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Bullying

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Prólogo de Jack The Ripper

Felipe ayer me pasó este texto, me lo leí y me resulto increíble, tanto por las emociones con que
escribe, por como lo narra y por como fue su vida. Me sentí muy triste al leerlo y casi lloro, desde
luego refleja su vida y conociendo cómo es ahora Felipe: Una gran persona. Cuesta creer que fuera así
de pequeño, y por tonto que parezca seguramente por eso es tan buena persona y tan bueno en todo lo
que hace.
Así pues, os dejo el relato de su adolescencia en el cual muchos os sentiréis identificados, y otros
muchos estaréis encantados de leerlo.
Es por chicos como Felipe que escribo cada día en esta revista.

Fracasado Social
Yo era un fracasado social (nunca lo he sido en mis estudios). Tenía por aquel entonces 15 años. Una
interminable lista de críos (futuras lacras sociales) me hacían la vida imposible. Yo llevaba aguantando
el Bullying desde los 10 hasta los 15 años. Tenía un gran complejo de inferioridad, y lo sufría en
silencio. Ahora que lo pienso fríamente, fue una gran tontería, por aquél entonces para mí no lo era en
absoluto.
Era una persona muy débil de personalidad. Si tenía una bicicleta y los amigos me decían que era fea
(por envidia) me afectaba mucho, si tenía una moto y me decían lo mismo me afectaba también. Lo
curioso es que no bastaba que tuviera lo mejor, mi complejo era tan grande que me hundía.
No era libre, sufría en cada momento. Sufría en el momento de ir al colegio, sufría cuando llegaba a
casa. Mi padre no es que haya tenido mucha inteligencia social nunca. Me daba billetes de 5000 pesetas
a cambio que me fuera a pasar el fin de semana solo a una casa que tienen fuera de Barcelona. Allí me
pasaba los fines de semana completamente solo. Mi mayor entretenimiento era ver la tele e ir a hacer
fotografías a las aves (siempre me ha gustado mucho el estudio de las aves).

Complejo de Inferioridad
Mi complejo de inferioridad era tan grande que apenas tenía amigos. Me compraba unas cartas Magic
(gastándome toda mi semanada), para pasar el rato. Y me refugiaba ahí. Pero tampoco era suficiente.
Parecía una maldición. Todo el mundo se metía conmigo (o por lo menos eso a mí me lo parecía) ¿Que
no hay nadie que sea buena persona?
El momento crítico de todo esto llegó una vez que me puse muy nervioso. Odiaba a todos y a todo el
mundo. Hice sufrir a mucha gente que no se lo merecía. Eso culminó con un ataque de nervios y me
ingresaron. Fueron las dos semanas más horribles de mi vida. Fue como estar en una cárcel. Estaba yo
ahí rodeado de gente estúpida encerrado ¿Me merecía esto? A la segunda noche me cambiaron, y estaba
básicamente con chicas enfermas de anorexia, era el único chico allí. No podía entender como había
unas chicas tan guapas allí encerradas. Aunque eran jóvenes (de 14 a 17 años), eran muy guapas, y no
podía entender como tenían ese complejo. Me hice amigo de muchas de ellas (era la primera vez que
conversaba con chicas). Al final, pasaron las dos interminables semanas.
Lo que más me jodió es que me ingresaron por una crisis nerviosa. Una crisis nerviosa que me la
generó los asquerosos compañeros de colegio. Alguna vez se me pasó por la cabeza el suicidarme.
Los psicólogos
Llegué a casa, fui al colegio y me encontré con el mismo panorama. Seguía sufriendo y los estúpidos
psicólogos no me habían ayudado en nada. Recuerdo que mi padre recurrió a los mejores médicos.
Había uno que cobraba 15000 pesetas por un cuarto de hora, lo que en aquellos tiempos era mucho
dinero.
Uno de esos psicólogos (con el que seguía el tratamiento) mandó que me volvieran a ingresar. Allí
estuve otras tres semanas otra vez con las chicas enfermas de anorexia. Otras tres interminables
semanas. Cuando salí, por aquél entonces estudiaba cuarto de ESO. No cedí ni una sola asignatura en el
instituto, básicamente porque estudiaba mucho. Estudié encerrándome los últimos meses hasta junio
para recuperar el tiempo perdido.
Recuerdo una excursión que hicimos a la playa. Me sentía feliz, porque sabía que al ingresar en el
bachillerato, no volvería a encontrarme con esos asquerosos compañeros. Recuerdo un momento
jugando a futbol en la arena de la playa, en la despedida de la ESO.
Aunque había superado en gran parte mi complejo de inferioridad, sabía que en el fondo era un
marginado social. Los amigos presumían con cuantas mujeres habían besado, como lo habían hecho…
Yo ni tan siquiera había besado a una chica. Mi papel era de un frustrado.

Primero de Bachillerato
Llegó el verano. Iba a ingresar en primero de bachillerato. Me conectaba a Internet para tratar de tener
contacto con alguna chica, volví a centrarme en las cartas Magic, pero en serio. Con dieciséis años me
dejaba 5000 pesetas semanales en este juego. Incluso llegué a jugar un importante torneo en Valencia.
Mi pilar en mi vida eran las Cartas Magic, incluso allí había hecho un grupito de amigos. Pero sabía
cuál era mi problema (un marginado social) y estaba dispuesto a hacer lo posible por superarlo. Así que
practiqué varias aficiones (futbol y ajedrez) aunque la afición del ajedrez en determinados contextos
puede considerarse frikie.
Tenía 15 años. Mis amigos iban a la discoteca, yo era tan y tan tímido que no me atrevía ni a
preguntarles si podía ir con ellos. Ellos pensaban “este chaval es un frikie a quien no le gustan las
discotecas“.

La Discoteca
Me acuerdo de otro momento crucial en mi vida. Me harté de las cartas Magic, fui a la tienda y me las
vendí todas, con lo que me saqué algún dinero. Eran cosa así de las 5 de la tarde. Cogí la moto y bajé a
una tienda en el barrio. Me compré dos camisas, una negra y otra blanca. Entonces opté por ir a la
discoteca solo.
Pasé mucha vergüenza, pero les dije a unos tíos que había por ahí que se hicieran pasar por amigos
míos para entrar. Recuerdo perfectamente el primer momento que entré dentro de la discoteca.
La música estaba muy fuerte, curiosamente llevaba unas gafas de sol en el bolsillo y opté por
ponérmelas y bailar. Cuando entonces vi que algunas chicas me marcaban unos IDIs…
Me sentó motivadísimo. Acto seguido entraron los compañeros de clase y me encontraron bailando en
la discoteca… No se lo podían creer. Ese marginado social de Felipe, con ropa moderna, ¡Bailando en
la discoteca!
Recuerdo como uno de mis nuevos compañeros, llamado Juanma, empezó a abordar y yo me motivé un
montón. ¡Empecé a abordar con él!
Semanas más tarde me hice amigo de ellos. Y allí empezaron mis primeros cierres de beso, por absurdo
que pareciera me hicieron muy muy feliz. Y me propuse ser un tipo con éxito con las mujeres,! Porque
soy Felipe, la puta leyenda!
P.D.: Este relato corresponde al intervalo de tiempo entre el años 1998-2000, entonces no conocía de
nada la comunidad de la seducción.

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