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Bendecidos para Bendecir

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I. La bendición a Dios (vers.

1-2)
vers. 1 | “Bendice, alma
mía”. Bendecir a Dios, no es en
el sentido de hacer más bendito
a Él, pues Él es bendito. La
palabra bendecir tiene la idea de
hacer un acto de adoración, de
gratitud, de honra y alabanza de
forma apropiada. Es reconocer
todo lo bueno que Él es. “Alma
mía”. Todo lo que soy como
vida, como persona, como
adorador, como criatura. “Al
1
Señor.” Él es el dueño absoluto
de mi vida. De hecho, es el
nombre directo de Dios, Jehová,
Yahvé.
Prácticamente, bendecir al Señor
es un acto de adoración, y era
algo profundamente interno, no
solo de formas o expresiones
externas. Nunca se es suficiente
para adorar al Señor y reconocer
Su bondad.
“y bendiga todo mi ser Su
santo nombre”. El ser se
refiere a todo lo más cercano e
2
íntimo de mi corazón. Marcos
7:6 “Este pueblo con labios me
honra, pero su corazón está lejos
de mí”. No dejes tu corazón en
otra cosa, ríndelo ante Dios. “Su
Santo nombre”. Al decir
Santo nombre se refiere: (1)
Todo lo que Él, el Gran Yo Soy;
(2) Su autoridad; (3) Su gloria.
Mateo 6:9 “santificado sea Su
nombre”, que Su nombre sea
proclamado siempre santo. El
nombre de Cristo en nosotros.

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vers. 2 | “Bendice, alma
mía, al Señor”. Mismo
estribillo, en la poesía hebrea,
David usa la repetición para
enfatizar una verdad. “y no te
olvides ninguno de Sus
beneficios”. El original dice
que no te olvides de TODOS Sus
beneficios. La palabra
“beneficio” significa bien o
recompensa que se te dio por
gracia.
La exhortación: no olvidar.
Dios ordena que siempre
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tengamos memoria de Sus
bondades y bendiciones con un
corazón agradecido. Por
ejemplo: Deuteronomio 8:2-6
“Y te acordarás de todo el
camino por donde el Señor tu
Dios te ha traído por el
desierto durante estos cuarenta
años, para humillarte,
probándote, a fin de saber lo que
había en tu corazón, si
guardarías o no sus
mandamientos. Y te humilló, y te
dejó tener hambre, y te alimentó
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con el maná que no conocías, ni
tus padres habían conocido, para
hacerte entender que el hombre
no solo vive de pan, sino que
vive de todo lo que procede de la
boca del Señor. Tu ropa no se
gastó sobre ti, ni se hinchó tu
pie durante estos cuarenta
años. Por tanto, debes
comprender en tu corazón que
el Señor tu Dios te estaba
disciplinando, así como un
hombre disciplina a su
hijo. Guardarás, pues, los
6
mandamientos del Señor tu
Dios, para andar en sus caminos
y para temerle”.
Comenta Van Gemeren: “La
alabanza es la respuesta de
asombro a Dios, mientras se
reflexiona sobre lo que el Señor
ha hecho por el pueblo de Dios a
lo largo de la historia de la
redención, por la creación en
general, por la comunidad y por
uno mismo”.
II. La bendición de Dios
(vers. 3-5)
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A partir de aquí veremos 6
beneficios que conforman la
bendición de Dios:
(1) El perdón de pecados.
vers. 3 | “Él es el que
perdona todas tus
iniquidades”. La mayor
bendición que podemos recibir
es que nuestros pecados sean
perdonados. Cuando se
comprende la magnitud de
nuestro pecado y la justicia de
Dios, este perdón es una razón
asombrosa para alabar y honrar
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a Dios. Salmo 32:1 “¡Cuán
bienaventurado es aquel cuya
transgresión es perdonada, cuyo
pecado es cubierto!”. Efesios
1:7 “En Él tenemos
redención mediante su sangre, el
perdón de nuestros
pecados según las riquezas de su
gracia”.
(2) Sanidad. “El que sana
todas tus enfermedades”.
Dios nos sana de muchas
maneras y Él promete la máxima
sanidad para todo Su pueblo en
9
la vida venidera. Pero hay
dolencias y enfermedades del
tipo espiritual. Horne comenta:
“¿Qué es el orgullo, sino la
locura? ¿Qué es la lujuria sino
una lepra? ¿Qué es la pereza,
sino una parálisis muerta?
Quizás haya enfermedades
espirituales similares a todas las
[corporales]”. Salmo 147:3
“Sana a los quebrantados de
corazón y venda sus heridas (o
tristezas, en hebreo)”. Isaías 53:5

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dice que por las heridas de
Cristo somos sanados.
(3) El rescate. vers. 3 | “El
que rescata de la fosa tu
vida”. La palabra “rescatar” se
refiere a preservarte de la
destrucción segura. Tiene dos
sentidos: en el del rescate del
alma. 1 Pedro 1:18-19
“sabiendo que no fuisteis
redimidos de vuestra vana
manera de vivir heredada de
vuestros padres con cosas
perecederas como oro o
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plata, sino con sangre preciosa,
como de un cordero sin tacha y
sin mancha, la sangre de
Cristo.”. En el del rescate diario:
hay muchas calamidades de las
que el hijo o hija de Dios es
protegido, lo sepa o no. Salmo
121:4 “He aquí no se
adormecerá ni dormirá el que
guarda a Israel”.
(4) La corona. “El que te
corona de bondad y
compasión”. El verbo
“coronar” tiene la idea de
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encerrarte en un círculo para
protegerte con Su bondad y
compasión. La palabra “bondad”
es misericordia, amor de Pacto,
amor incondicional que lleva a
Dios extender todo Su bien para
contigo. Romanos 2:4 nos
exhorta a no ignorar “la bondad
de Dios que te guía al
arrepentimiento”. “Compasión”
es tener afecto de corazón para
contigo, amor en acción.
También recordemos que en
Cristo Jesús tenemos un Su
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sacerdote compasivo (Hebreos
4:15).
(5) Colmo de bienes. vers. 5
| “El que colma de bienes
tus años”. Toda nuestra
satisfacción y suficiencia viene
de Dios. Eclesiastés 5:18-20
“He aquí lo que yo he visto que
es bueno y conveniente: comer,
beber y gozarse uno de todo el
trabajo en que se afana bajo el
sol en los contados días de la
vida que Dios le ha dado; porque
esta es su
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recompensa. [19] Igualmente, a
todo hombre a quien Dios ha
dado riquezas y bienes, lo ha
capacitado también para comer
de ellos, para recibir su
recompensa y regocijarse en su
trabajo: esto es don de
Dios. [20] Pues él no se
acordará mucho de los días de su
vida, porque Dios lo mantiene
ocupado con alegría en su
corazón”.
(6) La renovación. “para
que tu juventud se renueve
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como el águila”. Dicho de otro
modo, Dios es quien fortalece.
Isaías 40:29-31 “El da fuerzas
al fatigado, y al que no tiene
fuerzas, aumenta el vigor.
[30] Aun los mancebos se
fatigan y se cansan, y los jóvenes
tropiezan y vacilan, [31] pero los
que esperan en el Señor
renovarán sus fuerzas; se
remontarán con alas como las
águilas, correrán y no se
cansarán, caminarán y no se
fatigarán.”.
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Matthew Henry: “Ya sea que
Dios escoja para mí salud o
enfermedad; paz o dificultad;
comodidades o cruces; vida o
muerte… ¡que Su santa voluntad
sea hecha!”.

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