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Poemas Bernardello-Inchauspe

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1

NINÍ BERNARDELLO

(Cosquín, 1940- Río Grande, 2020)

Del libro Espejos de papel (1980)

Vida que se deshace


vida que no se nombra
más que oscuridad fulgor
vida subiendo
entre el corazón y los ojos,
paisaje pequeñito,
azul, de papel azul
tapándome el sol
y la vida que apenas respira
animal tristísimo
durmiéndose
al borde del abismo.

2
Comarca cerradas con puñales.
Carteles de sangre
y el grito desterrando a los hijos.

Devenir incomprensible de los días,


agua de ácido, vapor de nafta,
cielo estallando en oscuras llamas.

Nosotros creíamos.

Quiero sumergirme en un paisaje pintado,


vagar por su niebla de témpera,
enlazarme en sus luces de oro,
remontar un río de delicado lecho
tocando el aliento de quienes lo miran.
Y de pronto colocarme en un extremo,
y ser un triste personaje de pintura
estático, pequeñísimo, único.

La vi en sueños venir adormecida


entre flores submarinas
con una mano levantada
señalándome

y el corazón se deslizó por una


rampa tallada en el vacío
con la velocidad de un beso
para caer
en un sueño
y ser allí
su amada

3
Del libro Malfario (1985)

He navegado desde tu húmeda sangre


hasta la plateada luz de marzo
he vigilado toda la noche
y te he velado,
otra vez,
aquí, sobre mi cama

me he lavado el corazón
me duele la boca y mi niní

soy tu viuda padre

La levedad de una serpiente


entre las sedas de la noche,
trae a mi boca el tiempo de las palabras.

La Perla

Cúmulo de noches atormentadas.


Paredes cerradas donde
la memoria martilla su sentencia.
Allí morabas, en ruinas,
abandonada.

Sé porque
la lluvia busca tu lápida,
limpia tus flores y tu nombre.

Verdugo

Maquillaje antiguo
para una máscara moderna.
Bajo el altar,
cuando la piedra del sacrificio
obtenga su pan, el cuerpo macerado
teñirá la noche de óxidos y betunes.

Nadie intercede. Cumplo órdenes.

4
Escucha amor esta plegaria:
no habrá ya dolor para la vida
que dejó tras de sí la sal de la desgracia,
ahora se complace en tu preciosa
generosidad de leche.
Este amor que danza exaltado
se desborda
llevándome en brazos
hasta el dorado corazón de la nada

te amo
me embelesa el aire tus ojos
la gracia de tu vida en la mía.

Del libro Copia y transformaciones (1991)

Tachón, borrón, guerrero del deseo,


del decir cruces, puntos, barras,
dejando atrás, en el orden del
deshecho lo que tal vez es o fuera
lo verdadero.
El rumor del agua, de un bosque dorado,
la bruma detenida en la negrura de la tinta
y la marca que dice no

Se mezclan tantas cosas con el miedo.


Dejar de ser lo que hemos sido.
Llénate de aros y cadenas, píntate el cuerpo,
asume tu destino: somos los últimos.

Inconsolable mar escrito, detallado en su


espuma mínima, inconsolable mar atlántico,
letra muerta, restringida, orlada.

¿Qué será mi voz entre tantas voces?

Maqueta de plata, hermética escritura.


Galvaniza por fin este corazón de grave
luz, que escribe y escribe amenazado.

5
Del libro Puente aéreo (2001)

Grifo

Sé de las alas de un grifo,


de sus alas extendidas
ocultando el sol.
Sé de su vuelo atormentado
que me custodia.

Incansablemente
en la noche
un arquero
se prepara.
Con sutil movimiento
hacia arriba
busca el centro.
Yo soy el centro
y dispara.

Pinto un dragón, unto mis dedos en la miel


de flores luminosas. Pinto un dragón
azul y oro, dejo la pintura de labios
a un costado. Asciendo levemente.
Te busco en el aire.
Regreso. Pinto un dragón diminuto
hijito de sol. Con un pincel fino bordeo
su cola, con otro pruebo el color
para las llamas de su boca. Rojo fulgor.
Tu hija ha nacido.

6
Del libro Salmos y azahares (2005)

Si descubriera el pesar del agua,


de la salobridad de la espuma,
su contorno inapresable
de dibujo mercurial.
Si descubriera un sinfín de sombras,
de levísimo esplendor remando
en la niebla de otros días,
podría hallar el sello, las iniciales
de un nombre que extraviado
clama por mí sin descanso.

¿Cómo ofrecerás tu vida


en tu jardín de arena?

¿Cómo alcanzarás tu aro


si no tienes ya cabeza?

¿Cómo arderá tu corazón


si has perdido la palabra?

Una inmensa luna sobre mí.


¿Como vivirás lo que resta?

Del libro Natal (2011)

Cubre el espacio el color de tus ojos


se repliega el cerro, el cielo y el mar.
Destreza del amor que reconstruye
casa y rostro en un instante.

Arma un
dime, dime, dime
la mente intenta
habla, habla
la Virgen ruega
¿escuchas?
la bondad existe
escribe, escribe
te amo

7
Con el gesto corporal
de un guerrero antiguo
se plantó delante de mí
y su capa esmeralda
pesada, me cubrió entera.
Reaparezco niña
en una estepa helada.
¡No soy de aquí! digo
y nadie escucha mi llanto.

No hay héroe, hay una escritura


febril que busca como un río
caudaloso de montaña
inundar lo que no le pertenece.

Arte poética

Tiritando de frío dibujé una rama


y una taza y un altar
Negro sobre azul tiritando
helada mi mano dibujó
un conjuro certero
tu nombre y tus ojos
y mi saliva consciente borró
a todos todo
ola de un lejano mar en agonía

Soñado en un viaje

Un ibis con su pico toca mi sangre


el día del juicio ha llegado
Soy todo pico y patas y plumas
y con mi propia ala me señalo

8
Del libro Yeso tango (2011)

Ninette

Si estuviera en pie
sería
de punta en blanco
Ninette.
Bajo algún negro farol
fumaría
esperando tu señal.
Si tuviera mi pie
danzaría en la milonga
buscando tu estampa
azul y mistonga.
Si otra vez tuviera
mi pie
lentamente me uniría
al que dibuja en la
baldosa
un tango de arrabal.
¡Si yo estuviera en pie!

Del libro Agua florida (2013)

Desierto

¿Querés venir aquí


a esta piel, a esta herida
aquí mismo donde la sal
seca el placer y las manos
se mueven sin sentido?
Abrojo, ahora la vida
es un abrojo punzante
que traspasa escudo
llama, sol y laurel.

Giro de zamba

Busca el dedo su chasquido feliz


marcando el compás que retumba
en el horizonte dibujado con giros
de pañuelos y cruces y fogatas.
Baile en la línea de la pérdida
prisión del llanto, corazón zanjado.

9
Del libro Atardeceres marinos (2019)

Cresta filosa
del pasionario
coraje
que escribe
su llanto
en los atardeceres
marinos

¿Dibujaré acaso esa agua antigua


esa carga fluvial con un gesto
de fundación, aquí, en medio
del Atlántico? Me pregunto:
¿será esto afrenta, ofrenda o
despedida?

Soy peregrina de mí, partida


olvidada. Otra faz recibe
el intento.
Reclamo un vientre,
un despertar.
Nadie remueve el caldo
de aquella sopa antigua
de la sangre.
Sin saberlo revelo
un anticipo desencantado.

No hay poesía. Corrijo todo.

Pájaros y peces extraños


palpitan sobre un decorado
submarino de verdor
desequilibrado y turbio.
Me veo allí desconocida
y camino hacia el fondo
arrastrada por una ruta
cada vez más oscura
como mis días marinos.

10
¿Y si me dejara llevar por el temblor
de la mirada,
por el color afiebrado del cielo fueguino
y escapara al lugar del diamante sagrado
del sueño?
Quebraría el sortilegio de un llamado
oculto: no escribir más
no recibir el agua luminosa que viene
de tu mano dibujando letras diminutas,
rozar aún el aire y su sombra
y ser, en la nada, perfecta luz.

Incapaz de recrear mundos distintos


incapaz de pelear con las sombras
de someterme a la inseguridad del hielo
resquebrajándose lento, muy lento
detrás de un fondo neutro, aspiro
sin pudor, bocanadas de aire helado
mítico, irreal, antiguo.

Regreso

Muro gris, tapa áspera


de un ejercicio verbal
y espiralado que levanta
como serpiente cautiva
imágenes precisas,
preciosas,
precarias
de la vida que ya no vuelve.

11
JUAN MANUEL INCHAUSPE

(Santa Fe, 1940 - 1991)

Del libro Poemas, 1964-1975 (1977)

Suave es caer en la habitación


cuando hemos dejado atrás
esta acumulación crujiente de horas
quemadas para vivir.

Suave la presencia de los muebles


la línea de tu nuca acompañando
la inclinación de tu cabeza sobre el libro.
Suave el fondo de mar de tus ojos.

Y más suave la hora —en que ya cansado


pero terriblemente libre— enciendo
la lámpara que apagaré muy tarde.

12
De pronto todo se oscurece querida.
A plena luz.
Cuando la tarde permanece aún abierta y sin doblegar
todo se oscurece.

Nosotros que quisimos que el sol fuera nuestro alimento


somos a veces brutalmente arrancados de aquí
y empujados lejos
donde la frialdad crece como una hierba oscura y paciente.

No puedo sentarme a esperar


que el minuto del vuelo llegue
el instante del vuelo llegue
como si fuese algo que debe ser esperado.

Tampoco puedo decir que esto


se parezca a un vuelo:
es fría y pobre esta luz
impenetrable como un muro este papel.

Hubo un tiempo en que soñaba cantar


en medio de aguas agitadas y negras
pero una noche mi rostro se desarticuló
y cayó sobre la tierra hecho mil pedazos.

Del libro Trabajo nocturno (1985)

Los tuyos

Has llorado, en secreto, a los tuyos.


Lenta, inexorablemente, los has visto partir
alejarse para siempre.
Has sentido, en tu corazón
el desprendimiento de una rama que cae.
Y luego has borrado
las huellas de esas lágrimas,
has contenido en el límite infranqueable
los bordes de tu propio dolor
y lo has devuelto a tu pobre vida,
a los días siguientes, a las horas
para que permanezca allí.
Oculto
como una invisible y constante
cicatriz.

13
Escribo
hago rápidas anotaciones
en papeles que luego pierdo
u olvido entre las páginas de algún libro.

Son señales
señales que a veces aparecen en el camino o no.
Llamados hechos a otros desde otro lugar
o quizás a mi propia vida.

Ausencia

A veces
en medio del inútil fragor del día
tu pequeña luz ya apagada parece encenderse
inesperadamente sobre nosotros.

Nadie habla.
Nadie dice nada.
Entre el fragor y tu ausencia se alza
la única luz que nos alumbró.

La palabras que no dije


las que no pronuncié y devolví
al fondo oscuro de mí mismo
me esperan en el camino.

Un día
o una noche cualquiera
no importa el lugar
me golpearán en pleno rostro.

14
Época

Un prolongado ulular me despertó durante la noche.


Tuve una visión fugaz de luces rojas y amarillas, intermitentes.
Con los ojos recién abiertos en la oscuridad
escuché el sonido giratorio por las calles desiertas.
Instintivamente estiré mi mano por entre las varillas
y palpé el cuerpo de mi pequeño hijo:
suave, cálido,
pacificado como un animalito.

Él no sabe nada de estas cosas.


No sabe nada del sueño cortado
en la fría madrugada.
Ni tiene nunca tampoco por qué saber
cómo brotan del sueño estas visiones;
cómo giran, intermitentes, en la memoria,
y flotan con sus ojos de vidrio alrededor del corazón.

En Diario de poesía … 1984 (1993)

Insomnio

Un hombre solo camina por los bordes de su propia noche. Va y viene con una vieja
pregunta por los andurriales de su condición.
El amanecer está todavía lejos pero la sangre y los pasos resuenan en su cabeza despierta,
en su cuerpo acabado. Resuenan en la calle vacía de un callejón sin salida.
Sus hijos y su mujer duermen. Mañana será otro día igual y no dirán nada.
¿Conoce o no, este hombre, el punto donde todos los caminos nos separan? ¿Conoce o no
los fantasmas de la desesperación, el momento en que toda su vida, como única respuesta,
sueña con ser una gran piedra arrojada contra la noche absurda?

15
Miro las esqueléticas ramas
donde el otoño duerme.

Anochece.
El trabajo nocturno de las formas
comienza.

Dicen que ha pasado el tiempo.

Por la ventana abierta la fresca aprovecha


y me toca.
Siento desconfianza
de esa rara urgencia
que da el frío.

Tarde
sumergido en el cuerpo
sueño que duermo
hasta que la mañana trae figuras
que rozan lo real.

En Poesía completa. 1966 (1944)

Azaleas
begonias
helechos moros
sandalias de hojas caladas y palmiformes conviven
en una armonía espontánea en el patio de esta pensión.
Las paredes blancas proyectan el silencioso contraste.
Verde sobre blanco.
La trepadora conduce la mirada a los altos de la vieja casa.
La hora o la deshora del día dominical apaga y tritura
los ruidos de la ciudad.
¿Y qué hace este hombre detrás de la ventana?
¿Pensará que la armonía exterior es aparente?
¿Real?

En mi vida
me jugué por la suavidad y la fragancia de una pequeña
planta de salvia y, en su lugar, creció una ortiga.

16
Sí lo sé
no conozco nada del dolor horrendo
que recorre las calles.
Pero me basta con lo que conozco.

Basta
basta
déjenme dormir
sobre esta arena caliente.

Había estado
buscando una casa, un lugar
donde poder vivir,
paredes alquiladas
cualquier cosa.

Al volver
desde el centro de una plaza vacía
alcancé a ver ese frío y lejano sol
que siempre se apaga detrás de la grandes ciudades.

En Ciudad Gótica … 1987 (2001)

¿Y seguiré gritando cuando debo callar


y callar cuando las venas
debieran salírseme por la boca?
¿Seguiré traspasando el espectáculo
con los ojos llenos de miedo?
El miedo, ciudad podrida y perfumada,
el miedo siempre sonriente.

17

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