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Ensayo de Evangelio de Juan

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Un Estudio de la Expresión “Yo Soy”

Ensayo Escrito

Por:

Mario Román Leguizamon

Estudiante de Licenciatura en Estudios Teológicos

Curso:

Evangelio de Juan

Profesor del Curso:


Pastor Jair de Almeida jr.
MINTS International Seminary
2023

Introducción al Tema:
En el Antiguo Testamento, Dios, se presenta delante de Moisés y se dirige a él hablando desde una
zarza en llamas la cual no se consumía, momento después de recibir las ordenanzas de lo que debía
hacer para sacar al pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto, Moisés hace una pregunta atrevida, pero
fascinante, él, pregunta al Todopoderoso por Su nombre y el Señor responde “Yo Soy el que Soy”,
YHWH, (Éxodo 3:14) y este es el nombre con que se presenta a los hijos de Abraham, Isaac y
Jacob/Israel, con el pasar del tiempo, el nombre sagrado y su pronunciación fue relegándose de la grey
de Israel, e incluso llego a sustituirse por Adonai y Elohim.
En este estudio podremos adentrarnos en el nombre Sagrado y Santo desde la perspectiva judía
mesiánica en primera instancia, el error de ocultar el nombre sagrado por parte de los masoretas,
agregándole al Tetragrámaton de forma intencional vocales que no correspondían, se verá su
pronunciación correcta avalada por varios eruditos y estudiosos judíos, su trascendencia e historicidad
en la fe de la nación de Israel, Dios presentándose ante Abraham, ante Isaac y Jacob, para luego en el
tiempo, darse a conocer a Moisés y revelar su nombre Santo al pueblo de los hijos de Abraham,
santificándolo por siempre, dándole una identidad a un pequeño grupo de personas en principio, y para
que con el paso del tiempo, transformarlo en una gran nación, con un Dios, que se da a conocer al
resto del mundo por su Nombre, y glorificándose en ellos, haciendo maravillas en este pueblo, y por
medio de Israel, que su nombre resonara a través del tiempo. Llegando al momento de la
manifestación en carne del Señor Jesucristo, la máxima revelación del Dios trascendente, el Yo Soy, el
nombre Santo, es utilizado por Jesús en varias ocasiones indirectamente ante los judíos de su tiempo,
¿cuál es el significado de este nombre Santo en la Escritura?, ¿por qué este “hombre” llamado Jesús
lo utiliza en no pocas ocasiones?, este uso se ve en mayor medida en el Evangelio de Juan en siete
ocasiones, descubriremos que el Santo Nombre esta muy ligado a Jesús y que desde los tiempos
antiguos el Señor, Dios Todopoderoso a querido revelarse en la historia, eligiendo a un hombre,
formando un pueblo y revelándose de forma directa en la historia humana y encarnándose en un
hombre, Jesús, el Señor. El Nombre sobre todo Nombre.

Desarrollo del Tema:

1. El nombre sagrado desde la perspectiva judía-mesiánica.


2. “Yo Soy el que Soy” trascendencia e historicidad de Dios en la fe de
Israel.
3. El significado de las declaraciones “Yo Soy” en la biblia.
4. Los siete “Yo Soy” de Jesús.
EL NOMBRE SAGRADO

Perspectiva histórica contemporánea judía.

Los masoretas, antiguos eruditos hebreos, en su afán por salvaguardar la Santidad del Nombre
Sagrado reemplazaron en 134 lugares del propio texto hebreo el Tetragrámaton YHWH por el
título común Adonay, y en ocho lugares por el título Elohim. Cuando en los primeros siglos
de la Era común se le añadieron signos vocálicos al Tetragrámaton YHWH, en vez de ponerle
los correspondientes signos para las vocales que le pertenecían, los Masoretas informan que
ellos le insertaron las vocales “e”, “o” y “a” como una contraseña para que el lector hebreo
dijera “Adonay” en lugar de “Yahwéh”. Cuando los traductores cristianos de la edad media
fueron a traducir las Escrituras Hebreas, ignorando el significado de la “contraseña” vocálica
de los masoretas, vertieron erróneamente el Tetragrámaton como IeHoVaH, de donde
proviene la forma españolizada “Jehová”.
El Texto Hebreo de la Editorial Korén en Israel se considera “el más exacto Texto Hebreo
Masoretico” producido hasta ahora. Y en ese texto hebreo el Tetragrámaton YHWH se deja
siempre sin vocales, como estaba en los manuscritos originales. La edición Korén tiene el
honor de ser la Biblia oficial que se usa en la Knéset (Parlamento) de Israel. En consonancia
con las reglas rabínicas tradicionales, dicen los autores de la edición Korén en su
introducción:
“En todas las demás ediciones el nombre del Señor JHVH se imprime con nikud (vocales) lo
cual podría dirigir erróneamente al lector a leer este nombre como esta estrictamente
prohibido hacerlo. Este nombre del Señor tiene que leerse en la forma de “Adonút”. En la
Edición Korén se imprime el nombre sin vocales: esto elimina la posibilidad de la lectura
prohibida y enfatiza la santidad del nombre.”
¿Por qué restaurar el Nombre Sagrado?
El Dr. Josep Bryant Rotherham (1828-1910), notable traductor bíblico norteamericano,
contesta así la pregunta:
“Porque su eliminación fue error. Nunca es demasiado pronto para corregir un error tan grave.
Se ha tomado una libertad ingarantizable; la senda de la humildad requiere que volvamos a
trazar nuestros pasos” (Introducción a la Biblia Enfatizada de Rotherham, pág. 24).
Dice además el Dr. Rotherham: “La pronunciación Jehovah era desconocida hasta el 1520,
cuando fue introducida por Galatino, pero fue refutada por Le Mercier, por J.Drusius, y por L.
Capellus, como contraria a la propiedad gramatical e histórica.
“Erróneamente se ha escrito y pronunciado Jehovah, que es meramente una combinación del
Tetragrama sagrado con las vocales de la palabra hebrea para Señor, que los judíos
sustituyeron por JHVH, porque se abstienen de pronunciar el Nombre, debido a un concepto
erróneo de dos pasajes: Éxodo 20:7 y Levítico 24:16. Darle al nombre JHVH las vocales de
la palabra para Señor (Hebreo Adonay) y pronunciarla Jehovah. La combinación Jehová no es
más antigua que los alrededores del 1527 D.C.”
“De esto podemos concluir que los escribas judíos no son los responsables por la combinación
híbrida. Ellos escribieron intencionalmente vocales ajenas no para que fueran combinadas con
las consonantes sagradas, sino con el propósito de advertirle al lector judío que enuncie una
palabra toralmente diferente, o sea, algún otro nombre conocido del Altísimo.”
La tradición rabínica de evitar la pronunciación del Nombre Sagrado, según explica el
traductor judío. E.A Speiser en la introducción a su traducción del Génesis, se basa en una
interpretación equivocada de Éxodo 20:7. Donde dice realmente: “No juraras en falso por el
nombre de Yahwéh tu Elohim,” se ha malinterpretado como: “No pronunciaras en vano el
nombre de Yahwéh tu Elohim.” El Doctor Speiser, a pesar de ser judío, usó el nombre Yahwéh
en su traducción del Génesis, la cual se incluyo en la Anchor Bible.
En los últimos dos siglos, sin embargo, la prohibición rabínica ha ido perdiendo fuerza y cada
vez más doctos, tanto en el judaísmo como en el cristianismo, se inclinan a usar
frecuentemente el nombre Yahwéh en sus escritos. La Enciclopedia Judaica proporciona una
base para ese cambio de actitud al decir:
“La verdadera pronunciación del Nombre YHWH nunca se perdió. Varios escritores griegos
antiguos de la iglesia cristiana testifican que el nombre se pronunciaba Yahwéh.” (God,
Names of, Encyclopaedia Judaica, 1971, tomo 7, págs. 679.
Además del Dr. Speiser, otro escritor judío que se distinguió por su uso profuso del nombre
Yahwéh en sus escritos fue el ya fallecido erudito Dr. Solomon Zeitlin, colaborador por
muchos años de la revista Jewish Quartterly Review.
Otro gran erudito que ha dado auge a la restauración del nombre de “Yahwéh” es el Dr. John
R. Kohlemberger, uno de los traductores de la Nueva Versión Internacional. El incluyó el
Nombre Sagrado en su traducción interlineal de las Escrituras Hebreas; y dice lo siguiente en
su introducción:
“YHWH, el nombre personal de Dios, siempre se trascribe “Yahweh” contra de la NIV que lo
vierte “Señor”. Por un lado, esto evita la confusión de este nombre con el título “Adonay” (mi
Señor), porque la idea de señorío no es un elemento integrante del hombre. Por otro lado, tal
vez el uso de Yahweh en esta obra animará al lector a usar el nombre personal de Dios en la
oración y en la alabaza, según la intención del imperativo más común en las Escrituras:
Halelu-Yah. (Salmos 104:35, es decir; “¡Alaben a Yahwéh!)”. The NIV Interlineal Hebrew-
English Old Testament, pág. 25.

“YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14).

Trascendencia e historicidad de Dios en la fe del pueblo de Israel.

1. Las circunstancias de la teofanía


1. Contexto canónico.
Se sitúa al inicio de la historia de la salvación, todo lo narrado en el Génesis, ha sido la
preparación del pueblo elegido: los orígenes del universo (Genesis 1-2); la prehistoria de la
humanidad, marcada por el pecado (Genesis 2-11); los antepasados del pueblo de Israel, sus
patriarcas (Genesis 12-50).
Por distintas circunstancias, estos, se instalan en Egipto abandonando la tierra prometida. Allí
Se multiplican, cumpliendo parte de la promesa de Dios a Abraham se tener una descendencia
numerosa (cf. Genesis 12:1-3).
Hasta la fecha, el año 1250 a.C. aproximadamente, Dios no había manifestado directamente
en el relato bíblico mucha información sobre sí mismo. En el Genesis se presenta como el
Dios creador, que busca el bien del hombre (cf. Genesis 2), que lucha contra su pecado (cf.
Genesis 3; 6-9; 11), que sale al encuentro de los patriarcas, los llama con autoridad, los
bendice…pero en ningún momento se presenta a sí mismo, simplemente actúa. En esta
prehistoria de la salvación se dice de Enoc, patriarca antediluviano, que fue el primero en
invocar el nombre de Dios, YHWH (cf. Genesis 4:26). El conocimiento de este nombre no
parece el fruto de una revelación particular de Dios, sino más bien como algo connatural al
mismo Enoc, hijo de Set (sustituto de Abel, hijo de Adán y Eva). Podría indicarse con esta
hipótesis sobre Enoc, que, en un primer momento, donde el pecado aún no se había extendido
con toda su fuerza, el hombre podía mantener cierta comunicación directa con Dios. En
cualquier caso, no se vuelve a mencionar ningún ser humano que conozca o emplee el nombre
de Dios, de tal modo que éste queda escondido en la historia de los orígenes hasta que Dios
mismo lo da conocer a Moisés.
2. Situación particular.
El pueblo elegido toma el nombre de “Israel” de Jacob, padre de los patriarcas que dieron
lugar a las doce tribus. Pasan varios siglos desde que llegaron a Egipto, donde se encuentran
en situación de esclavitud y peligro inminente de muerte por orden de Faraón (cf. Éxodo 1).
El pueblo clama al Dios de sus antepasados: “Dios escucho sus gemidos y se acordó de su
alianza con Abraham, Isaac y Jacob” (Éxodo 2:24). La intervención de Dios hará de Israel el
pueblo de su propiedad. el siguiente paso de la historia salvífica del pueblo de Israel es la
Teofanía de la zarza ardiente.
Trascendencia e historicidad de Dios en la Teofanía.

1. ¿Quién se manifiesta a Moisés?


El texto bíblico indica que en el monte Horeb no se le apareció Dios mismo en la llama de
fuego, sino “El Ángel de YHWH” (Éxodo 3:2: mal ’ak YHWH). Se quiere subrayar así, la
trascendencia de Dios, que no puede ser visto sin más por el ojo humano. Éxodo 3:2 se refiere
solo a la apariencia, a lo que se deja ver por los ojos de Moisés (cf. El verbo wayyerá, “y fue
visto/se dejó ver / se apareció”), de tal modo que la trascendencia se subraya en la visión. Es
decir, lo que Moisés ve en la zarza ardiente no es Dios, sino a su enviado, o una
representación/figura de Él, pero no a Dios mismo. Esto no quiere decir que Moisés no entre
en contacto directamente con Dios, pues en cambio quien habla con él sí es el Señor:
“YHWH…le llamó desde la zarza” (Éxodo 3:4). No entra en dialogo con un ángel, sino con
el Dios único y verdadero que a pesar de su trascendencia interviene en la historia. Todo lo
cual es muy acorde con la pedagogía de la revelación: Dios no será físicamente visible hasta
que llegue la plenitud de los tiempos cuando tome carne humana. Mientras no se alcance ese
momento actuará directamente en la historia, pero sin dejarse ver en cuanto tal.
2. Primeras palabras de Dios.
Dios habla tres veces antes de manifestar su nombre a Moisés, subrayando tanto su
trascendencia como su historicidad. Ésta última se manifiesta en sus primeras palabras:
“Moisés, Moisés” (Éxodo 3:4). Así entra Dios en la vida de Moisés, llamándolo por su
nombre propio, manifestando que le conoce, que sabe quién es. Por eso Moisés, que no sabe
quién le habla, le preguntará más adelante su nombre.
La segunda intervención de Dios, en cambio, marca su trascendencia. Moisés, se encuentra en
un lugar que ha llegado a ser sagrado por la presencia de lo trascendente o, mejor dicho, de
aquel que es trascendente (cf. Éxodo 3:5).
La tercera vez que habla Dios se subraya su historicidad (cf. Éxodo 3:6-7). Comienza
presentándose como “el Dios de tus padres”, Abraham, Isaac y Jacob (v.6). Es el Dios
misterioso que intervino en la historia de sus antepasados, pero del que hacía varios siglos no
se tenía indicios, ese Dios del pasado aparece de nuevo.
3. El nombre de Dios.
Moisés, ante tal situación, se atreve a preguntar el nombre de Dios con la excusa de tener que
dar explicación a los hijos de Israel (Éxodo 3:13).
4. Una perspectiva común. Tres respuestas.
En primer lugar, el texto bíblico (Éxodo 3:14-17).

14a: Dijo Dios a Moisés: “Soy el que Soy” (ὲγω’είμι ό ὥν), LXX.
“Seré el que Seré (‘ehyeh’ ser ‘ehyeh), TM.

14b: Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: “el que Es (ό ὥν) me ha enviado a vosotros”,
LXX.
“Así dirás a los hijos de Israel: “Yo Seré (´Ehye) me ha enviado a vosotros”, TM.

15: Y dijo todavía a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: “el Señor Dios de vuestros
padres (χὺριος ό θεὸς τὥν πατέρων ὺμὥν) Dios de Abraham y Dios de Isaac y Dios de
Jacob me ha enviado a vosotros, éste es mi nombre eterno (ὄνoμα αἰῴνιον), y recuérdalo
de generación en generación”, LXX.
Así dirás a los hijos de Israel:” YHWH Dios de vuestros padres (YHWH´ lohé ´botékem)
Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros y éste es mi
nombre para siempre (zeh-s´ mi l ‘olam)”, TM.
Si este artículo se hubiese escrito hace veinte años, ahora haríamos un hipotético estudio de
reconstrucción de la prehistoria del texto a partir de sus fuentes, igualmente hipotéticas. Sin
duda asignaríamos tres orígenes distintos al v.14.a, v.14.b y al v.15, apoyándonos en que todos
ellos tienen una fórmula de inicio de escena (dijo Dios a Moisés; y dijo; y dijo todavía a
Moisés). A base de argumentos histórico-críticos ofreceríamos como irrefutable la génesis de
los versículos indicados asignando cada una de sus partes a las fuentes más relevantes del
momento (Yahvista, Elohísta, Sacerdotal…) o a cualquiera de sus variantes. Hoy las cosas han
cambiado, y los mismos que gastaron tantas energías en este tipo de estudios reconocen la
dificultad (por no decir imposibilidad) de obtener resultados firmes como provechosos
teológicamente. En cambio, preferimos centrarnos en la forma final, la forma textual
considerada palabra de Dios.
El primer dato que se desprende de los versículos 14-15 es significativo: no hay una única
respuesta a la pregunta de Moisés, sino tres. De algún modo parece indicarse así la
trascendencia de Dios, que no se deja abarcar por una única contestación. Solo las tres
respuestas en su conjunto pueden hablarnos del nombre de Dios. Limitarlo a una sola de ellas,
o elegir solo una de las fuentes empleadas por considerarla más antigua o fiel, seria reducir la
riqueza de la pluralidad y trascendencia del nombre de Dios.
El texto hebreo, sin embargo, ofrece un matiz muy interesante. En vez de dos formas verbales
de presente, del verbo ser, presente de indicativo (εἰμι) y participio de presente (ὁ ὤν),
emplea dos veces el imperfecto, es decir, el futuro simple (‘ehyeh: yo seré). El sentido es
prácticamente el mismo que ya hemos explicado. Como si Dios dijera:” no sólo soy el ser en
el presente, sino que lo seré también en el futuro, y lo seré siempre”. La segunda respuesta
de Dios (v. 14.b) viene a subrayar de nuevo la trascendencia del nombre de Dios repitiendo
una formula abreviada de lo dicho en v. 14.a. la tercera respuesta, en cambio, ahonda en la
historicidad de Dios, pero combinándola con su trascendencia (v. 15). Cabe señalar que Dios
no dice simplemente que su nombre sea YHWH, sino “YHWH Dios de vuestros padres”, el
hecho de mencionar los nombres propios de los patriarcas indica que este Dios de la historia
es también un Dios personal-relacional. ¿En qué sentido YHWH subraya la trascendencia? En
cuanto que (según la tradición judía) es el nombre impronunciable. En cuanto que, por ser un
término desconocido e invocalizáble, refleja el misterio que es Dios, quien no se deja aferrar
por las normas humanas, indica, por último, la trascendencia, en cuanto que se refiere a la
majestad y esplendor de Dios, a su Señorío absoluto con respecto a todo lo creado. Así lo
indican la LXX (que traduce por χύριος) como la norma judía que obliga a leer Adonay.

EL SIGNIFICADO DE LAS DECLARACIONES “YO SOY” EN LA


BIBLIA.
El empleo en repetidas ocasiones de la frase “Yo Soy, Yo Soy”, apoya la interpretación:” Yo
Soy (el) Yo Soy”. En la Escritura, encontramos la frase “Yo Soy” empleada en más ocasiones,
por ejemplo, en el libro de 2 de Samuel 12:7, el uso de esta frase (“Yo Soy”) no es obvia en la
mayoría de las traducciones (las cuales, por supuesto, son del hebreo, no de la traducción
griega), pero el texto de la Septuaginta griega dice:
“τάδε λέγει κύριος ὁ θεὸς Ισραηλ ἐγώ εἰμι ἔχρισά σε εἰς βασιλέα ἐπὶ Ισραηλ καὶ ἐγώ εἰμι
ἐρρυσάμην σε ἐκ χειρὸς Σαουλ.”

En español, esto es: “así dice el Señor Dios de Israel, “Yo Soy” te ungió como rey sobre
Israel, y “Yo Soy”, te rescató de la mano de Saúl”. (traducción del autor. Dr. Trevor R. Allin).
Este importante texto acerca del rey David, habría sido bien conocido por los judíos del
tiempo de Jesús. Además, cuando Jesús y los escritores del Nuevo Testamento citaban el
Antiguo Testamento, mayormente citaban de la traducción griega de la Septuaginta (LXX).
Cuando Jesús decía: “YO SOY”, Él estaba usando exactamente las mismas palabras que eran
usadas en la Septuaginta, cuando citaba a Dios hablando. Así, que cuando Jesús hacia sus
declaraciones “YO SOY”, Él estaba afirmando su derecho de hablar acerca de Si mismo, de
la misma manera que Dios hablaba de Si mismo en las Sagradas Escrituras judías, como
estaba consignado en el hebreo y en la antigua traducción griega.

INTERPRETACION CANÓNICA.

Lo característico de la interpretación cristiana del Antiguo Testamento es dejarse iluminar por


la luz del Nuevo Testamento, donde se manifiesta la plenitud de la revelación (cf. Dei
Verbum 15-16). Por tanto, debemos preguntarnos que enseña Jesús sobre el nombre de Dios,
sobre el termino YHWH. ¿se da un avance en la revelación divina o por el contrario se trata
de un elemento de continuidad entre el AT y el NT, y debemos afirmar con Éxodo 3 que
YHWH es su nombre verdadero? Es paradojico que Dios entregue su nombre, manifestando
el deseo entablar un pacto con un pueblo que Él eligió, y luego no poder utilizar este nombre.
Por esto que se intuya, la conveniencia de un elemento que culmine lo iniciado con el nombre
YHWH.
En efecto, Jesús deja atrás el empleo del Tetragrámaton divino (lo que confirma la
conveniencia de evitar pronunciarlo) y enseña que el nombre más adecuado para Dios es
“Padre”. Así es como sus discípulos deben dirigirse a Dios (cf. Mateo 6:9 par.), y de tal
modo le conviene este nombre, que solo a Él le corresponde recibirlo: “no llaméis a nadie
Padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo” (Mateo 23:9).
Como lo expuso Tertuliano:

“La expresión “Dios Padre” no había sido revelada jamás a nadie. Cuando Moisés
preguntó a Dios quien era Él, oyó otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido
revelado en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo nombre de Padre.”

La historicidad se manifiesta en que es un nombre que remite a la experiencia de cada ser


humano: todos han llegado a la existencia con la colaboración de un varón, su padre. Además,
la invocación divina “Padre” no está prohibida como lo estaba el nombre de YHWH, sino al
contrario, Jesús nos incita a acudir al Padre en todas las circunstancias de la historia. A la vez
es trascendente porque “Padre “remite siempre al origen, al que engendra, al que da, al que es
primero. Ahora bien, debemos subrayar que Dios es “Padre” en sentido analógico. Dios es
eternamente Padre porque desde toda la eternidad tiene y engendra a su Hijo, ahí alcanza su
culmen en la trascendencia de Dios. En este sentido, el termino Padre (por ser esencialmente
racional) nos remite siempre a un Hijo (sin el cual Dios no podría ser Padre). De hecho, el
Nuevo Testamento y Jesús mismo marca una diferencia entre Dios “Padre de los discípulos”
(vuestro Padre) y “Padre de Jesucristo” (Mi Padre). La primera paternidad proviene de que
Dios entro en la historia de sus elegidos para adoptarlos por medio de la comunión con su
Hijo Eterno. Esta segunda paternidad, eterna y sustancial en Dios, refleja su trascendencia,
que se hace accesible en la historia por la Encarnación.

Declaraciones “YO SOY” en el Evangelio de Juan.

Estas son algunas de las declaraciones YO SOY hechas por Jesús que están registradas en el
Evangelio de Juan:
Español (NVI) Texto Griego del Nuevo Testamento
. Yo Soy el pan de vida (Juan 6:35; 6:48) . ἐγώ εἰμι ὁ ἄρτος τῆς ζωῆς·
. Yo Soy la luz del mundo (Juan 8:12) . ἐγώ εἰμι τὸ φῶς τοῦ κόσμου·
. Yo Soy la puerta (o entrada) de las ovejas . ἐγώ εἰμι ἡ θύρα τῶν προβάτων
(Juan 10:7)
. Yo Soy el buen pastor (Juan 10:11) . Ἐγώ εἰμι ὁ ποιμὴν ὁ καλός.
. Yo Soy la resurrección y la vida . ἐγώ εἰμι ἡ ἀνάστασις καὶ ἡ ζωή·
(Juan 11:25)
. Yo Soy el camino, la verdad y la . ἐγώ εἰμι ἡ ὁδὸς καὶ ἡ ἀλήθεια καὶ ἡ ζωή·
vida (Juan 14:6)
. Yo Soy la vid (Juan 15:5) . ἐγώ εἰμι ἡ ἄμπελος

Juan 4:25-26 posiblemente podría considerarse como que contiene otra declaración “YO
SOY”.
Juan 4:25-26.
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando el venga nos
declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo Soy, el que habla contigo. (RVR 1960).
Texto Griego del Nuevo Testamento.
λέγει αὐτῷ ἡ γυνή· οἶδα ὅτι Μεσσίας ἔρχεται ὁ λεγόμενος χριστός· ὅταν ἔλθῃ ἐκεῖνος,
ἀναγγελεῖ ἡμῖν ἅπαντα. λέγει αὐτῇ ὁ Ἰησοῦς· ἐγώ εἰμι, ὁ λαλῶν σοι.
Se dijo “posiblemente”, porque esta instancia podría ser un uso “normal” de la frase “Yo
Soy”, sin el significado sagrado que adquirió en el Antiguo Testamento. Sin embargo,
considerando la identidad del que Habla (Jesús) y la naturaleza de lo que dice aquí (que Él es
el Mesías), muchos interpretarían esto como otro ejemplo de “Yo Soy” indicando la deidad de
Cristo. Algunas declaraciones “Yo Soy” de Jesús se encuentran también en otros evangelios,
por ejemplo, en Marcos:

Marcos 6:50: “¡Tened ánimo; Yo Soy, no temáis!” (RVR 1960)


Texto Griego del Nuevo Testamento: θαρσεῖτε, ἐγώ εἰμι· μὴ φοβεῖσθε.
Como lo indica la traducción de la NVI, este ejemplo puede, sin embargo, no ser más que un
uso normal de la frase sin el significado sagrado. La declaración “Yo Soy” más asombrosa (y
una que carece totalmente de ambigüedad) se encuentra en Juan 8:58:
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” (RVR 1960).
εἶπεν αὐτοῖς Ἰησοῦς· ἀμὴν ἀμὴν λέγω ὑμῖν, πρὶν Ἀβραὰμ γενέσθαι ἐγὼ εἰμί (Texto Griego del
Nuevo Testamento).
Aquí Jesús esta diciendo ser Dios (y eso sin la menor posibilidad de duda. Esto está
confirmado por la reacción de los judíos) veamos el siguiente versículo: “Entonces los judíos
tomaron piedras para arrojárselas” (NVI).
Lo que motivó este intento de matar a Jesús por apedreamiento queda claro en Juan 10:31-33.
“Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús les dijo: Yo les he
mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren
apedrear?
No te apedreamos por ninguna de ellas sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre te
haces pasar por Dios. (NVI).

LOS SIETE “YO SOY” DE JESÚS.


La relevancia de las declaraciones: “Yo Soy”.

Estas frases de Jesús siempre se han utilizado como pruebas de Su Deidad. No caben dudas de
que el Evangelio de Juan es el que más claramente presenta a Jesús como Dios. Para eso usa
varios títulos: El Verbo (la Palabra, del griego Lógos) que estaba con Dios desde el principio y
era Dios, el Unigénito Hijo de Dios, por nombrar un par. Pero también hace alusiones a la
Deidad de Cristo de forma más sutil, si analizamos la gramática griega de cada uno de los “Yo
Soy” de Jesús, vamos a encontrar que las palabras traducidas como “Yo Soy” son las palabras
griegas ego eimi. Este tipo de frase es muy rara, ya que la palabra ego quiere decir “Yo” o “
Yo Soy” y la palabra eimi también quiere decir “Yo Soy”. Entonces, si lo traducimos
literalmente, nos quedaría algo así como “Yo Soy Yo Soy”, lo cual no parece tener mucho
sentido ¿Por qué utilizó Juan este tipo de frase? Jesús probablemente no hablaba griego, sin
embargo, el habrá usado palabras que en griego se traducirían con esa frase. También sabemos
que cuando Jesús dijo “Antes que Abraham existiera, Yo Soy” (Juan 8:58), los fariseos y los
maestros de la Ley tomaron piedras para apedrearlo, pero no lo lograron. La razón de esta
violenta respuesta es la siguiente: ellos entendieron que Jesús se estaba igualando a Dios. Hay
otro lugar en donde se puede encontrar la palabra ego eimi, esto es en la traducción griega del
Antiguo Testamento llamada Septuaginta o biblia de los setenta, abreviada LXX. Esta
traducción fue creada en Alejandría, para incluir los Textos Sagrados de los judíos en la
Biblioteca de esa ciudad. Para esta tarea, se convocó a setenta y dos estudiosos hebreos que
pudieran traducir el texto original, escrito en hebreo y arameo, al griego común (llamado
koiné), la frase ego eimi se encuentra e Éxodo 3:14, donde Dios le dice a Moisés: “YO SOY
EL QUE SOY (ego eimi) y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: YO SOY (ego
eimi) me ha enviado a ustedes”.

Yo Soy el pan de vida. (Juan 6:25-59)


¿Cómo podemos saber que Jesús es el Hijo de Dios? Esta era la pregunta que se hacían los
que le estaban siguiendo. Ellos no solo preguntaban, sino que querían que Jesús demostrara su
poder haciendo otro milagro/señal, como ejemplo, le dijeron que Dios para demostrar que
estaba con los israelitas en el desierto, les dio de comer pan del cielo. (Éxodo 16). A esto Jesús
les responde que el verdadero pan del cielo es aquel que baja del cielo y da vida al mundo,
revelando que Él es el pan de vida. El maná era una sombra que apuntaba al verdadero pan
que iba a descender del cielo y a dar vida. A pesar de todo lo que les decía, los judíos seguían
pensando que Jesús hablaba en términos de comida material. Esto es porque como hombres
naturales, muertos espiritualmente, no tenían la capacidad de entender las cosas espirituales
(1Corintios 2:14). Otra cosa que Jesús revela es que “ir” a Él equivale a comer de su cuerpo y
el “creer” en Él, equivale a beber de su sangre ya que dice que si vamos a Él no tendremos
hambre y si creemos en Él no tendremos sed. Jesús, es el verdadero pan de vida, los israelitas
en el desierto comieron maná y los mantuvo con vida por mucho tiempo, pero luego
perecieron. Pero si nosotros comemos todos los días del pan de vida, que es Cristo, tendremos
vida eterna.
¿Cómo podemos comer la carne de Cristo y beber su sangre? Esto nos está apuntando a la
cruz, podemos ver estos símbolos en la Santa Cena, donde Él dice que el pan es su cuerpo,
que entregado por nosotros. Por lo tanto, todo el que cree en Cristo, tiene vida eterna (Juan
3:16). Comer de su cuerpo, es ir a Él, es ir a los pies de la cruz y apelar a la misericordia de
Dios, humillarse y pedir perdón, creer en Él equivale a beber su sangre, nosotros deberíamos
morir por nuestros pecados y ser condenados al infierno, pero en su infinito amor, Dios,
proveyó u sustituto que dio su vida por nosotros, el Eterno Hijo de Dios, que da su vida para
que nosotros podamos vivir, su sangre, que representa a la vida, fue derramada para que
nosotros podamos mantener la nuestra.

Yo Soy la luz del mundo. (Juan 8:12-20)


El segundo “Yo Soy” de Jesús dice: “Yo Soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá luz de la vida”
Este tipo de analogía entre Cristo y la luz no es ajeno al lenguaje usado por Juan, es más, en
todo el Nuevo Testamento, podemos ver analogías basadas en la luz. Y esto es porque la luz
siempre se asocia con el conocimiento y con lo bueno, por ejemplo, en Juan 1 dice:
“En el estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas
no han podido extinguirla.” (Juan 1:4-5)
“Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venia a este mundo. El que era luz ya
estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de Él, pero el mundo no lo reconoció”
(Juan 1:9-10).
Esta es la primera vez que Jesús se identifica a sí mismo como la luz del mundo. La luz suele
asociarse en la Biblia con la Gloria de Dios. Jesús es la luz del mundo, porque es la Gloria de
Dios revelada. Cuando subió con Pedro, Jacobo y Juan al monte de la transfiguración, y la
naturaleza divina de Jesús se manifestó, ellos vieron la Gloria de Cristo que brillaba como
una luz resplandeciente. Pedro y Juan lo relatan en sus escritos lo asombroso de esta
experiencia (juan 1:14; 2 Pedro 1:16-18). Esto es otra muestra de la divinidad de Jesús.
Ahora, también, sabemos que la luz es contraria a la oscuridad. En la Biblia, se utiliza la
oscuridad para representar el estado en el que nos encontramos todos los pecadores antes del
obrar de Cristo en nuestros corazones.
“Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras
queden al descubierto.” Juan 3:20
El ser humano quiere permanecer en la oscuridad, porque sabe que, en la luz, el pecado es
expuesto, pero Él quiere seguir pecando. No queremos que nuestros pecados sean
descubiertos, y por lo tanto odiamos la luz, es decir, odiamos a Jesús, cuando aún no somos
transformados por Dios. Es más, un versículo antes, en Juan 3:19, dice que el mundo está
condenado porque han rechazado la luz. El apóstol Pablo habla de la luz como el
conocimiento de la verdad. Cuando Dios decide mostrarnos su Gloria, es en ese momento en
que comenzamos a ver claramente las cosas espirituales, vemos la luz, la realidad, tal cual es.
Cuando creemos en Jesús, pasamos a vivir en la luz y, por lo tanto, nuestra actitud hacia el
pecado cambia rotundamente. Si permanecemos en la luz, no podemos practicar el pecado,
porque el que practica el pecado odia la luz, ya que expone su maldad. Si verdaderamente
estamos en la luz y la apreciamos, debemos odiar el pecado. Cuando Cristo habita en
nosotros, su luz comienza a desvanecer todas las tinieblas y su luz comienza a desvanecer
todas las tinieblas y su luz comienza a brillar en nosotros, de forma que otros pueden ver la
luz de Cristo en nuestras vidas.

Yo Soy la puerta de las ovejas. (Juan 10:7-10)

Nos encontramos a Jesús discutiendo con los fariseos, que se encontraban bastante alterados.
¿Qué había pasado? Para entenderlo tenemos que comenzar mirando el capitulo anterior. Él
había devuelto la vista a un ciego, y este, que tenia este defecto de nacimiento, se presento e la
sinagoga diciendo que Jesús lo había sanado. Los lideres judíos, que tenían el corazón
totalmente endurecido, se negaban a aceptar lo obvio: Todas las señales que Jesús hacia le
daban las credenciales para demostrar que era el Hijo de Dios. Además, muchas profecías se
habían cumplido y se seguían cumpliendo en Él. Los fariseos se negaban rotundamente a
aceptar una sanidad de parte de Jesús. Sin embargo, como el hombre persistía indicando que
había recobrado la visión que antes no tenía, los lideres religiosos del momento enfurecieron,
expulsándolo de la sinagoga. Jesús intenta mostrarles a estos hombres, mediante una alegoría,
que ellos eran bandidos y ladrones. Falsos pastores, si queremos ser más concretos. Es que
ellos tenían la tarea de acercar a la gente a Dios, pero en lugar de eso, todo lo que hacían era
imponerles cargas cada vez más pesadas, que hacían que el pueblo se frustrara en su intento
por cumplirlas; esto no era más que lo que se conoce como “legalismo”.
Es en este momento que Jesús hace su tercera declaración “Yo Soy”. Ahora bien, ¿a que se
refiere con que es la puerta? Difícilmente podamos imaginarnos a Jesús como alguien hecho
de madera con un picaporte en la cara. No, por supuesto que es un lenguaje simbólico. La
puerta sirve para dos finalidades: ser tanto una entrada como una salida de un lugar
determinado.
1. La pueta: es el Señor Jesús.
2. El pastor : es también el Señor Jesús (ver Yo Soy el buen Pastor).
3. Las ovejas: somos los creyentes.
4. Los bandidos: son los falsos maestros.

En un principio, todos éramos ovejas perdidas, descarriadas, que vagaban por los campos
expuestas a todo tipo de peligros, sin capacidad alguna de defendernos. No formábamos parte
de un rebaño, ni teníamos un redil en el que descansar. Estábamos completamente solos,
abandonados a nuestra suerte. Éramos ovejas negras.
1. Éramos fáciles de engañar: en nuestra desesperada búsqueda de seguridad, éramos
susceptibles a seguir a pastores que quisieran hacernos daño y llevarnos por mal
camino. No teníamos discernimiento. Creíamos en cosas que, son ajenas a Dios y sus
verdades, éramos ciegos en algunos casos, que nos dejábamos guiar por ciegos.
(Mateo 15:14).
2. Éramos incapaces de defendernos: si venia un lobo a atacarnos, estábamos a merced
suya. No teníamos la capacidad ni siquiera de correr velozmente y mucho menos de
combatir o defendernos. Caminábamos hacia la muerte segura. No podíamos librarnos
ni del pecado ni de sus consecuencias, por más que resultaran perjudiciales para
nuestra vida. (Mateo 9:36; Efesios 2:1-2; Colosenses 2:13).
3. Éramos incapaces de producir algo bueno: quizás producíamos mucha lana, pero
sin un buen pastor que nos esquile, toda ella carecía de sentido. Incluso las buenas
acciones que pudimos haber hecho mientras estábamos apartados de Dios, son pecado
a sus ojos, porque no fueron hechas para gloria suya (Juan 15:5).
El pastor nos buscó y nos encontró
Estando muertos espiritualmente, hay algo que tenemos que reconocer: no buscamos a Dios
(Romanos 3:11). No tenemos la capacidad de acercarnos a Él, sino que sumidos en nuestra
maldad y perdición, lo rechazamos por completo. Solo cuando Él se acerca a nosotros
encontramos una razón para vivir y todo empieza a tener sentido a nuestro alrededor. No lo
escogimos nosotros, sino que Él nos escogió (Juan 15:16). Es por medio de su Palabra que
nosotros podemos llegar a tener convicción de pecado y entonces sí, por medio de su Espíritu,
tomar la decisión de negar nuestros deseos carnales y arrepentirnos. Es ahí cuando el pastor
nos guía hacia el redil. Solo por medio de Jesús, el buen pastor, y nuestra fe en Él es que
podemos llegar a ser salvos (Hechos 4:12). Él es el único camino; Él es la única puerta para
poder acercarnos al Padre, fuera de Él, nosotros permanecemos enemistados con Dios sin
ninguna posibilidad de reconciliación.

Yo Soy el buen pastor. (Juan 10:11-16)


En el capitulo anterior, el foco estuvo puesto sobre todo en nosotros y nuestro rol como
ovejas. Como estábamos perdidos y teníamos necesidad de un pastor que nos cuide, nos
proteja y nos lleve por buen camino. En este caso, vamos a poner el énfasis en cuales son las
características que tiene este pastor para llamarse “bueno”. Al igual que sucedía con la puerta,
debemos poner énfasis en que Él es el buen Pastor, es decir, el único en su tipo, hay otros
pastores, pero ninguno de ellos puede llevar el calificativo de bueno, sino que ellos son
ladrones y engañadores.
El muere por sus ovejas.
El diablo viene a nosotros con una mochila llena de acusaciones que hacernos. Y, en cierto
modo, todas son justas y reales, nosotros somos malos y nada bueno puede salir de nosotros.
Esto nos hace sentir culpables e inútiles delante de Dios; incapaces e indignos y de estar en
comunión con Él. Sin embargo, esto es una trampa, porque las cosas viejas pasaron y todas
son hechas nuevas desde que aceptamos a Jesús como nuestro salvador (2 Corintios 5:17). Es
acá en donde entra la gracia en nuestras vidas. Inmerecidamente, somos declarados justos, a
pesar de nuestra maldad, por medio de nuestra fe en Jesús. Él no solo es un pastor que esta
dispuesto a dar todo, incluso la vida, por sus ovejas, sino que lisa y llanamente dio su vida,
por sus ovejas, para que quienes crean en su sacrificio en la cruz no se pierdan, sino que
tengan vida eterna. Esto lo diferencia notoriamente de aquellos lideres religiosos que todo lo
que buscan es ganar dinero mediante lo que hacen (1 Pedro 5:2) y les interesa poco y nada
como este las ovejas, sino que en la primera señal de dificultad están dispuestos a abandonar
el barco. Ellos son los falsos maestros que pretende engañar a la iglesia.
El ama a sus ovejas.
¿Por qué da su vida por sus ovejas? Lo hace por el amor que tiene hacia ellas. No importa
todas las veces que le fallemos, Él es fiel y su amor para con nosotros permanece inmutable,
Él esta siempre dispuesto a disciplinarnos, así como también a restaurarnos para que podamos
volver a encauzar nuestro camino. Él conoce a sus ovejas e incluso las llama por su nombre,
se preocupa por ellas, las cuida y busca lo mejor para ellas.
Él une a sus ovejas.
Jesús es el Pastor que vino a unir los dos rediles: los judíos y gentiles, de la misma manera,
hoy en día Él une los diferentes rediles, que podrían representar las congregaciones, para que
formen parte de un solo rebaño, es decir un solo cuerpo en Cristo. Él rompió el muro que nos
dividía (Efesios 2:14) y ahora somos nuevas criaturas que forman parte de una nueva sociedad
santa, apartada para cumplir los propósitos y la perfecta voluntad de nuestro Dios.
Yo Soy el camino, la verdad y la vida. (Juan 14:1-14)
Jesús, en el aposento alto, les comenta a sus discípulos que ha llegado la hora de volver al
Padre. Los discípulos no entendían muy bien a qué se refería cuando decía que iba al Padre.
Ellos habían dejado sus vidas, sus familias, sus trabajos, todo para seguir a Jesús, y ahora, Él
les estaba diciendo que no lo iban a poder seguir más. Ellos querían seguirlo, querían estar
con Él, querían ir al Padre, pero no sabían como hacer esto. Es en ese momento que Jesús les
dice: “Yo Soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mi” (Juan 14:6).
Jesús: el único camino al Padre.
Esto es lo que Él afirmo, no hay otro camino al Padre, sino por Él. Jesús no le da vueltas al
asunto, si alguien quiere ir a Dios, el único camino es Él.
¿Cómo es que Él es el único camino al Padre? La respuesta es la siguiente: como todos hemos
rechazado a Dios y hemos transgredido su Ley, estamos condenados a sufrir por la eternidad.
Cada uno de nosotros, ni siquiera estamos dispuestos, en nuestra rebeldía, en buscar a Dios y
arrepentirnos por nuestra maldad, y por más que quisiéramos, la justicia de Dios demanda que
seamos castigados por nuestras transgresiones.
Es por este asunto, que Dios mando a su Hijo a que pague el castigo que nosotros
merecíamos, Él vivió una vida de obediencia perfecta a la Ley de Dios, y se entregó de
manera voluntaria para ser crucificado, de forma, que su perfecta obediencia es imputada a
todo aquel que cree en Él. Además, resucito, demostrando que su sacrificio fue aceptado por
Dios.
Somos pecadores, malvados, egoístas, egocéntricos, con un corazón con tendencias
psicopáticas, perversos, etc. y Dios es bondadoso, amoroso y, sobre todo, es Santo y Justo. No
tolera la transgresión de su Ley, porque es ella la que da orden a todas las cosas, y Dios, en
lugar de darnos el castigo que cada uno de nosotros merecíamos, decide de su propia
voluntad y amor, venir, encarnarse, dejarse humillar y por último asesinar para tomar en
nuestro lugar ese castigo. El Dios viviente y Eterno murió por nuestros pecados, no puede
haber otro camino, si fuera así, su sacrificio habría sido en vano, si fuera necesario que Él
tenga que dar su propia vida e la cruz, es porque, sin dudas, es el único medio posible para
nuestra salvación.
Jesús es la verdad y la vida.
Cristo es la Palabra de Dios hecha carne, en Él se cumplen todas las profecías y todas las
demandas de la Ley de Dios, Él es la verdad. La biblia habla enteramente de Él, solo en Él,
encontramos la vida eterna, porque Él dio su vida, a fin de que nosotros podamos tener vida
eterna junto al Padre por siempre.

Yo Soy la resurrección y la vida. (Juan 11:17-44)


Jesús, al enterarse que Lázaro de Betania (su amigo)había enfermado, intencionalmente
retraso su viaje hacia él, luego de estar enfermo por unos días, murió, esto lo hizo para que sus
discípulos crean en Él, por que pretendía realizar un milagro asombroso, la resurrección de
una persona que llevaba muerta varios días. Su principal motivación, era demostrar que Él
podía levantar a los muertos, sin importar el tiempo que haya transcurrido después del deceso.
Jesús al llegar a Betania, es recibido por Marta, hermana de Lázaro, ella le dice al Señor que,
si Él hubiera estado, su hermano no habría muerto, a lo que Jesús le contesta “Tu hermano
resucitará” Marta entendía que, en el día final, los muertos resucitarán. Jesús le responde:
“Yo Soy la resurrección y la vida”, le estaba asegurando que su hermano iba a resucitar,
porque Él mismo lo resucitaría, ya que Él es la vida eterna, esto lo vimos también en Juan
6:40, Juan 6.43 y Juan 6:54. Es Jesús el que tiene el poder de dar vida, esto es porque es Dios,
ya que solo Dios, puede dar vida y quitarla (1Samuel 2:6, Job 1:21). Es por eso por lo que
Jesús quería realizar este asombroso milagro, para demostrar que no se trataban de simples
palabras, sino que el poder de Dios residía en Él, y solo Él tenía el poder para revertir todas
las consecuencias del pecado, de la cual la peor es la muerte y la eterna separación del hombre
y Dios.
La segunda declaración es sorprendente: “El que cree en Mí, aunque muera, vivirá, y todo el
que vive y cree en Mí, no morirá jamás” la muerte, ese aterrador enemigo que se encuentra al
final de nuestra vida, ha sido vencido por Cristo. Nuestros corruptibles se gastan por
consecuencia del pecado, pero Cristo se dio a sí mismo como sacrificio para pagar nuestras
culpas. Por lo tanto, ese gigante ya no tiene poder, Cristo lo ha derrotado, por lo tanto, ya no
seremos avergonzados por la muerte y el diablo, porque “Y si hemos muerto con Cristo,
creemos que también viviremos con ÉL, sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los
muertos, no volverá a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre Él” (Romanos 6:8-9
NBLH). Ya “no hay condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1 NBLH).
Dios no se complace en la muerte del impío (Ezequiel 18:23), la justicia de Dios demanda que
seamos condenados, pero Él, en su misericordia y su gracia, nos quiere salvar. Es por eso por
lo que Cristo tomó en sí mismo nuestra condena, la muerte es la peor de las humillaciones,
nos dice que por más que intentemos todo lo que intentemos, nada de lo que hagamos nos
puede salvar de ella, es por eso por lo que necesitamos de un Salvador. Solo el poder de Su
Palabra le ordena a Lázaro salir fuera de la tumba. Los hombres muertos no escuchan, pero
este hombre resucito y contra todas las probabilidades, salió caminando. Los hombres
muertos no responden a las órdenes, esto nos da una ilustración de nuestra propia resurrección
espiritual.
Nosotros estábamos muertos espiritualmente en nuestros pecados y transgresiones (Efesios
2:1), es imposible que respondamos por nuestra propia cuenta a la Palabra de Dios, que es
algo espiritual. Cuando un hombre natural escucha el evangelio, para él son locura,
incoherencias (1Corintios 2:14), pero cuando el llamado eficaz de Dios llega a una persona,
por medio del evangelio, esta es regenerada, es decir, recibe nueva vida espiritual y por lo
tanto es capaz de responder positivamente al arrepentimiento y a depositar su confianza en
Cristo, tal cual Lázaro cuando escucho el llamado del Señor.

Yo Soy la vid verdadera. (Juan 15:1-8)


1. La vid verdadera: Es Jesús, a quien todos los creyentes deben estar aferrados si
quieren dar frutos.
2. El labrador: Es el Padre, quien poda las ramas con la finalidad de que lleven todavía
más fruto.
3. Las ramas que dan fruto: Son los discípulos verdaderos.
4. Las remas desechadas: Son los discípulos falsos.
5. El fruto: Son los resultados de haber creído en Jesús para salvación
Si Jesús se describe a si mismo como la vid verdadera, inmediatamente entendemos que
existen algunas vides que son falsas. Estas son representadas por los falsos maestros; aquellos
que pretenden tomar el lugar de Jesús en la vida de otras personas, haciéndolas depender por
competo de ellos en todos los aspectos de la vida, de la misma manera que nosotros
dependemos del Señor, estos hombres llevan a toda esa gente a la perdición junto con ellos.
Por eso debemos cuidarnos de no seguir a pastores, ni a predicadores, ni a cantantes, ni a
maestros, sino ser solo seguidores de Cristo. Debemos respetar a las autoridades espirituales
que tenemos, pero nunca permitir que ellas tomen el lugar que está reservado para Dios en
nuestros corazones.
El tiempo de la poda
La poda tiene que ver con el proceso de disciplina que debemos pasar como cristianos. En el
capitulo 12 de la epístola a los Hebreos, vemos más en detalle la importancia de esto,
enseñándonos que si bien la disciplina nunca es causa de gozo en el presente, si terminara
dando frutos de justicia. Tenemos una tendencia carnal a hacer el mal y a apartarnos de la
santidad que el Señor nos demanda. Por ello, el Padre, con amor, nos poda, de manera que
podamos enderezar nuestros caminos y volvernos a Él; que podamos sacar aquellas cosas
malas que tenemos para que así podamos dar cada vez mucho más fruto.
La herramienta del labrador
¿Qué herramienta usa Dios para esto? Jesús nos da la respuesta inmediatamente indicando
“ustedes ya están limpios por la palabra que les he dado” es decir, esta disciplina es realizada
por medio de la Palabra de Dios, que es como espejo para que nosotros podamos ver nuestra
maldad y así buscar santificarnos para cada día ser más parecidos a Jesús.
Aferrados a la vid
Así como toda rama requiere estar aferrada a un tallo para recibir todos los nutrientes que
vienen del suelo, también nosotros tenemos que estar aferrados a Jesús si queremos florecer y
dar fruto. No podemos hacerlo de otra manera que no sea por medio de Él, ¡tenemos una total
dependencia de su persona! No podemos hacer nada bueno por nuestros propios medios.
Debemos comprender que vamos a recibir lo que queramos SI permanecemos en Él y Él en
nosotros, es decir, si aquello que deseamos va conforme a los deseos de Dios y tiene propósito
final glorificarle.
“Yo Soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en Mí, como Yo en él, dará mucho
fruto; separados de Mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en Mí es
desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si
permanecen en Mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les
concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son
mis discípulos” (énfasis añadido). Al momento que Jesús viene a nuestras vidas, debemos
darnos cuenta de que no estamos entablando una relación con un ente o una persona muda.
Estamos ante una persona viva que tiene mucho para decir. Estas palabras esta escritas en la
biblia y es nuestro deber permanecer en ellas y ellas en nosotros. Cristo dentro de nosotros
deben de estar hablándonos todo el tiempo, para que esto suceda, debemos leer la biblia. La
permanencia no implica solo el conocimiento intelectual de la Palabra, sino el vivir la Palabra
de Dios, Cristo es la Palabra de Dios hecha carne. Al nacer de nuevo, ese Cristo vive en
nosotros y nosotros morimos, por lo tanto, esa Palabra se hace carne en nuestra vida y
produce la Fe que nos salva, esa Fe es la que luego produce el amor que nos hace obrar y
servir a Dios, como dice 1Juan 2:6: “ el que afirma que permanece en Él, debe vivir como Él
vivió”.
Las ramas que no son ramas
Solo son verdaderos discípulos de Jesús, aquellos que dan frutos que demuestren que han sido
salvos. Es decir, aquellos que manifiestan en su vida el fruto del Espíritu descrito por Gálatas
5; aquellos que tienen un anhelo verdadero por vivir conforme a los mandatos del Padre.
Puede que haya ramas que piensen que están aferradas a la vid, pero que en realidad no
reciben sus nutrientes y se secan; estos son falsos discípulos y lamentablemente, las iglesias
están llenas de ellos.

Antes que Abraham fuera, Yo Soy. (Juan 8:48-59)


Una vez más, como sucedía con demasiada frecuencia en ese tiempo, nos encontramos a Jesús
en una disputa abierta con los judíos. Luego de pasar por el monte de los Olivos, el Señor
regresó al templo y continuó enseñando a los que allí estaban. En ese momento empezaron
una larga discusión, en la cual Jesús era acusado, pero respondía con firmeza a cada
comentario realizado en su contra. Los judíos lo veían como un hereje y ya no estaba
dispuestos a seguir tolerando sus dichos. ¿Pero qué fue lo que causo esta discusión?, todo
comienza cuando Jesús afirma que ellos son hijos de satanás, es a partir de ello que esto
comienza, el Señor afirma que no está endemoniado, sino que Él es honrado por el Padre, y
finalmente, dice que quien cumple su palabra no morirá nunca. Ahí es cuando los judíos se
exaltan hasta lo sumo, llegando a exclamar que Jesús mostraba que estaba efectivamente
endemoniado, a partir de esta ultima frase que dijo. Por que tanto Abraham como los profetas,
los mayores iconos de la religión judía de aquel tiempo, habían muerto. Por ende ¿Cómo
podía ser que este nazareno, hijo de un carpintero tuviera la osadía de decir tales cosas? Jesús,
lejos de echarse atrás por las acusaciones, les responde con firmeza diciendo que ellos no
estaban siguiendo el camino de fe que había seguido su padre, Abraham. Él se regocijó en la
promesa de Dios de que su descendencia sería como las estrellas del cielo, y de que su
descendencia sería como las estrellas del cielo, y de que por medio de su familia serían
benditas todas las familias de la tierra. Es decir, vio a lo lejos el día en que Cristo vendría
(Hebreos 11:13).
Es luego de todas estas idas y vueltas que Jesús hace la declaración “antes que Abraham
naciera, Yo Soy” ( Juan 8:58 NBLH).
Jesús existía desde antes que Abraham
Cristo afirma haber existido desde hace más de 2000 años, algo que solo podría ser posible si
Él fuera un ser eterno. Y esto se ve justamente afirmado en la primera parte del evangelio
Juan, donde dice que en el principio era el Verbo/la Palabra (Juan 1:1). Jesús existe desde
antes de la fundación del mundo, y desde mucho antes que Abraham, el padre de la fe,
existiera.
Jesús es Dios
Hasta acá entendimos que nuestro Señor afirma ser anterior a Abraham. El problema radica en
que, si simplemente hubiera querido decir eso, tendría que haber utilizado la expresión “antes
de Abraham naciera, yo era”. Pero no, como se ve Él existió siempre, por toda la eternidad, de
manera que eso nos lleva a la clarísima conclusión de que es Dios. Y es justamente del
nombre utilizado por Dios en el relato de Moisés y la zarza ardiente, cuando este se da a
conocer, “Yo Soy”, Ego Eimi, son justamente las palabras utilizadas por Dios cuando Moisés
preguntó de parte de quien iba a hablar al pueblo (Éxodo 3:14). Esto fue intencional, Jesús
estaba afirmando, delante de los judíos, que Él era Dios.
Verdad o blasfemia
Todo esto implica considerar que lo que Él dijo, al asociarse con el nombre Yo Soy, era
verdad. Por el otro lado podemos tomar la actitud de los judíos, quienes consideran esto como
una blasfemia. Según pensaban ellos, este hombre había llegado a tal grado de locura que
pretendía ser igual a Dios. Esto era una herejía según la Ley de Moisés (Levítico 24:11-16),
por lo que ellos reaccionaron de la manera que se esperaba en estos casos: intentando apedrear
al blasfemo. Dos opciones: o creemos la verdad de Jesús o lo tratamos como un loco. No hay
termino medio para esto. Jesús podría haber dicho que lo entendieron mal, que no era lo que
ellos pensaban lo que Él estaba afirmando, pero no lo hizo, porque justamente lo que Él
afirmaba era lo que ellos entendieron: Él se conocía a sí mismo como Dios. Este apartado, nos
ayuda a entender que nunca debemos considerar a los grandes hombres del cristianismo como
superiores al mismísimo Dios. Eso les pasó a los judíos; en su afán por honrar a Abraham
pasaron por alto que estaban delante del Mesías de la promesa. Aquel que, a diferencia de los
lideres religiosos, no se honraba a si mismo, sino que recibía la honra de parte de Dios.
Que podamos reconocer al Señor como lo principal en nuestras vidas, por encima de cualquier
persona o cosa, que podamos entender que Jesús es la imagen del Dios invisible, y que se
humilló haciéndose hombre para que hoy nosotros podamos tener libre acceso al Padre.

Conclusión general:
Hemos podido introducirnos en la historia del pueblo judío, gracias a las Santas Escrituras,
indagando en el Santo Nombre de Dios, el Sagrado Nombre, el cual Israel, por medio de sus
sabios y eruditos llego a ocultar, e incluso hasta su pronunciación, el Tetragrámaton YHWH,
guardaba grandes incógnitas, un nombre que solo Dios puede atribuirse. Yo Soy el que Soy,
fue la respuesta a Moisés, denotando su trascendencia y eternidad, un nombre que fue, que es
y que será, tan Santo que llegó a ser impronunciable, los hebreos queriéndolo salvaguardar,
cometieron el error de borrarlo suplantándolo por términos que expresaban sus atributos. Ya
en el tiempo de nuestro Señor Jesús, este comenzó a usar el termino Yo Soy, de manera
indirecta, atribuyéndoselo a sí mismo, Jesús, de esta manera se presentaba delante de los
hombres como el mismo Dios, al cual ellos adoraban, el Señor Jesús, les presenta el verdadero
nombre de Dios nunca revelado, y enseña a sus discípulos a llamar a Dios “el Padre” este
nombre que es prácticamente un atributo demuestra principio, desde siempre es y será Padre,
y nosotros le estamos sujetos a su voluntad por medio de su Hijo. El Señor Jesucristo, llegó a
utilizar el termino “Yo Soy” siete veces en el Evangelio de Juan, refiriéndose a sí mismo
como el camino, la verdad y la vida, el buen pastor, la vid verdadera, la puerta de las ovejas…
y su expresión más radical, al referirse de si mismo es, el ser más antiguo que Abraham dando
a entender de esta manera Su eternidad. El Yo Soy se revela finalmente en el Eterno hijo de
Dios, la revelación final del creador, afirmando a Jesús como la imagen misma del Yo Soy
Antiguo testamentario.

Bibliografía:

1. Versión Israelita Nazarena de las Sagradas Escrituras. Yosef Aharoni


Editorial Hebraica. Pág. 5
2. Dios en la sociedad postcultural. Gabriel Richi
Editorial San Damaso.
3. Ensayo de Agustín Giménez Gonzáles. Tomado de Curso de Griego Bíblico. Allin
Trevor R.
Editorial Clie.
4. Conociendo a Jesús como el mismo se reveló. Federico Sinopoli. Matías Salerno.
Discipulado Cristiano.org

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