. Cuando la escena concluía, el tren reaparecía.
Lo mejor era que, duraran lo que durasen esas
vivencias, todo estaba programado para que todos
reapareciesen de la nada y subieran al mismo tiempo.
Era cuestión de jugar con las leyes de la física
relacionadas con el transcurso del tiempo y las
dimensiones.
La valoración mundial fue no solo excelente, sino
descomunal. Todos los medios de comunicación
pusieron por las nubes el nuevo invento de Freddie
Nixon. Pronto se inauguró la Estación De los Sueños,
única en el mundo, (al menos de momento). Hubo que
construir dos réplicas del tren porque la gente llenaba
los vagones cada día. Además los precios eran
bastante asequibles a pesar de lo innovador del
servicio, por lo que los trabajadores no daban abasto.
Fue un rotundo éxito desde el primer día. Por eso
tuvieron que fabricar el cuarto tren, en una estación
distinta situada en otra ciudad del otro extremo del país,
para que más gente tuviera la posibilidad de disfrutar de

137
los servicios que ofrecía esta maravillosa empresa.
Así es como nació el TSP nº4. Habían pasado solo
diez meses de la inauguración del primer tren y en
breve este nuevo ejemplar se pondría en
funcionamiento. Pero antes, Freddie Nixon tenía que
probarlo para asegurarse de que todo estaba correcto;
no quería que ningún cliente le demandase a causa de
un fallo de la máquina por saltarse una simple
inspección fácil y rutinaria.
El doctor Nixon estaba de un excelente humor esa
mañana. Entró en el primer vagón de tren después de
recibir el ánimo de sus colaboradores. Acto seguido
tomó asiento cerca de una de las ventanas y se relajó.
No tardó en escuchar el leve zumbido que indicaba que
el tren se había puesto en marcha. Era un sonido casi
inaudible, como una brisa lejana, pero después de todo
agradable: sonaba como debía sonar un TSP. Pensó
que todo estaba bien, así que sonrió y cerró los ojos,
dispuesto a disfrutar de aquel viaje excepcional.
Imaginó un recuerdo que le asaltaba la mente todas las
noches, un recuerdo por el que (y esto no lo había
confesado todavía, ni lo haría jamás) había ideado
aquel invento magnífico. Se trataba de la primera vez
que besó a su difunta esposa, muerta hacía ya cinco

138
años. Gracias al TSP lo había revivido innumerables
veces en los últimos meses, una escena que
antiguamente le hacía llorar de melancolía, pero que
ahora tenía la posibilidad de disfrutar cuando la
estación cerraba las puertas y se quedaba vacía. Era el
último viaje que realizaba el TSP nº1 cada noche.
La voz femenina procedente de una grabación le
anunció a través de los altavoces instalados en el
interior del vagón que estaban a punto de iniciar el
viaje, y le recomendó que, por favor, mantuviese los
ojos cerrados durante el trayecto de cuatro minutos
evitando dormirse; finalmente le deseó una placentera
experiencia a cargo del Tren de los Sueños Perdidos.
Nixon se acomodó todavía más en el sillón, estirando
las piernas, y el tren empezó a moverse.
El enorme aparato se deslizó por las vías a una
gran velocidad, pero casi parecía que no se hubiera
movido del sitio, y si Nixon hubiese abierto los ojos no
habría podido ver el paisaje que le rodeaba porque
aquellos vagones carecían de ventanas.
Cuando quiso darse cuenta la voz de la grabación
se escuchó de nuevo, solo que esta vez lo hizo para
hacerle saber que el viaje había terminado y que podía
abrir los ojos; por último le aconsejó que al salir del tren

139
lo hiciera con calma, para evitar accidentes con el resto
de viajeros (obviamente la voz no sabía que Nixon
viajaba solo). El doctor siguió las indicaciones y se
acercó a la puerta. Ésta se abrió con un sonido sordo,
despidiendo un vapor que se introdujo en el vagón, y se
deslizó hacia la derecha, revelando el paisaje que
esperaba: un hermoso parque del centro de la ciudad,
tranquilo a pesar de ser fin de semana, el sol dando
color a los árboles, el césped, los bancos y las flores. Al
fondo estaba la fuente que tan bien recordaba por el
sonido de su agua fluyendo mientras él y su mujer se
besaban torpemente en aquel banco de madera, como
la melodía de una banda sonora que era imposible
reflejar en una partitura. Vio dos niños jugando sobre la
hierba, a unos diez metros de donde él estaba. No muy
lejos de ellos había un perro corriendo tras la pelota
que su dueño, un hombre de mediana edad y con unos
pocos kilos de más acababa de lanzarle. A su derecha,
a unos cincuenta metros, estaba una de las entradas
del parque. Bajó del tren, y al darse la vuelta vio que
éste había desaparecido. En su lugar estaba la otra
entrada del parque, aquella por la que había cruzado
cuando era joven para acudir a la cita con la que a
partir de ese día sería su novia. Incluso podía ver los

140
edificios y los coches recorriendo la calle. Se miró las
manos y cuanto pudo de su propia anatomía. También
su cuerpo había cambiado. En lugar de un hombre
mayor de sesenta y tres años, se había convertido en
un joven de veintiuno. Satisfecho, volvió a girarse en
dirección al banco más cercano. Se sentó. En menos
de dos minutos, su chica haría su aparición estelar.
Estaba exultante. Las cosas parecían marchar
correctamente. Sin embargo, no tardó en sentir un
escalofrío recorriéndole la nuca. Tenía un
presentimiento desagradable, aunque no podía
discernir de qué se trataba. Miró a su alrededor. La
chica aún no había aparecido. Echó un vistazo a su
reloj de pulsera. Hacía casi cuatro minutos que se
había sentado. ¿Sería que había llegado demasiado
pronto? Hasta ahora los hechos nunca habían tardado
tanto en suceder. Volvió a mirar el reloj. Seis minutos. A
su alrededor los cambios empezaron a resultarle
inquietantes. Los dos niños que jugaban sobre la hierba
ya se estaban poniendo en pie, a punto de marcharse;
normalmente, cuando esto sucedía la cita ya había
dado comienzo. El perro que corría tras la pelota se
alejaba con su dueño. Mismo indicador: tampoco esto
debería estar pasando todavía. Al igual que estos dos

141
detalles, había otras escenas ocurriendo al mismo
tiempo que estaban fuera de lugar. No cabía duda. Algo
estaba mal en todo aquello.
Pensó en buscar a la chica. Sabía dónde vivía. Pero
eso era una locura. Podía alterar gravemente el mundo
del que provenía si llevaba a cabo algún acto que no
concordase con su recuerdo. No obstante los minutos
seguían pasando y no parecía que nada fuera a
cambiar, así que, muy a su pesar, se puso en pie para
dirigirse al tren, que tendría que aparecer en caso de
que el recuerdo no se materializase correctamente,
como ese era el caso.
Nada más levantarse todo se detuvo. Los pocos
viandantes que caminaban por los senderos del parque
se quedaron inmóviles como en un espectáculo de
mimo. El agua de la fuente se quedó paralizada, los
chorros cayendo sin llegar a caer realmente. Un niño
que había estado corriendo hacia su madre se quedó a
mitad de camino, con una expresión en la cara propia
de quien había estado riendo hacía unas décimas de
segundo. Los árboles y el césped quedaron estáticos;
parecían estar pintados en un cuadro. Decididamente
las cosas no marchaban bien. Nunca antes había visto
nada parecido. Los componentes del recuerdo siempre

142
seguían moviéndose hasta que se subía al tren y la
puerta se cerraba. Así pues, cada vez más nervioso, se
dirigió con paso rápido hacia la entrada del parque por
la que había venido.
Sin embargo, una vez allí el TSP nº4 no se
materializó. “Ya tendría que estar aquí”, pensó, a punto
de perder la compostura. Dio una vuelta sobre sí
mismo, mirando en derredor, y al hacerlo sintió un
sudor gélido en la espalda. El parque había
desaparecido. También los edificios que él conocía tan
bien, y por supuesto las personas y los coches. No
quedaba nada que el doctor Freddie Nixon pudiese
catalogar como normal. En su lugar, un paisaje que
creyó estar a punto de hacerle enloquecer.
La vegetación campaba a sus anchas sin importar
dónde se posaran sus ojos. Árboles ciclópeos cubrían
el cielo e impedían la llegada de la luz del sol, salvo en
forma de tímidos rayos que dibujaban pequeños puntos
blanquecinos y frágiles en la tierra y en las plantas. Le
llegaba el sonido de graznidos como de cacatúas,
aunque no estuvo seguro de poder relacionar ese ruido
con el del pájaro que estaba pensando. A lo lejos se
escuchaba el rumor de las ramas quebrándose, sin
duda por el peso de algún animal salvaje que estuviera

143
saltando de árbol en árbol, o de algo mucho peor y más
grande que se estuviera acercando por el suelo.
También escuchó el murmullo de una cascada, puede
que a cien metros, o puede que más, ya que allí el
tupido y verdoso manto que le rodeaba amortiguaba los
sonidos y hacía difícil calcular el lugar de su
procedencia.
De repente, y presa del terror que le inspiraban los
ruidos que cada vez se volvían más fuertes y diversos,
echó a correr. Pronto se perdió en la espesura. Los
mosquitos y otros insectos dieron cuenta de él mientras
escapaba de no sabía qué ni hacía dónde le llevaban
sus piernas. Tropezó en más de una ocasión con
alguna piedra y ramas que se interpusieron en su
camino, pero no pensó ni por un momento en prestar
atención a estos absurdos pormenores y continuó su
espantada huida a través de la selva.
Cuando pensó que ya no podía más y empezaba a
arrepentirse de la falta de ejercicio físico en los últimos
años, descubrió, para su asombro, que los árboles iban
estando cada vez más separados entre sí, y que
también iban encogiendo conforme iba dejando metros
atrás. Esperanzado, pensó que se estaba acercando al
límite selvático. Y así era.

144
Un poco más adelante la luz del sol se coló en el
terreno como si alguien acabara de desatascar una
presa donde estuviese recluida la luz. Tuvo que parar
de correr y taparse la cara, entre jadeos y una tos
violenta, porque se sintió cegado. Pero esto fue solo al
principio. En cuanto se acostumbró, fue abriendo los
ojos poco a poco. Esta vez se encontró ante un
espectáculo visual que lo dejó maravillado; quiso decirle
a su boca que hiciera el favor de cerrarse, pero aunque
se hubiese encontrado en facultades de hacerlo, ella no
le hubiera hecho caso.
Ante él se extendía una enorme planicie pintada de
verde. A uno de los lados se erigía una montaña cuyo
pico se perdía entre las nubes, y al otro lado se
divisaba la línea turquesa de un océano
resplandeciente y lejano que se unía con el firmamento.
Delante, a una distancia que no debía superar el medio
kilómetro, se elevaba en el aire una isla por cuyos
bordes se desprendían majestuosas cascadas y
frondosas plantas enredaderas, como cabelleras color
esmeralda que se trenzaban entre sí a modo de un
majestuoso vestido hasta casi tocar el valle; las
cascadas formaban un lago bajo la isla, una inmensa
extensión de agua que lucía como un diamante en la

145
lujosa indumentaria de una dama. La isla, que sin duda
era artificial, lucía unos engranajes gigantes en las
partes en las que las enredaderas permitían dejar pasar
la vista; estos engranajes giraban a velocidades
inusitadas, como las ruedas dentadas de un reloj. En lo
alto de aquel trozo de tierra de tamaño colosal, había
una ciudad. El doctor Nixon vio los edificios. Crecían
como las malas hierbas en un elegante jardín. Sus
proporciones bíblicas escapaban a la imaginación, de
aspecto gris, triste, y sus formas zigzagueantes e
irregulares no se asemejaban a ninguna figura
geométrica conocida, ni la manera en que estaban
construidos, formando ángulos extraños, parecía
responder a ninguna ley física que él conociera; él, que
era capaz de burlarse de esas leyes con una facilidad
espantosa. También había aparatos voladores
pululando como moscas alrededor de los edificios. A
causa de la distancia no pudo distinguirlos
correctamente, pero podría haber asegurado que eran
una especie de zepelines o globos dirigibles con forma
de pez pero que surcaban el cielo a grandes
velocidades, tal vez impulsados por el vapor o algún
medio semejante.
De repente dejó de sentir miedo y una nueva

146
posibilidad de negocio hizo aparición en su mente. Si
podía convertir aquel lugar esplendoroso en una
atracción turística se haría inmensamente rico. Más
aún. Seguramente sus colegas científicos, los que le
esperaban en la estación del TSP nº4 irían a buscarle
en cuanto vieran que algo no andaba bien, y entonces
todos los problemas se solucionarían. ¡De qué manera
tan histérica se había comportado! Se secó el sudor de
la frente y suspiró, aliviado, y el terror dio paso a la
euforia.
Se preguntó si sería prudente intentar hacer una
visita a aquella ciudad extraña. A simple vista no
parecía que hubiera ninguna forma de subir, pero tenía
que haber alguna, sino, ¿cómo vivía allí aquella gente?
A menos que hiciese falta algún medio de transporte
aéreo para elevarse hasta aquella urbe celestial.
Empezó a caminar de nuevo. Quizás conforme
fuese avanzando vería una escalera o un ascensor que,
a causa de la distancia, sus ojos no habían podido
distinguir por ahora. Y sino gritaría hasta llamar la
atención de alguien de allá arriba.
Conforme se aproximaba experimentó una nueva
sensación: incomodidad. No parecía que hubiese forma
de subir. A lo mejor le tocaría dar la vuelta, o, lo que

147
resultaba realmente desalentador, tal vez había que
trepar por aquellas enredaderas monstruosas.
De pronto escuchó un motor y se quedó clavado en
el sitio. Apenas le quedaban ciento cincuenta metros
para alcanzar la orilla del lago, incluso veía el reflejo de
la isla en su superficie. Levantó la cabeza. Una de
aquellas naves dirigibles con forma de pez estaba
posada encima de él. Tenía unas hélices en su cola y
en los costados. Una puerta con forma de círculo se
abrió en la base y de ella bajaron media docena de
burbujas transparentes en cuyo interior viajaban…
¿hombres? Freddie Nixon no supo qué eran, aunque,
desde luego, eran antropomórficos. Dio un par de
pasos atrás y se puso una mano a modo de visera.
Pensó en huir, pero algo le hizo pensar que por más
que corriera no llegaría a ningún lado.
Las burbujas aterrizaron y, al hacerlo, estallaron.
Aquellos seres eran hombres, sí, pero había algo que
los hacía diferentes a la especie de la que él procedía.
Sus ojos eran saltones y sin cejas, sus manos
palmeadas y sus cabelleras apelmazadas, como si en
vez de estar hechas de pelos sueltos estuvieran
conformadas de una sola pieza de alguna sustancia
viscosa que no sabía determinar. Por lo demás

148
parecían normales. Vestían unos trajes rocambolescos,
ropa que le hizo pensar en el siglo dieciocho, con
sombreros de copa, chalecos de cuero y botas hasta
más allá de las rodillas, pero con detalles extraños,
como infinidad de relojes decorando sus brazos o sus
sombreros, complementos de cobre de complicada
manufactura y unas pistolas enfundadas en sus
cinturones que parecían sacadas de una película de
piratas. Al verlas pensó que su vida corría serio peligro,
y escuchar la voz pastosa del que debía ser su líder,
situado al frente de la comitiva, no le tranquilizó.
—¿Quién es usted? —preguntó mientras le miraba
de manera inquisitiva. Sin duda analizaba la vestimenta
del doctor, a todas luces extraña en aquel paraje
singular: unos pantalones vaqueros, una camisa a
rayas y unos mocasines.
—Soy Freddie Nixon, señor, un afamado científico y
doctor, aunque es evidente que no ha oído hablar de mí
—de pronto recordó su aspecto actual. “¡Claro que no
te ha reconocido! ¿Acaso alguien sabe cómo eras
cuando tenías veintiún años?”, pensó, alarmado,
aunque luego supo que aunque hubiese conservado su
aspecto de anciano el resultado hubiese sido el
mismo—. ¿Y ustedes son…?

149
—Soy el capitán Mextuan Heckaer. No necesita
saber el nombre de mis hombres. A partir de ahora seré
yo quien haga las preguntas. Me temo que habrá de
acompañarnos.
Al principio Freddie Nixon sintió una mezcla de
temor y entusiasmo. No sabía quiénes eran aquellos
tipos ni lo que tenían pensado hacerle, pero iban a
llevarle a aquel mundo fantástico que con tanta ansia
deseaba conocer. No supo cuán equivocado estaba.
Es cierto que le subieron a la isla, pero una vez allí
nunca pudo ver la ciudad. Lo trasladaron directamente
a una especie de cuartel, donde le hicieron una
infinidad de preguntas sobre su origen, su identidad y el
motivo de su aparición. Él les explicó lo mejor que pudo
cuanto sabía, pero no creyeron de él ninguna palabra.
¿Un tren que permitía revivir los recuerdos? ¿Un
mundo llamado Tierra? ¿Unos científicos queriendo
hacer feliz a la gente? Todas esas cosas no existían,
sin duda aquel hombre había escapado de la institución
mental de la isla y había que devolverle allí.
Se lo llevaron del cuartel al día siguiente y le
encerraron en un hospital de sanidad mental. Allí
estaban los hombres y mujeres más locos que uno
pudiera imaginar, y pronto él estaría tan loco como

150
ellos. Con el transcurso de los días no dejó de repetirles
a los enfermeros (aquellos individuos toscos de ojos
saltones y manos palmeadas) que pronto sus colegas
científicos acudirían a rescatarle, pero ninguno parecía
escucharle. Uno de sus compañeros de psiquiátrico le
dijo al cabo de unos días que aquel planeta se llamaba
Ru, pero no estuvo seguro de si le decía la verdad. ¿O
puede que sí lo hiciera? Nunca lo sabría. De lo que sí
estuvo seguro pronto es que jamás debió recuperar sus
recuerdos. Tendría que haber seguido adelante,
pensando en el futuro, pero no fue capaz de hacerlo y
ahora estaba en aquel mundo terrorífico. Dos meses
más tarde ya ni siquiera recordaba su nombre,
solamente aquel primer beso, y no dejaba de
balbucear, entre temblores y sudores fríos, las siglas
del nombre de aquel tren diabólico que le había llevado
hasta allí:
—TSP nº4... TSP nº4... TSP nº4... TSP nº4...

151
La columna de Valeria Rodríguez

Lo imposible pero verdadero: a qué llamamos


literatura especulativa

Cuando se trata de definir la literatura especulativa,


nos encontramos en una playa ancha de arenas
movedizas. Si bien es algo frustrante, esto también es
una ventaja, ya que la discusión sobre el qué y el
porqué de la ficción especulativa ha generado más
ideas que cualquier definición única. Por lo tanto, en
lugar de buscar una declaración concluyente, uno
puede obtener más de una descripción diacrónica de la
"ficción especulativa" como un término cuyo registro
continúa enriqueciéndose desde que se acuñó como un
nombre para un género en la década de 1940.
Asimismo, la ficción especulativa en su
comprensión más reciente es una súper categoría
difusa que alberga todos los géneros no miméticos —
géneros que de una forma u otra se apartan de la
imitación de la realidad consensuada— desde la
fantasía, la ciencia ficción y el horror a sus derivados,
híbridos, y géneros afines, incluyendo la ficción gótica,
distopía, zombie, vampírica y post-apocalíptica,

152
historias de fantasmas, ficción extraña, cuentos de
superhéroes, historia alternativa, steampunk,
slipstream, realismo mágico, y etcétera.
Es lo que Pierre Bourdieu ha llamado un campo
cultural: un dominio de actividad definido por sus
propias reglas de funcionamiento, agentes e
instituciones específicas del campo. La distinción entre
formas de arte mimético y no mimético, por ambiguos
que sean estos términos, es fundamental para
comprender la ficción especulativa, tanto como un
grupo de género como un campo. En su sentido más
amplio, mímesis significa el deseo de imitar la realidad
con tal verosimilitud que la audiencia puede compartir la
experiencia del artista. Esta ha sido la aspiración de
gran parte del arte occidental desde Platón y
Aristóteles, cuyos pronunciamientos consideraban
valiosa la literatura cuando buscaba una
correspondencia directa con la vida. Erich Auerbach en
Mimesis (1946) demostró que las interpretaciones
literarias de la realidad siempre han estado sujetas a la
estilización y las convenciones. Sin embargo, fue el
estándar mimético que se convirtió en la norma
occidental. En el siglo XX el pensamiento crítico dejó al
descubierto la falacia realista: el hecho de que toda

153
literatura construye modelos de realidad en lugar de
transcripciones de actualidad. El mimético y el no
mimético han sido redefinidos como respuestas
gemelas a la realidad. La ficción especulativa extrae su
savia creativa del impulso no mimético.
Existen ricas tradiciones de ficción especulativa no
occidental, pero el uso actual del término surgió dentro
del discurso literario crítico occidental, a partir de una
convergencia de tendencias que incluyen el
pensamiento feminista, post estructuralista y
postcolonial. La comprensión de la ficción especulativa
como una etiqueta para un gran campo cultural
comenzó a tomar forma en el momento del primer giro
multicultural de la década de 1970 y en la resistencia a
la mentalidad específicamente occidental, post-
Ilustración, androcéntrica y colonialista que durante
mucho tiempo había excluido de Historias de "literatura"
que no imitaron la realidad o abrazaron una versión
diferente de lo real. De hecho, ninguna otra formación
cultural había otorgado tanta importancia a la distinción
entre lo real y lo irreal, o había definido de manera
reductiva lo real como el Occidente posterior a la
Ilustración. Esta percepción distorsionada generó una
contra-reacción, una faceta de la cual fue el ascenso

154
meteórico de géneros no miméticos, comenzando con
el gótico, el terror, la fantasía y la ciencia ficción en el
siglo XIX, seguido de una rápida diversificación e
hibridación de estos y otras formas no miméticas a lo
largo del siglo XX.
Las trayectorias de estos géneros se pueden
rastrear como individualidades en el mismo proceso
más amplio que se combinó para crear el campo de la
ficción especulativa. Es entonces, la ficción
especulativa una herramienta para desmantelar el
sesgo tradicional de la cultura occidental en favor de la
literatura que imita la realidad. También una búsqueda
de la recuperación del sentido de maravilla a través de
su espectro semántico, de la celebración del poder
creativo humano y la libertad absoluta, que según
Arqueologías del Futuro (2005) de Fredric Jameson es
la función de la fantasía a través de dramatizar nuestra
incapacidad para imaginar el futuro y así contemplar
nuestros propios límites absolutos, que Jameson ve
como la función de la ciencia ficción; y al inextinguible
sentimiento de mezcla de asombro y opresión ante el
vasto y provocativo abismo de lo desconocido, que
según H. P. Lovecraft es el objeto del horror.

155
Hay al menos tres formas de definir "ficción
especulativa". La formulación original, cuestionada
desde hace mucho tiempo y no totalmente
abandonada, la toma como un subconjunto de la
ciencia ficción. Este enfoque se puede remontar a
Robert A. Heinlein, quien acuñó el término "ficción
especulativa" en 1941 y lo popularizó a través de su
ensayo de 1947 Sobre la escritura de la ficción
especulativa.
La ficción especulativa, propuso Heinlein, captura la
máxima aspiración de la ciencia ficción e incluye sus
obras de gran calidad. Definidas como narrativas
relacionadas no tanto con la ciencia o la tecnología
como con las acciones humanas en respuesta a una
nueva situación creada por la ciencia o la tecnología, la
ficción especulativa resalta un problema humano más
que tecnológico. Este enfoque lo diferencia claramente
de la ciencia ficción popular y formulada. En el extremo
de la crítica de Heinlein estaba el tipo de ciencia ficción,
o ciencia, popularizada por la primera revista
estadounidense de ciencia ficción pulp, Historias
increíbles de Hugo Gernsback (1926). Como el interés
de Gernsback radicaba en artilugios increíbles, la
maravilla del progreso y las maravillas de la tecnología

156
del futuro, generalmente a expensas de la viabilidad
científica y el desarrollo humano, Heinlein intentó
cambiar el discurso en torno a la ciencia ficción
defendiendo un nuevo término y luego reclamando para
él el estado de Literatura.
Uno de sus críticos más elocuentes fue Samuel R.
Delany argumentando que excluía no solo la ciencia
ficción sino lo que más tarde se conocería como la
ciencia ficción dura, y también la fantasía, el terror y
otros géneros no miméticos. De hecho, fue
efectivamente un intento de reemplazar el término
"ciencia ficción" en el mapa taxonómico. No pudo
hacerlo. Esto se debió, en parte, a que los marcadores
de calidad que Heinlein atribuyó a la ficción
especulativa se pueden encontrar en mucha ciencia
ficción y otros géneros no miméticos que quedaron
fuera del alcance de Heinlein.
Aunque la definición de Heinlein cayó en desuso a
fines de la década de 1960, el término en sí fue
adoptado por varias tradiciones de protesta dentro del
campo de la ciencia ficción. Ayudó a crear ficción
feminista especulativa de la década de 1970 y ha
seguido siendo una influencia duradera en varias
escritoras, incluidas Ursula K. Le Guin, Doris Lessing y

157
Margaret Atwood. El segundo enfoque ha sido teorizar
la ficción especulativa como una categoría no sinónima
sino opuesta a la ciencia ficción. La principal defensora
de este enfoque ha sido Margaret Atwood, quien
expandiendo las formulaciones anteriores, comenzó a
usar "ficción especulativa" a fines de la década de 1980
como un término que describe mejor sus novelas
distópicas a partir de The Handmaid's Tale (1986), a
través de Oryx y Crake (2003) y El año de la inundación
(2009). La ciencia ficción, afirma, incluye historias sobre
eventos que posiblemente no puedan suceder, como la
invasión marciana y escenarios similares en la tradición
de H. G. Wells. La ficción especulativa, en cambio, se
refiere a narraciones sobre cosas que potencialmente
pueden tener lugar, a pesar de que aún no han
sucedido en el momento de la escritura
Una visión opuesta proyecta la "ficción
especulativa" como un término indispensable para las
obras contemporáneas dentro del campo fantástico, la
mayoría de las cuales combina géneros en tal grado
que no pueden ya ser descriptas adecuadamente con
herramientas y categorizaciones antiguas.
Según Williams, cualquier período histórico se
define por sus patrones dominantes e informado por

158
una "estructura de sentimiento" específica -una noción
que Williams aplicó, en su ensayo "Science Fiction"
(1988), para distinguir lo que él veía como tres tipos
principales de ciencia ficción moderna: purtopia,
apocalipsis y antropología espacial. La cultura
dominante siempre se ve desafiada por la cultura
emergente, con su propia estructura de sentimientos
basada en un conjunto diferente de experiencias
vividas. La cultura dominante de fantasía y ciencia
ficción no ha mostrado necesidad o interés en el
término ficción especulativa. La cultura emergente, por
el contrario, ha poseído incondicionalmente la etiqueta
de ficción especulativa como una forma de
conceptualizar su experiencia de nuevos tipos de
escritura no mimética y para colocarlos en una relación
contigua con formas cargadas ideológicamente más
antiguas. Compuesta por lectores más jóvenes,
autores, académicos, fanzines y más, esta cultura
emergente se basa en una estructura de sentimientos
diferente. Para este grupo, la "ficción especulativa" se
ha convertido en un término aceptado para referirse a
todas aquellas formas que desafían el discurso
dominante.

159
Biodatas

Adrián García Cholbi nació en Castellón de la

Plana (España) el 21 de enero de 1991. Empezó a

escribir cuando tenía siete años, y ha logrado terminar

cuatro novelas (una de ellas está en camino de ser

publicada).

Hasta ahora ha publicado tres relatos en diferentes

revistas digitales: “Amigo imaginario“, de género

fantástico, en “El Narratorio“; “No olvides darle cuerda

al gato” en “Nictofilia 3” de Editorial Cthulhu, y “Shöniin”,

en “Círculo de Lovecraft”. También es dueño de un blog

continentehundido.blogspot.com.es Hace muy poco que

ha descubierto el mundo de las revistas digitales, por lo

que promete seguir dando guerra en esta clase de

espacios.

Jesús Guerra Medina. 23 años País: México.

Primera publicación: Revista Líneas de Cambio

160
Poldark Mego (Lima – Perú, 1985) Licenciado en
Psicología. Relatos en las siguientes antologías:
“Literal” (2017) “Maleza” (2017) “Lima en Letras” (2018)
“Es-cupido” (2018) “Un Mundo Bestial” (2018) “Cuentos
peruanos sobre objetos malditos” (2018) “Terror en la
mar” (2018) “Un San Valentín oscuro” (2018) “Cuenta
Artes” (2018) “El Narratorio” (2018) “Cerdofilia” (2018)
Miembro del Taller de Escritura Creativa Lima.

Cinthya Sarahi Díaz Núñez. Es de México y tiene


veinte años. Ha publicado relatos en la gaceta de la
Universidad Obrera de México, también en la revista
digital Letras y demonios, en la revista Miseria, en la
antología Cerdofilia de editorial Cthulhu y próximamente
en El foco del poeta.

Dani Roig. (España) estudió física en la


Universidad de Barcelona, su ciudad natal. Su carrera
profesional ha estado centrada en las tecnologías
digitales, participando en numerosos proyectos y
empresas del sector. En 2013 fundó Psious una
empresa dedicada al tratamiento de trastornos

161
mentales mediante Realidad Virtual. Aún no ha
publicado ninguna novela, aunque ha colaborado con
numerosos blogs y revistas y tiene algunos relatos
publicados como “Ous ferrats i altres contes” de
Cossetània Edicions.

Carlos Enrique Saldivar R. (Lima, Perú, 1982). 35


años. Publicó los libros de cuentos Historias de ciencia
ficción (2008), Horizontes de fantasía (2010); y el relato
El otro engendro (2012). Compiló las selecciones: Nido
de cuervos: cuentos peruanos de terror y suspenso
(2011), Ciencia Ficción Peruana 2 (2016) y Tenebra:
muestra de cuentos peruanos de terror (2017).

Ángel Moisés Rojas Puebla. (México) Poeta,


profesor universitario, ensayista, cuentacuentos. Ha
sido publicado en las plaquettes: Suicidio colectivo,
Dédalo, Un comienzo desde Blando. Antologado en:
Monos y poetas, Panorama de la poesía mexicana,
Sueño urgente, poesía de Venezuela y México y
MOEBIUS, poetas nacidos en los 80.

162
Valeria Rodríguez. (Uruguay) Licenciada en Letras,
cursando la Maestría en Ciencias Humanas,
especialización en Literatura Latinoamericana.
Publicaciones de poesía en la revista Stone Telling,
Star Line (en inglés), en la Antología LAIA (Nueva
York), Antología Metalenguaje (Chile), Zonapoema
(Uruguay). En narrativa La maldición Waite, Cuentos de
la Montaña Errante (Fin de Siglo), Transamérica (2018)
Editorial Solaris. Obsolescencia programada de los
prodigios y otros poemas. (2018) Editorial Solaris.

Leonardo Grippoli (Uruguay) Abogado. Publica en


Revista líneas de Cambio y realiza la tapa y un relato
del libro “Memorias de pánicos y pesadillas”
(Publicación independiente).

Joaquín Ayala (Uruguay) diseñador gráfico, pintor.


Ilustrador. Estudiante de la Escuela Nacional de Bellas
Artes.

Víctor Miguel Grippoli (Montevideo, 1983) Artista


plástico, docente y escritor. Participa en la antología
"Cuentos Ocultistas" (2016) Editorial Cthulhu. “Revista
Letras y Demonios”. Número 1 (2016) “Revista Letras y

163
Demonios”. Número 2, 4, 5 (2017), (2018) “Nictofilia”
Número 2 (2017), “Nictofilia” número 3 (2018)
“Antología Horror Bizarro” (2017) Editorial Cthulhu.
"Antología Horror Queer" (2018) Editorial Cthulhu
"Antología poética" (2018) Editorial Solaris. "Entre las
lágrimas de acero" (2018) Editorial Solaris. “Laberinto
de Posibilidades” (2018) Editorial Solaris. “Puertas del
Infinito” Volumen 1 y 2 (2018) Editorial Solaris. “Los
conectores de dios” (2016) Editorial autores de
Argentina y Editorial Solaris.

Miriam Mancini, oriunda de Buenos Aires,


Argentina. Estudió psicología en la UBA, artes visuales
y literatura. Escritora y poeta. Ganó certámenes de
poesía en Argentina, de la editorial Ser y Dunken,
participó de tres antologías de la editorial Dunken,
presentadas en la Fil Argentina, es miembro de la
primer plataforma colectiva argentina de poetas de la
mencionada editorial, declarada de interés cultural por
el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Participa
del grupo poético Pangea, cuya antología fue editada
en México y presentada en la Fil en México. Con la
editorial mexicana Dipsomanía poética publicó la

164
plaquette La premura de las rosas, presentada en
diferentes eventos literarios, su otra plaquette De
desmorirse hasta nacer, fue publicada con la misma
editorial. Fue además seleccionada por la editorial
mexicana Versonautas para participar en una Antología
de poetas latinoamericanos en ese país. Y la revista
internacional española de literatura Alhucema público
en Granada, una selección de textos suyos. Así como
la red internacional de poesía Némesis de Arte y
poesía, con sede en Lima, Perú. Su poemario Los
bueyes de la esperanza, ha sido publicado con la
editorial mexicana Ojo de Golondrina. Colabora
además, con las revistas literarias mexicanas
Operación Marte y La piraña. Fue publicada en
diferentes blogs y sites de poesía.

165
Jeremy Torres-Montero (Lima, Perú, 1987) es
escritor y gastrónomo con estudios en administración
de empresas. Ha publicado dos novelas —El camino de
los Aegeti (Casatomada, 2010), Wild Child: El camino
de los Aegeti /1 (Manupax, 2012)—, un libro de cuentos
—Kintsukuroi: Los relatos sobre el Disco Negro (
Editorial Apogeo 2017)—, ha colaborado con algunos
cuentos para las revistas El Horla (Perú), Molok (Perú),
Barricada Cómics (Argentina), Fantastique (México) y
Al Abordaje Magazine (Argentina). Es también uno de
los autores seleccionados de las antologías —Se vende
Marcianos: Muestrario de Ciencia Ficción (Altazor,
2015), Erídano Suplemento N°26: Ciencia Ficción
Peruana 2 (Alfa Eridiani, 2016), Tenebra (Torre de
Papel, 2017) y Pesadillas (Editorial Apogeo, 2017).
Escribió el guión para el cómic —Bye, bye, Mr.
American Blaze— que fuese ilustrado por el maestro
Norberto Rodríguez Van Rousselt. Además colaboró
con algunos artículos y una entrevista en la revista
DedoMedio (Perú).

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Staff de Líneas de cambio:

Víctor Grippoli y Valeria Rodríguez.

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Estación Araminta – Víctor Grippoli

(Grabado en madera a color)

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Medusa voladora alienígena – Víctor Grippoli
(Grabado en madera)

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