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Integridad - Un Atributo Cristiano

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Integridad: un atributo cristiano

Por el élder Jack N. Gerard


De los Setenta

Vivir una vida de integridad requiere que seamos fieles a Dios, los unos a los otros y a nuestra
identidad divina.

En las horas finales del ministerio del Salvador, Él fue al monte de los Olivos, a un jardín
llamado Getsemaní, e invitó a Sus discípulos a esperar 1. Encontrándose ahora solo, suplicó a
Su Padre: “Si quieres, pasa de mí esta copa” 2. Estando en agonía, Su sufrimiento hizo que
“Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro […], y deseara
no tener que beber la amarga copa y desmayar” 3. Sin embargo, en ese momento de profunda
desesperación, el Salvador no desmayó, “sino que beb[ió], y acab[ó] [Sus] preparativos para
con los hijos de los hombres” 4.

Como el Unigénito del Padre, Jesucristo tenía poder sobre la muerte, el dolor y el sufrimiento,
pero no desmayó. Cumplió el convenio que había hecho con Su Padre y, al hacerlo, manifestó
un atributo cristiano cada vez más importante en el mundo en el que vivimos: el atributo de la
integridad. Se mantuvo fiel a Dios, a cada uno de nosotros y a Su identidad divina.

La integridad
Jesucristo es nuestro Ejemplo. Vivir una vida de integridad requiere que seamos fieles a Dios,
los unos a los otros y a nuestra identidad divina. La integridad proviene del primer gran
mandamiento de amar a Dios. Debido a que aman a Dios, ustedes son fieles a Él en todo
momento. Ustedes entienden que existe el bien y el mal, y que hay una verdad absoluta: la
verdad de Dios. Tener integridad significa que no rebajamos nuestras normas ni conducta
para impresionar a los demás o ser aceptados por ellos 5. Ustedes hacen lo justo por más que
les cueste 6. Las revisiones recientes del manual misional Predicad Mi Evangelio agregaron en
particular la integridad como atributo cristiano 7.

Hace algunos años, al élder Uchtdorf se le asignó reorganizar nuestra estaca. Durante nuestra
entrevista, me hizo una pregunta que no he olvidado: “¿Ha habido algo en su vida que, si se
diera a conocer al público, sería una vergüenza para usted o para la Iglesia?”. Sorprendido,
mi mente recorrió rápidamente toda mi vida, tratando de recordar aquellos momentos en los
que quizás había fallado y me preguntaba: “Si los demás supieran todo lo que he hecho, ¿qué
pensarían de mí o de la Iglesia?”.

En ese momento, pensé que el élder Uchtdorf solo preguntaba en cuanto a la dignidad, pero
he llegado a entender que en realidad era una pregunta sobre la integridad. ¿Era yo fiel a lo
que profesaba? ¿Vería el mundo coherencia entre mis palabras y mis hechos? ¿Podrían los
demás ver a Dios por medio de mi conducta?
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “La integridad” es nuestra “buena voluntad y la
habilidad de vivir de acuerdo con nuestras creencias y obligaciones” 8.

Fieles a Dios
Una vida de integridad requiere, ante todo, que seamos fieles a Dios.

Desde nuestra infancia, aprendimos la historia de Daniel en el foso de los leones. Daniel
siempre fue fiel a Dios. Sus compañeros celosos “buscaron ocasión para acusar[lo]” 9 e idearon
un decreto que ordenaba que oraran solo a sus dioses. Daniel conocía el decreto, pero se fue a
su casa y, “abiertas las ventanas” 10, se hincaba y oraba tres veces al día al Dios de Israel. Como
resultado, Daniel fue echado en el foso de los leones. A la mañana siguiente, el rey descubrió
que el Dios de Daniel lo había librado y emitió un nuevo decreto por el cual todos debían
“tem[er] y t[emblar] ante la presencia del Dios de Daniel, porque él es el Dios viviente” 11.

El rey llegó a conocer a Dios por medio de la integridad de Daniel. Los demás ven a Dios a
través de nuestra integridad, en palabras y en hechos. Al igual que Daniel, ser fieles a Dios nos
alejará cada vez más del mundo.

El Salvador nos recuerda: “En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al
mundo” 12. El presidente Russell M. Nelson aconsejó: “[Vencer al mundo] significa vencer la
tentación de preocuparse más por las cosas de este mundo que por las cosas de Dios. Significa
confiar en la doctrina de Cristo más que en las filosofías de los hombres” 13. Del mismo modo,
debemos resistir la tentación de andar “por [nuestro] propio camino, y en pos de la imagen de
[nuestro] propio dios, cuya imagen es a semejanza del mundo” 14.

La atracción a los opuestos en este mundo es una parte esencial del plan de salvación de Dios.
La forma en que respondemos a tal atracción es la esencia de quiénes somos, una medida de
nuestra integridad. La atracción mundana puede ser tan directa como para destruir la
fidelidad en el matrimonio o tan sutil como para publicar de forma anónima comentarios
criticando a la doctrina o a la cultura de la Iglesia. Ejercer integridad en nuestras decisiones es
una manifestación externa de un compromiso interior de seguir al Salvador Jesucristo.

Fieles a los demás


Así como la integridad proviene del primer gran mandamiento de amar a Dios, ser fieles los
unos con los otros proviene del segundo, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Una vida de integridad no es una vida de perfección; es una vida en la que nos esforzamos
cada día por ser fieles ante todo a Dios y, dentro de ese contexto, por ser fieles a los demás. El
presidente Oaks nos recuerda: “Nuestro esmero por guardar el segundo mandamiento no
debe hacernos olvidar el primero” 15.

El mundo lucha cada vez más con la integridad mediante la imposición de códigos de
conducta o reglas éticas que gobiernan las relaciones entre las personas y las instituciones. Si
bien son buenas, estas reglas generalmente no están ancladas en la verdad absoluta y tienden
a evolucionar en función de la aceptación cultural. De manera similar a la pregunta planteada
por el élder Uchtdorf, algunas organizaciones capacitan a los empleados para que consideren
cómo serían sus decisiones o el proceso de toma de decisiones si se publicaran en línea o en la
portada de un periódico importante. A medida que la Iglesia sale de la oscuridad y de las
tinieblas 16, nosotros, al igual que Daniel, debemos elevarnos por encima de las expectativas
mundanas y llegar a ser el rostro del Dios verdadero y viviente en todo tiempo y en todo
lugar 17.

Decir que tenemos integridad no es suficiente si nuestras acciones son contradictorias a


nuestras palabras. Del mismo modo, la bondad cristiana no es un sustituto de la integridad.
Como pueblo del convenio, y como líderes de Su Iglesia, debemos estar más allá de todo
reproche y estar alineados con las normas que el Señor ha establecido.

Actuar con integridad edifica la fe y la confianza, y asegura a los demás que solo buscamos
hacer la voluntad del Señor. En nuestros consejos, resistimos las influencias externas y
seguimos el proceso revelado por el Señor, procurando recibir las impresiones de cada mujer
y hombre y actuando de acuerdo con el consejo inspirado que recibimos 18.

Estamos centrados en el Salvador y tenemos cuidado de evitar acciones que puedan percibirse
como que sirven a nuestros propios intereses, benefician a nuestra familia o favorecen a
alguien a expensas de otro. Hacemos todo lo posible para evitar cualquier percepción de que
nuestras acciones puedan estar influenciadas por los honores de los hombres 19, para recibir
reconocimiento personal, generar más “me gusta”, ser citados o publicados.

Fieles a nuestra identidad divina


Por último, una vida de integridad requiere que seamos fieles a nuestra identidad divina.

Sabemos de algunos que no lo fueron. De particular importancia es el anticristo Korihor, que


desvió el corazón de muchos, apelando a su “mente carnal” 20. Sin embargo, en los últimos
momentos de su vida, confesó: “Siempre he sabido que había un Dios” 21. El presidente
Henry B. Eyring ha enseñado que mentir “es contrario a la naturaleza de nuestro espíritu” 22,
nuestra identidad divina. Korihor se engañó a sí mismo, y la verdad no estaba en él 23.

En contraste, el profeta José Smith proclamó confiadamente: “Yo lo sabía, y sabía que Dios lo
sabía; y no podía negarlo” 24.

Hyrum, el hermano de José, era amado por el Señor “a causa de la integridad de su


corazón” 25. Él y José permanecieron fieles hasta el fin, fieles a su identidad divina, a la luz y al
conocimiento que recibieron, y fieles a la persona que sabían que podían llegar a ser.

Conclusión
Ruego que nos reconciliemos “con la voluntad de Dios” 26 y que desarrollemos el atributo
cristiano de la integridad. Ruego que sigamos a nuestro Ejemplo, el Salvador del mundo, y no
desmayemos, sino que vivamos una vida que sea fiel a Dios, a los demás y a nuestra identidad
divina.

Como dijo Job: “Péseme Dios en balanzas de justicia y reconocerá mi integridad” 27. En el
sagrado nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
1. Véase Mateo 26:30, 36; Lucas 22:39–41.

2. Lucas 22:42.
3. Doctrina y Convenios 19:18.

4. Doctrina y Convenios 19:19.

5. Véase Predicad Mi Evangelio: Una guía para compartir el Evangelio de Jesucristo, 2023,
pág. 129.

6. Véase “Haz tú lo justo”, Himnos, nro. 154.

7. Véase Predicad Mi Evangelio, pág. 129.

8. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, pág. 140.

9. Daniel 6:4.

10. Daniel 6:10.

11. Daniel 6:26.

12. Juan 16:33.

13. Russell M. Nelson, “Vencer al mundo y hallar descanso”, Liahona, noviembre de


2022, pág. 96.

14. Doctrina y Convenios 1:16.

15. Dallin H. Oaks, “Los dos grandes mandamientos”, Liahona, noviembre de 2019,
pág. 74.

16. Véase Doctrina y Convenios 1:30.

17. Véase Mosíah 18:9.

18. Véase Doctrina y Convenios 42:2–3; véase también Manual General: Servir en
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 4.3, Biblioteca del Evangelio.

19. Véase Doctrina y Convenios 121:35.

20. Alma 30:53.

21. Alma 30:52.

22. Henry B. Eyring, “Going Home”, (devocional en la Universidad Brigham Young,


18 de noviembre de 1986), pág. 5, speeches.byu.edu.

23. Véase 1 Juan 1:8.

24. José Smith—Historia 1:25.

25. Doctrina y Convenios 124:15.

26. 2 Nefi 10:24.

27. Job 31:6.

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