Tema para Ensayo 26 de Abril
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Colombia.
Información adicional
Resumen: Hoy en día, en Colombia, como en otros países, es cada vez más
común encontrar situaciones jurídicas privadas internacionales, es decir,
situaciones a las cuales son aplicables normas del derecho internacional privado.
El presente artículo presenta los resultados de una investigación cualitativa a
través de la cual se identificaron y evaluaron normas de conflicto de leyes del
ordenamiento jurídico colombiano, considerando algunas formas de
flexibilización presentes en codificaciones no directamente aplicables en
Colombia. Teniendo como centro de atención la posibilidad para las partes de
elegir la ley aplicable a una situación jurídica privada internacional, se halló que
en Colombia las normas de conflicto de leyes existentes no responden de manera
adecuada a las exigencias de las realidades que emergen de hechos y negocios
jurídicos contemporáneos, por lo que se exhorta a realizar una revisión legal que
brinde mayor seguridad jurídica.
Introducción
Este artículo se propone, por una parte, presentar, de manera general, la situación
actual en el país en cuanto a la autonomía de las partes para la elección de la ley
aplicable dada la inexistencia de un reconocimiento legal de dicha autonomía 3 .
Por otra parte, expone brevemente la situación en algunos países donde el
principio de autonomía de las partes para la elección de la ley aplicable sí se
encuentra reconocido legalmente, tanto en el campo contractual como en otros
campos, lo que permite reflexionar sobre el estado actual de dicho asunto en el
ámbito nacional. Y, puesto que se parte de la idea de que sería conveniente que
Colombia contara con una regulación sobre este tema, en aras de ofrecer una
mayor seguridad jurídica, con este artículo se busca, finalmente, aportar algunas
consideraciones que podrían ser tomadas en cuenta a la hora de formular dicha
regulación.
En este sentido, los conflictos de leyes en materia contractual han sido resueltos
en el derecho internacional privado colombiano mediante la aplicación de la ley
del lugar de la ejecución o del cumplimiento, si el contrato ha de ser ejecutado o
cumplido en territorio colombiano. Es así como el Artículo 869 del Código de
Comercio establece: “La ejecución de los contratos celebrados en el exterior que
deban cumplirse en el país, se regirá por la ley colombiana” 5 .
Por otra parte, el primer párrafo del Artículo 20 del Código Civil contiene la
regla lex rei sitae, según la cual las situaciones privadas internacionales referidas
a derechos reales se regulan por la ley del lugar de la ubicación de los bienes 6 .
Este artículo prevé, así mismo, la ley aplicable a los efectos que deban surtir en
Colombia los contratos celebrados en el exterior que recaigan sobre bienes
ubicados en el país. Un sector de la doctrina ha interpretado que este artículo
consagra el estatuto real y el contractual al establecer la ley aplicable a los bienes
situados en Colombia y los efectos en el país de contratos celebrados en el
exterior (cfr. Zapata, 2016, pp. 190-191). Otro sector de la doctrina ha
interpretado que el Artículo 20 del Código Civil regula solamente el estatuto real,
de manera que la aplicación de la ley colombiana debería limitarse a los bienes
situados en el país donde el Estado tenga derechos o interés. Las demás
relaciones jurídicas contractuales de naturaleza internacional serían, así,
susceptibles de solución a través de las correspondientes reglas y principios del
derecho internacional privado en esta materia. Zapata (2016, pp. 194-195) apoya
esta solución al proponer una interpretación textual del artículo que establece que
dicha norma se aplica a “bienes en cuya propiedad tenga interés o derecho la
nación”. Así, a los contratos sobre bienes que no encajen en ese supuesto no les
es aplicable esa regla y lo mismo sucede si el bien se encuentra ubicado fuera de
Colombia y la nación no tiene interés o derecho sobre ellos.
Los artículos del Código de Comercio y del Código Civil que han sido
mencionados incorporan un sistema unilateral, de carácter rígido. Tomando en
cuenta esto, recientemente se ha insistido en que el principio de territorialidad
debería ser matizado ya que, de lo contrario, el ordenamiento jurídico estará
rezagado frente a las relaciones jurídicas contemporáneas (Zapata, 2016, pp. 194-
199). Esta idea, no obstante, no es nueva en la doctrina colombiana. Hace cinco
décadas, Caicedo Castilla (1967, p. 241) justificaba su oposición a la
territorialidad absoluta de la ley presente en el ordenamiento colombiano
aduciendo, entre otras razones, que la misma “se apoya en el concepto de la
soberanía territorial absoluta, que impide la aplicación dentro del territorio del
Estado, de las leyes extranjeras” (Caicedo Castilla, 1967, p. 242), con base en lo
que respaldaba, ya en ese entonces, la necesidad de reforma de la normativa
colombiana en esta materia.
Ahora bien, hoy en día, se aprecia una paulatina aceptación de la validez del
pacto de ley aplicable en el ámbito judicial. En efecto, la Corte Suprema de
Justicia, en el marco de una acción de tutela contra providencia judicial 8 , ha
afirmado que en Colombia, a pesar de no ser permitido a las partes elegir la
jurisdicción competente, sí se admite el pacto sobre el derecho sustancial
aplicable 9 . La misma Corte ha aceptado incluso la posibilidad de que las partes
pacten como ley del contrato los Principios Unidroit sobre los Contratos
Comerciales Internacionales 10 .
En relación con el Artículo 1328 del Código de Comercio ha existido una postura
según la cual el mismo es de carácter obligatorio y, por consiguiente, no admite
pacto que conduzca a la aplicación de la ley extranjera. Es así como las partes no
estarían facultadas para ejercer la autonomía de la voluntad conflictual para elegir
el derecho aplicable. Esta posición se puede encontrar en Zuleta Londoño (2010,
p. 29) 16 .
En efecto, el Artículo 101 de la Ley 1563 del 12 de julio de 2012, por medio de
la cual se expide el estatuto de arbitraje nacional e internacional, es elocuente al
establecer lo siguiente: “El tribunal arbitral decidirá de conformidad con las
normas de derecho elegidas por las partes […]”. Anteriormente, el
reconocimiento de la voluntad de las partes en esta materia se encontraba ya en el
Artículo 2 de la anterior Ley 315 del 12 de septiembre de 1996 17 , incorporado
luego en el Artículo 197 del Decreto 1818 del 7 de septiembre de 1998 relativo al
estatuto de los mecanismos alternativos de solución de conflictos 18 .
En todas estas normas, al igual que ocurre con las normas adoptadas en la Unión
Europea, mencionadas más arriba, la posibilidad de elección que se ofrece a los
sujetos involucrados en cada una de las respectivas situaciones jurídicas es
manifestación palmaria de la autonomía de la voluntad.
Por otra parte, resulta claro que la existencia de normas de conflicto de leyes
unilaterales y rígidas no facilita la realización de negocios transfronterizos ni la
solución de una gran diversidad de situaciones jurídicas privadas internacionales.
Tal es el caso, por ejemplo, de las normas de conflicto sobre contratos incluidas
en los mencionados artículos del Código Civil (Artículo 20, párrafos segundo y
tercero) y del Código de Comercio (artículos 869 y 1328). La unilateralidad de
estas normas se pone de manifiesto en el hecho de que conducen a la aplicación
exclusiva del ordenamiento jurídico colombiano, que es expresión, así mismo, de
territorialismo. Y su rigidez se refleja, ante todo, en la inclusión de un único
factor de conexión, además de no incorporar ninguna otra forma de
flexibilización, que se indicarán más adelante.
Así, por ejemplo, las dos primeras formas, es decir, la inclusión de factores de
conexión alternativos y la consideración del vínculo más estrecho,
desempeñarían aquí un papel particular. Por una parte, los factores de conexión
alternativos pueden configurar una forma flexible de delimitar la libertad de las
partes en la escogencia de la ley aplicable. Por otra, el uso del vínculo más
estrecho como factor de conexión puede tener lugar si las partes no han elegido el
derecho aplicable o si la elección que hubieren hecho resultare ineficaz, como
ocurre en el Artículo 9 de la Convención Interamericana sobre el Derecho
Aplicable a los Contratos Internacionales 36 . En este caso, con el fin de
determinar la existencia de esos vínculos más estrechos, el tribunal tomará en
cuenta todos los elementos objetivos y subjetivos que puedan desprenderse del
contrato y los principios generales del derecho comercial internacional
reconocidos por organizaciones internacionales.
[…] los Principios adoptan una postura decididamente liberal hacia la autonomía
de las partes, ejemplificada, entre otras cosas, por un fuerte respaldo de las
normas no estatales. Tal liberalidad sería inobjetable, de hecho, apropiada, si la
“comercialidad” de un contrato por sí sola excluyera la disparidad de poder de
negociación que caracteriza los contratos de consumo y de empleo. El hecho de
que, como lo ilustran los contratos de franquicia, este no es siempre el caso, hace
aún más necesario el despliegue de otros mecanismos de vigilancia de la
autonomía de las partes (2013, p. 873).
Conclusiones
Así mismo, será menester atender a las consideraciones anotadas en relación con
la necesidad de tratar de asegurar que la elección de la legislación que regirá la
situación sea una elección informada, así como la de asegurarse la consideración
de la posible debilidad o vulnerabilidad en la que se puede encontrar una de las
partes frente a la otra.
Referencias
Notas
1
Las normas de conflicto de leyes también pueden ser denominadas “normas de
colisión”. Otra forma de describir la función de estas es la que trae Kegel (1982,
p. 165), para quien las normas de colisión son normas de conexión, puesto que
vinculan un caso a determinadas normas jurídicas.
2
En la doctrina colombiana pueden encontrarse diversas denominaciones para
esta figura, por ejemplo, “elemento vinculante” (Mantilla Rey, 1982), “puntos de
conexión” (Álvarez Londoño & Galán Barrera, 2001), “punto de conexión o
vinculación” (Marín Fuentes, 2014) o “punto de contacto” (García Matamoros et
al., 2016).
3
La exposición en este punto se refiere, en gran medida, a lo relativo al ámbito
contractual, pues en dicho ámbito el tema ha sido más tratado en Colombia, al
igual que ocurre en otros países.
4
Larenz (1956, p. 64) indica que la autonomía de la voluntad es una facultad
dada a los individuos para celebrar negocios jurídicos y con ellos crear los
efectos jurídicos deseados, dentro de los límites legales. Soto (2005, pp. 18-
19) observa que la autonomía de la voluntad se expresa en dos libertades: la
libertad de contratar, es decir, decidir si contratar o no, y decidir con quién
hacerlo; y la libertad de configuración interna del contrato que implica la facultad
para determinar autónomamente el contenido del contrato.
5
En relación con los contratos internacionales estatales, la regla que establece el
Artículo 13 de la Ley 80 de 1999 es que los mismos deben ser regidos por la ley
del lugar de la celebración o, si deben ejecutarse en Colombia, por la ley del
lugar de la ejecución. Este artículo deja espacio a la autonomía de la voluntad de
las partes para la escogencia de la ley que regulará al contrato, en la medida en
que establece que “[…] los contratos que se celebren en Colombia y deban
ejecutarse o cumplirse en el extranjero, podrán someterse a la ley extranjera”.
6
Código Civil de Colombia, Artículo 20: “Los bienes situados en los territorios,
y aquellos que se encuentren en los Estados, en cuya propiedad tenga interés o
derecho la Nación, están sujetos a las disposiciones de este Código, aun cuando
sus dueños sean extranjeros y residan fuera de Colombia. Esta disposición se
entenderá sin perjuicio de las estipulaciones contenidas en los contratos
celebrados válidamente en país extraño. Pero los efectos de dichos contratos, para
cumplirse en algún territorio, o en los casos que afecten a los derechos e intereses
de la Nación, se arreglarán a este código y demás leyes civiles de la unión”. Es de
anotar que el Tratado de Montevideo de 1889 sobre Derecho Civil Internacional
(Ley aprobatoria 33 de 1992) contiene normas respecto de los contratos que
versan sobre derechos reales: artículos 26, 34, 35 y 52 al 55. Sin embargo, la
aplicación de este tratado alcanza solamente a los Estados que hacen parte de él,
como resalta Orejudo (2013). En cuanto a las garantías mobiliarias, ver el
Artículo 83 de la Ley 1676 de 2013, sobre acceso al crédito y garantías
mobiliarias que no incluye la autonomía de la voluntad de las partes.
7
Este autor excluye, a este respecto, las reglas sobre capacidad pues el Artículo
19 del Código Civil trae una regulación relativamente clara frente a la capacidad
de los colombianos residentes y domiciliados en el extranjero cuando sus actos
deban ejecutarse en Colombia, pues permanecen sujetos a la ley colombiana. En
cuanto a esto hay que decir que esta claridad no es tal en relación con la
capacidad de los extranjeros. Véase, por ejemplo, que el Artículo 1º del Tratado
de Montevideo de Derecho Civil Internacional (Ley aprobatoria 33 de 1992)
somete la capacidad a las normas del lugar del domicilio. Sobre la incorporación
del Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional y, con ella, la
inclusión de la ley del domicilio dentro del ordenamiento jurídico colombiano,
ver: Samtleben (1983).
8
Corte Suprema de Justicia. Exp. T-1100122030002002-0109-01. Sala de
Casación Civil. 18 de abril de 2002. M. P.: José Fernando Ramírez Gómez. En
esta sentencia se decide sobre el rechazo a la admisión de una demanda en la que
el juez argumentó falta de competencia territorial, pues las partes del contrato
eligieron la ley del Estado de Alabama, Estados Unidos, para regir e interpretar
su relación contractual.
9
Argumentación sostenida por el Tribunal Superior de Bogotá. Sentencia
242001429 01. Sala Civil. 30 de abril de 2002.
10
Corte Suprema de Justicia. Exp. 11001-3103-040-2006-00537-01. Sala de
Casación Civil. 21 de febrero de 2012. M. P.: William Namén Vargas.
11
Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa
Internacional de Mercaderías, Artículo 6: “Las partes podrán excluir la aplicación
de la presente Convención o, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 12,
establecer excepciones a cualquiera de sus disposiciones o modificar sus
efectos”.
12
Corte Constitucional. Sentencia C-529/00. 10 de mayo de 2000. M. P.: Antonio
Barrera Carbonell.
13
Corte Suprema de Justicia. Sentencia SC8453-2016. Sala de Casación Civil. 24
de junio de 2016. M. P.: Ariel Salazar Ramírez.
14
El problema central que se plantea es el rechazo del reconocimiento de un
laudo arbitral parcial final al tener que decidir sobre la objeción de la empresa
colombiana sobre la jurisdicción de los árbitros. La Corte reconoce el laudo
arbitral al sostener la no afectación del orden público internacional colombiano.
15
Código de Comercio de Colombia, Artículo 1328: “Para todos los efectos, los
contratos de agencia comercial que se ejecuten en el territorio nacional quedan
sujetos a las leyes colombianas”.
16
Zuleta Londoño (2010, p. 29) señala que “[…] existe una disposición en
materia de agencia mercantil [Artículo 1328 del Código de Comercio] que, más
que una regla de conflicto, parecería ser una especie de norma de policía, en el
sentido de que su existencia impide el ejercicio de cualquier análisis de conflicto
de leyes cuyo resultado señale como ley sustancial aplicable a un contrato de
agencia mercantil ejecutado en Colombia, una ley sustancial diferente a la
colombiana”.
17
Ley 315 de 1996, Artículo 2: “El arbitraje internacional se regirá en todas sus
partes de acuerdo con las normas de la presente ley, en particular por las
disposiciones de los Tratados, Convenciones, Protocolo y demás actos de
Derecho Internacional suscritos y ratificados por Colombia, los cuales priman
sobre las reglas que sobre el particular se establecen en el Código de
Procedimiento Civil. En todo caso, las partes son libres de determinar la norma
sustancial aplicable conforme a la cual los árbitros habrán de resolver el litigio
[…]”.
18
Derogado posteriormente por la citada Ley 1563, del 12 de julio de 2012
(Artículo 118).
19
En esta sentencia se decide sobre la inconstitucionalidad de los artículos 1 y 4
de la Ley 315 del 12 de septiembre de 1996 sobre arbitraje internacional.
20
Corte Constitucional. Sentencia C-347/97. 23 de julio de 1997. M. P.: Jorge
Arango Mejía. Salvamento de voto del magistrado Eduardo Cifuentes Muñoz.
21
Corte Suprema de Justicia. Sentencia SC9909-2017. Sala de Casación Civil. 12
de julio de 2017. M. P.: Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo.
22
Como indica Basedow (2016, pp. 18 y ss.; 2017, pp. 109 y ss.), en Brasil y
Uruguay tampoco se reconoce la autonomía de las partes para elegir la ley
aplicable. Sobre la situación en Brasil donde, al igual que en Colombia, la
legislación sobre arbitraje actúa como una “válvula” de escape a falta de un
reconocimiento legal de la autonomía de la voluntad para elegir la ley aplicable a
un contrato internacional, ver Brandão y Raizer (2013).
23
Ley de Derecho Internacional Privado de Venezuela, Artículo 29: “Las
obligaciones convencionales se rigen por el Derecho indicado por las partes”.
Artículo 30: “A falta de indicación válida, las obligaciones convencionales se
rigen por el Derecho con el cual se encuentran más directamente vinculadas. El
tribunal tomará en cuenta todos los elementos objetivos y subjetivos que se
desprendan del contrato para determinar ese Derecho. También tomará en cuenta
los principios generales del Derecho Comercial Internacional aceptados por
organismos internacionales”.
24
Código Civil de Perú, Artículo 2095: “Las obligaciones contractuales se rigen
por la ley expresamente elegida por las partes y, en su defecto, por la ley del
lugar de su cumplimiento. […] Si el lugar del cumplimiento no está
expresamente determinado o no resulta inequívocamente de la naturaleza de la
obligación, se aplica la ley del lugar de celebración”.
25
Código Civil y Comercial de Argentina, Artículo 2651: “Autonomía de la
voluntad. Reglas. Los contratos se rigen por el derecho elegido por las partes en
cuanto a su validez intrínseca, naturaleza, efectos, derechos y obligaciones. La
elección debe ser expresa o resultar de manera cierta y evidente de los términos
del contrato o de las circunstancias del caso. Dicha elección puede referirse a la
totalidad o a partes del contrato. […]”. A continuación, el artículo establece
algunas reglas específicas a las que debe sujetarse el ejercicio de la autonomía de
la voluntad en este contexto.
26
Convención Interamericana sobre el Derecho Aplicable a los Contratos
Internacionales, Artículo 7: “El contrato se rige por el derecho elegido por las
partes. El acuerdo de las partes sobre esta elección debe ser expreso o, en caso de
ausencia de acuerdo expreso, debe desprenderse en forma evidente de la
conducta de las partes y de las cláusulas contractuales, consideradas en su
conjunto. Dicha elección podrá referirse a la totalidad del contrato o a una parte
del mismo. La selección de un determinado foro por las partes no entraña
necesariamente la elección del derecho aplicable”.
27
Reglamento Roma I, Artículo 3.1: “El contrato se regirá por la ley elegida por
las partes. Esta elección deberá manifestarse expresamente o resultar de manera
inequívoca de los términos del contrato o de las circunstancias del caso. Por esta
elección, las partes podrán designar la ley aplicable a la totalidad o solamente a
una parte del contrato”.
28
En Europa, con base en el Reglamento de Roma I, las partes solo pueden elegir
normas materiales vigentes de un Estado miembro, es decir, hard law, mientras
que la normativa interamericana permitiría incluso la elección de soft
law (Oviedo Albán, 2012, pp. 126-127).
29
En este último caso, si la ley del foro lo permite, también podrán elegir los
cónyuges “la ley aplicable ante el órgano jurisdiccional en el curso del
procedimiento”.
30
Código de Comercio de Colombia, Artículo 7: “Los tratados o convenciones
internacionales de comercio no ratificados por Colombia, la costumbre mercantil
internacional que reúna las condiciones del Artículo 3º, así como los principios
generales del derecho comercial, podrán aplicarse a las cuestiones mercantiles
que no puedan resolverse conforme a las reglas precedentes”.
31
Por razones de espacio, no consideramos en toda su extensión y detalle la
clasificación y ejemplificación de formas de flexibilización que hace Symeonides
(2011; 2014).
32
Reglamento Roma I, Artículo 4, numeral 3: “Si del conjunto de circunstancias
se desprende claramente que el contrato presenta vínculos manifiestamente más
estrechos con otro país distinto del indicado en los apartados 1 o 2, se aplicará la
ley de este otro país”.
33
Código Civil y Comercial de la Nación, Argentina, Artículo 2595, literal b:
“Cuando un derecho extranjero resulta aplicable […] si existen varios sistemas
jurídicos covigentes con competencia territorial o personal, o se suceden
diferentes ordenamientos legales, el derecho aplicable se determina por las reglas
en vigor dentro del Estado al que ese derecho pertenece y, en defecto de tales
reglas, por el sistema jurídico en disputa que presente los vínculos más estrechos
con la relación jurídica de que se trate”.
34
Ley de Derecho Internacional Privado de Suiza, Artículo 15: “1. Como
excepción, cualquier ley referida por esta Ley no es aplicable si, considerando
todas las circunstancias, es evidente que el caso tiene una conexión muy débil
con tal ley y que el caso tiene una conexión mucho más estrecha con otra ley. 2.
Esta disposición no se aplica cuando se ha elegido una ley”. (Traducción libre).
Ver Considerando 20 del Reglamento (CE) No. 593/2008 del 17 de junio de 2008
(Roma I).
35
Restatement (Second) of Conflict of Law, Sección 6 (cit. por Symeonides,
2011): “Los factores relevantes para la elección del derecho aplicable incluyen
(a) las necesidades de los sistemas interestatales e internacionales, (b) las
políticas relevantes del foro, (c) las políticas relevantes de otros Estados
interesados y los intereses relativos de esos Estados en la determinación de la
cuestión particular, (d) la protección de las expectativas justificadas, (e) las
políticas básicas que subyacen a un campo de derecho particular, (f) certeza,
previsibilidad y uniformidad del resultado, y (g) facilidad en la determinación y
aplicación de la ley a ser aplicada”. (Traducción libre).
36
Convención Interamericana sobre el Derecho Aplicable a los Contratos
Internacionales, Artículo 9: “Si las partes no hubieran elegido el derecho
aplicable, o si su elección resultara ineficaz, el contrato se regirá por el derecho
del Estado con el cual tenga los vínculos más estrechos. El tribunal tomará en
cuenta todos los elementos objetivos y subjetivos que se desprendan del contrato
para determinar el derecho del Estado con el cual tiene vínculos más estrechos.
También tomará en cuenta los principios generales del derecho comercial
internacional aceptados por organismos internacionales. No obstante, si una parte
del contrato fuera separable del resto del contrato y tuviese una conexión más
estrecha con otro Estado, podrá aplicarse, a título excepcional, la ley de este otro
Estado a esta parte del contrato”.
37
Véase el estudio de Madrid (2016) sobre los contratos no bilateralmente
negociados en el marco del derecho internacional privado.
38
Puede hacerse una breve anotación en relación con la norma de conflicto
incluida en el Artículo 83 de la Ley 1676 de 2013, por la cual se promueve el
acceso al crédito y se dictan normas sobre garantías mobiliarias. Una lectura
inicial de dicho artículo podría conducir a afirmar que el mismo contiene una
norma de conflicto flexible en el sentido que se ha expuesto, puesto que en él se
encuentran varios factores de conexión. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que
en dicho artículo cada uno de los factores de conexión está asociado a diferentes
supuestos de hecho. Ello conduce a que no pueda afirmarse que existe,
propiamente, una alternación entre los diferentes factores de conexión ya que no
se puede optar entre la aplicación de un factor de conexión u otro.
39
Principios sobre la Elección del Derecho Aplicable en Materia de Contratos
Comerciales Internacionales (2015).
40
Principios Unidroit sobre los Contratos Comerciales Internacionales (1994-
2016).
41
Principles of European Contract Law (PECL).
42
Recientemente han sido adoptados en el seno de la ASADIP los Principios
Latinoamericanos de Derecho de los Contratos (2018). Es muy valiosa la
publicación que recoge las discusiones preparatorias, dirigida por Fernández
Arroyo y Moreno Rodríguez (2016). Ver también: Madrid (2018) y Morales
Moreno (2014).