Introducción Al Derecho - Resumen M3y4 .
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RESUMEN
INTRODUCCIÓN AL DERECHO
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
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predicciones sobre la realidad, de modo que lo que debe ser se infiere de lo que es y de
lo que será .
• Iusnaturalismo basado en la naturaleza de las cosas: Esta concepció n fue defendida por
autores como Dietze, Maihofer, Welzel. En ella, se sostuvo que algunos aspectos de la
realidad poseen fuerza normativa y son una fuente de derecho a la cual el derecho
positivo debe adecuarse.
POSITIVISMO JURÍDICO: Debemos saber que "positivismo" es una expresió n ambigua,
puesto que existen diferentes concepciones en su seno. ¿Cuá les son las principales
concepciones? Aquí nos referiremos a las siguientes:
3.2.1. Escepticismo ético: (se opone a la primera tesis del iusnaturalismo). Puede decirse
que, en esta posició n, se encuentran Kelsen y Ross, autores que hemos estudiado en los
mó dulos anteriores (aunque ellos mismos no se identifican en esta posició n). En esta
concepció n, se considera que los ú nicos juicios cuya verdad o falsedad es decidible
racionalmente son los juicios de contenido empírico. Los enunciados morales, segú n esta
posició n, no satisfacen esa condició n y no expresan genuinas proposiciones que puedan ser
calificadas como verdaderas o falsas puesto que son subjetivos y relativos. Para Kelsen, el
concepto de justicia es un concepto que carece de sentido cognoscitivo, es un mero "ideal
irracional", cualquier intento de justificar de manera racional ciertos principios de justicia
caen en un vicio ló gico, a saber: pretender derivar juicios de "deber ser" (o normativos) de los
juicios del "ser" (o descriptivos).
3.2.2. Positivismo ideológico: cualquiera sea el contenido de las normas de derecho
positivo, este tiene validez o fuerza obligatoria y sus disposiciones deben ser obedecidas por
la població n y aplicadas por el juez, sin importar su contenido moral ("la ley es la ley"). A esta
posició n, Bobbio la denomina "positivismo ideoló gico", pero otros autores, como Ross, la
denominan "pseudopositivismo". Segú n Nino, no existe un positivista importante que adhiera
a esta tesis, puesto que, incluso con Kelsen, sería injusto atribuirle esta tesis. Este autor
sostiene que "el positivismo ideoló gico pretende que los jueces asuman una posició n
moralmente neutra y que se limiten a decidir segú n el derecho vigente" y concluye que tal
pretensió n deviene ilusoria.
3.2.3. Formalismo jurídico: el derecho está compuesto exclusivamente o
predominantemente por preceptos legislativos, esto es, normas promulgadas explicita y
deliberadamente por organismos centralizados y no por normas consuetudinarias o
jurisprudenciales. En esta concepció n, el derecho es completo (carece de lagunas), preciso
(sus normas no son vagas ni ambiguas) y consistente (no contiene contradicciones) (Estas no
son características reales de los sistemas jurídicos). Esta posició n considera que el
ordenamiento jurídico es un sistema autosuficiente que da una solució n univoca a cualquier
caso que se le presente, se encuentra unida con el positivismo ideoló gico, puesto que defiende
la sumisió n del juez a los mandatos legislativos -la idea de que el derecho se encuentra
compuesto solo por leyes- y que el juez debe decidir siempre segú n normas jurídicas y no
puede, por ende, valerse de otros principios.
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Kelsen, Ross y Hart no adhieren a esta posició n en tanto consideran que el ordenamiento
jurídico también puede estar integrado por normas de cará cter consuetudinario y
jurisprudencial.
Ross, Hart y Alchourró n y Bulygin consideran que el derecho no es autosuficiente de
soluciones, ya que los jueces, muchas veces, deben justificar sus decisiones utilizando
principios o criterios no jurídicos.
3.2.4. Positivismo metodológico o conceptual: Para Nino, tanto Kelsen, Ross, Hart, Bobbio,
entre otros, coinciden en negar a la tesis nú mero diez, es decir, aquella segú n la cual para
identificar a un sistema normativo como un orden jurídico debe verificarse que el primero
satisfaga ciertas condiciones fá cticas y se adecue a principios morales y de justicia; de lo
contrario, el sistema no puede ser considerado jurídico. Para el positivismo metodoló gico, el
concepto de derecho no debe caracterizarse por sus propiedades valorativas, sino tomando en
cuenta solo propiedades descriptivas, esto es, que las propiedades acerca de lo que el derecho
dispone no implican juicios de valor y son verificables en relació n con ciertos hechos
verificables empíricamente (Nino, 2001). La tesis central del positivismo metodoló gico se
opone, de esta forma, a la segunda tesis del iusnaturalismo, que sostiene que la identificació n
de un ordenamiento jurídico o de una norma jurídica presupone juicios valorativos acerca de
la adecuació n de ese orden a principios morales y de justicia (Nino, 2001).
3.2.5. El planteo del realismo jurídico: El movimiento denominado "realismo jurídico"
cuestiona la compatibilidad del programa positivista con la idea de caracterizar el concepto de
derecho como un sistema de normas.
3.2.6. El escepticismo ante las normas. Criticas. Examen Crítico.
a) El escepticismo ante las normas: Cuando se habla de escepticismo ante las normas, se
habla de una reacció n opuesta a lo que hemos estudiado como formalismo jurídico.
La corriente de pensamiento jurídico en EEUU y países escandinavos con Holmes, llewelyn,
Olivecrona, etc. han mostrado lo que se ha dado en llamar una “actitud escéptica ante las
normas jurídicas”.
Hart el escepticismo ante las normas es una especie de reacció n extrema contra una actitud
opuesta: el formalismo ante las normas y los conceptos jurídicos. El escéptico ante las reglas
es a veces un absolutista desilusionado: se ha dado cuenta de que aquéllas no son lo que
serían en un paraíso formalista, o en un mundo en que los hombres fueran dioses y pudieran
anticipar todas las posibles combinaciones de hechos, y la textura abierta del lenguaje no
fuese una característica necesaria de las reglas. La concepció n del escéptico sobre lo que es la
existencia de una regla puede consistir en un ideal inalcanzable, y cuando descubre que lo que
llamamos reglas no realiza ese ideal, expresa su desilusió n negando que haya o que pueda
haber regla alguna.
Es preciso detallar que existen dos grandes tradiciones en relació n con los sistemas jurídicos:
el "derecho continental europeo" (el sistema jurídico argentino pertenece a esta tradició n) y
el llamado "common law" (que impera en países como Estados Unidos).
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En los países del derecho continental europeo y en gran parte de Iberoamérica predomina un
formalismo ante las normas. El hecho de contarse en estos países con una amplia codificació n
del derecho, dio pie para que los juristas asignaran a esos sistemas, y a las normas que los
constituyen, una serie de propiedades formales que no siempre tienen: precisió n, univocidad,
coherencia, completitud, etc. Son, en ese sentido, má s dogmá ticos.
Los juristas del llamado common law, no tienen frente a si cuerpos codificados a los que
prestar una tal profesió n de fe, la mayoría de las normas las constituyen los fundamentos de
las decisiones judiciales, llamados precedentes y no tienen las propiedades formales que se
les suele asignar. Por otra parte, las normas jurídicas má s importantes son Generales, cuando
se formulan se tienen en cuenta ciertas propiedades relevantes de las situaciones
consideradas como objeto de regulació n. Segú n Llewelyn, las normas só lo sirven para
predecir la actividad de los jueces, es decir, coloca a las predicciones en lugar de las normas
jurídicas.
b) Examen crítico del realismo. El papel de las normas jurídicas: Segú n los realistas, hay
que traer el derecho a la tierra y construir una ciencia del derecho que describa la realidad
jurídica con proposiciones empíricamente verificables.
El derecho solo le permite predecir có mo se comportaran los tribunales, no cuá les son sus
deberes o facultades. Segú n Holmes y Llewelyn la ciencia jurídica solo consiste en un conjunto
de profecías sobre la conducta de los tribunales. Los mismos jueces dicen que ellos, aplican el
derecho. Si la ciencia del derecho consiste en predecir decisiones judiciales, entonces el
derecho no es má s que un cierto conjunto de tales decisiones.
Nino critica el hecho de que el realismo, desde esta postura, no deja claro quién es el juez,
puesto que para poder identificar a un magistrado competente, es preciso remitirse a una
norma que así lo disponga. Lo mismo sucede al preguntarnos qué espacio ocupan las normas
en esta concepció n. Sostiene Cohen que debe admitirse que los jueces siguen ciertas normas
generales.
Los jueces son personas autorizadas por ciertas normas para actuar como tal. De las
conductas y decisiones de los jueces solo importa el significado de lo que pronuncia, el
significado de sus expresiones suelen llamarse normas jurídicas. Entonces Lo que los juristas
predicen es que normas jurídicas particulares van a formular para resolver conflictos.
Ross define el derecho vigente, en el sentido de ordenamiento jurídico, como el conjunto de
directivas que probablemente los jueces tendrá n en cuenta en la fundamentació n de sus
decisiones. Para Ross, para que una norma integre el derecho vigente de algú n país, no hay
que verificar su validez o fuerza obligatoria, sino la posibilidad de que sean aplicadas por los
jueces. Las decisiones judiciales no constituyen el derecho sino que determinan qué normas
integran el derecho de un cierto país.
Sostiene Nino: “…las corrientes realistas má s razonables no eliminan las normas jurídicas del
aná lisis jurídico sino que proponen criterios verificables empíricamente para determinar
cuá ndo las normas integran un sistema jurídico dado.”
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3.2.7. El iusnaturalismo a partir de las tesis de Carlos S. Nino: Para Nino, la doctrina
iusnaturalista se sustenta en dos tesis filosó ficas, las cuales rezan así:
1) Hay principios que determinan la justicia de las instituciones sociales y establecen
pará metros de virtud personal que son universalmente vá lidos, asequibles a la razó n
humana, cuya validez no depende del reconocimiento efectivo de ciertos ó rganos o
individuos.
2) Los sistemas o las normas jurídicas, aun creados e impuestos por el poder estatal, no
podrá n ser calificados como Derecho, si no satisfacen los principios aludidos en el
punto 1.
Los iusnaturalistas aceptan una o ambas tesis, por lo tanto, contamos con dos posturas
bá sicas. La primera postura estaría caracterizada por aquellos que sostienen la idea de que
existe un Derecho natural en tanto conjunto de principios de justicia con validez universal que
pueden ser deducidos racionalmente (tesis I). Pero que ademá s confirman que el Derecho
positivo que no cumpla con dichos principios no podrá ser calificado como Derecho (tesis 2).
Quienes así se expresen está n ubicados dentro de la corriente llamada iusnaturalismo
mitoló gico.
Los iusnaturalistas ontoló gicos aceptan las dos tesis de Niñ o. Fin tal virtud, conciben al
Derecho natural como la ciencia del ser del Derecho (de ahí el nombre de ontoló gico), ya que
dicho Derecho natural es lo jurídico por antonomasia. Consecuentemente, esta corriente niega
el cará cter de jurídico a todo sistema o norma de Derecho positivo que no cumpla con los
principios de justicia contenidos en el Derecho natural. Es claro que para este tipo de
iusnaturalismo la relació n entre el Derecho y la moral es de cará cter no só lo necesaria sino
que condiciona la naturaleza jurídica de las normas.
La segunda postura bá sica es sostenida por los iusnaturalistas que só lo aceptan la tesis 1. Es la
corriente iusfilosó fica denominada deontoló gica, conformada por aquel grupo de pensadores
que conciben la existencia del Derecho natural en tanto principios morales y de justicia
universalmente vá lidos, asequibles a la razó n humana, que son pará metro que legitima el
Derecho positivo, determinan su medida y a los cuales debe estar sometido. El iusnaturalismo
deontoló gico no niega el cará cter jurídico del Derecho positivo, por má s que sea contrario o
violatorio de los criterios o principios del Derecho natural. Só lo se limitará a decir de tal o cual
sistema jurídico que es injusto o invá lido moralmente. Aunque le reconoce plena entidad
(validez formal) como Derecho. Aquí también es identificable una relació n de lo jurídico con la
moral, cuyo cará cter no determina la validez formal —la condició n jurídica— de una norma,
sino que condiciona su validez material, es decir, su obligatoriedad.
LAS DOS TESIS DEL IUSNATURALISMO SEGÚN CARLOS S. NlNO: ciertos iuspositivistas y
má s concretamente, los denominados positivistas metodoló gicos del tipo ético-utilitarista,
calificados así porque emplean el método positivista para identificar un sistema jurídico, pero
suscriben la existencia de principios universales de justicia (en particular, por ejemplo, el
principio de utilidad) aceptan, aunque con determinadas condiciones, la tesis I y negarían de
plano la 2. En otras palabras, si bien diversos autores incluidos en esta corriente no tienen
inconveniente en hablar de la necesidad de principios morales de validez universal que guíen
o condicionen la justicia del Derecho positivo —como por ejemplo Jeremy Bentham—, sí
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negarían que tales principios fueran calificados como Derecho. A esta primera objeció n que
inicialmente sería de orden terminoló gico, se sumará su oposició n a que esos principios
fueran condició n de validez formal del Derecho positivo. Es decir, que el concepto de Derecho
deba caracterizarse en términos valorativos —si es justo o injusto—, ya que el cará cter
jurídico de una norma debe ser identificado só lo haciendo alusió n a propiedades fá cticas —
que sea emitido y garantizado de una determinada forma—. Independientemente de su
justicia o moralidad.
La disputa entre una determinada clase de iuspositivistas e iusnaturalistas es, en un plano
inicial, de orden verbal o terminoló gico, pues autores calificados de iuspositivistas
(iuspositivismo metodoló gico tipo ético-utilitarista) y de iusnaturalistas (iusnaturalismo
deontoló gico) aceptan que la validez material u obligatoriedad de las normas jurídicas no se
funda exclusivamente en el hecho de que el Derecho positivo sea producido y garantizado
coactivamente por la autoridad estatal y bajo el procedimiento estructurado previamente
para tal efecto, sino que dicha validez demanda que la norma jurídica cumpla con principios
universales de justicia que los positivistas llaman moral ideal o principio de utilidad y los
iusnaturalistas Derecho natural.
La distancia mayor entre ambas posturas, y donde ya no habría tensió n sino rompimiento,
estaría caracterizada por dos posiciones extremas. En una los iusnaturalistas mitoló gicos,
quienes no só lo considerarían injusto a un sistema normativo que no cumpliera con las
exigencias del Derecho natural, sino que a tal sistema le negarían, incluso, el cará cter de
jurídico. En el otro extremo se ubicarían el iuspositivismo que suscribe el escepticismo ético y
el iuspositivismo kelseniano. El primero, negaría de plano la tesis 1, sosteniendo que no hay
ninguna clase de principios universales para justificar acciones individuales o instituciones, y
que tales principios no pueden ser justificados racionalmente. El segundo, aceptaría la
existencia de principios morales pero de validez relativa, no universal, y señ alaría que la
coincidencia o no con tales principios en nada afecta la validez del Derecho.
La tensió n central entre iusnaturalistas y iuspositivista radica en el tipo de relació n que se
considera debe existir entre la moral y el Derecho. Esta, como se analizará ahora, es la
principal causa de todas las disputas, y a un tiempo, el razonamiento que termina de contestar
nuestra segunda pregunta. En efecto, el origen del problema que se esconde tras la tensió n
entre iusnaturalistas e iuspositivistas no es otra que la relació n que el Derecho ha de guardar
con la moral. Problema que no se reduce só lo a una diferencia terminoló gica, sino tanto a una
de orden metodoló gico como a otra de orden metaético. Es decir, el iuspositivismo que
metodoló gicamente se acerca al Derecho independizá ndolo de aspectos valorativos, o que lo
define en términos puramente fá cticos, aludiendo a la forma en que es creado y se asegura el
cumplimiento de una norma jurídica, puede aceptar, sin ningú n problema, que el Derecho
deba ser justo, pero también que si no lo es sigue siendo Derecho.
Esta postura positivista —opina Bobbio— nos aporta las siguientes ventajas: permite
distinguir entre el Derecho real y el irreal; entre el Derecho como hecho y como valor; entre el
Derecho que es y el que debe ser.
El Derecho no debe ser justo para ser Derecho, pero sí debe o debería serlo para gozar de
plena validez material o fuerza obligatoria. Menciona Peces-Barba, a lo que el positivismo
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DIFERENCIAS ENTRE MORAL Y DERECHO: Á lvarez Ledesma sostiene que la distinció n entre
lo jurídico y lo moral no significa negar su relació n.
Sostiene el autor que la moral establece mandatos que se dan al interior de cada individuo
(implica unilateralidad: relaciones del sujeto con su propia conciencia), mientras que el
derecho regula la vida en sociedad, esto es, nuestra relació n con otros (implica bilateralidad).
Las normas morales demandan un cumplimiento espontá neo que depende de la voluntad de
cada individuo, mientras que el mandato jurídico puede ser impuesto contra la voluntad del
propio individuo por medio de la coerció n. Por otro lado, se sostiene que ambos tienen fines
distintos, puesto que la moral busca la perfecció n del hombre mismo, mientras que el fin del
derecho es social y provisorio.
Moral Derecho
La libertad humana se rige por leyes Las leyes morales que regulan el
morales, porque se dirigen a regular su comportamiento externo de los hombres son
comportamiento. las leyes jurídicas.
Interioridad de la moral. Exterioridad del derecho.
Los mandatos morales se ocupan de los Los mandatos jurídicos se preocupan de los
actos internos del hombre, de la bondad o la actos exteriores de la vida del hombre.
maldad de su proceder en términos de su
propia conciencia.
Los mandatos de la moral se dan al interior y El derecho regula la vida en sociedad,
en la soledad de cada individuo. Su cará cter nuestra relació n externa con los demá s y su
relacional es: unilateral. cará cter relacional es bilateral.
La moral tiende a la perfecció n del hombre El derecho busca los fines sociales
mismo y su finalidad es el mejoramiento provisorios. Su finalidad es regular los
individual e interno de cada hombre. comportamientos sociales en un momento y
lugar histó rico determinados.
3.2.9. Moral ideal y moral social: En el campo de la moral podemos hacer una distinció n
entre lo que se denomina moral ideal (también llamada moral crítica) y moral social (también
conocida como moral positiva)
▪ LA MORAL CRÍTICA O IDEAL: refiere a un "conjunto de principios o reglas de orden
ideal que son pará metro de bondad o maldad, criterios de correcto o ́ incorrecto para
justificar o condenar la conducta humana". Esta es la moral del hombre virtuoso que
responde a los llamados de su conciencia.
▪ LA MORAL SOCIAL O POSITIVA: supone un "conjunto de reglas de conducta con
cará cter incoercible, socialmente aceptadas, que prescriben lo que está bien o mal, lo
que hay de bueno o malo, lo que debemos o no hacer en nuestra relació n con los
demá s”. Sostiene Á lvarez Ledesma que esta constituye la moral del hombre prudente,
puesto que "responde a los llamados de lo que cree o piensa la sociedad como modelo
de correcció n pú blica".
LA RELACIÓN ENTRE DERECHO Y MORAL SEGÚN KELSEN: Kelsen estudia al derecho
positivo a través de una metodología que busca la pureza de su aná lisis, de ahí el nombre:
teoría pura del derecho. La teoría pura del derecho trata de responder a la pregunta de qué es
y có mo es el Derecho y no a la de có mo debe ser o có mo debe ser hecho. Para Kelsen, lo que
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hace a una norma jurídica no es su contenido, sino el método en que fue producida. Una
norma jurídica valida a otra y así hasta llegar a la Constitució n, vértice de la pirá mide
kelseniana. De este modo, Kelsen pretende eliminar la idea de que el derecho funde su validez
en normas de un sistema ajeno al derecho, como lo es la validez de las normas morales. Si el
derecho es vá lido en virtud de su fuente y no por su contenido, una norma jurídica goza de
plena validez y efectividad con total independencia de la justicia o injusticia de lo que predica.
No debe olvidarse que la separació n que entre moral y derecho hace Kelsen es de orden
metodoló gico; por lo tanto, solo lo jurídico puede fundar y validar lo jurídico; en suma, solo la
moral puede fundar y validar la moral. Así, para Kelsen la relació n derecho-moral es
metodoló gicamente intrascendente a efectos de dar validez a una norma jurídica, lo cual no
significa que Kelsen haya negado la existencia de sistemas jurídicos justos o injustos, cuestió n
que, con frecuencia, suele atribuírsele. Para Kelsen, la justicia es una exigencia de la moral, de
donde la relació n entre la moral y el derecho queda comprendida en la relació n justicia-
derecho. Siendo así, la justicia o injusticia de un sistema jurídico en nada afecta su validez.
La posició n de Kelsen en relació n con la justicia (moral-Derecho) es la del "relativismo",
acepta la existencia de valores relativos, rechaza los valores absolutos (una ú nica moral).
El derecho no debe ser justo para ser derecho, aunque de hecho existan sistemas jurídicos
justos o injustos. De tal suerte, ante la relació n moral-derecho, caben dos posturas para
Kelsen, las que corresponderían al iusnaturalismo ontoló gico y al positivismo metodoló gico.
La extendida y evocada idea de que Kelsen niega toda relació n posible del derecho con la
moral es falsa. Lo que Kelsen realiza es una separació n metodoló gica entre el derecho y la
moral, porque si definimos al derecho desde la moral, si condicionamos su validez a valores
morales, subrepticiamente se está integrando el derecho a una concepció n moral, lo cual haría
imposible determinar si un Derecho es justo pues la moral se hallaría mezclada con lo jurídico.
El relativismo axioló gico kelseniano acepta, consecuentemente, que la relació n moral-Derecho
se da só lo en el á mbito de la moral relativa, a la cual, incluso, el Derecho debe estar
subordinado.
Cualquier evaluació n moral que se haga sobre la justicia o injusticia de un orden jurídico
positivo es, para Kelsen, relativa y no afecta la validez de aquél.
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precisa: "Al caracterizarse como una doctrina 'pura' con respecto del derecho, lo hace porque
quiere obtener solamente un conocimiento orientado hacia el derecho, y porque desearía
excluir de ese conocimiento lo que no pertenece al objeto precisamente determinado como
jurídico. Vale decir: quiere liberar a la ciencia jurídica de todos los elementos que le son
extrañ os. Este es su principio fundamental en cuanto al método”.
Lo que la Teoría pura del derecho pretende con dicho método es, exclusiva y ú nicamente —
insiste Kelsen— distinguir su objeto. En otras palabras: "Intenta dar respuesta a la pregunta
de qué sea el derecho y có mo sea; pero no, en cambio, a la pregunta de có mo el derecho deba
ser o deba ser hecho. Es ciencia jurídica; no, en cambio política jurídica".
Kelsen El Derecho, afirma, es "un sistema de normas que regulan el comportamiento
humano".21 Empero, asimismo subraya, lo que hace a una norma jurídica no es su contenido
sino el modo en que fue producida... "El sistema normativo que aparece como un orden
jurídico, tiene esencialmente un cará cter diná mico. Una norma jurídica no vale por tener un
contenido determinado; es decir, no vale porque su contenido pueda inferirse, mediante un
argumento deductivo ló gico, de una norma fundante bá sica presupuesta, sino por haber sido
producida de una determinada manera, y, en ú ltima instancia, por haber sido producida de la
manera determinada por una norma fundante bá sica presupuesta. Por ello, y só lo por ello,
pertenece la norma al orden jurídico, cuyas normas han sido producidas conforme a esa
norma fundante bá sica."
Es preciso indicar que la separació n de ó rdenes normativos a que Kelsen alude es de orden
metodoló gico, lo cual puede enunciarse así: só lo lo jurídico puede fundar y validar lo jurídico;
só lo la moral puede fundar y validar lo moral. Es contrario a la Teoría pura del derecho
pretender hallar la validez de un orden normativo como el jurídico en la moral. Por lo tanto,
para Kelsen la relació n Derecho-moral es metodoló gicamente intrascendente a efectos de dar
validez a una norma jurídica, lo cual no significa que Kelsen haya negado la existencia de
sistemas jurídicos justos o injustos, cuestió n que, con frecuencia, suele atribuírsele "la
exigencia de distinguir el derecho de la moral, y la ciencia jurídica de la ética —escribe Kelsen
a propó sito de lo anterior—, significa que, desde el punto de vista de un conocimiento
científico del derecho positivo, su legitimació n a través de un orden moral diferente del orden
jurídico es irrelevante, dado que la ciencia jurídica no tiene que aprobar o desaprobar su
objeto, sino conocerlo y describirlo."
Este autor no niega la relació n Derecho-moral, esta relació n existe pero no es objeto de
estudio de la ciencia jurídica, sino de la moral y se resumiría en la relació n Derecho- justicia
cuyo aná lisis estaría encomendado a la É tica, por má s que los resultados de ese aná lisis en
nada afectarían la validez de un sistema jurídico. Es decir, que para Kelsen una cosa es la
validez del Derecho y otra muy distinta su justicia o injusticia; dicho de otro modo, la justicia o
injusticia de un sistema jurídico en nada afecta su validez. Para Kelsen el Derecho no debe ser
justo para ser Derecho, lo cual es independiente del hecho de que en la prá ctica existan
sistemas jurídicos tanto justos como injustos. Por lo tanto, lo que nuestro autor pretende
evitar es que se confunda una sola moral o una cierta moral como elemento de validez de tales
sistemas jurídicos, pues de ser así se estarían mezclando ó rdenes normativos de naturaleza
distinta traicionando no só lo la puridad metodoló gica con que debe ser concebido el Derecho,
sino al Derecho mismo con la moral.
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Lo que se afirma es que el derecho vale dentro del dominio de la moral, que el derecho es
parte integrante del orden moral, que el derecho es moral y, por ende, justo por su propia
esencia. En la medida en que semejante afirmació n intenta dar una justificació n del derecho
—y ahí radica su sentido propio—, debe presuponer que só lo hay una moral ú nicamente
vá lida; es decir: una moral absoluta, un valor moral absoluto; y que só lo las normas que
corresponden a esa moral absoluta y. por ende, que son constitutivas del valor moral
absoluto, pueden ser tenidas por derecho'. Es decir: se parte de una definició n del derecho
que determina a éste como una parte de la moral que identifica al derecho con la justicia”.
¿Cuá l es la relació n entre el Derecho y la moral?, Kelsen contesta que hay dos posturas
posibles y que, como ya vimos, corresponderían respectivamente a las posiciones
iusnaturalista y iuspositivista. La primera de tales posturas sostendría que "...el derecho, por
su naturaleza, también es moral, es decir: que la conducta que las normas jurídicas exigen o
prohíben, también son exigidas o prohibidas por las normas de la moral; que cuando un orden
social exige una conducta, que la moral prohíbe, o prohíbe una conducta que la moral exige,
ese orden no constituye derecho, por no ser justo".31 La segunda postura, por su parte,
afirmaría, en el marco del positivismo jurídico, ". que el derecho puede ser moral —en el
sentido señ alado, es decir, justo— pero no es necesario que lo sea; el orden social que no es
moral y, por ende, que no es justo, puede ser, sin embargo, derecho, aun cuando se acepte la
exigencia de que el derecho deba ser moral, esto es, justo".
Queda claro que Kelsen separa por razones puntuales Derecho y moral, pero acepta que un
sistema jurídico sea calificado de justo o injusto, de moral o inmoral. Luego entonces acepta,
igualmente, un tipo de relació n entre lo moral y lo jurídico. ¿Cuá l es esta relació n? Dijimos
antes que Hans Kelsen es un relativista ético, por lo cual rechaza la existencia de valores
absolutos, de una sola moral, de "la moral". La discriminació n entre los ó rdenes normativos de
la moral y el Derecho también quiere dejar asentada la no existencia de una moral por
excelencia. De ahí que... "Si una teoría del derecho positivo sustenta la exigencia de distinguir,
en general el derecho de la moral, y en especial, el derecho de la justicia, de suerte de no
entremezclarlos, se dirige así contra la opinió n tradicional, mantenida como cosa de suyo por
la mayoría de los juristas, segú n la cual, só lo habría una ú nica moral vá lida; lo (pie implica:
una ú nica moral absoluta, v, por ende, una justicia absoluta."
¿Debe el Derecho ser justo? Por supuesto nuestro autor contestaría que el Derecho para ser
Derecho no requiere de ser justo, pues su validez demanda exclusivamente se cumpla con una
condició n formal, a saber, que en su elaboració n se hayan observado las formalidades que la
norma jurídica prescriba. Por lo demá s, en tomo a la exigencia de que el Derecho deba ser
justo no queda má s que responder que dado que la justicia se da en la relació n Derecho-moral,
tal relació n operaría só lo en el á mbito de una moral relativa, a la cual, cabe aceptar, el Derecho
debe estar subordinado. Así, dice Kelsen: "Si só lo se presupone un valor moral relativo, la
exigencia de que el derecho deba ser moral, lo que implica deba ser justo, só lo puede significar
que la configuració n del derecho positivo debe corresponder a un determinado sistema moral,
entre los muchos posibles; con lo cual, con todo, no se excluye la posibilidad de la exigencia de
que la conformació n del derecho positivo deba corresponder a otro sistema moral, con el cual
posiblemente de hecho concuerda, aun contrariando alguno de los diferentes sistemas
morales". En consecuencia, continú a Kelsen: "Si, bajo el presupuesto de valores puramente
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relativismo, ya que el subjetivismo no es sino una de las varias formas que puede adquirir
dicho relativismo. De tal suerte, en autores como Kelsen, má s que con una posició n
subjetivista pura, nos encontramos ante un relativismo de tipo socioló gico, es decir, la
aceptació n de que los valores existen, pero no son otra cosa que las prescripciones
prevalecientes en una sociedad, las cuales varían de una a otra.
Queda claro que de la posició n relativista de Kelsen pueden deducirse varias conclusiones:
▪ la justicia de un sistema de Derecho será tan relativa y variable como la moral con
relació n a la cual se mida;
▪ un sistema jurídico puede ser justo respecto de una sociedad y un momento histó rico y
no serlo respecto de la moral propia de otra sociedad, incluso, contemporá nea;
▪ el sistema jurídico de una misma sociedad puede ser justo respecto de la moral
sostenida en una época, e injusto respecto de la moral de ese mismo pueblo pero de
una época distinta;
▪ un sistema jurídico puede ser justo respecto de la moral social prevaleciente en una u
otras naciones v ser definitivamente injusto respecto de una moral ideal o crítica.
Del aná lisis de las tesis de la neutralidad y del subjetivismo o relativismo, cuyas posturas
teó ricas no se implican mutuamente y, por lo tanto, pueden aceptarse conjunta o
independientemente, contrastadas con las dos tesis del iusnaturalismo segú n Cario S. Niñ o,
surgen varias conclusiones interesantes:
▪ Aceptar la tesis de la neutralidad metodoló gica implica, necesariamente, rechazar la
tesis 2 de Niñ o o viceversa; es decir, quien niegue la tesis de la neutralidad
metodoló gica o approach positivista suscribe que só lo puede ser calificado como
Derecho aquel que sea justo.
▪ Aceptar la tesis del subjetivismo implica, necesariamente, negar la tesis I de Niñ o o
viceversa; es decir, quien acepta la tesis I del iusnaturalismo suscribe la idea de
principios o valores absolutos de justicia y es, por lo tanto, un objetivista ético.
▪ Entonces, es perfectamente posible encontrar autores iuspositivistas que, sin dejar de
serlo, pueden aceptar la tesis I del iusnaturalismo. Estos autores son monistas y
exclusivistas, por ser, precisamente, iuspositivistas, pero aceptan que el Derecho pueda
estar guiado por valores absolutos los que, si no son perseguidos por el Derecho, no le
quitan a éste tal cará cter. Sin embargo, estos autores, bajo ninguna circunstancia (ni
formal o semá ntica ni material) concederá n que a esos valores absolutos se les
identifique con la idea o el concepto de Derecho natural. Primero, porque el calificativo
'derecho' queda reservado para el Derecho positivo (recuérdese que los iuspositivistas
son monistas), y segundo porque la fundamentació n de principios o valores absolutos -
como el de utilidad, para ciertos autores como Hentham— puede justificarse bajo otro
tipo de criterios racionales y no necesariamente bajo los del Derecho natural. El só lo
uso de ese nombre, subrepticiamente sugeriría la fundamentació n aristotélico-tomista.
Asimismo, es perfectamente posible encontrar iusnaturalistas que, sin dejar de serlo, acepten
la tesis de la neutralidad metodoló gica o approach positivista. Por ende, nos hallaríamos ante
iusnaturalistas que suscriben la tesis 1 de Niñ o pero niegan la 2; es decir, piensan que el
Derecho debe guiarse o es justo só lo si cumple con los principios absolutos y universales de
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
justicia predicados por el Derecho natural, pero que si no los contempla, busca o alcanza sigue
y seguirá siendo Derecho.
Bobbio al respecto: "Creo que el modo má s prudente de responder a la pregunta acerca de si
cierto autor es iusnaturalista o positivista, es decir, con un gesto de cautela '...depende'.
Depende del punto de vista en el cual uno se coloca para juzgarlo. Puede suceder que sea
positivista desde un cierto punto de vista y iusnaturalista desde otro. En la medida en que sea
ú til, pongo como ejemplo mi caso personal: ante el enfrentamiento de las ideologías, donde no
es posible ninguna tergiversació n, soy iusnaturalista; con respecto al método soy, con igual
convicció n, positivista; en lo que se refiere, finalmente, a la teoría del derecho, no soy ni lo uno
ni lo otro".
Respecto de la tesis de la ley prá cticamente ningú n positivista sostiene que la ú nica fuente de
Derecho sea ésta. Existen, desde luego, el Derecho consuetudinario y el Derecho judicial,
segú n provengan, respectivamente, de la costumbre jurídica y de las decisiones de los jueces o
tribunales. La naturaleza del Derecho no depende de un concepto teó rico sino de los dictados
concretos de cada sistema u ordenamiento jurídico en particular.
En torno a la tesis de la subsunció n, vale decir, que al aplicar o crear el Derecho, jueces y
legisladores recurren, necesariamente, a consideraciones valorativas. La teoría jurídica
moderna rechaza ampliamente la utilizació n de medios exclusivamente ló gicos para crear y
aplicar normas jurídicas.
Esto es independiente del hecho de que para conceptuar al Derecho, como sostiene la tesis de
la neutralidad. Se pueda hacer caso omiso de consideraciones valorativas. Ambas tesis son,
por lo tanto, autó nomas y casi nadie sostiene que "...quien aplica el derecho actú a como una
especie de 'autó noma de la subsunció n 'que, con medios exclusivamente ló gicos, puede
averiguar el derecho que hay que aplicar al caso concreto
La tesis má s utilizada para criticar a Kelsen y al positivismo jurídico en general, es la del
legalismo. Es decir, afirmar que el Derecho debe ser obedecido siempre, en todas las
circunstancias, por má s inmoral o injusto que sea su contenido. Esta posició n, en torno a la
cual es muy difícil encontrar autores que la sostengan, hado titulada por Bobbio como
positivismo ideoló gico y predica, abundando en la descripció n anterior, que cualquiera que
sea el contenido de las normas de Derecho positivo, éste tiene validez o fuerza obligatoria y
sus disposiciones deben ser necesariamente obedecidas.
3.3.2. Crítica a la teoría kelseniana y a algunas tesis iuspositivistas: Una primera
deficiencia de la teoría kelseniana tiene que ver con su método. Existen mú ltiples argumentos
respecto de la correcció n de la tesis de la neutralidad, siempre que ésta se conciba como una
tesis metodoló gica para acercarse al Derecho en los términos planteados por Bobbio. Para ser
má s específicos, como una tesis antes que para definir al Derecho sirve para identificar ¡as
reglas jurídicas. Kelsen redujo su concepció n del Derecho a la dimensió n normativa. Sin
embargo, el Derecho es má s que un conjunto de normas distintas, y no absolutamente
independientes, de la moral. La moral también condiciona al Derecho, no en su validez formal,
como Kelsen exclusivamente distinguió , sino en relació n con su validez material, esto es, su
obligatoriedad. El purismo kelseniano no logra explicar de manera exacta las consecuencias
de la relació n Derecho-moral, de ahí que por má s que Kelsen sostenga la posibilidad de una
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
subordinació n del primero en relació n con una moral relativa, no acierta a responder
satisfactoriamente respecto de los efectos determinantes que, en el mundo del ser, en la
realidad del Derecho, acarrea la existencia de un sistema normativo injusto o inmoral. Porque,
si bien es cierto que el Derecho no requiere ser justo para ser Derecho, es también cierto que
todo Derecho requiere de un mínimo grado de moralidad y justicia para ser obedecido. En
otras palabras, la obediencia al Derecho es un aspecto que Kelsen obvió y que afecta de forma
sustancial el planteamiento del objeto que, segú n él mismo, debe guiar a la Ciencia Jurídica: la
respuesta a la pregunta "qué sea y có mo sea el Derecho". El contenido de las normas jurídicas
—su validez material, su moralidad, su justicia— es determinante para su obediencia. La
obligatoriedad del Derecho no funciona, segú n Kelsen describe, como un proceso mecá nico o
de mera imposició n, un mandato exento de toda carga moral eficiente, el cual se asume por los
ciudadanos dado el hecho simple y llano de tratarse de una ley, proceso en el que no cabe
ninguna consideració n ulterior. El Derecho mismo es obedecido porque se parte del
presupuesto de que lo que está prescrito en éste es moral o justo (obligatoriedad prima facie),
circunstancia que de resultar falsa luego de un aná lisis moral, dará lugar a que se cuestione en
ú ltima instancia ya no su validez formal (que puede ser perfecta), sino su validez material y.
por lo tanto, las razones que justifican su obediencia.
La ambició n kelseniana por fundamentar la obligatoriedad del Derecho en el Derecho fue
infructuosa. El deber ser no puede fundarse en el ser, el Derecho requiere, necesariamente, de
otras razones para originar una legítima valide/ material, es decir, tendrá que aludir a razones
de distinto orden. Sin embargo, Kelsen su método, a la pregunta ¿por qué obedecer al
Derecho?, contestó : "debemos obedecer al Derecho porque otra norma de Derecho dice que
debemos obedecerlo". Esta respuesta nos basta hasta que llegamos a la norma jurídica
jerá rquicamente superior, la Constitució n. Entonces, debemos volver a preguntarnos ¿por qué
obedecer a la Constitució n? Kelsen respondería: porque existe una norma hipotética
fundamental que nos ordena que debemos obedecer a la Constitució n, es decir, que debemos
asumir o presuponer que ésta y, por lo tanto, las normas jurídicas que dimanan de ella, son
vá lidas. En conclusió n, Kelsen no ofrece una respuesta satisfactoria, má s bien elude una
pregunta que ahí sigue: ¿Por qué debemos asumir o presuponer que las normas son vá lidas '.'
Para Laporta el error radica en la alusió n a esa supuesta norma hipotética fundamental:
"Porque una categoría ló gico-trascendental puede ser en lodo caso condició n de posibilidad
del conocimiento de las proposiciones del derecho, es decir, podría ser un instrumento apto
para la descripció n correcta de las normas jurídicas, pero en ningú n caso implicaría la
aceptació n de las mismas como vá lidas".
'validez' no parece significar en Kelsen simple pertenencia al sistema, sino algo má s. O bien
significa fuerza vinculante, o bien significa aceptació n generalizada. En este segundo caso, la
validez no pasa de ser sino la existencia empírica de pautas de uso organizado de la fuerza,
pero ello no nos dice nada sobre su obligatoriedad, su 'validez' en el primer sentido. Pero si
validez en este primer sentido denota obligatoriedad o fuerza de vincular, entonces
parecemos abocados a dar una fundamentació n moral a las normas jurídicas. Kelsen, por
tanto, ha fracasado.
¿Tienen algo en comú n el Derecho y la moral de hoy y de ayer que nos permita identificarlos
como tales? La respuesta es, sí lo tienen. La relatividad no puede ser tan radical, mientras
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
ciertos hechos de nuestra existencia (y que está n detrá s de la funció n que cumplen el Derecho
y la moral) no se transformen de forma total, por ejemplo, nuestra condició n de mortales,
nuestras necesidades materiales, la erradicació n absoluta de la violencia y agresividad
humanas, etcétera.
El hecho de que existan má s de una moral, má s de un punto de vista respecto a la bondad o
maldad, de la correcció n o incorrecció n de las acciones humanas, ¿significa acaso que todos
éstos son igualmente valiosos o correctos Kelsen derivó del respeto a los distintos puntos de
vista morales la tolerancia, toda vez que si ninguna moral es absoluta la mejor actitud que
puede adoptarse ante tal circunstancia es respetar los puntos de vista morales de los demá s.
Por lo tanto, ¿debemos dar igual valor a una moral que acepta el desprecio a los má s débiles o
que sostiene la superioridad de alguna raza? ¿Estaremos inermes para argumentar en contra
de esa moral, porque una moral contraria a esas posiciones es tan vá lida como la primera? El
relativismo ético absoluto nos lleva a una situació n en la que da exactamente igual tomar una
posició n u otra, lo cual parece ser teó rica y prá cticamente insostenible.
Hart, en un famoso artículo sobre el positivismo y la independencia entre el Derecho y la
moral, realizó un muy interesante aná lisis de tales posiciones. É l considera cinco argumentos
como ú tiles para identificar, a su vez, "...cinco o má s sentidos de 'positivismo' debatidos en la
jurisprudencia contemporá nea"," éstos son:
1) Las leyes son mandatos de seres humanos.
2) No hay una relació n necesaria entre Derecho y moral, o entre el Derecho existente y el
Derecho tal como debe ser;
3) El aná lisis de los conceptos jurídicos (o el estudio de su significado): a) merece llevarse
a cabo\ b) debe distinguirse de la investigació n histó rica sobre los motivos u origen de
las leyes, de la investigació n socioló gica sobre la relació n del Derecho con otros
fenó menos sociales y de la crítica o valoració n del Derecho desde el punto de vista de
la moral, los fines sociales, las "funciones", etc.;
4) Un ordenamiento jurídico es un sistema ló gico cerrado en el que pueden deducirse por
medios ló gicos las decisiones jurídicas correctas de normas legales preestablecidas, sin
referencia a fines sociales, directrices, o pautas morales;
5) No pueden afirmarse o defenderse juicios morales, aunque esto sea posible en la
exposició n de hechos, mediante argumentos racionales, testimonio o prueba ("ética no
cognoscitiva")
La Deó ntica realiza el estudio del deber ser a través de los conceptos y sistemas normativos,
es decir, de cualquier sistema de normas. Este puede realizarse por medio de la Semá ntica
deó ntica. Analizando los conceptos normativos y de la Ixígica deó ntica.
3.3.3. Consideraciones finales: La cuarta interrogante quedaría planteada en estos
términos: ¿Es necesario que el Derecho sea moralmente obligatorio?, en otras palabras, ¿es
menester que el Derecho esté dotado de validez moral? En definitiva, ¿tiene algú n objeto
vincular el Derecho con la justica? ¿Sirve para algo la moral? Tanto la moral crítica o ideal
como la moral positiva o vigente son pará metros de las conductas humanas, demarcan los
límites de nuestras acciones individuales y colectivas. Hablamos de razones de orden superior
que guían el comportamiento de las personas. Pero, ¿para qué nos sirven dichas razones de
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
orden superior? 118. La moral cumple una tarea de singular importancia: justificar, en ú ltima
instancia, la elecció n, jerarquía y renuncia de los intereses que guían las conductas humanas a
nivel individual y social. "Si la moral tiene alguna funció n —escribe Niñ o—, ella es
precisamente hacer que los individuos obren en cierta forma deseable aun cuando ello
contraríe su propio interés. Cuando la conducta deseable es en interés del agente no se
necesita la moral sino que el individuo actú a a la luz de consideraciones prudenciales. Es
posible que un individuo perciba que puede resultarle a la larga provechoso el ser moral, pero
el ser moral implica desentenderse en ciertas á reas, de cá lculos de autointerés." En este
sentido, es evidente que todo Derecho, como medio regulador de conductas sociales, como
prescripció n de lo que debe ser, hacerse o no hacerse socialmente, contiene, necesariamente,
una moralidad intrínseca, una escala de valores en funció n de la cual se justifica lo debido.
Cuando hablamos del valor del Derecho queremos destacar dos aspectos centrales
relacionados, respectivamente, tanto con la importancia de éste en toda sociedad como con la
relació n que establece con la moral. De una parte, el Derecho aporta con mayor o menor éxito,
orden, seguridad e igualdad que su sola presencia asegura, por tal razó n puede hablarse del
valor de lo jurídico.
El Derecho, como instrumento que rige la conducta social, establece una forma específica de
conducir nuestras relaciones con los demá s y con la autoridad. Asimismo determina a través
de las normas, un cierto orden legal, un á mbito de acció n preestablecido y seguro que está
prescrito por medio de dichas reglas de conducta.
Este marco de acció n delineado por la ley, establece una suerte de justicia formal que no se
agota en sí misma, porque el orden, la seguridad y la igualdad son, como el Derecho, valores
mediatos, instrumentales, cuya naturaleza demanda un fin específico.
Los valores jurídicos son valores mediatos, instrumentales, por estar en funció n de los valores
superiores o ú ltimos que el Derecho necesariamente comporta y que legitiman la
determinació n de qué conductas deben imponerse por considerarse buenas o justas, y cuá les
deben evitarse y sancionarse, en su caso, por valorarse como malas o injustas. Ixi
obligatoriedad del Derecho está sujeta a la moralidad, a la idea de justicia, a la escala de
valores que comporte. Tal sería un primer e innegable nexo entre el Derecho y la moral.
La aceptació n de este nexo entre Derecho y moral implica afirmar que la validez como
obligatoriedad no puede sustentarse exclusivamente en el Derecho mismo, salvo que se trate
de una obligatoriedad prima facie, que parta de presuponer que las normas jurídicas poseen
fuerza moral al ser validadas por una autoridad sustentada en una base éticamente
reconocida —como la de un Estado constitucional democrá tico, por ejemplo, que proteja y
promueva la los derechos fundamentales de la persona humana.
La separació n Derecho-moral es indispensable para la identificació n de las normas jurídicas.
Sería metodoló gicamente inaceptable aproximarse al Derecho si hiciéramos depender el
cará cter jurídico de las normas de su justicia o injusticia, de su obligatoriedad moral. La
identificació n de las normas jurídicas deberá hacerse por métodos empíricos, es decir, en
funció n de su fuente y no de su contenido, tal como se sostiene en el enfoque (approach)
iuspositivista o el positivismo metodoló gico.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
Ihenng en su libro clá sico IM lucha por el derecho pensaba que: "El derecho es una idea
prá ctica, indica un fin, y como toda idea de tendencia, es esencialmente doble porque encierra
en si una antítesis, el jin y el medio. /.../ Má s el medio, por muy variado que sea, se reduce
siempre a la lucha contra la injusticia. La idea del derecho encierra una antítesis que nace de
esta idea, de la que es completamente inseparable: la lucha y la paz; la paz es el término del
derecho, la lucha es el medio para alcanzarlo. /... / El derecho es el trabajo sin descanso, y no
solamente el trabajo de los poderes pú blicos, sino también el de todo el pueblo. Si abrazamos
en un momento dado toda su historia, nos presenta nada menos que el espectá culo de toda
una Nació n, desplegando sin cesar para defender su derecho tan penosos esfuerzos como los
que hace para el desenvolvimiento de su actividad en la esfera de la producció n econó mica e
intelectual. Todo hombre que lleva en sí la obligació n de mantener su derecho, toma parte de
este trabajo nacional, y contribuye en lo que puede a la realizació n del derecho sobre la
tierra”.
3.4.3. Desobediencia civil y objeción de conciencia: una actitud extrema dentro de las
posibilidades existentes es la de una franca oposició n a todo el sistema político-jurídico por
considerarlo injusto, enfrentá ndolo incluso por vía de la violencia, con las armas. Estamos
ante la acció n revolucionaria que legitima su proceder en razones tales como la necesidad de
implantar un concepto de justicia diferente del mantenido por el régimen jurídico en cuestió n,
quizá s a través de una nueva Constitució n, así como un ideario político que pretende
transformar la estructura y el funcionamiento del Estado, la distribució n de la riqueza,
etcétera. En el otro extremo se halla la actitud de sumisió n total por parte de los gobernados a
cualquier ley o acto de gobierno a pesar de su injusticia. Las causas de dicha conducta son
también de diversa índole. Pueden aducirse razones de conciencia ciudadana como el caso de
Só crates quien, no obstante saber injusta la sentencia que lo condenó a muerte, la asume por
considerar má s correcta e imperativa la obediencia que debe a la ley todo ciudadano por el
bien de la polis, antes que la desobediencia a ésta aun conociendo su injusticia. En el á mbito
estricto de la moral individual, diría Só crates, es preferible sufrir una injusticia que cometerla.
La desobediencia civil y la objeció n de conciencia son dos actitudes ético-políticas que pueden
asumirse antes leyes o actos de gobierno considerados injustos y que se ubicarían en el punto
medio de la revolució n y la sumisió n.' Para John Rawls la desobediencia civil es el "...acto ilegal
pú blico, no violento, de conciencia pero de cará cter político, realizado habitualmente con el
fin de provocar un cambio en la legislació n o en la política gubernativa".* Se trata, entonces,
de la asunció n de una actitud de resistencia que no niega validez al régimen de Derecho o al
sistema político en su totalidad, sino a ciertas leyes o actos gubernamentales. La
desobediencia civil puede ser directa, si implica la contravenció n de la misma ley calificada de
injusta, o indirecta, si por el contrario se opta por actos de resistencia que no comportan la
violació n de la ley impugnada.
La desobediencia civil puede ir acompañ ada o realizarse con independencia de las acciones
legales que el sistema jurídico establezca, de hecho, como apunta Rawls: "Quienes recurren a
la desobediencia civil para protestar contra leyes injustas no está n dispuestos a desistir si los
tribunales se manifiestan en desacuerdo con ellos... Por objeció n de conciencia entendemos el
incumplimiento de un precepto legal o administrativo má s o menos categó rico que suele
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RESUMEN
argü ir razones religiosas o de moral crítica o individual, es decir, razones de conciencia, para
no obedecer al Derecho.
En este caso, a diferencia de la desobediencia civil, no se invocan las convicciones de la
comunidad (moral social) o la violació n al segundo está ndar valorativo del sistema jurídico en
cuestió n, sino las consideraciones morales personalísimas de cada ciudadano,
consideraciones que no pretenden necesariamente (aunque puedan provocarlos de modo
indirecto) un cambio en la legislació n o la adhesió n de la mayoría o de ciertos sectores de la
població n.
La desobediencia civil es un acto pú blico, sustentado en razones de moral social, en el
concepto de justicia comú nmente aceptado y normalmente planteado por el propio
ordenamiento jurídico en su norma má xima, la Constitució n. Los actos de desobediencia civil
persiguen repercusiones políticas que redundan en un cambio del hacer gubernamental o en
la abrogació n de una ley. La objeció n de conciencia, en cambio, suele ser un acto privado,
apoyado en razones de moral crítica que pueden ser o no compartidas por la mayoría, ni
coincidir con los está ndares de justicia o moral pú blica generalmente aceptados. Los objetores
de conciencia no tienen como propó sito central influir en las conductas de los otros (aunque,
como ya dijimos, sin proponérselo puedan hacerlo) y menos aú n cambiar la legislació n o la
política gubernamental, sino só lo quedar exentos, que no privilegiados por ello, del
cumplimiento de una ley.
Otras diferencias palpables son las siguientes: la desobediencia civil por lo general conlleva la
violació n intencionada de la ley injusta o de otras leyes como modo de protesta y la
consecuente aceptació n de las sanciones que acarrea un proceder ilegal. En cambio, en el
á nimo del objetor de conciencia no está violar la ley injusta (salvo que no tuviera otro
remedio), ni otras leyes para protestar por la primera; es má s, éste aceptaría en algunos casos,
el que se le impusiera otro deber jurídico, como sucede con el servicio social sustitutorio para
quienes se niegan a realizar el servicio militar." Mientras la desobediencia civil puede
traducirse en actos de protesta colectivos de quienes mantienen la misma doctrina política o
ideología de la justicia, la objeció n de conciencia es un acto esencialmente individual, al que
otros pueden sumarse pero por distintas razones de conciencia, compartiendo o no la misma
ideología política que, para este caso y no para desobediencia civil, resulta irrelevante.
¿Puede el Derecho aceptar la desobediencia civil o la objeció n de conciencia? que si bien desde
el punto de vista ético-político la desobediencia civil está justificada, el Derecho posee
importantes argumentos para considerar inaceptable la desobediencia civil en términos
estrictamente jurídicos. Sería contradictorio que la ley autorizara a violar la ley. Contradicció n
que, sin embargo, no justifica el que un sistema jurídico otorgue el mismo tratamiento a un
desobediente civil que a un delincuente cualquiera." el ordenamiento otorga al juez la facultad
de valorar y ponderar ciertas circunstancias por demá s excepcionales para no aplicar la ley o
exigir la obediencia al Derecho.
Ronald Dworkin sugiera un tratamiento singular a los desobedientes civiles, proponiendo el
uso de cierta discrecionalidad (arbitrio), permitiéndole a la autoridad la ponderació n de la
situació n concreta para determinar las repercusiones que los hechos delictivos de
desobediencia civil han causado.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
Hay que entender que la desobediencia civil es una forma extraordinaria de protesta o
resistencia pacífica realizada por los ciudadanos, que suele implicar una violació n menor a la
ley, amparada de modo má s general en el respeto primigenio al ordenamiento constitucional,
para evidenciar pú blicamente la violació n a ese ordenamiento. Hablamos de una "violació n
menor a la ley" en el sentido de que busca evitar que se produzca un mal mayor o una
violació n má s grave. Puede realizarse paralelamente o con independencia de las vías legales
reconocidas por el propio ordenamiento para obtener un resultado má s rá pido dada la
urgencia del caso, para ejercer una presió n política y obtener una respuesta favorable de los
tribunales (si se hace uso concomitante de los recursos jurisdiccionales), o só lo para concitar
el apoyo de la població n en ciertas causas comunes.
Las distinciones entre desobediencia civil y objeció n de conciencia que en teoría parecen
diá fanas en la prá ctica a veces no resultan tanto, porque quienes llevan a cabo tales acciones,
sobre todo los desobedientes civiles, suelen mezclar razones de conciencia crítica con razones
políticas y de moral social para justificar sus conductas. Un ejemplo paradigmá tico que
ademá s nos servirá para ilustrar todo lo dicho, es la actitud de desobediencia civil que
adoptara Henry David Thoreau —hombre excepcional, filó sofo y escritor norteamericano del
siglo pasado.
Desobediencia civil Objeció n de conciencia
Acto ético-político ante leyes o actos de Incumplimiento de un precepto legal o
gobierno considerados injustos. administrativo que suele argü ir razones
religiosas o de moral crítica para no
obedecer al Derecho.
Ilegal Legal
Pú blico Privado (excepcionalmente pú blica)
No violento No violento
Con el fin de provocar un cambio en la Satisfacer la conciencia del hombre virtuoso,
legislació n o en la política gubernativa. la congruencia entre los actos jurídicos
pú blicos (la obediencia al Derecho) y las
convicciones morales de quien o quienes se
oponen a leyes que violan flagrantemente
sus convicciones personales.
Actitud de resistencia que no niega la validez Acto apoyado en razones de moral critica
del régimen de derecho o del sistema que pueden o no ser compartidas por la
político en su totalidad, sino a ciertas leyes o mayoría ni coincidir con los está ndares de
actos gubernamentales. justicia o moral pú blica generalmente
aceptados. No tiene como propó sito central
influir en las conductas de nosotros y menos
aú n cambiar la legislació n o la política
gubernamental, sino só lo quedar exentos,
que no privilegiados por ello del
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hombre dedicarse a la erradicació n del mal. Por monstruoso que sea. Puede tener, como es
lícito, otros asuntos entre manos; pero si es su deber al menos, lavarse las nuinos de él.
Y si no se va a preocupar má s de él. Que, por lo menos, en la prá ctica, no le dé su apoyo. Si me
entrego a otros fines y consideraciones, antes de dedicarme a ellos, debo, como mínimo,
asegurarme de que no estoy pisando a otros hombres".
Thoreau quebrantó la ley, adoptó una actitud de desobediencia civil por razones de conciencia
individual pero también, como hemos visto, de ética política y, ademá s, lo hizo con base en
una contundente crítica y llamado a la conciencia de sus contemporá neos: "¿Fijaos qué gran
inconsistencia se tolera! He oído decir a conciudadanos míos: 'me gustaría que me ordenaran
colaborar en la represió n de una rebelió n de esclavos o marchar hacia Méjico; veríamos si lo
hago'; y en cambio ellos mismos han facilitado un sustituto directamente con su propia lealtad
e indirectamente al menos con su dinero".
El dilema que la tesis de Thoreau plantea no es fá cil de resolver, porque... ¿cuá l es la actitud
que debe adoptar un ciudadano crítico y congruente con su conciencia individual para no
traicionarla dado que ciertas acciones o políticas gubernamentales le parecen gravemente
injustas? ¿Có mo actuar con conciencia sin dejar, al mismo tiempo, de ser un buen vecino?
Thoreau propone con su propio ejemplo un camino: el de la desobediencia civil: "Si mil
hombres dejaran de pagar sus impuestos este añ o, tal medida no sería ni violenta ni cruel,
mientras que si los pagan, se capacita al Estado para cometer actos de violencia y derramar la
sangre de los inocentes. É sta es la definició n de una revolució n pacífica, si tal es posible"."
Pero la oposició n al pago de impuestos no puede ser absoluta, explica Thoreau: "Nunca me lie
negado a pagar el impuesto de carreteras porcpie estoy deseoso de ser un buen vecino, como
de ser un mal sú bdito; v respecto del mantenimiento de las escuelas, estoy contribuyendo
ahora a la educació n de mis compatriotas"., Es decir, segú n Thoreau, que la desobediencia civil
posee también un cará cter politizante y educativo para la sociedad. Thoreau desobedeció la
ley. No pagó el "impuesto de los votantes" y fue encarcelado una noche. Un amigo suyo cubrió
el impuesto y Thoreau quedó libre. Pero, Si Thoreau desobedeció la ley, no lo hizo só lo por el
llamado de su conciencia, por eso escribió : "Bajo un gobierno que encarcela a alguien
injustamente, el lugar que debe ocupar el justo es también la prisió n. Hoy, el lugar adecuado,
el ú nico que Massachusetts ofrece a sus espíritus má s libres y menos sumisos, son sus
prisiones; se les encarcela y se les aparta del Estado por acció n de éste, del mismo modo que
ellos habían hecho ya por sus principios. Ahí es donde el esclavo negro fugitivo y el prisionero
mejicano en libertad condicional y el indio que viene a interceder por los dañ os infligidos a su
raza deberían encontrarlos; en ese lugar separado, pero má s libre y honorable, donde el
Estado sitú a a los que no está n con él sino contra él: esta es la ú nica casa, en un Estado de
esclavos, donde el hombre libre puede permanecer con honor"
Si Thoreau buscaba una excusa para obedecer al Derecho, tal parece que él no aceptaría, en
principio, otra obligació n moral má s allá que la que le imponga su conciencia v, en
consecuencia, só lo estaría justificada la obediencia al Derecho si éste coincide con aquélla.
Luego entonces, ¿Thoreau rechazaría una obligació n moral de obedecer al Derecho justo'.'
3.4.5. Algunas respuestas al problema de la obediencia al derecho: Jorge F. Malem Señ a
ha dicho que para establecer cuá l es la actitud que deben guardar los ciudadanos respecto de
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
las normas estatales "...se suelen utilizar normalmente los términos 'deber' y 'obligació n'
como si fueran sinó nimos, y por lo general no habría mayor inconveniente en entender qué
quiere decir quién nos pregunta si tiene la obligació n (o el deber} de obedecer la ley. Pero el
uso indiscriminado de 'deber ‘y 'obligació n' tanto en el lenguaje ordinario como en el moral
pueden ser fuente de no pocas confusiones”
La obligació n como un tipo específico de deber jurídico (stricto sensu), y el deber jurídico lato
sensu. Es el caso, que en la obligació n se dan contraprestaciones recíprocas específicas y
existe una correlació n que suele surgir de manifestaciones de la voluntad que conducen a una
vinculació n jurídica precisa entre acreedor y deudor. En cambio, el deber jurídico lato sensu
surge en aquellas situaciones en las que alguien no está , con respecto a los demá s, en una
situació n jurídica correlativa (como un vendedor con un comprador y viceversa), sino en el
opuesto jurídico segú n han evidenciado autores como Hohfeld y Gutiérrez y Gonzá lez
Características de las obligaciones las siguientes:
1) nacen de actos voluntarios-,
2) requieren de acciones individuales para crearlas;
3) son interpersonales.
4) se dan entre sujetos bien determinados;
5) su contenido está perfectamente individualizado ,
6) son correlativas, esto es, existe una perfecta reciprocidad entre derecho-deber y deber-
derecho.
Características de los deberes:
▪ Son independientes de los actos voluntarios que los pudieron originar (como el deber
de respetar a los demá s seres humanos, sus propiedades o posesiones).
▪ Son asumidos con independencia de su contenido, porque suelen nacer de la posició n,
funció n o papel que una persona desempeñ e (los deberes de los hijos respecto de los
padres).
▪ Ejemplos de uso de esta expresió n: "debes respetar a los demá s" "debes estudiar" En
términos éticos las promesas serían un típico ejemplo de obligaciones morales.
El término obligació n para aquellos deberes asumidos de forma voluntaria por el actor o
actores, con lo cual es la expresió n parece tener un "sentido moral má s fuerte" que el de los
deberes asignables a las personas, deberes que se originan, simplemente, del rol o posició n
que dichos actores desempeñ an. El deber posee una "carga moral menos fuerte" respecto del
concepto de obligació n. La obligació n es, en suma, un deber asumido voluntariamente y, por
consecuencia, con una carga moral mayor. Vinculando estos términos con el problema de la
obediencia al Derecho se entenderá mejor la utilidad de su precisió n.
Esta primera posició n, que es planeada por el iusfiló sofo españ ol Felipe Gonzá lez Vicén.
Responde en forma negativa y su polémica tesis central podría plantearse así: no existe un
fundamento ético absoluto para obedecer al Derecho pero sí para su desobediencia. Hemos
elegido para iniciar esta posició n negativa no só lo por el cará cter provocador que en sí mismo
posee, sino porque su exposició n y la de las críticas que se le han encaminado, nos permitirá
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
conocer de entrada los aspectos filosó ficos centrales que subyacen en la cuestió n de la
obediencia al Derecho.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
a) "De las diez a la doce del día se prohíbe a los paseantes ingresar en este parque
con animales domésticos ";
b) "De las diez a las doce del día se autoriza a los paseantes a ingresar en este
parque con aninudes domésticos ",
2. Antinomia total-parcial:
a) "De las diez a las doce del día se prohíbe a los paseantes ingresar en este parque
con animales domésticos ";
b) De las diez a la una de la tarde se autoriza a los paseantes ingresar en este
parque con animales domésticos ";
3. Antinomia parcial-parcial:
a) "De las diez a las doce del día se prohíbe a los paseantes ingresar en este parque
con animales domésticos y con balones de fú tbol ";
b) "De las diez a las doce del día se autoriza a los paseantes ingresar en este
parque con animales domésticos y con balones de baloncesto”.
Otros tipos de contradicciones en el ordenamiento jurídico denominadas antinomias
impropias, toda vez que se refieren a distintos aspectos de tal ordenamiento, y no
necesariamente a normas contradictorias jurídicamente. Aquí, dado el cará cter introductorio
de este aná lisis, só lo haremos referencia a las llamadas antinomias de principio y a las
antinomias de valoració n quiere, no só lo de normas que autorizan, prohíben o penan, sino de
está ndares que enuncian consideraciones ideales o paradigmá ticas cuya funció n es orientar al
Derecho. Por lo tanto, es posible que en un orden jurídico convivan principios que pueden
llegar a enfrentarse, como los de libertad versus seguridad o individualidad versus bien
comú n. En tales casos el juez se topará con una antinomia de principio. Se habla, en cambio de
una antinomia de valoració n o contradicció n axioló gica, cuando la solució n que el sistema
jurídico atribuye a un caso indica, segú n ciertas pautas valorativas, que otro caso debería
tener una solució n diferente de la que el sistema le da. Impropias. El juez, al enfrentarse con
normas contradictorias tendrá que recurrir a diversas reglas para optar entre una de éstas, en
funció n de los criterios jerá rquico, cronoló gico y el de la especialidad. Luego entonces, entre
dos normas contradictorias prevalecerá la jerá rquicamente superior (una norma
constitucional sobre una reglamentaria); la norma nueva que deroga a la antigua; la norma
que tiene cará cter especial o una excepció n y desplaza a la regla general.
4.1.3. La plenitud del ordenamiento jurídico y sus lagunas: la característica de la plenitud
del ordenamiento jurídico sea má s importante aú n. Por su mayor vinculació n con la labor
jurisdiccional. É sta predica que los sistemas jurídicos cuentan siempre con una norma para
resolver cualquier problema. Un ordenamiento es incompleto o insuficiente cuanto tiene
"lagunas", má s precisamente, cuando el sistema jurídico no comprende la norma que prohíbe
un cierto comportamiento específico ni la norma que lo autoriza.'
Contra la idea de la existencia de lagunas en el ordenamiento jurídico se alza la posició n de
quienes piensan que el Derecho es un sistema pleno, las supuestas "lagunas" equivalen
solamente a un espacio jurídico vacío.40 Los espacios jurídicos vacíos dejados por el Derecho
no son fallas del mismo, sino limites naturales que todo ordenamiento jurídico posee. Las
actividades humanas reguladas por el Derecho tienen para éste un cará cter relevante, en
cambio, las no reguladas resultan una esfera del comportamiento humano jurídicamente
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
irrelevante. En conclusió n, no existen las susodichas lagunas, sino simples espacios jurídicos
relevantes o espacios jurídicos irrelevantes o vacíos.
Hans Kelsen, quien participaba de esta posició n, llamó a esta norma general excluyente,
principio de clausura, el cual estipula: "todo lo que no está prohibido está permitido". Dicho
de otro modo, a toda norma particular inclusiva que regula una conducta corresponde una
norma general excluyente que se ocupa de todas las demá s conductas no reguladas por la
primera. Sin embargo, esta idea del espacio jurídico pleno da por sentado que los
ordenamientos jurídicos só lo poseen esta "pareja" de normas, sin reparar en un tercer tipo
que "...es inclusiva como la primera y general como la segunda, v que podríamos denominar
norma general inclusiva
En efecto, la norma general inclusiva es aquella segú n la cual en caso de lagunas en el
ordenamiento jurídico el juez debe recurrir a la norma que regula casos similares o materias
aná logas.
En el caso de la norma general inclusiva el problema, como es de suponerse, consiste en la
determinació n de la similitud. Para ello es necesario que el juez haga uso de la interpretació n,
esto es, desentrañ ar cuá l es el sentido de la norma, cuá l es la semejanza relevante, la ratio
legis que permita aplicar la misma solució n del caso regulado al caso no regulado. En suma:
los ordenamientos jurídicos prevén para casos diferentes no contemplados la norma general
excluyente. y para casos similares no contemplados la norma general inclusiva; la primera
solucionará la laguna de modo contrario al supuesto regulado; la segunda lo hará de modo
idéntico al supuesto regulado.
Finalmente, en cuanto a las lagunas del Derecho, la doctrina las clasifica en varios Tipos;
1. lagunas propias son aquellas que aparecen dentro del propio sistema jurídico y que se
salvan por vía de la norma general inclusiva o exclusiva. Estas lagunas pueden
obedecer a causas:
• objetivas: como el cambio en las condiciones sociales, políticas, econó micas o
tecnoló gicas que hagan insuficiente u obsoleto el ordenamiento jurídico; o,
• subjetivas: es decir, obra de errores involuntarios o voluntarios del legislador. Lo
anterior se presenta, por ejemplo, cuando se redactan normas muy generales —
lagunas intralegem— o muy específicas —lagunas prueterlegem—dada la
complejidad de la materia o para que sea el juez por medio de la interpretació n
quien, segú n las circunstancias concretas, dé solució n al problema.
2. lagunas impropias cuando la insuficiencia de un ordenamiento jurídico resulta del
aná lisis de éste respecto de un ordenamiento ideal, como el Derecho natural.
3. Lagunas ideológicas son característicamente impropias, y consisten no en la falta de
una norma jurídica, sino en la falta de una solució n satisfactoria. En otros términos,
aunque la norma exista la solució n que ésta prescribe se considera injusta. La manera
de hacer frente a estas lagunas sui géneris es Legislando, es decir, creando una nueva
norma que se considere justa o satisfactoria, o modificando, en este sentido, aquella
que se piense injusta.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
Los sistemas jurídicos son sistemas abiertos, por lo tanto, con entradas y salidas. Ni todas las
soluciones está n ni proceden de ellos mismos, ya que muchos de sus contenidos normativos
provienen, como de hecho sucede, de otros ordenamientos con los cuales está en permanente
relació n. Si los sistemas jurídicos fuesen cerrados, herméticos, sería inadmisible, incluso como
excepció n, que se otorgara validez a los actos jurídicos realizados con base en sistemas
jurídicos extranjeros.
La plenitud de un ordenamiento jurídico, entendida como previsió n de todas las soluciones a
todos los casos, es distinta a la demanda dirigida al juez y al ordenamiento en general de
resolver toda controversia. La plenitud es una exigencia de la Ixígica. En cambio, la demanda
dirigida al juez de atender y resolver todo caso Que le sea planteado, es una exigencia de la
seguridad jurídica Para que un ordenamiento jurídico cumpla con su funció n original deberá
dar respuesta a cualquier caso que se le plantee, no podrá rehuirlo, pues los particulares
sabrían que, en ciertos casos, la autoridad no decidirá , disminuyendo así su fuerza y su
credibilidad.
4.1.4. El ordenamiento jurídico como un sistema abierto y su dimensión espacial-
temporal: El cará cter abierto del ordenamiento jurídico es relevante en la medida en que éste
no se encuentra solo ni aislado La vida y el desenvolvimiento del ordenamiento jurídico como
sistema se da en un espacio y un tiempo histó rico determinados, lo cual significa que en otros
espacios o en el mismo y contemporá neamente, existen otros ordenamientos con los cuales,
necesariamente, convive.
Al interior del espacio donde rige un sistema jurídico éste se relaciona con ordenamientos no
jurídicos, de los cuales quizá s el má s relevante sea la moral. Sabemos que las relaciones con la
moral positiva son permanentes y sus frutos evidentes cuando, por ejemplo, el Derecho
formaliza jurídicamente comportamientos que antes só lo eran regulados por normas propias
de tal moral.
Por lo que toca a las relaciones de un ordenamiento jurídico con ordenamientos jurídicos
ubicados fuera de su á mbito territorial de validez, éstas pueden ser las que se producen:
1. entre ordenamientos jurídicos de dos países o Estados distintos; y las que se dan, a su
vez,
2. entre los ordenamientos jurídicos de esos distintos Estados nacionales y el Derecho
internacional.
En lo correspondiente a las relaciones entre los ordenamientos jurídicos estatales y el
Derecho internacional, no hay unanimidad respecto de si esas relaciones son de coordinació n
o de supremacía del Derecho internacional respecto de los ordenamientos estatales.
En cambio, lo que sí resulta innegable es el avance, cada día mayor, de los á mbilos de
competencia cedidos al Derecho internacional por los ordenamientos estatales, así como el
protagonismo progresivo del ordenamiento jurídico internacional en la resolució n de
problemas vinculados con materias como el comercio, el medio ambiente y los derechos
humanos. La posibilidad de coaliciones o conflictos espaciales entrambos ordenamientos
jurídicos es evidente, con mayor razó n a la luz de conceptos tradicionales como los de
soberanía estatal y supremacía constitucional.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
Las relaciones de los ordenamientos jurídicos en el tiempo, cabe destacar que cuando dos
ordenamientos poseen un mismo á mbito de validez espacial y material, pero no temporal, sus
relaciones pueden dan lugar a diversos problemas jurídicos, principalmente en lo (pie toca a
su aplicació n. Tal situació n se presenta, específicamente, en el supuesto de que un
ordenamiento jurídico nuevo remplace, derogue o abrogue a uno viejo, sea por vías ajurídicas
(golpe de Estado, revolució n, etcétera) o en el marco del propio ordenamiento jurídico (como
la elaboració n de una nueva Constitució n o la derogació n de una o varias leyes). Dado el
talante introductorio de este texto, aquí y má s adelante, só lo nos concentraremos en el ú ltimo
caso.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
vá lido en todo lugar y en todo tiempo. Esta circunstancia afecta de manera singular el proceso
de aplicació n del Derecho, pues tiene frente a si dos principios bá sicos que la condicionan:
1) No cabe la aplicació n extraterritorial de la ley, dado que las relaciones entre
ordenamientos jurídicos estatales distintos es de exclusió n.
2) No cabe la aplicació n retroactiva de la ley, es decir, ésta debe regir para el hoy y el
mañ ana, no para el ayer, a efecto de propiciar seguridad jurídica.
4.3.1. Aplicación de las leyes en el tiempo: el desuso o la costumbre no pueden derogar o
abrogar una ley. A menos que el legislador incorpore dicha costumbre al ordenamiento y la
formalice como norma jurídica. Por lo tanto, só lo una ley nueva abroga o deroga una anterior,
ni el desuso ni aú n la prá ctica en contrario pueden jurídicamente hacerlo. Las leyes han de
regir para el presente y futuro y no para el pasado. La razó n de ser del principio de
irretroactividad de la ley. Insistimos, es la seguridad jurídica.
La retroactividad de la ley: Para Rafael Rojina Villegas son tres, fundamentalmente, las
hipó tesis posibles relativas a los conflictos de leyes en el tiempo. Veamos en cuá l de ellas cabe
la posibilidad de que una ley se aplique retroactivamente:
1) La situació n jurídica objeto de estudio (hecho o acto jurídico, derecho u obligació n),
nació v produjo todos sus efectos bajo la vigencia de la ley anterior, en esta hipó tesis
no hay duda respecto de la aplicabilidad exclusiva de la ley antigua.
2) La situació n jurídica en cuestió n, nació bajo la vigencia de la nueva ley. Está bien
evidente que sol«» la ley nueva será aplicable.
3) La situació n jurídica nació bajo la vigencia de la ley anterior, pero continuó
produciendo sus efectos al entrar en vigor la ley nueva. Es ésta la hipó tesis donde
realmente surge la posibilidad de la aplicació n retroactiva de la ley.
El problema de la aplicació n retroactiva de la ley, como aparece arriba, se presenta só lo en las
situaciones jurídicas de tracto sucesivo. Es decir, que cuando se promulga una nueva ley hay
situaciones jurídicas que está n en curso. Así, en la hipó tesis 3 existen dos leyes, la antigua y la
nueva, que pueden ser aplicadas a una misma situació n jurídica y, por lo tanto, al juez se
presenta una situació n de conflicto.
4.3.2. Aplicación de las leyes en el espacio: Las relaciones entre dos ordenamientos
jurídicos de países distintos es, en principio, de exclusió n, dado que cada uno posee su propio
á mbito espacial de validez-
De esta suerte, la aplicació n de sus normas ha de circunscribirse a su propio territorio. Una
situació n contraria violaría el principio de no aplicació n extraterritorial de la ley.
Marcel Planiol explica en estos términos la anterior situació n: "Las leyes son obra de una
soberanía territorial necesariamente limitada; los diferentes estados, soberanos en su
territorio, son respectivamente independientes unos de otros. Si se aplicase rigurosamente
este principio, se negaría autoridad a las leyes de un
Estado fuera de su territorio; cada nació n se encerraría en su territorio para ser absoluta, con
exclusió n de cualquiera otra; pero perdería toda acció n sobre aquellos miembros suyos que se
encontrasen en el extranjero ".En efecto, la aplicació n rigurosa del principio de territorialidad
suprime todo conflicto entre ordenamientos jurídicos distintos. Sin embargo, concluye Planiol,
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
las excepciones a este principio, o sea, el reconocimiento de autoridad a las leyes extranjeras
por parte de un sistema jurídico, abre la posibilidad de una penetració n recíproca de
diferentes legislaciones lo que origina una serie de problemas espaciales.
De tal manera que la condició n esencial para que pueda producirse el conflicto espacial es la
aplicació n extraterritorial de la ley. A su vez, para que tal aplicació n se produzca, un
ordenamiento jurídico debe permitir que una ley extranjera se aplique en su territorio. Para
ello es necesario que conforme a dicho ordenamiento sea posible y lícita esa aplicació n, ya sea
porque una ley del mismo así lo reconozca, o porque su jurisprudencia haya elaborado un
sistema que permite tal hipó tesis. La ley puede ser expresa o puede crear un sistema general
de reciprocidad internacional que admita la aplicabilidad de la ley extranjera.
Ahora bien, el conflicto de leyes en el espacio puede darse, también, entre ordenamientos
jurídicos que conviven en el mismo espacio territorial, como es el caso del ordenamiento
federal y los ordenamientos de sus entidades federativas. Es perfectamente posible que
entrambos ordenamientos se produzca una colisió n, y dos jueces, uno estatal y uno federal, se
consideren competentes para conocer de un caso concreto.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
La interpretació n jurídica se realiza sobre textos normativos, sobre el discurso del intérprete
discurso técnicamente estará constituido por:
a. El enunciado interpretativo es el que adscribe (extrae o asignar significado a un texto
normativo)
b. La disposició n es el enunciado normativo (la ley, por ejemplo) que se interpreta o es
objeto de interpretació n.
4.4.2. Naturaleza, tipos y teorías de la interpretación jurídica:
LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA: Es la Actividad de naturaleza intelectual y aplicació n
prá ctica, que opera sobre textos normativos y que pretende descubrir y/o asignar
significados.
El objetivo de la interpretació n en el Derecho es eminentemente prá ctico, pues está ligada y
dirigida a los casos reales que ha de regular.
La interpretació n jurídica es una actividad de naturaleza intelectual y aplicació n prá ctica, que
opera sobre textos normativos y que pretende descubrir y/o asignar significados.
Es necesario apuntar que la aplicació n del Derecho es una operació n cuya funció n está
encomendada a los jueces y a los funcionarios administrativos, en cambio, la interpretació n es
una actividad intelectual que puede ser llevada a cabo por cualquier sujeto. Por ende, la
aplicació n implica a la interpretació n, ya que los jueces de algú n modo llevan a cabo cierta
clase de actividad interpretativa antes de emitir una sentencia o decidir cuá l es la norma
aplicable a un caso concreto. Si bien los juzgadores son los ú nicos facultados por la ley para
tales efectos, en materia de interpretació n todos pueden realizar labores interpretativas:
litigantes, doctrinarios, estudiantes de Derecho.
La interpretació n jurídica se encuentra encuadrada por dos polos: de una parte está n las
normas que regulan la interpretació n en cada sistema jurídico, y de la otra, el acto mismo de
interpretar. El intérprete es el mediador entre ambas.
Existen dos conceptos de interpretació n jurídica:
1 - Interpretación en sentido estricto: atribució n de significado a una formulació n normativa en
presencia de dudas o controversias.
Aquí la interpretació n só lo es requerida:
a) cuando un significado es oscuro o discutible.
b) cuando se duda sobre si es aplicable o no a un determinado supuesto de hecho.
La interpretació n en sentido estricto, procede de diferente manera:
a) Si la formulació n normativa es oscura o discutible, procede la interpretació n.
b) En los supuestos de hecho si la aplicació n es incierta o discutible, si el caso no es
claro, procede la interpretació n.
c) Si la formulació n normativa es clara o no controvertida, la interpretació n carece de
sentido.
d) Si los supuestos de hecho recaen sin problema en su campo de aplicació n, no
procede la interpretació n.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
importancia se manifiesta cuando entre las partes de un contrato no hay acuerdo o de plano
hay conflicto respecto de cuá l es el sentido de alguna de sus clá usulas. En estos casos
corresponderá al juez, como intérprete oficial y autoridad, indicar cuá l es dicho sentido.
¿A qué ha de atenerse el juez? ¿En qué debe basarse su interpretació n?
Siguiendo a Bonnecase, al juez se le presentan tres alternativas:
1. Separar la voluntad de la persona de los autores del acto y confiar al juez la misió n de
determinar su alcance.
2. Sujetarse a la expresió n literal o verbal de la voluntad de las partes.
2. Sujetarse a la voluntad interna o psicoló gica de las partes.
La primera alternativa, rechazada por el propio Bonnecase, só lo se explica en funció n de las
otras dos. El juez, para interpretar un contrato debe sujetarse a la voluntad declarada o
sujetarse a la voluntad interna de los contratantes. La interpretació n no puede hacerse
arbitrariamente sobre la nada.
La segunda alternativa da supremacía a la forma en pro de la seguridad jurídica corriendo el
riesgo de encasillar la voluntad de las partes en los términos que correcta o incorrectamente
la expresen.
La tercera alternativa se sustenta en la idea de si es la voluntad la causa suprema de los
contratos, la intenció n comú n interna de las partes contratantes prevalece, siempre, sobre el
sentido literal de los términos.
La segunda y la tercera alternativas conducen el ejercicio interpretativo a situaciones
extremas descuidando ya la voluntad, como elemento clave en los contratos, ya la seguridad
jurídica como exigencia del Derecho.
LOS INTÉRPRETES.
La interpretació n es un acto intelectual que se desarrolla entre dos polos, a saber, las normas
que la regulan y el acto mismo de interpretar. En medio de ambos se halla el intérprete.
¿Quiénes pueden interpretar el Derecho? Si bien el protagonista de la interpretació n es el juez,
ello no obsta para que otras personas puedan, con objetivos y necesidades distintos,
convertirse en intérpretes, un particular, un abogado, un estudioso del Derecho e, incluso, el
propio legislador. No todas estas interpretaciones tendrá n el mismo valor la interpretació n
puede clasificarse en: judicial, científica y auténtica.
La interpretación judicial es aquella que realizan los jueces.
La interpretació n judicial só lo obliga a las partes involucradas en una sentencia, es decir, a
quienes se dirige la norma jurídica individualizada. Esa obligatoriedad es general cuando tal
interpretació n se convierte en jurisprudencia, o sea, cuá ndo se torna en interpretació n
jurisprudencial.
La interpretación científica o doctrinal es aquella que realizan los científicos, doctrinarios,
estudiosos o especialistas del Derecho. En realidad esta interpretació n la realiza un perito en
cuestiones jurídicas, un particular calificado, por eso algunos autores la denominan privada.
La interpretació n doctrinal es una especie de interpretació n privada. Dado el hecho de que
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
4.4.6. El significado de las palabras: Explica Genaro Carrió que una de las principales
funciones que tienen las palabras es la de referirse a objetos, propiedades, fenó menos,
actividades, estados de á nimo, etc., y agrega: "Como nuestro equipo lingü ístico no es lo
suficientemente rico, ni habría ventaja alguna en que lo fuera tanto, no disponemos de una
palabra para cada objeto individual, para cada hecho concreto, para cada propiedad de cada
objeto individual o hecho concreto, etc. (…). El nuestro [nuestro lenguaje] está armado en base
a palabras generales que sirven para aludir a grupos o familias de objetos, hechos o
propiedades, y no en base a nombres propios de objetos, hechos o propiedades individuales."
(Carrió , 1994, p. 27)
Para poder interiorizarnos en el estudio del significado de las palabras, debemos conocer dos
nociones bá sicas: denotació n y connotació n:
Denotación (o extensión): “es la clase de cosas o hechos nombrada o nombrados por la
palabra” (Nino, 2001, p.251).
Connotación (o designación o intensión): “es el conjunto de propiedades que deben reunir
las cosas o hechos para formar parte de una clase denotada por el término” (Nino, 2001,
p.251).
Así, Nino indica que la connotació n y la denotació n está n en funció n recíproca: cuando la
connotació n se amplía, la denotació n posible de la palabra se restringe. Y a la inversa: si la
connotació n es menor, la denotació n es mayor:
"Si la designació n [connotació n] se amplía (por ejemplo, porque antes se exigían las
propiedades A y B para que un objeto integrara una clase y ahora requieren A, B y C), la
denotació n posible de la palabra se restringe, porque hay potencialmente menos objetos que
reú nan un mayor nú mero de propiedades definitorias. A la inversa, una exigencia menor en
cuanto a la designació n [connotació n] de la palabra, lleva a una extensió n mayor de la
denotació n potencial de ella" (Nino, 2001, p. 252)
¿Qué propiedades pueden tener las cosas en relación al lenguaje?
1) Propiedades definitorias: características que constituyen la connotació n de un
término y su ausencia en una cosa o hecho da lugar a que la palabra en cuestió n no
le sea aplicable.
2) Propiedades concomitantes: su presencia no es necesaria ni suficiente para el uso
del término (Nino, 2001). Estas propiedades pueden ser a su vez: Contingentes
[Negritas agregadas] en el sentido de que unos objetos de la clase poseen las poseen
[a esas propiedades] y otros no. Por ejemplo el ser de raza blanca en una propiedad
concomitante contingente en la clase de los hombres. Otras características
concomitantes son Universales [Negritas agregadas] puesto que de hecho aparecen
en todos los individuos de una clase. Por ejemplo, el medir menos de cuatro metros
es una propiedad que poseen todos los miembros de la clase designada con la
palabra “hombre”.
Existen diversas clases de definiciones, veamos algunas de ellas:
1) Definición lexicográfica: es una definició n informativa. Esta definició n: “será
verdadera o falsa segú n su correspondencia o no con el uso que pretende describir.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
para constituir una oració n). Hay dos clases de proposiciones segú n sea el procedimiento que
se utilice para determinar su verdad o falsedad;
1. Las proposiciones analíticas son aquellas cuya verdad o falsedad se determina por el mero
aná lisis semá ntico o sintá ctico de la oració n que la expresa y, en ú ltima instancia, por
aplicació n de las leyes ló gicas. Por ejemplo, el enunciado: "los perros son mamíferos" es una
proposició n analítica, puesto que implica, segú n el significado de la palabra "perro", que
ciertos mamíferos son mamíferos, lo cual resulta verdadero por la sola aplicació n del
principio de identidad. Los enunciados analíticos, o son ellos mismos contradictorioso sus
opuestos son contradicciones. La verdad o falsedad de los enunciados analíticos es necesaria,
puesto que se mantiene independientemente de có mo sea la realidad y se la detecta a priori
de toda verificació n empírica.
2. Los enunciados no analíticos se denominan sintéticos. Son aquellos cuya verdad o falsedad
no se determina por el mero aná lisis del enunciado ni por la aplicació n de leyes ló gicas. Estos
enunciados no son contradictorios ni su negació n constituye unacontradicció n. Ejemplos
como "la pipa está prendida", "hace frío", "los cuerpos caen en direcció n al centro de la tierra".
La concepció n empirista sostiene que todos los enunciados sintéticos tienen una verdad
contingente, ya que depende de que algo ocurra o no ocurra en la realidad, lo cual só lo puede
establecerse a posteriori de una adecuada verificació n empírica (experiencia). Los enunciados
son para esta concepció n o bien analíticos y necesarios o bien sintéticos y contingentes.
4.4.8. Los problemas de interpretación del lenguaje jurídico: En ese sentido, es relevante
mencionar que el significado de las oraciones está determinado por el significado de las
palabras que la integran y por el ordenamiento sintá ctico de ellas (Nino, 2001). Como indica
Nino, en ocasiones, las palabras usadas en una oració n pueden presentar problemas para
determinar su significado o bien, los propios vínculos sintá cticos entre términos son los que
dan lugar a equívocos dentro de la oració n (Nino, 2001).
Para el autor, esto se da porque el lenguaje utilizado habitualmente para la comunicació n, o
lenguaje natural, padece de ciertos defectos frecuentes que dificultan la transmisió n e
interpretació n clara del mensaje. Así, el determinar el significado de una oració n, estará
atravesado no só lo por el contexto lingü ístico en el que se formula (las frases que se dicen
antes y después) sino también por la situación fáctica en la que se enuncia la oració n (el
lugar, el momento, etc.) (Nino, 2001).
En ese sentido, Alf Ross, como se cita en Nino (2001, p.259), señ ala dos tendencias
interpretativas diferentes que pueden adoptar ante un texto lingü ístico:
1) Interpretación Subjetiva: centra la preocupació n en la intenció n que tuvo el que
formuló la oració n.
2) Interpretación objetiva: interesa no tanto lo que quiso o no quiso decir el autor del
texto, sino lo que efectivamente se dijo, otorgando mayor peso al significado que
poseen las palabras empleadas en el lenguaje ordinario.
4.4.9. La ambigüedad: implica que la interpretació n de una oració n puede arrojar má s de
una proposició n posible. Podemos hablar, en lo concreto, de ambigü edad semá ntica y de
ambigü edad sintá ctica.
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INTRODUCCIÓN AL DERECHO UES21
RESUMEN
La ambigü edad semá ntica se da de diferentes maneras. Por un lado podemos hablar de
ambigü edad por homonimia accidental. Para ilustrarlo, retomamos el ejemplo ofrecido por
Nino (2001, p. 261): Si se dice "El cabo de Hornos es muy frío", se puede dudar si se alude al
clima de una determinada regió n austral o a la falta de sensibilidad de un militar que se
apellida es "de Hornos" (Nino, 2001, p.260).
la ambigü edad semá ntica puede darse por un uso metafórico del término, como es el caso de
la palabra "rama" para referirse a las divisiones de una ciencia (por ejemplo, la rama del
derecho administrativo), o la palabra "arteria", para referirse a las calles de una ciudad (Nino,
2001, p.261).
En primer lugar, de la conectiva "o" (que en ló gica es llamada "disyunció n"). Esta conectiva
tiene la dificultad de que a veces funciona como una disyunció n excluyente (por ejemplo:
"puedes comer fruta o helado", está claro que só lo puede optarse por una de las dos
opciones), y otras como una disyunció n incluyente (por ejemplo: "la caja contiene libros de
derecho o de filosofía", puede contener una, la otra o ambas cosas).
Existen casos en los que la conectiva tiñ e de ambigü edad a la frase y confunde al usuario.
Echave, Urquijo y Guibourg sostienen que esa ambigü edad puede consistir: "en que la
conjunción disyuntiva 'o' del lenguaje natural puede entenderse como 'una cosa o la otra, pero
no ambas', o bien, como 'una cosa, la otra o ambas simultáneamente'" (2002, p. 54). Asimismo,
tenemos las frases de excepción o condición.
Otro problema de ambigü edad sintá ctica se presenta con los pronombres puesto que
también abren el juego al equívoco. Aquí, el ejemplo de Nino es el siguiente: "Si un abogado le
dice a su cliente: 'el juez puede decretar contra usted la prisión preventiva y e embargo de
bienes; pero ello no obstante, se podrá apelar'" (Nino, 2001, p. 262) el cliente podría dudar si la
apelació n se hace extensible a la prisió n preventiva o só lo se le permitirá en el caso de que
opere el embargo.
los equívocos pueden provenir de los adjetivos o de las frases adjetivales. Aquí, Nino
representa el problema con el siguiente ejemplo: "só lo voy a invitar a mi casamiento a los
parientes y a los amigos que me hagan un regalo generoso", se genera la siguiente duda ¿los
parientes también deberá n hacer un regalo generoso para ser invitados a la boda? Como
vemos tanto a nivel semá ntico como sintá ctico la ambigü edad genera inconvenientes en el
lenguaje natural. Y si consideramos que las normas que el legislador dicta está n construidas
en lenguaje natural, podemos anticipar que se encuentran repletas de este tipo de equívocos.
4.4.10. Vaguedad o imprecisión de los términos: La vaguedad combinatoria: sostiene Nino
"resulta que no siempre la designación de una palabra está constituida por propiedades que sea,
cada una de ellas, aisladamente considerada, necesarias para el uso del término" (Nino, 2010, p.
265). Lo que sucede es que, en algunas ocasiones, las propiedades relevantes para usar una
palabra pueden estar ausentes y la palabra es utilizada igualmente porque existen otras
propiedades relevantes.
Otra especie de vaguedad es lo que se denomina la textura abierta del lenguaje ya que
supone un vicio potencial que atraviesa a todas las palabras que componen a los lenguajes
naturales, es decir, incluso las palabras má s precisas nos pueden hacer dudar sobre su
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aplicació n. Segú n Carrió el uso puede estar de una palabra totalmente "abierto" (Carrió ,
1994). Nino nos llama al ejemplo del término "lapicera": elemento que sirve para escribir con
tinta sobre una superficie apta.
4.4.11. La carga emotiva del lenguaje: Otras palabras hacen referencia a objetos o hechos,
pero ademá s expresan ciertas actitudes emocionales que ellos provocan en el que las usa. Tal
es el caso de las llamadas "malas palabras", que llevan una carga emotiva de la cual carecen
otros términos con idéntico significado descriptivo, pero que se usan en contextos
Emotivamente neutros. Asimismo, tienen un fuerte significado emotivo, ademá s del
cognoscitivo, palabras como "democracia", "dictadura", "idiota", "derecho", "crimen", etcétera.
La carga emotiva de las expresiones lingü ísticas perjudica su significado cognoscitivo,
favoreciendo su vaguedad, puesto que si una palabra funciona como una condecoració n o
como un estigma, la gente va manipulando arbitrariamente su significado para aplicarlo a los
fenó menos que acepta o repudia. De este modo, las definiciones que se suelen dar de las
palabras con carga emotiva son "persuasivas', segú n la terminología de Stevenson, puesto que
está n motivadas por el propó sito de orientar las emociones,
Favorables o desfavorables, que provoca en los oyentes el empleo de ciertas palabras, hacia
objetos que se quiere encomiar o desprestigiar.
4.4.12. La fuerza de las oraciones: Habrá veces en que se planteen dudas acerca, no del
significado de una oració n, sino de su fuerza. El que la escucha o la lee puede dudar, por
ejemplo, de si la oració n expresa una aserció n, una pregunta, una orden, un deseo, etcétera.
En el derecho no son muy frecuentes los casos de dudas acerca de la fuerza de las oraciones
legales, puesto que, como hemos visto, generalmente expresan ellas prescripciones.
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á mbitos de aplicació n diferenciados a normas con soluciones equivalentes. Hemos visto este
problema al estudiar a la dogmá tica jurídica.
4.5.3. Lagunas del derecho: Alchourró n y Bulygin, como citado en Nino (2001), definen el
concepto de laguna en el derecho de la siguiente manera:
“…un cierto caso constituye una laguna de un determinado sistema normativo, cuando ese
sistema no correlaciona el caso con alguna calificación normativa de determinada conducta (o
sea con una solución)” (Alchourró n y Bulygin en Nino, 2001, p.281).
TIPOS DE LAGUNAS
▪ Lagunas normativas, son las que ya hemos explicado.
▪ Lagunas axioló gicas: se dan cuando un caso está correlacionado por un sistema
normativo con una determinada solució n pero cuenta con una propiedad que se vuelve
relevante para ese caso solo en virtud de ciertas pautas axioló gicas, y esa propiedad
está contemplada en otra norma. Por ejemplo, “si el derecho estipula una solución para
un caso constituido por las propiedades E y V, la solución no varía, a menos que haya otra
norma que lo estipule, si se da un caso que tenga, además de E y V, la propiedad R”
La laguna, también llamada vacío legal, es uno de los defectos má s frecuentes en el
ordenamiento jurídico y pone en jaque la idea de que el sistema jurídico es completo. Al
respecto, Alchourró n y Bulygin, sostienen: "… el ideal de completitud normativa, esto es, la
exigencia de que todos los sistemas normativos sean completos en el sentido de que
solucionen todos los casos, presupone que todos los casos son solucionables (…) Decir que
todos los casos son solucionables significa que para todo caso hay o es posible construir un
sistema normativo tal que lo correlaciones con alguna solució n. La hipó tesis de casos no
solucionables, es decir, situaciones en las que no hay razones (ni puede haberlas) para elegir
tal o cual curso de acció n, situaciones en las que toda elecció n es esencialmente arbitraria, es
tan irracional, tan intolerable para la razó n, como la idea de fenó menos inexplicables..."
INOPERANCIA DE LAS NORMAS: Una norma es considerada inoperante cuando:
▪ “La imposibilidad de aplicar una norma puede deberse al hecho de que su condició n de
aplicació n no puede darse, o a la circunstancia de que la conducta que la norma
prescribe es de imposible cumplimiento”
▪ “Hay casos en que una norma es inaplicable, no por la imposibilidad de ejecutar el
comportamiento ordenado, sino, viceversa, porque tal conducta es necesaria. La norma
es, entonces, superflua”.
Segú n Nino (2001) “Es ló gicamente imposible que se dé el antecedente de una norma si
constituye una contradicció n”. Por ejemplo, si la norma estableciera: "El que mata a otro y no
mata a otro, tendrá pena de prisió n".
La imposibilidad empírica de que ocurra la condició n de la norma se presentará cuando se
trate de un hecho que esté en contra de las leyes naturales. Ejemplificaría este caso una norma
que dijera: “cuando el aborto fuera cometido después del doceavo mes de embarazo, deberá
ser castigado con 10 añ os de prisió n”. Esto es empíricamente imposible puesto que el
embarazo del ser humano dura como má ximo nueve meses.
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La condició n de una norma es normativamente imposible que ocurra cuando está en pugna
con lo dispuesto por otra norma, por ejemplo, si una norma prescribiera: “las personas
menores de edad que hayan adoptado un hijo, deberá n hacerlo conocer a su propio padre o
tutor”.
Ademá s, la norma puede ser imposible de aplicar porque la conducta que prescribe realizar
está descripta en forma contradictoria, es decir, es ló gicamente imposible que se presente la
conducta, haciendo inaplicable la norma. Por ejemplo, una norma que dispusiera “por las
rutas del país deberá tomarse la mano derecha, de modo que los vehículos que vienen en
sentido contrario, puedan pasar por la derecha del propio vehículo”.
Cuando la norma es inoperante porque la conducta descripta es necesaria. Cuando la
necesariedad de la conducta prescripta es de cará cter ló gico, por ejemplo si la norma
prescribiera “solamente deben ser castigadas por adulterio las personas casadas”. Esto resulta
imposible de aplicar en el sentido de que por una cuestió n ló gica, só lo las personas casadas
son pasibles de cometer adulterio.
O cuando la acció n ordenada sea empíricamente necesaria. Por ejemplo, si la norma
estableciera “los médicos deberá n abstenerse de resucitar a personas fallecidas”. Esto es
imposible de aplicar puesto que empíricamente no tiene sentido resucitar a personas con
vida, es necesario que haya fallecido a los fines de intentar maniobras de resucitació n.
4.6. INTEGRACIÓN.
La integració n es la técnica a través de la cual se completan, las lagunas existentes en un
ordenamiento jurídico. Se habla, al efecto, de dos tipos de integració n:
4.6.1. Heterointegración: En la heterointegració n la respuesta a la laguna del ordenamiento
se busca fuera del ordenamiento mismo o fuera de su fuente normativa principal, de ahí su
nombre. La heterointegracién se da asimismo en términos de Derecho positivo. Los reenvíos
hechos por el ordenamiento jurídico a otro ordenamiento jurídico son formas de integració n
que se dan en los sistemas de Derecho moderno.
En los sistemas de derecho escrito si la ley padeciera una laguna, la misma ley reenvía, para
buscar la norma integradora, a la costumbre o a la jurisprudencia. Como vemos se trata de
indagar en fuentes secundarias del derecho para suplir la deficiencia del ordenamiento
jurídico.
4.6.2. Auto integración: analogía y principios: la insuficiencia del ordenamiento jurídico se
busca en dentro de las condiciones de su propia fuente dominante, por ejemplo en los
sistemas iusromanistas será la ley, y en el common law, en los precedentes judiciales. Un
ordenamiento puede satisfacer sus propias lagunas a través de su fuente de producció n
normativa.
1) El primer recurso es aplicar a los casos no regulados (lagunas) la solució n que la
ley aplica a los que sí lo está n y le son similares, es decir, procediendo por
analogía.
2) El segundo recurso consiste en aplicar a los casos no regulados los mismos
principios jurídicos que se han seguido para los casos si regulados, es decir,
procediendo por analogía iuris vía principios generales del Derecho.
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▪ Los enunciados interpretativos tipo "El texto 'T' significa S", no son descripciones sino
estipulaciones, consecuentemente no pueden ser calificados de verdaderos ni de falsos.
▪ No existe un significado propio de las palabras, este depende del emitente y del
usuario; la coincidencia de esos significados no está . garantizada.
▪ Todo texto normativo tiene una pluralidad de significados que pueden ser entendidos,
también de modos distintos y dependen de las posturas valorativas de los intérpretes.
▪ En los sistemas jurídicos modernos no existen legisladores individuales cuya voluntad
se pueda averiguar por métodos empíricos; y por otro lado, no existe algo así. como
una “voluntad colectiva” de los ó rganos colegiados.
▪ Las normas jurídicas no preexisten a la interpretació n, son su resultado.
▪ Los sistemas jurídicos no son completos ni coherentes. Los jueces ante las lagunas o
antinomias, crean Derecho como los legisladores.
▪ Consecuentemente, no hay una línea clara de demarcació n entre el Poder Judicial y el
Legislativo
Teoría intermedia o mixta: Es una tentativa de conciliació n entre las dos primeras teorías.
Recoge elementos de la tradició n formalista pero otorga mucha mayor discrecionalidad al
juez. Sostiene:
▪ Interpretar es tanto una actividad de conocimiento como una actividad de decisió n
discrecional.
▪ Los textos normativos poseen una irreductible textura abierta, resultan vagos y
ambiguos porque son, a final de cuentas, lenguaje natural. Del mismo modo, no
siempre es claro determinar qué norma es la mejor o má s correcta para regular una
controversia.
▪ En el seno del significado de todo texto normativo se puede identificar un nú cleo
esencial luminoso y, en torno suyo, una indefinida zona de penumbra. Los casos fá ciles
se encuadran en el nú cleo esencial luminoso, en los casos difíciles o marginales, la
aplicació n de la norma es controvertida porque recae en la zona de penumbra
▪ Los jueces actú an discrecionalmente cuando aplican o no la norma a los casos de
penumbra, donde debe elegirse entre dos soluciones alternativas. En cambio, no se
ejerce discrecionalidad en los casos fá ciles.
▪ Es falso que las decisiones de los jueces sean siempre controladas por normas
preconstituidas, sin má rgenes de discrecionalidad. Es igualmente falso que los jueces
decidan discrecionalmente siempre y de cualquier modo.
▪ Para esta teoría, interpretar es atribuir un significado en situaciones de duda. Por ende,
el juez en los casos claros descubre el significado', en los casos difíciles adscribe el
significado.
▪ Así, cuando el significado atribuido recae en el nú cleo esencial, el enunciado
interpretativo es verdadero, resultado de una verificació n del significado preexistente
aceptado. Cuando el significado atribuido recae en la zona de penumbra, el enunciado,
al ser estipulativo, no es verdadero ni falso.
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RESUMEN
▪ La distinció n entre casos fá ciles y difíciles es una decisió n objetiva, no resulta de una
decisió n interpretativa
TIPOS DE INTERPRETACIÓN JURÍDICA:
La interpretación filológico-histórica: segú n esta concepció n el sentido de la ley está
directamente ligado con la voluntad del legislador. Y es sencillo de ver, si la ley es obra del
legislativo entonces el sentido no puede ser otro que el pretendido por su autor, luego el
Derecho es lo que sus autores quieren que sea. La posició n filoló gico-histó rica debe
entenderse como la bú squeda de intenció n subjetiva del legislador histó rico. La
interpretació n filoló gico-histó rica apunta a la razón de la ley, es decir a encontrar la intenció n
del legislador o ratio legis, es decir, a su elemento ló gico-político. “El Derecho se dirige a
reglamentar la conducta humana para facilitar la convivencia y la cooperació n social en un
momento y lugar histó rico determinados”.
Este modo de interpretar la norma se llama causal-teleoló gico por orientarse a las causas y
fines que motivaron la creació n de la ley. La interpretació n filoló gico-histó rica procede así:
1) Primero se debe explicar las causas y motivaciones que llevaron al legislador a
elaborar una determinada ley, es decir, analizar la exposición de motivos de la ley.
2) Si la exposició n de motivos no fuese suficiente para determinar la intenció n del
legislador, quien interpreta la ley debe focalizarse en los debates parlamentarios que
le dieron sanció n. A través del aná lisis de los discursos de diputados y senadores, se
pueden encontrar los argumentos que indujeron a votar a favor o en contra de una
iniciativa de ley.
3) Finalmente, se pueden analizar también los trabajos preparatorios, estudios y
proyectos previos realizados por especialistas que suelen servir como base en la
elaboració n de leyes.
Interpretación lógico-sistemática: busca la intenció n objetiva de la ley, con el propó sito de
hacer vá lida la interpretació n de acuerdo con las circunstancias actuales que la motivan. Por
lo tanto y muy probablemente, bajo condiciones políticas y sociales diversas que dan un
contenido, también diverso a las ideas de convivencia y cooperació n social.
La interpretació n ló gico-sistemá tica procede de un modo enteramente diverso. En este caso,
el intérprete parte de la consideració n bá sica del ordenamiento jurídico como un sistema.
Segú n este enfoque, ninguna ley aparece sola o aislada, sino que forma parte de un todo. Las
reglas y exigencias de este sistema del cual forma parte condicionan la ley en su sentido y
alcance.
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