Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

El Deber de Justicia

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

EL DEBER DE JUSTICIA

Carlos López Dawson

POR SOBRE TODO.

Los sistemas de interpretación de lay pueden variar de un Estado a otro, lo que obviamente es un
desafío para la seguridad jurídica. Cuando un juez desconoce la ley es mucho más grave que cuando lo
hace un analfabeto, aun cuando el Código civil estableé que todos deben conocerla.

En Chile el desconocimiento de la ley por un magistrado es el delito de Prevaricación judicial: En


términos generales, puede agruparse bajo esta denominación un conjunto de delitos que comete un
juez que falten sus deberes (artículos 223, 224 y 225 del Código Penal) desconociendo la ley que debe
aplicar.

El Estado, por medio de sus instituciones, debe perseguir este tipo de delitos cometidos por jueces
toda vez que no se trata de una mera interpretación de la ley sino de su ignorancia. No hacerlo es
arriesgar a poner al Estado y su soberanía en estrados internacionales por violación del derecho
internacional, en particular de la Convención Americana de Derechos Humanos. Y por fallos similares a
este ello ya ha sucedido, debiendo el Estado, a través del presidente de la Corte Suprema pedir perdón
y el Estado reparar. Es así como se desprestigia al Estado y a todos sus habitantes, se pierde tiempo y
se daña a las víctimas.

AUSENCIA DE JUSTICIA

Sabemos que el Poder Judicial pudo seguir funcionando durante la dictadura (1973-1990)
sometiéndose, salvo excepciones, y solo algunos jueces fueron perseguidos. Miles de amparos fueron
rechazados grotescamente y las denuncias por violaciones fueron tramitadas burocráticamente,
mientras las victimas eran torturadas, asesinadas o expulsadas del pais. Al termino sui generis de la
dictadura se inicia un periodo de tránsito negociado a la democracia, periodo en el cual los jueces
logran algunos avances a pesar de las dificultades impuestas que la parte del Estado controlada por
militares pro-Pinochet. A la caída de este en Londres podrá el Estado cumplir mejor con sus
obligaciones jurídicas en materia de derechos humanos. Pero, no todo es perfecto como lo han
reconocido Presidentes de la Corte Suprema, la tarea ha sido difícil. Sin embargo, se suponía que los
letrados estaban al tanto de la ley y que nunca volvería a dictarse un fallo que desconociera derechos
fundamentales. Pero ello no ha sido así. En efecto, reciente fallo de la Corte de San Miguel lo hizo y
lleva a familiares de víctima de DD.HH. a recurrir a la Corte Suprema y posiblemente a la Corte
Interamericana.

En el fallo referido los Ministros del tribunal de alzada, estiman que la jueza que encausó a agentes del
Estado involucrados "incurrió en un vicio que influye en lo dispositivo del fallo al calificar los hechos", por
lo que se ordenó retrotraer el proceso a etapa de sumario. Al estudiar la tramitación y las resoluciones
de la magistrada en este juicio se aprecia que hubo una calificación correcta, de manera que el fallo de
la Corte es una obstaculización al acceso a la justicia en el caso de Vicente Blanco Ubilla, dirigente
vecinal de San Bernardo detenido y posteriormente asesinado en 1973. La resolución del tribunal de
alzada es ilógico y violatorio del derecho ya que obliga a retrotraer todo el proceso a etapa de sumario
En más de 15 años ningún juez había cometido un atentado como este. Si bien las condenas a violadores
de derechos humanos han sido injustas para las víctimas, así como las reparaciones, no se infringió tan
gravemente el derecho a la justicia que tiene el Estado.

En el juicio en cuestión la magistrada encausó a los querellados por delitos de lesa humanidad
amparándose en el Estatuto de Roma,. Este criterio ya había sido aplicado por la justicia chilena y
rarificado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, los Ministros de la Corte
de Apelaciones estimaron que: “La juez del fondo incurrió en un vicio que influye en lo dispositivo del
fallo al calificar los hechos, además, como un crimen de lesa humanidad con una valoración jurídica más
perjudicial para los sentenciados, sin que sus defensas hayan podido hacerse cargo de aquello en sus
escritos de contestación a la acusación, desde que la imputación penal se limitó a la de un delito de
secuestro calificado, con todas las implicancias que de ello se derivan para la aplicación de la pena”.

Y, por tanto, se agrega, se resolvió anular la sentencia apelada y se ordenó “retrotraer la tramitación de
la presente causa al estado de sumario para pronunciarse acerca de las diligencias y sobreseimiento
solicitados por las defensas de los procesados Hugo Medina Leiva y Alfonso Faúndez y de dictarse la
acusación en forma”.

Este fallo desconoce sentencia de la Corte Interamericana que ordenó en el caso Almonacid que “el
Estado chileno no puede bajo ningún pretexto poner obstáculos para el juzgamiento de los delitos de
lesa humanidad”. También la Corte citada no consideró resolución del Tribunal Constitucional (TC), a
propósito del episodio “boinas negras”, que establece que el Estatuto de Roma “se debe leer como un
instrumento que cristaliza la norma imperativa de derecho internacional en orden al deber de investigar,
juzgar y sancionar los delitos de lesa humanidad. En realidad, entonces, cuando la ministra refiere esta
norma está haciendo presente todo un corpus de derecho internacional”.

LA PRIMACIA DEL DERECHO INTERNACIONAL

La literatura sobre este capítulo es abundante. Muchas veces los abogados han tenido que recordarles
a algunos jueces el propio articulo 5° de la actual Constitución Política que establece que es deber de
los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así
como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes. . Pero, aun
que dicha norma no lo estableciera de ese modo tan claro, el derecho internacional convencional
obliga a los Estados a respetar el derecho a riesgo de ser sancionado y quedar al margen de la
Comunidad Internacional.

El deber teórico del Estado siempre ha sido garantizar el ejercicio de los derechos humanos, cuestión
que se desarrolla a lo largo de la historia en todas las sociedades, primero desde el interior de las
mismas y luego desde el exterior. Por ello no es aventurado sostener que la tutela de los derechos
humanos tiene un carácter universal que comienza en el orden jurídico interno y luego desde el
derecho internacional. De manera que, revisando las legislaciones de todos los Estados , se podrá
percibir el carácter universal de ese fenómeno, aun cuando algunos puedan discutirlo .
Desde tal perspectiva, el Estado es la representación jurídica de la Comunidad que en ella habita o
reconoce. Las normas que rigen el comportamiento del Estado han ido evolucionando hasta el punto
de que hoy en día se puede sostener que la relación entre individuo y Estado está regulada en lo que
se denominan los derechos humanos, de manera que el único que puede violarlos es el Estado. De allí
que se puede concluir que los derechos humanos son las obligaciones del Estado respecto de las
personas.

El Derecho tiene en el ser humano su razón de ser y precisamente por el olvido de ese elemental
principio es que se le ha dado al Estado un poder excesivo, interpretando la norma jurídica como un
derecho del Estado y no uno al servicio de la persona. Este es sin embargo un proceso, un desarrollo
progresivo sobre el cual no es posible volver atrás: cada conquista que el ser humano consigue para sí
en materia de derechos humanos, desde el punto de vista de la teoría del Derecho, no es posible
derogarlo sin afectar la esencia del Derecho: su valor ontológico. Este valor varía con el tiempo, por lo
que no es posible recuperar en plenitud la visión del momento de los legisladores y jueces. Por ello es
que la crítica se hace desde aquellos valores que nos parecen permanentes en el ser humano: el
respeto del otro, la verdad, la ética del amor, la paz y convivencia. Pero también de aquellos valores
que van surgiendo en el devenir histórico, como sucede con los derechos políticos, los derechos
sociales y los derechos humanos, que sólo pueden servir de parámetro desde el momento en que la
sociedad los percibe como tales. La historia tiene innumerables muestras que precisamente la ruptura
o desconocimiento de estos valores ha significado traumas insuperables para la comunidad humana.

no cabe duda alguna que el Estado debe reconocer los derechos humanos, de manera que la única
condición necesaria para ser titular de estos derechos es la de ser persona humana.

RESTABLECER LA JUSTICIA.

El preámbulo de la Convención Americana sobre Derechos Humanos lo hace al justificar su catálogo de


derechos humanos diciendo que obedece a su propósito de «consolidar en este Continente... un
régimen de libertad personal y de justicia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del
hombre», y reconociendo que ellos «no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino
que tienen como fundamento los atributos de la persona humana». Por su parte, los preámbulos de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
del Pacto Internacional de Derechos Económico, Sociales y Culturales, señalan que el "reconocimiento
de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana” constituyen el fundamento de estos derechos.

Los derechos humanos han ido evolucionando hasta lograr que conceptualmente su violación o
desconocimiento sean declarados un atentado al derecho. De allí que en conjunto podamos sostener
que estamos frente a una tutela de los derechos que corresponde a todas las instituciones del Estado.

Las normas internacionales de derechos humanos pueden incidir en la jurisprudencia de los tribunales
nacionales toda vez que tanto las obligaciones internacionales en esta materia como las normas
constitucionales están relacionadas coherentemente hasta fundamentar la existencia de una tutela de
derechos plenamente vigente y que hace posible construir la paz, la libertad y cumplir con el deber de
justicia.

También podría gustarte