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Pigmentos Preciosos Abril 2020

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Ester: humildad y perseverancia

1. Getting Ready! Preparación


Antes de comenzar la sesión es importante ambientar la sala donde nos reunimos. En
el centro, coloca una Biblia abierta por Ester 4, 17k. En un momento, ¡Dios mismo nos
va a hablar! Que el Espíritu Santo abra los corazones.

Ven, Espíritu Santo,


Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.

Oremos:
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu
Santo; concédenos que,
guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y
gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

- Cantad: “A la sombra de tus alas” (Un Corazón)


https://www.youtube.com/watch?v=rEMg_2cBtoA
- Mientras suena la canción, pasaos la Biblia unas a otras. El modo es el
siguiente: una toma la Biblia abierta, cierra sus ojos y reza unos segundos con
ella entre las manos. Pídele a Dios luz para conocer su voluntad, que su Palabra
te ilumine. Seguidamente besa la página y pasa la Biblia a la que está a tu
derecha.
- Mientras esto sucede, el resto de las integrantes del grupo intercede por
aquella que en ese momento sostiene la Biblia pidiéndole a Dios que abra el
corazón de su compañera a la acción del Espíritu.
- La última que realiza el gesto entroniza la Palabra en el centro del salón y la
música cesa.
- Se enuncia el título de la sesión: la humildad y perseverancia en Ester.

“Cuando Mardoqueo tuvo noticia de lo que pasaba, rasgó sus vestiduras, se vistió
de saco, se cubrió de ceniza y recorrió la ciudad gimiendo amargamente y clamaba a
voz en cuello: <<Quieren eliminar a un pueblo que no ha faltado en nada>>. Se detuvo
ante la puerta del palacio real, pues nadie podía cruzarla vestido de saco.
En todas las provincias, cuando fue conocido el decreto real, hubo gran duelo entre los
judíos, con ayuno, llanto y lamentos. Muchos de ellos se acostaron sobre saco y ceniza.
Las esclavas y los eunucos de Ester fueron a decírselo. Ella quedó consternada y envió
ropa a Mardoqueo para que abandonara el saco y se vistiera; pero él no quiso.
Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos reales que estaban a su
servicio, y le ordenó que preguntase a Mardoqueo cuál era la razón de semejante
proceder. Hatac encontró a Mardoqueo en la plaza situada frente a la puerta de
palacio y Mardoqueo le contó lo que le había sucedido y cómo Amán había prometido
entregar al tesoro real una suma de dinero por la destrucción de los judíos. Le dio una
copia del decreto de exterminio promulgado en Susa, para que se lo mostrara a Ester y
le pusiera al tanto de la situación, con el ruego de que ella se presentara ante el rey
para pedir clemencia en favor de su pueblo y le dijera: <<Recuerda cuando eras
pequeña: cómo te alimentaba con mi mano. Ya que Amán, el segundo en el reino, ha
pedido nuestra muerte, invoca tú al Señor, habla al rey en favor nuestro y líbranos de la
muerte>>.
Hatac comunicó a Ester la respuesta de Mardoqueo, y ella lo envió de nuevo con
este mensaje: <<Todos los cortesanos del rey y la gente de las provincias saben que,
por decreto real, cualquier persona, hombre o mujer, que se presente ante el rey en el
patio interior sin haber sido llamada merece la muerte, a menos que el rey,
extendiendo su cetro de oro hacia ella, le perdone la vida. Y hace ya treinta días que el
rey no me llama a su presencia>>.
Cuando Mardoqueo recibió el mensaje de Ester, pidió que le dijeran: <<No
pienses que, por estar en el palacio real, vas a ser la única que se salve entre todos los
judíos. Si ahora te obstinas en callar, el auxilio y la liberación vendrán a los judíos de
otra parte, mientras tú y tu familia pereceréis. Incluso es muy posible que hayas
llegado a ser reina para una ocasión como esta>>.
Ester mandó que respondieran a Mardoqueo: <<Reúne a todos los judíos que
habitan en Susa y ayunad por mí. No comáis ni bebáis durante tres días y tres noches.
También yo y mis doncellas ayunaremos. Después, aunque la ley lo prohíbe, me
presentaré ante el rey. Y, si he de morir, moriré>>.
Mardoqueo se fue y cumplió lo que Ester le había indicado.
Mardoqueo, recordando las maravillas del Señor, oró así:
<<¡Señor, Señor, rey omnipotente! El mundo entero está sometido a tu poder. Cuando
te propones salvar a Israel, no hay quien pueda volverse contra ti. Porque tú creaste el
cielo y la tierra y la maravillas que existen bajo el cielo. Eres Señor de todo, y nadie
puede oponerse a ti, Señor. Tú conoces todas las cosas. Tú sabes, Señor, que, si me
niego a postrarme ante el insolente Amán, no lo hago por arrogancia, orgullo o
soberbia, pues llegaría a besarle las plantas de los pies por la salvación de Israel: lo
hago porque para mí ningún hombre es equiparable a Dios. No me postraré más que
ante ti, Señor. Mi conducta, pues, no obedece al orgullo. Y ahora, Señor, Dios y Rey,
Dios de Abrahán, perdona a tu pueblo, porque nuestros enemigos traman nuestra
ruina. Desean destruir la heredad que es tuya desde siempre. No desprecies al pueblo
que rescataste para ti de la tierra de Egipto. Escucha mi oración y ten misericordia de
tu heredad; convierte nuestro duelo en alegría, para que, conservando la vida,
alabemos tu nombre, Señor. No cierres los labios de los que te alaban>>.
Y todo Israel clamó con todas sus fuerzas porque su muerte era inminente.
Y la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor. Despojándose
de sus vestiduras lujosas, se puso ropas de angustia y aflicción; y, en lugar de sus
refinados perfumes, cubrió su cabeza de polvo y basura. Humilló extremadamente su
cuerpo con ayunos, cubrió totalmente su aspecto alegre con sus cabellos desordenados
y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo:
<<Señor mío, rey nuestro, tú eres el único. Defiéndeme que estoy sola y no
tengo más defensor que tú, porque yo misma me he puesto en peligro. Desde mi
nacimiento yo oí en mi tribu y en mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas
las naciones y a nuestros padres entre todos sus antepasados para que fueran por
siempre tu heredad. Realizaste en favor suyo todo lo que prometiste. En cambio
nosotros hemos pecado ante ti y nos has entregado en manos de nuestros enemigos
por haber adorado a sus dioses. Eres justo, Señor, pero ahora no se contentan con la
amargura de nuestra esclavitud, sino que han pactado con sus ídolos para derogar tu
decreto, hacer desaparecer tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban y apagar la
gloria de tu casa y de tu altar; para abrir la boca de los gentiles al elogio de sus dioses
vacíos y para que admiren por siempre a un rey de carne.
No entregues, Señor, tu cetro a los que no son nada, que no se rían de nuestra
caída. Al contrario, vuelve sus planes contra ellos y escarmienta al que empezó a
atacarnos. Acuérdate, Señor; manifiéstate en el tiempo de nuestra tribulación y dame
valor, rey de los dioses y dueño de todo poder. Pon en mi boca la palabra oportuna
cuando esté ante el león y cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca y
termine con él y con los que piensan como él. Pero a nosotros sálvanos con tu mano y
defiéndeme a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie fuera de ti, Señor. Tú conoces todo
y sabes que he aborrecido la gloria de los impíos y detesto el lecho de los incircuncisos y
de cualquier extranjero.
Tú sabes mi pena, porque detesto el signo de mi dignidad que llevo sobre mi
cabeza cuando aparezco en público; lo detesto como trapo de menstruación y no lo
llevo en privado. Tu sierva no ha comida en la mesa de Amán y no ha apreciado el
banquete del rey, ni ha bebido vino de libaciones; y, desde el día de mi coronación
hasta hoy, tu sierva no ha encontrado gozo sino en ti, Señor, Dios de Abrahán. ¡Oh
Dios, que todo lo dominas!, atiende a la voz de lo que pierden la esperanza y líbranos
de la mano de los malvados. Y líbrame de mi temor>>.

2. Taking a look! ¿Quién es Ester?


El libro de Ester cuenta la trepidante historia de una heroína judía que, de ser una niña
huérfana y exiliada en un país extranjero, llegó a convertirse en reina de Persia
desposando al famoso rey Atajerjes I, también llamado Asuero. Ester es una de las
figuras femeninas más importantes del Antiguo Testamento. El imperio babilonio había
conquistado Jerusalén en el 586 a. C. Muchos judíos fueron deportados a
Mesopotamia. Poco después, la historia da un giro inesperado y los persas destruyen
el poder babilónico. Ester pertenecía a una de estas familias de judíos deportados que
ahora se encontraban sirviendo a sus nuevos dominadores persas. Puesto que sus
padres habían muerto, su piadoso tío Mardoqueo se hizo cargo de ella. La educaba
preocupándose de su madurez humana y espiritual.
Por aquel entonces, la reina de Persia era Vasti. Su proverbial belleza y fasto
causaban la admiración de todo el imperio. En cierta ocasión, el rey Asuero ofreció un
banquete y, estando borracho, mandó que Vasti apareciese ante su corte al final de la
cena, simplemente para alegrar la vista de los presentes y presumir de esposa guapa.
Evidentemente, Vasti se sentía humillada y utilizada... Total, que desobedeció la orden
real. Asuero montó en cólera y se divorció. Es más, el episodio tiene una nota cómica:
¡publicó un edicto donde ordenaba a todas las mujeres del imperio que obedecieran a
sus maridos! A continuación organizó una especie de concurso de belleza, tipo
pasarela de modelos, para elegir nueva esposa. ¿A que no imaginas quien ganó el
certamen?
3. Thinking through! Meditación
- Tiempos recios. Menudo cambio. De vivir en una sencilla casa a ocupar un ala del
palacio de la mítica ciudad de Susa, capital de un imperio que abarcaba desde
Afganistán a Etiopía. Sin embargo, cuando todo parece ir sobre ruedas, el mal
hace su aparición. En cierta ocasión, Mardoqueo, el tío de Ester, había soñado
con un dragón furioso que depredaba a Israel. Por desgracia, la pesadilla se hizo
realidad. El primer ministro de Persia, el malvado Amán, odiaba al tío de Ester
porque, como piadoso judío, se negaba a inclinarse a su paso. Ese gesto de
deferencia lo reservaba únicamente para Dios. La sociedad en que vivía tenía
usos y costumbres que un creyente no podía tolerar. También la nuestra tiene
sus ‘ídolos’... ¿me postro ante ellos?
- Toca pagar peaje. Amán se enfureció y la ira envenenó su corazón. No soportaba
la actitud de Mardoqueo. Se las arregló para engañar al rey y que éste firmase –
sin saberlo – un edicto que decretaba el exterminio de todo el pueblo judío. Así
no quedaría nadie en Persia que no se inclinara ante Amán. Comienza la
persecución. Cuando tu escala de valores no se pliega a la ideología dominante
llega el tiempo del testimonio, del martirio. A veces, el peaje que uno tiene que
pagar por confesar su fe es muy alto. El pensamiento dominante no admite
disidencias y los cristianos somos ‘incómodos’. Es preciso anularlos, silenciarlos.
- ¡Esto es la guerra! Aunque los terribles planes de Amán son secretos,
Mardoqueo se entera y se estremece. No hay nada que hacer. Siendo el primer
ministro el que desencadena el holocausto, éste sólo puede frenarse con una
intervención del cielo. Comienza a orar y ayunar. La Virgen de Fátima nos habló
de la importancia de ambos medios sobrenaturales para suplicar a Dios su
intervención. Por medio de emisarios transmite a Ester la conspiración del
primer ministro. La reina proclama incluso un ayuno público para todos los
judíos. La situación adversa – como aquella que estamos viviendo a causa del
Coronavirus – se transforma en tiempo de primavera espiritual, de conversión.
Además, Mardoqueo se dirige a Dios con una vibrante oración de intercesión (4,
17a – 17i). Interceder es levantar hasta Dios la voz de aquellos que no rezarán. Es
la oración que más nos asemeja a Jesús, que desde la Cruz intercede al Padre por
nuestra salvación.
- Dar vida a costa de la tuya. Seguramente te sorprenda, pero la ley de los persas
era muy severa: nadie podía visitar al rey sin que éste lo llamase, incluida la
reina. Incumplir esta norma conllevaba la pena de muerte. Esto quiere decir que
si Ester se presenta ante Asuero para desvelarle los planes genocidas de Amán,
se exponía a ser ejecutada. Pero, ¡no quedaba tiempo! La vida de sus paisanos
pendía de un hilo. Ester tiene que arriesgar su vida para salvar la de su gente.
- La Providencia. El corazón del libro de Ester es su enseñanza acerca de cómo Dios
actúa y guía los acontecimientos sin que, con frecuencia, nos demos cuenta. A lo
largo del libro, el lector atento observa muchas “coincidencias”: la caída de la
reina Vasti, la ascensión de Ester al trono, el que Mardoqueo se entere de la
conspiración de Amán a través de una conversación entre bastidores... Las
“coincidencias” son, en realidad, “diosidencias”. Nada sucede por casualidad, la
mano de Dios conduce la historia. De hecho, cuando Mardoqueo anima a Ester a
presentarse ante el rey, le dice: “no te imagines que, por estar en la casa del rey,
te vas a librar tú sola entre todos los judíos, porque si te empeñas en callar en
esta ocasión, por otra parte vendrá el socorro de la liberación ¡Quién sabe si
precisamente has llegado a ser reina para una ocasión semejante!” (Est 4, 13-14).
Toda una catequesis: si llegaste al trono es porque Dios lo había dispuesto es su
providencia para arreglar esta situación.
- Refúgiate en la oración. Personalmente creo que es una de las plegarias más
conmovedoras de toda la Escritura. La oración de la reina Ester merecería un
comentario aparte. En ella se hace realidad el consejo que S. Pedro da en su
carta: “descargad ante Dios todo vuestro agobio porque Dios se interesa por
vosotros” (1Pe 5, 7). De hecho, el texto comienza diciendo: “la reina Ester se
refugió en el Señor, presa de mortal angustia...” (Est 4, 17k). Leedlo vosotras
mismas.

4. Down to the text! Lee la oración de Ester en 4, 17k-17z.

Y la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor. Despojándose


de sus vestiduras lujosas, se puso ropas de angustia y aflicción; y, en lugar de sus
refinados perfumes, cubrió su cabeza de polvo y basura. Humilló extremadamente su
cuerpo con ayunos, cubrió totalmente su aspecto alegre con sus cabellos desordenados
y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo:
<<Señor mío, rey nuestro, tú eres el único. Defiéndeme que estoy sola y no
tengo más defensor que tú, porque yo misma me he puesto en peligro. Desde mi
nacimiento yo oí en mi tribu y en mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas
las naciones y a nuestros padres entre todos sus antepasados para que fueran por
siempre tu heredad. Realizaste en favor suyo todo lo que prometiste. En cambio
nosotros hemos pecado ante ti y nos has entregado en manos de nuestros enemigos
por haber adorado a sus dioses. Eres justo, Señor, pero ahora no se contentan con la
amargura de nuestra esclavitud, sino que han pactado con sus ídolos para derogar tu
decreto, hacer desaparecer tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban y apagar la
gloria de tu casa y de tu altar; para abrir la boca de los gentiles al elogio de sus dioses
vacíos y para que admiren por siempre a un rey de carne.
No entregues, Señor, tu cetro a los que no son nada, que no se rían de nuestra
caída. Al contrario, vuelve sus planes contra ellos y escarmienta al que empezó a
atacarnos. Acuérdate, Señor; manifiéstate en el tiempo de nuestra tribulación y dame
valor, rey de los dioses y dueño de todo poder. Pon en mi boca la palabra oportuna
cuando esté ante el león y cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca y
termine con él y con los que piensan como él. Pero a nosotros sálvanos con tu mano y
defiéndeme a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie fuera de ti, Señor. Tú conoces todo
y sabes que he aborrecido la gloria de los impíos y detesto el lecho de los incircuncisos y
de cualquier extranjero.
Tú sabes mi pena, porque detesto el signo de mi dignidad que llevo sobre mi cabeza
cuando aparezco en público; lo detesto como trapo de menstruación y no lo llevo en
privado. Tu sierva no ha comida en la mesa de Amán y no ha apreciado el banquete del
rey, ni ha bebido vino de libaciones; y, desde el día de mi coronación hasta hoy, tu
sierva no ha encontrado gozo sino en ti, Señor, Dios de Abrahán. ¡Oh Dios, que todo lo
dominas!, atiende a la voz de lo que pierden la esperanza y líbranos de la mano de los
malvados. Y líbrame de mi temor>>.
5. Happy end! Final feliz
Cuando Ester visita al rey, éste no sólo no se contraría, sino que tiene un gesto de
deferencia hacia Ester. La reina le revela los planes de Amán y cómo éste había
engañado al rey para que firmara un edicto que ni siquiera él conocía. El primer
ministro fue ejecutado en la horca que él mismo había construido para asesinar a
Mardoqueo y el pueblo se salvó del holocausto. De hecho, el libro termina de forma
contraria a como había iniciado: Ester organiza un banquete y el rey publica un edicto
en el que ordena que – en obediencia al propósito de la reina – el pueblo celebre la
fiesta judía de los Purim para conmemorar esta salvación. Si Vasti fue menospreciada,
ahora Ester es ensalzada.

6. Share it out! Compártelo


- Tiempos recios. Llegan momentos de combate. Mi carácter no puede ser débil.
José Ignacio Munilla, obispo de S. Sebastián, comentaba al comenzar la
Cuaresma que ésta supone abandonar la “idolatría de las cosas” para volverse a
Dios. ¿Me dejo arrastrar por el pensamiento dominante, me inclino ante él, o
doy la batalla como Mardoqueo?
- Toca pagar peaje. El mundo trata de silenciarnos, como Amán a los judíos.
Recientemente, en el mensaje Urbi et Orbe con motivo de la oración especial por
la pandemia, el papa Francisco ha hablado de un occidente “anestesiado”, que
ha expulsado a Dios. ¿Yo estoy despierto o adormilado? ¿Confieso mi fe
públicamente? ¿Doy testimonio de ella? Durante estos días son muchos los que
rezan incluso el Rosario desde sus ventanas, en el confinamiento de su casa. O
bien cantan con las ventanas abiertas para evangelizar a los vecinos. ¿Tengo
miedo de secundar este tipo de iniciativas?
- ¡Esto es la guerra! Los medios señalan que la situación que vivimos en España es
como un escenario de guerra ¿Qué armas espirituales estoy empleando en este
combate? ¿Intercedo por los demás ofreciendo sacrificios, comuniones
espirituales u otro tipo de oraciones?
- Dar vida a costa de la tuya. Ester se arriesga al máximo. Dios no se conforma con
que le demos nuestras cosas o nuestro tiempo. Desea nuestro corazón, la
entrega de la vida. También en casa, en familia, vivo este punto cada día.
Siempre pongo a los míos por delante, antes que mi salud, tiempo o aficiones. El
estar preocupado por los demás, el dar la vida por los míos ¿Me quema mucho o
me realiza? ¿Entrego la vida con alegría o entre quejas?
- La Providencia. La crisis del Coronavirus es una voz potente de Dios a través de la
cual algo nos quiere decir. Nada escapa al plan providente de Dios, todo entra
dentro de su proyecto. ¿Veo los dones espirituales que Dios me quiere regalar a
través de esta situación?
- Refúgiate en la oración. Recuerda el texto: “la reina Ester se refugió en el Señor,
presa de mortal angustia...” (Est 4, 17k). ¿También esta es mi óptica? ¿La oración
es para mí una tarea o un descanso? ¿Cómo estamos rezando o viviendo la fe en
familia durante nuestro confinamiento?

7. Let’s pray! Reza


Os enseño una oración que me ha acompañado en momentos de especial oscuridad.
Ideal para afrontar las situaciones adversas, confiando mucho en la Providencia,
abandonándolo todo a las manos amorosas de Dios. Rezamos todas juntas:

Señor, en tus manos lo pongo todo:


mi presente, mi pasado y mi futuro
lo pequeño y lo grande,
lo mucho y lo poco,
lo temporal y lo eterno.

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